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Mew Rincone & Nix

Puedes leer esta historia corta entre el primer y


segundo libro de la saga.

POVs:

Chase

Trace

Tex

Nixon

Mo
Prólogo Nixon
Traducido por Mew Rincone

Todos vamos a morir. Ese fue el primer pensamiento que se me


pasó por la cabeza. Todo había sido en vano.

Amarla. Protegerla. Todo había llevado a este momento. Podía


ser el jefe de la mafia más joven jamás registrado en la historia, pero
eso no me convertía en un estúpido. Sabía lo que quería decir cuando
Frank, jefe de la familia Alfero y abuelo de Trace le disparó al jefe de la
familia De Lange una mirada rebosante de odio.

Cada familia estaba representada.

Todos testigos de la caída del imperio Alfero.

Y ahora estaban viniendo.

Nuestras manos estaban atadas, hasta que llegaran,


esperaríamos.
Capítulo 1 Traducido por Rincone
Chase

Todo pasó en cámara lenta y entonces Nixon me estaba


gritando que llevara de regreso a Trace a su habitación. Podría jurar
que estaba sufriendo pérdida de audición—todo en lo que me podía
fijar era en la cara de Trace mientras miraba el sangriento caos a su
alrededor.

Quería alejarlo todo.

Quería llevármela lejos.

Si pudiera volver a ese primer día de escuela—si se me


ofreciera la elección de hacer algo más que asustarla. Lo habría elegido.
Pero parecía que mi entera existencia se formaba alrededor de una
sola palabra.

Arrepentimiento.

Él la vio primero.

Él la deseó primero.

Lo cual me hacía el último, porque cuando no eres el primero,


eres el último. No era el segundo. No era nada. Para ella yo era un
amigo, un protector. Alguien que hacía desaparecer las pesadillas. Yo
era su cuenta historias personal antes de ir a dormir. Era difícil como el
demonio fingir que era su amigo, cuando en realidad vivía para sus
sonrisas, sus bromas, mierda, vivía para sus respiraciones.
—Trace —Lamí mis labios y tomé su mano—. Tenemos que
irnos.

Su rostro cenizo se volvió hacia Nixon mientras él alzaba a su


abuelo y lo agarraba por las solapas de su abrigo, sacudiéndolo al
olvido.

—¿Qué has hecho? —gritó Nixon.

Tex trató de alejarlo. Cuando Nixon finalmente liberó a Frank,


no ocurrió porque hubiera tenido un momento de debilidad, sino
porque mi chica valiente susurró que se detuviera.

En medio del caos. Nixon escuchó ese único susurró y dio un


paso atrás.

—Trace —La agarré más fuerte del brazo—. Ahora.

Con un asentimiento, metió su cuerpo bajo el mío mientras


dejábamos el almacén. Miré hacia atrás para asentirle a Nixon y fue
justo en el momento para verle recibir un derechazo de Frank. Eso iba
a doler como el infierno mañana en la mañana.

—¿Qué vamos hacer? —preguntó Trace mientras yo abría la


puerta del Ran Rover y la metía dentro.

—Oh, ya sabes —Sonreí—. Dispararle a más gente, ensuciarnos


las manos, cosas de chicos.

Ella no sonrió.

Cerré la puerta y entré en mi lado.

El aire estaba cargado de tensión. Después de cinco minutos


conduciendo, estuve listo para lanzarme fuera del maldito coche.
Odiaba cuando ella no hablaba, significaba que estaba pensando, que
estaba entrando en pánico.

—Di algo —espeté.


—Lo siento —susurró Trace—. Es por mi culpa, si yo no
hubiera venido a la escuela y…

—Para —Giré el coche y lo aparqué.

—Pero… —Trace exhaló y se pellizcó la nariz con los dedos—.


Si me hubiera quedado en Whyoming…

Solté un bufido.

—Claro, entonces la mafia habría dado contigo eventualmente y


con tu vaca favorita.

Eso valió una sonrisa. Por fin.

—Chase… —Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no me miró,


solo miraba al frente—. ¿Vamos a morir?

—Pues claro que no —Me reí—. Nosotros no morimos


fácilmente. E incluso si lo hiciéramos, incluso si ese fuera el peor de los
casos… tú seguirías viviendo. Moriría antes de que te ocurriera algo.

Lentamente, se giró hacia mí.

—¿Morirías por mí? Quiero decir, entiendo que lo haga Nixon


—Sus mejillas se volvieron carmesí—. ¿Pero tú?

Correcto. ¿Por qué un amigo moriría por ella?

Porque la amaba.

Porque quería ser el que la besara.

No solo quería su corazón, quería su maldita alma. Estaba


dispuesto perder el control de todo y perfectamente ponerlo en su
lugar.

—Trace —Me lamí los labios y suspiré—. Para mí lo eres todo.


Te protegeré hasta el día de mi muerte porque no me puedo imaginar
vivir en un mundo donde tu sonrisa no exista.
Entonces alejé la vista, avergonzado de que hubiese acabado de
actuar como un completo perdedor y decirle lo importante que era ella
para mí.

Estaba listo para decirle que era una broma, cuando sentí su
mano en mi brazo.

Despacio, su mano se deslizó dentro de la mía.

Sin decir una palabra, puse el coche en el camino y nos


dirigimos de nuevo hacia el campus. Nos sostuvimos las manos todo el
camino.

Una parte de mí, la pequeña parte en la que existía la esperanza,


surgió a la vida.

Tal vez, y solo tal vez, teníamos un futuro.

Me aferré a esa chispa de esperanza como a una tabla de


salvación, y rogué que no fuera en vano.
Capítulo 2 Traducido por Rincone
Trace
La casa de Nixon era de grande como la de una gran estrella de
cine. No estaba segura de que estaba esperando, pero ciertamente no
era una fortaleza al estilo italiano con seguridad en las puertas,
cámaras y hombres en las suites fumando cigarrillos en el exterior.

—Cambio de planes —Nixon cerró la puerta del coche y juró—.


Trace y Mo se quedarán conmigo hasta que las cosas se calmen.

—Señor. —Uno de los hombres trajeados asintió—. ¿Y Frank?

Nixon se congeló. Contuve la respiración esperando a oír lo que


diría sobre mi abuelo. Habían pasado dos días desde aquel fatídico día
cuando mi abuelo le disparó a sangre fría al jefe de los De Lange.

Dos días de no saber si mi novio le había metido una bala en la


cabeza a mi abuelo en comisión de su delito final.

—Él no es de tu incumbencia —dijo Nixon suavemente—. Lleva


sus bolsas a la habitación contigua a la de Mo.

El hombre no parecía molesto por la absoluta falta de


información que le había dado—yo sin embargo estaba lista para
lanzarme sobre Nixon y hacerle hablar. Cada vez que le preguntaba
sobre mi abuelo sus ojos se volvían fríos y distantes.

Ni siquiera me había besado aún.

Aunque no es que hubiese tenido la oportunidad con Chase


literalmente pegado a mi persona como una lapa. Juro que el chico
pensaba que alguien iba a dispararme cuando fuimos a la tienda de
comestibles para almacenarnos ante de reunirnos con Nixon.

Cuando le pregunté si quería algo, sus ojos se volvieron


vidriosos como si le acabara de preguntar que me recitara la tabla
periódica, y entonces cuando chasqueé los dedos delante de su rostro,
se puso nervioso y realmente se sonrojó.

Estaba bastante segura que estaba cargándome su estilo. No


tenía ni una oportunidad de estar en su estado normal por lo de
cuidarme a tiempo completo.

—Vamos —Nixon me agarró del brazo y me llevó por la casa.

Era todo un nivel. Caminamos muy rápido a través de la cocina


entera de un borroso granito—es de lo único que estaba segura.
Granito negro. Me pregunté si eso era para limpiar la sangre más fácil.

Me llevó por el pasillo a oscuras y después abrió una puerta al


final en la que me hizo entrar como si yo fuera una niñita con una
pataleta y cerró de golpe detrás de nosotros.

—Shh —Puso su mano sobre mi boca—. Solo tú y yo, Trace. —


Sus ojos eran atormentados—. Él está escondido. Está a salvo. Eso es
todo lo que puedes saber. Si me preguntas algo más sencillamente
mentiré. Odio que tenga que ser de esa manera pero tengo que
mantenerte a salvo. —Su mandíbula se apretó—. No puedo perderte,
Trace. No de nuevo. Tengo que pensar qué es lo mejor para ti y cuanto
más sepas, más peligro para ti. Te necesito en mi vida. Necesito tus
sonrisas. Necesito tus estados. Necesito tu condenada charla insensata
sobre granjas… —Su sonrisa era triste—. Me perdería a mí mismo si no
te tengo, Trace, y esa es la verdad, algunas veces me siento tan hundido
que tú eres la única luz en el túnel. Si esa luz se extinguiera —Sacudió
la cabeza y maldijo—. Necesito que mantengas tu promesa.
—¿M-mi promesa? —Sus brazos se envolvieron a mi alrededor,
levantando mi cuerpo del suelo—. ¿Qué promesa?

—Dijiste que tenías miedo por mí. Dijiste que me mantendrías a


salvo. Dijiste que sostendrías mi mano. —Su sonrisa se volvió mortal—
. La estoy cobrando.

—Cobrando.

—Mis monedas. —Me arrojó sobre la cama y se quitó la camisa.


Mi respiración se atoró en mi garganta—. Te. Deseo.

—Uhh. —Oh, genial, eso sí sonó inteligente.

—Ahora. —En un instante estuvo sobre mí, besando mi cuello y


empujándome contra el colchón—. Pero por desgracia, estoy bastante
seguro de que si empiezo, no voy a parar, perderé el control, dime que
sí, dímelo ahora, pero por Dios, no me digas que no aún…—Sus labios
estaban contra mi oreja—. No todavía, Trace. No sobreviviré a eso.

¿El problema? Yo quería lo mismo que él… pero el tiempo


parecía terminado. Ni siquiera habíamos hablado durante los últimos
días y no podía evitarlo, me preguntaba si así sería como siempre se
definiría nuestra relación.

Secretos, secretos y más secretos.

—Nixon —murmuré, mientras su boca encontraba la mía.

—¿Qué? —Se echó hacia atrás. Sus ojos color azul cristalino me
perforaron—respondí físicamente a la forma en que me miraba como
si me acariciara todo el tiempo, tocándome, besándome—. ¿Trace? —
Sus ojos se tornaron preocupados—. Mi vida, ¿qué pasa?

—Te quiero por completo.

—Lo soy —Prometió.


—No. —Sacudí mi cabeza y presioné mi mano contra su pecho
desnudo—. Tengo la mitad.

—Trace…

—…Todo o nada.

Sus ojos se cerraron mientras se alejaba. El rechazo me golpeó


tan duro en el pecho que sentí que no podía respirar. Justo cuando
pensaba que iba a irse, se detuvo y se arrodillo delante de mí. Con sus
rodillas en el suelo, se inclinó sobre la cama y tiró de mis manos
poniéndome en una posición sentada.

—Todo cuanto tengo es tuyo. —Su voz estaba ronca—. La cosa


es, Trace. Que no tengo mucho para dar. Mi corazón es tan negro como
el infierno, mi moral está tan jodida como mis valores, y estoy bastante
seguro de que si mi primo mira en tu dirección otra vez… le romperé la
mandíbula.

Me reí.

—Esas no son reacciones normales —Juró—. Estoy


violentamente enamorado de ti. Sangro por ti. —Su voz se endureció—
. Antes de ti estaba perdido. Antes de ti la vida era gris.

—¿Y ahora?

—Colores. —Me sostuvo por mi barbilla—. Ojos marrones,


cabello de chocolate, una sonrisa como los rallos del sol —Sus labios
encontraron los míos en un suave beso—. Eres la única sacrificándose
cuando estás conmigo. Tienes que entender que cuando nos miro a
nosotros, es de esta forma.

—¿Qué forma? —Miré alrededor de la habitación—. ¿A qué te


refieres?
—Así —Hizo un gesto entre nosotros—. Tú siempre en el
terreno más alto, tú la salvadora, sacándome del oscuro abismo. Tú
eres la línea de vida.

—¿Y eso que te hace a ti?

Él sonrió.

—El ancla.

Debí de seguir viéndome confundida porque añadió—:


Equilibrio, Trace. Nos equilibramos entre sí. No podría existir sin ti, y
esa es la verdad. Sé que suena loco, pero es la verdad. Te. Amo.

Caí al suelo con él, llevando su espalda contra la alfombra.

—Yo también te amo —Mi labio inferior tembló—. Mucho.

Nuestras bocas se aplastaron juntas, encontrándose en algún


punto medio mientras sus manos se enredaban en mi pelo.

—Toc, toc —dijo una voz en la puerta, abriéndola. Nixon no me


liberó, así que nos veíamos del todo inapropiados.

—Caray, cena y espectáculo.

—Tex —gruñó Nixon—. Hazlo rápido.

—Miente —Tex bostezó—. Lo rápido es malo ju ju.

—Tex.

—La cena está lista, así que cuando hayan terminado… —Hizo
un gesto en el aire—…de atacarse entre sí, vayan a la cocina, ya saben
que Chase odia la comida fría.
Capítulo 3 Traducido por Rincone
Tex

Cerré la puerta y me quedé mirándola por un sólido minuto


antes de regresar a la cocina.

—¿Y bien? —Chase se sirvió una sana copa de vino—. ¿Vienen?

Sonreí.

—Están jugando.

—¿Jugando? —Los ojos de Mo se estrecharon—. ¿Con qué?


¿Armas?

—Interesante… —Me di golpecitos en mi boca con un dedo—.


Supongo que podrías llamarlo así, quiero decir si yo dijera, Mo juega
con mi arma, lo más probable es que asumieran que me refiero…

—…A tu arma real —dijo ella con voz seca—. Deja de ser rarito.

Mi respuesta fue una sonrisa tonta.

Siempre era mi respuesta.

Tenía que serla.

Porque los Abandonatos no eran los únicos con secretos. Esa


era la cuestión de ser parte de su familia cuando no eres realmente de
sangre. A malditamente nadie le importa lo que hagas con tu vida
siempre y cuando hagas tu trabajo, nadie hace preguntas.
Y yo era el más desesperado por mantener mi vida tranquila, de
mantener mis secretos aún más tranquilos. Me refiero a que todos
sabían quién era yo. Pero eso no lo hacía más fácil.

Para el mundo yo era el Gran Tex.

¿Para Sicilia?

Me encogí y tomé un largo trago de vino.

Yo era malditamente bueno fingiendo. El vino fue amargo en mi


boca. A veces me preguntaba si incluso sabía cómo era yo mismo.

Como ser normal.

La sonrisa falsa se sentía permanente.

Pero ser yo mismo significaba atraer la atención, eso significaba


que no ayudara a Nixon ni la familia—significaba ponerme en peligro.

Volar debajo del radar y actuar como un tonto del culo era mí
trabajo—no en serio, eso era para lo que me pagaban, bueno, eso y
para matar gente, pero realmente prefería ser un tonto del culo por
encima de arrancarle las uñas a los chicos.

—Tex —espetó Mo—. Deja de mirar tu vino como si estuvieras


colocado.

—Colocado —repetí—. Ya me gustaría.

—Caray, ¿Qué fue lo que viste en esa habitación? —preguntó


Mo—. ¿Así de malo fue?

Mi cabeza se levantó, mirando a sus cristalinos ojos azules. ¿Qué


pasaría si era sincero y le decía todo? ¿Qué si le decía lo asustado que
estaba? ¿Qué si le decía lo rechazado que me sentía cada maldito día
porque ni mi propia familia me quería? ¿Le importaría entonces?
¿Dejaría de pensar en mí como un amigo de su hermano y un novio
conveniente?
¿Ves? ese es el por qué mantenía mi mierda guardada. Si la
dejaba salir—perdería la objetividad. Y con los sicilianos dándonos una
visita probable, mi objetivo tenía que estar al cien por cierto en
mantener la familia a salvo y mi verdadera identidad secreta de todos
quienes pudieran usarla contra aquellos que más amaba.

—Simplemente no duermo bien —Me encogí de hombros—.


¿Por qué? ¿Quieres ayudarme a dormir mejor esta noche, Mo?

Su sonrisa creció.

—¿Por qué, Tex? ¿Es una proposición?

—Lo es —Yo la amaba. La había amado toda mi vida. Pero yo le


gustaba. Eso era todo. Le gustaba, ya sabes, del modo en que a una
típica chica le gustaría un novio. Nuestros sentimientos no estaban en
mismo maldito nivel, no estaban ni siquiera en la misma atmosfera,
pero tomaría lo que pudiera conseguir.

—Tal vez —respondió ella finalmente—. Si tienes suerte.

—Lanzaré una moneda si así lo quieres, cariño.

—Lo siento —Nixon entró en la cocina con Trace al remolque—


. La estaba recogiendo.

—Con tu lengua —susurré.

Chase se atragantó con el vino.

—¿Estás bien, tío? —Nixon le dio unas palmaditas a Chase en la


espalda.

—Perfectamente. —Chase se aclaró la garganta.

La mierda iba a golpear el ventilador en los próximos meses.


¿Por qué tenía la enferma sensación de que uno de ellos no conseguiría
salir con vida?
Capítulo 4 Traducido por Nix
Nixon

Tuve que forzarme a comer. El único tipo de hambre


que tenía no podía ser aliviada por comida, solo por ella.
Desafortunadamente cada vez que miraba hacia ella,
mis ojos no se encontraban con los de ella, sino con los de
Chase.
Puede que yo haiga dicho un par de cosas inapropiadas
hacia él, y cuando eso no funcionó, contemplé la idea de poner
mi arma en la mesa.
Todo parecía tan norma en la cena. Una vez que terminé
de comer las chicas dijeron que ellas lavarían los platos.
Chase se puso de pie.
Yo me puse de pie.
Me miró y me hizo señas hacia la puerta, lo seguí hacia
el patio. Caminamos en silencio hasta que llegamos al árbol en
el que solíamos jugar cuando éramos niños.
—Lo siento —murmuró.
—¿Por? —Sabía exactamente por qué este desgraciado
se estaba disculpando—. Necesito que lo digas, Chase. —
¿Conoces el sentimiento que tienes cuando te cortas un dedo
con papel y comienzas a sangrar? Así es como me sentía. Yo
estaba cortado. Sabía que lo estaba, había sentido la cortada
desde mi cabeza hasta la punta de mis pies. Y ahora estaba
sangrando.
Porque amaba a mi primo como un hermano.
Y él estaba herido.
Lo cual significaba que me estaba hiriendo.
Era una sensación rara, amar tanto a alguien y aun así
querer destrozarlo con tus propias manos.
—Simplemente pasó —dijo en voz baja—. Debí
haberme dado cuenta o haber hecho algo, pero no. Siento
haber dejado que pasara.
—Dejar que qué pasara. —Mi voz tembló.
—Perder mi cabeza. —Y su corazón, pero eso no lo dijo.
—Chase…
—No —soltó una risa sin humor—. Está bien, quiero
decir, ella te ama, lo entiendo, es solo un enamoramiento.
—¿Entonces así es cómo va a ser? —Suspiré—.
¿Terminar en mentiras?
—No estoy mintiendo. —Chase sacudió la cabeza—. De
verdad. Solo estoy cansado y algo alterado de que los
silicianos vengan y toquen a nuestra puerta cualquier día. De
verdad, es porque no he hecho nada fuera de pasar tiempo
con Trace durante las semanas pasadas.
—¿Estás seguro de eso? —mis ojos se estrecharon.
Chase metió sus manos en sus bolsillos y me miró. —
Voy a salir esta noche.
—¿Y exactamente a hacer qué?
—Sexo. —La voz de Chase salió ronca—. Beber.
—Más mentiras.
—No estoy mintiendo sobre beber —gruñó.
—Tómate algo de tiempo —puse mi brazo alrededor de
sus hombros—. Confío en ti, sabes eso, ¿verdad?
Asintió.
—Solo prométeme una cosa.
—¿Qué? —su cabeza se levantó—. Cualquier cosa, lo
sabes, Nixon.
—Si llegas al punto en que ya no puedas más, si la
traición llega a sonar como una opción, dímelo primero para
así no tener que disparate luego.
Rio. —Buen plan.
—Eso pensé.
—Crees… —tembló y cruzó sus brazos—. ¿Crees que
vamos a sobrevivir a esto?
Era una pregunta pensada ya que no estaba
preguntando por el drama familiar, estaba preguntando
también por Trace. Odiaba mentir, especialmente a él, así que
respondí—: Demonios, eso espero.
—Yo también, Nixon.
—¿Se están besando o me puedo unir a la fiesta? —la
voz de Tex rompió el tenso silencio.
—Ya terminamos —Chase bostezó—. Yo tengo la mía y
Nixon la de él, todo terminado.
—Maldiciñon, sabía que llegué tarde —Tex sacó tres
cigarrillos—. Por donde empezamos.
Miré alrededor. Maldición, estaba en lo correcto.
Nuestro pequeño grupo se formó justo aquí. Se sentía como
que fue hace una eternidad.
—Los Elegidos —todos tocamos los cigarrillos. Ninguno
lo fumó de verdad, en su lugar fuimos al árbol y los pusimos
dentro del baúl en el que solíamos poner nuestras cosas
cuando éramos niños. Siempre habíamos jurado que seríamos
los chicos geniales de la mafia que salían y fumaban y bebían
whiskey.
Pero los tiempos se habían vuelto duros para todos.
Y la última cosa que queríamos ser era como nuestros
padres.
Así que los enterramos en memoria de en lo que nunca
nos convertiríamos, en lo que moriríamos por proteger.
Capítulo 5 Traducido por Nix
Mo

—¿Segura que no quieres que duerma contigo? —pregunté por


cuarta vez. Sabía cómo de espantada debió haber estado. Sí, mi
estúpido hermano probablemente metería su cabeza en la habitación
en cualquier momento, pero aun así. Algunas veces las chicas necesitan
amigas, no sus imbéciles novios de la mafia que jugaban con armas y
golpeaban con nudillos de aceros por deporte.

—Estoy bien —encogió sus rodillas contra su pecho—. Nixon


dijo que él vendría.

Forcé una sonrisa. —Estoy segura que todo lo que planea lo


hace.

—Él no ha… —Trace se ruborizó—. Quiero decir, no es como si


hubiéramos hecho… eso.

Solté una gran respiración. —El simple hecho de que te refieras


al sexo de esa manera —mis cejas levantaron en broma—, me dice que
no has dado el paso con mi gemelo.

—Cuando lo dices así suena tan…

—Asqueroso. —asentí—. Bienvenida a mi mundo.

—Vete a dormir —lanzó una almohada hacia mi cabeza.

—Buenas noches, botas.

—Buenas noches, Mo.


Cerrando su puerta, me dirigí a mi habitación. Se sentía raro
estar en esa habitación. Toda mi vida mi papá me había puesto en el
extremo opuesto de la casa, lejos de él, lejos de los negocios. Pero
Nixon, él siempre estaba cerca de él, así que me podía proteger si algo
salía mal.

Yo estaba más que dispuesta a moverme.

Mi última habitación tenía malos recuerdos. Había estado


encerrada en allí también muchas veces como para contarlas. Una vez
Nixon se hartó tanto de su “manipulación” sobre mí que se coló en mi
habitación y tenía a uno de los hombres para que nos llevara comer
helado.

Cuando regresamos, nuestro padre estaba tan enojado que


golpeó Nixon en la mandíbula.

Rompiendola con el contacto.

Fue mi culpa. Si no hubiera llorando entonces Nixon no habría


sentido lástima por mí.

Era fácil odiar Nixon porque era un dolor en el culo la mayor


parte del tiempo, pero lo amaba más que la vida. Creo que es por eso
que le empujé tanto como lo hice. Perderlo me destruiría. Él era la
única familia que me quedaba.

No estaba tan segura de que fuera lo suficientemente fuerte


como para sobrevivir sin mi otra mitad.

—¿Mo? —Tex llamó a la puerta y luego entró—. ¿Estás bien?

Juro que el hombre era más perceptivo de lo que lucía. Podía


leerme como un libro. Era un poco desconcertante, tener un hombre
que sea capaz de adivinar lo que quieres, incluso antes de que te des
cuenta que lo quieres, pero así era Tex.

A veces me preguntaba sobre él.


Actuaba como si la vida fuera una broma y llevaba a cabo sus
“misiones”, con una sonrisa en su rostro.

Podía contar con una mano cuántas veces lo había visto fuera de
control

Una vez.

Y había sido la cosa más aterradora que jamás había visto. Tenía
los ojos de un asesino… un depredador. Nunca había visto manos
moviéndose tan rápido.

Yo no tenía que estar en el Lugar cuando ellos tenían personas


allí, pero por alguna razón tenía curiosidad. Llámalo locura.

Tex estaba solo con un informante. Un soldado para De Lange.

El hombre trató de lanzarse a por Tex, pero antes de que su


mano incluso entrara en contacto con el aire delante de la cara de Tex,
su muñeca se torció hasta su espalda y luego Tex solo le rompió el
cuello.

Como una ramita.

Yo estaba hiperventilado.

Más tarde, Nixon le dijo a Tex que lo vi. Dado que el tipo
merecía la muerte, él había estado involucrado una red de prostitución
de niñas pequeñas, pero aún así.

—Mo —Tex sonrió—. ¿Qué está pasando en esa sexi cabeza


tuya?

—Mariposas y arco iris. —Mentí.

—Raro, yo estaba pensando exactamente lo mismo —Su mano


se movió a mi hombro tirando para aflojar mi suéter y expusiera algo
de piel, sus labios se movieron a través de mi cuello—. Mariposas, arco
iris y Mo.
—¿Cuál es la diferencia entre esas cosas? —Gemí mientras
tiraba del suéter y lo sacaba por sobre mi cabeza.

—No sé —Su cabeza se echó hacia atrás—. Todas son muy, muy
hermosas para mí.

—Quiero ser la mariposa —Solté.

—¿Entonces eso me convierte en el arco iris? —Sus labios se


curvaron en una sonrisa—. Puedo vivir con eso, siempre y cando me
prometas una cosa.

—¿Qué?

—No dejes que nadie… ningún hombre, corte tus alas —Sus
ojos se volvieron serios mientras sus manos fueron a la cintura de mis
leggins—. Ni siquiera yo.

Me rendí a él.

Como siempre lo hacía.

Y me arrepentí la mañana siguiente.

Como siempre lo hacía.


Capítulo 6
Traducido por Nix
Chase

Miré el techo y traté demasiado duro de no escuchar risas y


gemidos. Demonios, si él la hace gemir voy a poner una bala en mi
maldita mano.

No era un enamoramiento.

¿Un maldito enamoramiento? ¿Eso es lo que dije? ¿De verdad?


La mirada en la cara de Nixon casi me mata. No hubiera seguido con lo
que sea que estaba planeando. Yo solo… necesitaba aclarar un poco las
cosas, él lo sabía. No era como si fuera una opción. No me levanté un
día y decidí que la iba a amar.

Simplemente pasó.

El amor no es instantáneo, es lento, progresivo, y para el


momento en que finalmente te das cuenta de lo que está pasando, te
tiene en un agarre tan apretado que no puedes hacer nada para que te
suelte. Y para el momento en que está aflojándose, no te importa una
mierda porque te sientes demasiado malditamente bien.

El amor era un infierno.

El amor no me va a dejar en cualquier momento cercano.

Quejándome, salí con furia de mi habitación y me dirigí a la


cocina. Parecía que una botella de jack iba a ser mi amante esta noche.
Necesitaba exorcizarla de mi mente.
Dormir con cualquiera parecía tan horrible como lo sería
romper mi promesa a Nixon.

Me senté en la mesa y miré la botella.

Algo tenía que dar.

Yo necesitaba cambiar porque ella no lo iba a hacer. Su corazón


ya estaba tomado y el mío solo iba a sufrir hasta que dejara de doler.

Entonces juré aquí y ahora que nada se interpondría en mi


lealtad a Nixon. Nada. Ni siquiera la chica de ojos marrones cuya cara
era la última cosa que veía cuando me iba a dormir.
Epílogo Nixon
Traducido por Mew Rincone

Encontré a Chase sentado en la mesa de cenar, girando un vaso


lleno con Jack como si estuviera tratando de hipnotizarse a sí mismo.

—Hey —Me froté los labios y aparté una silla—. Debes de tener
algún pensamiento serio para sacar el Jack tan temprano.

—Son las diez —se defendió.

Empujé un vaso hacia él con un suspiro y esperé a que el líquido


marrón lo llenara hasta el borde.

Raramente bebíamos.

Pero cuando lo hacíamos era por una razón.

No estaba seguro si estábamos bebiendo por nuestro éxito o


potencial fracaso.

— ¿Qué pasa ahora? —preguntó Chase si mirarme aún—. ¿Qué


hacemos?

Me estaba haciendo la misma pregunta que me había hecho


toda la noche. No nos ayudaría para atrapar a nadie si escondíamos a
Trace como lo hizo su abuelo. Ella necesitaba ser normal—quería
darle eso.

—Trace se matricula en la escuela.

Chase resopló.
El pobre chico ya había completado sus cuatro años, pero como
yo era dueño de la escuela hice que pareciera que estaba a pocos
créditos de guardarse, de forma que pudiera tenerlo alrededor. Entre
Tex, Chase y yo, teníamos una de las mejores educaciones. Cada uno
habíamos dado más cursos universitarios que la mayoría de los
estudiantes combinados. No importa el crédito de vida añadido a la
misma.

— ¿Cómo vamos a protegerla si todos estamos en clases


separadas? —Tomó un largo sorbo y dejó el vaso vacío sobre la mesa
con un ruido sordo.

—Es curioso que me lo preguntes —Sonreí—. ¿Cómo te sientes


sobre las mujeres estudiantes?

— ¿Cómo me siento al respecto? —Sus ojos se estrecharon—.


Me las estudio muy bien fuera de las clases, gracias.

—Te necesito, hombre —Levanté el vaso entre mis labios y


bebí—. No puedo ser yo el que la proteja. Perderé la cabeza. Necesito
que tú lo hagas. Necesito que tú la inscribas en sus clases.

Chase dejó escapar una sonrisa sin humor:

— ¿Qué? ¿También quieres a mi primogénito? ¿Un riñón? ¿Mi


corazón en una maldita bandeja?

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