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08 Ember - Rachel Van Dyken
08 Ember - Rachel Van Dyken
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Traducción
Anamiletg NaomiiMora
Arifue Rimed
Ezven Rose_Poison1324
Liliana Yavana E.
Mais Yiany
Manati5b YoshiB
Recopilación y Revisión
Mais
Diseño
Evani
Índice
Sinopsis Capítulo 25 Capítulo 51
Prólogo Capítulo 26 Capítulo 52
Capítulo 1 Capítulo 27 Capítulo 53
Capítulo 2 Capítulo 28 Capítulo 54
Capítulo 3 Capítulo 29 Capítulo 55
Capítulo 4 Capítulo 30 Capítulo 56
Capítulo 5 Capítulo 31 Capítulo 57
Capítulo 6 Capítulo 32 Epílogo
Capítulo 7 Capítulo 33 Agradecimientos de
la autora
Capítulo 8 Capítulo 34
Próximamente
Capítulo 9 Capítulo 35
Capítulo 10 Capítulo 36
Capítulo 11 Capítulo 37
Capítulo 12 Capítulo 38
Capítulo 13 Capítulo 39
Capítulo 14 Capítulo 40
Capítulo 15 Capítulo 41
Capítulo 16 Capítulo 42
Capítulo 17 Capítulo 43
Capítulo 18 Capítulo 44
Capítulo 19 Capítulo 45
Capítulo 20 Capítulo 46
Capítulo 21 Capítulo 47
Capítulo 22 Capítulo 48
Capítulo 23 Capítulo 49
Capítulo 24 Capítulo 50
Sinopsis
Soy un asesino. Un secuestrador. Un monstruo.
Phoenix
—No.
Su puño conectó mi sien tan fuerte que caí al suelo con un alarido.
El clic de sus botas contra el cemento me dio la única advertencia que
tuve mientras venía a golpearme en las costillas; una y otra vez pateó.
La chica gritó, pero me quedé en silencio. Gritar no ayudaría; nada lo
hacía.
Esperé hasta que terminó, oré porque me matara esta vez. Oré tan
fuerte que estaba convencido que Dios finalmente me oiría y me sacaría
de mi infierno. Cualquier otra cosa era mejor que vivir. Lo que fuera.
Tres de la mañana.
—¡Maldición!
Y estaba oscuro.
—Escuché gritos.
—Él está con Mo, y necesitan privacidad. No soy estúpida. Así que le
pregunté a Sergio si podía mudarme por un rato.
Sonrió.
—¡Soy tu nueva compañera de cuarto! —Bee se balanceó en la cama
y me lanzó una mirada tímida—. Admítelo, extrañas nuestras fiestas de
pijamas.
Phoenix
Si esa chica me enviaba una foto más de ella, iba a perder mi jodida
mente.
—Bien.
Divertido que dijera eso. Después de todo, no era ese chico. El digno
de confianza, con quien contar, el maduro. Muy bien podría ser un
cuerpo sin un alma. Es como me sentía la mayoría de los días, y ella no
hacía más que recordarme que una vez lo tuve todo y lo perdí.
—¡Genial!
Capítulo 2
¿Cuánto me puede torturar? Déjenme contar
las formas
Traducido por Mary Rhysand
Bee
Crecí con un padre de corazón frio que no quería tener nada que ver
conmigo.
Y luego fui dada a un tío de corazón frio que me miraba de forma
morbosa cada vez que podía.
Phoenix resopló.
—Sigue soñando.
—¿En serio importa tanto, Bee? La razón por la que Elite tiene
uniformes es para hacerte ver igual que el resto.
—¿Bueno, qué sobre este? —Me paré junto a él, mi brazo rozando el
suyo. Se apartó y apretó su barbilla con fuerza.
—Gracias —grité.
Tal vez debería seguir adelante. Pero no tenía nadie con quien seguir
adelante y ningún lugar a donde ir. Mi hermano y su nueva esposa
estaban viviendo una dicha marital, y tenía la certeza temprana de que
necesitaban tiempo a solas, con eso de él siendo el nuevo Cappo de
todas las familias y casi muriendo.
Escuela.
Phoenix
—Aquí.
—¿Por qué?
1
N.T. Chica chismosa. También puede hacer alusión a la serie del mismo nombre que
habla sobre la vida de los adolescentes a través de una bloggera.
juego. No es que yo fuera a ser el portador de esas alegres noticias.
Como si debiera hablar. Ni siquiera podía mirar a una chica sin
enfermarme, sin querer vomitar. Sin recordar la forma en cómo los
había tratado en el pasado.
Sergio no se movió.
Tex sonrió con suficiencia. Apreté mis dientes. Esto no podía ser
bueno. ¿Una visita personal?
—Para nada.
—Habla claro.
—Te inscribí. Bueno, de hecho Nixon lo hizo. Sergio ayudó con los
detalles.
Arrojé mi botella de agua contra la pared y miré a Sergio. Él levantó
sus manos. Iba a cortar cada dedo y dárselos de comer a las gallinas.
¿Teníamos gallinas?
Sergio puso los ojos en blanco y pasó junto a mí, siguiendo a Tex
fuera de la habitación.
—¡Hijo de puta!
—Bee… —Mi voz se quebró—. Por favor, por favor solo vete. Ahora.
—Es un taburete.
—Bien, baja el taburete primero.
—Bee…
—Vete.
—Phoenix…
Mi voz era fría y distante; tenía que serlo para hacerla creer que no
quería que me abrazara, que no causaba un dolor intenso tocarla, pero
no tocarla de la manera que yo quería. Era un desastre. Y ella estaba
arruinando todo.
—Bee, no sé qué más decirte. —Me giré en sus brazos, hasta que
estábamos pecho contra pecho, cara a cara—. Déjame.
—No necesito tu ayuda —dije con una sonrisa burlona, con la voz
quebrada—. Crecí solo sin tu ayuda Bee. ¿De verdad crees que un tipo
como yo necesitaría a una chica como tú para pasar el día sin volverse
loco? ¿Qué tan grande es tu ego? —Ella se estremeció mientras cada
palabra parecía darle un golpe físico a su cuerpo.
—Lo siento.
—Ve a tu cuarto.
Sergio
—¿Sí? —respondí.
Se rió.
—Escuché un rumor.
—Es muy seguro que tenemos mejores cosas que hacer, ¿pero es
cierto? ¿Ha sido nombrado un nuevo jefe?
—¿Nuevo jefe? —me hice el tonto—. Sabes que no soy nada para la
familia. No me dicen una mierda. —Mentiras, puras mentiras, pero si él
supiera cuan metido estaba de nuevo con la familia, sería una sentencia
de muerte.
Bee
Si, un poco difícil para una novata como yo. Finalmente me decidí
por una lasaña, y cuando eso no funcionó debido a que no sabía qué
diablos estaba haciendo y cómo poner algo en capas, fui y tomé una
lasaña congelada, la metí en el horno y luego limpié el desorden.
Muy segura de que cada Siciliano en el país estaba rodando sus ojos
hacia mí y gruñendo. ¿Qué chica Siciliana no sabía cómo cocinar para
su familia?
Bueno, eso era fácil. Una que no tuviera familia. Una que no conocía
a su propia madre. Alguien que ni siquiera sabría cómo comprar los
estúpidos ingredientes para la lasaña porque nunca se le permitió salir,
ni siquiera para jugar. Alguien que ni siquiera podía hervir agua porque
nunca se le había permitido entrar a la cocina o salir de su habitación a
menos que hubiera sido para brincar de gusto por el placer de su padre.
La familiar punzada de rechazo me golpeó el pecho. No debería
afectarme de esa forma. Realmente no debería. Quiero decir, cuando te
acostumbraste a sentirlo, ¿no deberías dejar de reaccionar? Pero no
podía. Era imposible no reaccionar, no sentir que mi pecho se encogía
cada vez que me sentía menos mujer porque no sabía cómo cocinar,
cómo limpiar, ¡cómo besar por el amor de Dios! Hablaba de un gran
juego, pero me estaba tomando el pelo. Ni siquiera estaba en la banca.
Era una completa extraña, solo rogándole a alguien que me escogiera
para unirme a su equipo.
Sergio suspiró.
Un cumplido.
Un cumplido, y mis ojos ya estaban llenos de lágrimas. Odiaba eso
de mí misma. De hecho, lo despreciaba. Un cumplido, un cumplido real,
incluso dicho sea de pasada, fue suficiente para hacerme un desastre
lloroso, probablemente porque los cumplidos eran tan raros, como joyas
o diamantes. Me había pasado toda la vida siendo humillada, increíble
que solo se necesitara una onza de amabilidad para ayudarme a
enderezar los hombros y mirar a alguien a los ojos. Tomé un plato y se
lo entregué a Phoenix.
Sergio gimió.
—Pero…
—Bianka.
—Correcto.
Algunas veces odiaba vivir con ellos, pero no tenía otra opción.
Sergio solía estar tan malhumorado que quería echar Prozac a su café
cada mañana, y Phoenix estaba tan atormentado que bien podría ser
Halloween todos los días del mes.
El gruñido cortante.
Odiaba los ruidos fuertes; mis oídos siempre habían sido sensibles a
ellos, tal vez porque cuando estaba encerrada en mi habitación, todo lo
que escuchaba eran gritos, disparos y el sonido de una aspiradora
golpeando mi puerta una y otra vez. Levantando vidrio, sangre…
¿Quién sabe?
—Disculpen…
—¡Mierda!
—Estaré bien.
—Vamos.
Mostrando más ternura de la que sabía que posiblemente podría
poseer, me levantó en sus brazos y mantuvo una toalla fresca
presionada contra mi palma.
—Abajo.
Me aparté de un tirón.
—Prisión.
Sonreí.
Un último olor…
—Sip.
Phoenix
Me aprovechaba de ella.
La lastimaba.
Eagle Elite.
Mi némesis. Mi maldición.
Suspiré.
—Buen punto.
Pensó que era su amigo. ¿Qué triste que yo solo fuera su único
amigo? La idea debería haberme repugnado, causado que la alejara. En
su lugar, tuve este deseo loco de acercarla, besar su frente y decir
gracias. Agradecerle por ser mi amiga cuando era la persona menos
simpática del universo, cuando era lo que menos merecía.
—Tal vez —dijo con voz ronca—. Pero más bien como un plato.
—¿Es esto una estrategia para hacerme comer un color que no sea
verde?
—¿Y si lo es?
—¿Vienes?
Pero iba a ser la primera comida caliente real que había tenido en
casi tres meses. Batidos de proteína y huevos fríos en la mañana. Esa
había sido mi vida, mi existencia. Tenía sentido si realmente lo
pensaba. ¿Por qué debería experimentar algún tipo de placer, incluso
con la comida, cuando fui yo quien la cogió de todas las personas con
las que tuve contacto?
—Seguro.
—Entonces, te ayudaré.
Ella asintió.
—Una mordida.
—No sé si pueda.
—¿Son esos dientes los que veo? —Se inclinó hacia adelante—.
¿Está Phoenix De Lange… sonriendo?
Bee
Nadie nunca dijo que los sueños tenían que hacer sentido.
¿En su lugar?
Miró, sí, en mi dirección como si yo fuera tan interesante como el
papel tapiz y luego volvió a mirar su batido verde. Momento especial
oficialmente inexistente.
Sergio no sonrió.
—¿Levantándome?
—¿Qué? ¿Respirar?
Phoenix maldijo.
Resoplé.
Clásica.
Algún día.
Un día lo vería y tomaría una foto mental, o cinco. Tal vez diez. No
hace falta decir que, si tuviese una foto de sus sonrisas, sería algo
mágico.
Y grillos. De nuevo.
Aclaré mi garganta.
—¿Te graduaste?
—Algo así.
Me quedé boquiabierta.
Se encogió de hombros.
—¿Cuál?
Más maldiciones.
Nunca.
—Lo intento. —Abrió la puerta del auto, y podría haber jurado que
lo oí murmurar—: Mierda, odio este lugar.
Justo cuando salí del auto, otros dos autos se detuvieron, como algo
de una real película de la mafia.
Autos negros.
Ventanas tintadas.
Incluso aún más nerviosa que antes, corrí alrededor del auto y
alcancé la mano de Phoenix. Probablemente estaba demasiado
sorprendido para alejarse como normalmente lo hacía, porque la apretó
con fuerza dentro de la suya. La tranquilidad me invadió. Iba a estar
bien. Todo iba a estar bien.
Capítulo 8
¿Recuerdos mientras caminas por el
campus? ¡Inscríbeme!
Traducido por Yiany
Phoenix
Que Dios nos ayude a todos, si me pide que la ayude con la tarea.
Hace años, The Elect, los cuatro, habíamos comenzado Eagle Elite,
pensando que éramos intocables; hubo rumores entre los estudiantes
sobre lo que hicimos, sobre quiénes éramos, pero siempre nos reímos.
Bocas abiertas.
2
N.T. Jugador Más Valorado.
Mi estómago se apretó cuando mi mirada se posó en mis amigos, los
tres tipos que hace unos años me habrían disparado. Les había
escondido todo, la enfermedad de mi mente y la tortura de mi padre.
Volver a Elite fue una idea de mierda, pero no tuve otra opción.
Ella asintió y se acercó a mí, justo cuando Tex se acercaba, sus ojos
enfocados en nuestras manos apretadas. Cuando intenté apartar la
mía, Bee pisoteó mi pie. Hice una mueca y miré hacia el cielo mientras
Tex se ahogaba con su risa.
Por favor, Dios, deja que las drogas o cualquier estado de ánimo en el
que se haya despertado estén fuera de su sistema. Muda. Déjala callar.
Amén.
Dejé de caminar.
—¿Qué?
—N-nada. —Sus mejillas se sonrojaron de un rojo brillante—. Yo
solo... nada.
—¿Nerviosa?
—Correcto.
—Ja, ja. —Su voz estaba sin aliento—. Más caminar, menos hablar.
Bee
Con una sonrisa nerviosa, abrí la boca para decir algo cuando
Phoenix se acercó suavemente y se aproximó al profesor. Sonrió,
jodidamente sonrió, de la misma manera que lo había hecho con Trace.
¡Lo sabía! Sabía que no me estaba volviendo loca. Un hoyuelo, en su
mejilla derecha, uno muy profundo y sexy. Me mordí el labio inferior
para no suspirar en voz alta.
—No tenías que hacer eso —susurré unos minutos más tarde
mientras nos pasaban los papeles.
Levanté la mano.
—¡Muero de hambre!
Comencé a dirigirme hacia la puerta, pero mi mochila me hizo
retroceder. Haciendo pucheros, me crucé de brazos y me di la vuelta.
—Me inmovilizaste.
—¿Dónde?
Asentí débilmente.
—No.
—¿Por favor?
—Está bien, sin burlas... No necesito burlas. Solo una sonrisa. Una
sonrisa. Para mí.
—No puedo creer que esté negociando con una terrorista en este
momento.
—¡Oh mira! Almuerzo, amigos que hacer, personas con las que
hablar... —Phoenix señaló la puerta—. Adelante.
—¿Por mí misma?
—¡Oye, eres Bee! —Un tipo alto con cabello castaño arena se puso
de pie y caminó hacia mí, con una amplia sonrisa, la mano extendida—.
Ven.
—Correcto.
—Ah...
El tipo era guapo, de corte limpio... pero no era Phoenix. Por otra
parte, nadie se comparaba con Phoenix, y cuando estabas con los
chicos que yo estaba, todos palidecían en comparación con su guapura.
Mi hermano excluido, por razones obvias.
—Soy Pike. —Me lanzó un menú—. Espero que no te importe, pero
llegaste tarde y no quería que tengas que esperar para comer, así que te
pedí una hamburguesa y papas fritas.
—Suena asombroso.
Levanté la vista.
—¿Implante?
Pike suspiró.
—No te preocupes por eso. Los rumores son solo eso... rumores,
¿sabes?
Suspiré.
—Tex está escondido teniendo sexo con esta. —Le señalé a Mo—. Y
Phoenix piensa que soy mejor vista y no escuchada.
Mil resopló.
—Te das cuenta que estamos en una de las escuelas más caras del
universo, y es propiedad de los jefes de la mafia, ¿verdad? Normal salió
por la ventana hace mucho tiempo.
—Está bien. Hice amigos, ¿verdad? —Miré por encima del hombro.
La última mesa en la que había estado se había quedado en silencio.
Bien, entonces probablemente no iban a recibir una bala por mí pronto,
pero tenía Phoenix.
Phoenix
—¿Sí? —ladré.
—Jefe…
—¿Sí, Nick?
—Define molestos.
—No quieren venir. Dijeron que no se reportarán.
Nick maldijo.
—No, señor.
El teléfono se rompió.
—Según tú, luzco ardiente todo el tiempo, así que ahora, ¿quién es
la mentirosa?
Señalé.
—Los amigos que intenté hacer antes, dijeron que tú eras uno de
ellos… como si dirigieras la escuela o algo y yo solo… estoy cansada de
que me dejen en la oscuridad.
—¿Confías en mí?
—¿Phoenix?
—¿Ellos?
Su ceño se frunció.
—Parecía agradable.
Instantáneamente.
Ella se alejó.
Con las manos temblando, observé, esperando hasta que Bee llegara
segura al edificio correcto y luego saqué mi teléfono.
—¿Por qué?
Él rio.
—Necesitas un trabajo.
Tú también.
—Colgaré ahora.
—Te escucho…
—Dudo que sea peor que invitar a las cinco familias para una
comisión. Oh, espera, eso ya lo hicimos.
—¿Quién demonios tendría las bolas para hacer eso? ¿Justo frente
a nosotros?
—Adivina.
—Hazme reír.
—Pike… Phillip Petrov.
Eso fue todo. Iba a hablar con Tex e íbamos a educar a Bee en casa,
no había modo en que dejara que él se acercara a ella.
Con placer.
Capítulo 11
Ah, los jóvenes Turcos... la nueva mafia, si
vivimos lo suficiente
Traducido por YoshiB
Sergio
—No lo haremos.
—Un día... —juré, mis dientes se apretaron tanto que pensé que un
diente se rompería—. Un día te mataré.
—Bingo.
Y yo era su reemplazo.
—Voy a enseñar.
—¿Terminaste?
—Acabo de empezar.
—¿Lea tu mente?
Ax sonrió y se sentó.
—¿Estabas diciendo?
Bee
No aprendí nada.
Porque el pecho todavía me dolía.
Solo estando cerca de Phoenix, sabiendo que no era nada para él,
que me protegería con su sangre pero nunca me besaría.
Me mataba.
La clase terminó.
—¡Oh, hola, Bee! —Pike dio un paso atrás y guiñó un ojo—. ¿Cómo
estuvo la clase?
Phoenix gruñó.
—Fue grandioso.
Lo decía en serio.
No me moví.
Tal vez tenía miedo de mí, miedo de mi reacción hacia él, miedo de
que cuando no hizo nada más que avisarme, estaba desesperada por
más atención y haría cualquier cosa para conseguirlo.
—Chicos como Pike, tipos como yo... no somos los buenos. Con las
que sueñan las chicas. No llevamos flores a una primera cita, no
esperamos las pocas fechas asignadas para tener sexo o un beso. No
imaginamos una cerca blanca, un patio lleno de niños y un perro
llamado Spot. Esa no es nuestra realidad, pero, princesa, podría ser la
tuya. Tex quiere eso para ti. Yo quiero eso para ti. Así que por favor...
escúchame cuando te lo advierto. No es porque sea un bastardo
enfermo y controlador que está empeñado en evitar que te diviertas y
vivas tu vida. Es porque soy un bastardo controlador que no puede
imaginar una vida en la que incluso un cabello en tu cabeza esté fuera
de lugar.
Extendí la mano.
—Tarea.
—¿Peluches cálidos?
—Dios mío, Bee, solo sal del maldito auto para que pueda ponerlo
en el garaje.
—Será mejor que esperes una buena pelea, Phoenix. —Salí del auto
e incliné la cabeza—. Porque no me rindo fácilmente.
Phoenix
—Sí.
—Es complicado.
—Voy encubierto.
Me encogí de hombros.
Oh, bien.
Ella sonrió.
—Nunca.
Eso fue lo más honesto que había sido con cualquiera de los chicos.
Nixon era el único con el que sentía que podía bajar la guardia. No
lo usaba contra mí, simplemente asentía con la cabeza y me daba
palmaditas en la espalda.
—Me tienes.
Agachó la cabeza.
—Desearía creer eso.
—Sí. Yo también.
—No me digas.
Estaba agotado.
—¿Alguna vez tuve tanta energía? —preguntó Tex, una vez que me
uní a ellos en la mesa de la cocina.
Era un dios relativo, y tenía que seguir sus pasos. Correcto, el más
sucio de los sucios tuvo que hacerse cargo del negocio. Pasé la mayoría
de las noches alternando entre delegar trabajos a los asociados y
preguntándome qué demonios iba a hacer si alguno de ellos decidía
levantarse en mi contra.
La lealtad no se transmitía.
Era ganada.
Chase gruñó.
—Como... —se burló Tex—, ¿por qué demonios Sergio decidió dejar
de parecer una niña pequeña y cortarse el pelo como un niño grande?
Si huyes, te encontraré.
—No estoy huyendo. —La voz de Sergio era áspera, su acento más
pronunciado—. Tengo información de tu chico que un Petrov está en
Elite.
—Sí —dije con voz ronca—. Y, Tex, deja de mirarme así. Bee está
bien. Amenacé al tipo a una pulgada de su vida. Pero es Pike. La única
razón por la que estaría en Elite sería porque es un implante... de
ninguna manera dejaríamos entrar al bastardo. ¿De quién es el trabajo
para recitar la inscripción de todos modos?
Sergio se pasó los dedos por el pelo corto y oscuro. Tenía un leve
gesto ahora que no era largo, no es que generalmente prestara atención
a ese tipo de cosas, pero si la idea era hacerlo parecer más joven que
sus veintiocho años, funcionó.
—Voy a enseñar.
Y silencio. De nuevo.
Las únicas personas que no nos reímos fuimos Sergio y yo. Por otra
parte, nunca me rio.
—De ahí la enseñanza. —Nixon juntó las manos frente a él—. Bien,
reúne toda la información que puedas. Es posible que Petrov esté allí
solo para asegurarse de que no estamos haciendo nada... ilegal.
—Correcto, porque somos conocidos por seguir las reglas del
gobierno —maldije.
—Dale tiempo.
Si escuchaba eso una vez más. Iba a gritar. Hice un breve contacto
visual con Nixon.
Su risa.
Bee.
—¿Hmm?
—¿Suena bien?
—¿Suicidio?
—¿Excursión?
Resoplé.
—Tengo autocontrol.
Se marchó.
Me limpié la cara con las manos cuando ella se dejó caer a mi lado y
acercó su silla lo más humanamente posible. Su esencia con aroma a
vainilla casi me sofoca hasta la muerte.
Bee
La historia de mi vida.
—¿Cuántas lasañas?
—Um… —El aire frío me golpeó en el rostro—, ¿una?
—Es solo una lasaña, como esos son solo números. No tienen
ningún poder sobre ti aún. ¿Para alguien que no ha experimentado
comida real en un largo tiempo? Podría ser como escalar el Everest.
Cada mordida, cada maldita vez que masticas, es doloroso. Es difícil
incluso cuando no debería serlo porque eres tú el que lo hace difícil.
Deja de verla como comida y vela como una amenaza, como un paso
más hacia algo que pudiese ser tu ruina.
Contuve un sollozo.
—¿Porque te alimenté?
Era casi medianoche, así que tomé una ducha rápida y fui a la
cama. Solo que no pude dormir. La historia de mi vida. Era como si
Phoenix se estuviera despegando de mí, o quizás era solo el hecho de
que estaba tan acostumbrada a ser su prisionera que tener libertad por
mí misma era extraño.
—¡Jódete!
Él me empujó.
—Ya la tengo.
—Phoenix.
—¿Cómo el ave?
—Cómo la ceniza.
—¿Ah?
—¿Qué ocurre luego de que el ave se levanta? —Su voz era ronca—.
Te dejaré saber un pequeño secreto —Se inclinó tan cerca que podía oler
su picante colonia—. Hace todo lo que puede para evitar caer.
El reloj decía 1:30 A.M. Genial. Oficialmente iba a lucir como mierda
en la mañana. Tenía un día más de clases antes del día de viaje de los
de primer año. Tal vez le había dicho a mi hermano que iría en vez de
preguntar, pero como sea. Quería que viviera mi vida. Iba a vivirla. Y
eso empezaba con conocer chicos que no se llamasen Phoenix y
ganando un beso de alguien que de hecho gustara de mí.
—Como sea.
Aclaré mi garganta.
Él no se movió.
Él se despertó bruscamente.
Retrocedí.
Su rostro palideció.
Lucía familiar.
—Así que… —dijo una ronca voz desde la puerta—, ahora lo sabes…
Esas invitaciones que sigues lanzando podrían bien ser dirigidas a un
monstruo. Realmente dudo que quieras eso en cualquier lugar cerca de
tu cama. Duerme, Bee.
¿A Trace?
¿Pero por qué? ¿Por qué lastimaría a una chica? ¿Una mujer? ¿Y
cómo Nixon lo dejó vivir? Un temblor de inquietud sacudió mi cuerpo.
—¿Por qué la golpeaste? —Mi voz sonó tan extraña y pequeña; muy
lejos estaba la burla de ayer.
Él resopló.
Salí del auto a toda velocidad, más por irritación y rabia que por
miedo. Él casi la había violado, y, sin importar cuantas veces intentara
encontrar un motivo para que hiciera algo tan horrible, todo lo que
pude decidir es que no era el hombre que pensaba.
Solo deseaba haber sabido, antes de ver todo eso, porqué aun lo
hacía.
Sergio
—¿Eres nuevo?
Odiaba las risitas; era tan malo como tener que observar a Tex y Mo
toquetearse en las cenas familiares. Las risitas continuaron, de
acuerdo, era casi igual de malo.
Comprobé mi reloj una última vez y me aclaré la garganta.
Miradas en blanco.
La chica o el chico que tenía algo que probar, el bobo del profesor, ni
un pelo fuera de lugar, y probablemente aun virgen. Sí yo.
Uno, dos, tres, cuatro, ah, y allí está, damas y caballeros. Una mano
alzada desde la parte trasera del salón.
Hermosa.
—No, pero…
—¿Sí?
—¿Pero qué?
—Um… —Giró sus manos frente a ella—. Yo, uhm, tengo una
condición, y algunas veces necesito faltar a clases debido a ella.
—¿Condición?
Asintió.
—¿Eh? —Parpadeé.
Sonrió.
—Gracias, señor.
—Cuando guste —dije con voz ronca y la observé salir del salón.
No era interés.
Bee
—Es solo otra clase, Bee. —Phoenix suspiró—. Unos pasos más y
puedes encontrar tu asiento. Unos pasos más después de eso y puedes
sentarte.
Me balanceé de nuevo.
—Dijiste eso.
Sacudí la cabeza con un no, lo que solo hizo que la habitación girara
más rápido. Bien, me llenaba la boca hablando sobre ser violenta y
cuidarme, pero estaba bastante segura de que si tuviera que cumplirlo,
estaría más traumatizada de lo que estaba dispuesta a admitir.
—Bien. —Se echó hacia atrás y abrió los dedos y luego flexionó las
manos un par de veces antes de apartar la silla.
—¿Phoenix?
—¿Abejas?
Él suspiró.
—¡Bee! —Pike corrió hacia mí—. Oye, ¿vas al retiro de primer año
este fin de semana?
Phoenix tosió.
—Nos vemos más tarde, Pike, tenemos algo a lo que debemos llegar.
Su mandíbula se desencajó.
—¡Por supuesto que sí! ¡Una chica no intentaría meterse en tus
malditos pantalones!
—Pruébame.
Magullado.
Roto.
Maltratado.
—Bee…
—No —dije con voz hueca—. Tienes razón. Es curioso, recuerdo que
mi papá me dijo exactamente lo mismo antes de morir.
—Bee…
—Vamos a casa.
Estaba en silencio.
Porque finalmente había conseguido su deseo… me había roto.
¿Cuántas veces puede una chica enfrentar el rechazo antes de que la
única forma de encontrar consuelo sea cerrarse del mundo que la
rechazó en primer lugar?
Me centraría en eso.
Me olvidaría de Phoenix.
Haría amigos.
Y al final, estaría bien. Tenía que estar bien. Porque si todo lo demás
fallaba, ¿qué tenía realmente que esperar en la vida?
Capítulo 17
Nunca los dejes verte llorar
Phoenix
Juntos de nuevo.
Su dolor.
Cuando llamé a su puerta esa noche para decirle que me iba y que
Sergio se quedaría si necesitaba algo, me recibió el silencio.
Dos bonos.
—Lo es —dije con voz tensa—. Y, por cierto, cumplirá con esa
promesa, así que tendría cuidado.
Maldición.
—Lo siento. —Se rio entre dientes y luego puso una mano sobre mi
espalda.
—Eso —dije con voz fría—, es lo que sucede cuando vas con los
federales. Eso es lo que sucede cuando eliges al gobierno sobre nuestra
propia sangre. Derramas la tuya. ¿Capiche?
—Nos quedamos.
—En los Estados Unidos. —Asentí—. Será como era antes. Las cinco
familias en Chicago, trabajando juntas. Nos quedamos.
3
N.T. En español en el original.
Me acerqué a la mesa, agarré un vaso vacío y vertí un poco de vino
tinto en él. Cuando lo levanté en el aire, fue con un propósito, un
propósito para el cual Luca pensó que estaba listo.
Luca confiaba en mí, lo que significaba que vio algo que incluso yo
no podía ver. Vio una astilla de potencial, una astilla de bien. Vio lo que
mi padre había fallado en ver durante toda mi existencia.
Una sed.
Vio esperanza.
4
N.T. Ídem.
Cuando volví a la casa, todas las luces estaban apagadas.
Mi mano cayó sobre las sábanas y entró en contacto con algo cálido.
Un cuerpo.
Mierda.
Me quedé inmóvil.
—¿Phoenix?
Suspiré profundamente.
—Bueno, ahora que estoy aquí, las cosas están claramente bien. Ve
a la cama.
No se movió.
—Bee, tienes que estar despierta en unas pocas horas para tu viaje
de primer año. Tengo que levantarme en unas pocas horas para
asegurarme de que no entres en ninguna pared. Haznos un favor a
ambos y vete.
Nada.
Sabía que estaba mal —pedirle que se quedara— pero estaba tan
débil en ese momento que habría hecho cualquier cosa para evitar que
llorara.
—¿En serio?
Bee
Se sintió bien.
Mala elección.
—Lo estás.
—En tu espacio.
—Correcto de nuevo.
—Y no estás gritando.
—Una disculpa.
Siseó.
—Pero…
—Y me llevas a Starbucks.
—Bien. —Se aclaró la garganta y miró hacia otro lado. Con una
exhalación profunda, volvió a hacer contacto visual y sonrió.
El hoyuelo se profundizó.
—El hecho de que tengas que agradecerme por eso te dice el tipo de
hombre que soy, Bee, un pedazo de mierda.
Miré por encima del hombro, esperando ver una expresión irritada;
en cambio, no vi nada más que hambre, y estaba bastante seguro de
saber a quién se dirigía. Con un estremecimiento, se dio la vuelta.
Sergio
¿Qué demonios?
Abrí otra pantalla e hice una búsqueda similar, esta vez conectando
en todas las teclas correctas para obtener acceso a su archivo.
Y de nuevo, me bloquearon.
¿Pero por qué la repentina obsesión? No estaba seguro; tal vez fue el
hecho de que sabía que mi propio tiempo ya se había acabado y que no
estaba haciendo un buen trabajo al lidiar con eso, sin embargo, ella
parecía feliz casi desconcertada por su muerte inminente. ¿Cómo
diablos alguien enfrentaba eso todos los días con una sonrisa?
—¡Ja! —Puso los ojos en blanco y tomó otra taza—. Y sí, todo salió
bien anoche. La familia Nicolasi está aquí para quedarse.
—Chicos.
Asintió.
—Sip.
—¿Anoche? —repetí.
—Mierda... —silbé por lo bajo—. Bee, tómalo con calma, odio al tipo,
e incluso siento pena por él si esto es lo que soporta todos los días. Tu
hermano lo matará antes de que termine el año si sigues así.
—Bueno.
—¿Apellido?
—Smith.
—Típico.
—Haz eso.
Salió.
Bee
—Bee…
—Y empujar.
—Casi me lo creo.
Mi estomagó se hundió.
—¿Funcionó?
—¿Perro entonces?
Otra sacudida.
—¿Alguna mascota?
Lo recorrí con mis dedos y oré que un día encontrara a alguien que
me amaría tanta como a Spot.
Patético.
—G-gracias.
Era mafia.
Una criminal.
La chica mala.
—¡Oh, Bianka Campisi! —La mujer dijo en voz alta—. Te tengo con
Andi Smith para el fin de semana. La amarás. Ella es…
—¡Justo aquí! —Una chica pequeña con cabello rubio, casi blanco
apareció frente a mí y me tendió su mano—. Hola.
—Hola, soy…
—Oh. —Me di vuelta para ver a Phoenix observar a Andi con interés,
un interés del que no me sentía cómoda—. No, él está… uhm, bien. Se
queda. Quédate, Phoenix.
—Al menos dale su trato —dijo Pike, caminando hacia la mesa con
sus manos alzadas—. Diré que es bueno para su buen comportamiento.
—Nunca diré que no a una invitación como esa —dijo Pike con voz
gruesa—. ¡Vamos!
Capítulo 21
Fuera de mi elemento…completamente
Traducido por Yiany
Phoenix
—Muy cierto.
Algo sobre ella era familiar, pero no pude ubicarlo, casi como un
recuerdo que había olvidado a propósito.
Sabía su nombre; solo quería ver qué tan cómoda estaba con su
uso. Si dudaba o lo forzaba en un tono alegre, sabría que estaba
mintiendo, al menos sobre su identidad. Smith, mi trasero.
Se sonrojó.
—¿Tu padre?
Se lamió los labios; era un gesto nervioso. Sus ojos brillaron, y luego
la mirada inocente regresó. Alguien no era quien decía que era.
—Lo hace.
—¿Andi? ¿Phoenix?
Mierda, conocía esa voz. Era Bee, y nuestra situación actual parecía
que estaba a punto de saltar sobre su nueva amiga, su única amiga.
Y lo odiaba.
—¡Mierda!
Cerveza.
La segunda cosa...
—¡Él no es tuyo! —gritó Bee con una voz horriblemente alta. Mierda,
¿estaba celosa?
—¡No te gustaría saber! —gritó Bee con voz aguda—. ¿Qué, quieres
besarla de nuevo? ¡Tener sexo con ella bajo las estrellas o algo así! —
Levantó las manos en el aire, casi arrojándose al regazo de Pike.
—Eso es todo.
—¡Puedo caminar!
—Bien. —La puse de pie y esperé mientras se orientaba—. Entonces
marcha.
—¿Qué?
—Casi la besas.
—Estás borracha.
Oh diablos.
—Bee, tenemos que traerte un poco de agua, tal vez un poco de pan.
—Y odio el agua.
—¿Espadas?
—¿Sí, pequeña?
—¿Soy bonita?
Asintió.
Pensé mal.
En todos los escenarios que habían pasado por mi cabeza, este era
uno en el que ni siquiera me había entretenido, porque no había forma
posible de entender a Bee.
Pero su gemido.
Y no estaba llorando.
Y. Estuve. Perdido.
No podía.
Estaba borracha.
Estaba mal.
Todo mal.
Ella parpadeó hacia mí, sus labios hinchados más tentadores que
cualquier cosa que haya visto en toda mi vida.
—Me gustó eso.
—Me besaste.
—Sí, bueno, a todos nos gusta jugar con bombas, hasta que
explotan.
—¿Qué piensas?
—Creo que... —Sus ojos estaban más claros de lo que los había
visto todo el día cuando entramos en el albergue—, estás lleno de
mierda.
—¡Lo haré! —gritó triunfante y luego casi chocó contra una pared
tratando de entrar en su habitación.
—No.
—No.
—Bee se emborrachó.
Chase silbó.
—Eso depende. ¿Quieres que te corte todos los dedos de los pies
excepto uno, los pinte y luego te los envíe por correo, para que puedas
ver cómo se ven de solos tus pies?
Gruñí.
—Lo sé, hombre. Lo sé. Quiero decir, no sé qué demonios pasa por
ese cerebro tuyo, pero puedo imaginar que no es bonito, y puedo
imaginar que tocar a una chica después de... bueno, después de toda
esa mierda no es lo más fácil… ¿estás bien?
—A diario.
—Te tengo.
—Gracias, Chase.
—No lo menciones.
Me reí.
—Entendido.
—Buenas noches.
—Buenas noches.
Como era de esperar, las imágenes de las chicas que violé, las
imágenes de Trace inundaron mi visión hasta que pasé la mitad de la
noche vomitando en el baño.
Bee
Traté de tragar, pero mi garganta estaba tan seca que parecía que
mi cuerpo había dejado de producir saliva. Lentamente, me levanté de
la cama e hice una mueca. Mi cabeza latía como loca también. ¿Qué
había hecho anoche?
Sonrió.
Asintió.
—Temo que sí, pero, en una nota más brillante, parece que alguien
te besó muy amoroso anoche.
—Oye, podrías haberte topado con un árbol o algo así —ofreció Andi
con un asentimiento sólido—. No sería la primera vez.
Y me pareció ver dónde habían ido las cosas hacia el mal. Había
bebido, aunque sabía horrible, y cuando Pike me dio más, lo tomé.
—Entendido. Es tuyo.
—Me besaste.
—Pruébalo.
—¿En serio?
—Pruébalo.
—¿Qué?
Sus ojos estaban furiosos; el azul brilló como un rayo contra su piel.
Las puntas de sus dedos se sacudieron cuando hizo un puño.
—Te gusto.
Algo sobre Pike estaba seriamente fuera de lugar; tal vez era la
forma en que me miraba, como si estuviera desnuda, o tal vez solo era
su presencia. Parecía demasiado viejo para estar en la universidad,
demasiado viejo y bien informado, sobre todo.
—Siempre.
Phoenix
Y todavía la miraba.
—¿Qué quieres?
—¿Voy a tener que soportar ésta feliz actitud todo el viaje a casa?
Bee se recogió el pelo en una coleta apretada, sus movimientos
bruscos.
—Gritaré.
—Pruébame.
Era amarillo.
Sacudí la cabeza.
Bee no se movió.
—No, nada. ¿Crees que soy estúpido? No, lo entiendo. Lo haré, solo
necesito más tiempo. No puedo simplemente... —Juró por lo bajo—. Dije
que terminaría el trabajo, y lo digo en serio. Solo mantén tu parte del
trato.
Así que hice la única cosa lógica que se me ocurrió. Tiré de Bee
contra mi pecho y la besé como siempre había querido.
Esperando...
Rezando...
Necesitábamos irnos.
Necesitaba irme.
Mentí.
La dejé.
Tan cansado de decir que no cuando todo lo que quería decir era sí.
—¿Qué?
—Correcto.
Bee me alcanzó.
Retrocedí.
—Tex....
—¿De qué...?
Sin decir una palabra, fui detrás del escritorio y saqué la pequeña
cámara del cajón.
—¡No lo sé! ¡Tal vez al admitir que realmente sientes algo por mí,
dejar que te crezcan un par de bolas y dormir en mi habitación!
—La parte enferma, Bee... —No me volteé—, es que, por más que
desearía que fuera cierto... —Bajé la cabeza avergonzado—, no puedo
prometerte eso. Solo... no puedo.
Capítulo 24
Asesinato y caos. Solo no mates a mi único
amigo
Traducido por Vanemm08
Bee
¿Es que era realmente el tipo de chica que miraría más allá de ese
tipo de oscuridad? ¿Todo porque quería creer la mentira? Estaba en
guerra conmigo misma, intentando pensar lo mejor de él, sin embargo
me enfermaba que fuera completamente posible que no lo conociera en
absoluto, y nunca lo haría.
Estaba a solo unas pocas millas del de Nixon, pero tenía seguridad
como algo que verías en la Casa Blanca. Los hombres estaban en todas
partes, custodiando, vigilando constantemente.
Era una casa de ladrillo colonial de estilo antiguo que había sido
completamente renovada por dentro; debería verse atractivo. En
cambio, cada paso era como caminar hacia una muerte segura.
—Aparentemente no.
Crucé los brazos mientras él hacía una mueca. Solía pensar que
Chase era hermoso, como una pintura, pero ahora, comparándolo con
Phoenix... falló de muchas maneras. Donde Chase era bonito, Phoenix
era rudo; todo acerca de él hablaba de una dureza que Chase no poseía.
—Grandioso—.
—Piensa en ello como una cena familiar —dijo Chase con una voz
demasiado esperanzada—. Solo que esta vez alguien recibirá un disparo.
—¡No! —grité, codeando a quien sea que me tenía en sus brazos con
toda la fuerza que tenía—. ¡Tex, detente!
Él me tomó la mano.
Todos se callaron.
—¡Hasta aquí! —Tex arrojó una toalla que estaba sosteniendo contra
su cara y se lanzó hacia Phoenix.
—La próxima vez, te disparo en la mano. —La voz de Nixon era baja,
grave, sus ojos estaban oscuros mientras se acercaba al grupo, con el
arma aún levantada—. Ustedes son jefes. Por el amor de Dios, actúen
como tal. No es así como hacemos negocios.
Tex apretó los dientes y cerró los ojos, luego respiró hondo y
maldijo.
6
N.T. Es un juego de palabras, donde uno culpa al otro de sus propios errores.
Chase miró hacia el suelo, su sonrisa casi le rompió la cara
mientras Nixon puso los ojos en blanco y soltó una risita.
—¿Quién dice?
Tragó saliva y retiró la mano de la mesa, girando su cuerpo para
que no pudiera ver más su rostro, solo la constitución muscular con la
que me había llegado a obsesionar.
—¡Phoenix, espera!
Bee
—¿Y ahora? —dije con voz ronca, mis ojos puestos adelante en lo
que sea que estuvieran pasando en la televisión.
—¿Chase?
—¿Entender qué?
—Estoy confundida.
Phoenix
Cuando le dije a mi papá, dijo que los héroes eran débiles; eran los
villanos los que tenían verdadera fuerza, porque eran los únicos que
estaban dispuestos a hacer lo que sea para sobrevivir.
Al diablo con eso. Solo quería una capa y artilugios geniales; quería
que la gente me adorara, que me aplaudiera. Quería aprobación, y tal
vez eso fue lo que me llevó a convertirme en el villano.
Era azul.
¿Comer algo que realmente sabía bien... algo que no sea fruta o
verdura... realmente me mataría? Probablemente no, pero me haría
desear. Era como la primera probada del mejor whisky para un
alcohólico; tan bueno, ¿por qué no verter un poco más? En el gran
esquema de las cosas, una bebida es casi como tener dos, si vas muy
lento. Una persona puede justificar absolutamente cualquier cosa.
Absoluto infierno.
Pero en algún punto del camino, había dejado de luchar por lo más
importante en mi vida.
Yo mismo.
Le devolví la sonrisa.
—No pisoteo.
—Bueno, suena como que es una total alegría estar cerca de mí.
Gracias por eso.
Bee levantó su mano y me tocó el hombro.
—¿Cómo se siente?
—Bee.
Sergio
—Sí, bueno, chica muerta caminando. —Su sonrisa era triste, sus
ojos desenfocados.
—¿Cuál es tu nombre?
—Solo dime.
—Sarah.
Resopló.
—Por lo que vale, gracias por obtener esta información para mí.
Se dio la vuelta.
Saqué mi arma y disparé dos disparos directamente en su pecho. Su
expresión pasó de sorprendida a pacífica en segundos.
—G-Gracias.
Bee me sonrió.
Le devolví la sonrisa.
Phoenix
—Por lo general.
Mierda.
Mi culpa.
—¡Sip!
—¿Problemas?
Sergio sonrió.
—Pero…
Pike palideció.
Me reí.
Dejó de pelear contra mí, así que lo empujé hacia una silla vacía y
me paré frente a él.
—Estás faroleando.
Bee
—Lo siento, niños, tengo que irme. ¡No quiero llegar tarde a mi viaje!
—Se fue corriendo, dejándome sola con Pike.
Me reí.
—Estará bien.
—Estás a salvo conmigo. —Pike me dio un codazo en el costado—.
Lo prometo.
—Sí, quiero decir, sé que todos piensan que comencé esos rumores,
pero la verdad es que he estado tratando de detenerlos. Los chicos aquí
pueden ser realmente crueles y... bueno, tu guardaespaldas es un De
Lange. No solo eso, sino que solía aprovecharse de las chicas, lo sabes,
¿verdad?
—Sí.
Se me revolvió el estómago.
Entumecida, asentí.
Y él me había advertido.
—Sabes que paga prostitutas, ¿verdad? —dijo Pike con voz suave—.
Esa es la única forma en que puede mantenerse al margen. Les paga...
también mató a algunas en el día.
Sergio
Se cayó una unidad flash, así como algunas fotos. Las fotos con las
que estaba familiarizado; eran de la familia Petrov, bastardos codiciosos
que traficaban drogas. La mayoría se pudría en la cárcel, todos excepto
nuestro amigo Pike.
¿Para vigilarnos?
¿Para vigilarme?
Ella me perseguía.
Y luego documentos.
Agencia: Así que mátalo, tira una llave inglesa en sus planes. Lo
necesitamos, por cualquier medio necesario.
Petrov: trato.
—Pero…
—Pero lo haría... —dije con voz ahogada—. Sabes que lo haría. Para
ti. Lo haría.
Me froté la cara con las manos. ¿Podría ser este el camino? ¿Mi
culpa desde el principio? De todos modos, necesitaba llamar a Phoenix.
Lo último que queríamos era a Bee sola con Pike. No se detendría ante
nada para usarla en su beneficio, y sabía que Tex preferiría comenzar
una guerra con todo el país que ver a su hermana herida.
Capítulo 31
El corazón no sabe lo que se pierde hasta
que es demasiado tarde
Traducido por Ezven
Phoenix
—¿No la encuentras?
—¿Crees que tiene algo que ver con Pike que no aparezca? ¿Qué es
lo que no me estás contando?
—Dile que lo tengo todo bajo control… no envíen a nadie. Podría ser
una trampa, ¿sí? Solo dile… que se quede donde está.
—Hazlo.
¿Y si no podía hacerlo?
¿Y si estaba herida?
¿Y si…?
Petrov Enterprises.
—¿Qué dia…?
—Por favor, como si fuera a lastimar a una mujer tan bella —bufó
Petrov, y luego chasqueó los dedos.
—¿Y Nick? —Me giré para dirigirle una mala mirada al hombre que
había nombrado mi mano derecha—. ¿Qué hay con él?
—¿Qué crees que diría el tuyo? —se burló Pike—. ¿Hijo de un jefe
asesino, no querido por nadie con quien entre en contacto? ¿Asesino?
¿Ladrón? ¿Violador? Ay, ay, ay, no creo que todo eso entre en un
espacio tan pequeño.
Bee se estremeció.
Con una risa, cortó una de las ligas de Bee, provocando que cayera
sobre su bota, y luego cortó la otra.
Caí sobre mis rodillas mientras los gritos se volvían más fuertes.
Bee
Me lo había advertido.
No la correspondió.
Una cierta pesadez cubrió la habitación. Me estremecí. No pestañeó,
ni una sola vez, simplemente siguió observándome.
Gimió.
—¿Ph… Phoenix?
—Por favor…
—¿Phoenix?
—Dispara.
Solamente un hombre.
—No eres él —susurré contra sus labios—. Ahora dime quién eres.
Me alejé.
—No lo soy.
—Sí lo eres.
—Bee.
—¿Qué dijiste?
—¡Phoenix! —grité.
—Si la tocó…
—¡Dije que lo apaguen! —Nixon gritó tan fuerte que sentí el dolor en
mis oídos. Cayó sobre sus rodillas en el mismo momento en que se
cortó la electricidad.
Pero no antes de que todos fuéramos testigos del horror que había
sido el ataque de Trace, y la expresión de Phoenix mientras lo llevaba a
cabo.
Capítulo 33
De vuelta en la silla… por supuesto
Traducido por Ezven
Phoenix
En The Space.
Mi culpa.
—Te amo.
Sus ojos se habían visto tan honestos, tan puros, que en aquel
momento, le creí, incluso aunque sabía que no lo merecía. Me sostuve a
esas palabras y permití que llegaran a lo más profundo de mi alma.
Y por primera vez desde que tenía memoria, sentí que podía
respirar… hasta que su hermano me dio un puñetazo que me envió
directo al suelo y terminé con una concusión echado sobre el cemento.
Y ahora, atrapado.
La historia de mi vida.
Ella me amaba.
Nixon entró.
Solo que esta vez, no le estaba diciendo nada. Estaba roto. Las
amenazas no funcionarían, porque, ¿para ser sincero? ¿Qué otra razón
por la que vivir tenía, además de la chica que olía a vainilla y peleaba
conmigo con cada fibra de su cuerpo?
—Entonces…
Nixon hizo sonar sus nudillos, tomó una silla y se sentó frente a mí.
Llevaba puesta una camiseta blanca y jeans, lo cual era estúpido,
porque ambas cosas estarían llenas de sangre cuando hubiera
terminado conmigo.
—Entonces —repetí.
—Así que, no. —Con la voz ronca, dejé caer la cabeza—. Nixon, no
creo que vaya a estar bien jamás.
—¿Lastimaste a Bee?
—Responde la pregunta.
—No.
—Pero Sergio…
Fue el turno de Nixon de soltar una carcajada, que sonó más como
un grito ronco que cualquier otra cosa.
—Sergio se ha ido.
—¿Qué?
—Se ha ido.
—¿Lo mataste?
—Pero…
—¿Lo lograron?
Pero no había sido por no intentarlo. Había sido porque Bee no tenía
ni una pizca de sentido común, y cuando le rogué que me disparara…
me había besado en su lugar, quitando todo el dolor, la oscuridad, y por
un breve momento, haciéndome sentir humano.
Nixon rio.
—Lo sé.
—Es…
Seguida de la de Chase.
Y luego la de Nixon.
Y finalmente la de Mil.
Sergio
Miré fijamente las letras rojas parpadeando y juré hasta que mi voz
se volvió ronca, y cuando la presión en mi pecho todavía no se alivió, caí
de rodillas indignado.
Activado.
Esperé lo inevitable.
—Dejaste de ser humano hace mucho tiempo, Sergio. Creo que los
dos lo sabemos.
—Oh, sí. —Se rió oscuramente—. Todos los días, agradezco a mis
estrellas de la suerte que tengo al gran Sergio Abandonato en mis
manos.
Se me encogió el estómago.
—¿Nosotros?
—A partir de hoy... estás de vuelta en la nómina.
Bee
Tex prometió que volvería, pero habían pasado más de dos horas.
No lo hizo.
Lo extrañaba.
Extrañaba a Phoenix.
Se oyeron pasos en las escaleras. Cerré los ojos con más fuerza
cuando abrieron la puerta de mi habitación y luego más pasos.
—¿Bee?
—¿Debería estarlo?
—Lo sé.
Asentí, separando mis labios contra las yemas de sus dedos.
—¿Phoenix?
—Bésame.
Resopló.
—Graciosa.
Siseó un suspiro.
Todavía no se movió.
Me relajé.
—Necesito un minuto.
—¿Besando?
Retrocedió sorprendido.
—Más besos.
—Lloraste.
Phoenix maldijo.
—¿Oh sí?
—Extorsión.
—¿Y luego qué? —Tragó saliva, con los ojos vidriosos—. ¿Entonces
qué?
—¿Qué?
Su agarre se apretó.
Y también su boca.
Capítulo 36
El equilibrio está sobrevalorado
Traducido por Liliana
Phoenix
En años.
No podía.
Y estaba mirando los senos más perfectos que había visto en toda
mi vida, apenas sujetándose detrás de un sostén de encaje negro.
Estaba siendo egoísta, esperando que eso fuera posible, lo que ella
había dicho, amarme, poder experimentar este momento.
—No, Bee.
—Lo entiendo. Siempre tienes que tomar el control con ellas. Tiene
sentido... pero yo no soy ellas, Phoenix. Soy yo.
Exhalé.
—Sé eso.
—¿De verdad —Alcanzó mis vaqueros otra vez y me atrajo hacia ella.
—Porque creo que si dejas que alguien más tenga el control, puedes
sorprenderte.
Mierda.
No me gustaba.
Me sentía débil.
Impotente.
Cada beso era como una pieza rota que es encontrada y vuelta a
armar; cada toque era como renacer.
—Elegante.
—Bee…
—Tienes razón.
Otra razón por la que había luchado tanto para mantenerla alejada.
—Bee, piensa bien sobre esto. ¿Es esto lo que realmente quieres?
—Te he deseado desde que te vi. Te deseé incluso cuando sabía que
era una mala idea. Te desee anoche cuando escuché los gritos, y te
deseo ahora. ¿Alguna pregunta más?
—Las cosas son más que difíciles para mí en este momento —gruñí.
Me quedé inmóvil.
—Gracias a Dios.
Ella se tensó.
Con una sonrisa, suavemente la bajé hasta que pude saborear sus
labios nuevamente. Su cuerpo se estremeció contra el mío. Me quité lo
que quedaba de mis vaqueros y me concentré en nuestra piel, en el
hecho de que estaba con la mujer que amaba, y en realidad podía hacer
lo imposible.
Amarla.
—Sí. —Su voz era baja pero segura—. Sí, Phoenix, contigo mi
respuesta siempre será sí.
Quité mi mano.
Profundicé mi empuje.
Sexo real.
Sin violencia.
Bee Campisi.
Capítulo 37
El zumbido del siglo
Traducido por Rose_Poison1324
Bee
Sonreí.
—Um…
Hasta que se fue y regresó con una aguja entre otras... cosas.
—Pero...
—¡Lo dice el tipo que está a punto de poner una aguja en mi trasero!
—Te odio.
—Y bestias.
—¿Dejarlo?
Sonreí.
—Sí, dejarlo.
—Desertaste.
—¿Traicionaría a la familia?
—De nada —se quejó Sergio mientras luchaba por ponerse de pie.
Phoenix
Lo cual fue una realización tan positiva y feliz que no pude evitar la
sonrisa que se extendió por mi rostro cuando llegamos a la casa de Tex.
Me reí entre dientes mientras Sergio ponía los ojos en blanco y salía
del auto.
Bee tomó mi mano mientras caminábamos hacia las puertas. Me
aparté y la fulminé con la mirada.
Ella sonrió.
La puerta se abrió.
Me encogí de hombros.
—Bien. —Tex se rió por lo bajo—. Dos veces en la misma hora. —Le
dio una patada a Sergio en la espinilla—. La próxima vez, llamas. No me
importa si conoces a narcotraficantes rusos, llamas dentro de las
veinticuatro horas o te ordeno un disparo. No eres mi familia.
Demonios, estornudas hacia el norte cuando te pido que tosas a la
izquierda, y estoy terminando tu vida. Esta mierda se detiene ahora. —
Sus ojos encontraron los míos—. Tenemos que aislar a las familias
antes de que perdamos el control de nuevo, y depende de mí, no
ustedes, si las cosas se arruinan.
Mierda.
—Mi trasero.
—Ardiente —dije con los dientes apretados, rezando para que Bee
quitara la mano antes de que hiciera algo de lo que ambos nos
arrepentiríamos.
—No —dijo Bee alegremente—, quiero decir que los truenos fueron
malos, y luego Phoenix llegó a casa y... estuve bien.
—Ah, gran Phoenix malo, así que significa que puede asustar a las
tormentas.
Solté un ronco gemido y bajé la cabeza entre mis manos. Bueno, Tex
me iba a matar. Absolutamente matarme.
Me quedé quieto.
—Sí, ella es... talentosa.
—No dije que pudieras hablar. —Tex escupió a Sergio y envió una
mirada amorosa hacia Bee—. Me alegra que estés bien, hermana.
¿Prometes que dormiste bien? ¿Sin malos sueños?
—Pájaros —dijo con una voz tan dulce que casi me ahogo—. Soñé
con pájaros... montones y montones de…
—Es bueno saber que él sigue siendo un imbécil para ti. —Tex se rió
entre dientes con su café.
Bee
Mo resopló.
—Phoenix.
—¿Estás segura?
—No solo somos nosotras —se defendió Mo—. Son todos. Sí, él está
bien por ahora, ¿pero qué sucede cuando alguien lo saca de sus
casillas? ¿Qué sucede cuando se enoja? Es una bomba de tiempo, Bee.
Es bueno para ti recordar eso.
—No.
—Ahora, maldición.
Niños.
Esa mañana.
—Bee, luego de Mo, eres mi vida. Haría lo que sea para mantenerte
a salvo.
Sergio
Mierda.
No podía arreglarlo.
Y la peor parte era que Phoenix sabía para quién solía trabajar;
sabía todos los sucios secretos porque, hubo una vez, donde era yo
quién necesitaba ser salvado y no Phoenix.
No dije nada.
—Pero Nixon…
—Estaremos bien.
Bee
—Pero espera… tal vez tal vez mi camisa está muy abierta de nuevo.
Sé cómo te sientes en cuanto a los botones. —Deshice los dos primeros
y luego el tercero—. Ups, camino equivocado.
El auto se desvió.
—¿Podrías no hacerlo?
—Mentiroso… la odias.
—Compositor favorito….
—Mo…
Gruñó en mi cuello.
—Todavía no lo he decido.
—¿Podemos tomar todas las grandes decisiones de esta manera? —
No estaba en contra de mendigar, especialmente cuando su mano
encontró mi seno y comenzó a masajearlo.
Gruñí.
Él se rio de mí.
—Quieta.
Gruñó.
Sacudió su cabeza.
—Bien.
Sonreí como una tonta feliz y me fui a mi habitación,
deshaciéndome de la ropa de la escuela y preparándome para más
combates con Phoenix, mi mejor amigo se convirtió...
En todo.
Capítulo 42
Pájaro grande. Gracioso, nunca pensé que
el amarillo podría causar que perdiera la
cabeza
Traducido por Arifue
Phoenix
Hasta Bee.
Y entonces…
Esa chica había estado usando una camiseta blanca justo como la
de Bee.
—Pero…
—¿Nixon lo sabe?
Yo era de ella.
Bee
—Esta mañana.
—Soy torpe.
—Idiota.
—Nunca afirmé ser nada más que eso. —Se rio suavemente.
—De acuerdo.
—Y lo que… hiciste.
—Sé que te sientes mal ahora. Sé que aún te odias a ti mismo, pero
en ese momento… antes, ¿sentiste culpa? ¿o solo era un trabajo?
—Pero no debería.
Toqué su brazo.
—Mierda.
—Hola —dijo con voz ronca Nixon, luego miró sobre el hombro de
Phoenix y me dio una sonrisa astuta—, lamento interrumpir, pero
ninguno de ustedes estaba respondiendo el teléfono y sí… Necesitaba
hablarte de algo… importante.
—Sí… —Phoenix tosió—, seguro, solo déjame agarrar una camisa.
Aun así, todas las advertencias que las chicas me habían dado
surgieron al frente de mi mente.
Phoenix
—Sí, bueno…
—Lo haré.
—Gracias.
—Lo pensaré.
—Tu funeral.
—Probablemente.
Nixon sonrió.
—¿Lo vale?
—Demonios, sí.
—Eso fue lo que pensé. —Se rio entre dientes y cerró la puerta tras
él, dejándome solo en medio del silencio.
Iba a rastrear a una rata. Estaba casi cien por ciento seguro que
sabía lo que ocurría con Sergio, pero no tenía pruebas, lo que
significaba que primero necesitaba pruebas, luego necesitaba silenciarlo
sin atraer la atención del FBI sobre nuestras familias.
Lo que sea.
Bee
Era un milagro; creo que incluso dije algo como “Hay un Dios”
Cuando tomó más de un bocado, pretendí desmayarme.
Era de titanio.
Y lucía ruda.
Excelente, Bee.
Lo hizo.
—Estaré ahí en diez minutos. Cielos, ¡ni siquiera voy tarde todavía!
Maldijo.
—Bee, por favor… Necesito saber que estás a salvo. No hago esto
para irritarte. Necesito mantenerte segura… ¿está bien? No te vayas sin
pedir permiso.
—Si luzco caliente hoy, entonces tú luces sexy… tan sexy. —Sus
labios mordieron mi oreja.
Y palideció.
—Pero…
Me estaba apartando.
Estaba enojado.
—¿Necesitas agua?
—¿Qué dice?
—Redención.
Capítulo 46
En el momento en que todo en mi mundo
hizo clic
Traducido por Vanemm08
Phoenix
Fue mi culpa que ella estuviera en esa posición. El odio que sentí
por mí mismo era sofocante, y luego ver su cara… Yo sabía que ella
pensaba que estaba enojado con ella, como si fuera su culpa. Pero no
confiaba en mí para hablar. No podía. Tenía miedo de asustarla. Me
temía que ya había asustado la mierda fuera de ella. Como estaba, me
estaba asustando a mí mismo.
Había dicho que un hijo era suficiente. Por mí, continuar con la
semilla de nuestra familia solo lo decepcionaría.
No él.
¿Y para mí, la vida? ¿Darle vida a alguien? Esa era una segunda
oportunidad. Y me lo había quitado… a propósito.
Ella asintió con la cabeza, una vez, dos veces, luego se echó a llorar.
Bee, mírame.
La besé. Duro.
—¿Por qué? —susurró con voz entrecortada—. ¿Por qué estabas tan
molesto?
Ella enredó sus manos en mi cabello; ahora que era más largo, le
era posible agarrarlo.
Sergio
Tuve que tenderle una trampa. Hacer que parezca que confiaba en
mí lo suficiente como para hacerme cargo de la familia Nicolasi. Tuve
que mentir, engañar, robar, asesinar. Todo porque mi vida estaba sobre
la línea.
Bueno, Pike era solo un desafortunado cabo suelto. Hizo que fuera
fácil para los federales matarlo sin que pareciera que fue a propósito.
Había llegado a un acuerdo, les había dado toda la información que
necesitaban, y ahora habían terminado con él.
Tonterías.
Y esperaba que algún día alguien me matara por eso, así como yo
quería matarme.
Se acercó.
—¿Qué?
No. Por otra parte, Phoenix evitaba a las mujeres como la peste. En
realidad, había empezado a considerar la idea de que se había
cambiado al otro bando.
No. No lo haría.
No tendría la oportunidad.
—Lo hará —mentí—. Tengo que salir. Los veré... más tarde.
Sin amigos.
Nadie.
No tenía a nadie.
Entonces, ¿por qué... por qué mi vida era más preciada que la suya?
Capítulo 48
Justo cuando todo comienza a verse bien…
Traducido por Rose_Poison1324
Phoenix
Confiaba en Chase.
—La mejor. —Me reí entre dientes contra sus labios—. Creo que
también conozco una manera de mejorarlo.
—¿Oh? —Se arrastró hasta estar a horcajadas sobre mí—. ¿Y cuál
es?
Gemí.
—Pero…
—Me gusta cuando me haces callar. —Me tiró del pelo y casi me
sacó sangre con sus dientes cuando me besó—. Más.
—Bien. —Su cabeza cayó hacia atrás contra las almohadas mientras
mis movimientos iban de lentos y fluidos a frenéticos—. Eso es muy
bueno.
—Así que úsalos. —Se movió contra mí—. Y hazlo bien, Phoenix.
—Lo sé. —Se rió—. Ah, y te amo, en caso de que tengas curiosidad.
7
N.T. En los ranchos para turistas en Estados Unidos se ofrece caballos para
cabalgar, por eso Bee hace esa referencia.
—Bien, porque cuando gritaste mi nombre hace un momento, temí
que tu corazón no estuviera realmente en esto.
Bee
—Entonces...
Sí, tal vez debería decirle a Mo primero para que pueda allanar el
camino con mucho, mucho sexo. Ew. Era mi hermano, pero estaba
desesperado por que estuviera lo más tranquilo posible cuando Phoenix
y yo nos sentáramos con él y le diéramos la noticia. Incluso pensé en
traer un cachorro.
—Café. —Sonó una voz—. Ah, olvidé lo divertido que era ser un niño
de recados. Chase, tráeme café. Chase, toma mis libros.
—Shh, shh, no dejes que el Cappo te escuche decir eso para que no
castre tus bolas y se las dé a los pájaros.
—¿Pequeña? —repetí.
—En serio, pensé que eras alta. —Chase sacudió la cabeza—. Muy
bien, vamos a tomar un café, ya que claramente tu crecimiento ya está
hecho polvo, y luego iremos a clase. No puedo esperar para molestar a
tus estudiantes menos favoritos. No me digas quiénes son; lo descubriré
y luego haré un movimiento de corte con el dedo y veré si se mean.
—Lo siento, Bee. Tengo algunas cosas que necesito hacer hoy, así
que Chase se asegurará de que llegues a cada clase a tiempo.
—También te amo.
Su cara se suavizó.
—Vete ya.
—¿Sucede a menudo?
—Tal vez.
—Nombra un maestro.
—Señor Hibland.
Mi boca se abrió.
—De miedo.
Resopló.
Me detuve.
—Espera, no entiendo.
—¿Eh?
Phoenix
El Edificio Federal.
—Ja, fácil para ti decirlo, bastardo loco. —Me limpié la cara con las
manos y lentamente salí del auto, cerrando la puerta detrás de mí. Eché
un vistazo al edificio y crucé la calle.
Como era…
Estaba limpio.
Él levantó la vista.
Y palideció.
Incliné mi cabeza.
Bajó la vista.
—Pero yo... —Me reí entre dientes—. Estoy forrado. Pero espera... —
Le señalé y sacudí un poco el dedo—. Probablemente ya lo sabías,
¿verdad?
Más silencio.
—Phoenix, yo…
—¿Cuánto? —pregunté.
—¿Cuánto?
—Mi familia.
—¿Con?
—Los tengo.
—Lo matarás.
—Se acabó el tiempo. —Me puse de pie—. Te llamaré más tarde hoy
para pedir tu respuesta. Solo sé que esta no es una guerra que ganarás.
Terminar muerto en el intento, y tu hija muere... o yo salvo tu patético
trasero, y tu hija vive.
—¿La volveré a ver alguna vez? —No me miró a los ojos.
Suspiré.
—Sí.
—¿Por qué?
—¿Problema? —preguntó.
—¿Y qué? Nos matas a todos, ¿y luego qué? Petrov todavía quiere en
la familia Nicolasi.
—El dinero... siempre habla. Le doy lo que quiere. Nos deja solos.
Vamos, Sergio, dejas que tu propio miedo se interponga. Quiere una
compañía naviera. Se la doy por un precio. Las cabezas no tienen que
rodar, a menos que yo diga que ruedan.
Bee
No terminó la oración.
—Lo siento. ¿Acabas de decir que estás feliz... con Phoenix? ¿Y vas a
tener a su amado hijo?
—Necesito un minuto para digerir esto. —Puso las manos sobre las
rodillas y respiró hondo. El hombre parecía que estaba listo para
enfermarse justo al lado de donde acababa de vomitar.
Asentí.
—Estoy feliz.
—Entonces estoy feliz por ti. —Me atrajo para un abrazo—. ¡Mierda!
¡Voy a ser tío!
—Sí, bueno, con los dedos cruzados. —Guiñó un ojo y luego buscó
su teléfono celular. La sonrisa cayó inmediatamente de su rostro—.
Tenemos que irnos.
Cerré las puertas y crucé los brazos mientras lo veía caminar hacia
un pequeño edificio, tocar dos veces y luego entrar y cerrar la puerta
detrás de él.
Sergio
Todo porque, hace mucho tiempo, hice un trato con los federales.
No es que supiera en ese momento lo que estaba protegiendo, a quién
estaba protegiendo o cómo volvería a morderme el trasero.
—¿Nixon? —Tosí cuando salió a la luz junto con Chase, Tex, Frank
y Mil. Excelente. Los cinco jefes, y seguro como el infierno no era para
una comida compartida.
Su puño voló tan fuerte contra mi sien que casi me caigo de la silla.
La sangre rugió en mis oídos mientras los golpes en mi cabeza
continuaban.
Tex resopló.
—Déjalo hablar.
Frank o Luca.
Sabían demasiado.
—Sabes por qué —dije con voz indiferente—. Hice un trato con los
federales... Les dije que les daría información valiosa.
—Pregúntale a Phoenix.
—Sigue hablando.
—Pero hacer tratos con el diablo, eso nunca funciona como esperas.
Fingí ser un agente doble, trabajé para la familia y los federales, nos
mantuvimos limpios, los mantuve felices al proporcionarles información
que los satisfacía lo suficiente como para no hacer ningún movimiento.
—¿Qué salió mal? —preguntó Frank—. Porque algo tuvo que haber
salido mal.
—Oh, bueno saber que tenías un plan. —Tex puso los ojos en
blanco.
—¿Qué?
8
N.T. Patán en italiano.
—Claro que sí. —Sonrió Phoenix—. Porque su hija se está muriendo
y haremos cualquier cosa por sangre, ¿no?
Algo se sentía mal. Estaba muy bien hecho, casi como si se hubiera
planeado, pero reconstruir todo parecía imposible.
Y luego aplaudiendo.
Bee
Sabía que algo estaba mal cuando vi a Nick y Pike caminar hacia el
edificio. ¿No se suponía que estaban muertos? ¿O al menos en la
clandestinidad o algo así? En pánico, me desplomé en mi asiento y
marqué el número de Mo.
—¿Qué hay? —Rió en el otro extremo—. Será mejor que sea bueno.
Se quedó callada.
—¿Tienes un arma?
Santo cielo.
—No.
—Mira la guantera.
Hice lo que me dijo y, efectivamente, había una pistola en la
guantera. Con manos temblorosas, la saqué y casi la dejo caer al suelo.
—Sí, la tengo.
Mo suspiró.
—Mantente segura.
Era Andi.
Parecía asustada.
—Sí. —Pike se echó a reír—. Tu muerte. ¿Pero por qué parar allí?
¿Por qué no eliminar a todos los jefes?
—La amaba. —La voz de Nick tembló—. Me iba a casar con ella.
—No me dispararon.
Sonó un disparo.
—Se ve limpia.
Phoenix
No se estaba muriendo.
—¿Bebé? — repetía Tex una y otra vez, sus ojos iban de frenéticos a
enfurecidos y luego de vuelta a frenéticos.
Casi la pierdo ahí mismo en The Space. Había visto mucho horror
en mi vida. Diablos, yo era la razón de ello, pero nada me aterrorizaba
más, me ponía más de rodillas, que la idea de que Bee perdiera a
nuestro inocente niño, y que yo tuviera que decírselo cuando se
despertara.
Parecía tranquila.
—Hizo lo correcto.
—¿Y Andi?
—Oh, sí —dije con voz ronca—. Pero no es como si las leyera antes
de acostarme o algo así. Sólo abrí la de Sergio porque sospechaba que
había sido reactivado.
—Hora del cuento. —Chase levantó una silla mientras Nixon estaba
de pie—, Entonces, Phoenix, ¿cuándo comenzó esta aventura amorosa?
—¿Así que te acostaste con ella? —La voz de Tex se elevó—. Mira,
me alegro de que sea tu amiga y todo menos...
Los ojos de Tex se abrieron de par en par hasta que pareció que se
le iban a salir de la cabeza.
—Quiero casarme con ella. —Me lamí los labios—. La quiero para
siempre. La quiero, Tex. No me la estoy follando. No la estoy usando.
Ella... le pertenezco.
—Sí —dije con voz ronca—. Sé que no hay contrato, pero aun así
quiero tu permiso... quiero casarme con ella. Quiero criar a nuestro hijo
o hija, quiero vivir y respirar cada día por ella, por la familia. Quiero esa
segunda oportunidad más que nada, Tex. Pero no la quiero a menos
que pueda tenerla con Bee. La quiero, Tex. La amo.
—¿Él? — Tex me señaló—. ¿Te das cuenta de que ronca? ¿Le gusta
matar a la gente para ganarse la vida? ¿Se perforó su propia oreja
cuando tenía once años?
—Lo amo —dijo Bee con una sonrisa llena de lágrimas—. Por favor,
Tex.
Me golpeó de nuevo.
—Lo intentamos.
—Sí. —Me sentí tan aliviado de poder decir eso—. Pero incluso si
algo sucede, Bee, estoy aquí, ¿de acuerdo? —Agarré sus manos con
fuerza—. Nunca me iré de tu lado.
—¿Te lo dije?
—¿Tú crees?
—¿Hacer mis deberes todas las noches? ¿Beber leche? —se burló—.
¿Todavía me vas a dar órdenes?
—Está bien entonces. —Bee se rio—. Dice el tipo que obligó a mis
pobres oídos a escuchar a Mozart y luego me preguntó si tenía dinero
para el almuerzo.
Sergio
—Así que... —Frank dobló las manos sobre la mesa—, te das cuenta
de que serás castigado.
Yo ya no pertenecía más.
Yo era el traidor.
—¿Decirme qué?
Bee
Me besó.
Me tocó.
Se rio.
—Y pensar que… todo empezó con comida.
—Bee —advirtió.
—Duro.
—Eres imposible.
—Me amas.
—¿Entonces?
—¿Mi brazo?
Mi corazón se apretó.
—Me tienes.
—Sí.
Exhaló.
—Cierto.
—Pero puedes —le dije—. Porque no tienes que hacerlo por ti solo
nunca más.
—Un hombre fuerte… —Me lamí los labios para evitar explotar en
llanto ante su rostro herido—. Sabe cuándo pedir ayuda.
—Ayuda —dijo, sus labios encontrando los míos—. Eso fue lo que
fuiste al principio… una línea de vida.
—¿Y ahora?
Phoenix
Siempre podía contar con ella para traer humor a cada situación, ya
sea eso o volverme loco con sus miradas picantes y la inhabilidad de
mantener sus manos para sí misma. Nunca.
¿Pero Sergio?
Él todavía estaba esperando órdenes de Tex, y yo sabía que solo era
cuestión de tiempo antes que el tipo decidiera dispararse por el
suspenso.
Era una cosa de honor. Además, ¿por qué tener al tipo que violó a
chicas hablar con Dios? No parecía la mejor forma de hacer que
escuche el Gran Tipo de arriba.
—Gracias… —Forcé las palabras más allá de mis labios—, por esta
comida… —Apreté mis ojos cerrados y luego los abrí y miré alrededor de
la mesa—, por la familia, por esta familia.
—Amén.
Mierda, no de nuevo.
El cuchillo se veía cada vez mejor; una apuñalada, solo para hacerlo
saltar fuera de su silla y que se aleje de mi espalda.
—Deja que Phoenix cuide de ella. —Nixon se rió entre dientes contra
su vino—. Claramente, eso es algo en lo que es bueno.
—Desnúdate.
Ella hizo puchero.
—¿Por qué más usaría nuestra palabra de seguridad? —Se rió entre
dientes.
—Pero tú no…
—Sí, bueno… —Se lamió los labios y me hizo señas con su dedo—,
realmente tienes manos lindas…
—¿Y tu boca?
Sergio
—¿Andi?
—¿Ella? —espeté.
—Con Luca —susurró ella—. Pero lo siento que tuviste que ser tú…
realmente lo siento.
Lloraría.
El principio de ella.
El fin de nosotros.