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RBI Arata - Marifio Veamos con mayor detenimiento este Ultimo aspecto. En la sociedad colonial, cada per ona tenia una calidad que le estaba dada por el nacimiento y la dotaba de una dignidad particy. lar. En la ciudad, el paradero social de un individuo se definfa por una combinacion de relaciones de parentesco y desempetio laboral, condicién que pesaba tanto a titulo individual como corpo. rativo. Para ser considerada “noble”, una persona debia cumplir dos requisitos: la limpieza de sangre y la limpieza de oficio. En Europa, solamente la sangre, en principio, era capaz de otorgar nobleza, En Espafia, la consecuencia mas trascendental de la aparicién de judios conversos en el siglo XV fue la determinacién, por parte de los cristianos viejos, de implantar estatutos de limpieza de sangre en las instituciones sociales mas diversas: 6rdenes militares, colegios mayores, érdenes religiosas, oficios municipales. El temor a que se desvirtuaran los preceptos y tradiciones cristianas por parte de los recién convertidos —ya fueran moros 0 judios— puso en marcha mecanismos de control y represién conducidos principalmente por la Inquisicion. La limpieza de oficio, en cambio, trazaba las diferencias sociales en funcién del tipo de trabajo que desempefiaba cada uno de sus miembros: los que hacen la guerra y protegen materialmente; los que rezan y gracias a sus oraciones protegen espiritualmente; y los que trabajan la tierra, desarrollando tareas artesanales 0 mercantile. Entre los dos primeros grupos y el tercero se construy6 una relacién asimétrica que diferenciaba los oficios nobles de aquellos considerados viles. La combinacién de estos dos criterios tuvo especial injerencia en los trayectos educativos de los grupos sociales. Al menos hasta Tas reformas borbénicas, sélo los espaiioles y los criollos podian acceder a los espacios educativos “formales”. El resto de la poblaciGn estaba destinada, en el mejor de los casos, a transitar por espacios educativos “informales”. En los parrafos siguientes nos referiremos a tres niveles de instruccién, aunque es impor- tante advertir que esta denominacién responde més a nuestro moderno concepto de educacién distribuida en niveles, ya que, como sefiala Pilar Gonzalbo, durante la dominaci6n espafiola no existié un verdadero sistema educativo, disefiado y controlado por una autoridad su- perior, tal como hoy lo concebimos [...] sino que los estudios de todos los niveles se este- blecieron més o menos esponténeamente” [agregando que esa organizaci6n] no se inicié por el nivel inferior, sino por el més elevado, los estudios universitarios. La universidad, baluarte de la Contrarreforma A la par de la evangelizacién, los espajioles privilegiaron la creacién de una institucién educativa por sobre el resto: la universidad. Desde el siglo XVI, el impulso y la dedicacién d positados en la fundacién de universidades fue un aspecto distintivo de Ia cultura hispanic®- Los primeros reglamentos educativos establecidos en América fueron las actas universitarias- Antes de regular la actividad de los maestros de primeras letras e incluso de la llegada de 108 Jesuitas, fa Fundacion de universidades concit6 gran parte de la atencién y de los esfuerzos: 2PO" qué era tan importante esta institucién para la Corona? En buena medida, porque resultab indispensable formar una administracién eficiente y un clero obediente, que representase” los intereses de la Corona en las colonias. Respondiendo a esa demanda, la universidad se"! la responsable de proveer los hombres necesarios para ocupar puestos clave en la Iglesia, 105 cabfldos municipales y la justicia. maa Eaneada con Camscanet De ta cont ‘a colonia... B Entre 1538 y 1812 se crenron en todo 1 espacio colonial hispanoamericano aproxima- damente 25: dos en La Hispaniota (on Santo Domingo), una en Cuba (en La Habana): tres en México (una en Ia capital, una en Guadalajara, y otra en Mérida de Yucatén); una en Guate- mala (en la capital); una en Nicaragua (en Leén); una en Panamé (en ta capital). dos en Nueva Granada, 1a actual Colombia (ambas en Bogots); dos en Venezuela (una an Caracas y una & Mérida); cuatro en el Ecuador (todas en Quito); cuatro en el Peru (una en Lima, dos ene Cusco. una en Huamanga); una en el Alto Peri, Ia actual Bolivia (en Charcas): dos en Chile (ambes en Santiago); una en la Argentina (en Cérdoba del Tucuman). El obispo Fray Femando de Trejo y Sanabria don6, en 1613. cuare Maximo de Cordoba para que se fundaran alli las cétedras de Latin y permitié, diez aftlos después, la transformacién del Colegio en la Universidad cumn, Aquella universidad adopt6 un espiritu y un ceremonial tipicos del barroco. que exaltabs 1a cultura libresca, los rituales, las jerarquias y el desprecio por las ac Universidad —gobernada por la Compaiiia de Jestis— incorpord desde sus inicios e! modelo cls sico de ta universidad medieval tardia y el método escoldstico. Las clases se impartian en latin raz6n por la cual era requisito indispensable estudiar gramatica. En 1768, tras la expulsion de los jesuitas, la Universidad paso a estar a cargo de la orden franciscana. En 1800. finalmente, se fundé una nueva casa de estudios: la Real Universidad de San Carlos, que seria dirigida, entre 1807 y 1820, por el dedn Gregorio Funes. Las universidades coloniales se distinguian entre Mayores —que respetaban la organiza- cién de las universidades medievales— y Menores, entre las cuales se encontraba la Universidad de Cordoba. Estas ultimas tenian facultades restringidas para otorgar grados académicos. En cierto sentido, més que verdaderas universidades eran colegios superiores con privilegjos otor- gados por el Papa o el Rey para conceder grados universitarios. 4Cémo se organizaba su ensefianza? El modelo universitario emulaba la estructura de ensefanza de la Universidad de Salamanca, compuesta por cuatro grandes facultades: la de Artes, que administraba los estudios preparatorios, y las de Derecho, Medicina y Teologja (esta Gltima considerada la disciplina por excelencia), que permitia a los estudiantes adquirir la forma- cién necesaria para acceder a los puestos administrativos y eclesidsticos. Atendiendo al criterio de limpieza de oficio, dichos estudios excluian las artes mecénicas y las ciencias lucrativas por considerartas objeto de envilecimiento del alma. Las Primeras Constituciones de | Universidad de Cérdoba, elaboradas por Andrés de Rada, reglamentaban las instancias que un estud.ante debia transitar para alcanzar un titulo universitario; se trataba de ceremonias y probanzas que contribuian a distanciarlo del resto de Ia poblacién, acentuando el papel de la educacion supe rior como legitimadora de una sociedad rigidamente estratificada. 2 mil pesos al Colegio manuales. La Los colegios y las misiones Jesuiticas fe la Plata fueron ta Compaiiia de Jests, la de Santo Domingo. Estas eran las mas nu- ‘Ademés, habia dos 6rdenes hospitalarias: Las 6rdenes religiosas que arribaron al Rio d Orden Franciscana, fa Orden de fa Merced y !a Orden merosas y estaban presentes en distintas cludades. 45m Eaneada con Camscanet Arata - Mario V Ia de los betlemitas y la de los hermanos de San Juan de Dios. De todas ellas, fueron los jesuitas quienes dieron el mayor impulso a la fundacién de los colegios, por lo cual nos remitiremos g su experiencia en particular. Las casas de educacién jesuitas se organizaban en funcidn de los saberes que alli ce dictaban: recibian et nombre de residencias cuando en ellas se ensefaban s6lo las primers, letras, y pasaban a denominarse colegios, cuando los recursos y él personal permitian impar, estudios superiores. En los colegios se dictaban los estudios preparatorios que tenian com finalidad formar a los alumnos para su desempefo universitario. Estos estudios se impanian en las aulas de gramética o latinidad y filosofia; se inspiraban, en gran medida. en el models pedagégico desarrollado por los jesuitas: la Ratio Studiorum. 2 La Ratio fue el plan oficial de estudios elaborado en Roma por los jesuitas en 1599 tras un largo proceso, para ser aplicado en todos los colegios de ta Compafia y garantizar cierta ho. mogeneidad en todas sus instituciones. Para tener una idea aproximada de la complejidad que conllevaba esta organizacién, hacia 1739 la Compaiiia habia fundado 699 colegios en todo e| mundo. Este sistema de ensefianza compaginaba varios niveles de aprendizaje. Al primer nivel se accedia luego de instruirse en las primeras letras, las matematicas basicas y la doctrina cris- tiana. Correspondia al estudio de la lengua latina en su nivel inferior y a los estudios catequist- cos del cardenal de la Compaiiia de Jestis, Roberto Bellarmino, en cuyos textos se apoyaban los Jesuitas para la ensefianza de la doctrina y la defensa de la fe. El primer nivel comprendia el curso de gramatica, que incluia la ensefianza de la retérica y generalmente se desarrollaba en dos afios. Su aprendizaje se consideraba central porque definfa en buena medida si un joven tenfa la posibilidad 0 no de continuar estudios superiores. En el segundo nivel se impartia el curso de humanidades, cuyo objetivo era instruir a los alumnos en las letras, a partir de lecturas de dificultad creciente de las obras cladsicas. Cicer6n, a través de sus textos de vocabulario rico y construcciones elegantes, era el autor més utilizado para avanzar en el dominio del latin, El curso tenia como propésito dotar a los alumnos de un latin refinado y transmitirles una cultura vasta y erudita, al tiempo que se les impartian los ru- dimentos de retérica. Al aprendizaje de la retorica se ingresaba en el tercer nivel, con el estudio de Aristételes. Luego, se introducfa a los estudiantes en los primeros conocimientos teol6gicos y de la vida es- piritual. Como en este nivel se consideraba que el alumno ya posefa conocimientos suficientes. se abordaban los ejercicios de San Ignacio y otros textos religiosos de mayor complejidad. E! Colegio jesuitico de San Ignacio y el Colegio de Monserrat, fueron las instituciones educativas més importantes de la ciudad de Buenos Aires y Cérdoba, respectivamente, en impartir estos conocimientos. La extensi6n de la red educativa de la Compaiiia de Jesiis era tan vasta que, al momento de su expulsién —entre 1767 y 1768— contaba con colegios en las principales ciudades y com residencias en algunas ciudades menores. Las razones de la expulsion fueron muy variada: Sospechas de participacién en el motin de Esquilache, la acusacién de sostener el probabilism0 y las quejas que elevaban a la Corte los colonos y autoridades coloniales acusando a la Compa nia de Jess de escasa fidelidad a la autoridad del Monarca y, particularmente a los. jesuitas de es misiones guaraniticas, de concentrar inconmensurables riquezas a través del contrabando, ocultamientos y las dobles contabilidades. Con los fondos obtenidos de las Temporalidades mas Eaneada con Camscanet eu AT RRGROAS De fa conquista a fa colonia... ~asi se denominaba a los bienes expropiados a los jesuitas~, se fundaron numerosas institu- ciones educativas. En Buenos Aires, en el antiguo convento de la Orden, por ejemplo, se erigié el Real Colegio Carolino, en honor a Carlos Ill, el monarca que habia decretado la expulsion de la Compafifa de América Los jesuitas también fueron los principales responsables de la educacién de los indige- nas en las misiones del llamado “imperio” jesuitico del Paraguay. La primera experiencia de estas caracteristicas se estableci6 en los tres curatos indigenas del pueblo de Juli, a orillas del 'ago Titicaca. De all-viajé hasta la region guarani el padre Diego de Torres Bollo para fundar, en 1610, la primera misi6n jesuitica del Paraguay. El celo puesto por los jesuitas en la tarea evangelizadora, la capacidad de establecer alianzas con los lideres indigenas y la destreza para desarrollar y transmitir saberes técnicos son algunas de las razones que explican su crecimiento yexpansi6n. El éxito de la empresa fue enorme, al punto tal que hacia 1628 existfan en la region 13 reducciones habitadas por 100.000 indigenas. La mision jesuitica presentaba una estructura urbana emplazada en torno a una gran plaza central, alrededor de la cual se ubicaban los principales edificios: la Iglesia, la casa de los misioneros, la escuela y los talleres artesanales. En ciertos casos, la extensi6n y el desarrollo técnico de las reducciones, que tuvieron su apogeo entre 1640 y 1768, llegaron a opacar al de algunas ciudades espajiolas. Para que ello fuese posible, por ejemplo, los jesuitas introdu- jeron la ensefianza de oficios y promovieron la elaboracién de artesanias, con el propésito de ornamentar las iglesias. El padre Florian Paucke, un jesuita aleman que arribo a la mision de San Ignacio en 1749, desarrollé técnicas de ensefianza para transmitirles a los indigenas sa- beres relacionados con el arado y la elaboracién de ladrillos, aunque su principal interés fue la ensefianza de la musica. En la reduccién de San Javier, hacia 1756, se organiz6 una orquesta ‘compuesta por 20 jévenes indigenas, con instrumentos construidos en los mismos talleres de la reduccién. La historia de la ensefianza de la misica y en particular el desarrollo de la misica folklérica tuvo en las misiones uno de sus puntos més altos. Por su parte, los nifios.guaranfes que vivian en las reducciones asistian cotidianamente a la escuela de primeras létfas, estrictamente divididos por sexo, donde un misionero les en- sefiaba a leer, escribir, contar y a cantar en guarani, espafiol y latin. También se educaba en las danzas y la musica. En algunas misiones, sdlo los hijés de los caciques y de los miembros dela tribu que ocupaban un lugar en el cabildo podian asistir a la escuela. El resto de los nifios acompafiaban a sus padres a trabajar los campos. Incluso, segin sefiala Miguel de Asia, en las misiones se constituy6 un frente de investigaci6n, integrado a la red de clencia jesuitica con sede en Roma, que resulté mucho més libre y productiva que las desarrolladas por la misma Compajiia en las aulas de la Universidad de Cérdoba. Segiin Roberto Di Stefano, tras la expulsién jesuitica se abrié un intenso debate sobre quiénes serian sus “herederos” en el terreno pedagégico. Las ordenanzas reales establecian que los institutos educativos en manos de la Compafiia pasaran al clero secular —que respon- dia directamente a las directivas de la Iglesia romana—. Para muchos, esta medida resultaba impracticable, ya que las “autoridades locales consideraban imposible encontrar las dos condi- ciones juntas en una misma persona, puesto que casi todos, y sobre todo los mejor preparados, habian estudiado en las aulas de los ignacianos”. Finalmente, fueron los dominicos quienes recibieron el apoyo del monarca para hacerse con la herencia pedagégica jesuitica, mientras Que los franciscanos y mercedarios fueron quienes se mostraron més dispuestos a introducir a8 Ecaneada con Camscanet BL Arata - Marifio IRENE: epee modificaciones en su curriculo de acuerdo con las renovaciones en materia cientifica y cultura, que promovian los Borbones. Las escuelas de primeras letras Hasta la ascensién de los Borbones en Espafia —en el inicio del siglo XVIlI- las escuelas elementales no ocuparon un lugar privilegiado entre las preocupaciones de la administracién oo. lonial. Recién a partir de la Real Instrucci6n de! 11 de junio de 1771 se establecié la obligacién, por parte de los cabildos, de pagar al médico, al cirujano y al maestro de escuela que habian de establecerse tanto en pueblos de indios como de espafioles. La creacién de una escuela podia tener tres origenes: por medio del impulso de la autori- dad eclesiéstica o de una orden religiosa; por la voluntad de los gobernadores 0 del municipio, © podia ser propuesta por particulares. En las escuelas de primeras letras fundadas por el mu- nicipio, éste establecia las condiciones y los precios de la ensefianza. En las esouelas creadas por las 6rdenes, la impronta que aquella adquiria estaba dada por la congregaci6n religiosa que la dirigia. En cambio, los particulares que querian abrir una escuela debian dirigirse al Cabildo para que se los autorizase. , Qué aspecto guardaban estas escuelas? Segtin José Bustamante Vismara, hacia fines del siglo XVIll, las escuelas de primeras letras de la campafia bonaerense eran edificaciones de paredes de adobe, techos de paja y pisos de tierra. Las escuelas tenian pizarras de distintos tamajios, los baneos y asientos de los alumnos solian ser de madera de pino. Colgados de la pared podian encontrarse alfabetos y la imagen de algiin santo, junto con palmetas de diferen- tes tamafios —utilizadas para los castigos—; también cajones con arena y sus correspondientes pinceles y alisadores. Podia haber algunos textos, de formato peque/io y grandes caracteres, catecismos, silabarios, tratados de obligaciones del hombre, catones y algo de papel. Por lo general, las escuelas estaban ubicadas cerca de la iglesia o la plaza del pueblo y en muchos casos, eran construcciones fragiles. Las primeras escuelas fundadas en el territorio que ocupa actualmente la Argentina fue- ron las siguientes. mas Eaneada con Camscanet Mapa 1; Fundacion de escuelas de primeras letras ‘zcaneado con Camseanner Arata - Mario mana En la mayoria de estas escuelas, los primeros maestros fueron sacerdotes. LEN qué con, sistiay quiénes recibian este tipo de ensefianza? Adolfo Garretén afirmaba que todos los padres podian enviar a sus hijos a las escuelas “sin primacfas ni distingos”. Pero lo cierto es que ig educacién estaba mas cerca de ser un privilegio al que sélo accedian los nifios de los sectores acomodados. En la posibilidad de asistir 0 no a la escuela, se cristalizaba la desigualdad juridics Tos negros, mulatos y esclavos tenian prohibido el acceso. Como sefiala Rubén Cucuzza: Durante la época colonial y hasta avanzadas las primeras décadas del periodo indepen. diente, los que lefan eran muy pocos y los que escribfan, atin menos. El acceso a la lectura yescritura estaba limitado a la aristocracia blanca y era denegado a los negros esclavos, Pero la transmisién de la cultura no se circunscribia con exclusividad a universidades, colegios 0 escuelas de primeras letras. Por ejemplo, entre las estrategias que se desplegaron para instruir sobre las verdades, se contaba con los sermones. A través de ellos, la poblacién iletrada no quedaba al margen de la educaci6n, en tanto se hallaba expuesta a la lectura en vor alta, practica de uso comtn en los barcos, posadas, plazas, iglesias y traspatios de las casas. El horario escolar no estaba pautado, pudiendo llegar a variar segiin el clima 0 la le del dia. EI método de ensefianza de la lectura era colectivo y memoristico, por medio del coreo y la repeticién. En un primer momento se utiliz6 el método alfabético: primero se deletreaba, luego se pronunciaban silabas:y finalmente palabras y frases. Para su ensefianza se utilizaban catones y catecismos, libros que estaban cargados de un fuerte contenido moral. El formato de lectura estaba pautado a partir de una serie de preguntas y respuestas que debian ser recorda- das y repetidas de memoria. El objetivo de la ensefianza en las escuelas de primeras letras fue el aprendizaje de la lec- tura, la escritura y el cdlculo. Estos saberes estaban precedidos por la ensefianza de la doctrina cristiana, que se efectuaba a través de la lectura del catecismo. En América tuvo una notable difusi6n el catecismo del Padre Gaspar de Astete (1576), que fue modificado en varias opor- tunidades, entre otros, por el jesuita Ripalda, hacia fines del siglo XVI. En ocasiones, para dat cuenta de los saberes adquiridos, los cabildos —junto a los maestros—, organizaban certémenes piiblicos donde los nifios debian demostrar lo que habjan aprendido. En lo que respecta a la ensefianza religiosa, esta se desenvolvi6 a través de tres estilos: el de los vicarios y parrocos, el de las 6rdenes monésticas de franciscanos, mercedarios y 6° minicos y, finalmente, el de la Compafiia de Jess. La primera se daba de manera irregular, €” los dias que el sacerdote encontraba algo de tiempo para ocuparse de los nifios. Las clases S° impartian en la Iglesia y tenfan un alto grado de informalidad. En las érdenes monésticas, |a e"” ‘sefianza de primeras letras formaba parte de la carrera religiosa. Los jesuitas crearon su primer? escuela hacia el afio 1607; los mercedarios en 1722 y los franciscanos en 1754. La ensefianz2 de primeras letras que ofrecieron los franciscanos, mercedarios y dominicos —independiente 4° 'a formaci6n para tomar los habitos— recién se configuro hacia mediados del siglo XVIII. Como ya mencionamos, la Compafiia de Jestis ejercié una influencia destacada en >" teria de enseftanza. Los jesuitas fueron, junto a los mercedarios, precursores en la creacion d° escuelas de primeras letras en Buenos Aires. En ellas también se ensefiaban, a los més 00° lantados, estudios menores sobre nociones de teologia, gramatica latina y letras en generel con aulas o cursos que funcionaban separados de la ensefianza del claustro. A diferencia de® Eaneada con Camscanet De fa canquista a a colonia... desorganizaci6n imperante en la ensefianza parroquial, los jesuitas hicieron especial hincapié en la disciplina, agrupando a los nifios en cofradias y haciéndolos desfilar por la calle entonando cantos religiosos y vistiendo uniformes de antiguos cruzados. Los jesuitas solian jactarse de la superioridad de su modelo pedagégico afirmando que, cuando ellos abrian un local escolar, las otras ordenes cerraban los propios. eExistian otros métodos de ensefianza? El inspector de escuelas Juan P. Ramos —en una mirada retrospectiva sobre la educaci6n colonial efectuada en 1910— mencionaba que el prin- cipal método pedagégico residia en la aplicacién de castigos fisicos: los castigos corporales han sido terribles en las escuelas de antario. Podia no ensefarse, tal vez, en ellas; el maestro podia ser un pozo sin fondo de ignorancia; pero en ningdn caso dejaba de aplicar con una estrictez admirable el proverbio ‘la letra con sangre entra’. Para ejemplificarlo, Ramos exhibia un documento donde un maestro solicitaba a las au- toridades la compra de un cepo: “Necesito para la escuela un cepo; si el gobierno juzga con- veniente hacerlo hacer, costearé de mi parte las argollas y el candado que se necesitan para tenerlo corriente”. La “otra” educacion: los talleres y hospicios Qué sucedia con la inmensa mayoria de los nifios y nifias que.nunca asistieron a las instituciones resefiadas? ¢Existian alternativas para recibir educacién por fuera de aquellos espacios? En muchisimos casos, los nifios que no habian asistido a una escuela de primeras le- tras, se insertaban directamente en el mundo del trabajo. Para los sectores del bajo pueblo, las posibilidades de formacién eran pocas, pero no inexistentes. A grandes rasgos, podian tomarse dos caminos alternativos: ser puestos bajo la formacién de un artesano para aprender un oficio, o ser colocados en una casa de nifios huérfanos o expésitos. La fundacién de los Hospicios y las Casas de Nifios Exp6sitos tuvo lugar durante fines del siglo XVIII y principios del XIX. En la Buenos Aires virreinal, el estado de gravedad y abandono de Jos nifios expésitos fue objeto de atencién durante el virreinato de Juan José Vértiz (1778-1784). La situacién de los nifios recrudecia en las ciudades, donde las condiciones sanitarias eran muy Precarias y enfermedades como la viruela, la fiebre amarilla o el tifus eran mortales. A ello se le ‘sumaba que estas ciudades recién hacia mediados del siglo XVIII lograron tener una provision de alimentos razonable, siendo los nifios las principales victinpas de la desnutricién. Muchos eran abandonados por sus progenitores en las calles y, segtin méncionan los documentos del virreinato, algunos de ellos se convirtieron en victimas de los perros cimarrones que acechaban la ciudad. E114 de julio de 1779 el virrey Vértiz dispuso la creacién de una Casa de Nifios Expésitos, bajo la direccién de Martin de Sarratea, La primera huérfana admitida, el 9 de junio de 1780, fue Feliciana Manuela, quien fallecié al poco tiempo. eCcémo se colocaba a estos nifios? Para Sarantizar el anonimato y procurar que el abandono no se realizara en plena calle, fue necesa- ria la adaptacién de un dispositivo: el torno. Este consistia en un cilindro anuecado que giraba sobre su eje, comunicando el interior, generalmente un convento, con la calle. El tone comenz6 utilizéndose por primera vez en Milén en el afio 787, para la circulaci6n de mensajes, alimen- 51 Eaneada con Camscanet EM Aria - Matiho RR tos y medicinas entre los conventos de clausura y el exterior. Con el tiempo el mecanismo jug adaptado como respuesta al fenémeno de la exposici6n. En la Casa de Nifios Expésitos funcioné una imprenta que tuvo un papel destacado en historia del libro y de otro tipo de impresos en el Rio de la Plata. La imprenta se encontraba en el Colegio de San Carlos y pertenecia a los jesuitas. Cuando fueron expulsados, segiin recyerg, Torre Revello, fue arrumbada “en los sétanos de la Universidad, de donde la sacé el Virrey Juzn, José de Vértiz para trasladarla a Buenos Aires”. En 1780 la imprenta fue embalada en 13 ¢, jones y transportada a Buenos Aires, junto con un aprendiz de imprentero llamado Santos ge Carolla. En un relato que se entrecruza con el mito, las fuentes informan que Santos fue traids junto a la imprenta como “su adicién o complemento”. La formacién de los aprendices de oficios mecanicos fue el otro camino posible para e| trénsito hacia la vida adulta. La historia del aprendiz esté ligada a un sector especifico de la eco. | nomia colonial urbana: el artesanado. Herreros, sastres y zapateros, entre otros, se asentaron en las ciudades coloniales llevando consigo los secretos de las técnicas y los saberes propios de sus oficios. Bajo su cuidado, un gran numero de nifios y jovenes de diversas procedencias se incorporaron al trabajo en el taller, vinculados a un contrato laboral y pedagégico cuyo objetivo final consistia en transformarse en maestros artesanos. Colocar un nifio bajo la tutela de un artesano estuvo regulado por un conjunto de dispo- siciones que variaban segin las tradiciones a las que adscribian las organizaciones gremiales En América, dos modalidades se impusieron a la hora de establecer un contrato de aprendizaje. La primera estaba fuertemente pautada por los gremios. Estos establecian una serie de pres- cripciones sobre la relacién entre cada maestro y su aprendiz. Era atributo de los gremios fijarle duracion del aprendizaje, el tipo de cuidados que el maestro debia prover y la forma en que el aprendiz retribuiria el tiempo que aquel le dedicase a su formacion. Esta primera modalidad de Contratacién prevalecié en las regiones de Nueva Espaiia y el Alto Peri, donde tuvo una fuerte acogida la institucién gremial. La segunda modalidad —predominante en el Virreinato del Rio de la Plata— establecia que el vinculo celebrado entre un artesano y un aprendiz era un contrato Privado entre las partes, permitiendo acuerdos més flexibles sobre los asuntos que concernian ala formacién. Ello implicaba, por ejemplo, que los Contratos variasen entre un artesano y otro. Los aspectos fundamentales que requerian un acuerdo previo eran: el tiempo de formacién, |e Provision dé la vivienda, el vestido y la alimentacién del aprendiz, los cuidados en caso de que este enfermase y la responsabilidad ante la huida del hogar del maestro. a fe den 8 200880 Al fcio era variable, como lo eran también el origen y la condicién So

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