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El Príncipe Alejandro

Grace Melgar

En una noche triste donde se escuchaban lloriqueos y voces de mucha gente, al igual que
movimientos de comida para atender a la multitud que poco a poco se fue acercando por la
muerte de una anciana, doña Inés, una viejecita que durante tuvo vida fue dulce y amable.

Una señora de ochenta y cuatro años había fallecido, los años pesaban, su cansancio era
inaguantable por eso Dios decidió llamarla a su presencia para que lo acompañara.

El velorio era en una casa alejada del pueblo; la noche transcurre, el sentimiento de
nostalgia se deja sentir; poco a poco la familia, hijos, nietos, sobrinos; que viven en la
ciudad van llegando; el servicio religioso el cual avanza de la mano con la noche.

Unas velas tristes y unas cuantas flores rodean el féretro donde yace el cuerpo de doña Inés;
los hijos y nietos se acercan derramando lágrimas al ver por última vez ese cabello blanco y
cada una de las arrugas en el rostro de la abuelita, que envuelven un lindo recuerdo.

Alejandro, un joven apuesto, creado por su abuela materna, porque su madre muere dando a
luz a este hermoso niño y su padre jamás supo o quiso enterarse de su existencia; porque
siendo hijo de una campesina lo perjudicaba en su reino; además sus padres jamás hubieran
permitido que se casara con una mujer que no era de la realeza. Este muchacho se ha
quedado sólo pues al vivir con la abuela y ahora ella fallecida; lo único que hace Alejandro
es estar quieto sin derramar una sola lágrima, no porque no quisiera a su abuela, sino
porque sabía que llorando no podría darle satisfacciones a esa mujer que lo creo y le dio lo
mejor que ella tenía, que le había enseñado a luchar incansablemente, a subir la montaña
más alta si era necesario para lograr cada una de sus metas.

Transcurridos unos días después del entierro de la abuela Inés, Alejandro decide partir a
buscar su destino, ya en ese pueblo nada lo detenía, él no conoce de la historia de su origen
y tampoco le da importancia porque su abuela se había encargado de llenar con amor y
sabiduría el corazón de ese joven de escasamente diecisiete años.

El padre de Alejandro ahora es un Rey reconocido por bondadoso pero testarudo, en todos
los alrededores se comenta a cerca de él, así como también todos tienen la gran interrogante
de que a quién le heredará su reinado porque su esposa aún no ha concebido ningún hijo y
ya está avanzada en edad; sus hermanas tienen hijas solamente y de acuerdo a un decreto
real muy antiguo; el trono debe ser heredado a un hombre que tenga sangre real, el Rey
recuerda perfectamente a la campesina, como una mujer hermosa a la que posiblemente le
había quedado un hijo; pero no podía decir nada, ahora ya no estaban sus padres, pero ¿qué
iban a decir todos lo que conformaban su reinado? No importándole todo esto inició una
investigación secreta para enterarse si sus sospechas eran ciertas.

Mientras tanto Alejandro andaba corriendo suerte; por el camino se encontró con el Hada
Madrina de la Perseverancia, en cuanto la vio le dijo “Mujer preciosa”, ella con una sonrisa
encantadora llena de coquetería le responde: ¡mande usted, príncipe encantador! Se
equivoca hermosa dama, yo no soy un príncipe soy un simple caminante que anda en busca
de su destino… usted también se equivoca yo no soy una hermosa dama…Alejandro la
interrumpe con una carcajada y luego le dice ¿Cómo no va ser una dama hermosa? Por
favor no sea tan modesta o debo llamarle presumida… ahhh la modestia es mi aliada pero
la otra palabra ni siquiera tengo permitido mencionarla. Perdone usted, mujer preciosa. No
importa… le respondió, me han mandado a ayudarte a encontrar ese destino por lo que te
acompañaré por este largo sendero lleno de travesías y dificultades. El príncipe sin protestar
permitió que el Hada lo acompañara, aunque parezca extraño ella era la encarga de
enseñarle a navegar en el océano de la vida, le enseñó a cabalgar, también esgrima, el porte
de un príncipe los quehaceres de un Rey, y Alejandro le enseñó un divertido juego de
pelota a ella.

Una tarde, fresca, acostados en la grama; porque vivían en todas partes y en ningún otro
lado; Alejandro le preguntó ¿Quién eres y de dónde vienes?; el hada sin saber cómo
explicarle, ve como una oruga se convierte en una mariposa hermosa y le dice, vez esa
mariposa, ¡ajá!, yo soy su hermana, vengo del país de las mariposas.

Perdóname pero esa no es una respuesta real… los dos echan a reírse porque en todo lo que
le enseñó el hada a Alejandro cuando él le daba una respuesta que no era la ideal o
adecuada ella le respondía, ¡Esa no es una respuesta real! Alejandro, continua con el
diálogo y le dice: yo he aceptado todo lo que me has dicho, he aprendido con dedicación lo
que me has enseñado, aunque seas una mujer porque creo que lo más preciado lo he
obtenido de una mujer, primero la vida que le costó su propia vida a mi madre, luego las
enseñanzas de mi abuela y ahora tú, que no sé de dónde apareciste y que aún no me has
dicho ni tu nombre… ¿No te he dicho mi nombre? Noooo… ahhhh lo siento es que me
acostumbre a ese ¡Mujer Preciosa! Que se escucha tan bien de tus labios… pues déjame
presentarme soy Gaby… ahhhh Gaby… Gaby qué; Gaby, responde ella, a secas Gaby; así
es; le contesta ella… ¡Perdone nuevamente, pero esa no es una respuesta real! Me he
quedado exactamente en las mismas, prefiero llamarla mujer preciosa… Siiiii me encanta…
has aprendido a tratar a una dama y eso es importantísimo en un reinado…

¿Me permite continuar? Gracias… si claro, dice ella avergonzada, pues además de tener el
don de la perseverancia también tiene el de hablar mucho…Y con el debido respeto que
usted se merece el trato a una mujer no me lo ha enseñado usted, ese es mérito de mi
abuela… Sí claro, responde ella cambiando de colores.

Algo que me he creído y muy bien es ese juego de que soy un príncipe y que debo
prepararme para ser un Rey, hasta decretos he aprendido a hacer, aunque me parecen
absurdos, pero bueno así se manejan los reinados, lo primero que haré en mi trono es
decretar que se acaben los decretos… Ahhhh hasta voz de Rey tengo o ¿No? - Claro que sí,
responde Gaby… Ahora necesito pedirle algo, Sí, usted ordene mi príncipe que yo
obedezco… Necesito una princesa, para que me acompañe en mi reinado… Ella encoje sus
hombros y agacha la cabeza, guarda silencio…

Él continua, debe ser una ¡Mujer Preciosa!... Ella levanta la mirada, pero no dice nada… Él
hace como que pierde la mirada en la mariposa, imaginando a esa mujer, él sabe que ella lo
ve y dice: Debe ser de corazón noble, con una perseverancia increíble, muy inteligente,
decidida, que le guste divertirse, que haga locuras coherentes ahhh y con un rostro de piel
suave, unos ojos cafés con unas pestañas largas y volteadas, pómulos prominentes para que
cuando sonría se le marquen bien los agujeritos en cada mejilla, su cabello castaño
ondulado que caiga sobre su espalda, una cintura bien hechita… mientras decía estas
palabras él delineaba el cuerpo de una mujer y ella estaba perdida en las palabras que él
decía… ya que todas estas descripciones pertenecían a ella… ¡Basta! ¡Basta! Ya no quiero
escuchar más, esa princesa tienes que buscarla tú, y le da la espalda… - yo no puedo hacer
nada para que la encuentres, déjame continuar con mi trabajo… Ya he encontrado a esa
princesa, a esa mujer que será mi reina… Ella estaba tan enamorada de él como él de ella;
pero había una dificultad, ella era un hada que había sido mandada a ayudarlo, Gaby tenía
un código de honor en el que se le tenía terminantemente prohibido enamorarse de
Alejandro, las hadas no pueden enamorarse de los príncipes y menos si esos príncipes son
sus discípulos…

¡Le toca buscar un hermoso final!

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