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LOS
DEICIDAS
SEGUNDA PARTE
La Editorial Virtual
—1—
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
El Maestro
Las parábolas
La enseñanza
Los milagros
El taumaturgo
El arresto
Jerusalem
La última cena
El undécimo mandamiento
La copa
La espada
El juicio
El momento
Los datos bíblicos
La reconstrucción
La “luna en sangre”
Las leyes
La legislación hebrea.
La autonomía del Sanhedrín
La legislación romana.
Los procesos
Síntesis de lo ocurrido
La nulidad de los juicios
Los cabos sueltos
El apuro
El motivo
El verdugo
Pilato y Herodes
La fatalidad y el destino
La Crucifixión
Epílogo
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
El Maestro
Las parábolas
Con lo cual me siento libre para interpretar que, en realidad, una parábola es
un disparo que apenas si le ha errado al blanco. Es una palabra lanzada sin
la pretensión de dar exactamente en el centro del concepto pero que, no
obstante, le pega lo suficientemente cerca como para permitirnos
comprender el verdadero significado del mensaje. Sería como arrojar un
buen ejemplo al lado de la Verdad para que, por analogía, podamos
comprender esa Verdad.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Quienes han querido explicar por qué Jesús utilizaba parábolas nos han
señalado la sencillez y la simplicidad de su auditorio. Se nos ha dicho
siempre que la parábola fue lo que le permitió a personas humildes y
modestas entender un mensaje profundo, cargado de significado
trascendente. Muchas veces se nos ha destacado y subrayado que las
parábolas son la prueba de que la palabra de Dios es simple, sencilla,
directa, fácil de entender hasta por el más simplote de los mortales.
1
) Mateo 5:3
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
De modo que, si bien es cierto que las parábolas del Evangelio nos ayudan a
comprender, tampoco deja de ser cierto que hay en ellas mucho más de lo
que parece. Lo casi obvio no necesariamente tiene que ser todo lo que hay.
Una parábola puede ser una alegoría con más de una enseñanza; una
narración con más de una moraleja; una palabra con más de un significado;
un Verbo con más de una dimensión.
Por otra parte ¿cuál sería la alternativa? Si desechamos las alegorías lo único
que nos queda es la abstracción generalizadora en un extremo y la casuística
taxativa en el otro. O llegamos a un nivel de abstracción tal que hallamos el
concepto universal que abarca todos los casos, o nos ponemos a hacer la
prolija lista de absolutamente todos los casos posibles. El problema es que,
con frecuencia, cualquiera de estos dos métodos nos lleva más allá de lo
humanamente posible. Por lo que una hermosa parábola, bien elegida y bien
expuesta, fue, es y seguirá siendo una de las mejores maneras de irnos
aproximando a ese Verbo que tanta falta nos hace para entender quienes
somos, para qué estamos y cual es en absoluto el sentido de transitar nuestra
existencia.
Y por último, quizás estoy exagerando un poco, pero creo que las parábolas
de los Evangelios son una generosa consideración que Jesús ha tenido para
con los poetas y, a través de ellos, para con todos los artistas. Es posible que
sea sólo una de mis teorías disparatadas pero creo que la fe y la belleza van
juntas. O, por lo menos, no tienen por qué peregrinar por caminos
separados. De hecho, el arte y la religión estuvieron estrechamente
emparentados durante más de diez mil años y sólo en los últimos doscientos
o trescientos hemos permitido que se distancien.
Como en todos los divorcios, creo que ambos han perdido mucho con la
separación. En buena medida el arte se ha convertido en un concepto
abstracto y la religión en un asunto institucional. Que es lo mismo que decir
que el arte ha perdido la fe y la fe ha perdido la belleza.
La enseñanza
El grano de mostaza es uno de los más pequeños que ha creado la
Naturaleza. Pues, había una vez un hombre que la sembró en su campo. La
cuidó, la regó, y la pequeña semilla germinó, se hizo planta, la planta creció
y, después de algún tiempo, se convirtió en un árbol tan grande que los
pájaros del cielo pudieron hacer nidos en sus ramas. [2]
Y sucedió que, en otro campo, otro sembrador también salió a sembrar. Pero
éste sembraba al voleo y una parte de las semillas cayó junto al camino; con
lo que vinieron unos pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en unos
pedregales donde no había mucha tierra y las semillas brotaron pronto pero,
como no tenían suficiente raíz, cuando el sol salió las plantas se quemaron. Y
una tercera parte cayó en medio de unos espinillos que, cuando crecieron,
ahogaron a los brotes y malograron la siembra. Pero hubo una parte de las
semillas que fructificó: fue la parte que cayó en buena tierra. Tanto es así
que, por cada semilla plantada, el sembrador obtuvo muchos frutos en una
relación de treinta, sesenta y hasta cien frutos por semilla. [3]
En esto, no deja de ser significativo que la semilla, como tal, tuvo que
desaparecer – es decir: en cierto sentido, desintegrarse y morir – para
continuar su vida en la planta y en sus frutos, [4] y esto no deja de ser
misterioso hasta el día de hoy, a pesar de toda nuestra genética, nuestros
microscopios electrónicos y nuestro software de computación. Porque aún al
día de hoy necesitamos una semilla para hacer crecer a una planta; hasta el
día de hoy sigue siendo válido aquello de omne vivum e vivo – todo ser vivo
procede de otro ser vivo – que hace ya varios siglos atrás estableció
Vallisnieri. Hasta el día de hoy, incluso en nuestros mecanizados campos,
plantamos una semilla y ésta brota, se hace hierba, luego espiga y finalmente
espiga llena de grano. Y, en realidad, considerando el fondo mismo de la
cuestión, si buscamos las causas últimas y esenciales del proceso, aún hoy
tendremos que reconocer que no sabemos demasiado bien cómo se produce
el milagro. Todo lo que sabemos en realidad es que bajo determinadas
condiciones se produce. Porque la tierra y la semilla llevan en sí mismos la
capacidad de dar fruto. [5]
2
) Mateo 13:31-32 - Marcos 4:31 - Lucas 13:19
3
) Mateo 13:3-23 - Marcos 4:3-20 - Lucas 8:4-15
4
) Juan 12:24
5
) Marcos 4:26-29
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Los frutos de la Naturaleza, por su parte, tienen sus reglas y hay que saber
respetarlas. Y eso requiere dos cosas: dedicación y paciencia. Qué es lo que
aprendió el dueño de un campo donde había una higuera que hacía tres años
que no daba fruto y decidió cortarla. Sin embargo, la persona a la que le
encomendó la tarea le aconsejó algo diferente: cavar alrededor del árbol,
echar abono y esperar un año más. [6] Porque, si bien los frutos tipifican y
caracterizan a la planta, hasta el punto en que por los frutos es que, sin
posibilidad alguna de error, podemos identificarla – siendo, además, que el
árbol bueno sólo puede dar frutos buenos y el árbol malo sólo frutos malos
[7] – lo cierto es que, aparte de sus frutos, un árbol, por ejemplo una
higuera, también sirve como un muy buen indicador de esos ciclos por los
cuales Madre Natura parece tener tanta predilección ya que, cuando las
ramas del árbol se llenan de brotes y comienzan a aparecer las hojas, el
hombre puede tener la certeza de que el verano está cerca [8]. Incluso si no
tiene un almanaque o si no ha aprendido a medir el tiempo de alguna otra
forma.
6
) Lucas 13: 6-9
7
) Mateo 7:16-20 Mateo 12:33 Lucas 6:43-44
8
) Mateo 24:32 Marcos 13:28 Lucas 21:29-30
9
) Mateo 13:24-30 -- 36-40
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
intención de mostrar que las cosas muy grandes y muy importantes con
frecuencia tienen orígenes pequeños – a veces hasta increíblemente
pequeños – por lo cual no es bueno descuidar lo pequeño, no es bueno
menospreciar el detalle, no es bueno desechar lo minúsculo porque muchas
veces eso que desechamos es justamente el origen de lo que nos asombra y el
detalle que descuidamos es precisamente lo que constituye la parte más
importante de lo que queremos construir.
El secreto es saber persistir con fe y con inteligencia; saber esperar hasta que
– como decía Napoleón – la breva esté madura y hacer todo lo necesario que
sepamos hacer para que madure lo mejor posible. Hay que darle una
oportunidad a las leyes que gobiernan a la Naturaleza. Aunque no
comprendamos totalmente esas leyes y aunque muchas de ellas sigan siendo
un misterio para nosotros. Las normas que rigen el Universo con frecuencia
no son para nada visibles. En muchos casos nos encontraremos con procesos
de los cuales, en última instancia, solamente sabemos que ocurren y – en el
mejor de los casos – a lo largo de los siglos hemos juntado la experiencia
suficiente como para conocer aproximadamente las circunstancias bajo las
cuales ocurren.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Pero a pesar de eso podemos aprender a leer en los signos que el Universo
nos brinda. Hoy tenemos relojes para medir los tiempos cortos y
almanaques para medir los largos. Son adminículos prácticos aunque
admitamos que, usados compulsivamente como a veces lo hacemos, hasta
pueden llegar a arruinarnos la vida. Y por más prácticos que sean, en muy
última instancia incluso se podría argumentar que son innecesarios.
Podemos averiguar cuando comenzará la próxima primavera consultando el
almanaque y sacando la cuenta de cuanto falta para el próximo 21 de
Septiembre. Pero también podríamos observar los árboles del parque.
Cuando aparezcan los primeros brotes, la primavera habrá llegado. Todo
depende de cuanto apuro tengamos y de cuanta previsión necesitemos. Y
reconozcámoslo: muchas veces tenemos un apuro totalmente inútil y
muchísimas veces nos preocupamos por el futuro de un modo
absolutamente innecesario.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Por suerte es bastante raro encontrar a una persona realmente mala; a una
persona que hace maldades porque quiere hacerlas y que hasta disfruta la
maldad que comete y el daño que ocasiona.
Pero, en última instancia, son siempre los frutos los que nos permiten
reconocer el árbol. Las acciones son, de algún modo o de otro, el resultado
de la esencia de quien cometió la acción y, si queremos corregir de veras la
acción, tendremos que aprender a actuar sobre la esencia de quien la
cometió. Sea esa esencia verdadera maldad o simple estupidez. Pero no le
pidamos peras al olmo porque, para obtener peras, tendríamos que saber
convertir al olmo en peral.
Fíjense en todas las cosas que a uno se le ocurren a partir de tan sólo nueve
parábolas de Jesús. Y esta es solamente una dimensión de las varias
posibles. Porque entre las parábolas que acabamos de ver hay unas cuantas
sobre las que se podrían llegar a escribir libros enteros. Por ejemplo, ¿por
qué debe desaparecer la semilla para que pueda surgir la planta? ¿Por qué la
vida está siempre basada en otra vida que desaparece? Goethe decía que la
muerte no es sino un recurso que utiliza la Naturaleza para poder crear más
vida.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
opone a la muerte sino tan sólo el nacimiento. Porque la vida sigue de largo.
Continúa su camino, impertérrita, pasando por sobre los cementerios,
alimentándose del fértil humus formado por los organismos muertos en
otras épocas. En este mundo la vida sigue creando más vida y se limita a
permitir que los muertos futuros entierren a sus muertos pretéritos. [10] Más
allá de este mundo, Jesús nos habló de una vida eterna. Todavía seguimos
pensando en la muerte como en un punto final y nos olvidamos que Cristo
enseñaba que se trata solamente de un alto en el camino luego del cual la
historia continúa.
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10
) Mateo 8:22
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
La gran ventaja del razonamiento por imágenes es que permite saltar por
encima del razonamiento deductivo racional para entrar en el terreno del
razonamiento por analogía. Pero el creer que razonar por analogía equivale a
prescindir completamente de la razón es un error. El razonamiento por
analogía no es completamente irracional. Si lo fuese, no sería razonamiento.
En realidad, es algo así como un razonamiento efectuado a posteriori sobre
las asociaciones de imágenes que podemos realizar basándonos en
correlaciones fuertemente intuitivas y, por lo tanto, no racionales; o al
menos escasamente racionales.
Por eso es que la parábola es de más fácil comprensión por parte de las
personas simples. Resulta bastante obvio que deducir lo desconocido a
partir de lo conocido es siempre más fácil si lo desconocido se presenta
como algo similar a lo conocido. Mostrando lo desconocido por medio de
imágenes referidas a lo conocido se puede hacer llegar a las personas
sencillas, en muchos casos, más rápida y más directamente a la comprensión
de algo nuevo. Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús por qué hablaba
en parábolas, su respuesta aludió precisamente al hecho de que una
cantidad muy grande de personas es mentalmente incapaz de realizar esa
“conexión” deductiva entre el saber y la ignorancia: “... les hablo en
parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.” [11]
11
) Mateo 13:13
12
) Por ejemplo: Lucas 8:9 – Mateo 15:15
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
(Es increíble hasta qué punto somos hijos del rigor: todavía me acuerdo, ¡y
eso que han pasado más de cuarenta años!). Decirle a mi profesor de física
que la gravedad es “como una piedra que cae” hubiera equivalido a desafiar
su tolerancia.
La cuestión es que, cuando Jesús dice: "El Reino de los Cielos es semejante a
la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina,
hasta que fermentó todo" [13], muchas personas creen que porque han
entendido la semejanza ya entendieron también al Reino de los Cielos. Y no
es así. Las analogías tienen la gran desventaja de ser bastante engañosas a
veces. Las personas estúpidas o ignorantes caer demasiado fácilmente en el
error de afirmar que, puesto que han entendido uno de los elementos de la
comparación, automáticamente han comprendido también el otro elemento
y, más aún, hasta pueden terminar convencidas de que dominan
perfectamente el significado y la intención de la comparación en sí.
Y hay pocas cosas más peligrosas sobre este mundo que la soberbia de los
ignorantes que creen haber accedido a una verdad absoluta. Porque, con
harta frecuencia, estas personas tienen la muy poco simpática tendencia de
sentirse autorizadas a hacer valer la verdad que creen poseer mediante el
expeditivo recurso de matar a todos los herejes e infieles que no la
comparten.
El otro riesgo, que tampoco es menor, es el de tomar ese disparo que apenas
le erra al blanco y convertirlo en un disparo al aire que ni siquiera da en el
blanco en absoluto. Es el peligro al que se hallan expuestas con harta
frecuencia las personas tan enamoradas de su propia capacidad intelectiva
relacional que siempre quieren llevar la analogía hasta sus últimas
posibilidades. Con ese criterio, dejando galopar libremente nuestra fantasía
por la estepa de las analogías, una mariposa puede llegar a relacionarse con
un helicóptero y forzando tan sólo un poco los argumentos el gusano de seda
puede terminar apareciendo como el pariente lejano del misil
intercontinental.
13
) Mateo 13:33 – Lucas 13:21
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
elegidos y su infierno para los réprobos. Por ello es que muchos cristianos –
especialmente en Latinoamérica – fueron capaces de coquetear durante
tanto tiempo con el marxismo, a pesar de que un Papa lo había declarado
“intrínsecamente perverso” [14]. Porque no nos engañemos: el marco de lo
que allá por la década de los ’70 del siglo pasado se dió en llamar la “teología
de la liberación”, en última instancia se basaba en una utopía construida a
partir de las parábolas del “Cristo de los pobres”. Y desde ese marco, varios
de sus adeptos terminaron bendiciendo a la revolución armada y a la
guerrilla marxista del mismo modo en que hoy quizás bendecirían al
terrorismo si éste no hubiese sido notoriamente acaparado por un sector del
Islam, o no estuviese asociado con el narcotráfico en algunos casos al menos.
Pero hay un pequeño detalle que sería mejor no olvidar: Jesús de Nazareth
no mató a nadie, ni causó deliberadamente la muerte de nadie, ni permitió –
por acción o por omisión – la muerte de nadie.
14
) Pio XI a los Pastores: "procurad con sumo cuidado que los fieles no se dejen engañar",
pues "el comunismo es intrínsecamente perverso y no se puede admitir que colaboren con
el comunismo, en terreno alguno, los que quieren salvar de la ruina la civilización
cristiana" (Encíclica "Divini Redemptoris").
15
) Juan 2:15
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Los milagros
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Me tendrán que perdonar mis amigos y lectores ateos pero creo que esto
último ni siquiera resistiría un análisis lógico.
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
16
) Tehilim, Sotá 4b, 10a; Nidá 20b. Cf. también Salmos 25:14 según Yehuda Ribco en
http://serjudio.com/rap2001_2050/rap2022.htm
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
¿Qué quieren que les diga? No sé si mi opinión personal servirá para algo
pero, con todo el respeto que me merece Santo Tomás, en esto, me quedo
con San Agustín. No sólo me parece una reflexión más profunda sino, sobre
todo, mucho más segura. Porque ¿qué es para nosotros ese famoso “orden
natural” al final de cuentas? Lo podemos definir de muchas maneras
diferentes pero, en última instancia y una vez que todo está dicho, no deja de
ser un orden que depende muy fuertemente de nuestro conocimiento
científico del Cosmos. Y esto presenta toda una serie de dificultades. La
principal de ellas es que, si hacemos depender nuestra concepción de Dios y
los actos de Dios de nuestro conocimiento del Cosmos, a lo que llegamos es a
convertir toda religión en esa especie de “tapahuecos” que Bonhoeffer tanto
se resistía a admitir: “... no podemos dejar que Dios haga la figura de un
tapahuecos (Lückenbüsser) de nuestro imperfecto saber, porque cuando los
límites del conocimiento se alejan cada vez más (lo que necesariamente
habrá de ocurrir), también Dios tiene que alejarse cada vez más con ellos, y
17
) Cf. San Agustin, De civitate Dei, 20, 1,8,2. y De utilitate credendi, 16,34.
18
) Digamos, sin embargo, para ser justos con Bultmann que éste diferencia entre Mirakel
(milagro) y Wunder (prodigio) entendiendo por lo primero una violación o excepción a las
leyes de la naturaleza y por lo segundo un evento que cae dentro del orden natural pero que
es reconocido como obra de Dios.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
se halla, por tanto, en una continua retirada.” [19] Si Dios está en todo
aquello que la ciencia no puede explicar, por fuerza nos iríamos alejando
cada vez más de Dios en la medida en que conociésemos mejor al mundo
que ha creado. Y esa es una suposición que no resiste el menor análisis
porque el Creador de una gran obra no puede alejarse de nosotros a medida
en que conocemos mejor a su creación.
No sé si Dios tiene todavía algunos ases en la manga para jugar, pero que el
Universo nos tiene deparada más de una sorpresa, de eso no me cabe la
menor duda.
19
) Dietrich Bonhoeffer, Widerstand und Ergebung, Carta del 25 de mayo 1944.
20
) Stepeh Hawking, Does God play Dice? – Conferencia del citado autor, disponible en
http://www.hawking.org.uk . La célebre frase "Dios no juega a los dados" adjudicada a
Albert Eisntein, se refiere a la Teoría Cuántica. La Escuela de Copenhagen que agrupa a la
mayoría de los físicos cuánticos propone una visión estadística de la Naturaleza con lo que
asume y acepta la incertidumbre como elemento constituyente de la teoría. Frente a esta
escuela, los heterodoxos como Plank, Einstein, y Schrödinger proponen una Naturaleza de
índole causal. De ahí la frase "Dios no juega a los dados" queriendo indicar que Dios no
decide el destino del Universo según le salgan los dados de un modo aleatorio - es decir:
mediante un método estadístico lleno de incertidumbre – sino que todo el Universo se basa
en relaciones de causa-efecto que, si bien podemos no conocer por completo o no entender
por completo, rigen no obstante los fenómenos que ocurren.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
historia. Y quizás en ese último y esencial “por qué” está muchas veces el
milagro que ya no vemos y un Dios que ya no percibimos.
Con lo cual, por supuesto, queda abierta la pregunta de si las leyes naturales
son – o no – inmutables. Pero lo que no puede ponerse en duda es que
nuestro conocimiento de ellas no es, para nada, inmutable. Y puesto que
21
) Konrad Lorentz, Los Ocho Pecados Capitales de la Humanidad Civilizada”, Cap. VIII.
Disponible en La Editorial Virtual http://www.laeditorialvirtual.com.ar
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Que el Cosmos responde a una “lógica normativa”, vale decir, que más allá
de lo que llamamos vulgarmente “caprichos” de la naturaleza, existen leyes o
reglas que rigen los fenómenos, difícilmente sea algo cuestionable. Hay, de
hecho, una “legalidad” o “normatividad” en el Universo, válida por lo menos
desde la dimensión de una perspectiva humana. Si tiro una piedra al aire,
difícilmente podría llegar a suponer que no caerá con una aceleración que
respete a la Ley de la Gravedad. Y seguramente no cometeré ningún desatino
al suponer que ya lo hacía así hace 10.000 años y que seguirá cayendo según
la misma ley dentro de los próximos 10.000. La gran pregunta, sin embargo
es doble. Por un lado ¿qué me garantiza que también lo seguirá haciendo
exactamente igual dentro de, digamos, 10.000 billones de años terrestres, y
aún dentro de, pongamos por caso, 400.000 trillones de años-luz? Y, por el
otro lado, ¿qué me garantiza que esta ley, es realmente una ley y no una
regla? Es decir: ¿cómo puedo estar tan seguro de que, bajo ningún concepto
ni condición, en ningún caso, en ninguna dimensión y en ningún punto de
todo el Universo esta ley admite excepciones?
Por dentro o por fuera de esa especie de marco jurídico vigente que
llamamos “orden natural”.
Por lo cual, sea como fuere, el milagro es perfectamente posible. Todo lo que
necesitamos para admitirlo es un Dios que quiere que determinada cosa
ocurra.
El taumaturgo
En Occidente no hay libro que haya sido editado tantas veces y que haya
generado tanta literatura como la Biblia. En el Nuevo Testamento no sería
exagerado decir que cada concepto, cada frase, cada palabra ha sido
analizada, estudiada, comentada y discutida. Y si hay un tema que ha sido
tratado reiterada y exhaustivamente, ese tema es el de los milagros.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Quienes han sacado la cuenta nos dicen que, por ejemplo en el Evangelio de
Marcos, los milagros constituyen el 31,38% del texto. Con honestidad, no sé
si este tipo de estadísticas sirve para mucho, sobre todo teniendo en cuenta
que los milagros relatados en forma puntual constituyen evidentemente tan
sólo una muestra de los muchos que Jesús realizó puesto que hallamos
pasajes en dónde se hace referencia a toda una serie de ellos, sin detallarlos
[22].
Pero, así y todo, les propongo hacer una cosa: miremos a los milagros
expresamente relatados un poco más de cerca.
El primero que realiza Jesús es en ocasión de una boda. Es una fiesta. Unos
jóvenes, probablemente de no muchos recursos económicos, se han casado y
todo el mundo en Caná de Galilea se ha reunido para festejar a los novios y
pasar un buen rato. Pero, de pronto, sucede algo muy embarazoso: o bien
los muchachos de Caná son realmente de buen tomar, o bien – lo que es
quizás más probable – la pobreza de la casa no daba para una gran
provisión, la cuestión es que se acaba el vino. Curiosamente, no es Jesús sino
su madre la que toma la iniciativa. María mira a su hijo y le dice tan sólo:
“No tienen vino”. Tan sólo eso. A buen entendedor, pocas palabras. Pero
más notable todavía es que Jesús, en un principio, trata de resistirse
argumentando que todavía es demasiado pronto, que aún no ha llegado su
hora. No sé qué pesó más en ese momento, si el pedido de una madre o la
previsible tristeza y vergüenza de los novios, pero el hecho es que Jesús hizo
que el agua de unas tinajas se transformase en vino [23].
La Biblia no lo dice de modo taxativo, pero estoy seguro de que ésa fue una
espléndida fiesta de casamiento.
22
) Cf. Mateo 9:35, 4:23; Marcos 1:39
23
) Juan 2:6-11
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
bien todo lo contrario. Pero el centurión no viene a pedir por él. Pide por
uno de sus criados, uno de sus empleados, que está enfermo. Ni siquiera
pretende que Jesús vaya a dónde está el criado; sólo desea que el Maestro
pronuncie la palabra que lo curará. Y Jesús pronuncia esa palabra porque,
según su propia expresión: “...ni aun en Israel he hallado tanta fe”. [24]
Después de su resurrección, volverá una vez más a llenar las redes de sus
pescadores. [27] Será su último milagro. El primero fue para salvar la alegría
de una boda. El último será para dar de comer a quienes lo habían seguido.
24
) Mateo 8:5-13; Lucas 7:1-10
25
) Juan 5:5-17
26
) Lucas 5:4-11
27
) Juan 21:1-14
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Pero mucho antes de eso, otra vez en Capernaum (y otra vez durante un
sábado), mientras enseñaba en la sinagoga del lugar, un poseído lo increpa.
Jesús simplemente da una órden y el poseído vuelve a ser una persona
normal. Pero ese día hay más. A la salida de la sinagoga van todos a la casa
de Pedro. Allí se enteran de que la suegra de Pedro está en cama, con fiebre.
De paso, nosotros nos enteramos de que Pedro era casado. Sea como fuere,
Jesús se acerca a la mujer, la toma de la mano y hace que se levante. Está
curada. Y al caer la noche Jesús sigue curando a todos los enfermos que le
traen. [28]
La lista de las personas a las que Jesús curó es muy larga. De hecho, la gran
mayoría de los milagros consignados son curaciones. Un leproso [29]; otro
paralítico [30]; un ciego y mudo [31]; el caso de los gadarenos endemoniados
[32]; la mujer hemorrágica de quien volveremos a hablar[33]; la hija de la
mujer Cananea [34]; un sordomudo [35]; el ciego de Betsaida [36]; el
muchacho ciego, mudo y endemoniado [37]; los diez leprosos [38] y una mujer
encorvada [39] son, aparte de los ya mencionados, los casos concretos que
podríamos citar haciendo referencia directa a distintos pasajes de los
Evangelios. Pero de ningún modo estaríamos autorizados a suponer que
estos fueron los únicos. Por un lado, es obvio que ninguno de los
evangelistas se propuso jamás hacer un listado completo de todos los casos
y, por el otro, como ya lo indicamos, hay varias menciones genéricas de
curaciones realizadas por Jesús en las que el evangelista no entra en
detalles.
28
) Marcos 1:23-34; Lucas 4:33-41; Mateo 8:14-16
29
) Mateo 8:2-4; Marcos 1:40-42; Lucas 5:12-13
30
) Mateo 9:2-8; Marcos 2:2-12; Lucas 5:18-26
31
) Mateo 12:22; Lucas 11:14
32
) Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20; Lucas 8:26-39
33
) Mateo 9:20-22 ; Marcos 5:25-34; Lucas 8:43-48
34
) Mateo 15:22-28; Marcos 7:25-30
35
) Marcos 7:32-37
36
) Marcos 8:22-26
37
) Mateo 17:14-20; Marcos 9:14-29; Lucas 9:37-42
38
) Lucas 17:11-19
39
) Lucas 13:10-17
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
los cinco mil [40], en la de los cuatro mil [41] y no forzaríamos demasiado los
argumentos señalando que se hace central en la Última Cena.
40
) Mateo 14:15-21; Marcos 6:35-44; Lucas 9:12-17; Juan 6:5-14
41
) Mateo 15:32-38; Marcos 8:1-9
42
) Mateo 8:24-27; Marcos 4:37-41; Lucas 8:23-25
43
) Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-52; Juan 6:16-21
44
) Lucas 7:12-16
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
De pronto aparece una persona de la casa de Jairo para darle a éste la mala
noticia: “Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.” Pero Jesús no le
hace caso. Entra en la vivienda y se encuentra con varias personas llorando y
lamentándose. “No lloréis – les dice – no está muerta, sino que duerme.”
Ante la incredulidad de los presentes toma de la mano a la niña y ordena:
“Muchacha, levántate.” Y la incredulidad se volvió asombro en apenas unos
segundos porque niña se levantó.
45
) Mateo 9:18-26; Marcos 5:22-43; Lucas 8:41-56
46
) Juan 10:22-42; 11:1-44
— 30 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Allí le llega la noticia de que Lázaro está enfermo. Pero Jesús no se mueve de
su lugar. Se queda dos días más en dónde se encuentra y solamente después
de eso, de pronto, les notifica a sus discípulos: “Vamos a Judea otra vez.”
Casi no pueden creerle. La casa de Lázaro está en Betania y Betania queda
muy cerca de Jerusalem; según San Juan, a apenas 15 estadios, lo que
vendría equivaler a unos 2,7 kilómetros. ¿Allí quiere volver? ¿Prácticamente
al mismo lugar en el que faltó poco para que lo mataran a pedradas? Parece
una locura.
Pero Jesús tiene su decisión tomada. Más allá de saberse poseedor de la luz
interior que le indicará el camino, su motivo también es de otra índole:
“Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy a despertarle.” Otra vez la
alegoría del dormir para referirse a la muerte. Sus propios discípulos no lo
entienden. Por un momento creen que, realmente, Lázaro está sólo dormido.
Jesús tiene que decirlo claramente y con todas las letras: “Lázaro ha
muerto.” Recién allí todos comprenden la gravedad del caso. Con todo, el
estilo del Maestro perdurará en la tradición cristiana y quizás es por eso que
al lugar en dónde llevamos a nuestros muertos hasta el día de hoy lo
llamamos “cementerio” – que es el lugar en dónde los fallecidos descansan
en paz – y no “necrópolis” – que es una ciudad en la que los vivos guardan
a sus muertos. [47]
47
) La palabra “cementerio” proviene del latín coemeterium, que a su vez viene del griego
koimeterion – koimasthai que significa “estar acostado, dormir”.
— 31 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Así es. Tal como acaban de leerlo. Vayan y repasen el versículo de Juan
11:35. Es uno de los más cortos de toda la Biblia, si es que no es el más corto
de todos. Contiene solamente dos palabras: “Jesús lloró”. ¿Por qué? Estaba a
punto de devolverle la vida a Lázaro. El amigo fallecido volvería a estar entre
ellos. Marta y María volverían a tener a su hermano. ¿Por qué llorar? Quizás
la respuesta esté un poco más adelante cuando, una vez retirada la piedra
que tapaba el sepulcro “... Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre,
gracias te doy por haberme escuchado...”
Y luego, “... habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!”
Y, seguramente, Él lo sabía.
— 32 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Si siguen ustedes leyendo el Evangelio de San Juan, verán que luego de esta
resurrección algunos de los presentes fueron inmediatamente corriendo a
informar del hecho a los fariseos. Y la reacción de Caifás es digna de ser leída
con mucha atención.
Pero no nos apresuremos. Les prometo que volveré sobre esto más adelante.
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
Por supuesto que unos cuantos de estos personajes resultan ser simples
charlatanes que a Jesús de Nazareth no le hubieran llegado ni a la altura de
sus sandalias. Ahí está Simón el Mago, para citar sólo un caso que hasta
figura en las propia Biblia. Este personaje, que ejercía su oficio en Samaria y
que se hacía llamar “Gran Poder de Dios”, llegó al extremo de ofrecerle
— 33 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
dinero a los apóstoles tratando de comprar lo que él creía que eran simples
secretos de la profesión. [48]
Pero no todos fueron farsantes de tan baja estofa. Un caso muy interesante y
realmente digno de estudio es el de Apolonio de Tiana, un contemporáneo
de Jesús. Lo conocemos a través de una “obra por encargo” que la
emperatriz Julia Domna – la esposa de Septimio Severo – le encomendó a
Filostrato, un griego nacido hacia el 172 DC y que luego se desempeñó como
retórico y sofista en Roma. Al encargarle la tarea de escribir la biografía del
personaje, la emperatriz puso en manos de Filostrato las memorias escritas
por un tal Damis quien, a su vez, había sido discípulo y compañero de
Apolonio. Además, aparte de esta fuente, Filostrato utilizó también otros
documentos – como por ejemplo la de otro discípulo de nombre Maximus y
varias cartas escritas por el propio Apolonio de Tiana, algunas de las cuales
había guardado el emperador Adriano en su residencia de Antio – y hasta
realizó varios viajes visitando los lugares en que había vivido y actuado su
personaje. Lo cierto es que Filostrato se tomó su tiempo para escribir el
libro. Tanto es así que, con bastante probabilidad, la emperatriz que lo
encargó nunca llegó a leerlo. Apareció recién después del 217 DC y el original
no está dedicado a ella.
48
) Hechos de los Apóstoles, 8:14-20
— 34 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
No lo creo.
— 35 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Y hay cosas que requieren un don. Una gracia especial. Los griegos lo
llamaban “carisma” y decían que es el don que tienen ciertas personas de
estar más cerca de los dioses que los demás. Hace falta ese don para ser un
gran líder; un gran conductor de hombres. Hace falta ese don para ser un
médico excepcional, porque no todo en la medicina es pura ciencia. Ese don
hace falta para ser un gran artista. Los verdaderos hombres sabios poseen
esa gracia especial. Como que también la poseen los auténticos hombres
santos que hacen los auténticos milagros.
Ser una buena persona es algo que muy probablemente está dentro de las
posibilidades personales de cada uno de nosotros. A alguno le costará un
poco más y a otro un poco menos, pero es algo que podemos llegar a ser
queriéndolo de veras y comportándonos en consecuencia.
Pero el ser una gran persona está más allá de nuestra voluntad individual.
Podemos soñar con serlo y podemos desear serlo pero, para lograrlo,
necesitamos ese carisma, ese don, esa gracia especial de la cual lo único que
sabemos es que Dios la otorga a su entera discreción, cuando lo considera
oportuno y cuando lo estima conveniente, a la persona que Él decide que le
corresponde por los motivos y por las razones que Él estima pertinentes.
Lo más difícil de aceptar es que al final haya tenido que estar tan
tremendamente solo.
— 37 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
El arresto
49
) Juan 12:4-6; Mateo 26:8; Marcos 14:4
— 38 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Jerusalem
Poco después, montado sobre un asnillo, entra en Jerusalem. Es un último y
quizás hasta desesperado intento de hablarle al corazón de toda esa gente
allí reunida. Algunos lo reciben con cánticos, con alegría, reconociéndolo
como Mesías y exclamando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor, el Rey de Israel! ” [50] Jugándose entero, arriesgándolo todo,
predica en el propio Templo durante el día y de noche sale para refugiarse y
pernoctar en el Monte de los Olivos [51]. Pero, aún cuando no todo es inútil,
aún cuando su prédica llama la atención hasta de unos griegos que se
encuentran en la región [52], la conspiración de los fariseos se va cerrando a
sus espaldas. Su popularidad les preocupa cada vez más [53] y la decisión de
eliminarlo es cada vez más firme. Consigue reunir una cantidad importante
de seguidores, aún dentro del estrato gobernante, pero la oposición es
fuerte; tan fuerte que son muchos los que no se animan a seguirlo por temor
a ser expulsados de la sinagoga [54]. Al cabo de un tiempo, la situación ya es
insostenible. El fin se acerca y Jesús sabe perfectamente que ese fin es
irreversible. [55]
50
) Juan 12:13)
51
) Lucas 21:37-38
52
) Juan 12:21
53
) Juan 12:19
54
) Juan 12:42
55
) Juan 12: 27-36
56
) Mateo 26:3-5; Marcos 14:1; Lucas 22:2; Juan 12:9
— 39 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
¿Lo dije ya en otra parte? Sí. Creo que ya lo dije: siempre aparece un traidor.
Por desgracia, en estas tragedias es rara la historia de una gran persona en la
que no aparezca la figura del traidor.
La última cena
Jesús ordena que preparen una sala para comer la cena de pascua y para ello
envía a dos de sus discípulos a la ciudad. Deberán encontrar a “un hombre
que lleva un cántaro de agua”. Ese hombre tiene un aposento ya dispuesto
para la cena. [58] ¿Ya dispuesto? Pues, sí. Los apóstoles no lo saben, pero el
Maestro ya ha hecho los arreglos necesarios. Él lo sabe. Sabe que esa cena
será la última.
57
) Mateo 26:14-15; Marcos 14:10-11; Lucas 22:4-6
58
) Mateo 36:17-29; Marcos 14:12-15; Lucas 22:7-13
— 40 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Y porque sabe que es la última oportunidad que tienen para estar todos
juntos en un ambiente relativamente amable y tranquilo, cuando ya están
los Doce sentados a la mesa [59], decide darles la primera lección de esa
noche, y para ello hace algo completamente sorprendente: toma un
recipiente con agua, una toalla, y les lava los pies a todos ellos. [60]
Luego de la lección, Jesús decide poner todas las cartas sobre la mesa: “De
cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar” [61]. Por
supuesto que se produce un gran revuelo con todos preguntando “¿quién
será?” y algunos haciendo hasta la, un tanto infantil, pregunta de “¿Seré
yo?” Pero Jesús, muy sabiamente, no quiere entrar en demasiados detalles
sobre la cuestión. No tiene sentido. Aparte de no tener sentido, tampoco
serviría para nada; la suerte ya está echada de todos modos. Moja el pan en
su plato, se lo ofrece a Judas y le dice: “Lo que vas a hacer, hazlo mas
59
) Mateo 26:20; Marcos 14:17; Lucas 22:14
60
) Juan 13:5
61
) Juan 13:21; Mateo 26:21; Marcos 14:18; Lucas 22:23
— 41 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
El undécimo mandamiento
62
) Juan 13:27
63
) Mateo 26:26-28; Lucas 22:17-20
64
) Lucas 22:19
— 42 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
diminutivo que no puede dejar de tener un sentido especial – aún estaré con
vosotros un poco. Me buscaréis; pero ... A dónde yo voy, vosotros no podéis
ir.” Y ahora por favor, les pediría que presten atención porque esto es de una
relevancia tremenda. Mirándolos a todos agrega: “Un mandamiento nuevo
os doy: Que os améis unos a otros ... Que os améis unos a otros, como yo os
he amado.”
¿Se dan cuenta? Los Mandamientos no son diez. Son once. En su Evangelio,
Juan insiste en este nuevo mandamiento por lo menos tres veces [65]. ¿Por
qué a este pasaje no se le ha dado la importancia que merece? ¿Por qué
seguimos hablando de diez Mandamientos, ignorando – al menos de un
modo implícito – que hay uno nuevo, expresa y explícitamente instituido
por el propio Mesías. Noten que no se trata de una parábola; no es una
enseñanza; no es una recomendación ni un precepto: es un mandamiento.
Jesús en ese momento no induce, no explica, no sugiere, no muestra, no
propone ni alude. Lo ordena. El texto es clarísimo en las tres
oportunidades: “Un nuevo mandamiento os doy”; “Este es mi
mandamiento”; “Esto os mando”. Aquí no hay subterfugio ni interpretación
capciosa posible. Esto es lo que Jesús ordenó hacer: “Que os améis unos a
otros, como yo os he amado”.
65
) Juan 13:33-34; 15:12; 15:17
— 43 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
mandato que implica: “hagan lo que yo mismo hice”. Y el fondo hay mucho
más todavía. Porque, en realidad, entraña un: “hagan aquello por lo cual me
van a matar”. Es un perentorio, decisivo y terminante: “¡Háganlo! Yo lo hice.
¡Se puede!”.
Y les rogaría que no pasen por alto que dije “aunque más no sea”. Porque si
no queremos verlo desde el punto de vista religioso o moral; por lo menos
sugeriría considerarlo desde un punto de vista simplemente práctico.
Comportarnos un poco menos como histéricos egoístas acaparadores y un
poco más como seres humanos decentes ¿no sería algo bastante práctico de
66
) Juan 15:20
67
) Juan 14:21
— 44 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
¿Por qué después de dos mil años sigue vigente el mensaje de Jesús de
Nazarteth? Los hombres de fe dicen que es porque constituye un mensaje
divino y la palabra de Dios es inmortal. Muy buen argumento. Y no pienso
ponerlo en duda. Pero, por el otro lado, tampoco deja de ser cierto que en
esos dos mil años, los seres humanos que poblamos este planeta hemos
comprendido bien poco ese mensaje y nos quedan muchas, muchas,
asignaturas pendientes.
Y de nuevo: claro que no es fácil. Jesús mismo nos advirtió que no lo sería.
Nunca dijo que seguir su ejemplo sería algo fácil; más bien todo lo contrario.
Lo del facilismo es uno de los grandes embustes de nuestro tiempo.
Últimamente parecería ser que todo aquél que se propone enseñar algo,
antes de proceder, tiene que prometer que será fácil. Así, las maestras en la
escuela primaria tratan de hacerle creer a los chicos que las matemáticas son
algo fácil; el profesor de física les dice a los alumnos “no se asusten, la Física
es fácil”; hay libros enteros que pretenden ser de filosofía escritos bajo el
lema de “la filosofía es fácil”. Últimamente parece ser que todo debe ser fácil.
“Aprenda computación en quince días sin esfuerzo”. “Rebaje 15 kilos en una
semana sin sufrir”. El énfasis está siempre puesto en el “sin esfuerzo”, “sin
sufrir”, “sin problemas”.
¿Quieren que les diga algo desagradable? Es mentira. Todo eso es una
reverenda, enorme y criminal mentira. Es muy cierto que la física nuclear se
puede explicar de un modo oscuro, enmarañado y hermético, de manera que
nadie entienda un comino, y también se puede explicar en forma ordenada,
sistemática, progresiva, yendo de lo más simple a lo más complejo,
anudando las relaciones y construyendo el conocimiento por escalones y
etapas. Pero eso, en última instancia, equivale tan sólo a decir que la física
nuclear se puede enseñar mal o se puede enseñar bien. Pero que se pueda
enseñar bien no significa que sea fácil. Mucho menos significa que cualquier
tarugo puede llegar a comprenderla sin quemarse las pestañas estudiando.
— 45 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
¿Puedo atreverme a darles un consejo? La próxima vez que alguien les diga
“es fácil”, no le crean. Nunca las cosas importantes son fáciles. No lo fueron
nunca, no lo son ahora, ni lo serán jamás. Porque, por desgracia, las cosas
que realmente importan son casi siempre muy complejas. Y las cosas muy
complejas son cualquier cosa menos fáciles de comprender. Las cosas
importantes requieren dedicación, atención, análisis, estudio, perseverancia,
disciplina, método, constancia ... y unas cuantas cosas más. El que les diga
lo contrario les está mintiendo. O bien es tan superficial que ni se ha dado
cuenta de la complejidad del tema que debe exponer; o bien está tratando de
tranquilizarlos para que ustedes no salgan corriendo ante las dificultades
que, inevitablemente, deberán enfrentar y superar.
68
Juan 13:37-38; Mateo 26:34-35; Marcos 14:30-31; Lucas 22:31-34
— 46 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
La copa
La cena llegó a su fin.
Como despedida Jesús se dirigió a sus apóstoles para decirles: “No hablaré
ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada
tiene en mí. Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el
Padre me mandó, así hago. Levantaos, vámonos de aquí.” [69]
Jesús estaba muy angustiado. La cena había terminado. Era de noche. Y era
la última noche. No habría otras. Lo que vendría a partir de ese momento
sería horrible. Lo sabía. No era tan sólo el hecho de que había llegado su
hora, su última hora, la hora de morir. Era, además, todo lo que vendría con
ello. Todo el atroz padecimiento, sufrimiento y hasta escarnio que
forzosamente precedería a esa muerte. Los pequeños enanos nigromantes
no se contentarían con eliminarlo de un modo expeditivo y rápido.
Necesitarían su macabro espectáculo, su sangriento festín, su tenebrosa
ceremonia. En ese contexto, la muerte inevitable era sólo una etapa
necesaria. Necesaria para la verdad porque era necesario demostrarla y la
manera más irrefutable de demostrar una verdad es haciéndole ver a todo el
mundo que un justo está dispuesto hasta a dar la vida por ella.
69
Juan 14:30-31
— 47 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
70
) Mateo 26:38; Marcos 14:32-34
71
) Lucas 22:41-44
— 48 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
durmiendo. Y esto no pasó una sola vez. Dos veces más se repitió la escena.
Al final los dejó dormir.
No los juzguemos con demasiada severidad. Hoy, dos mil años más tarde,
podríamos contar por millones a los que siguen sin haber hecho ni siquiera
un pequeño esfuerzo por tratar de entender.
La espada
Dios no retiró la copa que Jesús debía beber. No podía hacerlo. Era una
imposibilidad metafísica de tal magnitud que al final Jesús mismo terminó
aceptándolo: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la
beba, hágase tu voluntad.” [72]. Y luego de ello, probablemente, se sintió
algo más aliviado.
Los miró uno por uno. Sí. Lo lograrían. Todavía faltaban algunas lecciones y,
entre ellas, la más tremenda de todas; la de aprender lo que Él había
conseguido esa noche: a no aferrarse a la vida porque ninguna de nuestras
vidas es eterna de todos modos. La vida eterna es otra. Con ésta, que nos es
dada por un tiempo limitado, lo que tenemos que hacer es invertirla de la
mejor manera posible. Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
72
) Mateo 26:39-46; Marcos 14:35-42
— 49 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Tomás, Jacobo, Mateo, Lebeo, Simón. A todos les faltaba un poco todavía.
Pero resistirían. Aguantarían la prueba y se podría construir una Iglesia con
ellos. En especial con Pedro. Lo más importante ahora era preservarlos. Al
menos por el momento. Ya habría otras misiones y otras oportunidades para
dar testimonio y para enfrentar un destino duro y cruel. Pero no todavía.
Todavía no.
Los dejó dormir un rato más pero no pasó mucho tiempo sin que se
escucharan ruidos hacia la entrada al huerto. Fue y despertó a sus
discípulos. Había llegado el momento: “Levantaos, vamos; ved, se acerca el
que me entrega.” [73]
Pedro, uno de los pocos que está armado, se deja llevar por su impulso.
Desenvaina la espada y lanza un mandoble hacia el primero que se le cruza.
Esa noche, Malco, uno de los siervos de Caifás, tiene mala suerte. El sablazo
de Pedro le corta la oreja. Pero eso es todo porque, con una órden seca el
propio Jesús pone fin a la refriega: “Basta ya, dejad.” y tocando la oreja de
Malco detiene la hemorragia [75]. A Pedro le dice explícitamente: “Mete tu
espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”
[76]
73
) Mateo 26:39-46; Marcos 14:35-42
74
) Mateo 26:48:49; Marcos 14:44-46; Lucas 22:47
75
) Lucas 22:51
76
) Juan 18:11
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Pedro – el mismo que muy poco después lo negará tres veces – desenvaina
la espada que de algún modo se ha agenciado y se juega. Pasa al ataque en
defensa de su Maestro, y no precisamente de un modo simbólico. Esto obliga
a una serie de preguntas. ¿De dónde sacó esa espada? ¿Quién le dijo que la
consiguiera? ¿Por qué iba armado? Sólo podemos especular con las
respuestas pero, de cualquier manera que sea, el gesto nos obliga a
reconsiderar un poco sus dichos y a admitir que no fanfarroneaba del todo
cuando dijo que estaba dispuesto a morir por Jesús. Pero si, como lo
demostró, estaba dispuesto a dar pelea y a darla en serio, ¿por qué después
lo negó? ¿Fue ese sablazo un mero arranque temperamental, un simple
gesto espontáneo impulsado por el momento? En parte quizás sí. Pedro era
un poco impulsivo. En lo esencial, sin embargo, no creo que ése haya sido el
único motivo. No puedo demostrarlo pero creo que hubiera peleado hasta
hacerse cortar en pedazos por los guardias de Caifás. Envainó la espada
solamente porque Jesús se lo ordenó.
Lo cual nos pone ante una pregunta que no es tan simple de contestar como
parece: ¿por qué Jesús le ordenó envainar esa espada? Tenemos,
naturalmente, lo obvio: objetivamente hablando, frente al tropel de los
guardias del templo los apóstoles no hubieran tenido ninguna oportunidad.
De continuar, el enfrentamiento hubiera terminado en una masacre. Pero,
más allá de ello, estoy absolutamente convencido de que la óden que Jesús le
da a Pedro tiene un significado muchísimo más profundo y trascendental.
Hagamos una pregunta más: ¿por qué Pedro negó a Cristo? ¿Por cobardía?
No lo creo. Un cobarde hubiera huido inmediatamente. Ante el primer
guardia que asomara la nariz, un cobarde hubiera salido corriendo. Pedro no
hizo eso sino todo lo contrario.
Pueden ustedes criticarme todo lo que quieran por lo que voy a decir ahora y
admito desde ya que puedo estar equivocado, pero es la única explicación
que he podido encontrarle a lo sucedido aquella noche en Getsemaní. La
decisión de Jesús de dar esa orden no fue una decisión religiosa. Ni siquiera
fue una decisión militar.
— 51 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Los que creen que la triple negativa de Pedro se debió a una debilidad
humana pasan completamente por alto la dimensión política de toda la
situación. Pedro era “la piedra sobre la cual se construiría la Iglesia” [77].
Cristo tenía que morir para cumplir con su destino, pero Pedro tenía que
quedar vivo para cumplir con el suyo. Si Pedro hubiese seguido el destino de
Cristo los hombres de Caifás lo hubieran arrastrado y lo hubieran eliminado
igual que a su Maestro. Y si Pedro moría en ese momento, no hubiera habido
un Vicario de Cristo sobre la tierra. La piedra fundamental de la Iglesia
hubiera desaparecido antes de poner el primer ladrillo.
77
) Mateo 16:18
— 52 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Pero además, hay también otro aspecto, nada menor, que tampoco se puede
pasar por alto.
¿Por qué obedeció Pedro? ¿Por qué envainó su espada y acató la decisión de
Jesús? ¿Por qué Jesús pudo dar esa orden? La respuesta no deja de ser
simple: porque tenía autoridad moral para darla. Y la tuvo porque pudo
decirle a su Padre, con legítimo orgullo: “Padre ... a los que me diste, yo los
guardé, y ninguno de ellos se perdió ... de los que me diste, no perdí
ninguno.” [78] ¿Se dan cuenta de lo que significa ser un verdadero líder? ¿Se
imaginan hasta qué punto tiene auténtica autoridad moral para obligar una
persona que es capaz de proteger de esta manera? Líderes, jefes y
conductores que han mandado a la muerte a miles y miles de combatientes
ha habido muchos. Pero jefes muriendo al frente de sus hombres como
Leónidas hubo muy pocos. Y jefes que, habiendo cumplido acabadamente
con su misión, pudiesen decir al final de la jornada: “de los que me fueron
dados, no perdí a ninguno”; de ésos, créanme, hubo menos todavía.
Es muy fácil hacerse el héroe con la sangre de los demás. Lo difícil es hacerse
responsable por los hombres a los que uno comanda. Lo difícil es arriesgar la
vida por ellos, si es necesario, y protegerlos siempre.
No para evitarles los riesgos del combate, sino cuidándolos para que no
mueran en vano.
78
) Juan 17:12; 18:9
— 53 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
El juicio
El momento
Si uno repasa la vasta literatura que existe al respecto, verá que a lo largo de
20 siglos casi cada uno de estos 10 años ha encontrado algún partidario. No
obstante, la investigación ha ido estrechando las posibilidades y hoy, gracias
a trabajos como por ejemplo el de Humphreys y Waddington, si bien
seguimos sin una certeza absoluta, al menos tenemos una hipótesis por
demás razonable. [80]
79
) Tácito Anales XV, 44
80
) Cf. Colin J. Humphreys & W.G. Waddington (Oxford) – “La Fecha de la Crucifixión” –
en la revista NATURE, vol. 306, 22/29 Diciembre 1983, págs 743-746. Disponible también
por Internet en http://www.fut.es/~msanroma/crucifixio.htm . Este es el trabajo que
mayormente hemos seguido aquí para la exposición de esta cuestión.
— 54 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
En tercer lugar, sabemos que los hechos ocurrieron en Pascua. Por suerte
esta fecha está bien especificada: el sacrificio de los corderos tenía lugar
entre las 15 y las 17 horas del día 14 del mes de Nisan. La comida pascual –
es decir: la Pascua propiamente dicha – tenía lugar al anochecer, es decir: al
comienzo del 15 de Nisan según la manera de contar los días que acabamos
de señalar más arriba. [81] Ahora bien, este mes de Nisan proviene, con casi
total seguridad, del mes Nisanu babilonio que empezaba con la primer Luna
Nueva posterior al equinoccio de primavera en el hemisferio Norte.
En cuarto lugar tenemos el día de la semana. Aquí hay una cuestión que gira
alrededor del día en que tuvo lugar la Última Cena según el relato
evangélico. Hay una inconsistencia aparente entre los tres sinópticos –
Marcos, Mateo, Lucas – y Juan. [82] Sin embargo, también hay un detalle
significativo: ninguno de los Evangelios menciona la comida del cordero
pascual. Esto ha inducido a la mayoría de los estudiosos del tema a concluir
que la Última Cena tuvo lugar, en realidad, la noche anterior, con lo cual los
cuatro coincidirían en apuntar al 14 de Nisan como el día de la crucifixión.
No obstante, tenemos un problema. La mayoría de los estudiosos está de
acuerdo en que la crucifixión tuvo lugar un día Viernes, con lo que el 15 de
Nisan habría sido un Sábado. Pero también hay una interpretación que
coloca el 15 de Nisan en Viernes con lo cual la crucifixión habría tenido lugar
un Jueves.
81
) Cf. Levítico 23:5 y Números 28:18
82
) Cf. por ejemplo Mateo 26:17-20; Marcos 14:12; Lucas 22:11-15 comparados con Juan
18:28 y 19:31
— 55 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
La reconstrucción
El problema se resuelve reconstruyendo el calendario, de acuerdo a los datos
que tenemos, buscando un año entre el 26 y el 36 DC en el cual el 14 de
Nisan haya caído en Jueves o Viernes.
No voy a rehacer ahora aquí para ustedes todo el cálculo porque me temo
que sería odiosamente aburrido. Si desean intentarlo, por suerte hay
software abundante para modelar los datos. Baste con decir aquí que,
haciendo la matemática del caso y considerando varios factores – como, por
ejemplo, la posibilidad de algún mes intercalado – aparecen las siguientes
fechas tentativamente posibles:
Jueves 10 Abril 27 DC
Viernes 11 Abril 27 DC
Viernes 7 Abril 30 DC
Viernes 3 Abril 33 DC
Jueves 22 Abril 34 DC
— 56 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
En cuanto a las dos fechas remanentes, las opiniones están divididas. Sin
embargo, Humphreys y Waddington marcan un hecho poco tenido en
cuenta.
La “luna en sangre”
Es cierto que el hecho en cuestión es poco explícito. Aparece en dos fuentes:
en una referencia algo indirecta de San Pedro al profeta Joel [84] y en una de
las supuestas cartas de Pilato al César [85]. Probablemente, no merecería ser
mencionado si no fuese porque se ajusta sorprendentemente bien a la fecha
del 33 DC.
Ambas fuentes hablan de una luna de color rojo. Es una “luna en sangre”
según San Pedro o una luna que apareció “como si estuviese teñida en
sangre”, según el apócrifo. Lo notable es que resulta astronómicamente
demostrable que precisamente el 3 de Abril del 33 DC se produjo un eclipse
de luna que pudo muy bien aparecer de color rojo, dadas ciertas condiciones
atmosféricas – las que, por otra parte, se condicen muy bien con el
oscurecimiento del sol relatado por los tres sinópticos [86]. Dicho sea de
paso: no pudo haber ocurrido un eclipse de sol como a veces se desprende de
ciertas traducciones de Lucas 23:44-45 porque un eclipse solar es imposible
en Luna Llena. La concurrencia de los dos fenómenos – oscurecimiento y
eclipse – pudo muy bien haber producido cierta confusión haciéndole creer
a algunos que se trató de un eclipse de sol cuando, en realidad, lo que
83
) El intercalar un mes más en el año era algo que los sacerdotes solían hacer en el caso de
que el equinoccio viniese muy fuera de tiempo. Esto sucedía debido a que los doce meses del
calendario lunar tienen aproximadamente unos 11 días menos que nuestro año solar (el cual
tampoco es absolutamente exacto y por eso le tenemos que agregar un día cada 4 años).
84
) Hechos 2:20 “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el
día del Señor...”.
85
) “Y mientras le crucificaban, sobrevinieron unas tinieblas que cubrieron toda la tierra,
quedando obscurecido el sol a mediodía y apareciendo las estrellas, en las que no había
resplandor; la luna cesó de brillar, como si estuviera teñida en sangre...” Carta de Pilato a
César - Relación de Pilato (Anaphora) VII – Según “Los Evangelios Apócrifos” de Aurelio
de Santos Otero, BAC ad 1996 (1ª Ed. 1956)
86
) Mateo 27:45 – Marcos15:33 – Lucas 23:44
— 57 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
sucedió fue el oscurecimiento del sol por un lado y un eclipse de luna por el
otro.
87
) Cf. Ginzel, F.K. “Spezieller Kanon der Sonnen-und Mondfinsternisse”, Mayer & Muller,
Berlin, 1899.
88
) Por ejemplo, durante un eclipse de luna, la “luna roja” pudo verse en Buenos Aires el 15
de Abril de 2014 ( Cf. Diario La Nación de dicha fecha)
— 58 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Las leyes
La legislación hebrea.
Si hay algo minuciosamente establecido, reglamentado y catalogado en la
cultura hebrea – incluso de un modo detalladamente casuístico – ese algo es
su legislación.
89
) Cf. Deuteronomio 19:15 y también 17:6
— 60 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
parte, los testigos también tenían que tener mucho cuidado con sus
intenciones. Un testigo falso, en caso de ser descubierto, recibía la misma
pena que hubiera recibido el acusado en el caso de haber sido hallado
culpable. [90]
Y más le valía al testigo ser cuidadoso en sus dichos porque las penas no
eran precisamente leves. Los 36 crímenes más importantes –como por
ejemplo el adulterio, la blasfemia, la idolatría, el homicidio, etc. – se
castigaban con la lapidación, la hoguera, la decapitación por la espada o la
asfixia por estrangulamiento. Para los 207 crímenes subsiguientes existía la
flagelación, con un máximo de 39 azotes. Y no se crea que estos castigos son
el producto de una jurisprudencia tardía. En lo esencial figuran en el propio
Antiguo Testamento. Por ejemplo, la pena de lapidación, mediante la cual el
reo luego de ser juzgado era entregado al pueblo que lo mataba a pedradas
en las afueras de la ciudad, puede verse en Deuteronomio 22:24 dónde esta
forma de ejecución se establece para casos de adulterio. También se aplicó
para castigar a la blasfemia, como lo demuestra el caso de Nabot en Reyes
21:8-14.
Digámoslo otra vez: los testigos tenían que tener mucho cuidado en lo que
afirmaban. Porque sucede que, por ejemplo en el caso de la lapidación,
estaban obligados a tirar la primera piedra. De un modo general, estaba
establecido que debían participar de una sentencia de muerte al menos de
un modo inicial: “La mano de los testigos caerá primero sobre él para
matarlo, y después la mano de todo el pueblo...” [91] Y la lógica detrás de
esto es demoledora: en el caso de que se descubriese después que el
ejecutado había sido inocente, el testigo perjuro no solamente debía
responder por falso testimonio sino, además, por homicidio. En todo caso, la
Ley de Moisés no permitía encargarle cómodamente todo el macabro trabajo
a un verdugo.
Y esto es algo que vale la pena tener en cuenta para comprender el papel
desempeñado por Poncio Pilato en el caso de Jesús.
90
) Cf. Deuteronomio 19:18-19
91
) Cf. Deuteronomio 17:7 – Es en este contexto que debe entenderse la conocida palabra
que Cristo sobre el “arrojar la primera piedra”.
— 61 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Esta fórmula explica, dicho sea de paso, un pasaje del Nuevo Testamento
que, de otro modo, no se comprendería en su justo contexto. Después que
Pilato se lava las manos delante del pueblo y dice: “Inocente soy yo de la
sangre de este justo; allá vosotros” la masa que hasta hacía poco vociferaba
“¡Crucifícale! ¡Crucifícale!”, le responde: “Su sangre sea sobre nosotros, y
sobre nuestros hijos.” [93] Esa respuesta no es caprichosa. Es la repetición,
casi literal, de la fórmula con la que la Ley obligaba a los testigos.
92
) Cf. Simon Greenleaf , The Testimony of the Evangelists - Jersey City: Frederick P. Linn,
1881 – Ver: John McArthur en http://www.biblebb.com/files/MAC/sg2389.htm
93
) Mateo 27:24-25
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
confesión debía ser ignorada a menos que fuese corroborada por lo menos
por dos testigos. Y esto también es una disposición muy sabia aunque
sorprenda y vaya en contra de nuestro aceptado axioma de “a confesión de
parte relevo de prueba”. Porque con este procedimiento se evita que una
persona tome sobre sí el crimen de otra, como podría suceder, por ejemplo,
con una madre que se auto-acusa para salvar a su hijo o con cualquiera que
esté dispuesto a inmolarse por un ser muy querido.
Una vez finalizadas las presentaciones y las discusiones, uno de los jueces
debía recapitular y resumir todo el caso y luego se procedía a votar. En este
momento el público debía abandonar la sala. Dos escribas tomaban nota; el
uno de los votos condenatorios y el otro de los absolutorios. Si una mayoría
simple votaba por la absolución, al acusado lo liberaban inmediatamente,
pero, en todo caso, hacían falta más votos para condenar que para acusar:
por ejemplo, en los Sanhedrines locales de 23 miembros, en el caso de
delitos mayores once votos eran suficientes para absolver pero se requerían
trece para condenar.
— 63 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
El tercer día, por la mañana, los jueces volvían a sesionar y votaban otra vez.
Y aquí viene algo muy curioso: aquellos que en la primera sesión habían
condenado podían ahora cambiar su voto por la absolución; pero quienes
habían absuelto no podían cambiar su voto por la condena. Si de esta última
votación surgía una mayoría por la condena de un delito penado con la
muerte, el reo era inmediatamente llevado al lugar de la ejecución. Pero, aún
a pesar de esta prontitud, se tomaban medidas realmente notables.
Por de pronto, los jueces no podían levantarse de sus asientos hasta que la
sentencia no hubiese sido ejecutada. Una persona, con una bandera en la
mano se colocaba a la puerta de la sala. Otro, también provisto de una
bandera, acompañaba al reo. Durante el trayecto, si aparecía alguien ante el
tribunal con algún testimonio de último momento a favor del acusado, el de
la puerta de la sala agitaba su bandera y el acompañante del condenado
debía traer de regreso al reo hasta los jueces. Por otra parte, si el propio reo
manifestaba recordar argumentos o hechos que no había manifestado antes,
lo llevaban de nuevo ante el tribunal hasta cinco veces. Delante de la
procesión debía marchar un heraldo anunciando a viva voz el nombre
completo del condenado, el crimen específico por el cual había sido
sentenciado y el nombre de los testigos en virtud de cuyas declaraciones se
había pronunciado la sentencia. La proclama del heraldo debía concluir con
la frase “...si hay alguien que posea pruebas a su favor, que se presente
rápidamente.” Por último, a cierta distancia del lugar de la ejecución, al
condenado se le ofrecía un brebaje que le ayudaba en alguna medida a
perder la noción de lo que habría de ocurrirle.
— 64 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Sin embargo, si uno repasa los casos históricos concretos, se encuentra con
que la realidad formal – que bien pudo haber sido como la indican los
estudiosos basándose en normas y disposiciones oficiales – muchas veces no
se condice con los hechos. Por un lado, como ya hemos visto, los romanos no
se desesperaban precisamente por inmiscuirse en las cuestiones religiosas y
civiles locales. Por el otro lado, tampoco puede ser ignorado que Cristo
mismo salvó a la mujer adúltera de ser lapidada con su inmortal frase: “El
que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
ella”. [94] De lo que no es muy difícil deducir que existieron lapidaciones aún
a pesar de las disposiciones oficiales.
Mucho menos puede ser pasada por alto la muerte del primer mártir
cristiano, el diácono Esteban, quien murió lapidado tras ser acusado por el
Sanhedrín de haber pronunciado palabras contra la Ley de Moisés. Y esto
sucedió muy poco tiempo después de la muerte de Jesús, hacia el 34 o 35
DC; es decir: todavía bajo el gobierno del mismísimo Poncio Pilato ya que
éste gobernó la región hasta el 36 DC. Tanto es así, que San Pablo, antes de
su conversión – siendo todavía Saulo de Tarso, discípulo del famoso fariseo
Gamaliel [95] y dedicado a perseguir a los cristianos – participó en esa
lapidación aunque sólo de un modo pasivo porque, como a él mismo no le
estaba permitido arrojar piedras, se quedó custodiando el manto de los
apedreadores mientras observaba la escena. [96]
94
) Juan 8:7
95
) Gamaliel fue un muy renombrado fariseo, el primero en recibir el título de Maestro
(Rabban) de la Ley. Se dice que descendía de Hilel, otro grande de la tradición hebrea. Fue
la autoridad náxima (nasi) del Gran Sanhedrín y, según Hechos 5:34-39, habló en favor de
los discípulos de Jesús cuando éstos fueron llevados ante ese tribunal por predicar sus
enseñanzas. En Hechos 22:3 San Pablo reconoce expresamente haber sido su discípulo
cuando dice: "Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad,
instruido a los pies de Gamaliel..."
96
) Hechos 7:58-60 y 8:1-3
97
) Hechos 12:1-17
98
) F.Josefo Antigüedades, XX, 200
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Cualquiera que haya actuado en política por más de cinco minutos seguidos
sabe que la mayoría de las normas procesales se cumplen sólo cuando
conviene cumplirlas.
La legislación romana.
Aparte de ser juzgado por un tribunal hebreo, Jesús, como todos ustedes
saben, también debió comparecer ante Poncio Pilato, es decir: ante la
justicia romana.
Por la época en que Cristo fue juzgado, en el Imperio Romano las cuestiones
civiles, penales y administrativas de los ciudadanos romanos eran juzgadas
dentro del ámbito del derecho quiritario. Por su parte, a los no-ciudadanos
que se econtraban bajo la protección de Roma se les aplicaba el llamado
derecho pretoriano y esto siempre y cuando el caso no pudiese ser resuelto
aplicando las normas locales del Estado a cuya jurisdicción perteneciese el
súbdito. Dicho sea de paso: este es el motivo por el cual Pilato envió a Jesús
ante Herodes. Pilato era el prefecto de Judea y ni siquiera residía
normalmente en Jerusalem sino en Cesarea. Galilea se hallaba bajo la
autoridad de Herodes. Siendo Jesús de Galilea, en realidad y de acuerdo con
la legislación romana, la tarea de juzgarlo le hubiera correspondido a
Herodes. La situación que se dio fue que, con motivo de las fiestas de
Pascua, ambos – tanto Herodes como Pilato – se hallaban en Jerusalem y
esa ciudad sí estaba bajo la jurisdicción de Pilato.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Es muy cierto que en las provincias no siempre ni en todos los casos las
disposiciones legales se seguían al pie de la letra pero, de cualquier manera
que sea, los magistrados intervinientes tenían expresas instrucciones de
respetarlas en el mayor grado posible.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Los procesos
Síntesis de lo ocurrido
Es bien entrada la noche y Jesús está en Getsemaní. Llega Judas, que había
recibido dinero por entregarlo, acompañado por la guardia del templo. Le da
un beso al Maestro, luego de lo cual los guardias y los alguaciles del
Sanhedrín lo prenden y lo atan. Jesús no ofrece resistencia alguna y hasta
impide que Pedro lo defienda.
Esa misma noche Anás lo envía a su yerno Caifás [99] dónde ya estaban
reunidos al menos los principales miembros del Sanhedrín [100]. Allí lo
acusan varios testigos, tan falsos que ni siquiera consiguen hacer coincidir
99
) Juan 18:13 y 18:24
100
) Marcos 14:53
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
sus testimonios [101]. Por último, viendo que por ese camino no se conseguía
avanzar, Caifás le pregunta a Jesús directamente si es el Hijo de Dios. Ante
la respuesta afirmativa, los presentes dan por probado el delito de blasfemia.
Se pronuncia la condena a muerte y Jesús es escupido, golpeado a puñetazos
y abofeteado. Otra interpelación y van dos.
Herodes, por una parte teme encontrarse ante una reencarnación de Juan el
Bautista a quién mandó decapitar en su momento. Por otra parte, siente
curiosidad por ese misterioso personaje de quien se dice que ha hecho
muchos milagros. Lo interroga y espera que Jesús haga ante él algo
extraordinario. Pero el acusado permanece en silencio. No queriendo
inmiscuirse en un asunto por demás complicado y probablemente no
queriendo tampoco sumar la responsabilidad por la muerte de Jesús a su ya
asumida responsabilidad por la de Juan el Bautista, Herodes se limita a
menospreciarlo y escarnecerlo para enviarlo de regreso a Pilato. [104] Quinto
proceso.
101
) Marcos 14:56
102
) Marcos 15:1
103
) Lucas 23:7
104
) Lucas 23:11
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
de no ser “amigo de César” si suelta al acusado [105], se lava las manos ante
todos ellos y ordena la ejecución [106] . Sexto y último proceso.
105
) Juan 19:12
106
) Mateo 27:24
107
) Para un análisis jurídico exhaustivo de los juicios a Jesús Cf. Walter M. Chandler, The
Trial of Christ from a Lawyer's Point of View, 2 Tomos - Federal Book Co. 1925
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
¿Se dan cuenta de lo que quiero decir cuando afirmo que los juicios a Jesús,
jurídicamente hablando, fueron un completo mamarracho?
Lo lincharon.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Ya lo sé: son muchas preguntas. Y las respuestas no pueden ser más que
especulaciones. Más o menos fundadas, pero especulaciones al fin. Pero si
queremos entender lo que sucedió – o, por lo menos, si queremos tratar de
entenderlo – no hay más remedio que hacer las preguntas abiertamente e
intentar las respuestas, aunque éstas no sean nunca del todo satisfactorias.
Siempre quedarán cuestiones abiertas y zonas grises. De hecho, hace dos mil
años que los estudiosos discuten sobre ellas y por cierto que ni siquiera se
me ha cruzado por la cabeza la idea de poner aquí un punto final a la
discusión.
Pero creo que hay que hacer esas preguntas. Y hacerlas hasta en forma
descarada. No es cuestión de ser irreverente – especialmente no en este caso
y por motivos más que obvios – pero hay algunas que surgen del simple
sentido común y el sentido común con frecuencia parece irreverente; sobre
todo cuando cuestiona inverosimilitudes convertidas en dogma por pereza
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
mental o estulticia espiritual. De todos modos, no veo por qué habría uno de
tener miedo a hacer preguntas. Lo que sí creo es que quizás terminemos
asustándonos un poco de las respuestas.
El apuro
Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención en el juicio de Jesús
es la velocidad con la que sucedieron los hechos. Es curioso cómo
relativamente pocos han reparado en este detalle. Prácticamente fue una
detención con juicios sumarísimos y ejecución inmediata. Y todo a una
velocidad que habría sorprendido hasta a los verdugos de la KGB. Piensen
ustedes tan sólo en esto: Jesús fue arrestado un día por la noche. Antes de
las 6 de la tarde del día siguiente moría en la cruz. En menos de veinticuatro
horas su caso había sido juzgado, la sentencia dictada y la ejecución
cumplida. Uno no puede menos que preguntarse: ¿Por qué tanto apuro?
— 76 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Sin embargo y aún así, ¿por qué hacer grandes esfuerzos por encontrarlo si
ya estaba allí, en Jerusalem, predicando en el Templo durante el día y se
podía especular con buen fundamento que seguiría viniendo a Jerusalem de
todos modos? Muy posiblemente jamás conseguiré demostrarlo más allá de
toda duda razonable, pero estoy convencido de que a Jesús los dirigentes del
Sanhedrín lo estaban esperando. Sabían que vendría a Jerusalem para la
Pascua. Tenían informantes. Conocían sus costumbres. Le habían seguido
los pasos. Si no salieron a buscarlo fue simplemente porque sabían que
Jesús vendría a ellos. Y, por consiguiente, ya sabían de antemano que
dispondrían de muy poco tiempo para hacer lo que se proponían. Lo que
creo, en suma, es que Jesús cayó en una emboscada muy hábil y muy
cuidadosamente montada.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
La cuestión básica en todo esto es que la totalidad del escenario resulta casi
completamente previsible. La Pascua es una fecha establecida. Tenemos el
momento. La gran cantidad de gente que concurrirá es previsible. Tenemos
la herramienta de presión. Que Pilato no faltará a la cita es previsible.
Tenemos al verdugo. Que Jesús vendrá también es previsible, aunque más
no sea porque ahí está Judas que lo debe haber informado. La cosa puede
fallar. A último momento el galileo puede decidir no aparecerse por la
ciudad. Pero es poco probable. Es razonable pensar que también tenemos a
la víctima.
El motivo
Con lo cual tendríamos el motivo para el apuro pero nos sigue faltando el
motivo para la decisión principal: ¿por qué ese cruel empecinamiento en
matarlo a toda costa? ¿Por qué tomarse el trabajo de montar toda esa
satánica trampa para matar a alguien que no hacía más que recorrer el país y
predicar?
Como en muchos otros casos similares, creo que sería un error tratar de
encontrar aquí un motivo. Estas cosas nunca tienen un solo motivo.
Aunque, si estuviese forzado a nombrar uno, y uno solo, seguiría la trama de
todas las novelas policiales y pensaría en las dos alternativas clásicas del
— 79 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Sobre todo porque, si se lee con atención, se advierte que la crítica de Jesús
es básicamente ad hominem. No se trata de una crítica a la doctrina ni a la
religión mosaica sino de una severa censura al comportamiento de esos
hombres: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así
que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no
hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.” [109]. La censura
demoledora es al proverbial “hijo mío, haz lo que yo digo y no lo que yo
hago”. Es la admonición a los hipócritas que no ponen sus acciones, ni
mucho menos su corazón, allí en dónde ponen sus grandilocuentes palabras
y sus aparatosos gestos. Desde este punto de vista, la ejecución de Jesús
sigue la misma lógica asesina que la eliminación de Juan el Bautista. Y sobre
este punto volveremos más adelante.
108
) “Busque a la mujer” y “busque el dinero” en francés.
109
) Mateo 23:2-3
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Pero esto, con ser obvio, no es todo y por lejos. Porque tan sólo un poco
menos obvio, pero aún así bastante evidente, es que había mucho dinero en
juego. Mucho dinero.
110
) Juan 2:15 ; Mateo 21:12-13; Marcos 11:15-18; Lucas 19:45-46
— 81 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
No es probable que los saduceos creyesen realmente en que Jesús tenía esas
intenciones; ni mucho menos ese Poder político. Pero, con su actitud y sus
enseñanzas, sus discípulos podían llegar a contribuir a la promoción o al
fomento de la inquietud y la agitación que sacudían a toda la región. Podían
contribuir a desestabilizar la ya de por sí bastante inestable situación
sociopolítica imperante. Los muy ricos no podían verlo con simpatía. Jesús
era alguien al menos incómodo y cuyos seguidores podían volverse
peligrosos en cualquier momento.
Y todos sabemos lo que suele ocurrir con las personas que les resultan
incómodas o peligrosas a los muy ricos.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
111
) Juan 11:45-53
112
) Cf. Mateo 26:1-5; Marcos 14:1-2 y Lucas 22:1-2
113
) Juan 18:15
— 83 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Claro que aquí uno podría preguntarse también cómo es que un discípulo de
Jesús podía llegar a ser tan conocido de Anás que lo dejaban entrar a su
palacio como a alguien de la casa. En todo caso, este “otro discípulo”
difícilmente haya sido Judas. Por una parte Judas es un traidor. A los ojos
de Anás no debe haber valido ni las treinta monedas de plata que se le
pagaron. Judas es una de esa clase de personas a las cuales los poderosos
alquilan para hacer un trabajo sucio y después prefieren no verlas nunca
más. Por otra parte, si hubiese sido Judas, es muy poco imaginable que
todos los demás evangelistas se olvidasen de mencionarlo.
114
) A decir verdad, el error está dos veces en la misma frase.
— 84 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Pero, si Juan estaba tan bien al tanto de las cuestiones internas de las más
altas autoridades religiosas, entonces adquiere un valor muy especial su
testimonio en cuanto a las palabras arriba citadas de Caifás (identificado,
ahora ya sí, correctamente como el “sumo sacerdote aquel año”). ¿Y qué
está diciendo allí Caifás? Pues el mensaje es bien claro: Jesús es peligroso. Si
sigue haciendo milagros, predicando y ganando adeptos, la posición del
establishment local frente a los romanos está puesta a riesgo. Hay que
eliminar a Jesús porque, de no hacerlo, peligra el gobierno local y, si cae el
gobierno, peligra la cohesión de todo el organismo político. Y, en todo caso,
hay una razón de Estado: es preferible matar a un hombre como advertencia
115
) Cf. Flavio Josefo Antigüedades Judías, XVI11. ii. 1, 2; XX. ix. 1
— 85 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Jesús representaba, eso sí, una crítica moral y religiosa muy fuerte para el
establishment al cual pertenecían los fariseos, los escribas y los saduceos. Y
para defender su posición, este Poder constituido inventó el argumento de
que su prédica representaba una amenaza política para la nación entera.
116
) En Juan, este argumento aparece no una, sino dos veces. En el pasaje ya citado y otra
vez en 18:14 en dónde identifica expresamente a Caifás como “...el que había dado el
consejo a los judíos, de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.”
— 86 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
117
) Mateo 24:3-28; Marcos 13:3-23; Lucas 21:6-24
118
) Lucas 21:34
119
) Lucas 21:6; Mateo 24:1-2; Marcos 13:1-2
— 87 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Y quizás también, los sacerdotes del templo, o algunos de ellos por lo menos,
comprendieron o presintieron de algún modo la voluntad de Dios y
decidieron rebelarse contra esa voluntad porque, al tener que optar entre
Dios y el mundo, prefirieron aferrarse al mundo y alejarse de la mano de
Dios.
Aunque, por el otro lado, tampoco creo que Jesús haya sido el único
crucificado por sedición aquel día. Pero dejemos esto para más adelante.
— 88 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Es increíble como los políticos utilizan siempre los mismos trucos desde
hace miles de años. Cuando está en peligro el dinero que tienen en los
bolsillos, siempre se ponen a predicar la necesidad de salvar a la Patria.
Aunque, está bien. Ya sé lo que todos están pensando. Siempre hay unos
cuantos para quienes el dinero es la única Patria que cuenta.
El verdugo
Tenemos hasta ahora dos cosas aproximadamente en claro. Primero; la
absoluta nulidad de los procedimientos judiciales obligó a la rapidez. Se
trataba de matar a un inocente y eso es muy difícil de hacer mediante
procesos formales con todas las garantías. Segundo; el abanico de motivos
abarcaba múltiples razones que barrían todo el espectro que va desde lo
religioso, pasa por lo político y termina en lo comercial. Más allá de que se
utilizaran unos argumentos para justificar a otros; más allá de que algunos
de los motivos declarados sirvieran para no tener que hablar de los
inconfesables, a los ojos de la dirigencia en Jerusalem el caso contra Jesús
fue lo suficientemente justificable como para arriesgar toda una serie de
irregularidades procesales.
Por otro lado, también es bastante evidente que siempre es muy conveniente
encargarle el trabajo sucio a otro. Si las cosas llegan a salir mal, no está
nunca de más tener alguien a mano para usarlo de fusible.
¿No me creen ustedes que esos hubieran sido los argumentos en el caso de
que algo saliera mal? Pues, si no me lo creen se equivocan. Esos mismos
argumentos, bien que no de un modo tan burdo como acabo de exponer
aquí, fueron efectivamente usados cuando la dirigencia judía tuvo que
empezar a defenderse de las acusaciones de los primeros cristianos. Además,
sigan un poco la lógica de nuestros políticos actuales en todos aquellos casos
en que una pésima decisión terminó produciendo un desastre y después me
cuentan. No creo haber exagerado en lo más mínimo con lo anterior.
Sea como fuere, planteado el tema de este modo quizás hay una incógnita
que podemos despejar con relativa facilidad. Si nos preguntamos: “¿por qué
hacía falta Pilato?” la respuesta podría ser relativamente simple: porque la
— 90 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
120
) Mateo 26:63
— 91 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
para poder decirles luego algo así como “¿Ven? ¿Ven que tenía razón cuando
les decía que hay que matar a este hombre?”. De hecho, lo que les dice
después de rasgarse teatralmente las vestiduras es: “¡Ha blasfemado! ¿Qué
más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su
blasfemia. ¿Qué os parece?” [ 121] Es como si, en un castellano más actual,
alguien dijera: “¡Ahí tienen la blasfemia! La acaba de decir él mismo delante
de todos ustedes. ¿Para qué queremos testigos? ¿Entienden ahora lo que yo
les decía?”.
Aquí es donde entra en escena Pilato. Que lo ejecute él. Las ventajas
derivadas de usarlo al romano como verdugo ya las hemos visto. La decisión
está tomada. Jesús debe morir y el que tiene que ejecutarlo es Poncio Pilato.
El Sanhedrín – o al menos la parte de sus miembros conjurados – se reúne a
la mañana siguiente. Se confirma lo resuelto la noche anterior y Jesús es
enviado expeditivamente ante el prefecto. No hay juicio. No hay sentencia.
No hay nada de eso. Lo único que hay es una decisión en firme de matar a
Jesús y de hacer que Roma se encargue del papel del verdugo. Eso es todo.
*********
121
) Mateo 26:65-66
— 92 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Cualquiera que sabe como se arman estas cosas; cualquiera que haya tenido
un mínimo de relación con el Poder; cualquiera que haya aunque más no sea
leído un poco de Historia y se haya informado mínimamente de las
intimidades de casos similares sabe perfectamente que uno no manda a un
inocente al verdugo si no está positivamente seguro de que ese verdugo hará
su trabajo sin hacer preguntas. ¿Se lo pueden imaginar ustedes a Stalin
enviando a Kamenev a juicio sin la absoluta certeza de tener a Vishinksy y a
Ulrich bajo control y sin asegurarse que la NKVD cumplirá su parte del
trabajo?
— 93 —
Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Para empezar: ¿de dónde salieron los “ladrones” que fueron crucificados
junto a Jesús? Muy especialmente: ¿de dónde salió Barrabás?
Por de pronto hay una cosa que debemos descartar de entrada: no pudieron
ser ladronzuelos comunes por la sencilla razón que los romanos no
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
122
) Juan 18:40
123
) Mateo 27:16
124
) Lucas 23:25
125
) Marcos15:7
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Barrabás tuvo que haber hecho algo más grueso para ganarse la fama. La
clave está en la palabra “sedición” utilizada por Lucas y que le otorga un
contenido específico a la palabra “revuelta” que emplea Marcos – aunque
este último ya es suficientemente explícito si tenemos en cuenta que,
previamente, nos indica la existencia de un “motín”.
De modo que el cuadro debería quedar bastante claro. Según todo lo que
tenemos hasta ahora, Barrabás era un sedicioso que se había alzado en
armas contra las autoridades constituidas, había matado a un número
indeterminado de personas, los romanos lo habían detenido y se encontraba
en la cárcel. De ser esto así, su delito estaba incuestionablemente penado
con la crucifixión, por el mismo principio por el cual, más de cien años antes
de la época de Jesús, Craso había crucificado a los esclavos sublevados con
Espartaco [126].
Pero hay un detalle que se nos está escapando. Barrabás no fue preso solo.
Su caso no fue el de un cabecilla que cae mientras sus secuaces consiguen
huir. Marcos es bien claro al respecto. Afirma que estaba preso con sus
compañeros de motín y, para mayores datos, emplea el plural – habían
cometido homicidio – cuando tipifica el hecho. O sea, si empleamos otra vez
la jurisprudencia del antecedente de Espartaco, todos ellos estaban
condenados a ser crucificados.
126
) La rebelión de Espartaco terminó con la muerte de éste en el 71 AC
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
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forma rápida [127] ya que, por cuestiones religiosas y culturales, los mismos
no podían quedar expuestos durante la festividad. Además, incluso desde un
punto de vista de psicología elemental resultaba más efectiva una crucifixión
al final de la fiesta y no al principio de ella.
Por todo ello pienso que lo más probable es que el acuerdo inicial consistió
en que los romanos procederían a crucificar a los sediciosos poco antes de
que la muchedumbre se dispersara. Todos volverían así a su lugar habitual
de residencia llevando consigo la imagen de los ajusticiados y la noticia de
que el ambiente se estaba poniendo caldeado para los bandoleros. Pilato
podría mandar su informe a Roma demostrando que se había ocupado
adecuadamente de los asuntos bajo su responsabilidad mientras el
contubernio de fariseos y saduceos culparía a los romanos y – por supuesto
– hablaría pestes de ellos, pero, con todo, también se encargaría de hacer
llegar el mensaje de que el horno no estaba para bollos porque nadie
pensaba tolerar aventuras revolucionarias que alterasen el orden. Y, en todo
caso, como ya lo había dicho Caifás, el criterio lamentablemente era que
siempre “conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la
nación perezca”. Y quien dice “un hombre” puede querer decir dos, tres,
cinco, una docena…
Lo que alteró este acuerdo fue que, en el interín, los fariseos y los saduceos
del Sanhedrín, junto con una muchedumbre vociferante, se aparecieron con
la demanda de crucificar a Jesús de modo inmediato.
En primer lugar, Barrabás era, con casi total seguridad, su reo. Lo más
probable es que fueron los romanos quienes lo arrestaron, lo juzgaron y lo
condenaron siendo que su delito estaba clarísimamente previsto y penado
127
) La utilización de clavos en lugar de las ligaduras tradicionales también encaja bastante
bien con esta necesidad circunstancial de apurar la muerte por falta de tiempo.
Normalmente a los reos se los ataba a la cruz, no se los clavaba sobre ella como ocurrió con
Jesús.
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por las normas de Roma. No así Jesús a quien los del Sanhedrín traían ahora
alegando que lo habían condenado, cuando era completamente evidente que
no habían tenido ni siquiera el tiempo reglamentario para juzgarlo.
En cuarto lugar no le debe haber gustado, pero para nada, que un pandilla
de fariseos y saduceos, a la cabeza de un populacho enardecido y vociferante,
viniesen a imponerle una decisión. Un representante de César no tenía por
qué dejarse imponer una condena a muerte por personas que, al fin y al
cabo, eran sus propios súbditos y subordinados.
128
) Considerando que por la mañana previamente había tenido lugar todavía la reunión
final del Sanhedrín, Cristo no podrá haber sido presentado ante Pilato mucho antes de
alrededor de las ocho de la mañana. Como el día, según la costumbre hebrea, terminaba
hacia eso de las seis de la tarde, a Pilato le quedaban apenas unas diez horas más o menos
para juzgar, condenar y ejecutar. Y eso con una clase de ejecución que tardaba normalmente
varios días en matar efectivamente al reo.
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con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él.”
[129]. Nunca sabremos si la mujer de Pilato sólo tuvo una pesadilla
premonitoria o, aparte de eso, también sabía algo más y quiso prevenir a su
marido cuando lo vio en aprietos, lo cual en mi opinión es bastante probable.
No es nada raro que las mujeres estén enteradas de muchas cosas bastante
mejor que la mayoría de los hombres.
En sexto lugar, su oferta de soltar a uno de los reos y de dar a elegir entre
Barrabás y Jesús hasta puede ser considerada una contraofensiva de parte
de Pilato. Porque, viéndolo desde la óptica en que lo hemos estado
analizando, eso equivalía a decir: “Tengo solamente tres cruces. Ustedes
deciden. Si crucifico al galileo, lo suelto a Barrabás. Así que elijan: si
crucifico al que ustedes llaman blasfemo entonces les suelto al insurgente
que ya nos ha costado unos cuantos dolores de cabeza.” No fue una mala
jugada. El Sanhedrín, por todas las razones que ya hemos visto, optó por
Jesús; pero desde el punto de vista de Pilato no fue una mala jugada y
presionaba mucho más a favor de Jesús de lo que usualmente se ha
considerado.
129
) Mateo 27:19
130
) Juan 19:12
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Pilato y Herodes
Hay un pasaje muy curioso en el Evangelio de Lucas.
131
) Lucas 23:12
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En otro orden de cosas, recordemos también que fue Herodes Antipas el que
había mandado a prisión a Juan el Bautista. Después de eso, su mujer
Herodías y su hijastra Salomé prácticamente le tendieron una trampa a raíz
de la cual terminó teniendo que ordenar su decapitación. [132] El hecho es
bastante confuso porque, por un lado sabemos que Herodes arrestó a Juan
pero, por el otro, también sabemos que, aún a pesar de las amonestaciones
de las cuales Juan lo hacía objeto por su matrimonio con Herodías, el
tetrarca gozaba de la compañía del profeta y lo llamaba con frecuencia para
conversar con él. Suena mucho a un arresto por encargo o por compromiso.
Y su decapitación es algo que realmente hizo muy a disgusto. Fue un
tremendo error que tuvo que pagar por dejarse seducir por su hijastra cuya
madre lo urdió todo precisamente para lograr esa muerte.
132
) Marcos 6:17-27
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La fatalidad y el destino
Fatalidad es lo que nos sucede; Destino es lo que hacemos suceder. La
Fatalidad es algo que nos pasa porque, por algún motivo o por alguna razón,
se han dado en el Universo las condiciones para que eso sucediera. Al
Destino lo hacemos suceder, sea de modo consciente o – como sucede con la
enorme mayoría de las personas – de modo inconsciente, porque hay algo
dentro de nosotros mismos que nos empuja para hacerlo ocurrir.
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133
) Lucas 9:58
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gentes por demás humildes, nunca corre peligro de morir de hambre, nunca
padece los síntomas de una desnutrición; ni siquiera las consecuencias
normales de una alimentación precaria y desordenada. La Fatalidad está
ausente de esta historia. No lo estará en la historia de los apóstoles. Pero sí
lo está en la historia de Jesús de Nazareth.
Porque una verdad es Verdad cuando vale la pena morir por ella. Y una
persona dispuesta a morir por esa Verdad necesariamente tiene que ser
inocente.
¿Tenía que suceder así? ¿No podía haber sucedido de otra manera?
134
) En el santoral greco-ortodoxo, el 25 de Junio es San Poncio Pilatos y el 25 de Octubre
está dedicado a Santa Claudia Procula.
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Denes Martos Los Deicidas (II Parte)
Para Pilato, Jesús fue una Fatalidad. Una Fatalidad que quiso evitar y no
supo o no pudo hacerlo. Para Cristo, sin embargo, Pilato fue el instrumento
de un Destino. Un Destino que en el Monte de los Olivos pidió que le fuera
dispensado pero que, una vez admitido como la voluntad de su Padre, aceptó
y no quiso evitar.
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La Crucifixión
135
) Lucas 23:34
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Por la misma razón, no quisiera entrar en todos los detalles de las pocas
horas que faltan. Además, todos ustedes seguramente conocen la historia. Y
si no la conociesen, allí está en los Evangelios. Son unas pocas páginas.
Notablemente pocas en realidad.
Lo asesinaron.
Fue tan espantosamente horroroso que hasta Él mismo llegó a dudar por un
instante: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” [136]
136
) Marcos 15:34; Mateo 27:46
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137
) Lucas 23:46
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Epílogo
El hombre volvió a mirar hacia el altar pero esta vez, el Nazareno, de alguna
forma misteriosa ya no aparentaba estar tan dolorido.
Esta vez el que sonrió fue el hombre, pero su sonrisa fue amarga. ¿Qué no
saben lo que hacen? ¡Por Dios! ¡Lo saben perfectamente!
Allá afuera todo el país, toda España está en llamas. Se están matando a
mansalva. Los que no creen masacran a los que creen y los que creen se
dedican a liquidar a los que no creen. Y, por supuesto, todos se acusan
mutuamente de haber tirado la primera piedra. Y por supuesto, todos le
echan toda la culpa al otro. Y, por supuesto, todos afirman que la atrocidad
cometida no es más que una justa represalia por la atrocidad sufrida.
Y en el medio están todos aquellos a los que les importa un bledo que
España entera haya terminado crucificada a balazos, a cañonazos y a
bombazos porque esos ríos de sangre supuestamente son para demostrar lo
supuestamente excelso de una supuesta idea; o supuestamente para salvar lo
que se supone que aún queda de sagrado en una carnicería en donde lo
único que realmente hay en juego es el hambre de Poder de todos los
participantes principales.
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Además…
“... perdónalos...”
Fusilaron a Cristo.
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138
) El monumento original fue construido por suscripción pública, salvo la figura de Jesús
que fue donada por Juan Mariano Goyeneche. Se inauguró el 30 de Mayo de 1919 por el Rey
Alfonso XIII. El monumento que hoy se puede ver en el mismo lugar fue reconstruido por el
Estado español después de la Guerra Civil.
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