Professional Documents
Culture Documents
El neonazi Jörg Haider (que murió en 2018) era también oriundo de Carintia, capital
de la provincia Carintina, de la que fue gobernador en dos períodos (entre 1989 y 1991 y
entre 1999 y 2008). Al sur de esa ciudad hay importantes colonias eslovenas y él se
opuso, en la década del ochenta a la integración de las comunidades eslovenoparlantes
en las escuelas primarias, a la inmigración, al bilingüismo (por ejemplo, en las señales de
tránsito), en contra de la Constitución austríaca. Murió en un accidente de tránsito cerca
de Klagenfurt (manejaba borracho). Nos gusta pensar que no pudo leer los nombres
en una señal de tránsito escrita en esloveno.
El paisaje en el que creció Inge tiene su propia historia. El fascismo austríaco,
también. En 1918 se crea la República de la Austria alemana. Después de realizar
plesbiscitos en los que ganó por abrumadora mayoría la unificación con Alemania, Austria
alemana reclamó territorios1 y anunció su intención de unificación estatal. Ninguna
potencia apoyaba el reclamo (salvo Alemania, envuelta en su propia crisis económica y
una revolución socialista)2, así que el asunto quedó para más adelante, el Anschuss del
38. La república austríaca de después de la guerra no funciona del todo (crisis económica,
política y social). En marzo de 1933, el canciller Engelbert Dollfuss disolvió la Cámara
Baja y comenzó a gobernar por decreto. En mayo de 1934, promulgó una nueva
Constitución que marca el comienzo oficial de un régimen autoritario que se conoce como
“austrofascismo”. Murió asesinado en 1934, durante un fallido intento de golpe de estado
nacionalsocialista.
En marzo de 1938 se produjo uno de los ataques más violentos contra los judíos en
Viena (donde el antisemitismo era mucho más profundo que en Alemania). Viena
concentraba la mayor población judía en territorio germano-parlante (“la nueva
Jerusalem”, la llamaban). Incluso bajo el austrofascismo, los judíos tenían propiedades y
ocupaban muchos cargos académicos y profesionales. Todo esto, desde una perspectiva
de antisemitismo racionalmente instrumental, debía terminar. Los nazis austríacos
tomaron la iniciativa de lo que habría de conducir a la Solución Final.
En Viena, los judíos ocupaban 60.000 unidades de vivienda. En marzo de 1938 se
resolvió la crisis crónica de vivienda en la ciudad, embargando todas las viviendas judías
1 Reclamaba el territorio de la actual Austria más el Tirol Sur, Tarvisio (Italia), el sur de Carintia y de Estiria
(Eslovenia), toda la franja occidental de Bohemia y los Sudetes (República Checa).
2 El 12 de marzo de 1919 la Asamblea Nacional austríaca declaró al estado como una parte constituyente
de la República alemana. El 10 de septiembre de 1919, el canciller Karl Renner fue presionado para
firmar el Tratado de Saint-Germain-en-Laye, por medio del cual se cambia el nombre de la naciente
república por Austria a secas y se le prohibe la unificación con otro Estado a menos que contara con la
aprobación de la Sociedad de las Naciones. El Tratado de Versalles, por su parte, prohibía a Alemania
unirse con Austria.
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
Pascal avait son gouffre, avec lui se mouvant. Pascal tenía su abismo, que con él se movía
- Hélas ! tout est abîme, - action, désir, rêve, -¡Todo es abismo, ay, acción, deseo, sueño,
Parole ! et sur mon poil qui tout droit se relève palabra!, y mi pelo se eriza de pronto
Maintes fois de la Peur je sens passer le vent. ante el terror que como un viento lo toca.
En haut, en bas, partout, la profondeur, la grève, Abajo, arriba, por todas partes, la profundidad, la
playa,
Le silence, l'espace affreux et captivant... el silencio, el espacio cautivante y horrendo...
Sur le fond de mes nuits Dieu de son doigt savant En mis noches profundas con su dedo de sabio Dios
Dessine un cauchemar multiforme et sans trêve. dibuja una pesadilla multiforme y sin tregua.
J'ai peur du sommeil comme on a peur d'un grand Tengo miedo del sueño como como se teme a un gran
trou, agujero,
Tout plein de vague horreur, menant on ne sait où; lleno de vago terror, que lleva a ninguna parte;
Je ne vois qu'infini par toutes les fenêtres, en todas las ventanas no veo sino infinito.
3 “Ich habe schon vorher darüber nachgedacht wo fängt der Faschismus an. Er fängt nicht an mit den
ersten Bomben, die geworfen werden, er fängt nicht an mit dem Terror, über den man schreiben kann, in
jeder Zeitung. Er fängt an in den Beziehungen zwischen einem Mann und einer Frau. Hier in dieser
Gesellschaft ist immer Krieg” . Bachmann, Ingeborg. Wir Müssen Wahre Satze Finden. Gesprache Und
Interviews. München, Piper, 1991, pág. 144.
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
Para Simone de Beauvoir, “Ia categoria del Otro tiene orígenes tan remotos como
Ia misma conciencia" (...) "Ia Alteridad es una categoria fundamental del pensamiento
humano". Es en el pensamiento del abominable Hegel donde de Beauvoir encuentra el
4 La palabra que usa es “Ungeheur”, la misma que aplica el judío de Praga al insecto en que se ve
convertido Gregor Samsa una mañana, después de sueños intranquilos. “Als Gregor Samsa eines
Morgens aus unruhigen Träumen erwachte, fand er sich in seinem Bett zu einem ungeheueren
Ungeziefer verwandelt”.
5 Ihr Menschen! Ihr Ungeheuer!
Ihr Ungeheuer mit Namen Hans! Mit diesem Namen, den ich nie vergessen kann.
Immer wenn ich durch die Lichtung kam und die Zweige sich öffneten, wenn die Ruten mir das Wasser
von den Armen schlugen, die Blätter mir die Tropfen von den Haaren leckten, traf ich auf einen, der Hans
hieß.
6 Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Buenos Aires, Siglo XXI, 1977. La cita de Lévinas en página xix.
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
sentido de una "hostilidad" de Ia conciencia frente al otro/o: "el sujeto se sitúa tan solo por
oposición -se afirma como esencial y convierte al Otro en inesencial, en objeto". Por tanto,
continua de Beauvoir, al intentar negar cualquier tipo de reciprocidad entre sujeto y objeto,
el sujeto (masculino) de Ia conciencia coloca a Ia mujer como objeto en una dimensión de
alteridad radical; pero como continua teniendo necesidad de ella como "sexo'', o bien
como fuente de deseos sexuales, ademas de prole, el sujeto masculino permanece ligado
o próximo a Ia mujer, y también ella a él, por una necesidad recíproca similar a Ia que une
al amo y al esclavo. De aquí Ia definición paradójica de Ia mujer como ser humano
fundamentalmente esencial para el hombre y, a un tiempo, objeto inesencial y
radicalmente otro.
Entonces de Beauvoir se pregunta por qué acepta Ia mujer el estatus de objeto.
¿De dónde procede Ia sumisión o Ia complicidad que Ia convierte en "incapaz de
reivindicar el estatus de sujeto" y que Ia hace abandonar toda aspiración a una conciencia
propia? Porque aún cuando Ia necesidad reciproca sea "igualmente urgente" para el
hombre que para Ia mujer, como afirma de Beauvoir refiriéndose a Ia necesidad que une
amo y esclavo, ésta siempre se vuelve "a favor del opresor y en contra del oprimido" (p.
xxiii).
Para las mujeres, Ia paradoja de Ia mujer no es una contradicción aparente o
ilusoria, sino una contradicción verdadera y real. No hace falta tener un cuerpo de mujer
para notarlo. De hecho, coincide con lo que John Berger señalaba en Modos de ver:
Una mujer tiene que mirarse constantemente. Está casi constantemente acompañada de
su propia imagen (...) de tal manera que considera Ia parte de sí que observa y Ia que se
siente observada como los dos elementos constitutivos. si bien siempre distintos, de su
propia identidad de mujer (...) Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres miran cómo
son miradas. Esto determina no solo Ia mayor parte de las relaciones entre hombres y
mujeres sino también Ia relación de las mujeres consigo mismas. La parte de Ia mujer que
se observa es masculina: Ia parte que se siente observada es femenina. Así Ia mujer se
transforma en objeto, y mas exactamente en un objeto de visión: una vista.
7 En 1975 se publica en Alemania Occidental el libro de Alice Schwarzer La pequeña diferencia y sus
grandes consecuencias, uno de los grandes libros de feminismo “duro”.
8 En 1953 aparece su primer libro de poemas, Die gestundete Zeit (El tiempo postergado, que es
exactamente lo contrario de El tiempo perdido).
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
A los 19 años (inmediatamente después de las escuetas páginas del Diario), Inge
abandona por primera vez la ciudad donde creció. Ya ha leído y asimilado a Baudelaire
(en el Diario, su nombre aparece destacado con signo de admiración): "Pronto caeremos
en las frías tinieblas, adios viva claridad".
Se matricula en Filosofía (subespecialización en Germanística y Psicología) en
Insbruck. Realiza prácticas en una clínica psiquiátrica cerca de Viena. Su primera historia,
“El Ferry” se publica en 1946. En 1950, se doctora con una tesis sobre La recepción
crítica de la filosofía existencial de Heidegger, que aparentemente no era buena pero que
contenía una intuición feroz: el poeta llega ahí donde el filosofo falla.
En su tesis, Bachmann parece insinuar que la metafísica heideggeriana, en tanto
intenta dar expresión en forma de teoría a contenidos que no son racionalizables, se ubica
afuera del ámbito del conocimiento y necesariamente termina produciendo un insuficiente
sustituto de la poesía (eso se deduciría también de la confrontación con Wittgenstein).
Escribe:
La metafísica heideggeriana, que tiene la forma de una teoría, se muestra sin embargo
inadecuada para expresar un sentimiento vital que, según la opinión de algunos autores,
debe ser confiado a la metafísica [...] A la necesidad de expresión de este otro ámbito de la
realidad, que se sustrae a la fijación mediante una filosofía existencial sistematizante,
responde, en medida infinitamente mayor, el arte con sus múltiples posibilidades. Quien
quiera encontrar la “nada nadificante” experimentará con temor la violencia del horror y de
la aniquilación mítica en el cuadro de Goya Zeus devora a sus hijos; y como testimonio
lingüístico de la extrema posibilidad de exposición (Darstellung) de lo indecible, podrá
probar el soneto de Baudelaire “El abismo”, donde se expresa la confrontación
(Auseinandersetzung) del hombre moderno con la “angustia” y con la “nada”.
Dicho esto, se comprende por qué se obsesiona con Wittgenstein y por qué se
entrega, en primer término, a la poesía y, después, a un tipo de prosa rarísima, imposible
de clasificar. Ahora bien, ¿cuál es el experimentum linguae que define el lugar propio de
Bachmann? El breve discurso dado en ocasión del premio Wildgans en mayo de 1972
responde a estas preguntas con dos autocitas (tomadas de Málina): “el lenguaje es la
pena” y “no una palabra, o palabras”. El lenguaje es una tensión afectiva y no un sistema
de nombres.
El silencio del que hablábamos antes se entiende en el experimento bachmanniano
no como silencio en el lenguaje o privación de palabra; sino silencio del lenguaje, palabra
donde la palabra calla.
Se trata de un planteo similar a la que Benjamin tenía en mente cuando, en la carta
carta a Buber a la que antes nos referimos, hablaba de “una dirección intensiva de la
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
9 Si han seguido el curso, habrán notado que éste es el párrafo que Diego Carballar había sugerido como
comienzo. No pudimos darle el gusto, pero acá está. La hiperestesia nos trajo hasta este lugar.
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
de limpiar la lengua de aquellas palabras de las que se sirven los hombres para hablar de
las mujeres. "Undine" responde a ese impulso.
En 1953 se mudó a Roma. En 1959 inauguró, como primera profesora invitada, un
puesto relacionado con al poesía creado por la Universidad de Frankfurt, para permitir que
un escritor de lengua alemana expusiera su “arte poética”. De las seis conferencias
previstas, Bachmann dará sólo cinco, tituladas Cuestiones de poesía contemporánea.
En 1964 recibió el prestigioso premio Büchner por sus poemas, y compuso para la
recepción de este su texto: Berlín, un lugar de azares. Éste es su último poema:
NADA DE DELIKATESSEN
Ya nada me gusta.
¿Debo
ataviar una metáfora
con una flor de almendro?
¿Crucificar la sintaxis
sobre un efecto de luz?
¿Quién se romperá la cabeza
por cosas tan superfluas?
He aprendido a ser sensata
con las palabras
que hay
(para la clase más baja)
hambre
deshonra
lágrimas
y
tinieblas.
Con los sollozos no depurados,
con la desesperación
(y desespero de desesperación)
por tanta miseria,
por el estado de los enfermos, el costo de vida,
me las arreglaré.
No descuido la escritura,
sino a mí misma.
Los otros saben
dios lo sabe
desenvolverse con las palabras.
Yo no soy mi asistente.
¿Debo
aprisionar un pensamiento,
llevarlo a la iluminada celda de una frase?
¿Tengo que,
con la cabeza apedreada,
con el espasmo de escribir en esta mano,
bajo la presión de trescientas noches
rasgar el papel,
barrer las urdidas óperas de palabras,
destruyendo así: yo tú y él ella lo*
nosotros vosotros?
Y éste fue su lema: “Ningún mundo nuevo sin un lenguaje nuevo” (A los treinta
años).
*
El Diario de la guerra
Fue algo tan aterrador que mis recuerdos comienzan ese día, con un dolor muy prematuro
y tan intenso que jamás volví a sentir. Esa horrible brutalidad que se percibía, ese bramar,
ese cantar y marchar, el surgir de mi primera angustia mortal.
El Diario de la guerra comienza con una palabra con resonancias muy específicas:
“estoy salvada”. La niña Inge (tiene apenas 18 años) no puede saberlo, pero un
superviviente de Auschwitz titulará uno de sus libros como Los hundidos y los salvados
(1986). El destino posterior pareciera demostrar que, en esas circunstancias, no hubo
salvación posible. Ni redención. Primo Levi se mató, como Paul Celan, el amante y
corresponsal de Bachmann.
En todo caso, la salvación le viene en el Diario por dos excepciones: no deberá ir a
Polonia a servir, ni deberá cumplir con entrenamiento militar (los Panzerfaust eran
lanzagranadas). “Nunca hubiera imaginado que llegaría una ocasión en que la tan odiada
escuela para formación de maestros pudiera salvarme”, dice la joven que se coloca en
una posición abiertamente anti-institucional que no abandonará nunca (cuando Frankfurt
la invita a dar seis conferencias, se aburre después de la quinta).
No se trata sólo de que “las chicas de la clase son todas unas fanáticas” sino de
una relación más radicalmente exterior a toda institución (sobre todo la “institución
amorosa”, algo que la correspondencia expone con toda su fuerza).
En cuanto a la guerra, el diario es bastante elocuente. “Aún no hay bombas. Una
vez pasaron dos cazas en vuelo rasante y dispararon un poco”. “Ella [su amiga Issi] no
sabe si puede coger algo del armario de los venenos. Las dos tenemos miedo de los
rusos. No quiero creer todo lo que se cuenta, pero nadie puede prever lo que van a hacer
con nosotras, si nos dejarán aquí o si nos llevarán a Siberia. Sólo cabe esperar lo peor”.
Lo peor no es la muerte (que incluso se prepara), ni ser bombardeada (“ya no
tengo miedo, sólo cuando caen las bombas tengo una sensación en el cuerpo, algo se
crispa dentro de mí”) sino caer en manos de las tropas rusas, convertirse en carne de
soldadesca, objeto de los hombres. Morir en el bunker provoca terror: “La idea de morir
probablemente allí con todos, como en un rebaño, me causa horror. Por lo menos en el
jardín. Por lo menos al sol”.
La deriva es evidente: palabras-amo de las que hay que desembarazarse, rebaño
del que hay que apartarse, hombres a los que hay que poner en su justo lugar, en su justa
distancia (cuanta mayor, mejor), la busca de un lenguaje es también la busca de la propia
voz (la voz de “una mujer”, que se le escapa). Y la frase, que hace eco con los
pensamientos de los jóvenes de principio de siglo: “No, con los adultos ya no se puede
hablar”.
Es evidente, al leer las notas de edición, que las páginas que sobrevivieron del
Diario de guerra son algunas pocas. Es probable que las anteriores comprometieran en
otro sentido a Inge o su familia. Pero, además, lo que importa es enmarcar el encuentro
con Jack Hamesh, que representa un plan perfecto de consideratio nominis, empezando
por el nombre político por excelencia, el gran divisor, el nombre judío.
A diferencia de sus amigas, Inge quiere irse al extranjero, “pero para poder
estudiar, y no quiero casarme, ni siquiera con un inglés por unas cuantas conservas y
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
medias de seda” (yo subrayo: el tema volverá en la correspondencia). Con Jack Hamesh,
Inge habla de “Thomas [Mann] y de Stefan Zweig y de Schnitzler y de Hofmannsthal”. El
último, tan especular, abandonó la poesía como ella misma lo hará. ¿Ya lo sabe?
Jack es judío, con él habla de historia y política. Lee El capital de Marx (¿no será
mucho, Inge?). Su familia se preocupa porque “sale con el judío”, pero eso aumenta el
goce de Inge: “pasearía arriba y abajo por Vellach y por Hermagor todas las veces que
quisiera, y que si todos se escandalizaban, tanto mejor”. No es que a Ingle no le importara
que Jack fuera judío: le importaba sobremanera para el establecimiento de una
relacion con el lenguaje (con los nombres), con las personas, con el mundo.
Esa relación infantil de escándalo para el mundo tiene una contrapartida:
“¡Estudiaré, trabajaré, escribiré!”, con lo que la relación sentimental se vuelve un episodio
de aprendizaje. Toda la correspondencia de Jack Hamesh apunta a lo mismo. Inge no iba
a tener una relación duradera con él. Él sospecha que su poder en las tropas de
ocupación fue decisivo en la relación. Ella le escribe que no concibe felicidad sin libertad
(sobre todo, respecto del yugo amoroso).
¿Que es ese interés por “el judío”? Obviamente, se parte allí del rechazo
germánico a la voz, al cuerpo y al nombre “judío”. Es decir: se tiende un puente hacia ese
afuera de la lengua alemana, hacia lo que sólo puede habitar la lengua bajo la forma de la
injuria (ya hemos hablado de todo esto). Cruza una frontera y ya no volverá atrás.
Después de su muerte se publicó un epistolario amoroso imaginario que escribió
durante los mismos años de este diario y las cartas con Jack Hamesh. Llamó a ese librito:
Cartas a Felician [el eco de las Cartas a Felice es inocultable]. Como no se conservan las
cartas que ella le envió a Jack Hamesh, es imposible saber si las usó como material de
base. Allí se lee:
Mi corazón feliz sin embargo piensa en ti de nuevo. No, que no había pasado durante
mucho tiempo, pero ahora todo ha vuelto, como antes, como en años anteriores. Me
pondré en contacto contigo pronto. Sostendrás mis páginas. Por supuesto, estas páginas
no te van a decir lo que eras y lo que sos para mí, pero a lo mejor leerás tu nombre con
asombro.
El problema (insoluble) del nombre persigue a Inge. Por eso Málina está narrada
por una voz sin nombre.
Se ha especulado si Felician es el seudónimo de una persona verdadera. Algunos
propusieron que era Josef Friedrich Perkonig, mentor de Inge, quien intentó publicar su
tragedia adolescente, pero otros dicen que no. En todo caso, los archivistas no se
detienen y ya averigüarán algo, como averigüaron el nombre palestino (hebreo) de Jack
Material exclusivo para los alumnos de Literatura del siglo XX
Hamesh, y lo localizaron.
Fíjense en el ritmo de las cartas (a las que hay que suponerles respuesta) y en las
distancias progresivas. Pongan eso en correlación con el tono.
Inge pone freno a los impulsos amorosos de Jack, hasta que consigue estabilizar la
relación en una “amistad a la distancia”. Pareciera que la correspondencia le sirve a Inge,
como a otros antes que a ella, no para acortar las distancias sino para sostenerlas.
La última carta de Jack es de julio del 47. Menos de un año después, Inge ya tiene
otro corresponsal, también judío, con quien ha pasado una primavera igualmente
memorable en mayo-junio 1948. Está en otra parte, está con otro hombre, pero está en la
misma relación de distancia.
En los dos epistolarios Inge mantiene a sus corresponsales lo más lejos posible.
Es, como habíamos dicho algunas clases antes, el No-Querer-Asir de Roland Barthes,
respecto del cual Inge manifiesta una explícita repugnancia. Una cosa es amar. Otra cosa
es Querer-Asir. Jack le escribe: “por favor, no me vuelvas a escribir que ser libre hace
feliz.”
Inge ya lo ha perdido. Progresivamente, Jack acepta (eso se lee en la
correspondencia) el conjunto de determinaciones que modelan su vida (la causa
Palestina). De emancipación, ni hablar.
Bachmann va a hacia otra parte, porque quiere que todos los yugos desaparezcan.
Naturalmente, dejará Viena, no porque otra ciudad sea mejor que Viena, sino porque
cualquier otra ciudad (cualquier otro lugar, con otro nombre) le permitiría una existencia
desatada, desanudada, desujetada, exterior, .
Por supuesto, todo terminará prematuramente:
“Y la ruta de escape hacia el sur no nos beneficia, como a los pájaros” 11.
11 “Und der Fluchtweg nach Süden kommt uns nicht, wie den Vögeln, zustatten”.