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Hijos del mar

Dicen que m á s allá de las m o n t a ñ a s h a y otras m o n t a ñ a s .


Ahora sé que es cierto. También sé que en este m u n d o hay
aguas intemporales, mares inacabables y montones de
seres cuyos nombres n o le i m p o r t a n a nadie m á s que a
ellos mismos. M i r o hacia el cielo y te veo. Te veo gritar
como u n caracol aplastado, como gritabas cuando te ayu-
dé a arrancarte el primer diente flojo. Sí, entonces te que-
ría de veras. Por alguna r a z ó n , c u a n d o te miraba me
v e n í a n a la cabeza feroces hormigas rojas. Quería que me
clavaras las u ñ a s en la piel y me vaciaras la sangre.
No s é c u á n t o estaremos e n el mar. En esta lancha hay
otras treinta y seis almas desertoras. Nuestra vela al viento
es u n a ristra de s á b a n a s blancas c o n manchas rojas b r i -
llantes.
Cuando s u b í a bordo p e n s é que a ú n p o d í a oler el se-
m e n y la inocencia perdida en esas s á b a n a s . Levanto los
ojos y pienso en las muchas veces en que te resististe. A
veces tengo la sensación de que l o deseabas, pero s é que
querías que te respetara. Pensabas que te estaba ponien-
do a prueba la voluntad, pero y o s ó l o quería estar cerca
de t i . Quizá sea como siempre has dicho. Me dejo llevar
demasiado por la imaginación. Temo que en cuanto este-
mos en alta mar empezaré a tener pesadillas. Francamen-
te, detesto que el sol me d é en la cara todo el día. Qué
moreno estaré si vuelves a verme.
A h o r a que me he ido, probablemente t u padre te case
bien. Hagas lo que hagas, p o r favor n o te cases con u n
soldado. Son casi inhumanos.

haiti es comme t u l'as l a i s s é . sí, e s t á igual que cuando


te fuiste, balas d í a y noche, el m i s m o agujero, todo lo mis-
mo, estoy harta de este asunto, m e vuelvo amarga e irrita-
ble, paso el tiempo cazando cucarachas por l a casa, les
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aplasto l a cabeza, con el talón, m e sacan de quicio, cual-


Antes de tener que estudiar tanto para los e x á m e n e s
quier cosa m e saca de quicio, estoy todo el d í a acalam-
de la universidad acostumbraba leer m u c h o sobre los
b r a d a p o r dentro, desde que el ejército t o m ó el poder h a n
Estados Unidos. Ahora intento pensar si leí algo m á s so-
cerrado los colegios, no hay quien pronuncie el n o m b r e
bre M i a m i . Hay m u c h o sol. N o nieva como en otros luga-
del antiguo presidente, p a p á q u e m ó los carteles y las i n -
res del país. No p o d r í a decir exactamente q u é t a n lejos
signias de l a c a m p a ñ a , m a n m a n enterró sus distintivos^
estamos. Quizá apenas nos hayamos alejado de nuestra
d e t r á s de l a casa, piensa que a lo mejor el h o m b r e vuelve, costa. N o hay fronteras en el mar. Todo parece u n a fron-
dice que cuando vuelva ella d e s e n t e r r a r á todo, nadie sale tera. No puedo n i asegurar que no estemos a p u n t o de caer
de su casa, n i u n a sola persona, p a p á quiere que tire las del borde de la tierra. Tal vez el m u n d o es plano y l o va-
cintas de tus programas de radio, destruí algunas cintas 1 mos a descubrir, como los navegantes de a n t a ñ o . Como
de m ú s i c a , pero t u voz todavía l a tengo, le agradezco a dios sabes, n o soy demasiado religioso. Sin embargo, todas las
que te hayas ido cuando te fuiste, los d e m á s miembros de noches rezo para que n o caigamos en una tormenta. Las
l a federación de jóvenes h a n desaparecido todos, nadie pocas veces que consigo dormir, s u e ñ o que nos atrapa u n
tiene idea de d ó n d e están, pienso que q u i z á s en l a cárcel, h u r a c á n tras otro. S u e ñ o que del cielo bajan los vientos y
a lo mejor e s t á n todos muertos, p a p á e s t á u n poco preocu- nos reclaman para el mar. Nos h u n d i m o s y nadie vuelve
pado p o r t i . n o te odia tanto como piensas, el otro d í a lo a saber nada de nosotros.
oí p r e g u n t a r l e a m a n m a n : ¿tú crees que el muchacho
Ya me he acomodado bastante a la idea de morir. N o
h a b r á muerto? m a n m a n dijo que no s a b í a , m e parece que i
es que la haya aceptado, pero s é que acaso ocurra. No te
se arrepiente de haberte tratado m a l y a no dibujo maripo-
equivoques. De veras que no quiero ser u n mártir. Sé que
sas porque n i siquiera me gusta ver el sol. a d e m á s , m a n -
m u e r t o n o sirvo de nada a nadie, pero si eso es lo que se
m a n dice que las mariposas t r a e n noticias, las de colores
presenta de nada sirve resistirme.
noticias alegres y las negras avisos de muerte, tenemos
Espero que el programa de radio puedan hacerlo otros
toda l a v i d a p o r delante, eso s o l í a s decir tú, ¿te acuerdas?
jóvenes. Durante m u c h o tiempo ese programa fue m i vida
claro que entonces las cosas eran m u y diferentes.
1 entera. Era lindo hacer u n rato de radio así, decir q u é que-
r í a m o s del gobierno, q u é f u t u r o q u e r í a m o s para el país.
A b o r d o hay u n a muchacha embarazada. Da la impre-
En la lancha hay u n m o n t ó n de protestantes. Muchos
sión de ser de nuestra edad. Diecinueve o veinte. Tiene
se consideran una especie de Job o deTos Hijos de Israel.
la cara llena de cicatrices como de navaja. Es bajita y habla
Creo que varios esperan que baje algo del cielo y separe
c o n u n canturreo que me recuerda a los aldeanos del nor-
las aguas para que pasemos. Dicen que el Señor da y el
te. De los d e m á s , la mayoría son mayores que yo. He oído
Señor quita. A m í nunca me h a n dado m u c h o . ¿Qué ha-
que muchas de estas lanchas llevan niños. Me alegro de bía para quitar?
que ésta no. Creo que me partiría el corazón ver a u n niño
o u n a n i ñ a todos los días, que sus caritas vacías me recor-
si al menos pudiera matar, si conociera u n buen embrujo
d a r á n el futuro sin esperanzas de nuestro país. Ya bastante
waiiga los borraría de l a faz de l a tierra, h o y le dispararon
d u r o es para ios adultos. Bastante d u r o es para mí.
a u n g r u p o de estudiantes frente a l a cárcel de fort
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dimanche, estaban protestando por los c a d á v e r e s de los te a las Bahamas. Cuando los abordaron los guardacos-
seis del radio, a s í es como ellos los l l a m a n , los seis d e l tas, se llevaron los cubanos a M i a m i y a él lo devolvieron
radio, t ú tienes u n nombre, tienes u n a reputación, muchos a Haití. A h o r a e s t á de n u e v o en u n a lancha, con papeles
creen que has m u e r t o como los d e m á s , las familias quie- y documentos para probar que en Haití lo persigue la po-
r e n que les entreguen los c a d á v e r e s , esta tarde p o r fin el licía. Por si h u b i e r a dudas, tiene u n a pierna quebrada.
ejército h a devuelto algunos, les dijeron a las familias que Una anciana se d e s m a y ó p o r la insolación. C o n s e g u í
fueran a recogerlos a las salas de indigentes de l a morgue, reanimarla frotándole los labios c o n agua salada. Es tre-
nuestra vecina m a d a n roger volvió a casa con l a cabeza mendo el calor que llega a hacer de día. Por la noche hace
del hijo y no mucho m á s . te j u r o p o r dios que era sólo l a m u c h o frío. C o m o no h a y espejos, nos miramos las caras
cabeza, en l a morgue le dijeron que l o h a b í a atropellado unos a otros para ver lo frágiles que somos y c ó m o nos
u n coche, m a d a n roger fue allí y le d i e r o n eso. cuando l a vamos enfermando.
v i m o s h a b í a cargado con l a cabeza p o r todo port-au- Para atemperar los v ó m i t o s algunas mujeres cantan y
prince. para mostrar lo que le h a b í a n hecho a su hijo, los se cuentan historias. A pesar de t o d o yo miro el mar. Por
macoutes de a l lado de l a casa se reían, le preguntaron si la noche el mar y el cielo son u n a sola cosa. Qué cerca se
é s a iba a ser su cena, hubo que frenarla entre diez para v e n las estrellas, q u é enormes. A veces me parece que con
que no les saltara a l cuello, l a h a b r í a n matado, los perros, alargar la mano podría arrancar una del cielo como si fuera
no volveré a salir de casa, n i siquiera a t o m a r aire al patio, u n fruto del árbol del pan o u n a g ü i r a o algo que sirviera
siempre te e s t á n vigilando, como buitres, por l a noche n o para aliviar el viaje.
duermo, cuento los disparos e n l a oscuridad, m e pregunto Cuando cantamos Haití de mis amores, no hay tierra
u n a y otra vez si s e r á cierto, ¿de v e r d a d has podido esca- como tú. Tuve que dejarte cuando aún no te entendía, hay
parte? c ó m o m e g u s t a r í a asegurarme de alguna manera, mujeres que se ponen a llorar. A veces me dan ganas de
sí, seguiré escribiendo como te p r o m e t í , m e revienta, pero parar en m e d i o de la c a n c i ó n y llorar yo también. Para
seguiré, tú t a m b i é n sigue escribiendo, ¿de acuerdo? y cuan- esconder las lágrimas finjo que con el olor del mar vuel-
do volvamos a vernos s e r á como si no h u b i é s e m o s perdido ven a entrarme n á u s e a s .
e l tiempo. T ú probablemente no sepas m u c h o de esto, porque has
v i v i d o siempre vigilada de cerca p o r t u padre, bien a res-
H o y fue nuestro primer d í a de veras en el mar. C o n guardo en esa casa y con u n a madre elegante. No, no me
cada sacudida de la lancha t o d o el m u n d o se p o n í a a v o - estoy burlando. M á s bien son celos. Tal vez si hubiera sido
mitar. A m i alrededor los rostros mostraban su primera niña me h a b r í a quedado en casa en vez de hacer política
capa color carbón de quemaduras de sol. "Ahora ya no nos y acabar así. A los dos días el m a r empieza a oler a todos
t o m a r á n por cubanos", dijo u n h o m b r e . A u n q u e ciertos los pescados que u n o h a c o m i d o en su vida, todos los
cubanos t a m b i é n son negros. El h o m b r e c o n t ó que u n a cangrejos que h a cazado, todas las medusas que le h a n
vez h a b í a estado con u n grupo de cubanos en otra lan- picado las piernas. Estoy h a r t o de ese olor. También de
cha. La lancha h a b í a parado a recogerlos en u n islote fren- c ó m o empiezan a apestar mis c o m p a ñ e r o s de viaje. No sé
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c ó m o se lo t o m a Célianne, la muchacha embarazada. Se terrible y siguió a b o f e t e á n d o m e hasta que v i n o m a n m a n


lo pasa frotándose el e s t ó m a g o , con la mirada fija en el y se puso en el medio, o j a l á m e d i e r a n u n balazo a mí.
espacio. .
N o la he visto comer n i u n a vez. A veces las otras muje- De m o m e n t o el alquitrán aguanta. Hace dos días que
res le ofrecen u n trozo de pan y lo acepta, pero comida no hay filtraciones. Sí, por f i n soy africano. M e he vuelto
propia no lleva. M e cuesta n o tener la i m p r e s i ó n de que m á s oscuro que t u padre. Quise comprarle el sombrero de
cuando esté lo bastante hambrienta parirá al niño. paja a una señora, pero no me lo v e n d i ó n i por las últimas
La otra noche se d e s p e r t ó gritando. En el lugar donde dos gourdes que me quedan de cambio. ¿Te piensas que
estaba ella h a b í a empezado a filtrarse agua. En el casco a q u í t u dinero me sirve de algo?, m e p r e g u n t ó . A veces
hay tal rajadura que parece que si se agrandara termina- me olvido de d ó n d e estoy. Si sigo s o ñ a n d o despierto, u n
ría partiendo la lancha en dos. El capitán nos hizo a u n día de estos v o y a bajar de la lancha para dar u n paseo.
lado y la calafateó con alquitrán. Todo el m u n d o se puso La otra noche s o ñ é que me m o r í a e iba al cielo. El cielo
a preguntarle si no h a b í a problemas, si í b a m o s a llegar. Él no era para nada como h a b í a esperado. Estaba lleno de
dijo que esperaba que los guardacostas nos encontrasen estrellas de mar y sirenas. Las sirenas bailaban y cantaban
pronto. en latín como los curas de la catedral en la misa. Tú tam-
La verdad es que d e s p u é s de eso no se p o d í a dormir. bién estabas, allí en el fondo del mar. Estabas a u n lado
Así que nos quedamos todos mirando el alquitrán a la luz con t u familia. T u padre actuaba c o m o si fuera superior a
de la luna, hasta el amanecer. N o puedo evitar preguntar- todos; se h a b í a parado ante u n a g r u t a marina y me impe-
me c u á n t o a g u a n t a r á . día verte. Yo intentaba hablarte, pero en cuanto abría la
boca me salían burbujas. Sonidos n o .
p a p á encontró tus cintas, se puso a preguntarme a los
gritos c ó m o las guardaba, si estoy loca o qué. sólo espera ahora les h a dado por hacer algo nuevo, si entran en
que levanten la veda de gasolina p a r a irnos de la ciudad, una casa donde h a y u n a m a d r e y u n hijo, les ponen u n a
como no puede salir con su camioneta se pasa los días fas- pistola en l a cabeza, obligan a l h i j o a acostarse con l a
t i d i á n d o m e , no sabes c ó m o gritó con lo de las cintas, me madre, lo m i s m o hacen con las hijas y los padres, a veces
a c u s ó de egoísta, m e p r e g u n t ó si n o h a b í a visto n i oído p a p á duerme en l a casa de su h e r m a n o , el tío pressoir. el
las cosas que les estaban pasando a las putas que p e r d í a n tío pressoir d u e r m e con nosotros, p o r si vienen, a s í no
la cabeza por u n h o m b r e , como yo. yo le grité que no era obligarán a p a p á a acostarse conmigo, claro que entonces
u n a puta, que no t e n í a derecho a l l a m a r m e así. m e em- obligarían al tío pressoir, pero eso n o s e r í a t a n malo, cono-
pujó contra l a pared p o r faltarle a l respeto, m e escupió a cemos u n a chica que d e s p u é s de algo a s í tuvo u n hijo con
la cara ojalá esos macoutes lo m a t a r a n , o j a l á le diera una el padre, eso es lo que p a p á no quiere que pase, n i aunque
bala y se enterase del m i e d o que tiene, m e dijo: yo no f u i lo maten, sigue sin haber gasolina, si h u b i e r a ya estaría-
el que d e s p a c h ó a ese revoltoso imbécil, entonces me puse mos en v i l l e rose, p a p á tiene u n a m i g o que c o n s e g u i r á
a g r i t a r yo t a m b i é n , sí, fuiste tú. fuiste tú. tú, cerdo pue- gasolina a través de u n militar, en cuanto tengamos huire-
blerino, no s é de d ó n d e m e salió eso. me dio u n a bofetada mos a toda velocidad hasta encontrar l a d v i l i z a d ó n . esa
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palabra usa p a p á , d v i l i z a d ó n . dice que e n las p r o v i n d a s m o n t ó n de historias para contarles, y entonces empiezan,
las cosas no e s t á n t a n m a l . yo t o d a v í a no le hablo, no creo pero sobre todo cuentan para sí mismos. A veces da la i m -
que v u e l v a a hablarle, m a n m a n dice que no es culpa de p r e s i ó n de que hace m á s t i e m p o que estamos e n el mar
él. que t r a t a de protegernos, él no nos puede proteger, el que el que llevo y o en la Tierra. El sol sale y se pone. A s í
ú n i c o que puede es dios, los soldados pueden venir y ha- u n o sabe que ha pasado u n d í a entero. Me parece que es-
cernos lo que se les antoje, p o r eso p a p á se siente débil, t u v i é r a m o s navegando hacia África. Tal vez vayamos a
dice m a n m a n . y cuando se siente débil se enoja, ¿pero por Guinea, a vivir con los espíritus, a estar con los que llega-
q u é v a a enojarse conmigo? yo no soy u n o de esos cerdos r o n y m u r i e r o n antes que nosotros. Probablemente t a m -
con ametralladora, m a n m a n m e p r e g u n t ó q u é p a s ó de bién nos echen de allí. Alguien tiene u n transistor y a veces
v e r d a d contigo, dice que vio a tus padres antes de que se escuchamos la radio de las Bahamas. En las Bahamas, dice
m a r c h a r a n a las p r o v i n d a s . no quisieron contarle nada, u n a mujer, tratan a los haitianos c o m o a perros. Para ellos
le dije que d e s p u é s de que asaltaron l a radio escapaste en no somos humanos. A u n q u e su m ú s i c a se parezca a la
u n a lancha, h u í s t e en u n a lancha a dios sabe dónde, ella nuestra. La gente se parezca a la nuestra. A u n q u e tenga-
dijo: ese muchacho i b a a ser u n b u e n h o m b r e , preciso mos los mismos padres africanos que seguramente cru-
como u n a aguja, ese muchacho; e n l a universidad hizo los zaron juntos estos mismos mares.
e x á m e n e s u n a ñ o antes que todos los d e m á s en esta zona, ¿Quieres saber c ó m o se hacen las necesidades en la lan-
m a n m a n respeta a las personas ambiciosas, dijo que p a p á cha? Creo que del m i s m o m o d o en que se h a c í a n antes
no te q u e r í a porque pensaba que para m í n o ibas a ser en los barcos de esclavos. H a y u n rinconcito reservado
m e j o r que m a n m a n y él. quiere encontrarme u n h o m b r e para eso. Cuando tengo que orinar saco lo m í o , me i n c l i -
que m e haga bien, que garantice que t e n d r é m á s que lo no sobre la borda y lo hago b i e n rápido. Cuando tengo
que tengo ahora, h o y a u n a chica y a no le basta con ser que hacer lo otro arranco u n pedazo de cualquier cosa,
bonita, nosotros n o tenemos buenas reladones sodales. me pongo en cuclillas, l o hago y t i r o el paquete al mar. El
el tipo de h o m b r e que p a p á quiere p a r a m í n o tiene nada olor siempre me pone i n c ó m o d o . Qué h u m i l l a n t e es aga-
que ver conmigo, lo único que le cabe esperar a u n a es charse delante de tanta gente. Los d e m á s m i r a n para otro
u n poquito de amor, dice m a n m a n , como u n a gota en u n a lado, pero no siempre. A veces me pregunto si realmente
taza, si se consigue, o u n a cascada, u n torrente si hay m á s hay tierra al otro lado del mar. Tal vez el mar no se acabe
suerte, nosotros no tenemos reladones importantes, dice, nunca. Como m i amor por t i .
pero t ú eres u n a muchacha instruida, claro que lo que ella
cuenta como i n s t r u c d ó n no le interesa mucho a nadie m á s anoche fueron a l a casa de m a d a n roger. apenas se
que a nosotros, l a semana que viene d e b e r í a n a n u n d a r oyeron los gritos de m a d a n roger p a p á entró corriendo,
p o r l a radio las fechas de los e x á m e n e s , entonces s a b r é los soldados buscaban a l hijo, m a d a n roger les g r i t a b a y a
si pasaste de curso, p r e s t a r é a t e n d ó n a t u n o m b r e . lo m a t a r o n ustedes, t u v i m o s que enterrar l a cabeza, n o
v a n a matarlo dos veces, ellos le g r i t a b a n ¿usted es de l a
Ayer estuvimos casi todo el d í a contando historias. A l - f e d e r a d ó n de jóvenes, anda con esos vagos que estaban
g u i e n dice ¿Cric? T ú le contestas ¡Crac! Y dicen: tengo u n en l a radio? ella aullaba ¿pero les parece que soy joven?
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¿ p u e d e identificar a los c o m p a ñ e r o s de su hijo?, le pregun- dar. si hace falta te q u e d a r á s p o r l a fuerza, le dice él. m i
t a r o n , p a p á nos hizo salir de casa en puntillas y meter- madre aprieta la cara contra l a pared de la letrina, se echa
nos e n l a l e t r i n a del fondo, desde allí o í a m o s todo, yo a llorar, se oyen los gritos de m a d a n roger. le e s t á n pe-
p e n s é que el olor a p o p ó p o d r i d o m e i b a a asfixiar, m i e n - gando, la golpean hasta que no se oye nada m á s . m a n m a n
tras ellos s e g u í a n gritándole a m a d a n roger ¿su hijo era le dice a p a p á : no se puede dejar que m a t e n a alguien
de l a federación de jóvenes? ¿no hablaba por la radio con- porque uno tiene miedo, p a p á dice, claro que sí, se puede
t r a l a policía? ¿no decía abajo los tontón macoutesl ¿no dejar que m a t e n a alquien porque u n o tiene miedo, ellos
d e c í a abajo el ejército? d e c í a que los militares tenían que son l a ley. e s t á n en su derecho, nosotros apenas somos
irse; ¿no escribía panfletos? iba a reuniones, ¿no? iba a m a - buenos ciudadanos, respetamos la ley del lugar, ya h a
nifestaciones, ¿y usted por q u é n o lo a c o n s e j ó mejor? ella sucedido en todo el p a í s y esta noche sucede de nuevo y
m a l d i j o las t u m b a s de sus madres, simplemente de gol- n o podemos hacer nada.
pe se puso a g r i t a r : ¡ojalá sus madres no descansen n u n -
ca en l a t u m b a , malditos sean! a s í gritaba, ¡ya lo h a n Célianne se p a s ó la noche gimiendo. Parece como si ya
m a t a d o u n a vez! ¿qué quieren, m a t a r m e a m í t a m b i é n ? estuviera a punto, aunque tal vez el niño es terco. Acaba
adelante, n o m e importa, yo y a estoy muerta, ya me h a n de gritar que está sangrando. Hay a q u í una m u j e r mayor
hecho lo peor que se puede hacer, m e h a n matado el alma, que da la impresión de haber parido u n m o n t ó n de ve-
ellos s e g u í a n dale que dale, i n t e r r o g á n d o l a a voz en cue- ces. Dice que C é l i a n n e no sangra en absoluto. H a roto
llo: ¿su hijo n o era u n traidor? vamos, d í g a m e quiénes eran aguas.
los traidores que se j u n t a b a n con él. hasta que por f i n Los ú n i c o s recién nacidos que he visto son b e b é s rato-
m a d a n roger gritó: ¡sí, era u n traidor! era de ese grupo, nes. La piel parece u n velo fino. Se les ven todas las venas
estaba e n l a radio, andaba protestando en l a calle, los y los ó r g a n o s . Siempre quise h u n d i r el dedo a ver si atra-
odiaba como los odio yo, asesinos, ustedes lo mataron, en- vesaba la piel.
tonces empiezan a pegarle, los golpes se oyen, se oyen los Me he mudado al otro lado del bote para n o tener que
culatazos e n l a cabeza, parece que le e s t á n quebrando mirar dentro de Célianne. Los d e m á s observan, sencilla-
todos los huesos del cuerpo, m a n m a n le susurra a p a p á : mente. El c a p i t á n le pide a la partera que m a n t e n g a a
n o puedes dejar que la maten, ve y dales algo de dinero Célianne sujeta porque si se mueve m u c h o puede abrir
como hiciste p o r t u hija, lo único que m e queda, dice p a p á , m á s grietas. Ahora hay tres cubiertas de alquitrán. Me da
es p a r a irnos de a q u í m a ñ a n a , m a n m a n dice: pero c ó m o miedo pensar q u é pasaría si t u v i é r a m o s que decidir q u i é n
v a m o s a dejar que l a maten, hace a d e m á n de i r hacia l a se queda en la lancha y q u i é n debe morir. A n t e u n a elec-
puerta, p a p á l a agarra del cuello y l a clava contra la pa- ción a s í nos portaríamos todos como buitres, y o i n c l u i d o .
r e d de l a letrina, m a ñ a n a nos v a m o s a ville rose, dice, n o El sol no tardará en ponerse. A l g u i e n dice que este niño
vas a perjudicar a la familia, n o vas a meternos en u n a será u n a boca hambrienta m á s . A l menos t e n d r á los pe-
situación así. n o q u e r r á s que nos maten, ¿no? salir ahora chos de la madre, dice u n viejo. H o y todo el m u n d o se
s e r í a como tratar de resucitar a u n muerto, esa mujer n o c o m e r á los últimos restos de alimento.
e s t á m u e r t a , dice m a n m a n , a lo mejor l a podemos ayu-
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corren rumores de que e s t á a punto de volver el antiguo cuando m e haya acostumbrado a v i l l e rose pueda d i b u -
presidente, h a y u n m o n t ó n de gente que piensa i r a reci- jarte unas mariposas, depende de las noticias que tenga.
b i r l o a l aeropuerto, p a p á dice que nosotros no vamos a
quedarnos e n port-au-prince a ver si es cierto o no. h a n Célianne t u v o u n a niña. La m u j e r que hizo de partera
vuelto a vender gasolina, los grupos de carnaval se h a n reza a la l u z de la l u n a c o n la b e b é en brazos... Dios, esta
echado a l a calle, nosotros vamos p a r a el otro lado, p a r a niña que Tú has traído al mundo guíala por favor en sus
v i l l e rose, t a l vez allí pueda d o r m i r de noche, esto de que días sobre la Tierra. La niñita t o d a v í a n o ha llorado.
vuelva el ex presidente n o s a l d r á bien, dice ahora m a n - Tuvimos que tirar al mar todas las cosas sobrantes por-
m a n . l a gente se ilusiona demasiado, y a veces l a espe- que lentamente se está filtrando agua. H a b í a que aligerar
ranza es l a peor a r m a contra nosotros, si hay suficiente la lancha. M i s dos gourdes de c a m b i o se fueron p o r la
esperanza, a f i r m a r á n haber visto a l cristo retornado a n - borda como ofrenda al espíritu de las aguas, Agwé. Ayer oí
dando hacia a t r á s e n l a cruz, m a n m a n le ha contado a al capitán susurrarle a u n h o m b r e que q u i z á h u b i e r a que
p a p á que te escapaste e n u n a lancha, esta m a ñ a n a antes hacer algo c o n los que n o se h a n recobrado del mareo.
de p a r t i r p a p á m e dijo que d e s p u é s de lo que p a s ó se con- Temo que pronto me pedirán que tire este cuaderno. Pue-
sidera u n m a l padre, dice que u n padre debería ser capaz de que al fin, para n o ahogarnos, tengamos que quedar
de h a b l a r con sus hijos como u n h o m b r e civilizado, con todos como v i n i m o s al m u n d o .
t o d a l a l o c u r a que h a h a b i d o a q u í siente que él y a n o La n i ñ a de Célianne es u n a n i ñ a hermosa. La llaman
puede, lo único que quiere es v i v i r , desde que salimos de Swiss, porque Swiss es la palabra escrita en la navajita que
l a l e t r i n a m a n m a n y él no se h a n cruzado una sola pala- u s ó la partera para cortarle el c o r d ó n . Si fuera hija m í a le
bra/ s é que p a p á n o nos odia, n o en l a f o r m a que yo odio habría puesto soleil, sol, l u n a o estrella, por los elementos.
a los soldados esos, los macoutes, y a todos los que dispa- Sigue sin llorar. Sobre el embarazo de Célianne circula u n
r a n armas, en el camino a v i l l e rose hemos visto perros chisme. A l g u n o s dicen que t u v o u n a aventura c o n u n
l a m i e n d o las caras de dos muertos, u n o era u n n i ñ o ten- h o m b r e casado y los padres la echaron de la casa. A q u í
d i d o a l borde d e l camino; e n los ojos abiertos le daba el los chismes se difunden como en cualquier parte.
sol. v i m o s a u n soldado sacando u n a m u j e r a rastras de ¿Te acuerdas de los s u e ñ o s ingenuos que t e n í a m o s ?
u n a choza, g r i t á n d o l e bruja, se puso a raparle l a cabeza, Aprobar los e x á m e n e s de la universidad y seguir estudian-
pero nosotros n o paramos, claro, n i u n a vez. antes de par- do con alma y v i d a para llegar lo m á s lejos posible. Sé que
t i r p a p á se n e g ó a i r a l a casa de m a d a n roger a ver c ó m o tal vez t u padre n o me h a b r í a aceptado nunca. Yo iba a
estaba, t e m i ó que t a l vez los soldados n o se h u b i e r a n ido. tratar de g a n á r m e l o . Para impedir que te amara hubiera
p a p á c o n d u c í a l a camioneta a t o d a velocidad, en u n m o - tenido que arrancarme el c o r a z ó n . Espero que escribas
m e n t o creí que nos í b a m o s a matar, p o r el camino para- como me prometiste. ¡Jésus, Marie, Joseph! C ó m o apestan
mos en u n mercado, m a n m a n c o m p r ó u n a tela negra para todos aquí. Se enredan en discusiones y u n o le dice a otro:
ella y p a r a m í . L a cortó en dos y cada u n a se envolvió l a "Sólo m i desgracia p o d í a juntarme c o n u n indigente como
cabeza en su retazo como luto p o r m a d a n roger. t a l vez tú". Fíjate tú. Se disputan por la superioridad cuando pue-
den acabar h u n d i é n d o s e todos c o m o piedras.
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H a y u n viejo desdentado que se inclina por sobre m i ahogarme, m a n m a n y yo nos pasamos m u c h o t i e m p o ha-
h o m b r o para ver q u é escribo. Chupa u n a vieja pipa de blando bajo l a higuera, h o y ella m e dijo que a veces hay
madera que n o h a visto el fuego desde hace m u c h o . Pa- que elegir entre el padre y el h o m b r e que u n a quiere, toda
rece u n a pintura. Viendo las cosas con sencillez, lo que su f a m i l i a se opuso a que se casara con p a p á porque era
h a y a q u í te alcanzaría para llenar u n museo. Qué cobar- u n jardinero de ville rose y ellos e r a n de l a ciudad y algu-
de me siento t o d a v í a por haber escapado. ¿ H a s oído algo nos hasta h a b í a n ido a l a universidad, todo esto m e lo
de mis padres? La ú l t i m a vez que los v i , en la playa, m i contó bajo l a higuera, e n voz m u y baja para no l a s t i m a r
madre t u v o u n kriz. C a y ó desmayada en la arena. Cuan- a p a p á , yo lo v e í a a él e n l a casa con u n a m i r a d a torva, lo
do z a r p á b a m o s n o t é que volvía en sí. Pero claro, no s é si o í a carraspear como si de todos modos nos escuchara,
se h a recuperado del todo. como si el mero hecho de que e s t u v i é r a m o s juntas l o h i -
Realmente la lancha empieza a acumular agua. Hace- riese terriblemente.
mos turnos para vaciarla con tazones. N o s é q u é impide
que se parta en dos. Swiss n o llora. Todo el t i e m p o le Célianne está echada c o n la cabeza contra la borda de
palmean el trasero, pero no llora. la lancha. Su b e b é sigue sin querer llorar. En medio de este
caos las dos parecen de lo m á s p l á c i d a s . Célianne sostie-
desde luego que el antiguo presidente no apareció, en ne a la b e b é contra el pecho. Parece imposible que alguna
el aeropuerto detuvieron a u n m o n t ó n de gente y a u n vez se permita arrojarla al mar. Le he preguntado por el
m o n t ó n m á s l a derribaron a tiros, lo he oído p o r l a radio, padre. Ella repite la historia u n a y otra vez, ahora c o n los
esta noche, m i e n t r a s c e n á b a m o s , le dije a p a p á que te ojos cerrados, m o v i e n d o apenas los labios.
quiero, no s é si s e r v i r á de algo, sólo necesito que sepa que Una noche estaba en casa c o n su madre y su h e r m a n o
he amado a alguien en m i vida, creo que, si a alguno de Lionel cuando i r r u m p i e r o n diez o doce soldados. Le p u -
los dos le pasa algo, debe saber de m í esta verdad, que sieron a Lionel u n arma en la cabeza y le ordenaron que
n o he amado ú n i c a m e n t e a m i m a d r e y m i padre, s é que se acostara con la madre. Lionel se n e g ó . La madre le dijo
tú lo entenderías, tú eres el de los grandes gestos de noble- que obedeciera a los soldados porque t e m í a que mataran
za, yo sólo q u e r í a que supiera que soy capaz de a m a r a a Lionel allí m i s m o si se resistía. Lionel h i z o l o que la
alguien, m e m i r ó a los ojos sin decir palabra, te amo tanto madre le decía, llorando entre las risas de los soldados, que
que de sólo pensar que pueda pasarte algo se m e estre- le apretaban m á s y m á s el c a ñ ó n de la pistola contra el
mece l a piel, p a p á se limitó a volver l a cara como si estu- cuello.
viera rechazando m i nacimiento, te escribo esto debajo de D e s p u é s ataron a Lionel y la madre y se t u r n a r o n para
l a higuera que h a y en el patio de l a nueva casa, tiene ape- violar a Célianne. Cuando h u b i e r o n terminado, detuvie-
nas dos cuartos y u n techo de lata que cuando llueve hace r o n a Lionel a c u s á n d o l o de delitos morales. Célianne n u n -
m ú s i c a , sobre todo con el granizo, que a veces cae como ca volvió a saber nada de su h e r m a n o .
l á g r i m a s furiosas del cielo, al pie de l a colina donde e s t á Esa misma noche se cortó la cara c o n una navaja de
l a casa corre u n arroyo, u n arroyo que no alcanza para afeitar para que no la reconociera nadie. M á s tarde, cuan-
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do las heridas ya cicatrizaban, e m p e z ó a tener n á u s e a s y Ahora tirarán el cuerpecito. ¿Todo eso no a t r a e r á a los t i -
v ó m i t o s . Lo p r ó x i m o que supo fue que iba engordando. burones?
Supo de la lancha y la t o m ó . Tiene quince años. Célianne tiene las u ñ a s m u y clavadas en la espalda des-
nuda de la niña. El viejo de la pipa acaba de preguntar:
hoy, bajo l a higuera, m a n m a n m e contó l a h i s t o r i a "¿Qué escribes, Kompé? Yo le dije: " M i testamento".
entera, los desgradados i b a n a i r p o r mí. i b a n a detener-
me, m e i b a n a llevar acusada de ser de la f e d e r a d ó n de empiezo a acostumbrarme a ville rose, hay mariposas,
j ó v e n e s , p a p á se enteró, fue a l a c o m i s a r í a y les dio dinero, toneladas de mariposas, hasta a h o r a no se m e h a posado
todo lo que tenía, l a casa de port-au-prince y la tierra que n i n g u n a en la m a n o , lo cual significa que no t i e n e n notí-
le h a b í a dejado su padre, les dio todo para salvarme l a das para darme, no siempre puedo b a ñ a r m e en el arro-
vida, p o r eso e s t á así. esta noche m a n m a n me lo contó yo porque el agua e s t á helada, el único m o m e n t o en que
bajo l a higuera, m e faltan palabras para agradecérselo, no se soporta es a l m e d i o d í a , y a esa h o r a h a y u n a docena
s é c ó m o hacerlo, si h a hecho esto tienes que quererlo, dice de ojos que m e o b s e r v a r í a n , he resuelto e l p r o b l e m a su-
m a n m a n , es t u deber, es algo que no puedes olvidar n u n - biendo u n cubo de agua p o r l a m a ñ a n a ; dejo que se enti-
ca, el sacrifido que él hizo, yo n o consigo darle las gradas, bie a l sol y cuando anochece m e b a ñ o bajo l a higuera,
a h o r a es m á s que m i padre, es u n h o m b r e que dio todo ahora l a higuera es m i a m i g a m á s fiel, dicen que las h i -
lo que t e n í a p o r salvarme la vida, h o y en la radio leyeron gueras llegan a v i v i r dentos de a ñ o s . Como las ramas que
la lista de los que aprobaron los e x á m e n e s de la univer- crecen h a d a abajo p a r e c e n á r b o l e s ellas m i s m a s , dice
sidad, tú aprobaste. m a n m a n , si se le da l a o p o r t u n i d a d una higuera puede
volverse bosque, desde e l lugar que ocupo bajo m i higuera
La filtración nos ha dado cierto respiro. El capitán u s ó veo las m o n t a ñ a s , y d e t r á s de esas m o n t a ñ a s otras, tantas
lo que quedaba de alquitrán y por u n tiempo casi n o entra m o n t a ñ a s como rocas desnudas, siento que las m o n t a ñ a s
agua. Muchos se h a n ofrecido para hacer lo que Célianne me separan cada vez m á s de t i .
n o puede: arrojar la niña por la borda. Pero ella no lo per-
mitirá. Para actuar esperan que se quede dormida, pero La tiró por la borda. La cara se le a n u d ó como una cuer-
n o quiere dormirse. Yo no s a b í a que los niños muertos se da y por f i n la d e j ó ir. C a y ó levantando espuma, flotó u n
v u e l v e n de color púrpura. Lo m á s p ú r p u r a son los labios, momento y se h u n d i ó . Y casi en seguida se tiró ella. Y así
p o r q u e la n i ñ a es m u y morena. P ú r p u r a como el mar como se h a b í a h u n d i d o la cabeza de la b e b é , se h u n d i ó
cuando acaba de ponerse el sol. la suya. Desaparecieron las dos como botellas en u n a cas-
Poco a poco Célianne se va abandonando al s u e ñ o . Está cada. La c o n m o c i ó n no dura nada. No hubo tiempo n i para
agotada por el parto. Yo no quiero tocar a la niña. Creo que intentar salvarla. N i n g u n a posibilidad. A q u í el mar es
si alguien va a tirarla al mar tiene que ser la madre. No como los tiburones que lo habitan. No tiene c o m p a s i ó n .
dejo de pensar una cosa. H a n tirado al agua hasta el último Dicen que tengo que tirar m i cuaderno. El viejo tiene
trozo de-carne que Célianne e x p u l s ó d e t r á s de la niña. que tirar e l sombrero y la pipa. Está subiendo de nuevo
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el agua y todos trabajan achicando. Pedí unos segundos la higuera, he escuchado l a radio de m a n m a n . n o h a b l a n
para escribir la ú l t i m a p á g i n a y p r o m e t í que d e s p u é s lo de otra cosa que de matanzas e n port-au-prince. los cerdos
tiraría. Sé que probablemente n u n c a leas esto, pero me se niegan a parar, no s é q u é pasara, pero no m e i m a g i n o
g u s t ó imaginarme que te tenía a q u í y c o n v e r s á b a m o s . q u e d á n d o m e a q u í para siempre, te estoy escribiendo des-
Espero que mis padres e s t é n vivos. Le p e d í al viejo que de el fondo de l a higuera, m a n m a n dice que las higueras
si logra llegar a alguna parte les cuente q u é me p a s ó . Él son sagradas y que, l l a m á n d o l a s desde debajo de sus co-
me p i d i ó que escribiera su n o m b r e en el "libro". Le pre- pas, a veces los dioses nos oyen con m á s claridad, ahora
g u n t é p o r su n o m b r e c o m p l e t o . Se llama Justin Moise estoy siempre rodeada de mariposas, mariposas negras
André Nozius Joseph Frank Osnac Maximilien. Lo dice con a las cuales i m p i d o que encuentren m i mano, les tiro pie-
tales aires que creerías que es u n rey. Y t a m b i é n dice, el dras, pero son demasiado r á p i d a s , anoche oí e n l a radio
viejo: "Sé que se acerca u n barco guardacostas. M e v i n o que frente a l a costa de las bahamas zozobró otra lancha,
e n u n sueño". Señala u n p u n t o a lo lejos. Yo m i r o adonde no puedo imaginarte entre las olas, se m e eriza l a piel, des-
apunta el dedo. N o veo nada. A q u í los barcos deben ser de aquí n i siquiera veo el m a r . d e t r á s de estas m o n t a ñ a s
como los espejismos e n el desierto. hay m á s m o n t a ñ a s y m á s mariposas negras t o d a v í a y
Debo tirar ya m i cuaderno. Bajará hacia ellos, Célianne luego u n m a r que es i n f i n i t o como m i a m o r p o r ti.
y su b e b é y todos los hijos del mar que acaso p r o n t o me
reclamen.
A h o r a v o y hacia ellos como si siempre hubiera debido
ser así, como si desde el día m i s m o en que me dio a luz m i
madre me hubiera elegido para v i v i r eternamente entre
los hijos del mar azul p r o f u n d o , é s o s que h a n h u i d o de
las cadenas de la esclavitud para formar u n m u n d o por de-
bajo del cielo y de la tierra ensangrentada donde vives tú.
Quizá desde el comienzo del t i e m p o f u i elegido para
vivir en el fondo del mar con Agwé. Quizá por eso s o ñ é con
estrellas y sirenas en u n a misa católica bajo el mar. Quizá
fuera u n a invitación. C o m o sea, s é que n i siquiera al con-
vertirme e n u n h i j o del mar p e r d e r é m i recuerdo de t i .

h o y dije gracias, dije gracias, p a p á , por salvarme l a vida,


él soltó u n g r u ñ i d o y m e tocó e l h o m b r o , nada m á s , con
u n gesto como u n aleteo de mariposa, y entonces v i a l a
mariposa negra flotando entre nosotros, eché a correr, a
correr para que n o se posara e n m í , pero y a h a b í a dejado
sus noticias, ya s é l o que h a b r á pasado, esta noche, bajo

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