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CUANDO VIVIR DUELE

Directivas para tratar la depresión

Michael D. Yapko, Ph. D.

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When Li vi ng Hur t s. Di r ect i ves f or Tr eat i ng Depr essi on


Publicado originalment e por Brunnel/ Mazel, 1988

Traducción no aut orizada de: Mario Pacheco L.

Sant iago, 1997

Para ser usado exclusivament e en los Cursos y Seminarios del Inst it ut o Milt on H. Erickson

de Sant iago

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CONT ENIDOS

Int r oducci ón iv

Agr adeci mi ent os vii

Parte Uno: Marco teórico

1. Cuando vivir daña 2

2 La dirección del alivio 9

3 Las dimensiones múlt iples de la depresión 18

4 Paut as de la af licción 31

Parte Dos: Tratamiento

5 Terapia: Int errupción de las paut as de la af licción 49

6 Comenzando con el f ut uro 53

7 Facilit ación de la f lexibilidad: Déj eme cont ar las f ormas 66

8 Tener y no t ener el cont rol 83

9 Donde f allan los chi ps 101

10 Una part e y apart e 122

11 Nunca solo y siempre solo 140

12 Adent ro y af uera 157

Apéndi ce A: Di r ect i vas 162

Apéndi ce B: Casos cl íni cos 165

Bi bl i ogr af ía 177

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Int roducción

Bienvenido a un mundo perf ect o, en un universo perf ect o. Todas las personas est án

complet ament e de acuerdo en cómo usar mej or los recursos del planet a. Todo el mundo est á bien

aliment ado, t odas las personas lucen lindas vest iment as, y viven en casa cómodas. No hay crimen, ni

agresión, ni prej uicios. Todas las personas t ienen un respet o t ot al por la vida humana y animal, y a nadie se

le ocurriría inf ligir daño a las criat uras vivient es o a la propiedad mat erial. Todos los individuos t ienen

pref erencias y valores universales, pero t odos est án conscient es de su enorme responsabilidad respect o al

mundo del cual son part e. Los miembros de las f amilias son leales y est án t ot alment e compromet idos unos

con ot ros, y t odo el mundo es criado en hogares f elices, cálidos, que inspiran un gran sent ido de conf ianza

personal y aut o-valía a cada miembro de la f amilia. Todos t rabaj an esf orzadament e, son t rat ados

amablement e en sus t rabaj os y reciben buena paga por sus esf uerzos. Por decirlo en una f orma simple, no

hay problemas en ni nguna par t e.

Si ust ed o sus client es viven en un mundo que t i ene algún parecido con el que he descrit o más

arriba, no necesit a leer est e libro. Devuélvalo mient ras aun est á est irado y limpio, y gast e el dinero en ot ra

cosa. Quizá un lindo chaleco. . .

Si ust ed vive en el mundo que yo vivo, ent onces ya sabe de las presiones y los problemas que son

part e inevit able de la vida. (Espero que est o suene a realismo y no a pesimismo. ) ¿Hay alguien que t ransit e

por la vida libre de problemas? ¿Quién escapa al dolor de amar prof undament e a alguien que después

f allece? ¿Quién obt iene siempre el t rabaj o que deseaba? ¿Quién no ha t enido nunca la experiencia de est ar

en el lugar equivocado a la hora equivocada cuando alguien decide que no necesit a det enerse en una señal

“ pare” ? ¿Quién no t iene hij os que no se callan, que se vist en desast rosament e y usan un lenguaj e que

parece de alguna ot ra part e del universo? ¿Quién de nosot ros logrará salir de aquí vivo?

El est rés t oma muchas f ormas dif erent es —algunas buenas y ot ras malas. Hay muchos modelos que

describen la experiencia y evolución de la depresión clínica, pero un f act or est resant e de una u ot ra

nat uraleza es el denominador común en t odos los diversos modelos. Uno no puede i mpedi r el est r és, sól o

puede manej ar l o bi en. Así como el est rés inevit able, t ambién lo es la depresión. La cual, t ambién, puede
ser bien manej ada, y cuando es bien manej ada no daña mucho o durant e largo t iempo. Incluso algunos

episodios de depresión pueden prevenirse, pero el mayor f oco de est e libro est á en la respuest a a la

experiencia de la depresión que ya est á present e en el individuo af ect ado.

Siempre es un f act or principal en los result ados de la t erapia el cómo uno int erviene

t erapéut icament e en la vida del client e deprimido que busca psicot erapia. Mis client es deprimidos llegan

dañados. No buscan una larga t erapia para sent irse mej or. De hecho, lo opuest o es lo usual. La persona
quiere aliviarse de i nmedi at o, aunque ayer sería mucho mej or aun. Tengo la suf icient e compasión por mis

client es, de modo que me esf uerzo por encont rar f ormas de concent rar mis habilidades clínicas para

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int ent ar generar al menos algún alivio en el moment o más t emprano posible. También t engo la suf icient e

perspicacia clínica para saber que a veces bast a una int ervención breve, y que en ot ras las int ervenciones

deben ser ent regadas en pequeños pasos en un proceso de t erapia considerablement e largo. Ya sea que las

direct ivas se ent reguen en un t rat amient o de larga duración o uno de t erapia breve (solament e de 1 a 20

sesiones), la responsabilidad del clínico es la necesidad de int ervenir act ivament e y suminist rar cat álisis

para el aprendizaj e para int errumpir el ciclo de la depresión. Las “ direct ivas” son est rat egias que ayudan al

clínico a lograr ese obj et ivo. Si el client e deprimido supiera qué hacer para escapar al dolor, haría

def init ivament e esas cosas. El client e no sabe que clase de experiencias o perspect ivas necesit a, debido a

lo cual ust ed t iene el t rabaj o que t iene. Ust ed se gana la vida como un solucionador de problemas,

sensible, int uit ivo y apoyador, pero, sin embargo, un solucionador de problemas.

La depresión t iene muchas f acet as, como ust ed ya sabe o descubrirá, que generalment e necesit an

más que un solucionador de problemas promedio para hacer una dif erencia. Est e libro represent a un

esf uerzo para hacer del campo ext remadament e complej o y subj et ivo de la depresión, uno que pueda ser

comprendido mej or y t rat ado con más ef ect ividad. No represent a a una escuela de psicot erapia. Por el

cont rario, promueve un reconocimient o de la diversidad de la experiencia humana, ant e la cual el énf asis

en un sólo enf oque de t rat amient o parece obviament e aut o-limit ant e. Ot ra creencia que es propuest a aquí

es que la t erapia puede t omar una variedad de f ormas, t odas út iles de algún modo, a veces, con t odo el

mundo. La clínico hábil se percat ará de lo qué es probablement e más ef ect ivo para un individuo dado.

Espero sincerament e que las paut as de la experiencia subj et iva descrit a a lo largo de est e t rabaj o se

conviert e en un f undament o para una comprensión mej or del complicado mundo int erno del client e, el cual

es el t erreno donde el clínico est ará haciendo su t rabaj o.

Est e libro est á organizado en una f orma algo inusual. Hay una progresión de concept os que proveen

apoyo para las direct ivas, pero las direct ivas son el punt o cent ral de est e volumen. Est án agrupadas de

acuerdo a t emas asociados y est án clarament e ident if icadas por un número. El Apéndice A cont iene una

list a complet a de las est rat egias.

Una met a para describir t an diversas est rat egias es ej emplif icar f ormas para promover aprendizaj e

experiencial en el client e, ya que es su experiencia en el mundo real el mej or de los prof esores. Quizá una

met a mayor, sin embargo, es cat alizar la creat ividad del clínico para generar f ormas nuevas y act ivas para

f acilit ar la recuperación de sus client es deprimidos. Espero que est e libro los ayude.

Mi chael D. Yapko
San Di ego, Cal i f or ni a

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Agradecimient os

Est e libro que est á sost eniendo en sus manos es un product o de un gran esf uerzo de muchas

personas, no solament e el mío. Me gust aría reconocer a aquellas personas con las cuales est oy et ernament e

agradecido por su ayuda y apoyo. Diane Yapko, Wendy Horowit z, David L. Higgins, Brit a Ann Mart iny, John

J. Koriat h y A. Fidaleo, que me dieron apoyo emocional así como ayuda lit eraria a lo largo de est e proyect o.

Cada una de ellas of reció una valiosa ret roaliment ación, lo cual aprecio mucho. Linda Griebel, mi muy

valiosa secret aria y guardiana de mi t iempo, se hace merecedora de un reconocimient o por sus esf uerzos

por mi bienest ar. Ann Alhadef f , mi edit ora, que con cada t razo de su lapicera verde, me enseñó mucho

respect o a la paciencia y cómo usar para mi benef icio la at ención a los det alles. Aprecio mucho eso. Y

f inalment e, a mi f amilia y amigos. Me gust aría darl es las gracias por t odas las cosas maravillosas que

ust edes son. Ust edes son los ant idepresivos más nat urales del planet a.

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Quizá una persona mejora debido a la acumulación de obstáculos.

Mientras mayor sea el obstáculo que impide la felicidad, mayor será el

choque emocional cuando aparezca, al igual como el rebote de un resorte

será más poderoso mientras más grande haya sido la presión que se ha

ejercido para comprimirlo. Debe tenerse cuidado, sin embargo, de

seleccionar obstáculos muy grandes, pues solamente aquellos que tienen

suficiente campo y escala tienen la capacidad para sacarnos del

contexto y hacer que la vida aparezca en una forma completamente

nueva e inesperada...Las dificultades iluminan la existencia, pero deben

ser frescas y de cualidad elevada.

Tom Robbins, de

Even Cowgirls Get the Blues (1976, p. 158)

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Primera Parte

Marco Teórico

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1. Cuando vivir daña

Cuando vi vi r daña es una realidad dolorosa de la vida di aria para, lit eralment e, decenas de millones
de personas. Hay una buena oport unidad que el lect or haya experiment ado direct a o indirect ament e la clase

de sent imient os que permit en reconocer con f acilidad a la depresión en la f orma que algunos client es del

aut or la han descrit o:

“ Un ladrón en la sombra, que se robó mi vida. ”

“ Un monst ruo invisible, insidioso. ”

“ Una mort aj a de dolor sof ocant e. ”

“ El curso endemoniado de una agonía const ant e. ”

Hace un par de años el aut or f ue af ect ado muy prof undament e por el event o más desgraciado que

pueda ser descrit o aquí. Implicó a un psiquiat ra que era un hombre muy dest acado. Nunca nos conocimos,

pero yo conocía su excelent e t rabaj o. Había asist ido y se había graduado en la escuela de medicina a los 20

años, y rápidament e se est ableció como una muy visible y not oria aut oridad en las paut as del cambio de

comport amient o (incluso f ue coaut or de un libro de aut oayuda en el t ema) y t ambién en los problemas

f orenses en psiquiat ría. Su amplit ud de conocimient os, especialment e por ser muy j oven, era muy

impresionant e. Inf ort unadament e, cuando su vida at ravesó por un período de crisis debido a un f racaso

mat rimonial, su conocimient o superior de las necesidades humanas y la salud ment al no le sirvieron de

ayuda. Lit eralment e buscó a colegas para que lo ayudaran, debido a que sus sent imient os est aban f uera de

cont rol, pero ellos aparent ement e encont raron muy incongruent e la solicit ud de ayuda con su est at ura,

como para t omarla en serio. El pront o t erminó t omando su propia vida con una bala en su cabeza. Est aba

recién en los comienzo de su t ercera década, con una vida pot encialment e llena de logros signif icat ivos

esperándole.

Quizá f ue la expect at iva no realist a que los prof esionales de la salud ment al debieran ser más

capaces de manej ar sus dif icult ades lo que causó est e suceso que at raj o la at ención del aut or. Quizá f ue

ot ra la razón, pero cualquiera sea la razón, es t rist e decir que su muert e f ue solament e una más de los

t reint a mil suicidios ocurridos ese año (Davison y Neale, 1986). El suicidio ha sido denominado “ la solución

permanent e para un problema t emporal” y quizá represent e el riesgo más dramát ico de la dolorosa

depresión. ¿Por qué un hombre t an bien educado y perspicaz eligió el suicidio? ¿Cómo es que la depresión se

t ransf orma en algo t an doloroso que la muert e parece una alt ernat iva viable, deseable? ¿Cómo se hace t an

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debilit ant e que ocasiona un suf rimient o cont inuo para aquellos que t ienen el valor, mot ivación o t olerancia

para vivir con ella? ¿Cuánt o sabemos r eal ment e los psicot erapeut as acerca de la depresión y su t rat amient o?

Se han realizado muchas invest igaciones sobre la depresión a t ravés de los años. El volumen de

lit erat ura cient íf ica disponible sobre el problema es enorme, un t est imonio de la dif usión del problema y el

compromiso serio de aquellos que quieren genuinament e hacer algo para ayudar. En base a est a

invest igación se han elaborado t eorías respect o a la et iología de la depresión, y una amplia variedad de

f ormas para int ervenir t erapéut icament e. Virt ualment e t odas las diversas t eorías y t rat amient os son

pot encialment e benef iciosas para que el clínico desarrolle un ent endimient o comprensivo de la nat uraleza

de la depresión, pero paradoj alment e t odas son pot encialment e limit ant es (e incluso pueden ser dañinas

para el client e deprimido), si el f enómeno mult if acét ico de la depresión es concebida y t rat ada solament e a

part ir de una única perspect iva.

La prof esión de la salud ment al of icialment e cat egoriza a la depresión como un t rast orno del

ánimo, según lo det alla el Di agnost i c and St at i st i cal Manual (Tercera Edición, revisada) (American

Psychiat ric Associat ion, 1987). Como veremos en el Capít ulo 3, hay algunos problemas específ icos con la

clasif icación y el diagnóst ico de la depresión, que pueden t ener un impact o signif icat ivo en cómo es t rat ado

el client e deprimido. Es suf icient e decir en ese punt o de comienzo, que la ent idad clínica denominada

“ depresión” no est á t ot alment e comprendida aun, ni el t rat amient o de la depresión es consist ent ement e

ef ect ivo.

Est e no es un libro respect o a la t eoría de la depresión, aunque innegablement e cont iene una sínt esis

de las perspect ivas t eóricas. Más bien, el énf asis a lo largo de est e libro est á en el t r at ami ent o del individuo

depresivo. Como psicólogo clínico que t rabaj a con individuos deprimidos y f amilias, el aut or no puede

ayudar pues est á prof undament e af ect ado por las diversas f ormas en que la depresión le roba a las personas

las posibilidades posit ivas que la vida t iene que of recer. Como un humano suj et o a las mismas f ragilidades

que compart en quienes t ienen cuerpos y ment es humanas, el aut or t ambién experiment a los dolores

const ant es de la depresión. Est e t rabaj o est á dominando por una orient ación muy pragmát ica: ¿Que puede

deci r y hacer uno que t enga valor t erapéut ico? ¿Qué herramient as pueden ser ut ilizadas para f acilit ar la
recuperación de la depresión y cat alizar la clase de cambios en el mundo del individuo deprimido, que

minimizarán las recurrencias f ut uras y permit irán una velocidad de recuperación mayor cuando surj an ot ros

episodios?

LA NATURALEZA DE LA BESTIA

La depresión t iene una larga hist oria bien conocida, document ada en t empranos escrit os y vivida

por un número incont able de personas (algunos f amosos, la mayoría no). Mient ras que es dif ícil especif icar

el número, debido a que muchos casos no son report ados, se est ima que: (1) ent re 30 a 40 millones de

est adounidenses suf ren de un desorden depresivo diagnost icable ( Newsweek , 4 de mayo de 1987); (2) al

menos uno de cada cuat ro est adounidenses suf rirá un episodio de depresión mayor en algún punt o de sus

vida; (3) solament e ent re el 25% y el 50% de quienes suf ren depresión mayor reciben alguna t erapia para sus

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sínt omas; (4) las muj eres suf ren 2 veces más f recuencia depresión que los hombres (aunque la dist ribución

real de la depresión por género parece nivelarse); y (5) la depresión se da en t odos los grupos de edad

(Kleinmunt z, 1980; Kolb y Brodie, 1982).

La prevalencia de la depresión en un sent ido epidemiológico general, es lo suf icient ement e

problemát ica. Es de nat uraleza compuest a, es bien conocido que muchos casos de depresión est án

“ enmascarados” , permaneciendo ocult a det rás de una mult it ud de quej as somát icas y ot ros problemas

psicológicos. En consecuencia, el problema de la depresión debe est ar más ext endida que lo que indican las

est adíst icas generales y puede est ar mucho más ext endida que lo que pueden darse cuent a los clínicos. Si el

crit erio para el diagnóst ico de la depresión es muy amplio, como sugeriremos post eriorment e, la depresión

podría ser evaluada más cuidadosament e para det erminar su prevalencia, un primer paso para t ener un

mej or conocimient o del alcance del problema que enf rent amos como prof esión.

El dolor de la depresión es conocido en algún grado por t odos nosot ros como personas y como

prof esionales. Parece lit eralment e imposible que uno no se encuent re en la práct ica clínica con personas

deprimidas. ¿Cuál es el ef ect o de la prevalencia de la depresión? Es incalculable, el cost o en vidas humanas,

suf rimient o, relaciones dañadas, t rabaj o perdido, pérdida del t iempo personal, así como en ot ras áreas.

Ya se ha hecho una ref erencia a las est adíst icas del suicidio. Se ha sugerido que muchas de las

personas que suf ren depresión son desaf iadas en abst ract o por sus sent imient os dañinos y en concret o por

sus sínt omas f ísicos. También se ha aludido que muchas ot ras dif icult ades psicológicas son, de hecho,

depresión enmascarada. Por ej emplo, parece probable que muchos de los desórdenes de abuso de sust ancias

sean realment e paut as que son int ent os primit ivos para hacer f rent e a la af licción (v. g. , ansiedad) de la

depresión. El abuso de sust ancias en t odas sus f ormas, se apoyan comúnment e en los mecanismos de

af ront amient o, los cuales conllevan ef ect os colat erales ment ales y f ísicos que pueden ayudar a perpet uar el

problema subyacent e de la depresión. El t rat amient o de las paut as de beber alcohol, pero no la depresión

relacionada (cuando ese sea el caso), es casi seguro que generará episodios recurrent es de “ caerse al lit ro” .

Ot ras paut as disf uncionales que a primera vist a no parecen est ar relacionadas con la depresión, est án

est rechament e relacionadas con ést a. La discusión post erior del diagnóst ico de la depresión de acuerdo a

una amplia gama de crit erios puede ayudar a los clínicos a considerar con más ef iciencia est e problema.

La depresión generalment e es un f enómeno que se li mit a a si misma. Si uno no hace nada y dej a

que las cosas sigan su curso, la depresión se desvanecerá en la mayoría de las personas. Los dat os de la

duración promedio de una depresión son ambiguos, sugiriéndose ent re 4 y 10 meses. Las est adíst icas

sugieren, además, que ent re el 10 y el 20% de aquellas condiciones diagnost icadas como depresión

desarrollarán una condición crónica (Davidson y Neale, 1986).

ETIOLOGIA DE LA DEPRESION

El saber convencional lo llevaría a uno a ant icipar que ant e un problema t an mult if acét ico como la

depresión, no debiera haber un único f act or causal subyacent e. El saber convencional no es siempre

correct o, pero en est e caso es muy seguro que lo sea. De hecho, hay muy pocas t eorías que describen las

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causas de la depresión. Esas t eorías incluyen perspect ivas biológicas, int rapersonales e int erpersonales, y

cada una of rece f ormas de pensamient o ext remadament e út iles respect o a la et iología de la depresión. Se

presume que el lect or ya est a f amiliarizado con esas t eorías, de modo que a cont inuación se ent rega una

descripción somera de cada una de ellas.

Teor ías bi ol ógi cas


Las principales t eorías biológicas de la depresión se derivan a part ir de los ef ect os de ciert as drogas

sobre las aminas biogénicas, e hipot et izan que la depresión ocurre cuando ciert os neurot ransmisores (como

la norepinef rina y la serot onina) alcanzan una concent ración baj a en ciert as áreas del cerebro. También

caen en la esf era biológica aquellos vínculos ent re la depresión y los t rast ornos f ísicos. La siguient e es una

list a parcial de f enómenos biológicos relacionados con la depresión: ciert as drogas (incluidas la reserpina,

algunos ant iconcept ivos orales, ant i-hipert ensivos, t ranquilizant es mayores y menores); algunos abusos de

drogas (v. g. , alcohol, barbit úricos, est imulant es, alucinógenos); enf ermedades neurológicas; desórdenes

met abólico-endocrinos; enf ermedades cardíacas; cirugía; y enf ermedades de los sist emas renal, hepát ico y

pulmonar (Hollist er, 1983).

La depresión puede ser secundaria a enf ermedades debilit ant es, o viceversa. Cuando se encuent ra

depresión conj unt ament e con enf ermedades o pert urbaciones f ísicas, puede ser simplement e una

coincidencia, pero t ambién puede ser un hallazgo con f uert es implicaciones para el t rat amient o apropiado.

En esos casos es necesario un diagnóst ico cuidadoso.

El enf oque biológico incluye t eorías que consideran la t ransmisión genét ica de la depresión. Los

est udios han most rado que un rango aproximado del 25 al 40% de los individuos deprimidos t ienen un padre

u ot ros parient es de primer grado con un t rast orno af ect ivo (Clayt on, 1983). Debido a que las muj eres son

diagnost icadas como deprimidas dos veces más f recuent ement e que los hombres, algunos han sugerido que

la depresión est á ligada a la t ransmisión del cromosoma X, pero no hay un apoyo sólido para est a t eoría

hast a la f echa. También se ha considerado como un f act or et iológico signif icat ivo a la inf luencia de las

hormonas f emeninas (relacionadas en part icular con los cambios hormonales asociados con las depresiones

post -part o y de la menopausia), pero aun no se han obt enido conclusiones f irmes en est a área. Además,

aunque las muj eres pueden ser diagnost icadas como deprimidas con más f recuencia que los hombres, la

dist ribución real por género parece ser igual. Se cree que las dif erencias en los crit erios diagnóst icos para

los hombres y muj eres es el f undament o para el mayor porcent aj e de muj eres encont radas clínicament e

deprimidas (Davidson y Neale, 1986).

Teor ías i nt r aper sonal es


“ Int rapersonal” es el encabezado general para aquellas t eorías que enf at izan a la depresión como

un problema dent r o del individuo. Est o abarca a los modelos psicodinámicos, cognit ivo y del “ desamparo

aprendido” .

El modelo psicodinámico concibe la “ pérdida” de sent ido como el component e principal de la

depresión. Freud (1918) t eorizó que algunos individuos se conviert en en muy dependient es de ot ros para

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mant ener un sent ido de est imación de si mismos (que proviene de una grat if icación excesiva o escasa de las

necesidades en la et apa oral). Así, cuando el obj et o de dependencia es perdido (quizá a t ravés de la muert e

o el rechazo), el individuo sient e rabia que no puede ser expresada direct ament e. Por el cont rario, es una

“ rabia dirigida hacia adent ro” que se conviert e en culpa y odio a si mismo, que son caract eríst icas de las

personas deprimidas, según Freud.

El modelo cognit ivo de la depresión, desarrollado primariament e por Aaron Beck (1967, 1973; Beck

et al. , 1979) concibe a la depresión como un product o del pensamient o dist orsionado. En el modelo de Beck,

las emociones son consecuencias de los pensamient os, y si uno est á deprimido es debido a que uno est á

pensando en una f orma negat iva y no realist a. El sist ema de creencias negat ivas puede haber sido

est ablecido t empranament e en la vida y precede a los episodios de depresión que surgen con post erioridad.

La percepción y la act ividad subsecuent e implica la int erpret ación de los event os, y si las percepciones de

uno son consist ent ement e negat ivas y desmot ivant es, la depresión en un result ado bast ant e predecible. El

modelo de la depresión denominado “ desamparo aprendido, desarrollado primariament e por Mart in

Seligman (1974, 1975, 1983), concibe a la depresión como el product o de una hist oria de aprendizaj es

f allidos en lo que respect a al locus de cont rol. El modelo de Seligman sugiere que cuando uno est á suj et o a

event os negat ivos que se perciben como no cont rolables, el suj et o se sient e desamparado, se vuelve pasivo

y se deprime.

Teor ías i nt er per sonal es


Desde una perspect iva sist émica, la pat ología individual es vist a como un ref lej o del sist ema del

cual el individuo es una part e. Así, el f oco en un modelo int erpersonal de la depresión es aquel que coloca

énf asis en la part icipación en la t erapia de ot ros miembros de la red social del client e ident if icado. La

creencia subyacent e es que la depresión ocurre en un cont ext o social e int erpersonal y surge primariament e

a part ir de las paut as relacionales depresiógenas. Est as pueden incluir a las t ransiciones de roles sociales

est resant es, conf lict os de roles sociales, y consecuencias sociales de las elecciones individuales (Klerman,

Weissman, Rounsaville y Chaveron, 1984).

Las psicot erapia est rat égicas, cuya nat uraleza es breve y direct iva, generalment e son enf oques

sist émicos, que hacen uso en f orma t ípica de los cont ext os sociales cot idianos del client e para ef ect uar el

cambio. Los enf oques sist émicos de Jay Haley, Paul Wat zlawick, Virginia Sat ir y Milt on Erickson, enf at izan la

capacidad ant idepresiva de la rest auración o el evación de un sist ema a su capacidad f uncional.

Los diversos modelos de depresión descrit os muy brevement e aquí, son prof undos en su propias

f ormas de concebir la nat uraleza de la depresión. Para el lect or no f amiliarizado con esos mét odos, es muy

recomendable que lea los escrit os originales de sus f undadores. Muchas de las int ervenciones est rat égicas

descrit as más at rás se derivan direct ament e de esos modelos.

En la sección siguient e, se describen los t ipos de t rat amient os ut ilizados act ualment e para la

depresión, los cuales est án asociados con los modelos mencionados más arriba.

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PARADIGMAS ACTUALES DE TRATAMIENTO PARA LA DEPRESION

Así como hay diversas f ormas para concebir el origen y la mant ención de la depresión, hay diversas

f ormas de int ervención t erapéut ica en el problema. Los numerosos enf oques que son ut ilizados en la

act ualidad, son aplicados en una f orma que es consist ent e con la t eoría et iológica asociada. En

consecuencia, un encuadre biológico para la comprensión del comienzo del desorden lo t rat ará f ísica o

químicament e; el enf oque int rapersonal lo t rat ará en esa dimensión, et c. Las siguient es descripciones son

resúmenes abreviados de las diversas int ervenciones acordes al modelo.

Int er venci ones de or i ent aci ón bi ol ógi ca


El principal acercamient o t erapéut ico en la esf era biológica es la f armacot erapia, específ icament e

el uso de diversos medicament os ant idepresivos (v. g. , t ricíclicos, t et racíclicos, e inhibidores de la

monoamina oxidásea). De ést os, los t ricíclicos cont inúan siendo los que se prescriben más comúnment e, su

f unción t erapéut ica primaria es la aparent e habilidad para aument ar los niveles de los neurot ransmisores

norepinef rina y serot onina en el cerebro de las personas seriament e deprimidas. Las vías f isiológicas

específ icas aun no est án t ot alment e comprendidas hast a est e moment o.

Ot ro t rat amient o de orient ación somát ica usado más comúnment e de lo que la mayoría podría darse

cuent a, es la t erapia elect roconvulsiva. Est e es un t rat amient o muy cont rovert ido, que implica el paso de

corrient e eléct rica a t ravés del cerebro del individuo deprimido. El mecanismo de acción de los

elect rochoques aun no ha sido comprendido, pero el t rat amient o es muy elogiado por sus adept os como una

f orma de int errumpir el curso de la depresión severa, permit iendo que el individuo deprimido se calme y

est é más recept ivo a los ef ect os de ot ras t erapias. Se lo considera una f orma ext rema de t rat amient o debido

a sus ef ect os colat erales indeseables. Se lo usa cuando la depresión es t an int ensa que hace insost enibles

ot ros acercamient os. Es considerado el t rat amient o indicado para la depresión psicót ica. Es ent regado en

serie, implicando múlt iples t rat amient os en un período de t iempo.

Ot ros acercamient os somát icos incluyen el uso de ej ercicios f ísicos vigorosos para promover

bienest ar f ísico, reducir la f at iga y aument ar la est imación de si mismo; el uso de luz para est imular el

cerebro; privación de sueño; y el uso de est imulant es (como el Rit alín en los individuos ancianos

deprimidos).

Int er venci ones de or i ent aci ón i nt r aper sonal


Las t erapia de orient ación psicodinámica generalment e int ent an promover el insight de las paut as

depresiógenas. Las met as de esos enf oques de larga duración son la resolución de los problemas de

dependencia y t ransf erencia, descubrimient o y expresión de la rabia reprimida y ot ros sent imient os

dolorosos, el análisis “ t raspasando” las def ensas y las f ij aciones.

La t erapia cognit iva implica generalment e la promoción del percat arse de los pensamient os

negat ivos y las dist orsiones cognit ivas, las paut as de pensamient o erróneas, y percibir que ellos causan y

mant ienen los episodios de depresión. Los escrit os de Beck (1967, 1973, 1983), Burns (1980) y ot ros

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t erapeut as cognit ivos describen bien a la irracionalidad, la at ención select iva negat iva, el pensamient o

dicot ómico y ot ras paut as dist orsionadas del pensamient o, j unt o a recomendaciones específ icas para

enf rent ar esas paut as. En esencia, la t erapia cognit iva enseña que si uno minimiza los pensamient os

inadecuados y cambia la f orma en que piensa, se puede alt erar en f orma signif icat iva el ánimo.

El t rat amient o de la depresión en el modelo del “ desamparo aprendido” implica el modelado

gradual de la habilidad de la persona para percibir y ej ercer cont rol sobre su experiencia. En f orma t ípica,

se crea una j erarquía de t areas con un énf asis en la const rucción de pequeños éxit os en f orma crecient e. Se

promueven como esenciales para la mant ención del alivio de la depresión a las habilidades específ icas

def inidas en la met a y la adquisición de met as.

Int er venci ones de or i ent aci ón i nt er per sonal


Ya que la creencia en los modelos int erpersonales hace énf asis en que la depresión est á incrust ada

en un cont ext o social, aquellos acercamient os que dan import ancia a las habilidades de la comunicación

saludable y las habilidades sociales posit ivas son los vehículos primarios para la t erapia. En consecuencia, los

acercamient os primarios son la t erapia marit al, la t erapia f amiliar, t erapia grupal, t erapias est rat égicas, y

t écnicas que f oment an la asert ividad y aument an la comunicación. Además, esos acercamient os conciben la

relación clínico-client e (abarcando un número inf init o de variables int erpersonales) como el poder

cat alizador de la t erapia. Esos acercamient os son direct ivos y orient ados al sist ema en sus observaciones que

los individuos deprimidos no exist en en soledad, sino que est án involucrados en una red más amplia que

t ambién requiere at ención.

Cada una de esas t erapias, así como las muchas ot ras que son descrit as aquí, son exit osas con

ciert os client es. Sin embargo, ninguna t erapia es consist ent ement e exit osa. La met a es cont inuar

desarrollando nuevos acercamient os y nuevas combinaciones de acercamient os act uales para avanzar en la

t ecnología del alivio del suf rimient o humano en t odas sus f ormas.

RESUMEN

Es claro que el problema de la depresión es ext enso y ha recibido una gran at ención de las

prof esiones de la salud ment al. Se han est ablecido elaborados modelos basados en f act ores causales

biológicos, int rapersonales e int erpersonales en la lit erat ura, en donde cada uno suminist ra acercamient os

concret os para el t rat amient o de los individuos deprimidos. Esos modelos y las int ervenciones asociadas han

sido descrit as muy brevement e, en un int ent o para orient ar al lect or en las perspect ivas act uales de la

depresión.

El capít ulo siguient e discut e las caract eríst icas de la t erapia est rat égica que subyace a las paut as

t erapéut icas descrit as después.

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2. La dirección del alivio

De acuerdo con los dat os disponibles, solament e una minoría de los individuos deprimidos buscan

t rat amient o. ¿Por qué las personas se mant ienen en esa incomodidad sin int ent ar la obt ención de alivio?

Como veremos con gran det alle después, es la sensación de desamparo personal t an caract eríst ico de los

individuos deprimidos lo que les impide buscar ayuda en f orma act iva. En esencia, la creencia es “ ¿Para qué

molest arse? Nadie puede ayudarme. ” Los individuos deprimidos se experiment an t ípicament e como est ando

at rapados en una af licción personal y circunst ancias sit uacionales que aparent ement e no pueden ser

resuelt as a t ravés de ninguna acción direct a de su part e. Obviament e, las circunst ancias de cada persona

son únicas, pero la creencia subyacent e es generalment e una que impide dar pasos act ivament e para

resolver la sit uación.

El vast o reconocimient o de la sensación de desamparo del individuo deprimido ha sido bien

promovido por la lit erat ura. La amenaza siempre present e del suicidio es un recordat orio desolador de cómo

los sent imient os ext remos de est ar desesperanzadament e at rapado puede llevar a ese comport amient o. Es

aparent e que cuando el individuo deprimido t ienen una conf ianza disminuida en su habilidad para manej ar

provechosament e su sit uación, la parálisis t an comúnment e observada por los clínicos es realment e una

consecuencia lógica. La post ura que t ome el clínico para t rat ar al client e deprimido es, en consecuencia, el

aspect o más vit al de t rat amient o, incl uso más vit al que la t erapia específ ica en si misma. La posición de

dirigir act ivament e la experiencia del client e debe ser vi st a como básica para el t rat amient o ef ect ivo de la

depresión.

Considere el int erj uego de las dinámicas ent re la nat uraleza general de la depresión y algunos de

los acercamient os más t radicionales para su t rat amient o. Est e desorden implica pasividad f rent e a la

adversidad, apat ía f rent e a la desesperanza, y conf usión en lugar de direccionalidad. Así, en el moment o

cuando el client e no est á en una posición de saber cómo organizarse y mot ivarse, puede pedírsele que lo

haga debido al t ipo de t erapia escogida. Por ej emplo, es un modelo de t rat amient o est rict ament e biológico,

el client e puede comenzar con medicament os ant idepresivos de uno u ot ro t ipo, y se le dice, “ Esperemos y

veamos si el medicament o ayuda hast a alcanzar su nivel t erapéut ico. ” La psicot erapia puede est ar ausent e

o puede ser considerada de import ancia secundaria para el ef ect o de los medicament os. Una post ura de

est e t ipo implica que el client e se mant enga en un rol pasivo en el proceso de t rat amient o y que cualquier

ef ect o del t rat amient o es generado por f act ores biológicos f uera del cont rol de la persona. La comunicación

analógica en est e t ipo de t rat amient o est á conf i r mando el desamparo y la enf ermedad. En consecuencia, el

t rat amient o puede f ormar part e inadvert ida del la depresión del client e al ref orzar algunos de los aspect os

más problemát icos del desorden.

Si la psicot erapia es el vehículo primario para el t rat amient o, ¿cuáles son las implicaciones del uso

de enf oques no direct ivos o enf oques que colocan énf asis en el insight como algo vit al para la resolución de

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los problemas depresiógenos? Los enf oques no direct ivos pueden of recer la comodidad de una relación de

apoyo, pero el peso de la responsabilidad de la dirección de la t erapia en una época cuando el client e no es

capaz de det erminar una dirección, o saber cómo int ervenir en sus propios problemas. Dej ar al client e

desorient ado mient ras uno mant iene una posición de negar la capacidad que t enemos para inf luenciarlo

parece irresponsable. Est á bien est ablecido que ninguna t erapia puede ser verdaderament e no direct iva, ya

que la simple presencia de ot ra persona alt era las respuest as de uno (¿ust ed hace cosas por si mismo que no

haría si no hubiera una persona a su lado?). El problema no es realment e si el clínico inf luencia al client e;

más bien es cómo y en qué gr ado lo hace. Al t rat ar a la depresión en part icular, debiera ser pat ent e la

necesidad de paut as para cat alizar la inf luencia t erapéut ica t an rápida y ef ect ivament e como sea posible.

Los enf oques basados en el insight t ambién se encuent ran con ciert as limit aciones inevit ables. Su

énf asis est á puest o en el percat arse, la lógica y la comprensión, como si la racionalidad puede o debe

prevalecer. El coment ario comúnment e expresado por los client es de “ Sé que no debiera sent irme en est a

f orma, pero lo hago” es una indicación de los límit es del int elect o al t rat ar con los sent imient os. Ot ro

ej emplo es cuando el client e dice, “ Sé por qué y cómo est oy deprimido en est e punt o; sólo que no sé que

hacer. ”

El énf asis en el percat arse conscient e como cent ral para el éxit o t erapéut ico puede ser limit ant e

por diversas razones. La habilidad de la ment e conscient e para t ener una comprensión int egrada del “ sel f ”

es limit ada, ya que mucho de lo que uno experiment a ocurre en el nivel inconscient e. Sin import ar el

alcance de la ment e conscient e, algunas cosas permanecerán necesariament e f uera del percat arse.

Segundo, el t rabaj o en el paradigma del “ progreso a t ravés del percat arse” coloca al clínico en la posición

de t ener que t omar decisiones respect o a qué cosas que provienen del inconscient e de la persona debieran

ser conscient es. Tercero, cuando las decisiones son t omadas y llevadas a cabo por el clínico, la t endencia

del client e a “ resist ir” el paso de esa inf ormación a la consciencia, ret rasa e incluso impide el progreso.

Cuart o, cuando no pueden derivarse insight s causa-ef ect o de la hist oria de la persona, puede of recerse con

relat iva impunidad una explicación biológica o psicológica ambiguament e def inida. El ef ect o es que se

impart e más pérdida del sent ido de cont rol del client e sobre su propia experiencia. Es ciert o, sin embargo,

que numerosos est udios sugieren un f uert e vínculo ent re la genét ica, la bioquímica y los desórdenes

af ect ivos. La cuest ión es de diagnóst ico en esos casos, ya que no hay sist emas conf iables de diagnóst ico para

la depresión biológica que ya exist ía.

El concept o de una depresión exclusivament e biológica act ualment e est á siendo somet ida a

reevaluación por muchos invest igadores. La asunción de relaciones ment e-cuerpo unidireccionales por las

cuales el cuerpo impact a a la ment e, puede probar ser muy limit ant e f rent e al mont o de la evidencia de una

relación bidireccional. El t omar en cuent a los aspect os t erapéut icos de la exper i enci a puede llevar

event ualment e a los psicot erapeut as a la reducción de medicament os prescrit os excesivament e.

Dependiendo de la severidad de la depresión, los medicament os o los acercamient os de apoyo pueden ser

empleados con el client e para f acilit ar un est ado en el cual est é más recept ivo a los acercamient os

t erapéut icos descrit os en est e libro.

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El lect or no debe int erpret ar las observaciones respect o a los límit es de los acercamient os descrit os

como un prej uicio hacia su ef ect ividad pot encial. Por el cont rario, cada enf oque puede ser ef ect ivo a su

modo. El problema t rat ado aquí se relaciona con esas sit uaciones donde esos acercamient os pueden no ser

est imados viables o probar que son inef ect ivos por diversas razones. Est e asunt o es part icularment e

relevant e cuando uno concibe a la depresión como un desorden que ocurre en dimensiones múlt iples. (En el

próximo capít ulo se hablará más de est o. ) Posee un int erés especial la comunicación análogica que

acompaña inevit ablement e al plan t erapéut ico. Decir a un client e en una dimensión f uera del percat arse, y

por lo t ant o del escrut inio conscient e, que el t rat amient o “ f uncionará” sin su part icipación, est á

peligrosament e cerca de decir abiert ament e, “ Sus esf uerzos son irrelevant es para su condición. ” Por ot ro

lado, la renuencia a of recer direcciones o herramient as específ icas que pueden ayudar al client e, es como

decirle indirect ament e, “ Siga en lo suyo; no puedo/ no podré ayudarlo. ” Esos coment arios solament e pueden

aislar más al client e y pueden llevarlo a la creencia que el(los) problema(s) de verdad deben ser

insuperables. El clínico debiera ser select ivo en la calidad de la comunicación ent regada en t odas las

dimensiones de la int ervención.

INTERVENCION DIRECTIVA

Una vez que el clínico ha acepado la noción que est ará ej erciendo inf luencia sobre el client e, sin

import ar el acercamient o usado, es ent onces pat ent e que los dif erent es acercamient os ej ercerán inf luencias

dif erent es. En f orma t ípica, el clínico se aproxima al client e en una f orma prescrit a por la orient ación

t eórica específ ica a la cual se adscribe el clínico, o al menos de acuerdo con el(los) modelo(s) de depresión

que el clínico cree que represent an la experiencia del client e.

Un ej emplo de los ef ect os pot encialment e ant i-t erapéut icos de una int ervención de rut ina ligada a

una t eoría, puede demost rar la necesidad de una perspect iva dist int a respect o al t rat amient o en general y

al t rat amient o de los individuos deprimidos en part icular. Una muj er de t reint a años buscó t rat amient o para

una depresión moderada de aproximadament e unos seis meses de duración. Dormía poco, incapaz de

concent rarse en su t rabaj o como represent ant e de vent as, irrit able e hipercrít ica con sus dos hij os

pequeños, y generalment e est aba apát ica. Ant es de ver a est e aut or, ella había est ado en t erapia durant e

cinco meses con un t erapeut a t radicional, orient ado al insight , que se concent ró en la hist oria pasada

negat iva de la f amilia. Durant e los cinco meses de sesiones que eran una o dos por semana, el f oco del

t rat amient o est uvo en la resolución de los sent imient os de pérdida, de acuerdo a la creencia del clínico en

el modelo que la depresión generalment e implica pérdidas. La rabia y la culpa de la muj er respect o a su

hist oria f amiliar negat iva f ue realment e compuest a por el clínico al of recer la observación que ella est aba

suf riendo no solament e por la pérdida de la f amilia ideal que deseó cuando est aba creciendo, sino que

t ambién por la pérdida de una relación con sus propios hij os debido a su depresión. El mensaj e f ue, “ Est á

arruinando a sus hij os, al igual como ust ed ha sido arruinada. ” La muj er se det erioró rápidament e, hast a

que el clínico le recomendó ver a un psiquiat ra para que le prescribiera medicament os ant idepresivos y

t ranquilizant es. Est a recomendación f ue la sugerencia f inal, enrabiándola lo suf icient e, al decirle, “ Ust ed es

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muy pat ológica para se t rat ada con ef ect ividad sólo con psicot erapia. ” Ella se negó a t omar medicament os y

dej ó de ver al clínico, cuando se dio cuent a que realment e est aba agravando su condición en lugar de

ayudarla. Buscó un enf oque dif erent e, el cual probó ser benef icioso de inmediat o para ella, dado el énf asis

en el cambio progresivo a t ravés de la resolución realist a de los problemas.

Al concent rar a la muj er en sus sent imient os de pérdida, sin virt ualment e ningún énf asis en las

habilidades posit ivas que ella poseía para alt erar sus f ormas act uales de pensar, sent ir y act uar, ¿cómo

podría ella est ar absort a en ot ra cosa que no f uera af licción y pérdida? ¿Es eso t erapia? El error en el

acercamient o habría sido evident e para el clínico si hubiera t omado en consideración la ret roaliment ación

de la client e respect o a la f alt a de progreso, en lugar de permanecer leal al modelo de depresión que dice

que la depresión es necesariament e una consecuencia de pérdidas. El clínico incluso podría haber

cont inuado t rat ándola con algún result ado t erapéut ico si se hubiera enf ocado en el problema de la pérdida

percibida por la client e, pero solament e si el acercamient o hubiese est ado const ruido en las posibilidades

f ut uras de evit ar la pérdida o hacer f rent e a las pérdidas ef ect ivament e inevit ables, en lugar de sólo repasar

viej os sent imient os dolorosos.

El uso de acercamient os direct ivos para el t rat amient o le brinda a uno una amplia gama de

posibilidades para la int ervención en el t rat amient o de la depresión. Hay por ciert o un amplio rango de

int ervenciones que podrían denominarse direct ivas e incluso est rat égicas, y en est e libro solament e puede

ser present ado un número limit ado. Una vez que el clínico aprende a pensar est r at égi cament e, la habilidad

para generar direct ivas se desarrolla nat uralment e y no hay límit es para la creat ividad de las int ervenciones

del clínico. Desde luego, la mayor met a de est e libro es f oment ar la evolución del pensamient o est rat égico

para cat alizar result ados t erapéut icos más rápidos y conf iables.

PSICOTERAPIA ESTRATEGICA

¿Qué est amos haci endo aquí?


Los acercamient os est rat égicos han sido hist óricament e def inidos como aquellos en los cuales el

clínico f acilit a act ivament e el curso de la t erapia. Presupone una disposición por part e del clínico para guiar

al client e act ivament e en una dirección que por últ imo benef iciará al client e. La dirección no es elegida

unilat eralment e por el clínico, como se cree erróneament e. Por el cont rario, la dirección es escogida por el

client e y la t area del clínico es of recer direct ivas (inf ormación y experiencias) que cat alizará el movimient o

posit ivo del client e en esa dirección. Si la met a del client e es ambigua o est á f uera de su percat arse, las

primeras direct ivas pueden implicar la cat álisis de una def inición clara de met as. En consecuencia, es un

prerrequisit o obvio de los acercamient os direct ivos que haya una met a t erapéut ica. Los ot ras caract eríst icas

de los acercamient os direct ivos en los cuales se basa la nat uraleza de las est rat egias t erapéut icas orient adas

a met as, serán discut idos en lo que rest a del est e capít ulo.

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Una cuest i ón de r eal i dades


Los f ilósof os de t odas las persuasiones a lo largo de las eras nos han recordado la nat uraleza

subj et iva de la realidad, pregunt ando perpet uament e “ ¿Qué es real?” Es indudable que nadie en

psicot erapia negaría la observación que la “ realidad” es experiment ada subj et ivament e. Hay una dif erencia

inevit able ent re las sensaciones f ísicas est imuladas por ondas luminosas, sonoras, et c. , y las percepciones

derivadas de la int erpret ación de la experiencia. De est e modo, cada persona debe desarrollar un sent ido

que el mundo “ real” est á basado en: las habilidades f ísicas singulares, el medio social más amplio, y el

rango de experiencias individuales. A part ir de est o, la persona desarrolla una variedad de habilidades

evident es en cómo responde a las demandas de la vida. Las diversas t eorías de la personalidad y los modelos

del comport amient o humano int ent an def inir y describir los component es y mecanismos de acción de la

psique humana, y cada una of rece observaciones esclarecedoras y rest rict ivas.

En la práct ica de la t erapia est rat égica en lugar de conf iarse en los const ruct os t eóricos específ icos,

se alient a el énf asis en el desarrollo de un percat arse ref inado y en la acept ación del marco de ref erencia

subj et ivo del client e. El client e no es vist o como pat ológico o enf ermo, sino que más bien como una víct ima

de su propia inhabilidad para t ener acceso a las capacidades o herramient as necesarias para vivir en f orma

ef ect iva. Cuando el individuo adquiere poder con el acceso complet o a los recursos necesarios y es

compet ent e en su ut ilización, se considera f inalizada la t erapia.

La acept ación y ut ilización del marco de ref erencia del client e es un enf oque dist int o de los más

t radicionales, en los cuales el clínico inst ruye al client e en las reglas y el lenguaj e de la perspect iva t eórica

pref erida del clínico. Las int ervenciones t erapéut icas descrit as aquí son de nat uraleza direct iva y est án muy

cent radas en el client e al acept ar y ut ilizar el marco de ref erencia de aquel. Así, el lenguaj e del client e, sus

perspect ivas, met as, necesidades y dinámicas, son t odas acept adas como represent aciones válidas del

mundo de ese client e. El client e es considerado la aut oridad últ ima en su propia vida; en consecuencia, el

clínico est á adapt ándose cont inuament e a la ret roaliment ación del client e. Se espera que el clínico que

emplea esas paut as sea suf icient ement e f lexible para acoger al client e en el marco de ref erencia de ést e y

ent regar la t erapia dent ro de ese marco.

La r el aci ón ent r e el cl íni co y el cl i ent e


El empleo de direct ivas en el t rat amient o presupone una relación muy especial ent re el clínico y el

client e. Para que la t erapia sea ef ect iva, el clínico acept a que posee la capacidad para inf luenciar

signif icat ivament e al client e. Hay una dimensión inevit able de poder que exist e en t oda relación humana (el

poder es def inido generalment e como la capacidad de inf luencia). En la relación t erapéut ica, el poder no

est á dist ribuido igualment e en t odas las dimensiones, ni debiera est arlo. La t erapia est rat égica requiere que

el clínico f acilit e act ivament e el proceso de t rat amient o, y que el client e est é en la posición de reaccionar a

la guía y a las demandas del clínico. Desde luego, el clínico reacciona a la ret roaliment ación del client e

respect o a las met as, a sus capacidades, et c. , pero el moment o t erapéut ico ocurre cuando el client e ha

experiment ado las direct ivas del clínico y ha est ablecido nuevas paut as como result ado. Para cat alizar esos

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event os, el clínico necesit a sent irse cómodo con la capacidad de inf luencia, más que rechazarla. La

negación est á evidenciada en paut as t ales como el ref lej o y ot ros mét odos no direct ivos.

La capacidad de inf luencia depende del grado de rapport ent re el clínico y el client e. El rapport es

una inf luencia direct a de la habilidad demost rada para relacionarse con el mundo del client e, y hay una

absolut a necesidad de conocer lo suf icient ement e bien el mundo del client e, para conocer el grado de lo

que parece ser ciert o o no, import ant e y posible para el individuo. La ut ilización de ot ro modo de las

capacidades del individuo parece imposible.

Una part e int egral de la relación clínico-client e es el uso que hace el clínico del cont ext o. Las

sesiones de t erapia son un cont ext o de cambio, y es obviament e un cont ext o poderoso cuando el clínico usa

su relación con el client e al máximo de su capacidad como vehículo de t erapia. Sin embargo, el mundo

“ real” del client e es el cont ext o más amplio de cambio, puest o que es en el ambient e f amiliar, amist ades,

t rabaj o, et c. , donde la persona vive las limit aciones y f ort alezas de su sent ido de realidad. Las t erapias

est rat égicas hacen uso abundant e de muchos recursos disponibles en el mundo del client e para ef ect uar el

cambio. Las t areas de diversos t ipos pueden ut ilizar pragmát icament e el reconocimient o inherent e en esos

acercamient os que el mundo del client e es sist émico. Las f ort alezas y debilidades (v. g. , paut as

sint omát icas) del client e ocurren en un cont ext o, y opera una variedad de inf luencias en ese cont ext o que

pueden perpet uar inadvert idament e (a veces no t an inadvert idament e) el problema. Del mismo modo, es

una met a en el diseño de la int ervención t erapéut ica el uso t erapéut ico de las dimensiones dif erent es o

t ipos de variables relacionadas con el problema para int errumpirlo. La met a general de t oda t erapia es

const ruir nuevas asociaciones (v. g. , respuest as) en un cont ext o part icular e int errumpir las ant iguas.

Clarament e, los enf oques est rat égicos est án orient ados a los result ados, y la relación ent re el clínico y el

client e es un vehículo primario para maximizar el uso del cont ext o.

Int er venci ón en di mensi ones múl t i pl es


Al aludir a la nat uraleza sist émica del mundo del client e, el punt o es que ni el client e ni sus

sínt omas est án aislados o desconect ados del cont ext o de vida más amplio. Es obvio, desde una perspect iva

sist émica, que un problema apropiado para el t rat amient o en t erapia exist e en diversas dimensiones (las

cuales se enumeran y describen en el capít ulo siguient e). Asimismo, cuando un client e se comunica respect o

a un problema, se comprende que lo est á haciendo en dimensiones múlt iples al mismo t iempo; est á el

signif icado de superf icie de la descripción del problema, pero t ambién hay signif icados prof undos de lo que

el client e “ realment e” quiere decir. El ent renamient o clínico avanzado enseña a los psicot erapeut as a

descubrir los signif icados “ reales” y sus implicaciones, y el proceso de la t erapia se t ransf orma en aquel en

el cual el t erapeut a compart e est os percat arse con el client e para promover insight s. Se supone que el

insight llevará al cambio, aument ará las percepciones de cont rol, aument ará la est imación de si mismo, y

resolverá los problemas. Los enf oques orient ados al insight pueden t omar problemas complej os, de niveles

múlt iples, y devolverlos en una única dimensión de percat arse.

Al emplear las t erapias est rat égicas descrit as en est e libro, el lect or debiera darse cuent a que el

insight puede ser út il a veces, pero ot ras veces puede ser ant i-t erapéut ico. Es discut ible que la variable

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insight sea precursora del cambio. Por el cont rario, se promueve la idea que ya que el client e puede

comunicarse en dimensiones múlt iples al mismo t iempo (algunas f uera del percat arse), el clínico t ambién

puede comunicarse en dimensiones múlt iples. El lect or puede volver at rás y observar las comunicaciones

ant i-t erapéut icas en múlt iples niveles del clínico que t rat ó a esa j oven muj er deprimida descrit a

ant eriorment e. En una dimensión, el clínico dij o, en esencia, “ Hablar de la pérdida simbólica de su f amilia

la ayudará a sent irse mej or” . Sin embargo, en ot ra dimensión, el mensaj e f ue “ Ust ed est á más at ascada en

pat ología de lo que ust ed cree y t omará un largo t iempo y mucho suf rimient o ant es que pueda mej orarse. ”

¿Cuál dimensión de la comunicación t uvo el mayor impact o en el progreso del t rat amient o? Concedo que

esas son af irmaciones muy simplif icadas, pero el punt o es que las dimensiones conf lict ivas de la

comunicación y las comunicaciones f uera del percat arse pueden t ener un impact o dramát ico sobre el curso

de la t erapia.

Ot ro aspect o de est e problema de la involucración del conscient e y el inconscient e en t erapia, es la

relación ent re pensamient o y acción. La creencia clave en la t erapia cognit iva, una poderosa f orma de

t rat amient o para la depresión, es que los sent imient os depresivos se derivan de los pensamient os negat ivos

y dist orsionados, y que es claro que los pensamient os correct os con la base para la salud ment al. La escuela

est rat égica, en su f orma pura, sugiere que la acción puede preceder al pensamient o, y de est e modo las

experiencias moldean la perspect iva de uno para mej or o para peor. Mi posición es que est e conf lict o es un

pseudo-conf lict o (v. g. , f also e innecesario). La experiencia clínica sugiere que cada dimensión, pensamient o

y acción puede generar respuest as saludables en el individuo, y que su relación es mut ua. En consecuencia,
muchas de las est rat egias de est e libro son simples vehículos para est imular el pensamient o claro y la acción

posit iva.

El uso de est rat egias direct ivas y f ormas direct ivas de comunicación de inf luencia, implica una

perspect iva de la ment e inconscient e que es muy dist int a de la f orma en que ha sido def inido

t radicionalment e el inconscient e. El inconscient e ha sido usualment e caract erizado como una ent idad

primit iva bullent e de impulsos agresivos y sexuales que operan en una f orma dest ruct iva, y se ha creído que

mient ras más cont role la ment e conscient e evolucionada al inconscient e, el individuo est ará mej or.

En los años recient es, sin embargo, los ant iguos modelos de la ment e inconscient e han sido

examinados de cerca. Los campos de la neurología, la neuropsicología, la hipnosis clínica, y ot ros han

encont rado evidencia para una nueva concepción del inconscient e, un inconscient e con caract eríst icas más

posit ivas, con recursos y más compet ent e —de lo que se pensaba ant es— para resolver problemas. Con est e

reconocimient o de la habilidad de la ment e inconscient e para adquirir inf ormación, almacenarla, int egrarla

con ot ros aprendizaj es, y ut ilizarla, hay un int erés crecient e en el uso de paut as t erapéut icas que puedan

ef ect uar cambios sin la necesidad de las comprensiones conscient es como las precursoras.

Michael Gazzaniga, en su libro The Soci al Br ai n (1985), describió una perspect iva del cerebro que

puede ser revolucionaria, suminist rando una explicación biológica para lo que aquellos que han est udiado y

escrit o en el campo de la hipnosis clínica habían observado hace t iempo. Es su modelo de la “ unidad

modular” del f uncionamient o ment al. Gazzaniga describió cómo la inf ormación f uera del percat arse puede

gat illar cambios en el ánimo y en el comport amient o, usando incluso el ej emplo de una persona que se

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deprime sin razón aparent e, simplement e debido a que la “ unidad neurológica depresión” f ue act ivada

inconscient ement e. La lit erat ura de la hipnosis clínica ha est ado describiendo durant e décadas paut as para

promover cambios inconscient es, pero esos acercamient os no f ueron de int erés general hast a hace muy

poco. El reconocimient o de las capacidades inconscient es puede brindar una amplia variedad de

posibilidades para la int ervención t erapéut ica.

Empl eo de di r ect i vas


La ut ilización de direct ivas en el curso del t rat amient o es una t area exigent e en más de una f orma.

Por ciert o que es exigent e para el client e, requiriendo su part icipación act iva en la t erapia en los niveles

f ísico y psicológico. Es muy exigent e para el clínico t ambién, requiriendo que asuma una gran

responsabilidad por la dirección y progreso del t rat amient o.

La ut ilización de direct ivas es necesaria cuando se necesit a que ocurra algo con un apuro relat ivo,

surgido del t emor al suicidio o quizá para const ruir expect at ivas rápidas respect o a que la t erapia puede

ayudar y compromet er así a la persona en el t rat amient o. La t area general del clínico implica ut ilizar los

diversos recursos del client e que puedan f acilit ar la t erapia. En la aplicación de esos acercamient os, hay una

f orma dif erent e de concebir y responder a lo que t radicionalment e ha sido denominado “ resist encia” .

La resist encia ha sido hist óricament e considerada como una propiedad del client e que indica su

f alt a de disposición o habilidad para el cambio. Se le ha respondido generalment e con análisis,

int erpret ación y conf ront ación. En el modelo sist émico que subyace en est e libro, la resist encia es vist a no

solament e como algo int rapersonal, sino t ambién como un f enómeno int erpersonal. La resist encia puede ser

vist a como la comunicación del client e de sus limit aciones en respuest a al clínico, af irmando ef ect ivament e,

“ Lo que ust ed est á diciéndome que piense o haga no encaj a con mi sent ido de la realidad” . La resist encia se

conviert e en un problema especialment e import ant e en el uso de mét odos est rat égicos, ya que se requiere

que el client e sea act ivo en el proceso y puede resist ir f ácilment e siendo pasivo (v. g. , negándose a hacer las

t areas o llevándolas a cabo). En esos casos, el clínico debe reaj ust ar la est rat egia. La resist encia puede

surgir debido a una elección inapropiada del t iempo para ent regarla, o una t area muy amenazant e, o una

t area muy exigent e para el est ado depresivo del cl ient e, o a una subest imación de las consecuencias

negat ivas de la est rat egia, o por haberla present ado en una f orma inacept able para el client e.

Las direct ivas son mej or ut ilizadas para f acilit ar la int egración del client e del aprendizaj e de ést e

que puede haberse comport ado incongruent ement e en su vida. Esa int egración solament e puede ocurrir si la

est rat egia es apropiada para el client e individual, si es present ada en una f orma posit iva, mot ivant e, y si se

ha previst o por ant icipado las consecuencias de la adquisición de nuevos aprendizaj es en las dimensiones

múlt iples de la vida del client e. Cualquiera sean las direct ivas empleadas, en part icular las t areas

est rat égicas, el clínico debe est ar muy preparado para las reacciones y result ados dist int as a las idealment e

t erapéut icas que se esperaban. En ot ras palabras, las est rat egias descrit as a lo largo de est e libro, así como

las que el lect or pueda idear, debido a su nat uraleza t endrán la posibilidad de result ados inesperados,

incluso negat ivos. A menos que uno ant icipe t odas las respuest as posibles, buenas y malas, y t enga una

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cont ingencia viable (v. g. , t erapéut ica) para t odas las posibilidades que puedan ocurrir, las est rat egias

realment e pueden ser ant i-t erapéut icas. Se aconsej a caut ela.

RESUMEN

La siguient e es una list a de punt os claves respect o al uso de acercamient os direct ivos:
1. La inf luencia es inevit able.

2. La comunicación es el vehículo de la t erapia.

3. La t erapia est á dirigida a met as, cat alizada por el clínico.

4. El client e est á operando en base a int erpret aciones subj et ivas de la realidad, las cuales, en los individuos

deprimidos, generalment e son erróneas.

5. El client e no est á “ enf ermo” , sino que est á sint omát ico debido a habilidades inadecuadas en la resolución

de problemas y a una gama rest ringida de respuest as en un cont ext o dado.

6. El clínico acept a y ut iliza el marco de ref erencia del client e.

7. El rapport es precusor de la inf luencia exit osa.

8. La relación del client e con el clínico es int egral a la t erapia.

9. Las direct ivas hacen uso de variables del cont ext o.

10. Las paut as sint omát icas exist en en múlt iples dimensiones al mismo t iempo.

11. El insight no es necesario para que ocurra el cambio e incluso puede ser ant i-t erapéut ico.

12. La ment e inconscient e posee paut as y es capaz de resolver problemas.

13. Los acercamient os direct ivos hacen uso de los recursos del client e.

14. La resist encia puede ser int rapersonal y/ o int erpersonal.

15. Las direct ivas f acilit an la int egración de aprendizaj es posit ivos.

16. Las direct ivas pueden est ar cont raindicadas en algunos casos.

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3. Las dimensiones múlt iples de la depresión

La depresión no es una ent idad única que af lige al individuo que le suf re. Por el cont rario, es un

t rast orno complej o con numerosos component es en dimensiones múlt iples. La nat uraleza mult if acét ica de la

depresión es precisament e la razón por la cual el diagnóst ico y el t rat amient o puede ser una t area muy

dif ícil para el clínico. ¿En qué part e(s) de la experi encia del individuo deprimido hay que concent rarse y en

qué orden de prioridad?

Muchos clínicos est arían probablement e de acuerdo que la depresión implica una mezcla

mult idimensional de paut as problemát icas. Sin embargo, la depresión est á clasif icada of icialment e como un

desorden del ánimo (American Psychiat ric Associat ion, 1987), una caract eríst ica que ident if ica al aspect o

emocional de la depresión como el rasgo clave del t rast orno. Hay pocas dudas que para muchos de quienes

suf ren depresión, la angust ia emocional es la caract eríst ica dominant e del cuadro clínico. También parece

ser ciert o, sin embargo, que para algunos individuos deprimidos la dimensión del ánimo es un component e

de un signif icado menor en la experiencia del client e. En esas personas, el rasgo relevant e principal son las

paut as de pensamient o, las respuest as sit uacionales, la condición f ísica, las paut as de relación y ot ras

variables, que pueden ref lej ar paut as depresivas a pesar del hecho que las personas no se si ent an

deprimidas o no exponen la depresión como una dolencia present e.

Uno puede cuest ionar la consideración de la depresión como un t rast orno del ánimo exclusivament e

y la acept ación dif undida de la depresión como t al. Los clínicos parecen reconocer con f acilidad que hay

más personas deprimidas que lo que indican las est adíst icas. Además, reconocen que muchos t rast ornos

(part icularment e los problemas de abuso de sust ancias) est án asociados a una depresión clínica que no es

diagnost icada y por lo t ant o no es t rat ada. Parece lógico ent onces que si el act ual sist ema de diagnóst ico no

est á f uncionando ef icient ement e, permit iendo a los clínicos pasar por alt o el diagnóst ico de depresión

cuando est á present e, est aría indicada una revisión del sist ema diagnóst ico. Est oy proponiendo en est e

capít ulo que la concepción de la depresión excl usiva o primariament e como un t rast orno del ánimo, puede

ser engañoso en algunas circunst ancias. La consecuencia es la f alt a de ident if icación de la depresión en un

individuo que est á, de hecho, deprimido, pero que no se aj ust a adecuadament e con el crit erio del DSM-III-R.

De est e modo, el diagnóst ico de la depresión es pasado por alt o en f avor de una paut a más dominant e, y las

paut as depresivas no son t omadas en cuent a.

Es poco út il indicar las limit aciones de un sist ema sin t ener ot ra mej or alt ernat iva disponible. En

est e capít ulo, se hará un reconocimient o de la nat uraleza mult idimensional de la depresión, agregando que

la depresión puede exist ir en dimensiones f uera de la consciencia, y que incluso puede incluir la dimensión

af ect iva de la experiencia del individuo. El clínico podrá diagnost icar con más f acilidad y t rat ar, ent onces, a

la depresión cuando reconozca laa paut as de la experiencia que implican depresión, aun cuando el ánimo

del individuo no parezca involucrado en su problema.

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Como marco general para est e modelo disociat ivo mult imensional propuest o, el principio básico

implica evaluar la experiencia subj et iva del indivi duo que busca t rat amient o. Est o quiere decir la

ident if icación de las capacidades del individuo en t érminos de la cant idad y cualidad de los recursos

personales disponibles. ¿Qué t ipo de hist oria (experiencia f amiliar, hist oria de relaciones, t riunf os, derrot as)

t iene est a persona? ¿Cuál es el punt o f ocal de la narración de la persona en relación a sus problemas? Una

guía más específ ica de paut as a ident if icar será discut ida en el capít ulo siguient e, y es suf icient e decir aquí

que el clínico puede t ener un int erés especial en las paut as part iculares present es en dimensiones

específ icas de la experiencia del client e para diagnost icar y t rat ar la depresión más cuidadosament e.

El punt o principal en est e capít ulo no puede ser apreciado en su t ot alidad si uno no est á

f amiliarizado con la nat uraleza del f enómeno conocido como “ disociación” . La disociación f ue mencionada

brevement e en el capít ulo ant erior con respect o al modelo de Gazzaniga de la “ unidad modular” del

f uncionamient o del cerebro (1985). En la discusión present e, la disociación es present ada como una

experiencia nat ur al y una capacidad inherent e de t odos los seres humanos. La disociación se ref iere a la

habilidad ment al para f raccionar las experiencias globales en sus part es component es. Cuando una part e

resalt a, la consciencia de ot ra part e es disminuida inevit ablement e. Si uno est á absort o en la lect ura de est e

mat erial (experiment ando un percat arse amplif icado de esas ideas y su impact o en el pensamient o), es

probable ent onces que t ambién est é experiment ando una separación (o una percat arse disminuido) del

ambient e inmediat o, quizá “ desconect ándose” de la presencia de alguien cerca o de los sonidos rut inarios

del ambient e.

La ment e conscient e es limit ada en su habilidad de percat arse. Después de t odo, ¿cuánt as cosas

pueden est ar en el percat arse de uno a la vez? Si est oy deprimido y est oy especialment e conscient e de lo

mal que me sient o ahora, ¿cuán conscient e est aré de las variables sit uacionales a las cuales puedo

responder? Si est oy concent rado en mi necesidad de ser aprobado por ust ed, acomodándome cont inuament e

a sus exigencias a expensas de mi mismo, ¿cuánt a consciencia t endré de mis sent imient os int ernos de rabia

o f rust ración cuando ust ed me niega la aprobación? Si est oy preocupado con un t rabaj o dif ícil, día y noche,

para salvar a mi compañía de la quiebra, porque soy responsable del bienest ar de t odos mis empleados y de

la seguridad de mi f amilia, ¿cuánt a consciencia t endré de las señales de est rés que apenas est oy manej ando

con una aspirina aquí y un ant iácido allá? Cada uno de est os ej emplos muest ra una habilidad de

“ concent rarse en el aquí” e “ ignorar el allá” respect o a la experiencia. Esa “ at ención select iva” es una

capacidad nat ural del f uncionamient o ment al normal y necesariament e implica un grado de disociación.

El reconocimient o que los sent imient os pueden est ar disociados de la experiencia no debiera ser

dif ícil para la mayoría de los clínicos. Después de t odo, t odas las caricat uras cliché de los psicot erapeut as

los muest ras diciendo a sus client es, “ Debe cont act arse con sus sent imient os. ” Si una persona no se cont act a

con sus sent imient os, ¿signif ica que no los t iene? Desde luego que no. Est e es un ej emplo de sent imient os

que est án disociados, pero que event ualment e deberán ser t omados en cuent a en el t rat amient o.

El reconocimient o del rol de la disociación como una part e nat ural de la experiencia humana indica,

ent onces, que la const rucción de la realidad subj et iva est á const ruida en bloques básicos. Puede ser usada

const ruct ivament e para amplif icar el percat arse signif icat ivo y puede ser usada dest ruct ivament e para

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suprimir el percat arse de asunt os import ant es que requieren at ención. Con respect o a la depresión, la

realidad de la disociación sugiere que las personas pueden reaccionar a cosas f uera del percat arse,

experiment ando alt eraciones del pensamient o, sent imient os o comport amient os sin una et iología conocida.

Sugiere, además, que a pesar de la ext ensión y la int ensidad de los esf uerzos para descubrir esos f act ores

causales (para desarrollar insight respect o a los mét odos para cont rolarlos), esos f act ores inconscient es y

disociados simplement e pueden no ser recuperables. En consecuencia, la probabilidad de una explicación

arbit raria de la et iología de la depresión aument a en f orma dramát ica. Además, en esos casos, el f racaso

para descubrir esos f act ores puede ser un component e más de la depresión al est ar abort o en la idea

virt ualment e arbit raria que la resolución exit osa sol ament e puede provenir del descubrimient o del(los)

f act or(es) causal(es). La disociación t ambién sugiere que cuando la depresión es cl arament e el problema, los

f act ores en ot ras dimensiones pueden ser (y casi siempre lo son) el punt o f ocal del t rat amient o. Cuando la

depresión no es clarament e el problema debido a la ausencia de pert urbaciones af ect ivas, las paut as

depresivas en ot ras dimensiones pueden est ar present es y est án inf luenciando en f orma signif icat iva la

experiencia subj et iva del client e. Por esas razones, es necesario que los clínicos comprendan mej or a la

disociación y a la nat uraleza mult idimensional de la depresión.

LAS DIMENSIONES MULTIPLES DE LA EXPERIENCIA

Las siguient es int errogant es import ant es son las que t iene que pregunt arse el clínico cuando

obt iene inf ormación del client e: ¿Qué dimensiones del problema parecen t ener más inf luencia en la

experiencia subj et iva del client e? ¿Qué dimensiones parecen dominar el cuadro clínico? ¿Qué dimensiones

parecen ser manej adas apropiadament e? ¿Qué dimensiones de la experiencia parecen est ar más

emocionalment e cargadas? ¿Qué dimensiones parecen est ar más separadas del percat arse?

En realidad, t odos los problemas exist en en dimensiones múlt iples que se relacionan sinérgicament e

para mant ener el problema. En el caso de la depresión, est o es especialment e ciert o. La ident if icación de

las diversas dimensiones y la consideración del rol de cada una, puede darle al clínico una perspect iva

amplia del individuo que busca ayuda, a la vez que of rece un gran número de blancos para la int ervención.

En lugar de imponer las limit aciones de una orient ación part icular para el t rat amient o del client e, el clínico

percept ivo puede recoger inf ormación respect o a la experiencia subj et iva del client e y dirigir el t rat amient o

en un modo más met ódico.

Las diversas dimensiones de la experiencia se mezclan y se int errelacionan para suminist rar un

sent ido de coherencia al curso de la vida diaria. Cuando se desarrolla la depresión, hay un desequilibrio en

la experiencia subj et iva que puede ser ident if icada y t rat ada t erapéut icament e en un esf uerzo para

rest aurar el equilibrio en el sist ema del client e. Quizá el equilibrio original será rest ablecido, o más

probablement e el sist ema at ravesará por un cambio en el cual se desarrollará un nuevo equilibrio. En t odo

caso, las diversas dimensiones de la experiencia deben t rabaj ar lo suf icient ement e unidas para que el

client e alcance un grado sat isf act orio de f uncionamient o t ot al.

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Las dimensiones de la experiencia más relevant es en la f ormulación de una evaluación comprensiva

de la experiencia del client e son: f isiológica, cognit iva, af ect iva, relacional, simbólica, cont ext ual e

hist órica. Esas ocho dimensiones específ icas abarcan las t res áreas globales de las experiencias

int rapersonal, int erpersonal y sit uacional, que conf orman el marco para la comprensión de t oda experiencia.

La dimensión f isiológica de la experiencia implica esos sínt omas que exist en en la dimensión f ísica.

Se describen en la Tabla 1.

La dimensión cognit iva de la experiencia abarca a las paut as de pensamient o que son sint omát icas

en l individuo deprimido, y est án descrit as en la Tabla 2.

Las dimensiones conduct uales incluyen esas paut as sint omát icas que son evident es en el

comport amient o del individuo deprimido, y se describen en la Tabla 3.

Las dimensiones af ect ivas incluyen esos sínt omas que ref lej an una pert urbación en el est ado

emocional de la persona, y est án descrit as en la Tabla 4.

La dimensión relacional incluye esas paut as sint omát icas evident es en la f orma en que los

individuos se relacionan consigo mismos como individuos, y la f orma en que se relacionan con ot ros. Los

sínt omas en est a dimensión est án descrit os en la Tabla 5.

Tabla 1

Síntomas depresivos en la dimensión fisiológica

Pert urbaciones del sueño (hipersomnia o insomnio)

Pert urbaciones del apet it o (hiper o hipof agia)

Fat igabilidad elevada

Cambios marcados en el peso corporal

Pert urbaciones en el apet it o sexual (hiper o hiposexualidad)

Ansiedad

Dolencias f ísicas vagas o específ icas sin una et iología orgánica aparent e

Magnif icación de la persist encia de dolencias f ísicas con una et iología orgánica conocida

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Tabla 2

Síntomas depresivos en la dimensión cognitiva

Expect at ivas negat ivas (desesperanza)

Evaluación negat iva de si mismo

Int erpret ación negat iva de los event os

Ideación suicida

Indecisión

Conf usión

Foco primariament e int erno

Concent ración diminuida

Orient ación t emporal primaria hacia el pasado

Est ilo de pensamient o global

Disposición ment al de “ víct ima” (desamparo)

Dist orsiones cognit ivas (paut as erróneas de pensamient o)

Ruminación

Amplif icación o minimización percept ual

Rigidez

Tabla 3

Síntomas depresivos en la dimensión conductual

Pert urbaciones en el nivel de act ividad (hiper o hipoact ividad)

Act os agresivos o dest ruct ivos

Habla llorosa

Int ent os suicidas

Habla lent a o ent recort ada

Abuso de sust ancias

Impulsividad generalizada

Comport amient os inconsist ent es con los valores personales

Comport amient o dest ruct ivo compulsivo

Agit ación o ret ardo psicomot or

Comport amient o “ act i ng-out ”

Comport amient o “ ent regado”

Comport amient o perf eccionist a

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Tabla 4

Síntomas depresivos en la dimensión afectiva

Ambivalencia

Pérdida de f uent es de grat if icación

Pérdida del sent ido del humor

Est imación de si mismo empobrecida

Sent imient os de inadecuación, f alt a de valía

Pérdida de af ect os emocionales (apat ía)

Animo abat ido, t rist eza

Culpa excesiva o inapropiada

Sent imient os de f alt a de poder

React ividad emocional elevada o disminuida

Irrit abilidad aument ada, rabia

Concent ración primaria en los sent imient os depresivos

Pérdida de mot ivación

Anhedonía

La dimensión simbólica de la experiencia incluye esas paut as que represent an la experiencia

int erna del client e. No t odas las comunicaciones son direct as y conscient es; por el cont rario, mucha de la

comunicación ocurre en una f orma simbólica, t raduciendo impulsos int ernos, deseos y creencias en f ormas

que parecen represent ar la experiencia int erna en f ormas que sean acept ables y signif icat ivas para el

individuo. La dimensión simbólica de la experiencia incluye las paut as descrit as en la Tabla 6.

La sépt ima dimensión, la cont ext ual, implica esas variables sit uacionales específ icas que pueden

combinarse para cat alizar una respuest a depresiva en un individuo. Generalment e, son f act ores ext ernos a

los que el individuo responde con una paut a descrit a en ot ra dimensión. Sin embargo, la depresión ocurre

si empr e en un cont ext o, de modo que la dimensión cont ext ual es de import ancia vit al en el plan de
t rat amient o. La consideración de los f act ores cont ext uales es signif icat iva en la evaluación de cuán

generalizada, y por lo t ant o crónica, se puede haber convert ido a depresión. Los f act ores cont ext uales est án

descrit os en la Tabla 7.

La dimensión f inal, la hist órica, implica las experiencias específ icas en la hist oria del individuo, que

pueden haber sido inst rument ales en la f ormación de paut as depresivas. La exploración de las experiencias

del client e y las conclusiones ext raídas de aquellas puede ser un aspect o f undament al de la t erapia. Muchas

est rat egias t erapéut icas que poseen pot encialment e un gran valor implican hacer uso de los dat os hist óricos,

pero se dej a al j uicio de cada clínico el mont o de la hist oria que es relevant e para el proceso de

t rat amient o. Las paut as encont radas en la dimensión hist órica est án descrit as en la Tabla 8.

Mient ras que cada una de las t ablas of recen un vist azo de los rangos de las paut as que pueden ser

observadas en los individuos que experiment an depresión, es necesario recordar que una persona no

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necesit a most rarlas t odas o la mayoría para ser diagnost icado como deprimida. El problema aquí es

desarrollar un percat arse de las diversas f ormas que puede t omar la depresión, y apreciar que cada

dimensión de la experiencia puede represent ar una crisis act ual de depresión o un episodio de su desarrollo.

El capít ulo siguient e est á dedicado a un examen más acucioso de las paut as específ icas de cada una de las

dimensiones que se relacionan con la depresión. La sección siguient e es est e capít ulo discut e la oport unidad

que t iene el clínico para diseñar y llevar a cabo en una f orma más ef ect iva las int ervenciones, al reconocer y

t rabaj ar con las dimensiones múlt iples de la depresión de un individuo.

Tabla 5

Síntomas depresivos en la dimensión relacional

Est ilo relacional de “ víct ima”

Marcada dependencia de ot ros

Elevada react ividad a ot ros

Ganancias sociales secundarias

Alej amient o social, aislamient o

Evit ación social, apat ía

Paut as de búsqueda excesiva de aprobación

Paut as de aut osacrif icio, mart irizant es

Excesivament e responsable de ot ros

Chivo expiat orio inapropiado de si mismo u ot ros

Paut as pasivo-agresivas

Límit es personales dif usos o rígidos

Búsqueda de poder o evit ación

Paut as de relación incongruent es

Hipercrít ico de ot ros

Est recho rango de habilidades comunicacionales (ident if icación y expresión de sent imient os)

Tabla 6

Síntomas depresivos en la dimensión simbólica

Imágenes y f ant asías dest ruct ivas

Pesadillas recurrent es

Imágenes inoport unas

Sínt omas como una represent ación met af órica de la experiencia int erna

Int erpret ación de “ signif icados” de la depresión

Imágenes “ sanadoras”

Involucración espirit ual, int erpret aciones

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Tabla 7

Síntomas depresivos en la dimensión contextual

Respuest as generalizadas, predecibles , rest ringidas en sit uaciones part iculares

Señales (anclas) sit uacionales depresiógenas, que involucran a

♦ personas específ icas


♦ lugares específ icos
♦ obj et os específ icos
♦ horas del día específ icas (mes, año)
Ambigüedad respect o a exigencias sit uacionales, responsabilidades

Ambigüedad respect o al locus de cont rol sit uacional

Dif usión sit uacional o rigidez de límit es

Violación sit uacional de valores y ét ica personal

Tabla 8

Pautas depresivas en la dimensión histórica

Hist oria de pérdidas signif icat ivas

Hist oria de event os aversivos, incont rolables

Exigencias, expect at ivas y ambient es inconsist ent es

Rango est recho de experiencias personales

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ENCONTRANDO UN LUGAR PARA SER

Ya que el client e est á experiment ando la depresión en dimensiones múlt iples relacionadas, puede

ser út il en la f ase de diseño de la int ervención saber a qué dimensiones est ará mej or dirigido el t rat amient o.

Event ualment e, deberán t omarse en cuent a t odas las dimensiones, direct a o indirect ament e, pues un

enf oque bien razonado al comienzo de la t erapia es especialment e import ant e, ya que es en ese moment o

cuando se est ablecen expect at ivas, se const ruye el rapport , y se est ablecen los t iempos apropiados [ t i mi ng]

de la t erapia, y el sist ema de ret roaliment ación emerge en paut as ident if icables.

Parece obvio que corresponde al j uicio clínico del clínico en qué part es del mundo del client e

int ervendrá. Uno debe evaluar como una preocupación inmediat a la presencia de cualquier pot encial

suicida. Uno debe evaluar rápidament e el nivel de incomodidad que est á experiment ando el client e. Son

indicaciones para el clínico cómo describe el client e su experiencia en t érminos del nivel asociado de

f rust ración, la cualidad (int ensidad y duración) de los sínt omas, y las expect at ivas de t rat amient o, así como

t ambién la probabilidad de ser capaz de compromet er provechosament e a la persona en el t rat amient o. En

part icular, el est ablecimient o de expect at ivas para el cambio es un requerimient o import ant e para que el

client e conf íe en el t rat amient o (est e aspect o es discut ido en ext enso en el Capít ulo 6).

El clínico debe considerar la personalidad individual del client e como el ej e sobre el cual girará el

t rat amient o. La t erapia solament e puede avanzar de acuerdo a la f orma en que el client e puede absorber

nuevos aprendizaj es y experiencias. Lo que el clínico sabe acerca de la depresión es inút il para el client e, a

menos que el clínico puede comunicar en f orma ef ect iva lo que sabe, de modo que el client e pueda usar la

inf ormación. Así, los acercamient os de est e volumen est án basados en las propiedades del client es (descrit as

en el capít ulo siguient e). Es import ant e af irmar aquí, sin embargo, que el clínico debe hacer j uicios

respect o a cuáles rasgos del client e son cent rales en su experiencia de depresión y cuáles son perif éricos.

Por ej emplo, el clínico puede ident if icar la t endencia del client e para asumir excesivas responsabilidades

por ot ros o por los result ados de los event os, a un grado aut o-limit ant e. El clínico puede decir que est e es un

rasgo cent ral en la personalidad del client e, del cual se derivan diversas percepciones y sent imient os

depresiógenos. De est e modo, la met a sería la f acilit ación de claridad en la perspect iva del client e respect o

a los problemas de la responsabilidad. En f orma similar, el clínico podría ident if icar una t endencia en el

client e a aislarse socialment e, no obst ant e t eniendo una red est able de apoyo de f amiliares y amigos

cercanos. El clínico podría j uzgar que el aislamient o social es solament e un problema perif érico o de menor

int erés en el client e, y puede escoger dej ar a esa paut a sin t ocarla, al menos por un t iempo.

La evaluación de las paut as cent rales versus las que no lo son o que son perif éricas en el caráct er

del client e, puede permit irle al clínico est ablecer la clase de j erarquía de prioridades que es f undament al

para el diseño de una secuencia ef ect iva de direct ivas t erapéut icas. Est e t ipo de acercamient o est á

ref lej ado en los casos present ados en el Apéndice B.

Al principio est ablecimos que el percat arse conscient e puede est ar disociado de la experiencia

inconscient e. Ya que la consciencia est á, por def inición, limit ada a lo que uno puede percat arse, es

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probable que solament e un ciert o grado de t oda la experiencia de las ocho dimensiones est é en el

percat arse del client e deprimido. En ot ras palabras, est ará conscient e de aspect os de cada dimensión, o

aspect os de algunas dimensiones y no de ot ras. Cuál(es) dimensión(es) est á(n) en el percat arse y cuál(es) no

lo est á(n) es una inf ormación signif icat iva que le indica al clínico por dónde puede comenzar el t rat amient o.

Hay al menos dos razones por las cuales es part icularment e import ant e advert ir en base al r el at o

espont áneo del client e de sus dif icult ades cuál(es) dimensión(es) de la experiencia de la depresión es más
prominent e en el percat arse. Primero, est o le da la oport unidad al clínico para const ruir un f uert e rapport

basado en la habilidad para demost rar una comprensión de la experiencia del client e. Segundo, le ot orga al

clínico un gran grado de libert ad en las elecciones de si dirige las f ases iniciales del t rat amient o a la(s)

dimensión(es) del problema más prominent e en el percat arse del client e, o si dirige la int ervención a las

dimensiones f uera del percat arse.

El clínico puede hacer est a opción en base a las ramif icaciones inmediat as de los sínt omas y en base

a si una int ervención en una dimensión part icular const ruirá con probabilidad un impulso hacia el éxit o o una

barrera de resist encia. Si las dolencias present es son amenazant es para la vida, hay considerablement e

menos opciones respect o a dónde comenzar que si los problemas del client e son crónicos y se ha adapt ado a

ellos.

Aquí hay un ej emplo de cómo podría f uncionar est o. Suponga que un client e deprimido present a el

siguient e problema:

Desde que f alleció mi esposa en ese accident e, no me he sent ido bien por nada. . . voy a t rabaj ar, pero no me

parece que pueda manej ar las cosas, por lo mal que me sient o. . . t engo una j aqueca casi t odo el t iempo. . . mi

doct or dice que sólo es est rés, pero me last ima. . . duermo solament e unas pocas horas cada noche, aunque me

t oma unos minut os quedarme dormido, no puedo per manecer dormido. Me despiert o muy t emprano, quizá dos o

t res horas ant es de lo que debiera. . . No puedo concert ar una cit a, no quiero una cit a, quiero decir que ni siquiera

t engo un poco de int erés en el sexo o las muj eres, y est oy muy cansado t odo el t iempo, aunque mi doct or dice

que t odos los exámenes est án normales. . . est oy comiendo mucho para obt ener alguna energía, pero t odo lo que

obt engo es engordar. . . han t ranscurrido t res años desde que ella murió. ¿Podría aun est ar af ect ándome su muert e?

En est e ej emplo, el client e present a una serie de descripciones de sínt omas que indican incomodidad

f ísica, pert urbaciones del sueño, ret iro social, f at iga y pert urbaciones del apet it o. Es claro que el client e

est á describiendo un sólido percat arse de experiencias en la dimensión f isiológica. El client e aparent ement e

sient e alguna relación ent re sus experiencias f ísicas y las dimensiones relacionales de la experiencia al

pregunt ar respect o a la relación de sus problemas y la muert e de su esposa. Además, menciona el ret iro

social pero no se concent ra en est o en la present ación de sus dolencias.

Una vez que el clínico det ermina que es la dimensión f ísica la que domina en el cuadro clínico, surge

nat uralment e una elección. ¿Est á indicada la medicación para las j aquecas asociadas al est rés y las

pert urbaciones del sueño? ¿Es la psicot erapia la indicada para los problemas relat ados? ¿Es la asert ividad

para lograr una nueva relación un lugar viable desde el cual comenzar? ¿Es una mej or opción una t erapia de

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apoyo para liberarse de esos sent imient os? Est as opciones y ot ras que el lect or pueda haber generado

pueden ser t odas buenas. Pero, ¿cómo saber por dónde comenzar?

El t rat amient o puede ser adapt ado al mundo del client e en base a lo que t enga sent ido para él, y

ut ilizar en consecuencia las perspect ivas del client e, más que imponerle lo que al clínico le parece

“ correct o” (generalment e en una f orma arbit raria). La regla básica es escoger un acercamient o direct o o

indirect o en la comunicación: Mient ras mayor sea la resist encia percibida en el client e, mayor será la

necesidad de indirección (Yapko, 1983, 1984a; Zeig, 1980a). En ot ras palabras, si el client e es complacient e,

dispuest o a responder, t iene claridad respect o a sus met as, y es capaz y est á dispuest o a usar sus recursos

personales en f orma act iva para cambiar, no es necesaria la indirección. Si es probable que el client e no

responda a los acercamient os direct os por alguna razón (v. g. , est á ambiguo respect o a las met as, est á

inseguro de su part icipación en el t rat amient o, t iene expect at ivas no realist as), los acercamient os indirect os

t ienen una gran probabilidad de ser exit osos.

Usando el ej emplo ant es descrit o, si el client e t iene un elevado grado de percat arse de los problemas

en la dimensión f isiológica y, a j uicio del clínico, es probable que los acercamient os direct os sean

inef ect ivos, ent onces el t rat amient o debiera est ar dirigido a una dimensión que parece est ar menos

disponible a la consciencia de la persona (v. g. , ninguna de las ot ras dimensiones est á mencionada en la

narración de los problemas). Como Zeig (1980a) lo señaló, la dimensión del problema que est á más en el

percat arse de la persona es probable que sea la que t enga más def ensas (v. g. , resist encia) asociadas a ella.

Después de t odo, est a es la dimensión que es más problemát ica y que ha sido t omada en cuent a con más

f recuencia en los int ent os previos para cambiar. Los int ent os para promover un cambio rápido en esa

dimensión es probable que generen más resist encia. El clínico puede const ruir un moment um más probable

de éxit o con el client e al comienzo del t rat amient o, al dirigir ést e a la dimensión menos involucrada y

después guiar el t rat amient o de a poco hacia el corazón del problema. “ Disparar a t odos los f rent es”

simplement e no es una práct ica t erapéut ica en muchos casos. En ot ros casos, sin embargo, el clínico

necesi t ar á concent rarse muy direct ament e en el sínt oma de present ación para obt ener rapport y const ruir
conf ianza. Cada client e debe ser evaluado de acuerdo a lo que est ablecerá con más probabilidad un marco

para el progreso de la t erapia.

En la práct ica, est e principio de t rabaj ar menos direct ament e en las dimensiones del percat arse de la

persona, quiere decir que hay que of recer inf ormación y experiencias en la t erapia que amplif iquen el

percat arse de las posibilidades posi t i vas para vivir la vida. Esa inf ormación o experiencias pueden ser

int roducidas en mej or f orma a una velocidad que sea acept able para el client e, t eniendo el cuidado de no

conf ront ar las paut as si no se ha obt enido suf icient e rapport . Del mismo modo, no sería prudent e int ervenir

ant es de obt ener la inf ormación adecuada respect o al grado de percat arse que t iene el individuo del

impact o de la depresión en las diversas dimensiones de su vida.

Pueden int egrarse con f acilidad en la ent revist a clínica las pregunt as que le permit an al clínico

explorar los límit es del percat arse del client e en las diversas dimensiones de su problema. Esa inf ormación

le permit e al clínico t omar decisiones respect o a cuánt a t erapia puede est ar dirigida a la consciencia y

cuánt o al inconscient e del client e. Las siguient es pregunt as son unos pocos ej emplos de int errogant es

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relevant es diseñadas para ext raer inf ormación del cl ient e respect o a dimensiones part iculares de la

experiencia subj et iva. Muchas de las pregunt as son a propósit o neut rales respect o a la dimensión de las

implicancias de ellas, para darle al client e la oport unidad de comunicarse sin una est ruct ura impuest a.

1. ¿Puede describirme su experiencia act ual?

2. ¿De qué experiencias problemát icas est á más conscient e?

3. ¿Cómo caract eriza lo que est á experiment ando?

4. ¿Qué clase de cosas ha int ent ado para sent irse mej or? ¿Cuáles parecen haber f uncionado mej or, y cuáles no?

5. ¿Qué f act ores le han permit ido cont inuar con su esf uerzo?

6. ¿Cuán dispuest o est á para int ent ar det enerlas?

7. ¿Qué le han dicho ot ras personas respect o a su sit uación? ¿Cuál f ue su reacción?

8. ¿Cuál cree ust ed que es la causa de est a angust ia?

9. ¿Qué ef ect os est á t eniendo est e problema en su vida?

10. ¿Cuál es su comprensión de est e t ipo de problema?

11. ¿Qué espera de est e t rat amient o?

12. ¿Cómo se decidió a buscar t rat amient o?

13. ¿Cómo sabría que est á mej orando?

Est as pueden parecer pregunt as obvias, y ya pueden ser una part e de la ent revist a clínica de uno.

Est a inf ormación es vit al para la f ormulación del plan de t rat amient o en las f ormas que se describirán

post eriorment e en el libro.

Puede ser evident e que con el énf asis colocado en las diversas dimensiones de la experiencia

involucrada en la depresión, cada dimensión por si misma puede ser un f act or signif icat ivo en la creación o

la mant ención de un episodio depresivo. La lit erat ura clínica est á replet a de t eorías y t erapias que han

disociado ef ect ivament e las dimensiones de la experiencia, al t rat ar primariament e solament e con una

dimensión de la experiencia con la exclusión rot unda o comprensible del rol de las ot ras dimensiones. Por

ej emplo, un enf oque exclusivament e biológico puede considerar solament e la dimensión f isiológica de la

experiencia, presuponiendo que cuando el desequilibri o químico subyacent e sea corregido, las ot ras paut as

problemát icas desaparecerán. La t erapia cognit iva como un enf oque exclusivo, puede concent rarse

primariament e en las paut as de pensamient o dist orsionado del individuo deprimido, y presupone esas dosis

de racionalidad y adapt ación del sist ema de creencias del client e t endrá ef ect os curat ivos. La t erapia

int erpersonal como un enf oque exclusivo presupone que al t rat arse las paut as inevit ablement e

problemát icas de la persona deprimida, se f acilit ará el alivio; a la vez que las t écnicas de modif icación

conduct ual se concent ran en el aj ust e de las consecuencias de las paut as conduct uales depresivas. Esos

ej emplos de un única dimensión como punt o f ocal podrían f uncionar y f uncionan, pero es suf icient e decir

que la disociación no int encionada de las dimensiones de la experiencia que hace el clínico puede llevar a

t rat amient os en una dimensión única, que debido a su nat uraleza variada, no pueden ser unif ormement e

exit osos en el t rat amient o de la depresión.

Cada uno de los enf oques t iene la capacidad para ser exit oso; el problema est á en la ident if icación

de cuáles enf oques será más exit oso para el individuo dado. El reconocimient o de cuáles dimensiones est án

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implicadas y en qué grado, en base a las respuest as espont áneas del client e a la clase de int errogant es que

f ueron descrit as más arriba, puede llevar al clínico a una aplicación más perspicaz de t écnicas provechosas.

RESUMEN

La met a de est e capít ulo es f oment ar una mirada más cercana a las experiencias del client e en

t érminos de la nat uraleza mult idimensional de t odo problema, especialment e la depresión. La creencia es

que los clínicos que son más capaces de ut ilizar de buena gana t écnicas t erapéut icas que t rat an un amplio

rango de la experiencia del client e, t endrán más éxit o que aquellas t erapias que se rest ringen a

t rat amient os en una dimensión única. Se describieron ocho dimensiones de la experiencia, así como las

paut as sint omát icas de la depresión encont radas comúnment e en ellas.

Un segundo concept o de signif icación en est e capít ulo se ref iere al f enómeno conocido como

“ disociación” , respet o a las f ormas en que las dimensiones de la experiencia pueden est ar “ escindidas” del

percat arse de ot ras dimensiones de la experiencia. Se señaló que las paut as depresivas pueden exist ir en

dimensiones que est án f uera del percat arse del client e, y mant eniendo, por lo t ant o, un episodio depresivo

act ual o quizá predisponiendo a episodios de depresión post eriores debido a la nat uraleza aut o-rest rict iva de

las paut as.

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4. Paut as de la aflicción

Las dimensiones múlt iples de la depresión previament e descrit as indican la complej idad del

problema. Un percat arse de los sínt omas de cada dimensión puede permit ir la det ección más f ácil de la

presencia posible de la depresión y, si es det ect ada, evaluar la severidad, la cronicidad, et c. Est e capít ulo

examinará de cerca las paut as que parecen est ar est rechament e asociadas con la depresión. Esas paut as no

son simples descripciones de sínt omas; por el cont rario, son paut as que ref lej an el est ilo individual de vivir,

pensar, sent ir y comport arse. Las paut as descrit as en est e capít ulo pueden brindar al clínico medios más

espont áneos y nat urales para comprender la experiencia subj et iva del client e, incluyendo las f ort alezas y

limit aciones del client e. La ident if icación de esas diversas paut as y su rol en la experiencia del client e,

permit e una inf ormación más f ácil de aquellas paut as que est án principalment e implicadas en la f ormación y

mant ención de la condición depresiva. Uno t ambién puede ident if icar paut as que pueden servir en f orma

ef ect iva como un recurso para organizar y hacer disponible al client e como part e de la t erapia.

Las paut as subj et ivas de la experiencia serán present adas en un est ilo descript ivo general. Además,

se discut irá su rol general en la depresión. Algunas de las paut as han sido descrit as previament e como

cat egorías diagnóst icas por Zeig (1980a, 1984) y Lankt on y Lankt on (1983). Todas ellas of recen al clínico una

base práct ica para int erpret ar la present ación espont ánea del client e, de acuerdo a un enf oque que se

concent ra en la experiencia subj et iva del client e en lugar de et iquet as diagnóst icas reduccionist as.

ESTILO COGNITIVO

El elaborado y ef ect ivo modelo de la t erapia cognit iva de la depresión reconoce el rol de la

cognición en la evolución y mant ención de la depresión. Pero más que concent rarse en las dist orsiones

cognit ivas bien descrit as en la lit erat ura de la t erapia cognit iva (Beck, 1973, 1983; Burns, 1980), el énf asis

est á aquí en el est ilo general de pensamient o de la persona que puede llevarlo a ser suscept ible de

dist orsiones cognit ivas. El est ilo de pensamient o de una persona puede ser descrit o al menos en dos

cont inuos en el enf oque de est e aut or. El primero es el cont inuo “ abst r act o-concr et o” y el ot ro es el

“ gl obal -l i neal ” .
La dimensión abst ract o-concret o implica la evaluación de cuán capaz es el individuo de hacer

abst racciones. Est a es una inf ormación import ant e para el desarrollo de una est rat egia de int ervención, ya

que mient ras más concret o sea el client e, es menos probable que generalice aprendizaj es a part ir del

cont ext o específ ico baj o consideración a ot ros cont ext os similares sin la asist encia del clínico. La persona

concret a t iende a pensar de acuerdo a la realidad verif icable, en cont rast e con el pensador abst ract o que

puede f uncionar f ácilment e en un modo separado de la realidad “ obj et iva” , respondiendo a const ruct os

hipot ét icos y f ormulaciones t eóricas como si t uvieran el mismo signif icado que las realidades, obj et os y

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experiencias concret as. El lenguaj e es un ref lej o del est ilo de pensamient o, y el grado de pensamient o

concret o o abst ract o puede ser evident e cuando se escucha at ent ament e las expresiones de sent imient os e

ideas que hace el client e. Con relación a la depresión, la t endencia a ser muy concret o o abst ract o en el

est ilo cognit ivo en un cont ext o part icular puede ser un impediment o. Muchas de las dist orsiones cognit ivas

descrit as en la lit erat ura de la t erapia cognit iva son ej emplos claros de pensamient o concret o,

part icularment e el pensamient o “ t odo o nada” que crea una simple pero peligrosa dicot omía en la

percepción, donde t al dicot omía no exist e verdaderament e.

La invest igaciones sugieren que los individuos depresivos son más concret o en su est ilo (Burns,

1980). De igual modo, la nat uraleza abst ract a de algunos est ilos de pensamient o impide vivir en f orma

ef ect iva, debido a la poca habilidad para reconciliar las ideas y sent imient os abst ract os con la necesidad de

hacer elecciones concret as de acuerdo a los parámet ros clarament e def inidos en la vida diaria. Así, un

individuo depresivo puede present ar una dolencia como la siguient e, “ ” He est ado bat allando con la

depresión durant e años, porque no puedo cent rarme, ni cont act arme con mi energía ni con el universo, y

realizarme a mi mismo. ” ¿Qué signif ica eso? ¿Sabe el lect or qué quiere decir eso? El aut or no lo sabe. Y es

aparent e que el individuo t ampoco, puest o que no hay un puent e ent re esos t érminos y la experiencia real.

En una sit uación como esa, la met a inmediat a es lograr que la persona sea concret a al dar una def inición de

su propia experiencia a las abst racciones como “ cent rado” , “ conect ado con el universo” y “ realización de si

mismo” . Para el pensador concret o, la met a puede ser el f oment o de alguna habilidad para pensar en f orma

abst ract a y descubrir paut as y generalizaciones que puedan t omar el lugar de las experiencias

desconect adas, al azar. Para el pensador abst ract o, la met a t erapéut ica puede ser que desarrolle algunas

def iniciones claras y pragmát icas de las met as y las ideas valoradas.

El cont inuo global-lineal relacionado con el est ilo cognit ivo implica la evaluación de si el individuo

t iende a responder con pensamient os y sent imient os en una f orma que ref lej a una f alt a de organización y

prioridad. Est a dimensión de la experiencia puede ser evident e casi de inmediat o, simplement e en cómo el

client e present a sus dif icult ades. ¿Son present adas en una secuencia basada en una cronología, grado de

dif icult ad, o algún ot ro sist ema de ordenación? ¿O los problemas son present ados de un modo desorganizado,

un “ disparo de escopet a” ? Considere el cont rast e ent re est os dos est ilos de present ación:

1. “ Tengo diversos problemas que enf rent ar, y sé que n puedo t rat arlos t odos a la vez. Pienso que pr i mer o

t engo que hablarle del problema X, después podemos dedicarnos a los problemas Y y Z. ” (Lineal)

2. “ Tengo un mont ón de problemas, necesit o solucionarlos ahora y espero que pueda ayudarme para que pueda

lograr manej ar X, Y y Z, puest o que no puedo por mi mismo. ” (Global)

Una f orma t rillada pero ciert a para describir las dif erencias ent re el pensador lineal y el global es

est a: El pensador lineal puede ver los árboles pero no el bosque, mient ras que el pensador global puede ver

el bosque pero no los árboles. Uno de los dos est ilos puede est ar relacionado con la disposición ment al

depresiva, en la t endencia a est ar t an orient ado a los det alles que las experiencias son analizadas en exceso

(y por lo t ant o pierden su gest alt ), o reaccionar t an globalment e que se ignoren los component es

individuales que podrían haber señalado un respuest a dif erent e y más ef ect iva. En general, sin embargo, los

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individuos deprimidos t ienden a pensar más globalment e, de modo que responden a t odas las circunst ancias

que enf rent an con una respuest a depresiva masiva. El client e mant iene la percepción que hay numerosos

problemas que resolver y que represent an colect ivament e un barrera abrumadora e inf ranqueable para la

f elicidad personal. Cuando el client e demuest ra una f alt a de habilidad para dar prioridad a los problemas y

resolverlos met ódicament e, la nat uraleza global de su pensamient o es evident e. Est o es incluso t ípico

cuando los que piensan linealment e est án deprimidos. Muchas de las int ervenciones t erapéut icas para la

depresión act ualment e en uso hacen énf asis en el f raccionamient o de los problemas en component es más

manej ables para poder t rat arlos en una f orma lineal.

ESTILO DE RESPUESTA

El est ilo de respuest a del client e es el f act or principal para la f ormulación de un acercamient o

t erapéut ico, t ant o para la t erapia en general como para la t erapia direct iva en part icular. Los est ilos de

respuest a pueden ser considerados al menos en dos cont inuos: “ di r i gi do por ot r os—aut o-di r i gi do” y

“ abi er t o—def ensi vo” . Est as dos dimensiones en conj unt o ayudan a det erminar si un acercamient o direct o o

indirect o será probablement e más benef icioso. La f lexibilidad del clínico para ser direct o o indirect o es un

punt o de vent aj a cuando lo requiere la t erapia, a menos que se est ime apropiado cuando hay problemas de

poder con el client e. Los acercamient os direct ivos hacen uso de mét odos de resolución de problemas

direct os e indirect os, puest o que el mét odo apropiado no puede ser exclusivament e direct o o indirect o a lo

largo del proceso de t rat amient o.

ESTILO ATENCIONAL

El est ilo at encional de una persona puede ser considerado al menos en dos cont inuos: “ f ocal i zado—

di f uso” y “ i mpor t ant e—i r r el evant e” . Nuevament e est e es un asunt o de grados, no de clase, al evaluar cómo
puede ser vist a una persona en un moment o dado. El grado de disposición a at ender que un individuo

demuest ra es un f act or signif icat ivo para det erminar su nivel de involucración en la int eracción t erapéut ica,

así como t ambién en el procesamient o subj et ivo de la experiencia. Consideremos el cont inuo f ocalizado-

dif uso. En aquellos individuos que son capaces de concent rar su at ención en las ideas, demost rando una

habilidad para quedarse en una idea el t iempo suf icient e para considerar su signif icado y sus implicaciones,

hay una mej or oport unidad para que el clínico int roduzca inf ormación y obt enga una respuest a signif icat iva.

En cont rast e, la persona cuya habilidad para concent rarse es dif icult osa (debido a un est ilo cognit ivo global

ext remo o quizá a causa de la ansiedad, la f at iga o la incomodidad), es probable que no responda con un

grado signif icat ivo de prof undidad a las comunicaciones del clínico.

Generalment e, el pensamient o global y la concent ración dif usa parecen darse j unt as, y t ambién es

generalment e ciert o que la concent ración del client e deprimido es dif usa debido a los diversos component es

de la incomodidad int erna. En consecuencia, los insight s pot encialment e út iles o los planes de acción est án

desordenados en las respuest as del client e, llevando a lo que, a primera vist a, puede parecer una respuest a

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resist ent e de est ancamient o. A menudo, el est ancamient o de la persona deprimida no es resist encia, sino

que es una manif est ación de las limit aciones asociadas con las diversas paut as descrit as en est e capít ulo. En

t odo caso, el clínico puede ser capaz de ident if icar la capacidad at encional del client e al observar las

respuest as de ést e en la int eracción. ¿El client e es capaz de seguir el f luj o de la discusión? ¿Es capaz el

client e de at ender select ivament e al clínico e ignorar las variables ext rañas (v. g. , dist racciones ext ernas

como la campanilla del t eléf ono, aviones que pasan, u ot ros est ímulos ambient ales rut inarios), o el individuo

se dist rae con f acilidad, al punt o que es necesario recordarle lo que est á discut iéndose? El est ilo de

concent ración de la persona es inmediat ament e relevant e al nivel de la disposición a responder a la

comunicación signif icat iva, y la const rucción de un f oco at encional a t ravés de paut as absorbent es como la

hipnosis clínicas puede ser una primera met a en la t erapia. Incluso la inducción est ruct uralment e más

simple o un procedimient o de relaj ación puede t ener un impact o benef icioso por medio de la reducción de

la ansiedad y el aument o de la habilidad para concent rarse.

Algunos individuos t ienen una necesidad de est imulación part icularment e elevada, y pierden

f ácilment e el int erés si el nivel de est imulación no es lo suf icient ement e int enso. Esas personas pueden

concent rarse solament e por breves períodos de t iempo, y eso los conviert e en personas superf iciales. Sin

embargo, el ciclo es un círculo vicioso, puest o que event ualment e at ienden solament e a un est ímulo lo

suf icient ement e poderoso para capt urar su at ención. El int erés t iende a desvanecerse con rapidez y en

ausencia de est ímulos int ensos f recuent es, la experiencia es vist a como aburrida y la vida se reduce a

episodios int ermit ent es de “ sent imient os vivos” ent remedio de una experiencia cont inua de t edio. En

realidad, la vida no es cont inuament e excit ant e, pero debido a la necesidad de est ímulos int ensos de

algunos individuos, t odo lo que ocurre ent re las elevaciones ocasionales es experiment ado como t edioso.

El cont inuo relevant e—irrelevant e est á relacionado con la dimensión f ocalizado—dif uso. Se t rat a de

averiguar si el client e t iende a responder a los aspect os más cent rales de un problema o a los aspect os

perif éricos. Cuando el client e concent ra su at ención solament e en las variables perif éricas en relación al

problema, es probable que est é present ando un grado de evit ación. También es verdadero, sin embargo,

que la evit ación puede ser solament e un aspect o del problema, cuando el individuo simplement e pierde la

prof undidad para reconocer y responder a los problemas cent rales en lugar de concent rarse en los que no lo

son. Los est ilos global y concret o pueden llevarlo a uno a ignorar el problema real, y pueden llevar, en

consecuencia, al t ipo de decisiones dudosas comunes ent re las personas deprimidas. Un ej emplo de est o, “ Si

me t raslado a ot ra cuidad u ot ro est ado, ent onces t odo est ará bien. ” En ese ej emplo, bast ant e común, lo

único que se logra es t ransplant ar la depresión de un lugar geográf ico a ot ro. Las habilidades para resolver

problemas son, en general, muy limit ados en esos individuos, y la f acilit ación de esas habilidades es una

met a t erapéut ica.

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ESTILO PERCEPTUAL

Al t raducir la realidad del universo en experiencia subj et iva, cada persona debe necesariament e

amplif icar o disminuir aspect os de la experiencia para desarrollar y mant ener un concept o de realidad. Zeig

(1984) describió el est ilo de procesamient o del individuo en t érminos de la t endencia a “ aument ar ” o

“ r educi r ” la experiencia. Met af óricament e hablando, algunas personas t ienden a “ convert ir los granos de

arena en una mont aña” , mient ras que ot ros “ hacen granos de arena una mont aña” . Diciéndolo en una f orma

simple, algunos individuos son propensos a la exageración, mient ras que ot ros est án propensos a ser

exageradament e moderados.

Las paut as de la amplif icación y la minimización pueden ocurrir en t odos los individuos. Es un

proceso select ivo, aunque no exclusivament e conscient e. En est a select ividad, algunas experiencias se

exagerarán, mient ras que ot ras se harán t riviales. En el caso del individuo deprimido, la paut a de

select ividad es evident e en respuest a al t ipo de inf ormación que es procesada. Cuando la sit uación of rece

posibilidades posit ivas (v. g. , elogios, oport unidades, apoyo, alient o), el individuo deprimido en f orma t ípica

minimizará su valor y su impact o. Cuando la sit uación of rece negat ivismo (v. g. , obst áculos a la met as,

crít ica, desalient o), el individuo deprimido exagerará su valor y su impact o. Las pequeñas demoras para

obt ener algo deseado, las respuest as poco ent usiast as de ot ros, las pequeñas dif icult ades en los prot ocolos

inst it ucionales, y ot ros event os nat urales semej ant es que ocurren a menudo en la vida represent an barreras

insuperables para el individuo deprimido debido a que las percibe exageradament e.

Algunos individuos deprimidos parecen reconocer est a t endencia a exagerar lo negat ivo y minimizar

lo posit ivo. Juzgan est a paut a como algo negat ivo de si mismos, y hacen un esf uerzo por compensarla con la

expresión a ot ros o hacia si mismos de un posit ivismo exagerado. Sin embargo, eso no es int ernalizado y no

es más que un int ent o de convencerse a si mismos en lugar de un verdadero reconocimient o de lo que valen.

Es un requerimient o de la t erapia con los individuos deprimidos que se t ome en cuent a la

select ividad del client e y las paut as de las dist orsiones percept uales. Muchas de las paut as de la t erapia

cognit iva de Beck (Beck, 1973, 1983) pueden ser út iles para es f in, ya que hay una est recha relación ent re

las percepciones y los subsecuent es paut as de pensamient os y sent imient os. El individuo deprimido puede

aprender a reconocer el proceso de dist orsión al t rabaj ar en la f ormación de conclusiones de las

experiencias día a día. A medida que las dist orsiones son desaf iadas rut inariament e y reemplazadas con

percepciones más adecuadas, las generalizaciones negat ivas o los problemas signif icat ivos pueden ser

cont radichos o modif icados.

A medida que el individuo deprimido aprende a represent arse la experiencia más adecuadament e

(v. g. , con menos embellecimient o o minimización), quizá al t omar en cuent a las perspect ivas de ot ros o al

ser alent ado a generar por si mismo diversos punt os de vist a alt ernat ivos, puede aprender a considerar un

variedad de perspect ivas acerca de un problema. El t ener una variedad de int erpret aciones o perspect ivas

permit e ot ras respuest as en lugar de la cont inuación de las paut as f amiliares de quedar f ij ado en

int erpret aciones inadecuadas o negat ivas de los event os. Si las percepciones dist orsionadas cont inúan sin ser

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cambiadas por el clínico y por el client e, el cont enido emocional de esas int erpret aciones t enderá a sesgar

más aun la percepción, ref orzando el est ilo de procesamient o negat ivo que mant iene a la depresión. La

primera respuest a aut omát ica de la persona puede cont inuar siendo negat iva o exagerada a lo largo de su

vida, pero al menos puede int egrarse un mecanismo neut ralizador ef ect ivo y así, a t ravés del aut o-

t rat amient o, el individuo puede minimizar episodios f ut uros de depresión.

SISTEMA REPRESENTACIONAL PRIMARIO (SRP)

El clínico puede desarrollar un percat arse de la modalidad sensorial pref erida o más usada del

client e, para la adquisición, organización, almacenamient o t recuperación de inf ormación. Est a modalidad

sensorial es denominada el sist ema represent acional primario o SRP (Bandler y Grinder, 1975, 1979). A part ir

de los predicados sensoriales evident e en el lenguaj e espont áneo elegido por el client e, el clínico puede

responder al client e adapt ándose [ mat chi ng] 1 deliberadament e o no a esas paut as, dependiendo de los

result ados deseados. Generalment e, cuando uno se adapt a a los predicados SRP aument a el rapport y, en

consecuencia, aument a la probabilidad de la inf luencia t erapéut ica (Yapko, 1981). El SRP est á implicado

direct ament e en la represent ación int erna de la experiencia, y es de est e modo una variable signif icat iva en

el desarrollo de la comprensión de la experiencia del client e, lo cual t ambién implica f ormas para alt erar las

represent aciones int ernas con propósit os t erapéut icos. La persona deprimida puede describir su depresión

como una “ nube negra que me envuelve” , o como “ una af licción que me oprime y que me dej a sin alient o. ”

En general, la primera descripción ant erior describe una represent ación visual, y la segunda una

kinest ésica. 2 En general, la depresión es para muchos un desorden primariament e del ánimo, implicando un

PRS que es kinest ésico; los sent imient os del individuo deprimido son a menudo el punt o f ocal de su

percat arse. Los sent imient os depresivos pueden ser experiment ados en una f orma direct a, o pueden ser el

product o de imágenes visuales negat ivas o un diálogo int erno (audit ivo) negat ivo. La alt eración en alguna

f orma de las imágenes o el diálogo int erno depresiógenos puede ser una de las met as del t rat amient o.

Relacionado con el concept o de PRS est á el grado asociado de la int ensidad. ¿La represent ación

int erna es clara, o vaga y pobrement e def inida? Generalment e, mient ras más vívida sea, es más int enso el

grado de react ividad implicada. Del mismo modo, cuando la represent ación int erna es dif usa y pobrement e

def inida, la react ividad est á disminuida. La creación de un represent ación dif erent e y la amplif icación de su

int ensidad puede generar una reacción int erna muy di f erent e y posit iva en los individuos deprimidos.

1
(N. T. ) El aut or se ref iere a comunicarse con el pacient e en el mismo sist ema represent acional, lo cual cont ribuye a la
const rucción de rapport .
2
(N. T. ) Ki nest het i c en el original; se ha t raducido por “ kinest ésica” para que la primera let ra del t érmino t enga
correspondencia con el popular VAKO de la Programación Neurolingüist íca de Bandler y Grinder: Visual, Audit ivo,
Kinest ésico (Cenest ésico), Olf at orio.

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CONSIDERACIONES DEL DESARROLLO

Independient ement e de la hist oria f amiliar, la cual será considerada en la siguient e sección, el

clínico puede considerar algunas dimensiones específ icas de la hist oria del desarrollo del client e. Est as

incluyen el ambient e en el cual se crió, la f ase específ ica del desarrollo en la cual se encuent ra el client e, y

cuál el la f ase progresiva siguient e que puede alcanzarse a t ravés de la t erapia (Lankt on y Lankt on, 1983).

El ambient e en el cual se crió el individuo es un indicador general de sus t ipos de experiencia,

valores y visión de mundo. Una persona que ha crecido en un ambient e urbano est á generalment e expuest o

a un grado más amplio de est ilos de vida y oport unidades que alguien que se ha criado en un ambient e rural.

Asimismo, el crecer en ambient es suburbanos lleva a un rango dif erent e de experiencias que si se crece en

la ciudad misma. El ambient e para el desarrollo aparece como signif icat ivo debido a los dist int os marcos de

ref erencia que se desarrollan en los dist int os ambient es, part icularment e cuando los dat os disponibles

sugieren que la depresión t iene más prevalencia en los ambient es urbanos (Mahoney, 1980). Aparent ement e

para algunos, el rango de opciones de est ilo de vida es demasi ado grande, y el est rés asociado con el

desarrollo de una paut a de est ilo de vida personal sat isf act orio es lo suf icient ement e abrumador como para

predisponerlo a episodios de depresión. El est rés agregado de las muchedumbres, los ruidos y ot ros

f enómenos t ípicament e urbanos, probablement e est án j ugando un rol para la experiencia de depresión en

algunas personas.

La et apa part icular de la vida de un persona es un f act or que obviament e inf luencia la experiencia

subj et iva. Cada et apa t iene sus desaf íos o t areas que necesit an ser manej adas. La depresión puede ocurrir

en t odas las edades del ciclo vit al. Los est rés específ icos en la vida del suj et o deprimido que precedieron a

la depresión pueden ayudar al clínico a det erminar si el problema es de t ipo agudo y relacionado a una

et apa part icular de la f ase del desarrollo, o si es un problema más crónico y paut ado que no est á

relacionado con una f ase específ ica del desarrollo.

En t odo caso, el problema siempre se da en una et apa del desarrollo, y el clínico debe t omar en

cuent a cuál sería la próxima et apa lógica del desarrollo. De aquí surgen met as y la t area del clínico es

f acilit ar el avance a la siguient e et apa de la evolución del individuo. El clínico puede hacerse pregunt as

como: ¿Qué habilidades le f alt an a la persona que la inhiben? ¿Qué problema(s) se necesit a(n) resolver ant es

que el client e pueda seguir adelant e? ¿Será capaz de hacer aquello que act ualment e parece no ser posible?

¿Qué implicaciones t iene la progresión para las f ases del desarrollo f ut uro? Las creencias del clínico respect o

a la nat uraleza del cambio, ya sea si el cambio es un proceso cont inuo o discont inuo, j uegan un rol principal

en la percepción de est a variable part icular.

POSICION EN LA FAMILIA: DINAMICAS FAMILIARES

La relación ent re las paut as de socialización encont radas en la f amilia de origen y las paut as que

cont inúan operando en los individuos a lo largo de su vida, han sido bien descrit as en la lit erat ura. Los roles

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f amiliares, las reglas, el humor, las expect at ivas, la paut as de comunicación, las paut as para resolver

problemas, y t odos los ot ros component es claves de un sist ema f amiliar son inst rument ales en la f ormación

de la est imación de si mismo y la visión de mundo. Los miembros de la f amilia que han sido emocionalment e

negados o que han recibido respuest as inconsist ent es, o que han sido víct imas de abuso f ísico y/ o

emocional, pueden aliment ar un sent imient o de desamparo y vict imización a una edad t emprana, que los

llevará a la depresión.

La posición en la f amilia j uega un rol en la f ormación de la personalidad, aunque la evidencia que

puede generalizarse es ambigua (Gibson, 1983). En el nivel individual, empero, no es inf recuent e que la/ el

hermana(o) mayor sea hecha(o) responsable de sus hermanas(os) menores. Si se inculca un f uert e sent ido de

responsabilidad, puede ser dist orsionado al punt o de ser perj udicial. Similarment e, si no se enseña un

sent ido de responsabilidad, est e puede aparecer como irresponsabilidad o poca responsabilidad.

Un ej emplo de una posición excesivament e responsabl e en la f amilia f ue el caso de una hij a j oven

que se sobrecargó al hacerse responsable cuando ést a f ue una víct ima del VIH, el cual cont raj o a raíz de una

t ransf usión sanguínea. La responsabilidad de est a hij a por su madre enf erma f ue más int ensa y cont rast ant e

con la de la hermana mayor que ya había dej ado la casa. Hist óricament e, la hermana mayor se había

relacionado con la f amilia en una f orma muy irresponsable. En el caso de est a j oven, por ser la menor de la

f amilia, su presencia en la casa hizo que se t ransf ormara en la cuidadora de su madre. El est rés de la

responsabilidad excesiva f ue mucho para ella, y cayó en una depresión prof unda. Su experiencia demuest ra

clarament e cómo la posición en la f amilia puede a veces t ener gran import ancia en la clase de experiencias

que uno t iene.

GRADO DE INDIVIDUACION

Cada persona es enf rent ada cont inuament e con el desaf ío de lograr un equilibrio ent re vivir para

ot ros y vivir para si misma. En t odo moment o, es probable que uno experiment e la presión de adapt arse a

las necesidades o exigencias de los ot ros, mient ras que simult áneament e uno experiment a la presión para

“ ser uno mismo” y t omar decisiones de acuerdo a las necesidades personales. El precio puede ser, y a veces

lo es, muy alt o: “ Si hago est o para t i, puedo obt ener t u aprobación, pero me odio a mi mismo; si hago est o

para agradarme a mi mismo, puedo obt ener t u rechazo. ” Es f ácil apreciar cómo uno puede desarrollar un

desequilibrio ant e el problema de mant ener un sent ido de uno mismo f rent e a las cont inuas presiones para

el conf ormismo. Cuando uno pierde el sent ido de si mismo ant e los ot ros y se conviert e en una ent idad

indist int a -en esencia un simple ref lej o de los ot ros a quienes uno est á ligado-, los límit es personales que

def inen a un individuo como individuo se hacen dif usos. El t érmino “ enredado” [ dependencia] es una

et iquet a descript iva apropiada para est a clase de experiencia. En cont rast e, si uno se ha separado de los

ot ros y no hay evidencia de ninguna int eracción signif icat iva con ellos, el t érmino “ desenganchado”

[ independencia] es una et iquet a descript iva út il.

El problema de la individuación es import ant e debido a numerosas razones. Primero, la capacidad

del individuo para f uncionar en f orma aut ónoma implica element os crít icos t ales como la responsabilidad

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que sient e la persona haci a ot ras personas, y cuán responsable se sient e de ot ras personas. La paut a de

responsabilidad que uno desarrolla, incluye el manej o de la culpa, la t oma de decisiones, la asert ividad y

ot ras import ant es paut as semej ant es. Segundo, el grado de individuación det ermina el rol de uno en

cualquier sist ema del que inevit ablement e sea una part e. En consecuencia, la clase de experiencias y

exigencias a las que uno est á expuest o son, en un grado signif icat ivo, un ref lej o del sent ido de uno mismo.

Tercero, el sent ido de uno mismo como una ent idad dist int a det ermina la disposición de uno para af irmar el

cont rol sobre las circunst ancias, llevando a la posibilidad de dist orsionar las percepciones respect o al

cont rol. Si el clínico es capaz de explorar el rango y prof undidad de la involucración del client e con ot ros,

así como t ambién evaluar la f acilidad con la que la persona se descubre a si misma, puede ser aparent e si

exist en paut as de individuación problemát icas. Quizá est a persona se “ pierde” con f acilidad en los ot ros o, a

la inversa, est á muy alej ado de ot ros, al punt o de ser incapaz de t omar decisiones independient es o t ener

relaciones est rechas y signif icat ivas. Es una met a necesaria en el t rat amient o lograr un equilibrio ent re el

f uncionar bien como un individuo compet ent e e independient e, y el ser una part e compet ent e de un red

social.

CARACTERISTICAS DE LA PROGRAMACION DE EDAD Y VALORES

El sist ema de valores individuales que uno adquiere inevit ablement e durant e el proceso de

socialización est á compuest o de los numerosos est ímulos procedent es de diversas f uent es. Es la creencia de

est e aut or que es el sist ema de valores de la persona, más que ningún ot ro f act or aislado, el más

det erminant e de lo que uno es capaz o no de hacer. El proceso de aprender a darle sent ido a un mundo

sobrecargado de experiencias implica la int ernalización de pensamient os y sent imient os respect o a lo que es

correct o o equivocado, normal o anormal, bueno o malo, et c. Son los j uicios de valor los que sirven para

def inir los límit es de la experiencia. A medida que uno crece y es socializado por la f amilia en part icular, y

la sociedad en general, desarrolla paut as para mant ener una posición en el sist ema y subsist emas de los

cuales f orma part e. Nat uralment e, los sist emas cambian a t ravés del t iempo, e incluso esos valores

asociados con esos cambios inevit ables son int egrados en la visión de mundo de la persona. En part icular, los

valores asociados con el cambio en un cont inuo de “ rigidez-f lexibilidad” y los valores asociados con una

“ orient ación hacia las t areas v/ s las personas” , poseen signif icación en el t rat amient o de la depresión.

Morris Massey (1979) describió el proceso de la adquisición de valores en t érminos de las normas

cult urales durant e las dif erent es décadas de la hist oria social est adounidense recient e. Massey describió

cómo los valores personales a nivel del individuo han sido det erminados en gran part e por los valores que

eran dominant es en la sociedad más amplia en la cual est aba desarrollándose el individuo, o “ programación

de valores. ” Massey af irma que el 90% de los valores de uno son int egrados alrededor de la edad de 10 años,

y el 100% alrededor de los 20 años. Así, la edad de un individuo puede guiar al clínico a las experiencias

programadoras de valores que probablement e haya t enido esa persona en su hist oria personal. Massey

af irma, además, que los valores solament e pueden cambiar cuando uno experiment a un event o que es lo

suf icient ement e poderoso para af ect ar el cent ro del individuo, event o que Massey denomina “ Event o

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Emocional Signif icat ivo“ (o EES). La t erapia puede ser vist a como la creación art if icial y deliberada de un

ESS (Yapko, 1985a), en la cual el valor problemát ico ident if icado es usado ya sea como un cat alizador o un

blanco en la t erapia. Esos procesos est án descrit os en “ El gancho ericksoniano: Los valores en los

acercamient os ericksonianos” (Yapko, 1985a). 3

El individuo deprimido, puede haber valores que ayudan a crear o complicar la condición depresiva.

Por ej emplo, la valoración de la “ perf ección” como un indicador de aut ovalía puede llevarlo a uno a

desarrollar rasgos obsesivos que inevit ablement e llevan a la insat isf acción, ya que nada es perf ect o. En ot ro

ej emplo, la valoración de las obligaciones mat rimoniales puede llevar a permanecer en una relación abusiva

y suf rir como consecuencia depresión. Los ej emplos de valores prof undament e sost enidos que rest ringen

dolorosament e la vida de uno son evident es en los ej emplos de casos a lo largo de est e libro, y es claro que

la evaluación y la respuest a signif icat iva al sist ema de creencias del client e es un prerrequisit o para un

t rat amient o ef ect ivo.

Diversas paut as descrit as en est e capít ulo son una consecuencia direct a de los valores. ¿Puede

ident if icar el lect or, de acuerdo a las líneas previament e discut idas, los valores subyacent es a un f uert e

disposición a at ender a los det alles, una marcada complacencia hacia la aut oridad, una orient ación int ensa

hacia las emociones, la involucración est recha con ot ros, la acept ación de responsabilidades f amiliares

pesadas, el enf rent amient o de las t areas y problemas del desarrollo?

Un valor que es part icularment e import ant e en el mundo del individuo deprimido es la orient ación

“ hacia las personas v/ s las t areas. Específ icament e, ¿la persona t iene un sist ema de creencias que hace que

la prioridad sean las ot ras personas, o lo es el logro de las t areas? Est e valor ha sido muy est udiado en el

cont ext o de los ambient es organizacionales debido a su rol en la at mósf era y ef icacia de la organización. En

el nivel individual, est e valor det ermina el grado en que se involucrará el client e en la relación t erapéut ica.

Un client e orient ado a las personas t enderá a est ablecer una relación est recha con el clínico, como el

vehículo primario del t rat amient o. El individuo orient ado a las t areas probablement e verá al clínico

simplement e como un inst rument o para obt ener el obj et ivo del alivio de la depresión. Cada est ilo t iene sus

implicaciones para la est imación de si mismo y el mundo social del individuo. La persona orient ada a la

t area puede necesit ar cont inuament e logros para ref orzar la est imación de si misma, mient ras que la

persona orient ada a las personas puede necesit ar cont inuament e la aprobación de ot ros para obt ener

est imación de si mismo, apareciendo como f alt a de individuación ant e el clínico. En ambos casos, la t rampa

es un product o negat ivo de los valores personales que necesit an ser t omados en consideración en el

t rat amient o.

El cont inuo “ rigidez v/ s f lexibilidad” es import ant e y describe los valores que det erminan, al menos

en part e, cómo responderá el client e a la t erapia. Si el sist ema de valores del client e y las paut as derivadas

de aquel son muy rígidas, la inf ormación provenient e del clínico es inevit ablement e menos impact ant e.

Básicament e, la rigidez es una f orma de aut o-preservación en la medida que uno prot ege lo que sabe y cree.

La rigidez permit e la est abilidad de las percepciones. Mient ras más limit ado sea el rango de experiencias y

3
(N. T. ) Ver el volumen Hi pnot er api a Er i cksoni ana: Ni vel Avanzado. Co-cr eando un cont ext o par a el cambi o, Instituto
Milto n H. Eric kso n d e Sa ntia g o , 1994.

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mient ras más uno haya sido socializado para creer que hay “ verdades” y “ f alsedades” absolut as, uno t iene

que ser necesariament e más rígido. La f lexibilidad es una respuest a más sof ist icada que se alcanza cuando

uno est á dispuest o a acept ar que los ot ros hagan las cosas en f orma dif erent e y aun est ar en lo “ correct o”

en sus acciones. La acept ación que cada persona debe desarrollar su propia f orma “ correct a” de vivir y

hacer las cosas, brinda más f lexibilidad de la que, desaf ort unadament e, la mayoría de las personas parecen

t ener. Al af irmar la nat uraleza absolut a de lo que uno est ima como correct o, uno es capaz de int ent ar

cont rolar a ot ros a t ravés de la culpa, la int imidación y ot ras t áct icas negat ivas semej ant es. Cuando la

f acilit ación de una mayor f lexibilidad en el client e es una met a t erapéut ica, el client e es capaz de aprender

a acept arse más a si mismo y a los ot ros, un paso import ant e y progresivo para muchas personas deprimidas.

Además, el problema de las verdades y f alsedades absolut as es ef ect ivament e mit igado, y el client e puede

hacerse int errogant es más avanzadas y t erapéut icas, “ ¿Qué est oy haciendo que f unci one, y si no es así, qué

har é?” El desarrollo de valores para el progreso, para esas t areas, y para la acept ación de las elecciones que
uno hace para si mismo y para los ot ros, son f ormas para f acilit ar una mayor f lexibilidad en el vivir, y cuyo

result ado es una mej or calidad de vida.

Dada la elevada prioridad asignada aquí a los valores individuales y su rol en la f uncionalidad, se

recomienda un est udio de f ormas de evaluación rápida de los valores de los client es y cómo se relacionan

ést os.

GRADO DE DOMINIO DE LA EXPERIENCIA

El problema del lugar de la responsabilidad de la experiencia de uno, descrit o generalment e en la

lit erat ura como “ l ocus de cont rol” , ha sido el obj et o de invest igaciones y de la f ilosof ía subj et iva (Goldst ein,

1980; Rot t er, 1966). Cómo uno int erpret a los event os de la propia vida t iene una prof unda inf luencia en el

sent ido de cont rol y responsabilidad que uno hace de las circunst ancias. Algunos creen que t odas las

experiencias que t ienen son product o de elecciones conscient es y/ o inconscient es y son, por lo t ant o,

cont rolables. En su f orma ext rema, est a creencia dice, en esencia, “ Eres responsable de t odo lo que sucede

en t u vida, t u enf ermedad o t u salud, t u pobreza o t u riqueza, t us éxit os o t us f racasos, t odo est á baj o t u

cont rol. Si realment e quieres algo, encont rarás la f orma para obt enerlo. ”

Ot ros adopt an una perspect iva opuest a, que supone que la experiencia est á más allá del cont rol de

uno y, por consiguient e, limit ándonos a un rol react ivo en respuest a a cualquier cosa que ocurra. En esencia,

est a perspect iva dice, “ Mi ida, mi dest ino est á cont rolado por ot ros y por las circunst ancias en las que me

encuent ro, y ocurrirá lo que t enga que ocurrir. ”

Ninguna creencia en su f orma ext rema es realist a, puest o que el considerarse “ dueño” o “ víct ima”

de la experiencia est á det erminado por los diversos cont ext os de la vida y la relat iva ef icacia percibida de

las respuest as en cada cont ext o. Mient ras más sean los cont ext os en los cuales una pueda responder

ef ect ivament e, será más generalizado el sent ido de dueño de la experiencia que t enga el individuo. Sin

embargo, uno no puede ser t ot alment e dueño de la experiencia en t odas par t es, sabiéndolo t odo. Las

sit uaciones en las cuales uno es t ot alment e ignorant e pueden ser avasallant es, y cuando uno percibe que la

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respuest a a esa sit uación ha sido inef ect iva o incluso dañina, es inevit able que suf ra la est imación de si

mismo, y puede iniciarse la depresión. Uno de los sínt omas clave asociados con la depresión es el

desamparo, bien descrit o en el modelo de la depresión denominado “ Desamparo aprendido” (Seligman,

1973, 1974, 1975, 1983). Para el individuo deprimido, y para cualquier persona que experiment e sínt omas

problemát icos que aparent ement e est án más allá de su cont rol, hay un element o signif icat ivo de una

disposición ment al de “ víct ima” que subyace a sus dolencias. La persona ha int ent ado hacer cambios pero

no ha t enido éxit o. La persona se sient e complet ament e desamparada para hacer algo con el problema que

podría ser benef icioso, y se dirige desesperadament e hacia el clínico para obt ener alivio, a pesar de la

expect at iva subyacent e que “ nada puede ayudar realment e. ” Un punt o import ant e que ref uerza las ideas

del capít ulo previo, es que la depresión puede ocurrir en dimensiones f uera del percat arse y en niveles

dist int os al nivel af ect ivo exclusivament e. Est e punt o implica direct ament e a la disposición ment al de

“ víct ima” . Incluso si la persona t iende a ser dueña de la experiencia en ot ra sit uación en su vida, la

ident idad de “ víct ima” est á present e al menos en relación a las paut as sint omát icas en cuest ión. Al menos,

hay un element o de depresión y vict imización respect o al considerar los problemas de uno. Dependerá de las

capacidades disociat ivas específ icas del individuo cuán generalizado est é ese element o; las que se discut en

en la últ ima sección de est e capít ulo.

El problema en cuest ión para el clínico, es la necesidad de evaluar las dimensiones del sent ido de

cont rol que t iene el client e de sus experiencias de vida. ¿Cree el client e que el problema puede resolverse

en alguna f orma? ¿Las circunst ancias que est án generando la depresión son ident if icables? Obj et ivament e,

¿exist e la posibilidad de ej ercer algún grado de cont rol sobre las circunst ancias depresiógenas, y si lo hay,

en qué grado? O, ¿las circunst ancias son t ales que uno no podría hacer algo que haría una dif erencia

posit iva? Además, ¿es generalment e el client e una víct ima a lo largo de muchos aspect os de su vida? ¿O el

client e se muest ra dueño de sus experiencias al manej ar su vida?

Esas evaluaciones son cent rales para las int ervenciones del clínico cuando ayuda a def inir el rol del

client e en el t rat amient o. Por ej emplo, es mucho menos probable que un client e con un f uert e sent ido de

víct ima lleve a cabo direct ivas t erapéut icas diseñadas para enseñarle habilidades de dominio, como las

descrit as en est e libro, puest o que t ener dominio de las experiencias es muy inconsist ent e con la imagen de

“ víct ima” de si mismo. Est as son las ocasiones cuando el clínico experiment a las bien conocidas obj eciones

de rechazo “ Sí, pero. . . ” del client e, en respuest a a las met odologías que int ent an f acilit ar el alivio. Un

t ema dominant e para el t rat amient o exit oso de la depresión, es guiar al client e deprimido desde el rol de

víct ima a uno de ej ercer dominio sobre la experiencia.

Una paut a relacionada con el locus de cont rol percibido, es el problema de la culpa. Como

result ado de la disposición ment al a percibirse como víct ima, el client e puede sent ir o no culpable

personalment e de sus circunst ancias. Dependiendo del grado obj et ivo de cont rol o no cont rolabilidad de los

event os, el problema de la responsabilidad puede empañarse. Uno puede culparse inapropiadament e o

t rat arse durament e por circunst ancias que virt ualment e nadie podría haber manej ado mej or. Una posición

semej ant e es común ent re los individuos deprimidos, experiment ada como “ rabia dirigida hacia adent ro” , y

se caract eriza por la recriminación hacia si mismo y la culpa. Est a respuest a “ int rapunit iva” puede ser

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cont rast ada con un est ilo “ ext rapunit ivo” (Zeig, 1984), en la cual los ot ros son culpados por las

circunst ancias de uno, haciéndolos responsables a ellos de t odos los problemas que lo t ienen depresivo a

uno, pero libre de culpa e inocent e. Est e es ot ro aspect o de la cuest ión crucial de la responsabilidad, la

cual, cuando es oscurecida por algo, es un f act or comúnment e precipit ant e de la depresión. La clarif icación

de las responsabilidades de las experiencias de uno y el problema más import ant e de cómo det erminar quién

es responsable en las experiencias f ut uras, son met as import ant es del t rat amient o.

ORIENTACION TEMPORAL

Cada persona se relaciona con el const ruct o del “ t iempo” en una f orma idiosincrásica. Dependiendo

del sist ema de valores, hist oria personal y grado de compromiso emocional, uno puede est ar más orient ado

a una dimensión del t iempo o a ot ra. Por ej emplo, al gunas personas t ienden a “ vivir en el pasado” ,

demost rando un preocupación por las experiencias pasadas a expensas de los acont ecimient os act uales y

f ut uros. Esas personas se concent ran en lo que sucedió en ciert os punt os de su hist oria personal, recordando

select ivament e los sucesos que pueden apoyar sus perspect ivas act uales. A t ravés de est e t ipo de

orient ación pasada, se prest a menos at ención a las circunst ancias act uales y a las posibilidades f ut uras.

Ot ros t ienen una orient ación t emporal más en el “ present e” . Est o f acilit a una gran disposición de

respuest a a cualquier impulso que uno t enga, most rando poca consideración hacia las consecuencias f ut uras

o las t radiciones previas. El individuo puede est ar t an orient ada hacia “ el aquí y ahora” que t iene poco

cont act o personal con las personas o circunst ancias del pasado, y el f ut uro es algo que “ sólo ocurre, est é

preparado o no. ”

Ot ros est án t an orient ados hacia el f ut uro que solament e t ienen en ment e las met as y

oport unidades f ut uras, v. g. , la casa que se comprarán, la carrera que const ruirán, et c. Cuando la

orient ación hacia las met as f ut uras es dominant e en el est ilo de vida de la persona, est o puede ocurrir a

expensas de las realidades act uales, dej ando poco o nada de t iempo para “ det enerse y oler las rosas j unt o

al camino. ”

Cada una de esas descripciones son caract erizaciones generales, pero uno no puede “ vivir”

exclusivament e en una única orient ación t emporal sin pert urbar seriament e el sent ido de realidad. El

problema se ref iere aquí al grado en que el individuo est á t an orient ado a una dimensión del t iempo, que

eso ocasiona o mant iene un est ado disf uncional.

Con el problema de la depresión en part icular, un individuo podría est ar orient ado a cualquiera de

las dimensiones t emporales en una f orma desequilibrada que lo perj udica. Generalment e, sin embargo, el

individuo deprimido t iende a est ar más orient ado hacia el pasado. Es probable que el individuo deprimido

haya t enido una hist oria personal de pérdidas signif icat ivas, de event os aversivos e incont rolables (Seligman,

1973, 1975, 1983), miembros de una f amilia no apoyadora que emplea paut as comunicacionales

disf uncionales, y ot ras variables depresiógenas semej ant es. La int ensidad del dolor emocional del individuo

puede convert irse en el punt o f ocal de la experiencia y es una carga emocional que el individuo int ent a

manej ar. El ef ect o en el present e es que disminuye y elimina el percat arse de las alt ernat ivas que

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proporcionan alivio, est abilizando así una expect at iva negat iva para el f ut uro, que puede convert irse en una

prof ecía de aut o-cumplimient o.

En resumen, el marco de ref erencia del individuo deprimido es el pasado, en base al cual las

experiencias present es y f ut uras son dist orsionadas negat ivament e. Con un marco de ref erencia negat ivo

basado en una hist oria de aprendizaj es pasados muy cargada (y por lo t ant o, poderosa), el individuo

deprimido puede comenzar a creer que la experiencia de af licción act ual es t odo lo que hay en la vida, y

que las cosas no pueden mej orar, ni mej orarán. Est a act it ud, más que ninguna ot ra, es la racionalidad

subyacent e para suicidarse. Cuando la persona deprimida mira hacia el f ut uro y solament e ant icipa más

af licción, el suicidio puede parecer realment e una alt ernat iva razonable. Cuando un clínico le dice a la

persona que “ las cosas mej orarán” o que “ mire hacia adelant e, hacia una f ut uro mej or” , est á suminist rando

sugerencias que son muy inconsist ent es con el marco de ref erencia orient ado hacia el pasado de la persona

deprimida, y de est e modo es probable que sean rechazadas por no t ener sent ido (Yapko, 1984a).

Clarament e, el individuo deprimido muest ra una disposición a responder a cada una de las

dimensiones del t iempo. Mient ras que la orient ación hacia el pasado parece ser la más t ípica de las personas

deprimidas, en algunas ocasiones est e no es el caso. El present e puede dominar y la persona responde con

un percat arse agudo de la incomodidad int erna y las circunst ancias que la hacen sent irse una víct ima. La

aut o-f lagelación o el comport amient o impulsivo pueden aliment ar la depresión. En ot ros, se responde al

f ut uro con la expect at iva de “ más de lo mismo” , o con la expect at iva no realist a que “ Cuando suceda est o y

aquello, t odo est ará bien. ” La persona deprimida que asume que el t rasladarse de una región geográf ica a

ot ra la ayudará, o encont rar un t rabaj o dif erent e, u obt ener un grado académico, t ener un nuevo amor, o

que t ener algunos ot ros cambios ext ernos o logros, resolverá el problema, demuest ra una orient ación a

f ut uro dist orsionada que impide los verdaderos insight s respect o a las dinámicas de la depresión. La relación

ent re depresión y orient aciones t emporales desequilibradas es muy est recha, con est rat egias de

int ervención implícit as que implicarán hacer cambios para una respuest a más equilibrada al ef ect o de las

experiencias pasadas sobre las realidades act uales y posibilidades f ut uras.

ORIENTACON INTERNA VERSUS ORIENTACION EXTERNA

Algunas personas son muy sensibles a sus propias experiencias int ernas, poseyendo un elevado nivel

de percat arse de sus sent imient os, mot ivos y necesidades. Esas personas podrían ser descrit as como

poseedoras de una f uert e or i ent aci ón i nt er na. Cuando la consciencia est á dirigida hacia dent ro, hay,

nat uralment e, una oport unidad menor para percat arse de los event os ext ernos. Cuando alguien est á a

menudo preocupado con la experiencia int erna, puede hacerlo a expensas de un cont act o signif icat ivo con la

experiencia ext erna. Esa persona puede ser acusada de ser alej ada, egocént rico, insensible a ot ros, v. g. ,

“ est á met ida en su pequeño mundo. ”

En cont rast e, ot ras personas t ienen un elevado percat arse de los ot ros, de los cambios sut iles en el

ambient e, y de los event os ext ernos en general. Esas personas podrían ser descrit as como poseedoras de

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una or i ent aci ón ext er na. Cuando una persona est á preocupada con los event os o las exigencias ext ernas, es

a menudo al precio de no percat arse o responder signif icat ivament e a la experiencia int erna.

Las implicaciones de una orient ación int erna o ext erna para la et iología y t rat amient o de muchos

desórdenes pueden ser muy prof undas. Considere, por ej emplo, al individuo que est á t an absort o en un

proyect o muy demandant e, que no adviert e o responde a los elevados niveles de est rés concomit ant es. El

est rés puede crecer hast a generar sínt omas f isiológicos, como una úlcera o j aquecas, y solament e ent onces

es advert ido. La t erapia en un caso semej ant e implica el aprender a reconocer y responder a las señales

int ernas que indican est rés, para prevenir su acumulación dest ruct iva. Un enf oque para ese ef ect o implica

const ruir más f oco int erno, para det erminar los punt os apropiados en los cuales aplicar t écnicas ef ect ivas

para el manej o del est rés.

En general, el f oco del individuo deprimido es int erno, absorbiendo a la persona en su incomodidad

subj et iva. Muchas int ervenciones para la depresión, en f orma deliberada o no, ut ilizan medios para “ salirse

de si mismo” y ocuparse de ot ras cosas. Muchos clínicos en f orma rut inaria sugieren a la persona deprimida

que se of rezca como volunt aria en un hospit al o se incorpore a act ividades recreat ivas. Los acercamient os

direct ivos t ienen una inyucción similar de “ sálgase de si mismo” , pero con un propósit o más amplio:

const ruir nuevos marcos de ref erencia basadas en nuevas experiencias, que puedan servir como una base

para el progreso.

Relacionado con la orient ación int erna o ext erna est á el grado de react ividad a la experiencia

int erna o ext erna. El t érmino “ react ividad” puede ser usado para describir cuán conscient e est á el client e

de su experiencia, cuán dispuest o est á a responder a su experiencia y cuánt o expresa esas reacciones.

Clarament e, la est imación de si mismo est á relacionada con la react ividad, puest o que cuánt o más uno deba

inhibir o negar la presencias de aspect os o dimensiones de uno mismo, est ará más incómodo con una porción

signif icat iva de si mismo.

El equilibrio ent re la disposición a responder int erna y ext erna solament e puede lograrse cuando se

haya logrado algún grado de acept ación de si mismo, pues uno no quiere “ irse hacia adent ro” si t odo lo que

hay es dolor. Por ot ro lado, uno no quiere involucrarse con la vida o con ot ros si eso implica dolor. La

acept ación de si mismo a t ravés del reencuadre de cada part e (incluso de aquellas part es que se veían

previament e como dest ruct ivas) como út il en al gún cont ext o, puede permit ir un f oco int erno saludable.

Similarment e, alent ar la af irmación de un mayor cont rol sobre las circunst ancias de uno, puede est imular un

compromiso saludable con las posibilidades ext ernas.

CAPACIDADES DISOCIATIVAS

Una de las capacidades más út iles con la que est án dot ados t odos los seres humanos es el grado de

la habilidad para f raccionar las experiencias globales en sus part es component es. Uno puede responder a

algunas part es al amplif icar el percat arse de ellas, mient ras que se responde en f orma mínima a ot ras. La

“ disociación” se ref iere a est a habilidad para separar los component es de una experiencia, para ser capaces

de responder en f orma ef ect iva. Ot ra f orma de describir est a paut a part icular es en t érminos de la habilidad

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para compart iment alizar la experiencia. Algunos individuos t ienen una gran habilidad para experiment ar un

event o, el cual encuent ra su propio nicho en la persona, aparent ement e separado de ot ras experiencias.

Ot ros no t ienen una habilidad t an buena para disoci ar una experiencia de ot ras experiencias, y lo que

experiment an en un cont ext o cont amina ot ras cosas que experiment an.

Las implicaciones para la persona deprimida son part icularment e int eresant es. En el individuo que

suf re depresión, es común oír que report an cómo un event o negat ivo menor en un cont ext o posit ivo más

amplio puede est ropear t oda la experiencia de la persona. Por ej emplo, la persona deprimida puede

encont rarse en una f iest a con una persona que no le agrada part icularment e, y después report a, “ Esa

persona me arruinó la f iest a. ” En ese ej emplo, un aspect o negat ivo de una experiencia no es

compart iment alizada, impidiendo, por consiguient e, la int egridad del cont ext o mayor. Por el cont rario, el

sent imient o negat ivo asociado con un aspect o aparent ement e menor de la experiencia global de la f iest a

f luye a t ravés de t odas las represent aciones int ernas de la f iest a, arruinándola en ef ect o para el individuo.

En f orma similar, “ t odo el día est á malogrado” para el client e deprimido, aunque, de hecho, la depresión de

la mañana disminuye pasado el mediodía. Est a paut a puede est ar est rechament e relacionada con algunas de

las dist orsiones cognit ivas descrit as por Beck (1983) y Burns (1980) como “ pensamient o t odo o nada” ,

“ sobregeneralización” y el “ f ilt ro ment al” .

Es una t area del clínico evaluar las capacidades disociat ivas en el client e y f acilit ar la ut ilización de

dichas capacidades. Al hacerlo así, el client e puede experiment ar circunst ancias en su f orma nat ural,

imperf ect a, sin que las imperf ecciones relat ivament e menores cont aminen t oda la experiencia. Trabaj ar con

t écnicas t erapéut icas como la hipnosis clínica, que implica paut as disociat ivas y cont rol sobre los procesos

disociat ivos, puede ser muy út il en est e aspect o.

RESUMEN

Cada una de las diversas paut as descrit as en est e capít ulo t iene un rol especial en la creación de

est ados de bienest ar y est ados de af licción. El clínico que es capaz de det ect ar esas paut as en la

experiencia del client e, t endrá un rango más amplio de punt o de comienzo opcionales para la int ervención

t erapéut ica. Las paut as y sub-paut as present adas en est e capít ulo se enumeran en f orma resumida a

cont inuación:

1. Est ilo cognit ivo

abst ract o/ concret o

global/ lineal

2. Est ilo de respuest a

dirigido por ot ros/ dirigido por si mismo

abiert o/ def ensivo

3. Est ilo at encional

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f ocalizado (concent rado)/ dif uso

import ant e/ irrelevant e

4. Sist ema represent acional primario

int ensidad de la represent ación

5. Consideraciones del desarrollo

ambient e de la niñez

et apa de desarrollo act ual

próxima et apa progresiva

6. Posición en la f amilia: Dinámica f amiliar

roles, reglas, at mósf era, expect at ivas

paut as de comunicación y resolución de problemas

7. Grado de individuación

dependencia/ independencia

8. Est ilo percept ual

aument ado/ disminuido

9. Caract eríst icas de la programación de edad y valores

orient ación hacia las t areas/ orient ación hacia las personas

ridigez/ f lexibilidad

10. Grado de dominio de la experiencia

víct ima/ dueño de la experiencia

locus de cont rol int erno/ ext erno

int rapunit ivo/ ext rapunit ivo

11. Orient ación t emporal

pasado/ present e/ f ut uro

12. Orient ación int erna versus orient ación ext erna

react ividad baj a/ elevada

dimensiones de la react ividad

13. Capacidades disociat ivas

compart iment alización baj a/ elevada

En los capít ulos siguient es se present arán problemas en los casos—ej emplo concret os que ref lej an

pert urbaciones en esas paut as subj et ivas de la experiencia.

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Segunda Parte

Tratamiento

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5. T erapia: Int errupción de las paut as de la aflicción

En los dos capít ulos previos, se describió las dimensiones múlt iples de la experiencia y las paut as

subj et ivas que emplea el individuo para relacionar la experiencia. Es de part icular import ancia el

reconocimient o subyacent e que la experiencia humana est á paut ada en un ext enso grado y que los

mecanismos repet it ivos para responder a las exigencias de la vida son evident es en t odas las personas. Ya

sea que denominemos a esas paut as de respuest a, “ personalidad” , “ caráct er” , o por algún ot ro nombre, es

import ant e apreciar la paut a de la experiencia. La esencia del diagnóst ico es la habilidad para det ect ar

paut as y evaluar su grado de relat iva f uncionalidad. La t erapia puede ser considerada en un principio como

la int errupción de las paut as, en cualquier nivel que el clínico y el client e est imen deseable o necesario, y

después el desarrollo subsiguient e de paut as dif erent es, más f uncionales.

Las paut as que van a ser int errumpidas, como blanco del proceso t erapéut ico, deben ser vist as

primero como disf uncionales en alguna f orma, requiriendo de la t erapia con el propósit o de cambiarlas.

Segundo, la paut a a ser int errumpida t ambién debe ser vist a como cambiable, es decir, t ener el pot encial

para el cambio en respuest a a una int ervención signif icat iva. ¿Pueden cambiarse t odas las paut as? El debat e

cont inúa en algunos círculos, pero uno no puede negar realist ament e que hay muchos t rast ornos para los

cuales no hay un t rat amient o ef ect ivo conocido. El clínico debe considerar est a cuest ión de un modo

conservador. Es un problema dif ícil, por ciert o que a t odos los individuos debe dárseles la oport unidad para

ef ect uar cambios, pero mant ener la esperanza que habrán cambios signif icat ivos cuando es muy probable

que no haya ninguno, es una creación de f alsas esperanzas cruel.

Al considerar el proceso de la psicot erapia como un proceso de int errupción y const rucción de

paut as, deben elaborarse algunos punt os. Primero, en el uso de la palabra “ paut a” , se est á implicando que

la esencia de uno, o la int egración holist a de cuerpo, ment e y espírit u, es t ot alment e singular. El mundo

subj et ivo de cada persona es una urdimbre de predisposiciones biológicas y los ef ect os de la socialización.

Segundo, las paut as implican una predisposición a act uar y reaccionar en f ormas part iculares, aunque no

necesariament e predecibles (ya que muchas paut as son inconscient es). Tercero, las paut as no pueden ser

consideradas t ot alment e independient es de sus cont ext os asociados. Una paut a que sirve muy bien a un

individuo en un cont ext o puede ser la f uent e de la incomodidad ext rema en ot ro cont ext o. Cuart o, una

paut a se desarrolla inicialment e y es modif icada repet idament e como un subproduct o inevit able de la

respuest a a las experiencias a las cuales uno est á expuest o. La implicación es que el individuo puede no

t ener experiencias con los complement os u opuest os polares de esas experiencias a las cuales ha sido

expuest o. En consecuencia, no hay un marco de ref erencia para const ruir una respuest a mej or o más

realist a. Para el clínico no ent erado, esa f alt a de respuest a, part icularment e cuando el clínico describe o

exige la respuest a deseada (v. g. , la f orma en que el client e “ debiera” manej ar las cosas), y se encuent ra

con una aparent e sordera, el client e puede aparecer como “ resist ent e” . Sin embargo, no puede asumirse

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con seguridad que el client e es resist ent e. Por el cont rario, el clínico puede apreciar mej or que el client e

simplement e no t iene el marco de ref erencia necesario para producir la respuest a deseada, especialment e

en base a una señal. La met a de la t erapia puede ser, ent onces, la const rucción de un marco de ref erencia

(v. g. , ext raer, organizar y hacer disponibles los recursos necesarios del individuo) a t ravés de experiencias

obt enidas direct ament e o indirect ament e con la t erapia.

La depresión ha sido descrit a por algunos como un desequilibrio. Algunos represent an est o como un

desequilibrio en el nivel biológico, ot ros en el nivel cognit ivo, ot ros en el nivel emocional, y ot ros en el nivel

social. El marco de la depresión como un desequilibrio me ha sido muy út il en mi experiencia. Cada una de

las paut as descrit as en el capít ulo previo es simplement e una f orma de describir cómo un individuo dado

t iende a act uar y reaccionar a las diversas posibilidades que le of rece la vida. Unas pocas paut as, si es que

hay alguna, son f uncionales en si mismas o independient ement e disf uncionales de los result ados que ellas

crean. Est a idea es import ant e en sus implicaciones, que cuando una paut a específ ica es el blanco de la

t erapia con el propósit o de int errumpirla, la paut a no es ext inguida para siempre. Por el cont rario, la paut a

es int errumpida en un moment o part icular en un lugar part icular, y una nueva paut a es cat alizada a t ravés

de los diversos mecanismos de la t erapia. A t ravés de la nueva acción por si misma y sus consecuencias, el

individuo descubre la posibilidad de respuest as dif erent es y mej ores. El t erapeut a puede est ar sat isf echo

con una resolución sit uacionalment e específ ica, o puede usar esas oport unidades para una enseñanza más

amplia de la implicación de la resolución: el cambio es posible cuando uno busca y usa alt ernat ivas.

El client e deprimido en part icular est á en esa f orma debido a que, en algunos niveles, se sient e

“ pegado” en alguna paut a dolorosa. El clínico ast ut o puede ver con f acilidad donde est á at ascado el

individuo y puede usar el proceso t erapéut ico para permit ir que el client e experiment e f ormas alt ernat ivas

de mirar o hacer las cosas para obt ener equilibrio. El concept o de “ equilibrio” como una met a de la t erapia

en part icular y la vida en general, ha sido bien elaborado en ot ros lugares (Belet sis, 1986; Polst er y Polst er,

1973; Sat ir, 1983). Es suf icient e decir aquí que cuando es evident e un desequilibrio, el clínico est á en la

posición de ser capaz de cat alizar direct a o indirect ament e la experiencia en una dirección complement aria

para int ervenir t erapéut icament e.

¿Cómo comienza el cambio? Dado que hay algunos cient os de t ipos de psicot erapias reconocida

act ualment e, no hay mucho consenso en respuest a a esa int errogant e. Sin embargo, si uno observa la

est ruct ura de la t erapia como opuest a al cont enido de un modelo part icular de psicot erapia, hay un sólido

consenso por el concept o de la t erapia como int errupción y const rucción de paut as. Cuando el desequilibrio

es el problema y el equilibrio la solución, las siguient es est ruct uras de int ervención, que comprenden a las

int ervenciones descrit as a lo largo de est e libro, pueden ser út iles:

1. Amplif icar una paut a y alent ar la resist encia a ella, cat alizando el cambio de f uerza en ot ra dirección.

2. Hacer ext remadament e inconvenient e la cont inuación de una paut a part icular, necesit ándose el desarrollo

de una nueva.

3. Foment ar el act i ng out de una paut a opuest a a una paut a polar, est imulando el equilibrio como un

result ado.

4. Usar hipnosis para f acilit ar la int egración experiencial más rápida de aprendizaj es claves.

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5. Asignar t areas para la casa y experiencias est ruct uradas para cat alizar la int egración de aprendizaj es

claves.

Esas paut as est án simplement e descrit as aquí, pero son el punt o cent ral de muchas int ervenciones

descrit as en los capít ulos siguient es.

Cuando la t erapia implica el uso de las est ruct uras mencionadas más arriba, la int errupción de una

paut a part icular inevit ablement e t ienen consecuencias en dimensiones múlt iples, int errelacionadas. Las

paut as de la experiencia individual descrit as en el capít ulo previo y los diversos mét odos para int errumpir

paut as present ados en lo que rest a de est e libro, son descrit as cada una en f orma individual. Sin embargo,

el lect or no debe inf erir que est án muy separadas unas de ot ras. De hecho, las paut as est án est rechament e

relacionadas, y el clínico que est á f amiliarizado con esas paut as advert irá probablement e que ocurren en

grupos. En el capít ulo previo se coment ó dónde el individuo depresivo promedio podría encont rarse respect o

a una paut a part icular. Al verlo en agrupaciones, es probable que un individuo que se ve como “ víct ima”

t ambién est é orient ado al pasado, t enga un est ilo de pensamient o global y concret o, no est é dif erenciado de

ot ros signif icat ivos y sea int rapunit ivo.

La condición del client e puede det eriorarse y la int ervención t erapéut ica puede ser peligrosa si

la(s) paut a(s) disf uncional(es) clave(s) no es(son) ident if icada(s) adecuadament e, o se les responde en f orma

inadecuada. En el caso ej emplo cit ado en el Capít ulo 2, la client e f ue descrit a como suf riendo una depresión

signif icat iva asociada con pérdidas. El t erapeut a la t rat ó sin advert ir que ella t enía una poderosa orient ación

t emporal disf uncional hacia el pasado, y la t rat ó haci endo que se concent rara aun más en el pasado. Al

ref orzar el f oco de la client e en el pasado, no se const ruyó ninguna posibilidad f ut ura concret a. Al

concent rarse en la cuest ión de la pérdida, no se le ot orgó poder para buscar nuevas posibilidades en sus

relaciones act uales o f ut uras. El t erapeut a había ref orzado inadvert idament e la paut a más depresiva en la

vida de la client e. En f orma predecible, ella empeoró con el t iempo, no mej oró.

El ref uerzo inadvert ido de la(s) paut a(s) pat ógenas es clarament e un peligro al hacer psicot erapia.

El t erapeut a que acept a con f acilidad las met as abst ract as del client e (v. g. , “ realizarse a si mismo” )

simplement e ref uerza una paut a peligrosa. El t erapeut a que la t rat a solament e en base a la lógica y la

racionalidad no adviert e que los sínt omas no son la consecuencia de racionalidad, ni que el inconscient e no

responde part icularment e a las leyes de la lógica. El t erapeut a que busca la dependencia, que anima

inadvert idament e al client e para que se pegot ée a él , apreciará las cart as que le envían sus pacient es

cuando est án de vacaciones, como por ej emplo, “ Est oy t eniendo una época genial. . . Me gust aría que ust ed

est uviera aquí para decirme por qué. ” El clínico debe ser principalment e un observador, y const ruir

cuidadosament e su acercamient o alrededor de las paut as que exist en en el client e y sus necesidades

f ut uras, más que correr el riesgo de ref orzar inadvert idament e las paut as disf uncionales, no reconocidas.

Est a clase de enf oque en t erapia est á, por consiguient e, cent rado en el client e, exigiendo al clínico que

responda a las necesidades y limit aciones del client e, más que int egrarlo al sist ema de creencias pref erido

preexist ent e en el clínico.

RESUMEN

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La premisa principal de est e capít ulo se ref iere a la necesidad de ident if icar e int errumpir esas

paut as del client e que causan o mant ienen la depresión. La met a t erapéut ica principal es suminist rar

est rat egias que int errumpan las paut as ant iguas y provean, direct a o indirect ament e, nuevas paut as que

harán más f uncional al individuo. Como se describió en est e capít ulo, las est rat egias int ent an enseñar

complement os a las paut as exist ent es para f acilit ar el logro de equilibrio en el individuo. A menudo, las

est rat egias son const ruidas de modo que el client e pueda exper i ment ar las limit aciones de la paut a act ual o

que los benef icios de la nueva paut a no son amenazant es, incluso en una f orma impersonal. Est o se logra a

t ravés del uso de cont ext os que no est án part icularment e emocionalment e cargados, sino que son análogos

(en diversos grados) a las sit uaciones “ pesadas” a mano.

El rest o de est e libro present a las paut as más signif icat ivas para t rat ar con los individuos

deprimidos, con ej emplos de caso y discusiones de las est rat egias t erapéut icas relacionadas.

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6. Comenzando con el fut uro

El import ant e rol de las expect at ivas en psicot erapia ha sido bien descrit o en la lit erat ura. Para que

el client e experiment e expect at ivas posit ivas, debe haber una dimensión del individuo que sea capaz de

experiment ar algún grado de orient ación al f ut uro. Además, las experiencias asociadas con el f ut uro deben

ser suf icient es para generar pensamient os y sent imient os posit ivos respect o al f ut uro, así como t ambién

proveer mot ivaciones para los comport amient os posit ivos. Algún grado de habilidad para orient arse hacia el

f ut uro est á present e en t odos los individuos, aunque varía marcadament e en cada persona. Quizá ust ed, el

lect or, pueda advert ir si encuent ra f ácil o dif ícil responder a int errogant es como est as:

1. ¿Se imagina lo que est ará haciendo dent ro de cinco años?

2. ¿Cómo se sent irá cuando descubra que ya no est ará más incómodo por una cuest ión previament e

problemát ica?

3. ¿Puede imaginar f ormas en las cuales pueda usar las ideas y est rat egias present adas en est e libro para

ayudarse a si mismo y a ot ros en su t rabaj o f ut uro?

Cada una de esas pregunt as requiere que alguna part e de ust ed imagine y experiment e en alguna

f orma posibilidades f ut uras basadas en las implicaciones de las int errogant es. Algunas personas t endrán

expect at ivas elaboradas, ot ras t endrán una respuest a empobrecida indicando que poco o nada es generado

int ernament e como un f undament o para las posibilidades f ut uras. ¿Cómo es que una persona experiment a

esas ricas expect aciones, mient ras que ot ros individuos no? Uno puede especular respect o a la clase de

f act ores de socialización que f oment an una orient ación t emporal como opuest a a ot ra. Por ej emplo, si uno

f uera alent ado rarament e o nunca a planear y ej ecut ar comport amient os orient ados a met as, si uno f uera

sabot eado de inmediat o por ot ros en la const rucción de un plan, uno podría aprender con f acilidad que no

hay que const ruir met as y t rabaj ar en pos de ellas, puest o que “ ellas nunca ocurren” . Para esos individuos,

el f ut uro parece t ot al ment e impredecible, y la vida debe vivirse siempre un día a la vez.

En el caso de los individuos deprimidos, la orient ación t emporal dominant e es usualment e hacia el

“ pasado. ” En ot ras palabras, el pasado es el marco de ref erencia para el f ut uro, y lo que el individuo hace,

por lo t ant o, es ext ender hacia los cont ext os f ut uros los daños y dolores del pasado. Est ruct uralment e, ese

procedimient o podría denominarse un “ aut o-hipnosis negat iva” (Araoz, 1985). Al derramar esa negat ividad

en las posibilidades f ut uras, el individuo deprimido crea ef ect ivament e una parálisis de si mismo. A los oj os

de la mayoría de los clínicos, est o aparece como las “ expect at ivas negat ivas” y la “ desesperanza” que son

los dist int ivos comunes de la depresión.

La f alt a de posibilidades f ut uras posit ivas es una f uent e clave de la aparent e inhabilidad del client e

deprimido para “ despegarse” . Es t ambién una f uent e de ansiedad para el client e, ya que es verdaderament e

un sit uación conf lict iva. La persona est á, en esencia, en un conf lict o de “ evit ación-evit ación” , donde t odas

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las opciones parecen pot encialment e negat ivas y dañinas, o parece que no opciones en lo absolut o. En

consecuencia, el client e deprimido puede parecer t ambién ambivalent e ant e el clínico, buscando ayuda por

un lado, pero sin t ener un marco de ref erencia int erno que sugiera que algo podría cambiar para mej or.

Est e parece ser el moment o adecuado para una digresión, para reit erar ciert os punt os t ocados

previament e. Los t ípicos sínt omas depresivos de las expect at ivas negat ivas, desesperanza, ambivalencia y

apat ía han sido discut idas como los rasgos asociados con la paut a de una orient ación t emporal

primariament e orient ada al pasado. Al revisar las t ablas del Capít ulo 3, en el cual son descrit as los sínt omas

depresivos en las diversas dimensiones de la experiencia, el lect or puede comenzar ahora a ident if icar cómo

los desequilibrios en las paut as descrit as en el Capít ulo 4, se manif est arán en esas paut as sint omát icas. Est a

es la esencia de ser capaz de reconocer las paut as que requieren int errupción y ref ormulación.

Ya que el individuo deprimido t iene en f orma t ípica expect at ivas negat ivas hacia el f ut uro, el

clínico t iene que t ener un número de met as para el client e al inicio del t rat amient o:

1. Acept ar las comprensiones que el client e t iene de su sit uación como una represent ación válida del mundo

del client e (y permit ir, en consecuencia, la const rucción de rapport ).

2. Ident if icar cuáles dimensiones de la experienci a est án en el percat arse del client e y cuáles no.

3. Evaluar cuáles paut as subj et ivas que est án present es en la experiencia del client e son disf uncionales o

desequilibradas.

4. Est ablecer un cont ext o para la t erapia en el cual las comunicaciones direct as o indirect as del clínico le

sugieran al client e la probabilidad de cambios f ut uros (“ const rucción de expect at iva” ).

Variará de acuerdo al est ilo individual de cada client e cómo cada clínico t raducirá los pasos

enunciados más arriba a la práct ica clínica real. Clarament e, para lograr los pasos, el clínico querrá

inf ormación de part e del client e que suminist ra una def i nición de lo siguient e: (1) el sist ema de creencias

del client e (debido a las razones que se discut irán en det alle en el capít ulo siguient e); (2) met as personales

(incluidas su est ruct ura, cont enido, claridad y f acilidad para alcanzarlas); (3) logros previos y mét odos

usados para obt enerlos; (4) t erapia previa y su ut il idad o carencias; y (5) experiencias act uales de

incomodidad, incluidos t odos los problemas sint omát icos relacionados. En base a una ent revist a hábil en

esas áreas, el clínico puede obt ener mucha inf ormación respect o a las expect at ivas del client e, los recursos

conscient es e inconscient es disponibles para la t erapia, y el diagnóst ico de la conf iguración de las paut as

específ icas en ese client e.

La experiencia individual de la depresión es un est ado de af licción que es generalment e muy

evident e para el clínico desde el comienzo. En la presencia de las expect at ivas negat ivas y las

int erpret aciones negat ivas de la experiencia, encont radas generalment e en los individuos deprimidos (Beck,

1983), parece especialment e import ant e ser capaz de demost rarle al individuo deprimido, casi

inmediat ament e, que hay, de hecho, algo que puede hacerse para ayudarlo. En una f ase inicial del

t rat amient o, el clínico dispuest o a emplear acercamient os direct ivos puede usar una variedad de est rat egias

diseñadas para suminist rar algún grado de alivio inmediat o de algunos de los aspect os más problemát icos de

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las paut as depresivas, part icularment e la ansiedad, pert urbaciones del sueño y cualquier expect at iva

negat iva que desmot ive a la t erapia en si misma.

Como f ue señalado en el Capít ulo 2, los diversos acercamient os hipnót icos y est rat égicos t ienen la

capacidad de ser aplicados ya sea en una f orma en que est én orient ados a los sínt omas o a los

psicodinamismos subyacent es. El uso de esos acercamient os no presume la superioridad de un t ipo de

int ervención sobre la ot ra, ya que ambos est ilos han probado por si mismos ser los más capaces para generar

cambios t erapéut icos signif icat ivos. Tempranament e en el t rat amient o, sin embargo, el clínico puede

escoger los acercamient os más generales, orient ados a los sínt omas, que pueden suminist rar alivio al client e

mient ras que est án “ sembrándose” a la vez los cambios más ext ensos. En ot ras palabras, los concept os y

experiencias que serán valiosos para const ruir sobre ellos después, son int roducidos t empranament e para

generar una f amiliaridad que permit irá que sean acept ados más f ácilment e después.

Los clínicos con una orient ación más t radicional reconocen a menudo la necesidad de impact ar casi

inmediat ament e al client e deprimido, pero opt an por usar medicament os como una f orma de const ruir

recept ividad. En algunos casos, los medicament os pueden ser la mej or vía para est abilizar lo suf icient e al

individuo para permit ir que la psicot erapia t enga al guna oport unidad de éxit o. Los medicament os pueden

reducir los sínt omas severos que inhiben la oport unidad del client e para const ruir una relación provechosa

con el clínico. Además, los medicament os pueden ayudar al client e a alcanzar met as de cort o plazo que

const ruyen un i mpul so posit ivo sobre el cual basar el t rat amient o post erior. Sin embargo, uno debe proceder

caut elosament e con los medicament os, debido al mensaj e implícit o que puede af irmarle al client e que de

verdad est á desamparado para ef ect uar cambios personales. Igualment e, el clínico debe ser cuidadoso de no

sobrecargar al client e con una elaboración innecesaria de la nat uraleza ext ensa del t rabaj o que hay por

delant e. Después de t odo, es probable que el client e ya est é respondiendo globalment e a t odos sus

problemas, incluso amplif icándolos al punt o de encont rarlos insuperables. Part e de la const rucción de

expect at ivas implica asegurarle al client e que los problemas son verdaderament e manej ables, cuando son

enf ocados en una f orma compet ent e.

La depresión, desde un punt o de vist a int rapersonal, es un est ado de agit ación e incomodidad,

implicando ansiedad y una perseveración de sent imient os y pensamient os negat ivos. A menudo, el client e es

conscient e solament e de lo que parece ser un conj unt o inút il de sínt omas, y el alivio de los sínt omas es la

met a del client e para buscar t rat amient o. Para responder a esos int ereses inmediat os, el uso de paut as

hipnót icas puede ser unas muy ef ect ivas “ int errupt ores de paut as” sobre las cuales const ruir int ervenciones

t erapéut icas más int ensas.

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D1
Hipnosis para la reducción de síntomas

La int errupción de sínt omas a t ravés de hipnosis puede lograrse incluso a t ravés de la más simple de

las inducciones hipnót icas que lleve al client e a un est ado de relaj ación. A t ravés de la “ Hipnosis para la

reducción de sínt omas” que acept a y ut iliza la propia experiencia del client e, el mundo subj et ivo del client e

no es desaf iado; por el cont rario, es usado como una base para promover el reconocimient o que el client e

quiere experiment arse a si mismo de un modo dif erent e. Af irma la habilidad del client e para experiment ar

comodidad a pesar de los problemas a ser t rat ados, f oment ando una int errupción de esas perseveraciones

negat ivas usuales. El proceso de t rance podría ser como sigue:

Ust ed vino aquí por una razón. . . realment e buscando experiment arse a si mismo en una f orma dif erent e. . . y

puede exper i ment ar se a si mi smo en una f or ma di f er ent e. . . en una f orma más cómoda. . . y hay una part e de

ust ed que realment e sabe cómo sent i r se bi en. . . y est o puede ocurrir durant e un rat o, ya que ust ed ha

t enido la oport unidad para experiment arlo. . . o quizá parece como si hubiera sido un rat o. . . pero ahora

mismo no t iene que decir nada. . . no t iene que hacer nada. . . y puede. . . t omarse el t iempo. . para colocar

una cómoda dist ancia ent re ust ed. . . y t odos los asunt os del día. . . y cuán calmada puede ser t oda l a

habi t aci ón que ust ed necesi t a. . . t odo el t iempo en el mundo que ust ed necesit a ahora mismo. . . para
experiment ar sensaciones placent eras de los músculos relaj ándose. . . y part es de su cuerpo colocándose más

pesadas. . . mient ras los pensamient os se hacen más livianos. . . . y los sent imient os est án cambiando en

f ormas que pueden sent irse realment e bien. . . y puede dej ar que eso ocurra solo y experiment arse lo

suf icient ement e dif erent e para descubrir que la consciencia cambia, y los sent imient os cambian. . . y no

necesit a pensar en cuánt a comodidad seguirá. . . o cuánt o durará. . .

El mensaj e implícit o al client e es que es posible un cambio en la experiencia, que t iene la habilidad

para relaj arse, pensar posit ivament e y obt ener acceso a los aprendizaj es relevant es y experiencias dent ro

de si mismo. Puede ser una prof unda experiencia para el client e el descubrir o redescubrir la habilidad para

relaj arse y experiment ar alivio de la ansiedad asociada a la depresión, aunque sea t emporalment e. A

muchos client es no se les ha hablado en un modo apoyador durant e mucho t iempo, de modo que pueden ser

muy removidos por la experiencia. Las cint as grabadas de la sesión, que se pueden ent regar a los pacient es,

pueden suminist rar una f uent e de apoyo ent re las sesiones.

El uso de t écnicas hipnót icas simples puede int errumpir la espiral de ansiedad y permit ir la

event ual const rucción de habilidades de aut o-manej o con aut o-hipnosis. El client e aprende que t iene la

habilidad para hacer cont act o con su sel f int erno en una f orma const ruct iva. Esos cont act os pueden haber

sido evit ados previament e, debido a la presunción que “ t odo lo que hay es dolor. ” Al hacer cómodo “ irse

hacia adent ro” , el clínico est á sembrando las posibilidades para el reconocimient o post erior que hay muchas

dimensiones del sel f , cada una con capacidades pot encialment e posit ivas, si se desarrollan en una f orma

const ruct iva. Cuando la espiral de ansiedad ha sido int errumpida y reducida, además, a t ravés de la

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evolución de las habilidades de la relaj ación hipnót ica, t ambién hay una buena oport unidad para que el

client e duerma mej or y regrese a ot ras f unciones veget at ivas más normales. Una menor incomodidad int erna

puede aliviar la conf ianza de la persona en paut as de af ront amient o dest ruct ivos (como la ingest a excesiva

de alcohol o comida), y por consiguient e aument ando más su sent ido de cont rol de si mismo. (Est a direct iva

est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 3 en el Apéndice B. )

D2
Reencuadre: Desde lo inútil a lo útil

El “ reencuadre” implica t ransf ormar lo que parece ser una desvent aj a en una vent aj a para

promover una perspect iva dif erent e. Cada vez que un cambio en la percepción alt era las reacciones o las

int erpret aciones de un event o, ha ocurrido un reencuadre.

En el caso del individuo deprimido, puede encuadrar la depresión como algo t ot alment e inút il, una

experiencia dolorosa que exist e sin una razón aparent e. La t endencia es ent onces culparse a si mismo no

solament e por t ener el problema, si no que t ambién por la f alt a aparent e de habilidad para cont rolarlo. La

culpa nat uralment e sólo compone el problema.

El reencuadre en est a f ase inicial del t rat amient o puede ser hecho con o sin el benef icio de una

inducción f ormal de t rance. Puede of recerse al client e una perspect iva dif erent e de la depresión a t ravés de

las sesiones, como la siguient e:

Y a ust ed no le gust a la f orma en que se sient e. . . pero los sent imient os cambian. . . las perspect ivas

cambian. . . y es import ant e saber que. . . debido a que cada sent imient o t iene un propósit o dif erent e, una

capacidad dif erent e. . . la capacidad para amar. . . es una capacidad maravillosa que permit e relaciones

est rechas, de prot ección. . . y la habilidad para sent irse conf iado en un punt o de vist a part icular permit e la

est abilidad y una gran consciencia de si mismo. . . y los sent imient os f ast idiosos lo obligan a uno a

madurar. . . y sent ir esos sent imient os que ust ed denomina “ depresivos” t ambién t iene un propósit o. . .

aunque ust ed no lo ha comprendido aun. . . y no se ha dado cuent a realment e aun que esos sent imient os le

present an una oport unidad. . . una oport unidad para redescubrirse y descubrir . . . su habilidad para

cambiar. . . para madurar. . . y crecer más. . . y las af licciones del crecimient o son solament e pasaj eras. . . y

en general se olvidan pront o. . . import ant es signos de cambio. . . y después se dej an at rás. . . necesarios en

su t iempo. . . se hacen innecesarios muy pront o después. . .

El reencuadre, si se desea, t ambién puede lograrse en f orma met af órica, describiendo la

experiencia de ot ro individuo que enf rent o est ruct uralment e circunst ancias similares, como en el siguient e

ej emplo:

Y conocí a un hombre. . . no muy dist int o a ust ed. . . que se encont raba en una sit uación. . . no muy dist int a a

la suya. . . en el ext erior, el parecía t enerlo t odo. . . un buen t rabaj o, un buen mat rimonio y una buena

f amilia. . . pero en su int erior, sabía que est aba perdiendo algo. . . debido a que se sent ía muy inf eliz. . . y

*
Los cuadros de las Direct ivas est án numerados para una ref erencia más f ácil. La list a complet a de las direct ivas puede
encont rarse en el Apéndice A.

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realment e no sabía por qué. . . al principio. . . y se sent ía seguro que no había una base legít ima para sent irse

mal. . . lo cual lo hacía sent irse peor. . . respect o a sent irse mal. . . pero cuando el t omó t iempo sólo para si

mismo. . . para relaj arse. . . para dist anciarse de las exigencias usuales. . . y permit ir a su ment e vagar. . . la

f orma en que la ment e conscient e lo hace. . . f ue capaz de descubrir part es de si mismo que había

olvidado. . . como las ambiciones de la j uvent ud. . . los recuerdos de la niñez. . . y las expect at ivas. . . y lo que

pareció sin un propósit o al principio. . se t ransf ormó en una maravillosa oport unidad para explorar. . . y

descubrir. . . part es de si mismo que había olvidado que podía disf rut ar. . . y no es maravilloso descubrir las

necesidades y habilidades de uno. . . y lo bien que él usó las señales desde su int erior para descubrir nuevas

posibilidades. . .

En realidad, la depresión es una señal de precaución que es necesario el cambio en algún nivel para

const ruir o rest aurar un equilibrio saludable en el mundo del client e. Si el clínico est á conscient e en est a

primera f ase de las dinámicas asociadas, puede desarrollar aun más la met áf ora para incluir problemas

paralelos y soluciones paralelas para que las considere el client e. La depresión puede servir como una señal

que una relación requiere redef inición, que necesit a hacerse (o hacerse de nuevo) una decisión import ant e,

una necesidad que hay que t rat ar, una necesidad de reconocer sent imient os, o alguna ot ra dimensión de la

experiencia requiere un aj ust e. La depresión es t ambién un escape normal y saludable para los pesares y

ot ros est reses signif icat ivos. Reencuadrar una depresión como una experiencia nat ural cargada con

posibilidades posit ivas puede mot ivar al client e a comenzar a pensar respect o a hacer cambios posit ivos

como opuest os a simplement e mant enerse at ragant ado por el zumo del descont ent o. (Est a direct iva es

descrit a en el cont ext o clínico en los Casos 1 y 2 en el Apéndice B. )

CONSTRUCCION DE UNA ORIENTACION FUTURA POSITIVA:

PROGRESION DE EDAD HIPNOTICA

La progresión de edad como un f enómeno de t rance básico implica orient ar experiencialment e al

client e hacia experiencias f ut uras. El proceso de la progresión de edad puede ser dirigida con ef ect ividad

incluso en est ados de t rance relat ivament e leves. El client e es orient ado primero a experiencias f ut uras y

después guiado por el clínico en un esf uerzo para que se absorba experiencialment e en esas experiencias.

De est e modo, el client e es capaz de experiment ar sent imient os, pensamient os, sensaciones,

comport amient os, int eracciones y event os que en realidad no han ocurrido t odavía. Si la experiencia es lo

suf icient e absorbent e e impact ant e, es int egrada como una experiencia no muy dist int a a las demás

experiencias, lo cual puede servir como un marco de ref erencia para iniciar cambios deseables.

D3
Cambios para lo mej or

El énf asis en est e capít ulo est á colocado en la necesidad de const ruir expect at ivas posit ivas para el

f ut uro, como una part e de t oda psicot erapia, pero part icularment e con los client es deprimidos para quienes

el f ut uro es a menudo un vacío sombrío. Los mét odos más direct os para ef ect uar est o implica la est rat egia

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de orient ar al client e a las consecuencias benef iciosas de ef ect uar cambios. En una f ase inicial del

t rat amient o, los cambios específ icos no necesit an ser específ icos t odavía, pero pueden ser descrit os en una

f orma general que solament e par ezca específ ica. Podrían of recerse sugest iones como las siguient es:

Ust ed ha descrit o la incomodidad que lo ha llevado a buscar ayuda. . . y quiere sent irse en una f orma

dif erent e. . . y realment e no sabe que puede. . . pero rápidament e descubrirá que lo sabía desde hace

t iempo. . . que cuando hace algo dif erent e a lo que ha venido haciendo. . . el result ado t ambién será

dif erent e. . . y puede ir hacia adelant e en el t iempo. . . lo que ya est á ocurriendo hace rat o ya que t rabaj amos

en conj unt o. . . y puede t omar un moment o. . . para est ar complet ament e allí. . . siendo capaz de revisar

decisiones que ha hecho recient ement e. . . en una f orma dif erent e. . . y puede revisar las consecuencias

posit ivas de esas decisiones. . . en t odas las dimensiones dent ro de ust ed. . . y descubrir con placer que es

muy capaz. . . de cambiar pensamient os y sent imient os. . . y que puede disf rut ar el alivio por el cual ha

t rabaj ado t ant o. . . y por qué no mirar más hacia adelant e por más cambios aun. . . ese sent irse bien. . .

mient ras descubre más y más f ormas de usar lo que ha aprendido para cont inuar madurando más

f irmement e. . .

El client e es animado a experiment ar escenarios sugeridos en una f orma lo más sensorialment e

posible, con la at ención colocada en donde sean posibles las experiencias de relaj ación, comodidad, orgullo,

sat isf acción, et c. , desarrollando esas sent imient os lo mej or posible y cont inuar haciéndolos disponibles

como recursos para hacer uso de ellos. La progresión en el t iempo ocurre en el curso de las sesiones de

t rance que pueden permit ir al client e exper i ment ar cambios en diversas dimensiones de él. De est e modo,

los aprendizaj es út iles que f ormalment e requerirían largos períodos de t iempo para ser adquiridos pueden

alcanzarse a una velocidad acelerada.

La experiencia de la hipnosis presupone la presencia de disociación, ya que el est ado de t rance es,

por def inición, un est ado disociado. A medida que el cl ient e experiment a la progresión de edad, el énf asis

est á en la experiencia de los result ados exit osos basados en los cambios hechos act i vament e en benef icio

propio. A t ravés del uso cuidadoso de la disociación, el client e puede ser disociado t emporalment e de los

ef ect os de las experiencias pasadas negat ivas. En esencia, est o se logra indirect ament e ya que es una

orient ación f ut ura la que es amplif icada, relegando el pasado a un rol menor, a lo más, en el proceso. La

disociación, ya sea en la esf era t emporal o en alguna ot ra, permit e que el clínico amplif ique una dimensión

en el percat arse y, al hacerlo, disminuir ot ras. Cuando es minimizada la usual orient ación hacia el pasado a

t ravés de la absorción del individuo en las posibilidades f ut uras y los logros, las opciones act uales

(conscient es e inconscient es) pueden ser hechas en una f orma que las permit a. En esencia, el clínico est á

f acilit ando una “ prof ecía de aut ocumplimient o. ” Como result ado, el client e es capaz de experiment ar un

elevado grado de conf ianza en que los esf uerzos act uales valen la pena, una f uent e posit iva de mot ivación

para cont inuar en la vía de la recuperación. (Est a direct iva es descrit a en el cont ext o clínico en los casos 3 y

4 del Apéndice B. )

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D4
. . . Alargando el st at us quo

Ot ra t écnica de est rat egia de progresión de edad implica orient ar experiencialment e al client e a las

consecuencias f ut uras de no hacer cambios en su vida. La progresión puede implicar amplif icar el percat arse

del client e hacia la mant ención de alguna paut a dest ruct iva (v. g. , relación, comport amient o) evident e en el

est ilo de vida del individuo, o puede implicar experiment ar los ef ect os de permanecer ambivalent e o

inmovilizado respect o a alguna decisión de ayuda hacia si mismo. En ambos casos, el client e es orient ado a

algún t iempo f ut uro en el cual es est imulado a absorberse experiencialment e en los pensamient os o

sent imient os int rapersonales asociados con el cont ext o, o con las consecuencias int erpersonales de la

mant ención de las paut as act uales.

Quizá el ej emplo mej or conocido de est a est rat egia t erapéut ica part icular es el caso de Ebenezer

Scrooge, en el clásico de Charles Dickens, Un Cuent o de Navi dad . Scrooge, un viej o excént rico y miserable,

no era conmovido por el espírit u navideño y el énf asis en el amor por t oda la humanidad. Una Navidad f ue

visit ado por t res f ant asmas, los espírit us de la Navidad Pasada, la Navidad Present e y la Navidad Fut ura. El

espírit u de la Navidad Fut ura llevó a Scrooger a su t umba y a t ravés de las calles de la villa en la época de su

muert e. La amargura y f rialdad de los recuerdos que t enían ot ros de él, remeció t ant o a Scrooger que

experiment ó una sublevación emocional y una subsiguient e t ransf ormación en un hombre bondadoso y

generoso. La progresión de edad a la época de su muert e y la experiencia de las consecuencias negat ivas de

mant ener su ant igua f orma de vida, mot ivó a Scrooger a cambiar. Ninguno de los moment os de alegría que

había encont rado previament e había t enido algún impact o en él.

Es aparent e que algunas personas son mot ivadas más f ácilment e al experiment ar posibilidades

posit ivas, mient ras que ot ros son más f ácilment e mot ivados por la evit ación de las posibilidades posit ivas.

Como ot ro ej emplo, algunas personas dej an de f umar debido a un genuino deseo de verse y sent irse mej or,

mient ras que ot ros no lo consideran hast a que sus médicos les dan ásperos consej os o hast a que les

muest ran una radiograf ía de sus pulmones. La f alt a de habilidad para experiment ar posibilidades f ut uras con

algún grado emocional signif icat ivo es la piedra angular para las paut as impulsivas, part icularment e las

aut o-dest ruct ivas. La necesidad present e para engancharse en el comport amient o impulsivo est á disociada

de las consecuencias f ut uras por haberlo llevado a cabo. (Est a direct iva es descrit a en el cont ext o clínico en

el Caso 3 en el Apéndice B. )

D5
Pseudo-Orientación en el tiempo de Erickson

Erickson (1954) describió una est rat egia que implica orient ar al client e a un cont ext o f ut uro donde

ést e puede evaluar la calidad de la vida, ref lej ada en cualquier cambio exit oso hecho recient ement e, y

describe al clínico que cat alizadores hubo para esos cambios. Si puede emplearse exit osament e la amnesia,

el client e puede no t ener el recuerdo conscient e de haber descrit o cambios út iles y lo que alcanzó con ellos.

El client e est á, en esencia, suminist rando inf ormación respect o al t ipo de aprendizaj e y experiencias que

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necesit a para t ener éxit o en t erapia. El clínico puede usar est a inf ormación para const ruir t rances

t erapéut icos y t areas.

Est a est rat egia part icular, cuando f unciona, opera en base a la presuposición que el client e ya t iene

una idea de lo que necesit a hacer, pero no t iene disponibles los recursos para hacer posible que haga lo que

le gust aría hacer. El clínico que opera basado en la creencia que t oda persona t iene los recursos necesarios

para el cambio, sabe que su labor es suminist rar el cont ext o para el cambio, más que proveer consej os

específ icos.

En el siguient e ej emplo que ilust ra est a est rat egia part icular, el client e es guiado al t rance y

después es inmerso en un cont ext o f ut uro para revisar los cambios y describir su origen: 4

Cl íni co: Y ¿cuánt o t iempo ha pasado desde que f inalizó nuest ro t rabaj o j unt os?
Cl i ent e: Alrededor de seis meses.
Cl íni co: ¿Y cómo se ha sent ido?
Cl i ent e: Bien. . . lo he est ado haciendo bien. . . sint iéndome t ot alment e bien.
Cl íni co: ¿Qué ha sucedido que le ha permit ido cont inuar sint iéndose t an bien?
Cl i ent e: Conj et uro que f ui capaz de dej arlo irse. . . lo necesit aba pero no era capaz de hacerlo. . . pero ahora sí.
Cl íni co: ¿De quién me est á hablando?
Cl i ent e: Mi hij o. . . mi hij o. . . yo quería que se quedara conmigo. . . un poco más. Aun es un est udiant e
universit ario. . . pero necesit aba hacer su propia vida.

Cl íni co: ¿El se mudó o t odavía est á viviendo con ust ed?
Cl i ent e: Se mudó. . . a su propio lugar. Lo adora. . . pero aun lo echo de menos. Solament e han sido un par de
meses.

Cl íni co: Y puede cont inuar echándolo de menos. . . e incluso puede disf rut ar echándolo de menos. . . sabiendo
que a él le gust a su vida. . . la vida que ust ed le dio. . . que es la que él disf rut a. . . y puede mirar hacia

at rás, hacia los cambios. . . las decisiones que ust ed t omó. . . y ha aprendido algo valioso, ¿ciert o?

Cl i ent e: No haberlo perdido.


Cl íni co: Correct o.
Cl i ent e: Y saber que t engo que hacer mi propia vida ahora. . . mi s amigos, mi carrera, mi vida.
Cl íni co: ¿Y cómo supo t odo est o?
Cl i ent e: Aprendí que no puedo t enerlo por siempre. . . y que mi vida es mía y la de él es suya. . . y quizá algo
que hablé con ust ed. . . o que quizá f ueron sus pacient es en la sala de espera, me di cuent a. . . me

recuerdo pensando. . . ellos buscan respuest as. . . y probablement e ya saben lo que debieran hacer. . . pero

no t ienen las agallas. . . y ese pensamient o persist ía en mi. . . y yo quería pensar que t enía las agallas. . .

Cl íni co: ¿Y las t enía? ¿No las t enía?


Cl i ent e: Creo que sí. . . porque él est á haciendo su propia vida.

4
(N. T. ) Para ver ej emplos de la t écnica hipnót ica de est a est rat egia, se sugiere revisar el Capít ulo “ Conf usión”
(desorient ación en el t iempo), en M. Pacheco, Hi pnot er api a Er i cksoni ana: Ni vel Bási co (2a. Edición), Inst it ut o Milt on H.
Erickson de Sant iago, 1996; y la est rat egia “ Incubando Curación Ment e/ Cuerpo” , descrit a en M. Pacheco, Psi cobi ol ogía de
l a Cur aci ón Ment e/ Cuer po: Las t écni cas t er apéut i cas de Er nest L. Rossi y Davi d B. Cheek. Un anál i si s bi bl i ogr áf i co,
Inst it ut o Milt on H. Erickson de Sant iago, 1995.

61
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En base al int ercambio mencionado más arriba, es aparent e que la client e se percat ó, en algún

nivel, que sería indicado un cambio en el área de la relación con su hij o. Las sesiones post eriores implicaron

suminist rar ret roaliment ación y experiencias que podían solidif icar la nueva paut a de respuest a a la

independencia de su hij o con una nueva respuest a de acept ación. Est e cambio f ue signif icat ivo en la

experiencia de la client e y f ue una base út il sobre la cual const ruir ot ros cambios signif icat ivos.

D6
Metáforas respecto a las expectativas y la ambivalencia

La mayoría de los acercamient os descrit os hast a aquí han sido direct os en su est ilo y est ruct ura.

Mient ras que los acercamient os que compromet en direct ament e al client e en la int eracción y se relacionan

direct ament e con las sit uaciones específ icas del client e son bast ant e aplicables, t ambién es ciert o que

muchos client es (especialment e cuando est án en medio de la depresión) se sient en incapaces de t rat ar

direct ament e con aquello que experiment an como problemas abrumadores. En esos casos, puede ser út il la

paut a conocida como “ met áf ora t erapéut ica. ” Zeig (1980a) describió las capacidades práct icas de la

met áf ora en el diagnóst ico, el est ablecimient o de rapport , en la const rucción e ilust ración de un punt o,

sugerencia de soluciones, brindar un reconocimient o de si mismos a los client es, siembra de ideas, aument o

de la mot ivación, y disminución de la resist encia. Se han elaborado diversos t rabaj os respect o a la

aplicabilidad de las met áf oras y const rucción de guías para su const rucción y ent rega (Gordon, 1978;

Lankt on y Lankt on, 1983; Rosen, 1982).

Las met áf oras implican a menudo el uso de ot ras personas (client es ant eriores, miembros de la

f amilia u ot ros que ej emplif ican un punt o) con las cuales el client e puede ident if icarse y aprender de ellas.

Las met áf oras que simplement e describen a ot ros individuos con problemas similares que han alcanzado

result ados posit ivos pueden sugerir en f orma indirect a que es posible la recuperación de la depresión, y est o

puede const ruir mot ivación para part icipar en el proceso de t rat amient o. Esas met áf oras no pueden ser

acept adas, sin embargo, si el marco de ref erencia del client e es de “ desamparo personal” (Seligman, 1983).

En ese caso, el client e mant iene la creencia que mient ras que ot ros pueden t ener éxit o, “ Yo sé que no

puedo. ” Cuando el desamparo personal es evident e, o incluso se sospecha su exist encia, el uso de met áf oras

que describen el éxit o de ot ros puede agregarse a la depresión del client e, y ser cont raindicado.

Las met áf oras que const ruyen expect at iva en la primera f ase del t rat amient o necesit an aparearse

[ mat chi ng] lo más cercanament e posible con la experiencia de desamparo y desesperanza del client e, y

cualquier ot ro aspect o signif icat ivo de su realidad. En el ej emplo siguient e, se usó un acercamient o

met af órico para validar la comprensión del client e respect o a su propia experiencia (depresión y conf usión

respect o a sus orígenes) y sembrar la idea que el cambio no es solament e posible, si que es considerado

esperanzadorament e inevit able:

Trabaj é con ot ra client e que est aba muy inf eliz con su vida, y ella no sabía por qué. . . En la superf icie, t odo

parecía est ar bien en su vida. . . t enía una linda f amilia, lindas posesiones, una linda vida. . . pero ella sabía

que había algo muy prof undo que necesit aba at ención. . . no sabía conscient ement e exact ament e qué era. . .

no t odavía. . . pero creía que las personas podían cambiar. . . y sent irse mucho mej or. . . aunque no sabía

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cómo. . . t odavía. . . y est aba muy insegura al principio. . . y ella había hecho t odo bien. . . y sus sent imient os le

eran muy incómodos. . . Parece que la experiencia de la depresión no es más incómoda que la de uno

mismo. . . y han habido muchos cambios que ust ed ha experiment ado a t ravés del curso de su vida. . . algunos

planeados. . . ot ros que no han sido planeados. . . y con cada nueva f ase de la vida desarrollándose ant e

ust ed. . . ha encont rado f ormas para cambiar con los t iempos cambiant es. . . y a veces ust ed olvida eso. . .

ent onces por qué no t omar t iempo ahora para recordar esas épocas de cambio. . . que f ueron

verdaderament e import ant es en t érminos de quién es ust ed. . . y cuán agradable es descubrir que posee

algunos recursos maravillosos en su int erior. . . prof undament e dent ro suyo. . . que puede usar ahora. . . a

medida que ent ra en un nuevo período de cambios. . . que puede brindarle muchos buenos sent imient os. . .

que pueden desarrollarse un día a la vez. . . la f orma en que los cambios siempre parecen ocurrir. . .

En est a met áf ora se hace ref erencia a los cambios por los cuales uno at raviesa como f unción del

desarrollo nat ural de la vida a t ravés del t iempo. Las met áf oras que dan acceso al client e, en una f orma no

amenazant e, al reconocimient o que ha ef ect uado cambios exit osos ant eriorment e baj o condiciones dif íciles,

pueden ser út iles para est ablecer expect at iva posit iva.

Las met áf oras que t oman en cuent a la ambivalencia del client e puede ser usado para const ruir

mot ivación para la acción, un ingredient e f undament al en la t erapia de los individuos deprimidos. Pueden

emplearse met áf oras que resalt an los result ados posit ivos del int ent o de nuevos acercamient os, y met áf oras

que resalt an los result ados negat ivos de permanecer indeciso o pasivo ant e decisiones en un t iempo crít ico.

Es import ant e apreciar que el obj et ivo de esas met áf oras es const ruir mot ivación y expect at iva y no f rust rar

más al client e, el cual sabe que necesit a emprender alguna acción posit iva pero se sient e incapaz de

hacerlo. La siguient e met áf ora f ue usada exit osament e con un client e que est aba angust iado y se deprimió

progresivament e ant e la decisión de dej ar su hogar para ir a una universidad lej os, o vivir en su casa y asist ir

a una universidad local:

Tuve un amigo llamado Will [ Vol unt ad ] que recient ement e est uvo en una sit uación casi idént ica a la suya. . .

y est á dándose cuent a solament e ahora. . . cuánt o aprendió de si mismo. . . y qué lo hace sent irse realment e

bien. . . Will est aba int ent ando ef ect uar la dif ícil deci sión de elegir a cuál universidad asist ir. . . había un

programa que era muy t radicional. . . que enf at izaba los enf oques más ant iguos y conservadores. . . y quedaba

convenient ement e cerca de su casa, donde podía vivir con sus padres. . . los cuales querían mant enerlo a

resguardo en casa. . . y él realment e no sent ía que podía disgust arlos y mudarse. . . y el ot ro programa era uno

mucho más nuevo y mucho menos conservador y est recho. . . y est aba en ot ra ciudad. . . y él pensaba que

debiera ser conservador. . . pero quería aprender muchas cosas, que est aban más allá de lo que of recía el

programa en la universidad cercana. . . y realment e no podía decidir a cuál programa incorporarse. . . y ambos

programas eran posit ivament e muy posibles. . . y ambos t enían plazos f ij os para incorporarse y no

coincidían. . . . y no podía decidir. . . y cuando le pregunt aron que dij era cuáles eran sus int enciones. . .

realment e no pudo decidir. . . y cuándo le solicit ó más t iempo al direct or del programa de la segunda

universidad para considerar sus planes, la del programa menos conservador en la ot ra ciudad. . . le

respondieron que era obvio que no est aba int eresado y que ya no t endría su vacant e. . . y t erminó en el

programa más conservador. . . viviendo en su casa. . . y se sient e muy ent rampado allí. . . y creo que él ha

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aprendido mucho respect o a t omar decisiones. . . cuando la oport unidad de elegir est á ahí. . . y ant es que las

decisiones sean t omadas en su lugar. . .

En ese ej emplo, diversas caract eríst icas dif erent es de la depresión f ueron t omadas en cuent a en

f orma indirect a: ambivalencia; responsabilidad inapropiada por los padres; culpa inapropiada; la pérdida de

una oport unidad import ant e debido a la indecisión y el t emor; la af irmación que uno necesit a saber cuál es

el mej or int erés para uno y act uar en base a esa inf ormación; así como ot ras paut as que pueden t ransmit ir

mensaj es import ant es en una f orma memorable debido al cont enido paralelo de la met áf ora con los

int ereses del client e.

Las met áf oras pueden ser usadas apropiadament e en cualquier f ase de la t erapia y pueden ser

consideradas como herramient as part icularment e valiosas para aument ar la mot ivación y const ruir

expect at ivas posit ivas. La siguient e es ot ro ej emplo de una met áf ora mot ivadora, que cont iene el mensaj e

que “ un debe t rabaj ar para t ener éxit o” y “ uno obt iene lo que merece. ”

Ust ed probablement e ha escuchado el ant iguo ref rán, “ Nada es grat is en la vida, ” . . . y ust ed sabe lo

suf icient e para apreciar. . . que colocar. . . energía. . . . y t iempo. . . son ingredient es necesarios del éxit o. . .

dej ando ir. . . cómodament e. . . el marco ment al. . . de hacer las cosas sin cost o. . . sin esf uerzo. . . que quiere y

espera algo a cambio de nada. . . y hay una hist oria part icular. . . que se ha convert ido en una de mis

f avorit as. . . y sonará muy específ ica al principio. . . pero t oma un signif icado más general cada vez que ust ed

la escucha. . . y será esa clase de hist oria. . . que f unciona en la misma f orma. . . como ot ras hist orias que

ust ed ha escuchado un millón de veces y cont inúa disf rut ando cada vez. . . en una f orma dif erent e. . . es la

hist oria de un leñador. . . y ot ro hombre. . . hace muchos, muchos siglos at rás. . . que acudieron a un j uez para

arreglar su disput a. . . el j uez le pidió al leñador que explicara. . . su presencia. . . y el leñador dij o

lent ament e. . . y con una t ranquila det erminación. . . “ He pasado t odo el día. . . t rabaj ando mucho. . . para

ganar mis monedas de plat a. . . y est e hombre piensa que merece la mit ad. . . y me niego a darle la mit ad. . .

me levant é ant es del amanecer est a mañana. . . cargué mi burro. . . caminé millas a t ravés del bosque. . .

descargué mi burro. . . comencé a hachar los árboles, con golpes agot adores. . . Fui yo quién llevó el hacha. . .

Fui yo quién t rozó la madera. . . f ue yo quien la amarró. . . y la cargó sobre el burro. . . f ui yo quien sudó baj o

el calor del sol. . . y a quien le dolió la espalda. . . y yo merezco la paga” . . . y el j uez se dirigió al ot ro, al que

se merecía la mit ad de la paga. . . y el hombre dij o. . . “ Si no f uera por mi, el t rabaj o del leñador hubiera

t omado el doble de t iempo. . . yo f ui quien se lament ó por el peso del hacha. . . yo f ui quien puso los árboles

en curso cuando cayeron en la dirección correct a… yo f ui quien grit ó a la mula cuando no quería moverse. . .

yo f ui quien se quej ó por el calor del sol. . . y sin mi. . . el t rabaj o hubiera sido el doble de largo” . . . El j uez

sent ó una de sus sent encias. . . t omó una bandej a de pl at a. . . y t iró de la bolsa con monedas de plat a del

leñador, el cual, enoj ado, int ent ó recuperarla. . . sin éxit o. . . y después el j uez. . . t omó una moneda de la

bolsa. . . y la dej ó caer sonorament e. . . sobre la bandej a de plat a. . . y después ot ra moneda. . . f ue dej ada

caer. . . ruidosament e sobre la bandej a. . . y después ot ra. . . y ot ra. . . y con cada moneda. . . el leñador se

enoj aba aun más. . . mient ras que el ot ro hombre sonreía codiciosament e. . . y cuando la bolsa est uvo vacía

hast a la mit ad. . . el leñador int ent ó recuperarla. . . y el j uez impidió su esf uerzo. . . y el ot ro hombre sonreía

con más codicia aun. . . y el j uez cont inuó dej ando caer moneda t ras moneda, hast a que t oda la bolsa est uvo

vacía. . . el leñador est aba f urioso. . . pensando que el j uez le quit aría sus ganancias. . . el ot ro hombre est aba

deleit ado. . . y ent onces, con un rápido movimient o. . . el j uez echó t odas las monedas en la bolsa. . . y se la

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arroj ó al leñador. . . se volvió hacia el ot ro hombre y dij o. . . “ Hi ci st e el soni do del t r abaj o. . . y ahor a has

escuchado l os soni dos de l a paga” . . . y poco a poco. . . a medida que ust ed piensa en los sonidos del t rabaj o. . .
y la ilusión del esf uerzo. . . podría ocurrirle. . . en un nivel muy prof undo. . . que lo que uno piensa que est á

haciendo. . . puede ser muy dif erent e. . . a la recompensa que uno obt iene o no. . . y me pregunt o. . . y ust ed

puede pregunt arse. . . si ya es el t iempo. . . para hacer el t rabaj o. . . o si ya es t iempo de hacer los sonidos del

t rabaj o. . . y solament e ust ed lo sabrá. . . y lo que eso signif ica para ust ed. . . puede ignorarlo. . . o simular que

yo no le he hablado. . . o puede comprender int uit ivament e. . . por qué el leñador. . . se merecía lo que

obt uvo. . . t ome su t iempo para procesar esos pensamient os. . . y dej e que una part e de ust ed vaya hacia

adelant e en el t iempo. . . . hacia mañana y al día siguient e. . . y t odos los días siguient es. . . y descubra para

ust ed mismo. . . si es t iempo de t rabaj ar. . . o si es t iempo de hacer sólo los sonidos del t rabaj o. . .

RESUMEN

Las est rat egias descrit as en est e capít ulo est án ampliament e basadas en la hipnosis, con un énf asis

en la const rucción y guía de asociaciones del client e. Mient ras que algunas de las est rat egias implican

hipnosis f ormal, v. g. , un procedimient o hipnót ico abiert ament e ident if icado, la mayoría de ellas pueden ser

usadas sin la presencia de una inducción hipnót ica f ormal. Es posible usar las habilidades de uno como

comunicador para int roducir ideas signif icat ivas, present arlas a un compás manej able, y adapt arlas lo más

posible a la personalidad y necesidades del client e.

La const rucción de expect at iva, como un modo de compromet er a la persona en el proceso de

t rat amient o, aument a la probabilidad de una t erapia exit osa; y es el punt o de comienzo para cualquier

psicot erapia. Parece dif ícil exagerar lo vit al que es est a f ase de const rucción de expect at iva para la t erapia.

Las paut as present adas en est e capít ulo son aquellas que han probado ser út iles en el t rat amient o de los

individuos deprimidos; haciéndolas pot encialment e muy valiosas el hecho que la ausencia de expect at ivas

posit ivas puede est orbar el t rat amient o ef ect ivo o puede llevar al client e a abandonar el t rat amient o en

f orma premat ura.

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7. Facilit ación de la flexibilidad:


Déj eme cont ar las formas

La capacidad de los seres humanos para f ormar generalizaciones a part ir de una única experiencia,

es pot encialment e una vent aj a y una desvent aj a. Por un lado, el desarrollo de una paut a est ereot ipada para

t rat ar con las exigencias rut inarias de la vida, nos permit e el luj o de de no t ener que pensar respect o a una

experiencia f amiliar cada vez, como si f uera nueva. Si ust ed t uviera que pensar cómo abrir una puert a cada

vez que abre una, o cómo at ar los cordones de sus zapat os cada vez que necesit a hacerlo, esas t areas

simples requerirían un ext raordinario mont o de at ención. Por ot ro lado, una vez que se ha est ablecido una

paut a generalizada para t rat ar con algunas dimensiones de la vida (no necesariament e limit adas a t areas

simples como abrir puert as o amarrarse lo zapat os), puede desarrollarse una f uerza que conf igura por si

misma la experiencia del individuo.

Los int ent os para bloquear o cambiar de rut a a la f uerza de la paut a, a t ravés de t erapia f ormal o

int ent os inf ormales para cambiarla t ot alment e, a menudo t erminan en la recurrencia f rust rant e de la paut a

est ablecida. En diversas f ormas, el reconocimient o de la t endencia a mant ener paut as, ha sido

generalment e t rat ado en la lit erat ura acerca de la “ resist encia” . La consideración t ípica ha sido el énf asis

en que la resist encia es una propiedad casi inevit able de ese client e individual. Las numerosas explicaciones

que la explican van desde “ El client e realment e no quiere (no est á preparado) para cambiar” o “ El client e

est á benef iciándose realment e con la pat ología. ” Las ref ormulaciones respect o a la nat uraleza de la

resist encia en la lit erat ura de la t erapia est rat égica, proponen un punt o de vist a dif erent e, que da énf asis a

la nat uraleza int erpersonal y las consecuencias de la resist encia, al t iempo que of rece est rat egias para su

manej o apropiado. (Para una consideración det allada de est e t ópico, ver Lankt on y Lankt on, 1983; y Zeig,

1980a. )

Al observar las paut as de los individuos que buscan psicot erapia para la depresión, es f ácilment e

aparent e que aquellas est án dañadas en alguna f orma. Quizá las paut as int erf ieren con la habilidad para

pensar racionalment e o en una f orma clara, respect o a algunos aspect os de la vida (como es sugerido en los

modelos cognit ivos y del desamparo aprendido). Quizá las paut as int erf ieran con la habilidad para f ormar

una relación saludable con ot ros (como se sugiere en los modelos int erpersonales), o quizá generan

comport amient os que son dañinos o inef ect ivos para el individuo. No obst ant e las consecuencias de las

paut as en una dimensión específ ica de la experiencia, las consecuencias son negat ivas pues ést as mant ienen

inadvert idament e la paut a. La necesidad y mot ivación a cambiar est á clarament e en el client e. Sin

embargo, la paut a disf uncional permanece. Un comienzo es t ener una orient ación posit iva f ut ura, o

expect at iva posit iva, como se sugirió en el capít ulo previo.

El siguient e paso en la secuencia es uno que va más allá de sus límit es e implica cada una de las ot ras

f ases de la psicot erapia. Est e paso es ident if icado como la f acilit ación de la f lexibilidad. Una vez que ha sido

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plant ada la semilla del reconocimient o que el cambio es posible, es probable que el client e experiment e un

cambio en la percepción, iniciando la esperanza que habrá una f orma para resolver ef ect ivament e los

problemas que lo llevaron a t erapia. Si la expect ación posit iva es impart ida t empranament e, como se ha

sugerido en est e volumen, el client e est á ent onces en la posición de ser capaz de considerar que puede

haber f ormas alt ernat ivas de ser. Por ciert o que es probable que el client e ha considerado eso ant es, pero

las soluciones no f ueron nunca descubiert as o f ueron ignoradas por ser, en alguna f orma, muy exigent es,

cuyas demandas excedían la habilidad percibida para hacerles f rent e. Con la ayuda del clínico, el client e

puede llegar a un est ado de buena disposición para t omar en consideración la posibilidad de desarrollar

alt ernat ivas provechosas. Al client e debe dársele el mensaj e que son posibles las nuevas f ormas de

pensamient o, sent imient o y respuest a y, en consecuencia, nuevos result ados. Además, el clínico est á

suminist rando el mensaj e simult áneo que al desarrollar nuevas f ormas de respuest a a sit uaciones ant iguas,

se asegura la habilidad para ir más allá de las limit aciones previas. Idealment e, el clínico puede modelar

act it udes y comport amient os que cont ienen mensaj es, t ales como:

1. Hay muchas f ormas “ correct as” para alcanzar una met a.

2. Si ust ed est á haciendo algo que no f uncione, v. g. , no est á logrando lo que ust ed quiere para si mismo,

ent onces haga algo dist int o, en lugar de hacer más de lo mismo.

3. Independient e de lo que es f amiliar para ust ed, ¿cuál sería la mej or respuest a (v. g. , cuál es la que más le

ayuda a alcanzar el result ado deseado) en ese cont ext o part icular que le int eresa?

4. El cambio es inevit able, y avanzar quiere decir dej ar algo at rás.

Cada uno de esos mensaj es t iene el t ema común del desarrollo de una respuest a dif erent e a las

exigencias de la vida. En base a la discusión previa, es obvio que es precisament e la inhabilidad para

generar una respuest a, la caract eriza la nat uraleza rígida y f ij a de las paut as depresiógenas. Esas

“ rigideces” pueden ocurrir en cualquiera o en t odas las dimensiones descrit as en el Capít ulo 3. La rigidez en

el pensar, el sent ir, o el comport arse puede ser vist a como la base para la pat ología, un ref lej o de la f alt a

de habilidad del individuo (o una habilidad limit ada) para cambiar j unt o con el cambio de los t iempos. Como

ha sido señalado en diversas f uent es (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Haley, 1973; Samko, 1986), los

desórdenes ment ales parece que se desarrollan con más f recuencia cuando los individuos no permit en que

los cambios ocurran nat uralment e a t ravés del t iempo, e int ent a mant ener la est abilidad del st at us quo

incluso para su propio perj uicio.

¿Qué f act ores inf luencian la habilidad de uno para desarrollar f lexibilidad como un recurso

evolut ivo, y, similarment e, qué alient a el desarrollo de la rigidez como un mecanismo para manej ar la vida

de uno? Esas son pregunt as simples, pero son muy amplias en su alcance para poder dar una respuest a

def init iva. Es posible, sin embargo, considerar algunos de los f act ores signif icat ivos.

VALORES, CREENCIAS Y RIGIDEZ

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Quizá la barrera más poderosa para el desarrollo evolut ivo personal est á prof undament e enraizada

en el sist ema de valores que t iene en alt a est ima a la est abilidad y la t radición. Un valor que, en esencia,

alient a un deseo sincero para mant ener la est abilidad f rent e a los cambios, y que se ha ent relazado con

diversos valores relacionados, t ales como el valor de cumplir con un ideal o una met a a pesar de las

circunst ancias cambiant es, y el valor de lo que ha sido por sobre lo que puede ser. Una caract eríst ica en

común con los individuos deprimidos vist os por el aut or en su práct ica clínica, es la mant ención de un

prof undo conj unt o de valores y expect at ivas respect o a cómo “ debieran” ser las cosas, en base a lo que ha

sido aprendido previament e. Los valores mant enidos en un nivel prof undo son el f undament o para las

act it udes y creencias conscient es que conf iguran la percepción del mundo que t iene el individuo, y dict an el

grado de posibilidades abiert as al individuo. (Para una discusión más det allada del rol de los valores en el

t rat amient o, ver Yapko, 1985a. ) Ciert os sist emas de creencias f oment an la diversidad y la f lexibilidad en el

pensamient o, mient ras que ot ros alient an la rigidez. Muchas de las creencias que t ienen la capacidad para

predisponer a la depresión est án incluidos en las paut as de dist orsiones cognit ivas descrit as muy bien por

Beck (1983). La creencia que los sent imient os de uno son un ref lej o adecuado de la experiencia, como un

ej emplo de dist orsión cognit iva, es una creencia que puede f oment ar considerables dif icult ades, ya que la

subj et ividad de los sent imient os puede t ener poca relación con la realidad más obj et iva. Hay numerosos

sist emas de creencias que son similarment e dañinos en su pot encial para dist orsionar la experiencia. Tres de

esos sist emas de creencia son: “ Querer es poder” , “ Todas las cosas suceden por una razón” y “ Hay una sola

f orma correct a de vivir. ”

“ Quer er es poder ”
Junt o con la creencia corolario que “ si al principio no t iene éxit o, int ént elo de nuevo” , son dos

creencias que t ienen una capacidad equivalent e para mot ivar o f rust rar. A menudo el client e inviert e un

mont o crecient e de si mismo en una causa de cort o pl azo, creyendo que a t ravés de la det erminación y

compromiso, el éxit o será posible. Es inf ort unado que, con f recuencia, t al gast o de emoción y energía no sea

lo suf icient e. Por últ imo, el result ado debe ser uno que sea posi bl e alcanzar. A menudo, simplement e no es

posible.

Considere el caso de una psicot erapeut a que suf rió el t orment o de t ener un hij o que f ue

diagnost icado como esquizof rénico crónico. Como clínica, ella est aba muy conscient e de las alt ernat ivas

act uales de t rat amient o y su ef icacia relat iva. La condición crónica de su hij o requirió mont os masivos de su

t iempo, energía y dinero. Ella había t rat ado con la cruda realidad de t ener un hij o que era incapaz de cuidar

de si mismo, que est aba cont inuament e escapándose de cada una de las muchas residencias dest inadas a

cuidarlo, incluida su propio hogar, y que simplement e est aba det eriorándose en su condición. Ella t ambién

est aba t rat ando con los sent imient os de inadecuación que ella, una psicot erapeut a, t enía un hij o

esquizof rénico, y que a pesar de su dedicación personal y perspicacia prof esional era incapaz de hacer

alguna dif erencia signif icat iva en la condición de su hij o. El result ado f ue que se deprimió. En sus int ent os

desesperados por hacer una dif erencia, idealment e poder curar a su hij o, est a muj er sensible y perspicaz,

cayó en la t rampa de creer que debía haber una f orma. Sus paut as, aunque la dañaban mucho, est aban

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obviament e bien int encionadas, y su det erminación y compromiso eran admirables. Un hij o esquizof rénico

es mucho más f ácil de t rat ar cuando se t rat a del hij o de ot ro; el lect or debe recordar que la realidad

result ant e de t odos los diversos t rat amient os int ent ados era la f rust rant e f alt a de progreso.

La t erapia con la madre f ue breve, int ensa y út il. Se concent ró en la exploración del sist ema de

valores, considerando la presencia de la creencia que se puede cuando se quiere, y puede llevarse a una

nueva comprensión poderosa, así como t ambién a un cambio genuino en respuest a. En varias sesiones de su

t erapia en las que se usó hipnosis, le f ueron dadas sugest iones y met áf oras que dieron énf asis a dej ar a las

personas que sean como son. También se le impart ieron direct ivas para llevar a cabo, que f ueron diseñadas

para resalt ar la necesidad de saber cuando solt ar. Cuando ella abandonó la creencia que podía hacer

unilat eralment e un dif erencia (v. g. , “ curar” a su hij o), t ambién abandonó la depresión. La sit uación

cont inuó ent rist eciéndola y f rust rándola, pero f ue capaz de comenzar a concent rarse en sus propios

t alent os, para su propio benef icio, en lugar de caer en un apasionamient o con su hij o. No dej ó de cuidarlo,

ni lo ignoró. Simplement e comenzó a dej ar ir las creencias que la est aban dañando.

“ Todas l as cosas suceden por una r azón”


Una de las caract eríst icas más int eresant es de los seres humanos es su necesidad de dar un sent ido

a las cosas. Cuando ocurre un event o, se inicia una búsqueda de relaciones ent re la causa y el ef ect o. Las

personas pueden no t ener bases obj et ivas para la f ormulación de una t eoría y cuando llegan a la conclusión

de la habilidad sat isf act oria de ést a para explicar algo, que una vez pareció sat isf act orio, generalment e se

det iene la búsqueda de la verdad. Cuando no hay medios obj et ivos para explicar algo (v. g. , una explicación

que no es probable, conf iable o válida), se inicia la conj et ura. Creen en conj et uras es lo que se conoce

comúnment e como “ f e” . Si uno cree en una visión f ant ást ica, que t odas las cosas ocurren por un propósit o,

conocido o desconocido, es cuando de inmediat o se da la respuest a de comenzar la búsqueda de “ la razón”

cuando ocurre algo. En muchos casos, las at ribuciones para un event o pueden ser muy negat ivas y pueden

desencadenar la experiencia de la depresión.

Considere el ej emplo de una client e que suf ría depresión, ansiedad, y miedo, después de un asalt o

f ísico brut al y no provocado. La client e, una muj er de 35 años, comenzó el t rat amient o con el aut or

inmediat ament e después que había ocurrido el asalt o. Había est acionado su aut o en un est acionamient o

público en su camino rumbo al gimnasio. Aparent ement e de la nada, un hombre emit ió un grit o salvaj e y

corrió hacia ella, obviament e en una crisis psicót ica. Ella f ue incapaz de def enderse y f ue muy golpeada

f ísicament e. En las horas y días que siguieron, t enía mucho dolor debido a sus heridas considerables y

padecía un choque emocional. Era incapaz de dormir, int erpret ando cada sonido en la casa como un int ruso

que esperaba at acarla, y most rando ot ros signos similares de est rés post -t raumát ico.

Después de un par de sesiones concent radas en la const rucción de rapport y el uso de

acercamient os psicológicos para el manej o del dolor, f ue desaf iada la creencia depresiógena que el at aque

había ocurrido por alguna razón. Ella había perseverado en la idea que había una razón, que había un

mensaj e en el at aque. Especulaba que quizá debería haber est ado en su casa en lugar del gimnasio, y quizá

era una señal que no era lo suf icient ement e buena como esposa o madre. Int ent ar buscar y encont rar un

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signif icado para esa poderosa experiencia era, por ciert o, algo nat ural para ella, pero t ambién era un

agravant e para una sit uación ya delicada. Cuando se descubrió que el asalt ant e había t enido diversas

hospit alizaciones psiquiát ricas, con comport amient o agresivo como denominador común, est o no hizo

t ambalear su creencia que había sido el blanco por alguna razón. La t erapia implicó sobrecargar est a

creencia al pedirle que generara t ant as explicaciones posibles para el at aque que ella pudiera encont rar. Lo

hizo y f ue realment e muy f ácil sacarla de una explicación part icular y comunicar que si había una razón, uno

nunca sabría realment e cuál había sido. Tan pront o como la culpa y el proceso de culparse a si misma

disminuyeron, t ambién disminuyeron la depresión, la ansiedad y el miedo.

D7
Sobrecarga de razones

La “ Sobrecarga de razones” es una est rat egia que requiere que el client e genere al menos una

docena de int erpret aciones o explicaciones de una experiencia. Est o f uerza al client e a desarrollar un

sist ema más f lexible para considerar las cosas y desde una variedad de perspect ivas. Como result ado, se

f acilit a la habilidad para disociar los sent imient os negat ivos de una explicación o int erpret ación.

“ Sól o hay una f or ma cor r ect a de vi vi r ”


Quizá mient ras más rígido sea el sist ema de creencias, est e es el prej uicio subyacent e en un amplio

nivel, culpable de las dif icult ades personales o int rapersonales (por decir lo menos) en una pequeña escala.

No se puede escapar de la t remenda presión ej ercida sobre cada individuo para que se adapt e a los

est ándares arbit rarios est ablecidos por ot ros. El mensaj e es, en esencia, “ Vive como yo lo hago y como

espero que lo hagas, o corres el riesgo de mi desaprobación o incluso mi rechazo. ” Para quien sient e que su

yo es lo suf icient ement e f uert e como para soport ar la presión, el problema es menor. Pero, para quien se

sient e f ácilment e culpable y valora la acept ación de ot ros por sobre la aut o-validación, la depresión es una

consecuencia común. Somet er el yo de uno para aj ust arse a las expect at ivas de ot ra persona es un camino

seguro hacia la depresión, puest o que t an pront o como la imagen de si mismo de uno descansa en las manos

de ot ro, uno dej a de ser un individuo, con t odo lo que el t érmino implica.

Considere el caso de un j oven de 26 años que había est ado muy deprimido por cerca de un año

ant es que lo viera el aut or. Est aba sin t rabaj o, viviendo de la generosidad de los amigos, y quej ándose que

no est aba mot ivado para t rabaj ar por si mismo para salir de su apuro. Ant e la insist encia de su madre, había

asist ido a un Seminario a lo largo de la adolescencia, con la met a de convert irse event ualment e en un

sacerdot e. En su f amilia muy religiosa, encabezado por una madre viuda, el sent ido de la obligación para

acat ar las expect at ivas de la madre era muy int enso. A la edad de 20 años, descubrió que ya no podía

acept ar más la idea de dedicar su vida al sacerdocio, y abandonó el Seminario. Est o no f ue nada f ácil. La

t urbulencia emocional, la culpa, y la ansiedad f ueron considerables. Al considerar su sit uación, la at adura

en la cual se encont raba era evident e. No est aba vi viendo “ adecuadament e” , al haber desobedecido a su

madre, así como a si mismo. No podía aprobar sus propias acciones, puest o que ella no las aprobaba,

además que él t enía la idea que la f orma correct a de vivir la vida implicaba necesariament e hacer f eliz a su

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madre; est aba at rapado en una circunst ancia muy depresiva. La t erapia implicó la const rucción de un

percat arse de las dif erencias individuales y el reconocimient o que hay muchas f ormas “ correct as” para vivir.

D8
Estilos de vida válidos

Al indicar a est e client e que conf eccionara una list a de “ Est ilos de vida válidos” de acuerdo a su

crit erio, se le solicit ó, enseguida, que const ruyera ot ra list a con los grupos específ icos de personas que sin

duda desaprobarían ese est ilo de vida. Est a act ividad est ruct urada lo llevó a una int ensa discusión de la

necesidad de aut o-validar un est ilo de vida de su propia elección. Al reconocer que lo que es válido para un

individuo, no lo es para ot ro, encont ró que era más f ácil acept ar la responsabilidad de hacer elecciones en

benef icio propio y asumir t odas las consecuencias que acompañan a esa responsabilidad. (Est a direct iva est á

descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 4 del Apéndice B. )

Ot r as cr eenci as
Exist en muchos sist emas de creencias que pueden at rincherar rígidament e a alguien en una paut a

disf uncional. Las t res creencias anunciadas más arriba, f ueron discut idas con ej emplos de casos clínicos de

sus manif est aciones para clarif icar la relación ent re los sist emas rígidos de creencias y la depresión. “ Ust ed

no debiera pedir ayuda” , “ Todas las cosas t ienen una ut ilidad” , “ Un acuerdo es un acuerdo y debe ser

est rict ament e mant enido sin import ar lo que suceda” , y muchas ot ras creencias semej ant es t ienen la

capacidad de rest ringir dolorosament e el grado de opciones individuales disponibles.

Las creencias est ablecen expect at ivas. Una vez que uno espera que algo ocurra en una f orma

part icular o se espera que alguien responda en ciert a f orma, uno enf rent a lo inevit able del desacuerdo. Ya

que las respuest as ideales de ot ras personas o del universo son menos que rut inarias, son probables los

desacuerdos y las f rust raciones. En consecuencia, ¿cuál es la f orma “ lógica” de impedir los desacuerdos?

Ej ercer mucha presión sobre las personas o la sit uación en un esf uerzo para obt ener un result ado deseado.

¿Cuál es el problema? La persona ej erce mucha presión para hacer que algo ocurra, pero el result ado est á

obj et ivament e cont rolado por f act ores más allá del grado de su inf luencia. Est a paut a es t an común ent re

los deprimidos que const it uye un t ema principal en est e libro. La f lexibilidad se desarrolla cuando las

expect at ivas son menos prominent es y la habilidad para manej ar la dirección espont ánea de los event os est á

aument ada.

CREENCIAS Y RESISTENCIA A LA TERAPIA

En la medida que las creencias y los valores rest ringen el rango de opciones, de acuerdo a los

límit es de lo que uno puede hacer o no, es evident e cómo uno t ambién puede desarrollar un rango

disminuido de experiencias. Cuando los recursos de uno son de una nat uraleza limit ada por cualquier razón

(v. g. , limit aciones f ísicas o ment ales, un ambient e social empobrecido, una hist oria t raumát ica), los t ipos y

cualidades de experiencias apropiadas para manej ar las exigencias de la vida son, obviament e, menos que

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ópt imas. En consecuencia, los pensamient os, sent imient os o comport amient os que serían las mej ores (v. g. ,

más adapt at ivos) respuest as para que exhibiera un individuo en un cont ext o dado, simplement e no son una

part e del repert orio de la persona. De algún modo, est e punt o parece eludir a los clínicos que t rat an

client es deprimidos. Se le dice a esos client es que “ busquen alt ernat ivas” , pero ellos no saben cómo

hacerlo. Se les dice que “ se pongan en cont act o con su rabia” , pero ést a es un sent imient o devaluado hace

mucho t iempo y no est á disponible. Realment e es innecesario reit erar con más ej emplos el punt o que

deci r l e al cl i ent e l o que haga no l e per mi t e hacer l o. Si el client e no t iene disponible la respuest a
pot encialment e benef iciosa, como un result ado direct o de la experiencia encont rada en su hist oria personal,

el clínico no puede esperar que el client e demuest re t al respuest a. Desde luego, se agrega más f rust ración

cuando el client e descubre que no puede hacer lo que se indicó, a pesar de no haber obst áculos visibles. Lo

que generalment e se denomina “ resist encia” ocurre con f recuencia cuando el client e no t iene el marco de

ref erencia experiencial a part ir del cual generar las respuest as más adapt at ivas solicit adas por el clínico. Es

un absurdo esperar que alguien con una hist oria de impulsividad responda a la direct iva “ t ómese un t iempo

y piense ant es de act uar. ” Pensar ant es de act uar es exact ament e la clase de experiencia que le f alt a a la

persona.

Est a visión de la resist encia sugiere una respuest a dif erent e del clínico. Adopt ar la perspect iva que

la resist encia puede ser una comunicación de part e del client e respect o a sus límit es de su capacidad,

permit e al clínico acept ar f ácilment e esa comunicación como cualquier ot ra. Si un acercamient o no genera

la respuest a deseada en el client e, el clínico puede f raccionar la met a en component es más pequeños para

que los experiment e el client e. El clínico debe ser cuidadoso al dar t areas que caigan dent ro de la habilidad

del client e para experiment ar éxit o. El f racaso para llevar a cabo las t areas o complet arlas en una f orma

sat isf act oria, puede increment ar la experiencia de depresión.

Una base común para lo que es percibido como resist encia est á, de hecho, relacionada con la paut a

de “ pensamient o global” , discut ida en el Capít ulo 4. Para la persona deprimida, sus problemas le parecen

t an abrumadores debido a que t odos los problemas son t rat ados en f orma colect iva (global) más que

individualment e. El clínico ast ut o reconocerá la necesidad de f raccionar los problemas en component es

manej ables es una habilidad que le f alt a al client e, y modelará y f acilit ará esas paut as a t ravés de la

experiencia de la t erapia. El énf asis est á en la exper i enci a, la clase de experiencias que son un marco de

ref erencia dif erent e y más f lexible a part ir del cual responder.

CONSTRUCCION DE UN FUNDAMENTO

PARA DESARROLLAR FLEXIBILIDAD

En la discusión previa, los valores, las creencias y las expect at ivas derivadas de aquellos, se ha

resalt ado como una f uerza en la det erminación del grado de posibilidades de uno. Cuando el sist ema de

valores f oment a una f orma rígida, est ereot ipada, de respuest a a las exigencias de la vida, la habilidad para

resolver problemas en f orma ef ect iva a t ravés del descubrimient o de soluciones que est án más allá de los

límit es del pensamient o y la percepción, est á disminuida. También se ha puest o de relieve que la

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const rucción a t ravés de la experiencia de un nuevo marco de ref erencia, más adapt at ivo, es una base sólida

para un cambio signif icat ivo.

En el caso del individuo deprimido, cualquier dif icult ad en las capacidades para resolver problemas

surgirá en una f orma u ot ra como una aparent e f alt a de habilidad para adapt arse a la realidad de la

sit uación o cambiar de acuerdo al cambio de los t iempos. En la primera sit uación, el individuo parecerá

“ at ascado” , o dando una bat alla que no podrá ganar, v. g. , ej erciendo cont rol sobre algo o alguien en la

esf era de inf luencia de la persona. En la segunda sit uación, el individuo será vist o como ignorando o

minimizando los aj ust es sugeridos por la ret roaliment ación, aislándose hast a que la sit uación haya alcanzado

un punt o peligroso que precipit e la crisis, la cual a menudo es el punt o de comienzo de la t erapia.

Las met as en la f acilit ación de la f lexibilidad incluyen: 1) f oment ar una variedad de f ormas de

visualizar un event o part icular; 2) enseñar una variedad de capacidades para resolver problemas, o al menos

como t omar vent aj a de las capacidades de ot ros en lugar de permanecer “ at ascado” ; y 3) f acilit ar el

descubrimient o del individuo del ese punt o crít ico donde uno debe dej ar de ser lo que ha sido y moverse

hacia adelant e con lo que puede ser. Además, la persona debe t ener acceso a la habilidad de ser act ivo en

su propio benef icio en ese moment o crít ico, dando un paso hacia adelant e. Est a met a en part icular es la que

posee la mayor capacidad para prevenir los episodios depresivos post eriores. Obviament e, el est rés de la

vida diaria que puede desencadenar episodios depresivos nunca puede ser prevenido complet ament e, pero

ciert ament e uno puede desarrollar la sensibilidad hacia los propios sent imient os y las señales de la sit uación

para saber cuándo gobernar clarament e las sit uaciones pot encialment e dañinas.

Básicament e, el problema aquí es el de “ dej ar ir” . Para poder avanzar un paso en el benef icio

propio, uno debe ser capaz de dej ar algo at rás. Hay lados complement arios invisibles en la moneda del

cambio. 6 Valores respect o a la est abilidad y las obligaciones, t emor a lo no f amiliar, miedo al éxit o, t emor al

f racaso, ganancias secundarias, y un sinnúmero de ot ras explicaciones han surgido como explicaciones de

por qué las personas, incluso aquellas en af licción, podrían dar un paso at rás. Cada explicación t iene un

valor pot encial al considerar lo que puede est ar inhibiendo a un individuo en part icular, pero, por últ imo,

sin import ar la razón, el desaf ío est á en moverse hacia adelant e.

¿Cuando las personas lo “ dej an ir” ? ¿Baj o qué circunst ancias las personas se movilizarán a pesar de

la ansiedad o miedo respect o al (los) result ado(s) pot encial(es)?

Para algunas personas, las presiones ext ernas, por decirlo así, y no exist e ot ra opción que la

adapt ación (v. g. , cuando su f amilia se muda durant e los años de la inf ancia). Para ot ros, el moverse hacia

adelant e es un movimient o f luido basado en el reconocimient o (conscient e o inconscient e) que est án a su

disposición alt ernat ivas mucho mej ores, más adapt at ivas. Para ot ros, sin embargo, t ener que moverse hacia

adelant e o dej arlo ir es un combat e mano a mano desesperado, y el cambio no ocurrirá probablement e

hast a que la persona haya alcanzado un est ado de acept ación que no hay ot ras alt ernat ivas. Si, por ej emplo,

consideramos nuevament e la creencia “ querer es poder” , ést a se mant endrá a pesar de los repet idos

6
(N. T. ) Para un int eresant e análisis del problema est abilidad-cambio, se sugiere ver La est ét i ca del cambi o, de B.
Keeney, Ed. Paidós, Barcelona, 1991

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int ent os f allidos para alcanzar una met a abiert a o encubiert a (como int ent ar cambiar a alguien o int ent ar

mant ener el st at us quo en algún escenario).

El últ imo escenario es indudablement e el más común en el t rat amient o de los individuos

deprimidos. El ej emplo de la madre deprimida con un hij o esquizof rénico, descrit a ant eriorment e en est e

capít ulo, es un ej emplo que puede ilust rar el punt o respect o a la acept ación de la f alt a de alt ernat ivas

como el f undament o para dej arlo ir. Cuando est a cl ient e describió en det alle los muchos psiquiat ras,

psicólogos, t rabaj adores sociales, f acilidades de t rat amient o residencial, y programas de t rat amient o diurno

a los cuales se había acercado en un esf uerzo para obt ener ayuda para su hij o, era obvio cuán apegada

est aba en el sist ema de creencias “ querer es poder” . No hubo necesidad de desaf iarlo. Por el cont rario, el

aut or simplement e le pregunt ó cómo sabría cuando la complej idad del problema excediera la capacidad de

los sist emas de salud ment al para t rat arlo. Est e f ue un simple reencuadre. Además, se le pregunt ó cómo

sabría cuándo hubiera hecho el esf uerzo suf icient e y cuándo est aría correct o reconocer que era el t iempo

para adopt ar una f orma dif erent e de t rat ar con la sit uación, mant eniendo el aura de desesperación

debilit ant e. Aunque est o puede sonar simple aquí, ella nunca había pensado mucho ese t ipo de

int errogant es. No había def inido dónde est aba el punt o para dej arlo ir, y, en consecuencia, no podía

reconocerlo ni aunque hubiera est ado f rent e a ella. Se la est imuló para que comenzara a def inir un punt o

para si misma donde supiera en t odas las dimensiones dent ro de si misma que había hecho t odo lo que podía

hacerse y que no podía hacer más. Con ese marco ment al est ablecido, se le dio la prescripción paradoj al de

consult ar 100 de “ ese t ipo” de t erapeut a y ot ros 100 de “ esos t ipos” de t erapeut as, la cual cat alizó el

percat arse del elevado precio que implicaba llevarla a cabo, que f ue seguido rápidament e por la

t ransf ormación. Concluyó que había hecho lo que podía y que la exigencia excedía sus haberes.

Nuevament e, el cuidado por su hij o no f ue disminuido; por el cont rario, f ue moderado con un

reconocimient o más realist a de los límit es superiores de su capacidad para t rat ar con él. Además, la

necesidad para est ablecer, reconocer y prot eger sus pr opi os límit es f ue modelada a lo largo de la t erapia.

Met áf or as par a f aci l i t ar el “ dej ar i r ”


La habilidad de las met áf oras, o las anécdot as, para impart ir perspect ivas y const ruir una

ident if icación ha sido bien descrit a en la lit erat ura (Lankt on y Lankt on, 1983; Rosen, 1982; Zeig, 1980a). En

la primera f ase del t rat amient o, en el cual la f acilit ación de f lexibilidad es considerada una met a preliminar

que ant ecede a las int ervenciones más específ icas que apunt an a los problemas del client e individual, las

met áf oras pueden ser usadas para const ruir una f uerza de acept ación de ideas y t áct icas para relacionar la

f lexibilidad y la inevit abilidad del cambio. Esas met áf oras pueden ser est ruct uradas en al menos dos f ormas:

aquellas que implican t ransiciones universales, y aquellas que implican t ransiciones singulares para el

client e y que son t omadas de su propia hist oria personal.

D9
Transiciones Universales

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Las met áf oras que implican “ Transiciones universales” describen, esencialment e, los cambios que

han ocurrido en algún área que es de int erés para el individuo. Quizá los cambios t ecnológicos pueden ser

descrit os en t érminos del progreso hacia adelant e y el cost o inadvert ido para lograrlo, o quizá los cambios

hist óricos o sociales serán más impact ant es; pero uno puede usar cualquier cambio universal que es más

probable que apele al client e, en base de lo que el clínico conoce de aquel. Por ej emplo, una met áf ora de

est e t ipo podría incluir las siguient es ideas:

No sé si ust ed habrá considerado est o ant es. . . pero puede hacerlo ahora. . . puest o que hay conocer algo muy

import ant e. . . que t oda pizca de progreso t iene un benef icio y un precio. . . y cont inuar en lo mismo t iene un

precio. . . si eso f uer a posi bl e. . . pues el movimient o hacia adelant e de los cambios en el mundo ha brindado

maravillosas posibilidades para algunas. . . cosas que ust ed considera t an grandes que no considera las

implicaciones. . . pero si ust ed considera la t ecnología, por ej emplo, ust ed ve realment e que el cambi o es

una cosa mar avi l l osa que abr e nuevas posi bi l i dades. . . y el cost o para obt enerlo se pierde en el cambio. . . y
cuando ust ed vuela en un avión. . . la habilidad para viaj ar grandes dist ancias en f orma rápida es posible. . . a

pesar de las nubes hediondas a gasolina. . . y cuando usa el t eléf ono, ust ed puede compart ir inf ormación en

f orma rápida y convenient e. . . pues le da algo de privacidad. . . y cuando conduce su aut o, puede llegar a

donde va en el t iempo que ust ed elij a. . . pero se producen t acos en las carret eras y el gast o puede ser

considerable. . . y cuando un cambi o pr omet e más benef i ci os que los cost os. . . como el cambi o que est ar á

exper i ment ando y que no puede predecir exact ament e aun. . . est ar á mucho más cómodo con el
conocimient o que mover se haci a adel ant e en cual qui er ár ea t i ene un benef i ci o. . . y un precio. . . y su

suf rimient o ha sido un precio suf icient e. . . ¿por qué no di sf r ut ar el benef i ci o?

En est a met áf ora, se est imula indirect ament e al client e para que piense respect o al hecho que el

cambio es inevit able, y que cual el f oco est á sobre el valor del benef icio, más que en la exageración del

cost o, el cambio a lo menos puede ser t olerable, y a lo más puede disf rut arse. (Est a direct iva est á descrit a

en el cont ext o clínico en los Casos 1 y 3 en el Apéndice B. )

D10
. . . Transiciones personales

Las met áf oras de “ Transiciones personales” que implican la descripción de t ransiciones

provenient es de la hist oria personal singular del client e, t endrán por ciert o un gran signif icado emocional

para el client e. En el curso de la ent revist a clínica, puede obt enerse inf ormación respect o a los cambios

específ icos por lo cuales ha pasado el client e, exit osos o no. El clínico puede desarrollar un percat arse de las

circunst ancias en las cuales el client e ha reconocido el cambio, cómo lo logró (v. g. , a t ravés de mecanismos

act ivos o react ivos), y cómo lo int egró. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en los Casos 1 y 3

en el Apéndice B. ) Esas anécdot as personales pueden ser insert adas en met áf oras que resalt en las f ort alezas

de la persona como capacidades que pueden ser usadas apropiadament e en los cambios deseados en la

act ualidad. Una met áf ora de est e t ipo podría ser est ruct urada como sigue:

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Quizá ust ed se recordará describiéndome las mudanzas que hizo su f amilia cuando ust ed est aba creciendo. . .

con cuánt a f recuencia se encont ró t eniendo que acomodarse a nuevas personas, a nuevos lugares. . . y f ue

por ciert o un mundo inest able, en t odo sent ido, en el cual t uvo que moverse. . . y es por ciert o excit ant e

querer mudarse. . . considerar que lo que est á más allá de lo que uno ya sabe, puede ser maravilloso

experiment ar. . . y cada vez que se mudó. . . y descubrió nuevos amigos. . . y nuevos lugares para j ugar. . . y

nuevas f ormas de disf rut ar con ust ed mismo. . . obt uvo algo import ant e. . . y f ue una oport unidad

maravillosa. . . para mudarse y descubrir que puede acomodarse. . . y crecer. . . en cualquier lugar que est é. . .

debido a su habilidad para moverse. . . y agregar a lo que ya t iene como part e suya. . . que ust ed ha olvidado a

veces que aun est á allí. . . como las part es que saben cómo explorar. . . y las part es que saben cómo disf rut ar

nuevas experiencias. . que ust ed ya se ha apoyado en ellas muchas veces durant e su vida. . .

El diálogo con el client e en est e punt o respect o a experiencias específ icas ent regadas por la

met áf ora, permit e que el clínico expanda un aprendizaj e part icular y lo ext ienda a las circunst ancias

act uales, como recursos para ser usados al servicio del cambio. Ese diálogo puede ser muy dramát ico a

veces, amplif icando f ort alezas y debilidades, a la vez que se of recen oport unidades empacar nuest ras valij as

psicológicas y hacer algún viaj e.

Dej ándol o i r : Ext endi endo l os ni vel es


A veces es una herramient a viable en la f acilit ación del “ dej arlo ir” , el uso de t areas simbólicas que

colocan el acent o en un nivel “ seguro” (v. g. , sin est ar emocionalment e cargado) de la experiencia. Una vez

que se ha hecho est o, el clínico puede hacer uso de sugest iones que inf ieren que los aprendizaj es adquiridos

en una dimensión pueden ser ext endidos a ot ras dimensiones de la experiencia, así como t ambién

desencadenando una reacción en cadena que event ualment e impact e a la(s) dimensión(es) necesaria(s).

D11
Cómprelo y arrój elo a la basura

Puede usarse con los client es una est rat egia de “ Cómprelo y arrój elo a la basura. ” Est a est rat egia

implica dar la direct iva al client e que vaya y compre algo barat o, que lo t enga consigo durant e un cort o

t iempo (algunas horas), y después lo dest ruya y lo arroj e a la basura. Dirigir a alguien a adquirir algo con la

int ención de un rápido abandono, suminist ra una experiencia que ilust ra ciert os punt os import ant es,

incluidos: algo puede ser import ant e durant e un período limit ado de t iempo y después puede ser

descart ado, algo no necesit a ser para siempre para t ener valor, y uno no necesit a invert ir su persona en

algo, porque, en esencia, “ nada es para siempre. ”

D12
Pack r at
Similarment e est ruct urado y especialment e diseñado para el t ipo “ Pack rat ” , el client e puede ser

dirigido a ir al garaj e, al sót ano, o al át ico por un limit ado período de t iempo cada día, que est á diseñado

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como un t iempo para “ t enerlo y dej arlo ir” . Específ icament e, se inst ruye al client e para encuent re ent re los

obj et os que ha acumulado, aquellos que pueden ser descart ados (ya sea donados o arroj ados a la basura).

D13
. . . La mudanza

Est a puede ser una direct iva poderosa, especialment e con met áf oras respect o a la experiencia de

“ mudarse” —cuando uno debe examinar las posesiones que se empaquet an, decidiendo que cosas

acumuladas ya no t ienen ningún signif icado, como lo t uvieron ant es y ahora son simples “ cachivaches” , y

aquellas que cont inúan t eniendo un signif icado y es valioso guardarlas. El énf asis de la met áf ora est á en los

cambios en los sent imient os a t ravés del t iempo, los que son valiosos y los que uno ha dej ado at rás. Est o

puede sembrar la idea que uno est á suj et o a cambios en la percepción y la experiencia, enf at izando

nuevament e la acept ación que los cambios son inevit ables. El pensamient o “ t odo o nada” que es una

dist orsión cognit iva común en los deprimidos es f ragment ado y desechado a t ravés de experiencias en una

dimensión que puede ser ext endida a ot ras dimensiones a t ravés del t iempo. (Est a direct iva est á descrit a en

el cont ext o clínico en el Caso 4 en el Apéndice B. )

Descubr i endo l a di ver si dad


Tom Robbins, en su novela Even Cowgi r l s Get t he Bl ues (1976) af irmó que el ef ect o que quizá el

éxit o no es t odo lo valioso que puede ser. Robbins señala que cuando uno int ent a algo y t iene éxit o, uno

asume que ha encont rado la f orma “ correct a” para lograrlo. El f racaso, sugiere, puede ser más inst ruct ivo

debido a su exigencia inherent e de explorar alt ernat ivas. Encont rar una vía diversa del pensamient o es

dif ícil de lograr para cualquiera, dadas las paut as de la ment e, incluso en algunos individuos que son

clarament e más creat ivos y expansivos que ot ros en sus pensamient os. Para la persona deprimida en

part icular, la cual es propensa al pensamient o dicot ómico y ot ras paut as cognit ivas dist orsionadas (Beck,

1983; Burns, 1980), la necesidad de desarrollar un percat arse de la nat uraleza gris del mundo, en lugar de la

versión en blanco y negro, es a menudo una part e básica del t rat amient o.

D14
Un día en el zoológico

Una direct iva mult idimensional que no es amenazant e y sí puede disf rut arse, es pedirle al client e

que pase “ Un día en el zoológico. ” Específ icament e, se inst ruye al client e para que vaya al zoológico con un

lápiz y papel para t omar not as det alladas de las diversas f ormas en las cuales los animales han evolucionado

mecanismos f isiológicos y conduct uales para adapt arse a las exigencias de sus ambient es nat ivos. Las

est rat egias brillant es que ha desarrollado la nat uraleza para mant ener el equilibrio, puede suminist rar

algunos ej emplos f ascinant es respect o a la f orma en la cual verdaderament e opera el universo. Los animales

est án especialment e adapt ados a un hábit at part icular, y a t ravés de la evolución cont inua de sus

mecanismos t ienen la capacidad para ayudar o dañar. Mient ras más const ant e permanece el hábit at , el

animal puede prosperar. Si el hábit at at raviesa por cambios signif icat ivos, las capacidades adapt at ivas del

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animal son probadas. En est e punt o crít ico los animales, lit eralment e, se adapt arán o morirán. Hablar

respect o a las numerosas especies en peligro y cómo llegaron a est ar en peligro, of rece una oport unidad de

primera calidad para comunicar indirect ament e que la vida suminist ra capacidades que son ref inados

mecanismos de adapt ación. Hay un vigoroso paralelo ent re lo que ocurre en la nat uraleza y los dilemas que

ocurren durant e el curso de la vida de los seres humanos.

Es poco conocido que la colección de plant as del Zoológico de San Diego es considerablement e más

valiosa en dinero que la colección de animales. Las plant as t ambién t ienen la habilidad para of recer

comunicaciones met af óricas respect o a los peligros pot enciales de echar raíces en un ambient e cambiant e o

inest able. Uno puede ext enderse sobre la adapt ación, al señalar en la met áf ora cómo los humanos han

puest o en peligro el planet a debido a su habilidad para adapt arse a climas y condiciones diversas. El

mensaj e implícit o es que la adapt ación es crít ica para la supervivencia y que la capacidad para adapt arse es

inherent ement e humana. La ident if icación de est e recurso es un paso necesario ant es de ext raerlo y usarlo.

(Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en los Casos 2 y 4 en el Apéndice B. )

D15
. . . La encuesta

Ot ra est rat egia para f acilit ar el descubrimient o de las f ormas diversas de pensamient os es “ La

encuest a. ” En est a est rat egia, se indica al client e que “ conduzca una invest igación cient íf ica” en la cual

int errogue a ot ros, en una f orma neut ral, para describir sus posiciones y racionalidad en problemas de

import ancia personal para el client e. Se le indica crear un cuest ionario o componer pregunt as para una

ent revist a que suminist re una est ruct ura para esa int eracción, y ut ilizar el inst rument o con personas

f amiliares u ot ras, dependiendo de cuáles t endrán, probablement e, un mayor impact o. El descubrimient o

inevit able es que los individuos pueden t ener opiniones virt ualment e opuest a respect o a la cuest ión y t ener

una racionalidad o j ust if icación que suene razonable. Ant e cada j ust if icación, el client e est á expuest o a la

posibilidad de un “ reencuadre” , y demost rar que hay muchas f ormas “ correct as” d pensar respect o a un

problema. El pensamient o dicot ómico puede ser así minimizado, y puede f acilit arse una gran diversidad y

prof undidad de pensamient o respect o a problema. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el

Caso 1 del Apéndice B. )

D16
. . . Puntos de vista

Si el client e, por cualquier razón, no desea o no es capaz de llevar a cabo una encuest a, como la

descrit a arriba, una est rat egia alt ernat iva es pedirl e que t ome una variedad de problemas sociales, los

ordene en una j erarquía de compromiso emocional, que vaya desde la apat ía personal a el compromiso

emocional ant e ellos, y escriba al menos dos (más, si es posible) “ Punt os de vist a” sobre ese problema

part icular. Además, se le solicit a generar al menos media docena de argument os en apoyo de cada uno de

los punt os de vist a dif erent es. Est o puede requerir, en una u ot ra f orma, una invest igación para llevar a

cabo est a t area en f orma ef ect iva, pero el client e t iene una amplia oport unidad para descubrir apoyos

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adecuados para las visiones dif erent es, para derivar una conf irmación de sus propios punt os de vist a, y

t omar en consideración perspect ivas que previament e ignoró o consideró t rivial. El ef ect o net o es comenzar

a const ruir una mayor acept ación de lo que es, más que esf orzarse no realist a y depresiógenament e por lo

que no puede ser.

Una cognición rígida común en los deprimidos es lo que Beck (1983) ha descrit o como

“ int erpret ación negat iva. ” Los event os en la vida del individuo son int erpret ados de acuerdo a un marco

negat ivo, de modo que en casi t odo lo que experiment an los client es, ya sea neut ral o posit ivo, la conclusión

es negat iva y sirve como pábulo para la depresión. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el

Caso 1 del Apéndice B. )

D17
. . . Una variedad de interpretaciones

Para const ruir algo de f lexibilidad en el est ilo de int erpret ación del individuo, puede indicarse al

client e que genere “ Una variedad de int erpret aciones) de los event os cot idianos, con un número de

int erpret aciones posit ivas, neut rales o negat ivas de acuerdo a la direct iva del clínico. Generalment e, el

aut or requerirá al menos t res int erpret aciones posit ivas y t res neut rales para cada int erpret ación negat iva.

Inicialment e, est a est rat egia es mej or cuando se usa con experiencias rut inarias que conllevan poca o

ninguna carga emocional para el individuo (v. g. , por qué el dependient e del almacén cambió con él).

Cuando el client e ha comenzado ha pract icar generando rápidament e “ Una variedad de int erpret aciones”

para un event o, se hace más dif ícil encerrarse rígidament e solament e en lo negat ivo. Una variación de est a

est rat egia f ue discut ida previament e en el cont ext o de la creencia que “ t odo sucede por una razón. ”

Los t eóricos sist émicos han escrit o ext ensament e respect o a la presencia de paut as que gobiernan

las reglas que mant ienen un sist ema. La “ homeost asis” o est abilidad del sist ema es una consecuencia que

solament e puede ser derivada de paut as de int eracción que permit en y ut ilizan la ret roaliment ación

cont inua y aj ust e en un modo suj et o a las reglas. Las reglas pueden ser clarament e ident if icables y

conocidas por t odos los miembros del sist ema, denominadas “ reglas abiert as. ” O, las reglas pueden est ar

ocult as, conocidas solament e por algunos o solament e en grados por ot ros, denominadas “ reglas

encubiert as. ” Algunos t erapeut as f amiliares han descrit o el proceso de la t erapia como descubrir las reglas

encubiert as, haciendo que sea más ef icient e el proceso de ret roaliment ación y aj ust e del sist ema. (Est a

direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 4 del Apéndice B. )

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D18
Identificación de las reglas

En consideración con est e aspect o de la rigidez, puede ser una direct iva út il para que el client e

“ Ident if ique las reglas” , cubiert as y encubiert as, del sist ema y los subsist emas asociados con su depresión.

Específ icament e, se est imula al client e para que piense en t érminos de qué reglas son las que dict an lo que

es posible y no es posible en respuest a a los problemas personales (si la depresión parece más una

experiencia int rapersonal) o en las relaciones int erpersonales signif icat ivas (si las dinámicas int erpersonales

parecen signif icat ivas en la et iología de la depresión). Se alient a primero al client e a pensar respect o a las

reglas en ot ros cont ext os, t ales como las reglas que dict an las int eracciones en su f amilia de origen (v. g. ,

“ Nunca crit iques la cocina de mamá” , “ Llega siempre a t iempo a casa” ) o las reglas que gobiernan el

t rabaj o (v. g. , “ Has siempre que el j ef e piense que las nuevas ideas son suyas” ). (Est a direct iva est á descrit a

en el cont ext o clínico en el caso 2 del Apéndice B. )

D19
. . . Romper las reglas

Cuando el client e se ha f amiliarizado con la ident if icación de las reglas que gobiernan las

int eracciones, puede moverse hacia una f ase más impact ant e y experiencial, de i dent i f i car y act uar las

paut as para “ Romper las reglas” (y por lo t ant o liberarse). Se est imula al client e a ident if icar la regla,

ident if icar comport amient os consist ent es con esa regla, e ident if icar comport amient os inconsist ent es con

aquella. Si el client e ident if ica las reglas como “ convenient es” , puede describir paut as diplomát icas en uso

y luego describir paut as conf ront acionales o incluso agresivas y cont ext os en los cuales usarlas

apropiadament e. Al serle indicado que las act úe para experiment arlas, en pequeños pasos y en cont ext os

seguros, el client e puede est ar conf igurando lent ament e un rango más ext enso de comport amient os

posibles.

Est a paut a puede poseer un signif icado especial para los clínicos. La psicot erapia es un art e y una

ciencia, que ha desarrollado algunas reglas bast ant e rígidas respect o a lo que es apropiado y no es apropiado

que el clínico haga. Obviament e, algunas de esas regl as son absolut ament e vit ales para el bienest ar y el

progreso del client e, ot ras sin embargo son reglas virt ualment e arbit rarias, est ablecidas dent ro de la escuela

part icular de t erapia y que son vest igios de su pasado. Las reglas que sugieren que el clínico siempre debe

apoyar al client e, que siempre debe int ent ar calmar al client e, et c. , no son reglas que permit an ot ras

posibilidades pot encialment e t erapéut icas. Los clínicos que creen, por ej emplo, en la necesidad de apoyar

siempre a sus client es, probablement e est arán experiment ando dif icult ades con el uso de la conf ront ación

cuando ést a est á indicada. Por ciert o, las provocat ivas est rat egias de clínicos como Milt on que rompen las

reglas y, que sin embargo, son ef ect ivas, sugieren poderosament e que el desarrollo puede ocurrir cuando las

reglas son ident if icadas e int errumpidas deliberadament e.

Como una dimensión f inal a considerar en el t ema de la f lexibilidad, el(los) mecanismo(s) que usa

el client e para resolver problemas t iene, obviament e, una import ancia primaria. El client e “ se at asca” en

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alguna f orma cuando la complej idad (o signif icado emocional) del problema excede la capacidad del client e

para t rat ar ef ect ivament e con aquel. La persona puede ser una maravillosa solucionadora de problemas en

ot ras áreas, pero experiment a un bloqueo parcial o t ot al ant e las circunst ancias depresiógenas. Por ot ro

lado, t ambién es posible que la persona sea not oriament e una pésima solucionadora de problemas, incapaz

de f raccionar los requerimient os globales en los pasos component es, o quizá es incapaz de obt ener

inf ormación o ext raer inf ormación de la f uent es en una f orma apropiada.

D20
. . . Un fluj o de pasos

Cuando el clínico encuent ra que el client e no posee la habilidad para resolver problemas en f orma

ef ect iva, ést a es ent onces la oport unidad para resolver un problema y enseñar a resolverlos. Al comenzar

con una met a general, pueden def inirse lo apropiada y lo signif icat iva que es aquella. Después el clínico

puede inst ruir al client e divida en et apas los comport amient os rut inarios orient ados a met as (v. g. , t omar

una ducha), et apas que se correspondan con sus part es component es (abrir la llave, caminar hacia la ducha,

colocarse debaj o del chorro de agua, et c. ). Para el pensador global, encont rado a menudo en el caso de la

depresión, el desarrollo de un “ Fluj o de pasos” hacia una met a es precisament e lo que ha sido una barrera

para el éxit o. A menudo me impresiona la f recuencia con la cual los client es dicen “ Sólo quiero ser f eliz. ” Si

le pregunt o que quiere decir con eso, o como se sient e “ est ar f eliz” , que obt endríamos con eso, la respuest a

es una mirada de impaciencia, como si me dij era, “ ¿Tiene el cerebro dañado o qué? ¿No sabe lo qué es la

f elicidad?” Desde luego que lo sé, pero eso no ayudará a un client e cuya met a es t an global y no hay una

ident if icada una secuencia de pasos para alcanzar dicha met a. Dirigir a un client e a ident if icar os pasos en

las act ividades de rut ina const ruye un marco para pensar dirigido a met as y secuencias los pasos apropiados

para cat alizar el logro. La const rucción de una variedad de diagramas de f luj o respect o a dif erent es clases

de est rat egias para resolver problemas (algunas usando la lógica, ot ras los sent imient os, ot ras las opiniones

prof esionales, et c. ) para dif erent es clases de problemas, le permit e al client e descubrir que no siempre

t iene que saber la respuest a, sólo necesit a la inf ormación necesaria o la asist encia para ser capaz de

dirigirse hacia adelant e.

RESUMEN

A lo largo de est e capít ulo se han descrit o una serie de ideas y est rat egias para sobreponerse a las

paut as rígidas que con f recuencia subyacen a la depresión. La met a general de f acilit ar f lexibilidad es

cont inua a t ravés de la t erapia, en donde el clínico impart e cont inuament e el mensaj e que el cambio es

posible cuando se desarrollan nuevas paut as para t rat ar con las exigencias que uno se enf rent a. Quizá la

razón más import ant e para concent rar una f ase del t rat amient o en la met a de f acilit ar f lexibilidad es

const ruir un i mpul so de creat ividad. Cuando las habilidades creat ivas de uno son llamadas a t ravés de la

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exposición a nuevas experiencias como aquellas direct ivas discut idas en est e capít ulo, son inevit ables los

cambios en la percepción y en los est ados emocionales.

Hay un viej o proverbio que of recer como un punt o f inal aquí: “ Déle a un hombre un pescado y le

est ará dando su comida. Enséñele cómo pescar, y le est ará dando un modo de subsist encia. ”

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8. T ener y no t ener el cont rol

El problema del cont rol ha sido descrit o en f orma direct a e indirect a en diversas oport unidades a lo

largo de los capít ulos ant eriores, como el problema principal en la et iología de la depresión. En la

experiencia de est e aut or, es el problema principal que hay que t omar en consideración, aunque es poco

probable que sea el único problema de int erés. Est e capít ulo present a un examen más concent rado de las

diversas dimensiones del cont rol como un f act or primario en la vida de la persona depresiva.

LA NECESIDAD DE CONTROL

Puede parecer t rillado, pero no hay nada más ciert o que los seres humanos requieren un sent ido de

cont rol sobre su experiencia. Las consecuencias de est a necesidad se manif iest an en incont ables ej emplos.

Por ej emplo, las muy valoradas creencias religiosas por las cuales las personas viven y mueren, son int ent os

claros para alcanzar los mist erios de lo desconocido (v. g. , vida después de la muert e, los orígenes del

universo) dent ro de su comprensión, dando la ilusión de algún cont rol a aquellos que viven

“ apropiadament e” y obedecen a la deidad adecuada. El ant iguo adagio, “ No hay at eos en las t rincheras”

ej emplif ica el principio que aquellos que creen que su vida est á f uera de su cont rol buscan a alguien o algo

para t ener el cont rol (a t ravés de la oración y amul et os) y hacer que la amenaza desaparezca. Incluso los

accident es f at ales pueden ser reencuadrados como evidencia de la “ volunt ad de Dios” , dando la

conf ormidad que hay un “ plan” , que las cosas est án cont roladas. La posibilidad que la experiencia pueda ser

simplement e al azar, es mucho más amenazant e para muchos. Las personas t ienden a mant ener t enazment e

las creencias que crean un signif icado y los ayudan a mant ener las ilusiones de cont rol.

El hecho que t odos los sist emas, ya sean gubernament ales o f amiliares, grandes o pequeños, t ienen

un conj unt o de reglas que dict an la cant idad y cualidad de las int eracciones, es una indicación clara del

reconocimient o de los seres humanos de la necesidad de cont rolar sus det alles. En el nivel individual, las

f uerzas que modelan las percepciones de cont rol est án en la exist encia y est án operando cont inuament e a

part ir del moment o del nacimient o. El proceso de soci alización, un proceso int erpersonal, es responsable

por si solo de la evolución de las relaciones de uno (f uncionales o disf uncionales) que dan un sent ido de

poder. Si uno considera la hist oria de aprendizaj e del individuo, uno puede encont rar lit eralment e una

docena de ej emplos de un sólo día de la vida de la persona, donde los mensaj es respect o al poder f ueron

recibidos e int egrados. ¿Mamá y Papá respondieron cada vez que el inf ant e lloraba? ¿Mamá y Papá

est imularon al niño a explorar el mundo o sof ocaron esa exploración en una at mósf era de sobreprot ección?

¿Elegía Mamá la ropa que se colocaba el niño para ir al colegio cada día, o el niño escogía lo que se

colocaba? ¿Mamá y Papá f oment aron los int ereses individuales del niño o f ueron aprendizaj es recreat ivos y

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ext racurriculares prescrit os? ¿Fueron Mamá y Papá arbit rarios en su humor y reacciones o había un alt o grado

de consist encia a la cual el niño podía adapt arse? ¿Hubo una Mamá y un papá viviendo j unt os en la casa?

Cada uno de esas int errogant es, y cent enares más como ellas, generan respuest as que indican la

necesidad de reaccionar a ot ros o la habilidad de act uar de acuerdo a nuest ras propias pref erencias. Ambos

est ilos pueden llevar a un sent ido dist orsionado del poder personal cuando se ext raen conclusiones

dist orsionadas a part ir de las int eracciones signif icat ivas con los agent es clave de la socialización de uno

(parient es, hermanos, maest ros, et c. ).

La necesidad de cont rol es el marco para el “ poder personal” . El poder es def inido generalment e

como la capacidad de inf luenciar. Cuando uno int ent a inf luenciar al go, est á int ent ando ej ercer cont rol. En

consecuencia, uno no puede exist ir sin los ot ros. El que los seres humanos quieran af irmar y est ablecer el

cont rol, es dif ícilment e un f enómeno pat ológico. Desear y t ener el cont rol es f undament al para sobrevivir en

t odos los niveles y debe ser considerado como una dimensión básica y vit al de la humanidad. Para algunos,

es una necesidad abrumadora de poder, mient ras que para ot ros es una necesidad débil y dif usa. Sin

embargo, es evident e en diversos grados en t odas las personas. El problema se suscit a cuando las paut as o

met odología para obt ener o usar el poder son inef icient es o son f rancament e dest ruct ivos.

LA EVOLUCION DE LAS PAUTAS DEFECTUOSAS

PARA ESTABLECER CONTROL

Describir el cont rol como una dimensión básica de las personas, conf igurada a t ravés de las

experiencias específ icas de la hist oria de socialización part icular de un individuo, puede ser út il considerar

cómo un individuo puede desarrollar paut as que pueden manif est arse en depresión clínica. Los diversos

modelos psicológicos de la depresión of recen visiones específ icas sobre est e problema. El modelo cognit ivo

sugiere que se aprenden paut as de pensamient o def ect uosas, probablement e debido a la recepción de

ret roaliment ación dist orsionada por ot ros, así como t ambién el aprendizaj e de est rat egias def ect uosas para

resolver problemas. Los enf oques int erpersonales colocan el énf asis en el ef ect o del modelaj e social y las

paut as de int eracción def ect uosas sobre el desarrollo de habilidades relacionales def ect uosas. El modelo del

“ desamparo aprendido” sugiere que uno est á expuest o a experiencias azarosas y aversivas, que llevan a una

sobre-generalización de la f alt a de habilidad para responder con ef ect ividad. El modelo conduct ual sugiere

que uno es ref orzado int encional o accident alment e por los comport amient os depresivos y las paut as

inef ect ivas para manej arse en la vida. El modelo psicodinámico sugiere el uso de mecanismos de def ensa

que devuelven la rabia hacia adent ro y un sent ido de pérdida.

Sin import ar cual sea el modelo explicat ivo pref erido del clínico para explicar la evolución de

percepciones dist orsionadas respect o al cont rol, son element os claves en la depresión la ret roaliment ación

clarament e dist orsionada de ot ros y las generalizaciones incorrect as o las conclusiones ext raídas de la

experiencia. Si uno examina cada uno de los modelos y sus supuest os, es muy aparent e la f orma en que cada

uno ref lej a un sent ido dist orsionado del cont rol. Por ej emplo, las dist orsiones cognit ivas ident if icadas por

Beck (1973, 1983) y Burns (1980) pueden ser ligadas direct a o indirect ament e al problema del cont rol. Por

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ej emplo, el pensamient o “ t odo o nada” es una paut a de cont rol exagerado. Considere una af irmación como

la siguient e, “ Nunca me enamoraré nuevament e” , un t ema común en nuest ros días. La nat uraleza ext rema

de la af irmación ref lej a una polarización del pensamient o (un est ilo de pensamient o dicot ómico, que es una

de las dist orsiones cognit ivas de Beck) y es una af irmación que indica que la persona se sient e sin cont rol en

el manej o de las relaciones ínt imas. En lugar de est ablecer una met a más realist a de ser capaz de

ident if icar mej or a las parej as adecuadas y const ruir mej ores habilidades de relación, el individuo t oma un

enf oque de “ medirlo t odo con la misma vara” y emplea la sobre-generalización (la cual es ot ra de las

dist orsiones cognit ivas de Beck) que t odos los miembros del sexo opuest o no son conf iables en el cont ext o

de una relación amorosa.

Dada la necesidad de cont rol en t odas las personas en uno u ot ro grado, no es sorprendent e

descubrir que las paut as compulsivas se relacionan a menudo con depresión. Las paut as compulsivas son, por

nat uraleza, int ent os para cont rolar la ansiedad, el t emor, la duda y, desde luego, la depresión, a t ravés del

est ablecimient o de una f orma repet it i va e incluso rit ualist a de manej ar los aspect os de la experiencia.

Considere algunas de las paut as más comunes de la personalidad compulsiva. Esos individuos se

caract erizan por ser muy moralist as y legalist as, excesivament e preocupados con las reglas y el prot ocolo, y

emocionalment e dist ant es. ¿Por qué preocuparse con las reglas y las sent encias? La t endencia a sent irse sin

cont rol (y por lo t ant o ansioso, t emeroso, dudoso y depresivo) es muy f uert e si t odos los det alles de las

experiencias que of rece la vida no est án cont enidas en “ manual” de las reglas. La rigidez de esas paut as

est á bien descrit a en la lit erat ura sobre los desórdenes de personalidad, y aunque la mayoría de los

individuos depresivos no t ienen desórdenes de personalidad, la t endencia hacia la compulsividad es muy

común. Cuando una persona requiere o espera que ot ros sigan sus reglas, inevit ablement e se f rust rará, se

enoj ará y af ligirá cuando los demás no lo hacen. Cuando una persona adhiere a un sist ema rígido de reglas

para manej ar las cosas impredecibles y a menudo dif íciles que son part e de la vida, la habilidad para

adapt arse f lexiblement e al cambio de los t iempos y las reglas est á poco desarrollada. Es est e t ipo de

rigidez, así como ot ras descrit as en los capít ulos rest ant es, la que lleva a la depresión y la mant iene.

La discusión ant erior de las reglas que guían las opciones de uno est á muy est rechament e

relacionada con la discusión del Capít ulo 7 acerca de los valores, part icularment e esos valores que impiden

la habilidad para responder en las f ormas más út iles. Los aprendizaj es def ect uosos respect o al cont rol (v. g. ,

aprendizaj es que inhiben la habilidad para reconocer la mej or respuest a en un cont ext o dado) son

f oment ados a menudo en f orma inadvert ida por los diversos agent es de socialización. Las enseñanzas

religiosas -una prof unda inf luencia en los valores y las percepciones de las personas- promueven

aprendizaj es como “ No j uzgues, permit e ser j uzgado. ” Est imular a las personas a acept ar y conf iar en t odos

los demás es considerar que t odas las personas son acept ables y conf iables. Dado el número de ladrones,

asesinos, violadores, y ot ras personas dañinas, enseñar a las personas a no ser select ivas ni crít icas en sus

evaluaciones de ot ros es un mal servicio. Incluso la enseñanza humanist a de “ La regla de oro” es un buen

principio, pero es no realist a y pot encialment e dañino. Ser bueno con alguien no signif ica necesariament e

que uno recibirá bondad a cambio. El mundo no es t an peligroso como para requerir paranoia, pero no

debiéramos desarmar las f acult ades crít icas de las personas para evaluar quién es conf iable y quién no lo es.

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El punt o en est a discusión, es que los valores y las perspect ivas que uno desarrolla pueden llevar a

paut as rígidas que prueban ser dest ruct ivas para el individuo. El aut or se sorprende con f recuencia al

descubrir cómo algunos client es ingenuos han t rat ado con ot ras personas o con sus propios problemas,

usando alguna f rase f lorida como la razón para sus respuest as. Cuando descubren que los ot ros est án

j ugando un conj unt o dif erent e de reglas, f inalizan con est e t ipo de af licción que los llevó a buscar t erapia.

D21
. . . Mi mapa

Dada la inf luencia que poseen los aprendizaj es t empranos en el cont rol, el poder, la

responsabilidad, y ot ros t emas cent rales de la depresión, puede ser út il indicar al client e que ident if ique los

valores que subyacen al rango de opciones que probablement e percibe. Est e ej ercicio es denominado “ Mi

mapa. ” Se est imula al client e a conf eccionar una list a de problemas personales y sociales específ icos, t ales

como el poder, la responsabilidad, el prej uicio, la pena capit al y el abort o. Mient ras más larga y específ ica

sea la list a respect o a las caract eríst icas de las creencias personales, mej or. Al lado de cada t ema puede

hacerse un cont inuo que t iene en un ext remo los punt os de vist a opuest os a ese problema part icular. Por

ej emplo, en el t ema del “ cont rol” , uno podría est abl ecer un cont inuo que t iene en un polo a la “ elevada

necesidad de cont rol” y en el ot ro una “ baj a necesidad de cont rol. ” Se le indica al client e que ident if ique

un punt o en cada cont inuo que sea indicat ivo de la posición de los diversos “ ot ros signif icat ivos” en su vida.

De est e modo, se requiere que el client e piense respect o a la posición de cada una de las personas que

j ugaron un rol signif icat ivo en su desarrollo. El client e puede descubrir en f orma f ácil aquellas posiciones

que pueden ser ident if icadas o puede descubrir que esas posiciones son desconocidas. Cualquiera sea el

result ado, proporciona descubrimient os int eresant es y út iles.

En el paso siguient e, se le pide al client e que ident if ique un lugar específ ico en cada cont inuo que

represent e su posición ant e ese t ema. El client e es capaz de validar su propia posición y cont rast arla con la

de los ot ros signif icant es. Puede ser un int eresant e descubrimient o descubrir dónde se t raslapan y dónde

divergen. En el paso siguient e, se puede pedir al client e que haga un mapa de los comport amient os

específ i cos en los cuales se involucraría si “ viviera” ese valor part icular. Por últ imo, puede pedírsele que
ident if ique los comport amient os en los cuales no se involucraría si f uera a mant ener ese valor ident if icado.

Est e ej ercicio es muy valioso para est imular el reconocimient o de la necesidad de saber y operar

consist ent ement e en base a los valores personales de uno. Las oport unidades prevent ivas para evit ar las

sit uaciones donde una podría compromet erse es un benef icio agregado de est a est rat egia.

El clínico t iene la oport unidad en diversos punt os de la int ervención para ident if icar los valores y

creencias del client e respect o al cont rol y el poder. Son de part icular int erés aquellos valores y creencias

que lo despoj an del reconocimient o que uno puede inf luenciar signif icat ivament e las propias respuest as a la

sit uación. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en los Casos 2 y 4 del Apéndice B. )

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AMBIGÜEDAD RESPECTO AL CONTROL

Dada la nat uraleza vit al del cont rol como una especie de pegament o que mant iene unidas las

opciones de la vida, puede ser f ácilment e aparent e que las dist orsiones respect o al cont rol pueden t ener un

prof undo impact o en la calidad de la vida. La conf usión respect o al cont rol t oma una de dos f ormas: el

individuo t iende a no poder cont rolar las sit uaciones o t iende a exagerar el cont rol de las mismas.

El individuo que no puede cont rolar las sit uaciones es aquella que t iene una disposición ment al de

“ víct ima” desamparada. Cuando surgen oport unidades en las cuales el individuo podría act uar en una f orma

específ ica para inf luenciar f avorablement e los result ados de una sit uación o escapar a un peligro, no act úa.

Los experiment os de Mart in Seligman (1973, 1974, 1983) en los cuales los suj et os se volvieron pasivos,

respondieron en una f orma desamparada a circunst ancias cont rolables que represent aban bien est a

sit uación. Seligman expuso a los suj et os a est ímulos aversivos, incont rolables. Sin import ar cuáles f ueron los

int ent os hechos para escapar a los est ímulos aversivos, el escape no era posible. Post eriorment e, cuando el

escape o la evit ación eran posibles, los suj et os no hacían int ent os por escapar, operando la creencia

est ablecida previament e, pero ahora f alsa, que ningún esf uerzo por escapar podía t ener éxit o. Seligman

denominó a est e f enómeno como “ desamparo aprendido. ”

El individuo que exagera el cont rol de sit uaciones int ent a ej ercer cont rol sobre sit uaciones que

est án, de hecho, más allá del rango de su inf luencia. Para esos individuos, los límit es ent re la esperanza y la

realidad son borrosos. Puede saber lo que quiere y lo que int ent a obt ener, pero se est resa y se deprime a

medida que la met a se alej a más y más. Al int erpret ar la f alt a de habilidad para lograr la met a como una

evidencia de f racaso personal en lugar de considerar que ha int ent ado alcanzar una met a más allá de la

esf era de su inf luencia, la depresión es una consecuencia predecible.

Uno de las cat egorías diagnóst icas descrit as en el Capít ulo 4 es la cat egoría “ dueño de la

experiencia [ mast er ] —víct ima” . En f orma t ípica, la persona deprimida est á propensa a una disposición

ment al de víct ima, pero t ambién es ciert o que muchos individuos que se sient en muy dueños de su

experiencia en sus vidas, est án propensos a la depresión. Cuando uno es usado para alcanzar lo que se

quiere y generalment e es exit oso como un solucionador de problemas, puede crearse la ilusión (sobre-

generalización) que t odos los problemas pueden ser resuelt os y t odas las met as son alcanzables. Muchos

individuos muy compet ent es y respet ados se deprimen en base a est o. Un ej emplo es quien busca “ logros

elevados” , que lleva a cabo t areas muy respet adas y aclamadas, pero que suf re de depresión en la medida

que est á at rapado en la t rampa de sus propios valores: Valía es igual a logros (v. g. , “ Ust ed es bueno

solament e en la medida de lo que hace, no sólo o ser lo que es” ). Est a es la razón por la cual esa persona

que obt iene elevados logros puede alcanzar algo muy signif icat ivo pero puede sent irse bien solament e

durant e un cort o período de t iempo, si es que logra sent irse bien. El énf asis est á en el “ hacer” , sin ser

valioso por simplement e “ ser. ” Est o es un amor condicionado, y mient ras que puede llevar a un elevado

nivel de maest ría en la vida, t ambién lleva al vacío de la af licción de la depresión. Un libro popular

recient e, The Impost er Phenomenon (Clance, 1985), enf oca est e asunt o desde un ángulo dif erent e,

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ident if icando al elevado porcent aj e de quienes t ienen logros elevados que no pueden acept ar su propio nivel

de maest ría, considerándose a si mismos como impost ores hábiles, pero impost ores después de t odo. La

consecuencia es la duda de si mismo, ansiedad, depresión y un sent imient o de no merecer el nivel de

reconocimient o y apreciación obt enidos.

Nadie puede ser una víct ima o dueño de la experiencia en t odo, y es import ant e que el clínico

ident if ique y ut ilice como oport unidades de aprendizaj e esas sit uaciones en las cuales la persona no t iene

claridad respect o a lo que es y no es cont rolable. El clínico puede evaluar simult áneament e cuán

generalizada (v. g. , ext endido) est á la t endencia hacia la maest ría o la vict imización en el individuo, un

f act or import ant e en cuán direct o o indirect o debiera ser el t rat amient o, y cuánt o t iempo es probable que

t ome la t erapia.

De acuerdo a las cat egorías diagnóst icas descrit as en el Capít ulo 4, el individuo que corresponde al

t ipo con f alt a de cont rol (víct ima), es probable que present e la siguient e paut a: gl obal, dirigido por ot ros,

abiert o, enredado, orient ado hacia las personas, ext rapunit ivo, ambiguo respect o a los valores y la valía

personal, muy react ivo, orient ado hacia el pasado, y con una baj a capacidad para compart iment alizar.

El individuo con exceso de cont rol, v. g. , aquel que int ent a cont rolar a los ot ros o a las cosas que

est án más allá de su esf era de inf luencia, puede ser descrit o de acuerdo a las siguient es caract eríst icas:

culpa excesiva, int rapunit ivo, concret o, l ocus de cont rol int erno, enredado, lineal y orient ado hacia t areas.

Es básico en el t rat amient o de esas paut as encont radas comúnment e ent re los deprimidos,

est ablecer una disposición a responder a las part es complement arias (v. g. , capacidades).

PROBLEMAS PRESENTADOS EN FORMA TIPICA

EN LA AMBIGÜEDAD RESPECTO AL CONTROL

Las descripciones caract eriológicas ant eriores de los individuos ambiguos en una dirección u ot ra en

lo que respect a al cont rol, son descripciones generales. En est a sección se present an algunas descripciones

de caso que son t ípicas en individuos que present an problemas de depresión, y que demuest ran

percepciones dist orsionadas respect o al cont rol.

Cont r ol di smi nui do: Caso 1


Jenny era una muj er de 36 años, que t rabaj a en una Universidad en una Facult ad que la colocaba

en est recho cont act o con los est udiant es. Jenny buscó t erapia para t rat ar su depresión, ansiedad y una

disminuida est imación de si misma, la cual report ó que había experiment ado por más de cinco años. Ella la

relacionaba con su divorcio, el cual vino lent a y dolorosament e después que ella se había esf orzado mucho

por hacer que su mat rimonio f uncionara. Jenny describió su incapacidad para “ dej ar ir” a las personas o las

cosas a la cuales est aba unida. Cit ó como evidencia el mant enerse en un t rabaj o que no le gust aba y en el

cual no se sent ía apreciada, su incapacidad para pensar en su ex-esposo como “ ex” esposo, y sus conf lict os

act uales con una relación románt ica con un est udiant e ext ranj ero que est aba est udiando baj o un permiso

para est udiant es t emporal. El le había hablado abiert ament e de sus int enciones de regresar a su país para

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casarse. A pesar de lo abiert o de las int enciones de él , Jenny t enía esperanzas que él cambiara de idea y se

quedara et ernament e con ella.

Jenny había t enido oport unidades para encont rar un nuevo t rabaj o y t ener cit as con ot ros hombres.

En lugar de cont rolar las dos sit uaciones que eran muy dolorosas para ella, Jenny est aba dej ando que las

cosas se det erioraran más en el t rabaj o y est aba haciendo más exigencias a un hombre que no t enía dudas

respect o a sus límit es con ella y que event ualment e la dej aría. La disposición ment al de víct ima de Jenny la

est aba deprimiendo y sin ninguna percepción de habilidad para hacer opciones en su propio benef icio. Su

f ant asías eran permanecer en su t rabaj o act ual y que si aument aba la presión de sus int ereses románt icos,

event ualment e sería apreciada y amada. Esas son las f ant asías de una víct ima que est a esperando ser

rescat ada.

Cont r ol di smi nui do: Caso 2


Jim era un hombre de 26 años, que present aba los sínt omas de depresión, culpa excesiva,

relaciones def icient es con las muj eres y una est imación de si mismo disminuida (est e caso f ue descrit o

primero en el Capít ulo 7, pp. 81). Su comport amient o alt ernaba ent re descripciones rabiosas de

experiencias abusivas que había suf rido y lágrimas, y recriminaciones a si mismo por su acept ación pasiva de

esas experiencias.

Jim se describió como el único hij o hombre que se crió en un hogar en el cual vivió con su madre y

dos hermanas. Report ó que en una int eracción ocurrida a t emprana edad, le pregunt ó a su madre respect o

al sexo. Report ó que ella lo manipuló f ísicament e para enseñarle respect o a su cuerpo y sus respuest as. Se

sint ió muy avergonzado y culposo respet o a est o, a la vez que est aba en un conf lict o por el doble vínculo

que sent ía que lo había colocado su madre. La vio act uando seduct ivament e después de ese episodio,

haciéndole a menudo coment arios e insinuaciones sexuales, y diciéndole que t enía una ment e sucia si le

respondía. Jim pasó varios años en el seminario preparándose para ser sacerdot e, lo que const ernó mucho a

la madre, sint iendo que la abandonaba, por lo cual se sent ía muy culpable. Vino a t erapia con la int ención

de liberar la rabia, y con la esperanza que podría const ruir la suf icient e est imación de si mismo para t ener

relaciones saludables con una muj er. Se sent ía abusado en las pocas relaciones en que había est ado -lo

habían engañado o lo habían manipulado por dinero.

Clarament e, Jim se veía como una víct ima de su experiencia de vida. Se sent ía at rapado por ser el

único varón en la casa, doble vinculado por su mare, abusado por las muj eres y, en general, sin cont rol de

su vida y sus sent imient os. Se sent ía t an vict imizado por ot ros que encont raba imposible conf iar en al gui en y

vivir así una exist encia unidimensional que impide la int imidad es una t ragedia. Jim no sent ía ninguna

habilidad para cont rolar el curso que t omaban las int eracciones, ni t enía la habilidad para apreciar las

implicaciones de la responsabilidad (y la int egridad) de las parej as. Se sent ía “ perdido” con las muj eres en

part icular, respondiendo en f orma global y sin crít ica. La est imación de si mismo era predeciblement e

def icient e. Falt aba una comprensión básica de las mot ivaciones y est ilos con que las ot ras personas t rat aban

con los diversos event os de la vida, lo cual f acilit aba que f uera vict imizado con f acilidad.

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Exceso de cont r ol : Caso 1


Chris era un hombre de 45 años que buscó t erapia para la depresión, los desbordes incont rolables

de rabia y una conf usión agit ada respect o a su f ut uro. Chris había est ado t rabaj ando como cient íf ico para el

gobierno durant e más de 20 años y había merecido el reconocimient o de sus superiores y colegas por ser un

hábil solucionador de problemas. La est imación de si mismo est aba ligada al hecho que cuando los ot ros

f allaban en un proyect o, él se hacía cargo, para delicia de sus supervisores. Recient ement e, le habían

asignado un proyect o de una nat uraleza muy sensible e int rincada, y aunque no le asignaron colaboradores y

no t enía límit es aparent es de duración, Chris acept ó el desaf ío. Est o act ivó una sobrecarga de t rabaj o. Chris

se sint ió int ensament e f rust rado, después enrabiado, después depresivo con el proyect o en si mismo y los

empleados que sent ía que lo recargaban de t rabaj o. Se aisló, no podía concent rarse y se enrabió más con la

organización de su depart ament o, al punt o de hacer recomendaciones específ icas para reest ruct urarlo para

hacer las cosas más ef icient ement e. Nadie le respondió, asumiendo aparent ement e que él sólo est aba

reclamando debido a su f rust ración y que era mej or “ ignorarlo y seguir adelant e. ” Los int ent os de Chris por

obt ener apoyo f allaron y, como le ocurrió, su sent ido de abandono y depresión se amplif icaron.

Chris const ruyó su propia reput ación de ser el “ hombre milagro” para resolver problemas, el John

Wayne de la t ecnología. Los valores de Chris respect o a acept ar de buena f e un comet ido y asumir la

responsabilidad al máximo de sus capacidades, por ciert o era noble, pero si uno no t iene una habilidad para

t emplar esos valores con un reconocimient o de los límit es de la t olerancia de uno, el result ado es claro.

Chris est aba int ent ando cont rolar los result ados de un proyect o del cuál él no t enía el único cont rol. Est aba

int ent ando cont rolar el sist ema del cual era solament e una part e, y descubrió dolorosament e que él no era

el que movía el carro. El reconocimient o de sus habilidades y la esf era de su inf luencia, el aprender a

liberarse de proyect os que no dirigía direct ament e, y el aprender a escuchar esos reconocimient os f ueron

vit ales en su aprendizaj e, puest o que a pesar de su habilidad e int eligencia no podía cont rolarlo t odo como

le gust aría.

Exceso de cont r ol : Caso 2


Warren era un hombre de 43 años, que buscó t erapia rápidament e después de un int ent o suicida

con una sobredosis de t ranquilizant es. El int ent o suicida f ue después de la mayor desilusión en su t rabaj o.

Warren t rabaj aba por más de 20 años como ingeniero en una compañía bien conocida. Tenía la creencia que

sus muchos años de t rabaj o represent aban un progreso lent o y seguro en su carrera, pero eso no se cumplió.

Hacía mucho que había sent ido que la compañía no respondía a sus ambiciones, a sus aport es creat ivos y a

su lealt ad. Sent ía que si mant enía un desempeño “ más allá del llamado del deber” , event ualment e sería

recompensado por sus esf uerzos. Recient ement e, había t erminado un grado en consej ería psicológica,

sat isf aciendo su int erés de largo t iempo en el comport amient o humano. Tenía la esperanza y esperaba que

la obt ención de su grado le ot orgara un ascenso a ot ro depart ament o de la compañía, y había recibido una

indicación que est o ocurriría probablement e. Cuando la compañía colocó en ese cargo a una persona que

provenía de f uera de la compañía, la desilusión de Warren f ue t an angust iant e, que int ent ó suicidarse. Al

verlo algunos días después, aun est aba muy llorón y deprimido y acusándose amargament e de ser egoíst a al

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querer morir, pues su f amilia se apoyaba mucho en él. Era obvio lo excesivament e responsable que era

Warren, creyendo que podía cont rolar las reacciones de ot ros hacia él, al ser un buen empleado, un buen

padre, un buen esposo, et c. Int ent ar cont rolar una organización en la f orma que Warren lo hizo, era casi

inevit able que lo llevara a la depresión. Era una creencia de Warren que la ambición sería recompensada,

que la creat ividad sería apreciada, y que la leal t ad sería admirada. Al ent revist ar a Warren, f ue

sorprendent e para él escuchar al aut or pregunt ándole, “ ¿De dónde sacó esas ideas? ¿Dónde ha vist o que una

compañía responde realment e en esa f orma a alguien?” Int ent aba imponer sus valores a la compañía y no

pudo af ront arlo cuando ellos respondieron en una f orma dif erent e a la que él pensaba que deberían hacerlo.

Si él hubiera respondido de acuerdo al est ilo real de ellos, en lugar de sus propias asunciones, hubiera vist o

que no podía cont rolar las apreciaciones de ellos respect o a él y que su energía creat iva podría haber sido

dirigida en mej or f orma en ot ra dirección, donde podría haber sido recompensado por ello.

PAUTAS DE TRATAMIENTO

Dada la relación ent re depresión y la perspect iva dist orsionada de lo que es y no es cont rolable, la

met a prevalencient e es t rabaj ar con el client e en el desarrollo de un percat arse más ref inado para que

ident if ique primero cuando uno est á dist orsionando las perspect ivas y después lo que se puede hacer

act ivament e para obt ener una perspect iva mej or.

D22
¿Cuánto control?

El ej ercicio est ruct urado, “ ¿Cuánt o cont rol?” es un punt o de comienzo para f acilit ar el

reconocimient o de la cualidad y el grado del sent ido dist orsionado de cont rol del individuo. Se est imula al

client e para que haga una list a de int eracciones rut inarias y event os que experiment a en el curso de la vida

cot idiana (v. g. , una discusión de problemas sociales o polít icos con amigos, acept ación o rechazo de un

compromiso social, hablando con el j ef e respect o a event os del t rabaj o, disciplinando a los niños). Si el

posible, que ident if ique una met a para cada int eracción o event o. Después se le solicit a que coloque en una

escala de 1 a 10, denominada “ ¿Cuánt o cont rol?” , el número que represent a el grado de cont rol que él cree

que t iene de inf luencia en el result ado. Además, se le pide que def ina en el mayor grado posible cómo sabe

cuál es el grado de cont rol en ese event o. El clínico puede advert ir cuán f ácil o dif ícil es para el client e

reconocer las met as y los mecanismos de cont rol, así como t ambién cuán débil o f uert e es el sent ido de

cont rol del client e en una variedad de sit uaciones encont radas comúnment e. (Est a direct iva est á descrit a en

el cont ext o clínico en el Caso 2 del Apéndice B. )

Est r at egi as par a t r at ar con l os cl i ent es con un cont r ol di smi nui do


Para aquellos client es que se present an como víct imas de sit uaciones en las cuales hay disponibles

opciones út iles que pueden ser ut ilizadas, la met a general es const ruir un reconocimient o que uno no est á

at rapado por las circunst ancias y que act uar en benef icio propio es f act ible y deseable. En esas sit uaciones,

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donde las circunst ancias no pueden ser cambiadas, la met a puede ser alt erar las reacciones de uno a esas

circunst ancias. Amas met as implican una habilidad para sent irse dueño de la experiencia de uno. El modelo

del “ desamparo aprendido” sugiere una est rat egia de moldeamient o conduct ual gradual con los individuos

deprimidos que muest ran evidencia de una disposición ment al de víct ima. Pueden usarse asignación de

t areas y sesiones hipnót icas para mot ivar y f acilit ar el descubrimient o de opciones.

D23
Una oportunidad razonable de éxito

Podría ut ilizarse “ Una oport unidad razonable de éxit o” en una sesión que use hipnosis para

const ruir una disposición ment al de gast ar energía en el benef icio de uno, empleando sugest iones direct as

así como t ambién met áf oras. A un client e en t rance podrían dársele sugest iones como las que siguen:

Conocí a una muj er, no muy dist int a de ust ed, que se crió en un ambient e que era muy impredecible. . . el

t iempo at mosf érico era impredecible. . . el humor de sus padres era impredecible. . . sus amigos eran

impredecibles. . . aprendió a esperar y ver lo que sucedería a su alrededor. . . en lugar de molest arse

encont rando lo que est aba dent ro de ella, sus sent imient os, sus necesidades, sus met as. . . y est aba siempre

queriendo ir a lugares, pero sent ía que no podía porque t enía que aguardar y ver. . . y est aba queriendo

hablarle a su padre de su vida, pero sent ía que no podía porque t enía que esperar y ver. . . y quería hacer

nuevas cosas con sus amigos, pero sent ía que no podía porque t enía que aguardar y ver. . . y por esperar y

ver, ella perdió un mont ón de oport unidades para seguir haci a adel ant e y hacer l as cosas en su propio

benef icio. . . y ¿qué hubieran hecho los ot ros si ella se hubiese adelant ado?. . . Me pregunt o si se hubiesen

adapt ado a las acciones de ella en una f orma similar que ella se adapt aba a las de ellos. . . y ust ed puede

querer considerar lo que ust ed quiere para si mismo. . . y lo valiosas que son sus necesidades. . . y que ust ed

puede hacer algo para t omarlas en cuent a. . . comenzando con una disposición para explorar las

posibilidades. . . que ust ed puede experiment ar más y mej ores cosas. . . . las que puede disf rut ar

descubriendo. . . un día a la vez. . .

D24
Desamparo aprendido

El uso de una descripción de los experiment os de laborat orio de Seligman que lo llevaron al modelo

del “ desamparo aprendido” (1973, 1974, 1975, 1983) en el cual se probaron animales que f ueron expuest os

a event os aversivos incont rolables, puede ser una met áf ora t erapéut ica út il para el pacient e en t rance:

Y hay un experiment o que me gust aría cont arle, del cual puede aprender mucho. . . y me pregunt o cuánt as

posibilidades dif erent es se le ocurrirán respect o al cambio de su propia experiencia a medida que piensa en

algunos perros de laborat orio que f ueron divididos en dos grupos. . . un grupo de perros f ue suj et ado por

medio de un arnés, quedando en el aire, incapaz de moverse. . . los ot ros est aban libres para correr. . . A los

perros amarrados se les aplicaron choques eléct ricos, pero no podían escaparse. . . a los ot ros t ambién se les

administ raron choques eléct ricos, pero podían alej arse. . . un reacción sensible al dolor. . . y cuando los perros

f ueron liberados y se les aplicaron choques nuevament e, aunque podían escapar ahora, ni siquiera lo

int ent aron. . . sus experiencias previas los llevaron a concluir que no podían hacer nada… aunque en realidad

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podían hacer algo. . . porque ahora no est aban amarrados. . . y lo que f ue ciert o ant es puede no ser más ciert o

ahora. . . y ust ed no lo sabrá hast a que lo int ent e. . . y me pregunt o si se da cuent a que la depresión impide la

habilidad para descubrir que el arnés se ha ido. . . y puede hacer más de lo que se da cuent a que puede

hacer. . . y puede descubrir su habilidad para desarrollar f ormas ef ect ivas para manej ar su vida. . . un día a la

vez. . .

A la vez que las met áf oras como la ant erior pueden ser út iles para ayudar a const ruir recept ividad

para la idea del desarrollo de cont rol, las t areas diseñadas para ser logradas exit osament e pueden ayudar a

const ruir una f uerza posit iva de cambio. Con esperanza, esas t areas ayudarán event ualment e a est ablecer

una generalización en la ment e del client e que no solament e puede colocarse met as, sino que t ambién

puede avanzar act ivament e hacia su logro. A medida que el client e con un cont rol disminuido comienza a

aprender que es posible est ar act ivament e orient ado hacia met as, t ambién descubre que un enf oque de ese

t ipo suminist ra un sent ido de alivio, así como t ambién la est imación de si mismo f oment a los sent imient os

de ser dueño de la experiencia. El clínico puede of recer mucho apoyo y oport unidades para que el client e

int ernalice ese percat arse, llevando cont inuament e a casa el reconocimient o que algunos aspect os de la

vida considerados previament e como incont rolables son, de hecho, cont rolables. A medida que los límit es

del percat arse del client e se expanden, debe t enerse mayor cuidado en la f acilit ación cont inua de la

habilidad para discriminar ent re esas sit uaciones que est án baj o la inf luencia del client e y cuáles no.

D25
Prescripción de la depresión

Una est rat egia paradoj al que ha sido descrit a en la lit erat ura (Haley, 1973; Wat zlawick, 1978, Zeig,

1980b), es la “ Prescripción de la depresión” . El clínico le indica al client e que est ablezca un programa de

“ t iempo de depresión” que puede permit irle acept ar la sugest ión de “ apreciar complet ament e la nat uraleza

út il” de la depresión. En las est rat egias de prescripción de sínt omas, se le pide al client e que lleve a cabo

en f orma deliberada la paut a que ha est ado ocurrido previament e en f orma espont ánea. Al indicar al client e

que cree esa experiencia, el clínico est á alt erando la paut a usual, sacando a la depresión de un cont ext o

int rapersonal para llevarla a un cont ext o int erpersonal, ent re el clínico y el client e. Segundo, el client e

descubre que en lugar de ser una víct ima de la depresión, puede ej ercer algún grado de dominio respect o a

dónde y cuándo ocurren los episodios. Tercero, el llevar a cabo la prescripción alt era las percepciones y

sent imient os de la persona respect o a la depresión, pues el int ent ar hacer que ocurra la hace sent ir menos

abrumadora, est ableciéndose una nueva asociación para los sent imient os ant eriores.

D26
Prescripción de las pautas de la depresión

El clínico t ambién puede usar est rat egias de prescripción de sínt omas para ot ras dimensiones más

específ icas de las paut as depresiógenas de la persona. La “ Prescripción de las paut as de la depresión”

implica indicar al client e que “ sea negat ivo” , “ sea quej oso” , “ sea pasivo” , et c. La obediencia exagerada

puede ser út il para movilizar las resist encias del client e para t ener esas experiencias.

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D27
Una ordalía para el alivio

Una variación de la prescripción de sínt omas es la inclusión de una ordalía en las direct ivas (Haley,

1984). Al f ormular “ Una ordalía para el alivio” , el cl ínico est á const ruyendo un escenario en el cual el

client e desplegará la paut a sint omát ica en una f orma que la hará muy inconvenient e para él. La prescripción

del sínt oma “ deprímase” puede ser benéf ica en y por si misma. Combinar esa direct iva con la direct iva de

“ deprímase” desde las 2: 30 AM hast a las 3: 45 AM, mient ras se est á de pie en la esquina del garaj e sin

zapat os, puede generar mucha resist encia a esa experiencia. En esencia, cuando es encuadrada

apropiadament e, el client e puede resist irse a est ar deprimido, e implícit ament e, por consiguient e, asumir

algún cont rol sobre la experiencia en lugar de permanecer como una víct ima desamparada.

D28
Exageración del desamparo

La prescripción de la “ exageración del desamparo” puede ayudar, en part icular, a movilizar el

reconocimient o en el client e que no est á desamparado en lo absolut o. Por ej emplo, se le indica al client e

que det enga personas en la calle y les pregunt e por direcciones de lugares que el ya conoce. Tener que

esperar para escuchar las indicaciones de ot ros cuando la persona ya sabe como ir a ese lugar, const ruye un

poderoso sent imient o de reconocimient o de “ Sé cómo ir, y no necesit o las indicaciones de ot ras personas. ”

Est e sent imient o implica poder y aut onomía y puede ser un recurso út il que puede ser usado post eriorment e

en la t erapia.

D29
Preguntar a otros

Puede indicársele al client e que “ Pregunt e a ot ros” cómo hacer algo que ya sabe cómo hacer. La

amplif icación del sent imient o de conf ianza en el conocimient o de una persona de sus propias necesidades

puede ser un recurso út il para ut ilizarlo a medida que la t erapia progresa.

D30
Esperar pasivamente

Ot ra est rat egia dirigida al client e con un sent ido cont rol disminuido y desamparo implica hacerlo

“ Esperar pasivament e” por cosas que son hechas para él. Por ej emplo, una muj er que era muy pasiva en sus

respuest as, se le indicó esperar que ot ros abrieran las puert as por ella, incluso la puert a de su casa (¡aunque

vivía sola! ). Se le indicó que esperara durant e dos minut os que alguien le abriera la puert a, y si nadie lo

hacía, ella podría abrirla por si misma. Sus reacciones a esperar dos minut os comenzaron progresivament e a

ser más int ensas, y después de solament e unos pocos días f ue conscient e de est ar ext remadament e irrit ada

con la t area. Desarrollo un poderoso percat arse de las f ormas en que había est ado pasiva ant e los def ect os y

ahora est aba desarrollando una asociación de irrit ación con la pasividad. Est e percat arse se convirt ió en un

recurso excelent e para las sesiones post eriores que colocaron el énf asis en que ella t omara el cont rol de sus

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experiencias. Por últ imo, la f rust ración de esperar a ot ros se convirt ió en un cat alizador para encont rar

soluciones en una f orma independient e.

Es muy común que en la base de un cont rol disminuido o el desamparo, est é la experiencia de

ambivalencia en la respuest a del client e. El aut or ha considerado a la ambivalencia como una consecuencia

ident if icable de no cont rolar lo que puede cont rolarse. ¿El client e est á genuinament e ambivalent e, v. g. ,

est á dirigido con igual f uerza en dos direcciones como es sugerido por la t eoría del conf lict o de

“ acercamient o-evit ación” ? La experiencia del aut or ha sido que es mucho más común que el client e sepa

conscient e o inconscient ement e lo que desea, pero sient e que no t iene el poder o el derecho para

obt enerlo. El client e que est á absort o en el alborot o o ambivalencia respect o a una decisión, necesit a

buscar inf ormación de part e del t erapeut a con la esperanza abiert a o encubiert a que ést e le proporcionará

una mej or j ust if icación para hacer las cosas que a la cual ha llegado en f orma independient e. Por ej emplo,

un hombre buscó t erapia debido a un dilema respect o a su mat rimonio. Describió su mat rimonio como

“ muert o en el agua” , y había est ado involucrado románt icament e por años con ot ra muj er a quien el

cuidaba mucho y con la cual quería est ar. Su creencia en la sant idad del mat rimonio y la f amilia habían

hecho un problema abrumador el dej ar a su esposa por 22 años y a sus dos hij os, de 17 y 19 años.

Básicament e, la depresión surgió de su ambivalencia de saber lo que quería, pero no sent ía que t enía una

j ust if icación “ apropiada” para hacerlo. ¿Qué es una razón “ lo suf icient ement e buena” para divorciarse?

D31
Fomentar la peor alternativa

La est rat egia de “ Foment ar la peor alt ernat iva” de Milt on Erickson (Haley, 1973) es excelent e para

f acilit ar el movimient o en un proceso de t oma de deci siones del client e que parece inmovilizado. Al alent ar

al client e para que cont inúe con la alt ernat iva que es menos deseable para él, se lo polariza hacia el

descubrimient o de los sent imient os negat ivos asociados con esa alt ernat iva, y simult áneament e al

“ descubrimient o” de cuál es la alt ernat iva pref erida. En el ej emplo mencionado arriba, el client e rechazó

part icipar en una t erapia de parej a. Como un t rat amient o individual, se le indicó en una f orma exagerada

que int ent ará volver a sent ir at racción y amor por su esposa, cont inuara la relación y que “ colocara el peso

sobre sus hombros” . Mient ras más se le dij o al hombre que renunciara a su deseo de est ar con la muj er que

amaba en f avor de permanecer en un mat rimonio que verdaderament e parecía est ar más allá de cualquier

esperanza de recuperación, se hizo más reacio al hecho de vivir un engaño y que debía obt enerse, por t ant o,

el divorcio. Obviament e, para usar est a est rat egia, el clínico debe est ar muy seguro que la persona

realment e sabe lo que quiere, a pesar de la aparent e ambivalencia. De ot ro modo, exist e el peligro de

empuj ar a alguien en una dirección que es seguida con f e ciega en el t erapeut a, solament e para t erminar en

algo peor. Además, a menos que el clínico sient a que el client e resist irá el empuj ón hacia la dirección de la

peor alt ernat iva, est a est rat egia puede ser muy peligrosa y cont raindicada.

D32
El que vacila está perdido

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Hace poco un amigo mío pasó por una experiencia que realment e f ue muy inst ruct iva. . . en diversos

niveles. . . Quería t ener un nuevo t rabaj o. . . uno en el cual pagaran más y le diera un mayor prest igio. . . y en

un moment o de volunt ad para ayudarse a si mismo a lograr lo que quería. . . solicit ó un t rabaj o. . . que

implicaba t rasladarse a ot ra cuidad. . . Lo quería muchísimo. . pero no est aba seguro respect o a movilizarse

para que las cosas sucedieran. . . y poco después que lo llamaron y le of recieron el t rabaj o. . . pidió una

semana para pensar el of recimient o. . . y ellos cort ésment e est uvieron de acuerdo con darle una semana para

que decidiera. . . y pasó una semana y su sent imient o había pasado. . . y cuando lo llamaron una semana

después. . . solicit ó si podía t omarse t res días más para decidir. . . y cort ésment e est uvieron de acuerdo en

darle t res días más para decidir. . . y cuando lo llamaron t res días después, solicit ó si podía t omarse ot ro día

más para decidir. . . y cuando lo llamaron a la mañana siguient e para saber de su respuest a, pregunt ó si podía

llamarlos más t arde ese día. . . y sin ninguna cort esía ellos le dij eron que le darían el t rabaj o a ot ro que

est uviera más ent usiast a con la oport unidad. . . y el est uvo muy t rast ornado porque quería el t rabaj o, pero él

se at emorizó a si mismo. . . pensando en las muchas cosas que había que hacer. . . en lugar de saber que él

podía movilizarse y t rabaj ar y vivir un día a la vez. . . y hay que act uar a t iempo. . . ant es que la oport unidad

se vaya. . .

Cualquier est rat egia que coloque a la parálisis depresiva de la ambivalencia en una dirección

posit iva f acilit ará t ambién el reconocimient o de la habilidad de uno para t omar decisiones en benef icio

propio. En la met áf ora ant erior, el hombre pierde una oport unidad debido a la parálisis, no por

incompet encia. El mensaj e t oma en consideración una paut a de pensamient o global, v. g. , abrumarse a si

mismo con t odo lo que est á implicado. El client e puede, en consecuencia, aprender que en lugar de

concent rarse en los aspect os amenazant es de lo que perderá si se moviliza, puede mirar a lo que se perderá

al mant enerse inmóvil.

En est a sección se han descrit o diversas est rat egias como un medio para f acilit ar el percat arse del

client e que la acción en su propio benef icio es f undament al para su recuperación. Para el client e que t iene

a ser una víct ima pasiva y acaba en circunst ancias depresivas como result ado, una met a del t rat amient o es

const ruir el reconocimient o en el client e que su disposición ment al es la que crea la ilusión del desamparo.

El mensaj e es, que en lugar de asumir acciones que serán inút iles, al menos busque alguna evidencia

obj et iva que est o es o no es así. Est e problema será bien descrit o en el capít ulo siguient e.

Est r at egi as par a t r at ar con cl i ent es con exceso de cont r ol


El ot ro lado de la moneda de la “ ambigüedad respect o al cont rol” es la t enencia observada en

muchos individuos deprimidos que int ent an cont rolar result ados (v. g. , reacciones de ot ros, event os) que no

son reconocidos como est ando obj et ivament e más allá de la esf era de su inf luencia. En muchos casos, la

depresión es una reacción ant e el descubrimient o de la nat uraleza incont rolable de algo signif icat ivo para la

persona. Cuando un individuo est á muy compromet ido emocionalment e en la realización de un result ado

part icular, su j uicio puede nublarse respect o a lo que t oma en consideración para def inir la met a como

realist a y después alcanzarla. La persona que magnif ica sus habilidades para cont rolar event os se

desilusionará más cuando descubra que las variables f uera de cont rol pueden arruinarlo t odo.

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El grado de compromiso emocional en los result ados específ icos respect o a un problema import ant e

es obviament e necesario, pero puede ser t emperado con un mayor percat arse respect o a lo que uno puede

asumir respect o a las personas o las sit uaciones y las ot ras variables que pueden af ect ar los result ados. Una

vez que las variables son ident if icadas en una f orma met ódica, cada una puede ser considerada desde el

punt o de vist a de cuáles est án o no baj o el cont rol direct o de la persona. En muchos casos, el f oco es

clarament e int erno y en las propias met as de uno, más que en un f oco ext erno que podría promover un

percat arse de si las circunst ancias garant izan esas expect at ivas. Por ej emplo, si una muj er est á t an

int ernament e absort a en sus met as prof esionales que no observa el desint erés de la compañía en esas

met as, est ará mucho más propensa a ser dañada cuando la discrepancia sea inevit ablement e descubiert a.

D33
Peter Pan

La met a al ident if icar est a paut a de exceso de cont rol es f acilit ar el mant enimient o de una act it ud

de ser dueño de la experiencia sobre las circunst ancias que ya est án present es, a la vez que la const rucción

de un sist ema de preservación de si mismo de no compromet erse int ensament e en sit uaciones que uno no

puede cont rolar. Inicialment e, el client e debe ser orient ado hacia la idea de abandonar la t endencia a

presionar por ciert as met as cuando ellas no est án baj o su cont rol direct o. Después el client e puede ser

orient ado a la necesidad de aprender a ident if icar en mej or f orma los supuest os y las variables que

inf luencian los result ados. Una f orma relat ivament e segura y delicada de orient ar al client e hacia esos

aprendizaj es es a t ravés del uso de met áf oras, de las cuales la siguient e es un ej emplo:

A veces sólo hay una línea ent ra la f ant asía y la real idad. . . y lo que parece absurdo para una persona puede

ser muy real para ot ra. . . y hay una viej a hist oria, la cual est oy seguro que ha escuchado muchas veces con

el pasar de los años. . . pero probablement e no era el moment o en el cual ust ed realment e necesit aba

escucharla. . . en la f orma que pueda enseñarle algo valioso respect o a ust ed mismo ahora. . . y ust ed

ciert ament e puede f ingir que sólo es una hist oria. . . pero puede saber en un nivel muy prof undo que hay un

punt o para que considere. . . que realment e puede hacer una dif erencia. . . y es la hist oria del niño que se

negaba a crecer. . . como si uno pudiera escoger crecer o no. . . y el deseo de Pet er Pan de permanecer igual

por siempre y vivir en la Tierra de Nunca Jamás con los niños perdidos, puede enseñarle mucho a uno. . .

respect o a los sent imient os. . . respect o a lo desconocido. . . respect o a la libert ad. . . respect o a la

responsabilidad. . . y uno no puede permanecer siendo la misma para siempre. . . el t iempo pasa. . . y la gent e

crece. . . y las personas cambian. . . y cómo se f rust raría uno si realment e quisiera que el t iempo

permaneciera inmóvil. . . el cual est á más allá del cont rol de uno. . . y los esf uerzos de Pet er Pan para no

crecer nunca. . . y ret ener las cualidades de la j uvent ud. . . son esf uerzos que solament e pueden t erminar en

la desesperación. . . y uno realment e debiera considerar las met as cuidadosament e. . . y qué es f ant asía. . . y

qué es realidad. . . y cómo sent irse bien cuando uno puede hacer mucho con lo que es real. . . y ust ed no t iene

nada que hacer con lo que no es real. . . y cómo puede saber uno lo que es real. . . y qué no lo es. . . y hay

mucho que aprender respect o a esas cosas. . . y uno puede incluso aprender a part ir de una hist oria t an

simple. . . y t an complicada como la de Pet er Pan. . .

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Las prescripciones conduct uales pueden permit ir a los client es a experiment ar los límit es de sus

sist emas de creencias, const ruyendo una recept ividad a las f ormas pot enciales alt ernat ivas de hacer las

cosas. El pensamient o del individuo deprimido que “ Debería cont rolar est o” cuando se ref iere a algo, que el

clínico percibe como obj et ivament e incont rolable, es la clave que sugiere lo apropiado de las direct ivas que

siguen. Inicialment e, el clínico podría opt ar por discut ir la racionalidad de problema del cont rol y dónde

parece que la percepción del client e est á dist orsionada. El uso de las direct ivas conduct uales puede f acilit ar

la int egración de los aprendizaj es en un nivel prof undo a la vez que se const ruyen nuevas asociaciones en el

cont ext o de la “ vida real. ”

D34
Controle lo incontrolable

La direct iva para int ent ar “ Cont rolar lo incont rolable” es un prescripción direct a. Primero se le

pide al client e que haga una list a de diversas cosas que él def init ivament e reconoce que est án f uera de su

cont rol. Los ít ems de esa list a podrían ser el t iempo at mosf érico, el result ado de los event os deport ivos, el

paso del t iempo, et c. Después se le indica que dedique un período de t iempo cada día (o durant e la sesión

de t erapia) para int ent ar cont rolar esas cosas. Se lo alient a para que use cualquier medio a su alcance para

lograr un result ado específ ico. Esos medios podrían incluir diversas t áct icas t ales como súplicas

desesperadas, pat alet as, o aquellas est rat egias que la persona ha est ado usando para hacer que las cosas

f uncionen a su modo. Se inst ruye al pacient e para que act úe “ como si” esas t áct icas pudieran hacer

alcanzable la met a. Est a clase de ej ercicio de j uego de roles ha t enido el ef ect o en muchos individuos de

sacar a la superf icie prof undos sent imient os de resent imient o, f rust ración y rabia, donde ellos pudieron

t rat arlos en la t erapia. Para ot ros suj et os, est o les ha brindado un vist azo humoríst ico a la inut ilidad de

int ent ar cont rolar sit uaciones cuando hay clara evidencia que el cont rol no es posible, y que es obvia la

necesidad de det erminar primero la viabilidad de esas t áct icas de cont rol. (Est a direct iva est á descrit a en el

cont ext o clínico en los Casos 2 y 4 del Apéndice B. )

D35
Manipuladores hábiles

A menudo, las expect at ivas o met as que el client e t iene y se esf uerza por lograr no son conscient es,

y no se percat a que est á usando t áct icas manipuladoras de dist int as clases para hacer que suceda algo.

Cuando los int ent os por manipular a ot ros es un t ema prominent e en el comport amient o del client e y las

paut as relacionales, puede indicársele que observe cuidadosament e e ident if ique las t écnicas de esos

“ Manipuladores hábiles” que int ent an inf luenciar los pensamient os, sent imient os y comport amient os de los

demás. Por ej emplo, puede pedírsele al client e que mire cuidadosament e los avisos de la t elevisión,

ident if icando est rat egias, como insinuaciones sexuales, usadas para promover la vent a de product os. Una

vez que esas t áct icas son ident if icadas, el clínico puede indicarle al client e que ident if ique las f ormas

similares que él usa para lograr lo que quiere. En una variación de est a est rat egia, est e aut or ha indicado a

los client es que observen muy de cerca a los evangelist as de la t elevisión e ident if ique sus t áct icas

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manipuladoras. Ellos en f orma t ípica hacen presuposiciones enérgicas respect o a la f orma “ correct a” de vivir

y la f orma “ correct a” de creer, que son int roducidas en af irmaciones que manipulan el t emor y la culpa del

oyent e. Dado el amplio número de individuos inf luenciados en est a f orma, son mét odos que f uncionan. Al

ver act iva y crít icament e el uso de las t áct icas manipuladoras negat ivas de los evangelist as, el client e puede

ext ernalizar (v. g. , ver como si est uvieran f uera de uno) sus paut as similares y disociarse, en consecuencia,

de ellas. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 4 del Apéndice B. )

D36
Cruzada

Para hacer más manif iest o el punt o, el clínico puede indicar al client e que elij a un problema ant e

el cual est á muy indif erent e e involucrarse act ivament e en una “ Cruzada” a f avor o en cont ra de ese

problema. En esencia, se le solicit a al client e que t ome una posición y en base a esa post ura que int ent e

convencer a ot ros para que t omen una post ura similar. Ya que la “ cruzada” no posee import ancia personal

para el client e, se necesit a involucrarse emocionalment e en los result ados de sus int ent os por inf luenciar a

ot ros. El client e t iene así un cont ext o seguro en el cual averiguar las diversas reacciones a una idea o causa

y lo dif ícil que realment e es lograr apoyo de algunas persona para cual qui er cosa. Cuando el client e aprende

est o en un cont ext o relat ivament e neut ral, es f ácil que el clínico use est a experiencia como un principio

para el aprendizaj e del client e que cuando uno int ent a cont rolar los sent imient os o acciones de ot ros,

aquello est á f uera del alcance de uno. El clínico puede pregunt arle al client e “ ¿Cuán dif ícil hubiera sido

para ust ed haber manej ado las respuest as que recibió si ust ed se preocupara genuinament e de ese

problema?, para hacer resalt ar el hecho que uno est á especialment e vulnerable cuando se preocupa de un

problema y busca apoyo en los lugares equivocados. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el

Caso 4 del Apéndice B. )

RESUMEN

Las diversas est rat egias present adas a lo largo de est e capít ulo son capaces de promover un

aprendizaj e experiencial que puede const ruir una nueva comprensión de la f alt a o el exceso de conf ianza

del client e en los problemas del cont rol. Cuando el client e es capaz de desaf iar sus propias presuposiciones

aut omát icas de si algo es cont rolable o no, puede ocurrir un posicionamient o más cuidadoso, al cual puede

moverse el client e, para hacerse cargo o puede ret roceder y ret irarse de la sit uación. A veces, sin embargo,

la respuest a a la nueva pregunt a generada por si mismo, “ ¿Puedo cont rolar direct ament e los result ados que

deseo en est a sit uación?” será “ No lo sé” . Cuando es evident e para el client e que el result ado no es

cont rolable, se hace más f ácil t omar decisiones respect o a los planes de uno. Cuando la cont rolabilidad es

inciert a, el client e debe saber cómo resolver el problema: cómo ident if icar cuáles son las exigencias de la

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sit uación, qué soluciones pueden ser generadas (si hay alguna), y lo más import ant e, quiénes pueden act uar

como una f uent e compet ent e de inf ormación para desarrollar más y mej ores soluciones.

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9. Donde fallan los chips

Cada uno de los diversos modelos de la depresión sugiere un curso específ ico de la t erapia para los

individuos deprimidos, t ienen un punt o f ocal que puede ser ident if icado como predominant ement e o

exclusivament e int rapersonal o int erpersonal. Las dimensiones múlt iples de la experiencia que son una part e

inevit able de la paut a problemát ica (descrit as en el Capít ulo 3) dej an en claro que algunas de las

dimensiones del problema serán experiment adas en un grado máximo en los niveles int rapersonales,

mient ras que ot ras serán experiment adas en los niveles int erpersonales. En est e capít ulo, se discut irán

muchas de las paut as encont radas comúnment e en los individuos depresivos que se manif iest an en las

f ormas dest ruct ivas en que ellos se t rat an a si mismos. Como un marco general para la consideración de esas

dimensiones depresiógenas int rapersonales de la experiencia, puede considerarse a las paut as del client e

deprimido como f ormas rígidas y disf uncionales de manej ar los problemas relacionados con el cont rol. La

necesidad de t omar en cuent a los valores asociados con esas paut as, así como t ambién el problema principal

del cont rol, han sido discut idos previament e.

No es redundant e repet ir que el problema del l ocus de cont rol es cent ral en la est ruct ura de la

personalidad humana. En consecuencia, las dist orsiones o ambigüedades relacionadas con el cont rol

ocasionarán inevit ablement e dist orsiones o ambigüedades en ot ras dimensiones vit alment e import ant es de

la experiencia.

Es crít ico en el nivel de f uncionamient o de la persona cómo el individuo reconoce y ut iliza las

diversas dimensiones de si mismo. Esas dimensiones incluyen sus valores personales, poder personal, sent ido

de responsabilidad de la experiencia, expect at ivas, necesidades personales y mot ivaciones. Si un individuo

no manej a bien esas variables, cada una de ellas puede t ener un impact o muy negat ivo en el sent ido de

bienest ar de la persona. Esas variables han sido discut idas en un f orma general en punt os dif erent es de los

capít ulos previos, pero en est e capít ulo serán colocados en el cont ext o general de las est rat egias de

int ervención. Las met as generales cont inúan siendo 1) ident if icar cuál(es) paut a(s) específ ica(s) en cuál(es)

dimensión(es) de la experiencia parece(n) t ener el mayor impact o depresiógeno, y 2) suminist rar

experiencias est ruct uradas para que el client e int errumpa esas paut as, a la vez que simult áneament e se

f acilit a la posibilidad de adquirir un paut a nueva, más f uncional.

Ot ra variable que es signif icat iva en el génesis y mant ención de la depresión es un sent ido

dist orsionado de la responsabilidad personal. Est a paut a es discut ida ext ensament e en est e capít ulo.

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DISTORSIONES RELACIONADAS CON LA

RESPONSABILIDAD PERSONAL

El sent ido dist orsionado de la responsabilidad personal que es común ent re los individuos

deprimidos puede t omar muchas f ormas dif erent es. En general, la dist orsión implica una t endencia —que va

de media a ext rema— para asumir muy poca o demasiada responsabilidad por la experiencia.

El sent ido de responsabilidad de una persona es una derivación del sent ido de cont rol de aquella. Si

uno cree que t iene el cont rol de una sit uación, uno sient e conscient e o inconscient ement e la habilidad para

cont rolar los result ados de la sit uación. Implícit ament e, uno se asigna la responsabilidad de alcanzar ese

result ado. Por ot ro lado, si uno cree que no t iene ningún cont rol sobre la sit uación, uno no asume la

responsabilidad por sus result ados.

En el caso del individuo deprimido, se manif iest a un sent ido dist orsionado de la responsabilidad

personal en gran part e de cómo el individuo t rat a con el crédit o o la culpa de su experiencia. Aquel

individuo que coloca el peso de la responsabilidad de lo que le sucede en ot ros, ¿es un “ culpógeno”

ext rapunit ivo, o es simplement e una víct ima pasiva de las elecciones de ot ros? Aquel que se culpa por las

cosas que suceden y que no podrían haber sido manej adas en mej or f orma por nadie, ¿es un culposo

int rapunit ivo? Según como un individuo t rat e con la culpa y la responsabilidad, inf luencia direct ament e su

sent ido de culpa, las paut as de relación con ot ros, su sent ido de compet encia y la est imación de si mismo.

Las personas en f orma nat ural hacen at ribuciones de responsabilidad por sus experiencias

subj et ivas, t razando los orígenes de los event os t an pront o como aparece la pregunt a, “ ¿Por qué sucedió

est o?” La necesidad de comprender y explicar es un rasgo bien conocido de los seres humanos, y muchas

creencias virt ualment e arbit rarias que t ienen las personas respect o a los orígenes de las cosas, como el

universo y la personalidad humana son int ent os para f ormar at ribuciones creíbles. Es una t endencia básica

ident if icar si un f act or causal para una experiencia es int erno o ext erno; así, cuando la búsqueda es hecha

con un campo est recho de visión, las consecuencias pueden ser muy negat ivas, como ocurre con los

individuos deprimidos.

Las at ribuciones de responsabilidad y la culpa por las circunst ancias de uno son t emas claves que

deben ser considerados en la psicot erapia con el cl ient e deprimido. Más abaj o se describirán diversas

est rat egias que pueden ser usadas para clarif icar el reconocimient o que uno es y no es responsable, y donde

se encuent ra ent onces el crédit o o la culpa por los event os de la vida de uno. De est e modo, la culpa

excesiva o inapropiada puede ser reducida o eliminada, pueden mej orarse las paut as de relación con ot ros,

y la depresión puede calmarse.

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ESTRATEGIAS PARA TRATAR CON LAS PAUTAS DE

UN ESCASO SENTIDO DE RESPONSABILIDAD

Una de las f ormas de un sent ido dist orsionado de la responsabilidad se manif iest a en la f alt a de

asert ividad del client e respect o a sus sent imient os o deseos. El client e deprimido que se ve

consist ent ement e a si mismo como una víct ima de la insensibilidad de ot ros, quej ándose que los ot ros no

consideran sus sent imient os. Cuando est e es el caso, el client e posee clarament e un escaso sent ido de

responsabilidad respect o a los event os que ocurren en la relación. En f orma t ípica, la est imación de si

mismo es t an pobre que él t eme expresar sus sent imient os, hacer exigencias realist as, colocar límit es, o

incluso est ar en desacuerdo con ot ra persona sin el t emor que aquella se enoj e o lo abandone. La negación

de si mismo es la paut a principal en lo que ha sido apropiadament e descrit o por Sat ir (1972) como el est ilo

de personalidad “ apaciguadora” . El client e que opera de est e modo es probable que se f rust re y enoj e

mucho debido a que su rol pasivo, apaciguador, exige un servilismo silencioso. Sin embargo, la rabia no

puede ser expresada en f orma direct a, por mucho que se reconozca como indiscret o “ odiar la mano que t e

aliment a” . La t erapia en esos casos, al menos en part e, implica const ruir el reconocimient o que para que la

relación sea saludable, los sent imient os de cada persona deben ser reconocidos como igualment e válidos. La

negación de si mismo del individuo con un escaso sent ido de responsabilidad le impide lograr ese

reconocimient o en f orma independient e.

Negaci ón de si mi smo
Cuando el client e invalida sus propios sent imient os o deseos, no hay una base legít ima para

af irmarlos. Ese client e minimizará la import ancia de sus sent imient os, o niega su valía con af irmaciones

aut ocrít icas como “ No t engo derecho a sent irme en esa f orma. ” Est a es una af irmación realment e absurda,

debido a que ha perdido complet ament e el punt o: ¡La persona ya sient e en esa f orma! El cuest ionarse el

derecho a sent ir lo coloca a uno en una dirección que ret rasa o impide que uno enf rent e el sent imient o real.

El client e no t iene una j ust if icación adecuada para sus sent imient os, y en la búsqueda de t al j ust if icación se

deprime aun más.

D37
Auto-j ustificación

En esos casos, el clínico puede indicar al client e que j ust if ique t odo lo que hace. El aut or ha

denominado a est o la “ Aut o-j ust if icación” . Se le prescribe al client e que de al menos t res j ust if icaciones

para t odas las act ividades que desempeña. De est e modo, se requiere que el client e de t res razones de por

qué est á llevando esas ropas en part icular, por qué va en aut o al t rabaj o por ese camino en part icular, por

qué escogió esa comida en part icular para el almuerzo, et c. El gast o de energía ment al para int ent ar

j ust if icar lo que uno hace, pront o se t ransf orma en una carga pesada para la mayoría de los client es. Muy

import ant e, lo que el client e descubre es que cada una de las j ust if icaciones es esencialment e una

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racionalización para hacer lo que uno quiere y para sent ir lo que uno sient e. A medida que el client e

descubre que t odas las j ust if icaciones son explicaciones post eriores al hecho para hacer o sent ir lo que uno

desea, hay un f undament o para un reconocimient o más aut o-det erminado que “ el hecho que me sient a en

est a f orma es una j ust if icación suf icient e para hacer lo que deseo. ” Hacer una af irmación de esa clase no

implica dureza hacia los ot ros (como si un “ apaciguador” pudiera convert irse en duro de algún modo), sino

que implica una aut odet erminación y acept ación de si mismo que solament e puede f oment ar la est imación

de si mismo del deprimido.

D38
Invalidación de los propios sentimientos de uno

En ot ra est rat egia, puede indicársele al client e que af irme sus sent imient os, pero los ant eceda con

una apología. En esencia, se le dice al client e que diga, “ Disculpen, pero me sient o (bien, mal, enoj ado,

f eliz, et c. ) con lo que est oy haciendo. ” Al insert ar una apología negat iva, o excusa (“ Quizá no t engo el

derecho a sent ir de est a f orma) ant es de una af irmación de los sent imient os de uno, puede resalt arle al

client e lo absurdo de “ Invalidar los propios sent imient os de uno” cuando son t an det erminant es para

det erminar la calidad de experiencia de uno. La met a es cat alizar el reconocimient o que uno t iene derecho

a los propios sent imient os, y la habilidad de una calidad de vida elevada implica que uno elige si los expresa

o no, y cómo hacerlo.

Un aspect o del proceso de negación de si mismo implica los propios mot ivos y acciones de uno. La

t endencia en el client e deprimido es int erpret ar sus mot ivos y acciones en una f orma muy negat iva y

pat ológica, act uando así de acuerdo a una aut ocrít ica cruda y de la que no puede escaparse, que est á

cont inuament e disminuyendo su est imación de si mismo. La paut a es usualment e inconscient e, de modo que

el individuo no se da cuent a del host igamient o int erno -simplement e experiment a las consecuencias de los

sent imient os dañinos.

D39
Interpretaciones patológicas

Puede usarse una prescripción de sínt oma para amplif icar el percat arse de una paut a y const ruir un

resist encia para ef ect uarlo. La prescripción requiere que el client e genere t res “ Int erpret aciones

pat ológicas” para t odas sus acciones, part icularment e una neut ral t al como escoger una comida part icular

en el menú de un rest aurant e. Cuando el client e es presionado a hacer lo que ha est ado haciendo en f orma

espont ánea por largo t iempo, la paut a ya no es más una “ propiedad part icular” , sino una respuest a al

clínico. Est o allana el camino para la event ual disociación de la paut a de la experiencia común del suj et o.

D40
Interpretaciones saludables

La est rat egia inversa es una buena idea de seguimient o. Después que el client e se ha hecho un

adept o en int erpret aciones pat ológicas, puede indicársele que genere ahora “ Int erpret aciones saludables”

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posit ivas para sus sent imient os o acciones. En f orma t ípica, est o es experiment ado como una t area mucho

más dif ícil de llevar a cabo. La hist oria de int erpret aciones negat ivas del client e ha dist orsionado a menudo

sus percepciones, al punt o que las int erpret aciones posit ivas est é más allá de su rango de visión. Ocurre, sin

embargo, una curva de aprendizaj e, y a medida que las primeras int erpret aciones posit ivas ocurren

lent ament e, pront o sigue una aceleración y el client e est ará viendo más f undament os posit ivos para sus

sent imient os y acciones.

El clínico puede emplear la direct iva 17 como una est rat egia de seguimient o que combine a las dos

previas. Est a direct iva descrit a en el Capít ulo 7, hace que el client e genere t res int erpret aciones posit ivas y

t res negat ivas para sus acciones y sent imient os. En est e moment o en el t iempo, la “ Variedad de

int erpret aciones” es bien ej ecut ada por el client e, el cual descubre que el proceso de at ribuir mot ivos y

explicaciones a las acciones a menudo es arbit rario e improbable. Cuando el client e puede generar

explicaciones igualment e plausibles para unas circunst ancias que son posit ivas o negat ivas, descubre de

primera mano cuán arbit raria ha sido su hist oria pasada de concent rarse solament e en int erpret aciones

negat ivas. Además, el client e aprende experiencialment e que las explicaciones después del hecho son sólo

eso -después del hecho. La línea de ret aguardia es que la persona t omó la decisión para act uar en base a lo

que parecía ser la mej or opción en ese moment o.

D41
Las mej ores elecciones

El punt o precedent e es una que t oma en consideración el problema de la negación de si mismo y la

culpa, y es una af irmación en la cual creo genuinament e: El client e est á haciendo las “ Mej ores elecciones”

que t iene en un moment o dado, en base al rango personal de recursos y el grado de acceso a esos recursos

(Bandler y Grinder, 1979; Lankt on & Lankt on, 1983). El reencuadre ocurre cuando un “ error” se conviert e en

la “ mej or elección disponible. ” Cuando el client e puede acept ar la inevit abilidad de hacer elecciones que

event ualment e prueban que no son las mej ores, por cualquier razón, la acept ación de si mismo puede ser

más f ácil.

Per f ecci oni smo


La f alt a de habilidad para acept ar la inevit abil idad de hacer elecciones menos que perf ect as de

t iempo en t iempo es ot ro aspect o de la negación de si misma que est á enraizada en dist orsiones respect o a

la responsabilidad y el cont rol. Si el individuo cree que siempre debiera ser capaz de generar la respuest a o

result ado ideal en una sit uación dada, la creencia se conviert e en un f undament o para sent imient os

negat ivos que podrían int erf erir o rechazar dimensiones de uno mismo, que pueden hacerse peligrosos para

salud ment al de la persona. Esf orzarse por la perf ección es, por ciert o, una met a maravillosa, pero uno debe

t ener un claro sent ido de la f ront era que est á separando la realidad del idealismo. Específ icament e, ¿qué es

“ perf ección” ? ¿Es posible alcanzarla? ¿A qué se parece? ¿Cuáles son los crit erios para def inirla? ¿La capacidad

para alcanzarla est á baj o nuest ro cont rol direct o?

105
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A menudo el individuo se esf uerza por la perf ección como una f orma de evit ación de la crít ica o

como un medio para evit ar desilusiones con los ot ros signif icat ivos. En la primera sit uación, la dist orsión en

la responsabilidad es evident e cuando uno t eme comet er un error y ser visiblement e responsable por él. En

la segunda sit uación, el individuo est á int ent ando cont rolar a ot ros, int ent ando hacer que ellos reaccionen

con las reacciones posibles más f avorables.

D42
Metas perfeccionistas no realistas

Pueden const ruirse met áf oras t erapéut icas con el t ema de un individuo con “ met as perf eccionist as no

realist as” , que est á sint iéndose deprimido respect o a la incapacidad para alcanzarlas (sin darse cuent a que

no son realist as), y que después experiment a un cambio en la perspect iva de ellas que lo lleva a una f orma

más saludable de vivir. Est e t ema es ilust rado en la met áf ora siguient e:

Y puedo cont arle de una muj er que conocí que est á deprimiéndose más y más con el paso del t iempo. . . que

est aba sint iéndose realment e mal respect o a si misma y su vida. . . porque est aba sint iéndose muy sola y

aislada. . . había est ado casada. . . y describió su mat rimonio como sat isf act orio, pero no excit ant e. . . de modo

que abandonó a su esposo con el cual llevaba ocho años de mat rimonio. . . para encont rar a un hombre más

excit ant e para ella. . . un hombre más perf ect o. . . y eso f ue hace cinco años at rás. . . y creó una list a de

caract eríst icas que ella requeriría para su siguient e esposo. . . y su imagen de cómo sería ese hombre

perf ect o, su apariencia y acciones est aban muy claros para ella. . . y no se perdía cit as. . . conociendo a

muchos hombres. . . yendo a muchos event os sociales. . . y t erminando cada día que pasaba f rust rándose más

y más y deprimiéndose. . . est aba perdiendo la esperanza de encont rar al hombre perf ect o. . . quería que

f uera el hombre perf ect o. . . y era un anhelo perf ect o aguardar por el hombre perf ect o. . aunque se est aba

deprimiendo más y más por el simple hecho de esperar. . . y un día est aba quej ándose con una amiga

respect o al hombre menos que perf ect o que había conocido, y su amiga la escuchó pacient ement e durant e

un rat o, pero ella est aba enf adándose más y más con las quej as de su amiga y f inalment e explot ó. . . y

denunció agriament e la list a de ella. . . y su int olerancia para t odo lo que no f uera perf ect o. . . y su met a no

realist a de encont rar la perf ección cuando t al cosa no exist e en los humanos. . . y cómo ella había est ado t an

egoíst ament e absort a en sus propias imágenes de perf ección que se había perdido la oport unidad de ser

realment e amada por alguien que f uera dif erent e a su imagen ideal. . . no mej or, no peor, sólo dif erent e. . . y

de pront o le pareció a est a muj er que su list a era t ot alment e innecesaria. . . que un ser humano amant e,

cariñoso, podía ser de muchas f ormas dist int as. . . y el est adillo de rabia de su amiga la choqueó un poco,

pero la colocó en un marco ment al mucho más acept ant e y realist a. . . y no creo que haya sido una

coincidencia que haya encont rado al hombre del cual enamorarse no mucho después de esa int eracción. . . y

est á muy f elizment e casada ahora. . . y describe a su esposo como “ perf ect ament e imperf ect o. . . ” y est á muy

f eliz con respect o a eso. . .

Est a met áf ora hace j uego con la insat isf acción general que precede a una necesidad no realist a de

perf ección, la f ut ilidad y los aspect os depresivos de esf orzarse t ercament e por la perf ección, y la necesidad

de abrirse a ot ras f ormas de acercarse a los problemas que pueda f acilit ar la resolución. En est e caso, la

amiga conf ront adora empuj ó la solución en el percat arse de la muj er, ayudándola a descubrir que ot ras

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f ormas dist int as a los ideales subj et ivos puede ser igualment e la t area a mano. Doblegar las expect aciones

rígidas de perf eccionismo para f oment ar mayor acept ación es una dimensión muy import ant e para f acilit ar

f lexibilidad en la vida de uno. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 1 del Apéndice

B. )

D43
Nunca ofenda a los espíritus

Ot ra met áf ora que reencuadra el perf eccionismo como algo menos que deseable, f ue una

cont ribución de un asociado del aut or, David L. Higgins, M. A. La met áf ora describe cómo “ Nunca of ender a

los espírit us. ”

Hace mucho t iempo, un grupo part icular de indios eran muy hábiles en la const rucción de alf arería muy

elaborada y en el t ej ido de bellas alf ombras y las f abricaban con muchos propósit os. . . mot ivados, al

parecer, para unirse con. . . y ref lej ar. . . la belleza y gracia de su mundo. . . algunas piezas eran decoradas con

símbolos del dios que había pasado de una generación a ot ra, ot ras con indicaciones de lo que habían vist o

en la nat uraleza. . . siempre creado y det allado con cuidado y apreciación por el proceso. . . con una

inspiración que se expandía desde el int erior. . . armonizando lo pert enecient e al individuo y su ambient e. . .

colores brillant es y suaves. . . puros y básicos. . siempre ext raídos de la t ierra baj o sus pies o del mundo

dent ro de su campo visual. . . t ext uras ondulant es y líneas t razadas con una espont aneidad cont rolada. . . y

cada hebra era llevada de un lado a ot ro. . . con cada movimient o sut il de sus manos j unt o al cuerpo. . .

nuevas f ormas desarrollándose a part ir de las ant eriores. . . a t ravés de la delicada manipulación de los

mat eriales crudos. . . mat eriales crudos provenient es de muchas f uent es. . . recursos muy f amiliares. . . quizá

una imagen a part ir de la cual evolucionar, pero siempre sorprendent e en la f orma. . . lo inesperado. . . lo út il

y apreciado. . . Y ust ed podría est ar int eresado en saber que en ese mundo sol ament e l os espír i t us podían ser

per f ect os. . . y los espírit us est arían muy of endidos si algún mort al lograra la perf ección en alguna f orma. . .
incluso por accident e. . . y a cada alf ombra. . . a cada pieza f abricada. . . a cada pieza de alf arería. . . le daban

una línea rara o una marca rara o un color ext raño. . . un desvío del i ber ado. . . de la perf ección de la paut a

desarrollada. . . un error út il. . . colocado cuidadosament e por el art ist a. . . para evit ar of ender a los

espírit us. . . y hay una cosa muy import ant e que me gust aría que ust ed hiciera. . . solament e para ust ed. . .

hast a que nos encont remos de nuevo. . . que est é perf ect ament e seguro. . . de no of ender a los espírit us. . .

D44
Sea perfecto

En ot ra est rat egia para t rat ar con el perf eccionismo, puede dársele al client e la prescripción

paradoj al para “ Ser perf ect o” en t odas las dimensiones de su vida. Puede indicársele que haga t odas las

cosas perf ect ament e, sin que se permit a ninguna imperf ección. De est e modo, se le indica al client e que se

duche perf ect ament e, se vist a perf ect ament e, mant enga una post ura perf ect a, respire perf ect ament e,

coma y beba perf ect ament e, et c. Se exige perf ección en aquellas cosas que lit eralment e no pueden ser

hechas perf ect ament e. ¿Qué crit erios obj et ivos exist en para def inir “ ducharse perf ect ament e” , por

ej emplo? Prescribirle al client e que lleve a cabo esas t areas mundanas dent ro de una at mósf era de

perf eccionismo puede movilizar sus sent imient os de est ar at rapado en una sit uación imposible -una sit uación

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que es perf ect ament e paralela a la t rampa en la cual se coloca a si mismo, en un área igualment e arbit raria

como ducharse. Usados en f orma posit iva, la f rust ración y el resent imient o del client e pueden ser los

cat alizadores perf ect os para que él redef ina la “ perf ección” en un modo más realist a y aut o-dirigido. Una

razón muy import ant e para redef inir la perf ección y su adecuación es que muy a menudo el concept o

original de perf ección del client e ni siquiera es suyo. Por el cont rario, es la int erpret ación y reacción del

individuo a las expect at ivas de alguien que t iene poder (v. g. , un ot ro signif icat ivo) en su vida. (Est a

direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 1 del Apéndice B. )

D45
Cometa errores deliberados

Ot ra prescripción podría implicar que el client e planeara y ej ecut ara deliberadament e un número

de errores cada día. Est a direct iva part icular f ue descrit a por Wat zlawick (1978, p. 136-137) y es

est ruct uralment e un t area paradoj al. Se le dice al client e que debe comet er un número de errores cada día,

deliberadament e planeados y llevados a cabo. Puede indicársele que doble en la dirección equivocada en la

carret era, llegue a la hora equivocada a una reunión, lleve ropa int erior equivocada, y ot ras t areas erróneas

no dañinas, como ej emplos de área en los cuales “ Comet er errores deliberados” . Se crea un ef ect o de doble

vínculo cuando el clínico requiere que el error sea hecho con “ perf ección” . Si el client e cumple y comet e

errores, ha comet ido un error. Si el client e comet e el error de no comet er errores, ha comet ido un error. Ya

que los errores son hechos de acuerdo a las direct ivas del clínico, el client e no necesit a sent irse responsable

por ellos. Est o le da la oport unidad al client e para que descubra a t ravés de la experiencia direct a que

comet er errores no lleva al f in de la civilización ni causa ninguna consecuencia horrorosa que pueda ser muy

t emida. El movimient o en la dirección de la acept ación de la propia humanidad de uno, puede ser,

ent onces, posible, v. g. , la inevit abilidad de comet er errores. En el est ilo int rapunit ivo de muchos client es

deprimidos, el cast igo a si mismo que acompaña a los errores es peor que las reacciones de ot ros y est á

relacionado con la culpa y los problemas de aut oest ima. Est a est rat egia puede ayudar mucho a f acilit ar la

acept ación de si mismo y aprender a comet er errores al hacer cosas, en lugar de ser cast igado por ellos.

(Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 1 del Apéndice B. )

D46
Redefina el perfeccionismo

También puede ser út il una est rat egia de reencuadre para t rat ar los problemas del perf eccionismo

y una est imación de si mismo empobrecida. El perf eccionismo ha sido mant enido como un ideal en la ment e

del client e, una met a muy deseable que se sido sost enida sin crít ica. Cuando se aplica el reencuadre para

“ Redef inir el perf eccionismo” como algo negat ivo, puede reducirse la int ensidad del impulso para la

perf ección. Bandler y Grinder (1979, p. 171-172) descri bieron un proceso similar en el ej emplo de Carl

Whit aker t rabaj ando con un hombre que admit e t rist ement e que “ No soy el esposo perf ect o. ” La respuest a

de Whit aker f ue “ ¡Gracias a Dios! , qué alivio. Han venido ya est a semana t res maridos perf ect os y son t an

aburridos. ” En est e ej emplo, “ perf ect o” es reencuadrado como “ aburrido” . Reencuadrar “ perf ect o” como

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indeseable en alguna f orma, puede cat alizar la redef inición de la nat uraleza de la perf ección y movilizar al

client e en la dirección de no solament e t olerar su humanidad y sus def ect os inherent es, sino que realment e

apreciarlos.

El reencuadre a t ravés de la met áf ora es posible cuando la met a para ser perf eccionist a es

reconsiderada. En un caso descrit o por primera vez en un art ículo sobre la anorexia nervosa (Yapko, 1986),

est e acercamient o f ue usado con un hombre anoréxico que est aba est udiando medicina en la universidad. Se

le dij o que ot ra client e mía, una at ract iva muj er casada, que report aba ser incapaz de experiment ar

orgasmo con su esposo. Como result ado de eso, ella se sent ía f rust rada consigo misma, con su esposo y con

el mat rimonio. En part e, la met áf ora f ue relat ada como sigue:

Al describir su mat rimonio, ella coment o cómo él era “ el hombre perf ect o” , el que nunca t enía un cabello

f uera de lugar, se vest ía impecablement e, siempre diciendo y haciendo t odo con la ef iciencia de un robot ,

incluido cuando le hacía el amor. . . y ella me dij o que cuando él se desvest ía para ir a la cama ella casi

esperaba ver una gran “ S” de “ Superhombre” en su pecho. . . y se resent ía con la f orma perf ect a en que él

hacía las cosas. . . y me dij o que ella est aba “ muriéndose porque el comet iera un error y f uera humano” , de

modo que ella pudiera sent irlo. . . (Yapko, 1986, p. 229)

Al describir una experiencia aparent ement e no relacionada, de una muj er con problemas sexuales,

a un hombre con anorexia, se sugiere el reencuadre del perf eccionismo como algo indeseable, así como

t ambién la necesidad de ser sensible y est ar conscient e de la relación con la parej a de uno. Est o est imula

indirect ament e al client e para que se “ despreocupe de si mismo” por un rat o para aprender más respect o a

las necesidades de ot ros y cómo t rat arlas const ruct ivament e como una part e del proceso de desarrollo

personal.

Al aprender más respect o a las necesidades y las realidades de ot ros, el client e puede saber en una

f orma más equilibrada que la vida no es perf ect a y que lo “ imperf ect o” puede ser reencuadrado como

simpát ico y valioso. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 2 del Apéndice B. )

Cul pa
Al comienzo de est e capít ulo se discut ió la relación ent re las paut as de la culpa y las paut as de la

responsabilidad. En el caso del individuo con un escaso sent ido de responsabilidad en part icular, la

t endencia es que la persona act úe como un “ acusador” (Sat ir, 1972). El acusador es aquel que rápidament e

at ribuye errores a alguien o a t odos los demás en la proximidad de la ocurrencia de algo. Básicament e,

cualquier cosa que ocurra y que el individuo sient a como algo errado, es product o de def iciencias de los

ot ros (v. g. , ignorancia, insensibilidad, f alt a de planeamient o, et c. ). Debiera ser muy evident e cómo est á

operando la ment alidad de “ víct ima” en esas personas, dándoles la perspect iva que deben suf rir las

consecuencias de la f alt a de habilidad de ot ros. Est ar en una posición de ser capaz de acusar a ot ros

presupone una f alt a de responsabilidad percibida, por lo cual se la incluye en est a sección de las paut as de

un escaso sent ido de responsabilidad.

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D47
Culpe a otros

Puede usarse una est rat egia de prescripción de sínt omas para f acilit ar el percat arse de la t endencia

de culpar a los ot ros o las circunst ancias en un grado no realist a e inj ust o, alienando a los ot ros a la vez que

se mant iene una disposición ment al de víct ima. Puede indicársele al client e que “ Culpe a ot ros”

const ant ement e. Más que arriesgarse en cualquier event o de la vida social que pudiera t ener el individuo, se

le indica que “ los culpe en voz alt a” durant e períodos de t iempo (inconvenient es) cuando no haya nadie a su

alrededor. Al t ener una “ hora de la culpa” , se est imula al client e a “ crit icar t odo y a t odos por no hacer las

cosas en la f orma correct a, la cual es su f orma. ” Mient ras va conduciendo en la carret era, el client e puede

acusar a los ot ros por ser t an est úpidos por t ener un aut o con un color dif erent e, culpar a la ciudad por

permit ir const ruir edif icios, culpar a la nat uraleza por colocar árboles o colinas en lugares part iculares, et c.

Cualquier comport amient o host il o acusador del client e puede convert irse en una caricat ura después que

sigue est a direct iva durant e un período de t iempo. Además, se const ruye una nueva poderosa asociación

ent re el problema de la culpa, es decir, rápidament e puede volverse muy absurdo si uno es unidimensional

al adscribir culpa. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 3 del Apéndice B. )

D48
Fomento de culpar a otros

En una sesión de j uego de roles que act úe la est rat egia previa en la esf era de la int eracción con el

clínico, t ambién puede ser út il la prescripción de culpar en exceso. En un ej emplo de est a paut a, une muj er

de 57 años, seriament e deprimida, que había suf rido recient ement e el f allecimient o de quien f ue su esposo

durant e 35 años, solicit ó por si misma ser t rat ada por el aut or. Desde la muert e de él, ella no había dej ado

su hogar, at errorizada de emerger como un adult o independient e. Había est ado casada con el “ esposo

perf ect o que cuidaba complet ament e de mí. ” Nunca le había colocado gasolina a su aut omóvil, nunca había

hecho un depósit o en el banco, nunca había hecho alguna de las diligencias que la mayoría de las personas

hacen en f orma rut inaria. La muert e de su esposo excesivament e responsable la dej ó t ot alment e incapaz

para manej ar su propia vida en una f orma independient e —él, en ef ect o, la había arruinado con su bondad.

En una primera f ase del t rat amient o, la client e f ue est imulada para que le expresara direct ament e

sus resent imient os hacia la muert e de él, como si él est uviera sent ado en la silla opuest a a ella, y lo culpara

muy amargament e por haberse muert o. Ella lo hizo, con mucha emoción. En medio de las acusaciones hacia

él, ella cayó en cuent a que “ probablement e no era su idea morir. . . ” El “ f oment o de culpar a ot ros” le

permit ió a ella dej ar las acusaciones y comenzar a t rabaj ar con ella misma para adquirir las habilidades

necesarias para vivir la vida en una f orma compet ent e. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en

el Caso 3 del Apéndice B. )

D49
. . . Negándose a si mismo

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En una est rat egia para cat alizar la acept ación de la responsabilidad de las acciones de uno,

denominada “ Negándose a si mismo” , puede pedírsel e al client e que const ruya una list a de logros o

experiencias personales, sean buenas o malas. Se le indica después que niegue t odo lo que t iene que ver con

ellas. Por ej emplo, el client e puede negar que t enga padres, negar que haya nacido, negar que f ue un niño,

et c. Debido a que es una est rat egia “ pesada” , da una oport unidad al client e para que se vea a si mismo en

una f orma muy dist int a a su perspect iva usual.

D50
Todas las excusas

En una variación de la est rat egia ant erior, puede inst ruirse al client e que lleve a cabo en f orma

errónea comport amient os asignados, que después of rezca cualquiera y “ Todas las excusas” posibles para el

result ado de esos comport amient os. La imagen es una caricat ura de la f alt a de responsabilidad, similar a la

clase de int ercambio que ocurre en la viej a comedia de los Smot her s Br ot her s. Tom Smot hers comet ía un

error disparat ado en la música o el cant o, y el hermano Dick det enía la canción para acosarlo

delicadament e. Tom of recía excusas errát icas, incluyendo “ ¡Bien, la luz est aba mala, y t engo un padrast ro,

y el almuerzo no est uvo muy bueno, y además. . . . a mamá siempre le gust ast e más t ú! ” La despreocupación

de una int eracción de ese t ipo puede hacer resalt ar el est ilo acusador y sus limit aciones unidimensionales.

(Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 3 del Apéndice B. )

Al ej ami ent o
Uno de los sínt omas más comunes que manif iest a al guien cuando est á at rapado en la depresión es

el alej amient o del cont act o con ot ros. La t endencia a aislarse es un alej amient o social, y el ef ect o

inf ort unado f orma part e, inadvert idament e, de la depresión. El individuo deprimido dej a de ir a lugares,

dej a de hacer cosas, dej a de ver a los amigos, dej a de responder a la puert a o el t eléf ono, y poco a poco

t ermina sola con los mismos pensamient os y sent imient os depresivos dando vuelt as una y ot ra vez en su

int erior. Con poco o ningún est ímulo como result ado del aislamient o, t oda la carga de la recuperación est á

colocada en el client e. En f orma realist a, la carga est á siempre sobre el client e; sin embargo, el clínico y

ot ros cont act os int erpersonales pueden, por ciert o, act uar como cat alizadores ef ect ivos en el proceso de

recuperación. La f acilit ación de más y mej ores cont act os sociales con ot ros es el f oco principal del Capít ulo

11; es suf icient e decir aquí que hay algunas direct ivas que pueden ser usadas para est ar act ivo e involucrado

en la vida, como opuest o a est ar pasivo y alej ado en la depresión.

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D51
Haga cosas que disfrute

Los acercamient os recreat ivos que alient an al client e depresivo a “ Hacer cosas que disf rut e” son

prescripciones conduct uales que lo llevan a descubrir aspect os import ant es respect o a la f orma en que

est án manej ando su t iempo y los niveles de est rés. En unos de esos acercamient os de t erapia recreat iva, se

le indica al client e a hacer una list a del máximo de cosas que puede pensar como divert idas -cosas que se

disf rut en al hacerlas. Idealment e, la list a puede cont ener 20 o 30 ít ems, t ales como escalar, nadar, escuchar

música, leer un libro, et c. El client e puede codif icar cada ít em de acuerdo a cuáles cosas pueden ser hechas

en f orma espont ánea y cuáles requieren planeamient o, cuáles pueden ser hechas est ando a solas y cuáles

con ot ros. También puede solicit ársele que indique cuándo f ue la últ ima vez que realizó esa act ividad. Los

client es en f orma t ípica descubren que no han hecho durant e largo t iempo las cosas que disf rut an. Ese darse

cuent a coloca de relieve el punt o que “ si ust ed no hace las cosas que disf rut o haciéndolas, ¿cómo puede

esperar sent irse mej or?” El client e con escaso sent ido de responsabilidad que se alej a y responde

pasivament e a las oport unidades de la vida se mant iene en una posición de desamparo. Las act ividades

recreat ivas movilizaban la energía posit iva, exigiendo compromiso, reducen los ef ect os del est rés, y le dan

dominio a la persona sobre su propio t iempo. Además, cuando un individuo est á deprimido y

experiment ando anhedonía y apat ía, t ener una list a concret a de cosas para hacer puede prevenir las

pregunt as “ ¿qué hay para hacer?” , que parecen inevit ables. El client e descubre un cont rol de si mismo y

una f orma posible de “ salirse de uno mismo” (salir del t ípico f oco int erno depresivo), un cambio que es un

denominador común de muchos remedios de sent ido común para la depresión (v. g. , “ Of rézcase como

volunt ario en un hospit al” , “ Vaya a clases” , “ Desarrolle un nuevo pasat iempo” y t odos los mensaj es

similares de “ muévase” ). (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 1 del Apéndice B. )

D52
Ej ercicio físico

Con los reconocidos benef icios de la act ividad en general, los benef icios son aun mayores cuando la

act ividad es de nat uraleza f ísica. El “ Ej ercicio f ísico” es part icularment e ef ect ivo con esos client es que no

han prest ado mucha at ención previament e a las dimensiones f isiológicas de la experiencia, y es un

reencuadre út il del cuerpo de aquellos que han t enido molest ias somát icas vagas; el ej ercicio puede ser un

medio valioso para mej orar la imagen de si mismo y cat alizar la recuperación de la depresión. Las direct ivas

para unirse a un gimnasio o est ablecer un programa de ej ercicio f ísico adecuado a las propias pref erencias

de uno, est imula al client e a est ar más act ivo, a redef inir la relación con su cuerpo, y sent irse f ísicament e

f uert e como una met áf ora para const ruir f ort alezas int ernas. Los diversos benef icios f ísicos y psicológicos

del ej ercicio est án bien document ados, y alent ar al cl ient e deprimido a que ej ecut e esas paut as saludables

puede ser considerado como una part e de rut ina del t rat amient o. Es dif ícil sent irse emocionalment e mal

cuando uno est á sint iéndose f ísicament e bien, y lo inverso t ambién es ciert o. Las personas con dolor, por

ej emplo, es dif ícil que est én j oviales.

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D53
. . . Ej ecución simbólica

El ej ercicio y la “ Ej ecución simbólica” podrían ser ot ros medios para lograr una met a similar. Milt on

Erickson hacía con f recuencia que aquellos con los cuales t rabaj aba escalaran el Squaw Peak en Phoenix.

Una escalada moderadament e dif ícil, los senderos que crean la ilusión que uno est á casi en la cumbre

solament e para descubrir ot ra curva que hay que seguir un poco más adelant e, que mant iene el int erés de

uno en la act ividad. Erickson describía la direct iva de escalar el Sqaw Peak como un met áf ora para el

problema y la t erapia: escalar (luchar) la bat alla cuest a arriba de la exist encia día a día, seguida de una

oport unidad para llegar “ a la cima de las cosas” y “ ver el mundo desde una perspect iva dif erent e. ”

Siguiendo la est rat egia de Erickson, ocasionalment e el aut or indicará al client e que escale una senda

part icular en las mont añas al est e de San Diego. El camino es de f ácil a moderado, si uno t iene una

razonablement e buena salud, y su nombre capt ura la imaginación de la mayoría de las personas: El camino

de la primavera de las azaleas. Una persona podría imaginar f lores bellas, praderas y arroyos alrededor de

ella durant e el viaj e. Una persona podría imaginar t ales cosas, pero de hecho las f lores y las praderas son

muy escasas, y la única primavera alrededor es el suelo, con una señal sobre un barril que got ea un poco de

agua. Para los client es que t ienden a exagerar las experiencias, est e viaj e es una met áf ora perf ect a para

ent regar el mensaj e, “ Responda a la realidad, no a sus expect at ivas exageradas. ” Est e t ipo de mensaj e,

además de las exigencias f ísicas y el compromiso que requiere escalar, pueden movilizar algunos

pensamient os y sent imient os muy út iles que pueden usarse post eriorment e en la t erapia.

ESTRATEGIAS PARA TRATAR CON LAS PAUTAS DE UN

EXCESIVO SENTIDO DE RESPONSABILIDAD

En el caso del individuo excesivament e responsable, la persona ha creado la ilusión disf uncional de

la responsabilidad personal por muchas o por t odas las cosas que suceden a su alrededor. El t rat amient o de

esos individuos muy responsables puede ser más f ácil, en muchas f ormas, que el t rat amient o de aquellos con

un escaso sent ido de responsabilidad por si mismos. Diciéndolo en f orma simple, un individuo excesivament e

responsable asume rápidament e la culpa por las cosas que est án mal, est á predispuest o a hacerse cargo de

los sent imient os de ot ros en un grado a menudo ext raordinariament e dest ruct ivo de si mismo, y es probable

que se haga part e de enredos de los cuales no debiera ser part e.

Si un individuo es socializado para creer que es cent ral para lo que ot ros hagan subsecuent ement e,

esa persona llega a creer que es un gat illo para los sucesos. Por ciert o est o puede suceder en un ambient e

f amiliar donde se les ot orga mucho poder a los niños en las int eracciones f amiliares. A menudo sorprende en

las ent revist as a padres, el hecho que han t omado las decisiones personales más serias (t ales como

t rasladarse o volver a casarse) únicament e basados en los crit erios de los niños. En cualquier event o, las

int eracciones dist orsionadas pueden llevar a la persona a creer que ella es el f act or subyacent e en las

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decisiones o sucesos que, de hecho, no habrían sido o no debieran haber sido una f unción de las elecciones

de esa persona.

Es inf ort unado que el exceso de responsabilidad se promueva a menudo en los individuos a t ravés

de su part icipación en diversos grupos de desarrollo personal denominados de “ aument o de conciencia” .

Algunos de esos grupos promueven la f ilosof ía que “ t odo lo que sucede a su alrededor es un ref lej o de ust ed;

ust ed ha creado y creará t odas sus circunst ancias. ” Esos grupos hacen que los part icipant es int ernalicen la

creencia que “ ust ed es responsable, direct a o indirect ament e, de t odo lo que suceda en su vida. ” Muchas

personas se hacen excesivament e responsables a medida que asumen la responsabilidad por cosas de las

cuales no son ni pueden hacerse responsables. El result ado es una gran culpa inapropiada y ambigüedad

respect o a los concept os y realidades de la responsabilidad (Hockenst ein, 1986).

La dif erenciación de lo que uno es responsable y de lo que no lo es, puede ser una habilidad t an

dif ícil de desarrollar como la ident if icación clara del f act or de cont rolabilidad. Considere a las prof esiones

de la salud ment al en general. Dada la f ormación especializada en los principios del comport amient o

humano y (t eóricament e) el amplio grado de insight de los psicot erapeut as al t ener muchas oport unidades

para aprender de sus client es y colegas respect o a qué f unciona y qué no f unciona para vivir la ida, ¿por qué

los prof esionales de la “ salud ment al” son t an poco saludables? Los prof esionales de la salud ment al son

not oriament e pobres para evit ar el exceso de responsabilidad (v. g. , exceso de compromiso) en sus

relaciones con sus client es. El result ado incluye una elevada t asa de depresión, suicidio y abuso de

sust ancias dent ro de la prof esión (Laliot y Grayson, 1985). Los t erapeut as que dan dinero a sus client es, les

dan un lugar donde quedarse, los ven a horas y lugares ext raños, y andan “ arriba” cuando los client es est án

arriba, y andan “ baj oneados” cuando sus client es andan mal, est án dando claras señales de un exceso de

responsabilidad. ¿La razón? Esas personas dan cuidados a ot ros sin est ablecer un límit e superior a su

compromiso, dando más y más de su propia energía. El compromiso emocional nubla el j uicio y los límit es de

la responsabilidad. Es f ácil comprender cuán dif ícil puede ser resolver los problemas de una responsabilidad

excesiva en el client e promedio, cuando incluso los prof esionales de la salud ment al no est án claros al

respect o. (Podría ser út il agregar a los programas de ent renamient o clínico una o t res conf erencias de

“ cómo permanecer sano en una prof esión insana. ” ) La t erapia con los individuos excesivament e

responsables implica disponer un ambient e en donde el client e descubra experiencialment e los límit es de su

responsabilidad.

Al igual que la f alt a de responsabilidad subyace en la dimensión de la víct ima en las relaciones

int erpersonales, el exceso de responsabilidad t ambién subyace muy dramát icament e en el cont ext o de las

relaciones con ot ros. Est o será discut ido ext ensament e en el Capít ulo 11. En el rest o de est a sección, el f oco

est á en la relación ent re una paut a de responsabilidad excesiva y ot ras dimensiones de la experiencia

int rapersonal.

Cul pa, cul par se a si mi smo


Resolver la ambigüedad respect o a lo que uno es y no es responsable, es una part e vit al de

t rat amient o de la depresión. Uno de los crit erios diagnóst icos principales de la depresión implica est a

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dimensión de la experiencia, es decir, el sínt oma de la culpa excesiva o inapropiada. ¿No presupone

responsabilidad la culpa? En ot ras palabras, ¿uno se sent iría culpable si no se sint iera t ambién responsable?

Es aparent e, en base al t rabaj o con muchos indivi duos con escaso sent ido de responsabilidad y ot ros

excesivament e responsables, que cuando la línea que indica cómo dist ribuir la responsabilidad en una

relación (con ot ros o con uno mismo) no est á clarament e delimit ada, pront o aparece la depresión.

Considere el caso de una muj er de 26 años que buscó t erapia por depresión. Chris aun vivía en su

casa con dos padres muy exigent es, mient ras asist ía a la escuela de graduados. Nunca había int ent ando irse

de la casa, y cualquier ref erencia casual a mudarse para conseguir un t rabaj o o est ablecerse en f orma

independient e, obt enían rabia o un silencio insensible como respuest a de sus padres. Chris sabía lo que

quería hacer y lo que event ualment e necesit aría hacer para ayudarse a si misma, pero no lo hacía debido a

una culpa paralizant e. Quería irse de la casa de sus padres y vivir en f orma independient e, pero t emía que

“ eso mat ará a mis padres. ” ¿Por qué ella sume la responsabilidad por el desalient o que hacían los padres de

un sent ido de aut onomía en ella?

D54
Responsable de un fracaso

En el caso de Chris, se usaron una serie de met áf oras en el cont ext o de sesiones hipnót icas con la

met a de promover un percat arse de lo inapropiado de hacerse responsable por las reacciones de sus padres.

El t ema de las met áf oras implicaban a alguien o alguien siendo conscient e y “ Responsable de un f racaso” ,

de modo que los ot ros hubieran perdido o perderían poder debido a su posición pasiva. Est e t ema es

evident e en el siguient e ej emplo de ese t ipo de met áf oras:

El mundo nat ural es disf rut ado por casi t odo el mundo. . . a las personas les gust a la belleza y diversidad de

los animales, por ej emplo. . . pero las personas no se dan cuent a que los animales de t odas f ormas, t amaños,

colores y t emperament os, t ienen que enf rent ar ciert as realidades. . . igual como lo t ienen que hacer las

personas. . . las f amilias de los animales en muchas f ormas no son dif erent es a las f amilias humanas. . . el

est ablecimient o de un t errit orio en el cual vivir y que sea t ot alment e propio. . . la unión de una f amilia. . . la

ant icipación y f inalment e la llegada de un vást ago o dos. . . los padres orgullosos. . . los padres prot ect ores. . .

y el amor t oma muchas f ormas dist int as en el reino animal. . . Considere a los osos como un ej emplo de reino

animal. . . una madre y sus oseznos son inseparables en sus primeras semanas y meses de vida. . . si ust ed

realment e quiere enoj ar a una oso. . . acérquese a sus oseznos. . . los prot ege con f iereza. . . mient ras les

enseña a cazar su aliment o. . . cómo sobrevivir en la f lorest a. . . cómo vivir. . . y cómo crecer. . . y los oseznos

t ienen t iempo para j ugar y ser j óvenes. . . pero t ambién conocen la seriedad de lo que deben aprender. . .

para event ualment e ser por si mismos. . . y ent onces un día, la madre subirá a sus oseznos a un árbol. . . y

después los abandonará. . . los dej a a su propia suert e. . . para que vivan por si mismos. . . para crecer y

cambiar y aprender a medida que vivan. . . y una part e enorme de la responsabilidad de ella. . . es alcanzar el

punt o en que ya no t enga más que ser responsable por ot ros. . . sus vidas y la suya propia. . . y ella sabe que

no puede vivir por ellos por mucho que los cuide. . . y puede parecer f ría e insensible en apariencia. . .

especialment e cuando uno ve los int ent os desesperados de los oseznos llamando a su madre. . . pero ella

t iene más sabiduría. . . una perspect iva más amplia. . . y un sent ido int uit ivo que cada vida es valiosa en lo

que est á obligada a hacer. . . y lo que parece cruel en un nivel. . es realment e el regalo más grande de t odos

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en ot ro nivel, el más import ant e. . . y no conozco ej emplos regist rados de una madre oso insegura impidiendo

que sus oseznos se hagan independient es. . .

Si el client e t iene problemas respect o al abandono, est á sint iéndose descuidada por ot ros, o

asumiendo mucha responsabilidad por los sent imient os de ot ros, la met áf ora ant erior puede ser út il, y

pueden const ruirse ot ras con un t ema similar.

La culpa y las acusaciones a si mismo est án est rechament e relacionadas. Donde el individuo con

escaso sent ido de responsabilidad t iende a ser un culpógeno (ext rapunit ivo), el individuo excesivament e

responsable t iende a ser un márt ir e int rapunit ivo. La int ensidad de las acusaciones a si mismo puede ser t an

grande que se conviert en en el punt o f ocal de la energía ment al de la persona, impidiendo el percat arse de

ot ras int erpret aciones o perspect ivas. La culpa puede ser un agent e prof undament e increíble de parálisis en

la vida del individuo, y la int errupción de la t endencia a culparse en la persona excesivament e responsable

es una met a clave en el t rat amient o.

D55
Desconectando el botón de la culpa

Una est rat egia para despersonalizar el t ema de la responsabilidad implica indicar al client e que

seleccione aquellos art ículos en el diario que describen algunos desast res en alguna part e. Los art ículos que

describen desast res nat urales como t erremot os, huracanes o inundaciones son especialment e adecuados, así

como t ambién aquellos art ículos que describen ot ras cat ást rof es como accident e de aviones,

descarrilamient o de t renes, derrame de pet róleo, et c. Se le indica al client e que explique en voz alt a (a si

mismo o a ot ra persona, quizá el clínico) cómo él f ue responsable de la ocurrencia de esos event os. La

explicación debe t ener mucha credibilidad a medida que la persona se esf uerza por ser convincent e, y

cuando el client e puede hacerlo, puede est ar más que un poco sorprendido de lo f ácil que puede ser

evocada la culpa. La habilidad para experiment ar culpa en ausencia de un event o con el cual uno est á

remot ament e relacionado es a menudo un poderoso int errupt or del sent ido de responsabilidad de la

persona. El individuo aprende experiencialment e que hay, en esencia, un “ bot ón de la culpa” que f unciona

muy ef icient ement e, aunque hay un claro reconocimient o que la culpa no debiera est ar present e.

Previament e, en los event os de la vida, el client e puede haber sido incapaz de reconocer lo inapropiado de

la culpa, debido a que siempre ha encont rado una f orma para est ar conect ado con la sit uación

problemát ica. Si no hay una conexión, ni siquiera una remot a, la culpa inapropiada es más f ácilment e

disociada, y de est e modo se hace más f ácil “ desconect ar el bot ón de la culpa. ”

D56
Culpa por todas las épocas

Para eliminar la personalización por la responsabilidad ext remada, uno puede indicar al client e que

arguya responsabilidad por los sucesos que han ocurrido ¡ant es que él naciera! El aut or denomina a est a

est rat egia “ Culpa por t odas las épocas. ” Por ej emplo, con un miembro inapropiadament e culposo de una

parej a que pedía t rat amient o, el aut or le indicó a la esposa excesivament e responsable que hiciera una list a

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de 10 event os hist óricos negat ivos signif icat ivos que ocurrieron ant es que ella naciera. Se usaron con ít ems

de la list a sucesos como el asesinat o de Lincoln, la caída del Imperio Romano, la crucif ixión de Crist o, la

bomba de Hiroshima. Se le dij o que int ent ara convencer a su esposo con dif icult ades de responsabilidad que

ella era culpable de esos hechos, y lo hiciera en la f orma más convincent e posible. Fue capaz de hacerlo

muy bien y dar algunas buenas razones para su culpa. El ef ect o f ue dramát ico para ella. ¡Podía asumir con

t ant a f acilidad la culpa por cosas que ocurrieron en su vida, que realment e se impact ó con el grado en que

ella podía sent ir culpa por hechos que ocurrieron ant es que ella naciera! Ese aprendizaj e experiencial hizo

mucho más f ácil para ella acept ar que no t odas las culpas est án j ust if icadas, que pudo aprender a t omar

pasos act ivos para est udiar más cuidadosament e los event os para det erminar en una mej or modo la f orma y

el grado de la responsabilidad que pudiera t ener, si t enía alguna.

Aut o-sacr i f i ci o, cast i go


El clínico observador podría encont rar que hay una cualidad manipuladora en las paut as de la

culpabilidad que demuest ran algunas personas. La culpa puede t ener una cualidad de aut o-sacrif icio,

mart irizant e, y cont iene el mensaj e implicado que “ Seré el chivo expiat orio aquí, de modo que no t engas

que cargar con el peso de la culpa. . . y ¿me darás reconocimient o por hacerlo? Es como si hubiera un acuerdo

implícit o ent re las dos personas en alguna relación, que uno será el responsable y el ot ro el irresponsable.

D57
En un crucifij o

Cuando aparece aparent e una cual idad mart irizant e, manipuladora, en el individuo excesivament e

responsable, el clínico que est á f amiliarizado con las escult uras de Sat ir (1972), puede considerar que el

client e se coloque en una posición part icular durant e una int eracción con un ot ro signif icat ivo, o en un j uego

de rol con el clínico en una int eracción como esa. Específ icament e, el client e puede ser colocado de pie

apoyado en una pared, con los brazos perpendiculares, la cabeza colgando hacia abaj o, como si est uviera

“ Crucif icado” . Se le indica al client e que se lament e de su sit uación con alguna variación de “ Después de

t odo lo que hecho por t i, ¿cómo puedes hacerme est o?” Cuando se usan ej emplos personales relevant es en

est a est rat egia inusual, el sent ido de responsabilidad y mart irización puede aparecer en el primer plano,

proporcionando un vist azo de una paut a seria.

D58
Necesidad de auto-castigo

Donde haya culpa, es probable que pueda seguirse una “ Necesidad de aut o-cast igo” . Haley (1984)

describió un marco general que denominó “ t erapia de ordalía. ” En esencia, el clínico usa est rat egias de

ordalía que harán más inconvenient e para el client e la mant ención de un sínt oma que abandonarlo. Haley

describió a un hombre depresivo al cual se le dij o que encont rara un t rabaj o dent ro de una semana o se

af eit ara su preciado bigot e. La expect at iva f ue que era menos cost oso en un nivel personal para est e

hombre encont rar un t rabaj o que t ener que af eit arse. Todas las culpas que podrían haberlo acomet ido por

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su f alt a de un impulso para encont rar t rabaj o, f ueron pasadas complet ament e por alt o cuando la ordalía

t uvo éxit o.

D59
La hora de la culpa

El indicar a los client es que ej ecut en t areas que sean más arduas que dej ar ir sus sínt omas puede

ser una est rat egia t erapéut ica viable. En una combinación un ordalía y una prescripción de sínt omas, puede

indicársele al client e que se involucre en una versión más concent rada de la paut a que lleva a cabo en

f orma rut inaria. Además, puede decírsele que lo haga a una hora y en un lugar muy inconvenient es. Por

ej emplo, la t area de una “ Hora de la culpa” est ruct urada para ser experiment ada a diario, puede ser dada

con la explicación que “ un t iempo est ruct urado será más ef icient e que los episodios al azar de culpa que

ust ed ha experiment ado. ” Puede pedírsele al client e que indique el lugar menos cómodo en su casa que

pueda ser el “ lugar de la culpa. ” Funcionarán bien una esquina en el garaj e o el át ico, un lugar en rej a, o

algún ot ro lugar inconvenient e. Es lo suf icient ement e malo t ener que despert arse a la mit ad de la noche, o

muy t emprano por la mañana. Tener que ir a algún lugar y conf esar int erminablement e la culpa por t odos

los males del mundo puede t ransf ormarse muy rápidament e en un absurdo. La const rucción de resist encias

para sent ir culpa es la met a de t al est rat egia, y con algunos individuos esa resist encia es suscit ada y

cat alizada con mucha f acilidad.

Per f ecci oni smo


Al principio de est e capít ulo se discut ió el perf eccionismo desde el punt o de vist a de la f alt a de

responsabilidad, v. g. , donde exist en las t endencias al perf eccionismo para mant ener una posición en la cual

uno puede evit ar la culpa o el f racaso. En est a sección consideraremos el perf eccionismo en algunas

personas desde una perspect iva opuest a: como una t endencia de una responsabilidad excesiva. Sent ir que

uno debe ser perf ect o y nunca cont rariar las expect at ivas de ot ros, lo at rapa a uno en un vida llena de

obligaciones -una posición muy responsable.

En esencia, el individuo se sient e obligado a “ hacer f elices a ot ros” (u orgullosos, o sat isf echos).

“ Hacer” t odo por los ot ros presupone un poder para poder hacerlo. Y la ext ensa discusión respect o a la f alt a

de habilidad para cont rolar a ot ras personas y sus reacciones, present ada en el ant erior capít ulo podría

t enerse en la ment e. Las est rat egias en ese capít ulo diseñadas para clarif icarle a uno la incapacidad para

cont rolar a ot ros son a menudo apropiadas para ser usadas con esas personas.

D60
Minuto a minuto

En f orma t ípica, el perf eccionismo subyacent e es una combinación de una f uert e necesidad de

cont rol y un elaborado conj unt o de expect at ivas. La rigidez de las expect at ivas de uno puede ser

amplif icada y después int errumpida al asignar al client e la t area de const ruir un programa minut o a minut o

de la semana siguient e. El client e hace un programa “ Minut o a minut o” respect o a dónde est ará y t odo lo

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que hará durant e la semana, y se le indica que siga el programa de acuerdo a como est á planeado. Desde

luego, la t area es imposible, ya que nadie, por más que int ent e mant ener el cont rol “ perf ect o” de su

t iempo, dej ará de encont rar sucesos espont áneos que harán ridículo int ent ar seguir un programa det allado.

Los t acos del t ránsit o, las llamadas t elef ónicas, la espera de línea, et c. , int errumpen los mej ores planes. El

client e nuevament e aprende a limit ar su cont rol y aprende que el perf eccionismo y el exceso de cont rol es

una vía no realist a para obt ener el reconocimient o deseado. Los sent imient os de obligación t ambién pueden

ser un f oco de resist encia en una est rat egia de est e t ipo, a la vez que se alient a select ivament e la

sat isf acción de alguna obligación valiosa. El ef ect o net o es aprender a asumir el riego de desairar a ot ros

cuando est o signif ica cuidar mej or de las propias necesidades de uno, y no asumir t areas pesadas e

imposibles como “ hacer f elices a ot ros. ”

Las ot ras est rat egias para int errumpir las paut as de perf eccionismo present adas al principio de est e

capít ulo t ambién son út iles para t rat ar con el individuo excesivament e responsable, pero requieren un

encuadre dif erent e (v. g. , las razones dadas al client e) para su ut ilización. La sugest ión implícit a f ue ant es

“ Asuma alguna responsabilidad, ya que lo ha hecho en f orma def icient e. ” La sugest ión implícit a es ahora

“ Disminuya su sent ido de responsabilidad, ya que est á asumiendo más de lo que puede. ” (Est a direct iva est á

descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 4 del Apéndice B. )

Pr opósi t o per sonal


Uno de los aspect os del exceso de responsabilidad que t iene implicaciones prof undas para el

proceso de psicot erapia es la necesidad de los seres humanos por un sent ido de propósit o personal o

signif icado. Para muchos individuos, el t ener un inf lado sent ido de responsabilidad por alguien o alguien,

est á def inido el “ signif icado” de sus vidas. Esas personas generalment e no t oman en consideración los

consej os del clínico de “ cuidado” en esa área. Cuando mucho de uno mismo est á invert ido en un área de

responsabilidad personal, el colocar f in al exceso de responsabilidad no es t odo lo f ácil ni lo deseable para

el individuo. El rol del propósit o en la vida de uno ha sido bien descrit o en la lit erat ura psicológica, y quizá

los t rabaj os de Vict or Frankl y Rollo May son los que lo def inen y t rat an mej or. El hombr e en busca de

si gni f i cado de Frankl (1963) es un libro que el aut or recomienda con f recuencia a ot ros para que t engan en
cuent a lo poderoso que puede ser un deseo de sobrevivir basado en un sent ido de propósit o. La “ crisis

exist encial” es mucho más que un const ruct o cuando uno encuent ra individuos que suf ren depresión debido

a la ausencia obvia de algún sent ido de propósit o en la vida.

Considere el caso de Adam, un hombre de 48 años, el cual suf rió una depresión psicót ica con una

ansiedad marcada a la edad de 36 años. Había est ado t rabaj ando como corredor de bolsa por algunos años,

suf riendo el enorme est rés de manej ar con enormes sumas de dinero y los t emores y las exigencias de los

client es respect o al bienest ar f inanciero, j unt o a las dif icult ades para apoyar a una f amilia que él esperaba

que pudieran disf rut ar los f rut os de su t rabaj o. El est rés f ue demasiado y Adam colapsó ant e la presión. Fue

hospit alizado, recibiendo medicament os para la ansiedad y la depresión, pero no recibió psicot erapia. Su

disf unción se rigidizó, aunque f ue capaz de mant ener en f orma int ermit ent e empleos poco exigent es

durant e cort os períodos de t iempo, 12 años después aun est aba bat allando con la depresión prof unda. Ahora

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cent rado en el t ema de la f alt a de valía debido a su incapacidad para t rabaj ar permanent ement e y

mant ener a su f amilia como lo había hecho. No podía adapt arse a est ar desempleado día t ras día, año t ras

año, no podía f uncionar lo suf icient ement e bien como para t rabaj ar en la clase de empleo del cual pudiera

sent irse orgulloso. Sin ningún sent ido de propósit o, la depresión prof unda de Adam giraba en t orno a

ruminaciones de suicidio y, menos ocasionalment e, en int ent os de suicidio dramát icos pero inef ect ivos.

D61
Promoción de un propósito

La “ Promoción de un propósit o” es una est rat egia general que implica orient ar al client e hacia la

necesidad de t ener un propósit o mayor en la vida que el que est á experiment ando. A menudo, los client es

deprimidos est án conscient es de su depresión, pero no son conscient es de la f alt a de un sent ido de

propósit o. Un par de casos puede ilust rar est a direct iva en un cont ext o clínico.

Milt on Erickson describió (en Zeig, 1980a, pp. 285-287) el caso de una muj er de 52 años que había

est ado viviendo en un est ado de depresión y alej amient o social durant e mucho t iempo. Solament e est a

involucrada en una f orma pasiva con la iglesia. En una visit a a la casa de ella, Erickson advirt ió que la muj er

t enía t res plant as de violet a af ricana en plena f loración, una plant a que él reconoció como muy delicada.

Erickson le dio la “ orden médica” de cult ivar más plant as. Ella comenzó a criar más violet as af ricanas. Una

vez que t uvo muchas de esas plant as, se le indicó que enviara una plant a a cada uno de los miembros de la

iglesia para los nacimient os, baut izos, compromisos y bodas. Erickson coment ó que “ alguien que t iene que

cuidar 200 violet as af ricanas est á muy ocupada para est ar deprimida” (Zeig, 1980a, p. 286). En base a est a

direct iva, la muj er desarrolló un sent ido de propósit o, así como t ambién un vehículo de cont act o social. Est e

es un buen ej emplo de una int ervención mult idimensional.

En ot ro caso ilust rat ivo del uso de direct ivas relacionadas con un sent ido de propósit o, Erickson

describió (en Zeig, 1980a, pp. 287-288) a una muj er que había est ado suf riendo de depresión debido a su

aparent e incapacidad de llevar a cabo un embarazo a causa de su art rit is severa. Cont rariament e a los ot ros

médicos implicados en el caso, Erickson le aconsej ó seguir adelant e y embarazarse, lo cual ella hizo. Su

art rit is mej oró, su depresión de f ue, y llevó a buen t érmino el embarazo y dio a luz una niña a la que le

colocó el nombre de Cynt hia. A la edad de seis meses, Cynt hia murió de muert e súbit a. La muj er

nuevament e se deprimió severament e, con pensamient os suicidas. Erickson en f orma inesperada la cast igó

por su deseo de dest ruir los recuerdos deliciosos, y le indicó que plant ara un eucalipt us que t enía que llamar

Cynt hia. Le f ue dada la sugest ión de orient ación f ut ura para “ esperar el día en que pueda sent arse baj o la

sombra de Cynt hia” (Zeig, 1980a, p. 283). Al año de seguimient o, Erickson visit ó a la muj er en la casa de

ella y encont ró que había seguido la indicación respect o al eucalipt us y t ambién había plant ado muchas

f lores alrededor. También había mej orado mucho f ísicament e y est a emocionalment e bien. Erickson

coment ó que “ Cada f lor le recordaba a Cynt hia, así como el eucalipt us al cual le di el nombre de Cynt hia”

(p. 288). Con el sent ido de propósit o de la muj er ligado al embarazo y la crianza de la niña, ella f ue

desvast ada cuando su propósit o se f ue. Las direct ivas de Erickson le dieron la oport unidad de encont rar ot ro

escape para sus import ant es int ereses de hacerse cargo de alguien.

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Casos como los ant eriores colocan de relieve la relación ent re involucrarse en la vida y la salud

ment al de uno. Es un proceso cont inuo de descubrir el signif icado o propósit o de nuest ra vida, y solament e

un clínico sensible a esos problemas puede ser verdaderament e ef ect ivo para f acilit ar los descubrimient os

de los client es en est a área muy import ant e. Las direct ivas para “ involucrarse” en act ividades en las cuales

las habilidades y valores del client e son ef ect ivament e canalizados en una dirección posit iva puede ser un

lugar de comienzo en los casos donde el sent ido de propósit o es ambiguo. Para algunas personas, el vacío

int erno es simplement e demasiado grande como para ser llenado, pero para ot ros las direct ivas de “ salga de

ust ed mismo” t endrán ef ect os rápidos ef ect os curat ivos. (Est a direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico

en los Casos 1 y 3 del Apéndice B. )

RESUMEN

Est á clara la relación ent re el sent ido dist orsionado de la responsabilidad y la experiencia de culpa,

la vict imización, los problemas con el poder y una est imación de si mismo disminuida. Más que un sínt oma

problemát ico en un individuo deprimido, la f orma en que uno enf rent a los problemas de la responsabilidad

es un element o cent ral de la personalidad de uno. Aquellos individuos que no suf ren depresión act ualment e,

pero no t ienen claro “ dónde f allan los chi ps” en sus vidas, est án en riesgo de episodios de depresión

post eriores. Son claves para minimizar los episodios de depresión, el hecho que uno pueda disminuir la

experiencia del est rés cot idiano, y la necesidad de t ener claro lo que puede esperarse razonablement e

cuando uno necesit a asumir una gran responsabilidad y dónde uno necesit a asumir menos responsabilidad. El

clínico que sient e una ambigüedad respect o al t ema de la responsabilidad en cual qui er client e puede

cont ribuir signif icat ivament e en el esf uerzo para prevenir algunos episodios de depresión y reducir los

ef ect os dest ruct ivos de ot ros.

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10. Una part e y apart e

Sin import ar el marco t eórico pref erido de uno para organizar los pensamient os respect o a la

nat uraleza de los humanos, es f ácilment e aparent e que la experiencia subj et iva es una consecuencia de la

int eracción de múlt iples dimensiones de la experiencia. Muchas escuelas de psicot erapia t ienden a

concent rarse en una dimensión de la experiencia con t ot al exclusión o una consideración limit ada de ot ras

dimensiones de la misma. Concent rarse en una dimensión de la experiencia implica que ot ras dimensiones

de la experiencia no est án en el f oco (o son menores en el f oco), creándose así una discont inuidad del

percat arse ent re los dos (o más) punt os f ocales. El proceso percept ual “ f igura—f ondo” es una f orma de

describir el f enómeno; la “ at ención select iva” es ot ra. Quizá la f orma más út il de considerar la habilidad

para t omar una experiencia global y f raccionarla en las part es component es ident if icables que pueden ser

alt eradas select ivament e (ya sea amplif icando o disminuyendo su prominencia), es pensar en t érminos de la

“ disociación. ”

Muchos clínicos est án conscient es de la disociación solament e en el cont ext o de la psicopat ología,

donde la disociación puede ser el rasgo cent ral de un desorden, como en el “ desorden de personalidad

múlt iple. ” Sin embargo, la habilidad para experiment ar dimensiones de uno mismo que baj o condiciones

“ normales” est án operando independient ement e o son independient es, es un mecanismo clave que opera en

t odos los seres humanos. La disociación como una capacidad inherent e de t odas las personas es un

mecanismo que permit e compart iment al izar la experiencia, v. g. , dividirla en component es discret os y más

manej ables. Sin est e mecanismo, la experiencia sería conf usa, y el individuo no t endría la habilidad para

det ener lo que est á haciendo (pensar o sent ir) para comenzar con ot ra cosa. En consecuencia, el mecanismo

de la disociación es neut ral en si mismo en t érminos de los valores. Hay una capacidad igual para aument ar

o disminuir la experiencia, dependiendo de la(s) f orma(s) en la cual es aplicada y los result ados generados.

Con est e concept o guía respect o a la nat uraleza de la disociación, es posible comenzar a pensar de

las personas como compuest as de muchas dimensiones o part es dif erent es. Cómo, dónde y en qué grado

est án conect adas las diversas part es, det ermina la conf iguración t ot al de la personalidad del individuo. En la

personalidad “ normal” , el percat arse del sel f como una part e (el cual est á realment e compuest o de muchas

part es) est á bien conect ado al percat arse del mundo ext erno como ot ra part e de la experiencia de uno.

Cuando el percat arse de una dimensión del sel f est á f uera del percat arse de ot ras part es del sel f , la

disociación result ant e y la amnesia concomit ant e, comprende los element os principales de la condición

anormal conocida como desorden de personalidad múlt iple. El percat arse est á dividido, o disociado, y una

part e puedo no t ener conciencia de las ot ras part es. Est e es un ej emplo de la disociación como una

cat alizador de una condición pat ológica. Un ej emplo de disociación como un mecanismo posit ivo de

af ront amient o, uno podría considerar el t ipo de experiencia “ salirse del cuerpo” descrit o comúnment e por

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aquellos que han suf rido algún t ipo de t rauma violent o. Esa disociación derivada de una realidad dolorosa es

un mecanismo de af ront amient o posit ivo en esas circunst ancias.

Cuando la disociación de part es del sel f no es t an ext rema como en la personalidad múlt iple,

dimensiones de la personas pueden est ar inconscient es pero no int erf ieren con el f luj o de conciencia de la

persona. En esos casos, la persona puede reconocer las part es disf uncionales de si mismo, pero no sabe

cómo o por qué vienen. Al concent rarse en la part e disf uncional, et iquet ándola como “ enf erma” , “ loca” , o

algún t érmino negat ivo semej ant e, la part e desarrolla su propia ident idad y es así ef ect ivament e disociada

del rest o de la experiencia, a t ravés de la f orma en que uno se relaciona con ella. La part e negat iva puede

ser reprimida, negada, proyect ada, o en cualquiera de los incont ables mecanismos de def ensa.

¿Cuál es el ef ect o net o de et iquet ar las dimensiones de uno mismo en una f orma negat iva? Desde

una la est imación de si mismo disminuida, hast a la aversión a si mismo. El individuo se sient e incapaz de

alej ar la part e “ mala” , y puede gast ar increíbles mont os de energía psíquica o f ísica en un esf uerzo por

“ t ener cont rol” sobre esa part e. A menudo, est o es hecho en un nivel conscient e. De hecho, la persona

puede no est ar conscient e aun de la represión de la part e inacept able de si mismo, experiment ando

conscient ement e solament e las consecuencias negat ivas de hacer eso, es decir, los sínt omas derivados de la

part e negat iva de la exist encia.

Considere el caso de David, un esposo de mediana edad, lit eralment e arrast rado a t erapia por su

esposa, Ellen, la cual lo vio muy deprimido y que est aba f rust rada por la aparent e f alt a de habilidad para ser

af ect ivo con ella. Ellen sent ía que podía resolverse la depresión de él si est uvieran más cercanos. Tenían

uno que ot ro ocasional int ercambio sexual, de un modo mecánico; Ellen af irmó que él no la agarraba, no la

abrazaba, no la besaba, le hablaba en f orma t ierna, ni se involucraba en ningún ot ro t ipo de cont act o ínt imo

con ella. David replicó que le incomodaba la expresión del af ect o y que Ellen “ debiera saber” que él la

amaba y “ saber que debiera ser suf icient e para ella. ” Una f orma de concebir est e problema en la relación

de David y Ellen, es pensar que David no t enía un acceso cómodo a sus sent imient os amorosos y su

expresión. La presunción es que David t iene la capacidad de sent ir af ect o por Ellen (“ la persona t iene los

recursos necesarios para un cambio signif icat ivo” ), pero el recurso de la “ t ernura” est á disociado del

compromiso en la relación. La habilidad para ayudar a David a encont rar ese recurso disociado dent ro de si

mismo, desarrollarlo y desplegarlo en su relación con Ellen puede convert irse en una met a de t rat amient o.

El uso de la hipnosis en part icular para ext raer y movilizar los recursos, es especialment e út il en est os

esf uerzos. El recurso deseable est á present e en el client e, pero est á disociado, y la t erapia implica const ruir

una asociación, o un “ gat illo” , para que el recurso se conviert a en una part e de la experiencia en un

cont ext o deseado. El uso de direct ivas para const ruir nuevas asociaciones es ot ra f orma de int ervenir para

hacer que los recursos previament e disociados est én disponibles en cont ext os part iculares donde es

deseable que est én.

En el caso de David y Ellen, es muy posible que la incomodidad de David con la t ernura sea una

af irmación personal de su sent imient o por Ellen, a pesar de sus prot est as que t ales sent imient os negat ivos

no exist en. También es muy posible que David est é genuinament e incómodo con la expresión de los af ect os,

como lo sugiere su comport amient o. En el últ imo caso, uno podría concluir que David est á reprimiendo las

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part es af ect ivas de si mismo debido a que, por alguna razón, las considera como indeseables. Si David viera

esas expresiones como “ af eminadas” o como evidencia de ser “ muy vulnerable” o “ muy emocional” ,

ent onces lo que est á haciendo es realment e una cosa sensible que es consist ent e con si encuadre para vivir.

¿Qué sucederá, sin embargo, cuando David sea capaz de cambiar de perspect iva (“ reencuadre” ), cuándo una

expresión de af ect o sea t ransf ormada de “ af eminada” en una “ señal de f or t al eza que asume para conocer y

expresar sus sent imient os” ? David puede no haber est ado conscient e de si et iquet a de “ t ierno” como

“ af eminado” , aunque ha est ado conscient e de la insat isf acción de Ellen con él por razones que lo

conf undían. Si David f uera un t ipo de individuo con escaso sent ido de responsabilidad, no habría dudas que

acusaría a Ellen de ser “ muy exigent e” . Si f uera del t ipo excesivament e responsable, no dudaría en acusarse

a si mismo de ser inadecuado, un hombre emocionalment e est éril con gran necesidad de ayuda psicológica.

El ej emplo de David y Ellen ilust ra un punt o muy import ant e para t rabaj ar en f orma ef ect iva con los

individuos deprimidos: Par a muchos i ndi vi duos depr i mi dos, l a depr esi ón es una consecuenci a di r ect a o

i ndi r ect a de l os i nt ent os por negar , pur gar o r epr i mi r par t es de si mi smo et i quet adas como “ mal as” , l as
cual es son, de hecho, par t es i nt egr al es del f unci onami ent o sal udabl e. Así como la disociación de part es
vit ales crea inevit ablement e un desequilibrio en la experiencia de la persona, la depresión es un result ado

inevit able.

La f rase cliché más ant igua y usada en t odo el t rabaj o clínico es “ Ust ed necesit a t omar cont act o

con sus sent imient os respect o a est o. ” Est a af irmación es direct a, presuponiendo una disociación de los

sent imient os de uno. Si los sent imient os (o pensamient os, o comport amient os) son muy amenazant es o est án

devaluados como result ado del aprendizaj e en base a la experiencia, ent onces la disociación es muy út il

como un mecanismo de aislamient o. Disociar la dimensión de la experiencia en la cual exist e amenaza es

una maniobra adapt at iva, aunque la consecuencia sea la depresión, es obviament e una maniobra no muy

f uncional (adviert a la dist inción ent re “ adapt at ivo” y “ f uncional” ). Una vez que los recursos necesarios

est án ef ect ivament e disociados, a menos que las claves ambient ales (v. g. , sit uación) est ablezcan una

reasociación de esa part e, es muy poco probable que esa reasociación ocurra. Est e es, en esencia, el t rabaj o

del clínico -ext raer, organizar, movilizar, y hacer disponibles al individuo el “ posible uso saludable de la(s)

part e(s) de si mismo que han sido disociadas disf uncionalment e. La met a general es ident if icar part es de si

mismo que el client e ha rechazado conscient e o inconscient ement e, y redef inirlas como út iles. Est á

implícit o el reconocimient o de la necesidad de equilibrio en el sist ema de la persona, de modo que cada

part e t enga la habilidad para expresarse por si misma en f orma apropiada en el cont ext o.

Aquí hay ot ro ej emplo para consolidar el punt o respect o a la relación ent re las part es disociadas de

uno mismo y la experiencia de la depresión. Considere el caso de Karen, una muj er de 39 años que present a

una depresión moderada. Casada y madre de dos hij os, Karen era generalment e muy pasiva, pero propensa

a ocasionales desbordes explosivos de “ rabia incont rolable” , en los cuales arroj aba cosas y decía cosas de

las cuales después se sent ía t erriblement e culpable. Había vist o a diversos clínicos ant es que el aut or, pero

sus t rat amient os de medicament os ant idepresivos y vent ilación de la rabia golpeando coj ines no habían

t enido ningún ef ect o t erapéut ico signif icat ivo.

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La hist oria personal de Karen incluía una crianza en la cual se esperaba que f uera la “ niñit a

perf ect a” . Criada en un hogar religioso est rict o, se esperaba que Karen “ f uera vist a, pero no escuchada. ”

Las consecuencias para ser escuchada (cuando ella se arriesgaba para int ent arlo y ser escuchada) eran

t ot alment e negat ivas. En consecuencia, ella desarrolló un comport amient o de est ar quiet a y ser

abiert ament e apaciguadora, primariament e en esf uerzo por mant ener ref renado a su impredecible y

explosivo padre. No hubo oport unidad durant e el desarrollo de Karen en la cual ella sint iera que podía

expresar rabia o sent imient os de insat isf acción con su vida, y desarrolló más y más mecanismos a t ravés del

t iempo para “ colocar la ot ra mej illa” cuando la sit uación se convert ía en incómoda. Se casó a t emprana

edad con un hombre t ranquilo, no amenazant e, y en su relación se esf orzaba por mant ener la paz a

cualquier cost o. El punt o de vist a de Karen respect o a la no acept ación de la rabia cat alizó event ualment e

una disociación de la rabia y disminuyó su habilidad para responder apropiadament e a los sent imient os

relacionados como f rust ración e irrit ación.

Los int ent os de Karen por desembarazarse de los sent imient os de rabia eran obviament e un

esf uerzo inút il. ¿Cuánt o puede excluirse un sent imient o t an básico como la rabia del caráct er emocional de

uno? Para Karen, era reprimida en la medida que podía manej arla, pero inevit ablement e la rabia se

const ruía con cada f rust ración acumulat iva, y en lugar de t ener un mecanismo f uncional a t ravés del cual

expresarla, ést a salía en f orma explosiva y sin los parámet ros apropiados. De est e modo, el uso de coj ines

para liberar la rabia no podía f uncionar. Karen no t enía cont act o con su rabia, por decirlo en una f orma

general. Hablarle a alguien respect o a est ar enoj ado cuando aquel no est á conect ado con el sent imient o es a

menudo un ej ercicio inút il. La met a mayor ant es de f oment ar la vent ilación de la rabia es const ruir una

asociación que permit a el reconocimient o de su exist encia en diversas f ormas y grados. Cuando la rabia est á

t an reprimida, que su exist encia es negada, como sucedía con Karen, un vehículo como el “ ent renamient o

en agresión” es poco probable que const ruya una asociación acept able para vent ilar la rabia. A menudo, la

rabia razonable es reprimida en primer lugar, debido a que el individuo sient e que si se enoj ara, sería una

rabia incont rolable, o par ecer ía incont rolable al individuo. Cuando uno es sensible a un sent imient o como la

rabia, incluso lo pequeño puede parecer mucho. En el caso de Karen, necesit aba desarrollarse una

acept ación de la validez inherent e de los sent imient os de rabia, ant es que la rabia pudiera ser reconocida

dent ro de ella. Una vez acept ada como válida y después reconocida ocurriendo dent ro de ella, pueden

est ablecerse las paut as de expresión apropiadas. Sin embargo, debido al largo t iempo en que los

sent imient os de rabia f ueron devaluados y disociados, no pudo conseguirse ningún progreso en la f acilit ación

de la acept ación de Karen de esa part e básica de si misma.

Los t emas alrededor de los sent imient os de rabia son una dinámica común en el client e deprimido.

El modelo clásico de la depresión de la “ rabia volcada hacia adent ro” , concibe a la depresión como el

result ado de rabia no expresada que est á inadvert idament e dirigida hacia uno mismo. La t erapia derivada

de ese modelo f oment a la vent ilación de la rabia, incluso provocándola a t ravés de acciones deliberadas

para enf urecer al client e, de modo que ext ernalice la rabia y la dirij a hacia el clínico. Inf ort unadament e, la

prof esión de la salud ment al ha est ado un poco conf undida respect o a la rabia en part icular, a veces

considerándola una emoción básica que necesit a expresarse t ot alment e (“ Póngase en cont act o con su rabia

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y déj ela salir” ) y ot ras veces t ildándola como una emoción “ inút il” . Debiera ser aparent e que cuando l a

r abi a o cual qui er ot r o sent i mi ent o es t r at ado en f or ma di f er ent e (v. g. , separ ado y et i quet ado), l a habi l i dad
del i ndi vi duo par a ut i l i zar con ef ect i vi dad esa di mensi ón de si mi smo en un f or ma i nt egr ada puede est ar
di f i cul t ada. Hacer que el client e se ponga en cont act o con “ la rabia” es una est rat egia disociat iva ef ect iva,
y cuando f unciona, es probable que ampl i f i que el percat arse de la persona respect o a la rabia en él. La

creencia convencional ha sido que al poner en cont act o a la persona con su rabia y apoyarla en su expresión,

disminuirá el nivel de rabia en el individuo. La experi encia del aut or a menudo ha sido lo cont rario -poner en

cont act o a las personas con su rabia sólo los enrabia más. Est o es part icularment e ciert o cuando la rabia es

una experiencia de f rust raciones act uales, t ales como cuando la persona resuelve mal los problemas o es un

aprendiz desavent aj ado y como result ado es incapaz de lograr que desea o sient e.

Considere las implicaciones de las part es disociadas de uno mismo que uno considera “ malas. ”

¿Cuánt as dif erent es dimensiones de la experiencia humana pueden ser consideradas “ malas” ? Todas las

dimensiones de la experiencia pueden ser et iquet as como “ malas” por alguien en alguna part e, ocurriendo

así un número inf init o de disociaciones en los humanos. La evidencia para est o se desprende f ácilment e de

la variedad de desórdenes emocionales que pueden demost rar los seres humanos. Un muj er j oven et iquet a

las sensaciones de hambre como “ malas” , disociando esas sensaciones, y manif iest a anorexia nervosa como

result ado. Un hombre et iquet a los sent imient os sexuales como “ malos” , disociándolos, y manif est ando una

disf unción en la erección como result ado. Una muj er et iquet a como “ malos” los sent imient os de desear una

carrera en lugar de una f amilia, disocia esos sent imient os, y manif iest a agresividad pasiva en la relación con

sus hij os. La habilidad para descubrir las dimensiones disociadas de la experiencia en los desórdenes

emocionales es algo f ácil. Const ruir la reasociación de las f ormas para ut ilizar esas dimensiones de las

experiencias es un poco más dif ícil. Sin embargo el punt o permanece, las part es que uno no ha enf rent ado

bien, son a menudo las part es disociadas. Los desórdenes de un t ipo u ot ro, especialment e la depresión, son

una consecuencia predecible.

La disociación j uega un rol cent ral en muchas de las paut as diagnóst icas descrit as en el Capít ulo 4

respect o a la depresión. Obviament e, las capacidades disociat ivas del individuo j uegan un rol en la

involucración exagerada en una orient ación t emporal pasada hacia ot ros, en la ident if icación de los

parámet ros que inf luencian un l ocus de cont rol ext erno, en est ablecer límit es personales muy rígidos y

dif usos, y en el est ablecimient o de un est ilo de pensamient o global. Además, uno podría considerar las

caract eríst icas descript ivas de los individuos deprimidos de Beck —la t endencia a la int erpret ación negat iva

de los sucesos. Dado el amplio espect ro de las posibles int erpret aciones de un event o, ¿cómo es que se

adviert e y amplif ica la porción negat iva del espect ro, mient ras que la porción posit iva del espect ro

permanece aparent ement e invisible? Advert ir y responder solament e a una porción del espect ro es disociar

ef ect ivament e la ot ra porción. Similarment e, el et erno opt imist a, que solament e ve lo posit ivo, t ambién

est á disociando la experiencia, pero la consecuencia, por ciert o, se sient e mej or.

Puede parecer aparent e ahora que la disociación como proceso puede t ener una capacidad igual

para ayudar o dañar. En el caso del individuo depresivo, la depresión que surge del sent ido de inhabilidad

para purgar, negar o cont rolar part es de si mismo, es una dinámica f recuent e. Aunque est o no es la causa

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direct a de la depresión, los element os de disociación que mant ienen la negat ividad f rent e a las

posibilidades posit ivas, son aparent es y deben ser considerados en alguna f orma en el t rat amient o. La met a

al t rabaj ar con concept os y paut as de la disociación relacionada con los individuos depresivos, es enf at izarla

primero y después lograr “ int egración” o “ reasociación” de aspect os disf uncionales disociados de la

experiencia. Est e punt o es simplement e ot ra f orma de describir la premisa principal a lo largo de est e libro,

que la t erapia implica int errupción y const rucción de paut as. La met a t erapéut ica es est ablecer respuest as

nuevas y mej ores para responder a las exigencias que uno enf rent a. El rest o de est e capít ulo considera

est rat egias para hacer uso de las capacidades disociat ivas e int egradoras del client e.

DIRECTIVAS RELACIONADAS CON LA DISOCIACION

Al t ener un marco concept ual que permit e el reconocimient o que la disociación es un proceso

neut ral que t iene una capacidad igual para dañar o ayudar al individuo, puede comprenderse con f acilidad

cómo la disociación puede ser vist a como una part e int egral del proceso de la t erapia y la t ransf ormación

personal. Aquellos t erapeut as que no est án f amiliarizados con los concept os y t écnicas de la hipnosis clínica

como modelo de comunicación e inf luencia (vea mi libro ant erior, Tr ancewor k: An Int r oduct i on t o Cl i ni cal

Hypnosi s, publicado por Irvingt on Publishers, 1984a, para una explicación det allada) puede no apreciar
t ot alment e la inevit abilidad de los est ados disociados (denominados “ t rance” ) en el proceso de crecimient o

personal. Es ciert o, sin embargo, que t odos los cambios implican ponerse al lado del marco usual de uno

(v. g. , paut as habit uales) para responder en una f orma dif erent e. Así, ya sea que uno induzca est ados de

t rance abiert ament e ident if icados como f ormales, o si usa ot ras t écnicas t erapéut icas para guiar

aprendizaj es o experiencias del client e (v. g. , “ hipnosis inf ormal” ), la disociación de las paut as previas de

uno mient ras se const ruyen nuevas es una part e básica del proceso.

El uso de las met áf oras t erapéut icas para f acilit ar disociación puede ser muy benef icioso al t rabaj ar

con individuos deprimidos. El client e est á rígidament e at rincherado en una paut a dañina de uno u ot ro t ipo,

ha et iquet ado dimensiones signif icat ivas de si mismo como pat ológicas, se ha sent ido desesperanzado y

desamparado respect o a la habilidad para cont rolar o purgar esas dimensiones dañinas de si mismo, y est á

emocionalment e en una sit uación precaria. Las met áf oras pueden ser usadas para const ruir una

ident if icación del client e con la disociación negat iva inherent e en el int ent o por eliminar part es de si

mismo, part icularment e cuando la part e es t an f irme que incluso puede ser básica para la personalidad de la

persona. Mient ras más f irme sea la part e, se harán más esf uerzos por responder a ella, y es probable que el

result ado sea una depresión más int ensa. La met áf ora puede implicar, ent onces, la enseñanza que es

posible moverse desde la disociación hacia la int egración. En una f orma, el uso de la met áf ora modela est a

enseñanza. Al usar met áf oras, el clínico est á hablando respect o a ot ra persona en alguna ot ra sit uación,

direct a o indirect ament e relacionada con el problema del client e. Al hablar de alguien en algún ot ro

cont ext o, hay un grado de dist anciamient o de la inmediat ez de la t erapia. A medida que el client e aprende

de la met áf ora, la dist ancia es menor y el mensaj e se hace inmediat o, una t ransición desde una enseñanza

disociada a un aprendizaj e int egrado.

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Como se af irmó al principio de est e capít ulo, a menudo las personas no est án conscient es que han

disociado una part e de si mismos. Incluso si supieran que lo ha hecho, sería vist o como una cosa necesaria y

j ust if icable de hacer, dado lo “ mala” que es esa part e. Las met áf oras para ident if icar la nat uraleza inút il

del int ent o de “ desembarazarse de” part es de uno mismo en lugar de ident if icar la met a más realist a de

aprender a relacionarse con esas part es en una f orma más benef iciosa, puede ser una f orma provechosa de

const ruir los esquemas ment ales necesarios para los int ent os post eriores de int egración de nuevas

respuest as.

D62
Partes diferentes

Ant es que uno comience a usar act ivament e las “ part es” de un individuo en dif erent es

combinaciones t erapéut icas, puede ser út il que el clínico orient e al client e hacia la nat uraleza del t rabaj o y

a su capacidad inherent e de t rabaj ar en f orma provechosa. La const rucción de “ part es” de uno mismo como

un paso preliminar para usarlas ef ect ivament e, puede ser f acilit ada a t ravés del uso de met áf oras que

implican f raccionar las experiencias globales en sus part es component es. Considere la siguient e met áf ora

como un ej emplo de cómo puede orient arse al client e a la habilidad de reconocer y responder a “ Part es

dif erent es” de si mismo:

Puedo cont arle de un niño al cual vi no hace mucho. . . el cual había sido el modelo del cuart o grado. . .

buenas calif icaciones, t rabaj ando duro como pocos compañeros. . . y hacia el f inal del año de escuela, pasó

por una t ransf ormación. . . dej ó de hacer sus t areas escolares. . . dej ó de ser bueno con ot ros niños. . . se

volvió hosco y alej ado. . . y nadie sabía por qué. . . ent onces lo vi. . . y encont ré cosas de gran import ancia en

él. . . que amaba t ant o a su prof esora que quería que ella f uera su prof esora nuevament e. . . y est aba

buscando f racasar en la escuela para permanecer con esa prof esora. . . y a veces lo que parece ext raño en la

superf icie, o incluso loco, puede t ener sent ido en un nivel más prof undo. . . se hizo manif iest o que una part e

de él quería permanecer f irmement e en el mismo año. . . pero t ambién descubrí una part e de él que quería

est ar orgullosa de ser uno de los niños grandes de quint o grado. . . y encont ré una part e de él que est aba muy

curiosa respect o a cómo sería el quint o grado. . . y encont ré ot ra part e de él que est aba excit ado de est ar

cerca del t érmino del año escolar. . . esperando el verano para no ir a la escuela. . . cuando hay mucho t iempo

para pensar y cambiar la ment e de uno. . . y ot ra part e que est aba diciendo adiós a los buenos amigos para el

verano. . . y habían muchas part es en est e niño. . . y me pregunt é a cuál part e de él le hablarías si t ú quisieras

que él supiera que muchos de los cambios son part e del crecimient o. . . ¿a la part e curiosa?. . . t odo lo que sé

es. . . que cuando hablé de las part es dif erent es de crecer. . . él me escuchó con at ención. . . y lo est á

haciendo muy bien en el quint o grado, t e sent irás mej or sabiendo. . .

En est a met áf ora, se siembra la idea que un comport amient o aparent ement e ext raño puede t ener

un propósit o, que el cambio implica dej arlo ir, que hay part es dif erent es del sel f , y que la cualidad de la

experiencia de uno est á det erminada en un grado signif icat ivo por la(s) part e(s) en que uno se concent ra. La

met áf ora implica que uno puede concent rarse en cualquier part e de si mismo que sea capaz de cat alizar

aj ust es exit osos. El lenguaj e de “ part es” ahora ha sido present ado al client e, así como el concept o de ser

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capaz de amplif icar o disminuir part es de su experi encia para alcanzar propósit os más elevados. (Est a

direct iva est á descrit a en el cont ext o cl ínico en los Casos 1 y 2 del Apéndice B. )

D63
¡Lo tienes, entonces úsalo!

Ot ra est rat egia met af órica se relaciona con la hist oria de cómo uno podría desarrollar un deseo de

“ desembarazarse” de part es de uno mismo y después f oment ar el aprendizaj e de un nivel superior que la

met a mayor es aprender a usar mej or esas part es de uno mismo. El mensaj e es, “ ¡Lo t ienes, ent onces

úsalo! ” La siguient e es un ej emplo de est e t ipo de met áf ora:

Hubo un hombre con el cual t rabaj é una vez, y que est aba muy angust iado. . . sint iéndose suicida. . .

sint iéndose t errible. . . y él realment e no creía que las cosas se pusieran peor de lo que est aban. . . ni mej or. . .

y t enía at aques de ansiedad t erribles. . . y la culpa venía hacia él. . . en ciert as sit uaciones. . como cuando

est aba conduciendo y viendo a una muj er at ract iva en la calle. . . suf ría t ant a ansiedad que est acionaba el

aut o, y a veces le t omaba horas calmarse lo suf icient e para poner en marcha el aut o nuevament e, porque él

“ sabía” que no debería t ener pensamient os sexuales. . . o pensamient os agresivos y sus pensamient os

parecían est ar f uera de cont rol. . . y est aba t erriblement e deprimido por eso. . . y había est ado deprimido

durant e mucho t iempo. . . y sabía cuándo comenzó. . . cuando era un niño muy pequeño, una monj a en la

escuela parroquial a la cual asist ía quiso enseñarle una lección. . . respect o a ser puro de ment e, de cuerpo y

de espírit u. . . y lo obligó a colocar su mano sobre una vela, quemándolo. . . mient ras le decía que est e dolor

no era nada en comparación con la et erna quemazón del t odo el cuerpo que uno suf riría en el inf ierno. . . y

asegurándole que Dios conocía sus pensamient os y deseos. . . y que sería mej or que t uviera cuidado. . . y por

años y años él f ue un buen niño, escrupuloso y t emeroso. . . y se convirt ió en un hombre bueno, escrupuloso y

t emeroso. . . y se las ingenió para cont rolar sus sent imient os como mej or pudo. . . pero a medida que se hizo

mayor, sus sent imient os sexuales y sus sent imient os nat uralment e se f ort alecieron. . . y era dif ícil

ignorarlos. . . y cada muchacha bonit a que veía le desencadenaba ansiedad y culpa. . . y cada act o rudo de los

demás le desencadenada ansiedad y culpa. . . e int ent ó purgar de si mismo esos sent imient os. . . y se deprimía

más cada día por su incapacidad para expulsarlos. . . y me pregunt o respect o a qué lo hizo pensar que podía

purgar los sent imient os sexuales. . . o los sent imient os agresivos. . . como si eso f uera humanament e posible. . .

y le most ré lo que se sabe de la anat omía y f isiología del cerebro. . . dónde est án localizados los cent ros

cerebrales de la sexualidad y la agresividad. . . cómo esas dimensiones básicas de si mismo “ vienen con el

equipo” . . . y luchar con la propia nat uraleza de uno es una met a menos út il que aprender cómo expresar

esos sent imient os nat urales en una f orma saludable. . . y él realment e lo supo. . . incluso en los niveles más

prof undos de si mismo. . . y supo que había t oda clase de pensamient os y sent imient os. . . algunos básicos. . .

algunos más sof ist icados. . . y pudo aprender a manej arlos t odos. . . en una f orma en la cual se sint iera bien. . .

y que lo aliviara. . .

Est a met áf ora ilust ra la inut ilidad de int ent ar purgar dimensiones de la nat uraleza humana, la

depresión que puede result ar, el cambio de perspect ivas con nueva experiencias e inf ormación, y la

resolución pot encial del problema.

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La f alt a de habilidad para acept ar y ut ilizar con ef ect ividad las part es de uno mismo, no hay duda

que es una part e de la depresión de muchas personas. A menudo, las personas no t ienen reconocimient o del

propósit o o de la nat uraleza út il de la(s) part e(s) et iquet adas como “ malas” , pero est á agudament e

conscient e de las consecuencias negat ivas de lo que est á int ent ando hacer esa part e. Junt o a est as líneas

est á sugiriéndose el uso de la est rat egia que implica el reencuadre de la “ depresión como una señal de

advert encia” que est á haciéndose necesario alguna cl ase de cambio. (Est a direct iva est á descrit a en el

cont ext o clínico en el Caso 4 del Apéndice B. )

D64
Lo malo puede ser bueno

El clínico puede usar la siguient e direct iva cuya int ención es f acilit arle al client e el descubrimient o

que lo que parece como una part e “ mala” realment e no es mala, sino que t iene un propósit o e incluso es

út il en algunos cont ext os. El client e aprende que “ Lo malo puede ser bueno” , como un cambio de

perspect ivas. Se le indica primero al client e que haga una list a de las diversas part es de si mismo que

parecen relevant es para el problema a mano. Segundo, el client e t iene que et iquet ar esas part es como

“ buena” o “ mala” de acuerdo a su marco habit ual en que lo hace. Tercero, el clínico y el client e discut en

cuáles de esas part es et iquet adas como “ malas” son el blanco de las paut as de comport amient o en las

cuales el client e se involucra act ivament e en un esf uerzo por rechazar o “ desembarazarse” de esas part es.

Cuart o, se le pide al client e que ident if ique los posibles valores posit ivos de esas paut as part iculares. ¿Qué

le permit en hacer a la persona? ¿Qué f ort alezas y valores represent an esas part es? Como quint o paso y f inal,

se le solicit a al client e que ident if ique un cont ext o en el cual la part e “ mala” es realment e út il, y cómo

sería út il.

El ef ect o mult idimensional de est a est rat egia es comunicar el valor relat ivo de t odas las part es de

si mismo, resalt ar la nat uraleza det erminada por el cont ext o del valor de esas part es, promover la

acept ación de si mismo, y validar a la persona como valiosa a pesar de su depresión y rechazo de si mismo.

D65
Dej ando ir y reivindicando partes de uno mismo

Puede ser realment e út il ot ra est rat egia para f acilit ar el aprendizaj e experiencial de lo que uno

percibe como part es “ malas” de uno mismo, que el aut or denomina “ Dej ando ir y reivindicando part es de

uno mismo” . Se le indica al client e que haga una list a de 10 ít ems que mej or lo represent an en respuest a a

la pregunt a “ ¿Quién es ust ed?” El client e puede hacer list as de roles sociales, caract eríst icas f ísicas, sociales

o int elect uales, sist ema de creencia, et c. Se est imula al client e para que incluya una represent ación

equilibrada de caract eríst icas, v. g. , cosas que le gust an y disgust an de si mismo. Después se le solicit a que

haga un r anki ng de los ít ems, de los menos a los más import ant es y que lo memorice. Después se le pide que

cierre sus oj os y “ use algo de imaginación” . El proceso cont inúa ent onces como sigue:

Imagine que ust ed puede dej ar ir el décimo ít em de su list a. . . que ust ed lo abandonó y ya no es más una

part e de ust ed. . . Correct o. . . déj elo ir. . y ahora quiere que adviert a los ef ect os de haberlo dej ado ir. . . ¿cuán

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dif erent e es ust ed?. . . ¿Qué ha cambiado?. . . ¿Qué puede hacer ahora que ant es no podía?. . . ¿Qué no puede

hacer ahora y que ant es podía?. . . ¿Se gust a más o menos sin eso?. . . ¿Cómo reacciona la gent e ant e ust ed

ahora que no t iene esa caract eríst ica?. . . ¿Cuál es el ef ect o en su comport amient o, sent imient os y

pensamient os?. . . y t ome un moment o para experiment arse sin esa part e de ust ed ahí. . . y ahora dej e ir el

número nueve de su list a. . .

El client e es guiado a t ravés de la experiencia de “ dej ar ir” en secuencia cada part e, incluida la

número uno. Es est imulado a experiment ar los cambios derivados de haber abandonado part es de si mismo,

hast a que la últ ima se “ haya ido” . La segunda f ase implica “ reivindicar” las part es, como sigue:

. . . y ahora puede reivindicar el ít em uno, t rayéndolo de regreso y haciéndolo part e de ust ed nuevament e. . . y

adviert a cómo se sient e. . . con eso de regreso. . . ¿qué es dif erent e?. . . ¿Qué puede hacer ahora que ant es no

podía?. . . ¿Qué no puede hacer y que ust ed podía sin eso?. . . y adviert a t odas las f ormas en que esas part es le

sirven. . . en f ormas que ust ed nunca se había dado cuent a ant es. . . y ahora cont inúe y reivindique el segundo

ít em de su list a. . .

El client e t iene la experiencia de “ est ar sin part es de si mismo” durant e una rat o, y muy a menudo

esa dist ancia permit e el descubrimient o que part es que no había apreciado realment e t ienen un propósit o.

En f orma t ípica, el client e report a experiencias de alivio al ser capaz de t raer de vuelt a sus part es, ¡incluso

aquellas que pensaba que no t enían ningún uso!

D66
Reencuadre en seis pasos

La est rat egia del “ Reencuadre en seis pasos” descrit a por Bandler y Grinder (1979, p. 160) implica

disociación y est á at ent a al propósit o de part es del sel f que aparent ement e no t ienen un f in det erminado.

En est a est rat egia, la met a general es ident if icar la int ención de la part e dañina y generar f ormas posit ivas

para acoger la int ención para int errumpir la paut a disf uncional “ viej a” , a la vez que se const ruye una

“ nueva” f uncional. Est a est rat egia se bosquej a a cont inuación:

(1) Ident if icar la part e (X) a ser cambiada.

(2) Est ablecer comunicación con la part e responsable de la paut a.

a) “ ¿Esa part e de mi, responsable de la paut a X se comunicará conmigo en mi ment e conscient e?”

b) Est ablezca una señal “ sí-no. ”

(3) Dist inguir ent re el comport amient o, la paut a X, y la int ención de la part e que es responsable del

comport amient o.

a) “ ¿Est aría bien que yo supiera conscient ement e qué est á int ent ando hacer por mi la paut a X?”

b) Si obt iene una respuest a “ sí” , pídale a la part e que siga adelant e y comunique su int ención.

c) ¿Esa int ención es acept able a la consciencia?

(4) Cree nuevos comport amient os alt ernat ivos que sat isf agan esa int ención. En el nivel inconscient e, la

part e que es responsable de X comunica sus int enciones a la part e creat iva, y hace una selección de las

alt ernat ivas que genera la part e creat iva. Cada vez que seleccione una alt ernat iva, dé la señal “ sí. ”

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(5) Pregunt e a la part e, “ ¿Se hará responsable de la generación de t res nuevas alt ernat ivas en el cont ext o

apropiado?”

(6) Comprobación ecológica. “ ¿Hay ot ra part e de mi que se oponga a las t res nuevas alt ernat ivas?” (Si hay

una respuest a “ sí” , volver al paso (2). (Bandler y Grinder, 1979, p. 160)

Est a est rat egia de reencuadre proporciona un amplio rango de elecciones al client e, a medida que

él responde a las exigencias cot idianas. Como una int ervención est rat égica, t rat a ef ect ivament e con el

problema de la ganancia secundaria y el est ablecimient o de un nuevo nivel de equilibrio que siga a la

int egración de los cambios. Además, al est ablecer un cont act o más direct o con la part e de la persona

responsable de la(s) paut a(s) responsable(s), hay un gran respet o por la int egridad del individuo, el cual es

capaz de escoger una respuest a mej or, en lugar que ést a le sea impuest a desde el ext erior.

D67
El modelo de las partes

En una est rat egia relacionada, que el psicot erapeut a Paul Cart er denomina “ El modelo de las

part es” (Cart er, 1983), él t ambién ha colocado énf asis en la nat uraleza con propósit o de las part es

aparent ement e dest ruct ivas y se esf uerza por alcanzar un mej or equilibrio de sus int enciones y sus

result ados. El Modelo de las part es es una variación del reencuadre en seis pasos en su f uert e desarrollo de

part es opuest as, de modo que se hace posible la t ot al expresión de t odas las part es. Est e modelo t ambién

concibe a la depresión ya muchos ot ros desórdenes como una consecuencia la f alt a de habilidad para

acept ar y ut ilizar ef ect ivament e las part es de uno mismo. Cuando los sent imient os básicos como la rabia o

el deseo de cercanía con ot ros son rechazados como “ malos” por cualquier razón, la persona se est anca

debido a la f alt a de habilidad para desarrollar esa part e en una út il. En consecuencia, la energía de la

persona es volcada a la mant ención de esa part e, creando un desequilibrio disf uncional que puede ser

rect if icado a t ravés de la est rat egia siguient e:

Paso 1: Int enci ón: ¿Cuál es el deseo o met a de ust ed?


a) Nombre una met a en t érminos posit ivos (Su “ Part e” Deseo).

b) Especif ique los sent imient os, las imágenes, sonidos y sabores que son consist ent es y est án asociados

con la met a o deseo.

Paso 2: Oposi ci ón: ¿Hay alguna oposición a su met a?


a) Especif ique cualquier experiencia de conf lict o en una imagen sensorial que ust ed pueda ver, sent ir

y escuchar.

b) Nombre la part e (Su “ Part e” Opuest a).

Paso 3: Tr ansf or maci ón: ¿Cuál es la int ención de su part e opuest a?


a) Pregúnt ele a la part e opuest a ¿qué es lo que quiere, cuál es la met a?

b) Especif ique esos deseos en t érminos de una experiencia complet a, v. g. , sent imient os, imágenes,

sonidos y sabores.

Paso 4: Opci ones: ¿Qué ot ras part es de ust ed pueden sat isf acer a su part e opuest a?
a) Dé acceso a un est ado creat ivo.

b) Genere t ant as opciones como ust ed pueda para sat isf acer la int ención de la part e opuest a.

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Paso 5: Int egr i dad : ¿Cuál de esas f ormas est ará bien con t odas sus part es?
a) Compruebe las opciones con la part e opuest a, para descubrir si ellas se harán cargo verdadera y

t ot alment e de los deseos de la part e opuest a.

b) Compruebe si no hay ot ras part es que se opongan a las opciones.

c) Si alguna part e se opone a la opción, puede descart ar la opción o dirigirse al Paso 2 y hacerse cargo

de est a nueva oposición.

Paso 6: Int egr aci ón: ¿Cómo puede ocurrir est o en el f ut uro?
a) Imagine un t iempo en el f ut uro en el cual ust ed haya alcanzado su met a inicial.

b) Revise los pasos que dio para llegar allí, v. g. , ent renamient o, est udio, ej ercicio.

c) Imagine algunas dif icult ades y oposición; ent onces experiment e usando sus nuevas opciones.

d) Const ruya una nueva imagen de si mismo que incluya t odas las part es en una armonía equilibrada.

(Cart er, 1983, pp. 5-6)

Los pasos ant eriores f acilit an un gran grado de cont act o con las part es de uno mismo y f oment an

una est imación de si mismo que int egra a esas part es. La habilidad para ident if icar part es que pueden

pensarse que ocurren como complement os, es una idea especialment e út il que ha sido desarrollada y

descrit a en diversas escuelas de t erapia, pero especialment e por el enf oque Gest ált ico.

D68
Amplificación de polaridades

La est rat egia de “ Amplif icación de polaridades” de un individuo, implica la disociación y la

amplif icación (v. g. , aument ar o f oment ar su habilidad para comunicar su propósit o o necesidades) de las

part es de una persona que parecen est ar en conf lict o. Así, cuando un individuo est á ambivalent e respect o a

algún problema, como a menudo es el caso de los individuos deprimidos, puede “ dársele una voz” a cada

part e de la persona, de modo que hablen. Las part es que han est ado suprimidas pueden expresarse por si

mismas ahora, y pueden hacer mucho para f acilit ar la recuperación cuando el client e conoce y se apropia de

esas part es. El diálogo ent re las part es en conf lict o puede ser la primera vez en que el client e se ha at revido

a hacer un cont act o con part es de si mismo est imadas como inacept ables. Como ocurre a menudo en el

cont ext o de la sociedad más amplia, cuando dos individuos prej uiciados y que sospechan el uno del ot ro se

conocen, el prej uicio y el t emor disminuyen cuando el ot ro ya no es más un desconocido. El t rabaj o con las

polaridades del individuo ha sido un t ema consist ent e en el enf oque Gest ált ico. (Perls, 1969; Polst er y

Polst er, 1973).

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D69
Desarrollo de partes no desarrolladas

En una est rat egia conduct ual que es paralela a las ant eriores, el clínico y el client e pueden

ident if icar las part es de la persona evaluadas posit ivament e y aquellas devaluadas, haciéndose est o en

f orma f ácil de acuerdo a qué part es han est ado más desarrolladas (las valoradas posit ivament e,

obviament e). Las part es no desarrolladas, complement arias, se ident if ican así en f orma simult ánea. El

clínico indica después al client e que se involucre en esas act ividades que “ Desarrollen las part es no

desarrolladas” , para obt ener un balance int erno más f uncional. Por ej emplo, considere el caso de Chris

descrit o en el Capít ulo 8. Como un cient íf ico de prof esión, Chris dio énf asis a la racionalidad y la lógica.

Chris había est ado t rabaj ando en un proyect o muy dif ícil. Con poco personal y est aba sobrecargado. Era un

proyect o que él escogió debido a su signif icación y al reconocimient o que obt endría si podía “ llevar a cabo

lo imposible. ” Bien, no pudo llevar a cabo lo imposible y esencialment e se quemó con el esf uerzo,

t erminando severament e deprimido. La part e de él que valoró la “ signif icación” y la “ dif icult ad” de un

proyect o como un requisit o para involucrarse en aquel, a est aba muy bien desarrollada. El complement o de

esas part es, “ insignif icant e” y “ f ácil” , no f ueron usadas en lo absolut o como crit erio para decidir un

proyect o. Así, cuando Chris se desent endió del proyect o original, dañino, y necesit aba escoger ot ro en el

cual t rabaj ar, se le indicó que escogiera un proyect o cort o, f ácil e insignif icant e. Escoger deliberadament e

un proyect o insignif icant e para t rabaj ar le hizo gracia a Chris y lo ayudó a est ablecer un encuadre para las

direct ivas que incluían el desarrollo de una part e “ recreat iva” , una part e “ humoríst ica” , una part e

“ descuidada” , y ot ros complement os a sus esf uerzos usualment e int ensos.

D70
Ir de pesca

Encont rar los complement os de esas part es que la persona t iende habit ualment e a conf iar es por

ciert o una met a primaria para desarrollarlas. Pude usarse una est rat egia met af órica como “ Ir de pesca” para

ext raer un percat arse de las part es no desarrolladas de uno mismo que es apropiado desarrollar. El clínico

podría ut ilizar sugest iones generales para descubrir cosas previament e desconocidas. El client e puede

experiment ar mej or est a est rat egia cuando est á en un est ado de t rance inducido f ormalment e. La

proyección de signif icado del client e en las sugest iones generales (de “ proceso” ) en una met áf ora de est e

t ipo, garant iza una personalización de la experiencia, a la vez que crea la posibilidad de un descubrimient o

signif icat ivo de recursos int ernos para que sean ut ilizados en t erapia.

A veces las personas vienen a t erapia sabiendo que hay algo import ant e para aprender. . . a veces realment e

puede ser un descubrimient o import ant e. . . un descubrimient o personal. . . que suminist ra muchos buenos

sent imient os. . . sent imient os sólidos, posit ivos. . . la clase de sent imient os cuando uno explora algún lugar

que no es t ot alment e f amiliar. . . y quizá puede recordar. . . . en una época pasada. . . la experiencia de ir de

excursión. . . puedo recordar el lago, los acant ilados, las quebradas que exploré siendo un niño. . . y quizá

puede recordar algún lugar que le gust aría explorar. . . . y la sat isf acción de encont rar cosas maravillosas que

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ust ed no sabía que est aban ahí. . . cosas que hicieron una dif erencia en la f orma en que ust ed se sient e. . . y

explorar adent ro es t an f ascinant e como explorar af uera. . . las part es de ust ed que conoce muy bien. . .

aquellas que adviert e y usa a diario. . . las part es sociales. . . las part es que sient en. . . y hay ot ras part es,

además. . . y son part e que su ment e conscient e no conoce mucho. . . pero su ment e inconscient e sí. . . si ust ed

pensara en una sit uación part icular en la cual su ment e conscient e est aba conf undida, o no t uviera

seguridad. . . podría percat arse más ahora de una part e t ot alment e dif erent e de ust ed que podría haber

respondido a esa sit uación. . . una part e a la cual puede darle un nombre que la represent e mej or, ¿y cómo

denominaría a esa part e?. . . (el client e verbaliza el nombre de la part e). . . y “ X” es una part e de ust ed, ¿no

lo es?. . . y ¿es una part e que ust ed t iende a ignorar, no la ignora?. . . y uno puede pensar en ot ras sit uaciones

en la cual “ X” sería una maravillosa part e para responder con ella. . . ¿y puede describir un par de sit uaciones

y cómo “ X” respondería?. . .

El client e es animado a explorar a si mismo y reconocer algunas part es como conscient es y

f amiliares, y ot ras como inconscient es (disociadas) y menos f amiliares, para ident if icar las part es personales

que pueden responder a una sit uación dist int a a la habit ual. La int eracción ent re el clínico y el client e

puede brindar numerosos int ercambios respect o a la nat uraleza y la diversidad de las part es personales.

D71
Técnicas de puente

Un par de t écnicas que t ambién son apropiadas para “ ir a pescar” part es disociadas, son las

“ Técnicas de puent e” . Una es la t écnica del “ puent e af ect ivo” de Wat kins (1971), el cual implica t ener a la

persona haciendo un puent e de un sent imient o act ual en un cont ext o act ual, con el mismo sent imient o en

un cont ext o pasado (“ Adviert a el sent imient o. . . int ensif íquelo. . . y vaya hacia at rás, a la primera

experiencia que puede recordar en la cual t uvo el mismo sent imient o” ). La ot ra t écnica es el “ puent e

somát ico” de Araoz (1985), la cual implica ut ilizar una t oma de conciencia del cuerpo de uno para f acilit ar

un percat arse de cualquier sent imient o reprimido (“ Adviert a la sensación en su cuerpo ahora. . . y permít ale

aument ar. . . y dej e que el percat arse de su cuerpo le permit a descubrir algo de import ancia. . . ” ). Ambas

t écnicas permit en al client e el descubrimient o de recursos en un modo respet uoso, no imposit ivo. El

permit ir que los sent imient os, ya sean f ísicos o emocionales, se conviert an en el f oco de at ención por un

rat o puede llevar a una riqueza de imágenes y recuerdos que llegan a la superf icie, y que pueden ser usados

en t erapia.

Las t écnicas mencionadas pueden lograrse con o sin inducción f ormal de hipnosis. Hay una variedad

de t écnicas hipnót icas que han probado ser ext remadament e benef iciosas para los client es deprimidos,

muchas de las cuales implican regresión de edad. La regresión de edad como un f enómeno básico del t rance

(Yapko, 1984a) implica la ut ilización int ensa de la memoria, y ya que es f ácilment e reconocido que las

paut as aprendidas suminist ran el marco para la depresión en muchos individuos, la regresión de edad puede

ser ut ilizada ef ect ivament e con algunos client es. Sin embargo, uno debe ser especialment e j uicioso en el

uso de la regresión con client es deprimidos, puest o que la “ orient ación t emporal hacia el pasado” t ípica de

esos client es puede llevar al clínico a ref orzar inadvert idament e una paut a disf uncional. La regresión est á

generalment e cont raindicada cuando no se ha est ablecido aun una orient ación a f ut uro.

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D72
Recursos positivos del pasado

Las est rat egias de regresión de edad pueden implicar el acceso de “ Recursos posit ivos del pasado” ,

para incorporar en cont ext os act uales y f ut uros. Ese proceso implica primera disociar hipnót icament e las

part es específ icas del individuo que han sido evident es en su hist oria personal de t iempo en t iempo. Cuando

esas part es son dirigidas a las sit uaciones vit ales que el client e enf rent a, ellas le servirían bien al individuo.

Los client es, en esencia, t ienen la oport unidad a t ravés de la sesión de hipnosis para ensayar el uso de sus

propias capacidades posit ivas en las sit uaciones donde ellas son más necesarias. El hallazgo de esas

capacidades posit ivas en la propia hist oria de uno puede suminist rar un est ímulo añadido a la est imación de

si mismo.

D73
Revificat ion
La regresión de edad además puede consist ir en guiar al client e para experiment e “ Revi f i cat i on” ,

una cat egoría de t écnicas hipnót icas para “ revivir” episodios pasados como si est uvieran ocurriendo en el

present e (descrit a en Yapko, 1984a). Pueden volverse a vivir episodios que poseen un gran pot encial para

cat alizar cambios en donde se hicieron generalizaciones negat ivas o dist orsiones cognit ivas (Beck et al. ,

1979). En general, el propósit o del mét odo es alt erar la f orma en que la experiencia es represent ada

int ernament e por el individuo, es decir, cómo f ue incorporada la memoria y cuáles conclusiones pueden

haberse ext raído de ella. La memoria es “ vuelt a a t rabaj ar” para alcanzar conclusiones nuevas, más

adapt at ivas. El t rabaj o puede incluir t odos o algunos de los siguient es procesos: dest apar represiones,

ext raer emociones, cambiar el f oco del client e desde una dimensión de la memoria a ot ra, ayudar al client e

a accesar y movilizar esos recursos que podrían haber sido ef ect ivament e usados en la experiencia revivida

(por ej emplo, dando a la persona la oport unidad para cont rolar lo que originalment e f ue un suceso

incont rolable); y el uso de t écnicas de reest ruct uración cognit iva (Beck, 1983; Beck et al. , 1979), lo cual

puede ser aument ado a t ravés de la presencia del est ado de t rance en el client e. Una vez que la memoria ha

sido vuelt a a t rabaj ar o reencuadrada en est e t ipo de “ proceso de incident e crít ico” , donde los event os

signif icat ivos son re-experiment ados y resuelt os t erapéut icament e, los nuevos sent imient os posit ivos y los

pensamient os relacionados con la memoria y las dimensiones relacionadas de la imagen de si mismo pueden

“ t raerse de vuelt a” y ser int egrados a las paut as act uales de f uncionamient o.

D74
Cambio de la historia personal

Ot ro proceso dinámico que implica regresión de edad que es ef ect ivo y versát il es la t écnica del

“ Cambio de la hist oria personal” (Grinder y Bandler, 1981), que implica algunas paut as similares a aquellas

del “ proceso del incident e crít ico” descrit o recién. El cambio de la hist oria personal implica guiar al client e

hipnot izado hacia las memorias t empranas que se manif est aron a t ravés del t iempo, para vivir y aprender de

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ellas. La clase de experiencias que son est ruct uradas por el individuo son aquellas que pueden suminist rar

generalizaciones posit ivas respect o a uno mismo y la vida de uno.

Se alient a al client e para que experiment e los escenarios sugeridos y use t odas las dimensiones de

cada escenario al máximo, en su grado más posit ivo (Lankt on y Lankt on, 1983; Yapko, 1984a). A t ravés de la

desorient ación del paso del t iempo, el client e puede t ener meses o años de experiencia en una sólo sesión

de t rance. De est e modo, la persona pasar por las experiencias de t ener a los padres que perdió en la

j uvent ud, t ener int eracciones signif icat ivas con ot ros que le f oment aron un est imación de si mismo sólida,

posit iva, et c.

Para permit ir que los aprendizaj es posit ivos se generalicen desde las experiencias de t rance hacia

el rest o de la vida del individuo, pueden usarse sesiones múlt iples de cambio de la hist oria personal, en

conj unt o con una amplia ut ilización de sugest iones post hipnót icas. Uno podría sugerir que “ esas memorias

posit ivas pueden ser el marco en base a cual pueden hacerse elecciones act uales y f ut uras, pues t odas las

personas usan sus aprendizaj es pasados para guiar sus opciones. ” Una verdad obvia como esa permit e que la

sugest ión sea más f ácilment e incorporada. La amnesia puede ser ut ilizada select ivament e para reprimir

det alles específ icos de las memorias agregadas, a la vez que permit ir generalizaciones posit ivas derivadas

de ellas para sumir un rol act ivo para guiar la experiencia de la persona (Erickson y Rossi, 1979).

D75
Una voz en cuestión

Las paut as disociat ivas de la hipnosis son part e de los procesos mencionados ant eriorment e, pero

puede ser ef ect iva una f orma más pura de disociación al considerar las dimensiones de la depresión. Por

ej emplo, en el caso de una client e deprimida, se le of recieron sugest iones para el reconocimient o de sus

sent imient os y percat arse escindidos respect o a su sit uación. Se le sugirió que reconociera esa part e de ella

que est aba caract erizada como “ negat iva” y que simult áneament e reconociera una part e de ella que est aba

caract erizada como “ posit iva” . Cada part e podía pensarse como ocupando su propio lugar dent ro de ella,

cada una con su propio conj unt o de caract eríst icas.

Le f ueron dadas para hacer concret as esas part es, dándoles lugar dent ro de ella de acuerdo a cuán

accesibles quería ella que f ueran esas part es, sin import ar las paut as del pasado. Mot ivada posit ivament e,

ella escogió su lado dominant e como el posit ivo y su lado no dominant e como el negat ivo. Se la est imuló a

disociar int ernament e una lado del ot ro y escuchar (v. g. , alucinación audit iva) las int erpret aciones de cada

lado hacia los sucesos ant es de reaccionar.

Se le dieron sugest iones respect o a la habilidad para escoger select ivament e int erpret aciones

posit ivas o negat ivas basadas en qué sería más adapt at ivo para la sit uación y qué sería más subj et ivament e

placent ero. Se le suminist raron experiencias hipnót icament e para prof undizar el percat arse del lado de la

pot encial inf luencia posit iva. Nunca había t enido ant es int erpret aciones posit ivas de la experiencia en “ Una

voz en cuest ión” , y a medida que la client e f ue capaz de responder apropiadament e a su lado posit ivo, su

experiencia de depresión se desvaneció. Est a paut a es est ruct uralment e similar al f oco dist orsionado en los

aspect os exclusivament e negat ivos de la experiencia que es t ípico de la depresión, pero el f oco est á ahora

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dirigido hacia las dimensiones posit ivas de la experiencia, para crear un acercamient o más balanceado hacia

la vida (ya que la vida de uno no es buena ni mala t odo el t iempo).

D76
Externalización de partes significativas

Ot ra est rat egia implica el mecanismo de “ Ext ernalizar part es signif icat ivas” del client e que

normalment e son mant enidas int ernament e. Est o puede ser hecho en diversas f ormas. Una de esas

est rat egias es el “ ent renamient o en agresión” o “ t erapia provocat iva” (Farrelly y Brandsma, 1978), en el

cual un client e que suprime sus sent imient os de rabia es deliberadament e host ilizado para lograr que la

persona exprese ext ernament e sus sent imient os de rabia. Ot ros sent imient os pueden ser ext ernalizados

simplement e a t ravés de su expresión al clínico, part icularment e esos sent imient os que lo avergüenzan

(Spiegel, 1986).

D77
La fiesta de partes

Ot ra est rat egia de “ ext ernalización” es la t écnica que desarrolló Sat ir y que denominó “ La f iest a de

part es” . En est a t écnica de t erapia de grupo, el client e elige de 6 a 12 personaj es reales o f ict icios que

represent en rasgos signif icat ivos del client e. Esos individuos le agradan mucho o le disgust an mucho al

client e. Sus rasgos agradables o desagradables son ident if icados por el client e, y después los personaj es

posit ivos y negat ivos son aparej ados con esos rasgos. A cada miembro del grupo se le asigna un personaj e

para que lo act úe, como un símbolo de esos rasgos, y después se lleva a cabo la “ f iest a” de t odos los

personaj es. Todos los personaj es int eract úan sus “ roles” , exagerando las caract eríst icas de sus rasgos

relevant es. El client e ve y experiment a cómo act úan las dif erent es part es, viéndola en una nueva f orma

relevant e para él, lo cual lo puede ayudar a descubrir sus f unciones posit ivas. Al t érmino de la f iest a, el

client e es rodeado en círculo por t odas las part es y acept a f ormalment e cada una de las part es y las

capacidades dif erent es que represent a cada una (en Cart er, 1983).

D78
En el papel

Ej emplos de ot ro t ipo de est rat egia de “ ext ernalización” son los diversos ej ercicios de regist ro

escrit o usados en diversas escuelas de t erapia. Por ej emplo, en la muy ef ect iva t erapia cognit iva, puede

dársele al client e una variedad de ej ercicios escrit os de (v. g. , regist ros diarios de pensamient os y

dist orsiones cognit ivas), que sacan los pensamient os de uno de la esf era int erna y subj et iva y los colocan

“ En el papel” , donde pueden ser escudriñados más obj et ivament e. Al ext ernalizar los pensamient os de uno -

en si misma, una t écnica de int errupción de la paut a- y darle a uno las herramient as para reconocer y

cor r egi r los propios pensamient os dist orsionados, la paut a de desamparo t ambién es int errumpida. Burns
(1980) describió muchas de esas est rat egias de escrit ura que ayudan a disociar al client e de su paut a

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habit ual de pensamient o, a la vez que el uso de la pr áct i ca r epet i da de pensamient os “ claros” como una

f orma par a i nt egr ar los aprendizaj es import ant es.

D79
Sustitución de síntomas

En algunos casos, el clínico podría opt ar por usar una est rat egia que apunt a simplement e al alivio

de los sínt omas. En las circunst ancias donde la depresión es secundaria a una enf ermedad f ísica seria (v. g. ,

cáncer) y el pronóst ico es negat ivo, o en circunst ancias donde el individuo deprimido no est é disponible o

será poco probable que se benef icie con un t rat amient o más int enso, puede emplearse la “ sust it ución de

sínt omas” como una est rat egia deliberada. A menudo el individuo deprimido somat iza los sínt omas de la

depresión; las molest ias somát icas son más concret as, t ienen parámet ros más clarament e ident if icables y

son más acept ables int er e int rapersonalment e (Suinn, 1984).

La sust it ución de sínt omas como est rat egia puede implicar la t ransf ormación cont rolada del dolor

emocional de la depresión en un dolor f ísico acept able, v. g. , uno que sea moderado, t olerable y no

invalidant e. Erickson la describió como una est rat egia de sust it ución de sínt omas (1954a). Uno podría

considerar esas molest ias somát icas espont áneas e incont rolables, como la manif est ación del mismo proceso

subyacent e de depresión. La clave para usar est a est rat egia descansa en la elección de la nat uraleza del

sit io de la sust it ución de sínt omas, proveyendo así el reconocimient o al mismo nivel de una habilidad para

cont rolar los sínt omas.

RESUMEN

Al concebir a la disociación como un proceso que posee la misma capacidad para ayudar o dañar,

puede ser f ácil ident if icar dónde y cómo opera la disociación como un cat alizador de cambios posit ivos en el

proceso de t erapia. Nót ese que la disociación es int egral en muchos modelos de t erapia (quizá la Gest alt y

el Análisis Transaccional son los ej emplos más comunes) ayuda al clínico a deliberar respect o a cuáles

“ part es” de una persona pueden ser ext raídas posit ivament e y cuáles es mej or dej ar solas (debido a su

nat uraleza desequilibrada). Por ej emplo, amplif icar un pasado doloroso al hacer que el client e se concent re

en recuerdos t raumát icos, cuando el individuo deprimido ya est á muy orient ado hacia el pasado, es probable

que sea ant i-t erapéut ico, pero sin embargo es un acercamient o común en los clínicos. La ida de ident if icar,

desarrollar e int egrar part es complement arias o part es reprimidas, con el propósit o de alcanzar un mej or

sent ido de equilibrio, cont inúa siendo la met a dominant e en el t rat amient o de la depresión. Todas las

t erapias t rabaj an con part es del individuo, pero la t erapia más ef ect iva ocurre cuando las part es “ correct as”

(v. g. , las cent rales en la depresión de la persona) son llevadas a una conf iguración más út il, donde puedan

ser ut ilizadas como recursos personales ef ect ivos para responder a las cont inuas exigencias de la vida.

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11. Nunca y Siempre Solo

Las direct ivas descrit as en los capít ulos previos son capaces de colocar al client e deprimido en

cont act o con sus valores, creencias y comport amient os depresiógenos. Mucho del t rabaj o t erapéut ico puede

ser hecho int ernament e por el client e cuando una paut a aut o-limit ant e es int errumpida y reemplazada por

ot ra paut a que es más adapt at iva. Sin embargo, la concent ración exclusiva en el mundo int erno del client e

es inevit ablement e una int ervención incomplet a, ya que el individuo no vive ent erament e dent ro de si

mismo. Por el cont rario, los individuos viven en un mundo que incluye a ot ras personas —muchas ot ras

personas. Una de las dimensiones primarias de la experiencia descrit a en el Capít ulo 3 es la relacional,

haciendo énf asis el aspect o int erpersonal de la vida del individuo. La dimensión relacional se relaciona con

el sist ema social más amplio del cual uno es una part e, e incluye a t odas las personas con las cuales

int eract uamos, ya sean ocasionales o dist int as en la cualidad de la relación. Desde luego, las relaciones más

signif icat ivas reciben mayor énf asis en la int ervención en est a dimensión, con una at ención especial puest a

en las paut as relacionales del individuo con respect o al esposo(a), hij os, padres, amigos cercanos, colegas,

empleados, y ot ros que son import ant es en su vida.

Parece imposible desest imar el rol que j uegan ot ras personas para la conf iguración de las

perspect ivas de la persona respect o al mundo en el cual vive. La sociedad es una f orma universal de vivir, y

cada sociedad socializa int ensament e a sus miembros para que adquieran el conocimient o que será

necesario para que ellos part icipen provechosament e en esa sociedad. Uno aprende qué puede y no puede

hacer, lo que puede ser expresado y lo que debe guardarse para uno mismo. Quizá lo más import ant e, uno

aprende respect o a qué es lo esperado en cada uno de los diversos roles sociales que desempeña.

La psicología social ha acumulado un mont o sust ancial de inf ormación respect o a los roles sociales y

el comport amient o normat ivo en una variedad de cont ext os. Es inf ort unado que las diversas ramas de la

psicología parezcan t ener t an poco o ningún cont act o ent re ellas, puest o que las perspect ivas de cada una

cont ribuyen a una mej or comprensión y a una mayor unif icación de las diversas f uerzas que moldean la vida

del individuo. En t odo suceso, el énf asis de la psicología social en las dimensiones int erpersonales de la

experiencia puede brindar al clínico mayores int uiciones en las f ormas de int ervenir en un sist ema social

est ablecido, que permit irá cambios posit ivos en sus miembros. Específ icament e, uno debe t ener en ment e

que lo que ocurre en el nivel individual de la experiencia t endrá consecuencias en alguna ot ra part e del

sist ema, incluidas las consecuencias int erpersonales. En consecuencia, los ot ros miembros del sist ema del

client e j uegan un amplio rol en el ref uerzo direct o e indirect o y la ext inción de sus paut as de la experiencia

subj et iva.

Considere, por ej emplo, los coment arios de Adam (descrit o en el Capít ulo 9), que había sido

corredor de bolsa ant es de suf rir una depresión severa. Un hombre int eligent e y sensible, Adam at ribuyó

mucha de la paranoia que experiment aba respect o a los demás como una respuest a a un j uicio de valor de

aquellos porque él est aba sin empleo y era, por lo t ant o, un inút il. Debido a sus at aques incapacit ant es de

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depresión, la esposa de Adam y los hij os mayores se hicieron gradualment e responsables del manej o de los

asunt os f amiliares. Apart e del t emor que ést os agravaran la ya delicada condición de él, la f amilia de Adam

comenzó a excluirlo complet ament e debido al est rés de la t oma de decisiones, e inadvert idament e lo f ueron

excluyendo del sent ido de est ar conect ado con ellos. Adam se denominaba a si mismo “ la gárgola

benevolent e” de la casa -una expresión curiosa de su sent ido de aislamient o e inut ilidad.

La paut a ha sido bien descrit a en la lit erat ura conduct ual respect o a la depresión. El individuo

deprimido se t ransf orma en alguien muy negat ivo y muy sin energía para con lo que lo rodea, agot ando los

int ent os de los ot ros que genuinament e quieren ayudarlo, hast a, que en su propia f rust ración, aquellos lo

abandonan. El individuo deprimido ahora t iene combust ible adicional para el f uego de la depresión,

sint iéndose incompet ent e y sin valor. En ot ro aspect o relacional problemát ico, la ayuda que los demás le

proporcionan durant e los episodios de depresión pueden recompensar inadvert idament e a la persona por

est ar deprimida. Est o ocurre como result ado del despliegue de at ención, af ect o y ot ros comport amient os

que el individuo deprimido puede encont rar ref orzant es.

Clarament e, algunas paut as int eraccionales son más f uncionales y signif icat ivas que ot ras, y el

cómo el client e paut a sus relaciones puede ocasionar o mant ener episodios de depresión. (Est o, desde

luego, es la t ema cent ral del modelo int erpersonal de la depresión. ) Los sist emas de relación, una vez

est ablecidos, generalment e mant ienen la est abilidad. Para lograr est o, las int eracciones t ienden a volverse

rit uales. Se desarrollan expect at ivas, a veces int ensament e, respect o a cómo debe ser uno, y la presión

sobre el individuo para que viva de acuerdo a esas expect at ivas puede ser enorme. Si las expect at ivas est án

t an f irmement e est ablecidas, que parecen más allá de discusión, la nat uraleza crít ica de la ment e

conscient e es burlada, y el individuo responde muy inconscient ement e a las direct ivas impuest as. No

siempre es f ácil descubrir quién impuso esas direct ivas. A veces est á claro que las expect at ivas f uer on

abiert ament e est ablecidas por alguien signif icat ivo; ot ras veces, el individuo descubre que ha asumi do algo

respect o a los ot ros, y se ha impuest o est ándares que se han t ransf ormados en dañinos para si mismo. Sin

import ar el origen de las expect at ivas, el sist ema social del individuo llega a un delicado equilibrio que no

permit e f ácilment e el cambio en las paut as. Como se señaló al principio, un cambio en un miembro ocasiona

inevit ablement e una necesidad de cambio en los ot ros para aj ust arse a si mismo de acuerdo al cambio. A

menudo es dif ícil cambiar una paut a de uno, incluso puede ser experiment ado como especialment e dif ícil

cuando el individuo aun no inicia el cambio, sino que simplement e est á reaccionando a ot ros. La respuest a

perezosa de los miembros de la f amilia ant e la exigencia de cambiar, aparece como “ resist ent e” al cambio e

incluso puede parecer como int ent os direct os o indirect os para sabot ear los esf uerzos del client e.

El t rat ar con las consecuencias int erpersonales de las paut as de la ida de uno es una part e cont inua

de la vida. Al t rabaj ar con los individuos deprimidos en part icular, los ef ect os int erpersonales son muy

marcados, como lo sugiere la Tabla 5 del Capít ulo 3.

Si consideramos algunos de las paut as más comunes y pert urbadoras evident es en las relaciones,

podemos pensar en los problemas del poder (v. g. , luchar abiert a o encubiert ament e por el cont rol de la

relación), coerción y/ o egoísmo manipulador, dependencia excesiva, paut as abiert as o encubiert as de

rechazo o ridículo, y abuso verbal o f ísico en una diversidad de ot ras f ormas. El clínico que es sensible a las

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paut as relacionales en la vida del client e deprimido, es probable que encuent re algunas o t odas est as paut as

negat ivas y necesit ará int ervenir en alguna f orma. Al considerar el uso de direct ivas para el t rat amient o de

los individuos deprimidos, puede ser út il considerar los problemas principales del “ cont rol” y la

“ responsabilidad” (discut ida con ext ensión en los capít ulos previos) en t érminos de las implicaciones

int erpersonales. Para que el client e logre una recuperación t an complet a como sea posible, esos problemas

deben aclarados lo suf icient e para ser manej ados apropiadament e en t odas las dimensiones.

MANIFESTACIONES INTERPERSONALES DE AMBIGÜEDAD

RESPECTO AL CONTROL

Las personas quieren lo que ellos desean cuando ellas lo quieren. Cuando lo que ellas quieren es en

general de ot ras personas o de ot ra en part icular, comienzan los int ent os por cont rolar a ot ros. Es

dif ícilment e pat ológico desear cosas de las ot ras personas -la necesidad de af ect o, aprobación, apoyo y

ot ras comodidades int erpersonales, son universales y apropiadas. El problema relevant e implica el grado de

las necesidades de uno y las t áct icas que uno emplea para int ent ar t ener aquello que se necesit a. La

est imación de si misma de la persona puede est ar conect ada inapropiadament e con los sent imient os o

acciones de ot ro, con la depresión surgiendo cuando las ot ras personas no act úan de acuerdo a sus deseos.

Considere los siguient es ej emplos.

En una muj er en t rat amient o, el problema present ado de una aguda depresión est aba clarament e

ligada a la decisión de su hij o de asist ir a la escuel a de graduados en bioquímica, en lugar de la escuela de

medicina, como ella lo había esperado. Se quej ó amargament e respect o a la f alt a de respet o de sus deseos,

y la decepción que t enía que enf rent ar como result ado de la decisión de él. Describió las diversas f ormas a

t ravés de las cuales había int ent ado prepararlo para la carrera de medicina desde que era un niño pequeño,

y cómo se sent ía t raicionada al ir él cont ra sus bien conocidos deseos. Clarament e, est a muj er est aba

int ent ando cont rolar la vida de su hij o, y es af or t unado que él est uviera experiment ando suf icient e

individuación y compet encia para t omar decisiones import ant es para él. Las t áct icas de ella para inducirle

culpa con su suf rimient o, no lo impact aron abiert ament e, lo cual ponía de relieve, además (para ella), su

incapacidad para cont rolarlo. La t erapia implicó el desarrollo de la acept ación de la habilidad de su hij o

para decidir respect o a su propia vida, const ruyendo el reconocimient o que la compet encia era una

manif est ación de la habilidad para t omar decisiones cuidadosament e y asumir las consecuencias de esas

decisiones. La t erapia comenzó con un simple, pero ef ect ivo, reencuadre: “ Qué madre maravillosa debe

haber sido ust ed para permit ir que él desarrollara la capacidad de est ar t an claro respect o a quién es y lo

que quiere. ” Ella aun no lo había vist o en esa f orma, y est a perspect iva guía hizo considerablement e f ácil el

rest o de la t erapia.

En ot ro caso, una muj er había pasado el f in de semana con un hombre con el cual ella t enía t enido

una relación int ermit ent e. El f in de semana f ue una oport unidad para sat isf acer la necesidad de cercanía

con alguien. En general, ella era muy dependient e de ot ros para su sent ido de si misma, y a pesar de la f alt a

de un verdadero vínculo ent re ella y el hombre, sent ía que al menos disf rut aría el gozo de est ar con él. Su

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agenda encubiert a, sin embargo, era int ent ar prof undizar el compromiso del hombre con ella, presumiendo

que si el f in de semana andaba bien, la relación podría est abilizarse en una posición de acercamient o. Bien,

el f in de semana anduvo bien. Al regresar, ella lo describió como un f in de semana apasionado y divert ido.

Su gozo pront o se t ransf ormó en desesperanza y depresión (nuevament e) cuando los días pasaron sin que el

hombre la llamara. Ella sumió que el la llamaría y mant endría (la ilusión de) la cercanía con ella, y ella

est aba devast ada porque él no lo hizo. Cuando f inalment e lo conf ront ó con su insensibilidad, el le recordó

f ríament e lo que le había dicho ant es -que él no est aba int eresado en una relación cont inuada y

compromet ida. La t erapia implicó ayudarla a redef inir sus asunciones y expect at ivas respect o a los demás, y

para respondiera más ef ect ivament e a la realidad de ot ros en lugar del deseo idealist a de cómo “ debiera”

ser. El hombre había sido honest o con ella desde el comienzo, pero lo que la hirió f ue descubrir que no

podía cont rolarlo a t ravés de sus t áct icas manipuladoras de seducción. Incluso sus lágrimas y la depresión no

lo conmovieron. El f oco int erno de ella en sus propios deseos le impedía un f oco ext erno y ver la realidad de

la sit uación -una paut a muy común ent re los individuos deprimidos.

Los est ragos emocionales int ernos relacionados con la depresión que surgen de los int ent os de

cont rolar los sucesos incont rolables se derivan de la amplif icación de la rabia, la, culpa, la dist ancia

emocional, la decepción y ot ros sent imient os que pueden ser act uados en relación con ot ra persona. El

primer ej emplo de la madre depresiva es un ej emplo t ípico de una rabia int ensa y decepción concent rada

sobre su hij o, si él hubiera sido un hombre menos seguro, podría haberse sent ido culpable por las reacciones

de su madre y habría cumplido los deseos de ella. En el segundo ej emplo, que implicaba seducción, ella

esperada y deseaba ser import ant e para ot ro individuo. Cuando aquel no se comport ó así, la rabia y la

decepción por la f alt a de compromiso del hombre para sat isf acer los deseos de ella, se int ensif icaron. Si él

se hubiera sent ido responsable por el bienest ar o la sat isf acción de los deseos de ella, podría haberse

enredado en lo que segurament e hubiera sido una relación dest ruct iva.

La “ depresión inst rument al” es un t érmino acuñado por el aut or para describir esos episodios de

depresión donde el valor manipulador de la depresión es un rasgo clave desde su inicio. En esos casos, la

depresión es una t áct ica para obt ener obediencia de part e de los ot ros, con poca o ninguna consideración

por el cost o emocional (en culpa, rabia, o daño) que aquellos deben pagar para obedecer. Est a paut a “ dame

lo que quiero, sin import ar el cost o” viola la regla más básica de las relaciones saludables y posit ivas -

acept ar que t odo el mundo debe hacer sus propias elecciones por si mismo. Presuponer que uno est á mej or

capacit ado que la ot ra persona para j uzgar lo que es bueno para ella, es una paut a que muy probablement e

lleve a conf lict os de poder en que uno no puede vencer.

Ot ro aspect o de la depresión inst rument al implica el reconocimient o que la depresión puede ser

recompensada en f orma direct a, en donde la experiencia de depresión lleva a consecuencias posit ivas. En lo

que parece ser un ej emplo chist oso, considere la observación que en casi t odas las f iest as hay una persona

(generalment e un hombre) que se muest ra baj oneado y alej ado. Parece que siempre hay una dama

compasiva en esas f iest as, la cual acept a el peso de ayudar a est e hombre aproblemado. Casi

invariablement e, est e es el t ipo que no se pierde ninguna f iest a. La depresión puede t ener sus

recompensas. . .

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Ot ra f orma de considerar cómo la ambigüedad respect o al “ cont rol” en una dimensión int erpersonal

puede llevar a la depresión se relaciona con los roles sociales, como f ue discut ido en f orma breve ant es. El

rol de la persona est á en un amplio grado dict ado por las expect at ivas de los ot ros. Por ej emplo, si uno est á

en el rol de prof esor, ent onces se espera que uno dé conf erencias, haga demost raciones, discut a, dé

respuest as, et c. Uno podría reconocer que la depresión es, a menudo, una consecuencia de expect at ivas no

realist as de ot ros, que son inconsist ent es de algún modo con la f orma en que la ot ra persona def ine sus

requerimient os. Si uno aplica presión sobre ot ro para que se adapt e a los est ándares que uno asocia con un

rol part icular, ent onces es inevit able que uno cree un conf lict o de poder que se va cargando

emocionalment e más a lo largo del t iempo. En consecuencia, la decepción es mayor cuando el conf lict o se

pierde. Incluso lo que parece un t riunf o, es una pérdida, ya que el ot ro individuo simplement e obedece: no

hay una verdadera int ernalización de las expect at ivas; solament e hay una capit ulación, una condición

usualment e muy insat isf act oria para el vencedor.

Considere est e ej emplo. Un esposo y su esposo buscaron t erapia para resolver un odioso desacuerdo

que est aba volviéndolos depresivos e irrit ables. La muj er comenzó diciendo, “ Tengo 33 años, y t engo dos

hij os de nueve y 11 años de edad. Trabaj o mucho para criarlos y ahora est án básicament e criados -est án en

la escuela y no me necesit an mucho. Deseo mucho regresar a t rabaj ar. ” La rápida respuest a del esposo f ue,

“ ¡Ninguna esposa mía t rabaj ará -la abandonaré primero! ” La exagerada respuest a de ella f ue una súplica

hacia mi, “ ¡Fíj ese en él! ” Al pedir al esposo que expl icara sus obj eciones para que ella volviera a t rabaj ar,

of reció razones poco convincent es como, “ ¿Qué pasa si uno de los chicos se enf erma y la enf ermera llama a

casa y no hay nadie?” Al t rat ar con la irracionalidad de sus obj eciones, f ueron expuest as una t ras ot ras sus

obj eciones sin sent ido, hast a que sus t emores de ret aguardia f ueron expuest os, que si su esposa volviera a

t rabaj ar, se conocería a alguien con a combinación de Paul Newman y Robert Redf ord, enamorándose, y

desapareciendo en la puest a de sol con aquel.

Considerando est a sit uación desde la perspect iva del cont rol, los roles y las expect at ivas, uno

puede ver que el esposo t enía un conj unt o de expect at ivas muy rígido respect o a los comport amient os

apropiados para una “ esposa” y una “ madre” . Aparent ement e, “ esposa” quería decir ” muj er obedient e” , y

“ madre” , “ ayuda inmediat ament e disponible” . Todo lo que amenazara a sus expect at ivas, como la

t endencia de la esposa a querer algo más de la vida para ella, creaba rabia, f rust ración y depresión en él,

cuando el asunt o permanecía sin resolverse a t ravés del t iempo. La inseguridad de él se manif est aba en un

int ent o por cont rolar el paradero e int ereses de su esposa, ref orzando el principio general discut ido con

ant erioridad que mient ras más inseguro es uno, más int ent a cont rolar a ot ros.

Est e t ipo de paut a de cont rol subyace en incont ables int eracciones de diversos t ipos. Int ent ar que

alguien dej e de beber, dej e de coquet ear, dej ar de gast ar dinero, comenzar a t ener orgasmos, o ser

agradable, considerado, ambicioso o cual qui er cosa, es un gast o de energía con poca probabilidad de éxit o.

Muchas de las est rat egias que est án descrit as en est e capít ulo son int ent os para señalar el punt o que uno no

puede cont rolar a ot ros, y que mient ras más pront o uno acept e est e hecho, más pront o t erminará la espiral

que implica rabia, f rust ración y depresión. Int ent ar manipular a ot ros para sat isf acer las necesidades de uno

es una part e inevit able de las relaciones humana. Est e no es el problema aquí. El problema es que las

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personas a menudo conf ían en que los ot ros sat isf arán necesidades que la ot ra persona si mpl ement e no es

capaz de sat isf acer. Ya sea que la persona no es capaz de valorar esa paut a part icular y no ve la necesidad
de gast ar energía sin necesidad, o no t iene experiencia con la paut a deseada o es incapaz de demost rar su

capacidad. 7 Considere el siguient e ej emplo.

Un abogado de 45 años buscó t erapia para la depresión. A pesar de t ener un buen mat rimonio,

lindos hij os, un bello hogar, y una exit osa práct ica legal, t enía una est imación de si mismo muy baj a y sent ía

que solament e era un mediocre para sat isf acer las exigencias de su vida. Describió cómo “ nunca” había

sent ido conf ianza en si mismo. Cuando un clínico escucha que alguien “ nunca” ha sido capaz de hacer o

sent ir algo en part icular, es clave obt ener la hist oria f amiliar. En el caso de él, describió a un padre muy

f río, crít ico, no apoyador, que siempre lo sint ió inadecuado, a pesar de sus mej ores esf uerzos. Fue un “ buen

niño” , pero su padre no reconocía est o en él. Obt enía buenas calif icaciones, nunca est uvo en problemas,

ayudada en la casa, y aun así nunca recibió el amor, el reconocimient o y la ret roaliment ación posit iva de

part e de su padre que buscaba desesperadament e. Cuando uno crece con af ect o, t iende a llevarlo consigo

cuando crece. Cuando uno crece sin él, uno t iende a esf orzarse desesperadament e por obt enerlo (Massey,

1979; Yapko, 1985a). En est e caso, el conf lict o para obt ener la aprobación de su padre se convirt ió en una

obsesión, guiando conscient e, pero más inconscient ement e, las decisiones de su vida. El hecho de haber

hecho el discurso de graduación de su curso en el liceo no obt uvo la aprobación de su padre, ni su discurso

de graduación de la universidad. El haberse convert ido en abogado como su padre no lo hizo obt ener ningún

reconocimient o de aquel, y cuando se unió a su padre en la práct ica de las leyes, el padre decidió ret irarse

y le vendi ó a su hij o la of icina. Después que se había hecho cargo de ella, el primer cambio del hij o f ue

int roducir comput adoras en la of icina, para mej orar el t rabaj o. Al most rar orgullosament e a su padre el

avance de la t ecnología, se sint ió aplast ado cuando su padre dij o, “ Nunca necesit e una comput adora para

ef ect uar mi t rabaj o. ¿Por qué no puedes hacerlo como lo hice yo?! ”

Al escuchar describir a est e hombre compet ent e, sensible, desilusión t ras desilusión, rechazo t ras

rechazo, era obvio cómo había int ernalizado t odas las respuest as crít icas de su padre como evidencia de su

inadecuación. Nunca se le había ocurrido cuest ionar la nat uraleza de su padre, una paut a de no ser crít ico

que se encuent ra en los niños de t odas las edades. Es dif ícil comport arse of ensivament e cuando una t iene

que comport arse en f orma def ensiva para sobrevivir. El aut or le pidió abrupt ament e al hombre que

nombrara t res cosas que su padre aprobaba. Lit eralment e se ret orció en su silla durant e 15 minut os ant es de

romper en llant o, incapaz de nombrar una sola. Fue f ácil dest acar que el problema no era su inadecuación,

sino que él había usado una f uent e primaria de ret roaliment ación que est aba muy dist orsionada -t ot alment e

negat iva. En esencia, había esperado por algo que su padre no t enía -aprobación. Conf iar en que alguien nos

dé aprobación (o compasión, amor, responsabilidad, comunicación, o cualquier ot ra cualidad), supone ¡que

esa persona lo t iene para dar! Qué cost oso y dest ruct ivo es buscar algo en quien no lo t iene. Los individuos

deprimidos (con su f oco int erno sobre supuest os dist orsionados) pueden suponer que los ot ros est án

ret eniendo deliberadament e lo que ellos quieren, y se deprimen en consecuencia. El clínico debe cuest ionar

7
(N. T. ) Recuérdese la “ oración gest ált ica” de Perls: Yo soy yo/ Tú eres t ú/ Yo no est oy en est e mundo para sat isf acer t us
expect at ivas/ Y t ú no est ás en est e mundo para sat isf acer las mías/ Si nos encont ramos es hermoso/ Si no, no puede

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el supuest o y pregunt ar lit eralment e, “ Est á asumiendo que est a persona puede darle la aprobación que no

est á dándole. ¿Cómo sabe que ella lo t iene para dar?”

Trat ar con las expect at ivas no realist as que las ot ras personas t ienen la capacidad para dar o hacer

algo, es una part e f undament al de la int ervención en la dimensión int erpersonal. Es necesario desarrollar la

consciencia que las personas t ienen limit aciones, y que lo que puede parecer una negación, puede no ser

una negación, sino que una señal de una ausencia de una capacidad o cualidad part icular. Cuando ot ra

persona parece est ar negando algo, la persona depresiva personaliza y ve est o como una evidencia obj et iva

de su propia inadecuación. Cuando la persona es capaz de evaluar más obj et ivament e las capacidades de

ot ros, ya no est ará personalizando los def ect os de ot ros. Al int ent ar cont rolar las reacciones de ot ros (v. g. ,

cuánt o nos aprueban) a t ravés de sus acciones, el poder personal disminuye y uno est á, ent onces, a merced

de los ot ros y sus reacciones. En consecuencia, la est imación de uno mismo no est á en nuest ras manos y est á

dest inada a subir y baj ar de acuerdo a las variadas r eacciones que inevit ablement e recibimos por algo que

hacemos. Un buen desarrollado sent ido de individuación es la única f orma de mant ener el cont rol sobre la

propia est imación de uno mismo (Yapko, en prensa). Cont rolar las reacciones de ot ros no es una posibilidad

consist ent e.

La f ocalización primariament e int erna de la depresión ocurre a menudo a expensas de un

percat arse ext erno ref inado. Traducido en la dimensión int erpersonal, parece que los client es deprimidos en

general no son muy buenos para evaluar obj et ivament e a los demás. El clínico puede proveer claves para

evaluar mej or las capacidades de ot ros, enseñando a la persona a ser más select iva respect o en quiénes

deposit a su conf ianza para sat isf acer sus necesidades.

DIRECTIVA PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS DE CONTROL

EN LA DIMENSION INTERPERSONAL

El supuest o en est a sección es que el clínico hará un uso marcado del cont ext o social para est as

direct ivas, es decir, serán llevadas a cabo a t ravés de la int eracción con ot ros.

D80
Redefinición de roles

Una de las paut as que el clínico podría querer int errumpir se relaciona con las consecuencias

negat ivas derivadas de la est recha def inición del client e de un rol social que ocupa. Si el client e est á

parcialment e deprimido debido a que su rol es dolorosament e rest rict ivo en alguna f orma, el clínico puede

usar una direct iva que el aut or denomina “ Redef inición de roles” , la cual obliga a una reevaluación del(los)

rol(es) que desempeña el client e. Se le indica al client e que, por ej emplo, def ina el rol en cuest ión (madre,

padre, empleador, empleado, et c. ) en t érminos ext remadament e explícit os de qué debiera hacer alguien

exit oso en ese rol. Se le indica que def ina lo más explícit ament e posible lo que nunca debiera hacer alguien

exit oso en ese rol. Est o puede ser hecho en f orma verbal o escrit a. Los valores que dict an los “ debería” de

remediarse.

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las def iniciones de rol del client e no serán dudosos para el clínico y puedan ser discut idos abiert ament e.

Finalment e, se le indica que haga algunas de las cosas no dañinas que pueden parecer incongruent es con el

rol, para descubrir que no es el rol el rígido por nat uraleza, sino que las int erpret aciones de las exigencias

del rol. Es convenient e ensayar cómo se comport ará el client e con la ret roaliment ación (v. g. , conf usión o

crít ica) que le darán los demás por haberse comport ado en una f orma dif erent e a la usual.

D81
Doblándole la mano al rol

Como seguimient o a la est rat egia ant erior, pueden ent regarse met áf oras al client e para que t rat e

con el t ema cent ral del progreso personal y el alivio derivado de haberle doblado la mano a un rol

específ ico. Son abundant es las met áf oras similares a “ Doblándole la mano al rol” , en la f orma de

incont ables ej emplos de cambio social debidos a personas que han t enido el valor de rebelarse cont ra las

expect at ivas de cómo debieran comport arse. Los prej uicios como el racismo, sexo y edad, t ienen relación

con el hecho que las personas colocan a ot ras en cat egorías o roles, y les exigen direct ament e que

permanezcan ahí. El progreso es un subproduct o del no conf ormismo. La siguient e met áf ora es un ej emplo

de est a paut a.

Y t engo una client e con quien est oy t rabaj ando, y de la cual quiero cont arle. . . puest o que ella est á

aprendiendo algo que ust ed podría encont rar como muy import ant e. . . y muy liberador. . . y ella t iene 15 años

solament e. . . pero su problema es un poco mayor que eso. . . y ella vive en su casa con su madre y su

padrast ro. . . y ¡es una chica muy brillant e! . . . muy ambiciosa y con mucha energía. . . y muy sensible a los

sent imient os de ot ros. . . especialment e a los de ellas. . . y su padre es un hombre chapado a la ant igua. . . que

cree que el lugar de la muj er es solament e el hogar. . . en donde ella debiera ser una buena esposa. . . criar

niños. . . limpiar la casa. . . lavar. . . y t odas las cosas que el cree que son el t rabaj o de una muj er. . . en su

est recha def inición del rol de una muj er. . . pero su hij ast ra es brillant e. . . curiosa. . . y quiere una carrera. . . y

cuando ella lleva las mej ores not as de su curso. . . él realment e no le prest a at ención. . . cuando ella cuent a

cómo f ue su compet encia de debat e. . . él realment e no se da cuent a. . . y cuando ella le pasa los art ículos

que ha escrit o. . . él realment e no t iene t iempo para leerlos. . . pero la ama cuando ella le cocina gallet as. . . y

la ama cuando le da un masaj e en la espalda. . . y la ama cuando hace cosas de “ niña” . . . y ella se sient e muy

incómoda con él. . . puest o que ella quiere que las cosas f uncionen de acuerdo a lo que espera. . . y me

pregunt o cómo se sent iría ust ed en esa sit uación. . . o su ust ed sient e que ella debiera ser una buena niña

para su padrast ro. . . o si ella debiera perseguir sus propias met as. . . incluso si aquellas f ueran dist int as a las

que debiera t ener una buena niña. . . y ust ed puede est ar al iviada al saber que ella est á t omando decisiones

por si misma. . . y que est á maravillosament e conscient e. . . que las únicas expect at ivas que necesit a para

vivir. . . son las propias de ella. . . y eso es un alivio. . .

Est a met áf ora ej emplif ica las f ormas en que los roles y las expect at ivas pueden limit ar a una

persona, pueden llevar a conf lict os con ot ros, y cómo cuando una persona manej a su propia vida, a pesar de

las expect at ivas de los demás, obt iene una gran libert ad. Est a met áf ora t oma en cuent a a la vez el

problema de buscar aprobación de los demás a expensas de uno.

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D82
Monarca por un día

Una f orma de romper la paut a de expect at ivas respect o a cómo los demás se comport an, es

ext ernalizar las expect at ivas, lo cual hacerse con una est rat egia como “ Monarca por un día. ” Puede

indicársele al client e que en las f iest as a las cuales asist a, asuma el rol de “ rey o reina por un día” , mient ras

que el ot ro(s) sea(n) “ los esclavos del día” . Lo que comienza como una t area divert ida puede convert irse

rápidament e en seria cuando las órdenes del “ rey” son event ualment e resist idas. El “ rey” aprende, por lo

menos, que no puede cont rolar la volunt ad de los “ esclavos” , y los “ esclavos” aprenden que no import a

cuánt o uno apacigüe a alguien, simplement e nunca es suf icient e. Est o coloca énf asis en la necesidad de ser

más select ivo en la sat isf acción de las necesidades y las expect at ivas de los demás. Los roles debieran

invert irse después, de modo que cada miembro aprende de ambos roles. El equilibrio ent re hacer cosas para

si mismo o para los ot ros es mucho más f ácil de alcanzar cuando alguien ha experiment ado ambos ext remos

del cont inuo.

D83
Pedir permiso

Dada la f uert e necesidad de aprobación (validación ext erna) que exist e cuando la imagen de si

mismo de alguien es débil, el clínico debe t ener una est rat egia para int errumpir esa paut a y f acilit ar la

validación de uno mismo. Una est rat egia que es út il para est e propósit o es “ Pedir permiso. ” En est a

est rat egia, se da al client e la prescripción conduct ual del sínt oma que t iene que pedir permiso de los demás

para hacer cualquier cosa que quiera hacer (v. g. , “ ¿Puede sent arme aquí?” ). En est a f orma ext rema de

buscar aprobación, se requiere que el client e obt enga una respuest a posit iva de los demás ant es que lleve a

cabo incluso las t areas más simples (v. g. , ir de compras, ir al baño, mirar t elevisión, ir a dormir). Las paut as

de búsqueda de aprobación del client e son amplif icadas, ent onces, a su máxima int ensidad, y las

dif icult ades asociadas con la obligación de t ener que validar las propias necesidades según lo que opinen los

demás se hacen evident es en f orma rápida y son encuadradas negat ivament e. El client e encuent ra

generalment e variaciones de respuest as como “ ¿Por qué est á haciéndome esa pregunt a ridícula? ¡Haga lo

que quiere hacer! ” , incluso de aquellos que han f oment ado previament e la dependencia. El client e t iene así

la oport unidad de experiment ar de primera mano que la búsqueda excesiva de aprobación no es solament e

una carga personal, sino que t ambién mant iene f ij os a los ot ros alrededor suyo. El result ado es el

est ablecimient o de una poderosa asociación int erna que permit e que los comport amient os de búsqueda de

aprobación sean advert idos y alt erados apropiadament e. En f orma simult ánea con est a est rat egia, debe

of recerse un marco de ref erencia int erno de validación de las propias necesidades de uno, para que la

persona ef ect úe exit osament e la t ransición de est ar más orient ada hacia a ot ros a est ar más orient ada a si

misma en la sat isf acción de sus propias necesidades.

D84

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Más dependencia

En el reverso de la est rat egia ant erior, puede usarse “ Más dependencia” , en que a ot ros miembros

del sist ema social del client e puede asignárseles la t area de pedir permiso al client e para t odas las cosas

que desean hacer. Tener que t omar decisiones cont inuament e por ot ros respect o a asunt os t an t riviales

como ir al baño, se t ransf orma muy rápidament e en algo t edioso. El sent imient o que emerge muy

congruent ement e es que es mej or dej ar que los ot ros t omen sus propias decisiones en f orma responsable e

independient ement e, reduciéndose signif icat ivament e los int ent os para cont rolar la vida de ot ros.

Desde luego, el ot ro lado de la necesidad de buscar aprobación es el t emor al rechazo. Cuando la

est imación de uno mismo descansa en las manos de los demás, es una pesadilla int ent ar hacer f eliz (a

aquellos nos import an). Si la persona se sient e razonablement e cómoda en su habilidad para manej ar

compet ent ement e las conf ront aciones o los rechazos, el ímpet u para buscar aprobación debiera ser

considerablement e menor.

D85
Búsqueda de rechazo

Para ayudar a const ruir un mecanismo dent ro del cl ient e para el manej o del rechazo, puede usarse

una est rat egia denominada “ Búsqueda de rechazo. ” La est rat egia implica hacer que el client e t ome una

posición en un problema en el cual no est é personalment e involucrada, ident if icando un grupo que t ome una

posición opuest a, y les pida a esos oponent es una cont ribución monet aria para la causa. Por ej emplo, un

client e que no t enga realment e una opinión respect o a la homosexualidad podría ponerse de lado del

Movimient o Pro Derechos de los Gay y después llame a los Crist ianos Fundament alist as pidiendo una

cont ribución. Similarment e, el client e puede t omar la posición de un programa de desarrollo comunit ario y

después llamar pidiendo una donación a algún grupo que se oponga a ese programa. El client e es capaz de

descubrir experiencialment e donde el rechazo proviene de un cont ext o que es impersonal. El client e

aprende que cada persona j uzga a ot ros de acuerdo con lo que sient e que es correct o para si mismas. La

aprobación se deriva cuando uno se adapt a a las expect at ivas y creencias de ot ros, y el rechazo cuando uno

no se comport a en f orma conf ormist a. El clínico puede resalt ar el punt o que en la misma f orma en que los

grupos rechazan las posiciones que son opuest as o son dist int as a las suyas, así t ambién lo hacen los

individuos. La af irmación básica que se deriva de est a est rat egia es que los rechazos de ot ros no invalida la

posición de uno.

La paut a de no poseer un buen j uicio para seleccionar a las personas puede llevar, por ciert o, a

relaciones dest ruct ivas, y por lo t ant o depresivas. El reconocimient o que los individuos deprimidos t ienden a

est ar int ernament e absort os lleva a la implicación que es menos probable que el individuo se percat e de lo

ext erno, incluidas las ot ras personas. Lo que lleva además a la implicación que es probable que el individuo

use su propio marco de ref erencia mucho más que el de los ot ros, suponiendo que lo que él experiment a es

similar a lo que los ot ros est án experiment ando. Est a suposición es la que puede llevar al descubrimient o,

f recuent ement e doloroso, que los ot ros no sient en en la misma f orma o valoran las mismas cosas. (Est a

direct iva est á descrit a en el cont ext o clínico en el Caso 4 del Apéndice B. )

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D86
Evaluando a otros

En aquellos casos puede usarse una direct iva denominada “ Evaluando a ot ros” , en la cual se le

solicit a al client e que ident if ique en la mej or f orma que pueda las variables que t oma en consideración

cuando evalúa a ot ros. Est a es direct iva es út il para aquellos client es que present an una habilidad

disminuida para evaluar las paut as signif icat ivas de las ot ras personas, lo cual las perj udica. Con f recuencia,

el client e t iene poca o ninguna idea de cómo realiza esas evaluaciones y responderá con un j uicio global

similar a, “ Supongo que los j uzgo de acuerdo a cómo me sient o cuando est oy con ellos -si me hacen sent ir

bien o no. ” Puede resalt arse la desvent aj a de no t ener una f orma más obj et iva para evaluar a ot ros,

llevando a la discusión de dif erent es cosas que uno puede t omar en cuent a cuando se est á con ot ra persona.

Los crit erios signif icat ivos que parecen cent rales para la cualidad de la relación, son cómo los

individuos se comport an en los t emas de la responsabilidad, acept ación de las dif erencias inevit ables,

sent ido de compromiso, habilidad para ser honest o, habilidades para resolver problemas, habilidad para

acept ar la ret roaliment ación, y el conocimient o de si mismo (v. g. , necesidades personales, valores y

mot ivaciones). El dar crit erios específ icos al client e para que evalúe a ot ros, a t ravés de ej emplos

ext remadament e concret os, puede guiarlo desde una respuest a muy global hacia los ot ros a una que est é

mej or def inida. Con f ormas mej ores para evaluar las capacidades de los demás, exist iendo dent ro de esos

individuos, en lugar de la f orma en que hacen que se sient a el client e, ést e puede prevenir el quedarse

at rapado en una relación imposible o dest ruct iva. La dist orsión cognit iva o “ razonamient o emocional”

(Burns, 1980) es cuando el individuo usa sus sent imient os como el indicador de lo que hay que hacer. Los

pensamient os de uno son acept ados como adecuados, porque se si ent en adecuados (“ No me sient o amado,

por lo t ant o no soy amado” ). El problema, desde luego, es que los sent imient os son f ácilment e manipulados

y no son, por lo t ant o, adecuados ref lej os de la experiencia. Quizá la f orma más obvia para ej emplif icar est e

punt o es considerar lo f ácil con que Hollywood manipula nuest ros sent imient os, creando escenas y diálogos

en la t elevisión y películas que ¡“ act ivan los bot ones correct os” para llevarnos a pedir más!

Es muy import ant e que aquellos client es que conf ían en ot ros para el suminist ro de aquellas cosas

que necesit an, asuman que el simple hecho que desean algo no signif ica que las ot ras personas puedan

dárselo. Cuando un client e ha permanecido en relaciones dañinas que no le permit en acceso a lo que ha

deseado (como por ej emplo el abogado que aun buscaba la aprobación de su padre), se necesit a usar una

est rat egia que le clarif ique al client e que sus necesidades no son el problema; por el cont rario, el problema

es la f alt a de habilidad de la ot ra persona para responder a esa habilidad. (Est a direct iva est á descrit a en el

cont ext o clínico en el Caso 3 del Apéndice B. )

D87
Pedir lo imposible

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Una est rat egia que sirve bien a est a necesidad t erapéut ica es “ Pedir lo imposible. ” Se le indica al

client e que vaya donde ot ros f amiliares y les pida cosas que él sabe que ellos no t ienen: “ ¿Puedo t omar

prest ado t u yat e est e f in de semana?” “ ¿Puedes prest arme un millón de dólares?” “ ¿Tendrías la amabilidad

de darme el t ít ulo de propiedad de Hawai?” Esos requerimient os con obviament e absurdos, pero exageran el

punt o de lo ridículo que es pedirle a las personas cosas que no t ienen. Con la sugest ión añadida que para

llevar a cabo est a est rat egia el client e debe solicit ar esas cosas como si la ot ra persona realment e las

t uviera, se hacen f ácilment e accesibles los sent imient os del client e que los ot ros est án negándose y

responder a esos sent imient os (“ Imagine cómo se sent iría si creyera que la persona realment e t iene un

millón de dólares y se negara a su solicit ud” ). Se pone de relieve nuevament e el punt o, que ant es que uno

conf íe que los demás sat isf arán nuest ras necesidades, sería prudent e saber si la ot ra persona puede

“ ent regar esos bienes. ” Si ese no es el caso, ent onces uno sabe que no int ent ará golpear la puert a de esa

f uent e, impidiendo una f rust ración considerable. Si uno sabe que la persona t iene el recurso y que puede

compart irlo, uno no necesit a usar t oda clase de t áct icas manipuladoras para conseguirlo. Se esperaría con

opt imismo, que el client e evaluara si la persona est á dispuest a a brindar esos recursos deseados.

Cada una de las est rat egias descrit as en est a sección est án int ent ando, en una f orma u ot ra,

aument ar la sensación de cont rol del client e deprimid, dent ro de los límit es de una relación posit iva. Las

met as de una mayor conciencia de si mismo y de los ot ros est á t emperada con la met a de la acept ación. La

acept ación lleva a la disminución de la necesidad de cont rolar a ot ros, y ya que int ent ar cont rolar a ot ros es

muy probable que lleve al suf rimient o emocional, es una met a mucho más sat isf act oria esf orzarse por

alcanzar la acept ación.

MANIFESTACIONES INTERPERSONALES DE LA AMBIGÜEDAD

RESPECTO A LA RESPONSABILIDAD

En el Capít ulo 9 t rat amos el problema de las at ribuciones respect o a la responsabilidad personal.

Las dist orsiones en el sent ido de responsabilidad de uno por los event os (int ernos y ext ernos) puede llevarlo

a una variedad de elecciones inapropiadas y disf uncionales, pero quizá eso ocurre especialment e en la

dimensión int erpersonal. El ef ect o de una relación en uno, cuando no est amos claros respect o a la

responsabilidad, es una puert a abiert a para las manipulaciones dest ruct ivas y la dependencia excesiva. Si

uno no est á conscient e de los límit es de nuest ra responsabilidad, se hace posible que uno asuma que es más

o menos responsable de lo que realment e es. La cosa int eresant e respect o al desequilibrio en el sent ido de

responsabilidad de un individuo es cómo la persona se las arregla para obt ener equilibrio en una relación. Si

uno t iende a ser generalment e irresponsable respect o a la propia vida (v. g. , t omar decisiones impulsivas,

reaccionar en lugar de act uar, dej ar que ot ros t omen decisiones import ant es por uno), la necesidad de

est ablecer una relación con alguien que puede ser responsable est a muy clara. Por ot ro lado, cuando uno es

muy responsable respect o a su vida, uno puede ser capaz de manej ar los asunt os personales. Esa

compet encia de un individuo puede at raer a aquellos menos capaces para manej ar su propia vida.

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Si uno t iene un corazón lo suf icient ement e bueno para t omar “ baj o el ala de uno” a alguien que

necesit a a alguien que lo manej e, uno puede caer en la t rampa de hacerse cargo de alguien que es incapaz

o no desea hacerse cargo de si mismo. En esos casos, emerge la paut a de un exceso de responsabilidad del

individuo. El individuo puede sent ir que est á por sobre aquel para asegurar que la ot ra persona est ará bien

cuidada. No es que no sea saludable en si mismo un sent ido de obligación y compromiso con ot ro; sin

embargo, el client e debe est ar conscient e de las consecuencias negat ivas de asumir mucha responsabilidad

por ot ro. El client e excesivament e responsable experiment a niveles mayores de est rés asociado con la

mayor carga que est á colocándose sobre él, mient ras que el(los) ot ro(s) individuo(s) en la relación recibe(n)

cuidados. ¿Por qué cont inuar con esa paut a? El individuo excesivament e responsable t iende a cont rolarlo

t odo, lo que es deseado en el primer plano. Al ser excesivament e responsable en relación a ot ro(s), el

client e mant iene un sent ido de propósit o y un sent imient o de ser necesario cuando las ot ras cosas est án

poco f irmes en su int erior. Finalment e, la cualidad manipuladora de ser excesivament e responsable es

evident e cuando la persona se sient e amenazada en alguna f orma, y puede asumir la posición de un márt ir y

manif est arlo en una f orma muy ret orcida, “ Después de t odo lo que hecho por t i, ¿cómo pudist e hacerme

est o?”

La reducción del sent ido de responsabilidad del client e excesivament e responsable por ot ros puede

t ener algunas consecuencias muy dramát icas. Primero, se hace inmediat ament e priorit ario enf rent arse a la

culpa, puest o que una vez que la persona dej a de hacerse cargo de las cosas, en lugar del sent imient o de

alivio que podría esperarse hay un f uert e sent imient o de ser irresponsable. El clínico puede ant icipar est o y

puede permit ir al client e saber que los sent imient os de culpa no son inesperados, ni anormales. El alivio de

las cargas que uno ha est ado llevando consigo llega más bien pront o. Si el clínico escoge est e camino, puede

discut ir abiert ament e el desequilibrio previo respect o a la responsabilidad en el sist ema relacional, y

después permit ir que el client e perciba más adecuadament e que se generará un nuevo giro en las

responsabilidades, en t érminos de las consecuencias para t odos los involucrados. La responsabilidad excesiva

que un individuo asume puede t ener cost os en muchos niveles, pero la idea f ij a de “ hacer t odo el t rabaj o”

puede ser la paut a más evident e en la depresión de un individuo dado. La idea f ij a, noblement e mot ivada,

sin embargo, impide un reconocimient o que cuando uno es excesivament e responsable, uno est a

est imulando pasivament e a los ot ros a ser irresponsables. Un “ gancho” que puede usar el clínico, son los

sucesos que implican que debido a su gran sent ido de responsabilidad, el client e excesivament e responsable

impide el desarrollo de aquellos que se apoyan en él. El sent ido de responsabilidad del client e puede ser

ut ilizado así para permit irle act uar menos responsablement e para el benef icio de ot ros.

El ot ro lado del sent ido desequilibrado de la responsabilidad personal se ref iere al individuo

depresivo con un sent ido disminuido de la responsabilidad. En esos individuos, la t endencia es ser muy poco

responsables por si mismos, a veces debido a que egoíst ament e quieren “ dej ar que los ot ros se preocupen, ”

pero muy a menudo simplement e debido a que la depresión ot orga poca conf ianza que uno pueda manej ar

la vida en f orma compet ent e. La depresión puede llevar a un sent imient o de debilidad e inut ilidad y que

nadie t iene suert e a su alrededor. Con f recuencia, la depresión t endrá un cost o en las relaciones, puest o

que las personas las abandonan. Int ent ar ayudar a alguien que parece inalcanzable, como a menudo parece

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ser la persona deprimida, puede ser f rust rant e incluso para los clínicos más experiment ados, y mucho más

para los amigos y parient es. Las personas deprimidas generalment e no son muy divert idas, y les es dif ícil

est ar en una posición “ superior” respect o a alguien que est á más abaj o, sin sent ir culpa o algo inapropiado.

Cuando la persona deprimida ha est ado sint iéndose sola, lit eral o met af óricament e hablando, puede

comenzar a depender de alguien que la ayudará, ya sea el clínico o un amigo. La persona puede suponer que

la depresión es una evidencia clara que ella no es compet ent e para enf rent ar los problemas de la vida,

conf iándose a los j uicios de ot ra persona. La dependencia excesiva hacia los ot ros most rada por muchos

individuos deprimidos es bien conocida, y debiera ser evident e que sin un claro sent ido de la responsabilidad

del client e por si mismo, esa dependencia puede mant ener con f acilidad un est ilo de vida depresivo.

Sat ir (1972) describió diversos est ilos dif erent es de personalidad, dos de los cuales son el

“ apaciguador” y el “ acusador” . El “ apaciguador” int ent a asegurar que t odo el mundo est é f eliz, sin import ar

el mont o de af licción que se necesit a para apaciguar a los ot ros. El “ acusador” encuent ra errores en t odos

los demás y at ribuye que cualquier cosa que f uncione al es culpa de los ot ros. Parece dest acable el hecho

que esa persona pueda encont rar a ot ros ef icient es. La met a del clínico, desde luego, es equilibrar la

dist ribución de la responsabilidad dent ro de las relaciones, permit iendo que cada persona se sient a con más

poder para t omar decisiones vit ales en f orma compet ent e por si misma.

DIRECTIVAS PARA RESOLVER PROBLEMAS DE

RESPONSABILIDAD EN LA DIMENSION INTERPERSONAL

Al int ervenir en la dimensión int erpersonal de la experiencia del client e, el clínico t iene la

oport unidad para int errumpir la paut a relacional disf uncional y est ablecer una f uncional. Para que la

relación f uncione bien, las part es implicadas deben lograr un equilibrio para considerar las necesidades

personales y las del ot ro. Toda relación implica dar y recibir, pero mucho de lo uno sin suf icient e de lo ot ro

puede hacer que una relación se t orne dolorosa. Las direct ivas pueden ser usadas para cambiar las paut as de

relación en una dirección más posit iva.

D88
La marcha de la confianza8

Una direct iva segura, no amenazant e, incluso gozosa, para descubrir los límit es de la

responsabilidad es “ La marcha de la conf ianza” . Un ej ercicio bien conocido por muchos en el campo del

comport amient o humano, la Marcha de la conf ianza es una buena f orma para amplif icar los roles t omados

por cada miembro en la relación. La persona A es un ciego que es guiada por la persona B, la cual es ahora

t ot alment e responsable de A. Ser t ot alment e responsable por alguien en est a f orma puede ser rápidament e

agot ador. Ser t ot alment e irresponsable de uno mismo es rápidament e muy t edioso. El client e debería ser

est imulado por el clínico para cont inuar el ej ercicio hast a el punt o de la f at iga, asegurándose que haya un

recuerdo poderoso de la experiencia para usarla después en la t erapia. El clínico puede pedir, además, que

8
(N. T. ) Ver el ej ercicio “ El Lazarillo” , en el t ext o El Dar se Cuent a, de John St evens, Edit orial Cuat ro Vient os, Sant iago

153
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los roles se inviert an y el ej ercicio se repit a. Est o permit e a t odas las part es t ener una experiencia que sirva

de ref erencia f ácil del exceso de responsabilidad y de f alt a de responsabilidad. Hay algo valioso que

aprender de ambas posiciones.

D89
El chivo expiatorio de la semana

Una est rat egia que se t iene relación direct a con el problema de la responsabilidad y la culpa es “ El

chivo expiat orio de la semana. ” Est a est rat egia es part icularment e ef ect iva con aquellos que t ienen una

t endencia a ser márt ires, es decir, aquellos que acept an t oda la culpa con mucha f acilidad. Est a direct iva

puede ser muy út il cuando el clínico sient e en el client e una corrient e ocult a de resent imient o de ser

“ siempre” el culpable. Se le da al individuo la prescripción de desempeñar el rol en el cual ya est á, aunque

puede no ser conscient e de est ar en ese rol. Al ser asignado el rol del chivo expiat orio, el que ya ha sido un

rol que se ha desarrollado nat uralment e es f oment ado ahora en f orma art if icial, disminuye su poder para el

individuo. Idealment e, puede empuj ar a la persona a redef inir las responsabilidades es una f orma más

realist a, part icularment e cuando la persona es culpada por cosas ridículas que ella sabe que no son de su

responsabilidad.

Est a clase de prescripción en la cual se inst ruye a los miembros de la f amilia para acusar de t odo lo

que suceda al client e que se culpa a si mismo (v. g. , lluvia, desempleo de conocidos, un cult ivo de t rigo

dañado) puede movilizar resist encia en esa persona y llevarlo a af irmar su f alt a de culpa. Esa af irmación es

un paso necesario en el reconocimient o de los límit es de la responsabilidad de uno, los cuales a menudo son

muy borrosos cuando est á present e la depresión. En un ej emplo de est e t ipo de paut a, un abogado de 45

años, el cual era muy exit oso a pesar de una depresión moderada crónica, f ue hecho el “ chivo expiat orio”

de la f amilia. Tenía mucha experiencia con ser culpado por cosas, debido a que sus padres que lo

rechazaban eran muy crít icos. Est a f ue la paut a e su f amilia que cont inuaba llevando a cabo. Las culpas

absurdas adscrit as a él por su f amilia solament e encont raban la réplica, “ Por f avor, perdóneme. ” Después

de unos pocos días de experiment ar est a prescripción que t odos inicialment e encont raron divert ida, el

client e comenzó a enf urecerse y a declara f irmement e su f alt a de habilidad para experiment ar cualquier

culpa provenient e de alguien, a menos que él primero reconociera la culpa como correct a o el ot ro se

acercara en una f orma más neut ral como “ hablemos de eso” . Est o f ue el comienzo de una f orma

considerablement e más f uncional de manej ar el problema de la culpa y t odos los f act ores de la est imación

de si mismo relacionados.

154
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D90
Escultura de la relación

En ot ro t ipo de j uego de roles, uno puede asignar roles a los miembros de un sist ema para llevar a

cabo una “ Escult ura de la relación” , t al como Sat ir lo ha hecho a menudo. A los miembros se les asignan los

roles de apaciguador, acusador, dist ract or, calculador y nivelador (Sat ir, 1972). Cada uno es colocado en la

posición f ísica que t ipif ica su rol. Por ej emplo, el apaciguador el apaciguador est á de rodillas, int ent ando

levant arse desesperadament e, haciendo coment arios para desaparecer a t ravés de una voz last imera. El

acusador, como ot ro ej emplo, est á t ot alment e de pie, con un brazo ext endido y señalando en f orma

enf át ica, mirando f urioso y culpando a ot ros. Las int eracciones se desarrollan a part ir de esas posiciones y

comport amient os, est ando el clínico en un rol de f acilit ador. Como ocurre generalment e con los j uegos de

rol, lo que comienza como algo dif ícil y art if icial, pront o se conviert e en algo real y cargado de emociones.

Puede emerger la vent ilación de sent imient os de est ar sobrecargado o ser cont rolado, y ser t rat ados

ent onces. Los t emores, las dudas o ansiedades de las personas respect o a sus relaciones pueden surgir en las

f ormas más sorprendent es, haciendo de est a est rat egia un medio valioso para la f acilit ación de los cambios

en la f orma que cada miembro de la relación manej a a los ot ros.

D91
Inversión de roles

Ot ra est rat egia que alt era las dinámicas de la relación es aquella que implica “ Invert ir los roles” .

Cuando el clínico reconoce que los sínt omas de un individuo pueden visualizarse como una met áf ora de

problemas en su relación, puede of recer la direct iva que los miembros de la relación inviert an los roles.

Madanes (1984) describió un ej emplo de una muj er j oven severament e deprimida a cuyo padre se le pidió

“ que se hiciera cargo de la depresión de ella durant e una semana, para que ella pudiera dedicarse a ot ros

int ereses” (p. 173). El padre acept ó y t omó el rol de un individuo deprimido, solament e para descubrir que

su depresión era muy genuina. Madanes (1984) explicó est o en est a f orma:

La hij a había est ado ayudándolo ya que la depresión de ella lo hizo obligarse a ayudarla y había buscado

t erapia. El padre deprimido, ent usiast a en ayudar a su hij a, no of reció resist encia a la idea de t omar [ la

paut a problemát ica] . (p. 174)

La sugerencia de invert ir el rol cont iene la implicación que la paut a sint omát ica puede removerse y

t orcerse. Cuando ot ra persona “ asume la depresión” , obviament e una prescripción paradoj al, se acept a la

sugest ión que uno t iene el cont rol sobre lo que ant es ha sido considerado como incont rolable. Los benef icios

para las int ervenciones post eriores son evident es.

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RESUMEN

La solidez del modelo int erpersonal de la depresión descansa en su reconocimient o que cada uno de

nosot ros vive en un mundo que nos coloca en cont act o con ot ros que pueden ayudarnos o dañarnos,

dependiendo de cómo manej emos nuest ras vidas. El valor de la clarif icación de responsabilidades, límit es,

roles, reglas, paut as de comunicación, y ot ras variables sist émicas semej ant es no puede ser pasado por alt o

en el t rat amient o de los individuos deprimidos. Est e capít ulo describe est rat egias que pueden ser út iles para

t rat ar esas variables relacionales.

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12. Adent ro y Afuera

La prevalencia de la depresión present a un desaf ío a los prof esionales de la salud ment al. El

reconocimient o que la depresión est á f uert ement e implicada en algunos de los problemas más dif íciles que

enf rent a nuest ra sociedad –desde abuso de drogas hast a la violencia cont ra uno mismo o hacia los ot ros-

requiere una respuest a sólida de los clínicos. El mensaj e que debe ser clarament e af irmado es que cada

persona t iene la capacidad inherent e para hacer cambios posit ivos, pequeños o grandes, según los

ambient es int ernos y ext ernos adecuados. El mundo int erno del client e deprimido es un sist ema f inament e

equilibrado que ha evolucionado a t ravés del t iempo, y ant es que el cl ient e pueda emerger de “ adent ro” ,

debe haber desarrollado un nuevo marco de ref erencia que le permit a nuevas y mej ores respuest as a las

sit uaciones de la vida. Además, el mundo ext erno del client e (v. g. , las relaciones, en las cuales est á incluida

la que t iene con el clínico) es t ambién un sist ema est ablecido que est á f inament e equilibrado. Las

sit uaciones ext ernas requieren inevit ablement e una respuest a del individuo (ya que incluso una no respuest a

es una respuest a) y que pueden ser usadas para f acilit ar cambios que lo saquen de “ adent ro” .

El marco para las direct ivas descrit as en est e libro es obviament e sist émico, relacionado con el

reconocimient o que t odas las cosas est án int errrelacionadas. ¿Cómo puede uno separar la t écnica del

cont ext o? ¿Cómo puede uno separar las palabras que uno dice de las ot ras que surgen de la relación? La

psicot erapia es una mezcla curiosa de ciencia y art e, que es concebida, a menudo, subj et ivament e y

pract icada en una f orma de relación con ot ro ser humano al cual se le of rece ayuda basado en lo que el

clínico “ sabe” . Cada una de los cent enares de psicot erapia reconocidas f unciona, debido a lo cual cada

enf oque t iene sus devot os. El hecho que la t erapia t iene algo valioso que of recer puede rigidizar el

pensamient o de uno (a t ravés de la necesidad de ponernos de lado de una met odología para mant ener

alguna claridad subj et iva), o puede permit irnos desarrollar la f lexibilidad para considerar cuidadosament e la

nat uraleza subj et iva de la realidad de cada persona deprimida.

El mensaj e implícit o en la comunicación del clínico hacia el client e puede ser considerablement e

más poderoso que los mensaj es explícit os. Quizá los t rat amient os psicot erapéut icos más exit osos

desarrollados para la depresión son los enf oques cognit ivos e int erpersonales. El hecho que cada uno alt era

las paut as del pensamient o y la relación, a la vez que alt eran los pensamient os e int eracciones específ icas,

es indudablement e la razón de lo valioso de esos enf oques. Esas met odologías present an un marcado

cont rast e con los enf oques más psicodinámicos, que int ent an impulsar a individuo hacia adelant e al llevarlos

al pasado. Las dif erencias ent re la alt eración del cont enido de los problemas de una persona y la est ruct ura

de los problemas de una persona son amplias. Por ej emplo, uno puede implicarse en una serie e relaciones

con parej as insensibles —los nombres y los rost ros cambian (v. g. , el cont enido), pero no el t ipo de persona

que uno elige (v. g. , la est ruct ura). Hast a que la est ruct ura de cómo uno elige esas parej as no sea alt erada,

es probable que la paut a dañina se repit a una y ot ra vez.

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La t erapia ha sido descrit a en una f orma muy simple en est e libro —como un proceso de

int errupción y const rucción de paut as. Usar las habilidades del client e, así como los diversos cont ext os de la

vida de aquel, parece un enf oque de t rat amient o mucho más comprensivo e individualizado, que no impone

las creencias virt ualment e arbit rarias del clínico sobre el client e. La direct ivas que est án descrit as a lo largo

de est e volumen son apropiadas para ser usadas solament e en el grado que el clínico observe paut as

disf uncionales específ icas en el client e, de acuerdo a las paut as de experiencias descrit as en el Capít ulo 4.

En consecuencia, esas paut as no son t eóricas, como un creencia singular que diga que la “ depresión es una

reacción a la pérdida” , que lleve al clínico a la búsqueda de “ la pérdida” que se supone que t iene que est ar

present a. Por el cont rario, esas paut as sin at eóricas y pueden ser incorporadas en cualquier plan de

t rat amient o que t enga la est ruct ura básica del compromiso act ivo del client e en el proceso de t rat amient o.

La depresión, quizá más que ot ras condiciones humanas, obliga a la acción, puest o que su f alt a de acción

lleva a la espiral de det erioro. Además, mient ras más f ocalizadas sean las acciones que se t omen desde el

primer moment o, hay menos oport unidad que el problema se conviert a en una f orma de vida. Las

int ervenciones en la f ase aguda son especialment e demandant es debido a est a razón.

La alt eración de una paut a est ablecida de hacer las cosas requiere una medida de f lexibilidad en el

quehacer de uno. Los clínicos pueden adquirir con f acilidad superst iciones respect o a sus int ervenciones, ya

que lo que f unciona una vez es usado una y ot ra vez cuando las condiciones son similares. No es la int ención

del aut or que las direct ivas present adas en est e libro sean usadas de esa f orma. Por el cont rario, el aut or ha

int ent ado describir una variedad de f ormas para involucrar act ivament e al client e en la relación con el

clínico y con las diversas posibilidades que le of rece la vida. La esperanza del aut or es que las direct ivas

ilust ren una f orma de ut ilización de las paut as del client e, ya sea para la int errupción o const rucción de

respuest as. El énf asis est á en el aprendizaj e experiencial, sin exclusión de t odos los diálogos y educación

que ocurren el curso nat ural de la psicot erapia. Educar el client e en los principios de muchos enf oques de

pesar y vivir, es un f undament o import ant e para los cambios posit ivos mient ras se int erviene en ot ras

dimensiones de la experiencia. La met a del clínico es el desarrollo de más f ormas de int ervención

t erapéut ica en más dimensiones de la experiencia del client e.

¿Puede el lect or imaginarse haciendo uso de las direct ivas en el t rat amient o, t al como han sido

descrit as aquí? ¿Tiene el lect or la f l exibilidad para int ent ar soluciones de acuerdo a las paut as que est án más

allá de los límit es a los cuales puede haber sido un adept o en el pasado? El aut or puede recordar las

primeras reacciones al leer los acercamient os t erapéut icos inusuales empleados por el dif unt o Milt on H.

Erickson, M. D. Eran vist as como ext rañas, absurdas, divert idas, y que daban en el blanco por casualidad. La

inf luencia de él y de ot ros t erapeut as est rat égicos es evident e en est e libro, con el énf asis en el

reconocimient o que los cambios ocurren cuando emerge una nueva respuest a en un cont ext o f amiliar, ya sea

en el cont ext o del mundo int erno o ext erno. Est á reconocido que esos acercamient os f ueron y son viables, y

no solament e el aut or t uvo la f lexibilidad para hacer uso apropiado de ellos.

La hipnosis puede ser una herramient a especialment e valiosa para el t rabaj o del clínico, debido a

su habilidad para sacarlo a uno del marco usual para responder en una f orma dif erent e. El énf asis est á en la

creación de est rat egias ef ect ivas que alt eren la dimensión experiencial de la vida de uno. A menudo no es

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suf icient e t ener a un client e en un est ado de vigilia “ normal” imaginando una experiencia que le será de

ut ilidad. El problema con ese enf oque radica en su pot encial para rest ringir al client e en un nivel muy

cognit ivo, aument ando posiblement e la conf ianza de la persona en la “ int elect ualización” . Una f orma de

considerar cómo es experiment ado el mundo, es cont rast ar la dimensión empírica (basada en lo sensorial)

con la dimensión simbólica (la f orma en que la experiencia sensorial es organizada, almacenada y

comunicada). El medio de int ercambio en la práct ica de la psicot erapia verbal es la palabra hablada -un

símbolo. Además, es el nivel empírico (v. g, la experiencia real) del mundo del client e la que el clínico

int ent a alt erar. Mient ras más uno aprecie la relación ent re las palabras y la inf luencia de la experiencia

subj et iva, lo cual es la esencia de la hipnosis, más uno puede hacer uso de comunicaciones

mult idimensionales como las met áf oras y las t areas para alt erar la experiencia subj et iva de si mismo del

client e.

CONTRAINDICACIONES

Debido a la seria nat uraleza de la depresión —especialment e el pot encial de suicidio— las diversas

direct ivas que han sido descrit as en est e libro deben ser elegidas cuidadosament e y ut ilizadas solament e

después de una cuidadosa consideración de la nat uraleza individual del client e. Muchas de las direct ivas

est án est ruct uradas en una f orma que moviliza resist encias que el client e puede dirigir hacia las exigencias

del clínico o la cont inuación de una paut a part icular. Para ut ilizar con ef ect ividad la resist encia como una

met a, una presupone la exist encia de resist encia dent ro del individuo. Sin embargo, es imprudent e asumir

simplement e que exist e resist encia en el client e. Dependiendo del client e individual, la resist encia que uno

esperaría movilizar para involucrar al client e en una direct iva, puede ser muy clara o puede est ar muy

prof undament e enmascarada por las paut as depresivas como para ser ext raída y ut ilizada con ef ect ividad.

En muchos casos, el client e puede requerir bast ant e apoyo psicot erapéut ico ant es que las

int ervenciones descrit as aquí puedan ser usadas en f orma ef ect iva. Las razones para est o son dos. Primero,

el clínico no est á en una posición de inf luenciar hast a que se haya desarrollado un grado suf icient e de

rapport . Algunos client es requieren numerosas sesiones ant es de sent ir cualquier valor personal en el

t rabaj o con el clínico; ot ros pueden est ar muy dispuest os a responder desde el comienzo. El rapport no es

muy cont ingent e con el mont o del cont act o, sino con la cualidad de ese cont act o. El grado en el cual el

clínico puede demost rar un ent endimient o de la experi encia del client e, es el grado en el cual se

desarrollará el rapport . Segundo, lo que const ruye una progresión posit iva en la t erapia a t ravés del t iempo,

es el est ablecimient o de una “ disposición a responder” en el client e. Una disposición a responder es una

paut a de respuest a, y en el uso de las t erapias est rat égica es especialment e import ant e cat alizar una

disposición ment al en el client e que lo abre a los benef icios de llevar a cabo las t areas y ot ras f ormas de

t areas “ para la casa” t erapéut icas. Si se ent rega una direct iva con un aire de cert idumbre respect o a la

capacidad de ést a para benef iciar al client e, es mucho más probable que la direct iva sea llevada a cabo. Sin

est ablecer el sist ema de creencias que el desempeño de la direct iva ayudará, ¿por qué los client es gast arían

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la energía necesaria para part icipar provechosament e en la t erapia? El lect or puede recordar la discusión

más det allada del rol de las expect at ivas posit ivas en el t rat amient o, present adas en el Capít ulo 6.

A menos que se haya est ablecido rapport y una disposición posit iva a responder, las direct ivas

pueden ser ignoradas, sabot eadas o resist idas por el client e. Sin embargo, en lugar de culpar al client e en

esas circunst ancias, el clínico puede acept ar la responsabilidad por la ret roaliment ación del client e, lo cual

es decir en esencia, “ Est a t area es inacept able para mi en algún nivel. ” Quizá es muy exigent e, muy

at emorizant e, muy ambigua, o muy al go. La mej or respuest a del clínico es re-int roducir la t area

post eriorment e, en un moment o más apropiado, o f raccionar la t area en component es pequeños que el

client e pueda manej ar mej or.

Si el moment o oport uno ( t i mi ng) de esas int ervenciones es j uzgado en f orma errónea, esas

direct ivas t ienen la capacidad para ser ant it erapéut icas -después de t odo, algo que puede t ener la

capacidad para ayudar, t ambién posee la capacidad para dañar. Debe t ener se el cui dado de i nt r oduci r esas

di r ect i vas cuando el r appor t sea bueno, l a mot i vaci ón sea posi t i va, y qui zá muy i mpor t ant ement e, cuando
el cl íni co est é muy segur o de t odas l as r espuest as que es pr obabl e que gener e esa di r ect i va en el cl i ent e,
desde buenas hast a mal as, o que pueda ut i l i zar ef ect i vament e esas r espuest as con un pr opósi t o
t er apéut i co. Si el clínico puede ant icipar que el client e puede generar una respuest a a la cual no pueda
sacarle vent aj a t erapéut ica como t erapeut a, es muy prudent e no emplear la direct iva. Generalment e, el

clínico puede pregunt arse “ ¿Cual de est as est rat egias genera un ‘ revent ón’ de alguna clase? ¿Puedo

encont rar legít imament e una f orma para hacer que esa respuest as sea una vent aj a para el individuo (quizá

reencuadrándola en alguna f orma út il)?” Si la respuest a a la últ ima pregunt a es “ no” , ent onces es mej or no

of recer la direct iva.

La ausencia de un sent ido del mej or moment o para int roducir un direct iva de part e del clínico,

puede ocasionar consecuencias negat ivas. Considere el siguient e ej emplo. En un hospit al, un clínico int ent ó

una t erapia provocat iva de “ ent renamient o en agresión” con un pacient e deprimido. El clínico supuso que la

depresión del client e era una consecuencia de “ rabia dirigida hacia adent ro. ” La met a de la int ervención

era provocar deliberadament e al pacient e para que most rara agresividad que “ liberaría la rabia int erna” ,

que se pensaba que era la f uent e de la depresión. En est e caso, el clínico exigió que el pacient e escobillara

el corredor del hospit al con un cepillo de dient es. El pacient e obedeció y anduvo a gat as para llevar a cabo

la direct iva del clínico. Después que había t ranscurrido un período de algunas horas, el clínico regresó a

inspeccionar el t rabaj o del pacient e. Est e había t rabaj ado en f orma cont inuada, aunque con lent it ud, y

aparent ement e esperando recibir alguna aprobación por sus esf uerzos. En lugar de aprobarlo, el clínico

comenzó a ensuciar con provocación el piso con sus t acones. Aparent ement e, el clínico no consideró que el

client e no podría ser provocado lo suf icient e con ese gest o, debido a que el client e había suspirado

prof undament e y se había ret irado aun más en si mismo. El clínico f ue sorprendido con la guardia abaj o por

esa reacción, ref unf uñando algunas f rases de explicación respect o a lo que se “ suponía” que había sucedido,

y después se alej ó. La int ervención f ue obviament e inapropiada para ese pacient e, un error de cálculo

dest ruct ivo de part e del clínico. El principio sugerido que gobierna el uso de las direct ivas, aunque parezca

repet it ivo, es: Si hay alguna duda respect o a que una int ervención sea apropiada para un client e deprimido,

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o si la respuest a que puede generar el client e no puede ser bien ut ilizada como part e del t rat amient o,

ent onces es más conservador y respet uoso no usar esa int ervención. Una direct iva puede no ayudar, pero

nunca debiera dañar.

CIERRE

El f ut uro de la psicología es inciert o. No hay dudas que la t ecnología médica t endrá una mayor

inf luencia en nuest ra percepción y en el t rat amient o de muchos desórdenes. Sin embargo, el art e de la

psicot erapia exit osa t endrá siempre mucha demanda, ya que las habilidades para vivir y relacionarse

solament e pueden ser enseñadas en el cont ext o de la vida y el relacionarse. Puede esperarse que las

prof esiones de la salud ment al cont inúen esf orzándose por increment ar su propia f lexibilidad respect o a los

concept os y las t écnicas de la psicot erapia. Se necesit a una amplia variedad de int ervenciones, en grados de

direct ividad y capacidad para t rat ar las dimensiones múlt iples de la experiencia del client e, para t rat ar

problemas como la depresión. Las disput as respect o a cuál t eoría es mej or para explicar la depresión en

part icular o la personalidad humana en general, no producirán ningún ef ect o posit ivo. Solament e nos

dist raen de nuest ra met a mayor de ayudar a quienes necesit an de nuest ra ayuda.

A medida que el est rés de la vida cont inúa int ensif icándose con las complicaciones de los t iempos

act uales, es predecible que los episodios de depresión aument arán, manif est ándose en diversas f ormas. La

habilidad para ident if icar e int errumpir las paut as que son dañinas en un individuo, conj unt ament e con la

habilidad para cat alizar el descubrimient o de paut as mej ores, son necesarias para llevar a cabo

exit osament e una psicot erapia. Aprender a diseñar y llevar a cabo las t erapias supone una promesa implícit a

que el clínico hará act ivament e aquellas cosas que pueden ayudar. Cuando las direct ivas descrit as aquí

parecen apropiadas —y aquellas que pueden habérsele ocurrido al lect or mient ras leía est e libro— después

de una cuidadosa consideración, pueden ser muy ef ect i vas para f acilit ar el escape de las cadenas de la

depresión.

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Apéndice A:

Direct ivas

Di r ect i va Nombr e de l a Di r ect i va Di scut i da en l a


Númer o pági na N°

1 Hipnosis para la reducción de sínt omas 56

2 Reencuadre: Desde lo inút il a lo út il 57

3 Cambios para lo mej or 58

4 Alargando el st at us quo 60

5 Pseudo-orient ación en el t iempo de Erickson 60

6 Met áf oras respect o a las expect at ivas y la ambivalencia 62

7 Sobrecarga de razones 70

8 Est ilos de vida válidos 71

9 Transiciones universales 75

10 Transiciones personales 75

11 Cómprelo y arrój elo a la basura 76

12 Pack rat 77

13 La mudanza 77

14 Un día en el zoológico 77

15 La encuest a 78

16 Punt os de vist a 78

17 Una variedad de int erpret aciones 79

18 Ident if icación de las reglas 80

19 Romper las reglas 80

20 Un f luj o de pasos 81

21 Mi mapa 86

22 ¿Cuánt o cont rol? 91

23 Una oport unidad razonable de éxit o 92

24 Desamparo aprendido 92

25 Prescripción de la depresión 93

26 Prescripción de las paut as de la depresión 93

27 Una ordalía para el alivio 94

28 Exageración del desamparo 94

29 Pregunt ar a ot ros 94

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30 Esperar pasivament e 94

31 Foment ar la peor alt ernat iva 95

32 El que vacila est á perdido 96

33 Pet er Pan 97

34 Cont role lo incont rolable 98

35 Manipuladores hábiles 98

36 Cruzada 99

37 Aut o-j ust if icación 103

38 Invalidación de los propios sent imient os 104

39 Int erpret aciones pat ológicas 104

40 Int erpret aciones saludables 104

41 Las mej ores elecciones 105

42 Met as perf eccionist as no realist as 106

43 Nunca of enda a los espírit us 107

44 Sea perf ect o 107

45 Comet a errores deliberados 108

46 Redef ina el perf eccionismo 108

47 Culpe a ot ros 110

48 Foment o de culpar a ot ros 110

49 Negación de si mismo 112

50 Todas las excusas 112

51 Haga cosas que disf rut e 113

52 Ej ercicio f ísico 113

53 Ej ecución simbólica 115

54 Responsable de un f racaso 116

55 Desconect ando el bot ón de la culpa 116

56 Culpa por t odas las épocas 117

57 En un crucif ij o 117

58 Necesidad de aut o-cast igo 118

59 La hora de la culpa 118

60 Minut o a minut o 120

61 Promoción de un propósit o 128

62 Part es dif erent es 129

63 ¡Lo t ienes, ent onces úsalo! 130

64 Lo malo puede ser bueno 130

65 Dej ando ir y reivindicando part es de uno mismo 131

66 Reencuadre en seis pasos 132

67 El modelo de las part es 133

68 Amplif icación de polaridades 134

69 Desarrollo de part es no desarrolladas 134

70 Ir de pesca 135

71 Técnicas de puent e 136

72 Recursos posit ivos del pasado 136

163
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73 Revi vi f i cat i on 136

74 Cambio de la hist oria personal. 136

75 Una voz en cuest ión. 136

76 Ext ernalización de part es signif icat ivas. 137

77 La f iest a de part es. 138

78 En el papel. 138

79 Sust it ución de sínt omas. 138

80 Redef inición de roles. 139

81 Doblándole la mano al rol. 146

82 Monarca por un día. 147

83 Pedir permiso. 148

84 Más dependencia. 148

85 Búsqueda de rechazo. 149

86 Evaluando a los ot ros. 149

87 Pedir lo imposible 150

88 La marcha de la conf ianza 151

89 El chivo expiat orio de la semana 153

90 Escult ura de la relación 154

91 Inversión de roles 155

164
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Apéndice B:
Narración de casos

La siguient e present ación de casos ilust ra las aplicaciones de los mét odos descrit os en est e libro.

Esos casos se ref ieren a client es que present aban primariament e el problema de depresión, y en cada uno

de los client es se habían somet ido a psicot erapia ant eriorment e, pero no se habían repuest o de la

depresión. Se consideró como un t rat amient o exit oso cuando el client e report ó ausencia de af licción al

t érmino de la t erapia y en un seguimient o post erior. Los nombres de lo client es y ot ros dat os de

ident if icación han sido cambiados para prot eger la conf idencialidad.

CASO 1 *

Ant ecedent es
Charles, de 54 años, ingresó a t erapia present ando el problema de una depresión moderada de una

duración de dos años aproximadament e. Experiment aba pert urbaciones del sueño, ansiedad excesiva,

dif icult ades de concent ración, explosiones de rabia, ext ensos períodos de aislamient o social, y ot ras paut as

relacionadas con depresión, pero menos prominent es e incómodas. Era muy int elect ual, que leía mucho y

que se sent ía orgulloso de su capacidad para la lógica. Se veía como “ suf riendo una aparent e crisis de la

mit ad de la vida” . Como arquit ect o que t rabaj aba mucho, est aba aislado prof esionalment e por elección,

t rabaj ando en t odos sus proyect os solo en casa. Tenía poco int erés en sus relaciones más allá de su f amilia

inmediat a, y describió su desprecio por la nat uraleza superf icial de la mayoría de las int eracciones sociales.

Pref ería más la prof undidad de la lect ura de libros sobre f ilosof ía, psicología y sobre la condición humana.

Tenía dos hij as. Describió su insat isf acción con su mat rimonio debido a la t endencia a la simplicidad de su

esposa, y con el est ilo de vida nort eamericano debido a su complej idad.

Los ant ecedent es f amiliares de Charles t enían import ancia part icular en sus problemas present es.

Fue criado primariament e por una madre religiosament e devot a, pero poco sof ist icada (su padre había

muert o cuando él era muy niño). El int erés t emprano de Charles era educarse y seguir una carrera de art e.

Insegura respect o a la elección de carrera del hij o, la madre buscó los consej os de un cura, él cual est imó

los int ereses de Charles como “ f rívolos” y como “ una vía hacia la vida pecaminosa. ” Por lo cual Charles f ue

est imulado a est udiar mat emát icas y ciencias, un f uent e const ant e de f rust ración y resent imient o hacia su

propia vida.

*
Est e caso f ue incluido en la present ación de Hipnot erapia Ericksoniana de Jef f rey K. Zeig, Ph. D. , en la conf erencia La
Evolución de la Psicot erapia, ef ect uada en Phoenix, Arizona, en diciembre de 1985. También es mencionado en la
publicación de las act as de la conf erencia (Zeig, 1987, p. 401). En esa present ación, el pacient e es llamado “ John” .

165
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El énf asis de Charles de ser un buen let rado en cuest iones f ilosóf icas prof undas de la vida lo llevó,

event ualment e, a ret irarse de t odas las relaciones, incluida la relación con su esposa, a quien él miraba con

desprecio por su f alt a de int erés en la exploración de los problemas prof undos de la vida. La preocupación

de Charles por “ encont rar respuest as” amplif icó cont inuament e su f rust ración puest o que esas respuest as no

llegarían pront o, y event ualment e lo llevó al aislamient o.

Al considerar los problemas de Charles, parecía necesario int errumpir diversas paut as: el énf asis en

la lógica al punt o de est ar cerrado a los cont act os emocionales y sociales; el énf asis en la búsqueda de

respuest as a int errogant es que no t enían respuest a def init iva; la f rust ración de t ener una carrera y un est ilo

de vida que lo dist anciaba de su pasión original, la pint ura. En consecuencia, se f ij aron las siguient es met as:

1) volver a t ener cont rol sobre las pert urbaciones del sueño y la ansiedad; 2) inf undir un reconocimient o del

valor de la superf icialidad en ocasiones y la habilidad para desarrollar comodidad en muchos cont ext os

sociales; 3) desarrollar un respet o y acept ación por las dif erencias individuales; y 4) la habilidad para

alcanzar int ereses personales de una nat uraleza más expresiva, part icularment e int ereses recreat ivos y

art íst icos.

Int er venci ón
La t erapia se ef ect úo en f ases, siguiendo el f luj o general descrit o en est a sección.

La primera f ase del t rat amient o implicó la const rucción de rapport y el est ablecimient o de

expect at ivas posit ivas respect o a la posibilidad de obt ener cambios t erapéut icos. La acept ación de la

creencia de Charles, que t odas las cosas t ienen un propósit o, f ue inst rument al para el logro de esas met as

iniciales. Est a creencia llevó con f acilidad al reencuadre de la depresión como út il (direct iva 2) y la

implicación que est a era una oport unidad para un cambio signif icat ivo. Charles no había pensado que la

depresión t uviera un propósit o posit ivo; por el cont rario, la veía como un signo de f racaso personal (v. g. ,

evidencia de def ect os personales).

En la segunda f ase del t rat amient o, Charles experiment ó sesiones de hipnosis f ormal cuyo propósit o

era solidif icar las expect aciones posit ivas, aprender a relaj arse, ext raer recursos posit ivos (t ales como la

habilidad para enf r ent ar desaf íos y t ener éxi t o, evidenciados en la movilidad de Est ados Unidos), y

descubrir part es creat ivas de si mismo que habían sido suprimidas. Las sesiones de hipnosis f ormal t uvieron

un impact o relat ivo inmediat o en la reducción de la ansi edad y la irrit abilidad, y la est imulación de un sueño

reparador. Esas sesiones implicaron las direct ivas 9, 10 y 62.

En la t ercera f ase del t rat amient o, las sesiones de t rance se le of recieron met áf oras relacionadas

con dif erent es t ipos de relaciones, ilust rando el principio que las relaciones pueden t omar muchas f ormas y

pueden exist ir en variados grados de cercanía (dist int as a la paut a “ t odo o nada” en la cual había est ado

Charles). Se le dieron t areas para la casa para que iniciara conversaciones superf iciales a pr opósi t o, con las

inst rucciones explícit as que no of reciera explicaciones. Est o sirvió para int errumpir su paut a de af irmar

rígidament e lo correct o de él sin t omar en cuent a el cont ext o. El ef ect o f ue abrirle los oj os en t érminos de

cómo el enj uiciamient o y su rect it ud est aban basados en su conocimient o superior proclamado por él. Al ser

incapaz de expresar opiniones de ningún t ipo, Charles t endrá muchas más oport unidades para descubrir que

166
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las ot ras personas t ambién podían usar principios razonados prof undament e e incluso llegar a conclusiones

virt ualment e opuest as. Est e aprendizaj e t uvo un gran impact o en sus relaciones f amiliares. En lugar de las

reacciones crít icas de Charles hacia su esposa y sus dos hij as adolescent es, su comport amient o evolucionó

hacia uno más acept ador, lo cual f ue apoyado con ent usiasmo por su f amilia. Esas sesiones implicaron

variaciones de las direct ivas 15, 16 y 42.

En la cuart a f ase, la supresión del int erés art íst ico de Charles f ue t rat ado como una met áf ora de su

negación de si mismo de las cualidades personales innegables (emociones, la necesidad de recreación y

alegría). El perf eccionismo de Charles le impedía pint ar (no quería hacer art e a menos que f uera un t rabaj o

excelent e), aunque parecía obvio que deseaba hacerlo. Se le indicó pint ar t odas las mañanas, pero

solament e res cuart os de la pint ura y det enerse. Acept ó. Aunque report ó sent irse muy bien por haber

comenzado a pint ar nuevament e después de un largo período de abst inencia, indicó sent irse f rust rado por

haber t enido que det enerse ant es de t erminar sus pint uras. Se le permit ió complet as las pint uras, pero sin

f irmarlas. En el siguient e paso, se le indicó que regalara anónimament e los cuadros a los vecinos (dej ándolos

en la puert a o en los buzones). Hizo est o con una gozosa sensación de t ravesura. En consecuencia, f ue capaz

de complet ar las pint uras sin riesgo personal (ya que eran anónimas) y simult áneament e enviado a

desarrollar consciencia de sus vecinos a los cuales había ignorado. Fue un paso más allá por si mismo e inició

cont act os amigables con ellos, est ando curioso respect o a si ellos le mencionarían el haber recibido pint uras

anónimas. Se le indicó que complet ara y f irmara sus pint uras y hacer con ellas lo que deseara. Part icipó en

varias compet encias locales de art e, ¡y realment e ganó premios y reconocimient o por su t rabaj o!

A lo largo de est e período, la habilidad de Charles por acept ar a los demás como a si mismo en un

grado mucho mayor que ant es, probó ser crít ica en su recuperación de la depresión. Aprendió a t rat ar con

ot ras personas en modos sociales y superf iciales, y expresarse en ot ros niveles además del purament e

int elect ual. Charles aprendió que incluso las relaciones más prof undas pueden comenzar con un t rat o

superf icial. Esas sesiones implicaron variaciones de las direct ivas 44, 45, 51 y 61.

En la f ase f inal de t rat amient o, el desarrollo de las paut as de acept ación de si mismo y de los

demás se est abilizó, así como su paut a de aut o-hipnosis para mant ener cont rol sobre la ansiedad y el sueño.

Cuando Charles y el aut or acordaron que su recuperación se había est abilizado, la t erapia f ue dada por

t erminada. La t erapia duró 25 sesiones en un período de nueve meses.

Di scusi ón
Se ut ilizaron t rances f ormales e inf ormales, sugest iones direct as e indirect as, reencuadre y t areas

para la casa, para cat alizar el reconocimient o de Charles que el signif icado últ imo de la vida es el que uno

elij a darle. Debido a que rechazaba si propia “ emocionalidad irracional” , y creaba por consiguient e la

expect at iva no realist a que solament e su lógica bast aba para gobernar sus experiencias, sus emociones se

escapaban a su cont rol en la f orma de depresión. Al aprender al equilibrar las diversas dimensiones de su

muno (lógica vs emoción, t rabaj o vs. recreación, no comunicación vs apert ura, sociabilidad vs aislamient o),

Charles f ue capaz de alcanzar un nivel de vida mucho más sat isf act orio.

167
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Exist ía clarament e en Charles una conf usión respect o a la cont rolabilidad de los aspect os de su

mundo. Al int ent ar cont rolar las opiniones de los demás a t ravés de la poderosa af irmación de si mismo, e

int ent ar t ener el cont rol (v. g. , negar) de sus experiencias emocionales, Charles est aba int ent ando cont rolar

cosas que no pueden ser cont roladas -a las ot ras personas y a las emociones (una part e básica inalt erable de

la est ruct ura de t odos los seres humanos). A t ravés del uso de hipnosis para f acilit ar una disposición ment al

recept iva para el descubrimient o de nuevas posibilidades, la siembra de expect at ivas posit ivas permit ió el

descubrimient o y acept ación de esas ideas. A t ravés del uso de t areas que f raccionaron las amplias paut as

para que f ueran aprendidas en pasos manej ables, se desarrolló una progresión de experiencias a lo largo del

t iempo, const ruyéndose una f uerza hacia la recuperación.

CASO 2

Ant ecedent es
Joan, de 53 años, llegó a t erapia present ando el problema de una depresión moderada a severa, la

cual describió como de t oda la vida, pero que había empeorado en las semanas recient es, llevándola a

buscar t erapia. La depresión crónica de Joan f ue descrit a como una f orma de vida que ella había acept ado

como normal. No había t enido las suf icient es redes sociales para hacer la clase de comparaciones con ot ras

personas que habrían puest o de relieve muy pront o que algo est aba mal. Asumió que t odas las personas

t enían las mismas bat allas emocionales con las cuales ella había est aba enf rent ándose durant e t oda la vida.

Se había casado dos veces y ambos mat rimonios habían t erminado después de un t iempo

relat ivament e cort o. Solt era y viviendo sola, era la madre de dos hij os, los cuales vivían a mucha dist ancia

de ella. Su relación con ellos era amable, int ercambiándose visit as regulares.

Había crecido en un pueblo muy pequeño en Wyoming. A una edad relat ivament e t emprana, la

escuela del pueblo f ue cerrada y Joan est uvo obligada a t rasladarse a casa de parient es en ot ro pueblo para

poder asist ir a la escuela de allí. Así, se int errumpieron sus relaciones f amiliares t empranament e, y no le

pareció posible t ener una cercanía genuina con ot ras personas. El comport amient o de Joan era el de la

descripción de hechos, a la vez que describía su hist oria personal en una f orma neut ral. Era evident e, sin

embargo, que la f alt a de cercanía y apoyo que había experiment ado le había dej ado su sent imient o de

soledad. La f alt a de redes de apoyo act uales era básicament e una ext ensión de su est ilo de vida muy

solit ario.

Era bien educada y est aba empleada como ingeniero químico en una gran compañía. Había est ado

t rabaj ando para la compañía por casi 20 años y se veía obligada a permanecer en la compañía ya que ot ros

t rabaj os en su campo eran ext remadament e escasos.

El t rabaj o era el punt o f ocal en su vida. Ocupaba la mayoría de su t iempo, ya que t rabaj aba horas

ext ras. Era cent ral para ella una imagen de si misma como una muj er prof esional compet ent e,

independient e. En consecuencia, ést a t ambién era cent ral en su experiencia de depresión. Joan sent ía que

est aba siendo sub-ut ilizada en su t rabaj o. Su labor implicaba que ella t rabaj ara en f orma independient e, e

incluso su “ superior” generalment e no est aba muy conscient e de las responsabilidades laborales de ella y

168
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del (baj o) nivel de exigencia colocado sobre ella. Joan t enía una sólida ét ica laboral y, para j ust if icar su

salario, se salía de sus labores para encont rar proyect os adicionales para ayudar a la compañía y ut ilizar en

mej or f orma sus habilidades. Encont raba ext remadament e est resant e t ener que encont rar cosas que hacer;

est e est rés est aba combinado con el hecho que sus solicit udes para redef inir su posición no recibían

respuest a de aquellos más arriba en la j erarquía de la compañía.

La depresión que llevó a Joan a buscar t rat amient o aparent ement e era de larga duración, pero era

la sit uación en e t rabaj o la que más la acongoj aba. También era evident e que su énf asis en el t rabaj o como

problemát ico, ya que su sit uación laboral era negat iva, incluía un conj unt o de responsabilidades

pobrement e def inido, una sub-ut ilización de sus habilidades, una f alt a de respuest a a sus necesidades e

int ereses, y a una dif icult ad obj et iva para encont rar un t rabaj o similar en ot ro lado. El hecho que Joan

experiment ara alt os niveles de culpa respect o su f alt a de habilidad para j ust if icar su salario, era una f uert e

evidencia de lo responsable que se sent ía respect o al pobre manej o de la compañía respect o a la posición de

ella. Joan asumió que si era una buena empleada, la compañía le respondería mej or. La dist orsión en esa

línea de pensamient o era evident e. Joan est aba int ent ando ej ercer inf luencia en un sist ema que est aba más

allá de su cont rol, y en lugar de percibirlo como más allá de su cont rol, int ent aba hacer más de lo mismo -es

decir, t rabaj ar más aun. Su solución int ent ada t enía como ef ect o un aument o del problema.

Int er venci ón
Las met as de t rat amient o incluyeron: 1) redef inición del valor de si misma en t érminos dist int os a

la ét ica del t rabaj o (v. g. , el valor que sost enía Joan era que “ lo que uno vale se deriva del t rabaj o” ); 2)

desarrollar un equilibrio en su vida ent re el t rabaj o y ot ros int ereses; 3) desarrollar claridad respect o a los

problemas de la culpa y la responsabilidad, que Joan se liberara de la culpa y la depresión que est aba

experiment ando, asociadas con el mal manej o que hacía la compañía de las habilidades de ella; 4)

desarrollar el reconocimient o de su incapacidad para cont rol el uso que hacía la compañía de sus

habilidades; 5) desarrollar una mayor sensibilidad a sus propias necesidades y redef inir a la depresión como

un señal de precaución que indica la necesidad de cambiar algo, permit iéndole responder con más

ef ect ividad a los episodios de depresión; y 6) prevenir algunos episodios y minimizar la incomodidad de

ot ros.

La t erapia progresó rápidament e a lo largo de t res f ases dist int as. En la primera f ase, el f oco est uvo

en la const rucción de rapport y const rucción de expect at ivas de cambio. Est o f ue hecho en las primeras dos

sesiones, en las cuales f ueron ident if icados los parámet ros del problema. Se colocó part icular at ención en el

cambio de los valores de Joan respect o a que el t rabaj o de uno nos def ine como valiosos, incluso más que

nuest ras relaciones con ot ros. Mient ras que la primera sesión consist ió primariament e en la obt ención de

inf ormación y const rucción de rapport y expect at ivas, la segunda consist ió en una sesión de hipnosis

inf ormal, respect o a la necesidad de diversidad en la vida de Joan, y la idea que est ar ligados a un aspect o

negat ivo de la vida (v. g. , su t rabaj o) no impide el est ablecimient o de lazos posit ivos a ot ras act ividades que

generan gozo. La necesidad de diversidad como est á descrit a en la direct iva 14 f ue seguida por las t areas

descrit as en las direct ivas 18 y 21.

169
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En las t res sesiones siguient es, se discut ieron abiert ament e las f ort alezas y limit aciones de una

sólida ét ica del t rabaj o, la nat uraleza de esperar cont rolar circunst ancias vit ales de la vida de uno y t rat ar

con la realidad, que los esf uerzos de Joan para cont rolar el sist ema est aban equivocados, y la necesidad de

cambiar su énf asis de ser una empleado modelo a reconocer que sus empleadores t enían la últ ima

responsabilidad por ut ilizar mej or los recursos de ella. En adición a esas discusiones, se usaron sesiones

hipnót icas donde se dio énf asis a que mient ras Joan no pudiera se capaz de cont rolar la sit uación, podría

cont rolar def init ivament e sus reacciones a la sit uación. Se usaron las direct ivas 22, 34, 46 y 62 en est a f ase

del t rat amient o.

La mej oría de Joan f ue muy rápida. Fue un poderoso aprendizaj e el reconocimient o de la

discrepancia ent re sus ideales prof esionales y la realidad de su ambient e laboral no apoyador, disminuyendo

mucho la culpa y la t endencia a int ernalizar la responsabilidad por result ados menos que perf ect os.

En la f ase f inal del t rat amient o, se ent regó un programa de prescripciones de recaídas, las cuales

llevó a cabo. La reacción de Joan f ue de agrado cuando descubrió que podía experiment ar con f acilidad una

depresión simulada sin t ener ef ect os negat ivos, y salir sin daño. En las dos sesiones siguient es se guió a Joan

a experiencias f ut uras mient ras mant enía un elevado nivel de claridad respect o a la responsabilidad, cont rol

y equilibrio en su vida. Un año de seguimient o most ró la mant ención de los result ados t erapéut icos. La

t erapia ocupó un t ot al de nueve sesiones.

Di scusi ón
La int egridad de Joan era una espada de doble f ilo para ella. Su sent ido del deber y el compromiso

la llevó a int ernalizar culpa por las circunst ancias que la af ect aban, aunque no est uvieran baj o su cont rol

direct o. Respondió ext remadament e bien a las int ervenciones hipnót icas, en las cuales su ref inada lógica

f ue irrelevant e y sus necesidades emocionales pudieron ser acogidas en mej or f orma. Se concent ró en

palabras claves como “ absorción” , “ prof undidad de la comodidad” , “ equilibrio” , y “ desarrollar int ereses

diversos” , y las encont ró út iles para manej ar su experiencia.

La rápida nat uraleza de su recuperación y el éxit o en permanecer esencialment e libre de

depresión, es at ribuido al uso de la reest ruct uración conscient ement e dirigida de sus ideas respect o al

cont rol y la responsabilidad, y a la const rucción en las sesiones hipnót icas de un cont act o signif icat ivo con

part es de si misma normalment e ignoradas. Al descubrir la diversidad dent ro de si misma, Joan encont ró

mucho más f ácil descubrir diversidad f uera de ella, así como t ambién en la f orma de nuevos pasat iempos,

proveyéndole un f uert e sent ido de alivio a una vida previa aproblemada, unidimensional.

CASO 3

Ant ecedent es
Carol, de 57 años, ent ró a t erapia present ando el problema de una depresión severa,

recient ement e exacerbada por cambios asociados con su t rabaj o. Carol t rabaj aba en una const ruct ora en un

cargo administ rat ivo, que implicaba t rabaj o de of icina, pero t ambién algún ent renamient o en el empleo de

170
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est ándares de seguridad laboral. Cuando su posición f ue alt erada (le f ue asignado un nuevo supervisor),

Carol reaccionó muy negat ivament e y rápidament e cayó en un prof unda depresión caract erizada por llant o

incont rolable, elevados niveles de agit ación y ansiedad, sueño escaso, consumo excesivo de alcohol,

incapacidad para concent rarse, un sent ido inminent e del dest ino, y ot ros sínt omas depresivos. Su reacción

era excesiva y est aba muy ligada al hecho que ella se sent ía muy ligada a su supervisor act ual.

Carol había est ado casada durant e 23 años con un hombre al que describió como un “ art ist a de la

ment ira” . Ext rovert ido y generalment e simpát ico, era un hombre manipulador que arrast raba a las personas

a sus esquemas ilegales para hacer dinero. Esa paut a lo había llevado event ualment e a la cárcel (convict o

por desf alco) y al divorcio. Carol había sido la parej a est able, consist ent e en el mat rimonio y había criado

casi sola a sus dos hij os. De caráct er pasivo, era int imidada por su esposo y básicament e pregunt aba

“ ¿Cuánt o?” cuando el decía “ ¡Salt a! ” La est imación de si misma de Carol a lo largo de su vida adult a había

sido ext remadament e pobre, y con un problema t ras ot ro para enf rent ar, se describió a si misma como

viviendo una vida miserable que est aba caract erizada por una depresión siempre present e. Nunca se había

orient ado hacia una carrera y cuando se divorció a los 41 años, enf rent ó por primera vez las dif icult ades

asociadas con ent rar al mundo del t rabaj o. Su nivel de conf ianza en sus habilidades era ext remadament e

baj o, y siempre se había nadado cont ra la corrient e de un const ant e pesimismo.

Su relación con sus hij os era t ensa. Su hij o vivía f uera del est ado, y los cont act os con ést e eran

superf iciales para evit ar los sent imient os de rabia de él surgieran a la superf icie. Ella y su hij a habían est ado

cercanas en una época, pero su hij a se alej ó abrupt ament e por razones que Carol no comprendía. Est a

separación era un f oco cent ral para el dolor emocional de Carol. Los dos hermanos no mant enían cont act o.

Carol est aba socialment e aislada. Apart e de su compromiso con el t rabaj o, Carol no t enía ningún

ot ro lugar al cual acudir, ni nada que hacer con ot ras personas. La f alt a de un sist ema social de apoyo era un

component e clave de su incapacidad para diversif icar (y equilibrar) sus int ereses, y sacarla del hoyo en que

se encont raba. No había t enido una cit a por años, y est aba convencida que ningún hombre se int eresaría en

ella.

Una preocupación que t enía de t iempo en t iempo era su f ut uro f inanciero. Había ant icipado

j ubilarse en un f ut uro no muy dist ant e y le preocupaba que su j ubilación sería inadecuada para sus

necesidades. También t emía a la soledad de la vej ez, j ubilada, y aislada con muy poca seguridad f inanciera

que la compensara.

La t erapia implicó est ablecer y t rabaj ar hacia diversas met as relacionadas: 1) volver a obt ener

perspect ivas para eliminar rápidament e la mayoría de las manif est aciones visibles de su depresión; 2)

const ruir una est imación de si misma saludable que le permit iera hacer cont act os sociales, más

caract eriológicament e f lexible, y una suf icient e orient ación a f ut uro para permit ir un plan f inanciero; 3)

ayudarla a rest ablecer la relación con su hij a; y 4) est ablecer un sist ema de pensamient o y comport amient o

que ref lej ara una mayor claridad en la habilidad para resolver problemas y evaluar la responsabilidad y el

cont rol personales.

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Int er venci ón
Carol f ue vist a un t ot al de 31 sesiones, a lo largo de un período de nueve meses. La nat uraleza

crónica e insidiosa de su depresión requirió una t erapia larga y delicada. Se usaron muchas de las direct ivas

experienciales para est ablecer un marco de ref erencia mucho más f uncional para la t oma de decisiones.

Al principio del t rat amient o, se est ableció la met a de rest aurar el sueño normal, t erminar con el

llano incont rolable, reducir la ingest ión de alcohol, y lograr un mej or aj ust e a las exigencias de su t rabaj o.

Se usaron las direct ivas 1, 2, 3, 9 y 10 en conj unt o con hipnosis f ormal para f acilit ar relaj ación y la

f lexibilidad necesaria para adapt arse a los cambios en el t rabaj o. Cada una de esas sesiones iniciales f ueron

grabadas, y se le ent regó una cint a a Carol para que t rabaj ara en ellas para ref orzar sus aprendizaj es.

Comenzó a dormir mej or casi de inmediat o, el llant o cesó, y los sent imient os pasivos de ser una víct ima de

las circunst ancias se t ransf ormaron en sent imient os de rabia hacia la compañía. La rabia era un sent imient o

mucho más apropiado dada su sit uación, y f ue acept ada y reencuadrada como un cat alizador pot encial para

acciones posit ivas en su propio benef icio. Se le sugirió que si observaba más las relaciones de los demás en

el t rabaj o, podría además t ener un mej or polít ica respect o a la compañía y ser más capaz de leer las

t endencias y necesidades de las personas, creando una mayor est abilidad laboral.

Est e concept o int rigó a Carol y allanó, así, el camino para la f ase siguient e del t rat amient o, la cual

se concent ró en las relaciones sociales. Como en casi t odos los ot ros aspect os de su vida, Carol se sent ía

int imidada por los demás y aunque no era socialment e incompet ent e, no era hábil en el manej o con ot ras

personas. Se discut ió respect o a las relaciones ent re las personas, incluido cómo las personas encaj aban en

roles socialment e def inidos, cómo manipulaban a ot ros para t ener las cosas que querían, et c. Se le dieron

sugest iones respect o a la necesidad de claridad respect o a las propias necesidades. También se le of recieron

sugest iones respect o al desarrollo de la habilidad para manej ar bien a los demás, a pesar de cualquier

sent imient o negat ivo que pudiera t ener hacia ellos. Esas sugest iones colocaron de relieve la necesidad de

comprender mej or las creencias de los demás para comprender mej or sus acciones. Se usaron las direct ivas

30, 47, 48, 50 y 86 en esas sesiones para consolidar esos aprendizaj es.

A medida que Carol se acercó más a los demás y t olerar las dif erencias ent re ellos, su nivel de

conf ianza social aument ó subst ancialment e. Comenzó a sent irse menos aislada, ahora que ya no era más

sobrepasada por los ot ros. Comenzó a solicit arles a sus colaboradoras que hicieran cosas sociales con ella, y

le agradó descubrir que “ incluso las muj eres mucho más j óvenes hacen buena compañía. ”

En la medida que ella desarrolló habilidades para const ruir y manej ar las relaciones, f ue t rat ado el

t ema de su hij a. No había t enido virt ualment e ningún cont act o con ella durant e un período de casi un año, y

un cont act o muy limit ado a lo largo de los últ imos t res o cuat ro años. Describió cómo se desesperaba

t rat ando de resolver las cosas, pero cada vez que se hablaban con su hij a, era una int eracción int ensa.

Simult áneament e con abordar el t ema de su hij a, t ambién se t rat ó el problema de su f ut uro

f inanciero. Carol conf esó la ambición de siempre haber querido ser una diseñadora de int eriores. No creía,

sin embargo, que a la edad de 57 años sería bueno ir a la escuela para t rabaj ar event ualment e en f orma

independient e como asesora. Dij o que cuando t erminara los est udios t endría 59 años. Al pregunt ársele

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cuánt os años t endría dent ro de dos años aunque no f uera a la escuela, replicó t ímidament e, “ 59” . Se le dij o

que buscara escuelas, que hablara con diseñadoras para evaluar el pot encial de ingresos y el mercado

laboral para diseñadoras, et c. Carol est aba excit ada por encont rar un programa rápido e int ensivo que se

of reciera en alguna escuela, y se mat riculó ent usiast a. Era la mayor en la clase, una posición que realment e

disf rut aba, part icularment e ya que las ot ras compañeras la admiraban abiert ament e por sus planes

ambiciosos. Hizo nuevas amist ades y se involucró en un int erés dist int o al de su casa y su t rabaj o. Se

ut ilizaron las direct ivas 4 y una variación de la direct iva 61 para f acilit ar esos result ados.

Se le indicó que t elef oneara a su hij a y le dij era que ella no t enía mucho t iempo, ya que est aba en

la escuela (¡como si la hij a le pidiera mucho t i empo! ). Se le indicó que f uera cort ant e en su

comport amient o, pero no mal educada. Algunos días después, la hij a la llamó y est aba clarament e curiosa,

pero t ambién cort ant e. El cont act o est aba comenzando a ser rest ablecido. Una int errupción del

comport amient o usualment e desesperado de Carol est aba siendo reemplazado por una nueva paut a, de

sent irse import ant e. Event ualment e se sint ió lo suf icient ement e import ant e para pensar que la hij a (no sólo

Carol) est aría perdiéndose algo valioso si no había una relación ent re ambas.

La depresión de Carol se at enuó dramát icament e a medida que desarrolló más y mej ores f ormas

para resolver problemas. Desarrollo habilidades sociales, ambición, f ormas para impedir ser manipulada por

ot ros, y un sent ido mucho más posit ivo de sus propias capacidades que el que había t enido. Todos los

cambios en su vida f ueron ent ret ej idos en una met áf ora ent regada en t rance, relacionadas con el rol que

j ugaba su int erés en el diseño de int eriores. Al haber respect o a los cambios ef ect uados, en la f orma que

ella sent ía e int erpret aba las cosas, f ue muy f ácil relacionarlos con hacer “ diseño i nt er i or ” , t omando lo que

era viej o y gris para reemplazarlo con nuevas cosas, coloridas y excit ant es. Ella usó mucho est e t ipo de

met áf ora para ayudarse a mant ener la f uerza de los cambios mient ras cont inuaba en la escuela, e impulsar

sus planes f ut uros.

Di scusi ón
El insidioso sent ido de desesperanza y desamparo en Carol f ue una clara consecuencia de su

incapacidad para est ablecer cont rol sobre cual qui er dimensión de su experiencia. El mensaj e que

cont inuament e se le ent regó a Carol f ue que cada uno de los problemas podían ser resuelt os si ella asumía

el poder personal para abordar los problemas. Al permanecer ignorant ement e pasiva respect o a qué hacer,

Carol se revolcaba en el dolor y desesperación de su sit uación. Su est ilo de pensamient o era t an global que

no podía ident if icar qué necesit aba hacerse, y mucho menos cómo hacerlo. Est aba t an orient ada hacia el

pasado que el est ablecimient o de met as y el logro de ellas le parecían imposibles. Las diversas direct ivas

usadas en su t erapia t enían como obj et ivo ayudarla a est ablecer cont rol sobre lo que ella percibía como

sit uaciones y sent imient os incont rolables, y const ruir la expect at iva que sus esf uerzos serían

recompensados. Aprendió a dist inguir mej or lo que caía en su esf era de responsabilidades y qué no, y

aprendió a resolver mej or los problemas cuando se sent ía “ at ascada” . Aprendió a resist ir las manipulaciones

ot ras personas y relacionarse mej or con los demás a t ravés de una mayor acept ación de los derechos que

aquellas t enían (¡incluidos los de su hij a! ). La t arj et a de Navidad que Carol envió al aut or, seis meses

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después de t erminada la t erapia, f inalizaba diciéndole que era su mej or Navidad en 15 años, y que

f inalment e había encont rado algo de paz dent ro de ella.

Caso 4

Pr esent aci ón
Cuando Jef f ingresó a t erapia t enía 43 años, y present aba el problema de una depresión severa a

moderada. Había est ado en t erapia durant e aproximadament e un año con un psicoanalist a, pero sent ía que

no había progresos y quería seguir un enf oque dif erent e para su problema. Dio un report e muy int elect ual y

describió cómo recient ement e había pasado por su segundo divorcio después de un mat rimonio de 17 años.

El mat rimonió se quebró cuando comenzó a t ener una relación ext ramat rimonial con la muj er con la cual

vivía act ualment e, aunque est aba conscient e que el mat rimonio se había det eriorado ant es. Jef f era un

ingeniero elect rónico de prof esión, y ot orgaba un gran valor a la lógica y la racionalidad. Encont ró que

muchos de las int erpret aciones del t erapeut a previo eran muy subj et ivas (“ excént ricas” ) para ser creíbles, y

est aba más int eresado en lograr alguna ret roaliment ación direct a respect o a las f ormas en que él podía

manej ar las comport amient os que lo aproblemaban: “ Soy un perf eccionist a, demandant e, impacient e,

cont rolador y generalment e irrit able. ” Describió cómo t enía un claro sent ido de lo que est aba bien y lo que

est aba mal, y cómo se colocaba impacient e y agresivo cuando ot ros no eran lo suf icient ement e percept ivos

para darse cuent a de su sabiduría. Tenía f recuent es disput as con su parej a y at ribuía las dif icult ades a la

“ f alt a de experiencia” de ella, puest o que nunca había est ado casada. También describió relaciones t ensas

con aquellos que t rabaj aba, at ribuyendo generalment e las dif icult ades en la f alt a de organización de ellos,

su poca ambición, y la f alt a de una ét ica laboral que él sent ía que era necesaria para ser ef ect ivos.

La comprensión de Jef f de la depresión era sorprendent ement e limit ada, dado el largo t iempo que

había est ado en t rat amient o ant es. At ribuía la depresión solament e al est rés de su t rabaj o y a su relación

con su parej a. Se veía a si mismo como “ pasando por la crisis de la mit ad de la vida. ” Al indagar respect o a

las paut as de larga dat a en su comport amient o, era claro que las paut as problemát icas, dominant es, no

habían sido adquiridas recient ement e. Según recordaba había sido siempre perf eccionist a, cont rolador e

impacient e. La hist oria f amilia reveló que su relación con sus padres era dist ant e e inf ormal. Las

expect at ivas de sus padres con respect o a él eran excesivas y no eran bien reconocidas cuando est aban

j unt os.

Después de las primeras dos sesiones f ue claro que Jef f est aba viviendo en un mundo dicot ómico

muy concret o, es decir, el mundo es blanco o negro, sin grises. Sus ideas respect o a como “ debieran” ser las

cosas habían sido f irmement e est ablecidas por sus padres, a los cuales veía como modelos de rol posit ivos

para “ lo que pueda hacer una pequeña bola de grasa. ” Er a muy analít ico respect o a lo ext erno (sit uaciones o

personas), pero nada respect o a la experiencia int erna. En consecuencia, no t enía mucho insight respect o a

cómo había int ernalizado los valores de los padres, ni parecía est ar conscient e de cómo sus creencias lo

limit aban.

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Las met as para la t erapia de Jef f f ueron las siguient es: 1) est ablecer un mayor grado de

individuación a t ravés de la clarif icación de los valores personales, dándole la oport unidad para descubrir las

limit aciones del sist ema de valores de sus padres, y descart arlos si no le eran út iles; 2) int errumpir la

t endencia a concebir al mundo en ext remos no realist as, para desarrollar una mayor t olerancia ant e las

ambigüedades de la vida; 3) est ablecer claridad respect o a los límit es de sus habilidades para cont rolar los

f act ores ext ernos, para const ruir un mayor acept ación de las circunst ancias que se encont raban más allá de

su cont rol; y 4) est ablecer una f orma más ef ect iva y sat isf act oria de int eracción con los demás.

Int er venci ón
Jef f f ue vist o durant e un t ot al de 10 sesiones, a lo largo de un período de t res meses. La

present ación inicial de su insat isf acción con las int ervenciones poco pragmát icas en combinación con su

reconocimient o de su impaciencia, era un claro mensaj e que est aba lo suf icient ement e dañado para querer

dirección y alivio inmediat os. En la segunda sesión, se le solicit ó que ident if icara y describiera sus valores

respect o a t emas t ales como el t rabaj o, el dinero y las relaciones int erpersonales. Sus respuest as f ueron

muy dogmát icas. Al pregunt arle cómo veían sus padres las cosas, respondió, “ En la misma f orma,

nat uralment e. ” Est o llevó a una discusión de los valores en general y las diversas inf luencias en la f ormación

del sist ema de valores de uno. También se mencionó la idea que los niños al convert irse en adult os alcanzan

una f ase de cuest ionamient o de los valores pat ernos y sociales, para est ablecerse a si mismo como

individuos singulares. Al t érmino de est a discusión general respect o a los valores y las realidades sociales

subj et ivas, se le dio la t area de la direct iva 21, para complet arla durant e la semana ent re sesiones.

Encont ró la t area est imulant e y út il. No se había vist o a si mismo como alguien dif erent e de sus

padres, y “ el prospect o de emerger como una personalidad singular me int riga, obviament e en cómo puede

ser. ” Se discut ió sobre la relación ent re los valores, el comport amient o y la imagen de si mismo a la cual

llevaban, y se int roduj o el punt o que “ uno necesit aría ser muy f lexible para acept ar que los valores de los

demás son t an reales para ellos como lo son para ust ed. ” Se usaron las direct ivas 8, 17 y 85 para f acilit ar

una apreciación de sus propios valores y los de los demás, sembrando la posibilidad para cambios sociales

ef ect ivos post eriores.

No se había vist o a si mismo como dogmát ico, pero se dio cuent a de est o en base a las t areas. Le

agradaba mucho el concept o de “ f lexibilidad” y vio como un desaf ío desarrollar esa caract eríst ica. Se usaron

en la sesión y ent re sesiones las direct ivas 14, 35 y 60, cat alizando el reconocimient o de un mundo que

of rece muchas posibilidades y perspect ivas, y el darse cuent a que hay muchas f ormas “ correct as” , algunas

de las cuales parecen complet ament e incongruent es al principio.

A medida que Jef f desarrolló un mayor percat arse de las áreas grises de la vida, y de las diversas

f ormas de responder a los episodios de la vida, su ansiedad decreció rápidament e, lo cual int erpret ó como el

result ado de “ t ener como nunca, menos cont rol sobre la vida. ” Fue el moment o oport uno para int roducir

nuevas ideas respect o al t ema del cont rol, dif erenciando a las t áct icas de cont rol excesivo de las de f alt a de

cont rol, e ident if icando la necesidad de ser claro respect o a qué era y no era cont rol. Los modos muy

cont roladores de Jef f habían sido analizados e int erpret ados, pero nunca había sido int errumpidos en alguna

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f orma, y él asumió que era “ caract eriológicament e una personalidad de ‘ Tipo A’ . ” Se usaron las direct ivas

34 y 36 para cat alizar percat arse de los f act ores de cont rolabilidad en un cont ext o dado y para f oment ar una

mayor acept ación cuando no podía hacer ninguna dif erencia.

El alivio en una variedad de niveles f ue rápido y dramát ico, como si t odo est uviera cayendo en el

lugar apropiado. Jef f report ó orgullosament e una variedad de sit uaciones en las cuales simplement e se

alej ó, en las cuales ant es se habría vist o at rapado para su propio perj uicio. Report ó una gran habilidad para

manej ar sus desacuerdos con ot ros, cuidando de escucharlos mient ras t rat aba de ident if icar los valores de

ellos como si f ueran los suyos propios. En la oct ava sesión, Jef f report ó sent irse “ sospechosament e bien” . Se

usaron en ese moment o las direct ivas 3, 13 y 63 para f acilit ar una mayor disociación de las paut as del

pasado. La décima sesión f ue una sesión de cierre, implicando el est ablecimient o de paut as para mant ener

los progresos que había logrado en la t erapia durant e el f ut uro. En un cont act o t elef ónico 18 meses después,

Jef f conf irmó que a pesar de algunos moment os t ensos en su relación con su parej a, est aba sat isf echo con

su vida y “ libre de cualquier depresión signif icat iva. ”

Di scusi ón
La necesidad de Jef f para cont rolar los event os en su vida ref lej aba un sent ido de si mismo poco

seguro. En general, cuando el client e int ent a ej ercer un elevado grado de cont rol sobre su vida en las

esf eras inapropiadas (como con las ot ras personas), la persona no t iene éxit o debido, simplement e, a que

est á int ent ándose lo que no es posible. El ef ect o, sin embargo, es convencer a la persona que no t iene

cont rol. Para int errumpir est a paut a, debe cuest ionarse la suposición disf uncional del client e que “ mient ras

más cont rol, mej or” , y después puede inf undirse el aprendizaj e de una paut a más f uncional de cont rolar

sel ect i vament e de acuerdo a lo que puede ser cont rolado.


La impaciencia de Jef f f ue un maravilloso cat alizador para la t erapia. Mient ras que un clínico de

orient ación más t radicional podría haber at acado a la impaciencia como disf ucional (“ esperar mucho

demasiado pront o” ), el aut or opt ó por ut ilizarla como una base para la int roducción de t areas y obt ener

obediencia de Jef f para llevarlas a cabo. Es evident e que mient ras más ef ect ivament e el clínico puede

ut ilizar las diversas dimensiones de la experiencia del pacient e, la int ervención puede ser más

mult idimensional y, por lo t ant o, complet a.

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