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Maguetir RAG ‘Thao ont Monae mous t mere le fi ae Basen Ae Reservas ts fos derechos, De seed alo dspsto om i Penal in el is The mula peseisn de bora! ees feprouaa sin eecepli utr rack plage cm foo en re, Tea lier, attic Se Treualgie ipo de spent jada © Payot, Pais 1980 © Bsicines Aba S.A. 1986, 2008 Seer Pores 28760 Tres Cantos = Esp 1S Ho! 996 oso eles (Med) CLAUDE KAPPLER MONSTRUOS, DEMONIOS Y MARAVILLAS A FINES DE LA EDAD MEDIA \ccis Julio Rodriguez Puértolas a] Nee A Jean Sihrenat AGRADECIMIENTOS El presente trabajo debe mucho a las bibliotecas universitarias de Estrasburgo, Basilea y Ginebra, generosamente abiertas 1 los in- vestigadores. Es en ellas donde he hallado lo esencial de la docu mentacidn iconografiea, asi como excepcionales condiciones de tr bajo y todas las facilidades posibles para la reproduccién de materiales Los bien provistos fondos antiguos de la Biblioteca Nacional de Estrasburgo me han sido de gran ayuda. y debo expresar aqui mi reconocimiento a quienes en ella me han facilitado mi trabajo. en especial al Sr. Claude Rehm. Con excepeién de los clichés que debo a Ia amabilidad y profe- sionalidad del Sr. Jean-Pierre Bouley, la mayoria de las reproduc- ciones fotograficas que aparecen en este libro han sido realizadas por el Sr. Kistler, de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Es- trasburgo, En fo que a este asunto se refiere, agradezco a la Sta Greiner, conservadora-jefa de la misma institucion, las autorizacio. rics que generosamente me concedid para reproducir jos oportunos materiales, y a la Sta. Zehnacker por la ayuda prestada, No pudiendo mencionar a todos aquellos que me han ayudado de modo tan precioso, debo al menos manifestarles. por lo menos. mi total gratitud. Deseo que Jean Subrenat, profesor de Ia Universidad de Pro- venza, encuentre aqui un testimonio de mi profundo reconocimien- to: es él quien, con una paciencia y una generosidad siempre a pun- to, me ha ayudado paso a paso en mi trabajo, y me ha hecho des- cubrir Jo mejor de mi investigacién al darle el sabor de la vida, INTRODUCCION La idea de llevar a cabo este trabajo nacié contemplando la obra de Hieronimus Bosch, e! Bosco. La cual, pese a todo intento de in- terpretacién, continiia siendo un misterio para las gencraciones mo- ddernas. Mas no ocurria lo mismo en los siglos XV y XVI: sus cua- dros fueron adquiridos en gran mimero por Felipe HH, vel Rey Ca: ‘lico», quien desed tener frente a si, en la hora de la muerte, el triptico de El jardin de las delicias. El Bosco fue exttemadamente apreciado en vida, y sin duda comprendido. Hay quien, para em: pezar, rechaza la imagen de un pintor ciabolico, atucinado, hereje, maldito, imagen que de acuerdo con algunos criticos modernos, lle- varia a vexplicar» su monstruosa creacién. Y asi se plantea el pro- blema que se halla en la base de nuestra investigacidn: lo que pat nosotros es oscuro parece haber sido claro en aguella época. ;Por qué? Si el Bosco fue, a fo que parece, un artista muy apreciado, pero sin «historia» y sin escandalo; si su obra fue aceptada de ma- era natural y generalmente reconocida, es porque se inscribe en tum contexto que la aclara y la explica. Ese contexto es lo que aqui nos interesa: nas interesa por si mismo y no en tanto que explica- ‘idn del Bosco. Quisiéramos asi rasgar el velo que nos oculta la ac- titud de la Edad Media ante el monstruo. Los modernos no com- prenden éste al modo medieval, ello es evidente, Para ellos, el onstruo es misterio, escndalo, ralea maldita: est ligado a una pa tologia, ya sea de la Naturaleza, de os artistas creadores 0 del es- piritu huumano en general, Pero, ;qué era en la Edad Media? ¢Cémo Se entendia entonces el monsttuo y el papel que represeniaba? Segiin indica este punto de partida (la obra de un pintor), nue: tro estudio tiene por objeto el monstruo en Ia imaginacién y no en la naturaleza; sin embargo, Ia actitud adoptada con respecto a lo pri- mero puede ser parcialmente tributaria de lo que suscita lo segun- do. Y asi, no rehusaremos el recurrir a las posibles iluminaciones que pueda ofrecer esa naturaleza, Para partir en busca del monstruo nos hemos dirigido a los te 9 tos literarios. 0. como se les califica en ocasiones con cierta cireuns- peesion. «pacaliterarios». No tenfamos ideas preconecbidas en Euanto al campo de investigacion se refiere: la que se ha. impuesto 3 ki que hemos descubierto ahi donde aparece la mas alta densi- Gad de monstruos, alli donde los monstruos se muestran mis «vi vase, Los monstruos 10 estiin ausentes de los «grandes textos lic teratios. mas apurecen en ellos muy diseminados y son relativamen- te raros, En 10s libros de viajes. por el contrario, aparecen con tan- fu frecuencia, eon tanta insistencia y de modo tan natural, que @d- {quieren existencia propia. En estos libros. en efecto, forman wn con jnno para el que Ro hemos hallado equivalente. Se enmarcan en lun cuadro conereto: el mundo de los viajeros. Ia textura de encuen- ros, de experiencias vividas, de paisajes...: 10 que son los viajes. tn fin. Hay, sin duda, viajes pretendidamente reales que son. en verdad, compilaciones. Tales viajes no son. por tanto. «imagina- Hose: compuestos a partir de otros autémticos, son también reales tn el espiritu de todos (incluido el autor). La distinciGn entre real © imaginario es, por otro lado, una convencién metodoldgica: se veri lo que se hace preciso pensar acerca de esta distincion al tr Tarde las narraciones medievales (cf. capitulo Il. p. 49), No hablare- mos mucho de las peregrinaciones: tienen lugar segin esquemas Conveneionales y a lo kirgo de itinerarios que no ofrecen grandes misterios, Los monstruos habitan especialmente en tierras lejanas J poco 0 casi continidas. cl Orionte y Africa son sis patrias de 2igccign. Nos ocupamos de la época de los «grandes viajes»: del st glo XII al siglo XV, sin olvidar los comienzos del XVI : Los libres de viajes nos han conducide de modo natural hacia ‘el ambito de la cosmografia y de la geografin. que actaran satista foriamente eiertos aspectos. Las estructutas del universo tienen sor~ prendentes scorrespondenciasn con las estructuras mentales: a Prenudo. estas ultimas son tributarias de las primeras: son las que Tetermifian los lugares en que se desarrolla lo imaginario. Estos tra- bajos de aproximacidn nos ayudan a informarnos acerca del estado spiritual de los viajeros. el clima intelectual de tos viajes y el elim mitico de la época. Interesa precisar la relacién entre el viaje, el quento y cl mito: en efecto, consideramos que los monstruos que Spareven en los libros de viajes se dirigen a un cierto mimero de fanciones mentales igualmente solicitadas por cuentos y mitos, Nos Interesa de modo muy particular fo que Bruno Bertelheim ha dicho sobre los cuentos de hadas: cada alive de to consent y df nconsiente(.) Las obj etean e csescans deben as poder adaptase al nivel de fo tes ge Pome ergo sacacones nay dicrents de Ws Ge 98 3p © B. Beitelheim. Psvchanalvse det comes de fs. p. 332. 0 Entre esos «objetos» figuran los monstruos. Y asf nos parece que entre viajes, cuentos y mitos existe una afinidad natural: en Gada caso, Ia imaginacién es fuertemente estimulada. Una afinidad también muy fuerte une al monstruo con esa trfada: no sélo el mons- {ruo aparece con frecuencia en esos tres Ambitos, sino lo que es mis. «funciona» de acuerdo con los mismos principios. Cada uno de esos elementos —viajes. cuentos, mitos— constituye un vehicu- to para marchar, a veces por oscuros caminos. hacia una Verdad; el viaje es, para el individuo, una busqueda de varias dimensiones: bhisqueda del conocimiento del mundo: bilsqueda de la verdadera identidad: busqueda de una Verdad superior. El mito", y con me hor fuerza primordial el cuento’, son, igualmente, caminos que con- Gucen hacia esa Verdad. En fin, el monstruo ofrece también una ia de acceso al conocimiento dei mundo y de uno mismo. E] mons- {ruo es un enigma: apela a la reflexién, exige una solucién. Todo monstruo,es uma suerte de esfinge: interroga y se relaciona con las encrucijadas del camino de toda vida humana Diferentes puntos de vista sobre lo imaginario se destacan tam- bign en la Primera Parte (capitulos I-HI1). en los cuales se intenta abordar al monstruo sin enfrentarse directamente con él. La Segun- a Parte (capitulos IV-VII) es un ataque directo: se trata de una « secciénn del monstruo. ;Es posible clasificar a los monstruos al odo en que los naturalistas clasifican los diversos componentes de [a Naturaieza? Los procedimientos de composicién se prestan de buen grado a tal experiencia. Los monsiruos ti ‘ vitolidad suficiente para resistir a unos intentos tales que marean sus propios limites. Africa no era conoci 10 Indico fueran frecuentadas pot yemente repre- res. impuestos por el ‘Atlas; se ignoraba todo acerca de las fuentes del Nilo. en torno a aban conjeturas fantisticas: se suponia que Africa lo cual se pro era un contin dor, en nuestro he dentales hasta las navegaciones portuguesa. hacia 144. ‘No se sospechaba que pudiera existir otro continente costas occidentales de Espanta y las costas ori esta elaguna» explica que Colén no quisiera reconocer nunca haber descubierio un «nuevo mundo ‘muy pequeno situado todo I aquende el ecu ‘Mas alla de Gades. «la puerta del mundo». se suponis fa exis: tencia de las islas Afortunadas, la de San Barandan, v otras no me- hos miticas, halladas tuna vez para jamds volver u eneontrarlos. En cuanto a las regiones drticas, habian sido exploradas hasta | el Mar Blanco, pero se trataba mas bien de conocimientos de ma: 26 2 tam y nose sabia. io. y no se supo muda de Sus costas occi= jes de Ia Indian: | Georgicoume Seti sph) alg WE a JLRE coc dimfsnpaebunrben Perduodana tgiemidifolausastea, 5 FE NP Fig 4. Vigilo: Opera (Estsborgy, J. Graninger, 102; in foto), p. XLIK ver sw. Foiogstla de a Bbtees Nacional Par rinos y de pescadores antes que de gedgrafos: alli fueron situadas varias isla fabulosas, para ocupar el espacio y el espiritu. [Los progresos en el conocimiento de la tierra chocaban con dos obstaculos insuperables. Excepto el Mediterraneo y sus anejos, una parte del Océano Indico y las aguas que bafian 1os paises del norte, ho se sospechaba nada del sistema del conjunto marino por otro lado, las tierras del hemisferio sur eran casi desconocidas, aunque algunos navegantes hubiesen constatado alguna vez que a partir de ial o cual punto del Océano Indico el firmamento no era el mismo, fque ciertas constelaciones habfan desaparecido, que otras habian Eambiado de lugar y que el movimiento del sol tampoco era igual”. TEI hemisferio sur plantea un problema espinoso: ;esté habita- do, y en tal caso, por seres humanos? Los conocimicntos geograti- 0s de la época no permitian otra cosas que hipstesis del orden de nuestra science fieion" ‘Varias teorfs se enfrentaban entre si, Unas pretendfan que todo el hemisferio sur estaba cubierto por las aguas; otras, més matiza- as, airmaban que tenia much agua, escasa tierra y un firmamen- to muy pobre en comparacion con ei del norte. Es la opinién de Dante, para quien ef hemisferio sur gs como «un natural pasaje con suelo duro y con claror mezquinoy=’. Ozras opiniones. en fin, sux gieren que dicho hemisferio podria ser una réplica del nuestro. “Tales conjeturas, sin embargo, tropezaban en todo momento con el problema de ia zona intermedia, la ewal formaba como una especie de «tampdn» —considerado infranqueable— entre los dos, hhemisferios. Se la llamaba «zona trrida», y muy a menudo se la representaba cubierta por aguas no navegables, a causa del excesi- ‘yo calor. No faltaba quien, como Pierre d Ailly, a consideraba asi- misino «t6rridan, pero sin agua; ott0s. en fin, por contraste con los anteriores, la imaginaban templada, y Ulegaban a afirmar que era el lugar del primer Edén**, ° ge vrata de una constatasién puramente empires: un observador situado en theater norte murando heise su, ve a a Tevatase por su iequcrday fonerc po al detec st, stuado ene Remit sur, nara de mira hac orc pets tener asl fense asl wt salir po ib derechaY ponerse por a i rfsde‘Pacte verse ano extensh dusnacion sobre este asinto. en Mandovi {Gib Bi, Su consleraions son eat incomprenibles, pues apaecen en una GEE de tanssoes en pradosy inton (enue o mente) refeidas la pot Se gS teris extn “Taes mediclones Son 0 pare fanaa o puta lene: 8 os ‘Stroname es toca decide ret gs cnet orginal (Nota del Tradutor) 2 Tito, canto XXIV, v. 9899: oral rela cttvea ri ual «di me dizi. 2 Ate respecto, by en lyon veri pate gue da una Due det enti Ge eos eh que se debatian fs cosmorafo, Dich fragmento gure ff ncapinlo stusig nes ¥ los vapores que forman, como dice Alejandro, un fujo yun. Teflyjo hacia el globo bunar, i ‘Tales ideas acerca del lugar del Paraiso Terrenal no son const deradas como fabulas, Tienen una gran importancia para los viaje ros: toda expedicién hacia oriente es una forma le aproximacién paraiso. Cuando Coldn, creyéndose junto a las costas de la Indio, Se trataria de une montana eéneara, especialmente apa para resibir os ray raves, y volver a emtirios multpticando su tntensidad. YB, 6h, ap. LL, p28. 3 Gitadg por Santarem, tI, p 108: «separado de nuestra cera habitable 1» Tambien suele repreontare sf el ot mundo céen. “Ac de La Sale, La Salade, p. 139. 8. Vit, exp: 52, p. 458 © VM, TT cap, 32; p. 89, a4 centonces «en el extremo oriental de! mundo», descubris la desem- jpocadura del Orinoco, estaba persuadido de haber hallado uno de {os ri0s del paraiso terrenal, y convencido de que si remontaba el curso de tal rio Hegaria al propio paraiso: ta tibieza del agua y los ‘ientos,perfumados que le legaban, aumentaban su intima con ind en snd El mundo estd asi surcado por rutas fluviales o terrestres ao deben considerarse desde un punto de vista uiltano o puke. mente material, sino como caminos vivos que conducen @ otros rmundos. Si hay'rios que salen del paraiso, también jos hay que sa- fen del infierno, como el Aqueronte 0 el Leteo. El universo esté Hleno de «agujeros» que llevan al Infierno: el lago Averno, las ilas Lipari, y en general ios voleanes, «pozos del infiernon"*. El purga- torio de San Patricio, que se encuentra en Irlanda, fue un lugar de peregrinacion cuya fama atrajo durante toda la Eded Media no solo 4} multiud de fieles, sino también a toda clase de marginados". ‘Nunca se pierde de vista Ta estructura geométriea que determi- oa la existencia de fugares tan notorios: ¥ por eso dicen tos sabios que asi com el dicho paraiso terenal es ibs dso er or at enonne aire fv fern on pate ais baja yprofunds del cuerpo dela tera, donde desembocanto- dh las utedadesy beondes de lov euato ewer Las posiciones respectivas del infierno y del paraiso se deducen y se complementan mutuamente. Entre la altura sublime y la pro- fundidad fétida, le bondad divina quiso situar, en el c€ntro del mun- do, una ciudad humana y fuerte, en la cual murié «el Hombre-Dios nacido sin mancha y muerto sin mancha»:"”: Jerusalén. "Los caminos que irradian de Jerusalén, que conducen a las de- mds ciudades, a los lugares ordinarios de Ia humanidad, son los que Peden llevar a los mismos vinjeros @ los més fscinantes lugares La estructura universal asi construida, organizada de acuerdo ‘on las relaciones de fuerza que van desde un punto importante a la subir alld, parque creo que alli es el Paraiso Terrenal, adonde no puede lie- Sega aay als Pela Toca shea ek ‘3 A. de La Sale, La Salade, p. 139. otro, llege a ser asi el lugar de una maravillosa cbullicién que va f invadir toda la tierra y a modelar la geografia de acuerdo con su propia fantasia, i hey unos lugares especialmente caros a {0 imaginario, som las islas, Una isla, contrariamente 2 un continente, donde lo maravic Toso se halla siempre englobado en un conjunto que «diluye» el en- Canto, es un universo cerrado, replegado en sf mismo: estéticamen- te se’asemeja al «pénero> del medailon, en el que se inscribe el re- (ideo dentro de un marco para él cincelado, hecho a su medida. La ida es, por naturaleza, un lugar en donde lo maravilloso existe por tyeuismo fuera de las leyes habituales y bajo un régimen que le es propio: es lugar de lo arbitrario. El ser comin que llega 9 una Rla'no puede observar todas sus particulares caracteristicas si dec de quedarse en ella: debe clegir entre abandonar esos lugares 0 te- settee de la nueva naturaleza que aquéllos le imponen. Ast, Ul 3B sus companeros no escapan a la metamorfosis sino porque hhuyen de la isla de Circe. "Ya desde In antigua Grecia las isias son lugares predilectos para las més extraordinarias aventuras humanas y divinas. No es sor- prendente que hayan sido los griegos quienes han alimentado este Pinologia, ¥a que sus costas estén baiadas por un mar tan rico en Tiss" Y tampoco puede sorprender que los viajeros medievales SOlvieran a utlizar esa mitologia al descubrir las abundantes islas Ye Seeano Tudico, mas de una do Tas cuales podria parecer-fabu- Tosa, con justo titulo, a los occidentales. “tes incluso de ocupamos de la literatura, la sola consulta de mapas y mapamundis nos descubre el interés por las islas; ast uno Gal Coder Taurinensis (siglo X11) wencierran varias en el corredor sediterrneo, donde aparecen como wha especie de cofres, bien le- Moc bien vaeios. El mapa ofrece casi igual mimero de unos y de Bods: unas evan, sin mas precisiones, la acSnica inscripeion de fn giia: otras esperan una denominacién real o una aportacion de lo ‘maginario, pero no tienen nevesidad de ello para exist, y som, de Migumna manera, «blancos> donde fa fantasia puede ejercitarse con Iigertad. Tal procedimiento prueba también que no existia muche preocupacion para fjar la posicién y la denominacidn de lugares 0 ue ese juego de la fantasia podia Hlevarse a cabo con 1a mayor satisfaccion. : ‘Otras representaciones de la tierra son més precisas; por een plo, el mapamundi de Hereford es fel al procedimiento del «am: vida, inseribe en algunas de sus islas oblonges un monstruo de) aspecto especialmente curioso, Pero la posicin de las islas, dispues - ‘PComo un collar en el océano circular, €s casi por completo. arbitraria, : TS La mitologi acerca 6¢ las sas ex igualmente muy rica en el mundo ey pero aos fnlnusos hacia Mediterraneo y el Oriente por razones que aparesit Eom mayor elaidad en To que sige mas adelante. 36 Es probable que, ademas del placer de dar rienda su nin el pace esictico que pusicran procure, las ols fuesen uh Expediente ebmado para imaginary ysiuar, sn atormentr el > fifty, tietras desconocidas esparcidas por el espacio marino, en Para algunos autores, las islas proliferan més allé de to saris Ramey eure ee rien mt de sme {til detenerse en el caricter sagrado de esta cifra. Mandeville cs un caso extremo: si hubiera tenido que hacer un mapamundi, es cas seguro queen él los continentes hubieran ocupado un espacio ‘ninimo en medio de mares invadidos por las islas. Cada capftu idole, coando seat de ortne, destbe na bie ie tluye {6rmulas que mencionan otras. Basta abrir al azar su libro para hallar ejemplos como el aqui compendiado: De aquesta sera se va hombre por In mar océana por mucha ‘eral sas (~) em, yondo de aque tera de Mon suso ihe ara Medios hay una otra na (") Despues de aquesa ila fla Eee eee, [rm Comme Be questa terra sea hordre por ln mar Oceana en nt ie oe BilNone Dulin (°) espace pase hombve por muchos ites Ge in fa na gu br ae lo De agen ase “Shomer rota por cos es at a a uh Se trata exclusivamente d s e de un periplo insular. Expresiones como spor in man, sia mar Ootana» pueden hacer creer que cuando se le ia manta desaparece, mas no e: ndevi leo se priva tampoco en este aso eae Este pais de Indie est formado por diversas isk or diversas islas a causa de estar fegudo por los ros qu, vienen dEl paralso terten tia et muchas panes Prue tomo capitulos y pardgrafos... Por ello, es ilusorio buscar ahi uni- dad o encadenamiento alguno, H ne * Bltexiowe refer al eaptao 2 pane Eye ere alco 2 de Mander, que 0 2 oreiponde con ain feels verat eal gue he wlan. Loca, sm pp. de ota am de ) rT HS (Este exo no igure on fa adn manag por sa. Note 37 dos, jo mismo se trate de las regiones polares que de la periferia o Simplemente de lugares misteriosos, inexplorados, en los confines del mundo conocido. Pl estado de dnimo més favorable a Ia credulidad o a la fabula- cin es el de receptividad extrema y de inquietud en que se encuen- tan fos viajeros que marchan por vez primera a uno de esos terri- sree en que no se puede estar muy seguro de la materialidad del Suelo que se pisa ni del equilibrio entre los varios elementos. Esta Beis dlsposicion animica de Giovanni de Marignoli, quien al atra- vesar el desierto de Gobi describe esas montaftas de arena formadas por ¢] viento, mis allé de las euales, ies de que los tiraros vinieran a visitalas, se pensiba que se ex- anata tntpais ;phabitable, si es que Megaba a pensarse que existia tierra alguna, Ese pais, aunque esté pablado, no es menos inguietante: los tét- tare: son considetados con dificultad como seres fiumanos, y se les ats ibe asl como demonias; Jos misioneros que se aventuraban for aquellos lejanos territorios tenfan necesidad de practicar el exorcism: en este pals Dios ha favorecide tanto a los Frailes menores para aro fara dable cel cuerpo de les posesos, que ya lo hacen como si ex: ppulsasen de casa a unt petro Y en fin, ¢s Pierre ¢’Ailly quien mejor resume esas visiones que se producen en los extremos de 1a terra, al tratar de les regiones polares: ‘Hermes afirma, segin Haly, que en estas regiones extzemas habitan Pe Taiosexpiritus, os demonvos y las bestias hostile y enemigns del hombre” Nada de ello puede sorprender; es en esas partes donde se abren _ tos tespiraderos del infierno: «y encontramos que en los més lela” es MieBares del cuerpo de la tierra se abren respiraderos. del so itiemals', El autor, Antoine de La Sale, alude tambien a Phono del purgatorio» que hay en Hibernia, a los erespiraderos> de | Rica y alos voleanes de Italia y de Sicilia: Estrongol y Boulcan’ $i ee ita a estos tltimos tras Ios anteriores, aunque se encuentren Si %Sieno Mediterrdneo, es porque Ia caloraci6n infernal de los eX Gros terrestres es tan fuerte que hace que todo voleén, mas al © Michel Molin, Grande voyages... tp, 170 51 Oorico de Pordeoane, cap. XXKt. p 485 YM tL cap. 12. 9.241 5 Age Le Sale, La Sale, p. 140, version C i 38 de su situaci6n real, sea considerado cc cre con ee del mundo una numerosa familia de monstr ae ios asisticos nos han devuelto el favor, y a st vez han poblado de oan exeme oxeidentl dos eta eas Bast un regiones 2 las mismas criaturas: jtanto aqui como alli eran sin duda monstruos muy cortos de vist ao ‘Los lugares aislados, los desiertos y dota destinada a producir fuertes sensaciones en el lector: : aes cabalando de noche por aque lia, s un me pas separandose leabo do lus colpantos cn oat de davai © poise oa rar, hl grupo dessarecs cian ra aco fea montana, candooetindo gute canto pute que! cat yc ea nan pot mele (oo iio ep cece pda Rat te tap nade de 6 (mich viajes mucen ts ce nas haben Aa desierto, cubierto por las tinieblas, da lugar a toda clase de camente de ilusiones nocturnas; también de dia el desierto eee nario en el que pululan los espiritus: annuum in ae gee 90 Lassa rioas erat ce pat, pape asters a eres No es Mateo Polo el ak ‘nico que ha hablado de esta misteriosa uisica; ‘hos otros viajeros la han escuchado. fae Marco Polo, cap, Ly, 2 Maro Foo, B12 Mateo Foo, ea, EVI, pp 123-12. 39 ‘También las montaftas son lugares en donde florece el misterio, to involitor segin Jourdain de Severae, nadie ha podido holier las to insotfel monte Ararat: gracias a una especie de prodigio, Tos ani- rrctes parseguidos por os cazadores dan media vuelta cuando le gana lag, alturas nevadas, y se entregan por si mismos @ sus ‘nn suerte de barrera magnética protege las cimas; la propia na- turaicza experimenta el poder del caréecter sagrado de tales lugares; ST instinto mas elemental e irreprimible de supervivencia suite uns eteatica revolucion: Ia palabra refrocedunt evoca muy bien ese mo- aaa ca que la naturaleza bascula sobre s{ misma, en que las le- yer de la vida se invierten brutaimente en dieceién contaria &} yes imiento natural, ante el absoluto poder de un espacio pro- hibido. 1] lugar secreto, a causa de su naturaleza y del destino que so bre él pesa, lo monstru0so. ‘Babllonia, ciudad maldita, ciudad destruida, ha dejado sobre la terol huella infernal: la iezra, como si estuviese emporzoriads, produce monstruos y terrores” ties gen el desierto de Lop, la noche tiene sonidos extrafos: no laniueion falsamente tranquilizadora de voces amigas,.sino lax weotes, gritos, silbidos infernales, Ningiin hombre aceptaria pesat es Brsche Ml sijuicia rodeado por un pariernso ejércltOg, una sol paren que le asedian wilusiones y terrores infinitosn $e pukiraleza humana se ve vencida por los poderes salidos de la tierra. ‘Gtalguiera que sea su fe en la fuerza generadora de Ia terra, Ia | dad Media es heredera de una tradicién biblica de la que hay tes: Fimonio en Isaias. Las profecias sobre Babilonia son textos sorpreny sree “Je extraordinario vigor. En Babilonia, la poblacién denies, Sera sustituida por animales dafinos © por seres Ge moniacos: se puarecerin al las eras (..) 9 all rtozarn fos sities peludos”. También en Edom surgiré el desierto maléfico: yy gritarin nos gantra ots los sétiros; all se acostaré iit y eno irard su reposo" De modo especial, que este monstruo femenino pueda descam Jourdain de Severc, cap. 1, p. 38. 3 Joa de gc, cap, Vill, p. $9: «Est bi wna tera in qua erat Baby nena esee. bi sunt piles scepentes atque animalis monstuover. Aree Bro iasionbus ot tercorbus ini 2 frogs, 1.2L fps, 3418 40 i sar entre un pueblo también monstruoso y sat ete in pueblo tambin monsruoso y bullet ela at ‘Nuestro hemisterio, por fecund , por fecundo que pueda ser en eriatur {er orbis. Segiin quienes lo crefan habitable, el hemi ar est Por otro lado, estos seres son tan fascinantes porque no exist comunizacion alguna entre ellos y nosotros. Sepin Beda e! Venera: fe, «xinguno de nosotros puede visitarles, ni ninguno de elios pue- de Hegar hasta aqui Tal opinions perpetuates mediacos et silo XV, época en que los portugostsempezan Sus navegs ops lo zo de cont acidental de Aa, Col, anotaado ia Ymago Mundi de Pierre ¢'Ailly, escribe al margen de Gut azon costa como iad innaregobe fo pore agri emtgn hy Te ty ae a simo rey de Portugal, y que nosotros hemes visto™ vo ft esovouten, aueoemaons apres ies do seguin leyes simétricas extremadamente rigidas . aaa een a 2's Sse cre app ese ep org es arte opuesta de la tierra»®®. Mas sorprendente a spas ues ee Mie somes porque vosotros sabis bien que aquelo EAibsAtengie, fon deecarente de aisle aie esin Bao de nosotros, y Son pies contra pies con nosotros que es oe jabaxo de la Tramontang; porque todas las partidas dela mar tie: ‘nen sus contrarias partes habitables, de act yde am leeieae on nl ds nen tt Songs oes demu ropa eo gree ren para designar el de los muertos. Fer ) Cada criatura tiene en sf misma su propia justificacién, su pro- pia explicacion. Este tipo de pensamiento medieval —al sienos tl fomo es comprendido por un hombre moderno— tiene la propie~ dad de negar el problema y de encerrar la cuestién en si misma, de manera que se hace imposible el dilucidarla, Es propio de los mis- terios y es propio de esas eriaturas ser lo que son, allf donde estén. Acaso no sea tampoco exagerado ver ahi la idea de que no existe la menor dualidad entre la criatura y el lugar que la contie- ne: cada criatura es su propio lugar. {ie querido Hartmann Schedel rescaurar la unidad original de Jn creacion atribuyendo a cada cosa un carécter de necesidad y de evidencia mas alld de posibles explicaciones? Su férmula puede prestarse a varias interpretaciones. Mas ocurre que si ella disminu- Je los problemas, éstos, sin embargo, no desaparecen, La Edad Media pustaba de sus enigmas, asi como de «la infinita diversidad> de le naturaleza y del ancho campo que ésis ofrecta para la busqueda gustosa de explicaciones que, sin agotar nunca las posibilidades de la investigacién, constitufan, por otro lado, comen- tris sere de ton deleable varie dad: era un juego, une manera le wsaborear y rumiar el placer proporcionado por In conte placién activa. Acaso se crefa asimismo que ef mundo estaba tan bie odenado que nada podria rompers unidad ina primera captacién de tal unidad se obtenia ante la eviden- cia dels fuerzas que lgan terra y eriatuas, Entre und y otras exis: ina relacidn en verdad sustancial; si en un lugar hay pigmeos. 7 Sa mp ‘neeesidad de gustar el mundo y dar gracias a su Creador. aed 4a es porque ese lugar no puede producir sino pigmeos: «cuando Ia fgemte grande que habita con ellos tiene hijos en aquel pais, tales ni- fios son semejantes en todo @ los pigmeos», Esta opinién de Odo- ico” reaparece en Mandeville, quien afiade esta explicacién: ‘Cuando engendran hijos ao son mayores que los otros de la tierra, Esto causa fa natura de aquella tierra’ ‘Ya que se consideran naturales las leyes que rigen a las plantas, jpor que habrian de parecer sorprendentes al aplicarlas los fombres? tal relacion de semejanza puede existir entre fa tierra y las criaturas es porque fa tierra es también un cuerpo. A. de La Sale, ‘como ya se ha visto, habla en su descripcién del mundo del «cuer- po dela tierra», el cual, como el del hombre, tiene una «cabeza, oble (el paraiso) y unas extremidades inferiores inmundas; el in- fiemo se encuentra en «la parte mas baja y profunda del cuerpo de ie terra, donde desembocan todas las suciedades y hediondeces de los cuatro elementos” aralelamente, también la medicina se ocupa de estudiar la «geografian sepuin la cual se disponen las raices del cuerpo humano J las diversas scomplexionesy del cuerpo de la tierra ta médicas dicen que, por lo que se refiere « conocer la naturaleza tel cuerpo hummano, conviene atender a la raiz de arriba, esto es, et elo, yale disposieidn, y que conviene también considerar Ia raiz Us abajo, esto es, la complexién 0 disposiciGn de Ia persona, De modo semejante, por lo que se refiere ala poblacidn de la tierra, tne causa generics tiene que ver con el cielo, a saber, Ie distancia mmoderada 0 atemperada del camino del sol. etc. Foro otras causas especiales puede haber por lo que ala tierra sere- fire, y 80n tres principalment El hombre, como las plantas, tiene sus rafees, pero més perfee- to, las ramifca tanto hacta cl cielo como hacia ja tierra. «De modo Sefnejanten la tierra, como el hombre Srtlndioso querer determinar una relacin, sea material o de sim iiud, catrella terra y el hombre, ya que una y otto son escasamen- teldiferentes entre si, pues viven de un mismo espiritu y de una mis- tha carne. La formula de M. Foucault, segun la cual «el everpo be nano es siempre la mitad posible de un atlas universal»’*, no Meg fasts of fonda del pensamtento medieval: el hombre es who, ome la tierra es una, y tanto la tierra como el hombre, aquélla con éste, % Quorico de Pordenone, exp. XXIV, p. MS: Mandeville, p- 136 7% andela Sale, La Salad, p. 139 1% Ojestne, L'Bspere, cop. XL. en YM, t 1p. 240 © M. Foucault, Ler Mot tle chases, cap. Typ. 37 ‘Al llegar aqui se hace casi forman en su integridad un atlas universal. La figura de Ja tierra de- weade, en igual medida que la dei hombre, de las condiciones at- Frostéricas, climatolégicas, astrales, Para los autores medievales (como para los del siglo XVI), et lima no solamente ejerce una influencia sobre el fisico o Ta moral Ge los hombres: los produce, los forma a su imagen. Pierre d’Ailly fesume ast la, opinién de sus predecesores: “Tolomeo, Haly y otros antiguos autores pretendian que en esas dos regiones extremias”” hay hombres salvajes antropGfagos, de rostro dlisforme y horrible. Haly atribuye este hecho a la distibucion desie ‘Boal del calor y del frio en dichas regiones, causa de complexiones fnofmales y de espantosas deformaciones, causa también de la per- version de costumbres y de la imperfeccion grosera del lenguaje: se trata de seres de los gue resulta dificil decir si son hombres 0 bes- tins, segdn la expresién del bienaventurado Agustin”™ La desigualdad del clima entrafia le anomalfa, la deformacién (y la doformidad), la perversi6n: ello implica fa fealdad. La Edad Media es aqui heredera de la Antigiiedad; para Platén, «la inele- ancia de Ia forma, la faita de ritmo, y de armonfa, son hermanas del espiritu y del corazén perversos»”. Del clima en que viven depende la conformacion de las criatu- ras terrestres: de Su conformacion fisica depende su conformacién tnoral In eadena de interaccion entre los diversos elementos es tal guc,a menudo aparece tambien en otros dominios de Is elencia medieval. En esta naturaleza rigurosamente ordenada, en que la deformi- dad y Ia fealdad tienen su raz6n de ser, lo més tertible es el ele- mento de confusién que aportan una y otra. Coldn, anotando el ci- tado pasaje de d’Ailly, escribe al margen: es allf donde hombres, bstias y monstruos tienen tan horrible aspecto, que resulta dificil distinguir unos de otros». Colén da un paso mas que d°Ailly: éste, aunque constata la anomalia de tales criaturas, les sina en dos rei- ‘hos, el humano y el animal; Colén, por su parte, afiade otro: tl reino de lo monstruoso. Ello es sefial de que la dualidad normal- anormal no se concibe como un funcionamiento natural en ef do- Iminio de los reinos existentes (como habitualmente ensefian 12s es- tructuras medievales). Por el contrario, fo anormal se sale de tales, encuadramientos para constituir un reino propio, que parece rom- per ese equilibrio interno en que lo positivo y Io negativo no son Sino mutuos reflejos invertidos __ Parece que conforme la Edad Media se acerca a su final se acen- tia més esta tendencia a hacer de lo monstruoso un reino aparte, 3 Eto os os, 2 YM, Ci exp 1p. 241 Leteeptbis, i, a complacerse en ello y ctear ast una nueva estética; tal modalidad de gusto aparece ya completa en la férmula de San Bernardo: de~ Jormis formositas ac formosa difformims;-deformidad de la belleza y belieza de la deformidad. El excepcional atractivo de tal expresiGn proviene de que exclu- ye toda vistén unilateral de la naturaleza; niega una vision simplista el mundo, en la que lo que no es ni «bello» ni «conforme> seria fo contrario de bello y conforme. Al negar esta falsa idea de orden, se afirma otro en que no puede existir ni contradiccién ni falta al- guna, ya que la consustancialidad de los contrarios es la condicién misma de la estética Ea tal sentido es preciso interpretar el monstruo: oscurece, igual ‘que ilumina, el orden universal, esto es, Io oscurece para iluminar- 1b. Lugar donde la naturaleza se manifiesta, es un enigma que ofre- ce al hombre la posibilidad de alcanzar el conocimiento fuera ya de tcaminos pueriles, donde se extravia su ilusoria necesidad de deses- fructurar —para comprenderlo— lo que es uno. 46 IL. VIAJES Y MENTALIDADES El inventario fibresco conocido nos ha ofrecido un paisaje inte- Jectual, Nos dirigimos ahora hacia paisajes mds tangibles. Tras una incursin en el universo de las ciencias —cosmologia y geografia—, nos acercamos 2 individues que han vivido el descubrimiento del mundo. ;Quignes eran Jos viajeros? ;Por cuales climas histdricos viajaban? Y sobre todo, ;cémo vefan y pensaban por comparacion con el fondo intelectual y fabuloso de su época? La situacidn histériea en que tienen lugar los viajes condiciona grandemente, sit ucla, el nimo y el putty de viste de quienes los hacen. Es también esa misma situacién histérica la que impone sus leyes én la seleccién de viajeros —soldados, misioneros, diploma- ticos, comerciantes, exploradores, ete.—, y la que, como con- secuencia, determina las diferencias cn las observaciones de lx realidad y en las narraciones que de cllas resultan. ‘A mediados del siglo XIII se inicia la época de los grandes via- jes, que durante siglo y medio fueron casi tnicamente continenta- Jes. Hasta entonces, las gentes que se habfan desplazado hacia Oriente o hacia Occidente lo habfan hecho con espiritu hostil: el si- alo XII, en efecto, es para nosotros el de las Cruzadas, las guerras Santas; un estado espiritual que una vez despojado de’ su belicosi- dad no tuvo otro resultado que el de las peregrinaciones a los San- tos Lugares. El préximo Oriente no es sino una regién de infieles que €s preciso aplastar, conquistar o convertir. En cuanto al Extre- ‘0 Oriente, es tierra de leyendas, a le cual el hombre occidental fo ha tenido acceso desde ta época de Alejandro Magno. Se le ima- gina también de acuerdo con las historias de Alejandro, repletas de fbulas, 0 segin los escritos de los antiguos, de que ya hemos ha- blado, Por otto lado, el Extremo Oriente manifiesta idéntica igno- rancia que el Occidente. Michel Mollat! no hace sino comenzar a " Michel Mollat, Grands voyages et connaissance de morale du mile du Xt sce ata fin du XVe viele Pimera Parte: Asin p. 30 49

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