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La caricatura editorial como fuente para la investigacién de la historia de los imaginarios politicos: reflexiones metodoldgicas* Dario Acevedo Carmona Resumen: Este ensayo formula un conjunto de reflexiones tedricas y metodolégicas sobre el valor de la caricatura editorial como fuente para el estudio de los estados de opinién, formacién de identidades, ¢ imaginarios politicos y partidistas. Se demuestra que este género artistico periodistico cuenta con una rica tradicién en la historia colombiana y que aunque se ha escrito parcialmente su historia, es todavia mucho lo que queda por hacer en el sentido de aprovecharlo como expresién de ideas, sentimien- tosy visiones, y como arma del combate politico. Se parte de reconocer que la caricatura editorial trasciende la motivacién humoristica, que no s6lo esta dedicada a producir hilaridad sino que incide en la formacién de Ia opinién piiblica y en la creacién de estados de énimo. Se plantean las diferencias entre caricature y comics a la par que s¢ proponen los elementos caracterfsticos y distintivos de la caricatura editorial. Se dedi- ca amplio espacio a los aportes que diversos autores han realizado des- de la semiologfa en el trabajo de desentrafiamiento de sentido y del simbolismo de las imagenes, los iconos y los signos usados por los caricaturistas. Se concluye con una breve alusidn al andlisis denso del antropdlogo Clifford Geertz y al método de andlisis de la imagen ideado * Este ensayo es una versién adaptada de la ponencia que presenté al XI Congreso Nacional de Historia de Colombia realizado en la Universidad Nacional de Colombia en agosto de 2000 y que tenia por titulo: “{Es a cericatura editorial una fuente para la investigaci6n en historia politica?”. También es parte de mi investigacién de tesis doctoral “Politica y caudillos cn Ia caricatura editorial colombiana’, que estoy adelantando en la Universidad de Huelva, Espafia. 152 Historia y Sociedad 9 porel historiador del arte Erwin Panofski y sobre la pertinencia de ambos en el estudio de la funci6n histérica del género. Palabrasclave: Caricatura editorial, historia de los imaginarios partidis- tas. semiologia politica, imagenes ¢ historia, periodismo, historia politica contempordnea de Colombia, mitos politicos. Después de estar trabajando por varios afios en historia de los imagi- narios polftico-partidistas en Co- Jombia, utilizando como fuente de informacién la caricatura editorial, junto con otras herramientas, con- sidero oportuno exponer algunas Teflexiones metodolégicas sobre el valor heuristico de este género ar- tfstico periodistico, con el fin de pre- cisar el alcance que se le puede dar auna fuente que, a mi parecer, ha sido soslayada a pesar de ofrecer un valioso contenido sobre movi- mientos de opinién, estados de 4ni- mo, representaciones; ademas de ser arma de combate por la via de la mordacidad en las luchas polfti- cas. {Qué puede haber de interés pa- raun historiador de la politica en las caricaturas politicas? Qué alcan- ces y qué valor le podemos otorgar a.esas creaciones artisticas que sus- citan larisa y que estén generalmente impregnadas de causticidad? ;Es posible hallar en sus contenidos algo que trascienda el apunte joco- so y la ridiculizacién de un perso- naje o de una situacién? Respon- der a estas inquietudes no es nada facil, pero vale la pena intentarlo. Este es un asunto que ha sido abor- dado por socidlogos, historiadores y semidlogos en diversos momen- tos. Para iniciar, no sobraria inten- tar una definicién de lo que enten- demos por caricatura politica. Si nos atenemos a la definicién de caricatura del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Es- paiiola (DRAE) “dibujo satirico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguna persona”,! ten- driamos una pista, aunque insufi- ciente, pues es claro que las carica- turas ademas de exagerar rasgos caracteristicos de personas también trastocan el sentido de las costum- bres y los usos sociales. Para el caso de la caricatura politica, deberfamos agregar que la ironfa cubre a las ins- tituciones de] Estado relacionadas con el poder, lo mismo que a los hechos, circunstancias y protago- nistas de la vida politica cotidiana. La definicién que encontramos en Ja Enciclopedia Universal Mustra- da nos parece ms completa, alli se dice: 1. Real Academia de la Lengua Espafiola, Diccionario de ta Real Academia de la Lengua Espaitola, tomo 1, Espasa-Calpe S.A., Madrid, 1992, p. 415. Dario Acevedo Carmona Caricatura es una representa cién plastica de una persona 0 de una idea, interpretindola vo- luntariamente bajo su aspecto tidiculo 0 grotesco. Artistica- mente estriba su fuerza en la representaciOn de los elemen- tos caracteristicos de la perso- na © cosa representada.? Seguin el historiador Lawrence Streicher el término “caricatura” ha sido empleado para indicar la re- presentacién exagerada de los ras- gos mas caracterfsticos de perso- nas 0.cosas y que es presentada de una manera satirica.* Sin embargo, como veremos més adelante, estas definiciones se quedan cortas y no son plenamente satisfactorias. Para elcritico de arte E. L. Revol “el tér- mino ‘caricatura’ sale del italiano ‘caricare’, cargar”,* y al ampliar la explicacién del significado de cari- catura nos dice que la pretensién del caricaturista es deformar hasta la exageracién su objeto de trabajo o su fuente de inspiracion. El poeta Charles Baudelaire se refirié al doble caracter de la cari- Véase: Enciclopedia universal ilustra- da, yolumen 11, Madrid, Espasa-Calpe, 1930, p. 932. 3. Cir, Lawrence Streicher, “Ona theory of political caricature”, Comparative Studies in Society and Flistory, N29, 1967, Cambridge University, p. 431. Streicher es investigador del Institute for Tuvenil Re- search de Chicago Hlinois. 4, Véase, E.L. Revol, “De la caricatura a los ‘comics’”, Revista ECO, volumen 27, Ne 160, 1974, pp. 404-410. 153 catura en el sentido de estar com- puesta por el dibujo violento y la idea mordaz;5 para él, la caricatura es un dibujo sobre “la fealdad mo- ral y fisica” del hombre. El mencio- nado Revol considera que el obje- tivo del caricaturista es llevar su objeto de inspiracién hasta conver- tirloen una bestia: Se trata pues de cargar hasta recargar, hasta que e] peso exa- gerado aplaste y convierta en bestia ¢ incluso en monstruo a un modelo cuyos rasgos més salientes se exagerardn fantas- ticamente. Asi resultan, a me- nudo, verdaderas figuras 200- antropomérficas. Sin embargo, a partir del arte de la caricatu- ra Ja mezcla de rasgos bestia- les y propiamente humanos slo se hard en detrimento de los segundos.® El semidlogo dominicano Eduar- do Matos Dfaz al explicar la evolu- cién del género dice que ya desde el siglo xix “este arte, como Ia lite- ratura, se ha ido despojando, quiz con més rapidez que los demas, de todo lo superfluo, chabacano y lu- joso” para alcanzar una “sobriedad encantadora y subyugante”, de esa forma la caricatura puede “decir mucho y bien, con poco” en tanto ha ido dejando de lado lo mons- truoso para enfatizar en la ironia: 5. Cir, Charles Baudelaire, Lo cémico y la caricatura, Madrid, Visor, 1988. El tex- to de Baudelaire fue escrito hacia 1855. 6 Revol, Op.cit., p. 404. 154 La deformidad, lo monstruoso, se va tornando en discreta iro- nia; los dibujos complicados, sombreados, prolijos en detalles, se vuelven sencillos, de una sim- plificacién muchas veces genial, hasta Iegar a deshacerse de todos aquellos elementos inne- cesarios para sus verdaderos fines.’ Sobre el aspecto grotesco de las caricaturas en sus orfgenes y suevo- lucién, Matos Diaz recuerda que “en. la Edad Media, se emplea lo gro- tesco para fustigar el pecado, el vi- cio y las flaquezas humanas, hasta caer muchas veces en lo licencio- so”, y menciona entre los cultores de este género de Io grotesco a Leonardo de Vinci, Miguel Angel, Brueghel, y sostiene que Guillermo Hogarth podria ser considerado el primer caricaturista especializado pues fue el que més claramente uti- liz6 sus dotes artisticas y los medios técnicos existentes en su época (1697-1716) para satirizar y bur- Jarse de la sociedad y la politica in- glesas. También se refiere al traba- jo del espafiol Francisco de Goya quien plasmé en sus obras Ilenas de ironfa “los horrores de la guerra contra los franceses y los vicios y el oscurantismo”, pero, agrega: Ja caricatura, hasta mediados del siglo XVIII, es decir, antes 7. Véase, Eduardo Matos Diaz, La fiso- noméa, la caricatura y la risa, Santo Domingo, Ediciones del Taller, 1988, pp. 31-32. Historia y Sociedad 9 de aparecer las publicaciones periédicas, era algo doméstico, fntimo, que pasaba de mano en mano, muchas veces clandes- tinamente. Con la aparicién de la prensa periddica fue toman- do importancia creciente hasta convertirse, en el siglo xix, en un poderoso exponente de la opinion publica.* La discusién no se ha quedado enel campo seméantico, la bibliogra- ffaexistente, que es abundante (aun- que poco disponible en lengua cas- tellana) en los EE.UU.., Inglaterra y Francia, permite apreciar el gran valor de este género artistico-perio- distico en las luchas polfticas. La produccién y masificacién de Jaca- Ticatura estuvo ala parcon el desa- srollo de los diarios, del periodismo y de las artes graficas y se fue con- virtiendo en elemento de imprescin- dible compaiifa de la linea editorial de los medios impresos. Lo que se buscaba con ellas era ofrecer al lec- tor en forma gréfica una versién mordaz y satirica del pensamiento editorial. Thomas Milton Kemnitz, un es- tudioso del tema, considera que las caricaturas 0 cartoons son una fuen- te o recurso para los historiadores que se ocupan del estudio de la opinién piiblica y de las costumbres o hdbitos sociales en la medida en que ellas se han ocupado de tales 8. Ibtd., pp. 48-49. Dario Acevedo Carmona asuntos. Las de contenido politico, dice, se han convertido en armas de ataque y de propaganda, general- mente por la via de la ridiculizacién y de la ironfa, con lo que contribu- yen a enfatizar las diferencias y a incrementar la temperatura en la li- des politicas. Kemnitz es de los que reconoce lo poco que se ha estudia~ do sobre el tema por fuera de los trabajos relativos alos mas famosos caricaturistas: James Gillray, Tho- mas Rowlandson, George Cruiks- hank, Honoré Daumier, Charles Philipon y Nast. Similarly, the political car- toons were usually produced to emphasize differences and increase the political tem- perature. Many cartoonists have been employed by po- liticians or by organs of po- litical parties to put across partisan opinions.® Diversos autores coinciden en. que, desde sus inicios, las carica- turas han sido vehiculo de ideas e instrumentos de divulgacién de in- tereses de partidos y de dirigentes politicos. En tal sentido, no siempre constituyen la voz. del dibujante in- dependiente, critico del poder y de los gobiemos, como muy bien Io ilus- tra el historiador espafiol del arte 9. Thomas Milton Kemmitz, “The car- toon as a historical source”, Journal of Interdisciplinary History, 1V:1 (Summer 1973), Massachusetts of Institute Techno- logy, USA, p. 90. 155 Valeriano Bozal al referirse a la pro- fusién de caricaturas que se dio du- rante la Revolucién Francesa de 1789 entre los bandos enfrentados: [...] las caricaturas satiricas, fe- roces, se multiplican en un gra- do que sélo habia sido conoci- do durante las guerras de reli- gion que enfrentaron a los di- versos paises y comunidades religiosas durante los siglos xvt y xvui [...] pero son mucho més abundantes, mds crueles y agresivas [en ellas]. El enemi- go est equivocado [...] la na- turaleza del enemigo es diabé- lica o maligna. Consecuente- mente no hay piedad ni cuartel, debe ser eliminado, destruido, burlado, aniquilado.” Bozal, quien ha escrito varios ensayos sobre el tema, afirma que “Ja caricatura politica es, ante todo, ideoldgica, condicién que afecta a su lenguaje (...) y se fundamenta en una relacién de poder”. La historiadora y critica de arte colombiana Beatriz Gonzalez usa la figuras del tabano y del zancudo para graficar la funci6n critica dela caricatura sobre los hechos de la politica y el ejercicio del poder. Asf, Ja caricatura propina una especie de pinchazo a los poderosos y les re- cuerda que también son vulnerables. Agrega Gonzalez que: 10. Valeriano Bozal, Historia del arte, N= 40, Madrid, Editorial Grupo 16, 1989, pp. 17-18 156 La caricatura como arma para enfrentar el poder se hizo evi- dente en Francia entre 1830 y 1860 con Ia lucha del periodis- tay grabador Charles Philipon, desde sus publicaciones El Charivari y La Caricatura contra los reyes Luis Felipe y Napoleén LIL. Antes de él mu- chos artistas se habian reido de sus soberanos y particularmen- te de Napolesn, pero ninguno habfa tenido el prestigio que lo- gr6 el periodista y grabador francés con su armada de dibu- jantes entre los que se con- taban Grandville, Gavarni, Monnier y principalmente Dau- mier. La caida de Luis Felipe en la revolucién de 1848 se atri- buy6 a las caricaturas. All{na- cié el mito de que el humor es un arma que puede tumbar go- biemos." De otro lado, L. Streicher pro- puso la construccién de una teorfa de la caricatura politica apoyando- se en los estudios de W. A. Coupe sobre la caricatura alemana duran- te larevoluci6n de 1848 y en los de Victor Alba sobre la caricatura en la revolucién mexicana de 1940. Streicher considera indispensable para la comprensi6n del género, el estudio de la politica de la €poca en cuesti6n, el conocimiento del esta- do de desarrollo del periodismo y Jas artes graficas, asi como del con- 11. Beatriz Gonzdlez, “El Humor y el po- det”, Gaceia, N*11, Bogoté, Colcultura, p. 17, 1991 Historia y Sociedad 9 texto social y artistico en el que es producida; adicionalmente, intenta sugerir las lineas de su teoria, Lan- Zauna afirmaci6n polémica al com- parar sdtira y caricatura it suffices here to say that what in literature is satire, in pictorial art is carica- ture (la satira es ala literatura lo que lacaricatura es a las artes graficas). Una de los aspectos mas desta- cables del ensayo de Streicher, ade- mas de sus valiosos aportes sobre Jas caracteristicas distintivas del gé- nero, es la diferencia que establece con Jas tradicionales caricaturas so- ciales: la caricatura politica repre- senta figuras reconocidas 0 genéri- cas (como un partido, una nacién, el pueblo, etc.), se basa en situa- ciones o hechos reales, claro, des- de una perspectiva que exagera los rasgos sobresalientes o distintivos, trabaja con frases o parlamentos dichos por alguna autoridad, lo cual indica que el caricaturista se preocu- pa por darle identidad a sus crea- ciones, que esta interesado en que se reconozca a quién(es) y qué si- tuaciones ha dibujado, todo ello conelingrediente de la ironfa y del sarcasmo; mientras el cartoon so- cial se inspira en las costumbres y prejuicios sociales, en los asuntos de la vida cotidiana. Ademés, agre- ga, el artista usa en su trabajo tipos iconogrdficos que ya cuentan con una tradici6n en el arte. Porello, en lacaricatura politica es preciso re- conocer una dimensi6n artistica. Darfo Acevedo Carmona The caricature represents a pictorial image of a human or groups if them. It may also be a symbolic representation of a nation, political party, idea or social issue [...] A further distinction is helpful between social and political carica- ture. “Political caricature” is understood to deal with the ridicule, debunking or expo- sure of persons, groups and organizations engaged in power struggles in society. “Social caricature”, on the other hand, may be said to deal with non-political affairs, i.e., those wich do not possess potential or conse- quences to affect the distri- bution of power in society. Caricatures, especially politi- cal caricatures, are a unique class of pictorial represen- tation compared to newsreels, photographs and paintings.” Esto nos indica que la caricatura politica es algo mas que un simple complemento 0 ilustracién de la If- nea editorial de un medio de comu- nicacién, que no esta hecha para simplemente hacemos refr, y que no es solo exageracién. Ella es parte de la lucha politica y esta cargada de motivaciones ideolégicas. Cabe advertir que no debe ser mirada como un documento que permita teconstruir los acontecimientos, es decir, como una herramienta para 12. Lawrence Streicher, Op. cit., pp. 431, 432. 157 establecer la realidad contingente o positiva, como lo sugieren de modo ligero algunos comentaristas, sobre todo en el caso colombiano, en el que se ha afirmado, por ejemplo, gue a través de las caricaturas de Alfredo Grefias en la época de la Regeneracién" o de las de Ricardo Rendé6n al final de la Hegemonfa Conservadora (ver figura 1), pode- mos encontrar la verdadera historia politica: “aqui tenéis en bandeja de oro, sino la cabeza de ningtin pre- cursor, sf la historia polftica y social de un trozo de Ja vida colombia- na”. Acerca de su relacién con los medios de prensa, la cubana Evora Tamayo afirma que “la caricatura editorial constituye una expresién grifica y artistica esencialmente pe- tiodistica y de la mayor trascenden- cia que pueda ofrecer un 6rgano de prensaa sus lectores”.!> Por su par- te, el periodista colombiano Heman- do Téllez dej6 sus impresiones en una entrevista que le hizo al cari- caturista Adolfo Samper, que por su rico contenido descriptivo vale Japena citar: 13. Elcaricaturista Aifredo Greiias, se des- tacé por sus criticas desde este género alos gobernantes colombianos del perfodo de la RegeneraciGn 1886-1898. 14, Gustavo Santos, Rendén caricaturas, 2 tomos, Bogoté, Editora Cromos, s.f. (probablemente hacia 1930) 15. Evora Tamayo, La caricatura editorial, La Habana, Editorial Pablo de la To- rriente, 1988, p. 5 158 La caricatura se produce como un desacuerdo y no como un simbolo de identificacién y con- formidad. La funcién social de Historia y Sociedad 9 En resumen, nos pone en evi- dencia frente al publico, 0 lo que es lo mismo, nos ”saca los tra- pitos al sol”."” la caricatura consiste en poner en solfa una situacién, en pre- sentar el lado flaco de un or- den establecido; en hallar den- tro de lo solemne, lo ridfculo; dentro de lo trascendental, lo vano; dentro de lo serio, lo c6- mico. La caricatura descubre el oculto Talén de Aquiles por donde flaquean los hechos y las gentes. Es el golpe de alfiler que desinfla la bomba del pres- tigio y es, al mismo tiempo, el benéfico hilo de humor que ali- via la tension de una atmésfera social o politica, y que pone a sonrefr a las personas al mis- El cardcter incipiente de los es- tudios realizados juega en contrade todo tipo de generalizaciones y de- finiciones. No toda caricatura es necesariamente una agresién o un ataque, como tampoco toda pintu- ra satfrica es una caricatura. El his- toriador podré encontrar en cada €poca, en cada pafs, en cada diario omedio impreso, las caracteristicas comunes del género: la ridiculiza- cin, la exageracién de rasgos, la critica o ataque, el trastoque o in- versidn de sentido, el humor, pero mo tiempo que les descubre un cllono ser suficiente para darcucn- 2 ta de toda su significacién, de todo aspecto insospechado del suce- . 50.6 lo que ella encierra como documen- to através del cual se representa la realidad politica, como expresién que es de un ambiente o clima de enfrentamiento, como forma de mi- rar los hechos de la politica, como vehiculo que da cuenta de los ima- ginarios politicos, que divulga ima- genes sintetizadas y que, por tanto, contribuye a la produccién de iden- tidades y al desarrollo de corrien- tes de opinion publica. En similar direccién se ubica el eritico Matos Diaz cuando nos dice ensuestudio: El caricaturista no miente, no falsea la verdad, ni plasma una caprichosa fantasia. Su arte se nutre de la realidad [...] Hacer una caricatura es hacer un chis- te grafico de los hechos 0 de la fisonomia; es extraer lo cémi- co de Lo serio: lo ridiculo de lo que parece que no lo es; Io feo de lo que aparenta ser hermo- 80, y lo deleznable de lo que tie- ne apariencias de sublime [...] La complejidad del asunto, asi como la precariedad de los estudios disponibles, no permite hablar de un sdlo modelo historiografico de ané- 16. Hernando Téllez, Semana, Bogoté, N° 204, p. 22, sep. 16/50. 17. Véase, Matos Diaz, Op.cit., p. 35. Dario Acevedo Carmona lisis, lo cual valida Ja diversidad de 6pticas desde las cuales puede ser abordada la investigacién. El histo- tiador W. A. Coupe piensa que la caricatura no siempre revela hosti- lidad, no siempre es negativa, que incluso puede ser igualmente vehi- culo de imagenes positivas, que la clave para estudiarla radica en el conocimiento de las formas y del contexto en que la distorsién apa- rece, puede ser arma de ataque o de defensa, puede ser hostil o amis- tosa: what we call ‘caricature’ in this context is no more a vehicle for agresion than the comic faces of the prota- gonists in the ‘cartoons’ put out for the amusement of children [...] the emotive value of a political cartoon, howewer, is not to be deter- mined simply by the fact of caricature, but by the manner and the context in wich that 159 distortion appears [...] As well as constituting a vehicle for aggression, caricature can equally well convey a grudging admiration-affec- tion even.”* Ensuma, no es muy apropiado insistiren la vieja idea segim la cual la caricatura siempre tiene una intencionalidad negativa, pues las podemos encontrar también de ca- racter positivo como lo ilustraremos acontinuacién. Otra cosa es la ma- hera como reacciona el piiblico re- ceptor, allflas opiniones varian se- gan los intereses 0 las simpatias de cada cual: mientras unos gozan burlescamente, otros se enfadan, y muy dificilmente se dan posiciones neutrales o de indiferencia, menos cuando se trata de temas politicos. Eneste sentido la caricatura polfti- caen lineas generales siempre ten- dra una doble lectura 0 un doble impacto: agredir y satisfacer. Figura 1. En esta caricatura, Ricardo Rendén plasma una visién opti- mista para el futuro de Colombia, para ello apela a dos estrofas del Himno Nacional: el “jOh gloria inmarcesible!” que saluda un nuevo amanecer y con “ces6 la horrible noche” que remarca la idea de que la oscuridad, lo malo y lo nefasto ha quedado atrds. Se ha inspirado en el triunfo del candidato liberal a la presidencia, Enrique Olaya Herrera, quien derrots a los candidatos conservadores en 1930. El, que siempre fue un critico furibundo de los gobiernos de la hegemonfa conservado- ra, considera que atrés han de quedar el manzanillismo y el nepotisino 18. W. A. Coupe, Comparative Studies in Society and History, N* 11, 1969, ‘Cambridge University, p. 88 y ss. 160 Historia y Sociedad 9 caracteristico del régimen abatido. Aunque la composicién es clara en sn contenido positivo: una Mariana que saluda el nuevo amanecer (qne puede ser una adaptacién del mito solar de la Revolucién Fran- cesa)!*luego de derrotar al nepotismo representado por un vampiro (chupasangre, pardsito) y al manzanillismo que es una serpiente, con la espada de la dignidad; no deja de tener el espfritu critico y mordaz respecto de los gobiemnos de la hegemonia conservadora.”* aes) q iE Gee la darribte pectin. 19. Dicho mito alude a una representacién colectiva que hizo carrera durante la Revolucion Francesa segiin la cual Ja revolucién representa ] nacimiento de una gran aurora, es el triunfo de la Luz contra la oscuridad, del dfa contra la noche. Segtin Jean Starobinski: “el mito solar de la Revoluci6n (francesa) es una de esas representaciones colectivas cuyo cardeter general e impreciso tiene como contrapartida un amplio poder de difusién” y quiz por esto, este tipo de metéforas que plantean el contraste entre la luz y 1a oscuridad son usades indistin- tamente por Jas diversas corrientes politicas. En Colombia no fue usada s6lo por Rendén, también Jo hicieron otros caricaturistas liberales y conservadores. ‘Véase, Jean Starobinski, 1789, los emblemas de la razdn, Madrid, Altea, Taurus, Alfaguara, 1988, pp. 27 y ss. 20. German Colmenares, Ricardo Rendon: una fuente para la historia de la opinién publica, Bogot4, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 166, El término manzanillismo denota practi- cas desleales y tramposas en la politica, ha sido usado para seftalar a aquellos politicos que actiian sin escrdpulos morales y que no observan a cabalidad los principios de su partido. Dario Acevedo Carmona Antes de seguir adelante, inten- temos esbozar las caracterfsticas comunes que identifican a las cari- caturas polfticas: 1. Deformacidn o exageracidn de Jos rasgos de los personajes. 2. Los personajes, situaciones, lu- gares y hechos que figuran en los dibujos son identificables para el lector del momento o parael investigador. 3. Seinspiran en hechos de la ac- tualidad politica doméstica oin- temacional. 4. Las historias, imagenes, meté- foras y alegorfas constituyen sin- tesis o simplificaciones de una situacion o personaje, dicen mu- cho en muy pocos trazos y li- neas. 5. Hay dislocacién o trastocamien- to de hechos 0 de cosas dichas, de responsabilidades y de sen- tido. 6. Tiene cualidades humoristicas y artisticas, lo que quiere decir que utiliza el dominio artistico, en particular el del dibujo para pro- ducir risa o mofa. 7. Constituyen armas de ataque o de defensa. Ademés de lo an- terior, como veremos adelante, son vehiculos de divulgacién de representaciones, se apoyan en tradiciones iconograficas al uti- lizar simbolos, alegorias y sig- 161 nos entresacados del contexto cultural en el cual se mueve el caricaturista y su 6rgano de ex- presién. Retomemos el hilo de nuestra re- flexién sobre el caracter heuristico del género. La calidad significante y generadora de sentido de Ia cari- catura puede justificar trabajos que Jaaislen con el fin de hacer analisis semioldgicos 0 estéticos so pretex- to de que en ella no encontramos datos validos para la reconstruccién de los hechos hist6ricos. A quienes sostienen este punto de vistayhay que recordarles que lahistoriaes mucho mas que la simple recons- truccién de episodios puntuales y que ademis de éstos existen otros fenémenos o creaciones relativos a procesos de la realidad imaginada y a formas de representacién de la realidad, cuyo desentrafiamiento s6lo puede hacerse conel apoyo de fuentes no siempre tradicionales, entre ellas Ja caricatura. Claro esta, si se procede con un enfoque con- textualizador, vinculante y relacional que permita ver su articulacién con lared de elementos significantes del momento histérico, en el mismo sen- tido en que Todorov lo reivindica respecto de Ja interpretacién del dis- curso, en cuanto éste: se produce necesariamente en un contexto particular, en el cual intervienen no solamente los elementos lingilisticos, sino tam- 162 bién las circunstancias de su produccién: interlocutores, tiempo y lugar, y las relaciones existentes entre estos elemen- tos extralingiiisticos.” Es decir, como documento, la podriamos interrogar sobre lo que dice de una coyuntura o situacién. especifica, del estado de la opinién. publica, pero, también puede ser preguntada, y este es nuestro angu- Jo, por Jo que nos dice del ambien- te, de la temperatura politica, de los estados de animo y de opinion, de las pasiones politicas, de los senti- mientos partidistas, de los simbolos e imagenes usuales, de las miradas y visiones, en fin, de las representa- ciones en las que los protagonistas sociales encontraban el sustento y la justificacion de sus acciones y procederes. En ella podemos hallar “datos significantes”, signos, metaforas, alegorfas, simbolos y figuras arque- tipicas, que se concatenan con titu- lares y editoriales y con otros dis- cursos y episodios, con lo cual se abre la posibilidad de una mejor comprensién del imaginario politi- 21. Tzvetan Todorov, Simbolismo e inter- pretacién, Caracas, Monte Avila Edi- tores, 1992, p. 9. Historia y Sociedad 9 co, y, en ese empeiio, la ayuda de lasemiologia es muy apreciable en la medida en que esta disciplina brinda herramientas de andlisis para una debida comprensién del conte- nido de las imAgenes, de sus sim- bolismos, en suma, para hacer inte- ligible un tipo de comunicacién que se apoyaen cédigos diferentes alos del discurso corriente. Asi por ejemplo, podemos en- tender mejor que la cruz gamada —simbolo del dios supremo en cul- turas noreuropeas antiguas adopta- do por el nazismo como su emble- ma— al aparecer asociada con la imagen de Laureano Gémez (ver fi- gura 2), quien la usa como bastén de apoyo, est insinuando una rela- cidn entre personaje e icono, que si se vincula con lo que se dice en los editoriales de la prensa liberal o en el Congreso sobre este personaje y con sus simpatfas con las ideologfas de extrema derecha, nos indica que hemos topado en esa caricatura con un componente del imaginario libe- tal sobre el conservatismo y sobre uno de sus mas conspicuos diri- gentes. Darfo Acevedo Carmona 163 Figura 2. Esta vifieta es un buen ejemplo de Jo que acabamos de decir. En ella Laureano Gomez es dibujado en pose de escribir los editoriales de] diario El Siglo bajo la inspiracién del dictador Francisco Franco, quien porta el bastén de mando con la cruz gamada del nazismo, con lo cual, a su vez, se sugiere que el dictador tiene con el nazismo fuerte parentesco, tal como era denunciado por demécratas, socialistas, co- munistas y republicanos de Espaiia y del resto de Europa.” INSPIRACION — Por'é ‘sense anne _ 22. El Tiempo, 7 de septiembre de 1947, p. 4. Asociar a Gémez con Franco era asociarlo con toma dictadura y el uso del s{mbolo nazi para este momento en que ya habfa sido derrotado el Bje, condenados sus lideres por el tribunal de Nuremberg y proscritas las ideologias de extrema derecha, tenfa cl claro propésito de escarmentar a la opinién sobre las ideas en las que se inspiraba el caudillo conservador. Jorge Franklin Cardenas es con Chapere (Hernando ‘Turriago), uno de los més destacados caricaturistas politicos de este diario en los afios cuarenta y cincuenta del siglo xx. 164 Historia y Socicdad 9 Figura 3. Jorge Eliécer Gaitén vestido con aditamentos bolcheviques y fascistas, va montado en un oso (segiin Cirlot, el os0 expresa lo instin- tivo y simboliza los atributos del hombre cruel y primitivo, aqui es resignificado para simbolizar al comunismo ruso), armado con la guada- fia de Ja muerte de la cual pende una de sus consignas favoritas “resis- teneia civil”, (con la cual traté de orientar las huestes liberales en su Tucha contra la violencia conservadora y oficial). Aqui es encarado por Ja alegorfa de la Justicia que apoyada en su espada justiciera le sefiala retadoramente el “Derecho Constitucional” como frontera de sus ac- fos. Gaitén es amenazante, nétese su mano empufiando una rula, asf mismo yaa la cabeza de un grupo de simios, que simbolizan desorden. Aparece también Dario Samper tocando cl cuerno (Jornada, semanatio gaitanista) para anunciar Ia Hegada del lider 23. EI Siglo, 24 de enero de 1948, p. 4, Donaldes el seudénimo de uno de los cericaturistas de este diario que recibié fuertes influencias de José Pepe Gémez (hermano del lfder conser- vador Laureano Gémez).. Dario. Acevedo Carmona Algo similar se puede decir res- pecto del uso de la imagen del oso, la hoz y el martillo, simbolos del comunismo, asociados a la figura de Jorge Eliécer Gaitan (ver figura 3) en varios dibujos, con el propédsito de endilgarle sus supuestas simpa- tias 0 afinidades con esta tenden- cia, lo cual si se relaciona con los editoriales de la prensa que le cra adversa o con las pastorales de los obispos, permite pensar que el caricaturista hacfa sus trazos en con- cordancia con las imagenes que cir- culaban sobre el caudillo, constitu- yéndola en una pieza del imaginario conservador sobre Gaitan. Elenunciado de la caricatura in- sintia, por medios sutiles y directos, mensajes que estimulan creencias y comportamientos colectivos. Con éste tipo de creaci6n, los dirigentes partidistas pretendian llegar y llevar asus lectores la expresién sinteti- zada de su forma de ver y pensar los problemas sociales y politicos, con el fin de hacerla més compren- sible para una opinién mayoritaria- mente analfabeta o que leia con di- ficultades. Imagen y texto se anudan dialécticamente y dan lugar a un documento homogéneo, de tal for- ma que si asumimos con Louis Marin que: “representar, por lo tan- to, es hacer conocer las cosas de manera inmediata por ‘la pintura de un objeto’, ‘por las palabras y los gestos’, ‘por algunas figuras, por 165 algunas marcas’: asi los enigmas, los emblemas, las fabulas, las alego- rias.”,.% entonces los contenidos expresados en imagen y textoenla caricatura politica deben entender- se como formas de representacién. Para rastrear en ella las motiva- ciones ideolégicas subyacentes en las conflictivas relaciones entre los dos partidos tradicionales colombia- nos entre 1930 y 1950, considera- mos que el enfoque del “andlisis denso” sugerido por Clifford Geertz para el estudio de los sistemas cul- turales, puede ser de gran utilidad para entender mejor las “tramas de significacion” en que se inscribfa di- cho enfrentamiento. Ello supone pensar lo politico como un espacio cultural en el que operan, como en Jas culturas, “sistemas de interaccién de signos interpretables”, como un “contexto dentro del cual pueden describirse todos estos fendmenos de manera inteligible, es decir, den- sa”.* La politica en este sentido es una actividad por medio de lacual los miembros de una sociedad o de un pais ponen en juego no sdlo sus 24, Roger Chartier, Escribir las prdcticas, Buenos Aires, Ediciones Manential, 1996, p. 78. En uno de los ensayos de éste libro, titulado “Poderes y limites de la re- presentacién”, Chartier aclara que hay dos formas de representacién: a través del texto y por medio de la imagen y alli es donde cita a Marin, 25. Clifford Geertz, La interpretacién de las culiuras, Barcelona, Gedisa Edito- rial, 1990, p. 27 y ss. 166 intereses bdsicos a través de insti- tuciones, programas, aparatos, for- mas de gobierno, métodos de ac- cidn, movilizaci6n y adscripcién, sino también sus convicciones, creencias y representaciones, o sea, todo lo que configura el mundo imaginado, que por supuesto esta regido por J6gicas de significacién en las quela palabra y la imagen ocupan un lu- gar privilegiado en lo que tiene que ver con la orientacién de los prosé- litos y con la generaci6n de identi- dades. Los hombres, como dice Geertz, acttian en gran medida en un am- biente o contexto que les es dado, y eso es valido también en la politi- ca, y en lo que nos ocupa es par- ticularmente constatable, pues tanto el liberalismo como el conser- vatismo actuaban en un marco de referencia anclado en una larga tra- dicién de odios y agudas contro- versias. Las lealtades e identidades partidistas fueron vividas por los colombianos con sentimientos apa- sionados, como una experiencia sagrada, como si se estuviesen ju- gando el todo por el todo; por eso, se entiende, fueron tefiidas con san- gre. Cada agrupacion regia sus con- ductas por cédigos que Ios Ileva- ban a pensarse a si mismos como “tabla de salvacién” y al otro como Ja “opcién al abismo” del pafs. Ladescripcién densa aplicadaa nuestro objeto de estudio, permite Historia y Sociedad 9 ver en Ja caricatura un instrumento cultural de mediacién simbélica que encaja con las circunstancias polfti- cas del momento. Ello nos lHevaa mirar el universo de lo imaginario como un nudo de relaciones com- plejas, una urdimbre en la que los protagonistas de manera conscien- te e inconsciente encuentran el sen- tido de sus comportamientos. Ideas, imagenes —en buena medida este- reotipadas—, gestos, recurrencias miticas, convicciones o certidum- bres, cobran cuerpo en un discurso Pletérico de metéforas y analogias. La nocién de cultura politica no se plantea aqui en términos estetizan- tes, ni se reduce al campo de las ideas claramente formuladas y de los programas formalmente aproba- dos, con ella nos remitimos al uni- verso de fendmenos que se ubican tanto en el orden de las realidades materiales como en el de las imagi- nadas, y con respecto a estas tlti- mas tratamos de seguir el camino sefialado por Georges Duby en el sentido de incorporar las represen- taciones a la temporalidad y a la realidad vivida,* que es lo que dis- tingue el trabajo de un historiador. El resultado en vez de una simplifi- cacin, es una obertura, si se quie- re, una ampliaci6n del horizonte de estudio que al contemplar nuevos materiales e informacién nos pone 26. Georges Duby, La Historia continia Madrid, Debate, 1992, p. 129, Dario Acevedo Carmona de presente la complejidad del asunto. Elanilisis cultural como método auxiliar tomado de Ia antropologia interpretativa, no se contrapone con la perspectiva historiografica que para el estudio de los imaginarios y Jas mentalidades nos ha legado la escuela de Annales, particularmen- tecon Georges Duby y Jacques Le Goff, quienes en sus obras, han de- mostrado la eficacia y las bonda- des de sus enfoques. No esté de mas mostrar la similitud entre las suge- tencias de Geertz y lo expresado por Roman Gubern a propésito del anilisis iconoldgico: El contexto cultural —o tejido de circunstancias sociocultu- rales— en que se inscribe ja produccién de imAgenes ic6ni- cas hace inapelable referirlas a lo que Metz ha llamado “‘traba- jo social de produccidn de sig- nificacién” [...] Toda imagen forma parte integrante de un contexto cultural muy preciso [...] marco referencial indiso- ciable. Cada contexto contiene las claves culturales de los pro- ductos que se generan en su seno.”7 Estas reflexiones bien pueden ser tenidas en cuenta para un mejor desciframiento histérico de la cari- catura politica, 27. Romén Gubern, La mirada opulenta, Barcelona, Gustavo Gili, 1987, p. 126. 167 Desde otros Ambitos de las cien- cias sociales, Manuel Garcia Pelayo, André Részler y Sergio Daniel Labourdette,* han teorizado acer- ca de la importancia de las viven- cias miticas —entendidas comorea- lidades— y de los rituales en la vida politica de los pueblos. Los gran- des movimientos de masas moder- nos, las revoluciones, las guerras, son eventos en los cuales emergen creencias y sentimientos profundos de vieja procedencia o antiguas raf- ces, que funcionan a manera de se- dimento en los que las elites encuen- tran el material para dotar a sus huestes de consignas, emblemas, simbolos, consignas de accién, me- tas, mundos ideales, etc., con los cuales se inflaman las pasiones de la multitud, se Jes sefiala una misi6n. oun camino y se les proporciona el sentido de pertenencia. Labourdette por ejemplo, afirma sobre la vida politica lo siguiente: La vida politica es una activi- dad simbélica entre otras. Las adhesiones, las pasiones, la car- ga emocional, la intensidad de la lucha, las participaciones y conflictos de masas y de elites, los liderazgos intensos, las re- sonancias de los mensajes, las 28, Véase, Sergio Daniel Labourdette, Mito politica, Buenos Aires, Troquel, 1987; Manuel Garcia Pelayo, Los mitos politicos, Madrid, Alianza, 1981; André Részler, Mi- tos politicos modernos, Fondo de Cultura Econémica, México D. F,, 1984. 168 ideologias, fines, objetivos y valores; todo ese mundo politi- co funciona como una enorme corriente marina, ocednica, que arrasa con todos los planes y programas racionalmente ela- borados. También, a veces, esos programas y planes inclu- yen Ia manipulaci6n de Ia acti- vidad simbélica. El simbolismo. impregna todos los aspectos de Ja vida de las sociedades.” Por su parte Garcfa Pelayo con- sidera que en la politica tiene lugar laelaboracidn de la distincién dual amigo-enemigo como algo que lees consustancial y caracterfstico. Se- gtin él, cuando la lucha politica llega aniveles de gran intensidad y pa- sin, se abre campo la perspectiva mitica que hace que los hechos de Japolitica sean regidos por la creen- ciao la fe. Asfse llega a considerar al enemigo como el depositario de Jas peores virtudes y a su propio movimiento expresién de lo mas excelso: pero no es menos cierto que la dialéctica de la lucha politica conduce a la totalizacién y profundizacién de la enemistad yalatransformaci6n de la pug- na agonal en lucha existencial, con la correspondiente tenden- cia a imputar al enemigo las peores calidades de todo orden cuando la pugna politica lle- gaa ese grado de totalizacién ¢ intensidad, queda abierta la 29. Labourdette, Op. cit, p. 93. Historia y Sociedad 9 via para Ja sustitucién de la perspectiva racional por la pers- pectiva mitica y, mds concre- tamente, para hacer del adver- sario el compendio de las peo- res calidades de todo orden: el enemigo es malo, innoble, odio- 80, feo, torpe, inmoral, falaz, etc., y como contrapunto nece- sario [...] para convertimos no- sotros mismos en el compen- dio de las Sptimas cualidades.” Los conceptos aportados por estos pensadores son bastante titi- les para la comprensi6n de los pro- cesos de formacién de las identida- des nacionales, partidistas y de cla- se, en cuanto hacen aflorar los me- canismos y los cédigos no siempre expeditos de los imaginarios colec- tivos y sus elementos constitutivos. Desde ellos, por ejemplo, podemos entender cémo el nazismo estimuldé en la memoria colectiva del pueblo alemén el mito de la raza ariacomo raza superior destinada a dominar al mundo. El estudio de ese mito es fundamental para entender los re- sortes ideoldgicos y espirituales que Tlevaron a Alemania a propiciar la Segunda Guerra Mundial. También para comprender por qué razones oc6mo fue que emblemas, unifor- mes, colores, banderas, himnos, consignas y cantos guerreros, ma- nipulados habilmente en una cam- Paiia masiva y sistematica, tuvieron un papel tan destacado en la galva- 30. Garefa Pelayo, Op. cit, p.33. Dario Acevedo Carmona nizacién de los alemanes y en su identificacién con Hider. La presencia de estos recursos en la vida politica no puede ser con- siderada como simple adomo, mero alarde de propaganda o cosa su- perflua, ellos cobran vida porque estén emparentados con vivencias, sentimientos y reminiscencias del pasado. Emst Cassirer ilustra bien en El mito del Estado. a propé- sito del fenémeno nazi, la manera como el hombre moderno sigue determinado por el pensamiento miftico, con una diferencia respecto del hombre “primitivo”, que consiste en que en las sociedades modemas el mito se fabrica y se manipula conscientemente desde las altas es- feras del poder y desde los grandes medios de comunicacién. Al apreciar la caricatura como un género periodistico que contribuye ala gestacién de representaciones y asu divulgacién, y en el que se trabaja con imagenes, considero apropiado traer a cuento algunas nociones y sugerencias metodolé- gicas hechas por estudiosos de las imagenes religiosas y por semié- logos que han realizado investiga- ciones sobre los comics, género muy cercano al que es objeto de nuestra atencién. Uno de ellos, Da- 31. Ernst Cassirer, El mito de! Estado, México D.F., Fondo de Cultura Econé- mica, 1992, p. 333 169 vid Freedberg, en un texto en que procura explicar la légica, la funcionalidad y la eficacia de las imagenes, para lo cual se remontaa los debates habidos en el seno de lalglesiacatélicay alas creencias que circularon en la Edad Media, nos dice: El poder de las imagenes es mucho mayor que el general- mente admitido [...] Por éstas razones debemos otorgar a las imégenes toda la importancia que merecen por pertenecer a la realidad y no puramente al ambito de la representacién [...] todo lo que rodea a un cua~ drooaunaescultura exige que contemplemos los objetos y aqueilo que representan como una porcién de la realidad. Este punto de vista va en favor de mirar las caricaturas editoriales como una expresién de la realidad, como parte integrante del juego politico a través del cual se plasma una peculiar forma de interpretar lo que sucede en ese ambito. 32. David Freedberg, El poder de las ima- genes, Madrid, Catedra, 1992, pp. 475 y 485. Al principio del libro, Freedberg nos hace una advertencia sobre la importancia de situar las cosas en su contexto, similar a la que hemos visto en Geertz y en Gubern, cuando afirma que: “para comprender las relaciones entre las pinturas del siglo xvi como la Venus de Urbino y los sentimientos sexuales de hombres y mujeres, hemos de empezar por ubicarlas en el contexto de una amplia variedad de material relacionado con elas”, p. 39 170 Al papel de las imagenes en la cultura occidental se refirié también el historiador francés Serge Gru- zinski en estos términos: Ja imagen ejercié enel siglo xvi, un papel notable en el descu- brimiento, la conquista y la co- lonizacién del Nuevo Mundo. Como la imagen constituye, con la escritura, uno de los princi- pales instrumentos de la cultu- ra europea, la gigantesca em- presa de occidentalizacién que se abatié sobre el continente americano adopt6 —al menos en parte— la forma de una gue- rra de imagenes que se perpe- tué durante siglos y que hoy no parece de ninguna manera ha- ber concluido.** Si aceptamos que la produccién de imagenes ha evolucionado con los progresos de la humanidad, esta- 33. Serge Gruzinski, La guerra de las imé- genes, México D. F, Fondo de Cultura Econdmica, 1995, p. 12, En éste maravillo- 80 texto, Gruzinski confiesa uno de los te- mores que le asalté durante Ia investigacién y que lo llev6 a tomar una opeion de renun- cia que en nada perjudicé el resultado final “al privilegiar lo imaginario en su globalidad y su movilidad —que también es la movili- dad de lo vivido—, he renunciado a hacer una descripcién demasiado sistemsitica de la imagen y de su contexto por temor a perder de vista una realidad que solo existe en su interacci6n. He watado de resistir, cuando he podido, a las vicisitudes habituales de un pensamiento dual (significante/significado, forma/contenido) y compartimentado (lo econdmico, lo social, lo religioso, lo politi- £6, lo estético) [...] euyos cortes demasia- dos cémodos acaban por aprisionar mis que or explicar”, p. 14. Historia y Sociedad 9 mos en la obligacién de reconocer que la ampliaciGn del uso de las mis- mas en la era moderna —por me- dio de la fotografia, el cine, la tele- vision, las artes gréficas, los comics y lacaricatura—reafirma la impor- tancia cultural de su masificacién y de su uso como medio de comuni- cacién y como vehiculo de signifi- caciones, de valores, de creencias, de convenciones y de cédigos. Imé- genes que cumplen entre otras, una funcién de educacién como lo ex- plica José Luis Rodriguez refirién- dose a las tiras c6micas: Un alto ntimero de adultos es- tan siendo educados por medio del cémic [...] pues bien Schulz por medio de Carlitos, Quino con Mafalda o el P. McCarthy con Fray Junipero estén trans- mitiendo, junto con, y superan- do Ja anécdota diaria, un modo de entender Ja vida, unas acti- tudes ante problemas y, en suma, unos valores peculia- res. Lacaricatura en sentido amplio se ha convertido, segtin nos dice también Matos Diaz en: un poderoso y positive auxiliar en la ensefianza de Ja historia, de la literatura, y de la ciencia, etc. Las ilustraciones caricatu- tescas se han aprovechado también para la propaganda 34. José Luis Rodriguez, Las funciones dela imagen en la ensefianza, Barcelona, Gus- tavo Gili S.A., 2*edicién, 1978, p. 133. Darfo Acevedo Carmona comercial e industrial [...] Los textos escolares, las cintas ci- nematogréficas y la pantalla de Ja television, ilustrativas, han contribuido notablemente a lo- grar una ensefianza mds obje- tiva y amena.> La utilizaci6n sistematica de la caricatura en los medios periodisti- cos cumplfa varias finalidades, una de ellas crucial para unos medios urgidos por hacerle llegar asus lec- tores mensajes claros y contunden- tes y para los cuales, todo debja tener el color de la militancia, a sa- ber, lade formar opinién partidista, Ja de proporcionar al lector copar- tidarioherramientas de més facil lec- tura o de mas expedita asimilacion acerca de cémo eran sus enemigos y cémo eran sus amigos; y de otra parte, al lector del otro bando, mor- tificarlo, incomodarlo y hasta enre- darlo o sacarlo de casillas. Mas cla- ramente, la caricatura en los diarios no era simple ocurrencia de un ar- tistani mucho menos el resultado de un afén por ilustrar el editorial. Por este camino nos topamos, pues, con géneros graficos vecinos alacaricaturacomo los comics. En ambas creaciones podemos apre- ciar una combinacién de recursos iconoldgicos y elementos textuales (didlogos o parlamentos, leyendas); Gubem dice que la primera es la 35. Véase, Matos Diaz, Op. cit., p. 53. 171 materia prima de los segundos, de donde se reconoce una diferencia cualitativa entre ellos. En Ja carica- tura politica, como hemos visto, los materiales proceden de los aconte- cimientos cotidianos, de los perso- najes y de las situaciones, estos son tomados por el artista quien los anu- dacon otros elementos que recoge del mundo de las creencias y de las pasiones, de los referentes cultura- les, de su formacién artistica y lite- taria y de las tradiciones, para con- figurar una imagen en forma de me- téfora, alegorfa o historia.*° De modo diferente, el comic crea los personajes, inventa historias —aun- que ese trabajo exige también el apoyo en los valores y cédigos so- ciales usuales— supone movimien- to, secuencia y tiene por finalidad principal, segtin J. L, Rodrfguez, la distraccién del lector. Lacaricatura politica, en cambio, busca un objetivo distinto: mofar, ironizar, fastidiar, burlarse, ridicu- lizar, decir las cosas a la inversa, distorsionar el sentido original, agre- dir, construir opinién y destruir 36. Por todo ello, un caricaurista califica- do ha de caracterizerse por poser un fino olfato politico, por ser un agudo y atento observador de la coyuntura y por una buena intuicién, Ademés, debe ser eapaz de mol- Gear su obra con elementos de la realidad sin caer en la expresi6n literal de la misma, y de colocar situaciones itreales 0 il6gicas (p. ¢. muertos que hablan, personas que vuelan) de manera crefble en funcién de! mensaje que quiere producir para sus lectores. 172 simbélicamente al oponente. En la caricatura politica, en general, al- guien o algo sale dafiado en su ima- gen, por eso tiene légica la conclu- si6n que saca el politico y periodis- tacolombiano Alvaro Gémez al glo- sar la obra del caricaturista colom- biano Héctor Osuna: “de ahi que al caricaturista se le considere como un agresor” 37 Desde la semidtica se han desa- trollado diversas experiencias de estudio de los cémics que nos pue- den brindar una ayuda para el and- lisis profundo de las caricaturas. Los trabajos de José L. Rodriguez ya citado, el de Gubern, EI lenguaje de los cémics, ¢| de Umberto Eco, Lectura de Steve Canyon, el de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, Para.leer al Pato Donaid, entre otros, se apoyan invariablemente en el método planteado por el histo- tiador del arte Erwin Panofsky para clestudio de las obras de arte. Una sfntesis apretada del esquema su- gerido por Panofsky es la siguiente: las obras de arte pueden abordarse desde tres niveles de andlisis de contenido 9 significado: el andlisis pre-iconografico para identificar las formas puras que aluden al conte- nido natural primario; el andlisis ico- nografico por el cual identificamos Jas imagenes, las historias y las ale- 37. Alvaro Gémez, Osuna de frente, Bi- Dlioteca de ET Espectador, El Ancora Editores, Bogoté, 1983, p. 8. Historia y Sociedad 9 gorias; y, por ultimo, el andlisis iconolégico con el que se busca es- tablecer el significado intrinseco 0 el contenido al relacionar la obra con sistemas ideolégicos, tradicio- nes y sistemas simbélicos. Este tlti- mo nivel, dice Panofsky: Requiere algo mas que el co- nocimiento de temas 0 concep- tos especificos, tal como los transmiten las fuentes literarias [...] Para comprender estos principios necesitamos una fa- cultad mental similar a la del que hace un diagnéstico —una fa- cultad que no puedo describir mejor que con el bastante des- acreditado término de “intuicién sintética”, y que puede estar més desarrollada en un aficio- nado inteligente que en un eru- dito estudioso.** Es decir, siguiendo a Panofsky, para encontrar el significado intrin- seco o contenido de una obra de arte, es preciso hacer una interpre- taci6n iconografica mas detallada, tener “‘familiaridad con las tenden- cias esenciales de la mente huma- na” y conocer por medio de la his- toria los “sintomas culturales o sim- bolos en general” en los que fue pro- ducida dicha obra, objetivo que s6lo se alcanza por medio de una recontextualizacién cultural e histé- tica de su produccién estética. 38. Erwin Panofsky, Estudios sobre ico- nologia, Madrid, Alianza, 1980, pp. 23 y ss Dario Acevedo Carmona En lacreaci6n de las caricaturas que hemos estudiado se observa una especie de esfuerzo de resignificaci6n de ciertos simbolos eimagenes que provienen de cultu- ras antiguas o que fueron produci- das en diversos contextos histéri- cos, como por ejemplo ocurre con la imagen de la justicia (Astrea 0 Themis), la alegoria de la muerte, el 173 simbolo de la cruz esvastica, las populares imagenes de las Marianas propia de la Revolucién Francesa, el de Jacruz cristiana, la imagen del cerdo, las figuras de micos, entre otras. No es casual que existan va- tios diccionarios de simbolos y sig- nos que explican el sentido asumi- do por éstos en diversas épocas, 39, Véaseal respecto: Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de simbolos, Bogota, La- bor S. A., 10a. edicién, 1994; y, Jean Chevalier, y Alain Gheerbrant, Diccionario de los simbolos, Barcelona, Herder, 1993

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