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LA NOVELA DE POSTGUERRA (1939-1974)

La guerra civil supuso una ruptura total con la literatura inmediatamente anterior. La censura,
tanto de la Iglesia como del Gobierno, contribuyó al empobrecimiento cultural de España.
La primera consecuencia de la dictadura fue el exilio de muchos escritores. Se dan tres temas
comunes en las obras de todos ellos: el recuerdo de la guerra y de España, los nuevos lugares
donde viven y la reflexión sobre la naturaleza y la existencia del ser humano. Entre los autores
del exilio destacan Francisco Ayala (Muertes de perro, 1958), Ramón J. Sénder (Réquiem por
un campesino español, 1953), Rosa Chacel y Max Aub.
La novela de los años 40 y 50 se caracteriza por su realismo: existencial en los 40 y social en los
50. Dos novelas son representativas del realismo existencial de los años 40 por
romper con la literatura oficial y ser testimonio de una existencia desoladora y conflictiva: La
familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, que inicia la corriente denominada
tremendismo (profundiza en los aspectos más crudos de la realidad); y Nada (1945), de
Carmen Laforet, que fue la novela más existencialista de la época.

A principios de los años 50 se produce un renacimiento de la novela social, crítica y


realista, iniciado por La colmena (1951), de Camilo José Cela, donde a través de más de
trescientos personajes retrata el mundo de la postguerra en Madrid. Otra obra influyente es El
camino (1950), de Miguel Delibes, que refleja con un tono sobrio y sencillo el mundo rural
castellano. Los narradores de la generación de medio siglo creen que la literatura debe reflejar
y denunciar la situación social para concienciar a la gente de las injusticias y desigualdades. Así,
los escritores contribuyen a su erradicación. Las CARACTERÍSTICAS ESTILÍSTICAS son: narrador
oculto, personajes sin análisis psicológicos, predominio del diálogo sobre la narración, estilo
sencillo, protagonista colectivo (grupo social) o concentración de tiempo y espacios.

En los años 60 se produce el agotamiento de la novela social y se introducen nuevos


modelos narrativos. Surge así la novela experimental o estructural, cuya intención es la
investigación de la personalidad del individuo a través de la relación entre su conciencia y el
contexto social. Sus CARACTERÍSTICAS principales son: narrador cambiante; importancia del
monólogo interior como “fluir de la conciencia” y menor importancia del argumento; ruptura
de la secuencia cronológica en el relato y desaparición del capítulo tradicional; personajes
conflictivos; e inserción de recortes de periódicos, informes policiales o collages.
La novela que cambió el rumbo de la narrativa española en la década de los 60 fue Tiempo de
silencio, de Luis Martín-Santos. En ella se emplea la ironía y el humor para mostrar los
problemas de una sociedad y una existencia vacías, reflejo de la sociedad española del
momento.
Otros autores y obras significativos son: Miguel Delibes con Cinco horas con Mario (1966), Juan
Goytisolo con Señas de identidad (1966), Juan Benet con Volverás a Región (1967), Juan Marsé
con Últimas tardes con Teresa (1966) y Torrente Ballester con La saga/fuga de J. B. (1972).

A partir de los años 70 se da una gran variedad de tendencias en novela. Se vuelve a la


anécdota y a la narración de sucesos, recuperando el gusto por contar y la trama narrativa. La
fantasía se erige como tema central y se rechaza el régimen franquista, pero separando el
relato del compromiso político. Aparecen el desencanto y el escepticismo; se trabaja el diálogo
tradicional, más emocional que intelectual; y en algunas obras el tema es la propia creación
artística y novelesca (Juan Goytisolo: Juan sin tierra, 1975).

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