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Cuento ❝La Luna❞ de Arturo Rodríguez

Hace un infinito de tiempo, la Luna, vagaba sola por el espacio y nadie


le hacía compañía.

Las estrellas que tenía a su alrededor solo la acompañaban un cierto


tiempo hasta que éstas dejaban de brillar. Sus parientes y mejores
amigos se encontraban a años luz, ella se sentía abandonada.

Su amigo más cercano era el Sol, este, cada vez que podía, encarnaba
una plática con ella que, a lo mucho, duraba unos cientos de años,
pero no era suficiente para hacer sentir a la Luna feliz, pues a veces la
soledad suele ser eterna.

Divagando en el espacio, la Luna encontró un planeta diferente a los


demás, era extraño y especial, conocido como ‘‘Tierra’’.

La Tierra se encontraba sola, no tenía a nadie al igual que la luna; esto


lo podría aprovechar, así ambos podría ser amigos. Solo esperaba que
la Tierra no fuera como el mujeriego de Saturno, que tenía muchas
lunas a su alrededor y entre todas le dieron anillos para hacerlo lucir
mejor.

Observando a su alrededor miró a sus vecinos, uno era Marte, un


planeta muy malo que siempre se encontraba rojo de ira sin motivo
alguno. Y al otro lado estaba Venus y Mercurio, dos planetas muy
chismosos, siempre pegados al Sol.

La luna se acercó lo más que pudo a la Tierra para observar mejor su


apariencia, a simple vista era sencillamente hermosa, algo que jamás
había visto desde que miro como una gigante roja se convirtió en un
evento único que llamo ‘‘supernova’’.

Mientras la Luna más miraba a la Tierra más quedaba hipnotizada con


su apariencia.

Cuando por fin tomó el valor de hablarle se dio cuenta que


la Tierra era bipolar, no por tener dos polos opuestos, sino porque a
veces era cálida, a veces era fría. Se comportaba amable, aunque en
ciertas ocasiones tenía un humor de mil huracanes.

Mientras la Luna y la Tierra hablaban, el tiempo pasaba como si nada.


La Luna le tomó mucho aprecio a la Tierra y acabó sintiéndose atraída
por ella, amándola, en secreto.

La Tierra parecía estar loca, nunca paraba de dar vueltas, esto la hacía


feliz; la Luna cegada por su amor comenzó a seguirla. Ambas hablaban
demasiado, incluso la Tierra le habló a Luna de algo dentro de ella
llamado agua, era extraño pero asombroso, pero no podía dárselo tan
fácil. La Luna dijo que quizás podía tomarlo, entonces con su fuerza
comenzó poco a poco a atraer el agua, pero era inútil, aun así, jamás
dejo de intentar.

Bajo intriga, el planeta Tierra comenzó a hacer preguntas al azar a


la Luna. Esta le contó que tenía un lado oscuro el cual detestaba pues
era frío y lleno de dolor. Pero claro, su amigo el Sol siempre estaba ahí
para sacar el mejor brillo de ella. A la Tierra se le hacía tan bello el
brillo de la Luna pero simplemente no sentía lo mismo que
la Luna sentía por ella.

Cuando la Luna confesó su amor la Tierra, esta se sobresaltó, en su


interior sentía escalofríos e incluso se calentó de más. Al no querer
herir a la Luna, la Tierra le contó la verdad de su forma de ser. Hace
mucho tiempo la Tierra tenía un gran corazón para todos y acabo
enamorándose de alguien, pero era un amor no correspondido que
terminó destrozando su corazón y partiéndolo en seis pedazos
diferentes, ella no quería volver a amar por miedo a sufrir otra vez.

La Luna se terminó dando cuenta de que quien realmente necesitaba


un amigo era la Tierra y llegó para ayudarla, el tiempo jamás volvió a
ser largo; eran felices, la Luna le hizo una promesa a la Tierra, le dijo
que jamás la abandonaría y se quedaría con ella eternamente. Más allá
de la oscuridad, más allá de la eternidad.

Fin.

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