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Contenido

FUNDACIÓN Y UBICACIÓN DE ROMA..................................................................3


Mito: EL ORIGEN.................................................................................................. 5
El rapto de las Sabinas............................................................................................ 6
ETAPAS DE LA HISTORIA DE ROMA.....................................................................7
LA MONARQUÍA ROMANA.....................................................................................7
Los 7 reyes de Roma................................................................................................ 7
La expulsión de séptimo rey y el final de la monarquía romana.........................9
Leyenda de Lucrecia.............................................................................................. 10
LA REPÚBLICA......................................................................................................... 12
Organización política............................................................................................. 12
Organización social................................................................................................ 15
Las sediciones......................................................................................................... 16
Retirada al Monte Sagrado................................................................................... 16
Creación tribunado de la plebe.............................................................................17
Coriolano y el ejército contra roma.....................................................................17
Cincinato, un dictador modelo.............................................................................18
EXPANSIÓN DE ROMA........................................................................................... 19
Conquista de veyes................................................................................................. 19
La invasión de los galos según la tradición..........................................................20
Guerras samnitas................................................................................................... 21
Guerras púnicas..................................................................................................... 21
ROMANOS EN HISPANIA....................................................................................... 24
Latín vulgar............................................................................................................ 25
HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA...............................................................28
LAPESSA.................................................................................................................... 28
Substratos lingüísticos prerromanos en la fonología española..........................32
EL ABECEDARIO...................................................................................................... 32
PRINCIPALES FENÓMENOS LINGÜÍSTICOS DE EVOLUCIÓN DEL LATÍN
HACIA EL ESPAÑOL......................................................................................................... 34
Principales cambios fonológicos desde el latín hasta el español.........................34
FIN DE LA REPÚBLICA........................................................................................... 43
El conflicto de los Gracos...................................................................................... 43
La crisis del siglo I a.C............................................................................................ 43
El triunvirato............................................................................................................ 43
La obra de Julio César............................................................................................. 44
La sucesión de Julio César....................................................................................... 44
Una edad dorada...................................................................................................... 44
Las nuevas instituciones.......................................................................................... 44
EL IMPERIO............................................................................................................... 45
Primeros sucesores de Augusto 27 a.C – 68 d. C....................................................45
Dinastía Flavia....................................................................................................... 46
Dinastía Antonina.................................................................................................. 46
CRISIS DEL SIGLO III.............................................................................................. 46
Las reformas de Diocleciano................................................................................. 46
Constantino............................................................................................................ 47
Teodosio divide el Imperio.................................................................................... 47
LAS INVASIONES BÁRBARAS..............................................................................47
Occidente asediado................................................................................................ 47
El saqueo de Roma................................................................................................. 48
FIN DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE....................................................48
FUNDACIÓN Y UBICACIÓN DE ROMA
“Historia de Roma”. Grimberg

La época del primer asentamiento humano en Roma se remonta, sin duda, más allá de
753 antes de Cristo, quizás antes del año 1000. Es evidente que el desarrollo de la ciudad
no puede explicarse sólo por la energía de su población, sino que contribuyeron también
circunstancias geográficas y económicas. Roma era una de tantas ciudades pequeñas que
antaño llenaron la Campania. La mayor parte ha desaparecido, pero Roma existe todavía y
sigue siendo una urbe de importancia mundial. Se elevó muy por encima de las demás
ciudades gracias, en parte, a su posición favorable en el Tíber, la arteria del Lacio. Roma
debe significar “ciudad junto al río”, cuya desembocadura permitió el asentamiento de un
puerto muy frecuentado, el único de Italia central en aquella época. Las colinas de piedra
volcánica en donde Roma surgió, constituían el primer lugar que ofrecía excelentes
posibilidades defensivas. Además, las colinas proporcionaban residencia más sana que el
resto de la zona, pantanosa y de fiebres endémicas.

Desde remotos tiempos, el Tíber formaba una frontera natural entre el Lacio y sus
vecinos del norte. Roma aún poseía otra innegable ventaja sobre las demás ciudades del
Lacio: disponía de sal. Durante mucho tiempo, de las marismas sitas junto a la
desembocadura del Tíber, se acarreaban grandes cantidades de sal hasta los pueblos
montañeses del nordeste. La ruta comercial que originó este tráfico se llamó Vía Salaria
(camino de la sal), y aún sigue llamándose así.
Roma era, pues, el lugar del Lacio que mejor se prestaba al establecimiento de una
ciudad fortificada y comercial. Levantada al principio sobre una colina, se fue extendiendo
después hasta ocupar siete, por lo que se denominó "la ciudad de las siete colinas". En la
Roma de nuestros días no se aprecian estas colinas, debido a las devastaciones sufridas por
la ciudad en la Antigüedad y en el Medioevo. Destrucción total, sólo ha sufrido una: la del
año 387 antes de Cristo (invasión de los galos); pero en la época del emperador Nerón, por
ejemplo, buena parte de la urbe fue destruida por un incendio. Después de tales
cataclismos, se levantaban nuevos barrios sobre las ruinas anteriores, lo que explica que el
suelo entre colina y colina sea, en algunos lugares, unos pocos metros más elevado que el
primitivo.

“Las condiciones geográficas explican en parte el desarrollo de Roma. El primer


asentamiento se instaló en el Latium en oposición al margen Etrusco. Algunos historiadores
consideran que, contra lo que dice la leyenda, Roma no se asentaba sobre siete colinas, sino
sobre tres. En el cuaternario, una lengua volcánica venida de los montes Albanos alcanzó el
Tíber aislando tres colinas (Aventino, Palatino y Capitolio).”
Yann Le Bohec “Breve Historia de la Roma Antigua” Cap.1
Mito: EL ORIGEN.

En el Lacio, el país de los latinos, había varias ciudades y una de las más antiguas era
Alba-Longa, fundada por el troyano Julus, llegado al Lacio con su padre Eneas, después de
diversas aventuras. Reinaba allí, en el siglo VIII antes de Cristo, un rey llamado Numitor,
hombre apacible y bueno; su hermano menor Amulio, cruel y ambicioso, expulsó a aquel
rey del trono y mandó asesinar al hijo de Numitor y consagrar a su hija al servicio de la
diosa Vesta, protectora de la familia y del hogar, para impedir que Numitor pudiera tener
herederos. Las vestales se ocupaban de mantener el fuego sagrado que ardía en el altar de
la diosa y estaban obligadas a la más rigurosa castidad. Pero Marte, dios de la guerra, se
enamoró de la encantadora princesa y de su unión nacieron dos gemelos, Rómulo y Remo.
Asustado el cruel Amulio, ordenó que arrojaran a los dos gemelos al Tíber, pero el
servidor del rey, más piadoso que su señor, depositó a los niños en una cesta y los confió a
las aguas del río. La cesta se detuvo en una orilla y el dios Marte se apiadó de sus hijos y
mandó a uno de los animales que le estaban consagrados que prestara auxilio a los niños:
una loba sedienta vino a beber a la orilla del río y los alimentó con su leche.
Un pastor que descubrió a los dos niños, los llevo a su casa y cuidó de ellos. Los
pequeños crecieron en un ambiente sano junto a los hijos de los pastores y se fortalecieron
luchando con las fieras y los bandidos. Un día, Numitor los encontró y por las preguntas
que hizo al pastor acerca de ellos intuyó que se trataba de sus nietos. Numitor les reveló
todo el daño causado, por Amulio; entonces, Rómulo y Remo reunieron una tropa de
pastores que se apoderaron del usurpador, le dieron muerte y luego devolvieron el trono a
su abuelo. Ellos se instalaron en una colina, cerca del lugar donde fueron alimentados por
la loba y la rodearon con un muro de piedra. Así cuenta la leyenda los comienzos de la
ciudad de Roma.
Rómulo fue el primer rey de la ciudad, pero Remo, envidioso, quiso demostrarle su
superioridad insultándole en público y saltando por el muro que su hermano había
construido. Rómulo se encolerizó tanto, que se abalanzó sobre su hermano y lo mató,
exclamando "¡Esto le ocurrirá a quien atraviese los muros!". El tema del niño encontrado y
salvado milagrosamente aparece ya en la leyenda babilónica de Sargón I, en la persa de
Ciro y en la griega de Edipo. En el primer relato, el niño es dejado cerca de la orilla; en los
dos últimos, los pequeños son salvados por un pastor, y ambos motivos aparecen en la
leyenda romana.

El rapto de las Sabinas

Para que la ciudad creciera con más rapidez, Rómulo dio asilo a los fugitivos de todos
los poblados y aldeas cercanas, ello motivó que acudieran a establecerse en Roma muchos
desterrados y aventureros.
A causa de ello, los pueblos vecinos no quisieron mantener contacto con una
población de tan dudosa fama. Entonces, a Rómulo se le ocurrió organizar una fiesta
religiosa seguida de grandes concursos deportivos. Con este pretexto, los habitantes de
otras ciudades que dudaban visitar la nueva urbe, decidieron hacerlo, pese a la detestable

reputación de sus habitantes.

Los sabinos, pueblo originario de los Apeninos, acudieron en tropel. Durante las
competiciones, y a una señal de Rómulo, los romanos se abalanzaron sobre los
espectadores y raptaron a las muchachas sabinas.
Cuando los invitados regresaron a sus hogares y se recobraron un tanto,
reemprendieron el viaje a Roma para castigar a Rómulo y a sus insolentes súbditos. El
combate fue terrible. Pero las sabinas, desmelenadas y desgarrados los vestidos, mediaron
en la refriega para separar a los combatientes. El hecho no tenía remedio: ya eran esposas
de los romanos, ¿para qué, pues, luchar? Por eso suplicaban a los sabinos: "¡No matéis a
nuestros maridos!"; y a los romanos: "¡No matéis a nuestros padres y hermanos!" Esta
inesperada intervención ocasionó una reconciliación general: los antagonistas no sólo
pactaron la paz, sino también un tratado de alianza. Romanos y sabinos formarían un solo
pueblo y ambos se establecerían en una de las colinas de Roma. Así, al menos, lo cuenta la
leyenda.

ETAPAS DE LA HISTORIA DE ROMA.

La historia de Roma durará más de doce siglos y durante este tiempo


conquistó las riberas del Mediterráneo y se convirtió en el estado más poderoso de su
época. Desde el punto de vista político Roma pasó por tres sistemas: la monarquía

(753-509 a. C), la república (509-27 a. C.) y el imperio (27 a. C. - 476 d. C.).

LA MONARQUÍA ROMANA.

En principio el gobierno de Roma se organizó como una monarquía, cuyos primeros reyes
romanos fueron latinos y sabinos pero los últimos fueron etruscos, pueblo que había
sometido el Lacio.

Los 7 reyes de Roma.

En total fueron siete hombres los que reinaron en Roma organizados cronológicamente de la

siguiente manera:

RÓMULO:
Primer Rey y fundador de la ciudad de Roma. Fue el iniciador del período histórico
denominado Monarquía Romana. Por poco tiempo, compartió gobierno con el rey sabino
Tito Tacio para consolidar la paz en la ciudad. Llegó a gobernar 38 años en los que
extendió magníficamente el poderío de Roma por toda la región del Lacio y sus
alrededores.
Luego del rapto de las Sabinas y la guerra, ambos pueblos propusieron organizar un
banquete de reconciliación en el cual se gestó el cogobierno entre Rómulo y Tito Tacio, rey
de los sabinos, que no duró demasiado, ya que por la muerte de este último se disolvió ese
gobierno conjunto.
Con la muerte de Tacio, Rómulo, quedó solo al frente de las decisiones de gobierno.
Seleccionó 100 hombres nobles de Roma para conformar el senado, que actuó como
un órgano consultivo del rey; se los denominó Padres y a sus descendientes Patricios. Por
otro lado, instauró la institución de los augures (religión romana) y dividió a la población
en tribus: los romanos, los sabinos y el resto de los habitantes.
Cada tribu tuvo derecho a elegir 10 curias y conformar una comunidad de varones, a
la que agregaron 100 caballeros y 10 infantes cada una, que finalmente terminó por
configurar a la primera legión romana.

NUMA POMPILIO:
El sucesor de Rómulo fue Numa el Ceremonioso, elegido rey gracias a la simpatía
que despertó en sus compatriotas, su sabiduría y amor a la justicia. Se le atribuye la
reglamentación de las ceremonias y costumbres religiosas de los romanos. Confió la
dirección del culto a sacerdotes colegiados. Otra función religiosa de importancia capital
era la adivinación mediante el examen del hígado y vísceras de animales sacrificados o la
interpretación de la voluntad de los dioses por el vuelo de las aves llevada a cabo por los
augures.
Numa edificó un templo a Jano, el bifaz dios de los cambios, santuario que sólo se
abría cuando había guerra. Durante todo el largo reinado de Numa, nunca fue preciso abrir
las puertas del templo; pero después sólo se cerraron una vez en toda la historia de Roma
hasta el emperador Augusto.

TULIO HOSTILIO:

El tercer rey de Roma fue Tulio Hostilio. Al contrario de su predecesor, fue un líder
guerrero y ambicioso. Tulio acometió ataques contra diversos pueblos vecinos de Roma
destruyendo y conquistando nuevos territorios como Alba Longa y Veyes. Pero no sólo
destruyó, también construyó. Entre sus obras se hayan algunas muy importantes como la Curia
Hostilia, edificio donde el senado se reuniría durante muchos siglos .

ANCO MARCIO:

Los dos estilos de estos reyes se juntarían en la figura de su sucesor, Anco Marcio. El
mandato del cuarto rey de Roma supuso un gran desarrollo para la ciudad. Anco, pese a no
tener ideología de conquistador, se vio muy pronto envuelto en una guerra contra los
latinos, que atacaron Roma. No sólo logró la victoria, sino que sometió a toda la región del
Lacio. A las gentes derrotadas las instaló en Roma, en la colina del Aventino. Sin embargo,
éstos no tendrían derechos como el resto ni representación en el senado. Anco Marcio
creaba así la plebe.

Durante este período de la monarquía, Roma no sólo se agrandó con la guerra sino
también con construcciones y acciones políticas. Además de unir el Aventino a su
territorio, expandió la ciudad hasta el mar con la fundación de Ostia. Allí construyó el
puerto y las fábricas de salazón, ambos muy importantes a lo largo de la historia de Roma.
En la urbe, el rey romano construyó un puerto en el Tíber, al igual que el primer puente
sobre el río. Con estas infraestructuras y el crecimiento de la población, Roma tenía todo
para convertirse en una potencia.

TARQUINIO PRISCO:
Tarquinio Prisco, primer etrusco en llegar al cargo. Tarquinio implantó importantes mejoras
en la ciudad, claves a lo largo de su historia. El ‘rex’ dio a Roma un sistema de acantarillado con la
Cloaca Máxima, comenzó a construir el Foro Romano y creó unos juegos propios influenciados por
los etruscos y los griegos. Para ello adaptó un terreno para las carreras de caballos. Un terreno que
más tarde se convertiría en el Circo Máximo.
Se cree que Tarquinio fue asesinado en una conjura. Su mujer Tanaquil ocultó su muerte.
Alegando que el rey estaba convaleciente, puso a su yerno en el trono »mientras Tarquinio se
recuperaba». Una exitosa estrategia para conservar el poder en la familia. Cuando la situación se
hubo tranquilizado y su yerno ya manejaba el gobierno, Tanaquil anunció la muerte de Tarquinio y
Servio Tulio siguió ejerciendo sus funciones, pero ahora ya como sexto rey de Roma.

SERVIO TULIO:

Esto no gustó nada al pueblo, ya que siempre había sido éste el que decidía quién era
el rey. Para apaciguarlos, Servio Tulio les dedicó diversas construcciones y leyes para su
beneficio ordenando incluso levantar un templo para la plebe en el Aventino.
La tradición romana atribuye al rey Servio Tulio la organización de las instituciones
políticas. Servio Tulio estableció un impuesto general y decretó el servicio obligatorio para
todos los hombres en edad militar. Según la misma tradición, dividió al pueblo en cinco
clases y cada una en centurias, basadas en la fortuna de cada ciudadano y en las
obligaciones fiscales y militares que de ellas se derivaban. Esta clasificación era válida
tanto en el campo de batalla como en el Foro, donde se reunía la asamblea popular. Los
conceptos de soldado y ciudadano se identificaban de tal forma, que las deliberaciones de
los representantes del pueblo estaban influidas por la disciplina militar Cada centuria tenía
una representación en la asamblea. Había 193 centurias en total, pero más de la mitad, 98
exactamente, las integraban los ciudadanos más ricos. Bastaba que estas centurias
coincidieran para resolver en pro o en contra ante cualquier decisión de la asamblea; por el
contrario, la quinta clase casi nunca tenía ocasión de votar. El sistema gubernamental
establecido por Servio Tulio funcionaba como "un régimen aristocrático disfrazado de
democracia".

TARQUINIO EL SOBERBIO

Por segunda y última vez, su sucesor no sería elegido por el pueblo romano.
Tarquinio el Soberbio asesinó a su suegro, Servio Tulio, para autoproclamarse séptimo rey
de Roma alegando que éste era un usurpador y él el verdadero sucesor de Tarquinio Prisco.

Tarquinio el Soberbio era un hombre ambicioso y hambriento de poder, el cual quitó


al senado para centrarlo en su persona. Los romanos no vieron esto con buenos ojos, veían
cómo perdían el poder de escoger a su mandatario, el poder de intervenir en su gobierno y
cómo la figura del rey se alejaba de su función original. No era la monarquía romana
electiva que habían imaginado.

La expulsión de séptimo rey y el final de la monarquía romana

Tradicionalmente, el fin de Tarquinio el Soberbio se relaciona con un episodio


violento protagonizado por su hijo Sexto: la violación de Lucrecia, una patricia romana
casada con un pariente del propio rey.
Origen de la República Romana (año 598 antes de la era cristiana) – Casto Plascencia

Leyenda de Lucrecia
Según la narración de Tito Livio, aceptada sin graves reparos por los historiadores
posteriores, Lucrecia tenía fama de mujer hacendosa, honesta y hermosa. Se sabe que su
belleza y honestidad impresionaron vivamente a Sexto Tarquinio, hijo del rey Lucio
Tarquinio el Soberbio.
Este, para satisfacer los frenéticos deseos que sentía por ella, pidió hospitalidad a
Lucrecia cuando su esposo se hallaba ausente. Aprovechando la oscuridad de la noche, se

introdujo en la habitación de Lucrecia y la violó, sin que ella se resistiera ni gritara,


creyéndole su marido. Según la moderna referencia del episodio, Lucrecia despertó
sobresaltada y reconoció a Sexto; quien temeroso de que su víctima gritase, le dijo
"¡Silencio, Lucrecia, Sexto Tarquino soy, si lanzas un grito, si profieres una palabra, te
mato!" y como Lucrecia no pudo responder ya con la punta de una espada colocada sobre su
pecho, Sexto Tarquino prosiguió "Escucha: yo te amo. Sé que eres fiel, y que me resistirás,
prefiriendo morir antes de rendirte. Mas con todo, óyeme. No es la muerte la mayor
amenaza para ti, sino la deshonra pública. Si no accedes a mi pasión y me veo obligado a
matarte, mataré en seguida al más joven y bello de tus esclavos, pondré su desnudo cadáver
entre tus brazos y proclamaré que, habiéndote sorprendido en adulterio, he castigado a
ambos con la muerte, vengando así el honor de Colatino, mi deudo y amigo. En vano
Lucrecia rogó, imploró, se revolvió desesperada, Sexto Tarquino le hizo comprender con
evidencia que resistirse era morir y quedar para siempre deshonrada en la memoria de
Roma y de su esposo.
Al día siguiente Lucrecia llamó a su padre y a su esposo, y les refirió el ultraje
recibido. Les pidió venganza contra Sexto Tarquino y se hundió un puñal en el pecho
después de pronunciar la frase: «¡Ninguna mujer quedará autorizada con el ejemplo de
Lucrecia para sobrevivir a su deshonor!»
El suicidio de la joven tras el ultraje suscitó tal indignación que los romanos,
liderados por Bruto, un sobrino de Tarquinio, y decidieron prohibir el regreso del rey –que
en esos momentos se encontraba en una campaña militar contra Ardea– y expulsar de la
ciudad a todos los miembros de su familia. Según la tradición, Lucio Junio Bruto y
Tarquinio Colatino, convertidos en libertadores del pueblo, se proclamaron cónsules, una
nueva magistratura anual que sustituía a la figura del monarca. Quedaba así abolida la
monarquía y daba inicio el sistema republicano. Naturalmente, éste es un relato legendario,
elaborado mucho después de los acontecimientos. Los historiadores actuales han propuesto
diversas hipótesis sobre la caída de Tarquinio: una revolución interna, la amenaza de otro
líder etrusco, la reacción latina a la supremacía etrusca, o una evolución más gradual por la
que la vieja aristocracia fue sustituida por la nobleza de corte que se desarrolló en torno al
«tirano».
Tras la expulsión de Roma, los Tarquinios buscaron refugio en ciudades etruscas
aliadas. Sexto Tarquinio acudió a Gabii, donde fue asesinado; dos de sus hermanos se
refugiaron en Caere, y Tarquinio el Soberbio buscó asilo en su tierra natal, Tarquinia, donde
empezó a tramar la restauración de la monarquía en Roma. Inicialmente, Tarquinio trató de
organizar una conjura por medio de legados enviados a Roma a reclamar las propiedades de
la familia real. En el complot se involucraron numerosos jóvenes contrarios al nuevo
sistema republicano, entre ellos los hijos del cónsul Junio Bruto. Pero la intriga fue
denunciada, las propiedades reales fueron confiscadas y se condenó a los conjurados a ser
azotados y decapitados públicamente.
LA REPÚBLICA.

¿Quiénes gobernaban en la República Romana?

Organización política
Durante la República se crearon de forma gradual una serie de instituciones de
gobierno representativas. En principio las instituciones estaban monopolizadas por los
patricios, pero los plebeyos, que pagaban impuestos y servían en el ejército, fueron
exigiendo y consiguiendo derechos políticos y participar en el gobierno de la ciudad. En el
siglo V. a. C. lograron que un representante, el tribuno de la plebe, defendiera sus intereses
en el Senado y un siglo después los plebeyos podían ser magistrados y senadores. Las
instituciones principales fueron: los Comicios, las Magistraturas y el Senado.

LOS COMICIOS: eran asambleas en las que se reunían los ciudadanos romanos
para votar las leyes, elegir, los cargos públicos y decidir la guerra o la paz. Estas asambleas
populares se reunían siguiendo distintos criterios y con funciones distintas:

• Comicios de las centurias: elegían los magistrados superiores (consules


pretores y censores) y declaraban la guerra.
• Comicios de las tribus, la unidad de voto era la tribu (distrito territorial),
eligen a ediles curules y cuestores, y legislaban.
• Comicios de las curias, administra justicia
• Comicios de la plebe, elige el tribuno de la plebe y el edil de la plebe.

LAS MAGISTRATURAS eran cargos políticos con funciones específicas y que


suponían toda una carrea política. Estos cargos eran:

• Colegiados: a fin de equilibrar el poder y evitar la corrupción, todos los


cargos se compartían con, al menos, otra persona.
• Ad honorem.
• Anuales, de forma que todos los años había votaciones
• Electos, excepto el cargo de senador, reservado para los antiguos cónsules y
con carácter vitalicio.
Todas las magistraturas eran ordinarias, sólo el cargo de dictador era extraordinario,
propio de épocas difíciles; se encargaba así, durante seis meses, de gobernar Roma y su
ejército, y su poder estaba por encima del de los cónsules. El dictador tenía, además, un
ayudante, el jefe de caballería.
Seis eran las magistraturas, ordenadas de mayor a menor importancia política:
Cónsul, Pretor, Edil, Cuestor, Censor, Tribuno de la plebe.
EL SENADO era la institución más importante. Era un consejo supremo encargado
de asesorar a los magistrados. Además, establecía leyes y dirigía la política exterior. Sus
miembros eran vitalicios, unos 300, y eran antiguos cónsules y magistrados, y personas que
sobresalían por sus cualidades, su fortuna y su posición social.

CÓNSULES: Cada año eran elegidos dos cónsules que encabezaban el Estado y daban
nombre al año. Tenían funciones administrativas, judiciales, civiles y militares. Durante el
primer siglo y medio de la República, alternaron su presencia con otros cargos públicos.
La promulgación de las Leyes Licinio-Sextias en el año 367 a. C., por las que se
abría la posibilidad de que los plebeyos ejercieran el consulado hasta ese momento
monopolizado por los patricios, fijó el sistema de consulados anuales de la República
clásica. Los primeros años tras la promulgación todavía vieron parejas consulares patricias,
por lo que en el año 342 a. C. una de las Leyes Genucias establecía que uno de los cónsules
debía ser obligatoriamente plebeyo.1 En el año 172 a. C. por primera vez los dos cónsules
fueron de extracción plebeya.
La Ley Vilia, promulgada en el año 180 a. C., estableció el CURSUS HONORUM
que fijaba tanto el orden de las magistraturas como el intervalo de tiempo para ejercerlas.
(Cónsul, Pretor, Edil, Cuestor, Censor, Tribuno de la plebe).
DICTADORES
En momentos de necesidad, ya fuera civil o militar, la autoridad de los cónsules era
reemplazada con el nombramiento de un dictador, cuyo imperium era mayor que el del
cónsul. Estaba asistido por un magister equitum. El dictador abandonaba su cargo al
completar la tarea para la que había sido elegido o tras seis meses en el puesto; además, no
prolongaba el ejercicio del cargo más allá del año consular en el que había sido elegido. Sin
embargo, en el siglo IV a. C. algunos dictadores se saltaron esta última regla y dieron lugar
a la aparición de los años dictatoriales en la creencia de que estos dictadores habían sido
elegidos para encabezar el año, malentendido que se perpetuó en los Fasti Capitolini. Otra
posibilidad es que su aparición se debiera a la necesidad de llenar huecos en las listas de
magistrados.
DECENVIROS En el año 451 a. C. se eligió un colegio de diez hombres, llamados
decenviros, en lugar de los cónsules para que elaboraran y pusieran por escrito las leyes
romanas, de forma que los plebeyos pudiesen saber cuales eran sus derechos. El resultado
fue la Ley de las Doce Tablas. Según la tradición, se nombró un segundo colegio al año
siguiente porque se pensaba que las leyes compiladas por el primer colegio no estaban
completas. Sin embargo, estos decenviros trataron de perpetuarse en el poder ilegalmente
con escusas y violencia hasta que una revuelta popular los depuso y reinstauró el consulado.

LEY DE LAS DOCE TABLAS O LEX DUODECIM TABULARUMNI


Fue conjunto de leyes inscritas en 12 tablillas de bronce creadas en la antigua Roma
en los años 451 y 450 a.C.
Ley I, II y III, dedicadas al “Derecho procesal privado”, por el cual el magistrado
presidía el proceso, y el juez era el encargado de dictar sentencia.
Ley IV y V, sobre el “Derecho familiar y sucesiones”, legalizaciones
testamentarias, afianzando y regulando jurídicamente al paterfamilias, como cabeza de la
familia con potestad sobre todos sus miembros, aunque también establecieron el divorcio a
favor de la mujer.
Ley VI y VII estableciendo en la República Romana, “Derecho penal público y
privado”, atendiendo con ello leyes hacia los crímenes, parricidios, delitos de lesiones,
daños a terceros, hurtos, etc.
Ley VIII, De los derechos prediales del derecho público. Apuntan sobre la
reglamentación de los edificios, en cuanto a las distancias entre los mismos en relación a un
vecino. Así como el conflicto sobre las construcciones entre campos limítrofes, al igual que
los frutos derivados en esos linderos y la manera de proceder con los mismos.
Ley IX. Del derecho público. A ningún ciudadano se le concederán derechos
especiales. Los deudores sujetos a límites hacia la ciudadanía, pero que, habiendo saldado
sus deudas, gozará de las mismas opciones que los ciudadanos romanos libres.
Ley X, a instancias de “Derecho Sacro”, esto es, regular jurídicamente la vida
interna de la ciudad, donde se debían cumplir por ley las disposiciones, prohibitivas sobre la
inhumación o incineración en el interior de la ciudad, por motivos de salud pública, y en la
evitación de incendios, como así mismo vetar el excesivo de lujo en los funerales.
Ley XI y XII, reforzando por medio de estas dos últimas leyes, lo que ya promulgó
en las leyes I y II, castigando el concubinaje o matrimonios entre patricios y plebeyos,
llamadas, por este motivo “Tabulae inicua” (Tablas de las injusticias).
TRIBUNOS CONSULARES Entre las disputas que los decenviros no fueron
capaces de resolver estaban las relaciones entre los patricios, entonces la aristocracia
hereditaria, y los plebeyos o ciudadanos comunes. Aunque se ha argumentado que algunos
cónsules anteriores al decenvirato pudieron haber sido plebeyos, el cargo estaba cerrado
para estos. Alrededor de la segunda mitad del siglo V a. C. Para evitar que los conflictos
civiles escalaran hasta enfrentamientos armados, se crearon los tribunos militares con poder
consular o tribunos consulares en el año 444 a. C. En vez de dos cónsules patricios, el
pueblo podía elegir un colegio de magistrados que podían ser patricios o plebeyos. No
obstante esto, la mayoría de tribunos consulares siguió siendo patricia y alternó con
colegios consulares durante todo el siglo V a. C.

Organización social

Los Patricios

La población de Roma se componía de ciudadanos libres y esclavos, como la de


Grecia. Desde tiempos remotos, los ciudadanos libres se clasificaban en patricios y
plebeyos, ambos grupos separados por una barrera infranqueable. Los miembros de las
antiguas familias romanas eran patricios.
La palabra patricio viene de pater (padre). Patricios eran las personas libres que
dependían de un pater familiae, cacique o jefe de una familia. No había muchos
paterfamilias en Roma, puesto que una familia no constaba entonces, como ahora, de los
cónyuges y sus hijos, sino de todos los varones vivos descendientes por línea paterna de un
antepasado común: tíos, primos, sobrinos y nietos, más sus respectivas esposas y sus hijas,
hermanas y tías solteras.
Si a este grupo de vivos agregamos los antepasados difuntos, tendremos la gens. La
organización de la sociedad en gentes, típica de muchas etnias indoeuropeas tales como
aqueos y germanos, les valió de parte de la diáspora judía y, en concreto, de San Pablo, el
apelativo común de gentiles. La solidaridad se expresaba en el apellido, común a todos los
miembros de la gens.
Podría decirse que la historia de Roma fue la crónica de sus familias aristocráticas,
como lo prueban los historiadores romanos, que sacaron muchos de sus relatos de las
tradiciones familiares. Es evidente que estas fuentes aparecen alteradas por el deseo de
cada familia de realzar la propia historia con la del Estado.
Por adopción, entraban también voluntariamente a formar parte de la familia los
libertos y plebeyos acogidos por ella.
Estos patricios advenedizos -llamados clientes-, aunque no podían casarse con los
auténticos, gozaban de la protección del paterfamilias; en contrapartida, debían contribuir
de una u otra forma al bienestar del grupo.

Los Plebeyos

¿Y quiénes eran los plebeyos? Un tiempo se creyó en gente de clase baja. Pero el
abismo entre ricos y pobres no correspondía exactamente al que separaba a patricios y
plebeyos.
Como señala Mommsen, algunas familias plebeyas eran ricas y respetadas. Sólo la
torpeza de los patricios los alejaba de los asuntos políticos de la ciudad, con lo que creaban
ellos mismos la situación adecuada para que surgieran jefes influyentes en la oposición.
Plebeyos eran los extranjeros y los descendientes de tales inmigrantes. Debido a que
buena parte de las tierras, como hemos dicho, constituía manos muertas, cabe deducir que
mientras los patricios dominaban en los campos, los plebeyos se establecieron
principalmente en los sectores urbanos, donde fueron haciéndose más y más numerosos, a
medida que la ciudad iba creciendo con nuevos forasteros y que de las familias patricias se
iban desgajando algunos individuos proscritos por violar el código de honor gentil.
Pese a su importancia cuantitativa, esta clase no podía participar de los deberes y
derechos cívicos. Dispensada del servicio militar y del pago de impuestos, tampoco tenía
influencia alguna en el gobierno. En tiempos remotos, ni siquiera hubo juzgados que
atendieran sus cuitas, razón por la cual algunos de ellos buscaron seguridad adhiriéndose
como clientes a alguna familia patricia con la que tenían relaciones comerciales habituales.
Posteriormente, tal vez desde las reformas de Servio Tulio, se les forzó a combatir a los
enemigos de Roma, al principio, bajo las órdenes de centuriones patricios, ya que ellos
carecían de formación militar y generalmente de interés por las armas. Mas, al revés de
muchos patricios, que poseían esclavos para el labrado de sus acres mientras ellos
peleaban, los plebeyos, cuya posición política, militar y social nos recuerda la de los
periecos en Esparta, se veían forzados a pedir préstamos a los patricios. Ahora bien, cuando
un deudor no podía pagar los usurarios intereses exigidos, una rigurosa ley autorizaba al
acreedor a encarcelar o a reducir a esclavitud al deudor y a su familia.
De manera que, cuanto más prolongadas e importantes eran las guerras y más
aumentaba el territorio romano, tanto más penosa era la situación de los plebeyos. "Se
quejaban -dice Tito Livio- que su destino fuera luchar por la libertad y el poder de Roma,
mientras Roma oprimía y esclavizaba a sus mismos compatriotas." La libertad del hombre
del pueblo era mejor salvaguardada en guerra que en paz; había más seguridad frente al
enemigo que ante sus compatriotas.

Las sediciones

Los dos primeros siglos de la república, un periodo caracterizado en su totalidad por


un régimen muy aristocrático, estuvieron marcados por violentos conflictos socio-políticos
que enfrentaron a patricios y plebeyos. La distinción entre estos dos grupos no residía en la
fortuna pues cada uno de ellos estaba dirigido por hombres igualmente ricos que se
apoyaban en una numerosa clientela formada por pobres obligados a sostenerlos.
En el 494-3 los plebeyos decidieron hacer secesión y fundar una ciudad competidora
sobre el Aventino, colina donde se encontraban sus santuarios. Esta fue una de las primeras
huelgas de la historia pero los plebeyos conquistaron el poder grado tras grado. Así una ley
de 445 abolió la prohibición de los matrimonios mixtos, en el 356 a la censura. En el curso
de los siglos IV y III, los ricos de los dos campos se acercaron sobre todo por los
matrimonios para llegar a formar finalmente una sola élite, la nobleza o NOBILITAS. La
palabra plebeyo en tanto cambió de sentido y se reservó para los hombres libres y pobres.

Retirada al Monte Sagrado

En el seno de la sociedad romana latía un peligro: la amenaza de los plebeyos de no


cumplir sus obligaciones militares si no se les atendía. Los patricios tuvieron miedo y
prometieron suavizar las leyes relativas a las deudas; así tranquilizadas, las pobres gentes
marcharon a la guerra y derrotaron a los volscos, pero, desaparecido el peligro, se
olvidaron de las promesas y la situación volvió a repetirse. "Al fin -dice Tito Livio-, la
paciencia de los plebeyos se acabó. Abandonaron Roma y levantaron un campamento en el
Monte Sagrado." Desde allí amenazaron con fundar una ciudad rival, en la qué todos los
hombres tuvieran los mismos derechos.
Roma quedó consternada. ¿Qué sucedería si estallaba una guerra? Decidieron
parlamentar con los plebeyos, y para esta misión eligieron a Menenio Agripa, excelente
orador y patricio muy estimado por la plebe. Logró convencer a los plebeyos, invitándoles
a la reconciliación, que aceptaron de buena gana. En cierto modo, Agripa fue el Solón de
Roma. Influyó en el Senado para que hiciera concesiones, y ambos partidos llegaron a un
acuerdo. Los plebeyos lograron el derecho, igual que los patricios, de poseer su propia
asamblea; en ésta, el derecho a votar sería independiente de la riqueza e igual para todos.
Esta representación popular de los plebeyos fue el órgano más importante del movimiento
de democratización.
Los representantes de los plebeyos elegían sus propios magistrados, llamados
tribunos de la plebe, que tenían por misión proteger a sus hermanos de clase contra los
patricios. Si el tribuno juzgaba desfavorable para la plebe una medida adoptada por el
Senado o los cónsules, sólo tenía que poner su "veto" (me opongo) y la decisión era
anulada. Cualquier ciudadano podía también apelar a los tribunos del pueblo para que lo
ampararan de las injusticias. Por tal razón, las casas de los tribunos permanecían abiertas
día y noche. Los tribunos de la plebe gozaban de inmunidad y su autoridad era similar a la
de los cónsules. El cónsul tenía el poder de decretar, y el tribuno, el derecho de oponerse; el
poder del senador era positivo y el del tribuno, negativo. La institución del tribunado fue,
en realidad, una tentativa para introducir, por medios legales, un elemento revolucionario
en la organización política. La retirada al Monte Sagrado y el establecimiento del tribunado
parece que ocurrieron hacia 494 antes de Cristo, año en que los persas destruían Mileto
hasta la última piedra.

Creación tribunado de la plebe

El cargo del tribuno de la plebe fue establecido en el 494 a. C., unos 15 años después
de la fundación tradicional de la república romana. Surgió como consecuencia de una
negociación con los patricios, que aceptaron ese cargo después de una amenaza de formar
un pueblo propio.
La responsabilidad del tribuno era la de proteger a los plebeyos que representaba de
todo posible abuso de poder. Sus poderes no solo le otorgaban prestigio, sino que podían
cambiar las decisiones más relevantes del gobierno.

Sus tareas fueron consideradas como únicas en la República Romana. Una condición
que no se había logrado jamás para los plebeyos que comenzaron a gozar de algunos
derechos antes vulnerados. Para destacar algunas de las facultades de los tribunos durante
el periodo que estaban en su mando.

Coriolano y el ejército contra roma

Hasta el año 494 antes de Cristo, la mayor parte de los patricios hicieron concesiones
a la fuerza, aunque algunos con segundas intenciones más o menos inconfesables; al menos
así sucedió con Coriolano, un patricio famoso por su intrépido valor, por el desmesurado
orgullo de su ilustre cuna y por sus fieros ataques contra el tribunado.
En una época de hambre en Roma, los cónsules ordenaron comprar trigo siciliano.
Coriolano creyó llegado el momento de liquidar al tribunado, y aconsejó al Senado que no
distribuyera un grano de trigo a los plebeyos sin que antes renunciaran a sus tribunos.
"¿Cómo soportamos a un tribuno los que no quisimos tolerar a Tarquino?", exclamaba.
Citado ante el tribunal por los tribunos, se presentó soberbio y provocativo, pero cuando
vio clara la situación, adelantándose a la sentencia, tomó por su cuenta el camino del
destierro y se fue a vivir al país de los volscos, enemigos de los romanos.
Éstos lo recibieron gozosos y lo nombraron jefe para una nueva campaña contra los
romanos. Coriolano marchó hacia Roma arrasando los campos a su paso; sólo respetó las
propiedades de los patricios. Roma estaba aterrorizada y el Senado envió embajadores a
Coriolano. Los recibió con insolencia y rechazó todas las proposiciones. Cuando volvieron
por segunda vez, ni siquiera dejó que entrasen en el campamento. Luego fueron los
sacerdotes revestidos con ornamentos sagrados, pero tampoco obtuvieron resultado. Por
último, apareció un grupo de matronas romanas, entre ellas la madre de Coriolano y sus
hijos.

"Entonces -dice Tito Livio-, Coriolano, loco y fuera de sí, corrió a abrazar a su
madre. Pero ella, pasando de las súplicas a la ira, lo frenó con estas palabras: ‘Antes que
me abraces, dime si estoy ante un enemigo o ante un hijo, si estoy en tu campo como
cautiva o como madre. ¿Para ello he vivido tanto? ¿Para verte desterrado y enemigo de la
patria? ¿Has sido capaz. de asolar esta tierra que te crió y alimentó? Por despechado que
estuvieses, por muchos deseos que tuvieras de asolar estos campos, ¿es posible que no se
esfumara tu cólera al piar esta tierra? Al divisar Roma, ¿no has pensado que dentro de sus
muros están tu casa, tus dioses lares, tu mujer, tu madre y tus hijos? ¡Ojalá hubiera sido
estéril y así Roma no se vería hoy atacada! ¡Si no hubiera tenido un hijo como tú, habría
muerto libre en una patria libre!’"

Según la leyenda, esta gran matrona venció el orgullo del rebelde. Levantó el sitio y
regresó con su ejército, decepcionado, al país de los volscos, quienes lo mataron movidos
por la ira.

Cincinato, un dictador modelo

En tiempos de guerra o situaciones que exigían decisiones rápidas, se prefería confiar


el poder a un solo hombre, a una sola voluntad. En tales momentos es peligroso dividir el
poder supremo entre personas de igual autoridad. El Senado nombraba entonces un
dictador por un período de seis meses, a quien investía de un poder ilimitado sobre la
comunidad, incluida la vida de los ciudadanos. El de dictador era, pues, un cargo
excepcional y limitado: nadie podía ejercerlo más de seis meses; cumplida su misión, el
cesante volvía a ser un ciudadano cualquiera, dispuesto a rendir cuentas sobre las medidas
tomadas durante su mandato.
Cierta vez, los romanos se enzarzaron en una peligrosa guerra contra un pueblo
vecino, los ecuos. A causa de la incompetencia militar de uno de los cónsules, un
destacamento romano había quedado acorralado. Angustiados, los romanos sólo vieron una
solución: concentrar todos los poderes en manos de un solo hombre. Y eligieron a Lucio
Quincio Cincinato (o sea, el Crespo), un patricio que había adquirido antes fama como
cónsul por su valor y talento político. Cuando los enviados del Senado -llegaron a la
pequeña granja que Cincinato poseía al otro lado del Tíber para comunicarle el resultado de
la votación, el antiguo cónsul estaba arando su campo.
A la mañana siguiente se presentó en el Foro con toga de dictador orlada de púrpura y
llamó a todos los ciudadanos a las armas. A medianoche llegó con esta leva al campo de los
ecuos. Amparado por la oscuridad, rodeó al enemigo y erigió una empalizada a lo largo de
sus líneas. Terminado el trabajo, Cincinato ordenó a los suyos que profirieran gritos de
guerra. Los compatriotas cercados por el enemigo se animaron y lanzáronse al ataque. Los
ecuos, cogidos entre dos fuegos, pidieron la paz. Cincinato les permitió marchar libres, a
condición de rendir las armas y entregar sus jefes a los romanos. Cumplida su misión en
sólo seis días, el dictador se despojó de la toga orlada de púrpura y retomó el arado, aun
cuando podía prolongar el poder durante seis meses. Para los romanos, Cincinato llegó a
constituir un símbolo del espíritu cívico.
La ciudad estadounidense de Cincinnati perpetúa su recuerdo. Se la denominó así en
homenaje al que entonces se consideraba como el Cincinato de los Estados Unidos: Jorge
Washington.

Veinte años después de su victoria sobre los ecuos, Cincinato volvió a salvar a su
pueblo. Un romano influyente, Espurio Melio, intentó en 439 antes de Cristo un golpe de
Estado. Al menos, se le acusó de ello. Hombre riquísimo, al ser Roma afligida por el
hambre, pensó que podría apoderarse del mando gracias a su fortuna. La situación era tan
desesperada, que, según Tito Livio, había quienes se arrojaban al Tíber para acortar sus
sufrimientos. Fue entonces cuando Melio compró mucho trigo a los etruscos y lo repartió al
pueblo hambriento.

"Distribuyó trigo a la plebe que le seguía por doquier seducida por los regalos, consiguiendo
que le miraran y exaltaran, sobrepujando toda medida decorosa para un particular por sus
favores y promesas; prometíanle formalmente el consulado; él mismo, en fin, aspiró a metas
más elevadas y prohibidas (que el hombre es insaciable con cuanto le ofrece la fortuna)."

Desde luego, Melio tenía intenciones sediciosas, de las que pronto obtuvieron
pruebas las autoridades. Se supo que Melio almacenaba armas en su casa, que mantenía
reuniones secretas, forjaba planes para destruir la república y sobornaba a los tribunos del
pueblo. La libertad de Roma estaba en peligro y juzgóse que sólo un dictador podría
salvarla. Se eligió otra vez a Cincinato. Tenía entonces ochenta años, pero su vigor físico e
intelectual estaba aún intacto. Envió al maestre de caballería (magister equitum), Servilio, a
llamar a Melio.
Éste creyó que aquella citación era sospechosa y huyó, pidiendo protección al pueblo.
Pero Servilio le detuvo y le dio muerte. Después relató los hechos a Cincinato, que lo
felicitó: "Cayo Servilio, ¡gracias por tu valor! ¡El Estado se ha salvado!"

EXPANSIÓN DE ROMA

La evolución de la expansión del poder de Roma en Italia durante la República


Temprana fue realmente espectacular. En poco más de dos siglos, Roma pasó de ser una
pequeña e irrelevante ciudad junto al río Tíber (finales del siglo VI a.C.) a ser una gran
ciudad que se extendía a lo largo de más de 13.000 kilómetros cuadrados en la década de
290 a.C. En términos reales, esto significaba que Roma tenía ya un control efectivo sobre,
por lo menos, la mitad de la península Itálica, así que cabe preguntarse… ¿cómo lo
hicieron? ¿cómo fue la conquista romana de Italia? El inicio del papel de Roma en Italia
comenzó en la primera década del siglo IV a.C. con dos acontecimientos muy importantes:
el asedio y conquista de la ciudad de Veyes en el 396 a.C. y la invasión de los galos en el
390/387 a.C. tras su victoria en la batalla de Alia.

Conquista de veyes

A tan solo quince o dieciséis kilómetros al norte de Roma se ubicaba Veyes, una
ciudad-Estado etrusca, famosa por sus grandes talleres de producción artesanal, que
contaba con un territorio amplio y fértil que se extendía hasta el otro lado del río Tíber. La
proximidad entre ambas ciudades solo consiguió aumentar su enemistad mutua en la lucha
por la explotación de los recursos naturales y el dominio de las rutas comerciales en el río.

Según la tradición literaria, los conflictos armados entre las dos ciudades comenzaron
en el año 483 a.C. a causa de la pugna por la plaza de Fidenas (a unos ocho kilómetros de
Roma) y el valle de Crémera. Desde estos años, ambos sitios cambiarían numerosas veces
de manos hasta que los romanos tuvieron una victoria más clara a finales del siglo V a.C.
Motivado por ella, el dictador romano Marco Furio Camilo habría emprendido la ofensiva
definitiva contra Veyes en el 406 a.C. Sin embargo, lo que pretendía ser una gloriosa
victoria rápida se habría convertido en un largo asedio de diez años. Así, no fue hasta el
año 396 a.C. cuando la resistencia de Veyes terminó gracias a la infiltración de un grupo de
romanos en la ciudad a través de un túnel excavado debajo del templo de Juno.

La realidad histórica de la guerra es bastante desconocida, pero aun así se puede


afirmar que no tendría mucho que ver con lo que cuenta la tradición. El relato tradicional es
sospechosamente similar a la leyenda de la Guerra de Troya, puesto que comparten un
largo asedio de una década y una solución ingeniosa (el túnel excavado a modo de caballo
de Troya) para acabar con la resistencia.

A partir de este momento, Roma duplicó su territorio hasta alcanzar una superficie de
más de 2500 kilómetros cuadrados, lo que la convertía de hecho en una de las ciudades más
importantes de la Italia central. Como consecuencia, se crearon cuatro nuevas tribus de
ciudadanos romanos para incluir a Veyes, a sus habitantes indígenas y a los nuevos
colonos. La conquista romana de Veyes también benefició enormemente a los plebeyos, ya
que su territorio fue dividido en pequeños lotes y entregado a miles de plebeyos (393 a.C.),
los cuales por primera vez accedían a una posesión de tierra.

La invasión de los galos según la tradición

El clima de euforia que se respiraba en Roma después de la conquista de la ciudad


etrusca de Veyes en el 396 a.C. no duraría mucho. Buscando tierras fértiles, numerosas
tribus celtas se habían extendido por todo el valle del río Po, en el extremo norte de la
actual Italia. Primero fueron los ínsubres, instalados en la Lombardía, y después les
siguieron los boyos, los lingones, los cenomanos y los senones. Dado su carácter semi
nómada, estos pueblos van a iniciar una serie de irrupciones violentas en el interior de la
península, no con el objetivo de conquistar nuevos territorios, sino para saquear y llevarse
los mayores botines posibles.

Según la tradición, una banda de galos derrotaron a un ejército romano en la batalla


de Alia (390 a.C.), un río cercano a Roma. Al parecer, la victoria de los galos fue tan
contundente que no tuvieron ningún problema en proseguir su marcha hasta llegar a la
propia Roma y saquearla. Fruto de esa destrucción surgieron diversos relatos que cuentan
los horrores cometidos por los bárbaros galos y las acciones heroicas emprendidas por
algunos ciudadanos romanos. Por otro lado, muchos aristócratas ancianos habrían decidido
hacer frente a los galos y quedarse sentados en su casa, siendo masacrados después de
haber sido confundidos con estatuas. Respecto al final de esta invasión de los galos, la
tradición histórica aporta dos versiones. En una de ellas encontramos a Marco Furio
Camilo, el héroe de Veyes, que consigue que los galos abandonen la ciudad sin necesidad
de pagarles ningún rescate y sin que los propios romanos abandonaran en masa la urbe. En
la otra versión, más cercana a la realidad, los galos solo se marchan de la ciudad al haber
sido sobornados con un cuantioso rescate.
Guerras samnitas
Las guerras samnitas fueron una serie de luchas que enfrentaron a los romanos contra los
samnitas, un conjunto de tribus de las tierras altas de la Italia centro-meridional dedicadas
al cuidado de granjas y la crianza de cerdos, ovejas y cabras. En el sur de Italia,
interactuaban con los habitantes de la Campania y las colonias griegas que vivían ahí desde
hacía tiempo, aunque también realizaban saqueos por algunas ciudades.

La primera guerra samnita, la más cuestionable por su desconocimiento, abarcaría


dos años, entre el 343 y el 341, antes de la Guerra Latina. La segunda guerra samnita,
mucho más verosímil, se extendió entre el 326 y el 304 a.C. Por último, la tercera guerra
samnita, la más conocida de todas, se desarrolló entre el 298 y el 290 a.C.

Tras conseguir dominar toda la región del Lacio y someter a volscos y ecuos, Roma
tuvo que afrontar durante 50 años tres nuevas guerras con otros pueblos itálicos. Los
samnitas, pueblo de rudos y guerreros montañeses instalados al Sur de Roma, suponían una
constante amenaza para los habitantes del valle. Estos, cansados de las continuas
incursiones samnitas, pidieron ayuda a Roma, que aprovechó la coyuntura para expandir su
dominio.

Durante la segunda guerra samnita se produjo el famoso episodio de las Horcas


Caudinas, uno de los sucesos más humillantes en la historia de Roma. Atrapado en un
desfiladero junto a la ciudad de Caudium, todo el ejército, desarmado, fue obligado a pasar
bajo el yugo de las lanzas samnitas, una costumbre que los romanos adoptaron desde
entonces en sus victorias sobre otros pueblos.

A pesar de esta victoria parcial en las Horcas Caudinas, los samnitas fueron
derrotados, y se rindieron definitivamente en el año 290 a.C., dejando a Roma el camino
libre para expandirse y domina toda la península italiana, excepto por las ciudades griegas
en el extremo sur de Italia y en el valle del Po, el valle del Po continúa siendo tierra
ocupada por galos.

Guerras púnicas

Las guerras púnicas comprenden tres conflictos armados, librados entre romanos y
cartagineses, entre el 264 y el 146 a. C. Reciben el nombre de “PÚNICAS” debido a que
los romanos utilizaban ese término para referirse tanto a los cartagineses como a sus
ancestros fenicios. Los cartagineses las llamaron guerras romanas.

Durante estas guerras se enfrentaron las dos grandes potencias del Mediterráneo
Occidental en el siglo III a. C.:

 La Antigua Roma: que, organizada políticamente como una república,


abarcaba desde la llanura del río Po, en el norte, hasta el estrecho de Mesina
en el sur. Los romanos buscaban expandirse territorialmente y controlar la
navegación y el comercio en el mar Mediterráneo.
 Cartago: Estado de origen fenicio. Tenía una poderosa armada, formada por
trirremes ágiles y muy maniobrables, pero escasas fuerzas terrestres, por lo
que debieron contratar mercenarios. Antes del inicio de la guerra, los
cartagineses controlaban Sicilia, Córcega, Cerdeña y las costas del sur y el
este de la península ibérica.

Primera guerra púnica (264 a 241 a. C.)


En un principio, la guerra se desarrolló en el norte de la isla de Sicilia, e involucró
también a la colonia griega de Siracusa. A medida que el conflicto se fue agravando se
transformó en una guerra de carácter naval que se peleó en aguas del mar Tirreno.
La guerra fue ganada por Roma, a pesar de haber perdido gran cantidad de barcos y
legionarios. La derrota desestabilizó a Cartago, que perdió Sicilia y, poco después, las islas
de Cerdeña y Córcega, que pasaron a manos de los romanos.
Tras la derrota en la Primera Guerra Púnica, Cartago se vio obligada a pagar a Roma
indemnizaciones de guerra millonarias. Para hacer frente a los pagos, llevó a cabo una
nueva expansión ultramarina por las ricas tierras de la Península Ibérica, repletas de fértiles
valles y ciudades populosas.
Los ejércitos cartagineses, al mando de Amílcar Barca, ocuparon el sur de Hispania,
pero Amílcar fue asesinado y el control de las tropas pasó a manos de su hijo Aníbal.
Roma había pactado con los cartagineses una frontera en el río Ebro. Pero al sur del
Ebro, en zona cartaginesa, se encontraba la ciudad de Sagunto, que había suscrito una
alianza con Roma para defenderse de los púnicos. En su afán por conquistar toda la zona
asignada, Aníbal puso cerco a Sagunto, y la ciudad pidió ayuda a sus aliados romanos.
Corría el año 218 cuando Roma declaró la guerra a Cartago. Comenzaba la Segunda
Guerra Púnica, que iba a decidir la Historia de Occidente.
Segunda guerra púnica (218 a 202 a. C.)
Antes del inicio de esta guerra, Cartago había conquistado gran cantidad de
territorios en la península ibérica, situación que alarmó a los romanos.

Los romanos pensaron que el enfrentamiento tendría lugar en la Península Ibérica.


Pero Aníbal, que aunaba una extraordinaria capacidad táctica con una visión estratégica de
largo alcance, diseñó un plan más ambicioso para el sometimiento de Roma.

Mientras el Senado romano enviaba todos sus efectivos a Hispania, Aníbal dejó a su
hermano Asdrúbal al frente de las tropas de la Península, y lanzó a su ejército a una
increíble travesía cruzando los Pirineos y los Alpes, para atacar Roma por el Norte.

Nadie podía esperar que un ejército entero se atreviera a cruzar los terribles pasos de
alta montaña en invierno, por sendas nunca antes transitadas. La hazaña le costó a Aníbal
la pérdida de un ojo y la muerte de la mayoría de los elefantes, pero las desprevenidas
legiones romanas fueron derrotadas en el norte de Italia. Y así, en la primavera del año
siguiente, ningún ejército se interponía ya entre Aníbal y Roma.. Si bien logró vencer a
varias legiones romanas, no creyó tener las fuerzas suficientes para sitiar la ciudad de
Roma, por lo que se dirigió hacia el sur y esperó la llegada de refuerzos. Pero estos fueron
interceptados por los romanos, que lanzaron un contraataque contra la propia Cartago.
Escipión, quien encabezaba el ejército romano, convenció al Senado de la necesidad
de desembarcar cuanto antes en la costa norteafricana, en persecución de Aníbal, cada vez
más acorralado.

Los dos generales se enfrentaron por primera y última vez en la decisiva batalla de
Zama, en el año 202 a.C.

Para neutralizar a los elefantes, la más temible de las armas cartaginesas, el romano
hizo sonar todas las trompetas de su ejército. Las bestias, aterrorizadas, huyeron en
desbandada aplastando a la propia caballería cartaginesa. Aunque la infantería de Aníbal
presentó batalla hasta el final, el gran general no pudo evitar su completa derrota.

Tras su victoria, Escipión obtuvo el sobrenombre de “el africano”, mientras Aníbal,


abandonado por sus propios compatriotas, se vio obligado a refugiarse en la corte del rey
de Bitinia, donde se quitó la vida con veneno.

Tras la firma de un tratado de paz, Cartago fue obligada a entregar a los romanos
todos los territorios que controlaba en la península ibérica.

Tercera guerra púnica (149 a 146 a. C.)


Al final, Escipión Emiliano, descendiente del gran general que había salvado a Roma
en los tiempos de Aníbal, condujo la última Guerra Púnica, en el año 147 a.C., 55 años
después de la derrota de Aníbal.

Fue necesario inventar una excusa para declarar la guerra, y los cartagineses,
desesperados, no presentaron demasiada resistencia. Pero eso no les libró de uno de los
más terribles castigos que haya sufrido jamás una ciudad. Los romanos saquearon,
quemaron y arrasaron Cartago hasta los cimientos.

Y cuando la ciudad había desaparecido, convertida en un montón de ruinas


humeantes, los romanos pasaron el arado, sembraron con sal, y maldijeron esa tierra para
siempre, de modo que nadie volvió a habitar jamás la ciudad que un día había sido la más
poderosa del Mediterráneo.
Entre las consecuencias de las guerras púnicas, destacan las siguientes:

 La victoria romana, que posibilitó su expansión por todas las costas del
Mediterráneo Occidental y la dejó bien posicionada para lanzarse a la
conquista de la Antigua Grecia y los reinos helenísticos. Este proceso de
expansión sobre el Mediterráneo Oriental fue paralelo al desarrollo de la
Tercera guerra púnica.
 El control de los mares por parte de la flota romana.
 La muerte de la mayor parte de la población cartaginesa.
 La venta como esclavos de los cartagineses que lograron sobrevivir.
 El colapso de la civilización cartaginesa, que dejó de existir y fue absorbida
por la romana.
 La reconstrucción de la ciudad de Cartago, que fue transformada en capital de
una nueva provincia que los romanos llamaron África.

ROMANOS EN HISPANIA

Los romanos desembarcaron en Emporion (hoy Ampurias, al noreste de España) en


el año 218 a.C. Desde esa fecha y en los tres siglos subsiguientes, consumaron la conquista
de toda la península ibérica, a la que llamaron Hispania. La mayoría de los pueblos que
habitaban la península, al ser sometidos por el imperio, terminaron por adoptar el latín, y la
forma de vida y religión de los romanos. Y cuando Roma se convirtió al cristianismo,
también lo hizo Hispania, en el año 313.
La colonización de toda la península duró dos siglos ya que sólo finalizó de modo
definitivo en el año 19 a. C. (época de Augusto) con el sometimiento al norte de cántabros
y astures. Puede considerarse que la romanización determinó y fijó el destino de Hispania,
destino dudoso hasta entonces debido a las entrecortadas influencias oriental, helénica,
celta y africana que había tenido.

La romanización hispánica se produjo con una base social distinta de la que se había
partido para conquistar territorios más próximos a Roma. A la Península Ibérica llegan
colonos, soldados, comerciantes de todo tipo, funcionarios de la administración,
arrendatarios e incluso gentes de baja estima social, lo que evidentemente condicionó el
latín hablado en esta nueva provincia romana.

Latín vulgar
El latín, al igual que todas las demás lenguas, tenía variedades lingüísticas
relacionadas con factores dialectales (variedades diatópicas), con factores socioculturales
(variedades diastráticas), con factores históricos y evolutivos (variedades diacrónicas) y
con factores relacionados con los distintos registros expresivos (variedades diafásicas);
pues bien, el latín vulgar se trata de un latín que se aleja del latín clásico y normativo
debido a la espontaneidad y viveza que le otorga su naturaleza oral y cotidiana. Esta
variante diafásica de la lengua latina es de vital importancia puesto que es de ella (y no del
latín culto de la literatura y los registros formales) de donde van a proceder las lenguas
romances o románicas, y más en concreto del latín vulgar del período tardío (S. II-VI).

A principios del S. XX, el gran filólogo D. Ramón Menéndez Pidal empezó a


estudiar el latín vulgar guiado por la intuición de que debía ser en esa variante en la que se
encontrasen las pautas para poder reconstruir y entender el origen del español y del resto
de lenguas romances. Desde entonces, las investigaciones realizadas en el terreno de la
Filología Románica han permitido entender mucho mejor el origen de estas lenguas.

Durante la dominación romana, que duró casi 300 años, el latín vulgar se mezcló con
las lenguas que se hablaban en la península ibérica previamente a su llegada. A esta mezcla
se la llama contaminación lingüística.
Aún perviven en nuestra lengua palabras de origen prerromano, como «barro»,
«cabaña», «cerveza», «salmón», "carpintero", «conejo», «perro», «lanza» y «balsa», entre
otras. Estas palabras sobrevivieron, a pesar de que los romanos impusieron el latín como
lengua oficial. Lo mismo hicieron los romanos en los otros territorios que ocuparon en el
resto de Europa, y de esa imposición surgieron las lenguas que actualmente se conocen
como lenguas romances: el castellano, el portugués, el francés, el rumano, el catalán, el
gallego y el italiano, entre otras. Todas derivan del latín vulgar.
Solo dos idiomas resistieron la hegemonía del latín: el griego, debido a que Roma
mantenía relaciones comerciales importantes con Grecia y respetaba su cultura; y el
vascuence o euskera, debido a que el territorio vasco fue el único que los romanos no
lograron conquistar. Se cree que el euskera proviene de lenguas antiguas del centro de
Europa.

INVASIONES BÁRBARAS
El Imperio romano fue invadido en el año 410 por Alarico, rey de los visigodos. Así
se inició el período de las «invasiones bárbaras». Los bárbaros eran los pueblos
germánicos, del centro de Europa: visigodos y ostrogodos, francos y suevos, alanos y
vándalos. Los visigodos ocuparon casi toda la península ibérica a lo largo de dos siglos.

Bárbaro es una palabra de origen latino que designaba al que no hablaba latín, al que
«balbuceaba». A raíz de la guerra con los pueblos germanos se comenzó a utilizar para
nombrar a los pueblos centroeuropeos, que no hablaban la lengua del Imperio.
Las palabras que se incorporaron al latín a partir de esta invasión se llaman
germanismos y aún se usan muchas de ellas. La gran mayoría de las palabras bárbaras
tenían un equivalente latino. Sin embargo, las nuevas formas fueron preferidas por los
hablantes.

Los germanismos se pueden dividir en dos grupos: el de la guerra y el de la paz.

 El grupo de la guerra incluye locuciones relacionadas con la batalla, por


ejemplo: guerra, orgullo, ufano, riqueza, talar, robar, guardar, botín, ganar,
galardón, bandido, bandera, guadaña, espía.
 El grupo de la paz abarca locuciones derivadas de la convivencia entre
romanos y bárbaros, por ejemplo: jabón, toalla, guante, cofia, falda, agasajar,
arpa, ropa.

DOMINACIÓN ÁRABE

El último rey godo fue derrotado en el año 711 por Tarik y su ejército de moros. Los
musulmanes conquistaron toda la península ibérica en menos de un año, y la dominación
árabe duró ocho siglos.

Durante la ocupación árabe, el intercambio cultural fue muy fructífero y enriquecedor


en todos los sentidos. Fue una época de convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos,
lo que dio esplendor a la cultura peninsular. La lengua incorporó una gran cantidad de
arabismos (palabras de origen árabe) que seguimos usando hasta la actualidad.
Unos cuantos ejemplos son: alfombra, atalaya, aceite, aceituna, acequia, albañil,
alcalde, alcantarilla, alcoba, alcohol, alfalfa, algodón, alhelí, almohada, alquimia, azahar,
azogue, azotea, azúcar, azucena, azufre, azulejo, cifra, hazaña, jarabe, jinete, laúd, limón,
naranja, sandía, tabique, tambor, taza, zanahoria y muchas más.

La adopción de arabismos se debe, en parte, al desarrollo de nuevas disciplinas y


costumbres propias de los árabes, como se observa en las palabras relacionadas con la
matemática y la aritmética («álgebra»); con la horticultura y la jardinería («albahaca»,
«berenjena») o con la higiene corporal («jarra»).

Otra de las razones de la adopción de términos árabes fue la estética de esa lengua.
En efecto, la simple belleza de algunas palabras provocó que se prefirieran a locuciones
que ya existían en latín; un ejemplo es la palabra azul, que reemplazó a la palabra latina
«coeruleus». Incluso existen palabras árabes para designar conceptos cristianos referidos a
la liturgia, como «almaizal» y «acetre».

LA RECONQUISTA
En contacto con las lenguas peninsulares y con el árabe, el latín no evolucionó igual
en todas las zonas, y fue originando diferentes dialectos: el castellano, el galaico-
portugués, el astur-leonés, el catalán y el mozárabe. En el norte de la península, en una
zona comprendida entre Cantabria y Burgos, se refugiaron los cristianos que resistían a la
invasión musulmana. Entre ellos nació el castellano, alrededor del siglo IX.

EL CASTELLANO
En la parte norte de Castilla la Vieja, al pie de las montañas de Cantabria, nació el
castellano, que fue extendiéndose hasta dominar toda la península.
Si bien los intentos por recuperar los territorios ocupados por los musulmanes
comenzaron en el siglo VIII, fue entre los siglos XI y XII cuando las guerras de la
Reconquista cobraron verdadero impulso. Los cristianos empezaron a avanzar hacia el sur,
hasta que a principios del siglo XV se establecieron en Castilla, tomaron León y edificaron
el reinado de Fernando I. Allí se hicieron fuertes; y en el año 1492, con la toma de
Granada, reconquistaron totalmente la península ibérica.

LAS LENGUAS DE ESPAÑA


En España conviven numerosas lenguas. Cuatro de ellas son cooficiales, junto con el
castellano, en las comunidades autónomas donde se hablan. Son la lengua catalana, la
vasca o euskera, la gallega y la valenciana.

A medida que los cristianos se imponían políticamente, imponían también su


dialecto, el castellano; esto ocasionó la pérdida del astur-leonés y el mozárabe. Sin
embargo, el galaico-portugués y el catalán sobrevivieron y conviven actualmente con el
castellano. El castellano se convirtió entonces en la lengua dominante en toda la península
y se consolidó a través de la literatura con el mester de juglaría, el mester de clerecía y la
obra de Alfonso X.
HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA
LAPESSA
La historia de la península antes de la conquista romana encierra un cúmulo de
problemas aun distantes a ser esclarecidos. Los investigadores tienen que construir sus
teorías apoyándose en datos heterogéneos y ambiguos: Restos humanos, instrumental y
testimonios artísticos de tiempos remotos.

Entre los primeros pobladores de la península ibérica podemos distinguir tres grupos:
LOS TARTESSOS, LOS ÍBEROS Y LOS CELTAS, que junto a los primeros
colonizadores -los griegos y los fenicios-vivieron en el territorio peninsular durante la Edad
Antigua.

Al alborear los tiempos históricos, por costa de Levante y regiones vecinas se


extendía la cultura de los ÍBEROS de origen probablemente norteafricano. A ellos debió la

Pensínsula el nombre de Iberia que le dan los escritores griegos.

LOS TARTESIOS O TARTESSOS

Es el nombre por el que los griegos conocían a la que creyeron primera civilización
de Occidente. Posible heredera del Bronce final atlántico, se desarrolló en el triángulo
formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en el hoy conocido como
Valle de Guadalquivir. Se presume que tuvo por eje el río Tartessos, que pudo ser el que
los romanos llamaron luego Betis (Guadalquivir).

La actual Baja Andalucía y el sur de Portugal fueron asiento de la civilización tartesia


o turdetana que hubo de recibir tempranas influencias de los navegantes venidos de
Oriente. El florecimiento de la civilización tartesia fue largo y la antigüedad nos ha
transmitido curiosas noticias acerca de ella. La Biblia dice que Salomón enviaba sus naves
a Tarsis (Nombre bíblico de Tartessos) de donde volvían cargadas de oro, plata y marfil.
También los fenicios sostenían relaciones comerciales con el sur de España.
Estas noticias responden al hecho indudable que los dos pueblos navegantes del
Mediterráneo oriental, fenicios y griegos; se disputaron el predominio en la región Tartesia.
La pugna que acabó con la desaparición de las factorías griegas, barridas por los
cartagineses, herederos de los fenicios debió de acarrear la ruina de Tartessos.

Los fenicios se establecieron en las costas meridionales. Ya hacia el año 1100 a.C
tuvo lugar la fundación de Gádir cuyo nombre equivalía a Recinto amurallado deformado
por los romanos (Gades) hoy en día Cádiz. Otras colonias fenicias eran Málaka (Málaga) y
Abdera (hoy Adra).
Más tarde los cartagineses reafirmaron y extendieron las conquistas de sus
antecesores los fenicios en el sur. A los cartagineses se le debe la fundación de la nueva
Cartago (Cartagena) capital de sus dominios en Hispania y la de Portus Magonis (Mahón)
que lleva el nombre de un hijo de Asdrúbal. De origen púnico dícese ser el nombre de
Hispania que en lengua fenicia significa Tierra de Conejos
La colonización helénica desterrada del sur, prosiguió en Levante donde se hallaban
LUCENTUM (Alicante), HEMEROSCOPION (Denia), RHODE (Rosas) y EMPORION
(Ampurias).

Respecto al centro y oeste de la península, las primeras noticias claras de los


historiadores antiguos y los hallazgos de la moderna arqueología atestiguan inmigraciones
indoeuropeas que, procedentes de Europa central, comenzaron con el primer milenio antes
de nuestra era y se sucedieron durante varios siglos. En el siglo VI pueblos célticos habían
llegado hasta Portugal y la Baja Andalucía y estaban ya instalados. Es posible que hubieran
existido otras oleadas célticas posteriores. En este marco hay que encuadrar las diversas
afirmaciones e hipótesis sobre la presencia de ligures, más o menos indoeuropeizados y de
indoeuropeos ilirios, vénetos y hasta germanos en la Hispania prerromana.
Tratándose de una época en que las distintas etnias no estaban plenamente
configuradas, es muy difícil precisar si los invasores centroeuropeos que llegaron aquí en
tiempos más remotos eran preceltas (pueblos anteriores) o protoceltas (celtas que aún no se
llamaban así y cuya lengua no se había diferenciado marcadamente aún de las de sus
vecinos ilirios o vénetos).
Hay quienes suponen también que en las primeras migraciones participaron, junto a
los protoceltas, pueblos afines (paraceltas).
Las tres teorías (procéltica, precéltica y paracéltica) tratan de explicar el hecho de que
en las inscipciones peninsulares indoeuropeas hay algunos rasgos lingüísticos ajenos al
arquetipo celta.

La hipótesis de una inmigración ligur, basada en referencias de historiadores griegos


fue renovada por Menéndez Pidal con el apoyo de significativas coincidencias formales
entre topónimos españoles y otros de zonas italianas o francesas que se han venido
considerando ligúricas como el sufijo –asco que abunda en denominaciones geográficas
(Viascón, Benasque, Piasca) o la terminación –osco (Orusco, Biosca, Ledusco).

En la época de Augusto (siglo I a. C), el geógrafo griego Estrabón afirmó que entre
los naturales de la Península hispana había diversidad de lenguas. Manuel Gómez-Moreno,
maestro de la arqueología hispánica descubrió en ella una combinación de signos silábicos
como los de los sistemas gráfico cretense y chipriota, con signos representativos de sendos
fonemas como los del alfabeto fenicio y griego.
También descifró la escritura tartesia precedente de la ibérica y más arcaica que
sirvió más tarde para el alfabeto latino, pero no se ha encontrado hasta ahora ninguna
inscripción que al lado de la versión indígena contenga otra en una lengua bien conocida. A
pesar de ello el análisis de los textos ha permitido reconocer como elementos gramaticales
o derivativos ciertas consecuencias de caracteres que se repiten en determinadas
circunstancias. Su identificación es relativamente sencilla en el caso de inscripciones
precélticas y célticas por la comparación con otras lenguas de igual rama o de otras lenguas
indoeuropeas.
En el sur llegó a haber núcleos de población púnico-fenicia que conservaron su
lengua hasta el comienzo de la época imperial romana. Independientemente los turdetanos
o tartesios tuvieron su lengua propia que, según Estrabón, contaba con algún cultivo en
poemas y leyes versificadas. El tartesio hablado desde el Algarbe hasta el Bajo

Guadalquivir era distinto del ibérico extendido por el este de Andalucía, todo Levante y
parte oriental del Valle de Ebro hasta el sur de Francia.

EL VASCUENCE

Mientras el resto de la península aceptó el latín como lengua propia, olvidando sus
idiomas primitivos, la región vasca conservó el suyo. No por eso permaneció al margen de
la civilización que trajeron los romanos; la asimiló en gran parte, y el enorme caudal de
voces latinas que incorporó transformándolas hasta adaptarlas a sus peculiares estructuras,
es la mejor prueba del influjo cultural romano.
Desde nombres como ABERE –“animal” (habere= hacienda > bienes) o ERREGE
“rey” (rege).

No hay esfera material o espiritual cuya terminología no esté llena de latinismos.

Respecto al origen de la lengua vasca, se han indicado hipotéticos parentescos, sin


llegar a ninguna solución irrebatible. Dos son las opiniones más persistentes y favorecidas;
según unos, el vascuence es de procedencia africana y presenta significativas coincidencias
con las lenguas camíticas; otros en cambio apoyándose principalmente en semejanzas de
estructura gramatical, sostienen que hay comunidad de origen entre el vasco y las lenguas
del Cáucaso y no faltan teorías conciliadoras según las cuales el vasco es una lengua mixta;
pariente de las caucásicas en su origen y estructura primaria, incorporó numerosos e
importantes elementos camíticos, tomados de la lengua o lenguas ibéricas, recibió
influencias precélticas y célticas y acogió finalmente abundantísimos latinismos y voces
románicas.
Si el latín en los veintidós siglos que han transcurrido desde su implantación en
Hispania, ha cambiado hasta convertirse en nuestra lengua actual, la transformación del
vasco a lo largo de sus cuatro o cinco milenios de probable existencia tiene que haber sido
incomparablemente mayor pero su evolución interna es casi desconocida: algunas
inscripciones romanas dan palabras sueltas vascas; los documentos medievales suministran
nombres personales y algunos adjetivos; las Glosas Emilianeses en el siglo X contienen dos
frases breves y de controvertida interpretación pero hasta el siglo XVI el vascuence no
posee textos extensos y solo en época muy reciente ha recibido cultivo literario no oral.
Hoy se nos ofrece como un idioma que mantiene firme su peculiarísima estructura,
tanto fonológica como gramatical pero sometido a secular e intensa influencia léxica del
latín y del romance y fraccionado en multitud de dialecto.

Substratos lingüísticos prerromanos en la fonología española

La romanización de la península fue lenta pero tan intensa que hizo desaparecer las
lenguas anteriores a excepción de la zona vasca. No sobrevivieron más que algunas
palabras especialmente significativas o muy arraigadas y unos cuantos sufijos.
El historiador Espariano da una noticia interesante sobre las diferencias entre el latín
de Roma y el de Hispania: siendo cuestor Adriano, hispano e hijo de hispanos, leyó un
discurso ante el senado y era tan marcado su acento regional que despertó las risas de los
senadores. Si un hombre culto como Adriano conservaba en la Roma del siglo II
peculiaridades fonéticas provincianas, mucho más durarían estas entre el vulgo de
Hispania.
Sin duda, la influencia de los substratos primitivos no es el único factor de la
formación de los romances; la penetración de la cultura latina hubo de reducirla mucho
pero cuando un fenómeno propio de una región es muy raro o desconocido en el resto de la
debe reconocerse su intervención.

EL ABECEDARIO

La Nueva Ortografía de la Real Academia Española explora el camino seguido por


los actuales 27 grafemas, en ellas se resume el abecedario español de donde se han
extraído-ch y la –ll considerando que más que grafemas, son dígrafos.

Los etruscos, quienes presentaron el abecedario a los latinos, hablaban una lengua no
indoeuropea, aun no descifrada del todo y su abecedario era una especie de variante
occidental del alfabeto griego. Hablamos de un pueblo asentado en la Península Itálica a
comienzos del primer mileno a.C mucho antes de que se fundara la ciudad de Roma. La
actual provincia de la Toscana fue el corazón del asentamiento etrusco.

El abecedario latino estaba compuesto por 21 letras, todas representadas con


mayúsculas y se encontraban todas las letras actuales a excepción de la J, Ñ, U, W, Y y la
Z y su orden es prácticamente el mismo que el actual.

 La G, por ejemplo, era algo así como una recién llegada porque los
romanos siempre utilizaron la letra C para representar el fonema /g/. Fue
en el siglo III (a. C.) cuando a la C se le añadió un trazo en su parte
inferior y nació la G (tampoco es casualidad, por tanto, que las dos letras
tengan cierto parecido ortográfico).
Los romanos habían heredado de los griegos la letra Z, retirada de su abecedario
cuando en su idioma, el idioma del Imperio, desapareció el fonema que la Z
representaba. La Z estaba colocada entre la F y la H, y precisamente en ese hueco
instalaron la nueva G.
 La Y, por algo se denomina «i griega». Roma decide incorporarlas al final
de la serie y a partir del siglo I (a. C.) el alfabeto latino pasó a constar de
23 letras
Roma, que había bebido culturalmente de Grecia, acabó por conquistarla a
mediados del siglo II (a. C.). Las armas eran de Roma, pero la cultura helénica entre los
conquistadores. Tal influencia generó una rápida incorporación al latín de numerosos
términos de origen griego, lo que motivó una ampliación del abecedario.
Por tanto, las letras del actual abecedario español que no formaban parte del
inventario latino -leemos en la nueva Ortografía de la Real Academia Española- son la
U, la J, la Ñ y la W.
 Las formas de la U y la J existían ya en la escritura latina, pero como
variantes respectivas de la V y la I y, de hecho, el punto sobre la J
minúscula es herencia del punto sobre la I minúscula. Y como tales
variantes pervivieron durante siglos. La U y la I se reservaron para los
fonemas vocálicos, y la V y la J para los consonánticos. ¿Dónde
instalarlas? Pues al lado de las letras a las que históricamente estuvieron
vinculadas: la U, junto a la V, y la J, junto a la I.
 El abecedario español estaba ya casi completo en el Siglo de Oro. A
excepción de dos letras: la Ñ y la W. La Ñ tiene su origen en el dígrafo
NN, abundante en el español medieval. En realidad, la Ñ es una
abreviatura de ese dígrafo que poco a poco acabó convirtiéndose en letra.
La situación de la Ñ en el abecedario estaba cantada: por detrás de la letra
N, de la que procede.
 Y lo mismo sucedió con la letra W, la última en incorporarse al
abecedario español. Una incorporación que no se decidió oficialmente
hasta la publicación de la Ortografía académica de 1969. Llega a nuestro
abecedario para representar fonemas de las lenguas germánicas, pero a
muchos les extrañará que ya se usara en la Edad Media en la escritura de
determinados nombres extranjeros. En España, durante el tiempo en que la
W estuvo en el limbo, hubo muchas palabras que trocaron la W por la V
(la Ortografía de 2010 menciona, como ejemplos, las palabras vagón o
váter, que acabaron consolidándose).

Junto a las letras heredamos sus nombres. La mayoría proviene del latín, con
fórmulas fonéticas simples: añadiendo una vocal a ese sonido primigenio (ge, ce, pe,
te...) o incluyendo el sonido entre vocales (efe, ele, eme...).
Hay tres letras que en latín representaban el fonema /k/ que añaden vocales de
apoyo distintas: son la C, la K y la Q.
La X tuvo su nombre, la «ix», la Y -que es la ípsilon griega- se quedó en «i
griega» y ahora la Ortografía recomienda el cambio de denominación por el de «ye»
siguiendo la norma general marcada para la mayoría de las consonantes del abecedario
español. Por último, la Z es la única letra que conservó el nombre griego como tal:
zeta.
Hay nombres que requieren explicación. El de la letra H, por ejemplo. Parece
tener su origen en Francia, asevera la Real Academia Española, nombre que heredamos
a finales de la Baja Edad Media. El nombre francés «hache» tiene que ver con el del
latín vulgar «hacca» que responde al sonido aspirado de esta letra. El problema fue que
ese sonido aspirado desapareció muy pronto del latín hablado.
El nombre «uve» protagoniza una de las historias más sorprendentes del idioma
español. Es una denominación que no se incorpora al Diccionario oficial de la RAE
hasta el año 1947, y a la Ortografía hasta 1969. Decenas de generaciones españolas
estudiaron la «uve» como «u consonante» para diferenciarla de la «u vocal». En 1869
pasó a denominarse «ve» siguiendo la pauta característica de los nombres de la
mayoría de las consonantes. «Durante mucho tiempo ésta fue la única denominación
reconocida para la V». El nombre «uve» nace, lógicamente, de la necesidad de
distinguir oralmente el nombre de las letras B y V, tal como explicó el académico
asturiano Salvador Gutiérrez Ordóñez en la presentación de la Ortografía.
De la V la Ortografía recoge varias denominaciones históricas, muchas de ellas
aún en vigencia en América: «uve», «ve», «ve corta», «ve chica», «ve pequeña» y «ve
baja».

PRINCIPALES FENÓMENOS LINGÜÍSTICOS DE EVOLUCIÓN DEL


LATÍN HACIA EL ESPAÑOL

En el estudio de la evolución de la lengua, surgen algunos conceptos claves para


comprender los fenómenos lingüísticos. Algunos de los más importantes son:

• Abertura, apertura (abrir). Si una I o una U se convierten en E y O


respectivamente, se dice que ABREN. Si una E o una O se convierten en I y U
respectivamente, se dice que CIERRAN.

• Diptongación (diptongar). Una vocal pura (simple) se convierte en un diptongo, p.


ej. o > ue.

• Monoptongación (monoptongo). Un diptongo se convierte en una vocal pura, p.


ej. ae > e.

• Intertónica. Las vocales/sílabas intertónicas son átonas dentro de una palabra (es
decir, no iniciales ni finales), p. ej. calĭdum. Más específicamente, pretónica es la que se
encuentra justo antes de la tónica, y postónica, la que se encuentra justo después de la
tónica.

• Pérdida o elisión. Gráficamente se representa con el símbolo ∅, (también se lo


suele usar en la gramática textual para significar la elipsis de un término). Se pierde por
completo algún sonido. Según su posición dentro de la palabra: aféresis (al inicio), síncopa
(en el centro) y apócope (al final).

Principales cambios fonológicos desde el latín hasta el español

Pérdida de M final de palabra


• m>∅
Es decir, apócope de una consonante, en prácticamente todos los casos (se refiere al
sistema de flexión de los nombres latinos). :
• ANNUM > ANNU
• PETRAM > PETRA
• CLAVEM > CLAVE
Se conserva en monosílabos como N
• QUAM > CUAN
• TAM > TAN
Otro caso generalizado es el de la T, p. ej. en amat > «ama» y amant > «aman», que sin
embargo en este caso sí pierde la T en monsílabos
• POST > PUES
• AUT > O
• ET > Y
Aunque en el caso de ET siguió escribiéndose hasta finales del S. XV. De allí que en
muchos textos se registre el uso I latina como conjunción copulativa.
Pérdida de P implosiva se pierde en forma regular:
• SEPTIMANA > SETTE-MANA > SET-MANA > SEMANA
También en casos de síncopa que resulta de un grupo consonántico complejo:
• PECTINE > PEKTENE > PEITENE > PEITNE > PEINE
Las consonantes oclusivas sonoras (B - D - G) entre vocales tienden a desaparecer:

FABULAM > HABLA


TENEBAM > TENÍA
HABEBAM > HABÍA
CADERE > CAER
CRUDELEM > CRUEL
FRIGIDUM > FRÍO
LEGERE > LEER
REGINAM > REINA
MAGISTRUM > MAESTRO

La F inicial latina normalmente da en castellano una H*:

FERRUM> HIERRO
FÁBULAM > HABLA
FERIRE > HERIR

* Si la F va seguida de una -O tónica que diptonga tiende a mantenerse:

FORTEM > FUERTE


FONTEM > FUENTE

Los grupos consonánticos -MN / NN Y GN palatalizan en Ñ:

SOMNUM > SUEÑO


ANNUM > AÑO
LIGNAM > LEÑA

El grupo LI seguido de vocal resulta en castellano -J:


ALIUM > AJO
ALIENUM > AJENO
MULIEREM > MUJER

Además del grupo citado también evolucionaron a -J

La -X en posición intervocálica:

FIXUM > FIJO


MAXILLAM>MEJILLA
PROXIMUM>PRÓJIMO

El grupo interior -CUL- en posición intervocálica (pierde en primer lugar la U postónica)

APICULAM>ABEJA
GRACULUM>GRAJO
OVICULAM> OVEJA

Además de los grupos citados, también palataliza en -Ñ el grupo -NI seguido de vocal

SENIOREM>SEÑOR
HISPANIAM>ESPAÑA

Igual palatalización en -Ñ el grupo formado por -NE + VOCAL

VINEA>VIÑA
CASTANEAM>CASTAÑA

Los grupos consonánticos PL- FL- CL- en posición inicial palatalizan en LL

PLUVIAM>LLUVIA
PLENUM>LLENO
PLORARE>LLORAR
FLAMMAM>LLAMA
CLAMARE>LLAMAR
CLAVEM>LLAVE

G- inicial ante vocal anterior -E y -I desapareció, dejando a veces H-

GERMANUM> HERMANO

El grupo -TI seguido de VOCAL fricatizó en –Z/-CI

MILITIAM>MILICIA
PRUDENTIAM>PRUDENCIA
PATIENTIAM>PACIENCIA

La S- inicial líquida toma una E- epentética.


SPUMAM>ESPUMA
SPECIEM>ESPECIE
STELLAM>ESTRELLA

El grupo -NS- simplifica en -S-, previa asimilación (NS > SS > S)

MENSAM>MESA
MENSEM>MES
MONSTRARE>MOSTRAR

La mayoría de las consonantes geminadas latinas se simplificaron (ver grupos -LL- y -RR-)

ACCLAMARE>ACLAMAR
APPORTARE>APORTAR
GRAMMATICAM>GRAMÁTICA

El grupo -LL- (l geminada) a veces

Palataliza en -LL-

MAXILLAM>MEJILLA
COLLUM>CUELLO
CALLUM>CALLO

Simplifica en -L-

PALLIDUM>PÁLIDO
COLLOCARE>COLOCAR/COLGAR
COLLEGIUM>COLEGIO

El grupo -RR- (r geminada) se mantiene

NARRARE> NARRAR
TERRAM>TIERRA
CURRERE>CORRER

La terminación -ER precedida de consonante pasa a -RE por metátesis.

PAUPER>POBRE
INTER>ENTRE
LIBER>LIBRE

El grupo consonántico -CT- en sílaba interior puede

Asimilar en -CC- si la vocal siguiente es una -I

ACTIONEM>ACCIÓN
LECTIONEM>LECCIÓN
DICTIONARIUM>DICCIONARIO
Palatalizar en -CH- si le sigue cualquier otra vocal. En caso de que ésta sea la -A-,
normalmente cambia su timbre a -E-

NOCTEM>NOCHE
FACTUM>HECHO
LACTEM>LECHE

El grupo formado por las consonantes C- o T- + -E breve seguido de vocal (CE/TE+Voc)


fricatiza en -Z

LANCEARE>LANZAR
CALCEAS>CALZAS
CALCEARE>CALZAR
PLATEAM>PLAZA
MARTEUM>MARZO

La -V- latina ante vocal era en realidad una semiconsonante (como la w inglesa).Esta -V-
semiconsonántica pasó en Hispania a ser -B-.

A este fenómeno se le llama betacismo. Esto ha producido confusiones como

VULTEREM>BUITRE
VERSURAM>BASURA
VOTA>BODA

La ortografía etimológica del español restauró la grafía original, pero tenemos excepciones
como las tres arriba citadas o la palabra AVILOLUM > ABUELO.

19.- El grupo -PT- pasa a -TT- por asimilación y la geminada resultante simplifica en -T-
< -PT- > -TT- > -T-

APTARE > ATAR


SEPTEM > SIETE
SCRIPTOREM > ESCRITOR

20.- El grupo -RS- ofrece en las lenguas romances una doble posibilidad: quedarse tal cual
o experimentar una reducción de -rs- en -s-:

VERSUM > VERSO


URSUM > OSO
La d intervocálica
En este caso se alterna la conservación y la pérdida
• audire > oír
• gelatu > helado
• amatu > amado
La -S de acusativo plural en final de palabra se mantuvo en castellano como morfema
gramatical que indica plural; también se mantuvo la desinencia verbal –S que indica
segunda persona del singular:

CONSULES > CÓNSULES


ROSAS > ROSAS
CONSULTABAS > CONSULTABAS
Cambios vocálicos
De forma bastante temprana tenemos el cambio de un sistema de 10 vocales a uno 5
vocales.
Podemos clasificar los cambios del vocalismo en dos grupos:
Monoptongación de los diptongos latinos
• ae > e paeninsulam > península.
Pero si el diptongo –ae está acentuado continúa la evolución hasta dar –ie: caelum > celum
> cielo
• oe > e poenam > pena
• au > o aurŭm > aurŭ > «oro» causam > causa > «cosa»
Diptongación:
La vocal E en sílaba tónica diptonga en > IE:

herbam > hierba


dentem > diente
febrem > fiebre

La vocal -O en sílaba tónica diptonga en –UE:

portam > puerta


mortem > muerte
novem > nueve

Otras evoluciones de vocales


En posición final la vocal átona latina -U abre en -O:

manum > mano


verbum > verbo
campum > campo

Síncopa la -E final átona latina en ciertos contextos (en concreto detrás de C-L-D-N-R-S)
desaparece en castellano:

dolorem > dolor


amare > amar
facilem > fácil

Las vocales -I / - U postónicas en posición interior de palabra desaparecen (síncopa):

nobilem > noble


calidum > caldo
tabulam > tabla

La vocal -I en sílaba tónica abre en –E:

silvam > selva


bibere > beber
linguam > lengua
La vocal -U en sílaba tónica abre en –O:

ulmum > olmo


buccam > boca
rotundam > rotonda

1. Las consonantes oclusivas sordas latinas (P- T- C/QU) entre vocales (o entre vocal y L o
R) sonorizan en castellano evolucionando respectivamente a (B-D-G/GU):

P>B

SAPERE > SABER


APERTUM> ABIERTO
CAPRAM > CABRA

T>D

TOTUM > TODO


MONETAM > MONEDA
CATENAM > CADENA

C > G / QU > GU

LACRIMAM > LÁGRIMA


LACUM > LAGO
AQUILAM > ÁGUILA

9. El grupo -TI seguido de VOCAL fricatizó en -Z/-CI

MILITIAM>MILICIA
PRUDENTIAM>PRUDENCIA
PATIENTIAM>PACIENCIA

10. La S- inicial líquida toma una E- epentética.

SPUMAM>ESPUMA
SPECIEM>ESPECIE
STELLAM>ESTRELLA

11. El grupo -NS- simplifica en -S-, previa asimilación (NS > SS > S)

MENSAM>MESA
MENSEM>MES
MONSTRARE>MOSTRAR

12. La mayoría de las consonantes geminadas latinas se simplificaron (ver grupos -LL- y -
RR-)
ACCLAMARE>ACLAMAR
APPORTARE>APORTAR
GRAMMATICAM>GRAMÁTICA

13. El grupo -LL- (l geminada) a veces

Palataliza en -LL-

MAXILLAM>MEJILLA
COLLUM>CUELLO
CALLUM>CALLO

Simplifica en -L-

PALLIDUM>PÁLIDO
COLLOCARE>COLOCAR/COLGAR
COLLEGIUM>COLEGIO

14. El grupo -RR- (r geminada) se mantiene

NARRARE> NARRAR
TERRAM>TIERRA
CURRERE>CORRER

15. La terminación -ER precedida de consonante pasa a -RE por metátesis.

PAUPER>POBRE
INTER>ENTRE
LIBER>LIBRE

16. El grupo consonántico -CT- en sílaba interior puede asimilar en -CC- si la vocal
siguiente es una -I

ACTIONEM>ACCIÓN
LECTIONEM>LECCIÓN
DICTIONARIUM>DICCIONARIO

Palatalizar en -CH- si le sigue cualquier otra vocal. En caso de que ésta sea la -A-,
normalmente cambia su timbre a -E-

NOCTEM>NOCHE
FACTUM>HECHO
LACTEM>LECHE

17. El grupo formado por las consonantes C- o T- + -E breve seguido de vocal


(CE/TE+Voc) fricatiza en -Z

LANCEARE>LANZAR
CALCEAS>CALZAS
CALCEARE>CALZAR
PLATEAM>PLAZA
MARTEUM>MARZO

18.- La -V- latina ante vocal era en realidad una semiconsonante (como la w inglesa).Esta -
V- semiconsonántica pasó en Hispania a ser -B-.

A este fenómeno se le llama betacismo. Esto ha producido confusiones como

VULTEREM>BUITRE
VERSURAM>BASURA
VOTA>BODA

La ortografía etimológica del español restauró la grafía original, pero tenemos excepciones
como las tres arriba citadas o la palabra AVILOLUM > ABUELO.

19.- El grupo -PT- pasa a -TT- por asimilación y la geminada resultante simplifica en -T-
< -PT- > -TT- > -T-

APTARE > ATAR


SEPTEM > SIETE
SCRIPTOREM > ESCRITOR

20.- El grupo -RS- ofrece en las lenguas romances una doble posibilidad: quedarse tal cual
o experimentar una reducción de -RS- EN -S-:

VERSUM > VERSO


URSUM > OSO
FIN DE LA REPÚBLICA

El conflicto de los Gracos

Los enfrentamientos entre los guardianes de las antiguas tradiciones romanas y los
partidarios de las novedades venidas de Grecia volvieron a introducir –a mediados del siglo
II a.C.- un clima de gran agitación en el interior de la ciudad, que cristalizó con el famoso
conflicto de los Gracos.
Los Gracos eran dos hermanos de ideas avanzadas que, como Tribunos de la Plebe y
en defensa de sus intereses, reclamaban una reforma agraria: la distribución gratuita de
tierras entre los ciudadanos más pobres de Roma, en perjuicio de los todopoderosos
terratenientes.
Los dos fueron asesinados. El mayor, el mismo día en que acababa su mandato de
Tribuno, pues los Tribunos de la Plebe –como dijimos- eran sagrados e inviolables. Con el
hermano menor, sin embargo, ni siquiera esperaron a que expirara su mandato.

La crisis del siglo I a.C.

La muerte violenta de los Gracos dio comienzo al siglo I a.C., el más terrible y
convulso de la Historia de Roma. Durante ese siglo, Roma se desangró en interminables
Guerras Civiles, cuya causa era precisamente su poder y sus inmensos dominios.
En efecto, las instituciones Republicanas, que habían servido para gobernar la
ciudad durante 500 años y la habían conducido a la conquista del Mediterráneo, eran
insuficientes para administrar sus posesiones.

El triunvirato

Los romanos habían dispuesto sus leyes para evitar que un solo hombre ostentara el
poder absoluto, pero los generales romanos se habían vuelto demasiado poderosos.
Apoyados en sus legiones y en los recursos de las provincias que gobernaban, pugnaban
entre sí para hacerse con el poder en solitario. Primero Mario y Sila, después Julio César y
Pompeyo, sumieron el Mediterráneo en un baño de sangre.
Muchos creían que era solo cuestión de tiempo para que la República cayera. Sin
embargo, tres hombres, a los que a menudo se denomina "Banda de los Tres", aprovecharon
la oportunidad para obtener beneficios personales, formando una alianza o triunvirato que
terminaría transformando el gobierno.
“El nombre de triunvirato es un término que se dio en la Antigua Roma para
referirse a una forma de gobierno desempeñada por tres personas aliadas entre sí,
encargadas de dirigir el poder. En el primer triunvirato la alianza política estuvo formada
por Cayo Julio César, Marco Licinio Craso y Cneo Pompeyo Magno; y en el caso del
segundo triunvirato, por Marco Antonio, César Octaviano y Marco Emilio Lépido.
La obra de Julio César
Al final de este periodo convulso destaca la figura gigantesca de Julio César: el
hombre que, por fin, consiguió concentrar en su mano todos los poderes políticos de forma
indefinida. Pero Roma, orgullosa de su tradición republicana, no estaba madura para
semejante cambio, y Julio César fue asesinado por un nutrido grupo de senadores en el año
44 a.C.

La sucesión de Julio César


Ante el cadáver de César y los ojos del pueblo, Marco Antonio –al que todos creían
su sucesor natural- rompió los sellos de su testamento. Julio César adoptaba a título
póstumo y dejaba como único heredero al joven Cayo Octavio (conocido después como
Augusto). Todos quedaron atónitos, especialmente el defraudado Marco Antonio.
Cayo Octavio apenas tenía 18 años, y era un joven inteligente y reservado, de
aspecto enfermizo, pariente lejano de Julio César, en quien el dictador creyó descubrir las
extraordinarias cualidades que Roma necesitaba. Y no se equivocó.
Octavio gobernó Roma junto con Marco Antonio, hasta que consiguió deshacerse de
él, en la última de las guerras civiles que asolaron la República. La victoria sobre Marco
Antonio y Cleopatra (su aliada y amante), el año 31 a.C., colocó Roma en sus manos.
Habían pasado 13 años desde la muerte de César.

Una edad dorada

Como un reflejo de la paz pública y de la bonanza económica, el reinado de


Augusto inauguró la época más brillante de la cultura romana. Algunas de las figuras más
destacadas de la literatura: Virgilio, Ovidio, Tito Livio cantaron las excelencias del nuevo
orden. Sus obras, armoniosas y equilibradas, constituyen el período de más puro clasicismo
en el arte y la literatura romanas: una edad dorada a la que los autores de todas las épocas
acudirían una y otra vez con añoranza.
Aliviada tras el infierno de las Guerras Civiles, todo en la ciudad proclamaba el
nacimiento de una nueva era de paz y prosperidad, la gloria del Imperio y la llegada al
Mediterráneo de la Pax Romana.

Las nuevas instituciones

Las innumerables reformas de Augusto, continuadas más tarde por sus sucesores,
crearon una maquinaria administrativa capaz de gobernar hasta el último rincón de un
Imperio que se extendía desde Hispania hasta Siria, y desde Normandía hasta Egipto.
Gracias a estas transformaciones, el ordenamiento imperial se convirtió en una
estructura sólida, cuya eficacia mejoraba cuando al frente se encontraba un emperador
capaz, pero que también podía resistir las veleidades de los monarcas estúpidos o crueles.
Por eso, aunque los sucesores de Augusto, los emperadores Julio-Claudios, se
hicieron célebres por sus locuras, los cuadros medios y bajos de la administración siguieron
funcionando, y en las provincias apenas sufrieron los desmanes de unos emperadores que
sumieron la ciudad de Roma en el terror.
EL IMPERIO

El enorme territorio conquistado por las legiones fue causa fundamental para el paso
de la republica al Imperio. El cambio de régimen fue muy conflictivo, difícil y tormentoso.
Tras el asesinato de Cesar la Roma republicana entra en crisis. Augusto centraliza el poder
y concentra todas las decisiones en su persona.

El Imperio Romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que
siguieron a la muerte de Julio César, a finales de la República romana. Él fue el primero
que se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar Dictator (dictador).
Tal osadía no agradó a los miembros del Senado romano, que conspiraron contra él
asesinándole durante los Idus de marzo en las mismas escalinatas del Senado,
restableciendo así la república, pero su retorno sería efímero.
La autoridad del emperador derivaba de una extraordinaria concentración de poderes
individuales y cargos preexistentes en la República, más que de un nuevo cargo político.
Los emperadores continuaban siendo elegidos regularmente como cónsules manteniendo la
tradición republicana.

Primeros sucesores de Augusto 27 a.C – 68 d. C

El primer sucesor de Augusto fue Tiberio, un gran general, inteligente y capaz, pero
al que las circunstancias habían obligado a ejercer un poder absoluto que repugnaba a su
talante aristocrático y a su espíritu conservador. Tiberio despreciaba profundamente la
adulación a la que se habían visto reducidos los senadores, y poco a poco su carácter
reservado derivó en una profunda misantropía.
Pero el imperio siguió funcionando sin sobresaltos, aunque Tiberio pasó los últimos
10 años de su vida retirado en la isla de Capri, después de haber dejado el gobierno en
manos de un ministro, sin querer firmar más órdenes que las que llevaron a la muerte a
decenas de senadores, conjurados para deponerle.
Su sucesor, Calígula, se creía un dios en vida, y mandó arrancar las cabezas de
todas las estatuas de los dioses de su palacio para colocar la suya. En cierta ocasión,
enojado con Neptuno, señor de los mares, le declaró la guerra, y ordenó a sus legiones que
lanzaran sus venablos al agua y que como botín recogieran centenares de conchas, que hizo
enviar a Roma en preciosos cofres para adornar su triunfo. Tras haberse atraído el odio
hasta de sus colaboradores más cercanos, Calígula murió asesinado cuatro años después de
iniciar su reinado.
Sin saber muy bien qué hacer, la guardia pretoriana recorrió el palacio imperial en
busca de un sucesor, y encontró al tío de Calígula, Claudio, temblando de miedo tras una
cortina. Los pretorianos resolvieron al punto convertirle en amo del mundo, y este hombre
de cincuenta años, al que todos habían considerado un estúpido, que tartamudeaba al hablar
y caminaba cojeando, fue capaz de regir el Imperio con justicia y sabiduría, mejorando
sustancialmente el funcionamiento de la administración.
Respecto a su sucesor, Nerón, ha quedado como ejemplo de la depravación a la que
puede conducir un poder inconmensurable, cuando se deja en manos de un muchacho
vanidoso y cruel.
Y mientras tanto, sin embargo, las provincias eran ricas y prósperas, los caminos y
las fronteras seguros, los jueces y los gobernantes eficaces.
Como Calígula, Nerón también murió de modo violento, en el año 68 d.C., cuando
fue obligado a quitarse la vida.

Dinastía Flavia
La dinastía Flavia va del 69 al 96 d.C, contando con tres emperadores: Vespasiano
(69-79), Tito (79-81) y Domiciano (81-96). Los Flavio llegan al poder en una posición en la
que no tenían ni prestigio, ni patrimonio, ni clientelas
Bajo el reinado de Tito, la revuelta de Judea fue aplastada (asedio de Masada), el
tesoro del estado se recuperó, y las destrucciones causadas por la guerra se repararon. Signo
de la gran mejoría económica del Imperio romano es que en esta época se construyó el
Coliseo, probablemente la construcción antigua más impresionante.

Dinastía Antonina

La dinastía Antonina fue la casa reinante en el Imperio romano entre los años 96 y
192, con 96 años de duración, por lo que fue su dinastía más longeva. También se conoce a
sus cinco primeros miembros por el nombre de los Cinco emperadores buenos, nombre
propuesto por Maquiavelo y promocionado por el historiador Edward Gibbon, de cuyos
principados dijo fueron "la época más feliz de la historia de la humanidad".
El término antonino no proviene del primer emperador de la familia, sino de
Antonino Pío. Ha retenido esta forma porque el reinado de este monarca es el mejor modelo
y reúne las características de los demás reinados. Por este motivo el siglo ii es llamado:
siglo de los Antoninos.
Entre estos emperadores también se destaca Trajano, el primer emperador nacido en
una provincia, bajo su reinado el imperio alcanzó su máxima expansión geográfica.

CRISIS DEL SIGLO III

Las reformas de Diocleciano

Durante el siglo III Roma se hallaba sumida en el caos y su final parecía inminente.
Sin embargo, un oscuro general de origen humilde, Diocleciano, consiguió tomar de nuevo
las riendas del poder con mano firme, y el año 285 inauguró una era de reformas que
asegurarían la supervivencia del Imperio durante casi dos siglos más en Occidente y mil
años en Oriente.

Diocleciano se percató de que un solo emperador no era suficiente para atender


todas las necesidades del Impero y decidió dividir sus dominios en dos, colocando la línea
divisoria en la península balcánica. Fundó así la famosa tetrarquía: cada parte del imperio
(la oriental y la occidental) sería gobernada por un emperador, con el título de augusto, que
a su vez tendría como subordinado a una especie de vice-emperador, llamado César, que
atendería a la seguridad de las fronteras.

Constantino
Con ciertas modificaciones, sus reformas fueron mantenidas y continuadas por
Constantino. Pero el reinado de este emperador merece una atención particular por dos
hechos fundamentales:
1) El año 313 d.C. Constantino declaró la libertad de cultos en todo el Imperio, y el
Cristianismo, tantas veces perseguido, inició entonces el largo camino que le convertiría en
la religión oficial de Roma.
2) Además, este emperador fundó la nueva ciudad de Constantinopla, a la que
convirtió en capital imperial. De este modo, mil años después de su fundación, Roma
quedaba reducida a una ciudad secundaria dentro del Imperio que ella misma había creado.
Durante todo el siglo IV, las profundas reformas de Diocleciano permitieron
administrar, con muchas dificultades, un imperio acosado por los bárbaros y debilitado por
el empobrecimiento de sus provincias. Los escasos recursos del Estado no daban abasto
para sofocar todos los intentos de invasión de unos pueblos atrasados que deseaban alcanzar
el Imperio no ya para destruirlo, sino para disfrutar de sus ventajas.

Teodosio divide el Imperio


Finalmente, el año 378 subió al trono el hispano Teodosio, llamado el Grande.
Obligado a defender las fronteras sin disponer apenas de tropas, Teodosio comenzó a
servirse de forma masiva de soldados bárbaros, y firmó un tratado con los godos, a los que
ofreció la posibilidad de asentarse en territorio romano, a cambio de que sirvieran en las
legiones.
Además, Teodosio convirtió el Cristianismo en religión oficial de Roma, al tiempo
que prohibía la práctica del paganismo. La Iglesia y la fe de Cristo se identificaron con el
Imperio, y los cristianos, otrora perseguidos, comenzaron a ocupar los altos cargos de la
administración. La excelente organización de la Iglesia alcanzaba lugares a los que no
llegaba la administración romana, y con el tiempo ocuparía en parte su lugar.
Buscando una última solución desesperada a los problemas del Imperio, Teodosio
decidió repartirlo a su muerte (395 d.C.) entre sus dos hijos, dando comienzo a la histórica
división, que será ya definitiva, entre Oriente y Occidente. El imperio de Occidente quedó a
cargo de Honorio, y el de Oriente en las manos de Arcadio.

LAS INVASIONES BÁRBARAS

Occidente asediado

La división del Imperio en dos mitades, a la muerte de Teodosio, no puso fin a los
problemas, sobre todo en la parte occidental. Burgundios, Alanos, Suevos y Vándalos
campaban a sus anchas por el Imperio y llegaron hasta Hispania y el Norte de África.
Los dominios occidentales de Roma quedaron reducidos a Italia y una estrecha
franja al sur de la Galia. Los sucesores de Honorio fueron monarcas títeres, niños
manejados a su antojo por los fuertes generales bárbaros, los únicos capaces de controlar a
las tropas, formadas ya mayoritariamente por extranjeros.
El año 402, los godos invadieron Italia, y obligaron a los emperadores a trasladarse
a Rávena, rodeada de pantanos y más segura que Roma y Milán. Mientras el emperador
permanecía, impotente, recluido en esta ciudad portuaria del norte, contemplando cómo su
imperio se desmoronaba, los godos saqueaban y quemaban las ciudades de Italia a su
antojo.

El saqueo de Roma

En el 410 las tropas de Alarico asaltaron Roma. Durante tres días terribles los
bárbaros saquearon la ciudad, profanaron sus iglesias, asaltaron sus edificios y robaron sus
tesoros.
La noticia, que alcanzó pronto todos los rincones del Imperio, sumió a la población
en la tristeza y el pánico. Con el asalto a la antigua capital se perdía también cualquier
esperanza de resucitar el Imperio, que ahora se revelaba abocado inevitablemente a su
destrucción.
Los cristianos, que habían llegado a identificarse con el Imperio que tanto los había
perseguido en el pasado, vieron en su caída una señal cierta del fin del mundo, y muchos
comenzaron a vender sus posesiones y abandonar sus tareas.
San Agustín, obispo de Hipona, obligado a salir al paso de estos sombríos presagios,
escribió entonces La Ciudad de Dios para explicar a los cristianos que, aunque la caída de
Roma era sin duda un suceso desgraciado, sólo significaba la pérdida de la Ciudad de los
Hombres. La Ciudad de Dios, identificada con su Iglesia, sobreviviría para mostrar, también
a los bárbaros, las enseñanzas de Cristo.

FIN DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE

Finalmente, el año 475 llegó al trono Rómulo Augústulo. Su pomposo nombre hacía
referencia a Rómulo, el fundador de Roma, y a Augusto, el fundador del Imperio. Y sin
embargo, nada había en el joven emperador que recordara a estos grandes hombres. Rómulo
Augústulo fue un personaje insignificante, que aparece mencionado en todos los libros de
Historia gracias al dudoso honor de ser el último emperador del Imperio Romano de
Occidente. En efecto, sólo un año después de su acceso al trono fue depuesto por el general
bárbaro Odoacro, que declaró vacante el trono de los antiguos césares.
Así, casi sin hacer ruido, cayó el Imperio Romano de Occidente, devorado por los
bárbaros. El de Oriente sobreviviría durante mil años más, hasta que los turcos, el año 1453,
derrocaron al último emperador bizantino. Con él terminaba el bimilenario dominio de los
descendientes de Rómulo.
EXPANSIÓN AL MEDITERRANEO ORIENTAL GRECIA, MACEDONIA Y ASIA
MENOR
Después de las Guerras Púnicas, aún quedaban grandes reyes que se atrevieron a hacer
frente al poderío de Roma, en Grecia, en Turquía y en Siria, pero fueron barridos por la
incontenible marea de sus legiones.

MACEDONIA
El primer país afectado fue Macedonia, el más poderoso de los Estados helenísticos y el
único pueblo entonces que podía rivalizar con Roma en cuanto a tenacidad. Mas, por
desgracia para ellos, su rey Filipo V, el mezquino Perseo.
La ocasión de la guerra entre Filipo y los romanos fue la ambición desenfrenada del
macedonio, cuya política de expoliación era famosa en toda Grecia. Varias ciudades
helenas europeas y asiáticas pidieron protección a Roma, que no olvidaba el tratado entre
Filipo y Aníbal. Y aunque es probable que el pueblo no deseara la guerra, tras una lucha
que había durado diecisiete años, el Senado la provocó. El pretexto para intervenir era
excelente, pues el poderoso Antíoco III, de la dinastía de los seléucidas, aliado de Filipo,
estaba comprometido en una guerra contra Egipto, reino amigo de Roma.

IMPERIO SELÉUCIDA
Desde Macedonia partió un ejército romano, que atravesó el Helesponto y derrotó a
Antíoco en 190 antes de Cristo. Antíoco tuvo que ceder casi toda el Asia menor y aceptar
para el resto de sus terri torios unas condiciones tan severas como las impuestas antes a
Cartago y después a Macedonia: entrega de los elefantes de guerra y de la flota, excepto
diez navíos, pago de una suma enorme (quince mil talentos), a título de reparaciones e
indemnización y un pacto de no agresión con respecto a sus países vecinos en el oeste.

GRECIA

A mediados del siglo II a. C., el mapa político de Grecia cambia por completo. Roma llega
a los Balcanes. En el año 196 a. C., tras derrotar a Filipo V de Macedonia, Flaminino
proclama retóricamente la libertad de los helenos. Es una libertad condicionada, desde
luego, al predominio romano. Unas décadas después, en Pidna (168 a. C.), cae vencido el
rey Perseo de Macedonia, y las legiones romanas entran definitivamente en toda Grecia:
halagan a Atenas entregándole el puerto de Delos para ayudarla en su reconstrucción
económica, pero, en cambio, dejan claro que no aceptan sublevaciones y, para que sirva de
escarmiento, destruyen por completo Corinto.

Sin embargo, en otro terreno, los propios conquistadores fueron los conquistados. La
sociedad romana, concebida para la lucha y el sacrificio, estaba acostumbrada a combatir a
los rudos itálicos y fieros hispanos, pero no estaba preparada para enfrentarse
culturalmente a Grecia y Oriente.

Cuando entraron victoriosos en Atenas, los romanos quedaron fascinados por la belleza de
su arte, el refinamiento de su filosofía, y la dulce musicalidad de un idioma concebido para
el razonamiento. Los nobles romanos comenzaron a copiar las esculturas griegas, enviar a
sus hijos a aprender su idioma, asistir a sus representaciones teatrales, y deleitarse con la
música y la poesía llegadas de Oriente.

 LITERATURA ROMANA
La retórica

Roma, aprovechando los principios y las nociones de la Retórica griega y respetando su


dimensión filosófica, vertió sus contenidos fundamentales en moldes latinos y orientó sus
enseñanzas en un sentido marcadamente pragmático. Adaptó el pensamiento a las
exigencias prácticas de su vida política, social, cultural y económica.

El arte de hablar en público se denomina oratoria. En Roma era ejercido por el orator. Un
discurso, del tipo que fuera (político, judicial, fúnebre, etc) recibía el nombre de oratio. El
dominio de este arte se llamaba eloquentia.

La teoría en que se basaba, aprendia y adaptada de los griegos, se llamaba rhetorica (del
griego ῥήτωρ, “orador”) y se estudiaba en las escuelas de retórica”.

La oratoria pública era, en la vida política de la República romana, un instrumento esencial


para conquistar prestigio y poder (en el Senado, en las asambleas ciudadanas, ante los
tribunales, etcétera), y en el contexto de las luchas civiles y políticas que caracterizaron a la
República primitiva, se fue perfeccionando formalmente gracias al influjo de la retórica
griega.

En el año 161 a. C., muchos de estos rhetores griegos fueron expulsados de Roma, junto
con los filósofos, tras la promulgación de un edicto que los acusaba de corromper las
virtudes antiguas con sus enseñanzas sofisticas.

Con el tiempo, no obstante, se produjo una asimilación total de la preceptiva retórica


griega, se abrieron escuelas de retórica (la primera, al parecer, en el 92 a. C.) y se
compusieron tratados sistemáticos que contribuyeron a la difusión de estas enseñanzas.

Fases para la elaboración de un discurso


En estos tratados teóricos se presentan las cinco facultades fundamentales que el orador
debe dominar para ser capaz de construir un buen discurso conforme a las reglas de la
retórica:
 Inventio (“invención”): la búsqueda de argumentos apropiados para la materia del
discurso.
 Disposltio (“disposición”): la colocación y ordenación de esos argumentos en los lugares
más convenientes del discurso.
 Elocutio (“elocución”): la elección de la forma más elegante para expresar las ideas, bus
cando el ornato por medio de figuras. estilísticas y de dicción adecuadas al tema del
discurso y al auditorio.
 Actio o pronuntiatio (“acción” o “pronunciación”): la modulación de la voz y el
movimiento del cuerpo, gestos y ademanes que el orador ha de dominar en su exposición
para que el discurso resulte persuasivo.
Memoria (“memorización”): la capacidad de retener todos los argumentos del discurso y
las técnicas mnemotécnicas para emplearlos en el momento adecuado.

Tipos de discursos
La retórica clásica distingue también tres clases (genera) de discursos oratorios, a cada uno
de los cuales corresponden unas características de composición diferentes:
 Genus deliberativum (“discurso deliberativo”): el pronunciado principalmente ante una
asamblea para lograr convencerla o disuadirla de tomar una decisión determinada con
respecto a un asunto dado.
 Genus demonstrativum (“discurso demostrativo” o “apodíctico”): su objeto es la
alabanza (laudatio) o la crítica (vituperatio) de las virtudes o defectos de una persona.
 Genus iudiciale (“discurso judicial” o “forense”): el pronunciado ante un tribunal para
conseguir la condena o absolución de un reo.

A su vez, por el tono del discurso, se distinguían tres tipos de tipos de estilo o genera
dicendi, destinados a convencer, a gustar y a impresionar:
 Genus grande (“estilo elevado”)
 Genus medium (“estilo medio”)
 Genus tenue (“estilo elegante”)

Partes de un discurso
Todo buen discurso, por último, ha de estructurarse en una serie de partes cuya
importancia varía en función de los genera anteriores:

 Exordium (“introducción”): parte inicial del discurso, en la que se intenta conseguir la


atención o el favor de los oyentes (captatio benevolentiae) y se presenta someramente el
asunto del discurso.
 Narratio (“narración”): exposición de los hechos o presentación favorable de las
circunstancias que concurren en la causa.
 Argumentatio (“argumentación”): defensa (confirmado) de cada uno de los argumentos
a favor del orador o refutación (confutado) de los posibles argumentos en contra.
 Peroratio (“conclusión”): recapitulación de los puntos más importantes de la exposición
(enumerado) e invocación a los oyentes con el fin de conmoverlos a favor del orador
(amplificatio).

CICERÓN

Partidario de Pompeyo durante la guerra civil, la victoria de César lo obligó a retirarse de


la vida política. Tras el asesinato del dictador en el 44 a. C., Cicerón se enfrentó
abiertamente a Marco Antonio y defendió el retorno al orden republicano. Instituido el
segundo triunvirato en el 43 a. C., Cicerón se convirtió en el blanco de las iras de Marco
Antonio, quien ordenó su asesinato. Obras La obra de Cicerón es muy extensa y, dentro
de la oratoria, abarcó diversos campos 1.Retórica: Compuso tres grandes tratados
retóricos de tipo teórico: De oratore (Sobre el orador). Brutus (Bruto). Orator (El orador).
2..Oratoria: Consiguió llevar a la práctica en sus discursos todas las reglas de corte teórico
de sus obras retóricas. Compuso gran cantidad de discursos, la mayoría de los cuales han
llegado hasta nosotros y han sido admirados como modelo de elocuencia en todas las
épocas. Muchos de ellos son de carácter privado y judicial, pronunciados ante un tribunal
en defensa o en contra de personajes concretos, mientras que otros son de carácter público
y político, pronunciados en el Senado o en asambleas populares, y ofrecen un valioso
testimonio de los conflictos que se desarrollan en los últimos años de la República
romana.

LA METAMORFOSIS

Los Metamorphoseon libri se presentan como una historia universal mítico-etiológica que
se abre con un relato acerca del origen del mundo, seguido por la creación del hombre. De
tal modo, la primera metamorfosis en el poema de Ovidio es la transformación del caos en
cosmos (1. 5-88) a través de un proceso de separación de los cuatro elementos
primordialmente mezclados, aun cuando los términos cosmogonía y metamorfosis no dejan
de oponerse en más de un aspecto, como lo dejó asentado Robert Coleman en un artículo
clásico sobre esta temática.

Ahora bien, se debe reconsiderar ante todo el denso proemio de cuatro hexámetros, con los
que el autor adelanta una serie de innovaciones en su poética

La obra está dividada en 15 libros, algunos de los cuales se organizan en torno a una
tradición mítica. Por ejemplo, en el libro I, como sería lógico en una obra totalizadora, hay
una teogonía o creación del mundo, que establece ciertos paralelismos con el Génesis
(diluvio universal o creación de la primera pareja de hombres); los libros III y IV tienen
una cierta unidad en torno al ciclo tebano y a la figura de Cadmo; también es importante la
presencia de Perseo, a caballo entre los libros IV y V, al mismo tiempo que Céfalo se sitúa
entre los libros VII y VIII, y Teseo entre los libros VIII y IX; para personajes como Orfeo
o como Eneas, en cambio, se les dedican libros enteros: el libro X y parte del XI para el
primero, y el libro XIV para el segundo. Aunque en cada uno de estos libros el tema no se
da de una forma absoluta, sino que se intercalan numerosos episodios narrativos, que
contribuyen a aumentar la riqueza abarcadora de la obra.

Se puede observar por tanto que no hay una correspondencia absoluta entre personajes y
libros. Se puede decir más bien que hay un intento por conseguir una extensión homogénea
para cada libro, pero siendo consciente de que cada mito tiene una importancia diferente y
requiere un número de versos mayor o menor para desarrollarse.

Género

Se ha discutido mucho acerca del género de las Metamorfosis, debido a que Ovidio no
utiliza un único registro, sino que cambia de estilo según las diferentes circunstancias
narrativas. El estilo, por lo tanto, también cumple una importante función en esa intención
totalizadora que tiene la obra. Así, se puede encontrar un estilo épico en los episodios del
combate de Perseo (libro V), o en la batalla entre Centauros y Lápitas (libro XII); frente a
un estilo elegíaco, como ocurre en el episodio de Níobe (libro VI), en el episodio de Apolo
y Dafne (libro I), o en tantos otros momentos de la obra.

El tema de la obra, según se ha indicado, serían las propias metamorfosis, que si bien no
tienen aparentemente una unidad temática, participan del principio del cambio. En este
sentido no es gratuita la intervención de Pitágoras en el libro XV, casi al final de la obra,
indicando al lector cuál es el sentido e interpretación que debe darle a todo lo que ha leído.
Pitágoras es una figura que se extiende a lo largo de todo el libro, en cuanto que se
entiende que en el mundo la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Y
ese es el principio que precisamente seguirá Ovidio en las Metamorfosis, aunque dando un
paso más adelante. Pero para conseguir darle un sentido exacto al texto de Ovidio, es
necesario comprender el significado de los mitos, y no quedarse simplemente con una
aparente belleza exterior, que por supuesto la tiene.
Se suele decir que el tema por excelencia de la obra de Ovidio es el amor. Esto es cierto en
la medida en que el amor ocupa un lugar principal dentro de las preocupaciones humanas;
pero no se puede reducir la obra únicamente a este sentimiento. Se puede entender la
importancia del amor dentro de mitos como Apolo y Dafne (libro I), Píramo y Tisbe (libro
IV), Perseo y Andrómeda (libro IV), el rapto de Prosérpina (libro V), Jasón y Medea (libro
VII), Filemón y Baucis (libro VIII) u Orfeo y Eurídice (libro X), entre otros. Pero reducir
mitos como el del rapto de Prosérpina, el de Medea o el de Orfeo al amor sería
simplificarlos demasiado. En el mito de Medea hay otros componentes como la locura y el
odio, y en el de Orfeo la sabiduría y el arte; aunque el amor sea siempre el trasfondo. El
caso de Filemon y Baucis es uno de los más particulares del libro, porque constituyen uno
de los pocos amores completamente culminados en la obra, y son además un modelo de
piedad, que falta a la mayor parte de los personajes. Otros temas que se tocan aparte del
amor son la rebeldía adolescente, con mitos como el de Faetón (libro I y II), o el de Dédalo
e Ícaro (libro VIII); el furor báquico, en mitos como el de Penteo (libro III), relacionado
con el tema de la locura en el mito de Ino y Melicertes por ejemplo (libro IV); y muy
especialmente se trata el tema de la vanidad o hibris, en que los humanos quieren igualarse
a los dioses (estableciéndose un punto de conexión con la Biblia, entre otros textos
religiosos), como ocurre en mitos como el de Aracne (libro VI) o como el de Níobe (libro
VI).

Otro tema interesante que hay que destacar es el tratamiento particular que Ovidio hace
de los dioses. Como se ha indicado anteriormente, las Metamorfosis pasan por el filtro de
la óptica humana todo lo que ocurre en el mundo y en la propia alma humana. En este
sentido se puede afirmar que si para el cristianismo Dios crearía al hombre a su imagen y
semejanza, para Ovidio en cambio es el hombre el que crea al dios a su imagen y
semejanza. Todos los dioses que se presentan en la obra están vistos desde un punto de
vista antropomórfico. No siguen exactamente las reglas de los humanos, sino que están por
encima de ellas, como bien razona Biblis en el libro IX, cuando para justificar la pasión
amorosa que siente por su hermano recuerda que Júpiter está casado con su hermana Juno.
Los dioses, a pesar de regirse por otras normas, siguen unos comportamientos
profundamente humanos. En esto Ovidio se distingue de la piedad que mueve la obra de
Virgilio. Frente al Júpiter justo y omnipotente de Virgilio, Ovidio muestra un Júpiter
llevado por las pasiones humanas, en episodios como Júpiter e Io (libro I), Júpiter y Calisto
(libro II), Júpiter y Europa (libro II) o Júpiter y Séleme (libro III). Se muestra como el
esposo infiel y lujurioso, imagen de un dios, cargada de cierta desesperanza y de cierto
nihilismo. A esta concepción del mundo contribuyen además comentarios aislados en
diversas situaciones en los que Ovidio pone en duda la validez de los dioses.

Para comprender la concepción que Ovidio tiene de los dioses es importante resaltar el
episodio de Aracne (libro VI), que reta a Palas a confeccionar un tapiz (el esquema del reto
se repite en numerosas ocasiones). Aracne confecciona un tapiz en el que se muestra el
lujurioso y bochornoso comportamiento de los dioses, frente al tapiz de Palas que los
muestra en toda su gloria. Palas debe admitir que el tapiz de Aracne es superior, y debe
admitir ese comportamiento impropio de auténticos dioses.

Las Metamorfosis además de ofrecer una visión del alma humana en todos sus matices,
ayuda a comprender gran parte del arte en general. Es necesario conocer estos mitos,
porque forman parte de la cultura occidental, y son temas imprescindibles que el arte ha
tocado en todas las épocas. No se puede, por tanto, cerrar los ojos ante tales
manifestaciones; y por supuesto, quedarse en la superficie del mito es un error, sino que
hay que profundizar en todas sus implicaciones, como error sería quedarse en la superficie
del arte en general. Conocer el significado del mito ayuda a comprender el significado del
arte.
https://www.enroma.com/monarquia-antigua-roma/
https://periodicooficial.jalisco.gob.mx/sites/periodicooficial.jalisco.gob.mx/files/
historia_romana-tito_livio.pdf Historia de Roma desde su fundación. Libros I-III. Tito
Livio. Gredos, Madrid, 2006.
https://historiaeweb.com/2019/12/14/batalla-de-alia-invasion-de-los-galos/
o intervendría en los intereses romanos en la Campania.
https://enciclopediadehistoria.com/guerras-punicas/

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