-El lactante, parásito -Punto de angustia y punto de deseo -Angustia y orgasmo -Anulación escópica de la castración Anteriormente hablamos de la función escópica del ojo. El objeto definido en su función por su lugar como “a”, el objeto que funciona como resto de la dialéctica entre el sujeto y el Otro, está todavía por definirse en otros niveles en el campo del deseo. El deseo, yo les enseño a vincularlo a la función del corte, y a ponerlo en una determinada relación con la función del resto, que sostiene y anima el deseo, tal como aprendemos a situarlo en la función analítica del objeto parcial. Otra cosa distinta es la falta a la que está vinculada la satisfacción. La distancia, la no coincidencia de esta falta con la función del deseo en acto, estructurado por el fantasma y por la vacilación del sujeto en su relación con el objeto parcial, ahí está lo que crea la angustia, y la angustia es lo único que apunta a la verdad de dicha falta. Por eso en cada etapa de la estructuración del deseo, si queremos comprender de qué se trata en la función del deseo, debemos situar lo que llamaré el punto de angustia. Punto 1 Ahora se trata de dar el paso siguiente, situar el punto de conjunción entre el a funcionando como (- q), o sea el complejo de castración, y el nivel que llamaremos visual o espacial, según el lado que queramos considerar, nivel donde podemos ver mejor qué significa el engaño del deseo. Para conseguirlo, lo cual es nuestro objetivo hoy, en primer lugar, tenemos que ir más atrás y volver al análisis de la pulsión oral para precisar bien dónde está, en este nivel, el corte. El lactante y el seno, es el origen de las primeras pulsiones agresivas, de su reflexión, incluso de su retención, la fuente de todo aquello que cojea, en lo más fundamental, en el desarrollo libidinal del sujeto. Se funda en un acto original esencial para la subsistencia biológica del sujeto en el orden de los mamíferos, o sea, la succión. ¿Qué es lo que funciona en la succión? Aparentemente, los labios. Encontramos aquí de nuevo el funcionamiento que se nos reveló como esencial en la estructura de la erogeneidad, la función de un borde. Que el labio nos presente la imagen misma del borde, que sea ella misma la encarnación, por así decir, de un corte, es como para hacemos percibir que pisamos un terreno seguro. No olvidemos que en un plano muy distinto, el de la articulación significante, los fonemas más fundamentales, los más ligados al corte, los elementos consonánticos del fonema, en lo que se refiere a su stock más basal, se modulan esencialmente a nivel de los labios. Detrás del labio queda todavía lo que Homero llama el recinto de los dientes, y la mordedura. La existencia de una dentición llamada de leche, esa mordedura virtual implicada que hacemos intervenir en la temática agresiva de la pulsión oral. el aislamiento fantasmático de la extremidad del seno - he aquí en torno a qué hemos hecho girar la posibilidad del fantasma del pezón como aislado, que se presenta ya a modo de un objeto no sólo parcial, sino seccionado. Es así como se introduce en los primeros fantasmas la función del despedazamiento en tanto que inaugural. el DESTETE DEL NACIMIENTO: en el nacimiento, es un corte que está en el interior de la unidad individual, primordial, produciéndose entre aquello que va a convertirse en el individuo y sus envolturas que son parte de sí mismo; la separación se hace en el interior de la unidad (huevo); placenta, por medio de la cual el huevo en su posición intrauterina se presenta en una relación semiparasitaria. Hay otros tipos de mamíferos en los cuales el huevo situado en el útero no tiene ninguna relación placentaria con el organismo materno, sin embargo, la mama ya existe. Tenemos que concebir, por lo tanto, que es entre la mama y el propio organismo materno donde reside el corte. En una experiencia común de búsqueda de alimento en la que el niño se unirá a sus padres, tenemos claramente una relación que llamé parasitaria, interviene este órgano amboceptor que es la mama. Dicho de otro modo, la relación del niño con la mama es más primitiva que la aparición de la placenta, lo que nos permite afirmar que es homóloga a su relación con la placenta. Así como la placenta forma una unidad con el niño, el niño y la mama están juntos. La mama está en cierto modo adherida, implantada sobre la madre. Es lo que le permite funcionar estructuralmente en el nivel del a, que se define por ser algo de lo cual el niño está separado de un modo interno a la espera de su propia existencia. ¿Cuál es el objeto de la pulsión oral? Es lo que habitualmente llamamos el seno de la madre. ¿Dónde está en este nivel lo que hace un momento he llamado el punto de angustia? Está precisamente más allá de esta esfera que reúne al niño con la mama. El punto de angustia está en la madre. En el niño, la angustia de la falta de la madre es la angustia del agotamiento del pecho. El lugar del puto de angustia no se confunde con el lugar donde se establece la relacion con el objeto del deseo. El “a” es un objeto separado del organismo del niño, una relación con la madre, con la falta de la madre que se sitúa más allá del lugar en donde se ha jugado la distinción del objeto parcial en tanto que funciona en la relación del deseo. Punto de angustia S A A Angustia La relación con la mama seguirá siento estructurante para la subsistencia y el sostenimiento de la relación con el deseo. La mama se convertirá ulteriormente en el objeto fantasmático. Por otra parte, está, en otro lugar, el punto de angustia, donde el sujeto tiene relación con su falta. Este punto no coincide con la mama. Se encuentra, de algún modo, deportado al Otro, porque está, en la madre, suspendido de la existencia de su organismo. Ésta nos muestra que el a es un objeto separado, no del organismo de la madre, sino del organismo del niño. La relación con la madre es distinta de esa totalidad organísmica de la que el a, ignorado en cuanto tal, se separa y se aísla. La relación con la madre, la relación de falta con la madre, se sitúa más allá del lugar donde se ha jugado la distinción del objeto parcial en tanto que funciona en la relación del deseo. Cuestiona la función de la madre. La relación con la madre, en la medida que se perfila en la imagen del vampirismo - he aquí lo que nos permite distinguir el punto de angustia del punto de deseo. En el nivel de la pulsión oral, el punto de angustia está en el Otro, es esto lo que experimentamos. Freud nos dice “la anatomía es el destino” y, en realidad, si bien Lacan muchas veces ha luchado contra eso, nos dice que esta afirmación se convierte en verdadera si damos al término anatomía su sentido estricto, es decir, función de corte. El destino, la relación del hombre con esa función llamada deseo, se anima en la medida en que es concebible el despedazamiento del cuerpo propio, la SEPARTICIÓN (no separación, porque la separtición implica partición en el interior). Punto 2 Acabo de enunciarles, la repartición topológica del deseo y de la angustia. El punto de angustia está en el Otro, en el cuerpo de la madre. El funcionamiento del deseo - o sea del fantasma, de la vacilación que une estrechamente al sujeto con el a, aquello mediante lo cual el sujeto se halla suspendido de ese a resto, identificado con él - permanece siempre elidido, oculto, subyacente a toda relación del sujeto con un objeto cualquiera, y tenemos que detectarlo allí. Vínculo del ORGASMO con lo que se presenta como la primera imagen, el esbozo del corte, la separación, el doblegamiento, afánisis, la desaparición de la función del órgano. El orgasmo es, de todas las angustias, la única que alcanza realmente su terminación, y por esta razón no se alcanza tan comúnmente. Punto 3 EL OJO: este objeto parcial no es nuevo en el análisis (muchos otros ya han estado analizando), este elemento de fascinación en la función de la mirada donde toda subsistencia subjetiva parece perderse. He aquí el punto de irradiación que nos permite cuestionar lo que nos revela la función del deseo en el campo visual. En este nuevo campo de la relación con el deseo, lo que surge como correlato del “a” del fantasma es algo que podemos llamar un PUNTO CERO, cuyo despliegue en todo el campo de la visión es fuente de una especie de apaciguamiento, hay una suspensión del desgarro del deseo (todo lo vinculado a la imagen se ve completo, con forma de Gestalt). ¿Esto significa que exista la posibilidad de confiar en un campo contemplativo donde el deseo puede sostenerse en una anulación de su punto central (anulación de la castración), en una identificación del “a” con el punto cero? NO. El punto cero queda entre ambos ojos (suele ser llamado tercer ojo). Aquí, el punto de deseo y el punto de angustia coinciden, pero no se confunden, coinciden y sin embargo el deseo (que se reduce aquí a la nulidad de su objeto central) no es sin este otro objeto, al que la angustia llama no sin objeto, o sea el “a”. Más allá de este no sin, se plantea la cuestión de saber dónde se puede franquear la barrera del complejo de castración.