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Grecia helenística

Jaime Molina Vidal


(Universidad de Alicante)

Vista aérea del teatro griego de Siracusa.


La muerte de Alejandro de Macedonia (323 a. C.) marca el inicio de lo que
denominamos época helenística que llega hasta la culminación de la conquista romana de
Grecia (146 a. C.). El inmenso imperio que había formado Alejandro de Macedonia se
dividió entre sus generales, y tras un largo proceso de concentración de territorios dieron
lugar a la formación de los reinos helenísticos principales: Reino Ptolemaico o Lágida de
Egipto; Imperio Seléucida de Oriente (Siria, territorios asiáticos, Tracia y Asia Menor) y
Reino de los Antigónidas (grecomacedónico).
Durante la época helenística la extensión de sistemas monárquicos de base cultural
griega y oriental va a permitir el desarrollo de elementos culturales comunes y de múltiples
influencias recíprocas: extensión de la lengua griega por el Mediterráneo Oriental;
propagación de la cultura urbana y los modelos de urbanismo griegos; proliferación de
sociedades oligárquicas que acaparan el poder económico y político; desarrollo de la
esclavitud, y todo ello al amparo de los nuevos modelos de monarquía militar, apoyadas en
los ejércitos de mercenarios. Estos sistemas monárquicos, de raigambre griega, se
caracterizarán por el respeto y sincretización de los elemento propios de las culturas de los
territorios sobre los que se asientan, permitiendo las formación de nuevas estructuras
sociales y culturales denominadas helenístico-orientales. El desarrollo de las monarquías
helenísticas y sus nuevos parámetros culturales servirán de referente y se extenderán
hacia Occidente, por todo el Mediterráneo. Dicha influencia será patente en las dos
grandes potencias occidentales de la época: Cartago y el mundo púnico, por un lado,
y Roma, fuertemente influida por la cultura helenística, sobre todo a partir de la conquista
de Grecia, que culminará con la adopción de los sistemas monárquicos con la llegada del
Principado.

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