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MOSHE FELDENKRAIS
Autoconciencia
■■ÍSK!
por el movimiento
Ejercicios fáciles para mejorar
tu postura, visión, imaginación
y desarrollo personal
ISBN: 84-493-0392-3
Depósito legal: B-31.212/2004
P rim e ra , p a r t e
Comprender al hacer
Prefacio................................................................................... 11
La autoim agen....................................................................... 19
Niveles de desarrollo............................................................. 33
Dónde empezar y cóm o.......... . ............................................ 39
Estructura y función............................................................... 49
La dirección del progreso.................. . ................................ 57
S eg u n d a p a rte
Hacer para comprender: doce lecciones prácticas
Observaciones generales....................................................... 65
Algunas sugerencias prácticas........................................ .. 71
Lección 1. ¿Qué es una postura correcta? ........................... 75
Lección 2. ¿Qué acción es buena? ....................................... 93
Lección 3. Algunas propiedades fundamentales del
movimiento.................... .................................... 95
Lección 4. Diferenciación de las partes y las funciones
en la respiración.............................. .................. 107
Lección 5. Coordinación de los músculos flexores y de los
extensores.......................... ................................ 123
Primera parte
COMPRENDER AL HACER
PREFACIO
A c c ió n in d iv id u a l y .a c c ió n s o o a l
C ontacto c o n el m u n d o externo
La a u t o im a g e n e n l a c o r t e z a m o t r iz
Cada f u n c i ó n n u e v a m o d if ic a l a im a g e n
La im a g e n m u s c u la r d e l a c o r t e z a m o tr iz e s ú n ic a
PARA CADA INDIVIDUO
Só lo l a im a g e n m u s c u l a r h a s id o c o m p r o b a d a
POR o b se r v a c ió n
A lcanzar o b je t iv o s in m e d ia t o s t ie n e u n a s p e c t o n e g a t iv o
Un d e s a r r o l l o m ín im o d e l in d i v i d u o b a s t a p a r a las
n e c e s id a d e s d e l a s o c ie d a d
El c ír c u l o v ic io s o d e l d e s a r r o l l o in c o m p l e t o
Y LA SATISFACCIÓN DE REALIZARSE
Los p r o c e s o s f is io ló g i c o s q u e o b s ta c u liz a n e l d e s a r r o ll o
El h o m b r e s e j u z g a a sí m is m o p o r su v a l o r e n l a s o c ie d a d
Juzg ar a u n n i ñ o p o r su s é x it o s l o d e s p o j a d e
e s p o n t a n e id a d
La d if ic u l t a d d e m o d if ic a r u n p a t r ó n d e ACCIÓN ANTERIOR
D e .m u c h a s p a r tes d e l c u e r p o n o h a y c o n c ie n c ia
-U n a a u t o im a g e n c o m p l e t a e s u n e s t a d o r a r o e id e a l
La e s t i m a c i ó n
d e l t a m a ñ o v a r ía d e a c u e r d o
CON LOS DISTINTOS MIEMBROS
La a p r o x im a c ió n m e d ia e s t á l ejo s d e s e r l a m e jo r
QUE PUEDE LOGRARSE
La c o r r e c c i ó n
s i s t e m á t i c a d e l a im a g e n e s m á s ú t i l
QUE LA CORRECCIÓN DE ACCIONES AISLADAS
L as a c t iv id a d e s n a t u r a l e s c o n s t it u y e n u n a h e r e n c ia c o m ú n
T ercera e t a p a : m é t o d o y p r o f e s ió n
Cuanto m á s sim p l e e s u n a a c c ió n m á s t a r d a
EN PERFECCIONARSE
P roblem as q u e p u e d e n p r e s e n t a r se c o n l a t er c e r a e t a p a
M étodos d e c o r r e c c ió n h u m a n a
E sta d o s d e l a e x is t e n c ia h u m a n a
Co m ponentes d e l e s t a d o d e v ig il ia
U t il iz a r l o s d e f e c t o s pa r a m e jo r a r
C o r r e g ir l o s m o v im ie n t o s c o n s t it u y e e l m e jo r m o d o
DE MEJORARSE a SÍ MISMO
8. Respiración es movimiento
Queda por fin una razón —la más importante de todas— por
la cual debemos elegir la esfera de la acción para iniciar el ataque
hacia el mejoramiento del hombre. Toda conducta, como señala
mos antes, constituye un complejo de músculos, sensación, sentid
miento y pensamiento que se movilizan. En teoría, se podría utilii-
zar cada uno de esos componentes en lugar de alguno o algunos
otros, pero tan importante es el papel que cumplen Jos músculos
en cualquiera de esas alternativas que, si se los omitiera de las pau
tas de la corteza motriz, el resto de los componentes de esas pautas
se desintegraría.
La corteza motriz del cerebro, donde se establecen las pautas o
patrones que activan los músculos, se encuentra sólo a pocos milí
metros por encima de la capa cerebral donde se operan los proce
sos de asociación. Todos los sentimientos y sensaciones que un
hombre ha experimentado se vincularon, en algún momento, con
los procesos de asociación mental.
El sistema nervioso posee una característica básica: no pode
mos ejecutar una acción y, al mismo tiempo, la acción contraria.
En cualquier momento dado, el sistema entero consuma una suer
te de integración general que el cuerpo expresará en ese momen
to. La postura, la sensación, el sentimiento y el pensamiento, así
como los procesos bioquímicos y hormonales, se combinan de
modo tal aue forman un todo que no puede dividirse en sus dis
tintas partes. Por complejo e intrincado que ¡>ca, v.¿c tcdc ccncti-
tuye el conjunto del sistema tal como se integra en ese momento
dado.
Dentro de una y otra integración, sólo adquirimos conciencia
de los factores donde entran en juego los músculos y la envoltura
de piel y membranas. Ya hemos visto que, en la conciencia, los
músculos desempeñan el papel principal. No puede operarse un
cambio en el sistema muscular sin un previo cambio correspon
diente en la corteza motriz. Si lográramos, de alguna manera, pro
vocar una modificación de la corteza motriz y, por medio de tal
cambio, una alteración de la coordinación de las pautas o de las
pautas mismas, se desintegraría la base sobre la cual se sustenta la
conciencia en cada una de las integraciones elementales.
Debido a la estrecha proximidad existente entre la corteza mo
triz y las estructuras cerebrales relacionadas con el pensamiento y
el sentimiento, así como a la tendencia de los procesos de un sec
tor del tejido cerebral a propagarse hacia los tejidos vecinos, un
cambio radical en la corteza motriz no puede sino tener efectos pa
ralelos sobre el pensamiento y el sentimiento.
Un cambio fundamental que se opere en la base motriz, dentro
de cualquier patrón de integración, puede fracturar la cohesión
del conjunto y, en consecuencia, liberar al pensamiento y el senti
miento de las ataduras que los sujetan a los patrones de sus rutinas
establecidas. En esa situación es mucho más fácil efectuar cambios
en el pensamiento y el sentimiento, puesto que la parte correspon
diente a los músculos, por intermedio de la cual el pensamiento y
el sentimiento llegan hasta nuestra conciencia, ha cambiado y ya
no expresa más las pautas que nos eran familiares. El hábito ha
perdido su principal sostén, que son los músculos, y se ha tornado
más dócil al cambio.
La a b s t r a c c ió n e s e x c l u s iv a m e n t e h u m a n a
La pa r te e st r ic t a m e n t e in d iv id u a l d e l cer e b r o
Im pu lso s in t e r n o s p e r ió d ic o s
La d if e r e n c ia c ió n f i n a e s u n a pr e r r o g a t iv a h u m a n a
E x p e r ie n c ia i n d i v i d u a l c o n t r a h e r e n c ia
El c o n c e p t o d e o p u e s t o s se d e r iv a d e l a ESTRUCTURA
Las vías nerviosas del tercer sistema cerebral son más largas y
más complejas que las de los otros dos sistemas. La mayor parte de
las operaciones del tercer sistema se ejecutan por intermediación
de los otros dos, aunque existen vías que permiten a aquél ejercer
un control directo sobre los mecanismos ejecutores. El proceso in
directo demora la acción misma, de modo que eso de «pensar pri
mero y hacer después» no es un mero decir.
Entre lo que se. engendra, en el sistema supralímbico y su ejecu
ción por el cuerpo hay una demora. Esa dilación entre un proceso in
telectual y su traducción a la acción es bastante larga como para que
ésta pueda ser inhibida. Esa posibilidad de crear la imagen de una ac
ción v demorar después su ejecución —trátese de diferirla o de im
pedirla— constituye la base de la imaginación y del juicio intelectual.
En su mayor parte, las acciones de este sistema son ejecutadas
por los otros dos, más antiguos, y su velocidad se limita a la propia
de éstos. Por ejemplo, no es posible aprehender el significado de un
texto impreso con mayor rapidez que la del ojo al recorrer la pági
na para leerla. No se puede expresar el pensamiento con rapidez
mayor que la alcanzada al pronunciar las palabras que lo significan.
De ello se deduce que leer y expresar más rápidamente representan
unos de los medios que permiten pensar con mayor rapidez.
La posibilidad de una pausa entre la creación de la pauta de
pensamiento de cualquier acción particular y la eiecución de esa
acción constituye la base física de la conciencia. Esa pausa permi
te examinar qué sucede en nuestro interior en el momento en que
se forma la intención de perpetrar el acto, así como durante su
comisión. La posibilidad de aplazar la acción —de prolongar el
período que separa la intención de su ejecución— permite al hom
bre aprender a conocerse. Y es mucho lo que hay por conocer,
pues los sistemas que llevan a cabo nuestros impulsos internos ac
túan automáticamente, como en el resto de los animales superiores.
H a c e r n o s ig n if ic a c o n o c e r
El c o n o c im ie n t o h a c e c o in c id ir l a a c c ió n c o n l a in t e n c ió n
El c o n o c im ie n t o n o e s in d is p e n s a b l e pa r a l a v id a
El c o n o c im ie n t o e s u n a e t a p a n u e v a d e l a e v o l u c ió n
P ara e n t e n d e r e l m o v im ie n t o d e b e m o s s e n t ir ,
NO ESFORZARNOS
A guzar l a d is c r im in a c ió n
P e nsar al actuar
R it m o d e l a r e s p ir a c ió n d u r a n t e l o s ejer c ic io s
V e l o c id a d d e l o s m o v im ie n t o s
D ó n d e h a c e r l o s ejer c ic io s
I n d u m e n t a r ia
Cuanto más ligera sea, mejor. En todo caso, hay que asegurarse
de que sea cómoda, no interfiera en los movimientos ni en la res
piración, no ajuste demasiado y no tenga botones ni cierres rápi
dos en la espalda.
C ómo p r a c t ic a r l a s l e c c io n e s
D e r e c h o e s u n c o n c e p t o e s t é t ic o
E sq u eleto , m ú sc u lo s y g raveda d
R e l a ja c ió n : u n c o n c e p t o q u e a m e n u d o se e n t ie n d e m a l
La p o s t u r a e r g u id a e s m a n t e n id a p o r u n a pa r te a n t ig u a
d e l sist e m a n e r v io s o
El n e x o e n t r e i n s t in t o e in t e n c ió n
En e l h o m b r e , l a c a p a c i d a d d e a p r e n d e r r e e m p la z a
EL INSTINTO ANIMAL
E x p e r ie n c ia in d iv id u a l
El g r a n p o d e r d e a d a p ta c ió n d e l h o m b r e
A specto s d in á m ic o s d e l a p o s t u r a
Control a u t o m á t ic o y c o n t r o l v o l u n t a r io
La s e n s ib il id a d e n l a .a c c ió n v o l u n t a r ia
Balancearse de pie
Mueva ahora el cuerpo en tal forma que la coronilla (la parte su
perior de la cabeza) trace un círculo en el plano horizontal. Conti
núe hasta sentir que todo el trabajo es ejecutado por la mitad infe
rior de las piernas y que todo el movimiento se siente en los tobillos.
Balancéese de nuevo hacia los lados, después hacia delante v atrás
y después en círculo, en ambas direcciones, pero esta vez descanse
el peso del cuerpo principalmente sobre el píe derecho; del pie iz
quierdo, sólo el dedo gordo debe tocar el suelo. La pierna izquier
da no debe tomar parte en el movimiento salvo para ayudar al cuer
po a mantener el equilibrio y posibilitarle realizar el ejercicio con
exactitud sin interferir en la respiración. Repita los movimientos
apoyando la mayor parte del peso sobre el pie izquierdo. Repita
cada uno de estos movimientos 20 o 30 veces, hasta que logre eje
cutarlos tan suave y cómodamente como le sea posible.
Moverse sentado
El n e x o d in á m ic o e n t r e estar , d e p ie y s e n t a d o
Se p a r a n d o e l o b je t iv o d e l m e d io se m e jo r a e l r e n d im ie n t o
La im p o s ib ilid a d d e e le g ir c o n v ie r t e l a t e n s ió n e n h á b ito
La a c c ió n EFICAZ m e jo r a e l c u e r p o y su c a p a c id a d
para actuar
La c a r a c t er íst ic a d e l m o v im ie n t o v o l u n t a r io
e s l a r e v e r s ib il id a d
E v it a r d if ic u l t a d e s e st a b l e c e n o r m a s d e c o n d u c t a
El p e r f e c c i o n a m i e n t o n o t ie n e lím ite s
L as fu er za s q u e t r a b a ja n e n á n g u l o r e s p e c t o d e l tr a y e c t o
p r in c ip a l c a u s a n d a ñ o
D e sa r r o l l a r tr a y e c t o s d e a c c ió n id e a l e s
D e sc u b r a , e l t r a b a jo l a t e n t e d e l o s m ú sc u l o s
Estire los brazos por encima de la cabeza, con las manos sepa
radas. Estire las piernas, con los pies separados. Muy lentamente,
eleve la pierna y el brazo derechos. El movimiento debe ser muy
pequeño, suficiente para levantar apenas el dorso de la mano y el
talón respecto del suelo. Preste atención para establecer si la mano
y el pie vuelven a posarse sobre el suelo exactamente al mismo
tiempo, o uno después del otro. Cuando haya averiguado cuál de
ellos llega antes al suelo descubrirá que,-además, esa extremidad se
levanta antes que la otra. No es fácil alcanzar una simultaneidad
absoluta de acción en este movimiento. Por lo general siempre ha
brá una pequeña diferencia entre el movimiento del brazo y el de
la pierna.
Para alcanzar mayor exactitud, eleve el brazo en el mismo ins
tante en que deja de inhalar aire. Después levante la pierna cuan
do empieza a exhalarlo. Finalmente, mueva brazo y pierna al ex
halarlo. Esto mejora la coordinación entre ambas extremidades.
Movimiento diagonal
Con los codos en el suelo, coloqúese las puntas de los dedos so
bre el abdomen. Espere hasta que sus pulmones se llenen de aire.
Comprima su pecho como para expeler el aire, pero contenga el
aliento: no exhale. La creciente presión del aire elevará la presión
interna del abdomen, que podrá dirigirse hacia abajo, en dirección
al esfínter anal. Al ser forzado el aire más allá del ombligo, la par
te inferior del estómago se hinchará como una pelota de fútbol.
Observe sus manos: al hincharse el estómago, subirán y se
apartarán de los costados.
En los contenidos casi líquidos del abdomen, la presión se dis
tribuye por sí sola igualmente en todas las direcciones. Sin embar
go, en este ejercicio muchas personas no logran al principio ex
pandir su estómago en todas las direcciones a menos que tengan
espalda y caderas fuertes y bien desarrolladas. En vez de ello, ten
san los músculos de la espalda en las inmediaciones de las caderas,
hasta que la columna vertebral se eleva del suelo a la altura de éstas.
En consecuencia, es preciso esforzarse por crear en el estómago
una presión igual en todas las direcciones, incluso hacia atrás, es
decir, en dirección al suelo. Cuando se logra esto, se comprueba
que la acción de empujar el estómago hacia fuera o delante expul
sa el aire de los pulmones. Espere a que los pulmones vuelvan a lle
narse y entonces expulse de ellos el aire echando el estómago ade
lante y expandiéndolo en todos los sentidos hasta sentir que las
partes carnosas de las caderas presionan contra el suelo. Descanse
y observe los cambios operados en la cualidad de su movimiento
respiratorio.
Respiración normal
Siéntese en el suelo (...) y apóyese en las manos (...) con las rodillas
separadas (...) y con las plantas de los pies en contacto entre sí.
Separe las rodillas hada los lados (...) los pies descansando sobre sus
bordes exteriores (...) la mano derecha, con la palma hacia arriba (...)
las puntas de los dedos pasan bajo el talón derecho (...) el pulgar si
gue (junto) con todos los demás dedos bajo el talón (...) álcelo un
poco.
(...) tómese los dedos de los pies (...) con la mano, izquierda, de tal
modo que el dedo más pequeño se apoye en la palma de esa mano.
Con los pies separados, doble las rodillas en ángulo tal que
cada una quede a plomo sobre su pie. Mejor aún, haga esto: mue
va las rodillas acercándolas y alejándolas, una y otra vez, hasta sen
tir en forma clara que cada una está directamente sobre su pie, o
sea, en aquella posición en que no se necesita esfuerzo muscular al
guno para impedir que se apoyen una en la otra o caigan hacia los
costados.
Alce los brazos en dirección al techo, por encima de los ojos, y
júntelos como si aplaudiera. Sus hombros, cintura escapular y bra
zos forman ahora un triángulo cuyo vértice está en sus muñecas.
Alce del suelo la cintura escapular como si alguien levantara su
hombro derecho. Ambas manos caerán hacia la derecha, en direc
ción al suelo. El triángulo mencionado debe quedar igual, sin mo
vimiento. alguno en los codos; no permita que sus manos se des
licen entre sí. Vuelva al punto medio. Inhale, pero sin permitir que
la pelvis se mueva más de lo necesario.
Al exhalar, deje que el triángulo formado por los brazos caiga
hacia la izquierda. Repita todo el movimiento 25 veces.
Observe si necesita levantar la cabeza del suelo para ejecutar el
movimiento y hasta dónde puede mover los brazos hacia la iz
quierda sin que también su rostro se vuelva hacia allí.
Descanse un momento. ¿Qué hombro se apoya con más firme
za en el suelo? Doble de nuevo las rodillas. Ponga la rodilla dere
cha sobre la izquierda y deje caer ambas hacia la derecha. Observe
si sus rodillas caen más que antes o no.
Invierta las rodillas, es decir, cruce la izquierda sobre la dere
cha. Deje que ambas caigan hacia la izquierda y devuélvalas al
punto medio. Repita 25 veces este movimiento. Descanse un ins
tante y observe qué lado está más cerca del suelo y tiene más con
tacto con éste.
Deje caer las rodillas de lado otra vez y observe hasta dónde
caen y con cuánta facilidad; debe hacer esto a fin de estar en con
diciones de apreciar la mejoría después de completar la etapa si
guiente, durante la cual moverá la parte superior.
Vuelva a las 6 en punto, de allí a las 12, una y otra vez, y re
pítalo 25 veces. Disminuya gradualmente el esfuerzo y trate de
que el cambio de una posición a otra sea menos brusco; trate
también de separar la respiración del movimiento. Su respira
ción debe continuar suave y fácilmente, con independencia de
los cambios de posición del cuerpo. Los movimientos pelvianos
deben ser lentos y continuos, y suave el cambio de una posición
a la otra.
Estire las piernas y estudie la sensación que tiene en la pelvis.
Trate de observar con precisión en qué puntos difiere ahora el
contacto con el suelo. ¿Advirtió que no bien separó la respira
ción del movimiento su cabeza empezó a moverse en forma coor
dinada con su pelvis, como si «copiara» el movimiento en escala
menor?
Doble otra vez las rodillas. Apoye la pelvis en las 12, Traslade
el punto de contacto a la 1, y vuelva a las 12. Repítalo cinco veces.
Ahora mueva la pelvis de las 12 a las 2, pasando por la 1, y vuelva
de nuevo atrás. Repítalo cinco veces. Ahora traslade el peso de la
pelvis de las 12 a las 3, en la misma forma (pasando por la 1 y la 2).
Repita cada movimiento cinco veces; después agregue una
hora más, repita hasta llegar a las 6 en punto y repita retrocedien
do hasta las 12. Cada movimiento debe trazar un arco continuo,
sin detenerse en las horas intermedias.
Observe cómo el conocimiento de la posición exacta alcanzada
por la pelvis se torna gradualmente cada vez más exacto y cómo el
peso, al trasladarse,, describe un verdadero arco, y no ya bruscos
movimientos rectilíneos al pasar de una hora del cuadrante a la si
guiente.
Detenga el movimiento, tiéndase en el suelo y observe la dife
rencia que hay entre los lados derecho e izquierdo de la pelvis.
Mientras descansa, trate de recordar si su cabeza seguía los movi
mientos de la pelvis en su propia escala. Hacemos machas cosas
sin tener conocimiento de ellas.
Vuelva a las 12. Traslade el peso de la pelvis hasta las 11 en
punto y devuélvalo a las 12. Repítalo cinco veces. Lleve el peso
hasta las 10, pasando por las 11, y vuelva otra vez. Continúe como
antes, hasta llegar a las 6 en punto. Descanse un instante y observe
lo que sucede en su cuerpo.
C o n s id e r e , o p o n i é n d o l o s e n t k e s í , e l j u ic io o b je t iv o
Y EL SUBJETIVO
Ablande el cuerpo
Cuando t e n g a a l g o n u e v o , d e s h á g a s e d e l o v ie jo
Conocimiento de la autoimagen
A c c ió n s in c o n o c im ie n t o
P odem os a c t u a r s in s a b e r l o q u e h a c e m o s
La c a l is t e n ia p o r l a c a l is t e n ia m ism a n o e n s e ñ a n a d a
Cierre otra vez los ojos y trate de sentir cuándo los movimien
tos de balanceo son más suaves y fluidos: ¿con los ojos abiertos o
cerrados? Trate de alcanzar, con los ojos abiertos, la misma suavi
dad que alcanza con los ojos cerrados. Cabría esperar que el movi
miento fuese mejor en todo sentido con los ojos abiertos, pero en
la práctica ocurre que esto lleva a frecuentes interrupciones de la
fluidez y la amplitud del movimiento, debido al hecho de que, en
muchas personas, el movimiento de los ojos no está bien coordi
nado con su actividad muscular. Tome cuidadosa nota de la sensa
ción de los movimientos de las piernas y la pelvis y de todos los de
fectos, por pequeños que sean, del movimiento de balanceo, a fin
de tomar después conocimiento de los cambios que han de ope
rarse en el control de todos los movimientos del cuerpo.
No acorte el cuerpo
Los o j o s n o s ir v e n s ó l o p a r a v e r
I n t e n s if ic a r el e s f u e r z o n o m ejo ra l a a c c ió n
Curve el cuerpo
PENSAMIENTO Y RESPIRACIÓN
A b so r b e r m á s o x í g e n o s ig n if ic a t e n e r m á s v it a l id a d
EL DIAFRAGMA
E l TÓRAX
C o o r d in a c ió n d e t ó r a x y d ia f r a g m a e n l a s r e sp ir a c io n e s
NORMAL Y PARADÓJICA
E l PULMÓN e s u n ó r g a n o p a s iv o
R e s p ir a c ió n y p o st u r a
Imagínese ahora el paso del aire que entra por la nariz y se di
rige a la parte posterior del paladar y a la tráquea. Cada vez que ip-
hale piense sólo en este punto, hasta que se haya familiarizado con
esas partes. Cuando esa sección inicial le resulte clara, siga el aire
en su trayecto desde allí hasta el bronquio lobular superior dere
cho. Vuelva ahora a la nariz; cuando la reconozca siga hasta el pa
ladar, baje por la tráquea hasta el espacio que la rodea, y siga el aire
que llena el pulmón llevándolo hacia las paredes del tórax y es for
zado, en el lóbulo superior derecho, a dirigirse hacia arriba, hacia
el suelo y hacia el hombro y la axila.
Siga ahora, cada vez que inhale, el trayecto del aire por la nariz,
el paladar, la tráquea y los dos bronquios, superior e inferior. Ima
gínese el pulmón derecho en expansión. Su parte superior se mue
ve hacia arriba, mientras su parte inferior lo hace hacia abajo, de
modo que todo el lado derecho se estira y la distancia entre la pel
vis y la axila aumenta.
Cada vez que inhale, piense en cómo el aire llena los espacios
situados en lo alto y en el fondo y en cómo el pulmón derecho es
estirado por el diafragma. Observe, al hacerlo, si puede sentir algo
en las vértebras lumbares. La tercera y la cuarta tienen que levan
tarse respecto del suelo cuando los dos músculos del diafragma
tiran el pulmón hacia abajo.
Siéntese en el suelo con las piernas cruzadas. Cierre los ojos, in
cline la cabeza hacia delante, tómese las manos y llévelas hacia la
parte posterior de la cabeza, dejando que los codos cuelguen suel
tos entre las rodillas. Si le resulta difícil doblarse así, comprobará
también que en el punto donde la columna.vertebral no es flexible
el pulmón no se mueve ni respira; lo que es difícil de hacer, tam
bién es difícil de imaginar. Sentado en esa posición, piense otra vez
en el paso del aire por la nariz y el paladar hasta la tráquea; obser
ve el estiramiento del pulmón derecho hasta el omóplato, en lo
alto, y hasta el hígado, en la parte inferior, y también en el lóbulo
medio. Determine si en esta posición usted puede pensar que sien
te deslizarse el pulmón por dentro, más allá de la longitud total
que posee el revestimiento del pulmón. Tome nota de aquellos
puntos donde, en su pensamiento, el pulmón no se desliza libre
mente. Cuando haya identificado esos puntos y pueda imaginarlos
con facilidad, su cabeza se inclinará hacia delante más aún y más
fácilmente.
Póngase de pie, camine y observe la marcada diferencia que
puede sentir en su respiración del lado derecho y del izquierdo.