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Una novia para ocho hermanos 3

Fascinación salvaje

Una mujer del pasado de Peter vuelve para crear problemas, por lo que Ryan y Ty

deciden llevar su esposa a la Tierra para unas rápidas vacaciones. Cuando Mikayla se

entera de la acción legal en contra de Peter, insiste en permanecer al lado de su

hombre. El problema es que ahí es exactamente donde la ex-novia de Peter la quiere.

Mientras tanto, Lachlan, Brock, John, Matt, y Bryce están llevando a cabo la

creación de una base de investigación en un nuevo planeta deshabitado. Pero hay algo

extraño en este lugar, y sólo se pone peor cuando Mikayla llega. ¿Pueden identificar la

fuente del problema antes de su fascinación se convierte en un peligro para la mujer a la

que todos aman?

Capítulo 1.

—¿Dónde diablos está? —preguntó Mikayla furiosa.

Brock no tenía ni idea de dónde estaba Lachlan, y eso estaba empezando a

cabrearlo. Mikayla sacudió el culo demasiado, considerando que estaba atada y entonces

gruñó de frustación.

Cuando le había detallado su plan, Brock había accedido, principalmente porque no

podía soportar ver a su esposa enfadada. Pero ahora tenía a su sum tumbada boca abajo
sobre el banco de azotes de Lachlan, sus piernas abiertas atadas, su culo y su coño

esperando para ser azotados y follados y todo lo que podía hacer era esperar a que Lachlan

se dejara ver. ¡Mierda¡ ¿Qué era lo que se decía acerca de los mejores planes?

—Quizá deberías ir a buscarlo —sugirió Mikayla esperanzada. Él le lanzó a su

mujer una mirada de incredulidad que probablemente ella no vio. De. Ninguna. Jodida.

Manera. Nunca había dejado a una sum desatendida cuando estaba atada. Y de ningún

modo iba a empezar con su esposa. El hecho de que ella estuviera dispuesta para que

Lachlan le azotara el culo hizo sentir un poco loco a Brock. Todo este esfuerzo para

Lachlan y el chico probablemente ni siquiera se presentaría.

Brock se sentó junto a Mikayla acariciándole la espalda en movimientos largos y

profundos. Ella gimió en voz baja y mencionó el nombre de Lachlan de nuevo.

Maldición.

—Tranquila, sum —dijo, tratando de ocultar su irritación. No estaba celoso. Le

encantaba compartir a su esposa con sus hermanos, era perfecta para ellos, pero estaba

empezando a irritarle intensamente que Mikayla estuviera tratando de conseguir la atención

de Lachlan. Durante semanas había estado incitándolo, burlándose de él, metiéndose con él

y, en general, siendo un dolor en el culo para conseguir que la azotara. Brock estaba

bastante impresionado por la negativa de Lachlan a ser manipulado por sums malcriadas,

hasta que había notado la falta de interés del hombre en todo lo demás también.

Lachlan no ha sido el mismo desde que se había enterado del aborto involuntario de

Mikayla, y aunque Brock había compartido su decepción, Lachlan parecía estar llevándolo

a extremos. Era obvio que algo más estaba pasando por la cabeza de Lachlan, pero Brock

estaba seguro de que su hermano mayor lo superaría a su debido tiempo.

—Deja que me levante —exigió Mikayla.


—No —dijo Brock con la voz más imponente que pudo reunir.

—Brock, maldita sea, déjame, para que pueda ir a buscarlo. —El cien por cien de

pura irritación se deslizó en su mente. Ella era su esposa y sum tanto como lo era de

Lachlan y, a diferencia de Lachlan, Brock no dejaba que sus sums se subieran a la parra.

Se puso en pie frente a Mikayla. Ella levantó la cabeza y lo miró directamente a los

ojos, y todas sus tendencias dominantes rugieron.

—Baja la vista, sum —gruñó. Ella lo miró sorprendida, pero rápidamente hizo lo

que le había dicho. Le había dado mucha libertad de acción desde su embarazo y el aborto,

pero eso se había acabado. O ella era su sum o no lo era, pero no la dejaría fingir. Le

acarició la parte superior de la cabeza mientras descansaba en el banco de azotes. La había

atado de esta manera por más tiempo de lo que normalmente le gustaba, pero tenía que

conseguir que entendiera un par de cosas antes de liberarla.

—¿Estás usando tu palabra de seguridad, Mikayla? —Ella trató de levantar la

cabeza, pero él la mantuvo inmóvil por el pelo.

—No, s-señor —dijo ella con voz temblorosa. Se preocupaba por su tono, pero

continuó manteniéndola inmóvil.

—¿Te acuerdas de tu palabra de seguridad, sum?

—Sí, Brock —dijo ella con una voz más fuerte. Un poco más seguro de que no la

estaba asustando con su brusco cambio de actitud, Brock le acarició el pelo una vez más, lo

que le permitió mover un poco la cabeza mientras se estiraba en una posición más cómoda.

—Dime tu palabra de seguridad, Mikayla.

—Ardilla, señor. —Sonrió a su sum juguetona, alegrándose de que no pudiera ver a

su pérdida de control. La mujer sabía muy bien cómo pulsar sus teclas. Había cambiado su

palabra de seguridad de «rojo» a «ardilla» cuando sus hermanos lo habían estado llamando
por cada nombre de animal que había sobre esta roca estúpida y helada que tenían por

planeta. Sólo un tío sin suerte se rompería una pierna cuando la única ayuda médica

disponible eran los gilipollas de sus hermanos menores, veterinarios, no médicos. No podía

esperar para pasar a su próximo contrato. Dos semanas más para completar sus datos y

enviar los informes y recomendaciones, y harían sus maletas y se largarían de ese planeta

de mierda.

—No, sum —dijo, sintiendo la necesidad de corregir el comportamiento irritante de

Mikayla—. Tu palabra de seguridad es «rojo». ¿Entendido? —La había consentido

demasiado tiempo, y ya era hora de volver a la normalidad. Y, además, ser manipulado por

sus sum no era algo que estuviera dispuesto a aceptar. Mikayla sabía lo que esperar, lo que

había conocido desde su primera vez juntos, y él tenía que regresar a la relación que los

hacía felices a los dos.

—Sí, maestro —dijo ella con voz muy sumisa. Su polla se ponía dura con sólo esas

dos palabras suaves. Por lo general lo llamaba por su nombre, pero cuando las cosas entre

ellos empezaban a ponerse muy intensas, la palabra parecía salir voluntariamente. Brock

esperaba que fuera su manera de señalar que ella entendía su necesidad.

—Buena chica —le dijo mientras le acariciaba el cuello y los hombros con

suavidad—. Voy a deshacer tus ataduras. Puedes estirarte y mover los brazos y las piernas,

pero quiero que te quedes acostada boca abajo.

—Sí, maestro —Su polla se crispó, apretando dolorosamente contra la cremallera de

sus pantalones vaqueros.

Se movió rápidamente, liberando sus brazos y piernas, y le dio un masaje para

asegurarse de que la sangre fluyera de forma apropiada. Ella gimió en voz baja mientras

soltaba las correas justo por encima de las rodillas y la ayudaba a mover las piernas. Brock
le acarició la cara interior de los muslos y sintió el placer de sentir sus jugos manchando su

piel.

—Nena —dijo con voz áspera—. Te necesito.

****

Mikayla tragó saliva. Brock estaba siendo más intenso de lo que nunca había sido, y una

pequeña porción de miedo le hizo cosquillas en la espalda. Ella sabía que él nunca le haría

daño —bueno, tal vez un poco de la clase de daño «buena»—, pero se tomaba la

responsabilidad de sus sums muy en serio y hacía todo lo posible para estar seguro de que

nunca las heriría. Tan sólo recordar algunos de los orgasmos que le había proporcionado,

hizo que los pequeños miedos se transformaran rápidamente en excitación y luego

desbordaran en necesidad desesperada.

Él la necesitaba, pero, oh, cuánto lo necesitaba ella también.

Brock había sido siempre el más exigente de sus maridos, pero también el más

amoroso. Después de cada sesión, él la abrazaba y la mimaba y siempre la hacía sentir

como si fuera el centro de su universo.

Trató de ahogar su gemido cuando él la levantó del banco por encima de su hombro

y toda la sangre corrió hacia su cabeza. Un momento después, la colocó contra la pared y

volvió a apretar todas las correas en su lugar. La última fue en torno a su cintura y ella se

estremeció en anticipación a sabiendas de que Brock utilizaba la moderación cuando se

esperaba que la sesión fuera larga e intensa.

Se puso de pie detrás de ella, su mano acariciando su culo caliente.

—¿Te sientes cómoda, sum?


—Sí, amo —contestó, tratando de ocultar el trino de su voz.

Ya podía sentir su coño palpitante de anticipación. Su crema se deslizó por sus

muslos, el olor penetrante de su excitación llenaba la habitación.

—Cuenta para mí, sum. Empecemos por veinte para entrar en calor.

El látigo de cuero acariciaba la piel de su culo, deslizándose lentamente por su

carne. Lo alzó lo y lo descargó contra ella, el aguijón delicioso ya haciendo estragos en sus

procesos mentales.

—Uno —se acordó de decir por fin. Un segundo siguió rápidamente, y ella contuvo

la demanda de más. Brock la amordazaría sin dudarlo si empezaba a hacer demandas ahora.

En ese momento, él era su maestro, y ella tenía que frenar sus impulsos. El hecho de que

ella odiara lo que él utilizaba como mordaza era disuasivo suficiente para mantenerse

callada, por ahora.

Su culo y sus muslos empezaron a calentarse cuando sus latigazos se hicieron más

fuertes. Contó automáticamente, apenas consciente de los números que salían de su boca,

su concentración retrocediendo a medida que el deseo inundaba sus venas. Ella tembló

cuando el golpe final del látigo rozó su coño. Sus rodillas cedieron, su peso cayó contra la

abrazadera alrededor de la cintura.

Brock acarició por un momento su carne tierna con su mano cálida y áspera por el

trabajo antes de entrar en su línea de visión.

—¿Estás cómoda, sum? —Estaba llena de adrenalina, temblando de excitación, y a

punto de tener un orgasmo increíble, ¿y él quería saber si estaba cómoda? ¿En serio?

—Sí, maestro —acertó a decir cuando finalmente recordó cómo hablar.

—Tengo un juguete nuevo —dijo él, acariciándole la mandíbula con los dedos—.

Creo que ya estás lista para probarlo, sub. —Ella asintió con la cabeza, incluso aunque
supiera que no le estaba pidiendo permiso. Si quería que se detuviera, sólo tenía que usar su

palabra de seguridad, pero estaba tan cerca del orgasmo que lo último que quería era que se

parara. Lo oyó rebuscar en uno de los armarios, y luego se puso de pie tras ella, acariciando

su trasero por un momento.

—Tienes un hermoso culo, sum. Me encanta ver este color. Cuéntalos para mí.

Vamos a empezar con diez.

Se quedó muy quieto. Sin saber lo que Brock tenía en la mano era desconcertante.

La última vez que lo había hecho, le había presentado una tira gruesa de cuero. Brock le

había dejado una hermosa hilera de franjas en el culo y le había dado el más increíble de los

orgasmos, pero ella no había sido capaz de sentarse cómodamente durante varios días.

Tenía la sensación de que todo lo que venía ahora iba a ser aún más intenso.

Fuera lo que fuera, le había golpeado el culo con tal fuerza que ella gruñó de dolor.

Él frotó sobre el lugar despacio, obviamente admirando la piel enrojecida. Ella cerró los

ojos para contener las lágrimas que amenazaban con escapar. Su culo había empezado a

palpitar sólo de un golpe, ¿y esperaba que ella tomara diez para empezar? Su palabra de

seguridad estaba en sus labios, pero el número uno salió en su lugar.

El segundo golpe le golpeó la otra mejilla, y ella contuvo el aliento ante la sensación

dolorosa. Se retorció contra la pared, su cuerpo tratando de protegerla, incluso cuando su

mente pedía más.

—Dos —dijo, tratando de no apretar las mejillas a la espera del siguiente golpe.

El tercero y el cuarto llegaron rápidamente, más duro incluso el quinto, y entonces

el dolor se transformó en algo más. Su orgasmo comenzó cuando aterrizó el sexto golpe.

Apenas era consciente de que Brock empezó a contar el resto por ella, porque cada

terminación nerviosa le zumbaba, y su cerebro estaba apagado para todo menos para las
increíbles sensaciones que corrían en espiral a través de ella.

Apenas registró el momento en que le retiró sus ataduras, pero cayó en brazos de

Brock antes de que pudiera tocar el suelo. Él la giró en sus brazos, la llevó de vuelta al

banco de azotes, la colocó boca abajo, y entró en su coño en una embestida larga y dura.

Ella chilló con el estallido de su segundo orgasmo. Brock agarró sus caderas, la

apretó contra el banco, presionó su clítoris contra la piel suave, y empujó más fuerte y más

fuerte. Jadeando, retorciéndose, rogando, Mikayla tomó todo lo que tenía para dar y todavía

quiso más.

Ella lo sintió hincharse, sus labios vaginales convulsionando alrededor de su dura

longitud, y luego empujó más profundamente en ella, sujetándola mientras la llenaba con su

semilla. Durante un largo rato se limitó a abrazarla, respirando con fuerza contra su

espalda, su polla sacudiéndose en su interior.

****

Mierda. ¿Qué había hecho? La mujer había sufrido un aborto involuntario sólo unos meses

atrás.

Había estado tan desesperado por ella que se había olvidado y casi había perdido el

control. Casi. Le había costado cada onza de su voluntad deshacer sus ataduras y moverla a

una posición más cómoda antes de follarla como un animal salvaje. Había estado tan cerca

de enterrar la polla en su culo y tomarla contra la pared que casi entró en shock al darse

cuenta. Follar su culo sin lubricante o preparación probablemente habría sido muy doloroso

para ella y podría haber dado lugar a una lesión. No estaba nada satisfecho con su línea de

pensamiento.
Se apartó de ella, reconociendo que en su desesperada necesidad de reclamarla

probablemente la había presionado demasiado. Dios, esperaba que lo perdonara. La levantó

en sus brazos, acunándola contra su pecho mientras estudiaba su rostro. Las lágrimas

veteaban su piel, sus ojos estaban rojos y llorosos, pero suspiró satisfecha y prácticamente

ronroneó mientras se acurrucaba en sus brazos.

Dios, amaba a esta mujer.

La colocó suavemente en la cama y luego fue a preparar un baño fresco.

Su culo estaría probablemente muy dolorido por unas horas, y tenía la intención de

asegurarse de cuidar a su sum correctamente.

—Gracias —susurró ella mientras se giraba para irse. Se volvió de nuevo queriendo

estar seguro de por qué le estaba dando las gracias. Después de todo, le había prometido

que los diez golpes con la pala eran el comienzo. Tal vez le estaba dando las gracias por no

seguir adelante con eso. A juzgar por los pequeños siseos de dolor cuando la había dejado

en la cama, Brock sospechaba que diez era todo lo que ella podía soportar.

Cuando él levantó una ceja, sonrió y explicó.

—Muchas gracias por tratarme como lo hacías antes. Todo el mundo ha ido de

puntillas a mi alrededor desde el aborto, y es muy bonito ser tratada como si no estuviera a

punto de romperme en mil pedazos.

Él negó con la cabeza. ¿De verdad la había tratado de manera diferente?

Habían estado muy preocupados por ella, tanto emocional como físicamente, pero

¿él y sus hermanos la trataban de forma tan distinta que se había sentido poco querida?

Sintió un escalofrío cuando se dio cuenta de que en realidad la había tratado de manera

diferente. Infierno, había estado a punto de sentarla en sus rodillas y darle de comer, algo

que sabía que ella odiaba, sólo porque la había tratado con rudeza. Nada de lo que había
hecho hoy era más doloroso o menos placentero que cualquier de sus sesiones más intensas

antes de que ella se hubiera quedado embarazada.

—Lo siento —dijo mientras se acomodaba en el borde de la cama y le tocaba la

cara—. Creo que he sido un poco demasiado entusiasta tratando de protegerte. Me

comprometo a esforzarme más para conseguir nuestra relación vuelva a ser como antes.

Ella sonrió dulcemente, obviamente aliviada de que él entendiera sus necesidades.

Se alejó de nuevo hacia el cuarto de baño y empezó a preparar un baño fresco. Su

sum era preciosa, cariñosa, independiente y fuerte, y cuando le daba su confianza como

había hecho hoy, no había mejor regalo.

No volvería a darlo por sentado de nuevo.

—¿Cuándo vamos a trasladarnos a la nueva estación de investigación? —preguntó

desde la puerta.

—¿Qué? ¿Cansada ya de este planeta en mal estado? —bromeó.

Teniendo en cuenta que los hombres superaban a las mujeres en una proporción de

trescientos a uno, y que Mikayla había sido arrojada ahí por una red de tráfico de personas,

probablemente no debería estar haciendo bromas. Si a eso se le sumaba el hecho de que el

embarazo estaba prohibido pero la violación no y que era el puto planeta más frío en el que

alguna vez había estado, era una apuesta segura que ninguno de ellos iba a llorar por dejarlo

atrás.

Mikayla sonrió como si supiera lo que estaba pensando y luego se acurrucó en sus

brazos mientras esperaba su respuesta.

—Tardaremos unos diez días en tener listos los informes que quedan por hacer, y

entonces podemos empacar todo lo que llevaremos con nosotros de la estación, y dirigirnos

a las selvas de M789zi.


—¿Cómo son sus leyes? —preguntó, sonando un poco aprensiva. Mierda, ¿quién

podría culparla? Un hombre que había asegurado amarla la había abandonado en este

planeta. Afortunadamente, Matt había estado allí para rescatar a Mikayla de su primer

cliente y aspirante a violador y la había llevado allí, a su estación de investigación. Era

natural que ella quisiera saber de las leyes del nuevo planeta. Aunque, Brock dudaba que

ningún planeta pudiera ser tan jodido como éste.

—No hay personas en el planeta nuevo, así que no hay leyes reales. Básicamente,

seremos tú, yo y los otros siete maridos.

Ella lo abrazó con más fuerza, y parecía muy satisfecha por esa seguridad.

****

Después de un baño relajante, Mikayla, acurrucada en el calor de su marido, se acercó más

a él mientras los pensamientos acerca del siguiente planeta llenaban su cabeza. Era

maravilloso yacer así exhausta, saciada, y amada. Lo había echado de menos más de lo que

creía. Brock había sido atento y cuidadoso desde su aborto, pero los mimos siempre se

sentían un poco incómodos. No había nada como el agotamiento que seguía a una sesión

intensa de azotes y orgasmos increíbles. Se sentía débil y vulnerable, lo que hizo que la

atención de Brock le pareciera mucho más especial.

Sólo esperaba ser capaz de dejar atrás el problema por fin. No era frágil, y se

alegraba de que Brock finalmente se hubiera dado cuenta.

Por supuesto, todavía tenía otros siete maridos que necesitaban saber lo mismo.
Capítulo Dos

—Hola, cariño —dijo Ryan mientras entraba en el laboratorio—. ¿Qué estás haciendo aquí

tan tarde?

—Quería asegurarme de que todo estuviera terminado antes de empezar a empacar

mañana. —Era una excusa plausible, pero no del todo cierta. Por extraño que pareciera,

incluso a sus propios oídos, iba a echar de menos ese lugar. Todo lo bueno que le había

sucedido había pasado en esa base y, a pesar de que su llegada a este planeta había sido

inesperada y aterradora, la había llevado a ser más feliz de lo que jamás hubiera imaginado

posible.

De alguna manera, Mikayla Noone, la chica que nadie quería, había terminado

siendo amada por ocho hombres increíbles, sorprendentes. Y la mayoría de eso había

pasado ahí. Era el planeta más frío y más jodido que jamás podría imaginar, pero todavía se

sentía como en casa.

´ —¿Qué es esa mirada? —preguntó Ryan en voz baja. Maldita sea. El problema de

tener ocho maridos era que tarde o temprano iban a averiguar lo que estaba pasando en su

cabeza.

—Sólo estoy un poco nerviosa, supongo. —Ella se encogió de hombros, tratando de

dar la impresión de que no tenía importancia. Ryan no se lo tragó. Él la tomó en sus brazos,

apoyó la cabeza sobre la de ella y de alguna manera leyó en su corazón.

—Vas a echar de menos este lugar. —Ella asintió, con la cabeza contra su pecho,

medio aliviada de que él lo supiera y medio preocupada porque no lo entendiera.

—¿Sabías que —preguntó en voz baja mientras la atraía más cerca — toda la

estación se va a trasladar? Casi lo único que vamos a dejar en este planeta son los

cimientos. Todo lo demás se separa como un rompecabezas, y cuando llegamos al siguiente


planeta, lo volvemos a juntar.

—¿En serio? —No era que ella quisiera llamarle mentiroso, pero, bueno, Ryan era

conocido por hacer el tonto, y le parecía un poco demasiado increíble. ¿Toda la base?

¿Todo? Albergaba nueve adultos, oficinas, cuartos de estar, áreas de almacenamiento, y el

laboratorio. No era un gran edificio, pero sin duda no se ajustaba a su idea de una casa

móvil.

—En serio —dijo con voz tranquilizadora y abrazándola con fuerza—. Todo va a

ser exactamente lo mismo en el siguiente planeta. De hecho, si te quedas en el laboratorio o

las viviendas todo el tiempo, ni siquiera sabrás que estamos en otro planeta. —Eso le dio

una pequeña medida de paz. Iba a llevarse a sus maridos y su hogar al siguiente planeta, así

que era apenas un movimiento en absoluto. Pero abrazó a Ryan estrechamente por si acaso.

—Maldita sea —dijo Ty al entrar en la habitación—. Tenía la esperanza de

encontrarte sola, y así podríamos huir hacia nuestras vacaciones y dejar atrás los extras.

Mikayla rió ante sus palabras. Ty nunca se plantearía unas vacaciones sin que Ryan

fuera con ellos, pero disfrutaba tomando el pelo a sus hermanos. Afortunadamente, Ryan

era inmune a sus palabras.

—¿Está Peter listo para ir?

—Sí —dijo Ty mientras miraba alrededor del laboratorio—. Estamos listos para

partir por la mañana. Desafortunadamente, Matt y Bryce insisten en que te quedes tu última

noche aquí con ellos. Traté de explicarles que vamos a estar muy ocupados en el siguiente

planeta y que teníamos que pasar cada momento contigo hasta ese momento, pero

lamentablemente no estuvieron de acuerdo.

Mikayla estaba al borde de la risa cuando las palabras de Ty por fin le parecieron

extrañas
—Espera. Si el planeta está deshabitado. ¿Qué nos mantendrá muy ocupados?

—Deshabitado por humanoides o especies sensibles de acuerdo con el avance del

equipo de investigación, pero hay un montón de vida en el planeta. Insectos, más insectos,

arañas, bichos. —dijo Ty esperando que reaccionara con un grito, pero ella sólo enarcó una

ceja. Después de sus experiencias, tenía mucho más miedo de los humanos que de

pequeños insectos.

—Está bien —dijo lentamente mientras trataba de convencerse a sí misma de que lo

de las vacaciones iba a estar bien. Ryan y Ty habían estado trabajando muy duro, por lo que

sin duda merecían un descanso—. Así que, uhm, ¿a dónde vamos?

—Bueno, Peter tiene citas en la Tierra unos pocos días, así que vamos a ir a ver a

Tracey y tomar una decisión a partir de ahí. —Mikayla asintió, sintiéndose un poco más

entusiasta. Hablar con Tracey una vez a la semana no era exactamente lo mismo que verla

cara a cara. A pesar de lo que dijera, Mikayla no estaba convencido de que Tracey hubiera

superado todo el asunto «casi secuestrada y vendida como prostituta», así que ir a verla y

comprobarlo era una idea bastante buena.

—Está bien —dijo ella, empezando a sentirse un poco emocionada.

—Tracey vive en California actualmente. Ahí es verano, así que tal vez podamos

pasar un tiempo en la playa. —Ty y Ryan parecían muy felices con eso.

—Vamos, querida —dijo Ty mientras sostenía la mano de ella—. Vamos a

ponernos en contacto con Tracey y ver si puede recomendarnos un hotel de lujo cerca.

—¿Lujo? —preguntó ella, sintiéndose un poco incómoda. ¿Podría esa palabra

significar algo bueno de nuevo? Había sido la palabra que Jet había usado una y otra vez

mientras le prometía el mundo. Y luego la había abandonado en un planeta donde la única

manera de que una mujer pudiera sobrevivir era la prostitución. Ella trató de ocultar el
estremecimiento, pero Ty lo sintió de todos modos.

Dios, ¿qué estaba mal con ella? Había salido del planeta antes... Claro que había

sido cuando desenmascaró una red de tráfico humano, descubrió su embarazo, y se quedó

en la Tierra, ya que a las mujeres embarazadas no se les permitía estar en este planeta y

luego había tenido un aborto involuntario aterrador. Por supuesto que también había sido

cuando ella había salvado a Tracey, había encontrado a Bryce, y había forjado una

comprensión más profunda con Matt. Por lo tanto, su último viaje a la Tierra no era del

todo malo, pero ella todavía no tenía ninguna prisa en repetir la experiencia.

Ty debía haber adivinado su proceso mental porque la atrajo hacia sí y le dijo:

—Vamos a estar a tu lado todo el tiempo. Te lo prometo, no importa dónde vayas,

tendrás por lo menos dos maridos a tu lado.

Las lágrimas cayeron de sus ojos mientras ella asentía con la cabeza. Le molestaba

como el infierno sentirse tan insegura a pesar de las palabras de sus amorosos maridos, pero

no era capaz de superarlo. Sólo esperaba que cuando las cosas convirtieran en rutina en el

nuevo planeta pudiera recuperar esa sensación de paz que había descubierto aquí, en este

planeta minero helado.

Saber que el sentimiento era irracional no la ayudaba a superarlo. Había pasado la

mayor parte de sus años más jóvenes de una familia de acogida a otra, por lo que la

continuidad era algo a lo que estaba desesperada por aferrarse.

—Tal vez podríamos quedarnos con Tracey —dijo Ryan sin entonación. Mikayla

sonrió ante la idea. Una cosa era visitar a un amigo. Otra muy distinta llevar tres maridos

con ella. Y, además, sería muy agradable alojarse en un hotel. Tal vez un hotel más

pequeño, menos lujoso que lo que Ty tenía en mente, pero algo cercano a Tracey para que

pudieran visitarla todos los días.


—Vamos a llamar a Tracey —dijo, decidida a ignorar los latidos de su corazón

mientras la ansiedad crecía dentro de ella una vez más. Apretó los dientes. Dios, iba a poner

ese miedo fastidioso bajo control aunque fuera la última cosa que hiciera—. Estoy segura

de que podrá recomendarnos algo que nos satisfaga a todos.

Ty sonrió, sin dejar de mirarla con preocupación, pero ella le devolvió la sonrisa y

se obligó a relajarse. Iba a estar bien. Tendría Ryan, Ty, y Peter a su lado, así que no tenía

nada que temer más que al miedo mismo.

Ahora, si tan sólo pudiera aflojar la mandíbula.

****

El hotel era bastante sorprendente. Lo suficientemente pequeño como para tener un

ambiente agradable y con bastante clase como para que nadie levantara una ceja cuando la

señora Davidson se registró con tres maridos. Su suite tenía tres habitaciones, dos con

camas dobles y la principal con una cama king-size.

Todo parecía limpio, bien cuidado y confortable.

—¿Qué deberíamos hacer primero? —preguntó Ryan mientras se llevaba todas sus

maletas a la habitación principal. Peter tenía algún tipo de negocios en Nueva York y se

uniría a ellos en un par de días, así que por ahora sería buena idea compartir la habitación

principal con los gemelos.

—Me gustaría visitar Tracey, pero creo que necesito tiempo para recuperarme del

viaje —dijo Mikayla mientras se sentaba en el asiento y se quitaba los zapatos. Había

pasado casi todo su tiempo en la estación descalza, así que tener que ponerse los zapatos,

incluso esas cómodas sandalias, estaba resultando más difícil de lo que había esperado. Le
encantaría uno de los masajes de Lachlan en los pies, pero no había manera de que fuera a

decir eso en voz alta. La última vez que Ryan y Ty le habían dado un masaje en los pies, la

habían hecho reír con tanta fuerza que casi se había caído de la cama. Definitivamente no

tenía la energía necesaria para excesivas risitas en ese momento.

—Está bien —dijo Ty, tomando asiento a su lado—. La casa de Tracey está a sólo

unas manzanas de aquí, así que es probable que podamos ir andando. —Ella trató de

esconderse detrás de la mueca de una sonrisa, pero él se dio cuenta de todos modos—.

¿Dolor de pies? —preguntó, sonando muy esperanzado.

—No —dijo ella rápidamente, sentándose sobre ellos antes de que pudiera llegar

alguna idea. Ty sonrió, pero no hizo ningún movimiento hacia ella.

—Tal vez deberíamos dormir la siesta primero —dijo Ryan, moviendo las cejas

sugestivamente. Ella se rió de sus travesuras. Una siesta sonaba maravilloso, pero con estos

dos era poco probable que realmente durmieran—. O tal vez —dijo, acercándose—,

podemos jugar un rato y luego dormir una siesta.

Ella sonrió mientras se levantaba del sofá y caía en sus brazos.

Mikayla no tenía necesidad de mirar para saber que Ty estaba justo detrás de ellos.

Desde el momento en que la tuvieron desnuda, besaron cada centímetro de su piel.

Retorcerse en el medio de la cama, con Ryan lamiendo su coño y Ty amamantado

sus pechos, de repente parecía la mejor idea que había tenido en meses. Trató de levantar

las caderas para que la lengua de Ryan profundizara con más fuerza, pero él se apartó y se

rió de su impaciencia.

—Cariño —le advirtió—, tenemos que hacer esto de forma correcta, si quieres tener

un sueño apropiado. —Ella puso los ojos en blanco ante sus bromas.

—Por favor, Ryan, te necesito dentro de mí.


—Bueno, ya que lo pides con tanta educación. —Se subió sobre ella, empujando su

polla dura y profunda en un solo movimiento. Ty se rió mientras su hermano se quedaba

quieto, sujetándola a la cama y negándose a moverse. Ella gruñó ante la interpretación

literal de sus palabras.

—Creo —dijo Ty con una enorme sonrisa en su rostro—, que tal vez necesitas ser

más específica.

—Bien —dijo ella, poniendo los ojos en blanco y sacudiendo sus caderas contra la

retención de Ryan—. Por favor, fóllame. —Sus ojos se oscurecieron mientras empezaba a

moverse tranquilamente. Se deslizó dentro y fuera de su coño, el lento ritmo suave y

sorprendente. Ty se inclinó y la besó con la misma impasibilidad, la presión suave de sus

labios contra los de ella bastante satisfactoria.

Ryan se apartó, pero Ty rápidamente tomó su lugar, cabalgándola mientras la

presión crecía rápidamente a pesar de su dulzura. Empezó a respirar más profundo, más

velozmente, y Ty comenzó a moverse más rápido. Ella se retorcía, tratando de acercarse

cuando él se apartó y dejó Ryan tomar el relevo. Ryan se estrelló contra ella, sus pelotas

golpeando su culo mientras su excitación se disparaba y empezaba a temblar. Una y otra

vez la folló con las manos agarrando sus nalgas y levantándola hacia él, obligándola a

tomar más. Cambió el ángulo. Ty encontró su clítoris con el dedo, haciendo círculos,

prensado, moliendo contra el botón duro hasta que ella gritó su liberación.

Ryan empujó más duro, su respiración trabajosa hasta que gimió su propia

liberación. Una vez más, se apartó y se hizo cargo de Ty, empujando profundamente en su

coño tembloroso, lo que desencadenó un segundo clímax más intenso. Mikayla gimió

cuando sintió que le daba su mejor momento y liberaba su semilla en su cuerpo.

Después de unos cuantos golpes más lentos, más suaves, Ty por fin se calmó en su
interior.

Yacían juntos, todavía unidos, cuando él la besó con suavidad en la mandíbula.

—Te amo —susurró.

—Yo también —dijo Ryan a su lado mientras acariciaba su rostro y retiraba el pelo

de los ojos—. Ahora descansa. —Ella asintió con la cabeza somnolienta, muy dispuesta a

seguir sus órdenes—. Te amo —murmuró a ambos cuando Ty se movió a su lado y le

animó a apoyar la cabeza en su hombro. Ella apenas tenía energía para darse la vuelta.

****

—Está durmiendo —dijo Ty suavemente—. Creo que el viaje la agotó de verdad. ¿O

debería decir —dijo con el ceño fruncido— la ansiedad del viaje hizo que se agotara?

Ryan asintió con la cabeza. Era obvio que a Mikayla no le gustaba el cambio. Había

estado nerviosa durante el último mes en la estación de investigación y, a pesar de sus

intentos para serenarla, y los de Ryan y Peter, todavía estaba inquieta por tomar esas

vacaciones. Él sabía que su última visita a la Tierra no había sido del todo agradable, pero

algo le decía que era más que eso. Mikayla rara vez mencionaba nada de su vida antes de

conocerlo a él ya sus hermanos, así que era muy posible que la razón fuera mucho más

profunda.

Últimamente, Ty se había encontrado a sí mismo preguntándose cada vez más sobre

el pasado de su esposa, pero esperaba que Mikayla se lo explicara cuando se sintiera lo

suficientemente cómoda. No era como si alguno de ellos le hubiera hecho una pregunta

directa acerca de su infancia, por lo que, aunque no ocultaba nada de forma deliberada, no

había ofrecido ninguna información libremente. Sabían que ella no tenía parientes vivos,
pero eso era casi todo. Ty no pudo evitar estremecerse ante la idea de no tener una familia.

Habiendo crecido con siete hermanos y cinco padres, su vida siempre había estado llena de

mucha, mucha gente.

Había habido momentos en los que había querido un poco de paz y tranquilidad,

pero siempre había sabido que, cuando necesitara su familia, estarían allí para él. Un toque

de culpabilidad se deslizó por su mente al pensar en lo terrible que debía haber sido para

Bryce. A pesar de que Bryce había asegurado que todo había sido su elección, Ty no podía

dejar pasar lo feliz Bryce estaba ahora con sus hermanos y Mikayla.

****

Ryan se dio la vuelta, sintiéndose agitado.

—Voy a ir a ver los mensajes. Espero que Peter tenga algunas buenas noticias. No

puedo creer que esa perra esté tratando de llevarlo a juicio. —No se molestó en ponerse la

ropa de nuevo, sólo se dirigió a los equipos de comunicación de la habitación.

La mayoría de las personas en la Tierra todavía utilizaban teléfonos móviles

personales, pero después de pasar muy poco tiempo en su planeta en los últimos años, ni él

ni sus hermanos habían sentido la necesidad. Habrían sido muy útiles en ese momento, sin

embargo. Esperar un mensaje a través de las redes mundiales, era un dolor en el culo.

Tan pronto como Ryan conectó, el mensaje de Peter destelló. No estaba marcado

como urgente, pero en realidad no significa nada. Peter había dicho que se ocuparía de la

situación, por lo que era poco probable que estuviera enviando un SOS para obtener ayuda.

Su mensaje era breve y conciso: «No hay mucho que informar. Nada ha cambiado. Los

abogados todavía están discutiendo, y Jessie no dará marcha atrás. Te haré saber si la
maldita cosa va a los tribunales, pero en este momento parece probable».

A Ryan no le gustó cómo sonaba eso. No sabía mucho acerca de Peter y su ex

novia, pero sabía que había herido a su hermano. Tanto que Peter había estado a punto de

alejarse de Mikayla por temor a ser herido de nuevo. Por fortuna, Mikayla, con su corazón

lleno de amor y aceptación silenciosa había superado sus dudas, y ahora Peter estaba tan

feliz como el resto de ellos. O lo estaría si no tuviera una demanda potencial pesando sobre

él.

Ryan se dirigió al dormitorio y se quedó al lado de la cama contemplando a su

esposa dormir en los brazos de su hermano. Ty abrió los ojos y Ryan negó con la cabeza.

—Ningún cambio —dijo en voz baja—. La perra sigue yendo detrás de su dinero.

Ty sacudió la cabeza con lentitud, obviamente tan disgustado por la frívola

demanda como Ryan.

—Voy a darme una ducha y pedir algo de comer. —Ty asintió con la cabeza y cerró

los ojos de nuevo, pero Ryan podía ver la tensión en la mandíbula de su hermano. Todos

estaban al tanto de esa maldita demanda, pero hasta ahora habían conseguido mantener a

Mikayla al margen de las noticias. Estaban tratando de protegerla de la preocupación, pero

más de una vez Ryan se había preguntado si estaban haciendo lo correcto.

Al entrar en la ducha, se preguntó con qué rapidez su encantadora esposa sería

capaz de castrarlos a todos si se enteraba de que estaban escondiéndole un secreto.

Capítulo 3

Tracey se veía muy bien. Mikayla había hablado con ella por lo menos una vez a la semana

desde el intento frustrado de secuestro de varios meses atrás, pero había estado preocupada
de que Tracey hubiera estado disimulando.

Teniendo en cuenta lo maravillosa que se veía, las preocupaciones de Mikayla

parecían infundadas.

—Me gustaría que conocieras a alguien —dijo Tracey nerviosamente mientras

agarraba la mano de Mikayla y la arrastraba hasta la sala de estar—. Este es mi…—dudó,

miró al hombre, se sonrojó y luego dijo—:…Um... mi amigo, Rick. Yo vivo aquí con él y

sus hermanos, Tony y Ashton.

Rick la miró divertido por la introducción, pero sonrió y dijo hola. Saludó a Ryan y

Ty con un apretón de manos, les ofreció una cerveza fría, y los llevó a la terraza trasera.

Mikayla sonrió. Nunca había sido lenta pillando las cosas y levantó una ceja en una

muda pregunta. La cara de Tracey se puso más colorada todavía, pero asintió con la cabeza

lentamente—. ¿Esto te choca? —Mikayla no pudo contener la risa—. Estás hablando con

una mujer que tiene ocho maridos. No creo que mi mejor amiga durmiendo con tres

hombres me vaya a sorprender.

Tracey parecía muy aliviada, y Mikayla tuvo que preguntarse cuántas personas

habían reaccionado mal a la elección de Tracey. A Mikayla todavía la sorprendía que la

gente pudiera ser tan estrecha de miras. A pesar de que la poligamia para los hombres y

mujeres había sido legal durante generaciones, algunas personas tenían que victimizar a

quienes no pensaban como ellos.

—Siento lo de tu aborto —dijo Tracey con amabilidad—. ¿Has pensado ya en

intentarlo otra vez?

Mikayla sonrió, sabiendo que Tracey sólo planteaba la cuestión porque estaba

preocupada por ella. Mikayla había sido incapaz de ocultar a la otra mujer su temor de

volver a quedar embarazada.


Tracey también era enfermera, así que probablemente había tenido experiencia en el

trato con las personas que habían sufrido una pérdida inesperada.

De alguna manera Mikayla sintió que su dolor era un poco tonto. Apenas había

estado embarazada y lo había sabido sólo unas semanas. Uno de los médicos, sin mucho

tacto, le había explicado que el embarazo ectópico nunca se habría convertido en un bebé

completamente desarrollado, por lo que no había perdido un niño en absoluto.

Pero se sentía como si así fuera. Se sentía como si hubiera un agujero en su corazón

donde habría estado el amor por su hijo, y no podía encontrar el coraje para arriesgarse a

pasar por todo eso otra vez. Sus maridos estaban muy a favor de su decisión de dejar las

cosas por un tiempo, pero tarde o temprano tendría que hacerle frente o arriesgarse a no

tener hijos.

Sus hombres serían padres maravillosos, y merecían la oportunidad de probar otra

vez, así que sabía que no podía ser un cobarde siempre.

—Voy a hablar con todos ellos cuando nos instalemos en el nuevo planeta —dijo

ella, haciendo un gran esfuerzo para no temblar. Tracey pareció complacida. A pesar de que

la mayor parte de su amistad se había desarrollado a través comunicación subespacial,

Mikayla estaba muy contenta por la comprensión de la mujer y el apoyo silencioso.

«Esperemos —pensó Mikayla mientras enroscaba su brazo con el de Tracey y salía

a la terraza para unirse a los hombres— que Rick, Tony, y Ashton sean dignos del amor de

Tracey, y que sean capaces de construir una vida feliz juntos». Tracey era un amor

completo, y merecía ser amada.

Tracey se sentó al lado de su amante y se acurrucó en el abrazo del hombre. Rick

sonrió felizmente. «¿Significa esto que ya no hay secretos?» Tracey sonrió con timidez,

pero a Mikayla no se le escapó la adoración en sus ojos. Parecía realmente feliz, y después
de todo lo que había pasado, era algo precioso de contemplar. Mikayla se sintió de pronto

muy contento de haber ido a visitarla.

Se acurrucó entre Ryan y Ty, sintiéndose más relajada de lo que había estado en las

últimas semanas.

****

—¿Cuándo dijo Peter que iba a llegar hasta aquí? —Habían pasado tres días, y estaba

segura de que había tenido la intención de reunirse con ellos en dos.

—Tal vez mañana —dijo Ty.

—Tal vez —preguntó ella con la sospecha resonando en su cerebro. Tanto Ryan

como Ty se habían apresurado a trivializar necesidad Peter de estar en Nueva York, pero el

hecho de que no se les hubiera unido cuando se suponía que sin duda iba a hacerlo, le

sugirió que se trataba de algo que no era tan poco importante como su maridos habían

intentado que creyera.

—Sólo tiene una reunión más, y entonces estará aquí —dijo Ryan, pareciendo un

poco incómodo.

—¿Qué pasa? —Todos sus instintos le decían que se estaba perdiendo algo. Hizo la

pregunta en un tono casual, sin embargo, su necesidad de saber era todo lo contrario.

—Oh, ya sabes —dijo Ty, que parecía muy incómodo—. Negocios y contratos y

esas cosas.

—¿No lleva John todo eso? —Definitivamente podía oler el engaño ahora. Cuando

ambos se vieron incapaces de responder, supo que sus intuiciones eran muy acertadas—.

Está bien, señores Davidson, escupidlo. ¿Por qué esta Peter realmente en Nueva York?

—Tal vez debería contártelo el propio Peter —dijo Ryan, que parecía más
incómodo de lo que nunca lo había visto.

—Tal vez deberías decírmelo, y yo podría decidir por mí misma si Peter debería

contármelo. —Se cruzó de brazos y esperó. Maldita sea, al infierno. Sabía que

probablemente creían que la estaban protegiendo, pero no saber lo que estaba pasando con

uno de sus maridos era mucho peor.

—Cariño —dijo Ryan en un intento de aplacarla.

—¡No me llames cariño! Explícamelo, Ryan. Soy tu esposa, y exijo saber qué

demonios está pasando.

Ty dio un paso hacia adelante. Parecía que estaba a punto de abrazarla, pero cambió

de idea cuando vio su expresión feroz.

—Mikayla, no es nada grave. Peter sólo tiene algunos problemas con su ex-novia.

—Se dio cuenta por el vapor que debía salir de las orejas de ella, que se había explicado

muy, muy mal—. Quiero decir —dijo, corrigiéndose rápidamente—: La mujer está tratando

de entablar una demanda por incumplimiento de promesa por romper su compromiso. Si se

han visto, habrá sido desde lados opuestos de la mesa de negociaciones, mientras sus

abogados debaten.

Por fin, permitió que Ty la atrajera hasta sus brazos, pero tenía tantas preguntas

zumbándole en la cabeza, que no sabía muy bien por dónde empezar.

—¿Incumplimiento de la promesa? Pensé que había sido ella quien rompió el

compromiso ¿Cómo podía ser él el demandando?

—No estamos seguros, querida —dijo Ty mientras pasaba la mano arriba y abajo

por su espina dorsal con un movimiento suave—. Pero parece que ninguno de nosotros sabe

la historia completa de lo que sucedió entre ellos.

—Quiero hablar con él. —Ambos parecían preocupados pero finalmente asintieron
con la cabeza, y Ty se dirigió hacia el comunicador.

—No —dijo rápidamente—, cara a cara. ¿Cuánto tiempo se tarda en llegar a Nueva

York?

Ty rápidamente comprobó la guía de transporte local.

—Parece que los nuevos cielo-pods salen cada dos horas. El viaje dura menos de

una hora. Si cogemos el siguiente, podemos estar allí antes de que empiece su próxima

reunión

Ella asintió con la cabeza con decisión. Iban a Nueva York.

****

Peter estaba sentado en la cafetería en el piso inferior de su habitación de hotel. Se pasó una

mano por la cara mientras pensaba en todo lo que su abogado le había dicho en los últimos

tres días. Cuando había roto su compromiso con Jessie, Peter no tenía idea de que este tipo

de demanda civil era posible. La mujer iba tras todo lo que tenía y algo más. Incluso había

conseguido que la sugerencia de Peter de compartirla con sus hermanos, de algún modo,

significara que había estado comprometida con todos ellos. El abogado de Peter estaba

bastante preocupado porque, si de alguna manera ella conseguía probarlo, podría ir tras

todos sus activos.

Maldita sea. Se había roto el compromiso porque Jessie había exigido controlar el

negocio de la familia a cambio de dormir con sus hermanos. Había sido algo tan frío, tan

calculador, y tan lejos de la relación amorosa que había imaginado para él o sus

hermanos… Peter no podía imaginar el veneno que la llevaba a ir tras el negocio familiar

cuando ella nunca había sido parte de esa familia.


Cerró los ojos mientras las imágenes de la mujer que amaba llenaron su mente.

Mikayla era todo lo que había esperado. Ella lo amaba a él y a sus hermanos por igual,

nunca había pedido nada más que su amor a cambio, y había ayudado activamente en su

empresa familiar en todas las áreas en las que había sido capaz de ayudar.

Mikayla era la mujer que lo ha completado. No sólo a él, sino a todos sus hermanos.

Incluso había visto dentro del alma de Bryce y había logrado traerlo a casa, a donde

pertenecía. Sin embargo, si la ex-novia de Peter encontraba el modo, se aseguraría de que

Mikayla se quedara sin hogar, junto con el resto de ellos.

Maldita sea. Echaba más de menos a su mujer cada minuto que pasaba. El recuerdo

de la mujer que había declarado amarlo, pero sólo se había interesado en el dinero, hacía

parecer a Mikayla como algo aún más precioso. Casi había decidido saltarse las

negociaciones de la tarde sólo para poder ir a California a visitar a su esposa cuando la voz

de un ángel pronunció su nombre.

Sus ojos se abrieron para ver el espejismo más increíble, y al instante ella estaba en

sus brazos, besándolo, abrazándolo, recordándole todo lo que era bueno en su mundo.

—Mikayla —susurró con un suspiro. Alzó la vista para mirar a Ryan y Ty detrás de

ella, pero ni siquiera podía enfadarse porque la hubieran llevado junto a él. No importaba lo

complicada que se estuviera volviendo la demanda, estaba muy contento de ver a su esposa.

Se acurrucó en sus brazos, y él la abrazó con fuerza.

—Deberías habérmelo dicho —dijo en voz baja.

No podía negarlo.

Tendría que habérselo dicho. Había querido protegerla de la fealdad de las

ambiciones de su ex-prometida, pero egoístamente la necesitaba cerca.

—Lo siento, Mikayla. Debería habértelo dicho.


—Deberías haberlo hecho —aceptó—, pero los tres vamos a estar a tu lado en la

reunión de esta tarde. —Abrió la boca para protestar por su participación, pero ella le puso

una mano sobre los labios para detener las palabras—. Y vamos a hablar de honestidad más

tarde. Ahora mismo necesito hacer el amor con mi marido descarriado.

Los rostros de Ryan y Ty se iluminaron con excitación, pero Peter se apresuró a

quitarles esa idea. Podía compartir su esposa con sus hermanos, pero no estaba dispuesto a

compartir su cama. Ambos lo miraron con sendas expresiones patéticas, lo que indicaba

que sabían muy bien lo que pensaba sobre el tema, pero sonrieron y le dejaron hacer lo que

quería.

Peter envió a sus hermanos un gesto de gratitud y luego levantó a su hermosa mujer.

Se abrazaron estrechamente mientras se dirigían a su habitación de hotel. Todavía no podía

creérselo cuando dejó a sus hermanos en la zona de estar y llevó a su esposa a su habitación

del hotel. Ella lo besó por todas partes mientras intentaba despojarlo de la ropa.

Cuidadosamente, le quitó los zapatos y le besó las marcas rojas donde habían rozado su piel

en carne viva.

Mikayla era tan hermosa de una manera tan natural que no podía imaginar nada más

perfecto que su esposa embarazada y descalza. Era una actitud machista que no expresó en

voz alta, pero esperaba que algún día, pronto, pudiera convencerla para que volvieran a

intentarlo. Podía entender su reticencia tras el aborto y estaba más que dispuesto a darle su

tiempo, pero le encantaba la idea de ella como la madre de sus hijos.

Ella suspiró cuando la levantó sobre la cama y comenzó a adorar cada parte de ella

que pudo alcanzar. Inclinó la cabeza para saborear su calor meloso y masajeó sus muslos,

hasta que comenzó a temblar.

Ella elevó sus caderas más alto, exigiendo más, y él se lo dio, incapaz de negarle
nada. Ella montó su lengua, sus manos agarrando su pelo en un puño, su coño resbaladizo e

hinchado. Gimió cuando su orgasmo la golpeó y él la calmó con largas y tranquilizadoras

caricias de su lengua.

Ella tiró de su cabello, y él se alzó sobre su cuerpo, encajando su polla contra su

entrada, presionando lentamente mientras observaba su rostro. Ella lo abrazó con su cuerpo,

atrapando su corazón con su amor y engarzando su alma para siempre.

Cuando su orgasmo llegó, suspiró ante la perfección del momento y acarició el

hermoso rostro de su esposa. Ella sonrió adormilada y rodó sobre su espalda, colocándolo

sobre ella, mientras permanecía en su interior, donde debía estar.

No pasó mucho tiempo antes de que Ryan y Ty lo despertaran para que pudiera

asistir a la negociación, pero esta vez no iba a ir solo. Esta vez tenía a su familia para

apoyarlo.

****

El primer vistazo de Mikayla a la mujer que iba a demandar a su marido fue

desconcertante. Vestida con un traje de aspecto formal, con tacones altos y el pelo

perfectamente peinado, Jessie Evans hizo sentir a Mikayla más que un poco mal vestida.

Mikayla echó un vistazo a su vestido de verano de algodón simple y frunció el ceño al

estrechar su mano.

Tal vez esto era una mala idea. Peter había pasado la última hora alegando que

debía quedarse en el hotel con Ryan y Ty. Cuando ella le explicó que su lugar estaba al

lado de su marido, había dejado de darle órdenes. Podía disfrutar de ser sumisa en la cama,

pero eso no significaba que fuera a dejar que sus hombres dictaran su vida fuera de la
habitación.

Tragó saliva, nerviosa, y trató de encontrar el valor que estaba segura de poseer,

mientras, en silencio, escuchaba las conversaciones que se mantenían a su alrededor. La

mujer le sonrió, con una expresión que estaba muy lejos de ser amable, y Mikayla trató de

no sentirse aún más intimidada.

Aunque Peter le tomó la mano en un apretón reconfortante, y Ryan y Ty estaban a

su izquierda, Mikayla no podía sacudirse el frío desprecio que emanaba de la ex de Peter.

La sonrisa de la mujer sin duda parecía despectiva. Miró a Mikayla un momento, al parecer

evaluando su potencial como rival, y luego la despidió con la misma rapidez. Decir que la

mujer era intimidante en extremo, era, con toda probabilidad, subestimarla.

Lo que Mikayla no podía entender era cómo Peter había considerado siquiera estar

enamorado de ella. La mujer emitía unas vibraciones que, con seguridad, cualquier otra

persona en la habitación podía sentir. O tal vez no.

Mikayla era la única mujer además de ella en la habitación. Los hombres parecían

ajenos a la malicia de Jessie. Mikayla desvió la mirada, tratando de no mirar en la dirección

de la mujer. Un momento después se dio cuenta de su error.

—Ryan, Ty, qué agradable volver a veros.

—¿Volver a vernos? —dijo Ryan, sonando sorprendido—. Si ni siquiera llegamos a

conocerte.

—Oh, querido, ¿cómo puedes herirme así? Peter está siendo gélido, pero nunca

llegué a pensar que vosotros también me rechazaríais. —La mujer hizo un buen trabajo

componiendo una expresión herida, pero Mikayla podía ver a través del engaño, incluso si

los abogados no eran capaces. Todos en la habitación seguían el intercambio de cerca. El

abogado de la mujer, incluso sonrió un poco, mientras Jessie Evans jugaba el papel de
amante despechada ante su público—. Peter incluso intentó romper la cita para hablar de

nuestra reconciliación. Intenté con todas mis fuerzas que me amara, pero no habría sido

más cruel si hubiera clavado un cuchillo en mi pecho.

Mikayla puso los ojos en blanco. Quizá se había sentido un poco intimidada por esa

zorra bien arreglada, pero la mujer estaba demostrando ser un poquito corta de

entendederas.

—¿Charlar acerca de la reconciliación?

—¿Así lo llaman ahora? —preguntó Peter con desdén—. ¿Reconciliación? Pues

parece como si estuvieras tratando de entablar una demanda para quitarme todo lo que

tengo. Eso no es «reconciliación» en mi diccionario.

—Bueno, viendo a la pequeña destroza hogares colgada de tu brazo, está claro que

no tienes intención de tratar de resolver nuestras diferencias, así que no tengo más remedio

que defenderme y asegurar mi futuro financiero. —La dulce sonrisa de la mujer congeló a

Mikayla hasta los huesos. Era la clase de sonrisa que ponía un depredador cuando la presa

no podía escapar.

El abogado Peter se acercó a él, instándolo a no entablar conversación de nuevo,

pero Peter parecía incapaz de tragarse mentiras tan obvias—. Mikayla no es ninguna

«destroza hogares», es mi esposa. La conocí hace casi dos años, después de que tú y yo

hubiéramos roto. —La mirada interesada de la mujer era bastante escalofriante. Era

evidente que había oído algo que le gustaba—. Y en cuanto a tu futuro financiero, te

sugiero que vayas a buscar a algún rico insensato que te entregue su dinero, y que nos dejes

a mí y a mi familia en paz.

La mujer lo hizo perfectamente. Su labio inferior tembló, sus hombros se

estremecieron, un jadeo ahogado escapó de su boca perfectamente maquillada, y luego se


las arregló para salir corriendo de la habitación aparentando estar afligida y angustiada,

pero sin descolocarse ni un solo pelo.

Al ver esa preocupación, que Mikayla dudaba que realmente sintiera, su abogado y

varios otros siguieron.

El abogado de Peter negó con la cabeza.

—Me encantaría que no hubieras dicho eso.

Peter se encogió de hombros, al parecer muy poco interesado en los deseos de su

abogado. El hombre volvió su atención a Mikayla.

—¿Está usted casada sólo con Peter? —Ella sacudió la cabeza cuando Peter se

quedó en silencio—. ¿Con cuántos hermanos está casada?

—Todos ellos —respondió ella con un hilo de voz. ¿Qué demonios estaba pasando?

La poligamia era legal. Por supuesto, ocho maridos era inusual pero, sin duda, no era

ningún crimen.

—Maldita sea, Peter, me gustaría que no hubieras dicho eso.

—¿Por qué —preguntó Ryan mientras daba un paso hacia adelante para tomar la

mano de Mikayla entre las suyas.

—Porque ahora la señora Evans tiene pruebas suficientes de que su compromiso era

la promesa de casarse con todos ustedes. Casi puedo garantizar que su abogado está

rastreando sus certificados de matrimonio en estos momentos. Esto se puede poner muy

feo.

Peter asintió con la cabeza, su mano apretando más fuerte la de Mikayla, mientras

empezaba a comprender la gravedad de lo que había hecho. Mikayla quería asegurarle que

Jessie probablemente se habría enterado de su matrimonio de todos modos, pero sabía que

era mejor quedarse callada por el momento y escuchar lo que su abogado estaba diciendo.
—Comuníquese con sus hermanos. Tenemos que pensar en ofrecer algún tipo de

arreglo. Si esto llega a juicio, bien podría ganar la mitad de todos sus bienes y de los de sus

hermanos y, tal vez, incluso el pago de una pensión alimenticia.

—Pero si ni siquiera llegó a conocernos —dijo Ryan a través de sus dientes

apretados con fuerza.

El abogado se limitó a sacudir la cabeza.

—Va a ser su palabra contra la de ella. Incluso aunque pudieran demostrar que

nunca llegaron a conocerla, ella se limitaría a decir que Peter estaba hablando de todos

ustedes. —El abogado cogió su libreta y empezó a empacar su maletín—. Voy a hablar con

su abogado cuando salga, pero estoy seguro de que no volverán a la mesa de negociaciones

en este momento. Querrán reunir cada mísero pedazo de información que puedan, para

poder reclamar un pago enorme. Mañana va a ser un día especialmente desagradable.

****

Ryan no podía creer que lo estuviera demandando una mujer a la que nunca había

conocido, y mucho menos que lo estuviera demandando por romper un compromiso del que

no había sido parte. Maldición, por lo que su abogado le había dicho, la afirmación de la

mujer no era sólida, pero probablemente les costaría una fortuna si alguna vez llegaba ante

un juez.

—Necesitamos establecer contacto con los demás —dijo Peter con voz cansada—, y

hacerles saber el desastre al que los he arrastrado.

—Peter —dijo Mikayla en voz baja, con el corazón destrozado por él—. Esto no es

culpa tuya. Tenías todo el derecho a buscar el amor. El hecho de que ella no fuera la mujer
adecuada para ti no significa que hayas hecho nada malo. —Él no parecía muy

convencido—. Somos una familia. Vamos a salir de esto como una familia. ¿De acuerdo?

—Él asintió con la cabeza—. No más secretos. Tenemos que saber exactamente qué está

pasando. ¿De dónde viene la idea de reclamar que estaba comprometida con todos

vosotros?

Peter parecía incómodo, pero logró forzar las palabras a través de su garganta.

—Porque yo le pedí que considerara conocer a mis hermanos y tal vez compartir su

cama.

Ryan no creía que pudiera sorprenderse más de lo que ya se había sorprendido en la

reunión. Resultó que estaba equivocado. ¿Peter había querido compartir una mujer incluso

antes de que conocieran a Mikayla? Parecía tan surrealista que Ryan tuvo que mirar a su

gemelo para que se lo confirmara. Ty se encogió de hombros, a todas luces tan asombrado

como Ryan.

—Pero ¿ella nunca se reunió con ellos?

—Conoció a John, y no dijo si le gustaba o no, y a Matt, que le desagradó de

inmediato, pero no a los otros. Creo que tuvo suerte hoy con Ty y Ryan porque sabía que

mis hermanos menores eran gemelos.

—¿Qué pasó cuando le sugeriste lo de dormir con los demás?

Peter se pasó la mano por la cara, y Ryan pudo cuánto estaba afectándole toda la

situación. Peter siempre había sido bastante grave, pero ahora su piel estaba pálida y poco

saludable, sus ojos estaban hinchados, probablemente por la falta de sueño, y los hombros

le caían hacia delante en un signo de derrota.

—Me exigió que le cediera el control de la empresa y de todos nuestros bienes si

quería que «durmiera con los bastardos de mis hermanos». —Utilizó sus dedos como
comillas, indicando que las palabras despectivas eran de ella, no suyas.

Menos de cuatro horas antes, Ryan no podría haber imaginado una mujer tan

insensible como para exigir este tipo de pago bajo el disfraz del amor, pero al haber

conocido a Jessie Evans, ahora tenía una imagen muy clara. La mujer era una perra de

primera clase.

Capítulo Cuatro

Ty yacía en la cama, abrazando a su esposa mientras su hermano gemelo, a su espalda, la

abrazaba también, y su hermano mayor dormía en una silla junto a ellos.

Mikayla había insistido en que debían estar juntos esta noche, y Ty había aceptado

sin reservas. Por supuesto, Peter no iba a entrar en la cama, pero al menos Mikayla había

podido conciliar el sueño al tenerlo tan cerca.

Sus ojos se desviaron a la forma dormida de Peter. Habían conseguido hablar con

todos sus hermanos en una sola conferencia, y después de la sorpresa que cabría esperar,

llegó la preocupación. Y, tras mucho discutir, finalmente habían accedido a pelear. Jessie

Evans no tenía ningún derecho real sobre ellos, y entregar su dinero duramente ganado sin

plantarle cara siquiera, no era una opción. Afortunadamente, Brock, Lachlan, Matt, Bryce,

y John habían conseguido reconstruir la estación y podían cerrarla y viajar de regreso a la

Tierra, si fuera necesario.

Ty realmente esperaba que no fuera necesario.

Una llamada rápida a su abogado había confirmado que la fecha del juicio estaba

fijada para dentro de seis días. Se habían sorprendido por la rapidez con la que el sistema se

había puesto en marcha, hasta que su abogado les había explicado que el equipo legal de

Jessie Evans había solicitado la fecha hacía casi dos años. Las negociaciones habían sido
sólo una parte del proceso legal habitual bajo las leyes en vigor: ningún caso podía ir a

juicio a menos que pudieran proporcionar una prueba de que las negociaciones previas

habían fallado.

Teniendo en cuenta que el abogado Peter estaba a punto de decirles que se fueran al

infierno, Ty estaba bastante seguro de que eso contaría como negociaciones fallidas.

****

La siguiente tarde Ryan apretó los dientes mientras escuchaba a su abogado explicándoles

lo que iba a pasar.

—Como era de esperar, el abogado estaba muy contento de que no se presentara a la

mesa de negociaciones. —Su abogado era un hombre agradable, de mediana edad, con

gafas y pelo ralo, y no había duda de que sabía de lo que hablaba. Hasta ahora todo lo que

había predicho se había convertido en realidad—. Señora Davidson, definitivamente van a

tratar de utilizar sus matrimonios como una manera de probar la intención de Peter. Incluso

pueden usar algunos datos personales para tratar de pintarla como una ladrona de esposos,

como una puta caza fortunas.

—Hey —protestó Ryan, pero su abogado simplemente levantó la mano.

—Tiene que acostumbrarse a esto —dijo él, negando con la cabeza lentamente—.

Este es el tipo de cosas que van a decir en el juicio. Si reacciona violentamente, el juez hará

que le echen de la sala y estará menos inclinado a escuchar su versión de la historia. —Giró

la pluma en la mano, como si estuviera tratando de encontrar las palabras exactas para

hacerse entender—. Si aparenta estar molesto, entonces los abogados utilizaran los

términos ofensivos una y otra vez en un esfuerzo por provocar una reacción violenta por su
parte y, por tanto, su expulsión de la sala. ¿Estoy siendo claro? Su objetivo será conseguir

que pierda los estribos. Necesita permanecer férreamente controlado. —El hombre se quitó

las gafas, se frotó con un dedo el ojo izquierdo, y dirigió su atención a Mikayla—. Lo

siento, señora Davidson, pero esto puede ponerse muy feo, y es probable que usted se lleve

la peor parte. Quiero que usted y sus esposos estén preparados para lo que pueden

encontrarse durante el juicio.

Mikayla asintió, obviamente decidida a plantarle cara a una mujer lo

suficientemente valiente para demandar a sus maridos, pero cada instinto posesivo de Ryan

le gritaba que apartara a su esposa de la línea de fuego.

—¿Estamos todavía a tiempo de hacer una oferta? —Ty y Peter obviamente estaban

siguiendo su mismo proceso mental, ya que asintieron ante su pregunta.

—Eso sería una muy mala idea. Al hacer una oferta en este momento, mostrarían

debilidad, y una vez que los tiburones huelen la sangre en el agua...

—No —dijo Mikayla con decisión—. No voy a correr y esconderme ante unos

pocos nombres desagradables. Sé quién soy, y sé por qué me casé con todos vosotros. —

Echó un vistazo alrededor de la habitación, desafiándolos a discutirle su derecho a tomar

esa decisión. Su abogado se veía muy contento.

—Excelente —dijo—. Creo que sería de gran ayuda si fuera capaz de subir al

estrado, tal vez para explicar las circunstancias de sus matrimonios. ¿Cómo los conoció, por

qué decidió casarse con todas ellos y no sólo uno o…?

—Joder, no —dijo Ryan mientras se volvía a Mikayla—. Cariño, no tienes que

hacer esto. Vamos a pagar. No quiero que pases.

Mikayla sonrió tan bellamente que el corazón de Ryan quedó destrozado sólo de

pensar en cómo podían embestir contra ella Jessie Evans y su pandilla.


—No es por el dinero —dijo ella, tocándole la cara con las yemas de los dedos—.

Es por lo correcto y lo incorrecto. Peter no hizo nada malo. No podemos dejarla ganar así.

—Pero yo no quiero que te hagan daño —dijo Ryan mientras apretaba la mano de

ella con más fuerza contra su rostro y cerraba los ojos.

—No me van a hacer daño —dijo ella, sonando confiada—, porque tengo a mis

esposos a mi lado, y yo sé que ellos me aman, no importa lo que una mujer desagradable o

sus abogados puedan decir.

Ryan asintió con la cabeza, queriendo decir algo más, pero también sorprendido por

la convicción de su dulce esposa. Ella podía parecer frágil, pero poseía una veta de valor de

una milla de ancho.

****

Mikayla trató de sonar muy confiada. Tenía que arreglar esto.

A pesar de que Jessie probablemente habría llegado a saber del matrimonio Mikayla

con todos los hermanos con el tiempo, no podía dejar de sentirse responsable de que todo se

hubiera puesto en marcha. Si tan sólo hubiera acatado las órdenes de su marido... Negó con

la cabeza ligeramente. No, ni siquiera podía terminar ese pensamiento. Seguir las órdenes

de ocho maridos mandones era una manera segura de perder a la persona que creía ser.

No fue fácil ocultar el temblor de sus dedos, pero de alguna manera se las arregló.

Echó un vistazo a Ty y a la cara de preocupación de Peter y se obligó a sonreír con

tranquilidad. El ir a los tribunales y defenderse de esa mujer era lo correcto, pero una

pequeña preocupación latía en la base de su cráneo. A pesar de todo lo que acababa de decir

acerca de que sabía que ellos la amarían pasara lo que pasara, una pequeña voz interior le
susurraba insidiosamente que tal vez estuviera equivocada.

Sus maridos sabían muy poco de su vida antes de conocerlos, y no sabían

absolutamente nada de su vida antes de ser secuestrada por los traficantes de personas.

Sabían que no tenía familia, pero siempre se las había arreglado para evitar preguntas sobre

su infancia. Ninguno de ellos sabía que había estado en el sistema de acogida hasta el día en

que había cumplido dieciséis años.

Y ninguno de ellos sabía lo que pasó después de eso.

Su abogado seguía hablando, y Mikayla trató de volver su atención a la

conversación.

—...Tal vez podamos convencer al juez de que Jessie Evans es en realidad una caza

fortunas, pero interpreta bastante bien el papel de amante desdeñada. —Mikayla sonrió

muy complacida al saber que no era la única que podía ver la pantomima de la mujer—.

Pero tenemos que tener cuidado, o Peter terminará pareciendo un hombre que se movió a

pastos más verdes, demostrando muy poco respeto por la mujer que había prometido amar.

—Se volvió a Mikayla y le tendió la mano—. Voy a tratar de minimizar los daños, pero las

cosas se pondrán un poco duras. Hágame saber si tiene alguna pregunta —dijo mientras

estrechaba su mano—. Los veré en el tribunal el jueves.

Ella asintió y lo siguió hasta la puerta. Una vez que se hubo marchado, se volvió

para enfrentarse a sus maridos. Todos se veían un poco pálidos y, casi al unísono,

empezaron a hablar de su participación en el proceso judicial.

Ella levantó la mano para silenciarlos.

—Sólo un simple dato —dijo muy claramente—. Van a decir cosas desagradables

sobre mí tanto si estoy ahí, como si no. Al menos de esta manera puedo llegar a

defenderme. —Ryan y Ty asintieron pensativos, pero Peter todavía se veía miserable.


Antes de que pudiera disculparse de nuevo, ella acurrucó entre sus brazos y le dio un beso

en los labios—. En primer lugar, quiero una siesta —dijo en un bostezo—, y luego quiero

volver a California un par de días. —Él asintió con la cabeza, la atrajo hacia sí, y se volvió

hacia el dormitorio.

—Oh, no, no esta vez, hermano —dijo Ryan, siguiéndolos hasta el dormitorio—.

Puedes dormir en la silla si quieres, pero yo quiero a mi mujer en mis brazos. Así que

puedes dormir en el otro lado o mirar desde la distancia. De cualquier modo, Ty y yo no

vamos a quedar fuera. Hoy no.

Sorprendentemente, Peter asintió con la cabeza, tal vez con resignación, y luego se

subió a la cama y colocó a Mikayla en el centro. No parecía cómodo cuando Ryan se sentó

en el otro lado, o cuando Ty se estiró al final de la cama y envolvió una mano alrededor del

tobillo Mikayla, pero Peter se quedó allí y la sostuvo mientras ella se quedaba dormida.

****

Viajar a California había sido una idea estupenda. Ty miró a su esposa hablar

animadamente con Tracey y sus compañeros. Mikayla parecía relajada, y sin duda era la

distracción que necesitaba para alejarse del estrés ante la proximidad del juicio. Por muy

infantil que pudiera parecer, Ty seguía esperando un milagro para salvar a su esposa del

dolor y la humillación de su vida, con ellos siendo disecados y vilipendiados.

Tracey rió mientras sus compañeros la acogían en un fuerte abrazo. Los cuatro

parecían muy felices juntos. Rick, Tony y Ashton parecían muy protectores con Tracey,

casi de la misma manera que Ty y sus hermanos lo eran con Mikayla. También eran

policías, y aunque Ty se preocupaba por el bienestar de Tracey si alguno de sus


compañeros fuera herido en acto de servicio, también se sentía aliviado de que Tracey

estuviera bien protegida.

Negó con la cabeza al darse cuenta de que su fe en la raza humana había quedado

seriamente dañada por sus experiencias en el planeta de hielo.

Pero darse cuenta de ello, no hacía que quisiera proteger menos a su esposa.

—Así que ¿habéis fijado ya una fecha? —preguntó Mikayla con voz muy

emocionada.

Sintonizó con la conversación con la esperanza de pillar todo lo que se había

perdido.

—No estamos planeando nada exagerado. Los padres de Rick y su hermana no

están satisfechos con su elección de estilo de vida. —Mikayla podía decir por la forma en

que Tracey escupió las palabras «elección» y «estilo de vida» que no estaba muy

emocionada por sus futuros parientes políticos—. Y sabes que no tengo familia, así que

pensamos que nos llegaría con una ceremonia civil con un par de compañeros de trabajo y

unos pocos amigos íntimos. —Tracey miró a Ty y luego de vuelta a Mikayla—. ¿Cuándo te

vas a casa? —Por la hermosa sonrisa emocionada en el rostro de Mikayla, Ty supo que no

volverían a casa hasta después de la boda de Tracey. Y en ese momento no podía pensar en

nada más perfecto que dar Mikayla un buen recuerdo de ese viaje a la Tierra.

Él asintió con la cabeza cuando Tracey le miró, y entonces las mujeres se rieron

como adolescentes y se pusieron manos a la obra con la tarea de planear una boda.

****

—Como puede ver, Su Señoría, el señor Davidson y sus hermanos están casados con la
señorita Mikayla Noone. Ofrezco estos certificados de matrimonio como prueba para

apoyar la afirmación de la señora Evans de que su compromiso con el señor Peter Davidson

también incluía a sus hermanos. —El alguacil entregó la documentación a la juez que paseó

su vista sobre ellos, sin cambiar la expresión de su rostro.

Jessie Evans había llegado al juzgado llevando un sencillo, pero elegante y

obviamente caro, vestido de verano. Era la viva imagen de la inocencia más dulce, e hizo

que Peter quisiera estrangularla.

Era evidente que le había dado mucha más munición de lo que pensaba.

Habría sido difícil vender la idea de que Peter podía enamorarse de dos mujeres tan

diferentes, pero al vestirse de una manera similar a Mikayla, Jessie tenía muchas más

posibilidades.

¿Cómo diablos no se había dado cuenta de la verdadera personalidad de Jessie? Una

vez había creído estar enamorado de esa mujer, pero era evidente que la persona que había

fingido ser no era persona real. Peter apretó las manos con fuerza, tratando de acallar su

agitación, cuando el juez se volvió para hablar con Mikayla.

—Señora Davidson —dijo con una voz amable—. ¿Me puede hablar de las

circunstancias de su matrimonio? ¿Dónde conoció a su marido?

Ella explicó con voz clara y concisa las circunstancias de su primer encuentro, con

la cabeza alta mientras hablaba acerca de la red de tráfico humano y su breve tiempo

pasado en el mundo de la prostitución. No se dejó nada, y él no podía haber estado más

orgulloso. Mikayla era una entre mil millones, y tenía que estarle agradecido a cada deidad

conocida por el hombre que la hubieran puesto en su camino.

Peter miró a la mujer con que podría haberse casado y frunció el ceño ante la

sonrisa maliciosa en su rostro. Fue la única pista que había visto de que la mujer no estaba
tan controlada como parecía. Sin duda, el juez no consideraría esa sonrisa dulce.

—¿Por qué usted se casó con los siete de los hermanos Davidson? —preguntó el

juez, que parecía un poco perplejo de que una mujer pueda desear tantos maridos.

—Porque me encantan —dijo ella simplemente—. Y son ocho hermanos. Conocí a

Bryce a los pocos meses de casarme con Lachlan, Brock, John, Matt, Peter, Ryan y Ty en

una ceremonia civil la última vez que estuvimos en la Tierra. Mi matrimonio con Bryce fue

presentada, vista y aprobada a través de los canales intergalácticos hace varios meses.

—¿Quién cojones es Bryce? —El chillido de la mujer fue tan inesperado que Peter

no se dio cuenta de que era la voz de Jessie hasta que ella se puso de pie y gritó de nuevo la

pregunta. Parecía estar a punto de saltar hasta donde Mikayla estaba sentada y enfrentarse a

ella nariz contra nariz. Peter y sus hermanos se pusieron en pie al instante, pero,

afortunadamente, sus abogados y su padre la detuvieron. Eso no le impidió lanzar

obscenidades—. ¿No se dan cuenta de que la putita está mintiendo? ¿Por qué iban a querer

a esa excusa patética de mujer como su esposa? ¡Suéltame! —gritó a su padre y empujó al

hombre—. Probablemente sólo es porque sabe chuparla muy bien.

—¡Señora Evans! —gruñó el juez golpeando con su mazo contra el escritorio—. Un

consejo: controle a su cliente, o la echaré de mi sala.

Toda la sala se había vuelto para ver la rabieta de Jessie, pero los ojos de Peter eran

sólo para su esposa. Ella le dio una suave sonrisa y se sentó serenamente mientras que la

sala se volvía loca. Podía oír las palabras desagradables que Jessie escupía por su boca,

pero nada de eso significaba absolutamente nada. Mikayla era su alma gemela, su único y

verdadero amor, y él la cuidaría y protegería hasta su último aliento.

****
Mikayla no podía creer el alivio que corría a través de ella.

Algunas de las acusaciones que le habían lanzado habían sido completamente

repugnantes y falsas, pero otras habían dado un poco demasiado cerca de la diana. Al vivir

en tales circunstancias, aislados, en realidad no había pensado mucho en cómo la sociedad

iba a juzgar a una mujer con ocho maridos. Qué irónico que el peor veneno viniera de una

mujer que quería robarle siete de ellos.

Ella miró, sorprendida y tal vez un poco preocupada por la mujer y su salud mental.

La forma en que parecía haber perdido por completo la compostura no acababa de parecer

normal.

Mikayla se sentó allí, tratando de parecer tranquila y serena, pero saltó del susto

cuando el juez golpeó con el martillo de madera contra la mesa y ordenó que Jessie fuera

expulsada de la sala.

Cuando los frenéticos chillidos de Jessie finalmente se perdieron por el pasillo, el

juez se dirigió a Mikayla.

—Señora Davidson, a la luz del hecho de que la señora Evans era a todas luces

ignorante de la existencia de un octavo hermano y, por lo tanto, no estaba tan bien

informada acerca de los hermanos Davidson como pretendía, voy a desestimar su demanda

y fallar a su favor. El tribunal le da las gracias por su tiempo. —Sonrió y luego dijo con un

brillo sospechoso en los ojos—. Vaya a casa con sus maridos, señora Davidson. Es obvio

que los ama, y es exactamente donde debe estar. —Ella asintió con la cabeza mientras las

lágrimas llenaban sus ojos. Ella pertenecía a sus hombres, y ellos le pertenecían a ella, y

esperaba que el pasado les dejara solos para seguir adelante con sus vidas.
Capítulo Cinco

Proyecto de Minería Planeta M789zi.

Mikayla suspiró cuando entró el último informe en el ordenador.

Su satisfacción duró sólo dos segundos antes de que Ty dejara caer un montón más

en su escritorio. Habían estado trabajando como locos desde que regresara a casa hacía ya

tres semanas. La boda de Tracey había sido perfecta, y había prometido ponerse en contacto

con Mikayla tan pronto como regresara de su luna de miel.

Cansada pero feliz, y relajada por primera vez en mucho tiempo, Mikayla aplazó el

momento de dedicarse al nuevo montón de trabajo y en su lugar miró la última muestra que

habían recogido. La preciosa pelota de piel tomó un pedazo de vegetación entre las patas,

empezó a masticarlas y miró hacia ella a su vez.

—¿Cómo lo vas a llamar?

Ty echó un vistazo a la jaula y le contestó

—Voy a tener que hacer una serie de análisis genéticos completos para poder

clasificarlo y nombrarlo correctamente, pero por el momento lo llamo «ratón».

Mikayla puso los ojos en blanco. Hombres. Podría haberlo llamado como le diera la

gana, porque eran los únicos en el planeta, por el amor de dios, pero no, Ty tuvo que

llamarlo «ratón». ¡Simple, viejo, gris y aburrido ratón!

Podía parecerse un poco a un ratón de la Tierra, pero era mucho más bonito.

Tenía un hocico alargado y bonito que contraía cuando la comida estaba cerca y

luminosos y expresivos ojos que recordaban más a los de los marsupiales en Australia, en la

Tierra, que a los ratones de campo comunes. Vio como daba vueltas en círculo varias veces

como un perro, y luego se echaba para dormir una siesta.


—¿Por qué no está asustado de nosotros?

—Sospecho que en este planeta es el «rey de la selva», por lo que nunca ha

necesitado estar asustado. —Le habían dicho que la criatura más grande del planeta era un

insecto, un pequeñito, diminuto insecto, no un ratón con el tamaño del puño de un hombre.

—Oh —dijo Mikayla, sintiéndose un poco tonta. Probablemente debería haberlo

adivinado ella misma. Los informes preliminares sobre este planeta habían descartado la

existencia de mamíferos (de forma evidentemente incorrecta, a juzgar por esa monísima

bola de piel), reptiles, aves y casi todas las demás formas de vida.

Los insectos eran escasos, aunque la abundante vida vegetal que necesitaba de los

insectos para la polinización, sugería que no eran tan escasos como parecían.

—Entonces, ¿qué significa esto para el trabajo de investigación y para el contrato en

general?

—No estoy seguro todavía —dijo Ty acercándose a ella. Ella envolvió sus brazos

alrededor de su cintura y apoyó la cabeza en su pecho, y ambos contemplaron el sueño de la

peluda criatura—. Vamos a tener que hacer un estudio más intensivo de la fauna local para

determinar cómo la minería va a afectarla. Es evidente que el estudio original estaba

incompleto, y no podemos confiar en ninguno de los datos facilitados, así que tendremos

que repetir eso primero. —Ty le dio un beso en la coronilla y la atrajo hacia sí—. Luego,

cuando tengamos los resultados de la investigación geológica, se puede determinar si el

impacto sobre el medio ambiente local puede ser minimizado, si los minerales se

encuentran en cantidades suficientes, o si el proyecto minero propuesto tendrá que ser

abandonado. —La atrajo más cerca e inhaló profundamente—. Hueles delicioso. —Ella se

rió cuando le pasó la lengua alrededor de la oreja, pero él gimió cuando se apartó un

poco—. Si no tenemos mucho trabajo que hacer, señora Davidson, me gustaría considerar
la opción de tomarnos la tarde libre.

No tenía ninguna duda de lo que una tarde libre con Ty implicaría. Sonrió mientras

un montón de ideas sensuales corrían por su mente.

A pesar de trabajar codo con codo durante la mayor parte de la jornada laboral,

Mikayla no había pasado mucho tiempo de inactividad con Ryan y Ty desde que habían

llegado a casa. No lo habían hecho en el laboratorio, desde la última vez en el planeta de

hielo. Los recuerdos de los orgasmos increíbles que le habían dado, actuó a modo de

fantasía, inundando su cerebro, y difundiendo calor por cada centímetro de su cuerpo.

Ty chupó el lóbulo de su oreja, y luego mordisqueó un camino hacia sus labios. La

besó, metiendo su lengua en su boca, imitando las ideas que pasaban por su cabeza.

Finalmente se levantó jadeante.

—Hmmm, también sabes delicioso.

Ryan entró en el laboratorio un poco agobiado. Sonrió cuando los vio juntos, pero

rápidamente acabó con su diversión.

—Lo siento, Mikayla, pero tenéis cerca de un millón de ejemplares para etiquetar e

identificar y, a menos que estéis planeando uno rápido contra la pared, hoy no es vuestro

día de suerte.

Mikayla sintió la contracción de la polla de Ty contra su cadera y se quedó sin

aliento cuando él se frotó contra ella.

—¿Qué me dices? —dijo con una mueca sugerente. Ella se rió y se alejó para

regresar al mostrador donde había estado trabajando. A Ryan y Ty les gustaba hacer el

amor de forma larga y prolongada, o como lo llaman ellos «como debía hacerse», así que

estaba un poco sorprendida por la renuencia de Ty a dejarla ir.

—¿Estás segura de que no puedo convencerte para ser mala?


Ella se rió y golpeó con fuerza sus manos.

—Más tarde —prometió, intentando ignorar la excitación que corría por sus venas.

****

Ryan se tomó un momento para estudiar los movimientos rígidos de Ty. Era obvio que su

hermano estaba listo, dispuesto, y capaz de no sólo satisfacer a su esposa, sino de hacer un

trabajo muy minucioso. Al comienzo de un nuevo contrato, Ty era por lo general

completamente obsesivo, como cuando desembarcó por primera vez en el planeta. El

hombre, literalmente, pasó meses sin apenas dormir y olvidándose de comer mientras ellos

exploraban su nueva asignación. Pero esta era la primera vez que tenía una esposa para

distraerlo.

Ryan miró a su esposa mientras regresaba a los informes que tenía que entrar en la

base de datos del laboratorio y trató de no reírse del gemido de su hermano mientras

intentaba sentarse con una erección. Había estado animando a Ty durante años para que

encontrara algún tipo de equilibrio entre el trabajo y el juego, y Mikayla había conseguido

que lo hiciera sólo por estar allí. Ryan les sonreía a los dos cuando las imágenes de lo que

él y Ty harían con su bella esposa cuando tuvieran la oportunidad invadieron su mente. La

mujer era muy sensible a su toque y hacía unas mamadas increíbles. Dios. Sintió el impulso

de sangre en su ingle cuando las imágenes de Mikayla de rodillas tomando su polla en la

garganta, con sus manos sosteniéndola mientras él le follaba la boca una y otra y otra vez,

invadieron su mente.

Mierda. Ryan casi estaba saltando de la silla antes de darse cuenta de lo que estaba

haciendo. Al parecer, Ty no era el único distraído por su bella esposa. Ryan se recolocó la
polla con discreción y trató de volver a sentarse sin gemir de dolor.

Un momento después estaba otra vez saltando de la silla. Maldita sea. Ideas

sensuales invadían su pensamiento, y si no encontraba algo que lo distrajera, iba a tener

Mikayla contra la pared en cuestión de segundos.

Se fue del laboratorio para localizar a Peter. Técnicamente, a pesar de que no tenían

un programa real, era la noche Peter con Mikayla.

Teniendo en cuenta que tanto él como Ty parecían estar sufriendo, merecía una

charla rápida con su hermano mayor. Demonios, por la forma en que se sentía, estaría

dispuesto a rogarle y a ofrecerle lo que fuera para que intercambiara su noche con él y Ty.

Se pasó una mano por la cara sintiéndose fuera de sí. Maldición, confiaba en que

una noche entera haciéndole el amor a su esposa ayudaría.

****

Peter observó los movimientos agitados de su hermano y esperó con impaciencia a que

hablara. Todavía no había sido capaz de librarse de la culpa que sentía por llevar Jessie

Evans a sus vidas, y una parte de él temía que Ryan finalmente se decidiera a decir algo al

respecto. Diablos, Peter se había llamado con cada nombre de tonto bajo el sol de la Tierra,

así que sin duda ahora era el turno de su hermano.

La preocupación comenzó a infiltrarse en su mente cuando Ryan no comenzó a

hablar de inmediato. Ryan solía hacer el payaso, así que era bastante raro ver al hombre sin

palabras. Pero Peter no podía obligar a las palabras a atravesar su garganta.

—La necesitamos —dejó escapar finalmente Ryan.

Peter asintió con cuidado. Sabía que Ryan y Ty necesitaban ayuda en el laboratorio
en esa etapa de su contrato. Siempre había sido así, pero ya tenían a Mikayla para

ayudarlos, así que no estaba seguro de lo que quería decir Ryan

—La necesitáis. —Aunque lo había confundido por un momento, el significado de

la frase de Ryan finalmente quedó claro cuando el hombre ajustó la rígida longitud de su

pene a una posición más cómoda en sus pantalones vaqueros. Y, a juzgar por la expresión

de dolor en el rostro de Ryan, no era lo suficientemente cómoda.

—¿Estamos hablando de esta noche? —preguntó Peter. Ryan asintió rápidamente—

. Claro, tengo un montón de trabajo que hacer de todos modos, pero sea lo que sea que

estéis planeando vosotros dos, no juguéis demasiado duro. Mikayla pasó la noche en la

cama de Brock y, a juzgar por algunos de los sonidos, creo que Brock tiene algunos

juguetes nuevos. —Negó con la cabeza mientras se reía de su observación.

—Esos dos han estado a ello como conejitos durante los últimos meses.

—Supongo que a Mikayla le gustan sus juguetes nuevos. Menos mal que no vino de

vacaciones con nosotros, de lo contrario no podríamos haber pasado ni un momento con

ella. —Peter sabía que estaba balbuceando, pero el alivio tonto de no tener que oír las

críticas de su hermano, no importaba lo bien merecidas que estas fueran, le estaba haciendo

sentir un poco mareado.

Ryan asintió secamente y salió de la habitación, dejando a Peter preguntándose cuál

era la razón del extraño comportamiento de su hermano.

****

Durante el resto de la tarde, Ty luchó por concentrarse en su trabajo. El descubrimiento y la

identificación de nuevos animales y especies de insectos siempre había sido su parte


favorita del trabajo en un nuevo planeta, pero esta vez no parecía ser capaz de mantener su

interés. Una y otra vez su mirada se desviaba hacia la mujer que trabajaba en el equipo

situado junto a él. Mikayla levantó la vista y lo sorprendió mirando una vez más.

Caray, era casi como si fuera un adolescente cachondo de nuevo. El sexo parecía ser

la única cosa en su mente.

—Ty? ¿Todo bien? —Su voz suave, dulce, llena de preocupación no ayudó en nada

a desinflar la dolorosa erección que amenazaba con estallar la cremallera del pantalón.

—Sí, claro —atinó a balbucear y luego se volvió de nuevo a la muestra que había

estado tratando de clasificar. Podía sentir su cara ardiendo de vergüenza. ¿Qué demonios le

pasaba?

Podía sentir que ella lo estudiaba, tratando de entender su comportamiento inusual,

pero, en realidad, no tenía una explicación para su condición.

Que hubiera regresado de nuevo a sus años de adolescencia no era algo que quisiera

admitir en voz alta. Estaba tan ocupado tratando de convencerse a sí mismo de que era sólo

su imaginación que no oyó moverse a Mikayla hasta que le tocó el codo.

Y entonces estuvo perdido.

—Te necesito —susurró mientras la sentaba en su regazo, le levantaba el vestido

por la cabeza, y deslizaba su ropa interior hasta los tobillos. Ella sonrió y lo ayudó a

deshacerse de sus pantalones vaqueros demasiado apretados y luego se colocó a horcajadas

sobre él. Él la penetró rápidamente, metiendo su polla hasta la empuñadura sin pausa. Ella

jadeó y gimió ante la intrusión abrupta pero no se apartó. Ciego por la necesidad, la levantó

y la arrastró de vuelta a su pene, inclinando sus caderas para llevarla más profundo con

cada embestida. Ya podía sentir como su clímax se acercaba, y tragó saliva, tratando de

reducir la velocidad, tratando de conseguir el placer Mikayla, además del suyo.


Incapaz de llegar a su clítoris en esta posición, empujó un dedo seco directamente

en el culo, moviéndolo en su interior al tiempo que su coño comenzaba a humedecerse

alrededor de su polla. Su orgasmo la golpeó justo cuando empezaba el suyo propio y su

palpitante polla disparó su semen profundamente en el cuerpo de ella.

Ella cayó hacia adelante, completamente agotada, y él la abrazó preocupado por su

propia pérdida de control. Nunca antes había tomado a una mujer sin preocuparse primero

por su placer. Sólo la capacidad de respuesta increíble de su mujer le había salvado de ser el

tipo de amante gilipollas que despreciaba.

—¡Maldita sea, Ty! —sonó la voz de Ryan enojado, herido y sin aliento. Antes de

que Ty o Mikayla pudieran reaccionar, Ryan había levantado Mikayla del regazo de Ty, la

había apretado contra la pared y conducido su polla profundamente en su carne resbaladiza.

Al igual que Ty, Ryan impuso un ritmo ridículo, frenético.

Al darse cuenta de que su hermano estaba más allá de la razón, Ty se acercó a

sostener a Mikayla entre sus brazos, sirviéndole de colchón mientras su hermano se la

follaba. Ella gimió de placer con el nuevo ángulo, y Ryan fue capaz de presionar contra su

clítoris. Ella gritó cuando explotó en un orgasmo, y el de Ryan llegó justo después. Ambos

gruñeron con la estocada final y luego se calmaron.

Los tres respiraron pesadamente durante varios minutos antes de que Ryan saliera

lentamente de Mikayla y la ayudara a mantenerse en pie. Ella se tambaleó por el cansancio,

y Ty la envolvió con sus brazos para que no se cayera.

—Vamos, querida —dijo en lo que esperaba fuera una voz suave—. Vamos a

limpiarnos. —Ella asintió con cansancio y dejó que la levantara en sus brazos. Estaba

completamente agotada, y cuando él la llevó a la ducha, entendió por qué. Desvaídas rayas

de color rosa cubrían su culo y sus muslos, y si Ty tuviera que adivinar, diría que habían
sido hechas por un cinturón de cuero. Las líneas eran muy rectas y uniformes, así que era

obvio que Brock sabía lo que estaba haciendo.

Ty trazó una de las apagadas líneas rosas y preguntó con curiosidad—: ¿Dolió?

Mikayla se volvió y sonrió para tranquilizarlo.

—Sí —dijo ella con un guiño—, pero de una manera muy buena.

—Quizás algún día podría mirar… —Ni siquiera estaba seguro de por qué había

dicho eso. Nunca había estado interesado en la esclavitud o en el dolor por placer, pero la

sonrisa beatífica de su esposa le había dejado salivando por ello. Su pene creció de nuevo y

gimió cuando la necesidad pulsó a través de él una vez más—. Tal vez deberías descansar

un poco —dijo a Mikayla mientras se alejaba de la ducha. Tenía la intención de entrar con

ella, pero teniendo en cuenta su estado de ánimo, podría ser una ducha muy, muy largo.

Mikayla lo miró con una ceja levantada, obviamente percibiendo sus extraños

cambios de humor.

—Estoy bien —dijo lentamente—. Pero tal vez tienes una razón diferente para que

me quede fuera del laboratorio. —Sostuvo su mirada, desafiándolo a ser deshonesto.

Cuando él no respondió inmediatamente, ella se cruzó de brazos y esperó.

Avergonzado de que se le hubiera ocurrido mentirle a su esposa por algo tan trivial,

Ty asintió con la cabeza y sonrió.

—Parece que Ryan y yo estamos muy distraídos por nuestra encantadora esposa

hoy. Tenemos planes para ti, señora Davidson, así que tal vez deberías descansar un poco

mientras puedas.

Parecía un poco preocupada, y no quería nada más que entrar en la ducha y

envolverla entre sus brazos. Pero, teniendo en cuenta que su polla se apretaba contra sus

vaqueros otra vez, sabía exactamente dónde los conduciría eso. Así que dio un paso atrás y
trató de sonreír para tranquilizarla.

Ella le devolvió la sonrisa, pero no pudo ocultar la preocupación en sus ojos.

Sintiendo que su control se escurría una vez más, asintió con la cabeza y salió de la

habitación antes de que pudiera hacer algo estúpido.

****

Mikayla se bañaba mientras la preocupación corría a través de su cerebro.

Ryan y Ty habían dejado de tratarla como algo frágil mucho antes que cualquiera de

los otros, pero su comportamiento de hoy había sido definitivamente extraño en los dos.

¿Se arrepentían de haberla follando en el laboratorio? El sexo había sido crudo y

agresivo, y cargado de posesividad, en lugar de la forma de hacer el amor juguetona a la

que siempre habían recurrido. Había disfrutado cada momento de lo que ocurrió en el

laboratorio, pero era la raíz de lo que le estaba molestando.

En el momento en que salió de la ducha, se sintió más cansada de lo que había

pensado, pero teniendo en cuenta lo que había pasado la noche anterior, tal vez no era tan

sorprendente. Su sesión con Brock la había dejado completamente saciada, y había dormido

bien, pero si Ryan y Ty hablaban en serio, le esperaba una larga noche. Cuando los dos

empezaban a jugar con ella, el sexo podía seguir durante horas. Tal vez debería dormir un

poco mientras tuviera la oportunidad.

Se arrastró desnuda en la cama de Ryan, tiró de la sábana hasta los hombros y se

acurrucó para dormir una siesta rápida.

Se despertó con un brazo alrededor de su cintura caliente y una polla gruesa

apretada contra su culo. Mikayla abrió los ojos para encontrar a Ryan situado en frente de
ella. Ty la atrajo más cerca, besando la parte posterior de su cuello y frotando su polla dura

contra las mejillas de su trasero. Ryan se inclinó para besarla suavemente, pero el calor

rápidamente prendió entre los dos, y comenzó a besarla profunda, frenéticamente. Ella se

movió contra él, retorciéndose entre los hermanos mientras su excitación crecía.

Gruesos dedos encontraron su clítoris, presionando y masajeando el botón

necesitado hasta que ella lloró por su posesión. El lubricante frío la hizo jadear, pero Ty

rápidamente trabajó en su ano, prendiendo fuego a cada terminación nerviosa.

Ryan le levantó la pierna, apretó su polla contra su coño, y entró en ella con un

suave empujón. Mikayla vio la mirada tensa en su rostro mientras él controlaba su entrada y

tiraba de las riendas de su necesidad, así que sonrió para tranquilizarlo. Ty le abrió las

nalgas, coloco su pene contra su culo, y rápidamente se abrió paso en su ano apretado.

Permanecieron quietos, dejándola adaptarse, besándola y acariciándola con dulzura.

Cuando las llamas prendieron entre ellos, comenzaron a moverse lentamente, con cuidado,

uno se deslizaba dentro y el otro salía, una y otra vez hasta que ella gimió de placer. Podía

sentir a ambos tratando de contenerse, tratando de controlar su lujuria, pero entonces, como

la ruptura de una presa, de repente se volvieron más contundentes, más necesitados,

empujando más profundo, más duro. Su respiración agitada, sus gruñidos animales. Unos

dedos, ella no sabía de quién, encontraron su clítoris y apretaron con fuerza. Ella gritó

cuando el orgasmo se estrelló sobre ella, y sus hombres empezaron a golpear en su culo y

su coño al mismo tiempo.

La intensidad la abrumó. Llegaron al unísono, llenando su cuerpo con su semilla,

gruñendo su liberación, susurrando su amor.

Finalmente, exhaustos y saciados, los tres yacieron desplomados sobre el colchón,

todavía unidos, aún envueltos unos en los brazos de los otros, pero Mikayla estaba tan
agotada que el sueño la reclamó rápidamente.

****

—¿Qué demonios fue eso? —murmuró Ty irritado. Parecía más fácil gritar a su hermano

que aceptar su parte en el lío. Ryan negó con la cabeza. Obviamente, se sentía tan molesto

como Ty. Nunca habían perdido el control de esa manera. La doble penetración requería

práctica y delicadeza.

Siempre eran conscientes de que Mikayla podría resultar lesionada si no mostraban

cierta moderación, pero hoy ninguno de ellos parecía tener el control de su libido.

Gracias a Dios Mikayla se había quedado dormida con una sonrisa en su rostro. Si

ella hubiera resultado herida o molesta, nunca se lo habrían perdonado.

—Creo que ... —Ryan respiró hondo y volvió a intentarlo—. Creo que tal vez

deberíamos salir de la base unos cuantos días. Vamos a dejar que Mikayla pase algo de

tiempo con los demás.

Ty asintió. Cualquiera que sea el infierno que estaban pasando sus hormonas

parecía estar afectando su hermano también. Por lo menos si estaban fuera de la base, no

podrían herir accidentalmente a la mujer que amaban. Y el tiempo fuera también podría

darles la oportunidad de entender esta necesidad desesperada para reclamar a la mujer que

ya les pertenecía.

Capítulo Seis

¿Qué cojones…?

Peter estaba en el laboratorio vacío y miraba a su alrededor con irritación. Parecía


que sus dos hermanos más jóvenes habían decidido divertirse otra vez. A pesar de que Ryan

y Ty eran veterinarios cualificados y científicos de investigación con una función muy

importante dentro de su empresa familiar, de alguna manera se las arreglaban para actuar

como un par de adolescentes a veces. Por supuesto, no solían hacerlo nada más empezar un

contrato, pero hasta entonces no habían tenido una esposa para jugar.

Peter estaba a punto de ir a buscarlos y arrancarles una tira o dos de piel, cuando la

jaula con el pequeño ratoncito le llamó la atención. El pequeño animal tenía algún tipo de

líquido que salía de sus ojos que se parecía mucho a las lágrimas. En ese momento, se

estaba frotando el líquido por toda su piel. Curioso. ¿Estaba enferma la criatura, o se trataba

de algún hábito de cuidado personal? Vaya, si tuviera un veterinario para preguntarle…

¡Maldita sea! Peter salió de la habitación mientras su ira se disparaba. Ya había

dicho que él y Ryan Ty podían cambiar su noche con Mikayla.

Que Dios los ayudara si los encontraba en la cama con su esposa. Por mucho que a

todos les encantara la mujer, todavía tenían un negocio que atender.

Peter recorrió el pasillo a zancadas, las imágenes de lo que Ryan y Ty y Mikayla

podían estar haciendo fueron alimentando su ira. Los recuerdos de la primera vez que había

visto un orgasmo de Mikayla saltaron a través de su mente. Ella había estado boca abajo

sobre un banco en el laboratorio, mientras Matt follaba su coño y su culo con los dedos y le

explicaba todas las necesidades oscuras de cada hermano. Y no le había mentido. Peter

amaba tomar a una mujer desde atrás, hacerla agacharse y sumergirse en su calor una y otra

vez hasta que ambos estuvieran gritando por el orgasmo. Pero, hasta ahora, había logrado

controlar sus necesidades más oscuras con Mikayla. Ella era su esposa, y él amaba y

respetaba, y siempre sería el amante y el marido gentil que los otros no eran.

Gruñó mientras su pene se alargaba y latía en sus pantalones. Mucho. Mikayla


estaba siendo follada por dos maridos irresponsables, y él estaba de pie en medio del pasillo

con la madre de todas las erecciones.

Se encontró con Ryan y Ty mientras giraba la esquina. Su puño se conectó con la

quijada de Ryan sin que hubiera llegado siquiera a pensar en ello. Sorprendido por su

propio comportamiento Peter dio un paso atrás.

—Peter? ¿Qué diablos? —Ryan apretó los puños y lo miró lo bastante enojado

como para romperlo en pedazos. Ty parecía dispuesto a ayudarle.

—Os dije que podíais dormir con ella esta noche, no follárosla toda la tarde. —Peter

ni siquiera estaba seguro de dónde venían esas palabras. Sólo sabía que si no las sacaba

fuera, iba a repartir más golpes.

Ryan bajó los puños y dio un paso atrás.

—Lo sentimos —dijo en tono derrotado—. Mira estamos ... um ... vamos a recoger

algunas muestras más. Ya sabes... Podemos escalar la montaña hacia el oeste y ver si

encontramos algún otro signo de vida que se le hubiera pasado al primer equipo.

Peter asintió con cuidado, tratando de frenar su ira. ¿Qué demonios le pasaba? Él no

se ponía celoso. Demonios, había abandonado su compromiso con Jessie, porque ella no

había estado dispuesta a dormir con sus hermanos. Compartir a Mikayla con ellos era como

un sueño hecho realidad. Y tener Jessie fuera de sus vidas era un regalo del cielo. Se

estremeció ante la sola idea de la vida con esa mujer.

—Informad dos veces al día —dijo, aunque sabía que sus hermanos más jóvenes

conocían el protocolo mejor que él—. Manteneos a salvo —logró forzar más allá de sus

labios entumecidos antes de volverse rígidamente hacia su propia oficina.

En el momento en que volvió a su lugar de trabajo, estaba sudando por la presión de

su polla dura contra sus pantalones. Echó el cierre a la puerta, se desabrochó los pantalones
vaqueros con un suspiro agradecido, y se acarició la carne turgente.

Cada célula de su cuerpo le exigía que encontrara Mikayla y saciara su lujuria, pero

un poco de cordura se lo impidió. Lo que quiera que hubiera sucedido con Ryan y Ty la

habría dejado exhausta y, conociendo a esos dos sinvergüenzas, tal vez incluso un poco en

carne viva. No podía imaginar que quisiera que otra polla la follar en ese momento.

Imágenes de lo que quería hacerle bailaron a través de su imaginación mientras se

acariciaba la polla con mayor rapidez. Un momento después, llegó su orgasmo. Semillas de

color blanco perla recubrieron su mano y salpicaron sus pantalones mientras su clímax

seguía y seguía. Apoyó la cabeza en el reposacabezas por un momento mientras trataba de

calmarse. Temblando, respirando con dificultad, Peter finalmente agarró un trapo, se limpió

y luego trató de meter su polla ya recuperada en sus pantalones.

Pero las imágenes de él follándose a Mikayla por detrás, reclamándola con

agresividad, marcándola con su semen, le llenaron la cabeza de nuevo.

¿Qué demonios le pasaba?

****

La cena fue un asunto extraño. Ryan y Ty se habían marchado a una caminata para

recolectar muestras y, al parecer, su inesperada e imprevista excursión, era absolutamente

urgente. Y Peter se la quedó mirando fijamente con una cantidad idéntica de lujuria y

preocupación en sus ojos. Lachlan seguía manteniendo su distancia, y John, Matt, y Bryce

parecía inusualmente moderados.

Sólo Brock parecía estar en su estado normal, pero cuando bromeó acerca azotarle

el culo a Mikayla, Peter pareció a punto de desollarlo. Y no había llegado aún a encontrar el
momento de preguntarle a Peter por qué tenía los nudillos hinchados y aparentemente

heridos.

Cuando la incómoda cena terminó por fin, Mikayla se levantó para recoger los

platos esperando a que Peter se uniera a ella como era su costumbre. Pero esta noche,

parecía completamente fuera de sí porque le agarró la mano y colocó los platos de nuevo en

la mesa.

—Los demás son capaces de lavar los platos, ¿verdad, hermanos? —Todos ellos

miraron a Peter como si le hubiera crecido una segunda cabeza. Los platos habían sido el

ritual nocturno de Mikayla y Peter desde que se conocían, pero todos los hombres

asintieron con la cabeza. Un momento después, sujeta con fuerza contra su costado,

Mikayla se encontró caminando rápidamente hacia la habitación de Peter.

Tan pronto como él hubo cerrado la puerta, le levantó el vestido por la cabeza y lo

desechó sin cuidado. Se dejó caer de rodillas, tiró de sus bragas hacia abajo y apretó la

lengua contra su clítoris un momento después. Con sus rodillas flaqueando, Mikayla casi se

cayó de culo, pero las manos fuertes de Peter la mantuvieron presionada contra su cara.

Lamer, chupar, mordisquear, Peter embromó su clítoris hasta que ella estuvo jadeando, al

borde del orgasmo, a punto de explotar.

Se puso de pie, con los ojos mirándola de forma salvaje. La atrajo contra su pecho,

y la sacudió mientras pronunciaba unas palabras que nunca habría esperado que salieran de

sus labios.

—Dime que me vaya. Te deseo demasiado. Dile que me vaya, así que no te haré

daño.

Temblando a causa de su propia necesidad, Mikayla envolvió sus brazos alrededor

de él y lo agarró con fuerza.


—Te amo —dijo, esperando que él entendiera lo mucho que esas dos pequeñas

palabras querían decir—, y sé que nunca me harías daño. —Ella se apartó y miró su

hermoso rostro—. Y además —dijo, frotando su clítoris contra su dura erección—. No soy

tan frágil.

—No lo entiendes —dijo él, respirando hondo, tragando como si su control

pendiera de un hilo—. Lo que Matt dijo ese día en el laboratorio, sobre nuestros deseos más

oscuros —Ella asintió con la cabeza— no estaba exagerando. Yo... me gusta tomar a las

mujeres desde atrás. Oh, dios, Mikayla, te necesito. —Ella sonrió, salió de sus brazos, y se

tendió en el extremo de la cama, con el culo en el aire como una invitación clara. La

reacción de Peter fue explosiva. Arrastró sus pantalones hasta las rodillas, agarró sus

caderas y la penetró en un fuerte empujón. La penetró una y otra vez, sus dedos clavándose

en su carne suave mientras la penetraba. Emocionada, respirando con dificultad, casi

ronroneando por su violenta posesión, ella gritó cuando él dio una palmada en el muslo.

No dolió, pero fue tan inesperado viniendo de ese hombre que la arrastró hacia el

orgasmo. Su coño ordeñó su polla mientras él saqueaba su carne suave. Más duro y más

fuerte, hasta que gruñó y se quedó quieto. Podía sentir su polla palpitante mientras

bombeaba su semen profundamente en su vientre.

Él cayó hacia adelante sobre ella, presionando su cara contra el colchón, su peso

cortándole el aliento por un instante, hasta que rodó a un lado y la arrastró con él. Podía

sentir su polla ablandándose lentamente mientras su coño palpitaba con las réplicas.

—Lo siento —dijo en voz muy baja. Las lágrimas nublaron su visión ante la

angustia en su voz.

—¿Por qué? —preguntó ella, tratando de ocultar su propia inquietud.

—Me prometí a mí mismo que nunca sería rudo contigo. Que te amaría y te adoraría
por el resto de nuestras vidas, y acabo de romper esa promesa.

—Peter —dijo mientras trataba de darse la vuelta. Pero él la mantuvo inmóvil. Ella

permaneció en sus brazos un momento, sin saber qué decir para aliviar su sentimiento de

culpa. Porque era obviamente la culpa lo que sentía en ese instante—. Yo no te pedí que

hicieras esa promesa —susurró finalmente.

—Pero yo quería honrar a mi esposa y no follarla como a una puta. —No sabía si

reír o llorar. Tomado de manera equivocada eso se podría considerar un insulto. Intentó

darse la vuelta de nuevo hacia él, y después de resistirse un momento él se lo permitió.

Mientras tocaba suavemente su cara, le dijo—: Peter, me encanta que me ames lo

suficiente como para perder el control. No me hizo daño, de hecho, me encantó cada

momento, así que por favor deja de castigarte. Te quiero. Todo lo que tú eres. La suavidad,

la rudeza, el salvajismo, me quedo con todo y te amaré siempre.

Parecía un poco aliviado por su pequeño discurso, pero aún tenía una mirada

atormentada en sus ojos. Solo quedaba esperar que el tiempo le demostrara que hablaba en

serio. Se inclinó hacia delante, la besó suavemente, y le dirigió una sonrisa tonta.

—¿Puedo hacerte el amor bien ahora?

Ella sonrió ante el toque de humor.

—Por supuesto.

Horas más tarde, Mikayla sentía todos los músculos y los huesos del cuerpo

derretidos y flexibles, y cayó en un profundo sueño al lado de su marido.

****

Mikayla vagó por el laboratorio vacío preguntándose qué diablos hacer. Había terminado
de introducir todas las notas de Ryan y Ty en el ordenador, pero con ellos todavía fuera

recogiendo muestras, no había más trabajo que hacer.

Comprobó que los especímenes vivos estuvieran alojados adecuadamente, lavados y

alimentados, miró cómo el bicho peludo se acicalaba unos minutos, y finalmente se echó

hacia atrás en su silla. Suponía que podía ir a ver si John o Matt tenía alguna presentación

que necesitaran hacer, o tal vez podía empezar a preparar la cena, pero se sentía inquieta sin

Ryan y Ty aquí.

Seguía sin entender su retirada repentina. Les había llevado literalmente meses tras

de su aborto volver a ser los amantes enérgicos, deportivos, y exigentes que había

conocido, pero ahora, después de una de las relaciones sexuales más increíbles que los tres

habían compartido, Ryan y Ty habían desaparecido de su vida por completo. Mikayla

gruñó silenciosamente ante su propia sobre dramatización del problema, pero lo que

realmente se sentía como si se hubieran ido por las buenas. Ni tan siquiera se habían

despedido.

—Ah, ahí estás —dijo John alegremente al entrar en el laboratorio—. Tengo la

tarde libre tan pronto como le dé de comer y beber a los bichos.

—Ya está hecho —dijo, tomando su mano y mostrándole las distintas jaulas y a sus

inusuales habitantes.

—Pues bien —dijo con una sonrisa brillante—.¿Le importaría entonces

acompañarme a dar un paseo por los jardines? —Tenía el codo hacia fuera para que ella

tomara, y Mikayla se rio de su imitación de un caballero correcto. Él era quien le había

enseñado cómo chupar pollas, así que sabía que era todo lo contrario.

—Ciertamente, amable señor —logró decir entre risitas.

El jardín era en realidad sólo un pequeño claro que todavía era parte del complejo
del centro de investigación, pero que estaba lleno de plantas interesantes y extrañas flores

de colores prácticamente indescriptibles. Los informes preliminares habían identificado que

la mayor parte de las plantas en ese planeta eran venenosas y, por lo tanto, había explicado

así la ausencia de vida animal.

Teniendo en cuenta lo que habían encontrado hasta el momento, parecía una idea

escasamente investigada.

Mientras caminaban, Mikayla se dio cuenta de que John no parecía estar caminando

tan naturalmente como solía hacerlo. Un rápido vistazo a su entrepierna respondió a la

pregunta de por qué. Se puso delante de él, deteniendo su avance con una mano sobre su

erección.

—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó con una amplia sonrisa en su rostro. John le

devolvió la sonrisa, pero sus ojos tenían una mirada salvaje igual a la que Peter tenía la

noche anterior. John asintió con la cabeza y la empujó frenéticamente para que se

arrodillara. Sin pausa, abrió el pantalón, se agarró la polla y se la metió en la boca.

Sorprendida por la brusca invasión que golpeó la parte posterior de su garganta, jadeó. El

sonido pareció revolver algo dentro de él, porque salió y luego volvió a deslizarse

lentamente. Con cuidado, mantuvo el ritmo; le temblaban las manos en su pelo mientras

obviamente se contenía. Mikayla colocó una mano en su muslo y envolvió la otra alrededor

de sus pelotas. Él siempre le había advertido que podía ser bastante duro, pero hasta este

momento no lo había creído realmente.

—Buena chica —dijo con voz temblorosa mientras ella agarraba sus pelotas con

más fuerza. La mantuvo quieta mientras le follaba la boca, el sudor corría por su abdomen y

los muslos, y parecía estar haciendo un gran esfuerzo por conservar la cordura. Un

momento más tarde, su movimiento se alteró, empujó más profundamente y se mantuvo ahí
mientras su semen se derramaba en su garganta. Ella tragó desesperadamente, lamiendo y

chupando y luego acarició su polla ya fláccida con la lengua tal y como a él le gustaba.

Finalmente, desenvolvió los dedos rígidos alrededor de sus pelotas.

Había estado tan concentrada en no herirlo accidentalmente que su mano se había

agarrotado. Él vio su difícil situación y la ayudó a ponerse de pie mientras le besaba cada

dedo de su mano dolorida.

—¿Estás bien, princesa?

—Sí —dijo ella con una sonrisa.

Pero cuando él agarró su vestido, ella cambió de actitud. Levantó la ceja en

pregunta silenciosa.

—Yo ... um ... estoy bien. —Cuando él frunció el ceño, se dio cuenta que no dejaría

el tema hasta tener la respuesta completa—. Ayer fue un poco intenso. Entre Ryan y Ty y

Peter, no creo que necesite otro orgasmo durante un tiempo.

John todavía no parecía convencido, pero asintió.

—¿Te han lastimado? —Parecía muy enojado con el pensamiento, y echó

rápidamente entre sus brazos para tranquilizarlo.

—No. Ninguno de vosotros me ha hecho daño nunca. Nunca. Y ninguno de

vosotros ha hecho algo que yo no quisiera que hicierais. ¿Me estás escuchando, John? Sólo

estoy un poco agotada, pero nadie hizo nada que me lastimara. —Él asintió con frialdad y

ella se inclinó para darle un beso contra la parte inferior de la mandíbula. Desesperada por

aplacar su ira contra sus hermanos, trató de inyectar un poco de humor—. Y además, esa es

una que me debes. La próxima vez que necesite un orgasmo, te estaré ordenando que te

arrodilles.

Él se rió suavemente y la abrazó con más fuerza.


—Estoy deseando que llegue ese momento.

****

Lachlan entró en la cocina mientras ella preparaba la cena. Sintió un extraño tipo de alivio

cuando lo vio. Peter, John y Ryan y Ty habían estado actuando de forma extraña, así que

estaba un poco aliviada al ver al hermano que no se acostaba con ella en este momento.

—Te ves un poco cansada —dijo a modo de saludo.

Ella asintió con cautela. La primera y única vez que había estado enferma desde que

había conocido a su marido, Lachlan había tomado, básicamente, el control de su vida. No

le había permitido comer, beber, ducharse o dormir sola hasta que se convenció al cien por

cien de que estaba bien de nuevo. Casi se rió en voz alta ante el recuerdo. Había sido muy

dulce, pero una vez que había empezado a sentirse mejor, su sobreprotección había

comenzado a irritarla.

Irónicamente, un poco de atención no le vendría mal en ese momento, sobre todo si

no se venía acompañada de sexo salvaje. Había tenido más que suficiente de eso por ahora.

—¿Puedo ayudarte en algo?

—Estoy a punto de terminar —dijo con confianza—, pero me encantaría un masaje

en los pies dentro de unos minutos.

Lachlan sonrió ante su solicitud, tal vez incluso un poco aliviado de que ella no

estuviera tratando de incitarlo para que la azotara, como había hecho durante los últimos

meses. No habían hecho el amor desde antes de su aborto involuntario, pero a pesar de su

retiro físico, se sentía emocionalmente más cerca de él ahora de lo que nunca lo había

estado. En general, había sido algo bueno para ellos dar un paso atrás desde el lado sexual
de su relación Dom / sum por un tiempo y llegar a conocerse mejor.

Terminó las verduras, comprobó el asado, y luego se sentó en el taburete de la

cocina junto a Lachlan. Se apoyó contra la pared mientras colocaba los pies en su regazo y

le dio otro de sus masajes celestiales en los pies. El hombre era realmente un maestro en

masaje.

—¿Cuándo estarán de vuelta Ryan y Ty? —preguntó. Lachlan continuó amasando

la bola de su pie mientras la miraba a la cara.

—No estoy muy seguro. El viaje no fue planeado con exactitud, pero ya se han

reportado dos veces, así que están bien. —Él la miró pensativamente por un momento, tal

vez barajando la posibilidad de hacerle o no la pregunta—. ¿Sabes por qué salieron de la

manera en que lo hicieron?

Ella sacudió la cabeza.

—En realidad no, pero fue justo después de compartirme. Fue un poco más duro de

lo habitual, pero no pasó nada malo. No me duele ni nada.

—He estado hablando con John, y él estaba preocupado porque también había sido

un poco rudo contigo. —No quería confirmarlo, pero tampoco podía mentir. Lachlan vio la

respuesta en sus ojos, porque él asintió con la cabeza como si le hubiera dicho que sí.

—Peter no parece ser él mismo tampoco. —Lachlan no esperó a que terminara. La

atrajo a su regazo y la abrazó—. Diría que hay algo en el agua —dijo bromeando a

medias—, pero nos hemos traído el agua con nosotros.

—¿Y los demás?

Ella negó con la cabeza contra su pecho.

—Han estado normal. Honestamente, el sexo ha sido maravilloso, tal vez un poco

demasiado abundante, pero sin duda bueno. Han sido su reacciones después lo preocupante.
Ryan y Ty salieron en una excursión no planificada, Peter ha estado abatido durante todo el

día, y John fue y se chivó de sí mismo a su hermano mayor. —Sintió retumbar el pecho de

Lachlan con la risa. Había sonado un poco gracioso dicho de esa forma, pero era

esencialmente lo que John había hecho. La mitad de sus hombres estaban actuando

extrañamente, y sería genial entender por qué—. ¿Puede haber algo en el agua? —preguntó,

sintiéndose un poco asustada. Si todos ellos comenzaban a alejarse estaría aún más sola que

cuando había abortado. Al menos en ese entonces había tenido Bryce para abrazarla.

Lachlan debió sentir el escalofrío de aprensión que se abrió camino por su espalda

porque la atrajo más cerca y le pasó una mano por el pelo suave.

—Probablemente no es el agua, pero estoy empezando a sospechar que Ryan, Ty,

Peter y John se expusieron a algo que los afecta de alguna manera. Tal vez algo que

aumenta su libido o anula el centro de control en sus cerebros. —Estuvo en silencio por un

momento y luego la levantó de su regazo y la puso de pie—. Lo siento, pequeña, pero tengo

que hablar con Matt. Con su experiencia en patología él podría ser capaz de identificar algo

con un análisis de sangre. Estoy seguro de que Peter y John estarían encantados de entregar

algo de sangre si eso significa descubrir lo que está pasando. —Mikayla asintió con la

cabeza y dio un paso atrás hacia al horno para comprobar su asado una vez más. Lachlan

estaba casi fuera de la puerta, pero se volvió rápidamente para darle más instrucciones—. Si

alguno de tus maridos se pone muy duro, utiliza ese silbido ensordecedor que Ryan te ha

enseñado, e intervendré.

Ella puso los ojos, segura de que aún afectados por algún químico desconocido, sus

maridos se cortarían las partes favoritas de sus cuerpos antes de hacerle daño. La travesura

se apoderó de ella y no pudo evitar hacer la pregunta obvia.

—¿Y si el marido eres tú?


Lachlan lo pensó un momento y luego dijo con confianza,

—Yo no voy a ser.

Y salió de la habitación antes de que pudiera llegar a pensar una respuesta

inteligente. Por desgracia, a pesar de que sabía que estaba intentando consolarla, no podía

quitarse de encima la idea de que había logrado resistirse a ella durante un par de meses, así

que, con químico o sin él, tenía mucha práctica.

Decidió hacer el postre. Cualquier cosa para mantener las manos ocupadas y

mantener las lágrimas a raya. Maldita sea.

Capítulo Siete

—No podemos volver al laboratorio en este estado. —Ryan puso los ojos blanco hacia su

hermano, el amo de los eufemismos. Habían dejado atrás Mikayla, con la esperanza de

conseguir mantener su libido bajo control, y las cosas parecían haber empeorado. Sólo

habían estado fuera de la base una noche, pero había tenido más sueños húmedos de los que

podía recordar incluso desde sus años de adolescencia. Estaba casi convencido de que si se

masturbaba una vez más iba a terminar con la capa superior de piel de su pene—. Entonces,

¿qué debemos hacer? —preguntó Ty. Se sentía completamente exasperado, pero lo de

regresar al laboratorio y a Mikayla no sonaba como una idea muy buena. Ty sacudió la

cabeza, obviamente al no tener respuesta a su pregunta—. ¿Crees que los demás se ven

afectados también? —Ryan sintió como la sangre le hervía con la pregunta de Ty. ¿Y si los

otros se habían convertido también en penes andantes? Ryan estaba seguro de sentirse

como si su polla pensara por él.

—No lo sé —dijo, tratando de mantener el miedo por Mikayla bajo control. En ese

momento Ty y él probablemente representaban un problema mayor que cualquiera de los


otros. No podía imaginar aLachlan, Brock, o incluso Matt sin ponerse en contacto con ellos

si tenían un problema tan grave—. Pero tal vez deberíamos llamar y explicárselo todo a

Matt. Que mirea si puede encontrar una razón para lo que está pasando.

Ty asintió y cogió el equipo de comunicación.

****

John parecía tan aliviado como Peter. Era pueril y patético, pero estaba muy contento de no

ser el único afectado por todo lo que estaba pasando. Matt les llevó al laboratorio, reunió

las cosas que tendría que usar para tomar muestras de sangre, y se puso a trabajar.

Una vez que hubo recogido y etiquetado sus muestras, cogió una aguja nueva y la

usó consigo mismo. Maldijo hasta por los codos mientras trataba de recoger su propia

sangre. Peter tardó unos momentos en darse cuenta de que las manos de Matt estaban

temblando. Había estado muy bien cuando se aventuraban en el laboratorio.

—¿Está en el laboratorio? —preguntó Peter a Matt.

John hizo un ruido de sorpresa, pero Matt parecía estar rechinando los dientes

mientras asentía.

—Llama a Lachlan. Dile que mantenga a todos fuera del laboratorio. Hasta que no

sepamos lo que nos está afectando, nadie más entra en juego ¿Está claro? —Peter asintió

con la cabeza y se dirigió hacia el sistema de intercomunicación.

Dudó cuando John le preguntó: —Si lo que nos está afectando a nosotros está aquí,

¿no sería mejor salir?

—Tal vez —dijo Matt lentamente—. ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en el

laboratorio?
—Ayer —respondió John rápidamente.

—¿Y sientes el efecto disminuye con el tiempo?

Peter miró a John y luego se encogió de hombros.

—Tal vez un poco.

—¿Lo sentiste de nuevo cuando entramos antes?

—Sí —respondió John—, pero estaba pensando en Mikayla.

Peter asintió con la cabeza. También él había estado pensando en su encantadora

esposa, un tema que había tenido en su mente mucho tiempo el último día más o menos.

—Está bien, lo que está haciendo esto está: A, en la sala; B, tiene efectos duraderos

que tal vez se reduzcan lentamente con el tiempo; y C, parece infectar con la exposición

adicional. Mi mejor opción es quedarme aquí en el laboratorio, analizarlo todo, y tratar de

compararlo con los contaminantes que encontremos en nuestro análisis de sangre. —Matt

se pasó las manos por la cara, claramente sintiéndose abrumado—. Asumiendo, por

supuesto, que en realidad aparezca en nuestro análisis de sangre —agregó.

—Debemos permanecer aquí también, ayudar como podamos. Puede ser que sea

suficiente para distraernos y no sentirnos tentados de buscar Mikayla —dijo John en voz

baja. Peter estuvo totalmente de acuerdo. No había manera de saber cómo se las arreglaría

Mikayla si sus ocho maridos, de repente, se convirtieran en animales sólo interesados en el

sexo.

—Mierda —dijo Matt mientras se desabrochaba el primer botón de sus vaqueros—.

¿Habéis hecho frente a esto por cuánto tiempo? Estoy listo para volverme loco, y sólo han

pasado unos minutos…

—No fue tan malo antes. Es como si hubiera multiplicado por diez. Dinos qué hacer

—exigió Peter mientras trataba de ignorar las punzadas de su propia ingle—. ¿Qué estamos
buscando? ¿Cuáles son las fuentes más probables?

Matt sacudió la cabeza como si tratara de despejarla.

—En un planeta alienígena podría ser prácticamente cualquier cosa.

—¿Cómo sería en la Tierra? Es un tipo de afrodisíaco, ¿no?

—Parece ser —coincidió Matt con voz ahogada—. Algo en el aire, ¿quizás una

feromona animal o perfume? Ciertamente estamos reaccionando como perros a una hembra

en celo. —El intercomunicador zumbó antes de que Peter llegara a llamar a Lachlan.

Afortunadamente, era Lachlan.

—He tenido noticias de Ryan y Ty —dijo sin preámbulos—. Los dos están

afectados, más todavía desde que han salido del recinto. ¿Has podido empezar los análisis

de sangre?

—No exactamente —dijo Matt, sonando como si estuviera apretando los dientes—,

pero estoy bastante seguro de que algo en el laboratorio está causando el problema. Me está

afectando ahora también. Casi desde el momento en que entramos en la sala de mi ritmo

cardíaco y la presión arterial se dispararon, y bueno, me parece que estoy sufriendo los

mismos síntomas. —Dejó caer la mano sobre su polla dura, pero pareció darse cuenta de lo

que estaba haciendo y deliberadamente la apartó.

Peter echó un vistazo para darse cuenta de que estaba haciendo lo mismo. Apartó la

mano y trató de pensar con claridad.

—¿No tienen Ryan y Ty ninguna teoría?

—Sólo que parece ser peor fuera del recinto —dijo Lachlan—. ¿Y tú, Matt? —

preguntó, pero antes de que Matt pudiera responder, un recuerdo vino a la mente de Peter, y

él se apresuró a interrumpir la conversación.

—Lachlan, recuerdo haber leído algo acerca de un estudio sobre las lágrimas del
ratón en la Tierra. Hubo una investigación que sugería que las lágrimas del macho eran un

afrodisíaco para la hembra. Cuando estaba aquí el otro día, el ratón que tenemos en el

laboratorio tenía algún tipo de pérdida de líquido de sus ojos y se lo frotaba por todo su

cuerpo. ¿Podría ser la época de apareamiento para estas cosas? ¿El almizcle del

apareamiento de otro animal puede afectar a los humanos?

Se acercó a la jaula del bicho pequeño y vio como la pequeña bola de pelusa sea

aseaba y extendía sus lágrimas por todo su cuerpo. La maldita cosa estaba prácticamente

brillante con tanto líquido que cubría su pelaje.

—Joder, es una teoría sólida —dijo Matt con un encogimiento de hombros torpe

mientras se colocaba la polla de nuevo.

—Voy a buscar a Ryan y Ty. A ver si tienen alguna objeción en abandonar la

peluda visitante en la naturaleza. —Matt, John y Peter esperaron en silencio hasta que la

voz tensa Lachlan llegó por el intercomunicador—. Está bien, dice Ryan que liberar a la

criatura al menos le dará una idea de si el efecto se reduce con el tiempo, suponiendo que el

bicho esté causando el problema. Si no pasa nada al menos eliminará una posible causa y

podemos pasar a la siguiente. Aseguraos de liberarlo en el exterior del recinto. Lo último

que necesitamos es una de esas cosas arrastrándose de nuevo por nuestro barrio.

Matt asintió en dirección a sus hermanos y se dirigió a agarrar la caja que contienía

al ratón. Peter se acercó al intercomunicador.

—Lachlan, mantén a Mikayla seguro. No dejes que ninguno de nosotros se acerque

a su lado.

—Entendido.

****
Matt trató de caminar en línea recta con los ojos malditos cruzados y su polla tan dura que

prácticamente tenía una personalidad propia. Salió por la puerta y caminó varios metros

entre los arbustos antes de abrir la puerta de la jaula y dejar a su huésped en libertad.

Lo que sucedió después fue un poco desconcertante. Varios cuerpos peludos grises

vinieron corriendo en direcciones diferentes, y aterrizaron todos junto a lo que Matt estaba

empezando a sospechar que era una hembra. Algunos de los recién llegados luchaban entre

ellos, otros trataban de montar la pequeña criatura.

Eran salvajes y agresivos, y la hembra parecía disfrutarlo a fondo.

La hembra hizo un sonido fuerte, como un ronroneo, mientras se frotaba los ojos y

pasaba las patas por todo su cuerpo peludo. El almizcle, y el sonido de apareamiento

parecía conducir a los machos al frenesí. Y maldita sea, joder, Matt podía sentir su propia

erección cada vez más dura. ¿Cómo era eso posible?

Pero, desde luego, le daba credibilidad a la teoría de Peter.

Girando sobre sus talones, Matt prácticamente corrió al complejo y se encerró de

nuevo en el laboratorio con Peter y John. Se dirigió directamente hacia el

intercomunicador.

—Lachlan, creo que tenemos una teoría bastante sólida. Parece que es la época de

apareamiento para las criaturas. Quizá Ryan y Ty deberían regresar al complejo, evitando

toda criatura de este maldito planeta, y vamos a ver si podemos disminuir el efecto con

medicamentos o vitaminas o algo así. —Miró a sus hermanos, aliviado al ver sus caras

menos tensas. Se dio cuenta entonces de que, a pesar de que todavía se sentía muy caliente

y su polla todavía tenía una mente propia, no estaba tan desesperado como lo había estado

cerca de la criatura peluda—. Tenemos que contactar con un par de investigadores médicos
y ver si se puede encontrar una solución permanente. Esperemos que sea sólo algo

temporal, pero esto va a afectar a las operaciones mineras más bien severamente. No quiero

ni pensar en lo que podría suceder en una colonia minera afectada por el almizcle de

apareamiento. Diablos, y pensamos que el último planeta estaba jodido.

—Voy a buscarlos ahora mismo —le aseguró Lachlan—. Buen trabajo, chicos.

Matt miró a Peter al ver al hombre sonriendo.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó, sintiendo un de pico irritación irracional.

Gracias a Dios Mikayla no estaba allí porque tenía el horrible presentimiento de que estaría

luchando contra sus hermanos por el derecho a montar a su esposa. Mierda.

—Estaba pensando —dijo Peter, su voz sonando como si contuviera la risa—, que

acabamos de descubrir el primer perfume de mujer que pueden solucionar la disfunción

eréctil. —Matt se echó a reír, y Peter y John se le unieron un momento después.

Demonios, las posibilidades médicas eran enormes, y había una muy buena

oportunidad de que superaran con creces los posibles beneficios de la minería. Tal vez su

contrato en este planeta se había hecho demasiado pronto.

****

Mikayla se sentó en el sofá flanqueada por Bryce y Brock. Le parecía un poco exagerado,

pero teniendo en cuenta que sus maridos «almizcle afectados» ahora eran más numerosos

que los maridos «no-almizcle afectados», podía entenderlo. Sólo esperaba que esto no los

convenciera a todos para ir de puntillas a su alrededor otra vez.

—¿Cuánto tiempo más? —preguntó, tratando de sonar como si no se estuviera

quejando. Había estado fuera de servicio durante dos días enteros. No teniendo nada que
hacer estaba empezando a enfadarse. Al menos en el laboratorio tendría trabajo con el

ordenador y el archivo. Ni siquiera le dejaban preparar las cenas.

—Nena —dijo Brock con esa voz de advertencia que solía preceder a una

mordaza—, tienes que ser paciente.

—A la mierda con la paciencia —dijo ella muy deliberadamente. Joder, si le iba a

poner una mordaza, por lo menos que eso condujera a algo más interesante que quedarse

sentada y mirando al techo. Brock sonrió, obviamente, muy consciente de sus intenciones,

y luego volvió a la lectura de su libro.

Maldita sea, era un muy buen Dom.

Ella gruñó con irritación. Bryce se rió de su rabieta patética pero la atrajo hacia su

regazo y la abrazó con fuerza. No la dejó, sin embargo, retorcerse contra su polla. Maldita

sea. Tal vez el almizcle apareamiento la había afectado también. Ciertamente se sentía lista

para aparearse con todos sus hombres.

—Acabo de recibir una comunicación de los laboratorios de investigación médica

—dijo Lachlan mientras atravesaba la puerta—. Están enviando tres científicos para

continuar con el trabajo que Matt ha comenzado. Todas ellas son mujeres, lo que creo que

es una idea muy buena teniendo en cuenta lo que el almizcle hace a los hombres. Deberían

estar aquí en un par de días.

Mikayla se puso en pie cuando la ira se apoderó de ella.

—¿Acabas de decir que tres mujeres están llegando a la misma instalación que no

sólo es mi casa —gruñó mientras empezaba a caminar de arriba abajo— sino que también

contiene a cinco de mis maridos afectados por la necesidad de aparearse?

La sonrisa de Lachlan estaba ayudando a su temperamento.

—Nena —dijo Brock, esta vez con más fuerza. Pero ella ya había tenido bastante.
Dom o no, marido o no, tratando de protegerla o no, ella no iba a aguantar más mierda

condescendiente. Si quería estar enfadada por las mujeres que iban hacia sus hombres, tenía

todo el derecho a estar jodidamente enfadada.

Bryce parecía contener la risa, pero el comentario siguiente Lachlan redondeó su

ira.

—Al parecer, pequeña, los hombres no son los únicos que se ven afectados por el

almizcle de apareamiento. —Ella quiso golpearlo, pero el hecho de que tendría que saltar

para llegar a su cara petulante y que probablemente se rompería un hueso de la mano contra

su mandíbula cincelada, la detuvo.

Oh, sí, y el hecho de que la violencia estaba mal.

Y él era su marido, y ella lo amaba.

¿Qué demonios le pasaba?

Capítulo Ocho

Ty levantó la vista cuando Lachlan entró en la habitación con Mikayla sobre su hombro. Su

polla saltó inmediatamente a la vida en la proximidad de su compañera. Mucho. Esto en

cuanto a los efectos del almizcle. Había empezado a pensar que lo peor ya había pasado,

pero una mirada a su esposa mientras colgaba culo arriba y boca abajo encima del hombro

de Lachlan había puesto a su libido gritando de vuelta a la vida.

—¿Dónde está Matt?

—Aquí —dijo Matt mientras entraba en la habitación. Dio un paso hacia Mikayla

pero luego cambió de opinión y dio un paso atrás. Ryan entró en la habitación detrás de él,

y Matt extendió el brazo para detenerlo. Ryan miró enojado al pesado de su hermano, pero
cuando vio Mikayla, él también dio un paso atrás.

—Matt, parece que los hombres no son los únicos afectados por el almizcle de

apareamiento. ¿Puedo sugerirte que tomes una muestra de sangre antes de que ella se

recupere de los orgasmos que Brock y Bryce acaban de proporcionarle? —La polla de Ty

palpitó dolorosamente cuando las imágenes de Mikayla en pleno proceso de culminación se

enredaron en su cabeza. Matt debía de haber estado imaginando lo mismo porque pareció

sacudirse antes de que asentir con la cabeza y moverse rápidamente para agarrar el equipo.

Lachlan bajó a Mikayla, y fue entonces cuando Ty se percató de la mordaza de bola—.

Trató de morderme —explicó Lachlan. Mikayla tarareó mientras trataba de llegar por la

polla de Lachlan. Él se movió a un lado y le dio un gruñido de advertencia. Ella

simplemente lo intentó de nuevo—. Ha estado nerviosa e impaciente los últimos días, pero

cuando supo que las tres investigadoras médicos estaban camino del planeta, se volvió

completamente loco. —Lachlan le sujetaba los brazos mientas explicaba su

comportamiento—. Si Brock y Bryce no hubieran estado allí para ayudarme, habría tenido

que atarla al banco de azotes. —Mikayla hizo un ruido tan cargado de anhelo que Ty

supuso que realmente le gustaba la idea.

Una teoría empezó a abrirse camino en el cerebro de Ty, pero no estaba seguro de si

se basaría en hechos o en sus propias necesidades. Sin embargo, la expuso de todos modos,

mirando a su hermano gemelo, ya fuera para que la confirmara o para que le diera un

tortazo en la cabeza.

—En la naturaleza, el almizcle apareamiento es generalmente seguido por

apareamiento frenético —Lachlan levantó una ceja desafiándolo a terminar la frase—.

Quiero decir —dijo Ty con cuidado—, una vez que el apareamiento se realiza, el almizcle y

sus efectos parecen disiparse rápidamente.


—¿Así que piensas que si todos os apareáis con nuestra esposa, os vais a recuperar

más rápidamente de los efectos del almizcle? —Lachlan sonó escéptica, pero estaba

sonriendo ligeramente.

—Es una teoría bastante sólida —agregó Ryan—. Y yo sé que tengo bastante

control como para que no ser ya un peligro para ella. ¿Qué hay de ti, Ty? —Ty asintió,

tratando de desalentar las punzadas de su erección contra sus pantalones. Si querían

convencer Lachlan que tenían el control suficiente como para mantener a salvo Mikayla,

probablemente era mejor hacerlo sin una polla lo suficientemente dura como para clavar

clavos.

John y Peter entraron en el laboratorio, vieron Mikayla, y ambos inmediatamente se

dieron la vuelta para irse.

—John, Peter —llamó Lachlan—. Tenemos otro problema.

La preocupación cubrió sus rostros, y entraron en la habitación, con cuidado de

mantenerse lo más lejos de Mikayla posible.

—Mikayla quiere aparearse con todos vosotros. —La mujer en cuestión asintió con

la cabeza con entusiasmo—. Ryan y Ty creen que es probablemente una forma de

disminuir el efecto del almizcle. Estamos esperando visitas, así que estoy bastante seguro

de que nuestra esposa sería mucho más feliz si todos volvemos a la normalidad.

Peter se mostró escéptico, pero John parecía dispuesto a intentar cualquier cosa para

superar los efectos del almizcle. Lachlan debió ver la preocupación de Peter porque le

habló mientras quitaba la mordaza de la boca de Mikayla y le tocaba la cara con amor.

—Me quedaré aquí, por si acaso alguien pierde el control. Aunque —dijo al tiempo

que finalmente liberaba a Mikayla de su agarre suave— estoy empezando a pensar que no

es Mikayla la que necesita mi protección. —Ella le sonrió Lachlan con el tipo de sonrisa
que sugería mala intención, y luego se deslizó fuera de la mesa y se dirigió hacia Ty

mientras se desnudaba. Una vez desnuda, se acurrucó en sus brazos, y él la abrazó y la besó

suavemente. Ella prácticamente ronroneó cuando Ryan se movió detrás de ella y comenzó a

besarle el cuello y los hombros.

Decidido a tomarlo con calma, Ty besó la mandíbula Mikayla, luego el cuello y

luego a la izquierda, dibujando un camino húmedo con la lengua mientras bajaba para

adorar a sus pezones arrugados. Ella le sostuvo la cabeza contra su pecho mientras chupaba,

lamía y mordisqueaba sus pezones endurecidos. Se aferró a su camisa, arrastrándolo por la

cabeza, pero él se aferró de nuevo a su seno. Ella llevó las manos detrás de su espalda y por

el gemido de Ryan, Ty supuso que estaba bajando la cremallera de sus pantalones.

La polla de Ty palpitó en respuesta a la necesidad de su mujer y bajó su mano para

liberarla de sus vaqueros. Mikayla le apartó la cabeza de sus pechos, sus dedos insistentes y

exigentes en su pelo y lo empujó hacia su montículo. Encantado su demanda y más que

dispuesto a complacer, Ty metió la lengua en sus pliegues húmedos, separó la carne y

buscó el cúmulo de nervios que pondría su entusiasmo a toda marcha.

Ella se quedó sin aliento cuando lo encontró, el delicioso sabor en su lengua

mientras la atormentaba una y otra vez. Se retorció ante el sonido de la botella de lubricante

y al momento Ryan estaba metiéndole los dedos en el culo, preparándola para su posesión.

Gimiendo, Mikayla arrastró a Ty por el pelo una vez más, y envolvió su pierna alrededor de

su cadera mientras le ofrecía su coño.

Rápidamente se sacó la tela de los pantalones vaqueros del medio y se hundió en su

raja caliente y húmeda.

Ryan le levantó del suelo mientras empujaba dentro de su culo. Suspendido entre

ellos, ella suspiró con satisfacción y se mantuvo inmóvil durante un momento antes de
besarlo suavemente y emitir una sola demanda.

—Fóllame.

Ryan se rió entre dientes, pero los dos hicieron lo que la señora había solicitado.

Empujando más duro, más profundo en su cuerpo Ty jadeó mientras su excitación crecía.

Podía sentir las paredes de su coño agarrando su polla, tratando de retenerlo en su interior.

Podía sentir Ryan mientras empujaba en contrapunto, y entonces no pudo sentir nada más

que frenética necesidad mientras el de reclamar a su mujer, de marcarla como la suya, lo

abrumaba.

Gruñendo por el esfuerzo, Ty apenas era consciente de los ruidos idénticos de su

hermano, pero cuando Mikayla explotó en un orgasmo, retorciéndose, no pudo oír nada,

salvo el rugido de la sangre en sus oídos. Empujó una más, y entonces su semen pulsó

dentro de ella y el orgasmo siguió y siguió. Sintió a Ryan seguirlo un momento más tarde.

Con los tres apretados, jadeando con fuerza, Ty se había olvidado de su público hasta que

John se aclaró la garganta detrás de él.

****

John apenas podía pensar más allá de la necesidad de llenar la boca de Mikayla con su

polla. Mirar Ryan y Ty tomarla juntos había puesto su deseo más en órbita de lo que

cualquier almizcle estúpido podía. Sostuvo a Mikayla mientras Ryan y Ty sacaban

cuidadosamente sus pollas y luego la levantó en sus brazos.

Ella gimió de placer y mordisqueó su mandíbula.

—Cuidado con esos dientes, princesa. Estoy a punto de llenarte la boca con algo

que preferiría que no mordieras. —Ella se rió alegremente, y se inclinó para darle un beso
reverente. Estuviera afectada por el almizcle o no era sin duda el complemento perfecto

para todos ellos: amorosa, creativa, aventurera y sexy como el infierno.

Miró a Peter al darse cuenta de que su hermano ya tenía el lubricante y se lo

extendía sobre su polla dura. John levantó una ceja hacia Matt que le devolvió la sonrisa,

levantó su culo desnudo del banco bajo, y alzó los brazos hacia Mikayla. Ella se arrastró

hacia él rápidamente bajando sobre su polla. John se mudó al otro lado de la mesa, le dio un

codazo a su hermano para se pusiera en diagonal a través del banco y luego se frotó la polla

contra los labios deliciosos de su esposa. Ella chasqueó la lengua, jugueteó con la

hendidura y mordisqueó la cabeza, pero chilló de sorpresa cuando Peter empujó en su culo.

—¿Peter? —preguntó en voz baja.

Peter parecía preocupado, pero un momento después, su rostro dibujó una sonrisa

brillante cuando su esposa mandona dio una orden a sus maridos una vez más.

—Gracias a Dios, ahora folladme, por favor. —Los tres trataron de llevar un ritmo,

pero el ángulo era difícil, la mesa incómoda, y John tuvo que seguir empujando a Matt

fuera del camino para que no terminar frotando accidentalmente sus pelotas en la cara de su

hermano. Al final, los cuatro estaban tan ocupados riendo que el orgasmo de Mikayla tomó

a todos por sorpresa.

Ella tarareaba contra la polla de John, chupándolo profundamente, manteniéndolo

cautivo hasta que él gimió y le dio su semen. Oyó los gruñidos de sus hermanos siguiendo a

su esposa en el placer.

Aturdido por el cuarteto difícil pero gratificante, John gimió cuando Lachlan se

acercó para sacar Mikayla del sudoroso abrazo.

—¿Feliz ahora? —preguntó Lachlan a Mikayla. Ella asintió con la cabeza

soñolienta, y John vio que Lachlan la levantaba contra su pecho y le decía que le diera las
buenas noches a sus maridos. Teniendo en cuenta que sólo era pasado el mediodía, John

pensó que no iba a ver a su esposa en la cena de hoy.

Observó a Lachlan acunándola estrechamente y se dio cuenta de que cualquier

problema que hubiera tenido desde el aborto de Mikayla parecía estar superado. John negó

con la cabeza. Ya era hora.

Capítulo Nueve

Mikayla se acurrucó en el abrazo de Lachlan. Estaba sudorosa y pegajosa, y todo estaba

empezando a secarse en lugares incómodos. Nunca había sido tan feliz de oír la ducha

abierta en toda su vida.

Lachlan la ayudó a ponerse en pie y le tomó la mano para ayudarla a equilibrarse

mientras entraba en la ducha. Volvió la cara hacia el agua tibia, dejando que la relajara de

la cabeza a los pies.

Después de un momento sintió pasar a Lachlan tras de ella. Aliviada, contenta, y ya

necesitada por el hombre que se le había negado por tanto tiempo, se dio la vuelta y

envolvió sus brazos alrededor de su cintura.

—Gracias —susurró.

—Pequeña —rió entre dientes mientras le extendía champú en el pelo—. Acabo de

ver cómo haces el amor con mis siete hermanos. ¿De verdad crees que sería capaz de

resistir después de eso? —Ella se encogió de hombros, no estaba dispuesto a admitir que en

realidad había pensado que podía. Había sido tan fuerte, tan obstinado en los últimos meses

que en realidad no sabía qué creer—. Aunque —dijo en una risita—, creo que tal vez voy a
evitar los cuartetos. Dios, pensé que Peter iba a caerse de la mesa, se reía tan fuerte.

Ella se rió de eso. Se había sentido algo extraño, considerando que el hombre tenía

su polla en el culo en ese momento, pero el orgasmo había sido bastante esclarecedor.

Se quedaron en silencio por un momento.

—Lachlan, sabes que el aborto no fue culpa tuya, ¿verdad?" —dijo esas palabras

lentamente, no queriendo romper el ambiente, pero finalmente sintiendo que el momento

había llegado. Necesitaba saber qué lo había apartado de ella durante los últimos meses.

Lachlan había sido reticente a hacer el amor con ella cuando estaba embarazada, pero no

habían tenido relaciones íntimas en absoluto desde su aborto involuntario.

—Lo siento, yo no estaba allí para ti —dijo. Se veía tan triste que por un momento

no pudo formar palabras. Había estado bastante segura de que su naturaleza protectora le

había hecho sentir como si la hubiera decepcionado, pero confirmarlo le hacía sentirlo más

por él.

—Estuviste —dijo. Él arqueó una ceja con incredulidad—. Lo que quiero decir es

que estabas en el planeta helado rescatando a Brock. Estabas exactamente donde necesitaba

que estuvieras en ese momento. —Él asintió con la cabeza como si no había pensado en ese

ángulo. Sabía sin sombra de duda de que habría estado con ella si las circunstancias lo

hubieran permitido.

—Pero sigo lamentando no haber estado allí para ti.

—Bueno, ¿qué tal la próxima vez que quede embarazada —dijo mientras trataba de

tragarse su miedo a otro aborto involuntario—. Tú y el resto de mis maridos aseguraos de

permanecer en el mismo planeta conmigo.

—De acuerdo —dijo con voz áspera mientras le tocaba la cara con las yemas de los

dedos—. Te amo, Mikayla.


—Yo también te amo, Lachlan.

Ella le dio un beso suave en los labios, y él la metió bajo el agua, le enjuagó el

champú del pelo, y después le enjabonó la espalda y los hombros. Se arrodilló, tomándose

su tiempo para lavarla de una forma que sólo un Dom consideraría su deber, y luego se

puso de pie y rápidamente se lavó a sí mismo.

Unos minutos más tarde, con las piernas cruzadas sobre la cama, Lachlan se sentó

detrás de ella para secarle el pelo más a fondo.

—Debería azotarte el culo por mentir —dijo mientras tiraba de su pelo lo suficiente

para conseguir su atención.

—¿Mentir? —preguntó con voz chillona. Pensó que la única vez que no estaba

buscando una paliza, se las arreglaba para ganar una.

—Sí, mentir. ¿Creías que me engañabas, pequeña?

Ella se encogió de hombros, no queriendo cavar su propio hoyo.

—¿No vas a tratar de convencerme de que estoy equivocado? —preguntó mientras

la empujaba hacia adelante para que los hombros y la cara descansaran sobre el colchón y

su culo quedara levantado en el aire. Le pasó una mano tibia por el trasero, acariciando la

carne, con la amenaza de un latigazo.

—Bueno, estaba afectada por el almizcle en cierto modo.

Él gruñó y se inclinó sobre ella para reír en voz baja al oído.

—¿Y cómo te diste cuenta de eso, pequeña? —Él presionó su polla dura contra su

culo, y ella tuvo problemas para recordar la maldita pregunta.

—Mis maridos necesitaban ayuda y, bueno eh ... —Ella gimió mientras frotaba su

pene de arriba a abajo en su raja—. Um ... no podía dejarlos así con otras tres mujeres a

punto de aterrizar en el planeta.


—Ya veo —dijo él, deslizando lentamente su polla en su coño—. El almizcle te

hizo territorial, y has tenido que luchar por tus hombres.

Salió de ella y volvió a entrar lentamente.

—Eso es correcto —se las arregló para jadear—. Yo estaba protegiendo a mis

hombres al igual que todos vosotros me protegéis a mí.

Él montó su coño, golpeándose las pelotas contra su piel y luego permaneció quieto.

—Así que el sexo con Bryce y Brock que no fueron afectados por el almizcle fue

¿qué? —Sintió el aleteo de sus músculos alrededor de su invasión, mientras trataba de

concentrarse lo suficiente para no admitir su engaño. Ella gimió cuando él se retiró de ella

por completo y luego pulsó de nuevo con dureza—. Dime —se burló—. Explícame cómo

estabas protegiendo a Bryce y Brock con un polvo muy duro, tanto que apenas podía

moverme después. —Él se rió entre dientes en su oído—. Dime cómo sabías que follarte a

los demás en el laboratorio de la manera que lo hiciste sería poner fin a su lujuria.

Ella gimió cuando él empezó a penetrarla más duro, más profundo. Jadeó cuando

clavó su polla dentro de ella, presionando su clítoris con fuerza contra el colchón.

—Dime otra vez —jadeó al oído, de repente muy serio—. Dime otra vez lo mucho

que me amas.

Su orgasmo comenzó antes de que pudiera pronunciar las palabras, y Lachlan se

sumergió en ella una y otra vez mientras su excitación crecía. Gritó cuando cada músculo

de su cuerpo se estremeció con su liberación. Jadeó cuando sintió su semen profundamente

en su cuerpo, y sintió derrame lágrimas de sus ojos cuando le susurró cuánto la amaba.

Sacó su polla de su cuerpo y rodó encima de ella con cuidado.

Sus dedos calientes secaron las lágrimas en su rostro, y su voz suave declaró una

vez más.
—Cuéntame.

—Te amaré hasta el fin de los tiempos. Eres mío, Lachlan Davidson, y no lo olvides

nunca.

Él sonrió, se inclinó para besarla suavemente, y luego la arrastró hasta sus brazos.

Permanecieron en silencio juntos por un momento, pero luego él se echó a reír y dijo—: No

creo que esto te salva de la paliza. Me mentiste, pequeña, por lo que tendrás que pagar

mañana.

Ella se acurrucó más cerca. Apenas podía esperar.

Epílogo

Se sentía extraño tener vecinos. Incluso en el planeta de hielo que había sido esencialmente

una colonia minera ya establecida, no habían tenido ningún vecino real. Ahora tenían una

segunda estación más pequeña de investigación, estacionada en la puerta delantera.

Afortunadamente, los tres científicos médicos mujeres había identificado rápidamente la

parte química de almizcle de apareamiento de la criatura que afectaba a los seres humanos

y descubrieron que sus efectos podrían superarse con dosis diarias de un elixir simple, un

complejo multivitamínico especialmente mezclado.

Las mujeres habían usado tantas términos médicos para explicar el problema y la

cura que Mikayla apenas había entendido una palabra. Todavía se sentía un poco territorial

sobre sus hombres, pero había contactado Tracey, quien había contactado a un médico

amigo, que le había explicado que la ciencia detrás del descubrimiento parecía sólida. Así

que ahora, Mikayla respiraba un poco mejor.

No era que no confiara en sus hombres, pero después de ver los afectados por el

almizcle de apareamiento, no quería que hubiera malentendidos entre ellos y tres mujeres
solteras.

El hecho de que las mujeres tenían más en común con sus maridos, con su

educación superior tampoco se le había escapado a Mikayla.

—¿Qué es ese olor delicioso? —Bryce entró en la cocina con una amplia sonrisa en

su rostro. Le gustaba cocinar, pero ella no era precisamente un maestro chef.

—Solo carne asada —dijo, mientras él la tomaba en sus brazos. Todavía cojeaba de

la pierna dañada, pero se negaba obstinadamente a que se la arreglaran.

Existía un procedimiento que fácilmente reemplazaría el músculo y el hueso

dañados de la cadera con un implante de polímero, pero que significaba varios días en el

hospital y semanas de terapia física. Bryce se había negado simplemente para volver a la

Tierra para que se lo hicieran. Teniendo en cuenta lo que había pasado la última vez que

estuvieron en el hospital, no podía culparlo por su reticencia.

—No —dijo él contra su pelo—, el delicioso olor es mucho más dulce que la carne

asada. Debes ser tú.

Ella se rió mientras besaba y mordisqueaba la oreja por un momento, pero luego

Matt pareció ponerse serio.

—Siento no haberlo averiguado antes —dijo mientras Bryce la abrazaba más

estrechamente—. ¿Estás bien?

Miró a Matt, preguntándose cómo diablos se le había ocurrido que no estaba bien.

—Matt, estoy bien. Más que bien. Ninguno de vosotros hizo nada que me asustara.

Caray, yo estaba más preocupada porque mi esposo se alejaba, y yo no sabía por qué.

—No puedo describir cómo de intensos e inmediatos fueron los efectos de la

feromona. Fue un poco aterrador. Estoy muy contento de que no haber estado en ninguna

parte cerca de ti durante ese tiempo.


Se veía tan arrepentido que no podía decidir si abrazarlo o golpearlo en la cabeza. El

tipo no solo había recibido una dosis completa del almizcle apareamiento en su momento

más fuerte, sino que se las había arreglado para mantener la calma lo suficiente como para

identificar y eliminar la fuente. No importaba cuán salvaje su necesidad de ella hubiera

sido, había reconocido los síntomas de inmediato y se había contenido.

Pero nunca la aseveración apacible nunca funcionaba con este marido. Ella se

apartó del abrazo de Bryce, fue hacia Matt, y agitó un dedo ante su cara.

—Matt Davidson, eres, en serio, el mayor dolor en el culo. —La expresión de su

rostro habría sido cómica si el remordimiento no hubiera sido tan ridículo. Bryce se rió

detrás de ella, mientras continuaba—: Matt, lo has hecho todo bien, así que para con la

culpa ya.

—Finalmente —dijo Bryce con una sonrisa—, la voz de la razón.

Matt la agarró de la mano, se la llevó a su corazón y por un momento la

comprensión fluyó entre ellos.

—Te amo, Mikayla —dijo al tiempo que le tocaba la cara con el dorso de los

nudillos.

—Y yo te amo a ti. Ahora llévame a la cama —dijo con el mejor tono de autoridad

que pudo reunir.

Bryce sonrió ante sus palabras, y después de un momento de sorpresa, Matt sonrió

también. Le guiñó un ojo, la levantó en sus brazos y le susurró dos palabras: —Sí, señora.

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