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Buenas noches, compañeros y profesora, respondiendo a la primera

pregunta.
En mi opinión que los ciudadanos vean a Chile un país poco igualitario puede
adjudicarse a desigualdad socioeconómica y educativa.
Desigualdad socioeconómica: Aunque la pobreza ha disminuido en el país, la
distancia entre ricos y pobres sigue siendo muy importante. Tanto es así, que
un estudio del Banco Mundial indica que un tercio del ingreso generado por
la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico. Por ello, es
relevante considerar este aspecto como una verdadera traba al desarrollo,
cuando se bloquean las oportunidades y se traduce en un acceso poco
equitativo al poder político y económico.
La desigualdad socioeconómica puede entenderse en relación con las
diferencias en la vida social de las personas, las que implican ventajas para
unos y desventajas para otros. Son percibidas como injustas en sus orígenes,
moralmente ofensivas en sus consecuencias, o ambas. Esto no se expresa
solo en términos de ingreso y riqueza, sino también en educación y salud;
trato social y dignidad; seguridad económica y física, además de poder y
capacidad de influencia sobre las decisiones públicas.
Desigualdad educativa: Las capacidades de las familias para llevar a cabo su
cometido educativo no están equitativamente distribuidas, puesto que la
pobreza, el nivel educacional de madres, padres o cuidadores, y su capital
social influyen en el desarrollo y el desempeño escolar de niñas, niños y
adolescentes.
Estudios internacionales como los de Parcel, Dufur y Cornell (2010) coinciden
en afirmar que la pobreza material es un factor de riesgo para niños, ya que
implica menor acceso a recursos educativos que apoyen el proceso de
aprendizaje, como materiales y actividades educativas. Por su parte, Weiss y
otros (2009) establecen que «padres, madres o cuidadores que viven en
condiciones de pobreza o estrés económico experimentan más problemas de
salud mental, que pueden limitar su habilidad para apoyar los estudios de
niños e incrementar la probabilidad de uso de prácticas punitivas. También
enfrentan más barreras logísticas para acercarse a la escuela como falta de
transporte, falta de flexibilidad de tiempo diario y falta de tiempo para
vacaciones».
La desigualdad educativa se debe, en parte, a la pobreza. Además, esta
desigualdad también conduce a la pobreza, creando un ciclo en la relación.
Una buena educación, según expertos, tiene la función de adquirir
habilidades y certificar conocimientos para participar aún más en la sociedad,
y sirve para “socializar”. Por lo tanto, sin la educación, las personas participan
menos en su sociedad.
La desigualdad educativa empuja a muchos niños fuera de las aulas escolares,
haciéndolos vulnerables a la explotación al entorno criminal e incluso en
casos extremos, al tráfico de personas.

Según el Reporte OCEC 2022, las mujeres en Chile perciben ingresos 21,7%
inferiores a los hombres, brecha que disminuye a 18,8% en los empleos
formales y se eleva al 30,1% en los informales.
La capacidad de las mujeres para acceder a un trabajo remunerado y generar
sus propios recursos es un factor esencial para construir su autonomía y
asegurar su bienestar. Sin embargo, en Chile, solo una de cada dos mujeres
en edad de trabajar participa del mercado laboral, mientras que los hombres
alcanzan un nivel del orden de 70%
Por otra parte, las mujeres que logran acceder a un trabajo remunerado se
enfrentan a un escenario en el que las condiciones laborales son de menor
calidad, con mayor probabilidad de subempleo e informalidad, menor acceso
a seguridad social y con salarios que son, en promedio, menores que los de
los hombres. Según “Zoom de Género”, informe laboral de OCEC y Fundación
ChileMujeres5, las mujeres en nuestro país perciben, en promedio, ingresos
21,7% inferiores a los hombres, brecha que disminuye a 18,8% en los
empleos formales y se eleva al 30,1% en los informales.

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