procedimientos a la hora de transcribir al papel una melodía o ritmo determinados. Muchas veces quien estudia lenguaje musical suele tener complicaciones con este tema y la mayoría de esas veces la dificultad no estriba más que en la falta de organización. Otro inconveniente es el de no entender el sentido de la actividad, es decir, no saber para qué sirve entrenarse en esta habilidad específica.
Aunque se le llame dictado esta no es la mejor
denominación que podemos darle ya que hace hincapié en la actividad que realiza quien enseña y no en la actividad que realiza quien está aprendiendo. Esto, si tenemos una visión piagetiana o constructivista del conocimiento, no es desde el punto de vista pedagógico o didáctico lo más recomendable. Lo más recomendable sería llamarlo “transcripción”.
La transcripción es una actividad fundamental del oficio de
cualquier músico. En el aprendizaje de la improvisación jazzística por ejemplo la transcripción es el eje fundamental sobre el cual se trabaja, aunque en este caso particular no se le da demasiada importancia a la escritura de lo que se está oyendo, sino que se tiene una interpretación libre del término. Por ejemplo: si el músico logra reproducir lo más idénticamente posible una melodía, ritmo o armonía de algún músico de su preferencia con su propio instrumento ese solo acto ya se considera transcripción, se escriba o no se escriba el resultado. La transcripción, para el músico de jazz, es la herramienta principal de educación del oído. En nuestro caso, no tendría por qué ser distinto. Sólo que en nuestra materia sí es fundamental el poder escribir lo que oímos. La materia se llama “Lenguaje Musical” y este también abarca las habilidades de lectura y escritura. Los mismos músicos de jazz han ido cambiando su criterio en relación a este punto. Al comienzo de su historia, 1900 a 1930, el conocimiento teórico era considerado como algo que podía quitar espontaneidad a la práctica. Más tarde se comprendió que era imposible darle un desarrollo musical al género sin estudiar e incorporar los elementos teóricos tradicionales. Tampoco la música polifónica europea hubiera podido evolucionar sino se hubiese creado nuestro sistema de escritura.
En fin, el sentido de los párrafos anteriores es ayudarle a
quién estudia música a encontrar un sentido a la actividad que se le propone desde esta materia. Para que el dictado no se transforme en una obligación sino en una voluntad propia que comprende que realizar el esfuerzo de transcripción es importante para la educación de su oído y el ejercicio de su oficio.
Lo que sigue a continuación es un pequeño protocolo que
nos permite ordenar nuestras acciones a la hora de realizar la transcripción de un dictado ( debemos contar de antemano con los elementos necesarios: papel pentagramado, lápiz y goma de borrar. No es aconsejable marcar las líneas uno mismo sobre cualquier hoja ni utilizar tinta en lugar de lápiz ): PASO 1 : Escuchar todo el fragmento o pieza completo sin intención de descifrar lo que oímos, simplemente escuchamos y captamos la forma completa.
PASO 2 : Identificar el compás (si es simple o compuesto si
tiene 2, 3 o 4 tiempos o más) y el modo (si es mayor o menor).
El tono exacto en el que se encuentra el fragmento o pieza
musical no puede percibirse a menos que tengamos desarrollado el oído absoluto, por lo tanto o bien alguien tiene que indicárnoslo de antemano o debemos determinarlo con la ayuda de algún instrumento.
PASO 3 : Contar la cantidad total de compases y barrar toda
la hoja pentagramada simétricamente y de forma amplia con la cantidad exacta de compases, ubicando sólo 3 o 4 compases por sistema y con suficiente espacio para escribir cómodamente.
PASO 4 : Escribir sobre el pentagrama toda la armadura de
clave ( en primer lugar la clave de sol, fa o do; luego las alteraciones y por último la indicación de compás ). Si la armadura lleva muchas alteraciones tenemos que tenerlo en cuenta a la hora de barrar los compases para que no invadan el espacio donde transcribimos.
PASO 5 : Sacar el ritmo usando las figuraciones básicas y
escribiendo un boceto de éste por sobre el pentagrama, sin apretar demasiado el lápiz para poder borrarlo una vez que terminemos.
PASO 6 : Sacar las notas ubicándolas sobre el pentagrama y
exactamente debajo del boceto rítmico que ya escribimos por sobre el pentagrama. Si no podemos sacar algún segmento lo dejamos de lado momentáneamente y avanzamos hacia otra parte del dictado que nos resulte más sencilla, en el paso anterior también debemos aplicar esta regla.
PASO 7 : Escribimos el ritmo que ya sacamos en el paso 5
pero esta vez en el pentagrama y sobre las notas. Borramos el boceto rítmico y revisamos detalles que se nos puedan haber escapado.
Para terminar les dejo una reflexión de Paul Hindemith:
“Suelen músicos excelentes ser incapaces de escribir
ejemplos dictados aún relativamente sencillos […]. Esto demuestra que la capacidad para acertar con un dictado no es un indicio seguro del grado o calidad de un talento musical […]. Por otra parte no puede negarse que la ausencia completa de tal capacidad no sea, en última instancia, un indicio desfavorable del estado de una instrucción musical. Es pues preciso desarrollarla – no importa su monto o calidad – hasta el máximo, tanto cuanto han de desarrollarse las demás partes del saber musical”
(1946 p183 – ELEMENTARY TRAINING FOR MUSICIANS )
20/05/2020
Prof. Leandro Guelman – Audioperceptiva – 2° ciclo de nivelación
Propedeútico de la EPM5030 – Rosario – Santa Fe - Argentina
Composiciones musicales para bandiola, tiple y guitarra: Una propuesta didáctica musical para el conocimiento de algunos géneros tradicionales de la región Andina colombiana