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El Diablo Y La Psicología

El mal, lo demoníaco y la postmodernidad

Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Colección Aldea en la niebla

EL DIABLO
Y LA PSICOLOGÍA
(El mal, lo demoníaco y la postmodernidad)
Víctor Hugo Cárdenas Borrero

EL DIABLO
Y LA PSICOLOGÍA
(El mal, lo demoníaco y la postmodernidad)
El diablo y la psicología. (El mal, lo demoníaco y la postmodernidad)
© Víctor Hugo Cárdenas Borrero, 2021
1ª Edición, diciembre 2021
Diseño y diagramación: Adolfo Segundo Medina
Portada Ronald Ruiz: La capilla del Diablo de Loma de Pánaga.
Ilustraciones internas: Ronald Ruiz
Transcripción del texto: Consuelo Colmenares.
Edición a cargo de: José Antonio Pulido Zambrano
Impreso en: Zócalo Editores
Rubio. Estado Táchira. Venezuela
Teléfonos: 0412-0714438
E-Mail: zocaloeditores@gmail.com
Depósito Legal No.: TA2021000067
ISBN: 978-980-18-2341-4
Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra,
por cualquier medio independientemente del propósito de la misma,
sin la autorización previa otorgada por escrito por el titular de los
derechos de autor.

Impreso en la República Bolivariana de Venezuela


INDICE

Pórtico................................................................................... 9
Constructo del diablo......................................................... 21
¿El diablo existe?................................................................. 27
¿Quién es el diablo?............................................................ 37
Fotografía del diablo.......................................................... 41
¿Qué es el mal?................................................................... 49
El diablo visto desde el mundo cinematográfico.......... 61
El diablo, creencia popular entre lo nuestro.................. 75
El diablo y las leyendas del Táchira................................ 81
El diablo y la literatura....................................................... 89
El diablo y la música.......................................................... 93
El diablo y la astrología...................................................... 107
El diablo y la parapsicología............................................. 113
El diablo y la psiquiatría.................................................... 123
El diablo y la religión......................................................... 131
Exorcismos, un arma contra lo demoníaco.................... 141
El diablo y la psicología..................................................... 153
“Si en tu caminar no te golpeas de frente con el Diablo,
es porque estás caminando en la misma dirección que él”.
San Juan María Vianney.

“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está


bajo el Maligno”.
Primera Epístola de San Juan, 5, 19.

PORTICO

¿Por qué escribir un libro a este personaje? ¿Por qué


subrayar sobre temas oscuros en una época en que la hu-
manidad está herida y carente de luz celestial? ¿Qué tiene
que ver el personaje estudiado en cuestión y el tema de
la Psicología para intitular con estas palabras el libro que
tienes en tus manos apreciado lector? ¿Cuál es el sentido y
el alcance de una publicación de estas dimensiones dentro
de la Academia? Seguro surgirán muchas más preguntas.
Respuestas definitivas aún no las hay.
Voy a limitarme a hacer un análisis del personaje, des-
de las lecturas que realiza un hombre común. Un hombre
en la búsqueda de respuestas, hurgando bibliotecas y ar-
chivos. Tantas dudas fueron acumulándose con el tiempo
y así aparecieron estas anotaciones, que primero eran in-
quietudes al ver y oír tanta maldad en este mundo. ¿Quién
era el responsable de este Mal?
En el mundo postmoderno en que nos encontramos hay
un desconocimiento por el origen del Mal, mucha gente
pasa a creer en su afán, en su ingenuidad o en su ignoran-
cia que el Diablo no existe, que esa lucha milenaria en la
humanidad entre el bien y el Mal no es verdad, la ve sólo
como un mito, un filme, un cuento.

. Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico —ix


Pero la realidad es otra, pues en nuestra vida cotidiana,
el Mal es una realidad difícil de entender y vivir. Porque
está allí, pero el hombre poco estudia a ese enemigo y de allí
que el Mal se ha convertido en parte de su cotidianidad.
Y eso es peligroso, porque quien lo dirige poco a poco ha
tomado espacios en este nuestro mundo para su beneficio.
El Mal –como la droga– ha hurtado territorios, se ha
instalado con la condescendencia de personas que no sa-
ben a quién le abren la puerta, no sólo de sus tierras, sus
hogares, su vida.
El Mal es un problema que muchos no resuelven nunca
y otros solucionan responsabilizando a terceras personas
o a causas ajenas a ellos mismos, sin saber que el enemigo
siempre se ha mostrado, en eso no ha sido mentiroso. Pero
basta con decir que es puro embuste: ¡El Diablo no existe!
Quien desconozca que el Diablo existe –se pudiera de-
cir-, ha dejado en la balanza sólo lo bueno. Es como decir
que Dios no existe. Es decir, no se puede decir que sólo
existe lo bueno y no existe lo malo. Y no estoy cometiendo
acto de blasfemia, pues las mismas sagradas escrituras nos
los recuerdan:
…para los no creyentes, cuyo entendimiento cegó el dios
de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor
del Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de
Dios. (II Corintios. 4: 4)1.
De allí que el Diablo le haga creer a la gente que no

1
Sagrada Biblia. (2008). Traducción de la Vulgata Latina por el P. Petisco, sj.,
profesor de la Universidad de Salamanca. Círculo de lectores. Bogotá. La
mayor parte de citas bíblicas en este trabajo son tomadas de esta edición
por considerarla que es un texto oficial aprobado por la iglesia.

x —Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico


existe. Entre los creyentes se oye demasiadas veces estas
lamentaciones; ¿por qué Dios lo ha permitido?, ¿por qué
Dios me castiga a mí?, ¿qué habré hecho yo a Dios?
Otros se plantean que si existe el Mal es porque Dios
no es todopoderoso o no es bueno… o no existe. Bastaría
recordar la frase de ese antipoeta conocido como Charles
Baudelaire: “La mayor astucia del Diablo es la de conven-
cernos que no existe”.
¿Este es un libro para recordarle al mundo que el Diablo
existe? No para recordarle, ¡no! Más bien es un texto para
dar indicios, dividir un camino, abrir a la gente una puerta
y que entienda que el Diablo si existe y que hay una serie
de hechos a la que no podemos darle respuesta, en algu-
nos aspectos; psicológicos, religiosos, astrológicos, donde
quiera que la mirada humana se quiera ubicar, ver y hur-
gar este misterio; ya que el Diablo también tiene un origen
divino, pero malo.
Escanear su rastro es una manera honesta de acercarse a tan
controvertido personaje para en un momento determinado sa-
ber decir: —¡No, usted no es el camino de la luz verdadera!
El Diablo en su naturaleza, como se ha señalado es di-
vina, no humana. Las sagradas escrituras nos enseñan que
este personaje no es un capricho humano. El mismo padre
Amorth en su emblemático libro Narraciones de un exorcista
nos deja explicito que “también el demonio es una criatu-
ra de Dios”2. Sólo que su opción es hacia el mal. Teóricos
como Russell nos aclara que el cristianismo posee una teo-
dicea dualista; es así que dos entidades diferentes se adju-

2
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 13.

. Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico —xi


dican la responsabilidad del bien y el mal del cosmos; por
ello no puede excluirse al Diablo de nuestra religión3.
Lo que se quiere con este libro es decirle a esta humani-
dad, primero; el Diablo existe. En segundo lugar; los hechos
a los cuales no se les encuentran respuesta o que son tan
consecutivas en su vida tienen una connotación, que de ser
maligna, tienen una afinidad con el Diablo. Aunque tam-
bién, y se ha comprobado; lo maligno, tiene un origen psi-
cológico, algo que él ser humano trae consigo producto de
“algo”, que para ello las ciencias médicas tratan de dilucidar
y que en páginas posteriores trataremos de profundizar.
Con este tratado queremos abrir el debate de la presen-
cia del Diablo en estos tiempos y decir, que, aunque existe;
él no es el culpable de todas las cosas malas que suelen ocu-
rrir. Recordar también que, si se desconoce al personaje, se
tiende a confundir el mal humano con el mal demoníaco.
De desconocer al Diablo, por lo tanto, también puede ser el
origen de no comprender el mal humano, por la deshuma-
nización a la que seguimos siendo expuestos.
Cabe acá otra pregunta; ¿el Diablo es el responsable del
Mal? Claro, el Diablo es el responsable del Mal, ese es su ofi-
cio, pero una cosa distinta es la opción hacia el Mal. Por lo
tanto, el ser humano es el responsable de la opción que toma,
y una de ellas es el Mal. El Diablo está allí como una opción.
Si apreciado lector, el Diablo está allí como cuando us-
ted va a un centro comercial y al ingresar en uno de sus
establecimientos expresa; “Yo quiero esta camisa y quiero

3
Jeffrey Burton Russell. (1986). Satanás. La primitiva tradición cristiana.
Fondo de cultura económica. México. P. 28. También se puede revisar:
Jeffrey Burton Russell (1995). El Diablo: concepciones del mal, desde la an-
tigüedad al cristianismo primitivo. Laertes. Barcelona.

xii —Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico


este pantalón”. Pero cuando se llega a la casa se da cuenta
que el pantalón le queda muy apretado, que de repente ese
pantalón no le combinaba con la camisa, pero ese producto
no se compró porque fue obligado a ello, sino porque el
comprador creyó que así se iba a ver bien.
Consideramos que uno de los autores modernos que
inició y buscó estudiar al personaje es el hoy un tanto olvi-
dado Giovanni Papini y su obra El Diablo; en ella sostiene
que la respuesta que se le podría dar a un Papa inexistente
que bautizó como Celestino VI era que para confrontar lo
que se sabía del Diablo podría servir la aparición de una
disciplina que se tomase en serio el estudio de dicho perso-
naje, a tal planteamiento llamó “Diabología”, él en su dis-
curso exponía que “la caída de los ángeles rebeldes y la in-
fluencia de Satanás en la vida humana no pueden en rigor
ser considerados dogmas, pero son sin embargo verdades
de fe conexas con el dogma del pecado original”.
De allí que Papini creía que el Diablo tenía, según los mis-
mos teólogos, una participación mucho mayor en las cosas
del mundo y del espíritu humano de lo que solía creerse,
por lo que no parecía incongruente ni impertinente la tenta-
tiva de crear, junto a la “Teología”, una “Diabología”:
En las obras de dogmática -y especialmente en las de los
Padres de la Iglesia y en las de los grandes Doctores de
la Escolástica- se discurre también acerca del Diablo y de
su guerra contra el hombre; pero, desde luego, no puede
pretenderse que la ciencia de Dios abarque, bajo el mis-
mo nombre, también la ciencia del Diablo. Sin embargo, y
como ya lo hemos dicho, un estudio más diligente y más
convincente del gran Enemigo, se nos aparece como sien-
do cada vez más necesario, pues los efectos de su poder
sobre la existencia de los individuos y de los pueblos son,
día tras día, más manifiestos.

. Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico —xiii


Existen sí volúmenes con el título de “Demonología”;
pero al analizarlos se ve que estos libros se ocupan más
de los servidores infernales y terrestres del Diablo que de
éste mismo. Tratados que fueron compuestos para uso de
los jueces eclesiásticos y laicos encargados de los procesos
de brujería; y por ello, en vez de escrutar la esencia, la
naturaleza y la caída de Satanás, se dedicaban en buena
parte a describir las artes de los magos y de los encanta-
dores y, sobre todo, las prácticas y los crímenes de brujas,
hechiceras, jorguinas, entre otros4. Por ello la humanidad
a través del tiempo ha ido moldeando diferentes maneras
para abordarlo; de allí que se le coloque en torno a los al-
quimistas, de los magos, de las brujas, de los hechiceros;
dominador de los sueños que transforma en pesadillas,
un ser de lo fantasmagórico.
De allí que la “Demonología” sea un cúmulo de do-
cumentos y de anécdotas, que atrae a los aficionados a
la psicología humana y sobre todo a los seguidores de
la llamada Iglesia de Satán; pero muy poco o nada nos
dice acerca del origen y de la presencia de Satanás, co-
nocimientos que servirían para poder confrontar a este
enemigo silencioso; el Diablo.
Por lo que Papini expresaba que de crearse la “Diabo-
logía”, se podía dejar de lado todas las curiosidades nove-
lescas o noveladas sobre las artes mágicas y las obsesiones
satánicas, para dirigir su atención al terrible protagonista
que Dios hizo precipitarse del cielo a la tierra por transgre-
dir las normas.

4
Jeffrey Burton Russell. (1998). Historia de la brujería: hechiceros, herejes y
paganos. Laertes. Barcelona.

xiv —Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico


La Diabología quiere averiguar en qué consiste el alma y
la culpa de Satanás, cuáles fueron las causas de su caída,
cuáles sus relaciones con el Creador y con el Hombre-
Dios; cuáles han sido sus encarnaciones y sus operaciones;
lo que se puede comprender de su actual poderío y de su
suerte futura. La Diabología se diferencia de la Demonolo-
gía en que se propone conocer a fondo a uno de los autores
del pavoroso drama en que consiste la vida del hombre, y
no las hazañas de sus comparsas subalternas.
Es factible que esta inquietud de conocer sobre el perso-
naje estudiado naciera en la infancia. Mis primeros recuer-
dos del personaje se trasladan a un sueño repetitivo, sin
conseguirle explicación en aquellos momentos. Aún hoy
día la busco. Otra posibilidad está la cercanía de nuestra
niñez con el folclor andino, en cuentos de caminos y leyen-
das; los abuelos nos llevaban a otros mundos poblados por
seres oscuros, criaturas de una dimensión paralela: El Sil-
bón, la Llorona, espantos y aparecidos, y sin duda el Señor
Oscuro aparecía en estos relatos de la oralidad.
Tengo noción que, de niño, un día acompañando a mi
madre a una peluquería, en aquel sitio, sobre una mesa llena
de cosméticos y herramientas de aquel oficio, había varias
revistas de corte farandulero, y la que tomé al azar traía un
artículo sobre el personaje. Allí lo confronté y me dije a mi
mismo: —“Esa es la criatura que aparece en mis sueños”.
Habría que ir quizá un poco más atrás para el porqué
de aquel sueño. Sin duda se había originado en esas visi-
tas de tarde que hacía a la abuela Romelia, un ser cariñoso
que me envolvía en mimos, pero llenaba en mí; grandes
pavores, con sus relatos. La abuela tenía en su habitación
un altarcito con muchas imágenes de santos y retratos de la
Virgen, entre ella la Virgen de la Inmaculada Concepción,

. Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico —xv


donde se veía a ella pisando a una serpiente; o también
tenía el cuadro de la Virgen del Carmen, esta pintura en
particular me consternaba, pues en ella veía a personas en-
vueltas en llamas y cuando pregunté a la abuela Romelia
sobre ello, ella me dijo:
—Ese es el infierno, allá van las personas malas cuando
mueren.
Ese día me haría la pregunta. ¿Qué era ser una persona
mala? Quizá en ese momento me interrogaría a mí mismo
¿qué hacer para al morir no ir a ese lugar en llamas? Entre
los cuadros, había otro donde un ser alado, un ángel piso-
teaba a un ser deforme, feo, con alas de murciélago.
—¿Y ese quién es abuela?
—Chito muchacho, ese no se señala. Ese es el que cuida
el Infierno.
La abuela me cambio el tema y por nada del mundo dijo
el nombre de aquella criatura. Sólo emitió una frase: “¿De
ese, ni el nombre se debe pronunciar, es un ser malo?
Surgían nuevas preguntas en aquel niño: ¿Qué es el Mal?
¿Qué es la maldad? ¿Qué es la malicia? ¿Qué era ser malo?
Era este personaje al que la abuela Romelia no quería
pronunciar su nombre, el responsable de Mal. Todas estas
inquietudes quedaron allí. Esperaban un detonante.
Con los años tuve la ocasión de ingresar a estudiar en
el Seminario de San José de Cúcuta, Norte de Santander,
Colombia; allí en esa vida clerical, la lectura me reencon-
tró con aquel personaje desde la visión y el concepto de la
Iglesia. Esto ocurrió una tarde que estaba estudiando en
la biblioteca del seminario, allí me encontré un viejo libro

xvi —Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico


donde comprendí que el combate contra el Diablo era muy
antiguo, y el auxilio maternal de la Virgen María jugaba
un rol importante en esta batalla. En ese libro observe una
imagen de la virgen golpeando -literalmente- al Diablo. El
viejo bibliotecario me señaló que esa imagen la había rea-
lizado un tal William de Brailes, un artista que vivió en
Inglaterra a mediados del siglo XIII. Este artista se había
especializado en ilustrar biblias, salterios, “libros de las ho-
ras” y textos seculares. Ese Diablo que aparecía allí era el
que me había atormentado de niño. Ese día escuche por
primera vez el nombre del padre Gabriele Amorth.
Tiempo después, un día viendo noticias, apareció la
imagen de aquel sacerdote, el famoso exorcista del vati-
cano y al ser preguntado por la prensa, por el intercesor
más efectivo de todos para protegerse del Diablo; el padre
Amorth contesto sin dudar: —“Por supuesto que la Virgen
es la más efectiva”. En esa misma entrevista el viejo sacer-
dote confesaba:
Una vez le pregunté a Satanás: ¿Pero por qué te asustas
más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco
a Jesucristo?
Me contestó: Porque me humilla más ser derrotado por
una criatura humana que ser derrotado por Él.
Así empezaron a pasar los años, dejé mi vida de semina-
rista, más no mis lecturas teológicas y de filosofía. Hice de la
Virgen de Fátima mi protectora y como todo hombre empe-
cé a desarrollar otras facetas entre la política y la educación.
Mi biblioteca no dejó de llenarse de temas tanto bíblicos
como pedagógicos. Pensé que el tema del personaje estaba
cerrado y había sido sólo una curiosidad de momento.
Otras circunstancias me colocaron a gerenciar los desti-
nos de la Universidad Bicentenaria de Aragua en mi estado

. Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico —xvii


nativo, el Táchira. Allí empecé un magisterio para acompa-
ñar en el aspecto de la investigación a los jóvenes universi-
tarios, una de las carreras que más generaba controversia
y novedad era Psicología: Y en esta gran Aula Mater, sin
estarlo buscando volvió a aparecer el personaje.
Esto ocurrió con la puesta en escena dentro de la UBA
Táchira del evento intitulado: El Diablo y la psicología, lle-
vado a cabo los días 11 y 12 junio del año en curso en el
auditorio Luis Gilberto Mendoza de la Unidad Vecinal. Un
evento para los estudiantes de la Escuela de Psicología, allí
se estudiaba al personaje y su relación con varias temáti-
cas: Mito, Literatura, Música, Teatro, Astrología, Parapsi-
cología, Psiquiatría, Religión y Psicología.
El día 11 de junio dimos la apertura del acto en mi condi-
ción de Coordinador General de la UBA – Táchira, seguido
del Monólogo del Diablo (Performance teatral) de Graciela
Rancaño a cargo del actor y profesor de teatro de nues-
tra casa de estudios: Efraín Flores. A continuación, el es-
critor José Antonio Pulido-Zambrano disertó con su tema;
El Diablo: Mito, símbolo, leyenda e ícono de la cultura glocal.
De seguido Valentina Rivera y Pedro Casas, nos deleitaron
con las piezas: Trino del Diablo del compositor italiano Tar-
tini; Sonata Nº 6 del compositor italiano Niccolo Paganini;
Lacrimosa del maestro Wolfang Amadeus Mozart; Capricho
Nº 24 de Niccolo Paganini; Verano de Vivaldi y la Danza
Macabra de Tartini.
En el tema de lo astrológico, Trina Carballo conversó so-
bre; El Diablo desde una perspectiva de la astrología. El doctor
Luis Raúl Cárdenas y su ponencia: Una mirada parapsicológi-
ca sobre el Diablo. El doctor Abel Colmenares nos habló de:
La maldad del Diablo no es una enfermedad.

xviii —Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico


El 12 de junio, José Antonio Pulido-Zambrano analizó
la presencia del Diablo en lo imaginario local tachirense.
Luego se entró de lleno al tema del Diablo y la psicología
a cargo de los psicólogos María Daniela Contreras, quien
desde una mirada freudiana desnuda al personaje con una
concepción psicoanalítica; y el psicólogo Víctor Raúl Cas-
tillo y su polémico tema: El efecto Lucifer y el arquetipo del
Diablo, una ponencia que, sin nombrar al Diablo, nos mos-
tró su presencia en la cotidianidad con aquellos tabús en
nuestra sociedad actual: ¿Acaso el Diablo es un tabú?
Y no se podía cerrar ese evento, sin tener la perspec-
tiva de la Iglesia, allí el padre Gustavo Roa nos describió
los conceptos que se emiten del personaje y los elementos
que construyen todo el proceso del exorcismo, su ritual y
lo que es ser exorcista.
Esto motivo al texto que tienes en tus manos querido lec-
tor. Y no podía ser para menos que el título del libro llevara
el nombre de estas conversaciones: El Diablo y la psicología.

. Víctor Hugo Cárdenas Borrero. El diablo y la psicología. Pórtico —xix


CONSTRUCTO DEL DIABLO

“El demonio hace de todo para no ser descubierto”.


Narraciones de un exorcista.
Gabriele Amorth.

No se puede abordar un tema sin buscar el significado


del mismo. De allí que nos preguntemos ¿qué es el Diablo?
Para el lado occidental nos refiere el diccionario de la Real
Academia Española es un “ángel rebelado”, “príncipe de
los ángeles rebelados”, se le relaciona como un demonio,
“un espíritu que incita al Mal”. También lo define en su
lado abstracto como un “sentimiento u obsesión persis-
tente y torturadora”, referido a los demonios interiores de
cada individuo.
El demiurgo, está lejos de la divinidad bondadosa y
comprensiva actual5. El Diablo como personificación del
Mal tal como es concebido en diversas culturas y tradicio-
nes religiosas, también se le ve como la objetivación de una
fuerza hostil y destructiva.
No podemos dejarnos engañar, así el Diablo por más
que se vista con trajes de Armani, no ofrece nada bueno a
la humanidad, él es todo lo contrario a lo que ofrece Dios.
Porque debe quedar “bien claro que el mal, el dolor, la
muerte, el infierno (o sea, la condenación eterna en el tor-
mento que no tendrá fin) no son obra de Dios”6.
¡Por supuesto que el Diablo es una figura mítica y uni-
versal! Pero no ha de olvidarse que aun cuando su origen

5
Ligia Rivera Domínguez. (1994). “El rostro del Diablo”. En: Revista Ele-
mentos. Nº 22. Universidad Autónoma de Puebla. México. Pp. 23-24.
6
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 15.

El diablo y la psicología —21


es divino (pues es un ser angelical creado por Dios), luego
se metamorfosea en un ser demoníaco. Al mejor estilo de
la narrativa de George Lucas pudiera decirse que es un ser
que fue atraído por “el lado oscuro”.
El concepto de Diablo como primitivo ser angélico ex-
pulsado por Dios es una creación del cristianismo que se fue
configurando y dando forma con el pasar de los años, pero
la palabra diábolos es mucho más antigua que el cristianis-
mo y ya estaba en boga en la cultura griega como “hombre
maldiciente” o “calumniador” tal como lo empleó Aristó-
teles. Su creación física es el resultado de una mezcolanza
de varios seres que aparecían en mitos más antiguos.
Debiéramos primero revisar en la antigüedad clásica, en
el caso de la civilización egipcia, a uno de los dioses de la
oscuridad de donde se nutrirá parte de la imagen del Dia-
blo cristiano, nos referimos a Seth, criatura que -según la
creencia de esta sociedad- estaría vinculada con el carácter
brutal que representala fuerza que daba tránsito a la mal-
dad. En esta mitología representaba al dios de la guerra,
como deidad del desierto simbolizaba la sequía y el caos,
su divinidad le permitía controlar las tormentas de arena
y en muchas ocasiones servía para proteger a una deidad
superior; el dios Ra.
En esos tiempos primordiales aparecerá también la dei-
dad “Ahriman Angra Mainyu” (Espíritu atormentador),que
representaba al maligno en la antigua religión persa (o ira-
ní), por lo que era el jefe de todo Mal que ocurría a la hu-
manidad, pues él introducía limitaciones y enfermedades.
Muchas de estas características serán luego reprochadas al
Diablo en la versión cristiana.
Otra criatura espeluznante que servirá para ir dando
forma al Diablo como un ser de “lo feo” será la criatura

22 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


“Caco” (del griego Kakos, malvado). Era un gigante mons-
truoso –mitad hombre, mitad sátiro– que vomitaba fuego
por la boca y tenía su caverna al pie del monte Aventino,
en Italia. Virgilio refiere en La Eneida que Caco era hijo de
Vulcano, el dios herrero, y reafirma que se trataba de un
ser monstruoso que podía echar llamas y humo por su bo-
caza (al estilo de los dragones)7.
El Diablo no irrumpe en la humanidad porque sí. Por su-
puesto que es un ser cosmopolita y como se ha dicho cada
cultura tiene su propio concepto del Diablo, pero es con el
cristianismo que logra el retrato con el que más se le conoce.
Tanto así que pudiera existir una biblioteca para el estudio
del personaje por la variedad de obras que a lo largo de la
historia se han referido a él y lo han dibujado, dándole asi-
mismo los apelativos de: Demonio, Satanás, Satán, Lucifer,
Belcebú, Leviatán, Belial, Mefisto, Baal, el Maligno, el Patas,
Buziraco o Buzirago, Luzbel, Señor de las Moscas, Ángel
caído, Anticristo, Señor de la Noche, Señor Tenebroso, y
cualquier otra nominación que haya recibido8. Giovanni Pa-
pini respecto a los nombres del Diablo juega con la trilogía:
Satanás, Lucifer y Belcebú. Un personaje que desde sus orí-
genes bíblicos viene acompañando a las sociedades, sobre
todo en Occidente, y adoptando las formas y actitudes que
cada época decide otorgarle9. Quienes más se han ocupado
del estudio del Diablo son los teólogos y los poetas.

7
José Antonio Pérez-Rioja. (1971). Diccionario de símbolos y mitos. Ma-
drid. Tecnos.
8
Juan Cortés y Florence Gatti. (1978). Proceso a las posesiones y exorcismos.
Un análisis histórico, bíblico y psicológico de los demonios, Diablos y endemo-
niados. Madrid. Ed. Paulinas.
9
Jeffrey Burton Russell. (1996). El príncipe de las tinieblas. El poder del mal
y del bien en la historia. Chile. Editorial Andrés Bello.

El diablo y la psicología —23


Al abordar al Diablo, Papini comienza con Paul Valéry
enfocándose en la dicotomía de Dios (o sea, Yahveh) y el
Diablo, señalando que el maligno tiene la misión de tra-
bajar o limitarse a nosotros, así Lucifer desempeñaría fun-
ciones atribuidas a Dios. Por su parte, Belcebú no existe en
la manera de pensar de Máximo Gorki, quien cataloga al
Diablo como un invento.
Hugo Grocio señaló que Satanás tentó a Adán antes que
a Eva y le ofreció una alianza que éste rechazó y Dios con-
mutó su muerte por el exilio, tuvo piedad y Adán vivió 930
años y parece que Eva sobrevivió también. León Bloy hace
hincapié que el Diablo nos escucha en silencio.
No se puede hablar del Diablo, sin traer a colación a
Lilith, quien según textos apócrifos fue la segunda esposa
de Adán, luego se convierte en la esposa de Lucifer y fue el
primer demonio mujer de la historia humana.
En lo que nos atañe, el Satán hebreo en su concepto pri-
migenio es una criatura egocéntrica, narcisista, cruel y sin
remordimientos, carente de empatía, mentiroso, manipu-
lador y antisocial, impulsivo, irresponsable e incapaz de
controlar su conducta10. Antes de ser Satán, la tradición
cristiana nos muestra que era un ángel llamado Luzbel
y que al desobedecer a Dios se convierte en ángel caído,
transmutando su nombre a Lucifer, sinónimo de Lucero
(Isaías 14:12). Si analizamos esta primera característica de
Luzbel (Luz bella o Portador de la luz) a Lucifer (Luz falsa),
el mito nos señala que el personaje como el mito del Nar-
ciso griego se ahogó en su egocentrismo, enamorado de su
belleza primigenia y se degenera en un ser de la fealdad al

10
Jeffrey Burton Russell. (1986). Satanás. La primitiva tradición cristiana.
Fondo de cultura económica. México. P. 28.

24 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


cometer pecado contra su progenitor. Tanto así que se nos
remarca que no ha habido otro ser más bello que él. Des-
pués de esto Dios castigo a las criaturas con el sentimiento
de la fealdad. En el Evangelio de San Lucas podemos leer:
“Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo”11.
Este ángel primigenio conocido como Luzbel era ejem-
plo de belleza e inteligencia a quien la soberbia pudo más y
perdió sus privilegios, rango y posición como ángel celes-
tial en los cielos ante el Padre Creador. Se nos describe en
referencias aisladas que antes de la rebelión que encabezó
Luzbel contra Dios, era un ser creado como perfecto, y tras
su caída y destierro a la tierra, su nombre y fisonomía le
fue cambiado.
Por lo tanto, el Diablo no es bestia, no es hombre y mu-
cho menos es una deidad. El Diablo es un ángel (caído en
desgracia con el Padre Creador) y por su soberbia transfor-
mado en demonio. Esto ocurre en cinco fases:
I. Luzbel se revela
II. Lucifer es condenado
III. Satanás se convierte en demonio, busca venganza
IV. Satanás es vencido siempre por Dios
V. Satanás inicia una revancha cíclica, hasta su reden-
ción (que marca el fin de los tiempos).

11
Lucas, 10:18.

El diablo y la psicología —25


Deidad griega conocida como Pan
¿EL DIABLO EXISTE?

“Este ser oscuro y perturbador existe verdaderamente.


Él siempre está a la expectativa”.
Pablo VI.

Las palabras que propongo al lector en este capítulo no


van a la deriva en esa pregunta recurrente de si: ¿El Diablo
existe o no? Esto es una cuestión de creencias y esa respues-
ta la puede dar con más certeza un hombre del clero, que un
laico que sólo pretende escanear al personaje siguiendo una
ruta que ha marcado la historiografía en torno al tema y que
se ha ido acumulando a través de los siglos. Pero esta pre-
gunta va más allá, es una interrogante a un hombre de fe.
La existencia del Diablo siempre ha marcado dudas en
la humanidad, ya que siempre se ha mostrado al Diablo
como el padre del Mal, de lo oscuro, del horror, del sufri-
miento. Y su invisibilidad o máscara hace creer de su no
existencia. Es así como aquellos que siguen al satanismo
ven en el Diablo “una figura atrayente y simpática, en con-
traposición con la infundida por el cristianismo de feo, te-
rrible y de imagen ridícula”12.
Con el pasar de los años, a través de la evangelización
de la iglesia católica en la cultura occidental, gran parte
de los individuos se han interrogado si la existencia del
Diablo es un acuerdo entre éste y Dios. La doctrina de la
Iglesia nos ha enseñado que todo ha sido creado por Dios,
pero aquellas situaciones que no tienen explicación parece

P. Jaime Vélez Correa, sj. (1999). Parapsicología y religión. Paulinas. Bo-


gotá, Colombia. P. 207.

El diablo y la psicología —27


que la culpa es del Diablo. O es un pacto entre Dios y el
personaje, como pasa en el Libro de Job cuando el Creador
habla con el demonio.
6 Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante
de Jehová, entre los cuales vino también Satán.
7 Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondien-
do Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar
por ella.
8 Y Jehová dijo a Satán: ¿No has considerado a mi siervo
Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto
y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?
9 Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: ¿Teme Job a Dios
de balde?
10 ¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene
en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendi-
ción; por tanto, su hacienda ha crecido sobre la tierra.
11 Mas extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene,
y verás si no te blasfema en tu rostro.
12 Y dijo Jehová á Satán: He aquí, todo lo que tiene está
en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Y
salióse Satán de delante de Jehová.
Este prólogo nos describe a Jehová y a Satán conversan-
do sobre la fidelidad y la prosperidad de Job. Satán insinúa
que Job es recto únicamente porque es bendecido. Jehová
le da permiso a Satán de afligir a Job, pero no de matarlo.
Lo demás es conocido, Job persevera y se mantiene fiel en
medio de la pérdida de su riqueza personal, sus hijos y
finalmente su propia salud.
En lo particular creo que el Diablo existe. Y al leer el Li-
bro de Job uno se pregunta por qué les suceden cosas malas
a las personas buenas. ¿Acaso este pacto entre Dios y el
Diablo permite este paso? El libro de Job da un relato de un
hombre justo que respondió fielmente a las pruebas difíci-
les. La experiencia de Job nos invita a meditar y a saber que

28 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


el enemigo está allí, el Señor Tenebroso es la causa de mu-
chos sufrimientos -aunque no de todos-, la fragilidad de
la existencia humana es palpable, -vasta como ejemplo la
pandemia que vive la humanidad conocida como Covid-
19- y aun así, vemos en la imagen de Job las razones para
confiar en Dios incluso cuando la vida parezca injusta.
Job cree en Dios porque sabe que el Diablo existe. A
lo largo de todas sus pruebas, él retiene su integridad y
su confianza en el Padre Creador, incluso cuando alguien
más le sugiere que: “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9).
Ya que todos nosotros en un momento dado nos podemos
sentir como Job, este libro ofrece un análisis conmovedor
de algunas de las preguntas más difíciles de la vida: ¿Aca-
so Dios es malo conmigo? ¡No! Ese es el trabajo del Diablo.
Dios como un padre bueno cuida de sus hijos.
Esto nos lleva desde la Academia, desde este púlpito del
magisterio donde nos encontramos por las circunstancias a
sostener que el Mal está rondando en nuestro mundo, que
el Mal existe y por ende su dueño; el Diablo.
Estoy seguro que parte de la humanidad se pregunta
si todo ha sido creado por Dios, por tanto, acaso ¿el Mal
también es creación de Dios? Esta interpelación puede ge-
nerar suspicacia, pero por ser Luzbel13 creación de Dios se
pudiera inferir esto.
Luego de la rebelión celestial, el mito refiere que ya
como Lucifer14 será el primer ser creado por Dios, que no

13
En el mayor de los casos de los textos que hemos revisado se identifica
a Luzbel con Satanás, aun cuando muchos demonólogos lo considera-
ban un demonio distinto.
14
Lucifer (Del latín: Lucis=luz / ferre =llevar), es decir “Portador de la
Luz” (Isaías: 14,12).

El diablo y la psicología —29


sólo se rebela al creador, sino asume el libre albedrío, y en
ese “Todo” creado por Dios, el demonio escoge el camino
del Mal. “Una cristología que ignora a Satanás –nos remar-
ca el padre Amorth- es raquítica y no podrá comprender el
alcance de la redención”15.
La humanidad no ha sido formada para entender esta
encrucijada donde nos tiene el Maligno. Hoy intercambia-
mos comodidad y eficiencia con sólo tocar una tecla del or-
denador por toda posible relación con lo sagrado, como si
Dios fuera un amigo de Facebook. Y ya sabemos que en Fa-
cebook no hay amigos, sólo un listado de supuestos conoci-
dos. Hoy con los éxtasis que procuran las estrellas humanas
(artistas, cantantes, futbolistas, entre otros), el Diablo como
estrella caída arropa con más facilidad los abismos del alma
humana. Este luminoso mundo material parece que sólo co-
noce los delirios humanos. Se ha desacralizado el cosmos,
sustituyendo con espejos el verdadero cielo. En el escenario
o en el campo de futbol también está el Diablo.
Pareciera ser que sólo al clero le corresponde estudiar
al Mal y a ese enemigo invisible que nos carcome como un
cáncer y cada día se extiende más.
La iglesia cristiana primitiva se inició atacando todo
aquello que veía como pagano (mitos griegos), de allí que
se crea el concepto de “libre albedrío humano” para con-
frontarlo con aquellos semidioses griegos que nacían con
un destino predestinado; veamos un mito como el de Hér-
cules, es un personaje que ya viene marcado, su destino
está escrito. Por lo tanto, los griegos no creían en el libre

15
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pablo.
Bogotá. P. 17.

30 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


albedrío, eran los dioses los determinantes de sus acciones,
ellos estaban supeditados a los designios de los dioses.
Entre el humanismo griego y el humanismo cristiano
podemos notar esa diferenciación de libertad y la culpabili-
dad del ser humano. En el mundo griego las cosas pasaban
de forma inevitable, con lo cual el hombre no era libre; en
contraposición, en el cristianismo, el hombre sí lo era, pues
podía hacer el bien o el Mal. Los antiguos griegos creían en
la interdependencia de todas las cosas y en la existencia de
una ley universal que las regía.
Mientras en la cultura griega había un fatum, un desti-
no inevitable para todos los seres, en el cristianismo existía
la libertad y el libre albedrío del hombre para decidir sus
acciones. El texto Sabiduría griega y paradoja cristiana16 del
teólogo belga Charles Moeller nos ayuda a contrastar la
cultura griega antigua y clásica con la cultura cristiana.
Según Moeller, en la cultura griega no había espacio
para el Mal. De esta afirmación puede deducirse que para
los griegos el hombre es bueno por naturaleza y que posee
una gran belleza. Para Sócrates, el Mal era un error de la
razón, es decir, ningún hombre podía realizar Mal volun-
tariamente, y quien lo hacía era por ignorancia del bien.
Pudiéndose pensar que, si el Mal no está en el hombre, de-
bería estar fuera de él, y si el Mal existe en el mundo y los
hombres son instrumento de ese Mal debía haber, por lo
tanto, algún sujeto que enviaba el Mal a los hombres y los
obligaba a realizarlo.
Basándonos en esta hipótesis, en la literatura clásica

16
Charles Moeller. (1989). Sabiduría griega y paradoja cristiana. Madrid: En-
cuentro, col. Ensayos núm. 56.

El diablo y la psicología —31


griega pudiéramos encontrar una respuesta que lo corro-
bora: La Ilíada, La Odisea, entre otros. Los antiguos griegos
creían que el Mal procedía de los dioses y de la fatalidad.
Los dioses enviaban el Mal e inducían a los hombres a co-
meter las faltas y a sentirse culpables.
El cristianismo humaniza al Mal. Le da sentido terreno
al expulsar un ser de luz a la tierra y convertirlo en un ser
de la oscuridad. En este sentido para todo el que es creyen-
te; la existencia del Diablo es real. Él estará allí, buscando
apartar al ser humano de la paternidad de Dios. Por lo tan-
to, pareciera ser que su existencia sólo se experimenta en
posesiones e infestaciones que han flagelado a la humani-
dad a lo largo de toda la historia, pero más específicamente
durante el kerigma o “plan de salvación”.
Habría que esperar hasta la modernidad (siglos XVIII y
XIX), para que existiera plena la libertad de escribir sobre
el Diablo o algún “tema maldito” sin ser perseguido por la
Santa Inquisición, o condenado por herejía en alguna comu-
nidad puritana, de hecho, hasta 1966; la iglesia católica man-
tuvo actualizado su famoso Index Librorum Prohibitorum.
Hace un año apareció en el ámbito académico un libro
que permite acercarse a la representación del Diablo de
una forma intelectual, una mirada plural desde el arte y
la cultura. Este texto se intitula De cómo el Diablo adquirió
sus cuernos, la evolución de la imagen del ángel caído (2020),
escrito por Susana Castellanos de Zubiría, y en dicho do-
cumento se interna en los dominios de lo demoniaco, que
no es esa “selva oscura” descrita por Dante Alighieri en La
Divina Comedia, sino en la rica tradición literaria, artístico,
cinematográfica y musical que ha venido dando forma al
personaje a través del tiempo, muchas de estas perspecti-

32 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


vas describiendo su cuerpo, su hábitat (el infierno) y a sus
seguidores (la jerarquía de demonios) con sorprendente
precisión, y al mismo tiempo otorgando un carácter huma-
no muy complejo al Diablo, por lo que su imagen continúa
vigente en la actualidad.
El 30 de octubre de 2014, en la homilía de la misa que
presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, el Santo Pa-
dre advertía que “a esta generación y a muchas otras se les
ha hecho creer que el Diablo era un mito, una figura, una
idea, la idea del mal ¡pero el Diablo existe y nosotros debe-
mos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo!
¡Lo dice la Palabra de Dios!”.
Concluía el Papa Francisco expresando que: “El Diablo
es mentiroso, es el padre de los mentirosos, el padre de la
mentira”. Esto afinca más nuestras ideas de su existencia
y que su morada es y siempre ha sido este mundo. No es
descabellada la tesis de San Agustín al plantear que la tie-
rra es el reino de Satanás y de que los hombres, la humani-
dad toda; somos sus siervos17.
El Diablo similar a un representante de la bolsa bursátil
sigue vendiendo la idea de que de seguir a Cristo él tomara
reprimenda contra la humanidad. Cosa que es falsa, desde
el principio él ha buscado todo para perjudicar la humani-
dad. El Diablo se ha ido perfeccionando para confrontar a
Dios, pero a su luz oscura se le ha hecho difícil opacar esa
luz espiritual que se llama: Dios.
El Diablo si existe, nuestra fe, nuestra creencia, nuestra
fidelidad radica en esa constante lucha contra lo maligno

17
San Agustín, Obispo de Hipona. (1893). La ciudad de Dios. Confesiones.
Biblioteca Clásica. Tomo CLXXII. Traducida por D. José Cayetano Díaz
de Beyral. Tomo I. Madrid.

El diablo y la psicología —33


que es el Diablo. ¿Por qué Dios permite al hombre decidir
entre lo bueno y lo malo? Porque Dios es un padre que da
opciones, no es un padre imperativo, tanto así que permite
equivocarnos. Él es un padre que corrige. Él no busca que
se le quiera, como todo padre; ama a sus hijos, incluido los
hijos que optan por el camino del Mal. Está en cada hijo
saber el padre que tiene y saberlo amar.
Hay padres, para colocarlo en un contexto humano, que
aborrecen las acciones hechas por sus hijos al seguir el ca-
mino del Mal, aun así, esos padres siguen amando a sus hi-
jos. Así veo yo a Dios, él no aborrece a Lucifer, como buen
padre espera la redención de éste. Por eso hasta orar por
Lucifer no es malo, como se ora por un delincuente para
que deje el camino del Mal. Es una opción rezar para que el
Diablo deje el camino oscuro y busque la redención por el
bien de la humanidad y si esto ocurriera, Dios lo va recibir
como a ese hijo prodigo que regresa a la casa arrepentido.
Perdonar es una opción. Al Diablo no le gusta perdonar.
Pero es un arma pacífica que está allí para combatir las ten-
taciones del Maligno. En temas terrenales hemos visto actos
a través de noticieros en televisión donde se detalla la an-
gustia de un padre al que le violan a un hijo, y este padre al
ser interpelado por un periodista desea que se tome justicia
contra el criminal, esta es el arma del Diablo; la venganza,
pero el instrumento de Dios es el perdón. Sólo los actos de
misericordia pueden permitir la redención de Lucifer.
El mayor acto de amor de Dios para con la humanidad
es Cristo. ¡Cuidado y el mayor acto de misericordia de Dios
sea perdonar al Diablo! Todo puede cambiar. Cuando a un
fogón se le echa más leña se aviva el fuego. Así es la violen-
cia. ¿Qué pasaría si cambiamos venganza por perdón?

34 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


La humanidad no puede por ningún motivo reducir a
Dios a categorías propias de los hombres. Nadie está en el
pensamiento de Dios, menos nosotros efímeras criaturas
de la creación para saber el desenlace de esta historia. Todo
puede cambiar.
De si existe o no, eso queda en cada lector. El tema del
debate es interesante, más aún cuando vivimos en una
época donde la inmediatez ha reemplazado a la reflexión.
Es decir, en una sociedad de frivolidades en la cual los
llamados amigos de las Redes Sociales han desplazado a
los amigos reales; a ese amigo del café en la tarde, el de la
caminata al parque o la montaña. Se está perdiendo esa
capacidad de socializar con el otro, y esto no es sólo un
problema de deshumanización, sino de comunicación.
En una sociedad de autómatas, de seguidores de youtu-
bers, la humanidad cada día va perdiendo la capacidad de
pensar por sí solos y sin saberlo le estamos dando terreno
al Diablo. En un diálogo que sostuvo con niños en la parro-
quia romana de San Crispino de Viterbo el 3 de marzo de
2019, el Papa Francisco advirtió otra vez sobre el Diablo,
que no es “sólo un cuento de ancianas”. Allí su público
eran niños y con suma prudencia les señaló: “Él existe, sí,
es verdad, y es nuestro mayor enemigo. Es el que trata de
hacernos resbalar en la vida. Es el que pone malos deseos
en nuestros corazones, malos pensamientos y nos lleva a
hacer cosas malas, las muchas cosas malas que hay en la
vida, para terminar en guerras”.

El diablo y la psicología —35


¿QUIÉN ES EL DIABLO?

“Últimamente he estado pensando. ¿Crees que soy el


Diablo porque soy inherentemente malvado?
O sólo porque el querido y viejo padre decidió que lo sea”.
Lucifer. Personaje interpretado por Tom Ellis.

El adjetivo griego “Diablo” es mencionado en los evan-


gelios de Mateo y Lucas. En el evangelio de Mateo, el tér-
mino “Diablo” aparece en seis ocasiones, mientras que Lu-
cas lo emplea cinco veces. En ambos evangelios, la palabra
“Diablo” está relacionada con las tentaciones de Jesús (Ma-
teo 4:1, 5, 8, 11 / Lucas 4:2, 6, 13) o con parábolas (Mateo
13:39, 25:41 / Lucas 8:12). Parece ser que tanto Mateo como
Lucas presentan al Diablo como un ser real que trata de
destruir la obra de Jesús.
Por otra parte, Juan emplea en su evangelio el término
“Diablo” en tres oportunidades; en dos ocasiones se refiere
a Judas, como instrumento del Diablo para entregar a Je-
sús (Juan 6:70 / 13: 2), y en otra oportunidad cuando Jesús
llama a los fariseos “hijos del Diablo” (Juan 8:44). Juan em-
plea la palabra “Diablo” de una manera diferente a como
lo hacen Mateo y Lucas.
Estos últimos se enfocan en el Diablo como un ser que
ataca a Jesús y su pueblo sin intermediarios; es decir, el
Diablo en los evangelios no utiliza agentes humanos para
sus propósitos. Por otro lado, el evangelio de Juan describe
que el Diablo usa agentes humanos para destruir la obra de
Cristo (Judas y los fariseos).
De los diversos nombres que son arrogados al persona-
je, considero que “Diablo” (del griego diábolos, que significa

El diablo y la psicología —37


acusador, calumniador) es el que más sentido universal ha
tomado a través del tiempo. No sólo universal, sino en su
condición popular. No todo lo universal se vuelve popu-
lar. Desde el hombre con más poder hasta el hombre más
sencillo tiene estremecimiento en su ser interno ante todo
aquello que tiene cercanía al “Diablo”. Tal vez la manera
como Grecia impuso su pensamiento al mundo occidental,
desplazo a un segundo puesto la palabra “Satán” (del he-
breo Sáthan, que viene a significar adversario, enemigo)18.
En cuanto al término “Demonio” va más acorde a un
concepto de grupo, de lo colectivo, a los llamados daimones
(acompañantes etéreos de los griegos). Existen tantos de-
monios que para el siglo XVI aparece el libro De Praestigiis
Daemonum et Incantationibus ac Venificiis (Sobre las ilusiones de
los demonios y de hechizos y venenos) de Johannes Wierius, en
esta obra se informa la existencia de 7.459.610 demonios que
atosigaban a la humanidad para esta época, incomodando
y dificultando los quehaceres humanos para hacer el bien.
Según este autor la adoración a Satán era producto de la alu-
cinación, provocada por “el maestro de las ilusiones”.
El concepto de Legiones como “corte infernal” es facti-
ble que naciera como una asociación de similitud por los
horrores que practicaban las huestes romanas contra los
primeros cristianos y el nombre de Legión Romana se asi-
milaría al de Satán, como adversarios a los hijos de Dios.
Aunque el Diablo tiene otros nombres, así como otros
rostros. En España y acá en América Latina se le dio el ape-
lativo de Mandinga. En Puerto Rico, también tiene una aso-
ciación con la cultura africana, allí se le llama Juan Canalú.

18
Frederik Koning. (1974). Diccionario de demonología. Barcelona, Bruguera.

38 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


En Perú suele llamársele Carrampempe según lo refiere en
sus escritos don Ricardo Palma.
En otros contextos el Diablo no se muestra como un ser
horripilante, el Diablo es mostrado como el mismo hombre
(teoría del espejo). El padre Amorth dice que con el Diablo
no se puede hablar, por lo que se debe confrontar. De allí que
no buscamos un dialogo en este libro con él, buscamos des-
nudarlo y mostrar sus acciones a través de estas palabras.
El 25 de noviembre de 2016, en Santa Marta, el Pontífi-
ce señaló que el Diablo “es un mentiroso. Aún más: es el
padre de la mentira, que genera mentiras. Es un estafador.
Te hace creer que si comes de esta manzana serás como un
Dios. Te la vende de ese modo y tú la compras, y al final
te estafa, te engaña y te arruina la vida”. Y no está refirién-
dose el Santo Pontífice a la manzana de Apple, sino a la
manzana (tentación) del Diablo. El Pontífice se preguntó
en esta ocasión; ¿cómo podemos hacer para no dejarnos
engañar por el Diablo? “Jesús nos enseña cómo, la idea es
no dialogar nunca con el Diablo. Con el Diablo no se dialo-
ga. ¿Qué hizo Jesús con el Diablo? Lo alejaba”.
El Diablo tiene imagen humana o para ser más específi-
cos, usa piel humana acá en la tierra, pero como hemos di-
cho su naturaleza es divina. Se disfraza de humano, como
el Lucifer de la serie de Netflix. Él no le perdona a Dios que
en su acto de la creación les diera el libre albedrío a los
hombres. El Diablo no perdona a Dios que siendo él su fa-
vorito lo expulsase de su lado y al aparecer Cristo, él en su
sed infatigable de venganza no aprueba que Jesús se haya
convertido en su hijo favorito.

El diablo y la psicología —39


La bestia según el Apocalipsis de San Juan
FOTOGRAFÍA DEL DIABLO

“…la ambigua identidad del Diablo radica


en que suele identificárselo con lo anormal,
con lo específicamente devastador…”
Biografía del Diablo. Alberto Couste.

Cada quien ve al Diablo como lo quiere ver. Es un en-


cuentro individual. Se le ha representado globalmente en
múltiples y extrañas siluetas, divagas y extravagantes. Su
apariencia al parecer varía con el paso del tiempo, es un
Diablo en constante mutación y adaptación. Según los de-
monólogos19 esta es una estrategia de él para adaptarse al
espíritu de cada época.
La imagen tradicional del Diablo es una construcción
imaginativa elaborada a lo largo de siglos, esta representa-
ción es la suma de elaboraciones pasadas, más el producto
de la imaginación popular actual. Surge con los primeros
padres de la Iglesia, quienes retoman para ello como se ha
hecho ver con representaciones de divinidades de otras re-
ligiones -griega, persa, egipcia- y se concreta en la Edad
Media, particularmente en el periodo de la llamada Gran
Caza de Brujas en Europa, durante 1450-1700, iniciándose
esta transformación con el Renacimiento. Los inquisidores,
miembros de la elite eclesiástica, contribuyeron en gran
medida a formalizar y dar cuerpo a una supuesta religión
cuya divinidad central era el Diablo20.
Una de las primeras representaciones físicas del Diablo

19
Ed Warren, Lorraine Warren y Michel Lasalandra. (2021). La cosecha de
Satán. Obelisco. España.
20
Jeffrey Burton Russell. (1995). Lucifer. El Diablo en la Edad Media. (1ª
edición). Laertes. Barcelona.

El diablo y la psicología —41


en el sincretismo religioso universal es la de un ser mitad
macho cabrío y mitad humano, que fue la manera como la
Iglesia adaptó a dos seres de la mitología griega, al fauno
conocido como “Pan” y a la criatura “Caco”, con esa mez-
cla se mostró un nuevo Diablo que se asemejara a lo que no
estaba claro en los textos bíblicos.
Ante un Jesús (hijo de Dios, ser casto y puro, lleno de luz
celestial), su oponente debía ser una criatura grotesca, tos-
ca, caracterizada por un gran apetito sexual y un arquetipo
de la lujuria. Estas características las encontró la Iglesia en
estos personajes del paganismo griego. El que dio mayor
aporte fue el fauno o “sátiro”, una criatura que observaba
desde su escondite a las ninfas que se apresuraban a estar
cerca de los afluentes de agua. Este ser después de vigilar-
las y estudiarlas con detenimiento, buscaba luego seducir-
las. Esta representación de lo morboso y el deseo criminal
de “Pan” le fueron aplicadas al Diablo cristiano.
Para el pensamiento cristiano, el Diablo es el símbolo
de la rebelión absoluta, la violación de normas y autorida-
des, la sexualidad exacerbada, el goce sin freno de place-
res carnales; en fin, el Diablo juega con toda manifestación
humana y la lleva a sus límites no permitidos y esas sen-
saciones corporales hace pensar como bien señaló el Papa
Francisco el 13 de octubre de 2017, en la Misa en la capilla
de Santa Marta, a estar “vigilantes” frente a las tentaciones
y el actuar del demonio, que “lentamente” busca cambiar
los criterios en nuestra vida “para llevarnos a la mundani-
dad… Se mimetiza en nuestro modo de actuar, y nosotros
difícilmente nos damos cuenta”.
Hoy, esa imagen clásica del Diablo que se fue cons-
truyendo a lo largo de los siglos pareciera ha dado un
salto cuántico a través de la serie de Netflix conocida

42 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


como Lucifer, aunque esto no es nuevo, ya que el Diablo en
cuerpo de hombre siempre ha existido desde su origen mí-
tico. Por lo tanto, no es extraño el uso de piel humana para
hacer su trabajo terrestre. Esta serie en lo particular me pa-
rece muy insulsa, pero hablar del Diablo en estos tiempos
sin hacer referencia a la misma, no tendría sentido para esa
construcción del imaginario colectivo del personaje.
Hacen ver que el personaje de “Lucifer, estrella de la
mañana” en esta serie dejara de ser “el gran siervo en rebe-
lión”, el transgresor; la personalidad de mayor soberbia y
nos lo muestra como un hombre ahora cercano a procedi-
mientos policiales en el área de investigación y homicidios,
así como su vida de playboy. El programa explora “la dico-
tomía entre fe y la razón contada a través de la lente de un
drama familiar y una historia de amor”.
En este sentido hasta en el National Catholic Reporter apa-
rece una reseña por la corresponsal de prensa Tia Noelle
Pratt, quien elogia la forma en que la serie “abrazó la re-
ligión y las luchas de la fe”, particularmente a través del
personaje principal. Cuestión que es peligroso si estamos
estudiando al que es el enemigo más acérrimo de Dios.
Pratt señala que “si bien el desaliento de Lucifer por su re-
lación unilateral con Dios es algo con lo que muchos pueden
identificarse, es el conocimiento de primera mano de Lucifer
de la existencia de Dios lo que se suma a sus luchas”.
Esta serie puede ser engañosa a la hora de empezar a
ver al Diablo (Lucifer) como un ser con buenos sentimien-
tos hacia la humanidad. En lo particular creo no nos debe-
ríamos obsesionar con esto de que lo malo es bueno al ver
series de este estilo, ya que como sentencia Virgilio en La
Eneida canto VI: “Facilis descensus averni” (La bajada al in-

El diablo y la psicología —43


fierno es muy fácil). Así que apreciado lector, con las cosas
del Diablo hay que tener sumo cuidado. Basta leer algunas
opiniones tomadas de usuarios anónimos en la Red que
dejan su sentir y su concepto sobre el tema referido:
Usuario 1: Lucifer es la serie que todos deberíamos ver. Es
un programa realmente único y original que nos brinda
un sinfín de enseñanzas con las que aprendemos que to-
dos tenemos la oportunidad, la opción de cambiar y elegir
nuestro propio destino, por más tercos que seamos.
Usuario 2: Me gusta mucho está serie ya que nos deja una
muy linda reflexión, es decir, que el Diablo no nos obliga
a nada, él solo pone la tentación frente a nosotros, pero es
nuestra decisión si la tomamos o la dejamos. Ojo yo no soy
fiel creyente de absolutamente todo lo que refleja la serie.
Se intenta sustentar que el Lucifer de Netflix es la foto-
grafía que se nos muestra del personaje en estos tiempos
de nimiedad, de fugacidad. Es un Diablo con botos, metro-
sexual, amante del sexo, bisexual, afanado por su físico (ca-
racterística antigua de él; la vanidad). Pero la otra imagen,
la del ser horrendo que conocimos, al menos en nuestro
caso, en esa infancia feliz que uno añora siempre, esa ima-
gen no corresponde. Sí, ese ser horroroso, nauseabundo,
¿qué se hizo? El Diablo de Netflix es otra máscara; lo repito
no nos dejemos engañar.
Ahora habrá que preguntarse ¿Dónde nació esa imagen
del Diablo feo? ¿Quién o quienes crearon el Diablo feo,
cuando en el origen mismo de la criatura se nos señala que
era un ser extremadamente bello como lo dejó plasmado
en el lienzo de Alexandre Cabanel con su obra El ángel caí-
do? Ese Diablo feo surge como lo hemos dicho dentro de la
cultura occidental con los llamados primeros Padres de la
Iglesia en el recién creado cristianismo después de la cruci-
fixión de Jesús de Nazaret.

44 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Para crear una imagen basada en el concepto emitido
por Jesús, el de Galilea y recogido a través de los Evange-
lios; la respuesta que darían sus seguidores estaría en todo
aquello que iba en contra del nuevo dogma. Ante un Jesús
que representa lo bueno, se debía tener un ser que repre-
sentara lo malo. Como toda cultura se recurre a los miedos
que genera lo desconocido y así se fue formando la imagen
del Diablo monstruoso.
Esta respuesta de un Diablo feo la encontrara la Iglesia
en lo que ella denominaría “lo pagano”. Allí en los Evange-
lios, muchos de estos primeros escritores, aparte de la ima-
ginación y la creatividad humana, buscaron reciclar viejas
creencias de divinidades pertenecientes a religiones más
antiguas, consideradas ahora por el cristianismo como reli-
giones paganas (griega, persa y egipcia), de este proceso de
transculturación se sirvieron para recrear al ser monstruoso
y cuyo mayor exponente lo encontramos en el Apocalipsis:
“...y era un dragón descomunal bermejo con siete cabezas
y diez cuernos, y en las cabezas tenía siete diademas”. Esta
imagen se asemeja a otra criatura griega: La Hídra21.
Más adelante en el Apocalipsis de San Juan se remarca
que “aquel dragón descomunal, aquella antigua serpiente,
que se llama Diablo y también Satanás, que anda engañan-
do al orbe universo, y fue lanzado y arrojado a la tierra, y
sus ángeles con él”22.

21
Ser monstruoso con cuerpo de perro y siete, ocho o nueve cabezas de
serpiente, que se regeneraban cuando se las cortaban. Una de dichas
cabezas era inmortal, y no sólo el veneno que secretaban sino los alien-
tos mismos eran capaces de causar muerte. En: José Salvador Chávez
Ferrusca. (2005). Animales fabulosos. Trillas. México. P. 41.
22
Sagrada Biblia. (2008). Traducción de la Vulgata Latina por el P. Petisco,
sj., profesor de la Universidad de Salamanca. Círculo de lectores. Bogotá.

El diablo y la psicología —45


Uno de esos seres que sirvieron de modelo como hemos
hecho mención fue el fauno, esa criatura griega a la cual
se le describe como un ser con cachos y en sus pies cascos
caprinos, además de cola, un rostro caprino, en este choque
cultural se transfigura la imagen del Diablo. Al fauno se
le cambia su piel de cabra y se le endilga una piel rojiza23,
que para su época se asociaba al fuego de los volcanes y de
allí que la mayor parte de iconografía cristiana, el Infierno
pareciera ser el cráter de un volcán. Asimismo, el color rojo
era asociado a la pasión, y la pasión en estos tiempos era
señalada como característica de pecado. Por lo tanto, al ser
el Diablo rojo sería sinónimo de pecado, de tentación den-
tro del público cristiano que escuchaba las homilías de los
primeros Padres de la Iglesia.
Esta representación de lo monstruoso del Diablo se so-
lidificará en la Edad Media24, particularmente en la cacería
desatada en las mujeres a las que la Inquisición les dio el
mote de “Brujas”, sobre todo en Europa durante el período
de 1450 a 1700, abrazando incluso esa etapa de luz conoci-
da como Renacimiento, que se supone era tiempo de ma-
yor libertad del pensamiento.
¿Hasta dónde lo feo es diabólico? Esta es la percepción
que se nos ha vendido a través del tiempo. La Edad Me-

23
En la época de Jesús lo rojo era asociado al fuego, pero desde un punto
de vista científico el Diablo debería ser azul, pues según la ley de Wien
(temperatura de color), el azul es más caliente que el rojo. Esta ley es
muy poco conocida, y de manera empírica siempre se ha visto al rojo
como color asociado al calor porque el fuego y la lava es rojo, mientras
que el azul lo vemos un color cercano a lo frío (hielo, agua). En estas
culturas primitivas el rojo se asocia al fuego, el magma, la lava y el in-
fierno. Es por ello que se terminó asociando al Diablo con el color rojo.
24
Jeffrey Burton Russell. (1995). Lucifer. El Diablo en la Edad Media. (1ª
edición). Laertes. Barcelona.

46 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


dia uso la fealdad como arma para quemar mujeres en la
hoguera acusadas de brujería. Por lo común la mujer de la
periferia, que estaba al margen de la sociedad fue acusada
como bruja, y en el mayor caso de los Sumarios revisados,
una característica para lo demoniaco era lo feo en su per-
sona como una marca impuesta por el Diablo. Y esto no
es extraño en aquella época en que los cánones de belleza
estarían establecidos por cuerpos bien delineados y per-
fectos, ante este absurdo se proclama como todo “lo feo”
producto del Diablo y, por lo tanto, ser feo sería sinónimo
de maldad. Y se va más allá; enanos, lisiados, ciegos, entre
otros son considerados los elegidos para consorte y com-
pañía de los demonios.
Los demonios tenían la facultad de aparecer tomando
una forma física, en este sentido Pedro de Medina en el
siglo XVI escribió que “forman cuerpos aparentes hechos
de aire”25. Además, podían manifestarse introduciéndose
en cualquier objeto, animal o persona.
En su texto ¿Nadie ha venido del más allá? Pascuali en el
capítulo intitulado: “La horrible revelación de Satanás”
nos deja escrito:
Son muchísimos los testimonios del Infierno que nos han
llegado a través de los demonios. En una sesión espiritista
pronunció Satanás estas sensacionales palabras:
“Cubro el mundo de ruinas y lo anego en sangre y lágri-
mas; deformo lo bello, mancho lo que está limpio y vuelvo
pequeño lo que es grande en sí. Hago todo el mal que pue-
do, pero quisiera aumentarlo hasta lo infinito. Soy odio y
nada más que odio… Cuanto más odio, tanto más sufro,
pero mi odio y mis sufrimientos no acabaran nunca, pues

25
Francisco Flores. (1985). El Diablo en España. Madrid, Alianza Editorial.

El diablo y la psicología —47


son tan inmortales como yo: ni puedo dejar de odiar ni
tampoco vivir eternamente.
Lo que acrecienta mi padecer y multiplica mi odio es pre-
cisamente el pensamiento de que soy un derrotado y que
odio inútilmente, sin sacar provecho alguno de tanto mal
como produzco. ¡Pero no! ¡No resulta del todo inútil mi
maldad! Experimento un gran placer, si así puede califi-
carse, cuando mato a las almas redimidas por Él, las almas
por las que derramó su sangre, por las que murió, resucito
y subió a los cielos”26.

26
G. Pascuali. (1958). ¿Nadie ha venido del más allá? Ediciones Paulinas.
Madrid. Pp. 215-252.

48 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


¿QUÉ ES EL MAL?

“…el mal es ese enigma que persiste en el corazón de cada


hombre, así como en el fundamento del vínculo social…”
Historias del Mal. Bernard Sichére.

El mal es la ausencia absoluta de Dios, eso creo. Para psi-


cólogos y filósofos como Carl Jung o Ken Wilber, esta propa-
gación del Mal en nuestro mundo ha sido fruto de nuestra
ceguera hacia su fuente de origen. El cristianismo ha hecho
al hombre occidental ver sólo el tema del Mal a las tentacio-
nes mundanas, al pecado y los dominios del demonio. Pero
el Mal va más allá, en todas las culturas se manifiesta.
Muy bien lo dejo escrito León Bloy: “Cuando no habla-
mos acerca de Dios, es porque el Diablo nos habla y nos
escucha en un silencio formidable”. Por lo tanto, el Mal es
el desconocimiento de lo bueno, de lo bello, de lo perfecto
que planteó Aristóteles en su Metafísica, atendiendo sobre
todo a las cosas reales, destacando como trazos de su be-
lleza; el orden, la simetría, o la proporción de las partes
entre sí, así como la limitación o proporción extrínseca al
conjunto. Y, en su Poética, acrecienta a esos trazos un cuar-
to elemento: el tamaño y la magnitud. Aristóteles entendió
por bello lo que siendo bueno, es suave porque es bueno.
Para Aristóteles la estética o belleza no se relaciona con
lo que es agradable a los sentidos, porque es objeto de con-
templación y no de deseo. Lo que es bello agrada porque
es bueno, queriendo decir que lo bello es lo bueno, aunque
lo bueno también implica movimiento y no solamente lo
estático. Lo feo tocaría lo ridículo, lo erróneo que no tiene
forma en su conjunto.

El diablo y la psicología —49


Garrido expresó que el Mal era “la unión de los opues-
tos en nuestro interior, el reconocimiento de nuestra pro-
pia sombra”27. Por tanto, el Mal representa el lado oscuro
que el ser humano no logra iluminar y por lo tanto actúa
en contraposición de las condiciones de vida creada por la
humanidad que están ambientadas en un espacio cálido de
amor, tolerancia, respeto. El Mal es todo lo contrario; frial-
dad, intolerancia, irrespeto a lo establecido como norma.
El Mal es el abismo que todo ser humano lleva por
dentro, son condiciones que están dentro de uno y brotan
cuando se busca experimentar lo prohibido, pero está es
una decisión personal, cada individuo es quien decide si lo
malo crece y permanece o no en su parte espiritual.
El Mal como el concepto del “Alma”, se refiere a algo
etéreo, sabemos que está allí pero no se puede palpar. El
Mal es como una caminata al Gran Cañón que se escala
hacia lo profundo.
Baker nos expresa que el Mal es relativo desde su visión
humana28, por ejemplo, basta analizar que los pueblos del
norte imaginaron en el pasado al infierno (a donde se su-
pone van aquellos que abonan el Mal) como un lugar pas-
moso y frío; mientras que los habitantes de los trópicos y
el Ecuador lo construyeron en su imaginario popular como
un espacio terrible y sofocante, un gran horno, tipo volcán,
siempre ardiendo.
Considero innecesario recordar al lector la variedad de
atrocidades de la que es capaz de cometer los seres huma-
nos. Las noticias que se muestran a diario por los diversos

27
Gloria Garrido. (1997). “Las mil caras del Mal”. En: Año Cero. Año VIII.
N° 3. España. Pp. 20 -26.
28
Roger Baker. (1988). El demonio y los exorcismos. Lidiun. Bogotá.

50 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


medios y Redes Sociales nos lo recuerdan de manera cons-
tante. ¿Acaso se está adentrando el Mal en nuestra sociedad
con más intensidad que en épocas pasadas? ¿Está precisa-
mente en estos tiempos que vivimos intensificándose la lu-
cha entre el bien (Dios) y el Mal (Diablo)? Pensamos que sí.
Se cree que se debe dejar de personalizar el Mal exclu-
sivamente a los supuestos adoradores de Satán, esto del
tema del Mal va más allá, es algo que está en la condición
humana y que muchas veces sin la participación del Malig-
no, el hombre comete crímenes que superan la maldad del
demonio; desde los padres que violan a sus hijos hasta las
atrocidades genocidas por regímenes autoritarios, la trata
humana, entre otros.
En los días que revisábamos uno de los borradores fi-
nales de este libro, ocurrió un hecho en tierras tachirenses
que afincaba nuestra visión particular del Mal en este mun-
do. Por ser de interés al tema y como reflejo de la época que
vivimos transcribo el hecho noticioso para proceder a su
análisis respectivo:
Hombre mató a su hija en una trocha de la frontera con
Colombia: tenían dos hijos.
Una mujer, identificada como Ruth María Lasso Ahu-
mada, de 35 años de edad, fue asesinada en manos de su
padre y expareja, con quien tenía dos hijos: un joven de 18
años y una niña de 7.
El suceso ocurrió el pasado sábado en horas de la noche
cuando la víctima regresaba a su casa, en el sector Unión
Socialista de Llano de Jorge, Zona Sur del municipio Bolí-
var del estado Táchira, por la trocha de Juan Frío.
La Nación reseñó que mientras Ruth caminaba en medio
de la oscuridad le enviaba audios a su tía en los que le
pedía que se encerrara en la casa, con su niña menor, y no
permitiera que su expareja entrara.
“Doris, hágame un favor, cierre esa puerta con seguro y no

El diablo y la psicología —51


le vaya a abrir por nada del mundo a mi papá, si llega, por fa-
vor”, fue el primer mensaje que envió cerca de las 8:30 pm.
“No le vaya a comentar a mi mamá, porque no la quiero
alterar; voy a pata para la casa. Hágame ese favor. Cierren
esas puertas”, continuó la mujer con voz perturbada.
Doris, la tía, dijo al medio local que Ruth salió de su casa
en horas del mediodía del sábado para verse con su papá y
expareja, quien supuestamente le entregaría un dinero en
Villa del Rosario, Colombia, donde vivía.
Sin embargo, el hombre no le entregó ningún dinero,
sino que le pidió que le permitiera ver a sus hijos. Ante la
negativa de Ruth, enfureció.
“Cree que no soy capaz de mandarlo a sacar como a un
perro. Allá usted si le quiere hacer pasar un mal rato… Él
(D. Lasso Zabala, de 56 años) no está borracho, sino que le
pica el loco”, dijo la víctima en uno de los audios. Según
su familia, el hombre la venía siguiendo hasta la entrada
al camino verde.
“Yo voy a tener cuidado. Voy a pata para Juan Frío; no
tengo ni un peso», dijo.
En uno de los últimos audios, la mujer le pedía a su tía
que mandara a su hijo mayor, Jorlean, a buscarla. “Que
vaya con el teléfono, para que se alumbre. Y una vez salga,
enciérrense”, insistió con un tono de voz que revelaba que
iba caminando apresuradamente.
Jorlean salió en su búsqueda, junto al hermano de Ruth,
un adolescente de 13 años de edad. Luego de haber atrave-
sado gran parte de la trocha, los muchachos vieron a la mu-
jer discutiendo con su expareja y padre a la vez. “Cuando
nos acercamos, él estaba apuñaleándola”, aseguró Jorlean.
El adolescente, hijo del victimario y hermano de la vícti-
ma, alcanzó a lanzarle dos piedras, pero ninguna le asestó,
pues huyó por los caminos verdes. “Lo único que nos dijo
fue: Vayan y atiéndanla. Eso le pasa por estar con otro”, al-
canzó a escuchar Jorlean, aún perturbado por la escena.29

29
El Nacional. Caracas, 31 de agosto de 2021.

52 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Este caso es digno de estudio como muchos otros. Cuan-
do sucedió el hecho una de las expresiones que salieron a
relucir fue: “El Diablo anda suelto”. Esta frase perturbadora
que he escuchado desde niño, más en este sector de frontera
donde sucedió el hecho aberrante. Se pudiera mejor decir;
donde sucedía desde hace años estos hechos aberrantes,
pues más allá del vil asesinato a sangre fría, está el incesto,
la violación, entre otros elementos en este crimen atroz.
El caso de Ruth María Lasso Ahumada lo quiero dejar
como testimonio de una época donde el Mal ha tocado los
extremos. Este hecho que parece aislado, se repite en otros
lugares y parece ser que ya es parte de la cotidianidad,
como algo normal, como ir a comprar pan.
En mi época de niño ver un cadáver era una cosa de
trauma, incluso de respeto. Hoy muere alguien y si el he-
cho se da en un lugar público, en vez de las personas ver
en que ayudan, lo primero que hace la gente es buscar su
celular y tomar fotos. ¡Así de mal estamos!
Lo que ocurrió en la trocha de Juan Frío es un aconteci-
miento que no sólo refleja esa parte de la descomposición
social que padecemos, sino la manera como el Maligno si-
gue presente y la sociedad achaca eso a problemas de po-
breza, violencia familiar, entre otros. Yo creo que este caso
es un hecho de la falta de Dios en nuestras vidas, el hombre
ha perdido la fe en el Padre Creador y por eso el Mal como
la mala hierba avanza. El cuadro que nos deja este relato
real, no lo estamos inventando, no fue escrito por Horacio
Quiroga. ¡No! Es un hecho que ocurrió acá en la frontera
colombo-venezolana.
Aunque no todo está perdido, hay otros que ven la som-
bra del Diablo y alertan. La prensa, en un periodista que

El diablo y la psicología —53


busca explicaciones a este acto aberrante expresó: “Una
mujer que da la impresión que fue condenada por un des-
tino infernal al momento de nacer, pues fue su propio pa-
dre, quien le dio la vida, el mismo que, no sólo la ultrajó, la
violó, la sometió y le hizo dos hijos a ella, sino que al final
del cuento la asesinó por celos y por retorcido”30.
Pienso que Ruth María Lasso Ahumada no sintió apo-
yo, ni de su madre (el silencio de la mujer ante el maltrato
varonil), ni de la sociedad, ni de la Iglesia, tampoco tuvo
el valor para confrontar al padre malo; ni la asesoría legal
en una sociedad tan corrompida como la nuestra, mucho
menos ayuda psicológica para lidiar con todo esto, pero
donde impera la oscuridad siempre hay un indicio para
crear la luz, donde vive lo malo también se puede sembrar
lo bueno, y ese punto de esperanza lo veo en su instinto na-
tural de madre protectora que la llevó a buscar que su niña,
de 7 años, “hija de este engendro del demonio, no sufriera
lo mismo que ella”31. De todos los comentarios surgidos
por este caso en las redes sociales quiero resaltar uno que
va acorde al sentimiento y preocupación de la presencia
del Mal cada vez mayor en nuestra sociedad:

Liliana Calzadilla
Septiembre, 2, 2021.
¡Qué locura!¡Qué familia tan disfuncional! Hasta donde
vamos a llegar en esta sociedad tan corrompida y des-
moralizada. ¿Cómo su mamá pudo permitir tal aberra-
ción? Un acto de incesto en su núcleo familiar. ¿Cómo lo

30
https://noticiaalminuto.com/detalles-escalofriantes-del-incesto-y-
crimen-sale-a-relucir-el-infierno-que-vivio-la-mujer-que-le-pario-dos-
hijos-a-su-propio-padre-y-este-la-asesino/?
31
Obsérvese la manera como el periodista se refiere al parricida.

54 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


soportó? De haberlo denunciado a tiempo ese psicópata,
demente, asqueroso; porque no se puede llamar de otra
manera, no se le hubiese acercado. ¿No sé cómo pudo ser
esa convivencia familiar? pero definitivamente su mamá
le toca una gran parte de culpa, -según el relato- está viva
y si no está discapacitada, entonces, discúlpenme, pero no
ejerció muy bien su papel de mamá para defender a su hija
o inculcarle valores.
A pesar de lo avanzado de la ciencia y la tecnología, uno
podía pensar que la sociedad ha alcanzado cierto grado de
bienestar social, y entonces se encuentra con situaciones
como la de Ruth Lasso y se da cuenta que esto no es así.
Estos dramas tocan de lejos la sensibilidad humana. El des-
precio por el dolor ajeno está a la orden del día.
Lo realmente bonito sería buscar la paz y el bien dentro
de la humanidad; lo triste está en descubrir que fuerzas
siniestras imperan en este mundo y dentro de cada indivi-
duo, un potencial destructivo que lleva a levantar banderas
de guerra, el odio entre hermanos, sentimientos oscuros
que anidan dentro de nosotros mismos y se manifiestan de
manera velada en cualquier resquicio de nuestra cotidia-
nidad; sin caer en lo político y cultural, ¿es bueno que el
movimiento talibán haya regresado y coarte los derechos
de la mujeres en esa parte del mundo árabe?
Creo que aun cuando estamos en un mundo donde la
razón pesa y los telescopios han avanzado para ver los
más distantes planetas y a su vez, los microscopios han
acelerado su mirada hacia lo profundo del ser humano; es
necesario recordar que la ciencia sin la espiritualidad no
da buenos resultados. Según Carl Jung, la espiritualidad
es una necesidad positiva y esencial que corresponde a la
parquedad que tienen los individuos de crecer según los
El diablo y la psicología —55
valores que dan sentido a la vida y que mantienen en ellos
un sentimiento de esperanza32.
Por lo tanto, esa búsqueda incesante de la trascendencia
de lo humano está en su naturaleza, cuya raíz se siembra en
el momento de la creación; allí nació el deseo de una vida
guiada por el “Espíritu”, pues en ese origen (Big bang celes-
tial), donde surgió la humanidad que debió ser un hecho
bonito, se inicia de manera lamentable con la lucha entre el
bien y el Mal, una rebelión contra el Creador, que fue diri-
gida por Lucifer y las fuerzas del Mal que deciden acompa-
ñarlo (ángeles caídos). Desde ese momento el ser humano
vive en esa continua lucha entre dos realidades inmateria-
les; como lo expresa San Pablo en su Carta a los romanos:
De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero. Por lo tanto, si hago lo que no quiero, eso ya no es
obra mía sino del pecado que habita en mí. Ahí me encuen-
tro con una ley: cuando quiero hacer el bien, el mal se me
adelanta. En mí el hombre interior se siente muy de acuer-
do con la Ley de Dios, pero advierto en mis miembros otra
ley que lucha contra la ley de mi espíritu, y paso a ser escla-
vo de esa ley del pecado que está en mis miembros33.
Por alguna misteriosa razón acá estamos, escribiendo
sobre el Diablo. No para alabarlo. ¡No! Escribimos para de-
nunciar los hechos que consideramos cuentan con su apo-
yo. ¿Acaso, la pedofilia en la Iglesia no ha sido uno de los
más duros golpes que ha atestado el Maligno a la Institu-
ción que representa a Dios? Quizás y nos estemos aventu-
rando, pero el Diablo ha usado este hecho atroz para herir
a nuestra Iglesia. Es factible que ésta condición antitrágica

32
Carl Gustav Jung. (2016). Escritos sobre espiritualidad y trascendencia (Es-
tructuras y procesos. Psicología). Amazon.
33
Romanos, 7, 20-23.

56 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


de nosotros, “los humanos” (como de manera despectiva
se refiere a nosotros el personaje de la serie Lucifer), ha
sido su mejor golpe en los últimos tiempos.
La humanidad con sus actos inmorales y falta de natu-
ra, es decir, con sus actos que no son propios de la natu-
raleza humana cultivan el Mal; coloquemos por ejemplo
el tema de los actos sexuales, veamos el caso de la zoofilia
que, según la cultura de Occidente, es un acto promovido
por el Mal y originado por el Diablo para impedir lo que
la naturaleza divina por la cual fuimos creados, y nos pro-
porciona, que no es otra cosa que la capacidad de repro-
ducirnos, de unificarnos.
A los hombres contemporáneos que colocan a nuestra
sociedad en una tecnología de última generación, el Dia-
blo se sigue colando, como cualquier virus informático que
se apropia de las computadoras. La prostitución y trata de
personas es una realidad en el mundo y para este mal no se
destinan recursos humanos y materiales para erradicarlo.
Es como si el Diablo cobrara y se diera los vueltos.
Asimismo, vemos como se cierran fronteras para lo
bueno pero el Mal es permeable y parece no tener fronte-
ras. En eso ha ganado el Maligno. “Divide y vencerás” es
la máxima de Maquiavelo en su texto El príncipe, un libro
que los representantes del lado oscuro si han sabido leer y
aplicar. Todas estas miradas críticas hacia nosotros quizá
puedan revelar algo de ese punto ciego donde no pode-
mos ni queremos mirar.
Es aquí, en esta delgada línea donde el camino de lo es-
piritual es importante, es necesario tener en cuenta dos ten-
dencias, es decir; la espiritualidad como manera para acer-
carse más a Dios y como escudo de defensa para enfrentar

El diablo y la psicología —57


al Maligno, pues, en la medida que la persona se abre a la
búsqueda sincera del Padre Creador, en esa misma medida
se va a enfrentar inevitablemente a las fuerzas del Mal.
Como expresa Baker que pudiera “argüise que el Diablo
que aparece en el Nuevo Testamento se lo puede considerar
como mero símbolo de las tentaciones mundanales, repre-
sentadas por los pensamientos de ambición y poder”34. Pero
es que el Diablo va más allá, él intenta siempre alejarnos de
la vida plena que se encuentra al lado del Padre Creador,
esto hablando en el sentido de la espiritualidad cristiana.
Por otra parte, al hablar de espiritualidad según Jung,
se plantea un aspecto de lo trascendental como es optar
por la vida, es pensar en las posibilidades de comprensión,
apertura, visión y trascendencia que suceden en el interior
del ser humano cuando se da a la tarea de ser y vivir su
realidad espiritual; esto no quiere decir que se deslinde de
Dios, sino es saber entender por qué se está vivo y lo bonito
de hacer el bien al “otro”.
Hasta no tener claro esto, seguirán las guerras, las di-
visiones, los odios. Un punto arquimédico donde el Ma-
ligno ha colocado las bases para la gran conspiración de
Occidente por hacer del Mal algo convencional y baladí;
Enfermedades, virus, desgracias de todo tipo, crímenes
violentos, vicios; haciendo ver al Mal como algo cotidiano
de nuestras vidas.

34
Roger Baker. (1988). El demonio y los exorcismos. Lidiun. Bogotá. P. 27.

58 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


El Diablo es una opción, cada quien escoge su camino…
EL DIABLO VISTO DESDE EL MUNDO
CINEMATOGRÁFICO

“No podrán decir que no existe Dios, si yo


les enseño al Diablo”.
El exorcismo de Emily Rose.
Scott Derrickson.

Ya se ha mostrado que la mejor coartada del Diablo es


hacernos creer que no existe. Ha sido a través del Arte des-
de las pinturas, bocetos y retratos que empiezan a apare-
cer a partir de la Edad Media la apariencia de un Diablo
monstruoso. De igual manera el llamado Séptimo Arte
también ha ido abonando gracias a renombrados cineastas
la apariencia del demonio desde diversas ópticas, advir-
tiéndonos, a través de filmes, curiosamente de culto, sobre
la malevolencia del Ángel Caído.
El Diablo cinematográfico nacería en Francia con el di-
rector Georges Mélies quien a fines del siglo XIX usa la fi-
gura de Mefistófeles (criatura con bigotes y cejas puntiagu-
das, cuernos y porte aristocrático) en los cortos: La mansión
del Diablo (1896), El castillo del Diablo (1897), El gabinete de
Mefistófeles (1897) Fausto y Margarita (1897) y La condenación
de Fausto (1898). Estos primeros intentos marcaron profun-
damente en lo imaginario de la época y dejó su impronta
para la figura del Diablo a futuro.
En Norteamérica D. W. Griffith filmará El demonio en
1908. En 1909 J. Searle Dawley llevará al audiovisual una
nueva versión del texto de Goethe: Fausto (1909) y Dell
Henderson con la cinta Fausto y Lilith (1913).
En 1911 aparecerá en Italia la película El Infierno de
los directores Giuseppe de Liguero, Francesco Bertolini y

El diablo y la psicología —61


Adolfo Padovan, este filme es una adaptación de La Divina
Comedia de Dante Alighieri. Por su parte en Rusia el Diablo
aparecerá en La terrible venganza (1912) y La noche antes de
Navidad; luego en 1917 se filmará Satanás jubiloso donde se
ve a un Diablo que busca tentar a un pastor y su familia.
Con esto se observa como el llamado “Príncipe de las Ti-
nieblas” se instaló gratamente en la obscuridad de las salas
de cine desde las primeras proyecciones.
En 1915 aparece una nueva versión de El demonio en
Estados Unidos dirigida por Thomas H. Ince y Reginald
Barrer. En 1918, durante la I Guerra Mundial aparece la
película Al infierno con el Kaiser de George Irving, allí se
mostraría como el Káiser Guillermo marcha al Infierno cas-
tigado por su gran maldad a la humanidad. Esta película,
al igual que Restitución tenía un objetivo de propaganda
política, en este segundo filme se observa al Diablo alián-
dose al Káiser, sólo para ser derrotado por Jesucristo. Esta
postura del Diablo como integrante del bando alemán se
repetirá luego en otras películas realizadas a la par de la
Segunda Guerra Mundial.
En 1919 emergerá en Alemania en filmes como Historias
de miedo del director Richard Oswald, en el cual aparece
el Diablo y la Muerte como personajes simbólicos que se
encargan de relatar las cinco historias que componen la tra-
ma. Ese mismo año aparecerá la cinta Satanás del director
F. W. Murnau, donde el Diablo busca recuperar la luz per-
dida tras su expulsión del cielo con la ayuda de un hombre
que puede transmutar el Mal en bien. El actor encargado
de personificar al Diablo en dicho filme fue Conrad Veidt.
Al año siguiente este actor volvería a interpretar al demo-
nio en la película intitulada Kunfürstendamm, donde en esta

62 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


ocasión Lucifer decide bajar a un pueblo del cual provie-
nen la mayoría de las almas que van a parar al infierno.En
1926 Murnau filmaría Fausto: un cuento popular alemán.
En 1921 en un contexto danés, el director Carl Theodor
Dreyer dejará filmado Las hojas del libro de Satanás donde se
observará a un Diablo que quiere el perdón de Dios; y en
1922 Benjamín Christensen presenta el filme La bruja ins-
pirado en los hechos del culto a Satanás por elementos de
hechicería durante la Edad Media.
En 1924 el cine norteamericano retoma el libro de Dante
Aliguieri con el filme El Infierno según Dante de Henry Otto
siendo el Diablo interpretado por el actor Noble Johnson.
A partir de la década de los años treinta el público ob-
servará en las salas de cine filmes como: El desfile del Diablo
(1930) y El cabaret del demonio (1931) donde se nos muestra a
un Satán un tanto pintoresco y ridículo realizando musica-
les ambientados en el infierno. En 1941 Maurice Tourneur
adapta al cine la novela homónima de Gerald de Nerval
conocida como La mano del Diablo. Esta es la historia de un
pintor fracasado que consigue un amuleto que le genera
amor, fama y salud, sin embargo, en las cosas con el demo-
nio se sabe que nada es dado de manera gratis y luego de
un año Lucifer asciende a la tierra a cobrar lo que es suyo.
Incluso fueron tiempos para mofarse del príncipe de
las tinieblas con cintas como El demonio contra Hitler (1942)
de Gordon Douglas, en la cual el Diablo debe lograr que
Adolfo Hitler realice una buena acción para que su puesto
no sea ocupado por el Führer.
En 1950 René Clair hace su propia versión del mito de
Fausto en la cinta La belleza del Diablo. Otros directores, con-

El diablo y la psicología —63


taran la historia del Diablo desde su propio estilo y género
preferido, mostrado o sugiriendo la presencia del maligno
en este mundo. Así llegara obras maestras, como la rea-
lizada por Jacques Tourner, maestro de la atmósfera con
el filme Una cita con el Diablo (1957), donde se inserta una
gigantesca criatura que personificaba al demonio.
No podía pasar por alto una película que marcó a la ge-
neración de la abuela Romelia, me refiero a la cinta mexi-
cana Macario del director Roberto Gabaldón, donde se nos
relata la historia de un humilde campesino y leñador lla-
mado Macario (Ignacio López Tarso) que vive obsesionado
con la pobreza que sufre y el miedo a la muerte. El Diablo
es una de las figuras emblemáticas que aparece allí junto a
Dios y la Muerte.
Por su parte; Stanley Donen, con su divertida sátira Un
Fausto Moderno (1967), que narraba la historia de un “pobre
Diablo” en la Inglaterra pop con las protagonizaciones de
Richard Burton y Neville Coghill. A su estilo, la Hammer
lo presentara en Una tumba en la eternidad (1967), esta cinta
tiende a lo absurdo pues nos mostraba que el demonio era
una figura extraterrestre cuyos poderes maléficos llegaban
más allá de la estratosfera y podían manifestarse en for-
ma de invasión extraterrestre. Un año después la Hammer
presenta el filme El Diablo cabalga el cual abordaba el tema
del ocultismo y las invocaciones al demonio.
El extrovertido Roman Polanski nos regalara a la au-
diencia la cinta titulada: El Bebé de Rosemary (1968), con una
manera particular de abordar el tema, sorprendía a la au-
diencia al evitar el truco fácil de evidenciar al bebé de Sata-
nás, y sólo dejaba ver una cuna de velos negros; el Diablo
acá se muestra como una fuerza más bien invisible.

64 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


De entre todas las libertinas películas del director Ken
Russell, Los demonios (1971) es indiscutiblemente la más
escandalosa y, además, una de las producciones británicas
más significativas de los años setenta. El paso del tiempo no
sólo la erige como una pieza artísticamente imperecedera, es
también una obra maestra de la transgresión. El tono, prác-
ticamente de cine de terror, la emparenta tanto con el cine
de brujería y tortura como con el infame subgénero nuns-
plotation. Lleva el estigma de ser también una de las pelícu-
las más censuradas de todos los tiempos. Basado en un caso
real, en la Francia inundada de plagas del siglo XVII. Russell
basó su guion en la minuciosa novela Los demonios de Loudon
de Aldous Huxley en la que se narraba la historia del padre
Grandier, un sacerdote encargado de una ciudad amura-
llada que tomó posición contra el cardenal Richelieu, tuvo
relaciones sexuales, e incluso llegó a casarse. Una monja ob-
sesionada con Grandier se venga de él alegando ser poseída.
Las monjas de su convento pretenden estarlo también, en
parte para forzar la ejecución del sacerdote.
Por su parte; Andrzej Zulawski, en su segunda pelícu-
la, llamada precisamente El Diablo (1972), nos mostraba a
la Polonia invadida en 1793 por los ejércitos prusianos a
través de un relato faústico, donde privaba la delación, el
asesinato, la traición y la desolación.
Llega 1973, un año crucial para estudiar el tratamiento
del demonio a través del cine; es el año de Linda Blair en
El Exorcista, filme del director William Friedkin. Para mí
es una de las películas más polémicas de la historia en el
tema que toca al demonio. La exhibición de escenas violen-
tas, sexuales y herejes según la cultura católica de la época
hizo de ella un trabajo cinematográfico controversial, sobre
todo porque fue estrenada cuando el cine aún enfrentaba

El diablo y la psicología —65


la censura en muchas partes del mundo. Uno de los puntos
más álgidos del filme que se basó en la novela de William
Peter Blattym sería la presencia de una niña de 12 años lla-
mada Linda Blair quien interpretó a Regan, la niña poseída
que vive todo tipo de vejaciones hasta que es liberada del
demonio. Para este paréntesis me tomo el atrevimiento a
citar de nuevo al padre Amorth:
Ha tenido que venir el cine para despertar de nuevo el in-
terés sobre el tema. Radio Vaticana entrevistó el 2/2/1975
al guionista de la película “El exorcista”, William Friedkin,
y al teólogo jesuita Thomas Bemingan, quien actuó como
consultor durante las tomas: El guionista afirmó que qui-
so narrar un hecho aprovechando la trama de una novela
que, a su vez, narraba un episodio acaecido verdadera-
mente en 1949. El guionista prefirió no pronunciarse sobre
si era o no una verdadera posesión diabólica, y dijo que se
trataba de un problema para los teólogos y no para él.
El padre jesuita, a la pregunta de si había sido una de las
acostumbradas películas de terror o algo distinto, optó
resueltamente por la segunda hipótesis. Basándose en el
enorme impacto que tuvo la película sobre un público
de todo el mundo, afirmó que, aparte de ciertos detalles
espectaculares, la película trataba con mucha seriedad el
problema del Mal. Y volvió a despertar el interés por los
exorcismos que se había perdido35.
Después de El Exorcista, la humanidad empezó de nuevo
a pensar en la forma como el Diablo se movía entre los hu-
manos. Ya que entendió como señala Amorth que “durante
los exorcismos el demonio busca ocultarse; y el Ritual pone
en guardia al exorcista contra las ficciones diabólicas”36. Se

35
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 43.
36
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 94.

66 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


abrió con este filme un discurso cinematográfico distinto
al planteado hasta el momento para ver al Diablo e hizo
pensar no sólo a los laicos sino a muchos representantes de
la Iglesia que era necesario recordarle a la humanidad que
el enemigo seguía al acecho. Dos años después en Europa
aparecería el filme Lisa y el Diablo del director Mario Bava.
En 1976 se proyectará Al Diablo una hija de Peter Sykes.
Pero este año será recordando en la filmografía satánica
cuando el celuloide usa la figura de un niño para vestir al
demonio. ¿Quién no recuerda al pequeño Damien Thorn
del filme La Profecía? Hagamos un pequeño repaso aprecia-
do lector sobre de qué se trataba la película: El embajador
Robert Thorn (Gregory Peck) adopta un niño en el hospital
a espaldas de su esposa, luego de que su propio infante
naciera muerto. La criatura es bautizada como Damien por
los Thorn, y desde el principio empieza a mostrarse activi-
dades diabólicas en torno a ese infante y su verdadero pa-
rentesco. Damien fue interpretado por Harvey Stephens,
un niño de cabellos rubios que fueron teñidos de castaño
oscuro para el papel.
En lo particular, la cinta de Richard Donner es uno de
esos clásicos que todo amante del cine debe ver sin lugar
a dudas para evidenciar que el Diablo no tiene escrúpu-
los hasta el extremo de usar la inocencia para disfrazar el
Mal. En este sentido el padre Amorth expresa que “tam-
bién los niños están muy expuestos, no por culpa personal,
sino por su debilidad”37. El horror empieza cuando, en el
quinto cumpleaños de Damien, inesperadamente, su niñe-
ra se suicida. Un sacerdote que trata de advertir a Robert

37
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 87.

El diablo y la psicología —67


del peligro que corre, muere en un inesperado accidente.
El creciente número de fallecimientos hace que Robert, por
fin, se dé cuenta de que el niño que han adoptado es el
Anticristo y que hay que eliminarlo para impedir que se
cumpla una terrible profecía. Acá la presencia del Mal es
mucho más abstracta, intangible y oscura. Aquí no hay psi-
cópatas, monstruos, vampiros, ni muchachas poseídas que
vomitan y levitan. Es la presencia de un niño perturbador;
Damien, la encarnación de Satanás.
Aun cuando no trata del Diablo como tal, en 1981 apa-
reció una película, que en esta memoria cinéfila no pue-
do pasar por alto, me refiero a Furia de titanes dirigida por
Desmond Davis en la cual se narra la historia de Perseo, un
humano hijo de Zeus y su lucha contra los peligros que le
envía la diosa Thetis en venganza por el cruel castigo que
Zeus le infringió a su vástago Calibos, transformándole
en una criatura deforme. Aquí es donde quiero detener-
me, en la figura de Calibos que más que una criatura de la
mitología griega en esa época nos recordó más a la figura
del Diablo cristiano que desde el pulpito el sacerdote des-
de el templo nos recordaba en cada homilía. De niño yo
veía a Laurence Olivier que interpretaba a Zeus el modelo
de como la abuela Romelia me había descrito a Dios, un
hombre mayor, vestido de blanco y con barba. Y a Calibos
como el Diablo.
Después de estos filmes el Señor de las Sombras no te-
nía mucho que hacer, había invadido nuestra infancia. Una
niña de 12 años era posesa (El exorcista) y un niño era el
Anticristo (La profecía). El Diablo podía estar en cualquier
cuerpo. A partir de allí considero se instaló un subgéne-
ro con filmes como: El Despertar del Diablo (1982), Leyenda
(1985), Corazón Satánico (1987), Fausto (1994), El día de la bes-

68 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


tia (1995), El abogado del Diablo (1997), Fausto: Amor de los
condenados (2000) de Brian Yuzna y Al Diablo con el Diablo
(2000), en esta versión tragicómica el Diablo se muestra en
apariencia humana como mujer, pero al manifestarse como
demonio es una criatura de piel rojiza, rabo y cachos.
Quiero cerrar estas notas de la presencia audiovisual del
Diablo como personaje en el cine, con películas que a inicios
del siglo XXI siguen recordándole a la humanidad su pre-
sencia y la humanidad se va creyendo el cuento cinemato-
gráfico y termina por creer que el Diablo es como los comics
de Marvel, seres de ficción. Y el Diablo es mucho más.
Primero quiero destacar la película El exorcismo de Emily
Rose (2005), donde una joven estudiante decide mudarse
del campo a la ciudad a cursar sus estudios universitarios.
Una vez allí, empieza a tener una serie de visiones que le
hacen pensar que está siendo víctima de una posesión, y
decide contactar al sacerdote Richard Moore. Éste tratará
de curarla por medio de un exorcismo, la chica muere y
es arrestado y acusado por la muerte de la joven. Mien-
tras, la abogada Erin Bruner decide defenderle poniendo
en peligro su reputación. En esta cinta debo destacar la ac-
tuación de Jennifer Carpenter como posesa, en verdad ese
tránsito entre lo psicótico y lo diabólico es muy real. Esta
historia tuvo como telón de fondo la historia real de An-
neliese Michel, joven católica devota en Baviera (Alema-
nia Occidental) en la década de 1960. A sus dieciséis años,
un día cualquiera se desmayó de repente en la escuela y
comenzó a caminar aturdida. Aunque Anneliese nunca
recordaba el evento, sus amigos y familiares dijeron que
estaba en un estado de trance. Su cuerpo empezó a sufrir
una serie de convulsiones, lo que provocó que su cuerpo
temblara incontrolablemente. Al ser llevada a un neuró-

El diablo y la psicología —69


logo fue diagnosticada con epilepsia del lóbulo temporal.
Allí empezó un tratamiento para su enfermedad y se ins-
cribió en la Universidad de Würzburg en 1973. Allí en el
claustro universitario su condición empezó a deteriorarse
y surgió la sensación de que estaba poseída por el Diablo.
Anneliese acudió a varios sacerdotes, pero todos rechaza-
ron su petición diciendo que su problema era médico y que
un exorcismo necesitaba de la autorización de un obispo. A
pesar de la negativa los símbolos de posesión seguían apa-
reciendo y al final, ella y su madre encontraron el apoyo en
el padre Ernt Aly, que creyó en su posesión y expresó que
“ella no parecía una epiléptica”. Alt expuso el caso al obis-
po local, Josef Stangl, quien finalmente aprobó la solicitud
y le otorgó al sacerdote Arnold Renz permiso para realizar
el exorcismo, pero ordenó que se llevara a cabo en total
secreto. El resto es historia y muy bien está representado
en este filme. Al volver a ver esta película para escribir de
la misma en este texto que tienes en tus manos lector se me
hizo más claro de la protección de la Virgen María en estos
casos. En el filme cuando el sacerdote lee la carta que escri-
bió la posesa, hay un fragmento que es clave y se une a la
intensión de este escrito: “…al final el bien triunfara sobre
el Mal. A través de mi experiencia todos sabrán que los
demonios son reales, muchos dicen que Dios está muerto,
pero no podrán decir eso si les muestro al Diablo”.
Le sigue a mi parecer en el 2011 El Rito, historia inspi-
rada en hechos reales y que gira en torno al desconfiado
seminarista Michael Kovak (Colin O’Donoghue), recién
admitido en una escuela de exorcismo del Vaticano a pesar
de sus pruebas de fe. Durante su estancia en Roma, conoce
al nada ortodoxo Padre Lucas (Anthony Hopkins), quien
le introducirá en el lado más ambiguo de su fe para mos-
trarle que luchar contra demonios y divinidades oscuras es

70 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


un oficio difícil y que para vencer a las cosas del demonio
es necesario creer en su existencia. Este exorcista interpre-
tado por Hopkins a mi manera de ver es más real que las
películas anteriores, nos muestra que una posesión puede
ir de lo más elemental a lo más complejo, sin duda en este
filme se usa como basamento histórico muchas de las expe-
riencias ya narradas por el padre Gabriele Amorth. Por su-
puesto, ninguna de las películas anteriores había tenido el
privilegio de contar con un actor como Anthony Hopkins
haciendo el papel de sacerdote exorcista. Allí el director
del filme nos va describiendo el proceso de aprendizaje de
un joven que está cerrando el ciclo para ser ordenado, es
enviado a Roma donde se vincula con un viejo sacerdote
que empieza a enseñarle todo lo que se necesita saber so-
bre la expulsión del Diablo del cuerpo humano. El padre
Michael en su proceso de creer o no creer se interroga: ¿Es
el exorcismo que práctica el padre Lucas una farsa? ¿O, se
trata de un vehículo para conservar la fe en Dios a través
de la creencia del Diablo?
En esta línea argumental está el filme Líbranos del mal
(2014) del director Scott Derrickson, basada en el libro de
no ficción Cuidado con la Noche (2001) de Ralph Sarchie y
Lisa Collier Cool. El relato se basa en las crónicas policiacas
de Ralph Sarchie (Eric Bana), un agente que trabaja patru-
llando e investigando en el distrito neoyorquino del Bronx.
En uno de sus trabajos se ve involucrado en una serie de
extraños incidentes, que resultan relacionados con la fi-
gura del Diablo. Así resulta atraído, a pesar de su actitud
objetiva y su reticencia, hacia la práctica del exorcismo y
otras formas de expulsiones de demonios, de la mano del
sacerdote de origen hispano Mendoza (interpretado por
el tachirense Edgar Ramírez), quien según las evidencias

El diablo y la psicología —71


ha desarrollado experiencia en este tipo de situaciones.
Entra acá la vivencia religiosa como posibilidad, la cual es
practicada por este sacerdote que combina sus activida-
des pastorales y educativas, bien necesarias en los sectores
deprimidos y pobres, con atrevidos exorcismos, que son
peligrosos –según el filme- para el que los dirige, pues se
puede quedar solo, apenas rodeado de su locura y de sus
propios demonios y culpas.
Le sigue Exorcismo en el Vaticano (2015) dirigida por
Mark Neveldine y en la cual se describe la historia de An-
gela Holmes, quien llega a un hospital por un corte insig-
nificante en un dedo, la cuestión se complica cuando la
herida se le infecta y a partir de allí ella empieza a mostrar
un extraño comportamiento con todos los que la rodean,
llegando a causarles graves heridas e incluso la muerte.
Aparece en escena un grupo de sacerdotes quienes exami-
nan a la paciente y llegan a la conclusión de que está poseí-
da. Cuando se sigue todo el proceso y el Vaticano decide
aprobar el uso del exorcismo, allí vuelve a manifestarse esa
eterna lucha del bien contra el Mal tendrá que enfrentarse
a una fuerza satánica de poder inimaginable. Esta película
es en cierta medida risible al tocar un tema tan delicado
como lo es el exorcismo. En este sentido Antonio Weinri-
chter de Diario ABC señala en sus criticas que en este filme
“No hay novedades en esta muestra de un género cuyo
público demanda lo contrario”.
Recientemente ha aparecido el largometraje español El
exorcismo de Carmen Farias. Acá se nos cuenta que después
de la muerte de su madre, Carmen, una intrépida perio-
dista, descubre que heredó la casa de su abuela. Decide
regresar ahí a indagar sobre su familia, pues se siente a la
deriva ahora que se ha quedado sin familia directa y sin

72 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


posibilidad aparente de tener hijos propios. Ahí descubri-
rá que esté lugar esconde secretos sobre su abuela, y que
ahora ella deberá terminar la batalla contra el demonio que
esta inició para salvarla. Sólo así podrá realmente empezar
su vida y familia, libre de la maldición.
Otro filme que explora la figura del Diablo es El Conjuro
3, ambientada en los años 80. Ed y Lorraine Warren, laicos,
deberán afrontar un nuevo caso que se presenta con un
hombre; Arne Cheyne Johnson, que es acusado de asesina-
to tras haber sido poseído por un demonio. El filme tiene
como frase de entrada: “El Diablo me obligo a hacerlo”.
Basado en los archivos de los Warren, revela una escalo-
friante historia de terror, asesinato y maldad desconocida
que conmocionó incluso a los investigadores paranormales
experimentados de la vida real. Comienza con una lucha
por el alma de un niño, luego los lleva más allá de cual-
quier cosa que hayan visto antes, para marcar la primera
vez en la historia de los Estados Unidos que un sospechoso
de asesinato reclamaría posesión demoníaca como defensa
en un tribunal. ¿Cómo hacer para demostrar a un juez y
los testigos que un crimen fue organizado por el Diablo y
quien es acusado es una víctima del demonio?
El Diablo existe y no porque no los muestre Hollywood.
Su esencia es plural, su sustancia amplia, ejerce su poder ma-
léfico provocando desordenes en los humores corporales y
transita por las calles de esta sociedad; íncubo perverso, res-
ponsable del horror y la libertad; contrapunto necesario de
Dios, a quien los exorcistas modernos, los psiquiatras, tratan
de expulsar de los posesos; fiel compañero de la histo(e)ria
humana; recurrente y tránsfuga del fantástico fílmico.

El diablo y la psicología —73


EL DIABLO, CREENCIA POPULAR ENTRE
LO NUESTRO

“El Diablo anda con cacho y rabo de noche,


de día usa sombrero y paraguas”.
Charla en el Ateneo: Leyendas y misterios del Táchira.
Lolita Robles de Mora.

Martín Fierro, ese personaje agreste de los versos popu-


lares de la pampa argentina, expresa que cada cual hable
del Diablo a su manera, en el paseo que él realiza en su
compañía y según su raza:
El blanco, lo pinta negro,
y el negro, blanco lo pinta.
Al avocarnos a este tema dentro del contexto popular,
el Táchira es rico y variado. Por el sentido de este libro sólo
me limitare a hacer anotaciones generales sobre el fenóme-
no en esta región andina y la manera cómo es visto el per-
sonaje en nuestro contexto. Hoy más que nunca la Acade-
mia ve fortalecido muchas de las disciplinas de las ciencias
sociales o humanas en el mundo por todo lo que aborda el
tema de lo popular.
En este particular ha tomado primacía los puntos de vis-
ta que desde la cultura maneja lo colectivo dentro de las
formas de integración de los pueblos. En la Historia se rese-
ñó, durante largo tiempo, para no intranquilizar al poder la
exaltación a los héroes. De los caídos estaba prohibido ha-
blar. Lo mismo acontecía con la cultura y por supuesto en
la religión. Sus referencias se reflejaban en los símbolos que
mostraban eternidad, estabilidad (el demonio como enemi-
go de lo inmutable: Dios). No se mencionaba en muchas

El diablo y la psicología —75


áreas lo que contrariaba la norma; lo que incitaba a lo pro-
fano, lo que sacudía la conciencia comunitaria, es allí donde
irrumpían otros saberes para buscar respuesta a lo inexpli-
cable; la astrología, la sociología, hasta la misma economía.
El estudio de los signos es relevante en los ámbitos de la
comunicación y la cultura, así como el de los símbolos. En
este momento se muestra la apropiación del Diablo, como
signo de la cultura latinoamericana y por supuesto desde
la mirada local tachirense desde la perspectiva de las prác-
ticas significantes.
A nivel de Latinoamérica se debería resaltar fiestas de
corte pagano como el Festival de Oruro (Bolivia), el Car-
naval de Río Sucio (Colombia), la Fiesta de los Diablitos
(Costa Rica) y Los Diablos danzantes de Yare (Venezuela). Es-
tos cuatro eventos requieren de un lector que comprenda
los orígenes del signo-símbolo: Diablo, y las raíces de estas
representaciones en el ámbito de la cultura popular. Las
expresiones culturales de estas actividades que con gran
colorido tienen en común la trasgresión de bailar y cantar
al Maligno, como si se concretara con ello la conversión del
Diablo en un signo y símbolo cultural benéfico.
Detrás de estas fiestas hay todo un ritual que toca el lado
oscuro, cofradías que son el espejo de tradiciones cristianas.
La Iglesia ha sido permisiva con esto como lo ha sido con
el cine y la literatura. Pero todas estas manifestaciones tie-
nen el fin de mostrar las manifestaciones diabólicas como
un elemento de más en lo cultural. Quizá en el carnaval el
Diablo se siente a gusto porque no sólo se enmascara él,
sino la humanidad misma. Quien usa un antifaz, lo usa con
el fin de que no lo conozcan. El carnaval que más trasgrede
en Latinoamérica es el de Brasil y por coincidencia es uno

76 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


de los países con más exorcismos del continente. Ante una
pregunta realizada al Padre Amorth de ¿cuáles son los en-
fermos más graves? ¿Los más difíciles de curar?
Por la experiencia que tengo son los que han recibido he-
chicerías de particular gravedad. Por ejemplo, recuerdo
algunas personas que habían recibido hechizos en el Brasil
(los llaman “macumbas”)…38
En éstas actividades señaladas se pueden apreciar la
creatividad, continuidad y ritualidad de estas prácticas sig-
nificantes que hoy día constituyen modelos del Patrimonio
Cultural siendo generadoras de nuevas manifestaciones
culturales en otros espacios geográficos y por tanto nuevos
textos, pero cuyo elemento de adoración es el Diablo.
La gente del común se preguntaba antes y con ansiedad
muchas cosas que el dogma y la ley consideraban proscri-
tas, entre ellos los que abordaban las creencias populares.
No era extraño que los rezanderos de los pueblos andinos
fueran cuestionados pues entre los libros prohibidos que
poseían estaba el Libro de San Cipriano39. Dentro de este
libro aparecía La clavícula de Salomón, en cuyo contenido
aparecían varias invocaciones, pactos con el demonio y
oraciones para exorcismos. Este compendio lleno de sorti-
legios, pactos de sangre y encantamientos.
Acá en este contexto del “rezo”aparece el demonio con
el nombre vulgar de “Mandinga”; el Diablo de la montaña

38
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 87.
39
Es un grimorio muy conocido en el mundo de habla hispana y por-
tuguesa. También es conocido como Gran Libro de San Cipriano, Libro
Magno de San Cipriano o simplemente Ciprianillo. La edición más di-
fundida lleva por subtítulo El tesoro del hechicero.

El diablo y la psicología —77


andina; ser que ha evolucionado del mohán y viejo yer-
batero, criatura derivada de fragmentos culturales e ideas
traídas por la negritud; esos hijos tomados a la fuerza de
la madre África también trajo su concepto del Diablo. Y,
fue allí, en la época de la Colonia donde el padre y la ma-
dre, sea blanco o indio, asoció a lo maligno con los negros
cimarrones. Si alguien quisiera profundizar en este inciso
se daría cuenta que la mayor parte de cultos animistas afri-
canos sustentaban su creencia de lo malo en un demonio
con piel blanca.
En cuanto a los llamados pueblos originarios de lo que
hoy se llama América, en su visión del Mal al parecer no
existía una imagen del Diablo. Se cree que este personaje
llega a la par de la conquista española con aquellos frailes
que traían como estandarte la cruz del catolicismo.
Si se revisan con cautela las Crónicas de Indias, se puede
deducir que los nativos no tenían un personaje como Sata-
nás, aunque si diferenciaban lo bueno y lo malo. La imagen
de lo demoniaco empezó a calar en el discurso colonial y
evangelizador para aquellos castigos recibidos por no creer
en la palabra de la Iglesia.
Consideramos que, si debió existir algún personaje en
las culturas primitivas de la América con características
demoniacas, pero fue arrasado ese concepto como otros
tantos por la barbarie de esos tiempos y la quema o des-
trucción de manuscritos de corte religioso de los pueblos
de mesoamérica. ¡Así como se identificó a Quetzacoalt con
Jesús, así tal vez ocurriría con el Señor Oscuro!
Tanto en Venezuela como en Colombia encontramos
fiestas de corte pagano incrustadas en lo imaginario po-

78 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


pular que muestran a un Diablo alegre, bonachón, estas
fiestas como las hemos nombrado son: Los Diablos de Yare
y el carnaval del Diablo en el sitio de Riosucio. En el caso
del Táchira es tradicional ver entre los disfrazados de las
carrozas de diciembre a un Diablo festivo que busca ha-
cer reír a la población mientras realiza diversas travesuras:
¡Dulce o truco!

El diablo y la psicología —79


EL DIABLO Y LAS LEYENDAS DEL TÁCHIRA

“Cuidado que viene y nada lo detiene


se acerca a la puerta muy pronto estará abierta
sus pasos resuenan y sus palabras truenan…
Diávolo. Los Mélodicos.

Este capítulo no es mío; se trata de leyendas del Táchira que


encontré en el archivo particular del escritor José Antonio Pu-
lido-Zambrano, quien ha permitido transcribirlas para comple-
mentar elementos de este tema en nuestra región. Uno de estos
primeros relatos compilados de la oralidad que se muestra ocurrió
mientras visitamos una vieja infraestructura en el sitio conocido
como Loma de Pánaga. Allí en lo más alto de un promontorio de
un sitio boscoso se halla la denominada “Capilla del Diablo”:
La denominada Capilla del Diablo Iglesia de Satán está
ubicada en un sector boscoso de la aldea Loma de Pána-
ga, perteneciente al municipio San Cristóbal. Es una vieja
estructura que a nuestro parecer se levantó a finales del
siglo XIX, otros señalan que la misma fue levantada en la
segunda década del siglo XX. Una de las versiones de la le-
yenda de la llamada “Capilla del Diablo” es que esta fue la
morada de un monje eremita. ¿Hasta dónde esto tiene fun-
damento? Al visitar el lugar, las dimensiones de la capilla
de tres por cuatro metros desmoronan esta hipótesis.
Otro relato sugiere que, en el lugar, en la época del go-
mecismo, cuando ya la capilla había sido abandonada, se
perdió un niño. Los lugareños no tienen claro el nombre
del infante ni a la familia que le ocurrió el hecho. Se dice
que este niño pastoreaba ganado en la zona y desapareció
cuando entró a la capilla, a partir de ese momento la capilla
se llenaría de gritos espeluznantes en noche de luna llena y
otro tipo de sustos. Existe una versión donde el niño tiene
el nombre de Angelito, esto a nuestra manera de ver tiene

El diablo y la psicología —81


que chequearse con cuidado ya que Lolita Robles de Mora
(a quien conocimos), le dio el formato de literatura a la ora-
lidad y muchos de los relatos recabados por ella aparecen
modificados los nombres de los protagonistas de dichos
eventos. Lolita nombra que la hacienda donde está situada
era de un señor Barrera. ¿Hasta dónde esto es cierto?
Otra interpretación es la que el dueño de estas tierras
hizo un pacto con el Diablo para tener más riquezas, éste
(el demonio) le cumplió, pero el hombre arrepentido con
la transacción no le cumplió al Diablo. Se señala que en di-
cho pacto se tenía entre una de sus condiciones la promesa
de entregarle un hijo, por lo que el hombre con el hijo tuvo
que refugiarse dentro de la capilla, donde desaparecieron
y nunca se supo nada más de ellos.
En datos sueltos se expresa que la construcción se hizo
por un hombre llamado Simón o Ángel Suarez. En esta
versión se dice que la capilla fue construida en 1920 por los
alarifes Santos Rangel y su hijo Jesús Manrique. A pesar
de ello no se ha hallado a nivel de Diócesis un documento
que respalde esta información. Lo más lógico es que dicha
capilla fue levantada con motivo de la lejanía de ir a San
Cristóbal a oír misa pues fue un sitio de culto primera-
mente a la Virgen del Carmen. Otro nombre que aparece
en el Sumario de esta leyenda es la del señor Ildefonso
Márquez y una hacienda denominada “Santa María”.
La más reciente versión del hecho es la que el dueño de
aquellos terrenos no sabía cómo desmontar los mismos
para en ellos dividir potreros para meter a esas tierras más
ganado. Un día aparecieron tres hombres, de ruana y som-
brero, a los cuales poco se les dejaba ver el rostro e hicieron
un trato con aquel terrateniente. Ellos limpiarían el lugar
con la condición que los dejaran trabajar sólo de noche y
permitirles levantar en el montículo una Iglesia. Esa no-
che los aldeanos escucharon como los machetes y palas de
aquellos individuos no dejaron de trabajar. Algunos in-
clusive decían que les parecía haber visto como aquellas

82 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


herramientas botaban en sus filos chispas como la de la
candela. Al siguiente día apareció todo el terreno limpio y
en la loma una capilla blanca totalmente. A los vecinos les
pareció extraño todo aquello y más ver una capilla que no
tenía cruces. Desde ese día aquel hombre empezó a llenar
sus baúles de morocotas. Pasado el tiempo los tres hombres
volvieron a presentarse y señalaron que para mantener sus
riquezas y sus tierras fructíferas debía sacrificar a su hijo
en honor al Diablo. Esa noche los tres hombres se quitaron
la ruana y los sombreros y mostraron que eran tres demo-
nios. Al siguiente día el hombre un poco desquiciado por
lo que había presenciado subió y le metió candela a la capi-
lla. Entonces pareció que todo había terminado.
Pasados los días, el padre siempre advertía a su hijito
que no se acercare a las ruinas de la loma pagana como
la empezaron a llamar y que luego se transmutó aquella
palabra en pánaga. Un día en que el muchacho llevaba un
ganado a otro potrero, uno de los becerros se adentró en
las tierras malditas, el muchacho se fue detrás de él. Uno
de los obreros señaló que desde la lejanía vieron como el
niño entraba en la capilla y nunca volvía a salir.
Después de este hecho, el dueño de aquellas tierras
entró en la desesperación, empezó a perder sus riquezas
y sus tierras comenzaron a enmontarse. Cuentan que en
las tardes se adentraba en la montaña buscando a su hijo
perdido. Como una manera de resarcir al Diablo llevó sus
últimos baúles llenos de morocotas y las enterró dentro de
la capilla. Allí mientras colocaba los baúles la tierra de la
capilla empezó a hacerse movediza y el hombre fue traga-
do por aquel fenómeno y no se volvió a saber nada de él.
Cuentan que en noches de luna llena se ven a tres
demonios que danzan sobre la capilla de Loma de Pánaga
(o a la inversa “La capilla pagana)40.

40
Archivo de José Antonio Pulido Zambrano. Expediente: Misterios del
Táchira. Carpeta CD0007. Folios 1-3.

El diablo y la psicología —83


De seguido agregamos otra leyenda que toca la figura
del Diablo en la modernidad y que también se nos ha per-
mitido incluir en este libro:
Leyendas Urbanas de San Cristóbal:
EL DIABLO EN MARIOS DISCOTEK
Archivo MDP-100690
José Antonio Pulido Zambrano
La ciudad de San Cristóbal en el año 1992 era una urbe
aún con olor a campo. Una ciudad monótona con ese tran-
sitar cansino de sus habitantes apegados a los valores de
las familias andinas de antaño.
Esa era la ciudad de día, apacible, silenciosa. El ciuda-
dano común amanecía leyendo la prensa con una taza de
café al lado y en la tarde acompañado de un pedazo de
pan. Era la ciudad de los padres cautelosos, que cuidaban
de sus hijos porque aún tenían conciencia de que el mal
acechaba afuera.
Los hijos empezaban a rebelarse, ellos apostaban por
otras cosas. La computadora tenía poco de haber ingresa-
do a sus hogares, era la novedad de ese año.
Y al llegar la noche había otra ciudad que muchos desco-
nocían. Una ciudad misteriosa y bulliciosa, donde se per-
mitían pecados que no se veía a la luz del día.
El Obispo desde sus homilías en la catedral llamaba la
atención a ser prudentes, ante las noticias de una tercera
guerra mundial que estaba por iniciarse en el Golfo Pér-
sico. Advertía que algunos jóvenes estaban pecando con-
tra Dios pues no respetaban ni los domingos. De allí que
unos optasen por llegar temprano a sus casas y otros por
escaparse de noche por las ventanas de sus cuartos para
vivir la vida loca.
En un sector de la ciudad, conocido como Barrio Obrero,
después de desaparecer la luz del sol, se encendían las lu-
ces de neón. Eran los días que no faltaba en las discotecas
las canciones de Michael Jackson. En ese año en particular;

84 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Black or White era uno de los discos más sonados y que
despertaban el ritmo en las caderas de los jóvenes. Eran
muchos los aficionados a mover los pies al estilo del Rey
del Pop, u otros que se pasaban tardes enteras frente al
espejo intentando emular al astro boricua Chayanne.
En Barrio Obrero había varios sitios nocturnos donde
los jóvenes llegaban a embriagarse y buscarla pasar bien.
Otros buscaban espacios para la droga y el sexo. De allí
que el Obispo por esos días llamase a la ciudad como un
“nuevo pandemónium”. De entre todos los lugares, había
uno al que para ingresar se debía tener invitación previa.
No se conocía a ciencia cierta quién era su propietario. Al-
gunos decían a baja voz que hasta el mismo Pablo Escobar
había frecuentado aquel antro. Ese sitio era conocido como
Marios Dinning Pub, era un local de dos plantas que estaba
frente a una de las esquinas de la popular Plaza Los Man-
gos. Tanto la planta baja como el alta estaba pintada en su
interior toda de blanco, no había mesas, sólo una barra mo-
dular y sillas con forro de cuero negro al frente. Detrás de
la barra una coctelera con muchos cristales de colores.
La Semana Santa de aquel año, quedaría marcada por
siempre en la mente juvenil de aquella generación. La no-
che del viernes santo en la discoteca Marios estaba por re-
ventar por la cantidad de personas que querían ingresar.
Las autoridades sabían que en ese sitio se movían las dro-
gas, pero habían intereses y poderes ocultos de por medio.
Allí se vendía un coctel que era muy fuerte y varios cha-
mos se morían por probarlo. El coctel era servido en una
copa ancha y el color del mismo se asimilaba a la sangría.
A esa discoteca iban jovencitas con el sentido de rumbear
hasta el cansancio y conocer chicos interesantes. El acceso
de las chicas al lugar era más fácil.
Ese viernes santo todo parecía iba a ser igual que siempre;
música, licor y drogas. Esa noche llegó al local un hombre
de estatura alta, bien vestido, con traje blanco y corbata
color negro, llevaba el cabello largo recogido como cola de

El diablo y la psicología —85


caballo. El hombre empezó a pagar las bebidas a todos los
que se encontraban al lado de la barra. Los rumores entre
las chicas corrían:
—¡Es un narco!
—¡No! No chica, debe ser un niño rico.
—¡No, míralo bien, es un empresario!
El hombre empezó a atraer las miradas de todas las muje-
res que estaban allí. A excepción de una que no había queri-
do recibirle nada. Cuentan que el hombre empezó a insistir,
hasta que la dama cayó en el encanto de aquel nuevo Casa-
nova. La invitó a bailar y ella estaba anonadada por la ma-
nera de bailar del hombre como por su belleza espectral.
Quienes estuvieron cerca de la pareja comentan que le
escucharon decir:
—Mírame sólo mi rostro y mis manos para que no pier-
das el encanto. ¡No me vayas a mirar los pies!
La mujer se había hundido y cautivado en los ojos ne-
gros de aquel desconocido. Ojos negros como la noche
más oscura.
Al paso de las horas de estar bailando, la mujer segada
por la curiosidad bajó la mirada y cuál sería su horror al
ver que aquel hermoso hombre no tenía zapatos y en vez
de pies observó que tenía unas horribles pezuñas de cabra.
La mujer de la impresión se desmayó.
El hombre al ver que la mujer había desobedecido como
la mujer de Lot, empezó a bailar de para atrás y de los cas-
cos empezaron a brotar chispas y empezó a arder un fuego
desaforado en aquella parte de la discoteca. El resto de la
multitud imbuida en licor y drogas empezó a percatarse
que había humo y un olor muy fuerte a azufre, por lo que
salieron en desbandada del local.
La leyenda urbana menciona que la mujer se desmayó
enseguida, en el lugar los asistentes al ver que había fue-
go corrieron a la salida: Nadie pudo dar con el hombre
desconocido, pues desapareció del lugar, sin dejar rastro
alguno, como si se hubiese evaporado.

86 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Algunos testigos comentaron que la muchacha cayó en
estado de coma, que parte de su rostro había quedado
quemado y que los familiares solicitaron revisar las cáma-
ras del lugar, pero en los videos las autoridades constata-
ron que la joven tenía en sus manos una copa con el coctel
y luego se veía como bailaba sola por toda la pista. A los
testigos no se les dio credibilidad de haber visto en reali-
dad a aquel hombre. Aun así, la noticia se coló y salió en
primera plana del periódico al día siguiente: ¡Mujer está
en UCI del Hospital después de un supuesto encuentro
con el Diablo en Marios!

El diablo y la psicología —87


EL DIABLO Y LA LITERATURA

“El Diablo no es el príncipe de la materia,


el Diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa,
la verdad jamás tocada por la duda”.
Umberto Eco.

Es difícil encontrar en la historia de la modernidad un


personaje que haya aterrorizado tanto a los seres humanos
como el Diablo, quizá por esa condición de lo espiritual de
hacer daño sin que se crea en él. Desde un punto de vis-
ta literario los ecos de su terrible maleficencia nos siguen
llegando todavía hasta nuestros días. Es así como leemos
por boca de uno de los personajes de la novela Los versos
satánicos de Salman Rushdie que “el mal puede no estar
tan debajo de nuestra superficie como nos gusta suponer,
en realidad nos inclinamos a él naturalmente, es decir, no
contra nuestra naturaleza”.
Al buscar el personaje en la literatura, sin duda el pri-
mer texto que debemos revisar es la Biblia, en cuyo apar-
tado del Apocalipsis, se da una descripción un poco más
detallada de la criatura estudiada (con diez cuernos y siete
cabezas, semejante a una pantera con patas de oso y boca
de león), resulta duro comprender que el Diablo haya po-
dido adquirir esa dimensión tan terrorífica que durante si-
glos ha perseguido a Occidente.
Asimismo, como hemos señalado con anterioridad en
el Antiguo Testamento, se le encuentra en libros como el de
Job, donde aparece como un monstruo marino de nombre
Leviatán. Si vamos al principio, en el Génesis aparece como
una serpiente; luego en libros posteriores se refieren a él
como un ángel caído. También se encarna en personajes

El diablo y la psicología —89


como Lilith, un demonio mujer de largos cabellos y alas; o
en el aspecto de un ángel exterminador; o se arropa bajo el
nombre de Asmodeo.
En el Nuevo Testamento, su presencia se hace notar, sin
mayores rasgos físicos y sólo sabemos de su presencia o
sombra maligna por nombres como: “Maligno”, “Enemigo”,
“Belcebú”, “Mentiroso”, “Príncipe de este mundo”,“Ángel
de Luz”, como en las Epístolas de San Pablo o como el “León
rugiente” en la primera carta de San Pedro.
El primer autor en usar la palabra Diablo fuera de las
Sagradas Escrituras fue Tertuliano (Quinto Septimio Flo-
rente Tertuliano), quien fue un padre de la Iglesia primiti-
va y un prolífico escritor durante la segunda parte del siglo
II y primera parte del siglo III. Lo va mostrar como un ser
que divide, crea odio y cólera dentro de la humanidad.
Teóricos como Muchembled argumenta que en el des-
pertar de la cristiandad, la idea del Diablo, fragmentada
como estaba y obligada a disputar terreno con un sinfín de
seres fantásticos, personajes de leyenda adscritos al folklo-
re o a las creencias paganas que subsistieron durante largo
tiempo en el Imperio Romano, permanecería prácticamen-
te adormecida a lo largo de los primeros mil años de la
historia de la Iglesia41.
Es de la visión de Eco que el texto Apocalypsin, Libri
Duodecim (776 d.C) del beato de Liébana, que trata sobre
el Apocalipsis de Juan, sería uno de los primeros textos en
circular por Europa hacia el siglo X y XI y sus ilustraciones
harían que el horror al fin del mundo permeara desde en-

41
Robert Muchembled.(2002). Historia del Diablo. Siglos XII-XX. Fondo
de Cultura económica. México.

90 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


tonces en el imaginario de la época y empezará a verse al
Diablo como un ser de la fealdad42.
Es hacia el siglo XIV, que aparece una obra decisiva para
darle la entrada por la puerta grande al Diablo en la litera-
tura, nos referimos a La Divina Comedia de Dante, una obra
simbólica que sin duda marcaría ese momento de transición
del Diablo. En el capítulo dedicado al Infierno Dante descri-
be el lugar como un cono invertido, que consta de nueve
círculos o niveles decrecientes, en los cuales se ubican a los
pecadores según sus faltas: mientras más cercanos al fondo,
más grandes fueron sus pecados a lo largo de su vida.
Luego de Dante, el Diablo parece quedar bajo ese influ-
jo, un Satán totalizador y ubicuo que volvería a fragmen-
tarse y a difuminarse lentamente de la vida pública, que-
dando en manos de las iglesias o de círculos especializados
como los ocultistas, esotéricos, entre otros. En pleno siglo
XVI se pensaba que Satanás podía adquirir cualquier for-
ma, convertirse en animal, en mujer u hombre, ser tentador
y horrible a la vez, convertir los minerales en oro, destruir
cosechas, asesinar, volar por los cielos, reptar en el subsue-
lo, convertir los cuerpos decrépitos en jóvenes de nuevo,
adivinar el futuro, engañar, crear ilusiones, entrar en los
cadáveres sepultados en tierra no consagrada.
Y llega el momento del libro El Paraíso Perdido (1667) de
John Milton, el primer literato que reivindica la majestad
del ángel caído, un texto que vuelve a traer a la palestra a
Lucifer quien es lanzando de las inmensidades celestes a
las tenebrosas regiones de la tierra después de querer des-
tronar al Padre Creador con una fuerza revolucionaria y

42
Umberto Eco. (2007). Historia de la fealdad. Lumen. Italia.

El diablo y la psicología —91


libertaria, la quintaesencia de la rebeldía. La epopeya de
Milton es de una enorme energía, una obra dramática, que
sopesa los motivos del pecado original, la expulsión de
Satanás del cielo y los pasajes bíblicos como Isaías 14: 12:
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!
En 1808 nace el Fausto de Goethe, cuyo tema central es la
tragedia de su personaje principal Fausto, cuya búsqueda
de la verdad y del profundo sentido de la vida; lo lleva a
celebrar con Mefistófeles (el Diablo) un pacto en que trueca
su alma a cambio de acceder al conocimiento. Algo agrada-
ble en este nuevo libro dedicado al señor de las mentiras es
su nombre que es una variante del fauno griego de donde
originariamente se crearía la imagen del Diablo:
Fausto: Fauno / Fausto: Fauno / La ST se vuelve en N.
Después de Goethe son muchos los escritores que han
colocado al Diablo como personaje de sus obras, entre los
cuales están: El Diablo Cojuelo del escritor Luis Vélez de
Guevara; Las letanías de Satán de Charles Baudelaire; Los
cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont; Matrimonio
del Cielo y el Infierno de William Blake; Allá abajo de Joris-
Karl Huysmans; Pluma, Lápiz y Veneno de Oscar Wilde; Lo
que el Diablo me dijo de Giovanni Papini; Leviatán de Tomás
Hobbes; Los versos satánicos de Salman Rushdie; Un señor
muy viejo con unas alas enormes de Gabriel García Márquez.

92 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


EL DIABLO Y LA MÚSICA

“—Yo no creo en el Diablo.


—Pues debería, porque él cree en usted”.
De la película: Constantine.

En el interior del estado Táchira, sobre todo en las po-


blaciones de montaña alta se tiene la creencia de que el pri-
mer baile que se da en una fiesta lo hace el Diablo. En esos
mismos lugares algunos señalan que el que afina los ins-
trumentos también es el demonio. ¡No sé hasta dónde esto
sea cierto! Lo cierto que hay música que se ha relacionado
con lo demoníaco. El Diablo tiene diversas connotaciones
sociales y psicológicas. Da alegría a los hombres y los pone
contentos según la creencia popular, ilumina las fiestas y
rumbas, prepara el escenario para el canto, porque él susci-
ta la atracción a la bebida, al baile, a la danza, al contorneo
pecaminoso del cuerpo.
Esto no es nuevo. Ya en 1025 el monje benedictino Guido
d’ Arezzo dejó plasmado en su obra Micrologus de disciplina
artis musicae la sugerencia explícita de no conjugar, en la
tonalidad de do, las notas fa y sí, porque estas formaban el
temido tritono, bautizado luego bajo el nombre de Diabolus
in música (el Diablo en la música). Eran tiempos en que se
asoció al Diablo con este tipo de melodía (así como muchas
otras cosas) ya que la misma sólo estaba reservada para fi-
nes religiosos por la iglesia católica. Era la concepciòn de
los intelectuales de esta Edad Media de que todo tipo de
Arte, debía representar ante todo lo divino y lo bello, por lo
que se terminó creando el mito de que el sonido al que hace
referencia Arezzo servía para invocar al Diablo. Su prohibi-
ción se debió a que es un sonido muy disonante.
El tritono es un intervalo musical de tres tonos, conoci-
El diablo y la psicología —93
do como una quinta disminuida o una cuarta aumentada.
Este intervalo al ser tocado provoca una fuerte disonancia.
O sea, visualizándolo en un piano es tocar las notas Si y Fa
al mismo tiempo. Tocar estas notas provocará un sonido
con mucha tensión o disonancia y por lo tanto se percibirá
muy desagradable.
Me encontraba en mi hogar hará unos cinco años atrás,
creo era el año 2016, estaba con el control remoto buscando
que observar en televisión, en eso me detuve en una de la
televisoras colombianas, no se si RCN o Caracol, lo cierto es
que allí estaba iniciandose la película El violinista del Diablo,
en ese momento escuché por primera vez acerca del tritono y
empece a indagar sobre éste de manera técnica y su relación
con la música, en especial con la música clásica. Allí cono-
cí al gran violinista y compositor italiano Niccolo Paganini.
La pelicula había sido dirigida y escrita por Bernard Rose.
Allí también me encontré con otro artista virtuoso; David
Garrett. El filme narraba la vida de Paganini quien había al-
canzado cierta notoriedad entre la cultura europea del siglo
XIX. Allí se nos mostraba su inicio como violinista infantil
empujado por un padre exigente y ambicioso hasta la apari-
ción de un ser misterioso conocido como Urbani (Jared Ha-
rris), que no es otro que la máscara del Diablo, un hombre
oscuro que lo lleva a convertirse en ícono y se transforma
como cual celestino al introducirlo en amoríos pecaminosos
y escandalosos. Luego un empresario londinense convense
a Paganini a ir a Inglaterra donde conocera una dama que
empieza por decirlo a blanquear su corazón oscuro.
Este filme me llevó a leer e investigar todo lo que en-
contraba sobre el tritono, eso me adentró más a oír música
clásica y Metal. De como Bach hacía uso del tritono en sus
obras como la Toccata y Fuga en Re menor, el mismo Pagani-
ni haciendo una obra maestra llamada Diabolus in Música y

94 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


como la banda Black Sabbath hacía uso excesivo del tritono
en sus riffs, dándole ese característico sonido oscuro en su
música, muy característico posterior del Metal. Confieso
que no soy un estudioso de la música, sólo soy un respe-
tuoso hombre que oye con respeto cada melodía y el señor
Garrett interpretó estas piezas de una manera genial.
En mi investigaciòn remarqué un dato que señalaba que
en “los acordes de séptima menor está el tritono”. Y esos
acordes son muy característicos en Blues y Jazz y todos sus
subgéneros43. Aunque suena incipido para un estudio aca-
démico, en Wikipedia se menciona canciones famosas don-
de se ha usado el tritono por algunas agrupaciones como:
The Beatles y Guns N’ Roses. Igual aparece en sonidos de
Gospel, Bossa Nova, Salsa, entre otros.
Al parecer que el tritono no se inventó para invocar al
Diablo y sí para usarse en distintas variedades de música
de forma muy creativa; aun así la melodía – sobre todo – de
Paganini dejó en el inconsciente colectivo su matrimonio
ambiguo con lo diabolico.

El sueño de Tartini de Louis Leopold Boilly (1824).

43
Denis Arnold. (1983). “Tritono”. En: The New Oxford Companion to
Music. Oxford University Press. Londres.

El diablo y la psicología —95


¡Sí, el Diablo existe! No sólo trabaja desde lo ideológico.
Aunque no sé cómo el hacedor de lo maligno ama y genera
música como elemento perturbador de placer, de bienestar
y de guerra, usando las mismas acepciones de melodías
blancas, en beneficio de su obra destructora oscura.
Desde el inicio la música estuvo al lado de Lucifer. En
Ezequiel 28: 13-19, nos describe la caída de nuestro ene-
migo principal; relatando que éste era esperado por los
instrumentos que serían su fuerte; tamboriles y flautas y
luego serán elementos de la guerra espiritual entre ángeles
y demonios. En el libro de Génesis 4:2 1, se describe que
Jubal fue el padre de todos los que tocan arpa y flauta; éste
era descendiente de Caín. Más adelante vemos en Josué
6:2-20; que queda perfectamente declarado, que la música
es un instrumento de guerra si se usa con este objetivo, y el
Maligno esto lo tiene claro.
No quiero que se tergiverse mi idea. Hay música her-
mosa y bellas canciones. Pero no se me va negar que hay
música mala y disonante. ¿No sé hasta qué punto el Trito-
no es música del Diablo? Sólo agrego ideas de otros. Pero
la tentación es cosa del Diablo.
Amado lector ¿Somos conscientes en verdad de la im-
presionante influencia que puede ejercer la música sobre
nuestras vidas? Pues les comento que el Diablo si lo sabe,
porque él es músico, y como tal se ocupa de hacer de esta
un arma poderosamente mortal, él sabe cuándo una melo-
día (sola o cantada), puede inducir a fornicar, al suicidio, a
la agresión, entre otras cosas. ¡Estoy seguro que al hablar
de música de este estilo no caben personajes tristes como
Bad Bunny, o J. Balvin! Eso no es música y lo que sea es
cosa mala; tanto letra como ritmo, pero como la humani-

96 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


dad está pasando por una enfermedad de deshumaniza-
ción, elementos como esos calan.
Triste es decirlo, pero la sordera musical de estos tiem-
pos es de mal gusto. Beethoven era sordo y vean los resul-
tados. Sigo por lo tanto entonando canciones que son poe-
mas, sino que lo diga Leo Dan: “Para que quiero el mundo
si pierdo el alma…”
Respecto del alma, esta es tocada de diferentes maneras
por el sonido; los sentimientos de una persona (elemen-
tos del alma), son de manera permanente condicionados
por el sonido que le llega a través del oído. Considero que
el alma se desarrolla a la par de la personalidad del hom-
bre, un mismo sonido puede provocar diferentes tipos de
reacciones en esta (escuchar a Bach, puede provocar gozo
en algún oyente, y aburrimiento en otro. Lo mismo ocurre
con un reggaetón, en lo personal no me agrada, pero hay
personas que la consideran música).
El espíritu humano también sufre la influencia de la mú-
sica; si bien es mucho más complicado para quien no estu-
dia a Dios. De allí que uno siente paz al oír un canto grego-
riano, los sonidos de adoración al Padre Creador, penetran
hasta lo más profundo de nosotros ejerciendo una apertura
espiritual que nos acerca a Dios. Igual ocurre con los que
optan por una música que los conecta con el Maligno.
Viene a mi memoria la primera década del siglo XXI,
apareció en España un grupo intitulado Las Ketchup con
una canción que todo el mundo relacionó con el Señor
Tenebroso, esta melodía pegajosa se intituló Aserejé. Esta
canción trajo mucha tela que cortar sobre el tema e inclu-
so se habló que era un juego de palabras del término “a
ser hereje”. En su momento el grupo fue acusado en varias

El diablo y la psicología —97


partes del mundo de ser adoradoras del Diablo44. Tanto
así que en varios países la canción fue prohibida por repre-
sentantes de la Iglesia. Se manejaron varias conjeturas de
que el personaje de la canción; Diego era uno de los tantos
nombres del demonio, por lo tanto, Diego: Diablo. O frases
como “Diego tiene chulería” era la metáfora de “Lucifer
era un ángel hermoso”. Este tema muy pegajoso envolvió
a la juventud de la época al desenfreno, la lujuria, el consu-
mo de drogas, las fiestas nocturnas, incluso se dijo que la
canción explicaba todo el ritual de una misa negra.
Lo más absurdo de la canción era el coro, este decía:
“Aserejé, ja deje tejebe tude jebere, sebiunouba majabi an de bu-
gui an de buididipi”. La canción describía a un hombre lla-
mado Diego, que no se encuentra en sus cinco sentidos por
haber usado drogas. A la fiesta que llega Diego es envuelto
en éxtasis por un ritmo que empieza a sonar y al estar como
poseído y no poderla cantar empieza a decir palabras sin
sentido al ritmo de la melodía.
Ya en la década de los sesenta los Rolling Stone habían
interpretado su emblemática canción Simpatía por el Diablo,
que por cierto sería la canción introductoria de la Banda
Sonora del filme Entrevista con el Vampiro. Desde un princi-
pio muchos fanáticos en el mundo los acusaron de adorar
al Diablo. Este tema es considerado como una obra maes-
tra, pero ha sido señalado como diabólico. ¿Realmente fue
escrito con esa intención? Este sencillo fue incluido en el ál-
bum Beggars Banquet (1968). El tema habla sobre un hombre
rico que presenció los trágicos momentos de la historia; la
crucifixión de Cristo, las cruzadas, la masacre de la familia

44
“Acusan a Las Ketchup de satánicas”. En: La Nación. 23 de octubre de
2002. Honduras.

98 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


imperial rusa, el holocausto y el asesinato de los Kennedy.
Aunque no se menciona su nombre en un principio, al final
pide que sea llamado Lucifer. La canción empieza así:
Por favor, déjame que me presente
Soy un hombre de riquezas y buen gusto
Ando rodando desde hace muchos años, muchos años
He robado el alma y la fe de muchos hombres…
Como todo texto que alude y hace una clara referencia
al Diablo, generó en su momento bastante controversia. Sin
embargo, Mick Jagger aseguró que la idea de escribir esta
canción vino de un libro que leía en ese momento: El maestro
y Margarita de Mijaíl Bulgákov. Según rumores de personas
que profesan diversas religiones, Simpatía por el Diablo fue
una manera conque los Rolling Stones cerraron un pacto
con el Maligno para tener una larga y exitosa carrera.
La canción que en los últimos tiempos se ha escrito de
una manera explícita al Diablo es El señor de la noche in-
terpretada por el reggaetonero Don Omar: “El señor de la
noche/ soy mitad hombre, mitad animal/ el señor de la
noche/ mejor escapa o te va a matar/ el señor de la noche/
con tu corazón no deberías jugar…”
En la década del noventa del siglo XX en Colombia,
una producción televisiva llevó al audiovisual la vida del
cantante y compositor de vallenatos Rafael Escalona, en
esa historia desde el principio está presente la imagen del
Maligno en el personaje Anastacio Espuelas, quien en toda
la serie se transforma en el enemigo icónico de Escalona
(interpretado por Carlos Vives). Al final de esta novela Ra-
fael Escalona se enfrenta al mismo Diablo y para vencerlo
interpreta el padrenuestro al revés. Acá se muestra al acor-
deón como un instrumento demoniaco.
El diablo y la psicología —99
En Venezuela tenemos la leyenda llanera de Florentino
y el Diablo, quienes, a través de un contrapunteo de joro-
po, acompañado de arpa, cuatro y maracas se enfrentan
las fuerzas del bien y el Mal, terminando como vencedor
Florentino al encomendar su canto al santoral cristiano y
al Padre Creador.
A nivel local, en el estado Táchira está el relato de Car-
melo Niño y el Diablo, leyenda que se desarrolló en la pobla-
ción de Santa Ana a mediados del siglo XIX y compilada en
su momento por el doctor psiquiatra y cronista José Joaquín
Villamizar Molina, este episodio al igual que los anteriores
es un contrapunteo, en este caso, entre un hombre de los
andes que acompañado de tiple y mandolina se enfrenta al
demonio y logra vencerlo al acercarse el amanecer.
Como ya se ha visto el Diablo es casi con seguridad; ins-
pirador de composiciones musicales y en algunas leyendas
es presentado como músico. Por lo tanto, el personaje pa-
rece llegar a las mentes de los autores y compositores; de
todo tipo de corriente musical. En la actualidad se asegura
inspira a escribir los hits del momento estando en pleno
contacto mental con el enemigo de Dios. Algunos teólogos
creen que hay músicos que son influidos sólo a través de
sus mentes, en lo que podríamos llamar inspiración; pero
otros más adelantados en su contacto con los demonios,
producen pactos y consagraciones que les otorgan influen-
cia sobre los fans, caen en un juego de seducción, entrega y
esclavitud al Diablo.
Una película como Encrucijada que estuvo bajo la direc-
ción de Walter Hill nos muestra como un músico de blues,
hace un pacto con el Diablo para ser famoso. El joven Euge-
ne Martone estudia guitarra, su gran pasión, en la escuela

100 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


de música Juilliard de Nueva York. Sabe que donde debe ir
para perfeccionar su técnica es a la cuna del blues, al delta
del Río Mississipi, tal y como le ha contado el legendario
bluesman Willie Brown en su habitación del hospital de la
tercera edad de Harlem. Éste, que toca la armónica, vendió
en el pasado su alma al Diablo y escapa de la residencia de
ancianos con Eugene, con la promesa de enseñarle blues,
para dirigirse al sur. Su intención es recuperar su alma lo
mismo que varias partituras que escribió y romper el con-
trato que firmó con Satanás. Éste les está esperando para
luchar y enfrentarse a Martone en un duelo de guitarras en
el que será vencedor el que ponga más alma en su música.
En nuestro país, existe el mito urbano de pactos con el
Diablo en pos de conseguir fama a través de la música, entre
ellos hubo uno; el cantante de rap autodenominado como
Cancerbero, quien termina su vida con el suicidio. El 16 de
enero del 2015 este artista urbano tuiteó una frase que llamó
la atención de sus seguidores en redes sociales: “Toda la
maldad del mundo está en un hombre que se bate a muerte
con otro. ¿Dónde está toda la bondad? ¿Quién ha muerto?”
Esta frase quizá tenía ya un origen en su canción Es épico.
Una historia que recrea ese viaje al Infierno construido en
La Divina Comedia de Dante Alighieri. Quisiera rescatar de
este tema ese duelo entre Cancerbero y el Diablo:
Recordé que en la tierra donde había nacido
Existía una leyenda del Diablo con un tal Florentino
Obviamente un cuento, pero inteligente para irme de este infierno
Infierno literalmente.
Vociferé durante meses que podía con el jefe
Recitando versos entre fuego y heces…
—Empieza, antes que nada, te maldigo
Voy a hacer que sufras el peor de todos los castigos
¿Cómo te atreves a retarme en castellano?

El diablo y la psicología —101


Y en este ritmo tan pobre como el suelo donde te has criado.
(Satán).
—Con más razón, tú deberías avergonzarte
Perder un combate con un Homo sapiens
Además, te explico, se llama Venezuela donde nació este tipo
Y tú no puedes maldecirme porque ya yo estoy maldito…
(Cancerbero).
—A mí, tú no me engañas, mediocre adversario
¿Cómo hablar de odio si tu brazo grita lo contrario?
Tú le has mentido a todos tus seguidores
Con múltiples contradicciones en muchas de tus canciones.
(Satán).
—No entiendes nada a los humanos
Yo sueño con amor porque sé que, en el fondo, nosotros
amamos
Si canto rabia es para desahogar por dentro
Como cuando Cristo echó a los comerciantes de su templo.
(Cancerbero).
—De nuevo hablando tú de cosas que no sabes
Eres un imitador como tu voz, la cual no es tan grave
Lo único grave es que te crean
Pero, aunque la mentira tiene patas, tarde o temprano cojean.
(Satán).
—Me has conmovido ahora que te conozco más, Satanás
No comprendes el arte, tampoco la paz
Mi voz, es más, es más, esta es mi voz que Dios me dio de don
Para tenaz usarla, cual daga en tu corazón. (Cancerbero).
—¿Cómo puedes hablar de Dios si eres ateo?
En tus ojos lo veo, mientras mi candela te consume
Te recuerdo que Dios no existe y lo que viste en aquel túnel
No fue más que simples ángeles comunes. (Satán).
—Dudar y no creer es algo muy distinto
Y si dudo de Dios es porque no lo he visto
Aun así, insisto en recalcarte lo que contigo aprendí
Que reyes habrá muchos, pero siempre tienes que ir a ti.
Y el corazón, tucún-tucún, tucún-tucún… (Cancerbero).

102 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


En este enfrentamiento termina Cancerbero regresando
a la vida tras este viaje épico al infierno. Además de estas
posibilidades, la de inspirar canciones, no podemos desco-
nocer lo que sucede en los escenarios; en esta situación el
músico puede llegar a sentirse más importante que su tarea,
llevando al público a un exitismo delirante, donde se pier-
den los límites. Esos son los falsos dioses, el fanatismo toca
lo religioso. Son momentos que son esperados por el Dia-
blo; músicos sin inhibiciones, público sin inhibiciones, los
demonios danzan sin parar. Si alguien en persona me dice
que lo mejor es el suicidio (como termina este rapero Can-
cerbero), o las relaciones sexuales fuera del matrimonio, o
que es bueno drogarse, o destruir la universidad donde
concurro. ¿No es acaso esto el mandamiento del Diablo?
Pero, así como existen canciones oscuras, a veces apa-
recen composiciones para alertarnos sobre la presencia del
Maligno en este mundo, un ejemplo palpable de ello es el
caso de un cantautor como Juan Luis Guerra y su tema Las
avispas. Las personas bailan este merengue dominicano y
lo disfrutan sin saber que es una canción para Dios, para
defendernos del Diablo. Esta sinfonía en particular está
basada en su totalidad con fragmentos tomados de las Sa-
gradas Escrituras. Así como la gente bailó Aserejé, y no se
preocupó por indagar en su letra, lo mismo ocurre con can-
ciones como Las avispas. Veamos el origen de cada oración
en este canto de luz celestial:
Tengo un Dios admirable en los cielos (Isaías 9: 5)
Y el amor de su Espíritu Santo (Juan 5: 7-8)
Por su gracia yo soy un hombre nuevo (Efesios 4: 22-24)
Y de gozo se llena mi canto (Proverbios 29:6)
De su imagen yo soy un reflejo (Génesis 1: 27)
Que me lleva por siempre en victoria (1 Corintios 15: 57)

El diablo y la psicología —103


Él me ha hecho cabeza y no cola (Deuteronomio 28: 13-14)
En mi Cristo yo todo lo puedo. (Filipenses 4: 13)
Jesús me dijo que me riera (Job 5: 21 -23)
Si el enemigo me tienta en la carrera (Hebreos 12: 1)
Y también me dijo, no te mortifiques (Filipenses 4: 6)
Que yo le envío mis avispas para que lo piquen. (Deute-
ronomio 7: 20)
Tengo un Dios admirable en los cielos que me libra del
mal y temores (Salmo 34: 4, 19)
Es mi roca y mi gran fortaleza (Salmo 18: 1, 2)
Y me colma con sus bendiciones (Efesios 1: 3)
Mi señor siempre me hace justicia (Salmo 9: 4)
Me defiende de los opresores (Salmo 145: 14)
No me deja ni me desampara (Hebreos 13: 6)
Pues mi Dios es Señor de señores. (1ª Timoteo 6: 14, 15).
Un error muy frecuente dentro del ámbito católico, es el
de creer que la única forma de música que conoce el Diablo
es el rock, y todos sus derivados (heavy, trash, death, entre
otros), pero en realidad, desde la historia bíblica hasta el
día de hoy, nos ha comprobado que todo tipo de melodía o
canción, también puede recibir la influencia del enemigo.

104 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


El Diablo y la astrología
EL DIABLO Y LA ASTROLOGÍA

Todo ser vivo tiene luz y sombra. La diferencia en el


tema de la astrología es cuando el uso de esto se hace de
manera consciente. Es el miedo de hacerle daño a otro. Es
un proceso interno de cada persona. Todo individuo evo-
luciona según esta disciplina del saber.
La sombra, a la que hacemos referencia, no desaparece
de uno hasta tomar conciencia de ella, de que la sombra no
es ontológica. O le hago daño a mí, o le hago daño a otro, o
le hago daño al ambiente. Por ejemplo, hablando astrológi-
camente soy una persona que tengo a Júpiter en la casa 6,
y al parecer se me hace fácil conseguir cosas; una casa, un
trabajo, buenas relaciones, ese es mi lado de luz; al hablar
de sombras, las cartas señalan que soy una persona que no
me cuido, en la parte de salud, que lleno vacíos sin sentido,
es decir puedo llevar la comida al exceso, me atraganto,
pero no me lleno, y así se refleja en el lado espiritual. De
allí que esto no sólo ocurre en mí, todos los planetas -me
señala Trina Carballo -tienen sombras y tienen luces, así
como vemos el día debe existir la noche.
Un encuentro con la sombra debería realizarse en espa-
cios adecuados de una relación terapéutica -o en cualquier
otra situación controlada -para que nuestra naturaleza os-
cura se manifieste de manera gradual. De no ser así, las cua-
lidades reprimidas por el ego, puestas en libertad, pueden
tornarse peligrosas. De allí que, si partimos de la idea que
la “sombra” es, entre otras cosas, lo que deseamos, pero
no podemos hacer. Que es lo que hace el personaje Lucifer
de la serie homónima de Netflix, él siempre que encuentra
a una persona en duda o con signos de culpa le pregunta:
¿Dime qué es lo que deseas con más ansias?

El diablo y la psicología —107


En este sentido la gente que busca la astrología para ha-
llar respuestas, ante esa proximidad del lado oscuro, por la
más pequeña señal, por lo común siempre pregunta: ¿Yo
puedo cambiar eso? Por supuesto que sí, se puede renacer
a través del libre albedrío. Lo único que no se puede cam-
biar es la muerte. Dicen que al final del túnel esta la luz ce-
lestial. Ese túnel puede ser la matriz de la madre o la tumba
donde descansará nuestro cuerpo material. Y al hablar de
renacer, por lo tanto, es un proceso de muerte para revivir,
en el sentido cristiano se habla de resurrección.
En el plano de lo astrológico, las fechas son claves. Como
escribir es un proceso de confesión, este libro tiene una fe-
cha de inicio, viéndolo así fue una misión de vida en ese
momento determinado. Vivía un tránsito muy fuerte, que si
no me agarro fuerte la montaña rusa de la vida me hubiese
sacado del carril. Se dice que Pitágoras expresó: “Dios habla
a través de los números”. Pues la astrologa Trina Carballo45
defendiendo su saber expresa que “la astrología es estadísti-
ca, son reglas matemáticas. Y la matemática no falla”46.
Para Jung, en la astrología estaban condensados todos
los conocimientos de la psicología de la antigüedad. Él
supo relacionar los doce signos del zodiaco como patrones
o modelos psicológicos, que habitan en el inconsciente co-
lectivo, convirtiéndose en un compendio de las realidades
psíquicas y configurando a lo que él llamó los “arqueti-
pos”.La astrología consiste “en configuraciones simbólicas
del inconsciente colectivo, que es el tópico principal de la

45
Trina Carballo. “El Diablo desde una perspectiva de la astrología”. En:
Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria de
Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.
46
Ibídem.

108 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


psicología; los planetas son los dioses, símbolos de los po-
deres del inconsciente”47.
Según los estudios realizados por Jung, hay fuerzas in-
visibles que emanan del universo. Esas fuerzas están com-
binándose constantemente y dan lugar a que ocurran los
hechos en la vida de una persona, en astrología recibe el
nombre de tránsitos planetarios. En este sentido la figura
de la sombra “personifica todo lo que el sujeto no reconoce
y lo que, sin embargo, una y otra vez le fuerza, directa o in-
directamente, así por ejemplo, rasgos de carácter de valor
inferior y demás tendencias irreconciliables”48.
Por otro lado, Anderson Reed piensa que el Mal es una
especie de egregor o fuerza cósmica que cobró vida al sepa-
rarse del hombre de esa unidad paradisiaca y prestar aten-
ción tan sólo a sus propias necesidades, a su “ego”. Desde
allí se cree que la energía del Mal aprendió una serie de
técnicas para manipular los niveles físico, mental y emocio-
nal humanos. En ausencia de la satisfacción, los deseos, las
pasiones y sufrimientos se desatan y el Mal cobra fuerza49.
De este modo, es clara la influencia de la astrología en el
psicoanálisis junguiano, ya que, un orden universal desco-
nocido se manifiesta en una situación específica y los mo-
vimientos del universo dan origen a hechos definidos en la
vida de una persona.
Al confrontar la astrología con las creencias cristianas, o
en el mismo ámbito académico este saber es clasificado to-

47
Maximiliano Peralta. (2020). Jung y la Astrología. Kier. Argentina.
48
Carl Gustav Jung. Joseph Campbell y otros. (1994). Encuentros con la
sombra. Editorial Kairos. Barcelona.
49
Anderson Reed. (1990). Gritándole al lobo. Carol Publishimg Group.
New York.

El diablo y la psicología —109


davía como creencias del saber popular. Leer el horóscopo
es visto como pasatiempo de una “persona poco seria”. En
el caso cristiano, es percibido como un grave problema la
creencia en los horóscopos. Hay extremos donde la gente
no sale de su casa sin haber consultado el horóscopo. La
Biblia es clara en este sentido y condena toda clase de pre-
dicciones como contraria a la fe en Dios.
Para el conglomerado católico indudablemente la astro-
logía es vista como un instrumento del Diablo para alejarnos
de la verdadera fe en Cristo. Si hablas con un sacerdote ellos
son del pensar que “un cristiano no debería preguntar a las
estrellas qué deberá hacer tal o cual día”, para un clérigo la
respuesta está en buscar la solución en la Palabra de Dios,
allí esta su voluntad y colocar todo su esfuerzo para que ésta
se realice en su vida. En Deuteronomio 18:10 se señala: “No
permitas que nadie practique la adivinación ni que busque
señales para decir lo que sucederá en el futuro”.
La astrología también es definida como un método de
adivinación (como el tarot o la quiromancia) que se basa
en la idea de que los cuerpos celestiales influyen en la vida
de las personas. De allí que cada individuo posea un signo
zodiacal dependiendo de su fecha de nacimiento (desde
Capricornio en enero hasta Sagitario en diciembre) y se-
gún dicen los astrólogos “el movimiento de los planetas
en cada una de esas constituciones influye en el futuro de
las personas”50.
La Biblia prohíbe, de modo terminante y conciso, la adi-
vinación: ”Y exterminó los agoreros, instituidos por los

50
Trina Carballo. “El Diablo desde una perspectiva de la astrología”. En:
Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria de
Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.

110 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


reyes de Judá en las ciudades de Judá alrededores de Jeru-
salén para sacrificar en los lugares altos; y a aquellos que
quemaban incienso a Baal y al sol, a la luna y a los doce
signos del zodíaco, y a todo los astros del cielos”51.
Como se verifica el zodiaco es nombrado en la Biblia, al
igual la astrología. El siguiente texto de Isaías nos da un
dato interesante: “Pero ¡ah! en medio de la multitud de tus
consejeros, tú te has perdido. Y si no, levántese y sálvense
los agoreros del cielo, que contemplaban las estrellas y con-
taban los meses para pronosticarle lo que había que acon-
tecer. He aquí que se han vuelto como paja, el fuego los ha
devorado…”52 En este fragmento de la historia bíblica Dios
le anticipa a Babilonia su destrucción, debido al maltrato
al que sometieron a los judíos y que ni los astrólogos pu-
dieron evitar tal desastre, no fueron capaces de anticipar la
destrucción que vendría. Esto deja claro que para Dios se-
gún la Biblia son cosas del Maligno. Otras cosas pensaban
sociedades de culturas como la griega, egipcia y persa. De
allí que en las cartas del Tarot aparece el Diablo, queriendo
doblegar a los seres humanos a su voluntad.

51
II Reyes. 23: 5.
52
Isaías, 47: 13-14.

El diablo y la psicología —111


Allan Kardec y el espiritismo
EL DIABLO Y LA PARAPSICOLOGÍA

“El viejo Stefan Ilich dijo:El Diablo no existe. Es una inven-


ción de nuestra raza maligna. Lo han inventado los hombres
para justificar sus torpezas… Créeme. Nosotros, que somos
unos trapaceros, teníamos la necesidad de simular e imaginar
algo que fuese peor que nosotros, como el Diablo”.
Máximo Gorki.

En este capítulo de nuestras reflexiones pudiera hacerse


ruido dentro de la Academia, ya que parece que hablar de
la parapsicología es adentrarnos en temas más cercanos a
la ficción que a la realidad, posturas que no tienen un ba-
samento científico y se sustenta más en lo especulativo por
ser vista esta disciplina como una pseudociencia, más en
nuestros días, tan ansiosos, agitados, movedizos.
Aun así, una aproximación a este saber es por si intere-
sante para el tema que abordamos, ya que una de las pos-
turas de la parapsicología es la de que el Diablo no existe.
Esto se tratará de explicar en este apartado y dilucidar ¿qué
es el Diablo en esta área? o ¿cómo ve a la parapsicología al
Diablo? para dar tal afirmación de su no-existencia.
En este sentido, debemos diferenciar la parapsicología
de lo que es psicología, y por qué no, de la misma psiquia-
tría. La psicología por una parte se encarga de estudiar el
ámbito de la psiquis, la mente, comportamientos y emo-
ciones de las personas, consideradas como manifestacio-
nes normales conscientes del psiquismo humano, mientras
que la psicología profunda estudia los constructos norma-
les inconscientes del mismo; la psiquiatría entra al acto de
manifestaciones consideradas “anormales”. En cambio, al
abordar la definición de parapsicología encontramos que
trata lo concerniente a las actividades paranormales, así

El diablo y la psicología —113


como eventos inusuales que suelen ser de percepción ex-
trasensorial; interacción mente-materia o telequinesis, vida
después de la muerte, entre otros.
Es de advertir que lo llamado “paranormal” no es equiva-
lente a “anormal”, pues se verá que estos fenómenos proce-
den o de individuos normales o considerados por la ciencia
como “anormales” pero en estado de especial conciencia.
Hoy día, en el mundo actual, la psicología está conside-
rada como una ciencia y la parapsicología como una pseu-
dociencia. La diferencia entre la psicología y la parapsico-
logía a mi modo de ver estriba en algo sumamente impor-
tante y ya certificado, por lo que hoy conocemos como la
ciencia oficial, y es la configuración del ser humano desde
un plano mental.
Mientras la psicología se encuadra en el campo de la cien-
cia conocida hoy como oficial y sólo se ocupa de la maquina
(cuerpo humano), la parapsicología se encarga de la consti-
tución real del ser; máquina y energía (cuerpo y espíritu).
Una de las posturas desde la parapsicología en lo refe-
rente al concepto de Diablo, ese “ser de lo malo”, no existe,
según Cárdenas53 pudiéndose inferir que el fenómeno de
lo “diabólico” no está en la máquina, sino que se debiera
abordarse en el campo de la energía.
En este sentido, la postura de Cárdenas; de que el Dia-
blo no existe y que es un constructo mental, hipótesis por
cierto con la que no estoy de acuerdo. Este planteamiento
donde el personaje es visto sólo desde el plano mental y

53
Luis Raúl Cárdenas. “Una mirada parapsicológica sobre el Diablo”.
En: Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria
de Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.

114 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


explicado como un elemento surgido entre lo que se con-
sidera positivo o negativo. Acá pareciera ser que el Diablo
surge en esa atracción de energía hacia lo negativo.
Concuerdo dentro de un estudio parapsicológico con la
exposición que plantea el padre Vélez Correa sobre el Dia-
blo54. El autor señalado infiere que al hablar de “posesión
diabólica se da en el estado de alguien de quien el Diablo
se ha apoderado”. En mi manera de pensar, yo iría un poco
más allá y hablaría de posesión demoniaca, ya que el Dia-
blo como potestad mayor, no necesariamente tiene que es-
tar inmerso en toda persona “poseída”, es decir, al hablar
de posesión demoniaca estamos incluyendo a todo demo-
nio del que se posea constancia u existencia.En este sentido
el padre Amorth señala que “Satanás era el más esplendo-
roso de los ángeles; llegó a ser el peor de los demonios y su
jefe. Porque también los demonios están vinculados entre
sí por una estrechísima jerarquía”55.
Sin caer en la charlatanería o el engaño, Vélez Correa
expone que existen tres actitudes para confrontar el fenó-
meno de la parapsicología desde una manera objetiva: La
primera va referida a los llamados “crédulos”, aquellos
que admiten todo lo maravilloso sin sentido crítico y creen
que la causa de ello es un poder sobrenatural de Dios, de
los ángeles o de los demonios, porque así lo dice el colec-
tivo, aquí entran lo que la ciencia llama “supersticiones”,
casos donde se revela falta de objetividad y realismo en
el fenómeno estudiado y ven la parapsicología como “fa-

54
P. Jaime Vélez Correa, sj. (1999). Parapsicología y religión. Paulinas. Bo-
gotá, Colombia.
55
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San Pa-
blo. Bogotá. P. 15.

El diablo y la psicología —115


natismo espiritista, ocultista, magicista”. La segunda va
referida a los denominados “incrédulos”, individuos que
niegan todo sin admitir discusión sobre temas parapsico-
lógicos expresando los mismos de imposibles en el campo
de la ciencia, “posición muy cómoda, pues elude estudiar
el hecho, negándolo de entrada, sin resolver el problema”.
Como tercer elemento, los “investigadores” que ni admiten
los hechos ni los niegan, sino que los asumen como objeto
de investigación, buscando su objetividad y su causa.
Para poder entender al Diablo dentro de la parapsico-
logía es preciso distanciar algunos conceptos para su com-
paración y reciprocidad. Uno de estos es el de “Demono-
logía”, cuyo argumento es el estudio y clasificación de los
demonios. También se muestra como la práctica de identi-
ficar y exorcizar demonios.
Uno de los grimorios más conocidos en la Edad Media
es el intitulado La Clavícula y el Testamento de Salomón, un
manual de brujos muy usado en esta época, donde se mues-
tra un catálogo de diversos demonios especificando porque
son dañinos cada uno de ellos. Traemos a colación este texto
antiguo para hacer ver que la “Demonología” es eso, todo
aquello que estudia lo demoníaco y dentro de ello se hace
menciones al Diablo, más no está centrado en él. Ya que el
Diablo es el mayor exponente de este submundo, pero no es
el único demonio que ronda la tierra. Además de Satán (el
Diablo por excelencia), la demonología fue elaborando toda
una jerarquía que incluía a: Luzbel, Belcebú, Mammón, Le-
viatán, Belial, Astaroth, Asmodeo, Belfegor, entre otros.
Los demonios según la tradición judeo-cristiana fueron
ángeles caídos, tal como está descrito en Apocalipsis 12:9:
“Así fue abatido aquel dragón descomunal, aquella anti-
gua serpiente, que se llama Diablo, y también Satanás, que

116 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


anda engañando al orbe universo, y fue lanzado y arrojado
a la tierra, y sus ángeles con él”56.
Algunos de los demonios, de atenernos a lo escrito en la
Biblia ya están guardados por su pecado; “Y a los ángeles
que no conservaron su primera dignidad, sino que desam-
pararon su morada, los reservó para el juicio del gran día,
en el abismo tenebroso, con cadenas eternales”57.
Además, dentro de la demonología hemos de entender
que existe un peso determinante de la tarea de identificar
y expulsar, cuando es necesario, a los demonios de diver-
sos escenarios de posesión. Sin embargo, la relación entre
demonios y entidades negativas no siempre se da. No es lo
mismo la demonología expresada en su versión religiosa,
es decir, abordada de los dogmas de una religión, lo cual
presenta una perspectiva diferente a la demonología estu-
diada bajo una vertiente de investigación paranormal.
De allí que el tema de lo demoníaco, en este contexto de
lo parapsicológico, se refiere a la representación común de
una entidad negativa, que necesariamente no es el Diablo,
sino todo aquello que toca “el lado oscuro” de la mente hu-
mana. ¡Claro, no siempre es así! Aun cuando el objeto de la
parapsicología es investigar precisamente aquello que lla-
mamos “maravilloso” o “extraño” o “sorprendente”, pero
que procede de la mente humana.
De allí que un demonólogo puede ser un investigador
paranormal, pero un investigador paranormal, sin los es-
tudios necesarios en demonología, no puede alcanzar los
mismos grados de comprensión del mundo ocultista. Para

56
Sagrada Biblia. (2008). Traducción de la Vulgata Latina por el P. Petisco,
sj., profesor de la Universidad de Salamanca. Círculo de lectores. Bogotá.
57
Epístola católica de San Judas, 1: 6.

El diablo y la psicología —117


formarse bien, un investigador paranormal debe tener
nociones de demonología que le permitan discernir entre
entidades o clasificar sucesos en base a un conocimiento
completo del tipo de entidad con la que se puede contactar.
Unido a ello, sustentarse en todos los trabajos que sobre
exorcismo lleva la Iglesia.
Razones como estas hacen las diferencias entre la psi-
cología y la parapsicología. Un parapsicólogo puede espe-
cializarse en Demonología; al contrario, un psicólogo no se
lo permite por estar establecido en el punto 18 del Código
Deontológico de los psicólogos. Para continuar con nuestra
disertación, es necesario dar a conocer lo que especifica el
punto 18 del Código Deontológico de los psicólogos:
Sin perjuicio de la legítima diversidad de teorías, escuelas
y métodos, el/la Psicólogo/a no utilizará medios o proce-
dimientos que no se hallen suficientemente contrastados,
dentro de los límites del conocimiento científico vigente.
En el caso de investigaciones para poner a prueba técnicas
o instrumentos nuevos, todavía no contrastados, lo hará
saber así a sus clientes antes de su utilización.
Esto no quiere decir que un psicólogo no pueda realizar
una labor como esta.
En el caso actual de nuestra Aula Mater, la Universidad
Bicentenaria de Aragua, están los casos de sacerdotes que
están estudiando la carrera de psicología. Al realizar estas
notas, nos hemos dado cuenta que al abordarlos sugieren
que la mente humana es un enigma que debe abordarse
desde diversas ópticas y hoy la Iglesia permite la transdici-
plinariedad para entender estos fenómenos.
Al ilustrar en esta disciplina, un sujeto de estudio
desde lo parapsicológico, pudiera estructurarse de la
siguiente manera:

118 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


a.- Propiedades del sujeto parapsicológico; es referido
al individuo que ayuda a producir el fenómeno parapsico-
lógico, el cual, si es mental, se dice metagnomo, y si es físico
teleplastia. Esta facultad es congénita pudiéndose adquirir
o perder por accidente o traumatismo.
b.- Estados del sujeto; Esto ocurre por lo común cuan-
do el sujeto se encuentra en un estado especial de incons-
ciencia, en trance, por sugestión o hipnosis. En ese grado
del inconsciente, en el sujeto que se aborda se da un con-
junto de hechos que no son aprehendidos en la concien-
cia sino en una zona psíquica donde el paciente no se da
cuenta de sus actos. “Es una capa oscura y profunda del
psiquismo, en contraposición de la conciencia”58. Pudiera
estar esto emparentado a la idea de Schopenhauer del in-
consciente como “principio ciego de la voluntad” y desde
esta postura, quizá Cárdenas59 le da a la mente el espacio
al concepto de Infierno, y por lo tanto, el lugar natural
donde nacería el Diablo.
Por su parte, Freud al tomar el constructo de lo “incons-
ciente” le da el sentido de primacía sobre el consciente en
los procesos psíquicos y probando que en él radicarían los
instintos causales de enfermedades nerviosas y psíquicas.
La parapsicología según Vélez Correa concluye que el in-
consciente es un estado o capa real del psiquismo que no
sólo explica la actuación de lo histérico, antes atribuida a
un daño cerebral, sino las acciones automáticas como escri-
tura y voces automáticas.

58
Vélez Correa, sj. P. 19.
59
Luis Raúl Cárdenas. “Una mirada parapsicológica sobre el Diablo”.
En: Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria
de Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.

El diablo y la psicología —119


El padre Vélez Correa expresa que la parapsicología ha
sido ignorada por el canon eclesiástico, ya que todo aque-
llo que roza los fenómenos extraños en las actuaciones de
la víctima no pudieran ser efectos de dotes humanas y por
tanto se atribuye al Diablo, aun así basta mencionar los si-
guientes elementos que entrelazan el tema del Diablo con
lo parapsicológico:
• Sansonismo o ejercicio de fuerzas físicas musculares
superiores a las ordinarias de edad y sexo.
• Telecinesia o movimiento a distancia de objetos, o al-
teración de proceder de animales, que por bioenergía
de aquella persona, se sienten alcanzados por fuerza
extraña y reaccionan patéticamente.
• Hiperestesia del inconsciente excitado con que se captan
ideas o deseos, bien mediante señales imperceptibles
como contracciones de la retina o de los parparos,
bien mediante cumberlandismo con que se captan las
repercusiones que todo pensamiento o afecto tiene en
el cuerpo. Esto va en consonancia con la característica
de hablar lenguas extrañas entre los posesos conocida
como xenoglosia.
• Psicofonía o emisión paranormal de sonidos, voces,
música, entre otros, y que, por ser tan extraños se le
atribuyen al Diablo.
• Levitación o elevación y suspensión en el aire del po-
seído, y que se cree es una fuerza diabólica.
• Aporte o penetración de agujas dentro del cuerpo sin
perforar la piel, o como hiloplastia que hace desapare-
cer objetos.
• Ectoplasmia o exteriorización y condensación de la te-
lergía y su afín ecto-colo-plasmia que repite lo anterior,
pero modelando animales u objetos y los arroja por la

120 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


boca, este caso lo pudiéramos visualizar al observar
el filme El Rito con Anthony Hopkins.
• Insensibilización o capacidad de no sentir dolor, causa-
do por fuego o pinchazo en la piel, signo del Diablo,
según la Inquisición, pero hoy obtenido por el incons-
ciente en laboratorio.
• Dermografía o grabación en la piel de una imagen o
idea o huellas de arañazos, entre otras, efectos de
“ideoplasia” y que desde tiempos de las brujas se dijo
ser del demonio.
• Hierognosis con que se distinguen objetos sagrados de
los que no lo son, leyendo el inconsciente de la otra
persona que sabe cuál es sagrado y cuál no.
• Telepatía o captación consciente o inconsciente de ideas,
sugestiones y sentimientos emitidos a distancia, y del
cual el supuesto poseso puede ser emisor o receptor.
• Precognición o conocimiento de un hecho futuro con-
tingente antes de que suceda con las limitaciones an-
tes anotadas.
• Clarividencia o translación mental a un lugar físico lejano
para verlo y comunicarse con personas allí presentes.
• La prosoponesis o duplicación de personalidades, así como
pueden ser efecto de enfermedad psíquica se puede
producir por la hipnosis, lo que prueba poderse in-
ducir por sugestión, y que es frecuente en casos de
“aparente posesión”.
• Tiptología que por telergía produce golpes en puertas
y ruidos, “raps” y que se le atribuyen al Diablo o a
espíritus (espiritismo)60.

60
Vélez Correa, sj. Pp. 195 – 196.

El diablo y la psicología —121


Por lo común, en la sociedad nuestra, los individuos tie-
nen una noción del tema sobre todo desde mediados de la
década de los 80 del siglo XX con la masificación del filme El
exorcista con Linda Blair. El rostro de esta artista quedó aso-
ciado al demonio y los rituales de exorcismo. Antes de esta
película, el ritual de exorcismo era exclusivo de la Iglesia y
sus casos se mantenían bajo la más estricta confidencialidad.
Desde un punto de vista esotérico Maestri reduce al
Diablo a una manifestación de las influencias malignas de
lo astral61. Según esta teoría el personaje estudiado no sería
un ser como tal, sino un aura maléfica para los hombres
donde estarían comprendidos aquellos “fantasmas” de los
seres recientemente fallecidos, criaturas que buscarían vol-
ver a encarnar y necesitaría de materia vital de un ser hu-
mano (cuerpo) para conseguirlo, así como otros fenómenos
tales como las proyecciones psicológicas de las personas
(deseos, pensamientos, odios); las tensiones psíquicas de
los enfermos mentales, videntes, médiums y demás seres
con capacidades para conectarse con el plano astral.

61
M. Maestri. (1974). Diccionario de Ciencias Ocultas. Caymi.

122 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


EL DIABLO Y LA PSIQUIATRÍA

Dios no habría alcanzado nunca al gran público,


sin la ayuda del Diablo.
Jean Coclean.

En este capítulo de la serie dedicada al Diablo, buscamos


dar una hojeada a como se ha visto el personaje dentro de la
psiquiatría. Al parecer del doctor Colmenares62 al mezclar el
tema del Diablo con enfermedades psiquiátricas es un absur-
do, que tuvo su cabida en las miradas médicas de mediados
del siglo XIX y porque no decirlo parte del inicio del siglo
XX con esta creencia. Son dos cosas muy diferentes y hablar
de hechos diabólicos con hechos psiquiátricos no concuerda
con los postulados de esta área de estudio. Para la psiquiatría
la creencia en el Diablo y sus posesiones en personas es una
manifestación que corresponde a una “idea delirante”.
La maldad del Diablo existe y en lo que respecta a la psi-
quiatría no es una enfermedad. En este aspecto el doctor Luis
Enrique Alemán expresa que “las enfermedades mentales
o psicosis tienen un componente sociocultural, porque hay
sectores en los que se considera que estas son un problema
de tipo religioso o puede tener un componente mágico”63.
Esto está emparentado con el caso acaecido en Nicaragua el
28 de febrero del 2017, donde la joven Vilma Trujillo García
habría sido lanzada a una hoguera en una iglesia evangélica
por un grupo de cinco personas, encabezadas por el pas-
tor Juan Gregorio Rocha, de la iglesia Misión Celestial. Este

62
Abel Colmenares. “La maldad del Diablo no es una enfermedad”. En:
Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria de
Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.
63
Revista Nicaraguense de Psiquiatría.

El diablo y la psicología —123


caso fue muy sonado y más cuando la aplicación de un exor-
cismo debe tener una preparación para ello. Lo cierto del
caso es que la joven resultó con quemaduras en el 80% de
su cuerpo y tal acto aberrante por la creencia de que la joven
estaba poseída por un demonio. En este sentido el doctor
Alemán señaló: “Una persona puede hallarse con un tras-
torno mental grave y la familia puede pensar que alguien lo
ha embrujado, o desde el punto de vista religioso se puede
pensar que a la persona se le ha metido un demonio”.
Todo esto, siguiendo el discurso de Colmenares de rela-
cionar enfermedades mentales con posesiones demoniacas
tienen que ver a la influencia que hoy día siguen teniendo
los medios de comunicación. En este aspecto se ha desa-
rrollado desde hace años una campaña para que “no psi-
quiátricen las conductas antisociales”. Y esto debido a que
no hay una solución médica para un problema de índole
social. En este sentido ha sido sumamente fundamental la
contribución que realizó a la psiquiatría Philippe Pinel.
Philippe Pinel nació el 20 de abril de 1745 dentro de una
familia de médicos, en Jonquières, cerca de Castres en Fran-
cia. Realizó sus estudios clásicos en el colegio de Lavaur
y, más tarde, los religiosos en el de la Esquille en Tolosa.
Sin embargo, se dio cuenta que su verdadera vocación era
la medicina por lo que abandonó la sotana para estudiarla.
Durante gran parte de su vida estuvo escribiendo, tradu-
ciendo y editando diferentes trabajos, ya que las estrictas
regulaciones de la época le impedían practicar la medicina.
La Facultad de Medicina en París no reconocía el grado de
doctor a los alumnos de universidades de provincia como
Tolosa. Por lo que tuvo que sobrevivir gracias a lecciones
particulares de matemáticas y a la redacción de artículos mé-

124 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


dicos. En 1784 se convirtió en editor de la Gazette de Santé,
una gaceta poco prestigiosa de cuatro páginas que aparecía
semanalmente. Fue por esos años cuando comenzó a desa-
rrollar su interés por el estudio de las enfermedades menta-
les. Su incursión en esta materia fue personal; un muy buen
amigo se encontraba en un estado de “melancolía nerviosa”
que más tarde degeneró en “manía” y terminó en suicidio.
Esta experiencia, lo llevó a trabajar en uno de los mejores
sanatorios privados para el tratamiento de las enfermeda-
des mentales en París. Pinel estuvo cinco años realizando
observaciones de los enfermos y, a partir de ellas, las catalo-
gó y trató. Fue nombrado médico en el hospicio de Bicêtre,
donde trabajó desde el 11 de septiembre de 1793 hasta el
29 de abril de 1795. Pinel se comenzó a preguntar la razón
del por qué esos enfermos estaban encerrados en Bicêtre. A
los pocos días, recibió una tabla con comentarios del cela-
dor del recinto, Jean Baptiste Pussin, donde comprendió la
importancia del tratamiento moral en su dimensión institu-
cional. Pinel se dedicó a observar y tomar nota de los pro-
gresos de los pacientes. Su objetivo era detallar, de manera
específica, las enfermedades de cada enfermo. Pinel llamó
a su labor “tratamiento moral”, y muchos de sus principios
conservan su valor hasta hoy. En su obra Tratado de la Ins-
ania (1801), clasificó las enfermedades mentales en cuatro
tipos: Manía, melancolía, idiotez y demencia, explicando su
origen por la herencia y las influencias ambientales. Con la
obra de Pinel y sus seguidores, la psiquiatría sustituyó la
especulación por la observación empírica.
A pesar de haber desarrollado el tratamiento moral, an-
teriormente aplicado por los médicos ingleses, pudo de-
mostrar que siempre hay en el alienado trazas de razón
que permiten restablecer el diálogo interrumpido por la

El diablo y la psicología —125


locura. Se interesó en la reglamentación de la institución
hospitalaria psiquiátrica, a la que se llamó “asilo”. Pudo
demostrar la importancia de las relaciones con el ambiente
familiar, el medio, los otros enfermos, en el desencadena-
miento, la persistencia, el agravamiento de la enfermedad
mental. Se ocupó de la disciplina, la regulación de la vida
de los enfermos, su clasificación rigurosa, el aislamiento de
los más peligrosos. Insistió en la necesidad de que el médi-
co participase en la administración hospitalaria. Con estas
nuevas concepciones, Pinel fue el verdadero precursor de
la formulación de la reglamentación psiquiátrica.
En este sentido desde la psiquiatría, la maldad del Dia-
blo existe y no es una enfermedad. Para ello esta disciplina
del saber está muy clara en las fronteras entre la locura y
lo demoniaco. Y la Iglesia cuando tiene en sus manos un
caso de supuesto exorcismo, primero descarta que el indi-
viduo sea sometido a tratamiento psiquiátrico, si allí no se
encuentra la respuesta es cuando la religión actúa.
Ante los actos violentos que presenta un supuesto “po-
seso”, lo primero que se hace es un estudio sistemático
del paciente bajo la óptica de la psiquiatría forense, esta
rama ayuda a las personas con trastornos mentales que
son miradas como un riesgo para el público. Se evalúa en
la mayor parte de casos a personas violentas y trata a los
delincuentes en las prisiones, los hospitales de seguridad
y los miembros de la comunidad con trastornos mentales.
La especialidad también investiga la correlación entre los
trastornos mentales y los comportamientos delictivos y
trabaja con organismos de justicia penal. Los psiquiatras
forenses trabajan junto con la policía, el servicio de liber-
tad condicional, los tribunales y las prisiones y en muchos

126 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


casos levantan expedientes para conocer el origen, muchos
de ellos llegando a la violencia familiar.
Otra conducta que se estudia en el paciente para descar-
tar una posesión demoniaca tiene que ver con el sentimien-
to negativo y de ficción del que se cree en esta condición.
En los expedientes revisados a nivel del estado Táchira
se encuentran varios casos de personas con algún tipo de
desorden psiquiátrico, sin embargo, hasta ahora ninguno
se ha sometido a un exorcismo por considerar que dichas
enfermedades no tienen nada que ver con el Diablo. La
mayor parte de pacientes sufren o sufrieron algún tipo de
desorden neurológico o psiquiátrico.
Por lo general, en términos psiquiátricos, aquellas perso-
nas que sienten estar poseídas por el Diablo u otro demonio
pueden estar padeciendo -según el Manual de Psiquiatría
DSM5- de “un desorden de identidad disociativa en forma
de posesión”. Esta enfermedad expresa en su sintomatología
perturbación del paciente de su identidad (dos o más perso-
nalidades), lapsos de memoria y elementos que causan ma-
lestar clínicamente significativo en la vida social y laboral. Por
lo general se ha llegado a conclusiones médicas que esta en-
fermedad está asociada a traumas sufridos durante la niñez.
A través del tiempo hemos revisado casos donde no sólo
personas con desorden de identidad asociativa han sido
catalogadas como “posesas”, sino personas que padecen
epilepsia, esquizofrenia o incluso síndrome de Tourette64.
Es así como se encuentran aún casos recientes de enfermos

64
Elena Geminiani, Giampero Marra y Irini Moustake. Análisis de fac-
tores penalizados de un solo grupo y de varios grupos: un enfoque de
algoritmo de región de confianza con selección automática integrada
de parámetros de ajuste múltiple. En: Psychometrika 86, 65–95 (2021).

El diablo y la psicología —127


psiquiátricos asociados al tema de “lo demoniaco”. En el
2016 fue muy sonada la historia de una mujer africana de
30 años que había sufrido abusos físicos y sexuales desde
los ocho años, las noticias señalaban que fue sometida a un
exorcismo por la iglesia pentecostal debido a sus cambios de
personalidad entre otros síntomas. En la puesta en escena
del ritual y al verse atada y frente a un hombre que la some-
tía (supuesto exorcista), volvió a recordar su trauma y a ex-
perimentar dolorosos recuerdos, agudizando su problema
psiquiátrico. Los médicos que la trataron después encontra-
ron que ella poseía un desorden de identidad disociativa65.
Otro relato es el de una mujer de 28 años en España que
fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide y estaba
bajo tratamiento farmacológico que la mantenía bajo cierta
estabilidad. La mujer fue llevada a un sacerdote para que
este diera su opinión y éste dijo que su comportamiento
era debido a estar poseída por un demonio, por esto “la
sometieron a numerosos exorcismos, interrumpieron su
tratamiento médico y agravaron su condición”66.
Un tercer caso es el de un individuo de la India, relaciona-
do con conductas criminales, porque según él estaba poseí-
do. Este hombre fue sometido de igual manera a exorcismo,
luego fue llevado a un médico que le hizo seguimiento a su
conducta y lo diagnosticó con esquizofrenia paranoide y fue
tratado con antipsicóticos y el paciente empezó a mejorar67.

65
Pietkiewicz, 2017. Citado por: “Exorcismo en el siglo XXI: ¡No es el
Diablo es tu cerebro! Pablo Muñoz Llancao. 13 de septiembre de 2019.
Latercera.com
66
Tajima, 2011. Citado por: “Exorcismo en el siglo XXI: ¡No es el Diablo es tu
cerebro! Pablo Muñoz Llancao. 13 de septiembre de 2019. Latercera.com
67
Hale, 1994. Citado por: “Exorcismo en el siglo XXI: ¡No es el Diablo es tu
cerebro! Pablo Muñoz Llancao. 13 de septiembre de 2019. Latercera.com

128 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


En esta variante, cuando el hombre escucha voces que lo
llaman y lo torturan, la solución parece ser que ese indivi-
duo está loco. Esta versión de la historia se viene practican-
do desde el siglo XIX, cuando empezaron a crearse centros
psiquiátricos para este tipo de pacientes. El hombre crea
nuevos mitos ante aquellos problemas que no tienen solu-
ción, por preguntas sin respuestas sólidas que lo atormen-
tan en su interior y le desespera por no tener explicaciones
de la naturaleza, del hombre y del mundo.
Otra enfermedad relacionada con posesiones demo-
niacas es la Encefalitis por anticuerpos contra el receptor
de NMDA. Los síntomas de estos varían desde la pérdida
de memoria, trastornos cognitivos y de comportamiento,
alucinaciones, delirios, convulsiones, movimientos anor-
males, entre otros. Un ejemplo bastante ilustrativo de esta
enfermedad está en la película Cerebro bajo fuego protagoni-
zada por Chloë Grace Moretz.
Colmenares expresa que la psiquiatría respeta la creen-
cia de la Iglesia en el personaje de Satanás como el máximo
adversario de Dios. Él considera que esa creencia básica en
el Diablo es difícil de erradicar de la psiquis humana a pe-
sar de vivir en una época materialista y de los más grandes
avances de la tecnología en que se nos da una explicación
lógica de todo. Donde ya no estamos en la época medieval
de bibliotecas cerradas y libros atados a cadenas, sino en
un tiempo que sólo basta hundir una tecla en la computa-
dora en el buscador de Google y cualquier concepto está a
la disposición del lector68.

68
Abel Colmenares. “La maldad del Diablo no es una enfermedad”. En:
Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria de
Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.

El diablo y la psicología —129


EL DIABLO Y LA RELIGIÓN

“El demonio tomará distintas formas. Pero no temas


—dijo al aprendiz— confía en el Bien que alberga tu corazón”.
El hombre y los seis demonios.
Relato taoísta. 206 a. c. – 219 d. c.

Es claro que las diversas creencias religiosas desde los


orígenes de la civilización han polarizado los conceptos del
bien y el Mal, sea con base en un mito, parábolas o fabu-
las para contar una historia separando estos elementos de
la vida terrena y ubicándolos en batallas seculares entre
dioses y demonios (politeísmo); o entre Dios y el demonio
(monoteísmo). Estos relatos tienen un objetivo claro, el de
premiar o castigar al hombre: Cielo o infierno.
Aun cuando hay creencias religiosas como el zoroastris-
mo69 donde el personaje que alude al Diablo no es visto
como un ente maligno sino una representación del Mal que
se vincula con la elección moral de los practicantes, es de-
cir, el Diablo según esta creencia está en cada individuo
y son las decisiones las que se acercan o alejan del bien y
cada quien es libre y responsable de sus actos.
Esto es quizá una de las partes más complicadas, cuando
un laico aborda temas que pareciera ser sólo uso del clero.
Pero abordar al personaje sin su descripción desde un enfo-
que teológico quedaría a medias tintas este texto, pues como
ya se ha dicho el Diablo existe y está allí, no conocerlo es
peor, hay que conocerlo para saber sus tretas y engaños. En
los años de las décadasde los 40, 50 y 60 del siglo XX, Spen-

69
Uno de los elementos a resaltar de esta religión es la creencia de que en
todos los seres vivientes coexisten un espíritu llamado Angra Mainyu,
que impulsa a cada individuo a tomar decisiones buenas o malas.

El diablo y la psicología —131


gler en su libro La decadencia de Occidente70 ya remarcaba que
“la vida en este mundo, es una lucha continua y desesperada
contra el Diablo”, este autor al abordar al personaje termina
concluyendo que es el único enigma que tiene el individuo.
De allí que la presencia del Diablo y de su acción apa-
rezca como advertencia en el Catecismo de la iglesia ca-
tólica: Esta dramática condición que yace “el mundo todo
está poseído del mal espíritu” (Epístola 1 de San Juan: 5,
19). Esta sentencia hace que la vida de todo hombre bajo la
creencia cristiana sea una lucha.“Toda la historia humana
se encuentra envuelta en una tremenda lucha contra el po-
der de las tinieblas; lucha que comenzó ya en el origen del
mundo, y que durará, como dice el Señor, hasta el último
día. Inserto en esta batalla, el hombre debe combatir sin
descanso para poder mantenerse unido al bien; no puede
conseguir su unidad interior si no es al precio de grandes
esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios”71.
La caída del Diablo del cielo es descrita simbólicamente
en Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:12–15. Cuando él fue expul-
sado y dejó de ser Lucifer para transformarse en Satanás,
se señala que el Diablo no fue lanzado a la tierra solo, sino
junto a él un tercio de ángeles que se habían unido a su
rebelión72. Eran ángeles que habían pecado73. Al rebelarse a
Dios esos ángeles caídos se transformaron en demonios.

70
Osvaldo Spengler. (1940). La decadencia de Occidente. Biblioteca de
Ideas del Siglo XX. Madrid.
71
Presentación oficial del cardenal Medina Estévez, prefecto de la Congre-
gación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos en la sala de
Prensa de la Santa Sede, martes 26 de enero de 1999.
72
Apocalipsis. 12: 4.
73
Judas. 6.

132 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Asimismo, en la Epístola de San Pablo a los Efesios 6:12, se
hace ver que los demonios eran criaturas libres para vagar
sobre la tierra: “Porque no es nuestra pelea solamente con-
tra hombres de carne y sangre, sino contra los príncipes y
potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mun-
do, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires”.
Esto se fortalece en Colosenses 2:15:
Y despojando con esto a los principados y potestades in-
fernales, los sacó valerosamente en público, y llevólos de-
lante de sí, triunfando de ellos en su propia persona, o por
su pasión y muerte.
En la primera Epístola de San Pedro, capítulo 5; versículo 8
se advierte al lector: “Sed sobrios, y estad en continua vela;
porque vuestro enemigo el Diablo anda girando como león
rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devo-
rar”. A su vez en la Epístola de San Pablo a los Efesios (6: 11) se
invita a estar “revestíos de toda la armadura de Dios, para
poder contrarrestar las asechanzas del Diablo”.
La Biblia es un libro de predestinación, allí se nos cuenta
como empieza todo y como ningún otro libro nos relata el
fin de la humanidad, como texto sagrado es el que da más
indicios de la existencia del Diablo.
Lástima que la humanidad ha perdido no sólo la fe, sino
incluso a veces también dudan de la existencia del mismo
Dios. De allí que en la segunda Epístola de San Pablo a los Te-
salonicenses se resalta que “fiel es Dios, que os fortalecerá, y
defendería del espíritu maligno” (3: 3).
El adjetivo griego “Diablo” es mencionado en los evan-
gelios de Mateo y Lucas. En el evangelio de Mateo, el tér-
mino “Diablo” aparece en seis ocasiones, mientras que Lu-
cas lo emplea cinco. En ambos evangelios, la palabra “Dia-

El diablo y la psicología —133


blo” está relacionada con la tentación de Jesús. En Mateo
leemos en un primer acercamiento:
• En aquella sazón, Jesús fue conducido del Espíritu
Santo al desierto, para que fuese tentado allí por el
Diablo (4: 1).
• Después de esto le transportó el Diablo a la santa ciu-
dad de Jerusalén, y le puso sobre lo alto del templo;
(4: 5).
• Todavía le subió el Diablo a un monte muy encumbra-
do, y mostróle todos los reinos del mundo y la gloria
de ellos. (4: 8).
• Con esto le dejó el Diablo; y he aquí que se acercaron
los ángeles y le servían.
En Lucas se muestra de la siguiente forma:
• Donde estuvo cuarenta días, y allí era tentado del Dia-
blo. En esos días no comió nada, y al cabo de ellos
tuvo hambre. (4: 2).
• Por lo que le dijo el Diablo: Si tú eres el Hijo de dios, di
a esta piedra que se convierta en pan. (4: 3).
• Entonces el Diablo le condujo a un elevado monte, y
le puso a la vista en un instante todos los reinos de la
redondez de la tierra. (4: 5).
• Acabadas todas estas tentaciones, el Diablo se retiró
de él, hasta otro tiempo.
En estos mismos evangelios aparece la figura del Diablo
a través de parábolas:
• El enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del
mundo; los segadores son los ángeles; (Mateo, 13: 39).
• Al mismo tiempo dirá a los que estarán en la izquier-
da: Apartaos de mí, malditos: id al fuego eterno, que

134 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


fue destinado para el Diablo y sus ángeles, o minis-
tros. (Mateo, 25: 41).
• Los granos sembrados a lo largo del camino, signifi-
can aquellos que la escuchan, sí; pero viene luego el
Diablo, y se la saca del corazón, para que no crean y
se salven; (Lucas, 8: 12).
Parece ser que tanto Mateo como Lucas presentan al Dia-
blo como un ser real que trata de destruir la obra de Jesús. De
allí que en el Evangelio de San Mateo se abogue: “Y no nos de-
jes caer en la tentación. Más líbranos del mal. Amen” (6:13).
Por otra parte, San Juan emplea en su evangelio el tér-
mino “Diablo” en tres oportunidades; en dos ocasiones se
refiere a Judas, quien fue instrumento del Diablo para en-
tregar a Jesús:
• Replicóles Jesús: Pues qué, ¿no soy yo el que os escogí
a todos doce, y con todo, uno de vosotros es un Dia-
blo? (6: 70).
• Y así acabada la cena, cuando ya el Diablo había suge-
rido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, el
designio de entregarle. (13: 2).
En otra oportunidad Jesús llama a los fariseos “vosotros
sois hijos del Diablo” (Juan 8:44). Parece ser que Juan em-
plea la palabra “Diablo” de una manera diferente a como
lo hacen Mateo y Lucas. Estos últimos se enfocan en el Dia-
blo como un ser que ataca a Jesús y su pueblo sin interme-
diarios; es decir, el Diablo no utiliza agentes humanos para
su propósito. Por otro lado, el evangelio de Juan describe
que el Diablo usa agentes humanos para destruir la obra
de Cristo (Judas y los fariseos). Veamos con más detalle
en el Evangelio de San Juan estos elementos cuando Jesús se
dirige a escribas y fariseos:

El diablo y la psicología —135


Vosotros sois hijos del Diablo, y así queréis satisfacer los
deseos de vuestro padre: él fue homicida desde el princi-
pio, y creado justo no permaneció en la verdad; y así no
hay verdad en él; cuando dice mentira, habla como quien
es, por ser de suyo mentiroso, y padre de la mentira.
En los Hechos de los apóstoles se vuelve a remarcar la sim-
biosis entre el Diablo y el tema de la tentación:
3. Más Pedro le dijo: Ananías, ¿cómo ha tentado Satanás tu
corazón, para que mintieses al Espíritu Santo, reteniendo
parte del precio de ese campo? 4 ¿Quién te gritaba el conser-
varlo? Y aunque lo hubieses vendido, ¿no estaba su precio a
tu disposición? ¿Pues a qué fin has planeado en tu corazón
esta trampa? No mentiste a hombres, sino a Dios. (5: 3-4).
Los demonios, como seres espirituales, se da a entender
que tienen la capacidad de tomar posesión de un cuerpo
físico. La posesión demoníaca se produce cuando el cuer-
po de una persona es totalmente controlado por un de-
monio74. Esto no puede pasar a un hijo de Dios, puesto
que el Espíritu Santo reside en el corazón del creyente en
Jesucristo (1ª Juan 4:4)75.
Veamos otras partes de la Biblia donde se menciona al
Diablo:
• Epístola de San Pablo a los Efesios 4: 26 – 27: “Si os eno-
jáis, no queráis pecar; no sea que se os ponga el sol estan-
do todavía airados. No deis lugar o entrada al Diablo”.
• Epístola Católica de Santiago 4: 7. “Estad pues suje-

74
Padre Gustavo Roa. “Diablo y exorcismo dentro de la Iglesia Católi-
ca”. En: Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicente-
naria de Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.
75
4. Vosotros, hijitos míos, de Dios sois, y habéis vencido a aquél, por-
que el que está con vosotros y os ayuda con su gracia, es mayor que el
espíritu del Anticristo que está en el mundo.

136 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


tos a Dios; y resistid con su gracia al Diablo, y huira
de vosotros”.
• Primera Epístola de San Juan 3:8. “Quien comete pe-
cado, del Diablo es hijo, porque el Diablo desde el
momento de su caída continúa pecando. Por eso vino
el hijo de Dios, para deshacer las obras del Diablo”.
• Epístola de San Pablo a los Romanos 16: 20. “El Dios
de la paz quebrante y abata presto a Satanás debajo
de vuestros pies. La gracia de nuestro señor Jesucristo
sea con vosotros”.
• Primera Epístola de San Pablo a los Corintios 7:5 “No
queráis pues defraudaros el derecho recíproco, a no
ser por algún tiempo de común acuerdo, para dedica-
ros a la oración; y después volved a cohabitar, no sea
que tiente Satanás por vuestra inconsistencia”.
El adjetivo griego “Diablo” aparece cinco veces en el li-
bro del Apocalipsis. En dos de ellos, Juan describe al ene-
migo de Dios junto a los otros tres términos presentados
en este escrito (Apocalipsis, 12:976 / 20:277). En las otras tres
citas la forma en que Juan emplea la palabra “Diablo” es
similar a como lo hace en su evangelio. En la primera cita,
Juan menciona que el Diablo echará a algunos cristianos
en la cárcel (Apocalipsis, 2:10)78. La segunda mención del
término “Diablo” se encuentra en el capítulo 12, donde lee-

76
9. Así fue abatido aquel dragón descomunal, aquella antigua serpiente,
que se llama Diablo, y también Satanás, que anda engañando al orbe
universo, y fue lanzado y arrojado a la tierra, y sus ángeles con él.
77
2. Y agarró al dragón, esto es, a aquella serpiente antigua, que es el
Diablo y Satanás, y le encadenó por mil años.
78
10. No temas nada de los que has de padecer. Mira que el Diablo ha de
meter a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis tentados en la
fe, y seréis atribulados por diez días. Se fiel hasta la muerte, y te daré
la corona de la vida eterna.

El diablo y la psicología —137


mos: “Por tanto, regocijaos ¡oh cielos, y los que en ellos
moráis! ¡Ay de la tierra y del mar! porque el Diablo bajó a
vosotros, arrojado del cielo, y está lleno de furor, sabiendo
que le queda poco tiempo” (Apocalipsis, 12:12). Este texto
describe que el cielo se alegra al ver que el Diablo es expul-
sado; sin embargo, hay un lamento por los moradores de la
tierra y del mar, ya que el Diablo ha descendido hacia ellos
con ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
En el Apocalipsis, se predice el fin del Diablo en el in-
fierno, sufriendo como todas las otras almas que han caído
ahí. La mejor imagen que representa gráficamente esto es
una especie de postal medieval realizada por los Herma-
nos Linbourg (1385-1416), en la que se observa la figura de
Lucifer siendo torturado por una variedad de demonios, se
observa a Satanás acostado sobre una cama ardiente y las
llamas son producidas por los cuerpos de los condenados,
mientras dos demonios más grandes son encargados de
soplar para que las llamas se mantengan. Lucifer pareciera
en este cuadro que va devorando cuerpos por su boca en
llamas mientras vocifera maldiciones.

138 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


El exorcismo, un arma para confrontar al Diablo
EXORCISMOS, UN ARMA CONTRA
LO DEMONIACO
“La voz del diablo es dulce de escuchar”.
Stephen King

Durante siglos la civilización occidental consideró como


actos demoniacos multitud de fenómenos cuyo significado
se le escapaba al raciocinio humano, hoy los propios exor-
cistas sostienen que apenas unas pocas de las presuntas
posesiones diabólicas podrían considerarse como tales. La
tendencia actual apunta a enfocarlas como un fenómeno
complejo, en que confluyen diversos elementos psicopato-
lógicos, psicológicos y psiquiátricos.
Un exorcismo como la mayoría se lo imagina se adecua a
los estándares de las películas donde se muestra al “poseso”
contorsionando el cuerpo de manera incontrolable, con una
fuerza descomunal que no puede ser sujetada entre varios
individuos, pasando por estado de catalepsia, de sonambu-
lismo y de desdoblamiento de personalidad. Se ventila que
pueden hablar otros idiomas, levitaciones, movimientos de
objetos, luces que se apagan, señales y marcas en la piel.
La Iglesia dio luz pública al tema del exorcismo en el
siglo XVI en el contexto histórico llamado “periodo de la
Contrarreforma”. Así es como aparece en Europa el primer
texto oficial intitulado De exorcismis et supplicationibus qui-
busdan (De exorcismo y ciertas suplicaciones, 1614).
Con la aparición del denominado Siglo de las Luces y
el avance en diversas áreas del conocimiento, la creencia
en el Diablo poseyendo gente comenzó a ser considerada
una superstición y su uso disminuyó, ya que las nuevas
ciencias consideraban que este apartado de la iglesia no era

El diablo y la psicología —141


objetivo ni científico. Aun así, los exorcismos continuaron
dándose. Ilustremos este apartado con algunos testimonios
que se han codificado a través del tiempo, iniciemos con el
manuscrito que se encuentra en los Archivos de Ars, allí en
la capilla de San Juan Bautista, ante la presencia de 8 testi-
gos y el Padre Vianney, el 25 de enero de 1840. El extraño
escrito se intitula: Dialogo entre una posesa de los alrededores
de Puy, en el Velay, y el Cura de Ars:
Posesa: Yo soy inmortal.
Cura: ¡Entonces serás la única persona del mundo que no
morirá?
Posesa: No he cometido más que un sólo pecado en toda mi
vida y a quien lo quiera le hago participe de él. Levanta la
mano y absuélveme. Levántala que tal vez sea para bien mío.
Cura (Hablando en latín): ¿Tu quis es?
Posesa (contestando en la misma lengua): Magister caput.
(Y continuando en francés): ¡Cochino sapo negro, ¡cuán-
to me hacer padecer! Tú y yo nos hacemos mutuamente
la guerra. Ya veremos quién de los dos queda victorioso.
Pero has de saber que hagas lo que hagas, más de una vez
has de trabajar para mí. Tú crees que todos están bien dis-
puestos y preparados y no es así… ¿Por qué haces el exa-
men de conciencia a tus penitentes? ¿A qué tantas pregun-
tas e indagaciones? ¿No les basta con el que yo les hago?
Cura: ¡Ah! ¿Pero eres tú el encargado de hacer el examen
de conciencia de mis penitentes? Es a Dios a quien recu-
rren antes de proceder a su examen.
Posesa: Sí, de boquilla. Te digo que su examen lo hago yo.
Paso en la iglesia bastante más tiempo del que tú crees. Mi
cuerpo se va, pero queda mi espíritu… Me gusta que haya
en ella apariencia y frivolidad… No todos los que vienen
se salvan. Lo que ocurre es que tú eres un avaricioso.
Cura: No creo serlo. Poco es lo que tengo y aun lo poco
que poseo lo doy de corazón.

142 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Posesa: No me refiero a esa clase de avaricia sino a otra muy
distinta. Tú eres avaro, pero de almas y me arrebatas todas
las que puedes. Sin embargo, ya procuraré recuperarlas.
Entre otras me has quitado una que viste de negro, que no
dudo habré de conseguir pronto de nuevo… Además, eres
un mentiroso. Hace tiempo que vienes diciendo que te vas
a ir de aquí y nunca te marchas. ¿Por qué haces eso? Mu-
chos otros de tu edad se retiran a descansar y tú, no. ¿Por
qué no los imitas? ¡Ya has trabajado bastante! Pensabas irte
a Lyon, pero allí serías tan avaricioso o más que aquí. Tam-
bién has pensado apartarte del mundo y vivir en un lugar
solitario. ¿Por qué no pones en práctica ese proyecto?
Cura: ¡Tienes otros reproches más que echarme en cara?
Posesa: El domingo último logré distraerte bastante en
la Misa, ¿no es cierto? ¿Te acuerdas? (Así había sido, en
efecto, habiendo experimentado el santo cura una extra-
ña turbación). Tu traje violeta (el Sr. Obispo) te ha escrito
últimamente; pero debido a mis esfuerzos, se ha olvidado
de una cosa muy esencial que le ha disgustado sobrema-
nera (El padre Vianney había recibido cartas de su prelado
aquel mismo día).
Cura: ¡Permitirá su Ilustrísima que me vaya?
Posesa: Te quiere demasiado. Si no fuese por esa… (La en-
demoniada designo a la Santísima Virgen con un califica-
tivo muy irreverente) ya estarías bien lejos de aquí. Hemos
hecho todo lo posible ante el traje violeta para sacarte de
este pueblo, pero no lo hemos logrado por culpa de… (La
santísima Virgen). Tu traje violeta es tan avariento como
tú y me hace sufrir lo mismo que tú. Pero no importa: lo te-
nemos adormecido sobre un abuso que se extiende por su
diócesis… ¡Ea! Levanta ya tu mano sobre mí, como haces
con tantos otros que vienen todos los días. Tú crees que los
conviertes a todos y te engañas. Por un momento sí que lo
consigues, más luego hago yo otra vez lo que me place con
ellos. En mi catalogo no faltan feligreses tuyos.

El diablo y la psicología —143


Cura: ¿Qué tienes que decirme de Fulano de Tal? (un sa-
cerdote de sólida virtud).
Posesa: ¡No lo quiero! (Y acompañó estas palabras con vi-
sible rabia y apretando horriblemente los dientes).
Cura: ¿Y de Zutano?
Posesa: Ese ya es otra cosa. Nos deja actuar a nuestras an-
chas. Hay sapos negros que no me dan tanto tormento como
tú. ¿Yo mismo les ayudó la misa y ellos la dicen por mí?
Cura: ¿También haces tú de monaguillo?
Posesa: Tú me partes. ¡Ah, si no te protegiera esa…! (La
santísima Virgen). ¡Pero paciencia! Otros castillos más
fuertes que tú hemos derribado. Aun no te has muerto.
¿Por qué madrugas tanto? Con eso desobedeces al traje
violeta que te ha mandado a cuidar de tu salud… Predicas
llanamente y así pasas por ignorante. ¿Por qué no lo haces
de manera grandilocuente como los predicadores de las
ciudades? Me gustan los sermones que no señalan defec-
tos ni fustigan vicio alguno, dejando vivir a todo el mundo
a sus anchas libertades. En tu catequesis es cierto que hay
algunos que se duermen, pero otros están muy atentos y
reciben en sus corazones tus enseñanzas…
Cura: ¿Qué dices de los bailes?
Posesa: En los bailes me quedo tan mudo como en un jardín79.
Es preciso señalar que en la idea de Cárdenas80 de que el
Diablo no existe y que la posesión sería causa de las actua-
ciones del supuesto poseído, por lo que el mismo poseso
sería consiente de lo que le pasa y sin embargo no puede
éste infeliz impedir lo que dice y hace. De ser así, y el Diablo

79
G. Pasquali. (1958). ¿Nadie ha venido del más allá? Ediciones Pauli-
nas. Madrid. PP. 240-243.
80
Luis Raúl Cárdenas. “Una mirada parapsicológica sobre el Diablo”.
En: Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicentenaria
de Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.

144 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


fuese una inventiva del cerebro donde quedan esas actua-
ciones que escapan del dominio del individuo poseído. Hay
autores como Balducci81, Llauge82 y Starobinski83 presentan
la tesis de que el demonio es un agente interno, al contra-
rio de otros, como el padre Amorth84 o Baker85 que ven las
posesiones incluso como una “infestación” y esa tentación
en la que el papel de los demonios es externa. Ya hemos
comentado el caso de Anneliese Michel, su historia inspiró
la película El exorcismo de Emily Rose. Anneliese fue diag-
nosticada con psicosis epiléptica, depresión y alucinaciones
auditivas. Su familia lo atribuyó a una posesión demoníaca,
y fue objeto de cerca de setenta exorcismos y se argumentó
que al final tuvo un encuentro con la Virgen María. Falleció
por inanición a manos de un sacerdote y sus padres fueron
encontrados culpables de homicidio por negligencia.
Cuando la tensión explotó, Annelise86 pasó a gritar obsce-
nidades y blasfemias, cambiaba de voz, corría desnuda por
la casa, vomitaba, los cabellos se erizaban, se contorsionaba,
saltaba, se golpeaba la cabeza contra las paredes, cambiaba
de personalidad y de voces, y hasta presentaba fenómenos
parapsicológicos como “osmogénesis” (olores) y demogra-
fías (estigmas), movimientos de objetos (telequinesia), oía
ruidos inexistentes (alucinaciones), orinaba en el suelo y lo
lamìa con la lengua, con los dientes arrancó la cabeza de un
pájaro. Además de Lucifer y otros demonios, se estaban ma-
nifestando en ella espíritus malignos muertos como Caín,
Judas, Hithler y hasta de un sacerdote P. Fresischmann del

81
La posesión diabólica. (1994). Ediciones Paulinas. Bogotá.
82
Los pactos diabólicos. (1975). Bruguera. 1era. Edición. España.
83
La posesión demoniaca. (1976). Ediciones Taurus. Tres Estudios. Madrid.
84
Gabriele Amorth. (1999). Narraciones de un exorcista. Ediciones San
Pablo. Bogotá. P. 15.
85
Roger Baker. (1988). El demonio y los exorcismos. Lidiun. Bogotá.
86
Niña de 15 años en Klingenberg, Baviera.

El diablo y la psicología —145


siglo XVIII sospechoso de haber asesinado a su amante y
cuya característica era gritar: “Heil, Heil”. (Testimonio escri-
to en 1976 del exorcista P. Rodewyk a su Obispo)87.
El padre José Fortea, otro reconocido exorcista, en su
libro Exorcística88 indica dentro de sus consideraciones pas-
torales que en el ministerio del exorcismo “es muy conve-
niente que las personas del equipo del exorcista se consa-
gren a María”. Más adelante señala: “tenemos que recono-
cer que somos tan poca cosa, tan débiles, que lo único que
podemos hacer en esta lucha espiritual es ocultarnos bajo
el manto de María, incluso en su santísimo vientre como un
niño que está en su seno, tranquilo y dejándose llevar”.

Curiosidades del Táchira:


Tarjeta de un exorcista laico en la entidad en los años 80

Así, pues el Diablo está presente en el mundo y se es-


fuerza de continuo por aumentar el número de los con-
denados. A este aspecto valdría recordar las palabras de
Santo Tomas: “El fin que se propone el Diablo es poner al
hombre en estado de oposición a Dios”.

87
Compilado por el Padre Jaime Vélez Correa, sj. (1999). Parapsicología
y religión. Ediciones Paulinas. Colombia. Pp. 185 – 186.
88
José Antonio Fortea. (2021). Exorcística. Cuestiones relativas al demonio, la
posesión y el exorcismo. Forteniana Opera Daemoniaca. Tomo II. Sekotia.

146 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


De allí que el demonio, como ser astuto trata de pasar
desapercibido y hacer creer al hombre de su no existen-
cia. Su juego es el de aparentar que sólo es un cuento para
asustar niños. Una treta para que se olviden de él, para ac-
tuar con mayor desenvoltura y eficacia. Sus víctimas son
incontables, y al abordar a un sacerdote sobre esto expresa:
“Las pruebas más irrefutables de su existencia es cuando
por su debilidad por la humanidad se transforma en un
ladrón de cuerpos, en ese momento de posesión, es cuando
la Iglesia lo confronta a través del exorcismo”.
Quizá por eso veo con bastante optimismo que, dentro
de nuestra Universidad, varios sacerdotes están viendo a
la Psicología como un elemento importante para conjugar
con su sacerdocio y su saber teológico y filosofal. Y es im-
portante, ya que dentro del elemento de un exorcismo; el
juicio del sacerdote es clave y determinante para saber si
nos encontramos ante algo clínico o más bien un demonio
en potencia atacando a una persona.
El exorcismo es un “acto sacramental”, no “sacramen-
to” nos explica el padre Vélez Correa, instituido por la
Iglesia para significar y conferir dones espirituales por
intercesión de ella misma, en nombre de Dios. Por lo tan-
to, nos expresa el Padre Amorth “sólo al sacerdote autori-
zado, además del obispo exorcizante (¡ojalá los hubiera!)
corresponde el nombre de exorcista”89. Esta postura del
Padre Amorth nos hace ruido, ya que el Concilio Vaticano
II, Capítulo III Lumen Gentiun N° 29 al hablar del diacono
(ordenado como ministerio menor) expresa que él puede
“administrar los sacramentales”.

89
P. 33.

El diablo y la psicología —147


Por otra parte, Amorth dice que la Iglesia, para dar ma-
yor eficacia a este poder dado por Cristo “y para salvaguar-
dar a los fieles de embusteros y magos, instituyo un sacra-
mental especial, el exorcismo, que puede ser administrado
exclusivamente por obispos o por sacerdotes”90. Ahora,
surge otra duda; ¿qué ocurriera si un laico tuviera que en-
frentar al demonio por la ausencia de un sacerdote en un
caso de posesión diabólica? Entendemos que todo laico es
un hombre y una mujer que unidos bajo el concepto de
familia y en lo sacramental estén casados, y para estar ca-
sado debe estar bautizado y no haber sido ordenado. Pero
si para administrar un exorcismo se necesitan, primero ad-
ministrar los sacramentales; agua, aceite y sal, ser hombre
de fe y no temer a las fuerzas del Mal, ¿acaso no pudiera
un laico en un caso extremo practicar este principio para
confrontar esa batalla espiritual contra el Diablo? Y de ser
necesario eso que señala Amorth, porque el Concilio Vati-
cano II habla de un sacerdocio común:
El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial
o jerárquico, aunque difieren esencial y no sólo gradual-
mente, se ordenan el uno al otro, pues cada uno participa
de forma peculiar del único sacerdocio de Cristo. Porque
el sacerdote ministerial, en virtud de la sagrada potestad
que posee, forma y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el
sacrificio eucarístico en la persona de Cristo, ofreciéndolo
a Dios en nombre de todo el pueblo; los fieles, en cambio,
en virtud de su sacerdocio real concurren a la oblación de
la Eucaristía, y lo ejercen con la recepción de los sacramen-
tos, con la oración y acción de gracias, con el testimonio de
una vida santa, con la abnegación y caridad operante91.

90
P. 33.
91
Capítulo II. El pueblo de Dios. 9. “El sacerdocio común”. En: Concilio
Vaticano II. Documentos completos. Ediciones Paulinas. Bogotá.

148 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


Tras varias historias documentadas de exorcismos, mu-
chos se han preguntado si existe alguna explicación lógi-
ca para las posesiones demoníacas. Algunas de ellas son:
Esquizofrenia, sugestión, síndrome de Tourette, epilepsia,
o experiencias traumáticas. Para Porot, la posesión es una
“forma o delirio en la que el enfermo se cree habitado por
un ser sobrenatural (especialmente el demonio: demonopa-
tía)”92. Según esta variante el enfermo piensa que el Diablo
habla por su boca, mueve su lengua a pesar suyo y dirige
sus movimientos, esta frecuente intrusión de temas diabó-
licos en la psicosis dio el nacimiento a la demonopatía; en
esta denominación se engloban las diversas manifestacio-
nes de las posesiones achacadas al Diablo.
Lo cierto es que estos casos han inspirado libros, pelícu-
las, documentales y siguen intrigándonos. Aquí colocamos
algunos exorcismos reales que han sido registrados en los
últimos tiempos:
• El caso de Clara Germana Cele; en 1906, trabajaba como
misionera en Sudáfrica. Se explica en su expediente
que Clara hizo un pacto con el Diablo y desde en-
tonces comenzó a actuar extraño: demostró conocer
secretos que nadie sabía, tenía fuerza extraordinaria
y levitaba según testigos en varias direcciones. Des-
pués de dos días de exorcismo, los demonios fueron
retirados de su cuerpo.
• El caso de Anna Ecklund; se dice que Anna, en ese en-
tonces de 14 años, la maldijeron su padre y su tía, por
eso actuaba de forma inusual. Su primer exorcismo
fue en 1912 y fue considerado exitoso, pero en 1928
volvió a ser víctima de posesión demoníaca y se cuen-

92
Antoine Porot. (1962). Diccionario de psiquiatría. Barcelona. Labor.

El diablo y la psicología —149


ta que hacía ruidos como de gato, hablaba en lenguas
que no existían, e incluso levitaba.
• El caso de Roland Doe; inspiró la emblemática película
El exorcista. Tras la muerte de su tía, Robbie Mann-
heim (su verdadero nombre) empezó a experimentar
con una tabla ouija y su familia empezó a notar un
comportamiento extraño y una aversión inusual a
símbolos religiosos. Tenía catorce años. Después de
varios meses y unos treinta exorcismos, el espíritu sa-
lió de su cuerpo.
• El caso de Michael Taylor; este hombre vivía en Ingla-
terra, donde trabajaba como carnicero. Su esposa con-
sideró que Michael actuaba de forma errática y extra-
ña, por lo que se le practicó un exorcismo, entre el 5
y el 7 de octubre de 1974. Los sacerdotes afirmaron
que le sacaron más de cuarenta demonios, excepto el
demonio del asesinato. Horas después del exorcismo,
el hombre mató brutalmente a su esposa y a su perro.
Fue encontrado por la policía horas después, todo cu-
bierto de sangre.
• La endemoniada de Barrancas; en el año 2002 en el sitio
de Barrancas, sector popular de San Cristóbal, un sa-
cerdote de la Diócesis practicó un exorcismo sobre
una joven a la que llamaremos Fanny. Se cuenta que
esta joven era estudiante de bachillerato y por explo-
rar el juego de la ouija abrió un portal y permitió que
a su cuerpo ingresara un demonio. A partir de allí
la joven empezó a desmayarse y hablar de manera
extraña. En su casa empezaron a sonar ruidos extra-
ños, quienes acudieron a verla ya no conocían a la
joven de antaño, parecía haber envejecido de manera
prematura, escupía al sacerdote y le lanzaba orines

150 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


y heces. Se pudo ver movimientos de objetos y levi-
taciones de la muchacha. Al final el sacerdote logró
aplacar a aquel demonio y logró que la muchacha
volviera a su estado normal y alejado para siempre
del mundo demoniaco93.

93
Testimonio de Derlly González, catequista de la parroquia de la San-
tísima Trinidad en el sector de Pirineos, San Cristóbal. Archivo de José
Antonio Pulido-Zambrano, serie: Entrevistas sobre exorcismos.

El diablo y la psicología —151


Lucifer confronta su sombra ante la Psicología.
EL DIABLO Y LA PSICOLOGÍA

Al adentrarnos a estudiar al Diablo dentro de la discipli-


na de la psicología, se homologa el dúo Dios-Diablo a la lu-
cha entre el bien y el Mal dentro de la conciencia humana,
así lo ve esta ciencia. En esta línea argumental cabe la misi-
va del poeta Paul Valéry a su amigo Pierre Louys: “Yo creo
que Dios existe y el Diablo también, pero en nosotros”.
Los estudios psicológicos en torno a la figura del Diablo
no son frecuentes. Quizá por lo que encierra el personaje
dentro de la psiquis humana, que muchas veces trasgrede
los límites del miedo. En esta línea argumental aparece un
trabajo muy interesante en la revista Nature Communica-
tion94 donde se analizó la regulación del miedo en la acti-
vidad humana. Allí se describe un estudio realizado sobre
este elemento perturbador y se explica que, en dicha acti-
vidad de las neuronas presentes en regiones del cerebro,
entre las que destacan la amígdala y el hipocampo, al inser-
tarle electrodos, los investigadores llegaron a ver que las
neuronas de la amígdala incrementaron su actividad antes
que el hipocampo cuando los individuos expuestos a este
experimento miraban alguna escena de películas de horror
como el caso de El exorcista. Concluyendo este experimento
que la amígdala procesa el miedo y el hipocampo lo guar-
da. Por lo que se pudiera inferir desde esta área del saber
que de sentir miedo de lo demoniaco, no sería cuestión del
Diablo sino del cerebro humano.
Viene a mi pensamiento un personaje de la saga Harry
Potter, me refiero a Sirius Black quien expresa: “El mun-

94
Febrero 2017.

El diablo y la psicología —153


do no se divide en buenos y malos, todos tenemos luz y
oscuridad en nuestro interior, lo que importa es que parte
elegimos potenciar”.
Al estudiar el tema del Mal en este contexto hemos ob-
servado que en lo “negativo” el ser humano siempre ha
creado una especie de perseguidor del mundo de lo sobre-
natural (criaturas que están fuera de toda explicación cien-
tífica) para explicar así todo aquello malo que se da a nues-
tro alrededor y sufrimos contra nuestra voluntad. En este
sentido Rodríguez expresa la siguiente argumentación:
“Los demonios encarnan proyecciones de los impulsos re-
chazados y al mismo tiempo cumplen el papel de intentos
de solución al enigma del mal”95. Este autor plantea que, si
Dios es bueno y perfecto, sería la razón del bien. Por lo que
sí existe también el Mal, que no puede achacarse al bien y
de remontarse a un principio malvado, que en una concep-
ción monoteísta-monárquica no puede ser divino. Desde
esta perspectiva también ha sido estudiado el tema de los
“endemoniados” desde una postura psicológica.
Es así como desde la postura freudiana la presencia del
Diablo estaría entretejida con el miedo, la obediencia acríti-
ca o ciega a la imagen del padre (como estado psicológico),
así como la dependencia total del individuo en la infancia,
la angustia de no saber, de preguntar y recibir respuestas
negativas. En un segundo nivel la psicología desde esta vi-
sión le da un puesto al sentimiento de culpa a la creación
psicológica del demonio. Por lo que el Diablo encarnaría
“proyecciones de los impulsos rechazados y al mismo

95
Mauro Rodríguez. (1977). La teología católica ante el psicólogo. Barcelona.
Herder. P. 61.

154 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


tiempo cumplen el papel de intentos de solución del enig-
ma del mal… Más adelante el Diablo explicará no sólo el
mal en el mundo, sino también en cada individuo”96.
De este modo el Diablo terminaría siendo según un en-
foque psicológico la excusa para el hombre achacar sus fal-
tas y el chivo expiatorio de muchas deficiencias humanas y
de muchos de sus conflictos. De allí que ese libre albedrío
del que se habla en la religión, a la hora de toma de deci-
siones, entre lo que es bueno o es malo, en psicología se
conoce como “juicio”.
Como se ha hecho referencia, el Diablo tiene una cer-
canía al dios griego Pan, de él se dice que tenía muy mal
carácter, sobre todo cuando era despertado de su siesta de
mediodía, por lo que se levantaba malhumorado a espan-
tar a todos los rebaños de ovejas, de allí provendría la pa-
labra “pánico”, en psicología pánico es esa sensación que
es descrita por muchas personas que dicen haber tenido un
encuentro con el Diablo97. Su obra en la tierra consiste en
incitar a cometer transgresiones, provocar deseos sexuales,
que incluyen prácticas ortodoxas o desviadas como; sodo-
mía, felación, bestialismo. Como Señor de la Noche provo-
ca enfermedades y la muerte.
Pienso como otros que el Diablo es una metáfora de las
sombras que llevamos en nuestro ser interior de luz. El de-
monio y la sombra: el problema del Mal desde la psicología
analítica de Carl Gustav Jung.

96
Mauro Rodríguez. (1977). La teología católica ante el psicólogo. Barcelona.
Herder. P. 161.
97
María Daniela Contreras León. “Una concepción psicoanalítica del Dia-
blo”. En: Conversatorio: El Diablo y la Psicología. Universidad Bicente-
naria de Aragua. Sede Táchira. San Cristóbal, 11 de junio de 2021.

El diablo y la psicología —155


Por una parte, debemos señalar que el psicoanálisis
ortodoxo, desde Freud, ha postulado que Dios es una es-
tructura mental cuyo origen está en la psiquis humana.
Y si Dios, según esta hipótesis es una creación humana,
es decir, el hombre crea a Dios a su imagen y semejanza,
iríamos en contra de lo que afirma los escritos bíblicos. De
ser así esta postura habría tantos dioses como hombres y
mujeres sobre la tierra.
Por ello, en esta misma línea argumental, la psicología
también plantea que el Diablo es una realidad psíquica.
Esta versión, aunque es ambigua, pues la psicología ni afir-
ma ni niega la existencia objetiva del Diablo, sólo avala la
existencia psíquica del Diablo. No hay cultura sobre el pla-
neta, ni época alguna en que un pueblo humano no se haya
dado esa noción del Mal y lo demoniaco.
En este sentido, desde una mirada de la psicología, este
estudio al Diablo entraría dentro de la “Demonomanía”,
que no es otra cosa que la “creencia delirante de estar
poseso bajo el dominio del demonio o espíritu. También
creencia de hallarse en relación con ellos. Se observa prin-
cipalmente en la paranoia, en la llamada parálisis general
y como manifestación histérica”98.
Según Porot existen varios tipos de demonopatías:
• La dannomanía o delirio de condenación;
• Demonomanía interna, es la que responde a una va-
riedad del síndrome de posesión, con automotismo
motor o verbal y alucinaciones cenestésicas;
• Los delirios de íncubos y súcubos, relativos a las con-
vicciones de comercio sexual, en el primero de los

98
Friedrich Dorsch. (1976). Diccionario de psicología. Herder. Barcelona.

156 —Víctor Hugo Cárdenas Borrero


casos, entre las mujeres y el demonio (relativamen-
te frecuente en las alucinaciones genitales), y en el
segundo de los casos (excepcional) entre un hombre
y el demonio, presentándose este último bajo la apa-
riencia de mujer.99
En la psique primitiva, sumergida mayormente en el
magma difuso de la inconsciencia, emerge la noción de lo
Maligno. Lo que se ha ido planteando a lo largo de este
manuscrito de la existencia del Diablo, sin duda pasa por
la existencia de Dios. Ya que el lenguaje ambiguo como se
han ido construyendo ambos (Dios y el Diablo) están asen-
tados más en fe y creencia, en el concepto de espirituali-
dad. Pienso que, desde esta postura psicológica y humana,
fundamentado en la idea de lo religioso se puede analizar
lo que es el Diablo desde la psicología.

99
Antoine Porot. (1962). Diccionario de psiquiatría. Barcelona. Labor.

El diablo y la psicología —157


Este libro
El diablo y la psicologìa
(El mal, lo demonìaco y la postmodernidad)
de Vìctor Hugo Cárdenas Borrero
fue impreso en Rubio,
Municipio Junín del Estado Táchira,
República Bolivariana de Venezuela,
el día 30 de noviembre de 2021.
Fue compuesto en Book Antigua en 11 puntos,
impreso en papel Bond de 75 grs. (Tripa)
y Propalcote de 280 grs. (Tapas).
Cuadernillos cosidos a mano.
Victor Hugo Cárdenas Borrero
San Antonio del Táchira, -1981

Realizó sus estudios de prima-


ria y secundaria en el Colegio
Parroquial Sanmiguel hacién-
dose Bachiller en Humanida-
des en 1999. Continua estu-
dios en el Seminario Mayor
de San José de Cúcuta, Norte de Santander (2000–2006). Egresado tiempo
después del instituto Universitario Santo Tomas de Aquino como Licenciado en
Educacion, mención: Filosofía. Procede a realizar la Maestría en Orientación en
la Sexualidad en Bianco. Más adelante realiza estudios de educación mención
teología en el Instituto Eclesiástico Santo Tomas de Aquino. Hoy es Coordina-
dor General por el estado Táchira de la Universidad Bicentenaria de Aragua.

***
En el mundo postmoderno en que nos encontramos hay un
desconocimiento por el origen del Mal, mucha gente pasa a
creer en su afán, en su ingenuidad o en su ignorancia que
el Diablo no existe, que esa lucha milenaria en la humani-
dad entre el bien y el Mal no es verdad, la ve sólo como un
mito, un filme, un cuento.
Pero la realidad es otra, pues en nuestra vida cotidiana, el
Mal es una realidad difícil de entender y vivir. Porque está
allí, pero el hombre poco estudia a ese enemigo y de allí que
el Mal se ha convertido en parte de su cotidianidad.

Colección Aldea en la niebla

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