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ROTARY CLUB

Por Alberto José Bondesío

Paul Harris fundador del Rotary International.

El Rotary Club, asociación de hombres, preferentemente de negocios y profesionales,


que se proponen moralizar y mejorar los espíritus contribuyendo a la paz universal
mediante la práctica de una moral sin dogmas y de un laicismo y naturalismo absolutos,
es la masonería internacional esparcida por todo el mundo, como noviciado de la Orden,
para probar, ensayar y conquistar adeptos.

Sus jefes son elegidos por los masones residentes en la ciudad norteamericana de
Evanston, Illinois, cerca de Chicago, sede del organismo central.

Su nombre surgió de la costumbre de celebrar las reuniones del primer club


por “rotación” en los distintos despachos de los socios fundadores.

El “mallete”, distintivo del venerable maestro de la logia masónica, es también el


distintivo del presidente del club rotario; y la bandera blanca de los masones es el
emblema de los rotarios, que han sustituido en ella el águila de dos cabezas por la rueda
dentada.

Fue fundado el Rotary Club, o Círculo de la Rueda Dentada, el 23 de febrero de 1905 en


Chicago por el abogado masón Paul Harris, estableciéndose en nuestro país el 8 de
noviembre de 1919. Todos sus primeros miembros fueron masones, y hoy en día
muchos masones son socios del Rotary como rotarios de la masonería.

Manifestó el fundador: “Nuestro plan hace caso omiso de todo credo y glorifica los


hechos. Rotary está abierto a protestantes, católicos, judíos, musulmanes, cristianos,
budistas y ateos. ¿Vamos a ser retrógrados, o debemos ir adelante con el progreso de
los tiempos?.

El hacer caso omiso de todo credo y glorificar los hechos es uno de los postulados
fundamentales de la masonería.
Expresado en otras palabras significa: racionalismo en doctrina, naturalismo o laicismo
en moral e indiferentismo absoluto en religión.

En mayo de 1936 el Gobernador del distrito 63 manifestaba respecto a la


religión: “ni siquiera debemos acordarnos de ella”.

Por otra parte el rotario William Mayer afirmaba en México que “todos y cada uno de
los rotarios deben desterrar de sus mentes los prejuicios de religión y de
nacionalidad”.

En 1944 el rotario argentino Dr. del Forno aseguró que “la moral sin dogmas forma la
conciencia del Rotary”.

De estas declaraciones podemos inferir que para un rotario es muy fácil hablar de
tolerancia religiosa en su propaganda laicista; pues, si en nada cree, todo para él resulta
la misma cosa.

Por demás reveladoras resultan las palabras del rotario argentino Salvador Díaz Moreno
quién afirmaba: “al Rotary no le interesa la religión ni los dogmas revelados; ni dioses,
ni tampoco los santos. El Rotary vive de la realidad del presente; pero en sus entrañas
se gesta una “nueva religión laica” de la amistad. El porvenir dirá si tendrá o no su
Olimpo”.

El masón español Pérez Torreblanca decía en la Asamblea de la


Masonería Simbólica de España: “Por sus orígenes los clubes rotarios cumplen una
función internacional muy parecida a la masónica, aunque la limitación de sus fines los
coloque en la situación de hermanos menores de nuestra Orden. La masonería debe
colaborar en este movimiento para que no se desnaturalicen sus fines primordiales. El
movimiento rotario, condenado por la Iglesia y perseguido por los obispos, merece una
simpática consideración, e incluso el apoyo de integrarlo allí donde las posibilidades
masónicas lo permitan”.

Cabría, luego de todos estos testimonios mencionar aquello de que “a confesión de parte
relevo de prueba”.

El Episcopado español en pleno, a mediados del siglo XX condenó en forma expresa al


Rotary Club.

El que fuera primado de Toledo, Monseñor Segura y Sáenz escribía en una pastoral: “El
Rotary hace profesión de un laicismo absoluto y de una indiferencia religiosa universal,
intentando moralizar a los individuos y a las sociedades con total prescindencia de
nuestra Santa Madre la Iglesia Católica. Mientras predican una moral sin religión para
llegar a la paz universal, ocultan, bajo un aspecto comercial, recreativo, filantrópico,
pedagógico, neutral, pero siempre laico, la negación de la moral verdadera y de la
verdadera religión, que tratan de sustituir con una religión que no es la de Jesucristo”.
En la Resolución Nº 87 del Episcopado Argentino (no derogada hasta el presente)
ordena lo siguiente: “Deben nuestros fieles andar muy cautos en dar su nombre y apoyo
a asociaciones de carácter internacional con principios doctrinarios opuestos a las
enseñanzas de la Iglesia y con gobierno sustraído a toda dirección e influencia de la
misma. Entre esas asociaciones se puede incluir con justicia al Rotary Club”.

El Santo Papa Pío XI  decía en su encíclica Mortálium ánimos del 6 de enero de 1928 al
referirse a todo sistema ético que no se base en los principios cristianos: “..las tentativas
de acuerdo en este terreno, no pueden, en ninguna manera, obtener la aprobación de
los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que
todas las religiones son, con poca diferencia, igualmente buenas. Cuantos sustenten esa
opinión poco a poco vienen a parar en el naturalismo y ateísmo”.

L’Observatore Romano, órgano oficioso de la Santa Sede hacía referencia en uno de sus


números al “carácter antirreligioso y anticatólico del rotarismo”.

La Santa Sede, respondiendo a la consulta de los Obispos, lo prohibió terminantemente


para todos los clérigos en su “non éxpedit” del 4 de febrero de 1929 y luego Pío XII 
repitió tal prohibición el 11 de enero de 1951, añadiendo para los fieles en general  una
exhortación, en la cual les aconseja que se cuiden de pertenecer a sociedades
condenadas por la Iglesia, o simplemente sospechosas, a tenor del canon 684 del Código
de Derecho Canónico.

Pablo VI en “Insegnamenti di Paolo VI”, III, Vaticano 1965 (867-868) manifiesta su


deseo de que los clubes rotarios “sin cambiar su estilo y su programa, de la misma
manera que es seria y elevada la expresión cultural y científica, mantengan una actitud
respetuosa ante los valores espirituales y religiosos y no quede marginado el maestro
de la Humanidad, Cristo Señor nuestro”.

La “invocación” que abre todas las reuniones de los rotarios ofrece una muestra de esta
marginación. En ella está latente el deísmo, típico de la masonería regular ya que en su
escueta mención a “Dios”, también en las regiones de mayoría cristiana, parece recoger
la insistencia masónica en lo común a todas las religiones y en la igualdad de todas
ellas, al menos en la vertiente pública. Lo específicamente cristiano o de cualquier otra
religión queda así recluido en el foco interno de la conciencia individual o dentro de sus
templos.

Estos importantísimos documentos al día de la fecha siguen teniendo vigencia habida


cuenta que no ha sido emitido por el Vaticano nada en contrario.

En el año 1964 decía el masón W.Godward que la Masonería y el Rotary compartían


por caminos diferentes los mismos objetivos.

En el año 1975 el rotario Juan Di Filippo (Rotary Club Rosario Norte) reconocía
que solamente algunos rotarios y masones tenían acceso al conocimiento sobre el
estrecho vínculo que unían a ambas instituciones.
El célebre pensador inglés Chésterton la define como: “una organización sin alma,
desprovista de toda dignidad espiritual. El compañerismo rotario no tiene nada de
cristiano y su teoría de la propia suficiencia es la más negra de las modernas herejías.
El hombre no se basta a sí mismo, debe apoyarse en Dios; y el rotarismo prescinde de
toda idea divina en las relaciones humanas. La hermandad de los hombres necesita de
la paternidad de Dios. Cuando se suprime o evita la creencia en lo sobrenatural, como
hace el Rotary…….”.-

Cuando el fundador del Rotary afirmaba que “Nuestro plan hace caso omiso de
todo credo y glorifica los hechos” es importante para nosotros, los católicos, tener muy
presente lo que el Santo Padre Juan XXIII escribiera en su encíclica Pacem in
terris: “La Iglesia, a través de la historia, ha condenado repetidas veces los errores que
pretendían reducir la actividad social al ámbito puramente material, y ha enseñado que
la sociedad humana tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden
principalmente espiritual”.

Anteriormente y en línea con este pensamiento había escrito el Santo Padre Pío XI en su
encíclica Quadragesimo anno: “Según la doctrina cristiana, el hombre dotado de
naturaleza social ha sido puesto en la tierra para que, viviendo en sociedad y bajo una
autoridad ordenada por Dios, cultive y desarrolle plenamente todas sus facultades para
gloria y alabanza de su Creador; y cumpliendo fielmente los deberes de su profesión o
de su vocación, sea cual fuere, logre la felicidad temporal y juntamente la eterna”.-

En el Rotary el tema religioso está dejado de lado siguiendo los postulados de su


fundador….es por ello que todo credo es aceptado habida cuenta que ninguno
importa…todos son iguales.

Un católico no debe ni puede aceptar alegremente esta conducta rotaria, no debe ni


puede al decir de José María Pich (en su obra “La sal de la tierra” edit. Rialp) hacer
que “la fe y la vida estén separadas en su persona dando con ello lugar a un falso
cristianismo, un cristianismo descarnado y sin vida….ello es producto de un ambiente
descristianizado en el que se ha ido perdiendo todo ideal espiritual, toda idea del
sentido real, humano y divino, de la vida.”.

Escribía J. Escrivá de Balaguer en su obra Camino: “Qué afán ponen los hombres en


sus asuntos terrenos…..cuando tú y yo pongamos el mismo afán en los asuntos de
nuestra alma tendremos una fe viva y operativa….”.

La tibieza y la falta de un compromiso auténtico y profundo con Cristo hacen que


muchos católicos crean que se puede por un lado llevar adelante una vida de
“cumplimiento” (“cumplo” y “miento”) en el seno del catolicismo y a su vez ser
protagonistas en una institución que pone en un mismo plano de igualdad a la
Iglesia Católica con todas las demás incluyendo a los ateos.-

Es muy preocupante el hecho que algunas instituciones católicas tengan respecto al


Rotary una actitud ambivalente manifestada en el hecho de que miembros que
pertenecen a ellas sean figuras prominentes en esta organización internacional sin que se
tomen los recaudos necesarios para paliar esa triste situación.

Creo, sinceramente, que la razón de ello pasa fundamentalmente por el casi nulo
conocimiento que se tiene sobre la misma….y agregaría por el poco interés en tenerlo.

Se convierten estas instituciones religiosas en funcionales a los supremos objetivos del


Rotary….descristianizar a la sociedad…..

El escritor católico Armando Tonelli en su obra “La verdad sobre Rotary” (agotada pero
se puede acceder a ella por Internet) en varios capítulos va desgranando toda la trama
respecto a Rotary y la posición de la Iglesia Católica para con ella.

Una alta jerarquía de la Iglesia Católica al ser consultada sobre qué posición debería
tomar un católico sobre el Rotary contestó que dependía ello de lo que definiere el
obispo de la diócesis a la que el fiel perteneciera.

Pobre respuesta…..implicaría aceptar que según la opinión de un Obispo el Rotary es


bueno o malo. ¿Qué pasaría con la feligresía que teniendo un Pastor con opinión
favorable fuese cambiado por otro que la tuviera en contrario?...

Aquí también cabría adjudicarle  esta respuesta al desconocimiento…es por cierto una
actitud de tibieza ante un asunto importante.

Es curioso observar cómo algunos católicos miembros de Rotary manifiestan no estar de


acuerdo con las afirmaciones del fundador de la institución y menos aún con los
testimonios de Conferencias Episcopales y escritos y confesiones de prominentes
masones y rotarios.

Creen  muchos de ellos que la misión trascendente de Rotary pasa por la filantropía  y la
generación de buenas relaciones entre sus asociados….evidentemente no han
profundizado y meditado sobre conceptos que son propios de la institución que, al
menos para los católicos, deberían ser inaceptables.

Se puede “explicar” esta actitud desde el desconocimiento respecto a la propia


institución a la que pertenecen o ya bien a otros intereses personales.

Publicado por Blog de Historia Argentina e Hispanoamericana en jueves, enero 24,


2013 

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