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El vals criollo o vals peruano es un subgénero y adaptación musical del original vals europeo, originado en el

Perú o también denominado un género de la música criolla y afroperuana. Al provenir de Europa fue
practicado por sectores aristocráticos pero transformado por músicos populares, quienes lo transfirieron de
la orquesta de cuerdas y piano a la práctica de la guitarra y con textos propios.

El canto solista o en dúo, acompañado al inicio por guitarras y luego por el cajón, era parte fundamental en
toda reunión o jaranas que se celebraban en casas,
solares y callejones, espacio en donde se desarrolló este
género.

La guitarra fue el nido donde nació el vals criollo. En ella


se enroscaron las serpentinas de las retretas
domingueras y feriadas; los trozos de zarzuela que
exigían en nombre del cotarro limeñísimo la mudanza de
letras; los ecos nostálgicos del yaraví acribillado; los
cuentos verdaderos de las provincias impacientes.

Los valses más antiguos, de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, son conocidos como los de la Guardia
vieja. El tiempo y la práctica popular de la tradición oral, hacen perder la memoria de algunos autores, sin
embargo, en El libro de oro del vals peruano, escrito por Raúl Serrano y Eleazar Valverde, constan que los
primeros máximos representantes de la Guardia Vieja a:

• José Sabas Libornio-Ibarra (autor de la mazurca Flor de pasión)


• Julio Flórez y Juan Peña Lobatón (autores de El guardián)
• Oscar Molina (autor de Idolatría)
• Rosa Mercedes Ayarza (pianista, compositora de Corongito, La picaronera)
• Filomeno Ormeño (autor de Cuando me quieras)

Los instrumentos que componen la melodía del vals peruano son una combinación de instrumentos
originarios y españoles: Guitarra, Violín, Arpa, castañuelas, acordeón, etc. Los criollos de antaño, solían
llamar ''valse'', como una manera de identificarlo más como del Perú y queriendo castellanizar la palabra
''vals''. En los tiempos actuales, y desde hace años, se le llama ''vals'' o ''vals criollo'' cuando se está en Perú,
pero cuando se está fuera, es llamado ''vals peruano'', siento esta denominación aceptada incluso dentro del
Perú.

En los anocheceres de la Lima antigua los ciudadanos


acudían a plazoletas y a los parques y bajo las
glorietas, olvidaban las tendencias políticas y
caudillistas, para integrarse a la paz giratoria de los
valses. Los criollos, los mestizos; la clase media del
pentagrama, buscaron entonces un ritmo
verdaderamente suyo y, al carecer de raíces propias,
renegando por igual de los hispanizantes engolados y
de los negros altisonantes, se adueñaron de los valses
europeos, de esos sones danzarines de retretas y de
pianos para insuflarles su ser, su ámbito, su anécdota,
su ritmo de alma y pie; vale decir, su peruanidad adolescente, su limeñismo de insurgencia republicana.
La influencia de Felipe Pinglo
El trabajo artístico de Felipe Pinglo Alva da inicio a otra etapa en la historia del vals criollo peruano con sus
valses y composiciones en otros géneros como el one-step, que enriquecieron la cultura musical de Lima,
fusionando elementos musicales del lenguaje local con otros correspondientes a los géneros musicales que
se escuchaban por la radio y se apreciaban en el cine. Felipe Pinglo Alva, autor de más de cien canciones
(entre las que destacan: El plebeyo, Mendicidad, La oración del labriego, El canillita, El huerto de mi amada,
Horas de amor) vivió en Lima hasta su muerte en 1936, y logró dar testimonio de la sociedad de su tiempo en
momentos en los que surgían los movimientos obreros anarquistas y ocurrían la Primera Guerra Mundial y la
Revolución rusa. Por otro lado, cobraban importancia la radio y el cine en Lima. Su lenguaje musical
incorpora melodías y armonías de gran complejidad asumiendo la influencia de la música norteamericana:
los blues y el fox-trot, entre otras expresiones. Este proceso de reinterpretación de elementos foráneos para
lograr una identidad propia se observa en el vals peruano.

Muchos compositores continuaron la obra de los viejos maestros. Entre ellos se encuentran, como
importantes hitos de ésta cultura musical limeña los compositores: Pablo Casas, autor de "Anita", "Olga" y
"Digna"; Lorenzo Humberto Sotomayor, pianista y autor de "Corazón", "El Solitario", "Lima de mis Amores" y
"Cariño Mío"; Pedro Espinel, el rey de las polkas, con sus composiciones "La Campesina", "Sonrisas" y "Ojazos
Negros"; Eduardo Márquez Talledo, con "Nube Gris" y "Ventanita"; y Manuel Acosta Ojeda, con "Madre",
"Cariño", "Puedes irte", "Así te quiero yo" y "Canción de Fe".

Son pocas las mujeres compositoras; sin embargo, los repertorios musicales logrados por Serafina Quinteras,
Alicia Maguiña y Chabuca Granda nos muestran una gran calidad y la característica general de abordar todo
tipo de temas personales y sociales. Serafina Quinteras ("Muñeca Rota", "Parlamanías"); Alicia Maguiña
("Inocente Amor", "Soledad Sola", "Indio", "Estampa Limeña"); Chabuca Granda ("La Flor de la Canela",
"Cardo o Ceniza", "Gracia", "Callecita encendida", "Bello Durmiente", "Puente de los Suspiros").

Intérpretes
En la historia del vals peruano, tienen importancia fundamental los intérpretes, cantantes y guitarristas, cuyo
trabajo permitió la difusión y la fama de muchas piezas que son parte del patrimonio cultural del Perú.

Entre los solistas cantantes más importantes del siglo xx, se encuentran Eloísa Angulo, Alicia Lizárraga, Delia
Vallejos, Jesús Vásquez, Teresa Velásquez, Esther Granados, Eva
Ayllón, Alicia Maguiña, Lucha Reyes, Chabuca Granda, Lucía de la
Cruz, Verónikha, Arturo "Zambo" Cavero, Luis Abanto Morales,
Bartola, Cecilia Bracamonte, Cecilia Barraza, Edith Barr, Rafael
Matallana, Roberto Tello. Así como también conjuntos: Los
Dávalos, La Limeñita y Ascoy, Las Limeñitas, Los Chamas, Los
Chalanes, Los Romanceros Criollos, Los Embajadores Criollos,
Los Morochucos, Los Troveros Criollos, Los Trovadores del Perú,
Fiesta Criolla, Los Kipus entre otros.

Entre los artistas internacionales que han inmortalizado algunas


canciones tradicionales, cabe destacar a la gran cantante
española María Dolores Pradera (también conocida como La
Gran Señora de la Canción), quien ha incluido en su repertorio obras musicales de otros artistas peruanos,
como El Rosario de mi Madre de Los Troveros Criollos, La flor de la canela y Fina estampa de Chabuca
Granda, Limeña (Edith Barr) y otros.

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