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16/5/2020 La Institucionalización de las Ciencias Naturales en el Chile Decimonónico. – Critica.

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E N E L M U N D O D E L A PA L A B R A , L A S I D E A S Y L O S I D E A L E S
R E V I S TA L AT I N O A M E R I C A N A D E E N S AY O F U N D A D A E N S A N T I A G O D E C H I L E E N 1 9 9 7 | A Ñ O X X I I I
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La Institucionalización de las Ciencias


Naturales en el Chile Decimonónico.
por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 16/05/2020

Resumen
En el presente artículo, se quiere argumentar que la institucionalización
de las ciencias naturales en Chile se inicia a mediados del siglo XIX; y
que se consigna en tres grandes etapas: la primera, corresponde a la
labor bibliográfica ilustrada; segundo, a la contratación de científicos
extranjeros, principalmente Claudio Gay; y tercero, a la creación de
instituciones intelectuales y científicas que articulan una línea estudio
que remiten a la producción del recurso natural. Todas éstas reproducen
la prospectiva de funcionalidad política-económica en vías del
crecimiento industrial (1).

Vista del pabellón francés en la Exposición Internacional, en la Quinta Normal,


Santiago de Chile 1875

Introducción
La ciencia en Chile, si bien se remonta al siglo de la Ilustración,
principalmente con los aportes del abate Juan Ignacio Molina, trata de
exponer un corpus teórico, continuo y definido desde la tercera década del
siglo XIX. Puesto que a partir de este periodo, se observa en el país, una
serie de actividades científicas en que participan distintos exponentes de la
Historia Natural; quienes de sus respectivas ciencias, comparten el propósito
de alcanzar un adecuado conocimiento del cuerpo físico de la joven
república. Así, en efecto, comienzan a aparecer diversas instituciones que
postulan una búsqueda del desarrollo científico empírico y de comunicar los
resultados a las autoridades que gobiernan el territorio chileno y, en un
mayor grado, a la comunidad científica internacional. De este modo, la
institucionalidad que sostuvo el país independiente durante el proceso de
consolidación, ante el reinado de la Corona Española, abrió a un Chile que
estudiara su propio medio natural. Es por ello, que el presente escrito
pretende explicar el actuar científico que realizó Claudio Gay en Chile y de
cómo asentó las bases del proceso de institucionalización de la ciencia.

Así, el botánico francés, llegó a Chile –Valparaíso- el 4 de diciembre de 1828,


y es uno de los primeros taxonomistas que logra sistematizar el universo
biótico de la naciente república de Chile, tal cual, como queda de manifiesto
en su magna obra: “Historia física y política de Chile”(2) que la realizó,
minuciosamente, por un largo tiempo a medida que recorría diversos lugares
del país, contratado por el Gobierno del Vice-Presidente José Tomás Ovalle y
el Ministro Diego Portales(3), exaltándose con expectación de documentar la
historia del país, a través de nuestra flora y fauna, y en menor grado: la
agricultura y la mineralogía.

Precisamente este análisis del naturalista francés, promueve el origen de una


nueva comprensión de la episteme nacional, mediante una metodología

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científica que conllevó a un proceso complejo de estructuración. De este
modo, aparecen organizaciones intelectuales, influenciadas por los
movimientos filosóficos de la ilustración y el romanticismo, y proyectan una
visión de sociedad moderna al igual que el viejo continente. Es por ello, que
la metodología científica, las agrupaciones de intelectuales y la herencia
enciclopedista de los siglos XVII y XVIII incitarán a la creación de
instituciones a que trabajen e investiguen la naturaleza local, con el apoyo de
científicos extranjeros para dar una mejor plenitud política-científica oriunda.

De esta forma, la institucionalización de la ciencia en Chile se ha desarrollado


como la sistematización de conocimientos racionales, mediante la prosa de
historiadores que se han interesado en entregar una mejor comprensión del
Realismo Científico (4) del periodo; principalmente, por medio del enfoque
natural en la geografía nacional. Dado que la acción principal, es revalorar la
creación intelectual por su innegable impacto científico en el siglo
decimonónico.

Desarrollo
La institucionalización de la ciencia en Chile, es una temática muy compleja
de analizar y de estudiar por sus innumerables hitos –correlacionados- que
se han ido desarrollado durante los siglos XIX e inicios del siglo XX. Así, la
institución de la ciencia nacional, y con ello su episteme, ha alcanzado logros
y reconocimientos en la comunidad científica internacional, principalmente,
durante la mitad del siglo XIX, ya que la organización de intelectuales y
científicos nacionales e internacionales han demarcado las condiciones
mínimas para atribuir el concepto de institucionalización de la ciencia, entre
ellas se puede apreciar: la existencia de un vasto marco bibliográfico, junto
con la ejecución de expediciones científicas de la naturaleza en diferentes
localidades del país y la existencia de una continuidad en el proceso de
investigación científica en las diversas disciplinas del saber, que más tarde se
implantarán como tópicos obligatorios en los diversos centros de estudios
que emergerán por una necesidad de ampliar el conocimiento a los
ciudadanos más solemnes de la nación.

La ejecución de labores propiamente científicas corresponde a la decisión


externa de lo que conocemos como la comunidad científica internacional, ya
que la institucionalización de la ciencia en Chile se gesta al interior de la
cúpula gubernativa del Chile Republicano(5). Por lo que, en las decisiones
políticas de contratar intelectuales científicos, extranjeros, fue el primer
paso, cuyas tareas imprescindibles permitan estudiar el cuerpo físico del
país, más la proyección de las autoridades de gobierno de turno visualizaron
el crecimiento industrial y el progreso económico de la nación.

De este modo, la continuidad en el proceso de investigación científica


nacional corresponde con más propiedad a un factor interno, es decir a la
voluntad decidida por los mismos científicos que se comprometieron con esta
labor, mediante un contrato de trabajo entre el científico y la nación. Así, las
nuevas contrataciones se insertan en los ya iniciados estudios de otros
intelectuales que los precedieron, dado a que sus escritos abren posibles
frentes para la explicación científica que gira -en aquellos momentos- en
torno a la naturaleza. En consecuencia se presentan dos fases propias del
marco epistémico del Chile emergente en esta materia, puesto que se
establece agrupar en los innumerables contenidos propios de la historia
natural, principalmente en la existencia y la aceptación de las
particularidades del marco epistémico en torno a las teorías y categorías
conceptuales de las corrientes filosóficas del periodo, particularmente, la
Ilustración y el Romanticismo.

En Chile, este movimiento conllevó a la práctica mediante ciertos modelos


explicativos que dieron auge al desarrollo de la historia natural de la nación,
como así también el progreso teórico sistematizado relacionado a la
formación técnica de los trabajadores, como lo fue el caso de La Sociedad
Nacional de Agricultura (1838)(6); la que permitió el desarrollo de las
regiones más relevantes del periodo, tales como la ciudad de La Serena,
Santiago y Concepción, debido a que los agricultores –en primera instancia-
cuestionaban ya, la técnica tradicional de producir sus tierras. Así, la
aristocracia criolla estaba interesada en invertir tecnología científica para un
superávit de la producción agrícola; dado a que la élite al mirar la revolución
industrial-agrícola en el viejo continente se interesaron -mayor aún- en las
ideas de la Ilustración de la Corona Española (1704-1808), específicamente,
en los llamados escritos Jovellanos(7), por Gaspar Melchor de Jovellanos,
quien expuso los avances técnicos de la agricultura española, en su gran
obra Informe sobre la Ley Agraria (1794), en la que explicaba:“Cualesquiera
que sean las fuentes de “riqueza de las naciones,” —agricultura, comercio y
navegación, industria o su población—, a todas les otorga en este
razonamiento igual dignidad. Todas ellas se relacionan entre sí mediante una
red complejísima de acciones y reacciones directas e indirectas. Ello requiere
una política de fomento sincrónico de todas las fuentes de riqueza. El
descuido de una sola perjudicaría a las demás”(8). Así, sumados los
conocimientos de los fisiocráticos de la ilustración, como FrançoisQuesnay,
Jacques Claude Marie Vicent de Gournay, André Morellet, Pierre Samuel du

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Pont de Neumours y principalmente los postulados librecambista propulsada
por Adam Smith, a partir de su célebre obra “La Riquezas de las Naciones”
(1776). En sí, parcialmente, todos ellos sostenían que: “(…) el
funcionamiento del sistema económico, el tableau economique, establece
que la riqueza circula entre tres grupos sociales, la clase productiva (los
agricultores), la clase estéril (los artesanos y comerciantes) y los propietarios
(la nobleza, el clero y los funcionarios) (…). Además de proponer que el
Estado debe mantener este orden natural mediante tres reglas: el derecho a
la propiedad, la libertad económica el laissez faire, laissez passer y la
seguridad en el disfrute de esos derechos y libertades” (9).

De esta forma, en el caso de Chile, las concepciones vinculadas al desarrollo


del agro y de la manufactura, principiaba el postulado de libertad económica
y de la liberación de la Corona Española a principios del siglo XIX, de tal
modo que los gobernantes de la clase política conservadora en la treintena
deciden reorganizar la estructura logística del país, creando obras viales y de
sistema de riego en distintas zonas productiva del país. Este fenómeno
sociocultural y político que podríamos interpretar, es el pie de inicio de un
largo proceso que transcurrirá hasta a mediados del siglo XX y, por lo tanto,
coincide con las expediciones científicas realizadas en torno a las ciencias de
la vida durante todo el periodo del siglo XIX, más las creaciones de
instituciones que ocuparan un rol fundamental en recoger, analizar y ejecutar
el conocimiento adquirido por las nuevas especies en estudio; con el fin de
fortalecer el comercio y de propagar una formación consistente entre el
individuo y su acción laboral. Así, desde esta perspectiva, se cumple la
interpretación del historiador mexicano, Gustavo Escobar Valenzuela:“(…)
emulando la corriente naturalista y social del pensamiento enciclopédico
europeo”(10).

En consecuencia, la competencia “naturalista” se materializa en las acciones


del pensamiento ilustrado, originadas en el viejo continente, cuya implicancia
se arraiga en el trabajo colectivo de los intelectuales-científicos en tierras
chilenas, primeramente por la contratación de científicos europeos que
evidencian una filosofía sólida en materia de la Ilustración; además de
enfatizar la industria como un hito significativo en la producción
“reproductiva”; asimismo de fomentar la producción a una mayor escala de
la que se acostumbraba, y de investigar ciertas estrategias económicas para
sustentar el trabajo de las personas en las regiones del Norte y del Sur del
país y, por su puesto, de solucionar problemas laborales mediante una
política de seguridad social(11). Este fenómeno entre lo cultural y lo político-
científico articuló las bases de una Sociedad Agrícola criolla organizada que
promovió efusivamente el desarrollo técnico de sus trabajadores; como por
ejemplo, conocer las descripciones de las especies para introducirla y
reproducirla en la agricultura chilena, tales como: el algodón y la yerba-
mate, ya que éstas no son propicias para el territorio chileno, principalmente
por el clima y la naturaleza física del país. Es así como, la relación entre la
formación técnica de los obreros y el conocimiento de las especies conllevan
a una actualización de la educación en torno al currículum escolástico, ya que
esta acción permite diseñar y enseñar nuevas modalidades de labores del
agro y, a su vez, de dignificar a las personas que son parte de estos trabajos,
cuya mirada es plasmar una modernidad laboralista en el área de la
agricultura nacional.

Ahora bien, dado a lo anterior, desde la visión del marco filosófico de Thomas
Kuhn, el camino de la institucionalización de la ciencia en Chile puede estar
demarcado como un paradigma de trabajo(12) que es aceptado por la
comunidad científica del periodo, debido a que las tareas rutinarias están
arraigadas a un conjunto de normas, valoraciones, reglas y procedimientos
que utiliza un marco teórico que posibilita la elección de problemas y la
selección de estrategias y técnicas con las cuales se consigue construir el
concepto de institucionalización. Aunque en estricto rigor, los paradigmas
siempre vienen vinculados a una revolución científica, e incluso en algunas
ocasiones se le atribuye un sentido muy amplio, como una visión general del
mundo. Es por ello, que el concepto de institucionalización de la ciencia en
Chile puede ser estudiada como un paradigma, no obstante este aspecto
general constituye una explicación más acabada, tanto de su historia como
de su filosofía, dado que no cuenta con argumentos consistente para
fundamentar sobre un estilo de pensamiento que se está introduciendo en el
colectivo de los habitantes de una comunidad que está por nacer, como lo es
el caso de los intelectuales científicos ilustrados del siglo XIX. Asimismo,
Chile a camino de su pronta independencia, en 1813, por algunos valientes
patriotas(13) aspiraban a una ideología del “bienestar del pueblo”, mediante
la filosofía del progreso material del país y en un desarrollo moral de los
ciudadanos. Entre los postulados se encuentran: fomentar la agricultura y la
cría del ganado; educar a los jóvenes en los principios de la agricultura;
difundir la instrucción entre las mujeres; promover la instrucción pública
mediante cartillas y tratados selectos de agricultura, y promover otras
actividades económicas; tales como la pesca, la navegación y la
mineralogía(14). Sin embargo, el proceso de reconquista no dejó prosperar
dicha organización, y más tarde entre 1821 y 1823 se logró primitivamente
reformular las primeras fundaciones de sociedades económicas, como por

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ejemplo entre 1821 y 1826 la Sociedad Filantrópica de Amantes de la
Patria(15). Los intelectuales políticos del periodo comienzan a organizar todo
un movimiento ilustrado en tierras locales, un nuevo estilo de pensamiento,
que se expresa en 1838 por el fundador José Miguel de la Barra López en
compañía de los ilustrados más radicales de la república de Chile, como por
ejemplo Andrés Bello López y Manuel de Salas. Posteriormente a mediados
del siglo XIX, la entidad filantrópica se refundó producto de la Revolución de
1851 y 1859(16) -entre conservadores y liberales-, pero fue en 1869 en
donde obtiene su personalidad jurídica y consolidaría definitivamente su
existencia en el territorio nacional, logrando expandirse rápidamente a las
zonas del norte y del sur mediante delegados técnicos de la agronomía; con
la finalidad de verificar ciertos acontecimientos que permiten la reproducción
de especies exportables a Francia, España, Estados Unidos y el Caribe. En
este sentido, el epistemólogo Ludwik Fleck atribuiría esta acción epistémica
como una constante transformación que origina las bases, con el fin de que
los investigadores científicos demuestren un avatar que le es desapercibido a
ellos mismos, cuando éstos visualizan retrospectivamente el camino a seguir
en su campo de estudio(17), es decir, pues, si las transformaciones son
favorables para que exista una indagación científica que encamine una
producción, paulatina, en los análisis de las especies, el objetivo ha de
perecer un camino recto que lleva directamente a la primera formulación del
problema hasta la solución provisional; y más aún, serán intrínsecamente
parte del contexto político-científico de los intereses que reproducen y
promueven este proceso de institucionalización.

Es así como la obra de Claudio Gay sostuvo la base teórica sustancial para la
transformación de la investigación científica de la república, tal como se
puede apreciar a continuación: “La comisión al cumplir con el deber que le
impone el cargo de inspeccionar sobre los trabajos del encargado del viaje
científico solo ha visto con complacencia elevarse y los fundamentos de un
establecimiento que mediando el interés del gobierno en poco tiempo
suministra a sus compatriotas los altos conocimientos en las ciencias
naturales; si no que ha observado con placer la exactitud del digno profesor
en el desempeño de sus compromisos. No obstante: al examinar con
prolijidad los objetos que le han sido, presentados por Don Claudio Gay, ha
notado faltas bastante perjudiciales, que no estando de su parte; al gobierno
le compete el evitarlas. En el hierbario se ven una gran cantidad de
vegetales que estando mal disecados, no solo han perdido sus colores; sino
también su forma. Estos han quedado sin clasificaciones, y cuando mas tiene
algunos el nombre que se les da en el país, aconteciendo lo mismo en los
minerales y las rocas (…)”(18).

Dado el contenido de la cita anterior, las nuevas descripciones que realizó el


científico galo permitieron a la nación chilena situarse en la comunidad
científica nacional e internacional, y dar conocer los distintos referentes de la
flora y fauna local, con mayor prolijidad, y un método científico más riguroso,
frente al cuidado de las disecaciones, los colores y las clasificaciones de los
objetos de estudio. Asimismo, por una parte, los diferentes tomos de la
Sección de Botánica, así como también en la disciplina de la Zoología, en que
aparecen descritos minuciosamente los especímenes y vernáculos de la
región que él mismo capturó, además de sistematizar los cánones
taxonómicos del periodo(19). Como por ejemplo, las ilustraciones
particulares del Chimchimen, Chingue, Huiña, Viscacha, Guamul, Mutilla
Chilensis, Golias Flaveola, Pesca Trucha… Y que a su vez, son constituidos –
cada lámina- en un orden general por mamíferos, anfibios, reptiles, peces,
moluscos, arácnidos e insectos(20). Como también en las ilustraciones de la
flora: Tristagmadimorphopetala, Pintoachilensis, Carmelita formosa,
Acaenaclosiana, Monttea chilensis, Bulnesia chilensis, Leucocoryne purpurea,
Malva belloa, viola portalesia(21), entre otras. Estos resultados no hubiesen
sido posibles, si la comisión científica no tuviese el financiamiento
correspondiente de lo que necesitó Claudio Gay, tal como se presenta en la
siguiente cita: “La comisión procede a estipular con un facultativo de
taxidermia en vista de los trabajos que tenga que hacer, y presente al
gobierno la contrata y a su aprobación sin la cual no tendra efecto (…) El
Ministerio de Relaciones exteriores al encargado de negocios de la República
en Francia los instrumentos de que hace necesario (…) en relación a este
efecto Don Claudio Gay-TomeseVaron y comuníquese”(22).

Justamente estos hechos son los que dieron forma a las ciencias naturales
como un cuerpo de relativa autonomía y, a su vez, en el campo de la historia
ideológica de la época. Aunque el concepto de naturaleza fue internalizado
por la episteme chilena, posterior a la obra de Claudio Gay. Lo que en efecto,
el francés logró combinar entre lo que se comprendía por conocimiento local
con respecto al conocimiento universal(23). De modo que Claudio Gay
plantea un innovador paradigma de trabajo(24) introyectado en el estilo de
pensamiento propuesto por Fleck, es decir, mediante las presuposiciones
acordes con un estilo sobre las que el colectivo construye su conjunción
teórica. Detrás de todo ello, se halla el concepto epistemológico de que el
saber no es nunca posible en sí mismo, sino sólo bajo la condición de ciertas
presunciones sobre el objeto constituidas a partir del colectivo pensamiento,
que designa la unidad social de la comunidad de científicos de un campo

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determinado de estudios realizados en un tiempo y espacio en común(25).
Comprendiéndose que estos supuestos interrelacionados como un paradigma
de trabajo y un estilo de pensamiento se reestructura esencialmente en
investigaciones colectivas, lo que le lleva a rechazar de plano la concepción
individualista de la investigación científica. Así, desde lo que se conocía de
Chile a través de las órdenes religiosas y algunas expediciones europeas a
mediados del siglo XVIII se describían una singular y simple flora y fauna de
la región. Frente a esto, el estilo de pensamiento científico de Gay lo
materializa en tres etapas de su metodología de estudio: 1° Hace una
descripción la especie en latín; 2° Le connota y denota un nombre científico
para identificarlo; 3° Escribe una explicación descriptiva del singular, junto
con su entorno y, a su vez, relata la relación del sujeto de estudio con la
comunidad de la zona. Empero, en el caso de las plantas alude al uso
medicinal (26) y en el caso de los animales, le otorga propiedades que son
atribuidas a lo que narran las creencias de los habitantes(27). Desde este
punto de vista, Claudio Gay se encuentra en una coyuntura metódica, por
una parte debe clasificar las especies; y por otra, debe reconocer el estado
natural de la especie en función a una apropiación (28) que el pueblo chileno
ha hecho de su propia naturaleza(29). Así, el francés opta por la validez de
ambas. No obstante, la influencia del método científico que utilizaba Europa
con respecto a las ciencias naturales, no se distinguen de otras disciplinas,
ya que se fundamentan en el progreso técnico, como lo es la física y/o la
química por ejemplo.

Dicho lo anterior, Claudio Gay respondería al Señor Ministro del Interior que
el deseo de estudiar las ciencias naturales es emprender a perfección la
misión que le fue otorgada, tal como se expone a continuación: “Deseando
llenar con toda perfección posible la comisión de que he sido encargado,
queriendo al mismo tiempo elevar un monumento que haga época no solo en
las ciencias naturales, sino también la República de Chile y pagar de este
modo mi tributo a la ilustración del gobierno que ha protegido y hecho
emprender estos trabajos, no temo (…) uno de los años mas preciosos de mi
vida para llegar por la vía la más segura a este fin deseado. Testigo del
interés que ha tomado el público en general de mis primero y débiles
trabajos, y estando persuadido de poder algún día evitar el gusto de las
ciencias (…) es mi deber cumplir todos los medios posibles para convertir en
verdad esta agradable y seductora presunción (…)”(30).

Argumento, que nos permite orientarnos de que el conocimiento actúa como


un sendero de alfa a omega, con el objetivo de transformar un determinado
ente, debido a que los intelectuales científicos, como Claudio Gay, deciden ir
al campo mismo del objeto de estudio, y de materializar y proyectar el
devenir del país, participando, también, en la indagación de la agricultura y,
que a su vez, de potenciarla a través de una sociedad filantrópica organizada
junto a otras naciones de mayor potencia científica y política como, lo es por
ejemplo, Francia. Dicho esto, la república de Chile se instaura en el vínculo
internacional por medio del ejercicio material del conocimiento en el área de
la agronomía, cuyo sector no estaba trabajado en complejidad científica,
dado a todo el periodo colonial del país, ya que la extracción brutal de los
recursos naturales sólo le era propicia y con autoridad a la Corona Española
dominante.

En términos generales, esta comunidad de investigadores –intelectuales


ilustrados en Chile- postulaban con claridad los objetivos del desarrollo
agronómico del país, tanto como un vehículo generador de ganancias, tanto
en lo económico y social. Este enfoque como mencionamos anteriormente,
corresponde a una mirada fisiocrática, cuya obtención de la riqueza descansa
en el seno de una naturaleza “no apropiada”, es decir, que los ilustrados
determinan que la fuerza natural emerge y devela una belleza al admirarla, y
una fuerza oculta en explotarla, dado a los resultados de la excesiva
reproducción de sus recursos. Este postulado filantrópico, permite a Claudio
Gay expresar lo siguiente en la Sociedad de Agricultura:“La agricultura es sin
contradicción la fuente principal de la riqueza pública, la que crea más
grandes valores, y que independiente, en general, de los caprichos de la
suerte, no se agota jamás contribuyendo más que toda otra á la ventura de
la humanidad (…) vela por nuestras necesidades mas premiosas, nos procura
todas esas materias primeras que la industria modifica, combina y
transforma para nuestros usos”(31). Así, las bases fundamentales de la
Sociedad Chilena de Agricultura y Colonización –evolución progresiva de la
Sociedad Filantrópica de Amantes de la Patria– en la década del cuarenta
denotan una preocupación latente por el cuerpo físico del territorio chileno,
desde Copiapó hasta Chiloé. Entre sus delineamientos se encuentran:
estimular los estudios y los métodos prácticos para mejorar el cultivo de la
tierra y la cría de ganado; encontrar mecanismos adecuados para la
protección de los bosques; establecer una policía rural para velar por la
seguridad de campesinos y agricultores; lograr una legislación agrícola;
favorecer la inmigración de agrónomos, que introduzcan nuevas técnicas de
cultivo en el país; creación de bibliotecas y museos para estimular el
desarrollo agrícola y de las ciencias de la tierra; y exposición de nuevas
maquinarias agrícolas(32). Todo esto, se plasmó en el desarrollo de la
difusión de los trabajos realizados por la Sociedad Nacional de Agricultura,

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que no se hizo esperar con la intención de abordar temáticas de interés para
los campestres y sus patrones de fundo; de modo que nace “El Agricultor”
(1838-1849), publicación que además expresa la ideología de los miembros
y reafirma el sentido de pertinencia entre las prácticas europeas con
respecto a la producción y cosecha de los diferentes tipos de gramíneas,
sugerencias para prevenir el cólera, patologías médicas observadas en el
agro, temas referentes a la salubridad pública, técnicas para eliminar el
“polvillo negro” del trigo, procedimientos para exterminar roedores y
preñeces de las vacas, entre otras(33).

Junto con la difusión científica “El Agricultor”, -como antecedente


fundamental de las nuevas investigaciones realizadas en torno al agro- en
1841, con fondos del Estado se logra constituir la primera Escuela Elemental
de Agronomía Nacional (34), sustentándose primordialmente en las bases
teóricas de Claudio Gay, quien diseño un “Jardín de Climatización Modelo”
destinado y orientado al cultivo de especies “útiles” productivas. Por lo tanto,
este acto contribuye a incrementar considerablemente el estilo de
pensamiento en la nación chilena, tal cual como lo expone Fleck: “La
tradición, la formación y la costumbre” (…), son los factores que dan origen a
una disposición a percibir y actuar conforme a un estilo, es decir, de forma
dirigida y restringida”(35).

Pensamiento que se va desarrollando a medida que el científico francés va


introduciendo las nociones del Jardín de Climatización Modelo en los
diferentes espacios de la Quinta Normal y, a su vez, estructura las bases
teóricas de los dichos campos de estudio, según su especie, como por
ejemplo: hortalizas, naranjos, arrayanes, entre otras. Conjuntamente,
solicita importar semillas del extranjero y de crear colecciones de plantas
exóticas que circulan en el extranjero -las cuales aumentan en gran medida-.
Así, en este contexto la Sociedad Agrícola también logra importar las
primeras maquinarias agrícolas como por ejemplo la Trilladora de Herrarte y
la Trilladora Inglesa Portátil (36). De esta forma, la Quinta Normal fue el
cimiento riguroso de los análisis teóricos para el progreso del agro nacional,
debido a que contaba con lo necesario para realizar las investigaciones de
productividad de las plantas “útiles” y de cultivos exóticos en los
invernaderos. Esto llevó a que se formaran dos organizaciones en 1876, tal
como lo explica el historiador René Le Fevre:“(…) primeramente el Instituto
Agrícola representa la enseñanza superior agrícola que se dedica
específicamente a los hijos de los propietarios agrícolas, que han de explotar
mas tarde sus fundos. También tiene por fin formar agrónomos e ingenieros
agrícolas”(37). Es por esto, que esta institución –el Instituto Agrícola-
proyecta un fin utilitarista para la producción agrícola a gran escala,
incorporando un hospital veterinario en dichas dependencias, para indagar
sobre patologías del ganado –zootécnica del Instituto Agrícola(38), que con
los años se transformaría en el Instituto Bacteriológico en 1930. Este hito
explicaría la vinculación de una institución con otra, como una necesidad del
objeto de estudio de una ciencia determinada, y de los problemas generales
que presenta al estudiarla(39); empleándose métodos y técnicas, que
pueden ser, homologas y relevantes con la intención de comprender los
resultados de la investigación realizada.

Si bien es cierto, las inversiones para la creación de instituciones agrícolas no


eran propias de los científicos y de sus estudiantes, sino mejor dicho del
Estado con la finalidad de fomentar la industria nacional, lo que significaría
que la inversión era mayor, debido a que la producción agrícola necesitaba de
docentes, técnicos y alumnos; cuya consecuencia que trajo consigo la
creación de las Escuelas Prácticas de Agricultura en 1881, inspiradas en el
modelo francés, cuya, primera, obligación y responsabilidad curricular
elaboró Claudio Gay cuando se instauró definitivamente el Museo Nacional de
Historia Natural a fines de 1838 y antes de dejar la dirección de la institución
en 1841. Así, entre los trabajos y postulados de la Sociedad Agrícola y el
Museo de Historia Natural constituyen un hecho significativo para
intercambiar ideas y colecciones con las instituciones de Europa, sobre todo
con el Museo de Historia Natural de París, en donde Gay se desempeñaba
como un colector corresponsal(40). Es por ello, que la relación entre Chile y
Francia abre una ventana para que emerja una institución con rasgos de una
Academia científica, focalizándose, principalmente, en el intercambio
permanente de colecciones científicas naturales.

Pasados los años, y teniendo presente dos instituciones que tomaron una
categoría científica de la naturaleza, entre 1856 y 1857, la difusión será
sustancial para el avance técnico de lo que se está realizando en el país. Por
ejemplo, la revista “El Agricultor” será reemplazado por la revista “El
mensajero de la Agricultura”, pero ésta tomó una noción más bien política,
ya que fue dirigida por Benjamín Vicuña Mackenna. Y desde la mirada de la
Sociedad Agrícola irrumpe con la editorial, debido a que el sentido no era ya
la investigación científica de las especies y sus aconteceres, sino de su
gestión política-administrativa. Así, en 1869, se pública el “Boletín de la
Sociedad Nacional de Agricultura” que se caracterizó por su información más
actualizada sobre los progresos del agro chileno y del extranjero, cuyas
temáticas estaban concernidas al mercado y a la productividad global.

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Dicho lo anterior, en consecuencia a las corrientes filosóficas que se
originaban en tierras locales era prácticamente el imitar las concepciones del
viejo continente, puesto que la materialización de las ideas y de los hechos
científicos-en su tarea respectiva- demostraban una eficacia coherente para
que éstas sean aceptadas en la comunidad científica internacional,
considerándose como sucesos fijos, permanentes, e independientes de la
opinión subjetiva de los histriones(41) y, a su vez, contra produciéndose una
transitoriedad de las teorías que arguye en cómo se está construyendo la
idea de ciencia en Chile. De este modo, dicho fundamento forma parte de
una decisión entre el investigador y la comunidad de científicos, aunque esta
última desconozca los métodos para establecer una teoría del conocimiento;
ya que puede considerarse como una contradicción, cuya procedencia teórica
es propia del científico-investigador, lo que resulta sustancial para la creación
de una institución científica –como lo es el Museo Nacional de Historia
Natural- y logre tomar las características peritas, de igual manera, a las
instituciones de mayor realce académico científico, como es el caso de las
haciendas europeas en el lineamiento del agro-científico, lo que exponía una
producción industrial a gran escala y, por ende, permitía el fomento del
progreso de la nación en todos los estamentos sociales y económicos, por
medio de la gestión administrativa del gobierno de turno. En el caso de Chile,
la noción de progreso se reafirmaba en los intelectuales-políticos ilustrados
que visualizaban más intereses propios que colectivos, por medio de la
riqueza agrícola hereda de la gestión administrativa de la Corona Española.

Desde esta perspectiva, el postulado epistemológico que existe entre “el


centro” y “la periferia” como se puede interpretar en el siglo XIX, enfatizan
que existe una Movilización de los Mundos (42) que permite mejorar la
movilidad y estabilidad para posibilitar el dominio a distancia, es decir, el
desarrollo europeo por sobre el crecimiento local; cuyo principio se expresa,
tácitamente, entre los vínculos institucionales de Chile y Europa. Así,
principalmente, en el área de las ciencias de la vida y, en un mayor apogeo,
la agricultura que ingresó con gran efusividad en los estudios técnicos y
superiores, cuyas temáticas eran prácticamente científicas dados los análisis
de las especies. Por ejemplo, en campo de la agricultura los resultados no se
hicieron esperar; de hecho alcanzó a constituirse como una facultad en 1869,
siendo muy semejante a las históricas Escuelas de Derecho y Medicina. Este
hito, permitió abordar una educación diferente a lo que se conocía –desde la
época colonial- y focalizó su atención en la especialización técnica de los
inquilinos. Es por ello, que la filosofía de las ciencias, en la interpretación del
epistemólogo Bruno Latour, nos explica que el desarrollo de una facultad en
un área determinada del conocimiento es:“La dependencia que los hechos y
las máquinas tienen de las redes para poder volver de los centros a la
periferia, facilita nuestra labor. Nos hubiera resultado imposible analizar leyes
“universales” de la ciencia, aplicables de por sí en cualquier lugar. En cambio,
es muy fácil estudiar la extensión progresiva del dominio de la aplicación de
un laboratorio: siguiendo precisamente los indicios que crea dicha
aplicación”(43). Interpretando que dicho principio, aplicado a las décadas del
siglo XIX, Chile requiere urgentemente científicos para el desarrollo de las
instituciones del país para generar un vínculo que proyecte el porvenir
progresista en las diferentes disciplinas de lo que acontece en el viejo
continente; y dejar la posición de un agente pasivo que sólo exporta
materias primas para el adelanto de las grandes potencias del globo, cuyas
especies eran estudiadas en sus laboratorios, y de forjar su extensión a otros
campos de estudio para su mayor provecho, como lo es el caso de las
textiles en Inglaterra.

Chile vislumbra el desarrollo interdisciplinario, el estudio de los hechos


locales y la importación de instrumentos y maquinarias para el estudio de la
química, botánica, física, mecánica, zootecnia, agronomía, economía e
ingeniería, para dar origen a la agroindustria en una primera etapa. De este
modo, en el periodo republicano las asesorías del capital humano extranjero
–especialistas en sus diversas disciplinas intelectuales- constituyeron una
entidad de comunidad científica local, dependiendo quizás en un mayor
alcance en los registros y formación académica que entregaban las
instituciones a sus ciudadanos. Por ejemplo, la Sociedad Agrícola dota de los
últimos adelantos para la docencia en el Instituto de la Quinta Normal, tales
como una biblioteca técnica agrícola, una destilería agrícola, un establo para
experimentación zootécnica, un laboratorio de patología vegetal, áreas de
experimentación agrícola, un observatorio meteorológico, entre otras(44).
Así, la inversión económica por parte del Estado en las instituciones fomentó
la investigación, por lo cual este proceso repercutió sustancialmente en una
mirada epistemológica a nivel de país; ya que podría interpretarse, de que la
institucionalización de la ciencia alcanzó su mayor apogeo en cientifizar y
tecnologizar los trabajos científicos de los intelectuales más reconocidos en el
estudio de las ciencias naturales. Además, uno de los principios de la
episteme chilensis fue la empírea, ya que permitió relacionar la teoría y la
práctica vinculadas al conocimiento por métodos más observables en la
naturaleza. De esta manera, se reproduce la materialización en un estilo de
pensamiento; dado que este aspecto, evidencia un estatuto específico de la
ciencia, es decir, genera una especialización particular de los estudios
realizados en el objeto(45). Así, a partir de este proceso comienzan aparecer

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16/5/2020 La Institucionalización de las Ciencias Naturales en el Chile Decimonónico. – Critica.cl
otras instituciones como la Escuela de Artes y Oficios (1849), organismo
encargado de enseñar las técnicas de instrumentalización de la disciplina. Por
ejemplo, en el campo de la agricultura cuando son introducidas las nuevas
maquinarias y herramientas se elaboran ciertos manuales de estudio
dirigidos a los matriculados. En efecto, la influencia de la Ilustración en la
institucionalización de la ciencia en Chile, desde la educación escolástica
colonial hasta la educación técnica agrícola, se logra evidenciar a través de la
labor bibliográfica que da cuenta del cuerpo físico del país a inicios mediados
del siglo XVII en adelante; entre los primeros estudios destacan: Alonso de
Ovalle, Histórica relación del Reyno de Chile (1656); Hipólito Ruíz y José
Pavón, “Rélation de voyage de la Mer du Sud auxcôtes du Chili et du
Péroufaitpendant les années” (1712, 1713 y 1714) y “Floraeperuviance et
chilensis orodromus” (1794); Louis Éconches Feuillée, Journal des
observation sphysiques, mathématiques et botaniques faites par I’ ordre du
Roi sur les cótes orientales de I’ Amérique Méridionale et dans les Indes
Occidentales, depuis I’ année 1707 jusques en 1712, e Historie des plantes
medicinales quisont les plus en usageauxroyau mes du Pérou et du Chili dans
I’ Amérique meridional; en paralelo con el viejo continente, las publicaciones
de Carlos Linneo, “Systema Naturale” (1738) y “Philosophia botánica”
(1751); y José Ignacio Molina, siglo XVIII)(46), Compendio della storia
geografica, naturale et civile del rengo del Chile (1776) y Saggio sulla storia
naturale del Chile (1782)(47).

Entre los siglos XVII y XVIII, ya existía una preocupación intelectual,


necesaria, para estudiar los recursos naturales con los que contaba el Reyno
de Chile, junto con la documentación compilada y elaborada por grandes
taxonomistas que promovieron connaturalmente los exponentes de flora y
fauna. En este sentido, ya a comienzos del siglo XIX, la visita de científicos
extranjeros, con una prosa romanticista en su descripción, se destacaron los
escritos de Alexander von Humboldt en América meridional, tales como
Relation historique du voyage aux régions équinoctiales de Nouveau
Continentfait (1799 – 1804), Cósmos (1845-1858) y los Aspectos de la
naturaleza en 1849, más su Corpus Scientificum Americanum (1808-1834);
y los escritos de Jean Baptiste, Philosophie zoologique(1809), Systéme
naturalle des animaux sans vértebres (1815-1822); más los trabajos
descriptivos de Dominique LatrilleLoustauneau y las obras de botánica de
Antoine Jussieu, La Flora Brasiliaemeridionalis(1833), escrita en colaboración
con Auguste de Saint-Hilaire y Cambessedes; y la difusión del naturalista
Alcide Dessalines D’ Orbigny con sus escritos Voyage dans I’ Amérique
meridionalis (1839-1843)(48) y la obra contingente de Charles Darwin, El
Origen de las especies (1859). Igualmente, la bibliografía comprendida entre
las obras en el Reyno de Chile más las obras de intelectuales que estudiaron
la naturaleza de la América meridional y las taxonomías del Corpus científico
del viejo continente, enfatizaron una línea de estudio suficiente para el
origen de las ciencias de la vida, acompañas por una difusión de las revistas
de Sociedades Científicas en Europa, entre ellas Memoires de la Sociedad
Linneana de París, los Comptes Rendus de la Academia de Ciencias de París,
o los Philosophical Transactions, de la Royal Society de Londres(49). Por
ende, en la medida de cómo se iban complementando los estudios de la
naturaleza, y en especial el caso de Chile, nos sirve como referente para
determinar: de que el conocimiento local si influía en lo que concierne al
conocimiento universal, dadas por el reconocimiento de la comunidad
científica internacional –como lo es el caso de París y de Londres-. Puesto
que en esta partida, Chile a inicios del siglo XIX ya contaba con un vasto
marco bibliográfico y epistemológico; de modo que posibilita la clasificación
más certera en los vernáculos del ambiente físico del país.

En un segundo paso, la contratación de científicos extranjeros reprodujo una


acción detonante en lo que respecta a lo que conocemos como actividad
científica en Chile, comenzando por los estudios del naturalista francés
Claudio Gay; el médico y naturalista alemán Rodulfo Amandus Philippi(50),
del ingeniero en minas polaco Ignacio Domeyko(51), del científico naturalista
chileno Carlos Porter Mosso(52), del médico y naturalista alemán Francisco
Fonck(53), entre otros. De esta forma, teniendo presente, la facultad
enciclopedista y las expediciones in situ en diferentes zonas del país,
permitieron estructurar Congresos en diversas disciplinas; y el primero de
ello, fue el Congreso Libre de Agricultura realizado en 1875. La organización
estuvo a cargo de Rafael Larraín (Presidente) y Rafael Sotomayor
(Vicepresidente), quienes dispusieron ciertas comisiones en torno a los ejes
temáticos en Seguridad, Economía, Transporte, Irrigación y Fomento, entre
otras. En ellas, los presentes dialogaban problemáticas y posibles postulados
para fomentar aún más la productividad agrícola. Considerándose dicha
actividad como un encuentro entre intelectuales, científicos y técnicos con la
finalidad de promover el actuar epistémico de la empírea, además de lo que
les vincula como proyección científica y política-económica del país. No
obstante, en el marco filosófico de Ian Hacking, la organización de los
hombres y los cuestionamientos no deben seguirse de la misma extensión,
sino que la actividad científica es parte intrínseca del investigador(54) y, a
pesar de ello, son los resultados los que constituyen la verdadera
organización científica de los hombres. Postulado que nos refleja, sobre de
cómo los mecanismos de adecuación del diálogo, marcan un interés colectivo

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16/5/2020 La Institucionalización de las Ciencias Naturales en el Chile Decimonónico. – Critica.cl
que determina una autocrítica para insertarse en los nuevos espacios que
reproduce el conocimiento de un estilo de pensamiento diferente, al cual se
tenía presente desde el siglo XVII sobre las ciencias de la vida. Y más aún,
este filósofo nos expresa que:

“Los tiempos han cambiado. La historia de las ciencias naturales se escribe


ahora casi siempre como una historia de teorías: Hasta tal punto la filosofía
de la ciencia se ha vuelto una filosofía de la teoría que la misma existencia
de observaciones o experimentos preteridos ha sido negada. Espero que los
capítulos siguientes inicien un movimiento de vuelta a Bacon, en el que le
pongamos más atención a la ciencia experimental. La experimentación tiene
una vida propia”(55). Cita que nos demuestra, de cómo la acción
“utilitarista” construye una historia de teorías hasta tal máxima que la
filosofía también la ha imitado, y de mayor acción de cómo se ha orientado a
las políticas laborales y educacionales del siglo XIX, con la finalidad de
organizar un modelo interdisciplinario que beneficie y asegure los intereses
del Estado y de otros inversionistas privados, mediante las creaciones y
relaciones de las instituciones. Sumándose, además, intelectuales que
desarrollan un capital tecnológico importante a mediados del siglo XIX al
incorporar maquinarías a las áreas de trabajo, como lo fue el campo de la
agricultura, cuyas consecuencias trajo consigo el disolviendo entre el
agricultor y terrateniente; y otro ejemplo de ello, la geografía(56), que contó
con la implementación de navíos para los estudios de climatología– desde
Atacama hasta Chiloé.

En sí, todos estos apartados se vieron reflejados en una difusión científica


para las naciones de mayor progreso económico y científico, que están más
relacionadas con las ciencias de la gea y con el lenguaje técnico para la
elaboración de recursos manufacturados, a partir de la complejidad de los
procesos socio-cognitivos entre los científicos y la clase política. Dada esta
dualidad, es posible inferir, que la ciencia se origina en un nuevo estilo de
pensamiento, tal cual como lo expone Fleck:“(…) la ciencia no es un
constructo formal, sino esencialmente, una actividad llevada a cabo por
comunidades de investigadores”(57). Es por ello, que el estilo de
pensamiento manifestará otras apreciaciones –quizás más radicales- a las
que se tenía presente, específicamente, por el aporte de comunidades de
investigadores que, incluso, dimensionan innovadoras infraestructuras para
emplear las metodologías de estudio, como lo fue el caso de la Quinta
Normal –arquitectura romanticista, promovido por el estilo de Eiffel- que
actuó como centro de investigación. Así, estos acontecimientos expresaron
una indudable filantropía en la búsqueda del conocimiento científico, puesto
que se estableció un progreso material para la república de Chile.

En consecuencia, al constructo formal de la época, la incorporación de


ilustres científicos europeos, particularmente entre los años 1828 y 1890, se
contextualizó una idea de ciencia en Chile, lo que fundamentaría una
revolución de paradigma de trabajo científico o un estilo de pensamiento
instaurado bajo ciertas temáticas de metodología en el cómo hacer ciencia
en nuestra localidad; por lo que, en especial, el modelo explicativo de
descripción de las especies y objetos de estudios se ve influenciado,
ratificado y asentado en la creación de instituciones dedicadas a la educación
intelectual y difusión científica del país, tales como el Museo Nacional de
Historia Natural (1830), la Escuela Normal de preceptores (1833), la Escuela
de Medicina y de Farmacia (1833) y la de Obstretricia (1834), la Sociedad
Nacional de Agricultura (1838), la Compañía de Vapores (Pacific Steams
Navigation Company) (1840), la Universidad de Chile (1842)(58), la Escuela
de Artes y Oficios (1849), la Sociedad de Ferrocarriles de Santiago-
Valparaíso (1851), la creación de la Oficina Hidrográfica de la Armada
(1874), la Exposición Universal de Chile (1875), el Congreso Libre de
Agricultura (1875), el Congreso Médico Chileno (1889), el Congreso Nacional
Pedagógico (1889), la aparición de la Revista de Historia Natural de
Valparaíso (1897), entre otras; además, en estos años, se principia,
paulatinamente, a participar la mujer en la vida científica universitaria, como
lo fue el caso de Eloísa Díaz en el área de la medicina(1887), Dorila González
egresada del Instituto Pedagógico (1895) y María Griselda Hinojosa en
farmacéutica (1899); también, las inauguraciones de puentes y caminos
como el viaducto del Malleco (1890)(59). Por lo general, al finalizar la época,
Chile manifestaba notoriamente las ideas positivistas que difundían José
Victorino Lastarria, Valentín Letelier y los hermanos Juan Enrique Laguirre y
Luis Laguirre, quienes inspirados por las concepciones filosóficas de Augusto
Comte, Emile Littré y John Stuart Mill dieron una visión más global con
respecto a las ideas de ciencia, política, tecnología, género, entre otras.
Organización que promueve la creación de la Sociedad Literaria (1842) de los
cuales algunos de ellos eran discípulos de Andrés Bello López, y dejan de
manifiesto en sus discursos que la enciclopedia bibliográfica situada en Chile,
desde el movimiento por la acción republicana, es el estudio de los clásicos
españoles sumado al de los modernos autores románticos franceses(60), que
deberían contribuir al ejercicio de un ideal moral que permita la divulgación
de la virtud del progreso nacional.

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16/5/2020 La Institucionalización de las Ciencias Naturales en el Chile Decimonónico. – Critica.cl
Las instituciones junto con su capital intelectual ilustrado y romanticista
construyen la idea de ciencia en Chile, más la difusión política-científica que
fue un instrumento sustancial para constituir la identidad académica en cada
una de sus disciplinas, principalmente, en lo que respecta a las
colectividades de especialistas en la participación de congresos científicos a
inicios del siglo XX, como por ejemplo: Primer Congreso Científico
Panamericano (1908-1909, Santiago) y el Congreso Madero (1913, Temuco)
(61), con el objetivo de que los exponentes dialoguen el desarrollo político de
la industria y su rol científico en la producción local; describiéndose sus
aconteceres en los periódicos, como lo fue, específicamente, El Mercurio de
Valparaíso. Este último, cumplió una función primordial en el desarrollo de la
difusión de la ciencia y tecnología, cuyas redacciones estarían vinculadas a la
medicina, astronomía, fenómenos físicos y conocimientos de la gea, flora y
fauna, mineralogía, agricultura, inventos, descubrimientos, avances
científicos(62), entre otras disciplinas de estudio. Así, este medio periodístico
influye claramente en la intelectualidad del Chile decimonónico, al ir
entregando sistemáticamente registros e informaciones culturales, políticas,
científicas y comerciales. De esta forma, la razón epistemológica responde
constructivamente a ser parte de la transitoriedad científica
institucionalizada.

A modo de conclusión
En síntesis, la institucionalización de la ciencia en Chile es un proceso
complejo que evidencia una transitoriedad remitida a tres etapas
correlacionadas: la primera, corresponde a la labor bibliográfica ilustrada que
da cuenta del cuerpo físico de América meridional y de Chile entre los siglos
XVII y XVIII, y que consigna a investigaciones y exploraciones que exponen
la primacía de la metodología y de las teorías científicas aplicas y
reconocidas en la comunidad científica internacional, entre alguno de los
autores se encuentran: Juan Ignacio de Molina, Alonso de Ovalle, Hipólito
Ruíz y José Pavón, Carlos Linneo, Alexander von Humboldt, Auguste de
Saint-Hilaire y Cambessédes, entre otros. De este modo, la bibliografía
comprendida logro describir la naturaleza a través de metodologías derivadas
del viejo continente, enfatizando una línea de análisis suficiente para
determinar el origen de las ciencias de la vida.

En una segunda etapa, la contratación de científicos extranjeros –


principalmente europeos- quienes propician una acción activa mediante sus
expediciones científicas en el territorio chileno, y que constituyen el
contenido gnoseológico desde el cual produce la apropiación de la naturaleza
del país y, a su vez, de cómo se presenta la misma a los nuevos hitos
“evolutivos” caracterizados por un mayor equilibrio de las estructuras
explicativas del discurso científico; entre uno de ellos, la obra de Claudio Gay
fue fundamental para establecer una metodología de investigación científica
con una episteme empírica de observación in situ en las diferentes zonas de
estudio, además de su relación política- científica con el gobierno local y
como colector corresponsal del Museo de Historia Natural de París;
potencializando las relaciones internacionales y respaldando a las dos
primeras instituciones, La Sociedad Agrícola y el Museo Nacional de Historia
natural, llevándolas al grado de una Academia Científica. Y por último, la
creación de instituciones intelectuales y científicas que articulan una línea
estudio y de producción del recurso natural con prospectivas de funcionalidad
política-económica en vías del crecimiento industrial, además de ser
difundidas en medios periodísticos, como El Agricultor, El Mercurio de
Valparaíso y otros, sintetizaron la idea de política y ciencia nacional, cuya
perspectiva epistemológica forja los hechos que se desplazan desde un
asentamiento en los fenómenos considerados como complejos hasta una
presentación más explicativa de los aportes cognitivos de los doctos y de las
visiones institucionales que constituyen el pensamiento nacional. De esta
forma, Chile asentó las bases de una identidad científica, promoviendo la
institucionalidad como el eje fundamental del desarrollo político-científico en
lo que refiere a la idea de ciencia en Chile. Posteriormente, ya en los inicios
del siglo XX, las temáticas de estudios darán origen a lo que se conoce como
el Positivismo en Chile, en donde las organizaciones intelectuales trataran en
mayor profundidad el crecimiento industrial, por medio de las amplias
investigaciones de las ciencias naturales, obteniendo resultados eficientes en
la explotación y producción de los recursos naturales, y de cómo estos serán
la columna que gestione y administre el capital político en la economía
nacional e internacional.

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Notas
1. El artículo fue presentado en una ponencia en las XXIV Jornadas Jóvenes
Investigadores-AUGM, 24-26 de octubre de 2016 San Pedro / SP – BRASIL,
por medio de intercambio universitario de la Universidad de Santiago de Chile.
A su vez el artículo puede ser descargado en academia.edu o solicitándolo al
autor en investigacionespeipmail.com. La imagen corresponde a la Vista
exterior del pabellón francés en la Exposición Internacional en Quinta Normal
de Santiago de Chile (Recuperada en
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-67805.html).
2. “Los 30 tomos de su monumental obra corresponden a los siguientes: los ocho
primeiros tratan de la Historia Política (1844-1854); otros dos contienen
documentos históricos reunidos en diversos archivos nacionales y extranjeros
(1870-1871); ocho tomos son sobre Botánica (1845-1852); ocho tomos de
Zoología (1847-1854); dos tomos constituyen un atlas com grabados de las
espécies naturales, mapas de diversas regiones, paisajes, tipos humanos y
costumbres chilenas (1844-1855); y, finalmente, dos tomos detallan um
estudio sobre el estado de la agricultura chilena (1862-1865).”En Yañez, J. y
Araya, I. “Claudio Gay: historia y legado para chile” Museo Nacional de Historia
Natural, Casilla 787, Santiago, Chile. 2005. P. 1.
3. Cf. Prólogo de Luis Capurro S. Director del Museo Nacional de Historia
Natural… p. 9. En Berrios, M. y Saldivia, Z. “Claudio Gay y La Ciencia en Chile”
Ediciones Bravo y Allende. Chile. 1995.
4. Comprenderemos por Realismo Científico, mediante dos tesis: “La primera, Del
Realismo de los Entes Teóricos, sostendría que los entes teóricos son reales en
el mismo sentido en que lo son los entes (individuos, propiedades y
relaciones) observables. Mientras que la segunda, del Realismo de los
Observables, sostendría que los observables existen independientemente del
sujeto cognoscente.” in Carnap C. “La Filosofía de la Ciencia en el Siglo XX”
S/Editorial. 2007. P. 208. In http://josemramon.com.ar/wp-
content/uploads/Carman-Filosofia-de-La-Ciencia-Sxx1.pdf En este caso
postularemos la segunda, ya que la descripción que realiza Claudio Gay se

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sitúan de una forma independiente de los científicos al momento de observar a
las especies frente a su propia naturaleza.
5. Cf. La Institucionalización de la ciencia en Chile. Por Zenobio Saldivia
Maldonado en “Inter-American Review of Bibliography” Vol. XLIX. No.1-2.
Washington, D.C. 20006. U.S.A. 1999. pp. 141-155.
6. En 1838, por José Miguel de la Barra (1799-1851), Andrés Bello, Manuel de
Salas, José Santiago Aldunate (1796-1864), Pedro Palazuelos Astaburuaga
(1800-1851), Rafael Larraín Moxó (1813-1892), José Gabriel Palma Villanueva
(1791-1869), entre otros constituyeron las bases de La Sociedad Chilena de
Agricultura y Colonización, tales como fomentar la agricultura y la cría del
ganado, educar a los jóvenes en los principios de la agricultura, difundir la
instrucción entre las mujeres, promover la instrucción pública mediante
cartillas y tratados selectos de agricultura y promover otras actividades
económicas; como la pesca, la navegación y la mineralogía. Cf. Salinas, M. El
laicado católico de la Sociedad Chilena de Agricultura y Beneficencia (1838-
1849). Anales de la Facultad de Teología. Vol. XXIX. Santiago de Chile:
Universidad Católica de Chile. 1980. p. 100.
7. Gaspar Melchor de Jovellanos, era un intelectual, escritor, jurista y político
ilustrado. Entre sus obras más selectas: Introducción a un discurso sobre el
estudio de la Economía civil (1776); Elogio fúnebre del marqués de los Llanos
de Alguazas, Leído en la Sociedad Económica Matritense el 5 de agosto de
(1780); Discurso pronunciado la Sociedad de Amigos del País de Asturias,
sobre la necesidad de cultivar en el Principado el estudio de las ciencias
naturales. Oviedo, 6 de mayo de 1782; Elogio de Carlos III. Leído en Real
Sociedad Económica de Madrid el 8 de noviembre de 1788; Traducción
del Voyage Dans L’egypte Pour Découvrir les sources du Nil, de James Bruce
(1795); Tratado de botánica mallorquina o Flora medicinal de Valldemos
(1801); Instrucción dada a un joven teólogo al salir de la Universidad, sobre el
método que debía observar para perfeccionarse en el estudio de esta ciencia.
Castillo de Bellver(1805); Origen e introducción de la agricultura en Asturias.
Castillo de Bellver (1804); Regreso del destierro. Mallorca, 5 de abril, 23 de
junio de 1808¸ Memoria en defensa de la Junta Central. Santa Cruz de
Ribadulla, 2 de mayo de 1811; entre otras. Cabe destacar que este autor,
enfatizó sus escritos en obras literarias, Memorias, Pedagogía, Economía,
Temas Asturianos, Arte, Derecho, Traducciones, Botánica y Política. Cf. Galino,
A. “Gaspar Melchor de Jovellanos” Revista trimestral de Educación Comparada.
París. UNESCO. Volumen XXIII. N° 3-4. 1993. Pág. 808-821.
8. G. M. de Jovellanos, Elogio de Carlos III, en: Obras publicadas e inéditas, Vol.
87, págs. 7 y ss., Miguel Artola. Madrid. Biblioteca de Autores Españoles.
1956.
9. Laguna, M. Pensamiento Económico y Social. Publicado en la Web el día
miércoles 9 de marzo de 2011. Véase en
http://pensamientoeconmicoysocial.blogspot.cl/2011/03/la-fisiocracia-y-
francois-quesnay.htmlP.1.
10. Escobar, G. La ilustración en la filosofía latinoamericana. México D.F. Ediciones
Trillas. 1980. p. 42.
11. En este sentido, las autoridades políticas -a inicios del siglo XX- discutieron
efusivamente, las nuevas políticas laborales que desempeñarían sus
trabajadores, principalmente por el 1° gobierno del presidente Arturo
Alessandri Palma (1868-1950).
12. Cf. Kuhn, T. “La Estructura de las revoluciones científicas” Ediciones Fondo de
Cultura Económica. México D. F. 1982. p. 51.
13. Cf. Gay, C. Agricultura chilena (Edición facsimilar de la Historia física y política
de Chile. Introducción y estudios de Sergio Villalobos R.). Icira. Santiago de
Chile. 1973. p. 124.
14. Ibídem. P. 124.
15. “De una mocion del señor Araos, para que se decrete la fundacion de una
sociedad filantrópica de amantes de la Patria. (V. sesion del 12 bis de Marzo
de 1821.) Véase en sesión de 31 de enero de 1825 Congreso nacional sesion
46, en 31 de enero de 1825presidencia de don Francisco Ramon de Vicuña. En
Página: Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile – Tomo X (1824-1825).
Djvu/354.
16. Cf. Millar, W. “Historia Ilustrada de Chile” Ediciones Zig-Zag. Santiago de Chile.
1998. Pp. 251-255.
17. Cf. Fleck, L. “La génesis y el desarrollo de un hecho científico” Alianza
Editorial. Madrid. 1986. p. 25.
18. Carta de J. Vicente Bustillos Comisión científica. Archivo Nacional. Ministerio
del Interior. Índices de las oficinas y autoridades. Volumen 315. Santiago Julio
16, 1831. P.444.
19. Cf. Saldivia, Z. “La Ciencia en el Chile Decimonónico” Ediciones Universidad
Tecnológica Metropolitana. Santiago de Chile. 2005. P. 83.
20. Cf. Gay, C. “Atlas de la Historia física y política de Chile” Tomo II. París en la
Imprenta de E. THUNOT Y C. IDOCCLIV. Pp. III-XIV.
21. Cf. Lazo, W. “Viajeros y Botánicos en Chile. Durante los siglos XVIII y XIX”
Editorial Universitaria. Chile. 2011. Pp. 233-273.
22. Carta de Errázuriz y Portales: Comisión científica. Archivo Nacional. Ministerio
del Interior. Índices de las oficinas y autoridades. Volumen 315. Santiago Julio
21 de 1831. P.445.
23. Cf. Un ejemplo claro de ello, fue lo acontecido entre Francisco José de Caldas
(1768-1816) y Alexander Von Humboldt (1769-1859) en Colombia. Extractos
de sus Diarios: Capítulo Viaje Al Cerro de Guadalupe Cerca de Santafé de
Bogotá. Edición Flota Mercante Gran Colombia. Bogotá. 1982. p. 69.: De
hecho, el científico alemán visitó la montaña Guadalupe y evaluó el trabajo de
Caldas, y quedó impresionado con la precisión del joven criollo. Caldas
continuó midiendo las alturas de las montañas y con el tiempo llegó a la
conclusión de que existe relación entre la ubicación de las plantas y la altitud
del terreno. Ésta es una idea similar a la de Humboldt, quien publicara en

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Europa, al finalizar sus viajes por América, la Geografía de las plantas. Véase
en Díaz, F. “Francisco José de Caldas y Tenorio: Un criollo Científico e
Ilustrado” in Revista Thelos Número 9. UTEM. Santiago de Chile. Diciembre de
2014 ISSN 0718-3259. P. 66.
24. Óp. Cit. Cf. Kuhn, T. “La Estructura de las revoluciones científicas”…P. 51.
Utilizaremos el concepto de paradigma de trabajo (Para orientarnos y darle
cabida epistemológica del siglo venidero, de cómo entender la historia de la
ciencia).
25. Óp. Cit. Fleck, L. “La génesis y el desarrollo de un hecho científico”… Pp. 23-
24.
26. Cf. Gay, C. “La flora chilena” en “Historia física y política de Chile” Tomo II.
París. Imp. F. y Thunot. 1847. P. 272.
27. Cf. Salas, M. “Escritos de Don Manuel de Salas y documentos relativos a él y
su familia” Tomo I. Imp. Cervantes. Santiago. 1910. P. 13.
28. Utilizaremos el concepto de apropiación (Para orientarnos y darle cabida
epistemológico del siglo venidero, de cómo entender la historia de la ciencia)
en las palabras de Mauricio Nieto Olarte en su libro “REMEDIOS PARA EL
IMPERIO. Historia natural y la apropiación del nuevo mundo” En dicho texto, el
autor interpreta, en este caso, apropiación de la naturaleza como: “un
concepto clave… en que las habilidades de los naturalistas europeos para
clasificar la naturaleza dándole nombres a plantas y animales y sus técnicas de
representación son instrumentos de apropiación. Quién por primera vez
reconoce un lugar, una planta o una medicina proclama su derecho de
posesión. Para poder identificar el conocimiento con un proceso de apropiación
es importante, en primer lugar, recordar que la historia natural no es una
empresa de individuos aislados, es una práctica que requiere de una red de
cooperación para hacer posible la movilización, clasificación, codificación,
exhibición e inclusive la venta de los objetos de estudio.” In Ediciones Instituto
Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá, Colombia. 2000. Pp. 13-14. Cf.
In Henk, W. “Overseas history” in Peter Burke “New Perspectives on historical
writing” Cambridge: Polity Press. 1991. Y Arboleda, C. “Sobre una traducción
inédita de los Principia al castellano hecha por Mutis en la Nueva Granada circa
1770”Quipu 4. 1987. Pp. 291-313.
29. Cuyo contexto historiográfico tratan una evocación nublada, y tiende a
escudriñar las perspectivas más vulnerables de la sociedad que se definen a sí
misma por la exclusión de la naturaleza “nacional”. En una forma peyorativa
sus relatos se defienden a sí mismas, como la de un pueblo fantasma, y que
se expone en la práctica de una naturalidad consuetudinaria. Entre los textos
que manifiestan esta mirada interpretativa, encontramos: “Cautiverio feliz y
razón individual de las guerras dilatadas del Reino de Chile” de Álvaro Jara;
“La historia desde abajo y desde dentro” de Gabriel Salazar; “Chile: El
Centenario y 100 Años Después” de Cesar Cerda Albarracín, entre otros.
30. Carta de Claudio Gay al Ministro del Interior Diego Portales. Archivo Nacional.
Ministerio del Interior. Índices de las oficinas y autoridades. Volumen 315.
Santiago Agosto 19, 1831. P.446.
31. Gay, C. Historia física y política de Chile(Sección Agricultura). París. Imprenta
E. Thunot y Cia. 1862. Tomo I. p. 1.
32. Cf. Saldivia, Z. La sociedad nacional de agricultura en el siglo xix chileno: su
rol social y su aporte al desarrollo científico-tecnológico. Revista Electrónica de
Geografía y Ciencias Sociales Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9788.
Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. V, nº 100, 1 de noviembre de 2001. p. 4.
33. Ibídem. p. 4.
34. Cf. Arancibia, L., Yavar, M. y otros. “La agronomía en la agricultura chilena”
Santiago de Chile. Colegio de Ingenieros Agrónomos de Chile. 1989. P. 103.
35. Óp. Cit. Fleck, L. “La génesis y el desarrollo de un hecho científico”…p. 31.
36. Óp. Cit. Gay, C. Agricultura chilena…. p. 222. En el caso de la Trilladora Inglesa
Portátil, se adecuaba más a la topografía de Chile.
37. Cf. Le Fevre, R. Breve reseña sobre la Quinta Normal de Agricultura. Santiago
de Chile: Imprenta Moderna. 1901. p. 7.
38. Cf. Ibídem. p. 36.
39. Cf. Briones, G. “Epistemología de la Investigación” Módulo I. Curso Educación
a distancia: Métodos y Técnicas Avanzadas de Investigación Aplicadas a la
Educación y a las Cs. Sociales. Santiago. 1989.
40. Cf. Barros Arana, D. Don Claudio Gay: su vida y sus obras. Estudios históricos-
bibliográficos. Tomo
41. Publicado por Imprenta Cervantes, 1909-1911. P. 365.
42. Óp. Cit. Fleck, L. “La génesis y el desarrollo de un hecho científico”…p. 43.
43. Cf. Latour, B. “Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a
través de la sociedad” Universidad de Barcelona. Traducción Eduardo Albar,
Roberto Méndez y Estela Ponisio. 1992. P. 213.
44. Ibídem. P. 237.
45. Óp. Cit. Cf. Le Fevre, R. Breve reseña sobre la Quinta Normal de
Agricultura.P.8.
46. Cf. Crombie, A. “Estilos de pensamiento científico a comienzos de la Europa
Moderna” Seminari D´ Estudis Sobre La Ciencia. Traducción Josep Lluis
Barona. Guada Litografía. S.L. p. 32.
47. Además, véase las obras de Juan Ignacio Molina: Analogias menos observadas
de los tres reinos de la Naturaleza (1815), Sobre la propagación del género
humano en las diversas partes de la tierra (1818), entre otras.
48. Cf. Óp. Cit. “Inter-American Review of Bibliography”… pp. 142-143.
49. Óp. Cit. Cf. Saldivia, Z. “La Visión de la Naturaleza en Tres Científicos del Siglo
XIX en Chile: Gay, Domeyko y Philippi” Universidad de Santiago de Chile.
2003. Pp. 22-51.
50. Cf. Ibídem. p. 143.

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51. Rodulfo Amandus Philippi llega a Chile en 1851, complementa la taxonomía de
apropiación cognoscitiva de lo viviente. Entre sus obras destacan: Viaje al
Desierto de Atacama (1860), Plantas nuevas chilenas (1893-1894), Los Fósiles
secundarios de Chile (1899), Los Fósiles Terciarios y Cuaternarios de Chile
(1887) y Elementos de Historia natural (1885). Entre otros aportes, están
consignados en los Anales de la Universidad de Chile (1855-1901). Y es
considerado uno de los grandes críticos de la Obra de Claudio Gay, como se
señala en la siguiente cita: “(…) mis estudios sobre los zorros chilenos me han
hecho ver que existen en la República más especies que las descritas en la
obra de Gay” Véase en Philippi, R. “Nueva especie chilena de zorras” Anales de
la Universidad de Chile. Tomo CVIII. Vol. I. Santiago. 1901. P. 167.
52. Ignacio Domeyko como ingeniero, contribuyó al desarrollo de la minería, no
sólo por explotar nuevos yacimientos, sino porque también realiza los primeros
planos de minas subterráneas, que permitirán una mayor operatividad y mejor
seguridad en las labores de extracción de minerales. En un período, en que la
minería seguía el ritmo de la época colonial, es decir, sin ninguna innovación
científica y tecnológica. Por lo tanto, la aplicación de los nuevos conocimientos
del sabio polaco, aborda a quebrar el viejo paradigma de la extracción de
minerales y dan paso a técnicas y procedimientos más abierto a las
necesidades de un país creciente en la industria minera. Es de explicarse que
desde Domeyko, la mineralogía se científica, y pasa a contar con un acopio
bibliográfico actualizado tanto de los conocimientos sobre técnicas, en cuanto
de la realidad del cuerpo físico y mineralógico de las distintas regiones del
país. Entre sus libros más célebres están: Ensayes de minerales tanto por la
vía seca como por la vía húmeda (1844), Elementos de
Mineralogía (1845), Araucanía y sus habitantes (1845). Véase en Díaz, F.
Ignacio Domeyko y su visión de ciencia en Chile. En Revista Latinoamericana
de Ensayo Fundada en Santiago de Chile en 1997. Critica.cl
53. Carlos Porter Mosso fue fundador de la Revista Chilena de Historia Natural en
1923 y Director del Museo de Historia Natural de Valparaíso entre 1897 y
1910. Posteriormente, al volver de su trabajo en el extranjero, Carlos Porter
no retornó a Valparaíso, sino que se afincó en Santiago, dado que se integró a
la planta de funcionarios del Museo Nacional de Historia Natural, aquí se
desempeñó en las secciones de Zoología de invertebrados, de la cual fue Jefe
entre 1912 y 1923, y también fue Jefe de la Sección de Entomología entre los
años 1924 y 1927. Véase en Bahamonde, N. Dr. Carlos E. Porter (1867-1942)

Fundador de la Revista Chilena de Historia Natural (1897). Publicado en el volumen


56:7-9 (1983) de la Revista Chilena de Historia Natural. Chile.
53. Francisco Adolfo Fonck fue un médico, explorador y político alemán radicado
en Chile, a partir de 1854, recorrió el sur del país con la ayuda del ingeniero
Fernando Hess, realizando estudios biológicos referentes a la misión Nahuel
Huapi establecida por el jesuita Nicolás Mascardi (1624-1673). En Cf. Informe
de los señores Francisco Fonck i Fernando Hess sobre la expedición y misión
Nahuel Huapi. Puerto Montt, marzo 10 de 1856. Anales de la Universidad de
Chile.
54. Cf. Hacking, I. “Representar e Intervenir” en López, Beltrán C. El cismático
desconocido. http://www.jornada.unam.UNAM. 1997. La Jornada Semanal, 6
de agosto de 2000. P.1.
55. Ibídem. P.1.
56. Cf. Gonzales, I. Primeros levantamientos cartográficos generales de Chile con
base científica: los mapas de Claudio Gay y Amado Pissis. Proyecto Fondecyt
Nº 1051016. “Ciencia y nacionalidad, la obra científica de Claudio Gay en la
formación de la nación chilena”. Artículo recibido el 13 de abril de 2007 y
aceptado el 9 de septiembre de 2007. Pp. 22-30.
57. Óp. Cit. Fleck, L. “La génesis y el desarrollo de un hecho científico” Alianza
Editorial. Madrid. 1986. P. 10.
58. La fundación de la Universidad de Chile en 1842, se define a sí misma como
garante de la cultura clásica, humanista y secular. Esta es sin duda la impronta
de su primer rector, Andrés Bello, para quien el saber es una cuestión social,
íntimamente ligada al progreso material y cultural de una nación. Como decía
el sabio venezolano: «Todas las verdades se tocan —en el área del
conocimiento—, se llaman unas a otras, se eslabonan, se empujan». Bello
asociaba la universidad con las necesidades nacionales: «Todas las sendas en
que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de sus
alumnos, convergen en un centro: la patria». Véase en
http://www.uchile.cl/portal/presentacion/historia. Cita textual de Serrano, Sol
«Universidad y nación«, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1993.
59. Cf. Precht, E. y Saldivia, Z. “Guillermo Bañados Honorato: un cientista social
aconcagüino” Bravo y Allende Editores. Ilustre Municipalidad de Santa María.
Chile. 2016. Pp. 77-79.
60. Cf. Becerra, S. &Saldivia, Z. “El Mercurio de Valparaíso su Rol de Difusión de la
Ciencia y Tecnología en el Chile Decimonónico” Bravo y Allende Editores. Chile.
2010. p. 17.
61. Cf. Ibídem. P.83.
62. Cf. Ibídem. p. 17.

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