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La Constitución Ambiental, Liliana Galdámez
La Constitución Ambiental, Liliana Galdámez
2.- Un deber de protección: “Es deber del Estado velar para que este derecho no sea
afectado y tutelar la preservación de la naturaleza”;
3.- Una cláusula de restricción de derechos: “La ley podrá establecer restricciones
específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio
ambiente”.
Asimismo, un informe reciente de la OCDE (2016) señala que, “Los recursos naturales
representan un pilar de la economía de Chile... El país se benefició del auge de los
precios de las materias primas en la década de 2000 y experimentó un crecimiento
económico sostenido durante la mayor parte de los últimos 15 años…No obstante, este
crecimiento sólido se vio acompañado de una tenaz persistencia de la desigualdad de los
ingresos y de mayores presiones sobre el medio ambiente, sobre todo la contaminación
atmosférica, la escasez de agua, la pérdida de hábitats, y la contaminación del agua y el
suelo”.
La pregunta que cabe es, ¿por qué una norma garantista termina siendo invisible o
irrelevante?
Existe otro ámbito en la Constitución de 1980 que se ha destacado por su densidad y por
su fuerza normativa, se trata de la llamada Constitución económica, que se plasma en el
rol subsidiario del Estado y en el reconocimiento de derechos fundamentales asociados,
entre otros, derecho a la libertad de empresa, derecho a la propiedad, derecho de
propiedad y derecho de aguas.
La cuestión ambiental emerge con fuerza en Chile una vez que el entorno comienza a dar
señales de agotamiento. En el proceso participativo, impulsado por el ejecutivo para
diseñar las bases de una Constitución democrática, el valor: respeto/conservación de la
naturaleza o medio ambiente ocupó entre el 3 y el 5 lugar de importancia para quienes
participaron del proceso (ELA: 3º, CP 4º, CR: 5º)[1]; en cuanto los deberes y
responsabilidades constitucionales, protección y conservación de la naturaleza, esta
ocupó el 1 o 2 lugar de importancia para los participantes del proceso (ELA: 2º, CP: 1º,
CR: 1º).
Finalmente, en la cuestión ambiental parece que, desde la protección del interés público,
es posible acoger y proteger jurídicamente categorías como la de los bienes comunes,
donde el Estado adquiere un rol a la hora de, por ejemplo, planificar el uso del territorio y
su protección, eso antes de impulsar la iniciativa privada. No que la excluya, pero sí que
anteponga el interés público como criterio delimitador. Por eso y por otras muchas
razones, es que nuestro país necesita dotarse de un marco constitucional democrático que
delimite estas cuestiones. En este ámbito la experiencia demuestra que el sentido común
y el derecho, muchas veces van de la mano.