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Voces: POSESION ~ TENENCIA

Título: Posesión y tenencia (Concepto de ambos institutos. Semejanzas y diferencias en la doctrina


en general y en nuestro Código Civil)

Autor:  Highton, Elena

Publicado en: LA LEY 1988-A, 973

SUMARIO: I. Introducción.- II. El "corpus" posesorio.- III. Digresión.- IV. El "animus"


posesorio.- V. Algunas precisiones en cuanto al concepto de posesión. La cuasiposesión.- VI.
El "animus" en la tenencia.- VII. Conclusiones y resumen según fórmulas de Ihering.- VIII.
Fórmula final a la que podría llegarse como síntesis de ambas posiciones.- IX. La teoría de
Ihering a la luz de la ley 17.711.- X. Otras terminologías.- XI. Necesidad de subsistencia de la
distinción.- XII. Conclusiones.

I. Introducción

Alguien me presta una lapicera. Yo escribo con la lapicera, la uso, le pongo tinta. ¿Quién es
poseedor de la lapicera? ¿Yo? ¿El que me la prestó? ¿Puede escribir el que me la prestó o soy yo la
que escribo?

Parece que la cuestión no es tan sencilla.

Veamos nuestro Código Civil: El art. 2351 dispone que "Habrá posesión de las cosas cuando alguna
persona, por sí o por otro, tenga una cosa bajo su poder con la intención de someterla al ejercicio de
un derecho de propiedad".

Nuestro problema está aclarado en la nota al art. 2352 del Cód. Civil que dice: "En rigor de los
principios, lo que otro tiene en mi nombre, yo no lo poseo realmente, no lo tengo actualmente en mi
poder, pues que él es quien lo tiene en el suyo. Mas, siendo la posesión precaria respecto de mí, las
leyes me consideran como poseedor, como que ejercito la posesión por su ministerio, y a él, como
que sólo está en una posesión ajena" (2). El art. 2352 es el que define a la tenencia (3).

II. El "corpus" posesorio

¿Se refleja este concepto de la nota en los artículos del Código?

El elemento material que representa la idea de poder efectivo sobre la cosa, está mentado de la
siguiente manera.

Art. 2351:. tenga una cosa bajo su poder.

Art. 2352:. tiene efectivamente una cosa.

Art. 2461:. se halla en la posibilidad de ejercer actos de dominio sobre una cosa.
Se advierte que nada es claro, pues tanto en la posesión como en la tenencia encontramos un
elemento común: tener la cosa bajo su poder.

Sin embargo, este elemento material a veces puede estar rodeado de cierta "espiritualidad". No es
sólo tener la cosa en la mano (si es mueble) o poner el pie sobre la cosa (si es inmueble). Este
contacto físico no es lo esencial, dice Savigny, fuente principal del codificador en la materia (4).
Para Savigny, reiteramos, este contacto físico no es lo esencial, sino el poder hacer de la cosa lo que
se quiera y evitar toda acción extraña. Aquel que a cada instante puede tomar una cosa puesta
delante de él es completamente el amo, como si él la hubiera realmente tomado. Esta posibilidad
física constituye por consiguiente el hecho que debemos reconocer. La posesión existe mientras se
pueda reproducir a voluntad el estado de hecho que permite disponer de la cosa poseída. Por otra
parte, quien estuviese atado está en contacto físico con sus ligaduras, y sin embargo no las posee,
sino más bien que lo poseen a él (5).

Si el contacto físico fuera necesario y permanente, deberíamos llevar siempre a cuestas nuestros
objetos, nuestra casa, como el caracol; todas nuestras cosas tendrían que estar asidas físicamente y
no podríamos alejarnos ni por un segundo de nuestros inmuebles.

Por el contrario piensa Ihering (6) que no es este poder físico, o posibilidad física de obrar
inmediatamente sobre la cosa, sino la exterioridad de la propiedad lo que constituye el corpus
posesorio. Entiende por tal el estado normal externo de la cosa bajo el cual se cumple el destino
económico de servir a los hombres. Este estado toma, según la diversidad de las cosas, un aspecto
exterior diferente: para unas se confunde con la detentación o posesión física de la cosa, para otras
no. Ciertas cosas se tienen ordinariamente bajo la vigilancia personal o real, otras quedan sin
protección o vigilancia.

Si vamos caminando por la vereda y vemos una pila de ladrillos o de arena al lado de una obra en
construcción ¿pensamos que está poseída o que no está poseída, es decir que está abandonada? ¿Si
en las mismas condiciones encontramos un anillo de oro, o aun una simple lapicera, ¿qué pensamos
al respecto? Según Ihering, todo es cuestión de pura experiencia, de la vida ordinaria. La cuestión
de saber si hay o no posesión se resuelve simplemente, según la manera como el propietario tiene la
costumbre de tratar las cosas de la especie de que se trate. El poseedor se comporta como el
propietario. En consecuencia, para saber si hay posesión, debemos preguntarnos ¿es así como
trataría esta cosa un propietario?

Dice Ihering, como síntesis de su pensamiento "Llamar a la posesión de las cosas exterioridad o
visibilidad de la propiedad, es resumir en una frase toda la teoría posesoria" (7) y utiliza una frase
de la ley romana (8)

cum ipse proponas te diu in posessione fuisse omniaque ut dominum gessisse (9).

Y luego reitera: no se podría expresar mejor en latín mi punto de vista de la exterioridad de la


propiedad que con estas palabras:

Omnia ut dominum gessisse (10) (Todo a la manera en que un propietario lo haría).

III. Digresión

Hasta aquí no hay solución a nuestro caso del préstamo de la lapicera, pues yo, a quien han prestado
la lapicera, la tengo bajo mi poder, la uso y escribo como un propietario.
Y entonces, ¿en qué difiere la tenencia de la posesión? ¿Y quién, el que me prestó la lapicera
(comodante) o yo (comodatario), es el poseedor?

IV. El "animus" posesorio

Volvemos a los artículos del Código. El elemento voluntario dado por el propósito con que se tiene
la cosa se expresa de la siguiente manera:

Art. 2351:. con intención de someterla al ejercicio de un derecho de propiedad.

Art. 2352:. pero reconociendo en otro la propiedad.

Art. 2461:. intención de poseer en nombre de otro.

Este es en consecuencia el elemento que diferencia a la posesión de la tenencia: el que tiene la cosa
para sí es poseedor, el que la tiene para otro es tenedor.

El querer tener la cosa para sí es el animus possidendi (11), animus domini (12) o animus rem sibi
habendi (13).

Tal vez, contando una pequeña historia, podamos entender bien lo que es la posesión (14).

Voy caminando por las sierras de Córdoba y encuentro un terrenito que me gusta. Como parece
abandonado, espero la noche y entro en él a escondidas, tomando precauciones para que no me
vean. Me quedo escondida entre las plantas todo el día; y a la noche voy al pueblo a comprar
algunas provisiones en el almacén de ramos generales, como forastero de paso. Luego, vuelvo con
cuidado y a escondidas.

Pasada una semana, esta reiteración de visitas al almacén resulta sospechosa y me empiezan a
preguntar, con curiosidad, dónde vivo, qué hago, etc. Yo contesto con evasivas.

Al poco tiempo, cansada de esta vida oculta, viendo que nadie viene al inmueble, decido ir al
almacén de día y compro clavos, madera, alambre, semillas, etc. Vuelvo y comienzo a trabajar: a
construir, a alambrar, a sembrar, etc. Al poco tiempo, está todo hecho un primor.

Sin embargo, sigo siendo bastante huraña. Cuando los vecinos del pueblo me preguntan si compré
el terreno a Juan Pérez (el dueño), si lo alquilé, etc., les contesto que no les importa.

Cuando viene una comisión de damas a invitarme a tomar el té, yo les echo los perros y les digo que
me dejen tranquila, que estoy arando.

Cuando viene un segundo grupo a pedirme cuentas sobre por qué estoy allí, a preguntarme qué
título tengo, los saco a tiros de escopeta.

Ante estos hechos, algún comedido le escribe a Juan Pérez, que está en Buenos Aires, para hacerle
saber que hay alguien en su campo. ¿Vendió? ¿Alquiló? No, por supuesto que no. ¡Voy
inmediatamente para allá!

Junto con casi todo el pueblo, que es mi enemigo, se presenta Juan Pérez y me dice "soy el dueño".
Yo le contesto que yo nada tengo que ver, que a mí no me importa, y me resisto con todas mis
fuerzas, pero entre todos, me vencen. Por la violencia, me empujan y me sacan del inmueble.
¿Qué puedo hacer? Consulto a varios profesionales y al que me da la respuesta más satisfactoria lo
nombro mi abogado. Me aconseja ejercer acciones posesorias (15).

¿Qué prueba vamos a ofrecer? ¿Nos convendrá ofrecer como testigos a los vecinos del pueblo que
me tienen tanta antipatía?

Estos testigos podrían declarar algo así como:

Sr. juez: ¡Viera qué maleducada! Nos echó los perros.

y ¡Viera qué violenta! Nos sacó a tiros.

y ¡Viera qué atrevida! Alambró y cultivó sin pedir permiso al dueño.

¿Qué hará el juez? Nos restituirá la posesión.

¿Cómo? ¿contra el dueño? ¿el dueño nos tiene que devolver el inmueble? Sí, efectivamente. Porque
la posesión no tiene nada que ver con la propiedad y los derechos que surgen de ella (16) pueden
ejercerse aun contra el dueño. El después hará lo que tuvo que hacer desde un principio: acudir a la
justicia.

¿Y, cómo sabrá el juez que yo era poseedor? Porque, justamente, yo hice todo lo que hice sin
pedirle permiso al dueño. Yo no me creía dueño (eso sería posesión de buena fe) (17), yo sabía que
no lo era y que había un dueño, pero yo actué como si él no existiera.

No es que sólo el usurpador sea poseedor: y estadísticamente, habrá muchos más propietarios que
usurpadores ejerciendo la posesión. Pero para entender el concepto de posesión, hay que pensar en
el usurpador, en el ladrón.

La intención del poseedor, el animus possidendi no implica creerse propietario, ni siquiera pensar
que se va a llegar a ser propietario, sino sólo actuar con prescindencia de la existencia de un
propietario, sometiendo la cosa a su poder y excluyendo la intromisión de extraños (18).

Así, son poseedores el usurpador y el ladrón, aun sabiendo que no son propietarios. El que
encuentra un terreno desocupado o despoja violentamente a quien lo ocupa y se instala en él, lo
cerca y lo cultiva sin pedir permiso y sin consultar a nadie es poseedor, independientemente de que
conozca o no quién es el propietario.

Es decir que para ser considerada como posesión, toda detentación debe ser intencional. No es
suficiente detentar, es necesario querer detentar la cosa.

Al precisar este querer detentarla, Savigny dice que no es otra cosa que la intención de ejercer el
derecho de propiedad o tratar la cosa como que nos perteneciera por derecho. Para ser considerado
como verdadero poseedor de la cosa, es preciso que aquel que la detenta se comporte a su respecto
como propietario, en otras palabras, que pretenda disponer de hecho como tendría la facultad de
hacerlo el propietario en virtud de su derecho, lo que implica especialmente la negativa a reconocer
en cabeza de otro un derecho cualquiera superior al suyo (19).

V. Algunas precisiones en cuanto al concepto de posesión. La cuasiposesión

Hay que hacer una aclaración en cuanto al término "propiedad" que se utiliza al describir el animus
del poseedor, por lo menos en nuestro Código Civil.
El animus no se refiere a la titularidad de un derecho real de dominio, sino de un derecho real que
se ejerce por la posesión. Dice el art. 2351 "un" derecho de propiedad. Esto significa que el término
está tomado en sentido amplio, comprensivo de derecho real y no en el sentido estricto de derecho
real de dominio (20). Es así que la nota al art. 2807 califica al usufructo como una propiedad
temporaria y el art. 2355 dice que la posesión es el ejercicio de un derecho real (Adla, XXVIII-B,
1799) (21).

Si la cuasiposesión tiene como soporte a los derechos, a las cosas inmateriales, cuando el objeto de
los derechos reales sólo puede estar constituido por cosas en la terminología del art. 2311 del Cód.
Civil, queda eliminada la institución de la normativa legal (22).

En tanto las servidumbres no se ejercen por la posesión, y a lo sumo, en las servidumbres positivas
se puede hablar de ejercicio de actos posesorios, sin tener jamás la posesión, podría insinuarse que
en el caso de este derecho real hay cuasiposesión (23). En efecto, de acuerdo al art. 2977 del Cód.
Civil, el uso que el propietario de la heredad a quien la servidumbre es concedida haga de ese
derecho, tiene lugar de tradición, por lo que se la denomina cuasitradición, constitutiva de la
servidumbre (24).

VI. El "animus" en la tenencia

A diferencia del poseedor, el tenedor reconoce que otro es el propietario o poseedor y que él lo
representa en su posesión (arts. 2352 y 2461, Cód. Civil). Por ello el poseedor, según el art. 2351
del Cód. Civil puede serlo por sí (directamente, personalmente) o por otro (por el tenedor, por
ejemplo el comodatario de la lapicera).

El tenedor lo es "aunque la ocupación de la cosa repose sobre un derecho". Caso típico es el del
locatario o el del comodatario. Si me prestó la cosa, tengo derecho a usarla y tengo permiso del
dueño, según el título o contrato.

Para dar un ejemplo de aquél cuya tenencia no reposa sobre un derecho, hagamos una variante en el
cuento (25).

Cuando viene Juan Pérez y me dice "soy el dueño" en vez de "qué me importa", le digo "mucho
gusto en conocerlo ¿No me permite quedarme dos meses más, hasta que haya recogido la cosecha?
Le prometo que me voy a portar bien"; e inclusive le firmo un reconocimiento escrito con la fecha
de restitución (26).

VII. Conclusiones y resumen según fórmulas de Ihering

Ihering menciona un animus que no es tal, pues es sólo la voluntad que hace que la mera relación de
proximidad o yuxtaposición local tenga significación jurídica (27). Como ya lo expresaba la famosa
frase de Paulo que indicaba que era necesario para que existiese el corpus, que hubiese affectio
tenendi: lo contrario sería tan intrascendente, decía Paulo, "como si alguien pusiera una cosa en la
mano de quien está dormido" (28).

Señala Ihering que el mero conocer no basta. El prisionero cubierto con cadenas, toca y ve sus
cadenas, sabe que está sujeto a ellas; pero antes que decir que las posee, más bien cabe afirmar que
las cadenas lo poseen a él. Como se advierte, es el mismo ejemplo utilizado por Savigny para
explicar que el corpus no está dado por el mero contacto físico, que este contacto físico no es lo
esencial, sino el poder hacer de la cosa lo que se quiera y evitar toda acción extraña (29). Es obvio
entonces, que este animus ya está implícito en el corpus de Savigny.
Las fórmulas de Ihering son las siguientes: (30)

1) Teoría subjetiva (Savigny)

x=a+A+c

y=a+c

Teoría objetiva (Ihering)

x=a+c

y=a+c-n

En tanto en estas fórmulas, x es posesión

y es tenencia

a es animus o voluntad

A es animus domini

n es norma legal que niega la posesión a ciertas relaciones,

pues la voluntad del legislador acuerda o deniega en cada caso la protección posesoria (es la causa
detentionis alieno nomine), las fórmulas pueden modificarse para facilitar su comprensión:

2) Teoría subjetiva (Savigny)

P=c+a+A

T=c+a

Teoría objetiva (Ihering)

P=c+a

T=c+a-n

De este modo utilizamos P y T por posesión y tenencia y A por animus domini

Pero, como el animus representado por "a" no es más que el mínimo de voluntad que saca la
relación posesoria de la simple relación de lugar, pero siendo que ninguno de estos elementos tiene
existencia previa, y que el corpus es el hecho de la voluntad, todo según el propio Ihering (31), hay
una repetición de un presupuesto en las fórmulas. En efecto, si el corpus implica yuxtaposición más
animus no puede representarse por corpus más animus.

Habría en consecuencia que corregir la fórmula para incluir a la yuxtaposición local (que
representaremos con "1") (32).

3) Teoría subjetiva (Savigny)


P= 1 + a + A

T= 1 + a

Teoría objetiva (Ihering)

P= 1 + a

T= 1+ a - n

Podría ahora adaptarse la fórmula para incluir el corpus, pero con el animus o voluntad incluido en
él:

4) Teoría subjetiva (Savigny)

P = Ca + A

T = Ca

Teoría objetiva (Ihering)

P = Ca

T = Ca - n

Pero como el animus o voluntad está implícito y es elemento necesario para que exista
trascendencia jurídica, pueden simplificarse las fórmulas de la siguiente manera:

5) Teoría subjetiva (Savigny)

P=C+A

T=C

Teoría objetiva (Ihering)

P=C

T=C-n

Sin embargo, debemos aclarar que Savigny parte de la tenencia y la eleva a posesión y no de la
posesión para degradarla a tenencia como lo hace Ihering.

VIII. Fórmula final a la que podría llegarse como síntesis de ambas posiciones

Salleiles, discípulo de Ihering, diciendo que sigue a su maestro, no sale de Savigny, pues agrega un
animus possidendi distinto al animus detinendi de Ihering, como elemento diferenciado del corpus y
que consiste en el propósito de realizar esta apropiación económica de la cosa, el propósito de obrar
como dueño material de ella (33).

Esto pone en evidencia que el que no salió de Savigny fue Ihering (34).
En efecto, ello se desprende de lo ya considerado. El animus de Ihering está implícito en el corpus
de Savigny, pues consiste en el mínimo de voluntad para que el corpus sea querido. Inclusive ambos
utilizan el mismo ejemplo de las ataduras o cadenas para expresar este concepto de que el contacto
físico no es lo esencial (Savigny) o el mero conocer no basta (Ihering).

Y el corpus de Ihering lleva implícito el animus domini de Savigny, pues si se relee lo dicho por
cada uno de estos grandes juristas, para Ihering el corpus significa actuar como lo haría un
propietario y para Savigny el animus domini significa actuar como lo haría un propietario, a tal
punto que se podría reducir todo a la fórmula siguiente:

C (de Ihering) = A (de Savigny) (35)

O, dicho de otra manera:

Teoría objetiva (de Ihering)

P=A

T=A-n

Pero, como pese a que el corpus de Ihering está por él expresado con la frase omnia ut dominum
gessisse o comportarse como propietario, también consiste en tener la cosa y querer detentarla, pues
hay una relación exterior con la cosa que es querida, debemos incluir el corpus de Savigny en la
fórmula de Ihering de manera tal que quedara escrita de esta manera:

6) Teoría subjetiva (Savigny)

P=C+A

T= C

Teoría objetiva (Ihering)

P = C+A

T=C+A-n

Es obvio, que la teoría de Savigny no es tan subjetiva.

IX. La teoría de Ihering a la luz de la ley 17.711

Si aplicamos la teoría de Savigny, con la ley 17.711 (Adla, XXVIII-B, 1799) no ha variado la
concepción de posesión y tenencia. Pero si quisiéramos interpretar el Código de acuerdo a la teoría
de Ihering, los agregados o modificaciones a los arts. 2469 y 2490 del Cód. Civil harían que la que
llamamos "tenencia" fuera "posesión" (o por lo menos lo sería la tenencia interesada) (36) ya que
ambos artículos otorgan acciones posesorias de carácter policial a los tenedores.

Art. 2469: "La posesión, cualquiera sea su naturaleza, y la tenencia, no pueden ser turbadas
arbitrariamente. Si ello ocurriere, el afectado tendrá acción judicial para ser mantenido en ellas."

Art. 2490: "Corresponde la acción de despojo a todo poseedor o tenedor, aun vicioso."
Ello es así porque para Ihering la diferencia entre posesión y tenencia radica en que exista una
norma legal (n) que quite los efectos de tal a la posesión, es decir que le quite la protección
posesoria. La relación posesoria es posesión siempre, mientras la ley no haya prescrito
excepcionalmente que no hay relación posesoria, sino mera tenencia. Es decir que en un sistema
normativo como el nuestro reformado por ley 17.711, la ley no le quita los efectos de posesión, al
no quitar la protección posesoria, al tenedor interesado, que en consecuencia -según esta posición-
es poseedor.

X. Otras terminologías

A fin de ilustrarnos sobre cómo encaran el tema otros códigos más modernos, podemos advertir que
utilizan la palabra posesión en sentido amplio, para encuadrar a la posesión y la tenencia. Pero,
como consecuencia de esta terminología, deben hacer distinciones posteriores.

Así el Código Civil alemán debe referirse a:

a) Servidores de la posesión: Art. 855: "Si alguien ejerciere por otro el poder efectivo sobre una
cosa. en una relación. en virtud de la cual tuviere que seguir sus indicaciones referentes a la cosa, el
poseedor será únicamente el otro".

Al servidor de la posesión no le corresponden pretensiones posesorias, no le es lícito defender por


su propia autoridad su relación con la cosa contra intervenciones del poseedor, aunque tiene
derecho a la legítima defensa en los ataques contra su persona y le es lícito ejercer hasta más allá de
los límites de la legítima defensa los derechos de autoprotección del poseedor contra ataques
extraños (37).

b) Poseedor en nombre propio o a título de dueño y en nombre ajeno: Art. 872: "Es poseedor en
nombre propio el que posea una cosa como a él perteneciente.

No es menester que le pertenezca ni que él mismo crea le pertenece" (38).

El Código Civil español debe referirse a:

c) Poseedor natural y civil: Art. 430: "Posesión natural es la tenencia de una cosa o el disfrute de un
derecho por una persona. Posesión civil es esa misma tenencia o disfrute unidos a la intención de
haber la cosa o derecho como suyos" (39).

XI. Necesidad de subsistencia de la distinción

No sabemos si la terminología "posesión-tenencia" resulta anticuada, tal vez lo sea; pero es más
clara que las nuevas, que lo único que logran es tener que hacer más subclasificaciones en la
posesión para contemplar las necesidades o consecuencias propias de la distinción.

Podemos llegar a la conclusión de que pueden otorgarse defensas posesorias a los tenedores, pues
no hace a la esencia de la distinción negar acciones al tenedor (40).

Sin embargo, a otros efectos las diferencias conceptuales y jurídicas se hacen notar, y ello ocurre
cuando debe tratarse de la usucapión, de la percepción de frutos y del desalojo.

En efecto, sólo el poseedor que tiene la cosa con la intención de haberla como suya o como que a él
le pertenece, puede llegar a adquirirla por usucapión, no así el que la tiene en nombre ajeno, aunque
ejerciere poder efectivo sobre la cosa.
En cuanto a la percepción de frutos, también las consecuencias son distintas, aunque algunos
tenedores interesados puedan percibirlos de acuerdo al alcance de su título.

La acción de desalojo procede contra "todo intruso o tenedor cuya obligación de restituir sea
exigible, haya o no contrato" (41). De acuerdo al fallo plenario de la Cámara Nacional Especial
Civil y Comercial (de Paz) en autos "Monti c. Palacios" resuelto en 1960 "No es suficiente que el
demandado invoque la calidad de poseedor para que se declare improcedente la acción de desalojo"
(42), pues además de invocarlo, debe demostrarlo con cierto grado de verosimilitud. Pero, si
acredita ser poseedor, debe rechazarse la demanda por desalojo, pudiendo acudir el interesado a la
vía de las acciones posesorias o petitorias.

Ocurre que la distinción es básica pues entre tenedor y poseedor a cuyo nombre detenta hay un
vínculo obligacional, lo que no ocurre con relación a un poseedor, aunque sea usurpador. A tal
punto es así que quienes otorgan el carácter o naturaleza jurídica de derecho real a la posesión, no
podrían hacerlo con relación a la simple tenencia, que siempre debería mantenerse en el campo
obligacional (43).

Como se advierte, tal como lo expresa la nota al art. 2352 del Cód. Civil (44), la cuestión se centra
en que las leyes consideren a uno u otro como poseedor. Pero, obviamente, la cuestión no es sólo
terminológica o teórica, sino que tiene las consecuencias jurídicas que la ley impute a cada una de
las situaciones; y en este sentido, creemos que es más adecuada la neta distinción entre posesión y
tenencia de nuestro Código, que el denominar a todos poseedores, para luego tener que volver a
subclasificarlos a fin de imputar diversas consecuencias a unos y otros.

XII. Conclusiones

En suma, podemos llegar a las siguientes conclusiones:

1. El Código Civil argentino distingue entre posesión y tenencia.

2. El elemento voluntario dado por el propósito con que se tiene la cosa es el que diferencia la
posesión de la tenencia.

3. Para Savigny, en cuanto al corpus posesorio, el contacto físico no es lo esencial, sino el poder
hacer de la cosa lo que se quiera y evitar toda acción extraña. Pone el ejemplo del prisionero con
ataduras.

4. Para Ihering, en cuanto al corpus posesorio, el mero conocer no basta, es necesario querer
detentar (animus). Pone el ejemplo del prisionero con cadenas.

5. Para Savigny, en cuanto al animus domini posesorio, se requiere que aquel que detenta la cosa se
conduzca a su respecto como propietario.

6. Para Ihering, en cuanto al corpus posesorio, se requiere actuar o comportarse como un


propietario.

7. Como se advierte Ihering no salió de Savigny.

8. Para Ihering la diferencia entre posesión y tenencia radica en que exista una norma legal que
quite los efectos de tal a la posesión, quitándole la protección posesoria. De acuerdo con ello, en
nuestro Código reformado por ley 17.711, los tenedores interesados serían poseedores (arts. 2469 y
2490).
9. No hace a la esencia de la distinción el negar acciones posesorias a los tenedores.

10. Los códigos que utilizan la palabra posesión en sentido amplio, para encuadrar a la posesión y la
tenencia, deben hacer subclasificaciones posteriores a ciertos efectos.

11. Las diferencias conceptuales se hacen notar cuando debe tratarse de la usucapión, de la
percepción de frutos y del desalojo.

12. Aunque se otorgara naturaleza jurídica real a la posesión, no se podría hacer lo mismo con
relación a la simple tenencia, que debería mantenerse en el campo obligacional.

13. En consecuencia, es adecuado mantener la distinción entre posesión y tenencia.

(1) HERNANDEZ GIL, Antonio, "La posesión", p. 74, Madrid, 1980, dice que las concepciones
formuladas por Savigny e Ihering han quedado en la dogmática jurídica como dos modelos teóricos
que es indispensable considerar cuando se plantea el tema posesorio. Entre las diversas teorías que
se han formulado después, no es fácil encontrar otras de rango equivalente.

(2) La nota es tomada de DURANTON, "Cours de droit français suivant le code civil", que en el t.
XXI, núm. 181, p. 280 efectivamente dice lo que Vélez transcribe, aunque agrega al final de la
primer frase "y es imposible, como se verá luego, que dos posean simultáneamente la misma cosa
"in solidum"" (4ª ed., París, 1844). Duranton, en el tema, junto con Maynz, es fuente secundaria del
Código. MAYNZ, Carlos, "Curso de derecho romano", t. I, p. 678, ed., traducida al español por
Antonio José Pou y Ordinas, Barcelona, 1892, dice al respecto que el que pide prestada una cosa
para usarla, quiere servirse de ella, pero su intención no es la de tenerla como si le perteneciera. No
entiende de ninguna manera desconocer el poder del que se la entregó, sino por el contrario, al usar
la cosa, están de acuerdo ambos. En consecuencia, no posee pues no hace más que retener la cosa
para el titular que continúa poseyendo por su ministerio. Si bien éste no ejerce personalmente
ningún poder, por el mismo uso que hace de la cosa el que la tiene prestada, dispone de ella
conforme a su voluntad de titular. Maynz está citado por el codificador en la nota al título II del
libro III, aunque no con esta cita en particular.

(3) La define nuevamente el art. 2461 del Cód. Civil.

(4) Sólo MOLINARIO, Alberto D., "De las relaciones reales", ps. 50/66, Buenos Aires, 1981, está
en desacuerdo con la opinión generalizada y dice que esta concepción tiene su origen en el derecho
romano y había penetrado por medio del Código de Partidas en nuestro derecho Patrio.

(5) SAVIGNY, Frederic Charles de, "Traité de la possession en droit romain", ps. 181 y 185, 7ª ed.,
traducida del alemán por Henri Staedler y anotada Ad. Fr. Rudorff, Bruxelles, 1866. La obra
original de Savigny data de 1803 (7ª ed.) y Savigny continuó haciendo correcciones y adiciones en
las subsiguientes, siendo que las notas de la 1ª ed. fueron dejadas por el autor y agregadas por
Rudorff.

(6) IHERING, Rodolfo, "La posesión, ps. 189/221, especialmente p. 207, 2ª ed., Madrid, 1926
versión española de Adolfo Posada. El libro contiene: I. El fundamento de la protección posesoria y
II. La voluntad en la posesión con la crítica del método jurídico reinante. Esta obra de Ihering, La
voluntad... fue publicada en 1889 y nuestro Código Civil es anterior en 20 años. El primer adelanto
fue efectuado por Reuling, discípulo de Ihering, en 1872, es decir que tampoco lo conoció Vélez. El
tema del "corpus" está especialmente tratado en "El fundamento..." y el del "animus" en "La
voluntad...".

(7) La obra "El fundamento..." termina con esta frase, (IHERING, ob. cit. en nota 6, p. 249), con la
que según el autor, se resume toda la teoría posesoria.

(8) Código de Justiniano, "De poss". Libro 3, tít. 32, ley 2.

(9) IHERING, ob. cit. en nota 6, p. 221." Gessisse", del verbo <<I>gero-isere-gessi-gestum<</I>,
que indica: crear, producir, ejecutar, hacer, llevar a cabo, administrar.

(10) IHERING, ob. cit. en nota 6, p. 221 pone la frase en mayúsculas, y con ella termina el capítulo.
La traducción es nuestra. LAFAILLE, Héctor, "Derecho civil. Tratado de los derechos reales",
1943, dice "cuanto haría un propietario".

(11) MAYNZ, ob. cit. en nota 2, t. I, p. 677 entiende que la locución "animus possidendi" empleada
por los romanos deja mucho que desear, bajo el punto de vista teórico, puesto que explica o define
una noción por el término que se trata de definir.

(12) Esta locución es casi justiniana, según ALLENDE, Guillermo, "Derechos reales. La posesión",
p. 17, Buenos Aires, 1959. Proviene de Teófilo en sus Paráfrasis de la Instituta, que se refieren a
"animo dominantis". SAVIGNY, ob. cit. en nota 5, p. 93, nota 2, dice que solamente acá se
encuentra esta proposición, formalmente expresada, pues en las Institutas y en las Pandectas no se
la encuentra en ninguna parte, aunque ella sea siempre tácitamente admitida.

(13) Esta expresión parece la más clara de todas, pues significa tener la cosa para sí o con
independencia y no se presta a confusión con la noción de dominio. PUIG BRUTAU, José,
"Fundamentos de derecho civil", t. III-I, p. 53, Barcelona, 1978, se refiere a esta duda. MAYNZ, ob.
cit. en nota 2, t. I, p. 678 prefiere el término "animus rem sibi habendi" pues dice que al "animus
domini" se podría hacer la objeción sutil de que uno no puede ser poseedor sin tener la noción
exacta de lo que la ley entiende por "dominus" y "dominium".

(14) La historia es una ampliación de lo relatado por ALLENDE, ob. cit. en nota 12, ps. 19 y 24;
también ALLENDE, Guillermo L., "El "animus domini" de Savigny, según Savigny (No según
Ihering)", Rev. LA LEY, t. 90, p. 842.

(15) Tomamos el término en el sentido amplio y no referido a alguna acción o interdicto en


particular.

(16) "Ius possessionis" o derechos de la posesión, que deben diferenciarse del "ius possidendio"
derecho de poseer. Ver HIGHTON, Elena I. "Derechos reales. Posesión", ps. 220/222, Buenos
Aires, 1979.

(17) La posesión de buena fe está definida en los arts. 2356 y 4006 del Cód. Civil.

(18) ALLENDE, ob. cit. en nota 12, ps. 15/24; ALLENDE, ob. cit. en nota 14. SAVIGNY, ob. cit.
en nota 5, p. 93 texto y notas 1 y 3. Estas notas fueron agregadas porque Warnkoening, a quien cita
en la nota 3, había interpretado mal a Savigny y motivó que éste adicionara las notas aclaratorias.

(19) SAVIGNY, ob. cit. en nota 5, ps. 91/121 y 221/2.


(20) ALLENDE, Guillermo L., "Cuasi posesión, su inexistencia en el Código Civil", Revista
Jurídica de Buenos Aires, 1958-II, p. 107; ALLENDE, Guillermo L., "Nociones sobre
interpretación de los contratos y terminología posesoria", Rev. LA LEY, t. 101, p. 916. Esto se ve
confirmado por DURANTON, ob. cit. en nota 2, t. XXI, núms. 188/9, ps. 283/5 quien se refiere a
posesión en el usufructo y la prenda.

(21) Refiriéndose a posesión legítima.

(22) ALLENDE, ob. cit. en nota 18.

(23) GATTI, Edmundo, desde la cátedra. "Quasi" significa "como si, bajo pretexto de, como, en
cierta manera, casi".

(24) GATTI, Edmundo, desde la cátedra; GATTI, Edmundo, "Teoría general de los derechos
reales", ps. 263 y 271/2, Buenos Aires, 1975.

(25) Ver punto IV.

(26) El ejemplo sigue a DASSEN, Julio y VERA VILLALOBOS, Enrique, "Manual de derechos
reales", p. 46, Buenos Aires, 1962.

(27) IHERING, ob. cit. en nota 6, ps. 279/295.

(28) PAULO (D. 41, 2, 1,3) citado por ALLENDE, ob. cit. en nota 12, p. 11.

(29) Ver punto II.

(30) IHERING, ob. cit. en nota 6, ps. 305/327.

(31) IHERING, ob. cit. en nota 6, ps. 279/295.

(32) ALLENDE, ob. cit. en nota 12, ps. 13/14.

(33) RUSSOMANO, Mario C., "La posesión en los principales códigos civiles contemporáneos",
ps. 25 y 31, Buenos Aires, 1967.

(34) ALLENDE, ob. cit. en nota 12, ps. 9/27; ALLENDE, ob. cit. en nota 14.

(35) GATTI, Edmundo, desde la cátedra.

(36) Definida en el art. 2462, inc. 1º del Cód. Civil.

(37) ENNECCERUS, Ludwig; KIPP, Theodor y WOLFF, Martin, "Tratado de derecho civil.
Derecho de cosas", t. I, ps. 46/52, 10 revisión, traducida por Blas Pérez Gonzáles y José Alguer,
Barcelona, 1970. Para PUIG BRUTAU, ob. cit. en nota 13, t. III-I, p. 55, esta categoría está
contenida en el art. 431 del Cód. Civil español. HERNANDEZ GIL, ob. cit. en nota 1, ps. 149/156
considera por el contrario que esta figura es de difícil encaje en el ordenamiento español.

(38) ENNECCERUS; KIPP y WOLFF, ob. cit. en nota 37, t. I, ps. 52/55 donde se aclara que no es
menester que le pertenezca realmente ni que él mismo crea que le pertenece: el ladrón es también
poseedor en nombre propio. Basta que posea como una cosa que le pertenece, que su posesión
constituya expresión o representación de la propiedad. En esto, pues, dicen estos autores, la
posesión en nombre propio es idéntica a la "possessio" romana del que tenga "animus domini". Las
normas figuran también en ALLENDE, Guillermo, L., "La defensa de la posesión y la tenencia en
nuestro Código Civil y en los códigos contemporáneos", Rev. LA LEY, t. 99, p. 904;
RUSSOMANO, ob. cit. en nota 33, p. 109.

(39) PUIG BRUTAU, ob. cit. en nota 13, t. III-I, ps. 51/55; HERNANDEZ GIL, ob. cit. en nota 1,
ps,. 31 y 103/116 dice que la concepción del Código Civil español en cuanto a esta distinción se
aproxima a la doctrina posesoria de Savigny. Además, en este Código se introduce en los arts. 431,
432 y 447 la posesión en concepto de dueño, cuyo alcance es muy controvertido (ps. 116/133).
Piensa ALVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio, "Curso de derechos reales", t. I, p. 90, Madrid,
1986, que es un principio absoluto del derecho moderno que toda detentación es posesión, aunque
luego aparezcan distinciones.

(40) ALLENDE, ob. cit. en nota 38, especialmente p. 909.

(41) Ley 22.093 que reforma al decreto 1285/58, art. 46, inc. b) (Adla, XXXIX-D, 3630; XVIII-A,
587). Según este régimen de distribución de competencia en la Capital Federal, esta acción debe
iniciarse ante la Justicia Especial, en lo Civil y Comercial.

(42) GIANGRASSO, Antonio José, "Fallos plenarios de la Cámara Nacional de Apelaciones


Especial en lo Civil y Comercial", ps. 347/8, Buenos Aires, 1976, Rev. LA LEY, t. 101, p. 932.

(43) Así lo veía claramente FREITAS, A. T. de, "Código Civil. Obra fundamental del Código Civil
argentino", Buenos Aires, 1909, (Esbozo) que trata de la tenencia en el libro III de los derechos
personales, arts. 3615/3623 y de la posesión en el libro III de los derechos reales, arts. 3709/3729.
RUSSOMANO, ob. cit. en nota 33, ps. 55 y 59 dice que la posesión puede ser caracterizada
negativamente porque, en derecho romano, no puede basarse en un título obligacional (tenencia).

(44) Ver punto I.

© La Ley S.A.

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