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Uun~sión

~ica
TEOlÚA SOCIAL
Gabriel
Director de la serie: Esteban Vernik
La. Serie Teoría. Social reúne obras que son muestras del estado la­
tente de la modernidad, Si la historia del pensamiento social y hu­
manístico ddme6 un conjunto de textos clásicos sobre el legado mo­
dernista, a su sombra restan aún por recu;perarse contribuciones Las leyes sociales
incisivas que conservan viva la inquietud sobre los fundamentos de
nuestro pres~te.

La religión Traducción de
Georg Simmel Eduardo· Rínesi
Volver a La. cuestión judía_
Daaíel Bensar~ León Rozitchner, Karl Marx, Prefacio de
Roman Rosdolski., Bruno Bauer Bruno Latour
. Esmtos políticos
Posfacio de
Émi1e Durkheim
Daniel Sazbón
Construceiones y perspectivas
Siegfried Kracauer
La fotografía y otros ensayos
Siegfci.ed Kracauer
. Los empleados
Siegfried Kracauer
Pedagogía escolar
.GeorgS~el
Los debates de la. Dieta. Renana
Kad.Marx
GOOrge Simni.el, fil6sofo de la vida.
Vladimir Jankélevich
l
Repetición de los fenómenos

Situémonos ante un gran objeto: el cielo estrellado, el mar, un


bosque; una multitud, una . ciudad. De todos los puntos de .
este objeto emanan impresiones que asaltan los sentidos del
salvaje tanto como los del científico. Pero en este último esas
sensaciones múltiples e incoherentes sugieren nociones lógi­
camente dispuestas, un manojo de fórmulas explicativas.
¿Cómo se ha operado la lenta elaboración de esas sensacio­
nes en nociones y en leyes? ¿C6mo se ha convertidoen cien­
tífico el conocimiento de las cosas? Sostengo que eso ocu­ ha
rrido, primero, a m­eClida que se han descubierto entre ellas
. más semejanzas o que, tras haber creído ver entre ellas seme­
janzas superficiales, aparentes y decepcionantes, se han per­
cibido semejanzas más reales, más profundas. En general eso
significa _que se ha pasado de se~e"anzas re eticiones
complejas y co sas, a semejanzas y repeticiones de_ d~~e,
más diñciles de apresar pero m~ere95~ Ys~e~~~§..infi­
rutamente numerosas e ii:ifinitesimales. Sólo tras haber perci­
i>ícfo esas semeJáñzas elemii"itiJ.es­'sehan podido explicar y
reducir a su justo valor las semejanzas superiores, más am­
plias, más complejas y~ vag~·~? Bf~~res9~~~~~~·­
cada vez qu~ se. ~?l~~.,..:2s.combmaciones ~e Sell}­~lan.z~'J
tantas originilldades distin~_J'l~~!.~~~~~,Q:~AY.fP.~Jr'Ú""
laque$ño qwere decii""qu~.­$.i.~p,,_f.:i~.fipwg,re$.a.x~.®ip_l!.,nk.
cfiSñüñúE,~groj5or~~f§.!al..c!~J~ 2..~~9.~.g_~~­
~s decir,d'.eTos aspectos !10..~12.~tisl.,9!..,d~.lª,J:e.alidad..
·­rro;Daj<>iañüradañíáSagud.;:­del observador, las originalida­
des masivas, gruesas y estridentes se· disuelven, es cierto, pero
en beneficio de originalidades más profundas y escondidas,
GABRIEL TARDE LAs LEYES SOCIALES
46 47

que se van multiplicando indefinidamente, tanto como las r .~ atracción en razón directa de las.masas y en razón inversa del
uniformidades elementales. ¡¡
o:
1 cuadrado de las distancias. Y sería mucho mejor aún si, expli­
Apliquemos eso al cielo estrellado. Hubo un comienzo de la P ~ . cando a su vez este mismo hecho por una. hipótesis audaz,
ciencia astronómica desde el momento en que los pastores r·
Q
~ siempre buscada y siempre obsesionante, viéramos en él el
ociosos y curiosos descubrieron la periodicidad de algunas re­ e i efecto deuna presión de átomos etéreos debida a vibraciones
voluciones celestes relacionadas: levante y poniente de las es­ l _g atómicas de una inimaginable exigüidad y una inconcebible
0
trellas, vueltas circulares ·del sol y de la luna. sucesión y regreso ~ mutiplicidad.
regulares de sus lugares en el cielo. Pero algunos astros pare­ ¿No tengo, pues, razón al afirmar que la ciencia astronómi­
cían constituir una excepción a la globalidad. de esta única y ca ha trabajado siempre sobre semejanzas y repeticiones, y que
grandiosa revolución circular: las estrellas errantes, los plane­ su progreso ha consistido, a partir de semejanzas y de repeti­
tas, de los que se advertía una marcha caprichosa. cada instan­ ciones únicas o muy escasas, gigantescas y aparentes, en alcan­
te diferente de sí misma y de las otras. Hasta que se descubrió zar una infinidad de semejanzas y repeticiones infinitesimales,
que había una regularidad en esas mismas anomalías. Enton­ reales y elementales, que al revelarse, por lo demás, han ofreci­
ces se pudieron pensar como semejantes entre sí todas las es­ do la explicación de las primeras?
trellas ­fijaso errantes, soles o planetas, incluso las estrellas ·¿Quiere esto decir ­entre paréntesis­ que el cielo ha per­
fugaces­, y sólo distinguirse tajantemente entre ellas y el sol o dido algo de su atractivo al ritmo del progreso de la astrono­
la luna, que pasaron a ser considerados los únicos astros verda­ mía? De ningún modo. En primer lugar, la precisión creciente
deramente originales del firmamento. . de los instrumentos y de las observaciones ha permitido distin­
La astronomía progresó cuando, por un lado se snsti:tuyó la­ guir en las gravitaciones repetidas de los astros muchas dife­
apariencia de esta enorme y única rotación del cielQ., entero pcn: rencias antes inadvertidas y fuentes de nuevos descubrimien­
­larealiaadde una innumerable multitud de pe·qu~as rotacio­ tos, como por ejemplo elde Leverrier, Por otra parte, el
~díferentes énti~ s1 y no smcronizad~...w absoluto, fuma.mento se extendió cada día ~ás y, en su dilatada inmen­
­a~uniSerepÍta mde~.,.:;.~49.tpor ot;r.g sidad, las desigualdades entre los astros y entre los grupos de
1.adQ,'"­<iesaparecíóla óTigma hóaa:de17o['i~;"p,pl,~~~!: UQª' astros ­en volumen, en velocidad, en particularidades físi­
masc1:ffic'iICI;­i)éI­éi5rrnád:ec;'~&fs~~,J,U1..sistema
__ cas ­ se profundizaron. Las variedades de configuración de
~ c~1!.~? (!e_~3~J;~~~<umálogn.altm:hellinQ, las nebulosas se multiplicaron y cuando, por el espectroscopio,
~tr~planetas. . cosa inaudita, se pudo analizar tan maravillosamente la com­
La astronomía dio un paso aún mayor cuando las dif eren­ posición química de los cuerpos celestes, se descubrieron entre
cias entre esas gravitaciones siderales, cuya absoluta globali­ ellos diferencias que permiten afirmar la existencia de profun­
dad no excluía la desigualdad en velocidad, en distancia, en das disparidades entre los seres que los habitan. Finalmente, se
elipticidad, etcétera, se desvanecieron ante la ley de la atrac­ ha conocido mejor la geografía de los astros más cercanos y, si
ción newtoniana, que presentó todas esas periodicidades de se juzga a los otros por éstos, se debe creer =­tras haber estu­
movimiento, desde las más pequeñas hasta las más grandes, diado los canales de Marte, por ejemplo­ que cada uno de
desde las más rápidas hasta las más lentas, como la repetición los incontables planetas que gravitan sobre nuestras cabezas o
incesante y continua de un mismo hecho permanente: la bajo ·nuestros pies tiene sus accidentes característicos, su ma­
48 LAS LEYES SOCIALES
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pamundi especial, sus particularidades locales que, allí como ~ .. que nosotros diferenciamos. Las semejanzas y las repeticio­
aquí, dan a cada rincón del territorio su encanto particular e :.: l nes que se percibían, y de las que se nutría la naciente ciencia
imprimen, sin ninguna duda, el amor a la tierra natal en el co­ §­' ~ de los organismos, eran superficiales y decepcionantes: se asi­
razón de sus habitantes, sean quienes fueren. ~ ~ milaban plantas sin parentesco entre sí, cuyo follaje y porte se
Pero esto no es todo, en mi opinión ­y lo digo en voz muy

e ·1 parecían vagamente, mientras que se establecía un abismo en­
baja, por miedo a exponerme al grave reproche de hacermeta­ l. · ~ tre las plantas de la misma familia, pero de silueta y talle muy
física­: yo creo que no es posible explicar las diferencias de ~ distintos. La ciencia botánica progresó cuando aprendió la
las que hablo, ni siquiera esas desigualdades de ubicación y subordinación de los caracteres, de los que los más importan­
esta caprichosa distribución de materia a través del espacio, en tes, es decir, los más repetidos y los más significativos =­como
la hipótesis, muy cara a los químicos (ellos, en esto, son verda­ parte de un séquito de otras semejanzas ­ , no eran siempre los
deramente metafísicos), de la existencia de elementos atómicos. más visibles sino, al contrario, los más escondidos, los más me­
perfectamente semejantes. Creo que la pretendida ley de Spen­ nudos, a saber, los que surgen de los órganos de la generación:
cer sobre la ine.:JtabiliJaí) Je lo homogéneo no explica nada y que, el hecho de tener uno o dos cotiledones, por ejemplo, o de no
por lo tanto, la única manera de explicar el florecimiento de tener ninguno.
diversidades exuberantes sobre la superficie de los fenómenos Y la /Jio/og{a, síntesis de la zoología y de la botánica, nació el
es admitir que en el fondo de las cosas existe una multitud tu­ día en que la teoría celular mostró que, tanto entre los animales
multuosa de ele:r'iientos indíviaúáiiñeñte".cai­actenzados. ASí, co1110 entre las plantas, la unidad elemental, indefinidamente
'Igual que I~"7e~ejá.ñzas~~757';;;;;r~an~as . repetida, era la célula ­lacélula ovular primero y después to­
decierá1le;ia.s­cttfereñCiáS"de~aS'á,"'gr~~~~sihl~....&­ das las otras que se siguen de ella­«, y que el fenómeno vital
. ans armaron en erenoias éCíeta11.eil itamente sutiles. Y elemental es la indefinida repetició:u, por parte de cada célula,
~el illismomodüquesbío1as7e'"iñe)añZ'áS"de]?"'~n de los modos de nutrición y de actividad, de crecimiento y de
explicar r~~~&.Wasde conjunto, aSÍ t'a.mbién sólo las dife­ reproducción, que ha recibido en herencia y que transmitirá
­reñci~ de detalle, e~gmaJidadéSeieñiéi:itáfes e in~ fielmente a su posteridad. Esta conformidad a los precedentes,
~~­ec~~~erreXf>1i~°'J;;<lire~;~'.Ef.§~fü?~WS que se llam~~hi;7;~~ia(d:ig­ami.is;eñüñá"jíaT;Jli­a,
v yollJf!Y.!19.~
.....!.S.~decrr~rescc>CietüñíV~~o VI§~b~. · h~renciatlacos~iñ'asque linañerehcia'üite'nór;así
~ Esto en cuanto·;_¡~¡;{i­;<l;;­­&~o:"Eii''C~~to~J­~­;¿; vivien­ i
1 una
éomo la :he;~~;;;;~~­que" C"óStumSreeXtenonz~),
te, 1a.S cosas no son distint.as. Situémonos, como el hombre pri­ i e;ra loñiiaprop­iar!W~teVítafct~Ta.'7;J?clición,"así como 'i~ ~:­~
mitivo, en medio de un bosque. En él está toda la fauna y la ' d:üla:Cióñ'(ó~"'eñ'geñeral;·eTñ:iaViíiüe'irtoperióalc~) ~; f~~a
4~~
1
flora de una región, y hoy sabemos que los fenómenos tan dis­ 1 física:E~~~s~~:=r~~~~w.~bte~ ,;;u
tintos expresados por esas plantas y esos animales diversos se forma social,
1
resuelven, en el fondo, en una multitud de pequeños hechos
infinitesimales resumidos por las leyes de la biología. De labio­
logía animal o de la vegetal, da lo mismo: ahora se las confun­
¡
1
­ve~o~· ptie~­que el progreso de la ciencia de los seres vivos
tuvo como efecto hacer caer gradualmente todas las barreras
establecidas entre ellos en relación con sus semejanzas y sus.
1
de. Pero al comienzo se diferenciaba profundamente lo que repeticiones, sustituyendo, también ahí, las semejanzas grose­
nosotros asimilamos, así como se asimilaban muchas cosas ras y visibles, abultadas y poco numerosas, por parecidos muy
LAs LEYF.S SOCill.LES
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precisos, innumerables e infinitesimales, que son los únicos ~ ,. evolución de la sociología recomenzó ab ova en los tiempos mo­
que explican los otros. Pero al mismo tiempo aparecen distin­ ~­ i demos. Los rú:orJi de Vico son la reanudación y profundiza­
ciones múltiples, y no sólo la originalidad individual de cada 8' © ción de los ciclos antiguos, con menos quimera; esta tesis, así
organismo se volvía más sobresaliente, sino que también se f ~. como la de Montesquieu sobre la presunta semejanza de las
debían admitir originalidades celulares. En primer lugar, ovu­ @ ~ civilizaciones surgidas bajo el mismo clima, son dos buenos
lares: ¿hay algo más parecido en apariencia que dos óvulos, y l, · ~ ejemplas de repeticiones y semejanzas superficiales o ilusorias
hay algo, en realidad, más diferente que sus contenidos? Tras ¡:: de las que la ciencia social se debía nutrir antes de encontrar
haber experimentado la insuficiencia de las explicaciones ensa­ un alimento más sustancial Chatea.ubriand, en su ~ayo sobre
yadas por Darwin o Lamarck sobre el origen de las especies ÚL1 rePoÍLLcÚJnM, desarrollaba un largo paralelismo entre la Re­
­­cuya ascendencia, descendencia y evolución, por lo demás, volución de Inglaterra y la Revolución &ancesa, y se divertía
nadie discute­>, hay que convenir que la verdadera causa de la con los aproximamientos más superficiales. Otras fundaban
especie es el secreto de las células, la ~@~~.L­­~_p._aj~ ªii_o grandes pretensiones teóricas sobre vanas analogías estableci­
­~mtcía:l;cleT.iña oñgiiüllícliCí párticularmente fecunda. das entre el genio púnico y el genio inglés, o bien entre el Im­
..­Pues bien, sostengo que, SI alíora oEiservamosiiñaciudad, perio Romano y el Imperio Inglés ... Esta pretensión de ence­
una multitud, un ejército, en lugar de un bosque o del fu­ma­ I!ar las hechos sociales ,e~~uI~:4~~o~~J9,i fl,¡.r.~~
mento, las ~onsideraciones precedentes encontrarán su aplica­ ­;;~~_:§se~¿ masa con ~can~~~~!2ne~~~
ción en la ciencia social, como la encontraron en la astronomía s~~asta­~~:!lSé'ñüelOCI'eTase:.~~~ . sea. ~.~1~1Qrm~
y la biología. Aquí, análogamente, se ha pasado de generaliza­
ity
_ya mas precisa quéTe'Chüfre'gclCün sus senes de triad
ciones apresuradas fundadas sobre analogías vanas y artificio­ 5ajoiaf0ñña;to~E'!~~8j' n:~ecis.~J.!11eno~~~.
sas, grandiosas e ilusorias, a generalizaciones sostenidas sobre ae la verdid, que recibió ~ os evolucionistas e­~~~
un cúmulo de pequeños h~chos semejantes, de una semejanza ¿eos. 11Stos:apI­OJ?6­;it~'de las ~sfmmaEiones d~!A.~!!!.2!i9i,.
relativamente nítida y­precisa. especialmente deI régimen ae la ~y del régimen de la
~~. ­ }!a~~ m.ucho ,tiwn..,¡>p_q_i:,~la sociología trabaia I?a.r~ti­ ~sit'énte tastr'ans1o~~~l~!ii~!'.!­
~; tuirse. Ensayó sus primeros l)aJl)uéec); cuando, en el caos.son~ .. ~n, Cleiamdu'Str'iaYd;.EE[~~;:;..Ji~ ..
fqSo de los hecbos sociales, se distinguió o creyó dis!:ÍJl.$.U~O gado ley;;;­geñeraies;­~eci"éitanitidez, que ­~~~~~4!rJnm:cha
~ñoeüé'§:L ae~¡.egu1a2­coostlfuye­y¡·­~P~;. plantea­ de liS s'OC!ectaztes;·i:Ja]o~é80s'diV'ér;óS­a'Sp;;~~é!t.YS.9W~r
~n~~ciol6gi~~~epciónantigua del gran año cíclico, a pasarporiosññ'sfu­osseñ<ieros'deGSéS";ucesivas, arbitraria­
al fin del cual todo, tanto en el mundo social como en el mundo metire­tr~~btYqfieTecoñoce;:
g~e~as ée+;;diclas­;,.
natural, se reproducía en el mismo orden. A esta falsa y única glas están minadas de excepciones y que la evol~i6n ling:Yísti­
repetición de conjunto, admitida por el talento quimérico 'de ca, Jüi'idlCa, relígíosa, potrtica, econ6mic_a ...artístioa.;y mera! no
Platón, Aristóteles hizo suceder las repeticiones de detalle, a '"esuna ruta úruca, smo una red de vías llena de ecncwcijad.as.
menudo verdaderas pero siempre muy vagas y difíciles de ce­ F'eliZmente, a la sombra y abrigo de estas ambiciosas gene­
ñir de cerca, que formula en su Política; a propósito de lo que ralizaciones, trabajadores más modestos se esforzaron, con
hay de más superficial o de menos profundo en la vida social: mucho éxito, p~r observar leyes de detalle mucho más sólidaS­:­
la sucesión de las formas de gobierno. Detenida entonces, la ~ran los tiñgüiStas, Tos nu"totogos, sóEre toao los é'conomistas.
Las LEYES SOCIALES
52 53

Esos especialistas de la sociología percibieron numerosas rela­ g


ciones interesantes entre hechos consecutivos o concomitan­
~­ :.a
tes, relaciones que se reproducen a cada instante en los límites ª·o
g­ Q
fo
.
del pequeño dominio que ellos estudian: en la Riqueza Je las f.,, ~
ü
..t."
r.
naciones de Adam Smith y en la Gramática comparada Je !tu len­ @ .:
·~
'O

gUM inJoeuropetMde Bopp, o en los textos de Dietz, por no citar


más que estas tres obras, se puede encontrar una multitud de
~ d
ideas de ese tipo, donde se expresa Iasemejanza de incontables
acciones humanas en materia de pronunciación de ciertas con­
sonantes o vocales, de compras o de ventas, de producción o de
consumo de ciertos artículos¡ etcétera. Es verdad que esas mis­
mas semejanzas, cuando los lingüistas o los economistas inten­
taron formularlas en leyes, condujeron a leyes imperfectas y
burdas, relativas al pleramqae/it; pero eso fue porque se apresu­
raron demasiado a. enunciarlas antes de haber extraído, del
seno de esas verdades parciales, la verdad auténticamente ge­ l. Las experiencias realizadas sobre la sugestión hipnótica y sobre la su­
gestión en el estada de vigilia prepararon abundantes materialespara la
neral que ellas implican, el hecho social elemental que la socio­ construcción futura de laj?sicologa interce!:ebw. Me permito remitir al
logía persigue oscuramente y que d:cl;e a:IéañZar para­surgrr:­ lector a los ensayos de aplicación de esta psicología todavía embrionaria
·­Allora Oieii:a:m:eiiúctoseñareillaóelpfeseiitllm.enfodeque que llevé adelante en todas mis obras y, más especialmente, en el capí­ .
coiivenfrL'péCJJ.rE;$tieiplica'Cíóllgeñeráf­­:=.comúñ"ai'áSleyeio tulo d;_ w ieyu 'Je fa im{t~~.Q,§20) t:i~ _,,iQué,.~~~.§P.W$üd?"
seuaoleyes­econónñéas,liñgfü'.Sñeas,· riiifoíógíc'iSu ot:raS,.,.... ala ­quel'ia6ía aparecidO ya en noviembre de 1884 en la R.evue PhÜotJophi.
qíi'é'::7'enal"giiñasp¡igiña:s~Yk";Jk · · '1J"~füi:lil~n
ffeicoiogíá.'N.idiélocompreiielí9cofi1ñaS­füer:Zayctari<Gdqü; "tl:e'fasmtiltifilCles'"".. es cap' o sobre el crimen, pp. 324...lU!S:...Wa
Stüárt't1'.ill: quien, al final de su Lógica, concibeala sociología ··~ife'éli'Cí6ñ).'é~~rme·tifut'ido 4"L0s crfrnen~i'.~.m.!iliiiu­
Q.A. como uriá psicologfa. aplicada. üi aesgrac1a es que precrs<>ílíar d;~:: ·E~!~_eiíJ[~~pw~~tlWiri~e Brq~las
~c.. su pensamiento y que k psiCo:logía a la que se diríg{~_.. . : a ten~ ~agostoct~i8?~en,~~~~~~,YDe~
· ~v..ó'5..1;rla llave de los fenómenos soc es era s1COlogúi simp~e !! en ctlCiemtiréO.e~'9"3;°baJOcl títllJ.~titAcle&~tas».Estos dos
··~&;í~~dk"l:aS­rciáci~~mte­n;:;g~~­~~wpré­ ditiiñosestüdlo~­~~p~~­;as sin modificacionesen mis E1WayrMy
m.Wafánea¿JOdológi.c<tJ, en 1895 (Starck et Masson, París­Lyon). Hago
~as imágenes en el seno de un mismo cerebro, y que notar, de pasada, que}l texto de la FilMefta penal citado más arriba, si no
cree dar cuenta de todo, en ese dominio, por las leyes de la el capítulo citada también de Las /eyM Je la imitacU!n, del que es un coro­
asociación de esos elementos internos. Así concebida, la socio­ lario, encierra en sustancia y muy explícitamentela explicaoion de los
logía se convertía en una especie de asociacionismo inglés am­ fenómenos de las multitudes que fue desarrollado más tarde en los otros
pliado y exterior, y perdía su originalidad. Pero ~GÍ!i&. dos estudios, y que apareció antes de los interesantes trabajos editados
en el extranjero o en Francia sobre la. psicología.de las multitude~. Esto
ni únicamente~ esta
~,...,.,._.,...,,......_....,.._..,. ..
,psjcología intracerebral,
·~ ­ ­­ .­­'1:.~~~
sino sobre~
... ~~­·. no quiere de ningún modo disminuir el merito de esos trabajos,sino res·
~ ffifücol~~~~~!~· es d<:~ir, a la que .estudia las relaci~­ pender a ciertas insinuacionesa las que, por lo demás,ya he hecho justí­
nes conscientes de 'muchos individuos, y en erimer lugar de cia en otra. parte.
..
~­­­­­­... ..._.,... . ·.· __ . ., ,..~~­­~ . ..,..­w __,~~ ..
(~~\ G_AB_ru_·EL_T_ARD
__ e _ Las LEYES SOCIALES 55

.una cosa sintiente, el deseo de una cosa deseante, la creencia t:! " tica, ora dividida j dispersa, ora concentrada, Y que se comu­
en una. cosa creyente .en una persona· ­en fin­ en la que la a
§"
Í nica sin alteración de una persona a otra, así
como de una per­
persona percipiente se refleja y a la que no· puede negar sin g:
J
~ cepcí6n a otra en cada una de ellas. ..
q.1. .negarse ella misma. Esta conciencia de una conciencia es el f. Afirmar, como hice, que toda ciencia verdadera alcanz~ un
?(>,:,;f N,~onclM.fam quíJ que buscaba.Descarte~ qué el yo indi~dual e y . ,g dominio propio de repeticiones elementales, incontables e ínfi­
; '•:tX> no le pudo proveer. Por otro lado, esta relaciq.Q~~,,.,,¡,,,.12º e§ "i ­~ nitesimales, es como afirmar que toda ciencia verdad.era des­
~ ¡~ 0 cansa sobre cualidades que le son específicas .. Cantidad, en
un impulso Íf§i.Qo recibido o dado, una transferencia de fuerza
kia.~5ts.Lmj.et;;i ~bj~i;ºj~~P.i.E?i~9.·.Q:Yr~~~~rs~~­
~~~n ~: ti­i_ !.
efecto, es posibilidad de series infinitas de se:rneJanz~ d~ r:­
peticiones .infuñtamente pequeñas. Por eso me permití 1.nsis_or
t.~···ª=­~­~~~ado_ '.1:,tivo. o ~~.~~~?!"..
ª~­ ~i:R?. U1;1~~~~í~~ó~..: ~~
in~~~r:1.. mi!ÍJ1.í101~,é.P':l.~fl­ W?:º 4.~ lqs¡ 9,9s,.~~i~!.?~­aj.,.QtrQ~i!!.
· verse '.'":":"~_Qs~.e~aji.<;t;::;­ ,p~~d9.W .d..iS!minuidp_por .el~~..9·
en otro sitio sobre el carácter cuantitativo de las dos energías
mentales que, corno dos ríos divergentes, riegan la doble v~rº
¿Y qué es entonces·.··­~·,­r•
·­­ .... ,....... ·~­­­•
lo que
••·•• '­·~
­··~\"V''
puede ~'ser• •­ transmitido así de un alma
• '• • .,._.­,.­­..,,•·~.••..­·~­ • ­­·••·~.­­~=·­
tiente del yo: su actividad intelecrual y su a.ctivida~ vol:mtana·
ª . ?t.x:.¿¡, P..º!'. §>~P­4­esta e:Q,..Ii~Ei.1.ii.i~}"~919gic;,~_¿_~~.rán ?. s11~~­ Si se niega ese carácter se declara imposible la sociología. Pero
cienes, sus estados afectivos? No, eso es esencialmente inco­ no se puede negar sin rechazar la evidencia, Y la. prueba. de que
. ~ ~ · ~~tiPlca6k~Tod~·¡;;~~d­;;~;j~¡;~_;~¡,E~.4i~~~m~ las cantidades de las que setrata son propiamente ~aciales es
¡"W~,l cientemente, a • ­­­
.fin de sentirse de ese modo mas umdos y más
·~­=­~ ...... ·~­­ ··~­.­ .·.;····~··­­=·:·~­­..­­:~t~­.···~
,.......,.,...., .• _,.oY.~f'C.,.,....:~­.\);­·.­·­".;.;...­..;..1 ....
que su naturaleza cuantitativa aparece mejor, es decir, se ap~­
.. ~.e1!1:_tj~~7~,s .... S.8:!'l,..1;\Q9i'?Jl~~­.Y s?} ~e~~?~! .~1:1s_ju~c~~y su~ dera del espíritu con una nitidez más viva, cuando se l~ consi­
1
royecto formas ue ueden se
lt"'.:'. ., ,­"l •
1 siendo las nusmas esar . dera en masas más voluminosas, bajo l\ fonna de comentes de
• ~.: :zÜ
: ·Jfi.i dela
ere e sus contenidos,~o u~s d~ la elaborac!ón fe o de pasión popt.ul, tle convicciones' tradicionales 0 de obs­
~t&V'espicifi.ial ue see}erce casi mdistintamen~ tinaciones consuetu · arias, abarcando grupos de hombres
• •.:L.l l
más numerosos. e
,
signo s;~P~<?E..Y~J~~­j~e al pasar ds_ to más crece una co1ectrvidac, mas e
sube y baja de la opinión, es decir, del creer o del ~uerer nacio­
~ . ~iiJ~~!:~~:­~p~. . ~cústicQ o ~gtor~
ideas georoétncas de un ci,ego d~...fl.acum~QtQ..son exa.ctameI!t~ nal, afirmativo o negativo, sobre un objeto deter:rrunado ­sube
as e 9~eómetras. ota
osd; vista, y el plan de campaña de . y baja expresado especialmente por las co~ones de la Bo~~
sa­ se vuelve susceptible de medida y coinparable a_los moví­
~~~~~amS!~~~~~~~~º
detemperamento vivo y sangumano, o flemático y resignado: mientes de la temperatura o de la presión atmosfénca, 0 a la
· I tadísti e de ,­, r­..
"'"isasfupaia ~.!l§~­­s~:re.her~a]i rrusñia'seriedeO"peracion;;;­. fuerzavivadeunacaídadeagua. Por eso a,!_s ~ . ­.~~r.i.­~ ..
p;;; otró'i;I~; que s~a"at)­;:~á:d(;'J?Orelfos­c~k sarrolla más fácilmente cuando los Estados se agrandan: 51 laQ>.•.. :. ~1.;:.~
J''·'"'
mism:l.1U~i;:­.­
­de·creseo; ·m.;t;·~¡­cre·1a:·­mw~áJ~"';;;­&"especi,;l,·'kdivid.~ai; estadística tiene éxito en su cometido ,_buscar Y distinguir
~'qti~]f;;~a,a cada uno de ellos a desear. La energía de tendencia cantidades verdaderas en el revoltijo de los hechos sociales­ .
psíquica y avidez mental ­ que yo llamo deseo ­ es, como la es porque en el fondo se dedica a medir, ~és de las actos ~;
· r de de~os. La es­
energía de sobrecogimiento intelectual, de adhesión y de cons­ h~umanos que re<:uenta, masased c¡eenCJaS.J . . d 1
tricción mental ­que yo llamo creencia=­, una corriente ho­ i:adística de los valores de la Bolsa ex;presa las variaciones e a
mogénea y continua que, bajo la variable coloración de los confianza pública en el éxito de tales o cuales empresas 0 en
. , l
matices de la afectividad propia de cada espíritu, circula idén­ la solvencia de tales o cuales Estados prestatarios, asi como as
GABRIEL TARDE LhS LEYES SOClALllS
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variaciones del deseo público, es decir, del interés público, al ~ des de una misma sociedad en un momento dado, es el efecto er('\_
que se da satisfacción por medio de esos préstamos o esas em­ ~ 1 i:io de la hmncia orgánica que fuzo nacer a los hombres bas­ "~=­~<Lr..e.(
presas. La estadística industrial o agrícola expresa la impor­ ~ g . tante parecidos­~ si, ni de la identidad d:elmedio _g~ . t::np
rancia de las necesidades generales que reclaman la produc­ ~
~· a que ofreció a capacidades aproxima:daíilente semejantes recm:· '
cién de tales o cuales artículos o la presunta conveniencia de @ ~ sos· aproximaaamente íguaies, sino de IiG'iiestión­imita~~
los medios implementados para responder a ellas. La misma l, .~~er creador cleüñaictea o de un acto,· ~4
estadística judicial sólo es interesante para consultar en sus in­ ; a propagó poco a poco su ejemplo. Las necesidades orgánicas,
ventarios de procesos o de delitos porque en ellos se lee, como las tendencias espmtuáfeS, sólÓeXisten en nosotros como vir­
entre líneas, la progresión o la regresión, año por año, de la tualidades realizables bajo las formas más diversas pese a su
proporción de los deseos públicos comprometidos en las vías vaga semejanza primordial; y entre esas realizaciones posibles,
procesales o delictivas ­por ejemplo, de la tendencia a divor­ la indicación de un primer iniciador imitado es la que determi­
ciarse o a robar­, así como la proporción de las esperanzas na la elección de una de ell . ~
públicas puestas en ciertos procesos o delitos. La propia esta­ . Volvamos pues ar social elemental l que hablaba hace
dÍstica de la población, en tanto que sociológica ­ya que, refi­ un momento: no la pareJa ormada por el hombre y la mujer
riéndose tanto a la duración y el progreso de las instituciones que se aman ­ esa pareja; en tanto que sexual, es puramente
sociales como a la propagación de la especie, es simplemente vital­s­, sino lliormada por dos personas, del sexo que Seal!!
biológica en otros sentidos­s­, expresa el crecimiento .o mengua una de las cuales actúa espirituafulente sobre la otra. Sostengo
del deseo de paternidad y de maternidad, del deseo de matri­ que la relación entre esas dos per;¡onas es el elemento único y
monio, así como la convicción general de que la felicidad se necesario de la vida social, y que éste consiste siempre, origina­
encuentra en casarse y en formar uniones fecundas. riamente, en una imitación de uno por el otro. Pero es necesa­
Pero ¿bajo qué condición las fuerzas de creencia y de deseo rio comprender bien esto para no caer bajo el golpe de vanas y
almacenadas en individuos distintos se pueden añadir legíti­ superficiales objeciones. Lo que no .se me puede discutir es que
mamente? Bajo la condición de. tener el mismo objeto, de refe­ al decir; al hacer, al pensar cualquier cosa, una vez introduci­
rirse a una misma idea para afirmar, a una misma acción para dos en la vida social, cada instante imitamos a otro, a menos
ejecutar. ¿Y cómo se ha producido esta convergencia de direc"' que no innovemos, lo que es raro. Es fácil mostrar, incluso, que
ción, que vuelve a las energías individuales capaces de formar nuestras innovaciones son en su mayor parte comhinaciones
un todo social? ¿Fue espontáneamente, por un encuentro for­ <te ejemplos antenores, y que §e urañfieneñ ajenas a la Vida
tuito o una suerte de armoníaprestablecida? No, salvo en ca­ ­socM mientras no s<;>n rmitadas~~ una pala5'""~
sos muy raros, e incluso estas aparentes excepciones, si tuvié­· sea ta repr0Clucc1Ón, mconscieñte ahora, pero. al ·comienzo
ramos tiempo para interrogarlas su6.cientemente, terminarían consciente y quendá,­áearñcüFa.Ci7;"'~$".;;;f;~úes~~
por confirmarnos la regla. Afirmo que esta conformidad minu­ _ ~­an~ü,C§.Eii~19~­ia·r.i~
~· ciosa de espíritus y de volUñtaéles­que constiñíye et fuñaaID~ tuac1Ón; nidÍe Ifeva ade'.rante un rito religioso ­ señal de la
/\W~ to de la vida sociatñícluso en los tiempos mas coñfusos e _ cruz, beso de un 19ono,­¡:(;"z;;'~r?duzca gestos .Y fór­___ ­,
J>resencia srm ­­...,.. . ~!.~4?'.S~·~~tos fines y mulas tradicionales, es decir; forjadas en la imitaci6n de.lo.$_
medios precisos, en todoslOs ­espíritus y en todas las volunta­ ~estros; nadie­eJecufaliiiigúñaorden ~t;r' o civil, nadie
­­­~­~ ....... ­=­__._,_...­·,•.. ­..,,, 11& ::;·,s.ilti­
LAs LEYES SOCIALES
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lleva adelante ninguna acción profesional que no le haya sido t1 ~ prende viniendo de un autor que observa la lucha entre sacie­
enseñada y que no haya copiado de. un modelo viviente; nin­ !f l .!!!

1· dades como ún poderoso agente de su socialización ulterior, de


gún pintor da una pincelada, ningún poeta escribe un verso t1
que no sea conforme a los hábitos o a la prosodia de su escuela, f. .~ . su comunión en una sociedad más amplia, elaborada incluso a
~ través de sus batallas. Y, de hecho, ¿no es ~vid~nt~. ..q:u.e,...en.la 0<::f.
y su misma originalidad. está hecha de banalidades acumula­ ·@ _.g medida en que los pueblos rivales o enemigos asimilan sus ins­ (f..­tcl
das y aspira a volverse, ella misma, banal. l ­~ ~es. riend:~onarse !&r,escieií: ..iUlQ.§ól~ÚJ.U;­­;i:i:
Así, la característica constante de cualquier he~ social es ~ 0
tre individuos ya <l§g~i~cádaacto nuevo de imitaciÓ~]ieil­·
se/ imitativo. Y esa característica es exclusivamente propia de ~ conservar o fox­Wécér .. eTTaZosoc.t~aiñbié:n­que .\
los hechos sociales. Sobre este punto, sin embargo, Gidd'.iñ~ ­entreñíaJ.VidüOStüdavía";;.ü ·~omadóseSé­~cto
prepara la aso­
­qmen por otra parte, con un notable talento, se ha ubicado ~ción D+tut:~vate'~ñd__gl cQ.u.::llilos·'fü.fis~~e
con mucha frecuencia en mi perspectiva sociológica­ ~a se volverá un lazo manifi.e~o: ·
....­::::­­­­­,.. ··­··­­­­~­­·· ·
formulado una aparente objeción: tam~ié~­~ª3:~~ción~.~ En cuanto a otras objeciones que se me formularon, como
él, de. µn'!.!9.~~e_:incluso entre enemigos se adoptan provienen todas de una muy incompleta comprensión de mis
~tos, ardides de guerra o secretos profesionales.~ ideas, no me detengo en ellas, ya que caen por su propio peso
campo de la imitatividad supera, pues el de la sociabilidad, y a los ojos de quien se ha ubicado nítidamente en mi punto de
no pue e ser la característica de éste.2 La objeción me sor­ vista. Con respecto a esto, remito a mis obras.
Pero no me limito en absoluto a reconocer ese carácter imi­
2. Se podría decir, dando a la palabra imitación el sentido muy amplio que tativo de todo fenómeno social. Afirmo además que, en su ori­
le otorga Baldwin, profesor de psicologíaen la Universidadde Princeton gen, esa relación de imitación existió no entre un individuo y
. (Estados Unidos) en un libro recientey ya célebre,El Juarro/JJJmental oel una. masa confusa de hombres ­como con mucha frecuencia
nilio, que la imitación es la ley fundamental no sólo de la vida social y de
sucedió más tarde ­ , sino entre sólo dos individuos, de los cua­
k vida psicológica, sino de la propia vida orgánica, donde sería.la condi­
ción de la costumbre y de la herencia. Pero, a decir verdad. la tesis de ese les uno, niño, nace a la vida sociody el otro, adulto, socializado
fino psicólogo, lejos de contradecir la mía, es una de sus ilustracionesy ' ya hace tiempo, le sirve de modelo individual. Al avanzar en la
confirmaciones más contundentes.· La imitación de hombre a hombre,
como yo la entiendo,es la continuaciónde la.imitacién de estado a estado ¡¡ vida, a menudo nos fijamos pautas según modelos colectivos e
. impersonales, al mismo tiempo que, generalmente, inconscien­
en el mismo hombre, imitacióninterna queyo ya había llamado costum­ 1 tes; pero antes de hablar, de pensar y de actuar como ¿e habla, .
bre y que, evidentemente, se distingue de la. otra por rasgos suficiente­
como efe piensa y como cft! actúa en nuestro mundo, hemos co­
mente netos como para que sea imposibleconfundirlas. Baldwin, que.
ante todo es un psicólogo, explica muy bien la génesis orgánica y mental menzado por hablar, pensar y actuar como él o ella habla, pien­
de la imitación, y su rol termina. precisamente en el momento en que co­ sa, actúa. Y este éL o esta ella son éste o aquel de nuestros fami­
mienzael del psicosoci6logo. Es una pena.que su libro no haya precedido liares. En el fondo del Je, si buscamos bien, no encontraremos
al mío, úu /eyM de la ímita.cúfn, que habría podido aprovechar sus análisis.
Por lo demás, éstos no me han obligadoa rectificar nada de las leyes y de
las consideraciones enunciadas en mi obra, absolutoasí. (Mientrascorrijo las pruebas de este libro me entero d~ que
En todo caso, su libro es la mejor respuesta.que puedo dar a quienes me Baldwin acaba. de aplicar sus ideas a la sociologíay de que, por un cami­
han reprochado haber extendidodemasiado el sentido de la palabra imi­ no independiente,espontáneamente, se ha. visto conducido a una manera
taci.ón. Extendiéndoloinmensamentemás, Baldwin prueba que no es en . de ver muy parecida a la que yo desarrolloen úu /eyu de la imitacúfn.)
60 Las ¡;¡;ras SOCIALES
61

nunca más que una determinada cantidad de· ello« y de ella» t:1 .. ser discernidas en medio del caos aparente de la historiay de la
que se han mezclado y confundida al multiplicarse. Tan simple
o.
i: ~"' vidahumanas.
como es, esta distinción la. olvidan aquellos que sostienen, con­ " ~ Lo que quiero destacar por el momento es que la. sociología
tra la idea de iniciativa individual, la capacidad creadora de las ~ ~ así entendida se diferencia de las viejas concepciones reinantes
instituciones sociales, y creen decir algo al profesar, por ejem­ @ l bajo ese nombre comeda astronomía de los modernos se dife­
plo, que las lenguas y las religiones son obras colectivas,. que las ­} ~ rencia de la de los griegos, o como la biología, desde la teoría
multitudes ­las multitudes sin ningún conductor­han crea­ celular, se diferencia de la historia natural de antaño," Dicho
do el griego, el sánscrito, el hebreo, el budismo, el cristianismo de otro modo, que descansa sobre un fundamento de semejan­
y que, en fin, por la acción coercitiva de la colectividad sobre el zas y de repeticiones elementales y verdaderas, ínfinitamente
individuo, pequeño o grande, siempre modelado y dominado, y numerosas y sumamente precisas, que han sustituido, como
nunca por la acción sugestiva y contagiosa de los individuos de materia primera de la elaboración científica, a un pequeño pu­
la élite sobre la colectividad, se explican las formaciones y ñado de falsas o vagas y decepcionantes analogías. A lo que
transformaciones de las sociedades. En realidad, esas explica­ agrego que si nuestra comprensi6n de lo que las sociedades
ciones son ilusorias, y los autores no se dan cuenta de que pos­ tienen de semejante há progresado en extensión y profundidad
tulando de este modo una fuerza colectiva, una semejanza gracias a esta sustitución, nuestra visión de lo que las distingue
entre millones de hombres relacionados, eluden la dificultad no ha ganado menos con el cambio. Sin duda hay' que renun­
mayor de saber cómo se ha podido producir esa asimilación ciar, en adelante, a esas diferencias artificiales que la «filosofía
general. A eso se responde precisamente conduciendo el análi­ de la historia» establecía entre los pueblos sucesivos, especie de
sis hasta donde yo lo he llevado: hasta la relación intercerebral grandes personajes de un mismo drama inmenso donde cada
de dos espíritus, .hasta el reflejo de uno por el otro. Solo enton­ uno tenía su rol providencial que desempeñar. Y a no está per­
ces se podrán explicar esas unanimidades paciales, esas conni­ mitida, en consecuencia, esta expresión de la que se ha abusa­
vencias de los corazones, esas comuniones de los espíritus que,. do tanto, el genio de un pueblo, o de una raza, o también elgenio Je
una vez formad~ y perpetuados por la tradición, imitación de una lengua, eL genio Je una religión, como lo comprendían algu­
los ancestros, ejercen una presión con frecuencia tiránica, aun­: nos de nuestros antecesores, incluso Renan y Taine. A esos
que con mayor frecuencia saludable, sobre el individuo.! Así, genios colectivos, entidades o ídolos metafísicos, se les otorga­
a esta relación el sociólogo debe dedicarse, como el astrónomo
se dedica a la relación entre dos masas atrayentes y atraídas; <1:­
4. Esta concepción, en suma, es casi la inversa de la de los evoluwmuta.!
ella le debe pedir la clave del misterio social, la fórmula de al­
llJllMea!eJ y también de la de Durkheim: en lugar de explicar todo por la
gunas leyes simples, universalmente verdaderas, que pueden presunta imposición de una ley de epo!ucUfn que obligaría a. todos los fe­
nómenos a reproducirse, a repetirse idéntícamente en un orden determi­ ·
nado, en lugar de explicar así. lo pequoia por lo grmid~, lo particular por lo
3. · No se debe olvidar esta observación tan simple: siempre se entra en la general, yo explico las semejanzas de conjunto por la acumulacién de
vida social a la más corta edad. Ahora bien, el niño, que se vuelve hacia pequeñas acciones elementales, lo grande por lo pequeño, lo general por
los otros como la flor se vuelve hacia el sol, sufre mucho más la atracción lo particular. Esta manera. de ver está destinada a produciren sociología
que el rechazo de su medio familiar. Y así, durante toda su vida, asimila­ la misma transformaciónque produjo en matemáticasla introducción del
ra ávidamente los ejemplos­ análisis infinitesimal
LAS LEYES SOCIALES
62 63

ha una originalidad imaginaria, b~te. mal definida, por lo plemente la etiqueta cómoda, la síntesis anónima de esas in­
:a
od

demás; se les atribuía ciertas predisposiciones, presuntamente ~ o contables originalidades personales, las únicas verdaderas, las
!? bll
o: @
insuperables, a determinados tipos gramaticales, concepciones "Q ~ únicas eficaces y actuantes cada instante, que están enfermen­
.!:
religiosas o formas de gobierno; y se les suponía, por contra, m­. tación continua en el seno de cada sociedad gracias a los ince­
¡¡ ~
ciertas incompatibilidades absolutas con concepciones o insti­ santes préstamos y a un intercambio fecundo de ejemplos con
¡¡"
@ :9
tuciones propias de tales o cuales de sus rivales. El genio semí­ ­ ""~,.~ las sociedades vecinas. Así, el genio colectivo, impersonal es
tico, por ejemplo, se consideraba absolutamente refractario al­ ~ función y no factor de los genios individuales, infinitamente
politeísimo, al sistema analítico de las lenguas y al gobierno numerosos; es su fotografía compuesta, y no debe ser su más­
parlamentario; el genio griego, al monteísimo; el genio chino y cara. Y sin duda no tendremos nada que lamentar; en términos
el genio japonés, a todas nuestras instituciones y a todas nues­ del atractivo de los grandes cuadros históricos, cuando, acla­
tras concepciones europeas en general ... Si los hechos protes­ rando más bien que disipando esta fantasmagoría de algunos
taban contra esta teoría ontológica, se los torturaba para obli­ grandes actores históricos vagamente caracterizados ­llama.­
garlos a plegarse a ella; era inútil hacer notar a esos teóricos la dos Egipto, Roma, Atenas, etcétera­, veamos aparecer en su
profundidad de las transformaciones sufridas por la propaga­ lugar Un honuigueo de individualidades nuevas, cada una JUÍ
ci6n de una religión proselitista, de una lengua, de una institu­ generw, cada una con su propio sello distintivo, reconocible en­
ción ­como el jurado, por ejemplo­>, mucho más allá de las. tre miles.
fronteras de su pueblo y de su raza de origen, a pesar de los Puedo pues concluir una vez más que, por la introducción
insuperables obstáculos que los genios de las otras naciones y de ese punto de vista sociológico, habremos hecho precisamen­
otras razas habrían debido oponerle. Se respondía retocando te lo que hacen todas las otras ciencias al avanzar: reemplazar
la idea, distinguiendo (al menos) entre las razas nobles e inven­ una pequeña cantidad de semejanzas y diferencias falsas o va­
tivas, únicas investidas del privilegio de descubrir y de propa­ gas por incontables semejanzas y diferencias verdaderas y pre­
gar descubrimientos, y las razas nacidas para la servidumbre, cisas, lo que constituye un doble beneficio para el artista y para
sin ninguna comprensión de las lenguas, las religiones y las el científico, y sobre todo para el filósofo, que debe, a riesgo de
ideas que toman prestadas ­ o parecen tomar prestadas ­ de no ser distinto de ellos, sintetizar a ambos.
las primeras, y se le negaba al proselitismo conquistador de una Algunas notas más. Mientras no se pudo descubrir el hecho
civilización sobre otras civilizaciones, de un genio popular so­ astronómico elemental, la atracción según la ley newtoniana, o
bre otros genios populares, es· decir, la posibilidad de fran­ al menos la gravitación elíptica, hubo conocimientos astronó­
quear ciertos límites y especialmente de europeizar la e~ y micos heterogéneos, una ciencia de la luna, la rJe!etwl.ogía, una
­. Japón. La prueba en sentido contrario ya se ha realizado para ciencia el sol, la he!Wl.ogía, etcétera, pero no astronomía. Mien­
este último caso, y se realizaría muy pronto para el del Imperio tras no se vislumbró el hecho químico elemental (la afinidad, la
Central. combinación en proporciones definidas), existieron conoci­
A la larga habrá que abrir los ojos a la evidencia y recono­ mientos químicos, químicas especiales ­del hierro, del estaño,
cer que el genio de un pueblo o de una raza, en lugar de ser el del cobre, etcétera­s­, pero no química . .Mientras no se descu­
factor dominante y superior de los genios individuales que se brió el hecho físico esencial, es decir, la comunicación ondula­
consideran sus retoños y sus manifestaciones pasajeras, es sim­ toria del· movimiento molecular, hubo conocimientos físicos,
LAS LEYES SOCIALES
65

hubo óptica, acústica, termología y electrología, pero no física. ~ ,g fonna de la actividad social como una función en cierto sentido
La física se convirtió en físico­química, la ciencia global de la 1'. celular. He hecho ya los mayores esfuerzos, como la mayoría
~
j.
f
naturaleza inorgánica, cuando se entrevió la posibilidad de ex­ ­ de los sociólogos, para quitar estos estorbos del camino de la
plicarlo todo por las leyes fundamentales de la mecánica, es 0 ciencia naciente. Pero querría decir todavía una palabra más
.g . sobre este asunto. ·
decir, cuando se creyó descubrir, como hecho inorgánico ele­
mental, la reacción igual y contraria a la acción, la conserva­
@

J.­ J
'iil
El conocimiento científico siente tanto la necesidad de apo­
ción de la energía, la reducción de todas las fuerzas a formas " yarse ante todo sobre semejanzas y repeticiones que, cuando
del movimiento, el equioalente mecánico del calor, de la electri­ no las tiene a mano, crea unas ­lo repito ­ imaginarias, mien­
cidad, de la luz, etcétera. Por último, antes del descubrimiento tras espera las verdaderas. Y desde ese punto de vista hay que
de las analogías .existentes, desde el punto de vista de la repro­ situar la famosa metáfora del organismo social entre muchas
ducción, entre los animales y las plantas, en realidad no había otras concepciones simbólicas que han tenido la misma utili­
una botánica ni una. zoología, sino botánicas y zoologías, es dad pasajera. Eri los orígenes de toda ciencia, tanto como de
decir, si se quiere, una hipología, una cinologfa, etcétera. Pero toda literatura, la alegoría ha desempeñado un rol enorme. En
el descubrimiento de esas semejanzas sólo daba una unidad matemáticas tenemos las ensoñaciones alegóricas de Pitágoras
muy parcial a todas esas ciencias dispersas, a esos membra 'dú­ y de Platón antes de las· sólidas generalizaciones de Arquúne­
jecta de la biología. futura. La biología sólo nació realmente des. La astrología y la magia, vestíbulos de l~ astronomía y
cuando la teoría celular pudo mostrar el hecho vital elemental: balbuceantemente de la química, se fundaron sobre el postula­
el funcionamiento de la célula (o del elemento histológico) y su do de la ale.goda uniPert1aL más que sobre el de la analogía uni­
proliferación; continuada por el óvulo.ipcr sí mismo una célu­ versal: admiten una armonía preestablecida entre las posicio­
la, de manera que la nutrición y la generación se 'consideraran nes dé ciertos planetas y los destinos de algunos hombres,
bajo un mismo ángulo. entre tal acción simulada y tal acción real, entre la naturaleza
Pues bien:, ahora se trata análogamente, de hacer, después de una sustancia química y la del cuerpo celeste del que toma
de ÍM ciencias sociales, la ciencia social. Hubo, en efecto.'cien­ su nombre, etcétera. No olvidemos el carácter simbólico de los
cias sociales, al menos en esbozo: brotes de ciencia política, de procedimientos primitivos, de las acdone« Je la ley en el derecho
lingüística, de mitología comparada, de estética, de moral y romano, antiguos esbozos de la jurisprudencia. Notemos tam­
una economía política ya bastante avanzada, mucho tiempo bién ­puesto que la teología fue una ciencia de nuestros abue­
antes de que haya existido incluso un embrión de sociología. los, lo mismo que la jurisprudencia­, el abuso de los sentidos
La sociología supone un hecho social elemental. y lo es tanto. figurados dados a los relatos bíblicospor los más antiguos teó­
que, mientras todavía no se había descubierto ese principio logos, que veían en la historia de Jacob la copia anticipada de
~quizá porque saltaba a los ojos, si se me perdona esta expre­ la de Cristo o que simbolizaban los amores de Cristo y de su
sión­«, se soñaba, se imaginaba bajo la form.~ de una de esas Iglesia por los dt;ll esposo o la esposa en el Cantar de Úid cantares,
vanas y supuestas semejanzas que llenan la inf~cia de to­ Así comienza la ciencia teológica de la Edad Media, como la
das las ciencias, y se creía decir algo profundamente instructi­ literatura moderna por el Romaa de la &Me. Hay muchas de esas
vo al concebir la sociedad como un gran organismo, el indivi­ ideas en la Summa de santo Tomás de Aquino, y toda~a­ en
duo (o la familia, según otros) como la célula social, y toda nuestro siglo encontramos un último vestigio de ese misticismo
GABRIEL TARDE LAS LEYES SOCW.ES
66 67

simbólico en las obras, ahora completamente olvidadas ­y sin ~ .. yores todavía: es por la comparación de las sociedades entre sí,
embargo dignas de ser exhumadas, por la gracia fenelónia.na ~ i por las incontables coincidencias observadas entre evoluciones
de su estilo­«, del buen Padre Gratry, que creía ver simboliza­ "'Q. ~ . nacionales diferentes desde el punto de vista de la lengua, del
das por el sistema solar las relaciones sucesivas del alma y de f ~ derecho, de la religión, de la industria, de las artes y de las cos­
Dios, alrededor del cual, según. él, aquélla gira, Siempre para @ ­~ tumbres; es, sobre todo, por la atención prestada a esas imita­:
él, el círculo y la elipsis simbolizan toda la moral, que está ins­ il cienes de hombre a hombre que ofrecen la explicación analíti­
crita. jeroglíficamente en las secciones cónicas. ¡s ca de los hechos en conjunto.
Por supuesto, no pretendo comparar esas excentricidades Después de estos largos preliminares, habría llegado el mo­
con los desarrollos, en parte sólidos y siempre serios, que Her­ mento de exponer las leyes generales que rigen la repetición
bert Spencer, luego Comte y muy recientemente René Worms imitativa y que son a la sociología­lo que las leyes de la costum­
y Novicow, han dado a la tesis de la sociedad­organismo. Aun bre y de la herencia son a la biología, lo que las leyes de la
criticdndolas, tengo un fuerte aprecio por el mérito y la utilidad gravitación son a la astronomía y las leyes de la ondulación a
momentánea de esas obras. Pero generalizando ahora en loan­ la física. Pero ya he tratado muchas veces ese tema en una de
terior, tengo derecho, creo, a enunciar la siguiente proposición: mis obras, LM /cye.1 de la imitacidn, a la que me permitoremitir a
el progreso de una ciencia consiste en reemplazar semejanzas quienes tengan interés en el asunto. Sin embargo, querríamos­
y repeticiones exteriores, es decir, comparaciones del objeto trar lo que todavía no he ilustrado lo suficiente, a saber que, en
propio de esta ciencia con otros objetos, por semejanzas y re­ el fondo, todas esas leyes proceden de un principio superior: la
peticiones Interiores, es decir, comparaciones de este objeto tendencia de un ejemplo, una vez lanzado en un determinado
consigo mismo considerado en sus ejemplares múltiples y bajo ·grupo social; a propagarse en él· según una progresión geomé­
otros aspectos. A la idea del organismo social, que considera la trica, si ese grupo permanece homogéneo. Por lo demás, no
nación como una planta o un animal, corresponde Ia del meca­ enti.end~ por esta tendencianada misterioso, sino algo muy sim­
nismo vital, que ve a una planta o mi animal como un mecanis­ ple: cuando, por ejemplo, se hace sentir en un grupo la necesi­
mo. Pero no es a través de esta profunda y extendida campar~ dad de expresar una idea nueva por medio de una palabra
ción de un cuerpo vivo con un mecanismo como progresó la nueva, el primero que imagina una expresión supuestamente
biología, sino por la comparacién de las plantas entre sí, de los propia para satisfacer esa necesidad no tiene más que pronun­
animales entre sí, de los cuerpos vivos entre sí. 5 Y no es por la ciarla para que pronto la misma empiece a ser repetida por
comparación de las sociedades con los organismos que la so­ todos los miembros del grupo en cuestión, e incluso para que
ciología ha realizado ya grandes avances y realizará otros ma­ se expanda, más tarde, por los grupos vecinos. Eso no quiere
decir de ningún modo que dicha locución esté dotada de un
5. Análogamente.no fueron las estérilescomparacionespitagóricasde las ma­ alma que la lleve a irradiarse así, igual que cuando el físico dice
temáticas con todas las otras ciencias las.que hicieron avanzar a las mate­ que la onda sonora tiende a propalarse en el aire no da a esta
máticas, sino el fecundo acercamiento de las dos ramas de las matemáti­
simple forma una fuerza propia, ambiciosa y ávida.6 No, sólo
cas ­la geometría.y el álgebra­ bajo la mano de Descartes. Y sólo con
el invento del cálculo infinitesimal, sólo cuando se pudo descender al
elemento matemático indescomponibley cuyas repeticiones indefuridas 6. O que cuando el naturalista dice que una especie tiende a propagarse
lo explican todo, la fecundidad matemática.a.pareció en su plenitud. según una progresión geométrica, no piensa que esta forma típica tenga
GABRIEL TA.RDE LAS LEYES SOCIALES
68 69

es una manera de decir. Para decir, en un caso, que las fuerzas ti " he llamado la cascada de la imitación de arriba abajo de la es­
motrices inherentes a las moléculas de aire encontraron en esta 2
§'
l cala social); la imitación, por muy ciega que haya sido, ha esta­
repetición. ondulatoria una vía de circulación y, en el otro, que g;
la necesidad especial inherente a los individuos hum.anos del
grupo del que se trata se ha podido satisfacer con esta répeti­ GJ
f ~ do motivada por una presunción de superioridad asociada al
J
.f
ejemplo del modelo que al individuo le parecía que tenía una
autoridad social sobre él. Ocurre lo mismo cuando, entre el
ción imitativa, que evita a su pereza (análoga a la inercia mate­ } ~ ejemplo de. sus ancestros y el de un innovador extranjero,
rial) el trabajo de ponerse ellos mismos a inventar. Como sea, el hombre primitivo no duda en preferir el de los primeros, a
no hay dudas sobre la tendencia a la progresión geométrica en quienes juzga infalibles y también, al revés, cuando en medio
cuestión; sólo que ella se ve muy a menudo dificultada por obs­ de una muy semejante perplejidad, el individuo de nuestras
táculos de diversos tipos, y es bastante raro ­aunque no inau­ ciudades modernas, persuadido a priori de que lo nuevo siem­
dito......:. que los diagramas estadísticos relativos a la propaga­ pre es preferible a lo antiguo, escoge la elección opuesta. No es
ción en el público de una nueva invención industrial muestren menos cierto que la opinión del individuo fundada de este
esta progresión regular. ¿Cuáles son esos obstáculos?.Los hay modo sobre consideraciones extrínsecas a la naturaleza mis­
que provienen de la diversidad de climas y de razas, pero no· ma de los dos modelos comparados, de las dos ideas o de los
son los más fuertes; la mayor traba a la expansión de una inno­ dos deseos confrontados, merece ser cuidadosamente distin­
vación social y su consolidación como costumbre tradicional es guida de los casos en que él opta en virtud de un juicio sobre
alguna otra innovación igualmente expansiva que la encuentre las características intrínsecas de esas dos ideas o de esos dos
en su camino y que, para emplear una metáfora física, interfie­ deseos, y se puede reservar a las influencias que lo deciden, en
ra con ella. En efecto, cada vez que uno de nosotros duda entre 'ese caso el epíteto de lógicas.
dos maneras d.e hablar, entre dos ideas, entre dos creencias, Pero por el momento no añadiré nada más sobre esto, ya
entre dos modos de actuar, tiene lugar en él una interferencia que en el capítulo siguiente tendremos que volver sobre esos
de radiaciones imitativas que, a partir de enfoques diferentes duelos lógicos y teleolégicos, elementos de la oposición social.
(enfoques, es decir, inventores, imitadores individuales primi .. Agreguemos que las interferencias de irradiaciones imitativas
tivos), a menudo muy distantes en el espacio y en el tiempo, se no constituyen siempre obstáculos mutuos: muy a menudo son
han propagado hasta él. ¿Cómo _,~e resuelve· entonces su pro­ alianzas mutuas y sirven para acelerar y ampliar esas radiacio­
blema? ¿Cuáles son las influencias que lo deciden? Esas in­ nes; a veces, incluso, son la causa de una idea genial que nace
fluencias son, como dije, de dos tipos: un~ lógicas y otras ex­ de su encuentro y de su combinación en un cerebro, como ve­
tralógicas. Debo agregar que incluso estas· últimas son en remos en el capítulo consagrado a la adaptación social. ­
cierto sentido lógicas, pues, dado que entre dos ejemplos el
plebeyo elige ciegamente el del patricio, el campesino el del ha­
bitante de la ciudad y el provinciano el del parisino (es lo que

por sí misma, al margen del sol, de las afinidades químicas y de todas las
energías físicas de las que es la simple canalización, una energía y una
aspiración independientes.
Conclusión

Es hora de terminar, Resumamos y comparemos, entonces,


las principales conclusiones a las que llegamos, y preguntémo­
nos por su significado. Vimos que toda ciencia vive de seme­
janzas, de contrastes ­o simetrías­ y de armonías, es decir,
de repeticiones, oposiciones y adaptaciones, y nos pregunta­
mos cuál era la ley de cada uno de esos tres términos, así como
la relación de cada uno de ellos con los otros. Vimos que, pese .
a su tendencia natural ­y aparentemente tan legítima a pria­ .
ri­ a explicar los 'fenómenos menos visibles por los fenóme­
nos más grandes, voluminosos y notorios, el espíritu humano
se ha visto irresistiblemente conducido a encontrar el princi­
pio de esos fenómenos, en todos los órdenes de cosas, en los
hechos más recónditos, cuya fuente, a decir verdad, le resulta
insondable. Esta constatación debería provocar una gran sor­
presa, pero no lo hace, a tal punto la costumbre de la observa­
ción científica nos ha hecho familiar esa inversión del orden
imaginado por el pensamiento naciente. Así, la ley de la repe­
tición =­sea que se trate de la repetición ondulatoria y gravi­
tatoria del mundo .físico, de la repetición hereditaria y hahiluaL
del mundo viviente o de la repetición imitativa del mundo so­
cial­ es la tendencia a pasar, por medio de una amplificación
progresiva, de un infinitesimal relativo a un infinito relativo.
Eso es también lo que sucede con la ley de la oposición, que
consiste en una tendencia a la ampliación, en una esfera
que siempre está creciendo, a partir de un punto viviente. Ese
punto, socialmente, es el cerebro de un individuo, la célula de
ese cerebro donde se produce, mediante una interferencia
de destellos imitativos llegados del exterior, una contradicción
entre dos creencias o entre dos deseos. Así es la oposición so­
cial elemental, principio inicial de las guerras más sangrientas,
GABRIEL TARDE LAs LEYES .SOCL\l,ES
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de la misma forma que la repetición social elemental es el he­ · ti teatro del pensamiento, la sede de fenómenos verdaderos y vi­
cho individual del primer imitador, punto de partida del in­ . r { vos? ¿Y cómo podemos suponerlo cuando vemos que cada ins­
menso contagio que configura a la moda. La ley de la adapta­ ~ o tante brota un ser individual, con su fisonomía propia y radian­
ción, por último, también es semejante: la adaptación social f j te, del fondo de un óvulo fecundado, del fondo de una parte de
elemental es la invención individual destinada a ser imitada,es ! l
V
ese óvulo, de una parte que, cuanto mejor se la mira, más se la .
decir, la interferencia feliz de dos imitaciones. En principio '§; ~ ve circunscribiéndose y al mismo tiempo desvaneciéndose has­
esa armonía es interior ­es decir, se produce en un solo espf­ ¡;: .... ta un punto inimaginable? ¿Cómo considerar indiferenciado
ritu=­, pero tiende no sólo a expandirse haciae] exterior, sino ese punto, fuente de semejante diferencia? Sé bien lo que se me
también a acoplarse lógicamente, gracias a esta difusión imita­ va a objetar: la pretendida ley de la inestabilidad de lo homogé­
tiva, con alguna otra invención, y así sucesivamente hasta que, neo. Pero esa ley es falsa, es arbitraria, sólo ha sido imaginada
a través de un engorroso camino de armonizaciones sucesivas, para conciliar el prejuicio de creer indiferenciado en sí mismo
se levantan esas grandes obras colectivas del espíritu humano lo que es indistinto a nuestros ojos con la evidencia ~e las
que son . una gramática, una teología, una enciclopedia, un diversidades fenoménicas, de las exuberantes variaciones vi~
cuerpo de derecho, una organización natural o artificial del vientes, psicológicas y sociales. La verdad es que sólo lo hete­
trabajo, una estética o una moral. rogéneo es inestable, y que lo homogéneo es esencialmente
Así, en resumen, es cierto que todo viene .de lo infinitesimal estable. La estabilidad de las cosas está en razón directa con su
y, agreguemos, es posible que todo vuelva allí. Es el alfa y el homogeneidad. La única cosa perfectamente homogénea ­ o
omega. Sabemos que todo lo que constituye el universo visible, que parece serlo­ en la Naturaleza es el espacio geométri­
accesible a nuestras observaciones, procede de lo invisible y de co, que no ha cambiad.o un ápice desde Euclides. ¿Quiere con
lo impenetrable, de una nada aparente de donde surge, inago­ esto decirse simplemente que el menor germen de heterogenei­
tablemente,toda realidad. Si reflexionamos sobre este extraño dad, introducido en un agregado relativamente homogéneo,
fenómeno, nos sorprenderemos del poder del prejuicio, ala vez como la levadura en una masa, provoca: allí, necesariamente,
popular y científico, que hace ver a todo el mundo, a un Spen­ una diferencia creciente? Respondo que en un país orto­
cer tanto como a un novato, a lo in.6.nitesim.al como insignifi­ doxo, de unanimidad. religiosa o política; la introducción de
cante, es decir, como algo homogéneo, neutro, sin nada que sea una herejía, de una disidencia, tiene muchas más posibilidades·
característico ni espiritual. ¡Ilusión imposible de desarraigar l de ser rápidamente reabsorbida o expulsada que de crecer a·
Y tanto más inexplicable cuanto que nosotros también, como expensas de la Iglesia o de la política reinantes. No es que
todos los seres, estamos destinados a reincorporarnos próxi­ niegue la ley de diferenciación en esas aplicaciones orgáni­
mamente, por la muerte, en ese espacio infinitesimal de donde cas o sociales, pero la entendemos muy mal si nos impide ver
surgimos, en ese espacio infinitesimal tan despreciado, verda­ la ley de uniformización creciente que se mezcla y se entrelaza
dero «más allá», comarca del asilo póstumo en vano buscada con ella. En realidad, la diferenciación de la que se quiere
en los espacios infinitos y que bien podría estar ­ ¿quién hablar es más bien lo que nosotros hemos llamado adaptación.
sabe? ­ en el fondo... Como sea, ¿qué razón tenemos para Por ejemplo, la división del trabajo, en nuestras sociedades, no
creer a priori, sin conocer el mundo elemental, que el único es más que la asociación o la coadaptación progresiva de di­
mundo visible, el mundo de los espacios y los volúmenes, es el versos trabajos por invenciones sucesivas. Primitivamentecir­ ·
GhBRIEL TARDE
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cunscrita a las faenas domésticas, se va repitiendo y amplifi­ tl ::! da y ambiciosa, cada una portadora en sí de. su universo en
.
cando sin cesar, extendiéndose primero a la ciudad ­dónde
~·~ >¡¡
~ particular de su universo propio y soñado, ya que hace abortar
esos trabajos, otrora parecidos entre los distintos hogares, pero l• ~ infinitamente más proyectos· elementales que los que se desa­
diferenciados en el interior de cada uno, se vuelven diferentes r. ~ rrolla.n; y es entre los sueños opuestos, entre los programas ri­
entre los distintos hogares, pero más homogéneos en el interior e .1 vales, mucho más que entre los seres, es donde se libra la gran
de cada u~o­ y luego se convierte en nacional e internacional. ~ ~ batalla por la vida, eliminadora de los menos adaptados. De
No es verdad, pues, que la diferencia haya crecido, ya que si t suerte que el subsuelo misterioso del mundo fenoménico sería
cada instante aparecen diferencias nuevas, también se borran tan rico en diversidades, pero en otras diversidades, como el
otras, antiguas; y teniendo en cuenta esta consideración, no estadio de las realidades superficiales.
tenemos ninguna razón para pensar qu<e la suma de las diferen­ Pero después de todo esta metafísica que indÍ~o importa
· cias ­suponiendo que se pudieran sumar cosas sin medida bastante poco para la exposición precedente y sólo propongo
común­ haya aumentado en el universo. Lo que se ha verifi­ esta hipótesis entre paréntesis, subrayando que, aun si se re­
cado incesantemente es algo mucho más importante que un chazara, quedarían en pie las consideraciones más sólidas y
simple aumento de la diferencia: la. diferenciación de la. propia positivas presentadas más arriba. Lo único que esta hipótesis
diferencia. El propio cambio va cambiando, y lo hace en un permite es abrazar bajo un mismo punto de vista los dos tipos
sentido que nos conduce de una era de diferencias crudas y.· de verdad, aparentemente ajenos unos a otros, que hemos re­
yuztapuestas, como de colores chillones y desunidos, a una era cogido a lo largo de nuestro camino, .a saber, las verdades que
de diferencias armoniosamente matizadas'. No importa qué se se refieren a la progresión regular de las repeticiones, de las
piense sobre este panorama, no resulta fuenos inconcebible . · luchas, de las armonías universales, al lado regular del mundo,
que, en la. hipótesis de una sustancia homogénea sometida des­ alimento de la ciencia, y las que atañen al lado salvaje del mun­
de. toda la eternidad a la disciplina niveladora y coordinado­ do, presa/objeto/víctima/botín exquisito del arte en perpetua
ra de l~ leyes científicas, un universo como el nuestro, tan renovación, a la necesidad, aparentemente eterna, de lo diver­
fastuosamente lleno de sorpresas y curiosidades, haya podido so, de lo pintoresco, de lo desordenado, gracias al mismo fun­
existir alguna vez. De lo perfectamente semejante y perfecta­ cionamiento de la asimilación, de la sirnetrizaoión y de la armo­
mente reglado, ¿qué habría podido nacer sino un mundo eter­ nización universal. Nada más fácil de comprender que esta
na e inmensamente chato? Por eso, a esta concepción corriente aparente anomalía; si se supone que las originalidades subfe­
del universo formado por una infinita cantidad de elementos noménicas de las cosas no trabajan para borrarse sino para
en el fondo completamente semejantes, de donde habría surgi­ expandirse, para estallar por los aires. Entonces todo se expli­
do, no se sabe cómo, la diversidad, me permito oponer mi con­ ca; y del mismo modo que las relaciones mutuas de nuestros
cepción particular que lo representa como la realización de tres términos ­repetición, oposición, adaptación.c­ son fácil­
una multitud de virtualidades elementales, 1 cada una defini­ mente inteligibles cuando se considera la repetición progresiva
funcionando al servicio de la adaptación que difunde y que,
1. Véase, sobre este tema, en mi EJ¿aiJ et Me/angeJ (Storcky Masson, París­ por sus interferencias, desarrolla, y a favor a veces de la oposi­
Lyon, 1895), el estudio titula.do .. Monadología.y sociología» (reed. en la. ción, a la que, por sus interferencias de otro tipo, asimismo
col. «Les Emp@c.heurs de penser en rond», Synthélabo, 1999). condiciona, así también se puede creer que las tres colaboran
GABRIEL TARDE
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f
juntas en la expansión de la variación universal bajo sus for~
mas individuales y personales más elevadas, más amplias y más
profundas. W
f
e
l.•

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