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EL MINISTERIO DEL LECTOR

El ministerio del lector nos llama a ser sirvientes de la palabra del Dios vivo. En la
proclamación de las lecturas durante la liturgia, el lector hace más que simplemente leer. La
espiritualidad de un lector debe incluir una comprensión de las Santas Escrituras como la
Palabra Viva de Dios hecha presente a la humanidad a través de la historia, pero aun más
presente en la persona de Cristo Jesús, la Palabra hecha carne.[1]

Preguntas y Respuestas para Lectores

1. ¿Quién puede proclamar las Escrituras durante la Misa?

En ausencia de un lector instituido, otros laicos (lectores) se pueden comisionar para


proclamar las lecturas de las Sagradas Escrituras. El deber del lector es proclamar las lecturas
de las Sagradas Escrituras, a excepción del Evangelio. Un lector puede también enunciar las
intenciones de la Oración de los Fieles y, en ausencia de un salmista, proclamar el salmo
entre las lecturas. [Instrucción General del Misal Romano (en adelante GIRM) #99]

Las lecturas deben ser proclamadas por un lector y el Evangelio por un diácono o, en su
ausencia, por un sacerdote diferente del celebrante. Si un diácono u otro sacerdote no están
presentes, el mismo sacerdote celebrante debe leer el Evangelio. Además, si otro lector
apropiado no está también presente, entonces el sacerdote celebrante debe también proclamar
las otras lecturas. (GIRM # 59)

Después de cada lectura, quienquiera lea dice también la aclamación, a la cual la gente
reunida contesta, honrando la palabra de Dios que ellos han recibido en fe y con sus
corazones agradecidos. (GIRM # 59)

2. ¿Cuáles son los requisitos para ser un lector de la Palabra en la liturgia?

Para todas las liturgias parroquiales, incluyendo celebraciones Sacramentales, bodas y


sepelios, los lectores deben ser católicos formados y completamente iniciados. En el
ministerio del lector, el lector está ministrando a la comunidad. Esto se hace lo más
apropiadamente posible cuando el individuo puede proclamar las Escrituras desde lo
profundo de su fe vivida.

3. ¿Qué hay sobre las celebraciones Sacramentales de Primera Eucaristía,


Confirmación y Matrimonio?

Las celebraciones sacramentales son las liturgias de la parroquia donde el lector ministra a la
asamblea proclamando la Palabra de Dios. Es importante que esto sea hecho en una manera
reverente y dadora de vida. De igual manera, los lectores durante celebraciones
sacramentales deben ser miembros de la comunidad completamente iniciados que están
correctamente formados para este rol.

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Durante la celebración del Sacramento de la Confirmación, los candidatos serán
completamente iniciados. Puesto que los confirmandos están siendo ministrados por la
comunidad de fe, es impropio que el confirmando ejercite papeles ministeriales, tales como
lector, durante la liturgia. Se puede hacer una excepción si una persona que va a ser
confirmada ha estado comprometida en un proceso de formación litúrgica para ser lector.

4. ¿Qué hay sobre las misas para niños en educación religiosa de la escuela o de la
parroquia?

En la Introducción del Leccionario para Niños, la iglesia reconoce que algunos niños tiernos
pueden ser capaces de leer las Escrituras “competentemente,” “pero el testimonio de otros
niños mayores, adolescentes, o adultos que ministran gentil y reverentemente a los niños
menores reunidos en la oración litúrgica, es más conducente a la cada vez mayor reverencia
de los niños por la Palabra de Dios, que el ministerio de otros niños desconcertados o poco
preparados.” Leccionario para Misas con Niños, #23

Por lo tanto, en la Diócesis de Trenton, las personas escogidas para proclamar la Palabra en
las liturgias para los niños de Escuelas o de Programas de Educación Religiosa, pueden ser
niños en edad de la escuela media, adolescentes o adultos que estén correctamente formados
para el ministerio del lector.

5. ¿Qué clase de entrenamiento es beneficioso para los lectores?

Quienes ejercitan el ministerio del lector deben estar verdaderamente aptos y ser preparados
cuidadosamente, de modo que los fieles puedan desplegar un amor ardiente y vivo por las
Sagradas Escrituras al escuchar las sagradas lecturas. El entrenamiento debe incluir tanto
preparación espiritual como técnica. La formación bíblica del lector debe permitir al lector
entender las lecturas en su contexto y percibir por la luz de la fe el punto central del mensaje
revelado. La formación litúrgica equipa al lector de un cierto asidero con el significado y la
estructura de la Liturgia de la Palabra y del significado de su conexión con la Liturgia de la
Eucaristía. La preparación técnica debe hacer al lector más experto en el arte de la lectura en
público, e incluye su propia voz junto con el uso apropiado del equipo de sonido.
Leccionario para la Misa, Introducción, #55

6. ¿Cómo debe prepararse un lector para su parte en liturgia?

El lector debe prepararse en oración antes de llegar a la celebración de la misa leyendo las
Escrituras asignadas, tomando especial cuidado para discernir el significado y la importancia
del texto. El lector debe también practicar las lecturas en voz alta, cerciorándose de
pronunciar las palabras propiamente, y entender su significado. El ministerio del lector es un
ministerio de evangelización, invitando a la asamblea a una relación más profunda y más rica
con Dios, y por tal el lector debe venir preparado para proclamar la palabra con convicción y

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pasión. El lector también debe llegar la iglesia suficientemente temprano para tener en cuenta
cualquier detalle práctico, tales como colocación del micrófono, lectura de los avisos y/o las
peticiones, y para comunicarse con el sacerdote sobre cualesquier detalle necesario.

Se anima a que las parroquias den a sus lectores instrumentos que asistan a su preparación
para proclamar las lecturas. Estos “manuales de trabajo” dan al lector la compenetración y las
pronunciaciones necesitadas para proclamar claramente la palabra de Dios. El manual del
Lector o el misalito nunca se pueden utilizar durante la celebración de la misa para proclamar
la Palabra. El Leccionario y el Libro de Evangelios (Evangeliario) deben ser los únicos libros
usados en la proclamación de la Palabra.

7. ¿Cómo se seleccionan las lecturas?

En las sagradas lecturas, la mesa de la Palabra de Dios es preparada para los fieles, y las
riquezas de la Biblia se abren para ellos. Por lo tanto, es preferible mantener el orden de las
lecturas bíblicas según se encuentran en el Leccionario, por el cual se vierte la luz en la
unidad de ambos Testamentos y de la historia de la salvación. Es ilegal sustituir otro texto
no-bíblico para las lecturas y el salmo responsorial puesto que estos contienen la Palabra de
Dios. (GIRM # 57) Información adicional sobre la estructura del orden de las lecturas para
la misa se puede encontrar en el Leccionario para la Misa, capítulo IV, La Estructura del
Orden de Lecturas para Misa.

8. ¿Cuál es la vestimenta apropiada para un lector?

El lector debe usar una ropa apropiada que demuestre respeto por el ministerio del lector.
(GIRM # 339)

9. Procesión/asiento

El lector puede participar en la procesión de entrada o puede tomar asiento antes de misa en
la asamblea. La decisión de si el lector o lectores serán parte de la procesión de entrada se
puede tomar por el Comité de Liturgia de la parroquia o por el párroco. Por tradición, la
función de proclamar las lecturas es ministerial, no presidencial. (GIRM # 59). Por lo tanto,
se prefiere que el lector tenga su lugar en la asamblea. El lector debe acercarse al ambón
luego de un momento de silencio a continuación de la Oración Colecta, que marca el inicio
de la Liturgia de la Palabra. Entre las lecturas, el lector puede estar sentado en un lugar
apropiado cerca del ambón. Después de las lecturas, el lector debe volver a su lugar en la
asamblea.

10. ¿De dónde se proclaman las lecturas?

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En la celebración de la misa con una congregación, las lecturas se proclaman siempre desde
el ambón. La dignidad de la palabra de Dios requiere que la iglesia tenga un lugar que sea
pertinente para la proclamación de la palabra y hacia el cual la atención de la íntegra
congregación de fieles de vuelta naturalmente durante la Liturgia de la Palabra. Es apropiado
que este lugar sea un ambón inmóvil, y no simplemente un atril movible. El ambón se debe
situar en armonía con el diseño de cada iglesia de manera tal que los ministros ordenados y
los lectores puedan ser claramente vistos y oídos por los fieles.

Solamente las lecturas, el salmo responsorial, y el Pregón Pascual (Exultet) deben ser
proclamados del ambón. El ambón se puede utilizar también para dar la homilía y para
anunciar las intenciones de la Oración de los Fieles. La dignidad del ambón requiere que
solamente un ministro de la palabra vaya hasta aquél. (GIRM # 309) El ambón no se debe
utilizar para los avisos.

11. ¿Cuántos lectores pueden ser utilizados?

Las lecturas para la misa se pueden dividir entre un número de lectores. Si hay varias
lecturas, está bien distribuirlas entre un número de lectores. Pero no es en absoluto apropiado
que varias personas dividen un solo elemento de la celebración entre sí mismos, por ejemplo,
que la misma lectura sea proclamada por dos lectores, uno después del otro, a menos que se
trate de la Pasión del Señor.
(GIRM # 109)

El papel del comentarista puede ser ejercido por uno de los lectores. El comentarista es un
ministerio litúrgico genuino, que consiste en la presentación a la congregación de los fieles,
desde un lugar conveniente (no el ambón), de explicaciones y comentarios relevantes que
sean claros, de marcada sobriedad, meticulosamente preparados y, en general, por escrito y
aprobados de antemano por el celebrante. Leccionario para la Misa, #57

Las Oraciones de los Fieles son anunciadas desde el ambón o desde otro lugar conveniente
por el diácono. En ausencia de un diácono, las intercesiones pueden ser enunciadas por un
cantor, un lector o cualquiera de los fieles laicos. (GIRM # 68)

12. ¿Cuál es la importancia de los períodos de silencio?

La Liturgia de la Palabra debe ser celebrada a fin de promover la meditación. Durante la


Liturgia de la Palabra, es apropiado incluir breves períodos de silencio, en los cuales la
Palabra de Dios pueda se atrapada por el corazón, y pueda prepararse una respuesta en
oración. Es apropiado observar tales períodos de silencio, por ejemplo, antes que la misma
Liturgia de la Palabra en sí comience, después de la primera y segunda lecturas, y por último
a la conclusión del homilía. (GIRM # 56)

13. ¿Cómo se debe proclamar las Escrituras?

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En la proclamación fiel de las Escrituras el lector tiene el privilegio de compartir la Palabra
de Dios con la asamblea. Cuando las Escrituras verdaderamente se proclaman con
convicción, las lecturas pueden revolver las almas con gratitud, llamar a la conversión a los
pecadores, consolar a los desesperados y exhortar a quienes se hayan disipado.[2]

Los textos bíblicos deben ser enunciados en una voz audible y clara. El tono de la voz debe
corresponder al género del texto mismo, es decir, el tono debe compensar la forma de la
celebración y la solemnidad de la reunión. Se debe tener cuidado para corregir y vigilar la
pronunciación de las palabras. Los lectores deben hablar a un paso moderado, de forma que
la palabra sea entendida fácilmente. El contacto visual ocasional con la asamblea es
apropiado. Al concluir la lectura, el lector debe detenerse brevemente, mirar fijamente a la
asamblea y proclamar “Palabra de Dios.”

[1]
Richard R. Gaillardetz, Ph.D. Becoming Word for One Another: A Spirituality for Lectors. Liguori Press.
2002.
[2]
Becoming Word for One Another, p. 29.

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