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EPÍSTOLA DE AMARILIS A BELARDO más por oídos, cuya fortaleza

1 en ti más que en sus fuerzas confiado;


Tanto como la vista, la noticia mostrose en esta empresa más osado,
de grandes cosas suele las más veces por ser el artificio
al alma tiernamente aficionarla, peregrino en la traza y el oficio
que no hace el amor siempre justicia, otras puertas del alma quebrantando,
ni los ojos a veces son jueces no por los ojos míos, que velando
del valor de la cosa para amarla: están en gran pureza:
mas suele en los oídos retratarla ha sido y es tan fuerte,
con tal virtud y adorno, que por ellos no entró sombra de muerte,
haciendo en los sentidos un soborno que tales son palabras demandadas,
(aunque distinto tengan el sujeto, si vírgenes las oyen,
que en todo y en sus partes es perfecto), que a Dios han sido y son sacrificadas.
que los inflama a todos 5
y busca luego aficiosos modos, Con gran razón a tu valor inmenso
con el que pueda entenderse consagran mis deidades sus labores;
el corazón, que piensa entretenerse, cuando manijan perlas en sus faldas:
con dulce imaginar para alentarse todo ese mundo allá te paga censo,
sin mirar que no puede y este de acá mediante sus favores,
amor sin esperanza sustentarse. crece en riqueza de oro y esmeraldas.
2 Potosí que sustenta en sus espaldas,
El sustentarse amor sin esperanza, entre el invierno crudo,
es fineza tan rara, que quisiera aquel peso, que Atlante ya no pudo:
saber su en algún pecho se ha hallado, confiesa que su fama te la debe;
que las más veces la desconfianza y quien del claro Lima el agua bebe
amortigua la llama que pudiera sus primicias te ofrece,
obligar con amar lo deseado; después que con sus dones se engrandece,
mas nunca tuve por dichoso estado acrecentando ofrendas
amar bienes posibles, a tus excelsas y admirables prendas:
sino aquellos que son más imposibles. yo, que aquestas grandezas voy mirando,
A éstos ha de amar un alma osada; y entretenida en ellas,
pues para más alteza fue criada las voy en mis entrañas celebrando.
que la que el mundo enseña; 6
y así quiero hacer una reseña En tu patria Belardo, mas no es tuya,
de amor dificultoso, no sientas mucho verte peregrino,
que sin pensar desvela mi reposo, plegue a Dios no se enoje el Manzanares,
amando a quien no veo y me lastima: por más que haga de su fama tuya;
ved qué extraños contrarios, que otro origen tuviese más divino,
venidos de otro mundo y de otro clima. y otra gloria mayor si la buscares,
3 ¡oh, cuanto acertaras, si imaginares
Al fin de éste, donde el Sur me esconde que es patria tuya el cielo,
oí,Belardo, tus conceptos bellos, y que eres peregrino, acá en el suelo!
tu dulzura y estilo milagroso; Porque no hallo en el quien igualarte
vi con cuánto favor te corresponde pueda, no solo en todo, mas ni en parte,
el que vio de su Dafne los cabellos que eres único y solo
trocados de su daño en lauro umbroso en cuanto miran uno y otro polo.
y admirando tu ingenio portentoso, Pues, peregrino mío,
no puedo reportarme vuelve a tu natural, póngante brío,
del descubrirme a ti, y a mí dañarme. no las murallas que elevó tu canto
Mas ¿qué daño podría nadie hacerme en Tebas engañosas,
que tu valer no pueda defenderme? mas las eternas, que te importan tanto.
Y tendré gran disculpa, 7
si el amarte sin verte, Allá deseo en santo amor gozarte,
fuera culpa, que el mismo que lo hace, Pues acá es imposible poder verte,
probó primero el lazo en que me enlace, Y temo tus peligros y mis faltas;
durando para siempre las memorias tabla tiene el naufragio, y escaparte
de los sucesos tristes, puedes en ella de la eterna muerte,
que en su vergüenza cuentan las historias. si del frágil al divino saltas;
las singulares gracias, con que esmaltas
4 tus soberanas obras,
Oí tu voz Belardo: mas ¿Qué digo? con que fama inmortal continuo cobras,
No Belardo, milagro han de llamarte, empléalas de hoy más con versos lindos
Este es tu nombre, el cielo te le ha dado en soberanos y divinos Pindos:
Y Amor, que nunca tuvo paz conmigo, tus divinos concetos
te me representó parte por parte, allí serán más dulces y perfetos;
que el mundo a quien lo sigue, Que nos dejaron en temprana muerte,
en vez de premio al bienhechor persigue Aún no desnudas de pueriles paños
y contra la virtud apresta el arco El cielo y una tía que tuvimos,
con ponzoñosas flechas Suplió la soledad de nuestra suerte:
de la maligna aljaba de Aristarco. con el amparo suyo algunos años
8 huimos siempre de sabrosos daños:
Quiero, pues, comenzar y así nos inclinamos
a darte cuenta de mis padres y patria a virtudes heroicas que heredamos;
y de mi estado porque sepas de la beldad, que el cielo acá reparte
quien te ama y quien te escribe nos cupo, según dicen, mucha parte,
bien sé que la memoria con otras muchas prendas:
me atormenta,renovando no son poco bastantes las haciendas,
el dolor, que aunque llorando, al continuo sustento;
está presente y en el alma vive: y estamos juntas, con tan gran contento
no quiera Dios que en presunción estribe que una alma a entrambas rige y nos gobierna
lo que aquí le dijere, sin que haya tuyo y mío,
ni que fábula alguna compusiere, sino paz amorosa, dulce y tierna.
que suelen causas propias engañarnos, 12
y en referir grandezas halagarnos, Ha sido mi Belisa celebrada,
que la filaucia engaña que ése es su nombre, y Amarilis mío,
mas que no la verdad nos desengaña, entrambas de afición favorecidas;
especialmente cuando yo he sido a dulces Musas inclinadas,
vamos en honras vanas estribando: mi hermana aunque menor,
de éstas pudiera bien decirte muchas; tiene mas brío,
mas quédense en silencio, al fin todas han sido merecidas
pues atento contemplo que me escuchas. con alegre himeneo.
9 de un joven venturoso y que en trofeo
En este imperio oculto, que el Sur baña, a su fortuna vencedora palma
más de Baco piadoso que de Alcides, alegre la rindió prendas del alma
entre un trópico frío y otro ardiente, Yo siguiendo otro trato,
adonde fuerzas ínclitas de España contenta vivo en limpio celibato,
con varios casos y continuas lides con virginal estado a Dios
fama inmortal ganaron a su gente, con grande afecto consagrado,
donde Neptuno engasta su tridente y espero en su bondad y en su grandeza
en nácar y oro fino; me tendrá de su mano,
cuando Pizarro con su flota vino, guardando inmaculada pureza.
fundó ciudades y dejó memorias, 13
que eternas quedarán en las historias: De mis cosas te he dicho en breve suma
a quien un valle ameno, Todo cuanto quisieres preguntarme,
de tantos bienes y delicias lleno, Y de las tuyas muchas he leído;
que siempre es primavera, Temerosa y cobarde está mi pluma,
merced del dueño de la cuarta esfera, Si en alabanzas tuyas emplearme
la ciudad de León fue edificada, Con singular contento he pretendido:
y con hado dichoso, Si cuanto quiero das por recibido.
quedó de héroes fortísimos poblada. ¡Oh, que de ello me debes!
10 Y porque esta verdad ausente pruebes,
Es frontera de bárbaros y ha sido Corresponde en recíproco cuidado
terror de los tiranos que intentaron Al amor, que en mí está depositado.
contra su Rey enarbolar bandera: Celia no se desdeñe
al que en Jauja por ellos fue rendido, Por ver que en esto mi valor se empeñe
su atrevido estandarte le arrastraron, Que ofendido en sus quiebras
y volvieron al Reino cuyo era. Su nombre todavía al fin celebras;
Bien pudiera, Belardo, Y aunque milagros su firmeza haga,
si quisiera en gracia de los cielos, Te son muy bien debidos,
decir hazañas de mis dos abuelos Y aún no sé si con esto tu fe paga.
que aqueste nuevo mundo conquistaron 14
Y esta ciudad también edificaron, No seremos por esto dos rivales,
do vasallos tuvieron, Que trópicos y zonas nos dividen,
y por su Rey su vida y sangre dieron: Sin dejarnos asir de los cabellos,
Mas es discurso largo, Ni a sus méritos pueden ser iguales:
que la fama ha tomado ya a su cargo Cuantos al mundo el cetro y el honor piden,
si acaso la desgracia de esta tierra, De trenzas de oro, cejas y ojos bellos,
que corre en este tiempo, Cuando enredado te hallaste en ellos,
tantos ilustres méritos no entierra. Bien supiste estimarlos
11 Y en ese mundo y este celebrarlos,
De padres nobles dos hermanas fuimos Y en persona de Angélica pintaste
Cuanto de su lindeza contemplaste:
Mas estoyme riendo
De ver que creo aquello que no entiendo,
Por ser dificultosos
Para mí los sucesos amorosos,
Y tener puesto el gusto y el consuelo,
No en trajes semejantes,
Sino en dulces coloquios con el cielo.
Finalmente, Belardo,yo te ofrezco
Un alma pura a tu valor rendida:
Acepta el don, que puedes estimallo;
Y dándome por lo que merezco,
Quedará mi intención favorecida,
De la cual habló poco y mucho callo,
Y para darte más no sé si hallo.
Déte el cielo favores,
Las dos Arabias bálsamos y olores.
Camboya sus diamantes. Tibor oro,
Marfil Cefala, Persia su tesoro,
Perlas los Orientales.
El Rojo Mar finísimos corales,
Balajes los Ceylanes,
Áloe precioso Sarnaos y Campanes,
Rubíes Pegubamba y Nubia algalia,
Amatistas Rarsinga
Y prósperos sucesos Acidalia.
16
Esto mi voluntad te da y ofrece y ojalá yo pudiera
con mis obras hacerte prendas de mayor estima:
mas dionde tanto se merece, de nadie no recibes,
sino cobras lo que te debe el mundo en prosa y
rima. He querido, pues viéndote en la cima del
alcázar de Apolo, como su propio dueño, único y
solo, pedirte un don, que te agradezca el cielo,
para bien de tu alma y mi consuelo. No te
alborotes, tente, que te aseguro bien que te
contente, cuando vieres mi intento, y sé que lo
harás con gran contento, que al liberal no importa
para asirle, significar pobrezas, pues con que más
se agrada es con pedirle.
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Yo y mi hermana, una santa celebramos, cuya
vida de nadie ha sido escrita, como empresa que
muchos han tenido: el verla de tu mano deseamos;
tu dulce Musa alienta y resucita, y ponla con estilo
tan subido que sea dondequiera conocido y
agradecido sea de nuestra santa virgen Dorotea.
¡Oh, qué sujeto, mi Belardo, tienes con que de
lauro coronar tus sienes, podrás, si no emperezas,
contando de esta virgen las grandezas, que
reconoce el cielo, y respeta y adora todo el suelo:
de esta divina y admirable Santa su santidad
refiere, y dulcemente su martirio canta!
18
Ya veo que tendrás por cosa nueva no que te
ofrezca censo un mundo nuevo, que a ti cien mil
que hubiera te le dijeran; mas que mi Musa rústica
se atreva a emprender el asunto a que me atrevo,
hazaña que cien Tassos no emprendiera, ellos, al
fin, son hombre y temieran; mas la mujer, que es
fuerte, no teme alguna vez la misma muerte. Pero
si he parecídote atrevida, a lo menos parézcate
rendida, con fines desiguales Amor los hace con
su fuerza iguales: y quédote debiendo no que me
sufras, mas que estés oyendo con singular
paciencia mis simplezas, ocupado continuo en
tantas excelencias y grandezas.
19
Versos cansados, ¿qué furor os lleva a ser sujetos
de simpleza indiana y a poneros en brazos de
Belardo? Al fin, aunque amarguéis, por fruta
nueva, os vendrán vuestro gusto bronco y tardo; el
ingenio gallardo, en cuya mesa habéis de ser
honrados, hará vuestros intentos disculpados:
navegad, buen viaje, haced la vela guiad un alma,
que sin alas vuela.

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