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Economía en La Campaña
Economía en La Campaña
INTRODUCCIÓN
La actividad económica más importante de la campaña oriental fue la ganadería. Proporcionó la alimentación
preferida de la población y fue, además, la única fuente de productos exportables: cueros, charque, grasa y
sebo.
• Por merced. Esto era por donación o regalo de la Corona. El rey de España, en agradecimiento por
servicios realizados por sus súbditos otorgaba grandes extensiones de muy buenas tierras que dieron
origen a los primeros latifundios. La zona al norte del Río Negro, donde la inseguridad por los ataques
indígenas y portugueses era mayor y se encontraba alejada del puerto, no fue tan requerida y los
latifundios fueron aún mayores. Muchas veces las autoridades entregaban enormes extensiones de
tierras sobre las fronteras para detener el avance portugués. Pero no se lograron los objetivos, pore era
poblar y defender esas zonas al mismo tiempo, con pocos recursos.
• Por compra. Quienes deseaban comprar tierras, debían realizar una serie de trámites largos, que podían
extenderse de dos a ocho años y eran muy costosos. Sólo el trabajo del escribano valía una suma muy
elevada para la época. Los únicos que podían acceder a los títulos de propiedad, eran los que poseían
mucho dinero. De esta manera, el territorio fue colonizado de sur a norte y, recién entre 1780 y 1790, los
interesados comenzaron con los primeros trámites para comprar tierras al norte del Río Negro.
La mayoría de la población rural ocupaba las tierras sin hacer los trámites y por ello se les denomina
“ocupantes sin título”. Esto va a dar lugar, posteriormente, a graves conflictos con las autoridades.
En la campaña oriental del siglo XVIII, coexistieron diversos tipos de estancias, diferentes entre sí por su
extensión y por el tipo de explotación que se realizaban en ellas.
LA ECONOMÍA DE LA BANDA ORIENTAL: LA CAMPAÑA
La estancia cimarrona.
Durante la época colonial, el medio
rural estuvo dominado por la
estancia cimarrona. Eran grandes
latifundios de propietarios
ausentistas y fueron la forma menos
productiva de tenencia de la tierra.
No eran establecimientos
organizados para la cría y
explotación de ganado, pues no se
construían ranchos ni corrales y no
se amansaba el ganado. El dueño
que vivían en Montevideo era a la
vez comerciante y barraquero,
contrataba durante los meses de
setiembre y octubre una partida de
changadores, un capataz y algún
indio baqueano para faenar el
ganado que se hubiera amontonado
en las rinconadas de su propiedad.
Su único objetivo era obtener los
cueros que luego vendería a España o a Inglaterra por la vía del contrabando. Tampoco tenían apuro en
vender, así que esperaban el momento oportuno para hacerlo.
No contribuyeron al poblamiento de la campaña ni aumentaron la riqueza ganadera. Se practicaba la
explotación extensiva: el ganado se dejaba suelto, se criaba cimarrón y había pocas cabezas por hectárea.
Sólo interesaba el cuero.
La estancia “civilizadora”.
También hubo quienes, desafiando los peligros de la campaña, se instalaron en sus campos, contribuyendo
de diferentes maneras al desarrollo de la ganadería y al poblamiento del medio rural. Por esta razón se la
puede llamar “civilizadora” a este tipo de estancia y hacendado. Pero fueron los menos y generalmente
ubicados al sur del Río Negro.
Una estancia era considerada grande cuando tenía más de 10.000 cabezas de ganado y en ella trabajaban
un capataz y 10 peones. Allí, el ganado se sujetaba a rodeo, se marcaba y se castraba. Se producía para el
saladero y el abasto de Montevideo. Sus dueños era, muchas veces, también, saladeristas y barraqueros.
El “casco” de la estancia era de gran solidez. La casa estaba construida de ladrillos, cal y piedra, con techo
de azotea. Muchas veces se le construían alamenas que recuerdan las defensas de los castillos. Algunas
estancias tenían sus propias capillas uy cementerio. También había estancias medianas y las “suerte de
estancia” que eran, en comparación con las demás, pequeñas.
Sus propietarios, familiares y trabajadores afrontaron los peligros que significaban los ataques de los
indígenas, los perros cimarrones, las culebras, así como las incursiones de los portugueses. Allí, con la
ayuda de peones, construyeron corrales y pequeñas viviendas, engordando y marcando sus ganados. Estos
establecimientos constituyeron unidades socio – económicas relativamente autosuficientes, puesto que sus
habitantes producían todo lo necesario para cubrir sus necesidades básicas: carne, cuero, leche, leña, lana.
El estanciero con escasos recursos debía pagar altos impuestos, y sufría la explotación de comerciantes y
barraqueros que compraban sus productos al precio que ellos querían. Por esto, se vieron obligados a
practicar el contrabando con los portugueses a quienes les vendían a mejor precio.
Como las autoridades españolas residían en la ciudad y había escasa vigilancia en la campaña, las estancias
tenían su propia defensa, constituida por peones y agregados dirigidos por el estanciero, transformándose
en lugares de refugio para los pobladores de la zona. Estas estancias, junto con las escasas pulperías y
capillas, constituyeron los centros de socialización del medio rural.
LA ECONOMÍA DE LA BANDA ORIENTAL: LA CAMPAÑA
PRIMERAS INDUSTRIAS
Las primeras industrias derivadas de la ganadería fueron la corambre y la salazón de carne. También hubo
graserías que se encargaban de la producción de sebo que se usaba para hacer velas para el alumbrado y
para jabones.
La salazón de carne se realizaba en los saladeros, donde también se hacía el acopio de cueros que
requerían algunas operaciones como golpearos con ramas para sacarles las polillas. La producción de carne
salada se destinaba a abastecer a la marina española y posteriormente a alimentar a los esclavos que
trabajaban en las plantaciones de Cuba y Brasil.
En los saladeros se utilizaba mano de obra esclava y libre. Hacia el año 1792, funcionaban 13 saladeros en
la Banda Oriental.