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Hans Belting (Andemach. Alemania, 1935) Antropología de la imagen
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Hans Belting
Antropología de la imagen

Del mismo autor 'l'rnducido por Gonzalo María Vélez Espinosa


¿Qué e.< 1111a obra maestra?, Barcelona, 2002

/.ikeuess ami prese11ce: A history of1/1c image before 1/1e Era ofArt,
Chicago. 1997
K1111stg1~rhichtc. Ei11e Ei11ftilmmg. Berlín, 2003 (en colaboración
con Heinrkh Dilly y Wolfgang Kcm p)
Bild mul K11lt. Ei11c Geschiclrte des Bildes vor dem Zeitalter der Kunst,
Munich, 2004
Das cd11c Bili.1. Bildfra¡?,en als Gla11bet1sfra¡,e11, Munich, 2005
Antlrropologie.< llfar/, Mass<ichusetls, 2005
Hieronymm Hoscli: Carden af eartltly deliglirs, Munich, 2005

• conocimiento
Índice

Clalifloeclon

Primera edición, 2007 7 Prólogo

© Katz Editores 13 1. Medio - Imagen - Cuerpo


Sinclair 2949, SV B Introducción al tema
1425 Buenos Aires 71 2.. El lugar de las imágenes n
Fernán Gom:ález, 59 Bajo A
28009 Madrid Un intento antropológico
www.katzedltores.com 109 3. La imagen del cuerpo como imagen del ser humano
Una representación en crisis
Titulo de la edición original: Bild-Anthropologie 143 4. Escudo y retrato
© 2. Aullage 2002 by Wilhelm Fink Verlag,
Paderborn I Alemania Dos medios del cuerpo
©de la traducción Gonzalo María Vélez Espinosa / 177 5. Imagen y muerte
Universidad Iberoamericana, A. C., México Df" La representación corporal en culturas tempranas
(con un cpUo&o sobre fotografla)
ISBN Arsentina: 978-987-1283-57-6 l3J 6. Imagen y sombra
ISBN Ei.')J8ila: 978-84-96859-13-5
la teorfa de la imagen de Dante en proceso
l. Antropologfa. l. Vélez Espinosa, Gonzalo Maria, trad. II. hacia una teoría del arte
Titulo 21íJ 7. La transparencia del medio
CDD 301 1.n imagen fotográfica
El contenido intelectual de esta obra se encuentra
protegido por diversas leyes y tratados internacionales l V7 Bibliografla
que prohíben la reproducción íntegra o extractada, 11y Indice de no mbres
realizada por cualquier procedimiento, que no cuente
con la autorización expresa del editor.

Disei'lo de colección: thollln kunst

Impreso en lo Argentina por Latingrálica S. R. L.


Hecho ol depósito que marca la ley .11.723.
Prólogo

En mi discurso de ingreso a la recién fu ndada Escuela de Estudios Supe-


riores en el otoño de 1993, me referl a la necesidad de una historia de la ima- -
gen, de la que aún carecemos, en un momento en que la historia del arte
continúa en una tradición demasiado firme. Pro puse, entonces, un p ri-
mer aporte en el volumen IJild u11d Kult !Imagen y culto]. Sin embargo, el
resultado no me satisfizo, pues esta historia de la imagen comienza apenas
después d e la Antigüedad, cuando muchas de las precisiones acerca de la
imagen ya se hablan establecido. Asimismo, las fronteras de La cultura euro-
pea, dentro d e las cuales me había desplazado, restringen sumamente el
tema cuando se plantea la cuestión de la imagen desde sus fundamentos.
Pero el subtitulo -"Una historia de la imagen antes de la época del arte"-
disolvió controversias que me hubieran resultado bienvenidas, ya que se
referían a la diferencia entre imagen y producto artístico. En algunas rese-
í\as se me exigió reflexionar también acerca de una " Historia de la imagen
después de la época del arte''. Al fin de cuentas, es sabido que en la actua-
lidad las cuestiones referentes a la imagen están más relacionadas con los
medios masivos que con el arte. f-rentc a las nuevas tecnologías, en Karls-
Cartel de un cs1udio fotográfico en Maccn1a, Guinea (foro: G. lc Querrec, ruhe era posible entenderse mejor con imágenes producidas con una con-
Magnum, 1988). 1inuidad eviden te, en vez de depo.~ itar las esperan zas en la cuestión del
nrte en sentido idealista o con actitud defensiva.
l'ero, ¿era en verdad litil para las cuestiones acerc.i de la imagen el modelo
de h istoria en el sentid o esbozado aquí? David Freedberg ya me había
dcspcrlado d udas respecto de una "historia de la imagen" lineal, cuando
escribía su libro Tlie power ofimages en una office de la Columbia Univer-
~it y vecina a la mía, en la época en que yo estaba trabajando en Bild 1111d
K11/t. La imagen, como concepción 1Vorstel/1111gl y producto, o, en pala-
hr.1s del precursor Sartre, com o "acto de igual modo que com o cosa", se
c..nntrapo nc por este dohk 'cnt1d11.1 c..11.1l quicrc~<1uc..·ni.1 de orden histó rico,
f
8 1 ANIR OPO lOG ÍA 0[ lA IMAGE N PRÓ LOGO I 9

como el que hemos aplicado a las obras y <I los estilos. Así, llevé a cabo mediático Gary 1lill intenté analizar el "alfabeto de las imágenes" en el con-
primeramente un experimento de tipo antropológico. cuando en 1990, el texto d el análisis del lenguaje. Nam )une Paik me mo tivó a arriesgar u n
afio de la publicación de Bild 1111d K11/1, di rigi junto con l lcrberl S. Kesslcr planteamiento intercultural en relación con el lema de la imagen, sin el
u n simposio en Dumbarto n Oaks, Washingto n. Mi ponencia, recibida con que su oeuvre no puede ser entend ida. En un congreso en la Casa de las
reservas por los historiadores y por los historiJdores del arte presentes (y Culturas del Mu ndo en 13erlln, que organicé en 1997 con Lydia 1laustein,
que por cierto nu nca fue publicada ), planteaba la pregu nla" W/1y imagcs?'; se ubicó la cuestión de la imagen en el centro de un diálogo con filósofos
y daba al perfil h istórico de los p roductos en imagen menos ix:~o que a la y críticos d e a rte de Asia O riental, que fue publicado con el tit ulo Das
propia tradición de la praxis de la imagen. Por ello pretendía ind:1gar det rá~ Erbe der Bilder (La herencia de las imágenes ]. En la Academia de Ciencias
de los iconos de las imágenes de culto en culturas tempranas, y relacio - en Berlín había conocido en 1995 al antropólogo de Mali Mamadou Dia-
narlas con interrogantes acerca de la identidad colectiva que se hu biesen wara, con q uien inicié un intercambio científico bajo el titulo Die Ausstc-
resuelto al m ismo riem po en y ante estas imágenes en la vida pliblica, do nde 1/mrg von Kult11re11 (La exposición de culturas l. y quien d irigió en Karls-
tanto la percepció n como la reprcsen ración constituían actos sociales en ru he un congreso acerca de la función del museo de imágenes en o trns
correspo ndencia simétrica. cultur as. Mi amistad con el artista japonés Hiroshi Sugimoto me condujo
Estas ideas se concretaron algunos años más tarde, cuando recibl la invi- J nuevas preguntas, con las que se fortaleció mi convicción de que sólo es
tación para participar de un simposio sobre el fenómeno de la muerte en posible indagar acerca de la imagen por caminos interdisciplinarios que
las culturas del mundo. A partir de ahi se propuso una investigación sobre no le temen a u n ho riwnte intercultural.
el lema de la imagen y la m uerte, que desde entonces es apoyada como pro- Por este motivo se inst ituyó en Karlsruhe u n colegio de graduados, que
yecto po r la Fundación Cerda J-lenkcl, y que he continuado en colabora- al mismo tiempo propició la pu blicación del presente libro. Inició su labor
ción con Martin Schulz. Esta investigación se expone en una versión nueva en el otoño de 2000 con la participación de diez profesores de enseñanza
y mucho más amplia en el presen te volu men. El accmo se desplaza de la superior de diversas disciplinas y ele tres instituciones distintas, con la
imagen de culto, de la q ue me he ocupado d urante largo tiempo, a la ima- tarea d e involucrarse en el discurso de la imagen de manera co njunta y,
gen de los muertos como motivació n de la praxis humana de la imagen. por lo tanto, interdisciplinaria. Es posible que esta discusió n tome un rumbo
En el culto a los muertos una imagen funge como med io para el cuerpo distinto al que plantean los ensayos de este libro, lo que incluso me resul-
ausente, y co n ello entra en juego un concepto de medios completamente la ria positivo, p ues por lo pronto todas las indagaciones se encuen tran en
d isti nto al q ue la ciencia med iática emplea en la actualid ad, es d ecir, el un estadio experimental y preparato rio. En este sentido, el presente libro
concepto del medio portador en sentido físico. Igualmente, en este caso i.c concibe como u na fundamentación para la investigación y como rcsul-
el concepto de cuerpo no puede separarse del concepto de imagen, ya que tudo intermedio. Cada uno ele los siguientes escritos actúa por si mismo y
la imagen del difun ro no sólo representa ba un cuerpo ausen te, sino tam- pe rsigue una ru ta propia al tema del libro. Con todo, espero que, a pesar
bién el modelo de cuerpo establecido por una determ inada cult ura. Esta de esta forma provisoria, el tema m uestre su perf'il y haga transparentes los
relación es válida incluso para la praxis de la imagen rnós reciente, como interrogantes que subyacen en todos mis escritos. Me parece que el prólogo
lo muestra la pugna por el dom inio de la imagen y del cuerpo virtual.sobre es In manera más sincera de comentar mi acercamiento personal a este tema
el cuerpo real. Únicamente u na perspectiva antropológica puede permi- l'll todos sus procesos. No pretendo generar el malentendido de que aq uí

1
tirse afro ntar estos temas, que de o tra fo rma no admitir!an comparacio- ~e postula un programa acabado con pretensiones científico-políticas, por
nes, pues pertenecen a la h isto ria de los medios y de la técnica. El lector, mucho que también sea mi deseo que las nuevas ciencias ele la imagen, como
entonces, encon trará también en los escritos de este volumen que las imá- la historia del arte y la arqueología, ganen mayor presencia en el d iscurso
11 genes digitales ele los medios de la actualidad aparecen como parte in te- de los medios.
gral d e la tradició n de la imagen, sin constituir ninguna gran frontera. Es posible d iscu1ir si el término "antropologfa de la imagen" es el ade-
Mientras tanto, publiqué por otra parte diversas invc~tigacion es sobre wndo para aquello que persigue la visió n de csle libro. El término "antro -
1 temas con tempo rfoeos que apu ntan en la m bma d irección (se encuen- pología" conduce fik ilrnen tl' a confusión con las disciplinas existentes lla-
tran sen,1lados en la bibliograffa al fi nal de este vo lumen ). Con el .1rtist;1 lllJdJs "Antropologi:i'; o bien propone un tema álgido para quienes recelen
'IO I ANIROPOLOG(A DE lA IMAGE N PRÓlOLO 1 1 1

de que subyace una declaración en favo r de una " imagen del ser humano" riencia, por la cual estaré siempre agradecido a la señora E. Hemfort, no
fija y estática. Esta sospecha se aclara con focí lidad en el texto "La imagen hubiéramos tenido el valor de dar este gran paso. Con la renovada invi-
del cuerpo como imagen del ser humano", incluido en este libro. Desde tació n como huésped del rector, obtuve en la Academia de Ciencias en
mi pWlto de vista, el término "antropologia", a causa de su prox imidad con Berlín a principios ele 2000 la gran opor1 u nidad de corregir, en diálogo
la etnología, posee una grata ambivalencia, pues también la investigación con losfellows, los textos de este libro hasta su versión final. Agradezco en
etnológica contem porá nea se dirige a nuestra propia cultura, como lo ha este sentido a W. Lcpenies, e igualmente a P. Wapnewski y ). Elkana, que
hecho Marc Augé, cuyas investigaciones agradezco en la mayoría de las como J. Nellclbeck me impulsaron a proseguir por senderos inciertos. Los
p ropuestas. David Freedberg y Georges Did i-Hubennan, por sólo men- colegas de Berlín, en especial H. Bred ekamp y D. Kamper, acompañaron
cionar estos dos nombres, han realizado con tribuciones importantes en la aventura de Karlsruhe con consejos y con actos. Agradezco a G. Boehm
este sentido que bordean los límites de la historia del arte. Por último, el y a K. Stierle por haber aceptado este libro en su serie " Imagen y texto". A
término "antropo logía" conl.leva una d iferencia positiva respecto de una Roland Mayer le agradezco la importante corrección final de los textos.
historia de las imágenes y de los medios con una orientación exclusiva- Por último, agradezco a mi lector, R. Zons, sin cuyo entusiasmo tal vez
mente tecnológica. Ambas perspectivas sólo pueden justificarse cuando en este momento aún no habría publicado el presente libro.
no se descartan mutuamente sino que se complementan, como lo demos-
tró de modo prc..-cursor Hartmut Winkler con el ejemplo de la ciencia mediá-
1ica. En este sentido, la perspectiva antropológica fija su atención en la pra-
xis de la imagen, lo cual requiere un tratam iento d istinto al de las técnicas
de la imagen y su historia. El texto que vuelvo a publicar ahora en u na
versión completamente reelabo rada con el título "El lugar de las imáge-
nes 11" toca el tema del interrogante antro po lógico que se desprende de
las imágenes. Una introducción general a la metodología que he seguido
en este libro se proporciona en el primer texto aquí incluido (capítulo 1).
Todos los textos son inéditos. El texto del capítulo 3 se publicará simultá-
neamente, como conferencia, co n las ponencias de la Fundación Gerda
Henkel sobre la imagen del ser humano. El texto del capítulo 5 fue esbo-
zado por primera vez en 1996, aunq ue de forma completamente distinta
y mucho más breve (véase la Bibliografía).
Agradezco a mi compañero d e batallas en Karlsruhe, Martín Schulz,
con quien he d esarrol.lado de manera conjunta este tema durante años.
Les agrade7.CO a él y a mi colaborador Ulrich Schulze, pues ambos carga-
ron con la tarea administrativa que sostiene en el Colegio d e graduados
el programa Bild- Korper-Medium 1 fmagen-Cuerpo-Medio ]. Finalmente,
agradezco a los nueve colegas, sobre todo a la psicóloga Lydia Hartl, que
comparten con migo el riesgo del Colegio de graduados y que me han
o torgado s u estimulo. La Hochsch ule für Gcstaltung [Escuela Superior
para la Creación! tomó su resolución gracias a la responsabilidad de este
colegio, q ue se vio favorecido po r el generoso gesto d e confianza de la
Dcutschen forschungsgemeinschaft !Sociedad Alemaua de lnvesligación l.
La Fundación Gerda Henkel h<l acompanado el proyecto en Ol'ra fose, en la
organización de /111agc11 y 11111ertc. con tal comprensión que, sin cslíl expc-
1
Medio - Imagen - Cuerpo
Introducción al tema

1.. PLANTEAM I ENTO DE I NTERROC AN 'l 'ES

En los últimos años se han puesto de moda las discusiones sobre la Ílna-
gen. Sin embargo, en las formas de referirse a la imagen se po nen de man i-
fiesto d iscrepancias que permanecen inadvertidas sólo debido a que una
y otra vez.aparece el término imagc11 como un narcótico, orultando el hecho
de que no se está hablando de las mismas imágenes, aun cuando se arroje
este término como u n ancla en las oscuras profundidades de la compren-
sión. En los discursos sobre la imagen constantemente se Llega a indefini-
ciones. Algunos dan la impresión de circular sin cuerpo, como ni siquiera
lo hacen las imágenes de las ideas y del recuerdo, que en efecto ocupan
nuestro propio cuerpo. Algunos igualan las imágenes en general con el
campo de lo visual, con lo que es imagen todo lo que vemos, y nada queda
como imagen en tanto significado simbólico. O tros identifican las Ílnáge-
nes de man era global con signos icónicos, ligados por una relación de seme-
jam.a a una realidad que no es imagen, y que permanece por encima de la
imagen. Por último, está el discurso del arte, q ue ignora las imágenes pro-
fanas, o sea las que existen en la actualidad en el exterior de los museos (los
nuevos templos), o que pretende proteger al arte de todos los interrogan-
tes sobre las imágenes que le roban el mo nopolio de la atención. Con esto
surge u na nueva pugna por las imágenes, en Ja q ue se lucha por los mono-
polios de la definición. No solamente hablamos de muy distintas imáge-
nes de la misma forma. También aplicamos a imágenes del mismo tipo dis-
cursos muy disimiles.'

1 En u na perspectiva filosófica, Scholz ( 1991); Barck (1990); Müller (1997); Hoffman n


( 1997); Recki y Wicsing (1997); Wicsing (1997); Brand! ( 1999). y Sieinbrenner-
Winko ( 1999). Fn una per~pediva 111~~ hi~lórica, llarasch ( 1992) y Marin (1993).
14 1 ANTROPOlOGIA OE LA IMA GE N MED IO · IMAG EN - CUERPO I 15

Si se elige una aproximación antropológica'. como se sigue en esta obra, aun cuando siempre intente dominarlasj Sin embargo, sus testimonios en
se encuentra uno con un nuevo problema en la objeción de que el estu- imagen demuestran que el cambio es la única continuidad de la que puede
d io de la antropología se refiere al ser humano, y no a las imágenes. Esta disponer. Las imágenes no dejan ninguna duda de cuán voluble es su ser.
objeción demuestra precisamente la necesidad de lo que cuestiona. Los De ahí q ue deseche muy pronto las imágenes que ha inven tado, cuando
hombres y las mujeres aíslan de ntro de su actividad visual, q ue esta- da una nueva orientación a las preguntas acerca del mundo y de sí mismo.
blece los lineamientos de la vida, aquella i!Jnidad simbólica a la que lla- La incertidumbre acerca de si mismo genera en el ser humano la propen-
mamos image!!;_].a duplicidad del significado de las imágenes internas y sión a verse corno otros, y en imagen.,
externas no puede separarse del concepto de imagen, y justamente por ~ creación de imágenes en el espacio social, algo q ue todas las cultu-
ello trastorna su fundamentación antropológica. Una imagen es más que ras han concebid~cs otro tema, referido a la actividad de percepción
un produc to de la percepció n. Se ma nifiesta como resultado de una sensorial de cualquier persona o a la p roducción de imágenes interiores.
simbolización personal o colectiva. Todo lo que pasa po r la mirada o Por mucho q ue en lo siguiente aparezcan los tres temas relacionados, el
frente al ojo interior puede entenderse así como una imagen, o trans- primero de ellos es el centro de la investigación.LLa pregunta "¿Qué es una
formarse en una imagen. Debido a esto, si se considera seriamente el con- imagen?" apunta en nuestro caso a los artefactos, a las obras en imagen, a
cepto de imagen, únicamente puede tratarse de un concepto antropo ló- la transposición de imágenes y a los procedimientos con los que se obtie-
gicol_Vivimos con imágenes y entendemos el mundo en imágenes. Esta nen imágenes, por nombrar algunos ejemplos.',El qué que se busca en imá-
relación viva con la imagen se extiende de igual forma a la producción genes de este tipo no puede ser comprendido si~ el cómo por el que se coloca
física de imágenes que desarro llamos en el espacio social, que, podría- como imagen o se convierte en imagen. En el caso de la imagen es dudoso
mos d ecir, se vincula con las imágenes mentales como una pregunta que pueda llegar a determinarse el qué en el sentido del contenido o el tema;
con una respues1& es como si se leyera un enunciado tomado de un texto, en cuyo lenguaje y
El discurso de la antropología no se restringe a un tema determinado, forma están contenidos múltiples enunciados posibles~ El cómo es la comu-
sino que expresa el anhelo de u na comprensió n abierta, interdisciplinaria nicación genuina, la verdadera forma del lenguaje de la image~
de la imagen. Lo mismo puede decirse en lo que respecta a una tem pora- Sin embargo~ el cómo se almacena a través d e medios en los que perci-
lidad distinta a la que estipulan los modelos históricos evolucionistas. El bimos las imágenes que nos llegan del exterior, y que sólo pueden enten-
cuerpo enfrenta siempre las mismas experiencias, como tiempo, espacio derse como imágenes o relacionarse con im ágenes en su mediotror cierto,
y muerte, que ya hemos captado a priori en irnagen. IDesde la perspectiva las propias imágenes pueden considerarse como medios del conocimiento,
antropológica, el ser humano no aparece como amo de sus imágenes, sino que de otra forma se manifiestan como textos. Pero se hacen visibles
- algo completamente distinto- como "lugar de las imágenes" que toman mediante écnica;; 9 pr~grama~, que en retrospectiva histórica pueden lla-
posesión de su cuerpo: está a merced de las imágenes autoengendr adas, marse medios portadores, lo m ismo si aparecen en u na pieza única o en
.
pintura o en sen.e, como en una p á gma
. impresa
. e
o en tomas lOtogr áli1cas./1 1"

~ Desde esta perspectiva,~! concepto d~i~ por mu)' gran de que sea
En una perspecti va de la historia d e la técn ica y los medios, Aumon t (1990); tnmbién su importancia en otro contexto, en la actualidad no puede ser
Deleuie (1990 y 1991); Flusser (1992); Durand (1995) y Sachs Hombach (1998). En (ldscrito aún a un d iscurso establecido definitivamcnte.ys teorías acerca
una perspec tiva iconológica de la historia del arte, Panofsky (1939); Kaem merling
(1979); Mitch ell (199.¡a), pero también Oexle (1997); Gombrich (1960 y 1999).
Cf. también Belting (1990) y Stoic.hita (1998). En referencia a análisis generales l Cf. mi enMyo en este libro: "El lugar de las imágenes~ En referencia a una
y cuestiones interdiscip linarias, véanse Didi-H uberman (1990); Desti11s de /'imnge pcrsp<.'Ctiva antropológica cercana a mi planteamiento, véanse sobre todo
(199t); Gauthier (1993), y especialmente los ensayos reunidos en Boehm (1994) Prccdbcrg (1989); Didi-Huberman (1996 y 1998); Macho (199ó y 1999); Rcck
(donde se incluyen sus propios ensayos). Cf. también Debray (1992). . (1996); en el campo m ás est recho de la antropologla como disciplina,
En referencia a la "visual rnll1're", véanse Mitchell (1994a) y Bryson ( 1994). Sobre cspccialmcn tc Tu rner (1987); G ruzi nski (¡990) y. con var ios trabajos, Augé ( 1994
la imagen e n las ciencias naturales, véase la nota 29. En una perspectiva de Ja y 1y97a), nsf como Plcssncr (191!2). Cf. también Mlillcr- Funk y Reck (1996).
historia de los med ios, véanse Crary ( 1996) y Stafford (1996), asl corno el libro J C f. 13ochm (1994), con unn selección de autores que se ocupa n de los artefactos
de Brcidbach-Clausberg (1999). de l,1 imagen .al ii::ual <1uc M itd1dl (111•14,1) y Marin ( 1993).
16 1 ANJROPOLOGfA DE LA IMAGEN MEDIO· I MAGEN ·CUERPO 1 17

d e la imagen aparecen en otras tradiciones d e pensamiento como teorías YAqui se constituye también como ellmissi11g lint pues el medio, en primer
sobre los medios, por lo que se hace necesario concederles u n valor pro- término, nos coloca ante la posibilidad de percibir las imágenes de tal modo
pio en laífuíca de la imagenJie la medialidad de 1odas las im ágeneyCon que no las con fund imos n i con los cuerpos reales ni con las m eras cosa~ La
esto surge la pregunta de si es posible clasificar también la imageñdigi- distinción entre imagen y medio nos aproxima a la conciencia del cuerpo.
tal den tro d e una historia de los medios de la imagen, o bien , como se pro- l Las imágenes del recuerdo y de la fa ntasía surgen en el propio cuerpo como
pone aclua lmcntc, si requiere de un discurso completamen te disti nl~ si fuera w1 medio portador viviente. Como es sabido, esta experiencia s us-
Pero si la imagen digital genera una correspondiente imagen mental.enton- citó la distinció n enlre memoria 1Gedñcl1t11isl. como archivo de imágenes
ces continúa el diálogo con un espectador muy adiestrado. La imagen sin- propio del cuerpo, y recuerdo [Eri11nerrmg], como producción de imáge-
tét ica nos invita a una síntesis distinta a la que efectuaban los medios ana- nes propia del cuerp~ En los lextos antiguos, los medios dela imagen siem-
lógicos de la imagen. No obstanle, Bcrna rd Sticglcr' plan tea la cuestión pre dejaron sus huellas en aquellos casos en los que las imágenes fueron suje-
d e si precisamente por eso no debería cslablccersc una nueva " historia tas a prohibició n material, con el fi n de pro1eger de las falsas imágenes las
de la representación", quet'sería sobre lodo una h is to ria de los portado- imágenes internas del espectador. En concepciones mágicas, por el contra-
res d e image~ rio, encontramos la reveladora praxis de consagrar a los medios de la ima-
El concepto de imagen sólo puede enriquecerse si se habla de imagen y gen para su uso en un lugar aislado, transformando, en primer lugar, una
de medio como de las dos caras de una moneda, a las que no se puede sepa- sustancia en un medio a través de un l.[_ilua!_¡(.p. 197).
rar, au nque estén separadas para la mirada y signifiquen cosas distintas. tEn el med io de las imágenes reside una doble relación corporal. La ana-
No basta con hablar del material para evitar el concepto de m edios q ue logía con el cuerpo surge con un primer sen tido a partir de que concebi-
está de moda. El medio se caracteriza precisamente por comprender como mos los medios portadores como cuerpos simbólicos o virtuales de las imá-
form a (transmisión) de la imagen las dos cosas que se distinguen como obras genes. En un segundo enfoque surge a partir de q ue los m edios circunscriben
de arte y objetos estéticos. El apreciado discurso acerca de forma y materia, y transforman nuestra percepción corporal. Ellos d irigen nuestra expe-
en el que se continúa la antigua discusión respecto de espíritu y materia, no riencia del cuerpo mediante el acto de la observación IBetrnchtungl en la
puede ser aplicado al medio portador de la imagen.• No se puede reducir medida en que ejercitamos según su modelo la propia percepció.n del cuerpo
una imagen a la fo rma en que la recibe un medio cua ndo porta una ima- y su enajenación IE11tii11sserr111gl. Con mucha mejor disposición recono-
gen: la distinción entre idea y desarrollo es igualm ente poco válida para la cernos entonces aqul una a nalogía para las imágenes que hemos recibido.
relación emre imagen y medio. En esta propo rció n subyace una dinámica Esto es válido incluso pa ra los medios de imagen electrónicos, que se pre-
que no se explica con los a rgumentos convencio nales de la cuestión acerca cian de la descorpo rización de las imágcne~ La ne~ón telemálica del
de la imagen¿:n el marco de la discusión acerca de los medios. la imagen espacio, que en cierro modo proporciona alas a nuestro cuerpo. respond~
reclama un nuevo contenido conceptual. Animamos a las imágenes, como a la misma tendencia. Pues la dcscorporizació1 no es otra cosa que u na
si vivieran o como si nos hablaran , cuando las cnconlramos en sus cuerpos . . corporal de un nuevo
citpenenc1a L tipo,
. que ya cuenta con paraJelos h istó-
mediales. La percepción de imágenes, un acto de la animación, es una acción ricos (p. 119).7Con todo, el cuerpo virtualizado o globalizado proporciona
simbólica que se practica de manera muy disti nta en las d iferentes culturas esta extensió n de su percepció n sólo mediante sus órganos corporale5.:J
o en las técnicas de la imagen contemporáneasj El enfoque medial de las imágenes lrac de regreso a nuestro cuerpo - que
LEI concepto de medios, por su parte, solamente adquiere su significado en numerosas variantes de la semió1ica fu e intencionalmente sacado del
verdadero cuando to ma la palabra en el contexto de la imagen y el cuerp~ juego- como sujeto medial de la discusió n.8 La teoría de 1.os signos forma

4 Debo es1e concep10, con su polémica en contra de una mctafisica d~ la imagen. 7 Fleckner (1995), con u113 selección de textos acerca de la leona de la memoria.
a la; conversaciones con P. Weibel. C f. ta mbién Seillcr (1997). Cf. Iambién los trabajos Je A. y J. Assmann ( 1993) sobre csle lema y, en relación
5 S1iegler( 1996: 182). con la 1eorfa de Pl.11ó11, Diirm.1nn (1995: 19 y s.~.).
6 Vo!asc Schlosser (1993: 119 y s.) r<!Speclo de A. Schopenhaucr, /'arcrg11 8 L;t discusión sobn• los medios se encuentra aún muy íragmcn1ada. Cf. al respecto
1111d Pamlipomrna (1851.: § zo9). El idealismo alemán lcg1'> una fucrtc lradición los trabajos de Rot1cr ( 1991): Md .uh,m ( 19!}6); lkck ( 1996); F:tulsúch {1997 y
en d concepto de imagen. 199X); Brcd~k..unp ( 1yy7); Bo.-11111 ( l'J9•J), y St•id ma nn-Win1cr (1999). En relación

!
18 1 ANTROPOLOGIA DI LA IHAGEN H!DI O • IHAGEN - CUERPO 1 19

parte de las contribuciones en el campo de la abst racción debidas a la sidad científica en torno de fenómenos ópticos. La renovada teologización
Modernidad, pues separó el mundo de los signos del mundo del cuerpo, de la imagen en la Reforma simplemente promovió este desarrollo. Se adju-
en el sentido de que los signos se encuentran en casa en el sistema social dicó, entonces, la retórica de la imagen a la h istoria del arte. La historia
y están basados en una convención.9 Se d irigen a una percepción cogni- del arte, a su ve-L, historizó con pasión el concepto de imagen. )la estética
tiva, en vez de a una percepción sensorial, relacionada con el cuerpo: incluso filosófica desvió la atención del artefacto para concentrarse en la abstrac-
las imágenes se reducen en este caso a signos icónicos. La simetría entre los ción del concepto de imagen,1mientras que@ psicología investigó la ima-
signos lingüísticos y visuales (también la primada del lenguaje como sis- gen corno construcción del espectador en la teoría de la Gest~.tl Las téc-
tema de transmisión) es elemental para la semiótica. Si bien Ernst Gom- nicas modernas de la imagen proporcionaron el material para la historia
brich admitió en su ensayo estructuralista que las imágenes "pro po rcio- de su desarrollo, de la cual surgieron impulsos importantes para la teo-
nan informaciones q ue no pueden ser decodificadas de ninguna o tra ría de los medios. De esta forma, la competencia quedabmdivididten dis-
manera",'º esta formulación muestra de modo extremadamente claro la tintas disciplinas.
restricción funcionalista a la que se somete el concepto de imagen. Algo ¿Qué aspecto podrla tener enton ces en la actualidad un discurso acerca
similar sucede con la diferencia entre imagen y medio, que en la semió- de la imagen y de lo que constituye la cualidad de la imagen ? El antiguo
tica se queda demasiado corta del lado de la imagen.tSolamente un enfo- concepto d e iconología aún aguarda que se le o torgue un sentido con-
que antropológico puede devolver su lugar al ser humano, que se experi- temporáneo. Cuando Envin Panofsky lo volvió fructífero para la historia
menta como medial e igualmente actúa de manera medial. En esto se del arte, lo restringió nuevamente a las alegorías de imágenes del Renaci-
distingue también de las teorías de los medios y de los análisis técnicos que miento, que se pueden interpretar por medio de textos históricos, con lo
no conciben al ser humano como usuario, sino sólo como inventor de nue- cual se desvía su sentido. Es distinto hablar de significados en imágenes
vas técnicas;_! que pueden hacerse legibles de manera similar a un texto, que tomar como
tema el significado que las imágenes recibían y tcnlan en esa sociedad en
particular." W. J. T. Mitchell ha puesto nuevamente en uso el término ico-
nologfa en su libro q ue lleva el mismo titulo. Por iconología entiende un
2. LOS CAM INOS INTERRUMPIDOS método para dejar de explicar las imágenes mediante textos, y distinguir-
HACIA UNA C IENC IA DE LA lMAGEN las de los textos. Su iconología critica, como la ha llamado, no distingue entre
imágenes y la visual culture como concepto rector. Qui1..á pretendió intro-
En la actualidad, numerosas teorlas de los medios adjudican a las imáge- ducir esta distinción en un segundo libro, al que tituló Picture theory. En él
nes un papel secundario, o, con miopía, se dedican a un solo medio téc- establece las diferencias entre pictures e images, algo que es imposible para
nico, como la fotografía o el cinc. Una teoría general de los medios de la nosotros, pues en alemán llamamos de igual manera al cuadro [Bildl col-
imagen queda aún pendiente. Es posible encontrar motivos históricos para gado en la pared y a la imagen {Bild] que contiene.tlli.sde la perspectiva
explicar por qué este discurso mereció poca atención. La antigua tecnolo- de Mitchell,pictures son imágenes flsicas, "objetos 1concretos] de la repre-
gra, que habla acumulado una rica experiencia con imágenes y sus medios, sentación que hacen que las imágenes se manifiesten'~ preferiría hablar ~ /
fue heredada en el Renacimiento por una tcoda del arte a la que ya no le de medios para encontrar un término para la corporización de las imáge-
interesaba una genu ina teoría de la imagen, y a la q ue sólo le merecía n~Mitchell menciona los "visual tmd verbal media" sobre todo en refe-
atenció n una imagen si se transformaba en arte o si satisfacla alguna curio- rencia a las bellas artes y a la literatura." Asl, el interroS"nte elemental acerca
de la imagen aún debe ser esclarecido.
En la ciencia del arte, Ja imagen estaba sumamente restringida a su carác-
con el cuerpo como una parte determinante del yo, cJ. Mcrleau-Ponty ( 19650 '7.8 ter ar1ístico, por lo que fue clasificada dentro de la historia de las formas
y ss.. y 1984: 13 y ss.).
9 Al respecto, Eco (1972); Scholz (1991), y Schafcr-Wimmcr ( 1999). Cf. Kacmmerling
( 1979); !versen ( 1986); M ayo ( 1990), y Schapiro, en lloehm (1994: 253 Y ss.). 11 Panofsky (1939), y en K:icmmerling (1979: 207 y ss.).
10 Combrich (1999: su y ss.). 12 Mitchcll (1986y1994a: 4 y 11 y ss.).
20 I AN 1ROPO LOG[A Ol LA IMAGEN MEDIO I MAGEN - CUlRPO I 21

artisticas. Precisamente en este sentido cabe la conferencia que dio Theo- bién las imágenes podrían transmitir
dor Hetzer en 1931 con el título "Aportes a la historia de la imagen", sin conocimiento; sin embargo, Cassirer les
advertir la con1radicción de buscar la imagen únicamente en la pintura, reprocha desviarse muy fácilmente de
cuyos principios formales p retendía investigar, En la fotografia, el medio la "mirada del espíritu': en vez de que
moderno de la imagen sin más, vela inconmovible la llegada del "fin de la ésta las utilizase únicamente como
imagen", pues entonces ya no podría hablarse más del "carácter de ima- "medio" del conocimicnto.fn este dis-
gen" de una determinada forma artística.' La disciplina de la historia del curso, las propias imágenes eran un
arte se vio de pronto analizando la forma artlstica. La protesta en contra medio, y como tal quedaban supedita-
de este sobrentendido provino del circulo de Aby Warburg en Hamburgo, das al lenguaje.'•,
aduciendo que de la ciencia del arte deberla surgir una ciencia de la cul- Ya en 1911 el historiador del arte Julius
tura de un tipo distinto. El p ropio Warburg se encontró d urante la Pri- von Schlosser, en su trabajo sobre las
mera Guerra Mundial en camino de convertirse en "historiador de la ima- imágenes en figuras d e cera, se habla
gen", y se dio a la tarea, como lo muestra Michael IJicrs, de estudiar las topado por primera vez con el signifi-
imágenes de propaganda de los partidos que conducían la guerra. Pocos cado antropológico de los medios de la
Fisura 1.L Monbijou, figura de
años después siguió su investigación sobre la palabra y la imagen en los imagen. Sin embargo, en el uso de un cera de Federico 1 de Prusia.
medios impresos de la época de Lutero. Sin embargo, esta extensión del cuerpo aparente o de un muñeco que
concepto de imagen fue reducida rápidamente por sus colegas y estudian- simula estar vivo detectó únicamente la latencia de formas de pensamiento
tes con el fin de obtener un material de comparación ampliado para la mágico (figura 1.1). En contra de sus intenciones, su concepto de lai.'magia
interpretación sensorial d e obras de arte antiguas.' 4 de la image1:( limitó por eso mismo la discusión, en vez de lograr que su
Dos años después de la muerte de Warburg, Edgar Wind dirigió un con- material fructificara en una revisión de las cuestiones relativas a la ima-
greso de estética en 1931 con el fin de revisar "El concepto de Warburg de gen. Continuamente Schlosser se refiere a la pervivencia de laJ'.'.yida pri-
la ciencia de la cultura" y limita rlo a cuestiones estéticas. Las imágenes mitiva de las almas"1 lo que le impidió diferenciar el sentido de una repre-
tenlan ya sólo el propósito de promover el "conocimiento conceptual de sentación de una animación mágicajEn el mismo contexto, SchJosser se
aspectos del arte", donde el Renacimiento constitula un paradigma del arte enfrentó con la expresión simbólica del medio, que identificó con el mate-
supuestamente intemporal., Con esto, las tareas de una verdadera ciencia rial de las imágenes. En ,las figuras de ceraf el problema radicaba "en el

.. de la imagen retrocedieron nuevamente. Asl se entiende también que Edgar


Wind recurriera a una desesperanzada transcripción cuando equiparó el
medio portador de las imágenes con "cualquier forma asible para el hom-
empleo de materiales naturales•: como ca.bello y tejidos, con lo que pare-
d a lesionarse la idea del arte. .,f:n este caso se le había robado al arte la
forma autónoma, lo que lo distingue de la vida. Schlosser se apoya en
bre laborioso" a través de la cual "son transmitidas las obras de arte".'1 Si Schopenhauer, quien habla rechazado el engaño de la imagen de cera
bien Ernst Cassirer utilizaba el concepto de medios, le daba una orienta- por no separar la forma de la materia. Schopenhauer equiparó la imagen
ción completamente distinta. En su Filosoffa de las formas sirnbóNms, que con la obra de arte, con lo cual podfa afirmar que "se encuentra m ás
desarrolló en la cercanía de Warburg, distingue la palabra hablada de la cerca de la idea que de la realidad". Sobre este fun damento se basa en
"imagen sensoria] de una idea" en tanto "no está contaminada lsicj por primer término una verdadera experiencia estética.'71
ninguna materia sensoria] propia" (2.3.2). En esta formulación se ex-presa Per~o sólo en el arte es válido pretender difcreii"ciar entre una1~copia
de manera sumamente clara la jerarquía en el mundo de los simbolos. Tam- en algún material de trabajo y la imagen original de la que ésta partió: de
lo contrario nunca hubieran podido existir imágenes convincentesdel

13 He11.cr (1998: 27 y ss. ).


y ss.}. C f. además Warburg ( 1991). con
, 4 Oiers (1997: 30). Cf. Schoell-Glass ( 1999: 611 16 Cassirer ( 1923- 1929). V~ también Cassirer ( 1913: 11 y ss.). En relación con Cassirer,
bibliografla suplementaria. véanse Schilp (1966) y el volumen Scit11t't i11romut12.4 ( 1999) dedicado a Cassircr.
is Véase la nueva edición del texto en Warburg ( 1979: 401 y ss., especialmente P· •114). 17 Cf. la noia 6.
22 I AN I ROPOLOGI A DE LA I MAGEN MEDIO· IMA GEN · CUERPO 1 23

[cuerpo humano, cuya sustancia o rgá- grafia. Pronto amplió su m ateria con co nocimiento de causa hacia el lla-
nica no puede ser transferida a imáge- mado arte de la humanidad, pese a lo cual el concepto monocula r del arte
nes artificiales. Por eso nos espantan los de la nueva era continuó determinando el discursoj
muñecos que aparentan estar vivos, q ue
se apartan de la ind udable diferencia
cnt re cuerpo e imagen, como podría ser
la de esculturas de piedra o de bronce \ . l.A P O l..JíM IC A ACTUAL EN CONTR A D E LAS IM ÁGENES
(figura 1.2).\!-<> que en el mundo de los
cuerpos y de las cosas es su material, en /\. pariir dc¡Michel Foucault1ubicamos las imágenes en un nuevo discurso
el mundo de las imágenes es su medio. •111e trata sobre l~risis de la representaciónt En este discurso, los filóso-
Pucslo que una imagen carece de cuerpo, fos responsabilizan a las imágcnes de que la represen ración del mf.ndo haya
ésrn requiere de un medio en el cual entrado en cris~Jean 13audrillurd iJ1cluso llama a las imágenes!Yscsinas
pueda co rporizar~Si rastreamos las de lo real) Lo real se transforma así en una certeza ontológica, a la que las
imágenes hasta el más anliguo culto a imágenes tienen que, y deben, renunciar. Ya sólo concedemos a los tiem-
los muertos, encontraremos la praxis l>OS históricos el haber tenido dominio sobre las imágencs.~on esto se
social de otorgarles en piedra o en barro olvida que tam bién entonces se controlaba su r<.'<llidad social o religiosa
un medio duradero, q ue era intercam- en imágenes ligadas a la época, con una autoridad emanada de la con-
biado por el cuerpo en descomposició n dcncia colectiva. Sólo que una vez desaparecida la referencia tempo ral la~
del difunto.'"t!·ª antflesis de forma y lm:tgenes antiguas ya no nos desconciertan.' La crisis de la representación
materia, que fue elevada a ley en el arte, e' en realidad una d uela en cuanto a la referencia, q ue hemos dejado de
tiene sus raíces en la diferencia entre wnfiar a las imágenesjlas imágenes fracasan únicamente cuando ya no
medio e imagen. 1·11contrarnos en ellas ninguna analogía con aquello que las precede y con
La protección del concepto de arte lo que se las puede relacionar en el mundo.\fero también en culturas his-
Figura 1.2. Pic3sso, escultura excluyó ya desde el Renacimien to cual- 1tiricns las imágenes fungian como una evidencia (¡vaya hermosa palabra!)
(foto : Mi11t1t1111rr, 1933). quier reco nocimiento de imágenes que que sólo era posible encontrar en imágenes, y para la cual se inventaron las
tuvieran un carácter a rtístico incierto. 11111 genes. Sin embargo, para Baudrillard, 1oda imagen en la que no se pueda
Esta exclusió n era válida para imágcnes de cera, m áscaras funerarias y diver- l1·1·r nlguna prueba de realidad equivale a un simulacro, así corno sospc-
sas figuras votivas híbridas, como lo demostró Georgcs Didi-Huberrnan ' hJ q ue existe una simulación donde no se respeta la equivalencia por él
mediante el caso de la historiografia del arte del artista del Renacimiento prnpuesta entre signo y significado.'/
Giorgio Vasari.'Y~I dominio de la imagen de muertos en la cultura occi- \/\la crisis de la analogía conl ribuyó también la imagen digital, cuya onto-
dental cayó completamente bajo la somhra del discurso del arte, por lo cual 1011!0 porcce remplazada por la lógica de su prod ucció n. Desconfiamos de
en todas partes en la literatura de investigación se encuentra uno con mate- 111• lmdgcnes cuya manera de o riginarse ya no se inscribe bajo la rúbrica
rial sepultado, o con el obstáculo de barreras de pensamiento q ue justo tito l.1copia.,¿Se trata en las imágenes sintéticas de imágenes virtuales quc
cuando se las quiere franquear pierden su conciencia de culpa. La dicoto- c·,1..1pan de nuestro concepto de imagen, o establecen un nuevo concepto
mía entre la historia del arte y la de las imágenes se agud izó completamente 1l1• 1magcn que rehúye cualquier comparación con la historia de la imagen?
con la formación de la histo ria académica del arte del siglo x1x, que man- No, encontramos frente a la tarea de reflexionar de nuevo sobre la ima-
tuvo su distancia respecto de los nuevos medios de la imagen, co mo la foto-
JO ll.111d rill.11d (1976 y 1981). l'n rcl.11il111 nm olro d i, curw sohrc el tema de fo
18 C f. al
respecto mi ensayo " Im agen y muerte" en este libro. v1r1u.1lid.1tl, Vf,111\C Rarck (11}9'1); Hcwll'r ( 1997); nu,<,("r ( 199~): Grau ( 1999):
19 Oidi-Huberman ( 1994= 383 y >S.). il.111!,•1 (tyyo J: K1.11nc1 ( 1•1•1•); ()1wJ11 ( 1<11111. )' R<Xk ( 1yy>).
24 I AHI AOPO l06i A DE lA lllAGlH MIDIO • IHAU N · CUI APO 1 25

gen y las c ualidades que constituyen una imagen, una vez que se haya asen· namos?~esulta evidente que ya no contamos con un concepto claro acerca
tado la ac1ual situación de e u foria o de consenso respecto del fin de los de lo que es una imagen, si responsabilizamos a nuestros propios produc·
tiempos. "Indudablemen te, cada vez sabemos menos qué es una imagen", tos por lo que han llegado a ser por nuestra causa y por causa del poder eco-
escribe Raymond Bellour como cronista del debate contemporáneo, au n· nómico y político ele los productores de imágenes.'jUna falta de claridad
que tampoco es " fácil decir cómo era la situación en o tras é pocas". La similar encontramos en la actualidad allf donde se diluyen las fronteras entre
ptrdida de toda perspectiva histó rica despojarla a la discusión de un acceso las imágenes y sus medios. Las imágenes colectivas surgidas en las cultu ras
esencial al estatus de la imagen, que aún se encuentra ligada a nuestros históricas, incluidas aquellas a las que pertenecemos, provienen de una anti·
ó rganos corporales. Por esta razón , trie Allic-i. aboga por una histo ria de gua gcnealogla de la interpretación del ser. Si las confundimos con las téc-
los tipos de imagen, en la que la antropologla y la tecnología estén repre· nicas y los m edios con los que las invocamos en la act ualidad, se suprime
sentadas e n el mismo discurso. Sólo entonces serla posible entende r la ima· entonces una d istinció n que ha dcscmpcllado un papel primordial en la
gen sinlél'ica no sólo como expresión de una crisis de la imagen, sino como historia de la imagen. La "tecno logía de las imáge nes" a la que se refiere
un lipo distin to de imagen que establece una nueva praxis de la percep· Derrida, sin duda, transformó la percepción de las imágenesC sin embargo,
ción, y que por lo tanto también amplia los criterios con los que relacio· la descripció n de Derrida es válid;1 más para las superficies sobre las que
namos la percepción con nuestro cuerpo." aparecen los imágenes que para estas mismas, desde el momento en que en
La crisis de la imagen comenzó quizá ya desde el estado de analogfa total, las im ágenes Icemos nuestra relación con el mundo.z-1 Aparece así la urgen·
cuando las imágenes en cine y video apareciero n cargadas de sonido y movi- cia de plantear la cuestión de un fundamento antropológico de las imáge-
miento, es decir, con las antiguas prerroga1ivas de la vida. A este respecto, nes desde la penpectiva del enfoque hu mano y del artefacto técnico.
Derrida hahla de "una imagen viva de lo viviente" (image vivan te rl11 viva 111),
o sea de una paradoja que "le roba todos los aplausos" a la vida.'' pues
sólo después de que incorporaron paulatinamente casi todos los registros
que parcelan reservados a la vida, los productores de imágenes dieron vuelta 4. PRODUCCIÓN M PNTA (, y rfs tCA Uli IMÁGl!NES
la situación. Com enzaron d iseñando mundos virtuales que triunfan sobre
el dictado de la analogía y que sólo existen en imagen. No obstante, aque· 1La historia de las imágenes ha sido siempre también una historia d e los
llo que tan sólo resplandece por s us efectos pierde pronto nuestro res· medios de la imagen. La interacción entre imagen y tecnología sólo puede
peto, lo mism o que todo lo que se ofrece en interacción para el uso de la entenderse si se la observa a la luz de las acciones simbólicas. La produc-
persona común. No desearnos jugar con imágenes porque en secreto toda· ción de imágenes es ella mis ma un acto simbólico, y por ello exige de noso-
vía creem os e n ellas Éstas pierden su au toridad simbó lica cada vez q ue lros una manera de percepción igualmente simbólica que se distingue nota·
presentan más licciof;es,que falsifican nuestra necesidad de utopias. Tam· blemcnte <k la percepción cotidiana de nues tras imágenes naturales.tas
bién la vi rtualidad requiere reconectarse con la realidad, de la que recibe imágenes que fundamentan significados, que com o artefactos ocupan s u
su sentido libcrlari~ lugar en cada espacio social, llegan al mundo como imágenes mediales. El
Por tanto, ¿revelan las imágenes una represcnwció n que só lo podemos medio portador les proporciona una superficie con un significado y una
con liar a épocas pasadas? ¿Representan alguna 0 1ra cosa que a sí m ismas? fo rma de percepción acttiales.pesde las más anliguas manufact uras hasta
Para esta conjetura existen fundamentos más que s uficientes. No obstante, los d istintos procesos digi1alcs, han estado suped itadas a requeri mientos
se llega fácilmente a la conclusión errónea ele pretender declara r el gran técnicos. Son estos requerimientos los que en primer término po nen sobrl·
cambio de los tiempos, en el que toda comparación con imágenes de otras el tapete sus características medialc~. con las cuales, por otra parte, las
épocas resulta banal.l'!o confundimos demasiado rápido las imágenes c~n
la producción m asiva y con el vacío de significados que ciertamente les astg·
23 C f. al""'!"'"'º Augé (1997a: 125 y ss., cspt.-cialmcntc pp. 155 y ss., u Ou narratif au
tout fia ionncl").
21Bdlour, en Sa nsonow y Allicz (1999: 79), y Allie~ (íbítl.: 21 Ys.). 24 Derrida (1991>: 11 y"·)· ,1ccrLa de la dis1in<i<l11 entre "nr1ejnct11t1/i1é" y
u Derrida (1996: 39 y ss.• especialmente p. 47). ··1,,.tt.·v11 1md1t1·':
JI

26 I AN TROPOlOGIA DI lA IMAGEN MCD IO • IM AGlN ·CUERPO 1 27

percibimos. La escenificación en un medio de representación es lo que fun- genes materiales en u na época determ inada, do nde la úJtima deberla con-
damenta primo rdialmente el acto de la percepción. El esquema de tres templarse conio representación externa. Sólo en este sentido es posible
pasos que aquí csbo7.0 es fundamental para la funció n de la imagen desde hablar de una historia de las imágenes, de manera similar a lo que ocu-
una perspectiva antropológica: imagen - medio - espectadoljO ·rnagen - rre con una historia del cuerpo o del espacio. Sin embargo, finalmente, el
aparato de imágenes - cuerpo ~ivo¡ (donde éste debe ser entendido como planteamiento de interrogantes puede ligarse nuevamente con las cien-
cuerpo medial e> "medializado"). cias naturales, si se está dispuesto a entender sus procedimientos d e ori-
En el discurso actual, por el contrario, las imágenes o bien se debaten ginar imágenes (imagi11g scie11ce) como artefactos, que func ionan no en
en un sentido tan abstracto que parecen existir desprovistas de medio y un sentido neutral u objetivo, sino en uno específico de la cultura. Es en
carentes de cuerpo. o b ien se confunden simplemente con sus respectivas lomo de esta cuestión que ja mes Elkins (Chicago) ha descubierto lar_no11-
técnicas de imagen.1 1 En un caso se reducen al mero concepto de imagen, art imag_:'.jcomo tema del análisis y de la crítica formales.'•
en el otro a la mera técnica de la imagen. A este dualismo contrihuyen nues- Aunque nuestras imágenes internas no siempre son de naturalei.a indi-
lras ideas acerca de lasJmágenes interiores y exterior'=' A unas podemos vidual, cuando son de origen colectivo las interiorizamos tanto que lle-
describirlas como imágenes endógenas, o propias del cuerpo, mientras que gamos a considerarlas imágenes propias. Por ello,~s imágenes colectivas
las otras necesitan siempre primero un cuerpo técnico de la imagen para significan que no sólo percibimos el mundo como individuos, sino que
alcanzar nuestra mirada. Sin embargo, no es posible entender estas dos lo hacemos de manera colectiva, lo que supedita nuestra percepción a una
modalidades - imágenes del mundo exterior e imágenes internas- en el forma que está det.erminada por la époc'.'..:/)ustamente es en estas cir-
marco de esta dualidad, pues ésta sólo prosigue la antigua oposición entre cunstancias donde parti.cipa el enfoque medial de las imágenes. En cada
espíritu y materia.'" Si bien en el concepto imagen radica ya el doble sig- percepción ligada a una época las imágenes se transforman cualitativa-
nificado de imágenes interiores y exteriores, que únicamente en el pensa- mente, incluso si sus temas son inmunes al tiem po. Además, les otorga-
miento de la civilización occidental entendemos tan confiadamen te como mos la expresión de u n sign ificado personal y la duración de u n recuerdo
dualismo, las imágenes mentales y físicas de una época determinada (los personal. Las imágenes vistas están sujetas irremisiblemente a nuestra cen-
sueños y los iconos) están interrelacionadas en tantos sentidos, que sus sura personal. L-Os guardianes que vigilan nuestra memoria de imágenes
componentes diffcilmente pueden separarse, y esto sólo en un sentido l•.1s esperan de antemano. Si biene!.uestra experiencia con imágenes se basa
estrictamente material"LLa producción de imágenes ha tenido siempre en una construcción que nosotros mismos elaboramos, ésta está determi-
por efecto u na estandarizáCión de las imágenes .individuales, y por su parte 11uda por las condiciones actuales, en las que las imágenes mediales son
las creó a partir del mundo de imágenes contemporáneo de sus observa- 111ode.ladas)
dores, el que sólo entonces hizo posible el efecto colectivo:~/ ~curre un ~to de metamorfosis cuando las imágenes de algo que suce-
La cuestión de la representación interna y e>.1:ema se plantea en la actua- tllc'I se transforman en imágenes recordadas, que, a partir de ahí, encontra-
lidad en la neurobiología, que ubica la urepresentación ºnterna" (Olaf 1~n un nuevo lugar en nuestro almacén personal de imágenet!l En un pri-
Breidbach) en el aparato perceptivo, y ve almacenada la,~iencia del 111cr acto despojamos de su cuerpo a las imágenes exteriores que nosotros
mundo esencialmente en la estructura neuronal p'l"opia del[ er:':::º·'ª En "llegamos a ver", para ei1 un segundo acto proporcionarles un nuevo cuerpo:
el contexto de las ciencias de la cultura puede pla ntearse la misma cues- licnl• lugar un intercambio entre su medio portador y nuestro cuerpo, que,
tió n, au nque aquí se trata de un interrogante acerca de la relación de inter- por otra parte, se constituye en un medio natural.JO~to es válido incluso
cambio entre la producción de imágenes mentales y la producción daji:ná-
JV l'lkins (1996: 553 y ss.). Cf. Jones-Gallison (1998); Weibet (1995: 34 y ss.).;
25 Cf. las referencias de las notas 1 y 8. llrcidbnch-Clausberg (1999), con numerosas contribuciones metodológicas,
26 Véase la nola 6, así como Arcndt (1971), con una crítica desde In his1oria de la y Snd1s-l lombach y Rehkihn¡>cr (1998).
filosofía a esrn co111radicción. \ll l'.rn1 sl1uadón ya había preocupado a Platón (Dilrmann, t995), quien se decidió
27 Cf. al res¡>eCLO, en uno de los lados del cs¡>cclro metodológico, Augé (1997a: 45 por d medio vivo, aquel que puede acordarse de si mismo, en contra de los
y ss.) y, en el otro, Derrida (¡996) y Stieglcr (1996). medios rnuerlus de la escri1ur.1y1.1 pi111ura. Véase al respecto el ensayo " Imagen
28 Véase Breidbach (1999: 107 y S>.). as( como Brcidbach-Clausbcrg ( 1999). y 111ue1tc" en C>le libru. >ecc1ú11 ~: " t.1erlli1,.1 d1• l'l.11ón .1111> imágenes''.
28 I ANTROPOLOGIA 0[ lA IMAGEN HfDIO • IHAGCN · CUERPO I 29

para las imágenes digita.les, cuya estructura abstracta los espectadores que se pretende inculcar a los recepto-
traducen en percepción corporal. La impresión de la imagen que recibi· res. La seducció n de los sentidos a tra-
mos a través del medio almacena la atención que les dedicamos a las imá- vés de la fascinació n del medio es en la
genes, puesto que un medio no solamente tiene una cualidad físico-téc- actualidad una fascinación tecnológica__:.
nica, sino también una forma temporal histórica. Nuestra percepción Siempre se habló de él cuando se pre-
está sujeta al cambio cu.ltural, a pesar d e que, desde los tiempos más remo- tendía ilus trar al espectador sobre el
tos imaginables, nuestros órganos sensoriales no se han transformado. A poder ciego de las imágenes, con lo cual
este hecho, contribuye de manera determinante la historia medial d e las se reducen a la materia muerta de sus me-
imágenes. De esto se deriva el postulado fundamental de que los medios dios (p. 42).~uando en la vida ptfülica
de la imagen no son externos a las imágenes.¡r las imágenes tenían un efecto pernicioso
Volvemos a encontrarnos con el temaae la percepción medial en el o promovían ideas falsas, se pretendió
antiguo debate sobre el surgimiento de las impresiones de los sentidos, sustraerlas del control de los medios que
que d ejaban la huella de todas las cosas empíricas en nuestra mirada. Aris- ejercía la parte con1·ra ria: si se las des-
tóteles se ocupó de este tema cuando quiso o ponerse a cierta antigua doc- truía, sólo era posible destruir los me-
trina según la cual se trataba de partículas materiales que se desprendían dios en los que habían sido realizadas.
Figura 1.3. Monumento fúnebre
de las cosas y penetraban en nuestros ojos. Para ello propuso la tesis, Sin n ingún medio, las imágenes deja- que mucs1 ra las huellas de la
cuya infl uencia posterior sería muy amplia, de que Las imágenes vistas son ban de estar presentes en el espacio tormen ta sobre las imágenes,
percibidas como formas puras a las que la mirada despoja de su m aleria- social (figu ra 1.3)j Catedral de Münster.
l idad.~sta tesis establece ya el dualismo que separa a las imágenes exter-
nas de las internas, como si todos los p uentes que las unian hubieran
•'
sido demolidos. Con esto, al mismo tiempo, se dejó de prestar atención
a las relaciones entre percepción corporal y percepción en imagen. A par- 5· LA A NALOGf A ENTRE CU F,.RP OS Y M llOIOS
ti r de e ntonces, los medios, en los cuales surgen las imágenes y desde los
cuales las imágenes tienen efecto, fueron considerados como una impu- Cada modalidad de la antropología está sujeta a malCJitendidos, puesto que
reza del concepto de imagen, y po r elJo se les dejó de p~estar una aten- el térmiJ10 ha servido a muy distintas disciplinas, y con mucha frecuencia
ción especial.'' en su historia fue teñida de colores ideológicos.ll Una tradición que cele-
En la praxis, cada medio se aproxima a la tendencia ya sea de referirse braba en la h istoria d el espíritu la evolución de una imagen del mundo
a sí mismo, o bien, por el contrario, d e ocultarse en la imagen. C uanto mágica a u na racional, adopta de todos modos una actitud de rechazo a la
más nos concentramos en el medio de una determinada imagen, más entre- antropolog.ía. Esto también afecta a la confección de imágenes, en tanto
vernos una función de almacenamiento, y nos distanciamos. Por el contra-
rio, su efecto sobre nosotros se incrementa cuanto menos tomemos con- 32 La aniropologfn filosófica en el sen1ido kantiano, la a nirn pologfa médica y la
ciencia de su participación en la imagen, como si la imagen existiera debido antropología de los p ueblos extranjeros (v~asc sin embargo la revisión de).
a su propia potencia. La ambivalencia entre imagen y medio consiste en Clilford y M. Aug~. que han pugnado por una cmologia de la cultura occidental)
se han convertido en disciplinas reconocidas q ue defienden sus fronteras. A esto se
que sus correspondencias se replantean nuevamente para cada caso con·
añade la "cu/111ml a111hropology" según el patrón norteamericano (Coote-Shehon
creto con una multiplicidad casi ilimi tada~! poder de la imagen es ejer- )1992) y "'!arcus-Myers (1995]). En relación con la a ntropologfa histórica véanse la
cido por las instituciones que disponen de las imágenes a través del medio nota 34, con mis preferencias personales, y la nota 2. La postura de A. Gchlen (1961)
actual y de su atractivo: con el medio, lo que se p romueve es la imagen continúa siendo u na labor en proceso. Finalmente, en relación con la situación
gencr:il de las investigaciones aniropológicas en la actualidad, cf. Affergan (1997) y
Augé (1994). Para una consideración relrnspt.'Ctiva del cambio en la investigación
31 Aristóteles, Parvtl Naturalia (Peri Aisrheseos), en Aristolle (1936: 215 y ss.). Cf. al etnológica, véase la au tob iografla de Geertz ( 1995). Cf. también Müller;funk y
respecto Cassirer ( 1922: 20 y ss.), "Der Bcgriff dcr symbolischcn Form ...". Rcck ( 1996), en lo rcfcrcnlc a una antropologfa histórica ele los medios.
30 1 ANIROP OLOGIA DE LA IMAGEN HED IO - IMAGE N - CUERPO 1 31

supuesto ejercicio arcaico. Parecería que la imagen hubiera permanecido La fuga del cuerpo que se da en la actualidad sólo proporciona una
en una oscuridad a la que sólo pudo vencer la luz de una reflexión ilus- nueva prueba de la relación entre percepción de la imagen y percepción
trada: lo que en algún momento fue imagen en un sentido arcaico, se resol- del cuerpo. La fuga den tro del cuerpo y la fuga fuera del cuerpo son sólo
vía en esta evolución ya sea como lenguaje (con su empleo de símbolos y dos formas antagónicas de tratar con el cuerpo, para definirse, ya sea en
metáforas), o com o arte.3J Es por ello que en la actuaJidad el retorno de favor. del cuerpo o en su contra. Q_ejamos que la inman encia y Ja trascen-
las imágenes despierta una particular desconfianza, pues parece tratarse dencia del cuerpo sean confirmadas por imágenes a las que les impone-
de una regresión a una creencia en las imágenes que ya había sido supe- mos esta tendencia opuesta. Los medios digitales de la actualidad modi-
rada. Una antropología que se ocupa de la confección de imágenes y de la fican nuestra percepción, al igual que lo hicieron todos los medios técnicos
creencia de la humanidad en las imágenes se hace merecedora de la sos- que les anr:cedieron; sin embargo, esta percepción permanece ligada al
pecha d e traicio nar una faceta clara y apreciada d el p rogreso. No obs- cuerpo Úmcam ente por medio de la.~ imágenes nos liberamos de Ja susti-
tante, se ha introducido una antropología histórica como una forma moderna tución de nuestros cuerpos, a los que podemos mirar así a la distancia.
de ciencia de la cultura, que busca su materia tanto en el pasado com o en / ~~s espejos electrónicos nos representan tal como deseamos ser, pero tam-
el presente de la propia cultura. Si ésta investiga los medios y los slmbolos bién como no somos. Nos muestran cuerpos artificiales, incapaces de morir,
que emplea la cultura en la producción de signos, entonces también la ima- y con eso satisfacen nuestra utopía in effigie.36
gen es, even tualmente, un tema para ella.H ¡Xa el espejo fue inventado con el propósito:;J ver cuerpos donde no hay
La cuestión de las imágenes demuele las fronteras q ue delimitan las cuerpo algun~sobre vidrio o metal captura nuestra imagen lo mismo
épocas y las culturas, pues sólo pu ede encontrar respuestas más allá de que nuestra mirada a la imagen. (:orno medio, el espejo es el reluciente
esas fronteras-l!-as imágenes poseen ciertamente una forma tempo ral en Opuesto de nuestros cuerpos, y sin embargo nos devuelve la imagen q ue
los m edios y en las técnicas históricos, y no o bstante son traídas a la dis- no~ hacemos ~e nuestro propio cuerpo (figuras 1..4, t.5, t.6). Sob re Ja super-
cusió n por temas que están más allá del tiempo, como muerte, cuerpo y ficie del espe¡o el cuerpo posee una imagen incorpórea, que no obstante
tiempo. Su función es la de s imbolizar la experiencia del mundo y repre- percibimos como corporag Desde entonces, otras s uperficies técnicas hari
sentar el mundo, de manera que en la transformación se indique tam- r.cguido desem peñando el papel del espejo, y con ello también han invitado
bién lo forzoso de la repeticiónl@ cambio en la experiencia d e la ima- "wntemplar el mundo en la imagen distante de un exterior:·1; la ve11 rana
gen expresa también un cam b io en la experiencia d el cuerpo, po r lo $/mb6Iica de Leone Battista Alberti, esa pintura de los inicios del Renaci-
que la historia cultural de la imagen se refleja también en una análoga m iento, se volvió el modelo de pantalla como superficie transparente. El
. l .
n.pe¡o Y a pmtura comprueban, como medios arquetlpicos, la capacidad
E
historia cultural del cueria. Al respecto, el medio, a través del cual se
comunican n uestros cuerpos con las imágenes, adopta un papel clave. humana de tradiicir cuerpos tridimensionales en un medio que Jos con-
El cuerpo y la imagen, q ue siempre han sido nuevamente definidos, trad'.cede manera tan profunda por tratarse de una superficie. Sobre Ja pro-
puesto que siempre han estado ahí, son por consiguiente temas natos de yección de un cuerpo existe la primera referencia de la joven corintia, que
la antropología.35 durante la despedida conservó a su an1ado en el contorno de Ja sombra
l)ttc su cuerpo arrojaba contra la pared (figura 5.30) (p. 223). La pared Je
~lrvió como medio para preservar Ja huella de un cuerpo que alguna vez
33 Cf. al respecto las consideraciones, desde la perspectiva de la füosofla de las formas
simbólicas, de Cassirer (nota 16). En Warburg (1979 y t988), la Ilustración y la
distancia racional desempeñan una función ambivalente en relación con la imagen.
34 Con relación a la antropologla histórica o antropología de la cultura en sus W Cf. :11. respecto el epilogo referido a la fotograffo m el ensayo "Imagen y muerte" en
modalidades europeas más recientes, véanse sobre todo Ple~sncr (1982); Marshall r•t<· l1bro.
(1990); Süssmuth (1984); Kam~r-Wulf (1994), y Gcbauer (1998), as( como 11 C-1)11 rc.-lac.ión al espejo, cf. los 1mbajos de Bahrusaitis (1986) y l laubl (1991). Ya
Gebauer-Kampcr (1989) o las publicaciones de la SF B Amliropologie der .!c•~c el siglo v1. a. C. en la w hu m egipcia y posteriormente en la griega, el espejo
Litcru111rwissenscl1afien en Constanza. ha >ido u~ medio privilegiado. Cf. ta111bién Murin (1993: <10 y ss.) y las refere ncias
35 Cf. al respecto el ensayo "La imagen del cuerpo como imagen del ser humano", asi hl hllu¡¡ráf1ca; dt· In 1101a 12 del c11>ayo "lrnaRCll )' somhra" en c.<lc libro con
como el ensayo "Imagen y muerte" en este libro. 1rl.1d611ni1<•111,1 d1• N.1rdso, ,,,¡ , omo lkltin¡1 f1wsb).
32 I AHI ROPOIOGIA OE I A IHAHM HED IO IHAGEN · CUERPO 1 33

Fisura 1.4. Pinturas como ventanas iluminada; (foto: f_ Erwill, 1965). , , . _ LS. Robcrt Fr•nk, /111rrior (ra. t98o). de: "/11di11es ojmy /1a11d ( 1989, 3• cd. ).
H .. uno ventana y espejo.

estuvo parado frente a esa pared y que dejó ahl una imagen indexa! en el 1111·m11111al del cuerpo de la cultura antigua. El rechazo a la imagen antro-
sentido de la fotografía.J3 1•u1r111rica del mundo se simbolizf> en los iconos trascendentales (trans-
1l os cuerpos se hacen évidentes en la luz. también por el hecho de que en 111111111.tlcs), utilizando imágenes sin semejanza con los cuerpos para tras-
ellos mismos se for111a11 sombras (figura 1.7). Oc acuerdo co n su manera de 1"'"'" l.l\ fronteras del mundo corporal.""' La imagen corporal completamente
manifestarse, la luz y la sombra son incorpórea~ (no me estoy refiriendo aquí l'l,hln .t no volvió a adquirir en el período flnal de la historia a ntigua la
a las leyes de la flsica). Y sin embargo, con su ayuda percibimos cuerpos en 11111"11 hmcia cultural que habla tenido en la cultura griega. Hegel fue quien
~u extensión. Son en cierto modo medios naturales de la mirada. Leonardo ~lu 1 •'·' hisloria de los medios con la mayor claridad, al distinguir la anti-
da Vinci se ocupó en sus escritos de las par;1dojas que existen entre el cuerpo •"·' h11.t11cn del cuerpo, que veía plasmada en la ~poca clásica, de la imagen
y su percepción por parte nuestra. "La sombra es el medio a través del cual olt l 1th1t.1 tic la pintura ro111á11tica."
los cuerpos manifiestan su forma." f.dvirti6 también la circunstancia de 1"""ll· d momento en que el ser humano formó una imagen en una obra
que las sombras siguen a los cuerpos a todos lados, y que sin embargo se sepa- " 1111111;11 una flgura , eligió para ello un medio adecuado, así fuera un
ran del c:uerpo en el conto rno.l'' la pinwm de sombras griega (esquiagrafía) 1111111 dt• hnn o o unu pared lisa en una nt('Va.¿>lasmar una imagen siignifi - 1 1
fue celebrada como una invenció n que permitía traducir el ser cid cuerpo .,,11,, 111 nii•mu 1ic111po crear una imagen físicamcnte.:JLas imágenes no
por la apariencia de la imagen. La fo1ograffo moderna captura el cuerpo en •t•·U••ln1111 en el mundo por partenogénesis. Más bil·n nacieron en cuer-
el rastro de la luz de manera similar a como en la Antigüedad lo habín hecho 1''' 11111~1 c1 0~ de l.1 imagen, que desplegaban su efecto ya desde su malc-
el dibujo de contornos en el rastro de IJS sombra~ (p. 228). , ... , 1 ~1111 11111. 110. No olvidemos quces im:lgcncs tuvieron la necesidad de
Las superflcies de la proyección tambié n pueden abogar e n contra del ••111111111 1111 l m:rpo vbiblc puesto que crnn objeto de rituales en el espacio
cuerpo. La pintura cristiana señaló su contradicción con la plástica tridi-
•t \ i t 1 1111·'1""' lu lkhin¡: (t~<¡o). .
3K cr..11respecto el ensayo "Imagen y mucrie"' en c•tc libro, nola 116. o• \ • • • 1lt1\1 I ( 11111· 11K) " · I, l'orlnu11.~o·u 11/w11/1c 11>1/11·11l, en rclJlion con fa
39 Richtcr (1970: 164 y ss. l"ombra e lumi dc"corpi .. I. 166 y'· y 194). f111t11 i .. U\ lh 1• d .l,h.•I \' IHIU.IUl h..•I
34 1 ANlROPOlOG IA DE lA IMAGEN MED IO· I MAGE N ·C UERPO 1 35

....... 11•1, como en las habitaciones de


..... tlundc el monitor se exhibe como
1111 .1lt.1i'Casero para recibir las imá-
..... inmateriales que son enviadas
..... rl •lmbito público (figura 1.8).
l.c•- 111ulLimedia y los medios masi-
. . 1un t.111 dominantes en la discusión
lllUlll, 11ue pnra oponérseles es necesa-
ttn 11l.111tcnr p rimero otro concepto de
••din~. MarshaU McLuhan consideró los
•1111~. ¡¡ntc todo, como una extensión
• 11111·~t ros propios órganos corporales,
1 "" 111 ... uul en el progreso de la tecnolo-
... h11llnl>n su verdadera justificación. Al
1 1t1lt11dcr n los medios como pr~tcsis del
Figura 1.7. La sombra de Picasso
ult'1 po c1uc mejoran nuestra aprehensión
(foto: Picasso, 1927).
tkol lit•mpo y el espacio, podía hablar de
nU'1ll11s del cuerpo.43 En la historia del
allt, pnr cl contrario, los medios son concebidos como géneros y materia-
~~ 1nwés de los cuales los artistas se expresan, o sea corno medios del arte.
l 11111x)sicíón a esto, entiendo los medios como medios portadores,o medios
1111li1 r iones, que necesitan de las imágenes para hacerse visibles, es decir,
••rl medios de la imagen. Deben ser distinguibles de los cuerpos verdade-
111~. uJn lo cual han desatado las conocidas cuestiones sobre forma y mate-
1 h1 l.'l experiencia en el mundo se aplica a la experiencia en la imagen. Sin

•111h.1rgo, la experiencia de la imagen está ligada, por otra parte, a una expe-
111-nciu medial. Los medios conllevan una forma temporal dinámica deter-
Figura 1.6. Autorretrato de Picasso en el espejo (Royan, 1940). 111l11nda por los ciclos históricos de la propia historia de los medios. Hasta
1'1111omcnto, el debate en torno a estos ciclos sólo se ha ocupado de lo refe-
público ofrecidos por una comunida~demás, debían ser instaladas en un 11•111c a los estilos artísticos (George Kubler). Cada medio acarrea su forma
lugar propicio para su apreciación, en el que se reunían cuerpos que así for- trmporal como si la llevara grahada en relieve. Así pues, las cuestiones de
maban un lugar público.41 Su hardware no sólo las hacía visibles, sino que 111~ medios son desde su origen cuestiones de la historia de los medios.44
les otorgaba una presencia en un cuerpo dentro del ámbito social. Esto sigue En la terminología de los medios de la imagen hace falta una distinción
l11ndomental, la que existe entre escritura y lenguaje. Imagen fotográfica o
42 Los monumen1os con1inúa n en la Modern idad, de modo hfbrido e ideológico, d t'l1·rtró11ica,son términos que se refieren a medios individuales para los que
an liguo montaje de las imágenes de culto, en una sociedad que planteó preguntas 1111 existe un término general. El lenguaje hablado está ligado al cuerpo
~obre la iden1idad, en un ambiguo doble sentido. a la deidad (el gobernante) y a que habla, mientras que el lenguaje escrito se libera del cuerpo. El acto
la obra en imagen que la encama. Montaje, wns:<grnción, veneración, procesión
o el ritual ante la im agen están unidos a la imagen en tanto actos del ceremonial:
véanSt' l'rccdbcrg (!989: 82 y ss.) y tlehi ng (1990). En relación con el ri1ual, véase ~ 1 Mc t.u t1.111 ( 1964y 1997: 4S y>>.).
Turncr ( 1987). •H Kubtcr (191\i).
36 I AN1ROPOl06i A OE lA JMAHN MEDIO · IM AGE N · CUERPO 1 37

corporal en el q ue participan Klee, lo que no es posible copiar sino que tiene que ser hecho visible por
la voz y el oído es rem plazado medio de un nuevo tipo de imágenes. En esta categoría entran los proce-
por una conducción lineal del dimientos para obtener imágenes de las ciencias naturales. Sin embargo,
ojo en el caso de la escritura, esta d ep endencia de los med ios técnicos desata una crisis tanto en la
que comunica a través de un conciencia del cuerpo como en el trato con imágenes. Nos armamos con
medio técnico. Mientras tanto, prótesis visuaJes para qu e sean aparatos los q ue d irijan nuestra percep-
la afirmación de que la escri- ció n. En la experiencia con imágenes aparece una abstracción semejante
tura im presa requiere del sen- a la de la experiencia del cuerpo: se impone a través de la experiencia de
tido de d istancia del ojo, y que u na intermediación técnica sobrJ la q ue no tenemos ya control corpo-
ella, en tanto med io transmi- ral. Algo similar es válido para la producción de imágenes de los medios
sor de nuestra cultura, había masivos. Le adjudicarnos mayor autoridad que a la experiencia propia con
Figura 1.8. Armario con televisor en un
hotel de Amberes (pub licidad del hotel).
introducido ya una abstracción el mundo. Ahora el mundo sólo es accesible a través de los medios, como
de la percepción desde antes de lo demostró Susan Sontag con la fotografíaY Con esto ocurre un des-
la época de las computadoras, plazamiento de la experiencia tradicional de Las imágenes. Su mediali-
se ha convertido en un topos de todas las teorías de los medios.45 dad atrae tan la atención, que ya no es posible reconocerla como puente
En lo que se refiere a 1.as imágenes, se mantiene todavía una argumen- entre imagen y cuerpo, sino q ue parece tratarse de una autocxpresión
tació n similar a la q ue se desarrolló para el lenguaje. Las imágenes inte- del med io. Esto tiene como consecuencia que la d iscusión en torno de la
riores y exteriores caen ind istintamente en el concepto imagen. Es evidente, percepción se ha vuelto más ¡1bstracta que la percepción misma, que aún
sin emba rgo, que en el caso de las imágenes los medios son u n equiva- 1'0Dtinüa ligada al cuerpo.
len te de lo que la escritura es en el caso del lenguaje. Sólo que para las En la actual historia técnica de los medios, la producció n de imágenes
imágenes no existe la alternativa entre lenguaje y escritura, que en ambos se describe en cierto modo como automatismo de la técnica de los medios.
casos salen d el cuerpo. Tenemos que t rabajar con medios para hacer visi- l>c esta fo rma, La d iscusión en torno de las imágenes se tran sforma preci-
bles las imágenes y entonces comunicar a través de ellas. El lenguaje de las ~amente en lo opuesto en la filoso fía o en la psicología, que han prestado
imágenes, como lo llamamos, es una deno minación diferente para la media- lltcno r atención a los medios de la imagen, como si no tuvieran que ver
lidad de las imágenes. No permite su separación de las imágenes de manera um los seres humanos. Po r último, las ciencias natu rales, que sólo se ocu-
tan limpia como en la d istinción entre escritura y lenguaje (posiblemente pan del organ ismo vivo, ni siquiera han descubierto los aparatos de imá-
la escritura, en tanto med io, haya modelado el lenguaje). Es por ello que 1\l'lles en los que se simbolizan las normas históricas de la percepción. Asi,
el concepto de imagen resulta tan difícil de identificar en los artefactos para 1 -.si siempre falta un aspecto importante en el triángulo imagen-cuerpo-

imágenes. Aquí radica una tarea interdisciplinaria para el futuro. mcdio. Por motivos similares, aún no ha sido posible representar de manera
En las imágenes técnicas, el ca rácter medial ha adqu irido en la actua- 11mjunta la prod ucción del imaginario colectivo (de los mitos y los sím-
lidad aun o tro significado. Nos comunicamos en imágenes con u n mundo holos de una época) y la producción fisica (y artística) de imágenes, de modo
que no es accesible a nuestros órganos sensoriales sin algün tipo de inter- que su mutua dependencia en el sentido cultu ral y en el técnico d e los
mediación. La competencia de nuevos medios sobrepasa al mismo tiempo 1ilcdios se tome perceptible.48 El cuerpo continúa siendo el eslabón en una
la competencia de nuestros órganos corporales.46 Ésta, por su parte, es hl•loria medial de las imágenes en la que aparecen juntos técnica y con-
transmitida nuevamente mediante imágenes, como en las investigaciones
biológicas. A través de las imágenes representamos, parafraseando a Paul
•I! W.1sc Sontag (1973: 153 y ss.).
1H 1\I respecto, cf. Augé (1997a: 125 y ss.) y Caillois (1987: 17 y ss.), así como
45 Kcrckhovc (1995: 45 y ss.). Cf. también Dcnckcr (199>); Killler el al. (1994); 11nt11rulmcntc los trobajm; de Llcan (por ejemp lo. Lacan [1994 [). En el campo de
McLuha n ( 1962), y Va ttimo-Welsch (1997). lit ctnolOf\lll, véanse las investigaciones de Lévi-Strauss (1962 y 1978); en el del
46 McLuha n ( 1964 y 1996), respecto de cst·a mirada hacia los medios. 1••1.:llnn~ lisis. ••é:t.<c d l'(>lumcn /)f'Sli11s de J';11111gc ( 1991).
38 1 ANTR OPOLOGIA OE LA IMAGEN HfO IO - IHAGf N - CUE RPO I 39

ciencia, medio e imagen. Las imágenes existen en la historia doble de la genes a través de su medio, y las valoramos como una expresión de pre-
producción mental y material de imágenes. Pero dado que los temas ima- sencia, así como relacionamos la invisibilidad con Ja ausencia. En el acer-
gen-medio-cuerpo están atrapados por la moda y la ideologia, resulta difí- tijo de la imagen, la ausencia y la presencia están entrelazadas de manera
cil traerlos a la d iscusión en un discurso abierto que no sucumba ante las indisoluble. En su medio está presente (de lo contrario no podríamos
diversas fracciones de los bastiones académicos. verla), y sin embargo está referida a una ausencia, de la cual es imagen.
Leemos el aquí y ahora de la imagen en un medio, a través del cual se pre-
senta a nuestros ojos.so \
Sin embargo, la diferencia entre imagen y medio de la imagen es más
6. LA DIFERENCIA ENTRE IMAGEN Y MEDIO compleja de lo que puede desp renderse de esta descripción. La imagen
tiene siempre una cualidad mental y el medio siempre una cualidad mate-
El medio posee en el culto a los muertos un antiqulsimo paradigma (p. rial, incluso si ca nuestra impresión corporal ambos se p resentan como
i 77). El difunto intercambiaba su cuerpo perdido por una imagen, por una sola unidad. La presencia de la imagen en el medio, por muy indis-
medio de la cual permanecía entre los vivos. Únicamente e n imagen era cutible que pueda ser su percepción por nuestra parte, esconde también
posible que este intercambio tuviera lugar. Su medio representaba el un engaño, ya que la imagen está p resente de una manera distinta a como
cuerpo de los muertos del mismo modo en que había existido entre los cuer- lo está su medio. Sólo se convierte en imagen cuando es animada por su
pos de los vivos, quienes realiza han el intercambio simbólico entre muerte espectador. En el acto de la animación la separamos idealmente de su medio
e imagen. Así, en este caso no se trataba ú nicamente de un medio entre JlOrtador. AJ mismo tiempo, el medio opaco se vuelve transparente para
imagen y espectador, sino entre muerte y vida. Por este motivo, la susti- In imagen que porta: cuando la observamos, la imagen b rilla en cierto
tu ción era mucho más importante que cualquier grado de semejanza. 11tt1do a través del medio. Esta transparencia disuelve su vínculo con el
Me refiero aq uí a un arquetipo de la imagen en el que están contenidas, 111cdio en el que el observador la ha descubierto. De esta forma, su ambi-
si n embargo, todas las experiencias anteriores con la imagen. Un último v,Jlcncia entre presencia y ausencia se extiende hasta el medio mismo en
reflejo del antiguo ritual de los muertos fue el medio humano de las sesio- rl que es generada: en realidad, es el espectador q uien las genera en su
nes espiritistas, que encarnaba de m anera especialmente drástica el con- Interior.
cepto de medios del siglo xrx.~9 Una persona viva ofrecía a un muerto 1in la Edad Media se celebraba la contradicción entre presencia y a usen-
su cuerpo como medio, para que éste hablara con su propia voz a los vivos. 'In en las obras en imagen antiguas, que:: contenían una época distinta y,
Éste es un caso de pervivencia de la antiqulsima idea de la corporiza- -111 e mbargo, libraban el salto temporal en la perviveacia de su presencia
ción en un doble en una forma h íbrida. vl~ihle. Una figura antigua de una Virgen se mantenía en el presente como
La experiencia medial que realizamos con las imágenes (la experiencia lnmgen, pues en su cuerpo de estatua conservaba un espacio en el tiempo
de que las imágenes utilizan un medio) está basada en la conciencia de que 1!1• l11s espectadores que nacieron dcsp ués.5' En la actualidad, por el con-
u ti.lizamos nuestro propio cuerpo como medio para generar imágenes ti.11 io, nos fascina la superación d el espacio en teleimágenes, que s in
interiores o para captar imágenes exteriores: imágenes que surgen en nues- 1111hurgo hacen patente esta obra d e arte l'.micamcnte en su med io (un
t-ro cuerpo, como las imágenes de los sueños, a las que percibimos como 1111•1!10 Clll"re dos lugares): nos muestran en imagen w1 lugar distinto que
si utilizaran nuestro cuerpo como medio anfitrión. La medialidad de las
imágenes es una expresión de la experiencia del cuerpo. Trasladamos la
'" f 1".u¡ul Y ahora" ha sido tralado sobre lo do por Wahcr llenjam in en relació n
visibilidad que poseen los cuerpos a la visibilidad que adquieren las imá- ' ''" 111 ohm de arte y su aura, en donde disti ngue fa movilidad de fa m irada
11111t1<'111u. En el caso d e la imagen, como espero mostrar, fa si1unción es d is1in1a,
• •11h1·1, e n el d iálogo cn1rc medio y espectador, que es donde se establece un
49 En reladón con el medio en sesiones espiritistas, W. H. C .. K1>11wkre 111it r/m1 "11q11I y .1ho ra''. En relación con la cucslió n d e la visibilidad y la palpabilidad,
)criseits? ( Berlín, 1973); Horkel (1963); Haack ( 1988). así como el catálogo Victor •N•1• Mt•rlc.111 P11111y l 19~1\: in y -;s.),,,,¡ como las referencia< bibliográficas
ffago et le spiritisme (Parls, 1985). La conjuración de espíritus en otras culturas ,¡, 11111111.1 8.
requie re de un d iscurso com pletamente dist into. 11 ll1lrl11¡d 1v90: 111 ys5. ¡• .¡90).
40 1 AHIROPOlOGIA Ol lA IMAGEN MlOI O IMA H N • lUlW~U 1 41

está allá afuern. Mientras tan to, vemos incluso una trans misión en vivo su existencia a este d eseo permanente-, q ue par ecería trntarse d el naci-
del modo como siempre hemos mirado las imágenes, pues ésta es porta- miento de nuevas imágenes.
d ora de una ausencia que e n este casó radica en el espacio, y no en el No es posibk responder al in terrogante an tropológico en torno de la
tiempo. Simultiíneame ntc, inte rcambiamos idealmente el lugar en el q ue imagen (111icamcnlc con el lcnu1 de Los medios, ni tampoco presen tarlo
nos encontramos po r el luga r al que nos cond ucen las imágenes. De este en una his toria tan sólidamente documentada como en el caso de la his-
modo, el aquí y ahora se trnnsfo m1a en u n llllá y ahora donde sólo pod~­ toria de los medios y las técnicas: esta cuestión rehúye toda claridad fác-
mos estar presentes si escapamos espiri tualmente de nuestro cuerpo. La tica. Conocemos las transformaciones que e'perimentan las imágenes en
presencia y la ausencia apart·cen e ntrelazadas d e una nueva manera, si los medios mejor que a las imágenes m ismas. La cuestión en torno ele la
bien ésta sigue siendo u na modalidad de imagen. En las im áge nes que imagen conduce a las unidades sim bólicas de refere ncia a través de las cua-
transmiten noticias de todo el mundo, el reportero, que se encuent ra e n les percibimos las imágenes y las identificamos com o tales. Este trazado
el lugar de los hechos y que desde ahí nos habla, es el testigo ocular que de u n límite entre :1qucllo que es y aquello que no es imagen ya está dado
las hace verosímiles: de él permanece una imagen fi ja in tercalada c ua ndo en nosotros en la memo ria de imágenes interior)' e n las imágenes de la
se interrumpe la transm isión ele imágenes, que le devuel ve una imagen a fantasía. Ahí tiene lugar un proceso de selección del que se desprenden
su voz. Si11 embargo, la ilusión <le la transmisión en vivo te rmi na ele inme- imágenes con una condensació n y una i ntensidad determinadas. En el cau-
d iato cuando a los pocos minutos se repi1e la m is1m1 secuencia de imáge- dal de im ágenes de la actualidad, esta selección, que puede ser forzada a
nes, pues a pesar de todos los efectos de vida cuaja en un recuerdo mue rto. través de técnicas de imagen mediales, com o por ejemplo la pub.licidad ,
La pantalla es el medio do m ina nte en el que en la actualidad son pues- es una rciiida cuestión de influencia. La image n filmica es la mejor prueba
tas las imágenes para su m anifestació n. Su transm isión en la pantalla para la fundamentación an tropológica de la cuestión de la imagen, pues
no es de ninguna forma una simple alternativa técnica. Régis De bray • no surge n i en u n lienzo n i en el espacio fl111ico de la voz en off, si no en el
ha puesto én fas is en la fun ción simbó lica ele la tra nsmisión, que es con- 1.'Spectador, mediante asociaciones y recuerdos (pp. 94-95). Sin em b;1rgo,
ducida en la actualidad por intereses comerciales y políticos, y se opone es posible aclarar también la diferencia entre medio e imagen con el ejem-
de derecho a que el ejercicio público del pode r se¡1 aplicado al i nofen - plo del lenguaje, donde otra vez se ma n ifiesta de manera distinta. Las
sivo concepto de la comunicación, como sucede con el intercambio de Imágenes lingüísticas que em picamos están sujetas a los req uerimientos
comunicad os." La transmisión ocurre a través de un medio concebido mediales del lenguaje, y sin emba rgo están referidas a imáge nes ideales,
para una recepción lineal que dirige la percepción del receptor, cir- 1¡11c posee toda persona que se expresa a través del lenguaje. Con ello, no
cunstancia muy conocida en In teorín de los signos. Pero esto se confirma ohstante, simplifico las cosas.
más a un cuando no sólo nos preguntamos por una informació n, sino Las imágenes de las que in tento hablar parecen poseer una determi-
por el concepto de imagen que está teniendo una funció n activa. Expe- 11.1dn resistencia en contra del cambio h istórico d e los medios, al que se
rim entamos las imágenes ún icamente en s u arreglo m edial, y sin embargo 1uluptan transformándose. Ciertamente, sólo contimian vivas debido a
no las confundimos con el medio e n el que las recibimos. Ni siquiera •''il as transformaciones, en las que encuentran s u modo de represen ta-
Mc.:Luhan pretendió afirimir esto con su frase tantas veces m alinterpre- ' 16 11 nctual. "Desde Deleuze es sabido que no es lo real lo que se debe con-
tada, '/'he metli11111 is tire 111essage, por mucho que haya vuelto a aplicar el 1111po ner a lo vi rtual, sino más bien lo actual en el no mb re de algo real
en foque h um anis ta a 1<1 cuestió n de los m ed ios. Creemos con obstina- 111• 10 que participan las imáge nes."" Lo actual y lo real so n casi sinóni-
ción que en el medio nos llegan i mágcnc~ que tienen s u origen d el o tro 11111' en el caso de la verdad analógica que adscrib imos a las imágenes.
lado del med.io. De lo contrario sería im posible com penetrn rnos tam- 1'1·rn precisamente esta actualidad, q ue los nuevos medios generan cada
b il'n con imágenes del ar te an tigu o, cuyos medios en modo alguno fue- . v1•1, nu nca será del lodo j usta con las imágenes. No es posible reducir el
ron concebidos para nosotros. El deseo de imágenes es renovad o cada •rnt ido d e las imágenes a su sentido actual, puesto q ue todavía las refe-
vez de tal m odo por los medios de cada momento - ellos m ism os deben d 11 111~ espon tánea m ente a cuestiones a n tro po lógicas fundamentales.

52 Dchray ( 1997: ti y ss., "Le douhl<.- corps du mcdium"). 11 11\'llc>llf, en Sa111>tJ11t•W y Allic•1 ( 1\IV'I' 1!4 y..,.,).
42 1 ANlROPOLOG IA OE LA IMAGEN MEDIO · IMAGEN • CUER PO 1 43

De lo contrario no p odríamos apropiarnos d e imágenes a las q ue les atri- cuestión de los medios ha entrado
b u imos una fuerza simbólica en medios antiguos de la misma manera en j uego cuando se ha prod ucido
como lo hacemos con los medios contemporáneos. La fascinación por una crisis en el trato con las imá-
imágenes ajenas, provenientes d e otra época o de una cultura lejana, sólo genes. Por el contrario, habitual-
es comprensible para nuestra propia imaginación a causa de esta exp e- mente la conducción medial de las
riencia inesperada. imágenes era aprobada de modo
Q u izá pueda decirse que las imágenes se parecen a nómadas, que cam- . implfcito, o incluso en verdad pa-
biaro n sus modos con las culturas h istó ricas; de acuerdo con esto, las sada por alto.
im<ígcnes habrían empleado los medios de cada época como estaciones Únicamente en el arte, la ambi-
en el tiempo (véase también la p. 264 en lo referente a la fotografía). A valencia entre imagen y medio
lo largo de la sucesión de medios, el teatro de las imágenes se restaura ejerce una intensa fascinación a
una y otra vez. Éste obliga a los espectadores a aprender nuevas técnicas nuestra percepción. Es el tipo de
de percepción, con el fin de reaccionar a las nuevas formas de represen - fasci nación que adscribimos al
tación. Por ejemplo, la controvertida sobreproducción de imágenes en campo de fa estética. Comienza
la actualidad seduce a nuestros ó rganos visuales afortunadamente en la justo donde nuestra impresión
misma medida en que los paraliza o los inmuniza en su contra. El ace- sensorial se ve cautivada alterna-
lerado ritmo con el que recibimos las imágenes para verlas se compensa tivamente por la ilusión espacial
con su desaparición justo al mismo ritmo. Las imágenes a las que atri- y por la superficie pintada de una Figura 1.9. C. Greenberg, Art ami rnlture
buimos u n significado simbólico en nuestra memoria corporal son dis- pintura. Es entonces que d isfru- ( 1961), ponada.
tintas de aquellas que con sumimos y olvidamos. Si se nos co nced e ubi- tamos la ambivalencia en tre fic-
car en el cuerpo el sujeto que somos nosotros mismos como el lugar de ción y hecho, entre espacio repre-
tas imágenes (pp. 60-61), puede decirse en tonces que el cue rpo perma- ~entado y lienzo pintado, como un elevado placer estético. Los pintores
nece como u na piece de résista11ce en contra de las mareas de los medios venecianos d el Renacimiento jugaron con esta fascinación al int roducir
q ue, en las difíciles circu nstancias actuales, astu tamente parece desajus- un tipo de lienzo particuJarmentc grueso con el fin de conducir la aten-
tarse a causa de la inundación de imágenes. ción a la adherencia del color sobre el material portador como autoexpre-
La relación entre imagen y medio constituye una d imensión critica en sión del medio pintura.ISQufr.ás en la actualidad los expertos del arte des-
la lucha de fuerzas por el imperio de las imágenes o por someterlas. La polC:- precian el tema de los medios porque parece po ner en peligro el concepto
mica que las imágenes han desatado en tiempos históricos ha mostrado de arte. No se quiere que el arte se coteje con ningún argumento que traiga
siempre de manera sensible esta relación. Cuando se les reprochó a las imá- 11 colación a los banales medios.
genes no ser nada más que una superficie ciega, los movimi~ntos icono- EJ conflicto puede rastrearse a partir del momento en que surgió la abs-
clastas definían a los medios de la imagen materiales como muertos que 11·acción en Ja pintura norteamericana, aunque el crítico de arte Clement
falseaban las imágenes, o bien les arrebataban la vida. Si los críticos estaban <lrcenberg haya extraído de ello consecuencias radicales, al proponer en sus
orientados a intereses espirituales, entonces sólo deseaban ver medios inser- primeros ensayos la conocida tesis de que la pintura debía liberarse de las
v.iblcs en el mundo de los materiales y de las técnicas. Si csrnban orientados Imágenes de este mundo y ya solamente poner en exhibición su propio
por intereses políticos, entonces se denunciaba que los o positores ideoló- 111cdio, es decir, lienzo y color (figura 1.9).16 En medio de la explosión de
gicos hacían mal uso de las imágenes para sus propios fines o difundían en . l111ógenes de los medios masivos de su tiempo, de la que McLuhan hizo su
los medios imágenes falsas.•• Se demostrará que la mayoria de las veces la
\~ llos.md ( 19 8z: 16 y ss.).
54 Frccdberg (1989: 54 y ss.J; Belting ( 1990: 166 y ss.}; lles:in~on (1994: 253 y ss.), 'h V~asc "Avan1~gardc and Kit.ch': dr 19w. en Gr<-cnlxrg ( 196 1: pp. 3 y ss.). Véase,
1
y Gambo n i ( 1997). nl rcsprcto, Belting ( 1998b: 414 y s..).


44 1 ANTROPOLOGIA DE lA IMAGEN MEDIO· IM AGE N • C U E ~P O 1 45

tema de investigación casi simul- la que lo invisible (el cuerpo portado r) y lo visible (el cuerpo de la mani-
táncamen te, Greenberg estableció festación) conforman una unidad medial (pp. 189-1.90).57
los fundamentos de un nuevo tipo Los aparatos de imágenes capaces de representar personas interrumpen
de iconoclasia (figura uo). Pre- esa un idad somática, al intercambiar el cuerpo por algún medio portador
tendía ceder las imágenes a los artificial, con lo que se establece una ruptura física entre éste y su imagen.
medios masivos; sin embargo, el Lo que en un caso se manifiesta en el cuerpo mismo, en el otro caso se
arte tenía la tarea de producir su· delega a cuerpos técnicos a los que llamamos medios. En esta transposi-
propia imagen. De ahí su postu- ción surge, como es sabido, el déficit del enmudecimiento. Toda corpori-
lado de que los pintores debían zación en portadores técnicos/inorgánicos (estatuas, pinturas, fotos, etc.)
tener como tema el "medio del pierde la vida del medio natural, y por ello requiere de u na animación, que
arte" y expulsar mediante la abs- era ritualizada en las pn\cticas mágicas, pero que también se practica en
1racción toda copia proveniente 111 actualidad a través de la empatfa y la proyección. Las imágenes en movi-
del entorno. El ejemplo muestra miento y la animación 30 son procedimientos tecnológicos para simular
que el concepto de imagen no se en imagen la vida de los cuerpos.
Figural.10. M. McLuhan, The puede derivar de manera general En su análisis estructural de los ornamentos que aparecen de manera
meclw11ical bride (1951 ), portada. del arte, y que la cualidad de ima- muy similar en muy distintas culturas, el antropólogo Claude Lévi-Strauss
gen no se puede equiparar con la derivó del rostro Ja relación entre cuerpo y dibujo. La pintura está "hecha
i¡nagen artíslica. La cuestión reside más precisamente en qué modo se han pura el rostro, pero el rostro sólo surge a través ele ella". Sólo por medio del
transformado las imágenes cuando han entrado en el contex.to del arte. enmascaramiento se transforma en el portador social de signos, cuya fun-
ción ejecuta. La duplicación de numerosos patrones, que se repite por ejem-
plo en recipientes o telas, se explica
11 este respecto a partir de su fon-
7. 1.A IMAGEN EN EL CUERPO dón original como pint.11ra para el
rfl$tro (figura 1.11 ). En esta dupli-
La máscara 1:ación a ambos lados de un eje ver-
La cuestión de imagen y medio nos conduce nuevamente al cuerpo, que 1Íl:al (el eje del rostro) y de uno
no sólo ha sido y continlia siendo un lugar de las imágenes por la fuerza horizontal (el eje de los ojos), una
de su imaginación, sino también un portador de imágenes a través de su 1t·prescntación de este tipo expresa
apariencia ex.terior. El cuerpo pintado que encontramos en las llamadas cul- Ju existencia del cuerpo social en
turas primitivas es en este sentido el testimonio más antiguo. Cuando deci- ¡•) cuerpo biológico (figura i.12).'"
mos que nos disfrazamos [maskiereri], o enmascaramos, el mismo término !In este sentido, y en contra de su
idiomático refiere que nos colocamos una máscara, incluso cuando no se ~1· 11tido usua1, el o rnamento no es
trata específicamente de una máscara facial, sino de alguna vestimenta udorno, sino una técnica medial al
llamativa qt1e no se corresponde con el patrón comlin. La máscara es un ~nvicio de Ja génesis de imágenes
pars pro toto de la transformación d e nuestro propio cuerpo en una ima- ilcl cuerpo. De esta forma, el cuer- Figura 1.11. Diseño para un jefe maorí
gen. Pero cuando producimos una imagen en y con nuestro cuerpo, no se po es Sustraído de la naturaleza e (según Lévi-Strauss).
trata de una imagen de este cuerpo. Más bien, el cuerpo es el portador de
la imagen, o sea un medio portador. La máscara proporciona al respecto 11 rl1<:voz ( 1985); Delc uze )' ( ;uMtari ( 1992: 229 y ss.). y Wysocki (1995). Cf. también
nuevamente la idea más concreta. Se la coloca en el cuerpo, ocultándolo l.1<n<itas 5R, 60 y 6 1.
en la imagen que de él muestra. lntercambia al cuerpo por una imagen en i K Lévi S1ra uss ( 1978: 10~ y s<., y 1<¡77: 1h7 y ss., <'Sp<'cinlmcntc pp. 278 y ss.).
46 1 AHIROPOlOGh 01 lA IMAGEN MfOIO • IMAijfN • CUERPO 1 47

inserrado en un orden simbóli-


co. En su reconstrucción social
adquiere una doble existencia,
corno medio y como imagen.
El cuerpo participa en esta
génesis de imágenes de manera
múltiple, pues no sólo es ponador ·
de imagen, sino también produc-
tor de imágenes, en el sentido de
que por propia mano se ha trans-
formado en imagen. El dibujo que
la mano real iza durante el proce-
dim iento está vinculndo con el
cuerpo, pero al mismo tiempo le
es nntitético puesto que lo subor-
Flglll'11 l .12. Pin1u ra del rostro de una d ina a una imagen que incluso
indígena cad u\'eo (según Lévi-Strauss).
puede tener un o rden geométrico.
Po r eso fue posible también sepa-
rar del cuerpo esas im ágenes en medios portadores independientes, como Flaura U3. Man Ray. Noir et /i/1111cl1c, 1926.
se expresa en e1 concepto d e la abstracción. La plástica humana y el dibujo
humano se encuentran en una relación análoga con el cuerpo, pues una es Su relación cambiante con el rostro no puede reducirse sjmplemente al
una copia del cuerpo, y la otra un patrón en un cuerpo. En su ensayo sobre e~tado de ocultamiento (rostro) y revelación (rostro nuevo o rostro de la

" El nacimiento de las imágenes", el antropólogo André Leroi-Gourhan máscara). El rostro verdadero no e:. aquel que la máscara oculta, sino aquel
clasificó las primeras figuraciones humanas del habla. También el lenguaje •JUe la máscara sólo puede generar cuando S<.' la considera verdaderamente
Ueva en si mismo una carga doble: en el acto corporal, al hablar, y en el acto c:n el sentido de una intención social.... Po r ello, la máscara también es el
social, en la comunicació n entre cuerpos. Está ligado al cuerpo y es siste- inicio de un disciplinamien to del ro stro natural, q ue se estiliza con la
mático, por lo tanto abstracto. La vo7. genera el habla, la mano el dibujo o •pariencia d e una máscara para corresponder a la codificación plasmada
la copia, en actos análogos de una exterio rización med ial, de manera sim i- rn eUa. Aquí el proced imiento se da en dirección contra ria a la d el rcem-
lar a corno el oído y el ojo fungen como órganos mediales de la recepción pla7.o de la pintura corporal como ornamento libre. La encarnació n de la
de esas comunicaciones. Por eso existen correspondencias tempranas entre máscara, en el sentido que le da Gcorgcs Bataille, consiste en la autorre-
lenguaje e imagen. La escritura del lenguaje pertenece a o tra etapa de la prcsentació n como m::íscara del rostro sin máscara, que en el proceso se
evolución. En la escritura, al igual que en la imagen , participa la mano, y 1,()nvierte él mismo en máscarn, en una 11u!sc11mfacial.
la escritura aparece como imagen del lenguaje, como un med io secunda- Macho se refiere en este sen tido a los m ismos cráneos de Jericó que
rio en contraposición a la imagen mimética y a su rclato.sYProbablemente desem peñan un papel determinante en m i ensayo relativo a "Imagen y
el llamado ornamento haya funcionado como una especie de lenguaje avmll niuerte" (p. 186). Si se reconstruyen en los cráneos reales, mediante apli-
/11 /etlre, al fijar y transmjtir un cód igo social. t11dones de material y pintura, los rostros que se han perdido por descorn-
En el complejo de relaciones entre cuerpo e imagen, la máscara facial pmición, con ello surge entonces la d isposición de un rostro que se vuelve
requiere de atención especial, como se la prestó T homas Macho (figura 1.13). 11.insmisiblc y manipulable como signo social (figura 5.4). En consecuen-

S9 u mi-Go u rhan (1938: 451 y ss.).


48 1 ANTROPOLOGÍA Df LA IMAGfN MEDIO IMAGEN · CUERPO 1 49

ji
cia, la imagen en el cuerpo conduce al cuerpo vivo a comportarse de con- viviente o por el rostro pintado. Ahí par ticipaban en la imagen, así fuero
formidad con las imágenes y a ser Ja expresión de u na imagen cen trada de manera visible o invisible, los ojos de otra persona que se presentaba al
en el rostro y en los gestos ele su mirada. Lo visible aqui no es el rostro espectador en imagen y que le devolvía la mirada. El recuerdo de esta expe-
que renemos, sino el rostro que hacemos, o sea una imagen, que como tal riencia con la imagen es apropiado como correctivo de Ja m irada en el
puede leerse simbólicamente. La transformación dd rostro en máscara, sin espejo. El estndío del espejo, segú n Lacan , tiene en el sujeto el efecto d e
embargo, obliga al rostro a reducir su mlmica viva, cuyos cambios de expre- una tra nsformación que se caracteriza por la adopción de una imagrn. El
sión como máscara se ven restringidos en favor de u na expresió n estable. sujeto se experimenta en este acto no sólo como 01 ro, si no que ú nicamente
Cada acto de mímica d isuelve la imagen (y produce efímeras secuencias se convierte en sujeto mediante el control exterior de la imagen que es capaz
de imágenes), mientras que la máscara fija el rostro a una imagen única y de hacerse de sí mismo." Sin embargo, en este caso se generaliza u n con-
determinante. En esta contraposición, que Macho también refiere a la opo- cepto moderno d e sujeto. En el intercambio de miradas con la máscara y
sición entre muerlc y vida, se ofrece el desciframie nto de u n concepto de con el rostro pintado se trataba, por el contrarío. de un ritual que le oto r-
imagen de un 1ipo compleramenl(• gcneral. 61 gaba identidad social al espectador en su trato con los dioses, los antepa-
Los cráneos de Jericó guardan relación con las más antiguas máscaras sados u o tros miemb ros ele una comunidad. Po r este motivo, no es posi-
de p iedra que conocemos (p. 189). Éstas se prestaba n tanto parn la rit ua· ble establecer u n concepto de imagen con fundamentos antropológicos
lización del rostro vivo, como para co11servar el rostro que de lo contrario sólo a partir de la mirada del espejo. Más bien, en este co ntexto, la m irada
perderían los difu n tos (figuras 5.9 y 5.10). A pesar de que las máscaras del espejo ha servido por su parte para el control social, para lo cual toma
fueron elabo radas para un cuerpo portador, fueron hechas de un m ismo como modelo las imágenes de los roles establecidos.
material y pueden quitarse del cuerpo y contemplarse sin que por ello pier-
dan su expresión. Por esto existe una relación entre máscnrn y retrato, sobre
la que arrojan luz los retratos de momias egipcios (p. 202). Las pinturas,
que en el mundo grecorromano recordaba n a los d ifun tos, en Egipto eran 8. LA lMAGF.N DIGITAL
atadas a la momia frente al rostro en el mismo lugar en el que hasta en to n·
ces la máscara phíst ica había tenido su posición original (figura 5.21) (p. En la actualidad, en la era de los medios digitales, la discusión acerca de un
191). Se podría llcg<1r tan lejos como entender todos .Jos retratos como más- medio portador no parece corresponder a la situación. En el caso de un me-
caras que se volvieron independientes del cuerpo y que fueron tra nspues- dio que propiamente es incorpó reo, se an ula el vínculo llsico entre imagen
tas a un nuevo medio portador. De esta forma, tam bién es posible leer el y medio, que incluso en la toma fotográfica era la regla de los medios ana-
retrato de la Modernidad como máscara del recuerdo y como máscara de lógicos. l'or lo menos esto se oculta por la d iferencia ent re el aparato pro-
la identidad social (p. 167). La representació n del sujeto está estrechamenle ductor, la black box d e la computadora, y el aparato de la percepción , el
ligada con la cucsrión de la máscara que porta, y por lo tanto con Ja de la monitor. Las imágenes digitales se encuentran almacenadas de manera irwi-
imagen que esa máscara proyecta. La máscara es portadora de imagen y sible corno una base de daros. Cu'alqu iera que sea su ubicación, ésta se
medio, en la medida en que nucst rn mirada ya no pued e distinguirla de la relaciona con una matriz, que ya no es una imagen. Así, su medialidad al
imagen que genera. mismo tiempo se ha expandido y se ha hecho d isconrinua, o sea no trn ns-
la pintura del cuerpo y la m<\scara facial proporcionan fi nalmenle ta m- p;trcnte en el sen tido técnico de discreto. Al mismo tiempo, la imagen digi-
bién una llave para los trasfondos de Ja relación con la m irada que man- t;1I ha sido manipulada y es tam bién manipulabk para su usuario. La foto-
tenemos con imágenes d el t ipo más diverso, al animarlas involuntaria- 11r.1fía fue alguna vez un "medio d e representación con cuya ayuda todos los
mente. Nos sentimos mfrados por ellas. Este intercambio de miradas, que demás medios podían ser incluidos y analizados".6J En la actualidad, esta
en realidad es una o peración unilateral del espectador, era en verdad un
intercambio de miradas en que la imagen era genernda por la máscara (•¡ 1,~cnn ( 1986: 61 y ss.).
l1j I'. l.111 1~11f,·I J, en d c.11.du¡:o 1k l.1 c.<p11;ición Foto¡¡mfit· 11r1r/1 tia Foto.~mji1·
61 Macho (198<i: 108; 199<>: 100}. ( l!ofücr l •')'Js: •NI J.
50 1 AN TROPO l OG( A DE l A I MAGEN MEDI O · IMAGE N · CUERPO 1 5 1

labor corresponde a la computado ra, que crea imágenes por medio de cód i- histó rica que lo modificaba continuamente. El m ismo Manovich debe admi-
gos d igitales y las elabora a través de un input. Las im ágenes se generan en tir, sin embargo, que se inicia "una nueva relació n" "entre cuerpo e ima-
un hi permed10,cuyas informaciones abstractas se diferencian de los medios gen" en la videoinstalación, pues ésta emplea al cuerpo nuevamente. Tam -
antiguos dc manera similar a como los bancos de datos de la actualidad se bién adm ite que por lo general seguim os "mirando una superficie plana y
d istinguen de los productos físicos de la cultura ind ustrial. Debido a esto rectangular, que en el espacio de nuestro cuerpo" se abre como una ven-
se plantea la cuestión de si puede existir un concepto de med ios histórico tana.66 La representació n de la imagen continúa ligada a la pantaUa. Allie-1.
que comprenda ta mbién los medios digitales. Esta posibilidad es debalida ve en la imagen sintética la d isolución de la clásica "conexión entre ima-
por numerosos teóricos de la cultu ra d igital, pues recha1.an cualquier com- gen,sujeto y objeto''. La "dependencia ontológica de la imagen hacia el objeto"
paración con los medios an teriores."" en la reproducción fue, sin embargo, sólo u na variante en el un iverso de
Si bien lo que está en cuestión aqul es el concepto de m ed io, algo simi- las imágenes históricas, y en m odo alguno la regla general. La fotografía
lar ocurre con el concepto de image n. ¿Es posible que podamos seguir moderna ha desviado nuestra m irada hacia una historia ele la imagen en la
hablando de la imagen del m ismo m odo que si pudiéra mos referi rla toda- que no se trataba de una simple rep rod ucció n de lus cosas. Alliez concede
vía a u n sujeto que expresa en la imagen su relació n con el mundo? La finalmente a la imagen d igital la capacidad de "medirse con todas las imá-
com prensió n de la imagen, sin embargo, no sólo se hn vuelto incierta del genes y de conectar a todas las imágenes". La "imagen vir tual" ( pero, ¿qué
lado de los med ios, sino tamb ién del lado del cuerpo, cuando al cuerpo. es en realidad una imagen virtual?) nos haría conscientes, a fin de cuentas,
ju nto con la existencia tradicional. también se lo p riva de la percepció n únicamente del "reino virtual" de las fantasías propias de nuestro cuerpo."7
tradicional. Esto s ucede en u n segundo d iscurso. El mu ndo virtual, que La llamada crisis del cuerpo establece, como lo demuestra Allicz, una
es el tema aqul, n iega la analogía con el m undo empírico. y ofrece impre- norma del cuerpo natural, que es, no obstante, resultado de una feno me-
siones transcorporales a la imaginación, au nqu e estas im presiones con- nología unilateral. Algo similar es válido para normas como lo real o la ima-
ti núan en si m ismas ligadas de u n m odo cont radictorio a nuestras fo r- gen, q ue igualmente sólo pueden declararse normas superadas con el fin d e
mas endógenas de percepció n. La uto pía del cyber-sp<1ce requiere de deseos rehuir de manera efectista la situación actual. Esta estrategia es válida en
de una tra!>Cc ndencia más allá del espacio de los cue rpos. como lo ha d es- mayor med ida para lo analógico, de lo que se ha hecho festiva despedida,
crito Margare! Wertheim en su histo ria cultu ral del espacio.oS No obs- como si hubiese sido el ún ico sentido de la producción de imágenes. Al
tante, han surgid o tan tas confusiones acerca del papel pasivo del cuerpo m ismo tiem po, nu nca a ntes habla habido tan ta ana.logía (entre imagen y
en la actividad d e la percepció n , como acerca de la con linuidad d e la mu ndo ) co mo en la fo tografla moderna. Bcllo ur se refiere a la analogía
medialid ad de las imágenes. Al parecer, se trata aq uí de u n conflicto entre como a u na d imensió n q ue varia co nstantemente, en la que se produce el
cuerpos y medio en el que ha vencido ya el h ipermed io digital. Con esto "potencial de semejanza y de representació n''. Dado que la semejanza es por
habría Llegado a l final la h isto ria de la im agen q ue tuvimos hasta aho ra, su parte una idea, a lo largo de su historia ha sido definida una y otra vez.
o inclu so cu alquier historia de la imagen que p udie ra tener a(in algún "La naturaleza se expande po r medio de la analogía." Aquello que era ana-
sentido para nosot ros. Solamente pod ría ser contada como una arqueo- logizable, o bien representable (y aquello que no lo era), estaría su pedi-
logía de las im ágenes. tado a una d inám ica histórica.6~ Po r ello, Aellour admite también que nues-
Pero quien siga la d iscusió n con mayo r precisión se llevará una impn.' - tro uso de las imágenes d igitales no está suped itado necesariamente a s u
sió n distin ta. Cuando Lev Manovich afi rma "que la imagen en el sentid o estruct ura tecnológica. " La imagen sintética también permanece ligada a
tradicio nal ha dejado de existir", es posible argumentar en contra que este 11quello que representa","" y esto está a su vez ligado al usuario y a sus deseos
"sen tido tradicional" siempre habla estado suped itado a u na d inám ica de im ágenes. 8 tos abarcan desde i mpre~iones sensoriales táctiles o una

64 Por eso se lec co n frecuencia la tcsi• de un "más allá de la imagen''. f'.> cviden1e que MI Manovk h (1996: 132 y 135).
el concepto de imagen es poco confiable como para encontrar consenso en su I•] Allie7. en SJl1">0110W y Allio ( 1999 : 7 y 17).
utilitjción. Véase también la nota 66. I>~ lk ll\•ur, ~n S..111<0now-Allic1 ( l >Jyy: 80 y 86).
6; Wert heim ( 1999: 283 y ss.). Cf. 1a111bi~n C1bson (!994). "'1 tlcllour. en 'i.1111,onow Allic1liw 11·111l
52 1 AHftOPOtOGIA OE tl lllAGEN "'DIO IMAGEN • CUERPO 1 53

metáfora mística hasw Lución introdujo también una evolución en el conocimiento de la imagen y
el espacio hiperrcal y en el empico de la imagen por parte del espectador.
las simulaciones ('n las Con este enfoq uL', en mi opinión, es posible fundamentar antropoló-
ciencias naturales. gicamcntc también la experiencia con temporánea con imágenes y cir-
En todo caso, no es cunscribirla en una his1oria de la imagen de la humanidad. Sólo que el
posible refutar la nove- argumento no debe ser empleado de manera demasiado esquemática. La
dad de la imagen sin- desconstrucción de la imagen y de su verdad mimética no fue introdu-
tética con restricciones cida sólo a partir de la tecnología digital, sino que fue algo que ocupó a
como las anteriores todas las vanguardi¡1s artísticas del siglo xx. Basta con recordar la historia
(figura 1.14). Es mucho del collage y del mont:ije (incluido el mon1ajc de distintas imágenes y me-
más necesario oror- dios en un ünico y exclusivo portador de imagen), parn identificar una pnt-
garle un lugnr en la xis analíricn de la percepción que desde anlalio h<1bía sido ejercida por !ns
Figura 1.14. l ne~. van Lmnswecrdc, M11rcel, ck· lu s~ric historia de la im<1gcn bellas artes y que hacia mucho que se había aparlado de la imagen visual
7/ir forrsr ( 1995). con imágenes digitali1.1das. que considere también simple. Los medios masivos hicieron lo propio para sacudir la co11fia11zn
al espectador y su com- en la i111a¡:eu y reemplazarla por la fascinación de una (.'SCenificación medial
portamiento receptivo. Para ello. Ucrnard Sticgler ha abierto un camino que muestra sus efectos de manera abierta y que genera una realidad de
con su ensayo sobre " La imagen discreta':"' "No existe La imagen en gene- imágenes propia. La tfrnica de video, por mucho que se distinga de la téc-
ral. Nuestra imagen mental es siempre una rcmanencia", es "huella e ins- nica digital. aporló también una forma lcmporal híbrida a través de la ima-
cripción" de las im:\genes que nos transmiten los medios actuales. En este gen en movimienlo que favoreció la desconstrucción de la imagen fil.
senlido, la imagen digital serviría tamhién para analizar objetivamente lo mica. Es decir, que aquello que la imagen digi1al promete ya estaba preparado
visible y conducirlo a una síntesis suhjetiva. Lns imágenes programadas digi- en el trai11i11g de los espectadores. A fin de cuentas, ya no es posible aislar
talmente generaron en nosotros irnñgcnes mentales distintas a las de sus an- la imagen digital de otros medios. Tanto terreno le han tomado la foto-
tecesoras. En las crisis en el trato con las im:lgencs sucedía que éstas tenian grafía, el cine, la Tv y el video, que prácticamcnle nos aproximamos a ella
como consecuencia una transformación de la percepción.Al respecto, es l'.ttil con un enfoque intermedia!.
la discusión de Stiegler sobre síntesis y análisis. Por medio de la síntesis
traemos a nosotros mismos una imagen, mientras que por medio del aná-
lisis obtenemos un concepto a partir de su t~cnica medial_En el habla colo-
quial, la técnica de las imágenes pertenece a la dimensión del análisis, y su 9. fM ÁGF.Nt, S 1'kNICAS SEGÚN EL ENFOQU E ANTROPOLÓGICO
percepción a la de la síntesis. Sin embargo. este dualismo no es suficieiite.
También en el sistema de los aparatos de imágenes existe una síntesis de Todavia se suele describir, respecto de las imágenes técnicas, la manera en
tipo tecnológico, que el espectador hace a partir de su conocimiento e inte- que se obtiene el producto en lugar de contemplarlas en el diálogo medial
rioriza parn su propia concepción de las imágenes (síntesis). Existe. ade- con un espectador que les traslada sus deseos de imágenes y que realiza
más, por part<· del espectador no sólo la "creencia en lo real" que está en la en ellos nuevas experiencias de la imagen. También existe el obstáculo del
imagen (la slntesis). la percepción pasiva, ~ino también un tipo de lectura t-squema de pensamiento convencional, como lo señala, por ejemplo, Vilém
analltico de los medios y sus tccnologlas, un conocimiento intuitivo de la Flusser en sus escritos, para el que las imágenes técnicas representan un
técnica que, por su parte, caracteriza al concepto de imagen. Esto es. segl'.111 giro radical mediante el cual la Modernidad se ha opuesto en forma defi-
Stieglcr, lo que debe ser observado en la actu.ilidad. " La nueva tccnologíJ nitiva a la historia de la imagen de las manufacturas lradicionales (el ha11d
inaugura la época de una percepción anaHtica de las imágenes." Así, su evo- 11111de de los artis1,1s y artesanos)?' Sin embargo, i:ste contraste puede ser

70 Sticgler (1996: 165 y ss.). 71 Flu,,cr (1<)•)2: 1,1 y'" " " t l.as 1cd111i., dw llild"; y 191¡~: X1 y ss. ).
54 1 AHlROPOlOG IA OE LA IMAG EN MEDI O · IMA GEN · CUERPO 1 55

rastreado muy lejos en la historia. Ya desde épocas muy tempranas el deseo !ación y la animación, que representan
de reproducciones auténticas fue satisfecho mediante procedimientos téc- una parte de la herencia antropológica
nicos anónimos que excluyen la imitación humana y que eliminan la inter- como realizaciones de la fantasía, son
vención humana mediante la imprecisión de u na mirada que no obstante delegadas a procesos técnicos en los que
sólo podría ser igualada por la del espeétador. En lugar de la mimesis se amplian las fronteras de la imagina-
convencional, se introdujo una garantla técnica de semejanza. La duda en ción. Aquí se abre un nuevo terreno de
la confiabilidad de las imágenes, cuya mayor expresión se manifiesta en la interrogantes que en el ámbito de la cul-
fe, fue el impulso antropológico para la invención de técnicas de la ima- tura occidental no comienzan apenas
gen incapaces de equivocarse, pues están cargadas de automatismos. con la fotografia y el cine, sino ya desde
De manera paradójica, fue justamente el cuerpo, para plantear un ejem- la pintura del Renacimiento, la cual, en
plo, el que alguna vez incorporó técnicas cuyo propósito era capturar un tanto construcción de un campo visual Figura l.IS. Animación en 30
del Cristo del Sudario de Tur!n
rastro suyo de uua manera disti nt.a a la de las imágenes convencionales. exactamente calculable, pertenece al pre-
(G. TamburcUi y N. Balossino).
Georges Didi-Huberman dedicó una exposición a la impresión y el mol- ludio de las imágenes técnicas.74
deado que copia de manera indexa! el cuerpo entero o, en sustitución, Por tal motivo, Lev Manovich tomó
partes individuales de éste.7' De este modo se expande la escala de las la pintura como punto de partida de su arqueología de la pantalla contem-
variantes de la imagen que tienen alguna participación en el discurso de poránea.11 En esta simbólica unidad de mirada, el marco generaba en el
la imagen. Las máscaras funerarias o las máscaras para los vivos le per- espectador la ilusión de dominar la percepción del mundo. Ante esta ima-
tenecen tanto como huellas de pisadas o sombras en una pared que hayan gen, el sujeto se sentía soberano con respecto al mundo. El cálculo mate-
sido fijadas como imágenes y que remitan a la presencia de un cuerpo, de mático de la perspectiva lransformaba el mundo en un mundo de mani-
cuya realidad dan testimonio. Esta autoduplicación de un cuerpo tuvo un festaciones, por lo cual al nuevo medio (no confundir con el tablero de
papel importante en los sitios en los que se pretendía trasladar su fuerza los iconos) de Alberti se lo llamó ventana,76 si bien evidentemente sólo
aurática a u na reproducción para que funcionara en su lugar de la misma podia tratarse de una ventana virtual (figura 1.16). Esta reproducía la mirada
manera. La cristiandad peregrinó dura nte siglos a Roma para allí con- estandarizada que el cuerpo del observador arrojaba al mundo. Puesto que
templar, por lo menos una vez en la v ida, la imagen en un sudario en el que se trataba de un medio de la mirada, y no de un medio del cuerpo, fue fun -
las facciones del rostro de Jesús aparecian reproducidas de manera seme- damental para el conceplo de imagen de la Modernidad. De una manera
jante a una roma fotográfica, es decir, por medio de la impresión de un distinta que el libro impreso, la pintura se convirtió en un medio trnns-
momento en la vida (figura 1.15)JJ Nos encont ramos aquí con un proceso misor de la cultura occidental, y no solamente del arte (figura u7).
técnico de reproducción que se distingue profundamcn1e de la libertad La pintura exigía un esfuerw de abstracción por parte del espectador
interpretativa de las representaciones convencionales de Jesús. que ejercitara en ese medio su mirada al mundo, dado que negaba su pro-
Las imágenes técnicas representan una antigua tradición, si tan sólo pia superficie para simular detrás u11 espacio visual que en la proyección
ampliamos un poco el concepto de técnica. La fotografía se ubica en esta del espectador se colocaba en lugar de la experiencia. Aquí podría habi<irse
tradición, pero tampoco eUa pudo satisfacer Ja expectativa de imágenes, ya yu de un medio incorpóreo que trasladaba el mundo corporal a una ima-
que a lo largo de su desarrollo técnico aparecieron continuamente nuevas Acn. La ligazón física de la imagen al medio sólo podía darse en este caso
fronteras para el análisis visual del mundo. En la actualidad, dado que tene- m la proporción 1:1. A diferencia de la pantalla contemporánea, la pin-
mos preguntas disttntas acerca de la estructura del mundo fisico, procu- tura requería para cada imagen u n solo portado r de imagen. Por esto, el
ramos también imágenes analíticas de otro tipo, como las que brindan
1 los procesos de obtención de imágenes de las ciencias naturales. La simu-
7~ lklling Y Krusc (199,¡). Cf. cspccinlmcntc en relación con los problemas de
¡>Cr>pcctiva. Edgcrton ( 1975 y 1y91 ); Damisch (1987), )' Clausl>er¡¡ ( 1996: 163 y s~.) .
72 Didi-Huhcrmun (1997). 7S Manovi rh (199 6: 124 y».l.
11
73 Kessler y Wolf (1998). 76 1'.111ofsky ( 1927: 2~8 Y"·I·
56 1 ANIROPOlOGÍA DI l A IMAGEN HEOIO IM AGE N • CUERPO 1 57

Figura 1.16. Piero della Francesca, Cristo rc·cibierul<J los "zotes (perspectiva con
vemann integrada), Urbino. Figura 1.17. l'a111alla con difcrenk-s "vcntJnas" (tomado de Manovich).

universo de las imágenes de entonces s61o pudo ser desplegado de manera del cuer po, como lo hacen todas las im;igenes. l.a sombra surgió en el
sucesiva, es decir, como una colección virlual de todas las pinturas. En el momento de la ilu m inación, pero perdió el cuerpo en el momento en qui.'
mismo med io contenía tipos de imágenes de lo más heterogéneas, que iban entró en contacto con los ojos de los espectadores. e n la imagen fija, el movi-
desde la ilusión de una naturaleza muerta con frutas en descomposición miento de la vida quedaba congelad o, como si se tratara de un recuerdo
hasta la ficción de un antiguo cie.lo de los d ioses en el que n ingún especta- perdido que distingue la imagen fijada de la cultura occiden tal, d e las
dor creía. No era la cualidad técnica, sino el uso cultu ral, lo que definía al im ágenes representadas q ue en otras culturas han permanecido ligadas por
med io en su h istoria. El espectador ejercitaba aquí no solamente su pro pia más tiem po al ritual en movimiento o a la da nia.7~ Sólo con la imagen fíl-
m irad a al mundo, sino también la expansión de su imaginación . Dacio mica la fotografía pudo cubrir una carencia en la a nalogía corporal, que
que la pintura es un medio occidental, encontró su lugar históricó no sólo sin em ba rgo se ocul tó en la ficció n de la prcsenlación fílm ica en beneficio
en la arquitectura occidental, con su antitesis de espacios interiores refor- de la simulación del movimiento. El Au jo lcmporal en el cine vive del mon-
mados y vistas de ventana (figura 4.13), sino t:1mbién en la concepción occi- taje, que reconstruye en su distribuci611 la unidad de imagen en el Rujo
dental del sujeto, que se percibe com o antitético en relación con el mundo. 77 del tratam icnlo cinematográfico a través d e una forma med ial d istinta.
La fotografía, por mucho que haya continuado el campo visual rodeado En el juego coordinado de las imágenes fílmi cas con las iwágenes virllln-
por un marco, surgió de la protesta en contra del concepto de imagen de /es del espectador de cine, q ue p roceden tan to de sus recuerdos y sus sue-
la pintura. No se trataba de u n medio de la m irada, a la que remplazaba ños com o de su ejercitación medial en el cinc, se repite el doble scnlido
por la cám¡tra, sino ele un medio del cuerpo, que creaha su sombra real y antropológico de las imágenes internas y externas, lo que ha ocupado una
permanente. Pero con el transcurso del tiem po, esta som bra se separaba y otra vez a la teoría cine matográfi ca.

77 lk hing y Krusc (1994) incluyen un;1 comparnción c111re la pintura occidcnrnl 78 Vén~c al rc~pcch • lkh ing ( 1<)96b). En rduci(m <:C l11 la h isioría del cinc desde
y la función de la imagen en Asia. d >t1tlll1> .¡,. vi,1.1 dd 111.-.li11, vé.isc l;i .111 l<Jl1l[\f.1 de S1"¡;d1rrg (1996) .
58 1 ANllOP OLOGI A DE LA IMAGEN HIDI O • IMAGEN · CUE RPO 1 59

En la imagen en movimiento de los m edios modernos, que tanto se No obstante, desde la década de 196o, los artistas han hecho del cuerpo
ha expandido a través del video y de la anim ación computacional, se hace la piedra angular de una nueva estética. El arte de los medios apela a una
patente un nudo en la teoría de la imagen en el que se estanca la discu - experiencia corpo ral de totalidad que no restringe al espectad or al sen-
sión. Bellour u tiliza la m etáfora de u na doble hélice para vincular ambas tido distanciado del ojo. El espectador toma su propia percepció n como
modalidades que "amenazan y rehacen la analogia", el movimiento foto- verdadera. La d istorsión del Oujo de pe rcepción que se logra en espacios
gráfico y la analogía del movimiento. Aquí se mostrarla "lo que en la actua- oscuros lo obliga a reemplazar el consumo pasivo de imágenes por u na
lidad acontece entre las imágenes", lo que revela repentinamente la pro- atención semántica. En la obra Slowly tumi11g 11nrrati11e, que Bill Viola con-
blemática del concepto de imagen.79 Por medio del concepto auxiliar de cibió en i992, dos proyectores lanzan imágenes a una pantalla que gira y
pasaje, en el intervalo de las imáge nes se hace evidente la pérdida que muestra en los reílcjos de su parte fronta l una caólica secuencia de imá-
han sufrido las definiciones de Ja imagen bajo la influencia de los medios genes, como las que normalmente todavia captamos del mundo sin cen-
técnicos. Otros problemas se dan a la luz de la psicología de la percepción, sura (figura 1.18). Del o tro lado apa rece, por el contrario, un rostro, en el
cuando en s u teoría del cine Deleuzc trae a colación la "sensación senso- que no se puede determinar qué está viendo, y sin embargo sabemos que
motriz", bajo la cual incluye las imágenes de los sueños y de los recuer- ahí todas las imágenes ocupan un lugar. El giro de la pantalla entre el torren le
dos.11u Puesto que no podemos ver de o tra manera más que con el ojo en de imágenes descentrado y el rostro centrado lleva la polaridad de mundo
movimiento, con el que también palpamos la superficie de las imágenes y percepció n -en cuyo campo intermedio se generan nuestras imágenes-
fijas (que o frecen a nuestra mirada intranquila la tranquilidad necesaria ª la evidencia de una metáfora. En una entrevista, el artista critica el desin-
para una apropiació n sem ántica sucesiva), el esquema de imágenes en terés por el cuerpo como el órgano nato de la percepción. Su tratamiento
movim iento y de imágenes estáticas p roporciona únicamente u na dis- del espacio, del espejo y del son ido recuerda antiguos rituales, para los
posición exte rior de la técnica m ed ial, que sólo comprende parcialmente que las imágenes fueron creadas.31
el hecho de la interacción entre imagen y espectador (su conciencia y sus
imágenes internas).
Se ha planteado otra discusión en torno del argumento del cuerpo inmó-
vil, que queda cautivo en el cine o ante la pantalla para tener la experien- 10. INTERROGANTP.S INTERMEDIALllS
cia de movim iento en imágenes. Manovich habla en este sentido de u na
pm1ta/la dinámica, cuyo espectador debe quedar inmovilizado. En el cine, En la ac tualidad, las imágenes han perdido los lugares privilegiados
1
su ojo se une a la cámara m óvil que lo transporta a u n espacio vi rtual. ' donde sollan esperar nuestra mirada. Por eso mismo exigimos, en medio
La imagen en movimiento y el cuerpo inmóvil, cuyos ojos se mueven al de la profusión de las nuevas vías de com unicación, que se les restituya
ritmo de la imagen, acusan nuevamente, sin embargo, un co~diciona nte un lugar para el encuentro. Nuevamente, no somos víctimas de las nue-
exterio r, puesto que más bien pertenecen al contexto de la percepción, y vas tecnologias, sino, como ha ocurrido ta ntas o tras veces en la h istoria
queda abierta la cuestió n de qué imágenes surgen en el espectador durante de los m edios de la imagen, s us criticos capaces de aprende r. En la ac tua-
el proceso, y de si ya contamos con conceptos al rl,Specto. O bien habla- lidad, los m edios de almace nam iento adm inistran una memoria elec-
m os únicamente de medíos cuando hablamos de imágenes, o hablamos trónica de imágt•ncs en reposo que provienen de muy lejos. Con frecuen-
(111icamente de la producción i.nterna de imágenes desligada de la corres- cia los nuevos medios no son otra cosa q ue un espejo del recuerdo pulido
pondiente experiencia medial. El triángulo entre imagen, medio y cuerpo recientemente, en el que las imágenes an tiguas perviven de manera d is-
queda entonces nuevamente desligado e incompleto. linta que en los museos, las iglesias y los libros. Así s urge, en el umbral
entre los m edios de la imagen actuales y los antiguos, una nueva diná-

79 tkllour. en Sam s,mow y Allie-1 (1999: 124).


!lo Dclcmc (1990 y 1991). Desde la pcrspcc11v.11le 1.1 hi~toria del arte, véase con y ss). En relación con la instalación como
il2 Viola (1992: 130) y llchin¡; (19953: 94
r<•spl'CIO ,11problema de lo sensomoLriz Gomhrich (198<1: 237 y ss.). 1ipo de imagen. lkhin¡: (1998b: 462 y ss.). Sobre la cn1rcvis1a de Viola con J. Zu ner,
81 M.onovich ( 1996: 130 y ss. ). véase Viola (11>•1~; zi•1 y"·'·
60 1 ANIR OPOLOGIA Dl LA IHAGEN HIDIO · IHAHH · CUIRPO 61

Rubens propu~o a una mirada intermedial, al pintar en Roma en i 6o8 un


gran cuad ro para el altar de la Chicsa Nuova, que ocupó el lugar de u na
antigua pero modesta imagen milagrosa. Su escenificación culmina con
un mecanismo a la m itad de la p int ura que permit(a abrir una ventana en
ocasiones especiales para ver el ico no antiguo (figu ra 1.20) . Con un arte
de la instalación como el de esta obra, comenzó una nueva era. Mientras
que los espacios interiores del barroco rechazaban el reconocimiento de
la virtualidad y d isimulaban con m ucho arte el espacio real de las iglesias,
el poder de la imagen ~e vinculó con la herencia de los originales en ima-
gen. A pesar de una situación verdaderamente museal, Jos iconos mantu-
vieron firme el recuerdo de la onro logía de la imagen sacra en medio de
un nuevo ento rno visual y artístico.~•
La medi;1lidad d e las imágenes y la récnica de los med ios se relacionan
de una manera compleja q ue no es posible red ucir a u na fórmula sim ple.
No todo invcnro técnico ha supuesto una nueva percepción. A veces, por
el contrario, ésta fue resultado de un cambio en el modo de mirar: para
eUo se procuró un medio nuevo. Así puede entenderse también el surgi-
rigura 1.18. Bill VíolJ, Slowly tumi11g 11tlfrativr. 1992.
miento de la fotograíía , como lo mostró Pcter Galassi en su exposición
Before p/101ogrnplry. La mirnda fotográfica se había preparado con la pin-
mica que convoca también de nuevo a <llJUellas imágenes que hoy ya no tura. El sumini:.tro de motivos visuales anónimo~ y no registrados anun-
pueden producirse. ciaba ya a fi nes del siglo xv111 la necesidad de una representación (del m un-
La marea de imágenes en n uestra vida visual cotidia na nos invita a do) vinculante que hasta entonces se había exigido a las imágenes."' En el
contemplar las i111áge11es silenciosas a l mismo tiem po con los ojos de la otro extremo de la historia de la fotografia, la llamada post-fotograíía q ue-
veneración y con los ojos del recuerdo. Algo similar ocurrió alguna ve? branta en la actualidad el sentido establecido del medio. En lugar de crear
en la época de la Contra rreforma y el barroco, cuando se volvieron a imágenes análogas del mundo, amplia el poder de disposición sobre las imá-
utilizar los antiguos iconos de u na manera nueva y po lémica. Las imt!- genes al campo de lo virtual, donde se despoja a las reproduccio nes de toda
11e11es prof1111as, como las nom bró el teórico de los medios y card enal su fuerw (figura J.27). En sus p rocedimien tos digitales radica al mismo
Gabricle Paleotti en 1582, fueron empleaJas como un a rte.teatral de la pre- tiempo un concepto intermedia!, puesto que la~ imágrnes creadas de esta
sentación para la escenificac ión nostálgica de iconos antiguos. 8; En Roma forma recuerdan al medio fotograíía, a pesar de que ya no surgiero n a par-
o Venecia , los grandes escenarios de los altares, q ue fueron construidos tir de la m isma técni<.:¡i (p. 135).
expresamente para la reaparición de los iconos, no eran otra cosa que las La intcrmed ialidad es una práctica extendida en el arte contemporáneo,
instalaciones de aquellos tiempos (figura 1.19). Las artes del Renacimien to, donde siempre se le hace lugar a la reflexión sobre el estilo del medio en
que eran entendidas entonces como los n uevos medios, llevaban en sí mis- la conciencia de la contem plación de la obra. Asi, Jean-Luc Godard to rna
mas la apariencia del virtuosismo de manera tan evidente y estaban liga- corno tema el medio fllmico cuando introd uce en sus películas la compa-
das de manera tan abierta a la demostración del arte, que ya no justifica- ración con la pintura (Passio11, 1982) o con el habla poética (La Nouvelle
ban el concepto de imagen de la Iglesia. Por eso se u tilizaron como V11gue, 1990) para desvincular de ello al cinc y su lc11R11aje de imágenes. Pin-
equipamiento para los altares, a donde regrc:.Jron las reliqu ias en imJ- tores como Gerhard Richtcr utilizan desde hace mucho carpetas de foto-
gen, con su carga au rática. Así se llegó a un d ualismo de las imágcne~. y
84 lleh ing (19')0: 5,18 y,.,,,), CÍ. IJ mbién Mühlcn ( 1998).
83 llch ing (199u: 617 y s.). 8~ C .1loMí (1981).
62 1 AN lRO PO LOGI A OE LA IMAG EN MEDIO · IMAGEN· CUER PO 1 63

que conocemos y recordamos de otros medios portadores, y presupone la


conciencia de la coexistencia o rivalidad de distintos medios. Sólo con los
nuevos medios pudieron observarse características de los viejos medios
que hasta entonces no habían sido percibidas: esto lo advirtió McLuhan y
lo formuló de la mejor manera en su estudio sobre "Environment and anti-
environment".87 Frecuentemente, los viejos medios sólo podían ser conti-
nuados bajo la forma de una cita autorreferencial: con esto las imágenes
poseían por Jo menos una forma de recuerdo, aunque fueran creadas de
nuevo. La intermedialidad, por su parte, sólo es una variaJltc determi-
nada en la interacción entre imagen y medio. Esta interacción conlleva
también el enigma del ser y la apariencia, que impera en el mundo de las
imágenes. Si bien las imágenes están supeditadas a la ley de las apariencias,
afirman su ser en el mundo de los cuerpos a través del medio en el que
encuentran su lugar en el espacio social. la historia de los med ios porta-
dores no es más que una h is to ria de técnicas simbólicas en las que se crean
imágenes. Y en consecuencia también es una historia de aquellas prácti-
cas simbólicas a las que llamamos percepciones en el sentido de su com-
Figura 1.19. Cranach, pintura Figura 1.20. Rubcns, pintura del altar portamiento cultu ral colectivo.
de la Gracia en el altar barroco de la de la Chicsa Nuova, Roma.
Catedral de Innsbruck.

grafía amateur para hacer transposiciones de ellas en sus pinturas y emplear H. INTERROGANTES I NTERCULTURALES

una mirada simulada de la técnica en un medio antiguo. Régis Durand


habla de un ready-rnade pintado, pues las fotos que Richter utiliza "lo li- La pregunta por la imagen no ha logrado hasta ahora ten er pertinencia
beran del peso de la experiencia personal y lo hacen partícipe de una his- por sí misma, como tampoco ha chocado con las fron leras que nos sepa-
toria colectiva de la percepción contemporánea''.86 El videoasta Nam )une ran de otras culturas en cuanto al pensamiento en imágenes. Habitual-
Paik estilizó la imagen intermedia] hasta convertirla en un enigma cuando mente se ha incluido en una tradición de pensamiento en la que las expe-
creó su conocida instalación del rv-JJuddha, que compn:nde efectivamente riencias occidentales con la imagen establecen un invisible horizonte de
este tema en una metáfora intemporal. Ante la TV se encuentra sentada fantasía y también de esfuerzos conceptuales. la imagen puede legiti-
una antiquísima estatua de madera de Buda, que es proyectada en vivo a marse en un concepto antropológico únicamente bajo un marco inter-
través de una videocámara en la pantalla de u.n aparato de TV de tal manera cultural, en el que sea posible traer a discusió n el conflicto entre el con-
que para nosotros parece que una de las imágenes se refleja en la otra. No cepto general de la imagen y las convenciones culturales, de las cuales vive
es que el Buda sentado se esté contemplando en el espejo del monitor. Más In formación de conceptos. También los medios de la imagen (la pintura
bien, como observadores vemos que dos medios (la escultura y la imagen en Europa o Ja imagen de rollo [figura 1.21 ] y la pantalla de pared en
en video) se reflejan mutuamente en tal grado que ambas desprenden la Asia [figura i.22]) tienen participación en las atribuciones regionales de
misma imagen. sentido a las imágenes.88 Final mente, la historia de Ja cultura del cuerpo
La intermedialidad, un modelo básico para cualquier historia de los tmnbién está representada en el espectro de la imagen, por ejemplo en el
medios, lleva en sí misma la cuestión de las imágenes. Convoca imágenes
K7 McLuh"n (1997), con una reimpresión de este ensayo.
86 Durand (199;: u3 y ss.J. xi! Véase Belting (1994: lo11 rod11cdó11). n.<f ccnno Wu Hung (1996).
64 J ANlROP OlOGÍA DI lA IMAGEN MEDIO - IM AGE N ·CUERPO 1 65

proceso de abst racción que


alcanzó en la Modernidad
tanto a los cuerpos como a las
imágenes.89
La historia del llamado pri-
mi tivismo proporciona un
rico material p;1ra la observa-
ción de las colisiones con otras
tradiciones de la imagen que
han tenido lugar en la Moder-
nidad occidentalY" Las más-
carns ;1frica1líls, descubiertas
por los artistas en tiendas pa-
risinas, fueron recibidas por
Flgural.22. Pin tura china con pantalla Figura 1.23. P icasso con figuras
éstos como modelos para su 1le pared (Q iu Ying, siglo xv1), Museo ti<' africa nas en su atclier, 1908.
propia estética. En el proceso, \hangai.
el carácter artístico de la fun-
ció n original de la imagen se resto de su vida hacia las cuestiones de la imagen más q ue a cualquier
perdió de numera tan drásti- otro historiado r del a rte. Cuando realizó d viaje, él estaba cansado de un<1
ca, que de las máscaras lo úni- "historia del a rre estetizan te", cuyos "tratamientos fo rmales" no daban
Figura 1.21. Habita ción de hntd rnn ima¡;cn
tk rollo y TV ~11 el nicho para las imágenes,
co que quedó fue la for ma va- l uenta de la imagen!' El concepto de símbolo ayudó al joven viajero a orga-

J.1pó11. cía, que ya sólo se signilicaba nizar provisio nalmente las praxis indígenas de la imagen con relación a
a sí mis ma. Voluntariamente • U mundo de ideas (figura 1.24). En la a lfo reria de los indígenas percibió

se olvidó que las máscaras habían sido portadas por cuerpos, que se t rans- "l,1 influe ncia de la técnic;1 espafiola 1m:dicval': que les"fuc llevada por los
formaban en imágenes durante las danzas de enmascarados (ligura 1.23). jesuitas en el siglo xv111". No obstante, u na arraigada tradición penetró
Los coleccionistas occidentales estaban lejos de poder en icnder el cuerpo en las imágenes de la serpiente hasta la fecha . Warburg entendió la ser-
viviente como imagen en su justo derecho. El objeto estético. reemplazó al 111cnte como símbolo, al q ue conocía de diversas culturas, pero no pudo
medio africano con el que era posible crear imágenes a partir del cuerpo. percibir la da.nza de la serpiente como una rnpresentación viva de una forma
Sin embargo, la limpieza iconoclasta de la máscara ante la imagen que evo- 1llstinta de imagen. Sin embargo. esta experiencia con la imagen, ajena y
caba en el cuerpo portador dejó tras d~ sí una insuficiencia, en el momento Htdavia muy restri ngida, dejó en su pensamiento una marca perdurable.
en el que ya no se quiso ver sólo la forma, sino también conocer Jos sign i- su~ investigaciones del Rt•nacimicnto italiilllO proporcionan un elocuente
flcad()s. Los surrcalislas reacci()naron ante este vacío al ntribuir a las más- 1·¡umplo al respecto, pues de pronto encuentra explicaciones para imiíge-
caras significaciones psicoanalíticas y de o tros tipos, con las que se trans- lll'S que otros no hubieran plantead(). Warburg serialó que el encuentTO con
fo rmaron en símbolos de los propios asuntos de éstos. 111 Antigüedad, a pesar de todas las llseveraciones secretas de una vida des-
La crónica de Aby Warburg del ritual de las serpiente entre los indios 1111h de la vida, era un problemn intcrcuhural, y con ello cuestionó sutil-
pueblo, a los que visitó en América del No rte en 1895, da testimonio de un 11u;ntc la genealogía oficial de la cultura occidental, con sus construccio-
choque frontal con una praxis de la imagen ajena, que lo sensibilizaría el "C' histó ricas naturalizadas: la 111i.~raci611 de las imágenes antiguas planteaba
l.1 pregunta de si ésta~ habían signilicado lo mismo en el Renacim iento.
89 Cf. 13d ting ( 199Sb: 22 y ss.).
90 Bdting ( 1998b: J7 y ss.• )' 38!1 y ss.). 1¡1 WJrbur¡: ( 191111: ''') , ., ' 11 " ) M 1
66 1 ANIR OPOlOGI A DE LA IMAGEN MED IO • IMAGEN • CU ER PO I 67

Finalmente, el propio Warburg, en su encendieron con la cuestió n de


conferencia sobre el ritual de la serpiente, cómo debian ser t ratadas las
se manifestó por la proscripción de las imágenes de los nativos. Sólo era
imágenes que, empero, habla pretendido posib le resolver las contradic-
analizar cientlficamente, y exhortó, a sí ciones si se practicaba una tem-
mismo ya sus oyentes, a abandonar el os- prana tolerancia humanista ha-
curo reino de la serpiente y regresar a cia los usos primi livos de la
la clara luz del sol (de la Ilustració n). imagen y se triu nfaba sobre el
Cuatrocientos años antes, los conquis- !dolo, al que se consideraba
tadores españoles habían ten ido una "exótico, primitivo y ahistórico",
experiencia intercultural de distinta imponiendo el propio uso.
naturalez.a, al encontrar entre los indi- En este vis-a-vis intcrcultu ral
genns imágenes que no sólo les eran aje- entraron en conflicto tradiciones
nas, sino que refutaban su propio con- de la imagen que discrepa ban
cepto de imagen. M ient ras que en la también en cuanto a la propor-
misma época los portugueses bauti- ción de cualidad ele escritura y
Fi11un 1.24. Aby Warburg con los zaban a los idolos en África con d cualidad de imagen. "En Europa
indios pueblo, 1895. concepto de fetiche, que les era cono- se entiende la escritura bajo el
cido, en México los españoles hablaban influjo dcl modelo fo nético que
Fl11un L25. Fi¡,'Ura proveniente de Haitl
de cemles, con lo que dejaban abierto si se trataba en realidad de imáge- imita la palabra, y la pintura
(tomada de Gnninski). Museo de
nes, y no simplemente de cosas que se empicaban en la magia (figura 1.25).9 ' como imitación del mundo visi- Etnologia, 'lu dn.
L1 mera descripción de aquello que se tenla frente a los ojos planteaba pro · ble. En China, por el contrario,
blemas a los cronistas de la ép oca. El concepto maldito de ldolo impidió donde la escritura no está limitada a una representación de la palabra, la
cualquier comprensión real de las imágenes. Asi pues, para Cortés no había pintura consolida un terreno cuya relación con el mundo visible sólo se da
ninguna d uda de que debía dl>struir los !dolos y remplazarlos en el mismo en la medida del contacto y la analogía, pero no en la de la redundancia y
lugar por imágenes cristianas, si es que quería colonizar también a los indios la reproducció n. Además, Mesoamérica pone en consideración una ter-
en su imaginario colectivo. El ídolo era tal " ún icam ente a.ojos de los espa- cera solución. Los españoles tuvieron la experiencia de algo similar a la
ñoles·: y am enazaba a la imagen cristiana como una negación inadmisi- manera en que la expresión gráfica en China se aparta del modelo de la escri-
ble.~¡ Las im ágenes, precisamente, no eran sólo imágenes, sino que, com o tura fonética (y tampoco resulta fácil separarla claramente de la pintura),
herramientas de la representación, llevaban implícito todo el trasfondo cuando identificaron que los manuscritos pictográficos de los indios eran
de la fe y de la u ni.dad del mundo lrnjo el cristianismo. Los españoles, que al mismo tiempo pinturas y libros.'' l as obras precolombinas en imagen ,
apenas habían acabado de reconquistar el sur de su país del islam, según sin embargo, "recordaban tan poco la imitación mimética del mundo como
como ellos veían las cosas, empleaban ahora la mism a energía guerrern ellos la entend ian, que los franciscanos transpusieron enérgicamente el con-
para exportar su cultura al Nuevo Mundo. La historia de la colonización cepto indígena i.xíptla a la imagen de culto cristiana, para forzar en las tie-
fue siempre también la de una "guerra de im ágenes", co m o la ha recons- rras colonizadas una simetría entre sus propias imágenes y las imágenes
truido de manera admirable Serge G ruzinski con el ejemplo de México. de los olros".9-1
En ella descubre también los conOictos internos del clero cristiano que se Este planteamiento puede dar la impresió n de apartarse del tema, puesto
que conduce hacia otra época. Sin embargo, el ejemplo ocupa a los etnó-
92 Cru:tin~ki (1990: 26 )' SS.).
9.1 Gruzini.ki ( 1990: 66 y ss. y 76 y >o.). Y4 Gr111i11ski (1990: ~1 ).
68 1 ANTROPO LOGÍA OE LA IMAG EN MEDIO· IMAGEN - CUERPO I 69

logos e historiadores del arte hasta el día de hoy. A partir de él puede leerse La imagen mental no es tan
mucho más que la colonización de otras cul.turas con ayuda de las imáge- manifiestamente distinguible de
nes. El encuentro con otras culturas afectó rápidamente la propia compren- la imagen en la pared como lo
sión de las imágenes como cuestión de la identidad colectiva. Aún en la propone el esquema dualista.
actualidad, las imágenes de los otros se tratan como imágenes de un tipo dis- Suerios, visiones y recuerdos
tinto, por lo que quedan excluidas del propio discurso sobre la imagen, y sólo son síntomas externos de
en todo caso se las reconoce como un paso previo dentro de un largo desa- esta inagotable relación de alter-
rrollo. Para una reflexión antropológica, sin embargo, resulta atractivo nancia (pp. 89-90). En esta cues-
volver a identificar en los debates sobre las imágenes, por muy distü1ta que tión, el medio tiene una función
sea la manera en que se conduzcan, idealizaciones y malentendidos que vuel- determinante a partir de que nos
ven resistente la cuestión sobre las imágenes a un tratamiento puramente proporciona un concepto para
científico, y hacen que se la reconozca como expresión de la experiencia de no con fundir la imagen en la
la imagen practicada en la propia cultura. La discusión sobre las imáge- pared con una cosa. Pero ni
nes es, desde esta perspectiva, sólo una manera distinta de mirar las imá- siquiera el uso idiomático es
genes que de antemano se han internali-iado. En este proceso, las famosas claro. Si se nos ocurriera inter-
barreras de pensamiento son a su manera credos. pretar de manera espacial la rela-
ción entre imagen y medio, el
medio no aparecería de ninguna
manera entre nosotros y Ja ima-
12 . U N ¡¡,\LANCE INTF.l!MEDIO gen allá afuera. Antes ~curre al
contrario, y en el acto de la con-
En la época poscolonial no se llega ya a guerras por causa de imágenes, a 1emplación la imagen es inter- Figura 1.26. Imagen de la Virgen
no ser que se trate de imágenes de otro tipo. Al respecto, la politización .:ambiada entre el medio y noso- d e Guadalupe, anteri<)r a 1550 , Basílica de
Guadal upe, ciudad de México.
-lo mismo que la democratización- de las imágenes ha sido solamente una tros. El medio permanece ahí,
fase. Esto puede observarse también en México, donde después de la decla- rllientras que la imagen acude
ración de Independencia la antigua imagen del culto mariano de Guada- en cierto modo a nosotros. Nuevamente se comprueba la dificultad de esta-
lupe, un símbolo del pasado dominio colonial, cambió·su significado blecer el contenido del concepto de imagen. Esto es válido también para
para convertirse en símbolo nacional del joven Estado (figura 1.26). Sin t i concepto metafórico de imagen (una imagen de algo o una imagen
que cambiara de apariencia, en la nueva época se la identificó con otra p.1ra algo) y para su relación con la imagen materializada, que incluye su
interpretación de la tradición y se la trató con nuevos ojos. El imaginario lorma de producción y su forma temporal.
¡1
colectivo cambió su mirada sobre la misma imagen. Con esta observa- Una antropología de la imagen pronto se enfrentará al reconocimiento
ción se plantea nuevamente la cuestión de la imagen que está incorpo- de que todas las imágenes convocan continuamente a imágenes nuevas y
rada en una obra, y de la imagen que sus espectadores tienen o se hacen distintas, dado que las imágenes sólo pueden ser respuestas ligadas con la
de ella. Con este tipo de formulaciones hemos caído ya en la trampa del ~poca, y ya no podrán satisfacer los interrogantes de la siguiente genera-
1 1
lenguaje. Y sin embargo es legítimo plantear la cuestión de la imagen en dón. De este modo, cada imagen, una vez que haya cumplido su función
la pared y de la imagen en la mente. No es posible reducirla a la cuestió11 11c1ual, conduce en consecuencia otra vez a una nueva imagen. Pero no
de las reglas de funcionamiento de la percepción. Las imágenes nuevas des r·r~ulta tan evidente qué cosa puede ser una nueva imagen: todas las imá-
plazan a las viejas no solamente en la pared, sino también en la mente, )' 11cncs viejas son nuevas imágenes que dejaron de serlo. Alguna imagen sólo
ni siquiera tenemos claro cuándo ocurre una cosa y cuándo la otra, ni cón111 podr:! lener el efecto de una nueva porque utiliza un medio nuevo, o por-
una se extiende sobre la otra. 1¡11c rcncciona a una nueva praxis de la percepción. Una historia de la ima-
70 I ANIROPOIOGIA OE l A IMAGEN

2
gen encuentra en los medios y en las técnicas de la imagen su forma tem-
poral más plausible. Y sin embargo, ninguna antropologla caerl.a en ~l equi- El lugar de las imágenes a*
voco de pretender investigar las imágenes únicamente en la h1stona de su Un intento antropológico
producción. Precisamente, el análisis de los medios es idó neo pa~a desarro-
Uaf un concep to de imagen que no se pierda en contextos técnicos. Todas
las imágenes conllevan u na forma temporal, pero también acarrean en si
mismas interrogantes intemporales, para los cuales los seres huma~os ~a~
co ncebido imágenes desde siempre. Incluso cuando se busca la h1ston c1-
dad de las imágenes en el imaginario colectivo, el interrogante antropoló-
gico con relación a la imagen permanece abierto. El sentido d~l plantea-
miento de interrogantes aquí esbozado es liberar a l concepto de imagen de
los modelos de pensamiento estrechos y tradicionalcs, en los que se encuen-
o
1ra encerrado en las distintas materias disciplinas académicas.
l. CUERPOS Y CU l.TU RA S

la persona humana es, nat uralmente, un lugar de las imágenes. ¿Po r qué
naturalmente? Porque es un lugar natural de las imágenes, y, en cierto modo,
Ull'organ ismo vivo para las imágenes. A pesar de todos los aparatos con
los q ue en la actualidad enviamos y almacenamos imágenes, el ser humano
es el único lugar en el que las imágenes reciben un sentido vivo (por lo
tanto eflmcro, dificil de controlar, cte.), así como un significado, por mucho
que los aparatos pretendan imponer normas. Pero, ¿qu ién es el ser humano?
En los debates aparece ya sea como un ser universal apadrinado en secreto

' El "lugar de las imágenes" como figur.i d iscursiva se u1 ili?.ó por primera vez de
manera relcvnnte en Munich en 197.J, c uund o el a rtisia coreano J. Y. Pa rk exp uso
u na ins1alación a la que ambos Je d imos el mismo lítulo (Bch ing yCroys, 1993).
Tres arios más larde, un sim posio en tlcrlin q ue se llevó a cabo en la Casa de las
Culturas del Mundo adoptó este 111ulo. En esa opor1unidad. el m ismo a rtista
expuso una obra que no era tem~tica, sino simplemente u na contribución al tema
del evcnro. Los integran tes de la mesa r<:donda, en su mnyorfa provenienles
de Asia, plan tearon la cuestió n de las imágenes que surgen en u na d eterminada
cuhura, y q ue d esd e ah! son lrans111i1idas. La cuestión de las imágenes
se transformó, µor ta nto, en unn cuestión del lugar d e lns imágenes: el lugar
que ocupan la~ imágenes en unn cultura, el cual puede perdcr>c con la decadencia
de esa cuhura. El libro que publiqué en (Olaboración con l .ydia Haustein llevó por
Lilulo Dns Er~ der llilder l li1 hcrt•ntm de las imagenesl: sin embargo, mi propio
ensayo conservó el rirulo de aquel simpo•io (Behing y 1-laustcin, 1998). No empico
aqui nuevamente d m ismo lilulo relacionándolo con u n nuevo texto para crear
confu..~ioncs, sino para continua r una idea que ha encon trndo un sugestivo
vinculo en ese lilulo. Sin embargo, en esta ocasión los pensam ientos se orientan
de otro modo y están comprendid os d e ma nera más general, aunque sin perder
el vínnilo con el diálogo ent re l.1s cu huras en la actualid!d, qué se puede entender
t~rnbién como un diálogo entre imdgcncs.
72 1 ANTROPOIOGIA DE LA IMAGEN EL LUGAR D! LAS I MÁGEN ES 11 1 73

por la persona humana occide ntal de la Modernidad, o b ien como una Sabemos que nues1ros
especie local, del modo como ha sido estudiada en cu lturas primitivas cuerpos ocupan lugares
(en este caso, la mayoría de las veces ha servido en beneficio de la idea de en el mundo, y que pue-
la evolució n de las especies universales). Pero este dualismo no se corres- den regresar a ellos. Pe ro
ponde con la pregunta. Por lo tan to, no es ninguna casualidad que el tér- nuestros propios cuerpos
m ino antropología te nga q ue servir, por lo menos en algunos palM'S, ya sea representa n también un
para el universalismo filosófico o para la investigación etnológica de las lugar en el que las im6ge-
condiciones locales.' Si bien es abido que el ser humano se diferencia de nes que captamos dejan
otros seres vivos a causa de sus imágenes (desde esta perspectiva, las leyen- tras de sí una huella invi-
das del arte de la Antigüedad mienten cuando afirman que lo~ pájaros pico- sible.' En su percepción
teaban las uvas del pintor Zeuxis), también es igualmerlll' indiscutible intervienen los medios
que los seres humanos se distinguen profundamente entre sí u causa de s us de la imagen, que no sola-
imágenes, lo mismo internamente que de cu hu m a cultura (desde esta pers- mente almacenan nues-
pectiva, la globalización amem17~1 la d esarrollada d iversid<•<l de las imáge- tra atención en un sen-
nes colectivas). En la diversidad de imágenes a las que les atribuye un sig- tido 1écnico, sino que
n ificado, la persona humana confirma que es un ser cultural, im posible tamb ié n caracteri1..an la
de ser descriro apenas en términos biológicos (figura 2. 1). forma de recuerdo q ue
Sin embargo, el debate sobre el lugar de las imágenes presupo ne q ue las imágenes adqu ieren
existe por lo m enos un lugar al que se puede nombrar de esa manera. en nosotros. Vem os imá-
Uno de esos lugares es el cuerpo, que in troduzco aquí con un concepto genes con nuest ros ó r-
gene ral, a unque estoy conscicn le de cuán problem ática se ha vue ho su ganos corporales, a pesar
conceptualización en la cie ncia actual. Pero si lo llamamos sim plemente deque en la actualidad Y"
lugar, tal vez pueda comprenderse e n qué sen1ido se entiende aq ui. fa no esté de moda hablar Figura 2.1. C. G1.1ssma n, EsJH'rtndores
desoric1111ulos, o ¿D611rlc Nlil /11i111age11?, 1985,
un lugar en el mundo, y es u n luga r en el que se crean y se conocen ( reco- dd cuerpo como u na 10-
Mary lloon Gallery.
nocen) imágenes. Con frecuencia se Irata de imágenes perecederas, de la~ talidad, sino del procesa-
que igno ramos de dónde vienen y a d ómk- van cuando las olvidamos, y mien to de información
dc~pués, en una situación imprevista, las recordamos nuevamente.' De que realiza el cerebro. La percepción es, ~videntemente, una operación ana-
manera distint;a a las imágenes que aguardan nuestra mirada e n los apa- lítica con la que captamos daios y ('Stimulos visuales. Pero desemboca en
ratos o en las paredes de los museos, nuestras propias i mágcne~ poseen una sfntesis, y sólo en ésta s urge la im agen como formn IGestalt). También
para nosotros esa precisa significac ión personal que compensa su breve debido a esto, /a imagen sólo puede ser u n concepto antropológico, que en
d uración. Mientras que las im ágenes e n el mundo exterior nos o frecen la actualidad debe afirmarse en oposición a conceptos de orden estético y
básicamente tan sólo ofertas de imágenes, las im:lgencs e n nucst ro recuerdo técnico. La experiencia medial con imágenes (como reacció n a las actuales
co rporal están ligadas a una l'Xpcriencia de vida que hemos hecho en el técnicas de la imagen) es u n ejercicio cultural, y por ello se fundamenta no
tiem po y en el espacio. sólo en el conocimimto técnico, sino en el consenso y en la autoridad. Sin
embargo, esto no nos impide un trato igualmente calificado con técnicas
1 K:imper y Wu lf (1994); Gcbaucr ( 1998); Gccm (199s); Augé ( 1994), y Cootc y de la imagen de otras é pocas, aun cuando no podamos contemplarlas en
Shdto n (1991). el sentido que o riginalmente les fue ad scrito. Conserva n su lugar en el
z En relación con lo q ue des:11a cl rccundo con cl q ue rcgrrsan las imá¡lcncs. la
recuerdo colectivo debido a que noso1ros mismos poseemos la capacidad
"maddeine" de Proust es el ejemplo recurrentemcn1c litado. Cf.1.11nh1tn la nota
29. En relación con las imágen"" climeras, vrase el cnS;1yo "Mcdm - hna!lcn -
Cuerpo " en e$l~ lib m , p. 13. J l: n rdación con este lema. vl'ase Sticglcr ( 1996: 165 y ss.).
74 1 AHIROPOlOGIA Ol LA IHAGIN ll lUGA R DE LAS IMÁHN (S 11 1 75

nata, y bastante bien entrenada con el paso del tiempo, de conservar el cultural, en la que las imágenes tienen vid a propia y no pueden ser clasi-
panorama general en la vieja interacción entre imágenes y medios. ficadas bajo un esquema histórico con conceptos rlgidos ( p. 8t).
Nuestras propias imágenes son perecederas en la misma medida en q ue En nuestros cuerpos unimos una predisposición personal (género, edad
nuestros cuerpos lo son, y por ello se d istinguen de las imágenes que se e historia de vida) con una d e tipo colectivo (entorno, esperanza de vid_a
materializan en el mundo exterior. Al mismo tiem po, permanecen alma- y educación ). Esta duplicidad se expresa en la cambian te aceptación con
cen adas en nosotros el tiempo que dura una vida. Cuando se d ice q ue una la que recibimos las imágenes del mundo exterior. En un caso creemos en
biblioteca entera se consume cuando en África muere un anciano (tam- ellas, mientras q ue en el otro las rechazamos. O bien honramos y ama-
bién podría decirse un archivo de imágenes entero), se hace evidente qué mos las imágenes, o bien las aborrecemos y les tememos (obviamente no
papel tiene el cuerpo también como lugar de las tradiciones colectivas, a las mismas imágenes).º Esto puede observarse incluso en el mundo medial
que en su entorno están perdiendo su fuerza po r o tros mo tivos. Nume- contemporáneo, en el que se ha estrechado el margen de acción personal
rosas culturas que alguna vez estuvieron protegidas por fronteras geográ- en nuestro trato con imágenes. Si nos orientamos por medio de imáge-
fi cas se encuentran amenazadas en la actualidad con la pérdida de sus tra- nes, interactúan ento nces la predisposición individ ual y la colectiva. Nues-
d iciones: este destino alcanza ahora también al mundo occidenl<d.• En tro cuerpo natural represen ta también un cuerpo colectivo, y es también
esta situación, la muerte individual significa tambifo una amenaza para en este sentido un /11gar de las imágenes, a partir de las cuales existen las
el recuerdo colectivo del que ha vivido una cultura. Por largo tiem po, el culturas. Sólo que en la actualidad el individuo ha dejado de estar sujeto
recuerdo estuvo salvaguardado por instituciones y personas que se encar- a w1a cultura, que antes le impo nía un contexto fijo y también las-fronte-
gaban de ello por medio de rituales. ,Sin embargo, no debemos olvidar que ras de su margen de acción personal.. En el proceso de disolución de cul-
tambifo fue transmitido entre generaciones de manera espontánea y difi- turas protegidas localmente, los portadores individuales, que viven en cuer-
cil d e descifrar. Si bien las personas son mortales, en la transmisión de pos naturales, adquieren una nueva significación, similar a la q ue en otras
las imágenes (p. 86) d esempeñan un papel como pad res y como maes· épocas tenían los emigrantes. Llevan consigo sus imágenes a o tros luga-
tros que sobrepasa la propia duración de su vida. En tanto fundadoras y res, o viajan con ellas a una nueva época.7 Por lo tanto, se requiere de un
herederas de las imágenes, las personas se encuentran involucradas en nuevo concepto de cultura, con el fin de detectar las huellas de esta difu-
procesos dinámicos en los que ~us imágenes son transformadas, olvida- sión de la tradición ligada a cuerpos individuales y a sus historias. Incluso
das, redescubiertas y cambiadas de significado. Transmisió n y pervivcn- en la civilización mundial técnica, en la que aparentemente todo se ha con-
cia son como las dos caras de una moneda. La transmisión es intencio- fabulado en su contra, la cultura se conserva como un fermen to capaz de
nal y consciente, puede convertir las imágenes conductoras o ficiales, como establecer muchas nuevas conexiones.
la Antigüedad en el Renacimiento, en modelos para una reorientación. La Es evidente que es imposible comprender la cosmovisión como una uni-
pe rvivencia, sin embargo, puede ocurrir a l'ravés de medios ocultos e dad en nuestro propio almacén personal de imágenes, así como tam-
incluso en contra de la voluntad d e una cultura que se haya organizado poco se puede comprender la vida misma bajo reglas y conceptos fijos.
con otras imágenes.s Estos p rocesos atañen a cuestiones d e la memoria No obstante, para los fines d e una investigación antropológica que resulte
relevante, es preciso mantener la atención en la relación entre las imáge-
nes simbólicas de una praxis colectiva y los imágenes personales. Aun-
4 Vé;msc Belting y Haustcin (1998: 7 y ss.); Belting ( 1996b: 214 y ss.), asr como
l lürning yWinter {1999: 393 y ss.). con los cnsaros de S. Hall, D. Morlcy, l. ClirTord
que la etnologfa occidental se ha interesado en este sentido por las imá-
e l. Chambcrs. genes de los o tros, ahora se d irige hacia su propia cultura, y se pregunta
5 En relación con la transferencia, véase Debray {1997); en rclaci611 con la vida por las condiciones bajo las cuales "el imaginario individ ual (como podría
después de la muerte, véanse las investigaciones antropológic.1s <le F.. B. Tylor (por ser el sueño) circula con el imaginario colectivo (como podría ser el mito)
ejemplo, A1111l111ac, ar: Mexico a11d tire Mexicmu. 1111cie111 a11d modem, 1.ondn'S,
1861) y los trabajos de A. Warburg y su Atlas M11tmasy11e. En relación con d tema 6 Cf. la nota 2.
de la vida después el~ la mucne en la Antigüedad pagana, véa>e finalmente 7 Véan.e al rcspec10 Belting, "Naipauls Trinidad", en Belting y Haustein (1998: 42
llrcdekamp y Dkrs ( 1998). Por lo demás, la vida después de l,1 muerte ha :.ido 1111 y ss.), y Rushdil' ( 1991). Cf. al rcspell<1 también 1lall. en l IOrning y Winter
tcmJ del folklore. (1999: 393 y"'· y 414 y«.).
76 1 ANIROPOLOGfA DE LA l"AGEN El LUGAR DE LAS IHAGEMH 11 77

y con la ficción {en imagen o en palab ra)':" En este contexto, como Jo pun- Las obras en imagen establecidas :1111otorgaron el rostro q ue se conoce. En
rualin Marc Augé, el cuerpo constituye una d imensión crítica, pues en numerosas cultu ras se iba a visitar las imágenes de los d ioses al lugar do nde
el sueño o en el ritual es dom inado, o incluso poseído, por imágenes que ri:sidían. lncontablcs imágenes de la virgen María poseían no sólo un sig-
"ocupan, aba ndonan o regresan" al cuerpo, como si fueran generadas p or ~1ficado loc:il, sino una identidad local que se ap:irtaba de ma nera posc-
u n doble [Doppelgangerf .9 Esta experiencia condujo a las conocidas ideas 1v~ del concepto general de u na virgen María." El aura de las imágenes
dualistas que conciben el cuerpo como lugar o escena rio para imágenes antiguas no cm solam ente un concepto de cosa sacrafüado en secreto, sino,
de p rocedencia indeterm inada, y que Jo ubican como un doble que lo aun en mayor medida, un sublime concepto de lugar. En Ja Modernidad,
ocupa como yo o como espíritu. el museo se convirtió en un refugio para imágenes que habían perdido s u
La antropología estudia "la confrontación entre distin tos mundos de lugar en el mundo, y que lo canjearon por u n lugar del arte (figura 2.2).
imágenes que acompañaron el choque de los pueblos, las conquistas y colo- Pero también e~tc vinculo secundario con el lugar se ha diluido con Jos agi-
nizaciones, pero también la resistencia que se generó en el mundo de re pre- tados Y efímeros med ios de la imagen.'" Por o tro J,1do, el propio concepto
sentación de los vencidos en contra de las imágenes de los vencedores". As!, de l ugar se ha vuelto dudoso, a part ir de tiuc Jos lugares del tipo antiguo
los jesu itas se propusieron colo n iza r el mundo de representación de los ya no son perdurables y ha n perdido sus fronteras fijas. Los reem plazamos
indios incluso "en el ámbito de las visiones", es decir, no sólo colocarles co_n imágenes de luga res que captamos en las pantallas. Muchos Jugares
las imágenes frente a los ojos, sino inculcárselas corporalmente, de modo eXJsten para nosotros de 1:1 manera en que: antes únicamente existían Jos
que se a poderaran de su imaginación y de sus sueños. Con esto, sin embargo, lugares del pa:.ado: :.ólo como imágenes. Siempre se ha hecho una ima-
se formó una peculiar cultura híbrida de la im agen, ya que las imágenes gen de los lugares y se han recordado como imagen, pero esto s uponía haber
importadas no permanecieron siendo lo que eran , sino que fueron "adap- estado en ellos o haber vivido en ellos
tadas, reconcebidas y transformadas':•• lo que significa, en efecto, que se en otra é poca. Hoy, por el cont rario,
igualaron con la m irada que habla caído sobre ellas, asl como ésta se había conocemos muchos lugares solamente
transformado ya bajo su in fluencia. Es decir que e n este caso, asl como en en imagen, con la que ha n ganado para
muchos casos similares, podemos hablar en doble sentido de un lugar de nosotros una presencia de tipo distinto.
las imágenes. Las imágenes públicas, que en este caso eran determinadas Con cs10 ocurre un dc~plauun iento en
por c uestiones religiosas, pueden explicarse menos por Ja p rocedencia de la relación entre imagen y lugar. F.n vez
s us motivos que por la histo ria local que las vinculaba con un determinado de visitar las imágenes en lugares deter-
lugar. En ese lugar surtían s u efecto, pues eran captadas por personas minados, en la actualidad preferi mos
establecidas ahí, otorgando simultáneamente a sus imágenes interio res y visitar los lugares en im agen. Esto es
a sus sueños un lugar público. válido también para la fotografia con-
temporánea. Hubertus von Amelunxc n
dio el título de Les lie11x du Nm1 -Lieu a
una exposición de fotógrafos franceses.
2. t UGA RES V ESPACIOS Ahí, las imágenes fotográficas se convir-
F igura 2.2. Hcnri MatiSS<'
tieron en lugares de lo carente de lugar.
en el Louvre, hacia 1946, Muséc
Entre imágenes y lugares existen relacio nes que aún no han encontrado Despu és de que los lugares se han per- Matissc, Niia.
intérprete. Del mis mo modo en que podemos ha blar del c uerpo como un
lugar de las imágenes, es posible hablar de lugares geográficos a los que
11 Belting (1990: passim).
12 Cf. Belting (1995a) respeclo de lth muscos y los nuevos medios. El museo vir1ual
8 Aug~ ( 199¡d: 13 y s. y 16 y s.). es en cier10 modo una .1legoría del musco del pJ~do. C f. 1ambién Jos ensayos en
9 Augé (1997a: 45 y ss.). Denckcr (1995) Y Breidbach y Clausbcrg (1999). En relación con las nuevas
10 Augé (1997a: 91 y s.) y Gruzi nski,en Sallmann (1992). <:f. también Gru1inski (199n). sit uaciones de los muscos, véanse 1ambifo Jcudy (1987) y Belting ( 1996b:.zi6 y ss.).
78 I ANIROPOlOGIA DI 11 IMA61N El tU6AR OE lAS IMÁGENES 11 \ 79

dido en el mundo, se refugian en imágenes que les puedan otorgar nue- guió de la presencia museal, sólo fue la primera fase en este proceso. Las
vamente un estatus alternativo como lugar.•J imágenes técnicas han despl:izado la relación entre artefacto e imagina-
De acuerdo con la concepción antigua, un lugar establecfa el principio ción en beneficio de la imaginación, y han creado fronteras en flujo para
de sentido para sus habitantes. Su identidad vivfa de la historia de lo que las imágenes mentales de sus espectadores, po r lo menos en cuanto a su
habla acaecido allí. Los lugares d isponfan de un sistema cerrado de sig- percepción, que se ha modificado tanto en el sentido general como en el
nos, acciones e imágenes, cuya llave la poseían únicamente las personas específico de la experiencia con imágenes.
establecidas en ese lugar, mientras que los extraños sólo podían ser visi- Los medios mundiales han provocado un cambio semejante en la com-
tantes. Así, los lugares eran verdaderamente sinónimos de las culturas. El prensión de lo que es un lugar. Con ello, el concepto de lugar se desliga
trabajo de campo de los etnólogos, q ue se llevaba a cabo en el lugar, se refe- del lugar físico, según describe el asunto Joshua Meyrowitz. Las informa-
rla a u n lugar que se distinguía de otros debido a fro n teras externas, tra- ciones y las experiencias son transpo rtadas desde un lugar a cada uno de
diciones internas y convenciones en su sistema de signos. As( lo describió los otros lugares, hasta q ue el aqui y el ahora desaparecen en la nivela-
Marc Augé en su ensayo "Lugares y no lugares'~ donde señala el adiós de ción. Vivimos "en un sistc::rna de información, y no en un lugar determi-
este concepto de lugar incluso para los etnólogos. En la Modernidad avan- nado".•6 Pero se crearla confusión si agregáramos a lo anterior que el lugar
1,ada, a la que el autor llama mrmodemité, los espacios de tránsito habrian en la transmisión de Tv "en realidad ya no es ningún lugar''. Los especta-
disuelto la antigua geografía de lugares fijos. Espacios de comunicación dores cuentan con suficiente experiencia de lugares como para poder t ras-
reemplazan a los espacios geográficos de antaño. El sistema de circulació n ladarla a las imágenes de los lugares que la mirada capta (figura 2.3). Para
d e los nuevos espacios, según Augé, culmina con el sistema de noticias d e ellos también es importante que el repo rtero se encuentre en el lugar desde
las redes mundiales.'~ donde informa sob re un acontecimiento. Sólo que las experiencias que
Los lugares cerrados d e antes se fragmentan, o son infiltrados de tal tenemos de los lugares se amalgaman lentamente con las experiencias
manera que ya no son distinguibles de otros lugares, salvo como metá- que hacemos con imágenes. En vez de que los visitemos corporalmente,
fora. O bien sobreviven tan sólo como imágenes que ya no se correspon- los lugares vienen a nosotros en imágenes. La presencia en imágenes de
den con los lugares reales. AJgo similar ocurre con las culturas locales, q ue lugares ausentes es una antigua experiencia antropológica. En todo caso,
ya no pueden ser localizadas en sus lugares originarios. Sin embargo, los la relación entre lugares imaginarios y reales se reestructura. Cuanto más
lugares no desaparecen sin dejar rastro, sino q ue dejan huellas t ras de sí se transforman los lugares en dimensiones imaginarias, más se apropian
formando un palimpsesto de varias capas, en el q ue anidan y se almace- de las imágenes que producimos en nuestros propios cuerpos.
nan viejas y nuevas representacio nes. De acuerdo con su noción más anti- Sin embargo, ni en el
gua, los lugares eran lugares del recuerdo (lieux de m émoire), como los caso de las imágenes ni
llamó Pierre Nora.'s Pero en la actualidad se han convertido más bien en en el caso de los lugares
lugares en el recuerdo. También las imágenes pierden el lugar en el que se es posible conceb ir el
las podría esperar y en el que comprobaban su presencia. Ahora, regre- antes y el ahora en ab-
san frecuentemente como sus propias copias desprovistas de su mediali- soluta oposición: de lo
dad física original al almacenarse en aparatos. Uesde ahí las 11<1mamos para contrario, el postulado
recordarlas y para presentarlas en nuevos medios. De esta manera, les antropológico seria ab-
sucede lo que ya les había ocurrido a los lugares y especialmen te :1 las cosas surdo. Más bien, ya
en.el mundo. Están destinadas a nuevos modos de representación. La desde nuestra experien-
rcproductibilidad técnica, que en alguna ocasión Walter l.lcnjamin distin- cia cotidiana las cosas
parecen más complejas.
1j Arndunxen y Pohlma nn (1997}. Así, cuando d eseamos
14 Augé (1994: 44 y ss.).
15 Nora (1990: 11yss.,y 1997}. También dd m ismo autor, en Fleckncr (1995: 310 y S'l.). 16 M~rowill. ( 198¡: 112 y s.). Cf. lambién Morley (1999: 452 Y ss.).
80 I ANIROPOtOGiA DE LA IMAGEN El LUGAR DE LAS IM ÁHNfS 11 J 81

habitar o visitar un lugar real, si lo recordamos de otra época lo vemos ahora "hojear sus recuerdos como si fueran un álbum de fotografías''. El metro
am otros ojos (podría hablarse igualmente de ojos interiores). Sucede incluso conforma una red de tránsito que es usada en común por muchos transeún-
que buscamos en el mismo lugar aquel lugar que alguna vez fue. El mismo tes, cada uno con un destino propio y todos desconocidos entre sí. De esta
lugar es contemplado con distintos ojos por d istintas generaciones o por forma, el metro invita a una revisión contemporánea del conceplo de cul-
ex.traf1os. Ni siquiera se necesita de un cambio físico en la imagen con la que tura. En el metro experimentamos imágenes cambiantes y recurren tes de
se manifiesta rErsclieinrmgsbild], para que el lugar se transforme para noso- lugares, interrumpidas continuamente por las imágenes, completamente
tros al volver a verlo después de una ausencia prolongada. l'.n el proceso, se distintas, de los anuncios, que, a pesar de encontrarse en medio de la mul-
ha convertido en una imagen con la que medimos su estado actual. El des- t itud, se dirigen a solas al espectador. Aun cuando están fijadas a la pared,
plazami.ento entre lugar e imagen, entre percepción y recuerdo, posee a las estas imágenes de la publicidad entran en movimiento al ritn10 de los tre-
características de toda experiencia real con los lugares. nes, y despiertan en cada uno de nosotros, de acuerdo con la sil uación de
La etnología se ocupó por largo tiempo en traducir a una comprensión vida, distintos sentimientos o diversos recuerdos. 1'
occidental las obras en imagen ajenas que encontraba en los lugares geo- Mi.che! Foucault resumió en un breve ensayo sus investigaciones rela-
gráficos de otr<1s culturas (las imágenes de los dioses y de los antepasados). tivas a lugares y espacios."' En la historia del espacio aprecia el cambio de
Este esfuerzo hermenéutico contrastó de manera significativa con el trato significado que poseían los lugares fijos en espacios abiertos, donde los
con los 1·estimonios en imagen y obras de arte de la propia cultura. Pero lugares o bien ocupaban o bien excluían estos espacios. Nuestra termino-
también desde esta perspectiva la situación se ha modificado de manera logía fracasa pronto al intentar distinguir claramente entre lugares y espa-
paralela para los lugares y las obras en imagen. Cuanto más se globaliza el cios. Así, hablamos del espacio público y del privado, a pesar de la expe-
mundo, para emplear por una ocasión ]a palabra de moda, más regresan riencia de que ambos están ligados a lugares (como por ejemplo la casa
los antropólogos de sus viajes y vuelven la atención hacia su propia cul- propia). Los espacios 1icnen, además, la característica de estar organ izados
tura, que de pronto parece lo suficientemente ajena e incomprensible como de manera heterogénea y discontinua. Con referencia a esto, Foucault habla
para fijar la atenció n nuevamente en ella.17 En nuestra vida, los lugares de de heterowpíns, para referirse a lugares que se relacionan de modo antité-
la historia común desempeilan "el mismo papel que las citas en los textos tico o alternativo con lugares del mundo vital. Aquí se incluyen los luga-
escritos". Pero las citas necesitan de un lector o de un escucha que todavía res sagrados y también Jos prohibidos, lo mismo que aquellos lugares en
las entienda y recuerde. Para Augé,en el nuevo mundo de los espacios abier- los que se excluye a partes de la sociedad, como lo son las clínicas psiquiá-
tos, únicamente el individuo es aún capaz de recordar el viejo mundo de tricas, las cárceles y los asilos para ancianos. El cementerio se incluye lam-
los lugares. El mundo se transforma en imágenes que ya sólo pueden ser bién de manera especial. El traslado de los cementerios a las orillas de la
unidas por el individuo. En la aldea global encontramos habitantes que, ciudad llevó en la Modernidad a la experiencia de una segunda ciudad, dis-
como viajeros y traductores de tradiciones, son al mismo tiempo partisanos tinta, como lo describió !talo Cal vino rn su novela Las ciudadesfr1visibles,
de recuerdos locales que de otro modo se perderían en el vacío. 1s simétrica en relación con la ciudad de Jos vivos.'1 En el lugar amoenus (o
1,I Augé desarrolló esta etnología del espacio vital occidental en su escrito sea, frente al muro de la ciudad), la Antigüedad llevó a la ciudad y a la tie-
poético Un etnólogo en el metro. Un usuario del metro parisino "descubre rra, a la civilización y a la naturaleza, a una contradicción que pervive en el
1
súbitamente que su geología interna coincide en algunos puntos con la jardín, una contradicción que alguna vez fue cantada por ]a poesía bucó-
geografía subterránea de la capital", descubrimiento que desencadena lica, que, con el paso del tiempo, relegó a la ficción poética a la Arcadia como
"un ligero temblor en las capas almacenadas de la memoria". Con sólo pen- lugar de libertad y de regreso a la na turaleza." En la actualidad, la realidad
sar en determinadas estaciones del metro o en ºsus nombres, es capaz de virtual de las imágenes ocupa una hetcrotopía sim ilar, al ser creada por la

17 Augé (1992 y 1994) )' Affcrgan ( 1997). 19 Augé (1988 ).


18 La formulació n de la "aldea globi!I"', difundida por i\kl .u han, se ve cada ''CI. 11i<ís 20 Poucault (1990: :i4 y ss.).
restringida por lrt importancia d~ los mov imil·ntus oposicionistas lvcales. En 21 Calvino ( 1985).

relación con el tema del " trad uct()r ·, véase Rushdie ( 1991). 21 En rcl:lci6n ( (H1 c.·l tcmil de la Arcadia, véa,"C' !ser (1970 r1991).
82 1 ANIROPOLOGfA DE LA IMAGEN ll LUGAR DE LAS IHAGENES 11 I 83

tecnologia como un espacio diferente y virtual fuera de los espacios del J. IMÁGENES Y RECUERDOS
mundo (p. m2). En todos los casos, la idea en imagen de un lugar o un espa-
cio queda protegida con la creación de un lugar o espacio distintos donde Nuestros cuerpos poseen la capacidad natural para transformar en imá-
aquélla no es válida, aunque se confirma, sin embargo, debido a esa inva- gen.es Ycon·sc~ar en imágenes los lugares y las cosas que se les escapan en
lidación. Se traslada la imagen de un lugar (por ejemplo, ciudad) a una el t1emp?• 1magenes que almacenamos en la memoria y que activamos
imagen opuesta (por ejemplo, naturaleza), para desde ahi devolverla des- por medio del recuerdo. Con imágenes nos protegernos del flujo del tiempo
pués investida de mayor autoridad. lambién de es re modo es posible hablar Yde la p~rdida del espacio que padecernos en nuestros cuerpos. Los luga-
de lugares y no-lugares, donde los últimos únicamente sirven para fortale- res perdidos ocupan a manera de imágenes nuestra memoria corporal,
cer, por medio de la contradicción, el concepto establecido de lugar. según la llamaron los antiguos filósofos, como un lugar en sentido trans-
Esta geografia cultural se refleja en las imágenes del arte, donde los luga- pue~o.11 Ahí adquieren una presencia que se distingue de su anterior pre-
res y los espacios tienen una función. Basta sólo con pensar en el género de sencia en el mundo y que no requiere de ninguna experiencia nueva. En
la pintura de paisaje, en la que se expresa en el siglo x 1x una contra imagen esa traslación, representan el mundo en su enca rnación como imágenes
de la urbanización y la industrialización. Por ello, John Ruskin vela en el pai- ~n nuestra. memoria. El intercambio entre experiencia y recuerdo es un
saje la tarea más urgente de los modem painters."' En la actualidad, como lo mterca~~10 e~tre mundo e imagen. A partir de ese momento, las imáge-
ha descrito ya Susan Sontag de manera tan vital, los turistas retienen en imá- nes ~ar~ic1pan 1gualmen1e en cada nueva percepción del mundo, pues nues-
genes el recuerdo de lugares en los que no pueden permanecer y a donde tras 1magencs de recuerdo se superponen con las impresiones sensoriales,
quizá nunca regresen!• La autora se refiere a la fotografia como un arte ele- Y con ellas las medimos de manera voluntaria o involuntaria. Las pintu-
gíaco, que salvaguarda en imagen los lugares y las culturas antes de que des- ~as Ylas fotografías son referidas fácilmente como objetos, documentos e
aparezcan del mundo. La fotografía etnográfica es un conocido ejemplo de iconos a nuestro propio recuerdo en imagen. En tales medios este recuerdo
csto.'5 La casi inextricable red de relaciones entre lugares e imágenes de luga- se ha propagado hasta convertirse en norma de la época en que se 1rans-
res prosigue en aquellas instancias donde buscamos con los ojos lugares a f~i:r"a~on en imágenes de lo que fue. Su autoridad histórica concede par-
los que nuestros cuerpos no tienen acceso. Desde esta perspectiva, la TV es t.Jopacrón a los recuerdos propios en una comunidad de los vivos y de los
sólo la continuación de la interacción entre lugar e imagen. muertos. Pero la cosificación, por otro lado, amenaza la vida de las imá-
El enfoque actual de una "etnología del propio entorno" (Augé) encuen- ge~es, al ~s~~r encerradas en objetos despojados para siempre de cual-
tra su correspondencia en la mirada de quienes repentinamente descubren quier pos1b1lidad de modificación. Por eso, ya desde Platón existe Ja con-
de nuevo las imágenes de la propia cultura en museos y archivos. En el pro- troversia de si en realidad las imágenes fuera de nuestro propio cuerpo son
ceso, la tan confiable historia de la imagen resulta ajena y requiere de nume- ca pace~ de cst~blecer un recuerdo válido {p. 214). Sin embargo, en esta con-
rosas explicaciones, como antes ocurrla con las imágenes de otras culturas. troversia se disuelve lentamente la mirada animadora con la que volve-
l.a transmisión de imágenes europea se encuentra en proceso de despren- mos realmente imágenes las imágenes del mundo exterior.
derse de la mirada creyente a la que la dispuso en último t<!rmino la cultura Nuestra memoria es en si misma un sistema neuronal propio del cuerpo,
burguesa, corno heredera de la Iglesia y de la Corte. Con esto se transforma, compuesto de lugares de recuerdo ficticios. Está construida a partir de un
a su vez, en el material para una apertura hermenéutica en la que los inte- entramado de lugares en los que buscarnos aquellas imágenes que constitu-
rrogantes antropológicos desempeñan un papel. Así, la antropologla hereda yen la materia de nuestros propios recuerdos. La experiencia física de luga-
el mandato de aquella historia del arte que el siglo x1x inventó bajo el sen- res realizada por nuestros cuerpos en el mundo se reproduce en la cons-
timiento de una pérdida de continuidad histórica y artistica!6 trucción de lugares que nuestro cerebro ha almacenado. La topografía mental
en nuestra memoria fue probada por la vieja disciplina de Ja nemotecnia (una

23 Ruskin (1999).
14 Sontag (1973: SI y SS. y 153 y ss.). '7 Al respecto, cf. la no1a 7 del ensayo "Medio - Imagen - Cuerpo" en esre libro,
25 Edwards (1992), especialmente los cn~yos de C. l'inncy y B. S1ree1. ~si como el ensayo "Imagen y muerre", sección 8, " La crilica de Pla1ón a las
m1ágencs~
26 Al rcspec10, con mayor detalle, Belting (199s•).
84 1 ANIROP OL0614 0( LA IMA~lN 11 IUHR DE LAS IHA6lNIS 11 1 85

técnica ejercitable para ras se renuevan por medio del olvido al igual que por medio del recuerdo
recordar).'8 Se basaba en el que se transforman. Ha n vivido de una co11ti1111idad retrospectiva, que
en u n recuerdo topo- le concedió al pasado un lugar visible en el presente. Por el contrario, frente
lógico, com o el que el a la discontinuidad con relación al pasado, en la actualidad vivimos "el
cerebro aparenta tener: fin de la equiparación de his1oria y memoria': como apunta Pierre Nora.'9
en la vim.-ulación de las La merma de la memoria oficial y colectiva se compensa, y al mismo tiempo
imágenes de recuerdo se acelera, m ediante el almacenamiento ciego de material de recuerdo en
(i111<Jgi11es) con lugares las memorias técnicas de los archivos y los medios.
de recuerdo (loci) a El museo se cuenta entre los lugares alternativos, o heteroto pfas, pro-
manera de rclevadores puestos por la Modernidad (figura 2.5). Como apunta Foucault, las hctc-
o de estaciones (figura rotopías, de manera similar a los cementerios, estaban "ligadas a cesuras
2-4). Esta técn ica pro- temporales".Jº Perte necen a o tra época, y establecen un lugar m ás allá de
pia del cuerpo se sir- aquel tiempo en el que las cosas aún se enco ntraban en su proceso vital.
vió de la ayuda del Al excluirse del llujo del tiempo, estos lugares son capaces de transformar
habla, cuya topología el tiempo en imagen y de suscitar su recuerdo en una imagen. En la insti-
est<I construida de ma- tució n m useo, se manifiesta o tra vez el intercam bio entre lugar e imagen
nera sim ilar. Sin em- al que nos hemos referido. El musco no es sólo un lugar para el arte, sino
bargo, la memoria del también un lugar para cosas que han dejado de servir y para aquellas imá-
hab la, al igual que la genes que representan otra época, convi rtiéndose así en símbolos del
nemotecnia, es un me- recuerdo. No solamente reproducen lugares en el mundo de la manera en
dio creado artificial- que fueron entendidos en otra época, sino que la forma temporal y la forma
mente que se encuen - medial del pasado con que se manifiestan se debe a que intrínsecamente
tra en intercambio portan en imagen una comprensión del pasado. En el museo intercam -
recíproco con el me- biamos el mundo presenle con un lugar que entendemos como imagen de
dio natural de nuestra un lugar de otra naturaleza. Ahi contemplamos de nuevo obras que enten-
memo ria espontánea. demos como imágenes que
Figura 2.4. T. Gadd i. Árbol de la vida rorr róprcos
Una diferencia similar fueron pintadas para otra
mcmom/Jles, después de 1330, refectorio, San ta Crocc.
Flo rencia. existe entre la memo- época, como imágenes que
ria técnica de los apa- únicamente poseen su lugar
ratos y nuestro cuerpo. Tales tecnologías trasladan las imágene~ a ~tr~s en el museo.
lugares, mientras que nuestra memoria corporal es un luga.r nato de 11na- Las culturas del m undo, al
gencs, donde las imágenes son recibidas y también ~r.oduc1das. parecer, emigran :i libros y
La memoria colectiva de una cultura, de cuy.t trad1c1ót.1 e.xtr~cm~s nues- museos, donde son archi-
tras imágenes, reconoce su cuerpo técnico en la ~1emona mstltuctonal de vadas, pero ya no vividas.
los arch ivos y los aparatos. Pero este fondo léeme~ est~.ria n~uert~, ~le no Sobreviven en imágenes do-
ser mantcni·d o con v·tda por la imaginació n colecllva. lamb1én las cultu- cumentales (de manera seme- Fisun 2.5. Museo dell'Arte Moderna, Roma
jante a lugares antiguos que (foto del a utor, 1985).

2
x Yates (i966). as( como Belting (1989a), en relación con el.árbol de la vida
en S. Croce en Florencia en tanto ars memori11e. En rclac16n con el monumento 29 Cf. la nota 16.
con memorativo en el a rte contemporá neo. véase l lcmken ( t1191i). .IO l'oucauh (1990: 41).
86 I AN lROPO lOG IA 01 LA IMA GEN El l UGAR DE LA! IMAGI NES 11 1 87

ya sólo pueden ser recorda- Donde falla nuestra imaginación, el yo que aún es capaz de recordar tam-
dos en fotos), pero estas imá- bién se vu elve ficticio."
genes serian como una nueva La idea de un lugar in1aginario, en el que natu ralmente no se vive, recibe
muerte si no perteneciesen a en la actualidad tal énfasis como experiencia contemporánea, que fácil-
la vida de una persona, o sea, mente se olvida cuánto tiempo hace que se conoce en las culturas históri-
volviendo así nuevamente a cas. En 111 antigua literatura china, el campo de arroz era la imagen que
la vida (figura 2.6). En este daba sentido a w1 orden social; sin embargo, los literatos partieron en busca
sentido, el yo, el antiguo lugar de una naturaleza deshabitada, donde pretendían encontrarse a sí mismos.
de las imágenes, se ha conver- Contemplaban la natu raleza como paisaje desde la distancia, es decir corno
tido en un lugar de las cul- imagen. Quien transformaba la natmaleza en una imagen no estaba entre-
turas, más importante que el gado a ella de la manera en que lo estaba el campesino, que trabajaba en
Figur& 2.6. Fo10 del puerto España, Tri nidad.
archivo técnico de las fotos, ella. Los literatos procuraban un escape en la naturaleza cuando su liber-
1932, descrita por el escritor Naipaul.
las peHculas o los museos tad en la sociedad se veía amenazada. Con esto descubrieron lugares de
donde se conservan imáge- los que lomaron posesión con su mirada y que perpetuaron en su poesía.
nes. Los lugares llevan implícitas historias muy particulares que han suce- Así su rgieron lugares de la imaginación, con los que se identificaba una
d ido en ellos: sólo por medio de éstas se han convertido en lugares dignos cultura entera. Ya por su simple nombre cultural, las montañas y las caña-
de recordar (figura 2.7). Tam bifo nosotros cargamos hislo rias en nuestro das en tre los bosques expandían el territorio del recu erdo más allá de las
interior (el contenido de nuestra historia de vida personal), mediante las viviendas y de las calles. Se trataba de Jugares a Jos que sólo se podí;1 via-
cuales hemos llegado a ser lo que somos el día de hoy. Lugares que se recuer- jar, pero en los que no se podía vivir.
dan, y personas que los recuerdan, son relaciones complementarias. La desin- La diferencia entre paisaje y vida labriega en el campo permite entre-
tegración de las culturas antiguas despoja a muchas personas del lugar veren qué medida los lugares eran determinados culturalmente como ideas
común, y con ello también de las imágenes con las que los o riundos del de lo que debe ser un lugar. Los lugares son ellos mismos imágenes que
lugar se expresaban. Pero la pérdida del lugar cultural en el que alguna vez una cultura transfiere a lugares fijos en la geografía real. La transforma-
vivieron las convierte a ellas mismas en lugares en los que las imágenes ción de una zona igu al a otras mil en la imagen de un Jugar de existencia
colectivas perviven. En épocas de cambio, la transferencia fue siempre una única se promovió en China mediante la inusual prá¡;t ica de llevar al lugar
artimaña de la naturaleza para la propagación de las especies. En los cam- en cuestión inscripciones con textos que celebraban su aspecto y explica-
bios de la historia, las culturas están sometidas a una ley similar. El nómada, ban su significado.-µ En el lugar se leía una descripción poé1ica, que se trans-
quien ya no se encuentra en fería ahí al viajante como imagen interna que se debía apreciar con los ojos
casa en ningún lugar geográ- con los que el poeta lo había descubierto largo tiempo atrás (figura 2.8).
fico, lleva en sí mismo imá- La imagen de la poesía ya no podía separarse del lugar, con lo que lo con-
genes a las que les devuelve vertía también en imagen. Los lugares en la natu raleza sólo se transforman
un lugar con una vida tem- en imagen en el espectador. No existen imágenes en la naluraleza, sino úni-
poral, o sea su propia vida. cam ente en idea y en el recuerdo.
Ciertamente, el ejercicio del Quien no tenia la posibilidad de viajar a los lugares del poeta leía al res-
recuerdo se ve amen azado pecto en descripcio nes de viajes, o los contemplaba en pinturas para des-
cuando la ficcionalización de cribir lugares que a su vez habían sido elaboradas a partir de descripciones
la realidad coloniza también (figura 1.9). Luego los veía literalmente a la distancia en la imagen en
nuestra imaginación, cuyas
Figlll1l 2.7. L J. M. Daguerre, Boulrvard du imágenes individuales y co- 3• Aug~ (1997a: ll y SS.)' 177 y SS.).
"lem ple, l'arfs, 1838, daguerrotipia. lectivas constituyen el yo. J2 S1 rashcr¡; ( 1994 ).
88 1 ANTROPOL061A DE lA IHAGEM Et LUGAR DI LAS IHAGENES 11 I 89

rollo en el nicho para imágene~ de su nos lamentamos por luga·

l hogar. Mientras que los viajeros euro-


peos presumían de las aventuras en sus
viajes, lo~ viajeros chinos conducen
res ideales, sino que anhe-
lamos los lugares induda-
bleme nte reales, capaces
directamente al lector al lugar que pre- de establecer u na ident i-
tenden recrear en su apariencia. Así, una dad. Lo imaginario y lo
cultura entera vivió de lugares soñados, real intercambian lugares.
cuyos nombres hacían fluir en el lector Soñamos con no-lugares
un verdadero torrente de imágenes. El de lugares reales, así como
"A rrecife Rojo" o el " Pabellón d e las nuestros antepasados so-

~
Orquídeas" eran lugares del recuerdo en ñaban el sueño inverso. Se
u n sentido doble. En el lugar preciso se trata de un sucri o que
reco rdaba a los viajeros que habían visto sólo puede tener aquel
1
ese lugar como siempre se seguiría q ue se ha marchado. En
viendo. Por el contrario, en casa se recor- este cambio de sentidos,
Figura 2.8 . Sants'ai Tu Hui. daba haber estado en ese lugar o haber cada lugar fijo se vincula
Trauu/o de 111scripcio11es et1 In leído acerca de él. El tiempo protegía con u n espacio ab ierto y,
p11rl'll de 1111 risco, 1609, grabado el lugar, interpon iéndose entre éste y el por o tra parte, el espacio
en madcra1 China. Figura 2.9. Chcng-Ming, Viaje a las mo11lmias,
espectador. La vivencia del lugar se daba abierto se vincula con un
1~o8. dibu¡o en tinta china, <..nina.
en un tiempo distinto, en el tiempo de lugar al que se puede lle-
los antiguos poetas. El lugar no sólo era el escenario para una vivencia gar como viajero. Como se
natural, sino también una estación de la mclancolia, pues hacia recordar advierte, un lug:ir en sentido antropológico se define de manera distinta
la p ropia transitoriedad. En los viajes se perdía una y otra vez cada lugar que un lugar geográfico o que un lugar de la historia social.
al seguir viajando, y todos los lugares del m undo al mo rir. Asl, para esta
culrura, y no sólo para ella, los lugares eran imágenes do lorosas de u na
tem poralidad ante la cual la propia vida se desvanecla. 11
Los lugares no son solamente los que habiwn los seres humanos. Pue- 4- SUEÑOS Y VIS IONllS
den ser también lugares de la imaginació n y del escape, lugares de la 11-ropla,
que como concepto encierra en si mismo una contradicción. En la tradi- Ningún ám b ito resulta tan adecuado para hablar del lugar de las imágenes
ció n grecorroma na tales lugares llevan el nomb re de Arcadia, y en la tra- que somos nosotros mismos COl11t) el caso del sueño. Los suer1 os pertene-
dición blblica el nom bre de Paraíso. A lu imagen del 111,~ar real se contra- cen a las i1rnlgcnes que el cuerpo produce sin nuestra voluntad y sin nues-
pone la del lugar imaginario, en el que todo era d iferente o donde todo habí:i tra conciencia, por medio de ese particular automat ismo al que nos entre-
sido bueno. Este tema ofrece una aproximaci6n a lo que los lugares son en gamos al dormir. Las i1mígcncs prod ucidas po r los sueños son enigmáticas,
un sentido antropológico. Aunado al deseo de pertenencia, los lugares sat b por fo q ue siem pre han dado lugar a interpretaciones. Aunque Frcud habla
faccn también el deseo de libertad. El descubrimiento del tiempo condujo del material de los sueños y de pensam ientos de los sueños, añade sin
a la intu ició n de q ue u a lugar podia perderse para siempre, aun si con- embargo que ambos se expresan "en imágenes visuales''.·4 En el sueño, los
ti1rnara existiendo. Esta perspectiva se modifica en la actualidad. Ya n o lugares y las imágenes se encuentran en relación fluctuante cuando las per-

33 Comentario.~ acerca de China con bibliogr.11lJ suplcmcnl.irlJ en Str:i-bcrg ( 1994). M Fr~ud (197i: 309 y~ y H~ y <S.), e n rdacion wn lns medios ele representación
l.n relación con el turismo en la dCtualiclacl, vcJSC Augé (19~7b). lid sueno.
90 I ANlROPOlOGIA 01 LA IMAGEN El LUGAR or LAS I MÁGE NES 11 1 91

sonas que sueñan se ub ican en lugares do nde tien en la vivencia de las una ocupació n por actos de habla.37 En consecuencia, el cuerpo es en esos
imágenes del sueño , y aun cuando ellas crean en estos lugares como imá- casos tanto lugar como medio, sin importar tampoco de dó nde proceden
genes, q ue carecen de correspondencia con el mundo real. A esto concierne, las imágenes que en él se proyectan y que son proyectadas por él. Esto ocu-
como veíamos, la topología del arte de la memoria (pp. 83-84). Si bien Freud rre sin su control, y no obstante se encuentra bajo la autoridad de recuer-
hace referencia a una " localidad" que " había visto tantas veces en sueños", dos e imágenes culturales, q ue en el proceso se vuelven independientes.
que descubrió por casualidad tiempo después en Padua, " la procedencia La visión se encuentra próxima al suei1o desde múltiples perspectivas,
de este elemento del sueño" aú n no ha sido aclarada en modo alguno.J~ y con frecuencia se recibe d uran te el sueño. En la cultura cristiana perte-
" El sueño dispone de recuerdos que son inaccesibles a la vigilia." Esto apunta nece en sentido extenso a la categorla que en la historia de las religio nes
a la estructura oculta de la memoria d e imágenes que nuestro cuerpo posee. comprende al chamanisroo y la posesión, ya que se sirve de la manifesta-
En el sueño abandonamos el cuerpo que conocemos, y sin embargo soña- ción de u n acompañante ultraterreno.l8 La visión no sólo es comparable
mos el sueño únicamente en este cuerpo. El cuerpo es el manantial de 1mes- con el sueiio en cuanto viaje (como viaje a otro mu ndo o como visita de
tras imágenes. otro mundo ), sino también en cuanto manifestación de imágen es, cuyo
Pero, ¿de dónde provienen las imágenes que cxperin1entamos en el sueño? origen y cuyo sentido requieren de una interpretación au torizada (figura
¿Son realmente imágenes pro pias nuestras? ¿Y n o son también rastros de 2.10). A d iferencia del sueño, la visió n proporcio naba al receptor, al estar
las imágenes colectivas que do minan en u na cultura. dentro de las cuales fisicarnente fuera de sí en el éxtasis, u na "revelaciónn oficial, que le hacía
se incluyen naturalmente los recuerdos? El sueño conoce (y es) un medio accesibles cosas q ue no podría haber experimentado en su mundo interno
propio del tipo particular de representación que Frcud d eno minó elabo- y con sus p ropias fuerzas. Precisamente por esto, la exp eriencia visionaria
ración del sueiio ¡TmumarbeitJ. Desde la perspectiva et no lógica. la mayo - planteaba el interrogante de si era real o solamente pretendida, de si se tra-
ria de las veces el suciio aparece como "un viaje en apariencia, que sólo existe taba entonces de u na in tervenció n extra terrena cuyo autor podia ser nom-
en el relato" q ue la persona que soñó elabo ra a partir del recuerdo de lo brado, o de simple imaginación. Sin embargo, desde ambas perspectivas,
soñado, como planlca Augé. La persona que sueña es el "aulor de sus sue- el cuerpo era entendido como lugar de las imágenes, aunque se tratara de
ños", y sin embargo el sueño lo entrega a "una imagen que él q uizá recha- imágenes de d istinta procedencia y autoridad.
zaría duran te la vigilia. El sueño plan Lea una relación problemática entre yo La d istinción entre imágenes ajenas al cuer po y p ropias del cuerpo
y mi yo'; como si se tratara de un yo múltiple.36 Augé compara el sueño, afecta también al papel que ejercía entonces el arte oficial de La Iglesia en
haciendo una sul'il d isl'inción, con una persona poseída por espíritus y ante- la experiencia con las
pasados, en el sentido de que el cuerpo habla con la voz de o tra perso na. imágenes y en el re-
En este caso, para los demás que están presentes en este trance, el poseso es cuerdo d e las imáge-
"solam enlc u n medio''. Algunas personas, ya sea que apare1.can en el sueño nes de los visionarios.
o que tomen posesión de un cuerpo, preguntan súbitamente por su iden- Si en la Edad Media se
tidad. La persona q ue sueña "se enfrenta al enigma de su propia imagen': justificaban las visio-
de lo cual puede acordarse después, mientras que el poseso no tiene nin- nes de las misticas por
guna conciencia de lo que ocurre, aunque da a conocer a los otros q uién su asombrosa semejan-
ha tomado posesión de su cuerpo en ese momento. La "actividad sim bó- za con las imágenes en
lica" que tiene lugar en el sueño y en el estado de posesión acaba con la d ua- las iglesias, al mismo
lidad simple entre realidad e im aginación: establece entre ambos términos tiempo se alentaba la
una continu idad que permile identificar una ocupaci611 múltiple del cuerpo, sospecha de que justa- Figura 2.10. F. de Zurbanln, 51111 l~1cas cnn paleta d1:
durante el sueiio una ocupació n po r imágenes, y en el estado consciente mente las imágenes de pi111or flllte la vi;ió11 del Crncifijo (d eralle).

J5 Freud (1972: 38 y s. y 41) , en relació n con memoria y localidad. )7 Augé (1997a: 67 y s.).
36 Augé (1997a: 52 y SS. y 62 y SS. ). 3R Augé (1997a: 93 y ss.) y flcnz (1969).
92 I UTROPO lOGIA Dl LA tKAGEN ll IUGAR DE lAS tMÁGfHC S 11 1 93

los altares y de la misa hubiesen proporcionado los modelos, y que en las Descartes se ocupó recurrcntemente de la imaginació n, que lo ligaba al
visiones solamenle hubieran sido recreados.JY También es posible pensar cuerpo y a su medialidad, en tanto que el aclo cognitivo del espíritu pa re-
entonces en lransposición de imágenes en ambas direcciones, como traduc- cía separarse del cuerpo. El cuerpo era un lugar de las imágenes que el joven
ción de imágenes internas en estatuas y pinluras, y también como interiori- Descartes, en 16 19, ck~pués de tener tres sueños en una misrna noche, deseó
zación privada de aquellas imágenes que las personas afectadas hubiesen vislo saber de dónde provenían y qué significaban, esperanzado de que le reve-
en el ámbito público. La misma imagen podía ser registrada en su lugar como laran su futuro camino hacia la "mar.ivillosa ciencia''. 41 Tiempo después,
una simple imagen en objeto, y al mismo tiempo transformarse en una suges· su biógrafo IJaillet encontró las anotaciones correspondientes en un cua-
tiva y activa "manifestación" que estableda una vivencia subjetiva. derno titulado Olympicn. Durante d ter,er sueño, IJescartes, todavía dor -
En su análisis del culto colonial a las imágenes, que ocasionó la rivalidad mido, se prcgunlUba "si se trataba de un sue1io o de una visión''. Se deci-
de las ó rdenes religiosas en México, Serge Gruzinski relaciona el papel de dió por el sueño, pero valorándolo con la idea dt· que la imaginació n, incluso
las imágenes oficiales con el papel de las imágenes milagrosas y del sueño en el suerío, pod ría lransmitir una percepció n de lipo particular, como
de imágenes.•º La experiencia visionaria era interpretada como prnpab'1lnda ocurre en el cjt'rcicio de la poesía. Es tkcir, que el "espíritu de la verdad"
sobre11atural para una imagen real. "El parentesco entre la visión y la ima- le había comunicado un mensaje importante a través de un medio de la
gen es en este caso muy estrecho." Los sueños de los nativos reflejaban la imaginació n, como hasta ento nces había ocurrido con el sentido de las
eslructura de las imágenes eclesiásticas. En éstas, lo que se prelendla era visiones en el ámbito religioso. En una antología de poesías que le fue mos-
hacer visible lo invisible contenido en las visiones. En las imágenes oficia- trada en el t<'rccr sueño, vio "una serie de pequeños retratos grabados en
les que brindaban para ello una síntesis, la experiencia del sueño y de la cobre': q ue, al igu,11 que lodo en este sueiio, pre tendió interpretar. Sin
visión se simulaba y al mismo tiempo se reglamentaba. Puede hablarse de embargo, "ya no necesitó aclararse nada, pues al día siguiente lo visitó un
una isometria entre la imaginación privada y el poder creador de normas pintor italiano que le proporcionó la explicació n''. No sabemos ni cómo se
de las imágenes oficiales, que encarnaban el imaginario colectivo. veían esas imágenes ni qué significaban. Pero estaban elaboradas de lal modo
Pero esta isometTía estaba siempre bajo amenaza, y era siempre una 1.0na que el pintor las podía reconocer po r el arte de su factura, y por lo tanto
en disputa. Se la protegía cuando se la vela amenazada e n el espacio público también podía interpretarlas. Con esto se establecía en el sueño una corres-
por imágenes falsas y peligrosas, prohibiendo y destruyendo tales imáge- pondencia entre la imaginación personal y un recuerdo. sobre el que Des-
nes. Al mismo tiempo, se trataba del privilegio de las imágenes "correc- cartes, ya despierto, no podía dar cuenta. En esra correspondencia, sin impor-
tas': pues la visión ponía en riesgo la autoridad de la Iglesia sobre las imá- tar cómo se haya originado, parecía levantarse el dualismo que distinguía
genes, ya que se encontraba en manos de personas privadas. C"..ontra este la verdad colectiva de los fantas mas subjetivos. Las imágenes del sueño
problema reaccionó la pintura del barroco, al proclamarse como espejo habían cruzado un umbral en el que la imaginación del soñante se revela
oficial de visiones privadas. Mediante su escenilkación teatral y alucina· como una íuente de percepción de tipo particular.
toria, despertaba en los feligreses la impresión de percibir visiones perso- En la actualidad ~e prefiere hablar de imaginario, parn contar con una figura
nales ante tales obras.•• A pesar de todas las disputas por el poder de las opuesta a lo real, que sin embargo no es sólo de pencncncia subjetiva. Es
imágenes y por el poder sobre la imaginación individual, que se expresa- una "formació n conceptual relativamente joven que ha ganado importancia
ban en el esquema dualista fisico-mental o coleclivo-personal, a las insti- cuanto más h.i aumentado el CS(Cpticismo" respecto de la definición ele ima-
tuciones se les escapó continuamente el control sobre las imágenes. F.ra ginación, capacidad imaginativa y íanlasía como actividades del sujclo." La
muy dificil mantener bajo control al cuerpo como lugar de las imágenes, imaginación quedó vinculada a una capacidad del sujeto, pero el imagina-
no solamente en el sueño y en la visión, sino también en el encuentro con rio está ligado a la conciencia, y en consecuencia también a la sociedad y
las imágenes oficiales.

.µ Adam y Tann•ry ( 19116: 179 y ss.. especialmente p¡>. 184 y s.), sobre la base de
39 Meiss (1951): Ringborn (1965: 18 y ss.), y lkhing (1981: 94, 112 y s. y 250). A. Baillcc, Vir de M. /)1'SCartes, de 1691; Scppcr ( 1996: 1 y ss., especialmemc pp. 71
40 Gruzi nski (1990: 166). y ss.), y í'..ons ( 2000: 271 ps.).
41 S1oichi1a ( 1995:passi111). 43 lscr ( 199 1: 292 y"· y 177 y .s.).
94 1 ANIROPOlOGIA DE lA IHAGEN El LU6AR DE tH !MI.GE NES 11 1 95

sus imágenes del mundo, donde pervive una hisloria colectiva de los milos. plo se distinguen el cine norteamericano y el europeo. El mundo de repre-
De esta forma, el imaginario se distingue de los productos en los que es sentación colectivo que vincula al público de cine desempeña un impor-
expresado como la base de imágenes y el acervo de imágenes comunes, a tante papel en la producción de ilusión en nombre de la realidad. Por el con-
partir de las cuales son extraídas las imágenes de ficción, y a través de las trario, lo que excita la imaginació n del espectador individual es la
cuales éstas pueden ser escenificadas. En este sentido, Wolfgang !ser incluye identificación con el ojo de la cámara. t;ta aumenta debido al contraste con
lo ficlicio y lo imaginario uentre las disposiciones antropológicas" que de la restricció n al movimiento del cuerpo en el asiento de la sala de cine. Por
todos modos sólo se concretan en interacción con u na figura reconocible. este hecho se da una "sobreexcitación de la percepción, q ue semeja estados
de alucinació n y de sueño''. La paradoja de la visita al cine consiste en que
"se vuelve a alucinar lo que al mismo tiempo podía verse ahí''. Así, la expe-
riencia del cine, aun cuando continúe sugiriendo experiencias de realidad,
5. SU P.ÑOS Y FI CCIONES EN EL C IN E es similar al estado de soñar, con esa emanación de imágenes que uno no
puede controlar, incluso cuando uno mismo parece estar produciéndolas.
Puede decirse con cierto derecho que la sala cinematográfica es un lugar En la ficción literaria del lector de_novelas se generan imágenes d istin-
público de las imágenes. Se lo procura únicamente a causa de las imáge· tas a las del cinc, pues las imágenes, en p rimer Lérmi.no, han sido produ-
nes que se proyectan contra el lienzo de la pantalla según la unidad tem- cidas por alguien más. Aquí chocan los fantasmas propios con las ficcio-
poral de la película (en el teatro la obra se representa sobre el escenario). nes antes d e que, con toda seguridad, los contaminemos entre sí.
Y no obstante, no existe ningún otro lugar en el mundo en el que el espec- Anteriormente, las imágenes de culto y las obras de arte "se ubicaban a una
tador se experimente tanto a sí m ismo como lugar de las imágenes. Sus distancia variable co n relació n al imaginario colectivo y a la ficción': donde
propias imágenes fluyen al unísono con las de la película, o éstas perma- se podía olvidar al autor, o sea al artista, aumentando con ello la cualidad
necen corno propias en el recuerdo. La pelicula existe como medio sola- de ficción. De este modo, el culto mexicano a la imagen de la Virgen de
mente para la percepción instantánea y solamente en el momento de lle- Guadalupe (figura t. 26) pudo convertirse un dla en la propia aparición
var a cabo la percepció n; significa la temporalización radical de la imagen, de la Virgen. La relación con esta imagen se volvió así tan directa y perso-
y por tanto una forma de percepción distinta. El espectador se identifica nal que el creyente verdaderamente la incorporaba a si mismo. Debido a
con una situación imaginaria, como si él m ismo participara en la imagen. esto, la reacción ante la imagen se convirtió a partir de entonces en un
Las imágenes me ntales de quien asiste al c ine no pueden distinguirse acto simbólico, que establecía un vínculo colectivo entre todos aquellos
tan claramente de las imágenes de la ficción técn ica. Incluso la proyección que se reconoclan en la m isma imagen. Al mismo tiempo, la imagen estaba
por medio del aparato correspondiente, por el que surge la ilusión cine- cargada en distintos niveles con exégesis oficiales. Las fantasías persona-
matográfica, elimina las fro nteras entre medio y percepción. De manera les que todos hadan converger en esa misma imagen se adecuaban a esta
pasiva, el medio del cine no posee forma de existencia, sino que debe ser experiencia colectiva y a una retórica compartida,"y esto funcionaba mejor
activado mediante una animación técnica, que genera la impresión en el en la medida en q ue las imágenes personales le ofrecieran mayor sus-
espectador de ~iue las inaprensibles imágenes que tluyen ante sus ojos no tento en la realidad a las experiencias colectivas y simbólicas''.4;
son o tra cosa q ue imágenes propias, que puede experimentar en la ima· En el caso de la fi cció n cinematográfica, la relación es similar, y sin
ginació n y en el sueño. embargo distinta. Incluso la ficción asumida puede servir tan adecuada-
En su lectura del teórico de cine C hristian Metz, Marc Augé atribuye al mente a los milos actuales de la sociedad, que es d ificil separarla de la rea-
cine una connotación antro po lógica, en la que se expresa la interacció n lidad, como ocurre en el cine de culto. En el cine se establece una relación
entre mundo de represen tación (ya sea privado o colectivo) y ficción.•• imaginaria entre el director y su público gracias a que entran en mutuo
"Las pelicuJas no consisten de ficción pura. Más bien sugieren un espacio contacto distintos m undos personales d e ideas, y, no obstante, éstos se
común, una historia común y una visió n del mundo': en la que po r ejem- superponen en la autosugestión del espectador. Augé habla de u na "co in-

44 Au¡;é ( 1997a: 132 y ss., " Le stadc de l'écr<111") y Mct·l (1997). <IS Aug(· ( 1997:1: 147 ys>.).
96 I ANfRO POLOGIA DE lA IMAGE N El LUGAR DE l A\ IMAGFHES 11 1 97

cide ncia de imágenes" que empieza a suscitarse cuando el espectador com- Las salas c inematog ráficas fueron construidas como teatros para u na
parte sus imágenes con alguien más y las resocializa, sin para ello lener que nueva forma de inlcrpretació n d e la ilusión. En una conocida serie reali-
salir de sí m ismo (figura 2.11). Esta experiencia plantea un modo de enten- zada por el fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto hace m ás de vúnte a fios,
der la ficción en e l que la "mirada sobre Jo real no se mezcla con lo real''. 4'' cines vacíos en los Estados Unidos se transforma n e n una metáfora. Al u-
Puede alladirse que en la oscuridad de la proyección, la perspectiva colec- den a l canícte r efímero de las imáge nes a las que nos e n t regamos en la jaula
tiva de la película se convierte e n la vivencia pe rsonal de cada individuo, de la pe rcepción y Ja imaginació n.47 La mi rada es atraída por la pan ta lla,
que se e ncue ntra dentro de la comunidad, y sin embargo está consigo y a relumb ran te pero vacía, sobre la que se p royectó una pe lícula completa
solas. En las salas cinematográficas pervive la cultu ra burguesa del teatro, mie nlras Sugirno to dejaba abierta su cáma ra, sin haber dejado ninguna
pero el cinc, mediante técnicas como las tomas mo numentales, hace que huella en la fotografía, más que ,la simple luz ( fi guras 2.12 y 2. 13). En con-
desaparezca e l espacio común en el que se a_rticula un público activo, y des- trapos ic ión, se advie rten rastros d e las imágenes de la película en las pare-
tru ye c ua lq uier posible relación analógica (escena rio y espacio para el des y en e l mobiliario de la sala donde fueron proyectadas. En vez de tras-
público) por medio de la ficción de un lugar o d e una a usencia d e l.uga r, ladarnos a los lugares fi ctic ios de la pel ícula, éstos, ju n to con el caudal de
con la que el espectador es lanzado de vuelta a sí mismo y a sus propias luz que atraviesa la sala, van deja ndo reflejos fantasmales e n la oscuridad,
imágenes. Dentro de u n espacio público, el espectador vive u na especie que no son adver ti.dos por el espectador en e l cine, puesto que ya se ha o lvi-
de alucinación o suefio, donde la experiencia convencional de tiempo y dado del lugar en el que se e ncuenlra. Con una di rección fotográfica infa-
espacio se libera y se vive ncia, a pesar del entorno público, exclusiva- lible me n te subvers iva, Sug imoto invierte la s ituación c inemalográfica d e
mente como lugar de las imágenes. t:al modo que es posible fotogra fi arla, mientras que todo e l movimie nto
quedó congci<ldo en una estática imagen para el recuerdo. Al colapsar el
tiempo c inematográfico, la pantalla vacía s imboliza tan lo la suma de todas
las imágenes de c inc posibles, como tambié n su vacuidad y su intercanjca -
bilidad, pues horra las películas que Sug imoto tuvo fre n te a la cámara en
el estoico ritual de sus sesiones en el cinc. Ya no es posible d istinguir el todo
de la nada. La secuencia cinematográfica de luga res se desvanece en el lugar
real en el que se proyectan las películas. El espacio con la venta na e pifü-
nica a l mundo, en el que e n realidad aparecen únicamenle imágenes del
mundo, evoca la camera obscum que somos cuando e n el arm azón d e nues-
tro c uerpo contemplamos imágenes que nosotros mismos proyectamos
a l m undo. La sala d e cine está vacía, y las imágenes encue ntra n su lugar
en e.l espec tador, cuyas imágenes no puede fotogra fiar Sugimoto.
La luz para las tomas de Sugimo to permanece a partir de una película
invisible que fue proyectada e n el espacio visible. Tiempo y espacio ha n
s ido inte rcambiados. El tiempo cinematográ fico desaparece e n la foto-
grafía, que invariablemente p uede compre nde r solame nte un luga r, a l
que transforma luego e n u na imagen perenne. La onto log[a de la fotogra -
lla, a la que a lgu na vez se re firió André Bazin, d esaparece, pues sólo pode-
mos ver el espacio que Sugimoto enseña como im agen y en image n. El
Figura 2.11. Alain Resna is, toma fija de Hiroslúm!I, mon r1111011r.
47 Cf. la bibliograHa de ta nola 62 del ensayo "La imagen del cuerpo co mo imagen
dd ser humano", <1sí wmo Kellein (1995: 30 )' ss.); H;ilpert ( 1994: 51 y ss.), y Belting
•16 Augé (1997a: 1;0). ( 2ooob) .
98 1 ANI ROPO LOG IA DE l 4 I M~GEN El lUG AR 01 LAS IMA GUIES 11 1 99

Figura 2.12. 1liroshi Sugimoto, Rc¡1cncy, San Franci,w, fotngralla de 1:1 ;cric /11trrit11 Figura 2.13. l liro>hi Sugimoto, l\11rd , l(ichmond, fotogr.1f'ia tk l.1~cric lnterívr
tl1ct11er>. 1992. tlientrrs, 199 ¡,

1iernpo durmicnlc que se ha estabkcido en los espacios intcriom. di~uel v< preci,aml'ntc lue construid,1. Ni siq11iera es nece,ariu acomodar la pbtca
el tiempo lineal de la película y lo transforma en el 1·iempo del rec uerdo para la , iguicn tc runcion. Una ve~ que todos han ocupado sus asientos, d
propio de 1,1 fologra fid. Sim plcm c·ntc no podem os ver que en el tiempo p úblico se s u1 ncrgt" dunrntt' dos huras en un caud;il de imágenes, de la,
de exposición de Sugimo to se reproduce el tiempo de proyección de una que dc,picrta como ck un Sttt' no ,11 abandonar d lug.1r, donde }'ª 110 lt .t)'
película completa. Y además de esto te nemos la diversidad de los espacio' nada mns que hacer. El tca1ro de la ilusión vive del público de cinc qlll· w
en los que Sugimoto realizó Sll> fotografías. Esta d iversidad se plantea en la misma película, r no ohstanle tiene una vivencia diferellte. Si bien la cxpe-
aguda ..:ont rndicción con la pa ntalla, que aparece en todos lados igualmente rirncia cinematográfica se ejercita de manera colectiva, el individuo con-
blanca, a pesar de que en ella e n el trnnscurso de In película las imágenc> vkrtc las i1mígcnc:s fílmicas en propins. La interacci6n ent re cuerpo)" medio,
combatieron entre sf hasta la fuga. A su vez, en estos casos los espacios cine- énlre imaginllción y ficción, no pl1cck reducirse en nucst ro caso a un esquema
matográficos h;1n sido construidos ~iguicndo el modelo de l o~ espacios t(\l dualista en d que las imágenes mentales r las mcdi<1lcs se corresponcbn.
trales europeo~, en los que tu vieron lugar espectácu los de naturaleza com )ean- Llll Godard pro pordonó una abrumadora prueba al respccto, ;il
pletamente distinta: Con esta mirada rel rospectiva, Sugimoto extiende l.1 filmar una película de ocho horas de duración con el 1itulo ln(s) liistorin(s)
historia de la obra escénica más allá de las fronteras de los medios. Desde del cine'" (figuras 2.14 y 2.15). La h istoria del cinc const.i de todas las histo-
su perspectiv,1, In historia moderna de las técnicas y del progreso se redut<" rias cinematográficas que hemo~ visto en el transcurso de nuestra> vid.is.
hasta las dimensiones de una h i,loria de la ilusi6 n. ~Stas han permanecido unidas a las imágenes que vuelven al ser recordad,1s,
Las fotografías que muestran un lugar de las inuígcncs vado traen .1 l.i
rn ncienci:1, de manera verd.1deramcnte d olorosa, n1:í 11 poco es conmo 18 l-1s citos prou'>lcll <k 11n ,1 LOll\l('l'l>o1CÍ<Hl de 11. Aclti11g l'11n ¡\, Rúnlld {fr sii:.-lt'
vida o tran~form.1da la sala d..: <:i1w real por todas las i111.'1gcnes para las q ue <11• J. / . C:wl11rtl, N1)N flü V".).
100 I A NfR O P OLOGI~ DE LA IMAG EN Cl l. U6 AR DE LAI I MA GENf S 11 1 10 1

y que sin embargo siem - que el recuerdo común de algunas imágenes?" Pero también existen "nues-
pre desaparecen. Ya no es tras h is torias de vicia personales, en las que el cine se m ezcla con la vida''.
posible decir con certeza a El imagi nari.o colect ivo que ya sólo dificil mente podemos distinguir del
qué película pertenecen, y imaginario personal se ha empapado del material de im<ígencs que hemos
no obstante son identifi- experim entado e n la fi cción, y por lo tanto también en el. cine. Godard
cadas en el juego libre de nos recuerda q ue también asociamos las imágenes con otras etapas de nues-
una rir> comhinrnoria que tra vida. Pno no mezcla solamente imágenes de películas viejas con fotos
Godard lleva a cabo con que documenta n la historia (¿acaso en la mayoría d e los casos no vivimos
este material de recuerdo. la historia, incluso com o contemporáneos, ún icamente en imagen?), sino
Así, las imágenes de pelí- que intercala pinturas de disti ntos siglos con la misma libertad que las citas
c ulas se m ezclan con un cinematográficas, con lo cual considera igualmente las obras de los museos
Figura 2 .14. J. L Godard, toma lija de llistoire(s)
material d ocum ental de corno imágenes de su propio rcrnerdo.
dieá11.énrn. viejas revis tas semanales,
lo que hace que contJuyan
en el recuerdo la ficción y la historia re<1!. En nuestra memoria se han acu-
mulado imágenes que llevan en sí mismas la huella temporal de una situa- 6. ESPACIOS V IRTUA LES Y NU EVOS SliEÑOS
ción histó rica, aun cuando hayan surgido en la ficción de la cinematogra-
lla. Ya no nos es posible distinguir si nos acordamos en imágenes o de imágenes ! lace mucho q ue el cinc se convi rtió en un medio clásico, al que en retros-
que han encontrado su lugar en nuestra rnemoria. A partir del viejo ma te- pectiva consideramos con una renaciente y melancólica curiosidad. La Tv,
r ial cinematográfico que él com en ta como narrador por medio de una d video y las imágenes del mundo virtual, que com o submedios se asien-
máqui na de escribir, Goda n l ha creado un museo i11111ginario del cine, en el tan primeramente en el cine, convirtiéndolo en un medio para el recuerdo,
sentido d~, André Malraux. Pero asimismo ha propuesto un palimpsesto de 111odifte<111 la distri bución de ro les entre imaginación y ficció n en el viejo
imágenes que "es comparable al palimpsesto en la sedime ntación de nues- teatro de las imágcnc.>. Augé ve en la ficcionalización del mu ndo el desen-
tra m emoria de imágenes y ta mbién en la rcu'I il.ización del material''. cadenamiento de una "guerra de los sueiios''. 50 Los suefíos y Jos mitos se
En un comentario sobre esta pclícu!J, 1'\L1gé habla d e la "pantalla de la encuentra n amena7.ados por una "ftcción total" que usurpa asimism o las
m em oria".4' La mernori~ imágenes privadas y se infiltra en los mitos colectivos.5' ¿Podemos en ten-

ffi~IMtl ~~ 1:~,
"mezcla las historias: aque- dernos aú n en la era de la tecnoficción )'la ciberutopía con la misma cer-
llas que hemos vivid o, r teza de siempre como lugar de las imágenes? ¿Nos pertenecen todavía las
aq uellas que nos conta· imágenes con las que vivimos' ¿O la fkcionalización del mu ndo se encuen-
. > rnos mutuam ente", y .1 tra en p roceso de apoderarse de las imágenes del )'O?

111~~
éstas pertenecen tambié n En la actualidad, no sólo a umen ta el espacio de las im;ígeu cs con rela-
las películas, por ejemplu ción al espacio del mundo donde se vive, sino que las imágenes ocupan
los filmes en blanco y lamb ién un espacio fundamentalm en te d istinto, u na heterotopía e n el
G, negro, de cuya época al- ~c nt ido de Foucault ( p. 85). Con u n pathos tecnológico, pro m eten la libe-
gu nos rod avía nos acor ración de la referencia al mundo real. Sin embargo, no ab ren ningún acceso
Figura 2.15. J. 1.. Godard, roma fija de Histoire(s) damos." ¿()ué caracteriza u un más alhí de las imágenes en el q ue nuestros co nceptos p or fue rza
du tinénw. a una generació n mejur resulten inválidos, sino que simplemente amplían el un iverso d e las imá-

~r¡ 1\ sl se 1i1ula el lib ro de Augé de 1997,L


49 Augé en l.e sii'de de/. L. Cod1ml (1998: 8J )' s.). ~ 1 Augé ( 1997;1: t )) )' " ·J.
102 ANI ROPO LOG IA or LA I MAGE N ll lUGAR Dl lAl IMAGEHfl l t 1 103

genes, q ue de todos modos se extiende 111;\s allá de 1111e;;tra propia expe- crecen las capas de la producción interna de im;\gcnt"s, entre las que con-
riencia corporal sin importar q ué las haya mot ivado. Si bien en la actua- tinuamente podemos discernir cuáles son propias.
lidad la necesidad de reproducción entre el mundo de las cosas y los cuer- Algo comparable ocum: en el ámbito intercultural. De ningi'.111 modo
pos y un mundo de imágen.::s ha decaído de manern 1mís determ inante t'S tm hecho dcfiniti~·o el qul' ;1 largo plazo la exportación occidental de
que nunca, conviene recordar, sin embargo, que este hecho no significa medios de la imagen uniformiza rá mundhilmcnte el imaginario colec-
la única ley de la elaboración de imágenes. El concep10 general de 11ir111n/ tivo. M5 s bien, aún per~istt' la experiencia de tradiciones de imagl'n loca-
realiry ( VR), al q ue alternadamente se condena o se celebra, ocultad hecho les qul\ bajo la fornw de una contra-asimilación, se impondrfo c,1d.1 vez
de que también en <.:Ste caso se trata de imágenes, así se trate d E'. imágenes más a los med ios globaks. Si bien por d momen to 11 0 se puede enta blar
interactivas con una nueva autoridad tecnológica de l:i ficc ión. Así, pues, todavía uJ1 debotc al respecto, se difu nden, mientras 1a11to, las sonp opern
tampoco se jus tifica hablar de "im:ígenes virtuales': porque ya no se t ra- norteamericanas incluso en los barrios marginales del tercer mundo. Los
taría de imágenes como fa, prod uc idas en los medios, sino de m1c·stras iclemedios modernos llevan el mundo de propaganda de los productores
prop k1.~ im <ígcncs, tan inasibles. Por el contrnrio, es posible hablar de im,\- capitalistas a las c:1sas de todo el mundo. Sin embargo, el acceso a internet
gene.> de un mundo virt ual, si con dJo cntende1m>.> un mundo que t'xiste y a otras formas de participación tecnológica inicia un movi miento de opo-
únicamente en imageues. sición a la uniformización mundial de las imágenes, que pone nuevamente
lSiguen vincu l.idns tales im:lgcnt's a un l'Spectador, en quien cncuent ra n en juego el imaginario en su sentido cultural específico.
su IL1gar viviente? Quien nicgut: esta pregunta se ubica ya de antemano l'll El video se ofrece para un empleo personal, que en países del lcrcer
una tradición a ntigua. Dt' m anera recurrente, los seres humanos pierden mundo ya ha dado lugar a formas nuevas en el ámbito de Jas imágenes de
el concepto de sí mismos, o temen perderlo cuando •e ven obligados a con- bodas o de cadávert•s, como lo demostró hace poco el eje mplo de la India.~'
front :1r nucvns formas de percepción. Los domina Ja i.ka de convertirse o La cámara de video coloca en imag1m al propio espectador, como ya lo
haberse convert·ido t'n una especie dife rente al tcnt'r frente a los ojos inrn- había hecho el aparnto fotográfico. Pero, i1di fe renda d<.: éste, invita <l comu-
genrs de un tipo completamente distinto, y a nuncian con cn tus ia~mo o nicarse con otros a través de e~te medio. o a obse1-varse a uno mismo en
tristcla d fi n de la humanidad. Por motivo.> similares, en la ;ictualidacl ~e él. Esta pra:us se lleva a cabo ya como tópico en pelicula~. cuando parejas
cstñ dispuesto a confundir rápidamente los ~on ceptos de lo imagin;1rio y se comunic;m sus sentimientos a través de grabaciones l'fl vivo, o proycc-
lo fi cticio cada ve1 que se menciona la V I{. l.a fi cció n popular se ha rn11 tándose mulu<1mt•nte. Así se cstablece en 111a11os privadas un medio de la
vertido en la ímic.1 compet ido ra de las nu.:vas tccnolog1as, mientras que presencia que )'ª no está restri ngido al antiguo eMatus de un medio del
lo imnginario qucd.1<.:n el munc.lo ck ideas del usuario, donde la ficción recuerdo, y que tampoco está supeditado al salto tempo ral que anterior-
obtil'nc su reconocido estatus y pronto lo vuelve a perder. mente separaban todas las im;lge11cs de su espectado r. t.::n1re la prest•ncia
La producción de lo imaginario está supeditada a un proceso 'ocial, por en la imagen y la presencia fuera de la imagen aparecen [nterfen:ncias
d io la ficción no ocupa necesa riamente el lugar de lo 11rn1ginario. E.! pro cuando el medio video no se usa sólo para grabaciones, sino también como
pio Aug1\ quien afirma esto, 1icne que admitir que"una imagen no plll.'dc juego formal de la autorrcprcscntación. Aqui se incluye también su capa-
ser otra cusa que una imagen. El poder qm· recibe vive únicamente del cidad para el alnlílcenamientu y la reu tili~aci6n de ma1crial en imágenes
poder que nosotros le Olorgamos''.;> Este ''nosotros", sin embargo, no C'> ya existente, o sea Lodo aquello de lo que ca r<.:cc la fotografía y su tiempo
en modo alguno tan anónimo como para que d "yo" se ex-tinga en ~l. Mas irrepetible. Nos t'S posible utilizar y manipular el medio como una próte-
bien , el individuo "procesa·: parn l'mplear un termino de la técnica mcdi,il, sis de nuestra memo ria de imágenes. De este modo, también se moditica
el nrntcrial colect ivo de imágenes del imaginario según las necesidades dl' el estal~s de la imagen. Entre la percepció n pasiva del motivo y su cons-
su imaginació n personal. A este respecto encuentra en d campo de im,1 lrucción activa, se genera n para el usuario nuevas relaciones que predes-
genes electrónicas una cierra resonancia, pues ahí se le ofrece, de algun tinan al video a ser un medio de la imaginac ión.
modo, un libre trato con el 111a1crial de i111ágcnrs cxü.tcnte. LJe l'sle modio,

51 l'in11ey ( 1997: PhJ


104 1 ANIROPOLOGIA DE LA IMAGEN U lUGAR DE LAS IHÁGfNES 11 I 105

El arle contemporáneo se establece ya desde hilcc tiempo en d :í111hi10 rec-


nológico, para crear con su ayuda imágenes rncntale!> e im:í¡:cnes de recuerdo
que se ofrecen como citas <l nuestra memoria de i1migcncs. Un conocido
ejemplo proviene del pintor norteamericano David llced, con quien Arthur
C. Oanlo pre~cntó su libro Aftt'rthl'e11d ofnrt (figura 2.16).H Se lrnla de una
fornrnci(i n híbrida con los medios pin1ura. pclicula. vidcodi p e instalacio11,
lo~ cuales csllín intercalados recíprocarncnlc de mancr:i 1.111 ní1ida. que
libcn1n en el cspec1ador imágenes de fantasías y rC'~uerdo~ que .!l mismo
parece poseer. Dejemos que Reed hable al respcdo. Cuando en 1992 expe-
rimen tó en San Francisco con imágenes dígí1<1lc.:s, se •·nlCró de que el lugar
de la exposición "se encontraba a unas cuanlas cuadr;1s de dis1anci;1 de la
casa" en la que Alfrcd Hi1chmck había fi lmado en 1958 escenas de su pelí-
cula Vértigo." A co11 1ínm1ción. diseñó "una i11s1;1l adó 11que 1·cprc~c11 1a una
rt'11111ke ck la habilación de )11dy en el hotel Empi 1·c''. En In instalación cuelga
un:i pi11111rn d.: Rccd sobre la copia de la cama de Judy, mienlrns que junl1\
a ésrn ~e reproduce en vídeo la vieja escena de la película. En d (aHílogo,
"coloqué mi pinmra en u na imagen fija de la película''. con el fi n de borrm
1 los planos temporales. En un videoclip postl-rior ~u rge una amalgama ya
~ inseparable hecha de cinc, video y pintura, sobre la cual el c~pcclador pro- Fll\ll'll2.16. Oavid Re<:d, \l,·mgo.199,} (n>I. Go.:1z, Munich ).
yecta sus propias imágenes al prclcnder deslilarl:is a parl ir de la obra. Al final
fü:(•d tuvo el deseo de exponer en lo :.ucc~ivo sus pi ntunis l!nicamcn1e en una libertad de comunicación irrcs1ricta en la que los usuarios se sientt·n
"hal.>i1acionl-:. ficticia:." similares, motivando en los espectadores una mirada wmo seres recién nacidos. Ahí e111plc:i11 "máscaras digitales" o "rostros
qu<' contradijera la siluación en una galería. Es evidente que siguen siendo rcfoccionados", detrás de los c uales ncen que cambian su identid ad. El
habiiacioncs distin las. pero son capaces de despcrlar asociaciones que y.1 dberespacio " pone :i d isposición del juego de la imaginació n un lugar
no son propias de una obra pictórica, sino de un mundo de imágenes rnti •cguro", en el que los particip:inles juegan con u n yo distin to de aquel con
clíano. Ln experiencia de la representación ya no aparece ligada aqul al carác l'I que pueden hacerlo en el mundo físko (figura 2.17)."
1er de obra de arle, sino que se apodera de la fanlasía personal, parn la cual En la .novela Neuro1111111cer, en la que ya en 1984 WiJli,1111 Gil.>son cmplea
Rccd ha establecido un lugar privado en la ficción artística. 1·l 1érmino ciherespncin, el héroi: se conecta ":i una deck d e cilwrespacio
La cucslió n acerca de aquel lugar de las i111nge11es con d que hemos iclcn 1onvencional que proyeclaba su rond rnci<I incorpórea en la alucinación
liÍlcado aquí el cuerpo viviente no se resuelve, sin embargo, en el arle. St• 1lc retlejos de la Matriz"Y La clave , e cncucnlra aquí en la "conciencia
v11elve rm\s crílica en las ins1;1ncías do nde la realidad virl ual ex pande ninn ln..:orpórea". Con esta experie11.:i:1 retorna In antigua sensación del "éxta-
1í1a1íva y cualí1ativa111cnte sus espacios con la cxplosió n de i111ernc1 y con m''. en la que ti propio cuerpo produce la impresión de haber abando-
h1 medición del ciberespacio. Los in1érprc1es divergen, como lo muesl ra n.1do el cuerpo. Tambii:n l;is crónicas acerca del ciberespacio descri ben
M . Wertheim en su repaso del estado de la cuestión, en torno de la pre l.1 Impresión d e u na in111cr:.i6n con un nuevo )'O en un mundo dl' mcla-
gunta de si nuestra imaginación es engullida por estos espacios, o si en dio~ 1norfosis.,ílirnítadas, 111ie111rns que el rncrpo pcrm:inece en un mundo apá-
ob1ienc una nueva libertad.' 6 En b "red" se ahren espacios de fo nlasb ) 11rn. La identidad se enliende en la época de internet como una simple
ll(ll ió n, lodil vez que se ha desconcct:1do al CUt'rpo como lugar de la iden-

54 D.11110 (1997: x1 y ss., y la imagen en la ponada).


>> C.11alogo de la exposición Fotogm{ir 1111d1 da Fotogmfic ( Ro11cr l •9')5: .101 I). \ ? W1·r1hti111 ( 191/9: 21~)
Sii Wcrlhcim ( 1999: 223 y ss.). '111 C:ib,011 (2000: 1.1 ) < 1 W1·11lw1111 (19')9· l5 y H••) "· ).
106 1 ANlROPOlOGIA ilE lA I HAG l~ fl LUGAR Dl lA~ IHAGENEI 11 H>7

tidaJ.'" No obstante, e~10 en encontrar J comp;1 ne ro~ de 'i.1je de la imagin.1dón. Aun cuando lo~
no es m.ls que una anlt otros no l'Sten frente a l.1 comput.1dor,1, todos ~e enLuent ran en un 110-/11gar
gua experiencia con l.1 rnmún, cuy.i comunidad 111cré111cnt,1 1odan.1 más la ilusión de n.-alidJd
imagl·n. L.1~ imágenes Je-. de un modo 4ue >'ªno puede ...:1 Jlc.1111.1do en IJ totidianeidad soci<1l. L.1
prenden en cierro mod11 rnmunicación como acto rnke1ivo e~ nHi~ importante que sus contenidos,
la mir;id.1 del cuerpo. 1 pues genera la impresión ¡k ohll' ncr una cxist.:nda soci,il que ha dejado
conducen .1 l.1concicnu,1 de estar ligada J lugares n.. ko,. Pero c>ta existend.1 C\ una existencia ima-
a un lug.H imagin.irio h.1 ginaria, pue) unicamente e' ¡w~ibln·n imagen. En l.1 pintur.1, )' aw1 inclu~n
ci.1 donde el cuerpo 1111 rn el cinc, d cspeuaclor se Cll<Ont rab.1 a sulas con MI imaginación. Po r el
puede ~egu i rla. La imag1 rnntrario, en lo' medio' intera( tivo' '<' in1ercamh1.1 con otros que puc-
Figura 2.17. Avarnrcs en la ciberciudad de Alph.i nación C> lil mbién en c\h' 1lcn tanto d.1r ala.. rnmo p.1rali1.1r 1o11 fo11t.1>Í<1. L.1 intcrac1ividad es una nm·va
World (tomado de Wcrtheim, 1999). c:1so u n:i :u;1ividad corpn perversió n de la re en la imagen.
ral c11<1 ndo neutraliza l.1 Los imµulsos rdigiosus cun los que en b actu<11id,1d se carga cada ve~
sensación del cuerpo. Con las nuevas tecnologías, el cuerpo se conviert1 más la ternoficció n son IJ 111.ir~.1 indudable de 1111.1 im.1ginación privnda,
en mayor medida en un verdadero lugar de las i111t\gencs, ya que ahora s6l11 pues reflejan una experiencia de pádida que ha sufrido el individuo en el
se encuentra a gusto en imágenes con la~ q ue se comunic;1 con el mund11 Imaginario rnlcctivo }'su co111crd.ili1.1uon. Las idc.1>del "alma" inmort.11
o con o tros mundos. r incorpórc.1 dc ,mtc~ ~e apropian (•n 1.1 .1c111.ilidad lk un "doble [Doppd
Pero la discusió n sobre la> imagencs admite l.1 objc..ión <k que en inl.:1 J:ll11gcrJ virt u:il" que vive en el cihc·rcsp.1cio. !~egresan recuerdos del l~l"tmto
nct la> pcrson.1~ están represen ladas antes por textos, y a veces por voz, qm 1/1• Dorin11 Gmyde Osear \Vildc t u.111do la ciheru1opi;1 promete una in mor·
en imagen. A pesar Je esto, la~ parejas en los c/1111- nit1111s ~fo rman mutu.1 t.1lídad en l.1 red. Si aquí la rne,tmn e~ l'll lomo de un.1 "etemidad digitJI"
mente una imagen del otro. l la ocurrido que el co111actu .1 trJvés de 1111~ 1 1¡11e pueck· ~cr programada t:n l.t • re1l': e~tc clc~co <" simil.1r .il del intcrcam-
nel termine en un drama cuando la~ pJrejas se conocen pcr~on.llnwnt1 1110 entre cuerpo e imagen. algo {jt1e habrn ocurrido p en el culto a los
(tal vez.debcríamo> decir corporJlm.:nte) y comprucb.111 que se h.111 hedw muertos de la~ culturJs m.1~ pri m i11va~ (p. 177). La encarnación en im.1-
del otro un,1 f,1lsa imagen (tal veL deberíamos decir un.1 simple im.1g.:11 lll'll es un tópico dc>dc la pcr~pcct iv,1 antropológica, pues permite idcnti
medial). fa sabido que nuestrns im:\gencs mentak~ se tlé~pl icgan con m.I}'" hi:or el in tenlo de 1ras pasar en irn.1gen la, fronter.1s de licmpo y espacio, a
libertad en l.1 medida en que estén menos limitadas por im.1gcncs f1sic.1' " I~'> que está ;ometido el cuerpo vivo. lhmhién l'n el mundo virtual de la
visibles: justamellle aquí podríamo~ advertir una ley general par.i l.1 int.:1 111 1ualidad parce<' que las imagcncs pcrm.mcccn ligad.is al cuerpo, de manera
acción entre las i1mígcnes internas y cxt<·m~. Pero la kndcnci.1a la imJgt•11 1¡11c conlinüa ju>l t lic.índo~c h,1hl.1r de un lugnr dr /11s i1111ígr11e.> vivo.
visible auml'llta mient ra~ tanto también en la red. Exi>ten yJ fa mosos e,._.,.
judiciales ¡k personas privadns qul' pt·rmiten qlli: se l.1s vigile durantc • 1
horas por una videocámara que t ransm i l~ sus i111d¡;l'ncs en la red. ProLnl1
micnlos recientemente dcs<1rrolladm prometen un fu tum en el qm\ por v1.1 '
clec1r6nicas,"tendrá lugárel intcrc.1mbio de video~ en tiempo real clllrc 1.•1...1
y casa~ y por el momento los visit.mtl:l. de la ciberciud.1d Alpha World"'"
animados como "Avatares" (p. 137) que encarnan ,1 lo~ u~11.1 r ios de IJ red
La difen:ncia con la oferta de im.lgenes de los medios antiguos con'"h
sobre todo én la experiencia de no es1ar solo en un mundo imaginario. ,11111

'i\I Turklc ( 1995).


60 Wcnhcim (1999: >9 y».).
3
La imagen del cuerpo
corno imagen del ser humano.
Una representación en crisis

l..i imag,•n del ~er humano y l.1i111.1gen del cuerpo cM.\n m¡Ís rdacionada!.
e111re s1o(•lo que quieren admi1ir l.1~ tl·onas actuales\.Un indicio que ddat;1
cMo es qm: el n·clJmo poi In pérdid.1 de lo humano ~e da simult;Ín('a
mente con el rcd~mo por la pérdida del cucrpo_.~c e11tablcce aquí una pecu
h.1r unanimidad, puc5'..!}0> encontramos también en proceso de perder la
imagen del ~ r humano, ,1sí como hemos dejado de tener una imagen ele
nuestro cuerpo a p.1rtir tk l.1 <.u.1l .1un nos sea po.ible ponernos de acucrd11;J
"m embargo. ~e impone la prl'guntJ ele que significa imagen desde cada
1111J de las perspcoivas.f.ntenclcmo11 la imagen cid ser humano como meta-
tora pard t·xpresar una idcn de lo humano: una idea que ya no encuentra
ningún conscn110 después de l.1 ca 1da del cristi<1nis1110 como cultura con
1luctora. y a pesar de incont.1hk• nuevas dcfinicionc11 por parte de las hu111.1-
n1Jades en la forma como l.1> conocemos hasta hoy.:lEn el debate en lo'
ht.1dos Unidos en tornl• de una cult ura de lo "poM-hu1mmo", la cuestión
~lcrca de la imagen cid ser humano se plantea ya como un anacron ismo.'
Pero, ¿es posible redudr el rncrpo a una imagen? l.o hacemos en cuant11
11111pcza111os ;1 hablar del cuerpo cada vci que 1·ccurrimos a imágenes. No
11l.~1 a ntc, Cllanto más investigan el cuerpo la biología, b genética y l¡1s den-
,,~~ neurológicas, menos Sl' nos ofrece éste como una imagen de fuertl'
1.1rga sim hólica.¿renemo~ ya en perspect iva la tcnt.1ci6n ele crear un nuevo
" '' humano, lo que no ~ólo 11ignit1ca educar a un nuevo ser humano, sino
1.1111bién.:nvcntar un cuerpo nul'VO,; Pero esta tentación, por su parte. e~
1111.1 maniícsrnción del hecho <k que ¿iemos separado el cuerpo de la ima-

1 l tJ) I<> ( 19yy). \lcJ>e IJmhocn d c.11.1lvgo de IJ CXp<hitivn Pos1/11111m11 (Hamburgo,


l'l'/2).
110 I A~TROPOLOGIA DE lA I HA&E~ IA IMAGE N DI íUfRPO CO MO IHA~l H Oll SlR HUMA NO 1 111

gen Lradicion.ll del ser humano._) cu.mdo h.1blo d(' 1111.1¡.:l'll no 111c rciieru también posee u na imagen de '1 mbmo, a l.1 que puede controlar en el
,of.lmenrc a un concepto. De lo conlr.1riu, en tanto oen11lilo del arte. no ~pejo. De ,1cucrdo con D.111to, l,1 "repn~'ent.1c1ón" pertenece a ~nuestra
tcndna ningun da.;-,ho a ocup.1r111c del J\Unto. ~ 1,\\ h1cn, h.1hl11 de 1rnJ l"!lencia. Somo) 1·11s rcprm'>l'11/1111;'.' IA1 moda en el ve~tir seria el caso mas
gen en un wntido ~u m.1me11 le p.1lp.1hlc.¡! o~ 'ere' hum.1n11' eiJb11r,1ron •imple p.1r.1 h.1blar ;obre c~t..- 1c111.1. 'l.11nh1cn corrc~ponde al gesto de l.1
im;igcnc~ de" mi,mos desde mucho .rnte' de q ue come111.ir.111 a c..crihn encarnación. l..1 \c,1i111cnt,1 ;e refi,•1c mcnos <11 cuerpo que a la per,ona
~nhr(' ~1 mi,1110~1 l.ista la imencion dd ~btcma Kud.1k ( \(111flrt'S$ 1/11' /1111 ljUC por medio de ella nmdillt..1 'u im.1gen. Si n cm bJrgo, toda encarna
11111. 11111111•1• dn //n• rcsl), hace ma~ d,· ciln ann,, e~1t1 h.1h1.1,ido pri' ilc¡pn .ión sigue e\t,mclo tan b.1~ad,1 c11 l.1 prc,cncia del cuerpo, que en el deba le
de 10' crc.1dore-. profesionales J e im.1g('m:>; '1n cmb.1r¡.:11, u1 l.1 .1uu.1hd.1,I utópico ,1cnca de u n cs1 ,11u~ de lo "pm1-humano" >e plantea de antemano
,,.,, fotograti.1111os y lihm1mo~ unm .1 otro' dc~dc l.1 u111.1 h.1, t.1 la tumh.1 l.i demand.1 ck que el cuerpo n.11 ur.11,e,1 rcemph11,1do por un nuevo "s"-
( ad.1 vc1 que .1parccen persona~ en 1111.1 im.1gcn, se ,·~t.1n 1l'prc,cntnml11 tcma de 'opo1 tc par<i la mcnll•: donde por lo menos todavía se presupone
rnnpus"LPur lo t;1nto, también las i111.1¡.:cncs de est.1 n.11ur,1kw pusl·en u11 la exislencia ck una "m ente" con pr<•lc11\ iones de enrnrnarsc.•
~c nt ido 1111.:t.il(íricn: 11111es1m11 ciwrpos, pero sig11ifirn11 ¡wr$011r1;:;_¡ En los 111t?d 1os acLUalcs. lo' cuerpos m:111ipul.111 a , us espectadores: se
\lo oh,1.111tc, en la actualidad lm proccdimil'.n to~ pa ra l,1oh1e11...ió11 lk muestran L(lnH1 n1crpo; ¿,. 1111.1 bclk1.1 '>obrchu111.11w. o bien como cuer
1m.1gcncs e n h1\ ciencia; natu rak~. q m· gcncra11 1111.11-\enc' t<'cnic.1\ Jcl pos vir tuales, que h.111 .1bJ ndonado l." t ron1er;1~ del cuerpo natural. En k»
l.
LUcrpo, ,.: ,1lcj,m de la rcprc;cnlaL1011 del wr hum.11111. l 1.11.111 ~•1rtogr.1 h.1 tcstimo1110\ l11~to 1 iLm en tlllil¡.\l'n. el cm:rpo humano cicriamcnle ha 1110-.-
d.- un cuerpo quL h,1 perdido el pronomhre po>c,ivo en d 'entido dl' "1111 trado siemp1c c>lc 1111)ie<;ICI c.1r.1ltl'r, puesto lllll' por medio de él el Cl.pccta-
n1crpo", pu,·,111 qll<'. según D.mln, "nn \C hJ dcJJdo l'n el r u,·rpo ,1 ning1111 do r de la cpui.:a ;e >rnlla di,l.ipli11.1do. La~ imag,·ncs prcsen l<ln el cuerpo.
>º'~ Pero l,1; teoría; acerca de lo que e' o 1111 e~ d rncrpo hwlo¡;ko 1.1111 ,¡ue siem pre h.1 ~ido el mismn, cad,1 v.:.1 de 111.1n.-ra d i l~rcn te. Así, la hio
hil'n cst;Ín sujeli!S a modelos de pcno;.1mil·n10. La~ "c1cend,\\ .tLerL•l del Lllcrp< • loria de la im.1gi:11 rdlcja u11.1 hbwri.1 del cuerpo .111.ílog:1. entendiendo el
cnmo oh wto" pertenecían ncccS<tri,1111cntl' al "yo l'n,.11 11.ulo" •111e rctlc\i1 1 t uerpu en un sc111ido cullur,11. L>chtd0 a esto, el p<;icologo llohert D.
naba JI rc;pcclo. lJc esto. Danlo conduye qui.' " todJ 1m.1!:\cn de lll)SOtn"
.
.,•'
m i~ mo~ qm· no tome en cons1derac1on el hccho de qm· 'e trat.1 tic un.
l{omany,hrn lrnhlJ sin rodeo'> dd ,uerpo como "1111.1 invención cultu-
1.1r: ''Vivimo' l'n d mundo .::011 o lro' como los cuerpo~ pa ntomímico~

.~· r...."· i tfül~en , Wr<Í ÍJl~1''. T.1111bién la, cie1KiJ' nalurJ!cS l':>l,111 ' U)ct.l\ J UllJ k 1
de l~irm.1dun de mitos.l!'odas las invcsti!:\aciones ;ohn· d werpo 'e reprl
<1ue somo'' no n>n lo~ cuerpos .111.11um1lO\ que pos,·cmos". • L1 rcprl'.>cn-
1.1ción del ,er hum.1nu 1·11 el Cll<'' fl" ) l.1 1 ~·1ire,cntaLÍon d el cuerpo ;mató
'
\.
.. 1
seninn en i111.1gencs, que a su vez condulen ,1 im;1).\l'11c' del u1npo que'" mico (en la ac111.1lid;1d '" 1r.1l.ll't.1 mj, bien del i.:ucrpu neurobiológico)
corresponden wn el discurso de l.1 ,u;tualiddd, V que Lon él cnw¡ece1~ proporcion,1n 1m,1gcncs d<' l,1r,1<.1cr mur 1~pucsto, si e; que en uno de lo$
tLas imúgene> del >cr humano e; un te111.1 distinto que el d e l.1s imag< l.1sos aún C> posible h,1bl.1r de 1111.11:\cncs. L.1 exposició n " Kü rperwelten"
n,., del .:1u:rpo; no; mueslran cuerpos propicios para l.1 m.mikstacio n IL '' !"Mundos del cuerpo" !. que s11~ci1él e~t.i ndalos, evi1ó el concepto de ima-
, l1ei111111~>ÁC1r/wrl en los que el ser h11m.1110 encarn.1 p.11.1 lll'var a caho '11 11cn al 111ostr.1r rnd:\vcres reales, <1111: en h1 l'Xposicion s.llisficieron el a nsia
juc¡;o dc ro le,, Nosotros mismos contamm con cui:rpos s imilan:~ en J,,, ~c nsacionalisla por imágencs que S<ll1 111<ís que im;\gcncs.8
qm· nos reprc•scnlamos in carpan• de m:1 nc~r'1 p;ir,:ridn il co1110 q11cn:m•" La historin ele la represe111rrci611 /11111101111 ha ~i d u la de la rcprcscmación 1.IC'/
ser represc11 tados cuando nos rnnlcm¡.ilamos in 1•j}i¡.:it'..l ~egú11 l.ac;111, J,, w erpo, y al cucrpn se le !in asign;1do u n juego d,• roles, en lanto portador
conciencia del yo com ienza en el c~tadio del c~pcjo J e la h:mprana int.111 de un ser social. Aquí radica también h1contradicción en1rc esencia yapa-
cia como conciencia dt· una imagen J llt<' l,1cual el yo rc.1cuona. Pero el "' 11encia. que no sólo se puede e11ton1r.1r nuevamente entre c11erpo y rol, sino
t.unbién en el mi; mo cuerpo. 1 n un agud o análil.i;, 1lannah Arendt develo
i Kamp~r y Wult (19')4). Cf. t"mbicn K.nnper (1999) y \\'a1hc1111 (19w: !51Y".).•11
rcl.1cion con el r)'li1•r so11l-sp11ce. ~n rel.1cio 11 ""'el tc111.1 del w cq10. vc.11N.' ~ DJnlo (1<¡99: !OJ). En rclJl <Úll lUll d c,1,1tl111 del "'pdo. ll'.l~C Llt.u1 ( 1975: 67).
1.11nhit'n \.'11...11.ílogu 1:11rt "" rarp~. l.t.' '-nr'p:. ~xpox· tic.' ,\fnu u,,,,,) 11os 11111rs n l l.1rl"s {«199; '~ 1 )' ""· ).
{ \1.1r,..,l1.1, 1y9<>) y C:1pon ( 1997); Ri111cr ( 1')90), "" wmu A<llcr y l'omlun 1l'l<J11 7 ilC1t11.lllY'h"" ( 19~9: IOS • "'· ).
3 l!.1Slll1.1n ( 19K1: 169 y..,..). 11C..1JIO!ln1;,,,,....111.-11,·11 / 111/•/1<11· 1111/t•11 mm"/1/. K1117~·r(MJ11nhc1111, L'lndcsmuseun1
1 l>a1110 (199•>: 1K~ ) ~\., t'Spccialml'lltC p. !ot ). lur k\.hlll~ uml \il~ 11. 1•~1 1, ,1111 l.1 wl.1l••r.tew111<il'1 •. 11111 l l.1¡:én\.
112 ANIROPO LOGl 4 DE LA l~AGE N t ~ lllAGf~ DU CUIRPO COMO IHA GtN Oíl SfR HUMA NO 1 l l j

este d iagnóstico puramente corporal: "Est:ir vivo sign ifica cs1ar poseído por la radiografía suscitó hace m;ís de cien af1os una fascinación que ya no pudo
u n impulso a la exh ibición. Las cosas con vida se presentan como acton:s lograr ni ngu m1 fotografía del rnerpo. En la ;1ctw1lidad, Thonus Florschuctz
sobre un escenario preparado para ellos''. Las investigaciones que buscan nos cau tiva con iirn\gencs del ta ma fio de un muro q ue muestran sus nrnnos
el cuerpo verdadero bajo la superficie serían sólo u na nueva vari<111le del bajo rayos X como motivo para proponer una empatia corporal con atrac-
viejo impulso de querer aprehender el ser ddrás de la manifestación. El zoó 1ivo estét ico. 11
logo Adolf Port ma nn, sin embargo, ha calificado los órganos internos como A partir de tiue ya no es posible comprender al cuerpo en una imagen vin-
simples funciones de la manifestación. En un sentido fenomenológico, 1odo' culan te, dado que cada imagen presupone 1a nto una d istancia de aprecia-
nos vemos igual por dentro, m ientras que únicamente en el exterior po.'•l' l' ción q ue h•l siclo regulada, como la fe en un orden simbólico, los artistas con-
mos nuestra manifestación autfotica. /\rendt se remite a esta 1csis para repen juran su presencia en reAejos y paráfrasis sin conS<.>guir reducirlo a un concepto
sar la jernrquia acostumbrada ent re escncill y apMiencia.'' comlin. Con leanne lJu n ning y o tros artistas de los medios, nos vemos
Toda rep resentación del ser humano, como representación del cuerpu. obligados a una intimidad parndójica con el cuerpo desconocido, b c1wl
es obten ida d e la aparición. Trat<1 de un ser que sólo puede S('r rep resen no es u1w i11ti111idad con una persona." El artista norteamericano Coplans
tildo en la aparic11ci<1. Muestra lo que d ser humano es rn una imagen c11 lo tografí<1 s11 i.:ucrpo envejecido en interminables series yue muestra n de
la que lo hace aparecer. Y, por otro bdo, \a imagen realiza esto en susiitu manera agresiva segmentos que ya no pretenden repn.:scntar el cuerpo en
ción de u n cuerpo al que escen ifica de tal manera que propo rcione la cvi una imagen (111ica (figura 3.1 ). En sus im:lgencs, .1parece él con su propio
ciencia deseada. La persona es como aparece en d cuerpo. El cuerpo e~ rn cue.rpo, y sin embargo. por mucho que lo escenifique y lo cuestione, el ef<·cto
si mismo una imagen d esde a ntes de ser imitado en imágenes. La copiJ resultante es el de un escasamente conffahle cómplice del yo. 11
no es aquello q ue afirma ser, es decir, reprotl11cci611 d el cuerpo. En rcali La pnklica :1ctual de los artistas de empicar el propio cuerpo como medio
dad, e~ prod11cció11 de una imagen del cuerpo que ya está dada dc antemano del arte permite deducir que se trata de las imágenes del cuerpo perdidas,
en la aulo rrcprcscntació n del cuerpo. No e~ posible descomponer el tri11ll ante las cuillcs reaccio nan i11 corpore por medio de csla sustitución. El arlista
g11/o pcrrn11a-rncrpo-i111agen si no se qu icrC' perder las relacio nes d i m c n~ i o produce i111;\gc11es en su propio cuerpo
nalcs en tre los tres elementos. y con su propio cu.:rpo co n el fi n de afi r-
marsc por medio de esta "presencia real"
frentr a la crisi~ di.· las imágenes analó-
gicas y m iméticas. /\ 1 m ismo tiempo,
2 mediante su propia corporeidad (y
experienci;1 del cuerpo) se rebe"1 en con-
Por lo an terior, es preciso llevar a cabo una revisión de los debates act 11.1 tra d el monopolio de la realidad medial,
k s, do nde los 11·es parámetros aparecen aislados unos de otros. /\ vece~ sn., q ue co n tant;1 fuerza usu rpa el mundo
tenemos la opinión de que la representación del ser bu mano se volvió i11111•1 de los cuerpos. f in;i\mcnte, sin embargo,
sible después de Ausd1witz. Pern ya dcsck- el siglo x1 x la fundamentacio11 y desde una tcrn·ra perspectiva, el artista
humanista de la representación hum:ma se había vuelto un anacro11 ism11 busca resolver con esto el problema d e
La v:rnguard ia de principios del siglo xx se burló de cualquier ph111teamie1110 la encarnación, que ha sido siempre el
de ese tipo, y prefirió represen tar máquinas q ue crear retratos con sc111i problema de las i111ágenes. En lugar de
miento y expresión. En su cortometraje /Jalle1111ém11ique de 1923, d pinte" aludir a sí mismo a través de la "obra': Figura 3 .1. John Coplans, Sel[
Fernand l.éger hiw el experimento de presentar en un concierto <.:uerpm lo hade con su propio cuerpo con el pro- {Wrtfflit. 198.¡.
como máquinas vivientes junlo con máquim1s verdaderas.in En la cicn1.1.1.
11 rlnrschuc11 (1911q).
Arcndl (1971\: 26 y >S.).
9 1¡ Clair (1995: il11, 1r,11Í•l11<'' pp. 180 y s.).
10 M.1uhcw ( 1994: 1 y ss.): l.i ~ia ( 199<;: 6 1), y Pi l,cr ( 1997). IJ En rcl.1ci¡'11111111 l •1¡>1»11<, 'f. Ewing (19911: 51, 57, 19, 139 y 1<;6) y Copl.111s (1997).
114 1 AlllR OP OI OGl4 DI IA 1~4GEH I A HA~ I~ O!I (~ I RPO CO MO IHA6fN OH SER HUMAN O 1 11 5

pó,ito de obligar ..il espectador a prestar .1tcnc1on. :-Jo obst.mtr••11 mb mo mente.' En el -.1glo xx el rncrpo n.1111
lll'mpo emple.1 el repertorio de transformaounc-. qul' , ,1racleri1.1 l.1 em:ar- raJ pareció t.111 i n~ulkiente, qul· l.1 tl.'l-
nJ,1011 1a met.1 morfo~is, el \'Olvcr~e im.1gcn 1 la e1K.1rnai:1611 'ºn al.lo' nolog1a moderna lo ,u,1i1uyli con pro
t ompkmentarim. tesis corp<1rale~ que mod1fic.111 l.1
11 pmhkm.1 de l.i verdad mimetica rne111.11.1 rnn u11.1 l.1rg.1 hi,tori.1 en percep.:ion Je nu~I rm -.(!Jl11dm." 1os
1.1' .irle' plaM1C.15, a partir de que lo' medio' tccnkc,., dl' l.1 i111.1gen .omen movim1en10, 1ot.1li1Jnch monopoli-
1.1rn11 a dcv.1luarlc el rango. Aproxim.1d,1me111e en l.1 1111'111.l l'pcx.1 l'l1 que. zaron el cuerpo como C'>l,md.1 r ~olcc­
,1 lilll's del stglo x1x, 'e cmpezo a comprobar l.1 idc11tid.1d pl'rM1nal l'll un tivo con el 1111dr11.-..tcj.ir el 1dr.1I poh-
u1crpo por medio de la fo to del pasaportl· )' l.1 i mprc·~ión dl• la, l111clla> tico en una nucv01 ld1cíd.ul corpor.d.
d1g11.dc,, , Auguste Rodin buscaba una cxprc,ion 11:11ural lilm• dd t lll'rpu, al !;;I cuapo .irio, ex;1gc1 .ido l'l1 l'i cuerpo
qul' prcll rió caplar en movimiento, aisladus en v.;7 dt• cn la i111:1µc11 sinH:- depor1ivo,cr.1,al rcspe,10, l.1 salv:1 i111:1
1ic.1de un todo (figun13.2). F.I Cm11i11t111tC'sin cahC7<1 cs co111plc1.1111c·111l· cuerpn, gen opucsln al cuerpn M~mit,1. q11c cra
pc•r11 al mismo tiempo es cornplelamentt' anónimo.' 11Jc todos 111odo~. las cxterminano por medio dl· J;i :rniqui-
Figura 3.3. Alexantkr Rod1sd1cnko.
.irll·~ p l.1~l ila' cayeron rápidamente en d n.:molino dc u1i.1 dcsrn11!>lrlllCÍ011 lacion ma ~iva (figur.1 1.-1). L.1s .trl l'~ ,\ l111trt's mlclr1111c, 19J5.
de l,1 imagen tradicional del cuerpo, como ocurna y.1 cn l,1 cil-11d J. lu.1ndo plásticas, en 1a1110 lfUl' port.1dor.1., ,im-
!>(' prrd10 l;1 ..egumlJd w11 re,pcc:to .d bóli..:as de "1 im.1grn dd 'ª hum.1110, 'l' hicieron so~pcchosa.s de l.Onlravc-
currpo. d .irlc di:.olv16 .,11 figur.1 en e\l'<'- nir la 1ck·olog1a del Ull'I po tld n.'Alllll'll. [ ra un arle "degenerado" en l.1
rimcntos, par,tfr,h lS )' f,lJll,1\111;1\. f-.11 l.l medida en qut· su im.1ge11 del rnc1po c1.1 lkgrnerada: l,1imagen del cuerpo
Hienn.ik· de 1995, Je.111 < l.11r reunm unJ ideo logica )' l.1 prohih1d,1'>C lll'Ce\itJhJn lllUtUamen le. '~
expmidún i:n torno l">ll' procc~o hJJOoc En 1el/re /111t·m1111111111/ ,e p11hhu1
el rn ulo /,/¡•1111111 t' 11/1cm11. 1'11¡11rl' tic/ en marzo de 1997 11n.1 fo1ograll.1 lfllt:
carpo. l .,1iden11d.1d cn d c:uerp<l !o<.' con Gerha rd Richter tomo dl· ~11 hqu
virtio cn lo .1jc11n dd l.llcrpo.' pequeno 1ligur,1 l.) ). Ah1, en eq111l1
1,1 itkolog1.1-.e .1ptH.kro de un eucrpo brío incierto) con 111ir.1d.1 e~..:udnna­
<- U)'<I i111.1µcn ~e mo., 1r.1h.1 en llhc1 t.id dora, an1c la pro)'l'ccion tk' sil \cnnhr.1
(llgur;i ~.J ). 11 l>eut>chr llv¡prnc-1\lu y con la protctciun dl· un p.111.1l,.1p.1
~eum I Musco i\lcm:\11 de l.1 l lig1cne J, cn rece u n modelo del .uerpo e111reg.1du
IJre:.dc, mootro l'n 1999 un.l l'XJ!O!>Íeion a sí mismo. La carg.t del cuerpo. <111e
en la quc st• rdlcjahan las oh~l'>Ío11c' del todav ía ignora • u lt11 11ro juego de
sigk1 xx, dcsdl· t'I ser h11111:11w 11:1111r.il roles, se ('Xprcsa de 11w11cn1 insupe·
has1<1 d up1i111 iwdo."' En el 111ismo rabie en esta insinnt:l nt':1de 1111 11i110
museo tuvo l11ga1· o tra cxposicion h.1jn que apenas cumil·nia n In 1s~:1 r su lugar
el lema "11islori.1 de l1lS prejuicios': en en el mundo. Es unn inrngcn que no
relación tanto r on el propio l'lll'rpl1 realiza el ges10 ck l.1 rcprcscntaci(ln
Figuro 3.2. ""t:'"'" noJin , Figura 3.4. fo10 de la S S lomada rn
C 11111i11111111-. 1X77-187ll. :\lu:.ée como con pueblo~ ci.lranjcros. qur en debido a que MI pmpio motivo 110 d ¡;uc10 de Varsovia, 1943.
l(0Ji11. l'Jr". la era glob.d ~e· n o~ olCl'flolll 'orpnr.11 ..
17 Veao,e el catalogo <llHl''l'ºllthrnll' dd Mu"'" de IJ"·"kn. Frmulkorper - Frl'llule
11 ~n r.•l.1,mn rnn d ION> en RoJin , n ' .1-c '><hmull ( 1yX1: w' " l. Kórper. ~11111!;!31 1, 1999 . WOO.
o\ ( l. ~n C l.1ir ( •99'\ 1, lm texto, tle J. Uaor, l'h. l 0111.or v A 1 Ul(lo. l'I'· 11 " 111 Medosh ( 191>1>: 1~ 11· ".), rnn un.o imt•r..ion ''" '·" 1,..,¡, de \kl.uhan.
11> 1~PI'1•111/. ( 1999), «m e-;crilO> Je 11. l. Rhconl>l'rger \ olrt1' .1u1ur,.., 19 \\'llJmJ n '"'IM.
11 6 ANIROPOLOG IA Ol LA IMAGEN LA l~AGEH Dft CUERPO f OMO IMAGL N DCI SER HUHAliO \ t t7

puede reali'l,arlo. Una imagc·11 contraria tc.lacié>n perso11a-i111agcn-cuerpo cu:ín


a ésla es la Lo ma cid astronauta quc en estrechamen te se vinculan, en nuestra
19Cl9, sobre la supcrllcic de la l.una, in ten opin ió11, estos tres aspectos.
1aha su~ primeros pasos en un entorno Vivimos todavía (y en ningtín otro
en d qm· nu cxj~1c espacio para los cucr lugar lll<Ís qul') en nuestro cuerpo, pero
pos. l'cro este cuerpo empacado )' r nn•- a partir de él ya no adoptamos ni11guna
r rado que carga consigo su útero 1ccno- antropometría (pcnn ítaseme abundar
lógico, ~e convierte en símbolo de un en el concepto). La am ropometría, de la
•'11ajc11amic nto si milar al de los ~ere' que el primero en ocuparse fue el escul-
\111nrnnos en nuestro mundo, donde en tor griego Polidc:to en ~us estudios sobre
la actualidad se empican prólesis corpo proporciones (figura 3.7), consis1ía en
rnlcs cacl;1 Vt"t con mayor frecuencia. Lo realizar medicio nes corpo rales con la
(mico que· h: resta al "pequcf10 astronau- finalidad de captar en d cuerpo una ima-
ta" en d que iodos nos convertimos es gen ideal de\ ser humano." En sus oríge- Figura 3 .6. l'ortad:i de D/l Mo/ti/,
la altcrnolliva del disimulo o del encie- nes, la estatua griega ~u rgió probable- noviembre de 1999.
rro defensivo en sí mismo. mente con d interrogante acerca del
Figura 3.5. G«rharJ Rich1cr. P;1ul Vir ilio ha descrito en su lihro Vic estatus social del cuerpo, y en las ~igu ien ­
imagen en l.1 por1ad;i de /.cllrr Erobcrr111g tics Korpcrs [La conquista cid tes épocas se encontraron muy diversas
l11tu1111tia1111/ J~. 1997. cuerpo[ es1a si1uación defensiva en la respuesta• a es;¡ pregunta."-' Por el con-
lransición "del superhombre al hombre trario, el af<in en e\ siglo x1 x de inventa-
supercstimulado''.2 º La "colonización dd weqio" por parte de la técnica, a \.1 riar a los seres humanos produjo Jos pru-
que se rdicre, puede percibirse en diversos sín10111as. La cirugía plástica ofrccl: ccdimienlos de medición corporal del
en las r(•vistas ilustradas a sus dientes fo111c11inas cambiar cada parle del cuerpo prefecto de la policía parisina Alphonse
por una más hermosa, o bien pcrfcccio11arla. La publicidad, que prescribe Bertil\o n (figura 3.8). Esto serviría en la
en el sistema capitalista el ideal de cuerpo, difunde entre el público una obli sociedad de masas para la "idcntifü:ación
gación de asemejarse a las imágenes y de imitar modelos corporales que pnr;1 antropométrica" especial mente <le per-
!izan nuestra propia sensación del cuerpo." Por otro lado, el propio cuerpo sonas criminales, y consistía de o nce
e$ sometido a un emrenamiento de optimiz¡1ci611 casi maquinal en elfi111c;; medidas corporales distintas, así como
¡. cc111er. En la porlnda de una revista iluMnida (flgura 3.6), rn noviembre tk· de las llamadas "características inmuta-
1999, se hablaba de un "culto del c uerpo", que transformaría al cuerpo .:n bles': Jo que desde la perspectiva actual
.,
una 111:\quina corpo ral perfecta:'' Flstc culto del cuerpo cs simplemcnte \;1 resulta anacrónico.'s
otra cara de la pérrlidn del rnerpo sobre In qut· se habla en la actualidad •'11 En la actualidad, la fuga del cuerpo
1odas partes. Pertenece a las más exaltadas desviaciones de un centro vauo puede leerse en imágenes Cll)'O punto de Figura 3.7. Policlc10. Doryplwm.<
q ue el ser humano cont inúa ocupando con su cuerpn, sin ser pcrcibid1> ah1 fuga se encuentra en el mundo virtual. (copia romana). Antropomc1rla.
por los ac.:tualcs medios de la imagen. Nuevamente se muestra en la co1i.
lJ Véanse 11. Philipp, en rdación con d cscrilo de l'oliclcto "Kanon·: y E. Bcrgcr,
"Zun:Kanon des Polykle1", en Beck (1990: 135 y ss. y 156 y ss.).
>O Virilio (1994 ). l4 El intervalo va del cuerpo ari,1ocrá1icn de 1.1 c,lad arc1ica. a 1ravés dd cuerpo
21 /\lbu' y Kri1·t;-'kor1c ( 1999). En relación co11 l,1 n1oda, véase Richard (199H). d~<ico de l.1 poli,. has1a el ~ucrpo naluralisla o teatral dl'I helenismo; véasé ni
24 Véa~,. el tc xlo de T h. l schinwr y C. Woltcrs, "Einc Gcscllschaf1 im f'incss-Ficl>cr'', rc>p~cl o Za nkcr (1•1K<1).
en /)JI Mp/1il. ~~ Clnir ( 19Q5: •!>y" y m y,,.).
118 ANI ROPO I OG IA Dl I A IHAGr~ t AIH ~ GI H ort ( UI RPO CO HO IMAGtN DEI HR HUHAllO 1 11y

Sin emhargo, l.1 fuga cid cuerpo pre· lleb-ado a h.1blJr del ;icior rnmo modelo
supone que C\i~1c.1lgo (~e lo pucdr del "condiLion.uni<'nto por l.1~ 1111.ígc
llamar alma, espíritu o ro) cap.11 dl' nes del ser hum.ino''. h1 l.1 .Klu.Kión,
fugar-e dl'él. Sin embargo, una prt>- la urepresent.1bi11d.1J del '~r hum.1110"
misa de e'il.1 n.1tur.1lt:z.1~e ve rcfu- !>eria posible dehido .1que el :..:r hum.1110
1ad.1 por 'u lOnlr.1pMle, ,c¡:u n l.1 podría 1Tidntt·ncr d i~t.111d.1 de M mi~mo.
rnal, cuando ~e h<1hl:i del .,er hu O actor c1Karnana ~icmprc en el p.1pd
Figura 3.8. Alpbonsc Bcrtillon, mano, sólo son v;ilid,1'> la~ fu nl'il> .1signado un " bo.:cto de im.1gl'll''."
Figura 3.9. Gary Hill. Um i\ru
i\111ro¡1<m11·1rfll, 1912. lll'S corporJIC>. l'em esta p rcm i~a Si repasamos la hi~tori.1 dc l.1 ii11.1gl'll
('/'11r /mrJ..sitlc exists), video, 1985.
tambkn se vl' en aprietos parn for- del cuerpo e11 Fu ropa, vcre mo~ que \!~la
mular una definición segura de In qul: es el cunpo. E11 c>tas circunslan- comienza con un.1 crisi; d ~ la imagen del
d as, apoc:ilipticos )' fu turólogos proclaman, al1crn:111do d n t ko~. d gran cuerpo desatmla por In co111rndicció11 del cristianismo con respecto al ant ro-
c:1 111bio haci:1 la época en que term ina la historia de 1:1 l111111;111id:1d. Sin pocentrismo de la cull ura antigua, con lo cual el an tiguo culto del cuerpo
embargo, olvid:in <1ue la imagen estable dd ser humano que ahor.1 Vl'll dt·s fue revestido con un lahl'.1. Prcds;nnenll' en la cuestión del cuerpo, los dio-
.1pareccr, en realidad, nunca ha cxi~tido. Si estud iamos los te,1 imonio~ hi ~- ses an1ropomorfos dd p;111tcon grccorrom.1110 resultaban incompatibles con
1orico' e11 imagen, veremos cuán inestable ha ~ido la imagrn dd ~cr hum.1110 el culto al dios ünico e incorpóreo de la 1r.1dición judaica. En ese momcn10
que reprc~<'ntJn. Esta inestabilidad se hate cvid<·ntl' l'll l.1s im.ígenes dd se rechazó 1ambién la e'cuhura lridimcni.ionJI, portadora de la enca rnación
cuerpo lllle encarndn al ser humano no 'ólo de manera \Mi.1bk, ,¡no con de los diosc:.. En el icono crbti.1110, IJ dc.<c11c11mt1dó11 se convirtió en el sen
frecuencia incluso también antitetica. No ~ólo ~e do10 ,1 l,1 111.:rn·pdon tll· tido de la nueva im.1ge11 Jel cuerpo. Lo~ ideJlcs transcorporales en este caso
unJ t ran~form.ición incesante, y con ella a lo.<, ilrgano') '-Cl1~<1ri,1lc' l Orrc., eran una cxhort.1cion .1 fugJ~c del cuer-
pondientes, sino que también el tema d.: la percepcion, el tema del \ er po.A parlirdc ento11tc!>, los M:rc~ hu111.1
humano, fue ab;,orbido por esa 1ransformaunn. nos son reproduddos unicamcntecomo
muertos que viven en otro mundo. l:n l.1
iconogrnfia sacra, la .rn.1log1J entre cuer-
po e imagen sirvió par.1repm.ent,1r CUl'r-
.1 pos propicios para un.1 manifc t.1dón, a
,¡ los que en la ac111alid.1d ll.1mn rí:11no~ vir·
l.;i hbiuri.1 de la imagen que la human1d:1d h.1 hncd,1do en lo; teslimo tuales, )' parn medirlos dl' ;1cucrdo con
nios en imagen que se conservan ofrece 1111:1 rolen.i611 de l'jcmplo~ (111 ic.1 un patrón teomorfo.'7
de la J in;lmica histórica de la imagen, din:lmica q11c rn111prnb6 su inl·st.1 La reliquia, el equivalente occidental
hilidnd. Los cuerpos aparecen en e,,e Lipo de im;ígc11e'i porque ¡•11cnrn.111 del icono en este nuevo culto a los ante-
nna idea vigc111e del ser human u. La encarnación es el ~e11 1 ido111 ;\s i111por pasados, eludió la :111:ilogí:1 entre imagen
tan le de la representación corporal: la llevamos a rabo incluso en nuc,lro y cuerpo, puesto que ya no c~t<1blcd<1 l;i
propio cuerpo, al que presentamos como imJ¡.t('ll. l'11es1<> que en csle ,en presencia de los san1os mediante una in >a·
tido el cuerpo solamente es un medio, dcscmpcna el papel que ~e le ha J'ig gen (figura 3.11). La presencia corporJI
n.1Jo independientemente de que la., imagencs .1n·ntucn o no , u corp1• de los huesos, que podían ser dist rihui- Fig ura 3.10. G. Gatian de
n:1d.1d . A~1. por ejemplo, la máscara (figura 3.9) o el di~fr.it ( figur.1 ·' ·1" 1 tlos en, mmrrosos lugares de culto, rcfu- Cléra mbault, Étmles <l°eto!J<. 1918.
o~uh,111 el cuerpo con el :.olo propósito dl' mo~t ra r algo wn él que el no
podnJ mmtrar por s1 mismo, con lo que lo tr;insforman en 1111.1gen.1\ I rl'' 11> Pl=ner ( 1~8.• l .cn t .d1.1ucr (1998: 185) .,_,,).
pecto, I k lmuth Ples;ner, en el en,Jyo .111tropológ1w dnli,.1do ,1l .1dnr. h.1 27 fkh111g t 1•}')U. l \ I \ " )
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12.0 1 ANIROP OLOG[A Dl LA I M AGE~ I A IMAGlN OH {U!RPO COMO IMAGlN OEl HR HU MANO 1 12 1

taha cualquier imagen, dcsconstruycndo plemente un cuerpo humano, sino en

1
con ello la idea del cucrp<i vivo. La~ m m ,¡mismo una imagen: no la imagen de
posicio nes h1bridas a las qul· llamamoi; una persona, sino una imagrn q ue hacfo .
rcliGirios M>n contcncdon:s de h ucsu~ o visible al d ios invisible en la p('rsona ele::
-
cráneos que restablecen a parte~ a islada~ )l.-sús. Por lo tanto es po~ihle h:1blar ele un t .-
del cueq><) la calidad de imagen. El reli- 1.11erpo tcumorfo cuya c:aracll'ris1ica p:1r-
y
C<lriodc u11,1 cahc1.1 ofrecía l.1 imagen ma.\ 1icular radira en la 'impk· reícrencia a
coniradil'.luria del cr:illco que contenía y L1 divinidatl. La complejidad de este tenia,
de la persona que signiiicaba. S61o en 1:1 IJUC aquí solamente puede ser l'sbmndo,
F.d;1d Media, el a rle dr imagen aceptú ¡icrmite compnmdcr cuán probkn1<ítico
p<1ula1ir1:1111cntc la representación de san llCVolvió esle rnodeln dualista de cuerpo
tos, co n el fin de rcpre~cnlar en t·llos a los para la imagen dd cuerpo en la c:1dtu rn
seres hu manos en un tipo ide:1I. Sin l'rLSlia na.
figura 3.11. lklic.1rios de brazo, embargo. el cuerpo abstracto del icono Un dualismo corporal con ol ro scnt ido
1u o ll .W, San ClTC(111, Colonia.
y el cuerpo fragmrntado de la rcliqui:i
son indicios del surgimiento de una cri-
sis en la relación entre imagen dcl cuerpo e imagen de la persona.'"
~·desarrolló en el C11lto a los mucrlO$ y a
los gobernantes en la Edad Media.Al con-
trario de lo que sucede en la cri~tología,
f
I A1 crisis fue provocada también por el hecho de que la referencia a la ima- en este caso se t rata de dos cm·rpos que se Figura 3.12. Santo sudario de
Cri, 10 de Tunn (según fo1ograíla
gen del ser humano había sido lranspuL'Sta al cuerpo de Jesús. El tmico cuerpo distinguían en una persona dl' alto rango:
t.lel siglo x 1x).
t¡ue tenia importancia para la teología era aquel cuerpo en cuya canw Dio~ por un lado el cuerpo natu r,11, que era
se había manifestado. Pero p recisamen te el Dio~ hecho hombre, con Mt mortal,)' por otro el cuerpo del rango cle-
con tradictoria configuración, desató conflictos cuyos eft·ctos al111 pueden v.1do, que era traspasado de un portador
percibirse en la cultura europea. La antigua cristologla c r.1 una somatologí.l vivo al siguiente, alcan1.ando con dio la
en la mcditla en que debió ocuparse de la d isputa respcx to de la realitlad dd inmortalidad. Como lo describe ErnM11.
cuerpo ele Jesús.'9 De él pende la realidad de la muerte corporal e n la cruz. Kantorowicz en su libro Los tlos cuerpos
que por otra parte era el fundamento para la redención de los cristianos. l'I old rey, el cuerpo del rango podía t rasp:1-
nacimiento corporal, en el caso de la Virgen y el Niño. y la muerte rnrpornl. ~1rse a un cuerpo artilldal, un 111111i~co,
en el caso de la crucifixión, fueron durante siglos los únicos temas de la esrnl- ¡1.ira sobrepasar el in1<.:rvalo 1rns I¡¡ muerte
turn medieval, c.:on lo que se obligaba a los creyentes a creer rn el rncrpo de 1lcl poseedor de un rnngo (figura 3.13).
Jcsüs. El manto de santa Verónica o el sudario de Turín, qut•<1(111 en la act u:1- Después de la muerte de Eduardo JI, el
lidad ejercen fascinación, fu ngían como impresio nes autént irns de un cuerpo monarca inglés fue: encarnado por una
para el cual no existía tumba alguna, y por lo tanto eran im:lgenes corpor.1 ''representación" o "perso naje" que se
les con el mismo tipo de evidencia que ('n la actualidad le adscribimos a la "t'paraba del cuerpo del rey, )' que lo repre-
fotografía (el santo sudario de Turín J llgurn .~. 1 2], por cierto. reveló ap«na., ;l·ntaba no con un cuerpo sino con un
en la Modernidad la imagen en positivo de esa impresió n corpo ral grnd:" tloble de madera, que posterior111cnt«
a la inversión .de la toma fotográfica).w Pero el cuerpo de )rslis no era sim portaba la máscara funeraria decern pero
1 nn los <:;)s abiertos. Esla cffigics era, en

28 Van 0< (1999). CL lambién llrnwn (1977). p.il.1bras de Kantorowicz, una persona
Figura 3.13. Efigie de Isabel
29 lkhin¡; ( 11191\a: 1 y s<.). /i1 ta, aunque también la persona de alto de York (150_11 como muñeca
10 Didi-Hubennan (c999h: 48 y ss.). 1.1ngoa b {¡ue 1.·1i..11 n.1h.1cr.1un.1licción. par.1 d cuho funerario.
122. I Ht RO POL061A Dl LA l ttAGlN lA IHA 6fN O!l CUERPO CO MO IMAGEN Dll H R HUHH O l L23

En principio se trata en ambos cas~ de m1.i lkcion wrpor.11: la ligur.1 Je más expresarse en :.u:. libros que en su., retratos.su crítica tenía sin embargo
madera imi1aba a un cuerpo, y l.1 dignidad del rango bu~.ih.1 un rnerpo." mayores alcanct's. pul-i. conduda .1 l.1 pr<'gunta de si las imágenes del cuerpo
De cs1e diagnóstico especial se desprenden divcr:.m .i~pl.'llO> de irn1xir podían representar m.ís 1¡ue .,olamcntc al cuerpo: su visibilidad se creaba
1anci•l general para la relación entre imagen Jd w crpo e 1m,1gcn del ' er en la visibj]jdad de lo corpor.11. /\! mi1,mo tiempo, en la crítica de los huma-
humano. El cuerpo natural era un ml-dio por1.idorc.1p.11 tk por1.1r lo mNnu nistas )'<ICÍa una contradicción en relación con el concepto funcionalista de
J una persona mortal que a un rango inmort,11. Propon1.11.1mhien l;i tfüt1n imagen de la Edad Media. w n su dualismo entre el cuerpo propicio para la
ción de un papel social: el cuerpo repre:,ent.1du e~ whur.1, )'no n.11uralez.1 manifestación y el cuerpo natur.11.
En el ceremonial real, el monarca. cuando :,u c.:.1d.lvcr se voll11a inadena.1J< 0 Este dualismo cncont ró M I cxpre,ión m.ls evidente en las esculturas fune-
para la represenlación, cedía su manife:,taciún y l,1 confcccic\n d1· la imagen rarias medievales, cuando l.1 figurn f(rnebrc del gism11 mantenía íntegro en
a un cuerpo :irtificial. Debcmo:, otorgar valor a un concepto doble de im.1 \U identicbd social d cuerpo <'11 cit.:rtn modo dormido del dif-t111to, mien

gen que se está empleando aquí: la imagen representa nte y lu imagen rep1e Iras que debajo, en la t 11111ha, d cuerpo vcrd~1drro, como cadáver en descom-
sentada. La imagen que represcntabu un cuerpo vivo era traspasada en l.1 posición, se dcsociulizaba (figura ,1. 15)." l .o quc se veía cm una imagen, y lo
r'}Jigics a un cuerpo vir tual. Una vez c.:oncluida M I l'f'l111eni fundú11 en el ri1u.1I que no se vcfa era un c:1dnvcr. El rn1·r¡)() 1111111ml, 111ort ~1 I , cedió la rcpresen-
funernrio, la cj)igies inservible se almacenalm de,cuidada111c11tc en bal'1k,. 1.1ción a un rncrpo c11 i111asrn. pero 1a111bifo se podría decir que el cuerpo
En los retratos ele los humanbta' se pok111i~aba en co11tr.1de la rcprc en imagen 111onopoli1.1ba un;r im.1gen ck la pcr~ona que, tras la dcscompo-
scntat iviJaJ ele la imagen del cuerpo, designando ..:011el mi:,mo ü>m:cpto d1· ' ici6n del cuerpo natur.11. 110 podí,1 tener ya ning(111 portador vivo. Sin em-
¡•J]i.~ii!s a veces al propio cuerpo y otra> a un re1r,1to del cuerpo. As1 le e' hargo, un cuerpo en ima-
po~ible a Durero dibujar a Erasmo de Rotterd.1111 "sl-gun l.1 efjigi1.·s vivJ en ¡ten ocuhaba la verdad de
un.i imagen (imago)" (figur:i 3.14), de acuerdo con el conwntJrio que li~ur.1 l.i muerte c.:orpor,11, por lo
en la instTipc.:1011. Pord wn1r;irio. Lu~·'' 1¡ueen la Edad ~lcd1,1 t.rr·
Cran.ich cre.1 en el retr.110, de .icuerJ11 1ha se llegó al upo híbrido
con l,1c.irallcrit..Juón Je l.1 in:,cripcinn tic la tumba doble, que
una e/Jigiesque muC!>trJ d cuerpo mm 1111rodujo el c:id.wa en
tal de Lutero, mientr.1' que l.1 "imag.:11 '"tado de dt'M:ompo.,icion
eterna de ~u espíritu ~(110 0:1 mbnw (tra11si) como :.cgund,1 fi
(Lutero 1podla cxprei.;1rl.1': e~ de.:ir, con f1ura de la imagen. 11 i\rri
su cuerpo vivo. L.i .unbivalencia dd t.:1 h.1 se veía al difunto en l.1
mino effiRies er.1 útil .1! respecto p.11.1 11n.1gen de un cuerpo co11
cuestionar de nu1ncrn crític.1la rcfc1cn 111~ signos de su exis1enci.1
cia cn t r~ imagen dd cue rpo e imagen di' •ocia!; abajo. al difunto
la persona." Por su pa rte, el ct11.:rpe1, nuevamente ..:orno rndú-
igualm<'nlc 1J de nw1H.:rn parecida, t'1"1 y.1 wr nnónimo (figura J 16).
una imagen natural, u~f como er.111 i111.1 l .1 segunda imagen fu n Figura 3.15. 'l L1111ha y cad:\vcr del ar1ohispo
gene~ MI~ copias artfsticas. l'cw , ¿qu,· r, , urna como crit ic;i de 1;, Wah<r tic Cray (lrncia 1255). catedral de York.
Figura 3.14 . AIberio Durero,
f:ms1110 dr /lottad11m (1526).
lo que ~e reprt·~cntnha en él? Si bien lm
Cuerpo. efigie e imagen. humanistas y lo~ reformis1.1, valor.ih.111 •
11 lhu<IJ ( 1996: 21 ) '>lo.) 70 ' "' · '· l 'f 1.1mhi,•11 ll.1uch 11y76) y Erlandc- Brandenhurg
(1975).
JI ll..1111orowic7 ( 19)7: 419 y ss.); Brückncd1966}, y Rrc1k~.m1p (1999)· ~7 v ,, ,). 11 1\" dC.tinguio Edu.irdo IV en ' u tc'\l.lm<nlo ''" 1 ¡] i al l rtm<i comu "lh<' figure
)! Vcd..e de R. l'rcimcsbcrgcr, "A. Durcr: lrnJgo und clfig1c~ ( 1~?.6 )", en l'rc11nc,l>1 r¡:• • nf llc1he" ltlc.11h l 1k l.1" 1111.1¡:.-11l 1•ur li¡:urc•" dd rncrp•• en imJ¡\en con los signos
<'I 11/. (1999: D8 y s:..). Cf. tambicn HofrnJllll (1yK1I. "'°(XtJl~( K~mlnl,l\\ h / l'H l 'l)
11
l 24 1 ANl ROPOLOGÍA O! LA IMAGHI U I MAí, l fl DEL CU ER PO COMO IM AGEN OE L SER ll UM Afl O 1 1 25

Figura 3.17. 1la ns l lolhe in el Jove n. Cri>W en el se¡mln-o, 1522, Kun>tinuse um, l1<1silea.

Figura 3.16. Escultura funeraria de G uillaumr Lcfrnncho is, 144ó. mata sobrecogedora entre la vida y la muerte en el espectáculo de un cuerpo
que a ún no ha empezado a descomponerse, con el fi n de no contraven ir
primera, incluso corno una autocrítica de la imagen y sus pretensiones lk las creencias crist<)lógicas. Así rescata la irnagen del ser hu ma no de la doble
representación. Si hasta entonces la imagen de una persona había aparC'- imposibilidad de un cadáver que re presen ta al Dios hecho hombre.-'1
cido en el lugar del cadáver, ahora, bajo la imagen de un cadáver se crea 1111 La imagen del cuerpo del Renacimiento se polariza en los extremos de
producto híbrido confuso q ue revoca esas prete nsiones de representación I<\ figura anatómica y de la cslatua como un arte corporal en el espírilu de la
de la imagen y revela en el mismo medio la verdad acerca del cuerpo mo r- geometría. Las demostraciones a11ató m icas o estéticas se efectúa n conl ra-
tal en un "memento mori". Así, el dualismo enl!T el cuerpo de la manifesta- dictoriamente de manera alterna en uno y el m ismo cuerpo, el cual, en tan lo
ción y el cuerpo na rural era forzado. El simple cuerpo ya no podía repn:- representante del ser humano, requiere a partir de entonces de una nueva
senlar a la persona, a partir de q ue la m uerte lo despojara de la tarea de la <·scenitlcación. La anato m ía es practicada también por los artistas deseo-
·• representació n.! .a re presentación de la m uerte se refie re a una verdad pura- sos de conocer Ja verdad del cuerp o para poder dominarla estéticamente.
menre corporal, y por lo tanto colectiva. Pero en la llamada anlropo rnetría prefü·ren desarrollar una mara villosa
ficción del cuerpo, !levando sus proporciones a un esquema ideal. La abs-
tracció n del c ue rpo como modelo de una teoría uni ve rsal de las propor-
ciones se expresa en los bocetos de Durero para un libro de texto de pin-
4 111ra, en Jos que se afirma q ue es imposible "ob1encr una imagen hermosa
úe una persona solamente. No hay nad ie sobre la lierra capaz de indicar
La figu ra de transi d e un cadáver representa en cierto modo una anl i cómo es la fo rma más hermosa del ser hu mano".>6
imagen. La re presentació n paradójica de la d escomposición en picd r.1 El c uerpo ideal es un constructo que presenta la con figuración de las
1 1
supone la advertencia de con t"inuar representando la imagen del ser hu mano portes del cuerpo en relació n de absoluta arm onía. Es tnnado co mo un<i
con su cuerpo. Sin em bargo, con la separación del cuerpo, en e! q ue posei.1 imagen au tóno ma a la q ue no corresponde ningün cuerpo real. La llamada
su imagen terren al, el alma perdió toda capacidad de a parecer como ima "figu ra vil rubia na'~ que Durero )' Leonardo estudiaron con igual avidez, es
gen. Si se analiza en este contexto la pin tura de Holbein Cristo en el >ep11 / d modelo para las relacio nes de med idas en la construcció n de u n tem-
ero, probablemente la parte inferior de un alta r perdido del año 1522 (figur.1 plo.-17 La arquilectur a corporal se calcula aquí como modelo de Ja na tura-
3.17), se a precia un j uego con el fuego, que manifiesta el espíritu de u11.1
nueva época, el Renacimicnlo. La imagen sigue la tradición del "santo sepul
l~ Kristeva ( 1989: 1, 239 p s. ).
ero'; en la que el cadáver de Jesús aparecía como recordato rio de los IT<"
I~ 1)11rcro ( 1993: 112) ("Ap untes pa ra el Leh rb11ch dcr Mnfcrei", ca. 150R). Cí. también
d ías en que fu e velado en su tumba silente. Pero representa con un verisnH 1 r. 113 ("Vo1l'i Mass der mensch l. Geswh") y pp. 127 y ss. ("Vicr Bücher von
inédito un cuerpo que m antiene un precario eq uilibrio entre la figura ;111;i 111c11.<chlichcr Proporlion"),
tóm ica y el ideal a políneo. Simul táneamente, el artista intercala una k1 \1 B. Wyss (1987: 14 y " ., 1,·1u·1· lihro, capítulo 1).
126 I A\I ROP0 l 06 1A DE tA IMA G(N t A IMAG I N Df CUERPO CO MO IMAGEN OH HR HU MA NO 1 12 7

lcz;i con el propósito de a plicarla al construir el templo. La naturalc1;1


creó en el cuerpo humano su obrn maestra, pero con esto ;e desvía nue
vamentc la cuestión acerca de la persona que está encarnada en su propio
cuerpo. Lo que se busca es una nueva scpar;1ción del yo con respeclo ,1
su cuerpo. lo que ;erá leorizado por Desea rle~. Durcro rcpresen1a al ~t·r
humano idc;1I en los arquetipos bibl ico~ dl· Ad:ln }' Eva para csrnpar de un.1
grn1m•1ría meramente pedagógica, modelos que dclícacbmcntc lo ollli
g.111 a qué d pecado original sea el tema dt:: su 1.onociJ o cuadro doble (!igu1;1
.~ . 1 8). Pero los cuerpos paradisfacamcntc hermosos, y no la historia bíbl ica,
so11 aqu1 d verdadero tema: la perspCl liv,tdislantc dd p.1r.11sú pcrdido 111'
coloca bajo la luz ck una idealidad que, con el ..:nvcjcc..:r y el morir de'
pués del pecado origi11al, )'ªsólo pociní ser rccorduda como pr incipio."
Pl.'ro d ser humano como med ida del mundo C$ 1a111hi(!l1 el M!I' bumant•
en 1,1s fronteras de su cuerpo. Leonardo, que 11 0 $ legó todo 1.111 corpu> lk
1
ti!
dihujns a11a 1 6 m ico~. C\
pn:i.<1de111a1ll'ra insupc1.1
ble en s u li!\11rn vitrnhi.111.1
(figura 3.19) d coníliLlu
del c;ucrpo con la gcmm:
tria, el co11íl1cto de l,1.111,1 ~
tomía con l.1 c~lél1t,1. I
.\lkdi;rnll.' un ~olo mo\'I
miento corporal .:ousigu•
I
co111p,1ginar lo~ dm esqul J
111 ¡¡~
scparadm de Vitrn
Figura 3.19. l.;:on.irdt1 tl.1 Vi11.-i, Fi:,:111111·i1111/1i111111 (detalle), Acca<lcmia (inv. 228).
bio: el cuerpo en el c1rwl11 \lcnccin.
)' cl cu~ rpo en el cuudrnd11
Al tibrir las pkrnas y .111.11 t·mbargo. se encuentra i11>.;.ri10 en l.1s coordenadas de un cuadrado, al que
los hr;1zos el cu ~rpo ak.111 toca con la coronilla y l<1s pia11w:. ck los pies: con sólo estirar los brazos hori-
z~ la pcrifcri;1del d r1.ul11 1ont<1lmen1e :dc,1nza los lados del n 1adr:1do, al que en modo alguno puede
.:nmo hi li~ura de la 101.1 M1l>repasar. De pronto el cu:id rado se vuelve romo la prisión de la contin-
lidad divina, ;wnquc ~'"1 11cncia corpora l. Es1;1 impresión se accnlua cua ndo observamos d roslrn
Figura 3.18. AIberio 1)urcro, Adán y f::l'tl. 1506, l'n un ali\n d'imcro. l'11 l.1 l'llVejecido con la m irada impo tenlt' had;i el ciclo, qut: no se corresponde
F.I Prach Madrid. posición de descanso, ' 111 111nto con la juven1 ud cid rnl'rpo ideal. Podría tratarse: del ros! rn del pro-
pio Leonardo, h¡1ciénch\nO>co1i.cicntes <lrl problema de representar la ima-
gl'n del ser humano (111icamc11 tl' en una imagl.'11 del cuerpo. El cuerpo ideal
\~ En rd.tdclrt U.) Jl es1c tema cu Durt-ru, véan ~c Kt~crncr ( 1993: 1li¡ y~.,
" llcprC>C111alivc man"), }' Anzclcws ky {1971: 20~ )' <.<., N° 10' w 4).
110 pertenece :i los seres humano>. Sin embargo, el cuerpo rl.'al aprende a
.\9 Véa'c en Arassc (1997) la figur.1 ;6, con el texlo JJjunlo en l'('f,·r1·n,i.1 .11J1h111n pncibir ~u s fr~ntcra:. por medio dd conocimic1110 de si mismo. Leonardo
en la 1\ccadcm ia en Venecia, hw. 228. Cf. 1ambi~n Cl.1yton (1\1\12) v Ch.1std (111•1" 1\•.1li16 bocc1os tll' l.1\ primc1~1~ 111Jquin.1~ voladoras, y con ello llnticipó la
17l )' ".). h1'tOri,1modc1n;1dl' l.1, proll'' i' ~orpora l..::..
128 I AN1ROP0106IA DE LA IHAGEN 1.1 IM AGEN DEI CUfRPO COMO I HAG L~ DEL ~ IR HUHAHO 1 129

llamaba a los procludorcs d e los mani-


quíes de cera, cnconl raron en la anato-
La rcpresentaci6n del ser hum;1110 en el R('nacim irnto, lo mismo si se rcli.:- mía un nuevo ca111pn de aclividad. Uni-
ría a un individuo o a un ideal heroico, se efectuaba en el rnerpo. y no en rela- carnrntc el buslo de Niccoló da Una no,
ción con el cuerpo. El cuerpo era actor, no requisito. Con esta función retó- creado por üonatello hacia 1432 con
rica se convirtió en tema del arte, que buscaba también en la elección de ayuda de una m:íscara tomada del mo-
mármol o bronce la d istancia de la forma con respecto a todo tipo de ilu delo vivo. o la m;bcara funeraria de l'ra
sión corporal.4 " Lo contrario es válido para d modelo anató mico, que, en Angelico, nos pueden proporcion.1r una
tan10 figu ra de cera al lado de la ejJigies, tk la que ya hemos hablado, heredo perspectiva del gé1wro, complctam.:n le
la~ figurn:. vo1ivas ele cera de los donantes en actitud de rezo (figura 3.20). Si aniquilado. 1' Al parecer, los /101i, wmo
la ilusión corporal de una imagen vo1iv;1 a c:scala real. que incl uso com- se los llamab;1, llegaron a ser ta n excesi-
prendía el empico de cabellos yde la vcs1imenta personal del repn:scnlado, vos en aquella é poca, que sólo fueron
se relacionaba rnn una persona auténtica de la cual se había creado un doble. autorizados para la élite ele la burguesía
rcmit fa enLonccs en el caso de la anatomía a un preparado humano. Sólo l.1 (figura 3.2:?.). " La figurn votiva hiperrca-
pérdida de la representació n propiciada por la figura de los donantes prl' lista': como sci\ala Gcorges Didi- Hubcr-
paró el camino para w1a rcpresentacion man, ues el equivalente exacto de u na
científica. La impresión corporal en yc$O ca'lltidad ele cera correspond ien1e al peso
y e n cera no tenía el m ismo signifü:.. do corporal del repn:senLado''. 4 ' L1 impre-
en un caw y en el otro. L'l m;1scara runc sión corporal signific.1ba d11pliq11cr par Figura 3.21. Hombre fornido
t.h.: Cigoli. bnmcc, ca. 1600. tvlusco
raria pcrpel uaba a una persona morlal, contacl et prolong~r l111111111re, naturaleza
L;1 SJlc,ol:I. Florenc:ia.
la im presión anató mica fijab<1 el orga que era el propio c uerpo. El facs ímil del
nis m o perecedero. La disímil analogi,1 cuerpo, que re prescnt<1 ha a la persona en ges los de agradecimiento y de ora-
llegó al ex1remo de que en las figuras voli ción, tenia una fun ción de conservació n dd Estado en la vida pública de
vas se hacian representar en ccr;1 inclu'" Florencia. El cuerpo urtificial adopló la representació n religiosa del cuerpo
partes corporales específicas, por cuy.1 vivo, tan to en el sentido ret rospectivo de su rxistencia burguesa, como en
cura se agradecía al Cielo. d sentido pro.~pcctivo de la futu ra resurrección de l cuerpo. De este modo,
El hombre fornido de Cigoli, logradn ~u presencia, al transfon narsc en imagen, llenaba el intervalo existente entre
hacia 1600 a parti r de un vaciado l"ll la muerte de l;t person;1 referida y el Juicio Pinal.
bronce de un modelo de cern (fi~ur. 1 A partir de la analogfa de la cera ck abeja con el cuerpo vivo, que en las
3.21), dMa <1proximadamcnte de la l!pm.1 figuras de cera producía una fuerte ilusión dc vitalidad, Desca rtes derivó
e n que en el m ismo lugar, Florenc;ia, (11,· un 11rgumrnto en contra de cualquier tipo de conocimiento del cuerpo que
ron retirados los exvotos ele cera que P• 11 se considcrant indudable. La cera es modificable e indefinible en su estado
Figura 3.20. i'igura 1«Hiva
de 'era, t<lnvcnto crc~ccncial,
centena res habitaban la iglesia de San1.1 lle manera sim ilar a como lo es el cuerpo al que reprod uce en imagen.
Kaull><·urcn. Annurniata.4' Lo~ fállimagi11i, comn M' Incluso la expansión que caracteriza a lo corporal resultaría indefinible en

40Cf. al rcspcc10 los comentarios de J. v. Schlos>cr ( 1993: 105 y 119). en alu>ión a IJidi-1lubcrrnan ( 19991.t: 56 y"'·•"Der Abdruck als :-:Jd1lcbcn"), y Van der Veldcn
Schopcnhaucr. Parrrga, § 209. Cf. 1.11nbién la nota 41. ( 1998: 126 y S.• .).
41 Didi-1 luhcrman (1994: 383 y ss., espccial111c1ttc pp. 411 y ss.) en rebci(in con l." ·IJ "Die ºfot,·n maskc vnn Fra Angelico': en Düring 1•/ ol. ( 1\1\19: 68). En relación con
irrnlgcncs en ccra. <¡ue fueron i111•c.<tigadns pnr primera vez l'º' AbyWarbur¡; en Nicwll> da Un.11H1, vcas,· llidi- l luberrnan ( 199~: 42,1. con iluslracioncs).
1902, en sus csl11dios sobre el arle del retrato en l'lorcncia; Sd1losscr ( 19!.n: •¡,¡ Y><. l. 41 l)idi-l-lubn111.111 ( 1~•1.1: 4191.
130 1 ANlROPOLO G[A DE LA I MA GEN LA IMAGEN OH CUERPO CO MO IMAGEN Oll SER HUMANO I 131

cuanto a su forma. Si bien Jo corpo ral e~


accesible a Ja percepción , ésta, sin em
bargo, debido a su naturaleza corporal,
seria dudosa ..... Aqui se polari1.a la com
prensión del cuerpo como objeto d\'
curiosidad cientffica y, po r o tra parte,
como antipoda del yo, separado de su
propio cuerpo. Desde ambas perspec·
tivas se llega a una crisis de la represen
tación: el cuerpo analómico no exprcs.1
a ningún yo, mientras que el yo se aloj.1
en el cuerpo como una res cogil'rlns. As!.
Descartes formula que rnoi, c'est-iHfirr
111011 áme, per Jnquelle je suis que je suil,
Figura 3.22. Donatello, Niccolo est veritnbleme11t disti11cte de 111011 cor¡11
d11 Uzumo, ca. 1432, Musco et q11'e/le peut ctre 011 exister sn11s l11i. Se
Nacional, Florencia.
puede concebir al yo pensante en M•
incorporeidad de modo parecido a co11111 Flpra 3.23. Clemen1c Susini, Figura 3.24. Clemente Susini,
algu na vez Lo fue el alma cristiana, a la que Descartes lleva a una noci611 />reparado corporal de cuerpo Prept1ratlo corporal de rnerpo
..
'
moderna. De esta form a puede decir de si mismo que vive en su cuerpo dl
rnt~ro de mili mujer embnr11Wd11,
1•K1, Museo La Sptcola,
cutero de ww mujer embamztuln
(con el cuerpo abierto), 1781,
JJI m anera semejante a un timonel que vive en su barco. El cuerpo podría con 11orencia. Museo La Specola, Florencia.
siderarse com o una máquina de huesos, músculos y nervios que funcion.1
como natu raleza, pero que no expresa nada acerca del ser humano.•1
Esta máqui na corporal se representa desde el siglo xv11 en figuras an.1 rado humano. Aproximadamente doscien tos cadállt'res proven ientes del
tómicas de cera, que escenifican todavía al c uerpo cerrado en u n•l poM· u •rcano Hospital Santa Maria Nuova, a los que todavía no se sabía cómo
m ientras que en el cuerpo abierto, hablando metato ricamentc, se mue.~ r rcservar, se ulilizaron como material para obtener las formas para la cla-
trn el armazón de partes maquinales que constiluyen el organismo t111<i buración de una ún ica figuraY Así, por medio de impresiones de órga-
nimo y carente de alma. Así, Clemente Susini concluyó en 1791 La figu1 ,1 no~ corporales verdaderos, se abstrajo u na imagen modelo del cuerpo de
de una mujer embarazada para el nuevo musco de ciencias natu rales, 1 .1 I~ manera en que lo exigía la ciencia de la época de la Ilustración.
Specola, en Floren cia (figuras 3.23 y 3.24), 1<1 cual puede desplegarse pa1 o1 El modo de elaboració n de las figuras anató m icas recordaba a aquel de
mostrar seis vistas distintas de los órganos. En su nuevo libro 011vrir Vé11m, 111' figuras votivas de cera qUL: fuero n enviadas súbitamente al depósito en

Did i-f-l ubcrman describe la ambivalencia de esta figura, a la que llama, l '"' !'11111ta A:nnunziata en 1665, pues s u conccpci.ó n de la imagen dejó de corres-
referencia a la conocida estatua de Ja Venus de Medid, Ve11cre de'111etl11 1 ponder a u na época en la que el arte y la ciencia se d ividían el terreno. De
UJ1a Venus de los médicos... El ideal de Ve1rns se conserva como un rccuc1d11 111u11cra similar, la figu ra anatómica se aprovechó de la pérdida de validez
en la pose erótica sobre el lecho de seda, y sin embargo un collar de 1w1 111· la ef]igies en las cortes, que la habfaJ1 recibido como herencia. Cuando
las oculta la costtUa del mecanismo anatómico que reproduce un prcp11 "'° t:ICtingu~ su importancia para el Estado en el culto funerario, con lo que
l.tmbién dejó de servir el concepto de imagen correspondiente, igualmente

44 Descartes (1855: uo y ss.). Cf. además Husserl (1950).


45 Descartes ( 1855: 168 y 175). l'Olll!«'>i (1999: 18 y >S. y J4 )' •'·). Cl: t:unbién sobre el lema Jordanova (2000) )'
46 Didi-Huberman (1999a: 100 yss.). l .u1111 (1979).
132 1 ANlROP Ol OGI A DE IA IMA GEN tA IMA H N DEl CUER PO CO MO IMAGEN Dll SER HU MAN O 1 J33

se modeló en cera a otras personas de la corte y se las colocó - lo que tam- brió la fotografía. t sta se apropió ele la
bién era novedoso- en cajas de vidrio en la abadía de Wcstminsler, donde ilusión corporal de la figma de cera y
estuvieron en exhibición per manente.'18 El ago tamiento del ritual monár- rnm pletó la democratización de la ima-
qujco de la transferencia del poder liberó a la effigies a la banal y fatua curio- 11cn en la era b1ugucsa." El efecto qucla
sidad visual, que concluyó finalmente en un panóptico entretenido. Ant()inc figura de cera había alcanzado por me-
Besnoit recibió de Luis XIV no sólo el privilegio de reproducir en cera n dio del modelado, la fotografía lo con-
los miembros de la corre, sino que también obtuvo el derecho de mostrar seguía impr.imiendo luz, ya sin ni nguna
sus figu ras en exposiciones, por lo que se lo criticó tildándolo de mo11- intervención del artista que pudiera fal-
tre1ir des 11wrio11ettes. Después, con el aburguesamiento de la corte como ~íficar la verdad de la imagen del cuerpo.
institución, el repertorio se amplió a personas exóticas o c riminales. El El m edio técnico, que generaba una
gabinete de fi guras de cera de Madamc Tussaud fue la última etapa de la ~ombra corponil similar a la de la vida,
comercialización de la antigua ejfi.gies, a la que ahora se contemplaba con 1lcsplazó el derecho de represen tació n
asombro como logrnda fa lsifi cación del cuerpo, e.n ta nto que los anis1as y de la in1agen en múltiples sentidos, pues
6lósofos se apartaban del género con repulsión, rechazando cualqu ier permitía no solamente realizar incon-
ilusión del cuerpo puesta en imagen.'19 1.1bles copias a partir de un solo nega-
En el arte, sin embargo, Jeremy Bcntham, como moralista puritano, cen- tivo, sino que t;11nbién incitaba a tomar
Figura 3.25. fcremy Benlhilm,
suró la futilidad con que los artistas esceni ucaban la imagen del ser humano incontables i111ágcnes de una sola per- lluto-ico110, 1832, Univcrsil y
en la imagen del cuerpo. As.I, abogó para que la escultura fúnebre, en fo 'llma, en las que ésta se veía siempre dis- Collcge. Londres.
qu e las clases privilegiadas podían celebrar su image social, fuera rempla- tinta, sin q ue se pudiera decir, a pesar
zada por los llamados auto-iconos, que deberían consistir de huesos verda d~ la verdad indexa! d el medio, cómo se
cleros de los difun tos. De seguirse su consejo, se podrían ahorrnr ta mbién vcfri realmente. Ya en i862 Desidéri reflexionaba respecto de cómo podía
los costos del cementerio así como la paga de los an istas. Naturalmente, su (o debía) ser un retrato para que pudiera dar referencia, de forma crealiva
1
propuesta no tuvo consenso, de manera que se d io por satisfecho con donar y verídica, acerca del ''carácter to tal de la persona representada".5' El pro-
su propio cadáver en 1832 al University Collcge de Lond res (figu.ra 3.25), hlcma de la pose que los modelos adoptaban frente a la cáman1 só.lo con-
donde en lo sucesivo dcbb participar en las sesiones como su propio rcprc· firma de un modo particularmente si.mple que de an temano, con nuestra
senlan te y copia in corporc.5" El propio cuerpo fue preparado como una effi m11nica y nuestros gestos, nosotros 111isrnos nos transfo rmamos in cor-
gies, la cual, no obstante, ni permanecfa siendo cuerpo, ni se separaba del 11ore en una imagen, incl uso antes de que la fotografía tome una imagen
cuerpo como imagen. El facsimil de uJ1 cuerpo contradecía en la momia de nosotros in cffigie.
moderna al cuerpo propicio para la rnan.ilcslacióo del arte. Pero no se trata del caso especial del retra to, sino de la cuestión de qué
1·xpresa la fotografía acerca del cuerpo que documenta, )' de qué manera
tl.'presenta al ser humano en ese cuerpo. la resp uesta se encuentra a Ja
111,1110, pues en su siglo y medio de historia la fotografía ha escenificado
6 11111Linuamente de mane.ra disti nta tan to el cuerpo como al ser humano.'!
b t C()nsecu.e ncia, se estab.lece aquí igualmente una perspectiva que no sólo
En la m isma época en que Jeremy Bentharn prctendjó d ar u na nueva op<H
tunidad a la obsoleta figura de cera por medio de Ja m omia real, se desc11 1 1 Cf. adc~1ás a Schlosscr (1993), ya desde 1911. Si n em bar¡:;o, los in ventores
de la fotografía se refirieron, por un lado, a la ana logfa con la escri tura y, por otro,
.1[ ,1utor11atismo del procedimiento (Amclunxcn [1989: 192 y ss. I. \.f. ta mbién la
48 WaldmaJ111 (1990) y Schlosscr (1993: 43); Frcedberg (1989: t92 )' ss.). 111)1:1 53.
49 Schlosser (1993: 81 y ss. y 96 )' ss.). \ • 1!istl&i ( •981: •07 y ss.).
50 Ucwdlyn (1997: 53) y Richardson (19R9). '1 1 ('l,1rkc (1992); Lttlva ni (1996). )' Lury ( t998).
1)4 1 AN I ROPOLOGIA DE LA IMAGEN tA IHAGIN DEI CUERPO COHO IMAGEN DEL SER HUHANO 1 l))

es almacenada por la técnica objetiva, defecto, c uestiona la existe ncia d el


sino ta mbién por una mirada que se sujeto. Ahora se hace evidente el signi-
ha creado en la imagen su p ropia ana- ficado del d iscurso de los medios ana-
logía, y lo mismo es válido para toda~ lógicos. La analogía entre cuerpo e
lns imágenes anteriores a la invención imagen, que la fotografía elevó a la
de la fotografía. Porque es la liistorin categorla de indice del cuerpo (Char-
111odcnw del werpo la que es rcpet ida les S. Peirce), se basaba no sólo en la
de manera singular por la historia dt• confianza en la realidad del cuerpo,
In jotllgmfla moderna. Naturalmente, sino tambié n en la creencia de que es
esto es válido también para la esté- capaz de representar el cuerpo real del
tica y para la ideología del cuerpo. Ya ser humano, aquel en el que encama.
sea que el suave Weston o el polémico En consccucncia, lu pregunta actual es
Mappletho rpc (figura 3.26) lo utilicen si el cuerpo evade cualquier analogía Figura 3.27. K. Cottingham, Triplr-.
de la serie Ficri1io11s porrrails, 1992.
Figura 3.26. Rich.1rd Mapplethorpe, ccimo lema estético, el cu erpo apa re- en imagen, o si es in lcrcambiado por
Derrick Cross, c11. 1~85. cerá sin rostro en la imagen, pues rn imágenes en las que se puede negar a
la histo ria de la imagen la persona si mismo. Ambas formulaciones son indicio de que se ha desatado una cri-
a parta la mirada del cuerpo.H La represe11111ci611 e11 el cuerpo es también sis entre el cuerpo y la imagen: la crisis de la re ferencia. La crisis puede mos-
,, e n la íotografla un tema distinto al de la reprcsc:11tnci-011.1el cuerpo, a pe~ar trarse en el hecho de q ue no existen ya i mágencs que puedan ser acepta-
de que la persona no se puede mostrar sin su cuerpo. bles, o b ien en que ya sólo existen imágenes que apartan de nuestra m irada
la realidad del cuerpo y la d isuelven en imágenes.
Con esto ta mbién se desplaza el sentido que tuvo la imagen e11 sus orí-
genes en el c ul to a los muertos. Si ento nces se utilizaba para que el difunto,
7 que había perdido su cuerpo, mantuv iera o le fuera devuelta una presen-
cia en la sociedad de los vivos mediante un i nterc~1mbio simbólico, como
En los debates act uales, sin embargo, la fotogratla se plantea ya como un lo llama Jea n flaud rilJard, en la ac tualidad se intercambia por el cuerpo
tem a arqueológico, a partir de que las técnicas d igitales han remplazado l.1 vivo para re111pla1A1rlo por una figura hiperreal o vi rtual. Los meclios digi-
producción fotoquírnica de im ágenes. En sus Fic1itious portmits (figura3.27), tales, que proscriben la analogía con el c uerpo e n un gesto "post-foto-
el norteamericano Keith Cottingham pretende desenmascarar el "mito de gráfico", parecen reflejar el comienzo de u na era de Jo "post-humano''."'
la fotografía'~ como lo llama, m ediante imágenes de obra computa.\s Su' No obstante, demasiadas polémicas entran en juego. polémicas en con-
retratos son ficticios no sólo porque establecen que son copia d e una fic· tra de la fotogrnfía trad icional, pero también demasiada euforia no sólo
ción, si no porque demuestran que el sujeto es una ficción, luego de q11l' por empicar las nuevas tecnologías. sino por otorgarles tanta auto ridad
en la imagen ha sido desprovisto de referencias. El hecho de fu ndir VMiO\ que puedan ser capaces de refutar al usuario vivo. En el tecnoccnt rismo
rostros en uno solo (así como la tri plicación de un solo rostro en la mism.1 .1ctual. el cuerpo es un desagradable recuerdo de la naturaleza que lleva-
imagen) genera una correspondiente "personal idad múl ti ple", o, en su mos en nosotros mis mos. Por muy artificial que sea o se simule la lla-
mada liberación del cuerpo mediante las figuras teatrales de los virtual

54 En relación con Wcston, véase Wiegand ( 1981: 191 y ss.), '°" 1extos sobre la
fo111grafi.1 del cuerpo en el diario de 1927. En relación con Mapplcthorp<'. V•'<l-.C ~~ Cf. con l.1 no1~ l. en el aitalogo de la expo.íció11 hlwgmfir m1rli rler Forogmfie,
el cntillogo de P. Smith (Rellport Press, 1987), y en relación con los escánda lo• véase l'. Lunenfcld, "Di¡;imlc Fotografic und clck1ro11. Scrnio1ik"' (H. v. A111clunxc11

~I
públicos, Hughcs (1993) C'l 11/. ( 1991>: 93 y >S. f ), así '01110 H. v. r\mclu11,xen, "D.1> Lnlsellcn des Korpers im
55 11. v. A111clL1nxcn et ti/. ( 1996: 160 y ss.), co n 1ex1os de K. Coll'ingham. digit.1lc11 R¡¡u111" (i/1i1I.: 116 y ss.).
136 1 ANfROPOLOGÍA DE LA IM AGEN l~ I MAGEN DE L CU ER PO CD MO IM1\ GEN DEL SER llllMANO I 137

bodies,>7 ésta sólo tiene lugar in ef}igie, de manera similar a como en épocas acaso lo que copian l?S una idea de la real idad. Recuerdan los contenidos
histó ricas se traspasaron las funciones de representación de cuerpos natu- de las a-eencias y las modas de pensamiento en los que los seres humanos
rales a cuerpos artificiales. Pertenece a la cuestionable competencia de las han buscado protección para sus preguntas, aunque esa protección sea
imágeucs el hecho d.e que pueden tanto afirmar como negar la realidad (en un error colectivo. Dado que en el caso del ser humano su sentido radica
nuestro caso, la realidad del cuerpo). y de modo tan fácil como inútil. t•n la encarnación (que es donde lo equiparan con el cuerpo natural y así
La 1ernología genética, que amenaza al cuerpo en el futuro, es m1a nueva lo imitan), no puede sorprender el hecho de que únicamente puedan Ue-
variante de los anhelos por cuerpos maquina!mente perfectos, per:o su a me- nar este sentido mediante tLn continuo intercambio de roles. A pesar de la
naza consiste en que convierte imágenes en cuerpos, y con eUo pretende pérdida de referencias en general, incluso en el lenguaje, y a pesar de todos
invalidar la diferencia entre una imagen y todo aquello de lo que es ima- los conílictos de representación en la llamada posmodernidad, la encar-
gen. La constTucción ideológica del cuerpo, que dominó d siglo xx, es reem- nación es todavía un impulso para asegurarse la existencia.
plazada por la tentación de su construcción biológica. Con esto se repite en lncluso en los medios digitales existe una exigencia de enca rnación
una nueva forma el aJ1tiguo confl icto entre naturaleza e imagen. Se pre- cuando el usuario humano en internet desea actuar y hablar. Esto sucede
tende re-crear el cuerpo en una imagen en la que se cumplan los ideales con las figuras llamadas avatar, signos digitales animados para imitar al
de salud, juventud e Lnmortalidad. Con esto concluyó la "conquista del cuerpo y represen tarlo en la red. Son cuerpos virtuales que se mueven en
mundo como imagen': de la que habló Heidegger. En la imagen, "el hom- c~paci os virtuales de manera similar a como lo hacen los cuerpos natura-
bre lucha por alcanzar la posición" en la que pueda imponerle su medida les en el espacio físico. El concepto de avatar en los léxi cos actuales se cir-
al nnu1do. Para esta lucha pone "en juego el poder ilimitado del cálculo, la cunscribe exclusivamente a la historia de las religiones, ya que en la mito-
planificación y la corrección de tod;1s las cosas". 1~ La Libenad del ser humano logía hind(1el dios Visnú encarna en la Tierra de diez maneras distintas,
con respecto a la naturaleza consistía precisamente en que podía liberarse llamadas avatares, de los que la décima encarnación aün subsiste (¿acaso
de ella por medio de las imágenes, concebidas por él mismo y contrapucs- en internet?). 19 En idioma francés este término fue adoptado en el habla
1as a ella. Esta libertad la perdió en un cuerpo creado por él mismo como cotidiana con el sentido de cambio de sexo. En la terminología delos nue-
una norma con la cual ya no puede haber divergencias. EJ "nuevo hom- vos medios, sin embargo. significa que el ser humano, tal como lo ha hecho
bre" nn es una visión nueva, pero la visión transforma el recuerdo ficticio ~icmpre con sus itrnígenes, pretende encarnar incluso en los lugares en los
~I de un hombre paradisiaco antes del pecado o riginal en la imagen de un que no puede estar con su cuerpo, o sea in effigie.
hombre del futuro en el que la técnica se habrá convertido en naturalew.
Nos hemos vuelto cautivos de las imágenes de las que nos rodeamos.
Por eso confündimos la crisis de los imágenes, acelerada por la expansión
tecnológica de los medios de la imagen, con una crisis del cuerpo , al qu<'
ya no reconocemos o ya no queremos reconocer en las imágenes. De ahf
inferimos entonces una crisis del ser human.o. No obstante, me permito Con el fin de enfati1.ar mi tesis de una crisis de la imagen, deseo demos-
recordar que también en épocas históricas la relación referencial cntr~ trarla en tres aportes artísticos del siglo pasado, qL!e, a pesar de no estar
cuerpo e imagen se ha revisado una y o tra vez para adecuarse a una p c 1 hasadO!i en técnicas digitales, cuestionan la referencia entre cuerpo e ima-
cepción transformada del mundo y de Ja presencia propia en el rnundn. gen. En una instalación notable, Ga ry Hill, el representante intelectual dd
Las imágenes nunca son lo que afirman ser, copias de la realidad, aunq11c llrte medi<hico de la actualidad, adoptó en t990 una postura en relacióD

57 Wenhei111 (1999: un ss. ICybcrspace] y 2SJ)' ss. ICyber- ü topia j; Rotzcr ( 1991); ~9 Wcr1·hcim (1999: 27) habla ele "un ciberespacio diseíiado gníficamenle y de
Fasskr (1999), y BolL, Kittlcr y Tholen (1994.). ovalares animados de nosotros mismos. Ya en la cibercim.lad 011/ine de Alpha
58 Heidegger ( 1980: 92) !la cita pertenece a Ja edición en cspaiioJ: " La época de Ja World (al respecto, i/Jid.; 272) se represen la a los visitantes por medio de avatares
imagen del mundo", en Ca111i11os de 1Josq1ie, trad. de Hc.Jcn:1Cortés y Al'tw·o Lcyt•'. qLw aparecen en 13 pa ntalla como figuras semejantes a dibujos animados
Madrid, Ali;mza, 1996]. l.1mina11do por un paisa¡c url>ano sinrnJado''. Cf. tamb ié n llohmisch (1998).
138 J ANTROPOLOGÍA DE lA I MAGE I~ LA IMAGE N Dll CUERPO COMO IMAG EN DE I SER HUMA NO 139

con este tema."° En este sent ido, dado que el cuerpo todavia está ahí, y pard- en un monitor el dedo que recorre una página escrita y la hoje-a, con lo que
fraseando el titulo de la obra (/11as11111c/1as it is a/ways a/ready tciki11g place nos recuerda que el acto de leer, así como el acto d e ver. son actos corpo-
[Puesto que está siempre ya ocurriendo]), a ún es posible salir a buscar imá- rales. Nos encontramos todavía en el espacio de los cu erpos, aun cuando
genes del cuerpo (figura 3.28). Ya no es posible que se trate de cuerpos en en la actualidad se nos acaban las i1rnígenes a l respecto, y preferimos reen-
pro porció n 1:1, por lo que el ar tis ta, dado que ya no puede proporcio nar contrarnos en cuerpos virnrnlcs, que no son más q11c imágenes, aun cuando
ninguJJa copia cnpaz de generar slmbolos, descompone la imagen dd cuerpo las llamemos cuerpos.
e n sus distintas silabas. El cuerpo existe en cierto modo e n despacio enl rt' La crítica a la ficcionalidad de las imágenes habituales también se advierte
las imágenl'S que Gary Hill distribuye en mo nitores de distintas dimensio- en los llamados History portraits, p roducidos en series com pletas desd e
nes ubicados en nichos, los cuales corresponden al anliguo espacio pa1 a 1988 por la artista norteamericana Cindy Sherman,61 quien comenzó a Lomar
las imágenes de las pinturas. Sin emba rgo, el espectador percibe e n el espa- como rema su propia pose corporal para desenmascarar así la ficción en
cio de la instalació n la invisible presencia del cuerpo, c uya imagen ha sido la fotografla. Aunq ue en los History portraíts se trata también de u na ÍOlO·
desconstruida e n ta n numerosas vist<1S parciales, al escudrn rlo murm urar graffo verdadera (figura 3.29), la artista introd uce en cierto modo su p ro-
y respirar suavemen te en una grabación. pio cuérpo como w1a
Actualm ente el cue rpo cons tituye el tema de numerosos congresos y nueva ej]igies, retro-
de numerosos libros, como si se prete ndiera por lo menos repetirlo en ima- trayendo la ficción de
gen o recordar el propio cu erpo e n imagen." Puesto que trad icional- la fotografia -al vcslir
m ente las imágenes hace n visibll' lo ausente, la i nccrliclumbre en relación un traje anliguo- a la
con el cuerpo se compensa con su presencia en imagen, con lo que se invierte vieja pinl11ra. La arti-
el sentido convencional de una copia. Por el contnirio, <.inry 1lill procede ficialidad de la pose se
de otra manera en su instalación. Aqul lo que constituye el tem a de l,1 increment;1 con la pró-
obra no es la duda acerca del cuerpo, sino 1.a duda en cuan lo a su capaci tesis del seno desnudo
dad de ser im agen. El artista captura en fragmentos e iiislantáneas inclrn;o con la q ue posó como
su movimiento, como por ejemplo su respiración. lambién nos muestr.1 Virgen, siguiendo el
modl.!IO hisló rico de
Jean Po 11quct, la mere-
triz del rey de Francia.
La escenificación de
un cuerpo cuya refe-
rencia sigue siendo en
gran medida incierta
pone igualmente en
duda el carácter de me-
dios, tanto de la nueva
fotografia como de la
Figura 3.28. Gary Hill. /11t1s11mc/1 ti> 11 is a/11·t1ys alrrody 1t1k111g pl11u, vieja pintura. C'..on esto
vidcoinstalación, 1990. se dcm11est raque tam-
poco las imágenes téc- Figura 3.29. Cindy Shcrman, Um irled No. 216, 1989.

60 Belting ( 1995b: 43 y ss.: especialme.n1c· p. 50). Cf. también ~n el mismo li bro Mol•• h
(1995: 71 y ss.). c\2 Uclting ( 1998b: 480). Cf. también Kr.lUSS y Bryson (1993: 173 y ss.) y C. Schneidcr
61 Cf. l:t notJ 2 y K.11nper y Wulf(1982). ( 1995: 15 y 5,,¡.
140 \ ANIROPOlOG\A 01 LA IHAGIN
LA IHAG!ll Dll CUERPO COMO l~AGEH OEl SER HUMANO

da tempor.11scp.ir.1 el cuerpo dr la imagen, lo que es posible en el caso de


Hclmut Kohl, quien 1.·n 1994 ya se 1•eia di,tinto dl· aquel muñeco realizado
en 1983, cuando a~umió s u CJrgo. L.1 intención ele Sugimoto no era con
lraponer un m edio moderno (fotografia) a uno antiguo (figura de cera),
como se hubiera hed10 en lo~ dí.is de Walter Bcnjamin o de AJexander
Rodtschcnko. En 'lis íotograílas contcptualc.,, la irremediable a mbiva-
lencia de la imagen, que en la m isma medida rehliye y <1nhcla la analogía
con el cuerpo, se convierte <'n acontecimiento.

Figura 3.30. l lirc1>hi \u¡;imol<l, /Jr. H. ko/i/, R. /.11/1/k·r-. / 11n/ ( llfrm.~l<trl,


t. Mi11rm11rl (de \.11m~ \Va.~ 11111sr1111is). 1994.

nic:as no~ liberan del laberil'llo de la percepci(in y ele l.1 crcrncia, en el qu~·
han surgido todas las imágenes del M'r humano.
Una te rcera ohro, con la que condu yo cst,1 ~cric, no~ conduce nuev.1
m ente al u mbral en el que l.1 fotogrníla asumió la íunción corporal de IJ
figura de cera. En 1994, el japonés l liroshi Sugim oto produjo una sem
dt fotos con el título Wnx 11111se11111S (figura 3.30), que ubica a la fotogr.1
íla en la genealogía de las imágenes e nga ñosa~.·· Lo <1ue vemos no Mlll
cuerpos vivos, sino modelos de cera con trajes re;1lcs, com o si fucr.111
animales disecados, que Sugimoro cii ptó en una serie d<• diornm as. \•11
u n vestíbulo de hotd se encuentran cuatro pol ítico~ del gabinete de ligu
ras de cera de Macla me Tuss;1ucl a los que Sugim oto dispu~o como si estu
vieran conversando. Aquí se abre un abism o de pérdida de rcfercnu.1
justo en un medio técnico de referencia. No es posible decir con ccrten "
se trnrn de cuerpos re.ileso de muñecos, pues la íotograffa en blanco y ncg111
c~tablece u na distancia sim ilar entre cuerpo e imagen. También IJ dist,111

<>.I ü10lidgc Rousmaniere (1997: 6; y ss.). Cf.1ambil-n lo~ en"'>'°' en P11rAl'll N• 411
l/' urkh. 19<16); Belting (?ooob). y Kcllcin ( 199;: ?~).
la
Escudo y retrato
Dos medios del cuerpo

En tiempos recientes, la h istoria de los retratos ha sido escrita, la mayo-


ría de las veces, como la histo ria de una imagen en la que se lee su seme-
janza con un modelo vivo. Pero el concepto de semejanw es tan elástico
e incier to que ha encon trado un nuevo contenido a partir de la inven-
ción de Ja fotografía. Si se lo vincula con un cuerpo, se plantea ento nces
la pregunta de a qué concepción del cuerpo hace referencia: en las pri-
meras épocas del retrato ésta no podla ser una noción moderna, pues sólo
a parlir de la Ilustración se desarrolló un concepto general del cuerpo.'
El problema es similar cuando se relaciona el retrato anliguo con un sujeto
o individuo, cuyo concepto e n esa época sólo podia ser histó rico, si es
que acaso e"islfa un concepto al respecto. En última instancia, el debate
derivó en que no se to mó en serio el retrato en un cuadro como med io
portador, sino que se comparó a todos los retratos (desde la imagen mural
hasta la pintura de libro~) independientemente de su contexto. Sin
embargo, sólo se puede hablar de un retrato autónomo cuando éste se
convierte en su propio tema y aparece en un medio prop io, en este caso
transportable, del que recibe su carñctcr formalm ente y en lo que respcctn
a su conten ido. Ese med io estaba li ~udo a una convención social, de la que
pueden extraerse conclusiones acerca del sentido del retrato. Sólo la rela-
úón entre imagen y med io como un enunciado doble abre paso a la inven-
ción central de la cultura euro pea de la imagen.
Pero cuando se habla del cuadro como un medio de la imagen, no es posi-
hle ignorar que tenía un parangón en el escudo de armas, cuya historia se

1 Vé.isc al r~<peclo Gcb.1ucr, en Kampcr y \Vulf (198i.: JI) y ss.). En relació n


con la unagco Jcl lUcrpo )' dd "'r huuuno, v~se el cns:i)1) en este libro.
144 1 ANlROPO l OG IA OE [ ,\I MA GEN ESCU DO 1 RETRAJ O 1 145

ext iende mucho más atrás. justamente podría hablarse aquí de un antece-
dente, si tomamos en cuenta que en el caso del escudo de armas no se trata
de una imagen de 1111 c11crpo, sino de un signo de un cuerpo, en una abstrac-
ción heráldica que no caracterizaba a un i11d ividuo, sino al portado r de
una gcnealogia familiar o territorial, es decir, que definía a un werpo con
rango. De este modo se descu bre la d iferencia qL1e explicaría que el retrato
ha>'ª obtenido su impulso en contraposidó11 al escudo y como su opuesto.
No olvidemos que .los mismos pintores, los llamados pí_ntores de escudos
(p. 165), trabajaban con a mbos medios, por muy disti nta q ue fuera cada
tarea. Cuando eJ retrato en cuadro se introdujo en las cortes, se planteó la
necesidad de elaborar toclJ una serie, con el fü1 de mostrar también en retrato
la cadena genealógica, que es la prerrogativa de los escudos.'
C iñámonos finalmc111e a dos aspectos que de po r sí también son tema
de este libro: los de cuerpo y medio. T<u1to el retrato en un cuadro (fi gura
4 . 1) como el escudo de armas (figu ra 4.2) p ueden definirse como " medios
del cuerpo': en el sentido de que aparecieron en el Jugar del cuerpo, exten-
Figura 4.L Rogier van dcr Wcyden, Figura 4.2. Rogier van dcr Weydcn,
diendo su presencia temporal. y espacialmente. Sin duda, cada u no era por- Retrato de Fmncesco tl'Este, l/etrt110 de Fmncesco d'Fste {reverso),
tado r de un con cepto distinto del cuerpo, pues el cuerpo genealógico y d Mctropol irnn Museum of Art, Me1ropolitan Museun1 oí Art , Nueva
individual no pueckn ser reducidos al m ismo denominado r. Es po r ello Nueva York. York.
que ambos medios también operan con la d ife rencia entre signo herál-
dico y duplicació n Ílsonó mica en imagen. Pero "medios del cuerpo" sig- en el uso simbólico del medio, que en uno y otro caso se distingue de manera
nifica tam bién que en la representación de un cuerpo ban exigido del espec- muy específica. Sólo en este uso encontraron su particularidad tan lo eJ
tador un gesto de lealtad, o bien, en el caso del retra.to burgués, la intercesión escudo sobre tabla como el retrato sobre tabla, sin considerar sus semejan-
piadosa en favor de y en nombre del represen tad o, o sea una respuesta zas técnicas ni Ja analogía en su referencia h istó rica. Sólo CLl la correwon-
que hemos olvidado en el <Kto contemporáneo de la admiración musca] diente tarea de representación fue posible desdoblar la dinámica del medio.
por el artista, en la misma medida en que hemos d esviado nuestra alen- No obstante, la comparación entre am bos sólo tiene relevancia hermenéu-
1 ~ ción respecto de la persona representada. tica si ya en la época de su confrontación histórica fueron comparados recí-
Con esto llegamos al.aspecto del medio. Las circuJlstancias que nos ocu- procamente. Nos ocuparemos aho ra de esta demostración, destacando
pan son propicias para agudizar la mirada respecto de la compJej.idad del en q ué medida el retrato y el escudo en trnron en una competencia cuyo
concepto de medio. En cua nto tablas de madera, el escudo y el retrato pare- sentido intcnuedial no pudo permanecer oculto para nadie.
cen ser Jo mismo, si se utiliw como criterio el material y Ja técnica de b
aplicación de pintura. Por el contrario, en cwrnto representación se sepa-
ran tanto que prácticamente se corroboran uno a otro por oposición. Sin
embargo, esta contradicción no se extiende apenas a la d iferencia enln ' 2
imagen y signo, sino que sólo comienza a man í_festarse cuando la leemoo
Las figuras votivas de Naum burg, que datan del siglo xJ 11, son adecuadas
2 Warnkc (1985) ~· Belting y Krusc (1994: 40 y ss.). En relación con rl retrato en para introducirnos en el tema del escudo y el retrato.J Uno de los donan-
general, véa nse Boeh m (1985), especialmen te rcspeclo del ret rato italiano del
tes representados, Ditrnaro el "Comes Occisus", po rta un escudo q ue en
Renacimie nto; Gentil i ( 1989); llrilliant (1991); Ca m pbell (1998); Pom mier (1998) ,
y Premesberger (1999). Cí. tamb ién las no tas 17, 21)'35 y ss., así como Didi -
Huberma.n en Man·n-Syson ( 199~: 165 y ss.), co n relació n a vVarburg. \ Finalmcn1c:. co n rdoción " este famoso tema, Sci uric (1990: 149 y ss.).
14 6 1 ANIR OPOLOGIA DE LA IMAGEN ESCUDO Y RETRATO 147

aquella época aún se usaba como arma, y lo sostiene de tal modo que lo tían con la visera calada, eran
protege y lo oculta (figura 4_3). Al mismo tiempo, el escudo muestra un reconocidos como conten-
segundo rostro, medial, en el que es posible leer el "rango y nombre» dientes o como vencedores
(como es propio decir aún en la actualidad) del poseedor. Asl, le servia no por sus rostros, sino por
al poseedor como un "segundo cuerpo", como lo ha llamado Waher Seit- los colores de sus armas en
ter en un ensayo decisivo.~ De esta manera, el escudo se encuentra entre sus escudos. No llevabJn al
el cuerpo de quien lo porta y el espectador, quien en la situación de com- combate sus rostros corpo-
ba1e se vuelve el enemigo, de modo semejante a una interfaz, que hoy es rales, sino sus rostros me-
un aparato. El rosrro verdadero del cuerpo se ocuJ111 del rás del rostro ofi- diales, con lo cual involucra-
cial de la insignia en el escudo, y éste indica que cualquier representación ban también su gcncalogiu,
tiene también un lado agresivo: no sólo se muestra en el combate, si no cuyos po rtado res cr¡m en
también en la legitimidad de sus derechos, expresada en el escudo. Las tanto cuerpo y po~es i ó n del
figuras de Naumhurg - muy anteriores al surgimiento de los rclrn tos vcr- escudo de armas.1 Figura 4.4. M ininturn de Lanza rote, Torneo,
ch1dcros- aluden sin embargo a las complejas relaciones enlre cuerpo, Sólo se ha conservado un lmtio 1400 ( 1omndo de Pas1oureau).
imagen y medio, que también fueron un motor de desarrollo para el número sumamente redu-
relrato. Estas relaciones tocan una cuestión clcmenlal de la antropolo- cido de escudos con la insignia de sus armas, pues la posterior era del
gía histórica. coleccionismo de arte no los consideró obra de artistas. Así, en su trans-
La ciencia aún no ha tematizada la historia del e~cudo de armas. Cierto misión surgió una asimetrfa entre el escudo en una tabla y la tabla con
tipo de lucha que se practicaba con el yelmo ceñido fue lo que dio un imágenes de figuras, lo que en la actualidad entorpece la perspectiva de
nuevo significado al escudo en el transcurso del siglo x111. Pero a princi la relación histórica en lo relativo a su rivalidad intermedia!. Ocasional-
pios del siglo x1v, con un nuevo cam- mente, los escudos, o écus, se conservaron únicamente cuando fueron
bio en la técnica militar, el escudo dcs.1- repintados en una época posterior, un ejemplo revelador de Lo cual son
pareció de la práctica de la guerra. Con los blasones elaborados en Lille hacia 1529 para Jehan Barrat y su esposa:
elJo, aumentó su importancia en lo\ desde la perspectiva del origen burgués de los poseedores del blasón, eran
torneos de las cortes (figura 4-4). Oc más bien epitafios, o signos Ít1nebres, que fueron colgados en las iglesias
manera simultánea al torneo, empe16 como una función secundaria del escudo de armas original. Una genera-
a tener validez también en ausencia de ción más tarde, hacia 1563, fueron repintados con dos retratos que, sin
su poseedor. o a exigir homenaje como embargo, no eran contemporáneos, sino que reproducían dos modelos
correspondf:i a un sc1ior feuda l: en un que databan de los inicios del ret rato burgués. Se trataba de copias de
caso el escudo se colocaba como cin dos retratos pintados por Robcrl Campin en 1425, de Barthélemy AJatruye
blema, en el olro como signo lega l Lk y de su esposa. Ala1ruyc cm uno de aquellos fu ncionarios de la cancille-
la presencia del scfíor. l)c las arirw~ ria borgoñesa en Lille cuyos rcmuos, pintados por Campin y también por
surgieron los escudos: puros signos ck Jan van Eyck, fuero n los primeros cuadros autónomos realizados fue ra
alcurnia que ocupaban el lugar de al del contexto ele la aha nobleza, quizá como resultado de la competencia
guíen o que vinculaban su cuerpo rn11 )Ocial. La mujer de Ahuruyc, Marie de Pacy, antes de su muerte (1452) legó
un signo de su rango y del ámbito de a la iglesia de los carmdi1as en Bruselas un cuadro (tnblet) en el que se
Figura 4.3. Figura patronal del
cond~ Dic1mar, coro occidental
su señorío. En el caso de los torncm representa "su rostro como testimonio en pintura", con lo que obtenemos
de la catedral d~ Naumburg. sucedia que los caballeros, que comh.1
\ Pasloureau (1997: 47 y ss. (histo ria 50C1al), 91 y s.-.. )~udo de armas) y99 yss.
4 Scincr (1982: 299 y ss.). )lerminolog1J h1>tOrl(J J). Cf. 1.1mhitn 1'Jr.1vicini ( 1998: 327 y ss.).
148 1 AHIROPOLOGÍA DE LA IMAGEN fSCUOO Y RElRATO 1 149

una de las muy escasas noticias acerca de las funciones de los primeros 3
retratos. L:i existencia de los blasones sólo se advirtió cuando se aplica-
ron rayos X sobre los cuadros de los retratos que algun:i vez fueron escu- En este contexto, debemos se1ialar una dis1inción importante que en la
dos ele armas.'' heráldica por lo general se olvida. Es la distinción cmre el blasó11 como
En la mayoría de los casos, los escudos de armas en tablas se conser- escudo de armas y el eswrlo nm el blnsó11 como su medio portador (figura
varon cuando se consideraron ligados físicamente al género qul', con el 4.6). La misma distinción es válid.1 para el retrato y el rnndro de retmto
trnnscurso del tiempo, habria de derrotarlos en la contienda. &tc e~ el caso, como objeto autónomo.• En el ca~o de los blasones, los llam;1dos écus o
en efecto, de los blasones incorporados en las alas o en el reverso de los escudos de armas eran privilcgiL> de ~cnorcs feudales y de personas de
cuadros de retratos. Pero no debemos olvidar que los retratos no se d ivul- rango, 111 ient ras que lo$ blasones en scnl ido estricto fuero n retomado~
garon gracias al representado, sino al artista. Este dcsplnamiento de su rápidamente pM la clase burguesa. 1~ 1 portador de la imagen (el portador
sentido original parece haberse iniciado muy tempranamente, pues, de del escudo) no sólo es copin d e un cuerpu (en el caso del blasón, cierta-
lo cont ra rio, no podría e ntenderse que Margarita de Austria, regent..: mente de un cuerpo soci•il), sino que, a la vez, en tanto objeto, pose<'
de los Países Bajos, aceptara en su colección de arte el re trato del matri tam bién un cuerpo físico: un cu..:rpo funcional para el r itual de la repre-
monio Arnolfini. 7 Por úll imo, encont ra mos escudos de nrmas en las sentación. El medio de 1111 pMiador autlmomo es primordial en esta dis-
tapas dcsprend ibles con las que tinción. Comparemos en este
se prolcgfo n los retratos en Jos contex to un escudo de a rmas
·'

--
viajes, y que se han conservado y un retrato en un cuadro.

,_
~"
Cl>Casa mc11 te. Pero cuando esto ambos por cie rto port.1dores
ocurre, co mo en el retralo de del mismo concepto hist<5rico . ~..
Durero de 11ieronymus l-lolzi.- (escudo y tnblenu, resp<·ctiva-
·.
chuhcr (figura 4.5), la lapa con
el blasón no se exhibe ya junto
con el retrnto. En el caso de
l-lolzschuher. se tmta de un escu-
do de la alianza entre dos fami-
lias ligadas por vím:ulos matr i-
rnon i~1les, y con él se amplían la~
mcnle).'" A pesar de su disimi-
litud con la noción de cuerpo,
los escudos de armas de la
Orden cid Vellocino de Oro
eran 1ra1ados en el ceremonial
ele entonces de manera simi-
lar a como lo ernn los retratos
'f ·,", ., .
1

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Figura 4 .5. Alberlo Durero, /le/mlll


de Ht1/zsd111/1cr (con tapa), Ger man ischcs
pretensiones gcne:1lógicas del de p ríncipes, como una espc· '
N.1tional111uscum, Nu rcmbcrg (tomado retrato fiso11ó111ico.8 cie de rostro que mira al espec-
de Dülllcrg). tador (figura 41), y llevaba n
en el mismo lugar el coll:ir de
la orden, como d conde Felipe
el Bueno de Borgoña en el re-
Figura 4 .6. H. von Sonnenburg )'el autor
<>Si roo y Syfrr d'Ol nc (·1966: 87 y ss.; también en p. 93, " Prueba de la donación
trato de Rogicr van dcr Weydcn Clln la imagen de la fi.gura 4.2, Conservalion
de Maric de I'acy de un retrato") y Campbcll ( 1991\: 123 y ss.. cspl'Cialmcntc p. 1 2~ (figu ra 4.8)." El lado izquierdo IJ~pJrlrncnt del Metropolitan Muscum, 1998.
con las figuras 7 y 8).
7 Cf. las pr ud>as corresponclicn1l>s en el catálogo de Belting y Krus~ (1994: 155,
N° 49-50). 9 En relnción con el escuelo en un c uadro l' el cuadro de retrato, vfasc Belting y
8 Díílberg (1990: 107 y ss.) en relación con los escudos de ormas y su cstnmpa en In' Kruse ( 1994: 45 y ss.); respecto del escudo de arma~. Pastoun:au ( 1997: 91 y ss.).
reversos y en las tapas de retratos. En relación con el rctralt) <le 1lntzschuhcr <le 10 Bching y Kni>e (1994: 47, 6,¡ y 66).
Durero, ibid., K• 47 y las figuras 441--144 11 lklting )' Kru~e ( 1994: +1· fi¡;. 19).
150 1 ANf RO POL OGIA DE I A IM AGEN ES CU DO Y RE l RAIO I l5l

contrario, Jentro de la sucesión genealógica en que el escudo era transmi-


tido, significaba únicnmentc al portador vivo del nombre en su cuerpo mor-
tal de persona. Pero al mismo tiempo, este cuerpo llevaba en su fisonomía
su privilegio genealógico como cuerpo de rango, y poseía 1anto un nombre
individual como uno familiar. Se podrfa hablar justamente de"dos cuerpos"
-el cuerpo colectivo de una liga familiar y el cuerpo natu ral de la persona
viva- si esta terminología no hubiera estado reservada para el caso especial
de una sucesión en el cargo real en el momento de la muerte {p. 121). No
o~stante, l'I signo y.el retrato pertenecen cada cunl a su manera a Ja praxis
visual de una sucesión legal en la que el portador vivo tomaba su lugar en
la linea hereditaria. El signo se refería a un derecho de sucesión transcor-
poral, el rel rato a un cuerpo vivo, y como tal era elaborado con otro t ipo
de evidencia. Así, el escudo de armas y el cuadro de retrato se aludían mutua-
m~nlc como contrapunto al dar testimon io en cada caso de una sola y
misma persona. Sin embargo, debido a la presión de In competencia bur-
guesa, del humanismo y de un concepto de persona distinlo, sus diferen-
cias se acentuaron tanto_,qul' con el tiempo se excluyeron mutuamente
Figura 4.7. 1'.sclldo de lo> miemhros Figuro 4.8. Ro¡;icr van dcr Weyd,·11
como opciones.
de l.1 Orden del Vellocino de Oro, (csrnela), Reunto ti<' Fdip<' el 8!1<'1111,
ca1cdrnl de San lla••o, Ga111e. F.l l'rado, ~tndrid. Uo texto de la sesión anual
de la o rden borgoñesa de
caba llería del Vellocino de
del escudo es visto de frente por los espectadores del lado derecho como Oro nos ha dejddo una impre-
un rostro, que siempre es captado desde la perspcc1iva del cuerpo. y no desde sión viva del uso del escudo
la del espectador. El blasón también nos muestra un rostro, no uno indivi- de armas. Lo sesión tuvo
dual, sino un rostro dinástico y genealógico." Pero los verdaderos retra- lugar en 1445 en San Bavo, en
tos con frecuencia fueron entendidos iguaLnentc de manera genealógica, Cante (figura 4.9). Olivier de
no individual: así, Felipe el Bueno, seg(111 la descripción del cronista Gcor- la Marcbe, que participó en
ges Chastcllain, llcv¡1ba "le visage des ses peres': el "rostro <le sus p;idres': esta sesión, describe los tnble-
como fisonomía heredada.•> 1111x ricamente piJ1tados con
En cada caso, el escudo y el retrato son portadores de una referencia el "escudo, el nombre )' las
corporal cuyo sentido es láJ1 distinto como su resultado, si hien ambos están divisas" de los caballeros de
vinculados entre si. El escudo, en tanto signo de una fam ilia y un sciíorío la orden, que fueron colga-
ligado a fam ilias de la alta nobleza, era heredable, y por lo tanto cons1itu1.1 dos para la ocasión en el coro
la identificación de una genenlogla ponada por cuerpos. El retrato, por l'I de la iglesia. Los cabnlleros
ornpaban su lugar frente a
12 Los csclldos de nrmas piniados de la Orckn dcl Vellocino de Oro. cuyo tesoro ellos. Los lugares de los muer-
se encucnlra en la Schntzkammer de Viena, fueron resguardados entre 1445 y 1529 los permanecía n vacíos, y en
en la catedral de San lla''º en Gantt.' (véanse los ca1álogos corrc>pondientt'S).
<'SOS casos los correspondien-
En relación con el problema de la imagen del "ros1rn" heráldico en el escudo
de armas, véanse l'aslnurca u ( 1997: 315 )' s<.) y Sei1er ( 1982: 303). te~ escudos de armas ''>eco-
Figura 4.9. Coro, vb1.a dd imnior. catedral
13 Chastellain ( 1865: 219 y 218). locnhan ante un,11cl.1 n.:gra". de Sa11 llavo, Gan1c.
151. AHIROPOIOGI A 01 LA l"~GI H ESCUDO Y RElRAIO I 153

Los blasones de quienes hablan fallecido mucho tiempo atrás ~e encon- era plausible como derecho religioso de los patronos o en el culto a los
traban en d exterior del coro en una posicit\n e n la que"cualquicra pod ia antepasados d e la liturgia de difuntos.•1 La posesió n de imágenes ele las
verlos en detalle e identificarlos (voir et cogm1i1re)''. En el lugar del rey fam ilias privadas en el medio burgués consistía primordialmente de imá-
de Arag6n ~e a l;~aba un baldaquin , "com o si éMe se hubiera encont rado genes conmcmorativ,1s y retralos de los antc pnsados; a mbos casos es1,1-
en persona~.•• El r itual que se llevó a cabo en esa oportu nidad de~ta­ ban determin.idos funcionalm cnlc y se com plctabJn con el concepto de
caha la presencia doble d e los cuerpos vivos y los escudos de armas, que cuerpo: ta n10 el rnrrpo propicio pnm In mm1ifcstari611 IErschci111mgskorpcrl
podían re presentar a los c uerpos en caso Je ausencia o muerte. Lo~ escu de los santos como el rnerpo para el remado de los antepasados estaban
dos de los cah.ille ros d e la orden , a diferencia de los escudos de una fa mi referidos de mam·ra com pletamente manifies1a a la imagen, con el fin de
lía, se encontraban aquí en cierto modo e n relació n horizontal dentro que pudieran h.icn se presentes como cuerpo>.'M El ciudadano burgués
de unn asociación de personas. Cada escudo pcrtenecia a una fami lia separnba la pintur;i de retrato de la lrnca genealógica que le Ol"org;iba su
disti nta, y por lo tanto era diferente, µero lodos ellos se reducían a un evidencia legal e n el :\mbilo de la corte. La linea genealógica de la corte,
único tipo por su formato y po r el co llar de la orden. En este rnso, el por el co ntrario. sc alirma con d lriptico que Lucas Cra nach el Viejo pi1116
escudo d e urnas daba testimonio de la pertenencia, y el blasón, en este de los tres prínci pes electores sajones de Wc11ingen (figura 4.10).'~ Se
con1cxto, lo daba del miembro individual, o sea de la ptTsona en d cuerpo trata de una imagen grupal de las tres personas de ra ngo, que plasma en
colectivo de la orden. una forma contemporfoca las an tiguas series de retratos de la sucesión
Los escudos de a rmas extendían la presencia de s u se1'lor hasta aquellm dinástica. Los dt1s príncipe> electores difuntos apclJn al recuerdo de s u;
lug.ire~ .1 los que no alcanzaba a llegar su cuerpo. Ah í también ejerda s u' actos e n largas inscripciones conmemorativa~ ("dulce paz recibí en la
derechos por med io de la "presentación y olx·diem:ia" .i su escudo. fi 11nl- Tierra") o se refieren a la sucesión leg.il ("tras el deceso de mi querido
men1e, concedió que otros portaran su escudo. l.J heráldica "produc1a,
rntom:es, pcr~onas jurídicas'; en el ~en tido dt• que se "~uplan1aban per'o
na~ físicas con un segundo cuerpo':'~ Lo~ eM: udos "debían ser soMenido'
por alguien , o dispuestos en algún lugar que rcalzarn s u presencia". No ~ólo
da han fe de un derecho, sino también de la persona que gozaba de e~e tkrc
cho. Podemo~ suponer algo similar par.1 el retrato, 11111tntis 11111111111/is. Fn
la act ualidad ~cp;iramos con demasiada rapidez el signo o la imagen del
m edio que la porla, sin reparar e n que sólo el empico de un escudo o dt:
u n retrato cslablecía el carácter legal, y con ello el sentido del signo Y de J,1
imagen. El concepto de "representación'~ qui: wnocemos en el culto func
rnrio din;\~tico del cuerpo fi ngido o doble corpo ral, define mejor el t/1·11·
cho 11 In rrpresc11t11ció11que el actn rle lo rr·rrrse11r11ció11, al que desde un.1
pcrspccl iva moderna identificamos como "sl'mcjanza". '~
F.1 retrnto recibió su carácter legal a partir de su función como cuad1 0 Fl1111ra 4 .10. Lucas Cr11n,1ch el Viejo, Trlptico dr los ¡irF111'i¡1rs .-le<1ores de We11i11gc11 ,
tlcspu~s tk 1532, Kuns1 hnllc, l l.1111bur¡:o.
e n tonto ohjeto de obsequio o de intercambio de los príncipes, o como e~b
bón de una linea genealógica que en el lug.1r del ceremonial de la corte dah.1
testimonio de un "yo" dinástico. Por el contrn rio, en el á mbito burgués onl11 17 En relación con la rivalid.1d entre retrato• hurgu<~ y de la nobleza, a cuyo
conflic10 el genero le debió imponames impul>-00. cf. Belting y Kruse (199.¡:
pp. J9 y ssl. l'n relación con d relrato en lo;, PJ1~ R.1jos, v~ase IJmbién
14 De la i\tanche(1884: 83 )' ss.). Cf.1ambicn Rehi11g r i..ru;e (1994: 469). 1~ Cam pl>ell en MJ1111 ) Sy~on ( 1998: 105 y s.<.).
15 Sei1wr (198i: ¡oo). tH fn rcladt\n wn l.1 im,1¡¡cn pJra l,1s mi,,;1>, \éas..- 1\clting ( 1981).
16 Fn rel.món con l.1 reprc.cntacion, vcJn'e Ci111burg ( 1992: 2 y >1>.) y .\lirchdl 19 llnlherg ( 19yo: ~7. N• lóO y fi¡:urJs. 618·6.io). ( f. 1.1mbifo el catálogo /.J1tl1er
( 19c¡4h: 17 y,, .). 11111/ tlir folge11 }111 tl1e K11m1 ( l lamburso, 198.1), p. 204 )' 1\:0 79.
154 1 A N JROPOLOGI~ OE LA IMAGEN ES CUDO y RET~~ro 1 155

hermano recayó en mí el regimiento completo"). Juan Federico el Mag-


nán imo, que en 1532 recibió la sucesió n de s u padre y de su tío, se p re-
senta, por el conlrario, sólo con el escudo del principado clccLOr, del que
era d portador vivo. En la imagen fisonómica, su cuerpo es representado
en diálogo con el signo corporal heráldico del escudo. Al poco tiempo de
asumir su cargo, el príncipe elector encomendó la reali1~1ción de sesenta
d !ptico• con los retratos de sus antecesores en el puesto, reaccionando así
anll.' la negativa del emperador de concederle favores, y dando expresión
a su legitimación d inástica mediante lripticos como el ele Hamburgo.
Entre grandes señores feudales, la relació n d ialógica entre imagen )'
escudo se representaba en cierto modo incorpore cuando el cuerpo del
poseedor del blasón hacía su en trada detrás de heraldos o do nceles que
cargaban su escudo de armas. Esto, q ue t?n el caso del retrato hubiera sido
una 1'au1ología, en el caso del escudo aumentaba aun más la al1eridad con
n:spccto al cuerpo natural, pues el escudo de armas del sefl or feudal estaba
compuesto por los escudos de los scfloríos lnd ividuales, que rcprcsenlíl
ban la soberanía, ejercida de manera territorial, ligada a la persona. En un
caso como ése, los distintos escudos se referían a un solo cuerpo. Fue en
este sen tido que Philippe Pol, el "gran senescal de Borgoña", ordenó reprt'-
sentar su propio cortejo fúnebre en su tumba e n la abadía de Citcaux (figura Figura 4.11 [~cu hura funcrnri;i tk Philipp~ Pos d<•Citcaux••1n1erior a q93, l.ouvrc,
4.11). Ocho "ple11ra11ts" ocultos bajo tú nicas de m o nje cargan sobre su~ París.
hombros la placa funeraria con el senescal d urante su velación. y en el lado
libre del cuerpo llevan a la cintu ra el escudo de armas con cada uno de lo'
ocho " q11artiers" de su "blason".'º a uo derecho, si no a un periodo de la vida. En efecto, la mirada alegórica
que el rostro sugiere se encuentra en un campo de sentidos distinto al de
la mirada teo/6gira de las imágenes referidas a Dios. En la analogía corpo-
ral de u na familia de la nobleza, In fisonomia posee la evidencia de u na d is-
tinción social, mientras que su contraparte en los rclra tos burgueses res-
ponde a pretensio nes de o tra fndole. Los retratos de burgueses de los
La relación con el cuerpo que comparten el escudo y el retrato los conducl' primeros realistas de Ja pintura flame nca del siglo xv liberan al cuerpo de
asimismo a una oposición simb6lica y estética. Un rostro que apar.:cc ~n su jerarquía social,)' lo convierten en portad o r de una person a en los
un rclrato fo rma parte del cuerpo natural <11 que pertenece, y al mismo límites d e la idea del estamento burgu6.
tiempo lo represen ta. Esta representación, 3 diferenci:i del " rostro" hcr;íl La nueva concepción d el rct ralo se m uestra, por ejem plo, en el retrato
d ico del escudo de armas, se encuen tra bajo el impulso de una m imesis cor de u n orfebre de Brujas, firm;1do po r cJ pintor de la corte Jan van Eyck en
poral. El retrato, en taJHo expresa una mirada, anula con esta m imesis l.1 1432."" La analogía corporal dl'I cuadro consiste ya en quee.l rostro nos mira
distancia con el rostro viviviente. Con el tiempo, t;unb ién el aclo de habl.11 Ji rectamente, lo que en el Lipo de los retratos de perfil comunes hasta enton-
llegó a expresa rse en imagen por medios alegóricos!' F.1rostro no sólo :il uth- ces hubiera resuh ado im posible (figu ra 4 .12). El o rfebre nos vuelve s u
rostro pintado de una manera ta n tenaz como hasta esa época, paradóji-
10 J. R. d~ Vaivre ( 1975: 179 y ss.) y llaron ( 1996: 108 y,.., Nº M1795).
11 F.n rcl.icion con d ro,1ro v.!'.is.: Macho ( 1996: 87 y"·• y 199Q: 111 )' ...~.). 12 Belting y Kru:.e (199,1: 49 y figur.1 41).
156 I A~IROPO t OG IA DE tA IHAGIN BC~DO y RE;ur o 157

cJmente,sólo lo hahía hedió Cuantos más cuerpos se representaran,


el e~cudo heráldico con MI más mundos dchían simularse y plas-
frontalid¡¡d. En su relJción marse sobre la ~upcrficie real: sólo así
r11-fncc, el escudo .e dirig1,1 apareció en el mundo un cuerpo al que
a un cspcctadorquc,wn -,ólo podemos co111emplar en esta primera
un.1111irada,deb1n confirmJr pantalla de la f\lodernidad. La prorec
,u lealtad a lo~ derecho'> ll'l(•• ción e' una especie de 1raducción del
l,'l>.Adem.b,cl retrato no pre mundo en un medio. Un ro~t ro,cmpero,
lende únicamente atr,1er 1.1 no es sólo simple S11{1erficic debido a que
contemplación.~ino t.1111hicn pertenece a la s11prrficie tridimensionnl
~cr rt·conocido por medio ucl de un cuerpo. Por med io de la activ i-
' 1
rl:cucrdo y de ruegos por l.1 dad de la mirada, d ro~Lro muestra un
s;1Jv;1ción del almá de la pcr~o dualismo entre lo interior y lo exterior.
na rcpresentadJ i11 n/1se11lit1. que puede S<'r dt: crito como ant ropo-
1 ,1 inscripción en el m.1rw logía pintada (figura 4.1-1 )." Figura 4.13. amucl van
de la pi11ttm1 equipara el w La vida interior que se expresa en la l lnog>1rJclcn, /10111bre e11 la
micnzo de la obra con el nJ mirada fue llev.1da a un concepto cor- •~·111111111. 1653, Kunsthistorbchcs

cimiento del orfebre, con In ~lu\cum. Viena.


Figura 4 .12. Jan vJn Cyck, Retmlv dt'l corfrl>rt· poral en k1 mct.lfora del ojo como "ven-
/ 1•1•111•'. 1 1111. Kun>lhi\lorische<o :\l~um, que ~e est.iblece como un tana del alma': El retrato radicalmente
Vicn.1. M:gumlo cuerpo que CK-up.1 d fisonómico, que rompe en (1ltima ins-
puesto del cuerpo verd.1dc10. tancia con la serie de rct ratos genealó-
Con l.1 nuev,1fro111alidad, sin embargo, ~r perdió todo recuerdo ele lo llano gicos, concibe el cuerpo individual como
de la her:lldicJ. El rostro frontal que huscJ nuestr~ mirada (dd 111i,nu1 una labor en imagen que debería de-
modo como lo haría un cuerpo vh o en el tr.1to con el espectador) .:' lll M:mbocar consecuentemente en la des-
1· cieno modo una máscara que se sep.iró del cuerpo gracias a la copi.1 l'll
pintura. De1rá, del retrato se oculta un rtbtro mortal, con el que Jchl
.:ripción del sujeto. La dcscripció11 del
mjeto y la de.<cripci611 tic/ oierpo no son
mos estJl>leccr comunicación a 1raves dd medio. a través de un rostro p111 en modo alguno sinónimos, pero en este
Lado. El retrato no es un documento, sino un medio del cuerpo en el ,en momento se asocian para una doble
tido de que exhorta al espectador .1panicipar. Como medio, obtuvo p.11 .1 labor plena de ten,iones. Cuando el
el cuerpo mortal una inmortalid;1d parndóji;;a, que h;1s1a cn to m:e~ Mlln i:ucrpo natu ral se convierte en agente y
había reclamado para sí mismo el signo ht·rdldico. nH1servador del estado del sujeto, el
Sólo en c(1n1raposic:ión al esmdo de t1r11111s adquirió el rnotlro de rc11·11111 1.. uerpo social, en su carácter cst:ltíco,
su vcrd,1dera pa rticularidad. En 1an10 construcción de signos, el escudo .1111 1¡ucda de pronro disponible. Sólo el dcs-
maba la superficie fáctica dd medio tamhién en el sentido simbólico dl· l.1 lUbrimiento del sujeto abrió a la rgo
.ibstracción corporal. El cuadro de retrato. en cuanto abandonó l.1 vbt.11h f'l"zo la distinción entre diferentes rok-s,
perfil de una rígida figura heráldica, introdujo la metáfora de la vent.111.1 ,. incluso estableció la posibilidad de defi- Fisura 4J4.. Jan van Evck
con el fin de traspasar la superficie del medio)' hacemos dirigir la n11r.1d.1 nir roles. Un papd solJrnente puede ser
/lumbre ro11 111rbt11rte, ;.u;
(tlt•tallc), l'\a1ional Gallerv
a través del marco (figura 4.13). El cambio en la frontalidad fur loqucap.11111 qcwtado cuando se ha descubierto un tondr<'S. "
al retrato del escudo, puesto que debía formar un c<mL'epto de nirrpv ',.,
dadero, lo que en consecuencia transformó t.unbién el co11cep10 de i111t1¡:1·11 n Belting )' Kru'c (111<1-1: ~ ·) " ·>
·
158 I AN1ROPOIOGIA DE lA I MAGEN HCUD O Y REIRATO I 159

portador independiente que pueda ejc- pintó Jan van Eyck de Ti111oteo en 1432 se referia de manera intermedia!
rntarlo. No existe rma descripción directa al medio de la escultura funeraria, en la que hasta entonces se había dad o
del sujeto, ni tam poco 1111a descripción una modalidad disti nta de la represen tación de personas (po r ejemplo,
directa de los roles, pues ambas abstrac- el gisant) (p. 122).1l
ciones únicam ente pueden ser represen- La transición tem poral del sujeto se sirvió en la representación pintada
1 tadas mediallle un cue rpo, al cual pue- de distin tas analogías, entre las que en primera línea se encuen tra la ana-
dan eocarnar.14 logla entre cuerpo y werpo del retrato(= cuadro). También la metáfora del
La relació n con el cuerpo que se esta- espejo suponía u na manifiesta relación corpo ral. Si se entendía la p in tura
1
bleció suponia, sin embargo, un el.e- como un espejo, en to nces sólo podía copiar el cuerpo natural, que un
mento conflicti vo, si pensarnos en la espejo captura efimcramcntc. Con esto se establece un agudo contraste
1 génesis del concepto de cuerpo en los con relació n al medio heráldico del escudo de armas. El autorretrato de
comienzos de la Modernidad. En el ori- Jan van. Eyck contiene al respecto una declaraci611 programática, pues
gen se encontraba la desigualdad de los representa u na m irada especular con la que el medio se transfo rma con-
1
cuerpos, si se entendlan éstos como ren- ceptualmente en favor de un fugaz ''aqLú y ahora" (figura 4.17).' 6 Un espejo,
lidad social (en vez de flsica). El noble en contraposición al sentido temporal del monumento conmemorativo
1 por nacimiento era portador de un cuer- o funerario, sólo capta imágenes perecederas. En aquella época había gran
po genealógico excelente. Este cu erpo predilección por pintar cráneos de difu ntos en el espejo, con el fin de
capaz de aliarse en matrimonio y de denunciar el trompe l'oeil en el reflejo en referencia a la verdad corporal.
Fisura 4.15. Jan van Eyck,
Trmoteo, 1432, Nntional Gallery, heredar se veia confirmado por la prác- Con p recisión fotográfica, conservando también en la .inscripción en el
Londres. tica simbólic¡¡ de los retratos de la eón- marco el momento justo del inquisitorio análi~is corporal, Jan van Eyck
yuge, con los que se celebraban también capturó su propio cuerpo e n imagen.
espo nsales a distancia. Por el contrario, en la invención del retrato hurgué> El ret ra to p ro po rciona a su aspecto
radicaba una verd adera provocación al cuerpo de la nobleza, q ue hast,1 actual una duración paradójica, que
entonces gozaba del monopolio de la representación. Debido a esto, el hasta entonces sólo había tenido sen-
género del retrato en el ámbito flamenco fue legi1imado entre la burgue- tido en el contexto genealógico del dere-
sfa con el culto eclesiástico a los d ifuntos, donde resu.ltaba más tolerable. cho. El espejo verdadero, al que sólo se
El llamado Timoteo posiblemente fue un autfotico retrato funerario (fi- lo usa un instante, se encuentra en con-
gura 4.15). El simbolo de la inscripción tradicció n interna con relación al espejo
funeraria l.EAL SO'UVUN l l{ (fi gunt 4.16), del recuerdo, que posteriormente los
así como la resquebrajadura en Ja edaJ espectadores emplcadn cn el retrato;
en la lápida pintada, aluden a lo perece esta contradicción permi te inferir las
clero y a la muerte. con lo cual oto rgan controversias en to nio d e la compren-
un nuevo sentido al retrato como medio sión de los primeros retratos. Un retrato
para el recuerdo. El contexto religios¡' de esta naturaleza reflejaba la idea, ya
puso en juego el cuerpo mortal en con expresada por Plat ó n, d e que úni-
Figura 4.16. Jan ,·an Eyck, Figura 4.17. Jan van Erck,
tra del carácter legal del cuerpo inmo1 camente se podía conservar en el re- Hombre co11 t11rba11le, 1433,
"fimoteo, 1432 (dctaUe), Nat.ional
Gallcry, Londres. tal m
del escudo de armas. retrato qttt' cuerdo uu cuerpo al que se hubiera National Gallery, Londres.

24 En r<;jación con d concep10 de sujelO, véase Boch m (1985: 15 y S> .• con rcfercn i." 25 Bching y Krusc ( 1994: 48 y figura 36).
,t halia). 2'1 lklting y Kru;,c (1994; •11 ) li¡¡ur,1 39 ).
160 I ANIROPOLOGIA DE LA l ~AGEN ESCUDO Y RETRATO 1 161

visto con el propio cuerpo. Cuerpo e imagen se cncucni rnn en una rela- La relación inte rmedia] entre retrato y escudo, que desempeñó un papel
ción de analogía en la que es posible detectar el cambio dd co11cepto de fundamental en los inicios de la h istoria de la imagen de la representa-
cuerpo, así como en sentido inverso la transformación del concepto de ción personal, queda demostrada por una imagen conmemorativa que
cuerpo atrajo una transformación del cu11cepto de i111agc11. surgió en un momento crucial de dicha historia, y que nos permite una
mirada retrospectiva a s us an Iecedentes históricos. No se trata en este caso
ni de un rclrnto au tónomo ni de un escudo de armus. Más qu e eso, el lla-
mado Dfptico de Wilton, comisionado a fines del siglo x1v por Ricardo 11
de Inglaterra, m uestra, cuando está abierto, al rey como beato devoto,
orando piadosa y perseverantem ente ante la corte celestial de la madre
Los cuadros con escudos de armas, considerados e n la actualidad como de Dios (figura 4.18).29 Pero ~i se cierran las alas de este altar, quedan a
un aspecto lateral ele la transmisión de imágenes, fundamentaron el dere- la vista dos cuadros heráld icos, uno de los cuales muestra el escudo de
cho del cuadro de rclrato a enc:ontrn rsc entre los medios de la imagen armas como una imagen den tro de una imagen, reproducido con el cnsco
de la representación. El retrato de Rogier de Franccsco d ' Esle sostiene lu y el somb rero d el dueño del escudo (figura 4.19). La otra tabla 111ucs1rn
equi valencia en tre i magen y signo como perspectivas co m plemen tariJ ~ en la "flg11repnrla11te" de un ciervo blanco el emblema de Ricardo reíe-
de una persona de rango (figura 4.1)." Sólo una mir.ida moderna ve en rido a su nomb re (figura 4.20). La di,,isa, cuyos valiosos ejemplares dJs-
el escudo simplemente el reverso del retrato. Re1ra10 y escudo, que pr<' tribuyó el rey entre sus partidarios, era en aquella é poca el género m ás
sen tan el mis m o cu erpo bajo dos con ceptos distintos, comparten en modern<> de la heráldka. Represen ta ba una alegorfo personal, y, junto
este caso el mismo cuerpo medial (d cuadro) ..A ambos lados del escudo con el estereotipo de escudo con su valor suprapersonal, generó una opo-
se lee el nombre " Fran~ i squc" y la divisa personal "me lOut", que en la sición similar a la del retra to au tónomo, que apenas estaba a pareciendo
genealogía fa m iliar refiere siempre un no mbre individual, de manera ento nces. Una generación más tarde, en Italia, en la corte de Este en
sim ilar al escudo de la alianza entre dos fam il ias que se vincularon con Ferrara, bajo influjo del humanismo comenzó a usarse el medallón con
el matrimonio d e flrancesco d ' Este (figura 4.2). Los signos genealógico~ retrato que en el reverso Uevaba la divisa de la persona retratada.-"'
(escud o) y los personales (divisa) formaban conj un tamente el "rostro Una demostración
heráldico". 2'! Únicamente al retrato, al que tanto nos gus ta llamar ''rcrra10 física de la relación
au tónomo", le adscribimos en la ucl ualidad una corporeidad directa. Al entre escudo y c uer-
respecto, se o lvida que también J et nis del retrato se encontraba de manera po tenia lugar cada
invisible una persona q ue Le o to rgaba a este tipo de cuadros s u reprc vez que Los m iembros
scntación y su acred itación en situaciones legales. En el ámbito rcligio~n. tlel linaje de losGrun-
un retrato contenía no sólo la exhortación a la familia y a los amigos .i thusc se m ostrn ban
comportarse acti vamente frente a él en oración en vez de sólo recordar tras las ven tanas del
sus facciones, sino que también era el medio parn establecer una com11 w111parti111ie111.o de
nicación sin1bólica con Dios. Se podrla describir como una especie de 1>ración, desde donde

s uperficie del usuario para establecer contacto medial con otra person.1, participaban en los
ausen te. \Crvidos religiosos
en la iglesia de Santa Figura 4.18. Dfp1ico de \Vi/1011 (car.1 in1~~1or), fines
María, e n Brujas (fi- dc.l •iglo x1v, Nntional Gallcry, Londre•.

27 lklriJlg y KruSé ( 1994: 46 y figuras 20 y 21): Dülberg ( 1990, N" 30).


28 Al rcopcc10. P,1>1otorcau ( 1997: 91 p.s. [escudo). 170 y ss. [rostro heráldico[ Y 218 2y Cordun ( 1993), una cxhausliv.1 invcsligación del ed ilnr, con una colaboración
y ss. [in•ignias, Jivisas. cmblcmasl). En relación con la divis.1 véase Dülberg (1y<111 de C. M. ll.ir rnn.
U] y SS.). 10 Corr.1dini (1911R: u)'".).
'162 I .\ NIR OP OLOGIA DE LA IMAGr N ES CU DO Y REn1ll O 1 163

gura 4.2.1)." Aparecían como imágenes


vivientes de sus escudos, visibles desde
el exterior en las paredes debajo de h1~
vcnl;rnas. En el sótano de la capilla fami
liar se podía llegar desde la iglesia a 'ª'
tumbas, mientras que en el piso supc
rior,duranu.· la liturgia comuna.!, era po-
sible ver en la ventana al portador vivo
del nombre. Una ventana era el marco
ritual para la presentación pliblica dl·
una persona (fi,gura 4.22). El cuerpo re.ti
y el segundo cuerpo, pintadci o cscul
pido, se encontraban en un compkjn
tejido de rcfcn:nci;1s en las do~ antí11:
Figura 4 .19. J)(ptiro dr Wi/11111
sis dc escudo y rel rato, que conducía 11
(nin exterior con escudo de la experiencia bistórica con imágenc'
11rnrns),Iincs del siglo x1v, La penetración medial de escudo )
NaLional G3llcry, Londres. rostro en sentido simbólico y soci.11
estético alcanzó una extraordinan.1 Figura 4.21. Companimiento de orncit)n de la familia Gruuthu1>e {vista
complejidnd en el retrato ql1c hi7,l\ exterior), >iglo xv, Iglesia d~ l,1, lleorns, Brujas.

Pe1rus Christus de Edward Grymsto1w,


el embajador de Enrique VI. F.I pinto1
utilizó el inlcrior ficticio, que npare11
aquí por primera vez en un retrato. >
además dispuso un pc·queiio escudo 1h
armas bajo la luz y otro bajo la so111
bra, e igualmente plasmó el C>cudo .11
reverso del cuadro. Pero la mis ma~¡,,
taxis heráldica tomó posesión di: l.1
figura icónica, que actuaba no 'º'º
como portadora de insignias, sino ta111
bién como portadora de colores ,eln
tos con significado heráldico. En t'\h
caso, el cuerpo natw-al y el cuerpo lll'l·,11
Figura 4.20. Diptico d1• 1Vi/1011
(ala exterior con la clivi;.11, fines
dico conforman u1) e mblema co1111 .1
cid siglo x1v, Nntional Gallery, dictorio que no puede ser scpan1do ~ 11
Londres. sus distinl'os componentes. u

31 lklting y Krusc ( 199.¡; 56 y;. y fi¡;11rn 29). Fisura 4 .22. Co111p;1r1imieT110 de onici611 de la familia Gruu1 h11sc (vista
_,z llehing y Kru<e (19•11: 196 )' ligur,197lréwr~oi.a"1.111110 el mauro 125). 111tcrior).siglo w. lgic>io de la~ lk.11Js, llruja>.
164 I ANtROPOLOGI A DE tA IHAGlN lSCUDO Y RUR AIO 1 165

La heráldica adquiere un papel mucho mayor en el altar del Juicio de rico de la imagen votiva. La d ificu ltosa síntesis entre heráldica y pin-
Beaune, cuya pintura encomendó el canciller borgoñés Nicolás Rolin a tura de retrato alcanza en este caso una cima problemática. Y supone-
Rogier van der Weyden debido a su necesidad de validación. En aquella mos que el empleo burgués cid retrato y el escudo necesitaron todavía
época -de lucha de poder con su rival Philippc e.le Croy, q ue provenía de durante mucho tiempo una legitimación religiosa, que evitaba la con-
la alta no bleza- hizo suyo el conflicto por el empico feudal de la imagen fusión con el derecho feudal a la imagen. De la guerra de imágenes q ue
y de los signos. La pareja que donaba el altar aparece sobre las nlas exte- tuvo lugar entre los medios escudo y cuadro de retrato sólo nos q uedan
riores de manera similar a sus modelos en el altar de Gante, mi nq uc ahor.1 pálidos ecos, cuyos significados nprcndemos a leer de nuevo lentamente.3J
acompafütda por su escudo, detalle con el que Rolin probablemente alcanzo En nuestro argumento no debe olvid:trse q ue los pin tores de los retra-
los limites del derecho de la corte" las imágenes (figura 4.23). El anacrú tos eran igualmente responsables de
nico yelmo de caballero alude al único rango al que el arri bista hurgué~ la elaboración de escudos dt• armas.
alguna ve1. pudo ;ic 1ne luso poseí1t11 tres escudos como
ceder e n la corte. l ~I emblema del gremio de los pin torcs,
~ngcl scrMico que SO> que reconocemos como taks por su
tiene en las manos el parte inferior redondeada. Hn el au-
yelmo como si fuer.1 torretrato con su esposa <.1LH: el Maes-
uno ofrenda cdc~ia' tro de Frankfurt pintó cn 1\mberes en
t ica pa rece ex pres,i r, 1496 (figura 4.24), el loro de san Lucas
en la piad1,sa Lrnnqui sostiene al frente un h!Jsón con trrs
lidad, que el motivo écus dorados, que acrcditan la pertc·
de lJ imagen en cst, neocia del artista a la cofrJdía de los
ClSO cspccífü:o era úni pintores (figura 4.25), y con sen tido
ca mente el de un,1du del humor, en su cuadro de sa n Lucas,
nación religiosa. Nu Frans Floris de Vriendt pinta al toro
obstante, los colore~ con un adorno en los cuernos que ,·s Figura 4 .24. Autorr<trato tlel
desencadenaron un,1 el escudo de los pintores. En el mismo 1\!lt1c'Slr<1 de Fm11kf11rt, 1496,
sonora retórica. l..1 sentjdo debe entenderse que Jt1n van Kun•lmuseum, Amberes.
combinació n her.i l Eyck, en el cuadro del capcllfo t;corg
dica de colo res oro l van der Paclc, pintar:i su ~tutorret ra to
negro, que prevak\l reflejado en el escudo de armas de san
en el escudo de ar111,1 ~ Jorge. En su tumba en San Donaciano
de Rolin, se cxtiend1• en Brujas se apreciaba un escudo de
sobre todo el c~m¡rn cobre adosado co n tres pcqul' ños
de la imagen. De hcch< '• escudos de armas, y en la correspon-
Rolin no pod!a hn lw1 diente inscripción f(¡ nebre ~e l In rnaba
hecho uso de un e' .11 pintor el "ald1•r comtlichste 111cl'stcr Figura 4.25. A11torrctrato del
1\-l at'Stro de Frm1kfim, 1496 (detalle
cu do como ése, ni d.. vn11 shilderij" J el viejo maest ro pin-
c-011 el i:scudo de armas del gremio
la manera como lo p1 1· tor!. Este empleo del lenguaje es cnga- de los pinlores), Kunsrmuseum,
sen ta aquí. figurnt i\ ,1 noso. En el cuadro de retrato y en el Ambcr<'&.
Figura 4.23. Rogier van der Weyden, Altar del
Juicio, ala exterior con Nicolás Roulin, Hospital de o emblcmáticamc11h',
Beaune. en el ontexhl pido 1J Belting y Kru"' ( IY'l I' 11111 ¡• ''" fi¡;urn 113 y cu.1ilros 111-113).
166 I ANIROPOLOGIA 01 LA IMAGEN CSC UDO Y Rl l RAfO

escudo de armas podemos contemplar do m edio~ producidos en el de;tino que confiere a la vida individual
mbmo taller, pero que se complementaban con el uso, y con ello ri\·alt dignidad y sentido.l' Si bien el cr.meo
1ab,1n mutuamente.j• es el escudo de cualquiera, y ante la
muerte desaparecen todo~ lo~ derechos
de clase, rango y pose~i6n, la muerte
también ~e entiende como frontera y
meta de la vida individual, que persigue
autonomía en ~u dcsarroll() y en l,1au
La rcl.1ción cambiante entre cuerpo e imagen f1111da111e11t6 l,1clescripcion toafirm.ición, en d L"arácter y en la ética.
moderna del sujeto en sentido semiótico e icónico. En este contex10, d No es ninguna casualid<id que d cdnco
humanismo significó la liberación polémica del pen~a111ien 10 hcrfülico como motivo de una i111ag<.•n apnrc~Cfl
y In rcsisi.:ncia a aceptar una jerarqufa del cuo:rpo' social. La 1·eíl..:xi611 simultáneamente coi1 el rd rato moder-
acerca de In muerte individual, suyo signifiG1do no podfa ser s1iaviz.ado no, est<iblcciéndose como M I verdadero
por ningún derecho genealógico, ubicó la vkh1 en u11 1111cvo hori1onlL'. correspondiente. En algunos casos apa-
en cuyas fron teras obtenía un sentido más clev,1do: el sentido del de., rece con una concicnc:ín r,1d ic:il de la
Figura 't.26. Bohrnffio, Retrillo
tino y de la superación del des1ino por medio de una elica personal. l , 1 mortalidad indu~o l'n lugar del retrato. til' 1-lit·ro11J'"HLS C11sius. rever~o
liberación del concepto del sujeto fuera del"ordre soci11/" (Arlclle Jouan.1 l Justamente frente •11 ro~t ro anónimo tic ( Ch.11>worth ).
dL' k1 ~ociedad feudal medieval representó un arduo camino, que .1u11 la muerte, el rostro vivo, que repre~en ta
rcílcjan en retrospectiva de manera impre~ionan te los medios de l.11m.1 una personalid,1d inconfundible, es la
gen. El concepto de sujeto se desarrolló por ct,1p.1\ a partir de un rnn expresión de una com:epción individual
cepto de cuerpo que en cierto modo fue "pue~to en im.1gen". 1a ,eme de la vida.
jan1a en el sentido moderno no es un concepto adecuado al rcspet.tn. Sin embargo, la vida es, simultanea
pues no indica aún a qué debe referirse esa ~emeja111a. La referenci.1 mente y durante un tiempo prolong..1do,
:· corporal, por su parte, servía todavía a Jquel concepto <le persona q1w una cuestión de roles. Ln la tapa desli-
\upon ía conílictos sociales. De este modo, resulta apropiado rcferir.,c .11 zable de un retrato perdido que en la
cuerpo como una dimensión dinámica J la que se ha ligado la dc,u 1p actualidad se encuentra en l o~ Ufli7 i,
ción de la persona. El humanismo, por su lado, utili16 la de~cripc ión coi una másca~a blanca nos contempla con
poml para plantear su imagen del ser humano de 111.111cra a111itéliL.l l'l1 las órbitas vacías de sus ojo~. la cual
contra de la~ circunstancias antiguas. alude en una inscripción e11 latín al
lll reverso del retrato que pintó Bolt raffio de 1111 hombre j()Vt'n, que"' correspondiente retrato y tl In persona
encuentra en la colección Chatsworth, muestra un cráneo en el lugar 11\ol referida (figurn 4.27). S11a wi1¡11e pcr
escudo, cuya inscripción asevera que se trata del escudo auténtico de 1lk oona, o "a e.ida quien su rnóscara·; es 11n
ronymus Casius: lnsigniasum /ero11i111i Cosii (figurn 4.26). La muerte t'' d juego retórico con l'I antiguo doble sig-
nificado del concepto perso1111, como
mascara o como rol, que adoptan lanto Figura 't.27. Tapa <lolizablc
34 1lcnJrid . van Wueluwc, el " Maestro de Fr,1nkfurt", fue v.iriu, •ClC< decano el individuo en la socicd.1d como el ;1ctor de un ret rato perdido, um,¡,
del grem io de Sa n Lurns en Amberes. El c>eudo del grc1mo bC cnrncnt rJ 1.1mllh 11 .:n el teatro. Ya desde Cicerón el término Florencia (tomado de Dülberg).
en su lápida. Fn relación con la obra y um el MJ<'l-lrO, v~Jll\C l li111 (1974: 1w
) ss., c;pccinlmcnte p. 163 con figura 25); Vandcnbroclk ( 1y8_1: I~ y'->.),) l•t><l,l.11.I
\ 1984: 1.1y~.• 4; y ss. y :-1° JS). Fn rdJcion um 13 cucstion del nlluli~l .l y el 15 Dulherg ( 1y90: l)l>.1'" mK). l·n rd.1uun .011 ti rctr.110 y l;i m uerte, "éase también
e><u<fo de .1rm.1s <l~ los p in to res, '~ase llehing y Krnsc l •9'1·!. 11) 47). Pomnucr (199K. t i \ " )
168 1 4NlROPOlOGf4 DE LA IMAGEN muoo v HlRArO 1 169

puede significar igualmente máscara y semblante. F.rasrno de Rotterdam


describe la vidJ en su obra Elogio de lt1 locura corno "una obra de ceacro
en la que cada uno se coloca su máscara sobre el roscro y accúa su papel". El recrato de los humanistas, que fue desarrollado en la época de la Reform,1
Tambi<.'n Maquiavelo desarrolló una teoría del sujcco, que de emboca con alemana, se encontraba de anterndno bajo condiciones especiales debido
Casliglione en un "arte del yo". Es decir, que lo q ue en aquella época fue a que la clase ilustrada era duefia de una na turalidad en busca ele expre-
planteado como cuestión es la idencidad personal, como lo propuso recicn sión. Con su "yo': los humanistas no pertenecían ni a una genealogía de la
cemente l lannah Baader en una hella intcrprccación de la tapa deslizahk nobleza ni a una genealogía burguesa (el recuerdo familiar), sino q ue
florencina.«> El actor de1rás de la máscJra es la a nalogía con el tan incierto perseguían la fama pública, que debía prolongarse más allá de la cxiscen-
yo en el juego de roles de la sociedad. Sólo el descubrimiento moderno cia corporal grJcias a la "fomJ póscuma" literaria. Los humanistas saca-
del yo abrió la posibiUdad de designar sus anciguos y Mis nuevos papelc,. ron provecho del nuevo medio de la imprenta para propagandizar su tra-
G. Bühm ha comprobado las referencias recóricas que intervinieron en l.i bajo, no la propaganda polftic;i de los grupos sociales, sino publicidad pnrn
elaboración del arte retratíscico italiano. El 1101110 .<i11gol11 re se entiende, por su persona, un concepto que también renovuron para sus contemporá-
sus afectos y su temperamenco, como un individuo que forma su cnráctcr neos. Este concepto se alimentaba de la anc(cesis ~·ntre el ">'º ': que inmor-
en la escenificación de discintos papeles, que sólo pueden ser conjugado, talizaban mediante sus obras, y el cuerpo, tan prcdispuesco a la muerte
por un individuo.E como el de cualquiera. Nosc trJCaba ya de laancig11a diferencia entre iden-
En el alto Renacimiento italiano, algunos retracos privJdos llevan la in, ''.da~ colectiva e individual, sino de una nueva diferencia en la que el "espl-
cripción emblemtítica v.v., que se lec como vive11s vivo, o "!pintado! en ntu (me11s) se afirmaba en contraposición al cuerpo. Su vida póstuma en
su vida para el [espectador! vivo". Aquí enconCrJmos una rctlcxión intc1 el mundo se discinguia también de la vida póstuma del alma cristiana en el
medial del comportamiento del cuerpo y del rctraco.111 El recraco se pi111.1 más allá debido a sus pretensiones individualistas de permanecer en la me-
en vida del cuerpo. Dado que é ce es mortal, sobrevive únicamente pa1 .1 moria literaria.
quienes dirijan su mirada viva al recrato. Esta idea l.1 menciona ya Lcon• Las hojas impresas con las que Durero y Cranach difundieron los recra-
Battista Alberti en su cratado sobre la pintura: "Gracias a la pintur.1, d tos de los humaniscas y de los reformistas empleaban un medio similar al
rostro de quienes ya han muerco gow de una larga vida''.'" A~!. la pin1t11.1 de la imprcnca con que se publicaban sus escritos. El poeta Konrad Cehis
proporciona en el retrato una imagen para el recuerdo q ue se opone .1 1.1 encomendó en 1507 a Hans Burgkmair una imagen para el recuerdo bajo
muerte. Pero el argumento va aun más lejos. Vive de la analogía entre d la forma de un grabado en madera que concrastara su muerte corporal
cuerpo y un 111etfio tic/ rnerpo. Esca analogía existe t'.1nicJmente po rque u11 con la vida de sus libros: el escudo de armas con su divisa personal aparece
recraco representa a alguien que alguna vez vivió en uo cuerpo de la form.1 ~uebrado en la imagen, pues al final de su vida e~ incercambiado por los
como ahora se lo ve en la imagen. Por eso también resulta tan impor1an11 libros como un nuevo tipo de "t'SCudos" alegóricos:'º Erasmo de Rotterdam
la "expresión" vitnl que se esperaría de la pint ura de difu ntos. El cuerpo, r:i había hecho difundir su semblante en el medalló n realizado por Quen-
como un medio viviente, se intercambia por un medio artificial y artl:.11 hn Metsys - un medallón con retrato y divisa personal- cuando Durcro,
camcntc producido en el que se recuerda a un sujeto memorable (au11q11¡• en ·1526, un año de importantes retratos de su autoría, le h izo el famoso
sea por motivos afectivos). De este modo, la vida y la muerte aparc,<"11 grabado en cobre que representa la relació n entre imagen y escritura como
simuh:íncamcnte a la mirada del especcador. conflicto entre cuerpo y o bra (figura 4.28).4' El humanista aparece repre-
'>t'ntado en el acto de escribir, motivo por el cual su mirada no se dirige al

36 Dülhcrg (19<}0: 126. N• 172; v...asc 1ambién p. 130, con reladón ,1 IJ nlJscara ~o 1lofman (1983: 90, N• 30), con la inscripción: opem e11ru111 scg111mrar illos (sus
y " la pt·mJ11n) y Raader ( 1999). En rdación con l.1 pa.01111, v~."r IJmbicn lkhd uoras lo;, sobreviven).
(1990: 15r "·>· 41 l lo~man ((198.1: 164, N• 67); Sch11s1cr (1983: 121 y ss.); llcltin¡; (1990), y
li Rochm ( 111Hs: 7 1 y SS.). Cf. A. Helkr (19K:i: 220 y SS.). P;c1m<..,bcrgcr (1999: 220 y ss. t'"A. Dilrcr; Das Dilemma des Por1ra1.s"'] y 223 y s~.
38 Thommn tic Grummond (197o¡: 346 y».) y Rosand (198J). 1A. Dilrer. !mago und cffigics"ll. Cf. IJmbit'n l'anof,ky (1969: 218; 1951: 34 y s;,.},
19 Alberll (111;o¡: 11.I'if .¡.¡). •-n relación cun la alabJn1;i de 1 rasmo J Durcro.
170 I ANlR OPOlOGIA OE lA IMAGEN ISCUDO Y REHA10 I 171

enfrenta mos a la comparación entre el medio del escritor y el medio del


artista, dado que ambos h:icen uso de la imprenta. Esta comparación es a
la vez evidente y profunda, pues, si la tomamos en serio, explica el con-
cepto que tenla Durero acerca del retrato, lo que en el grabado se trans-
mite y se reproduce de manera tan secundaria como la palabra del escri-
THN. K.PHrí.o.·'tA · ~YrrPAA tor. Por medio de la imprenta, las copias múlliples de la representación
,\\A.TA · M~EI corporal expe rimentan una abs tracción semejante a la di.' la palabra escrita,
una abstracción mediante la reducción gráfica y las matrices de impresión.
· M.DXX.VI · La p11blirnció11 transforma el retrato, que hasta entonces había sido porta-
dor, en la unicidad del cuadro de retrato pi ntado, de la analogía con el
c uerpo igualmente único al que representaba. Y con ello surge Ja duplici-
dad de una imagen privada <¡uc ni mismo tiempo establece en imagen a
una perso na pi'ablica de u n nuevo tipo.
Las dos inscripciones, que Durero retomó y transformó a partir de la me-
dalla de Erasmo, se refieren en el texto en griego a la d iferencia entre la
obra y la imagen de Erasmo, y en el latino a la diferencia entre su cuerpo
y su imagen. En ambos aspectos se tra ta del irrepresentable "yo'; que cn la
obra escrito se expresa como sujeto, mientras q ue en el otro caso, sin
em bargo. no se expresa d irectamente corno im agen. sino en primera i n~­
tancia como cuerpo. Leemos que"la im agen (i11111go)" fue elaborada "a par-
1.ÍT del retrato vivo (effigies)n de Erasmo. Pero este retrato vivo sólo puede
ser precisamente el cuerpo. Hasta entonces, el concepto de effigies se había
referido de manera p redominante a un doble o a una contraparte en ima-
gen realiwda a partir de u n cuerpo (p. 121). No o bs tan te, el mismo con -
cepto comprende ahora al cuerpo como doble del yo (doble mortal y visi-
ble). Con esto se rcacomoda la constelación de imagen, medio y cuerpo.
La medialidad se extiende hasta el cuerpo y lo despoja del monopolio de
la identidad social, t ransfiri<:ndoselo al yo.
Tal com o ya había ocu rrido con su antecedente en el medallón, la ins-
cripción alude a un doble concepto de imagen. Effigies significa en este

·1 Figura 4.28. Alberto l)urcro, ems1110 1le Uotrcrrlw11, grubado ('n colwc, 1526.
caso el c uerpo como inw.~cn de la 111a11ifestnci6n viviente de Erasmo, que•
experimenta una vida pós11111w medial en b i111nge11 p/11s11111dn por el artista.
1:1 cuerpo en imagen y el yo en los escritos. Lutero e n tendía efjlgies, al igual que s us con temporáneos. como retrato.•1
Pero en el tercer retrato que C ra nach h i10 de él (figura 4.29), la inscrip-
espectador, sino que reposa e n un texto con el que se comu nica con'" ció n se refiere al cuerpo corno lu " imagen mortal de la manifestación" (effi·
lectores. Una inscripción encerrada en un marco, que comparte con el c-;~1 t gies mori111ra), que es lo que muestra " la obra (opus) de Lucas" Cram1ch,
biente el espacio en la imagen , funciona como una imagen dentro dt: l.1 mientras que (111ica111ente el propio (ipsc) Lutero podía expresar " la eterna
imagen, y sin embargo no contiene ninguna imagen, sino un texto prc~l'll
tado como ~i lo fuera, en el que se habla del ve rdadero faasmo, así wm11 ~2 VéJS<' su <.ort.1.1 F<¡>Jlatino, c11 l.1 ;¡uc Jc1crmina lo <JUc Jebe \uccdcr con el re1r.110
de Durero, que especialmente e n este caso firmJ ~u ohr.1. Con eslU 1m · de 1~21. en \\,1rnkc ( 1.¡.~.r ¡6) "·).
172 I ANlROPOl OG IA DE l A IMA GEN ESCUDO Y Rf!RATO 1 173

(imagen) de s u cspirit u''.4J Poco tiem po


después.a la distinción l111111a11ista entr1•
el c uerpo y el yo. que no debe confun
dirse con la d istinción cristiana cn11<•
el cuerpo y el alma, es aplicada al pri11
cipe elector f.edcrico el Sob io. lo qui
resulta so rprendente lo m a ndo c11
c uenta la an tigua genealogía corpor.11
dinást ica. El grabado e n m adera d1·
Cra nach mucstrn ;11 príncipe '' 1011 y
como fue en vida". La muerte "sólo no~
dejó im;\gcnes corn11cmora 1ivas de 1'1
(simulncrn )", como la difundida p<•1
Cranach, pe ro "no pudo d estruir l.1
Figura 4.29. Lucas Cranach
fama d e su virlud".4• El gra bado c 11
el Viejo, M11rtl11 Lutero, grabado
en cobre, 1526. cobre de Mclanchto n m enciona que 111
siquiera " la mano maestra (docta)" 11.'
Figura 4.3L Alb11111 n1111mwom1ivo de In ~crcrnooia de di fu ntos para Carlos V
11urero "era capaz de piolar el csplritu"
(detalle), 1559, Musco Plan1in Morctus . Amher~•.
del reformista (figura 4.30) .~' Pero est.1
restricción es am bivalente, pues pre~11
pone que d retrato no puede moslr,11 tipo, q ue hace q ue se man ifieste el "yo" en el cuerpo. La indivisibilidad del
más de lo que el propio cuerpo mue' individuo, q ue radica incluso en el propio término, se ve cu estionada por
Lra. Sólo m ediante la expresión el esta escisión, ele modo que d ebía ser eslablecida en otro á mbito y con
cuerpo establece u na transparencia con otros recursos. Co n esto, el aspecto m eramente corporal fue transformado
respecto al yo, por lo que la m ime~" por una rctóric.1 del "yo''. Las antiguas relaciones entre los med ios de repre-
del artista debe comparl ir precisamc1111· sentación, a los que llamo medios del rncrpo, sufrieron un desplazam iento
esa transparencia. en el siglo xv1. Hasra ese mo me nto, el escuelo había poseído una referen-
Junto con el concepto de imagcn, l.1 da sígnica sobre el cuerpo, d e manera que no estaba 1igado a la sem e-
ambivalencia tambié n nbarca el con janza, Larca que correspondía al retrato con la referencia icó11ica. Pero la
cepto de cuerpo que hasta ese 1110 111cn1n semeja nza con un sujeto se volvió inadecuada incluso en la descripció n
se habla afirrndo en la imagen del rctrn111 corporal más fiel. El hueco de representación que s urgió de es ta ma ne ra
Con esto se efectuó u na revisió n d~ l.1 fue ocupado por las divisas. cuya fu nción se renovaba. Por m ed io del habla
idea de semejanza. Los esfue rzos 111in1t· alegórica del lema y del emblema, la mudc:l del retrato se liberó a través
ticos d el artis ta para rep resent:11 rl de un medio acompafían te.
Figura 4.30. Albert u Du rero,
Pliilipp Mela11clito11, grabado cuerpo d esfallecen al sabe r q ue h.1 La unidad del sujeto se estableció prim ero en una escenificació n med ial
en cobre, 1526. entrado en juego una semejania de 011 11 doble, que exigía tam bién del espectador una mirada dual, la mirada a la
imagen y la m irada al acto de hablar de la persona. que mediante la escri-
tura era traducido a o tro medio, igual que el cuerpo a su im agen. En el pro-
43 l lofman ( 1983: N• 42) y Wamk.: (1984).
44 l lofman ( 198}: N• 44). ceso, los escudos de armas fueron captados también por el campo de fuerw
45 l lofman ( 1983: N• 66). inJcrmedial. Cua nto mois representaba el retrato la singularidad de una
17 4 1 ~NIROPOLOGIA Dl LA IHAGEN
ESCU DO Y RElRAI O 1 175

persona en su cuerpo, con mayor fuer1.1 los escudos preservaban el recuerdo tanto medios, eran tan distintos porque se co111 raponÍHn en lo rcfercntl'
de In cadena genealógica, que se extcndfa más allá de la vida de la persona al concepto de cuerpo inherente a ellos. El cuerpo genealógico de la noblc-1.<i
en ambas d irecciones. El escudo era una d emostració n de la alianw ck Y el cuerpo de la persona burguesa se cncontrnba n en una competencia
familias mediante el v[nculo del ma1rimonio, o de los derechos de alcur medial que impulsaba el desa rrollo de ~u diferenciación. En el cam po
nia y del tilulo hereditario, mientras que en el retrato individual l.i escc semán tico criMiano, y postcriom1ente en el ámbito humanista, el retrato
n iíicación d el "yo" aparecía e n prima pla no. En consecuencia, result.1 mereció interpretaciones amropológicas que sustraían a la persona de las
evidente que los distintos med ios del cuerpo. que surgieron como escudo, no rmas colect ivas de la jerarq uía social. El plantea m ien to del «yo" como
retrato y divisa, se reagruparo n continuamente a lo largo de su hi,toria, ) una di mensión irrepresentable en el ámbito representacional del cuerpo
que en esta constelación intermedia! tra nsformaron su sentido actual. transformó el med io del retrato en su empico hurnnnista. La rivalidad con
el libro imprl'S<> y su recién adq uirida participación en el espacio público
fomentó el medio del retrato gráfico, cu yos textos se volvían elementos
,1 8
integrales de la imagen. Así, lanto el artista como d rnodcln "tornan la pala-
bra": hablan de las necesidades med iales que intervienen en el retrato, y
1 Al mirar en retrospectiva los comienzos d el retra to mode rno, se hau•
de las fro111eras de J,1imagen, que se h icicron visibles cuando entró en juego
la rcprcscn1nci611 del sujeto.
evidente o tra ve1. que la imagen del cuerpo y la imagen del ser humano
sólo pueden aparecer bajo formas ligadas al tiempo. las cuales están su je
tas a una intenció n de significado específica. El entusiasmo por la "mocler
n idad" atem poral del retrato flamenco, que predom inaba en la literatu r.1
especializada, fue una estimación incor recta de su posición históric.1.
Nunca ha existido u n concepto del cuerpo que no haya sido generado pl)I
una épocn o un;i ~ocicdad determinadas. Un enfoque antropológico c.,t.1
obligado a insistir precisamente en Ju transformación de la imngen dd
cuerpo y de la imagen del ho mbre con que se representa el intcrroganll'
irresoluble del ser humano en sentido social, biológico y psicológico. h1
la confrontación del retrato con la heráldica no se trata solamente del con
flicto elemental entre imagen y signo. Más aun, se confrontaban dos rm
rros de dbtinto tipo, el natural yel heráldico. Ambos se distanciaron tan111
en lo referente al concepto de persona, que llegaron hasta un desenlace l'n
el que el retrato fisonómico, enriquecido por el lenguaje retórico de J,1,
im<\g('ncs del Renacimienlo, quedó com() vencedor d e la contienda. 1•11
este proceso, el med io portador, desde la perspectiva legal y social, dn
empeñó el papel determinante. Por su parle, el propio cuerpo aparcu11
fi nalmente en el proceso como medio portador: el rostro como escudo d1•
armas del yo.
Legitimado por el uso religioso o como u n ejercicio de memoria fam1
liar, el re1rato continuó abocándose a la descripción del sujeto, labor l'll
la que no ha encon trado descanso. Tiem po después, funda mcntacion1·,
filosóficas y psicológicas sustituyeron las viejas íundamentacionc~ lcg.1
les del retrato. e n principio, el escudo d e armas y el cuadro de rctra10.1•11
5
Imagen y muerte
La representación corporal
en culturas tempranas
(con un epílogo sobre fotografía)

1. INTRODUCCIÓN

El tema " imagen y muerte'" toca dos cuestiones que actualmente están
rodead as de incertidum bre. La an tigua fuerza simbólica de las im;1genes
parece haberse disuelto, y la muerte se ha convertido en algo tan abs-
tracto que ha dejado de ser el interrogante d e la existencia. No sólo hemos
dejado de tener imágenes de la muerte en las que nos sea forzoso creer,
también nos v;unos acostum brando a la muerte de las imágenes, que alb'lma
ve;¡: ejercieron la antigua fascin ación de lo simbólico. En este proceso, la
analogía entre imagen y muerte, aJ parecer tan antigua como la propia crea-
ción de imágenes, va cayendo en el olvido. Pero si rastreamos lo suficiente
en la historia de la producció n de imágenes, éstas nos han de conducir hasta
la gran ausencia que es la muerte. La contradicción entre presencia y ausen-
cia, que aún hoy se manifiesta en las imágenes, tiene sus raíces en la expe-
riencia de la muerte de otros. Las imágenes se tienen frente a los ojos así
como se tiene fre nte a los ojos a los muertos: a pesar de ello, no están ahí.
La encarnació n de un muerto, que ha perdido su cuerpo, nos lleva a p re-
guntarnos qué papel desempeñó la muerte, en términos muy generales, en
la determinació n humana de inventa r imágenes. En la act ualid ad, ésta
parece una pregunta muy remota, sobre todo hoy día, cuando las imáge-
nes inv itan a los vivos a escapar de su corporeidad. Su pérdida de sentido
nos p reocupa más que las cuestiones acerca de su invención.' Y sin embargo,

1 Otra versión, en la que folran a lgu nos párrafos y con una argu mentación disrin rn,
nporcció en '1996; véase Belting ( 1996a) .
l Al respecto, véase Barloewen ( 1996); Mach o ( 1994: 4'17 y ss.); Guthkc ( 1997),
y especia lmenté, sobre la imagen mediática ele la muerte e n la actuali dad, 1:1ylor
( 1!198).
178 I ANIR OPOI OGI A DE LA IHAGlN I HAGf S Y HU!RH 1 179

lo uno no puede cnlendcrsc sin lo 01ro. En es10 radíca el sen1ido de un.1


antro po logia de las im:igeoes que indaga e n los orígenes buscando com-
prender los mecan ismos simbólicos que seguimos en nuc~1ro trato con
imágenes.' Cada vez que ha surgido u m1 Cilosofía d e la imagen, pronlo ~<'
ha dedic:ido a ajustar su perspecl iva en relación con estos orígenes. Cuando
Platón for muló 1:1 cuestión del ser de );is imágenes, lo que lenía en menlc
era el elaborado arte de la ilusión, cuyos enga1ios mim~ticos aborrecía.
En su propi.1 cuh ura no encontraba, de hecho, ningún ejemplo de que
las im:igene~ alguna vez hubieran sido recipientes de la encarnación d<
un mue n o, al remplazar su cuerpo perdido. Por ello también le era ajen.1
la idea Je que •l las i1rnígenes sólo se les daba vida median le u n acto di.'

~ 1
animación, si n l'i cual permanecerían como arlefactos incr1cs. Incluso c11
la actu¡¡lidad, la animación, que nos puece una reliquia de una concep
ción del mundo "primitiva': despierw so~pechas de haber servido para un.1
1 determinada idcn1idad mágica cnlre la imagen y lo captado en la imagen.
identidad que no admire ningunJ nocion de imagen en sentido cs1ricw.
Desde un principio, los movim ientos históricos que se abocaron a la llm Figura 5.1. Cd<·braCJon luctuu-.1 en Ken ia con la fo10 de un difunto (Tagesspiegd.
15 de a¡¡o,lo d,• 199K).
1ración, lanlo en sentido general como en el caso concreto de las im:ígo:
nes, crilicaron a las imágenes en nomb re de un concepto racionalista dd
mundo, en el que ya no tenía cab ida la prod ucción de imágenes en d que no se encuen tran en n inguna parle, con un lugar determinado (In
culto a los muertos. La encarnación de los muertos en la imagen fue su., tumba), y los han provisto, mcdianle la imagen, de 1111 cuerpo i11111ortnl:
1iiuida por u n recuerdo de los muertos desprovisto de imágenes, lo cu.11 un cuerpo si111/Jó/ico con el q ue pued en socialiwrse nuevamente, e n l:lnto
1icne otro scn1ido, ya que puede in1erµreta rse como una encarnació n l.'11 que el Clll'rpo mortal se d isuelve en la nada. De estl' modo, una imagen que
la conciencia de lo~ vivos, es decir, en imágenes interiores.• rcpresenw a un muerto se convierle en el conlrascn tido d e cualquier
Maurice Ulanchot planteó alguna vez el interrogan le me1afisico de qtH' o rro tipo de imagen, como si al prescmarsc fuera el cad:iver mismo."
averiguarlamo~ sobre la muerte si la confro ntáramos directamen lc.' l 11 Por su parte, en el momcnro de la muerie, el cadáver se ha transformado
ella, de mancr.1 paradójica, logramos ver algo que in embargo no e,1,1 en una imagen rígida, que ya sólo se parece al cuerpo vivo. Por eso afirma
ahí. De manera similar, u na imagen cncuentr.1 su verdadero sentido 1:11 Blanchot que "el cadáver es ~u propia imagen''. Ya no es cuerpo, sino úni-
represen lar algo que está a usen le, por lo que sólo puede estar ahí en la im.1 camenle la imagen de un cuerpo (figura 5.2). Nadie puede parecerse as(
gen; hace que aparezca algo que no !'Stil en la imagen, ·ino que únicame111, mismo, solamente en una imagen,<> como cadáver. Los vivos, que por serlo
puede 11pr1~·ecer en la i.magen. En consecuencia, la imagen de un mul'I tu son los especlodores, una y otra vez han reaccionado a esta perlu rbado1·a
no es u na anomalía, sino que sciiala el scn1ido arcaico tic lo que la 1mag,·11 experiencia formándose la idea de que el alma, al dejar la vida, también
es de iodos modos (figura 5.t). El mucrlO será siempre un ausente, Y l.1 .1bandona el cuerpo. Pero el cuerpo al q ue la vida se le ha escapado, ¿es
mucr1e un,1 .1uscncia insoporiablc, que, para sobrellevarla, se prc1end111 todavla cuerpo? Esto significarla red ucirlo a una materia muerta, q ue seda
llenar con una imagen. Por eso la~ sociedades han ligado a su> muenu· lo contrario de la vida. El cuerpo pertenece igualmenle a la vida, lanto
lomo la imagen que lo represen la per1cnece a la mucrle, no im porla ~ i

3 J\I rcsp••c1o, ~omp;lrcsc la hi>toria de la im.1gcn y la hi,tori.1 de los medio' en


Bching (2001). ll Ari~, (1984); llin•ki (1996); Schmllldcr (1993: 19 y •s.), y l.lcwcllyn (1997: 53), sobre
4 Platón fue el primero en formular c,1,1 amltc>is. Véa>c [);1rrn.1nn (1995: p11m m l •·"'·"cr y 11Jigit" . 11 <.td.\vcr •<>1110 im.1gen del cuerpo e' un lcm~ dislin10 al de la
; Vc."c /.'t•jpitrr /11tl!rnire (Blanchot l 19s~ ll. 1111.1gc11 tlrl ••11l.lw1
180 1 ANIROPOLO,I A OCIA I HA,EN I HA 6E N Y HUERIE 1 181

anticipándola como destino o suponién- Tal vez los seres humanos llegaron a estos pensa mientos al descubri r
dola ya como acontecim iento.7 un nuevo enigma en la imagen, después de prete nder responder con la im;t-
El horror de la muerte radica en que, gen al enigma de la muerte. Para esto, ciertamente er,1 más importante la
ante los ojos de todos y de manera creación dr inufgenes que la posesió11 di' i111áge11cs, pues era un modo de reac-
impactante, convierte en imagen muda cionar activam ente contra la distorsión en la vi<lu de In comunidad, y al
lo q ue npenas u n instan te atrás habi.1 mismo tiempo rcslituia el orden natural : a lo~ miembros fallecidos de
sido un c uerpo que h;1blaba y respiraba. una comunidad se les devolvía así el estatus que necl'Sitaban para estar pre-
Adem•IS, lo transforma en una imagen sentes en el núcleo social. Por otro lado, y en 01ro contexto, se trataba de
poco confiable, que pro nto comien1.a a una «transformació n o ntológicaH (como afir ma l.ouis Marinen su último
descomponerse. Los seres humanos que- libro)9 experimentada por el cuerpo al convertirse en imagen. Se le ceJía
duban desamparados ante la cxperien a la irnagl'n el pode r de presen tarse en el nombre y en el lugar del difu nlo.
da de que la vida, al morir, se 1ransforma Este poder Se' sellaba con un i ntercambio de miradas igual al q ue en cir-
en su propia i1m1gen (figura 5.3). Perd il.' cunstancias normales se hubiera ten ido con el cue rpo, y con esto se le
ron al muerto, que había sido partid confería un nuevo tipo de autoridad, a pesar de q ue se manejara un sim -
Fi!IW'8 5.2. 1magcn de muertos pan te de l;t vida de la comunidad, a c<1m bolismo d istinto que con el cuerpo vivo. La imagen no er.i únicamente una
vfa m1emct. l'J ¡;uru de la M!Cla compens.1ción, sino que, con el acto de la suplantació n, adquiría un "ser"
bio de una simple imagen. Es posihk
"l le-•wn·~ Ga1c". que cometió
><1icidio colectivo rn S.111 Dieso, que. para defenderse, respondieran a ~t.1 capaz de representar e n nombre de un cuerpo, sin que esto fuera refutado
California ('fime, p<lrlada, abril pérdida con la creación de otra imagen: por la apuricncia del cuerpo que dejó d e ser. Su presencia, por el hecho de
de 1997). una imagen con la q ue la muerte, lo ser una delegación, sobrepasaba a la del cuerpo convencional, indepen-
incomprensible, se volviera en cierto dientemente de q ue en el culto a los muertos dl' todos modos se sacrali-
modo comprensible. Ahora co ntaban zaba el c uerpo. Por medio de las imáge-
con una imagen propia que podían con nes y de los rit uales que se realizaban
frontar con la del mue rto, con el cad.I ante éstas, el espacio social se expandía
ver. En la creació n de imágenes hab1.1 en torno del espacio de los m ucr1os, y
actividad, ya no se tenía que perma1u• desde ahí estahlccia u n nuevo sign ifi-
ccr pasivamente a merced de la mueri ~ cado que aseguraba el espacio vital.
En consecuencia, el enigma que ha ro<le.1 En la historia de la humanidad exis-
do siempre al cadáver se convirtió en ten pocas imágenes ta n antiguas como
el enigma de la imagen: éste radica en mt.1 los cráneos de Jericó (figura 5.4 ). Son
parudójica ausencia, que se m anifie,t.1 imágenes, puesto que fueron recubier-
tanto desde la prese11cia del cadáverconw tos con una capo de cal y des pués pin-
desde la presencia de In i111nge11. Con c,111 tados. ¿Pero imágenes de qué? Los crá-
e ab re el enigm a de la esencia y la .1p.1 neos por sf m is mos serian una imagen
Figura 5 .'3. Anónimo, un padre de la 11111erte. No podrían ser una ima-
rienda, que jamás ha dejado de inqutl'
con su hija mucrrn, ftl. 184i
(fuente: Ruhy). tar al ser humano. 3 gen de la vitla, a causa de la pint ura. Más
Flgu.n 5.4. Cráneo del culto
bien, la pregunta debe ser: ¿una ima-
a los muertos proveniente de
7 Al rco;pcclo, v<'a~c Bnrlhes (1985). Fn rcfer~ncia ul cadáver y a la mirada nnato11111 .1 gen para qué? El c ulto a la muer1e es lo Jericó, m. 7000 .1.C., Museo
Romanyshyn (1989: 114 y ss. ); en otro sentido, lbudrillard (1971\: 153 y ss.). qu e exigía u n medio para la p resencia. Arqueológico. Damasco.
s Por lo gcncral, 1.1 cuestión de b e:.encia y la ap.iri~ncia se maneja fuera d(· lt1
temática de l.1 muerte, y por lo tanto M' ve rcducidJ. Acerca de la je.rarquia de
esencia y Jp.1ricncia. véase la esclarecedora u>nlr.idiccion en Arcndt (1\171: 2_1 Y" l
182 I ANIRO PO LOGI A DE LA IMAGEN IMAGEN Y MUERlt 1 183

El nuevo rostro, poseedor de los signos sociales de un cuerpo vivo, perte- la experiencia de la muerte en el surg imiento de las imágenes. O tra forma
nece, sin embargo, a un extrano, pues ha sido testigo de la incomprensi- de reaccionar ante la muerte fue la construcción de mo numentos de pie-
ble transformación que es la m uerte. Al colocar el cráneo en la figura de d ra y los mementos carentes de imágenes. Pero las figuras fu nera rias los
un hombre sentado, el difunto regresaba a una comunidad que establcc!a siguieron de cerca hasta esos lugares, sin que por ello pueda hablarse de
con él un "in te rcambio simbó lico"'º de signos. También e n Polinesia se ningt'111 tipo de evolución lineal. La multiplicidad con la que se transmi-
vene raban estatuas a las q ue se les colocaban cráneos similares, trabaja tiero n las imágenes de muertos (sin contar otras re presen taciones del
dos p lásticamente; en los rituales del culto a los antepasados, que se lleva mUJ1do de Jos muertos com pleta mente distintas) casi no conoce fronte-
ban a cabo en el centro de la comunidad viva, se ocupaban los lugares qu~ ras, como tambié n fueron inagotables las ideas acerca de la m uerte en todas
los difuntos hablan dejado en la comun idad (figura 5.5). En las llamada~ las c ulturas. En este rubro se cuentan las mo m ias, las estelas y las urnas,
culturas "primitivas': la muerte es el destino de la comunidad, la que pr~ pero ta m b ié n los m unecos utilizados en el rit ual de la m uerte cuando
fie re protegerse de su propia descomposición en vez de preocuparse por lo~ una comunidad q uería purificarse de s u contacto con un d ifunto.11 Ta nto
destinos de los i ndividuos." En el "culto la presencia como la ausencia del muerto, por m uy estrechos y contra-
de los cráneos" del neolítico se asegu dictorios que puedan ser s us vínculos, son simbolizadas por medio ele imá-
raba d hecho de tene r una relación genes, ya sea porque se p retende una la rga duración de la memoria colec-
ritual con los antepasados. La transfor tiva, o bien para el breve ritual de la despedida exorcística. En este sentido,
mación del cadáver en una effigíes, como las imágenes son portadoras o contenedoras, au n si lo q ue d enotan es
después llamaron los romanos al doble una simple presentación de los m uertos: una prese11taci611 que se ha mate-
o a La imitación,'2 ern todavía cnlonc11s rializado simétricame nte en una representació11.
L1na med ida de conservación, como
alguna vez ocurrió con las momias.'' 1 o
q ue en determinado mom ento hab1.1
sido cuerpo se tra nsformaba luego .:n 2.. C U ERPO DE LA IMAGEN Y MAG IA DE LA IMAGllN
una imagen de sí mismo.
Existen otras raíces de la imagen mu) Encontramos aquí mate rial antropo lógico cuya soln descripción nos plan-
d istintas, como las representaciones ck tea el problema de hallar los térm inos ad ecuados. Pero ta mbién el propio
animales de la edad de piedra en I:" material es contradictorio y poco claro, y más en la m edid" en que retro -
paredes de cavernas o como los ídolm cedemos en el tiempo. Buscar arquetipos es riesgoso ; no obsta nte, la ima-
co11 signos de la fertilidad femenin.1,'' gen como fenóm eno originario se encuentra detrás de cada cultura en par-
Figura S.S. Figura doble
pero no es nuestra intención t'Slablcu·1 ticular. Y si los buscamos ahí. daremos siempre con verdades locales, d e las
tle antepasados, logu Semani
(antigua Nueva Guinc¡i Ho landesa) u na genealogía general, sino linic.1 n iales se re[a ya Heródoto, al relata r una anécdo ta de la corte del rey de
(RubiJ1, Primiti1,isr11, p. 112). mente resaltar la impo rtancia que tuvo Pcrsia.' 6 Darfo era tan incapaz de convencer a los griegos de que se con1ic-
ron a sus antepasados, como lo era de convencer a c ierto pueblo de la l ndia
que hacia precisamente eso- de que los quemara, en señal de confia m.a,
10 Baudrillard ( 1976: 202 y ss.).
u La inve>li¡¡;i<ión etnológica ha compilado completamente el m aterial. AcercJ dd
' iguiendo la costumbre de los propios griegos. Así ocurre con las irnáge-
culto a los antepasados ea l~oma, véase la nora siguiente. 11cs relativas al c ulto a la muerte, pues siempre son ta n poco parecidas entre
12 Documentado especialmente por Cicerón. lkspecto del culto íuncrario rom:111<1 ~ "que hacen que cualquier comparació n resulte descorazonadora. Pero, a
del uso que se had a de las imágenes, véan>e las nolas 82 y 83. Sobre 1:1cjftgics c11 1.i
Edad Modcrn11, véase llredekamp ( 1999: 97 y ss.). Sobre la cffi.~ irs en la Edad
Media. véanse fü1uch ( 1.976: 249 y ss.) y l'lrückncr (1966). 15 Véase Cipolcui (1989), y respecto de las pruebas de los hallazgos neolíticos,
13 Andrews (1984). Rollef>on ( 1983) y C'..auvin ( 11172).
14 Para una referencia comple ta de C>l.1 d iscusión. véa.e C'..onkty et 11/. (1997). 11. / lis111ri11, lihro 1. 1X.
184 1 AHIR OPOIOGIA DE LA IMAGEN IMAGE N Y llUERIE I t85

pesar de todo, aún conlinúan planteando los interrogantes de po r qué cxis xis mágica cayó en desuso, la imagen ya sólo podia ser un medio para el
Lian y con qué propósito fueron inventadas. recuerdo. Pero incluso el recuerdo, ejercido por los medios propios del
En la déc¡ida de t920, el tema " imagen y muerte" adquirió cierta rele espectador, era o tra manera de encarnación en imagen. La imagen Lrasla-
vancia en los círculos artísticos y etnológicos, que sin embargo perdió poco daba así la encarnación, como re-presentación , al espectador y a sus imá-
después. Car! Einstein, el milita nte de la vanguardia, presentó en esto~ genes i111eriores. El recuerdo en el sujeto individual borró la práctica colec-
círculos sus "aforismos metódicos·: que había publicado en los Doc11 tiva de imágenes del culto a los muertos.
111e111s de George 13ataille. "La imagen - sef1ala- es condensación y deti:n.,,1 Así las cosas, la encarnación por medio de artefactos se tachó de " magia
contra la muerte. El espacio ha sido considerado el fundamen to inalter.t de la imagen·: co nsiderándose un .tbuso de imágenes atávicas. A partir de
ble de nuestra existencia. En este sentido entiéndase el arle al servicio tk la Modernidad se p•·rcibió una faceta tenebrosa y demo niaca, en la que se
la representación de d ifuntos." Al trat.•H la imagen como ser viviente, w intentaba pC'rjuclicar n u na persona viva haciendo un doble de ésta por
actuaba por "miedo a la muerte", ¡¡firmando la "continu idad de la fa mi medio de una imagen, a l.t que se le hacía daiio en secreto. Similares supo-
lin'~ a la que pertenecían siempre los "csplritus de los muertos''. Las im:I sicio nes se hicieron con cndáveres qo~ escandalosamente eran llamados de
genes de los <mtcpasados, "una especie de memoria prcstablccida': dcspo nuevo a b vida, y sobre los que se pcrdia el control. Al desaparecer el culto
jaban a la muerte de la destrucción de la temporalidad. " En este sentidu a los muertos y sus con troles rit uales, In imngen cayó en una penumbra
es posible hablar de un naturalismo religioso': en el cual el difunto "se mue~ q ue conta minaba por igual a la muerte y a la vida. Sin la referen cia al
tra superior a la persona viva".'7 culto a los muertos, surgen confusiones acerca del sentido por el cual los
En el culto a los muertos, las imágenes fueron expresión y acom pana seres humanos producen imágenes. Al respecto, Ernst Kris y Otto Kurz,
mien to de las prácticas po r medio de máscaras, pinturas, disfra ces o en su lib ro Die Lege11dc 110111 Klmstler, se refieren a una "confusión': de la
momias, incluso antes de separarse del cuerpo y du plicarlo en un mui\cw cual responsabiliw n a los "pueblos primitivos''.'" En opin ión de los au to-
o en un fetiche. Si al principio las imágenes se plasmaban directamente en res, esta confusión su rgió al establecerse una "identidad [mágica] entre la
el cuerpo del individuo, después aparecieron de manera independiente al imagen y lo captado en la imagen", sin que se le conced iera a aquélla nin-
lado de éste, exhortando a la co111p11raci611 ele c11apos, para finalmcnh: to gún estatus propio.
mar el lugar del cuerpo. En esta sustitución hab la intencio nes ya sea tk Sin embargo, en esta perspectiva moderna de una "cosmovisión mágica"
m
tra11sfor111nr o de c/11plic11r un cuerpo. rnerpo e11 imagen no sólo deh1.t se menosprecia la capacidad de simbolización que se ejercía en el .teto
demostrar esta igualdad fundamental , pues en pri mer término habla sido ritual.'° La praxis medial ha servido para cerrar simbó licamente el "abismo"
fabricado en búsqueda de esta analogía, por lo que no podía ser similJ1 entre imagen y persona, como lo lla man estos autores. En el culto a los
a nada más que al cuerpo. Similar no a un determinado cuerpo, sino 11/ muertos, este "abismo " era u no de los sen tidos originales de la creación
:¡ cuerpo por antonomasia. de imágenes, y en él se basaba y se resguardaba la tradición de simbo lizar.
t Y sin embargo, esta analogía d esaparece nuevamente en la med ida 1:11 Ernst Kris y 0 110 Ku rl se refieren a la magia de la imagen con la intención
' que la inwgen permanece m uda. Pero csw experiencia, que en la actu ~tl1
~
de insertar al art ista en una gcn•·alogia en la q ue fue antecedido por el
dad hemos compensado con imágenes en movimiento y sonoras, sólo pudo mago." C uando se perd ió al mago de la imagen, comenzó el papel del
surgir cuando las imágenes fueron reti radas de esa función y perdieron artista. Por med io de la semejanza, éste colocó un nuevo vínculo entre la
toda relación con actividades de culto.'~ e n la práctica ritual, por el con imagen y la persona. Según este a rgu mento, la semejanza era exigida en
trario, se las hacía hablar por med io de apelaciones y csceniíicacio nes l'n su arte, en vez de que se estableciera de antemano un lugar en el que la ima-
la comunidad. Si se extien de este concepto más allá de lo acostum brado,
entonces era justamente la animación lo que o torgaba vida a la im.t~t·n, 19 Kris )' Km7 ( 1980).
vida que estuvo siempre latente en la encarnación en la imagen. Si la pr.1 20 El propio p;icoan:lhsis fue incapaz de omitir este e-quern•ti,mo, en el
que se legitima el discurso de la imagen para su separaciun del animismo.
u Por d contrario,). 11. Martin, e n '" cxp;»ició n en Parls en 1989, que llevaba
t7 Einstein ( 1929). Véase Schmid y MefTre ( 198S). Sobre rin~tcin, vé:t.c D~thlcf; 111¡H; 1 por 111u lo M11¡¡1rie11.• tlr /11 Terr., em picó la figura del mago como concepto
1~ Al rcopet.to, vc.1..e la d i:.cusión de Belting con Dia\\.tr.1, en llcltong (1996h). superior d e un.1 w11111111d.td mu nd ial de aniM.lS.
186 I ANIROPOLOGIA OE LA IMAGEN IMAGEN Y HUERIE 1 187

gen adquiriría animación por medio de prácticas mágicas. Lo que ambos sobre pedestales de arcilla,
autores describen como el surgimiento del concepto de arle puede enten- como si representaran una
derse también, empero, como un cambio estructural que comcn7.ó a par- festiva reunión fa miliar.
tir de que la imagen se desprendió del cuho a los muertos. En el culto a Quienes dirigieron la exca-
los muertos, la semejanza tenía una referencia ontológica, que se perdió vación recha1,aron la com-
con la admiración tecnológica por el producto arllstico. paración con las estatuas
con cráneos que se utili-
zaban en el culto J los an-
tepasados en las Nuevas
). CRÁNEOS, MUÑ ECOS Y MÁSCARAS Hébridas!I Sin embargo,
tiempo despué~ se encon-
l .ns imágenes del culto a los muertos m(ts antiguas que se conservan se han traron csta1uas con cráneos
encontrado a partir de la Fase B precerá111icfl riel 11eolftico," y están fecha- sim il;ires en Tell Ramad
das alrededor de siete mil años antes de nuestra cm, en la época de la lla- (figura 5.6). Representan
mada ·'revolución neolítica", durante la cual surgió la primera sociedad peque1ios cuerpos de ba
sedentaria. Los hallazgos se distribuyen en enterramientos que se encuen- rro o limo, qut> sostienen
tran en los actu;Lles territorios de Siria, Jordania e Israel. Los muertos no se los cráneos."' Si bien la pre-
enterr.iban entonces en tumbas aisladas, sino en el piso de los asentamicn· sencia no siempre está li-
Los, e incluso en las casas. A partir de que, en avanzado estado de descom· gada a la apariencia de las
posició n, les desprendían los cráneos y los mostraban abiertamente, se de- figuras, en e te caso repre-
sarrolló en esta "cultura de los cráneos" el procedimiento ritual con la muerte senta la apariencia, debido
m:ls antiguo que conocemos.'J En Jericó, el antiquisimo asentamiento ~n a su colocación en la c;1s.1.
el valle del Jordán, aparecieron del suelo estos fuscinantc.'S cr:lncos para mirar· Es posible imaginar algo
nos por primera vez con rostros humanizados (figura 5-4). Gracias a una muy parecido a lo que co-
capa de cal o de limo admirablemente modelada, los huesos conservaron nocemos de las costumbres
el rostro que el muerto había perdido. También lo> colores, como un rojo funerarias en Afric.1 sudo- Figura 5.6. t:.s1.11ua con cráneo pro,·cniente de
Tell R;11nad, rn. 7000 .1.C., Museo Arqueológico.
que se encuentra en abundancia, acaso una referencia al color de la sangre, rienta!. El cadivcrdel miem- Dama><.o.
trnnsforman esta piel sintética en una imagen de la vida. Los ojos cst.ín bro más anciano del grupo
hechos con cal blanca o con incrustaciones de n;lcar y conchas. De este modo permanecia en un lugar
surgió un cuerpo simbólico que porta los signos sociales del cuerpo vivo y especial hasta que fi nalizara el proceso de descomposición. Entonces, "los
que rodea d cuerpo muerto como un contenedor o una segunda piel.' 4 ancianos del clan rct·iraban el crñnco y lo llevaban a la granja. Ahí se lim-
Las preguntas se plantean cuando se le cede la palabra al contexto en el piaba, se pintaba di.! color rojo, y, después de un amistoso convivio en el que
que se desarrolló este culto de los cráneos. Los crfoeos fueron encont r;1 se le servía aguardiente de trigo y cervcw, era colocado en un determi-
J dos en grupos, y entre ellos habla tambi<!n de mujeres y de niños. Era cvi nado lugar junto a las calaveras de otros fomi linres. Desde ese momento, el
dente que eswban colocados en un orden rituJI, pues fueron dispuesto' pariente silencioMJ participaba de todos los acontecimientos de la vida''.r,
i 25 Al respecto, véaM" Cipoleui (1989: figura 78)•
f1 21 P.P.N. H., en In
tcrrrunologia de la arqueóloga Kathlcen Kcnron.
23 11. de Con1cnson (1992: 18.¡ y ss.). .?.6 Co111enson ( 199J: 4J y 63).
24 Kcnyon (19l11: cuadros 51 a 6-0) y C1uvin ( 197i.: ól y<>., y 1975: 105 Y >S.). Véa<e 27 Leo Frobcnius (1929: 457). Sobre frobeniu>, véase 11. S1raubc, en MarschaU
1.1mhién Didi l lubcrman (1991: 6 y ss.). ª ''como lo> c11,,.1yu> de ·1h. M.icho. " ·>·
(1990: l~I )'
188 1 AN IROPOlOGIA DE l A I MAGEN IMAGEN Y MUERTE 1 t89

Las figuras neolíticas evocan una experiencia con el cuerpo que sólo trario de los pequeiios ídolos apareci-
pudo haberse adqu irido por medio del culto a los muertos. La carne eli- dos en el mismo contexto en la excava-
minada de los huesos era susti tuida por la imagen, que los vestía nueva- ción, no están hechas de un material
mente. Si se ava nza con esta reflexión, el cuerpo del muerto debió haberse duro, sino que simulan la con si itución
restaurado de la ma nera como se lwbin visto en vida. Sin embargo, parn del cuerpo con u n esqueleto elejuncos
esta interpretación de la imagen nos hacen fal ta los conccp1os. La expc- revestido con una piel. Sin embargo, a
rie11cia con el cuerpo, que fue traspasada a las imágenes de los muertos, pesar ele las analogías con las esratui-
culmina en una expaiencia co11 /a mirnrln, que parte del rost ro.~ Con esto, llas con cráneos, estos muñecos antro-
el efecto de la prrs1•11cia pura cea sob repasado po r el cíecto de la alocu- pom o rfos a escala real no pudieron
ció11, en el sentido de u n intercambio de m iradas que se sirw del rosrro haber sido utilizados en el momento del
como sistem<l de signos. La presencia en la imagen es nu n mayor en la entie rro, sino que sugieren un uso efí-
m irada de los ojos hasta convertirse en una evidencia de vida; de estl: mero d urante el culto a los muertos,
modo, los ojos pueden en te nderse ya sea como símbo lo o como medio después del cual se almacenaban en w1a
estilístico de un lenguaje de im ágenes de la reencarnación. El cuerpo sim- especie de "depósitos''. Es posible pen-
bólico n o sólo servía como prueba de la genealogía, sino que participa ha sar que, como dobles de los muertos, las
en un ritual especial q ue consistía en el desempeño de obligaciones den- figuras eran la escolta de un p rimer
tro de la comunidad. entierro. Eri <1lgunas culturas, se esceni-
Junto a las estaLUas con cráneos aparece, en el mismo entorno, un segundo fi caba una representació n móvil con
tipo de imágenes que sorprendentemente están hechas pc>r completo con imágenes ele muerlos únicamente du-
materiales artificiales. Las "estatuas", casi de tamaño natural-que más bien rante el transcu rso del ritual funera-
pueden considerarse como muñecos-, simulan un cuerpo entero, cuyo ros· rio, para que asi pudieran interactuar
tronos observa con una fuerza hipnót ica ( figura 5.7). Empleando un.1 con los vivos. En cierto modo, las figu-
técnic;a desconocida hasta entonces, estas figu ras fueron modeladas sobre ras eran cuerpos prestados, ya que el
LIJl núcleo de carri zos y varas atados con cordeles. Al m is mo tiempo, pre difu nto at'1n ten ía q ue encon tra r su
sentan asomb rosas analugias con los cráneos con recubrimiento, pues tam· camino de los vivos a los muertos, y por
bién en ellas se aplicaron capas de cal o limo pintadas de colores, e igual esa razón a veces estaban hechas de ma-
mente las órbitas de los ojos se simularon con cal o con conchas (figur,1 teriales perecederos.
5.8). Los mismos artesa nos deben de haber elaborad o ambos tipos de tra Un tercer grupo en las m ismas exca- Figura S.7. E:.tatuilla que
bajos.29 Un to rso part icularmente impresionante, con enormes ojos, llegc\ vaciones neolíticas consiste en las más- repll.'SCnl.1 a un muerto (¿?)
al Museo de l)amasco proveniente d e las excavaciones d e Ain Ghazal. "' caras faciales más antiguas que cono- provcnícnlc de Ain Gazhal,
m. 7000 a.C., Museo Arqueológico,
De u n tipo muy similar es la cabeza plana, con apariencia de m áscara y cemos." Dejan libres l.os ojos y la boca, An1man (actualmente en el Musfo
franjas de pintu ra, que proviene de los hallazgos británicos en Jericó.3 ' como seria normal para personas vivas, clu Louvre, Parls).
E.~tas asombrosas figmas repiten como en un espejo la dualidad de núcleo pero están fabricadas en piedra, como
y recubrimiento que era la norma para el modelaje de los cráneos. Al cou corresponde mejor a un cadáver (figura 5.9). Quiz.í se utilizaban durante
el período de descomposición, hasta que se pudiera trabajar u na "ima-
28 Véase Macho ( 1996a: 25 )' ss., y 1999b). gen" defi nit.iva a partir del esqueleto. El descubrimiento de las máscaras
29 Acerc.1 del mat~rinl, véanse Rolkfson (1983: 2y y ss.) yCauvin (1972: 65).
30 Véase el ca1álogo Des Kii11igs Wrg. 9000 }nhn· Kunst 111111 K11/rnr in }orcla11ie111111</
P11liisti1111, Moinz, 1988, p. 63. 32 lsmr/ 1\il11sr11111: 'frensurcs 11ftlic Holy la11d, N• 6 y figura 22. Respecto de la
31 Véase el cat:ilogo Israel M11se11m: Trcarnres ofthr /lo/y úmd, Nueva York. cucslión de la' máscaras en las cuhuras romparadn:., véanse Lé''i-S1ra 4ss (1979) y
Metropolitan Mu~u m of 1~rt ••1986, :-1° 5, p. 47. Schwttgcr-t lcfel (1980). . ·
190 1 ANIROPOlOGIA 01 lA IHAGEN
IMAGEN Y llUERlf f 191

En Egipto, mucho licmpo des pués, la


momia, a la que se consideraba el cuerpo
simbólico de los muertos, se co nvi rtió en
norma cultural. Pero en las dinastías tem-
prnnas del Anliguo Imperio, conviven
d iv<Tsas pnícl icas y fo rmas de conserva-
ción hasta mediados del tercer milenio
antes de C risio, entre las cuales se encuen-
tra n también las m<íscaras faciales (figurn
5.12). Unas máscaras eran las fundas de lino
sobre las que el cuerpo se pintaba o mo-
delaba pláslicamentc; después de esto se
colocaba la másca ra de yeso del cuerpo
entero, como lo re\•ela un entierro en la
necrópolis de Giza (figurn 5.11), rn el que Figura 5.9. Máscar:i de pied ra
el rostro con los ojos abiertos fue indivi- caliza pro veniente de Na kal
dualizado de manera su maria." Una ter- 1femar, ca. 7000 a.C., Museo
Israelita, krusalén.
cera m odalidad consistía en máscaras de
c;irlón preparadas de anlcmano a parlir
Figura 5.8. Cabez.1 de una ~Sl3luilla (similar a 1:1 de la figura 5.7} prowniemc de un modelo. Apenas en este tercer es1a-
d~ Jericó (barro), ca. 7000 a.C., Museo lsracliw, Jerusalén. dio, "desaparece la funda que da forma al
cuerpo" y surge la m ásca ra, que "se de-
sarrolla como un elemenlo independiente
fue una invenció n trascendente en la que la ambi.valencia de la imagen, ni en el culto a los muertos''. Como tal, pudo
ser cap az de hacer visible tlJ)a ausencia, se estableció dC' una vez y para sicrn· convi.:rtirsc en 1111 "objeto de culto" que
pre (figura 5.10). Por un lado, la máscara podla ocultar el sem blan te anó- simbolizaba el cuerpo entero del difunlo,
nimo de la muerte con un rostro alternativo perteneciente a u na person.1 pero al m ismo tiempo se volvió una "ima-
con nombre e historia, utilizando la imagen como un freno para la <liso gen" en el sentido autó nomo con el q ue
lución de la identidad. Por o tro lado, también pudieron haber sido utili nos referimos a la imagen en la actualidad.
zadas por bailarines, que revivian con ellas escenográficamente a los muer
tos. Los mimos fue ro n actores de personas muertas an tes de ser quienes
hacen recordar la vida a los espectadores en el teatro. De esta manera, l,1
máscara permite que ocu rran en u n mismo plano lanto el ocultamiento 4. l.A 6 ÚSQUEOA DE U N l.UGA R
como la revelación como imagen. Al igual que la imagen, la máscara vi w
de una ausencia, a la c¡ue remplaza por una presencia que ocupa la iden El difunto evoca la conocida cueslió11 riel
tidad vacfa. En cierto modo, 1ambién h1s estatuas con cráneos del neolí dó11de. Al perder el cuerpo, ha perdido lam- Figura 5.10. Máscara de piedra
de 1torvar Durnc, región de
1ico por1a11 máscaras, pues reproducen el rostro perdido como im:1g<.•11 bién su lugar. i\s(, empleando una termi-
1kbrón, ca. 7<mo a.C., Musco
incorporada al cuerpo. La imagen, en ta nlo investidura del cuerpo verd.1 nología moderna, lllanchot puede afi nrntr: l~radita, lcrusnlén.
dero, se convierte en el medio di.' su nueva presencia, en la que el cucr po
es inmune al liempo y a la mortnlidad. 3J :>obre este 1cm.1 y en lo l¡uc •igue, vca'c 'lackc (1999: 123 y ss.).
192 1 ANTR OPO LOGIA DE LA l ltAGEN l ltAGEN V MUER TE 1 193

"La presencia del cadáver es un error". En cíficos, con lo q ue el lugar de los muertos tam-
la mayoría de las culturas históricas, bus- poco podía determ inarse.Jl
car a un m uerto equivale a buscar su lugar. .Por el contrario, lo que la sociedad sedenta-
Q uizá la concepción de un más allá fue en ria valo raba era asegurar su propia perpetua-
un p rincipio la concepción de un lugar ción gracias al asentamiento de los muertos. Esta
adonde el difu nto se habría marchado. sociedad desarrolló otra concepció n de la natu-
Pero el cuerpo permanecía, así que se le raleza, ligada a la tierra de cultivo. Puesto que
asignó en este mw1do un lugar en el que era alimentada por la naturaleza, veía en el ciclo
pudiera "descansar". 1al lugar, que sólo de las estaciones del año una parábola que tras-
puede ser simbólico, es la. tumba, ubicada ladaba a la vida y a la muerte humanas. De este
actualmente en un cementerio. Sin em- modo, la comunidad se sentía integrada a un
bargo, como hemos visto, en el neolítico orden que comprendía ta m bién a los antepa- Figura 5.12. M•lsca ra
era frecuente enterrar a los muertos bajo sados. En torno de los campos de cultivo se esta- de momia proveniente
de Giza (Egipto ), 2 500
la propia casa pa ra conservarlos en el blecieron asentamientos, que eran lugares fijos
a.C., Muscum of Fine
núcleo familiar. Pero incluso el campo de en los q ue convivían las distintas generacio- Arts, 13oston.
tumbas aislado, antecedente del cemente- nes. Este o rden de la connmidad se ve reflejado
rio, pertenece por de recho y por culto al también en la erección de tumbas visibles. Pero la tumba es ún icamente
territorio de la comunidad, que estab.lecc la imagen de un lugar fijo, porque en realidad los muer tos no pueden ocu-
en su seno un segundo asentamiento, el parla. Su presencia en un lugar determinado fue más un invento que un
asentamiento de sus muertos. Ya foera en producto de la experiencia. En lallíada se menciona con verdadera solem-
Figura 5.11. Recubrimiento las casas de los vivos, o bien en un alejado n idad que la estela, como piedra conmemorativa, está fija sobre Ja colina
de una momia , proveniente de campo de tumbas, los muertos perma- de la tu mba. fnd ica el lugar para conferirle u na duración y u na particula-
Giza (Egipto), 2250 a.C.,
necían siempre bajo la protección de li1 ridad de las que carecía en la casa. La construcción mon umental es enton-
IVluseum of Fine Arts. Boston.
comunidad, la que a su vez intercambia ces una estrategia para compensar la fa lta de realidad de ese lugar incierto.
bacon eHos su propia protección.34 En Ja actualidad, los muertos todavía necesit·an un lugar así, donde pue-
Estas costumbres eran desconocidas entre los cazadores recolecton:~ da n "alcanzar el reposo''. Detrás de esta expresión coloquial se esconde la
nómadas, que entendían Ja muerte como u n acto de v iolencia. Por eso, lo~ concepción o r.igin aria de que sin este lugar quedarían errando s.in p ropó-
m uertos, a los que consideraban como asesinados - así hubiera sido por u na sito determinado o regresarían arnenazadorame.nte a los vivos como fan-
violencia desconocida- , eran de temer, y capaces de acciones malignas ;1 tasmas ( revenants eo francés). Nada podría demostrar de manera más clara
las que se respondía con p rácticas mágicas. Quiz:á la costumbre de el>cluil' la tesis de q ue la tumba es la imagen de un Jugar, como el en tierro simbó-
los o de acompañarlos festiva mente hasta una región despoblada se h a y,1 lico q ue realizaban los gr.icgos con un cenotafio cuando no era posible
desarrollado en un medio como éste, con el fi n de facilitarles el tránsito, hallar el cadáver.J6
pero también de librar a los vivos de ellos. Aquí, el más allá era muy literal Por ello, las inscripcio nes funerarias de los antiguos griegos se preocu-
mente la agreste naturaleza, que comenzaba a partir de los Jimjtes que r~s pan por establecer enfáticamente la realidad de un lugar ficticio. Una y otra
guardaban el asentamiento. La natural.eza se encontraba "afuera", donde ll" vez advierten al lector de no profanar, dañar y ni siquiera expropiar una
vivos no podían habitar, y donde se d iso lvían las nociones de lugares espc tu m ba. Puesto que e.1 m uerto no puede defender el lugar, el vivo debe res-

35 Frobeníus (1929), con n u merosos ejemplos. Véase también J. S. Mbiti,


34 Thomas ( 1.985); Cipolctti (1989), y Konrad et al. ( 1981) . Con respcct(l en l3arloewe n (1996: 20 1 y ss.).
al cementerio, véase las ínvestígacinncs d e Ph. Aries. J6 1leró do 10, His10,.i11, lib ro 6, 58.
194 1 HIROPOLOGIA DE LA IMAGEN I HAGC~ Y HUERIE 1 195

guardarlo aun más. La tum ba constituyl' El entierro une a los


una barrera que separa la vida de la 11111cr1c, deudos con el difu nto bajo
y que las protege u na de la otra. !'ero tJm la ley de lascostumbrt:l>. En
bién es el lugar donde la vida y la muerte la Jlíadn,el alma de Patro-
se encuentran. Por eso la tumba recurre .1 d o suplica en un sueno a
la in scripción, con la que se dirige al visitan su anúgo Aquiles que le dé
te (figura 5.13), y a la im agen, co n la que lo sepultura, p ue~ de lo con
mira. Es un " lugar de la memo ria", com o trar io las al mas de lo~
lo seflala el término griego 11111r11in. Pero difuntos le im pedirían cru-
en esta noció n se ha bía cfec1uado ya un za r la puerta del Hades. ' En
cambio de significado, desde el mcmcnro la Odisea es el a 1nia del
en piedra siJ1 imñgcncs, co n su magin mote tim onel Elpcno r In t¡llC ~e
rial, hasta que éste se convirtió en estela, aparece a Odisea a la c11-
con una imag.:n del difu nto: esa inwgcn trada del Had es y le su-
ex istía m uy explícitam ente para q u ie n c~ plica: "no me dejes allí en
llegaban a visitar la 1Umb:.1. Por medio de soledad, sin sepulcro y sin
la imagen, el muerto exigía a lo~ vivos qul' llan to''.' · Jnci neracione~.
le o to rgara n u n lugar cu sus rewerdos, lo convivio con vino y b.111
cual mues1ra q ue la noció n de lugar ~l' quete funerario, acomp.1- Fisura S.14. PrcpM.1dón de un mucn o
había sublimado ya completamente. ' ñados de vehementes la- (/111/tro¡kiros), alrededor de 46o a.c., .\IU5CO
Fisura S.1'.3. Úitcfo funeraria l\arnmal, Al<'l1J>
Pero la tu mba no es sólo un lugar d~ mentos y llan10. confieren
del Gran Túmulo. siglo 1v a.C.,
Vcrgina (:1.fa<edonia). reposo. sino ta m b ién el lugar d e 11 n.1 al difunto su derecho a la
acción: u n lugar en el que d tiempo dr /11 muerte rilual, que le restituye su identidad y le sirve de pasaporte para el
11111erre se inventa de nuevo. El entierro como institución es u na repl'll Hades. El antiguo sacrificio de sangre o por incineración sella todavía más
ción gr.lfica de la muerte. En un m o mento d eterm inado. que en algun.I\ d "in tercambio sim bólico" que un~' a los vivos con los m uertos en tanto
cuhuras puede darse meses o incluso años más ta rde, la cmtfstrofe d<• l.1 m iem bros del m ismo grupo social. ·~
muerte es sustituida por el co11trol de la m uerte, cuando la comunid.111 las imágenes de los muertos. q ue desem pei\aban un pap el activo en el
recupera el o rde n med ian te un acto festivo (figura 5. 14). En csla cerc1110 ritual del entierro, deben d is1inguirse fu11da111en1almen te de las imágenes
nia, el m uerto encuentra su lugar en el en to rno social. En sociedades arl.11 que en la tumba sólo servía n pa ru el recuerdo, de manera si1u ilar a co m o
cns, esta repetició n de la muerte es un ri to de in iciación cltlsico, u n 11 11· la propia lum ba, q ue es lo que queda de los ri tos fu nerarios, sim bolizaba
di' /)M.~age, similar a cuando el nacim iento es repetido cere111oniul1rn:11tt• el recuerdo. Estas irmlgcncs preservaban n los m uertos para el futuro de
d urnn tc la aceptación a una fraternid ad masculina. En ambos ..:aso~. d la sociedad a la que pertenecían, y po r ello pueden representar el pode r
suceso social suple al suceso biológico. El bau1ismo cristiano, con la rl'p11• en las generacio nes vivas de d cscendienll'S. No po r casualidad , en muchas
sen tació n de la m uerte, inherente a él, como u n " ho m bre viejo" q ue h.ilu .1 culturas las tum bas co n nombres e im ágenes se reservaban para los pode-
de "rcnncer': es u na rem iniscencia d e tales ritos de in iciación. 111 rosos, pues co n ello sus desce ndientes ejercían derechos que habían sido

• Las dldS corrcsp<.1ndcn a l.is c:didonco;. en c:.panol: t lomero. La llínda, trad de l.ui>
Scgalá )' F.s1.1ldla. Uueno~ /\i1c" IA1.,,1da, 19t18, •ol. 11, Cinto x".111, p. 130. [N. del E..f
J7 Pfohl (1971) y Kun. y Boardman '1971). Vé-Jn>c 1.1mbién l.1, rcfcrcn~1 ..- en l,1, " " ' • •• Las citas corresponden J IJ> c:Jidonc'\ en c~pa1iol: l tomero, Otl~a. 1rnd de Jos.-
62 a 66. ~tanud Pabon, \Jadrid, ( ,rc:Jc"· 1981, (.;into 11, p. 266. (N. del f_J
38 Acerca del rile de passage. , ..!ase A . van Genncp ( 1981 ). N Au:r~-a dd "1111cr••1111l110 '"uholiw': \C,lw llJudrillal'\l (1976).
196 I ANIROPOl OGIA Dt lA IMAGE N IMAGE N Y MUERTE 1 197

amenawdos por la muerte. En consecuencia, las imágenes en la tumba estas liguras (yong) se presta a una confusión con sacrilicios hum anos.•'
surgieron como i111ngc11es públicas. Pero en la med ida en que eran más pri- En China, las imágenes en las t u mba~ eran figuras ele sirvientes, m üsi-
vad.is, la tristeza aparecía también más en primer plano, triMC'la como cos y so ldados, quienes reinstauraban el o rden social terrenal en el reino
cuestión personal más que com o asunto social. Sin embargo, ta nto la tris- de los muertos. A partir de las referencias encontradas en textos se puede
h."la como el recuerdo reconocen la muerte como un becho irreversible. concluir que, en cierto ~cntid o, hablan tomad o el lugar de las víctimas
con lo cual también transforman las respectivas imágenes en las tumbas: sacrificia les, rem plaz:\ndolas con un cuer po ficticio. De manera sim ilar
representan al d ifunto i'.1nicamentc como fue en vida, y por lo tanto como a los me ncio nados " urcnsilios de los cspírit us·: las ligu ras aparecen como
pervivió en el recuerdo.'º cuerpos simbólicos, co n lo que nuevamente se muestran como imágenes
En la tumba se advierte antes el o rden social ele u n grupo humano que típicas.
sus ide.1s acerca ele la muerte, ya que éstas tienen u n o rigen social. El rluc- Las imágenes de tu mbas del neolilico encontradas en excavaciones son
cllo,, ¡,, 111111/Jll apart?ce una y o tra vez como un privilegio espcci,11que 11<1 pequeños ídolos femeninos como los <)lit' han llegado hasta nuestros días
~e confería a cunlquit:ra. Esto funcio na a veces incluso p¡m1eldrredwn111 de tantas otras cultu ras. En el caso de las Cldadas griegas. donde estas figu-
11111crll'. si se piensa en al carácter costoso de la m uerte cuando éstH C\ ras son especialmente numerosas, no están hechas de limo o de barro, sino
considerada como muerte oficial. L>e este modo, la muerte, que por na tu de mármol, po r lo que son únicas en su lipo. Por su aspecto, en el q ue predo-
raleza es asocial, ~e convirtió en un elemento del o rden social. Algo si mi minan los at ributos sexuales, se aproximan a la conocida idea de una magia
lar ocurre con las m encionadas imágenes en las tumbas. que proporcio- de la fertilidad, que desempeñaba un papel protagónico en el culto a las fuer-
n;111 nuevamente al d ifunto una identidad social. Como es sabido, la muen e zas de la vida, y que en el culto a la muerte ofrecía la creencia análoga en
debe buscarse entre los vivos, que gustan tanto de ad m in ist ra rla. Tam una nueva vida.-0 Algunos de esros ejempl.ircsalcan¿an tamaño natural, pero
h ién los racionalistas se apoderaban a cada rato de la muerte, con el fin de sólo las figuras pequeñas fueron colocadas en La tumba (ligura 5.15). En su
r.icionali7..arla y de normalizarla. El capítulo correspondiente en las lep» canon tipológico fijo radica la regla obligatoria de un significado rirual. De
de Platón establece las convenciones d e la razón pura, que p retend1.rn hecho, varios ejemplares fueron encontra-
restringir h1 sun tuosidad del culto a los muerto~. 41 dos en sitios considernclos como lugares ele
Llegamos a reílexfones similares en C hina, do nde hacia la m~m.i epoc.i. culto. Tam bién las ofrendas que se encon
con el lin de estabilizar la econom la, había come nzado el abandono de traron con este materi.1J presentan rastro•
un culto a la muerte que prácticamente los hahía arruinado; algo opuc•IO de uso en la vida cotidian,1 .~ '
a lo que ocurrió en Egipto, donde la economfa tomó impulsn a p.1rti1 Los !do los de las C icladas parecen ligu-
de a<Juél. En China, el racíonafüta es Confucio, 4uicn "hada sacrilicio' ras votivas que se hubieran ofrendado a la
a los antepasados como si estuviesen presen tes'~ pero que al m ismo tiempo deidad en su lugar de sacrilicio, o amule-
dejó de atribuir a los muertos algún tipo de vicia con la que pudicr.111 tos, que desde ahí se llevaran al hogar. L:1s
munifcstarse activamente; incluso aconsejaba " mantener a los espiri l u~ figuras votivas, como es sabido, reprodu
;1lcjados de uno mismo", como m encio na en el l.i/Jro de los 1·i tM. En l.\\ cen una imagen de In deidad que ocupa
tumbas sólo se debia d epositar objetos inservibles, o bien simbólicos ••1 el cent ro del culto, o encarnan a los pro-
los q ue por lo m ismo llamó "utensilios de los c•pfritus". Los sacrHkim pios creyentes, consagrándose a la deidad Figura S.J.5. Ofrenda funeraria
hu manos en las t umhas le parecían a este racionalís1a u na aberr.1ci611 cidádica temprana con !dolo
con su m isma imagen en el lugar sagrado.
(ames lraWJ. 2700-2500 a.c.,
Incluso consideraba peligrosas las figuras an tropo m orfas que tamhicn " ' En ambos casos, la forma d e la figura no Colección P.slatal Prehistórica,
enterraban en la tumba, pues podian animar a los t radicion;ilistas a rcg1 l' era arbi traria, pues aq uí sólo importaba la Munich.
sar a los sacrificios humanos. El mismo término con el que M' de,ign.1.1
.µ Falkenhausen {1990).
4o Rc~pe<.to de la anamn.:si• en Platón, vcasc Darm.11111 ( 19<15: 123 Y».). -O Wasc el catálogo ldolt. Munich. 1985.
41 l'l.11011, Lqes. u. 9>9· 44 Vfa<.e lk n frew ( 1991 )' 198').
198 1 ANIRO POl OG I A DE l A IMAGEN l~AGEH Y HUCRTE 1 199

materialización de una creencia. Tocamos ahora el campo de la religión. p~ra :sto radica en el surgimiento de una necrópolis monumental que tam-
que ya había trnnsformado el culto a l.a muerte original desde las épocas bién rncluía a los miem bros de la corte en tumbas individuales alrededor
más tempranas.•S La continuidad en el empleo de las mismas imágenes en de la pirámide del rey. La tw11ba, con sus inscripciones e imágenes, era un
la lllmba apunta hacia e.1deseo de proporcionar a los muertos un salvo- lugar en el que el orden social del mundo de los vivos sé perpetuaba cter-
conducto subterráneo con el que se aseguraran la protección de alguna dei- name1~te, orden al que el individuo, por medio del pri1icipio del maat, que-
dad. Lo que en vida surgió como figura votiva en la t umba podía convcr· daba ligado más allá de la muerte. Por ello, en las inscripciones, los difun-
tirse en amuleto. Un culto cuyos alcances no concluían en la twnba podla tos llaman a que se proteja su tumba )'se les proporcionen ofrendas lo
fundamcn t.ar, justo con estos símbolos, la relación entre la vida y la mucr1c. cual _es expresión evidente de la memoria social. Los muertos, que ª hab;an
Pero el significado de estas imágenes va más ali:\. Además de por sus restos partido de su ciudad", moraban ah ora en una ciudad de Jos muertos en
mortales, en las tumbas los difuntos estaban representados con imágenes, la que ~oseían una "casa" propia donde vivlan como imágenes, pa ra' las
por medio de figurillas simbólicas que representaban sus creencias en el que la idea de la encam ación ofrece un avance insuperable.•7
más allá. Con esto aparece una nueva raíl de la imagen. Lo que en vida habin Por su parte, Ja mom ia éra la imagen en la que se transformaba un cadá-
1 sido una ofrenda ceremonial, en la muerte continuaba siendo simbólica- ver, a partir del ~10.mento en que los egipcios de Ja cuarta dinastía logra-
mente una ofrenda funeraria. ron preservar quumcamente el cuerpo muerto;18 En cierto modo, el cuerpo
¡ En Egipto se han encontrado ofrendas fu nerarias de los períodos pre permanecía como un recipienle en el que se afirmaba el d ifunto. Pero,
dinásticos, entre las que se cuentan cstatuillas femeninas de barro que invi ¿qUJén era entonces el difun to? Vivía como ll na especie de "espírit u" que
tan a las comparaciones, aunque tambi<:n hay otras de tipos poco comu era aJJ111entado en la tumba y que encarnaba en las i mágenes de ésta. El
.1 ncs, como figuras embrionales en barcazas o en el vientre de anima le' k11 era una "fuerza vital." personal que nad a con el cuerpo correspondie nte
1 sagrados, que han sido interpretadas como símbolos de la reencarnación. 1' pero q~e lo sobrevivía después de la muerte. En el Imperio Medio el má~
Pero permanezcamos con la idea del amuleto, que ya ha sido corroborad,1 all<1 deJó de estar reservado para el rey, y se afindjó a este ka el ave del alma
1
para .los ídolos de las Cíclad:is. En las tinieblas de las primeras rel igionc~. Ba, qu.c v~laba hasta otro mundo, pero que podía regresar a la tumba.•~
1 los limites entre el culto a los antepasados y el cuho a las deidades son Els1gn 1ficado de la momia en el in terior de la zona de la tumba sólo se
1
difíciles de esrablccer. Sólo las imágenes reflejan esta t rn nsfor111acion. deduce en la_c~1~aru fúnebre sellada qm· se ubica al fina l de un pozo sub-
para la que a (111 no existían textos. Su función en la tumba era acompan.11 terráneo. Ah1urncamente se permitía el acceso al espíritu del muerto, que
1 a los muer tos hasta otro horizonte. cncar_naba_ nuevamente en la momia. Después de su preparación, la momia
ofr:c_ia la imagen de w1 cuerpo incorruptfülc que podía dialogar con el
1 esp~ntu del muerto a través de la máscara y por medio de las figuras "parlan-
t~s. sobre las vendas. Oculta de es1a manera, la momia era separada de los
5. F,G IJ'TO. EL O IUl'l CI(> BLJ C AI, D IJ l,A IMAGEN v1s1tantes de la tumba no sólo material, sino también idealmen te. Por ¡0
tanto, se requería de una segunda encarnación del ka, para recibir las ofrcn-
Ya desde el Imperio Antiguo. el culto egipcio a los muertos mostró 11 11 d.as de. los vivos. Con este fin, en la parle de la tumba que da a la supcrfi -
desarrollo particttlar de la imagen de los difuntos que, sin embargo, pl·1 l"1e se 111staló la cámara de las estatuas (serdab), detrás de Ja puerta simu-
mitc extraer conclusiones generales acerca de nuest ro tema. La cond id1\11 l.1da ante la que se dr positaban las ofrendas. En la parte exterior de esta
c.imar~ de las estatuas, el difulll'o se dirigía a los vivos por medio de rela-
45 Al parecer, incluso se ha encontrado en China un verdadero lugar de culio los en tmágcnes e inscripciones. Pero en el interior, donde los ojos no podían
del ncolíi ico. en el que aparecieron juntas figuras de barro de un mismo lipo
íemcnino tan10 a escala mayor a la rc:1I como en muy pcqucno forma10; véase
el caltllogo Oas a/te C/iim1, Essen, 1995, :>!• 4, 47 J. As.~man (1990: 92 y S>.) y GBrg (1998). Véase también infm nota .
49
46 11. D. Schneidcr (1977); Rice (1990: 2~ y ss.); AId red ( 1965: 21 y ss.); Uckt>. •IR i\núrews ( 1984).
'"Anthropomorphic figurinci. from prcdynas1ic Egypt'", Lmuhm R. A11tlim¡1. /11<1 l'i Kt-cs (1956), asf como J. Assmann ( 199·1). Respec10 del Libro de los 11111erros y sus
Ocms. /'t1per, N° 24. tormula~ mág1c,1<, v~.111,c l'.tulkner (1972) y ftomu 11g (1979¡.
200 / ANIROPOLOGIA O! LA I HAGlN IMAGEN Y llUERIE I 201

penelrar, encarnaba en estatuas provi~ del visir Ankh- haf (en. 2580) que se con-
tas con nombres y titulos, como si se serva en Boston, una obra maestra en su
tratara de una cédula de idcnúficacio n. tipo (figura 5.18), está recubier10, por cierto,
l.a puerta simulada, que representab.1 con una cap.1 de estuco sobre la piedra
el umbral entre la vida y la muerte, intc caliza, que fue pintada de rojo, como vimos
rrumpía el coni.icto visual. Sólo en en las cstat11:is con cráneos."
casos aislados aparecia el difunto frenlt" Una vitalidad s imilar caracteriza a las
a esta puerta como figura (figura 5.16), "cabe1.as de repuesto" de piedra, que fueron
réplica de otra figura corrcspondienlt empicadas durante un breve periodo en la
en el interior, para mostrnr que su mu misma cuarta dinastía (figura 5.19): sólo
rada era de aquel lado.I" pudieron haber tenido una función simbó-
l .a tumba privadn del Imperio Anti lica, c11yo fi n era. multjpJicar parn el difunto
guo explica el surgimiento de estatua' las posibilidades de encarnación disponi-
funerarias a partir de su propia topo FlllW'll S.17. Parte de las
bles en el repertorio de imágenes de su
fi¡:ura; de madera q ue se
grafiJ. En cl ámbito supra terrenal de lo' tumba.si Sin embargo, el impulso para un encontraron en una sola
sacrificios, el kn del muerto sólo po<l1.1 mayor énfasis en la vitalidad de las imáge- tumb;i del Anliguo Imperio
prc~enta rse cuando podía encarn.11 nes decayó en Egipto cuando nuevas formas (Egipto), Mctropolitan
también ¡ihí, o sea e11 estatuas (y no sólo de representación del mundo en el culto a Muscum, Nueva York.
bajo tierra, en la momia). Esta encar los muertos propagaron el ideal de un alma
Figura 5.16. Difuntu en el vano nación era tan importante para la vid.1 de los muertos ya no tan similar a su exis-
de la puerta de MI clmara funeraria,
;• dinastf.1, en. 2400 a.c.. British que se la multiplicaba, como si se qui tencia temporal en la vida, sino que ex:pre-
Museum, Londres. sicra asegurar que jam~s se vería ame saba la semejanza con un estadio supratem-
nazada. Algunas cámaras se encontr.1 poral. La idea de la continuidad de la vida
ron llenas hasta con treinta estatuas como éstas en el momento de su en la tumb¡i se separó de la idea de un más
excavación (figura 5. 17), que representan evidentemente a la misma pcr allá, lo que se mnnifestó también en la trans-
sona, a pesar de que muestran grandes diferencias en el formato, en el formación de las imágenes funerarias.
tipo (figura andante o sedente), en el material (piedra o madera) e inclu\o La concepción de las imágenes de Jos
en el grado de veracidad fisonómica. E11 la cua rta dinastla, la escultur.1 ~ipcios se resume, como en ningún otro
funeraria egipcia alcanzó un grado de autenticidad vital que no sólo l'' lugar, en un acto de anin1ación que se deno-
único en comparación con o tras culturas, sino que después tampoco pud11 mina " ritual de apertura de la boca': En
ser alcanzl!dn en Egipto. La nbligación de propiciar la encarnación de lo~ Egipto, al final del Imperio Nuevo, el ritua.I
muertos frenó el impulso po r lograr un arte de la representación corpo consistía de un total de 75 acciones y frases Fisura S.18. Busto del visir
egipcio Ankh-haf, provcnicnic
ral más elevado, el cual, sin embargo, se realizaba para cumplir su fu 11 que se aplicaban a la momia para que "el
de Gil<! (Fgipto), ca.. 2580 a.c..
ción, no para ser admirado por espectadores. El busto de tamaño natur.11 alma recordara lo que habla olvidado", Museum of Fine Arts. Bo5ton.

5o Asi ocurrió con la rumba de Mcrcruka en Saqqara, que proviene de la sexta


dinastía, ul igu.11 quc Ja de Rcdi11cs, de Giw, actualmente en Boston. Con menu' 51 Véase 13obhakov (1991: 5 y ss.).
frecuencia se da el caso de que aparezc.1el 111uer10 como un !Justo a ras de ticri'.1 $~En unll sol.1 lu mba en Giza se cncontrnl'on seis ejemplnrcs ~n él lúne/ sublcrrfo~n.
con los brnLOS .1bicrtos hacia el lug.1r de Jos sacrificio,, donde esperaba las como si hubieran sido colocados para acompañar a la momia; !los1on Museum uí
ofrendas; asl ocurrió rnn la tumba de un tal ldu, en Gi;ui (Marck (1986: figura' l'inc Am, expedición de A. Rcincr de 1913. Véase también Marck (1986: 58), asl
de las pp. •oll y 109)). rnmo 1Jtkd1999: 13).
202 I UIROPOLOGIA Dl LA I HAGEN IHA6[N Y HUCRIE 1 2 03

como se menciona en una sentencia


mágica (figura 5.20). Pero esta costum-
bre comen:t6 alguna vez durante el
Imperio Antiguo como ritual de esto
was, que cxclu!a la creación meramcnlc
artesanal. Entre la obra terminada y su
exhibición se introducía la animación,
con lo cual la estatua podía entrar oli
cialmente en funciones como medio.
futa no era una imagen sólo por el hedm
de ser una creación técnica, requería u11
acto mágico que la hacía propicia par;1
la encarnación. Más tarde se traspasó
el rilua.I de la estatua a la momia, para
garantizar en ella la interacción con el
Figura 5.19. Una de las llamadas alma en el más allá.s.i Esta sucesión tem
cabezas de re¡>ucsto, proveniente poral es de la mayor importancia, ya que
de una lumha en Giza (Egipto), confirma nuevamen te la analogía cnln:
Antiguo Imperio, M u~um of
obra en imagen y momia.
Fine Arts, Boston.
Después de dos milenios y medio !..-
momias se seguían empleando, pero con el "retrato de momia" los egip
cios adoptaron un producto ajeno, de otra cullura. El término en sl mismo Figura 5.20. Libro de los Muertos egipcio, ritual de apertu ra de la boca (sentencia
29), llri1ish Muscum, Londres (R. O. Faulkner, Tlic 1111clcnt E.gyptin11 Book of1/1e
es confuso, pues no se trata de un retrato tomado de la momia, sino de l111
Dead, 1985, p. 54).
relrato sobre la momia: una tabla con un retrato de estilo grecorromano
se ataba a la momia en el lugar que antiguamente había ocupado la m,b
cara facfal (figura 5 .21) .~ Sin embargo, la máscara estaba destinada espc
cialmentc al cuerpo del muerto, mientras que el retrato pintado supom· 6. LAS IMÁGENES l'AR LANTES OEL ANTI GUO ORIENTE
la ausencia del cuerpo para poder ocupar su lugar. La frágil tableta fu~
retirada de la tumba por motivos climáticos (que en Egipto, como es sabido, El ritual de apertura de la boca de las imágenes era conocido en todo el anti-
no tenían importancia) y dest-inada a la vivienda de los vivos. La ima!(l'll guo Oriente, aunque se haya desarrollado de manera especifica en Egipto.
para el recuerdo independiente del cuerpo pertenece a otta concepción En esto podemos advertir la fo rmalización de una magia de las imágenes
de la imagen, wyos fundamentos se establecieron en la cultura griega. A,1, mucho más arcaica, que ahora era administrada por los reyes-sacerdotes y
.la iliscrcpancia entre el retrato pintado en una tableta y la momia p.t1 l1' estaba restringida a un determinado tipo ele imágenes. Ya en las primeras
ele una incompatibilidad térnica, ya que ambas formas tienen sus rn1lc' dinastías. que se establecieron en el tercer milenio, contemporáneas de los
en la discrepancia entre dos concepciones de la imagen fu neraria fund.1 sumerios, el ritual pertenece al tipo de cultura urbana plagada de imágenes
mentalmente distintas. contra la que los judios se rebelaron cuando renunciaron a ellas. Encontra-
mos aqul imágenes que al parecer nos alejan de nuestro tema; sin embargo,
las imágenes esw1uarias de dioses y gobernantes corresponden a la sociedad
53 0110 (1960) y l'ischer-Elfe.rt (1998). de entonces, en la que durante algún tiempo los reyes y los sacerdotes con-
54 ZalosGcr (iy6l) y Parlasen ( 1966). Véase Belting ( 1990: 95 )' ss. y 112 y ss.). tinuaron rivalizando entre sf. Se trata de imágenes de muertos oficiales, pues
204 1 ANlRO POtOGI A OE IA I MA GEN I MA GE N Y MUERfE 1 205

el culto a los antepasados se transformó plo de la deidad. Con la muerte, sólo cambiaba el trato que se tenía con Ja
no bien los caudillos de una comunidad imagen, qur exteriormente permanccia inalterada y que ahora quedaba
íueron deificados.~ ligada al cuho a los muertos, con sus cotTespondicntes prescripciones para
Los reyes difuntos de Ur y de Babilo- el sacrificio. Era la encarnación permanente de una persona, más allá de
nia no recibían ofrendas en sus tum ba~. la fron 1era entre la vida y b muerte. Pero sólo a partir de la vida mágica
sino ante las imágenes en estatuas que podfo considerársc.la realmente un medio para los difu ntos. Al mismo
se colocaban en los templos de Los dio- 1ie111po, con su cuerpo inmóvil la imagen expresaba una contradicción
ses. Esto indica que el culto a los muer i11aud ita con los volátiles "l'spíri1us" de Jos muertos. Al ser monumentali-
ros efectuado por la comunidad se con· zada en piedra incorruplible, la imagen planteaba la paradoja de un cuerpo
centró en las imágenes (figura 5.22). Con eterno que al mismo tiempo era un cuerpo en el sen1 ido legal. Las estruc-
esta descripción se simplifica al mismo turas de poder funcionaban aqu1 como poder sobre los vivos y poder c11
tiempo cierta situaci<'i n plena de conrrn el nombre de los muertos.
dicciones. La estatua del rey debe haber~c 1~1 lcngua sumcria poseía ya un concepto propio para la imagen (a/am),
instituido con posterioridad a la estatuit lo que muestra que el muñeco o el "doble" dejó de ser suficiente, y que se
Figura S.21. Momia con retrato
de los dioses, lo que, por el hcd10 de qUl' pensaba ya c·n el medio en el que una persona reencarnaba. Pero a Ja ima·
romano para momias.
proveniente d« Egipto, British se empleaba el mismo medio, signifit.1 gen no sólo ~e le adjudicaron los derechos de Ja persona, sino también
Museu m. Londres. la deificación del gobernante muerto. obligaciones que ésta, en vidr1, jamás
En Ja mayoría de los casos también hubiera podido cumplir. El príncipe
estaba "consagrada" a una deidad, de Gudca, por ejemplo, encomendó a su
cuya aura se apropiaba, al mismo tiempo imagen que hablara con la deidad en su
que el gobernante fu ndador recibía 111\ nombre. La inslrucción para la imagen
poderes sobrenaturilles de los diOSl'\ se encuentra en la inscripción c1ur porta
Similares fórmulas de igualación son la estatua sedente del príncipe, hecha
indicio de la dimímicll de una socied,1d de valiosa diorila, en el Louvrc (figura
que ya había adquirido compromiso~ 5-23) (ca. 2130 a.C.). Como se desprende
Sin embargo, lo que nos interesa no <'' del mismo 1cx10, la estatua estaba desti-
poner en evidencia las eslructuras soci,1 nada al lemplo principal del dios Nin-
les. sino permanecer Iras el rastro dd girsu en Girsu, y abí debía recibir eter-
fundamentalismo en la tmión entre i111.1 namente las ofrendas de comida y bebida
gen y muerte, que parece resistirse a 1ml11 para Gudca. El diálogo que establecen
in1:ento de racionalización. los vivos con la imagen corresponde
La antigua separación entre las in1t1 cxactamen1c al d.iálogo que la imagen
genes de gobernantes vivos y las de lm establece con la deidad, con lo que, en
antepasados reales surge a partir de '1"1 rl sentido más verdadero, se acredita
Figura S.22. Us tatuillu para. culto Figura S.23.Esiotua del príncipe

l
algunos reyes se abrogaron el privilc¡.:111 wmo medio entre dos mundos.so
proveniente de lschtaral Gudea, proveniente de Tello
(Mcsopotamia). 2600 a.c .. Museo de la imagen at'm en vida, colocando 1111.1 En la antigua Mesopotamia, las imá- (diorit.1). 2130 a.C., Musee d u
Arqueológico, Da masco. imagen votiva de sí mismos en el 1c111 11enes co111cnzaron literalmentc a hablar. Lou vrc, Parfs.

55 Smith (1925: 37 y ss.); Ahter (198-0); Wintcr ( 1992: 13 y ss.), y Hallo (1992: 381 Y" l
1 Cf. también l:lonéro (1992: 67 y ss. lcscriturJ I y 268 y <s. )culto funcr.1rio)).
206 I ANTRO POL OGIA DE LA IMAGEN IMAGEN V MUER 1E J 207

Hablaban con ayuda de las inscripcio nes que cubrüm su super ficie. En estos bau escritos sus hechos con una escritura particular. Los soberanos vivos
textos hay conversaciones con respuestas, se imparten órdenes y se recuer- permitían que se los celebrara en relieves y en estelas que se han conser-
dan ritualmente nombres y acontecimientos. Las imágenes siempre han vado, pero en el culto a los muertos se desarrolló u na praxis novedosa de
hablado, y desd e u n pri ncipio también se les habló. Pero ahora emplea- la imagen, que se explica por la costumbre de iucinerar a los d ifuntos y
ban una lengua escrita en la que se refería un d iscurso, y utilizaban el nuevo hon rarlos luego por medio de prolongados actos de sacrificio.59 En el culto
medio como un i11strm:tivo para en tenderse a sí mismas. Precisamente en a los muertos, el rey, después de se.r incinerado, pennanecía presente en
este momento se separan las fu nciones de imagen y escritura, que, aun- una imagen que le proporcionaba w1 cuerpo simbólico. La estatLHl sedente
q ue permanecen vinculadas, distinguen sus ámbitos de competenáa. Por (a11a alam) estaba vistosamente revestida de oro. "Al séptimo d ía, muje-
l.o tanto, bajo las nuevas circunstancias cobró gran importancia definir la res plañideras la conducen en un carro hasta una tienda, do nde toma su
imagen, que era un medio antiguo, de manera q ue conservara su fueri\:1 lugar en un trono de oro''. para recibir ofrendas. " El sirviente responsable
mágica. Esta definición se correspondia justamente con el ritual de la aper de las bebidas Je da de beber a la imagen:' Al duodécimo día, la procesión
tura de la boca y de los ojos, cuyo efecto dependía exclusivamente de l:i con el cadáver abandona la "casa" de la tumba paca participar e.u el ban-
d if.ícil preservación de las prescripciones que les habían sido legadas. Ln quete fúnebre eo una tienda especial. Después de la incineración, mediante
institucionalización proporcionó a Ja vieja práctica una n ueva validc1., la imagen el ritual le repone al difu nto u n doble o un cuerpo sustitu to.
acorde con la época.17 Sin embargo, sólo permai1ece presente durante el traoscurso de lacere-
Los textos q ue nos refieren esto reflejan las esperanzas y las fantasías qu(• monia. Uno de estos d iálogos explica la ausencia del muerto, quien ha ocu-
siempre han acompañado la disrnsió n sobre las imágenes, la q ue se pierde pado su 1.ugar entre los d ioses: "Luego el sacerdote llama al d ifunto por
rápidamente en sus propias y demasiado comprensibles contradiccione~. su no mb re:¿ Hacia dó nde se ha marchad o? Y los dioses, entre Jos que éste
Los an tiguos textos sumcrios y babilónicos demuestran que los interro se encuentra, responden: Hacia allá se ha ido. A la mansión de cedro se
gantes ontológicos acerca del ser de la imagen nunca pudieron respon ha ido".''º
derse. En la antigua Babilonia se confiaba únicamente en el ritual de apcr
tu ra de la boca para liberar a las imágenes de la mudez propia de la maleri.¡
muerta. Para ello se pedía a la imagen arquetípica de "un nacido en el ciclo"
que tornara posesión de la imagen visible. 'Una imagen creada por manos 7. "00111..E" B IMAGEN l' N LA CULTURA PUN.ER.ARl.A GlUEGA
humanas aguardaba. esta consagració n como un recipiente espera su cun
tenido. "Sin el ritual - se menciona en una antigua fuente- la imagen ~·· La cultura griega no nos ofrece en nuestro contexto ninguna imagen tan
incapaz de oler el aroma de la ofrenda." Un gobernante de Larsa, al su r ti\' clara como las anterio res, sino que constin1ye una excepción en tre las
Mesopotamia, conjura a una imagen votiva pagada por él mismo: "i\111 ~ culturas de la Antigüedad, lo que supone una gran d ificultad, pues los gr ie-
gar al templo, conviértete en u n ser vivo".s8 Pero no se trataba aquí de u11 gos nos legaron conceptos de la imagen que aLÍn empleamos como si t uvie-
bien sublimado animismo, sino que se expresaba en palabras la espera11111 ~en validez general. Se trata de una excepción, puesto que sus obras en ima-
de que las imágenes sobrepasaran las fronteras señaladas para la vid.1 gen, junto con la escritura, sólo aparecen después de que esa sociedad
humana. Qe n iagún modo quedaban reducidas a u na identidad mágil.I wmplejamente o rgan izada racionalizó el sign ifi cado de las im,1genes de
con la persona rep resentada, sino que abrian el mu ndo de los cuerpos conw los muertos. No obstante, los "siglos oscuros" que la antecedieron, de los
med ios de la trascendencia. rnales lo único que quedó fue la poesía homérica, continúan siendo campo
La praxis de la imagen en el antiguo Oriente prosiguió en el culto a lll~ de la especulación. Los investigadores del lenguaje han descubierto indi-
m uertos de los hititas, cuyos reyes mayores eran deificados en la muc1 l t' cios de que en el culto a los muertos temp.rano se emplearon símbolos ani-
También este pueblo erigía estatuas a sus reyes difuntos, sobre las que C>l ll d 1nicos. Estos dos rostros de Ja cultura griega d ilicultan llegar a síntesis

57 Véase Wintcr ( 1992: 23). 19 1l~as (1982) y l lawkins (1980).


58 Winter ( 1992: 24). '"' 01tcn (1958).
208 1 AH I ROPOLOGIA DE LA IMAHN IM AGEN Y HUlRJE 1 2 0 9

simples, y sin em bargo esto es lo que debemos discu tir antes de que p ued,1 función de representar un ideal civico
tomar la palab ra la crítica platón ica de las im ágenes. q ue se extendía más allá de u na existen -
El funeral de los hé roes homéricos arroja luz sobre la manera -conscr cia individ ual: el difunto es u n modelo
vada por los griegos- de proceder con los cuerpos de los muertos. La ind a seguir (ngathos m1er) que se mantiene
ncración dcstrula el cadáver, con su materia corrompible, pnra rempl.1 con vida en Ja memoria social. As!, la
1 zarlo con una imagen para el recuerdo en la que el cuerpo perm anec1,1 imagen en la tumba revis te al muerto
tan hermoso como cuando estaba presente en la sunt.uosi1 velación (pro con la belleza de la vida que perdió, pero
thesis) (figu ra 5.14). El muerto debla marcharse para poder perrna necrr que posee pa ra siempre en la imperece-
1 con vida en la memoria social. Se iba como incorpórea psique, pero sólo dera inemoria. "Aqul la tristeza (potl10s)
se liberaba de la com u nió n con los vivos cuando sus "blancos hucsoi." se convierte e n fama (kleos)", como l!S-
ha bían sido enterrados, y cuando se erguía sobre su tómulo (1.y111/1us) d cribe Vernant. La muerte pliblíca, can-
monu me nto de piedra (stele) (figura 5.13). Sí la pu ríflcació n del m uerto tada como muerte heroica, se pcrpct(1a
se retrasaba, los d ioses tenfa11 q ue ma nte ner el cad;:\vcr del héroe fi rm<: ¡· en el mo nu mento, de lo que da cuenta
11
inracto (e111pedos) d ura nte el tiempo necesario para que el difunto se vol el conmovedor relato d e Clcobis y Bitón,
viera invulnerable po r med io de la transformación ritual (Jlí11d11 16,670, y los dos jóvenes h ijos de una sac:crdo1is.1 Figura 5.24. Estatua de Cleobis
19, 37). En esta liberación del difun to podemos cnconrrar rcminiscencí.1" de Hera que murieron honrosamente y lli16n, alrededt>r de ;80 a.C..
Musco Arqueológico, Del phi.
de prácticas nómadas, pero los m onu mentos pétreos correspondien1c:' (figura 5.24) (Heródoto 1,31). A pesar de
introducen, 110 obstante, una referencia de lugar que era interio riw da c 11 ello, a partir del siglo v, en las imágenes
el recuerdo de los muertos por la poesla épica. La "muerte bella", como l.1 en estela privadas, concebidas por los es-
ha llamado Jean-Pierre Vernant, ocultaba el verdadero rostro de la mucrt<'. cultores co n los colores ele la vida, los
y por ello pem1aneció como uno de lo~ principios fu ndamcntale~ de la 1.ul m uertos se desped ían de los vivos con
tura Íltneraria griega.6' una represen tación q ue sólo p ued e
La tris te'ai era u na fo rma de despedirse para siempre; sólo la mc1ml11,1 cnt·endcrse como metáfora (figura ;.2;).
era capaz de hace r presente la ausencia. Por eso, desde las primeras i111.1 Cuando vivos y muertos, indistinguible¡,
genes del a rte fu nerario predominan las escenas de lamentos ante el lcrt• ya entre sí por s11 aspecto, comparten la
1ro o frcnle a la l"llm ba. La tris teza no sólo es una imagen de la mucrt;•, imagen en la tumba.se ha despojado ter-
sino que indica dolorosamente el l ugar que dejó vado el difunto. En po1.u~ minantem ente al muerto de un derecho
casos éste es seiialado con el ave del alma que los griegos tomaron co11111 propio a la irnagen, con el que podía
imagen simbó tica del ave Ba de Egipto.º' Incluso lt1 pequcfia psique, 11111 encarnar e n su otro estadio.6J Es una
a veces está sentada como eidolon sobre la tumba, o que cscap<1 voland11 incógnita si las imágenes en Grecia algu-
de ahí., no sus titu ye la ausencia que dejó el cuerpo. Como negativo dt• 11 11 n~ vez alcanz:iron ese estatus.
cuerpo, la psique sólo puede habitar o tro mu ndo, en el que los c ucrpm El rost ro desconocido tk la cultu ra
no 1icne n nada que hacer. funera ria griega sólo puede deducirse
En la c ultura funeraria griega también se colocaban kouroi rcdondm .1 pa rtir de textos. Éstos relatan acerca
Figura 5.25. Mo1mmen1u
sobre las tumbas y se donaban al tem plo de .los d ioses: eran u na mt11w1 .1 tic i1mígencs conm em oratiV<ls que cn - funerario d e C1esileo y Tecma,
de idealizar a los representados)' de otorgarles una inmortalidad terre11.1 ( Jrnaban a los muertos al prestarles un ra. 380 a.C., Musco 1'acional,
en el ám bito público del Estado. Estos c uerpos vueltos heroicos tc111.1n l.1 ~ucrpo sustituto. En la praxis ritual la Atenas.

<>1 Vcrnan1 ( 1989: 41 y ss. ). Véase 1.1mbién la no1.1 37. 111 Vcrna111 ( 1990:1: .l4\I y s-., y 199ob: s• y ss.). Vé;1.c también Schm altz (1983),
62 Vcrmeul e(1979:31.68 y75). , (111 hihliogr.1t1J \upk111c111t1ri.1, .1sf como lllanc (1998).
2 10 1 UIROPOtOGIA DE LA IHAGEN I HAH N Y HUfRIE I 2 11

m aterialidad era m ás importante que la iconografia, de modo que e~1.1 está para encarnar a alguien y to mar su lugar en el juego de los intercam -
función ta mb ifo podian ej ercerla mon umentos an icónicos. Aquí no<. bios sociales.''""'
enfrentam os, más allá de la cultura histórica de la imagen, con la imagen Pero este llamado de nuevo a la presen cia plantea la concepción de una
como cuerpo simbó lico; sin embargo. es cuest ionable que en realidad ~.e sustancia vital que se h a desprendid o del cad áver: u n "alma", sin la cual
pueda hablar en es1e caso de i1mlge11es. En e~ta. situ~ción, V~:nant. d.:'.1 la encarnación carecería de sentido. F.n la poesía de 1lo mero, el término
dió referi rse a un "doble", o réplica, al que d 1st111gu1a de la im agen ~11 eidolo11 sólo designa por lo general al alma d el d ifun to, q ue al abando-
sentido estricto. Los griegos, sena la, superaron los símbolos puros en lo'> nar el cuerpo permaneda al margen com o un d u plicado: se había sepa-
q ue encarnaban a los ausentes, "para crear la imagen en ~u verdadero.sen rado del cuerpo con el aspecto de u na sombra, y llevaba u na vida pro-
tid o de fragmento m im ético ele arte". Cuando establecieron la teoria <lt• pia en el Hades. Al parecer, l lo mero sólo conocía el alma de d ifun to, y
\a m imesis, concluyó el "desarrollo ele u na manera de hacer presen.te lo careda de un térm ino fij o para cuerpo y alma como sustancias vivas.•7
invisible por imitación de la a pa riencia visual". Po r eso Vcrnant 111ulo Al respecto, la imagen de sombra só lo designa al recuerdo de uJ1 cuerpo
4
SLtS investigaciones: " Del doble " la imagcn''.• • ausente, y permanece abierto el grado de parecido. El alma de sombra
Pero Vernant se ciñó a un concepto ele image n de masiado estrecho .11 de Patroclo era "sem ejante en un todo a él cuando vivfa, tanto por su esta-
to m ar la definición plató nica de l.i imagen al pie de la letra. Si se anali1.1n tura y sus hermosos ojos, como por las vestiduras que llevaba"," cuando se
las cosas en un horiwnte a ntropológico, apa recen aquí dos práctirns d1' le aparedó en sueños a Aquiles. Odisco percibió u n fan tasma cua ndo el
tintas de ¡,1 imagen, de las cuales en el culto a los muertos el "doble"' U.' 111.1 alma de su difunta madre, "a m anera de ensueño o sombra, escapósc de
una impo rtancia incomparablem ente mayor que la imagen 1~ imét ica, lllll (susl b razos".'•
sólo era un 111edio d1• la memoria. En muchas culturas, el 111ed10 de la c111m El m ito de O rfeo dramatiza esta idea en el relato del descenso al Hades,
11 11
acióll es un sentido arcaico de la image n, como lo demuestra precisamcnh el cual, empero, sólo se ha pod ido d atar a parti r de fi nes del siglo v. En
la cultura egipcia: en tanto doble del cuerpo, podla ser poseído por la fucr1.1 esta época, Eurlpides, en Alcestes, ta mbién alude, como lo hace la versión
vital invisible. Dado q ue se trataba de una suplantación del cuerpo, t.1111 original del conocido relieve de Orfeo, a la celebración po r la superación
11
bién podia ser a11icó11ico, aunque este té rm ino tiene su raíz prccisanwntr mítka de la m uerte (figura 5.26). Fueron los poetas romanos Virgilio (Georg.
en el concepto de imagen que llam<1mos platónico. . 1v , 81) y Ovidio (Metamor. x, 47) los que transmitieron el relato con u n
El propio Vcrnant nos señala l lll camino a la solución del dilema rneJ1,111h final negativo: O rfco p ierde a su compañera Eurld ice por segunda vez
la h istoria de la noción de eido/o11. Si el eido/011 era sólo una cosa muc1t.1 cuando incum ple la pro hibición de dirigir su m irad a corporal a las som-
que primero debía llenarse de vida, entonces el alma, en cuanto ei1/c>l1m bras incorpóreas. En E/ ba11t¡ucte, Platón utiliza otra versión d el texto cuando
no sería más que un hálito vital que precisara de un cuerpo para vohn •1 menciona que lo que Orfeo trajo del inframundo sólo era un fan tasma
Ja vida. Cuando los espartanos enterraron a su difunto rey, el eidolo11 .11 Cpl1as111a) de su mujer ( Ba11t¡11ete 179d). En el relieve, los cónyuges se tocan
Leónidas era un cuerpo para suplantar al cadáver fah.inle (Heródoto 6, ~11) con las m anos, y Orfeo descu bre el velo de Eu rldice con el gesto de la
Po r el con trario, el eidolon de Actcón era u na intranquila alma difi.1111.1 .1 l.1 cerem onia nupcial. Pero Hermes, el escolta de los muertos, se encuenl rn
que sólo se pL1dO apaciguar enccrn\ ndola en una i1~agcn (Pausanias 4. 1Hl dctrtls, list.o para am.:batarle a la mujer de los brazos. AsL en la unió n de
Pero eidolcm se refería igualmente a un cuerpo en imagen en espera de 1111 la parej:i se anu ncia ya una desped ida, que era el te1m1 ele numerosas este-
alma, y también a un alma en busca de un cuerpo en im agen. Por eso ~ h (¡¡s funerarias ele la época. Únicamente la lira al lado de Orfeo hace refe-
puede reprochar que se trataba sólo de un cuerpo e11 aparie11cit1. En \.1111 rencia al valor del mítico cantor para abrir el portón de la muerte con sus
traposición. e) término ko/ossos aludía al simple artefacto. "El kolosso' "" ~ilnciones. Cualquiera sea la interpretación de la estela.en el lamento griego
es u na im agen: es u n doble, en el sen tido en el que u n muerto ~su~ <lohl1
del vivo."61 "Sin tener parecido con nadie, la contraimagcn ll ét¡111V11lc111 I
Mi Vernan1(19901>: 32 y 75).
117 ~ncll ( 1975: 1H y ~s.).
64 Vcn1.111t (19,on: 339 y ss., y 199ob: 34 Y S>.). • 1tomcro, l /1 t/1111/11, cd. C\!). cil.: Como xx111. p. 130. 1N. del F. I
6S Vcrm1111 ( 199oa: 327). •• llomc10. Oil111·11. c<I. r'p '11 •• 1 .1n10 x1. p. i10. (N. dd F.(
11¡

2 12 I ANI ROPO LOGIA DE LA I MAGEN I MAGEN Y MUER TE 1 213

fantasmas portadores de la verdad, pues en ellos reinaba sólo vacío, el mismo


vacío que también descubría en las estatuas "desalmadas" (apsychoi) de los
dioses (Leyes u, 931). Por ello tenía en poca estima la visibilidad, que con-
sideraba uno de los enganos que predominan en el mundo de los sentidos.
Eii'tre la percepción a través de los sentidos y el reconocimiento de la ver-
dad se abrió un abismo que jamás podría cerrarse, .n i con ~IJ'tefactos ni
con rituales.
Ahora podemos comprender el cam bio que se llevó a cabo en el pensa-
miento griego acerca de la imagc11. Se estableció una d istancia con respecto
a la imagen física que fundamentaba el recelo metafísico: se trata del recelo
ante todo tipo de percepción por medio de 1.os sentidos que se to me como
verdad de tipo cognitivo. Si bien las imágenes se adecuaban aho ra a su fun-
ción m imética, perdieron su capacidad de ser un cuerpo sustituto. Ante la
imagen sólo se tiene ya la experiencia de la ausencia, que antes se había
tenido únicamente con el cuei-po del difunto. Debido a esto, dejó de llenar
un vado, y se convirtió en metáfora de la muerte misma. Se parecía dema-
siado a la muerte como para poder transformarla y encarnar la vida de una.
persona. El miedo que provocaba se ejemplifica en un conocido pasaje de
Esquilo en Agamen6n, do nde descri be la ausencia de la bella Helena, que
Paris había raptado y conducido a Troya. El abandonado cónyuge l'vlene-
lao la exrrañaba tanto que parecía que no era él, sino u11 fantasma, quien
reinaba en Argos_ El rC)' detestó las hermosas estatuas (kolossoi) de cuyos
ojos se había fugado 1\ frodita, atormentado por sus vanas evocaciones.""
Las órbitas oculares vacías ind.ican que a la imagen no la habita vida de
ningún tipo. Al respecto debemos objetar que en la imagen nunca existió
una vida auténtica, a menos que ésta le hub iera sido transpuesta. Preten-
der derivarla de la imagen en sí fue tan sólo una confusió n del raciona-
Figura 5.26. Réplica de un relieve de Orfeo del siglo v ;i.C., Muse<> Naciónal, Nópolc<.
lismo d e entonces. Sin embargo, la decepción onto lógica en relación con
la imagen inauguró una nueva era. Puesto que la imagen está muerta, en
en la tu mba se advierte que el regreso de los muertos sólo pod ía cspc el culto a los muertos tampoco puede encarnar la vida.
rarse en la utopía de las acciones míticas d e los h éroes.68 En la obra teatral ática, se diviert·c al público con estatuas a las q ue en
Dado que al hundirse en la muerte la identidad social también se p.:1 el escenario les salen piernas o que de pronto comieimrn a hablar. Era sabido
día, el alma permaneció como un doble incorpóreo. Platón emplea cS111 que las im ágenes eran incapaces de ello, y la gente reía de buena gana por
carencia en un sentido completamCJlte opuesto, al defin ir como re;1I, c11 l~s caricaturas de las encarnacio nes. Sólo Dédalo, el escultor de épocas míti-
sentido ontológico, únicamente al aJma, mientras que el cuerpo, por ~~1 cas, consiguió alguna vez dar vida a las estatuas media nte procedimientos
mona,!, se degrada hasta volverse w1a simple sombra (Leyes, 12). Para demo' mágicos, tanta vida que se vio obligado a amarrarlas para que no se esca-
trar sus ideas, Platón se sirv ió de los cadáveres justamente como eido/11 poi paran corriendo, como refiere Platón con ironía en Men611. El que Dl'dalo
lo que em plea el mismo término que Homero u tilizó para el alma: ~ ra11 haya vertido mercu rio en una figura de madera de Afrodita para que se

68 Schuchhardt ( 1964); Schoeller (1969), y Wardcn (1982). (>'! Vcrs. ,116-420.


214 1 ANTR OPOl OG IA DE l A IMAGEN IMAG EN Y MU ERT E 1 215

moviera es para.Aristóteles una broma, que no obstante cita en su tratado cen mudas cuando se les pregunta algo.7• Para hacer plausible su argu-
acerca del alma para criticar a .Demócr.ito.7° Por eso no podía pensarSl' mento, Platón sólo habla de imágenes q ue duplican el cuerpo de manera
que el alma actuara sobre el cuerpo, pues no tenía semejanza de ningún innecesaria, mientras que calla en lo que se refiere a las imágenes de difun-
tipo con las fi.mcio nes corporales (De anima 1.3, 406b). La separación entre tos. De igual modo, busca imágenes únicamente en la pintura, donde los
cuerpo y alma fue concebida de manera tan radical que la idea de la encar· cuerpos sólo se simulan, y o mite los cuerpos en imagen tridimensionales,
nación del alma en una obra en imagen perdió todo sentido. como las estatuas. Al aludir a la "pintura de sombras': cr iticaba un medio
de la image11 contemporáneo para compararlo con el medio de la escri-
tura, de la que desconfiaba especialmente. Por eso compuso su obra como
diálogos ficticios, los cuales, sin embargo, sólo imitan conversaciones, no
8. LA C RÍTICA DE PLATÓN A LAS IMÁGENES lo son en realidad. En su opinión, el medio técnico de la escritura amena-
zaba al monopolio de la vida, por lo que únicamente reconocía como medio
La teoría de Platón acerca <le la apariencia en la imagen, que tuvo ciert.1 al cuerpo vivo. Sólo éste podía desarrollar el verdadero cliscurso (Lagos ),
resonancia en su época, es testimonio de una profunda transformación mientras que el d iscurso escrito se distinguia por ser una "sombra en
en la experiencia con imágenes, que había comenzado mucho tiempo imagen" (eidolon) .7'
atrás en la cultura griega, y q ue tam bién se re flejó en la praxis con lu Ona diferencia sim ilar entre el medio vivo y u no técnico se ejemplifica
imagen en el culto a los muertos. Las imágenes en la t umba se habí;in en Cratilo entre un ser v ivo y su réplica. De pronto, Platón valora su cono-
transformado en metáforas, q ue sólo despertaban en los deudos el recuerdo cimiento del "doble", pero se refiere, como era de esperarse, al "doble" de
de sus difun tos. Sin embargo, en la reflexión sobre una cultura de la im;i un vivo.73 Aquí falla la diferencia crucial q ue es característica del "doble"
gen más antigua debió haber estado el motivo para desaprobar a las imágc en el culto a los muertos, donde nunca hay cuerpos verdaderos. Una ima-
nes, como correspondía al programa racionalista. Pero el a rgumento <k gen viva de Cratilo vivo, según Platón, no se distinguiría en nada de éste,
que en ellas no había nada más que vacío sólo podía tener sentido si y ya no sería una imagen, sino "un segundo Cratilo': que no sólo debía igua-
existía otra concepción que atribuyera vida propia a las imágenes: u1i.1 larlo "en color y compostura': sino también en "movimientos, alma y racio-
con cepción que después habría de llamarse mágica, y que habría de atri cinio''. La encarnación de C ratilo no puede repetirse una segunda vez, pues
buirse a sociedades "primitivas", que no muestran indicio alguno d e u11 u Cratilo solamente cuenta con un solo cuerpo en el que su alma puede
imagen simbólica del mundo. articularse. En Sofista, Platón se o pone a cualquier intento de confondir
En lo q ue se refiere a nuestro contexto, la crítica de Platón a las imág~ la indudable d iferencia entre imagen y realidad, como Jo hacían los sofis-
nes también se mantuvo al margen de la pretensión de defender la mem11 tas con el "arte de espejismos" de sus d iscursos (Sof 239-240). Su engaño
ria viva en contra de memorias artificiales, como lo son la escritura y l.1 consistía en confundir esencia y apariencia, e in dudan la trampa de lomar
pintura. Únicamente los seres vivos son capaces de recordar. Sin embargo, como verdaderos a espejos y sombras con Ja intención de poner en d uda
lo que las obras en imagen duplican por sí m ismas es a la muerre. E11.Fed111, también los conocim ientos verdaderos. La polémica con los sofistas fue
la critica a Ja escri tura tiene eviden)emenle el sen tido de rescatar el habl.1 motivada por los engaños de los sentidos en las imágenes de la ilusión.
viva de las letras muertas. La escritura se relaciona con la pintura en cl Las imágenes de los muertos entran en juego de manera inesperada en
hecho deque sólo es capaz de imitar la vid;t: imita el habla de los seres vivu~. la conversación de Sócrates con el joven 1eetetes sobre el recuerdo, poco
de la misma fo rma en que la pintura imita el cuerpo (Fedro 275). En ambo~ antes de su muerte. La escritura de Platón se vuelve en estas circunstan·
casos, a las imitaciones se las ha despojado de vida verdadera: permn rw cias un ejercicio de memoria, pues el di<ílogo socrático, en una versión

70 Monis ( 1992: 224) , con referencia a Aristóteles, El libro del alma (406) : Demócrlr• ' 7 1 Darrnann (1995: 129 y ss.).
habla de forma parecida al comediógrafo Filipo, quien relata que Dédalo con>ig1111\ 7i Fedro, 276 a-b. Con respecto a la anamnesia viva en oposición a la escritura
que una estalua de madera de Afrodita adquiriera movimiento después d e vcrH" y a la p i.ntura, véase el análisis de Fedro de Darmann (l995: 123-187).
mercurio en su interior. 7.l Cmtilo. 432.
2 16 1 ANTROPOLOGÍA Dl LA IMAGE N IMAGEN Y llUERIE 1 2 17

escrita, fue leído en voz alta rras la muerte de Sócrates. En el centro encon filosóficos. A la desvalorización de las copias, a las que consideraba "mani-
tramos el tipo de actividad de la memoria que se presenta como "imita festaciones" muertas, correspondía en el otro extremo de la escala la reva-
ción interior''. Teetetes había hallado la ocasión porque se parecía tanto o loración antitética de las "im;ígenes originarias" vivas, que poseían el "ser"
Sócrates que éste se sorprendía de "ver su propio rostro" ('/Cet. 144d}. absoluto en un más allá del mundo matcri:1J. Las "copias" impuras dupli-
Aunque Teeteles se convirtiera después en una imagen viva de Sócratc~. caban la apariencia del mundo de los sentidos, míentras que las "imágenes
lo único que podría ofrecer sería u na imagen para el recuerdo, pues el cfectu originarias" puras eran la abstracción de modelos inmateriales y no funcio-
del parecido dependería de que h ubiera gente que recordara al verdadero nales. Dicho de otro modo, en esta visión teórica del mundo se contrapo-
Sócrates. Solamente si su imagen había quedado impresa en la b la 11d~1 nían, por un ludo, imágenes, que St' limitaban a la apariencia de la aparien-
cera de la memoria ( Teet. 194c) serían capaces de reconocer a Sócrates ..:11 cia (como copias del mundo en1pirico), y, por el otro, ideas, que son más
su fiel retrato. Teetetes encamaba un recuerdo vivo de Sócral.es cada Vl'/ que imágenes, pues ya no existe nada que puedan copiar. La ruptura entre
que los otros lo miraban. Por supuesto que él mismo también era porta el nnmdo corporal y el mundo de las ideas no dejó ninguna imagen que
dor del recuerdo, ya que había sido discípulo de Sócrates. pudiera ser adoptada por el culto de los muertos para el rilual de la reen-
Sin embargo, Teeteles era un ser mortal, cuyo recuerdo se perdió con ~u carnación, sin e.I cual no podemos comprender el "doble" original. No es
muerte. En el diálogo que enmarca el escrito, dos amigos conversan acerc.1 que el "a.lma" y su imagen corpornl hayan sido exactamente la misma cosa.
de que él ya no viviría mucho más, pues había contraído disenteria. Por lo Pero la encarnación pertenece a la i111nge11 plástica del mu11do, que antecede
tanto, el tal recuerdo viviente resultaba ser sólo un "aplazamiento de l.1 a la image11 teóricn del 11w11do. Ent re las cult uras de lndonesia, las figuras lla-
muerte''.7• También las imágenes de piedra en las tumbas pierden su sen madas 1n11tr111, que reposan junto al cadóver durante Jos intemlinables ritua-
tido cuando mueren todos los recuerdos personales en relación con el repn: les de difuntos, están relacionadas con el concepto de un "alma viviente''.77
sentado. En contraposición, Platón podía traer a colación su tcoria del alm.1 Tambiéo uo cuerpo muerto podla ser preparado de este modo para conver-
clcrna, a l¡i que había salvado del ciclo de la mo rtalidad. Por cJlo le disgu' tirse en una nueva i111nge11, dispuesta como recipiente de la encarnación.
taba contaminarla con sustancias corporales, en las que habitaba ya el vene1111 Natu ralmente, una imagen como l-sa no está ligada a las semejan7.as fiso-
de la muerte. Si el alma hubiera pretendido ser recordada en un cucrpu nómicas, sino que para conseguirlo es preciso actuar "según las reglas''.
vivo, entonces tendría que haber sido creada de otro material/S
Platón se expresa aquí como representante de una cultura que cxclu1.1
del culto a los muertos toda presencia de los difuntos, salvo como recuerdo
El grado de semejanza con el que se dotaba a las imágenes funerarias y .1 9· EL MODE!L.0 0 13 LA C RBACIÓN Y LA l'ROlllB IC IÓN
los retratos tenía poca influencia sobre el recuerdo, pues éste podía ser de' JUDAIC A DE IMÁGENES
pertado por un simple objeto que la persona hubiera poseído (Fed611 74 .1 )
Por lo tan lo, Platón no solamente bacc una distinción entre imagen y vid.1, Los mitos humanos de la creación nos permiten asomarnos a la historia
sino también entre imágenes meotales y físicas. Su teoría de la perccpcit111 de la imagen en el contexto de nuestro análisis. La "i.nterpretación tecno-
puede resumirse en una frase: el recuerdo es la única forma de perCcl' mórfica del rnundo", como la ha llamado Ernsl Topilsch, conoce la "anti-
ción que se puede tener del duplicado de una pcrsona.76 quísima idea de que el mu ndo, o el primer hombre, fue formado o creodo
La reoria de las imágenes de f>latón surgió en el ámbito de una cultu ..1 por un ser divLno". En tales mitos, el proceso de creación se describe como
histórica en la que la cuestión acerca de la imagen y la muerte no ocup.1h11 el de un modelador de figuras que uliliza un material maleable, como barro
ya el primer plano. Es por eso que Platón suprimió lo que resuJt;1b.1 ltll o limo. Esta cosmogonía está basada en la analogía con el "ámbito de vida
sentido arcaico de la imagen, y asi se perdió para todos sus desccndi l·n11·~ arústico-artesanal", regido por la intención del creador de la obra.78 1ncluso
la Biblia sigue una idea simílar en el Génesis (2, 7). donde describe que
74 O~rmann (1995: 18 yss.) .
75 Fctl611, 7oc y 78. 77 Elben (1911), asi como Nooy-Palm (1979 y 1986).
76 Oitrmann (1995: 174 )' ss.). 78 Tupitsch ( 1972: 31 y 'lo.).
218 l ANlROPOLOGl A OE lA I MAGEN IMAGEN Y MUIR I E 1 219

in icialmente Dios le dio forma con tierra (eplasen, en la versión Septua- lador que trabaja con cera" en un proceso de animación muy complejo,
ginta) a Adán, el primer hombre, y luego le sopló el hálito de la vida. por el que el alma inmortal adquiere conexión con el cuerpo que fue crea-
Podemos suponer que tales descripciones se refieren a técnicas antiguas do para ella. Pero Platón lleva a cabo una revisión fundamen tal de ese
de modelado de figuras ligadas a un ritual de animació n. Así, es com- modelo, que también transforma a fo ndo la noción de imagen. Esta revi-
prensible que el judaísmo encontrara en ello u n plagio al d ios creador, y sión consiste en la d istinción categórica entre plan de obra y obra, que son
que prohibiera estrictamente ese tipo de imágenes en el segundo manda- concebidos según el esquema de imagen o riginaria y copia. El modelador
miento del decálogo mosaico.79 A n adie le estaba permitida la soberbia de traspasa al material una "idea" invisible, que antecede a la obra en el espí-
pretender obligar a Dios a man ifestar vida en artefactos de factura humana, ritu del creador e.orno modelo imaginario. Así, todo tipo de imagen cor-
y sin ésta lo único que se tenía era un objeto muerto. En otras culturas, poral se reduce a la encarnación de un modelo, que habría existido aun sin
sin embargo, se ha querido ver en el creador hwnano de figuras a u n sagaz la obra. Esta concepción concluye nada menos que en una inversión total
aprendiz del modelador divi no de hombres. De esta forma, la animación de la comprensión de Ja imagen, pues a partir de ella la imagen se ha con-
se podía confiar tra.nqu.ilamente a una deidad poseedora del poder sobre vertido en una realidad espiritual. Aunque la idea de Platón no se refiere
la vida y la muerte. En la imagen de muertos, la analogía de la creación realmente al arte, encontró u.na larga vitalidad en los posteriores cambios
tenia el sentido de una segunda creación, o de una reencarnación. Si el alma en la valoración de las imágenes en el arte.8 '
había abandonado su antiguo cuerpo, el creado r de figuras le proporcio-
naba un nuevo cuerpo, del cual debía tomar posesión.
La encarnación "impura'' provocó que algunas religio nes adoptaran la
prohibición de imágenes, algo que sería d ifícil de explicar sin la sospecha JO. l.A POMPA FÚNEIJRE EN l.A ANTIGUA ROMA
de que la imagen podía ser un cuerpo. El hecho de que los judíos se nega-
ran a mirar asu dios en imagen significaba que a él, que careda de cuerpo. Con el propósito de restablecer una comw1icación interrumpida, en el
tampoco Je quisieron proporcionar uno. Respetuosamente, omitieron darle antiguo culto a los muertos las imágenes de difuntos ocupaban un lugar
un nombre o mencionarlo en voz alta. Ya el dios Amun (Ammon ) habfo donde no había cuerpos. Como reencarnación de los difuntos entre los
sido introducido en Tierra Santa como el d ios oculto, "cuyo ser es desco- vivos, ofrecían certezas simbólicas ante la incertidumbre de la experien-
nocido y del que no existen imágenes hechas por artistas". Así se lee en una cia de la muerte. Para poder justificar su presencia en la comunidad, tales
inscripción de fines del segundo milenio antes de Cristo.80 En la renuncia imágenes debían poseer un cuerpo propio, y no solamente referirse a un
a la imagen y al nombre propio radica la concepción de un Dios lltliversal, cuerpo ausente. En el ritual de una comunidad, su presencia física deman-
incapaz de ser apresado en imágenes, como los numerosos dioses locales de daba otra presencia, la p resencia de los difuntos. El racionalismo griego
las culturas vecinas. Su particularidad requería la prohibición de todo tipo terminó con esta relación paJpable con el cuerpo. Al explicarse el mundo
de imagen , pues todas las imágenes se parecen entre sí en que se.mejan cuer- de los sentidos como una apariencia, se despojó a las imágenes de la tarea de
pos. En consecuencia, la prohibición judía de las imágenes se dirigió tam- la encarnación. A las obras en imagen que los artistas concebían en la tumba
b ién contra el acto de la encarnación, que legitimaba las imágenes de muer- ya no se les exigía u na presencia real que se pudiera entender como sim-
tos en otras culturas: las imágenes hubieran sido falsificaciones de los cuerpo~ biosis con el alma. Ese lugar lo ocupó La memoria, que sella la ausencia de
que Dios había dado a los seres humanos. los muertos. La imagen, que el espectador lleva en sí mismo, se emancipó
También Platón Uegó a conocer el modelo "tecnomórfico" del mundo, del cuerpo que la contenía.
e incluso describe al creador del mundo, en Ti meo (74 C), como un "modc Sin embargo, la praxis de la imagen d e los griegos no prosiguió de nin-
gún modo en el culto romano a los muertos. Ya en el siglo 11 a.C., los grie-
gos en Roma sólo podian sorprenderse por los homenajes públicos a los
79 De la inabarcable bibliografía sobre el terna, menciono las obras más
representativas: Besanyon (1994: 91 )' ss.); Barasch (1992: 13 y ss.), y Gutmann
(1977: 5 y ss.). 81 Respecto de Platón, véase Topitscb (1972: 156 y ss.); sobre la idea, véase Panofsky
80 Keel (1990: 406); véase tambié n jarosch (1995: 72 y ss.). (1960).
220 J ANíR OPO LOGIA OE LA IMAGEN IMAGEN Y MUERTE I 221

m uertos que ahí se celebraban. Así le ocu- actores (au nque fueran los descendien-
rrió a Polibio, quien describe wia cdebra- tes verdad.eros) rep resen taban a los
ción fúneb re en la q ue u n con¡unto de difun tos no sólo eran empicadas por su
máscaras de todos los antepasados dis- semejanza, sino que eran un antiquísimo
Linguidos acompañaba al disti nguido medio de encarnación que en Roma ad-
d ifu nto al lugar de la ceremonia pliblica quirió un seUo propio. Transformaba las
de despedida (Polibio, Hist., v1, 53). En danzas de másca.ras, como las conoce-
la tribu na de los oradores en el foro, el mos de o tras cultu ras, en u na obra de
muerto, " la mayoría de las veces d e pie, teatro para ciudadanos, que evidente-
para que todos pudiera11 verlo", rccibh1 mente tenía la i11lención de mantener,
la laudatoria por su vida y sus obras. /\pa o en su defecto restablecer, la presencia
red a rodeado por sus a ntepasados, que de Jos d ifuntos en la v ida pública. En las
estaba n presen tes en imagen (figu ra culturas llamadas "primitivas'; la comu-
5.27). "La imagen (eikon ) es una máscarn nidad de los antepasados constituye u n
(prosopon ) que reproduce con asom- más allá institucional, en el que el difun to Figura 5 .28. Máscara de cera
brosa fidelidad la constitución del ros solicita humildemente ser aceptado. En provc11ientc de Cumas,,;igJo 1 a.c ..
troy de sus gestos."82 Por lo general, la' Roma, sin embargo, por medio de una Musco Nocional, Nápoles.
Figura 5.27. Romano con toga máscaras se guardaban en cofres d ~ variación ilustraliva, Ja comunidad de
con ,.etratos de sus an tepasados, madera en la casa de cada fami lia, par:1 los antepasados de u na f¡m1ilia privilegiada hada valer sus derechos espe-
época augusta, Palacio de los
volver a entrar en funciones en Ja siguicn ciales en la vida del Estado, al grado que finalmente Ja ceremonia l'uvo
Conservadores, Roma.
te oportunidad. Dada la ocasión, "se le~ q ue ser prohibida por motivos políticos.
colocaban a personas que fueran lo m:h Suetonio refiere el entierro del emperador Vespasiano (79 d .C.), en el
parecidas en altu ra y com plexión a los difuntos", vestidas con atuendos tk que la demostración familiar se había integrado ya al homenaje el.el sobe-
Jut.o. El d iscurso para el muerto, cuyos rnéril'os lo volvieron i n mortal, •~ rano y gobernante absoluto (Libro vm, t9). Cuando menciona al actor
di.r igía en esta ocasión también a los antepasados, de manera que tambi~n principal (archiminrns) de esta ocasión, que aparecía con )¡¡ máscara del
ellos estaban presentes nuevamente en imagen y voz. d ifü11to, arroja clara luz sobre la relación entre representación escénica y
Las imágenes fi.mcrarias en Roma eran exclusivamente las " imágenes ele culto a los m uertos. La máscara es introducida por nuestro cronista con
los antepasados" (imagines maior um), como las nombra Salustio, el pri el muy discu tido té.rmino persona. Pero la analogía con el teatro va más
mero en hacerlo. En la clase noble era u na obligació n heredar i1rnígencs, allá. El actor que representaba al difunto em perador, nos dice, " lo imitaba
contra lo cual Mario reacciona al postularse para el consulado, ya en el a1\• 1 en palabras y actos, seglin la antigua costumbre" (imitans). Los acto res de
107 a.C. ¿Acaso era posible convertirse en nada, sólo por no poder m<Js c.ntonce5 real.mente aprendían a imitar con gran apego a prominentes roma-
trar imágenes? Salustio, como cronista, rápidamente añade que las im~ nos, pa ra rep resen ta rlos en la ceremonia d el cadáver, como lo comenta
genes rel'ratísticas en cera no tendrían nlngún efecto si no pudiesen rcco1 Diodoro en su historia m undial (Libro 3J, 25). La variante romana consiste
dar en voz y en escritura los hechos del d ifu nto (Bellurn j ugurt. 4, 5 y !\<;, únicamente en escenifi car de tal modo un evento ciudadano que pareciese
25). Sin embargo, Plin io recuerda con melancolía épocas antiguas en 1;i, •omo si el d ifünto continuara alin en la vida pública. La repre<;entación y
que las máscaras de cera exclusivas fueron testimonio de la tradición autéll In encarnación son aquí u.na misma cosa. La imagen que aparece en nom-
ticamente roma na, cuando eran usadas en el culto a los muertos de l,1,, bre del difunto sigue siendo el ao1·iguo "doble'; como si el giro platónico
grand.es famiJias (figura 5.28) (Libro 35, 6). Las máscaras con las que lo• nunca hubiera ;1con tecido.
Sin embargo , el culto privado a lm muertos en Roma estaba restri.n-
82 lk!Ling-lhm (1995); véase también Drcrup (1980: !\1 y >s.). gido a "1s tumba~. donde la fa milia presentaba ofrendas a sus d ifun1·os.
222 1 ANIROPOLO~IA DE LA IHAHN IHAGlH Y HUE~IE 1 22)

Las imágenes en el sepulcro son una modalidad más arcaica de un signo


en imagen que las estelas con imágenes griegas, que son mucho más anti
guas. El culto a los antepasados quedó como la única ancla que ligah.1
continuamente a los muertos con los vivos. Eran los propios parientes dl·
sangre quienes se preocupaban por la identidad de sus difuntos. Desde que
l.i religión del Estado penetró completamenle en la vida social de la comu
n idad, el más allá dejó de ser un motivo para el culto a los muertos: se lu
trasladó hasta el cielo de los d ioses olímpicos, donde In muerte cm deseo
nocida, ubicado a la misma dis1ancia que su contrai magen,cl " infrmnundo':
donde los muertos deambulaban como "sombras" anóninrns. l .a religi611
oHmpica fue una muy hermosa abstracción ctrnndo se desprend ió de 111
religión ligada a la tierra de las potencias 1ch'1ricas, que reglan In muerte)'
la fertilidad. En consecuencia, el O limpo sólo cslaba destinado a l l>.~ vivo,,
ya que su poder no tenía efecto en el oscuro l lacles, a cuyo señor cm p1 e
fcrible no mencionar por su nom bre.~'
El cristianismo, con su topografía de cielo e infierno, continuó con d
más allá djvidido en dos partes: dos lugares espantosamente dislintos l'll
los que viven los m uertos, cuyas almas se han fundido nuevamente con el
cuerpo. A partir de ahí, el significado de la m uerte individual ha ido
aplazado hasta el Juicio Final. La verdadera amenaza no era la muerte, ~11111
la "segunda muerte" en la condenación de los difuntos. Por ello, los murm
de las iglesias cristianas se llenaron con pinturas de visiones del más .ill.1
en las que los muertos aparecen bajo la imagen de ÍUluros bienaventu1.1
dos o de condenados (figura 5.29). Se tralaba de un mudo reco rdatorm .1
los vivos para rescatar incesantemente las almas de los muertos, cuya ,,11
vación era incierta, por medio de rews y obras de caridad.&! Con la pc1
dida ele esta iconograffa eclesiástica del más allá-interru mpida por la ;.el u
larización- no sólo ésta, sino todas las formas de reprcscntoción del 111."
allá se perdieron, para ser remplazadas po r vislas de cementerios, de 1wh11
losos dfas de noviembre y de cámaras f(mchres.~1 En controposici(rn , l'I
Estado dirigió los ideales a su propia permanencia secular, la cual dcj<\ d" Figura 5.29. 13arcnd van Orlcy. fil }1iici11Vi1111/, 1530 (tablero central dd <1ltar), Museo
tomar en cuenta la muerte individual. Las utopfas crist ianas del rn;b .tll.l de Ambcres, Ambcrcs.
pronto fueron tra nspueslas a las utopías sociales modernas, que sóln 11f 11·
ccn inmortaJidad a la sociedad.
11. EL CON !'ORNO l)ll SOMllRA Y LA PI NTURA DIJ SOMO RAS
FN !.A ANTIGÜCDAD

f.n la leyenda del o rigen de la pintura, popular entre los griegos, se mcn-
83 Cumon1 ( 1922) y Toynbee (1971 ).
84 1tughcs (1968); Le Golf (1984), y Jezler (1994). tiona que ésta •Urgió de una despedida, con el propósito de preservar el
85 Ucwcltyn (1997: 131 y ss.); Macho (1987). y Aril'< ( 1'111 tl. cuerpo en la imagen de su ~ombr.1. Lo~ escritores romanos Plinio y Quin-
224 1 ANTROPOLOGÍA Of lA I MAGfN I HAGEH Y MUERIE 1 225

tilia no coinciden en señalar que la primera imagen de una persona fue Lr.1 vieja concepción empicando su l'stilo
zada siguiendo el contorno de su sombra. Todavla en el siglo 11 d.C., e'"' irónico al escribir la "verdadera histo-
imagen podía ser visitada en Corinto, según el testimonio del filósofo Ah ria" de la Isla de los Bienaventurados,
nágoras, quien Lambifo relata la historia de una joven corintia que dih11111 donde "las almas desnudas guardan
la sombra de su amado, mientras éste clormfo antes ele su partida (lig111 .1 scmejan7.a con su cuerpo. Si no se las
5.30). El padre de la joven, que era alfarero, traspasó la imagen a una mun locaba, se podría decir que lo que se
turn de barro, lo que incomodaba a Plinio cuando relató por scgw1da v1·1 vcia eran cuerpos, pues son como som-
la leyenda en otro lugar, y haciendo referencia a la plástica."6 Un la litc1.1 bras erguidas, pero no son negra$''.R7
turn antigua no hay testimonio de relación alguna entre el contorno de ~0111 Es evidente que dura nte mucho
bras y la muerte, pero esto no descarta la contemplación de una somli111 tiempo los griegos no se atrevieron a
sin cuerpo. 'lan pronto como los griegos contaron con una sombra que ~oli 1 trabajar con sombras al pintar perso-
era sombra, pudieron elaborar una mc1:ífora que involucraba a los difu11 nas vivas. Apenas en la generación ele
tos. Cstos vivían efectivamente en el Hades corno sombras o como im:iw Sócrates, la "pintura de sombras" (skit1-
nes inmateriales que recordaban su cuerpo perdido. Lucia no ilustró e,¡., graphia), como se deberla nomhrar a
esta revolución en el arte bidinwnsio-
nal, rompió con ese 1ab(1 (ligurn 5.31). Figura S.31. Tumba de Perséfonc,
Hasta c.'Se momento, los perfiles oscu- fresco. siglo 1v a.c. (de1alle del
ros.que posteriormente tuvieron colo- rapto de Proscrpina por Pluton),
Vcrgina (.'vlacedonia).
res, de la pintura griega antigua eran
tan parecidos a contornos de sombra
que pudieron haber motivado la leyenda corintia del origen de la pin-
tura. Pero esto sólo fue posible en una t poca en la que se pretendió expli-
car el arcaísmo de un dibujo de contorno puro de la figura humana. El
argumento se propone en el marco de una teorla del arte preocupada por
los avances tecnológicos. Por el contrario, la "pintura de sombras" es algo
'ompletamenle distinto: e~ una piniura de ilusión que persigue la ficción
(mimesis ) de la vida, por lo que Platón, furioso, ,1tribuía esta producción de
apariencia por medio de li1 pintura :1 la men1alidad de los sofistas. En lugar
de separar las sombras de los cuerpos, procuraban simular sombras en los
cuerpos, con lo que podían confundirse con cuerpos vivos. Sin embargo,
este proceso forma parte de un proycclo mayor. Las sombras corporales sólo
tenían senlido al desprender la figura de la superficie y capt urarla en un
espejo del espacio en el que viven los cuerpos reales. Tal vez la invención
dd cuadro (pinax) haya sido la consecuencia ültima del aba.odono de la
Figura S.30. D:rniel Chodowiecki, La i1w1•11ci611 de In pi1111tm scg1í11 Pli11io, 1787. ~uperficie, y también, incluso más que la pintura mural, que queda lija en
un solo lugar, el primer acercamiento a una pintura especular.88
86 Plinio, Hírtvrifl 11t1t11ral, 35, 1), y 3;. 151; Quin1ilia110, /mri1. Orn1. 10. 2, 7;
Atcn;lgom;, t.ega1i11, ed. de W. Sch oedd, Oxford , 1972, N° 17.3. Sobre l.1 X7 A.M. l larmon (cd.). m /ne/• C/11ssirnl U/1mry, t. 1: 2.12.
representación d e la lercnda en n uestra epoca, WJnse Ro<cnblum (19)7: i 7'1 y" l XX Sobre este 1en1J: t>fuhl ( 1•111: 11 )' s., y t!l~J: 674 y <s.): Rumpf (1952: 120 )' ss. ),
y Sioichita ( 1997). )' Bianchi ll.1ndindh ( 1~So: i11 y,,,),
226 I ANIROPOlOGIA DI lA IHAH* IHAGI N Y lt UlRll 1 227

Plutarco atribuye a Apolodoro la fama de haber ) ido"el pr imero en d~ ficción de la vida corporal. En conse-
cubrir la matización de los colores y la técnica de sombreJdo l11poclirosi, cuencia, también fueron aplicadas en l.1
ski11sJ. Y en sus obras se encuentra escrito: reprochar es más fácil que im1 representación de difun tos, a los que si:
tar':"' El reproche pudo haber surgido porque las sombras ac1úan como representaba como se los recordaba en
contradicción de la muerte en una representJción pictórica de la vida. h vida (figura 5.32). De cualquier forma,
posible que no sólo haya sido una receta d e taller el que la sombra de un.l todo arte avanzado persigue su unifi-
figura no debía caer sobre otra figura. Los lexicógrafos refieren q ue .1 cación lingüistica y gramatical: no
Apolodoro se lo dejó d e llamar pintor de escenario~ (ske11ogrnpli) y ~e lo puede ro mper sus propias reglas sin
no mb ró pi ntor de sombras (skiagrnph).''" El pinlor de escenarios Aga1.1r p o ner en riesgo La u nid<1d del mundo
cos se jactaba, en contra del pinto r de sombr;is Zcuxis, de pintar sus ha~ d e apar iencia q ue du plica. El lema
t idorcs más ráp idamente, a lo que éste respondia 4uc sus cuad ros crnn de "imagen y muerte" po dría ser clasifi -
mayor duración. Es posible q ucla pintura de sombrns huya recibido imµ ubo cado aho ra en el género rcrrn tfstico, del
del escenario ni proponerse in troducir un mundo de apariencias pintad<1. cual, sin embnrgo, lo q ue conocemos en
Cuanto más se descubrían como apariencia, las i1mlgenes dcbfa n p rod11 la pintura griega proviene sólo de 1cx-
cir mó'i apariencia. El escenario, do nde muchos follecen, forma 1111 tcrCl'I tos y de imágenes enconlradas jun io a
mundo en tre la vida y la muerte, en el que los muertos 110 necesit.in y.1 mo mias. Cuan10 mayor en1la precisión
regresar a la vida, pues son actuados como si estuviesen vivos.9 ' Sólo l°' con la que u n retrato cap taba la ed ad
posible especular acerca de los influjos que tuvo la obra escénica en la) arll'' real del modelo, más pronto se cala en Figura 5 .32. Estela funera ria del
de la imagen. En Platón, este proceso resuena toJavia como un lejano cw la cuenta de la irreversibilidad de la edad Gran Túmulo, siglo IV a_C.,
cu.indo recha7.a la expansión d e la apariencia (mimesis) en nombre d.: l.1 representada. Cuando llegaba la muerte, Vergina (Macedonia).
verd,1d.91 el retrato se convertía en u na imagen
Comprender la diferencia en tre contorno de sombra y pintu ra d e )Olll para el recuerdo, pero al mismo tiempo funcionaba como doble dela som-
bras, que efectivamente se oponían, puede resultar confuso. Para el con b ra, Ja cual vivía igualmente carente de cuerpo e igualmente impalpable
torno de sombra nos hace falta un térmi no histórico en lo que puede ll.1 en el inframundo.
marse litera tura acerca del arte. No era u n tema a rtlstico. Po r el cont r,11111.
la sombra que se ha desprendido de u n cuerpo vivo se convirtió a parlil
de l lomcro en el paradigma para la relación entre imagen y 111uertt·. h1
d mundo empírico, u na sombra sin cuerpo sólo puede concebirse comu 12. EPÍ LOGO: LA FOTOGRA l' f A
la fijació n de un a sombra median te el 1ra?.O de su conlo rno. Por lo dcn1."
t111 griego parado bajo el sol podía entender su sombro com o 11 11:1 pn• En la Mo dernidad, la d iscusió n sobre imagen y m uerte volvió a cob rar
mo nició n de la existencia como sombra en el infrnmundo, en do nd e y.1 vida con la fotografía, en la qu•• el antiguo con rorno de sombra encon tró
no proyectarla sombra, sino que sería una sombra. Cont ra riamcnte, l.11111 sucesor, pues reproduce un cuerpo vivo pero lo fija como indice, tal corno
mada "pintura de so mbras" era u na ilusión de la vida, como ~n ln .1L111.1 ocurría con el contorno de sombrn. Aquf también lo determinante es la luz,
lidad se d ice de la animació n en 3-D. Eu esta pintura de ilusión In~""" .iun que no se requiere la mano del dibujante. La impresión de luz sobre la
b rns no concernían al tema " imagen y muerte", sino q ue co 111plet.1h.111 l.1 película, co mo la sombra del cuerpo contra la pared , es el soporte para el
rastro de un cuerpo que ha creado su p ropia copia al colocarse frente a la
cámara (como ocurrla en la Antigüed.id con la sombra proyectada contra
8\1 /)e ¡¡lori11A1he11e11s1. ed. de l. Gallo y M. Mo.:ci, :'1.1polc,, 1992, N• l, p. I~·
la pared ). La imagen fotográfica no es un descrr/Jrimiemo, sino una roSll
90 Rcinach (198$).
9 1 Rc.p«to del escenario alico, >-éanse Mclchinl\cr ( 1'}90) ) llraun,...1.. ( 19y \l. hallada, capa7 de captar ml'<liante lu7. un cuerpo de acuerdo con un tipo
92 Con mpeclo a lo' ,icios con pinlurns Jcl ' iglo 1\ , -c.1....• J\mlm111w' ( 1<¡111 111 1 • 1 de verdad q 11l' 'ol.1111e111e la 1écnica puede garantizar. Si la técnica no puede
228 I AMIROPOIOGIA Ol IA IMAGEN tK.4G EH Y ~UERJE 1 229

equivoc.1r~e. su resultado tampoco será un error. Se reproduce as! la con el hecho de que es imposible tomar nue- IN MEMORIAM
secuencia temporal de contorno de sombras y pin1ura de ilusión. pero con vas imágenes después de la vida. Sin
signos invert idos. En la cúspide de la pinlura de ilusión, la simple copia en embargo, si cMamos vivos, morimos en
lu1 de un cuerpo aparece en la Modernidad como un escape de la ilmión el instante en el que somos captados. FI
Por ello, la fotografia se presta para cerrar el tema a manera de epílogo. dedo accionJ el obturador sólo una vc1.
l alhol, el inglés inventor de la fo1ografia, cxperiml'nló en un princip111 A esto se refen.1 Roland Barthc cuando
con fotogramas, en los que en cierto modo creabJ calcos de formas 4m afirmaba que en la ÍOLografía "uno se
colocaba ~ohre el papel. Pero tardó un 1icmpo en poder fijar las"bella!> im.1 transforma rotundamente en imagen. es
genes de sombras", como le agradecía !>U cuñada en 1834, de maner,1q111 decir, en la muerte en persona''. L.1 foto-
no d c~a parccicrnn con los cambios de luz, como ocurre con lns somhr.I\ grafia de su madre, qlle<'l contempla, pro-
vcrdaderns. hn 1835 advirrió que si usaba papel transpa rente "durnn t•· d viene de una ~poca en la que a(1 n no la
proceso fotogénico o esquiagráfi co, 11 11 dibujo permitía la ,1bt·cnció11 de un habia conocido, y sin embargo la animnha
~egu ndo dibujo, en el que las luces y las sombras se lwn intercambiado". A con una vida secreta que sólo el recuerdo KEN HUBBS
pnrtir de c:~ta invers ión, que contradecfo lu relación natural entre luz pon1 puede proporcionar.91
bra,sc desarrolló la fuLografía de neg.11ivo- po~itivo. Cuatro anos cle!>pm" Desde el principio, la Modernidad pre- Figura 5.33. Memorial llnscball
ante la Royal Society, lalbot fue alabado como "el mago de nues t r.1111.1~1.1 tendió librarse de cs.1muerte que la1ía bajo Tr111/11111 Giird de Kcn Hubb-.
natural~ con la cual "la cosa más pereceder.1 de tocias, una sombra,'"" la máscara de la vida, pero no pudo lib- 19(14 ( fuente: Ruby).
bolo de todo lo fugaz", se convien e en una imagen que habrá de pern1.1 rarse de ese índice de l.1 muerte. Multi-
nccer e1ern<1mcntc. W negativo más antiguo, creado por él en 18.\5, mnlt.1 plicó la fotografla en imágenes sobre papel
(micamcntc 1,6 por 1,6 centimctros. Sin embargo, Talbot no llamó .1 \11 para que, como un libro, llegara a muchas
invento c~q 11iagrafia, sino "s1111 pic111res" o "worlds of liglit", pucs10 qu<-. .11 manos, y sin embargo tod.tS las copias eran
igual que la escritura. lograba que el pasado permaneciern para siemp1<' reproducciones de un solo nega1ivo,detrás
1:1 arcaísmo moderno se mostraba en la proscripción de la muerte 11111 del cual se encontrnba un único cuerpo
se esperó de las imágenes humanas, las cu.tics, sin embargo. condujeron•' mortal. Las imágenes rápida~. que cap1an
una nueva experiencia de la muerte. La persona fotografiada, con ~lL' mm 1 un movimien10 con Liempos de exposi-
mien1os congelados por la toma, pared.i un muerto vivo (figura 5.J\). 1.1 ción cada vez menores, en cierto modo
nueva imagen, que con tanto énfasis afirmaba la vida, produjo en n:.tl1 representan sólo un fragmento del Aujo
dad una sombra. Se volvió imposible abandonar la imagen de uno mi,1111 1 de la vida que nunca habr:I de repetirse.
la imagen extrae del cuerpo precisamente la vicio que dibuja. Cada n111vt Como podía esperarse, en 1852 Talbot
miento del cuerpo es en cierto modo un acto de habla, que en la im.11\1'11 .inunció la "instant;lnea': la cual preten-
fija queda sólo como recuerdo. Desde el i11s10111e en que un cuerpo es f\1111 día c<1pturar la vida por medio de un chis-
grafiado, el p:ipel fotográfico comienza n amarillear. Por ello, anll' ··~ 1 1 pazo eléctrico, como si fuera un cazador. Figura 5.34. Rube Hurlows,
1011c Wulf. 1890 (fuente: Rubj•).
medio, se plantea con un nuevo é n fasi~ la cuestión del ser que pienk • 1 Los cronógrafos, que hacia fines de ese
cuerpo con el transcurso del tiempo. La ausencia, un requisito 1111111,1 ~iglo captaban secuencias de movimiento
mental de la imagen, aumenla en la medida en que nos impone unJ I"' y que, como los cawclorcs, disparaban a un ave en vuelo, y los cinemató-
sencia en blanco. Así, el péndulo oscila hacia el otro extremo ( figur.1 ~·1 1 grafos, que poco después transform:iron la i111nge11 d1•/ 111ovimiento en i111n-
En este caso, al Lranscurrir el Liempo de exposición, toda imagen t..1p111 gc11 co11111ovi111ic1110, siguieron un camino que concluyó en el cine.9s No obs-
rada cae en la trampa del tiempo. La muerte se distingue de lo an1cno1 • 11
9 1 llar1hc~ ( 198s: 1.1 y 101).
93 lC.1imonit1> en A m clunJ<en (1989: 2f>.JJ y 60). •)S llcllnur (1990).
230 1 ANIROPOL06[A Ol LA I HAGLW IMAGEN Y HUERtl I 231

tan te, la cacerla de la vida, que consumfa para el cine una masa infinita dr manecía en la imagen como lo hablan
imágenes inclividuales que creaban la ilusión de la vida por medio del mol'I visto la última y por últim.1ve-i:.•·
miento, no alcanzó la meta de separar a la imagen de su marco y Lr.isl.1 La fotografia de cementerio, que nos
darla a la vida. llega de los paises del sur, posee el csra-
Mientras tanto, somos testigos de la autodestrucción de la fotograh.1 tus de una imagen para el recuerdo en
Sus fronteras, que fueron trazadas a partir de la "analogl:t" con el cuerpo, el sentido antiguo. Una persona viva,
son traspasadas por doquier. La construcción digital de cuerpos en im.1 cuya imagen pertenece a la 1umba, nos
gen por medio de un conjunto de datos termina con la cuestión dd p.in.· mira. Sólo la vesti menta o el peinado
cido con el cuerpo real, de manera que, en si, la distinción entre mucrtl" v remiten a la muerte, en contra de lo que
vida deja de tener sentido. La post-fotografln inventa cuerpos a r1 i fi cial (·~ se pretendia. L1 evidencia ele In vida, con
i1K<1paces de morix.90 Buscamos entonces rutas para csc;1pur de 1<1 for o laquedeseamosenconlrarnosen la ima-
grafia , que con tanta fuerza nos había atado a nucst ros cuerpos. Al par1· gen, depende ele que entre la imagen y su
ccr, solamente con el cuerpo nos libramos de la muerte en l:is imágem·,, espectador prevalezca una simctrla en la
en las que nos transformamos en seres inmortales. Con esto, la c:iza de l.1 experiencia y en la época, para q uc la
vida entra en un nuevo estadio. Negamos nuestra imagen en el espejo p.u .1 mirada de la vida en la imagen sea capa7.
poder inventarnos de acuerdo con nuestro propio gusto. Las imágenes ek( de convencer. En el pun lo donde la vida Figura S.3S. Anónimo, mujer
y la muer1e se intersectan, la imagen e hijo con Ja fotografía de un
Irónicas no sólo nos robaron la percepción analógica del cuerpo, supcd1 diíu ntu, ca. 1900 (fuente: Ruby).
lado siempre a las limitaciones de tiempo y espacio, sino que intercamh1.111 muestra un aura vital especifica. No obs-
el cuerpo mortal por el cuerpo invulnerable de la simulación, como~' tu tante, sólo la muerte proporciona a nues-
las imágenes nosotros mismos nos hubiéramos vuelto inmortalc,, ""' tra memoria el significado funda mental que alguna vez dio vida a las
embargo, la inmortalidad medial es una nueva ficción para ocuh.11 l.1 imágenes. Las instantáneas, con las que interrumpimos por un momento
muerte. En el panorama de las culturas históricas, el impulso por ~up11 el incesante flujo del tiempo, son imágenes especulares intercambiables del
mir a Ja muerte de las imágenes ha sido siempre el reverso del impul\n yo fugaz. El recuerdo de uno mismo es únicamente un ejercicio, y no una
por fijar nuestro cuerpo en una imagen. superación de la muerte.
Si nos retrotraemos a los inicios de la fotografia, pronto advert11n11 En otras culturas, la fotografía se insertó d urante mucho tiempo en
que una fenomenología resulta insuficiente aqul para evitar que la ~m 1r tradiciones arcaicas que, sin repJrar en lo moderno del meclio, aún recla-
ciad moderna confunda el medio con su portador, con el cual llevó a l.1!111 man a las imágenes su relación con la muerte. '111 AllJ donde se practicara
la cacería de la vida en el marco de una competencia tecnológica. Poi d aún el culto a los antepasados, se requerirlo una sola imagen en Ja vida para
contrario, la .llamada memorinl plwtogrnpliy, popular en los F.stndos U11i ser recordado, mienl ras que la multiplicación de las imágenes en Occidente
dos en el siglo x1x, encontraba en la muerte el t'111ico motivo para fij.11 11 combate conlinuamcnlc la rt'lación con la muerte. El culto a los antepa-
una persona en imagen (figura 5.35). Nos avcrgUenza mirar de frcnlr 1•1 sados requería ade1mls de otro tipo de scmejnnza. Marguerite Duras Jo
rostro de la muerte, y por ello colocamos a las im;lgencs la m;lscara d•• l,1 recordaba, al describir las circunstancias que vivió durante su infancia en
vida. Un muerto en imagen parece estar doblemente muerto. Por cllo, I• i \ Saigóo.99 La mad re de la escritora siempre apareció en fotos familiares.
fo tógrafos de entonces se especializaron en procedimicnros parn nu Pero al envejecer, le pidió al fo tógrafo que le sacara una fo to a ella sola. "Los
nificar al muerto como si estuviera durmiendo, con el fin de que 1uvil-1,, nativos pudientes lambién acudian al fotógrafo una vez en la vida, al sen-
una pose de alguien vivo. En el círculo de los allegados, el difunto p11 tir que la muerte se aproximaba. Las fotos eran grandes, todas del mismo

96 Véase el otálogo de la exposición Fotografit' rrar/11frr Fo1ogmfi~. llcrhn )' /\ h 11111 h 97 Ruby (1995) y Burns (1990).
1996, as1como MitcbeU (1992). L3 fotografla surr~lista preced ió a ~"1itc pro)1'\ 111 98 Pinney (1997).
en su alaque a la integridad de cuerpo y sujeto; •éJ« K1JU\' y 1 i•inplOn<• h•l~\I 99 Duras (19115: 16o).
232 I AMI ROPOI OGIA Ol LA IHAGEH

fo rmato, y eran enmarcadas con hermosos marcos dorados y colgadas en 6


el altar de los antepasados." Pero el parecido de las fotografias rcsuhab.1 Imagen y sombra
confuso. Los retratos eran retocados continuarncnle, de manera que "lo\
La teoría de la imagen de Dante
rostros se componían todos ele la misma manera. Así lo deseaba la genle.
IA1 semcjanw debía embellecer el camino del recuerdo a lravts ele la fa1111 en proceso hacia una teoría del arte
lia. Cuanto m:.\s se parecieran, más evidcnlc sería su pertenencia al o rden
famil iar. Todos tenían la misma expresión, u na expresión que todavía en
la actuaJidad se podría reconocer':

El poder de la imagen "radica en la luz


y en su opuesto trascendental, la sombra''.•

Cuando Dan le efectúa su viaje al más allá, "en una selva oscura" encuen-
tra a alguien "a q uien por mudo" dio, "por lo silente". Es Virgilio, que se
le aproxima desde el reino de los muertos.'• Dante le suplica su ayuda:
"¡Apiádate 1••. 1de mí, ya seas sombra o seas hombre cierto!" (od ombra
od 11omo cerro ). La respuesta no deja lugar a dudas de q ue Dante no
contempla un cuerpo, sino la sombra de un cuerpo: " Hombre no, que
hombre ya fui". En la imagen que tiene frente a sí, Dante ve a un m uerto
con el que pued e habla r. Virgilio se hará cargo de conducirlo por el
reino d e los muertos, pero solamente en el Infierno y hasta el monte de
la Purificación. Por el contra rio, en el Paraíso, por el cual viaja Dante en

1 Marin (1993: 19).


2 He utili;rodo sobre iodo l:t edición en seis lomo> con 1raducción y comenta rios
de H. Gmclin, D11111e Alig/1ieri, Die gll11/ic/1e Kom/Jtli~ i1aliwisc/1 1111d de111sc/i
(Stullg:trt, 1968, 2• ed.). Una introducción a un más precisa en relación con todos
los aspectos de la obra puede encon1rarsc en Buck (1987: 11 a 165). Cf. también
facoff ( 1993) y Baro lini (1992). l:.n relación con la recepción contemporánea de
Dante, véanse Rcynolds (1981) y, sobre todo, los extraordina rios N11e.-os ensayos
da11tescos, de J. L llorges (1981).
' Las citas corresponden a la edición en español: Dante, Divina comedia, edición
bilin¡;uc, traduu~ión y notas de Angel Crespo, Barcelona. Circulo de
l.cctor~vr..11.m~ (.111enhcrg, 1003. J vols. I~-del. E. I
234 1 AN TROP Ol OGI A O! LA I MAG EN I MAGE N Y SO MBR A 1 235

el tercer libro d e su Divi11a comedia, " más que la mía existe un alma Este aspecto ontológico de la imagen está Ligado a la muerte, porque sólo
(a11i111n ) pura: con ella, al irme yo, te veré ir" (Infierno, 1:65-67 y 1:122- en este vfnculo la apariencia de la imagen, ta ntas veces cri ticada, recupera
123). Se tra ta de Beatriz, quien culminará la purificación de Dante. Vemos el ser perdido, que es imp rescindible para existir en el mundo, y que t ras el
que ya desde la introducción del viaj~ poético ele Dante po r el m ás allá fallecimiento dejó d e ocupar un lugar. Sin la referencia a la muerte, las
aparecen dos conceptos que en dos cultu ras d istintas caracterizaron la imágenes, que únicamente simulan el mundo de la vida, se vaciarian rápi-
idea de la vida póstuma d e los muertos: "sombra" en la cultura an tigua, damente de sentido, y en consecuencia se convertirfan en un engaño mani-
y "alma" en la cristiana.i fiesto, ya que sin el parámetro de Ja muerte carecerían de referencia. Cuando
La pintura de sombras de D an te, que debe m ucho a la travesía de Vir- esta onto logía deja de tener validez como fundamento, se les otorga a las
gilio por el inframundo como modelo poético, enriq ueció la imaginación imágenes otro sentido, que puede resumirse bajo el concepto de tecnolo-
europea con una figura d iscursiva que desde la Antigüedad casi había ca ido gía, en su doble significación: corno un modo de p roducción de imágenes
en el olvido. En la mimesis, la sombra y la imagen poseen un a analogía cuyo virtuosismo constituye su fascinación, y com o prótesis de nuestros
furtiva con nuestro cuerpo, coml'.1n a ambas y sin embargo su mamente cuerpos, en el sentido de McLuhan, con el propósito de expandir con imá-
distin ta en cada caso. No obstante, la mimesis solamente adquiere un:i genes y en imagen las fro nteras de nuestra percepción natural del mu ndo.
dimensió n o ntológica en el momen to en el que evoca un cuerpo ausente. Incluso la animación, en la actualidad, es un campo que pertenece al ámbito
La producción de imágenes fue la respuesta a una am enaza existencial de la tecnología: se la confla a aparatos que roban a Jos espectadores aque-
para los seres humanos, cuando debió con fro ntarse el rostro de la imagcm llo que algw1a vez realizaron por sl mismos en su imaginación.Actualmente
con la carencia de rostro de la muerte..A causa de la muerte, las imágcne~ se podría hablar de tu1a tecno logía de la percepción .
se enredan con el en igma de la ausencia, enigma al que d eben su scnt ido No obstante, en el pasado, las imágenes de los m uertos eran elaboradas
más profundo. Su presencia en nuestro mundo como imágenes result.1 siempre en el centro del mundo de la vida, y para los vivos. En la tumba,
algo secundario en comparación con esta a usencia pri mordial, que por las imágenes, coofeccionadas a partir de materia muerta, nos invitan a
otra parte es el tipo de presencia propia de un m edio. Pero en las cult u hablarles a aquellos que ya no pueden hablarnos. Dan te, por el contrario,
ras antiguas, el conseguir que los muertos encarnaran en una imagen no en el m ás allá se encuentra con las im ágenes de los muertos a los q ue alude.
ern algo q ue se confiara únicamente al medio de la imagen, sino que requc En cierto modo se trata de sombras vivas que él anima de tal m anera que
ria de u n ritual adicional para propiciar el vínculo fom1al entre el difunto pueden entablar conversaciones con él. La experiencia de la sombra la
y su imagen . Esta práctica m ágica fue rechazada ya desde el confucianismo reali1.amos todos, cada cual en su propio cuerpo, cuando la luz directa del
en favor del recuerdo misericordioso, que por su parte es también un ritunl sol arroja sobre el suelo una som b ra que nos duplica. La so mbra com o
para traer d e vuelta a los muertos en imagen. En efecto, el recuerdo no c-i expansión o proyecció n del cuerpo despierta durante la infa ncia el asom-
más que un acto de animació n. Sólo que se trata de una animación efcc.. bro del portador de la sombra, al sentirse perseguido por ella (figura 3.5).
tuada por cuerpos vivos, cuyas imágenes internas no necesitan ya de nin Su presencia es la demostración visible de la presencia de u n cuerpo sin el
gún estímulo exterior. Si en el primer caso e1 muerto, que perdió su cuerpo. cual no puede existir ni subsistir. Cuando, al ocurr ir La muerte, se deseaba
regresa en una imagen q ue Lo hace nuevamente visible en el n111 ndo, <'11 preservar la sombra captu rándola en una imagen para que p erdurase.
el o tro caso regresa de manera invisible cada vez que un cuerpo vivo lo ésta d ejaba de ser la dem ostración de que un cuerpo está alii, sino que
recuerda {pp. 178-179 y 214-215). m ás bien su rastro hace recordar que un cuerpo eswvo ahí. La sombra
dejaba de ser el doppelgilnger de una persona viva, para quedar tan sólo
como sustituto de un difu nto en el mundo.
3 En relación co11 la sombra, véa nse Gornhrich (1995) y Stoichita (1997). En rcl.11.i1111 Se requeria de una intervenció n humana para fijar la evanescen le som-
con la sombra en Dan te, véanse Gilson (1965: 71 )' ss.); Bynum (1995: 81 yso.): bra en u n medio portador. Según Plinio, una joven de Corinto inventó la
l~oyde (1993: 11 )' ss.), y Lindheim (1990: 1y ss.). En relación con el alma, vé.i<c l.1
entrada correspond iente en el Historisc/1es Wor1erbuc/1 dcr Pliiloso¡1l1ic, as1 con111
pintura al trazar el contorno de la sombra de su amado antes de q ue se
JOnemann et al. (1991); S'Jacob (1954: 111 y ss. (El alma(): D. de Cha11éau1ougc m archara a la guerra (figura 5.30). De acuerdo con esta leyenda, la primera
(1973: 9 y ss.), y Tire! (1977: 48 y ss.). creación en imn~cn de In hu manidad entera era la. representació n de una
236 I ANIROPOLOGÍA DE LA IMAG EN IHA GEH Y SOMBRA 1 237

sombra.~ Al igual que mu


cho después la fotografi.1
se trataba de un Indice d1
realidad, y no obstante lit
vaba implicito el tipo th
ausencia que es const it11
Liva de las imágenes. l\111
embargo. el con 1orno de l.1
somhr:i sobre la pared d1·
Cori1110 exis1ia,al igual q111
las 1umbas, en el mundo (11
los vivos (figuro 6.1), mic11
tras que Jos poetas dc l.1J\11
tigürdad salían a bu~ca 1 1.1~
imágenes de las somhrn~ 1•11
el mundo de los 111uerh1'
Estas sombras eran tan"
milares a los cuerpos q111
habían abandonado, q111 Figura 6.2. Domcnico di Michdino, /111agc11 co11111e111om1iva tlr Dame, 1465, ca1edrnl
los poetas podhm idcn11 de Florencia.
licarlos. Obviamcntr, 1·11
Figura 6 .1. Visitantes del Vietnam Ve1eran> realidad eran prod11c111 caso, la imagen, 1an10 la elaborada físicamente como la elaborada poéti-
Memorial, Wash ington, tomado de la revis1a
dd propio poeta, qu.: ~1 n•. camente, proporciona al cuerpo muerto un nuevo medio de existencia. La
D11, 1997.
en términos modcrnm, pintura mural que el pueblo de Florencia encomendó en 1465 a Domenico
imágenes de animación /\ di Michelino en el jubileo por los do~cicntos años del nacimiento de Dante
los ojos de Dante, tales animaciones en el medio del lenguaje poé1ico e1.111 (figura 6.2) (la tumba verdadera, que se encontraba en Ravena, debió ser
superiores a las imágenes sin vida de las artes plásticas (pp. 238-239). El 11'1 remplazada por una imagen) hace eviden1c la ficción corporal en el hecho
mino virtual es adecuado para Dante, pues sus imágenes no existen cmpl de que la figura pintada carece de cuerpo. y sin embargo nos muestra un
ricamente, sino en el más allá, por lo que con fe eclesiástica comento q111 cuerpo. Dante no eslá en el lugar donde fue pintado, y no obstante pode-
la propia alma ha insuflado la nueva "forma" de estas sombrns (Purg.1111 mos verlo ahí corporalmente. De este modo, con un cambio de premisas,
rio, 25:99-w1). De este modo surgieron cuerpos virtuales, similarci; ,1 lm la pintura mural se convierte en espejo de las imágenes en sombras que
que en la actualidad encontramos entre los replicantes, o en el más allii 11.'• habitan la Divi11a comedia.1
nológico del ciberespacio. Dante corrió un riesgo al afirmar haber vis10 en el más allá almas de
F.ntre las imágenes materiales en la tumba y las im;igcnes virlualcs 1111h los teólogos, pues seg(m la doctrina cristiana de las almas éstas carecían
allá de la tumba se establece aquí um1 relación especular. Las imágenc' <11 de imagen. A diferencia de las sombras de la Antigüedad, las almas no se
la tumba recuerdan a difuntos que viven en otro mundo. Las im:\g1·111 definían como recuerdos de un cuerpo, por lo que no podla.n ni transfor-
de otro mundo recuerdan, con su "ficticio cuerpo" (carpo Jitizio, Pu1¡i.1 marse en la imagen de un cuerpo, ni tampoco pervivir en una de esas
torio, 26:12), a quienes alguna vez vivieron en este mundo. En uno y 0111•
s En relación con Oomcnico di Mic helino y ~u imagen de Dante, véanse Altrocchi
4 Cf. al respecto mi ensayo "Imagen y muerte" con l.1 nma ~,,. (1931: 15 y os.): W.rnrooij (19~~: 12 y ss.), y Loos ( 1977: 160 y ss.).
238 AN I AOPOl06 I A DE t A IMA6EN IHA6CN Y SOHBU 1 239

imágenes. Mds bien, por el contrario, c<m blanza, segun el artificio" (di miglior se111biawm seco11do l'artifido) (Pu r-
el c uerpo perdieron su ú nica imagen. gatorio, 12:22) que las imágenes en la tum ba. Las descripciones de imáge-
Al cuerpo lo recuperarían el d ía del fu i nes e n el Purgalorio son nocio nes conocidas que Dante oculta refugián-
cio Final. y formarían con él una unidad d ose en el arte d e los poetas y en su fuerza im aginativa. Sus sombras,
renovada el dla de la resurrección de'º' entonces, no son fru10 de la teología, sino que se plantean como u n home-
muertos. En lugar de la transmigr.tción naje al viaje de Virgilio al más allá.Al encontrarse con ~us amigos y parien-
de las a lmas, que en muchas cu ltur,1s ,,. tes difun1os, a los que reconoce con tan to entusiasmo, el poeta an ima al
en tie nde com o renacimiento en u11 mismo tiempo las imágenes que de ellos guarda en su propia memoria.
c uerpo ajeno, la cultu ra cristiana crc1.1
e n In resurrección en el p ropio cuerpo,
por lo que no la in1i111idaba la idcu de un
cambio de cuerpo o de una pérdida dcflni 2
Figura 6.3. Barcnd van Orley,
liva del cuerpo ( fi gura 6.3). Es co11vc
BI Juicio l'i11nl, 1530 (tablero
cent ral del ,1ltar), Musco de nicntc mencionar que si se hace una com Este cxperimcnlo, precisamente, sólo pudo haber fu ncionado con la con-
Ambcrcs, Ambcm (detaUe de la paración intcrcultural, esta creencia <'11 quista de Dame de un nuevo terreno en la teorla de las imágenes, para lo
fi¡;urn 5.19: l~urrección de los las almas representa m ás bien una ano cual siguió una doble e~tratcgia: derm ió en una ocasión la imagen en a1111-
mucnos y W>limcnla de los malla. En las creencias cristianas sobr.· logfa co11 /11s so111br11S, y en 01ro caso r n co111mposici611 co11 el cuerpo. Ambas
esquclclo\ con cJrne nueva).
los difu111os, Dan Ir encontró poco rl'\ definiciones están sustentadas en la relación corporal, que en la sombra está
paldo para su pro}'ecto de animar J l.1, implícita. Sr las podria ubicar en la misma fórmula grneral: la imagen es
al mas en i111ág1mes similares a las de la vida o en imágenes en sombra\: como una sombra, y por l'SO es diferenle de un cuerpo. Se distingue d e un
Duranle el lapso en que u n alma espera la reencarnación , no debfn \t'1 cue rpo de manerJ sim ilar a como u na sombra se d is1ingue de un c uerpo,
encarnada en n inguna obra en imagen que los vivos d ispusieran par,1 dl.1 y al m ismo tiempo semeja un cuerpo de manera parecida a como lo hace
como doble o sustituto del cuerpo. Así, en el culto cristiano a los difu ntm una sombra. Las experiencias an tropológicas que aqul se hacen presentes
(y q uizá tamhién en el culto a los santos, que ocupaba el mismo terren11) aparecen siempre por medio de la contemplación sensorial. La contem-
la imagen perdió una dimensión, aunque rn o tras culturas seguía siendo plación condujo primero a la imaginación, y luego al concepto.
imprescindible. La fe cristiana en el más allá relegó las tumbas como ~ 1111 En tanto imagen natural del cuerpo, la sombra ha estimulado e inspi-
ples lugarrs terrenales para el recuerdo. Las imágenes fijaban a los 11111~1 rado siempre a los seres hum anos para producir imdgencs. La sombra es
tos en sus tum bas portando los signos sociales de su vida en este mu nd11 simu ltáneamcn1e c.:onfirmación y rapto d el c uerpo, es Ind ice, as! como
Recordaba n a los vivos que rezaran por la salvación de las al m as de lm manifestación fugaz y mu ta ble, ntgación del cuerpo, c uyos contornos y
d ifu ntos re presentados. E n la cornisa de los o rgullosos en el Purgn1011P cuya sustancia d isuclvc.H Sin embargo, para Dante el cuerpo no sólo tenía
(12:1 6), Da nte compara las i mágenes que ve en las placas en el sucio u1 11 el sentido que le atribu imos en nues1rn forma de habla r en términos meca-
tum ln1s lerrenalcs q ue retratan " lo que el muerto ha sido" (por1n11 s1·~1111111 nicistas al rcfori rnos al cuerpo biológico. Por el contrario, para él el cuerpo
q11el c/J'cl/i era11 pria) ( Purgatorio, 12:18). Por ello, con "la p untu ra" <k l.1 era el cuerpo vivo de la m anifestació n, y, como tal, Ja encarnación de la per-
"rememhran1A1" (p1111tura della ri111e111/Jrm1w ) ( Purgato rio, 12.:20} su>ul.111 sona: éste es ya el térm ino que utiliza 'lbmás de Aquino para describir a
el llanto de los vivos. Sin embargo. las imágenes en el más allá a las q ue 1),11111 alguien que aún vive e n su c uerpo, m ientras que el alma perm anece, en
alude, y que describe em pleando imágenes po<!ticas, poseían "mejor \Ull cierto modo, sin máscara }'sin cuerpo, como sombra.9 Dante, el perc-

6 En relación con la representación dd alma en el anc cris1i•no, cf. la biblio¡;r.1h.1 8 Véase al rC'p<.'CIO l.1 bibliografía de l.1 nota ;.
de In nota 3. 9 Yease el comcn1ario de 11. t;mclin ( vé.t<c la nolíl 2) a Infierno. ;:101, así como
7 Cf..11 mpc<.10 llinski (1996) y Bauch (1976 ). Rhcinfel,IL•r (1y•K).
240 1 AHIRO PO LOGÍA DE LA IMAGEN IMAGEN Y SO MBRA 1 241

grino vivo, aún poseia su persona, no así el difunto Virgilio, como tampoco En efecto, éstas nos ponen fren te a los ojos nuestro propio mundo en el
d fallecido amigo de Dante, Casella (Purgatorio 2:110). En el segundo circu - más allá de las imágenrs de una manera comparable a como Dante repro-
lo d el Infierno, Dante y su guia caminan sobre sombras que yacen en el dujo su propia época en el espejo de su viaje al Infierno.'º
piso. Pero éstas sólo miran desde un espejismo ( vnnitate) que parece una La a nalogia entre image n y sombra en Da nte se ubica en un extenso
persona (que par persona, Infierno, 6:36). Las imágenes se convertían de campo de significados y de conceptos que colocan la imagen bajo u na
inmediato en espejismos si se las confundía indistintamente con un cuerpo; luz positiva o nega1iva, seg(m se quiera. Así, entre Homero y Virgilio la
por el contrario, tenían que ser definidas en rcl.ación co11 el wcrpo, d istin- Antigüedad elaboró una teoría de las sombras, que contaba en cicrlo modo
guiéndolo de su sustancia. con una contraparte en la prax.is artlstica de la pint11m de sombras griega
En su ciclo sobre Dante, Robert Rauschcnberg lomó las sombrns dd (esquiagrafía) . Si la teoría d e las sombras en su fo rma ontológica trataba
1nfierno d e reportajes ilustrados po r los medios norte:imericanos. En 34 acerca de los cuerpos en somb ras de Jos muertos, la pintura de sombras
dibujos de gran formato, que presentan un panorama de imílgencs con el simulaba imtlgc11cs de personas vivas como fantasmas del arte. William
mismo núnwro de cantos del ''Infierno" de Dante, los habitaiHes dd Infierno Henry Fox Talbot d ud6 d e si debía llamar a su invento fo tografia, pin-
aparecen como personajes de la historia contcmporrinca (figura 6-4). L,1 tu ra de luz, o esquiagraffo. pint ura de sombras." Las fotografías emplean
técnica especial de transferencia media nte el "rnbbi11g" ("frotado") pcr· la Juz natural para generar sombras de nuest ro cuerpo sobre u.n papel sen-
mi·1ió a Rauschenberg integrar como mo tivos las reproducciones, las qul' sible a la luz. Como garantfa de la nueva técnica se aseguró que las som-
ya antes hablan sido multiplicadas masivamente al imprimirse las rcvbtn ~. bras, q ue a primera vista pa recen tan evanescentes com o las sombras
G racias a los to nos negros de la impresión, que el artista trnspuso ;1 su' verdaderas, se pueden fijar en la loma de manera tan duradera como alguna
dibujos. las personas se transforman, en sentido manilicslo y en sentido vez lo fue en la Antigüedad el con torno de la sombra de u na persona tra-
metafórico, en Las sombras que en realidad son. Lo qur vrmos son inst,111 zado sobre la pared (figura 6.5). En la "magia natural" (en palabras de TaJ-
tám:as y clichés, y no las personas que ahí aparecen, aun cuando alguna vt·1 bot) de una téa1ica creada únicamen le por la naturaleza, "una sombra
las hubiéramos conocido i11 corpore. Las conocemos grncias a su transfor permanecería fija para siempre" en una situación que d uró apenas un ins-
mación en sombras, circula ndo sin cuerpo e n los medios de la imagen tan le. A esto se lo llamó posteriormente
el "efecto rnnát ico~ de la fotografía.
Sin embargo, también desde la pers-
pectiva onrológica de Dan te, el trato con
las sombras/imágenes solamente se j us-
tifica por nuestra experie ncia con las
imágenes. Ya d esde Ja Antigüedad, los
poetas son tan incapaces d e t·ocar a los
muertos como de abrazar las imágenes.
Homero fue el primero en clescribir este
inútil abrazo: la C(lnfusión entre cuerpo
e imagen conduce a la decepción. De este
modo, Odisco quiere retener en sus bra-
zos la imagen de su madre, pero ésta se Figura 6.5. An6nimo.Dífi1111n tv11
desvanece "a manera de cnsuc1!0 o de rosn, ra. 1844 (lomado de Ruby).

10 Ad riani y Grciner (1979: 25 y ss.), con iluslracioncs de los 34 cantos (figuras 13-46).
11 Cf. al respecto mi cn~~)'O "Imagen y mucrle" con 1.1 no1a 93. Véase también Collins
Figura 6.4. Robcrt Rauschenberg. D11111r. "n,..11111 m111rd111': 011110 x1v, 1y5R-19(>u. (1990).
2 4 2 1 UIROPOIOGIA OC LA IMAGEN IMAGEN Y SOMBRA 1 243

sombra".• También Eneas, en la epopcy:i de Virgilio, cxtk ndc los brazo' en el mito de Narciso: el otro, por quien Narciso se toma, para emplear una
alrededor del cuello de su difunto padre en el inframundo, y sin embargo formuJación de Lacan (que ya desde antes era una formulación de Ovi-
"se esfumó su i111a1;1cn cual sueño volador" (111n1111s effugit imngo).' · b 1 dio), existe unicamente en el dobk incorpóreo de la au1oprotccció11... Tam-
el purgatorio de Dante, incluso una sombra se aproxima a otra como lu bién la ninf.i Eco, que engafi a a Na rciso "por la reproducción de la voz"
haría con su cuerpo. Virgilio le advierte pa1crnalmente que no pretend.1 (i1nagi11e vocis), intenta abrazarlo infructuosamente.' Narciso, sin embargo,
abrazarlo: "No hagas tal -le dij o-, hermano amado, que una sombra Y "atraido por la imagen de la belle1.a contemplada, ama una esperama sin
una sombra ves" (Purgatorio, 21:131-132). Estacio, a quien se d irige, jmti cuerpo" (spcm sine corpore), piensa que es un cuerpo lo que es agua': ·· El
fica su equivocación aduciendo que a causa del amor que le profesa a Vi1 poeta se dirige en el texto al joven: "Esta que ves e~ la sombra de tu ima
gilio, "nuc~t r,1 v.midad [existcm:i.i .1parente) he olvidado" ( Purgatorw, gen rcOcjad.1 (imnginis11111/Jm): nada liene ésta de sí misma, contigo viene
21:135), creyéndolo "un cuerpo co11~istc111c" (cosn snldn, Purgatorio, 21:136) y se queda''.• • • Al fi nal, Narciso mismo desea abandonar su cuerpo (11
En el encucnl ro con su difu nto amigo Casella, el propio Dante se lament.1: 11os1ro sccwlcrc corporc), para ya no seguir scparndo de la imagen:""
"¡Ay sombras vanas, salvo en el aspecto" (ollÍ omúre v1111e elle ne l'nspe1111, En este juego de confusiones entre la percepción de lo ajeno y de lo
Purgatorio, 2:79 y ss.). propio, el engafio, sin embargo, es sólo una tentación rle este Indo de la
La frontera entre el cuerpo y la im.1gen es tan infranqueable como l.1 muerte. En un inundo en el que los cuerpos viven, las sombras deben ser
frontera entre la vida y la muerte. La im,1gen sólo dej.i de ser ajena por auto derrot.1d.1s por los cuerpos, a no ser que, como le ow rrió a Narciso, adqu ie·
sugestión del espectador. En la época actual, la iconomanía y la fug.i dd ran poder sobre la conciencia del cuerpo. Sólo así se borran los contornos
cuerpo e han convertido en actitudes complementarias. Ya no necesit.1 entre esencia y apariencia, que t radicionalmcnte han sido los que hay entre
mos ir al inframundo, sino que encontramos imágenes que confu ndímm cuerpo y sombra. Para Dante, el umbral que existe entre ellos no repre-
con la vida en el mundo virtual de los medios. En la epopeya ele Virgilio, senta ningún af:ln de tm11sgresió11, sino que la experiencia de la muerte es
las imágenes parlantes son consuelo y recuerdo, pero también signifit.111 un suceso de 1rasce11dcwcin. En su maravillosa pelfcula Ln nouvelle vague,
decepción de~dc el momento en que se las malinterpréta (figura 6.6). l .1 que lilmó en homenaje a Dante, lean-luc Godard expresó la frontera entre
sibila de Cu ma~ re la vida y l.1 muerte con la metMora dd espejo de agua,'' haciendo que el
comienda .i Enc.1' milo de N¡¡ rciso se transforme en el drama de una pareja de aman tes.
que no lance ~ 11 Uno de los miembros de la pareja, que estira el bruzo buscando ayuda para
esp;1da en contr:i d1· no ahogarse, es cuerpo de este lado de la frontera, y del otro lado, bajo el
los "tenues fa n1.1' agua, ya solamenle una sombra que se hunde, mienl ~ que al mismo liempo
mas [... 1 sin cm•1 se convierte en una imagen en el recuerdo del otro, que sobrevivió (figura
po" (sine rorp1111 6.7). Pn la pareja gemela de imagen y sombra, la descncarnación es un
vi1ns) que se k rn requisito para convertirse en imagen.
frcntan "en d vade1
(ca va sub i1111 1;~1
ne).'"" En Ovid111,
Figura 6.6. C,oJ. Va1. la1. 322_5 ( Vergili11s Vn1ic111111s),
lo inaprensible d1• l.1 12 En rcludón mn el tema de Narciso, cf. finalmcnlc Kru~ (1999). con biblio¡;rnfla
fol. .¡Sv Acncis 6.417/f Eneas y la sibila r11 el i11fra1111111do,
imagen se desu1l11 suplcmcn1.1riJ, as! como N. Suthor, en Preime:.l¡crgcr (1999: 96 y 55.).
ca. .¡oo d.C.. l~ibliotl'CI Vaticana, Roma. • Las cilJ> corrc~ponden a la edición en cspanol: Ovid1c1. Metamorfosis.. trad. de
Consuelo Álvarcr y Ros.i Maria Iglesias, Madrid, C..11cdra, 199;, Libro uJ, p. 294.
IN. ddF.I
• Ho mero. OdiS<'ti, cd. esp. ciL: Canto x1, p. 270; l lomcro, La J/f111/11, op. rit., vol. 11 , • • lliid.• p. 296. 1N. del E. I
Canlo XXII I, p.131. !N. dd E.) ·'·!bid.. p. 297. IN. del E.J
· • Las citas corresponden a la edición t•n c>p:111ol: Virgilio. E11rida, trad. de Aurdm • ' · • /bit/., p. i<JM. 1N. del E. I
Espinos.oPólil, M.1drid, Cátedra, 1990. l.ihro vi. p. ,156. 1N. dd E.! 13 Silvcrm.rn y 1'.1m<ki ( 1998: 225 y~.); llcrgala ( 199~: 189 y s~.). y Belting y lk>11nc1
· • • /bid., p. J34- 1N. del E. [ ( 1998; (\(1 y")
z,44 1 ANlROPOLOGI A OE l A I MAGUI IMAGE N Y SOM BRA 1 2 4 5

En su relació n mimética coa el cuerpo la a nalogía e ntre imagen y som-


bra cond uce eJritosame nte a Da.nte, en un segu ndo paso, a la d ife re ncia
ontológica entre som bra y cuerpo, una diferencia q ue en la cul tura de
los medios de la actualidad eJrpulsamos con mucha frecuencia de nues-
tras conciencias. Los cuerpos vivos proyectaJ1 con sus sombras su propia
imagen sobre la tierra, mien t ras q ue los d ifuntos, incorpóreos, no pro-
yectan sombra a.lg una, precisamente por el hecho de que so11sombras.
Lo que es válido para la sombra, tambié n lo es para la imagen: no produce
ningun a imagen de sí m isma precisamente porq ue ya es imagen : la ima-
gen de un c ue rpo q ue ha s ido colocado a una de terminada d istanda en
el espacio y e n el tiempo. Dante d emuestra la diferencia in superable e nt re
cuerpo e imagen al experime ntarse e n su p ropio c uerpo como "un o tro"
que es recibido en el m u ndo de las sombras eJrdusivarnente como via-
jero del mundo de los vivos.
El contraste entte su c uerpo verdadero y los cue rpos virtuales del entorno
que lo rodea aparece "a .la luz del día'' en sentido literal ctmndo Dante aban-
dona con Virgil io las oscuras profundidades del lnfierno y sale a la clari-
dad del sol al p ie del monte de la Purificación. Dado que el sol se encuen-
tra a sus espaldas, Dante proyecta una sombra frente a sí en el suelo: "El
sol, que, rojo, tras de mí Oameaba, delante se ro mpió de mi figu ra" (rotto),
pe ro no a nte Virgilio, que caminaba a su lado (Purgato rio, 3: 16-17), de tal
modo q ue el guía debe tranquiljzarlo d icié ndole que aún continúa a su
lado (figura 6.8) . Virgilio le re-
cuerda q ue ha perdido el cuer po
"que sombra proyectara" (jacea
ombra) (Purgatorio, 3:26). En
un mome nto poste rior, al esca-
lar el monte, Ja situación se in-
vierte, pues e n esta ocasión son
las almas en sombra las que pre-
gmitan sorprendidas a Dao te
"por qué para el sol e res pared"
(che fai di te parete al sol, Purga-
to rio, 26:22), an rc la cual la luz
del día se quiebra. De este mo-
Figura 6 .7. J. L. Goda rd, Cahicr d'etalonnage de la película La nouvelle vague, 1990, do, la sombra proyecta.da se
Figura 6.8. Luca Signorelli, Escena
pareja con uno de los amontes ahogándose. convierte en signo de reconoci- de Dante, i499-1503, capilla de san Brizio,
miento del cuerpo consistente catedral de O rvicto.
246 1 UIR OPOI061 A OE IA I KA6l~ IHAGEH Y SOHBRA 1 247

(cosa salda, Purgato rio, 2t:i36). Pero ¿qué sucede con quienes no proyec- "imagen callad a" ( Purgatorio, w:39). Solamen te el propio Dios p udo
tan ninguna sombra? ¿Qué es lo que Dante ve cuando divisa a Virgilio? h aber p roducido "aquel visible hablar" ( visibile parlare) en un arte de
En este punto, Dante se e nreda con el irresoluble conflicto entre In las imágenes ( Purgatorio, 10:95). Dante realiza aqul una pe)jgrosa trans-
teorla de la imagen y la teoría teológica d e las almas. Así, a continuación, ferencia, al justificar su propia ficción poética con un mundo en el más
cede a Ja benignidad de VirgiJjo la respuesta a la pregunta acerca de las allá, donde el mundo se transforma en una realidad supraterrenal.'5
sombras vivientes. Él Je advierte que no intente comprender algo que por
siempre será un secreto de Dios, cuya virtu creadora habría CTcado "cuer-
pos similares" (simili corpi) o imágenes de cuerpos, que a pesar de ello
su fren y hablan como si fueran cuerpos: por eso recuerda Dante, en pala
4
bras de Virgilio, el espejo, en el que nuestra " imagen" (image) se mueve
j unto con nosotros cuan do nos paramos delan te (Purgatorio, 2r26). 1.a En realidad, Dante se justifica únicamente por medio de la teoría de la ima-
comparnción con la imagen especular, una experiencia natural, está rela- gen que se plantea a pnrt ir de la d iferenciación categórica entre imagen y
cionada con el canto 25 en el PLtrgatorio, en el que el poeta, no o bstanll', cuerpo. Para lograr esta distinción, con frontó de manera recíproca la
explica la creación de los cuerpos en sombras como un acto de la crea imagen y el cuerpo de u n modo más radical que sus antecesores en la Anti-
ción de Dios. Como lo muestra Etienne Gilson en su investigació n sobre güedad, y lo hizo en un doble sentido: por un lado, Jos cuerpos nunca son
este canto, en el universo teológico, sin embargo, no existe ningún luga1 imágenes, mientras que, por el otro, las imágenes nunca poseen un cuerpo.
para las sombras.'~ Éstas son en realidad una figura poética que Danll' La radkalidad de esta postura no disminuye por el hecho de que Dante
retoma de Virgilio. pinte el más allá con imágenes especulares del mundo corporal. En esto
En este sentido, el mismo Dante se convirtió en un " pintor de som radica aparentemente una contradicción. Puesto q ue las sombras no pue-
b ras", confesando su propio orgullo artlstico y mostrando simpatla pm den ser otra cosa más que imtigenes, excluyen cualquier posible confusión
los artistas, q uienes pena n por su arrogancia en la cornisa más baja del con cuerpos verdaderos: únicamente el propio cuerpo de Dante, en un acto
monte de la Pu rificación. Ahí, el pin tor O derisio se lamenta de la "w11111 de imaginación poética, fue capaz de traspasar la frontera entre ambos
gloria", de manera similar ,1 mundos, entre el espacio fisico y el espacio de las almas. Así Uegó Dante a
como se hacia responsable~ .1 la imagen del más al.lá creada por él m ismo, en la que a pesar de todo se
los poetas de la "gloria de la len distinguía de sus habitantes de manera visible y sensible. La relació n con
gua" {Purgato rio, 11:91 y 97) la muerte se añadfa como perfü trascendental a la concepción de Dante
o lamente en el más allá cxb de cuerpo e imagen.
ten imágenes para las que tod.I' La teoría de las imágenes de Dante no podla pasar inadvertida para los
las restricciones de las arll'' pintores que se ocupaban de temas similares. Sin embargo, elJos deblan
terrenales han sido invalida<l.1~. admjLir que de todos modos su asunto era realizar imágenes que, com o
pues10 que h an sido c rcad.1 ~ tales, n un ca podrh111 convertirse en cuerpos verdaderos. La importancia
por un arle d ivino (fi guro 6.9). de Da nte para la pintura italiana de su época, empero, ha sido referida
De este modo, el ángel ele J.1 desde hace mucho linic¡¡men te a las simples ilustracio nes de Dan te, mien-
Anunciación, en los rel ieve~ ck tras que la pintura mural ha despertado poca alención, a pesar de que en
mármol de la m isma corni,,1, ella se planteaban de manera más determinante y más pública los proble-
estaba representado de m.1n~r.1 mas que suscitaron los conceptos de imágenes de Dante. En todo caso, los
Figura 6.9. Luca SignorcUi, Escei111 de
Oa11tr. 1499-1503, capilla de san Brizio, tan vital que parecía hJhl.11, cuerpos en sombras de Dante podían eludirse en las pinturas murales; en
catedral de Orvieto. dejando de parecerse a 11n.1 todas las instancias en que los pin1ores podlan argumentar que represen-

14 Cf. la bibliogrnfia de la nota 3. tS llelting ( 1989.1• Jft) y l'. irr ( 1997: 223 y ;s.). Cí. 1.1111bifo Kobli11 (1998: 309 y ss.).
248 I AHIROPOLOGh DE LA IK~GE N IMAGEN Y SOMBRA 1 249

taban los cuerpos después de La resurrecdón, lraS el Juicio Final, se con se refiera aquí a un dualismo. Dante fue el precursor de este dualismo,
traponlan a Dante, qujen sólo pudo describir su propio viaje licticio.'0 Pero con la descripción del contacto corporal emrc simples imágenes de cuer-
el problema entre la imagen y el cuerpo subsistió desde que Dante lo tr,1 pos. Las figuras de Giotto, con su corporeidad enaltecida, y al mismo tiempo
jera a la conciencia de manera tan magistral. Analicemos a este respecto J con su diferencia maniliesta en relación con el cuerpo, son portadoras de
tres artistas que se confrontaron con Dante mediante una teorfa de las imJ una contradicción de otro tipo. 1.a equiparación de Dante entre imagen y
genes pintadas. Se trata de tres ciudadanos Oorentinos: Giotto, Masacdo sombra (sombra no c·n el sentido de una superficie negra, sino en el de una
y Miguel Ángel. duplicación del cuerpo en su forma) tambifo podría invertirse. Las imá-
Giotto fue descrito ya por Vasari como amigo de Danre.' 7 Contamos con genes son y siguen siendo sombras cuando se compara su sustancia con
el testimonio del propio Dante de un terceto famoso acerca de la fama de La del cuerpo.
Giot to, que algunos escritos sobre hisl'Oria del arle rescataron al haLcl No obsta11te, Giotto lenfa motivos más que sufici entes para encont rar
comentarios sobre Dante18 (Purgatorio, 11 :94-96). Sin embargo, Giotlo un lenguaje unitario para trntar la cucsrión del cuerpo en la in novadora
parece contradecir la separación que hace Dante entre cm:rpo e imngcn, ilusión de su pintura, y demostrar así los alcances de su medio. En la escena
al pintar el mundo corporal de las cosas y los espacios de manera tan ex pre en la que Maria Magdalena nparcce de rodillas frente a Jcs(as resucitado,
siva, que sus figuras tienen cl efecto de cuerpos verdaderos. Por ello, Ma1 se estaba refiriendo a tres tipos de cuerpos a los que no podia desligar en
garct Wertheim, en su historia del espacio, le atribuye al pintor el "pliyl1 la representación: al cuerpo vivo de la mujer y de los guardias, al cuerpo
cal spt1ce" de los cuerpos, mientras que a Dante lo entiende como poet:t dd en que se maniliestan los ángeles incorpóreos, y además al cuerpo trans-
"soul-space" de otro mundo.'9 Con todo, a pesar de esta oposición y de l.1 figurado del resucitado, quien le impide tocarle el cuerpo (como sucede
disimilitud de sus respectivas labores (aqui almas en el reino de las som con las sombras en Homero con el abra1.0 fütil), dando la erugmáüca expli-
bras, allá cuerpos en la historia bíblica), es posible reconocer cierta amh1 cación de que todavla no se habla reunido con su Padre (figura 6.10) (Juan,
valencia en los procedimientos, con lo cual se cs1ablecc una a nalogia. 20: 17). Sin embargo, Magdalena recibe la comisión de comunicarles a
Dante pinta las sombras vivas con tantas características corporales q111 los a póstoles que habla
~! mis mo se sorprende retóricamente de cómo era posible que las sombr.1 visto al Senor. En esta si-
pudieran adelgazar. Giotto, por el contrario, incrementa por un lado IJ 1111 tuación, el blanco es el co-
sión corporal hasta el engaño, pero omite las sombras que sus lig111 .I\ lor que utiliza como único
proyectarfan si fueran cuerpos verdaderos. A la rica orquestación de so111 signo para distinguir el
bras en el cuerpo corresponde un vado sensible en la ausencia de la somh1 .1 heterogéneo cuerpo, cuyo
que ésre deberla proyectar. Esta circunstancia se vuelve aun más evidcllh sombreado, por Jo demás,
al considerar que Dante creia que la sombra proyectada era la (anica dcn111' está a plicado de manera
tración de un cuerpo. Es poco probable que esta sombra esté ausente ~nl 11 semejante al resto de las
por casualidad o por desconocimiento. Es más posible pensar que C ic11 111 figuras.'º
La ilusión de la imagen
16 Se cncuenlran ejemplos en Camposanto en Pisa, en la rnpill:i S1roi1i de S. M.11 111 en el arte de la pintura y la
Novclla en Plorencia y en los frescos de Orcagna en S. Crocc en Florcncin. lkli111K
existencia de sombras en
(1989a: 52 y ss.}; Krcyttcnberg (1989: 243 y ss.), e llg (1998: 10 y ss.).
17 G. V.1sari (1973: 1,)72): "Dante cuetano ed amico sru11db,,i1110, e non meno f.1111'"" el reino de los muertos
poern che Giouo pi11ore". eran para Dante cosas dis-
18 Nalurnlrnente, el comentario de que GioLLO habría superado en fama a su fll·"""" tintas, a pesar de toda ana- FISW'll 6JO. Giollo, Noli me tangere, ca_ 1306,
Cimabue alude a lo pereced<"ro de la fama del artista, que Dante rcí~rla con logía filosófica. La ilusión Capilla Scrovegni, PaduJ.
orgullo de artista a sí mismo y a sus coetáneos. En rcl.1dón con l.1 1radkión .¡, l.1
hi toriografla del arte,cf. Baxandall (1971). Cf. también Va5'1ri (1y73: 1. 2~nl
19 Wertheim (1999: 44 y ss. (Dantel y ;6 y s.. (Giot1ol). l'n rclJcaón <011 l.1 1h""'" 20 Stubblcbine (1969: figura $2). Fn relación con el mismo 1ema en la capilla de Sanla
del ci.pacio y del cuerpo en Giouo. vea.se Wh11e ( 19(>¡>: ~7 y"· ). Magdalen;i, véase P~hke (198$: figura 218).
250 1 AHIROPOt OGIA DI tA I HAHN I HA6EK Y SOHBRA 1 251

de la imagen de los pintores podía ser real1.ada hasta el engaño, y sin del mundo mediante la imagen en perspectiva.2J Masaccio se decidió por
embargo, o tal vez justamente por eso, al ser una ilus ión pcrmanccla sepa- dotar a la imagen con la apariencia de la percepción según la ley general de
rada del mundo de los cuerpos. Con un giro que antecede a la teoría artís- la óplica. La percepción de la imagen se convirtió en la ficción de una per-
tica de Alberti, Dante elogia una representación de Troya en el Purgato- cepción del mundo. La apariencia en la imagen buscaba la impresión en el
rio: "Muerto el muerto, y el vivo estaba vivo: mejor no vio quien lo verdadero espectador de no ver ya ninguna imagen, o de ver más que una imagen. La
que yo, que lo pisaba pensativo" ( Purgatorio, 12: 67-69). Sin embargo, estética se volvió una estrategia para hacer evidente esta apariencia, propo-
hace una ficción de la pintura al darle un estatus en el más allá que no posee niéndola como autorreflexión de la imagen. La inmanencia de esencia yapa-
sobre la Tierra, con el fin de sobrepasarla como poeta: "¿Qué buril o pin- riencia se ofrecía en lugur de la trascendencia de vida y muerte.
cel darla vida a las sombras y al trazo persuasivo (che ritraesse /'0111/m.' e i Masaccio se decidió por la proyección de las sombras en la pintura cuando,
tmlli) que al alma experta deja suspendida?" (Purgatorio, 12: 64-66). Obvia- antes de 1428, pintó la cnpilla familiar del comercian le de seda Brancacci
mente ningún pintor vivo, y sin embargo Dante alude al principio de la en la iglesia de Santa Carmina, en Floren-
pintura de Giotto al t~na lteccr el sombreado dentro del contorno de .los cia. Las sombras que los cuerpos de Adón
cuerpos como una práctica vigente de la pintura. y Eva proyectan tras de sí simulan cuer-
Cennino Cennini describió esta tradición de Giollo en su manual." El pos verdaderos, los cuales, scgi'.111 Dante,
sombreado (ombrare) del cuerpo es un método para modelar cuerpos y formaban "un muro contra el sol" (tigur:i
otorgarles carne, por lo que también él se refiere a una "encarnación" de 6.11) (p. 245). Sin embargo, la luz del sol,
las figuras pintadas. Por el contrario, nunca menciona las sombras proyec- que se interrumpe con sus cuerpos, no
tadas. No veo en esto ninguna incongruencia en el sistema de Giotto, sino surge de la pintura, sino que proviene del
una prohibición de trasponer a imagen este índice del cuerpo verdadero. exterior, de la ventana verdadera de la
l)e igual manera, las sombras encarnadas no dejan de ser sombras, sino capilla, como si la luz prosiguiera libre de
que siguen siendo imágenes, incapaces de proyectar sombra. En el lenguaje obstáculos hasta el interior de la pintura.
ceremonioso del practicante, Cennini nos ha legado el eco de uno de lo\ En esta ficción se ignora la frontera que
primeros debates acerca de la imagen, cuando al comienzo de su tratado separa la imagen del espectador y su
escribe que la pintura representa las cosas "bajo la luz de las cosas natur.1 mundo (figura 6.12). Si la lul natural se
les" (sotto l'ombra de 11aturali), lo cual significa que la pintura produc1.1 transforma en una luz fiaicia, también el
imágenes de sombras.2' cuerpo ficticio se Lransforma, por oposi-
ción, en un cuerpo verdadero, que en con-
secuenci:i es capaz de proyectar su som-
bra. La doble ficción es neccs:1ria pnrn
justifica r esta transgresión.'4
La diferencia con la legendaria pared
Un siglo después de Giotto, Masaccio se enfrentó nuevamente con la cuc~ de Corinto, sobre la que un cuerpo vivo
Lión del cuerpo y la imagen. ¿Debía, como buen florentino, pcrmant:ccr lid proyectó su sombra desde una posición
a la tradición de Dante, o debería culminar la ficción corporal mediante l.1 externa, consiste en que ahora los cuer-
Figura 6.11. Masaccio, Exp11lsió11
proyección de sombras? La ontología de la imagen en el sentido filosóílw pos proyectan sombras de111ra de la pared. del Paraíso, hacia 1427, CapiUa
no era lo mismo que la tecnología del arte, que reconstruía la contingcnu.1 Ya desde la Ant igüedad, la llamada "pin- llrancacci, Florencia.

21 En relación con Ccnnini, véanse Stoichita (199r. 48 y ss.) y Krusc (2000). 23 Véanse Damisch (1987) y 1 dgcrron (1991).
Cf. 1ambién Skaug ( 1993: 15 y ss.). 24 Baldini r l al. (1990); l.<:mghi (1992: :05 y 5 .), en referencia a Ma.saccio y a Dame;
u Bruncllo (1971: J y ~.). R()('ltgen (1')<111 y2 y''-· con figur,1 46 (1 ~pulsi1ln )).
252 1 AHIROPOlOGfA O! LA IMAGEN IMAGEN Y SOMBRA 1 253

los enfermos y a los decrépitos al.is cercanías del templo,"para que viniendo
Pedro, a lo menos su sombra (11111bm) tOC'JSe en algunos de ellos (ob11111 -
bmret)" y los sanara (ligur.1 6.13). En este caso, la sombra no sólo era una
extensión del cuerpo, sino también de su campo de acción.16 La escena
forzó a Masaccio a represc111.1r la sombra proyectada, y esto fue asimismo
la obertura del subsecuente mundo de imágenes que haría uso del mismo
principio. En la escena, no solamente ambos apóstoles, Pedro y Juan, pro-
yectan una ~ombra. También lo hacen Jos tullidos, e igualmente los vola-
dizos de los techos, que, en tanto "cosn salrln': se oscurecen donde inte-
rrumpen la luz. En el tercer libro de ~u Tratmlo tic Pi11111m, Leonardo escribe
que la sombra es una privación (privntione) de lo luz, por lo que debe uti-
liz;1rs(' para rcpresenlar cuerpos opacos y sólidos de manera convincen 1e
(N° 111 ).'7 Por (si timo, Vasari elogia a Masaccio diciendo que antes de él era
necesario poner nombre a las cos,1s pintadds, mientras que en su a rle se
mostrdban tan "vitales, naturales y verídicas", que parecía que eran m.l.s
que pintura." Con el tiempo. los cuerpos en la im.1gen usurparon la vida
de los cuerpos ante la imagen.
Con es10 parece perder validez la a ntitt•sis de Dante entre imagen y
cuerpo. Ma~ccio pudo haber argumentado que Dante había refinado el
Figura 6 J2. ~1Jsaccio. Escenas de la vida tic Stlll l'<tlro ( p.ired la1cral y parte
de I• pared del >enlanJI), hacia 1427, C...apill.1 Rran.:acci, Florencia. concepto de imagen en la misma medida en que lo había hecho con el con-
cepto de cuerpo. Desde entonces, un.1 imagen debía, en primer término,
producir mágicamente la ficción de un cuerpo, en vez de tomar po~ci.ión
tura de sombras" inducía a inventar cuerpos ficticios en el juego de som del cuerpo en cada circunstancia en que l.i imagen lo reprodujera. Además,
bras. De manera más radical que entonces, en la nueva versión de la esquia el mismo D.1111e trabajó a part ir de la licción de haber estado él mismo en
grafla, con Masaccio desapareció la frontera entre imagen y cuerpo, con contacto con imágenes viva~. a las que llamó sombras para distinguirlas de
lo que la imagen adquirió el protagonismo, despojándosclo a la vida. L.1 su propio cuerpo. Lo que se le va apareciendo a lo largo de su viaje al más
simulación eidtosa de cuerpos en una imagen visible que podía ser cal alJá se maniliesta, de modo patente, en un viaje en imágenes en el aquí
culada y construida matemáticamente (el arquetipo de nuestras panlJ mismo del lenguaje, cuyo trompe l'oeil ha sido reclamado para si desde
!las)•~ dio luga r a que las imágenes se entrometieran en la vida. En tanHl entonces por los posteriores movimientos de la tecnología de los medios
medio de la vida, la imagen se legitimaba como tecnología de simulación, de la imagen. Lo que para Dante habfa sido una licción poética, se con-
en vez de como recordatorio de la muerte. No obstantt\ Jos cuerpos de Ad~ 11 vertla ahora en una ficción pintada que, no obstante, estaba referida al pri-
y Eva se volvieron mortales con la expulsión del Paralso, que Masacdn vilegio que le otorgaba la nueva comprensión del arte. Mjcntras ta nto, sabe-
representó (figura 6.n). Al caminar se dirigen haci:.1 su pro pia mucr1 c, mos que en la misma medida en que las imágenes se cargan coa la apariencia
que los espera en el mundo, por lo que será necesario elaborar imágcnc' dela vida, en sent ido inverso vuelven insegura la percepción fehaciente del
de ellos para poder recordarlos.
No es casual que Masaccio haya pintado directamente junto a la ven
tana la poco representada curación que realiza la somb ra de san Pedru, 26 S1oid1i1J (1997: 54); Krc11cnbachcr (1961: 231 y ss.), y l lorst (19n: 204 y ss.).
Respecto de la loma de rayos X de la c:ipilla Brancacci. véa.•c J{oeugen ( 1996:
relatada en los Hechos de los Apóstoles (5). Según este relato, se llevah.1 ·'
tigurn s~).
27 Richtcr ( 1970. p. 164 del pról~o a lo~ oeis libros .obre lu1 y sombra).
is Manovich (1996: 114 y ss.). 28 V~ri (t•l'I 11, lllll).
254 I ANTROPO t OGfA OE lA IMAGE N IMAGE N Y SOMBRA I 255

mundo corporal, de manera que precisamente por medio de la ficción de


la vida traen la muerte al mundo. Lo que aún en la época de Masaccio era
un primer triunfo de la ficción .1rlis1ica,scconvirti6 después en un motivo
de melancolía para un espectador que ya sólo podía sentir seguridad en el
m undo a través de sus imágenes.
Pero la encarnación que ocurría en las imágenes tuvo además otra con·
secuencia, que amerita un breve excurso. Dado que la encarnación Lrans-
form ó a las imágenes en su conjunto, desterró de la pintura todo in tento
y toda forma de representación de los muertos, med iante un modus com-
plelamcn te d istinto, incorpóreo y por lo tanto trascendental. El recién ins·
ti tu ido principio de u nidad de la imagen pin tada p roh ibió , a pa rtir d e
ento nces, la representació n de dos tipos de cuerpos: cuerpos de los vivos
y cuerpos t' ll los que los muertos se mos1-raran como muertos en otro
mundo. Si alguna vez la representación en p in tura estuvo supedüada a la
ley de la percepción empírica, con esta prohibición perdió la capacidad
d e establecer una diferencia simbólica, convirtiéndose en sombra d el
mundo. Los muertos ya no pod ían aparecer como almas con forma de
sombras en otro mundo, sino que sólo satisfacían a la mirada escu d riña·
dora si eran representados como cadáveres. Los cráneos y los cadáveres
confirmaban la horrenda m irada de la muerte, que se di rige a los vivos
en el mundo. En la pintu ra de los inicios de la Modernidad, el cráneo fue
introd ucido junto con el retrato fiel, y como su acompañante indispen-
sable (figura 6. 14)..19 La inmanencia de
la percepción, que se repella en las irml-
gencs como en un espejo pintado, cul-
minó en la pared de la muerte. Pero tam-
bién los retratos de los vivos fueron
llamados por la muerte, cuando morian
aq uellos .i q uienes representnban. No
o bsta n te, su m uerte tuvo lugnr en el
espacio de los vivos, mientras que el 111:ís
allá hacia do nde se dirigieron no podla
ser representado (de todos modos, con
el tiempo se encontraron par.1 ello fic-
ciones retóricas y visionarias). También
la medición dd mundo como un uni·
Figura 6J~. Alberto Duren>1
verso fisico sin salida comenzó m uy
Retrato ti~ Si111/er611imo,1521,
p ro n to en las imágenes. Mu>CO de Arte, Lisboa.
Figura 6.13. Mn.accio, ~an Pedro cura 11 los r11f<·rrrm> ro11 su s11111/m1, h.1u,1 1427,
Capilla Brancacci, rlorcncia.
29 Belting y Jo..ru...., (1994.: 75 y-.) y Pomm1er (1998: -U y ....¡.
256 I ANIROPOLO G[A DE LA IHAGEN IKA6 EH Y IOHBRA 1 257

1:1cuerpo vivo, el verdadero ideal del nuevo arte de la imagen, expulsó .1


las imágenes de sombras incluso del más allá. El Juicio Final de Miguel
Ángel, que fue celebrado como la respues1a del Rem1cimien10 a la pocs1.1
de Danle, ubica la cuestión o n1ológica acerca de l.1 imagen y la mucrlc
bajo la perspectiva de la resurrección del cuerpo. "' Con el privilegio cele
siástico del encargo papal, Miguel Ángel superó,, Dante, al serle pcrmi
tido plasmar un escenario de l futuro absoluto en el que las a lmas en
sombra han regresado a sus pro pios cuerpos, vi~n dose en tonces como
cuerpos y no como imágenes (figu ra 6 ..15). Sin embargo, tales cuerpos. que
lrnblnn desaparecido con la muerte, cxighrn im<\gcnes más a li ~ de cu.il
quier proporción hu mana, y por lo ta n to i1n:.lgencs con un a iiadido di.'
corporeidad, lo que con tradecía la d isminución de corporeidad de bs im:i
genes de somb ras.
En la p ri m era mención del proyecto, en febrero de 1534, no se h.1bl.1
del Juicio. sino de la " Resurrección", con lo que la cuestión del cuerpo,
como interrogante acerca del futuro cuerpo inm o r1,1l de los muerlch,
ocu paba el primer plano.Jt Miguel Ángel aprovechó el hecho de que d ,
en tanto artista moderno, podía proponer su ficción pictórica en el terreno
de la fe eclesiástica como una visión permitid.i, cuya legitimación nn
era (1nicamen1e responsabilidad suya. En el campo de wmbas que diseno,
los cadáveres en cierto modo se yerguen de sus ~epuhuras fren le .i nuc\
iros ojos, se plantan en las lápidas, se despojan de sus sud arios y vi~tcn
sus esqueletos con carne nueva (figura 6.16). lJe ahl se alnn como cm·r Figura 6.15. Miguel Angel,/!/ /111c10 l-111t1/ (detalle con bienaventurados), Capilla
Si.xtina, Roma.
pos musculosos en un éxtasis de movim ientos de vuelo que aún tienen
lugar en e l espacio físico, au nque en ese m o m ento lo sobrepasan . ~u
corporeidad nivo un efecto Lan agresivo en sus con temporáneos, que y.1
no fue posible inscribirla d en tro de la tradición de imágenes del a l111.1 Dios, al mostrarnos c:ul.'rpos inmortales q11c por lo pronto pueden ser repre-
desn uda, sino que se reaccio nó ante ella corno fre nte a lr1 desnudez dt• sentados en la pint ura t'111icamcntc c<>mo cuerpos virtuales. En un a mez.-
o tros cuerpos. da inco111p;1rable de orgullo y 111icdo, el pupcl del artista como mimesis dd
Las im ágenes d e cuerpos son irremed iablemcntc recuerd os de cuc1 demiurgo divino se expreso en d au torrctrnlo de Miguel Ángel sobre la piel
pos, como también lo son las sombras que presuponen un cuerpo i:a¡1.11 desvestida de san Lla rtolo m~ (figu ra 6.17).J1 El apósto l, que tras la resu rrec-
de proyectar sombras. Por cllo, Miguel Ángel invirtió esta relación linl.'.11 ción ha recuperado su carne, mucsl ra el cuchillo que lo convirtió en már-
entre modelo y copia en u n acto de fuer.ta sin parangón, ,il dibujar im.i tir de la fe, micolrns que en la o tra mano, en su piel vieja, el pintor se o frece
genes de cuerpos prospectivos, que todavía ni siquiera existen. En su ~ll·.1 a nuestra m irada con sus mano~ lángu idas, desfallecidas, como un mártir
ción de imágenes utilizó de antemano un segundo ac10 de la creacion d1 del arte. De esle modo, Miguel Angel se in1cgrn a la imagen sin comparar e
con los cuerpos de los resucitados.
;o lle lolnay ( 197 1: 19 y ss. y 42 y ss.); Giui ( 19115),) Harnc• 111¡911).
11 l>c loina¡ ( 1971), con dcmost:racione.. 32 B;irneo. ( 1998: 1<>6). Cf. 1Jmb1<'n l..\\')'\'> ( 1y96 ).
258 ANIR OPOLOG[ A DE l~ IHAGEN tHAGEN Y SO HBRA 1 259

timón para cond ucir a lo~ condenJdos


al In fierno. Tales motivos ~on en es1e
caso, do nde carecen de la referencia a
un texto, alusiones poélic<b que no son
ilustraciones de Da nte, ~i no que invi-
tan a entender el panoram;1 pintado del
m ás ;tllá como una visión poé1ica en
el sentido de la Vivi110 romedio. Los
contemporáneos d el artista eslahan
comple1amcntc conscientes de esto. /\si
se explica también que el "d ivino Are-
tino" se ofrcdcrn desde Venecia co mo
poeta para e~crib ir u na cspecic de
guión para la pintura de Miguel Ángel,
quien no tuvo otrn salida que rehusa r
el o frecimicm o con el pretexlo ele que
Fisllnl 6l6. Miguel Angel. Ji/ j11icio Final (dctaUc: campo de turnh.1s con re-.ucitado,)
su obra estaba ya muy avam.ada, pues
(;..1pill• Six1ind. Roma (\"éase figura 6.3).
d e Jo con trario hubiera refutado su
pro pio planteamiento poético.-"'
Su retrato sobre la piel desvestida recuerda al sátiro Marsias, que tocando Figura 6l7. Migue l Angel, El
la ílauta perdió la competencia de arle con Apolo, y por ello fue castigado J111rio ri11a/ (d etalle: au1orrc1r:110
de Miguel Ángel sobre la piel .te
de manera horrible. En Ovidio, Marsias entero se tra nsforma en una ú nil.1
~n llarto lomc), Capilla Si~tma,
herida, y e lamenla de las intenciones de Apolo: u¿ Por qué m e .1rranl." 7 RornJ.
de m i mismo? (quid 111e milii de1m/1is ). • L1 leyenda del artisla se con
vierte en leyenda del cuerpo cuando la compctcncin co n rivales divin11\ A parLir de Da111e, las imágenes que nos conducen en el ámbito de la muerte
termina co n el artista perdiendo su cuerpo. Miguel Ángel alude aqut .1 se convirtieron en tema del arte. y,, fuera en la poesía o en la pintura, s u
Dante, que comienza el Lcrcer libro de la Divina comedia con u n recuc1do planteamicntl) era produ1.:to de la fan tasía artística. La carencia ele ver-
de la competencia de Apo.lo con Marsias (l'arniso, 1:13). En esta in1rod111 d:1el de las imágenes se compensaba por m edio de la fi cción profes ional.
ción, Danw implo ra inspiración al dios de las musas para su "ultimo lavo ni~ Pero incluso la ficción no podía evi1arse en los casos en q ue las imágenes
para el cual requería del apoyo divino. De manera sutil, el pin1or de 70 '"'°' hacían lo obvio y duplicaban el empirism o como en un espejo. La npa-
lrncc propia esta apelación de Dante, al solicilar la ay uda del poela d ivi1111 rie11rio visual, con la que estamos seguros J cl mundo, no puede desl igarse
para su "úll ima obra" en una metáfora vuel1a imagcn. 11 de la apariencia, que ele .1ntemano reside en nuestra mirada. Igualmente
Al igual que Dan te, Miguel Ángel hace valer la libertad permitid.1en l.1 las sombras, en cuanto nparecen en nuestra mirada, se desprendt·n de los
ficción poélica, lo que lo Libró igualmenle de un conílicto con las vcrd.1 cuerpos a los que pertenecen. Incluso los cuerpos no se nos m anifiestan
des teológicas. En realidad, co n quien compite es con ()ante, a quien Mi¡,:u1I _,c omo son, sino del modo en que los vemos, o sea baj o una mirada ajena
Angel dedicó varios sonetos. Por eso introduce en el tema cdcshl~t irn dd a la que, creyentes. in terpre1amos como hecho. La distancia hacia la ima-
Juicio de Dios motivos de Dante, como el barquero C.1ro n te, quc g111.1 rl

• Ovidio, Mriamorfo>i5, cd. esp. cit.: Libro v1, p. 41J.1. IN. del LI 3~ Aretino (19~ 1, 64 y 113, y 11, 15 y 21); d.1amb1cn la respuesta d e .\ligue! Angd
33 n.1mc, (199l1: 69). en Mir/1elm1¡,:clo l,rtters ( 11163, N• 53).
260 1 ANIROPOLOG IA DE LA IMAGEN IMAG EN Y SOMBRA 1 261

gen no surge apenas con la con templación, sino que se estableció ya desde Dante.'" En una concepción del m u ndo en la que el cosmos puede carto-
la generación de la imagen. grafiarse a sí mismo s in deja r ning1ín h ueco como espacio fisico, como
Únicamente las imágenes técnicas parecieron elud ir este d ilema debido in manencia sin fronterns, la tccnologfo de la s imágenes virtuales, según
a su automatismo (aunque de inmed iato las convertimos nuevamente en Wertheim, se habría vuelto un lugar para an tiguas m·cesidades espiri-
prótesis de nuestra mirada). Alguna vez se hizo alabanza de la fotografla tuales que han perdid o su base religiosa. Por eso considera la fuga del
por rem plazar la mirada humana mediante d mecanismo de la d mara. cuerpo como un:i fuga en las i1mlgcncs,co11 el fi n d e enconl rar abf u n más
c:I cuerpo fotogra fiado producía aq uí en cierlo mod o su propia imagen allá que aún no haya sido oc;up:ido por la inmane ncia.
de manera sim ilar a como habla proyectado siem pre su propia sombra.
La imagen natural y la técnica se encuentrnn más próximas entre sf que
en relació n con la imagen que ha pasado po r un observador hu mano: por
eso fox 1albot llam ó a La fotografía el "lápiz de la n atu raleza".~~ No ob~­
tante, precisamente en Ja mayor proximidad al cuerpo, b imagen se l rnn~
fonna en un fantasma que no es ni imagen ni cuerpo. Es ahí donde se inscrt.1
la antigua m:igia que dura nte tanto tiempo h:i servido a l:i sombra. L,1
impresión corporal y la figura de cera, en tnnto imágenes técnicas, son yu
a nlecedentes de la fotografía en lo referente 01 esla ambiv3lcncia.
Sin embargo, Ja fotografía captura nuestra sombra en este mundn y .1
partir del cuerpo vivo. O bien capta a los muertos solamente como cada
veres, o po r el contrario transforma de inmediato a los vivos en muertm ,
es decir, en irrepetibles imágenes para el recuerdo de si mismos. Aunqw
con1inuamcntc se pretenda enseñar a las i1migencs a correr y proporcio
narlcs sonid o (en la cinematografía), es imposible repetir el tiempo, q u•
ya ~e lrn escapado de las imágenes. Las transmisiones en vivo en tiempo
real se disuelven como ilusión cuando e n l:i TV miramos cinco m inuto'
más ta rde la misma secuencia de imágenes repetida en otro c:1nal. En l.1
paradoja entre cuerpo e imagen, la frontera entre la vida y la muerte se h.1
convertido en una experiencia del mundo de los vivos. Percibimos las som
bras de Dante en este m u ndo. Cuanto más simulan las imágenes nuestro•
cuerpos, más los despojan de Ja diferencia con la que garantizan su pro
pia realidnd.
Ún icamente la falta de semejanza con el cuerpo saca a las i1rnlgcnc'
del laberinto en el que les otorgamos el intercambio con nuestros cu<:•
pos. Por esto, la imaginación libre, q ue contradecía cualqu ier reprodul
ción , era una vía de escape de la inmanencia. El mundo virtu~t l se h.1
convertido actualmente en una de esas vfas de escape. En su libro '/'/¡e
pearf)' gates ofCJ'berspace, Margarct Wcrtheim, q ue comienza su hi~ 1m 1.1
de la represeotación del espacio con Dan te, con templa el mundo d .: l.1
"cibcru topfa" como regreso a un dual ismo que h:iblamos perdido d e~1k

35 \.\/icg:md (1981: 45 y ss.). 36 Wer th eirn ( 1999: 283 y ss.).


7
La transparencia del medio
La imagen fotográfica

l. EL ESPECTÁCULO DE LAS IMÁGENES

La cuestión de la imagen suele manejarse de manera especial en el caso de


la fotografla, pues en eUa la imagen se entiende ya sea como un fragmento
que la cámara arrancó al mundo, o bien como el resultado de una técnica
aplicada al aparato fotográfico de acuerdo con determinado m étodo. En
un caso, la imagen es un rast ro del mundo; en el otro, una expresió n del
medio que la produce; la " imagen fotográfica" se ubica dentro de los pará-
metros que su método comprende, esto es, entre la toma de la fotografia
y la producción de la copia. Por eso es conveniente hablar de imágenes en
sentido antropológico. De este modo, las imágenes se entienden como imá-
genes del recuerdo y de la imaginació n con las cuales interpret amos el
mundo; así es como hemos entendido la fotografía y, en la actualidad, las
técn iC:Js d igitales. .Esto se debe, precisamente, a que la fotografia n o es "con-
tingencia pura", y a que tampoco capta solamente lo que encuentra en el
mundo.' Bajo nuestra m irada, el mundo tampoco es contingencia pura,
sino que, como dice Susan Sontag en relación con la fotografía, lo repre-
sentamos con imágenes de n uestra propia imaginería.• En palabras de Vilém
Flusser, las imágenes se ubican "entre el mundo y el ser humano. En ve~
de simplemente presentar el mundo, lo muestran de ma nera dislocada,
hasta que finalmente el ser humano comienza a vivir en función de las imá-
genes creadas por él mismo". Flusser advierte que también las imágenes
pronto acaban inmersas en d "tiempo circular de la magia"; sin embargo,
a la imagen técnica, y por tanto a la fotografla, le adjud.ica un estatus dis-

1 Barthes (1985: 38).


2 Sontag ( 1977: "The image worlcl").
264 1 AN TROPO tOG IA DE LA IMAG EN LA IRANS PARfN( IA DE L MED IO 1 265

tinto.i Esta diferencia será cuestionada a continuación en determinado~ aparecen las imágenes del mundo. La percepción humana siempre se ha
aspectos extremos. adecuado a las nuevas técnicas ele la imagen, pero trasciende sus fron te-
Roland Barthes buscaba una "evidencia d e la fotografía" que fuera espe ras mediales de acuerdo con su naturaleza. Las propias imágenes son
dfica de ésta, deseaba encontrar qué es lo que " la d isti ngue de cualquier intermediales: continúan transita ndo entre los medios históricos ele la
o tro tipo de imagen". Y, sin embargo, debió admitir que él m ismo tuvo imagen inventados para ellas. Las imágenes son los nómadas de los medios.
experiencias a ntro pológicas a partir de la sensación temporal, al ver u nn Desmon tan su campamento en cada rnedi.o nuevo que se establece en la
fotogra fía vieja, de que, paradój icamente, volvía a experimentar la viven historia de las imágenes, antes de mudarse al. siguien te med io. Sería un
cia de una época pasada. Algo similar ocurre con la consabida pregu n111 error confundir las imágenes con esos med ios. Los propios med ios son
d el espectador acerca de la ª verdad de la imagen". Debido a esto, Barthc' un archivo de imágenes muertas, a las que sólo animamos con nuestra
b uscó también fotografías de personas que había conocido y de las que mirada. Las imágenes fotográficas también tienen su lugar en el antiguo
él mismo contaba con imágenes interiores propias, a las que comparó con espectáculo al que podemos llamar teatro d e las imágenes. Aquí han apa-
las fotografí:ls. Asl refutó su propia afirmaci.ón de que la fotografi.a era " u11 recido en escena diversos medios, aunque siempre ha sido sólo una apari-
nuevo objeto en sentido antropo lógico". Finalmente, él mismo propone ción temporal.
retlexionar"acerca ele la relación antropológica entre la muerte y la nuev,1 Las imágenes fotográficas simbolizan tanto como las mentales nuestra
imagen, que invoca a la muerte al pretender p reservar la vida': Y ci1a .1 percepción del mundo y nuestro recuerdo del mundo. Desde su invenció n
Maurice Blanchot con la tesis de que el "ser de la imagen lconsisliria en el desarrollo interno de la fotografía no se ha dado en modo alguno de
estar] oculto y sin embargo abierto a esa presencia-ausencia que consti manera automática. Ya desde aqui es posible percibir el juego Jibre de la
wye la seducción y la fascinación de las sirenas".• 8arthes no desarrollo interacción entre imagen y medio. Ambos tienen un origen distinto: el medio
p ropiamente ninguna teoría de la fotografía, sino que, casi en contra ck como una invención técnica y la imagen como el sentido simbólico del
su voluntad, expandió las fro nteras mediales de la fotografía, que tanto medio. Desde los inicios de la fotografia, la im agen del mundo de la Moder-
le fascinaba, a las cuestiones generales de la imagen. Al coleccionarlas, .11 nidad se ha transformado fundamentalmente. En la historia de la fotogra-
intercambiarlas o al valorarlas como slmbo los del recuerdo, las fotogra fía hemos dejado atrás las modas del realismo, el naruralismo y el simbo-
fías se presentan como muestras a ntropológicas, similares a los afane' lismo.s La sociedad industrial en el sen tido clásico llegó )'se marchó. La
dc.I pasado por pretender hacer inteligible el mundo, con la creencia Ul' imagen fotográfica fue compaf\era de este desarrolJo, proporcionando espe-
que se apropiaban de él en la imagen. Con esto hemos descrito de manci .1 jos contemporáneos a los que sus espectadores deseaban asomarse.
general el experimento q ue sigue. E.n modo algLmO inten to cuestiom11 Sin embargo, Flusser introdujo una d istinción estricta que ú nicamente
las teorías de la forografia q ue d isfrutan del mayor éxito como teorl,1~ tiene sentido cuando se aplica, no entre imagen antigua e imagen técnica,
mediales de la imagen; lo que p retendo es proponer otro camino, rdi sino entre imagen y medio. "El significado de las imágenes es mágico." Per-
riendo )as imágenes al espectador y a sus experiencias de vida o a sus ob'l' tenecen a un "mundo en el que todo se repite': y po r lo tanto fonnan patro-
siones, a las que se entrega en imágenes, en sus propias i mágencs, incl11M 1 nes antropológicos. De éstos se distingue la "linealidad histórica" de los
cuando éstas adoptan la forma ele fo tografías. medios y las técnicas. Flusser contempla la fotografía "como una imagen
Estas imágenes son las imágenes simbólicas de la imaginació n, que h,111 de coJlceptos': lo cual, sin embargo, se puede decir de la mayoría de las .i má-
recorrido un largo trecho antes d e llegar a incursionar en este mcd111 genes, si se llega a un acuerdo en cuan to a la esencia de los conceptos. En
técnico. Si se nos permite forza r u n poco el asunto, el cuest ionamicnto c.l caso de la fotografía, las imágenes significan "conceptos dentro de un
está dirigido más bien hacia las vertien tes de las imágenes den tro de l.1 programa''. Son, al mismo tiempo, conceptos del mundo que el fotógrafo
fo tografía. La fo tografía, elrnedio moderno de la imagen por an101111 "captma en imágenes". "Lo verdadero no es el mundo a.llá afuera", sino la
masia, funciona desde esta perspectiva como un nuevo espejo en el ~I' " fotografia, con la cual l.o inlernalizamos. " La transformación es informa-

3 Husser ( 199i; 10). 5 Ncwhnll ( 19Ko: 1w y ss., 1964: 59 y ss.); Wicgand (1981: 173 y ss.), y Kcmp ( 1980: 1,
4 flarthes ( 1985: 70, 96. 103 y 117). 169 Y>·'·).
266 ANIROPOtO,IA DE LA llU6EN tA tRANSPARENCIA DEI HEDIO 1 267

ti va, la costumbre, red undante:' Por lo tanto, en la fotografía se trawría del en que fueron fotografiados. Sin embargo, éstos, sobre In placa fotográficn,
desafio de "contraponer imágenes informotivas a este ílujo de redu ndan son arra ncados del flujo de la vida y "conjurndos" en la imagen, como es
cia". Información, sin embargo, significa información acerca del mundo. propicio decir en referencia a las prácticas m:lgicas, a manera de recuer-
y ademá~ info rmación nueva, un tipo de información que es almacenad.1 dos aislados de la realidad. Pero la fotografla ú nicamente adquiere este sig-
por el programa de los aparatos. "Encontrarse en el universo de la fotu nificado en su búsqueda de rastros cuan Jo persigue la realidad de las cosas
significa tener la vivencia del mundo en función de fotos." La "filosofía d<' y nuestras experiencias con las cosas. La referencia de la que pueden ser
la fotografia" Lleva a cabo una "crítica del funcionalismo en todos sus aspct ponadoras las imágenes fotográficas pierde su significado cuando han per-
tos antropológicos, científicos" y otros. Lo que a él le interesa es propa~.11 dido su significado las cosas con las cuales pretendemos apropiarnos del
la libertad con respecto a la coacción de la fotogralia, la "libertad de actu.11 mundo. La pérdida del referente, como ocurre en el empleo actual de la
en contra del aparato".6 Se trata de u n proyrcto distinto del que este en~,1rn fotografia, tiene su origen en nosotros mismos, pues mien tras tan to pre-
persigue. En lo que sigue, el asunto será redescubrir la inextricable intcr.1• ferimos soiia r con mundos incorpóreos, y acaso también con sombras
ción en tre imngcn y medio en la fotogrnffa ante un horizonte mayor d1: l11 del tipo de las que ya no requieren de cuerpo parn existir.
historia de la imagen. Pero la técnica es dócil. Ya desde sus inicios se colocó a la fotografia en
contra de su sentido supuesto o \•erdadcro. Con ella es posible reproducir
incluso aquello que no se puede reproducir, si no linicamente imaginar. No
sirvió de nada dirigir la cámara hacia el mundo: allá afuera no hay imáge-
2. LA tMACll!N 01'.L MUSOO nes. Únicamente en nuestro inrerior las elaboramos (o las tenemos) siem-
pre. Por eso se repite siempre la vieja disputa entre pictorialismo y docu-
La fotografla fue alguna vez el vera ico11 de la Modernidad. f.sta es la hipo mentalismo, que, en el movimiento pendular de In eterna búsqueda de
teca que desde entonces continúa pagando. Pero el " mundo cxpanditl11 imágenes, adoptan como programa o bien la bellczn, o b ien la verdad de
allá afuera" se volvió durante el tra nscurso de la Modernidad cada vez 1111" la fotografía (en un caso la impresió n subjetiva y en el otro la expresió n
sospechoso o incierto. La imaginación dejó de preocuparse por b venl.1d objetjv~1 del mundo).1 Cuando la fotografia se ndecuó a la pintura, no fue
del exterior. Por eso, pronto dejó de tener utilidad el hecho de poder foto simplemente un:1 mimesis realizada por olro medio.9 Debido a que se le
grafiar el mundo. No obstante, una técnica antigua sólo se vuelve obi>0Jc1,1 reconoció a la pintura el gran aporte histórico como productora de imá-
cuando su motivo se hace dudoso. La fotogrofia ya no enseña cómo e' 11 genes, lo que se imitaba no era la pintura, sino la eficacia de sus imágenes.
mundo, sino cómo era cuando todavfa se creía que era posible poseerlo 111 En vez de repetir la vieja comparación con la pintura, que por lo demás
fotos. La mirada moderna prefirió dirigirse hacia lo imaginario, y poco d(, garantizaría i'micamente el carácrer artístico de la fo tografía, resulta de
pués hacia u n mundo virtual, para el que el mundo real constituye 1111 mayo r interés transmitir el sentido actual que tiene la imagen fotográfica
obstóculo. 1 ~1 fotografía fue alguna VC'l. una mercancía de la realidad. 1'1•111 para sus producto res y para sus espectadores. El sentido puede radicar ya
tampoco en el pasado reproduda el hecho de la realidad, sino que :.i11, 10 sea en extraer del mundo una imagen hermosa y autónoma, o, por el con-
n izaba nuestra mirada con el mundo: la fotografia es nuestra miradn .:.1111 trario, en analizar el mu ndo por medio de i111~\gcncs. En u n caso el mundo
biantc al mundo, y a veces también una mirada a nuestra pro pia mi r.1d.1 era el mo1ivo, en el o tro la imagen era una llave del mundo. En ambos casos,
Tales son los argumentos con temporáneos en contra de la foto¡.:1.il11 la percepción de la imagen fo tográfica es distinta en términos programá-
como signo indcxal.7 También puede serlo: una impresió n y un ra.'>trn .¡, ticos. Si la imagen conlleva intrínsecamentr su sentido propio, se trata de
las cosas con las que alguna vez entró en contacto; el indicio de qm: l.1 una composición. Pero si muestra lo ópticamcn1e desconocido con el fin
cosas y los acontecimientos tuvieron que haber existido en el momc11t11 de abarcar el mundo con una mayor precisión visual que nuestros ojos,
entonces representa un medio que intercalamos entre nosotros y el mundo.
6 Flusscr ( 1992: 9, 13. 32 y ss., 59 y ss. y 66 y >S.).
7 La cualidad de Indice de la fotograíl.1se rc1111¡11tíl a !'circe ( 1955: 106 Yss. ). 8 Cf. la "'"·' ~.
Cf. Krnus> ( 19R5: H7 y ~s.). Cf. también 1l 11 r.1ncl ( • 91)~: 126 y S>.). 9 Schmull (11¡70) y lllllctcr (1977).
268 1 ANIROPOtOGI A DE U IHAGEN lA IRANHAREN CIA DEl MEDIO 269

La fo tografía establece un breve intervalo de tiempo al hacer una copi.1 ocupado en documentJ r fo1ogdfic.1111ente los monumentos egipcios, con
del mu ndo. Pero el mundo se ha transfo rmado ante nU('Slros ojos desde la intención de compilar >US fotos "en un :llbum m uy hermoso", com o
q ue fue fotografiado (figura 7.1). El mundo drspués de la invención de l.1 escribe flaubert (figura 7.2). De la gran esfinge. hacia la q ue cabalgaron
fotografía (Tire world after photograpl1y), como lo ha llamado el arti \ t.1 con im paciencia. " ningún di hujo que yo conozca puede dar u na idea,
conceptual norteamericano Robert Smithson, se convierte en si m i;mo pero ahora esto será d iferente graciJ~ a la l.'xcelente to ma lépreuve, en el
en u na especie de m useo.'º La fotografla geometriza, n ivela y clasifica. Lo' doble sentido de pruchJ y en~ayol que de ella ha hecho Maxime''." El
lugares se vuelven lugares fotográficos, y co mo tales se encuentran em.•· templo de Abu Simbcl hada el que dirigió su cámara en aquel m omento
rrados en el rectángulo de la to ma fotográfica sin poder escapar del empi ha sido reconstruido en la .tetualidad en un luga r completamen te dis-
rismo, pero a cam bio están confinados en un tiempo q ue pertenece 111 ti nto. El lugar que vemos en la fotogra fía ya no existe.
pasado, com o lo ha form u lado Régis Durand, a m pliando lo d icho poi El mu ndo en l:i íotografl.1 bC convierte en u n arch ivo de im ágenes. Lo
Sm ithson. 11 Sólo p uede rcsulla r consecuen te que Smithson hnya inlcn perseguimos como si fuern u n f':i ntasma y solnmcntc lo p oseem os en las
lado crear n uevos lugares en la na tu raleza, en vez d e hacer cop ias tk imágenes, de las cunlcs siempre se ha escapado ya. Tam bién las imágenes
ellos. En la actualidad contamos con un archivo ele fotogr:ifh s que no s61o fotogníficJs permanecen como recuerdos m udos de nuestras miradas pere-
son recuerdo de la época en que fueron to m adas.sino que ta m bién hacc11 cederas. Solamente las ani111;1111os cuando nos traen de vuelta nuestros pro -
reco rdar el m otivo que fue captado en o tra época. Tal rno livo pcrinu nelc pios recuerdo~. La~ mirada~ de dos espectado res an te la m isma fotogra fía
en un tiempo perd ido, y con él envejece. El mundo rel11'.1ye rápida y fu n d ivergen en la m i~ma medida en q ue d ivergen los recuerdos. La mirada
damen ta lm ente la semejanza con la toma fotográfica, que sin emb.1r~11 "recordante" del espectador
fue tomada a causa de la sem ejan7,.ll. Así, el mu ndo perm anece en la foto actual es diferente de l.1 m i
grJfia i'.i nicamente de la manera en que alguna vez fue. rada recordada que condujo
Ya de de antes de la invención th hacia la fotograha, y en clln
la fotografi.1, el mundo ofrecí.1 dm se cosificó. Pero el Jura de un
perspectivas completamente difcren tiem po irrepetible que hJ
tes. Era, por u n lado, el mundo a 111.11 dejado su rastro en un.1foto-
y al m is mo tiem po era el antiqu1,111111 grafía ir repetible conduce J
mundo d e los geólogos y lo> arqueo una animación peculiar, q ue
logos. 1-tabia en el mu ndo com1ru< p rod uce una compenetra-
cioncs milenaria> que eran foto1::r.1f1.1 ción afectiva en el espectado r.
das po r pr imera vez. Maximc: 1>11 La diferencia ent re imagc:n y
Camp h izo de ello su te ma cu.indo realidad , en la q ue radica el
llegó a Egipto en 1850 en compo11í.1d1 enigma de u na ausencia he-
Gustavc Flaubcrt. Fla ubcrt escrih111 cha visible, regresa en lt1 foto-
cartas de viaje desde O riente con d l111 grafía a través de la d istancio
de pub licarlas como libro de vi.IJ\''• con relació n al tiempo que
describiendo en ellas u n mu ndo exn llega post fac/11111 hasta nues-
Fisura ?J. Anónimo.Alfred Stieglitz tico y a la vez m uy a ntiguo. M n~11111 tros ojos. Si b ien en la foto-
sobre 1111 p11e111e, fotogmjimulo, t905. Du Camp "pasaba y gJ>tab.1su~ d 1.1\ grafía confundimos "la lógica Figura 7.2. Maximc Du Camp, Coloso, templo
de mimesis y analogía, que es 1/e R<' t11 A/111 S1111bi'I, 1850.
10 Véa>e T7re 1vr11111gs ofRobert Smitl1so11, en Holt ( 1979): <Í. lamb1cn Durjn<l (HI'/\
151 ) >S.). u Flaubert ( 1973: ~19
y 55., e;p<.'<.1jl111cntc pp. S6o. S70 y 609): en relación con el
11 Ourand ( 1995: ISJ). proyecto de tgipto d.- M. Du Cmnp, v~as.- D"" i11 y Schullcr-Procopovici ( 1997).
270 ANIROPOlOGIA DI lA IMAGEN LA tRAN S PARl~C IA OH HEOIO 1 271

de nalurale-.Ga metafórica, con la lógica del contacto y del rastro, que pcrtc desecho de las imágenes, la televisión también modificó la percepción de
nccc a la ml·tonimia, es imposible separarla del acto que la produjo; es un la imagen individ ual. En su calidad de marco para imágenes perecede-
i111age-11ct, o sea una incisión aguda en el sentido espacial y temporal''. 11 ras, la televisión liber.1e;pacio para nuevas imágenes continuamente, imá-
genes que no tenemos que conservar ni que comprar, ya que son sumi-
nistradas y eliminadas simultáneamente dentro del flujo continuo. Los
noticiarios con imágenes, que se transmitían cada noche de manera gra-
3. 1-A FOTOGRAF(A EN El. MUNDO tuita, y que poco después empezaron a hacerlo en tiempo real, con su
estructura de difusión y sus contenidos despojaron a la fotografía indivi-
Si la fotografía es un lugar de imágenes inciertas. por otro lado es tan1 dual de su estatus y de su sentido como documento del mundo, pues hasta
hién un lugar incierto para las imágenes. Nunca sabemos dónde dcj.11 ese momento la fo tograffa habla condensado una totalidad de informa-
las fot t1s que hemos tomado. ¿Debemos ex.ponerlas, colgarlas o cok ccil) ción en un solo símbolo. Ahora es el espectador quien decide tomarse el
narlas en un álbum? RosaJind Krauss nos ha hecho n.:cordar que en los ricmpo para apreciar para sí mismo la foto individ ual como expresión
inicios de la fo tograffo, la estereografía cm un medio masivo, y las foto;. de algún reportero gráfico famoso.'7
se manipulaban para que resultaran las "vie1Vs" en los aparatos cstcrem A partir de esta modificación de la percepción, era previsible que la foro
cópicos.'• Ya en 1857, la London Stereoscopic Company había vendido se transformara en un arte museal. Con esto me refiero a un proceso que
quinientos mil estereoscopios, y dos años m;\s tarde ofrecla más de cien no debe confundirse con la vieja ambición de los fotógrafos de crear arte.
mil motivos en sus catálogos de venta. Las campañas fotogr.Hica:. \l' Más bien aludo aquí a una retirada de la fotografla que la lleva a adquirir
emprendían ento nces para producir documentos, no arte. Para las foto un aura, con la que se desprende de la competencia con los medios masi-
grafias comerciales, los álbumes eran un articulo de lujo en el mercado vos. Contemplamos fotograflas como antes contemplábamos pinturas, y
En el siglo xx, los medios impresos inrrodujeron la rotativa, que dilu11 las vemos reproducidas en su corrcspondicnrc formato en las paredes de
dió masivamente las imágenes fotográficas, aunque se tratara de rcpn1 los muscos o en el cat:llogo de una exposición. Pero no culmina aquí la
ducciones y no propiamente de fotograflas, y aunque fuera a través de 1111 "forme tab/ra11" a la que se refiere Jean-Fran~ois Chevrier,'8 sino que tam-
medio distinto al fotográfico. Así, la rcvist.1 illlstrada se convirtió en d bién hemos magnificado el propio hecho fotográfico, algo que frecuen-
lugar para la foto pública, y el álbum en el lugar para la foto priv.1d.1 temente negamos. En esta transformación, la foto se disimula como el
Actualmente, la foto en el ámbito público es una expresión secundan.1, fetiche que realmente cs. En tanto objeto (copia en papel), requiere de
y aparece como imagen impresa o filmada. " un lugar sobre el que pueda reposar o ser colgada, un lugar de conser-
La "Great American Magazine" que se publicaba con el tírulo Life, y ()lll' . vación. No sólo deja de tener validc1 la vieja relación entre negativo y
fue fundada en 1936, formó con su fotoperiodismo la mirada fo1ogr.1til.1 copia, ese testimonio de la referencia técnica impecable. Igualmente vemos
de toda una generación. Llegó a tener una tir:ida de ocho millones. y 1111 cómo la foto desaparece de la manera en que se conocía antes, tanto en
obstnnre tuvo que suspender su aparición en 1972, debido a que sus rcpo1 el gran formnto muscnl, como por otro lado en d archivo del almacena-
tajes en imágenes de la guerra de Vietnam fueron sobrepasados por 1111 miento clcct r6nico de datos, donde "reposa" hasta que alguien se conecte
medio más joven: la televisión. 16 La impresión de imágenes se había vud y la llame. Únicamen te sobre las pantallas parece haberse resuelto el pro-
to demasiado cara y demasiado len la. En tanto lugar de reunión y d1 blema del ;ilmacen;1111icnto y la presen tación de fotos. Por lo tanto, no
se trata sólo del hecho de que las fotos haya n dejado de reproducir el
13 Durnnd ( 1995: 7.¡). mundo. Tampoco queremos dejarlas ya en el mundo, sino que las escon-
1~ Krau.s (1989: 188 y ss.).
15 En relación con la fotografia y los medios impreso;, véanse freu nd ( 1976): llJ) 11,
(1971). y Moll ( 1968). 17 En relación co11 l.1 exposición de fo1ogr.ilia. vfao;c C Philhps. en lk>hon (1989:
16 Cf. la notJ 15. Fn relación con los medio< impr~s y co11 IJ impresión de 14 y ss.) y T. Oslcrwold, l'n foly ( 1990: 133 y si..); en rd.icion con la televisión,
im.1gcncs, véase el primer estudio fundamcm.il de M. Md uhJn ( 1951), T/11• Zielin>ki (1989) y Dodkcr (1989).
mcc/inmml liritlc. 18 C hevricr(198u: 9 y S>.); cf. en conlrapn>ición Chcvricr, en Joly (1990: 153 y ss.).
272 1 AN IROPOlOGh OE U IM AGEN tA IU NSPARlHCI A Dfl HEDIO 1 273

de mos e n el cód igo de dalos de una black btJx, corno si de este modo l,1, tamo la mirada de un medio distinto, con el fi n de proporcionar a sus imá-
expulsáramos del mundo.' 9 genes mayor profundidad y mayor sentido gcncrnl, y así Lrasccndcr la fron -
En esto se hace evidente el trato simbólico y a veces mágico que tenemo.\ tc~a t~cnica del medio. En sus inicios, poco después de su invención, los
con la foto. Ocultamos la existencia fisica de las imágcnc:. técnicas, como ~i p~ 1sa1cs marinos de .Gustavc Le Gray cautivaron a las miradas contempo-
pretendiéramos transferirles la expresión de nucstr.i imaginación. Dado que ':1neas, que hablan ido lan1.adas hacia la naturaleza por la pintura román-
en la actualidad preferirnos desconfiar de lo real. nos engañamos pensando tica (figura 7.3). La pin tura había mo nopolizado la percepción del mundo
que podemos eliminar la vieja barrera entre la visibilidad y la invisibilid.1d en la. mirada y el espíritu de su época, hasta que la fo1ogra1Ia se volvió un
de nuestr.is propias imágenes. También abrigamos el lemor de que la im.1· medio conductor en ese sentido. Algo sim ilar es válido para el retrato en
gen fo1ográfica, en tanto evidencia (índice) del mundo, pudiera conven esa época.•Q Desd e siempre, los medios hi~tóricos se han medido mutua-
cernos de una mayor rt"a!idad (bo11jour da11s la realité) de la que queremm mente Y se han defi nido recíprocamente, aplicando en la imagen no sólo
admilir. La fotogrnfia fue y sigue siendo un lugar pilra la exhi bición y el in1cr la r~producción sino también la producción de un;i mirada que ha sim -
cambio de imág<.:ncs: ele nuestras propias imágenes y de las imágenes del bolizado y modelado la percepción de u na determinada época.
mundo. L>e aquí proviene también la ambivalencia ent re mirada y mo livo, Nos volvernos conscientes del conocimiento propio de nuestra mirada
que no podrá ser resuelta por n inguna técnica, mientras sigamos depcn cua11do en un~ fotogralla convergen diversos medios, los cuales se superpo-
d iendo dl' los pro pios aparatos. La mayoría de las veces ya no nos prcgun ner~ como scdrmcntos ele nuestra experiencia con imágenes. En una de sus
ta mos qué es lo q ue las fotografias nos muestran, y.1 que este "qué" se h.1 sen~, André Ke.rt('Sz fotografió naturall.'7..as muertas, que es un motivo que
vuelto un privilegio de las veloces imágenes en movimiento (imágencs"/íl't•" J proviene de la pmtura y que requiere de un tipo de mirada que fue form ada
En la foto preferimos encontrarnos con u n mundo que haya sido e~c... en la pintura. En algunas ocasio nes, como en una fotografia del año 19- 1
nificado artisticamentc como imagen. Esto ha dejado de ser una mera c:.tr.1 haoa ' que a1gu na de ta 1es natu ralcr~1s muertas, en este caso un platón con ) '
tegia artística, y corresponde ahora también al patrón de percepción lllll manzanas, estuvieran cercanas a una pintura antigua, poniendo así en jue-
empican en la ac111alidad los espectadores ante lu foto en exhibición. b to' go o lro género de la
pretenden descubrir ahí un enigma que se oponga .1 la percepción r:\pid.1 pintura, el paisaje, y
y superficial que normalmente licnen. ParJ esta función, la imagen foto proponiéndol<>!i para
gnífica no es tanto u n docun1ento, sino m.ís b ien un recu erdo de un h._.r su comparació n (fi-
mético y casi perdido sentido del mundo. Esta función se cumple de do' gura 7.4).11 Al mismo
maneras opuestas: ya sea apareciendo bajo un gesto teatral y como pc1 tiem po, entre la pin-
formance, o bien como un motivo casual que ~u sci la una m irada d e tura y la natu ralen
s.1costumbr:ida. Con esto, la p ropia fotografia se ha vuelto u na form.1 lk muerta, Kertész esta·
recuerdo. Recuerda la pintura, el cinc o el teatro, y su propia historia. cu.indo blece u na di fcrcncia
1odav(a era el "rlemier cri" de las imágenes. temporal que se con-
trapone a la exhibi-
ción simul tá nea d e
ambas en el mismo
4. IMÁG ll NCS I N l l!RMEDIALES espacio. Lo q ue mi- Fisura 7.3. Gusraw Le C.ray, Pais.1j1• marilio, 1856.

La fotogralla no sólo plagió o asimiló a l.1 pintura (lo q ue por 0 1r.1 11.11 h
tam bién hirn la pinlura e n sentido con tra rio ). Adem ás, to mó en pn·' W Vé'dnse Jani~ (1987) .Y lo>co111~n1Jrios a Cray en el .011.1logo C'opier m!er (Possclle,
1993: 416). U. ta111h1~11 el c,11Jtogo //,.. 1w1/l111g 1/re11111. P/101og"'phy> First Century
(Hambourl\ et 11/., 19111: Íl!\ura ~4. ~· 64 ).
19 l'n rd.1d611 con la lntogr:ifia en los medio' tli¡\i1.1lc\, '~·"e d en'ªYº " l.1 llll.l¡\<"11 2J En relación co11 la.<11.11ur.1l<>1as llllll'rtJ<de A. Kcrtés1, v~a:.e Karcsz ( 1971: figura
del cuerpo •01110 ima)\Cn del ser hum.11w" en "'I<'
hh1<1, u111 '·"1101.1, ~~ .1 ~ de p. 48).
274 I ANIROP OlOG IA Dl lA IHAGEN LA fHNSPARENCIA Dtl HEOIO 1 275

r,ln10S de manera Í,tdilol


no es 0 1r.1 cosa que un.1
ío1ogrnfüt, y sin cmb.1rg11
en nuestra mirad.1 .1p.11e
ccn diverws medios dL· l.1
imagen.enlrccllo~ l.1 pin
tura (en un medio pillll
rico allejo). pero M\lo en
una imagen en que npa
rece como rcferenc1.1 .1
elb misma. 13asta con q11l
veamos d medio fotogr.1
fia para reconocer en ~11
c;pejo otro medio di'
Figura 7.4. i\nclré Kcrtés1, N11tumli·z11 11111crt11, 1951. Linio. La im;igen qui·
surge con esto en el e'
pec1ador sobrepasa las fron teras mediales, y se compone,de un.a ~in.le"'
entre imágenes de la percepción e imágenes del recuerdo. El medio pmn.1
rio y el secundario (la foto fáctica y la pintura citada) libcr.111 a l.1 imJgrn Figura 7.5. Thomas S1ru1h. Vu1ta111es del Art lmt11111e ofC/11rago, de la serie Musmm
pl1oloXmphs, 1990.
de sus exigencias mediales.
f.n sus Muse11111 photograpl1s, Thomas S1ru1h Ulilizó como lcm.1 la m1
rad.1 que los visitantes de un musco dirigen a lru. pinturas. M iramo~ per\o fijas ficticias y montadas para hacernos ercer que son fotos de películas.1J
nas que miran imágenes y que también han entrado en la imagen. A~ e,1.11 Las fotos fueron escenificadas de modo que parecieran haber sido hechas
frente a las fotografias de Struth, colgadas igualmente en musco~. ;e 1111.::11 en un set yde acuerdo con un guión (figura 7.6). De manera automática,
sifica la sensación de haber adoptado la postura de lo; espectadores q111 les otorgamos animación con u n 1ra1amien10 !Tlmico en el que completa-
aparecen en la imagen y de estar parados a sm espaldas (figura 7.5). Nm mos la situación mostrada hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, inter-
comunicamos ranto con los espectadores como con aquello que su mir.1d,1 pretándola como un fragmento de una continuidad que no puede ser cap-
captn. únicamente en el instante de una alucinación y de la pérdid.1 tk l.1 turada en una fo to únicn. En este caso es imporiantc el h'~d10 de que la
noción de lugar somos absorbidos dentro del libre ílujo de imágenes ~CP· 1 fotógrafa, que en la imagen es su propio modelo, se comporta como si fuera
radas de sus medios. Esta experiencia podrla resumirse en lll fóm1ul.1 de q111 una actriz., y no como una pcrsom1 posando para un retrato (parece estar
la imagen ;mtcccdc a la fotografia, parafraseando la for11111 laci6n del pi11 posando para una c:\mnra de cinc). Sin embargo, resulta más relevante el
1or norteamericano Alex Katz: "The i111r1j?í! comes ln'}i>re tlw pai11ti11g':" que la fotografía utilice aquí un cliché perceptivo que proviene del cinc.
Con una estrategia intermedia! similar, la artista nortcamerican.1 Cimh· Percibimos las fotograflas de manera distinto a como percibimos las imá-
Shcrman trajo a colación Ja experiencia cinemalogrática de sus c~pc1.1.1d11 genes cinematográficas, y les adjudicamos tareas de representación dife-
res con el propósito de cngafü1r a la mirada y cucstion.irla. En sus U11111lnl rentes. No obslante, no es preciso que veamos ninguna película real para
film stills, una serie que reali7.Ó en la década de 1970, Sl~ .1sun1~ nn <.·r,1 l,1 identificar las imágenes que corresponden al cinc. La producción mental
manera en que se cree en las fotos fijas de una pelicul:i, ;1110 rcal11.1r 10111.1, de imágenes (y el recuerdo mental en imágenes) del espectador se ve cnga-

u t, 11 rcl;ici(\11 con S1ru1h, véase lkhing (1993); en rd.1dó11 LOll K.111, véase lklt111¡: 23 En relación con d estilo de Cindy Shcrman, vé;1-;c Sherman (1990), con prólogo
(1989b). de Arlhur C. l>Jnto.
276 1 ANIROPOLOGIA DE LA IMAG[N
LA IRANSP AR ENC IA OH HEDIO 1 277

ñada al confundir dos medios, pero al cibe borrosa debido a la


mismo tiempo se ve confirmada al apro obturación de la cámara
piarse de las imágenes y comportarse de (figura 7.7).,. Una mirada
manera autónoma con relació n a la C~lil completam ente d iferente
tradicción entre imágenes de medios di\ se nos ofrece en la safa de
Linios.Al mismo tit:mpo. la interacción de enfem1os del viejo l lospicc
imagen y medio libera las im6gencs, que de 13eauoe, en donde Ker-
dejan de ajus1arsc a un esquema técnini. tész fotografió en 1918 a
una ancbna leyendo en
una de las camas (figura
7.8), que por cierto era una Fisura 7.7. Jacqu~s- 1 len ri Lartiguc, Carrem de
G. tL T lll MPO EN l.A IMAG EN cama construida a flncs de rncl1e.1 d('{ Gn111d Prix, 1912.
la Edad Media.'5 En CS IC
La fotografía reproduce la mirada qui• caso, la lemporalidad im-
Fisura 7.6. Cindy Sherman,
lan7.amos al mu ndo. Esta impresión M'
U11ti1/ctl fi/111 ;ti// N• 56, 1980. plícita en el motivo limita
establece sobre el presupuesto dc que l.1 ya con el estado de intem-
cámara carece de mirada cuando captu1.1 poralidad. A parlir de que
la imagen que vemos. Si bien sabemos que la cámara fue accionad:1 pu1 las convertimos en nues-
un fo1ógrafo que le proporcionó su mirada, no dudaríamos en identifk.11 tras propias imágenes, es-
una mirada en la fotografía si la cámara se colocara cicgamen le y al .11.11 tas dos fotografias nos
en el mundo. No podemos más que considerar la cámara como el medio muestran una contradic-
de una mirada que se fija en la imagen, tomando en cuenta que se tra1.1 dt ción, independientemen-
una mirada ajena que se transfiere a nuestra propia mirada cuando nm te de las especificaciones
plantamos frente a la imagen fi nal. La percepción simbólica qrn: emplc.1 técnica..~ del medio. El tiem-
mos cuando estamos frente a fotografías consiste en un inLcrcambio d1 po de exposición, por muy
miradas. Recordamos la mirada que a su vez es recordada en una ÍOLO. i-11 distinto que baya sido, no
este sentido, la fotograíla es un medio entre dos miradas. Por ello rcs11l 1.1 explica este contraste. Más
importante considerar el tiempo que ha transcurrido entre la mirada l .1p bien se trata t'111icamente
tada y la mirada que reconoce. Vemos d mundo a través de otra mir,1tl.1, del motivo (velocidad o
a la que no obstante le concedemos que podria haber sido nuestra prupi.1 lentitud) que la cáma ra
mirada. Pero el mismo mundo se ve dis1jn1(1, pues fue visto en otrn épth..I conjuró sobre la pbca. La
Mira mus eJ mu.ndo en una imagen que no fue inventada, y que al m b 1rn1 razón d e que veamos las
licmpo otorga duración a la mirada con la que realizamos lambirn 1111c~ imágenes t·an disimiles no
lnis vivencias del mundo. reside en que fueron fo to-
La interacción entre mirada y medio, que traduce la imagen 1écn i~.1 .:11 grafiadas a diferentes ve-
una imagen menlal, puede explicarse con dos ejemplos que sintclizan l.1 locidades, sino en quepo- Figura 7.8. André Kcrtész, Mujer leye11tlo e11 el
experiencia temporal en imágenes muy diferentes. A pesar de que la técnil .1 seen una forma lemporal l1ospi1t1/ /Je111111c, 1928.
empicada es casi la misma, lo que resulta antitét ico es justamente d tkmp••
simbólico. La Carrera de coches del Gra11d Prix, lomada por Jacques l lc1111
?4 Hambourg et al. ( 1993: figura 156, N• 196).
Lartiguc en 1912, captura en una inslantfoea l,1 velo idad, que no '~ pl' I 25 Kcrtész (1971: figum de p. 63).
278 1 AHIROPOLOGIA DE LA IMAGEN LA IRAHSPARENCIA DEI MEDIO I 279

distinta en nuestro recuerdo en imágenes y en nuestra concepción de India, la fotografla ya era reconocida también como medio de la imagen
imagen; es decir, que en un caso significan 1emporalidad y en el otro lo por derecho propio, luego de retomar convenciones de la p intura. En otro
opuesto. La duración ex'tremadamente larga o extremadamente breve ejemplo que extraigo del mismo libro, un hombre hizo que le tomaran una
del tiempo es algo que tenemos almacenado como imagen yd antes de foto ante la fotografla enmarcada de su padre, en el acto de rendirle el
que relacionemos una foto con una imagen que inmediatJmcnte asu homenaje fúnebre con las palmas de las manos juntas (figura 7.10).'7 La
ciamos en nuestra memoria. mirada a la foto es una mirada al padre. Al acto de fe le resulta indiferente
La duración del tiempo se vuelve, a fi n de cuenlas, una imagen del si el padre aparece representado en la foto con un sentido ritual. En el he-
recuerdo1 una imagen de la cual la muerte ya se habla apoderado de anle cho ele que un antiguo culto de J,t imagen se trasponga al culto de la foto-
mano. En un ejemplo de la India, que retomo del hermoso libro de Chrb grafía podemos advertir que lo~ 111cd io~ se transforman en imágenes úni-
tophcr Pinncy, un fotógrafo reprodujo el original de una imagen con111e camente a part ir del uso simbólico que les demos.
mor:itiv;i pintada que un matrimonio encargó quizós el mismo día el<: su El significado intcrcultural ele la fotograffo se expresa en una toma que
boda, con el fin de pervivir para siempre en una ima¡(en (figura 7.9)."" U11:1 hizo el iJ1glés William Johnson cn 1863 de un grupo de hombres en la fndiaY
imagen es incapaz de morir, y por ello presta su existencia como medio .1 La intención aquí era la de compilar en el medio fotográfico un álbum de
un cuerpo mortal. Sin embargo, en nuestro caso la fo togra fía no es l.1 las Oriental mees, para el cual posaron estos se11ores. No representan indi-
imagen a la que la pareja le confió su pose para la eternidad, sino únic.1 viduos, sino una ra1.a (figura 7.11). Los bastidores a nte los que fueron foto-
mente un estudio técnico previo p ara proporcionar a u n pintor vitalid.td grafiados siguiendo la costumbre de la época subrayan el cliché al que John-
en u mo1 ivo. La pintura tenía evidentemente una fu nción simbólica en son llegó, recurriendo ni inusual
la tradición local de la pareja, una función aún no alcan1.ada por la foto
grafla, ya que es un producto moderno de importación, a pesar de que
fue introducida en la India casi desde sus inicios. En consecuencia, a cad.1
medio de reproducir su motivo de
acuerdo con el estilo de las pin-
turas de libros de la antigua India:
l
uno de los medios se le atribuyen aquí significados diferentes. Nos encon los respetables personajes están

...1
tramos con do~ culturas de la mirada distintas. El tiempo fotográfi o, qur dispuestos con la intención esrricta
documenta el instante de la toma fotográfica, se encuentra en contradK de establecer un paralelismo,
ción con el tiempo del recuerdo, que se sintetiw en la mirada de Ja parc¡.1. como si aparecieran en una anti- ,
contradicción que el espectador occidental pasarla por alto. gua pintura mural. La fotografla
Pero al converger en sincroniza el motivo exótico con
una mir.ida del recuerdo. el estilo local bajo el cual se acos-
la situación intermedia! dl' tumbraba verlo. L1 imagen que se
foto y pi111urn es 111ósrn111 esperaba admirar de la India fue
plcja de lo que parece c11 transpuesta al medio técnico, en
esln descripción. l.a nii el que sól.o adquirió calidad de
rada del mntrimonio, 41w invitada. La intención de Johnson
ele nosotros depende l.t era disimular el medio nuevo con
racterizarlrt como :t 1111.1 el fin de concebir una imagen de
mirada del recuerdo, 1111 la India, en el doble sentido de un
Fisura 7.10. M. Bbaratiya an te una foto
posa aquí para la foto.~itm motivo de la India ydc una mirada de su padre, India. 1991 (tomado de
Figura 7.9. Pareja retl'd tada en una pintura con
para un medio dis1in10 al mundo de la India. Pinncy, 1997).
modelo fotogr.llico, India (Saga Studio), 1996
(tomado de Pinney, 1997). Pero en ese til'mpo, e11 l.1
27 Pin ney (1997: 145 y figura 83).
26 Pmney (1997: 139 y figura 78). 28 Pinney (199r. l8 y 42 y ss., y figura 19).
21)0 I ANTROPOLOGIA OE lA I MAG EN lA TRAN SPARE NCIA DEI MEDIO 1 28 1

Un resultado muy distinto sufrido transformaciones internas. Y sin


tuvo cl intento de Rcmbrandr embargo la historia de los medios se vin -
de apropiarse del mundo cula con una historia de la mirada, la cual
indio de su época y represen- puede leerse nuevamente en dicha histo-
tarlo según su propia perspec- ria de los medios. La transformació n del
tiva. En 1655, en una subasta medio y la transformación de la mirada
en Amsterdam, adquirió una han mantenido su dinámica gracias a un
miniatura mogola wmo la efecto recíproco. Si bien la percepció n,
que mucho tiempo después en tanto estilo y patrón, ha sido el sello de
también empicó Johnson co- los medios de la imagen, este sello fun-
mo referencia histórica (figura ciona igualmente en sentido contrario, por
7.13). Muestra a cuatro jeques muy dificil que resulle compro bar su
en lujosos trajes sentados ante influencia sobre los medios. Las imágenes
un bastidor con una escena de solamente pueden legitimar una m irada
la naturaleza. Rembrandt.ern- que busque verse confirmada en ellas. La Figura 7.12. Rembrandt, Cuatro
pero, sustrajo el motivo de su mirada, que nunca descansa y nunca se jeqrll!5, dibu¡o a pluma romado
de la figura 7.13, ca. 1655.
19 'Kh11).1"'' ~h1tlw.l1í1g N<m~1 PRtputl, 111-0 \, Ítf•m Tht' l J111•t111J/ lt111 ('~ idioma hi ndú y lo tntdujo a repite, ha transformado asim i.smo a las
1111111>il1t' 1i-:u¡/¡•lfl{m1J Vioror~ f•( /l(lml .n. t~6;
1

un temperamental dibujo n imágenes, en los casos en los que se cxi-


pluma que representa su pro- gla de las imágenes una representación
Figura 7.11. William JohnS1>1>, Oriemnl rnw pia idea de la imagen (figura objetiva del mundo tal cual es. \...orno es
& tribes, tomo 1, 1863. 7.12). 2YHabría pintado el mis- sabido, la realidad es el resullado de una
mo motivo h indú del mismo construcción que nosotros mismos rea-
modo si lo hubiera visto con sus propios ojos. St'.1bitamenle, los jeques se lizamos.'º Con la transformación de la
encuentran sentados en un lugar con profundidad espacial y utiliwn u n m irada se modifica también el trato con
vívido lenguaje corporal, que, en cicrt.o modo, parece congelado en la esti- el medio que representa la producción
lización del arte hi ndú. A pesar de tratarse del mismo motivo, surgió aquf de imágenes de uoa época.
una imagen distinta, capaz de satisfacer los hábitos visuales occidentales. En la década de 1950, la exposición Tlze
Rembrandt analizó el modelo extranjero y plasmó un aspecto tal como él [ami/y of mn11 recorrió el mundo entero
lo entendía. Así, las premisas de dibujo y fotografía parecen haberse inter- (figura 7.14). Edward Sreichen , ya de edad
cambiado. En la escenificación de su motivo, el dibujo aplica una mirada avanzada, hizo la selección, que supues-
occidental, y la fotografia tma mirada o riental. tamente sería la ú ltima pa.labra de una
fotografía objetiva.!' Su credo era el ideal
de un reportaje en imágenes fiel a la ver- Figura 7.13. Cimtro jeques,
dad, con lo que pregonaba la confianza pintura de libro mogola.
ca. 1630.
6. LA MIRADA AL M U NDO en una solidaridad mundial.de Ja "huma-

Las imágenes surgen a lo largo de una historia de los m edios visuales, y


30 Bcrgcr y Luclnnann (1969).
au nque aparecen desligadas entre si, durante el tiempo de su vigencia han
31 S1eichcn (1955). Cf. además C. Phillips, "Thc judgement seat of 1>hotogmphy~ en
Bollon (1989: 28), asl romo l.ury (1998: 41 y ss.): en relación con la fotogmfla de
29 Maison ( 1960: figuras 111 y 123). prensa. véase la nota 15.
282 1 AHTROPOtOGIA Ot LA I MA GlH LA fRA NSPARCNCIA DEL MEDIO 1 283

Figure 7.15. Robert Frank, front ispicio ele la serie T/1c A111cric1111s, 1955-1956, Desfile
Figura 7.14. Vista interior de la exposición '/'he frunily of man (1955), Muscum of en Hobokcn, Nueva Jersey
Modcrn Arl, Nueva York.
porciona la conocida foto que desconstruye las pretensiones simbó licas d e
nidad''. También los fotógrafos de Magnum se aproximaron con esto a la la bandera norteamericana (figura 7.15). En cierto modo, en la imagen la
ilusión de pretender reproducir el mundo en fotografias que lo captaran a bandera impide ver alas dos mujeres estadounidenses que permanecen en
la manera de relatos lineales. En cada fotografía individual, la h isto ria en la sombra, detrás de sus ventanas. En la m irada brutal al entorno banal
imágenes de los seres humanos debla encontrar una continuació n ininte- del que, sin embargo, surge una fotografía inmaculada, la congruencia entre
rrumpida. En todas partes del mundo se dirigió una mirada similar a las imagen y mirada sufre una ruptura. Al mismo tiempo, la ilusión de u na
personas, con lo que se debía certificar la verdad de la fotografía. verdad única a través de la imagen colapsa. El mu ndo no posee imágenes
Esta mirada idealista recibió una rt'Spuesta polémica po r parte de Roben d e si mismo, que simplemente se le puedan arrancar. Las imágenes sur-
Frank, cuando, gracias a u na beca Guggenhcim , viajó por gran parte de los gen a partir d e una mirada que persigue una visión nueva y personal. Son
Estados Unidos en 1955, con el fin de producir un " rep orte en imagen" del las imágenes de quien mira el mundo.
país. El resuJtado no se mostró en una exposición, sino que se publicó en La cámara está atada a lo que existe en el entorno independientemente
el libro TheAmcrícans, aunque éste apareció en 1959, después de una tenaz de nuestra voluntad. Y sin embargo la voluntad participa en la elabora-
resistencia, y con una introducción de Jack Kerouac.31 Frank, que habfa ción de im;ígenes, pues la aplica una persona atenta al proceso. De manera
participado en la exposición T11e family of man con siete trabaj?s, con su paradójica, la voluntad in terviene en mayor medida cuando pretende
gran serie dirigía aho ra una mirada subversiva a los Estados ~nidos, e~ la que la mirada fotografiada sirva como medio de comprobació n de lo real
que enfocó también la subcultura. El mundo apareda a los o¡os del artJsta en el mundo. La conservación de rastros es una trampa de la fotografía,
demasiado complejo como para intentar representa rlo en imágenes que abierta al inrerior del medio incorruptible. La incertidumbre y el uso malin-
supusieran conceptos generales de la realidad. Un ejemplo de esto lo pro- tencio nado ele las imágenes es algo que también se hace patente de manera
irrestrictn c:n la fotografía. En este caso no es ni siquiera necesario pensar
32 Frank (t997; véase cn 13 ¡.i. n la foto con IJ bandera). Véase tambi~n Grecnough Y
en un uso ma.lintencionado por motivos ideo lógicos, como el que se lleva
Brookman ( 1994: 110 y s~. e ilus1ració11 tk ¡.i. 17~). a cabo en regímenes totalitarios al retocar fotos o ficiales, utilizando la
284 1 AHlROP Ol OGI A DE I A IMA GEN lA TRANSPARE NCI A DEL MEO IO 1 285

verdad del medio para ocultar uaa mentira.·' ' Las imágenes también pue- con un disparo mortal
den referirse mutuamente y contradecirse reciproca mente. En este sentido, contra el hombre de-
que en literatura se conoce como intertextual, las series de Robert Frank trás de lo cámara. La
rivalizan con otros proyectos fotográficos en lo que se refiere a una "ima- imagen, en la que la
gen" íchacientc del mundo norteamericano. pistola y la cá mara se
La impaciencia propia de la mirada al mundo, siempre insatisfecha y apunlan entresf (es de-
continuamente refutada, la caza de la imagen verdadera y nunca vista, ha cir. dos armas fren te
sido comím entre los reporteros gráficos más famosos, quienes utilizan a fren te), fija el 1ílti-
su cámara como un arma para apresar sus motivos. Fueron los héroes de mo inst,111te (la última
la aventura fotográfica, hasta que fueron remplazados por los reportajes mirada) en la vida de
en vivo de las compañfas de medios de la actualidad. La metáfora de la caza quien la lomó. Al apre-
(de Ja imagen) se hace patente ya desde el habla coloquial cuando se dice sar csla imagen, el ca7~1-
4ue las fotografías se "disparan". En este modo de entender la fotografía dor de imágenes perdió
reaparece la antigua funció n masculina de capturar presas. En la famosa la vida.•s
fotografía que Erich Salomon tomó en 1931 al político francés Aristide En su película Blow
Briand, éste señala con el brazo exlendido al fotógrafo que ha apuntado up, Anlonioni fil mó
su arma hacia él, idcn1ificá11dolo como el "rey de Ja indiscreción" (/e Roi 1ma cscrna en 1966 (fi- Figura 7J.7. L. l lcndrick~cn, /ool{) 1h· s11 propia 111uem·
des /11discretes) que habla penetrado sin invitación en la resguardada sal:i gura 7. 18) en la que un m Chile, 197.i.
(figura 7.16). La si 1uación se dramatiza en el momento del contac10 entre fot6grafo d~· publici-
la víctima y rl victimario.l< dad y Je modas penelra formaJme111e
C'.omo contraparte involuntaria se plantea la í1ltima imagen que lomó en el cuerpo de la modelo. El C<Jmaró-
el fotógrafo sueco Leonardo f-lendrickscn, anLes de ser asesinado por el grafo en la película se apodera aquí de
individuo que tenía en un espacio que sería privado si la lla-
frente (figura 7.17). Lo~ mada "modelo" ofreciera su propio
papclcs dcvic1ima y vic- cuerpo y no se presentara como motivo
timario se intercambia anónimo pa ra una foto. No obstante, el
ron en este caso.Duran trabajo de In cámara revela la analogía
te los preparativos par.1 con un ataque sexual. El fotógrn fo no
un golpe militar en Chile registra un cuerpo, sino que conq1Lista
en junio de 1973, el fotó desde un cuerpo distinto una serie de
grafo se w locó enfrc 111c fotogmfías para las que aquel cuerpo es
de su asesino. Puso en sólo malcria prima. La c,1mara recu rre
imagen su propia muer· en este caso a la violencia para lograr
te cuando el soldado gol imponerse sobre el molivo, y viola al
Figura 7.18. E~cena de Ja pellcul.1
Figura 7.16. Erich Salomon, Aristitle Rritmd pista respondió a la in mundo para transformarlo en una ima- Blow "I'· de Michelangclo
sorpre11rlido por el fot6gmfo, 1931. tromisión fo tográfica gen. En palabras de Salman Rushdíe, la Antonioni. 1966.

.IJ F.n relación con los rctoqul'S en la íoto¡;ralfo ¡>olflic.1, véase )aubcrl (19H9). Fn 35 En relación con L. Hendrickscn, véase en interne!:
relación con In ÍOIO como instrumento pohtico, véase 1-rcund (1976: 171 y!>!..). h11p:l/www.rn11.comJSPECIAl.5/cold.war/episodes/18/scrip1.h1111J. Cf. también
J4 Salomon ( 1931): cf. tlarcnts ( 1981) y Fn•und (1976: 116 )' " ·'· E. 111. 1tag~n. en Zeitm11g11zi11 d<.>l 22 de abril de 1999.
286 I ANTROPOLOGIA DE LA IMAGE N lA fRANSPARE NCIA DEL MED IO I 287

pornografía en la muerte de Lady Diana radica en que murió durante un ducción téaiica.3' En sus imágenes en cajas de luz, que incrementan la anti·
sublime ataque sexual. Por medjo de su huida, bizo valer su derecho a seguir gua fascinación de la fo1ografía, y que al mismo tiempo se conlraponen a
siendo w 1 sujeto. Como objeto de los fotógrafos, escapó por un sendero la fotograíía, el artista eslablccc un diálogo con la pinlura, que las antece-
"en el que encontró la muerte''.'6 dió en el tiempo, y con el cinc, para el que en cierto modo son un legado.Ji
Al parecer, al dirigir su mirada al mu ndo el fotógrafo exige Cmicamente Al traspasar las fronteras rnedinles, Wall provoca una migración de im<l-
para sí mismo el derecho a ser sujclo. Su autoria radica en la disposición genes, a lus que intenta someter. La liberación de las imágenes tiene lugar
personal con relación a una imagen en la que se declara observador autó- mediante su liberación de la ley convencional del medio. La pintura brinda
nomo del mundo. Y no obstante, el papel autora! se encuentra en contra- su libertad coa respecto a la creación de imágenes, y así se corta el cordón
dicción coa la dependencia de un motivo y con el acto técnico de la copia umbilical con la contingencia. El cine proporciona su capacidad narrativa
en el que la reproducción del. mundo se establece como programa. El con- a fotogra llas que no se emplean ya como elementos de una secuencia cine-
flicto entre la mirada y el motivo sólo puede ser superndo de vez en cuando, matogrMica, sino que representan una storycompleta en una imagen t1nica.
y para cada imagen de manera indívidual, mediante el cultivo de la mirada. En la primera ola de las imágenes en movimiento, la imagen fija entró en
El "hacer imágenes", con el que nor malmente los autores se asumen como la competencia por la narración. "Me interesa el juego 1mtre lo que es foto-
artistas o narradores, se pone en duda con el carácter demos!rativo inde- grafía y lo que aparece como fotografía'; apunta JcfTWall en una entTcvisla. w
xa! del medio fotográfico. Por este motivo, los fotógrafos artísticos persi- El "movimiento detenido, en comparación con el cine, incrementa su inten-
guen desde bace una generación liberarse del hecho visual, con el propó- sidad". La escenificación se vuelve plástica en la medida en que rechaza mnni-
sito de separar ¡1 la imagen de la contingencia que el material del mundo fiestamcntc la resolución de la historia relatad11 (figura 7.19). "únicamente
le opone al sujeto. Escenifica n el mu ndo con intenciones de apropiárselo, en el juego de la incerl idurnbre" se constituiría el ser de la imagen, que,
sin esperar a captarlo en imagen, sino ya, de a1itemano, al tomarlo como por otro lado, Jcff Wall equipara con excesivo idealismo a la historia del
motivo. Con esto, el mundo se convierte en materia de la imaginación.
Sin embargo, esta transformación sólo ha sido posibk a parlir de que la
fotografia reveló su estatus medial y se cuestionó a si mis:ma en tanto medio;
únicamente de este modo fue capaz de comenzar una nueva carrera. Yal
mismo tiempo, con esto perdió vigencia b característica qu,· la había sepa-
rado del resto de las artes.

r7. LA M IRADA ESCIJN ll'I CADA: JllFP Wll LL

El artista canadiense Jeff\".'all responsabiliza de este cambio al arte con ·


ceptual de la década de 1960. Hasta ese momento, la forografia "aún n•l
habla cumplido con la exigencia de su autode.~lronamiento o dcsconstruc
ción, como lo hablan hecho otras artes como parte integn1I de su des
arrollo". En la confrontación con el arte conceptual, la elaboración de i1ml Figura 7.19. Jcff Wall, E11ic1io11stmggle,1988.
genes se habría vuelto a introducir en un nuevo plano de reflexión y con
una intencionalidad ásumida, con lo que la íiccionalidnd en el concepto
37 Wall (1997: .}76, "Photographk und Ko11z~pl-Ku nst"); cf. tambión Wa !J ( 1yyo: 57
de imagen se babrla reincor porado también al medio analógico de la rcpro y ss.).
38 Wa ll (1984 Y 1996); Fricdd (1996), y llrougher (1997).
36 Védse S. Rushclic, en f>ie Zcit d..-1 z6 de seplicmbrc de 1997. 39 Entrevis1a en Ncue Bildem/e Kw1st. 1996: 4, p. 4 1.
288 1 UIROPOlOGIA Ol lA IHA HN l l IRANSPUlNCll OH HIDIO 289

1nl1/ea11 compuesto en el arte occidental.•• El proceso intermedia! no con- medio técnico neutral, verdad que es legitimada por el mectio a los ojos del
siste tan sólo en que la fotografía se apro~imc a otros medios, sino en otor- espectador. Con es10, el gesto fotográfico se vuelve autónomo. Puesto que
gar al espectador una libertad nueva pa r.i realiw r un in tercambio entre lai. solamente puede mo~lrar lo que existe frente a la cámara, lo que produce
imágenes que capta y las imágenes que él mismo proyecta en un medio. es realidad, sin que importe de qué manera se lleve a cabo. El mundo debe
En su conocida obra Tlie storyteller,que presentó por primera vez, según ser escenificado primeramente, antes de que pueda proporcionar las imá-
su costumbre, como una diapositiva de gran formato en una caja de lu1 genes con kis que entenderemos más acerca de él de lo que nos ofrece su
en 1986 (figura 7.20), el relato del m undo como un an tiquísimo dominio superficie. La na rradora. al borde de la escena captada, es en cierto modo
de la imagen se convierte ctiscretamente en su tema. 1' Debajo de un puente la encarnación y un medio vivo de las imágenes que surgen de su narra-
en una autopista de Vancouver, nativos indígena.~ de la Columbia Británica ción. Con su parlamen to, que no podemos olr sino que con tem plamos
se ase ntaron literalmente a un lado y a la som bra del mundo moderno, con desde la di~t a ncia, genera en sus escuchas imágenes cuyo entorno se encuen-
el fi n de relatarse mutuam ente histo rias aceren del pasado del mundo. La tra detrás del horiw nte de la situación fotogr:iliada. l)e este modo, el inven-
espontaneidad de la mirada es enga.ñosa. En rc:ilidad , JeffWall se comportó ta rio visual de un lugar se vincula con In exhortación a nuest·ra im agina-
como director de cinc: "Escenificó im ágenes p<trn defi nir la verdad oculta ción para trascende rlo.
det rás de las im ágenes''. Tal vez seria mejor decir que se trata de una ver·
dad que ún icamente radica en las im ágenes. " Para que las mudas im.lge-
nes puedan hablar, la ficción debe demostrarse. Lo~ actores principale~
ocupan sus puestos." Así, escenificaciones de ese tipo se convierten en 8. LA PREGUNTA POR LA IMAGEN: K01l l>R1" FRANK

"reconstrucciones de la realidad" fotográficas. Cada pose forma parte de un


guión. A la ficción se le arribuye una verdad ~ublime b.ijo la máscara del En su conocida autobiografía, The li11cs of my /11111d, cuya primera edició n
es de 1972, Robert Prank plantea el interrogante acerca de la imagen en
retrospectiva a .~u propia obra como fo16grafo. " Pensar en c.I tiem po que
nunca volverá. Un libro de fotografias rnc está mirando." En ese momento
hablan transcurrido más de dic-l años desde t¡ue dejara de trabajar como
fotógrafo y se iniciara como cincasrn. Al final del libro, afirma al respecto
que ya no quería seguir siendo la persona inactiva detrás del obturador.
sino pan icipar act ivamente en la im.igen "que pasa frente a la lente". Sin
em bargo, con el tiempo su trabajo como d irector de cinc resultó no ser la
solución, sino un t·scape a un medio diícrcnte." En su propio medio, Frank
ya había comemado t•ntonces a liberarse del imperativo de la imagen indi-
vidual, al dcsconsl mirla obsti nadamente con gran íantasia. Rompla fotn -
graífas, b s rcproducfu va rias veces en el m ismo papel, hacía collagcs con
ellas, hacía inscripcio nes en los ncg<llivo~ y ncomodaba tiras d e contacto
de negativos como historias ilustradas que escenifi caban una historia per-

42 Véase Thdine5 of my /111111/ llc R. lorank ( 197i), p:lgm.1con texto entre las
fotograffos desde d Jutobus y las p;igmJs solm· la> pel1culJs al final del libro. Se
Figura 7.20. )dT Wall, Tl1e storyteller, 1986. trata de IJ segunda etlición t la primera nortcam.:rkJ11.1), Ira> la edición de Tokio.
La tcr<er.1 cllidon. de R. I'. y W. Kellcr, .1p;ireció en 191\9 en Nueva York y en
Zurich. Agmdctco J llk.1 l lcrrm,111n, <1ukn p r<'f>Jrtl un trabajo magistral sobre la
40 l><' lllO>trJcionc' en Hrougher (1997) )' Pelen< (19~9). primera edición. C:f. también Grccnough y llrook.man ( 1994: 118 y ss.), con
•11 1 in;cy y A110erm.1nn (1991): vt'3<c 1~111bicn 1nc<ld ( 1•1•>11: w.1.tro ~). numcro:..l.' dcmo,lrncioncs. as1 como l lagcn ( 191.1: .¡ v s.).
290 1 ANIROPOLOGIA Ol LA IMAGEN IA tRA NSPAHNCIA Oll MEDIO 1 291

sonal, Jo que también realizó en su libro fotográfico considera ndo éste


como un todo. En el proceso, el antiguo reportero gráfico trabajó y"editó"
su propia obra de u n modo semejante al de los artistas en video.
A Roben Frank se lo ha comprendido como representan te de la "foto-
grafia subjetiva': pero lo que nos interesa a continuación no es el asunto
de su estilo fotográfico, sino la cuestión acerca d e su concepto de imagen.
Este interrogante sólo tiene que ver de manera in<lircclll con el arte foto -
gnlfico. Más precisamente, apunta a la reflexión que Frank planteó acerca Figura 7.21. Robcrl Fra nk. tira de contacto de la s~ric Tire Amrricmrs. en Tlie fines of
de Ja imagen en la relación entTe la imagen medial (fotografla) y la ima my hmrd, 1972.
gen mental (vivencia, sentimiento y autoexpresión). El asunto es adecuar
la tra nsparencia de la fotografía para una imagen de distinto tipo que tiene viajar. Los montajes y los collages tienen aqul el sentido de separar la serie
su lug:ir en eJ sujeto. La analogía acostumbrada entre imagen y motivo se original de su vinculo con el lib ro fotográfico de t959, do nde se pub.licó, y
intercambia aquí por una analogía con el sujeto, que simboliza el mundo devolverlo a la libre disposición del artista. A continuación apa rece den-
en mirada e imagen. Frank consideró sus propias fotogrnflas de más de dos tro del orden crono lógico del libro el ciclo de las B11s phot:ographs, de 1958
décadas atrás como las líneas de su mano, parafraseando el titulo del libro.' ' (figura 7.22). Fnmk se hab.ía hartado ento nces de la m irada personal y se
En esta escenificació n, las imágenes adquieren una animación mclancó· volcó al automatismo de la cámara, dirigiéndola al azar desde un autobús
lica. Regresan como imágenes de una mirada preté rita que alguna vez Frank neoyorquino hacia la calle que pasaba. Los resultados son a su manera u n
d irigió a l mundo. La autonomía radica en que ninguna mirada puede ser testimonio del conflicto entre el aparato y la mirada. Al pretender ser ya
repetida. Frank sólo pudo recordar su propia mirada al reencontrarla entre sólo una cámara en movimiento, Frank
las viejas imágenes. Las imágenes almacenan el tiempo de su creación pudo justificar sus conflictos en esta
primeramente de manera invisible, volviéndose visibles sólo al contem au tonegación con la firma d e su pro-
plarlas con los ojos del recuerdo. Co nsiderándolo en retrospectiva, el de pia percepción del mundo. «Estas fo to -
sarrollo fo tográfico refleja el desarrollo biográfico d urante el cual se modi grafías representan mi último proyecto
ficó la idea de .i magen. La primera página doble del libro muestra un collag.: fotográfico", comenta más de d iez aiios
de instantáneas de los a migos fallecidos, donde las imágenes conmemo dcspués.45 "Al seleccionar y ordenar las
rntivas se fo rman como las nuestras, transitando fluidamente de imagen imágenes, supe que había llegado al fina l
en imagen, de persona en persona. Las verdaderas secuencias de imágc de un capítulo." Por eso concluye el libro
nes comienzan entonces con una nueva selección de fo tografias sacadas Je con una mirada a las películas del autor
uno de los primeros rilbumes, que hasta entonces habla sido privado, l!lnrk, que surgieron desde entonces.
w/Jite r.111d tlii11gs. En 1952 Frank había compilado tres ejemplares de él con Sin embargo, las imágenes de las dos
fotografías originales, u no de los cuales obsequió <1 F.dward Steichen.'14 últimas páginas vuelven a introducir la
En el mismo libro se anexa en seguida umi segunda retrospectiva, la qur fotografía por la puerta trasera. Mues-
se refiere a su famosa serie The Americcws (pp. 282-283). En este caso, l a~ tran dos veces el paisaje de Nueva Esco-
imágenes fue.ron remplazadas por tiras de contacto de los ro llos de esa scri¡• cia, en Canadá, donde Frank vivía en
(figura 7.21.), que muestran la espontanei.dad de la producción de imágt•
nes de entonces como una con tinuidad dentro de un proceso de vivir )'
esa época (figura 7.23). 1.a vista pano-
rámica, compuesta de trozos y recortes
Figura 7.22. Robcrt Frank, (
de la serie Bus plwtographs, 1958.
de fotogra fías, cuestiona igualmente la en 7'/Je lines ofmy lrmul, 1972.

43 Cf. lu not:i 4:i.


44 Véase /Jl(lck. wliitt· (llld 1hi11gs de R. Fr:mk ( 1994). Se tr.11.1 <l~ thl<.C ÍO!llS tic l.1., M'l'il.., 45 Portada de las Bus-Photogrnphs: véJse también en relación con éstas. Greenough
de 1952, qu~ fueron retomadas en orden difl'rcnie en l.1 .111tohio11mll,1 dl' 1~7:1.- y Brookrnan (1994: 204 y ss.).
292 I ANI ROPO LOGIA OE LA IMAGE ll LA TRANS PARENC IA OEL MED IO 1 293

necerla sólo como un fragmento de un flujo de recuerdos. "Para mí, la ima-


gen ha dejado de exis tir." 49 Este comentario sólo puede entenderse si se lo
relaciona con el fetiche en imagen q ue la cámara produce. La m irada que
otorga animación debe guardar distancia con el medio que la convierte
e n cosa. Así, Frank trabaja con el medio en contra del dominio del medio.
"Simplemente debe habe r diversas imágenes" para que pueda suscitarse
wia imagen en el espectador. Si bien para él las i1mígcnes eran "u na nece-
sidad, depende de cómo las presentes. Al espectador Je debe quedar algo
que hacer", para que pueda revivir lo q ue la fotografía experimentó e n el
momento ele accionar la cárnara, 5º En este proyecto, la foto se convirtió,
con un nuevo sentido, e n u n medio e ntre la imagen en el productor y la
imagen en el espectador.
El paisaje ele Nueva Escocia con el que tem1ina el l ibro no sólo recor-
daba en este sentido un lugar en el mundo. Más bien debía "mostrar mi
imerior a nte el paisaje, mostrarme a mí mis mo", s in que Frank e n per-
sona apareciese en la imagen.f' Las dos vistas de la misma bahía, una tomada
en invierno y la o tra en la estación cálida, fijan los dos lugares desde los
que Frank contempló el motivo. Con el mismo panorama inicia la conti-
nuació n de la ·autobiografía au mentada que Prank publicó casi dos déca-
das después, en 1989. Pero ahora ambas fotografías han sido colocadas como
un objet trouvé de otra época en un ma rco, que cuelga de una cuerda de
tendedero junto con una tarjeta ele visita del fotógrafo. Por Lo demás, la
secuencia de imágenes de la edic.ión de i989 presenta vistas de distintas ins-
talaciones (la foto funciona aquí como apunte) e n las que Frank expuso y
Figura 7.23l:_obcrt frao~ Paisaje c11 Nueva Escocia. 1971. en The line.< ofmy hmuJ, 197~.:_ l escenificó sus propias imágenes. Ahora ha n s ido incorporadas al libro
impresio nes de imágenes de video, así como rn icrohistorietas con texto e
equiparación de imagen y mirada, así como la de imagen y motivo.46 l~n imagen, que e n el libro proporcionan el marco biogrüfico.
otras palabras, Pran k rompe la igualación de la to ma fotográfica y b La cuestió n no es si el proyecto de Frank es rep resentativo de la foto-
imagen que se pued e ver en e.lla. Como lo mencionó en u na entrevis1a, grafía, como acaso me esté reprochando d lector. Lo que me interesa es
hasta 1952 Frank "había intentado todavía c rear una image n que en ver- más bien la mane ra e D que Frank libera a la " imagen" de la concepción
dad lo d ijera todo''.·17 Pero poco después ya no quiso "depender d e esta fo10 implícita en el medio de la imagen fotográlica. Esta labor culm ina en el
única: uno debe desarrolla rse'; como comenta en otra parte. 48 Manipu volumen de 1989 con una segunda to ma, con la que continúa su autobio-
Jaba y editaba fur iosamente sus fotos en collagcs y en series completa; grafía. Proviene de la serie Words, Nova Scotia, que elaboró e n 1977Y En
"con el fi n de no quedar pegado a esa sola imagen", que siempre pen11;1
49 Véase la entrevista con D. Whccler, p. 4.
46 Véase 1ambién Grecnough y llrookman (1994: 230). 50 í rank (1989: 164); cf. Greenough )' Brookman (.1994: 107 y ss. y 119), con referencias
47 Véase Greenough )' llrookman (1994: 96 )' ss.), con numerosas comprobacio nc~. a las conversaciones entre Walker Evans y Robcrl Frank, en Stil/ 3, New Havcn,
Véase, en especial, de R. Frank (1989: 38), "lhe picturcs are a nccrssity"; cf. 1971,pp. 2 yss.
también la entrevista con D. Wheeler, en Criteria 3:i,junio de 1977, pp. 1 y ss., y 51 Creenough y Brookman (1994: 12n).
con M. Glicksman, en Fi/111 Commenr23:4, 1987, pp. 32 y S•. 52 Véase la tercera ed.ición, de 1989, de Tlie lines of 111y lumd de R. Prank, con
48 Grecnough y Brookman (1994: 97). "in Nc>víl Scc11ia, Canado" en la porrada. S. Grwnough (Grccnough y llrookman
294 1 AN I ROPOLOGI A DE LA I MAGEN LA TRAN SP ARE NCIA DEL MEDIO 1 295

gía ent re escritura y contenido. Vemos uJ1a sola palabra, que sin em bargo
significa un número indefinido de palabras.
De manera similar, en el fragmento de la serie The Arnericans encon-
tramos un instante fijo que representa numerosos instantes en la continui-
dad de las imágenes. Contemplamos la copia de una fotografía que recuerda
un instante del viaje por los Estados Unidos de 1955- t956. La imagen de la
palabra invita a compara rla con la imagen de una vieja m irada. En este d is-
curso intermedia] se revela la cosificación de lo que se ve o de lo q ue se
habla: de las imágenes vistas y de las palabras habladas surgieron objetos.
En tre u na fotografía y su cualidad de i magcn se establece una diferencia
similar a la que hay entre escritura y cualidad lingüística. Pero en nuest ro
caso no existe ninguna relación li.neaJ entre ambos medios, au nque pen-
dan de la misma línea narrativa. La imagen de recuerdo de la serie norte-
americana pcrmauece como una narració n tan incierta y d iscontinua como
1.a inscripció n con el térmiJ10 colectivo indefinido "palabras". La foto vieja,
por su parte, se ha convertido ahora en un motivo para la cámara. La igua-
Figura 7.24. Robert Prank, foto de la serie Words. Nova Scotia, L977 (con foto de la lación ent re m irada y medio, así como la igualación entre imagen y foto,
serie Tl1e Americans, 195)), en Tlie fines ofmy l11111d, ed ició n de 1989. ha desaparecido en el p roceso. La liberació n de la image n de su materia-
lidad y de su técnica p rimarias es la in tención de esta imagen dentro de la
esta imagen autorreflexiva, Frank propone ta mbién una com paració n image n. La reflexió n acerca de la imagen, incluso si ésta surge única-
con la escritura (figura 7.24). Antes incluso de que nuestra mirada alcance mente a partir de medios fotográficos, ab re las fro nteras dc.1m edio. Supo-
el paisaje, se encuentra a la mitad de la imagen con una vieja foto de la serie nemos que damos animación al medio para recuperar de él nuestras pro-
TlteArnericans, que cuelga, junto a una hoja con la inscripción "Words'; de pias imágenes.
una cuerda de las que se emplean para secar las imp resiones en el labora-
to rio fotográfico. e n otra toma de la misma ser ie cuelgan d os fotos de
djstintas fechas frente al mismo paisaje. Originalmente, la hoja con la ins-
cripción también era u na foto, tomada en diciem bre de 1971 antes de mar-
charse de Nueva York, y que revela, debido al negativo de la inscripción,
que procede del cuarto oscuro.53 Es imagen en sentido literal y en sentido
transpuesto, ya que es sabido que la escritura es una imagen del lenguaje:
lo que vemos nunca son palabras, sino signos de escritura. La única pala-
bra escrita escapa en este caso, a] forma r el plural "palabras", dt~ la a.n alo-

(1994: 128) presenta otra to ma; Hall)' Knapc (199¡: 46), una tercera toma. Véanse
también Sull ivan y Schjeldahl (1987: 260 y 261), con una instalación de 1985 en el
estudio d e Bo>ton, en la q ue aparece una de las fotos; Di Piero (1989: 146 y ss.,
especialmente p. 161), yTuckcr y Brookman (1986).
53 G rcenough y Brookman (1994: 228), con reproducciones de los rollos de pdfcula
del 23 de diciembre de 1971, que Prnnk envió a Brodovi tsch a manera de
d espedida.
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Chastdlai n, G.. 150
Chcvricr, ). F., 271 FcJipc el Bueno, de Borgoña, 149
Chiesa Nuova. Roma, 61 · l'lauber1. C .• 20!1

!
320 1 ANfR OPOLOGIA O! LA IM AG EN
INDICE 1 32 1

Florschuctz, Th., 113 Leonardo da Vinci,32, 125- 127, 253 Rushdic. S.. 285 Talbot, W. 11. fox, 228, 229,
FluSS<'r, V., 53, 263, 265 Leroi-Gourhan, A., 46 Ruskin, J., 82 241, 260
fouca uh , M., 2J. 8 1, 85, 101 U'vi-Strauss, C., 45 1V Hutltllia, 62
l'ra Angelico, 129 Lutero, M., 122 Salomon, r:., 284 Topitsch, f;., l17
Frnnk, R. , 282, 284 , 289-195 San Bavo, catedral de, Gante, 151
Frecdberg, D., 7, 10 Macho, Th., 47, 48 Santa An11t1111.ia1a, catedral, f'lorcncia. Vasari, (; _, 22, 1.¡R, 25.>
Freud, S., 89-90 MaJraux, A., 100 128. 13 1 Vcrnaut, J. I'., 233. 239, 245
Manovich, L., 50, 55, 58 Sartre, J. P., 7 Verónica. santa, 120
Galassi, P., 61 Mapplcthorpc, R., 134 Schloss~r. ). von. 2 1 Viola, B., 59
Gibson, W., 105 Marche, O. de la. 151 Schopcnh• ucr. A., 2 1 Virgilio, 233, 239, 245
Giotto, 248, 249 Maria, L., 181 Schul1, M.• 8 Virilio, P., 116
God:ird, J. L., 61, 99, 100, 243, 244 Masaccio, 250, 253 Seitrcr, W., 146 Virruvio. 126
Gombrich, E., 18 Mcluhan, M., 35, 40, 43, 63, 235 Shcrma n, C., 139, 274
Grccnbcrg, C., 43 Mclanchthon, 172 Smithson, R., 268 Wall, J., 286, 287, 288
Gruzinski, S., 68, 95 Mctz,C., 94 Sontag, S., 82. 263 Warburg, /\., 20, 65
Guadalupe (virgen). 68, 95 MéJCico, 66, 92 Steichcn. E.. 281, 290 Wcrlhcim, M., 50, 10 4 , 26i
Meyrowitz, J., 79 Sticglcr, B., 16, 52 Wcston, E., 134
Hartl, l..., 10 Miguel Angel, 256-i59 Strulh. Th., 274 Weydcn, R. van dcr, 149, t64
Haustcin. L., 9 MitchcU. W. J. T.• 19 Suelonio. 121 Wilde, 0., 107
Hegel. G. F., 33 Sugimoto. S., 97-98, 140,141 Wind, E., 20
Heidegger, M., 136 Nora, P., 78, 85 Susini, C., 130 Winkler, 1-1., 10
Hendrickscn, L., 284
Heródoto. 183. 210 Ovidio, 243, 258
l lct1.cr, Th., 20
Hill, G., 137, 138 Pacy, M. de. 147
Mitchcock, A., 104 Paik, N. J., 62
Holbcin, H. (el joven). 114 Pnlcou i, G., 60
Homero, 195, 207, 211, 226, l41 Panofsky, E., 19
Peirce, Ch. S., 135
lser, W.,94 Pin ney, C .. 278
Plarón, 83, 159, 178, i96. 211 -2 16, 1 19,
Jericó, 47 215, 22.6
Jesús, 121-124 Plcssncr, H., 118
lohnson, W., 279 Plinio, 220, 223, 135
Plutarc(), 226
Kantorowicz, E., 121 Polihio, 220
Karz, A., 274 Policleto, 117
Kertcsz, A., 273 Porrnrnn n, A., 1 t2
Kcsslcr, H. S., 8 Pot, Ph., 154
Klcc, P.,37
Krauss, R., 270 Rauschenberg, R., 240
Kris. E., i85 Reed, D., 104
Kublcr, G., 35 Rcmbrandt, 280, 281
Kurz. 0., 185 Richtcr, G., 61, 115
Rodin. 11 .. 114
tacan, J., 49, 1.10, 243 Rodtschenko. A., 14t
Lortigue, J. H., 276 Rol in, N., 164
Le Gray, G., 273 Romany>hyn, R. D.. 111
LC¡(Cf, E., 112 Rubc11,, P. I'. (•I

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