You are on page 1of 53

Natalia Tobón

Terapeuta tántrica, tallerista internacional y escritora.


Se certificó como terapeuta con la brasilera
Paula Fernanda Andreazza, la primera
certificación de hispanoamérica en un Ashram, y
de ahí en adelante se ha entrenado con muchos
maestros de tantra y varias formaciones.
Realiza terapias, talleres, retiros, formaciones,
conferencias de “amor propio” para conectar
y empoderar a las mujeres, enseña a expandir
los sentidos y a activar la energía sexual con
meditaciones cósmicas para conectar a las
personas con su creatividad y espiritualidad.
También tiene cursos online para enseñar
tantra a las personas con discapacidad y es la
cocreadora de las cenas “Comida y Placer”.
@natalia.espiritulibre
Amante a la vida, de la luna, los caballos, la poesía
y feliz con su misión de servir y transformar vidas
en el campo de la sexualidad consciente.
@festivaltantralatam
Es la directora del Festival de Tantra en Colombia
y el primero en español en Latinoamérica.

Ha escrito varios libros, como:


“Almas Tántricas”
“La Artista del Deseo”
“El Arte de la Magia Sexual”
Y el libro de poemas “La Poeta Lunática”
“El Arte de Expandir los Sentidos”
El conteo
celestial
NATALIA TOBÓN

“El Conteo Celestial”


Primera edición, Abril, 2020
Registro ISBN: Cámara colombiana del libro

EDITADO POR EL AUTOR

Foto y diseño de portada


Emanuel Díaz

Diagramación
Esteban Torres

Protección de no copiar el libro


Medellín, Colombia

Este libro no podrá ser reproducido, ni total, ni parcialmente,


sin el previo permiso escrito del editor.

4
EL CONTEO CELESTIAL

Agradecer es un acto mágico y sensible, donde el alma suspira por medio


de la piel al recordar a cada una de las personas que, de una u otra manera,
acompañaron el proceso de la escritura de este libro.

Quiero agradecer a Sebastián R., quien me permitió conocerlo y me


inspiró en esta aventura de escribir este texto. A don Alfonso Cortés, también
autor de libros, a quien admiro muchísimo y siempre me da paz. A mis amigas
y amigos que escucharon mi historia, a Emanuel Díaz, mi compinche, amigo
y fotógrafo de la portada, a mi correctora de estilo Ángela Ospina. A mi
equipo y compañeros de viaje en todo mi cuento y mi misión, a los escritores y
cineastas que leyeron mi libro.

Y a mi maestro de vida, ése que será un secreto, no sé hasta cuándo. Un


hombre que llena de color por donde pasa. Su piel tersa y morena, y sus ojos
profundos inspiran a ver el mundo de forma diferente, tan humana y sentida
como la vida misma.

5
CONTENIDO

Prólogo Página 08

Introducción Página 10

Capítulo 1: Y todo es un misterio Página 11

Capítulo 2: Tu cuerpo sobre el mío Página 19

Capítulo 3: Una cárcel de suspiro Página 22

Capítulo 4: Un orgasmo a mi memoria Página 24

Capítulo 5: La aventura Página 27

Capítulo 6: Erotismo Página 29

Capítulo 7: Mí desorden Página 31

Capítulo 8: Hasta que el universo lo desee Página 34

Capítulo 9: Los pies son el reflejo del alma Página 36

Capítulo 10: Mis frases: adicta a ti Página 38

Capítulo 11: La diosa sexual Página 41

Capítulo 12: La piel es de quien la hace temblar Página 43

Capítulo 13: Pasatiempos carnales Página 45


Un capítulo más… La guarida del placer Página 51
NATALIA TOBÓN

PRÓLOGO

Recuerdo cuando conocí a Natalia Tobón en un taller


que hice con ella y continuamos hablando y se convirtió
en mi amiga. Ella, la autora de este libro, me dijo: “Llevo
años escribiendo”, soy géminis y los mejores escritores
del mundo son géminis y deseo contar historias increí-
bles, que transporten a las personas y les haga volar su
imaginación.
Ya después de seguir hablando con ella me di cuenta
que llevaba muchos años en una búsqueda de su se-
xualidad y espiritualidad.
Tengo la fortuna de conocerla más a fondo y ver su
disciplina, perseverancia por lo que quiere.
Por eso hoy escribo este prólogo, para expresar mi
admiración y el honor de haber leído esta historia que
me encantó, tan real, con tanta locura, con tantas frases
y textos mágicos, me transporté en cada capítulo a ese
lugar secreto, deleitándome con cada momento tan in-
tenso que describía.
Hoy te felicito por ser tan creativa y por tu historia que

8
EL CONTEO CELESTIAL

me llevaba a pensar en mis fantasías.


¡Gracias Natalia Tobón por compartir esta historia y
contar con tanta belleza el erotismo entre dos personas
que tienen una grandiosa química!

ALEJANDRA RESTREPO
Order departamento manager
Medellín, abril de 2020

9
NATALIA TOBÓN

INTRODUCCIÓN

Te invito a leer una historia maravillosa, donde veras un


erotismo sensual, real y apasionado. Esta historia es atí-
pica, de mucha conexión y amor.
Dos seres que se conocen de la nada y aprenden a
amarse en silencio, a pesar de todas las circunstancias
y obstáculos.
Una historia que te transportará a otros mundos don-
de la imaginación será la invitada principal.
Una historia única donde la pasión desenfrenada hará
que sorprendas, de pronto llores o sientas la nostalgia de
no poder estar junto a la persona que deseas. Una historia
que te llenará el alma de erotismo y amor… y todos esos
ingredientes juntos solo lo encontrarás si no en este libro.
En esta época, empecé a estar en el mundo del tan-
tra y aprendiendo mucho, asistiendo a talleres, leyendo
libros y así las ganas de escribir un libro mío también
sobre este tema, para ayudar a los que quieran entrar
a este maravilloso mundo. Y empecé también a escribir
mucho frases de amor y poemas.

10
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo I
Y TODO ES UN MISTERIO

Fue una conexión desde la primera vez que nos vimos.


Mis manos siempre eran frías, pero ese día se pusieron
calientes. Sus pies siempre estaban helados, pero ese
día estaban medio fríos.
De pronto, un día cualquiera de febrero, me dicen:
hola, no te conozco, no recuerdo por qué tengo tu nú-
mero, pero quisiera hablarte. Yo respondí: no gracias, no
hablo con extraños, menos si no sabes de donde tienes
mi número.
Me llamo Sebastián y soy político. Escribía demasiado
seguro, fuerte y sincero. Por mi parte, no quería cono-
cerlo, él no insistió y se despidió. De pronto, al otro día
lo pensé y le escribí: bueno, sí, conozcámonos, almorce-
mos… ¿Dónde vives?, le pregunté. En un lugar que no
entenderías, dijo.
Al rato me dijo donde era ese lugar tan difícil de en-
tender. Me arriesgué y fui a verlo. Tenía curiosidad, pero
quedé aún más sorprendida. No sabía nada de él, así
que llegué a medio día, entré y en el segundo piso esta-
ba él, en el que era su cuarto para ese tiempo. Lo miré
a los ojos y me dijo: tuve un accidente cuando era joven.
Mientras tanto, yo con verlo tuve para saber que nos

11
NATALIA TOBÓN

estábamos esperando hacía mucho tiempo y que ha-


bíamos sido amantes ocultos en otras vidas… Así como
la canción: “y de pronto… apareciste tú…” Me cautivó su
sonrisa, su voz y su cara divina. Pidió un domicilio en uno
de mis restaurantes favoritos, “IL Forno”.
Almorzamos y tomamos vino, hablamos por más de
una hora. Salí prendida. Esa misma tarde le escribí y le
dije: te quiero volver a ver. Al jueves volví a verlo. Llegué
asustada, desde ya lo sentía como una parte de mí. Le
llevé un libro donde le leí sobre su signo zodiacal, el mejor
libro de signos del mundo de la famosa astróloga, Linda
Goodman. Yo ya sabía que mi karma estaba contenido
en un libra.
Yo estaba vestida con falda, toda de negro...Le em-
pecé a leer, él me miraba atento, sorprendido… apenas
terminé, pude respirar, me cogió la cara con su mano y
me dio un beso…Uno de los besos más largos de mi vida.
Le dije: quiero tener de todo contigo, hacer cosas que no
haría con nadie más. Todo era tan extraño, pero con él
me sentía segura. Y yo le decía: “quiero que cuando ya
estés afuera de este lugar, me cojas de la mano y me
lleves al cielo, ese espacio en el que se mueven los as-
tros y sobre la cual se distribuyen el sol, las estrellas, los
planetas y la luna”.
Mi cuerpo temblaba. Disfrutaba sus besos, su lengua
me transportaba. Se detuvo y se acercó por completo
a mí. Estaba desnudo y endulzaba mi oído con grotes-
cas palabras. Yo pensé que lo haría despacio, pero me
tomó por sorpresa y me hizo suya. Sentía mi fuego na-
cer desde la raíz de mi ser mientras sus manos grandes
mientras me tocaba. Subía su saliva hasta mis labios, se

12
EL CONTEO CELESTIAL

me hacía agua la boca al ver su presencia. Su cuerpo


calmaba mis ganas con solo mirarlo.
No pude detenerlo, rompió mis límites, estranguló mi
dulzura, mandó al carajo mi saber, me hizo suya, sin pen-
sar en mi ser.
Mi cuerpo solicitaba su presencia salvaje y atrevida.
Salí llorando. Fue por fin el éxtasis. Por primera vez ex-
perimenté una aproximación al tantra y un orgasmo
cósmico. Él cumplía casi todos los requisitos: sus caricias,
sus besos, su forma de tocar. No eyaculaba y su erec-
ción duraba muchísimo tiempo. Me sentí en el cielo, en
una película en la que el tiempo se detuvo, mi respiración
zambullía y mi cuerpo temblaba como una película que
no tenía fin.
Así que le dije: quiero venir lo más que pueda pero
él solo podía en el día y no muchas horas. No me im-
portaba, tampoco que él no sintiera del ombligo para
abajo, pero sus orgasmos eran mentales. Hasta ahora
mi mejor amante, quería prostituirlo, en sentido figurado
y también que muchas mujeres estuvieran con él, en su
conteo celestial y conocieran el éxtasis real. Sí, su con-
teo hasta 5, hasta 10 y me hacía contar con él y yo sin
respiración contaba: 1, 2, 3, 4 y en 5 sucedía, me llevaba
al cielo… y de nuevo 1, 2, 3, 4, 5, 6 7.. 8.. 9… y en 10, volvía
a suceder. Él con su bella voz decía el último número y
sus dedos mágicos me hacían lo que nunca pensé que
mi cuerpo sentiría. No quería parar, solo podíamos algu-
nas horas y yo siempre quería más, no me cansaba, y le
prometía hacerle muchas cosas en cada visita: masajes
con aceite, consentirlo, hablar de nuestras vidas, aunque
para el momento solo teníamos tiempo para amarnos.

13
NATALIA TOBÓN

Los próximos días fui 2 horas, a veces 3. Me toca-


ba parar, respirar, lograr que la visita no fuera tan car-
nal. Siempre nos mirábamos y pensábamos deseosos,
cuando sería la próxima visita.
Los primeros días siempre salía de su hogar tempo-
ral llorando, él me decía, siento haber llegado a medias
a tu vida, ya que no sentía en todo su cuerpo, siempre
sus pies helados, sin embargo su pecho, sus manos, sus
mejillas, su boca y su lengua eran extremadamente ca-
lientes.
Nuestros cuerpos obsesionados sentían una especie
de combustión por dentro, lo acaricié con ternura mien-
tras se dedicó a una exploración a fondo del punto G. El
sexo fue de película y terminó con una explosión. En ese
momento vi una piedra en la cama y me la llevé. Una
piedra que guardaría por siempre, era de un color raro.
Soy supersticiosa, quedó prendada de objetos por mo-
tivos irracionales.
Era una travesía sexual que nos había llevado lejos, él
me hacía sentir sexy. En esos momentos de mi vida es-
taba entrando al tantra y la sexualidad consciente, y la
gente me buscaba para asesorarlos del tema.
Y ¿qué es el tantra? Es un estilo de vida, donde se
sienten cosas imaginables. Es una fiesta con tu piel y tus
sentidos, donde le haces un ritual a tu cuerpo, expandes
tus sentidos y sublimas toda tu energía sexual y así con-
seguir tus deseos, como lo hacían los genios de la histo-
ria, ¡es magia sexual!
Él se había convertido en una persona muy importan-
te para mi vida, y yo estaba obsesionada con el tema

14
EL CONTEO CELESTIAL

del tantra. Una vez por ahí me dijeron, “que cogerse de la


mano, es mucho más difícil que tener sexo”, tal vez por-
que es subir al cielo.
La energía sexual corría por mis venas. Me sentía como
imagino que se siente ser un surfista en la costa de Nue-
va Jersey, famosa por sus olas relativamente agitadas.
Cada vez que iba donde él, salía sonriendo y la noche
previa a verlo me desvelaba esperando con ansias y de-
seos el momento de nuestro encuentro.
Durante los meses que nos habíamos visto, tuvimos
más conversaciones de lo que esperaba lo que nos per-
mitió conocernos más, saber de nuestros sueños, triste-
zas y alegrías. Quién habría pensado que más sexo nos
llevaría a comunicarnos más. Tal vez el sexo se estaba
convirtiendo en lo que debe ser: uno de los fundamentos
de nuestra vida. Me encantaba lo bien que nos sentía-
mos cuando hacíamos el amor y me gustaba que me
hacía sentir muchísimo más sexual siempre que lo iba a
ver. Había una conexión desbordante con él, estaba en
otro mundo, uno que no conocía sino a veces en la ex-
travagancia del placer, un paraíso de sensualidad.
Luego de cada visita, teníamos unos minutos para
conversar sin rumbo, así nos adentramos en la zona del
amor. El reloj nos obligó a unirnos, ya que nuestro tiem-
po era limitado. Sin embargo, llegó nuestra primera pe-
queña discusión, pues él se alejó muchos días de mí, no
respondía los mensajes. Se sumergió en su mundo y eso
me molestó. Cuando apareció fui a verlo aunque estu-
viera disgustada con él. Ese día no hablamos mucho, lo
ame y me fui llorando.
Yo estaba cerca de los 40 años y estaba teniendo un

15
NATALIA TOBÓN

sexo increíble, del que jamás había tenido antes. Sentía


que por mi cuerpo corría una juventud renovada. Le dije:
me gusta más el sexo de noche, es más sexy para mí,
pero no podíamos, siempre era de día, casi siempre en
la mañana.
Estaba aprendiendo hacer masajes tántricos con acei-
tes, piedras, plumas, así que saqué mi pluma y me lancé
sobre la cama, era como una explosión de piel ardiente
que parecía decir: hazme el amor, mi amor, y tócame el
cuerpo con la pluma.
El buen sexo depende de muchas cosas: atracción
mutua, energía, tiempo y mucho más. Pero solo contá-
bamos con el tiempo que teníamos, claro que lo disfru-
tábamos al máximo. Mi cuerpo suspiraba de pasión solo
con estar con él.
Siempre he escuchado que la comunicación es fun-
damental, la clase de diálogo que teníamos los dos nos
había permitido entrar a un amor diferente, habíamos
hablado sobre nuestros gustos y quejas en nuestro lu-
gar, nos hacíamos reír mutuamente, habíamos expresa-
do y explorado nuestros sueños más ocultos.
Nos acostamos frente a frente mirándonos a los ojos.
Me dijo: “amo tu espíritu aventurero”, a lo que respondí:
“amo tu valentía”. Por media hora nos entretuvimos con
halagos mutuos, que construían un ambiente de con-
fianza entre nosotros. Descubrí que a medida que pasa-
ba el tiempo, esperaba con más entusiasmo el momen-
to de verlo, como quien encuentra buenas olas y hace
surf una vez, tres veces, toda una semana, y después
no puede concebir la vida sin estar en el agua todos los
días.

16
EL CONTEO CELESTIAL

Nos apresurábamos a meter nuestros cuerpos des-


nudos bajo las cobijas, subiendo las sábanas hasta el
mentón y los dedos entrelazados con las sábanas cu-
briéndonos la espalda. Me elevé sobre él y nos dimos
un banquete con nuestros labios. Junté mis senos con
sus manos, nos quedamos en silencio mirando el techo
y recobrando la respiración. Cuando nos levantamos mis
piernas temblorosas no me dejaban caminar desde la
cama hasta el baño y pues, él se quedó en cama mien-
tras yo salía del baño y servía café para ambos.
Me volví a meter en la cama. Ambos nos tapamos por
completo con las sábanas, nos miramos a los ojos y tu-
vimos unos minutos en silencio. El amor seduce, necesita
alimento, calor y luz, requiere química. Todo eso nos so-
braba a los dos.
Nos abrazamos, hablamos, reímos y nos besamos
más y más, y después mucho más y más. Dimos rienda
suelta a los adolescentes que llevábamos dentro, enlo-
quecimos besándonos, explorando nuestras bocas con
nuestras lenguas, dejando que nuestros labios jugarán
con fuerza como nunca se había hecho antes.
Otro día cualquiera que fui a verlo, yo tenía un escote
profundo, sin brasier, me miró y me dijo: Por Dios mujer,
te podría devorar. Él me hacía sentir tan sensual, que
salía de nuestros encuentros pensaba que las perso-
nas que me observaban, en su interior decían: ¡esa mu-
jer tiene sexo fantástico!, yo salía radiante y quería que
todo el mundo me viera con él.
Empezamos a hablar lo que queríamos para el futuro:
estar bajo la luz de la luna o en la cima de las montañas
escuchando al viento. También tener una cama con ro-

17
NATALIA TOBÓN

dachines y cada vez que quisiéramos dormir afuera o


tener sexo bajo las estrellas, solo tuviéramos que correr
la cama.
A él le encantaba mi piel y sé que verla bajo el cielo
azul, con la brisa agitando mi cabello, olor a pino y tierra
acompañándonos en una soleada cima lo perdurarían
para siempre. Después tuvimos otro sueño: en un jacuzzi
con una chimenea al frente, tomar mucho vino y reírnos
y reírnos.
Así que me despedí y le dije: ¡te adoro! Por mi parte
sabía que su vida no había sido fácil hasta ahora. Me
despidió con una leve sonrisa dibujada en el rostro, ama-
ba su sonrisa. Me veía siempre sensual, con mis uñas
pintadas de rojo, azul y plateado, amaba mi babydoll ne-
gro que usé un día para él. La conexión física nos llevó a
conexiones más fuertes en otros aspectos en nuestra
relación: “una relación sin nombre”.

18
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo II
TU CUERPO SOBRE EL MÍO

Iba con un amigo de viaje para Bogotá, pero antes de


salir, fui a visitarlo y casi pierdo el viaje, con él, el tiempo
se pierde. A pesar de ese percance iba feliz, ya que solo
con sentirlo se me extendía la sonrisa por muchos días.
Había días en que no lo veía mucho, pero todos los
días hablaba con él, como si fuera una droga que nece-
sitaba mis oídos. Sus mensajes me transportaban, con
solo escuchar cómo me hablaba el mundo paraba.
Así que había noches en que quería oírlo, sin embar-
go, él no respondía en días. Cuando aparecía me decía:
“estoy en otro mundo”. Yo me imaginaba lo que sentía,
además sabía que no hablaba casi con nadie. Sabía que
seguiría ahí y mi cuerpo ya sabía cuando era lunes, el día
que más lo podía ver… De nuevo, otro lunes ¡mágico!
Un día cualquiera de marzo, en la mañana, madru-
gué a visitarlo. Fui de vestidito, con cacheteros rojos y sin
brasier, le dije, mientras me quitaba todo, solo mira mi
cuerpo y al tiempo le vendé los ojos. Solo tócame, le dije
entonces, siente mi piel y dime que nunca me abando-
narás.
Puso la música a todo volumen y nerviosa le dije, nos
van a escuchar, ¡qué importa!, me decía, esta es mi casa

19
NATALIA TOBÓN

por el momento y yo hago lo que quiera. Ponía mi mú-


sica y la de él, lo que me despertaba más pasión. Lloré,
amaba su mundo, quería estar siempre en él.
Otro cierto día le llevé chocolates y se los di en su boca.
Mi lengua era el viaje en su medio cuerpo, por eso su
mente era más poderosa y como dice el poeta español
Marwan.. “ su boca era mi entrada al paraíso… y su foto
mi desvelo “.
Mis caderas cicatrizadas, él las amaba. Ahí donde ha-
bía piel rota, él me ponía piel nueva. Sus besos eran in-
agotables, siempre deseaba que fueran eternos, su sa-
liva en mi cuerpo me hacía sentir viva. Me decía: esto
es vida, corazón, mientras yo me le ponía encima y le
susurraba que lo adoraba, que lo adoraba en tan poco
tiempo, después se lo grité. Habría dado la vida por tan
solo una noche con él, solo una, pero sabía, que había
que esperar.
Luego me dijo: “lo que más extraño son mis perros,
hace mucho no los veo”, los tenía pintados en un cuadro
grande y ahí los veía. Le contesté ¡pronto los verás! Y
mirando el cuadro de sus perros, fue girando su mirada
hacia a mí y luego exploró mí cuerpo, besó mis pies y los
acariciaba mientras a mí se me olvidaba todo.
Me suplicaba siempre que no lo dejara, para que hicié-
ramos muchas locuras juntos. Quería vivir muchas más
cosas… Conmigo o sin mí.
Ahora mi mundo era su casa temporal: allí nada nos
hacía falta. Su cama, su almohada, las toallas que me
ponía debajo de mi cuerpo, su piel, sus vinos, su música.
Ese mundo era ahora el mío, o eso creía yo, hasta que

20
EL CONTEO CELESTIAL

un día me dijo: no eres la única que ha venido a este lu-


gar. Mi cuerpo lloraba internamente, aunque así y todo
estaba segura de que era su única Diosa. Ese día, me
dio dinero para comprarme un juguetico muy especial,
que lo tendré conmigo de por vida. Y ahí mismo salí a
comprarlo en mi tienda sex shop favorita, “Sexo Sentido”.
Otro día cualquiera que fui, me dijo: no creas que tu
entrada aquí es gratis. Solo pudimos estar una hora y
media juntos, con sus besos más apasionados, de nuevo
no quería irme. Así que decidí hablarle de amor, un mar-
tes 13 y así me contestó:
- ¡Ay! mamacita, qué pereza cuando hay tantos sen-
timientos. Yo mejor no opinaré sobre el tema. Mamaci-
ta porque para esos temas de romance y amor no soy
bueno ni me gustan. No soy fácil y no quiero que te sien-
tas mal por la manera que yo soy. Quiero estar en tu
vida y que me dures mucho, pero yo no soy ni estoy he-
cho para relaciones estables, no me gusta eso corazón.
Demás que estaré equivocado, pero es un tema del que
no me gusta hablar.

21
NATALIA TOBÓN

Capítulo III
UNA CÁRCEL DE SUSPIROS

Continué hablando con él, me moría por escucharlo,


pero a él no le gustaba hablar de noche. A veces me
preguntaba por qué y entendiendo que cada mente es
un mundo, él se iba de ese mundo en que estaba atra-
pado.
Me hacía sentir segura, siempre podía confiar en él,
pero a veces sentía que solo sabía su nombre, su vida
era un mar de secretos y su corazón era tres o más en
uno. Siempre pensaba que sus latidos eran más rápidos
y le tenía muchas preguntas, pero nunca alcanzaba a
hacerlas todas.
Así que un día le dije: nos veremos y trataremos de
hacer otras cosas, de hablar. Le lloraba sobre sus ro-
dillas y le decía que me acariciara el pelo y me mirara
fijamente a los ojos.
Un día tuve un sueño con él, un sueño celestial. Des-
pués de llegar de un taller tántrico me sentía en trance
y con poca energía, tuve un sueño erótico, sentía que
iba a tener un orgasmo dormida y yo solo lo veía a él en
mis sueños. Fueron muchos minutos así, pero no sentía
que pasara el tiempo. Mi cuerpo se movía y quería que
el tiempo no parara por lo que estaba sintiendo. Siem-

22
EL CONTEO CELESTIAL

pre estaba desesperada por verlo, le compraba rega-


litos cada que podía verlo, sus frunas preferidas, velas
moradas para trasmutar, un vaso con la frase: “soy tu
loca preferida”. Lo quería consentir siempre, porque no
lo podía ver mucho.
Lo pensaba casi todo el día, me imaginaba sus besos,
sus manos. Extrañaba esa fuerza, cómo me cogía del
pelo y hacía que me transportara a otro mundo.
No eres como imaginé, le dije casi sin pensar. Él me
respondió: ¿cómo imaginabas que era? Por ahí decían
que tienes un carácter explosivo, dije y cambié inmedia-
tamente el tema: ¿dónde te ves dentro de cinco años?
Me miró de reojo, sus ojos grandes miraban hacia el cie-
lo por la ventana y frunció el ceño sin abandonar esa
enigmática sonrisa pícara y me respondió: no pienso en
el futuro, solo se que estoy acá hoy contigo en este mo-
mento, como tu dices el “eterno presente”.

23
NATALIA TOBÓN

Capítulo IV
UN ORGASMO A MI MEMORIA

Una vez le dije: habría querido encontrarte antes en


esta vida y haber tenido más orgasmos en mi memoria
contigo. Él con su sabiduría me respondió: antes no lo
hubiéramos disfrutado tanto. Este era el momento. Igual
cumplimos la cita de conocernos, más maduros, sintien-
do más, con más conciencia. Estábamos conectados
con la mente, lo amaba en eterno silencio.
Coleccionaba algunas de sus fotos y las miraba en la
noche, veía sus ojos grandes y su hermosa sonrisa. Le
enviaba frases de amor, sabía que le gustaban, aun-
que no siempre me respondiera. Frases como: mi mayor
tentación, tus besos; mi mayor pecado, tus caricias, mi
condena; tenerte lejos y volvía a mirar su sonrisa en su
foto. Volvía a escribirle: te volvería a elegir mil veces más;
no me asustaba encontrarte, me asustaba que no exis-
tieras; no pretendo ser tu vida, solo tu parte favorita.
Cada vez que me iba de donde él, lloraba menos, pero
mi cuerpo lloraba más en silencio. Me gustaba mucho
colocar mi cabeza en sus piernas, él me acariciaba el
pelo y mi mente se iba. Él sabía lo que pensaba sin de-
cirle nada y mi mente le respondía: tú sabes por qué.
Luego pasó más de un mes sin que nos pudiéramos

24
EL CONTEO CELESTIAL

ver, fue duro esperar, no recibía visitas. Así que por fin el
3 de mayo nos vimos, nos sentíamos felices. Él, con su
misma cara, me seguía trasmitiendo mucha pasión.
Llegué otro día cualquiera y me senté en frente de él
a mirarlo sin quitarle mis ojos. Quería observarlo y no
pensar en nada, me paré y le dije: me vas a dar un beso,
ya siento muchas mariposas en el estómago con solo
observarte. Me quité la ropa y me puse su camisa, se
veían un poco mis pechos, preparé un par de copas y
una botella de vino para seguirlo observando. Lo miré
nerviosa como una quinceañera, me retoqué el lápiz de
labios, me bajé un poco el escote y noté que hacía frío.
Me senté de nuevo a observarlo, desconectó la tele y
decidió poner música suave.
Me dijo: ahora quítate mi camisa, quiero verte bien. Me
despojé del camisón y quedé desnuda, solo los tacones
adornaban mi cuerpo. Se acercó a mí y agachando la
cabeza empezó a acariciar mis pezones, mientras que
mi respiración se agitaba…, estaba extasiada. Dijo: te
quiero ver bañar con tus tacones negros. Me duché du-
rante más de media hora, él veía como caía el agua en
mi piel. Salí de la ducha, me puse mi ropa, mi pantalón
negro y una camisa blanca con escote en la espalda, me
recogí el pelo y me maquillé suavemente, lo volví a mirar,
me puse el abrigo y salí por la puerta.
Pensé que se disgustaría por no tocarlo, así como si le
hubiera arrancado un caramelo de la boca. Pero no, no
dijo nada. Salí con ganas de mirar hacia atrás y lanzarme
en sus brazos, mi corazón latía a toda velocidad, pensé
que lo lograría, pero no, habló más mi cuerpo que mi
mente, miré hacia atrás, vi ese rostro que para mí era de

25
NATALIA TOBÓN

los más divinos que había visto en mi vida, le sonreí y me


lancé en sus brazos. Nos besamos casi por media hora
sin parar, de repente mira el reloj y dice: ¡Dios!, ¿qué hora
es?, ya nos pasamos mucho tiempo, pues como siempre
el tiempo no paraba cuando nos besábamos. Así que
me fui muy nerviosa, porque siempre quería más y más.
Así que corrí por la calle durante unos segundos sin
pensar en nada, excepto en su cara. Cada vez lo adora-
ba más, me acariciaba el pelo mientras iba al carro, al-
gunas personas me miraban. Llamé a una amiga, quien
me escuchaba mis aventuras y le dije: yo amo a ese
hombre, definitivamente.
Después cuando lo volví a ver, quise llegar provocán-
dolo, ver su reacción al saber que la última vez que estu-
ve con él, lo observé tanto. Él siempre me recibía con una
sonrisa. En ese instante le dije: “pídeme lo que quieras”,
como el libro erótico de Megan Maxwell. Yo estaba a la
espera de aquel beso que había esperado hace tiempo,
ya llevaba casi 2 meses sin verlo, y durante ese tiem-
po soñé con él exactamente dos veces, que nos íbamos
para otro lugar, un lejano lugar. Apenas me vio empezó
a respirar agitado, una mezcla de susto y excitación. Me
miraba mis labios tan apetecibles que yo le servía en
bandeja de plata.

26
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo V
LA AVENTURA

Esto era una sexpedición, yo le había contado esto solo


a algunas amigas y amigos. La mayoría lo veían genial y
una súper aventura, uno que otro sé que pensaba que
estaba loca, mientras otros decían: ¡qué historia tan bo-
nita! Poco me importaba lo que pensaran, sabía que
esto sería la mayor aventura de mi vida
Yo sentía corrientazos en el cuerpo de solo pensar en
él. Se pueden imaginar, entonces, lo que sentía al verlo.
Empecé a hacer cosas por amor. No sabía coser y bus-
qué alguien que me enseñara a bordar un cachetero,
cogí pintura y pincel, y pinté en letras “El conteo celestial”,
“Te Adoro N.T”.
Aunque él no salía, yo le llevaba mascarillas de aloe
y pepino, yo se las aplicaba para cuidarle su hermosa
cara y aunque no le gustaban, me complacía y yo se las
aplicaba.
Nunca fui de entrar a sex shops, pero, obvio con tanta
información que adquirí al aprender de sexualidad cons-
ciente, me fui para una “sex shop”, a mirar jugueticos y
lubricantes calientes, quería aprender más y sorpren-
derlo.
La experiencia nos llevó a una especie de trance, un

27
NATALIA TOBÓN

estado bastante placentero para los dos. Nos abraza-


mos y nos apretamos. Mis extremidades, mi torso, mi
cabeza, mi corazón, mi alma, hasta mi propia sombra.
Estábamos introduciendo algo novedoso en nuestra
vida adulta. Cada uno se sentó en la cama y nos pusimos
a mirar por Internet, en nuestros teléfonos, sobre litera-
tura erótica. Él me miraba leyendo sola y me decía: te
ves tan sexy, tan linda, me excitas, así que ahí a su lado,
le escribí a su celular: “me derrites”. Él me respondió: “tú
también a mí”. Dejamos de leer y nos besamos, siempre
besos, muy apasionados, queríamos intentar no hacerlo,
pero, imposible, no nos podíamos tocar porque era im-
posible parar. Yo a veces llevaba cartas o un tablero de
ajedrez para jugar, pero siempre en mitad de los juegos
parábamos y lo hacíamos.
Cada encuentro pensábamos: ¿será que podemos
vernos un día sin tocarnos? Él siempre me decía: con tal
que nunca me dejes y siempre estés ahí, no me importa.
Con solo verte y escucharte tengo. Aunque sé que era
cierto, muy adentro sabíamos que era una tortura no
tocarnos. Cada vez los abrazos eran más fuertes, era
lo que le daba calor a nuestra relación. Sí, relación clan-
destina, relación sin nombre, pero era la más penetrante
de mi vida. Así que empezamos a inventar cómo se po-
dría llamar nuestra relación: “Aventura peligrosa”, “Almas
gemelas a distancia”, “Amantes clandestinos” …, propuse
yo. Me miró y dijo: ¡ya sé! la llamaremos: “Relación sin
nombre”. Nos sentíamos en el tema del sexo más aven-
tureros que nunca.

28
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo VI
EROTISMO

Y volví a repetir lo mismo que al principio. ¡Ya que me


encantaaaa! Llegué de nuevo asustada. Mi cuerpo tem-
blaba. Disfrutaba sus besos y su lengua que me trans-
portaban, sus manos grandes mientras me tocaba. Es-
taba desnudo y endulzaba mi oído con sus grotescas
palabras. Sentía mi fuego nacer desde la raíz de mi ser,
subía en burbujas hasta mis labios, se me hacía agua la
boca al ver su presencia cuerpo. Calmaba mis ganas con
solo mirarlo. Y de nuevo salí llorando.
¡Fue un éxtasis!
Estaba por esos días escribiendo artículos en mi blog,
“Espíritu libre”, así que estaba leyendo mucho sobre lec-
tura erótica. Él amaba mi vestidito rojo, un par de veces
fui con él, no me lo quitaba y me hacía el amor con ese
vestido puesto, que me inspiraba. Así que escribí estos
poemas:
“Mi vestido rojo”
Me gustas cuando tiemblas cuando me ves con mi
vestido rojo,
y me adentro en tus sueños y mi voz te desborda,
Parece que la luz penetrara por mi cuerpo
y parece que el aire me quitase mi vestido rojo…

29
NATALIA TOBÓN

Me gusta si me miras la boca, con mi vestido rojo,


soy una fiera contenida, así como con dulzura
y sientes que me acerco y tu corazón late,
déjame derramarte en la boca mi frutal saliva.

Recorre mi vestido rojo,


Me gustas como tiemblas con él,
y yo aumento mi mirada y mi sudor en silencio
y a tu cuello darle un mordisco.
¡Con mi vestido rojo…!

“Tu sonrisa”

Tu sonrisa me divierte, me da la pausa


a continuar con el recorrido de la alucinación...
Tus palabras me alientan, me excitan
Son órdenes que debo acatar,
Tu sabor me inyecta las fuerzas para continuar...
Tus suaves movimientos me intranquilizan
Y tu sensibilidad me incita a devorarte
Eres todo mío, eres el aire que necesito para respirar.

30
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo VII
MI DESORDEN

Yo era una sexy desordenada, mi cabello siempre des-


organizado, pero mejoró gracias a él, mechones rojos,
labios morados, un vestido muy corto y sexy, escotado
adelante, donde sobresalía los pezones y mis sanda-
lias azules preferidas. Me dijo: “tengamos sexo con esas
sandalias azules”. Esperé unos minutos mientras lo ob-
servaba, me di cuenta que hablaba en serio. Pensé: ¡es
una excelente idea!, y después: ¡es una locura! pero so-
bra decir que lo amaba y volví a recordar que cuando lo
conocí quedé boquiabierta, literalmente, y hablo en se-
rio, me dejó sin respiración.
Me sentí agotada, como si hubiese terminado una ca-
rrera de 13 kilómetros. Su sonrisa y mirada pícara me
deslumbraba tanto que me sentía de nuevo nerviosa,
llegué a pensar que era capaz de dejarlo todo por él.
Pero no se podía, así que lo miraba y desesperadamen-
te le decía: ¡te quiero ver, mi cuerpo lo grita!
Así que nos vimos, después de muchos días y apenas
terminamos de hacer el amor, sin esperar me cogió la
cabeza y me dio un beso, el beso más erótico que me
habían dado en mi vida. Nos reímos muchísimo, estaba
felizmente perdida, descubrí que en mi vida erótica aún
tenía mucho por descubrir. Lo que más me gustaba es

31
NATALIA TOBÓN

que con él, podía hablar muy abiertamente de sexo, de


lo que fuera y como fuera.
Él me inspiraba para hablar de las cosas más locas
que existen, con él todo era un vigoroso duelo de orgas-
mos. Sentía que la sangre me hervía como si me hubie-
ran hecho una transfusión de champaña, pensé en la
odisea erótica que yo le había dicho siempre que hicié-
ramos: quiero estar todo un fin de semana contigo, en
un lugar que ni imaginamos, pero, como siempre, había
que esperar un tiempo.
Él, quien era excepcional con sus palabras, lideraba
algunas charlas eróticas que teníamos y como aún no
podíamos de noche, pensábamos que escucharlas noc-
turnas serían más placenteras, pero nuevamente, solo
podíamos de día y con tantos obstáculos aprendí a ser
paciente.
Recuerdo que la primera vez que estuvimos juntos me
pidió los cacheteros negros de encaje que tenía ese día,
se los regalé sin dudar. Los olió y me dijo: “los guardaré
toda mi vida”. Para nuestro próximo encuentro nos pre-
guntábamos si existiría alguna estrategia de ayuda para
no parar y aguantar más, algo como juguetes sexuales,
alcohol, música. Pero no necesitábamos nada. Nuestra
piel era nuestra droga, así como en el tantra, con solo
vernos y tocarnos nos ¡transportábamos al cielo! ¡Era un
encuentro celestial!
Por esos días había escuchado una conferencia muy
interesante de una sexóloga española sobre juguetes
sexuales. A mi edad lo único que había probado era un
vibrador; y el que él me había regalado. Con el corazón a
mil pensé ¡hay fiesta con juguetes sexuales! Eso sale en

32
EL CONTEO CELESTIAL

el programa de Oprah Winfrey y es saludable, le dije y


el analizaba la expresión de mi rostro y además, todo se
juntaba con que estaba en la época, donde como tera-
peuta, yo estaba leyendo muchos libros de sexualidad,
recetas afrodisíacas, masajes tántricos, meditaciones
para aumentar el placer, cómo despertar la energía kun-
dalini, cómo alinear los chakras y conociendo grandes
tantristas y sexólogas del mundo.
Al otro día llegué con los labios rojos, muy rojos, él lo
saboreaba una y otra vez, después me lo quitaba todo
y me decía: “te ves sexy como sea. Tus labios naturales
es lo más lindo que he podido ver en el mundo”. Yo me
sentía plena con él, volvía a nacer cada vez que lo veía.

33
NATALIA TOBÓN

Capítulo VIII
HASTA QUE EL UNIVERSO LO DECIDA

Aprendí, por tantas experiencias en mi vida, a no decir


para siempre. Como dice Alicia en el país de las maravi-
llas: “Conejo, conejo, ¿cuánto tiempo es para siempre? A
veces solo un segundo”.
Me daba miedo esa expresión, Así que la cambié, por
un: “hasta que el universo lo desee”. Una mañana le lle-
vé el desayuno, él me hizo café. Fue un día excitante.
Me miraba y me miraba, y dije es imposible no tocarte.
Nos seguimos mirando, así que le acerqué mis labios y
de pronto en unos minutos dos orgasmos me sorpren-
dieron, le dije: “los orgasmos diarios deberían ser obli-
gatorios”, quince minutos más tarde, acostados uno al
lado del otro, mirábamos el techo medio iluminado y nos
imaginábamos estrellas de todos los tamaños, blancas
y azules, el azul, mi color favorito, el de la tranquilidad,
paz, armonía… y después de observar varios minutos el
techo, yo me volteé de lado y le dije: me encanta los ma-
sajes, que te parece una sesión y con un marcador te
dibujo las estrellas que acabamos de imaginarnos… El
simple contacto con su cuerpo desnudo me excitaba.
Ese día me confesó que tenía prótesis de pene, se
veía natural, un tema del cual yo ya sabía un poco, por-
que alguien que una vez conocí, médico, me contó que

34
EL CONTEO CELESTIAL

operaba a los hombres de eso, y me había también con-


tado que era una operación muy costosa, pero ayuda-
ba a muchos hombres y a parejas, Ahora entendía por-
que siempre lo tenía erecto, me decía que podía tenerlo
erecto por días, el tiempo que quisiera, así no sintiera.
Siempre era una sensación verlo, yo no me cansaba
con él, así que después de dos horas de sexo, me dijo:
“mamacita, estoy mamado”, así que me calme. Era el
único hombre con el que no me cansaba y quería más
y más, me dije: ¿cómo no le pregunté desde el primer
día, como hacía, por su condición, siempre tenerlo erec-
to? Me dije: “Increíble encontrar a alguien así”. Puse una
canción que amo “Desert Rose”, de los cantantes Sting y
Cheb Mami sabía que el cantante Sting practicaba sexo
tántrico y aguantaba más de 8 horas con su esposa, lo
cual dijo, en una entrevista, que fue viral en el mundo,
entonces le dije “muchas celebridades son tántricas, por
eso canalizan tanto su energía y les llega tanta abun-
dancia”, escuchamos la canción tres veces seguidas. Esa
canción, en especial, me hacía sentir placer, así que él
me complacía.

35
NATALIA TOBÓN

Capítulo IX
LOS PIES SON EL REFLEJO DEL ALMA

“Los pies son el reflejo del alma”. Estaba también es-


tudiando mucho sobre los pies y como tener orgasmos
con solo tocarlos, así que le decía a él, te acariciaré tus
pies y te los besaré, así no los sientas. La persona que
te ama de verdad, tocará siempre tus pies, los acaricia,
los besa, los chupa dedo por dedo, así que se los aca-
ricié y se los besé, siempre eran helados, pero lo hacía
con la esperanza de que algún día los sintiera, adoraba
sus pies y sus dedos. Y le enseñé cómo agarrar con sus
labios, todos mis dedos o tratando de atrapar su lengua,
entre los dedos de mis pies y no dejarlos salir de ahí.
Y aunque él no sentía y me sentía triste a veces por
eso, yo se los besaba y el empezó hacer lo mismo con-
migo y sin saber mucho sobre cómo tocar los pies, llegó
al punto de hacerme sentir casi un orgasmo interno en
todo el cuerpo, con solo besarlos.
Era el primer hombre que había amado mis pies, siem-
pre le decía a todo el mundo en mis terapias y talleres,
“el que te besa tus pies, te ama de verdad”, así, que le
dije, quiero un masaje completo de pies, como lo quieras
hacer y mientras él me los acariciaba, yo gemía, y le de-
cía: “para mí los pies están relacionados de forma íntima
con el sexo”. “Interesante”, dijo. Le decía que los masa-

36
EL CONTEO CELESTIAL

jes en los pies a veces, conducen a fantasías sexuales y


amaba que él me chupara los dedos, y después todo mi
cuerpo, que le parecía hermoso y me hacía sentir feliz y
segura.
El sexo con él me rejuvenecía, siempre salía con los
ojos y mi piel brillante, y era raro, nunca salía cansada,
siempre quería más.
Ese día después de terminarme el masaje en los pies,
me senté al borde de la cama, lo miré y le dije: “oremos
juntos, para que podamos cumplir rápido nuestros sue-
ños” y “caminar” juntos al anochecer, bueno rápido no,
pensé en el momento perfecto.
Por eso debía tener fuerza en mis dedos para que
él los agarrara, ya que son una gran zona erógena. Era
muy probable, que si metía los pies dentro de la boca de
él y me estimulaba con la lengua y los labios, yo alcanza-
ría el éxtasis.
Así que comencé a hacer ejercicios de sostener lápices
y cosas entre mis pies con firmeza. Una mujer empode-
rada trata de sensibilizar mucho sus pies, jugar con ellos,
a agarrar dedo por dedo y moverlos con sus manos y a
apretar cada dedito, poner los nudillos en los talones y
masajear suave.
Eso es masajear los pies, es quitar los nudos para que
fluya la energía.
Lo cierto es que tocar la zona de los pies es una de
las caricias más cotizadas por cientos de personas, que
disfrutan de lo lindo, mirando, tocando, mordisqueando
o lamiendo las extremidades de sus acompañantes.

37
NATALIA TOBÓN

Capítulo X
MIS FRASES... DICTA A TI

Lo bombardeé un día con mis frases favoritas, empecé


con esta:
“Como buena traficante de adrenalina y dopamina,
¡quiero que seas mi droga!”, él sonría con mis frases.
Después, medio desnudos, nos mirábamos fijamente
a los ojos y le dije: mira, me vas a ir conociendo más y yo
a ti, aunque ya sabes que encontré mi pasión y vocación,
ser mentora, terapeuta tántrica y escritora, y dar con-
ferencias y talleres en muchos lugares del mundo, pero
mi otro gran sueño fue haber sido cantante y cantar por
todo el mundo y dejar huella en cada lugar donde can-
tara, por eso me resumo así... “Poco de cantante, mucho
de poeta y ¡bastante de loca!”, porque todo el mundo
cree saberlo, pero realmente nadie se imagina. Y soy de
quedarme donde siento la libertad de poder ser yo”.
Le dije, sirviéndome una copa de vino, salud, “por más
días así por favor”.
Y seguía con mis frases: “es lunes... y mi cuerpo lo sabe”.
“Las personas son como la luna, tienen un lado oscu-
ro que no le muestran a nadie”, le pregunté: ¿cuál es el
tuyo?, se reía y no respondía, le decía: espero algún día

38
EL CONTEO CELESTIAL

conocer ese lado tuyo, y le seguía diciendo frases: “del


amor a la locura hay un paso, hace mucho tiempo lo di y
no tengo ganas de regresar”, “y tú no sabes para quién
te bañas”, y las más “¡y que nadie sepa dónde estoy con-
tigo, y si alguien sabe que no me lo diga”, “te invito ama-
necer conmigo, yo pago las consecuencias”, “ encuentra
alguien que con un solo toque tiembles de emoción” y
esta tan especial, “cada persona que ha llegado a tu
vida es porque tú la has atraído, nuestro ser interno lo
reconoce al instante, y.. ” si te niegas hacer una gran lo-
cura jamás tendrás un buen recuerdo”.
Amaba esas frases, escribo poemas y escribo mucho,
como buena géminis, me las aprendía y se las repetía,
el simplemente sonreía, me acariciaba el cabello y me
decía: “mi linda lunática”. Le decía, mírame solo a mí y no
me prives de tu piel, porque sin verte, yo te siento.
Un día pensé, puede ser que él no me convenga, mi
instinto me grita que salga corriendo, pero cada vez que
pienso en su mirada y su sonrisa me derrito.
Él era Indomable, controlador, autoritario, implacable,
dulce, provocador, peligroso, enigmático y absolutamen-
te adictivo.
Me entregaba a él y me permitía olvidar que quizá no
podría amarme nunca de ningún modo que no fuera
aquel, con su boca y su mirada.
Quizá eso pudiera llegar a ser suficiente. Y sí , era ob-
sesión, amor, deseo, todo al mismo tiempo.
Así que pensando esto, mis lágrimas inundaron mis
ojos y me salpicaron la cara.

39
NATALIA TOBÓN

Y le dije: ¿cómo pudiste creer que no me enamoraría


de ti?, aunque tú no querías que ocurriera, ¿cómo no iba
a hacerlo? —Me limpié la mejilla mojada con el torso de la
mano—. ¿Esto no significa nada para ti?
Se echó hacia atrás como si le hubiera dado una bo-
fetada.
Así que lo empecé a amar sin esperanza y cada vez
me sentía más sola.
Llegué ese día a mi apartamento en la noche y estuve
tirada en mi cama hora y media, escuchando música y
tratando de dormir un poco, pero descubrí su olor en
un nuevo lugar, cada vez que cerraba los ojos, en mi al-
mohada, entre mis dedos, en mi ropa... Sería precioso
decirle que está en todas partes, pero creo que mejor le
digo que lo echo de menos.
Siempre soñaba que mis pensamientos se transpor-
taran y llegaran a su mente como un viaje astral.

40
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo XI
LA DIOSA SEXUAL

A veces del desespero de no verlo, soñaba con él, que


nos columpiábamos en un patio cubierto de flores blan-
cas y me daba la mano y hablábamos. Otras veces so-
ñaba que no lo volvía a ver y amanecía extasiada, me la
pasaba todo el día pensativa, elevada y desconcentrada,
más de lo que soy, pero cada vez que lo veía, sentía que
entendía su mundo interior mejor que nunca y el sentía
lo mismo respecto a mí. Me decía su “Diosa Sexual” y
todo lo que yo estaba aprendiendo, de tantra, medita-
ción, la técnica japonesa de amarres Shibari, entre otras
cosas las quería saber y hacer. Un día me dijo con su
bella sonrisa y ¿un trío? A lo que yo dije: no soportaría
verte tocando a otra mujer delante de mí y eso que a
veces por dentro pensaba, que rico que mis amigas y
las mujeres conocieran un amante como él, así que me
entendió y me dijo: listo mi mamacita, yo tengo contigo.
Siempre me tocaba verle el tatuaje en su pecho de-
recho; de la cara de una mujer que amó mucho y con la
que estuvo siete años. Yo lo celaba a veces mucho y él
no entendía por qué, solo me decía: tú ya eres la única
que entra a este lugar, y le respondía: conmigo tienes y
te basta, pero muy en mi corazón pensaba que otras
también entraban a verlo, le encantaban las mujeres

41
NATALIA TOBÓN

bonitas, era un hombre muy exitoso con las mujeres. Yo


solo me ilusionaba, sola pensando ojalá sea la única.
Un día le vendé los ojos, algo que siempre me ha en-
cantado hacer y él me echaba en el cuerpo aceite de
coco y tocaba mi cuerpo como un piano y con cada to-
que mis poros y mi piel se erizaban. Otro día cualquiera
me fui vestida de blanco y sin ropa interior, me vio y me
dijo: hoy eres mi ángel sexual”.
Me decía de nuevo: “tú eres mi Diosa”, y él era “Mi bad
boy”, era para mí, sin duda, mi chico lindo malo. Así le de-
cía por su circunstancia, pero en el fondo yo sabía que
tenía el corazón más grande del planeta.
Su carrera de político se había acabado y sé que le
dolía en el alma. Nos teníamos tanta confianza que nos
contábamos nuestros verdaderos problemas, nuestros
días tristes, de soledad y cuando hablábamos de ello,
yo le decía: avísame cuando lleguemos al mundo soña-
do, irreal y completaba con una de mis frases favoritas:
“se necesita mucha locura para tanta realidad”. Me decía
que mi cuerpecito era todo suyo. Así que nos besamos
y en poco tiempo entramos en ese mundo insuperable,
una montaña rusa de amor, y de nuevo nos desconec-
tábamos por un rato.

42
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo XII
LA PIEL ES DE QUIEN LA HACE TEMBLAR

Un día fui a las ocho de la mañana, era viernes tocaba


liguero, me cogió de la mano y me metió a la ducha, se
metió conmigo y su baño se aromatizó de mi cuerpo y
del de él, lo veía a veces más musculoso, más lindo, cada
uno buscaba a veces ser más sexy para el otro.
Con él era estar en el aquí y el ahora, el sexo ardía
con fuerza en el corazón de nuestra relación clandestina,
convirtiendo nuestros días a veces de estrés en días de
carnavales de éxtasis.
Por esos días yo vibraba con mucha energía, con tri-
bus muy espirituales, yoguis, tántricos, escritores, poetas
y tenía un amigo de hace años, el famoso Don Al, que
había escrito ya un libro sobre Dios. Me importaba mu-
cho su opinión y le conté mi historia y para sacar este
libro, me dijo simplemente: “oye es tu vida, sé feliz… ¡Qué
gran historia”!
Hacía algún tiempo me había dado depresión dos veces,
pero para mí él era mi antidepresivo más grande, tendía a
alejarme de los problemas y me aferraba a él, porque era
el único hombre que hasta ahora me hacía sentir lo que
sentía, y yo lo hacía sentir vivo, casi siempre que terminá-
bamos de hacer el amor me decía: “esto es vida”.

43
NATALIA TOBÓN

Lo excitaba con mi ropa interior, aunque a veces no


llevaba, también le excitaba mis vestiditos, que cuando
me los ponía y él me veía, su mirada de excitación se veía
ahí mismo, eran pegaditos y cortico y me volvía a sentir
la mujer más sexy del planeta.
Otro día me puse un vestidito negro, lo mandé hacer
también por él, quería verme de negro ese día y apenas
me vio, me dijo: “me quedé sin aliento”, al verme en su
puerta, luciendo una chaqueta de lana encima y un es-
cote que se notaban mis pezones, mi cabello exuberante
y mis labios rojos provocadores. Me preguntó: ¿por qué
será que a ti el negro te hace ver tan hermosa?
Estaba “poseído”, nuestros encuentros siempre tenían
una alta conexión desaforada y hasta espirituales, so-
ñábamos estar en una bañera repleta de rosas, aceites,
espuma, esencias y muchas velas titilando y nuestros
cuerpos echando vapor, nos mirábamos y decíamos, “al-
gún día”, ya pronto, respondía. Aunque ni él sabía exac-
tamente cuándo, yo soñaba con ese día como una niña
esperando su juguete.
Cierto día llegué con varios regalos y le dije: hola bom-
bón, siempre sonreía. Decía que mis historias eran chis-
tosas y de película, lo cual también ayuda a explicar el
nivel de atracción que sentía por mí. Todo lo que yo de-
bía hacer era provocar su risa, ya que por su situación
actual, no reía mucho y bueno, al menos lo hacía reír y
ya era mío. Sin embargo, él tenía también la chispa, la
risa, la viveza y la alegría para mantenerme encendida,
al menos conmigo reía mucho, ya que se la pasaba muy
solo, sólo los fines de semana veía a su familia.

44
EL CONTEO CELESTIAL

Capítulo XIII
PASATIEMPOS CARNALES

Me iba para un viaje a la costa, estaba feliz, llevaba


días sin poderlo ver y le supliqué que me viera antes de
irme, necesitaba su energía y el sexo que practicábamos
por intuición y genuinamente, me hacía llenar de mucha
energía, y como él nunca eyaculaba porque no podía, lo
hacía del todo súper tántrico y mágico.
Él siempre me decía, aprende mucho, para que me
enseñes. Yo le enviaba a su teléfono poemas escritos
por mí y algunos poemas de Shakespeare. En mi telé-
fono tenía una carpeta solo de mensajes e imágenes
eróticas y de amor solo para él.
Él me inspiraba, así como me inspiró para este libro.
Él se perdía y no me hablaba en días sumergido en
sus noches angustiantes y yo le enviaba frases, poemas,
fotos, y aunque no me decía nada, yo sé que se alegra-
ba, su silencio también me decía cosas, el sacudía mi
mundo. De pronto aparecía y me decía: ¿cómo está mi
princesa?, “me encantaba lo que decía y lo que dejaba
de decir”.
Después, cuando lo volvía a ver, le contaba más histo-
rias para que sonriera, y le decía: “sabías que los mejores
escritores del mundo son géminis, y yo soy géminis, ¡ah! y

45
NATALIA TOBÓN

las más sexys del zodiaco”, Marilyn Monroe, por ejemplo,


era géminis. Él era libra, la balanza, en total equilibrio, o
total desequilibrio. Yo soy géminis ascendente cáncer, así
que era lunática por completo, aire y agua, y mantengo
siempre el calendario lunar, en luna llena me volvía más
sensible y apasionada y en luna nueva con más energía.
A veces le colocaba “música erótica”, como no podía-
mos bailar juntos, escuchábamos música duro, a él no le
importaba si sus “vecinos temporales” escuchaban. Así
que cantábamos y me ponía duro mi canción preferida
de reguetón, por esos días “Bésame“ de Valentino y yo
le bailaba y le gesticulaba la canción y él sentado en su
cama me tiraba besos y me aplaudía, yo me sentía toda
una artista, con él mi mundo se transportaba. Su son-
risa era un éxtasis total. Con la música disfrutábamos
cualquier tipo de contacto en que nuestros cuerpos es-
tuvieran unidos. De repente puso más duro la música y
nos cubrimos por completo con las sábanas, mientras lo
hacíamos de manera juguetona y sonriente.
Era su cumpleaños, un viernes 28 de septiembre y no
pude verlo. Le compré el regalo, lo guardé hasta verlo.
Ese día tuve una obra de teatro, que empezaba a las 8
de la noche con mi amigo Jaiber Pérez, trader y tántrico
hace muchos años, así que sabía que iba a reír mucho,
para no pensarlo tanto. Ese día lo felicité muy temprano
en la mañana y le dije: hubiera dado todo por estar este
día contigo, mi amor, y más duro me dio cuando me dijo,
que la pasaría solo y su familia se lo celebraría el fin de
semana, pero su cumpleaños, solo, en su guarida.
Llegué de la obra de teatro, tarde en la noche, y le es-
cribí, quería saber cómo había estado en su día y para

46
EL CONTEO CELESTIAL

contarle que en la tarde, ese 28 de septiembre, estaba


terminando de escribir nuestro libro. Ese día me dormí
pensándolo, me imaginaba su sonrisa, él me contestó ya
muy tarde: “bien mi princesa, nunca te he olvidado”, era
y será siempre mi chico ardiente, con la sonrisa más es-
pectacular del mundo. Es de esas personas que abar-
can desde el sexo más fogoso hasta las múltiples vías de
exploración de la dominación, el dolor y el goce, y revivir
desde otro punto de vista los mejores momentos.
A partir de ese momento comencé una relación pla-
gada de fantasía y erotismo, en la que disfruté soñán-
dolo y gozar del sexo en mi mente de una manera que
nunca me había imaginado.
Después de un tiempo volví a verlo, verle su cara, sus
ojos brillantes y su boca, con solo eso ya mis ojos brillaban
también. Ya era diciembre y él se sentía más feliz que yo,
a pesar de no estar libre, me contagiaba sus palabras y
su sonrisa, me volvió a llevar al cielo una y otra vez. Esta
vez me dio más duro irme de ese lugar, quería abrazarlo
horas y horas, salía con mis mejillas sonrosadas y mi ca-
bello revuelto. Así que me fui y en esa semana le escribí
una carta increíble. toda la noche, mientras le escribía
la carta, ella reposaba junto a mí, pensaba en palabras
breves, brutales, irresistibles y un poco endemoniadas.
Como yo sé, tengo algo de poeta y le regalaría mi carta
más apasionada, pero, a su lado y dentro de este amor
espiritual que sentía por él, hay también una bestia sal-
vaje que explora cada parte secreta y vergonzosa de él,
cada uno de sus actos y olores. Así que murmuraba es-
cribiendo para su alma, la pasión y el misterio de la vida
y al mismo tiempo pensaba en él, haciéndome gestos
con los labios y con la lengua, provocándome con ruidos.

47
NATALIA TOBÓN

Todo lo que escribía era un solo momento de brutal


locura.
Y empezaba así la carta:
“Mi querido amor… y salgo a la ventana y veo una es-
trella muy cerca de la tierra, pues yo me sentía más pre-
sa que tú, como un ataque de deseo animal”... Una carta
escrita con un deseo inexplicable, donde a veces sentía
que era un sueño conocerlo a él, alguien que me pro-
vocara escribirle una carta de 7 hojas, escrita a puño y
letra, donde amanecí escribiéndola en la fría luz del día.
Una carta que el guardaría por siempre.
Cuando hablaba de mi historia, de pronto a alguien,
me detenía bruscamente en la calle con una exclama-
ción, sorprendida y sonreía sola, y siempre pensaba en
las cartas que le escribía.
Y vuelve y llega la pecaminosa noche, ha caído de nue-
vo sobre el mundo y vuelvo a estar sola, en mi cuarto,
escribiéndote y tu carta vuelve a estar plegada delante
de mí.
Y a veces voy a la cama porque sigo escribiendo, mis
dedos “temblaban” a veces escribiendo, sin dejar de
imaginarme sus ojos tranquilos y sus labios que pronun-
cian palabras obscenas. Me imaginaba subir cabalgan-
do como un caballo, desnuda sobre él. Me arriesgaba
mucho al escribir así, pero, si me amaba, sentirá que es-
toy loca de deseo. Le escribía, contéstame, le decía va-
rias veces, ando inspirada escribiendo, le decía. Y él no
respondía.
“Aun cuando sé que tú también has pecado, tal vez
me sienta todavía más unida a ti, de todos modos, te

48
EL CONTEO CELESTIAL

amo…Te he escrito y dicho cosas que mi orgullo nunca


me permitiría decir de nuevo a ningún hombre”.
Mi querido, estoy ansiosa por recibir tus respuestas a
estas sucias y hermosas cartas mías. Siempre he cum-
plido mi palabra contigo, amo tu cuerpo, lo añoro, sueño
con él.
Deseo tus labios que he besado con lágrimas, si esta
locura que te escribo te apasiona, hazme recuperar el
juicio otra vez, como has hecho antes. ¡Qué Dios me ayu-
de!
Gracias a que lo deseaba tanto, aprendí a tener or-
gasmos diarios pensando en él y al liberar oxitocina, me
sentía más feliz y enérgica.
A él le encantaba J Lo y yo me vestía y bailaba como
ella, para algunos de nuestros encuentros. Me daba
bastante caña y me encantaba. Me ataba a la cama con
mis tiras, no hubo nada muy hardcore, ni daños físicos,
era todo muy teatral. Me decía lo que tenía que poner-
me y cómo tenía que peinarme. Así que antes decidía
yo cómo ir y los últimos días ya era él, el que me decía
cómo ir.
Y me decía: pídeme lo que quieras con esa boquita,
me daba cachetadas en mis caderas y me cogía el pelo
durísimo y yo, como siempre, me sentía en una película.
Me sentí más protegida cuando le conté, que “alguien”,
leyó nuestro libro antes de salir al mundo y de pronto lo
divulgaría, porque ya no confiaba en él y me respondió:
“así los protagonistas somos nosotros, y creo en esa his-
toria, no en la historia de nadie más, no tienes que pre-
ocuparte amor conmigo, yo solo creo en ti y no creo sino

49
NATALIA TOBÓN

en lo que tú me digas, tú eres solo míaaaaa, solo mía y


de nadie más cosita bella!

50
EL CONTEO CELESTIAL

UN Capítulo MÁS
LA GUARIDA DEL SEXO

Ese lugar, ese mismo lugar era mi mundo, esos metros


cuadrados se convirtieron en mi universo. Con los días
que estuvimos juntos aprendimos que nuestros cuerpos
no eran los únicos que requerían atención, también era
la mente. Recordé esta frase: “la penetración más pro-
funda es la de la mente”.
De pronto me quedé mirando hacia el techo y obser-
vé de nuevo su cuadro y él me dijo: “pronto saldré de mi
guarida, y desesperadamente pensé y le volví a decir:
“¿cómo no te conocí hace años?, respondió: “no hubiera
sido lo mismo, era en este momento”.
En ese momento, saqué champaña, velas e incienso
para aromatizar los últimos días de nuestra guarida, le
dije: yo sí le he contado a algunas personas sobre esta
aventura, también a algunos desconocidos que me es-
cucharon. Por su parte, no sabía, si él le había contado a
alguien nuestro inundado placer erótico.
Esa guarida era nuestro “nido”, un nido que nos invitó a
la lujuria y al deleite. El nido era para el día, para las ma-
ñanas, sabiendo que nunca pudimos vernos de noche.
Así que la última vez en la guarida, nos volvimos acostar, yo
con un cachetero rojo que a él le encantaba y empezamos

51
NATALIA TOBÓN

a sonreír, aunque amaba entrañablemente nuestra guarida


del amor, soñábamos también con vernos en otro lugar.
SERÁ EL FINAL…
He aquí la parte más bella, y no, no era solo sexo lo que
sentía por él, siempre hablábamos de que podíamos
vernos, sin tocarnos y que solo con vernos y escuchar-
nos teníamos. Y no tuvimos una relación “con nombre”,
pero fue una relación más allá de cualquier título. Una
relación clandestina, donde éramos amantes, amigos,
confidentes, y le dije esto, como buena géminis: “a ve-
ces no sé lo que busco, de pronto otro continente lejano,
pero te encontré a ti y fue mi mejor descubrimiento”.
Ya pronto saldrá de su encierro por casi 5 años, que, sien-
do político, desobedeció a la ley y lo encerraron en una cár-
cel especial, donde hay solo 16 condenados, todos políticos.
Saldrá de 38 años y por fin a cumplir sus sueños y
vernos algún día de noche, ¡seguro será la mejor noche
oscura de mi vida!
Y él, que no sentía del ombligo para abajo, porque era
minusválido, ya que a los 18 años recibió un tiro en la espal-
da que lo dejó sin caminar y fue por esa razón que desa-
rrolló más sus manos y su lengua; y por fin sintió un orgas-
mo “mental”, en todo su cuerpo, y volvió a contar hasta 10 y
fue el “conteo celestial” más fascinante de mi vida.
Y una última frase: “porque despedirme, siempre de ti,
es una palabra tan grande que a veces no la entiendo”.
Ya salió por fin de ese cuarto, la hermosa fecha del
jueves 5 de septiembre, me dijo, mamacita, ¡“Ya estoy
libre…!

52
EL CONTEO CELESTIAL

Fin

@natalia.espiritulibre @festivaltantralatam

53

You might also like