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“Asiste a aquéllos

que ya no están en donde estaban


y aún no han llegado hacia donde van.”
NOR HALL

Seminario de Psicología
Transpersonal:
Prácticas para Liberar
lo Condicionado

Docente:
Lic. Virginia Gawel

www.centrotranspersonal.com.ar

 CENTRO TRANSPERSONAL DE BUENOS AIRES. Todos los derechos reservados.

1
- SEMINARIO DE PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL: LIBERAR LO CONDICIONADO -
,

Módulo 1:

Oriente y Occidente:
Hacia una Psicología Sensible

Objetivos del Módulo 1:

 Comenzar a generar las condiciones para ir gestando un grupo de


trabajo en el cual los participantes sean sinérgicos entre sí, a fin de
explorar entre todos el sentido profundo de los conceptos compar-
tidos.

 Acercar a las nociones introductorias a este enfoque, no sólo como


una información intelectual, sino fundamentalmente como una invi-
tación a la exploración de sí mismo en base a estas herramientas
(intención que se conservará respecto de todos los conceptos que
se vayan compartiendo durante este Seminario).

Ítems a desarrollar en este Módulo:

La Psicología y la búsqueda de lo Trascendente. El contexto histórico para


una nueva Psicología. Fundamentos de la Psicología Transpersonal. Psico-
logía Humanista: la Tercera Fuerza. La Filosofía Perenne y la Psicología de
lo Sagrado. Algunos de los principales conceptos de la Filosofía Perenne.
Integrando Oriente y Occidente. La falacia pre/trans. ♣

"Eres tu propio maestro, eres tu propio refugio:


así como se doma un potro fino, domínate a ti mismo, buscador."

SIDDHARTA GAUTAMA, EL BUDA


(Texto del Dhammapada)

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La Psicología y la
Búsqueda de lo Trascendente

Cuando hablamos de "Psico-


logía", culturalmente tendemos a
pensar en conceptos tales como
"conflicto", "trauma", "neurosis",
"trastorno mental"... La referimos,
por ende, al trabajo clínico con
una persona que tiene problemas
internos, y que no puede resolverlos por sí misma. Este condicionamien-
to cultural guarda relación con el hecho de que la Psicología que más difu-
sión ha tenido en Occidente nació a partir del estudio del ser humano en-
fermo: los mecanismos del psicótico y del neurótico fueron el punto de
apoyo de las diversas teorías que se esbozaran para comprender cómo
funciona eso tan intangible que es el psiquismo humano.

Pasaron muchos años desde los orígenes de la Psicología de Occi-


dente hasta que surgieran planteos en otra dirección, tales como: los e-
nunciados que se afirman sobre el psiquismo enfermo, ¿son aplicables al
individuo sano y lúcido? ¿Puede concebirse una Psicología construída en
base a los ejemplares más armónicos de la especie humana? Y con
ello: ¿toda búsqueda de algo más sutil (la trascendencia, el sentido de la
vida, la Belleza, lo Sagrado...) es únicamente la mera sublimación del
instinto (como lo afirma la Psicología patologizante)?

Si bien, como luego veremos, algunos pocos pioneros habían puesto


su atención en este punto, fue recién hacia finales de la década del '50
que comenzó a gestarse un movimiento que marcaría definitivamente el
devenir de la Psicología: el surgimiento de la Psicología Humanista, y el
advenimiento de la Psicología de Oriente hacia Occidente. El paradigma
imperante comenzaría a cambiar, irreversiblemente... ¿Me acompaña a
recorrer ese camino? Verá cuánto tiene que ver con su propia vida!!

 El contexto histórico para una nueva Psicología

Para esos años el fenómeno que acontecía en el ámbito de la salud


mental era la polarización en dos miradas bien distintivas sobre el ser hu-
mano: por un lado, el Psicoanálisis había cobrado vigor y prestigio, par-
ticularmente en Europa, siendo el "enfoque oficial" por excelencia para
tratar los problemas mentales. Pero por otro, no era eso lo que sucedía
en el Nuevo Continente: los norteamericanos abordaron el tema de lo psi-

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cológico desde un lugar congruente con su pujante capitalismo. La Psi-
cología debía servir para que el individuo estuviera bien ajustado a su
entorno, y, con ello, formar parte de la cadena productiva sin traer com-
plicaciones a la sociedad.

En ese contexto, fue natural que el enfoque que echara raíces en el


norte de América resultara ser el Conductismo, prestando atención a la
modificación del comportamiento humano, sin grandes profundizaciones
en lo inconsciente: los tratamientos debían ser breves y de eficacia cons-
tatable a través de un adecuado reajuste del individuo a su medio am-
biente (para que pudiera producir!). Y en verdad, aún en la actualidad la
terapéutica predominante en los Estados Unidos es de carácter conduc-
tual-cognitivo, siendo que el Psicoanálisis tiene escaso espacio en esa cul-
tura, comparado con el que aún se le da en Sudamérica.

El final de los años ´50 y el inicio


de los ´60 encuentran a Occidente en
plena revolución de valores: por las
puertas de Oriente, que venían ya
abriéndose durante la primera mitad
del siglo, comienza a drenarse hacia
Occidente un conocimiento milenario,
que capta la atención de mentes lúci-
das, sobre todo del Nuevo Continente.
En 1959 se produce la invasión china al
Tibet, y la diáspora de ese pueblo impli-
caría la paulatina difusión de conceptos y técnicas de una Psicología que
poco tenía que ver con la conocida por nuestra cultura: nos llevaban más
de 2.000 años de ventaja en estudiar la interioridad humana!

El horror de Vietnam y el auge del hippismo, explorando nuevos


modos de ver el mundo y de vivir, dieron espacio a la exótica Meditación,
al Yoga, al vegetarianismo, y también a la experimentación con sus-
tancias psicodélicas... Como en todo lo que nace, hubo caos, confusión, y
la natural trivialización de lo profundo (que, por supuesto, persiste en
muchos ámbitos en que la “espiritual” es sólo esnobismo, moda…).

Todo este entorno social, -que, desde ya, es mucho más complejo
de lo que cabe aquí desarrollar- iría generando el marco para una nueva
Psicología: el casamiento de Oriente y Occidente ya había comenzado a
formalizarse (más tarde se manifestaría inclusive en el área de ciencias
duras, como la Física o la Biología). Y es en ese contexto de efervescente
cambio que emerge lo que se llamó el Movimiento del Potencial Hu-
mano: este movimiento no abarcó solamente la Psicología, sino también
las artes en sus más variadas expresiones: algo interno había comenzado

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a liberarse, y estaba expandiéndose en todas las áreas, tanto en lo social
como en lo individual.

 Fundamentos de la Psicología Transpersonal

Así, la Psicología Transpersonal nacería hacia finales de la década


del´60, teniendo como bases fundamentales cuatro vertientes constitu-
tivas:

1) La Psicología Humanista (acerca de la cual le contaré luego).

2) La Filosofía Perenne (es decir, el antiguo conocimiento espiritual


de las Tradiciones de Sabiduría de distintos tiempos y culturas de la Hu-
manidad, más allá de todo contexto religioso).

3) Los aportes de diversas dis-


ciplinas en las que distintos investí-
gadores habían tenido en cuenta el
factor trascendente de la reali-
dad, tales como la Antropología (a
través del estudio de las prácticas
religiosas de distintas etnias), la
Física (sobre todo la Física Cuán-
tica, con sus investigaciones sobre
la constitución del Universo), la Ta-
natología (que se ocupa de investi-
gar el proceso del morir dignamen-
te y del acompañamiento del paciente terminal), la Biología (a través de
investigaciones tales como la Teoría de la Resonancia Mórfica de Rupert
Sheldrake, o los estudios neurobiológicos de Karl Pribram), etc..

4) Las investigaciones que se fueron realizando respecto de los Esta-


dos No-Ordinarios de Conciencia, inicialmente a través de las sustan-
cias psicoactivas (tal como el LSD, en su uso psiquiátrico), que luego tam-
bién se realizarían aplicando técnicas de sondeo interno sin sustancia al-
guna (tales como la Hiperventilación, la Hipnosis, la Meditación, ejercicios
del Yoga, etc.)

Acerca de este último punto, para que me conozca un poco más,


quisiera hacer una aclaración: dentro de las deformaciones que la Psi-
cología Transpersonal ha ido experimentando (sobre las cuales le contaré
más adelante) una de ellas es la de asociarla exclusiva o fundamental-
mente con la obtención de "experiencias espirituales", forzándolas a tra-
vés de distintos procedimientos. Dentro de esos procedimientos estarían,

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desde esa visión, la exploración interna a través de sustancias psicoac-
tivas (particularmente de las que se conocen como "plantas sagradas" o
"plantas maestras”, o sea, extraídas de determinados hongos o vege-
tales).

Si bien hay un área de investigación que podría ser evaluada como


seria (sobre todo quienes desde los conocimientos de la Psiquiatría tratan
de encontrar beneficios terapéuticos de esas sustancias para distintos pa-
decimientos, y particularmente en la situación de enfermedad terminal) al
menos mi experiencia en la atención clínica me muestra que la búsqueda
canalizada a través del consumo de sustancias trae aparejada con dema-
siada frecuencia un importante desorden psíquico y físico, -no siempre
pasibles de ser revertidos-, sumado a que las experiencias derivadas de
esa búsqueda generalmente confunden al buscador respecto de su propia
identidad, reemplazando el esfuerzo personal en el trabajo sobre sí mis-
mo con las cautivantes vivencias que las sustancias pueden producir
(cuando lo que se produce no es, en cambio, un caos más cercano al ho-
rror que a la Belleza). Esto alienta el desarrollo del pensamiento mágico
y, con ello, convierte el proceso de transformación psicológica en una es-
pecie de "turismo espiritual" de connotaciones patogénicas.

Volveremos a tratar este tema más adelante, pues ahora quisiera


avanzar en la dirección en que íbamos viniendo… (Seguramente Ud. saca-
rá sus propias conclusiones acerca de este tópico.)

PARA OBSERVAR JUNTOS: Le propongo hacer un alto en el camino


antes de seguir, para que mire un poquito hacia adentro. Por
favor, perciba su estado interno en este mismo instante en
que acaba de recibir esta información. Preste atención a lo que está
sucediendo en su pecho, en su abdomen... ¿De qué se da cuenta? ¿Qué
observa en su interior (pensamientos, emociones, sensaciones...)? Bus-
que en todos los rincones... y tome nota de ello.

Esta última expresión es literal: le propongo que, a medida que


vaya trabajando durante este Seminario con los ejercicios que le convi-
daré, registre por escrito sus observaciones, ya sea abriendo un ar-
chivo digital a tales efectos, o bien en un cuaderno que haga las veces de
libro de bitácora o Diario de Trabajo. (Llevar consigo una mínima libretita
o registrar aquello de lo cual uno se haya dado cuenta en el teléfono
celular también es muy efectivo para que nada se pierda, como lo hace el
querido escritor Eduardo Galeano!).

El escribir no sólo le aportará un registro que perdurará en el tiem-


po, y que en el futuro le ayudará a comprender distintos aspectos de su

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interioridad, sino que el solo acto de poner en palabras lo que uno
observa, permite darle forma a lo observado, organizándolo (lo cual, si
no es puesto en palabras, muchas veces se esfuma, o queda difuso para
nuestra propia percepción).

Hay un libro muy pequeño y muy bello que tiene el formato de este
tipo de registro: “Palabras a mí mismo”, de Hugh Prather. ¿Lo conoce?
Muy recomendable…

 Psicología Humanista: la Tercera Fuerza

Entre esas dos fuerzas imperantes, entonces (el Psicoanálisis y el Con-


ductismo) comenzó a emerger una Tercera Fuerza: la Psicología Hu-
manista. ¿Por qué este enfoque produjo una revolución respecto del pen-
samiento positivista que le antecediera? Porque intentó abordar al ser hu-
mano desde un punto de vista que hasta entonces no había sido consi-
derado: advirtiendo que la Psicología había fundamentado su estudio en
la persona enferma, se hizo una investigación estadística sobre 270 indi-
viduos cuyas condiciones psicológicas eran óptimas, partiendo de la pre-
misa de que si se investigaban los ejemplares superiores de nuestra es-
pecie (los más armónicos, aquellos notablemente creativos y de valores
íntegros), podrían determinarse variables psicológicas quizás disímiles
respecto de las que se observaban en los ejemplares menos armónicos. Y
fue esta nueva mirada la que prepararía el camino para el posterior
advenimiento de la Psicología Transpersonal (hacia finales de la década
del ´60).

Quien encabezara estas investigaciones fue el querible Abraham


Maslow (quien está en la foto), pero también se destacaron en la co-
rriente Humanista distintas figuras, siendo que cada una de ellas mere-
cería un capítulo aparte: Carl Rogers, Víctor Frankl, Anthony Sutich, Fritz
Perls... De entre todas ellas, por el
momento fijemos nuestra aten-
ción en Maslow, dado que tomare-
mos algunas de sus ideas en otros
módulos de este Seminario. Abra-
ham Maslow es, inclusive, quien le
pone su nombre a la Psicología
Transpersonal, diciendo en sus úl-
timos años (1968):

“Considero que la Psicología


Humanista, la Psicología de la Tercera Fuerza, es un movimiento de
transición, una preparación para una cuarta Psicología,´superior´a

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ella, transpersonal, transhumana, centrada en el cosmos más que
en las necesidades e intereses humanos, una psicología que irá más
allá de la condición humana, de la identidad, de la autorrealización y
cosas semejantes.” (1)

Maslow formó parte de los pioneros de este enfoque que en 1962


fundaron lo que se convertiría en la Meca del nuevo paradigma: el Esalen
Institute (un lugar entrañable para mí). A orillas del Pacífico, al pie de las
montañas del sur de California, esta comunidad de aprendizaje albergó a
las figuras más representativas de este encuadre, y aún hoy sigue con-
servando la seriedad que le caracterizara desde un principio. (Para cono-
cer más sobre ese espacio Ud.
puede visitar directamente su si-
tio web: www.esalen.org; además
de información, contiene muy be-
llas imágenes de ese lugar.)

¿Cuáles fueron las ideas de


Maslow que generaron una revo-
lución en la Psicología (revolución
que aún no ha terminado...)? Si
bien algunas de estas ideas las
volveremos a ver más adelante, señalemos al menos sus principales
enunciados (y recuerde, por favor, que nada de lo que estamos viendo
es por ayudarle a acrecentar su erudición, sino para que, quizás,
sienta que su propio proceso personal está inscripto en el de otros hu-
manos que han sentido similares necesidades hace ya mucho tiempo…)

 Existiendo ya lo que él llamó una Psicología de la deficiencia,


Maslow propone la creación de una Psicología del desarrollo (o Psico-
logía del Ser, u Ontopsicología). Esta Psicología sentaría las bases para
abordar el funcionamiento del ser humano desde un punto de vista no
patologizante, y, por ende, para un quehacer terapéutico que ayudara al
individuo no sólo a curar su enfermedad si la tuviera, sino fundamental-
mente a desplegar todo su potencial (es decir, a autorrealizarse).

 El individuo está llamado a descubrir su real naturaleza esencial


(la identidad no-condicionada, el núcleo, su Sí Mismo). Si intenta abolirla
o desconocerla, se neurotiza. La esencialidad que se reprime puja por
salir a la luz. La neurosis es definible, en este sentido, como una dismi-
nución humana, un fracaso en la autoactualización del potencial interno.
Dice Maslow: "Significa no llegar a ser aquello que hubiéramos podido
llegar a ser."

 La autorrealización del individuo implica la integración de lo

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lo menos y lo más evolucionado de sí, y el paulatino desarrollo de la capa-
cidad de obrar desde valores del Ser (metavalores).

 El rol del terapeuta (o consejero, tal como Maslow le llamaba)


sería no solamente el de acompañar hacia la salud, sino también el de
promover la autorrealización de aquellos a quienes asista terapéutica-
mente.

 En la persona autorrealizada se presentan ciertos aspectos psi-


cológicos bien distinguibles respecto de quien no se ha desplegado: el
Amor del Ser, el Conocimiento del Ser, las metamotivaciones y meta-
necesidades (motivaciones y necesidades generadas no desde la defi-
ciencia sino desde el núcleo de sí mismo). El estudio de estos aspectos
nos permite ver características del ser humano que no fueron tenidas en
cuenta a partir de la Psicología de la deficiencia, y que, sin embargo, ha-
cen al centro mismo de la naturaleza interna.

 En función de sus investigaciones, Maslow describió dos aspec-


tos de la Psicología que luego serían desarrollados más ampliamente por
el enfoque Transpersonal: uno de ellos es el conjunto de rasgos que defi-
nen a las personas autorrealizadas (es decir, con su potencial interno
en gran medida desplegado).

 El otro concepto fundamental es el de Experiencia-Cumbre,


refiriéndolo a los momentos de conciencia ampliada en los cual se dan
ciertos fenómenos psicológicos bien determinables, que permiten a quien
los vivencia tener una percepción de sí mismo y de la realidad corres-
pondiente a un nivel de desarrollo superior a su propio promedio. (Tam-
bién volveremos a este concepto más adelante, puesto que se relaciona
con el tema de los estados no-ordinarios de conciencia, que veremos
hacia el final de este Seminario.)

UNA PROPUESTA: Cada vez que aparezca este ícono le iré com-
prartiendo algunas ideas y ejercicios que me son valiosos,
tanto en mi trabajo sobre mí misma como en la práctica psico-
terapéutica.

Un aspecto esencial de ese trabajo con pacientes o consigo mismo


es el de descubrir (o ayudar a que el otro descubra) las potencialidades
que aún no se han expresado: aquello de lo que podríamos ser capaces,
pero a lo cual todavía no le dimos suficiente lugar. Particularmente en los
momentos difíciles, el actualizar recursos internos se vuelve indispensable
para, de alguna manera, poner a jugar a favor la dificultad. El mismo
Maslow decía: “Quien no ha conseguido, resistido y superado, sigue du-

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dando de su propia capacidad de hacerlo”. Actualizar los recursos internos
potenciales modifica la concepción que hemos forjado respecto de nuestra
propia identidad, ampliándola.

Ahora quisiera invitarle a hacer un verdadero inventario personal,


lápiz y papel en mano: aplicando estos conceptos a su propia vida, y a la
identidad que Ud. mismo fue configurando a través de sus sucesivas elec-
ciones: ¿qué aptitudes o habilidades siente que ha desarrollado (ac-
tualizado) por sí mismo? Repase las distintas áreas de su vida y configure
con ellas una columna.

En otra columna, registre lo siguiente: ¿qué talentos cree tener sin


desarrollar (aquellas potencialidades que sospechamos o sabemos que
nos son propias, pero que por diversas razones aún no las hicimos aflo-
rar)? Si se anima, una vez que haya hecho estas dos listas (lo cual puede
ser que le tome varios días, mientras sostiene en su interior la intención
de sondear) puede resultarle una experiencia interesante pedirle a alguien
que considere cercano, íntimo, que haga ese mismo trabajo en relación a
Ud. (es decir, no en relación a sus propias potencialidades, sino respecto
de cómo le ve a Ud. mismo, por supuesto que sin saber de las listas que
Ud. haya confeccionado).

Una vez que cuente con ambas listas, cotéjelas y observe qué le lla-
ma la atención. Si quiere, comparta sus conclusiones con la persona que
le ayudó en esta tarea. Estoy segura de que será una labor fructífera... (Y
si Ud. es terapeuta, puede ser un interesante ejercicio para proponerle a
sus pacientes: le aportará rico material para trabajar en sesión.)

La Filosofía Perenne y la Psicología de lo Sagrado

Si bien la expresión "Philosophia Peren-


nis" ya había sido acuñada por Leibniz, fue
Aldous Huxley (otro de los pioneros del Esalen
Institute) quien, recreándola, la puso a rodar
en el ámbito de la Psicología, hacia la década
del '60 (es decir, en el contexto histórico al cual
refiriéramos antes). ¿A qué hace referencia es-
ta expresión?

En principio, tal como está explícitamente


expresado en ella, a un núcleo de ideas que no
muere, que persiste más allá de los cambios
externos, más allá de las modas y las
geografías (tal como las hojas pe-rennes de un árbol permanecen

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conectadas a la rama, independiente-mente de los cambios de estación).
Esto implica que hay un cuerpo de conceptos y de prácticas internas que
es propio de la vivencia de lo Tras-cendente, más allá del formato externo
que ello cobre según épocas, etnias y credos. Podría decirse que ese
conjunto de verdades (y de es-trategias para llegar a captarlas) ha sido
irradiado por seres lúcidos que llegaron a percibir por sí mismos ese
Conocimiento no-aprendido: un núcleo de Humanidad Consciente capaz
de contactar con esa Realidad Trascendente, y que le fue dando forma
para que otros puedan acceder a ella.

Cada individuo que toca esa realidad desde su propio interior, per-
cibe lo que se denomina “un solo sabor”; es decir que la experiencia real
de lo Sagrado es una y la misma en todo aquél que la vivencia, inde-
pendientemente de todo formato externo. Y es eso lo que puede acercar a
los verdaderos buscadores, traspasando las diferencias marcadas por lo
circunstancial (raza, credo, estrato social, nivel cultural...).

Estamos diciendo, entonces, que la mayoría de las Tradiciones de


Sabiduría de los distintos tiempos y culturas están hilvanadas entre sí por
un mismo hilo conductor: El Misticismo Judeo-Cristiano, el Taoísmo, el
Yoga, el Budismo, el Sufismo, los conocimientos de algunas culturas abo-
rígenes... todos son como distintos destellos de una misma Luz Originaria.

Ken Wilber (un importantísimo autor de este paradigma) señala al


respecto:

“Lo que, sin embargo, frecuentemente se pasa por alto, es


que la Filosofía Perenne corresponde a lo que me gustaría llamar
una “Psicología perenne”, una visión universal referente a la natu-
raleza de la conciencia humana que expresa las mismas intuiciones
que la Filosofía Perenne, pero en un lenguaje más decididamente
psicológico.” (2)

Enseguida veremos cuáles son los conceptos centrales que pueden


encuadrarse dentro de la Filosofía Perenne, aquéllos que sientan las bases
de lo que en nuestros tiempos dio en llamarse Psicología Transpersonal.

EXPLORACIÓN VIVENCIAL: Llegado a este punto quisiera com-


partirle una práctica que me acompaña desde hace mucho
tiempo, y que tiene distintas variantes según la Tradición des-
de la cual se la asuma. Elijo presentársela en un formato laico,
y, si quiere tenerla en cuenta, consiste en lo siguiente: detén-

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gase un momento en la lectura de lo que le estoy compartiendo, y en-
seguida cierre sus ojos. Permita que su cuerpo se expanda con la res-
piración. Siéntase habitarlo conscientemente.

A medida que su cuerpo se aquiete, deje que el “ruido mental”


también se vaya aquietando por sí mismo, sin forcejear con lo que acon-
tece en su mente: simplemente obsérvelo, con actitud de testigo impar-
cial. A medida que su interior se serene, le invito a que “estire su con-
ciencia” hasta abarcar el espacio que le circunda. Y en algún momento,
traiga a su mente la clara noción de que en este mismo instante hay
otras personas como Ud., tratando de ser más lúcidas, haciendo cada
una su propio Trabajo desde las condiciones de vida que le tocaron: en
las ciudades y en los desiertos, en los campos y en las montañas... Sién-
tase formar parte de esa Red, incluyendo en ella a sus compañeros de
este Seminario, a todos los que alguna vez
lo cursaron o lo cursarán leyendo estas mis-
mas palabras, a mí misma...

Deje que su corazón participe de la


experiencia, y cuando se sienta consustan-
ciado de ella, estire aun más su conciencia
para ir más allá del tiempo presente, y abar-
car a aquéllos que en el pasado Buscaron
con intensidad, a veces hasta arriesgando su
vida en sitios recónditos y peligrosos, otras siendo escarnecidos por sus
contemporáneos... aquellas personas que hicieron posible que hoy dis-
pongamos de estos conocimientos, de esta oportunidad de comprender y
evolucionar...

Esto imaginario tiene una base muy real: Ud. forma parte de esa
estirpe humana que no se contenta con lo que el mundo liso y llano ofre-
ce. Esa sed de comprender, que apasiona, arde, duele, motiva... es la
materia prima de la que está hecho el Buscador, más allá de geografías y
cronologías. Es como una Familia extendida en el tiempo y en el espacio.
Cuando se contacta realmente con esta noción, la soledad de la bús-
queda es menos solitaria.

Ahora sí, si quiere acompañarme, por favor, cierre los ojos, y per-
mítase en este mismo instante experimentar más allá de las pala-
bras...

 Algunos de los principales conceptos de la Filosofía Perenne

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Antes de enunciar esos conceptos que constituyen las bases de la
Psicología Transpersonal, creo necesario dejar sentado que desde un siglo
a esta parte también hubieron dentro del ámbito académico figuras que,
a partir de sus conocimientos de Psicología y Psiquiatría, apreciaron las
Tradiciones de Sabiduría, tomando parte de su acervo para comprender
más integralmente el fenómeno humano.

Los nombres que más pueden resonarnos son los de William James
(1842-1910), particularmente a través de su obra “Psicología y Religión”,
y el psiquiatra suizo Carl G. Jung (1884-1961), con sus estudios sobre el
Yoga, la Meditación, la Astrología, los mandalas y la Alquimia (que le va-
lieron la burla y el descrédito de sus contemporáneos, como suele suce-
derles a los pioneros). También el psiquiatra italiano Roberto Assagioli
(1888-1974), -de quien luego le expondré algunas ideas-, y tantos otros
que “se jugaron” por dar a conocer una mirada sobre el hombre ajena a
su época.

En el ámbito no-académico quisiera resaltar la figura de Jiddu


Krishnamurti (1895-1986), quien planteara un modelo de trabajo sobre
sí muy original, renegando de las instituciones y de las jerarquías de po-
der que a través de ellas se instrumentan, e irradiando a partir de en-
tonces enseñanzas que abrevan de la Fuente misma de la Filosofía Pe-
renne (sólo que a partir de su propia interioridad, más que desde su
erudición).

Sus enseñanzas, claras y de una profun-


didad recalcable, también delinearían los funda-
mentos de la Psicología Transpersonal. A través de
cientos de conferencias ofrecidas por todo el
mundo abrieron la posibilidad de comprender los
mecanismos internos del ser humano, influyendo
de un modo determinante en individuos esclare-
cidos, entre quienes podemos citar al propio
Huxley, los físicos Fritjoff Capra y David Bohn, y al
mismo Ken Wilber. (Citaré con frecuencia a
Krishnamurti para aclarar distintos temas que a-
bodaremos juntos...).

Si bien casi todas las Tradiciones tienen, entonces, una raíz común,
tomaremos fundamentalmente ideas y ejercicios del Budismo, del Sufis-
mo, del Yoga, del Taoísmo y del Misticismo Judeo-Cristiano. Siendo que
para mí misma son no sólo un modo de ejercer mi mirada profesional,
sino de vivir, seguramente tendrán el peso personal necesario para ayu-
darle también a Ud. en su propio proceso de investigación interna.

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Veamos juntos, entonces, algunos de los principales enunciados que
la Psicología Transpersonal toma de la Filosofía Perenne, y que luego ire-
mos desarrollando en éste y en futuros Seminarios:

 El ser humano encarna esencialmente una porción de lo Sagra-


do, la cual es el núcleo de su verdadera identidad. En cada uno de no-
sotros, esa porción, evolutivamente, está llamada a desplegarse. (Como
dijera Teilhard de Chardin: “No somos seres humanos viviendo una expe-
riencia espiritual. Somos seres espirituales viviendo una experiencia hu-
mana.”

 La evolución de cada individuo está inscripta dentro de un


proceso macrodimensional que implica la evolución de todo lo creado.
Con su trabajo sobre sí mismo, entonces, cada individuo puede parti-
cipar conscientemente en la evolución macrodimensional de la Huma-
nidad y de todo lo que existe.

 El núcleo esencial de cada individuo es uno con todo lo que


existe. La experiencia mística implica hacer contacto directo con esa re-
alidad. Al ser nuestra esencia una porción de lo Sagrado, el reconectarnos
con ella implicaría re-ligarse a la Fuente de todo lo que existe.

 Si bien desde ese núcleo esencial to-


dos somos Uno, cada individuo expresa su por-
ción de un modo que le es singular. Encontran-
do esa peculiaridad propia, hallaos el sentido de
nuestra vida, de nuestra función en el mundo
(indelegable y única).

 A lo largo de nuestra existencia los


condicionamientos externos ayudan a construir
una personalidad. Esa personalidad va consti-
tuyéndose en una identidad externa que ge-
neralmente sustituye a nuestra identidad esencial. Ese estado de ol-
vido de Sí es descrito metafóricamente por la Filosofía Perenne como es-
tar dormido. El trabajo sobre sí apunta a despertar de ese sueño, re-
conectándonos con nuestra Esencia.

 Esa reconexión raras veces sucede en forma espontánea: re-


quiere de un trabajo intencional y constante. Existen distintas prác-
ticas o procedimientos para ir abriéndose camino en esta búsqueda de re-
ligarse con el Sí Mismo. Esas prácticas pueden realizarse por tres vías tra-
dicionales: la mente (meditación y conocimiento), la emoción (devocional)
o el trabajo con el cuerpo. Una cuarta vía implicaría un trabajo integral
con los tres aspectos a la vez.

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 Para poder reconocer nuestro núcleo esencial, es necesario
entrenarse en el arte de la autoobservación, y, con ello, discernir los
distintos condicionamientos de nuestra personalidad. Ese discernimiento
permite un conocimiento de sí mismo profundo, y genera un paulatino
proceso de transformación interna.

 El ser humano vive comúnmente en un estado de ignorancia,


deformando la percepción de sí mismo y de la realidad a través de los
múltiples velos de la ilusión. Desarrollar un nivel de conciencia más am-
plio implicará ir traspasando esos velos, es decir, acceder a una obje-
tividad cada vez mayor respecto de sí mismo y de la realidad.

 La Humanidad está organizada en distintos niveles de con-


ciencia, (es decir: no todos los individuos tienen el mismo grado de de-
sarrollo evolutivo). Esos niveles de conciencia van de lo más denso a lo
más sutil, configurándose como una pirámide (es decir, con mayor núme-
ro de individuos en lo más denso, y menor cantidad de ellos a medida que
se asciende hacia niveles más elevados). El trabajo sobre sí mismo
apunta a ascender en esa escala de conciencia, aumentando, a medida
que se asciende una conciencia más objetiva de sí mismo y de la rea-
lidad (es decir, cada vez con menos velos de ilusión).

 La apertura hacia nuevos niveles de conciencia está signada


por una profunda transformación del individuo, que la Filosofía Perenne
describe como una muerte y resurrección: un nuevo modo de pensar,
de percibir, de sentir, de actuar, cuya gestación es paulatina y constante.

 Ese proceso de transformación implica distintos riesgos y "tram-


pas" respecto de las cuales es indispensable estar atento en el Camino, y
recibir ayuda si es necesario. (La Psicología Transpersonal describe acerca
de ello un conjunto de patologías de desarrollo,
necesarias de tener en cuenta al considerar el pro-
pio proceso y el acompañamiento terapéutico a pa-
cientes.)

 Todo individuo tiene la posibilidad de,


circunstancialmente, experimentar estados en los
cuales se vivencia a sí mismo y a la realidad, per-
cibiendo desde un nivel de conciencia superior a su
promedio. (Estos Estados de Conciencia Am-
pliada una importante materia de estudio del en-
foque Transpersonal, y no se circunscriben sola-
mente a las experiencias místicas, sino a distintas
gradaciones de apertura interna, que muchas veces son consideradas
erróneamente por la Psicología clásica como patológicas).

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 El trabajo sobre sí mismo muchas veces requiere de la orienta-
ción de alguien que ya haya transitado el mismo camino: un guía, un te-
rapeuta, compañeros de ruta... (Con frecuencia, sin embargo, la búsque-
da de esta orientación deriva en situaciones de dependencia neurótica
respecto de un maestro o gurú, acerca de lo cual hablaremos más ade-
lante.)

 Los seres humanos más conscientes de distintas épocas y cultu-


ras irradiaron nociones y prácticas que pueden ayudar a otros a elevar su
propio nivel de conciencia. Las personas sensibles a ello se sienten atra-
ídas en sus procesos de Búsqueda hacia los lugares y personas que pue-
dan proporcionarles herramientas para desarrollar su interioridad. Por ello
tenderán a reunirse con quienes cultiven el mismo interés sensible hacia
lo Trascendente. El grupo de trabajo, en ese sentido, puede ser un refe-
rente importante para compartir los propios descubrimientos y nutrirse de
los de otras personas. (También aquí pueden desarrollarse patologías re-
lacionales importantes de ser detectadas en el propio proceso.)

EXPLORACIÓN VIVENCIAL:Antes de proseguir, quisiera pedirle que


por un momento “se baje” del pensamiento y se vuelque hacia
su percepción sensible. Si estuviéramos sentados en rueda,
con Ud. y con sus compañeros de Seminario, les pediría a todos
que cerraran los ojos, y durante unos minutos tomaran conciencia de
sí: que sintieran el propio cuerpo, las sensaciones que en él se des-
pliegan, y que poco a poco incluyeran la noción de estar en compañía de
quienes conformamos este grupo. Tomando noción de ello, por favor,
explore dentro de sí qué resonancias tiene para Ud., íntimamente, la
expresión “lo Sagrado”.

Si su mente comienza a articular ideas, definiciones, nociones a-


prendidas, obsérvela, pero, por favor, no se quede allí: vaya más allá,
a su propia sensibilidad, y busque en su interior momentos en los que
Ud. quizás haya experimentado por sí mismo algo que vincule con “lo
Sagrado”. Tal vez cuando era un niño, o en la adolescencia, quizás ante la
muerte, o la Naturaleza, o en medio de la vida cotidiana... Dese tiempo
para que las capas más externas de la mente se vuelvan porosas... y va-
ya hacia su propia profundidad, -quizás hacia aquella parte de sí en la
cual todos podemos experimentar lo que los antiguos llamaban “un solo
Sabor”... Simplemente observe, observe y busque muy dentro suyo...

No siempre es fácil discernir cuándo la experiencia de lo Trascen-


dente es real, o una fantasía, o una respuesta condicionada ante ciertos
estímulos (luego retomaremos esta idea). Ese discernimiento es una he-

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rramienta indispensable de entrenar para poder ser objetivos en todos los
órdenes de la vida.

Guarde la noción de esta práctica para realizarla en distintos mo-


mentos del día o de la semana. Cada vez que la explore, déjela abierta,
dispuesto a que su Inconsciente vaya destilando percepciones más re-
cónditas. Que su intención permanezca como un llamador, para que apa-
rezca lo que, muchas veces, en medio del vértigo de la vida, queda so-
focado bajo la mecanicidad cotidiana. Sostener esa intención le irá tra-
yendo claridad, poco a poco...

Integrando Oriente y Occidente

Cuando hablamos, entonces, de


la Psicología Transpersonal, nos esta-
mos refiriendo a un enfoque que busca
integrar los conocimientos de la Psicolo-
gía y la Psiquiatría de Occidente (más
otras disciplinas tales como las Neuro-
ciencias, la Psiconeuroendocrinoinmu-
nología y otras), con la sabiduría y las
técnicas de la “Psicología Perenne” (al
decir de Wilber).

Puede resultar llamativo que se aplique una expresión tan actual co-
mo es la palabra “Psicología” a enseñanzas de tan larga data. Y esto es
así porque las Tradiciones no sólo estructuraron pautas del psiquismo en
relación a lo Trascendente, sino también describieron funcionamientos y
estructuras internas vinculados con lo cotidiano, con lo mundano.

Erróneamente se tiende a pensar que el Yoga, el Zen, el Sufismo,


el Taoismo, el Hinduismo o cualquier otra filosofía oriental se enfocan so-
lamente en los aspectos sutiles del individuo. No es así! Cada una de es-
tas tradiciones ofrece pautas muy concretas para comprender viven-
cialmente cómo funciona la mente condicionada, las emociones inarmó-
nicas, la concientización corporal... De hecho, probablemente uno de los
textos de Psicología más completos en relación al funcionamiento de la
mente común sean los Yoga Sutras de Patanjali, cuyo origen se remon-
ta a muchos siglos antes de Cristo. Tan lejanos son estos textos que di-
versos eruditos no coinciden en la fecha histórica de su origen. (Se habla
de 8.000 años a.C., o de una larga sucesión de compiladores a lo largo de
miles de años a.C..)

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Los conceptos y prácticas de estas disciplinas apuntan a que el
monje pueda realizar un profundo proceso de autoconocimiento, tanto
acerca de sus aspectos sutiles como de los más densos. El supuesto de-
formado en el que se incurre superficialmente es que quien aprende Yoga,
Zen o alguna práctica afín, sólo se abocará a meditar, repetir mantras,
abrir chakras o realizar posturas que le lleven directamente hacia lo Subli-
me. Esto es una simplificación que deriva en un gran malentendido, tergi-
versando el fundamento mismo de esas Tradiciones de Sabiduría.

En los monasterios, el trabajo fundamental que se debe realizar


sobre sí mismo por muy largo tiempo es respecto de las propias zonas
egoicas. Esos trabajos preliminares son indispensables para que cual-
quier otra práctica más sutil conduzca hacia la comprensión, en vez de
hacia el envanecimiento del Ego y la confusión interior.

Actualmente, se ofrecen con total ligereza (a


veces a personas que el "maestro" ni siquiera co-
noce, y en un fin de semana "intensivo") prác-
ticas que sí pueden ser profundas y reales, pero
que están impartidas en un contexto inadecuado,
con una intensidad inapropiada, y sin el trabajo
preliminar indispensable. La resultante en la ma-
yoría de los casos es la generación de un de-
sajuste psicológico que, más que favorecer, en-
torpece el proceso de quien está tratando de tra-
bajar sobre sí. La prudencia traerá discernimiento.

Creemos que es responsabilidad de todos los


que nos acercamos a estas disciplinas:

 Trabajar concienzudamente sobre nosotros mismos, aplicando


cada práctica a nuestro propio funcionamiento interno. Sobre todo tener
un real compromiso en no evitar aquellos aspectos psicológicos más in-
mediatos y llanos, pero que más nos cueste afrontar o resolver.

 Compartir los conocimientos y técnicas con otras personas sola-


mente cuando hayamos recorrido ese camino dentro de nosotros mismos
(hoy en día que los “gurúes instantáneos” amanecen “iluminados” como
quien se da una ducha!).

 Ser sumamente cuidadosos respecto de qué se le comparte a


quién, cuánto, y cuándo. La pregunta que cabe es: ¿estoy ayudando a
otros a confundirse más? (No siempre es fácil saberlo, por lo cual gene-
ralmente necesitamos chequear nuestro nivel de comprensión y de cla-
ridad con otras personas que realicen su propio trabajo sobre sí mismas.)

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Cuando referimos a la integración de las Psicologías de Oriente y
Occidente, aunque sea obvio, es necesario no descartar la segunda
instancia de esa expresión: los conocimientos de la Psicología de Oc-
cidente se vuelven indispensables cuando la intención es hacer práctica
clínica. Es decir, no se puede ser “psicólogo transpersonal” o “terapeuta
transpersonal” con sólo tener conocimientos de las disciplinas de Oriente
(en el mejor de los casos). Esto es un contrasentido, pues la Psicología
Transpersonal se fundamenta en integrar y completar los conoci-
mientos de las que históricamente la precedieron (no de obviarlos u
omitirlos): reuniendo ambos enfoques se logra un mapa completo del
psiquismo humano y de sus mecanismos.

Trabajar con pacientes es algo sumamente delicado, que requiere


de una sólida formación en Psicopatología y en distintas estrategias tera-
péuticas. De modo que no coincidido con la “salida laboral” para la aten-
ción de pacientes sin el respaldo necesario de haberse formado acadé-
micamente al respecto, y de haber hecho un concienzudo y largo trabajo
sobre sí mismo. (Es claro que la Universidad no garantiza la calidad de un
profesional… pero si voy a extraerme una muela prefiero elegir entre va-
rios Odontólogos que entre quienes hayan tomado “cursos intensivos para
ser Terapeutas en Extracción de Muelas! ☺ )

En otro momento nos centraremos en el tema del enfoque Trans-


personal en psicoterapia, pero vaya al menos la noción de que la mayoría
de los conflictos que se presentan como motivo de consulta no tienen su
raíz en lo trans-personal, sino en lo personal o hasta en lo pre-personal
(como enseguida veremos juntos). Y a cada uno de estos niveles corres-
ponderán terapéuticas diferentes, que sólo serán efectivas en tanto y en
cuanto se tenga claridad respecto del nivel de desarrollo en el que tiene
sus raíces la dificultad a resolver. Y, lógicamente, para poder hacer este
discernimiento categorial, será necesario contar con conocimientos de to-
dos los niveles de desarrollo humano y de sus diversas disfuncionalidades
características, -no solamente de lo transpersonal-. Por eso un terapeuta
requerirá de los estudios que plantea la Psicología básica.

Descontando el tema de la aplicación clínica de estos conocimientos,


el acceder a ellos para el trabajo sobre uno mismo sí es un camino dis-
ponible para cualquier persona que sienta ese llamado. Y para quienes
tengan formación previa en Psicología o disciplinas afines encontrarán en
este enfoque una manera integral de ver a sus pacientes, abarcando
desde lo más denso a lo más sutil, desde sus aspectos menos sanos hasta
su más profunda esencialidad...

Los conceptos que ahora le convidaré delinearán más claramente


estas nociones...

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 La falacia pre / trans-personal

Si bien este concepto fue desarrollado particularmente por Ken Wil-


ber, la noción en sí hace al sustrato mismo de las enseñanzas internas.
Veamos un esbozo de esta idea, que nos ayudará a abordar otros con-
ceptos más adelante.

Como antes le compartiera, un enunciado fundamental de la Filo-


sofía Perenne es que la Vida va evolucionando a través de lo creado. En el
plano de lo humano, la evolución de la conciencia se da desde un nivel de
menor diferenciación, hacia otro de mayor diferenciación (menor
conciencia a mayor conciencia, menor complejidad a mayor compleji-
dad...).

A gran escala, estaríamos hablando de un despliegue de conciencia


que va desde uno más denso, -más básico, más primitivo, que com-
partimos con todos los animales-, hacia niveles cada vez más sutiles,
cuya cúspide sería el nivel de conciencia de un
Cristo o un Buda, en el sentido del hombre Ilu-
minado. La mayoría de las Tradiciones coinciden
en que este proceso se da a lo largo de muchas
vidas, dada la enorme diferencia evolutiva que
existe entre ambos extremos de la escala.

Dicho sea de paso, en esa escala quien


está más arriba puede ver y ayudar a quien
está más abajo, pues en forma natural se or-
ganizan jerarquías de desarrollo. Cada jerarquía incluye a la anterior,
y a su vez la trasciende. También es dable señalar que esa pirámide de
evolución tiene en su base muchísimos más individuos que en su cúspide,
siendo que a medida que se habla de niveles cada vez más elevados de
conciencia, es menor el número de individuos que podrían categorizarse
en esos peldaños. Y que si bien este esquema ilustra algo empírico, tam-
bién empíricamente vemos que quien está más abajo puede enseñar a
quien está más desarrollado en su conciencia acerca de aquellos puntos
en los que la persona más trabajada quizás aún no haya madurado.

Ahora bien: esta noción que refiere a un proceso de desarrollo que


eventualmente podría abarcar una serie de vidas sucesivas (esti-
mando, desde esa hipótesis, que fuera factible nacer tantas veces como
fuera necesario para completar ese proceso) también puede ser aplicada
aun si consideráramos una única vida de cualquier ser humano: desde
nuestro nacimiento hacia nuestra adultez, la conciencia está llamada a
desplegarse en cada uno de nosotros, evolucionando desde una mayor

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ignorancia de sí hacia un mayor esclarecimiento (lo cual no en todos los
individuos llega a darse realmente).

Simplificando los grandes matices de cada peldaño en ese largo pro-


ceso evolutivo, si consideramos a un individuo que ha podido autorreali-
zarse plenamente, desde su nacimiento hasta su madurez podríamos
dividir su despliegue en tres estadios bien diferenciados, a saber: el pre-
personal, el personal, y el trans-personal.

° El nivel pre-personal está vinculado a la conciencia del niño, la cual


aún no se ha diferenciado respecto del entorno: Esta no-diferenciación
da lugar a una modalidad de interpretación de la realidad denominada
pensamiento mágico, caracterizada por ser pre-racional: el creer que la
mente puede, a través de sus temores y deseos, incidir en los aconteci-
mientos externos. Hay un resabio de saber que todo es Uno, y se lo
interpreta construyendo un universo donde priman la superstición, la
posibilidad de “influjos negativos” y de operaciones y talismanes que
puedan protegernos de ellos. La espiritualidad de este estadío es suma-
mente dependiente del entorno, buscando figuras de poder y elementos
materiales que amparen y brinden Gracia.

Es pre-racional porque aún no da lugar a la refutación que la lógica


del intelecto pueda ejecutar sobre los acontecimientos y sobre nuestras
creencias. Y se dice que es una organización pre-convencional, pues está
aún escindida de la realidad que todos comparten (convención).

° El nivel personal es aquél que implica la constitución de un Ego


cada vez más sólido, diferenciado respecto de su entorno, con un pre-
domino del pensamiento racional, y una organización psicológica con-
vencional, (es decir, que tenderá a homologarse al entorno para poder
funcionar adaptadamente).

° El nivel trans-personal propiamente dicho, refiere a un individuo


que puede trascender lo egoico, ampliando su conciencia hacia abarcar
el Orden de lo Creado. Este nivel es trans-racional (pues el intelecto no
puede abarcar ese Orden, pero ya ha accedido a interpretar la realidad en
términos racionales en el estadio anterior). Se connota este nivel como
post-convencional (pues el individuo está autodeterminado, respon-
diendo a su propia interioridad más que a cualquier convención del mundo
externo).

Cada uno de estos niveles tiene una característica concepción de sí


mismo y de la realidad. Cuando Wilber y otros autores señalan la falacia
pre/trans, se refieren a que, sobre todo en temas vinculados a la bús-

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queda de lo Trascendente, se produce una marcada confusión entre los
niveles pre y trans-personales.

La profusa difusión de las Psicologías de Oriente generaron, junto


con una expansión de la noción de qué es un ser humano, una confusión
propia de todo paradigma nuevo que irrumpe
en un viejo paradigma. Esto condujo al error
categorial de "meter en la misma bolsa" lo que
se vincula a una búsqueda madura de lo Tras-
cendente (es decir, verdaderamente trans-
personal) con lo que corresponde a una bús-
queda espiritual menos madura (pre-personal)
ligada al pensamiento mágico (y con ella a su-
persticiones, ya sea básicas o sofisticadas) ca-
racterizadas por ser pre-racionales, huidizas a
la refutación de una mirada crítica.

El nivel de desarrollo trans-personal tiene


por antecedente indispensable la constitución
de un Ego bien consolidado, que pueda ser trascendido. Con ello, la
posibilidad de un pensamiento racional fuerte, bien estructurado, capaz
de establecer fundamentos profundos. Sólo contando con esta posibilidad
se puede acceder a lo trans-racional. (De hecho, leyendo a los principales
autores de este paradigma encontraremos que pueden hacer un hondo
despliegue de estas ideas justamente porque tienen articulado un pen-
samiento racional límpido y de alta eficacia para organizar conceptos.)

Sabemos que éste es uno de los temas más álgidos del enfoque
Transpersonal. ¿Cómo distinguir si estamos vivenciando nuestra búsque-
da desde el pensamiento mágico o desde un lugar más maduro? ¿Cómo
saber si lo que sentimos es una verdadera experiencia de lo Sagrado y no
un fenómeno de autosugestión?

Esto es como volverse un buen catador de vinos: poco a poco, hasta


aprender a discernir ese “un solo Sabor”... Verdaderamente, el trabajo
sobre sí consiste en convertir la propia vida en un experimento: todo
lo que vivimos (sin excepción) puede ser el laboratorio en donde obser-
vemos la reacción de los materiales con que estamos hechos. Y la herra-
mienta principal de ese trabajo, tal como lo subraya claramente Patanjali
en sus Yoga Sutras es viveka (discernimiento): la capacidad de dis-
tinguir qué es qué (qué es emoción y qué es pensamiento, cuál es
nuestra naturaleza esencial y cuáles nuestros condicionamientos adqui-
ridos, qué es proyección de contenidos personales en el afuera y qué es
una real percepción de lo que ocurre...). Y dentro de esa larga lista, la

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autoobservación permite ir distinguiendo cuáles son nuestros aspectos in-
ternos pre-personales, cuáles los trans-personales, y cuáles los egoicos.

Por favor, no se impaciente ni se angustie! La tarea consiste en vol-


verse un experto de sí mismo. Eso requiere de dos factores interde-
dependientes e ineludibles: 1) darse cuenta y 2) darse tiempo.

Esta introducción al tema, por contraste, es más teórica que lo que


vendrá luego (a la vez que necesaria para ponerlo en contexto). Me dará
gusto ir compartiéndole herramientas para que el discernimiento se con-
vierta en un instrumento cotidiano tan familiar para Ud. como para el
escultor lo es su cincel…♣

BIBLIOGRAFÍA CITADA:

1) "El hombre autorrealizado", de Abraham Maslow. Ed. Troquel-Kairós, Buenos Aires,


1972.
2) "El Proyecto Atman", de Ken Wilber. Ed. Troquel-Kairós, Buenos Aires, 1973.

BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA:

Dada la densidad de los temas introductorios planteados en este


módulo, queremos sugerirle algunas lecturas complementarias para pro-
fundizar en estos conceptos básicos:

 Sobre el desarrollo histórico del enfoque Transpersonal:

- "Psicología y Psicoterapia Transpersonal", de Manuel Almendro,


Ed. Kairós.
- "Más allá del Ego", compilado por Roger Walsh y Frances
Vaughan, Ed. Kairós.

 Sobre la Psicología de Abraham Maslow:

- "El hombre autorrealizado", ibíd.


- "La personalidad creadora", de Abraham Maslow, Ed. Kairós.

 Sobre los conceptos de la Filosofía Perenne:

- Sección novena del libro "Trascender el ego": "La Filosofía de la


Trascendencia" (ibíd.).

 Sobre falacia pre/trans:

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23
- En el capítulo "La falacia pre/trans" de Ken Wilber, del libro
"Tras-cender el ego", compilado por Roger Walsh y Frances
Vaugan, Ed. Kairós.
- En el capítulo "La 'Nueva Era'", del libro "Gracia y coraje", de
Treya y Ken Wilber, Ed. Gaia.

ILUSTRACIONES DE ESTE MÓDULO:

 Pág. 1: Mandala by Arles.


 Pág. 2: "Book of Wisdom", de Nicholas Roerich.
 Pág. 5: "Sacred Oms", de Peter O'Henning.
 Pág. 10: "Hands", grabado de Albretch Dürer.
 Pág. 15: “Inconsciente y Natura”, de Gala Knock.
 Pág. 18: Antiguo grabado del sufismo.
 Pág. 20: Antiguo grabado de la Alquimia (Hermógenes, 1739).
 Pág. 22: “New Spirit”, de Kathia Lemm.♣

El material didáctico de este Seminario está amparado bajo derechos de autor.


Su reproducción por medio de clases orales está resguardada bajo la misma
Ley. Se permite su reproducción parcial siempre que se cite la fuente.

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