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Vida y Amor Colombia
Vida y Amor Colombia
Espero que estéis muy bien, viviendo con gozo y generosidad vuestra labor evangelizadora. Os
saludo a todos y a cada uno cordialmente desde Roma. He querido escribiros esta carta para
poder transmitiros el objetivo general del plan de gobierno para este sexenio. En la junta
general de diciembre pudimos elaborar casi en su totalidad el plan de gobierno. Me ha parecido
muy interesante poder compartir con vosotros el espíritu del objetivo general que nos
propusimos a la luz del V Congreso ordinario. Espero que sea de mucha ayuda para todos.
Este es nuestro deseo: levantar nuestra mirada para ver las grandes mieses del mundo y
aprender a leer los signos de los tiempos de la sociedad actual. Reconozco que hemos vivido
un largo tiempo de etapa fundacional, en el que las circunstancias nos han llevado
necesariamente a volcar la mirada en nosotros mismos y fortalecer el tejido interno y el derecho
propio de la FMVD: la estructura de gobierno, las normativas propias necesarias para vivir
nuestra consagración y carisma, (constituciones, directorios, reglamentos, etc.). Una etapa
necesaria y centrada en “asegurar las clavijas de la tienda” para poder expandirnos y
garantizar la permanencia y la transmisión del carisma VD. Etapa, que aunque no está
terminada del todo, hemos de reconocer con gratitud grandes pasos dados.
El V Congreso Ordinario nos ha hecho ver que después de todo lo vivido, estamos en tiempo
de alzar nuestra mirada y mirar el mundo al que somos enviados en misión. Descentrar la
mirada de nosotros y reconocer que es tiempo de ver la gran mies a la que el Señor nos envía
a proclamar la Buena Nueva. Es por eso que en este próximo sexenio, de una forma especial,
queremos mirar al mundo y los signos de los tiempos.
HEREDEROS DE UN CARISMA Y ABIERTOS AL DINAMISMO DEL ESPÍRITU
2. Impulsar en la entera familia misionera VD un espíritu misionero, profético,
itinerante y expansivo
1 E.G n. 273
HEREDEROS DE UN CARISMA Y ABIERTOS AL DINAMISMO DEL ESPÍRITU
también un componente de esfuerzo, como bien dice el salmo: “al ir iban llorando, llevando la
semilla, al volver vienen cantando trayendo sus gavillas”2. Ojalá que en nuestras comunidades
se perciba un olor a gozo y alegría que nos hace atractivos y auténticos evangelizadores. Para
que esto se visibilice debemos estar en lucha contra todo lo que huela a personas
quejumbrosas y leguleyas, desesperanzadas, tristes, cascarrabias y amargadas; pues de ser
así perderíamos la alegría del Evangelio.
Aquí está la intencionalidad y el para qué de nuestra dedicación a tiempo completo a la oración
y ministerio de la Palabra: Para formar apóstoles de Cristo y comunidades evangelizadoras.
Digamos que esta es “la punta de lanza”3 de nuestra misión y nuestro aporte específico y
genuino a la Iglesia. Formar personas enviadas a la misión y que estén capacitadas para dar
razón de su fe es el primer paso. El segundo y más difícil aún, es llegar a formar comunidades
de vida evangélica con un dinamismo evangelizador. Pero para “formar apóstoles y
comunidades evangelizadoras” es necesario que nosotros no estemos en el centro de nuestra
actividad evangelizadora y sepamos hacer-hacer, y formar en la fe a personas, que a su vez
puedan formar a otros. Hacer de nuestras comunidades locales, comunidades de vida
evangélica que evangelizan a otros, es realmente un desafío que tenemos por delante en
nuestra labor misionera; desafío que queremos afrontar con la Gracia de Dios, en este sexenio
que tenemos por delante.
Otra cosa bonita es que estamos creciendo comunitariamente en la conciencia de que somos
herederos de un carisma que no nos pertenece y que para desarrollarlo y transmitirlo a otros
necesitamos estar abiertos al dinamismo del Espíritu. Creo que en esta etapa pos-fundacional,
necesitamos mirar con agradecimiento la vida de nuestro fundador Jaime Bonet y profundizar
en la raíces de esta herencia que hemos recibido de él. En esta etapa hay que potenciar y
fortalecer necesariamente el patrimonio histórico, de manera que constituya para nosotros una
raíz y cimiento importante en la vivencia y transmisión del carisma.
Como podéis observar, el objetivo general del plan de gobierno es bonito, pero a la vez
ambicioso, pues tiene como intención renovar y vitalizar nuestra consagración misionera.
Requiere el esfuerzo de todos y la corresponsabilidad de todos. Sin esta corresponsabilidad de
todos por vivir y transmitir con fidelidad el Don que hemos recibido, no solo se juega el que
llegue a nuevas generaciones, sino también el aporte específico que como FaMVD hacemos a
la Iglesia. Para ello, contamos con el Espíritu Santo, que acompaña el camino evangelizador de
toda la Iglesia para bien de nuestra sociedad y de nuestro mundo. Atentamente,
2
Sal 125, 6
3 Expresión propia de este V Congreso.