You are on page 1of 7

Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,

Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal


TALLER DE “PSICOEDUCACIÓN Y PROBLEMÁTICAS SOCIALES”

FICHA DE TRABAJO / 1. VIOLENCIA DE GÉNERO

¿El problema social de la violencia de género es fruto de acciones de personas capaces de


descomponer los vínculos de una comunidad tal como dice la frase “una manzana podrida
termina pudriendo el cajón”?
Esta pregunta es el elemento rector del presente taller. Y para iniciar este encuentro… ¿Qué
entendemos por “persona” desde el Enfoque Humanístico?
Hacer referencia a una mirada/enfoque/encuadre humanista significa
tener en cuenta que consideramos a la persona que, por su
condición humana, es:
 Organismo en continuo desarrollo; y, por lo tanto
 autónoma e independiente;
 orientada hacia una necesidad y un sentido; y es una
 totalidad integral y compleja (bio-psico-socio-espiritual)
Y para habilitar esta dignidad humana tenemos que apelar a
un concepto central: no directividad. Podemos entenderlo
empleando el título de un libro llamado “no empujes porque el
rio fluye solo”
“….el rio fluye solo”: la persona por su autonomía y libertad tiene los propios recursos para afrontar
y resolver los conflictos que se le presenta a lo largo de su desarrollo psicosocial. Para esto hay
que confiar en la experiencia de la persona y su tendencia natural al crecimiento y actualización
de su proyecto de vida.
Ahora: Intervenir, criticar, dirigir, manipular, violentar, etc… serian formas de “empujar” ese rio,
y por tanto cuando el cauce se obstaculiza algo se detiene, se estanca, se pudre. La persona deja
de orientarse por sus propias necesidades y valores para existir en base a los valores que otro le
impone.
Para comprender qué hace que las personas se sientan amenazadas o protegidas podemos apelar
a la psicología humanística de Carl Rogers quien en su libro “El proceso de convertirse en persona”
sostiene que para que se genere un vínculo de persona a persona, y por ende de respeto (o falta
de éste) de su dignidad humana, dependerá de las siguientes actitudes: a) autenticidad es la
posibilidad del “Ser siendo…” en el encuentro con el otro a partir del grado de congruencia entre
lo que vivencia la persona (lo interno) y la transparencia al momento de comunicarlo (lo externo);
b) aceptación positiva incondicional: aceptar es “abrazar lo que es”, y por ende contemplar lo que
aparece (desde un sentimiento hasta una situación o la presencia de una persona) sin juicio ya que
“lo que es, es…”; y c) comprensión empática: percepción cognitivo-emocional de lo que le pasa
al otro haciéndolo un “como si” fuese algo propio para intentar captar lo que transita.
Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,
Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal

Ahora, si bien habitamos una misma comunidad y por tanto entendemos las normas y los
códigos para relacionarnos ¿Qué hace que nuestros vínculos sean de una u otra manera?
Una posible forma de responder a dicho
interrogantes es a partir de las paradigmáticas
investigaciones de John Bowlby (1969),
quien elaboró la teoría del apego la cual
consiste en un modelo vincular capaz de
explorar en las reacciones emocionales que
experimenta el infante con su figura de
apego (cuidador) al momento de satisfacer
sus necesidades de afecto, contención y
atención. Y dependiendo de lo funcional o
disfuncional que resulte el vínculo, esto le
brindará a la persona en su adultez una serie
de recursos intrapersonales (autoestima,
autorregulación, automotivación…) e
interpersonales (limites, pedidos…)
adecuados o inadecuados para poder relacionarse con otras personas.
En este sentido, se puede entender la violencia de género como un comportamiento resultado
del enfado, la ansiedad y el miedo que vuelve a experimentar la persona cuando percibe que su
actual figura de apego, es decir, con quien se vincula afectivamente, se aleja o se ausenta tal como
lo fue en su momento la pérdida del contacto con su cuidador lo cual le genero sentimientos
ambivalentes de anhelo y de enfado y rabia.
Para esto es necesario captar los diferentes estilos de apego…
…si los vínculos de apego fueron seguros durante la infancia, debido a una
respuesta sensible empática parental para con las demandas del bebe éste pudo
sentir confianza ante el refugio y la cercanía, la persona en su adultez
encuentra formas adaptativas para sentir y expresar el enfado, y otros
sentimientos “negativos” de forma apropiada, sin que la agresividad se
desborde y destruya las relaciones con los otros cuando surjan conflictos
estimuladores del miedo o la pena. Disfruta de las relaciones íntimas.
…si los vínculos de apego fueron inseguros, debido a que los cuidadores no se mostraron lo
suficientemente disponibles al momento de atender las necesidades del bebe (y no existió una
figura de apego sustituta), adoptan un distanciamiento emocional. Bowlby pensaba que aquí está
el núcleo de la psicopatología (como ser, el narcisismo y la psicopatía), ya que el alejamiento
impide procesar la experiencia de lo traumático y, por lo tanto, en la adultez, estos traumatismos
pueden activarse en el contexto de vínculos afectivos.
Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,
Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal

Los tipos de apegos inseguros pueden ser los (a) ambivalentes-ansiosos,


resultado de un sentimiento de incertidumbre por parte del infante para
con su(s) cuidador(es) debido a la falta de constancia y de atención que
percibe. Y con ello la gestación de intensos sentimientos de inseguridad,
temor y angustia en la adultez en sus vínculos afectivos. Puede que este
tipo de personas tengan un mayor riesgo de permanecer en una relación
de violencia de género debido a su dependencia emocional.

Ya con los (b) evitativos, el o la bebe crece con desconfianza hacia sus
figuras de apego y ante ausencia de los mismos en su adultez desarrollará
autosuficiencia y distanciamiento emocional: incapacidad para
compartir sentimientos y pensamientos debido al medio de intenso de
perder a su pareja.

En cuanto a los (c) desorganizados, en los que el infante experimenta


sentimientos de confusión con la acumulación de miedos y de
temores ante la figura de sus cuidadores dado que apelaron en su
crianza al maltrato o la interrupción abrupta del vínculo. Un trauma
relacional que le provocará en su adultez desde miedo hasta
impulsividad. Puede que este tipo de personas sean las que lleguen a
ejercer roles abusivos o victimarios dado que en su dificultad para
generar y sostener vínculos saludables con otros ya que, ante la
posibilidad de un abandono percibido o real, se activa el miedo y las reacciones impulsivas y la
agresividad mal canalizada ante su herida emocional del “no ser querido/a” debido a la nueva
pérdida del vínculo
Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,
Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal

Antes de continuar con la cuestión de la violencia de género en particular ¿Por qué la violencia
de género es una problemática social? ¿Cualquier problema puede ser considerado una
problemática social?

Todo problema social se gesta en el conjunto de las relaciones en las que habitamos como
personas en sociedad. Y en el momento en el que se percibe un grado de desajuste entre lo
realizable (condiciones de vida reales) y lo deseable (expectativas y aspiraciones ideales) se
configura una problemática social (Vallone, 2010; Amadasi y Pantano, 1986)
En otras palabras, ésta se expresa cuando se presentan condicionantes entre la satisfacción de
necesidades y las expectativas y desigualdades que surgen al momento de resolverlas.
Estela Grassi (2003) lo sintetiza de la siguiente manera: los problemas sociales son la expresión de
la forma de organización de la forma moderna capitalista en la que se busca integrar dos principios
contradictorios: la desigualdad estructural (pobreza, desempleo, analfabetismo) con la igualdad
formal (derechos humanos que condiciones de vida dignas como ser educación, empleo, salud…)
Ahora bien, un problema es social no solo cuando afecta a un grupo significativo de la sociedad,
sino también cuando comienza a expresarse una preocupación social a partir de la cual surgen
acciones sociales colectivas para restaurar tal condición. La presencia de organizaciones y
movimientos sociales (asociaciones civiles, por ejemplo) junto con la participación de los medios
masivos de comunicación y otras instituciones, dan cuenta sobre algo que necesita ser restaurado
o reparado. A partir de allí el problema social obtiene una visibilización tal para agenda pública
A partir de lo anterior, podemos sostener que hacer psicoeducación sobre violencia de género
ya sea a partir de talleres en comunidades (educación no formal o popular), o bien clases las aulas
(educación formal), es una forma de intervenir en la realidad debido a que le brindamos a las
personas recursos intelectuales y vinculares para ponerle palabras a un problema así como ayudar
a comprenderlo, acompañarlo y protegerlo mediante una acción la cual siempre es política.
Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,
Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal

Si bien lo escuchamos o decimos a diario… ¿Qué entendes por violencia y agresión? ¿Son
términos con significados similares?
La agresión no es un acto moral (es
decir, no es ni bueno ni malo) sino
instintual: se activa cuando el
organismo (animal o humano) quiere
“ir hacia” algo para satisfacer una
necesidad vital (nutricional, sexual…) y
con ello recuperar el equilibrio. Por
ejemplo, un animal destruye la comida
para incorporarla, digerirla y asimilarla
y así satisfacer su necesidad de
alimentarse, de obtener energía, de
sobrevivir; o bien un niño hace uso de
la fuerza para armar/desarmar un
juguete.

La violencia es social y cultural: es un


comportamiento aprendido con la
intencionalidad de generar dolor o
sufrimiento en el otro a partir del uso de
la fuerza o poder. Esto habilita las
dinámicas de abuso: relación de poder
desigual ejercida por un abusador para
obtener algo o someter a alguien, su
víctima, a partir de una serie de
estrategias (manipulaciones)

En resumen, todo acto violento es un comportamiento agresivo, mientras que no todo acto
agresivo constituye violencia.
Las mil máscaras de la violencia se manifiestan a partir de una serie de tipos que la ley 26485
distingue en violencia física (afección o daño corporal), psicológica (disminución de la estima y
seguridad interna); sexual (vulneración de los derechos sexuales y/o reproductivos), económica
(sustracción, destrucción, retención, limitación del derecho patrimonial); simbólica (reproducción
de mensajes, valores o íconos tendientes a promover la subordinación); política (anulación,
reducción o restricción de la participación política y/o asuntos públicos)…
Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,
Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal

LA VIOLENCIA DE GÉNERO: CUESTIÓN DE PODER


Para abordar la violencia de género es
necesario comprender que los géneros
(hombre/mujer) son construcciones socio-
históricas a cargo de las instituciones (religión,
ciencia, política…) las cuales asignan patrones
de comportamientos a las personas según lo
biológico-genital dado por su sexo
(macho/hembra). Y, por tanto, esto hace que
socialmente se espere que las personas, según
el género al que pertenezcan, deberán asumir
ciertos roles y prácticas sociales. Así, por un
lado, mientras a la figura de la mujer se le asigna
funciones como la de ser serviciales,
emocionales, maternales en el espacio privado
del hogar, con actitudes de cuidado, presencia
y entrega absoluta. Por otro lado, de los varones se espera un papel de fortaleza, agresividad,
racionalidad y proveedores, etc., en el ámbito público.
Esto da paso a relaciones de poder desiguales entre varones y mujeres. Y por tanto una
problemática de derechos humanos, ya que cuando a esto se le añade que las relaciones de pareja
comienzan a ser disfuncionales. por una serie de factores (consumos problemáticos, problemas
económicos, ausencia de proyecto de vida, heridas emocionales, carencia de valores, recursos y/o
habilidades para la vida…), comienza a gestarse una dinámica cíclica de violencia que, para Leonor
Walker (1979), consta de tres etapas:
Espacio FloreSER Consejería de vínculos problemáticos, duelos,
Diplomaturas - Talleres - Cursos orientación vocacional y desarrollo personal
1. Etapa de tensión: El varón acumula enojos y su ira va en aumento. Se burla, humilla y ridiculiza
a la mujer que intenta calmarlo, y en varias ocasiones minimiza lo sucedido o justifica las agresiones.
Manipula. Insulta. Descalifica. Golpea objetos. Intimida. A medida que pasa el tiempo aumenta su
irritabilidad. Generalmente la mujer, con el paso del tiempo empieza a “creerse” todo lo que él
le dice. Esto genera un impacto directo en su autoestima. Siente que no sirve para nada, que se
merece el maltrato: haga lo que haga nunca consigue agradar a su agresor, desarrollando la
indefensión aprendida.
2. Etapa de explosión: Implica la explosión y descarga de la agresividad acumulada sobre la víctima.
El varón puede perder el control y agredir físicamente a la mujer. Busca demostrar su poder. La
mujer desarrolla sentimientos de culpa, impotencia y dolor. Generalmente, a medida que pasa el
tiempo estos episodios son más seguidos y más violentos. En general en estos momentos es cuando
la mujer se acerca a pedir ayuda.
3. Etapa de calma o arrepentimiento o “luna de miel”: Generalmente hay un pedido de perdón y
arrepentimiento por parte del agresor quien se comporta de manera cariñosa y promete que las
cosas van a cambiar y no volverán a suscitarse episodios similares. La mujer cree en ese cambio,
y por ende siente esperanza y con ello siente incomprensión de su entorno, así como
arrepentimiento de haber hecho la denuncia al punto de desarrollar dependencia emocional. A
medida que pasa el tiempo esta fase dura menos tiempo. Los momentos de calma aparente son
más cortos. El entorno puede actuar de diferentes modos: desde experimentar frustración, enojo
hasta el punto de alejarse.
Puede que las víctimas al momento de pedir ayuda hayan tenido que experimentar muchos ciclos
de violencia antes de poder romper con ellos, ya que las mismas sólo cuando comienzan a perder
la confianza en las promesas amorosas de su marido es, entonces, cuando logran reconocer el
carácter abusivo y degradante de su pareja.

BIBLIOGRAFIA
AMADASI, E. y PANTANO, L. (1986) Política social argentina, Editorial Hvmanitas, Buenos Aires
BOWLBY, J (2018) El apego, Paidós, Buenos Aires.
GRASSI, Estela (2003) Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame
(I). Espacio Editorial, Buenos Aires.
PERLS, F. (1985) Yo, hambre y agresión, FCE, México.
ROGERS, C. (1993) El proceso de convertirse en persona, Paidós. México.
VALLONE, M (2011) “Problemas sociales argentinos: los nuevos desafíos de la imaginación
sociológica”, en: Arias, Ana y Di Loretto, María Miradas sobre la pobreza. Intervenciones y análisis
en la Argentina pos neoliberal EDULP. La Plata
WALKER, L (2012) El síndrome de la mujer maltratada, Descleé de Brouwer, Barcelona.

You might also like