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Historia

del Nevw Deal


Con icto y reforma durante la Gran Depresión

ANDREU ESPASA
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Cnivenidad
TARATA de Aca
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Andreu Espasa

Historia del New Deal


Con icto y reforma durante la Gran Depresión

GATARATA
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colección investigación y debate título y la autoría.
Serie Estudios norteamericanos

Fotogra a de cubierta: [Group (Bonus Army?) in front of


U. S. Capitol, Washington D. C.J, Harris & Ewing, 1932. Fuen-
te: Library of Congress Prints and Photographs Division
(Washington D. C., 20s40 USA).
Andreu ESPASA DE LA FUENTE, 2020
© instituto universitario de investigación en estudios nor-
teamericanos BENJAMIN Franklin, 2020 Universidad de
AlcaláCalle de la Trinidad 288o1 Alcalá de Henares (Madri-
d) Tel. 91 885 52 54 www.institutofranklin.net
Los libros de laCatarata,2020
Fuencarral, 7o
28004 Madrid
Tel. g1 532 20 77

www.catarata.org
HISTORIA DEL NEW DEAL.CONFLICTO Y REFORMA DU-
RANTE LA GRAN DEPRESIÓN
ISBN: 978-84-1352-10o-8
E-1SBN: 978-84-1352-138-1
DEPÓSITO LEGAL: M-28.224-2020
thema: NHK/NHT/3MPBGJ-US-K
este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de
los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible,
que sean adquiridos originales para permitir la edición de
otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el
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A Pere de la Fuente Collell (1946-2012)
Introducción Es natural, pues, que, en nuestro tiempo de crisis, haya un
Un mundo en crisis creciente interés por las lecciones que se puedan extraer del
gran programa de reformas económicas y políiticas inmpulsado
La menoria de la Gran Depresión parece más viva que nunca.
por el presidente Franklin Delano Roosevelt para sacar a Esta-
Ante la Gran Recesión iniciada en 2007-2008 y la crisis del
dos Unidos de la profunda depresión en la que se encontraba.
coronavirus, han abundado las comparaciones con la que,
Sin duda, la popularidad de su programa, el New Deal, resulta
hasta la fecha, sigue siendo considerada una de las peores
inseparable del carácter mítico de la gura de Roosevelt,
crisis de la historia del capitalismo. A pesar de las diferencias
quien enfrentó con éxito los dos mayores retos del siglo XX:
de contexto histórico, sin duda los años treinta presentan mu-
la Gran Depresión y el fascismo internacional. La Adminis-
chas analogías con el tiempo actual. Probablemente la simi-
tración Roosevelt (1933-1945) puso los cimientos para la crea-
litud más importante es el carácter múltiple de ambas crisis.
ción del estado del bienestar norteamericano y el inicio de
Lo que empezó en 1929 como una crisis económica derivó en
una recuperación económica de larga duración, al mismo
muchos países en una crisis de representatividad política, con
tiempo que asumía los riesgos y las contradicciones de elevar
una rápida disminución del número de regímenes democrá-
Washington a su nueva posición de primera potencia mun-
ticos, y, en el ámbito exterior, en una fuerte crisis geopolítica,
dial. Las circunstancias particulares de su muerte, todavía en
que terminaría provocando el estallido de la Segunda Guerra
el cargo y a pocas semanas de lograr la rendición nazi, contri-
Mundial. Ochenta años después, durante la Gran Recesión, la
buyeron a engrandecer el mito. Mientras el presidente Wilson
debacle económica también generó una dura crisis de legiti-
había fallecido en 1924 tras haber sido derrotado en sus
midad politica para muchos Gobiernos. En los últimos años,
intentos por lograr el ingreso de Estados Unidos a la Socie-
el populismo de derechas ha logrado sorprendentes victorias
dad de Naciones, Roosevelt, en cambio, murió en 1945 con
electorales en países como Brasil, Estados Unidos y el Reino
las botas puestas, lo que sin duda hizo volar la imaginación
Unido. En el plano geopolítico, asistimos a un enfriamiento
contrafactual de sus seguidores. De ahí la extendida creencia
en las relaciones entre Moscú y Washington y a una guerra
de que, en caso de haber vivido unos años más, quizás
comercial con Pekín. A la crisis económica, democrática y
Roosevelt hubiera podido evitar la dinámica de confrontación
geopolítica, en la actualidad hay que sumar también una crisis
mundial que se impuso durante la Guerra Fría.
ecológica que amenaza con terminar con las condiciones de
Con el paso del tiempo, la memoria del New Deal ha
habitabilidad del planeta.
evolucionado, no sin presentar algunas ironías históricas. En
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la actualidad, el New Deal ya no es la bandera de los demó- abanico de posibilidades y contingencias que marcaron el
cratas con sensibilidad social, sino la de los que, viniendo de desarrollo de la respuesta gubernamental a la Gran Depre-
una tradición obrerista, aprovechan la derechización de la sión. Este libro se propone explicar la historia del New Deal
mayoría del Partido Demócrata para reclamar un espíritu radi- como un proceso que, lejos de pretender aplicar una teoría
calmente reformista que permita romper con los grandes con- concreta, estuvo marcado por un fuerte grado de experimen-
sensos neoliberales de las últimas décadas. El caso más rele- talismo, con numerosas improvisaciones, fracasos parciales y
vante de esta tendencia es el famoso Green New Deal. Sus recti caciones constantes, ya fuera por insatisfacción ante los
máximos defensores -el senador Bernie Sanders y la congre- resultados económicos o por las constantes exigencias del
sista Alexandria Ocasio-Cortez se de nen como socialistas contexto político del momento.
democráticos y de enden un modelo de transición energética Para comprender el desarrollo del New Deal es necesario
que permita la simultánea reducción de los gases de efecto enmarcar este episodio como un capítulo decisivo en la his-
invernadero y de la desigualdad social. Fuera de Estados Uni- toria de la democracia en Estados Unidos. Se ha escrito
dos, las referencias al New Deal se han vuelto cada vez más mucho del siglo XX como un siglo muy ideológico, marcado
frecuentes. Incluso el presidente mexicano, Andrés Manuel tanto por la in uencia del comunismo soviético como por las
López Obrador, con una formación muy nacionalista y poco distintas respuestas que generó este desafío, especialmente el
dado a invocar ejemplos del extranjero, ha citado a Roosevelt fascismo de entreguerras. En las grandes narrativas del siglo
y su New Deal como fuente de inspiración para su proyecto XX, ocupa también un lugar destacado el n de los grandes
de transformación nacional. imperios europeos y el proceso de descolonización. Obvia-
Hoy por hoy, el New Deal se suele entender como la ver- mente, no han faltado análisis sobre el ascenso de Estados
sión estadounidense de la revolución keynesiana que trans- Unidos como primera potencia mundial y la consiguiente ca-
formó la forma de comprender la ciencia económica y, sobre racterización del "siglo americano". Estas narrativas suelen
todo, la intervención del Estado en la economía. Aunque la in- centrarse en el desarrollo de la política exterior estadou-
uencia del pensamiento de Keynes en importantes sectores nidense y su papel determinante como motor de desarrollo
de la Administración Roosevelt resulta innegable, esta percep- capitalista y como eje central del proceso de globalización y
ción tiende a simpli car un fenómeno histórico neces- de las instituciones que garantizan la gobernanza mundial del
ariamente complejo. En este caso se confunden los capitalismo. Sin embargo, se ha dedicado poca atención a la
resultados duraderos de la presidencia Roosevelt con el historia del sistema democrático en Estados Unidos. Quizás
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este olvido tenga que ver, paradójicamente, con el carácter puede entenderse solamente como una reacción defensiva
hegemónico de la ideología americanista. No hay nada más ante el peligro rojo. Su proceso de construcción y sus peculia-
naturalizado que aquello que se considera inmune al paso del ridades nacionales se deben, en gran parte, a un gran y va-
tiempo. El hecho de que Estados Unidos siga funcionando riado movimiento de reformismo democrático, que suele
con un texto constitucional del siglo XVIII, de que siempre estar de nido por una considerable exibilidad ideológica y
haya celebrado sus elecciones presidenciales cada cuatro por un plural abanico de agentes de cambio, incluyendo a sin-
años independientemente de cualquier contingencia bélica o dicalistas, veteranos de guerra, políticos de orden sensibles a
de que los dos principales partidos políticos sean nominal- las demandas populares, economistas del Gobierno for-
mente los mismos desde hace más de siglo y medio, alimenta mados en el consenso keynesiano, etc.
la falsa sensación de que la democracia estadounidense fun- Hay que tener en cuenta, además, que la relación del New
ciona como un reloj suizo. Deal con la democracia ha sido un terreno de debate muy in-
A su vez, el estudio del New Deal también nos permite tenso y recurrente, incluso para sus contemporáneos. En su
entender mejor un proceso histórico que trasciende los lími- momento, los opositores conservadores a Roosevelt consi-
tes de la historia estadounidense: la di cil coexistencia entre deraron al New Deal como un programa dictatorial y con tin-
el capitalismo y la democracia, especialmente cuando el pri- tes extranjerizantes, mientras que sus partidarios lo inter-
mero no da los resultados necesarios para lubricar sus inevi- pretaban como una "revolución democrática" que amplió
tables con ictos con la soberanía popular. También puede notablemente la base del demos políticamente activo a través
enriquecer nuestra visión del siglo XX como un periodo mar- de nuevos derechos sociales y marginó la minoría de plutó-
cado por grandes movimientos sociales que lograron demo- cratas que tenían secuestrada a la República. Más adelante, al
cratizar parcialmente la organización política y económica en calor de la radicalización izquierdista en la academia en los

sus respectivos países, especialmente en momentos de gran- años setenta, surgiría una nueva tendencia historiográ ca que
des crisis como la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mun- juzgaría al New Deal como un gran esfuerzo de restauración
dial. Muchos historiadores han señalado de forma convin- conservadora, con la creación de un Estado liberal y granem-
cente la importancia del miedo provocado por la Revolución presarial, blindado por nuevos consensos, pero esencial-
soviética para entender las impresionantes conquistas socia- mente funcional al gran objetivo reaccionario de sofocar cual-
les en los países del centro capitalista durante el siglo XX. Sin quier desafío al orden capitalista. Con sus diferencias, estas
embargo, la historia del estado del bienestar moderno no visiones compartían una visión del New Deal con unos
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objetivos muy ambiciosos y predeterminados. En realidad, el siempre subordinado a la función técnica de buscar los me-
punto de partida era bastante sencillo y sus posibilidades de dios necesarios para satisfacer los nes establecidos por la
desarrollo, muy abiertas y variadas. Como su nombre indica, voluntad popular. Entre sus ideas, destaca también la con-
el New Deal ("nuevo trato") proponía una rede nición de las ciencia de que el nuevo pacto social estadounidense nece-
reglas del juego para el sistema económico y políitico. Su ba- sitaba una profunda actualización histórica. Para Roosevelt y
gaje ideológico venía principalmente de la tradición politica los reformistas que lo rodeaban, el éxito del New Deal depen-
estadounidense. Animado por un sincero espíritu reformista, día en última instancia de su capacidad para corregir el des-
el objetivo esencial era salvar a la democracia y al capitalismo fase entre la ideología trasnochada del individualismo ameri-
con un nuevo pacto social que incluía la apertura de campos canista y la evolución real del capitalismo maduro estadou-
de oportunidades para la movilidad social, la construcción de nidense tras el n de la colonización del Oeste y la consoli-

redes de seguridad para garantizar el nuevo derecho ciuda- dación de grandes oligopolios. El propio New Deal, claro
dano a vivir sin miedo a la bancarrota personal y la neutra- está, era un producto muy arraigado a su tiempo histórico.
lización del sesgo de clase del Estado a través de una mayor Aunque sus principales ideas venían cociéndose desde, como
separación del poder económico y el poder políitico. mínimo, la llamada era progresista de principios de siglo, su
Para lograr este nuevo pacto, el presidente Roosevelt era aplicación práctica fue posible gracias a un contexto histórico
consciente de que muchas de las recetas económicas del pa- muy perturbador, la Gran Depresión, que desconcertó y
sado debían ser reemplazadas por un nuevo espíritu experi- desorientó profundamente al conjunto de la sociedad, po-
mental. A base de un constante ejercicio de ensayo y error, niendo n a las inercias conservadoras de la década anterior y
buscaba políticas e caces para reformar la base económica abriendo las puertas a un experimento político que cambiaría
nacional y propiciar una recuperación duradera. Quizás por sustancialmente la forma y el fondo de la democracia esta-

su natural tendencia a no dejarse atar por la rigidez y la com- dounidense.


plejidad de determinados esquemas teóricos, a veces se ha
confundido injustamente su considerable exibilidad progra-
mática con una supuesta falta de principios políticos y econó-
micos. Sin embargo, es innegable que el New Deal contaba
con una loso a política coherente en la que sin duda el

pensamiento económico jugaba un papel importante, aunque


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Capítulo 1 patrón oro o la ausencia de una fuerte legislación social. En
Del crac del 29 a las elecciones de 1932 Estados Unidos, la Gran Depresión terminó con una década
de hegemonía derechista y empezó un proceso de transfor-
Una crisis sin precedentes
mación que acabaría cambiando las reglas del juego entre cla-
Es di cil exagerar la importancia histórica de la Gran Depre-
ses sociales y el papel de Washington en el mundo.
sión de los años treinta del siglo XX, especialmente en Esta-
Sin embargo, durante los primeros años de la crisis resul-
dos Unidos. Su irrupción en 1929 desestabilizó numerosos
taba di cil imaginar que tras el nal del túnel vendría un largo
Gobiernos y contribuyó en gran medida al eventual estallido
periodo de prosperidad económica y de liderazgo mundial
de la Segunda Guerra Mundial. A los que la sufrieron les
estadounidense. En su momento, nadie recordaba una crisis
cambió la percepción sobre la fragilidad del mundo en que vi-
parecida, ni en extensión temporal y geográ ca ni en profun-
vían, y de ella se extrajeron lecciones políticas y económicas
didad. Para el invierno de 1932-1933, el desempleo en Estados
que durarían generaciones. El economista John Kenneth Gal-
Unidos alcanzó el 25%. Casi trece millones de trabajadores
braith la consideraba el suceso más in uyente en la vida de
estaban en paro. En 1933 el PIB era una tercera parte inferior al
los norteamericanos:
de 19292. La crisis agraria -que ya se venía arrastrando desde
Ninguna de las dos guerras tuvo un efecto parecido sobre
la década anterior-- sumía en la miseria a millones de peque-
tantos. La liberación de la energía atómica, aunque pudo
ños propietarios y trabajadores agricolas. En crisis anteriores,
inducir a cierta precaución de los beligerantes patológicos,
algunas economías importantes habían quedado más o
tuvo unas consecuencias menores. Los viajes a la Luna son
menos al margen del ciclo descendente. En esta ocasión, la
cuestiones de detalle en comparación con aquella. Pocos de
crisis parecía un fenómeno verdaderamente universal. A dife-
los que sobrevivieron a la Gran Depresión no cambiaron con
rencia de otras crisis, los años pasaban y la recuperación se-
esta experiencial.
guía sin aparecer, generando tensiones sociales y políticas de
Para los defensores más entusiastas de un capitalismo sin
enormes consecuencias, especialmente en Europa.
regulación, la Gran Depresión provocó un efecto parecido al
El desencadenante de la crisis se había producido en octu-
que tuvo la caída del Muro de Berlín para los socialistas y
bre de 1929 con la caída en picado de la Bolsa de Wall Street.
comunistas setenta años después. La derrota política e inte-
Sin embargo, para la mayoría de la población, los efectos de
lectual provocada por el derrumbe económico hizo imposible
la crisis no se sintieron de inmediato. El escritor Granville
defender aspectos esenciales del mundo anterior, como el
Hicks recordaba así el inicio de la Gran Depresión:
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Luego vino la depresión. Comenzó, por supuesto, con la durmiendo en las escaleras de las entradas del metro, cubier-
caída de la bolsa de valores de octubre de 1929, pero no tos de periódicos. Fuera de cada ciudad de cualquier tamaño,
empezamos a ser conscientes de ello entonces. Ese otoño en algún basurerou otra zona desierta, se encontraba lo que
había comenzado a enseñar en el Instituto Politécnico Ren- se llamaba Hooversville, una colonia de chozas de hojalata,
sselaer, y uno o dos de mis colegas se pillaron los dedos, cartón y arpillera, en algunas de las cuales vivían familias
pero pensé que les estaba bien empleado por jugar en la enteras³.
bolsa. Después de todo, todavía tenían sus trabajos y sus Si octubre del 29 había sido el principal desencadenante y
familias no morirían de hambre. Algunos de los grandes el invierno de 1932 el punto más bajo, las tendencias que
operadores quedaron gravemente tocados y algunos se suici- explicaban el desastre se remontaban a tiempo atrás. Muchos
daron, pero no teníamos mucha simpatía por los hombres de consideraban que las raíces del problema se podían trazar
Wall Street. [..] Pero a medida que pasaba 1930, comenzamos hasta nales del siglo XIX, cuando se produjo "el cierre de la
a preguntarnos qué estaba pasando, y en 1932 nos pareció frontera", es decir, el n del proceso de colonización de los
claro a algunos de nosotros que esta civilización empresarial territorios occidentales adquiridos tras la guerra con México
[..] se había derrumbado. Las máquinas, esas maravillosas (1846-1848). La ausencia de nuevos territorios por colonizar
máquinas que nos habían dado a muchos de nosotros un alto había cancelado la posibilidad de resolver las periódicas crisis
nivel de vida, habían dejado de funcionar. Y cada vez más per- económicas y sus consiguientes tensiones sociales con la
sonas estaban sin trabajo. En 1932, algunos economistas dije- explotación de nuevos recursos naturales y la migración hacia
ron que hasta 17 millones de personas estaban desempleadas, el Oeste de las víctimas de la crisis. Además, sin las oportu-

y eso signi caba que una de cada cuatro personas que cono- nidades que ofrecía la tierra por colonizar, también se consi-
cíamos estaba sin trabajo. Y eso probablemente signi caba deraba que la esencia de la democracia estadounidense podía
que él y su familia estaban sufriendo, porque no había seguro estar en peligro.
de desempleo, y uno no tenía nada en lo que apoyarse más Otros, con diagnósticos variados, preferían enfatizar la
que sus propios ahorros y la escasa ayuda que sus familiares importarncia de un pasado más reciente, concretamente los
pudieran darle. A los desempleados que se las arreglaban los desequilibrios económicos y politicos generados por la Pri-
veíamos en la calle, vagando desesperados en busca de tra- mera Guerra Mundial (1914-1g18). Como resultado del con-
bajo o parados de pie en las esquinas, aturdidos y icto, Estados Unidos se había situado de forma indiscutible
desconcertados. Los que no se las arreglaban los veíamos como la primera potencia económica mundial. Desde nales
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del siglo XIX ya había logrado ponerse a la cabeza en produc- venderle al mundo, prestarle al mundo y negarse a comprale,
ción industrial, pero los años de la Gran Guerra, con el consi- sin arriesgarse nalmente al desastre"s.
guiente boom manufacturero y exportador, y el fortalecimiento A nivel interno, las administraciones del Partido Repu-
de Wall Street, acabaron de otorgarle una posición de domi- blicano también alimentaron algunas tendencias que con el
nio económico también en el ámbito comercial y nanciero. tiempo contribuirían al estallido de la Gran Depresión. Por un
El nuevo liderazgo no estuvo exento de problemas. Para lado, la economía estadounidense de los años veinte presen-
empezar, pronto fue evidente que Washington no estaba dis- taba un bajo grado de diversi cación. La construcción y la

puesto a asumir las obligaciones geopolíticas que corres- fabricación de automóviles tenían un papel muy importante, y
pondían a su liderazgo económico. A pesar de haber patro- el descenso de la actividad de estos sectores en la segunda
cinado políticamente la creación de la Sociedad de Naciones, mitad de la década no fue su cientemente compensado por el
la disputa entre el presidente Wilson y los republicanos del auge de otras industrias recientes, como la química y la petro-
Senado impidieron la entrada de Estados Unidos en el orga- lera. Otro factor decisivo fue el gran aumento de la desi-
nismo de Ginebra. Además, aunque las administraciones gualdad económica. Aunque la década había estado marcada
republicanas de los años veinte favorecieron la inversión en el por altos índices de crecimiento, la mitad de la población no
exterior, la negativa a asumir pérdidas por las deudas de gue- podía comprar productos básicos, con la consiguiente limi-
rra y el mantenimiento del proteccionismo comercial gene- tación para absorber el aumento de producción causado por
raron unos superávits comerciales y nancieros insostenibles las innovaciones tecnológicas y la aplicación de métodos
a medio plazo. Pronto se creó un círculo de crédito por el que cientí cos para la explotación del trabajo. La estructura credi-
los países aliados durante la Primera Guerra Mundial pagaban ticia tampoco ayudó. Durante los veinte, los precios agrarios
sus deudas con Estados Unidos a través de las reparaciones declinaron y los bancos rurales tuvieron problemas para co-
que recibían de Alemania y Austria. A su vez, estos países, brar los préstamos. A su vez, los bancos contribuyeron a

para poder pagar a las potencias vencedoras, pedían prestado agravar los problemas generales de la economía al endurecer
a Estados Unidos. Con el inicio de la crisis y las subidas de las condiciones de crédito y al exigir el pago de las deudas
aranceles que aprobó el Congreso en 1g30, la estructura in- pendientes. Además, muchos bancos participaron en la ebre
ternacional de crédito colapsó y se intensi có la crisis econó- especulativa de la época prestando a sus clientes para que
mica internacional a ambos lados del Atlántico. Tal y como lo invirtieran en bolsa, con lo que, al estallar la burbuja,
expresó el historiador Richard Hofstadter, era "imposible quedaron muy expuestos.
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La burbuja bursátil había sido alimentada por varios fac- bancos locales esparcidos por todo el territorio y muy vulne-
tores. A mediados de los veinte se había desarrollado otra rables a una crisis de gran envergadura. Entre 193o y 1933.
burbuja, la inmobiliaria. Al estallar, los capitales buscaron 9.000 bancos quebraron o cerraron sus puertas para no aca-
refugio en la Bolsa de Wall Street. A nales de la década, la bar en la bancarrota, y se perdieron más de 2.500 millones en
Reserva Federal mantuvo tipos de interés bajos para ayudar a depósitos. Inevitablemente, la crisis bancaria afectó al con-
los aliados europeos a mantenerse dentro del patrón oro, lo junto de la economía, con aumento de paro, reducción de
que contribuyó a abaratar arti cialmente el crédito en Estados producción y una espiral de acionaria. En vez de intervenir
Unidos. El ambiente cultural, con hegemonía política del Par- proporcionando crédito barato para compensar estas tenden-
tido Republicano, entronizó a los grandes nancieros como cias destructivas, las exigencias propias del sistema interna-
máximos exponentes de la sabiduría nacional. En este con- cional de patrón oro empujaron a la Reserva Federal, el banco

texto, se permitió una escasa regulación y supervisión del central estadounidense, a subir los tipos de interés en octubre
mercado de valores, con los consiguientes abusos a los de 1931, agravando la disminución de la oferta monetaria y
pequeños inversionistas. Estos no dejaban de ser una exigua provocando una nueva ola de cierres de entidades bancarias y
minoría de poco más del 1% de la población, pero, por su de negocios de todo tipo.
relativo peso económico, la movilización de recursos nan- Hoover, la ortodoxia individualista
cieros hacia la bolsa durante esos años fue extraordinaria. Las ¿Cómo hacer frente a una crisis de tal magnitud? Una de las
expectativas de retorno de inversión y las facilidades credi- primeras y más decisivas acciones vino de Capitol Hill. El

ticiasparacompraracciones a lamada"compracon mar- Congreso, todavía con mayoría republicana, decidió subir
gen" o apalancamiento eran simplemente insuperables. A signi cativamente los aranceles, provocando una reacción
principios de 1928, si uno invertía 1o dólares, el banco le análoga entre los socios comerciales de Estados Unidos y
prestaba 75. La acción de 85 dólares a nales de año podía lle- contribuyendo así a un fuerte desplome del comercio interna-
gar a subir hasta los 420. Tras devolver el dinero al banco, el cional. En solo ocho años, entre 1929 y 1937, el volumen del
inversionista había logrado 345 dólares de bene cio habiendo comercio mundial se contrajo a la mitad. El impulso protec-
puesto de su bolsillo solo o dólares6, cionista de los años treinta acabó implicando una derrota
Lo que había empezado como una crisis bursátil pronto se colectiva a nivel internacional; pero, sin un estado del bien-
convirtió en una crisis bancaria. Estados Unidos tenía una estar sólido y sin los consensos políticos necesarios para
estructura bancaria muy fragmentada, con miles de pequeños llevar a cabo medidas scales y monetarias contracíclicas, la
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política arancelaria seguía siendo el recurso disponible para de la posguerra. Sin embargo, Hoover sería severamente
satisfacer a corto plazo las exigencias de protección de la derrotado en las elecciones de 1932 y, posteriormente, conde-
población ante un golpe externo a la economía. Ya desde los nado por los historiadores por su mani esta incapacidad para
inicios de la Gran Depresión se podía constatar un nuevo mitigar los efectos de la crisis y liberarse de los prejuicios de
consenso internacional sobre el papel que debía desempeñar su época. Su gura ha quedado estigmatizada por una serie
el Gobierno ante las necesidades económicas de la población. de tristes ironías históricas. Hoover fue elegido en un mo-
Prueba de ello es que los Gobiernos no se dividían entre inter- mento de alto crecimiento económico y él mismo imaginó su
nacionalistas o proteccionistas, sino en qué clase de protec- misión histórica como el gararnte de que la prosperidad apa-
cionismo debían proporcionar a sus ciudadanos. Países rente de los veinte se convirtiera en una realidad permanente
como Francia y Suiza, que se resistieron a dejar el patrón oro e incuestionable. En su primer discurso como candidato a la

% por lo tanto, limitaron su capacidad de maniobra en política presidencia por el Partido Republicano en agosto de 1928,
monetaria, compensaron esta di cultad con una política aran- Hoover a rmó: "Hoy en América estamos más cerca del
celaria especialmente restrictiva. Taly como apuntó Dani Ro- triunfo nal sobre la pobreza de lo que jamás haya estado nin-
drik, profesor de economía política internacional en la Univer- gún otro país"10,
sidad de Harvard, el proteccionismo comercial de los treinta Otra ironía dolorosa tiene que ver con los orígenes de la
no se explica tanto por su racionalidad económica sino por fama de Hoover. Su gran habilidad administrativa había
un nuevoy poderoso fenómeno políitico con el que los gober- hecho posible la proeza de alimentar a millones de europeos
nantes tenían que aprender a lidiar: "Una sociedad activa y hambrientos en la posguerra mundial. En cambio, cuando el
con más poder político resultado de la industrialización, la hambre legó a Estados Unidos bajo su presidencia, no supo
democratización y la Primera Guerra Mundial- exigía una hacerle frente. Pre rió que el Gobierno federal se desen-
mayor protección económica del Gobierno ante la adversidad tendiera de los esfuerzos para paliar los efectos sociales de la
extrema"g. crisis porque consideraba que esta debía ser una tarea de enti-
Por su parte, el presidente Hoover no parecía un político dades locales, estatales y privadas, pues, de lo contrario, se
mal preparado para hacer frente al desafío de la Gran Depre- corría el riesgo de que las comunidades acabaran sometidas
sión. En su trayectoria pública, había acumulado una gran po- al control de una burocracia remota en Washington!l, En
pularidad y capital político. John Maynard Keynes lo había parte por prejuicios nacionalistas temía debilitar el
alabado por su impresionante labor humanitaria en la Europa supuesto espíritu individualista y emprendedor del pueblo
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norteamericano-, no quiso darle a las víctimas de la crisis en intensivas en mano de obra". Cuatro años más tarde, el fra-
Estados Unidos el bene cio de su experiencia auxiliando a las caso de combinar una política de salarios altos con las medi-
víctimas europeas de la Primera Guerra Mundial. das de acionarias de la Reserva Federal resultaba evidente
Los fracasos de Hoover han contribuido a crear una ima- para todo el mundo12.
gen simplista y, a menudo, injusta con los hechos, ligando su A su vez, esta incongruencia re ejaba los problemas de
nombre a la ortodoxia económica y a las antiguas políticas del Hoover para asumir un diagnóstico realista sobre la causas
laissez-faire; pero, en realidad, su reacción ante la crisis fue tan de la Gran Depresión. A diferencia de Roosevelt, el presidente
ine ciente como carente de coherencia. Ciertamente sus con- Hoover se negaba a reconocer la existencia de algún pro-

vicciones individualistas podían cegar su juicio y espíritu blema fundamental en el modelo de crecimiento económico
pragmático, pero tampoco era un fundamentalista del mer- de los años veinte. De ahí su insistencia en la tesis del origen
cado. Aparente partidario acérrimo del mantenimiento del exterior de la crisis. Si la depresión era un producto impor-
dólar en el patrón oro, Hoover se negaba a impulsar las rece- tado del extranjero, atribuible en última instancia a los gran-
tas de devaluación interna de precios y salarios que este sis- des desequilibrios y tumultuosas consecuencias de la Prirmera
tema monetario exigía en un momento de crisis. In uenciado Guerra Mundial, no tenía sentido plantear ninguna reforma
por empresarios industriales como Henry Ford, preocupados sustancial del sistema económico nacional. Bastaba con
por el mantenimiento del poder adquisitivo, los llamamientos impulsar un esfuerzo de concertación social para mantener la
de Hoover a no bajar los salarios tuvieron un sorprendente producción y el empleo, y apoyar puntualmente algunos sec-
éxito, probablemente como resultado del enorme capital polí- tores económicos hasta que la tormenta amainara. Según
tico que todavía acumulaba en los inicios de su mandato. Así, Hoover, Estados Unidos no debía cometer el error de cambiar
cuando la crisis se agudizó y la demanda de trabajo cayó en el rumbo por fenómenos externos como la política comercial
picado, los salarios se resistieron a seguir la misma ten- de los soviéticos, las revoluciones en China o la excesiva pro-
dencia. Según los historiadores económicos Barry Eichen- ducción de cacao ecuatorianol3.
green y Peter Temin, este fenómeno provocó que el resultado En cualquier caso, las incongruencias y contradicciones
de la receta de acionaria del patrón oro "seguida elmente que emanaban desde la Casa Blanca no eran monopolio de
por la Reserva Federal, fuera excepcionalmente desigual: pro- Hoover. Los economistas ortodoxos tarmbién levaban tiempo
dujo bolsas de desempleo y generó quiebras en los bancos acumularndo planteamientos incongruentes. En los años
que habían otorgado préstamos a empresas en industrias veinte, se había desarrollado una importante literatura
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académica sobre los ciclos empresariales (business cycle), a La primera respuesta de los estadounidenses ante la Gran
pesar de que el reconocimiento de su existencia implicaba Depresión parecía estar dominada por una cierta apatía y
una refutación de fondo a la creencia en el funcionamiento de resignación. Los observadores europeos se solían preguntar
los libres mercados y su natural tendencia al equilibrio con por qué los trabajadores norteamericanos no reaccionaban
pleno empleo. Sin embargo, los economistas ortodoxos no con mayor indignación ante las calamidades que tenían que
disponían de una base teórica para hacer compatible esta apa- sufrir. Esta actitud se explica, en gran parte, por la di cil situa-
rente contradicción. En lo que a recetas de política económica ción que atravesaba el movimiento obrero. Su ala más radical
se re ere, la mayoría de los economistas ortodoxos se deba- había sido duramente perseguida y desarticulada durante la
tían entre proponer una intervención gubernamental muy Primera Guerra Mundial y la inmediata posguerra, durante la
limitada o la total inacción. La visión dominante aseguraba primera caza de brujas, con el pretexto de deslealtad con el
que las crisis se originaban por los excesos de las épocas de esfuerzo bélico y por supuestas prácticas terroristas. A la
prosperidad anteriores y que, por lo tanto, era necesario liqui- principal central obrera, la Federación Americana del Trabajo
dar los erores del pasado. Para lograrlo, era importante que (AFL) tampoco le había ido especialmente bien. A pesar de
el Gobierno no auxiliara a aquellas empresas y empleos que haber colaborado con la persecución de los radicales, no se
estaban destinados a desaparecer. La tesis liquidacionista les recompensó por el trabajo hecho, sino que fueron margi-
-célebremente defendida por el economista austriaco Frie- nados de la escena política y social. En los años veinte, el

drich von Hayek en Prices and production y ridiculizada por sus empresariado, fortalecido políticamente por sus estrechos
críticos como la teoría "crimen y castigo" del ciclo empre- vínculos con el triunfante Partido Republicano, impulsó el lla-
sarial se oponía a cualquier política de estímulo de la de- mado Plan Americano: un sindicalismo amarillo y de empresa
manda, ya fuera scal o monetaria. Solo se lograría una re- que gestionaba algunas mejoras y prestaciones laborales.
cuperación sana y duradera si se permitía morir a todas las Estas desaparecieron en el momento en el que más se necesi-
empresas que no pudieran sobrevivir durante la crisisl4, taban, con el inicio de la crisis económica.
La aplicación parcial de estas ideas por parte de la Admi- La propia AFL tenía una buena parte de responsabilidad en
nistración Hoover generó, inevitablemente, una serie de la disminución de su in uencia social y política. No solo
consecuencias sociales que condicionarían políticamente la había colaborado en la persecución de los sindicalistas de iz-
decisiva década de los años treinta. quierdas, sino que, durante toda la década, mantuvo el
La respuesta social a la Gran Depresión enfoque gremialista, dejando de lado a millones de
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trabajadores sin cuali cación y sin un espacio político para primeros años de la crisis, la reacción xenófoba ante el cata-
organizarse. La exclusión gremialista re ejaba y reforzaba al clismo social tuvo fuertes consecuencias, especialmente en la
mismo tiempo las divisiones raciales de Estados Unidos, fa- comunidad mexicano-americana, tradicionalmente ubicada en
voreciendo el uso de estas divisiones para romper huelgas los estados de la frontera meridional. Más de medio millón de
con esquiroles reclutados entre las minorías raciales y el inmigrantes de origen mexicano -con distintas situaciones
consiguiente debilitamiento general del movimiento obrero y legales, muchos de ellos nacidos en Estados Unidos y con
de las clases populares. Los trabajadores estadounidenses no derecho a optar a la nacionalidad vía ius soli fueron repa-
solo tenían unos sindicatos excluyentes y poco arraigados, triados a México, a menudo con tácticas intimidatoriasls.
sino que tanpoco contaban con un partido propio, al estilo A pesar de la ausencia de grandes movilizaciones en los
de los laboristas británicos o los socialistas alemanes, con primeros años de la crisis, sí hubo expresiones de malestar
auténticas posibilidades de ganar unas elecciones de ámbito constantes en el campo y en la ciudad. En Nueva York, los
nacional. comunistas tuvieron un papel destacado organizando mar-
La ideología del nacionalismo estadounidense-especial- chas de parados y huelgas de inquilinos. En 1928 ya habían
mente, las promesas asociadas al sueño americano tam- hecho algunos intentos en el Harlem afroamericano, pero fue
bién contribuían a la parálisis política de las víctimas de la cri- en el contexto de la crisis cuando el movimiento por la regu-
sis. Por un lado, el nivel de vida estadounidense era consi- lación de los alquileres tomó fuerzal6. En el campo surgieron
derado, con razón, el más alto del mundo, con un abanico de problemas de orden público con la ejecución de desahucios a
posibilidades de consumo impensable en la mayor parte del los agricultores ahogados en deudas. En 1932 un movimiento
planeta. Además, la ideologia del sueño americano tenía su de miles de granjeros con epicentro en lowa y liderado por
componente popular: concretamente, la promesa de que las Milo Reno, el Farmers' Holiday Association, bloqueó carre-
meritocráticas palancas de movilidad social ascendente teras y boicoteó los mercados locales con la popular de-

permitían que un trabajador-o, como mínimo, sus hijos- manda de hjar unos "precios de producción" para los pro-
pudiera prosperar con el tiempo y abandonar la explotación ductos agrícolas, que se calcularían incluyendo todos los cos-
del trabajo manual. La conciencia de este singular pacto so- tos de producción y un bene cio razonablel",
cial y la fuerte tradición de inmigración trabajadora llevaban a Sin embargo, la movilización social más visible con
neutralizar las críticas al sistema con la invitación a volver al Hoover en la Casa Blanca se produjo en sus últimos meses
país de origen en caso de descontento. De hecho, en los como presidente, a mediados de 1932, coincidiendo con el
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inicio de la campaña electoral. En junio, veteranos de la Pri- de infantería, que quemó el campamento, provocando la
mera Guerra Mundial llegaron a la capital para exigir al Go- huida de veteranos, junto a sus esposas y niños, que no ha-
bierno que se les pagara un bono prometido para 1945. Acam- bían participado en los choques previos con la fuerza pública
paron en la ciudad y sus manifestaciones estaban animadas y que no tuvieron tiempo de empacar sus pertenencias antes
por canciones de la guerra. En su mejor momento, llegaron a de que se les viniera encima la fuerza militar.
aglutinar más de 20.000 veteranos, más las familias y sim- El intento de retratar al Ejército del Bono como una peli-
patizantes que los acompañaban, y fueron popularmente grosa conspiración roja no tuvo mucho éxito entre la opinión
bautizados como el "Ejército del Bono" (Bonus Army). A la pública. De hecho, dentro del movimiento existía un exten-
pregunta de un encuestador amateur sobre la justicia de una dido rechazo a aceptar la participación de comunistas. A
demanda que implicaba el desembolso de centenares de pesar de que muchos editores de periódicos apoyaron el ma-
millones de dólares en un momento en el que al Gobierno no nejo de Hoover y de que muchos votantes estaban en contra
le alcanzaba para el gasto corriente, uno de los participantes de la propuesta del pago anticipado del bono, el hecho de que
contest: "¿Acaso no fue injusto cuando me sacaron de un el Ejército de Estados Unidos se enfrentara a sus propios

buen trabajo en 1917?". Otros veteranos señalaron que la veteranos empobrecidos, acusándolos de ser una banda de
Administración Hoover sí tenía dinero para rescatar a los ban- bolcheviques y criminales, provocó una oleada de indignación
cos y que precisamente ahora, cuando más lo necesitaban, y reforzó los argumentos de los que veían al presidente
era el momento de pagar el dinero prometido18. Hoover penosamente independizado de la realidad
Cuando el Congreso rechazó su petición, algunos vol- nacional19,
vieron a casa; pero muchos -sin trabajo ni perspectiva de Las elecciones de 1932
encontrarlo- en el corto plazo pre rieron continuar con la Con el fuerte desgaste político acumulado por Hoover tras
acampada. La perspectiva de un desafío permanente motivó los primeros tres años de la Gran Depresión, la auténtica
una respuesta muy dura por parte de la Administración incógnita de las elecciones de 1932 no era si ganarían los
Hoover. A nales de julio, se ordenó el desalojo por la fuerza, demócratas o los republicanos, sino qué candidato escogería
lo que provocó choques con muertos. Con el pretexto de que el Partido Demócrata para derrotar fácilmente al presidente
existía la supuesta amenaza de una insurrección comunista, Hoover. Conscientes de ello, los republicanos cifraban sus
se mandó al Ejército, comarndado por el general MacArthur, esperanzas en la capacidad de sus rivales para la división
con cuatro tropas de caballería, seis tanques y una columna autodestructiva, repitiendo los errores cometidos en
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anteriores elecciones presidenciales, cuando las disputas por candidato de compromiso, tal y como había ocurrido en 1924,
la ley seca habían debilitado irremediablemente al candidato permitieron que Roosevelt ganara el apoyo de otro candidato
demócrata. Esta tendencia fue especialmente decisiva en importante, el tejano John Nance Garner, y se quedara así con
1928. Entonces, el primer candidato católico de un gran par- la nominación. En este proceso, el cambio de voto de la dele-
tido, el gobernador demócrata de Nueva York, Al Smith, parti- gación californiana resultó crucial.
dario de la relegalización del alcohol, no pudo contar con el Tras obtener la nominación, Roosevelt se desplazó en un
apoyo de los demócratas sureños, entre los que abundaban avión trimotor desde Albany hacia Chicago para dirigirse a la
protestantes rurales comprometidos con el experimento delegados de la convención. El vuelo fue algo accidentado,
prohibicionista y recelosos ante la cultura urbana y los inmi- tras enfrentar fuertes chubascos y tener que aterrizar en dos
grantes católicos de los estados septentrionales. ocasiones para recargar combustible, pero ayudó a refutar las
En un principio, parecía que la Convención Nacional sospechas de que el estado sico de Roosevelt era demasiado
Demócrata de 1932 podía volver a caer en los mismos errores. delicado para una campaña electoral de alcance nacional20. AI
El entonces gobernador de Nueva York, Franklin Delano volar hasta Chicago, Roosevelt rompía con una larga tradición
Roosevelt, era el candidato más fuerte, pero no pudo obtener política. Hasta entonces, los candidatos no asistían a las con-
la candidatura en las primeras votaciones por la resistencia venciones de los partidos, sino que debían esperar a recibir
del sector más proempresarial del partido, que intentó agru- una delegación que les comunicaba la decisión de la conven-
par sus fuerzas en una reedición de la candidatura de Al ción semanas después de haberse celebrado, ngiendo que
Smith. Tras la derrota de 1928, este había llegado a la conclu- ignoraban los resultados de la elección interna. Roosevelt
sión de que Estados Unidos no estaba preparado para un dejó claro que debía interpretarse su presencia como un gesto
presidente católico durante las siguientes décadas. Sin em- deliberadamente iconoclasta: "Me habéis nominado y lo sé, y
bargo, las bajas perspectivas de los republicanos habían estoy aquí para agradeceros el honor. Que sea también
reavivado sus aspiraciones presidenciales. Para marcar per l simbólico que al hacerlo rompí tradiciones. Que a partir de
propio, Smith criticó unas declaraciones de Roosevelt en ahora sea tarea de nuestro partido romper con tradiciones
contra de los nancieros por alentar el clima de división de ridículas".
clase. Finalmente, los hábiles operadores políticos de Roose- De este modo, Roosevelt anticipaba lo que iba a ser uno
velt en la convención y el deseo general de evitar un bloqueo de los puntos más importantes de su losofía política: la
en las votaciones que forzara la elección de un débil apuesta por renovar la democracia, modi cando las bases
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materiales para posibilitar una mayor libertad republicana y estamos en una época con un pensamiento político muy im-
deshaciéndose de los aspectos formales y folclóricos que ha- pregnado de preocupaciones económicas, y lo mismo se
bían quedado inútilmente fosilizados en la super cie de la puede decir en sentido inverso: el pensamiento económico de
política democrática. Siguiendo este mismo impulso, su deci- la época daba una gran importancia a las cuestiones políticas,
sión más atrevida vino ocho años después, cuando decidió especialmente a la re exión sobre la esencia y los límites de la

romper con la tradición iniciada por George Washington de democracia.


limitar su estancia en la Casa Blanca a dos mandatos pre- En el mismo discurso, Roosevelt también anunció algunos
sidenciales. Roosevelt se presentó como candidato a una ter- de sus principios económicos, siempre íntimamente ligados a
cera elección en 1940, y también repitió y ganó una cuarta su concepción de la democracia y el republicanismo. En pri-
elección, en 1944. La suya fue la presidencia más larga de la mer lugar, impugnaba la creencia determinista de los lideres
historia estadounidense. Aunque la principal justi cación del del Partido Republicano, a los que atribuía una reverencia reli-
momento fue la grave situación internacional (Europa estaba giosa hacia las supuestas leyes inmutables de la economía:
en guerra desde septiembre del año anterior), la decisión tam- "Pero mientras parlotean sobre leyes económicas, hombres y
bién encajaba perfectamente en el programa de renovación mujeres se mueren de hambre. Debemos aferrarnos al hecho
democrática de Roosevelt anunciado en su discurso de acep- de que las leyes económicas no son un producto de la natu-
tación en 1932, segn el cual la sustancia política y las bases raleza. Están hechas por seres humanos". En su diagnóstico
materiales de la democracia debían prevalecer sobre los de la crisis, también rechazó los intentos de los republicanos
aspectos de carácter procedimental. Lo importante era que la por culpar al contexto internacional de la crisis. Si se atribu-
democracia tenía que dar mejores resultados que sus rivales yeron el mérito de la "aparente prosperidad de 1928", también
ideológicos. Roosevelt se proponía salvar el capitalismo de debían asumir las consecuencias de su colapso. Los aumen-
sus propias tendencias destructivas y, a la vez, salvar a la tos de productividad de los años veinte no habían implicado,
democracia de su tendencia a la disfuncionalidad, liberándola segn el candidato Roosevelt, ni mejores precios para los
de sus anticuados rituales y actualizando sus promesas consumidores, ni incrementos salariales signi cativos, ni los
emancipatorias en el contexto económico de la Gran Depre- justos dividendos para los accionistas. Todos ellos -consu-
sión. Sin duda, los dos objetivos estaban ligados y el con- midores, trabajadores, pequeños inversionistas-- habían sido
junto de su programa se proponía restaurar la funcionalidad y "olvidados". Como resultado, los enormes bene cios
el atractivo del capitalismo democrático. A n de cuentas, empresariales habían acabado invertidos en "nuevas e
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innecesarias fábricas" y en el mercado especulativo de Wall granjas, en las grandes áreas metropolitanas, en las ciudades
Street. más pequeñas y en los pueblos, millones de nuestros ciuda-
Sobre los principios que debían guiar el proceso de re- danos albergan la esperanza de que sus antiguos niveles de
construcción económica, Roosevelt caracterizaba la visión de vida y de pensamiento no hayan desaparecido para siempre.
sus rivales en términos similares a lo que hoy conocemos con Les prometo, me comprometo yo mismo, a un nuevo acuerdo
el nombre de la trickle-down economics (la economía del [New Deal]) para el pueblo estadounidense. Que todos los
goteo); es decir, la concepción económica que justi ca la aquí reunidos nos convirtamos en profetas de un nuevo
intervención del Estado a favor de los capitalistas como paso orden de competencia y valentía. Esto es más que una cam-
previo e indispensable para la prosperidad general. La idea paña politica; es un llamado a las armas. Dadme vuestra
principal es que si el Estado contribuye a la creación de ri- ayuda, no solo para ganar votos, sino para ganar en esta cru-
queza en la cumbre de la pirámide social, esta acabará salpi- zada para restaurar América a su propio pueblo21.
cando al resto de ciudadanos que habitan en los estratos infe- La biografía del candidato Roosevelt no hacía pensar que,
riores. En eso consiste la política económica del Partido con el tiempo, se convertiría en un presidente tan fuertemente
Republicano: "Se ayuda a unos pocos favorecidos y esperan querido por las clases populares como visceralmente odiado
que parte de su prosperidad se ltre, se escurra, al mundo del por la mayoría de la élite estadounidense. Criado en el am-
trabajo, al agricultor, al pequeño empresario. Esa teoría perte- biente aristocrático de las ricas familias de origen holandés
nece al partido de los Tories, y yo habría esperado que la del Valle del Hudson, la infancia de Roosevelt había trans-
mayoría de los Tories hubieran abandonado este país en currido entre institutrices y viajes veraniegos a Europa. Es-
1776". La propuesta de los demócratas, en cambio, era acudir tudió en la Groton School, preparatoria de élite, y después en
al rescate de los millones de olvidados por la Administración Harvard. Alí fue director del periódico estudiantil de la uni-
Hoover. Fue precisamente en el discurso de aceptación de la versidad, Harvard Crimson, y participó intensamente en la vida
nominación cuando Roosevelt formuló la consigna de "new social del campus, aunque fue rechazado en su intento por
deal" por primera vez: acceder a la fraternidad más exclusiva de la universidad, el

Por toda la Nación, hombres y mujeres, olvidados en la lo- Porcellian Club, algo que, según confesó más tarde, le supuso
so a política del Gobierno de los últimos años, nos miran un enorme disgusto.
aquí para recibir orientación y una oportunidad más equitativa Como candidato, Roosevelt acumulaba dos décadas de
de compartir la distribución de la riqueza nacional. En las sólida carrera política. Había empezado como senador estatal
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en Nueva York, vicesecretario de la Marina con Wilson, candi- Como gobernador, impulsó medidas de auxilio social que be-
dato a vicepresidente en 1920 -perdió, pero le dio la oportu- ne ciaron a un 10% de las familias del estado, junto con una
nidad de darse a conocer en la escena nacionaly gober- reforma bancaria, un seguro de desempleo y bajadas de im-
nador del Estado de Nueva York. Aunque desarrolló su carrera puestos a los granjeros, entre otras medidas22.
política en el Partido Demócrata, Franklin Delano Roosevelt Más allá de sus méritos como gobernador, probablemente
había sentido desde joven una fuerte admiración por su su mejor activo para la contienda electoral era la impopu-
primo lejano, el presidente Theodore Roosevelt, y, a juzgar laridad de su rival, el presidente Herbert Hoover. A pesar de
por el itinerario de cargos políticos, parecía estar imitando la animadversión popular que había acumulado tras tres lar-
conscientemente los pasos del in uyente presidente repu- gos años de crisis, en 1932 Hoover todavía mantenía su -
blicano de principios de siglo. En 1921 cayó enfermo de la ciente poder dentro del Partido Republicano como para impo-
polio, lo que le dejó permanentemente en silla de ruedas, un ner su nombramiento como candidato a la reelección sin mu-
hecho que, gracias a un fuerte empeño personal y a la gene- chas di cultades. Incómodo con las aglomeraciones, sus
rosa caballerosidad mediática de la época, nunca fue perci- mítines no lograban apasionar a los partidarios ni atraer a los
bido por la mayoría de sus conciudadanos. Los observadores indecisos. A pesar de que en el verano de 1932 algunos indica-
cercanos atribuían a esta desgracia una profunda transfor- dores apuntaron hacia una leve recuperación, la pésima situa-
mación personal, que le permitió liberarse de algunos de los ción económica y social suponía un obstáculo insalvable para
aspectos más frívolos de su personalidad juvenil y acrecentar la reelección. Tampoco resultaba muy convincente su insis-
su capacidad de empatía con el sufrimiento de los oprimidos. tencia en culpar al exterior de la calamidad económica nacio-
En cualquier caso, las reacciones de Roosevelt ante el esta- nal. Hoover parecía apostar a que los electores aceptaran sus
Ilido de la crisis, ya como gobernador de Nueva York, fueron, tesis sobre las consecuencias económicas de la Primera Gue-
en un inicio, bastante convencionales. En la conferencia de rra Mundial para poder librar así al Partido Republicano de
gobernadores de 1930, criticó a Hoover por abandonar el toda responsabilidad. Incluso la proclamación de la Segunda
laissez-faire y por proponer obras públicas para combatir el República española tenía, según Hoover, algo de responsa-
desempleo. A nales de 1931, con la crisis económica pro- bilidad en las di cultades del desempeño económico mun-
fundizándose a pasos agigantados, Roosevelt cambió su vi- dial. En un discurso pronunciado en Cleveland el 1s de octu-

sión y empezó a destacar en el panorama nacional como una bre de 1932, el presidente a rmó:
de las guras más progresistas dentro del Partido Demócrata. Los líderes del Partido Demócrata parecen ignorar por
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completo el efecto de matar o incapacitar a 40 millones de los Perú, Ecuador, Siam, con intentos de revolución en una do-
mejores jóvenes de la Tierra, o del formidable costo de la gue- cena de otros países, lo que resultó en su repudio parcial o
rra: una suma de 300.000 millones de dólares, o una suma efectivo de la deuda y la constante disminución del poder
casi igual al valor de toda la propiedad en los Estados Unidos, adquisitivo de nuestros bienes23.
o la tremenda herencia de la deuda, con su consiguiente carga Por otro lado, la campaña de Roosevelt resultó algo
de impuestos sobre decenas de naciones [.] Al parecer, no desesperante para los que esperaban una clara confron-
han oído hablar de la continua disrupción de la corriente de la tación con el modelo económico del Partido Republicano. Las
vida económica causada por la creación de doce nuevas aparentes contradicciones del candidato parecían especial-
naciones tras desmembrar tres viejos imperios. Estas nacio- mente inquietantes. Sensible a la impopularidad del excesivo
nes tienen la legítima aspiración de construir sus propios sis- gasto gubernamental y a las crecientes demandas de auxilio
temas económicos separados; naturalmente se han rodeado estatal ante la catástrofe económica, Roosevelt optó por pro-
de aranceles y otras protecciones nacionales y, por lo tanto, meter una mayor intervención del Estado en la economía y
han desviado las corrientes comerciales establecidas desde una simultánea reducción del gasto público. La crítica más
hace mucho tiempo. [..] Aparentemente no han oído hablar recurrente contra Hoover fue precisamente a sus dé cits
del aumento de los ejércitos permanentes del mundo de dos presupuestarios. En un discurso en Pittsburgh, el candidato
a cinco millones de hombres, con las consecuentes cargas demócrata llegó al extremo de concretar los futuros recortes
sobre el contribuyente y la constante amenaza a la paz del en un 25% del gasto federal24, A juzgar por este tipo de dis-
mundo. Los líderes demócratas aparentemente ignoran el cursos, las diferencias entre Hoover y Roosevelt parecían
efecto que tienen sobre nosotros la revolución entre 300 limitarse a una competición por quién demostraba las mejo-
millones de personas en China o las agitaciones [...] en India, res credenciales como gestor de una política económica orto-
o la revolución bolchevique entre 160 millones de personas doxa. La ausencia de un auténtico debate económico delataba
en Rusia. Han ignorado el efecto del dumping de Rusia de los la prudencia política de Roosevelt, que no quería arriesgarse
productos que le quitaron a su pueblo necesitado en un es- defendiendo medidas innovadoras y básicamente con aba en
fuerzo desesperado por conseguir dinero con el que llevar a que la impopularidad del partido gobernante durante la crisis
cabo, digamos, un new deal. [.] Los líderes demócratas apa- garantizaría una victoria cómoda para el candidato de la
rentemente nunca escucharon que a continuación hubo oposición, independientemente de su ideología, tal como
revoluciones en España y Portugal, Brasil, Argentina, Chile, había ocurrido en las elecciones de Australia y Reino Unido
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en 1931. empresas pidan insistentemente al Gobierno que ponga a
Sin embargo, en la misma campaña, Roosevelt también disposición privada todo tipo de asistencia gubernamental. EI
pronunció discursos que anticipaban el futuro desarrollo polí- mismo hombre que le dice que no quiere que el Gobierno
tico del New Deal y su ruptura esencial con el modelo ante- inter era en los negocios y lo dice en serio y tiene muchas
rior. Entre estos, destaca el pronunciado en el Commo- buenas razones para decirlo- es el primero en ir a Washin-
nwealth Club de San Francisco. En esa ocasión, Roosevelt gton y pedirle al Gobierno un arancel prohibitivo sobre su
asumió una visión de la historia del capitalismo estadou- producto.
nidense que invitaba a reconocer una larga trayectoria de El discurso de Roosevelt también pedía reconocer los lími-
apoyo gubernamental al sector empresarial: tes estructurales al crecimiento económico. Haciéndose eco
Durante este periodo de expansión, hubo igualdad de oportu- de las ideas de Frederick Jackson Turner sobre el n de la
nidades para todos y la tarea del Gobierno no fue interferir frontera, el candidato denócrata argumentaba que el laissez-
sino ayudar en el desarrollo de la industria. Esto se hizo a faire había podido tener éxito mientras la colonización del
petición de los propios empresarios. El arancel se impuso Oeste funcionaba como una fuente de riqueza natural y como
originalmente con el propósito de "fomentar nuestra industria una válvula de escape social que daba oportunidades a los
incipiente", una frase que los mayores creo que recordarán desempleados del este del país y a las necesidades de migra-
como un tema político de no hace mucho tiempo. Los fe- ción del Viejo Continente. La tendencia a la concentración
rrocarriles estaban subvencionados, a veces mediante conce- económica también modi caba profundamente el abanico de
siones de dinero, más a menudo mediante concesiones de oportunidades para los que querían empezar un negocio
tierras; algunas de las tierras petroleras más valiosas de los desde cero. Ante estas nuevas realidades, ya no tenía sentido
Estados Unidos se otorgaron para ayudar a nanciar el ferro- seguir con los valores anticuados del liberalismo decimo-
carril que atravesaba el suroeste. Una naciente marina mer- nónico, ni siquiera perseguir el crecimiento económico en sí,
cante fue asistida por subvenciones o por subsidios de co- sino gestionar los recursos existentes, restablecer mer-
rreo, para que nuestro barco de vapor pudiera surcar los siete cados exteriores para los excedentes de producción y favo-
mares. [.] Porque si bien ha sido la doctrina americana que el recer un reparto más equitativo de la riqueza para evitar el
Gobierno no debe entrar en negocios en competencia con problema del subconsumo25, En este sentido, Roosevelt es-
empresas privadas, sin embargo también ha sido tradicional, taba insinuando algo verdaderamente rupturista: la
particularmente en las administraciones republicanas, que las intervención del Estado en la economía ya no podía limitarse
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a favorecer a los intereses de los hombres de negocios, sino población, que, tras los sacriicios de la Primera Guerra Mun-
que también debía tener en cuenta las necesidades de las cla- dial y los estragos de la Gran Depresión, exigían una mayor
ses populares. protección por parte del Estado ante el infortunio y las catás-
El discurso del Commonwealth Club es muy represen- trofes colectivas. En el momento de la verdad, ya en la Casa
tativo de la loso a política de Roosevelt, no solo por su Blanca, tendría que priorizar aquellas promesas electorales
contenido, sino también por las ironías y dobles interpre- que respondieran mejor al espíritu de su programa. En cual-
taciones a que podía dar lugar. Según Richard Hofstadter, en quier caso, ante las urnas, estas inconsistencias no afectaron
el discurso "estaban implicados dos lineamientos de acción a su previsible victoria electoral. Salvo unos pocos estados
gubernamental diferentes y potencialmente contradictorios. del noreste, arrasó en todo el territorio, especialmente en el
[.] El primero abarca un retroceso de la economía, la restric- sur y el oeste. A su izquierda, el candidato del Partido Socia-
ción del comercio y un monopolio guiado por el Estado; el se- lista, Norman Thomas, obtuvo casi go0.000 votos, un resul-
gundo hace hincapié en la justicia social y en la conquista de tado respetable teniendo en cuenta las di cultades para plan-
la pobreza"26, Para Amity Shlaes, la ironía tenía que ver con la tear un serio desafío al sistema bipartidista estadounidense,
distancia entre el espíritu retórico del mensaje y las auténticas especialmente cuando existía un deseo tan extendido de
premisas de su diagnóstico: expulsar a Hoover de la presidencia. Los comunistas tuvieron
La visión era más oscura que la que había prevalecido en la un resultado mucho más modesto, aunque contaron con el
década de 1920. Donde los estadounidenses [..] habían creí- apoyo de algunos intelectuales relevantes: el escritor John
do en un futuro de abundancia, Roosevelt creía en un futuro Dos Passos y el lósofo Sidney Hook, entre otros. El ticket

de escasez. La paradoja fue que presentó el mensaje en un electoral comunista tenía el mérito de incluir a un candidato
marco de optimismo, con la música de la melodía "Happy afroamericano para la vicepresidencia, James W. Ford, algo
Days" y con, simultáneamente, una oferta tácita de poner n totalmente inconcebible para los dos grandes partidos.
a la Prohibición2, Con una derrota tan severa, el último tramo de la presi-
En realidad, las inconsistencias de Roosevelt re ejaban dencia Hoover presentaba la di cultad añadida de una evi-
con delidad los deseos contradictorios del electorado. Como dente falta de legitimidad políitica. Además, según las conven-
político experimentado y ajeno a las rigideces doctrinales, el ciones de la época, Roosevelt debía acceder al cargo a nales
candidato demócrata era bien consciente de la impopularidad de marzo, casi cuatro meses después de su victoria electoral,
del gasto público, así como de las nuevas exigencias de la y durante esos meses descartó colaborar con Hoover para no
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limitar su margen de maniobra. Sin nadie al timón, empezaba
el crudo invierno de 1932-1933, el peor de la Gran Depresión.
Capítulo 2 moral y cultural que alejara a la población de los errores y los
Experimentalismo contra la desesperación riesgos de idolatrar la riqueza y a sus máximos represen-
tantes:
Llegada de Roosevelt a la Casa Blanca
Sin embargo, nuestra angustia no proviene de un fallo sustan-
En marzo de 1933, cuando Roosevelt tomó posesión del
cial. No nos ha afectado ninguna plaga de langostas. [.] La
cargo, la situación del país parecía haber llegado al límite.
naturaleza todavía ofrece su dadivosidad y los esfuerzos
Prueba de la desesperación general con la crisis económica y
humanos la han multiplicado. La abundancia está en nuestra
con la aparente disfuncionalidad del sistema político fue la
puerta, pero un uso generoso de ella languidece precisamente
re exión del periodista Walter Lippmann dirigida al presidente
a la vista de la oferta. Esto se debe principalmente a que los
Roosevelt, a quien advirtió sobre la posibilidad de tener que
dirigentes del intercambio de bienes de la humanidad han
asumir poderes dictatoriales28. En el discurso de inaugu-
fracasado debido a su propia terquedad y su propia incompe-
ración, el nuevo presidente pronunció una de sus frases más
tencia, han admitido su fracaso y han abdicado. Las prácticas
célebres: "Lo único que tenemos que temer es al propio
de los cambistas sin escrúpulos están acusadas en el tribunal
miedo". Más allá de su fuerza retórica, la apelación a la lucha
de la opinión pública, rechazadas por el corazón y la mente
contra el miedo tenía un lugar especialmente importante para
de los hombres. [..] Los cambistas han huido de sus altos
la loso a politica del New Deal. El miedo no solo era un ene-
puestos en el templo de nuestra civilización. Ahora podemos
migo de la recuperación económica, al inhibir la inversión y el
restaurar ese templo a las antiguas verdades. La medida de la
consumo de forma irracional. También podía tener larmen-
restauración radica en la medida en que aplicamos valores
tables consecuencias políticas, pues fomentaba los peores
sociales más nobles que el mero bene cio monetario. La feli-
instintos antisociales, abriendo el camino al surgimiento de
cidad no radica en la mera posesión de dinero; reside en el
cabezas de turco para verter la frustración provocada por la
gozo del logro, en la emoción del esfuerzo creativo29.
crisis.
Al llegar a la Casa Blanca, la retórica de Roosevelt era más
En su discurso inaugural, el nuevo presidente también
radical que sus primeras medidas. Para empezar, tuvo que li-
señaló a los que, a ojos de la mayoría, eran los principales
diar con la crisis bancaria. La prioridad era poner n a los
responsables del actual colapso económico: los magnates
numerosos colapsos de pequeños bancos locales, un fenó-
nancieros. El discurso llegó a adoptar un tono vagamente
meno muy frecuente en el invierno de aquel año y que fue
anticapitalista, apuntando a la necesidad de una reforma
bellamente inmortalizado por Frank Capra en la película Qué
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bello es vivir. Ante la oleada de pánicos y cierres, Roosevelt de- expansionista del suroeste. En vez de limitarse a prestar a los
cretó unas "vacaciones bancarias" para todo el país hasta que bancos y aumentar su deuda, tal y como se había hecho en
el Congreso pudiera actuar. Luego se aprobó la legislación los primeros años, Jones pre rió comprar acciones prefe-
Glass-Steagall, que implicó la separación de la banca comer- rentes, aumentando así su capital y la base para el crédito.
cial de la banca de inversión, así como la creación de un También amplió las funciones de la RFC, creando múltiples
fondo de garantía para los depósitos de hasta 5.000 dólares. bancos subsidiarios dedicados al mercado hipotecario o la
La separación entre la banca de inversión y la banca comercial compra de equipamiento agrícola, así como el famoso Export-
contó con un gran consenso y se vio ciertamente favorecida Import Bank, centrado en la promoción del comercio interna-
por los hallazgos del llamado Comité Pecora en el Congreso, cional. La RFC ayudó a nanciar muchas de las agencias y de
que reveló, entre otras cosas, que los veinte socios de Morgan los programas sociales y económicos de la Administración
no habíarn pagado ni un céntimo en impuestos sobre la renta Roosevelt. Sus préstamos a la industria del ferrocarril no
durante dos años. La propuesta del fondo de garantía resultó lograron restaurar la solvencia del sector, pero postergaron
más polémica y fue defendida por los aliados de los peque- algunas quiebras y dieron tiempo a las compañías de seguro
ños bancos en el Congreso. Con el tiempo, fue una de las para reducir su vulnerabilidad. A nales de los treinta, Jones
medidas más exitosas y duraderas del New Deal. De hecho, resumió el enfoque de su gestión al frente de esta importante
durante el resto de la década hubo menos cierres de bancos agencia nanciera:
que en cualquier año de la década de los veinte. Se acabó para siempre el tiempo en que los hombres de
Junto con la Ley Glass-Steagall, la otra gran pieza de la negocios podían esperar seguir alegremente su camino, lle-
política bancaria de la Administración Roosevelt fue su ges- vando sus asuntos a su manera, sin ninguna interferencia del
tión al frente de la Reconstruction Finance Corporation (RFC), Gobierno. [...] Es tan importante que el Gobierno y sus repre-
institución creada por la Administración Hoover para apoyar sentantes se den cuenta de la naturaleza esencial de la em-
las necesidades nancieras del sector público y privado, fun- presa privada en este país, como lo es que a los hombres de
cionando, en la práctica, como prestamista de última ins- negocios les entre en la cabeza que el Gobierno está en el sec-
tancia. Con Hoover, la RFC había servido a los intereses de tor privado para quedarse. Ambos deben darse cuenta de que
los grandes negocios del este, especialmente del sector ren- ninguno puede arreglárselas sin el otro, y que se puede ganar
tista. Roosevelt nombró como jefe de la agencia a Jesse Jones, mediante la cooperación y la moderación que
un banquero tejano formado en la cultura empresarial manteniéndose constantemente a la greña30,
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Roosevelt empezó su mandato con otra gran medida tras- religiosos en los estados sureños-y los sectores más abier-
cendental: la relegalización del alcohol. En este caso, el de. tamente partidarios de la legalización: esencialmente, los
bate precedía al inicio de la Gran Depresión, pero los efectos inmigrantes católicos concentrados en las grandes ciudades
de esta ayudaron a poner n al gran experimento puritano de del noreste del país. Sin duda, la polémica sobre el alcohol
los años veinte. Una curiosa coalición de feministas urbanas -junto con el extendido prejuicio anticatólico de la época--
y de fundamentalistas religiosos había logrado la ilegalización fue uno de los motivos que impidieron la victoria del candi-
del alcohol en 1920. Junto a elos, buena parte del empre- dato demócrata a la presidencia, el gobernador del Estado de
sariado también había apoyado la ilegalización como medio Nueva York, Al Smith. Ante los pobres resultados, una parte
para aumentar la productividad de los obreros en las fábricas. de la coalición prohibicionista empezó a abandonar el barco,
Sin embargo, su aplicación en la década de los veinte había especialmente en las grandes ciudades, quedando la defensa
dado resultados ambiguos y había hecho perder algunos apo- intransigente de la prohibición en manos de los protestantes
yos importantes. El consumo había bajado en cierta medida, rurales. Sin embargo, lo que acabó de inclinar la balanza fue
pero los problemas de salud generados por la ingesta de al- el inicio de la Gran Depresión. Conscientes de que el Estado
cohol adulterado habían neutralizado los bene cios de la ba- buscaría medios para paliar el descenso de recaudación s-
jada general de consumo. El crimen organizado se vio enor- cal, los empresarios recti caron su anterior prohibicionismo y
memente fortalecido por la prohibición. También los países vieron en la relegalización un medio e caz para reintroducir
vecinos, México y Canadá, se vieron económicamente favore- un impuesto indirecto que posiblemente aligeraría el previ-
cidos. En la fronteriza ciudad mexicana de Tijuana, el auge sible aumento de los impuestos directos. Así pues, no resulta
provocado en los años veinte por la atracción de turistas se- sorprendente que Roosevelt, tarn solo al llegar a la Casa Blan-
dientos de alcohol y la migración de empresarios califor- ca, cumpliera su promesa de campaña e impulsara la relega-
nianos dedicados a la industria del ocio y el juego multi- lización del alcohol. El 28 de agosto de 1932, en un discurso
plicaron por ocho el tamaño demográ co de la urbel. en Sea Girt, en New Jersey, había dejado clara su postura anti-
La prohibición también contribuyó decisivamente a la prohibicionista: acusó a Hoover de ser ambiguo y "sonar
hegemonía del Partido Republicano en los años veinte, ya que seco para los secos y mojado para los mojados", aseguró que
los demócratas se encontraban fuertemente divididos, pues la prohibición había empeorado el problema del alcoholismo
en su seno convivían los dos extremos del debate: sus bases y que, en cualquier caso, era una cuestión que debían regular
más prohibicionistas -especialmente, los fundamentalistas los estados, no el Gobierno federal. Además, estableció un
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vínculo entre la prohibición y la política scal que hasta la presidente que existía en sus primeros meses en la Casa Blan-
fecha pocos políticos se habían atrevido a señalar de forma ca, fue posible que ambas cámaras del Congreso aprobaran
tan explícita: "Indiscutiblemente, nuestra carga scal no sería una medida tan aparentemente impopular. Los primeros
tan pesada, ni las formas que adopta serían tan objetables, si pasos de Roosevelt parecían indicar, pues, una gran a nidad
una proporción razonable de los millones no contabilizados con el sector más conservador del Partido Demócrata; el

que ahora se pagan a aquellos cuyos negocios se han gene- mismo sector, cercano a los intereses de Wall Street, que se
rado en este tremendo error se pudiera poner a disposición había enfrentado duramente con él durante la última conven-
del Gobierno"32, ción en Chicago y que llevaba tienpo proponiendo una drás-
Roosevelt liquidó así el gran debate nacional sobre el al- tica reducción del dé cit público a base de recortar el gasto
cohol, que tanto daño había provocado en la vida interna del federal y aumentar las fuentes de ingresos con impuestos
Partido Demócrata. Sin embargo, quedaban otros debates sobre el alcohol33. Sin embargo, Roosevelt pronto demos-
pendientes, especialmente en política económica. Actual- traría que tenía ideas más ambiciosas para superar la Gran
mente, la gura de Roosevelt está estrechamente asociada a la Depresión.
de Keynes. Sin embargo, en un aspecto tan importante como Lógica y desarrollo del Primer New Deal
el de los dé cits scales, el primer Roosevelt parecía man- Los pilares de la acción gubernamental de los primeros años
tener su compromiso con las críticas lanzadas a Hoover du- de la Administración Roosevelt se estructuraron alrededor de
rante la campaña por haber gastado demasiado. También dos leyes: la National Industrial Recovery Act (NIRA) para la
escuchaba los consejos de Lewis Williams Douglas, recién políitica industrial y la Agricultural Adjustment Act (AAA) para
nombrado jefe de la O cina de Presupuesto, un demócrata el mundo agrario. En esencia, la National Recovery Adminis-
conservador. En un mensaje al Congreso del 1o de marzo de tration (NRA) promovía acuerdos de producción y de precios
1933, el presidente pidió competencias para recortar el presu- entre los empresarios, con la consiguiente suspensión de las
puesto: 400 millones de dólares en pagos a veteranos y 1oo investigaciones antimonopolísticas por parte del Gobierno. A
millones en sueldos de los empleados federales. Bajar el suel- cambio de la libertad para coordinarse y para evitar la compe-
do a los funcionarios podía ser políticamente fácil, pero negar tición a la baja de los precios, los empresarios debían reco-
ayuda a los veteranos era muy distinto. Casi cien demócratas nocer derechos de organización colectiva a los trabajadores,
de la Cámara de Representantes votaron en contra. Sin poniendo n así a una década de ninguneo al movimiento
embargo, gracias al ambiente de apoyo general al nuevo obrero y de favorecer la formación de sindicatos de empresa.
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Las empresas que se acogían a los códigos regulatorios de la agricultura. Si los agricultores no tenían buenos ingresos, el
National Recovery Administration podían poner su símbolo mundo urbano también sufriría las consecuencias, pues el
en sus comercios: un águila azul con las iniciales "NRA". En país funciona de forma interdependiente. Además, el campo
Nueva York incluso se organizó una gran manifestación de arrastraba una larga crisis desde el nal de la Primera Guerra
apoyo. Cerca de un millón y medio de ciudadanos acudieron Mundial, en parte por la disminución de la demanda interna-
a ver un des le de más de nueve horas, en el que trabajadores cional y en parte también porque, al ser un sector con un sis-
de 77 o cios cubiertos por los códigos del NRA exhibían la tema de propiedad mucho más diversi cada que el industrial
simbología de la agencia dedicada a combatir la crisis econó- y más vulnerable a los vaivenes del mercado, había sufrido
mica, con un mensaje de conciliación y armonía entre clases una creciente brecha de precios respecto a los productos
sociales y entre estas y el Gobierno34, Como era de esperar, el manufacturados. La crisis de los treinta intensi có los pro-
contenidoy la simbología de la NRA desataron las críticas de blemas de una mala década y desató un malestar que a me-
la izquierda marxista, que consideraba al New Deal como un nudo tuvo manifestaciones violentas y de desafío a la auto-
movimiento político con notables similitudes con el corpora- ridad. La política agraria de la Administración Roosevelt
tivismo fascista de Mussolini. siguió una lógica parecida a la de la políitica industrial: incen-
La idea central de la NRA -favorecer la recuperación con tivar la reducción de producción para lograr un aumento de
precios altos, producción bajay monopolios intocables-- era precios de los productos agrícolas. Esto implicó subsidiar la
la Ilamada "escasez organizada", muy popular entre los gran- destrucción de cosecha y ganado en un contexto de pobreza y
des empresarios de la época. Sin duda, delataba un profundo hambre, lo que generó imágenes di ciles de digerir para el
pesimismo sobre la capacidad del capitalismo para superar la sentido común de la época. Algunos argumentaron que el Go-
crisis y, sobre todo, resultaba totalmente incompatible con la bierno pretendía resolver la paradoja del hambre en medio de
ideología de mercado; pero no serían estas las razones por la abundancia a base de eliminar la abundancia³5.

las que, pasado cierto tiemp0, el empresariado se acabaría Más allá de la jación por buscar desesperadamente la
distanciando de la Administración Roosevelt. in ación a través de la reducción de producción y de compe-
La política agraria también fue de suma importancia. En su tencia de mercado, las medidas del llamado Primer New Deal
primer discurso como candidato, Roosevelt ya había apun- también respondían a otras lógicas y factores, unos más dura-
tado al carácter prioritario que otorgaba al campo, señalando deros que otros. En primer lugar, una de las principales
que la mitad de la población del país era rural y dependía de la motivaciones de la Administración Roosevelt era sacar al país
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de un estado de desesperación social que parecía propicio a una revolución popular, al menos un partido popular inspi-
los estallidos revolucionarios. En contra de cierta miti cación rado en algunos de los partidos anteriores nacidos de malas
reciente de Roosevelt, que lo presenta como un líder laborista condiciones económicas. Había hombres en esa zona que ha-
que recibía con gusto el empuje del movimiento obrero, más bían estado en asistencia social de tres a cinco años y que
bien hay que entender al Roosevelt histórico como un político casi habían olvidado lo que era tener un trabajo más de uno o
hábil que era consciente de la necesidad de adaptarse a cier- dos días a la semana. Había niños que no sabían lo que era
tas exigencias populares, pero no cediendo en todo, sino sentarse a una mesa y comer bien.
proponiendo alternativas que permitieran desactivar las [.] En un hogar propiedad de la empresa que visité, donde
demandas más radicales y, al mismo tienmpo, encontrar sali- la gente evidentemente había visto mejores días, el hombre
das reformistas que contaran con un gran apoyo social. Su me mostró sus nóminas semanales. Se había deducido una
programa tenía ambiciones transformadoras y no se puede pequeña cantidad de su cuenta en la tienda de la compañía y
entender únicamente como una respuesta al peligro rojo; del alquiler y del aceite de la lámpara de la mina. Había seis
pero, en el ambiente radicalizado de los treinta, las referencias niños en la familia y actuaban como si tuvieran miedo de los
a la necesidad de bloquear al camino a la revolución eran muy extraños. Vi un cuenco sobre la mesa lleno de sobras, de esas
frecuentes. En 193o, Roosevelt, entonces gobernador del Es- que tú o yo podríamos darle a un perro, y vi a niños, eviden-
tado de Nueva York, a rmó: "No hay duda de que habrá un temente buscando su comida del mediodía, sacar un puñado
alza del pensamiento comunista en nuestro país a no ser que de ese cuenco y salir a mascar. Eso era todo lo que tenían
actualicemos la democracia con sus viejos ideales y sus obje- para comer37,
tivos originales"36, Al llegar a la Casa Blanca, su esposa, Elea- Los primeros meses de la actividad de Roosevelt en la
nor Roosevelt, visitó las zonas mineras de Virginia occidental. Casa Blanca se caracterizaron por un intenso dinamismo, que
Su descripción de la pobreza en esa región tradicionalmente fue acompañado por un Congreso que mostró una gran
deprimida de la sierra de los Apalaches delata la doble angus- disposición a colaborar y a aprobar los proyectos del presi-
tia por su situación material y por la posibilidad de que se dente. En los llamados "primeros cien días" se aprobó gran
organizara un descontento a la izquierda del Partido Demó- cantidad de legislación para hacer frente a la crisis. Las medi-
crata: das tenían un cierto carácter contradictorio: algunas estimu-
Las condiciones que vi me convencieron de que con un poco laban la demanda, mientras que otras eran claramente
de liderazgo se podría desarrollar en las áreas mineras, si no de acionarias. Sin duda, parte de la contradicción tenía que
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ver con la loso a política de Roosevelt y su New Deal. Algu- largo de su carrera, el pragmatismo y el antiintelectualismo le
nos críticos consideraban que tal losofía política no existía, habían funcionado muy bien y formaban, de hecho, parte de
ya que el antiteoricismo del presidente era tan elevado que su método de hacer política partidista y de gobernar. Los que
resultaba imposible hablar de una ideología coherente y con lo habían tratado eran bien conscientes de ello. El periodista
un mínimo de consistencia y predictibilidad. Uno de sus ase- Joseph Alsop a rmó:
sores quedó especialmente sorprendido cuando, después de Franklin D. Roosevelt no era un ideólogo, ni un teórico, ni un
exponerle dos ideas antagónicas, Roosevelt pidió que se hi- hombre intentando vender un evangelio. Si refutó un argu-
ciera el esfuerzo de "entretejerlas"38, Sin duda, un aspecto mento porque "es todo muy teórico", ese fue un rechazo
constante del presidente era su arraigado y profundo pragma- terminante. No le gustaban los ideólogos, sin importar que
tismo, que le hacía descon ar de esquemas teóricos y sus fueran de izquierda o de derecha, y descon aba de ellos. Los
defensores. Al periodista Walter Lippmann, que de joven resultados eran lo único que tenía en cuenta a la hora de
había sido un brillante estudiante de Filosofía en Harvard, le considerar la acción política10.
molestaba especialmente la falta de consistencia del pensa- En realidad, parte de su exibilidad en cuestiones de polí-
miento del nuevo presidente. Al criticar las forzadas analogías tica económica era atribuible a su ignorancia y escaso interés.
de la época entre Roosevelt y Lenin, señaló: "El señor Roose- Sin embargo, esta enorme exibilidad también era un arma a
velt no se parece en nada a Lenin; si hay algo que no posee es su favor, pues le permitía captar un amplio abanico de inte-
una losofía dogmática y coherente. Tiene auténticas simpa- reses populares que, a su vez, también solían ser contra-
tías con los pobres y quizás antipatías, más o menos jas, dictorios. Uno de los secretos de su habilidad política era
contra ciertos tipos de hombres ricos, en particular contra los precisamente saber erigirse como altavoz de la mayoría popu-
nuevos ricos"39, En realidad, el antiteoricismo de Roosevelt lar y articular un programa que tenía más coherencia política
no era algo que se limitaran a señalar sus antagonistas polí- que económica.
ticos. Su natural descon anza hacia todo lo que oliera a teó- Otro aspecto de la personalidad de Roosevelt que resul-
rico le jugaría una mala pasada en 1937, cuando, con el inicio taba muy útil para el contexto de los años treinta era su capa-
de la llamada "Recesión Roosevelt", tuvo que aprender por la cidad para transmitir una genuina preocupación por las di -
fuerza de la experierncia la contribución positiva de los dé cits cultades de sus conciudadanos y, a la vez, un optimismo irre-

presupuestarios en tiempos de paz, algo que por su carácter sistible. Como señala el historiador William Leuchtenburg, su
contraintuitivo se había negado a asumir. Sin embargo, a lo discurso contra el miedo no era, de hecho, particularmente
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original: "Al declarar que no había nada que temer sino al pro- En cualquier caso, a pesar del aparente caos de sus pri-
pio miedo, Roosevelt no había acuñado ningún tópico nuevo. meros años en la Casa Blanca, lo cierto es que sí se pueden
Hoover había dicho lo mismo repetidamente durante tres identi car algunos rasgos esenciales en el programa político
años. Sin embargo, Roosevelt había hecho su mayor contri- del presidente. En primer lugar, una tendencia a la apertura
bución a la política de la década de 1g30: la inculcación de hacia nuevas soluciones basada en la defensa del experimen-
esperanza y coraje en la gente"41. En este sentido, el lingüista talismo político. Si había un problema, había que probar algo.
e intelectual Noam Chomsky, que pasó su infancia durante la Si ese algo fallaba, había que experimentar con otra solución
Gran Depresión, guarda un recuerdo personal muy signi - hasta encontrar la política acertada que diera los resultados
cativo: deseados. Lo que había que evitar era el apego doctrinario a
Hace un par de años hablaba sobre médicos con un viejo soluciones ine caces y, sobre todo, la tendencia a la parálisis,
amigo, aproximadamente de mi edad. No podía recordar el ya fuera por servilismo hacia las concepciones más ortodoxas
nombre de nuestro médico de cabecera; el único apellido que de la economía o por las torpezas de un sistema político anti-
me venía a la cabeza era "Roosevelt". Al poco comprendí la cuado que privilegiaba el derecho a veto de la minoría a la

razón. Siempre que mi hermano menor se resfriaba, mi madre necesidad de satisfacer los deseos de la mayoría en tiempos
creía que se iba a morir y llamaba al médico. En aquella época de emergencias sociales. Para sobrevivir, la democracia tenía
los médicos visitaban a domicilio, y en cuanto el nuestro cru- que dar mejores resultados a sus ciudadanos que las alter-
zaba la puerta, los ánimos cambiaban. Tenía una voz grave y nativas antiliberales que dominaban cada vez más la escena
agradable, y un aire de autoridad. Todo está controlado, todo política europea.
iba bien. Mi madre se sentía mejor de inmediato. Roosevelt Para lograr la recuperación económica y alejar los fan-
emitió por radio una serie de charlas, creo que los viernes por tasmas de la revolución social, el Primer New Deal apostó
la noche. Mi madre estaba muy nerviosa por todo lo que fuertemente por la vía de la colaboración interclasista. Por un
sucedía, y tenía motivos: Hitler, la guerra... Pero en cuanto lado, se trataba de favorecer el diálogo y la colaboración para
Roosevelt empezaba a hablar con esa voz tranquilay seria que evitar con ictos que pudieran obstaculizar los objetivos
tenía, llegaba la calma, como ocurría con el médico. Ésa es la económicos, ya fueran estos la "competencia destructiva"
razón de que al pensar en el médico me viniese a la cabeza el entre empresas o la discordia entre capital y trabajo. Para la
nombre de Roosevelt. Sigo sin recordar cómo se llamaba el Administración Roosevelt tarmbién resultaba fundamental dar
doctors2, la impresión de que todos los sectores sociales estaban
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logrando algo con el nuevo enfoque gubernamental. A los Finalmente, las aparentes contradicciones del New Deal
agricultores se les dio una ley especial para proteger sus pre- también tenían que ver con la tendencia de Roosevelt a
cios de las crueldades del mercado. A los empresarios se les escuchar consejos de sectores diversos. Entre los asesores
dio la NRA, que favorecía la suspensión de las persecuciones económicos de los primeros tiempos, había, como mínimo,
antitrust y que animaba a los acuerdos sectoriales para evitar tres grupos. Por un lado, estaban los llamados brandesianos.
la "competencia destructiva". Por su parte, a los trabajadores Liderados por un profesor de Derecho de Harvard, Felix
se les dieron garantías para el reconocimiento de sus organi- Frankfurter, eran partidarios del pensamiento osó co y
zaciones sindicales. En todos los casos, las leyes del llamado económico de Louis Brandeis, legendario juez del Tribunal
Primer New Deal re ejaban una preocupación por aumentar Supremo. Esencialmente, descon aban de la e ciencia
los precios y los salarios, pues el diagnóstico de la crisisy las económica de las grandes empresas y estaban más intere-
recetas para la recuperación se centraban en la idea de que el sados en grandes esquemas de reforma estructural de la eco-
Estado debía intervenir para mejorar los precios agrícolas a nomía que en buscar una solución rápida para encaminar el
partir de la subvención de la destrucción de cosecha y ga- país hacia la recuperación económica. Este segundo aspecto
nado, para aumentar los precios industriales a base de fue duramente criticado por Keynes en una carta abierta al
fomentar los acuerdos oligopólicos y para subir los salarios a presidente publicada en The New York Times3.
través del reconocimiento sindical. A la subida de precios y Otro grupo era el de los in acionistas. Su principal gura
salarios debía seguir la recuperación. La estrategia no solo intelectual era el profesor de economía agraria George Wa-
tenía el problema de confundir los síntomas (la de ación) rren, de Cornell University. Políiticamente, contaba con el
con las causas (una demanda interna débil). También impli- apoyo del secretario del Tesoro, Henry Morgenthau, vecino
caba cuestionar principios básicos del idealismo capitalista de Roosevelt en el Valle del Hudson y antiguo propietario de

-a competencia justa entre empresas que no aspiran a mo- una granja especializada en el cultivo de árboles de Navidad.
nopolizar el mercado- y, al mismo tiempo, exponer al sis- Warren llevaba toda la década preocupado por los excesos de
tema capitalista a una convincente crítica sobre su aparente oferta y la de ación en el campo y creía que el fomento de la

irracionalidad. Si los trabajadores desempleados y los campe- in ación no se debía limitar al sector agrícola, sino que tam-
sinos arruinados estaban pasando por fuertes necesidades, bién tenía que formar parte de la politica industrial. Sus ideas
¿qué sentido tenía que el Estado premiara económicamente la sobre la in ación le llevaron a considerar el abandono del
destrucción deliberada de comida? patrón oro si fuera necesario, algo que sin duda lo orillaba
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peligrosamente en los márgenes de la respetabilidad acadé- NIRA y AAA y su enfoque promonopólico se debe, en gran
mica. Sin embargo, a principios de los treinta recibió un parte, a este sector de académicos que entró al complejo
importante espaldarazo intelectual gracias a dos expertos mundo de la aplicación política de las ideas de la mano del
monetarios de la Universidad de Yale, James Harvey Rogers e candidato Roosevelts4,
Irving Fisher, que señalaron los efectos de acionarios del pa- La política industrial del Primer New Deal tuvo algunos lo-
trón oro y las di cultades que generaba en el pago de las deu- gros importantes. Contribuyó a poner n a la espiral de a-
das. La in uencia del grupo in acionista se hizo notar en los cionaria y jó unos estándares de relaciones laborales que
paralelismos entre la políitica agraria y la políitica industrial del implicaron mejoras sustanciales para millones de traba-
Primer New Deal, así como en la ejecución de algunos experi- jadores, limitando la jornada laboral y eliminando los talleres
mentos monetarios iniciales para manipular los precios del ilegales de explotación laboral y el trabajo infantil hasta lograr
oro y la plata. casi su extinción. En su momento, la NRA tuvo muy mala
Finalmente, el sector que in uyó más en esta primera fama entre los pequeños empresarios, que acusaban al Go-
etapa fue el popularmente conocido como Brain Trust, un bierno de establecer unas regulaciones que favorecían a las
grupo de profesores de la Universidad de Columbia, entre los grandes empresas y que situaban a los negocios de menor ta-
que destacaban el economista Rexford Tugwell, el especialista maño en una desventaja insalvable. En realidad, cuando lle-
en derecho de sociedades Adolf Berle y el politólogo Ray- vaban sus críticas a un plano concreto, la mayor parte no
mond Moley. Aunque no dejaba de ser un grupo diverso tenía tanto que ver con la promoción de oligopolios sino con
-algunos creían que la crisis era un desajuste temporal, los frenos impuestos a la explotación del trabajo. Y, sin em-
mientras que otros eran más pesimistas sobre la evolución bargo, había algo de cierto en el hecho de que los grandes
histórica del capitalismo-, se diferenciaban de los brande- empresarios estaban aprovechando la situación para forta-
sianos en que asumían la inevitabilidad de las grandes con- lecer su poder. Para desesperación de los reformistas del New
centraciones empresariales, aunque creían que el Gobierno Deal, la poca voluntad de plani car a nivel nacional y la

debía tener una mayor intervención en la economía justa- ausencia de medidas punitivas del New Deal provocó que los
mente para compensar la in uencia desmedida de los oligo- grandes negocios se concentraran en asegurar sus bene cios
polios. En general, eran partidarios de combinar medidas empresariales reduciendo la producción, limitando la compe-
urgentes de recuperación económica con reformas de calado tencia y evitando esfuerzos para la expansión económicas,
para regular salarios y precios. La paternidad intelectual del En el otoño de 1934 parecía que los resultados de la
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recuperación se habían estancado. El primer año de New Deal buscando trabajo desesperadamente. Los empleos eran tan
empezaba a dar algunas lecciones. A nivel económico, escasos que cuando Amtorg, la compañía comercial soviética,
aumentar el poder de los capitalistas sobre el mercado en un anunció que necesitaba 6.000 trabajadores cuali cados en la
contexto de baja demanda no había ayudado su cientemente Rusia comunista, recibió unas 100.000 solicitudes46. Sin em-
a las perspectivas de recuperación. En lo político, las garan- bargo, en un principio, pocos trabajadores decidieron engro-
tías dadas al movimiento obrero habían generado una diná- sar las las de los partidos marxistas.
mica de confrontación algo inesperada. Ante el aumento de En los primeros tiempos del New Deal, el descontento por
con ictividad laboral, surgió un nuevo agente social que exi- la profundidad y persistencia de la crisis se expresó en gran
gía un lugar en la escena política. Al mismo tiempo, Roosevelt medida a través de una serie de movimientos que, con el
se volvió el blanco de los dardos de la clase empresarial, que tiempo, recibieron la imprecisa etiqueta de "populismo reac-
ahora lo acusaba de ser "un traidor a su clase". El nuevo con- cionario". Sus líderes tenían en común una gran habilidad en
texto político haría replantear la conveniencia de seguir el manejo de la comunicación radiofónica y combinaban
promocionando un gran acuerdo interclasista para salir de la medidas drásticas de redistribución social de la riqueza, una
crisis. pobre teoría económica para justi car sus programas, y la de-
Populismo y obrerismo fensa de algunos prejuicios y enfoques propios de la extrema
La llegada de Roosevelt a la Casa Blanca generó altas expec- derecha.
tativas y pronto este sentimiento alimentó una creciente po- Entre estos lideres destacó, por su experiencia política y
litización en amplias capas de la población. Durante la presi- por el reto que podía suponer en una eventual contienda elec-
dencia Hoover, las muestras más radicales de malestar se ha- toral, el senador Huey Long, exgobernador y cacique del Es-
bían manifestado sobre todo en el campo. Aunque había una tado de Luisiana. Su gura dominante en la política estatal
cierta inquietud en el aire sobre las potencialidades revolu- inspiraría el clásico literario de Robert Penn Warren, All the
cionarias de una crisis económica tan profunda, los episodios King's Men. En un principio se alió con la Administración
de descontento y movilización habían sido más bien escasos. Roosevelt, pero pronto rompió con el presidente, atacando al
Los observadores internacionales se sorprendían de la apa- New Deal por sus vínculos con los grandes negocios. En
rente resignación de los trabajadores estadounidenses ante la enero de i934 fundó la organización de ámbito nacional Share
situación. Entre los más desafortunados, muchos de ellos Our Wealth. La idea principal era garantizar un mínimo de
vagaban por las ciudades y emigraban dentro del país, ingreso para que todas las familias tuvieran coche, casa en
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propiedad y un aparato de radio. Los mayores de 60 años de- laboral y debía prometer gastar este ingreso en el plazo de
bían recibir una pensión y la educación pública debía garan- treinta días y dentro de Estados Unidos. Así, el programa
tizar la igualdad de oportunidades. Para nanciar el programa, cumpliría la doble función de garantizar la dignidad de los
Long proponía impuestos con scatorios del 1o0% para los ancianos y de estimular al conjunto de la economía estadou-
que ganaran más de un millón. A diferencia de otros políticos nidense. Su organización se fundó en enero de 1934 y pronto
demócratas del sur, Long no construyó su base popular con contó con sucursales por todo el país, aunque con una espe-
prejuicios racistas sino con un sistema clientelar estatal con cial implantación en los estados del Pací co. En septiembre
fuertes inversiones públicas y promesas de cambio social. Su del mismo año la organización ya contaba con 95 traba-

posición política se situaba en un populismo que canalizaba jadores en nómina para responder los correos. En San Diego,
el descontento por la desigualdad social y que en ocasiones algunos nilitantes pretendían pagar sus compras con la pro-
parecía trascender las divisiones entre izquierda y derecha; mesa de los futuros cheques del Plan Townsend. En algunas
pero, al ser asesinado en 1935, su lugarteniente, el pastor Ge- tiendas, los vendedores se escondían cuando veían entrar a
rald L. K. Smith, intentó conduir lo que quedó de la organi- un cliente de edad avanzada. El movimiento tenía el aire mo-
zación hacia la extrema derecha, con muy pobres resultados. ralizante de la tradición protestante rural. En sus mítines se
Otra gura popular fue el padre Coughlin. Sacerdote cató- insistía en que el objetivo principal era preservar el sistema de
lico en Michigan, en su programa de radio defendía la libre bene cio empresarial y evitar la in uencia de ideologías forá-
acuñación de plata y la nacionalización de los bancos para neas. También se razonaba que, al poner a la gente joven a
asegurar la expansión de la masa monetaria y el acceso ge- trabajar en los puestos ocupados por los mayores, estos
neralizado al crédito. Coughlin solía mezclar sus críticas a evitarían pasar el tiempo buscando sexo y alcohol47,
Wall Street con tópicos antisemitas y, en cuestiones de polí- A pesar de sus diferencias, los tres movimientos presen-
tica internacional, no dudaba en alabar a Franco como un taban similitudes importantes. Tanto Huey Long como el
católico entregado a una cruzada anticomunista. padre Coughlin habían apoyado al New Deal de Roosevelt en
Finalmente, el médico retirado Francis Townsend defendía un inicio. Los tres se consideraban alejados de la tradición
desde California una pensión universal de 200 dólares para progresista y, en lo cultural, manifestaban fuertes tendencias
todos los estadounidenses mayores de 6o años (menos los reaccionarias: el antiintelectualismo de Long, el antico-

delincuentes reincidentes). La medida incluía dos munismo de Townsend y el antisemitismo de Coughlin


condiciones: el bene ciado tenía que retirarse del mercado apelaban a un mismo sector social, que reivindicaba fuertes
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medidas de redistribución económica y, al mismo tiempo, no posibilidades para las elecciones de 1940. En cualquier caso,
quería tener nada que ver con la izquierda. Si bien Coughlin y la popularidad de las propuestas de Long y Townsend tendría
Townsend eran más socialmente conservadores que Long, los una enorme in uencia en el establecimiento del sistema de
tres compartían una característica esencial que los alejaba de pensiones de la Seguridad Social y en la reforma scal de
la izquierda estadounidense de la época: sus propuestas 1935, aunque se acabarían concretando en una forma más
siempre se centraban en medidas de política scal y mone- moderada y matizada que sus llamativas y memorables rece-
taria; nunca proponían nada que modi cara las relaciones de tas.
poder en la esfera de la producción. Lamentaban la existencia La aparente indiferencia de los populistas ante los con-
de sectores "olvidados" por el Gobierno, pero, a diferencia de ictos laborales resultaba especialmente signi cativa a media-
la izquierda, no hablaban de "explotados" ni señalaban a los dos de los años treinta, cuando el movimiento obrero estaba
empresarios. Algunos contemporáneos los acusaban de ser la irrumpiendo con una fuerza inusitada. En 1934 habían tenido
versión estadounidense del fascismo. Sin embargo, sería más lugar varias huelgas generales importantes, como la de los
riguroso englobarlos en la tradición nacional del populismo camioneros de Mineápolis, y la de San Francisco: una huelga
reaccionario. Los millones de miembros de sus clubs, alen- de estibadores que, por el rechazo popular al asesinato de va-
tados por la fuerza de su presencia radiofónica, no podían ser rios obreros por parte de la policía, derivó en una exitosa
automáticamente considerados como eles seguidores de huelga general local de cuatro días. A medida que avanzaba la
sus líderes. La muerte de Long truncó las esperanzas electo- década, los sindicatos tenían más a liados, impulsaban más
rales de un desa o populista contra la Administración Roose- movilizaciones y tenían un papel más destacado en la política
velt. Aun así, los tres movimientos llegaron a coordinarse nacional. Su creciente importancia como actor social y polí-
para presentar una candidatura conjunta en las elecciones tico se debía a varios factores. En primer lugar, como ya se ha
presidenciales de 1936 con William Lemke, representante en comentado, gracias a la política industrial del primer New
el Congreso por Dakota del Norte, como candidato. Obtuvo Deal habían surgido nuevas oportunidades para el recono-
casi un 2%. Sin duda, la candidatura de Huey Long tampoco cimiento de los sindicatos en las fábricas. Además, la apari-
hubiera ganado, pero, según algunas encuestas de la época, ción de una nueva central sindical -que pronto llevaría el
podría haber arrebatado varios millones de votos a los demó- nombre de Congress of Industrial Organizations (CIO)-
cratas, poniendo en riesgo la victoria de Roosevelt en 1936 y, también resultó decisiva. Liderada por John Lewis,
dada la juventud del político de Luisiana, abriendo sus experimentado sindicalista minero, la organización nació
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como una escisión de la tradicional American Federation of que el celo organizativo de los trabajadores comunistas podía
Labor (AFL) por un desacuerdo con los rígidos límites que la ser útil para hacer crecer a la nueva central sindical. Además,
vieja central sindical imponía a sus potenciales miembros. también in uyó el contexto internacional. Tras el VIl Con-
Organizados por gremios, la AFL excluía de forma deliberada greso de la Internacional Comunista celebrado en Moscú en
a los trabajadores no cuali cados, lo que normalmente impli- el verano de 1935, los comunistas adoptaron la política del
caba dejar fuera del movimiento obrero a los inmigrantes re- Frente Popular, que, en el ámbito sindical, implicaba el aban-
cientes y a la minoría afroamericana. Además, el esquema gre- dono de los sindicatos rojos y la colaboración en estructuras
mial de la AFL también provocaba una engorrosa división sindicales más amplias, rompiendo así el estéril sectarismo
dentro de los propios trabajadores sindicalizados. El esquema del pasado reciente.
de organización gremial implicaba que en una misma fábrica Con Lewis a la cabeza, el nuevo movimiento obrero tam-

podían coexistir varios sindicatos distintos que negociaban bién tuvo la habilidad de aprovechar la hostilidad de los
por separado con el empresario. Para superar esta múltiple empresarios hacia Roosevelt para acercarse al presidente y
fragmentación entre trabajadores, Lewis apostó por el lla- establecer una alianza que resultaría decisiva en las elec-
mado sindicalismo industrial, con el objetivo de organizar a ciones de 1936. El acercamiento entre Roosevelt y el movi-

todos los trabajadores por industrias en vez de o cios, lo que miento obrero no era algo que se pudiera predecir a partir de
ayudó a mejorar la capacidad de presión de los sindicatos en su trayectoria anterior. Ciertamente Roosevelt tenía en mente
sus negociaciones con los patronos. mejorar la suerte de los trabajadores peor pagadosa través de
La apuesta de Lewis tuvo éxito y la nueva central sindical los códigos de la NRA, pero las garantías para la negociación
pronto ocupó un lugar preponderante en el mundo del tra- colectiva que impulsó su Administración se debían más a la
bajo. En 1938, su semanario, el CIO News, tenía una tirada de necesidad de frenar propuestas más radicales que a una
cerca de 750.000 ejemplares, equivalente a un 40% del total auténtica convicción sobre el papel que debían desempeñar
de a liados48, El espectacular crecimiento del CIO tarmbién se los sindicatos. Al ser Roosevelt una gura tan mani es-
vio favorecido por la participación activa de trabajadores y tamente despreciada por los patronos, los sindicalistas in-
militantes comunistas, que Ilegaron a ocupar cargos direc- cluso animaron sus campañas de a liación masiva haciendo
tivos en un tercio de sus sindicatos. La participación de los creer a los trabajadores que el presidente quería que se a -
comunistas en el ClO fue posible gracias a la conjunción de liaran. Sin embargo, Roosevelt tenía sus reservas sobre los
dos factores. Por un lado, el pragmatismo de Lewis, que sabía sindicatos. Creía, por ejemplo, que no tenía sentido que los
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sindicatos de la furnción pública pudieran hacer huelgas o integración social en su país de adopción. Los intelectuales y
negociar colectivamente, pues en ese caso el empleador era el artistas de la izquierda también contribuyeron notablemente a
representante de la voluntad popular a la que el trabajador pú- la aceptación del pluralismo étnico como parte del orgullo
blico había jurado servir. En cualquier caso, a pesar de sus nacional. La canción "Ballad for Americans", de 1939, célebre-
diferencias, la apuesta de acercamiento del CIO tenía sentido mente interpretada por el cantante afroamericano Paul Robe-
y sirvió para romper el aislamiento político que había sufrido son, se convirtió en la expresión más representativa del
el movimiento obrero en Estados Unidos, que, a diferencia de americanismo pluralista de la izquierdas9,
otros países, todavía no había sido capaz de contar con un Con todo, la problemática situación de los afroamericanos
gran partido del trabajo para intervenir en la política nacional. seguía sin resolverse, y el propio presidente Roosevelt se
Otra contribución política fundamental del sindicalismo y negó a apoyar una ley para que el delito de linchamiento pa-
de la izquierda de la época se dio en el campo de la identidad sara a ser juzgado por tribunales federales. Sin embargo, tras
nacional. Tras el auge de la xenofobia en los años veinte, en la apoyar mayoritariamente a Hoover en 1932 y a pesar de la
siguiente década hubo un avance sustancial en la autoper- existencia de medidas discriminatorias en algunos programas
cepción de Estados Unidos como un país construido por el del New Deal, los afroamericanos se vieron despropor-

trabajo degeneracionesde migrantes y no solo, como al cionadamente bene ciados por la política social de Roosevelt
sector más reaccionario de la época le gustaba pensar, por los y empezaron entonces su divorcio con el Partido Repu-
pilgrims de la Norteamérica colonial y sus descendientes blicano, con el que habían mantenido una relación de histó-
directos-. Esta concepción pluralista e interétnica de la iden- rica delidad desde los tiempos de Lincoln. A su vez, en los
tidad nacional fue posible, en gran parte, por el trabajo de los años treinta la izquierda se tomó muy en serio la lucha anti-
sindicatos y su labor de socialización e integración política de rracista. El Partido Comunista de Estados Unidos -que, a
los migrantes del sur y del este de Europa. Aunque los prejui- partir de la política de Frente Popular de 1935, empezó a gozar
cios seguían dominando amplios sectores de la sociedad, el de un notable crecimiento en a liados e in uencia social-–
antisemitismo y el anticatolicismo disminuyeron sustan- fue la única organización de izquierdas predominantemente
cialmente. Para muchos jóvenes trabajadores inmigrantes (o blanca que priorizó la lucha contra el racismo. Especialmente
hijos de inmigrantes), el sindicalismo del CIO y las organi- notable fue la campaña internacional impulsada por los
zaciones de la izquierda frentepopulista de la época comunistas en el caso de los "chicos de Scottsboro", nueve
constituyeron su palanca de participación política y de jóvenes afroamericanos que fueron injustamente acusados de
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violación en Alabamaso. Gracias al compromiso de los comu- representantes in uyentes del sector granempresarial resen-
nistas estadounidenses con la igualdad racial y a su papel pri- tían la pérdida de poder ante las agencias del New Deal y el
mordial en la Brigada Lincoln, en la guerra civil española ocu- pujante movimiento obrero. El resentimiento venía agravado
rrió un acontecimiento signi cativo en la historia militar y de por la desagradable sorpresa de que fuera precisamente al-
las relaciones raciales estadounidenses: por primera vez, guien como Roosevelt, un político de cuna dorada y formado
hubo o ciales negros comandando soldados blancossl, en los círculos sociales y académicos más distinguidos del
El Segundo New Deal este del país, quien encabezara una transformación politica
Tras dos años en la Casa Blanca, empezó a cundir cierto que amenazaba con bajar del pedestal del favor público a los
escepticismo sobre la capacidad de Roosevelt para lograr una grandes titanes de la industria. El malestar empresarial tomó
auténtica y duradera recuperación. Si bien en su primer año forma con la creación de la American Liberty League, un muy
había logrado notables avances, desde la primavera de 1934 a bien naniado lobby proempresarial que se proponía educar
la primavera del año siguiente la situación económica parecía a la opinión pública sobre los peligros que podía entrañar el
estar estancándose, con el mismo índice de actividad empre- crecimiento y desarrollo de un Estado intervencionista para la
sarial y con millones de obreros sin trabajo y de campesinos salud democrática y económica del país. El descontento de
martirizados por las sequías y por el desastre ecológico de la fondo de sus fundadores respondía a la sensación de que
"Cuenca de Polvo'", un drama social brillantemente descrito Estados Unidos se estaba volviendo un país irreconocible,
por John Steinbeck en la novela Las uvas de la ira. Respecto al especialmente por una nueva y peligrosa actitud por parte de
punto más bajo de la crisis, en 1933, había habido cierta me- los trabajadores, alimentada por el apoyo gubernamental. Car-
jora -dos millones menos de desempleados y un aumento penter, exdirectivo de la compañía Du Pont y vinculado a la
del ingreso nacional en un 25%-, pero todos los indicadores creación de la nueva organización, a rmó en una carta:
relevantes permanecían en números notablemente inferiores "Cinco negros de mi casa en Carolina del Sur se negaron a
a los de 1929. En 1934 el ingreso nacional solo era ligera- trabajar esta primavera [...] diciendo que tenían trabajos fáci-
mente superior a la mitad de los niveles precrisis$2, les con el Gobierno. Un cocinero de mi casa otante en Fort
Los modestos resultados económicos se traducían en un Myers renunció porque el Gobierno le pagaba un dólar la hora
clima politico tenso. El principal problema eran los grandes como pintor". Carpenter le pidió a su interlocutor que averi-
empresarios. A pesar de la mejora relativa de la situación guara si el presidente Roosevelt era consciente del rumbo que
económica y de la suspensión de las persecuciones antitrust, estaba tomando el paíss3,
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En 1935, Roosevelt también sentía el aliento de los líderes partidos. En la nueva Cámara de Representantes quedaron
populistas y su hábil capacidad para canalizar el descontento elegidos 302 demócratas, 103 republicanos y diez progre-
por la lentitud de las medidas gubernamentales. Para Roose- sistas y radicales. En el Senado, los demócratas consolidaron

velt, las propuestas de Townsend, Long y Coughlin en política su mayoría hasta alcanzar 6g senadores. Una buena parte de
scal y monetaria eran excesivamente radicales y temerarias, los demócratas elegidos se habían presentado a las elec-

pero resultaba innegable que su amplio apoyo popular las ciones con un lenguaje con tintes anticapitalistas, que cues-
convertía en demandas que había que estudiar e intentar tionaba la lógica del bene cio empresarial y se proponía
satisfacer, aunque fuera de forma parcial y con el apoyo de los sustituirla por un sistema de "producción para el uso" o por
técnicos del Gobierno. En cualquier caso, había que actuar amplias nacionalizaciones. El Partido Republicano había que-
con celeridad si el Gobierno no quería quedarse aislado. In- dado reducido a un mínimo histórico: gobernaba en única-
cluso William Green, líder sindical de la moderada AFL, se es- mente siete estados y contaba con menos de un tercio de
taba plarnteando romper con el Gobierno y adentrarse en una congresistas. En la práctica, Roosevelt podía gobernar sin una
dinámica de confrontación54. oposición partidaria a su derechass,
La Administración Roosevelt también sentía presión por la Además, en mayo de 1935 la Corte Suprema irrumpió en la
izquierda desde el Capitolio. Tradicionalmente, en las elec- escena política nacional al declarar inconstitucional el prin-
ciones intermedias el partido que ocupa la Casa Blanca suele cipal pilar del Primer New Deal, la National Recovery Admi-
perder un buen número de puestos en la Cámara de Repre- nistration. Con las siguientes elecciones a poco más de un
sentantes y en el Senado. Para el partido gobernante, el éxito año, las perspectivas políticas de Roosevelt empezaban a
no se mide tanto en función de quién gana las elecciones, ensombrecerse si no respondía de forma rápida y decidida. ElI

sino por su capacidad por retener mayorías parlamentarias o enfoque interclasista y conciliador no estaba dando buenos
por la magnitud de las pérdidas. Dada la popularidad del resultados. Los empresarios habían roto con el presidente y
presidente, en las elecciones intermedias de noviembre de los trabajadores organizados amenazaban con hacer lo
1934 se esperaba solo un ligero descenso de representantes mismo. Los populistas como Huey Long estaban galva-
para el partido gobernante. A la hora de la verdad, los elec- nizando al electorado con propuestas simples, atractivas, fáci-
tores no solo no castigaron al Partido Demócrata, sino que les de recordar y que, en el fondo, no eran del todo incompa-
reforzaron su aplastante mayoría. Incluso entraron varios tibles con la loso a políitica del presidente Roosevelt, que no
congresistas que se situaban a la izquierda de los dos grandes se cansaba de repetir que la democracia debía dar resultados
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si quería sobrevivir a los intentos de destrucción de sus ene- interés activo de la nación en su conjunto a través del Go-
migos. Se acumulaban los incentivos para dar un giro a la iz- bierno con el n de fomentar una mayor seguridad para cada
quierda e impulsar un Segundo New Deal. En junio de 1934, individuo que la compones6,
el presidente había pronunciado un discurso que anticipaba el En el discurso se concentran los principales temas del
espíritu de las reformas que estaban por venir: New Deal: para salvar a la democracia, hay que actualizar his-
Países con menos esperanzas donde las formas de la demo- tóricamente el sistema económico y el pacto social que la
cracia son muy nuevas pueden volver a la autocracia de ayer. hacen viable. Y eso, en el capitalismo moderno del siglo XX,
Se puede con ar en que el pueblo estadounidense decidirá quiere decir que el Estado debe satisfacer las legítimas
sabiamente sobre las medidas tomadas por el Gobierno para demandas de una vida con un mínimo de dignidad material:
eliminar los abusos del pasado y avanzar en la dirección del techo, trabajo y seguridad frente al infortunio. Esta última (la
bien mayor para el mayor número. [..] Entre nuestros obje- Seguridad Social) sería la reforma estrella del Segundo New
tivos pongo en primer lugar la seguridad de los hombres, Deal y el legado más duradero de la Administración Roose-
mujeres y niños de la nación. Esta seguridad para el individuo velt. Con su aprobación se establecía un sistema de pen-
y la familia se relaciona principalmente con tres factores. La siones, principalmente de jubilación y desempleo. Para nan-
gente quiere hogares dignos para vivir; quieren ubicarlos ciarlas, los trabajadores debían aportar una cuota paritaria
donde puedan realizar un trabajo productivo; y quieren alguna con la de los empresarios, lo que, de hecho, en un principio
protección contra las desgracias que no pueden eliminarse tuvo un fuerte efecto de acionario, pues en los primeros años
por completo en este mundo nuestro hecho por el hombre. el sistema absorbió grandes recursos scales sin desem-
[..] Cuando la tierra se agotó, nuestros antepasados se trasla- bolsar una cantidad comparable. En este caso, la racionalidad
daron a una tierra mejor. Siempre fue posible hacer retroceder era más política que económica. El propio Roosevelt había
la frontera, pero la frontera ahora ha desaparecido. [..] Así, insistido en la necesidad de que los trabajadores aportaran
también, la seguridad se logró en los primeros días a través recursos con unas cuotas elevadas, para que así la Seguridad
de la interdependencia de los miembros de las familias entre Social se convirtiera en un derecho políticamente intocable.
sí y de las familias dentro de una pequeña comunidad. Las Sin embargo, a medio plazo, la Seguridad Social daría
complejidades de las grandes comunidades y de la industria grandes bene cios económicos. Las administraciones repu-
avanzada hacen menos efectivos estos simples medios de blicanas de los años veinte habían ignorado la persistente
seguridad. Por lo tanto, nos vemos obligados a emplear el desigualdad social y habían defendido una estrategia de
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crecimiento centrada en la conquista de los mercados extran- determinados parados, contribuyó a expandir los impuestos
jeros. La nueva lógica de crecimiento que favorecía el New indirectos sobre el comercio, pero la comunidad empre-
Deal partía de una premisa distinta. Todavía existían millones sarial se atrincheró ante algunas subidas de impuestos, como
de familias en Estados Unidos que no podían adquirir los pro- las que sufrieron los grandes propietarios inmobiliarios o los
ductos básicos. Integrarlas con un sistema de pensiones tenedores de acciones de bolsa. Sus representantes en el

contracíclico permitía cumplir con las promesas de justicia Congreso acusaron a Roosevelt de estar impulsando una
social, al tiempo que se alimentaba y consolidaba un mercado "legislación de clase". El senador demócrata William McAdoo
interior que todavía tenía mucho margen para crecer. El Se- lamentó el sesgo anticapitalista de la ley: "Personalmente, no
gundo New Deal también presentaba otro punto de ruptura me gusta la discriminación de clase ni cualquier otro tipo de
importante respecto a la legislación aprobada dos años antes. discriminación en nuestro orden social y económico, porque
La sensación de que los empresarios se estaban compor- la justicia es fundamentalmente lo que debe orientar todas las
tando de forma desagradecida ayudó a Roosevelt a cambiar el políticas de gobierno"2,
enfoque de la política económica. Si en el primer periodo se Al Segundo New Deal también le caía la sospecha de ser
había dado mucha importancia a la cooperación entre clases y contrario a los valores del americanismo. La acusación tenía
al apoyo gubernamental contra la de ación a costa de la pro- algo de sentido. Al querer instaurar los cimientos de un es-
ducción, en este segundo periodo el Gobierno parecía más tado del bienestar, se proponía superar el atraso social de
interesado en ayudar a mejorar la capacidad de consumo de Estados Unidos respecto a otros países industrializados (la
las clases populares como medio para estimular la demanda y mayoría, europeos) y abandonar así las creencias más reac-
lograr la recuperación. De esta forma, con el refuerzo de los cionarias del individualismo americanista. De hecho, para
derechos sindicales, la reforma scal y los nuevos derechos preparar la legislación sobre Seguridad Social, se creó un
de la Seguridad Social se favorecía principalmente a los sec- Comité sobre Seguridad Económica que dedicó una parte
tores populares, lo que entre los sectores empresariales sustancial de su esfuerzo de investigación a estudiar y com-
provocaba la inevitable y angustiosa percepción de estar per- parar los sistemas de protección social europeos, especial-
diendo terreno. mente el de Reino Unido, Alemania, Suiza y Bélgica. Sin em-
La otra gran iniciativa legislativa del Segundo New Deal, la bargo, los propios miembros del Comité insistieron reitera-
reforma scal de 1935, mezclaba medidas progresivas con damente en su rechazo a copiar los mnodelos europeos y

otras regresivas -al insistir en la responsabilidad local para señalaron una propuesta que, a su parecer, distinguía
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claramente la política social estadounidense de la de los paí- más famosas y polémicas de este programa federal en su
ses del Viejo Continente: el New Deal debía garantizar el dere- Cradle Will Rock, con una amplia galería de personajes de la
cho al trabajo, no solo a las prestaciones por desempleo. Por época59.
lo tanto, cuando un trabajador hubiera agotado su pensión de El WPA fue el blanco de investigaciones congresistas por
desempleo, debería tener el derecho a ocupar un puesto en parte de los sectores conservadores del Congreso, que lo
una agencia pública de empleo gubernamental58. veían como un nido de in ltración comunista. Fue suprimido
La idea de que el Estado tenía que funcionar como emplea- durante la Segunda Guerra Mundial y, a pesar de su impor-
dor de última instancia cuando el sector privado fuera incapaz tancia en los años del New Deal, quedó como un experimento
de absorber la demanda de trabajo constituye una de las apor- sin continuidad. Su misma existencia planteaba un gran di-
taciones más reconocibles del New Deal. En el Segundo New lema democrático. Sus defensores consideraban que su
Deal, la Administración Roosevelt profundizó en la política de carácter temporal y contracíclico ayudaba a luchar contra los
crear programas de empleo temporal masivo para los para- periodos de crisis y garantizaba el derecho al trabajo remu-
dos, con la creación de la Works Progress Administration nerado en el capitalismo del siglo XX; es decir, funcionaba
(WPA). La WPA tenía la doble función de nanciar proyectos como una actualización histórica de los ideales del republi-
de infraestructura y de aliviar el problema del desempleo. Se canismo democrático. Si en los tiempos de Jefferson se ha-

construyeron carreteras, hospitales, aeropuertos, escuelas, blaba de democracia agraria y, tras la guerra civil, corría la
o cinas de correos y multitud de edi cios de propiedad promesa de otorgar "40 acres y una mula" para que los anti-
federal por todo el país. También se combatió el desempleo guos esclavos pudieran dar a la libertad política recién adqui-
de forma creativa, incluyendo programas para pintores, escri- rida su indispensable base material, ahora, en los años de la
tores y artistas en general. Los escritores fueron contratados Gran Depresión, con el reconocimiento implícito de que la
para redactar guías turísticas y para recopilar historias orales, evolución del capitalismo había generado unas grandes con-
entre las que destacaron las de ancianos negros que habían centraciones económicas y había disminuido el espacio para
conocido la esclavitud en su infancia. Uno de sus programas los pequeños negocios familiares, tener un trabajo asalariado
más célebres fue el Federal Theatre Project, que produjo con derechos sindicales se había convertido en el sinónimo
obras teatrales para el gran público y en el que trabajaron gu- moderno de libertad económica. Si las grandes empresas no
ras de la talla de Orson Welles. A nales de los noventa, Tim invertían lo su ciente para satisfacer esta demanda, el Estado
Robbins retrató para el cine la historia de una de las obras tenía la obligación de intervenir y garantizar así la libertad
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económica de sus ciudadanos. Además, al dar trabajo y no
únicamente pensiones o auxilio de emergencia, el trabajador
podía cultivar su autoestima a través de su aportación al bien
social. Para los enemigos del WPA, en cambio, el programa
representaba una amenaza para el correcto funcionamiento
del sistema electoral, pues sus bene ciarios podían ser implí-
cita o explícitamente manipulados para votar al político que
les estaba proporcionando temporalmente su medio de sub-
sistencia. Estos debates condicionarían la posterior evolución
del estado del bienestar, que incluiría un notable aumento de
los trabajadores públicos, pero no en contratos temporales,
sino blindados y con sueldos muy razonables. El debate
sobre el WPA forma parte de un debate más general sobre la
democracia que recorrería toda la década y que llegaría a su
momento más intenso en el segundo mandato de Roosevelt,
cuando el presidente decidiría enfrentarse con el Tribunal Su-
premo y se vería envuelto en una decisiva batalla entre el
Poder Ejecutivo, por un lado, y el Legislativo y el Judicial, por
el otro.
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Capítulo 3 crisis de imagen de sus más destacados antagonistas. Roose-
La reforma judicial y el gran debate democrático velt hubiera preferido que sus planes de cooperación inter-
clasista hubieran funcionado desde un principio, pero, una
Las elecciones de 1936
vez convertido en el nuevo villano de la clase acomodada
A medida que se acercaban las elecciones de noviembre de
-con el agravio añadido de ser un "traidor a su clase" no
1936 resultaba evidente que, políticamente, el país había
dudó en aprovechar la condena popular contra los magnates
evolucionado mucho en cuatro años. A diferencia de las elec-
capitalistas para su beneicio electoral. En los años veinte, los
ciones de 1932, en este caso Roosevelt optó por presentarse
grandes empresarios habían gozado de una fuerte adulación
como el campeón de las clases populares, encarnando los
mediática y una gran in uencia social. En la Gran Depresión,
intereses de la mayoría plebeya contra un puñado de plutó-
su prestigio estaba por los suelos. Para lidiar con este grave
cratas sin legitimidad política. Durante la campaña, Roosevelt
problema de imagern, muchas empresas crearon sus propios
ninguneó a su rival, el gobernador republicano de Karnsas Alf
departamentos de relaciones públicas o acudieron a los servi-
Landon, al que nunca nombró en sus discursos. El blanco de
cios de las consultorías por primera vez6l, Prueba de la exten-
sus críticas fueron los "monárquicos económicos", es decir,
dida impopularidad es que los jefes de la campaña de Alf Lan-
los poderosos oligarcas que conspiraban contra la demo-
don tuvieron que pedir al lobby proempresarial American Li-
cracia y que, conscientes de su impopularidad, solo podían
berty League que se mantuviera alejado de ellos. Asociarse
presentar en su contra a políticos marionetas. La campaña
públicamente a esta organización de grandes guras de los
populista de Roosevelt se correspondía parcialmente con la
negocios equivalía, según el propio candidato republicano, a
realidad. Ciertamente la mayor parte de los intereses econó-
un "beso de la muerte"62,
micos organizados que participaron en la campaña apoyaron
En el otro extremo también existían apoyos poten-
de forma abrumadora a la candidatura republicana. La prensa,
cialmente tóxicos. En el contexto de la política de Frente
en su inmensa mayoría, se mostraba hostil al presidente. Por
Popular impulsada por la Internacional Comunista desde
el contrario, uno de los mayores apoyos económicos de
agosto de 1935, el Partido Comunista de los Estados Unidos
Roosevelt fue el de los sindicatos del CIO60, Y, a pesar de
se planteó la posibilidad de apoyar abiertamente a Roosevelt
todo esto, los resultados electorales dieron una arrolladora
como baluarte contra el fascismo nacional e internacional.
victoria a Roosevelt, que ganó en 46 de los 48 estados.
Finalmente, Earl Browder, después de haber defendido con
El éxito de Roosevelt se explica, en parte, por la profunda
éxito su postura en una reunión en Moscú con Georgi
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Dimitrov, pre rió encabezar una candidatura comunista para tenía un gran mandato para impulsar su programa electoral.
no dañar a Roosevelt con un apoyo no deseado y que podría La reforma judicial
costarle más votos de los que le podría aportar. Browder Tras una victoria electoral tan aplastante, el presidente
dedicó toda su campaña a atacar al candidato republicano y a Roosevelt tenía motivos para subir el listón de su ambición
desmentir las acusaciones de que las políticas del presidente transformadora. En su segundo discurso inaugural, pronun-
fueran comunistas3. ciado en enero de 1937, Roosevelt repasó el progreso hecho
En algunos momentos, parecía que a Roosevelt incluso le en su primer mandato y señaló las prioridades pendientes:
sobraba el apoyo de su propio partido. Al presentar las elec- De hecho, en estos últimos cuatro años hemos hecho el ejer-
ciones como una batalla entre la democracia y los "monár- cicio de todo poder más democrático porque hemos empe-
quicos económicos", optó también por ignorar las viejas divi- zado a poner a los poderes autocráticos privados en su de-
siones del bipartidismo estadounidense. En toda la campaña, bida subordinación al gobierno público. La leyenda de que
solo mencionó el nombre del Partido Demócrata en tres oca- eran invencibles -por encima y más allá de los procesos de
siones. A nivel estatal, impulsó el acercamiento con varios una democracia-- se ha hecho añicos. Han sido desa ados y
partidos progresistas. En Minnesota logró una alianza entre derrotados. [..] Pero aquí está el desafío a nuestra demo-
los demócratas y el Partido Obrero y Campesino del gober- cracia: [..] Veo un tercio de una nación mal alojada, mal ves-
nador Floyd B. Olson, mientras que en Nueva York trabajó tida, mal alimentada. No describo este panorama con des-
conjuntamente con el emergente Partido Americano del Tra- esperación. Os lo describo con esperanza, porque la nación,
bajo, el partido obrerista del mítico congresista de East Har- al ver y comprender la injusticia que hay en él, se propone
lem, Vito Marcantonio. En Nebraska llegó al extremo de apo- eliminarlo. Estamos decididos a hacer de cada ciudadano
yar al senador progresista George Norris en contra del candi- estadounidense el tema de los intereses y preocupaciones de
dato de su propio partidos4. su país; y nunca consideraremos super uo a ningún grupo de
A pesar de que las encuestas habían estado pronosticando personas leales y respetuosas de la ley dentro de nuestras
un resultado ajustado, la victoria electoral del Partido Demó- fronteras. La prueba de nuestro progreso no es si agregamos
crata en 1936 fue aplastante. Solo dos estados de la fede- más a la abundancia de los que tienen mucho; es si propor-
ración, Maine y Vermont, dieron sus votos del Colegio Elec- cionamos lo su ciente para aquellos que tienen muy poco65,
toral para el candidato republicano. Con una victoria de estas A pesar de contar con una amplia mayoría demócrata en el
características, todo hacía pensar que el presidente Roosevelt Senado y en la Cámara de Representantes, y con un apoyo
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popular indiscutible, el presidente pronto iba a tropezar con conservador del partido empezó a sentirse incómodo. Los
sorprendentes di cultades para profundizar en su agenda conservadores demócratas se concentraban mayoritariamente
reformista. Uno de los obstáculos era el peculiar sistema de en los estados del sur, donde, en la práctica, funcionaban
partidos políticos estadounidense. La casi total indepen- como un régimen de partido único basado en la solidaridad
dencia de representantes y senadores respecto a la dirección blanca y la segregación racial. Al no tener una competencia
política de sus respectivos partidos había permitido, en el pri- electoral signi cativa, los demócratas del sur no sentían una
mer mandato, contar con el apoyo de varios congresistas particular lealtad con el presidente Roosevelt y, cuando surgió
republicanos; pero a partir de 1937 este mismo factor posibi- la ocasión, no dudaron en alejarse de la Casa Blanca y aliarse
litaría la formación de una nueva mayoría en el Congreso con- con los republicanos conservadores del Congreso.
traria al grueso de las propuestas de la Casa Blanca. Otro fac- El pretexto para la ruptura lo proporcionó una propuesta
tor adverso era que las diferencias entre el Partido Demócrata para reformar el Tribunal Supremo. En este caso, Roosevelt
y el Partido Republicano todavía respondían más a divisiones mostró una inusual torpeza política. Sin duda, el presidente
étnicas, religiosas y regionales que al clásico antagonismo tenía razones de peso para plantear un desa o a la cúpula del
entre izquierda y derecha. Históricamente, el Partido Demó. poder judicial y su persistente obstruccionismo contra cual-
crata había defendido los derechos de los estados y el libre quier intento ambicioso de regular la economía y legislar dere-
comercio, mientras que los republicanos estaban identi- chos sociales a nivel federal. El Tribunal Supremo llevaba
cados con el proteccionismo y un Gobierno nacional fuerte. décadas contribuyendo al distintivo atraso de la legislación
La vulnerabilidad ideológica del Partido Demócrata había sido social estadounidense al defender una lectura literal y anacró-
evidente en los años veinte, cuando la tensión entre los pro- nica de la Constitución según la cual, en cuestiones de polí-
testantes rurales del sur y los católicos urbanos del norte en tica económica, los poderes federales debían limitarse a legis-
relación al gran tema de la prohibición del alcohol casi había lar sobre cuestiones inequívocamente vinculadas al comercio
roto la unidad partidaria. Durante los primeros años de la interestatal. Esa interpretación permitía bloquear legislación
Gran Depresión y el primer mandato de Roosevelt en la Casa federal sobre la limitación de la jornada laboral o la explo-
Blanca, el partido había vuelto a con uir por la ilusión agluti- tación del trabajo infantil. También fue el instrumento con el
nante de recuperar el poder bajo el paraguas del centrismo que el Tribunal Supremo fue tumbando en 1935 las princi-
interclasista del primer Roosevelt. Sin embargo, con el giro a pales leyes del Primer New Deal.
la izquierda del Segundo New Deal, el sector más Para poner n al bloqueo del Tribunal Supremo, Roosevelt
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pudo haber movilizado políticamente a la población para política que impugnaba frontalmente la doctrina de revisión
introducir enmiendas de garantismo social en la judicial, es decir, el poder de veto que ejercía el Tribunal Su-
Constitución, que debían ser aprobadas previamente por una premo al dictaminar sobre la constitucionalidad de las accio-
mayoría de los estados. Sin embargo, el camino de las en- nes del Legislativo y el Ejecutivo. Como en tantos otros episo-
miendas resultaba algo lento. El presidente optó por intentar dios del New Deal, los argumentos históricos tuvieron un
cambiar la composición del Tribunal Supremo, algo que ine- papel determinante. Roosevelt señaló que la doctrina de la
vitablemente tenía que provocarle problemas. Además, en vez revisión judicial no guraba en la Constitución y que su apli-
de declarar abiertamente los objetivos de la reforma, planteó cación había empezado por una decisión impuesta por la pro-
su necesidad como una respuesta a la avanzada edad de sus pia Corte en 1803. Incluso desde entonces, este poder de veto
miembros. El proyecto de ley pretendía ampliar el Tribunal había sido utilizado en muy raras ocasiones. Sin embargo, en
Supremo con miembros más jóvenes que ayudaran a aligerar los últimos tiempos: "La Corte ha estado actuando no como
la pesada carga de los más viejos y que aportaran una visión un órgano judicial, sino como un órgano de elaboración de
más fresca sobre la cambiante realidad nacional. Por cada políticas". Ante los esfuerzos de la mayoría congresista del
miembro mayor de 7o años, el Congreso debería nombrar un New Deal para estabilizar la agricultura nacional o para mejo-
nuevo miembro, que se sumaría a los nueve existentes. Bajo rar las condiciones de trabajo, "[..] la mayoría de la Corte ha
el ofensivo pretexto de la edad, resultaba evidente que el au- estado asumiendo el poder de rechazar la sabiduría de estas
téntico objetivo de Roosevelt consistía en favorecer la confor- Leyes del Congreso, y de aprobar o desaprobar la política pú-
mación de una nueva mayoría judicial, menos obstruccionista blica escrita en estas leyes"66. El ataque de Roosevelt contra el
y más afín a la losofía política del New Deal. Tribunal Supremo expresaba un sentimiento muy extendido
El objetivo de la ley y la insinceridad con la que se intentó entre los partidarios del cambio social. La larga trayectoria de
vender generó un fuerte rechazo en el Congreso. La oposición la Corte defendiendo los intereses de las grandes empresas y
no se limitó a los congresistas del Partido Republicano. Tam- despreciando las demandas de los trabajadores había logrado
bién se sumaron numerosos demócratas, especialmente sure- despertar la antipatía de varios sectores progresistas. El inte-
ños conservadores. El con icto pronto derivó en un intere- lectual de izquierdas Max Lerner consideraba que la actitud
sante debate sobre el sistema político estadounidense. De los ante la Suprema Corte servía como test para encasillar pos-
tecnicismos y las insinuaciones sobre la senilidad de los turas políticas generales:
jueces el presidente pasó a plantear una crítica de losofía El marxista, que hace de toda la política un mero apéndice del
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capitalismo, ve a la Corte como la herramienta y al capita- veneraba al Tribunal Supremo por su vínculo con la época
lismo como la fuerza principal. El jeffersoniano contem- fundacional y por su capacidad de proyectar seguridad en
poráneo, temeroso de todo poder centralizador y celoso de tiempos de incertidumbre. Entre los demócratas del sur tam-
las libertades del hombre común, teme a Wall Street y a la bién existía el miedo de que una Corte más progresista aten-
Corte Suprema sucesivamente, indeciso sobre cuál es la som- tara contra el régimen de discriminación racial de su región.
bra y cuál la sustancia67,. Roosevelt habría podido esperar este tipo de oposición in-
Por su parte, los rivales conservadores del presidente terna, pero lo cierto es que, para su sorpresa y disgusto, tam-
consideraban que su propuesta de reforma judicial delataba bién lo abandonaron algunos de sus aliados progresistas,
las ambiciones tiránicas del presidente. También había quien molestos por las formas y por el fondo de la medida. Algunos
recordaba que en la Constitución de Estados Unidos en nin- consideraban que la ley se podría volver en contra de los libe-
gún momento se de nía al país como una dermocracia, sino rales progresistas y de los derechos de las minorías si más
como una República, y que, por lo tanto, los mecanismos tarde llegara al poder un demagogo lofascista. Otros juz-
contramayoritarios constituían una pieza esencial del engra- gaban al proyecto de ley como una muestra de la peor politi-
naje constitucional. Sin estos mecanismos, se podía caer en quería, pues no se impugnaba directamente la doctrina de la
una "democracia de masas" o, en términos más duros, en un revisión judicial y más bien parecía diseñada para humillar y
"gobierno de la turba". Dentro del Partido Demócrata, mu- castigar a los jueces por sus desafíos del pasado.
chos de los que no se habían atrevido a enfrentarse al presi- Al nal fue la propia Corte Suprema la que desactivó el
dente en cuestiones económicas por miedo al rechazo popu- sentido del proyecto de ley. El juez Roberts abandonó la
lar aprovecharon la oportunidad para marcar distancias en un mayoría conservadora y, a lo largo de 1937, la Corte empezó a
tema que tocaba una bra especialmente sensible. A n de emitir sentencias favorables a la constitucionalidad de algu-
cuentas, para el nacionalismo estadounidense la Constitución nas de las leyes más importantes del Segundo New Deal. En
"más antigua del mundo" es una parte fundamental de la un principio, el presidente se resistía a abandonar el proyecto
identidad nacional, y el Tribunal Supremo, la institución que porque seguía considerando muy frágil la nueva mayoría judi-
guarda sus esencias, goza de un poder simbólico y de una cial, pero las progresivas deserciones en el Congreso lo con-
áurea respetabilidad que trasciende por mucho su papel vencieron de la futilidad de continuar con la reforma. Más
como máximo órgano judicial. Además, durante la Gran tarde Roosevelt pretendió imponer un relato triunfante sobre
Depresión, una parte importante de la opinión pública el con icto judicial, pero un análisis frío invitaba a matizar
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esta supuesta victoria. Ciertamente la amenaza de la reforma distancia ideológica entre los reformistas del New Deal y la
judicial, así como la intensi cación del activismo sindical du- nueva mayoría en el Congresoś8.
rante el mismo año, crearon el ambiente propicio para romper Democracia económica, democracia política
la mayoría conservadora del Tribunal Supremo, dando inicio a Con todo, el con icto generado por la reforma judicial per-
una nueva era de la historia constitucional, marcada por una mitió evidenciar la existencia de un vivo debate sobre las
expansión de los derechos sociales y una actitud menos inter- esencias de la democracia en tiempos de crisis. Para Roose-
vencionista por parte del máximo tribunal. Sin embargo, el velt y el ala liberal del partido, la democracia necesitaba un
desgaste del presidente Roosevelt tenía que pasarle factura. nuevo catálogo de derechos sociales que permitiera a los
Por primera vez se había visto poco hábil políticarmente. ciudadanos vivir sin miedo a perder el trabajo o a que una
Hasta la fecha había sufrido duros reveses judiciales y se enfermedad pusiera en peligro el bienestar económico fami-
había enemistado con poderosos representantes del poder liar. Para sus opositores conservadores, las políticas socia-
económico, pero con la reforma judicial había cometido el les de Roosevelt y su aparente desdén por la división de pode.
error de generar un frente transversal de rechazo a su pro- res presagiaban un inminente peligro para la democracia esta-
puesta. En un principio, Roosevelt había justi cado su ataque dounidense. Con un tono alarmista y demofóbico, acusaban
contra el Tribunal Supremo por su tendencia a aplastar la al presidente de pretender crear una red de dependientes en la

voluntad del Congreso, pero su torpe estrategia había provo- clase popular que le permitiera perpetuarse en el cargo y va-
cado una sorprendente alianza entre el Poder Legislativo y el ciar de contenido el sistema de contrapesos constitucionales.
Poder Judicial en contra del Poder Ejecutivo, al que muchos Los temores por los impulsos democratizadores des-
acusaban ahora de pretender instaurar una dictadura encu- atados desde la Primera Guerra Mundial y la Revolución
bierta. Además, a partir de la batalla por la reforma judicial se soviética ya se habían expresado en los años veinte, con crí-
articuló una nueva mayoría en el Capitolio entre republicanos ticas frecuentes a las consecuencias indeseables de la igno-
y demócratas conservadores, que tomaría el relevo de la Corte rancia popular y llamamientos a limitar el papel de la ciuda-
Suprema como nuevo bloque contra el que se estrellaría el danía en la discusión de aquellas cuestiones que, por su com-
impulso reformista del New Deal. Cuando el presidente in- plejidad, requerían la intervención de los expertos. La crítica
tentó purgar a los elementos conservadores del Partido expertista a la democracia abarcaba muchos ámbitos, pero su
Demócrata durante las elecciones primarias de 1938, volvió a principal fuerza se concentraba en la política exterior y, en
cosechar otro fracaso político, ampliando todavía más la mayor medida todavía, en la política económica. La creación
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de un cuerpo diplomático formado por el propio Depar- Hoover había alargado la sensación de desgobierno -en
tamento de Estado permitió satisfacer esta demanda, a la vez aquel entonces, pasaban más de cuatro meses entre las elec-
que se abría un campo profesional atractivo para aquellos ciones y la inauguración presidencial- y de parálisis del
hijos de la élite que, aun queriendo participar en política, di - Ejecutivo y el Legislativo. En febrero de 1933. el congresista
cilmente superaban los obstáculos de la batalla electoral. En Edward W. Pou de Carolina se mostró partidario de conceder
el campo económico, los principales temas de las grandes un poder autocrático "en manos de alguien en quien se pueda
contiendas electorales de las últimas décadas resultan muy con ar". Otros apostaban por una especie de Directorio
signi cativos. A nales del siglo XIX, el Partido Demócrata económico que pudiera ignorar la autoridad del Congreso. Sin
había combatido el patrón oro y había defendido un patrón llegar a estos extremos, en su discurso de inauguración el
bimetálico que integrara la plata y favoreciera la in ación. propio Roosevelt había pedido que se le concedieran poderes
Descartado el debate monetario, en 1912 el gran tema de de- discrecionales propios de un contexto bélico. En el centro del
bate entre Woodrow Wilson y Theodore Roosevelt fue el papel debate democrático, todos coincidían en otorgar una impor-
del Estado ante los monopolios. Posteriormente, en los años tancia primordial a las condiciones materiales69,
veinte, los debates se centraron más en cuestiones sociales y Muy pronto, las políticas del New Deal animaron el debate
culturales; por ejemplo, la prohibición del alcohol. La ten- sobre la necesidad de democratizar las bases económicas.
dencia, pues, parecía encaminada a consolidar el divorcio ¿Podía orecer una democracia política en un régimen de
entre la economíay la democracia. dictadura económica? Esta era una de las preguntas recu-
Los primeros años de la Gran Depresión parecían reforzar rrentes y que, a menudo, obtenía una respuesta que recordaba
esta tendencia. En el invierno de 1932-1933, con la crisis alcan- a la mítica frase de Lincoln en su discurso de la Casa Dividida
zando su punto máximo, abundaban las muestras de sobre la imposibilidad de mantener un sistema de go-
desapego y descon anza hacia el sistema democrático. La bierno "mitad libre, mitad esclavo". Para los simpatizantes
campaña presidencial de 1932 no había elevado mucho los de la Administración Roosevelt resultaba evidente que el es-
ánimos. Mientras la convención republicana había dedicado fuerzo de regeneración democrática de los treinta debía poner
mucho tiempo a hablar del problema del alcohol, los demó- n a la falsa democracia dominada por los plutócratas. En sus
cratas habían lanzado propuestas que no parecían muy ale- versiones más radicales, los intelectuales cercanos al New
jadas del consenso bipartidista de los veinte. Además, la Deal intentaban avanzar esquemas de plarni cación
negativa de Roosevelt a pactar medidas importantes con económica que pretendían fusionar el poder político y el
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poder económico sobre una base democrática. El ósofo ser efectuado de manera antidemocrática por los plutócratas
británico Bertrand Russell, afín al reformismo rooseveltiano, en los países que son nominalmente democráticos. Para el
planteaba así la necesidad de una políitica democrática para que cree en la democracia, la única vía practicable es la de
hacer frente a la tendencia a la concentración de poder econó- defender que ésta se realice de una manera antidemocrática
mico y, al mismo tiempo, evitar el camino de los rivales por medio de la transferencia del poder económico último a
ideológicos de la democracia: las manos del Estado democrático"0.
La integración del poder político y del económico, cuando no Para lograr la democratización de la economía, el nuevo
es democrática, es desastrosa. Los políticos han adquirido sindicalismo militante del CIO parecía el mejor instrumento
poder económico en los Estados totalitarios, y los deten- social. Según el propio Roosevelt, que venía de una trayec-
tadores del poder económico controlaron la política en Amé. toria alejada del obrerismo, los sindicatos representaban "un
rica desde la caída de Wilson hasta la elección del señor buen antídoto democrático para el poder de los grandes
Roosevelt. Estos ejemplos hacen que muchos hombres vaci- negocios", Su creciente presencia en el escenario político
len en defender una fusión que ha tenido resultados tan des- nacional fue favorecida por reformas institucionales, pero
afortunados. Pero esta objeción falla en lo principal. Lo también por mérito propio, por su enorme capacidad de mo-
importante es la igualdad de poder. La concentración del vilización y por la disposición a asumir terribles sacri cios,
poder en manos del Estado o de los grandes negocios es un incluso en trágicos choques con la violencia empresarial y
resultado inevitable de la técnica moderna; es algo que su- estatal. En el contexto de la huelga de Little Steel, el 3o de

cede, no algo a lo que haya que defender o a lo que haya que mayo de 1937 la policía disparó y mató a diez manifestantes
oponerse. Dadas las formas modernas de organización, sólo desarmados. Ante estos terribles hechos, los sindicalistas te-
hay un modo de hacer que el poder sea equitativo, y es el de nían que hacer frente a la prensa, que, por solidaridad empre-
concentrarlo en manos de un Estado democrático. Las únicas sarial, solía describir los con ictos laborales en términos muy
alternativas factibles son una oligarquía política o una oligar- desfavorables para la causa obrera. En el fondo del con icto
quía de los grandes negocios. Ambas alternativas son in- latía también una disputa sobre los conceptos de libertad y
compatibles con la democracia. [..] la unión del poder econó- democracia. En este sentido, hay que señalar que el nuevo
mico y del político es una tendencia irresistible en el mundo movimiento obrero del ClO también hizo una aportación
moderno. Puede efectuarse de modo antidemocrático por los importante al pensamiento políitico de la época. Más allá de
políticos, como ha ocurrido en Rusia, Italia y Alemania. Puede su lucha por mejorar las condiciones laborales, el
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sindicalismo tenía su propio discurso político sobre cómo se servicio de la empresa, la huelga se extendió a más de veinte
debería reformar la democracia realmente existente en Esta- plantas de General Motors. Esta negativa a poner sistemá-
dos Unidos. Como consecuencia lógica a su nueva propuesta ticamente la fuerza del Estado a disposición de los empre-
de sindicalismo industrial-en oposición al sindicalismo gre- sarios permitió que el nuevo sindicalismo pudiera aplicar el
mialista de la AFL, los nuevos lideres obreros proponían la método del sit-in, las famosas ocupaciones de fábrica, con las
instauración de una "democracia industrial", en la que no que impedía la entrada de esquiroles y presionaba con más
solo se reconociera el derecho de los trabajadores a una vida fuerza en las negociaciones con los empresarios. En febrero
digna y a organizarse para lograrla, sino que también se diera de 1937, la dirección de la ermpresa se rindió y accedió a reco-

voz al trabajo en las grandes decisiones de las empresas y de nocer al sindicato Trabajadores de Automóviles Unidos
la política industrial. La democracia industrial funcionaba (UAW, por sus siglas en inglés) como representante legal de
como un ideario movilizador con el que el sindicalismo esta- los obreros.
dounidense establecía un horizonte de aspiraciones políticas Aunque el sindicalismo nunca tuvo la fuerza su ciente
congruentes con la tradición política nacional y con el vivo para democratizar profundamente la esfera de la producción,
debate democrático de la época. Sin duda, uno de los mayo- sí logró constitucionalizar las relaciones laborales con un au-
res logros del sindicalismo durante la Gran Depresión mento notable de garantías para la organización de los traba-
-tanto para los intereses del movimiento obrero como para jadores. Además, con la creación del National Labor Relations
la salud y credibilidad del sistema democrático estadou- Board en 1935, el Estado asumió el compromiso de actuar
nidense fue precisamente su contribución a que el Estado como árbitro imparcial en los con ictos entre capital y tra-
se acercara más al ideal de neutralidad ante los con ictos bajo, incorporando así una nueva y moderna obligación
sociales. democrática. Para evitar la violencia laboral, el Gobierno debía
La expresión más dramática de esta nueva neutralidad de garantizar un marco pací co para la libre confrontación de
clase se dio en la huelga de General Motors en Flint, que intereses de clase. Según el historiador Gary Gerstle, el obje-
inició en diciembre de 1936. Cuando los trabajadores ocu- tivo del senador Robert F. Wagner, máximo impulsor de la
paron las fábricas, la dirección de la compañía pidió el uso de legislación laboral garantista del New Deal, era precisamente
la fuerza para desalojar las instalaciones, pero tanto Roosevelt transformar la esfera de producción
como el gobernador de Míchigan, Frank Murphy, se negaron. en repúblicas en miniatura gobernadas por leyes más que por
Al saberse que el Estado no iba a poner la fuerza pública al un poder arbitrario. Los trabajadores ahora podrían reunirse
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con sus patrones, o los representantes de sus patrones, en Lincoln para arremeter contra los males de la esclavitud.
"parlamentos" en el lugar de trabajo para determinar salarios, Roosevelt incluso evitó la autocali cación de progresista. Pre-
horas y condiciones laborales. Las disputas se resolverían rió usar siempre la etiqueta de "liberal", disputando así a sus
mediante la discusión, negociación y arbitraje, y ya no por de- enemigos de la derecha su concepto político favorito, la liber-
creto unilateral del patrón. Conforme el mundo industrial se tad, lo que, con el tiempo, provocó una de las confusiones
adaptara a este nuevo orden constitucional, creía Wagner, los más comunes para los que se acercan a la política estadou-
trabajadores dejarían de lado las huelgas y los patrones ya no nidense: en Estados Unidos, el término "liberal" es, con algu-
recurrirían a la fuerza armada. Las relaciones industriales por nos matices, el equivalente europeo de "izquierda" o "so-
n llegarían a caracterizarse por la paz, no por la guerra, y los cialdemócrata". Tal como a rma el historiador Eric Foner,
dividendos redundarían no sólo para el trabajo y el capital, Roosevelt
sino también para el público en general?2. transformó el signi cado de "liberalismo", que dejó de ser
La voluntad del New Deal de integrar al movimiento obre- una forma de referirse a un modelo de Estado débil y eco-
ro en la democracia estadounidense encajaba bien con una de nomía laissez-faire, para cornvertirse en sinónimo de creencia
las reiteradas promesas del presidente Roosevelt: actualizar y en un Estado activista y con conciencia social: una alternativa
adaptar las instituciones democráticas a las nuevas realidades tanto al socialismo como al capitalismo desregulado. Tam-
del capitalismo del siglo XX, desechando aquellos lastres que bién reivindicó la palabra "libertad" y se la arrebató a los con-
frenaban el dinamismo y reducían el margen de maniobra de servadores para convertirla en consigna del New Deal'3.
los gobernantes democráticos. Roosevelt siempre mostraba La dimensión internacional del debate democrático tam-
mucho interés en presentar sus reformas como parte de un bién era muy relevante. En los años veinte, Mussolini gozó de
gran esfuerzo conservador para restaurar la esencia de los vie- una notable popularidad en Estados Unidos, incluso en cier-
jos ideales de la democracia ante los novedosos retos del fas- tos sectores del liberalismo progresista4, Los conservadores
cismo y el comunismo. Los métodos del New Deal podían ser apreciaban su contribución a la lucha contra el comunismo,

innovadores y experimentales, pero sus objetivos sienpre te- mientras que, desde el liberalismo, su aparente dinamismo en
nían un aire conservador, de promesa a un supuesto pasado el uso del Estado para hacer frente a problemas sociales y
de incentivos meritocráticos y armonía social. Para defender económicos despertaba mucho interés. Sin embargo, la Ile-
sus reformas laborales, el presidente invocaba los derechos gada de Hitler y su gradual acercamiento a Mussolini fueron
de la "mano de obra libre", la misma expresión que usaba creando una distancia creciente hacia el fascismo europeo
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por varios motivos, especialmente por la escalada de desa os fronteras. En una carta dirigida al embajador estadounidense
armados al orden internacional de entreguerras y las atroci- en Alemania, William Dodd, Roosevelt explicaba así el im-
dades cometidas por las potencias fascistas en Etiopía y Es- pacto que le había causado una visita reciente a Buenos Aires:
paña. Ojalá hubieras podido ver aquellos gentíos de América del
Para Roosevelt, el proyecto de regeneración democrática Sur. Su gran grito mientras yo pasaba era "Viva la Demo-
del New Deal debía entenderse también como parte del de- cracia". Esta gente de allí abajo estaban a favor mío por la
bate político mundial sobre la democracia. Durante los años sencilla razón de que he conseguido que la democracia fun-
de entreguerras, un gran número de países habían aban- cione y esté al díay que, como sistema de gobierno, sea, por
donado la democracia en Europa y América?5, Ante la Gran lo tanto, preferible al fascismo o el comunismo76,
Depresión, el comunismo soviético y el fascismo europeo Por su parte, buena parte de la izquierda estadounidense
proyectaban un mayor dinamismo políitico y una mayor habi- veía con simpatía a la Unión Soviética. La capacidad para
lidad y voluntad para lidiar con los efectos de la crisis interna- hacer frente a la crisis sin los obstáculos institucionales de

cional, mientras que las democracias parecían paralizadas por las democracias -especialmente sin los con ictos entre los
unos mecanismos obsoletos y por una falta de entusiasmo Poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo por sus diferencias en
popular con los ideales de su tradición política. Ante esto, política económica-y, sobre todo, el economicismo de la
Roosevelt creía que la clave para manterner viva la llama de la época -que permitía considerar a la Unión Soviética como
democracia era demostrar que el sistema democrático era una democracia económica que algún día se convertiría de
capaz de reformarse, de dominar a sus enemigos internos y forma inevitable en una democracia política con unas bases
de ofrecer resultados. Económicamente, eso signi caba sal- más sanas que la estadounidense alimentaban una fuerte
var al capitalismo de sus propias tendencias autodestructivas admiración. Este sentimiernto tenía mucho que ver con la
y reducir el poder de los grandes capitalistas en la toma de las decepción con el propio sistema político estadounidense.
principales decisiones políticas y económicas. Políticamente John Dos Passos, por ejemplo, se había radicalizado en la
era necesario limpiar el sistema democrático de tradiciones lucha por exigir una justicia imparcial en el caso Sacco y Ven-
absurdas y dotarlo de los instrumentos necesarios para actuar zetti. Sin embargo, el comunismo soviético también daría
ante las emergencias económicas y la creciente complejidad motivos de decepción: la represión estalinista en España y,
del capitalismo maduro. El éxito de la reforma democrática en sobre todo, la represión de las purgas de Moscú de 1936-1937
Estados Unidos debería tener efectos más allá de sus alejarían a muchos de sus simpatizantes liberales, que
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terminarían de romper con el Pacto Ribbentrop-Mólotov. De
esta forma, buena parte de la izquierda abandonaría el loso-
vietismoy abrazaría la causa del "antitotalitarismo", etiqueta
que servía para combatir tanto al fascismo como al comu-
nismo. La invasión nazi de la Unión Soviética daría un cierto
respiro a los comunistas estadounidenses y, durante un breve
tiempo, volverían a normalizarse los elogios al régimen sovié
tico entre amplias capas de la izquierda. A nales de 1942, en
un mitin de una asociación por la amistad con la Unión
Soviética, el vicepresidente Henry Wallace a rmó que los
soviéticos se estaban encaminando hacia la democracia polí.-
tica y que, de hecho, ya habían tenido más éxito que Estados
Unidos en democracia económica, étnica, educativa y de
género7, Como veremos más adelante, el nuevo contexto
político y económico propiciado por la Segunda Guerra Mun-
dial y el inicio de la Guerra Fría marcarían la evolución del de-
bate democrático de la época.
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Capítulo 4 Por su parte, Roosevelt tarmbién se sentía inclinado a
La Recesión Roosevelt (1937-1938) y el ascenso del keyne- adoptar una política scal que contribuyera a frenar el pro-
sianismo ceso in acionario y tranquilizar a los consumidores. Entre las
opciones disponibles, la de recortar el gasto para reducir los
La Recesión Roosevelt
dé cits presupuestarios resultaba muy atractiva. Unos presu-
A principios de 1937, Roosevelt tenía motivos para estar ra-
puestos balanceados podían servir para lanzar un mensaje de
zonablermente satisfecho con la evolución de la economía.
optimismo hacia la opinión pública y para alentar la inversión
Aunque todavía inferiores respecto a los años de precrisis,
privada. Y más importante todavía: la lucha contra el dé cit
casi todos los indicadores económicos -nivel de empleo,
permitía cumplir una vieja promesa electoral basada en un
bene cios empresariales, producción industrial, etc.- eran
arraigado dogma de política económica. Desde su campaña
sustancialmente mejores que los del cruel invierno de 1932-
presidencial en 1932, Roosevelt había dejado claro su rechazo
1933. La industria del acero operaba al 47% de su capacidad
a los dé cits presupuestarios. No solo había criticado dura-
en 1935. Dos años más tarde, había alcanzado el 8o%. Con el
mente a Hoover por haber gastado demasiado, sino que, ya
optimismo acumulado tras cuatro años de recuperación, la
una vez en la Casa Blanca, había aprobado varios recortes al
in ación volvió a desplazar a la de ación como principal mo-
gasto dedicado a los veteranos de guerra y a los empleados
tivo de preocupación económica. Solo en 1936 los precios
públicos.
mayoristas crecieron más de un 7% y el crédito para el con-
Sin embargo, todos los presupuestos de la Administración
sumo se había triplicado en los dos últimos años. Para evitar
Roosevelt habían sido de citarios. A pesar de su compromiso
nuevas presiones in acionarias, desde nales de 1936 la Re-
teórico con los presupuestos balanceados, Roosevelt había
serva Federal empezó a aplicar una política de esterilización
dado prioridad a la lucha contra la crisis en detrimento de la
de oro; es decir, colocó el oro que llegaba a Estados Unidos
delidad a la ortodoxia scal. Y, con todo, nunca había dejado
huyendo de la inestabilidad política europea en una cuenta
de considerar a los dé cits como una desgraciada conse-
inactiva en vez de usarlo para expandir la masa monetaria. Al
cuencia de la emergencia económica que debía ser corregida
mismo tiempo, para frenar la disponibilidad de crédito, el
tan pronto como se hubiera restaurado una cierta normalidad.
banco central estadounidense aumentó en un so% los re-
En un principio, incluso llegó a pensar que, tras unos pri-
querimientos de reservas para los bancos, y luego, a prin-
meros años complicados, la futura recuperación económica
cipios de 1937, volvió a hacerlo en un tercio?8.
iba a permitir unos superávits scales que compensaran los
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dé cits del presente. imposible entender lo que quieren decir. Es un guirigay, un
Sus ideas scales tenían que ver con la cultura políitica en guirigay absoluto.
la que se había formado. El Partido Demócrata había defen- En una ocasión, Roosevelt le transmitió a Keynes su opi-
dido históricamente un arancel bajo y un Gobierno federal nión sobre Leon Henderson, un importante asesor presi-
modesto y descentralizado. Además, su temperamento polí- dencial: "Mira a Leo. Cuando lo ché, solo era un econo-
tico e intelectual también favorecía un rechazo instintivo a los mista". Por su parte, Keynes no pudo aguantar mucho tiempo
dé cits públicos. En los márgenes de un best seller de 1928 hasta contarle el chisme al propio Henderson80.
que abogaba por el gasto público para resolver el problema También hay que tener en cuenta que el gusto por la auste-
del subconsumo, Roosevelt había anotado: "Demasiado ridad era un legado ideológico de los años previos al estallido
bueno para ser verdad. No puedes conseguir algo a cambio de la Gran Depresión, cuando los líderes de opinión soste-
de nada"79, Con poco interés por la teoría económica, Roose- nían que el presupuesto siempre debía ser balarnceado, pues
velt no estaba dispuesto a sacri car la conveniencia política se suponía que los dé cits presupuestarios provocaban auto-
en el altar de la ortodoxia académica, pero, por el mismo mo- máticamente una fuerte presión in acionaria, indepen-
tivo, tampoco estaba inclinado a cambiar ideas jas y bien dientemente del nivel de desempleo o de utilización de la
arraigadas en la economía, especialmente si implicaba tener planta industrial. Según la visión dominante en la época, los
que cuestionar el sentido común para asimilar una idea de incrementos de deuda pública también implicaban un des-
apariencia contraintuitiva, que, además, chocaba frontalmente censo en el ingreso nacional real. A nivel popular, la estigma-
con el aprecio popular por la austeridad pública y su potencial tización de los défcits presupuestarios contaba con una
rentabilidad electoral. La idea de que los dé cits no eran poderosa analogía, invocada con gran frecuencia: la economía
necesariamente malos sonaba demasiado académica, y lo nacional era como la economía familiar y, como es natural,
cierto es que Roosevelt no tenía a los economistas en gran es- nadie en su sano juicio recomendaría a un cabeza de familia
tima. En una conferencia de prensa, a rmó: vivir permanentemente en números rojos&l,
Traje varios libros de economistas ingleses, así como de En los primeros años de la presidencia Roosevelt, la gura
destacados economistas estadounidenses [.] Creo que debo más comprometida con los presupuestos balanceados fue
haber leido artículos de hasta quince expertos diferentes. Se Lewis Douglas. Fiel defensor del conservadurismo scal,
destacan dos cosas: la prinmera es que ninguno de ellos está Douglas ocupó el cargo de director de presupuestos en 1933.
de acuerdo, y la otra es que son tan enrevesados que es casi En su primer año, gozó de cierta in uencia en la
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Administración Roosevelt, participando en reuniones del parte tan común de las noticias diarias que existe el peligro de
Ejecutivo y formando parte del círculo más estrecho del presi- que no podamos apreciar el signi cado real de la palabra. Mil
dente. Roosevelt consideraba que Douglas debía hacer de millones de dólares nunca debe considerarse como una mera
contrapeso a otros miembros del Gobierno más inclinados al suma de dinero. Debe considerarse que representa muchos
gasto público, y hablaba de él con los periodistas en términos años de trabajo por parte de miles de personas... Solo enton-
muy elogiosos. En los primeros meses, Douglas logró algu- ces podremos comprender hasta qué punto hemos hipo-
nos recortes presupuestarios aprobados por decreto ejecutivo tecado nuestro futuro.
en las áreas de defensa, correos y gastos de personal. Sin em- El secretario del Tesoro Henry Morgenthau también com-
bargo, a medida que resultaba evidente que Roosevelt daba partía, aunque con un enfoque más moderado, muchas de
prioridad al gasto social de emergencia, fue sintiendo un cre- estas preocupaciones, pero pre rió no dimitir y siguió inten-
ciente alejaniento con la politica del Gobierno. Escandalizado tando introducir mecanismos de restricción de gasto en los
con el abandono del patrón oro, llegó a equiparar histéri- nuevos programas. En este sentido, su mayor éxito fue el sis-
camente el experimentalismo monetario de la Administración tema para nanciar la Seguridad Social, esencialmente auto -
Roosevelt con el n de la civilización occidental. En el verano nanciado con las aportaciones de los trabajadores y los
de 1934 legó a la conclusión de que el Gobierno no estaba empresarios, y, por lo tanto, sin una carga signi cativa para el
interesado en fomentar la inversión privada como principal presupuesto general. En 1937 Morgenthau aprovechó la nueva
motor de la recuperación económica y dimitió de forma irre- situación económica -con el desempleo bajando, el ingreso
vocable. Para Douglas, el peor daño provocado por los dé - nacional aumentando y los precios subiendo- para impulsar
cits era psicológico. Los ciudadanos estadounidenses se ha- una campaña interna de recorte del gasto público con el obje-
bían acostumbrado a unas cifras astronómicas por las que tivo de eliminar el dé cit y controlar la in aciónš2. Sus esfuer-
solo sentían indiferencia. Sobre unos défcits que ya alcan- zos para convencer a Roosevelt tuvieron éxito y, en la prima-
zaban los miles de millones de dólares, Douglas escribió: vera de 1937, empezaron unos duros recortes presupuestarios
No hace mucho hubo un tiempo en que incluso un millón de de unos 3.000 milones de dólares de la época, centrados
dólares parecía una cifra más bien extraordinaria. Pero ahora principalmente en los programas de obras públicas que em-
la palabra "mil millones" se usa libremente. El derroche des- pleaban a trabajadores temporales directamente contratados
preocupado, descuidado y jovial de mil millones de dólares por el Gobierno. Morgenthau estaba exultante. En una entrada
aquí y mil millones de dólares allá se ha convertido en una de su diario del mes de abril, tras un mensaje presupuestario
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de Roosevelt, escribió: recuperación económica, frenando deliberadamente la inver-
El Presidente me dio [...] todo lo que le pedí y le dije que es- sión privada con el objetivo espurio de intentar forzar un
taba completamente satisfecho. Fue una lucha larga y ardua, cambio político. Al calor de una creciente retórica antiem-
pero está claro que en algún momento durante las semanas presarial, ganó fuerza la idea de retomar el antimonopolismo;
que discutí con él debe haber llegado a la conclusión de que un notable giro de enfoque, sobre todo en contraste con las
si quiere que su Administración siga adelante con su pro- medidas promonopólicas del Primer New Deal.
grama de reforma, debe tener una base nanciera sólida83. Junto con una investigación parlamentaria de largo al-
Medio añno después, a nales de 1937, empezó un nuevo cance, lo más destacado del enfoque antimonopolista de 1938
ciclo descendente de la actividad económica, en algunos sen- fue el nombramiento de Thurman Arnold, profesor de Dere-
tidos incluso más brusco que el del inicio de la Gran Depre- cho en la Universidad de Yale, como jefe de la ivisión anti-
sión en 1929. El índice de producción industrial señaló una monopolios del Departamento de Justicia. En un principio, la
caída del 29% entre septiembre de i937 y febrero de 1938. elección de Arnold para el cargo causó cierta sorpresa, sobre
Además del recorte presupuestario, en la caída de actividad todo porque en el libro que le había dado cierta fama entre la
económica in uyeron algunas situaciones imprevistas: en comunidad progresista, The Folklore of Capitalism (1937),
1937 se empezaron a recolectar los impuestos de la Seguridad había tratado la legislación antimonopólica con cierto des-
Social, aunque los bene cios no se empezarían a distribuir precio, comparándola con las cruzadas para acabar con la
hasta el año siguiente. En 1936 se pagaron bornos a los vete- prostitución y el alcohol en las grandes ciudades estadou-
ranos de la Primera Guerra Mundial -en contra del veto nidenses. En ambos casos, las leyes aprobadas funcionaban
presidencial-, pero en 1937 ya no hubo tal gasto&4, La nueva como un ritual moralizante que, en la práctica, contribuía a
situación fue rápidamente bautizada por los opositores del reforzar el fenómeno que supuestamente pretendía
New Deal como la "Recesión Roosevelt". erradicar8s,
El momento antimonopolista Sus escépticas opiniones sobre la tradición antimo-
El brusco descenso de la actividad económica animó a la bús- nopólica le acarrearon algunos problemas en las audiencias
queda de culpables. En el contexto del auge del movimiento para con rmar su nombramiento en el Senado, pero Arnold
huelguístico y de la animadversión empresarial hacia Roose- se mostró hábil al señalar que sus críticas no se enfocaban en
velt, una conclusión natural fue la de responsabilizar a los la legislación antimonopólica sino en su aplicación práctica.
grandes empresarios, a los que se acusó de boicotear la Aunque su nombramiento se debió principalmente a las
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circunstancias -fue el primer puesto de importancia dispo- comunes en los debates políticos de la época: la necesidad de
nible desde que sus amigos liberales se habían propuesto f- actualizar las normas de juego a las nuevas realidades del
charlo para el New Deal, su labor como "zar antimo- siglo XX y la voluntad de limitar los poderes antidemocráticos
nopolios" fue verdaderamente notable. En los dos primeros existentes en la esfera de producción.
años en el cargo, Arnold impulsó el crecimiento de la División Sin embargo, las sospechas de algunos senadores sobre el
Antitrust, logrando multiplicar por cinco su presupuesto. De compromiso de Arnold con el antimonopolismo no estaban
$8 abogados pasó a contar con más de 3oo. En 1938 puso en mal fundadas. En sus ideas y en su práctica, el nuevo jefe de
marcha s9 investigaciones, mientras que en 1940 se llegó a la División Antitrust estaba alejándose de la vieja tradición
215. El engrandecimiento de su departamento estaba justi- antimonopólica en un punto crucial. Incluso teniendo en
cado por razones politicas y también presupuestarias. Al cuenta su innegable heterogeneidad, los diversos grupos anti-
ganar sistemáticamente casi todos los casos que llegaron a monopólicos que habían surgido en Estados Unidos desde la
juicio y pactar en términos ventajosos para el Gobierno los posguerra civil coincidían en resaltar un aspecto no estric-
casos que se resolvieron fuera de las cortes, Arnold aportaba tamente económico del fenómeno de concentración empre-
a la hacienda pública el triple de dinero en multas y acuerdos sarial. Ya fueran los agricultores contrarios al poder de los fe-
de lo que se gastaba en procesos de enjuiciamiento. rrocarriles o de las grandes empresas de procesamiento de
En un principio, la labor de Arnold se vio favorecida por alimentos, los pequeños comerciantes en lucha contra las
un aumento de la hostilidad popular hacia los grandes empre- cadenas de tiendas o los trabajadores que se oponían a la pér-
sarios en el contexto de la Gran Depresión. Descartada por dida de autonomía en el nuevo sistema fabril, todos ellos ha-
muchos la adopción de una politica netamente anticapitalista bían señalado que el poder de las grandes corporaciones
-incluso por los comunistas, enfrascados en la segunda atentaba contra su derecho a decidir su futuro. El crecimiento
mitad de los treinta en intentar forjar amplias alianzas a partir de las grandes empresas se veía como una amenaza para el
de la moderación programática--, los ataques contra una sistema dernocrático, no solo por su capacidad para comprar
minoría de grandes empresarios que se habían aprovechado elecciones sino por su tendencia a centralizar decisiones que,
de su ilegitima concentración de poder económico para sal- en una economía con una composición empresarial más frag-
tarse sus propios ideales de libre competencia capitalista mentada, estarían en manos de mucha más gente.
resultaban políticamente muy e cientes. La crítica a los A Arnold, en cambio, no le preocupaba esta crítica
monopolistas también re ejaba dos de los ingredientes más democrática a los monopolios. De hecho, atribuía a las
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grandes empresas una mayor e ciencia y les reconocía su incongruentes de la tradición política estadounidense y de las
meritoria aportación al alto grado de desarrollo de la eco- defensas más ideologizadas del capitalismo, pero no pro-
nomía estadounidense. La idea de aplicar la legislación al pie ponía una teoría alternativa, sino un método que reconociera
de la letra para fragmentar las empresas que hubieran incu- la inutilidad de los grandes esquemas teóricos y aceptara con
rrido en prácticas monopólicas le parecía una propuesta humildad intelectual la necesidad de estudiar todos los pro-
inviable y peligrosa. Más que dividir las grandes empresas, blemas y desajustes caso por caso para aportar soluciones
Arnold apostaba por una gran presión policial y regulatoria necesariamente imperfectas y temporales que permitieran al
con el objetivo de limitar su capacidad para manipular los sistema económico y político estadounidense seguir progre-
precios e interferir negativamente en el desempeño de la acti- sando y satisfaciendo las exigencias populares. También coin-
vidad económica. cidía con el sector keynesiano de la Administración Roosevelt
El enfoque de Arnold coincidía con algunos aspectos en su énfasis sobre el principal objetivo del programa econó-
importantes de la nueva cultura política del New Deal. Entre mico del New Deal: estimular la demanda a través de un au-

otras cosas, el viejo antimonopolismo había criticado la ten- mento de la capacidad adquisitiva de la mayoría de la pobla-
dencia a la concentración económica porque podía abrir el ca- ción.
mino a un engrandecimiento del Estado. Con una economía En otros aspectos cruciales, Arnold se alejaba demasiado
de pequeñas empresas, el Estado podía ser pequeño en ta- de los nuevos consensos que estaba promoviendo el New
maño y limitado en funciones. La racionalización de Arnold Deal. El caso más notorio fue el de sus torpes enfrenta-
resultaba muy congruente con la trayectoria del New Deal y la mientos con los sindicatos. Arnold, de hecho, había apoyado
reciente expansión de la maquinaria administrativa del Es- la legislación laboral del New Deal e incluso había justi cado
tado. Si se aceptaba que las grandes empresas eran neces- la ola huelguística de 1937. Sin embargo, en su jación por la
arias pero que debían ser vigiladas para que sirvieran al inte- cuestión de los precios y en su desdén por la retórica de la
rés general, entonces hacía falta fortalecer y engrandecer el tradición antimonopólica, había llegado a denunciar a un
Gobierno federal para garantizar que el poder económico no sindicato de la rama de la construcción por in ar arti -
aplastara al poder político. Otra coincidencia importante tenía cialmente los costos de producción. Al no entender el nuevo
que ver con la teoría de Arnold o, quizás de forma más pre- papel que se había ganado el movimiento obrero durante la
cisa, con la ausencia de pensamiento teórico. En sus libros, Gran Depresión, Arnold perdió simpatías y aliados dentro de
Arnold desmiti caba los aspectos más super ciales e la Administración Roosevelt.
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Finalmente, las realidades políticas de la Segunda Guerra ido apagando (nunca volvería a ocupar un lugar central en las
Mundial pusieron los últimos clavos en la tumba del nuevo discusiones de política económica del progresismo estadou-
antimonopolismo de Arnold. En el contexto bélico, a los de- nidense), otro enfoque, el keynesiano, iba consolidando posi-
partamentos militares de la Administración Roosevelt se les ciones en el interior de la Administración Roosevelt.
dio derecho a veto a las propuestas de investigación de la El auge keynesiano
División Antitrust en caso de que las grandes empresas inves- Desde la llegada de Roosevelt a la Casa Blanca, el economista
tigadas tuvieran alguna conexión con el esfuerzo bélico, lo John Maynard Keynes había mostrado una gran simpatía con
que, a la hora de la verdad, equivalía a casi todo el mundo los objetivos generales del presidente y con el espíritu experi-
empresarial. A partir de 1942, el departamento de Arnold vio mental que había mostrado desde un inicio. En su carta abier-
sistemáticamente bloqueadas sus iniciativas, incluso cuando ta de diciembre de 1933, le había criticado el hecho de prio-
intentó doblegar a la Standard Oil Company por su escan- rizar los planes de reforma estructural de la economía por en-
daloso vínculo con la alemana I.G. Farben, una relación que el cima de las medidas para impulsar el crecimiento económico
entonces senador Harry S. Truman Ilegó a denunciar como a través del estímulo de la demanda interna. Sin embargo,
"cercana a la traición". Ante la reacción de la industria petro- más allá de las políticas concretas, Keynes había querido dejar
lera y del Departamento de Guerra, Arnold tuvo que retro- clara una a nidad esencial con la loso a política de Roose-
ceder y aceptar un acuerdo muy insatisfactorio por el que la velt:
Standard Oil tuvo que pagar una multa de so.ooo dólares y Usted se ha convertido en el deicomisario de aquellos que
liberar varias patentes. En febrero de 1943, dimitió de su pues- en cada país buscan reparar los males de nuestra afección
to como jefe de la División Antitrust para aceptar un nombra- mediante experimentos razonados dentro del marco del sis-
miento como juez federal. Para explicar el progresivo declive tema social existente. Si fracasa, el cambio racional saldrá
de su in uencia, Arnold recurrió a una analogía cinemato- gravemente perjudicado en todo el mundo, dejando que la
grá ca: "Supongo que soy como los hermanos Marx [..] Pue- ortodoxia y la revolución lo resuelvan combatiendo. Pero si
den ser tremendamente divertidos durante mucho tiempo, tiene éxito, se probarán métodos nuevos y audaces en todas
pero nalmente la gente se cansa de ellos. Muchos de los partes, y puede que jemos su acceso al cargo como el pri-
burócratas no solo están cansados de mí, sino que también mer capítulo de una nueva era económica$7,
están extremadamente resentidos"86. Otro aspecto importante en el que Keynes mostró su
Mientras la llama del enfoque antimonopolista se había sintonía con el presidente estadounidense fue el relativo al
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proceso de desglobalización económica y a la revalorización contrario. La protección de los intereses que un país tiene en
del nacionalismo económico. En 1933, el mismo en que el extranjero, la conquista de nuevos mercados, el progreso
Roosevelt fue duramente criticado por no colaborar con los del imperialismo económico, son una parte, apenas evitable,
esfuerzos internacionales de la Conferencia Económica cele- de un plan de cosas que aspira al máximo de especialización
brada en Londres, el economista británico publicó un artículo internacional y al máximo de difusión geográ ca del capital,
en The Yale Review en el que reconocía haberse alejado de los dondequiera que radique el derecho de propiedad. Puede ser
ideales de libre cambio en los que había sido educado. Según más fácil levar a cabo una politica doméstica aconsejable, si,
Keynes, los avances tecnológicos habían quitado relevancia a por ejemplo, puede descartarse el fenómeno conocido como
los tradicionales argumentos a favor de la división regional "huida de capitales" [..] Simpatizo, en consecuencia, con
del trabajo, pues cada vez resultaba más fácil replicar el aquellos que quisieran reducir al mínimo, más bien que con
mismo proceso productivo en países con climas y condi- aquellos que trataran de aumentar al máximo la trabazón
ciones geográ cas distintas. Además, en un contexto de in- entre las naciones. Las ideas y el conocimiento, el arte, la
tensa integración económica mundial, la capacidad de chan- hospitalidad, los viajes, estas son las cosas que deberían, por
taje del capital nanciero di cultaba la aplicación de politicas su naturaleza, ser internacionales. Pero dejad que los artí-
económicas correctas a nivel nacional. A la vista de los resul- culos sean hechos en casa, siempre que sea razonable y
tados, también resultaba muy cuestionable seguir la teoría de convenientemente posible; y sobre todo, dejad que las nan-
que una mayor integración comercial entre naciones impli- zas sean antes que nada nacionales88.
caba necesariamente una menor posibilidad de con icto bé. Años más tarde, Keynes se preocupó por la complicada
lico internacional: situación de Roosevelt. En febrero de 1938, cuando la rece-

No parece obvio que una gran concentración de esfuerzo sión ya llevaba varios meses arrastrando los índices econó-
nacional para la conquista del comercio exterior, que la perne- micos a la baja, escribió a Roosevelt para expresarle su preo-
tración de la estructura económica de un país por la in uen- cupación y recordarle la importancia del ejemplo estadou-
cia y los recursos de los capitalistas extranjeros, y que una nidense para el mundo: "Me aterroriza que las causas progre-
estrecha dependencia de nuestra vida económica de las uc- sistas de todos los países democráticos se vean perjudicadas
tuantes políticas económicas de países extranjeros, sean porque usted ha asumido con demasiada ligereza el riesgo re-
salvaguardas y seguridades de paz internacional. Es más fácil, putacional de un fracaso medido en términos de prosperidad
a la luz de la experiencia y de la previsión, sostener lo inmediata". En la misma carta defendió que su principal
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objetivo debería ser estimular el consumo a través del gasto contingente:
público. El presidente no debía obsesionarse, según Keynes, La democracia ha desaparecido en varias otras grandes nacio-
con los mercados de capital ni con la inversión privada. Lo nes. Desapareció no porque a la gente de esas naciones no le
que era importante era revivir la demanda&9, gustara la democracia, sino porque se habían cansado del
En la primavera de 1938, Roosevelt recti ca, dejando de desempleo y la inseguridad, de ver a sus hijos hambrientos
lado el objetivo de reducir los dé cits y retomando la senda mientras permanecían desamparados frente a la confusión
del gasto público. En esta decisión, los consejos de Keynes del Gobierno, la debilidad del Gobierno, debilidad por falta de
habían llegado de una forma más bien indirecta, a través de liderazgo en el Gobierno. Finalmente, desesperados, optaron
sus numerosos admiradores en los departamentos y las agen- por sacri car la libertad con la esperanza de conseguir algo
cias del New Deal. El 14 de abril, Roosevelt envió al Congreso de comer. En Estados Unidos sabemos que nuestras propias
una serie de recormendaciones para que aumentara el presu- instituciones democráticas pueden conservarse y funcionar.
puesto para los programas de empleo público temporal y de Pero para preservarlas debemos actuar juntos, enfrentar los
auxilio social, y para que nanciara nuevos proyectos públi- problemas de la nación con valentía y demostrar que el fun-
cos de carreteras, vivienda y control de inundaciones, entre cionamiento práctico de un Gobierno democrático equivale a
otros. También exigió que se facilitaran las condiciones de la tarea de proteger la seguridad del pueblo. No solo nuestra
crédito. Sumando el aumento de gasto público y de prés- solidez económica futura, sino la solidez misma de nuestras
tamos federales, las propuestas de Roosevelt representaban instituciones democráticas depende de la determinación de
más de 3.000 millones de dólares de la época. Por la noche, nuestro Gobierno de dar empleo a los hombres ociosos. El

se dirigió a la nación por radio para justi car su decisión. Su pueblo de Estados Unidos está de acuerdo en defender sus
última intervención radiofónica había sido en octubre del año libertades a cualquier precio, y la primera línea de esa defensa
anterior90. Como de costumbre, Roosevelt justi có las medi- radica en la protección de la seguridad económica. Su Go-

das de gasto como un instrumento para garantizar la recupe- bierno, que busca proteger la democracia, debe demostrar
ración económica y para salvar la democracia. Tras haber que el Gobierno es más fuerte que las fuerzas de la depresión
intentado sin éxito volver a los tiempos de los presupuestos empresarial. La historia demuestra que las dictaduras no sur-
sin dé cit, el presidente pronunció un emotivo discurso en el gen a partir de Gobiernos fuertes y exitosos, sino de Gobier-
que dejó claro que la gravedad de la situación exigía distinguir nos débiles e indefensos. Si por métodos democráticos la
lo esencial el apoyo popular a la democracia- de lo gente consigue un Gobierno lo su cientemente fuerte para
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protegerlos del miedo y el hambre, su democracia tiene éxito, adquisitivo de la población se había vuelto más explícito, pero
pero si no lo hacen, se impacientan. Por lo tanto, el único ba- en el pasado el Estado ya había privatizado riqueza pública
luarte seguro de la libertad permanernte es un Gobierno lo con el mismo objetivo, ya fuera cediendo terreno a las compa-
su cientemente fuerte como para proteger los intereses del ñías de ferrocarriles, a universidades privadas de nueva crea-
pueblo, y un pueblo lo su cientemente fuerte y bien infor- ción y a los colonizadores del Oeste, así como abriendo
mado para mantener su control soberano sobre su minas de oro a ciudadanos y compañías privadas92. Hacién-
Gobierno. dose eco de las ideas de Henderson, Roosevelt enfatizó que
En el mismo discurso, Roosevelt se esforzó por argu- la intervención del Estado en la economía no tenía nada de

mentar que el gasto público masivo que había pedido al Con- nuevo y solo estaba cambiando de forma:
greso no representaba una ruptura histórica, sino más bien En el primer siglo de nuestra república teníamos escasez de
una puesta al día de una vieja práctica que contaba con una capital, de trabajadores y de producción industrial; pero
larga tradición. Consciente del apego de Roosevelt a las ideas éramos ricos en tierra, madera y riqueza mineral gratuitas. El
del conservadurismo scal y a su tendencia a presentar su Gobierno federal asumió correctamente el deber de promover
política como una mera actualización histórica de la tradición los negocios y aliviar la depresión otorgando subsidios a la
política estadounidense, Leon Henderson, consejero econó- tierra y otros recursos.
mico del presidente, le había preparado en marzo un memo- Por lo tanto, desde nuestros primeros días hemos tenido
rándum en el que enfatizaba los numerosos precedentes una tradición de abundante ayuda gubernamental a nuestro
históricos de la intervención del Estado en la economía: sistema de empresa privada. Pero hoy el Gobierno ya no tiene
Surge la pregunta de por qué no hubo intervención federal vastas extensiones de tierra fértil para regalar.. Ahora tene-
antes de marzo de 1933. La respuesta es que sí, solo que mos mucho capital, bancos y compañías de seguros cargados
adoptó una forma que nos impidió reconocerlo por lo que con dinero ocioso; mucha capacidad productiva industrial y
era. [..] Desde el inicio de la República, los gobiernos federal, varios millones de trabajadores en busca de empleo. Si-
estatal y local han ido agregando poder adquisitivo al hacer guiendo la tradición y la necesidad, el Gobierno se esfuerza

que el dominio nacional, tangible e intangible, esté disponible por poner a trabajar al dinero y a los hombres ociosos, para
para gastar. aumentar nuestra riqueza pública y para desarrollar la salud y
Para Henderson, la única novedad signi cativa consistía la fuerza del pueblo, para ayudar a que nuestro sistema de
en que el compromiso del Estado en aumentar el nivel empresa privada funcione93,
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A Roosevelt le gustaba subrayar las continuidades entre su de razones políticas, entre las que destaca la conciencia de
política económica y la tradición política estadounidense para que la democracia solo podría ganar a sus competidores si
protegerse de quienes lo acusaban de estar subvirtiendo la garantizaba unas condiciones mínimas de vida digna a la
esencia del americanismo. Sus argumentos eran históri- población.
camente convincentes y económicamente persuasivos, pero, Con la vuelta al gasto público y con la Reserva Federal

por conveniencia política, se omitían algunos de los aspectos revirtiendo sus políticas de restricción del crédito, la eco-
más innovadores y rupturistas de su programa. En primer nomía recuperó la senda del crecimiento. En junio de 1938, la
lugar, hay que señalar que por primera vez el gasto público se recesión se puede dar por terminada. De hecho, el ritmo de
justi caba como un bien en sí mismo y como un factor indis- crecimiento en la producción industrial que siguió a la rece-
pensable para lubricar el engranaje capitalista, una justif- sión de 1937 fue ligeramente más elevado que el del periodo
cación que se sumaba así a la tradicional defensa del gasto 1933-1937, y con menos pausas y sobresaltos95. Los nuevos
como instrumento para la mejora de las capacidades produc- datos económicos fortalecieron a los que habían estado exi-
tivas de la nación4. El otro aspecto novedoso se explica por giendo el n de la austeridad y los presupuestos balanceados.
el ideal de neutralidad social del Estado que defendíarn los La ortodoxia scal defendida por el secretario Morgenthau no
liberales del New Deal. Hasta la fecha, el grueso de la inter- había dado buenos resultados. Incluso si hubiera funcionado,
vención del Estado en la economía-ya fuera en forma de sus promesas ofrecían demasiado poco a Roosevelt. A nales
ayudas, subsidios o de uso de la fuerza pública- había be- de la década, con el Congreso bloqueando el impulso refor-
ne ciado sistemáticamente a la clase capitalista, bajo el pre- mista del New Deal, el presidente estaba cada vez más preo-
texto de que la capacidad para crear riqueza y la sabiduría para cupado por la política exterior. Los presupuestos balanceados
administrarla residían en las capas adineradas de la sociedad. di cilmente podían resultar útiles para el programa de rearme
Con el New Deal, el Gobierno estadounidense canalizó una naval que impulsaba el presidente ante el colapso de las
parte muy sustancial del gasto público a una ayuda masiva y conferencias de desarme mundial y la progresiva degradación
directa a las clases populares. Esta nueva orientación social del contexto internacional.
del gasto no tenía precedentes y se justi caba por una combi- Tras la Recesión Roosevelt, la in uencia de los keyne-

nación de argumentos económicos -esencialmente, por un sianos en Washington se fue consolidando. En realidad, el
diagnóstico keynesiano que señalaba la debilidad de la dé cit de 1938 no fue especialmente grande (un 3% del PIB,
demanda interna como el principal problema a resolver- y algo menos que el dé cit no deseado de 1936). Su relevancia
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fue más bien política. El presidente asumía que los dé cits referencias a recetas concretas de política económica. A dife-
eran necesarios incluso en tiempos de paz, que el Gobierno rencia de otros libros de la época e incluso anteriores-,
tenía una responsabilidad inexcusable con el estímulo de la favorables a medidas scales contracíclicas, la obra de Key-

demanday que quizás el gasto público masivo debería perma- nes proporcionaba un denso esquema teórico que servía para
necer por tiempo inde nido. El discurso de Roosevelt sonaba, combatir a los ortodoxos en su propio terreno. De una ma-

ahora sí, muy keynesiano. nera muy efectiva, la Teoría general satisfacía la necesidad de
Con todo, la histórica asociación entre el New Deal y el explicar la Gran Depresión con la complejidad y el aura mís-
keynesianismo no está exenta de ciertas ironías. Para empe- tica de la teoría, acercando el debate teórico a la nueva rea-

zar, la relación real entre los dos personajes históricos, Key- lidad económica y ofreciendo un grado de respetabilidad
nes y Roosevelt, está marcada por distancias y malen- académica a un enfoque que, hasta la fecha, estaba asociado a

tendidos. Ambos llegaron a conocerse personalmente y salie- las falacias de neó tos que no veían más allá de su limitado
ron mutuamente decepcionados de su encuentro. A Keynes le sentido común. Gracias a Keynes, la ley de Say -la idea de
sorprendió la ignorancia económica del presidente. A Roose- que la demanda estaba determinada por la producción- que-
velt, por su parte, no le gustó el alto grado de so sticación daba desmontada y, en consecuencia, la intervención del Go-
teórica de Keynes. Le pareció más un matemático que un bierno para sostener o aumentar la demanda era deseable y se
economista político96. Además, en la memoria popular esta- podía defender con argumentos teóricos92.
dounidense, lo que suele destacarse del New Deal son algu- De hecho, antes de conquistar Washington, el keyne-
nas reformas institucionales -legislación laboral, seguro de sianismo ya había triunfado entre los jóvenes académicos
desempleo, Seguridad Social,regulación bancaria, electri- más brillantes de su generación. Los estudiantes de docto-
cación rural, etc.- que, en sentido estricto, poco tienen que rado habían estado esperando la publicación de la edición
ver con la obra de Keynes. estadounidense de la Teoría general con mucha impaciencia, y
Sin embargo, la in uencia histórica de Keynes resulta inne- luego, con su llegada, discutieron su contenido en diversos
gable. Su mayor contribución al New Deal consiste en haber seminarios, con la emoción de estar reinventando la disci-
propiciado un cambio en el clima intelectual de los años de la plina y acercándose a una comprensión más realista y social-
Gran Depresión. De hecho, la Teoría general de Keynes, como mente útil de la realidad económica. Harvard fue uno de los
el propio título indica, es un libro que se ocupa principales centros de difusión. La di cultad para entender la
principalmente de cuestiones teóricas, Con escasas obra de Keynes invitaba a un formato de seminario en el que
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naturalmente destacaban algunos intérpretes. En esta fun- hasta 1937? [.] Es completamente falso que el New Deal no
ción, el joven Bob Bryce tenía el mérito añadido de haber es- funcionara hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial y lo
tado en lnglaterra presenciando las explicaciones de Keynes. rescató. Algunos de los niveles más altos de formación de
Cuando intervenía, su visión tenía un peso especial. El pro- capital en planta y bienes de equipo se encuentran en el pe-
fesor Schumpeter, en tono burlón, llegó a a rmar: "Keynes es riodo de 1934 a 1937.
Alá y Bryce es su profeta"98. Como estudiante, Samuelson se sentía frustrado por no
Para muchos de estos jóvenes, la conversión al keyne- poder vincular y racionalizar lo que pasaba a su alrededor con
sianismo implicaba la liberadora sensación de poder, por n, lo que le enseñaban en clase:
abandonar la desquiciante caverna platónica en la que se Recuerdo discutir con mis padres. Mi padre pensaba que el
había convertido su carrera universitaria. Paul Samuelson, padre Coughlin, que hablaba con frecuencia en la radio, era
quien por aquel entonces era un joven universitario, recuerda genial. Clamaba contra los banqueros y contra el "dinero de la
cómo, más allá de los razonamientos económicos en abs- pluma estilográ ca". Solo cuando comenzaron a aparecer
tracto, la percepción de la evolución económica de los años ciertos matices antisemitas en sus discursos transmitidos
treinta le ayudó a cambiar de paradigma, abandonando la desde Detroit, mi padre empezó a perder el entusiasmo por
ortodoxia liberal de sus profesores para acabar abrazando las él. Realmente yo no era capaz de explicar por qué Coughlin
nuevas ideas del keynesianismo. A nales de la década, resul- estaba equivocado. Recuerdo que mi madre me decía lo que
taba evidente que la políitica monetaria tenía poca potencia, se habría considerado una gran herejía en el aula: "¿No sabes
pues incluso con tipos de interés muy bajos el nivel de que los tiempos solo son buenos durante la guerra" (ella
inversión privada no acababa de despegar. Samuelson se con- tenía en mente la Primera Guerra Mundial y el boom del acero
vierte al keynesianismo cuando lo ve útil para entender la re- en Gary, lndiana). Y tuve que admitir que había una base em-
cuperación del primer mandato de la Administración Roose- pírica para eso99,
velt: La revolución keynesiana en la academia estadounidense
A lo que yo oponía más resistencia en Keynes era a la noción tenía algo de batalla generacional. Cuando el jefe del Depar-
de que podría haber equilibrio con desempleo. [..] Al nal me tamento de Economía de Harvard a rmaba en clase que cada
convencí simplemente dejándome de preocupar por el tema. dólar en gasto público equivalía a un dólar en impuestos, un
Me pregunté: ¿por qué quiero rechazar un paradigma que me joven estudiante no podía evitar susurrar: "Solo hay dos mil
permite comprender la recuperación de Roosevelt desde 1933 millones de excepciones a este teorema"100. Las vacas
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sagradas del Departamento de Economía de Harvard publi. futuro surgen en parte de un deseo de preservar clientes sol-
caron un libro colectivo en 1934 con el título The Economics of ventes para las empresas, en parte de la comprensión de la
Recovery Program, con la destacada participación de Schum- necesidad de eliminar graves abusos de nuestras prácticas
peter. La tesis general re ejaba los consensos dominantes comerciales y scales y en parte de una demanda insistente
prekeynesianos: se atribuía la severidad de la crisis a la resis- por parte de la gente de que se dé a los trabajadores la misma
tencia de los salarios a descender a su debido ritmo. Como oportunidad de autoorganización que las empresas han dis-
respuesta, varios jóvenes profesores que estudiaban el docto- frutado durante mucho tiempo. [.] El mal de la industria es la
rado en Harvard y en Tufts publicaron un libro en 1939: An pérdida de clientes y ganancias, algo que solo la intervención
Economic Program for American Democracy. De los once del Gobierno puede restaurar. [..] Existe el peligro de que los
economistas que lo escribieron, cuatro no quisieron rmar empresarios, obsesionados con una teoría diabólica del Go-
por miedo a arriesgar sus carreras laborales. EI libro tuvo bierno, intenten utilizar su poder económico para reprimir la
mucho éxito en Washington y se agotó rápidamente. Algunos democracia y colocar en su lugar una dictadura supues-
lo consideran el mani esto intelectual del keynesianismo nor- tamente dedicada a la satisfacción de sus deseosl02,
teamericano, el texto que orientaría las líneas generales de la Los jóvenes keynesianos de Harvard no estaban comple-
políitica económica estadounidense de los siguientes veinte tamente solos. Entre los académicos de mediana edad, el pro-
añosl01. En sus conclusiones, los jóvenes autores expresaron fesor Alvin Hansen ejerció un papel destacado como líder
el temor a que la ignorancia del mundo de los negocios les intelectual del keynesianismo en Estados Unidos. Hansen no
Ilevara a confundirse de enemigo y a liquidar a los que preten- solo contribuyó a difundir la teoría keynesiana, sino que tam-
dían salvar al capitalismo y a la democracia de sus propias bién la adaptó al ambiente intelectual estadounidense, al
tendencias destructivas: sintetizar la nueva corriente de pensamiento con las teorías
Aquellos empresarios que a rman ver el origen de nuestras sobre el estancamiento secular. Al enfatizar lo secular sobre
di cultades e incertidumbres, y el miedo a lo que deparará el lo cíclico, Hansen desarrolló una línea de pensamiento insi-
futuro, simplemente están confundiendo síntoma con causa. nuada por Keynes y que servía para entender la teoría del
Carecen de con anza en el futuro porque el futuro ofrece una "equilibrio del subempleo" como una fase del desarrollo
promesa insu ciente de inversión rentable y mercados expan- histórico y no como una temporal aberración de la supuesta
didos. Las políticas gubernamentales por las que los "norma" del pleno empleo. Señalando a los estímulos
empresarios suelen responsabilizar su falta de con anza en el exógenos como el principal motor de la inversión, construyó
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una justifñicación intelectual para el gasto público permanente de rmes convicciones keynesianas. Así, construyó una in u-
Y para la primacía de lo scal sobre lo monetario en el con- yente red de talentosos funcionarios públicos que fueron im-
texto estadounidense. Hansen, originario de Dakota del Sur y pregnando Washington de las ideas articuladas por el econo-
que había llegado a Harvard en 1937 habiendo cumplido so mista británicol04. Más adelante, a Currie, de origen cana-
años, no solo difundiría el keynesianismo entre los estu- diense y nacionalizado en Estados Unidos, se le acusó de ser
diantes y los lectores especializados, ganándose el apodo del un espía soviético y se le rechazó el pasaporte estadou-
"Keynes norteamericano". También contribuyó a la creación nidense. Una situación parecida a la que sufrió Harry Dexter
en 1946 del organismo que, con el tiempo, se convertiría en el White, jefe de la delegación estadounidense en la cumbre de
principal vehículo de comunicación entre el keynesianismo Bretton Woods, también acusado de espionaje como resul-
académico y los responsables de políticas públicas, el Coun- tado de los hallazgos del programa de contrainteligencia Pro-
cil of Economic Advisors103. yecto Verona. Que esto le sucediera a dos de las guras gu-
Por otra parte, los jóvenes conversos al keynesianismo bernamentales que más contribuyeron a salvar al capitalismo
pronto encontrarían una manera práctica y remunerada de estadounidense constituye, sin duda, una de las grandes iro-
aplicar lo que acababan de aprender. En Washington, el jefe nías de la época del New Deal.
de la Reserva Federal, el banquero de Utah, Marriner S. Ec- El éxito académico de las ideas keynesianas y su posterior
cles, era el cargo más in uyente de un sector de la Adminis- difusión en Washington a través del ejército de jóvenes
tración Roosevelt que, sin haber leido todavía a Keynes, había economistas que encontraron trabajo en las agencias del New
llegado a conclusiones parecidas, sobre todo como conse- Deal parece el argumento ideal para reivindicar el poder irre-
cuencia de su experiencia directa con los estragos de la Gran sistible de las grandes ideas y su capacidad de in uencia en el
Depresión. En el servicio de estudios de la Reserva Federal, devenir histórico. El propio Keynes dejó una célebre re exión
Eccles había chado al economista Lauchlin Currie, quien sobre esta cuestión:
más tarde pasaría a ser consejero económico del presidente. Las ideas de los economistas y los lósofos políticos, tanto
Desde la nueva posición, Currie reclutó a una gran cantidad cuando tienen razón como cuando están equivocadas, son
de jóvenes licenciados en Economía recientemente conver- más poderosas de lo que comúnmente se cree. De hecho, el
tidos al keynesianismo para las agencias y departamentos del mundo está gobernado por poco más. Los hombres prác-
New Deal. Cada vez que se producía una vacante en el ticos, que se creen totalmente exentos de cualquier in uencia
Gobierno, Currie procuraba que fuera ocupada por un joven intelectual, suelen ser esclavos de algún economista difunto.
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Los locos en el poder, que oyen voces en el aire, extraen su necesidad de un banco central que gestione la política mone-
delirio de algún escritorzuelo académico de algunos años taria sin responder ante el Legislativo y el Ejecutivo que pre-
atrás10s. tender lo mismo con la política scal. Sin embargo, en el con-
Sin embargo, el éxito de las ideas de Keynes en Estados texto de la Gran Depresión y del intenso descontento popular
Unidos se debe tanto a su poder explicativo como a su capa- con las élites políticas y económicas, el enfoque scal del
cidad para encajar con las necesidades políticas del mo- keynesianismo no dejaba de ser una alternativa muy mode-
mento. Además, incluso en el estricto terreno de las ideas, la rada y útil para frenar propuestas populares más radicales que
fuerza de su obra también delataba un no sentido de estra- implicaran un mayor cuestionamiento del derecho a la pro-
tegia intelectual para la seducción de nuevos seguidores y de piedad privada o una mayor interferencia en el derecho de las
capacidad para articular pensamientos que ya eran domi- grandes empresas a reglamentar su funcionamiento interno y
nantes en el sentido común y que conectaban con exigencias a mantener el poder sobre su parcela del mercado. Galbraith
populares. Una de las consecuencias prácticas más impor- resumía así los cambios y las continuidades del sistema
tantes de la obra de Keynes era su capacidad para desplazar la keynesiano:
política monetaria del centro de la intervención del Estado en Controlando los gastos en relación con los ingresos, el Go-
la economía y poner a la política scal en su lugar. La política bierno hacía del nivel de producción y, por ende, del nivel de
monetaria había mostrado sus límites en los años veinte empleo en el sistema económico, una variable dependiente,
como instrumento para frenar el boom bursátil y, después, en no independiente; el producto de una política positiva, no la
la Gran Depresión, resultaba cada vez más evidente que no consecuencia incierta de los antojos del ciclo de los negocios.
era su ciente ofrecer dinero para ser prestado. Había que Y esto fue todo lo que se cambió. La propiedad privada de los
garantizar que este dinero fuera tomado y prestado, algo que, medios de producción, la corporación privada, el clásico mer-
segn la lección práctica más relevante del pensamiento cado, todo esto quedó como estaba. El sistema keynesiano
keynesiano, solo podía lograrse con la política scal. Natural- era una idea sumamente conservadora, pero, al parecer,
mente, al poner el foco en la política scal, hubo una cierta funcionabal06.
reacción conservadora. La política monetaria resultaba un te- En relación a la espinosa cuestión de los monopolios, la
rreno mucho más grato para defenderse de iniciativas redistri- posición de los keynesianos también resultaba decisiva. A
butivas y para aislar a la política económica del debate menudo se ha criticado al keynesianismo por ignorar la
democrático. Sin duda, siempre resulta más fácil justi car la concentración económica Sus efectos sobre el
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funcionamiento del libre mercado. Incluso algunos keyne- Según esta visión, el keynesianismo funcionaba como teo-
sianos han entonado su particular mea culpa por haber cons- ría precisamente porque asumía las imperfecciones de un
truido un sistema teórico basado en la premisa clásica de la sistema con fuerte poder monopólico, aunque no se hiciera
competición perfecta. Para Paul Samuelson, el keynesianismo un gran esfuerzo por formalizar un aspecto de la realidad
implicaba todo lo contrario: "Siempre asumimos que el equi- económica que, a la hora de la verdad, no era fácil de integrar
librio con subempleo keynesiano otaba sobre una subes- en un sistema teórico. En cualquier caso, esta negligencia teó-
tructura de precios administrados y competencia imperfecta". rica tiene un alto valor político. Por un lado, al no darle cen-
De otra forma, no se podría entender, por ejemplo, que los tralidad pero asumirlo implícitamente como premisa, el
salarios no bajaran constantemente mientras hubiera algo de keynesianismo construía un modelo realista de comprensión
desempleo. De nuevo, su experiencia personal durante la económica que se abstenía de proponer recetas para un tema
Gran Depresión le ayudaba a no dejarse engañar por modelos tan incómodo. De su teoría no salían propuestas para perse-
de explicación fraudulenta de la realidad. En sus veranos de guir, fragmentar, regular o potenciar los monopolios.
estudiante, Samuelson ni siquiera intentaba conseguir un tra- En este sentido, representaba un enfoque más práctico
bajo temporal porque tenía amigos que habían pedido empleo que la cruzada antimonopolista de Arnold. En primer lugar,
en 350 empresas distintas sin ningún éxito: más allá de los ingresos derivados de las multas, los resul-
Yo era muy consciente de que los parados no tenían forma de tados de la lucha antimonopolista, entendida en la forma
ir a General Motors y ofrecerse a trabajar por menos que los ambiciosa que planteaba Arnold, es decir, como medio para
que ya estaban allí, no había forma de desplazar a los traba- intervenir en la economía a través de la scalización exhaus-

jadores ya empleados. Además, la pregunta sería: ¿por qué las tiva del mundo de los negocios, implicaba tiempo. Y tiempo
pequeñas empresas no se apoderaron de la industria del auto- era justamente lo que no tenía Roosevelt tras haberlo malgas-
móvil, o la industria del acero, arrancando en Tennessee con tado durante el Primer New Deal, cuando le dio prioridad a
salarios bajos? Y la respuesta fue que pensamos que las los esfuerzos de reforma estructural en detrimento de los
empresas de Fortune soo requerían una enorme cantidad de objetivos inmediatos de recuperación económica. Más ade-
capital. La entrada libre no era factible y había exceso de capa- lante, la Segunda Guerra Mundial exigiría integrar a los sindi.-
cidad en todas las líneas. Esto se remonta a que el sistema catos y a los grandes empresarios en un esfuerzo conjunto.
otaba en una competencia imperfecta y en tecnologías de Para este nuevo pacto social, la aparente indiferencia de los
rendimientos crecientes107. keynesianos ante las interferencias de los monopolios y los
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sindicatos sobre el sistema de precios de mercado resultaba cuarenta años después, pero cuyos origenes también se
políticamente muy útil. El keynesianismo también encajaba remontan a la Gran Depresión.
bien con el optimismo económico de la Segunda Guerra Walter Lippmann y el nacimiento del neoliberalismo
Mundial y con una renovada fe en la capacidad del capita- En los años de entreguerras, Walter Lippmann era uno de los
lismo para producir sin necesidad de una intervención minu- periodistas de opinión más leídos e in uyentes en Estados
ciosa por parte del Estado. Unidos. En su juventud había coqueteado con el socialismo
Finalmente, la opción keynesiana presentaba una parti- para pasar rápidamente, ya en su carrera como periodista, a
cular a nidad con una de las tendencias más importantes convertirse en uno de los grandes faros del progresismo.
dentro del debate democrático. A nales de la década, buena Partidario de la entrada de Estados Unidos en la Primera Gue-
parte de los liberales progresistas habían roto con los comu- rra Mundial, Lippmann se había destacado por sus análisis
nistas por los rasgos crecientemente autoritarios del sistema documentados de política exterior y por una particular preo-
estalinista. En los ambientes liberales se fue redescubriendo cupación por los límites de los ideales democráticos. Maravi-
el valor de las libertades políticas individuales y, al mismo Ilado por la complejidad del mundo moderno y descon ado
tiempo, se enfrió el entusiasmo con las propuestas de demo- de la capacidad del ciudadano medio para construir una opi-
cratizar la base económica a través del engrandecimiento de nión sólida sobre multitud de aspectos de la vida pública, su
la intervención del Estado. En este contexto, el enfoque keyne- losofía política se había basado en la defensa del papel de
siano resultaba muy atractivo. Prometía solucionar el pro- los expertos y de reformas progresistas que respondieran de
blema de la baja demanda interna con políticas monetarias y, forma e ciente y satisfactoria al descontento popular. En

sobre todo, scales, que no implicaban grandes esquemas de 1932, Lipprmann no tenía una opinión positiva del candidato
plani cación económica, en un momento en el que, con el demócrata. La aparente despreocupación, super cialidad y
desprestigio del sistema estalinista y la popular teoría del to- falta de interés intelectual de Roosevelt no podían sino irritar
talitarismo para catalogar conjuntamente al comunismo y al al célebre periodista, quien lo describió como: "Un hombre
fascismo, se estaba extendiendo la idea de que la plani - agradable al que, sin ninguna credencial importante para el
cación era la base económica y la inevitable antesala ideo- cargo, le gustaría mucho ser presidente"109,
lógica del eventual éxito del totalitarismol08, En el rechazo a la En su época de estudiante en Harvard había mostrado un
plani cación económica, el keynesianismo triunfante de los intenso interés por la loso a, especialmente por las clases
treinta coincidía con un movimiento que tendría mucho éxito del lósofo de origen español George Santayana, aunque
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nalmente había optado por hacer carrera en el periodismo. cuestionó uno de los argumentos más recurrentes de la
Su gusto por los temes relevantes le llevó a ser un analista de época. Aun aceptando la plani cación en tiempos de guerra
cuestiones geopolíticas y a leer mucha economía. Como exa- como una necesidad tan indiscutible como la supresión de la
lumno y asesor de Harvard, había estado muy implicado en disidencia, el periodista, siguiendo la obra de Von Mises, ne-
los planes de contratación del Departamento de Economía. gaba que fuera posible hacer lo mismo sin el contexto bélico
Sus columnas solían tratar temas de actualidad política gene- de fondo. La guerra constituía un objetivo superior y uni -
ral, que solía so sticar con datos y re exiones económicas y cador al que temporalmente se podía subordinar todo lo
de loso a política. Este doble interés por la losofía y la eco- demás y cuyas simples metas podían servir de base para el
nomía sería especialmente evidente en su obra The Good So- cálculo económico:
ciety (La buena sociedad), publicada en 1937. El libro acabaría Es calculable porque hay un propósito especí co a lograr, el
teniendo un notable impacto en la historia del pensamiento suministro de una fuerza militar de tamaño conocido con
económico, no tanto por la originalidad de su contribución, requisitos conocidos a partir de recursos conocidos, y a este
sino por la difusión de la obra de economistas de la escuela objetivo concreto deben ajustarse todas las demás necesi-
austriaca como Hayek y Von Mises y, sobre todo, por el estí- dades. Los plani cadores saben de nitivamente qué bienes
mulo que supondría para la coordinación de un círculo de se necesitan y en qué cantidad. El problema no es cuánto se
economistas que, con el tiempo, acabarían siendo identi- puede vender. El problema es cuánto se puede producir. No
cados como los precursores del movimiento neoliberal. El hay preocupación por los distintos gustos de los consu-
libro tenía un doble objetivo: alertar sobre los peligros de la midores voluntarios. El consumidor está racionado. No existe
plani cación económica para las libertades políiticasy animar una elección de ocupación. Al trabajo se le recluta. Por lo
a una profunda renovación del liberalismo que lo alejara del tanto, aunque las economías de guerra son notoriamente
estéril extremismo del laissez-faire. ine cientes, pueden administrarse mediante el método de
En La buena sociedad, Lippmann criticó duramente la polí- plani cación y control desde lo alto porque, al menos en teo-
tica industrial y agrícola del Primer New Deal por favorecer el ría, no hay factores desconocidos y no puede haber resis-
poder de los monopolios y por caer en la falsa ilusión de tencia. Es posible, por lo tanto, calcular la relación de los me-
poder plani car la economía en tiempos de paz. Al identi car dios con el n y ejecutar el plan, le guste o no a la gentel10.
la gestión económica de la Primera Guerra Mundial como Lippmann también construía un relato histórico sobre la
modelo e inspiración del entusiasmo plani cador, Lippmann popularidad de las ideologías colectivistas, que estaban
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desplazarndo los viejos ideales del liberalismo desde, según el contemporáneo, pero en privado lamentó una cierta incon-
autor, la década de 1870. Los propios liberales habían contri- gruencia por las referencias positivas de Lippmann a Keynes,
buido al declive del liberalismo, al permitir identi car su ideo- a quien Simons veía como un economista del que uno no se
logía con una versión extrema del laissez-faire, que durante el podía ar y cuya obra tenía el potencial de convertirse en "la
siglo XIX había ido perdiendo capacidad explicativa hasta que- biblia económica del fascismo")2,. Otro profesor de Chicago,
dar como una reliquia inútil, blanco fácil de las críticas de co- Frank Knight, reseñó el libro en un tono positivo, salvo por la
lectivistas de todo tipo. El triunfo del colectivismo económico excesiva in uencia del pensamiento de Von Mises, a quien,
era, para Lippmann, incompatible con un régimen de liber- con razón, veía como un defensor moderno del extremismo
tades políticas. Tarde o temprano, la destrucción de la libre del laissez-faire y, por lo tanto, incompatible con los propó-
competencia en la esfera económica provocaría la consi- sitos de renovación del liberalismo que el propio Lippmann
guiente desaparición de la libertad en la esfera política. Fue- estaba exigiendo en su obra. Knight también captó que, en
ran o no conscientes de ello, muchos intelectuales estaban realidad, el libro debía entenderse como una re exión sobre la
allanando el camino para la destrucción de la libertad: "[.] en crisis de la democracia. Al nal de la reseña, el economista de

sus modos de pensar, los intelectuales que de enden lo que Chicago expresó sus dudas sobre la capacidad de la demo-
ahora pasa por liberalismo', 'progresismo' o radicalismo' cracia para sobrevivir en el entorno hostil de la Gran Depre.
son casi todos colectivistas en su concepción de la economía, sión:
autoritarios en su concepción del Estado, totalitarios en su La crisis de la civilización encarna un con icto de principios
concepción de la sociedad"11, morales, y la pregunta que plantea es si las poblaciones
El libro de Lippmann contenía muchas ideas de econo- modernas que leen periódicos y que se han formado en
mistas del momento, que, en su mayoría, se sentían margi- escuelas públicas pueden resolver estos problemas mediante
nados por la evolución de la política y de la vida académica, la discusión o recurrirán a la violencia o al "liderazgo" basado
especialmente en la segunda mitad de los años treinta. Tener en la fuerza y usándolo sin reservas. Por supuesto, no supo-
a uno de los periodistas más in uyentes de la época articu- nemos que tales métodos resolverán los problemas en nin-
lando y ampli cando el alcance social de sus ideas les levantó gún sentido satisfactorio de la palabra. Pero el estudiante,
mucho el ánimo. El profesor del Departamento de Economía sean cuales sean sus simpatías, debe enfrentarse a la pre-
de la Universidad de Chicago Henry Simons alabó el libro gunta de si la dictadura no puede mantener el orden donde la

como una gran contribución al debate político democracia falla, e incluso si no puede ser tan conforme a la
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opinión pública como un gobierno basado en las luchas lo tanto, indeseable-o impulsar un programa de acción gu-
competitivas de los partidos políticos. También debe afrontar bernamerntal que debía tomar la forma de generosos gastos
la cuestión de si existe alguna "solución" al problema del federales, nanciados sin recurrir a impuestos"114, El propio
orden, la justicia y el progreso en las enormes unidades polí- Lippmann estaba de acuerdo con los défcits como medida
ticas necesarias para sacar provecho de la tecnología económica, aunque identi caba un peligro político a largo
modernal13. plazo:
La re exión de Knight re ejaba bien algunos de los dile- El caso es que el verdadero mal del sistema de nanciación
mas esenciales del primer neoliberalismo. Aunque el primer de citaria no es que esté a punto de producir quiebra, in a-
neoliberalismo surgió como reacción a los cambios y a las ción y colapso nal. Si estuviera a punto de producir un
turbulencias que habían provocado las políticas del New desastre tan espectacular, el pueblo estadounidense sería
Deal, la relación que mantenían con la Administración Roose- bastante capaz de levantarse para enfrentarlo. El verdadero
velt se parecía más a la de un adversario con el que compar- mal del gasto de citario es que desmoraliza lenta y sutilmente
tían un mismo objetivo histórico que a la de un enemigo irre- a toda la nación, a los destinatarios y a los prestamistas y a

conciliable. Aunque llegaran a conclusiones distintas, los pri- los políiticos, que desintegra las virtudes cívicas funda-
meros neoliberales y los new dealers compartían la inquietud mentales. Y, por lo tanto, si continúa, la crisis nanciera que
sobre el futuro de las libertades económicas y políticas. En el vendrá, no durante los próximos años pero con el tiempo,
pensamiento económico, las diferencias no eran tan impor- encontrará nuestro sistema político tan desmoralizado que un
tantes, al menos con los economistas norteamericanos. A remedio normal ya no será posiblells.
diferencia de los austriacos, muchos de los que luego serían Sin duda, la aportación más interesante y original de Wal.
identi cados como miembros de una supuesta "Primera Es- ter Lippmann y de los primeros neoliberales tiene que ver con
cuela de Chicago" ya habían defendido el uso sistemático de el debate sobre la democracia. En La buena sociedad, Lipp-

dé cits presupuestales para estimular la economía en un in- mann había identi cado a los grandes monopolistas y al
forme dirigido al congresista demócrata de Indiana, Samuel movimiento obrero como los principales impulsores del
B. Pettengill, en abril de 1932, y rmado por doce economistas colectivismo. El capital y el trabajo se habían vuelto protec-
de la Universidad de Chicago. En el informe se a rmaba que, cionistas y buscaban asegurarse privilegios. Como conse-
para combatir la de ación, había dos maneras. O permitir un cuencia, el movimiento democrático había cambiado. A
ajuste brutal -que provocaría mucho sufrimiento y era, por principios del siglo XIX buscaba limitar la intervención del
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Estado en los derechos de los ciudadanos. Las primeras diez errores anteriores. Pero con la democracia activa, ya no puede
enmiendas a la Constitución se proponen poner límites al haber una aceptación fatalista de la purga. El deudor, amena-
poder del Estado para garantizar derechos individuales, "pero zado con la pérdida de su casa, el trabajador, echado de su
la rápida concesión del derecho al voto de las masas dio lugar trabajo, el depositante, amenazado con la pérdida de sus aho-
a la creencia de que no se debe restringir la soberanía popu- rros, no están dispuestos a pasar por la purga. Ellos se de-
lar, de que el signi cado de gobierno libre era la dictadura de enden. Si es necesario, derrocarán al Gobierno y al orden so-
la mayoría"16, cial cuando su propia seguridad sea destruidal18,
Antes de publicar La buena sociedad, Lippmann había Viniendo de una tradición de pensamiento realista, Lipp-
hecho agudas observaciones sobre el impacto de los impul- mann no veía posible ni deseable atrasar el reloj del desa-
sos democratizadores de los años de entreguerras. Para expli- rrollo político y económico a la época dorada de la globali-
car el n del patrón oro en Reino Unido, había señalado cómo zación capitalista de antes de la Primera Guerra Mundial.
se había agotado la tradicional predisposición de las pobla- Creía que todavía era posible refundar el liberalismo para
ciones a sacri carse en el altar de ciertos dogmas econó- corregir el rumbo colectivista del momento, sin caer en la
micos: "Ahora bien, es perfectamente cierto que Reino Unido repetición acrítica y anacrónica de las recetas del viejo libera-
se vio obligado a abandonar el patrón oro. Pero ¿qué lo obligó lismo decimonónico. Su objetivo general no resultaba esen-
a marcharse? No fueron, como suele decirse, sus acreedores cialmente distinto a las propuestas de regeneración del libera-
extranjeros. Fue la clase trabajadora británica la que no se lismo democrático de Roosevelt, y el propio Lippmann era
quiso someter a una reducción de salarios"117, En 1934 tam- bien consciente de ello. Diez años después de su publicación,
bién había constatado que la teoría clásica del ciclo econó- en una carta al historiador Henry Steele Commager, el perio-
mico, que consideraba las depresiones como un periodo dista señaló esta coincidencia de fondo:
necesario para corregir errores acumulados y escondidos por Tienes razón al decir que La buena sociedad fue un intento de
la anterior etapa de prosperidad, servía para describir el fun- resolver el dilema de las opciones entre la anarquía y el
cionamiento de la economía en el siglo XIX, pero resultaba despotismo. (.] Tienes razón al señalar que no fue el conte-
peligroso para el futuro, pues no tenía en cuenta las conse- nido del New Deal, sino el método del New Deal con lo que
cuencias económicas del auge de la democracia: yo no estaba de acuerdo, y que mi propósito constructivo fue
Mientras la democracia no era consciente de su poder, era mostrar un método por el cual los objetivos del liberalismo e,
posible dejar que los tiempos difíciles fueran la purga de incluso, del socialismo podrían obtenerse preservando los
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principios esenciales de la libertad19, obreristas que había desatado la Primera Guerra Mundial y la
El nuevo liberalismo no podía seguir identi cándose con Revolución soviética. Una de las consecuencias más desgra-
la pasividad extrema del laissez-faire. Había que abandonar la ciadas de estos impulsos habría sido el proceso de desgloba-
idea de que los mercados tendían a la autorregulación y de lización económica, con el auge del nacionalismo económico
que, por lo tanto, el Estado debía intervenir lo mínimo posi- y el n del sistema monetario internacional. Como casi todo
ble. Más bien, el Estado debía garantizar unos mercados fun- el espectro ideológico de los treinta, los primeros neoliberales
cionales y competitivos. Para lograrlo, la mayoría de autores eran muy economicistas y creían que, en última instancia, un
del primer neoliberalismo en los años treinta y cuarenta sistema político determinado re ejaba la esencia del sistema
defendía políticas de regulación y de cierta redistribución de económico. Para estos primeros neoliberales, el auge del
la riqueza, la persecución y fragmentación de los grandes socialismo y del fascismo serían dos caras de una misma ten-
monopolios y en algunos casos, políticas contracíclicas de dencia: la pérdida de libertades económicas provocada por
estilo keynesiano120. Ochenta años después, estas medidas las exigencias incontroladas de las masas, envalentonadas
pueden resultar algo izquierdistas, pero esta sensación nos por un brusco y desafortunado avance de la democracia.
dice más de la radicalidad del ambiente intelectual de los Ahora bien, esta descon anza hacia lo que ellos considerabarn
años treinta y de la posterior derechización de todo el espec- los excesos de la democracia no implicaba una actitud com-
tro político y cultural que sobre las verdaderas inclinaciones placiente con los enemigos derechistas de la tradición demo-
de los primeros neoliberales. crática. Más allá de algunos casos muy aislados, estos neoli-
En realidad, el énfasis de los neoliberales en las libertades berales estaban sinceramente preocupados por el retroceso
económicas y políiticas se combinaba a menudo con una des- de la tradición liberal y mantuvieron una fuerte oposición
con anza hacia el exceso de democracia y a la soberanía simultánea al socialismo y al fascismo. De hecho, muchos de

popular. Las razones que justi caban el recelo antidemo- ellos pagaron con el exilio sus congruentes convicciones anti-
crático eran variadas. Muchos de ellos no creían en la capa- fascistas.
cidad de la población para alcanzar un mínimo nivel de al- Para marntener viva la tradición liberal y, al mismo tiempo,
fabetización económica. Casi todos creían que las di cultades contener las consecuencias económicas de la democracia, el
del capitalismo de entreguerras se explicaban parcialmente primer neoliberalismo buscó mecanismos disciplinadores
por el aumento de las expectativas económicas de la mayoría que limitaran el alcance de la soberanía popular, protegiendo
popular, empoderada por los impulsos democráticos y así a la gestión económica de las exigencias de la población.
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Hasta la PrimeraGuerra Mundialy, de modo desigualy con embargo, con el paso del tiempo y tras cuatro años de re-
algunas innovaciones, también en los veinte-, el patrón oro cuperación, el sentimiento general hacia los sectores más
había sido el principal agente disciplinador de los regímenes castigados por la crisis perdió algo de la generosidad anterior.
parlamentarios. Su estrepitosa caída con la Gran Depresión Una parte importante de la sociedad estadounidense se fue
hacía muy difícil restaurarlo. En un contexto de retirada, los endureciendo y regresando al credo del darwinismo social.
neoliberales -al igual que la mayoría de los keynesianos-- Parecía que lo más duro había pasado y ya no existía un
habían trazado una importante línea roja: el mecanismo de miedo tan fuerte como en 1932 a acabar en bancarrota fami-
precios de mercado no debía ser alterado por los esfuerzos liar. El propio presidente Roosevelt había centrado su se-
de plani cación económica. Sin embargo, y a diferencia de gundo discurso de inauguración, en enero de 1937, en hacer
los keynesianos, en su cruzada por hacer respetar los precios un llamamiento a la solidaridad con "un tercio de la nación"
de mercado, también habían arremetido contra los mono- que todavía estaba mal vestida, mal alimentada y en una vi-
polios, a los que, en un alarde de coherencia ideológica, criti- vienda indigna. El discurso sobre el tercio de la nación dela-
caban por su intolerable interferencia en el reino de la libre taba una sensibilidad liberal que limitaba la percepción de la
competencia de mercado. pobreza a una realidad minoritaria. La gran ola de huelgas
El momento de publicación de La buena sociedad y de los sindicales de 1937 había despertado una fuerte solidaridad
primeros esfuerzos de coordinación de intelectuales neoli- entre los sectores más conscientes de la clase trabajadora,
berales también resulta signi cativo. En 1937, tras ocho años pero también generó reacciones hostiles en amplios sectores
de crisis, los sentimientos de solidaridad social habían evolu- de la opinión pública. Al darse cuenta, Roosevelt decidió
cionado. En los peores momentos de la crisis, en el invierno moderar su apoyoa los sindicatos y llegó a mostrar una cierta
de 1932 y 1933, cuando la espiral descendente parecía no tener equidistancia, algo que no le pudo perdonar el máximo líder
fondo, el sentimiento de indignación hacia las élites políticas sindical de la época, John L. Lewis, que llegó a apoyar a su
y económicas era especialmente intenso. También existía una rival republicano en las elecciones presidenciales de 1940. En
gran empatía hacia la masa de desempleados, en parte porque este contexto, el libro de Lippmann se podía interpretar como
la mayoría de ciudadanos se sentían inseguros y pensaban una reacción algo clasista ante la principal novedad del tipo
que tarde o temprano podían acabar como ellos. El paro de intervención estatal en la economía que estaba impulsando
alcanzaba al 25% de los trabajadores, y el solo hecho de el New Deal: ayuda a las clases populares para mejorar la
mantener el puesto de trabajo parecía un privilegio. Sin capacidad de consumo del mercado interno. ¿Por qué
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alarmarse justamente ahora que el Estado estaba intentando invocado la necesidad de que los auténticos liberales hicieran
auxiliar e integrar en la comunidad nacional a sectores tra- el esfuerzo de revisar y reformar el pensamiento liberal para
dicionalmente marginados de la política? Con todo, la crítica poder impulsar una ofensiva intelectual que restaurara la
de Lippmann a los monopolios compensaba en cierta medida hegemonía del liberalismo. En agosto de 1938, el lósofo fran-
los ataques al movimiento obrero, orientando así su mensaje cés Louis Rougier organizó un coloquio en París para discutir
a una clase media que podía sentirse cómoda en la propuesta la obra de Lippmann y articular una red transnacional de inte-
de renovar el liberalismo, alejándolo de los aspectos más in- lectuales comprometidos con la creación de un nuevo libera-
quietantes del proceso de engrandecimiento del Estado. lismo. Entre las más de dos docenas de asistentes del lla-

Sin embargo, en su competencia con el primer keyne- mado Coloquio Lippmann, se encontraban Hayek, Von Mises,
sianismo para articular un programa político y económico de Wilhelm Röpke, Raymond Aron, Jacques Rueff y el propio
defensa del capitalismo liberal, el primer neoliberalismo es- autor. La reunión duró cuatro días y tras la misma se decidió
taba condenado al fracaso. A nivel académico, los econo- crear un centro internacional de estudio para la renovación
mistas que participaron en el Coloquio Lippmann parecían a del liberalismo, con sede en París y sucursales en Reino

la defensiva, sin aportar una explicación intelectualmente con- Unido, Estados Unidos y Suiza. Fue precisamente en ese en-
vincente para entender la crisis. La ausencia de una reseña crí- cuentro cuando se discutió una posible etiqueta para el grupo
tica de Friedrich Hayek a la Teoría general de Keynes parecía y se optó por "neoliberalismo". Fue también en la misma
con rmar una sensación de derrota intelectual121, Además, el conferencia cuando Hayek empezó a concebir el libro que le
nuevo liberalismo tampoco resultaba muy útil políticamente. daría fama internacional: Camino de servidumbre (1944).
Su insistencia en la denuncia de los monopolios lo hacía apa- Nueve años después, el Coloquio Lippmann serviría como
recer doctrinario y alejado de las necesidades de los grandes modelo para el primer encuentro de la Sociedad Mont Pelerin,
empresarios, sin posibilidad de conectarse orgánicamente el primer think tank del neoliberalismo internacional!22,.
con los sectores sociales más interesados en la difusión de En la conferencia inaugural, Louis Rougier señalaba los

su mensaje. méritos del libro de Lippmann y el objetivo de construir un


Con todo, la relevarncia del libro de Lippmann en la his- nuevo liberalismo que se enfrentara a la tendencia autoritaria
toria política e intelectual estadounidense no puede despre- de la izquierda y la derecha de los años treinta:
ciarse. De hecho, su in uencia se extendió más allá de las [...] es una obra maestra, un libro decisivo, porque ofrece la
fronteras nacionales. En La buena sociedad, Lippmann había mejor explicación de los males de nuestro tiempo. Dichos
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males son en primer lugar de orden espiritual: resultan de una seguro de desempleo. Pero ¿podemos conformarnos con esta
doble confusión que gradualmente se ha apoderado de la observación sin buscar otro remedio que acabar con el se-
mente de las masas y de los intelectuales. La primera consiste guro de desempleo, y sustituirlo por una nueva capacitación
en la supuesta antítesis del socialismo y el fascismo, según la para el trabajo, por ejemplo, teniendo en cuenta sobre todo
cual el socialismo sería la última línea de defensa de las que las masas no van a renunciar nunca al principio de la
democracias hoy en peligro, y el fascismo sería la última seguridad social?123
expresión de la resistencia del capitalismo acorralado. La se- Los primeros triunfos políticos del neoliberalismo ten-
gunda confusión reside en la identi cación del liberalismo drían que esperar a la siguiente gran crisis del capitalismo, ya
con la doctrina manchesteriana del laissez-faire, laissez-passer. en los años setenta. Para entonces, el neoliberalismo había
Así pues, para Rougier, el debate del Coloquio Lippmann evolucionado y se había liberado del enfoque pesimista de la
no debía caer en el simplismo de estar a favor o en contra de Gran Depresión. A diferencia de sus antecesores, el econo-
la intervención del Estado en la economía, sino de nir qué mista Milton Friedman suavizó la postura antimonopólica y,
tipo de intervención estatal debían defender los nuevos libe- aunque siguió considerando que el Estado debía hacer algo
rales: para mitigar a los "monopolios técnicos", defendió que era
¿Qué formas de intervención son compatibles con el meca- más peligroso un monopolio privado regulado por el Estado
nismo de los precios? ¿Cuáles son incompatibles con las que un monopolio privado sin regular porque, supues-
leyes del mercado [.. ¿Puede satisfacer el liberalismo econó- tamente, estos últimos tendían a desaparecer si no contaban
mico las exigencias sociales de las masas? Esas exigencias con el auxilio gubernamental124, Ante la di cultad del keyne-
han existido siempre, pero como consecuencia del prodigioso sianismo dominante a la hora de explicar la convivencia entre
crecimiento de la población europea y estadounidense en el el estancamiento y la in ación -la llamada estan ación,
siglo XIX, como consecuencia de la expansión de la educa- Friedman proponía multitud de soluciones prácticas y frescas
ción, y de la nueva solidaridad profesional, las masas han para reducir el peso del gasto público en la economía. Más
adquirido una conciencia en sí mismas más clara e imperiosa. importante todavía, el neoliberalismo articulaba una pro-
Exigen constantemente un mínimo de seguridad vital, y eso puesta creíble para poner freno a dos sectores de la economía
signi ca poner en primer plano los problemas derivados de internacional a los que se responsabilizaba de las turbu-
las crisis económicas y el desempleo. Es cierto que el lencias de mediados de los setenta: el movimiento obrero de
desempleo crónico es, en buena medida, un resultado del los países ricos y el desarrollismo de los países periféricos.
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Finalmente, el neoliberalismo podía proponer un nuevo con-
senso político -priorizar el control de la in ación por encima
del pleno empleo-- con una serie de mecanismos discipli-
nadores, tanto a nivel naciornal como internacional, para forta-
lecer el nuevo consenso: la independencia de la banca central
y una mayor integración económica internacional a través de
tratados de liberalización comercial y de la libre circulación de
capitales.
Más allá de los méritos intelectuales de sus aportaciones,
la tenacidad con la que los miembros del primer neolibe-
ralismo se empezaron a organizar durante la Gran Depresión
y emprerndieron en grupo una larga travesía ern el desierto
constituye un in uyente episodio de la historia intelectual del
siglo XX, con interés y lecciones útiles para todos los que
creen en el poder político de las ideas económicas.
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Capitulo 5 describió en términos muy duros la trayectoria de la Sociedad
Exportando el New Deal de Naciones:
La Sociedad de las Naciones hoy no es la Sociedad concebida
Roosevelt yel consenso aislacionista
por Woodrow Wilson. Con demasiada frecuencia, a lo largo
Franklin D. Roosevelt pasó a la historia con dos logros difí-
de estos años, su función principal no ha sido el amplio y
ciles de superar: salir de la Gran Depresión y vencer al fas-
abrumador propósito de la paz mundial, sino más bien un
cismo internacional. A su muerte en 1945, Roosevelt había
mero lugar de encuentro para la discusión política de las dif-
sentado las bases de la versión estadounidense del estado del
cultades nacionales estrictamente europeas. [..] La Sociedad
bienestar y había situado a Washington como primera poten-
no se ha desarrollado a lo largo de estos años en el rumbo
cia mundial y líder indiscutible del mundo capitalista. Durante
contemplado por su fundador, ni los principales miembros
las tres siguientes décadas, se desarrollaron los consensos
han mostrado disposición a desviar las ingentes sumas gas-
económicos y geopolíticos alcanzados durante su presi-
tadas en armamento hacia los canales del comercio legítimo,
dencia. Y, sin embargo, cuando Roosevelt ganó las elecciones
los presupuestos equilibrados y el pago de deudas. La partici-
presidenciales en el otoño de 1932, su trayectoria reciente no
pación estadounidense en la Sociedad no serviría al propó-
parecía indicar un especial interés por el exterior. Durante la
sito más elevado de prevenir la guerra y resolver las di cul-
campaña, el candidato demócrata había rechazado la tesis de
tades internacionales de acuerdo con los ideales estadou-
Hoover sobre el origen internacional de la crisis y había
nidenses fundamentales. Por estos hechos, por lo tanto, no
prometido priorizar las reformas nacionales. A principios de
estoy a favor de la participación estadounidense.
1932, mientras competía por la nominación del Partido Demó-
Más allá del juicio objetivo que pudiera merecer la reciente
crata, tuvo que desmentir las acusaciones de "interna-
historia del organismo ginebrino, las declaracionesvi-
cionalista" que le había lanzado el poderoso magnate de la
niendo de Roosevelt se interpretaron como un humillante
prensa Wlliam Randolph Hearst -el millonario que inspi-
repudio a sus anteriores posiciones en política exterior. En
raría a Orson Welles para su magistral Ciudadano Kane- en
1920, como candidato denócrata a la vicepresidencia,
su cadena de periódicos. Con el n de tranquilizar a los sec-
Roosevelt había defendido con vehemencia el ingreso en la
tores más aislacionistas del Partido Demócrata, Roosevelt
Sociedad de Naciones en unas elecciones que fueron
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interpretadas como un plebiscito sobre la cuestión y que se Con la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas ha-
saldaron con una contundente derrota de la propuesta wilso- bían cometido un suicidio geopolítico. Su in uencia en el
niana. A principios de los treinta, Roosevelt ya llevaba unos mundo colonial se había visto seriamente afectada por la con-
años sin defender públicamente el ingreso, pero esta decla- tienda, y la irrupción de la Revolución soviética había provo-
ración en plena carmpaña interna de los demócratas era dis- cado una tremenda inquietud en las élites de todos los países
tinta a las anteriores. Ni elogiaba la obra de la Sociedad de capitalistas. Al mismo tiempo, el tipo de liderazgo que debía
Naciones ni proponía establecer un grado limitado de adoptar Washington en la era del declive de los grandes impe-
cooperación25, Es difícil determinar la sinceridad de las de- rios europeos no resultaba muy evidente. Para organizar un
claraciones de Roosevelt, pero, en cualquier caso, es evidente nuevo orden liberal que disminuyera la amenaza de nuevas re-
que re ejaban la evolución del sentimiento nacional y la adap- voluciones sociales, Wilson había incluido la creación de la

tación del político demócrata a una realidad indiscutible: el Sociedad de Naciones entre sus objetivos de guerra, articu-
aislacionismo se había vuelto muy popular en Estados Uni- lados en el célebre discurso de los "14 puntos". La idea era

dos, y cualquier candidato con pretensiones de ganar tenía establecer un organismo multilateral que prometía resolver la
que respetar los amplios consensos que se habían construido cuestión de la paz mundial a través del respeto al derecho in-

a su alrededor. ternacional y los ideales del liberalismo internacionalista (des-


El desencanto con el internacionalismo wilsoniano y el arme mundial, derecho a la autodeterminación, patrón oro,

paralelo ascenso del aislacionismo habían empezado muy comercio internacional, etc.).
poco después del n de la Primera Guerra Mundial. Para Esta- El proyecto de impulsar una especie de parlamento in-
dos Unidos, el resultado más relevante de la contienda fue su ternacional en el que se garantizarían los derechos de todas

ascenso a la condición de primera potencia económica mun- las naciones independientemente de su tamaño y riqueza

dial. Sin embargo, pronto fue evidente que ni la sociedad ni la tenía un fuerte atractivo. Por un lado, el nuevo organismo con
mayoría de representantes políticos estabarn dispuestos a asu- sede en Ginebra proyectaba una considerable dosis de idea-
mir los costes geopoliticos de la nueva posición. Esta actitud lismo cosmopolita, muy útil para competir con el interna-
de recelo se debía, en parte, a la brusca y accidentada manera cionalismo proletario de los bolcheviques. Además, aunque a
con la que se había producido el ascenso estadounidense. veces se ha acusado a Wilson de pecar de un exceso de
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ingenuidad, en realidad di cilmente hubiera podido articular del Pacto de Sociedad de Naciones, por el que los integrantes
sus objetivos de guerra con un programa que no fuera idea- del organismo se comprometían a garantizar la integridad
lista. A n de cuentas, más allá de la interesada exageración territorial de los países miembros en caso de agresión ex-
del peligro que podía representar la propuesta alemana de terna. Las di cultades para aceptar este compromiso interna-
alianza con México, contenida en el Telegrama Zimmermann cional delataban un aspecto central del llamado aisla-
de enero de 1917, Estados Unidos no hubiera podido entrar cionismo: el unilateralismo. En realidad, el aislacionismo es
en la guerra con un argumento defensivo. Tras su decep- un nombre confuso, empleado inicialmente como un insulto
cionante experiencia con los territorios adquiridos durante la por sus adversarios. De hecho, los supuestos aislacionistas
guerra hispanoamericana de 1898, Washington tampoco tenía no querían "aislar" a Estados Unidos del resto del mundo. El
ningún interés en ampliar sus fronteras. La propuesta de Wil. aislacionismo no cuestionaba la posición hegemónica de
son para un nuevo orden internacional basado en la segu- Estados Unidos en el continente americano, y muchos de sus
ridad colectiva, el libre comercio y el desarme mundial se defensores incluso consideraban que Washington debía
adaptaba muy bien a las necesidades de Estados Unidos. En mostrarse rme en la defensa de sus intereses en el Pací co.

un mundo sin guerras por fronteras y con una profunda inte- Lo que sí rechazaba el aislacionismo era el establecimiento de
gración económica global, la in uencia geopolitica se ganaría alianzas con potencias europeas, porque se trata de una vi-
a través del desempeño económico, precisamente el terreno sión de la política exterior basada, en esencia, en un planea-
en el que Washington se sentía más seguro y con ado. miento de nacionalismo unilateralista.
Sin embargo, Wilson no fue capaz de convencer a la mayo- La derrota del Partido Demócrata en las elecciones de

ría necesaria de congresistas para integrarse en la Sociedad 1920 dio paso a un periodo de hegemonía del Partido Repu-
de Naciones, con lo que se dio la paradójica situación de que blicano, que ocuparía la Casa Blanca hasta marzo de 1933. A
el nuevo organismo multilateral no contó con la presencia de pesar de la ausencia de Estados Unidos en la Sociedad de
la principal potencia económica. Las principales objeciones Naciones, la política económica exterior de los republicanos
tenían que ver con el respeto a la Doctrina Monroeun esco- seguiría algunas de las ideas planteadas por el propio Wilson.
llo que se solucionó fácilmente y con la potencial pérdida En los veinte, Washington apoyaría a Wall Street en la conce-
de soberanía por las obligaciones derivadas del artículo 1o sión de préstamos por todo el mundo, especialmente en
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América Latina. También ayudaría a la inversión extranjera di- interpretación dominante sobre los auténticos motivos por
recta de capital estadounidense, que llegarían a doblarse du- los que Estados Unidos acabó involucrado en los campos de
rante esa décadal26. Sin embargo, la negativa de Washington batalla europeos. Según el ambiente político de la época, los
a perdonar las deudas a sus aliados -di cultando, a su vez, impulsos idealistas de rehacer las reglas de juego interna-
que estos relajararn la presión sobre Alemania por las repara- cionales en un sentido más liberal y democrático fueron
ciones de guerra-generaría mucha inestabilidad nanciera y mucho menos importantes que las maniobras inconfesables
políitica en Europa. de los fabricantes de armas, los banqueros de Wall Street y
Un elemento clave para entender la popularidad del aisla- los propagandistas aliadó los. Por lo tanto, y para evitar que
cionismo durante el periodo de entreguerras tiene que ver con un presidente vulnerable a los grupos de presión cayera en la
la memoria de la Gran Guerra. A diferencia de lo que pasaría misma trampa, el Congreso aprobó una ley que obligaba al
con el siguiente con icto armado mundial, la decepcionarnte presidente a decretar embargos de armas a los países que
evolución política europea volvió impopular la guerra al cabo entraran en guerra de forma automática y sin discrimi-
de pocos años. Entre los norteamericanos cundió la sen- naciones. Al prohibir establecer diferencias entre países agre-
sación de haber sido engañados y sacri cados por intereses sores y países agredidos, Washington se alejaba más que
espurios. Wilson había prometido que, en caso de victoria, el nadie del principio rector de política de seguridad de Ginebra.
mundo sería más seguro para la democracia y que el con icto Roosevelt se sentía algo incómodo con este tipo de legis-
acabaría "con todas las guerras". Pocos años después, el nú- lación, no solo por su pasado internacionalista sino porque
mero de países con regímenes democráticos había caído en era un ley con el deliberado objetivo de limitar el margen de
picado, los esfuerzos internacionales por el desarme mundial maniobra de la Casa Blanca en política exterior. Sin embargo,
habían fracasado y, durante la Gran Depresión, varios países la Ley de Neutralidad aprobada en agosto de 1935 respondía a
estuvieron inmersos en ambiciosos programas de rearme con un amplio consenso aislacionista: no tenía mucho sentido
el propósito indisimulado de prepararse ante el previsible plantear un choque frontal porque probablemente Roosevelt
estallido de un nuevo con icto bélico a escala planetaria. En hubiera salido bastante perjudicado. El presidente lo pudo
1935, el Congreso aprobó la primera de sus Leyes de Neutra- comprobar en enero del mismo año, cuando interntó que Esta-
lidad. La ley re ejaba el sentimiento popular antibélico y la dos Unidos entrara en la Corte Internacional y fracasó por la
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oposición en el Senado. Sin embargo, en relación a la política miembros del llamado Brain Trust, se defendía un cierto
económica exterior, la opinión pública no tenía una incli- nacionalismo económico como instrumento necesario para
nación muy de nida y, dentro la propia Administración liberarse de las restricciones políticas derivadas de un exce-
Roosevelt, existía una notable pluralidad de enfoques. sivo grado de integración económica con el exterior. Además,
La Conferencia Económica Mundial de Londres en Estados Unidos, los defensores del proteccionismo y el
Durante los primeros meses de Roosevelt en la Casa Blanca nacionalismo económico tenían de su parte el argumento del
se debatió uno de los temas más importantes de la política tamaño.
económica de la Gran Depresión. ¿Qué hacer ante la Confe- El Congreso había tenido una reacción proteccionista al
rencia Económica Mundial de Londres convocada para el ve- principio de la crisis, cuando aumentó los aranceles con la
rano de 1933 ¿Había que colaborar con la recuperación promulgación en 193o de la llamada Ley Hawley-Smoot. El pa-
económica mundial o había que priorizar el interés nacional? trón oro había sido abandonado por varios países, incluido
Valía la pena esforzarse para propiciar un retorno colectivo y Reino Unido en septiembre de 1931, y no parecía descabellado
ordenado al patrón oro? El dilema enfrentaba a los naciona- que Estados Unidos acabara haciendo lo mismo en poco
listas económicos con los llamados internacionalistas. Entre tiempo. De hecho, las políticas de bajos tipos de la Reserva
estos últimos, destacaba la gura del nuevo secretario de Es- Federal de nales de los veinte se habían llevado a cabo para
tado, Cordell Hull, un demócrata de Tennessee de la vieja es- sostener la pertenencia al patrón oro de algunos países euro-
cuela, con una fe inquebrarntable en el libre comercio. Sin peos en apuros, con el lamentable efecto de alimentar la bur-
duda, se trataba de un con icto que trascendía el debate buja bursátil que acabó estallando en octubre de 1929.
económico. Para los internacionalistas, un orden económico A pesar de las diferencias, nacionalistas económicos e
integrado era la garantía de una reducción del peligro de gue- internacionalistas compartían ciertas premisas sobre el diag-
rra. Según la vieja teoría liberal de la paz, a mayor comercio nóstico de la crisis. Para ambos sectores, la imposibilidad de
entre naciones, mayores vínculos de amistad política y, por lo recurrir de nuevo a la colonización como válvula de escape
tanto, menor probabilidad de estallido bélico mundial. Para para atemperar las tensiones sociales y económicas constituía
los nacionalistas económicos, en cambio, se trataba más bien un factor de esencial importancia. En las páginas de Foreign
de una cuestión de prioridades. Especialmente entre los Afairs, el historiador económico Edwin F. Gay señalaba que, a
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diferencia de ocasiones anteriores, con la nueva crisis que- ser la base de un argumento a favor del nacionalismo econó-
daba cancelada la posibilidad de explotar nuevas tierras en el mico. Para Rexford Tugwell, asesor económico del presidente,
Oeste y exportar los excedentes agrícolas a Europa. Para salir la colonización del Oeste había dado pie a la "ocupación de
de la misma, Gay alertaba sobre la tentación del nacionalismo nuestro Imperio. Era fuente de materias primas y mercado de
económico: bienes. En lo que respecta a las materias primas, ldaho y
Debe llegar el momento en que Estados Unidos, como un Colorado, por ejemplo, fueron tratados exactamente como
poderoso Estado mundial y una gran nación acreedora, y por México o Perú". Tugwell creía que había llegado el momento
lo tanto, vitalmente interesado en el comercio mundial y la de racionalizar el vasto imperio territorial adquirido ochenta
prosperidad mundial, se enfrente a las realidades de su nueva años antes en vez de seguir buscando nuevas salidas al
posición. [..] Decir, como se ha escuchado con frecuencia, exteriorl28,
que debido a que el valor de las exportaciones estadou- A pesar de sus dudas, Roosevelt empezó a dar pasos
nidenses es menos del diez por ciento de la producción esta- importantes en la dirección de sacar a Estados Unidos del pa-
dounidense total, podemos, por lo tanto, seguir nuestro pro- trón oro. El s de abril aprobó una orden ejecutiva que prohibía
pio camino independientemente del comercio exterior o las la acumulación privada de oro. El 20 de abril Roosevelt sus-
responsabilidades internacionales, es malinterpretar hechos pendió formalmente la vinculación de Estados Unidos al pa-
simples. Toda la red de precios internos y crédito interno de trón oro al prohibir las exportaciones de este metal. El s de
los Estados Unidos está indisolublemente ligada al sistema junio el Congreso derogó las llamadas "cláusulas de oro" en
de precios mundiales y al ujo del crédito mundial. Ahora una todos los contratos, públicos y privados; una decisión polé.
dislocación en cualquier lugar de la estructura se siente en mica que implicaba, en la práctica, un impago masivo de
todas partes. La Guerra Mundial rea rmó las responsa- deuda. La medida fue llevada hasta el Tribunal Supremo, con
bilidades políticas internacionales de Estados Unidos; la un resultado favorable al Gobiernol29.
Depresión Mundial demuestra la interdependencia econó- Si la política interior parecía de nitivamente orientada al
mica de Estados Unidos con otros Estados. No puede ser una nacionalismo económico, el escenario internacional quizás
nación ermitañal2, podría forzar un cambio de rumbo. La Conferencia Econó.
A su vez, el tema del cierre de la frontera también podía mica Mundial de Londres de mediados de 1933 reunió a 66
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delegaciones con el objetivo de coordinar una respuesta con- deliberadamente una subida de precios y salarios, algo que
junta a la crisis, impulsar el comercio internacional y estabi- podría verse amenazado con las importaciones de otros paí-
lizar los tipos de cambio monetarios. La cuestión central de la ses que no estuvieran comprometidos con la lucha contra la
conferencia fue un posible pacto entre Washington, Londres y de ación. Y es que el n del patrón oro implicaba, en gran
París para gestionar las uctuaciones del dólar y la libra con el medida, el n de las políticas de acionistas que habían se-
franco, que se había convertido en la principal moneda con- guido tantos países durante los primeros años de la Gran
vertible al oro y que, con el tiempo, lideraría el llamado "Blo- Depresión.
que del Oro", que agrupó a los países que más se resistieron La popularidad internacional de este consenso de a-
a abandonarlo. Aunque durante el mes de junio parecía que se cionista entre los gobernantes de principios de los treinta
podía llegar a un acuerdo de estabilización, el 3 de julio sigue intrigando a los historiadores. Los motivos para expli-
Roosevelt decidió dinamitar la conferencia con su famoso carlo son variados: la ignorancia de los gobernadores cen-
"telegrama del bombazo", por el que condenaba los intentos trales y la experiencia de la in ación sufrida tras el n de la
de estabilizar el dólar comno un tema menor para la recupe- guerra son las más invocadas, aunque también se ha apun-
ración económical30. Antes de tomar la decisión, el presi- tado a un cierto oportunismo por parte de los halcones s-
dente había vacilado, pero nalmente optó por la vía nacio- cales, que aprovecharon la situación de crisis para liquidar
nalista, en parte por descon anza con los aliados británicos. algunas concesiones hechas a la clase trabajadora durante los
Meses después de haberse celebrado la conferencia, llegó a turbulentos años de la inmediata posguerra. El historiador
decir: "A Inglaterra le gustaría que volviéramos al oro, pero Adam Tooze apunta a un factor geopolítico frecuentemente
ella misma no lo haría, manteniendo así su posición comer- ignorado:
cial favorable absolutamente líquida"13), El patrón oro estaba ligado a unas concepciones de la coope-
Roosevelt tenía otros motivos de peso para descartar una ración internacional que iban más allá de las discusiones téc-
vuelta al patrón oro. Con mayor libertad para determinar el nicas entre los presidentes de los distintos bancos centrales.
valor del dólar, se otorgaba un instrumento más para favo- En los verdaderos puntos de presión existentes en el ordena-
recer la balanza comercial de Estados Unidos. Además, la miento internacional, el patrón oro era un sistema "a prueba
política agraria e industrial del New Deal estaba impulsando de bomba" no solo por lo que se re ere a los socialistas de
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mentalidad in acionista y propensos a los grandes gastos. no resistió las presiones y, para 1937, el presupuesto de de-
Las "cadenas de oro" tenían maniatados también a los milita- fensa ya superaba los 3.000 millones de yenesl33.
ristas. De hecho, teniendo en cuenta el veto de Washington a Con todo, el principal motivo de fondo de la Adminis-
cualquier sistema de seguridad colectiva que fuera más rigu- tración Roosevelt para abandonar el sistema de patrón oro era
roso, el liberalismo arraigado basado en el mercado era la su inviabilidad política. En todo el mundo, los sacri cios he-
única salvaguardia signi cativa frente al resurgimiento del chos durante la Primera Guerra Mundial y el ejemplo de la
imperialismo. Una recesión cíclica, incluso una recesión que Revolución soviética habían elevado el nivel de exigencia
trajera consigo el desempleo masivo y la bancarrota, era un popular ante los Gobiernos y, con la Gran Depresión, las
pequeño precio a pagar por el mantenimiento de un orden in- recetas de acionarias que exigía este sistema monetario in-
ternacional que era la mejor esperanza de paz y de progreso ternacional provocaban una respuesta popular de intenso re-
económicol32 chazo. Mientras los desempleados organizaban impresio-
Un buen ejemplo fue el caso japonés. El patrón oro había nantes marchas por las capitales europeas, los granjeros de
funcionado ahí como barrera al militarismo. A nales de 1931, California tenían enfrentamientos violentos con la policía, y
Takahashi Korekiyo fue nombrado ministro de Finanzas por en Washington, tropas del Ejército habían quemado el campa-
quinta vez, a la edad de 77 años. Lo primero que hizo fue mento de los veteranos descontentos del Ejército del Bono a
abandonar el patrón oro. El yen se devaluó un so% y las ex- punta de bayoneta. A las protestas masivas en las calles de
portaciones se dispararon. Además, bajó las tasas de interés y Europa y América pronto se unieron las urnas. En muchos
aumentó el gasto público y el dé cit presupuestario. Casi el países europeos, el sufragio había estado limitado antes de la
8o% del nuevo gasto se fue en la construcción de barcos de Primera Guerra Mundial, lo que sin duda había contribuido a
guerra, municiones y productos militares de todo tipo. Entre la fuerte estabilidad del patrón oro. Según los historiadores
1931 y 1935. el presupuesto militar había pasado de 462 millo- económicos Barry Eichengreen y Peter Temin:
nes a más de mil millones. El ministro se resistió a nuevos El hambre y la desesperación que anteriormente habían
aumentos y fue brutalmente asesinado en febrero de 1936 por provocado la alienación de la politica y el desencanto con los
fanáticos nacionalistas de extrema derecha, miembros de la partidos políiticos ahora llevaron a los trabajadores a organi-
Ilamada Facción del Camino Imperial. Su sucesor en el cargo zarse y expresar sus objeciones. [..] La extensión gradual del
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voto había dado a los trabajadores de las sociedades indus- Hjalmar Schacht, el "mago de las nanzas" de Hitler.
triales una nueva forma de expresar sus puntos de vista, no Sin duda, el credo platista contaba con una gran tradición
tan a menudo como les hubiera gustado, pero lo su ciente histórica en Estados Unidos, que había alcanzado su punto

para expresar su oposición al patrón oro después de dos o culminante durante las elecciones presidenciales de 1896, con
tres años de contracción económical34,. el mitico discurso del candidato demócrata William Jennings
Descartado el patrón oro, la delegación estadounidense Bryan donde atacaba al patrón oro: "No cruci carás a la

aprovechó la conferencia de Londres para celebrar una pe- humanidad sobre una cruz de oro". Con las compras masivas
queña cumbre de los principales países platistas. El sub- de argento, Roosevelt complacía a los congresistas de los

comité dedicado a la plata incluía a los máximos productores estados platistas sin caer en excentricidades como el bimeta-
-entre los que destacaban Estados Unidos, México, Canadá lismo que defendían guras como el padre Coughlin. En di-
y Perú- así como a los que tenían las mayores reservas ciembre de 1933, el presidente anunció que en los siguientes
-China, India y España--. De ahí, el Departamento del Te- cuatro años compraría plata a 64,5 centavos la onza, más de
soro salió con el compromiso de intervenir en los mercados 21 centavos por encima del precio de mercado. Cuando la

internacionales de plata con compras masivas para impulsar noticia llegó a las calles del pueblo minero de Leadville, en

el precio del metal. El objetivo de esta política era doble. Por Colorado, los lugareños lo celebraron disparando sus revól-
un lado, servía a objetivos de políitica interior. Aunque la veres al airel35,

industria de la plata empleaba directamente a menos de s.000 La política platista también tenía una racionalidad interna-

personas y era económicamente menos relevante que los pro- cional. Se proponía mejorar la capacidad adquisitiva de los

ductores de chicle o espaguetis, su in uencia políitica en el mercados mexicano, indio y chino, que podrían así absorber
Senado era enorme. Las minas de plata se concentraban en las exportaciones de la industria estadournidense. A su vez, el

estados poco poblados y sobrerepresentados en la Cámara mercado estadounidense quedaría protegido de posibles
Alta. En la conferencia de Londres, el senador de Nevada Key devaluaciones monetarias por parte de estos paísesl36. En el
Pittman había jugado un papel crucial, machacando a sus in- caso mexicano, es muy difícil exagerar la importancia de estas
terlocutores con un discurso monotemático sobre las vir- compras de plata. Gracias a la subida del precio de la plata,
tudes del metal blanco y llevando a la desesperación a su valor como metal para la exportación resultaba muy
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superior al valor que tenía como moneda, con lo que el la Segunda Guerra Mundial, pero, aun así, seguía reivin-
Gobierno mexicano optó por desmonetizar la plata para evitar dicando la validez de la teoría liberal de la paz:
el contrabando y reintroducir los billetes. Desde la Revolución [.] para mí, el comercio sin trabas encajaba con la paz; los
mexicana, por culpa de los excesos de emisión monetaria por aranceles altos, las barreras comerciales y la competencia

parte de los bandos en con icto, la descon anza con la mo- económica desleal, con la guerra [..1 Si pudiéramos obtener
neda duciaria había sido tan intensa que, más de una década un ujo comercial más libre más libre en el sentido de
después, todavía costaba que se aceptara el valor de los menos discriminaciones y obstrucciones- para que un país
billetesl37, Con su reintroducción, el Gobierno mexicano no sintiera celos mortales de otro y las condiciones de vida de

pudo nanciar sus reformas económicas a través de una todos los países pudieran elevarse, eliminando así la insatis-
expansión moderada de la masa monetaria para compensar facción económica que engendra la guerra, entonces podría-
los dé cits presupuestarios, lo que permitió crear los instru- mos tener la posibilidad razonable de una paz duradera138.

mentos de política económica que posteriormente se apli- El appeasement estadounidense y la 'política del buen vecino'
carían en la época desarrollista. En los primeros años de la Administración Roosevelt, el presi-

En política comercial, la Administración Roosevelt adoptó dente respetó el consenso aislacionista por varios motivos.
un enfoque sustancialmente distinto al que había aplicado en En primer lugar, en un momento en el que el New Deal estaba

relación al patrón oro. En 1934 se aprobó una ley para impul- concentrado en agrupar a un vasto movimiento interclasista
sar acuerdos de tratado recíproco, que daba un decisivo mar- para encontrar una vía para la recuperación económica nacio-
gen de maniobra de negociación al Poder Ejecutivo. En un nal, desviarse de la postura aislacionista hubiera implicado
contexto de nacionalismo económico generalizado, la política una gran discusión interna y una fuerte pérdida de apoyos
de tratados de comercio recíproco no tuvo un gran impacto para el Gobierno. Además, entre 1933 y 1937, la práctica del

económico, aunque en realidad una de sus principales mo- aislacionismo -que consistía, esencialmente, en el rechazo
tivaciones siempre había sido política: la promoción de la paz unilateralista a la Sociedad de Naciones y a cualquier alianza

mundial. El secretario de Estado Cordell Hull, principal pro- con potencias europeas podía convivir sin muchos pro-
motor y responsable de dicha política, reconocía en sus blemas con las propuestas de los sectores más lobritánicos
memorias que los tratados rmados no habían logrado evitar del Departamento de Estado.
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El elemento que lubricaba las tensiones entre aliadó los y reciente, todos los pronósticos indicaban que se convertiría
aislacionistas estadounidenses era la llamada política de en terreno abonado para nuevos avarnces del comunismo y

appeasement (apaciguamiento) de las potencias europeas. los movimientos de independencia en el mundo colonial.

Con el appeasement, Londres y París invalidaban la politica de Para reducir estos riesgos, el ánimo conciliador de la políitica
seguridad colectiva de la Sociedad de Naciones, mostrándose de appeasement pretendía empujar al fascismo a focalizar sus

conciliatorios y comprensivos con los desa os de Roma y impulsos bélicos hacia Moscú.
Berlín al statu quo impuesto en Versalles. Si las grandes En la práctica, el appeasement de Londres y París coincidía

potencias europeas estaban liquidando lo que quedaba de con el consenso aislacionista de Estados Unidos. De hecho,

las promesas del multilateralismo ginebrino, ya no tenía sen- la versión estadounidense del appeasement resultaba, en un
tido que Estados Unidos se planteara reabrir un debate nacio- aspecto fundamental, incluso más radical que la de los euro-
nal sobre la Sociedad de Naciones. peos. La legislación de neutralidad de 1935 obligaba al Go-
Partiendo de una sobreestimación de las capacidades mili- bierno a decretar embargos automáticos de armas para los
tares de la Alemania nazi y la Italia fascista, la política de dos bandos de cualquier con icto bélico, impugnando así la
appeasement implicaba rehuir sistemáticamente el uso de la concepción contemporánea del derecho internacional y la dis-
fuerza, especialmente si los desa os de Hitler y Mussolini no tinción establecida en el Pacto de la Sociedad de Naciones

planteaban una amenaza a las posesiones coloniales de Fran- entre nación agresora y nación agredida. El resultado fue que,
cia y Reino Unido. La rme voluntad de esquivar una confron- a mediados de los treinta, aislacionistas y aliadó los estu-

tación armada entre las principales potencias europeas enca- vieron de acuerdo en respetar el liderazgo británico en Eu-

jaba muy bien con las preferencias ideológicas de unas élites ropa, rechazar cualquier tentativa de hacer pinza con los fran-
que eran mucho más anticomunistas que antifascistas. Por un ceses y llevar a cabo una política de apaciguamiento ante Hi-

lado, al intentar evitar a toda costa un con icto bélico, se tler y Mussolini, con la esperanza de que, ante la ausencia de

satisfacía el sentimiento pacifsta de la población, agotada y hostilidad, sería más fácil ir apartando al dictador italiano de
desengañada por los sacri cios y consecuerncias de la Primera sus crecientes vínculos con el nazismo alemán. Un ejemplo

Guerra Mundial; y, además, se evitaba un nuevo con icto de muy ilustrativo del appeasement estadounidense fue la reac-
alcance planetario que, a la luz de los resultados del pasado ción de Washington ante la anexión de Austria por parte de la
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Alemania nazi. Mientras el México de Cárdenas denunciaba La llamada "politica del buen vecino" (Good Neighbor
esta violación del derecho internacional ante la Sociedad de Policy) había empezado con algunas di cultades, derivadas
Naciones, Washington se limitó a cambiar discretamente el sobre todo de la actitud de Washington ante la caída de la

rango de su representación diplomática en Viena -de enba- dictadura de Gerardo Machado en Cuba. La negativa de Esta-
jada a consuladoy a exigir a Berlín que asumiera la deuda dos Unidos a reconocer el Gobierno de Ramón Grau y el

austriacal39, posterior apoyo al golpe de Fulgencio Batista desacreditó las


Otro punto fundamental de acuerdo entre aislacionistas y supuestas intenciones amistosas de la Administración Roose-
aliadó los era la Doctrina Monroe. Con la inquietante evolu- velt. De hecho, al inicio de su presidencia, Roosevelt tenía
ción de la política en Europa y el complicado escenario de una trayectoria con más sombras que luces en relación a
Asia del Este, resultaba natural concentrar los esfuerzos en América Latina. En Butte, Montana, durante un mitin como
reforzar el liderazgo de Estados Unidos en el continente candidato a la vicepresidencia en las elecciones de 1920,
americano. En su discurso de inauguración, Roosevelt había había pronunciado unas declaraciones vergonzosas, asegu-
lanzado la vaga promesa de que Estados Unidos se compor- rando que, en caso de ingresar en la Sociedad de Naciones,
taría como un "buen vecino". En un principio parecía una Estados Unidos podría contar con una docena de votos lati-
consigna que se pretendía aplicar a todas las relaciones in- noamericanos como si fueran propios. También alardeó
ternacionales, pero pronto se fue identi cando con una nueva -faltando a la verdad- de haber sido el autor de la Consti-
política para América Latina. Su núcleo era muy claro: un au- tución de Haití en su paso por la subsecretaría de Marinal40.
mento del respeto a la soberanía formal de las repúblicas Sin embargo, tras el lamentable papel en la caída del Go-
americanas. En la VII Conferencia Panamericana, celebrada en bierno de Ramón Grau, Roosevelt empezó a realizar el tipo de
Montevideo en 1933, Estados Unidos se comprometió formal- gestos sustanciales que necesitaba la política del buen vecino
mente a no intervenir en los asuntos internos del resto de paí- para ser vista como algo más que mera retórica. En
ses del continente. Tres años más tarde, en la conferencia Centroamérica abandonó la política de reconocimientos
celebrada en Buenos Aires, la diplomacia estadounidense rea- condicionales, y en Cuba se eliminó la enmienda consti-
rmó este principio e intentó desarrollarlo con el estable- tucional que hasta entonces había dado cobertura legal a las
cimiento de mecanismos de consulta interamericana. intervenciones militares de Estados Unidos en la isla.
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En este nuevo contexto, la política del buen vecino se liderazgo estadounidense no debía limitarse a la política
reveló como un instrumento e caz para mejorar y legitimar la continental. Debía funcionar como un ejemplo de liderazgo
posición de liderazgo de Estados Unidos con el resto de Amé- pací co y amable, que incluso podría llegar a convertirse en
rica. Animados también por la crisis existencial que estaba ejemplo inspirador. Si todas las potencias hicieran lo mismo
sufriendo la Sociedad de Naciones, las diplomacias ameri- en sus respectivas áreas de in uencia, la paz mundial estaría
canas reorientaron sus prioridades al fortalecimiento de las más cerca. Un mundo dividido en grandes regiones con líde-
relaciones interamericanas y abrazaron en cierta medida la res responsables que respetaran la soberanía formal de sus
ideología del panamericanismno. Al igual que las propuestas débiles vecinos tendría la doble ventaja de reducir las ten-
de regeneración democrática del New Deal, la política del siones regionales y facilitar el entendimiento entre un número
buen vecino venía a ser una actualización histórica de una limitado de grandes potencias.
postura tradicional de Estados Unidos; en este caso, de la A veces se ha argumentado que, aunque la política exterior
Doctrina Monroe. Se trataba, pues, de reforzar y legitimar la de Roosevelt tenía nalidades democráticas, sus medios no
vieja consigna de "América para los americanos", neutra- lo eran. Incluso llegó a razonar que era más fácil tratar con
lizando las criticas sobre el auténtico alcance del sujeto poli- una dictadura que con un sistema democrático. Al viceal-
tico incluido en "los americanos". Al tratar con respeto la mirante Ross T. Mclntire le confesó: "Lo que ayuda mucho es
soberanía del resto de repúblicas americanas, Roosevelt aspi- que Stalin es el único hombre a quien tengo que convencer.
raba a persuadir a los vecinos del continente sobre el carácter José no tiene que preocuparse por el Congreso ni por el Parla-
benigno de su liderazgo. Es importante señalar que Roosevelt mento. El es todo el sistema"141, Sin embargo, en relación a la

no quería renunciar ni al signi cado histórico de la Doctrina política del buen vecino, se podría argumentar justamente lo
Monroe -el continente debía estar libre de interferencias de contrario. Al impulsar propuestas de consulta interamericana
otros continentes ni a la posición de líder del continente y mostrar un mayor respeto a la soberanía de las repúblicas
americano. Lo que se pretendía es que el nuevo liderazgo vecinas, la Administración Roosevelt democratizó en cierta
fuera más in uyente y efectivo que el mero uso -o ame- medida las relaciones interamericanas, reparando agravios del
naza- de la fuerza. pasado y fomentando un clima de diálogo y entendimiento en
Para Roosevelt, la utilidad de este nuevo estilo de el que Washington tenía que hacer un especial esfuerzo por
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presentar sus argumentos de forma persuasiva y sin alu- programa de compra de plata mexicana y se envió un comu-
siones a la desigualdad de fuerzas. Al mismo tiempo, más allá nicado que ponía en duda la capacidad de México para
de predicar con el ejemplo del éxito político y económico del indemnizar a las compañías expropiadas. En Washington se

New Deal, la política del buen vecino no pretendía impulsar la intentó forzar una recti cación por parte de Cárdenas, aleccio-
democracia en la región. Su efecto, de hecho, fue el opuesto. nando al embajador mexicano con argumentos ofensivos
Con su nuevo enfoque amistoso, Roosevelt reforzó nume- sobre la incapacidad técnica de los mexicanos para manejar
rosas dictaduras en el continente, socavando las posibi- una industria compleja y de salarios altos.
lidades de los movimientos democráticos de oposición. Du- Finalmente, la Administración Roosevelt adoptó una acti-
rante su mandato, el presidente mantuvo excelentes rela- tud más conciliadora. El secretario del Tesoro, Henry Mor-

ciones con Trujillo (República Dominicana), Somoza (Nica- genthau, conocido por su antifascismo, empezó a comprar
ragua), Batista (Cuba), Maximiliano Martínez (El Salvador) o plata mexicana en los mercados internacionales. El embajador
Ubico (Guatemala)142. de Estados Unidos en México, Josephus Daniels, aconsejó a
A pesar de sus paradójicos efectos para la causa de la los mexicanos que ignoraran el duro comunicado del Depar-
democracia en las Américas, la auténtica prueba de sinceridad tamento de Estado, pues, de no hacerlo, el Gobierno mexi-
de la políitica del buen vecino vino de otro lado. En marzo de cano se hubiera visto obligado a romper relaciones con Was-
1938, tras un largo con icto entre las compañías petroleras hington. De la confrontación se pasará pronto a las negocia-
extranjeras y el movimiento obrero, el presidente mexicano ciones y al acuerdo. Una vez superado el escollo de la na-

Lázaro Cárdenas decidió nacionalizar la industria del petróleo. cionalización petrolera, la política del buen vecino logró trans-
Washington se encontró ante un duro dilema. ¿Debía respetar formar el pensamiento estratégico estadounidense en un as-
la políitica del buen vecino y abstenerse de intervenir en un pecto esencial. Ahora, Washington no ponía en el centro de
asunto de política económica mexicana? O, por el contrario, su acción diplomática la defensa de los intereses de las

tenía que marcar una línea roja para evitar que otros países se empresas con activos en el exterior, sino que subordinaba
inspiraran en el Gobierno mexicano y amenazaran las inver- este criterio a las necesidades de seguridad nacional y a una

siones estadounidenses en el exterior? En un principio, se im- nueva concepción de la política económica exterior que tenía
puso la tesis de los que pedían mano dura. Se suspendió el en cuenta un mayor abanico de intereses empresariales. En
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este salto cualitativo en la historia de la política de buena Cantábrico con material de guerra en el puerto de Nueva York.
vecindad, la guerra española tendría un papel fundamental143. Desde entonces, se mantuvo inalterado el embargo hasta el
La Administración Roosevelt ante la España en guerra n de la guerra, con el reconocimiento del régimen franquista

Teniendo en cuenta el papel que ocupa Franklin D. Roosevelt en abril de 1939. Un congresista demócrata del Estado de
en la memoria popular de la izquierda norteamericana, su Washington lamentó que, a partir de entonces, Franco pu-
actitud ante la guerra civil española representa una desagra- diera comprar armas estadounidenses para liquidar a sus
dable mancha en su historial progresista. El mismo líder que opositores demócratas.
hizo frente a la Gran Depresión con políticas redistributivas, Y, sin embargo, a lo largo del con icto el Gobierno y la

que derrotó al fascismo internacional y que puso los cimien- sociedad estadounidenses fueron cambiando su percepción
tos del estado del bienestar, hizo, ante la España en guerra, sobre lo que implicaba la guerra en España. Esta evolución
esencialmente lo mismo que los apaciguadores británicos de nos ayuda a entender el proceso por el que Washington aban-
la época. Cuando estalló la guerra, en el verano de 1936, de- donó la política de appeasement y empezó a educar a su

cretó un "embargo moral" contra la exportación de armas a población sobre el peligro que representaba el expansionismo
España. El carácter "moral" del embargo signi caba que la fascista. Durante la mayor parte de 1936, la imagen de los

prohibición de venta de armas era una mera recomendación republicanos españoles en los círculos gubernamentales de
gubernamental sin respaldo legal ni posibles sanciones. La Estados Unidos había quedado muy desgastada por la vio-
Ley de Neutralidad de 1935 no contemplaba casos de guerra lencia anticlerical, las derrotas militares y las inquietantes si-

civil, con lo que la Administración Roosevelt tuvo que apelar militudes con la Revolución soviética, con Azaña inter-

al patriotismo de sus ciudadanos. Durante seis meses el em- pretando el papel de Kerensky. En la primavera de 1937, la

bargo tuvo éxito, sobre todo porque la industria armamen- causa de la República española empezó a mejorar gracias a

tística tenía una fuerte relación de dependencia con Washin- algunas importantes victorias defensivas, al escándalo in-
gton y no podía arriesgarse a molestar a su principal cliente. ternacional creado por los bombardeos aéreos contra pobla-
Luego, en enero de 1937, se legalizó precipitadamente el em- ción civil -el de Guernica tuvo una especial repercusión y
bargo con una ley ad hoc para frenar a un oscuro tra cante de dio pie a un fuerte debate entre protestantes y católicos- y al
armas que, a pesar de todo, logró llenar el barco Mar carácter masivo de la intervención militar de Hitler y
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Mussolini. Con todo, el cambio de percepción más decisivo intereses estadounidenses. Ya no era vista como un con icto
se dio en otoño de 1937 por un acontecimiento alejado del únicamente europeo, sino que también podía tener ramif-
teatro de guerra español. caciones en el continente americano.
En noviembre de 1937, Getúlio Vargas dio un autogolpe de Por las a nidades lingüísticas, religiosas y culturales, un
Estado en Brasil y proclamó un Estado Novo que, por su Franco victorioso podía convertirse en un peligroso puente
mismo nombre, evocaba la experiencia fascista portuguesa. para la in uencia de Hitler y Mussolini en América Latina.
Al mismo tiempo, la sección exterior del Partido Nazi estaba Además, el modelo de intervención de las potencias fascistas
organizando a los ciudadanos de origen alemán que habían en España -decisivo apoyo militar externo, especialmente
emigrado a las Américas. En varios países del continente se aéreo, a una rebelión de militares anticomunistas podía
realizaron des les con uniformes y esvásticas. En el frente replicarse fácilmente en los países latinoamericanos. Repre-
económico, la agresiva política comercial de Berlín estaba sentaba, sin duda, una forma barata y poco arriesgada de
dando resultados. Haciendo de la necesidad virtud, la diplo- aumentar la in uencia geopolítica sin necesidad de realizar
macia económica nazi ofrecía un esquema de intercambio una costosa invasión externa. De todos los países latinoa-
comercial en el que, en vez de pagar con dólares o libras mericanos, el que preocupaba más por su ubicación y, al
esterlinas, se ofrecían unos marcos no convertibles que mismo tiempo, por sus a nidades ideológicas con los repu-
necesariamente se tenían que gastar en la propia Alemania. En blicanos españoles y por el alto grado de polarización polí-
esencia, equivalía a un tratado de trueque que resultaba muy tica, era precisamente México. El Gobierno mexicano se había
atractivoy funcional para países con escasas reservas de divi- destacado en el apoyo a la causa de la República, ya fuera ata-

sas. La Alemania nazi también animaba a los países latinoa- cando la política de no intervención en las tribunas de Gine-
mericanos a seguir su ejemploya repudiar las deudas como bra, actuando como intermediario en la compra de arma-
requisito para un eventual crecimiento económico. Ante todos mento o acogiendo niños españoles refugiados y prome-
estos signos, Washington llegó a la conclusión de que existía tiendo una política de puertas abiertas en caso de derrota
un peligroso proceso de penetración fascista en el continente republicana. A su vez, la oposición conservadora al Gobierno
americano. Y, a partir de entonces, la guerra española se mexicano miraba con simpatía la rebelión franquista y hacía
enpezó a percibir como un potencial peligro para los del hisparnismo una de sus señas centrales de identidad.
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Ante esta situación, el con icto por la nacionalización republicanos, pero el excesivo secretismo y la falta de volun-
petrolera alimentó las especulaciones sobre una rebelión mili- tad de enfrentarse al Departamento de Estado acabaron frus-
tar. Las compañías petroleras tenían cierta fama de albergar trando el proyectol45. El gesto más tangible se dio en abril de
inclinaciones profascistas, como se había visto en la colabo- 1938, cuando la Administración Roosevelt decidió ayudar a
ración de Texaco con el bando franquista. Varios militares los republicanos españoles comprando plata de su banco
descontentos con la evolución del régimen cardenista eran central. De esta manera, el bando republicano obtuvo dólares
candidatos verosímiles a encarnar el papel de "Caudillo mexi- para seguir nanciando el esfuerzo bélico contra la insu-
cano". Cuando en 1g38 el general Saturnino Cedillo se rebeló rrección militar franquista y la intervención de Hitler y
en San Luis Potosí contra Cárdenas, muchos quisieron ver en Mussolinil46. La principal justi cación de esta nueva política
la revuelta un intento de emular la insurrección franquista con se apoyaba en la necesidad de evitar que la victoria de las
el apoyo de la industria petrolera y la Alemania nazi. potencias fascistas en España fuera el primer paso de su
En este contexto, la Administración Roosevelt apreciaba expansión por las Américas.
las cualidades de Cárdenas como un político que garantizaba Para los aislacionistas más convencidos, las noticias sobre
la estabilidad y evitaba que el país se radicalizara y cayera en el peligro de penetración fascista en el continente americano
la órbita de potencias extranjeras. Para Washington, el esce- sonaban falsas y convenientemente exageradas. Con Roma
nario de una guerra civil en México podía implicar el triunfo reclamando el dominio del Mediterráneo y Berlín enfocando
de un militar derechista o de un líder locomunistal44, Para sus planes de expansión sobre la Europa Oriental, algunos
evitar esta pesadilla, Roosevelt decidió apoyar a Cárdenas, veían poco creíble que el fascismo europeo fuera a molestarse
adoptando una actitud conciliadora en el con icto petrolero. buscando problemas en el hemisferio occidental. Este sector
Había que priorizar la seguridad nacional por encima de los de la opinión pública tendía a creer en la sinceridad de los
intereses de las compañías petroleras. Al mismo tiempo, en fascistas europeos en cuanto a sus objetivos nales. Cuando
1938, la Administración Roosevelt realizó algunos gestos que el diplomático estadounidense Sumner Welles acudió a una
indicaban una clara voluntad de evitar la derrota militar de los misión en Europa en el invierno de 1940 para intentar encon-
republicanos españoles. El presidente Roosevelt incluso legó trar una salida pací ca al con icto, el jefe de la diplomacia
a idear un plan para la venta clandestina de armas a los nazi, Joachim von Ribbentrop, intentó acallar las críticas de
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Welles sobre el trato a las minorías y la política comercial nazi ante una posible intervención estadounidense en Europa.
asegurándole que Alemania solo quería una Doctrina Monroe Veinte años más tarde, tras las dolorosas cicatrices que dejó
para la Europa central147, la Gran Guerra en la memoria popular, la Administración
Más allá de las auténticas intenciones de los dirigentes Roosevelt parecía decidida a evitar los errores del pasado,
nazis o de la posibilidad real de que estallaran con ictos béli. presentando el problema del fascismo internacional en clave
cos al estilo español, lo cierto es que los miembros de la defensiva. En vez de cuestionar abiertamente el consenso
Administración Roosevelt estaban preocupados ante la posi- aislacionista de los años treinta, partía de ese mismo con-
ble amenaza de expansión fascista en América Latina. En senso para argumentar que, ante los planes expansionistas de
octubre de 1938, el embajador estadounidense en España, los fascistas en América y la vertiginosa evolución tecnológica
Claude Bowers, escribió al presidente alertando sobre los pla- de la guerra aérea, Estados Unidos tenía que abandonar su
nes exparnsionistas de Hitler y Mussolini en Sudamérica a tra- anterior postura apaciguadora y prepararse para una confron-
vés de la España franquistal48. La carta de Bowers encajaba tación armada con las potencias fascistas. Así, la amenaza del
con la inquietud que generó el Acuerdo de Múnich de sep- fascismo en América Latina permitía una transición no trau-
tiembre de 1938 en la Administración Roosevelt: al quedar mática entre el aislacionismo radical de mediados de los
descartada la expansión en Europa, muchos temían que los treinta y la creciente percepción de que, más pronto que tarde,
nazis y los fascistas canalizarían sus impulsos imperialistas el choque bélico con los nazis era inevitable. Sin duda, el
en América Latina l49, planteamiento de la Administración Roosevelt resonaba en las
Al mismo tiempo, la sensación de que la Administración percepciones de la opinión pública. Una encuesta de media-
Roosevelt estaba utilizando el peligro fascista en América para dos de 1940 re eja bien los complejos sentimientos de la
avanzar una agenda internacionalista no carecía totalmente de población estadounidense hacia la Segunda Guerra Mundial.
sentido. Antes de la Primera Guerra Mundial, Wilson había Un 37% creía que había que ayudar a los británicos a ganar la
enfatizado la a nidad democrática con los aliados europeos y guerra, incluso asumiendo el riesgo de acabar involucrados.
el sentimiento de indignación moral por el comportamiento Esta cifra subía al 67% cuando se preguntaba si había que
bélico de los alemanes en Bélgica y en la guerra submarina declarar la guerra en caso de que Hitler intentara controlar
del Atlántico para preparar el terreno de la opinión pública algún país sudanmericano, un escenario que, de hecho, la
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mayoría de los encuestados veía como altamente probable150. la contienda, Roosevelt ya había convertido al país en el "arse-

El ataque japonés en Pearl Harbor el 7 de diciembre de nal de la democracia". En el periodo de 1941-1945, la industria

1941 liquidó el debate sobre la política exterior. Ante la agre- estadounidense construyó 3o6.180 aviones militares, una
sión externa, el presidente Roosevelt pudo contar con el cifra muy superior a los producidos por la Unión Soviética
apoyo casi unánime de la Cámara de Representantes y del (137.271), Reino Unido (108.560), Alemania (99.339) y Japón
Senado para declarar la guerra a Japón. Solo la congresista (69.888). Solo en 1944, Estados Unidos produjo 600.o00
republicana de Montana, Jeannette Rankin, sufragista y paci- camiones para uso militar, mientras que en el mismo año Ale-
sta radical, votó en contra, en medio de broncas y silbidos. mania llegó a los 88.000151, Una parte no desdeñable del mé-

El in de diciembre, Alemania e Italia declararon la guerra a rito bélico estadounidense tuvo que ver con la aplicación
Estados Unidos. Roosevelt se convertía así en el presidente práctica de las ideas keynesianas.

de la guerra que encumbraría a la nación como principal Tibor Scitovsky, economista de origen húngaro, luchó
potencia mundial y que transformaría sus bases económicas. como soldado del ejército estadounidense. Según Scitovsky,
En sus propias palabras, el Dr. New Deal se había convertido la política keynesiana de promover el pleno empleo fue cru-
ahora en el Dr. Win-the-War. cial:
Reconciliación con los negocios y surgimiento del keyne- La guerra [..] condujo al Programa de Victoria del presidente
sianismo militarista Roosevelt, que se basó en un enfoque muy keynesiano y nos
Al entrar en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos llevó a ganar la guerra. [..] Mientras estuve en Washington,
aportó grandes recursos humanos a la causa de los aliados. solo sabía de oidas que nuestros planes de producción se

En 1939, el Ejército solo contaba con 188.000 soldados. A basaban en las estimaciones de [Robert] Nathan de nuestro

nales de 1942, había crecido hasta rozar los cinco millones y PIB potenial de pleno empleo, hasta que mis obligaciones
medio de efectivos. En marzo de 1945, ya eran más de ocho militares me llevaron a leer en un periódico alemán, preci-

millones (incluyendo a la fuerza aérea). Sin embargo, su apor- samente, un relato admirativo de Rolf Wagenfuhr, un econo-
tación más decisiva fue la de poner su incomparable capa- mista alemán. (..1 Wagenfuhr estaba evidentemente sorpren-
cidad de producción industrial al servicio de la derrota de las dido de que en lugar de seguir el procedimiento establecido y
potencias del Eje. Incluso antes de participar directamente en con ar en las estimaciones del alto mando de las fuerzas
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armadas sobre sus necesidades para luchar en la guerra, la interclasista, algo que no había logrado con el Primer New
Administración Roosevelt calculó en qué se convertiría el PIB Deal y la National Recovery Administration.
de los Estados Unidos cuando alcanzáramos el pleno em- El reencuentro entre los grandes negocios y Roosevelt en
pleo, y restando de él el consumo civil y el mínimo manteni- el contexto de guerra también tenía su ironía. El mundo
miento de la capacidad productiva, obtenía un enorme rema- empresarial se había destacado por una actitud fuertemente
nente, que luego le decía al alto mando militar que estaba aislacionista durante los años treinta, alimentada en gran
disponible para la producción de guerra. Eso, a juzgar por el parte por la convicción de que en un contexto bélico la Admi-
estilo del artículo, era obviamente muy diferente de lo que nistración Roosevelt aprovecharía la ocasión para implantar
estaban haciendo los alemanes152 grandes esquemas de nacionalización y plani cación econó-
Junto con el éxito de las ideas keynesianas, otro desarrollo mica que amenazarían el futuro de la libertad empresarial y,
fundamental de la gestión económica de la Segunda Guerra más adelante, liquidarían las bases pluralistas del régimen
Mundial fue el acercamiento entre la Administración Roose- democrático. Sin embargo, desde antes de Pearl Harbor,
velt y los grandes negocios. Tras ocho años de choques y Roosevelt ya había enviado señales claras de que estaba bus-
desencuentros, Roosevelt pudo establecer una alianza útil y cando la cooperación del sector privado para organizar la de
funcional con los principales gestores del capitalismo esta- fensa nacional. En 1940 integró guras destacadas del mundo
dounidense. Al igual que en la Primera Guerra Mundial, Was- de los negocios en su Defense Advisory Commission para
hington se llenó de ejecutivos de grandes corporaciones que, plani car conjuntamente el gasto militar. En las elecciones
con licencia y sueldo de la empresa, ahora trabajaban para el presidenciales del mismo año, algunos representantes impor-
Gobierno con un salario simbólico de un dólar al año. El tantes del sector empresarial apoyaron a Roosevelt y los que
nuevo pacto entre los llamados "one dollar a year men" y la se mantuvieron en la oposición relajaron notablemente su
Administración Roosevelt implicó suspender el enfoque anti- tono de denuncia. Ante la evolución del panorama interna-
monopolista de Thurman Arnold, que vio cómo sus investi- cional, algunos empresarios empezaron a apreciar a Roose-
gaciones a grandes empresas eran sistemáticamente vetadas velt como un defensor del "capitalismo democrático" en
para no entorpecer el esfuerzo de producción de guerra. De contra de la "economía de esclavitud" de los regímenes fas-
esta forma, Roosevelt recuperaba su objetivo de colaboración cistas. Parecía que los recelos de los empresarios con el
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intervencionismo del Estado en la economía se diluían si se presupuestarios eran necesarios para estimular una demanda
les garantizaban un aumento de los bene cios y un lugar interna débil, se argumentaba que los impuestos tendrían que
destacado en la toma de decisiones. Por su parte, el banquero ser lo su cientemente altos como para permitir unos presu-
Thomas W. Lamont articulaba un convincente argumento puestos balanceados, siempre y cuando el nivel de produc-
económico y liberal para persuadir a la comunidad empre- ción y empleo hubiera alcanzado un "nivel satisfactoriamente
sarial de abandonar el aislacionismo: un Estados Unidos ais- alto". En consecuencia, ambas organizaciones solían poner el
lado podía caer más fácilmente en la necesidad de convertirse foco en las bajadas de impuestos para estimular la economía,
en un Estado totalitariol53, Con menos mercados para la una demanda útil para movilizar a los empresarios y al

exportación y con una mayor amenaza militar en el exterior, la mismo tiempo, para dialogar con la Administración Roosevelt
cantidad de recursos que se tendrían que dedicar a la defensa en el lenguaje común de la nueva política scal keynesianal54.

militar de una nación empobrecida y aislada sería proporcio- La Segunda Guerra Mundial provocó un boom económico

nalmente mayor. que, junto con el reclutamiento de millones de hombres en


A su vez, ciertos sectores ilustrados del mundo empre- edad de trabajar, acabó totalmente con el desempleo. En

sarial realizaron un interesante giro en sus concepciones de 1944, el problema ya se había invertido y la escasez de trabajo
política económica durante la Segunda Guerra Mundia. El era tan grande que la asignación de contratos militares
caso más notable fue el del Committee for Economic Develo- empezó a depender de la disponibilidad de mano de obra

pment (CED) y, en menor medida, la National Planning Asso- locall5s, La mayoría de republicanos y demócratas conser-
ciation (NPA). Ambas organizaciones defendían la impor- vadores en el Congreso aprovechó el nuevo contexto econó-

tancia de una políitica scal expansiva y adaptaron los nuevos mico para desmantelar las agencias dedicadas a los pro-
enfoques económicos a la cultura y los intereses de la comu- gramas de empleo público temporal y otros programas de
nidad empresarial. Su keynesianismo empresarial ayudó a asistencia social. A nales de 1943, el Congreso también
consolidar los consensos de la época al defender los dé cits había frustrado la propuesta del presidente de imponer un

presupuestarios con argumentos atractivos para este sector salario máximo para tiempos de guerra (25.000 dólares al
social. La clave fue desplazar el centro del discurso del gasto año) y había limitado el derecho del movimiento obrero a

a los impuestos. En vez de defender que los dé cits contribuir económicamente en campañas políticas y a hacer
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huelga. intentar expandirse con adquisiciones territoriales por la vía
Las medidas conservadoras del Congreso convivían con de la fuerza. A nivel interno, era necesario asumir las reclama-

avances progresistas en amplios sectores de la sociedad esta- ciones populares y los impulsos democratizadores de las últi-
dounidense. La participación femenina en la producción bé mas décadas. A diferencia de lo ocurrido con los veteranos de
lica aumentó las expectativas sobre el poder y las oportu- la Primera Guerra Mundial, maltratados por la Gran Depre-

nidades de realización personal que tendrían las mujeres en la sión y amargados por la falta de reconocimiento económico y
posguerra. Como resultado natural de la lucha contra el na- social tras sus años de sacri cio en el servicio militar, la

zismo en el exterior, un creciente número de liberales blancos nueva posguerra tenía que basarse en una continuación del
empezaron a comprometerse con el ideal de justicia racial en pacto social del periodo bélico, con la integración institu-
las propias fronteras. Los propios afroamericanos también cional del movimiento obrero y con un modelo económico
fortalecieron su movimiento a favor de los derechos civiles reformado que priorizara la satisfacción de unas minimas
con la campaña de la "Doble V", una consigna que reclamaba condiciones de vida digna para toda la ciudadanía.
la doble victoria de la democracia, en el extranjeroy en Esta- En enero de 1944, en su último discurso sobre el estado

dos Unidos. Tras años de aislacionismo, se vivió una ola de de la Unión como presidente, Roosevelt planteó la necesidad

entusiasmo internacionalista que preparó al país para patro- de una segunda carta de derechos (Bill of Rights). La primera,
cinar y participar con convicción en Naciones Unidas, el como es sabido, son las primeras diez enmiendas de la Cons-

nuevo organismo multilateral que tendría que sustituir a la titución y tratan, en esencia, de poner límites al Estado para
decadente Sociedad de Naciones156, garantizar ciertos derechos y libertades, como el derecho a

Las promesas sobre el orden de posguerra centraban, de expresión o a un juicio justo. Por el contrario, la nueva carta
hecho, la mayoría de los debates de la Administración Roose- propuesta por Roosevelt implicaba nuevas obligaciones gu
velt. El tema recurrente era cómo evitar los errores cometidos bernamentales que requerían un Estado más grande y ro-
durante la Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles. busto. La conquista de estos nuevos derechos estaba legi-

En el plano exterior, había que pensar un mecanismo de segu- timada como merecida recompensa por los sacri cios reali-
ridad más estable y unas nuevas reglas del juego del capita- zados en el campo de batalla. Estos eran los derechos por los
lismo mundial que disminuyeran la tentación de encerrarse e que, según Roosevelt, había valido la pena pasar por las
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penurias de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial: el sistema político estadounidense. Con la incorporación de
El derecho a un trabajo útil y remunerado en las industrias, o los derechos sociales que exigían los ciudadanos del siglo XX
tiendas o granjas o minas de la nación. a la Constitución de Estados Unidos ya no habría necesidad

El derecho a ganar lo su ciente para proporcionar comida, de plantear un proceso constituyente algo complicado en
ropa y recreación adecuadas. un país que venera al texto constitucional como parte funda-
El derecho de todo agricultor a cultivar y vender sus pro- cional de la identidad nacional-y, sobre todo, tampoco sería
ductos a un rendimiento que le dará a él y a su familia una necesario entrar de nuevo en con icto con una eventual
vida digna. mayoría conservadora en el Tribunal Supremo. La propuesta
El derecho de todo empresario, grande o pequeño, a también estaba acorde con uno de los objetivos implícitos del
comerciar en una atmósfera libre de competencia desleal y New Deal: reducir el "excepcionalismo" estadounidense en
dominación por monopolios nacionales o extranjeros. relación a la desprotección jurídica de los derechos sociales.
El derecho de toda familia a una vivienda digna. El garantismo social estaba presente en constituciones recien-
El derecho a una atención médica adecuada y la oportu- tes como la mexicana de 1917 o la alemana de Weimar en

nidad de lograr y disfrutar de una buena salud. 1919. En la Constitución de Islandia de 1920 se garantizaba el
El derecho a una protección adecuada contra los temores derecho a recibir fondos públicos si el ciudadano no podía
económicos de la vejez, la enfermedad, los accidentes y el mantenerse a él o a su familia, mientras que en la de la Repú-

desempleo. blica española de 931 el Estado asumía la obligación de


El derecho a una buena educación. garantizar "condiciones necesarias de una existencia digna" y
Todos estos derechos se traducen en seguridad. Y una vez un amplio catálogo de derechos sociales, entre los que se in-
ganada esta guerra, debemos estar preparados para avanzar, cluía el de "vacaciones anuales remuneradas"58,
en la implementación de estos derechos, hacia nuevas metas Al mismo tiempo, la propuesta de la Segunda Carta de
de felicidad y bienestar humanos1s2. Derechos expresaba un cambio sutil en la evolución del
La propuesta de la Segunda Carta de Derechos -también pensamiento progresista estadounidense. A diferencia de las
conocida como Carta de Derechos Económicos venía a discusiones de los años treinta sobre la necesidad de refor-
completar la misión de Roosevelt de actualizar históricamente mar la estructura económica y de disminuir el poder de las
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élites de las grandes empresas, el liberalismo de la Segunda decisión del presidente era bastante congruente con su pro-
Guerra Mundial se estaba enfocando cada vez más en ampliar puesta de regeneración democrática. Para mantener vivas las
la concepción de las libertades individuales con la inclusión promesas sustanciales de la democracia, era necesario desha-
de nuevos derechos sociales. El liberalismo del New Deal ya cerse de aquellas tradiciones anticuadas que pudieran obsta-
no le exigía al capitalismo que funcionara internamente de culizar su correcto funcionamiento.
una forma más democrática. De hecho, tras la caída de Thur- En las elecciones de 1944, ya en plena guerra, cuando
man Arnold ni siquiera se perseguía a las grandes empresas Roosevelt se presentó por cuarta vez, los republicanos vol-
que aprovechaban su posición de poder para manipular los vieron a invocar su compromiso antirreleccionista, pero, dada
precios. Ahora el Gobierno se limitaba a pedir a los capita- la frágil salud del presidente y su aparente invencibilidad en
listas que reconocieran el derecho de los obreros a organi- las urnas, en esa ocasión lo más relevante fue la elección del
zarse para exigir mejores condiciones de trabajo y, sobre candidato a la vicepresidencia. Henry A. Wallace, el vicepre-
todo, que aportaran buenos resultados en la producción y dis- sidente de los años de guerra, había sido incapaz de ganarse
tribución de bienes y que colaboraran con la nueva política el apoyo de las guras relevantes del Partido Demócrata du-
scal del Estado para facilitar un contexto social de pleno em- rante su mandato y fue desplazado por el senador de Misuri
pleo y prosperidad generalizada. Harry S. Truman. El hecho de que Wallace acabara rompiendo
En este sentido, las elecciones presidenciales de 1944 son con el Partido Demócrata por la hostilidad de Truman con los
muy signi cativas. En las anteriores, las de 1940, Roosevelt soviéticos y se presentara a las elecciones presidenciales de
había roto con la tradición establecida desde George Washin- 1948 como candidato de la izquierda con el apoyo de los
gton de limitar la presidencia a dos mandatos de cuatro años comunistas estadounidenses ha alimentado algunas especu-
y se había presentado por tercera vez. Los demócratas justi- laciones contrafactuales sobre qué hubiera sucedido en Esta-
caron la decisión por las complicaciones internacionales dos Unidos y en el mundo si Wallace hubiera podido retener
derivadas de la guerra en Europa, pero los opositores al presi- su condición de vicepresidente o si Roosevelt hubiera muerto
dente solo vieron la con rmación de los temores expresados unos meses antes. Aunque a veces se tiende a exagerar el
durante el debate por la reforma judicial: Roosevelt ambi- compromiso de Wallace con las causas de la izquierda, sin
cionaba el poder de los monarcas absolutos. En realidad, la duda la elección de Truman como candidato a la
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vicepresidencia constituía un síntoma signi cativo de cierta conocida popularmente como la G.J. Bill. La ley estaba desti-
tendencia a la moderación en la política estadounidense de nada a los veteranos de guerra y les proporcionaba una gran
mediados de los cuarenta, una moderación que también se variedad de ayudas económicas: pensiones mientras bus-
percibe en el programa presentado por el Partido Repu- caban empleo, ayudas para establecer pequeños negocios,
blicano, que asumía que buena parte de las reformas del New asistencia sanitaria en hospitales militares, subsidios para
Deal habían llegado para quedarse. hipotecas, nanciación de estudios en todos los niveles
Tras la muerte de Roosevelt el 12 de abril de 1945, sus pro- educativos, etc.160 Con la G.I. Bill, millones de trabajadores
puestas sobre una Segunda Carta de Derechos fueron ca- pudieron acceder a una vida de clase media. Teniendo en
yendo en el olvido. En vez de nuevas enmiendas sociales a la cuenta la trayectoria de Roosevelt, es inevitable constatar de
Constitución, el bienestar de amplios sectores de las clases nuevo una cierta ironía histórica. El presidente nunca estuvo
populares creció como consecuencia del buen manejo econó. de acuerdo con las peticiones de los veteranos de la Primera
mico de la Segunda Guerra Mundial. A diferencia del resto de Guerra Mundial y su famoso movimiento, el Ejército del
grandes contendientes, la infraestructura industrial de Esta- Bono, que había tomado la capital en el verano de 1932. Una
dos Unidos no había sufrido las consecuencias de la guerra. de sus primeras acciones desde la Casa Blanca había sido
Además, los extendidos augurios sobre un retorno de la Gran recortar el presupuesto para los veteranos con el objetivo de
Depresión no se cumplieron. Durante la guerra, el gasto pú- intentar cumplir la promesa electoral de los presupuestos
blico había alcanzado la mitad del producto nacional bruto y balanceados. Como consecuencia, un sector importante de
había acabado con el desempleo. Con el racionamiento y la los veteranos organizados que se había ilusionado con la vic-
escasez de oferta de productos civiles, los estadounidenses toria de Roosevelt pronto pasó a engrosar las las del popu-
habían estado ahorrando forzosamente y, tras el n de la gue- lismo anti-New Deal, liderado por guras como el padre Cou-
rra, la combinación de liquidez privada y deseos acumulados ghlin o el gobernador Huey Long161, Durante muchos años se
de consumo dio lugar al impresionante boomn económico de había mostrado partidario del desarme y, sobre todo, muy
la posguerral59. contrario a vincular las políticas de empleo a las necesidades
Para muchos trabajadores, otra fuente decisiva de bien- militaresl62. Y, a pesar de todos estos precedentes, uno de los
estar social fue la Servicemen's Readjustrment Act de 1944, grandes legados de su presidencia fue precisamente la
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creación de un nuevo consenso basado en el keyrnesianismo naval para poder mantener al país desvinculado de los vai-
militarista. venes de la política europeal65,.
La e cacia del keynesianismo militarista como nuevo con- El nuevo consenso del keynesianismo militarista contaba

senso de política económica se había empezado a notar con unas bases muy sólidas. Incluso antes del ataque japonés
desde 1938, cuando la Administración Roosevelt dio inicio a a Pearl Harbor, los opositores al gasto militar estaban conde-

su programa de rearme. Pronto fue evidente que el gasto pú- nados a una posición minoritaria. Durante la guerra, todos los
blico, si era para nes militares, presentaba muchas menos sectores sociales sacaron provecho del nuevo boom econó-
di cultades politicas y tenía efectos igualmente notables en el mico. A los empresarios se les dio grandes contratos gu-
aumento de la actividad productiva y la reducción del desem- bernamentales y una enorme in uencia política en las agen-

pleo. En algunos casos, los mismos congresistas que ponían cias dedicadas a la producción bélica. Los trabajadores disfru-

el grito en el cielo si se quería destinar una cantidad mucho taron de pleno empleo y los que volvían del frente tenían ayu-
menor de gasto público para nalidades sociales aprobaban das para ir a la universidady comprarse su propia casa. Al
sin problemas partidas de cifras astronómicas para construir apartarse los derechos universales de la Segunda Declaración

buques y aviones de guerral63. Los demócratas sureños, que de Derechos y aprobarse la G.I. Bill, el estado del bienestar

habían formado una alianza conservadora con los republi- estadounidense quedaría impregnado de un fuerte sesgo mi-
canos en el Congreso para ir liquidando las agencias más pro- litarista, lo que sin duda tendría consecuencias decisivas;
gresistas del New Deal, siempre se habían mostrado favo- especialmente cuando, en el contexto de la prosperidad de
rables a los planes de rearme, que encajaban bien con la tradi- posguerra, muchas mujeres perderían poder relativo ante sus
ción militarista de la región y sus simpatías históricas por los maridos, teniendo que abandonar sus trabajos del periodo
británicosl64. El programa de rearme incluso había contado bélico y quedando con nadas en los hogares de los nuevos

con la aprobación de algunos aislacionistas destacados, barrios suburbiales.


como el senador de Massachusetts David I. Walsh, que en El ambiente de consensos de la Segunda Guerra Mundial

1938 apoyó destinar 1.500 millones de dólares de la época a también ayudó a evitar las agrias discusiones que en el pa-

construir nuevos barcos de guerra. Al igual que otros aislacio- sado habían impedido el ingreso de Estados Unidos en la

nistas, Walsh creía en la necesidad de una poderosa fuerza Sociedad de Naciones. A diferencia de lo ocurrido durante la
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Primera Guerra Mundial, en esta ocasión el compromiso con Bretton Woods de 1944 estuvo dedicada a de nir estas reglas
el multilateralismo y con el liderazgo geopolítico del mundo y a diseñar los organismos que velarían por su funcio-
capitalista facilitó los planes de la Administración Roosevelt. namiento.
Con la rma de la Carta de las Naciones Unidas en junio de Para ayudar a los países a realizar ajustes menos traumá-
1945 en San Francisco, comenzaba un nuevo episodio en la ticos, se creó el Fondo Monetario Internacional (FMI). De
historia del multilateralismo. En el diseño de la nueva organi- hecho, en el debate estadounidense, los primeros grandes
zación se incluían algunas de las lecciones históricas del fra- enemigos de la creación del FMI fueron los banqueros de
caso de la Sociedad de Naciones, reforzando el papel de las Wall Street, pues creían que les estaban robando su tradi-
cinco grandes potencias en el Consejo de Seguridad y garanti- cional papel como disciplinadores de los Gobiernos con pro-
zándoles un poder de vetol6. Sin embargo, lo que más preo- blemas de deuda. Junto con el FMI, también se creó el Banco
cupaba a los plani cadores de la posguerra en Washington Mundial., que se dedicaría a prestar para realizar inversiones
era el frente económico. Para asegurar décadas de paz mun- que ayudaran a estrechar la brecha entre países ricos y países
dial, había que evitar un nuevo cataclismno como la Gran pobres. De esta manera, los Gobiernos de estos países po-
Depresión. Era necesario, pues, establecer una reglas para la drían acceder a créditos públicos que di cilmente obtendrían
gobernanza supranacional del capitalismo que recuperaran del sector privado. Junto con el FMI y el Banco Mundial, tam-
los aspectos más positivos del patrón oro sobre todo, los bién se propuso la creación de una organización que debería
tipos de cambio estables- para promocionar el comercio in- dedicarse a regular el comercio internacional, pero, en este
ternacional y la estabilidad de la economía mundial. A dife- caso, los consensos internacionales no alcanzaron para llegar
rencia del pasado, los Gobiernos y los organismos interna- tan lejos y se creó, como sustituto provisional, el Acuerdo
cionales públicos debían tener la capacidad de orientar los General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por
planes de ajuste necesarios para los países con problemas en sus siglas en inglés). La Organización Mundial del Comercio
sus balanzas con el exterior. El objetivo general era encontrar llegaría décadas después, en los noventa, en un momento de
una síntesis satisfactoria entre el impulso a la integración intenso entusiasmo globalizador.
económica mundial y el respeto a la soberanía nacional y a las Con los Acuerdos de Bretton Woods se establecía un sis-
exigencias de bienestar de la población. La Conferencia de tema de tipos de cambio jos y estables basados en un dólar
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que, en teoría, era convertible al oro. De esta forma, Estados económica internacional, no se llegaba a modi car la raíz del
Unidos se erigía como el tesorero del mundo y el resto de paí- problema. Con los Acuerdos de Bretton Woods, las penali-
ses capitalistas con aban en el valor y la disponibilidad de zaciones seguían recayendo exclusivamente en los países que
dólares para impulsar el comercio internacional. La aplicación acumulaban dé cits con el exterior. Sin embargo, el dé cit de
del sistema de Bretton Woods fue gradual y, en un sentido es- unos países era el superávit de otros. Al penalizar a los países
tricto, funcionó durante pocos años. Nixon hizo saltar por los con dé cits, se incentivaba la continuación histórica del mer-
aires el sistema cuando suspendió la convertibilidad del dólar cantilismo, es decir, la búsqueda de superávits con el exterior
a oro en 1971. Su legado es contradictorio. Para muchos, el como requisito de la prosperidad nacional y del eventual au-
sistema de Bretton Woods sigue asociado a un ambicioso in- mento de la in uencia geopolítica. A n de cuentas, el
tento de coordinar internacionalmente un sistema nanciero mundo, incluso con los Acuerdos de Bretton Woods, seguía
que, hasta entonces, había estado controlado por el poder de rigiéndose por una lógica mercantilista que favorecía un es-
la gran banca privada. Otros, más críticos, suelen señalar su tado latente de hostilidad económica entre países con supe-
papel en la imposición de recetas neoliberales en el Tercer rávits y países con dé cits.
Mundo a partir de una concepción abusiva del poder de Por eso Keynes propuso la creación de una moneda su-
condicionalidad política de sus préstamos. pranacional, el llamado "bancor". El economista británico
La Conferencia de Bretton Woods también ha dejado un creía que, entre otras ventajas, una moneda global sería útil
interesante legado en la historia de las ideas. Dada la corre- para evitar devaluaciones competitivas y que, a diferencia del
lación de fuerzas existente, los acuerdos nales de Bretton oro, sería menos volátil: no dependería ni del compor-
Woods estuvieron basados en gran medida en las propuestas tamiento de la industria minera ni de las decisiones incontro-
de la delegación estadounidense, liderada por Harry Dexter lables de los países con mayores reservas áureas. Lo más in-
White. Sin embargo, la propuesta de la delegación británica, teresante es que el diseño de la nueva moneda incluía meca-
capitaneada por John Maynard Keynes, contenía algunos nismos para penalizar a los países con excesivos dé cits y
aspectos de indudable audacia política e intelectual. Aunque también para penalizar a los países con excesivos superávits.
las nuevas instituciones creadas en Bretton Woods tenían el Harry Dexter White se mostró muy rme en su oposición al
objetivo de suavizar las fricciones que generaba la integración bancor, con lo que la propuesta de Keynes quedó condenada
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a permanecer en el mundo de la teoría. En 1944 Estados Uni- Habían sido necesarias la Gran Depresión y la Segunda Gue-
dos era la potencia con mayores superávits del mundo y pa- rra Mundial para que Washington, bajo la hegemonía progre-
rece natural que White la rechazara de plano. El clima inte- sista del New Deal, se decidiera a asumir el liderazgo mun-
lectual de la época tampoco favorecía la idea de Keynes. Tal dial, con la autoestima nacional alta tras haber derrotado la
como a rmó el economista Benn Steil: "En los tiempos de Gran Depresión y a las potencias del Eje y haber puesto los ci-
Keynes y White, la noción de que eran los países acreedores, y mientos de un estado del bienestar que, a pesar de tener un
no los deudores, los principales culpables de los desequi- fuerte sesgo militarista, estaba rede niendo la pertenencia a la
librios era una opinión extremadamente radical"167, Desde comunidad nacional a través de un nuevo concepto de ciuda-
entonces, a pesar de perder los superávits, el dólar se ha danía social.
mantenido como la moneda de reserva internacional domi-
nante, aunque la evolución económica de China y las ten-
siones geopolíticas y comerciales de los últimos años han
vuelto a generar interés en las propuestas que defendió el
economista británico en Bretton Woods.
Con las conferencias Bretton Woods de 1944 y de San
Francisco de 1945, Estados Unidos quedaba rmemente com-
prometido a ejercer un papel preponderante en la gobernanza
económica y geopolítica mundial. Su posición de dominio
venía reforzada por la devastación que sufría el Viejo Conti-
nente, que había completado con un segundo gran con icto
armado el suicidio geopolítico iniciado en 1914. Por su parte,
Estados Unidos había recorrido un largo trayecto desde 1929.
cuando su primera reacción ante el colapso económico había
sido subir aranceles y dinamitar, cuatro años más tarde, los
esfuerzos de la Conferencia Económica Mundial de Londres.
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Eplogo ¿Por qué, aparentemente, es tan popular el socialismo en
Un New Deal para el futurol68 Estados Unidos? Sin duda, algunas causas escapan a los
méritos de sus propios promotores. Tras cuarenta años de
Desde que en 1g06 el sociólogo alemán Werner Sombart pu-
neoliberalismo, el histórico pacto social estadounidense, ar-
blicó el ensayo "Why there is no socialism in the United Sta-
mado simbólicamente con la ideologia del "sueño ameri-
tes", esta pregunta ha dominado una discusión recurrente
cano", es decir, la promesa de ascensión social meritocrática
sobre las raíces del carácter singular de la sociedad y la polí-
a través del trabajo duro, para uno mismo o para sus hijos, se
tica estadounidenses169, Más de cien años después, el debate
encuentra en horas bajas. Entre los países ricos, Estados Uni-
ha quedado cancelado por un curioso fenómeno de inversión.
dos es el que más gasta en sanidad y el que tiene un peor sis-
Actualmente, entre las economías más avanzadas, pocas
tema de cobertura, dejando a millones de estadounidenses
cuentan con un movimiento socialista tan dinámico e in u-
ante el miedo de que una enfermedad grave acabe provo-
yente como el estadounidense. Varias encuestas señalan la
cando la bancarrota familiar. El acceso a la educación univer-
creciente popularidad del socialismo sobre el capitalismo,
sitaria es elitista y costoso, no garantiza el progreso social y
especialmente entre las mujeres y los jóvenesl70, En las elec-
suele implicar una deuda estudiantil que hipoteca el futuro de
ciones primarias del Partido Demócrata de 2016 y 2020, el
los jóvenes. Como resultado, Estados Unidos es un país ex-
candidato socialista, Bernie Sarnders, desa ó con mucha fuer-
tremadamente desigual, con pocas palancas de movilidad
za a los candidatos centristas, ganando en varios estados y
ascendente y con un capitalismo desprestigiado, en el que los
rompiendo récords de recaudación gracias al apoyo de millo-
políticos neoliberales suelen apelar más al miedo a los inmi-
nes de pequeños donantes. Entre las guras emergerntes de la
grantes o a la necesidad de resignación social que a invero-
nueva izquierda socialista estadounidense destaca la joven
símiles promesas de desarrollo económico y social. Un rele-
Alexandria Ocasio-Cortez, la popular diputada de un distrito
vante y signi cativo síntoma de la desigualdad es el carácter
de Brooklyn en Capitol Hill, a la que siguen millones de usua-
profundamente regresivo de su sistema scal. Según el pro-
rios de Twitter y de quien ya se puede encontrar muñecas con
fesor de Economía de Berkeley Gabriel Zucman, coautor del
su gura en las tiendas de souvenirs de los aeropuertos esta-
libro The Triumph of Injustice, la legislación scal estadou-
dounidenses.
nidense funciona, en la práctica, como un sistema dual:
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El sistema tributario estadounidense parece un impuesto de preocupación por el pleno empleo de calidad es un elemento
tipo único y sobre rentas no distribuidas, donde cada grupo central del Green New Deal. Sin duda, el inicio de un gran
de la población trabajadores de bajos salarios o la clase proceso de transición energética representa una mejor opor-
trabajadora, la clase media, la clase media alta y los ricos-- tunidad para promocionar sectores intensivos en trabajo que
paga alrededor del 28% de sus ingresos en impuestos. Los mantener el actual sistema energético172, Por eso la propuesta

muy ricos, los 400 estadounidenses más ricos, pagan menos de Sanders para el Green New Deal incluye la creación de 20

que todos los demás, según nuestras estimaciones. Pagaron millones de "trabajos sindicalizados y bien remunerados, con
el 23% de sus ingresos11. sólidas prestaciones sociales y estándares de seguridad, en la
La trayectoria histórica del Partido Demócrata durante las fabricación de acero y automóviles, construcción, moderni-
últimas décadas también ha contribuido al éxito del socia- zación de e ciencia energtica, granjas de servidores y codif-
lismo estadounidense. Mientras que en la población existe un cación, y plantas de energía renovable". Teniendo en cuenta el
creciente descontento que se concreta en ciclos de movili- nivel de desempleo en Estados Unidos, el plan de Sanders
zaciones cada vez más frecuentes, la dirigencia del partido equivale a un programa de empleo garantizado, una exigencia
sigue con su largo proceso de derechización. Esto ha gene- que enlaza históricarnente con los programas de empleo pú-
rado un vacío político que algunos dirigentes socialistas han blico temporal masivo de la Works Progress Administration
sabido aprovechar electoralmente para entrar en las institu- (WPA) durante el New Deal y con la idea de Roosevelt liqui-
ciones. Si las elecciones han sido el campo preferente de mo- dada por la mayoría conservadora del Congreso al nal de su

vilización para la izquierda socialista, el paraguas progra- presidencia- de que el Estado debe asumir el papel de em-

mático que ha permitido aglutinar a sectores diversos del pro- pleador de última instancia, especialmente cuando el sector
gresismo estadounidense ha sido el llamado "Green New privado, incluso en épocas de crecimiento económico, es
Deal", una amplia propuesta de reformas políiticas y econó- incapaz de proporcionar un empleo digno a millones de
micas para impulsar la transición energética y, al mismo tiem- trabajadores173.,

po, garantizar una mejora de las condiciones materiales y del Sin duda, la propuesta del Green New Deal tendrá que

poder político de los trabajadores estadounidenses. superar algunos prejuicios bien enraizados en la tradición cul-
Al igual que en el "nuevo trato" de los años treinta, la tural estadounidense. Para Naomi Klein, la política ecologista
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es más complicada de defender en aquellos países fundados ecológicas del planeta y se debaten entre apostar por un
en el "colonialismo de colonos", como Australia y Estados "crecimiento verde" o asumir una estrategia deliberada de de.
Unidos, ya que la explotación sin límites de la naturaleza crecimiento econónmico.
forma parte del relato nacional fundacional: "[..] los conti- Ciertamente, con la apelación histórica al New Deal de

nentes fueron 'descubiertos' en un momento en que Europa Roosevelt, la izquierda socialista hace suya una tradición de

estaba alcanzando sus propios límites ecológicos, cuando enorme in uencia en la memoria popular estadounidense,
había talado sus grandes bosques, cuando sus propias pobla- desactivando así las críticas al socialismo como ideología

ciones de peces se habían agotado y cuando había cazado a foránea. Sin embargo, en relación a la cuestión del modelo

sus grandes animales hasta la extinción. Estas tierras fueron económico, el proyecto del Green New Deal presenta más
imaginadas como una especie de Europa de gran tamaño"174, a nidades con otro episodio de la historia estadounidense.
Los defensores del Green New Deal también tendrán que Según el sociólogo John Bellamy Foster, sus propuestas po-
hacer frente a intereses muy poderosos. En este sentido, hay drían ser catalogadas como
que recordar que existen diferencias de fondo entre el "nuevo reformas revolucionarias [.] que más bien apuntan a la tran-
trato" de los años treinta y la propuesta del Green New Deal. sición del capitalismo al socialismo. [.] La desinversión total
La más relevante es que el objetivo de la Administración en combustibles fósiles, incluidas las reservas de combus-
Roosevelt era salvar al capitalismo de las tendencias autodes- tibles fósiles, constituye una especie de abolicionismo impul-
tructivas de los propios capitalistas, facilitando un contexto sado por pura necesidad cuya analogía más cercana, en tér-
de crecimiento económico que permitiera satisfacer las minos de sus efectos económicos generales, es la abolición
demandas razonables de todas las clases sociales. El Green de la esclavitud en los Estados Unidos!73,

New Deal, en cambio, se propone salvar las condiciones de En efecto, antes de la guerra civil americana, los esclavos

habitabilidad del planeta de la lógica depredadora del capita- constituían uno de los mayores activos económicos de Esta-
lismo. Mientras el New Deal histórico pretendía optimizar al dos Unidos. En 185o su valor de mercado se aproximaba a

máximo las capacidades productivas de la nación, los defen- 1.300 millones de dólares de la época, una quinta parte de la

sores del Green New Deal son conscientes de que el capita- riqueza nacional y casi la totalidad de su producto nacional

lismo ya está produciendo por encima de las capacidades brutol76. La radicalidad del Green New Deal consiste, pues,
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en desa ar el poder de la industria energética, ya que, en caso nunca-- de las futuras generaciones.
de aplicarse, se esfumarían activos que hoy están valorados
en miles de millones de dólares. También supone una impug-
nación a las propuestas que pretenden reducir las emisiones
de gases de efecto invernadero a través de un sistema basado
en la lógica del mercado y en la posibilidad de poder comprar
un supuesto "derecho a contaminar".
Y, con todo, la elección del nombre de Green Nevw Deal es

acertada y legítima por varios motivos. Para empezar, es una


forma de reconocer la apuesta por un reformismo radical, que
se distingue tanto de invocaciones estériles o insinceras a la
revolución social como de un reformismo oportunista y
acomodaticio que no ataca la raíz de un grave problema que,
con el tiempo, se ha convertido en una urgente amenaza exis-
tencial. Además, la nueva propuesta ecologista encaja muy
bien con algunas de las características esenciales de la lo-
sofía política del New Deal: experimentalismo político, des-
dén por los dogmas económicos y voluntad de rede nir el
pacto social para corregir la tendencia a la desigualdad ex-
trema. Al igual que los reformistas de los años treinta, los
defensores del Green New Deal saben que para lograr sus
objetivos es necesario enfrentarse a los grandes capitalistas,
reducir su capacidad de in uencia en el poder político y cons-
truir un Estado verdaderamente democrático que no pueda
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York, Basic Books, 2014, P. 352. HISTORIA DEL NEW DEAL
CRÉDITOS
DEDICATORIA
INTRODUCCIÓN, UN MUNDO EN CRISIS
CAPÍTULQ 1, DELCRACDEL 29 A LASELECCIQNES
DE 1932
CAPÍTULO 2. EXPERIMENTALISMO CONTRA LA DES-
ESPERACIÓN
CAPÍTULO 3. LA REFORMAJUDICIAL Y EL GRAN DE:
BATE DEMOCRÁTICQ
CAPÍTULO 4. LARECESIÓNRO0SEVELT(1937-1938).
Y ELASCENSO DEL KEYNESIANISMQ
CAPÍTULO 5. EXPORTANDO EL NEW DEAL
EPÍLOGO, UN NEW DEAL PARA EL FUTURQ
NOTAS

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