Professional Documents
Culture Documents
Capítulo II. La Iniciación o El Viaje Antropológico
Capítulo II. La Iniciación o El Viaje Antropológico
Strauss)
47
perior, al imponer y tematizar la experiencia personal como norma y
criterio hermenéutico de la misma práctica antropológica. En este sen
tido la iniciación del antropólogo se muestra análoga a la del psicoana
lista: sólo quien ha sido "analizante", puede convertirse en analista, pues
únicamente quien ha hecho la experiencia de la propia neurosis, quien
se ha confrontado con ese "otro" interior y diferente, con ese descono
cido que es su inconsciente, puede ejercer en cuanto psicoanalista. Esta
analogía se prolonga entre el trabajo del psicoanalista y el del antropó
logo: así como para Freud el inconsciente tiene que hacerse progresiva
e ilimitadamente consciente a través del trabajo psicoanalítico ("donde
hay ELLO debe devenir el YO"), haciendo que el yo se reconozca cada
vez más en ese "otro" ignoto, de igual manera el trabajo antropológico
consiste en un continuo y progresivo reconocimiento de la otra cultu
ra, tanto como de ese "otro" común a todas las culturas; hasta descubrir
que la diferencia de la otra cultura está en mi propia cultura.
33 Cfr. J. Sánchez Parga, "Los yachac de Ilumán" en Cultura, n. 21. Banco Central
del Ecuador, 1986; reeditado en Antropo-Iógicas Andinas, Abya-yala, Quito,
1997. Es muy original en el shamanismo andino la asociación del conocimien
to (yachay) yel poder (sinchy).
48
Para un antropólogo que pierde el contacto con las diferencias, se le
atrofia su percepción tanto como la capacidad de compartir sus senti
dos y producir significaciones sobre ellas 34 . Según Lévi-Strauss el bru
jo como el psicoanalista conciben la enfermedad como un trauma o
ruptura del paciente con su medio natural, social o espiritual, y en am
bos casos la cura restaura y reconstituye dichos vínculos y relaciones,
que el brujo y el psicoanalista practican por medio de la palabra; y tam
bién en ambos casos "se emprende un viaje sobrenatural a la búsqueda
del alma perdida". No ajeno ni tan distante es el viaje del antropólogo
en busca de ese "otro" cultural, que complementa el sentido de su pro
pia cultura. Y si las curas shamánicas y psicoanalíticas "consisten en la
(re)producción de un mito", también el trabajo antropológico contri
buye a la (re)producción del mito de la cultura humana, resultado de
todas las diferencias culturales35 ; sólo en razón de aquel mito - el in
tercambio fundador - es posible el reconocimiento entre todas ellas.
34 Durante varios años, entre 1983 y 1986 trabajé con Rafael Pineda, uno de los
más poderosos yachac de Iluman (Otavalo), quien había obtenidu de nuestra
institución (el Centro Andino, CAAP) el permiso de disponer de una semana
cada cierto tiempo, para dedicarse a curar y no perder su sinchy.
35 Lévi-Strauss, "Sorciers et psychanalyse", Le Courriere de I'UNESCO, n. 7-8,
1956:7-9. También M. Mauss descubre en la iniciación del mago la adquisición
de un poder por medio del sueño, de una revelación, pero sobre todo por una
experiencia de muerte, de renacimiento y de soledad, que le proporciona un
cambio de personalidad y una vida nueva (cfr. Institución y culto. Obras II, Ba
rralt, Barcelona, 1971: 198-212).
49
antropólogo no deja de ser lo que era y como era, no deja de pensar co
mo pensaba y percibía la realidad, cualquiera que sea el lugar a donde
vaya no dejará de encontrarse a sí mismo en todos los sitios a donde lle
gue; si todas las diferencias que observa las observa, las entiende e in
terpreta desde su propía cultura, y si todas esas diferencias siguen sien
do para él tan extrañas y ajenas, que en nada puede reconocerse en
ellas, antropológicamente es como si no hubiera salido de su país, y
mucho menos hubiera podido distanciarse de su propia cultura. Mu
chos viajeros "occidentales" trasladan consigo a todos los lugares a don
de van sus lógicas y modos de conocer, sentimientos e intereses, sus
ideas y valoraciones, sus prejuicios sociales, culturales y hasta raciales;
por muchas distancias que recorran e interpongan entre los lugares de
destino y su país de origen, nunca han salido de sí mismos; y difícil
mente pueden encontrar otra cosa que ellos mismos. El cambio de lu
gar constituye la ocasión de un cambio en la manera de ser: este último
cambio es fundamental para la iniciación y experiencia antropológicas,
ya que si el encuentro con la otra cultura, con un grupo humano dife
rente, no permite tomar distancia respecto de la propia cultura, y rela
tivizarla en cuanto formación histórico cultural tan particular como
puede ser la que el mismo antropólogo observa, no podrá evitar el et
nocentrismo de observar, entender interpretar todas las otras culturas
desde la suya propia.
36 "La etnología podría definirse como una técnica del despaisamiento (dépaysé
ment)" (Lévi-$trauss. 1974: 132).
50
co, no territorial sino interior e intelectual, que atraviesa a lo largo y an
cho la cultura de un pueblo o grupo social, y que progresivamente le
permite ir saliendo al antropólogo de su propia cultura, comprendién
dola cada vez más no como "propia" sino como igualmente apropiada
y apropiable; pero que también le permite regresar a la propia cultura,
para entenderla mejor desde las otras culturas. El itinerario antropoló
gico exterior y espacial a la vez que interior y cognoscitivo "es hablar de
una partida, de una estancia y de un retorno, incluso si hay que enten
der que hubo muchas partidas, que la estancia fue ella misma también
un viaje, y que el retorno nunca ha sido definitivo" (M. Augé, 1994:14).
Un aprendiz de antropólogo puede haber viajado por muchos países,
atravesado muchas culturas, descubierto muchas diferencias entre pue
blos exóticos, distantes y ajenos, pero nada de esto será suficiente para
iniciarlo antropológicamente, si al mismo tiempo tales diferencias y
distancias culturales no le revelan su propia diferencia y la relatividad
de su propia cultura; sólo desde esta "relativa" diferencia puede el an
tropólogo entrar en "relación" y reconocimiento con las otras culturas.
51
experiencias no menos inconfortables de la otra cultura37 . Cuanto más
diferente es una cultura, más incómoda resulta su convivencia y más
difícil adaptarse a ella, tanto más rica y profunda será la experiencia del
antropólogo. El viaje del explorador, del descubridor (como el turismo
de evasión), todos tienen siempre un componente cognoscitivo, domi
nado por ese deseo de saber llamado curiosidad, pero que está lejos de
encontrarse más o menos inspirado en el ideal de los antiguos griegos,
quienes ya entonces viajaban por pueblos extranjeros para "mejor co
nocerse a sí mismos". Genial y precoz experiencia que anticipaba ya 10
que sería mucho después el moderno imperativo antropológico. Por
eso todo relato de viaje como todo discurso etnológico serán siempre
tan exóticos como autoreferenciales. Pero el viaje antropológico de es
te tipo, "un soporte iniciático que permitirá renacer Otro en otro lugar"
según Mircea Eliade (1959), encuentra su necesidad de instaurar una
ruptura menos con el mundo dejado atrás que con la realidad espacio
temporal mensurable. Sólo el carácter cualitativo de esta ruptura, no su
distancia en kilómetros y en años o edades, condicionará la calidad del
encuentro con la otra cultura.
37 Cuando en enero de 1981 llegué en jeep por primera vez a una comunidad in
dígena en los Andes ecuatorianos (Salamalag) tuve la extraña y decepcionante
experiencia de encontrarme demasiado cerca y demasiado fácilmente de una
cultura que en Bolivia años antes había desL ubierto tan distantp como difícil y
ajena, y sólo accesible tras largos viajes y duras marchas. Más tarde pude reco
nocer qúe no son las distancias geográficas sino las que hay que recorrer por
dentro de dichas culturas las que presentan mayores lejanías y más denodados
trayectos.
52
y su cultura, pero también desde sí mismo hacia la "otra" cultura 38 . Tal
desplazamiento, que no concluye, cuando se llega al lugar de destino,
sino que se prolonga a lo largo de todo el trabajo en dicho lugar, se de
finirá como "trabajo de campo" (fieldwork); el duro trabajo de ir aleján
dose tanto como de ir acortando distancias entre las diferencias que se
paran al antropólogo del "otro" cultural. No hay acercamiento posible,
si al mismo tiempo no se opera una separación; ésta precisamente ha
ce que el "trabajo de campo" se convierta en una tarea de aproximacio
nes continuas, progresivas pero ilimitadas, ya que la diferencia consti
tutiva de la "otra" cultura lejos de tener fin, se recrea y profundiza ince
santemente 39 • Por eso nada hay en apariencia tan parecido pero en rea
lidad tan opuesto a un antropólogo como un explorador, quien siem
pre verá todo lo que mira como algo exótico y extraño, y sus relatos de
aventura no contendrán más que despojos extraídos de sus contextos
socio-culturales; además para lograr el máximo efecto de exotismo, el
explorador debe objetivar y dominar lo que observa y mantenerse in
mutable ante ello. El antropólogo por el contrario se encuentra trans
formado por todo lo que observa, lo inter-subjetiviza al compartir la ex
periencia de lo observado con la subjetividad de la "otra" cultura; deja
de ser lo que había sido para convertirse en "otro".
Los primeros capítulos de Tristes trópicos reseñan una separa
ción, contienen la crónica de un alejamiento. ambos necesarios para
traspasar las latitudes tropicales. Sólo en la medida que el antropólogo
se va distanciando del mundo de .,u orígenes y de su cultura de perte
nencia, y se despoja de sus idearios y representaciones, de sus actitudes,
53
fUCSO - Biblioteca
normas y valoraciones, será capaz de introducirse en el continente des
conocido de las otras culturas. Cuando Lévi-Strauss creía hacer una
gentileza tomando fotos de los niños que le seguían por las calles de Ba
hía, la policía lo prenderá por cometer una tal transgresión. Con las
mejores intenciones y buena conciencia puede incurrir todo antropó
logo en cualquier transgresión de la "otra" cultura. Los trópicos son
siempre tristes, porque hechos de malentendidos e incomprensiones,
de rupturas y extrañamientos, de lejanías y distancias (esa extraña ex
periencia de estar lejos de todos los sitios), de choques y confrontacio
nes, sobre todo de soledades, pero también de "senderos que no condu
cen a ningún lado"40, en los que el hecho de perderse se vuelve meto
dología del mismo viaje. Es necesario pasar por la incómoda experien
cia de llegar a reconocer que, aun hablando la misma lengua no enten
demos las palabras de la misma manera. Como toda iniciación o rito de
pasaje el camino del antropólogo atraviesa tres momentos: el de la rup
tura y desarraigo, el de aislamiento y soledad, el de integración en otro
sitio socio-cultural. Pero quizás nada más importante para la experien
cia antropológica que la soledad; en ésta buscará el antropólogo el im
pulso para encontrar al "otro".
40 Los Holzwege, título de la obra de Heidegger; se refieren a los caminos que ha
cían y deshacían con su trabajo los carboneros de la Selva Negra
54
de sus propias identidades y de la asignación de nuevas identidades
(Para unos Lévi-Strauss será un emisario del gobierno nazi de Vichy y
hasta de los mismos alemanes, para otros un judío masón a sueldo de
los norteamericanos: cfr. p.2l). Dejar de ser lo que se era para descu
brirse identificado por los "otros"; de ser lo que los otros sospechan el
antropólogo pasa a convertirse en lo que los otros esperan y desean que
sea. Son los otros quienes van a definir la identidad del antropólogo, a
resaltar en él rasgos relevantes y características muy distintivas, que el
mismo antropólogo desconocía o no había estimado suficientemente
en sí mismo. A la larga el antropólogo irá internalizando las identida
des que los otros le atribuyen. Sólo entonces hace el antropólogo la ex
periencia de su propia alteridad: descubrirse en cuanto un "otro".
41 Cfr. Lévi-Strauss, La pensée sauvage, 1962: 294; 297. Esta idea fundamental en
su pensamiento es recurrente en toda su obra: "El espíritu va de la diversidad
empírica a la simplicidad conceptual, y después de la simplicidad conceptual a
la síntesis significante" (p.160). Formulada de otra manera se refiere al movi·
miento que va de la explicación (analítica) de los fenómenos a su comprensión
(sintética), la que conduce a ulteriores explicaciones y nuevas comprensiones:
"la explicación científica no consiste en el pasaje de la complejidad a la simpli
cidad, sino en la substitución de una complejidad más inteligible a otra que lo
era menos" (p.295).
55
por sucesivas dificultades y acercamientos progresivos, pero sin térmi
no fijo, ya que nunca de un hecho cultural es posible agotar sus signi
ficados; cuando cualquier hecho de otra sociedad es pensado en cuan
to "hecho cultural", en su diferencia, en él se concentran todas las dife
rencias significantes de dicha sociedad; por eso la comprensión de un
"hecho de cultura" contiene la inagotable significación de la sociedad
que lo produce en su conjunt0 42 . Sólo allí puede darse por concluido
un estudio, donde al cabo de una trayectoria investigativa verifica el an
tropólogo la "extraña conformidad" entre el hecho cultural de la otra
cultura y los de la propia cultura.
42 En este sentido las sociedades andinas, por ejemplo, podrían ser interpretadas
ya sea a partir de sus tejidos y figurativa textil, o a partir del control producti
vo del espacio y su organización social, de su concepción del cuerpo, la salud,
la enfermedad y la cura; hasta la simple "castración de un cerdo" condensa to
do una concepción ecológica, mágico-ritual, sexual y social de la cultura andi
na.
43 Cfr. Marcel Detienne, L 'invention de la mythologie, Gallimard, Paris, 1981: 21.
44 Para M. Detienne (o.c., p. 455) las fronteras son siempre equívocas, y el límite
es el dominio del antropólogo
56
continuamente a interpretar el sentido desconocido de los hechos de la
"otra" cultura por el sentido supuestamente conocido de la propia cul
tura. Pero esta ida hacia la otra cultura más que concluir con una llega
da se completa con el regreso a la propia, proporcionando un nuevo
descubrimiento y reconocimiento de ella. Clastres parte de una "socie
dad estatal': la suya, para dirigirse hacia una "sociedad sin Estado': la
guayaki, donde descubre las lógicas y sentidos de las "sociedades contra
el Estado': lo que le permitirá una mejor comprensión de las "socieda
des con Estado"; es decir de! "Estado contra la sociedad".
2. El retorno antropológico
45 Mare Augé, Le sens des autres. Actualité de l' anthropologie, Fayard, Paris, 1994:
14. Esta metáfora del viaje con sus múltiples recorridos permite a Augé pensar
las distintas formas del "otro", interior y extranjero, el cercano y el distante.
57
único y original, sin dejar de ser única y original toda cultura es tam
bién relativa a todas las demás. Cuanto más y mejor conoce otras cul
turas, tanto mayor será la nostalgia del antropólogo de la propia, aun
que estando tan adaptado a las "otras", ya no podría volver a establecer
se tan cómodamente en la propia 46 . Esto precisamente interpreta una
idea de Lévi-Strauss: "todo conocimiento del otro es dialéctico"47.
58
ni tampoco hay cultura tan ajena, que no pueda ser apropiable y apro
piada, y hasta convertida en referente de identificaciones.
59
ra), el cual se proyectaba como un doble recorrido en el espacio y en el
tiempo (remontando la historia), y que tenia mucho de arqueológico y
de recuperación residual de pueblos del pasado, para preservar su co
nocimiento en el futuro. Ya ningún antropólogo pretende revivir "el
tiempo de los verdaderos viajes, cuando se ofrecía en todo su esplendor
un espectáculo no todavía dañado, contaminado y maldecido"
(1955:42). Esta nostalgia, de la que quizás nunca se desprende comple
tamente cualquier antropólogo, habrá de ser superada por el mismo
Lévi-Strauss, cuando empieza a comprender que nada queda nunca de
originario en ningún primitivo, puesto que todo pueblo siempre "está
formado por un lado de antiguas tradiciones, que han resistido a la in
fluencia de los blancos...y por otra parte de empréstitos hechos a la ci
vilización moderna, haciendo de su cultura un conjunto original, que
me situaba en una escuela no menos instructiva que la de los propios
indígenas". De lo que se trata de depurar es la hipótesis de lo "origina
rio", para terminar reconociendo la "originalidad" propia a todo objeto
de estudio de la antropología.
60
"en un mundo interdependiente e interactivamente formado, donde el
etnógrafo y sus sujetos son ambos a priori recíprocamente familiares y
ajenos... aumentando la conciencia antropológica de que las funciones
de la etnografía doméstica son tan urgentes y legítimas como habían si
do las extranjeras"49. Y las diferentes variaciones culturales que pueden
encontrarse en los perímetros más allegados del antropólogo son hoy
tanto más importantes o interesantes como los que existen fuera.
49 Cfr. George E. Marcus & Michael M.J. Fischer, Anthropology as Cultural Criti
que. An Experimental Moment in the Human Sciimces, The University of Chica
go Press, Chicago, 1986:112s. Es a partir de esta "modernización" y "repatria
ción de la antropología': que estos autores elaboran la actual tarea antropoló
gica de "crítica cultural", al cuestionar la racionalidad civilizadora de Occiden
te desde las culturas no Occioentales; cfr. su capítulo 6: "two contemporary
Techniques of Cultural Critique in Anthropology" (p. 137-164).
50 Nada tiene de extraño el actual retorno de lo étnico, de las etnias y la etnicidad
en cuanto categorías de la modernidad como se analizará más adelante.
61
la antropología" at home", que comportará nuevas redefiniciones y con
ceptualizaciones.
51 "The historical ethnography is thus not only a corrective to its own ahistoric
past, but also a critique of the way Western scholarship has assimilate the 'ti
meless' culture of the World" (George E. Marcus & Michael.J. Fischer, o.c.,
p.78).
62
también esa larga transición al neolítico hace más de cinco mil años
con su imponente resurgimiento cultural y civilizatori0 52 . Cultural es
así mismo el recorrido, aunque no tan largo pero en gran parte asocia
do al anterior, que hace de lo social el principal factor de cultura y su
forma superior. Ya al interior de cada sociedad la cultura se revela siem
pre como ese itinerario que va de los elementos y prácticas más mate
riales de la vida de un grupo a sus elaboraciones más simbólicas, artís
ticas e intelectuales. La cultura representa la ruta que en las sociedades
conduce directamente del control productivo del espacio a sus formas
más elaboradas de la organización social, para terminar en las expresio
nes artísticas, figurativas y rituales. De la misma manera que para Mi
chel Serres "la cultura es ese camino que va del cerdo a la ópera e inver
samente" en referencia al significado del cerdo en la "cultura gascoña",
para mí la cultura serían esos derroteros que conducen directamente de
la vida agrícola y marinera de la sociedad gallega, con todos sus atavis
mos celtas, hasta la poética de Rosalía de Castro. Además de cada he
cho, objeto o práctica cultural cabe preguntarse siempre de dónde vie
ne, cómo ha llegado a tal sociedad y hacia dónde se dirige.
63
va desarrollando una cultura a medida que va enhebrando otras cultu
ras y ensartándose con ellas; siendo la intensidad de sus recorridos lo
que impulsa la doble dinámica centrífuga de sus extravíos y centrípeta
de sus caminos interiores, lo que caracteriza las historias culturales, tan
to como cada uno de los elementos de una cultura. Por eso nada fue tan
falaz ni tuvo efectos tan nocivos para la comprensión, la experiencia y
el tratamiento de la cultura como las clasificaciones culturales: aquellas
que se pusieron de moda hacia los 60 del siglo pasado, oponiendo cul
tura popular y cultura burguesa, aun a pesar de la pertinencia analítica
de tales distinciones, que tendían a abolir los entramados y recorridos
no sólo entre culturas del pueblo y de la burguesía dentro de una mis
ma cultura nacional sino también entre la cultura de diferentes burgue
sías y pueblos. Como si entre la cultura culta y la cultura informática y
mass-mediática no hubiera sendas y autopistas de caudalosos flujos co
municacionales. Nada por eso mismo tan miope y torpe como repre
sentarse las culturas cartográficamente, a la manera de mapas cultura
les, como si la cultura pudiera delimitarse con fronteras igual que las
naCIOnes.
64
posición social 53 . Mauss considera que las civilizaciones se forman por
procesos de Wanderung, "la migración, el viaje y las vicisitudes.. ." y de
Wandlung, su transformación "mediante la importación de elementos,
por migraciones, mixturas de los pueblos portadores de esos elemen
t os "54 .
65