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21Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de

lo viejo, y se hace peor la rotura. 22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo
rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de
echar. (Mar. 2:21-22) El Señor está dando dos instrucciones en cuanto a esta nueva vida de amor y comunión
con Él. Él está diciendo que Él no vino para refinar la Ley. No vino para añadir algo más al sistema mosaico. No
vino para añadir ningún refinamiento ni cambio a la Ley. Vino para hacer algo nuevo. No vino para remendar
un vestido viejo, sino para darnos un vestido completamente nuevo. Bajo la Ley, los hombres trabajaban y sus
obras eran como un vestido apolillado. Nuestro Señor vino para proveer un vestido nuevo de justicia que cae
sobre un pecador que confía en Cristo, y éste le permitirá pararse con completa seguridad delante del Dios
Todopoderoso. Esta es la cosa gloriosa y maravillosa que Jesús está diciendo aquí, amigo oyente. Nuestro
Señor no vino para extender ni para proyectar la Ley ni la religión del sistema del Antiguo Testamento. Vino a
presentar algo nuevo y lo nuevo será que Él morirá por los pecados del mundo. Ese será el vestido nuevo. A Él
le gustaría poner a un hombre nuevo en aquel vestido. El vino nuevo se echa en nuevos odres. Un nuevo
vestido se pone en un hombre nuevo. Aquel vestido de justicia cae sobre aquel que por la fe ha llegado a ser
hijo de Dios. ¡Qué cosa más tremenda! Ahora, consideremos el aspecto del Señorío de Jesús sobre el día de
reposo. En la última parte de este capítulo, llegamos a un día de reposo en los sembrados. Luego el capítulo 3
principia con un día de reposo en la sinagoga. Hemos visto esto ya anteriormente. El hecho es que estos dos
incidentes se encuentran en el Evangelio según Mateo, y también en Lucas. Es un incidente muy importante
porque fue por causa de esta cuestión del día de reposo que Jesús rompió con los príncipes religiosos. Desde
aquella ocasión en adelante, ellos buscaban Su muerte. En esta ocasión, Jesús reclama ser Señor del día de
reposo. En la sinagoga, hace bien en el día de reposo. Surge por supuesto esta pregunta: ¿realmente violó la
ley en uno u otro de los dos casos? Cuando los discípulos arrancaron espigas y comieron en el día de reposo,
¿violó Cristo la ley? Cuando Cristo sanó al pobre de la mano seca, ¿violó la ley del día de reposo? ¡Claro que
no! Él vino a cumplir la Ley. Pero aquí vimos que Él realmente da una interpretación de esta acción, y revela
que Él es Señor del día de reposo, y que el hacer bien es lo que reviste importancia vital. Leamos ahora el
versículo 23 de Marcos 2: 23Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo, sus discípulos,
andando, comenzaron a arrancar espigas. (Mar. 2:23) La espiga evidentemente era de cebada, o quizá pudo
haber sido de trigo. Según la interpretación de los fariseos tocante a su acción de arrancar espigas y comer,
esto era lo mismo que recoger la cosecha y trillarla en el día de reposo. La ley les permitía arrancar espigas.
Leemos en Deuteronomio, capítulo 23, versículos 24 y 25: “Cuando entres en la viña de tu prójimo, podrás
comer uvas hasta saciarte; mas no pondrás en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás
arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”. Realmente estaban guardando la
Ley. Si hubieran aplicado la hoz, entonces habrían estado recogiendo la cosecha. Pero los fariseos habían
puesto su propia interpretación a esta acción, y por esto la interpretaron como una violación de la Ley.
Sigamos con el versículo 24: 24Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo lo
que no es lícito? (Mar. 2:24) Los príncipes religiosos realmente fueron los que violaron la ley cuando
determinaron la muerte del Señor Jesús. Encontraremos en el capítulo siguiente que conspiran Su muerte y
esto ciertamente fue una violación de la Ley. Ahora en los versículos 25 y 26, leemos: 25Pero él les dijo:
¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban; 26cómo
entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no
es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban? (Mar. 2:25-26) Jesús no insistió en que
Él no había violado el día de reposo. Realmente rehusó disputar este punto con ellos. Discute ahora la vida del
rey David, y citó el incidente de la vida de David, aquél cuando David había violado definitivamente la ley
mosaica, pero que había sido justificado en violarla. Y es que, amigo oyente, no se podía obligar la aceptación
de la letra de la ley cuando ésta causaba privaciones sobre uno de los siervos de Dios que trataba de servirle. Y
ésta, claro, es la historia de David, y nuestro Señor la usa aquí para ilustrar este principio. Ahora los versículos
27 y 28 de Marcos capítulo 2, dicen: 27También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y
no el hombre por causa del día de reposo. 28Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.
(Mar. 2:27-28) Este es un gran principio en cuanto al día de reposo y su significado. El día de reposo realmente
fue hecho por causa del hombre y no el hombre por causa del día de reposo. Aquí también hay otro gran
principio, y es que el Señor Jesús es Señor del día de reposo. Recuerde usted que no estamos bajo el viejo
sistema mosaico en cuanto al día de reposo porque era parte del pacto específico entre la nación de Israel y
Dios. Dios mismo lo dice en Exodo 31:12-17. Este incidente del día de reposo en los sembrados y el incidente
del día de reposo que encontraremos en el principio del capítulo tres deben ir juntos. De modo que aunque
hay una pausa entre capítulos aquí en la Biblia, vamos a continuar nuestro estudio de los incidentes que se
relacionan con el día de reposo. Y así concluye nuestro estudio del capítulo 2 del evangelio según San Marcos.
Nos encontramos ahora en el capítulo 3. En este capítulo Jesús sana al hombre de la mano seca en el día de
reposo. Las multitudes vienen a Él. Jesús llama a los doce Apóstoles. Amonesta contra el pecado
imperdonable, y declara una nueva relación familiar. Leamos los primeros dos versículos de este capítulo 3 del
evangelio de Marcos: 1Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. (Mar. 3:1-2) Aquí surge la
pregunta: ¿Habrán colocado a este inválido allí a propósito? Creemos que la respuesta es que sí. El otro caso
que involucraba el sábado, sucedió en los sembrados o sea en un lugar secular. Pero aquí ocurre dentro de la
sinagoga considerado como un lugar sagrado. El Señor Jesús había estado sanando a las multitudes y
realmente podía cumplir un gran ministerio en este respecto. Sus enemigos sabían que si colocaban a este
hombre que era inválido aquí mismo en el camino del Señor, Jesús haría algo cuando llegara a la sinagoga.
Realmente estaban adulando al Señor Jesús, pues pensaban: “Claro que le sanará”. Pero su único interés era
poder decir que Jesús había violado la ley el día de reposo al sanar a ese hombre en aquel día. Creemos que
colocaron al inválido allí, porque dice aquí que sus enemigos estaban allí acechando. Esto ocurrió durante el
principio del ministerio del Señor, pero ya sus enemigos estaban allí buscando alguna excusa débil para poder
acusarle. Y no tienen que esperar mucho rato porque note usted lo que Jesús hizo. Veamos el versículo 3:
3Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. (Mar. 3:3) Pidió al hombre que
pasara adelante para colocarse en medio del grupo porque quería decir algo. Y créanos, amigo oyente, que
nuestro Señor dirá algo. En el versículo 4 de Marcos 3, Jesús hace una pregunta incisiva: 4 Y les dijo: ¿Es lícito
en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. (Mar. 3:4) Ellos
habían aprendido a no contestarle ya porque siempre metían la pata cuando le habían contestado antes.
Leamos el versículo 5: 5Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus
corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. (Mar. 3:5)
Ahora, el Señor Jesús atravesó todo el formalismo de sus tradiciones y llegó al corazón mismo de los
propósitos originales de Dios en dar el día de reposo a Israel. Sus enemigos no le contestaron porque sabían
que no podían contestarle y sabían que se incriminarían si decían una sola palabra. Note usted que el Señor
Jesús los miró con enojo. Jesús podía enojarse. El Dr. Graham Scroggie anota que la palabra para enojo aquí
está en el pretérito indefinido, o sea el aoristo en el griego, y que lleva el sentido de un enojo momentáneo. La
palabra griega para entristecer aquí se usa en el tiempo presente, y tiene el sentido de una tristeza
continuada. Lo que tenemos entonces aquí es esto: “Entonces, mirándolos alrededor con enojo
momentáneo”, pues Él no guardaba rencor ni era premeditado. Pero, “entristecido por la dureza de sus
corazones” y esto sí que era algo que guardaba. Siempre guardaba aquella tristeza terrible por causa de la
dureza de sus corazones. Y así, Jesús procede a sanar al hombre. Era el día de reposo pero siendo que el día de
reposo fue hecho para el hombre y siendo que Él es el Señor del día de reposo, Jesús sanó al hombre de la
mano seca en el día de reposo. El incidente que se encuentra en la última parte del capítulo dos y este
incidente aquí tienen que ser considerados juntos. Estos dos incidentes causaron el rompimiento de Jesucristo
con los príncipes religiosos. Ante este milagro indiscutible, veamos la reacción de los líderes religiosos en el
versículo 6: 6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.

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