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SUPLEMENTOS

29
MONOGRAFÍAS TEMÁTICAS

LA AUTOBIOGRAFÍA
y sus problemasteóricos
¡ORTOO
a!

'ANTHROPOS]
Los Suplementos son un cuerpo nuevo y expansivo 1. Miscelánea temática: Acoge todos aquellos materiales
dela revista Anthropos y de DocumentosA. Siguen que, tanto lectores como colaboradores, o simplemente cono-
una secuencia ligada temáticamentea ellas, pero cedores de la revista, espontáneamente nos envían para su pu-
temporalmente independientes. Conello ofrecemos blicación, sin otro compromiso que la oportunidad y vigencia
cultural de los mismos. Son temas diversos que obedecen más
un mayor servicio documentaly valiosos al interés e idea de trabajo de los remitentes que a nuestro
materiales de trabajo. planteamiento. Tienen la ventaja, sin embargo, del valor de la
actualidad y de la sensibilidad e interés por lo que verdadera-
Suplementos constituyen y configuran otro mente importa: el lector.
contexto, otro espacio expresivo másflexible, Esta serie recoge dos ámbitos de trabajo: uno, «Estudios
dinámico y adaptable, cuya organización temática y comentarios», y el segundo, «Periferias» (poemas, relatos
se vertebra de una cuádruple manera. breves, plástica, fotografía, etc.). Todo aquello que configure
un testimonio de actualidad y novedad expresiva; ya que ex-
presarse es lo que importa.
2. Monografías temáticas: Este segundo grupo de suple-
mentos gira en torno a una monografía temática, complemento
y ampliación de lo tratado sistemáticamente en la revista. Esto
implica ponernos de acuerdo, previamente, con diversos espe-
cialistas para que elaboren el análisis sistemático correspon-
diente buscando una mayor profundidad y amplitud temática
y temporal, cosa que no es fácil realizar siempre en el ámbito
dela revista, por su periodicidad y limitación espacial. Se acude
a este sistema siempre que la ampliación venga exigida por la
importancia del tema o del autor estudiado y documentado.
3. Antologías temáticas: El tercer tipo de textos se con-
creta en una antología —en los casos pertinentes— de los au-
tores estudiadosen la revista, ofreciendo un material comple-
mentario y más amplio, interesante para el trabajo intelectual.
Como puede observarse, se trata de una expresión de un pro-
ceso de maduración y de su expansión de un cuerpo más am-
plio cuantitativa y cualitativamente.
4. Textos de la Historia Social del Pensamiento: Lo habi-
tual es conocer y difundir las fuentes oficiales y hegemónicas
de nuestra cultura, dejando olvidados múltiples temas, tradi-
ciones, ideas, aventuras críticas, heterodoxas y plurales, que
configuran sustantivamente el conjunto de nuestra tradición
de historia social del pensamiento. Con esta cuarta serie de
Suplementos queremos poner de relieve la verdadera historia
de la cultura sin jerarquías ni valoraciones externas, sino reco-
giendo toda la producciónreal, los textos ocultos no editados,
marginados, o simplemente considerados de menor interés,
pero que entendemos constituyen también el hilo conductor
de nuestra tradición y de nuestra historia presente. El pensa-
miento siempre permanece y por eso es mejor recogerlo ade-
cuadamente en expresión viva, diferenciada, como espejo de
vida y de presencia de otros. En el pensar han de estar todos
los pensamientos, las obras, los textos y los pueblos.

SUPLEMENTOS ANTHROPOS
Idcación, editorial y coordinación general: Diciembre 1991
Ángel Nogueira Dobarro
Director: Ramon Gabarrós Cardona O Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Ltda.
Subdirector: Lluís Miró Grabuleda Edita: Editorial Anthropos. Promat, S. Coop. Ltda.
Consejo de redacción: María Cinta Martorell Fabregat, Esteban Vía Augusta, 64-66, entlo. 08006 Barcelona
Mate Rupérez, Jaume Roqué Cerdá y Assumpta Verdaguer Au- Tel. (93) 217 40 39 / 217 41 28
tonell (documentalista) Administración, ventas suscripciones: Apdo.387
Producción y diseño: Joan Ramon Costas González, Pilar Felipe 08190 Sant Cugat del Vallés (Barcelona)
Franco, Inma Martorell Fabregat, Carme Muntané Triginer y Tel. (93) 589 4834 Fax (93) 674 17 33
Rosa Sala Codinachs . Suscripción anual (6 núms.) para 1992: España: 9.975 PTA
Gestión y dirección comercial: Guillermo Losada Orue. Direc- (sin IVA 6 %) Págs.: 176 de promedio
ción de marketing y acción cualitativa: Lluís Miró Grabuleda ISSN: 1130-2089 Depósito legal: B. 37.133/90
Ventas: Rosa Bou Santos, Elena Gómez Monterde, Gabriel Ruiz Impresión: Novagráfik. Puigcerda, 127. Barcelona
Martínez, César Serrano Pérez y Yolanda Serrano Pérez

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ración de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier
otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
ÍNDICE

Introducción
Problemas teóricos de la autobiografía, por Ángel G.
Loureiro

Estudios
Condiciones y límites de la autobiografía, por Georges
Gusdorf
18 Autobiografía y conciencia histórica, por KarlJ. Weintraub
> 33 Algunas versiones de la memoria / Algunasversiones del
bios: la ontología de la autobiografía, por James Olney
47 El pacto autobiográfico, por Philippe Lejeune
62 Actos literarios, por Elizabeth Bruss
79 Autoinvención en la autobiografía: el momento del
lenguaje, por Paul Jobn Eakin
93 Hacia una poética de la autobiografía de mujeres, por
Sidonie Smith
106 No-autobiografías de mujeres «privilegiadas»: Inglaterra
y América del Norte, por Carolyn G. Heilbrun
113 La autobiografía como desfiguración, por Paul de Man '
118 Ficciones del «yo»: el final de la autobiografía, por
Michael Sprinker
129 Autografía: pensador firmado (Nietzsche y Derrida),
por Alberto Moreiras

137 Documentación
137 Bibliografía selecta sobre teoría de la autobiografía,
por Ángel G. Loureiro
142 Bibliografía general sobre la“autobiografía española,
por Ángel G. Loureiro
143 Memorias y autobiografías en España (siglos XIX y XX),
por Anna Caballé
Coordinador: : 170 Panorama dela literatura autobiográfica en España
ANGEL G. LOUREIRO (1975-1991), por José Romera Castillo

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS
INTRODUCCIÓN Problemasteóricos de la autobiografía

datos suministrados porel autor a convertirse en deposi- parámetros iniciales, en términos cognoscitivos: «De ser
tario de la «interpretación» de la vida del autobiografia- figura especular del autor, el lector se convierte en juez,
do, a convertirse en intérprete. A esta etapa podemos en poder policial encargado de verificar la “autenticidad”
adscribir trabajos tan conocidos como los deLejeune y, de la firmay la consistencia del comportamiento delfir-
en los Estados Unidos, los de Olney, especialmente Me- mante, el punto hasta el que respeta o deja de respetar
taphors of Self (1972) y el libro Autobiograpbical Acts el acuerdo contractual que ha firmado».!' De Man obser-"
(1976), de Elizabeth Bruss.'" Lejeune y Bruss coinciden va que tal como lo concibe Lejeune el sujeto autobio-
en su esfuerzo por dar una definición o en acotar unos gráfico deja de ser «sujeto» enteramente, pues Lejeune
rasgos generales de la autobiografía. E. Bruss, en particu- confunde «nombre propio»y «firma»: podríamos añadir
lar, señala que la esencia de la autobiografía como género que el respeto por la firma, la fidelidad al contrato de
reside en los papeles del autor y del lector; la importan- lectura, no soluciona nada, sino que simplemente plan-
cia de este último radica en que la autobiografía adopta tea el problema, pues el tener garantía de que autor, na-
formas externas muy diferentes de acuerdo con la época rrador y personaje coinciden (la «firma» honraría así su
y depende en última instancia de la actitud lectorial el contrato) no nos aporta conocimiento alguno sino que
considerar un texto como autobiografía; Bruss afirma que precisamente en ese momento es cuando se plantea el ver-
solo nuestras convenciones nos permiten ver autobiogra- dadero problema, el problema del sujeto y del nombre
fías en textos que en otra época podían ser catalogados propio.'*
como apologías o confesiones. El lector ocupa también Otra tendencia en la etapa del autos consiste en recu-
un papel central en las teorías de Lejeune pues, como se- rrir a una ciencia establecida para que sirva de garantía
fala al comienzo de su libro, el «definidor» de la autobio- de la «verdad» de la autobiografía. Podrían servir de ejem-
grafía está sometido a dos limitaciones: por una parte, tiene plo obras como Being in the Text (1984) de Paul Jay o Fc-
que tomarla posición del lector («La historia de la auto- tions in Autobiograpby (1985) de Paul John Eakin.%
biografía[...] [es] la historia de sus modosde lectura, con- Eakin parte de donde se detiene Gusdorf, la idea de que
cluye en el último párrafo de su capítulo introductorio); el texto no «refleja», un autor referencial sino que el autor
y, por la otra, el modo en que el lector de hoy percibe se crea a sí mismo, crea un yo quenoexistiría sin ese tex-
el género hace que la autobiografía como tal comience to. Y ese yo, al ser inventado, ya no estaría sometido a
en Europa y en el siglo XVI. Tanto Bruss como Lejeu- la prueba de validación por comparación con unareali-
ne coinciden en señalar la necesidad imperiosa de la coin- dad extratextual sino que se justifica a sí mismo. Llevada
cidencia de la identidad de autor, narrador y personaje a su extremo, a ese límite con el que juega Eakin pero
principal, o, en otras palabras, que se dé lo que Lejeune ante el que retrocede, esa teoría supondría en realidad la
llama «pacto autobiográfico», por el cual se establece un imposibilidad de la autobiografía, pues no habría forma de
contrato de lectura entre autor y lector queleotorga al distinguirla de la ficción. Pero todo teórico de la auto-
último garantía de la coincidencia de identidad entre autor, biografía, para salvar su tema, evitará tales excesos, para
narrador y personaje. Por su parte, Olney combina de ma- lo cual efectuará una maniobra recuperadora que salvará
nera ejemplar la visión de la autobiografía como «auto- al género de la disolución. Ya hemos visto como Lejeune *
creación» del autor en el momento de la escritura con la esquiva problemas similares al desplazarse de la esfera de
necesidad del papel del lector: «El estudio de cómo los lo cognitivo la de lo legal; Eakin, por su parte, no aban-
autobiógrafos [...] descubrieron, afirmaron, crearon un yo donala esfera del conocimiento sino que recurrirá a una
en el proceso de escritura [...] requiere que el lector o el disciplina «científica», la psicología, para justificar la ca-
estudioso de la autobiografía participe plenamente en pacidad cognitiva del texto autobiográfico y salvarlo así
crias ve Ds Mn A UERUES

el proceso, de manera que el yo creado es obra [...] casi de la amenaza de ficción, cuando señala que el «acto auto-
tanto del lector como del autor».2 Paul de Man apunta biográfico» es un modo de «autoinvención» que se prac-
con clarividencia a la treta implícita en ese contrato de tica primero en el vivir y que se formaliza en la escritura.
lectura postulado por Lejeune,treta que, podríamos aña- Vemos como, de ser una «invención»,la autobiografía se
dir, está presente en buena parte, si no en todas, las teo- salva al encontrarle Eakin un paralelo en la vida, al pos-
rías autobiográficas de la etapa del autos. Pues comoseñala tular que tanto en la vida como en la autobiografía el su-
De Man, numerososteóricos trasladan el problema de un jeto se autoinventa, con lo que se salva, en maniobra de
*Hlanoepistemológico a un plano legal buscando unos birlibirloque, el poder cognoscitivo de la autobiografía,
cimientos firmes para sus teorías. Al ser obvio que una puesel escribir una autobiografía consiste en «una segun-
autobiografía no puede medirse por su fidelidad a unos da adquisición del lenguaje, un segundo advenimientoal
datos históricos, es decir, al darnos cuenta de que el ver- ser, una autoconciencia autoconsciente». Apoyándose so-
dadero problema de la autobiografía reside precisamen- bre todo en la psicología de la evolución del niño, desde
teen el yo del autor, se da una tendencia, claramente Erickson a Lacan, Eakin quiere salvar a la autobiografía
ejemplificada por Lejeune, «a desplazarse de la identidad imponiéndole comocriterio una nueva formade referen-
ontológica a la promesa contractual» para, una vez com- cialidad, no ya material, históricamente comprobable, sino
probada la veracidad de esa promesa, reinscribir de nue- formal: si ya no podemos caer en la ingenuidad de afir-
vo el problema, por un desplazamiento de vuelta a los mar que la autobiografía repite por escrito unos hechos

SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
INTRODUCCIÓN Problemas teóricos de la autobiografía

«del pasado, piensa implícitamente Eakin, su validez como y ver de qué manera ese origen marca su estructura y su
“género se asienta en que repite unas estructuras de evolu- futuro. Por otra parte, el teórico que asume con lucidez
ción de la personalidad y, en particular, el advenimiento las aporías a que se ven abocadas las teorías examinadas
del niño a la conciencia en el momento en que accede hasta ahora se ve obligado a penetrar en la autobiografía
al lenguaje. Podría hacerse un análisis semejante del libro misma, en su constitución lingiiística y retórica, para tra-
ée Jay, con la diferencia de que el auxilio le viene ahora tar de entender cómoese tipo de textos engendra los espe-
2 La autobiografía de parte de la filosofía: Jay viene a de- jismos del yo y del poder cognoscitivo dela autobiografía.
air en sustancia que las autobiografías elaboran o estruc- Puede servirnos como ejemplo de la primera tendencia
zaran una narrativa del yo de manera paralela y similar el texto feminista de Sidonie Smith, A Poetics of Women's
2 la propuesta portextos filosóficos de la misma época. Autobiography (1987), mientras que de la naturaleza re-
Otra forma, diferente a las anteriores, de tratar de es- tórica de la autobiografía se ocupa Paul de Man en un ar-
zablecer lazos entre texto y yo la ofrecesStarobinskx. Pos- tículo, «Autobiography as De-Facement» (1979), pequeño
zalando una idea de estilo no como mero «ornamento» en dimensiones pero inmenso en sus consecuencias.
¿concepción que opondría un «fondo» de ideas a una «for- Sidonie Smith indaga en los orígenes de la autobiografía

0
ma» lingiiística) sino como «desviación» de la norma,la para denunciar que desde sus comienzos en el Renacimien-
originalidad del estilo autobiográfico nos ofrece, en opi- to el sujeto autobiográfico ha sido concebido como sujeto
nión de ese crítico, una serie de índices reveladores del masculino: valiéndose de ideas lacanianas, Smith define
individuo queescribe, por lo que el estilo va másallá de la autobiografía como reconocimiento de inscripción y
la producción de efectos técnicos y se convierte en «auto- adaptación del sujeto al orden fálico, pues la autobiogra-
fía se encarga de reinscribir la ideología genérico-sexual,

AQ
referencial» al conducirnos a la verdad «interna» del
sistema ideológico que fundamenta y define la identidad
zutor.!%
En todoslos autores examinados podemosdetectar un individual. La ideología patriarcal y el discurso falocén-
rasgo común: todosellos, con estrategias variadas, tienen trico dominante en la autobiografía hacen que la mujer
como objetivo una justificación de la capacidad cognos- tenga un doble obstáculo a la hora de escribir autobio-
citiva de la autobiografía. Y para poder detender esa capa- grafías, por ser éste un «género androcéntrico» y porque
cidad, los teóricos recurren tradicionalmente, como hemos a la hora de escribir su vida la mujer tiene que luchar con-
visto, a dos maniobras: por una parte, todos toman a una tra los estereotipos que la cultura le asigna y, en particu-
ciencia como apoyo de la autobiografía: para Dilthey ese lar, el haberla desprovisto de una «vida pública», negándole
papel lo cumplía la historia; Gusdorf se sirve de la antro- por consiguiente capacidad para convertirse en sujeto auto-
pología filosófica; Lejeune se apoya en el derecho, mien- biográfico. La estrecha relación entre el orden simbólico
tras Bruss lo hace en ciertas teorías del lenguaje (speech del patriarcado y la forma de expresar la identidad en la
act theory); Eakin, por su parte, busca el auxilio dela psi- autobiografía convierten en problemas para la mujer ele-
cología y Jay, por último, se refugia en la filosofía: pare- mentos esenciales de la autobiografía como género, des-
cería que todas las ciencias humanas actuaran comoseres de el impulso a escribir su vida hasta la estructuración del
menesterosos dispuestos a dar refugio y apoyo la desdi- contenido de su autobiografía,la lectura y escritura de su
chada autobiografía en el momento en que ésta abando- yo, la autoridad de su voz, la elección de perspectiva
na el hogar de su madrastra la biografía. En consecuencia, narrativa o incluso la naturaleza misma de la idea dere-
debemos preguntarnos por qué la autobiografía no pue- presentación. Ante esos obstáculos la mujer tiene dos
de defenderse por sí misma, por qué sus teóricos tienen alternativas: puede aceptar y adaptarse a la narrativa pa-
que salirse de la autobiografía para poder justificarla. La trilinear de la autobiografía, convirtiéndose asi en una
segunda forma de defensa consiste en postular, además de «mujer fálica» o, incapaz de reconocerse en narrativas mas-
unaciencia, otra instancia que actúe también como cen- culinas, traza sus orígenes a la madre accediendo de esta
tro de validación de la autobiografía: mientras que en una manera a una escritura femenina en la que habla con la
primera etapa de desarrollo del estudio autobiográfico,al voz de la madre, que Sidonie Smith, siguiendo a H. C1-
no plantear problemas la identidad del autor, se encon- xous y otras teóricas francesas describe, en oposición la
traba una garantía en el valor objetivo del texto autobio- escritura androcéntrica, como atemporal, plural, fluida,
gráfico, en el momento del autos, y enfrentados por bisexual, des-centrada, no-logocéntrica. Sidonie Smith se
necesidad con la multiplicidad (y disolución) de un yo da perfecta cuenta de que esta alternativa, la única que
autorial inasible, ese poder de garantía pasa al lector. El le parece válida para la mujer, presenta el gran problema
destino de la autobiografía parece estar marcado por su de reificar a la mujer fuera de la historia, cayendo en el
origen comohija predilecta de la historia, pues en todos mismo defecto del que acusaa la ideología patriarcal —la
los avatares por los que su estudio ha pasado se repite la reificación de la mujer—, aunque se manifieste de modos
necesidad de encontrar unos fundamentos objetivos fue- muy diferentes en los dos casos. Otra dificultad con la que
ra de ella que avalen su dimensión cognoscitiva. No re- tropieza Smith, y que reconoce, es que sus teorías pue-
sulta extraño, por lo tanto, que investigadores recientes den tener validez solamente para las autobiografías de mu-
hurguen en los orígenes de la autobiografía para tratar de jeres escritas antes del siglo XX, pues en nuestro siglo las
averiguar los motivos y las condiciones de su nacimiento coordenadas del problema han cambiado sustancialmente

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS
INTRODUCCIÓN Problemas teóricos de la autobiografía

para la mujer. Por otra parte, Sidonie Smith asume im- sobre un sujeto que cuenta su vida (no proporciona co-
plícitamente una serie de ideas «tradicionales» sobre la nocimiento alguno de ese tipo, añade De Man) sino por
autobiografía, al concebirla como un «acto» que da senti- su peculiar estructura especular en que dos sujetos se
do al pasado, al aceptar la idea del «contrato autobiográ- reflejan mutuamente y se constituyen a través de esa re-
fico» o al asumir que la autobiografía revela más sobre flexión mutua. Esa reflexión especular por la queel «na-
el presente del escritor que sobre su pasado, con lo que, rrador>y el «personaje»de la autobiografía se determinan
a pesar de la radicalidad de algunas de sus ideas, en mu- mutuamente nos deja ver queal texto autobiográfico sub-
chos sentidos Smith no va más allá de la problemática yace una estructura tropológica idéntica a la estructura
planteada por Gusdorf, Olney, Lejeune, Bruss o Eakin.” de todo conocimiento(incluido, por supuesto,el conoci-
Las dificultades consustanciales a la etapa del autos que- miento de uno mismo): y la misma especularidad, la mis-
dan resumidas por Olney de manera tan ejemplar como maestructura reflexiva en que dos sujetos se determinan
expresiva: «De alguna manera complicada, oscura, cam- mutuamente, se encuentra presente en la lectura. La auto-
biante e inasible [la autobiografía] es, o está en lugar de, biografía, concluye De Man, no es un género sino una
o rinde homenaje en la memoria, o reemplaza, o hace forma de textualidad que posee la estructura del conoci-
algo dela vida de alguien».!* Esa supuesta y posible re- miento y dela lectura.
lación entre texto autobiográfico yyo es la que en última Podría añadirse que los teóricos de la autobiografía de
instancia se le escapa a todos los teóricos examinadoshas- nen conciencia, más o menosclara, de esa condición, pero
ta el momento.' no pueden asumir que el texto autobiográfico no im-
Sidonie Smith plantea, pero no desarrolla —puesel ha-
cerlo pondría en peligro su edificio teórico— dos formas
de desapropiación del sujeto que son consustanciales a la
parte conocimiento (de ningún tipo) sobre un sujeto ya
que eso significaría asumir el fracaso de la empresa en
la que se embarcan. Pero ya hemosvisto el malestar que
|
autobiografía, y en las cuales se centrará la etapa dela grafé: embarga a todos los textos teóricos desde Gusdorf y los
el problemadel lenguaje y el problemadel sujeto. Al mis- desplazamientos del problemaa todo tipo de terreno que
mo tiempo quedaal autobiografiado poderpara «narrar» el estrictamente textual que efectúan los críticos para
su vida, el lenguaje se lo: quita, ya que las palabras no «salvar» su tema. Aunque De Mannolo dice, no hay que
pueden captar el sentido total de un ser y además,el len- ver en su teoría un anuncio de la muerte de la autobio-
guaje narrativo adquiere una vida independiente que se grafía o algo similar, pues quedan caminos para conducir
. manifiesta en narrativas que, impulsadas por una dinámi- la indagación:si algún valor tiene la aportación de De Man
ca propia, se explayan en múltiples direcciones indepen- es hacernos perder definitivamente la inocencia(o la ce-
dientemente de la voluntad del sujeto. Y, por otra parte, guera) con que nos hemos acercado hasta ahora a la auto-
el desdoblamiento del yo en yo narrador y yo narrado, y biografía. Siguiendola línea de investigación de De Man,
la multiplicación del yo narrado en su recuento nos dejan una tarea hacedera consistiría en examinar la naturaleza
ver que el texto autobiográfico es un artefacto retórico tropológica a través de la cual la autobiografía engendra
y queel artificio de la literatura lejos de «reproducir» o la ilusión de referencialidad, y ese mismo crítico nos hace
«crear» una vida producen su desapropiación. Este será ver que el tropo «maestro» dominante en la autobio-
el tema central, precisamente, planteado por Paul de Man grafía es la prosopopeya, el tropo consistente en dar ros-
en sus reflexiones sobre la autobiografía, y entramos de tro y voz a los ausentes o a los muertos. A través de ese
esta manera en la tercera etapa del estudio autobiográfi- tropo los dos sujetos presentes en toda autobiografía se
co, la etapa de la grafé. determinan reflexivamente, pero la figura que reside en
Michael Sprinker también orienta su investigación ha- el centro de esa determinación al mismo tiempo los des-
cia el texto para insistir en la idea de que en la autobio- figura, pues el lenguaje de los tropos es siempre un len-
grafía el sujeto, lejos de tener control sobre el texto, está guaje despojador, por lo que De Man concluye así su
constituido por un discurso que nunca domina,el cual artículo:
está a su vez producido por un inconscienteinasible, siem-
pre cambiante.* Por su parte, De Man sostiene que los En cuanto entendemosquela función retórica de la pro-
obstáculos clásicos con que se enfrentan los teóricos de sopopeya consiste en dar voz o rostro por medio del lengua-
la autobiografía (la imposibilidad de definirla como gé- je comprendemos también que de lo que estamos privados
nero, la dificultad de distinguirla de la novela) provienen no es de vida sino de la forma y el sentido de un mundo
del error básico de considerar la biografía como el pro- que solo nos es accesible a través de la vía despojadora del
entendimiento. La muerte es un nombre que damos a un apu-
ducto mimético de un referente. Por el contrario, De Man
ro lingiiístico y la restauración de la vida mortal por medio
señala que tal vez deberíamos pensar al revés y ver que de la autobiografía (la prosopopeya del nombre y de la voz)
el proyecto autobiográfico «produce y determina la vida». desposee y desfigura en la misma medida en que restaura,
Enla línea de susúltimas obras, De Man busca penetrar La autobiografía vela una deshiguración de la menteporell:
ella
en la estructura retórica última de los textos autobiográ- misma causada,
ficos para mostrar como la estructura de la mimesis en-
gendra la ilusión de referencialidad. La autobiografía no Obviamente, ese lenguaje despojador y la naturaleza
se distingue por proporcionarnos conocimiento alguno tropológica del lenguaje autobiográfico nos apartan con-

6 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
INTRODUCCIÓN Problemas teóricos de la autobiografía

'siderablementedelas teorías de un Starobinski en cuanto NOTAS


z la verdad autorreferencial del estilo como descubridor
1. Véase W. Dilthey, Selected Writings (Cambridge, Cambridge Uni-
de la interioridad del autobiógrafo. versity Press, 1976), especialmente las pp. 207-216.
Ademásde la vía de investigación retórica ejemplifi- 2. Georg Misch, Geschichte der Autobiographie, 4 vols., Berna y Fránc-
cada por De Man otro camino posible es el camino pro- fort, 1949-1965. El primer volumen apareció en 1907.
' puesto por Derrida cuya obra, incluso cuando no se ocupa 3. Anna Robertson Burr, The Autobiography: A Critical and Com-
parative Study (Boston, Houghton Miffin, 1909); E. Stuart Bates, Inside
rectamente de la autobiografía resulta en general muy
Out: An Introduction to Autobiography (Nueva York, Sheridan House,
: pertinente para ese tema. Ocupándose de ese texto auto- 1937).
biográfico ejemplar que es el Ecce Homo de Nietzsche, 4. Wayne Shumaker, English Autobiograpby: lts Emergence, Materials,
- en Loreille de l'autre Derrida propone una meditación so- and Forms (Berkeley, University of California Press, 1954).
: bre ese «borde» que asumimos existe entre vida y obra 5. Georges Gusdorf, «Conditions et limits de Pautobiographie», en
Formen der Selbsdarstellung. Analekten zu einer Geshichte des literarischen
¿ y que, en su opinión, no es una línea clara y divisible,
Selbsportraits. Festgabefir Fritz Neubert (Berlín, Duncker 8 Humblot,
. sino que atraviesa el cuerpo y el corpus del autor de 1956), pp. 105-123. Incluido en este Suplementos.
- maneras que solamente comenzamosa entrever, y que tan- 6. Otro problema no tan amplio sino consustancial al estudio de
zo una lectura inmanente de un sistema («filosófico» en la autobiografía lo constituye la demarcación de límites con la novela
el caso de Nietzsche) como una lectura empírico-genética o con otros géneros afines (memorias, diarios, cartas, etc.). Véase en este
sentido George May, La autobiografía (México, FCE, 1982); Karl Wein-
jamás han interrogado: no podemosseparar radicalmente traub, «Autobiography and Historical Consciousness», Critical Inquiry,
vida y obra pero tampoco podemos explicar la una por 1 (1975), 821-848; Barrett J. Mandel, «Full of Life Now», en J. Olney,
medio dela otra, sino que tenemos que comenzar a pen- ed., Autobiography (Princeton, Princeton University Press, 1980),
sar lo «autográfico» desde esa premisa del borde paradóji- pp. 49-72; José Romera Navarro, «La literatura autobiográfica como gé-
co que separa, une y atraviesa al mismo tiempo corpus nero literario», Revista de Investigación (Colegio Universitario de So-
ria) (1980), 49-54.
y cuerpo, vida y obra.? En el momento en que empe- 7. James Olney, «Autobiography and the Cultural Moment: A The-
- zamos a considerar ese límite paradójico entre esenciali- matic, Historical, and Bibliographical Introduction» en James Olney,
dad de una obra y vida empírica de un autor, nos abrimos ed., Antobiography. Essays Theoretical and Critical (Princeton, Prince-
a una nueva ciencia de lo biográfico, en la quela identi- ton University Press, 1980), pp. 3-27. Estas tres etapas no deben consi-
derarse como una rigurosa división sino como algo aproximado y que
dad del autor toma nuevas configuraciones por lo que es resulta útil a la hora de estudiar la evolución del estudio de la autobio-
necesario no unadisolución de la narración autobiográ- grafía. Por supuesto, se dan todo tipo de solapamientos temporales en-
fica sino un nuevo replanteamento de lo autobiográfico tre esas tres tendencias metodológicas. Para un detallado análisis de la
(pp. 63-64), del nombre y de la firma. El texto autobio- bibliografía anterior a 1980 véase «The Study of Autobiography: A Bi-
gráfico no es «firmado» por un autor que se compromete bliographical Essay», en William C. Spengemann, The Forms ofÁuto-
biography. Episodes in the History ofa Literary Genre (New Haven, Yale
en una identidad común con el personaje sobre el que University Press, 1980), pp. 170-246.
escribe, sino que la estructura de la firma hace que quien 8. De Karl Weintraub consúltese The Value ofthe Individual. Selfand
firme, en realidad, sea el «destinatario»del texto autobio- Circumstance in Autobiography (Chicago, Chicago University Press, 1978),
gráfico: la firma no ocurre en el momento de la escritura o su artículo, en el que sienta las bases metodológicas que luego usará
sino en el momento en que el otro me escucha: el desti- en el libro, «Autobiography and Historical Consciousness» (citado en
la nota 6), cuya traducción se incluye en este Suplementos. Para la auto-
natario de la autobiografía escribe en lugar del autobio- biografía como fuente de estudio de los orígenes y la pluralidad cultural
grafiado (pp. 108-109): la oreja del otro firma por mí, me y racial de los Estados Unidos véase, por ejemplo, Daniel B. Shea, Jr.,
dice, constituye mi yo autobiográfico. El yo pasa siempre Spiritual Autobiograpby in Early America (Princeton, Princeton Uni-
por el otro, lo que convierte a la empresa autobiográfica versity Press, 1968), los trabajos de Albert E. Stone (consúltese Biblio-
grafía selecta sobre teoría de la autobiografía en este Suplementos) o la
en algo paradójico en el que el autos, lejos de ser autosufi-
colección de ensayos American Autobiography. Retrospect and Prospect,
ciente, queda comprometido en la dinámica del nombre ed. Paul John Eakin (Madison, University of Wisconsin Press, 1991),
y de la firma que lo constituyen por ese desvio a través donde se pueden encontrar artículos sobre una extensa gama de temas,
del otro: lo autobiográfico no puede ser nunca autosufi- desde las autobiografías de los primeros colonos hasta autobiografías de
ciente ya que no puede darse la presencia completa del afroamericanos, inmigrantes recientes o nativos americanos. Para auto-
biografías de minorías véase, por ejemplo, Stephen Buterfield, Black Auto-
yo ante sí mismo, y si el borde entre vida yobra nos deja
biography in America (Amherst, University of Massachusetts Press, 1974),
ver que lo autobiográfico es en realidad «autográfico», el Houston Baker, Jr., Autobiographical Acts and the Voice ofthe Southern
paso necesario de la firma(y la escritura É Slave (Chicago, Chicago University Press, 1980), o The Slave's Narra-
e la oreja jerte a lo autobiográfico en hete- tive, eds. Charles T. Davis y Henry Louis Gates (Nueva York, Oxford
robiográfico.” University Press, 1985). Una buena introducción la bibliografía sobre
autobiografías de afroamericanos la ofrece el artículo de William L.
Debería quedar claro quelas vías abiertas por De Man Andrews «African-A merican Autobiography Criticism: Retrospect and
y Derrida no implican una caída en el nihilismo o la «des- Prospect», incluido en Paul John Eakin, ed., American Antobiograpby,
trucción» sino que llevan al pensamiento autobiográfico pp. 195-215, artículo en el que puede encontrarse una bibliografía sobre
a sus límites y, con radical lucidez, miran de frente al pro- el tema en las pp. 212-215.
9. En J. Olney, ed., Autobiograpby (v. nota 7), y traducido para este
blemasin subterfugios ni desplazamientos que puedan lle-
Suplementos. Otro ejemplo lo constituye un interesante artículo de Ba-
var a una fácil reconciliación que nos dejaría seguir rrett J. Mandel, «Full of Life Now», también incluido en J. Olney, ed.,
pensando sobre la autobiografía en términos tradiciona- Autobiograpby, pp. 49-72. Para Mandel el presente es el momento en que
les y sin mala conciencia. el ser humano experimenta la verdad (p. 64), y la autobiografía crea la

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS
INTRODUCCIÓN Problemasteóricos de la autobiografía

ilusión del pasado volviendo a la vida, aunque ese pasado nuncaexistió y último capítulo del libro de Eakin, «Self-Invention in Autobiography:
por ser una ilusión creada por la actividad simbolizante de la mente The Moment of Language».
(p. 63). 16. Jean Starobinski, «Le style de 'autobiographie», en Loeil vivant
10. Philippe Lejeune, Le pacte antobiographique (Paris, Seuil, 1975), IT. La relation critique (Paris, Gallimard, 1970), pp. 87 y 95.
cuyo primer capítulo se encontrará traducido en este Suplementos (para 17. Para otros acercamientos feministas véase Carolyn Heilbrun,
otras obras de Lejeune véase Bibliografía selecta sobre teoría de la auto- «Non-Autobiographies of “Priviledge” Women: England and Ameri-
biografía también en este Suplementos); James Olney, Metaphors ofSelf. ca», traducido en este Suplementos. Consúltese además en «Bibliografía
The Meaning ofAutobiography (Princeton, Princeton University Press, selecta sobre teoría de la autobiografía», las entradas bajo Shari Bens-
1972) y «Autobiography and the Cultural Moment»(cit. en nota 7); Eli- tock, Bella Brodzki, Carolyn Heilbrun, Stelle Jelinek, Patricia M. Spacks
zabeth Bruss, Autobiographical Acts. The Changing Situation ofa Liter- y Domna C. Stanton.
ary Genre (Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1976), sobre 18. James Olney, «Autobiography and the Cultural Moment», en OL-
todo el primer capítulo, «Literary Acts». ney, ed., Autobiography, ob. cit., en n. 7, p. 24.
11. También B. Mandel en «Full of Life Now», op. cit. en n. 9, 19. Michael Sprinker, «Fictions of the Self: "The End of Autobi-
considera que el lector es un elemento clave en la interpretación de ography», en J. Olney, ed., Autobiograpby, ob.cit., en n. 7, pp. 321-342.
la autobiografía, sobre todo cuando se trata de distinguirla dela ficción, Artículo traducido en este Suplementos.
pues si bien ambos géneros implican dosis de cierta verdad y cierta 20. Paul de Man, «La autobiografía como desfiguración», en este mis-
mentira, el lector que lee autobiografía busca una satisfacción de au- mo Suplementos.
todescubrimiento que una novela solo le da de manera incompleta 21. Loreille de l'autre. Otobiographies, transferts, traductions. Téxtes
(pp. 54-55). et débats avec Jacques Derrida (eds. Claude Levesque y Christie V. McDo-
12. James Olney, «Autobiography and the Cultural Moment», en Ol- nald), Montreal, VLB éditeur, 1982, pp. 16-17. La edición francesa de
ney, ed., Autobiography, p. 24. la intervención de Derrida, Otobiograpbies (París, Seuil) no incluye las
13. Paul de Man, «La autobiografía como desfiguración», incluido actas de los diálogos que siguieron a esa conferencia, las cuales están in-
en este Suplementos. cluidas en la edición canadiense.
14. Lejeune hace precisiones a las teorías postuladas en Le pacte auto- 22. Ensuartículo «Autografía: pensador firmado (Nietzsche y De-
biographique (pero sin cambiar las premisas fundamentales) en «Le pac- rrida)», incluido en este Suplementos, Alberto Moreiras analiza con más
te autobiographique (bis)», publicado en Lanmtobiographie en Espagne detalle el texto de «Otobiographie de Nietzsche», situándolo en el con-
(Aix-en-Provence, Université de Provence, 1982), pp. 7-26, y reimpreso texto del pensamiento derridiano, y sacando conclusiones muy lúcidas
en su libro Moi aussi (París, Seuil, 1986), pp. 13-35. acerca de lo quela estructura de la firma, la imposibilidad de la «auto-
15. Paul Jay, Being in the Text. Self-Representation from Wordsworth rrepresentación» y la naturaleza de la heterobiografía suponen para el
to Roland Barthes (Ithaca: Cornell University Press, 1984); Paul John pensamiento y su escritura. Además de Otobiograpbies, para el tema de
Eakin, Fictions in Autobiography. Studies in the Art ofSelfInvention (Prin- la autobiografía resulta indispensable otra obra de Derrida, Memoiresfor
ceton, Princeton University Press, 1985); véase especialmente el cuarto Paul de Man (Nueva York, Columbia University Press, 1986).

SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS

Condicionesy límites
de la autobiografía*

Georges Gusdorf

La autobiografía es un género literario firmemente esta-


blecido, cuya historia se presenta jalonada de una serie
de obras maestras, desde las Confesiones de san Agustín
hasta Si le grain ne meurt de Gide, pasando por las Con-
fesiones de Rousseau, Poesía y verdad, las Memorias de ul:
tratumba o la Apología de Newman. Muchos grandes
hombrés, e incluso muchos hombres no tan grandes, jefes
de Estado jefes militares, ministros, exploradores, hom-
bres de negocios, han consagrado el ocio de su vejez a la
redacción de recuerdos que encuentran constantemente
un público de lectores atentos. La autobiografía existe de
todas t: das; está protegida por la regla que protege a las
cloriadconsagradas, de modo que ponerla en cuestión pue-
de parecer ridículo. Diógenes demostró el movimiento an-
dando, en su disputa con el filósofo eleata que pretendía,
por la autoridad de la razón, impedir a Aquiles que atra-
pase la tortuga. De manera similar, felizmente, la auto-
biografía no ha esperado quelos filósofos le otorguen el
derechoa la existencia. Pero tal vez no es demasiado tar-
de para preguntarnosporel sentido de tal empresa y por
sus condiciones de posibilidad, a fin de entresacar las pre-
suposiciones implícitas.
En primerlugar, conviene resaltar el hecho de queel
género autobiográfico está limitado en el tiempo y en
el espacio: ni ha existido siempre ni existe en todas par-
tes. Si las Confesiones de san Agustín ofrecen el punto de
referencia inicial de un primer éxito fenomenal, vemos
. en seguida quese trata de un fenómeno tardío en la cul...
tura occidental, y que tiene lugar en el momentoen que
la aportación cristiana se injerta en las tradiciones clásicas.
Porotra parte, no parece que la autobiografía se haya ma-
nifestado jamás fuera de nuestra atmósfera cultural; se di-
ría que manifiesta una preocupación particular del hombre
occidental, preocupación que ha llevado consigo en su

* Artículo traducido por Ángel G. Loureiro. Publicado originalmente en For-


men der Selbstdarstellung. Analekten zu einer Geschichte des literarischen Selbspor-
traits. Festgabe fur Fritz Neubert (Berlín, Duncker y Humblot, 1948, 105-123).

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 9
ESTUDIOS Condicionesy límites de la autobiografía

conquista paulatina del mundo y que ha comunicado a como noslas describen los etnólogos, se mantiene enci-
los hombres de otras civilizaciones; pero, al mismotiem- vilizaciones más avanzadas, que se inscriben en marcos
po, estos hombres se habrían visto sometidos, por una es- míticos regidos por el principio de la repetición. Las teo-
pecie de colonización intelectual, a una mentalidad que rías del eterno retorno, admitidas comodogma,bajo for-
“no era la suya. Cuando Gandhi cuenta su propia histo- mas variadas, por la mayor parte de las grandes culturas
ria, emplea los medios de Occidente para defender el . antiguas, centran su atención en lo que permanece, y no
Oriente. Y los emotivos testimonios recogidos por Wes- en lo que pasa. «Lo que es —nos enseña la sabiduría del
termann en sus Autobiografías de africanos manifiestan la Edlesiastés— es lo que ha sido, y no hay nada nuevo bajo
conmocióndelas civilizaciones tradicionales en su con- el sol.» De la misma manera, las creencias en la transmi-
tacto con las europeas. El mundo antiguo está en trance gración de las almas, diseminadas a través del mundoin-
de morir dentro incluso de esas conciencias que se inte- doeuropeo, solo dan un valor negativo a las peripecias de
rrogan acerca de su destino, convertido, de grado o por la existencia temporal. La sabiduría del Indo considera la
la fuerza, al nuevo estilo de vida que el hombre blanco personalidad como una ilusión funesta y busca la salva-
ha traído desde más allá de los mares. ción en la despersonalización.
La preocupación, que nos parece tan natural, de vol- La autobiografía solo resulta posible a condición de
verse hacia el pasado, de reunir su vida para contarla, no ciertas presuposiciones metafísicas. Resulta necesario, en
es una exigencia universal. Se da solamente tras muchos primerlugar, que la humanidad haya salido, al precio de
siglos y en una pequeñaparte del mundo. El hombre que una revolución cultural, del cuadro mítico de las sabidu-
se complace así en dibujar su propia imagense cree dig- rías tradicionales, para entrar en el reino peligroso de la
no de un interés privilegiado. Cada uno de nosotrostie- historia. El hombre que se tomael trabajo de contar su
ne tendencia a considerarse comoel centro de un espacio vida sabe que el presente difiere del pasado y que no se
vital: yo supongo que mi existencia importa al mundo repetirá en el futuro; se ha hecho sensible a las diferen-
y que mi muerte dejará el mundo incompleto. Al contar cias más que a las similitudes; en su renovación constan-
mi vida, yo me manifiesto más allá de la muerte, a fin te, en la incertidumbre de los acontecimientos y de los
de que se conserve ese capital precioso que no debe desa- hombres, cree queresulta útil y valioso fijar su propia ima-
parecer. El autor de una autobiografía da a su imagen un gen, ya que, de otra manera, desaparecerá como todo lo
tipo de relieve en relación con su entorno, una existencia demás de este mundo. La historia quiere ser la memoria
independiente; se contempla en su ser y le place ser con- de una humanidad que marcha hacia destinos imprevisi-
templado, se constituye en testigo de sí mismo; y toma bles; lucha contra la descomposición de las formas y de
a los demás comotestigos de lo que su presencia tiene de los seres. Cada hombre es importante para el mundo, cada
irreemplazable. vida y cada muerte; el testimonio que cada uno dade sí
Esta-toma de conciencia de la originalidad de cada vida mismo enriquece el patrimonio común de la cultura.
personales el producto tardío de cierta civilización. Du- La curiosidad que una persona siente hacia sí misma,
rante la mayor parte de la historia de la humanidad,el el asombro ante el misterio de su propio destino, están
individuo no ve su existencia fuera de los demás, y toda- ligadosa la revolución copernicanade la entrada enla his-
vía menos contra los demás, sino con los otros, en una toria; la humanidad, que subordinaba su devenir a los gran-
existencia solidaria cuyos ritmos se imponen globalmen- des ciclos cósmicos, se descubre dueña de una aventura
te a la comunidad. Nagie es propietario de su vida ni de independiente; y muy pronto esa humanidad se hará cargo
su muerte; las existencias se solapan de tal manera que cada también del dominio delas ciencias, organizándolas, por
una de ellas tiene su centro en todas partes y su circunfe- mediode la técnica, en función de sus propias necesida-
rencia en ninguna. Lo que cuenta no es nuncaelser aisla- des. A partir de ese momento,el hombre se sabe respon-
do; mejor aún,el aislamiento es imposible en un régimen sable: convocador de hombres, de tierras, de poder, creador
de cohesión total. La vida social se despliega a manera de de reinos o de imperios, inventor de un código o de una
una gran representación teatral en la que las peripecias, sabiduría, tiene conciencia de añadir algo a la naturaleza,
fijadas originalmente por los dioses, se repiten periódica- de inscribir en ella la marca de su presencia. Aparece en-
mente. Cada persona aparece así comoel titular de un tonces el personaje histórico, y la biografía representa, jun-
papel, ya representado porlos ancestros y que los descen- to a los monumentos, las inscripciones, las estatuas, una
dientes volverán a representar; hay un número limitado de las manifestaciones de su deseo de permanencia en la
de papeles, y se expresan con un número limitado de nom- memoria de los hombres. Las vidas ejemplares de los hom- '
bres. Los recién nacidos reciben el nombre de los difun- bres ilustres, de los héroes y los príncipes, les conceden
tos, de los cuales toman su rol, y la comunidad se mantiene una especie de inmortalidad literaria y pedagógica para
idéntica a sí misma, a pesar de la renovación constante la edificación de los siglos futuros.
de los individuos que la componen. Pero la biografía que así se constituye como género
Está claro que laautobiografía nopuede darseen un literario solo provee una presentación exterior de los gran-
mediocultural en el que la conciencia de sí, hablando con des personajes, revisados y corregidos por las necesidades
propiedad,noexiste. Pero esta falta de conciencia de la de la propaganday porel sentido común de la época. Muy
personalidad, característica de las sociedades primitivas tal a menudo,el historiador se encuentra separado de su mo-

10 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Condiciones y límites de la autobiografía

«delo por el tiempo transcurrido; siempre se encuentra


>
to, de la escena de la vida, y los psicoanalistas han puesto
“separado por una gran distancia social. Tiene conciencia en evidencia el papel capital de esta imagen en la con-
de ejercer una función pública y oficial, analoga a la del ciencia progresiva que el niño va tomando de su propia
“artista que esculpe o pinta una imagen de una persona personalidad.* Desde los seis meses de edad, el niño se in-
poderosa en ese momento, y que queda fijada en una pose teresa particularmente por ese reflejo suyo, que solo pro-
ventajosa según las normas de las convenciones imperan- duce indiferencia en el animal. En esa imagen descubre
wes. Laaparición de la autobiografía supone una nueva re- Y el niño poco a poco un aspecto esencial de su identidad:
volución espiritual: el artista y_elmodelo..coinciden,el Z separa lo exterior de su interior, se ve como un otro entre
historiador se toma a sí mismo como objeto. Es decir, que 4 los otros; se sitúa en el espacio social en el que se va a
se considera como un gran personaje, digno de la memo- sentir capaz de reagrupar su propia realidad.
madelóshombres, mientras que, de hecho, no es más El hombre primitivo se asusta de su reflejo en el espe-
que un intelectual más o menos oscuro. Hace su apari- jo, al igual que se espanta de la imagen fotográfica o cine-
ción aquí un nuevo espacio social, el cual invierte los ran- matográfica. El niño civilizado tiene todo el tiempo
gos y reclasifica los valores. Montaigne es un hombre necesario para familiarizarse con el revestimiento de apa-
prominente, perteneciente a una familia de comerciantes;| riencias que él ha asumido bajo la presión persuasiva del
Rousseau, ciudadado de Ginebra, es una especie de aven- espejo. Sin embargo, incluso el adulto, hombre o mujer,
turero literario; sin embargo, ambos consideran su desti- : si reflexiona por un momento, encuentra en el fondo esta
no, a pesar de su mediocridad en el teatro del mundo,: confrontación consigo mismo, la conmoción y la fas-
como digno de ser dado como ejemplo. El interés se ha! cinación de Narciso. La primera imagen sonora del mag-
desplazado de la historia públicaa la historia privada:al | netófono, la imagen animada del cine, despiertan una
“Tado de los grandes hombres que llevan a cabola historia | angustia similar en nuestras profundidades. El autor de
oficial de la humanidad, hay hombres oscuros que llevan ;¡ la autobiografía domina esta inquietud sometiéndose a
a cabo susguerras en el senode su vidaespiritual, libran-+ ella; más allá de todas las imágenes, busca tenazmente la
do batallas silenciosas, cuyas vías y medios,triunfos y ecos,: vocación de su ser propio. Sirva como ejemplo Rem-
merecen serlegados a la memoria universal. : brandt, fascinado por su espejo veneciano, multiplican-
Esta conversión se datardíamente, en la medida en que do sin fin sus autorretratos, —como más tarde lo hará Van
corresponde a unaevolucióndifícil o, mejor dicho, a una Gogh,testimonios de sí mismo y signos de la nuevain-
involución de la conciencia. Uno se maravilla de lo que quietud apasionada del hombre moderno, empeñado en
lo rodea más rápidamente que de uno mismo. Uno ad- dilucidar el misterio de su propia personalidad.
mira lo que ve, uno no se ve a sí mismo.Si el espacio de Si es cierto que la autobiografía es el espejo en el que
fuera, el teatro del mundo,es un espacio claro, en el que la personarefleja su propia imagen, resulta necesario, sin
los comportamientos, los móviles y los motivos de cada embargo, reconocer que el género aparece antes de los des-
unose desentrañan bastante bien a primera vista, el espa- cubrimientos técnicos de los artesanos alemanese italia-
cio interior es tenebroso por esencia. El sujeto que se toma nos. La atracción física y material del reflejo en el espejo
a sí mismo como objeto invierte el movimiento natural se uney fortalece, en el alba de la edad moderna,a la as-
de la atención; al hacer esto, parece estar violando ciertas cesis cristiana del examen de conciencia. Las Confesiones
prohibiciones secretas de la naturaleza humana. La socio- de san Agustín correspondena esta orientación nueva de
logía, la psicología profunda,el psicoanálisis, han revela- la espiritualidad: la Antigiiedad clásica mantenía, en sus
do la significación compleja y angustiosa que reviste el grandes filosofías (la epicúrea, por ejemplo, o la estoica),
encuentro del hombre con su imagen. La ii magen es un una concepción disciplinaria del ser personal, el cual de-
otro yo-mismo, un doble de miser, pero másfragil y vul- bía buscar la salvación en la adhesión a una ley universal
nerable, revestido de un carácter sagrado que lo hacea la y trascendente sin complacencia alguna por los misterios,
vez fascinante y terrible. Narciso, al contemplar su ros- porotra parte insospechados, de la vida interior. El cris-
tro en el seno del manantial, queda fascinado por esta apa- tianismo hizo prevalecer una antropología nueva;cada des-
rición, hasta el punto de morir al doblarse sobre sí mismo. tino,por humilde que sea supone unasuerte de apuesta
En la mayorparte de los folklores y las mitologías la apa- sobrenatural. Tal destino se desarrolla como un diálogo
rición del doble es un signofatal. con Dios, en el que, y hasta el final, cada gesto, cada pen-
Las prohibiciones míticas subrayan el carácter inquie- samiento o cada acto pueden ponerlo todo en entredicho.
tante del descubrimiento de uno mismo. La naturaleza no Cada uno es responsable de su propia existencia, y las in-
había previsto el encuentro del hombre consu reflejo, sino tenciones cuentan tanto comolos actos. Deahí el interés
que parecía oponerse a toda complacencia ante ese refle- nuevo por los resortes secretos de la vida personal; re-
la .
jo. La invención del espejo parece haber conmovido la gla de la confesión de los pecados viene a dar al examen
experiencia humana, sobre todoa partir del momento en de conciencia un carácterala vez sistemático y obligato-:
que las mediocres láminas de metal usadas desde la Anti- rio. Elgran libro de san Agustín procede deesta exigencia
giiedad fueron reemplazadas, a fines de la Edad Media, dogmática: un alma genial presenta ante Dios su balan-
por los vidrios producidos por la técnica veneciana. La ce de cuentas con toda humildad, pero también con toda
imagen enel espejo forma parte, a partir de ese momen- retórica.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 11
ESTUDIOS Condicionesy límites de la autobiografía

Durante los siglos cristianos de la Edad Media occi- torsolo fija un momento de su apariencia exterior, el autor
dental, el pénitente, a imagen de san Agustín, no puede de una autobiografía trata de lograr una expresión cohe-
sino manifestarse culpable ante su Creador. El espejo teo- rente y total de todo su destino. El carálogo de Bredius
lógico del almacristiana es un espejo deformante, que ex- " da cuenta de 62 autorretratos, tenidos todos por auténtl-
plota sin complacencia los menores defectos de la persona cos, que Rembrandt pintó a lo largo de toda su vida. Esta
moral. La regla de humildad más elemental obligaalfiel tentativa repetida muestra que el pintor nunca quedó sa-
a descubrir por todas partes las huellas del pecado, a sos- tisfecho: no reconocía ninguna imagen como su imagen
pechar bajo la apariencia más o menos aduladora del per- definitiva. El retrato total de Rembrandt se encuentra en
sonaje la corrupción amenazante de la carne, la horrible el punto de fuga de todossus rostros diferentes, de los cua-
delicuescencia del Squelette de Ligier Richier: todo hom- les sería, de alguna manera, el denominador común. El
bre se descubre en potencia como un invitado a las Dan- cuadro representa el presente, mientras que la autobiogra-
zas de la Muerte. En esta época, como en la del hombre fía pretende re-trazar una duración, desarrollo el
primitivo, el hombre no puede contemplar sin angustia tiempo, yuxtaponiendo instantáneas,sino
su propia imagen. Hará falta el estallido de la Romania unafilmsiguiendo unguión pre-
medieval, la desintegración de sus dogmasbajo la fuerza concebido. El autor de un diario íntimo, anotando día
conjuntadel Renacimiento y la Reforma, para que el hom- díaimpresiones y sus estados de ánimo,fija el cua-
bre tome interés en verse tal como es,alejado de toda dro de su realidad cotidiana sin preocupación alguna por
premisa trascendental. El espejo de Venecia ofrece a Rem- la continuidad. La autobiografía, al contrario, exige que
brand, hombre inquieto, una imagen de sí mismo despro- el hombre se sitúe a cierta distancia de sí mismo, a fin
vista de perversión o adulación. El hombre renacentista de reconstituirse en su unidad y en su identidad a través
se lanza al océano a la busca de nuevos continentes y de del tiempo.
hombres naturales. Montaigne descubre en sí un mundo A primera vista, no hay en eso nada de chocante. Si
nuevo, un hombre natural, desnudoe ingenuo, y nos en- admitimos que cada hombre tiene una historia y que es
trega en los Ensayos sus confesiones impenitentes. posible contar esa historia, es inevitable que el narrador
Los Ensayos serán uno de los evangelios de laespiri- se acabe tomando a sí mismo como objeto desde el mo-
tualidad moderna. Desligado de toda obediencia doctri- mento en que concibe que su destino tiene interés sufi-
"nal, en un mundo en vías de creciente secularización,el ciente para él mismo y para los demás. Por otra parte, el
hombre de la autobiografía se impone comotarea el sa- 4 testimonio que cada uno da de sí mismo es privilegiado:.
car a la luz las partes más recónditas de su ser. La nueva el biógrafo, cuando se ocupa de un personaje distante O
época practica la virtud de la individualidad, particular- desaparecido, no tiene completa seguridad en cuanto a las
mente apreciada por los grandes hombres del Renacimien- intenciones de su héroe; se limita a descifrar los signos,
to, defensores de la libre empresa tanto en el arte como y su obra tiene siempre, en cierto sentido, algo de novela
en la moral, en las finanzas, la técnica o la filosofía. Las policiaca. Al contrario, nadie mejor que yo mismo pue-
Memorias de Cellini, artista y aventurero, son testigo de de saber en lo que he creído o lo quehe querido; única-
esta nueva libertad de un individuo que cree que todole mente yo poseoelprivilegiodeencontrarme, en lo que
está permitido. Másallá de las disciplinas de la epoca clá- meconcierne,delotro lado del espejo, sin que pueda in-
sica, la época romántica reinventará, en su exaltación del terponérsemela muralla de la vida privada.Los otros, por
genio, el gusto porla autobiografía. La virtud de la indi- muy bien intencionados quesean, se equivocan siempre;
“vidivalidad se completa conla virtud dela sinceridad, que describen el personaje exterior, la apariencia que ellos ven,
Rousseau retoma de Montaigne: el heroísmodecompren- y no la persona, la cual se les escapa. Nadie mejorque
derlo todo y de decirlo todo, reforzado porlas enseñanzas el propio interesado puede hacer justiciaasí mismo, y
del psicoanálisis, reviste a los ojos de nuestros contempo- és precisamente para aclarar los malentendidos, para res-
ráneos un valor creciente. Las complejidades, las contra- tablecer una verdad incompleta o deformada,por lo que
dicciones y las aberraciones no suscitan la duda o la el autor de la autobiografía se imponela tarea de presen-
repugnancia, sino una suerte de asombro. Y Gide reto- tarélmismosuhistoria.
ma, en un sentido totalmente profano, la exclamación del Ungran número de autobiografías, sin duda la mayor
salmista: «Yo te alabo, ¡oh, Dios mío!, por haberme he- parte, se basan en estos presupuestos elementales: el hom-
cho una criatura tan maravillosa». ¡ bre de Estado,el político, el jefe militar, cuandoles llega
El recurso a la historia y a la antropología permite í el ocio del retiro o del exilio, escriben para celebrar su
situar la autobiografía en su momento cultural.? Queda ' obra, siempre más o menos incomprendida, para hacerse
por examinar la empresa autobiográfica en sí misma, para | untipo de propaganda póstuma en la posteridad, que co-
iluminar sus intenciones y medir sus posibilidades de éxi- ' rre el riesgo de olvidarlos o de no apreciarlos en su justa
to.? El autor de una autobiografía se impone como tarea . medida. Memorias y recuerdos compiten en celebrar la cla-
1 el contar su propia historia; se trata, para él, de reunir los rividencia y la habilidad de hombres ilustres que jamás
4
4 elementos dispersos de su vida personal y. de agruparlos se han equivocado, a pesar de las apariencias. El cardenal
|
ÑA
en un esquema de conjunto. El historiador de sí mismo de Retz, jefe de facción sin suerte, gana infaliblemente a
41 querría dibujar su propio retrato, pero, al igual que el pin- posteriori todas las batallas que ha perdido; Napoleón, en

12 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Condiciones y límites de la autobiografía

Santa Elena, por la persona interpuesta de Las Cases, se sulta estrictamente privada. El escritor que evoca sus
soma su revancha de las injusticias de los acontecimien- primeros años explora un dominio encantado que solo
sos, enemigos de su genialidad. Nadie se sirve mejor que a él le pertenece.
uo mismo. Por otra parte, la autobiografía propiamente dicha se
Esta autobiografía, consagrada exclusivamenta a la de- impone como programa reconstituir la unidad de una vida
tensa e ilustración de un hombre, de una carrera, de una a lo largo del tiempo. Esta unidad vivida de comporta-
política o de unaestrategia, es una autobiografía sin pro- miento y de actitudes no procede del exterior: es cierto
blemas: se limita casi exclusivamente al sector público de que los hechos nos influyen, a veces nos determinan y
E existencia. Aporta un testimonio interesante e interesa- siempre nos delimitan; pero los temas esenciales, los es-
do, e incumbe al historiador, más que a ningún otro, el quemas estructurales que se imponen al material de los
estudiar y criticar este tipo de autobiografía. Lo que im- hechos exteriores son los elementos constituyentes de la
porta aquí son los hechos oficiales, y las intenciones se personalidad. La psicología totalizante actual nos ha en-
suzgan de acuerdo con las realizaciones. No resulta nece- señado que, lejos de encontrarse sometido a situaciones
sario creer al narrador, sino considerar su versión de los acabadas, el hombre es el agente activo esencial en lassi-
hechos como una contribución a su propia biografía. El tuaciones en las que se encuentra metido. Lo que estruc-
reverso de la historia, las motivaciones íntimas, comple- tura y da forma definitiva a lo vivido es su intervención,
zan la secuencia objetiva de los hechos. Pero en el caso de modo queel paisaje es verdaderamente, según las pala-
de los hombres públicos lo que predomina es ese aspecto bras de Amiel, «un estado de ánimo».
exterior: ellos cuentan su vida según la óptica de sú tiem- La intención consustancial a la autobiografía, y su
po, de modo que las dificultades de método no difieren privilegio antropológico en tanto género literario, se mues-
de las de la historiografía al uso. El historiador sabe bien tran así con claridad: es uno de los medios del conoci-
que las memorias son siempre, hasta cierto punto, una miento de uno mismo, gracias a la reconstitución y al
revancha sobrela historia. Leyendo los recuerdos de Retz, desciframiento de una vida en su conjunto. Un examen de
no se comprende del todo por quéfracasó tan grandiosa- conciencia limitado al momento presente no me dará más
mente en su carrera política; un biógrafo objetivo no se que un trozo fragmentario de mi ser personal. Al contar
dejará impresionar por ese vencido que se da aires de mi historia, tomo el camino más largo, pero ese camino
vencedor, y reconstruirá los hechos ayudándose de una que constituye la ruta de mi vida me lleva con más segu-
psicología elemental y de comprobaciones indispensables. ridad a mí mismo. La recapitulación de las etapas de la
La cuestión cambia radicalmente cuando el lado pri- existencia, de los paisajes y de los encuentros, me obliga
vado de la existencia tiene mayor importancia. Newman, a situar lo que yo soy en la perspectiva de lo quehesido.
cuando escribe su Apología pro vita sua, tiene como objeti- Miunidad personal, la esencia misteriosa de miser, es la
vo justificar, a los ojos de la opinión contemporánea, su ley de conjunción y de inteligibilidad de todas mis con-
conversión del anglicanismo al catolicismo. Pero los acon- ductas pasadas, de todos los rostros y de todos los lugares
tecimientos sociales y teológicos, los datos cronológicos, en los que he reconocido signos y testigos de mi destino.

Se
tienen poca importancia. El debate se desarrolla, en lo : En otras palabras, la autobiografía es una segunda lectura
esencial, en el espacio interior: como en las Confesiones* de la experiencia, y más verdadera que la primera, puesto
de san Agustín, lo que aquí se nos cuentaesla historia de - que es toma de conciencia: en la inmediatez de lo vivido,
un alma. La crítica externa y objetiva puede señalar me envuelve generalmente el dinamismode la situación,
aquí o allá algún que otro error de detalle o alguna tram- impidiéndomever el todo. La memoria me concede pers-
pa, pero no puede poner en tela de juicio lo esencial. Rous- pectiva y me permite tomar en consideración las comple-
seau, Goethe, Stuart Mill, no se contentan con presentar jidades de una situación, en el tiempo y en el espacio. Al
al lector un tipo de «curriculum vitae» que re-traza las igual que una vista aérea le revela a veces a un arqueólogo
etapas de una carrera oficial cuya importancia no pasa de la dirección de unaruta o de unafortificación, o el plano
de una ciudad invisible desde el suelo, la recómposición
||
mediocre. En este caso, nos concierne otra verdad. La re-
memoraciónse tiene a sí misma como objetivo, y la evo- en esencia de mi destino muestra las grandes líneas que
cación del pasado responde a una inquietud cargada de se me escaparon, las exigencias éticas que me han inspira-
mayor o menor angustia, ansiosa de encontrarel tiempo
perdido para recuperarlo y fijarlo para siempre. El título
do sin que tuviera una conciencia clara de ellas, mis elec-
ciones decisivas.
|
de la obra autobiográfica de Jean Paul, Wabrheit aus mei- La autobiografía no consiste en una simple recupera--
nem Leben («La verdad de mi vida»), expresa bien el he- ción del pasado tal como fue, pues la evocación del pasa-
cho de que la verdad pertinente en este caso tiene lugar do solo permite la evocación de un mundo ido para
en la interioridad de la vida personal. Por otra parte, son siempre. La recapitulación de lo vivido pretende valer por
muy numerosos los recuerdos de infancia y de adolescen- lo vivido ensí,y, sin embargo,£no revela más que unafi-
cia, entre los cuales se hallan obras maestras como los Re- gura imaginada,lejanayaysindudaincompleta, desñiá:
cuerdos de infancia y de juventud, de Renan, o Sila semilla turalizada además por el hecho de que el hombreque
no muere, de Gide. Pero el niño no es todavía un perso- recuerda su pasadohace tiempoqueha dejadod deserel
naje histórico; la importancia de su pequeñaexistencia re- queera enesepasado. El paso de la experiencia inmedia-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 13
ESTUDIOS Condiciones y límites de la autobiografía

ta a la conciencia en el recuerdo, la cual lleva a cabo una rias se figura, con total buena fe, que está haciendo tarea
especie de recapitulación de esa experiencia, basta para mo- de historiador, y que las dificultades, si encuentra algu-
dificar el significado de esta última. Aparece una nueva nas, podrán ser vencidas gracias a las virtudes de la crítica
modalidad del ser, si es verdad, tal como decía Hegel, que objetiva y de la imparcialidad. El retrato será exacto, y
«la conciencia de sí es el hontanar de la verdad». El pasa- la relación de los acontecimientos será traída a la luz tal
do rememorado ha perdido su consistencia de carne y hue- como verdaderamente aconteció. Será necesario luchar;+
so, pero ha ganado una nueva pertinencia, más íntima, sin duda alguna, contra las flaquezas de la memoria y con-
para la vida personal, la cual puede, de esta manera, y tras tra las tentaciones de la mentira, pero una higiene moral
haber estado por mucho tiempo dispersa y haber sido bus- suficientemente severa, así como una buenafe fundamen-;
————

cada en el tiempo, ser descubierta y reunida másallá del tal, permitirán restablecer la realidad de los hechos, tal ;
tiempo. como Rousseau afirma, en célebres páginas, al comienzo
Tal es, sin duda alguna,la intención más íntima de toda de las Confesiones. La mayor parte de los autores que cuen-
empresa de recuerdos, memoria: o confesiones. El hombre tan su vida no se planteanotras cuestiones: el problema
que cuenta su vida se busca a sí mismo a través de su psicológico de la memoria)el problema moral de la im-
historia; no se entrega a una ocupación objetiva y desin- parcialidad con respecto a uno mismo, no son obstáculos
teresada, sino a una obra de justificación personal. La auto- infranqueables. La autobiografía se presentacomo el es-.
pejo de unavida,su dobleclarificado,el diagramadeun
E
| biografía respondea la inquietud más o menos angustiada
¿del hombre que envejece y que se pregunta si su vida no destino.
ha sido vivida en vano, malgastada al azar de los encuen- Pero conocemosla revolución reciente de la metodo-
tros, y si su saldo final es un fracaso. Para asegurarse, logía histórica. El ídolo de la historia objetiva y crítica,
emprende su propia apología, como dice expresamente adorado por los positivistas del siglo XIX, se ha desmo-
Newman. El cardenal de Retz resulta tal vez ridículo con ronado;la esperanza de una «resurrección integral del pa-
su pretensión de perspicacia política y de infalibilidad, sado», alimentada por Michelet, se ha mostrado carente
cuando ha perdido todas las partidas que ha jugado. Pero de sentido; el pasado es el pasado, y no puede habitar de
toda vida, incluso a pesar de los éxitos más brillantes, se nuevo en el presente sino a costa de una pérdida total de su
sabe tal vez íntimamente perdida. La autobiografía es, en- naturaleza. La evocación histórica supone una relación
tonces, la última oportunidad de volver a ganar lo que muy compleja entre pasado y presente, una reactualiza-
se ha perdido; y hay que reconocer queesta partida, tan- ción que nos impide descubrir el pasado «en sí», tal como
to Retz como más tarde Chateaubriand,la han sabidoju- fue: el pasado sin nosotros. El historiador de uno mismo
gar con maestría, de modo que aparecen como vencedores se enfrenta con las mismas dificultades: revisitando su pro-
a los ojos de las generaciones futuras, de manera más no- pio pasado, postula la unidad e identidad de su ser, cree
table que si las oscuras intrigas en las que se complacían poder identificar el que fue con el que hallegado a ser.
hubiesen acabado en ventajas para su facción. Retz escri- Comoel niño,el joven, el hombre maduro de otros tiem-
tor y memorialista de sí mismo, ha compensado el fra- pos, han desaparecido, y no pueden defenderse, solo el
caso de Retz conspirador. La tarea de la autobiografía hombre actual tiene la palabra, lo que le permite negar
consiste, er primer lugar, en una tarea de salvación per- el desdoblamiento y postular exactamente lo que está en
sonal. La confesión, el esfuerzo de rememoración, es, al cuestión.
mismo tiempo, búsqueda de un tesoro escondido, de una Está claro que la narración de una vida no puede ser
última palabra liberadora, que redime en última instan- simplemente la imagen doble de esa vida. La existencia
cia un destino que dudaba de su propio valor. Se trata, vivida se desarrolla día a día en el presente, siguiendo las
para aquel que se embarca en la aventura, de concluir un exigencias del momento, a las cuales la persona se enfren-
tratado de paz, y de alcanzar una nueva alianza, con uno ta de la mejor manera que puede con todos los recursos
A, . -
mismo y con el mundo. El hombre maduro o ya enveje- a su disposición. Combate dudoso, en el que las intencio-
cido que convierte su vida en narración, cree ofrecer tes- nes conscientes, las iniciativas, se mezclan confusamente
timonio de que no ha vivido en balde; no elige la revuelta, con los impulsos inconscientes, las resignaciones y la pa-
sino la reconciliación, y la lleva a cabo en el acto mismo sividad. Cada destino se forja en la incertidumbre delos
de reunir los elementos dispersos de un destino quele pa- hombres, delascircunstanciasyde.si mismo. Esta:ten-
rece que ha valido la pena vivir. La obra literaria en la sión constante, esta carga de lo desconocido, quecorres-
que él se ofrece como ejemplo es el medio de perfeccio- ponde a la flecha misma del tiempo vivido, no puede
nar ese destino, de llevarlo a buen fin. subsistirenlanarracióndelos recuerdos, llevada a cabo
Existe, entonces, una disparidad considerable entre la a posteriori por alguien que conoceel fin de la historia.
intención confesada de la autobiografía —re-trazar simple- Tolstoiha mostrado,enGuerraypaz, la grandiferencia
mentela historia de una vida— y sus intenciones profun- que existe entre la batalla real, vivida minuto a minuto
das, orientadas hacia una suerte de apologética o teodicea por los combatientes angustiados, casi inconscientes de
del ser personal. Esta disparidad permite comprenderlas lo que está pasando, incluso si se encuentran en la seguri-
perplejidades y las antinomias de estegéneroliterario. dad de un estado mayor, y la narración de esta misma ba-
El hombre que emprende la escritura de sus memo- talla, dotada de orden racional y lógico porel historiador,

14 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Condicionesy límites de la autobiografía

que conoce todas las peripecias del combate y su resulta-


do. La misma diferencia existe entre una vida y su biogra-
be la de los demás. Lo que uno dice de sí es siempre poesía |
[...] Unoescribe sobre tales cosas para transmitir a los otros 1
fa: «Nosé, escribía Valéry,si alguien ha intentado escribir la teoría del universo que uno lleva dentro de sí».*
una biografía tratando de saber el instante siguiente, en Es necesario seguir su ejemplo y renunciar al prejui-
todo momento, lo poco que el héroe de la obra sabía en el cio de la objetividad, a un tipo de cientificismo que juz-
momento correspondiente de su vida. En suma, devol- garía la obra según la precisión del detalle. Hay un tipo
verle el azar a cada instante, en lugar de forjar una conti- de pintores de escenas históricas cuya ambición, cuando
mnuidad que puede resumirse, y una causalidad que puede representan una escena militar, se limita a representar mi-
ser convertida en fórmula».* nuciosamente los detalles de los uniformes y de las armas,
El pecado original de Ta autobiografía es entonces, en o las grandes líneas de la topografía. El resultado de su
primer lugar, el
delacoherencia lógica y la racionaliza- empresa es tan falso como resulta posible, mientras que
ción. La narración es consciencia, y comolaconsciencia La rendición de Breda, de Velázquez, o el Dos de mayo,
del narradordirige la narración,le parece indudable que de Goya, aunque estén plagados de inexactitudes, son
esa consciencia ha dirigido su vida. En otras palabras,la obras maestras. Una autobiografía no podría ser, pura y
reflexión inherente a la toma de conciencia es transferi- simplemente, un proceso verbal de la existencia, un libro
da, por unaespecie de ilusion óptica inevitable, al domi- de cuentas y un diario de campaña:tal día, a tal hora, fue
nio del acontecimiento. El novelista Francois Mauriac, al a tal lugar... Tal tipo de cuentas, aunque fuese minucio-
comienzo de una evocación de su infancia, se rebela con- samente exacto, no sería más que una-caricatura de la vida
tra la idea de «que un autor retoca sus recuerdos con la real; la precisión rigurosa se correspondería con el enga-
intención deliberada de engañarnos. En verdad, obedece ño más sutil.
a una necesidad: es necesario que inmovilize, que fije esa Unode los más bellos poemas autobiográficos de La-
vida pasada que estuvo dotada de movimiento[...] Con- martine, «La vigne et la maison», evoca la casa natal del
tra su voluntad recorta en su pasado en movimiento esas poeta, en Milly, cuya fachada está adornada por una guir-
figuras tan arbitrarias como las constelaciones con que he- nalda de madreselva. Un historiador ha descubierto que
mos poblado la noche».* En fin, nos hallamos aquí ante no había tal madreselva en la casa de Milly durantela in-
una especie de crítica bergsoniana de la autobiografía: fancia del poeta; solo mucho más tarde, para reconciliar
Bergson reprocha a las teorías clásicas de la voluntad y el poema y la verdad, la esposa de Lamartine hizo plan-
del libre albedrío el que reconstruyan a posteriori una con- tar una enredadera, La anécdota resulta simbólica: en el

O
ducta pasada, y el que supongan que en los momentos caso dela OLA, la verdad de los hechos se subor-
decisivos se da una elección lúcida entre diversas posibili- dina a la verdad del hombre, pues es sobre todo el hom-
dades, mientras quela libertad concreta se mueve por su bre lo que está en cuestión. La narración nos aportael
propio ímpetu y que, normalmente, no hay elección al- testimonio de un hombre sobre sí mismo, el debate de
guna. De manera similar, la autobiografía se ve condena- una existencia que dialoga con ella misma, a la búsqueda
da a sustituir sin cesar lo hecho por lo quese está haciendo. de su fidelidad más íntima.
El presente vivido, con su carga de inseguridad,se ve arras- La autobiografía es un momento de la vida que se na-
trado por el movimiento necesario que une,al hilo de la rra; se esfuerza en entresacar el sentido de esa vida, pero
narración, el pasado con el futuro. ella es solamente un sentido en esa vida. Una parte del
La dificultad es insuperable: ningún artificio de pre- todo pretendereflejar el conjunto, pero ella añade algo
sentación, aunque se vea ayudado por la genialidad, puede a ese conjunto del cual constituye un momento. Ciertos
impedir al narrador saber siempre la continuación dela cuadros de interior, holandeses o flamencos, muestran en
historia que cuenta, es decir, partir, de alguna manera, una pared un pequeñoespejo en el que el cuadro se repi-
del problema resuelto. La ilusión comienza, por otra te una segunda vez; la imagen en el espejo no se limita”
parte, en el momento en que la narración le da sentido a doblarla escena, sino que añade una dimensión nueva,
al acontecimiento, el cual, mientras ocurrió, tal vez tenía una perspectiva en fuga. De manera similar, la autobio-
muchos,o tal vez ninguno. Esta postulación del sentido grafía no es la simple recapitulación del pasado; es la ta-
determina los hechos quese eligen, los detalles quese re- rea, y el drama, de un ser que, en un cierto momento de
saltan o se descartan, de acuerdo con la exigencia de la su historia, se esfuerza en parecerse a su parecido. Lare-
inteligibilidad preconcebida. Los olvidos, las lagunasy las flexión sobre la existencia pasada constituye una nueva
deformaciones de la memoria se originan aht: no son la apuesta.
consecuencia de una necesidad puramente material resul- La significación de la autobiografía hay que buscarla,
tado del azar; por el contrario, provienen de una opción porlo tanto, más allá de la verdad y la falsedad, tal como
del escritor, que recuerda y quiere hacer prevalecer deter- las concibe, con ingenuidad, el sentido común. La auto-
minada versión revisada y corregida de su pasado, de su biografía es, sin duda alguna, un documento sobre una
realidad personal: Eso es lo que Renan había experimen- vida, y el historiador tiene perfecto derecho a compro-
tado: «Goethe, observa, elige como título de sus memo- bar ese testimonio, de verificar su exactitud. Pero se trata
rias Poesía y verdad, mostrando así que uno no podría también*de una obra de arte, y el aficionado a la literatu-
escribir su propia biografía de la misma manera que escri- ra, por su parte, es sensible a la armonía del estilo, a la

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 15
ESTUDIOS Condiciones y límites de la autobiografía

belleza de las imágenes. Poco importa, por esa razón, que del dominio humano. Comprendemostodo, tanto fuera de
las Memorias de ultratumba estén plagadas de errores, de nosotros como en nosotros mismos, en relación a lo que
omisiones y de mentiras; poco importa que Chateau- somos, y según la medida de nuestras dimensiones espiri-
briand haya inventado la mayor parte de su Viaje a Amé: tuales. Esto es lo que quiere decir Dilthey, uno de los fun-
rica: la evocación de los paisajes que no ha visto, la dadores de la historiografía contemporánea, cuando afirma
descripción de los estadosde ánimodelviajero, no resul- que la historia universal es una extrapolación de la auto-
tan menos admirables.Ficción o impostura, el valor ar- biografía. El espacio objetivo de la historia es siempre la
tístico es real; más allá de los trucos de itinerario o de proyección del espacio mental del historiador. El poeta
cronología, se da testimonio deunaverdad:laverdad del Novalis ya lo había presentido, mucho antes que Dilthey:
hombre, imágenesde sí y del mundo, sueños del hombre «El historiador —afirma— construye seres históricos. Los
datos de la historia son la masa que el historiador modela
degenioqueserealizaenloirreal,parafascinación pro-
piaylectores. dándoles vida. La historia también obedece, por lo tanto,
La función propiamente literaria, artística, tiene, por los principios generales de la creación y la organización,
consiguiente, más importancia que la función histórica y fuera de estos principios no se da una verdadera cons-
u objetiva, a pesar de las pretensiones de la crítica positi- trucción histórica, sino solo los vestigios escasos de crea-
vista de antaño y de hoy. Pero la funciónliteraria en cuan- ciones fortuitas en las que se ha ejercido un genio
to tal, si de verdad queremos comprenderla esencia de la involuntario» (Blutenstaub,p. 93). Y Nietzsche, por su pat-
autobiografía, resulta todavía secundaria en relación a te, afirmaba la necesidad de sentir «como la historia pro-
la significación antropológica. Toda obra de arte es pro- pia todala historia de la humanidad»(El gay saber, $ 337).
yección del dominio interior sobre el espacio exterior, Resulta necesario admitir, por consiguiente, una espe-
donde, al encarnarse, toma conciencia de sí. De ahíla ne- cie de inversión de perspectiva, y renunciar a considerar
cesidad de un segundo tipo de crítica, que, en lugar de la autobiografía a la manera de una biografía objetiva, re-
verificar la correción material de la narración o de mos- gida únicamente porlas exigencias del género histórico.
trar su valor artístico, se esfuerce en entresacar la significa- Toda autobiografía es una obra de arte, y, al mismo tiem-
ción íntima y personal, considerándola como el símbolo, po, una obra de edificación; no nos presenta al personaje
de alguna manera, o la parábola, de una conciencia en visto desde fuera, en su comportamiento visible, sino la
busca de su verdad personal, propia. persona en su intimidad, no tal comofue, o tal comoes,
El hombre que, al evocar su vida, parte al descubri- sino comocree y quiere ser y haber sido. Se trata de una
miento de sí mismo, no se entrega a una contemplación especie de recomposición realzada del destino personal;
pasiva de su ser personal. La verdad no es un tesoro es- el autor, quien es al mismo tiempo el héroe dela histo-
condido, al que bastaría con desenterrar reproduciéndo- ria, quiere elucidar su pasado a fin de discernir la estruo-
lo tal cual es. La confesión del pasado se lleva a cabo como tura de su ser en el tiempo. Y esta estructura secreta es
una tarea en el presente: en ella se opera una verdadera para él el presupuesto implícito de todo conocimiento po-
Sh autocreación. Bajo el pretexto de presentarme tal como sible, en el orden que sea. Y de ahí el lugar central de la
fui, ejerzo una especie de derecho a repetir miexistencia, autobiografía, y en particular en el dominio literario. _.
«Hacer, y al hacer, hacerse»: la bella fórmula de Lequier La experiencia es la materia prima de toda creación,
podría ser la divisa de la autobiografía, la cual no puede la cual elabora los elementos tomadosde la realidad vivi- *
recordar el pasado en el pasado y para el pasado, imagen da. Uno solo puede imaginar a partir de lo que unoes,
inaccesible, pues los muertos no se pueden resucitar; la de lo que uno ha experimentado, en la realidad o en la
autobiografía evoca el pasado para el presente y en el pre- aspiración. La autobiografía presenta ese contenido pri-
"sente, reactualiza lo que del pasado conserva sentido y va- vilegiado con un mínimodealteraciones; más exactamen-
lor hoy en día; afirma una tradición personal, la cual funda te, cree, de ordinario, restituirlo tal como fue, pero, para
una fidelidad a un tiempo antigua y nueva, pues el pasa- narrarse, el hombre añade algo a sí mismo. De modo que
do asumido en el presente es también un signo y una pro- la creación de un mundoliterario comienza en la confe-
fecía del futuro. Las perspectivas temporales parecen, de sión delautor:la narración que hace de su vida ya es una
esta manera, agregarse e interpenetrarse en una comunión primera obra de arte, el primer desciframiento de una afir-
en el autoconocimiento que reagrupaal ser personal más mación que, a un nivel más alto de disección y recompo-
allá y por encima de su duración temporal. La confesión sición, florecerá en novelas, en tragedias o en poemas. El
adquiere el carácter de una confesión de valores, de un novelista Frangois Mauriac asume una intuición familiar
autorreconocimiento, es decir, de una opción a nivel de a muchosescritores cuandoescribe: «creo que no hay una
esencias. No una revelación de unarealidad dada de ante- gran novela que no sea una vida interior novelada».”
mano, sino el postulado de una razón práctica. Toda novela es una autobiografía por persona interpues-
El carácter creador y edificante así reconocido a la auto- ta, verdad que Nietzsche había entendido más alláinclu-
biografía saca a la luz un sentido nuevo y más profundo de so delós límites de la literatura propiamente dicha: «Poco
la verdad como expresión del ser íntimo. Y esta verdad, a poco se me ha hecho claro lo que es toda gran filosofía:
descuidada demasiado a menudo, constituye, sin embar- la confesión de su creador, de alguna manera los recuer-
go, una de las referencias necesarias para la comprensión dos involuntarios e inconscientes [...]».3

16 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
¿IN
po l ! - ESTUDIOS Condiciones y límites de la autobiografía
SS
o e
Habría, entonces,dos”versiones, o dos casos, de auto- literaria es que la obra, incluso antes de llevarse a cabo,
Biografía: por una parte, la confesión propiamente dicha, pueda obrar sobre la existencia. La autobiografía es vivi- |
*, por otra, toda la obra del artista, que se ocupa del mis- da, representada, antes de ser escrita; impone una especie
mo material pero con toda libertad y trabajando de in- de marca retrospectiva al acontecimiento.Leyendo la co-
cógnito.Tras la muerte deSofía, Novalis escribió durante rrespondencia de Mérimée, observa un crítico,se tienela
un tiempo un diario íntimo en el que anotó, día a día, impresión de que su 'manera de vivir los episodios que
escuetamente, sus estados de ánimo; por la misma época describe está influida ya por la narración que hará a sus
escribió los Himnos a la noche, una de las obras maestras amigos. De manera similar, Thibaudet justifica a Chateau-
de la poesía romántica. Ni el poema ni su prometidason briand contra los que lo acusan de haber falsificado sus
nombrados en los Himnos; sin embargo, no hay duda de Memorias: «su manera de ordenar a posteriori su vida es
quetienen el mismo contenido autobiográfico que el Dia consustancial con su arte. Es una información, no una
rio, pues representan una crónica de la experiencia de la deformación. No podemosseparar sus mentiras de su es-
muerte. Igualmente, Goethe se tomóel trabajo de escri- tilo». Debemos «ver su persona y su vida en función de
bir sus memorias; pero su obra entera, desde Werther al su obra, y también como su consecuencia, comola fuen-
Segundo Fausto y a la Elegía de Marienbad se despliega tey el producto a la vez de su estilo».?
como una gigantesca confesión. «No hay, en las Afinida- Elestilo debe entenderse aquí no solamente como una
des, le confía a Eckermann, un solo rasgo que no haya regla de escritura sino como unalínea de vida. Laverdad
sido vivido, aunque ninguno esté tal como fue vivido.» delavida noesdistinta, específicamente, de la verdad de
Resulta inútil multiplicar los ejemplos:la crítica ha de- la obra: el gran artista, el gran escritor, vive, de alguna ma-
cidido clasificar las obras de los escritores según el orden “nera, para su autobiografía. Sería fácil mostrar esto en el
cronológico, y de buscar en cada unade ellas la expresión cáso de Goethe o de Baudelaire, de Gauguin, de Beetho-
de una situación real, reconociendo, de esta manera, el ven, de Byron, de Shelley y de tantos otros grandes artis-
carácter autobiográfico de toda creación literaria. Para tas. Hay un estilo de vida romántico, como hay uno
comprender En busca del tiempo perdido es necesario ver clásico, barroco, existencial o decadente. La vida, la obra,
enella la autobiografía de Proust; Henri el Verde esla auto- la autobiografía, se nos aparecen así como tres aspectos
biografía de Gottfried Keller, como Jean-Christophe esla de una misma afirmación, unidos por una constante 1m-
de Romain Rolland. Laclave autobiográfica permite esta bricación. La mismafidelidad justifica las aventuras de la
blecer lacorrespondencia entre la vida y la obra, solo que . acción y lasdela escritura, de suerte que será posible des- :
esa correspondencia no es tan simple como la que se da, . cubrir entreellas una correspondencia simbólica, y sacar
por ejemplo, entre un texto y su traducción. Nuestras re- 2 laluz los centros de gravitación, los puntos de inflexión
flexiones anteriores encuentran aquí toda su importancia. de un destino. Los teóricos de la Formgeschichte han en-
Se puede distinguir, en la creación literaria, una espe- contrado en eso el punto de partida de un método dein-
cie de verdad en sí de la vida, anterior a la obra y que terpretación literaria y artística, deseosos, ante todo, de
vendría a reflejarse en ella, directamente en la autobio- deslindar los temas esenciales en función de los cualesel
grafía, y más o menos indirectamente en la novela o el hombre la obra se hacen inteligibles. El orden totalmente
poema. Las dos series no son independientes: «Los gran- exterior de la cronología se muestra entonces ilusorio. La
des acontecimientos de mi vida son mis obras», decía Bal- historia literaria deja lugar a lo que Bertram llama, en el
zac. La autobiografía es también una obra, es decir, un caso de Nietzsche, una «mitología» personal, organizada
acontecimiento de la vida, en la cual influye por una es- en funcióndeloslestmotiv de la experiencia integral: el
pecie de movimiento de retorno. El psicoanálisis y la psi- caballero, la Muerte y el Diablo, Sócrates, Portofino, Eleu-
cología profunda nos han convertido en familiar la idea, sis; ideas centrales cuya estela encuentra Bertram tanto en
ya implícita en la práctica de la confesión, de que, al to- la obra de Nietzsche como en su vida.
mar conciencia de lo que fue, uno cambia lo que es. Como El privilegio de la autobiografía consiste, por lo tanto,
observaba Saint-Beuve, en el caso del escritor «escribir es a fin de cuentas, en que nos muestra no las etapas de un
dar a luz». Un hombre no es el mismo tras el examen desarrollo, cuyo inventario es tarea del historiador, simo
de conciencia. La autobiografía no es, por consiguiente, el esfuerzo de un creador paradotarsentido supropia
la Imagen acabada, la determinación permanente, de una leyenda. Cada uno es el primer testigo de sí mismo; sin
vida personal: el ser humano se hace de continuo; me- embargo, su testimonio no goza de autoridad definitiva.
morias y recuerdos aspiran a una esencia más allá de la No solamente porque el crítico objetivo mostrará siem-
existencia y, al ponerla de manifiesto, contribuyen a su pre inexactitudes, sino, sobre todo, porque el debate de
creación. Al dialogar consigo mismo,el escritor no bus- una vida consigo misma en busca de su verdad absoluta
ca decir la última palabra, la cual cerraría su vida; se es- nunca tiene fin. Cada uno es para sí mismola apuesta exis-
fuerza solamente por acercarse un poco más al sentido, tencial en una partida que, en realidad, no puede ser per-
siempre secreto e inalcanzable, de su propio destino. dida ni ganada. La creación artística es una lucha con el
Eneste sentido, toda obra es autobiográfica en la me- ángel, en la que tanto el creador como su enemigo están
dida en que,al inscribirse en la vida, modifica la vida fu- seguros de vencer. El creador lucha contra su sombra, con
tura. O, todavía mejor, el carácter propio de la vocación la única seguridad de que jamás la podrá apresar.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 17
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

NOTAS 5. Mauriac, Commencements d'une vie, Grasset, 1932, «Introduction»,


p. XL.
1. Cfr. en particular las investigaciones de Jacques Lacan, «Le Stade 6. Renan, Souvenirs d'enfance et de jeuneusse, Calmann Lévy, «Pré-
du Miroir comme formateur de la fonction du Je», Revue Frangaise de face», p. HL. :
Psychanalyse, 4 (1949). EN. del T: hay traducción castellana en Escritos, 7. Mauriac, Journal, 1I, Grasset, 1937, p. 138. Cír. Maurois, Tourgue-
1, México, Siglo XXI1971, pp. 11-18.] nief, p. 196: «La creación artística no es una creación ex nibilo. Es una
2. Para más detalles, véase la obra, desgraciadamente inacabada, de reordenación de elementosde la realidad. Se podría mostrar fácilmente
Georg Misch, Geschichte der Autobiograpbie, t. L, Teubner, 1907. que las narraciones más extrañas, las que nos parece más lejanas de la
3. Véase también André Maurois, Aspects de la biographie, Grasset, observación real, como Los viajes de Gulliver, los Cuentos de Edgar Poe,
1928. la Divina Comedia de Dante o Ubu rey de Jarry, están compuestos de
4. Paul Valéry, Tel Quel, 1I; cf., en el mismo sentido, su afirmación " recuerdos[...)».
«Quien se confiesa miente y huye de la verdadera verdad, la cual no existe, 8. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, $ 6.
o es informe, y, en general, confusa». 9. A. Thibaudet, Réflexions sur la critique, NRE, 1939, pp. 27 y 29.

Autobiografía y conciencia El objetivo de este artículo es la exposición de los fun-


histórica* damentosdela tesis que considera que el género autobio-
gráfico tomóuna forma definida y rica cuandoel hombre
occidental adquirió una mayor y más profunda compren
sión histórica de su existencia. La autobiografía asumeasí
Karl J. Weintraub
“una función cultural significativa alrededor del año 1800.
Lacreciente importancia de la autobiografía es, entonces,
una parte de la gran revolución intelectual caracterizada
porel surgimiento de una determinada forma moderna de
Aunqueel instinto autobiográfico puede que sea tan an-
conciencia histórica a la que denominamoshistoricismo.
tiguo comola escritura, el hombre occidental empezó a
“ En la medida en que los estudios de investigadores y
valorar la autobiografía solo a partir de 1800. Así, unabi-
críticos literarios sean más rigurosos y sistemáticos, ten-
bliografía de todas las obras autobiográficas anteriores a
derán a pensar que estas consideraciones no son más que
esa fecha se reduciría a un breve fascículo; por el contrario,
las reflexiones de un historiador ingenuo. Estas reflexio- *
una bibliografía posterior a la misma podría componer
nes se apoyan en el trabajo de varios años sobre la histo-
un grueso tomo. Lo anteriormente afirmado, que tiene un
ria de la autobiografía considerando ésta como la forma
fundamento meramente cuantitativo, no puede justificarse
de expresión que mejor revela el desarrollo de la concep-
solamente por unafácil referencia a la cultura de masas o
ción que de sí mismotiene el hombre occidental. En el -
a las facilidades de publicación del mundo moderno. Se
mejor de los casos esas reflexiones sirven para estimular
trata tanto de un hecho que se deriva de unas determina-
la discusión sobre un género que necesita clarificación.!
das condiciones culturales como de la significativa rela-
ción entrela retórica y la conciencia pública del hombre
clásico,la relativa insignificancia de la tragedia vista desde
L Problemas del género
la perspectiva de un mundo completamente cristianiza-
do, la desaparición de la épica del mundo no aristocráti-
Si partimos de que la palabra autobiografía, que por su
co, o la importante afirmación de la novela en la era de
origen solo significa que la vida de la que se da constan-
la burguesía. El uso del término «autobiografía» es en sí
cia es la vivida por el propio escritor, entonces el alcance
mismo sugerente, aunque este modo de explicación históri-
del término es bastante amplio. La poesía lírica raramen-
ca es siempre injustificado dado que existen otros términos
te puede liberarse de fuertes elementos autobiográficos.
másantiguos, tales como «hypomnemata», «comentaril»,
Sin embargo, no tiene sentido dejar que este gran género
«vita», «confesiones» o «memorias», que podrían cubrir
poético sea absorbido porla expansión imperialista de un
sin mayor problema todaslas funciones que se encuentran
término vagamente definido. El elemento autobiográfico
englobadas en el término autobiografía, más novedoso.
de esa poesía raramente tiene como referente toda «una
En el idioma alemán este término aparece por primera
vida» sino que generalmente se centra en un momento
vez poco antes de 1800 mientras que el Oxford English
de esa vida y sólo en escasas ocasiones se trata de un mo-
Dictionary atribuye a Southey su primera utilización en
un artículo del año 1809 sobre la literatura portuguesa.
mento significativo que resuma la verdadera esencia de la
significación de la vida. Un individuo puede resumir su
propia vida en una lápida pero, de hacerlo así, la inter-
* "Traducción de Ana M. Dotras. pretación de su vida se haría increíblementebreve. Sin em-

18 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

cuando es más larga tiende a convertirse en un do- cripción histórica forma casi un «tipo ideal» que se sitúa
larmento de estado más que en uno privado. A pesar de en uno de los extremos de un espectro de obras que ten-
¡que este criterio pueda parecer excesivamente drástico, por dría en su otro extremo el «tipo ideal» de autobiografía
do menos es razonable exigir que la autobiografía defina en el que un escritor como por ejemplo san Agustín se
a ámbito con precisión. Así, se supone que en la auto- explaya casi exclusivamente sobrela reflexión interna de
¡Enografía se rememoran aspectos significativos de la vida, su propia vida en la que los hechos externos sólo han te-
puerrosimportantes de'la experiencia. nido un significado interno.
El lenguaje aquí utilizado sugiere claramente quela di-
ferenciación entre la autobiografía y las memorias no pue-
¿¡Blernorias desernirígida ni definitiva. Los tipos ideales, entendidos
en el sentido de Max Weber, son como mecanismos heu-
Enlas res gestae, memorias y recuerdos tenemos siempre rísticos, como meros instrumentos conceptuales, siempre
== conocimiento de la identidad del escritor así como in- más puros que la compleja realidad que se supone que de-
ermación sobre sus propias experiencias, que son tam- ben explorar. Si estos tipos ideales se demuestran útiles
émen elementos característicos de la autobiografía. Con en la clasificación de las diversas complejidades del mun-
mayor frecuencia de la debida las memorias son conside- do real entonces es correcto seguir utilizándolos, pero, si
zadas como autobiografías. Antes de continuar, es conve- se tratan como algo concreto, se comete un pecado inte-
mente que nos detengamosen una serie de consideraciones lectual de primer orden. Así, no es sorprendente encon-
zmportantes. El tema esencial de toda obra autobiográfi- - trar en una zona intermedia del espectro muchas obras
== son realidades experimentadas de una forma concreta que son un híbrido entre las memorias y la autobiogra-
+ no aquellas que forman parte del ámbito de las expe- fía. En las Mémotres del cardenal Retz la autobiografía y
mencias consideradas en sí mismas con independenciadel las memorias se entrelazan, aunque las memorias pare-
sujeto que las ha llevado a cabo. Evidentemente la reali- cen dominar. Por el contrario, en las Mémotres d'outre-
dad externa formaparte de la experiencia pero ésta se ve tombe de Chateaubriand, el peso de la mezcla recae con
modificada por la propia vida interior. "Todo ello confor- mayorfuerza en el polo de la autobiografía. Por otra par-
ma nuestra particular experiencia personal. Así, todo he- te, una valoración sobre la intención y perspectiva del
choexterno alcanza un determinado grado de valor autor puede ayudar a precisar el criterio de clasificación.
sintomático que se deriva de su absorción y reflejo inter- ¿Esel libro un intento, preferiblemente consciente, de pre-
nos. Por otra parte, en la biografía este proceso se encuen- sentar una vida y una personalidad a través de los actos
ta invertido ya que una personaajena a la vida que se públicos o, de otra forma, es la historia de un hombre
narra intenta averiguar la estructura interna de la misma para el que la actividad pública llenó su existencia la auto-
tanto a través de una serie de datos extraídos de una con- biografía de un homo políticus? o, ¿es la obra un intento
ducta y comportamiento externos y reales como por de presentar hazañas y hechos por lo que son en sí mis-
medio de afirmaciones sobre su propia vida íntima exter- mos), ¿es, entonces, memorias o res gestae? ¿Se centra la
nalizadas porel sujeto de la misma. La autobiografía, sin atención en la coherencia interna de la experiencia o en
embargo, parte del supuesto de que es el propio escritor el momento y la trascendencia de los acontecimientos y
el que está tratando de reflexionar sobre el ámbito de ex- de los logros dignos de mención? El objetivo de la auto-
periencias de su propia vida interior, o sea, que el autor biografía es dejar constancia de toda una vida y no sim-
es alguien para quien esta vida interior es importante. En plemente de aquellas cosas que han marcado su existencia.
las «memorias», el hecho externo se traduce en experien- Si la vida es una interacción entre el «yo y sus circunstan-
cia consciente, la mirada del escritor se dirige más hacia cias», entonces su historia debería ser algo más que el mero
el ámbito de los hechos externos que al de los interiores. relato de unas circunstancias. De esta forma, parece que
Así, el interés del escritor de memorias se sitúa en el mun- la autobiografía se acerca más al verdadero potencial del
do de los acontecimientos externos y busca dejar cons- género cuanto más sea su tema real un personaje, una per-
tancia de los recuerdos más significativos. Su aspiración sonalidad, o la concepción de uno mismo,es decir, todos
ideal es poder verlo todo tal como lo ve Dios. Es signifi- esos temas de difícil definición que en última instancia
cativo que el historiador ameal sujeto de su biografía y determinan la coherencia interna y el sentido de una vida.
que, cuanto más confíe en él, más desee ser un testigo «ob- La verdadera autobiografía, que es un tejido en el quela
jetivo» de su vida. Los hechos autobiográficos de perso- autoconsciencia se enhebra delicadamente a través de ex-
najes históricos se centran, y de forma similar ocurre en periencias interrelacionadas, puede tener funcionestan di-
las res gestae, en las hazañas porestos realizadas. El conte- versas comola autoexplicación, el autodescubrimiento,la
nido reside así más en las hazañasrealizadas y menos en autoclarificación, la autoformación, la autopresentación
unareflexión consciente del significado interno que esas o la autojustificación. Todas estas funciones se entrelazan
acciones tienen para la propia personalidad. En la Res ges- fácilmente aunque todas ellas se centran sobre el conoci-
tae, el Emperador Augusto le presenta al mundo las ha- miento consciente de su relación y sus experiencias.
zañas históricas por él realizadas pero apenas nos dice nada
de su propia experiencia interior. Así, esta importante ins-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 19
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

El punto de vista necesario gunas de las cuales, como el viaje a Italia entre 1786 y
1788, se sitúan incluso fuera del área que debe cubrir lo
El auténtico y genuino esfuerzo autobiográfico se encuen- esencial en un relato autobiográfico) y que formaban un
tra guiado porel deseo de percibir y de otorgar un sentido determinado modelo de experiencia desde el que la per-
a la vida. Este esfuerzo se ve dominado lógicamente por sonalidad surgía con unos contornos más definidos. O sea,
el «puntode vista» del escritor, entendido éste en el sentido en un momento dado, era posible descubrir una armonía
más literal, el de las coordenadas espacio-temporales desde esencial dentro de la complejidad de la persona y de las
las que el autobiógrafo contempla su propia vida. La cues- diferentes vicisitudes de una vida azarosa, y solo después
tión esencial reside en que ese momentoen el tiempoestá de ese momento es posible presentar esa vida con la su-
situado en un lugar de la vida del escritor más allá de un prema imparcialidad «del más elevado sentido de la iro-
momento de crisis o más allá de una experiencia, o de nía». Vico, quien redujo todo el significado de su existencia
un conjunto de experiencias que pueden jugar la misma a la autoría de la Nueva Ciencia, relata su vida como el
función de unacrisis. Este aspecto destaca enormemente desarrollo de la secuencialidad lógica de las diferentes y
en aquel tipo de autobiografía que se construye en torno fundamentales experiencias intelectuales en las que no exis-
a una experiencia de «conversión»: las Confesiones de san ten momentos claves o decisivos y en ningún momento
Agustín y la escena del jardín de agosto del año 386; el una crisis de conversión.
Discours de la méthode de Descartes (una obra que merece Cuandoel esfuerzo autobiográfico carece de esos mo-
ser leída como autobiografía) y la noche del 10 al 11 de no- mentos previos de lucidez que aseguran la visión retros-
viembre de 1619 «dans une poéle»; las Confessions de pectiva de una experiencia modélica del autor, la función
Rousseau y un momento de aquella tarde de octubre autobiográfica tiende a ser más de autoorientación y la
de 1749 en la carretera a Vincennes; o la Autobiography de forma autobiográfica, si no se paraliza, se encuentra en-
Gibbony la escena en las escaleras del «Capitoline Hill» tonces poco desarrollada. Tras su coronación como poe--
el 15 de octubre de 1764. En momentostales de crisis vital ta laureado en 1341 Petrarca regresó a Vaucluse donde
tiene lugar una experiencia de choque enla quese clarifica comenzó sentirse intensamente preocupado por conflic-
unacuestión personal que tenía un carácter difuso y por tos internos y por la dirección que su vida debía tomar.
la que la personalidad adquiere una mayor solidez. Es En su Secretum se explota el gran potencial quetiene la
comosi se corriera un velo y ahora se comenzasen a ver formadel diálogo en esa búsqueda autobiográfica del sen-
con claridad aquellos propósitos que antes eran confusos. tido, el fin y la dirección de la vida. El mismo acto de
Así, el curso de la vida se ve comosi estuviera forma- escribir supone en sí mismo un intento de encontrar un
do por unaserie de líneas conectadas entre sí que previa- nuevo marco para el ámbitoa cubrir. Por otra parte, la
mente se encontraban ocultas y que ahora convergen en búsqueda de sentido margina el intento artístico de pre-
una dirección en la que anteriormente prevalecian im- sentar un modelo de vida con un desarrollo significativo.
pulsos e intenciones descoordinadas. La crisis solo puede El viejo Cardano, llevado por la esperanza de descubrir
mostrar sus efectos de forma gradual. Así, once años de queel vasto conjunto de detalles que conformaban su vida
cambios llenos de incidentes azarosos transcurren en la encontraba su nexo de unión en unas causas determinan-
vida de san Agustín entre la escena del jardín y la compo- tes, deja, sin embargo, al lector con la tarea de realizar el
sición de las Confesiones, y, por su parte, Gibbondejó pa- análisis individual de cada uno de los hechos y conelcasi
sar varios años antes de dedicarse a la creación de Decline imposible objetivo de encontrar, dentro de esta variedad
and Fall. La cuestión importante aquí es que el autorre- de detalles, una personalidad y una línea vital coheren-
conoce con posterioridad el significativo papel de la cri- tes. Por su parte, un Montaigne ya anciano recoge, de en-
sis en su vida e iluminado por la introspección que tre un variado conjunto de experiencias concretas, una
favorecen los momentos de lucidez, percibe un orden y cualquiera y, sosteniéndola en alto ante la luz de su mara- |
un sentido en la vida. San Agustín, que se sentía tan asom- villosa y vital mente, es capaz de distinguir en ella los re- :
brado ante su vida de iluminado, convirtió todo el relato flejos cambiantes de su yo múltiple en el acto mismode:
de la misma en una oración, un himno al poder divino entenderlo. Sopesa, examina, experimenta, ensaya y, par-
que guiaba su vida cuandoésta parecía no tener dirección tiendo de la actividad misma que indica el verbo essayer,
alguna y que secretamente dirigía a un ser errante para crea un géneroliterario que él mismo llenó de contenido
que retomara un camino queal final se estrecharía en una autobiográfico creando la impresión de que su libro for-:
senda claramente definida quele dirigiría a la peregrina- ma parte consustancial de sí mismo. Así, la forma ensa-*
tio. Por el contrario, en otras vidas ese momento decisivo yística en sí sugiere que escribir es solo una de las maneras
o crucial no tiene lugar, pero en estos casos se puede ob- de poder encontrar y luego situarse en el lugar estratégt-
tener una determinada pauta y el significado de la misma co desde el cual poder tener una visión totalmente coor-
a través de los efectos de otras experiencias que han ido dinada de una vida que pueda representar la estructura ;
arraigándose más lentamente. Cuando, a la edad de sesenta esencial de la misma. Por consiguiente, allí donde predo-
años, Goethe comenzóa escribir Dichtung und Wabrbeit mine el fenómeno autobiográfico de autodescubrimien-
no encontró en su vida ninguna experiencia iluminadora to y autoorientación, se impide queel arte autobiográfico*
o decisiva sino experiencias similares que se repetían(al- pueda presentar la totalidad esencial de la vida.

20 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
O A AA A O
Aa RA
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica
A
3)
interpretación retrospectiva riores O posteriores cobran, de esta forma, mayor impor-
tancia que las líneas de conexión con el contexto temporal
Cuando el autobiógrafo logra situarse en ese lugar estra- en el que esos elementos tienen lugar. Esta reordenación
zégico desde el que es posible una visión retrospectiva y o reorganización de la vida pasada se debe a que ésta está
wtal de la. vida, consigueimponer€elordendel_presente siendo interpretada en función del sentido (o sentidos)
sobreelpa
pasado. Unacontecimiento, que en su momento que ahora se cree queposee. La verdad autobiográfica que
viocuando
se estaba teniendo lugar, puede verse ahora dominaes, de estaforma,la visión deun modeloyysenti-
AAA .

en función de sus resultados. Al sobreponer esta visión do delavidaqueel “autobiógra


presentey consumadadeunacontecir y mismoen,que|escribesuauto a. Así, siellector
cobra
uzunsignificadodis
distinto que en el momentoen que no puede o no quiere volver a tomar el punto de vista
estabater a. Elsentido delpasado|es del autor como autobiógrafo, no es posible llevar a cabo
mmeligibleysignificativo en función de su comprensión una lectura correcta o apropiada.
en el presente. Así ocurre también con todo intento de
comprensión histórica: a los hechos pasados se les sitúa
de forma quese establece entre ellos una relación retroac- Diario
uva de la que carecían en el momento en que tuvieron
lugar. No obstante, esta situación hace que el lector se Este proceso esencial de buscar el fundamento de la di-
plantee la siguiente cuestión: ¿Cuál es la verdad del rela- rección que tomael relato de unavida, en el significado
z0? Cuando Rousseau narra en sus Confessions (Libro 1) que tiene la misma en el momento presente, es precisa-
cómo, cuando era un joven aprendiz, al volver de un pa- mente lo que diferencia la autobiografía propiamentedi-
seo en las afueras de Ginebra, se encontró la puerta de cha del diario como género autobiográfico. El criterio
entrada cerrada y el puente levadizo en alto, ve en este fundamental de las notas o apuntes que se incluyen en
acontecimiento el momento decisivo de su vida. Pero solo un diario reside en el hecho mismo de que el día tiene
podrá otorgar este significado a ese acontecimiento años un fin. Incluso en el caso de un persona ya madura, cuyo
más tarde cuando tome conciencia del sentimiento obse- criterio de selección está dirigido por una mayor concien-
sionante de estar destinado a ser un hombre que ha per- cia de sus propios valores, cada apunte diario sigue sien-
dido su hogar y a quien le está vedado encontrar otro el do el resultado final de cada día. Cada anotación en el
resto de su vida. En relación al significado que Rousseau diario tiene el valor en sí mismo de ser el reflejo de un
le asigna a ese acontecimiento el hecho de que esté en lo momento breve de determinadas situaciones vitales a las
cierto O no es una cuestión aparte. De hecho, él mismo quese les atribuye una importancia primordial. Aunque
dificulta la comprensión del lector al afirmar exactamen- indudablemente un diario extenso revelará el desarrollo
te lo mismo cuando abandona a madame de Warens y se de la personadel escritor, lo hará de forma muydiferente
marcha de Les Charmettes puesto que este hecho supuso a la autobiografía. Por otra parte, de la misma forma que
un momento decisivo en su vida (así como otros que ofre- la alteración del espíritu y de la naturaleza de la crónica
ce en unalista). Rousseau tenía la marcada tendencia de * de una vida a la luz de la introspección posterior es un
dotar a cada momento pasado con una gran pasión y sen- pecado, también es un pecado contra el diario imponer
tido dramático debido a que cuando acometió la tarea de el orden del día siguiente en el registro del día previo. Tan
escribir un texto autobiográfico afirmó la intención poco como se puede obtener de «historia»al recortar di-
de «revivir» cada momento del pasado al mismo tiempo ferentes trozos de crónicas se obtiene de autobiografía al
quese escribía sobre ellos. De ahí que, al evaluar la signi- incluir en la misma secciones de las hojas de un diario.
ficación de cada momento, vistos desde la perspectiva de El valor tanto de la historia como de la autobiografía se
acontecimientos producto de su lucha contra el destino, deriva del hecho de que, en su interpretación del pasado,
pusiera de relieve el impacto dramático de cada aconte- ambas presentan comosignificativas determinadas partes
cimiento de una forma exagerada.Dé'ésta forma, el Rous- de ese pasado. En ambos casos los diferentes fragmentos
seau que revive ese momento y el Rousseau que le otorga que conforman el incoherente conjunto de la realidad de
al mismo un determinado valor se encuentran condicio- la vida han sido previamente clasificados y, posteriormente,
nados entre sí, aunque es claramente el segundo el que seleccionados algunos de ellos a los que se les ha asignado
dirige todoel proceso de escritura, puesto quees él quien un lugar apropiado en un modelo de significados más
sin duda alguna toma la decisión de seleccionar el inci- completo. El diario, la carta, la crónica y los anales ad-
dente del puente levadizo y no otro. Y lo hace porque quieren valor en el hecho de no ser más que interpreta-
percibe este suceso como un incidente significativo en re- ciones momentáneas de la vida. Su valor reside en ser un
lación a todo el modelo de su realidad vital. Los elemen- recuerdo fiel del pasado y no en el hecho de asignarle a
tos de la experiencia pasada, que han sido extraídos del éste un significado de mayor alcance. En cierto sentido
contexto en el que se situaban con anterioridad, han sido son una ayuda pues traen, por medio de una mirada re-
escogidos porque ahora se cree que tienen un sentido sin- trospectiva, el pasado al presente. Enla historia y la auto-
tomático que podían no haber tenido antes. Las líneas de biografía, por el contrario, el pasado queda subsumido
conexión entre elementos de la experiencia y otros ante- dentro de una visión desde el presente. No es fácil com-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 21
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

paginar la autobiografía y el diario pues, al ser ambas lo sin que su relato actual se refiera a su evoluciónsino,
formas compuestas, es más difícil que vayan juntas in- porel contrario, concentrándose en el carácter general de
cluso si se las compara con el caso de la epístola den- su obra, revelando así el carácter del escritor en sí mismo.
tro de la historia, como son, por ejemplo, la «Vida y A medida que nos acercamosal siglo XVII esta tenden-
cartas/epistolas», esa forma literaria predilecta del si- cia va desapareciendo pues Vico, describiendo al autor de
glo XIX. La introducción de secciones o partes de un la Nueva Ciencia, o Gibbon, representando al creador
diario en relatos autobiográficos suele tener un efecto ad- de Decadencia y caída, presentan sus relatos como «una
verso. Sin embargo, una de las combinaciones más logra- evolución».
das es la que se encuentra en la Autobiografía de Gibbon Cuando la intención predominante es la de desvelar
en la que éste introduce, aunque en pocas ocasiones, par- la naturaleza y la estructura misma de la personalidad, el
tes de su diario para probar de hecho cómo hubo un tiem- autor fácilmente tenderá hacia al autorretrato más que a
po en que él buscó un tema histórico apropiado para su la autobiografía. Este es precisamente uno de los aspectos
talento en el que el tema de Decadencia y caída no apare- a destacar en el autoestudio de Cardano pues, bajo el en-
cía en absoluto. Así, las dos formas tienen propósitos cla- cabezamiento de categorías a las que cree estar refirién-
ramente distintos y le otorgan un peso diferente a los dose, lo que lleva a cabo es la disección de los aspectos
diversos elementos formales. El caso de un escritor al- de mayor interés. Esto deja al lector con la impresión de
tamente autobiográfico como es André Gide, que nos que el autor está menos seguro de la configuración total
ha dado tanto sus diarios como su autobiografía formal del yo que de los detalles con los que debe componerse
(por no hablar también de novelas de marcado carácter el retrato. Los Ensayos de Montaigne son, desde esta pers-
autobiográfico), pone en evidencia el hecho de que am- pectiva, una grandiosa manifestación de la incesante bús-
bas formas literarias no se pueden sustituir entre sí. De queda del autor por entender y captar con fidelidad la
la misma forma, de la lectura de los diarios y anales naturaleza de su propio yo, lo cual le otorga una mayor
de Goethe no conseguimosllegar por medio de ningún comprensión de sí mismo como unser variable y cam-
proceso de recomposición a la maravilla de Dichtung und biante. Montaigne ve al ser «en un proceso de tránsito»
Wabrbeit. y está impaciente porregistrar todos los cambios y fluc-
tuaciones pero, y este es un «pero» importante, está más
interesado en conocer el propio yo, y así vivir y morir
El autorretrato literario fiel a él, que en averiguar el camino por el que ese ser
vino a ser lo que es. Así lo sugiere el modo en que intro-
Partiendo de que la autobiografía propiamente dicha es duce reflexiones posteriores en los ensayos previamente
formaliteraria en la que un yorememora suvida, escritos (y ya impresos) que son las denominadas seccio-
es obvio que estaformaseencontrarácondicionada por nes B y C (añadidas) del manuscrito de Bordeaux. El gran
la concepción de «vida» que predomine en la misma. Lo escritor del siglo diecisiete, Richard Baxter, escribió su vida
que distingue a la vida es el hecho de ser en sí misma como una narración franca y sencilla pero sintió la nece-
un proceso y también el hecho de que, como dijo Georg sidad de describir su carácter a modo de un autorretrato
Simmel,la vida quiere másvida. Si la vida es un proceso, estático. El autorretrato se corresponde con la larga sec-
entonces debe ser entendida comotal. Así, la autobiogra- ción sobre el «Autoanálisis» en la que parece decir: pue-
fía, en virtud de sus indicios sobre la experiencia interior, do ver cómo y de qué manera he cambiado, pero ni sé
puede verdaderamente tener una función especial como cómo ni por qué debería tener que averiguar dónde sur-
ayuda para entender la vida como proceso. gió este carácter. Los impresionantes intentos autobiográ-
Es necesario una vez másestablecer las diferencias en- ficos de Rousseau empezaron con su propio autorretrato
tre las obras auténticamente autobiográficas y aquellas que en Retrato de hombre (un texto difícil de fechar), en las
pertenecen a géneros que poseen cierto matiz autobiográ- cuatro cartas a Malesherbes, en las Ébauches des confessions,
fico, comoel autorretrato literario en el que el mero afán y continuaron, después de las Confessions, con lostres diá-
de autodescubrimiento y de autoafirmaciónda lugar a un logos Rousseau juge de Jean-Jaques, e incluso con Les réve-
retrato fijo o estático. Aquellas obras en las que el autor ries du promeneur solitaire. Es esta una de las maneras de
está intensamente preocupado por explorarel estado pre- leer las Confessions, como el complejo esfuerzo deretra-
sente de su yo o en las que se detiene para confirmar la tar la naturaleza original inmutable y la sensibilidad mo-
condición de su yo para así poder decidir en qué sentido ral como los bienes últimos que se encuentran tras las
quiere dirigir su vida, como ocurre en el Secretum de Pe- cambiantes aventuras de su vida. En tales obras, la preo-
trarca, en su carta Ascensión al Monte Ventoux, o su carta cupación de fondo relacionada con el autoanálisis y auto-
Sobre su propia ignorancia, obras que tienden hacia el auto- rrepresentación hace que el autor caiga fácilmente en el
rretrato literario. En la autobibliografía, una forma que autorretrato. Esta práctica se ve reforzada por el dilema
ha tenido un papelsignificativo en el desarrollo de la auto- de toda tarea genuinamente histórica: la necesidad de equi-
biografía, encontramos una tendencia similar: el autor librar los elementos diacrónicosy sincrónicos,la interrup-
(a menudo a modode prefacio) desea situar su trabajo ac- ción en cualquier momento del tiempo es necesaria para
tual dentro del contexto de su otra oeuvre y busca hacer- el desarrollo del entendimiento a través del tiempo. No

22 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

ebstante, en la verdadera autobiografía los inevitables in- el significado último de la historia de esa vida. Además,
dcios de autorretrato deberían ser subsumidosbajo el afán es necesario puntualizar que todos los rasgos situadosal
de entender la vida como un proceso. margen de esa secuencia lógica están considerados como
algo accidental y no se ponen de relieve para poder reafir-
marasí el significado del todo. «Las vidas de los filósofos»,
Las dimensiones temporales: «Revelación» o «Evolución» que son esas autobiografías de los hombres sabios, tien-
den a tener la uniformidad moral en el modelo básico de
Cuanto más prevalece la convicción de que la vida es un vida que se espera de una concepción de la quintaesencia
hecho biográfico y no biológico, más se reafirma la ten- de la naturaleza que se expone a sí misma bajo el poder
dencia de representarla dentro de la historia y no de convincente de la coherencia racional. Pero también existe
encapsularla dentro de quintaesencias filosóficas. La com- el mismo tipo de modelo autobiográfico formal cuando
prensión de ese hecho biográfico supone entender cómo la concepción básica del hombre es la del «zoon politi-
Hlegó a ser lo quees. Así, la historia se convierte en el prin- kon», la del «homo faber» o la de la criatura a la que su
cipal modo de entendimiento. La proposición «El Hom- creador le otorga una forma y un destino, esa criatura que
bre no tiene Naturaleza, sólo tiene Historia» aunque es se halla a sí misma como parte de un proceso histórico
una exageraciónconsciente es muy útil porque indica una predestinado y diseñado por un creador omnisciente para
dirección que nos lleva a temas de estudio de una posi- lograr darle la capacidad de recuperar una relación apro-
ción historicista plena. El asunto principal de esta forma piada con su creador. San Agustín quiso describir los ele-
no es tanto la historia filogenética de la raza humanao la mentos de este regreso ascendente de la criatura en la vida
composición estrictamente biológica del hombre sino comola peregrinación cristiana haciala vita beata. Él mis-
la concepción del hombre como un ser que o bien se de- mo descubrió este modelo en su propia vida y, por esa
fine en función de su «naturaleza» y de su esencia formal razón, lo estableció como el modelo para todas las con-
o bien se encuentra circunscrito de forma más significati- cepciones cristianas de la forma esencial de la vida. En
va porsu historia en cada uno y todos los puntosdel tiem- el relato de esa autobúsqueda y autoencuentro (a través
po. Como ocurre con toda cuestión de interés, habrá que del aprendizaje de cómo buscar y encontrar a Dios) el én-
tener en cuenta el grado,la intensidad, el énfasis y el equi- fasis cae fuertemente en la descripción de esa necesidad
librio pues, si se entiende la noción de «vida humana como íntima de la dirección que tomala criatura voluntariosa
proceso» en función de un equilibrio apropiado entre la la cual, se resiste a dejarse llevar de la mano de unain-
«naturaleza» y la «historia» del hombre, entonces la con- comprendida voluntad divina, dirige sus pasos hacia su
cepción de tal equilibrio tiene consecuencias importan- propia y verdadera satisfacción. Una vez que para san
tes en los diferentes modos de crear obras autobiográficas. Agustín se hace la luz se enriquece con la maravilla del
Deesta forma, mantener una distinción entre la noción orden inherente en la vida. Es importante señalar que para
de «revelación» y la noción de «evolución» se convierte san Agustín la vida es un proceso y no una formaestática
en algo particularmente importante incluso si en muchos del ser (aunqueeste sea su final en la eternidad). También
casos las diferencias entre ambas nociones se difuminaran. es igualmente importante el que exista un orden creado
En la medida en que el peso resida más en los proce- (no determinado) dentro del cual la tarea de la vida sea
sos «naturales», entonces es más necesario remitirse a la recobrar un lugar apropiado. El proceso principal es el
noción de «revelación». Así, si todo va bien, la bellota se de revelación interior que le asigna a factores y aconteci-
convierte en el roble. La vida es el proceso por el cual mientosexternossignificación «catalítica». El mun-
los seres exponen o revelan su naturaleza. Lo que se en- do de los hechos externos es importante sólo en la medida
“cuentra presente en un principio «en la forma de embrión» en que consiga «liberar» en san Agustín un movimiento
se irá revelando progresivamente a través de una secuen- interior. Así, esa precisa constelación histórica del mun-
cialidad necesaria y predeterminada. Deesta forma una do en la que el dramacristiano tiene lugar es de poco va-
potencialidadespecífica se convierte en una realidad. lor o significación en sí misma. Para la concepción
“Amedida quese aplica esta forma de pensar a la autobio- agustiniana del orden de su propia vida el haber nacido
grafía, la pura naturaleza biológica del hombre(¡si tal rea- en el año 354 después de Cristo y no en el 344 o 364tie-
lidad pudiera ser definida!) se va convirtiendo en una ne, en última instancia, una menorrelevancia. El drama
cuestión mucho menossignificativa de la que podría cons- interior se sitúa al margen de lo que constituía el «mun-
tituir la quintaesencia de la naturaleza en una concepción do» de san Agustín y en unarelación más imprecisa con
del hombre. Si, por ejemplo, el hombre es considerado él que la relación que, por ejemplo, se establecería entre
principalmente como un ser racional (partiendo de una Goethe y la concepción de su propia vida. La Vida de
determinada concepción de lo que es la racionalidad), el Giambattista Vico nos ofrece, a comienzosdel siglo die-
objetivo de la vida se convierte en un esfuerzo gradual ciocho, otro tipo de autobiografía (aunqueen ella se hace
por transformar el propio yo en un yo racionalmente co- eco de la vida del filósofo clásico) que ilustra las con-
herente. Por muchos aspectos «accidentales» que se inclu- secuencias de un extenso proceso de descripción en re-
yan, el proceso básico dela tarea en la vida así concebido ferencia a la noción de revelación. Vico encontró la
estará dirigido por una lógica «inherente» que determina significación de su vida en el hecho de ser el autor de

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 23
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

la Nueva Ciencia, guiado por la conciencia de haber sido y hostil hacia el mundocircunstancial. Según Rousseau, y
el artífice de una revolución en el pensamiento. Por otra ello supuso para él unatriste experiencia, el mundoso-
parte, considera que determinados acontecimientos en su cial y la civilización que lo rodeaba no solo le impidió
vida como puede ser, por ejemplo, el fallido intento por la revelación del hombre verdadero, bueno e incorrupto
obtener un puesto mejor pagado en la jurisprudencia de en el que él veía su destino último sino que la falsificó
Nápoles, su ciudad natal, son importantes para la com- y la corrompió. Rousseau dirigió la mayoría de sus gran-
prensión del curso que tomó su vida, dejando traslucir, des experimentos en el pensamiento, El contrato social,
además, el sentimiento de que su vida ha estado siempre la Nouvelle Heloise, y el Emilio, hacia la investigación de
en manos de la Providencia. Al margen de los aspectos las condiciones que deberían haber prevalecido para que
anteriormente mencionados casi todo su relato autobio- el hombre pudiera transformar y desarrollar su potencial
gráfico se centra en la reconstrucción delas diferentes eta- natural en experiencia real. Rousseau escribió sus Confe-
pas porlas que atravesó su pensamiento el cual, progresiva siones comola trágica historia de un hombreque rebosa-
y sistemáticamente, iba acercándosea la creación de la Nue- ba amor hacia una humanidad a la que quería enseñar
va Ciencia. Su relato también ponía de relieve cómolas - a vivir su propio yo de forma verdadera y pura y quese
diferentes ramificaciones de su pensamiento final se fun- vio condenado a ser un proscrito perseguido por una so-
damentaban en asunciones y convicciones básicas y mos- ciedad incorregible. De esta forma,la sociedad la civili-
traba cómo cada asunto y cada pensamiento le llevaba a zación se convierten en un problema. Un hombre puede
unaversión más amplia y desarrollada que la precedente, ser fiel a sí mismo y a su propia evolución interior, bien
.cómo cada pensamiento está unido a otro pensamiento huyendo de un mundofalso, bien cambiando la sociedad.
y cómola revelación del mundo interior tenía lugar por No obstante, solamente con un total control de las cir-
necesidad propia. Cuando Vico escribió su Vita se encon- ' cunstancias sociales (en relación a las circunstancias na-
traba profundamente impresionado por la necesidad de turales el problema se ve de otra forma) para hacer que
llevar a cabo todo este proceso. Así, el autobiógrafo, esta- éstas se correspondan con los procesos naturales de creci-
ba predispuesto a referir la secuencia de la construcción de miento, podría el hombre vivir en armonía con su mun-
un nuevo sistema. Además, busca llamar la atención do. Una postura hostil hacia el mundo real hace imposible
sobre este proceso de «exposición-como-lógica-interna» una interacción efectiva entre el yo y su mundo, o sea,
porqueello le sirve como confirmación de la convicción el proceso mismo en el que descansa la concepción de evo-
de que su sistema no es una construcción arbitraria sino lución histórica.
que se corresponde con la estructura del mundo intelec- Edward Gibbon,el gran historiador que vivió en el
tual dado por Dios. La Vita es una obra extraordinaria siglo que en mayor medida contribuyó al surgimiento de
y, en cierto sentido, el prototipo de determinadas auto- la disponibilidad histórica moderna, escribió su autobio-
biografías. También ilustra algunos de los problemas fun- grafía con una actitud diferente. Al contrario que Rous-
damentales de formas históricas como pueden ser la seau, Gibbon no se enfrentó a su mundo sino que asumió
historia del pensamiento la historia de las ideas. Por otra agradecido el destino de ser un miembro de unaraza Ci-
parte, podría esperarse que la autobiografía de un mate- vilizada. Al igual que Vico, concibió su tarea autobiográ-
mático se asemejara a la de Vico y así ocurre en el caso fica como una manera de mostrarle al mundo la forma
de Einstein cuyo bosquejo autobiográfico presenta carac- en que un hombre se convirtió en el autor de una gran
terísticas similares. La historia de las matemáticas tendrá obra, Decadencia y caída. Al contrario que Vico, no aco-
también esas características. La lógica interna de los pro- metió esta tarea por medio de la exposición de la lógica
blemas proporciona la fuerza direccional en tales obras. interna de aquellos agentes que le guiaron a la creación
La forma, modelo y significado de las vidas al servi- de la magistral historia sino que narra la evolución pro-
cio del pensamiento parecen derivarse del orden secuencial gresiva del historiador como un proceso constante en el
del pensamiento. La relación con el mundo exterior, que la personalidad de cada hombre que se va formando
circunstancial y contingente, se vuelve problemática. Si en el mundo, en una lograda interacción con las vueltas
los procesos del pensamiento de Vico hubieran tenido frecuentemente extrañas que dan sus particulares circuns-
lugar en el espacio de un año, el relato de su vida ha- tancias vitales. Aunque su educación en Oxford fue inú-
bría tenido el mismo orden que si le hubiese llevado til y su conversión al catolicismo casi un desastre, Gibbon
cincuenta años. La historia de las matemáticas (concebi- «sacó algo en limpio» de todo ello. Así ocurrió también
da sin referencias al universo cultural en el que el pensa- la pérdida de tiempo que supuso tener que servir militar-
miento matemático tiene lugar) está ordenada según la mente como lanzagranadas de Hampshire, hecho que
secuencia de problemas-solución-de-problemas-creación de Gibbon supo integrar a la progresiva formación del his-
nuevos problemasetc., tanto si ésta se extiende a lo largo toriador. Así, no se ve el «hecho accidental» como esa fuer-
de un espacio de trescientos años comosi se trata sólo de za que interfiere impidiendo la evolución del proceso
una década. interno sino como un elemento nuevo y enriquecedor
Unaversión diferente de este problemaes la que se pue- dentro de la vida. El curso impredecible del mundo más
de encontrar en la obra de Rousseaula cualilustra los ries- amplio no se reduce a un mero hechoirrelevante sino que
gos que pueden surgir si se mantiene una postura adversa se percibe como un elemento formativo en la vida perso-

24 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

zal. Gibbonvivió y evolucionó en su mundo contingen- de las consideraciones anteriores, lo más acertado es bus-
sz como una persona libre. car, dentro del amplio campo de obras autobiográficas,
En Dichtung und Wabrbeit, la autobiografía de Goe- aquella forma autobiográfica específica en la que el autor,
“he, encontramos unarealización aún más completa de esa considerando su vida como un proceso de interacción con
evolución histórica del yo. El poeta alemán quería expo- el mundo coexistente, acomete la tarea de darle forma a
ser su temprana formación comopoeta, la historia de su la visión retrospectiva de una parte significativa de la mis-
«educación», dentro del amplio sentido del término Bil- ma. Esta forma autobiográfica en particular podría ser
«ngsgeschichte pero, como autobiógrafo, sabía desde el considerada la esencia de la autobiografía pues se acerca
principio queello suponía mostrar el encuentro decisivo en mayor medida al ideal de la autobiografía como un gé-
entre un yo en formación y el mundo que lo rodea. Goet- nero con una dimensión histórica importante.
Be sabía que no podía escribir su historia sin ofrecer al
mismo tiempola historia de «su»mundo, o sea, la de un
ser humano dado, Johann Wolfgang Goethe, en un mo- 11. Las concepciones de autobiografía y personalidad
mento específico (la autobiografía comienza lúdica pero
simbólicamente con un horóscopo), y dentro de un con- Otra importante línea de discusión subraya la dimensión
sexto determinado quees, ineludiblemente, una determi- histórica de la auténtica o genuina autobiografía. La auto-
mada cultura, un mundo específico. Por eso, Goethe insiste biografía está inseparablemente unida a la concepción del
ty es el primer autobiógrafo en hacerlo) que tanto él mis- - yo. La forma en la que elhombre concibe la naturaleza
mo como su vida habrían sido totalmente diferentes de del yo determina en gran medidatanto la forma como
haber nacido tanto diez años antes como diez años des- el proceso de la escritura autobiográfica. Sería conveniente
pués de 1749. Su mundo y él estaban unidos y porello señalar en estepunto que no existe el menor interés por
concebía la vida como una coexistencia. Todo individuo, las teorías modernas y «científicas», otras teorías de la for-
a medida que crece, elige entre aquellos impulsos quele mación de la personalidad y su aplicación a la historia
vienen de su mundo,«digiriéndolos», asimilándolos y ha- de la autobiografía. Desde una perspectiva histórica es po-
ciéndolos suyos, especialmente si es un poeta, para luego sible estudiar las concepciones del yo sin tener que seguir
devolverlos ya modificados al mundo del que los había a Freud, Jung o Skinner ya que la historia de la psique
«ingerido». De ese modo modifica (aunque ligeramente) nada tiene que ver con ello. La tarea más modesta es po-*

YN
su mundo. Goethe era consciente del impacto que su obra der llegar a una comprensión de la concepción del yo que
había tenido en su mundo,sabía que lo había cambiado. san Agustín, por poner un ejemplo, tenía de sí mismo
(Pocos han sido los que individualmente, como san Agus- y no de si él se comprendía a sí mismo «correctamente»
tin, han logrado cambiar el mundoenel que vivían, aun- (a juzgar por alguna teoría moderna) o valoraba «correc-
que este autor, al contrario que Goethe, no expresó ese tamente»la relación con su madre. La cuestión no es tan- *
hecho conscientemente pues, desde la perspectiva de la to la reconstrucción de la auténtica personalidad de san
propia concepción de su yo, la interacción que existía en- Agustín comofigura histórica sino la reconstrucción his-
tre Goethe como individuo y su mundo notenía significa- tórica de la concepción agustiniana de su propio yo. Si
ción alguna.) Si se vive en el propio mundo uno va el enfoque utilizado no se va a centrar en el estudio del
formando su yo a medida que el mundo va evolucionando progresivo surgimiento de esa forma de concepcióndel yo,
y, al mismo tiempo, ayuda a que el mundose vaya forman- de nada sirve considerar a todas las personas que existie-
do, de manera que lo que se preserva es ese elemento de ron (en el pasado) como seres individuales pues nosotros
contingencia, de impredicibilidad, que el individuo puede tendemosa creer que cada hombre es una individualidad.
experimentar como un acto de libertad dentro de esa piel La pregunta fundamental plantea la cuestión de hasta qué
cultural e histórica que le envuelve. El curso de esa evolu- punto los hombres del pasado se consideraban a sí mis-
ción no puede concebirse solamente en función de una mos comoindividualidades y si le otorgaban valor de una
revelación interior aunque siempre permanece algún as- forma consciente al cultivo de esta forma de concepción
pecto de esa revelación si partimos de que lo que es dado al del yo.
principio tiene la potencialidad de «realizarse». Cada per- Para todos aquellos que crean firmemente en una na-
sona se convierte, entonces, en una fusión excepcional de turaleza humana uniforme la autobiografía tendrá una fun-
lo que le fue dado al principio, lo que su mundo le otor- ción limitada como portadora de una concepción del yo.
ga, lo que selecciona de ese mundo, cómocrea su carácter, Si nos centramos preferentemente en la visión del hom-
y cómo esta persona, a su vez, influye en el mundo. No bre como una criatura que posee un potencial fijo, como
hay otra forma posible de exponer la dirección de la evo- un ser en lucha constante por lograr el ideal universal del
lución vital que no sea la de contar su historia como for- ser humano, entoncesla historia de la autobiografía se re-
mando parte de la historia de su mundo. En definitiva,la ducea ser la historia de los sucesivos y repetidos intentos
vida personal solo puede ser entendida a través de su di- del hombre por alcanzar la verdadera y única forma del
mensión históricay, así, su relato, al tomar-una formahis- Hombre. Cada formadel yo da lugar a una forma de auto-
tórica, parece hacer de la autobiografía un género histórico. biografía. Si, en cambio, nos centramosen la visión pro-
Cuandose estudia el fenómeno dela autobiografía des- teica del hombre, que es aquella que considera que el

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 25
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

hombre, al igual que el sirviente de Poseidón, puede adop- Georg Misch (vol. 2, pte. 1 de Geschichte der Autobiogra-
tar la apariencia de múltiples y variadas formas de ser, o phie) nos ofrece una idea o esquemageneral de casos de
sea, de expresar su naturaleza proteica por medio de múl- marcos sociales bastante análogos.
tiples y variadas «actualizaciones» dentro del extenso y El hecho de queel ideal del gran héroe y el ideal del
variable potencial humano, entonces la historia de la auto- pater familias fueran modificados por la fuerza de la po-
biografía se convierte en la historia de las cambiantes con- lis ideal (como se sugiere en algunos rasgos de Héctor)
cepciones del yo del hombre. Mientras los hombres se convirtió en un aspecto fundamental dentro de la con-
también reflejen en sus concepciones del yo la cultura en cepción helénica y romana de la personalidad. Allí don-
la que viven, la cultura que les ha ayudado crearse sí de el bienestar de cada uno dependía de la fortaleza y de
mismos, y a la que ellos, a su vez, dan forma,la historia la calidad de la polis, en el «héroe colectivo» (los myrmi-
de las concepciones del yo puede funcionar a modo de dones dependían únicamente de Aquiles), en el conjunto
«barómetro» de las diferentes configuraciones de la cul- coordinado de las energías de todos, el ideal del hombre
tura. Así, la autobiografía, como supo ver Dilthey hace público total dominaba la formación de la personalidad.
dos décadas, puede tener una función muy especial en la La expresión más clara del ideal había de encontrarse en
elucidación de la historia y puede además ayudarnosa en- el agoge espartano(el ciclo de entrenamiento) aunqueeste
tender la vida como un proceso continuo. ideal del hombre público aparece con igual fuerza en la
oración funeraria de Pericles. Los hombres se definen a
sí mismos en función de las buenas relaciones con las nor-
Aspectos clásicos y medievales mas sociales dominantes, por lo que sus acciones todavía
están regidas por el temor a incurrir en algo socialmente
Incluso el bosquejo histórico más insuficiente de las va- vergonzante o deshonroso.Si la autobiografía se ocupara
riadas concepciones del yo que hayan o hubieran dirigi- de este tipo humano,la probabilidad de que diera lugar
do el esfuerzo autobiográfico puede mostrarlas relaciones a una res gestae y no a una «autobiografía» sería mayor.
destructivas que existen entre el ideal del yo y la naturale- La insistencia socrática del control interior de la ra-
za de la sociedad en la queeste yo existe. En las sociedades zón, de la unificación de la personalidad de acuerdo la
tribales los lazos de parentesco tienen una extraordinaria razón, dio lugar a una modificación en la personalidad
fuerza, el individuo se encuentra fuertemente enraizado helénica. El amante de la sabiduría, que representaba la
en la realidad social en la que se halla inmerso y solo se armonía personal bajo la tutela de la razón, convierte a
impone un grado muy limitado en las diferentes funcio- la criatura racional, dentro de un cosmosracional, en una
nes. Por ello, en estas sociedades, la concepcióndela per- forma de ser humano totalmente justificada. En algunas
sonalidad tiende a limitarse a ser una mera prolongación escuelas helenísticas y romanas de filosofía (especialmen-
de las omnipresentes realidades sociales. Es muy signifi- te en el estoicismo romano)el ideal del hombre sabio se
cativo que una personalidad homérica comola de Telé- mantenía en estrecha relación con el ideal del hombre pú-
maco ante la pregunta ¿quién eres tú? responda: yo soy blico mientras que en otras escuelas estos ideales se man-
Telémaco,el hijo de Odiseo,el hijo de Laertes, el hijo de tenían separados. Uno de los principales temas que se
Autolicus. La autoidentificación conlleva, de esta forma, plantea en las obras autobiográficas es el dilema entre elegir
a:la identificación con la línea sanguínea dominante. La la vita activa o la vita contemplativa. En la cultura antigua,
categoría de un hombre depende así de la categoría de su décarácter altamente aristocrático, los dos ideales, el del
descendencia de la misma forma que en las familias ro- hombre de estado el del filósofo, eran los modelos do-
manas, donde los maiores, los mejores que los precedían, minantes hacia los que dirigir la propia personalidad. Por
establecían el ideal de sus hijos. En estas sociedades gue- eso, las obras autobiográficas más antiguas pertenecen al
rreras aristocráticas, de base económica y diferenciación subgénero del la res gestae/memorias, o al de la clase de
social de las funciones claves muy limitadas, la evolución las vidas de los filósofos.
de la personalidad estará dominada por elideal, social- Conel advenimiento del cristianismo se acentúa aún
mente útil, del guerrero perfecto. Cualesquiera que sean másel giro hacia la personalidad interior, másencerrada
los elementos diferenciadores que existan entre un Aqui- "en sí misma, que le otorgabamayor importanciaa virtu-
les, un Héctor o un Odiseo, un Áyax o un Agamenón, des que eran con frecuenciamuy diferentes delasclásicas
no son más que variantes de un ideal guerrero heroico. "aristocráticas. Asi, el ideal de un artifex vitae independien-
Ellos forman parte de sociedades totalmente orientadas Te, que busca configurar su propia vida en orgullosa ba-
a la vergiienza en las que la aprobaciónsocial, o el temor a talla con el destino, deja paso al fiel sirviente del Señor
incurrir en algo vergonzante, dirige el comportamiento para quien la principal virtud es la humildad. Vivir de
de sus miembros, y en las que no hay lugar para el hom- acuerdo a una ética del amor internalizada, teniendo que
bre encerrado en sí mismo. Aunque no poseemos con- averiguar y determinar constantemente sus motivos y
cepciones del yo autobiográficas de esas épocas (ni de poniendolas esperanzas en un futuro en el que el destino
griegos ni de romanos) es posible suponer la forma que de la cultura y de las instituciones (que no sean la Igle-
hubieran tomado. El análisis extenso de la poesía heroica sia), se convierte en un asunto moralmente mucho más
alemana y de la poesía árabe pre-islámica realizada por neutral de lo que lo fue nunca para los clásicos. Esto hace

26 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
- ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

que la personalidadcristiana, por la fuerza de sus realida- mación que, al seguir un modelo especifico de la concep-
des internas, se vuelva hacia el ideal del monje, el atleta ción de la personalidad, se descubre y justifica a sí misma.
de Dios, cuyo ascetismo dirige el curso de la vida. Enlas Cuando el ámbito interior del hombrese dirige a la
primeras biografías medievales (hasta el siglo XI) este ideal búsqueda de tal modelo de ser humano, dedica firmemente
monástico predomina incluso en mayor medida en las toda su vida a lograr ese ideal objetivo ante sí mismo. Al
obras autobiográficas si se compara con el modelo agus- encontrar las líneas a seguir en ese modelo, los perfiles
uniano caracterizado por la metafísica neoplatónica. De esenciales de la vida y de la personalidad están prescritos
2 misma forma que la sociedad medieval, que en su ori- de antemanoy porello, en sus acciones y en su afán, no
sen constituía una compleja amalgama de diferentes he- necesita preguntarse a sí mismo si esto o aquello se adap-
rencias, de diferentes etnias y tradiciones, de modelos ta a su naturaleza personal. El objetivo final es hacer que
locales y universales, construye un sistema social altamente su ser se ajuste lo más posible a este ideal normativo sa-
estratificado formado por grupos con estatus funcional- biendo quela lucha por conseguirlo no le hará sentir en-
mente diferentes, los ideales de las diferentes personalida- cerrado en un molde prescriptivo ni tendrá ningún motivo
des que corresponden a los diferentes grupos también para lamentarse de no poder «ser uno mismo». Tampoco
empiezan a destacar de forma más acentuada a medida sentirá que, por seguir un modelo en su proceso de for-
que aumentael nivel cultural. En el período posterior al mación, está «falseando» su propia naturaleza. Si parti-
año 1110,las obras autobiográficas que expresaban los idea- mos de la consideración de que el modelo no puede ser
les del erudito (John of Salisbury [?], Boncompagno, Ra- nunca totalmente «completado» ni puede prescribir to-
mon Llull), del poeta (la Vita nuova), del caballero dos y cada uno de los diferentes aspectos de la vida, en-
cristiano (Wolfgram of Eschenbach y Ulrich of Liechtens- tonces cada individuo encontrará en los intersticios entre
tein) o delrey cristiano (Jaime 1 de Aragón), dan fe de la los componentes básicos de su modelo un espacio para
gran variedad de ideales de la personalidad que las diferen- su propia idiosincrasia. Lo que ha sido probado es que
ciaciones en la sociedad medieval habían hecho posibles. dos caballeros en busca del ideal caballeresco nunca llega-
ron a perder su identidad específica, ni nunca dos sabios
estoicos fueron iguales, ni nunca ningún imitador dela
El tema de los modelos vida de Cristo consiguió duplicarla. En suma, que, den-
tro de los confines de un mismotipo, siempre es posible
El conocimiento de ciertos aspectos históricos de la per- encontrar espacio para variaciones idiosincráticas. No obs-
sonalidad de Occidente es insuficiente y no busca sugerir tante, el tema más importante de todos es el de determinar
una evolución específica sino la clave que caracterizaa la si el valor principal del proceso reside en esa variación per-
mayoría de las concepciones de la personalidad. Las cul- sonal o, por el contrario, en el compromiso fundamental
turas concentran sus valores y convicciones esenciales en con el modelo. ¿Fomentan esas vidas el cultivo de susdi-
modelos humanos. Enla tradición occidental ha habido ferencias idiosincráticas o son éstas principalmente valora-
modelos ideales como el héroe homérico, el héroe ger- das como un aspecto que se integra en el modelo a seguir?
mánico,el ideal del pater familias romano, el sabio estoi- Cuando los hombres, fascinados por el poder de atrac-
co, el aner megalopsychos, el ideal del monje y el de santo, ción de los modelos, escriben sus relatos autobiográficos,
el verdadero caballero, el buen burgués, el auténtico in- ya tienen en ellos el guión de los esquemasbásicos de sus

»
vestigador. El modelo más asombroso,el que más nos hace vidas. Así, la historia de su vida puede ajustarse a formas
conscientes de la fuerza de los modelos, fue el ideal ex- literarias básicas. Las vidas de los filósofos tienden a te-
presado en la Imitatio Christi. Todos estos modelos idea-* ner aspectos literarios comunes existiendo, incluso, sub-
les tienen un contenido concreto: exigen unas cualidades tipos para los epicúreos, los cínicos o los estoicos. "También
determinadas, instan a este o aquel conjunto de valores, * existen modelos básicos para la típica vita cristiana den-
recomiendan encarecidamentemodos de vida específicos- tro de los cuales hay algunos claramente distintivos como
y prescriben normas y conductas. Así, para llevar a caboel * son los modelos de los místicos y su experiencia o los mo-
proceso de formación del propio yo, el hombre encuentra delos de las numerosas autobiografías de los puritanos. La
ante sí un modelo de ser sustantivo y descrito con pre- mayor parte de las autobiografías medievales caen dentro
cisión que ejerce un intenso poder de atracción y persua- del molde hagiográfico. Una vida tan idiosincrática como
sión debido a que el hombre no lo ve como su modelo “únicafue;para nosotros, la de Abelardo, una vida tan ori-
exclusivo sino como un modelo al que se le supone validez ginal en tantos aspectos que se podría pensar quese sitúa
universal. Poco importa, sin embargo, para nuestras con- fuera de los patrones culturales de la época. Él mismo, en
sideraciones si ese modelo se asume o no se asume como su obra Historia de mis calamidades, la adaptó al modelo
el verdadero modelo para todos los hombres, si se con- básico dedemonjes. En su propia interpreta-
templa como el modelo dominante de una configuración ción retrospectiva, concibió laextrordinaria aventura amo-
cultural específica, o si en realidad se considera un mode- rosa con Eloísa para que se adaptara al tipo de vida que
lo para aquellos que pertenecen a un grupo con un esta- corresponde al papel del filósofo cristiano.
tus determinado. Sí son de importancia, porel contrario, El poder de influencia de los modelos ha dominado
los procesos que se pueden distinguir en una vida en for- durante muchos años las concepciones del yo y, por tan-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 27
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

to, la:forma autobiográfica. Probablemente, esta influen- distinta es que el ser humanole atribuya un valor cósmi-
cia permanecerá siempre como un factor importante,es- co a tal inefalibilidad, tal y como hizo el joven Goethe
pecialmente durante la adolescencia y la juventud pues cuando en 1780 en unacarta a su amigo Lavater le hacía
esa particular importancia de los modelos se debe a que partícipe de cómo había adquirido una visión dela reali-
son parte de la propia percepción profesional del hom- dad humana totalmente nueva al reflexionar sobre el lema
bre. Aun así, la concepción de la personalidad humana Individuum ineffabile est. Si un hombre considera que su
dominante en el mundo occidental no se ajusta al tipo propio yo representa una forma de ser humano única e
modélico siendo, incluso, antitética al mismo. irrepetible, entonces su misión en la vida es «satisfacer»
- o realizar su individualidad específica. Al hacerlo así puede
* enriquecer el cosmos humano con esa forma específica
La individualidad de humanidad que solamente él representa. Si se negara
a satisfacer esa individualidad o la falsificara, cometería
Desdeel Renacimiento, y debido a una evolución com- un delito ante todo el cosmos humano pues,al dejar sin
pleja y progresiva, el hombre occidental ha desarrollado expresión una de sus variantes, empobrecería a la huma-
un especial apego porel ideal de la personalidad que de- nidad. El poder del modelo en el proceso de formación
nominamos individualidad. Este ideal se caracteriza por del yo es así menor. La visión de una individualidad que
su1 rechazo. de modelos válidos para
p el individuo y su con- niega la validez misma de un modelo más general es lo
cepción se fundamentaen la creencia de que la sociedad es que guía el proceso de formación del individuo. El indi-
unamasasocial en la que existen grandes diferencias entre viduo debe ser fiel a sí mismo y debe tomar las decisio-
sus miembros. Así, ese sutil conjunto de diferencias que nes sobre su vida de acuerdo a lo que es apropiado para
distinguen a cualquier individuo de los demás no es con- el propio yo, pues guiarse por la adhesión a un modelo
siderado como una desviación «accidental» de la norma, más universalizado conllevaría el peligro de falsificación
como algo de lo quese pueda prescindir, sino como una de la individualidad. Las características del modelo sólo
cuestión de gran importancia. Así, se considera como tienen una función vital cuando se encuentran en armo-
un aspecto inestimable de la existencia humanael hecho nía con las de la individualidad. Cuando un hombre po-
de que todos y cada uno de los miembros de la sociedad see tal autoconsciencia de su individualidad, cuando la.
sean individualmente distintos, de que cada persona sea cultiva como un gran valor, no necesita adaptar su relato
única y, por lo tanto, incomparable, irrepetible y, en últi- autobiográfico al de un guión dado dentro de un marco
ma instancia, indescriptible. El individuo es inefable. El literario formal previamente establecido. En suma, que no
fenómeno «Hombre» solo puede ser considerado como hay ningún motivo para representar un papel dado.
una potencialidad proteica. Cada existencia individual no
es sino una de las realizaciones concretas de ese potencial
humano que es indefinidamente variable. Para conocera Dos advertencias
la humanidad es necesario conocer al hombre en todas
sus posibles variaciones, Erst alle Menschen machen die Si partimos de esta concepción de la personalidad es ne-
Menschbeit aus. Cada vida, como una única realización de cesario salvaguardarse de dos errores muy comunes. El pri-
ese potencial, se encuentra marcada por un valor irreem- mero es que no se debe confundir individualidad con
plazable. individualismo. El individualismo, estrictamente hablan-
El hecho de que el hombre le empiece a otorgar un do, supone unaafirmación sobrela relación apropiada en-
alto valor a la inefable individualidad del ser es una cues- tre la existencia individual y el contexto social más amplio
tión decisiva. Aunque posiblemente nadie pueda «demos- del que esa existencia individual forma parte. El Shorter
trab» la existencia de todas esas individualidades diferentes, Oxford English Dictionary define el individualismo en con-
es importante por el hecho de que los hombres creen en traposición al colectivismo como «la teoría social que abo-
ellas. El filósofo Leibniz aportó a este respecto la siguien- ga porla acción libre e independiente del individuo». De
te historia: Cuando la princesa Sofía Carlota paseaba un esta forma, la noción de individualismo da una indica-
día acompañada de algunos cortesanos por los jardines de ción del grado de control social sobre el individuo. Lo
Charlottenburg los dejó sorprendidosal afirmar que no deseable es que el control de la sociedad sobre el indivi-
era posible encontrar dos hojas iguales en el jardín. Des- duo se vea reducido al mínimo y que el individuo prosi-
de entonces.no se ha sabido nada del cortesano que in- ga el curso de su vida con el mayor grado de autonomía
tentó demostrar lo contrario. Sofía Carlota no podía saber posible, o sea, bajo una ley autoadministrada o autoacep-
si su afirmación era correcta o no pero es obvio que creer tada que deja a los hombres libres para que se definan a
en la individualidad de cada unade las hojas era para ella sí mismos. Comoteoría de la sociedad esa ley no dice nada
una cuestión de gran importancia. Una cosa es que, des- sobre la naturaleza de la concepción individual de la per-
de el punto devista de la lógica escolástica, se afirme que sonalidad y no supone necesariamente que en una socie-
ningún hecho individual puede ser definido en última ins- dad marcada por el individualismo en la que el hombre
tancia por medio de categorías generales y que enél siem- se puede definir libremente lo haga como individualidad.
pre permanece una parte que es indefinible. Otra cosa muy Es totalmente posible que en una verdadera sociedad in-

28 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

dividualista cada hombre pueda perseguir el mismo mo- tidos con otros. Pero, ¿qué inmensa diversidad individuali-
delo de personalidad. Así ocurre, por ejemplo, con el mo- zada, por ejemplo, no ha sido formada por la combinación
delo del verdadero hombre racional que tal vez se y recombinación de veintiséis letras? Cuando uno piensa
encuentre implícito en Kant, Marx, Comte o Freud. Tam- en la noción de individualidad quizá debería transferir a
bién puede ocurrir que una personalidad parezca poseer la mismael viejo refrán que dice «el estilo es el hombre».
características individuales en su lucha por dar expresión
a otro modelo de existencia diferente del que su sociedad
busca imponer. Así, la personalidad de Alcibíades tiene El progresivo desarrollo de la individualidad
una cierta coloración individualista aunqueenella se in-
vierte el ideal pericleano del hombrede la polis total. Su Esta excepcional forma de concepción de uno mismo
propia concepción de la personalidad no necesita en ab- como individualidad no salió de la nada sino que fue evo-
soluto tener las características de la individualidad sien- lucionando progresivamente en el mundo occidental des-
do, de hecho, una vuelta al modelo más viejo del héroe de el Renacimiento. Los aspectos indicadores de esa
homérico individual. Al relacionar los conceptos de in- evolución se encuentran en la historia de la autobiografía
dividualismo y de individualidad nos encontramos con desde la Edad Media. La tesis que se quiere probar enel
la complicación de que es posible encontrar individualis- presente ensayo es la que sostiene que el desarrollo de la
mo al margen de cualquier compromiso de cultivo de la autobiografía como una forma cultural necesaria para dar
individualidad y también de que se dé el caso contrario expresión a la historia personal venía de la mano de ese
en el cultivo de la individualidad sea solo posible en una giro hacia la individualidad.
sociedad que le otorga al individuo unatotal libertad para Las relativamente firmes y convincentes formas cul-
su propia autodefinición, esto es, una sociedad comprome- turales que sostenían la concepción del yo y quedirigían
tida con el individualismo. La cercana y a menudo confusa la vida de los hombres medievales se fueron debilitando
relación entre las nociones de individualidad y de indivi- progresivamente. ¿Quién, entre los hombres medievales,
dualismo (especialmente cuando esta última se iguala in- podía haber definido su yo en contraposición al modelo
genuamente al capitalismo de libre empresa) ha creado por cristiano de la personalidad? Mientras que para el año 1600
momentosla impresión de que un individuo debe «defi- este hecho ya se había convertido en una posibilidad, en
nirse a sí mismo» por medio de diferencias con respecto 1800era ya incluso más que una probabilidad. La proba-
a la sociedad a la que pertenece. En esa subversión del tér- bilidad de cambio era aún mayor en la situación cultural
mino, la sociedad aparece como un juste milieu homogé- del Renacimiento italiano. Jacob Burckhardt aportó una
neo resultado del consenso de la mediocridad común. idea fundamental sobre el curso de nuestra civilización
Ante el verdadero deseo de expresarse a sí misma en su al afirmar que el hombre, en los comienzos de la moder-
unicidad y franca espontaneidad,se ve la sociedad como nidad occidental, se había ido convirtiendo progresiva-
algo amenazante. Un sentido exagerado de la unicidad, mente en un «auf sich selbestgestellte Personlichtkeit»
el cultivo de una excentricidad arrogante y la reivindica- (apela más a sus recursos interiores) para renacer como
ción del derecho absoluto de que «cada uno haga lo que un «ein geistiges Individuum», un individuo que encuen-
quiera» (por muy idiosincrático que esto sea) desacreditan tra su coherencia en la visión mental de sí mismo. Cuanto
fácilmente la noción de individualidad. Además,el énfasis más se debilita el poder de los modelos tradicionales (inclu-
puesto en el supuesto antagonismo entre la sociedad y el so en el caso de que sea solo un mayor grado de indiferen-
«ser fiel a uno mismo»perjudica a la sociedad y al indivi- cia respecto a los mismos), menos seguridad encuentra el
duo. Comolos griegos sabían bien, es una «estupidez» con- hombre en su contexto cultural, en su realidad política.y
cebir el desarrollo personal y el bienestar de formaaislada, económica, por lo que se verá abocado a responder a las
al margen del impacto que el contexto social pueda tener siguientes preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quién quiero ser? No
en ellos. Nadie expresa su yo en un lenguaje hecho por es dificil respondera estas preguntas si se tienen todavía
sí mismo y para su propio yosino enel lenguaje heredado modelos válidos. En su Secretum Petrarca refleja ese atracti-
comola obra de otros. La individualidad tiene comoexi- vo dilema. Hasta ese momento, mientras todavía se man-
gencia la creencia en la unicidad personal, pero ¿cuán única tenían los modeloscristianos, lo único que tenía que hacer
es esa unicidad?, ¿y en qué consiste realmente esa unici- era situarse frente a ellos y medirse con ellos. Así, en el
dad? En virtud de su común naturaleza biológica y de co- segundo diálogo del Secretum, su agustino interlocutor y
munes normas de racionalidad el individuo en búsqueda él analizan de formasistemática la situación de Petrarca
de su individualidad comparte con otros individuos ne- en relación a los siete pecados capitales. Sin embargo, el
cesidades y aspiraciones humanas. También comparte, con valor del modelo no es tan alto cuandose trata de otros
sus compañeros de tiempo y cultura, todo aquello que asuntos, como son su grado de sinceridad en sus confe-
les afecte a todos en esa época y en esa cultura. El individuo siones, el incumplimiento de sus resoluciones o ese senti-
puede crear dentro de su propio yo una armonía perso- miento de desgarro ante preocupaciones tan conflictivas.
nal de los elementos de su época. La unicidad de la indi- Petrarca necesita saber quién es él y no por quéél no es
vidualidad es así la unicidad de estilo. Los elementos que quien se supone que debería ser según éste o aquel mode-
forman parte de este todo estilizado pueden ser compar- lo. En esa búsqueda de sí mismo tienen lugar complicados

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 29
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

procesos de introspección. Petrarca se mira a sí mismo des- desde una perspectiva siempre distinta. El proceso mis-
de diversas perspectivas, entre ellas se encuentra una en moes también un ataque hacia el carácter ideal de los mo-
la que en un diálogo Petrarca habla con Petrarca sobre Pe- delos. En ese deseo de encontrar la respuesta a cómoel
trarca. Al final, lo único que puede admitir es que lo que hombre debe morir, se encuentra al final con el tipo de
quiere hacer es aquello que le gusta hacer como poeta- muerte que se ajustaría a su personalidad. De ahí queel
erudito-humanista y también que quiere ser un buen cris- tema central de los ensayos haya pasado de ser «la mort»
tiano por lo que espera, de alguna forma, poder desarrollar para tratarse de una especulación sobre «rma mort». El pro-
una armonía entre preocupaciones o intereses conflictivos. ducto final no es la ciencia del hombre, ni la antropología
Ese proceso de búsqueda de sí mismo se irá compli- general, ni la filosofía de la vida, sino el arte de ser esa
cando progresivamente para el hombre occidental a me- personalidad concreta que ha aprendido a decir aceptar
dida que un mayor número de culturas vayan aportando lo que uno ha descubierto como su propio yo.
otros modelos y que el mundo europeose vaya diversifi- Poco a poco, las características de la individualidad, de
cando en el proceso de formación de naciones, cada uno las que ya se es consciente y a las que se aprecia cada vez
con su estilo de vida propio lo que supondrá un aumen- más y en mayor medida, van surgiendo en esas primeras
to de las diferencias entre pueblos, la decadencia dela igle- obras modernas, aunque no todas ellas eran autobiografías
sia universal y su subdivisión en sectas protestantes, esto en sentido estricto. Algunasse trataban de meros experi-
es, el tremendo impacto del nuevo horizonte mundial geo- mentos formales de gran interés que se adaptaban a esa
gráfico y cultural. Es fácil comprender el dilema ante el interesante búsqueda de contenido. Sin alejarnos dema-
que se enfrentaba Descartes: ¿cómo puede ser queél, en siado del tema, se podría aludir, por lo menos, al hecho de
ese Mundo de Libros y con esa erudición acumulada a que las vidas escritas en función de concepciones más tra-
la que dio lugar su formación, encuentre la certeza de sa- dicionales de la personalidad también añaden elementos
ber que piensa en el hecho de dirigir y estar en control que en última instancia tienen relación con el surgimiento
de su vida? De ahí que Descartes se decida a partir de la de un sentido más completo de la individualidad. El gran
tabula rasa y comience a construir verdades racionales en refinamiento dela sensibilidad queregistra los más sutiles
función de lo que intelectualmente es claro e inequívoco. detalles de las sensaciones interiores, como el que puede
Aunqueesta profunda confianza en el poder universal de encontrarse en los relatos de algunos de los grandes misti-
la razón difícilmente lleva al descubrimientode la indivi- cos, se fue formandoal dejar al descubierto la heterogénea
dualidad, poner el énfasis en el método de que todo lo riqueza de la conciencia. La creciente flexibilidad del «re-
que para la mente es claro e inequívoco, contribuye en trato», la tendencia y el arte de un san Simón, por ejem-
gran medida al incremento de la autonomía del indivi- plo, por representar el estado interior de la persona en
duo. Un científico como Cardano recoge todos los deta- armonía con un aire, un gesto, o una verruga en la cara,
lles de su propiaexistencia, tanto los más comunes como así como los múltiples intentos de estudios caracterioló-
los peculiares, convencido de que una gran cantidad de gicos e, incluso, la «ciencia» de la fisonomía, muestran una
hechos se encuentran de alguna forma interrelacionados fuerte atracción porlas delicadas variantes de la vida huma-
por un conexión causal. ¿Puede uno descubrirlos y, de na. La intensa preocupación puritana sobre la certeza de
esa forma, obtener un cálculo de la vida que se debe lle- su salvación dirige la formación del carácter tanto al cuida-
var para conservarla? Cellini, que no se dedicaba a teori- doso registro del estado interior y de los afanes del hombre
zar mi era demasiado dado a reflexionar, escribe un comoa la unificación de la personalidad. El individualis-
«ingenuo»relato de su vida (y poco reflexivo) como una mo puso énfasis en las teorías del contrato social y del
aventura continua de afirmación y expresión de su pro- estado, en la ética casuística y la utilitaria. De ahí queel
pio yo sin preocuparse por cómo debería ser y usando giro hacia la noción de progreso y concepciones secula-
el poder configurador del artista para darle una formaco- res de la cultura en las que un hombre indefinidamente
herente. Montaigne, que se mostraba escéptico ante el po- perfectible trabaja para lograr un potencial humanosiem-
der de la razón para responder a las reivindicaciones de pre en expansión, e incluso las transformaciones en cos-
la verdad que provienen de una gran diversidad de opi- mología como la de pasar de creer en un orden eterno
niones y modelos de una conflictividad extrema, dedicó fijo para creer en una armonía preestablecida entre mó-
la última mitad de su vida a una larga búsquedaen la que nadas de un mundo en evolución, contribuyan, aunque
examinaba y sopesaba todo aquello que podía ser adecua- no directamente (e incluso puede que algunos factores se
do para sí mismo. Su primer ensayo (aunquenoesel pri- opongan a la individualidad), a preparar el terreno en el
mero queescribió) ya establece el tono de las cuestiones: que puede florecer un compromiso con la individualidad.
¿cómo, con todas las diferentes complejidades de moti-
vos y circunstancias, puede ninguno de los modelosres-
ponder a mi pregunta? Sólo logra encontrar su propio yo La evolución del sentido histórico
y darle su aprobación por medio de un continuo acto de
introspección, escuchando cada una de sus propias reac- Una visión total de la individualidad solo surgió en su
ciones dentro de sí, mientras registra esta proposición o " formadefinitiva a finales del siglo dieciocho y dependía
aquel hecho de existencia se acerca a los distintos temas "de un sentido histórico más extensamente desarrollado.

30 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica

La mayoría de las primeras obras. autobiográficas no te- eldescubrimiento de otros pueblos; como el chino,el hin-
nían ningunarelación con el modo genético de entendi- dú o el americano, cuya historia difícilmente se ajustaba
miento del crecimiento personal. Algunos autores, como al modelo providencial establecido, ayudó a evocar la pre-
Petrarca, se fijaban en el «cuando» y el «ahora» pero sin gunta sobre cuánto tiempo podría el hombre continuar
dar un relato genético de sí mismos. Cellini cuenta su vida viendo el pasado humano desde la perspectiva de Jerusa-
como una continua aventura, explotando las oportuni- lén y según el calendario cristiano. Al someter la Histo-
dades que el mundo le ofrece para analizar y medir su ria Sagrada a las mismas medidas de certeza que se aplican
virtu, pero la historia en sí misma tiene un carácter con- a la historia secular, la Biblia se convirtió en una historia
tuinuo. Benvenuto tiene la misma personalidad al princi- diferente a la que hasta entonces se había considerado.
plo al final, a excepción de su firme y creciente habilidad Aunque Voltaire no fue el primero en declarar que ya era
artística. Tanto Cardano como Montaigneeran conscien- hora de terminar totalmente con la historia providencial,
tes de la existencia de una permanente interacción entre se convirtió en un verdadero portavoz del deseo de estu-
ellos y el mundo que les rodeaba pero a ambosles intere- diar el pasado humano como expresión de la necesidad
saba más descubrir y aprender a aceptar su propia especi- que tiene el hombre de justificar su existencia por medio
ficidad que intentar descubrir comosurgió y llegó a ser. de la construcción de una vida civilizada y por el hecho de
Descartes y. Vico describieron la evolución interna de su darle un sentido a la vida que no tendría si el hombre:
pensamiento más que su personalidad. Los autobiógrafos no se lo otorgara creándose su propio fin. De esta forma,
cristianos narran sus vidas comorelatos dramáticos de su ese cambio hacia una concepción laica de la civilización
yo en busca de Dios, pero esos relatos llevan en sí mis- dejó atrás la visión providencial de la historia.
mos las mismas limitaciones históricas inherentes a una Durante los primerossiglos de nuestra era, la historia
visión providencial cristiana de la historia. política y militar de los estados, cuando no se considera-
El problemade la concepción histórica en la autobio- ba como un mero añadido dela historia providencial, ten-
grafía refleja el problema de todo el entendimiento histó- día a estar dominada por las concepcionesdela ley natural.
rico anterior al siglo dieciocho. Los diversos elementos Es decir, que se escribía desde el punto de vista de una
dominantes en la visión historicista de la realidad fueron concepciónfija de la naturaleza humana, de una raciona-
tomando importancia progresivamente para llegar a cris- lidad eterna en la naturaleza de los estados y de una mo-
talizarse en una visión coherente de formadefinitiva a fi- ralidad eterna. Esas obras históricas estaban dominadas
nales del siglo dieciocho. En concordancia total con el por modelos, especialmente aquellos que se derivaban de
compromiso cristiano, la principal visión occidental de la Antigiiedad. Podían tener un propósito pragmático
la historia fue, durante muchotiempo,la visión providen- comola instrucción de los hombres de estado, o podían
cial que declaraba como propósito básico y modelo de enseñar los ciclos naturales de los gobiernos. En cualquier
historia el designio de Diosde salvación del hombre. Bish- caso, se enseñaba mediante ejemplos, siendo crónicas y
op Bossuet ofreció una total reformulación de esta vi- memorias la mayor parte de la historias utilizadas. Los
sión en 1681 en su Discours sur l'histoire universelle. Un historiadores de la ley «nacional» fueron cambiando pro-
Dios trascendente, que se sitúa más allá del curso de la gresivamente aquellos modelos iniciales que empezaban
historia, se convierte en el primer motor de la historia a poner en cuestión la específica evolución de la historia
al que asigna un propósito y un modelo fijo que se puede de la legislación «nacional», esto es, la naturaleza históri-
percibir a través de sus revelaciones y signos. Así, al hom- ca de los estados. Pero, desde una perspectiva genético e
bre, con su capacidad de libre albedrío, solo le empezaría individualista tales intentos se quedaron sin realizar debi-
a ir bien cuando aprendiera a llevar a cabo la voluntad do a la tendencia a otorgarle una posición normativa a
de Dios. El significado de los acontecimientos se deriva- la descubierta realidad histórica o al afán de percibir en
ba de su relación con verdades eternas que señalaban siem- hechos específicos tan sólo meras ilustraciones de la ver-
pre a un objetivo simbólico (o «figurado»). La historia del dad universal. Mientras la tendencia más fuerte fue la de
pueblo de Dios ocupabael hilo principal de la historia buscar entre toda la variedad lo racional universal implí-
y quienquiera quese saliera de este hilo principal tendría cito y no la de declarar a la variedad en sí misma como
que acabar volviendo a él o se encontraría perdido. Al mis- el tema de mayor interés, la búsqueda metódica de una
mo tiempo que esta visión le enseñaba al hombre occi- cultura racionalista más acentuada impidió una visión his-
dental a comprenderla vida como un proceso de «ir tórica de la vida más completa.
haciéndose», también le enseñaba la manera específica en Durante la mayor parte de los siglos diecisiete y dieci-
que debeser visto este proceso. Los diferentes factores de nueve prevaleció esta actitud universalizadora y al mismo
la secularización comenzaron a reafirmarse a partir de fi- tiempo algunos de los elementos de una posición diferente
nales de la Edad Media y fueron descalificando progresi- se estaban preparando para abrirse paso. Se comenzaba
vamenteesa visión histórica hasta que llegó un momento a modificar, de esta forma, la tendencia absolutista de la
en el que el hombre se sentía más atraído por la visión razón para llegar a una posición más relativizadora. Vol-
de sus propios y diversos actos como fines en sí mismos taire estaba firmemente convencido de la existencia de una
que por su preocupación sobreel peregrinaje hacia la otra norma absolutade la vida civilizada y rechazaba todaslas
vida. La cultura sufrió un choque en el Renacimiento pues que no estuvieran en conformidad con ella. Creía en la

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 31
ESTUDIOS Autobiografía y conciencia histórica _

universalidad de la razón y del orden mecánico y notole- tificación inherente y su propia raison d'étre. Cada
raba ninguna desviación de las reglas del buen gusto. Pero existencia estaba marcada por un singular lugar en el es-
Voltaire también sabía aceptar la necesidad de plantearse pacio y por un momentoen el tiempo;es decir, tenía que
cuestiones ante la diversidad variable de la vida humana ser entendida en función de unasituación específica y una
puesera consciente de la existencia de una variedad entre evolución irrepetible. Cada existencia era una armonía ine-
naciones y consideraba que sería posible entender al hom- fable de dones diversos que tenía su propiahistoria y, por
bre en mayor medida si se le veía dentro de su historia ello, intentar comprender cómo cualquier realidad espe-
más quesi se teorizaba sobre él. Por su parte, el primer cifica había llegado a ser lo que era e intentar compren-
impulso en Montesquieu fue encontrar el orden causal en der la individualidad era lo mismo.
las leyes y formas de los estados, pero él conocía el valor La nueva actitud apareció en las obras de autores como
de los estudios empíricos y de la determinación de he- son el joven Herder y Justus Móser, el historiador de Os-
chos específicos. Observó, además, el efecto relativizador nabrick. Móser entendía y amaba ese singular «estado»
de la geografía, de la diversidad étnica y de la experiencia del advocatus patriae, un estado de apenas cuarenta y cin-
histórica. Gibbon juzgó sin dudarlo a los protagonistas co por cuarenta y cinco millas (cuarenta y cinco millas
de la historia desde la absoluta superioridad de su propia cuadradas) con una población de 120.000 personas, cuyo
sociedad y de su visión ilustrada, pero también sabía que orden se componía por una peculiar amalgama de cos-
ninguna teoría de la historia podría ocupar el lugar de tumbres feudales, leyes germanas y formas de corporacio-
la historia narrada con todos sus impredecibles cambios nes medievales. Era un obispado en el que el obispo
y accidentes. Puede que Rousseau tuviera una confianza católico y el protestante alternaban su gobierno. Curio-
inquebrantable en la nobleza universal del hombre natu- samente, desde la perspectiva ilustrada de Voltaire éste no
ral incorrupto y de una sensibilidad moral inalterable, pero habría sido más que una ejemplificación perfecta de to-
también creía en los diversos efectos de la geografía y en- dos las inimaginables estupideces de la historia. Pero a Mó-
señó a los hombres que un niño debería ser juzgado se- ser le gustaba por lo que era y no veía en absoluto ningún
gún sus propias necesidades de desarrollo y no según las valor en el hecho de sustituir constructos ideales por la
normas de los hombres. El pensamiento de Vico dio lugar realidad histórica dada. Veía en este estado un organismo
al descubrimiento de formas típicas que se repiten en la históricamente en crecimiento en el que determinadas ne-
evolución humana, pero también pudo ver el error que cesidades, talentos específicos y experiencias diferentes se
suponía atribuir a los primeros hombres una racionalidad habían fundido para dar lugar a un organismo coherente
completamente desarrollada. Así, para una mejor com- de evolución progresiva, un orden histórico que tiene su
prensión de los comienzos, es más inteligente asumir el propia justificación en el hecho de funcionar comoel or-
homo non intelligendo fiat omnia que el homointelligendo den que sostenía la vida de esta particular comunidad hu-
fiat omnia de los filósofos de las antiguas leyes naturales. mana. Para Móser, este estado poseía una racionalidad
Vico sospechaba que la naturaleza de las cosas no depende histórica que le hacía másjusticia a la peculiaridad local
más que del hecho de que surjan en determinados momen- que la que ningún otro constructo racional mássencillo,
tos y bajo ciertas condiciones. Para el historiador de arte indiferente ante el «accidente» histórico, podría propor-
“Winckelmannlos griegos habían establecido una serie de cionarle. El crecimiento histórico tenía su propio senti-
normas inalterables de lo que debe ser la excelencia artísti- do y su propio significado en ser atractivo porlo queera,
ca pero él había explicado sus obras como el resultado del esto es, una de las muchas y diferentes expresiones de la
únicoestilo por medio del que los griegos expresaban su gente que vive y trabaja a su manera. El joven Herderre-
carácter y su experiencia, mostrando, así, que el arte es chazó también las reivindicaciones de bondad universal
algo más quela expresión creativa de artistas individuales. de la herencia ilustrada y condenóla arrogancia de Vol-
Unaformaplena de conciencia histórica empezó a des- taire cuandoéste le negaba valor a aquel esfuerzo huma-
tacar cuando la confianza en el poder de la explicación no que no se adecuaba a su gusto. A Herder le atraía la
genética se unió a la atracción por otorgarle unaalta va- visión del Proteo humano que constantemente expresan
loración a lo específicamente individual. Cuando el amor variantes nuevas de su inmensamente rico potencial hu-.
porla res singularis, en su multiplicidad siempre cambiante mano. También puede ser que cada hombre individual
y en su aparentemente inexhaustible fecundidad de for- sea una personasin carácter, incapaz de combinar en su
mas variadas, se volvió tan fuerte, o incluso más fuerte, propia autoformulación todo lo que el hombre podríare-
que el afán de incorporarlas en una categoría universal, presentar. En este caso, la historia es necesaria para que
esto supuso un importante cambio en nuestra orientación los hombres puedan sucesivamente seguirse unos a Otros
mental. «A lo largo de la historia del pensamiento ha ha- para dar lugar a formulaciones totalmente nuevas de su
bido pocos cambios en el tipo de valores más profundos humanidadrevelando, así, el panoramade la riqueza hu-
y decisivos que aquellos que tuvieron lugar[...] cuando mana en expansión. El entendimiento histórico supone
se empezó a creer que no solo en muchas sino en todas una comprensión de la individualidad, sin por ello inten-
las fases de la vida humanaexisten excelencias diversas pero tar cambiarla. En cierto sentido a Herder le atraía más
que la diversidad en sí misma es la esencia de la excelen- la «individualidad colectiva», las experiencias únicas de un
cia [...].»? Así, la existencia individual tenía su propia jus- Volk, un organismo colectivo histórico, un grupo de per-

32 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

sonas que expresan su vida interior a través de su poesía,


su arte, sus hazañas, su forma específica de ser personas.
Algunasversionesde la
Tanto Móser como Herderejercieron una profunda memoria/ Algunas versiones
influencia en el joven Goethe que fue el primero en es-
cribir su propia vida comola historia de una individuali- del bios: la ontología
dad. Goethe vió su formación personal comoel resultado de la autobiografía*
de la interacción entre su yo y el mundoY por ello, lo
más apropiado era que la concepción de sí mismo incor-
porara uno de los cambios fundamentales llevado a cabo James Olney
por los hombres de la generación precedente. Al presen-
tar su propia vida como la historia de su yo en armonía
con la historia de su mundo, su autobiografía se convir-
tió tanto en la historia de su propia individualidad como La práctica de la autobiografía es casi tan variada como
en la historia de su época. Así, la historia de un yo y la el número de personas quela llevan a cabo. Esta afirma-
historia de su mundo se encuentran inextricablementere- ción es incluso todavía más acertada, convirtiéndose casi
lacionadas. Hegel lo resume en una formulación profun- en una verdad absoluta, cuando el principal cometido de
damenteteutónica al decir que la individualidad es lo que aquellos que la practican es literario más que político, cien-
en este mundo sea su propio Die Individualitát ist, was tífico o histórico. Cuando el autobiógrafo se considera a
ibre Welt als die Ibrige 1st.? sí mismo como unescritor y, al ser interrogado sobre su
El reconocimiento de una fuerte dimensión histórica profesión, responde «escritor» (o «poeta», «novelista» O
en toda realidad humana y la aceptación de un modo «dramaturgo»), la tendencia es crear autobiografía en cada
moderno de concepción del yo como individualidad tu- obra por medio de formas diversas, distmuladas o encu-
vieron lugar, y tomaron una forma más coherente, apro- biertas y, entonces, buscar una única forma textual de lo
ximadamente al mismo tiempo. En este contexto, la que se debe denominar apropiadamente como «autobio-
autobiografía adquirió una función yuna forma cultural grafía» (o algún otro nombre que venga a indicar lo mis-
que no tenía antes, lo que la convirtió en la formalitera- mo) que podría ser aquella que refleje y exprese la vida
ria más adecuada para que una individualidad dejara cons- y la visión de la misma que tiene el escritor individual.
tancia de sí misma. La única formaen la que una persona Estas observaciones preliminares son necesarias puesto que
concreta podía informar sobre sí misma era contando su voy a estudiar autobiografías escritas por diferentes hom-
historia. El cultivo autoconsciente de la individualidad era bres de letras y podría ocurrir que existieran diferencias
lo mismo quevivir en el mundo conla conciencia histó- respecto a las autobiografías escritas por médicos, hom-
rica de ese mundo. En esa visión de la dimensión históri- bres de estado o educadores.
ca de la individualidad puede residir también la principal Hay un par de conceptos (quizá haya más, aunque aquí
protección contra las aberraciones ante las que ese ideal me ocuparé solamente de dos), a los que vamosa recurrir
sucumbe fácilmente. La comprensión de la individuali- para avanzar en la comprensión de cualquier tipo de auto-
dad solo tiene sentido como unaparte viva dentro del mar- biografía. Los conceptoscríticos a los que merefiero son
co de la sociedad, de la cultura. El entendimiento de que «memoria» y «bios» que serán analizados de la siguiente
el verdadero cultivo de uno mismoes el cultivo del pro- forma: Primero ofreceré algunas observaciones y conje-
pio yo y de nuestro mundo implica una responsabilidad turas en relación a lo que voy a denominar ontología de
hacia el yo y hacia el mundo. Todo esto puede que sirva la autobiografía, esto es, ese orden espacial de la realidad
para curarnos de todas esas formas falsas de cultivo del que la autobiografía exige y, después, trataré de clasificar
propio yo que consisten en observar dentro de nosotros las diversas, sutiles y cambiantes interrelaciones entre la
mismos sin vernos o en una peligrosa devoción hacia el vida que se imita o relata en una autobiografía y la facul-
capricho arbitrario. tad de la memoria (o no memoria) que aprehendeO rea-
prehende, construye O reconstruye esa vida. Mi próximo
paso será mostrar cómo un particular concepto de la auto-
NOTAS biografía como participadora del «bios» junto a un parti-
cular uso o rechazo de la memoria determinan la ontología
1. El fundamento de este interés reside en la lectura de Burckhardt,
específica de una autobiografía dada. Por último, deseo
Dilthey, Cassirer, Meinecke, Auerbach y Lovejoy. Las obras que consi-
dero de más ayuda en el estudio del género autobiográfico son: Georg ilustrar todas esas cuestiones teóricas por medio dereferen-
Misch, Geschichte der Autobiograpbie, 4 vols., Leipzig y Fráncfort, 1907- cias a las autobiografías de Richard Wright, Paul Valéry,
“1969; Ray Pascal, Design and Truth in Autobiography, Cambridge, Massa- y W.B. Yeats. Espero que de esta breve lista de nombres,
chusetts, 1960; Georges Gusdorf, «Conditionset limites de Pautobiogra-
constituida portres escritores que son totalmente diferen-
phie» en Formen der Selbsdarstellung, Berlín, Giinter Reichenkron, 1956.
2. Arthur O. Lovejoy, The Great Chain ofBeing, Nueva York, Har- tes entresí, se extraiga la conclusión de que no es posible
per y Row, 1960, p. 293.
3. G. W. E Hegel, Phenomenologie des Geistes. Sámmtliche Werke,
vol. 2, Stuttgart, Jubiliumsausgabe, 1927, p. 239. * Traducción de Ana M. Dotras.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 33
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía
Cr. HOuo] * AENJOL 0 DEFTVAUNACIDRES SENEUCA$

establecer una definición prescriptiva de la autobiografía ni conforme a sus dos sentidos, a «aquellas cosas que son»
imponerle de forma alguna posibles limitaciones genéricas. o a «aquellas que existen».)
El bios, situado en el centro literal y figurado del tér- Por otra parte, retomando el análisis en una dirección
mino autobiografía (entre autos al principio y graphéal fi- diferente, un diccionario de griego nos revela queel ta onta
nal), es una palabra griega que significa «vida» y que consti- no solo significa «las cosas que existen en realidad» sino
tuye además la raíz de palabras como «biología, biómetro, que tambiénsignifica «el presente que se opone al pasado
bioscopia, etc.». En un diccionario de griego encontra- y al futuro». Así, el pasado y el futuro, además de no ser
mosla definición exacta de esta palabra como «el curso de el presente, no existen, ni han existido comotales (como
la vida: el tiempo de vida». Esta definición da lugar pasado y como futuro), ni existirán nunca: no están in-
de forma inmediata a que surjan difíciles interrogantes de cluidos en el ta onta. En su definición lingúística, el onta
sumointerés para los teóricos de la autobiografía y, más de Heráclito niega la existencia de una realidad estable,
específicamente, para el estudioso de la ontología de la inalterable y sin limitación de tiempo, comolo esla rea-
autobiografía. Si bios es «el curso de la vida: el tiempo de lidad superior que Platón reclamaba para sus Ideas y que
vida», y si ésta ya ha tenido lugar, entonces habría que sentía que podía encontrar en el estin («es», o sea, el tiempo
preguntarse cómo va»a hacerse presente Otra vez, cómo presente del verbo «ser» y no su participio presente, como
va a ser revivida, cómo es posible devolver a la vida lo si fuera un presente intemporal) de Parménides.
que ya no seestá viviendo, cuándo el «es» ha sido trans- Si se unen las dos partes de la definición se podría decir
formado en «era», en qué momento el presente se intro- quela expresión ta onta significa todas las cosas que existen
duce en el enorme abismo del pasado, y si éste permanece en un momento concreto de tiempo que es el tiempo feno-
enteramente real en todos los sentidos entonces debe ser- menológico, el momento presente. Heráclito compara este
lo dentro de un nuevo ordendela realidad totalmente di- estado con el incesante e irrefrenable fluir de la corriente,
ferente del que formael presente. Así, un tipo de realidad comola unidad y densidad dela experiencia, el tiempo la
corresponde al presente y otro tipo bastante diferente de conciencia, en una corriente en la que nunca será posible
realidad (si efectivamente lo es) correspondeal pasado. En bañarse dos veces. Sin embargo, ¿no es precisamente la pre-
el ensayode Barrett Mandel que se incluye en el presente tensión o esperanza del autobiógrafo el que, a través del acto
volumen se le otorga a esta noción una expresión provo- de escribir, pueda recuperar su bios para que pase a formar
cativa: «El pasado... nunca existió realmente: ha sido siem- parte del ta onta, o sea, la posibilidad de que su bios o su
pre unailusión creada por la actividad simbolizadora de vida sea una de esas cosas que realmente pueden existir en el
la mente». ¿Cuándo existe el pasado?, ¿cuándo ha existi- presente y como presente? Así es realmente aunque, toman-
do?, ¿existió un pasado ayer?, ¿la semana pasada?, ¿hace do en este momento el ritmo expresivo de W.B. Yeats, debe-
uno o diez años? Verdaderamente no existió, no como pa- ría decir que, mientras solo se entienda el bios como el curso
sado. Realmente «el pasado no existió nunca[...)». de unavida, ese deseo será más una esperanza que unapre-
Heráclito otorgó una expresión clásica al dilema del tensión, y una ilusión más que una esperanza.
autobiógrafo y lo hizo de la siguiente forma: «En algún Sin embargo (aunque la Grecia antigua no lo autori-
lugar Heráclito dice que todas las cosas fluyen, que nada zara), creo quesería posible y útil que el bios se entendie-
permanece inmóvil y, comparando las cosas existentes al ra también en otros sentidos. Cuando en inglés se dice
fluir de un río, afirma que uno nunca se baña dos veces que un hombre mayor (o un perro viejo) todavía tiene
en la mismacorriente» (Platón, Cratylus, 402 a). Exacta- mucha vida por delante, no nos estamosrefiriendo a la
mente lo mismo, aunque haciendo uso de un lenguaje más cantidad del tiempo de vida. Cuando decimos«tú vive tu
claro y de metáforas más dramáticas, es lo que fenome- vida que yo viviré la mía» no queremos decir «tú vive
nologistas y protofenomenologistas nos han venido di- el curso de tu vida». Cuando Jesucristo dice «yo soy la
ciendo durante los últimos cien años. Examinemos más resurrección y la vida»resulta difícil justificar una posible
detenidamente la expresión de la afirmación fenomenoló- interpretación de esta expresión como«yo soy la resurrec-
gica de Heráclito. Esta compara «las cosas existentes con ción y el curso de la vida». Cuando Sócrates dice «la vida
el fluir del río». La frase, que se traduce como «cosas exis- sin meditación (anexetastos bios) no vale la pena ser vivida»
tentes»es el ta onta y el onta (por consiguiente, de la que no está teniendo en cuentala cifra de setenta años como
se deriva la palabra ontología), es la forma plural del par- aquella que responde a la vida media de un individuo. Y lo
ticipio presente de einai que es el verbo «ser». Por eso, mismo ocurre en el caso de otros usos de la palabra
ta onta significa «las cosas que son» o «aquellas cosas que vida en los que no supone unacuestión histórica o hace
existen» (la ontología es, de esta forma,la teoría sobrela referencia al paso de un número determinado de años sino
naturaleza del ser o de la existencia), y es precisamente que significa el espíritu, un principio vital, un acto de con-
el ta onta lo que Heráclito compara con el fluir de un ciencia, una realidad trascendente, un determinado modo
río. Más adelante observaremos que, como participio pre- de vida, o un conjunto de personalidad y carácter, aque-
sente que denota una acción o un estado continuo,el ta llo a lo que John Henry Newman denominó «la idea de
onta apunta, no a una condición terminada sino a un pro- unidad moral» que una vida concreta expone al ser vivi-
ceso en progreso, al proceso de ser, el proceso de existir. da. Lo que yo propongo es quela vida en la que se funda-
(En inglés, el participio presente del verboser representa, mentala autobiografía podría entenderse en más sentidos

34 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

que en el perfectamente legítimo de «la historia y narra- como un simple caso de «era» sino como un proceso que
también
uva individual». Así, podría entdr como se mueve hacia el presente ineludible del «es», y se toma
an impulso vital, el impulso de la vida, que al ser vivido la memoria como unaproyección hacia atrás del «es» que
es transformado por el único medio característico y pe- reúne todo lo que «ha venido haciéndose» en una imagen
culiar de todo individuo, su propia configuración psíqui- creativa, entonces la autobiografía de memoria, converti-
ca; O sea, se podría entender como conciencia, pura y da en un modocreativo vital e intenso, alcanza cierta dig-
simple, la conciencia que nose refiere a objetos, aconte- nidadfilosófica. La clave se sitúa tanto en concebir el bios
cimientos u otras vidas, esto es, que no se refiere a otra como un proceso que el autobiógrafo puede ver y abar-
vida que nosea la propia. Se podría entender comola par- car en su totalidad para luego recordar y componer como
ticipación en una existencia absoluta que trasciende en en el hecho de que sea el autobiógrafo quien decida inte-
gran medida las variables y cambiantes irrealidades de la rrumpirlo en él momento en que lo desee para que así
vida mundana; se podría entender comola tendencia mo- el proceso pueda ser unificado y completado. Además,
ral del ser individual. La vida entendida así no se diri- comoel proceso es visto retrospectivamente porel auto-
ge a través del tiempo hacia el pasado sino que se dirige biógrafo entonces se verá como un proceso teleológico,
hacia las raíces de cada ser individual. De esta forma, es que se dirige hacia una meta o fin específicos. Para una
intemporal y se encuentra comprometida a seguir ese mayor claridad y dicho de otra forma, si el bios se con--
ampulso vertical desde la consciencia al inconsciente más _cibe como un proceso, entonces posee cierta formay es
que el impulso horizontal del presente al pasado. posible decir que la memoria es ese hilo que siempre per- XA
¿Cuáles serían, entonces, las implicaciones para una on- manece oculto y que describe su forma o configuración. |
tología de la autobiografía que partiera de la adopción de Ese hilo permanece necesariamente oculto, inconsciente
cualquiera de estos sentidos radicalmente diferentes del y desconocido para el individuo hasta el momento en que
esencial del término bios? Si se entiende bios como el mero se hace consciente después del hecho de presentársele al pro-
curso histórico de la vida, entonces se confirmaría como pio individuo como lo que es, como recuerdos que él
verdad que, en cualquier momento dado y presente de esa puede rememorar, como una especie de hilo de Ariadna, /|
vida, todas las cosas fluyen y nada permanece. «Es» ha y asi desvelar esa configuración que, progresiva e in- /]
sido transformado en «era» por lo que, por ese motivo, conscientemente, había estado creándose durante todoel;
ha perdido toda vitalidad, toda realidad, toda vida; «lo que tiempo. /
era» no forma parte ya del ta onta, del presente, de la suma Lo que propongo aquí es queel término bios incorpo-
de cosas que existen o que ahora están siendo. Si, no obs- re simultáneamente los dos sentidos anteriores. Así, es tan-
tante, bios se entendiera como ese principio o impulso vi- to el curso de la vida visto más como un proceso que como
_aal,
comola vida transformada2por€el ser viviente através una entidad estable, como una configuración psíquica úni-
_deestemedio
esti Y
ca que hace de esta vida la que es y no otra. En términos
«era» y no habríarelación entre «es» y«era».Esta situación de Platón, propongo que entendamos el mundo del de-
nos deja pues con un presente que se encuentra induda- venir como aquel que se dirige constantemente hacia el
blemente formado por el pasado aunque separado en su mundo del ser que es, a su vez, ese presente eterno y fe-
enunciación de este último, «Si», tal como dice T.S. Eliot, nomenológico(el ta onta); o, desde otra perspectiva, de-
«el tiempo es un presente eterno», entonces «el tiempo beríamos entender la memoria como una facultad del
es irrecuperable». La recuperación del tiempoes precisa- presente y un reflejo exacto del mismo cuya función es
mente uno de los principales motivos del autobiógrafo, ofrecer un resumen enel que se invierte el proceso ente-
quizá el principal o incluso el único y verdadero motivo ro por el que el presente ha llegado a ser lo que es. Al
delautobiógrafo. (Así como hay bios y bios, y memoria igual que hace en repetidas ocasiones Platón, uniré en uno
y memoria, también hay, como señalaré más adelante, re- solo el mundo del devenir de Heráclito y el mundo in-
cuperación y recuperación). temporal de Parménides para así poder concluir que es '
Hay diversas formas por medio de las cuales el auto- posible imaginar la memoria en dos sentidos: comoel dis-
biógrafo puede liberarse del obstáculo que supone el hecho currir del pasado convirtiéndose en presente y como la
de queel tiempo sea constantemente pasado o constante- unión de ese pasado que se ve retrospectivamente con el
mente presente y que, en cualquiera de los casos, parezca presente comoser.
irrecuperable. Voy a presentar de forma esquemática tres Lo que conforman todos los momentos sucesivos que
estrategias de las que el autobiógrafo puede hacer uso para se extienden en el pasado, en un proceso de ir haciéndose,
resolver el problema del bios. La primera hace uso de la es, por supuesto, el presente y, por ello, ese presente
memoria en un sentido bastante corriente pero no obs- se convierte en el fin, la meta, o el telos del pasado. Si
tante creativo (Richard Wright); la segunda renuncia to- se mira desde el pasado hacia el presente (o, si se prefiere,
talmente a la memoria (Paul Valéry) mientras quela tercera desde el presente hacia el futuro) ¿no se podría afirmar
la transforma dejándola irreconocible (W.B. Yeats). Em- que la corriente de Heráclito no se limita a ser tiempo*
pezaré con el estudio de la memoria. Si el bios en el senti- y paso del tiempo sino esa mirada del presente hacia el
do de «tiempo de vida» no se ve simplemente como un pasado y que, por tanto, también es memoria? Si el tiem-
período de tiempo fijo, completo o terminado, o sea, no po nosva alejando de los primeros estados delser, la me-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 35
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

moria recupera esos estados pero lo hace sólo como una imitación de la consciencia pura y, por tanto, logre conse-
función de la conciencia presente de tal forma que pode- guir con éxito el estado de autobiografía pura, entonces
mos recuperar lo que éramos solo desde la perspectiva entonará la misma exquisita canción sin sentido de la poe-
compleja de lo que somosahora, lo que significa que pue- sía pura: la inexplicable y deliciosa música de la conscien-
de que estemos recordando algo que no fuimos en abso- cia que, si algo ha de significar, solo ella misma será ese
luto. En el acto de recordar el pasado en el presente, el significado. En breve ofreceré un demostración textual.
TS

autobiógrafo imagina la existencia de otra persona, de otro «En un mundo superior es de otra forma» observó
mundo, que seguramente no es el mismo que el mundo Newman en una ocasión «pero, aquí abajo, vivir es cam-
pasadoel cual, bajo ninguna circunstancia ni por más que biar y ser perfecto es haber cambiado a menudo». Si a
lo deseemos, existe en el presente. Según T.S. Eliot «esta un autobiógrafo le preocupala vida tal y como es vivida
es la utilidad de la memoria». La memoria que acabo de «aquí abajo», en un mundo de hombres, con movimiento
describir es precisamente la estrategia autobiográfica que y lleno de acontecimientos, tendrá que recurrir necesa-
usa Richard Wright en su obra Black Boy (Chico negro). riamente a la memoria para averiguar todos esos cambios
Esta no es, sin embargo,la única estrategia posible, aun- a través de los que ha pasado su vida los cuales han sido
quese trate indudablemente de la decisión más compleja precisamente su cualidad definidora. Pero, ¿qué ocurre en
ante el dilema del autobiógrafo. Hay otras formas de en- el caso de que la vida de la que él escriba no sea como
frentarse al problema y cada unade ellas lleva implícita la vivida «aquí abajo» sino como la vida vivida «ahí arri-
su propia y especial concepcióndel bios así como una par- ba»? ¿Qué ocurre si lo que él hace es mirar a las esencias
ticular idea del uso de la memoria en la realización de y no a los accidentes, a la idea de individuo y no a lo que
una autobiografía. Existe un tipo de pensador y escritor un individuo particular es de hecho? Entonces, como
para quien el carpe diem es una obligación, aunque nece- Newman señala, «es de otra forma». No habrá tanto cam-
saria, caprichosa y quien, concentrando en uno solo to- bio sino restauración de un estado perfecto; ni tampoco
dos los momentos de conciencia pasados, lo aprehende esa memoria como recuerdo instantáneo de lo que fue
con una gran intensidad y lo determina con todo lo que en un principio y que logra averiguar a través de sucesi-
él es. Aunque no siempre consideremoseltrabajo de este vos estados; ni tampoco ese movimiento constante de un
tipo de escritor como una autobiografía, sí aceptamos pasado que deviene en un ser presente comoresultado de
como definición legítima de la vida, de la vida real, la todo proceso histórico. El bios de ese «mundo superior»
«consciencia» que es la inmediatez del ahora; ello nos in- es inamovible, incambiable, pleno e intemporal. Parti-
clinaría a denominar su obra «autobiografía» incluso si cipa no solo en las cambiantes e indefinidas ilusiones de
dentro de los límites y categorías del género literario se la existencia en el tiempo sino también en la delimitada
clasificase como poesía lírica. y absoluta realidad del eterno mundo de las formas de
Cuandodigo que la «consciencia» podría ser aceptada Platón. oa
como un legítimo sinónimodel bios dentro de un deter- No me gustaría que se entendiera, sin embargo, que
minado tipo de autobiografía, me estoy refiriendo la cualquier autobiógrafo puede mirar de frente a la eterni-
consciencia en sí misma, pura e intacta tanto porel tiem- dad y decirnos en qué consiste puesto que incluso Sócra-
po comoporla historia. Como ejemplo podemos tomar tes y Diotimafracasarían en el intento. Cuando Jesucristo
a Henry James, quien no puede ser considerado como dice «Yo soy la resurrección y la vida» no nosestá dicien-
autobiógrafo de la consciencia pura porquela temática de do de forma precisa qué vida es la que él es. El autobió-
su autobiografía es la evolución de la consciencia y, por grafo del «mundo superior» lo que busca, al vivir como
lo tanto, se trata de una cuestión de tiempo, de historia lo hace «aqui abajo» y al mirar, como debe hacerlo, a la
(aunque personal), de narrativa, y de memoria. En el caso vida «aquí abajo», es discernir el Bios que se sitúa detrás
contrario tenemos a R.G. Collingwood quien hace de la del bios, los arquetipos que se encuentran detrás de los
evolución de su pensamiento el bios de su autobiografía tipos y, más concretamente, detrás de los individuos. Un
buscando averiguar a través de la memoriala historia y Bios comoéste, en el que los paradigmas y arquetipos jue-
narrativa de su evolución mental. Además, en el acto de gan en libertad y en que el gozo se somete en últimains-
consciencia puro no hay ni antes ni después, ni tampoco tancia no a la memoria, por lo menos no a la memoria
hay un resumen presente que recapitule el pasado y se pro- entendida como facultad o en su uso común, sino a la
yecte hacia el futuro. Solo hay consciencia en sí misma, anamnesis tal y como la describe Platón: el recuerdo o
luminosa, radiante y autosuficiente; consciente, aunque de intuición desde dentro de esta vida de formas tal y como
nada en concreto, sin un contenido específico, solo cons- se ve y se conoce en la eternidad entre esta vida y una
ciente, quizá, de ser consciente. La sola existencia de un anterior. Aunque no hay demasiados autobiógrafos del
autobiógrafo que sostenga este sentido del bios (como lo mundo superior de las formas, paradigmas y arquetipos,
es, O fue, Valéry), hace que la memoria no ocupe ningún pienso que un posible y acertado ejemplo es el del auto-
lugar en la realización de su autobiografía por lo queésta biógrafo como anamnesiólogo: W.B. Yeats.
se convierte en un mero asunto formal sin contenido his- Richard Wright es un ejemplo excelente del autobió-
tórico, biográfico o narrativo. De hecho, no se necesita grafo de la memoria, una memoria creativa que da forma
ningún contenido por lo que, cuanto más se acerque a una y reorganiza el pasado histórico en imágenes del presente

36 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

-Esciendo queel pasado sea algo tan necesario para el pre- sona de Richard Wright no se puede identificar con la
. sente como queéste último venga a ser una consecuencia del héroe de ese libro, no es ese «yo» o «Richard» o «el
¿del primero. «Los recuerdos» ha dicho Erik Erikson «son chico negro», entre ellas hay una distancia de varios años
«ma parte intrínseca de la realidad en la que surgen». La luz. «Black Boy»(y merefiero aquía la figura central del
¿wealidad de la que los recuerdos son una parte intrínseca libro) es la creación, o recreación si prefieren, de alguien
F en la que los recuerdos surgen no es otra queel ta onta, que no es él mismo un «chico negro» o de alguien que,
e sea, la suma de todas esas cosas que existen realmente de hecho, se encuentra muy lejos de esa identidad. A esto
en el momentopresente, esa tela sin costuras tejida de per- merefería cuando decía que al tratar de recordar el pasa-
«epción, conciencia, recuerdos y el universo que los ro- do desde el presente el autobiógrafo imagina otra perso-
dez, o dicho de otra forma, la totalidad del presente na, la existencia de otro mundo. Richard Wright le otorga
¡Enoménico, tanto exterior como interno, aquella que He- existencia imaginándose la persona del «chico negro» y
«sáchito asemeja a la corriente de un río. Los recuerdos y un mundo que es el mundo de un libro llamdo Black Boy.
¿E realidad presente establecen una relación continuay re- El propio «chico negro» nose imagina nada,es producto
-aiproca, influyéndose entre sí y determinándose mutua- de unos acontecimientos y de unas circunstancias, él no
¡mente de una forma constante. Los recuerdos están es el creador de nada, es solo una figura indefensa que se
«configurados por el momento presente y por la impre- ve impulsada hacia adelante en el río del tiempo de He-
són psíquica específica del recuerdo individual, exacta- ráclito. Por otra parte, mediante una memoria abarcado-
¡mente igual que el momento presente está configurado ra y creativa, Richard Wright es quien se lo imagina todo
por recuerdos. El «ahora» de la consciencia es como es y es tanto el creador de la figura a la que denomina «Ri-
«debido a la interrelación entre los acontecimientos (o la chard» como de la figura que, en Hijo nativo, llama
_Exstoria) y los recuerdos de los acontecimientos(o la vuelta «Bigger».
e la consciencia presente a experiencias formativas ante- Entonces, ¿cómo es esa persona?, ¿cómo es ese mun-
-sores). Partiendo de su propia observación, en la que afir- do que Wright imagina? o, de otra forma, ¿cómo son los
ma que los recuerdos son «una parte intrínseca de la recuerdos en los que Wright se inspira para crear su «chi-
sealidad en la que surgen», Erikson comenta que «en el co negro» como persona y como libro? La primera esce-
mejor de los casos los recuerdos establecen una relación na, cuando Richard prende fuego a la casa, proporciona
significativa entre lo que sucedió en el pasado y lo que un paradigmapara todo el libro: primero hay temor, lue-
está sucediendo en el momento presente». Porello, su- go pánico y huida, y por último, violencia, y, aunque en
gero que en la investigación sobre la obra de Wright se algún otro sitio la violencia precede al temor, el pánico
debería analizar cuidadosamente el uso que hace dela pa- y la huida, estos son los elementos constantes desde la pri-
labra «significativamente». mera página hasta la última. Este paradigma nos hace en-
Wright escribió Black Boy en 1943 (y al mismo tiem- tender el conjunto total de las experiencias de ese «chico
po, como parte del mismo manuscrito, lo que se conoce negro» quecrece en el sur (temor, pánico, huida, violen-
como American Hunger, continuación interesante aunque cia; o violencia, temor, pánico, huida) cuyo único escape
sin éxito de Black Boy), unos quince años después de que sería el que'el chico negro, que se hace a sí mismo, en-
dejara el sur, unos seis años después de que abandonara contraría en la huida perfecta «a bordo de un tren que
Chicago para ir a vivir a Nueva York y aproximadamen- se dirige al norte». (El hecho de que Wright se encontra-
ze tres años después de la publicación de Native Son. Black ra sólo un poco mejoren el norte no cambiala situación
Boy, escrita en primera persona, comienza con el perso- ya que ésta es la narración del «chico negro» para quien
naje protagonista a la edad de cuatro años quien tras pren- subir al tren significa precisamente el final de esa identi-
der fuego a la casa paterna, ha huido despavorido. Como dad, la muerte del «chico negro» y, como se sabe,el naci-
eastigo recibirá unapaliza que le dejará inconsciente y víc- miento de Richard Wright. De la misma forma que
timade terribles alucinaciones. El libro concluirá con ese Frederick Douglass dejó atrás su identidad de esclavo y
mismo «yo» a la edad de quince años, aunque de mayor su nombre cuandoescapóal norte, Richard Wright,al irse
edad en experiencia debidoa las formas de vida de la Amé- a Chicago, deja atrás su identidad de chico negro y los
rica sureña, una experiencia, que se encuentra «a bordo diversos nombres y etiquetas que el sur le había desig-
de un tren que se dirige al norte», que va de Memphis nado.)
a Chicago. Si partimosde la biografía de Richard Wright La narración de la existencia en el sur del «chico ne-
podemos determinar que las fechas del inicio y fin de la gro» comienza en el momento en quele planta fuego,pri-
redacción de Black Boy podrían haber sido 1912 y 1927, mero las cortinas y luego a la casa. Así es como Richard
o sea, un lapso temporal de quince años, lo cual es un tiem- Wright recuerda y describe la experiencia de «Richard»
po lo suficientemente largo como para ser considerado casi unostreinta años más tarde: «El fuego se elevaba has-
comoel bios de la autobiografía entendida ésta como «el ta el techo y yo temblaba de terror. Al rato una cortina
curso de la vida: el tiempo de vida». de fuego de color amarillo iluminaba la habitación. Esta-
Ya quenos hemosreferido a la biografía de Wright me ba aterrorizado, quería gritar pero tenía miedo[...] al poco
apresuraré a decir que aunqueexiste una coincidencia en- rato mi madre olió el humo, vio el fuego y se dirigió ha-
tre las fechas señaladas y las del «yo» de Black Boy, la per- cia mí para pegarme[...] me marché y no volví nunca más.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 37
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

Salí corriendo por la cocina hacia el patio trasero». Se ción psíquica única. Es decir, el bios de Chico negro es la
arrastró debajo de la casa. «Luego las pisadas golpeaban vida pasada de Richard Wright, su experiencia, su exis-
encima de mí. Entonces of gritos[...] estaba rígido de te- tencia como «Richard» o comoel «chico negro», y de ahí
rror [...] los gritos aumentaron de volumen[...] ansiaba su fuerte componente narrativo. Pero es también la vida
volvermeinvisible, dejar de vivir. La confusión crecía en- presente de Richard Wright, la visión que obtiene de la
cima de mí y comencéa llorar». Al final el padre encuen- misma, su existencia como escritor y pensador, y de ahí
tra a «Richard» y lo saca afuera pero, «en el momento en el importante componente de comentarios en la narra-
que su mano mesoltó di un salto y salí corriendo como ción. Estos dos bios, estas dos vidas, que de ninguna for-
un loco la carretera intentandoevitar a las personas que ma son las mismas, están unidas de formasignificativa por
me rodeaban». Aún así lograron cogerlo otra vez y su ma- lo que llamamos memoria.
dre le dio una paliza (y no debemos olvidar que se trata A lo largo de su obra Chico negro, Richard Wright bus-
de un niño de cuatro años): ca el significado de su experiencia, y dado quela estrate-
gia que utiliza es la de la autobiografía, la forma por la
Me azotócon tal fuerza que perdí el conocimiento. Me que espera encontrar ese significado es precisamente por
golpeó hasta que me quedé sin sentido y más tarde me des- medio del ejercicio de la memoria pues la memoria ex-
perté en la cama, gritando y decidido a huir [...] Estaba trae los hechos que tienen lugar en el tiempo de la co-
perdido en una niebla de temor[...] En cuanto intentaba rriente de Heráclito para elevarlos a otro orden en el que
dormir sólo veía unas enormes bolsas blancas, comosi fueran los hechos tienen entre sí una relación en función de su
las ubres llenas de una vaca, colgando del techo encima de significación y no de su cronología. La visión del presen-
mí. Más adelante, a medida que me ponía peor, era capaz te lograda puede hacer esto con todos los acontecimien-
de ver esas bolsas con los ojos abiertos durante el día y me tos que han tenido lugar en el pasado y componerasí la
agarrotaba el temor de que se cayeran y me empaparan con totalidad del bios histórico del individuo. En un momen-
algún líquido horrible. Cada día y cada nocheles suplicaba
ami madre y a mi padre que se llevaran las bolsas,
to dado, Wright dice en Chico negro que «el sufrimiento
señalándolas, temblando de terror porque nadie las veía de su madre creció en su mente como un símbolo» y ha-
excepto yo. El agotamiento me llevaba a dormir y entonces bla del «temor» y del «espanto», «del dolor sin sentido
gritaba hasta que me despertaba completamente otra vez. y del sufrimiento interminable» que «condicionaron mi
Tenía miedo de dormir. Con el tiempo me olvidé de las relación con hechos que aún no habían tenido lugar y
- peligrosas bolsas y me recuperé. Pero durante mucho tiempo dieron lugar a una determinada actitud hacia situaciones
me atormentaba cada vez que recordaba que mi madre había y circunstancias a las que había de enfrentarme»(p. 111).
estado a punto de matarme.!' El hecho de que Wright esté mirando en este momento
tanto hacia adelante como hacia atrás a lo largo delalí-
No sécuantas personas habrán tenido una infancia nea del bios y del hilo de la memoria, hacia adelante des-
como la recreada en Chico negro, pero los componentes de los acontecimientos pasados hasta la conciencia
básicos de esta primera escena se repiten tantas veces en presente, se hace obvio cuando observamos que su estado
el libro que debemosver la violencia, el temor, el pánico mental mientras escribe está condicionado por los acon-
y lahuida como los hechos que dan formaa la vida del tecimientos sobre los cuales está escribiendo. De este
«chico negro» y a los recuerdos de esa vida de Wright. modo, continúa repitiendo esas experiencias de sufrimien-
Más adelante el chico elabora la idea de lo que él denomi- to, de temor y de espanto, o sea, aquellas condiciones que
na afirmación hipotética sobre Dios y sobreel sufrimiento marcaron su juventud, las cuales están ahí presentes para
humano para contestar a un compañero quele estabare- «hacerme seguir hacia adelante», para siempre en la hui-
comendandola religión, «afirmación» que según el autor da «como si escapara de un destino anónimo que busca
«era el resultado de mi conocimiento de la vida tal y co- sobrepasarme»(p. 112). ¿Qué es lo que el temory el su-
mo la había vivido, visto, sentido y sufrido en función frimiento, la huida incesante y un destino anónimo aña-
del espanto, el temor, el hambre, el terror y la soledad» den para que un hombre lo recuerde todo? Lo que añaden,
(p. 127). dice Wright, es «la noción de aquello que la vida signifi-
¿Debemospreguntarnos, entonces, si este relato de vio- caba y que ninguna formación podría nunca cambiar, la
lencia, temor, y huida es una creación de la visión de Ri- convicción de queel sentido de la vida se encuentra sola-
chard Wright o una expresión de la misma? ¿O no hay mente cuando se está luchando por extraer ese sentido
otra serie de complementos y consecuencias entresí, como de un sufrimiento sin sentido».
las dos caras de una moneda, la de una historia que va Esos tres elementos de temor, huida y destino son tam-
hacia adelante para crear a Richard Wright, y la de la me- bién, por supuesto, los que determinan la estructura de
moria de Richard Wright que va hacia atrás para re-crear Hijo nativo: El libro primero se titula «Temov», el libro
al «chico negro»? Sugiero que este bios se corresponde con segundo «Huida» y el tercero «Destino». De la mismafor-
aquel que se entiende comoel curso de la vida del chico ma que esos hechos emocionales condicionaron la vida
negro, su tiempo de vida, y se corresponde también con de Wright e impusieron la estructura de su bios y deter-
el bios entendido en el sentido de la visión conseguida por minaron su visión, éste hizo uso de su lograda visión y
Richard Wright, su entendimiento de ella, su configura- estructura para dar forma y dirección a su novela y a su

38 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ATOMMAA PosOA
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

autobiografía y para atribuir un sentido a su experiencia lo que no nos podemos contentar con suponer que ha-
que pudiera ser el resultado de ese reflexivo regreso al pa- blaba en vano) que su poema máslargo y oscuro (La Jen-
sado. La visión que poseía Richard Wright, o la visión ne Parque), y por tanto uno de los poemas más oscuros
que le poseía, a principios de los cuarenta fue la que dio de este siglo, es una «autobiografía» y que el tema de Nar-
lugar a la creación tanto del personaje de «Richard» como ciso (en el que se basan otros tres o cuatro poemas ex-
del personaje de «Bigger», tanto a la estructura de Chico traordinarios) es su «autobiografía poética». Comosiestas
negro comoa la de Hijo natal, tanto al «sentido de la vida» afirmaciones no exasperaran lo suficiente a aquellas almas
quese extrae de la experiencia en la autobiografía como sencillas que desean que sus autobiografías sean simples
a la nota protoexistencialista con la que concluye la novela. y comprensibles, Valéry dijo también en una ocasión en
Quizásería posible clarificar todo lo dicho anterior- referencia a «El cementerio marino»(al que nunca halla-
mente si nos volvieramosa referir a los dos sentidos del mado autobiografía), que «en cuanto al contenido del poe-
bios, y a este respecto he de puntualizar que si definimos ma, se compone de recuerdos de mi ciudad natal. Es casi
el bios solo como un principio vital, entonces tendríamos el único de mis poemas en el que puse algo de mi propia
que decir que los dos primeros libros de Hijo natal son vida»/Desde un perspectiva lógica y racional, la afirma-
autobiográficos pues en ellos encontramos una imitación ción de Valéry de que un poemaen el que dice no poner
total de esa visión que Wright había logrado. Sin embar- nada de su vida es «una autobiografía» mientras que un
go, si apelamos simultáneamente a ambas definiciones, en- «poema que es casi el único en el que puso algo de (su)
tonces es obvio que Hijo natal no es una autobiografía vida» o es una autobiografía, es una consideración ca-
ya que en su realización la memoria no persigue revivir prichosa e inmotivada; o, expresado de otra forma, que
un tiempode vida, el curso de esa vida, indagando en un un poema que indaga en la memoria para as! reconstruir
pasado histórico y personal, en la corriente de Heráclito. algo personal del pasado del poeta no es una autobiogra-
Eso solo ocurre en Chico negro. Por otra parte, Chico ne- fía mientras que un poema que desdeña totalmente la me-
gro podría ser en sí mismaun fracaso parcial si no se com- moria y que no contiene nadadela historia personal del
pusiera simultáneamente de narración y comentario, de poeta es una autobiografía. Esto es suficiente para que los
experiencia pasada y de visión presente, pues se logra una lectores se desesperen y se limiten a abandonar a Valéry
fusión de ambas en el doble «yo» del libro, el «yo» de Ri- como un caso perdido y sin interés alguno dentro del es-
chard, ese «chico negro» de quince, veinte y treinta años tudio de la autobiografía. Personalmente considero que
antes, por una parte, y el «yo» de Richard Wright como todosesos lectores pueden estar equivocados por lo que yo
un hombre maduro,intelectual de ciudad y consumado recomiendo encarecidamente que no se unan ellos en
escritor que medita sobre su vida y el sentido de la mis- esa precipitada decisión
ma, por otra. Este «yo» con un doble referente lleva den- Esinteresante señalar, sin embargo, que los estudiosos
tro de sí un bios que se desdobla en un aquí y un ahora de Valéry no se sienten desesperados por este tipo desi-
y en un allí y un entonces, en un presente perpetuo y tuaciones. Es más, éstas les exigen, aunque hasta cierto
en un pasado histórico, siendo el sutil y todavía tenso hilo punto, el mismo esfuerzo de comprensión intelectual y
de la memoriael que logra unir un «yo» con el otro «yo, emocional que los poemas. Los estudiosos de Valéry se
el que mantiene unidos los dos bios, y el que logra recu- tienen que enfrentar ante la difícil cuestión de compren-
perar con éxito el tiempo de Richard Wright (y para Ri- der cómo es posible que La Jeune Parque sea una autobio-
chard Wright). grafía al mismo tiempo que se enfrentan ante la
Hay una presunción implícita y muy común (la cual comprensión del propósito de La Jeune Parque en sí mis-
es, por lo demás, perfectamente justificable) que conside- ma. (Pues el poema no se concibió originalmente como
ra que la autobiografía es de lectura fácil y que no presen- ningún tipo de autobiografía sino que en un primer mo-
ta ningunadificultad de comprensión porla sencilla razón mento sólo pretendía ser un poema añadido al final de
de que no se centra en complicadas o rebuscadas proe- un volumen de poemas tempranos que André Gide que-
zas de sentido ni sondea en esas oscuras profundidades en ría publicar. Más tarde se concibió comoel «ejercicio»,
las que tanto la poesía moderna como la ficción con- como una distracción mental del poeta durante la guerra.
temporánea encuentran su ser. Además, como dicen los Solamente cuando estuvo terminado, y así se lo comentó
críticos que defienden esta visión, la autobiografía es pre- Valéry a Gide, se convirtió en su autobiografía.) Al con-
sisamente lo que parece ser y dice lo que quiere decir, al trario que los estudiosos del poeta los estudiosos de la auto-
contrario que la poesía o la ficción o cualquier otro que biografía son los que en mayor medida rechazan las
no sea lo que parece ser y que siempre dirá lo que no quiere repetidas reivindicaciones de Valéry pues consideran que
decir. La presunción inicial continúa con la afirmación éstas son tan oscuras como su propia poesía.
de que está bien que nadie necesite preocuparse porsa- A este respecto he de decir que soy consciente de la
ber exactamente lo que está pasando en una autobiografía. severa actitud que, con casi toda certeza, muchoscríticos
Paul Valéry, que se caracterizaba por ser muy exigente de la autobiografía adoptarian ante la herejía de denomi-
en la elección de la palabra precisa, surge en este punto nar autobiografía a un poemalírico puesto que he vivido
al afirmar (en más de una ocasión, y tanto a sí mismo esta experiencia anteriormente cuando afirmé que Four
en sus Cahiers como a otros en su correspondencia, por Quartets de T.S. Eliot podía ser considerado como una

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 39
ESTUDIOS . Ontología de la autobiografía

autobiografía. (A este respecto he de comentar que aun- Es obvio que aunque ese «yo» tiene como referente a
quela idea de que Four Quartets pueda ser tomada como Eliot y a su propia experiencia personal, también tiene
una autobiografía no preocupa a los estudiosos de Eliot un referente más amplio, como lo podemos observar en
sí desespera a los estudiosos de la autobiografía. Estos úl- el hecho de que en otras partes del poema Eliot usa libre-
timos, a los que me uno, se sienten protegidos por la se- mente la primera persona del plural, y también la segun-
guridad que les ofrecen las definiciones de géneros por da e, incluso, la tercera para que contenga y exprese el
lo que aparentemente se ponen enfermos cuandosienten mismo tipo de experiencia:
las olas del caos y de la noche antigua, contra las que las
fronteras del género han proporcionadocierta protección, No cesaremos de explorar
amenazando con sobrepasarnos a todos.) Considero que y el final de toda nuestra exploración
La Jeune Parque nos sirve como caso extremo y, por tan- será llegar adónde partimos
y conocer el lugar por primera vez.
to, mejor incluso que Four Quartets para poder argumen-
No estás aquí para verificar,
tar que un poema lírico puede ser perfectamente una instruirte, dar forma a tu curiosidad
autobiografía, además de que la visión de la poesía impli- o llevar algún mensaje. Estás aquí para arrodillarte
cita en toda la obra de Valéry nos ofrece una base teórica dónde la oración ha sido válida.
más distinguida sobre consideraciones en torno a la poe- La ceniza en el hombro de un anciano
sía, la autobiografía, y la creatividad en general que la que es toda la ceniza que dejan las rosas quemadas.?
podemos encontrar en Eliot. Lo que podemos encontrar
en la teoría y práctica de Valéry, sin embargo, no invalida No obstante y al margen de estas autorreferencias de
de forma algunala consideración de que los Four Quar- la primera, segunda y tercera personas del singular y del
tets son una «autobiografía» sino que, por el contrario, plural, lo que aquí quiero decir es que el poema de Eliot
sirve para confirmar y reforzar todos y cada uno de los es una autobiografía, y no por esos pronombres autorre-
puntos de su argumentación. ferenciales sino a pesar de ellos. Los pronombres autorrefe-
En este momentoes necesario establecer una impor- renciales (de limitada autorreferencialidad, insisto un vez
tante distinción entre dos palabras: el sustantivo «auto- más) dan un carácter ligeramente autobiográfico al poe-
biografía» y el adjetivo «autobiográfico». Á este respecto ma de Eliot si se compara con el alto nivel de autorrefe-
considero y sostengo que, de la misma formaque es posi- rencialidad que tienen en la novela de Dickens. Pero lo
ble que una obra sea considerada autobiográfica sin tener que hace de ese poema «unaautobiografía» (en contraste
que ser «una autobiografía», también es posible, y soy "con un poema «autobiográfico») no es una cuestión de
consciente de estar siendo gratuitamente paradójico, afir- contenido sino de forma. A través del mecanismo formal
mar que una obra puede ser considerada «una autobio- de «recapitulación y recuerdo» Eliot triunfa en la realiza-
grafía» sin ser por ello «autobiográfica». Cualquiera puede ción de su bios como poeta y exploradorespiritual. Como
reconocer que, por ejemplo, Hijos y amantes de Lawrence el resto de la argumentaciónle pertenece al propio Eliot
o el Retrato del artista de Joyce son obras «autobiográfi- melimitaréa referir al lector al capítulo quinto de su obra
cas». Nadie diría, sin embargo, y me incluyo a mí mis- Metáforas del yo y volveré a la argumentación en su for-
mo, que ninguna de estas dos obras es «una autobiografía». ma más extrema, la que tiene lugar en La Jeune Parque.
Exactamente lo mismo ocurre en la novela «autobiográ- A diferencia de Four Quartets, y también a diferencia
fica», narrada en primera persona, David Copperfield. Ese de «Le cimetiére marin», La Jeune Parque no es «autobio-
«yo» de Dickens es, en un cierto aunque limitado senti- gráfica» ni siquiera en el más mínimo grado. Su yo ni in-
do, autorreferencial por lo que me imagino que podría cluso es ligeramente autorreferencial. Por otra parte,
ser posible determinar hasta qué punto en cada uno de mientras en Four Quartets se anuncia «éste es el uso de
los pasajes de la novela ese «yo» es autorreferencial, deter- la memoria», el poema de Valéry no pone al descubierto
. minandola tensión o confusión emocional que forma(y ningún uso de la memoria. Además, Valéry rechaza, en
deforma) cada pasaje en cuestión. Pero aquí la situación un comentario sobre La Jeune Parque, el más mínimode-
se vuelve bastante extrema y la argumentación espinosa. seo en ejercitar la memoria o en recordar el pasado en
Además, creo que la mayoría de los lectores coincidirán formaalguna. ¿Cuál es, entonces, el bios de un poema que
en señalar que el «yo» que surge a intervalos poco frecuen- él mismo ha considerado su propia autobiografía? No es
tes en Four Quartets es también hasta cierto punto, y tam- más que conciencia pura e intemporal, conocimiento o
bién hasta cierto límite, autorreferencial: sensibilidad activa, o mejor aún, es conciencia de la con-
ciencia, es el ser consciente de la concienciay el ejercicio
de la misma. ¿Sería correcto decir que la conciencia no
Aquí estoy, en medio del camino, habiendo pasado veinte
puedeser el bios de una autobiografía? Esta pregunta se
[años
veinte años en parte perdidos, los años de «l'entre deux
contesta a sí misma, por lo menos en lo quese refiere al
[guerres» poema/autobiografía de Valéry. La Jenne Parque, escribió
intentando aprender a usar las palabras, y cada intento Valéry en unacarta, es «un poema nacido de una contra-
es un comienzo totalmente nuevo... dicción. Es una meditación que conlleva todas las inte-
rrupciones, reanudaciones y sorpresas de la meditación.

40 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
. ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

Pero es una meditación en la que tanto el que medita como totalmente inadecuadas para su poesía. («Mis ideas» escri-
el objeto de la meditación son la consciencia consciente»? bió Valéry en una ocasión «son mis prostitutas». Con
Esto hace que la conciencia, y por lo tanto el bios de Va- quien duerme Valéry en su poesía no es ni una prostituta
léry, se vuelvan sobre sí mismos, pero no hacia su histo- ni una idea, sino que, de forma másprecisa, a lo que des-
ria (que es lo que encontramos en los volúmenes pierta en La Jeune Parque es a un ritmo, el ritmo de una
autobiográficos de Henry James, donde se nos presenta consciencia naciente. Ese ritmo, según comentó el pro-
la evolución de la consciencia) puesto que en La Jeune Par- pio Valéry, le controlaba tanto a él como a su poema,al
que no hay unavuelta al pasado sino solo un conocimien- contrario de lo que ocurre conlas prostitutas y las ideas.)
to cada vez más intensode la existencia de la consciencia, Cuando se dice que ese misterioso solo para contralto
esa consciencia consciente, en el presente. Al igual que en es la autobiografía de Valéry muchoslectores de La Jeune
la maravillosa frase que describe el universo de la Visión Parque reaccionan de la misma forma en que lo hizo el
de Yeats («un gran huevo que se vuelve para siempre del padre de Joyce cuando vio por primera vez el «Retrato de
revés sin romper su cáscara»), la consciencia de Valéry se James Joyce» de Brancusi (un retrato que consiste en una
vuelve del revés pero que mantiene sus conchas, interior circunvolución en espiral con tres líneas rectas de diferentes
y exterior, increíblemente intactas, generando en sí mis- longitudes, una debajo y las otras dos a ambos lados de
ma su propio parecido, su propia imagen perfecta. Ese pa- la espiral; el «Retrato» aparece reproducido en la biogra-
recido, esa imagen, es el poemallamado La Jeune Parque. fía de Joyce de Richard Ellmann). «Jim ha cambiado más
Pero se debe tener en cuenta aquí un hecho fundamental: de lo que yo pensaba» fue el comentario de John Joyce
si la conciencia es un fenómeno que se determina, no en ante el retrato de su hijo. El contenido del poema de Va-
función de su contenido sino solo en función de su forma, léry (si es posible hablar de contenido) viene a tener la
entonces La Jeune Parque debe ser más un espejoformal o mismarelación con los hechos de su vida que la que pue-
una imitación formal de su sujeto/objeto que una narra- dan tener las líneas de Brancusi con cualquier buena fo-
ción de contenido histórico tal y como el que podemos tografía de Joyce. A pesar de todo, un lector imaginativo
encontrar (por ejemplo) en el Preludio de Wordsworth. del Ulises o de El despertar de Finnegan entendería por
El que habla o el «yo» de La Jeune Parque (que se tra- qué Brancusi podía denominar «retrato» a una espiral y
duce como «la joven parca», esto es, una de las tres moi- tres líneas de la misma forma que el lector imaginativo
ras, las tres parcas de la mitología clásica) es una mujer de Valéry, y así lo afirmó el propio Valéry, sería capaz de
(al igual que la palabra consciencia es en francés un nom- percibir su autobiografía en la forma de La Jeune Parque.
bre femenino) lo que supone una violación total de las En 1917,el año en que se publicó La Jeune Parque por
expectativas de la especie o género al tratarse de una auto- primera vez (después de cuatro años de creación), Valéry
biografía escrita por un hombre. Es más, ese «yo» se en- escribió en una carta: «Cualquiera que sepa cómoleer-
cuentra aparentemente formado porvarias figuras míticas me,leerá una autobiografía en la forma. El contenido im-
(Psique, Eva, Helena, Pandora, Afrodita y las Parcas) lo porta poco, está constituido por lugares comunes. El
que suponeotra vez una violación de las expectativas de pensamiento verdadero es incompatible con la poesfa».*
género que los críticos apuntarían, se despierta por la no- Esta es, efectivamente, la doctrina de la poesía pura lleva-
che y, hasta cierto punto, piensa. Sería preferible tal vez da a la práctica en La Jeune Parque, en donde la conscien-
no decir que ella piensa sino que se sitúa, semidormida, cia tomael lugar del bios y en dondela estricta observancia
semidespierta, casi en un estado de ensoñación (de forma formal «se constituye en verdadero objeto» produciendo
análoga al soliloquio de Molly Bloom en el último capí- lo que podría ser denominado como «autobiografía pura».
tulo de Ulises, con la excepción de que no hay una re- La naturaleza es al vacío lo que el arte de Valéry es
ferencia histórica o personal gracias a la que se puedasaber a la impureza: su arte sencillamente aborrece todo lo que
cual es el contenido de ese ensueño tal y como ocurre es impuro, y pocas cosas, como se puede demostrar por
en el caso de Molly Bloom). Esta intrincada red de enso- medio de más de un centenar de autobiógrafos conven-
ñaciones, que en sí misma es producto e imagen de la com- cionales, son más impuras quela memoria. La memoria
pleja articulación de una conciencia que emerge para deforma y transforma. Mientras que a algunos les causa
sumergirse de nuevo en el inconsciente, es como unatela dolor y a otros felicidad, a otros muchos les provocasi-
-«sin principio ni final, sino solamente formada por nu- multáneamente el dolor y la felicidad. La memoria pide
dos centrales» (Oexvres 1, 1.636). Valéry deseaba presen- perdón y se justifica, acusa y excusa. También falla al re-
tar su poema como un «monólogo» o «solo de recital u cordar algo y luego recuerda mucho más de lo que había.
Ópera para una voz femenina». Esta es La Jeune Parque, En realidad, la memoria hace virtualmente de todo me-
hEHOlyA

el poemaentero. Además, lo que la joven parca dice o can- nos lo que se supone que debe hacer, esto es, mirar hacia
ta o llora (de cualquier modo hemos de describir su in- los hechos del pasado y verlos tal como ocurrieron. Si
terpretación del recital) no tiene continuidad narrativa y se parte de lo anterior, el escritor que entienda el bios como
ningún contenido de ideas específicas. Es más, no tiene «el curso histórico de la vida», y que ingenuamente ima-
ni la más mínimarelación con el pasado personal o his- gine que la memoria como facultad es suficiente para re-
tórico del poeta y tampoco ninguna de las ideas que Va- cuperar ese tiempo de vida tal como realmente fue, puede
léry siguió en su vida privada pero que consideraba que escriba una autobiografía interesante pero noserá lo

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 4
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

que supuestamente debe ser. Al igual que todo autobió- en «memorias de un poema»refiriéndose a La Jeune Par-
grafo que intenta revivir su historia personal, tal escritor que. «Esos recuerdos que me llevan a revivir el pasado son
recreará el pasado en la imagen del presente, aunque a causa dolorosos y la mayoría de ellos son insoportables. ¡Ver-
de su ingenuafe en la memoria comolazo infalible con daderamente no querría dedicarme a intentar recuperar
el pasado real no se dará cuenta de que eso es lo que está el tiempo pasado!»? Ni tampoco tiene que preocuparse
haciendo. Sin embargo, Valéry no era ingenuo en absolu- en dedicarse al tiempo pasado en su autobiografía ya que
to y en La Jeune Parque esquivó hábilmente todo tipo de su tiempoes el presente eterno, su bios es siempre una
dificultades con las que uno puede encontrarse ante ese renovaday eterna consciencia naciente y el foco de su es-
intento de recordar el pasado otorgándole una nueva de- fuerzo creativo no son los hechos pasados, ni tampoco
finición al bios para volver a situarlo en un presente in- el pasado visto desde el presente, sino el lenguaje en sí mis-
temporal y, de esta forma, negarle a la memoria lugar mo y las formas de poesía imaginadas y creadas porel
alguno en su autobiografía lenguaje. «LITERATURA. Lo que es forma para otros es
«Aunqueel elemento histórico del yo juega, por lo ge- contenido para mi», escribió Valéry en sus cuadernos de
neral, el papel principal» escribió Valéry en un cuaderno notas, y en otro comentario referido a La Jeune Parque se-
de notas refiriéndose a La Jeune Parque, «yo he preferido ñíala: «La FORMA de esta canción es una autobiografía».
tanto aquí como en otros lugares el sentimiento de un Para un escritor como Valéry (y no debemos olvidar que
presente eterno». Este hecho es el que distingue con bas- Valéry fue siempre escritor, esencial y temperamentalmen-
tante claridad su propia realización autobiográfica de las te un escritor, incluso en los años de silencio que prece-
de otros, entre los que se puede incluir, por ejemplo, Ri- dieron a La Jeune Parque) el lenguaje era el acontecimiento
chard Wright. Lo que Valéry denomina «sentimiento del más importante de su vida. Otros acontecimientos, exter-
eterno presente» es ciertamente una realidad más inme- nos e insignificantes, no podrían compararse en impor-
diata que la realidad pasada que la memoria pueda recor- tancia con las palabras, con el efecto configurador que las
dar incluso cuando lo hace con el mínimo grado de mismas tuvieron en la vida de Valéry. Además, según la
impureza posible. Uno de los más notables rasgos de La descripción del propio Valéry, las palabras y los ritmos
JenneParque es precisamente la inmediatez de una cons- le ocurrieron a Valéry como otro acontecimiento cualquie-
ciencia naciente y nocturna quees incapazde distinguir ra, solo que estos provenían de dentro, de su interior, y
con claridad quién, dónde y quéeslo quees. El «recital», poreso, el yo de su autobiografía es creado porel lengua-
fiel a una consciencia quese despierta porla noche, pro- je y las formas del lenguaje y no al contrario. A este res-
cede con unaserie de preguntas que son tan claras y pu- pecto y refiriéndose a su poema/autobiografía dijo Valéry:
ras en su forma como oscuras y confusas en su contenido. «empecé desde el lenguaje en sí mismo» (Oeuores, 1,
Reproducen con una gran fidelidad el sentimiento de una 1.632).
psique, medio dormida y medio despierta, que surge del El monólogo de La Jeune Parque se compone delas
inconsciente en las horas oscuras de la noche: más brillantes (y al mismo tiempo las más oscuras), ex-
trañas y diversas imágenes en el más estricto y aparente-
Qui pleure lá, sinon le vent simple, a cette heure
mente inevitable temple del verso francés. Se trata de
Seule, avec diamants extrémes?... Mais quí pleure, alejandrinos sin encabalgamiento que siempre sitúan la
Si proche de moi-méme au moment de pleurer? cesura en el lugar exacto de la cesura y que suenan como
Racine pero sin sentido. (En uno de los comentarios de
Cette main, sur mes traits qu'elle réve effleurer,
su cuaderno de notas sobre La Jeune Parque Valéry cita
Distraitement docile 4 quelque fin profonde,
Attend de ma faiblesse une larme qui fonde, un verso de Racine «Le jour n'est pas plus pur que le fond
Et que de mes destins lentement divisé, de mon coeur» que parece ser la expresión perfecta del
Le plus pur en silence éclaire un coeur brisé.* espíritu del monólogo de La Jeune Parque. El verso de Fe-
dra suena comosi bien pudiera ser un verso de la canción
¿Quién llora ahí? Es Psique que se despierta durante la de Valéry.) Hay una increíble, infatigable e intransigente
noche, «la consciencia consciente» en un estado de confusa pureza sin compromiso en la dicción y sintaxis del solo
ensoñación sobre su propio ser, la consciencia que apenas de la joven parca. Por lo demás, es obvio que Valéry tenía
lucha para salir de la inconsciencia del sueño,” razón: Su poema no contiene propiamente ideas sino que
el único «contenido» son sonidos, imágenes, y movimien-
Naturalmente, todo esto está realizado y representado to de versos. «Tuve terribles problemas con las palabras»
en el presente, eternamente en el presente, puesto que uno escribió Valéry a un amigo. «Hice más de cien borrado-
de los polos dela existencia es «el sentimiento del presen- res. Las transformaciones me costaron un trabajo infini-
te eterno». Proust podría estar ocupado para siempre «en to».! Estas transformaciones,. que tanto y tan duro
busca del tiempo perdido»(al igual que nueve de cada diez trabajo le costaron a Valéry, corresponden a las modula-
de los autobiógrafos del mundo, verdaderos adalides de ciones de la voz que canta, y al tiempo que ocurren en
la memoria como una facultad creativa y recreativa) pero el poema no son nada más que imitaciones formales, o
Valéry tenía una mentalidad distinta.* «Lo que haya he- representaciones formales de sinapsis mentales, las sinap-
cho deja de ser casi de inmediato una parte de mí» dice sis del conocimiento consciente.

42 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

Cuando hubo terminado este «desgradable ejercicio», Si Plotino estaba en lo cierto, entonces W.B. Yeats era
omo Valéry lo llamaba (un intenso ejercicio que llevó realmente una buena alma puesto que era capaz de olvi-
acabo durante los cuatro años que duró la Primera Gue- dar todo lo que el hombreinferior «retiene con emoción»
zzz Mundial), descubrió, y así se lo escribió a André Gide, (así como esa multitud de hechos ante los que incluso un
«en el poemaya terminado un cierto sentido de autobio- hombre inferior difícilmente se emocionaría) y también
g=ña (autobiografía intelectual, para ser más precisos)». era capaz de recordar todo ese tipo de cosas a las que su-
Parecía una autobiografía de la psique (o Psique) de los puestamente sólo un hombre superior puede llegar. De
amos de guerra lo que para Valéry suponía un monumen- acuerdo a diversos testimonios, Yeats tenía muy mala me-
*» horaciano más duradero queel bronce queél creó para moria para los nombres, fechas y hechos, pero, aunque
sedimir ese tiempo de desolación y para hacer honoral esto podría serle útil frente al Supremo de Plotino, ¿no
lenguaje por medio del cual la psique alcanzó la conscien- lo descalifica como autobiógrafo?, ¿no es el autobiógrafo
az. «Ved aquel entonces en el que vosotros caminábais totalmente dependiente de la memoria,tanto para la for-
grudentemente, no como tontos sino como sabios, re- may los detalles de su texto? La respuestaessí, si el auto-
d:miendoel tiempo, porque los días son aciagos.» Tam- biógrafo es Richard Wright, no, si el autobiógrafo es Paul
ben pudiera ser que Valéry hubiese estado obedeciendo Valéry, y sí y no, si el autobiógrafo es W.B. Yeats.
les órdenes de Pauline comosi fuera el tiempo presente Tanto para Yeats como para Plotino la memoria era
y no el pasado, el tiempo presente de esos funestos años un fenómenodoble de dos facultades contrarias: la facul-
de guerra y el presente eterno en el poema,el que él pre- tad de recordar, equilibrada e invertida por la facultad de
wendía redimir por medio de esa tenaz búsqueda de la cons- olvidar. Sobre esta facultad y antifacultad, Yeats le escri-
asencia y la representación de la misma en un lenguaje bió a Joseph Hone: «Lo que yo no veo pero puede que
tan puro y refinado como fuera posible. Al final se en- vea O haya visto, es observado por otro ser. Es decir, for-
contró con ese poema, ese arduo ejercicio, la autobiogra- maparte de la sustancia de otro ser. Yo recuerdo lo que
Ea de la «conciencia consciente» que se apoyaba en las él olvida, él recuerda lo que yo olvido».* Siguiendo a
ruinas de los años de guerra. «A veces me he enorgulleci- Plotino podemos denominara estos dos seres el hombre
do» dice Valéry «de ese intento de creer que debía hacer inferior y el hombre superior; siguiendo a Yeats, el yo
algo por nuestro lenguaje en sustitución de la lucha por y el anti-yo, el hombre y su demonio. Pero sean cuales
muestra tierra por lo que penséen erigir un pequeño mo- sean los nombres que les otorguemos a estos dos seres
aumento, quizá una tumba, a ese lenguaje, compuesto por opuestos que son contrarios pero que se parecen como
sus palabras más puras y sus formas más nobles —un pe- dos gotas de agua, como el que se mira y la imagen que
queño monumentosin fecha alguna—, en las amenazan- el espejo refleja, es posible imaginarlos encerrados en ese
ws orillas del Océano de Charabia».* La Jeune Parque complejo baile de opuestos antinómicos a los que alude
resultó ser no solo un monumento a la lengua francesa Yeats en Una visión: «un ser corriendo hacia el futuro se
sino también a lo configurado por ese lenguaje, y por cruza con otro que corre hacia el pasado, dos huellas que
ello creo que estaríamos cayendo en un error tanto si se destruyen eternamente, del dedo al talón, del talón a
cuestionáramos el poema de Valéry como posible auto- la punta de los dedos».!* Al bailar esta complicada dan-
biografía, debido a cierta susceptibilidad respecto al gé- za de olvido/recuerdo con su demonio, Yeats elimina to-
nero, comosi afirmáramos que su autobiografía no es un das las huellas de la memoria de este mundo para poder
poema pues una autobiografía es lo que el ingenio hace así recordar las formas de otro mundo. Olvida lo que pasa
de ella. en el tiempo para poder así recordar lo que no pasa en
Plotino nos dice que todo hombre tiene dos almas,la la eternidad. Al no recordar voluntariamente, con una sutil
inferior y la superior, y que «cada una de las etapas del indiferencia, los nombres, las fechas y los lugares de una
Alma[...] posee su propia memoria». En relación a los sencilla vida individual, busca personificar en el retrato
tipos de memoria propios de las almas inferior y supe- arquetípico y el carácter anecdótico de las Autobiografías
rior, Plotino continúa afirmando: la esencia del ser, ya purificado de lo que él en alguna oca-
sión llamó «el accidente y la incoherencia» de la existen-
Pero[...] ¿y la memoria de los amigos, los hijos o la espo- cia. Mientras Wright rescata el tiempo descubriendo algún
sa?, ¿y el país, y todo lo que el hombre de mayor clase es sentido en su pasado y Valéry recupera el tiempo crean-
capaz de recordar? Todo esto es lo que uno (el hombre bajo) do un monumentoal lenguaje y a la concienciaen el eter-
retiene con emoción mientras que el hombre auténtico pa- no presente, Yeats recobra el tiempo simplemente
sivamente[...] El alma inferior debe esforzarse siempre por aboliéndolo en favor de la eternidad, puesto que, como
- conseguir memorizar las actividades de la superior[...] Cuan-
to más apremiante es la intención hacia el Supremo, mayor
el mismo Yeats dice por medio de John Aherne, uno de
será el olvido del Alma[...] En este sentido podríamos decir sus portavoces: «Creo que Platón usaba la palabra memo-
que, efectivamente, es el alma buena la que olvida. Escapa ria como símbolo de una relación con lo que no tiene
a la multiplicidad, busca escaparse a lo infinito arrastrando tiempo»(Vision, p. 54). Plotino lo hizo así en la filosofía
todo hacia la unidad, ya que solo entonces se librará de ese de los Enneads y Yeats en la realización de Autobiografías.
enredo dirigido a sí mismo.'* «Los rostros y los nombres me son vagos» admite Yeats
en El temblor del velo, el segundo volumen de sus auto-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 43
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

biografías. No obstante, tras ofrecernos una visión espe- unión está dominada porla facultad imaginada del alma
cial de la realización de su autobiografía, continúa diciendo superior y así la imagen percibida es comosi fuera una
que «mientras puede recordar rostros a los que vio solo sola. La menosintensa es así como una sombra que sirve
en una ocasión aquellos que vio muchos domingos (en de apoyo a.la que domina, como unaluz inferior que surge
los encuentros de W.E. Henley) parecen haberse difumi- dentro de otra mayor».'*
nado».Yeats no manifiesta ningún tipo de sentimien- El propio Yeats nos da una clave de interpretación al
to de pesar por los rostros olvidados o desaparecidos llamar al tercero de sus volúmenes autobiográficos Dra-
porque existen otros más memorables, aunque hayan sido matis Personae pues el título no solo se refiere a su parti-
vistos en una sola ocasión (vistos, me imagino, por el hom- cipación en la actividad teatral durante esos años
bre superior de Plotino más que por el inferior), y tie- (1896-1902) sino también, y de forma más importante,al
nen una importancia mucho mayor para Yeats como hecho de que estas personas fueran personajes del drama
autobiógrafo de la que tienen aquellos que, al ser rostros de la vida de Yeats, un drama que (especialmente en Auto-
quese repiten en la experiencia mundana, son un mate- biografías) fue escrito por él mismo. Cuando esas perso-
rial difícil para los propósitos del artista. Sin embargo, a nas aparecen en El temblor del velo o Dramatis personae
pesar de lo afirmado anteriormente, es necesario admitir o La muerte de Synge, cada una de ellas (como también
que en sus Autobiografías Yeats escribió sobre personas dice Yeats en su obra respecto al artista) «ha renacido como
a las que veía a menudo: Lady Gregory, Maud Gonne, una idea, algo deseado, completo» y son elementos sim-
Lionel Johnson, John Synge, y otros muchos, aunque en bólicos que contribuyen al mododeser total del carácter
el momento en que pasaban a formar parte de la autobio- y autoexpresión del artista. Aunque esto pudiera parecer
grafía de Yeats, estas personas reales ya habían sido cam- una forma simple de tratar la historia y los amigos, Yeats
biadas y transformadas totalmente, de forma que un podría siempre apelar a su débil memoria a la hora de
resultado de gran belleza surge del encuentro entre los he- recordar hechos objetivos, ello unido a un fuerte olvido
choshistóricos, la existencia de esas personasy la visión creativo: él podía olvidar los nombres y los rostros, pero,
configuradora del artista. incluso mientras «estabán ahí» se le escapaban de la me-
La autobiografía de Yeats es más anecdótica que nin- moria, su demonio se ocupaba de recordar las ideas que
guna otra de las que se nos puedan ocurrir. Es realmente se encontraban tras esos nombres y esos rostros, puesto
más anecdótica que El chico negro, por ejemplo(y nisi- que a Yeats le gustaba estar de acuerdo con lo que pensa-
quiera es necesario traer a colación a Valéry). Está com- ba que Plotino (en una Enéada diferente) había dicho de
puesta por una serie de historias basadas parcialmente en queexistía un único arquetipo para cada alma individual.
hechosreales sobre personasa las que, tanto a las famosas Y era tanto el tipo comoel arquetipo lo que Yeats busca-
como las menos famosas, Yeats conocía bien o solo su- ba captar en las Autobiografías. De ahí que sustituya a
perficialmente. A primera vista pudiera parecer que lo an- Lady Gregory, la mujer, por Lady Gregory,la aristócrata
terior va en contra del fundamento de la memoria dual ideal (el hecho de que la mujer real no se pareciera a lo
de Plotino. ¿Qué hacía Yeats recordando a «los amigos, que Yeats vio en ella e hizo de ella es la conclusión que
los hijos o la esposa» (aunque sus hijos y su esposa no for- extraemos del hecho de que otros, como por ejemplo
man realmente parte de sus Autobiografías, sus amigoscier- Frank O'Connory George Yeats, la encontraban muy di-
tamentesí) y «el país también»si tal recuerdo esla típica ferente al ideal que Yeats imaginó; en realidad, conside-
actividad del hombre inferior y está formado por deta- raban que era una mujer imposible). También sustituye
lles que el superior olvidaría conscientemente? La respues- a John Synge, vivo y moribundo, por John Synge,el ar-
ta es que estas anécdotas son diferentes a las anécdotas tista ideal. A lo largo de todo el libro va sustituyendo a
históricas u objetivas. Yeats busca captar en ellas lo más hombres y mujeres individuales por tipos para, finalmente
típico de su carácter para poder vislumbrar la esencia que y llevando a cabo el último paso lógico, reemplazar a esos
está detrás (o arriba, según la metáfora espacial de Ploti- tipos por sus correspondientes arquetipos.
no) del «accidente». Ello supone ser espectadoresdela fun- En los diferentes volúmenes que componenla auto-
ción que nos ofrece el bios, «el curso histórico de un biografía de Yeats se encuentran, en repetidas ocasiones,
tiempo de vida»y, sin embargo, ver intelectualmente por las expresiones «no recuerdo cuando», «no recuerdo quién
detrás o por arriba del bios al Bios, ese eterno paradigma, era», «no puedo recordar dónde fue» y «no recuerdo
arquetipo o idea queél solo es capaz de conferirle al bios, quién estaba presente». Estos lapsus poco frecuentes se ha-
esa realidad menor e inferior que puede ser adscrita a él, llan explicados y justificados en el prefacio al primero de
Ello supone mirar tan fijamente en el tiempo que es po- estos volúmenes (Ensueños sobre la infancia y la juventud),
sible lograr detener su movimiento y poder así ver en la que se anticipa para desarmar toda crítica de un posible
eternidad y a través de la eternidad (pues, tal como le error histórico: «Que yo sepa, no he cambiado nada y,
dijo Timeus a Platón,el tiempo es una imagen móvil de sin embargo, parece ser que he cambiado muchas cosas sin
la eternidad). La ontología de la autobiografía de Yeats saberlo puesto que estoy escribiendo después de muchos
es profundamente platónica. Así lo expresa Plotino, años sin haber consultado a ningún amigo, carta o perió-
«[...] cuando las dos almas están en armonía, las dos fa- dico antiguo y describo loque me viene con mayorfre-
cultades imaginadas [memorias] ya no están separadas. La cuencia a mi memoria» (p. 3). O, tal como sucede tan

44 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

z menudo en la realización de las Autobiografías, Yeats tagonista de una de las mejores anécdotas de Yeats. Des-
«sá describiendo lo que deja de venir a su memoria, puesto pués de su condena por sodomía Wilde reaparece en
que lo que está escribiendo es lo que viene a su memoria Dieppe, lugar en el que Ernest Dowson, permanentemente
demoníaca y superior más que a su memoria inferior. borracho,residía, y allí, para rehacer su reputación, se de-
«Digo esto» concluye «temiendo que algún amigo de mi cidió que Wilde debería visitar el prostíbulo de la locali-
rventud que todavía viva pueda recordar algo de otra for- dad. Este es el relato de Yeats de ese incidente:
za y se sienta ofendido con mi libro». Sin embargo, a
pesar de admitir sus olvidos y de desarmar toda posible Wilde llegó a Dieppe, y Dowson le presionó para con-
aruica objetiva, las Autobiografías rebosan una brillantez vencerle de la necesidad de adquirir un «gusto más saluda-
anecdótica, como si Yeats estuviera poseído por un recuer- ble». Los dos vaciaron sus bolsillos en la mesa del café y
do total. Unadetrás de otra, crea series enteras de escenas aunque cada uno no tenía mucho dinerosería suficiente si
ricamente realizadas que son verdaderos cuadros llenos de se juntaban las cantidades de los dos. Mientras tanto la noti-
detalles descriptivos de personalidades, acontecimientos cia se había extendido por el lugar por lo que en el momen-
* conversaciones de años anteriores. to en que se disponían a salir ya les acompañaba un coro
Unagran parte (debería decir, si no todas, la mayoría) de animadores. Cuando llegaron a su destino, Dowson y el
«e las anécdotas en Autobiografías son (literalmente) de- grupo se quedaron fuera y Wilde volvió al poco rato. Le dijo
en voz baja a Dowson, «la primera vez en diez años, y la
maslado bellas para ser verdaderas. Ya desde el prefacio
última. Era como carne de cordero fría». Siempre un«estu-
deberíamosser conscientes de que hay pocas cosas en estos dioso y un caballero» había dicho Henley, quien recordaba
“olúmenesque estén pensadas para ser tomadas como algo que los dramaturgos isabelinos usaban la expresión «cordero
cojetivo e incuestionable. Por el contrario, Yeats nos pre- frío». Entonces dijo Wilde en voz alta para que el gentío le
senta una verdad más verdadera que los propios hechos, pudiera oír: «Pero dilo en Inglaterra, puesto que me devol-
na realidad más profunda quela dela historia. Así, pa- verá totalmente mi naturaleza» (pp. 327-328).
rece decir implícitamente, es cómo diversas personas ha-
Slarían y actuarian sí lo que dicen y cómo actúan surgiera A medida que Yeats narra la historia de Oscar Wilde,
sempre de lo más profundo de su carácter. Es precisamen- su pasión predominante y su furor de estilo, se hace to-
12 ese carácter, que pudiera no haber sido evidente para talmente evidente que, incluso en el momento en que más
los demás en el drama, el que Yeats, como autobiógrafo, intenta conseguir una buena reputación y tiene que ce-
z0 deja de observar en todo momento. Enla vida real na- nar carne de cordero fría, no deja de ser OSCAR WILDE,
die logra vivir plenamente acorde a un carácter coherente su propio arquetipo, hasta su amargo final. Pero Yeats,
7 profundo (nadie es totalmente, y en todo momento, co- por supuesto, ni estaba en Dieppe ni fue uno de los que
herente con su propio carácter) en todas sus acciones. De animaron a Wilde en el burdel. Entonces, ¿de dónde sacó
ahi que Yeats necesite olvidar lo que «realmente» sucedió la historia con todas sus particularidades escénicas, sus de-
para «recordar» algo que no ocurrió (o por lo menos no talles precisos y su diálogo supuestamente objetivo según
de la forma en que lo relata ni con el acabadoartístico lo indica el uso del entrecomillado? Yeats introducela his-
que le confiere) y crear un pasado acorde en menor grado toria con la siguiente frase: «El que ahora sigue es un fa-
con la historia y en mayor grado con la visión presente buloso cuento repetido por el mismo Dowson, aunque
de sí mismoy de todoslos otros que constituyen la misma. si fue de palabra o por carta, no lo recuerdo» (p. 327, cur-
Voy a ofrecer brevemente tres retratos típicos y ar- siva añadida). O de otra forma, ésta es exactamentela for-
quetípicos de las Antobiografías para ejemplificar lo hasta * ma en que sucedió, o debería haber sucedido; y si sucedió
ahora afirmado. Son retratos de figuras, de «saludable for- de otra forma,si, por ejemplo, tal incidente no tuvo lu-
taleza» según cita el poeta en su libro, aunque sus vidas, gar, entonces he olvidado una cosa, recordado otra y crea-
de una u otra forma, se habían «arruinado, naufragado do una escena típica en mi imaginación. Cualquiera que
y echado a perder», comoescribe Yeats en el poemalla- sea lo bastante necio para rechazarla historia de Yeats por
mado «Los resultados del pensamiento». Estos son: Os- el mero hecho de que proviene de la memoria de tipos
car Wilde, John Synge y Maud Gonne. y arquetipos y no de la que recuerda los hechos históricos
_ El primer uso que hace Yeats de Oscar Wilde en «La se perderá la mayor parte de la grandeza de las Autobio-
generacióntrágica» es el de un tipo opuesto a George Ber- grafías y nunca entrará en el mundo superior de Plotino
nardShaw. Según Yeats, Wilde era todo estilo mientras y de Yeats.
que Shaw nolo tenía en absoluto (carecía del más míni- Por lo quese refiere a John Synge, creo que su caso
mo). Wilde «había convertido su estilo en una especie de era similar al de Standish O”Grady. «Cuando intento re-
desfile como si éste fuera su propio espectáculo y él Lord cordar su aparienciafísica» dice Yeats de O'Grady en Dra-
Mayor»(p. 284). Por otra parte, Yeats dice respecto a Shaw: matis Personae, «el cuadro de mi padre en el Museo
«Tuve una pesadilla en la que yo era perseguido por una Municipal me nubla la memoria»(p. 425). Me atrevería
máquina de coser ruidosa y reluciente, pero lo más in- a decir que el retrato altamente estudiado de John Synge
creíble era que la máquina sonreía, sonreía sin parar» querealiza Yeats en las Autobiografías logró nublar con-
(p. 283). El final de la historia de Wilde, aunque trágico, siguientemente de su propia memoria también la aparien-
hace de él un carácter todavía típico,el del estilizado pro- cia de Synge puesto que la descripción que Yeats da de

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 45
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

su primer encuentro con Synge sugiere tal olvido, como bios egipcios y matemáticos de Babilonia, de forma que in-
si procediera por unaserie de lagunas de la memoria: «No cluso él podría superar a la sepulcral imagen de Artemisa con
puedo recordar» dice Yeats por qué «estaba en el Hotel una norma viviente (pp. 364-365).
Corneille en vez de en mi alojamiento habitual» y «he ¿Es necesario puntualizar que no es ésta la forma en
olvidado» quién «me dijo» que Synge estaba en el mismo que un amante habla o piensa de su amantereal, viva y
hotel. «Casi he olvidado la prosa y el verso que me mos- de carne y hueso? No. Esta es la descripción de la Belleza
tró en París» y «realmente, solo tengo una vaga impre- (con mayúsculas) del poeta. Así lo revela el propio Yeats
sión, de un hombre intentando ver a través de la ventana al concluir esa sección con un fragmento poético:
y empañando todo lo que ve con su respiración»(pp. 343-
344). La clave de la vaguedady el fallo de la memoria se en- ¿Cuántos siglos necesitó
cuentra en la frase siguiente en la que Yeats revela lo que el alma sedentaria
su memoria de lo eterno, más que su olvido de lo tempo- afanarse en la medida
ral, le dijo sobre Synge: «Según mi parábola Lunar, él era más allá del águila o la molécula
un hombre de la Fase vigésimo tercera». Esta es una vi- más allá de la adivinanza de Arquímedes
para bacer surgir
sión de Synge desde el más allá de una memoria trivial,
esa belleza?
esverle como a una sub specie aeternitatis a través de los
anteojos de la memoria ajustados a la visión dentro de Muchísimos años, es la obvia respuesta a esta pregun-
la esfera de lo eterno más que dentro de la esfera de lo ta retórica, ya que un paradigma, un arquetipo, una idea
temporal. «Unescritor» señaló Yeats «debe morir cada día platónica, la idea de la Belleza, no es la creación de una
quevive, y renacer, comose dice en la oración funeraria, o varias vidas sino que, si en algo es una creación huma-
como un yo incorruptible». En sus Autobiografías Yeats na, es la creación de muchossiglos, incluso eternidades,
ofrece esta oración por su amigo Synge y al mismo tiem- de experiencia. Tampoco es algo que una memoria que
po por sí mismo, dejando que se mueran los recuerdos funciona en el tiempo pueda comprender con excepción
mundanosdel accidente («he olvidado») para que puedan de una memoria plotiniana como la de Yeats (que en su
renacer los recuerdos eternos («un hombre de la Fase vi- otra cara es la capacidad de olvidar) que recuerda formas
gésimotercera»), es decir, dejando que John Synge, el hom- tales comolas de la Belleza, la Verdad, y la Bondad vistas
bre, muera para que Synge, el tipo y arquetipo, pueda en el paradigmático Bios de la eternidad.
renacer. Aunque indudablemente existen otros bios posibles y
En cierta ocasión Anne Yeats me comentó queella otras variedades auxiliares de memoria ademásde las tres
pensaba que todaslas referencias de su padre a Maud Gon- que aquí han sido esbozadas (a grandeslíneas), pienso que
ne como su perdido y gran amor, como Helena de 'Tro- en los tres ejemplos de bios, el bios doble de Richard
ya, como la gran pasión de su vida, no eran, en última Wright, su doble-referente «yo» y su memoria retrospec-
instancia, más que un hábito, una especie de reflejo poco tiva/proyectiva, el bios de Paul Valéry de la consciencia
significativo e irreflexivo pero, de alguna manera, necesa- y su desdén hacia la memoria en favor de un presente eter-
rio. Creo quela señorita Yeats tenía bastante razón,y cier- no y el Bios eterno de W.B. Yeats, compuesto por para-
tamente hay algo de voluntarismo en lo que Yeats decía digmas y arquetipos a los que el poeta y el autobiógrafo
de Maud Gonne en Dramatis personae. Además, y des- acceden por medio de una memoria que simbolizala re-
pués de todo, un poetalírico como Yeats requiere necesa- lación con lo atemporal, encontramos suficiente demos-
riamente en su poesía la imagen de una belleza perfecta tración de la rica variedad de la autobiografía así como
y trascendente a la que anhelar, y si esa belleza no existe unaclara evidencia de la resuelta aversión de la autobio-
(y en la vida real no puede existir) entonces, un poeta grafía a someterse a definiciones prescriptivas o restricti-
como Yeats debe darle la existencia. La consecuencia de vos límites de géneros. Y, aunque no agotan todas las
todo ello es que la figura de Maud Gonnede las Autobio- posibilidades, las obras de Wright, Valéry y Yeats son, por
grafías de Yeats es más una imagen que una mujer, más lo menos, un indicio de lo diversos que puedenser los
un tipo que una imagen, y más un arquetipo que cual. diferentes bios que pueden conformar las autobiografías
quier otra cosa. Después de describir el gran efecto que por medio de las diferentes maneras de ejercitar la me-
la figura de Maud Gonnetenía en el público al cual ella moria.
estaba acostumbraba a arengar, dice Yeats:
Su belleza, reforzada por su elevada estatura, podía de in-
mediato causar impacto en una reunión, y no tan a menudo
con nuestras otras bellezas, por obvia y florida, puesto que NOTAS
era increíblemente distinguida y si (como debeser, ella pue- 1. Richard Wright, Black Boy, Nueva York, 1966, pp. 11-13. Todas
da parecer el almade la reunión, fundida, unificada y solita- las referencias que se encuentran en el texto pertenecen esta edición.
ria) su rostro, como el rostro de una estatua griega, no 2. Las claves para poder afirmar que ese «anciano» totalmente anó-
mostrara ningún pensamiento, su cuerpo entero parecería la nimotiene comoreferente el propio Eliot y que la ceniza en la manga
obra maestra de un pensamiento largamente trabajado, como de la camisa hace referencia a la experiencia de Eliot como vigilante en
si Scopas la hubiera medido y calculado, y asociado con sa- la empresa Faber y Faber durante la Segunda Guerra Mundial se encuen-

46 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

tran en la obra Affectionately, TS. Eliot, de William Turner y Victor Scher- Cabiers (como el propio Valéry ha puntualizado). Es significativo el he-
le, Londres, 1969. cho de que Valéry trabajara en los Cabiers por las. mañanas temprano
3. «Ce poémeest l'enfant d'une contradiction. C'est une réverie qui después del despertar y que éstos, como el poema, dejen constancia del
peut avoir toutes les ruptures, les reprises et les surprises d'une réverie. nuevo comienzo de una conciencia naciente,
Mais c'est une réverie dont le personnage en méme temps que lobject 8. Es verdad que en el volumen 15 de Collected Works se encuentra
est la conscience consciente.» De la carta de 1922 a Aimé Lafont publica- un texto titulado «Autobiografía» que no había sido publicado previa-
da en las Oeuvres de la Pléiade, 2 vols., París, Jean Hyler, 1957, vol. 1, mente, pero, con toda seguridad, es uno de los menosreveladores, den-
p. 1.636. tro de los pocos documentossiguientes que llevan ese título, y también
4. «Qui saura melire lira une autobiographie, dansla forme. Lefond uno de los menos originales. Su lectura parece indicar un gesto de alti-
importe peu. Lieux communs. La vraie pensée n'est pas adaptable au vez por parte de Valéry ante las expectativas de los lectores convencio-
vers» (Oeuvres, 1, pp. 1.631-1.632). nales («¿Queréis contenido? Aquílo tenéis»). Así por ejemplo, cuando,
5. Jackson Matthews, ed., The collected Works ofPaul Valéry, vol.1, tras ofrecer una lacónica relación de fechas y acontecimientos, concluye
Poems. El volumen también incluye «On Poets and Poetry», traducción con un «Etcétera...» ahí se acaba ese tipo de autobiografía.
tomada de Notebooks. Este pasaje pertenece a esa sección, p. 424. Se en- 9. «Memoirs of a Poem» en Collected Works, vol. 7, The Art of the
cuentra en los Cabiers, París, 1957-1961, 18, p. 533. Poetry, p. 104.
6. ¿Quién gime, si no es simplemente el viento 10. La primera cita es de The Art of the Poetry (El arte de la poesía),
A esta hora única, con diamantes perfectos?... ¿Pero, quién p. 183, la segunda es una cita de Octave Nadal en La Jeune Parque, Pa-
gime tan cercano a mí y a punto de llorar? rís, 1957, p. 165.
Esta mano mía, en sueños golpea mis rasgos, 11. «J'ai eu un mal du diable avec les mots.J'ai fait plus de cent broxi-
Distraídamente dócil en algún lugar oculto y profundo lons. Les transitions m'ont couté une peine infinite.» (Oexvres, 1, p. 1.636)
Espera una lágrima quede mi debilidad se disuelva, 12. «J'ajoute... que J'ai trouvé aprés coup dans le poemefini quelque
y que, poco a poco, se divida de mis otros destinos air d?... autobiographie (intellectuelle s'entende...).» De Correspondence
Para que los más puros iluminen un corazón en silencio. d'André Gide et de Paul Valéry, París, 1955, p. 448. La carta está fechada
7. El poemadeeste sugestivo pasaje del «despertar» está tomado de el 4 de junio de 1917.
los Cabiers de Valéry: «Despertar». No hay ningún otro fenómeno más 13. «Je me flatrais parfois en essayant de me faire croire qu'il fallait
apasionante para mí que el despertar. au moinstravailler pour notre langage, 4 défaut de combattre pour no-
Nada tiende a dar una idea más extraordinaria de... todo que este auto- tre terre; dresser á cette langue un petit monument peut-étre funéraire,
génesis. El principio de lo que fue, el cual también tiene su comienzo. fait de morts les plus purs et de ses formes les plus nobles, —un petit
Lo que es, y ello no es más que choque, estupor y contraste. tombeau sans date—, sur les bords menagants de 'Océan du Charabia»
¡En este momento un estado de equidiferencia tiene lugar comosi... (Oewvre 1, p. 1.630).
hubiera un momento (entre los más inestables) durante el que nadie es 14. Enneads, traducido por Stephen Mackenne; Cuarta Ennead, Tercer
todavía la persona que es, y pudiera otra vez hacerse otro! Así, es posible Tratado, 31 y 32. :
desarrollar una memoria diferente. Y, por consiguiente, lo fantástico. 15. Allan Wade,ed., The Letters of Wi B. Yeats, Londres, 1954, p. 728.
Mientras lo individual externo permanece toda la psique es sustituida. 16. W. B. Years, A Vision, Nueva York, 1937, p. 210.
Los gnfasis y las elipsis están en el texto. (Véanse las Collected Works, 17. W. B. Yeats, Autobiograpbies, Londres, 1955, p. 128. Todas las re-
vol. 15, Moi, pp. 17-18). Precisamente de la misma forma que La Jeune ferencias siguientes pertenecen a esta edición.
Parque es la autobiografía de Valéry lo son también los voluminosos 18. Cuarta Ennead, Tercer Tratado, 31.

El pacto autobiográfico* irritantes porla repetición de los argumentos, por la zona


difusa que rodea el vocabulario empleado, y por la confu-
sión de problemáticas procedentes de campossin posible
Philippe Lejeune comunicación entre ellos. Con un nuevo intento de defi-
nición, me he propuesto aclarar los términos mismos de
la problemática del género. Al querer aportar claridad se
corren dosriesgos: repetir de nuevo la evidencia (pues re-
¿Es posible definir la autobiografía? sulta necesario comenzar por los cimientos) y, riesgo *
He intentado hacerlo, en Lantobiographie en France, opuesto, dar la impresión de que se quieren complicar las
con el objeto de sentar las bases para establecer un corpus cosas con distincionessutiles. No evitaré el primero; en
coherente. Pero mi definición dejaba de lado ciertos pro- cuanto al segundo, intentaré razonar mis distinciones.
blemasteóricos. He sentido la necesidad de afinarla y do- He concebido mi definición, no situándome sub spe-
tarla de mayor precisión, tratando de hallar criterios más cie aeternitatis, examinando las «cosas-en-sí> que serían los
estrictos. Al hacerlo, me he tropezado en mi camino con textos, sino poniéndome en el lugar de un lector de hoy
las discusiones clásicas que siempre suscita el género auto- quetrata de distinguir algún orden en la masa de textos
biográfico: relaciones entre la biografía y la autobiogra- publicados cuyo rasgo en común es que cuentan la vida
fía, relaciones entre la novela y la autobiografía. Problemas de alguien. De esta manera, la situación del «definidor»
resulta doblemente relativizada y precisada: históricamente,
* Traduccion —de Ángel G. Loureiro— del primer capítulo del libro de Phi-
esta definición no pretende abarcar más que un periodo
lippe Lejeune Le pacte antobiographique, Paris, Seuil, 1975, pp. 13-46. de dos siglos (desde. 1770) y no cubre más quela literatu-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 47
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

ra europea; eso no quiere decir que haya que negarla exis- la perspectiva debe ser fundamentalmente retrospectiva,
tencia de una literatura de tipo personal antes de 1770 o pero eso no excluye secciones de autorretrato, un diario
fuera de Europa, sino simplemente que el modo en que de la obra o del presente contemporáneo la redacción,
hoy concebimosla autobiografía se convierte en anacró- y construcciones temporales muy complejas; el tema debe
nico o poco pertinente fuera de ese campo. Textualmente, ser fundamentalmente la vida individual, la génesis de la
parto de la posición del lector: no se trata ni de partir de personalidad, pero la crónica y la historia social o políti-
la interioridad de un autor (la cual constituye precisamente ca pueden tener algún lugar. Se trata de una cuestión de
el problema), ni de establecer los cánones de un género proporción o, más bien,de jerarquía: hay zonas naturales
literario. Al partir de la situación del lector (que es la mía, de transición con los otros génerosdela literatura Íntima
la única que conozco bien), tengo la oportunidad de cap- (memorias, diario, ensayo), y el clasificador goza de cier-
tar con másclaridad el funcionamiento de los textos (sus ta libertad a la hora de examinar cada caso particular.
diferencias de funcionamiento), puesto que han sido es- Por otra parte, hay dos condiciones sometidas a una
critos para nosotros, lectores, y que, al leerlos, somos no- ley de todo o nada, y esas son, con certeza,las condicio-
sotros quienes los hacemos funconar. De esta manera, he nes que oponenla autobiografía(y, a la vez, las otras for-
tratado de definir la autobiografía por una serie de oposi- mas de la literatura íntima) a la biografía y a la novela
ciones entre los diferentes textos que nos son propuestos personal: son las condiciones(3) y (44). En este caso no
para su lectura. hay ni transición ni libertad. Una identidad es o noes.
Levemente modificada, la definición de la autobiogra- Nohaygradación posible, y cualquier duda implica una
fía sería la siguiente: conclusión negativa.
Para que haya autobiografía (y, en general, literatura
Definición: Relato retrospectivo en prosa que una per- íntima) es necesario que coincidan la identidad del autor,
sona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis la del narrador y la del personaje. Pero esta identidad sus-
en su vida individual y, en particular, en la historia de cita numerosos problemas, que intentaré, si no resolver,
su personalidad. al menos formular con claridad en las secciones siguientes:

La definición pone en Juego elementos pertenecientes — ¿Cómose puede expresar la identidad del narrador
a cuatro. categorías diferentes: y del personaje en el texto? (o, Tí, Él).
— Enel caso de la narración «en primera persona»,
1. Forma del lenguaje: ¿cómo se manifiesta la identidad del autor y la del perso-
a) narración; naje-narrador (Yo, el abajo firmante)? En este caso habrá
b) en prosa. que oponer la autobiografía a la novela.
2. Tematratado: vida individual, historia de una per- — ¿Nose confunden, en la mayor parte de los razo-
sonalidad. namientos acerca de la autobiografía, las nociones de ¿den-
3. Situación del autor: identidad del autor (cuyo nom- tidad y de parecido? (Copia certificada)? En ese caso habrá
bre reenvía a una persona real) y del narrador. que oponer la autobiografía a la biografía.
4. Posición del narrador:
a) identidad del narrador y del personaje principal; Las dificultades encontradas en esos análisis me lleva-
b) perspectiva retrospectiva de la narración. rán, en las dos secciones últimas («El espacio autobiográ-
fico» y «Contrato de lectura»), a tratar de modificar el
Una autobiografía es toda obra que cumple a la vez campo del problema autobiográfico.
las condiciones indicadas en cada una de esas categorías.
Los géneros vecinos de la autobiografía no cumplen to-
das esas condiciones. He aquí la lista de condiciones que Yo, Tú, Él
no se ven cumplidas en otros géneros: -
La identidad del narrador ydelpersonajeprincipalque la
— memorias: (2); autobiografía asumequeda indicada, en la mayor partede
— biografía: (4a); los casos, por el uso de la primera persona. Es lo que Gé-
— novela personal: (3); rard Genette llama narración «autodiegética» en su clasi-
— poema autobiográfico: (15); ficación de las «voces» de la narración,clasificación que
— diario íntimo: (4D); establece considerando las obras de ficción.? Pero Genet-
— autorretrato o ensayo: (1 y 4b); te señala con claridad que puede haber narración «en pri-
mera persona» sin que el narrador sea la misma persona
Resulta evidente que las diferentes categorías no cons- queel personaje principal, como pasa en la narración «ho-
triñen de igual manera: ciertas condiciones pueden ser modiegética». Basta continuar ese razonamiento para ver,
cumplidas en su mayor parte sin serlo totalmente. El texto de manera inversa, que pueden coincidir las identidades
debe serfundamentalmente una narración, pero sabemosel del narrador y del personaje principal sin que la primera
lugar que ocupael discurso en la narración autobiográfica; persona sea empleada.

48 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

Resulta necesario distinguir, por consiguiente, doscri- impedir que escriba mi vida llamándome«tú»? En el cam-
terios diferentes: el de la persona gramatical y el de la iden- po dela ficción ha sido puesto en práctica por Michel
tidad de los individuos a los que nos reenvía la persona Butor en La modification, o por Georges Perec en Un hom-
gramatical, Esta distinción elemental suele olvidarse a cau- me quí dort. No conozco ninguna autobiografía que haya
sa de la polisemia de la palabra «persona»; queda enmas- sido escrita enteramente de esta manera; pero tal procedi-
carada en la práctica por las conexiones quese establecen miento aparece a veces de manera fugitiva en el discurso
casi siempre entre tal persona gramatical y tal tipo de re- que el narrador dirige al personaje que ha sido, sea para
lación de identidad o tal tipo de narración. Pero sucede reconfortarlo si se encuenta en una situación difícil,
solamente casi siempre; las excepciones innegables obligan para echarle un sermón o para rechazarlo.* Entre estos
a repensar las definiciones. casos y toda una narración hay ciertamente diferencias,
Enefecto, al hacer intervenir el problemadel autor, la pero podemos imaginárnoslas.
autobiografía arroja luz sobre fenómenos que la ficción Estos usos de la segunda y la tercera persona son raros
deja en una zona indecisa; en particular, el hecho de que en la autobiografía, pero nos prohíben que confundamos
puede darse identidad del narrador y del personaje princi- los problemas gramaticales de la persona con los proble-
pal en el caso de la narración «en tercera persona». Esta mas de la identidad. De esta manera podemos represen-
identidad, al no estar establecida en el interior del texto tarnos el cuadro 1.
por el empleo del yo, queda establecida indirectamente, sin Aclaraciones sobre el cuadro:
ambigiiedad alguna, por una doble ecuación: autor = na-
rrador, y autor = personaje, de donde se deduce que narra- a) Por «persona gramatical» debe entenderse aquí
dor = personaje, incluso si el narrador permanece implícito. la persona empleada de manera privilegiada en toda la
Esto está de acuerdo, literalmente, con el sentido prima- narración. Es evidente que el yo, no se concibe sin un
rio de la palabra autobiografía: es una biografía, escrita tú (el lector), pero este por regla general permanece im-
porel interesado, pero escrita como una simple biografía. plícito; en sentido contrario, el tá supone un yo, igual-
Este procedimiento ha sido empleado por razones muy mente implícito; y la narración en tercera persona puede
diversas y ha producido efectos muy diferentes. El hablar de presentar intrusiones de un narrador en primera per-
uno mismoen tercera persona puede implicar un inmenso sona. o
orgullo (caso de los Comentarios de César, o de algunos b) Los ejemplos que se dan aquí está tomados to-
textos del general De Gaulle), o cierta forma de humildad dos del conjunto de narraciones referenciales formado
(caso de ciertas autobiografías religiosas antiguas, en las que por la biografía y la autobiografía; se podría también
el autobiógrafo se llama a sí mismo «siervo del Señor»). rellenar el cuadro con ejemplos de obras de ficción. Indi-
En amboscasos, el narrador asume, frente al personaje que co las categorías de G. Genette en los tres casos corres-
él ha sido en el pasado, la distancia de la miradade la his- pondientes; se puede ver que no cubren todos los casos
toria o la de la mirada de Dios, es decir, de la eternidad, posibles.
e introduce en su narración una trascendencia, con la cual, c) El caso de la biografía que se dirige al modelo es
en última instancia, se identifica. Podemos imaginarnos el de los discursos académicos, en los que uno se dirige
efectos totalmente diferentes del mismo procedimiento, a la persona cuya vida se cuenta delante de un auditorio
sean de contingencia, de desdoblamiento o de distancia que es el verdadero destinatario, de igual manera que en
irónica. Es el caso del libro de Henry Adams, La educación una autobiografía en segunda persona, si tal caso existie-
de Henry Adams, en la que el autor cuenta, en tercera per- ra, el destinatario (tal vez uno mismo) sería el receptor
sona, la búsqueda casi socrática de una educación por un de un discurso con el lector como espectador.
joven americano, el mismo Henry Adams. En todoslos
ejemplos dados hasta ahora, la tercera persona es empleada CUADRO 1
a lo largo de todala narración. Hay autobiografías en las persona
que una parte del texto designa al personaje principal en gramatical
tercera persona, mientras que en el resto del texto el na- Yo Tí Él
rrador y ese personaje principal se confunden en la pri-
mera persona: es el caso del Traitre, en el que André Gorz identidad
tradujo, a través de juegos de voz, su incertidumbre con autobiografía autobiografía autobiografía
respecto a su identidad. Claude Roy, en Noms, utiliza ese clásica en 2? persona en 32 persona
procedimiento de manera más banal para narrar, desde una narrador =
distancia púdica, un episodio de su vida amorosa.? La personaje
principal (autodiegética)
existencia de estos textos bilingiies, verdaderas «rosettas»
de la identidad, es muyvaliosa, pues confirmala posibili- narrador = biografía biografía biografía
dad de la narración autobiográfica «en tercera persona». personaje en 12 persona dirigida al clásica
Incluso si uno permanece en el registro personal (pri- principal (narración de modelo
un testigo)
mera/segunda persona), resulta evidente que es posible es- (homodiegética) (heterodiegética)
cribir sin que sea en primera persona. ¿Quién me puede

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 49
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

Resulta necesario, al tener en cuenta los casos de excep- ción... enunciada, es decir, de una aserción como cualquier
ción, disociar el problema de la persona del de la identidad. otra, que podemoscreer o no,etc. El ejemplo queheele-
Esta disociación permite dar cuenta de la complejidad de los gido da, por otra parte, una idea de los problemassuscita-
modelos existentes o posibles de la autobiografía. Y, además, dos: ¿es realmente la misma persona el bebé que nació
ayuda a poner en entredicho las certidumbres acerca de en tal clínica, en una época de la que no tengo recuerdo
la posibilidad de dar una definición «textual» de la au- alguno, y yo? Es importante distinguir estas dos relacio-
tobiografía. Por el momento, y tras haber invocado la nes, confundidas en el empleo del pronombre yo: por no
excepción, volvamos al caso más frecuente, el de la auto- distinguir entre ellas, como veremos más adelante, se ha
biografía clásica «en primera persona» (narración autodie- introducido la mayor confusión en la problemática de la
gética): con ello nos encontraremos nuevas incertidumbres, autobiografía (véase, más adelante, el apartado «Copia cer-
relacionadas esta vez con la manera en que se establece la tificada»). Dejando de lado, por el momento, los proble-
identidad del autor y la del narrador-personaje. mas del enunciado, me limitaré a reflexionar sobre la
enunciación.
Los análisis de Benveniste parten de la situación del
El abajo firmante discurso oral. En esta situación se podría pensar que la
referencia del yo no plantea problemaalguno: yo es quien
Supongamos que todas las autobiografías estén escritas en habla, y yo, en mi posición de interlocutor o de oyente,
primerapersona,como nos hace creer el gran refrán de no tengo problemaen identificar a esta persona. Sin em-
los autobiógrafos: Yo. Por ejemplo, Rousseau: «Yo, yo solo»; bargo, hay dos tipos de situaciones orales en las que esta
Stendhal: «Con el yo y el mí, tú te repites»; Thyde Mon- identificación puede plantear problemas:
nier: Yo (autobiografía en cuatro volúmenes...); Claude
Roy: Miyo; etc. Incluso en este caso se planteala siguien- a) La cita: es el discurso en el interior del discurso:
te cuestión: ¿cómo se manifiesta la identidad del autor y la primera persona del segundo discurso (citado) remite
la del narrador? Para un autobiógrafo es natural pregun- a una situación de enunciación enunciada en el primer
tarse simplemente: «¿Quién soy yo?». Pero, dado que soy discurso. Signos de diferentes tipos, comillas, rayas, etc.,
lector, no resulta menos natural que yo me haga la pre- distinguen los discursos insertados (citados) cuandose trata
gunta, en principio, de manera diferente: «¿Quién es yo»? de discursos escritos. La entonación juega un papel aná-
(es decir: «¿Quién dice “¿Quién soy yo?”»). logo en el discurso oral. Pero si esos signos se vuelven bo-
Permíitaseme recordar, antes de seguir adelante, unas rrosos o se difuminan, aparece la incertidumbre: es el caso
nociones elementales de lingiñística. Pero, en este campo, dela re-cita, y, de una manera más general, el de la repre-
las cosas más simples son las que se olvidan con másrapi- sentación teatral. Cuando la Berma representa Fedra,
dez: se consideran naturales y desaparecen perdidas en la ¿quién dice yo? La situación teatral puede cumplir a ve-
ilusión que engendran. Partiré de los análisis de Benve- ces la función de las comillas, distinguiendo el personaje
niste, aunque para llegar a conclusiones levemente dife- ficticio de la persona quedice yo. Pero aquíel vértigo nos
rentes a las suyas.? acomete, pues incluso a la persona más ingenua se le ocu-
La «primera persona» se define por la articulación de rre pensar que no es la persona la que define al yo, sino
dos niveles: el yo el que define a la persona... Conjuremos, por el mo-
mento, ese vértigo. Lo que estamos entreviendo aquí, con
1. Referencia: los pronombres personales (yo/tú) solo respecto a la autobiografía, son los problemas de la dife-
“tienen referencia real en el interior del discurso, en el acto rencia entre la novela autobiográfica y la autobiografía.
mismo de la enunciación. Benveniste señala que no hay Pero también, para la autobiografía en sí, la evidencia de
concepto de yo. El yo envía, cada vez, al que habla y al que la primera persona es un rol,
que identificamos por el hecho mismo de que habla. b) Lo oral a distancia: caso del teléfono, una conversa-
2. Enunciado: los pronombres personales de primera ción a través de una puerta o durante la noche; no tene-
: personaseñalan la identidad del sujeto de la enunciación mos más recursos para identificar a la persona que los
+ y del sujeto del enunciado. aspectos de la voz: ¿Quién está ahí? —yo—, ¿quién, yo?
Aqui todavía resulta posible que el diálogo nos pueda ]le-
Deesta manera,si alguien dice: «Yo naciel[...]», el em- var a la identificación. Si la voz está diferida temporal-
pleo del pronombre yo nos lleva, por la articulación de mente (caso de la grabación) o en el caso de la conversación
ésos dos niveles, a identificar la persona que habla con unidireccional (la radio), carecemos de ese recurso. Vol-
la que nació. Al menosese es el efecto global obtenido. vemosasí al caso de la escritura.
Eso no nosdebe llevar a pensar que los tipos de «ecuacio-
nes» establecidas en esos dos niveles sean similares: al ni- Hasta ahora he hecho como que seguía a Benveniste,
vel de la referencia (discurso que envía a su propia al imaginar simplemente los factores que, en unasituación
enunciación), la identidad es inmediata, y es percibida y oral, pueden hacer que la identidad de la persona se vuelva
aceptada instantáneamente por el destinatario como un indeterminada. Nadie se atreve a negar que el yo envía a la
becho; al nivel del enunciado, se trata de una simple rela- enunciación: pero la enunciación noes el término último

50 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

de referencia, pues presenta a su vez un problemade iden- pero para cada uno ese yo envía a un nombre único que
tidad, el cual, en el caso de la comunicación oral directa, uno siempre podrá enunciar. Todas las identificaciones (fá-
es resuelto instintivamente a partir de datos extralingiiis- ciles, difíciles o indeterminadas) sugeridas antes a partir
ticos. Cuando la comunicación oral se complica, la iden- de las situaciones orales, llevan fatalmente a convertir la
tidad se convierte en un problema. Pero en el caso de la primera persona en un nombre propio.”
comunicación escrita, a menos que no desee permanecer Enel discurso oral se vuelve al nombre propio cada
anónima(¡lo cual puede suceder!), la persona que enun- vez que resulta necesario: caso de la presentación hecha
cia el discurso debe hacer posible que se la identifique en por el mismo interesado o por unatercera persona(la pa-
el interior mismo del discurso, a través de otros medios, labra presentación mismaes sugerente por su inexactitud:
además de los índice materiales, como el matasellos, la la presenciafísica no basta para definir al enunciador: solo
grafía O las singularidades ortográficas se da la presencia completa en la nominación). Enel caso
del discurso escrito, de modo semejante, la firma designa
aseveración muyAsi[añadimos q quem
nohaycon al enunciador, de igual manera quela alocución designaal
cepto de él, y que, en general, ningún pronombre perso- destinatario.
nal, posesivo, demostrativo, etc., ha remitido jamás a un Por consiguiente, debemos situar los problemas de la
concépto, sino que ejerce simplemente una función, que autobiografía en relación al nombre propio. En los textos
consiste en enviar a un nombre o a una entidad suscepti- impresos, toda la enunciación está a cargo de una perso-
ble de ser designada por un nombre. De esta manera, pro- na que tiene por costumbre colocar su nombre en la por-
ponemoslos siguientes matices en su análisis: tada del libro y en la página del título, encima o debajo
de este. En ese nombre se resume todala existencia de lo
a) El pronombre personal yo remite al enunciador del que llamamosel autor: única señal en el texto de una rea-
discurso en el que figura el yo; pero este enunciador es lidad extratextual indudable, que envía a una personareal,
él mismo susceptible de ser designado por un nombre (se la cual exige de esa manera que se le atribuya, en última
trate de un nombre común, determinado de maneras di- instancia, la responsabilidad de la enunciación de todo el
ferentes, o de un nombre propio). texto escrito. En muchos casos la presencia del autor en
b) La oposición concepto/carencia de concepto recibe el texto se reduce a solo ese nombre. Pero el lugar asigna-
su sentido de la oposición entre nombre común y nom- do a ese nombre es de importancia capital, pues ese lugar
bre propio (y no de la oposición entre el nombre común va unido, por una convenciónsocial, a la toma de respon-
y el pronombre personal). salibilidad de una persona real. Entiendo con esas pala-
bras, las cuales aparecen en la definición de autobiografía
En otro momento (p. 254), Benveniste justifica de la que he propuesto más arriba, una persona cuya existen-
siguiente manera, económicamente, el empleo de esta pri- ciaestá atestiguada por su estado civil y es verificable. Cier-
mera persona que carece de referencia fuera de su propia tamente,el lector no verifica, y tal vez no sabe, quién es
enunciación: «Si cada hablante, para expresar el senti- esa persona; pero su existencia queda fuera de duda: las
miento que posee de su subjetividad irreductible, dispu- excepciones y los excesos de confianza no hacen más que
siera de un “indicativo” distinto (en el sentido en que cada subrayar la credibilidad general que se otorga a este tipo
emisora de radio posee su “indicativo”? propio) habría de contrato social.*
prácticamente tantas lenguas como individuos y la comu- Unautor no es una persona. Es una persona que es-
nicación resultaría imposible». Extrañas hipótesis, ya que cribe y publica. A caballo entre lo extratextual y el texto,
Benveniste parece olvidar que este indicativo distinto existe, el autores la línea de contacto entre ambos. El autor se
y es la categoría léxica de los nombres propios (los nom- define simultáneamente como una personareal socialmen-
bres propios que designan a personas): hay casi tantos te responsable y el productor de un discurso. Para el lector,
nombres propios como individuos. Naturalmente, ese no que no conocea la personareal, pero cree en su existencia,
es un aspecto de la conjugación del verbo, y Benveniste el autor se define como la persona capaz de produckr ese
tiene razón al subrayar la función e -onómica delyo:pero discurso,yloiimagina a partir de lo que produce.a vez
no se es autor más quea partir de un segundo libro, cuan-
bresde personas, convierteen Incomprnsble leelhecho do el nombre propio inscrito en la cubierta se convierte
de que cada uno, al utilizar el yo no se pierde sin embar- en el «factor común» de al menos dos textos diferentes
go en el anonimato y es siempre capaz de enunciar lo que y da, de esa manera, la idea de una persona que noesre-
tiene de irreductibleal nombrarse. : ducible a ninguno de esos textos en particular, y que, capaz
“En el nombrepropio esdondepersona y discurso se de producir otros, los sobrepasa a todos. Esto, como vere-
articulan antes incluso de articularse en la primera perso- mos, es muy importante para la lectura de las autobiogra-
na, como lo muestra el orden de la adquisición del len- fías: si la autobiografía es un primerlibro, su autor es un
guaje por los niños. El niño habla de sí mismo en tercera desconocido, incluso si cuenta su vida en ellibro:le falta, a
persona al designarse por su nombre de pila, mucho an- los ojos del lector, ese signo de realidad que es la produc-
tes de comprender que también puede usar la primera per- ción anterior de otros textos (no autobiográficos), grilcoy/
sona. Poco después, cada uno se nombrará yo al hablar, sable para lo que llamaremosel «espacio autobiográfico»,
Monte Pruoko
29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 51
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

El autor es,por lo tanto, un nombre de persona, idén- «Tengo un buen amigo a quien le ha sucedido...», y se pone
tico, que asume una serie de textospublicadosdiferentes. a contar la historia de ese amigo con una convicción to-
Obtiene su realidad de la lista deesas otras obras que sue- talmente personal). Por muchas razones que tengamospara
len encabezar el libro: «Del mismo autor». La autobio- pensar que las historias coinciden en última instancia, es
grafía (narración que cuenta la vida del autor) supone que evidente que el texto así producido no es una autobiografía,
existe una identidad de nombre entre el autor (tal como pues esta supone en primer lugar una identidad asumida
figura, por su nombre, en la cubierta), el narrador y el al nivel de la enunciación y, solo de manera secundaria,
personaje de quien se habla. Este es un criterio muy sim- un parecido producido al nivel del enunciado.
ple que define, al mismo tiempo que a la autobiografía, Esostextos entran, por lo tanto, en la categoría de «no-
a todos los demás géneros de la literatura intima (diario, vela autobiográfica»: llamaré así a todos los textos de fic-
autorretrato, ensayo). ción en los cuales el lector puede tener razones para
Unaobjeción se presenta inmediatamente: ¿y los seu- sospechar, a partir de parecidos que cree percibir, que se
dónimos? Objeción fácilmente descartable, desde el mo- da una identidad entre el autor y el personaje, mientras
mento en que el seudónimo es demarcado como tal y que queel autor ha preferido negar esa identidad o, al menos,
se le distingue del nombre de un personaje ficticio. no afirmarla. Definida de esa manera, la novela autobio-
Un seudónimo es un nombre, diferente al del estado gráfica engloba tanto las narraciones personales (en las que
civil, del que se sirve una personareal para publicar todos hay identidad del narrador y del personaje) comolas na-
o N sus escritos. [El seudónimo es un nombre de rraciones «impersonales» (personajes designados en tercera
autor.WNo es exactamente un nombre falso, sino un nom- persona); y se define por su contenido. A diferencia de
bre de pluma, un segundo nombre, de la misma manera la autobiografía, implica gradaciones. El «parecido» supues-
que una religiosa toma otro nombre cuando se ordena. to por el lector puede ir desde un vago «aire de familia»
Escierto que a veces el seudónimo puede encubrir super- entre el personaje y el autor, hasta la casi transparencia
cherías o estar impuesto por motivos de discreción: pero, quelleva a concluir que se trata del autor «clavado». Así,
con frecuencia, se trata en esos casos de produccionesais- un crítico ha escrito, a propósito de L'année du crabe (1972)
ladas, y casi nunca de una obra que se presenta como la de Olivier Todd, que «tras los seudónimostransparentes,
autobiografía de un autor. Por regla general, los seudóni- todo el libro resulta obsesionadamente autobiográfico».
mosliterarios no constituyen ni misterios ni mistificacio- La autobiografía no conlleva gradaciones: o lo es o noloes.
nes; el segundo nombrees tan auténtico comoel primero, Vemos, en estas distinciones, la importancia de emplear
e indica simplemente ese segundo nacimiento constituido un vocabulario claramente definido. El crítico habla de
por los escritos publicados. Al escribir su autobiografía, «seudónimo» en el caso del nombre del héroe: para mi,
el autor que usa un seudónimo nos dará el origen de ese un seudónimo solo puede tratarse de un nombre de autor.
seudónimo: así, Raymond Abellio explica que él se llama El héroe puede parecerse tanto comose quiera al autor:
Georges Soules, y aclara por qué ha elegido su seudóni- mientras no lleve su nombre, no tiene nada que ver con
mo.? El seudónimo es simplemente una diferenciación, él. El caso de L année du crabe resulta ejemplar en este sen-
un desdoblamiento del nombre, que no cambia en abso- tido: el héroe de Olivier Todd se llama Ross; pero en la
luto la identidad. página cuatro un texto del editor asegura al lector que Todd
No debemos confundir el seudónimo así definido como es Ross. Hábil procedimiento publicitario, pero que no
nombre de un autor (inscrito en la cubierta del libro) con cambia nada. Si Ross es Todd, ¿por qué lleva otro nom-
el nombre atribuido a una personaficticia dentro dell;- bre? Si fuese él, ¿por qué razón no lo ha dicho? No im-
bro (incluso si esta persona es el narrador y asumela enun- porta que nos tiente a adivinarlo o que el lector lo
ciación de todo el texto): pues esta persona es designada descubra a pesar del autor. La autobiografía no es un jue-
comoficticia por el simple hecho de que es incapaz de go de adivinanzas, sino todo lo contrario. Falta aquí lo
ser el autor del libro. Veamos un ejemplo muy simple: Co- esencial, lo que yo he propuesto que se denomine el pac-
lette es el seudónimo de una persona real (Gabrielle- to autobiográfico.
Sidonie Colette), autor de una serie de narraciones; Clau- Yendo de la primera persona al nombre propio, me
dine es el nombre de una heroína ficticia, narradora de veo obligadoa rectificar lo que escribí en L'autobiograpbie
relatos que llevan su nombre comotítulo. Que las Clau- en France: ¿cómodistinguirentrelaautobiografíay|la no-
dines no pueden ser aceptadas como autobiografías resul- vela autobiográfica? Hay que “admitir que, si permane-
ta evidente por la segunda razón, y de ninguna manera cemos en el plano del análisis interno del texto, no hay
por la primera. diferencia alguna. Todos los procedimientos que emplea
En el caso de un nombre ficticio (es decir, diferente la autobiografía para convencernos de la autenticidad de
al del autor) dado a un personaje que cuenta su vida, puede su narración, la novela puede imitarlos, y lo ha hecho con
ser queel lector tenga razones para pensar que la historia frecuencia. Esto es cierto si nos limitamosal texto, exclu-
del personaje coincide con la del autor, sea por compara- yendo la página del título; en el momento en que la en-
ción con otros textos, o fundándose en informaciones ex- globamos en el texto, con el nombre del autor inscrito
ternas, o incluso en el proceso de lectura de una narración en ella, disponemosde uncriterio textual general,la iden-
que no nos pareceficticia (como cuando alguien nos dice: tidad del nombre (autor-narrador-personaje). El pacto auto-

52 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

biográfico es la afirmación en el texto de esta identidad, patente de la no-identidad (el autor y el personaje notie-
y nos envía en última instancia al nombre del autor so- nen el mismo nombre), atestación de la ficción (hoy en
bre la portada. día, el subtítulo novela cumple esta función; adviértase
Las formas del pacto autobiográfico son muy varia- que novela, en la terminología actual, implica pacto no-
das: pero todas ellas manifiestan la intención de hacer ho- velesco, mientras que narración es indeterminado y pue-
nor a su firma. El lector podrá poner en entredicho el de ser compatible con un pacto autobiográfico). Se puede
parecido, pero jamás la identidad. Sabemos muy bien la objetar que la novela tiene la capacidad de imitar el pacto
manera en que cada uno se aferra a su nombre. autobiográfico: ¿no se constituyó la novela del siglo XVII
Unaficción autobiográfica puede parecernos «exacta» a través de la imitación de las diferentes formas de la lite-
en cuanto al parecido del personaje al autor; una auto- ratura Íntima (memorias, cartas, y, en en el siglo XIX,dia-
biografía puede ser inexacta en el sentido de que el perso- rios intimos). Pero esta objeción no se sostiene si pensamos
naje difiera del autor: esas son cuestiones de hecho queesta imitación no puede remontarnoshasta el térmi-
(dejemos de momento de lado el preguntarnos quién juz- no final, el nombre del autor. Puede pretenderse publicar
gará el parecido, y cómo), que no cambian en absoluto la autobiografía de alguien al que se quiere hacer pasar
las cuestiones de derecho, es decir, el tipo de contrato es- porreal, pero, en tanto que ese alguien noes el autor, res-
tablecido entre el autor y el lector. Vemos, por otra par- ponsable único del libro, no hay caso. Solo escapan a ese
te, la importancia del contrato en la medida en que criterio los casos de superchería literaria: son excesivamente
determinala actitud del lector: si la identidad no es afir- raros, y esta rareza no es debida al respeto por el nombre
mada (caso de la ficción), el lector tratará de establecer de otro o al temor del castigo. ¿Quién me impediría es-
parecidos a pesar del autor; si se la afirma (caso de la auto- cribir la autobiografía de un personaje imaginario y de
biografía), tenderá a encontrar diferencias (errores, de- publicarla bajo su nombre, igualmente imaginario? Es lo
formaciones, etc.). Frente a una narración de aspecto que ha hecho, en un campo un poco diferente, MacPher-
autobiográfico, el lector suele tender a convertirse en de- son con Ossian. Este caso es raro, porque hay pocos auto-
tective, es decir, a buscar los momentos en que no se res- res que sean capaces de renunciar a su propio nombre. La
peta el contrato (cualquiera que este sea). De ahí ha nacido prueba es que la superchería de Ossian fue efímera, por-
el mito de la novela «más verdadera» que la autobiogra- que sabemos quien es el autor, dado que MacPherson no
fía: siempre nos parece más verdadero y más profundo se pudo abstener de hacer figurar su nombre (como adap-
lo que hemoscreído descubrir a través del texto, a pesar tador) en el título.
del autor. Si Olivier Todd hubiese presentado Lannée du Unavez postuladas esas definiciones, podemosclasifi-
crabe como su autobiografía, ¿tal vez nuestra crítica bus- car todos los casos posibles siguiendo doscriterios: rela-
caría las fisuras, las inconsistencias, los amaños? Es decir, ción del nombre del personaje y del nombre del autor;
que todaslas cuestiones de fidelidad (problemadel «pare- naturaleza del pacto establecido por el autor. Para cada
cido») dependen, en última instancia, de la cuestión de unode esoscriterios hay tres situaciones posibles. El per-
la autenticidad (problema de la identidad), la cual gira en sonaje: 1) tiene un nombre diferente al del autor; 2) no
torno al nombre propio. tiene nombre; 3) tiene el mismo nombre queel autor. El
La identidad de nombre entre autor, narrador y perso- pacto es: 1) novelesco; 2) no hay pacto; 3) autobiográfico.
naje puede ser establecida de dos maneras: Al articular estos dos criterios obtenemos nueve combi-
naciones teóricas: de hecho solo siete resultan posibles,
1. Implicitamente, al nivel de la conexión autor-narra- ¡ al quedar excluidas por definición la coexistencia de la
dor, con ocasión del pacto autobiográfico, el cual puede ' identidad del nombre y del pacto novelesco, y la posibili-
tomar dos formas: a) empleo de títulos que no dejan lu- dad de que se dé un nombre diferente y un pacto auto-
gar a dudas acerca del hecho de que la primera persona biográfico.
nos remite al nombre del autor (Historia de mi vida, Anuto-
biografía, etc.); b) sección inicial del texto en la que el na-
rrador se comprometeconel lector a comportarse como
CUADRO 2
si fuera el autor, de tal manera que el lector no duda de
queel yo remite al nombre que figura en la portada,in- : Nombre del!
personaje] 4 nombre = nombre
cluso cuando el nombre no se repita en el texto.
del autor del autor
2. De manera patente, al nivel del nombre que se da el Pacto
narrador-personaje en la narración, y que coincide con ;
la 2a
el del autor en la portada. novelesco
novela novela

Es necesario que la identidad sea establecida al menos 15 2b 3a


por uno de esos dos medios; pero muchas veces es esta- novela indeterm. autobiog.
blecida por los dos al mismo tiempo.
2c 2b
Simétricamente al pacto autobiográfico podría postu- autobiog.
$
.
autobiog.
.
autobiog.
larse el pacto novelesco, el cual tendría dos rasgos: práctica

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 53
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

El cuadro 2 no da todas la combinaciones posibles; los coincide con el narrador(y, por lo tanto, con el persona-
números indicados corresponden a las explicaciones que je, ya que la narración es autodiegética), en un pacto ini-
siguen; en cada recuadro se ha puesto abajo el efecto (tipo cial. Ejemplo: Histoire de mes idées de Edgar Quinet; el
de pacto) que la combinación produce en el lector. No pacto, incluido en el título, se hace explícito en un largo
hace falta decir que este cuadro se aplica solo a las narra- prefacio, firmado «Edgar Quinet». En todala narración,
ciones «autodiegéticas». el nombre solo aparece en una ocasión: pero, porel pac-
to, «yo» remite siempre a Quinet.
1. Nombre del personaje 4 nombre del autor: Este he-
cho mismoexcluye la posibilidad de la autobiografía. Im- 3. Nombre del personaje = nombre del autor: Este hecho
porta poco, porlo tanto, que haya o no, además, pruebas mismo excluye la posibilidad de la ficción. Incluso si la
de que nos encontramosfrente a una obra de ficción (la narración es, históricamente, del todo falsa, será del or-
o 1b). No hay identidad entre autor, narrador y héroe, den de la mentira (la cual es una categoría autobiográfica)
tanto si la historia es presentada como verdadera (ma- y no de la ficción. Pueden distinguirse dos casos:
nuscrito autobiográfico que el autor-editor habría en- a) Pacto = 0 (entendemos porpactoel pacto del título
contrado en una buhardilla, etc.) o comoficticia (y tomada o de la página que llevael título): el lector constata la iden-
por verdadera por el lector, quien la relaciona con el tidad autor-narrador-personaje, aunque no haya declara-
autor). ción solemne en tal sentido. Ejemplo: Les mots, de
Jean-PaulSartre. Ni el título ni el comienzo indican que
2. Nombre del personaje = 0: este es el caso más comple- se trate de una autobiografía. Alguien cuentala historia
jo, por ser indeterminado. Todo depende del pacto pro- de una familia. En la página 14 (edición Folio), el narra-
puesto por el autor. Hay tres casos posibles: dor interviene por vez primera explícitamente en la na-
a) Pacto novelesco (la naturaleza «ficticia» del libro que- ración («Él meresulta intrigante: yo sé que se ha quedado
da indicada en la página del título): la narración autodie- soltero [...]», o «Ella me amaba, yocreo [...)»; en la página
gética es atribuida en ese caso a un narradorficticio. Este 15 aparece el doctor Sartre, el cual, en la página 16, tiene
caso debe darse con poca frecuencia y no se me ocurre un nieto: «yo»). Por el nombre deducimos la identidad
ningún ejemplo. Uno podría tenerla tentación de evocar del personaje, del narrador y del autor, cuyo nombre apa-
En busca del tiempo perdido, pero esta obra de ficción no rece sobre el título: Jean-Paul Sartre. Y que se trata del
encaja en este caso, por dos razones: por unaparte, el pacto célebre autor, y no de un homónimo, queda probado por
novelesco no está claramente indicado al comienzodelli- el texto mismo, en el que el narrador se atribuye la crea-
bro, aunque un buen número de lectores se equivocan al ción de Las moscas, Los caminosdela libertad y Los secues-
confundir al autor, Proust, con el narrador; por otra par- trados de Altona, y, en la página 211, La nánsea. La historia
te, es cierto que el narrador-personaje no tiene nombre, misma nos ofrece los aspectos más variados de ese nom-
“excepto en una ocasión en la que se nos propone como bre, desde sus sueños de gloria («Ese pequeño Sartre sa-
hipótesis el dar al narrador el mismo nombre depila que bía lo que estaba en juego; si Él desapareciera Francia no
al autor (enunciado del que solo podemos hacer respon- sabía lo que se perdería», p. 80), hasta las deformaciones
sable al autor, pues ¿cómo podría conocer un narrador habituales (y familiares) del nombrede pila: «André cree
ficticio el nombre de su autor?), al mismo tiempo quese que Poulou arma líos» (p. 188).
nos indica también que el autor no es el narrador. Esta Podría opinarse que este criterio es contingente. El que
extraña intrusión autorial funciona a la vez como pacto aparezca el nombre propio en la narración se da mucho
novelesco-y como Índice autobiográfico, y sitúa al texto después del comienzo del libro, y a propósito de un epi-
en un espacio ambiguo. A sodio de poca importancia que podría desaparecer del
b) Pacto = 0: no solo el personaje no tiene nombre, texto sin que su aspecto general cambiase: así, en la auto-
sino que el autor no propone pacto alguno, ni autobiográ- biografía de J. Green, Partir avantle jour (Grasset, 1963),
fico ni novelesco. La indeterminación es total. Ejemplo: no aparece el nombre hasta la página 107, con ocasión
La mére et lenfant, de Charles-Louis Philippe. Mientras de una anécdota sobre una distribución de premios. Tal
_ que los personajes secundarios de esta narración tienen vez esta aparición del nombre en el texto es única y alusi-
nombres, la madre y el niño no lo tienen, y el niño ni va: es el caso de L'age d'homme, obra en la que podemos
siquiere tiene nombre de pila. Puede suponerse quese trata leer Michel detrás del nombre «Micheline»;'? en resumi-
de Mme. Philippe y de su hijo, pero no tenemosindica- ' das cuentas, prácticamente siempre aparece el nombre.
ción alguna. Además, la narración es ambigua(¿se trata Naturalmente, en generalel pacto autobiográfico no men-
de un canto a la infancia en general, o de la historia de ciona el nombre, pues ese nombre es del todo evidente
un niño en particular?), el lugar y la época son muy va- - y aparece en la portada. Este hechó ineluctable acerca del
gos, y no se sabe quién es el adulto que habla de esta in- nombre hace que nunca sea objeto de una declaración so-
fancia. El lector, según su humor, podrá leer esa obra en lemne(el autor, por el hecho mismo de ser autor, se su-
el registro que quiera. pone quees conocido porel lector) y, a la vez, que acabe
c) Pacto autobiográfico: el personaje no tiene nombre por aparecer en la narración. En todo caso, ese nombre
en la narración, pero el autor declara explícitamente que se dará claramente o, en la medida en quese trata casi siem-

54 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

pre de un nombre de autor, se dará implícitamente por según que el personaje tenga un nombre o no, y que, en
la atribución que se otorga el narrador de las obras del ausencia del escritor, un editor proponga tal o cual pac-
autor(si Quinet no se nombra en absoluto, nombra sus to), este caso, repito, queda excluido por definición, ya que
obras, lo cual es lo mismo). el autor de una autobiografía no puede ser anónimo.Si
b) Pacto autobiográfico: es el caso más frecuente (pues, la desaparición del nombre del autor es debida a un fenó-
muy a menudo,si bien no encabezael libro, el pacto apa- menoaccidental (caso de un manuscrito encontrado en
rece disperso y repetido a lo largo del texto). una buhardilla, inédito y no firmado) hay dos posibili-
Ejemplo: Las confesiones de Jean-Jacques Rousseau; el dades: o bien el narrador se nombra en alguna parte del
pacto aparece en el título, se desarrolla en el preámbulo texto y una investigación histórica elemental permite ave-
y queda confirmado por todo el texto por el uso de «Rous- riguar si se trata de una personareal, partiendo del su-
seau» y de «Jean-Jacques». puesto de que una autobiografía cuenta una historia que
transcurre en un tiempo y un lugar; o bien el narrador-
Denominaré, por lo tanto, autobiografías, los textos personaje no se nombra,y se trata, o de un texto que en-
que encajan en los casos 2c, 3a y 3h; por lo demás, leere- caja en la categoría 2b, o de una ficción. Si el anonimato
mos como novelas los textos de los casos la, 15 y 2ay, es intencionado (texto publicado), el lector tiene legítima
según sea nuestra disposición, los del caso 2b (pero sin desconfianza. El texto puede tener un aire de verdad, dar
disimular que somos nosotros los que tomamosesa deci- todo tipo de precisiones verificables o verosímiles, sonar
sión). a verdadero, pero falta que todo eso sea una imitación.
Eneste tipo de clasificación, la reflexión sobre los ca- En el mejor de los casos, ese sería un tipo de caso extre-
sos límites resulta siempre instructiva y mucho más elo- mo,análogo a la categoría 2h. Todo dependede la decisión
cuente que la mera descripción. Los casos a los que he del lector. Nos podemos hacer una idea de la compleji-
dado solución imposible, ¿lo son de verdad? En este sen- dad del problemaal leer, por ejemplo, las Mémotres d'un
tido debemos explorar dos casos: en primerlugar, el pro- vicaire de campagne, écrits par lui-méme (1841), atribui-
blema de los casos ciegos del cuadro, y, a continuación, das al abate Eineau, cuyocargo eclesiastico le habría obli-
el problema del autor anónimo. gado a mantener el anonimato provisionalmente.!*
Loscasosciegos: 4) El héroe de una novela, ¿puede tener Escierto que al declarar que una autobiografía anóni-
el mismo nombre que el autor? Nada impide que así sea ma es imposible, yo no hago más que enunciar un coro-
y es tal vez una contradicción interna de la que podríamos lario de mi definición, sin «probar» nada. Cada unotiene
deducir efectos interesantes. Pero, en la práctica, no se me la libertad de declarar que ese caso es posible, pero enton-
ocurre ningún ejemplo. Y si el caso se da, el lector tiene ces habría que partir de otra definición. Vemos que aquí
la impresión de que hay unerror:así, la autobiografía de todo está relacionado, por una parte, con el lazo que yo
Maurice Sachs, Le Sabbat, fue publicada en 1946 en la edi- establezco, a través de la noción de autor, entre la perso-
torial Correa, con el subtítulo Souvenirs d'unejeunesse ora- na y el nombre; y, por otra parte, con el hecho de que,
gense, y fue reeditada en 1960, en Gallimard (y reimpresa a la hora de definir la autobiografía, he elegido la pers-
en 1971 en la colección Livre de Poche), con el subtítulo pectiva del lector. Un texto de aspecto autobiográfico que
«novela»: comoel relato está narrado por Sachs en su pro- nadie asume comotal se parece a una obra de ficción como
pio nombre (además de su seudónimo, se da su nombre dos gotas de agua.
verdadero, Ettinghausen), y como el editor es responsa- Pero yo creo que esta definición, lejos de ser arbitraria,
ble del subtitulo, el lector concluye que se trata de un pone en evidencia lo esencial. Lo que define la autobiogra-
error. b) En una autobiografía declarada, y dejando de lado fía para quien la lee es, ante todo, un contrato de identidad
el caso del seudónimo, ¿puede tener el personaje un nom- quees sellado por el nombre propio. Y eso es verdad tam-
bre diferente al del autor? No parece posible;' y si, por bién para quien escribeel texto. Si yo escribo la historia de
un efecto artístico, un autobiógrafo eligiese esta fórmula, mi vida sin decir mi nombre ¿cómo sabría el lector que se
siempre le quedarían dudas al lector: ¿no está leyendo sim- trata de mí? Resulta imposible que la vocación autobiográ-
plemente una novela? En estos dos casos, si la contradic- fica y la pasión de anonimato coexistan en el mismoser.
ción interna fue elegida voluntariamente por el autor, el Las distinciones propuestas, la atención otorgada al
texto que resulta no es leído ni como autobiografía ni tam- nombre propio, tienen una gran importancia en la prácti-
poco como novela, sino que aparece como un juego de ca'comocriterios de clasificación; en el plano teórico, im-
ambigiiedad pirandeliana. A mi entender, es un juego ay! ponen unaserie de reflexiones, que me limitaré a delinear.
que no se Juega con intencionesserias.
En el cuadro, la diagonal que cubre los dos casos cie- a) Autor y persona: la autobiografía es el género litera-
gos y el caso central delimita entonces una zona de inde- rio que, por su contenido mismo, señala la confusión en-
terminación (que va desde «ni lo uno ni lo otro» del caso tre el autor y la persona, confusión sobre la que está
central al «ambos a la vez» de los casos ciegos). fundada todala práctica y la problemática dela literatura
El autor anónimo: este cuadro asume que el autor tie- occidental desde fines del siglo XVII De ahí esa pasión
ne un nombre; un segundo casosería el del autor anóni- del nombre propio, que va másallá de la simple «vanidad
mo. Pero ese caso (con las subdivisiones que engendraría autorial», puesto que, a través de ella, la persona misma

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS
es Pao Sa AE yo
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

reivindica la existencia. El tema profundo de la autobio->» a sí mismo: eso puede llegar hasta un sistema generaliza-
grafía es el nombre propio. Uno piensa en esos dibujos do de juego o de huidas, como en el caso de Stendhal;*
de Hugo, con su nombre inscrito en letras gigantescas so- a la valoración del nombre de pila, como en Jean-Jacques
bre un paisaje en claroscuro. El deseo de gloria y de eter- (Rousseau); y, de modo más banal, a todos esos juegos de
nidad tan cruelmente desmitificado por Sartre en Las azar, sociales o personales, relacionados con esas letras en
palabras descansa en su totalidad en el nombre propio con- las que uno cree instintivamente que está depositada la
vertido en nombre de autor. ¿Resulta posible imaginar hoy esencia de su ser. Juegos con la ortografía y el sentido:
una literatura anónima? Valéry soñaba con ella hace ya de la desgracia de llamarse Francois Nourissier, por ejem-
cincuenta años. Pero no parece que haya pensado en ]le- plo;'* sobre el sexo: ¿Michel o Micheline Leiris (cf. nota
varla a la práctica, puesto que acabó en la Academia. Se 12)? Presencia del nombre en la voz de aquellos quelo
entregó a la gloria de soñar con el anonimato... El grupo han pronunciado: «¡Ah! Rousseau, creía que teníais un
Tel Quel, al poner en cuestión la noción de autor (al reem- buen temperamento», dice Marion. Meditación infantil
plazarla porla de «escribiente»),* apunta en la misma di- sobre la arbitrariedad del nombre, y búsqueda de un se-
rección, pero también sin llevarla a la práctica. gundo nombre que sea esencial, como en el caso de Jac-
b) Persona y lenguaje: hemos visto antes que uno se po- ques Madaule.” Historia del nombre, establecida a
dría preguntar legítimamente acerca de la primera perso- menudodetalladamente, para aburrimientodellector, en
na, si se trataba de la persona psicológica (concebida esos preámbulos en forma de árbol genealógico.
ingenuamente comoexterioral lenguaje) la que se expre- Cuando,para distinguir la ficción de la autobiografía, se
sabaalservirse de la persona gramatical como de unins- trata de determinar a qué remite el yo de las narraciones
trumento,o si la persona psicológica no era más que un personales, no hay necesidad de referirse a una imposible
efecto de la enunciación misma. La palabra persona con- referencialidad extratextual: el mismo texto ofrece a fin de
tribuye a la ambigiiedad. Si no hay persona fuera del len- cuentas ese último término, el nombre propio del autor, a la
guaje, como el lenguaje es otro, habría que llegar a la vez textual e indudablemente referencial. Si esta referencia
conclusión de que el discurso autobiográfico, lejos de re- es indudable es por estar fundada en dos instituciones so-
mitir, como nos imaginamos, al yo inscrito en una serie ciales: el estado civil (convención interiorizada por todos
de nombres propios, sería, por el contrario, un discurso desde la infancia) y el contrato de publicación; no tene-
alienado, una voz mitológica que nos poseería. Natural- mos, por lo tanto, razón alguna para dudar de la identidad.
mente, los autobiógrafos están muy lejos de los proble-
mas del héroe beckettiano de El innombrable, que se
pregunta quién dice «yo» en él: pero esta inquietudaflora Copia certificada
en algunoslibros, como por ejemplo en Le traitre de Gorz
—o mejor, en la especie de transcripción que hace Sartre La identidad no es lo mismo que el parecido.
(Des rats et des hommes)—. Sartre designa esas voces que La identidad es un hecho inmediatamente aprehensi-;
nos poseen con el nombre de vampiro. La voz autobio- ble, aceptado o rehusado al nivel de la enunciación; el
gráfica es, sin duda alguna, de este tipo. Se abriría así —des- parecido es una relación, sujeta a discusiones y a intermi- ;
mitificadas toda psicología y mística del individuo— un nables matizaciones, establecida a partir del enunciado. |
análisis del discurso de la subjetividad y de la individuali- La identidad se define a partir de tres términos: autor, |i
dad como mito de nuestra civilización. Todos percibimos, narrador y personaje. El narrador y el personaje son las
por otra parte, el peligro de esta indeterminación de la figuras a las cuales remiten, dentro del texto, el sujeto de
- —Yy primera persona,y no es fruto del azar que busquemos la enunciación y el sujeto del enunciado; el autor, repre-
neutralizarla al basarla en el nombre propio. sentado por su nombre, es así el referente al que remite,
c) Nombre propio y cuerpo-propio: la adquisición del por el pacto autobiográfico, el sujeto de la enunciación.
nombre propioes, si duda alguna, una etapa tan importan- Altratarse del parecido) nos vemos obligadosa intro-
te en la historia del individuo comoel estadio del espejo. ducir en el enunci cuarto término simétrico, un
Esta adquisición escapa a la memoria y a la autobiogra- referente extratextual al que podríamos llamar el prototi-
NS
fía, las cuales solo pueden contar esos bautismos segun- o aún mejor, el modelo.
- dos e invertidos que son para un niño las acusaciones que is reflexionessobrela identidad me han llevado a dis-
lo congelan en un papel por medio de uncalificativo: «la- tinguir sobre todo la novela autobiográfica de la autobio-
drón», para Genet; «judío», para Albert Cohen (O vos, grafía; en el caso del parecido, debemos ocuparnosde la
fréres humains, 1972). El primer nombre recibido y asu- “oposición de la autobiografía y la biografía. En ambos ca-
mido, el nombre del padre, Y sobre todo, el nombre de sos, por otra parte, el vocabulario es una fuente de erro-
pila que nos distingue, son sin duda los datos capitales en res: el término novela autobiográfica está. demasiado
la historia del yo. La prueba está en que el nombre no cercano de la palabra autobiografía, la cual, a su vez, se
resulta jamás indiferente, que uno lo adora o lo detesta, acerca demasiado a la palabra biografía, para que no se pro-
que uno acepta recibirlo de otro o que prefiere dárselo duzcan confusiones. ¿La autobiografía no es, como indi-
ca su nombre,la biografía de una persona escrita por ella
* [N. del T]l: Scripteur en el original. misma? Existe la tendencia a considerarla como un caso

56 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
PACTO ATADO.TO
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ESTUDIOS El pacto autobiográfico
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particular de la biografía, y a aplicarle la problemática «his- quiere parecerse. La manera en que un texto puede «pare-
torizante» de ese género. Muchos autobiógrafos, escrito- cerse» a una vida es una cuestión que los biógrafos rara-
res aficionados o profesionales, caen ingenuamente en ese mente se plantean y que siempre, implícitamente, suponen
error: eso se debe a que esta ilusión es necesaria para el resuelta. El «parecido» puede darse en dos niveles: en el
funcionamiento del género. modo negativo (al nivel de los elementos de la narración)
a 20
Por oposición a todas las formas de la ficción, la biogra- intervieneelcriterio de la exactitud; enel modo positivos
fía y la autobiografía son textos vejerenciales: de la misma (y al nivel del conjunto de la narració imervieneloy e
manera que el discurso científico o histórico, pretenden llamaremos lafidelidad. La «actitud¿oncierne a ld in-
aportar una información sobre una «realidad» exterior al (formación lalfidelidad) a Ta Significación. El hecho de que-
texto, y se someten, por lo tanto, a una prueba de verifi- Tasignificaciónno-púeda producirse más que por las téc-
cación. Su fin no es la mera verosimilitud, sino el pareci- nicas de la narración y por la intervención de un sistema
do lo real; no «el efecto de realidad», sino la imagen de de explicación que implica la ideología del historiador,
lo real. Todos los textos referenciales conllevan, porlo tan- no impide al biógrafo concebirla en el mismo plano que
to, lo que yo denominaría pacto referencial, implícito o la exactitud, en relación de parecido con la realidad extra-
explícito, en el que se incluyen una definición del cam- textual a la cual todo texto remite. Así procede Sartre cuan-
po de lo real al que se apunta y un enunciado de las do declara sin vergiienza que su biografía de Flaubert es
modalidades y del grado de parecido a los que el texto una «novela verdadera»*, El modelo, en el caso de la bio-
aspira. - grafía, es entonces la vida de un hombre «tal como ba
El pacto referencial, en el caso de la autobiografía,es, sido».
en general, coextensivo con el pacto autobiográfico, sien- Para representar la empresa biográfica podemos dise-
do difíciles de disociar, como lo son el sujeto de la enun- ñar, por lo tanto, el cuadro 3 en el que la división en co-
ciación y el del enunciado en la primera persona. La lumnas distingue lo textual y lo extratextual, y la división
fórmula ya no sería «Yo, el abajo firmante», sino «Yo juro en líneas distingue el sujeto de la enunciación y el sujeto
decir la verdad, toda la verdad, y nada más quela verdad». del enunciado. Incluido en la línea de separación entre
El juramento raramente toma formatan abruptay total: lo textual y lo extratextual quedael autor, en la posición
es una prueba suplementaria de la honestidadel restrin- marginal que ocupa su nombre en la portadadel libro.
girlo a lo posible (la verdad tal como se me aparece, en
la medida en que la puedo conocer, etc., dejando margen
para los inevitables olvidos, errores, deformaciones invo- CUADRO 3
luntarias, etc.) y el indicar explícitamente el campo al que
se aplica el juramento (la verdad sobre tal aspecto de mi Biografía
vida, sin comprometerme en ningún otro aspecto). extratexto
texto
Vemoslo que hace que este pacto se parezca al que es
tablece el historiador, el geógrafo, el periodista, con su A= í 7 ] Narrador S.E.
lector; pero hacefalta ser ingenuo para no ver, al mismo + E
tiempo, las diferencias. No hablamos de las dificultades l Se.
1
Personaje €> modelo
prácticas de la prueba de verificación en el caso de la auto-
biografía, ya que el autobiógrafo nos cuenta precisamen- Abreviaturas: A = autor; S.E.= sujeto de la enunciación; S.e. = sujeto del
te —eneso estriba el interés de su narración— lo que solo enunciado. Relaciones: = idéntico a; + no-idéntico; +> parecido,

él nos puede decir. El estudio biográfico permite fácilmen- “


te reunir información adicional y determinar el grado de Comentario al esquema: En la biografía, el autor y el
exactitud de la narración. La diferencia no radica en eso, narradorestán ligados a veces por una relación de ¿denti-
sino en el hecho, muy paradójico, de que esta exactitud dad. Esta relación puede ser implícita o indeterminada,
no tiene una importancia capital. En la autobiografía re- o puede ser explícita como, por ejemplo, en un prefacio
sulta indispensable queel pacto referencial sea establecido (caso de Elidiota de lafamilia, en el que el biógrafo, Sartre,
que sea mantenido: pero no es necesario que el resulta- explica que tiene cuentas pendientes con su modelo, Flau-
do sea del orden del parecido estricto. El pacto referencial bert). Puede darse también que no se establezca relación
puede no ser mantenido segúnlos criterios del lector, sin de identidad entre el autor y el narrador. Lo importante
que el valor referencial del texto desaparezca (al contra-
es que, si el narrador emplea la primera persona, no es
rio), lo que no sucede en el caso de los textos históricos
para hablar del personaje principal de la historia, el cual
y_periodisticos. es otra persona. También, el modo principal de la narra-
Esta paradoja aparente proviene de la confusión que ción es la tercera persona, lo que G. Genette llama na-
yo he mantenido hasta el momento, siguiendo el ejem- rración heterodiegética. La relación entre el personaje (en
plo de la mayor parte de los autores y críticos, entre la el texto) y el modelo (referente extratextual) es ciertamente,
biografía y la autobiografía. Para-disiparla es necesario res- en primer lugar, una relación de identidad, pero sobre
tituir ese cuarto término, $ todo de «parecido». A decir verdad, en el caso del sujeto
Por «modelo» yo entiende lo rea que el enunciado del enunciado, la relación de identidad no tiene el mis-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 57
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

mo valor que para el sujeto de la enunciación: es simple- ese error, mentira, olvido o deformación tienen simple-
mente un dato del enunciado situado en el mismo plano mente, si los percibimos, valor de aspectos, entre otros, de
que los otros, y no prueba nada, sino que ella misma ne- una enunciación que permanece auténtica. Llamemosau-
cesita ser probada por el parecido. tenticidad a esa relación interior propia del empleo de la
Vemos ya que, fundamentalmente, lo que va oponer la primera persona en la narración personal; no se la confun-
biografía y la autobiografía es la jerarquización de las relacio- dirá ni con la identidad, que remite al nombre propio, ni
nes de parecido y de identidad: en la biografía, el parecido conel parecido, el cual supone un juicio de similitud entre
debe sostener la identidad, mientras que en la autobiogra- dos imágenes diferentes emitido por unatercera persona.
fía la identidad sostiene el parecido. La identidad es el pun- Este rodeoera necesario para comprenderla insuficien-
to departida real de la autobiografía; elparecido, el horizonte cia del esquema con respecto a la autobiografía. Esa ¡lu-
imposible de la biografía. La función diferente que cumple sión la sufren los que parten de la problemática de la
el parecido en los dos sistemas se explica por esa razón. biografía para pensar en la autobiografía. Al delinearel
Eso resulta evidente en el momento en que delinea- esquema de la biografía me he visto llevado, a causa de
mosel esquema correspondiente a la autobiografía (cua- la no-identidad del narrador y del personaje, a distinguir
dro 4). dos «lados» de la referencial extratextual, situando a la 1z-
quierda el autor y a la derecha el modelo. El hecho de
que se trate de relaciones simples de identidad por el lado
CUADRO 4 del autor, y de parecido por el lado del modelo, me per-
mitió una presentación lineal. Para la autobiografía, la «re-
Autobiografía
ferencia» se hace por un solo lado (confusión del autor
extratexto texto extratexto y del modelo), y la relación que articula identidad y pa-
recido es, de hecho, unarelación de relaciones que no pue-
persona A = narrador S.E, de ser representada linealmente.
del autor = Tenemos entonces las dos fórmulas siguientes:
S.e. personaje <> modelo

Biografía: A es o no es N; P se parece a M.
Autobiografía: N es a P lo que A es a M.
La narración personal (autodiegética) aparece aquí
como absolutamente irreductible a la narración imperso- (A =autor; N =narrador; P= personaje; M= modelo)
nal (heterodiegética).
Enefecto, en el caso de la narración personal, ¿que sig- Al ser la autobiografía un género referencial, está so-
nifica el signo igual (=) que se encuentra entre el sujeto metida naturalmente, al mismo tiempo, al imperativo de
de la enunciacióny el del enunciado? Implica identidad de parecido al nivel del modelo, pero ese es un aspecto se-
hecho, y esta identidad, a su vez, implica cierta forma cundario. El hecho de que nosotros juzgamos que el pare-
de parecido. ¿Parecido a qué? Si se trata de una narración cido no está logrado se convierte en algo secundario en
hecha exclusivamente en pasado, el parecido del persona- el momento en queestamos seguros de que se ha intenta-
je al modelo podría ser percibido exclusivamente, como do conseguirlo. Importa menosel parecido de «Rousseau
en el caso de la biografía, como unarelación verificable a la edad de dieciséis años», representado en el texto de
entre personaje y modelo. Pero toda narración en prime- las Confessions, con el Rousseau de 1728, «tal comoera»,
ra persona implica que el personaje, incluso si cuenta he- que el doble esfuerzo de Rousseau hacia 1764 de «repre-
chos del pasado, es también, al mismo tiempo,la persona sentar»: 1) su relación con el pasado; 2) su pasado tal como
«actual» que produce la narración:el sujeto del enuncia- fue, con la intención de no cambiar nada.
do es doble, al ser inseparable del sujeto de la enunciación; En el caso de la identidad, el caso límite y excepcio-
no se convierte de nuevo en singular más que cuando el nal, el cual confirmala regla, es el de la superchería; en
narrador habla de su propia narración actual, y jamás en el caso del parecido, será la mitomanía, es decir, no los
.el otro sentido, por designar un personaje sin conexión errores, las deformaciones, las interpretaciones consustan-
con el narrador actual. ciales a la elaboración del mito personal en toda autobio-
Vemosentoncesquela relación designada por «=» no grafía, sino la sustitución de una historia descaradamente
es en absoluto unarelación simple, sino, sobre todo, una inventada, y globalmente sin relación de exactitud conla
relación de relaciones; significa que el narrador es al per- vida. Como en el caso de la superchería, este caso es ex-
sonaje (pasado o actual) lo que el autor es al modelo; ve- tremadamente raro, y el carácter referencial atribuido a
mos que esto implica que el término último de verdad la narración es, entonces, fácilmente puesto en cuestión
(si razonamos en términos de parecido) no puede ser el por una investigación de historia literaria. Pero, descuali-
ser-en-sí del pasado (si tal cosa existe), sino el ser-para-sí, ficada comoautobiografía, la narración mantendrásu in-
manifestado en el presente de la enunciación. Si el narra- terés como fantasma,al nivel de su enunciado, y la falsedad
dor se equivoca, miente, olvida o deforma en relación a del pacto autobiográfico, como conducta, será todavía re-
la historia (lejana o casi contemporánea) del personaje, veladora para nosotros al nivel de la enunciación, de un

58 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

sujeto con intención autobiográfica, pese a todo, que no- nos permite decirlo, es en cuanto autobiografía que la no-
sotros continuaremos postulando más allá del sujeto abor- vela es decretada como más verdadera.
tado. Eso nos ha llevado, entonces, a analizar en otro De esta manera,el lector es invitado a leer las novelas,
plano,ya nola relación biografía-autobiografía, sinola re- no solamente como ficciones que remiten a una verdad so-
lación novela-autobiografía, a definir lo que podríamos bre la «naturaleza humana», sino también comofantasmas
Mamarel espacio autobiográfico y los efectos de relieve que reveladores de un individuo. Denominaría a esta forma
engendra. indirecta del pacto autobiográfico el pacto fantasmático.|
Si la hipocresía es un homenaje que elvicio rinde a la
virtud, estos juicios son en realidad un homenaje que
El espacio autobiográfico la novela rinde a la autobiografía. Si la novela es más ver-
dadera que la autobiografía, entonces ¿por qué Gide, Mau-
Es cuestión ahora de mostrar en qué ilusión ingenua se riac y tantos otros no se contentan con escribir novelas?
apoyala teoría tan extendida según la cual la novela sería Al plantear así la pregunta todo se aclara: si no hubieran
más verdadera (más profunda, más auténtica) que la auto- escrito y publicado también textos autobiográficos, aun-
biografía. Ese lugar común, como todos, no tiene autor; que sean «insuficientes», nadie habría visto jamás cuál era
cada uno, a su vez, le presta su voz. Así, André Gide: «L el orden de la verdad que habría que buscar en sus nove-
Memorias no son nunca sinceras más que a medias, por las. Estas declaraciones son, por lo tanto, trucos tal vez
muy grande que sea el deseo de verdad: todo es siempre voluntarios, pero muy eficaces: uno se escapa a las acusa-
más complicado de lo que lo decimos. Tal vez nos acerca- ciones de vanidad y de egocentrismo cuando uno se mues-
mos más a la verdad en la novela(BO Francois Mauriac: tra tan lúcido sobre los límites y las insuficiencias de su
«Pero es buscar excusas el haberme ceñido a un solo capí- autobiografía; y nadie percibe que, con la misma manio-
tulo de mis memorias. La verdadera razón de mi pereza, bra, se extiende el pacto autobiográfico, de forma indirec-
¿no es que nuestras novelas expresan lo esencial de noso- ta, al conjunto de una obra. Jugada doble.
tros mismos? Solo la:ficción no miente; ella entreabre en Jugada doble o, mejor, visión doble, escritura doble;
la vida del hombre una puerta secreta por dondese desli- efecto, si se me permite el neologismo, de estereografía.
za, más allá de todo control, su alma desconocida2) El problema cambia completamente de naturaleza si
Albert Thibaudet ha dado al lugar común la forma se lo plantea de esta manera. Ya no se trata de sabersi es
universitaria del «paralelo», tema ideal de disertación,al más verdadera la autobiografía o la novela. Ni lo uno ni
oponer la novela (profunda y múltiple) y la autobiogra- lo otro:a la autobiografía le faltará la complejidad, la am-
fía (superficial y esquemática).?! bigiiedad, etc.; a la novela, la exactitud. ¿Deberíamosde-
Demostraré la ilusión partiendo de la formulación cir, entonces, la una y la otra? Mejor: la una en relación
propuesta por Gide, aunque solo sea porque su obra ofre- a la otra. Lo queresulta revelador es el espacio en el que
ce un terreno incomparable para la demostración. No in- se inscriben ambas categorías de textos, y que noes redu-
tento en absoluto tomar la defensa del género autobio- cible a ningunade las dos. El efecto de relieve conseguido
gráfico, y establecer la verdad de la proposición contraria, de esta manera es la creación, por el lector, de un «espa-
o sea, que la autobiografía sería la más verdadera, la más cio autobiográfico».
profunda, etc. Invertir la proposición de Thibaudet no Desde este punto de vista, la obra de Gide y la de Mau-
tendría interés alguno: importa más mostrar que, del de- riac son típicas: ambos han organizado,si bien por razones
recho o del revés, se trata siempre de la misma propo- diferentes, un fracaso, espectacular de sus autobiografía,
sición. forzando así a sus lectores a leer en clave autobiográfica
En efecto: en el momento mismo en que, en aparien- el resto de su producción narrativa. Cuando yo hablo de
cia, Gide y Mauriac rebajan el género autobiográfico y fracaso no trato de hacer un juicio de valor sobre textos
glorifican la novela, están haciendo en realidad algo muy admirables (Gide) o estimables (Mauriac), sino de hacer-
diferente a un paralelo escolar más o menos discutible: me eco de sus propias declaraciones y de constatar que
diseñan el espacio autobiográfico en el que desean que se | ellos han elegido dejar sus autobiografías incompletas, frag-
lea el conjunto de su obra. Lejos de ser una condena de mentadas, con fisuras y abiertas.”
la autobiografía, esas frases, frecuentemente citadas, son Esta forma de pacto indirecto está cada vez más exten-
en realidad una forma indirecta del pacto autobiográfico, dida. En otra época era el mismo lector quien, a pesar de
pues establecen, de hecho, de qué orden es la verdad últi- las reconvenciones del autor, tomabala iniciativa y la res-
ma a la que aspiran sus textos. En esos juicios, el lector ponsabilidad de este tipo de lectura; hoy en día, autores
olvida muy a menudo que la autobiografía se muestra a y editores lo empujan desde el principio en esta dirección.
dos niveles: al mismo tiempo que constituye uno de los Resulta revelador que Sartre mismo, que por algún tiem-
zérminos de la comparación, es el criterio por el que s po pensó en continuar Las palabras bajo la formade fic-
juzga la comparación. ¿Cuál es esa «verdad» a la que la ción, haya tomadola fórmula de Gide («Va siendo hora de
novela nos acerca mejor que la autobiografía, sino la ver- que diga la verdad. Pero solo podría decirla en una obra
dad personal, individual, íntima, del autor, es decir, lo mis- de ficción»), y que haya hecho explícito así el contrato de
mo a lo que aspira todo proyecto autobiográfico? Si se lectura que él sugeriría al lector:

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 59
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

En aquella épocayo tenía el proyecto de escribir una no- podría versar sobre el parecido y no probarla nada. Tam-
vela en la que diría de manera indirecta todo lo que pensaba pocoestá fundada en un análisis interno del funcionamien-
decir antes en una especie de testamento político que sería to del texto, de la estructura o de los aspectos del texto
la continuación de mi autobiografía y cuyo proyecto había publicado, sino sobre un análisis, al nivel global de la pa-
abandonado. La cantidad de ficción habría sido ínfima; ha-
blicación, del contrato implícito o explícito propuesto por
bría creado un personaje del que sería necesario que el lec-
tor dijera: «Este hombre es Sartre». Lo cual no significa que, el autor al lector, contrato que determina el modode lec-
para el lector, debería haber coincidencia entre el personaje tura del texto y que engendra los efectos que, atribuidos
y el autor, sino que la mejor manera de comprenderel per- al texto, nos parece que lo definen como autobiográfico.
sonaje sería buscando lo que procedía de mí.” El nivel de análisis utilizado es, entonces, el de la rela-
ción publicación/publicado, la cual sería paralela, en el pla-
Estos juegos, que muestran claramente el predominio no del texto impreso,a la relación enunciación/enunciado
del proyecto autobiográfico, los encontramos de nuevo, en el plano de la comunicación oral. Para llevar a cabo
en grados diferentes, en muchos escritores modernos. Y esta investigación sobre los contratos autor/lector, sobre
ese juego puede, naturalmente, ser imitado en una nove- los códigos implícitos o explícitos de la publicación —so-
la. Es lo que ha hecho Jacques Laurent en Betises (Gras- bre esos márgenes del texto impreso que, en realidad, di-
set, 1971), al darnos a leer, a la vez, el texto de ficción rigen toda la lectura (nombre del autor, título, subtítulo,
queescribe el personaje y diferentes textos «autobiográfi- nombre de la colección, nombredel editor, hasta el jue-
cos» del mismo.Si algún día publica Jacques Laurent su go ambiguo de los prefacios)— esta investigación debería
propia autobiografía los textos de Betíses tomarán un «re- tomar una dimensión histórica que no le he dado aquí.?*
lieve» vertiginoso... Las variaciones de esos códigos a lo largo del tiempo
Llegado al término de esta reflexión, un escueto ba- (debidas, a la vez, a los cambios de actitud de los autores
lance nos permite constatar un desplazamiento del pro- y de los lectores, a los problemas técnicos o comerciales
blema. del mundoeditorial) manifestarían con más claridad que
Balance negativo: ciertos puntos permanecen difusos se trata de códigos y no de cosas «naturales» o universa-
o insatisfactorios. Por ejemplo, podemos preguntarnos les. Desdeel siglo XVIL, por ejemplo, los usos del anoni-
cómo puede establecerse la identidad del autor y del na- . mato o del seudónimo han cambiado mucho; los juegos
rrador en el pacto autobiográfico cuando el nombre no sobre alegaciones de realidad en las obras de ficción no
se repite; podemos ser escépticos con respecto a las dis- se practican hoy en día de la misma manera queenel si-
tinciones que propongo en «Copia certificada». Sobre glo XVI? pero, por otra parte, los lectores le han tomado
todo, los dos apartadostitulados «Yo, el abajo firmante» gusto a adivinar la presencia del autor (de su inconscien-
y «Copiacertificada» no se ocupan más que del caso de te) incluso en las producciones que notienen aire auto-
la autobiografía autodiegética, mientras que yo he indica- biográfico: tal es la manera en que los pactos fantasmáticos
do que hay otras fórmulas narrativas posibles: ¿se manten- han creado nuevos hábitos de lectura.
drán en el caso de la autobiografía en tercera personalas La autobiografía se define a ese nivel global: es un mo-
distinciones establecidas en esos apartados? do de lectura tanto como un tipo de escritura, es un efecto
Balance positivo: por otra parte, mis análisis me han contractual que varía históricamente. La totalidad del pre-
parecido fecundos cada vez que, yendo más allá delas es- sente estudio reposa en realidad en los tipos de contrato
tructuras aparentes del texto, me han llevado a poner en quese establecen hoy en día, de lo que procedesu relati-
cuestión las posiciones del autor y del lector. «Contrato vidad y lo absurdo quesería que se pretendiese válido de
social» del nombre propio y de la publicación, «pacto» manera universal, De ahí también las dificultades encon-
autobiográfico, «pacto» novelesco, «pacto» referencial, tradas en esta tarea de definición; he querido explicitar
«pacto»fantasmático: todas esas expresiones remiten a la en un sistema claro, coherente y exhaustivo (que dé cuenta
idea de que el género autobiográfico es un género con- de todos los casos) los criterios de constitución de un cor-
tractual. Las dificultades con las que me tropecé en mi pus(el de la autobiografía) que está constituido en reali-
primer intento procedían del hecho de que buscaba en dad según criterios múltiples, variables con el tiempo y
vano, al nivel de las estructuras, de los modos o voces na- los individuos, y a menudo sin coherencia entre ellos. El
rrativos, criterios claros para establecer una diferencia que triunfo de ofrecer una fórmula clara y total de la auto-
no importa queel lector experimente. La noción de «pacto biografía sería en realidad un fracaso. Alleer este ensayo,
autobiográfico» que he elaborado después quedaba en el en el que he intentado ser riguroso al extremo, se habrá
aire por no ver que el nombre propio era un elemento tenido la sensación de que ese rigor se volvía arbitrario,
esencial del contrato. Que algo tan evidente no se me haya inadecuado a un objeto que obedece tal vez mása la lógi-
ocurrido entonces muestra que este tipo de contrato es ca china, tal como la describe Borges, que a la lógica car-
implícito, y, que al estar fundado,al parecer, en la natura- tesiana.
leza de las cosas, no se convierte en objeto de reflexión. A fin de cuentas, este estudio me parece, por lo tanto,
La problemática de la autobiografía que he propuesto más un documento a estudiar (la tentativa de un lector
aquí no está basada en unarelación, establecida desde fue- del siglo XX de racionalizar y explicitar sus criterios de
ra, entre lo extratextual y el texto, pues tal relación solo lectura) que un texto «científico»: documento que debe

60 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

añzdirse al dossier de una ciencia histórica de los modos Véase un divertido inventario de supercherías recientes en Gulliver,
de comunicación literaria. 1 (nov: 1972).
9. Ma derniere mémoire, L Un faubourg de Toulouse, 1907-1927, Ga-
La historia de la autobiografíaseríaentonces,.más.que llimard, 1971, pp. 82-83.
nada, la de sus modos de lectura: historia comparada en 10. Bertrand Poirot-Delpech, en Le Monde (13 oct. 1972).
dE que se podría hacer dialogar a los contratos de lectura 11. «Ella recuperóla palabra y dijo: “Cariño”, “Cariño mío”, segui-
¡Propuestos por diferentes tipos de textos (pues de nadaser- dos de ni nombrede pila que, si diéramos al narrador el mismo nombre
queel del autor deeste libro sería: “Mi Marcel” , “Miquerido Marcel”
“sería estudiar la autobiografía aisladamente, ya que los con-
(A la recherche du temps perdu, Gallimard, 1954, t. III,p. 75). El ejemplo
'z==tos, como los signos, solo tienen.sentido por efectos de la p. 157 es una repetición de este caso.
«le oposición), ylosdiferentestiposdelecturasaque.esos 12. Michel Leiris, Lage d'bomme, Col. Folio, 1973, p. 174.
“3ExtOSSON sometidos. Si, entonces, la autobiografía se de- 13. A pesar de las apariencias, ese no es el caso de la Vie de Henry
“Enepor aralgo exterior al texto, no es por un parecido in- Brulard, de Stendhal. Ese texto presenta problemas muy delicados, por
werificable con la persona real, sino porel tipo delectura estar inacabado y no estar listo para su publicación. Por eso, es difícil
decidir si Henry Brulard es un seudónimo de autor o solamente un nom-
que engendra, la creencia que origina, y que se da a leer bre de personaje, ya queel texto no tiene la forma de manuscrito conce-
en el texto crítico. bido para la publicación: los títulos humorísticos no están pensados para
la publicación sino para «MM.de la Police»; el subtítulo «Novela imita-
da del Vicario de Wakefield» tiene la misma función de superchería bur-
lesca. La posibilidad de que se trate de una verdadera autobiografía,
«camuflada», resulta evidente durante la lectura del texto. El nombre de
NOTAS Brulard solo aparece tres veces en el texto (Oemvres intimes, Gallimard,
1955, pp. 6, 42 y 250), y en dos de estos tres casos hay camuflaje: en
Philippe Lejeune, Lautobiographie en France, Armand Colin, 1971.
pa

la p. 6 Brulard está escrito encima del nombre Beyle; en la p. 250, los


Figures, 11, Seuil, 1972.
ja

«siete libros» de Brulard son al principio cinco; y en ese delicioso pasaje,


Nons. Essai d'autobiographie, Gallimard, 1972, pp. 33-39.
lus

Bernard es a Brulard lo que Brulard es a Beyle. El resto del tiempo,el


Por ejemplo, Rousseau, Confessions, Libro IV: «Pobre Jean-Jacques,
sl

nombre de familia es representado por «B.» (el cual puede aplicarse a,


«ez ese cruel momento tú solo esperabas un día [...]»; cf. también Claude
Beyle o a Brulard), pero también simplemente por Beyle, lo cual indica
Row, en Moije, Gallimard, 1970, p. 473, imaginándose que habla al que
que nos hallamos ante una autobiografía (pp. 60, 76, 376) o porS. (Stend-
¿== «Créeme, hijo mío, tú no deberías [...] Tú no habrías debido.» En
hal) (p. 247), lo cual implica lo mismo.
«sz página, Claude Roy, oponiendoel narrador (actual) al personaje (pa-
sado), emplea a la vez la segunday la tercera persona para hablar del 14. Esas Mémoires anónimas tienen, en la segunda edición (1843),
cimo.[N. del T.]: En nuestra literatura contamos con autobiografías un prefacio de A. Aumétayer. Ese prefacio lleva la ambigiiedad a sus
omo Coto Vedado (1985) y En los reinos de taifa (1986) de Juan Goyti- límites.
soto, en las que la narración en segunda persona ocupa un lugar funda- 15. Cfr. Jean Starobinski, «Stendhal pseudonyme», en Loeil vivant,
mental. Claro que esas obras fueron publicadas años después de que Gallimard, 1961. [N. del T: hay traducciónal castellano en la editorial
Esieune publicase su libro (1975). Taurus.]
5. Problemes de linguistique générale, Gallimard, 1966, sección V, 16. Frangois Nourissier, Un petit bourgeois, Col. Livre de Poche, 1969,
«Ehomme dans la langue». pp. 81-84.
6. Sobre los aspectos lingiiísticos del problema del nombre propio 17. Jacques Madaule, Linterlocutenr, Gallimard, 1972, pp. 3435.
7 la manera en que contribuye, en la enunciación,a la referencia, véase 18. Entrevista concedida a Le Monde (14 mayo 1971).
. Oswald Ducrot y Tzvetan Todorov: Dictionnaire encyplopédique des scien- 3 André Gide, Si le grain ne meurt, Col. Folio, 1972, p. 278.
. ess du langage,Seuil, 1972, pp. 321-322. [N.del T.]: Hay traducción cas- Francois Mauriac, «Commencements d'une vie», en Ecrits inti-
“llana: Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Buenos Aires, mes, Ginebra/París, La Palatine, 1953, p. 14.
Sielo XXI, 1974. 21. Albert Thibaudet, Gustave Flaubert, Gallimard, 1935, pp. 87-88.
7. El problemadela referencia en la enunciaciónescrita, en la que 22. Véase, más adelante, el capítulo «Gide y el espacio autobiográfi-
al emisor y el destinatario del discurso no comparten unasituación co- co». [N. del T: ese capítulo se encuentra en las páginas 165-196 de Le
mún (e incluso pueden no conocerse), es raramente invocado por los pacte autobiograpbique.]
Engilistas, o, si lo hacen, es a título de algo que convendría estudiar; 23. Entrevista concedida a Michel Gontat, Le Nouvel Observateur
zero que nadie estudia. Cf. E. Benveniste: «L-Appareil formel de 'énon- (23 jun. 1975).
iztion», Langages, 17 (mar. 1970), 18. 24. Sobre este problema, véase más abajo las pp. 311-341, «Autobio-
8. Los casos de supercherías, o los problemas dela identidad del autor graphieet histoirelittéraire». [N. del T: se refiere a otro capítulo de su
fanonimato, seudoanonimato), pueden estudiarse a partir de las obras libro Le pacte autobiographique.]
«ásicas de J-M. Quérard: Les Supercheries littéraires dévoilées (1847), o 25. Cfr. Jacques Rustin, «Mensongeet vérité dans le roman frangais
de A. Barbier: Dictionnaire des ouvrages anonymes (32 edición, 1872). du xvme siécle», Revue d'Histoire Littéraire de la France (ene.-feb. 1969).

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 61
ESTUDIOS Actos literarios

notables por su reserva que por su intimismo. Las Confe-


Actosliterarios* siones de san Agustín poseen ambas cualidades, pero Agus-
tín no se limita a lo que de hecho él recuerda, y abre su
narrativa así: «este período de mi vida, que yo no recuer-
Elizabeth Bruss do haber vivido, y que yo asumoa partir de las palabras
de otros, y que, no importa cuan fidedigna pueda ser la
evidencia, es todavía pura conjetura basada en el compor-
tamiento de otros niños».?
[...] todo lo que uno puede hacer es apilar li-
bros en grupos[...] y así tendremosla literatura
Desde luego, uno podría simplemente rechazar cual-
inglesa agrupada en A, B, C; uno, dos, tres; y per- quier cosa que nose ajustara a la definición de la auto-
demos toda huella de lo que significa. (Virgi- biografía que ha aceptado, o utilizar aquella definición
nia Woolf, «Carta a Julian Bell», 1 de diciembre prescriptivamente para reflejar lo que el escrito autobio-
de 1935.)1 gráfico debería ser, no lo que es. Esta ha sido la práctica
A cualquier estudioso de la literatura se le puede aplicar de críticos como Roy Pascal, cuando dirige su atención
en algún momento,la sutil impaciencia de Virginia Woolf, al siglo XX en Design and Truth in Bibliograph).
pero especialmente a aquellos de nosotros que se dedican
al estudio de un género. ¿Cómo puede unojustificar esta Su éxito al representar al hombre completo es relativa-
manía porclasificar, este vehemente deseo «linneano» por mente exiguo. No creo que sea debidoa la dificultad técnica
de combinar muchas tramas en una mismahistoria; surge,
definir y categorizar? Es bastante fácil imponerle una de-
sobre todo, del hecho de que nose llega muy lejos en lo que
finición a la autobiografía, pero, como Woolf nos recuer- se refiere al conjunto de la personalidad. Como sucede con
da, una definición que oscurece «toda huella de lo que la mayor parte de autobiografías, esto es simplemente el re-
significa» es, no solamente inútil, sino también potencial- sultado de una incompetencia en las personas que escriben,
mente perniciosa. La única definición estimable sería aque- una falta de responsabilidad moral hacia su trabajo, unafal-
lla que reflejara una categoría literaria que realmente ta de consciencia y de intuición... Me parece inevitable con:
«existe», en el sentido de que puede experimentarse como cluir que el objetivo primordial de la autobiografía no se logra
algo que obliga o dirige los actos de lectura y escritura, en la autobiografía moderna.*
o al menos proporciona a los lectores y escritores una in-
terpretación de sus acciones. Obviamente,los estudios so- Dejando de lado lo que pueda tener de justo un ata-
bre el género están justificados si seguimos a Alastair que moral al hecho de no haber conseguido algo que qui-
Fowler en la creencia de que «los géneros y modostradi- zá ni siquiera se haya intentado, queda por ver todavía
cionales, lejos de ser meros recursos clasificatorios, sirven la cuestión del contenido de la definición preceptiva de
principalmente para permitir al lector compartir tipos de Pascal o la de cualquier otro crítico. ¿A qué poder o princi-
significado sin desperdiciar nada[...] el entendimiento está pio podemosrecurrir para determinar la naturaleza de la
ligado al género».? Pero, para aprehender esto, necesita- labor primordial de la autobiografía?, ¿o incluso para es-
mos saber de modo más preciso cómo existe un género, tipular eso debe haber un único cometido semejante? Así,
cómo somos capaces de reconocerlo y respondera lost1- tanto la clasificación preceptiva como la ingenua llevan
pos de significado que nos expresa. porigual a reclamar y contrarreclamar, y, posiblemente,
Las suposiciones erróneas o ingenuas sobre la natura- a la consideración de que no se pueden hacer generaliza-
leza de un género perjudican la crítica del escrito auto- ciones útiles: que los géneros son ficciones nominalísti-
biográfico, ya que las sentencias críticas que resultan son, cas, meros idolos del mercado dela crítica.
o bien demasiado amplias para ser aclaratorias, o bien de- Podemos evitar este impasse, y al mismo tiempo con-
masiado inflexibles para hacer frente a los cambios y al tinuar siendo críticos responsables, si podemos explicar
desarrollo. cómo puede haber tanto cambio como continuidad en
Sentencias como, por ejemplo, «la autobiografía es una el escrito autobiográfico, y si podemos formular nuestra
confesión», o «la autobiografía debe seguir la huella de explicación de tal manera que no distorsione la autobio-
la teleología de su vida», o incluso «la autobiografía es un grafía individual. Solamente podremoslograr esto después
acto de memoriaartística», todas ellas de uso bastante fre- de distinguir primero entre laforma, las propiedades ma-
cuente y de una cierta verosimilitud, son, sin embargo, teriales inmanentes de un texto, y las funciones asignadas
demasiado fáciles de refutar. Ni Lillian Hellman en An a ese texto. La formay la función no son isomórficas; va-
unfinished Woman, ni los ciclos de los diarios de Anais rias funciones pueden ser y acostumbrana ser asignadas
Nin alcanzan una resolución teleológica, mientras que Bis- a la misma estructura, y la mayoría de las funciones pue-
hop Hall y Henry Adamshan escrito autobiografías más den ser llevadas a cabo a través de más de una forma. Que
esto es una distinción real queda claro en el siguiente ejem-
plo. Unaentrevista, como un intercambio de preguntas
* Introducción y capítulo 1 «From Act to Text» de la obra de EW. Bruss Auto- y respuestas entre dos participantes, es obviamente dife-
biograpbical Acts. The Changing Situation of a Literary Genre, Baltimore y Lon-
dres, The Johns Hopkins University Press, 1976, pp. 1-31. Trad. de Eduard Ribau
rente a una autobiografía, en la que la dirección de la in-
Font y Antónia Ferrá Mir. vestigación está en manos de un solo hombre. Aun así,

62 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

Vladimir Nabokov puede usar un lenguaje que es literal bio, tienen funciones.marcadamente diferentes. De nue-
y sintácticamente idéntico para llevar a cabo estas funcio- vo, considérese la forma en que Nabokov ha usado gran
nes divergentes. Respondiendo a una pregunta sobre sus parte de la misma información, ha representado la mis-
hábitos de viaje Nabokov menciona: ma «función mimética» tanto en una novela temprana,
Glory como en Speak, Memory:
Cuando, era un joven de diecisiete años, en los años ante-
riores a la revolución rusa, yo planeaba seriamente (siendo El tipo de familia rusa a la que yo pertenecía —unaclase
el poseedor único de una fortuna heredada) una expedición ahora extinta— tenía, entre otras virtudes, una tradicional
lepidopterológica al Asia central, que hubiera comportado inclinación por los confortables productos de la civilización
acampar a menudo. Previamente, cuando yo tenía unosseis anglosajona. El jabón Pears, del color del negro alquitrán
o siete años, raramente vagaba más lejos de los campos y bos- cuando estaba seco, y como un topacio bajo la luz y entre
ques de nuestra hacienda, cerca de San Petersburgo. A los los dedos mojados, se encargaba del baño matutino. Era agra-
doce años, cuando ambicionaba un determinadolugar situado dable el decreciente peso de la bañera plegable cuandose le
a seis millas o más, hubiera utilizado para llegar allí una bi- quitaba el tapón de goma y descargaba su espumoso conte-
cicleta con mi red sujeta a su estructura; pero no muchos nido en la cubeta para agua sucia.[...] Todo tipo de objetos
de los senderos del bosque eran aptos para vehículos de rue- cómodos y melososllegaban en continua procesión dela tien-
das. Era posible ir hasta allí a caballo, desde luego; pero de- da inglesa de la avenida Nevski: pasteles de fruta, sales olo-
bido a nuestros feroces tábanos rusos, uno no podía dejar rosas, cartas, puzzles de dibujos, chaquetas a rayas, pelotas
un caballo apeado en un bosque por mucho tiempo. Undía, de tenis tan blancas comoel talco. Aprendí a leer en inglés
mi fogoso caballo casi se subió al árbol donde estaba atado antes de hacerlo en ruso.”
tratando de esquivarlos: grandes bestias con lagrimosos ojos En San Petersburgo se la conocía como una anglo-maníaca
y cuerpos de tigre.? y gustaba de esta fama —discutiría de manera elocuente de
temas como los Boy Scouts o Kipling, y encontraba un pla-
Comorespuesta a la pregunta de «¿Cómo solía usted cer especial en las frecuentes visitas a la tienda inglesa de Drew,
viajar», las palabras de Nabokov funcionan como descrip- donde,todavía en las escaleras, delante de un gran póster (una
ción de todo lo que servía para limitar la movilidad de mujer enjabonando generosamente la cabeza de un niño),
un chico de ocho años y para incomodar, con carreteras eras recibido por un agradable olor a jabón y lavanda, al que
intransitables y tábanos, al que viajara por la campiña rusa se había añadido alguna cosa más, algo que sugería bañeras
a principios de siglo. Pero lo que parecen meramente es- de gomaplegables, balones de fútbol y redondos y pesados
pudings navideños herméticamente envueltos. Resultó que
torbos en este contexto, se convierten en valiosos peda- los primeros libros de Martin fueron en inglés?
zos de memoria en la autobiografía de Nabokov. Véase
ahora este otro texto, casi idéntico: Esta similitud se halla solo entre dos pasajes en este
caso, pero una novela en su totalidad podría aproximada-
Cuando actualmente intento seguir en la memorialossi- mente tener la misma información que una autobiogra-
nuosos senderos desde un punto dado hasta otro, noto con
fía y la misma disposición de esa información para crear
alarma que hay muchas lagunas, debidas al olvido o la ig-
una trama. La disposición escénica de la Life de Cellini,
norancia, semejantes a los espacios en blanco de las tierras
por explorar que los antiguos cartógrafos solían llamar «be- por ejemplo, tiene mucho en común con la novelle Flo-
llas durmientes». Más allá del parque, había campos, con un rentine,? mientras que «la intriga» es tan importante en
continuo relucir de alas de mariposa sobre el resplandor de el desarrollo de las Confessions de Rousseau comolo es
las flores [...] Al principio, cuando yo tenía, digamos, unos en su Julie o en su Émile. A pesar de las diferencias for-
ocho o nueve años, apenas paseaba más allá de los campos males, somos capaces de reconocer ejemplos de un mis-
entre Byra y Batovo. A los doce años, cuando ambicionaba mo estilo o trama, y yo sugiero que es esta misma
un determinado lugar situado a seis millas o más, hubiera habilidad la que nos permite reconocer cuando dos tex-
utilizado para llegar allí una bicicleta con mi red sujeta a su tos tienen la misma función genérica.
estructura; pero no muchosde los senderos del bosque eran
En cualquier trabajo en particular, desde luego,las di-
aptos para vehículos de ruedas. Era posible ir a caballo allí,
desde luego; pero debido a nuestros feroces tábanos rusos, ferentes funcionesestán inseparablemente combinadas. Las
uno no podía dejar un caballo apeado en un bosque por mu- mismas frases que avanzan la historia sirven también como
cho tiempo. Un día, mi fogoso caballo casi se subió al árbol manifestaciones de estilo.*” Podemos separar estas funcio-
donde estaba atado tratando de esquivarlos: grandes bestias nes solo en lo abstracto, siguiendo «reglas» implícitas que
con lagrimosos ojos y cuerpos de tigre. nos dicen dónde y cómo mirar un texto, qué criterios apli-
car al contar con o desechar parte del material puesto de-
Las carreteras intransitables, las microscópicamente de- lante de nuestros ojos como evidencia de una de estas
licadas imágenes de los tábanos, son valoradas como pun- diferentes funciones. Tenemos, de hecho, tanto éxito en
tos que todavía permanecen intactos en la ordenación este tipo de actividad que a menudo es difícil reconocer
metafórica del propio pasado remoto de Nabokov. Des- que estamos abstrayendo cuando hablamosde la trama
de luego,la identidadliteral de este tipo es muy rara, pero o género de un texto, y abstrayendo de distintas formas,
no es del todo inusual encontrar incidentes, motivos, in- según distintos tipos de criterios. El valor genérico de un
cluso estilos, que sean compartidos por textos que, en cam- texto no está determinado de la misma manera en que uno

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 63
ESTUDIOS Actosliterarios

determina su estilo o estructura, su valor mimético o te- quieren significado, forman una sucesión inteligible o .
mático. Ciertamente, no podría ser lo mismo, ya que una una historia.»'* ¿Por qué algunos actos llegan a estar
integración total de la función genérica con cada una de institucionalizados, mientras otros no?, y ¿por qué algu-
las otras funciones de un texto lo convertiría todo en frag- nas instituciones duran más que otras? Esta es una delas *
mentosde literatura suz generis, con cualquier alteración preguntas más profundas a las que se enfrenta un estu-
en la temática o estructura, por pequeña que fuera esta, dioso de cualquier aspecto de la cultura. Una institución
creando una nuevacategoría genérica. Es fácil ver, enton- literaria debe reflejar y enfocar hacia alguna necesidad y
ces, por qué los ingenuos intentos de definir la autobio- sentido de posibilidad lógica en la comunidad a la que
grafía según criterios composicionales o estilísticos fallan, sirve, pero, a la vez, un género ayudaa definir lo que es
a pesar del hecho de que hay una correlación, todavía no posible y a especificar los medios apropiados para encon-.
explicada, entre el género y estas otras funciones. trar una necesidad expresiva. Podemos especular sobre cuá-
Todalectura (o escritura) compromete a una elección: les son las condiciones culturales que fomentan un énfasis
elegimos seguir un estilo o temática, para luchar con o sobre la identidad individual, pero las concepciones de
contra una idea. También elegimos, por pasivo que pueda la identidad individual estan articuladas, ampliadas y de-
parecer, el tomar parte en una acción recíproca, y es aquí sarrolladas a través de una institución como la autobio-
donde las etiquetas genéricas tienen su función. El género grafía. No pretendo explicar el porqué de la existencia de
distingue, no tanto el estilo o construcción de un texto, la autobiografía; pero puedo al menos empezar a descri-
sino más bien cómo deberíamos esperar «tomar» aquel bir cómo se desarrolla el proceso de su origen y conti-
estilo o modo de construcción: qué fuerza debería tener nuación, así como el de otros géneros.
para nosotros. Y esta fuerza se deriva del tipo de acción Debido a que la autobiografía es un hecho más «insti-
que se supone quetiene el texto. Alrededor de cualquier tucional» que «compulsivo», su existencia depende de los
texto hay implícitas condiciones contextuales; los parti- esfuerzos organizados de la inteligencia humana. La mera -
cipantes implicados en transmitirlo y recibirlo. La natu- resistencia física del texto escrito no es suficiente, ya que
raleza de estas condiciones implícitas y de los papeles de la asociación entre la forma y la función es más conven-
los participantes afecta a la condición de la información cional que natural. La analogía de John Searle entre el acto
contenida en el texto. La literatura, al igual que el «len- hablado de prometer y el valor de la monedase aplica
igualmente a los actos literarios: «solamentesi existe la ins-
da por el momento) tiene su dimensión «elocucionaria». titución del dinero yo puedo tener ahora un billete de cin-
La noción de «acción de elocucionar» fue desarrolla- co dólares en mi mano. Si eliminamosla institución, todo
da por filósofos del lenguaje, en particular por Austin, lo que tengo es un trozo de papel con varias marcas grises
Strawton y Searle, para tratar los fenómenosde afirmar, y verdes». Estas instituciones son sistemas de reglas
dar órdenes, prometer y preguntar, que son tan impor- constitutivas. Cada hecho constitucional está fundamenta-
tantes en la constitución del lenguaje como la gramática do en unsistema de reglas del tipo «X vale lo mismo que
y las proposiciones." De la misma manera en que el ha- Y en el contexto de C». Aunque normalmente hay ele-
blar se componede diferentes tipos de acciones llevadas mentos dentro de un texto que nos ayudan a reconocer
a cabo por medio del lenguaje, el sistema de acciones lleva- qué fuerza genérica debería tener este, no podemosplan-
das a cabo a travésidela literatura consta de sus diferentes tear a priori cuáles serán estas características. Sólo en virtud
géneros. 2 Un acto elocucionario es una asociación entre de las reglas constitutivas de la literatura las característi-
un fragmento del lenguaje y ciertos contextos, condicio- cas de un texto dado «son consideradas como»señales de
nes e intenciones; una pregunta, por ejemplo, «es consi- la autobiografía. Fuera de las convencionessociales y lite-
derada como un intento (por parte del hablante) de rarias que la crean y mantienen,la autobiografía no tiene
obtener información de un receptor».% características; de hecho, no tiene existencia en absoluto.
La sintaxis de una pregunta no explica su valor elocu- Viviendo en un tiempo y en una comunidadliteraria
cionario, de la misma manera que el estilo o estructura que reconoce la autobiografía como tarea distinta y pre-
de la autobiografía no pueden explicar qué hay en el cen- meditada, nos es difícil darnos cuenta de que no siempre
tro de su valor genérico: los papeles jugados por un autor existido. Leemos textos más antiguos, o textos de otras
o lector, y los usos a los que el texto está siendo sometido. culturas, y encontramosen ellos intenciones autobiográ-
Pero, para convertirse en género, un acto literario debe ficas, pero son a menudo nuestras propias convenciones
ser también identificable; los papeles y propósitos que lo las que ilustran este texto y le conceden esta fuerza. Los
componen deben ser relativamente estables dentro de una historiadores clásicos de Grecia y Roma, por ejemplo, pu-
comunidad particular de lectores y escritores. No podría- dieron temporalmente adoptar una primera persona re-
moslocalizar un género, ni siquiera para describir sus cam- tórica para crear un comentario más vivo, pero el autor
bios, a menos que fuera lo que Merleau-Ponty describe de ninguna manera afirmó haber estado presente de he-
como unainstitución«Lo que nosotros entendemos por cho, haber sido un participante autobiográfico en los
- el concepto de món son aquellos acontecimientos hechos descritos de esta manera.** Los salmos recogidos
en la experiencia que ótorgan dimensiones perdurables en en el Antiguo Testamento parecen a nuestros ojos implicar
relación a las cuales toda otra serie de experiencias ad- unahistoria personal, pero la distinción entre un narra-

64 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
- ESTUDIOS Actos literarios

dor individual personalizado y uno particular e identifi- decir, de su interrelación con los Órdenes literario y ex-
cable es ajena al salmista. Los salmos formaron un con- traliterario[...] lo que en una épocasería un hecholitera-
junto de poesía litúrgica para ser usado por cualquier rio en otra sería un asunto corriente de comunicación
hablante, en cualquier ocasión apropiada; las emociones social [...] Así, uno tiene lo literario de las memorias y
y experiencias atribuidas al yo fueron puramente poten- diarios en un sistema y lo extraliterario en otro».%
ciales,” y lo que para nosotros es autobiografía puede Es realmente un asunto complicado. Pero no hay ra-
que originariamente fuera solo el subproducto de otro zón alguna para esperar que las dimensiones de la auto-
acto, una apología realizada en autodefensa o autoexhibi- biografía debieran ser más fáciles de establecer que las de
ción con la intención de vender al hombre mismo como cualquier otra actividad humana. Pero para que no parezca
instructor en las artes retóricas ejemplificadas en el tex- que he multiplicado gratuitamente las distinciones en la
to.1* Ninguno de estos ejemplos es un caso verídico de la relación anterior, cabe recordar que lo que buscamoses
autobiografía como un acto autónomo con sus propias unateoría capaz de explicar cómo la autobiografía Dedo )
responsabilidades peculiares. ser a la vez una y muchas, diferente y la misma. Esta «si- /
No podría decirse que existiera la autobiografía hasta militud» paradójica, la continuidad de la autobiografía a
- que se distinguió de otros actos elocucionarios. Las pro- pesar del cambio histórico, por ejemplo, no puede expli-
piedades contingerites u ocasionales de otros actos tuvie- carse sin referencia a los sistemas simbólicos que mantie-
ron que fundirse en algo que fue experimentado como nen la autobiografía como una categoría claramente de
el punto de partida de actos previos, algo significativamen- acción, a pesar de lo que puedan cambiarlas caracteristi-
“te diferente, con sus propias sanciones, límites, que solo cas quela distinguen. Tynjanov citó la «naturaleza varia-
podrían ser infringidos a costa de la ambigúedado la inin- ble» de los géneros hace varias décadas en su trabajo On
teligibilidad. La autobiografía adquiere así su significado Literary Evolution: «La novela, que parece ser un género
mediante la participación en sistemas simbólicos que cons- completo que se ha desarrollado en y por sí mismo du-
tituyen literatura y cultura. Como otros géneros, se defi- rante siglos, resulta ser no un todo completo sino cam-
ne solo dentro y por medio de estos sistemas, por lo que biante. Sus cambios materiales de un sistema literario a
se refiere al modo en quese parece o se diferencia de otros otro [...] no podemos[...] definir el género de un trabajo
actos potenciales. El valor de la autobiografía es diacriti- si está aislado del sistema. Por ejemplo, lo que se llamó
co, para usar el famoso término de Saussure para los tra- una oda en los años 1820 o fue así etiquetado por Fet a
bajos de los sistemas de símbolos (aquí interpretados por partir de las características diferentes a aquellas que solían
Merleau-Ponty): «Siempre tenemos que ver solamente con definir una oda en el tiempo de Comonsov».”
estructuras de signos cuyo significado, no siendo otra cosa A partir de lo que yo he dicho, entonces, acerca de
que la manera en quelos signos se comportan el uno con la naturaleza funcional del género, las reglas constitutivas
el otro y se distinguen los unos de los otros, no puede que se requieren para elaborar un texto de una formapar-
explicarse independientemente de ellos».Si bien este ticular «son consideradas como» un ejemplo de un acto
tema no es motivo de preocupación, sí que es al menos literario, y tales reglas son, a su vez, definidas porlos sis-
una razón para que la crítica sea cautelosa a la hora de temas simbólicos a los cuales pertenecen. Debería ser,
establecer definiciones aisladas de la autobiografía. Lo que pues, evidente que podría esperarse que la autobiografía
la autobiografía es, en parte, depende de lo que no es; o variara de, al menos, cuatro maneras, aun reteniendo su
de cómose relaciona y distingue de otros tipos de act1vi- identidad genérica. Estas variaciones potenciales incluyen:
dad disponibles en su contexto original.
Incluso si se reconoceel acto autobiográfico, sin em- 1. Variabilidad en el tipo de características textuales
bargo, puede no ser reconocido como literatura, es decir, que señalan la función genérica de un texto.
como una formade las belles lettres. Las pretensiones de 2. Variabilidad en el tipo de integración entre la fun-
alcanzar un valor estético fueron ajenas a la autobiografía ción genérica y otros aspectos funcionales de un
inglesa durante los siglos XVI y XVII, y son poco frecuen- texto.
tes incluso en el XVII El término más frecuentemente 3. Variabilidad en el valor literario otorgado al género.
aplicado a ella, memoria, tenía connotaciones de infor-
malidad, de un episodio construido casualmente, y no de
| Y puesto que las dimensiones del acto en sí mismo pue-
un esfuerzo literario serio. Aunque el término bi0gra- den alterarse, o en último término, obliterarse como dis-
fía fue de uso frecuente después de 1680, no fue hasta 1809, tinciones significantes dentro de los diferentes sistemas
en que Robert Southey inventó o tradujo la palabra para / simbólicos que conforman una cultura:
Quarterly Review, cuando autobiografía se convirtió en |
una denominación familiar en Inglaterra.” Vemos refle-/ 4. Variabilidad en el valor elocucionario del género.
jado en esta breve historia del término el cambio enel
estatus y reputación literaria que la autobiografía inglesa Estas cuatro fuentes potenciales de diversidad deben
ha sufrido desde el Renacimiento. Como dijo el crítico ser tenidas en cuenta para cualquier definición de la auto-
formalista Jury Tynjanov: «La misma existencia de un he- biografía, ya que ha cambiado y puede seguir canbiando
cho como literario depende de su cualidad diferencial, es en cualquiera e incluso en todos estos aspectos. Aunque

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 65
ESTUDIOS Actos literarios

puede que sea imposible, por razones que mástarde argu- elementos del trabajo cobran más importancia en su
mentaré, predecir la naturaleza de los cambios que ocu- lugar.»%
rren,tales distinciones hacen posible, al menos, tratar los Desde luego, la autobiografía también se ha apropiado
avances en la autobiografía con cierta sutilidad y sin ate- de formas y técnicas de otros tipos de discurso. La apolo-
rrarse por las diferencias que observamos. Por ejemplo, gía, por ejemplo, es actualmente una forma casi exclu-
ya que un género se define gracias a sus diferencias, con sivamente asociada a la autobiografía, y sus funciones
límites implícitos que lo distinguen de otros actos recono- literarias y no literarias originales han quedadocasi olvi-
cidos,si algo por casualidad altera u oscurece estos límites, dadas. Es posible encontrar vestigios de los ensueños me-
cambiarán la naturaleza y el alcance de la autobiografía. dievales en escritos autobiográficos posteriores, con
La autobiografía como nosotros la conocemos depende fascinantes cambios de técnica en el ámbito psicológico.
de las distinciones entre la ficción y la no ficción, entre Considérese también el desarrollo de las nuevas posibili-
la narración empírica o retórica en primera persona. Pero dades formales, tales como las ofrecidas por el cine: por
estas distinciones son artefactos culturales y podrían ser ejemplo, la obra de Fellini 8 1/2 es intencionadamente
tomadas de forma diferente, como ciertamente lo fueron unarelación autobiográfica, aunqueel autobiógrafo con-
una vez y podría ser que lo volvieran a ser, causando la trola solo la forma del guión y la dirección. Las contri-
' caída en desuso de la autobiografía o al menos, su refor- buciones independientes, al margen de lo bien supervisadas
* mulación total. queestén, son necesariamente realizadas por aquellos que
Menosdrásticos y más comunes son los cambios en dirigen y, quizá, por aquellos que retratan amigos recor-
la autobiografía que resultan de los avances en otros actos dados y antagonistas —incluso al propio autobiógrafo—.
literarios o en el sistema literario en su conjunto. La apa- ¿Tendrán las posibilidades formales, la distinción entre los
rición y extinción de otros géneros, la explotación de nue- varios aspectos de la creación y la absoluta división del
vos materiales y la «vernacularización»dela literatura en yo autobiográfico revelados en esa película, un efecto en
sí mismaafecta necesariamente también a la autobiogra- la prosa autobiográfica? Uno podría imaginar, por ejem-
fía.2* Así, la caída en desuso deepístolalitera ia hace plo, un autobiógrafo que especificara explícitamente que*
posible que la autobiografía asuma alguna de las funcio- su sola contribuciónal texto ha sido agrupar lo que otros
ALTA

nes que una vez desempeñóla epístola como una forma han escrito sobre él, o que las características físicas, gestos
de intimidad y espontaneidad. Por otra parte, los cambios y posturas que se atribuye a sí mismo han sido copiados
en el ámbito de la lírica, y su importancia creciente en de otro hombre. (La figura así seleccionada para «inter-
el siglo XIX, la convirtieron en competidora por la temá- pretar» a sí mismo podría ser tan reveladora como la auto-
tica y la autoexpresión, antaño asociadas Únicamente con imagen que aparece en la autobiografía tradicional; por
la autobiografía. El mismo proceso de mutuo ajuste afec- lo tanto, la posibilidad es menos verosímil de lo que al
ta a la forma autobiográfica. Las características textuales principio pueda parecer.)
y estructuras completamente narrativas, antes asocia- Al citar como segundo tipo de variación el «grado de
das en exclusiva con un género, pueden ser apropiadas integración entre el género y la función», estaba aludien-
por otro, con el resultado de que estas características for- do a un proceso que puede ser fácilmente discernido en
males ya no serán suficientes para indicar la fuerza la historia de la autobiografía inglesa. Parece ocurrir que,
elocucionaria de un texto y se descubrirán o promoverán cuando un género llega a ser más familiar para el público
otros recursos para evitar la ambigiiedad. Cuandoel que lector, el autor tiene menos necesidad de proporcionar sig-
experimenta en primera persona, el narrador o el héroe, nos internos para asegurar que su texto será leído con la
le fue robado a la autobiografía, en nombre del «realis- energía adecuada. En etapas anteriores, es a menudo difí-
mo», en la nueva novela burguesa, la presencia de tal na- cil aislar los valores genéricos de otros valores tales como
rrador ya no fue suficiente para distinguir la autobiografía el nivel del estilo o la trama. Los elementos del texto son
de la ficción. Aunque los autobiógrafos continuaronusan- «sintéticos», representan varias funciones al mismo tiem-
do este recurso, ya no volvió a ser predominanteen la de- po, siendo uno de los resultados la gran similitud encon-
finición funcional del género: de hecho, uno puede trada entre trabajos escritos en el mismo género.?
argumentar que el yo autobiográfico tomó un nuevo va- Muchoscríticos, por ejemplo, han mencionado que la
lor, menos empírico y más subjetivo como resultado de autobiografía de John Bunyan (escrita en el siglo XVI,
esto. Cuando los placeres formales de la observación di- cuando el género era todavía relativamente nuevo en In-
recta, el testimonio ocular y la densidad del detalle do- glaterra) parece muy poco original, diferenciándose tan
méstico se convirtieron en fenómenos literarios más solo en algunos detalles de las narrativas de conversión
generales, ya no se consideraron como propios de la auto- de sus contemporáneos sectarios.” En etapas posterio-
biografía. En su mayor parte, estas características conti- res de su historia, cuando el género se convierte en un
nuaron estando presentes en textos autobiográficos, pero tipo claramente diferenciado de actividad literaria, los ele-
fueron menosvisibles; funcionalmente «borradas», como mentos de un texto pueden llegar a ser más «analíticos»,
hubiera dicho Tynjanov. «Su función simplemente cam- ya que para identificar el acto que se está representando
bia y se convierte en auxiliar. Si el metro de un poema se necesitan señales más aisladas y en menor número. La
es “borrado”, entonces los otros signos del verso, los otros portada o el modo de publicación por sí mismos pueden

66 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

ser suficientes para sugerir su fuerza elocucionaria. Por tender que ha encontrado estos requisitos, y que la audien-
ejemplo, puede que sepamos que un texto se considerará cia le considere responsable de triunfar o fracasar en el
como autobiografía simplemente porque aparece en una intento de encontrarlos. Somos en parte capaces de loca-
revista dedicada a «confesiones verdaderas». Enel siglo XX, lizar estas reglas porque debemos observar las consecuen-
una autobiógrafa como Gertrude Stein pudoa la vez in- cias que se derivan de su transgresión. Se puede acusar a
vocar y frustrar toda una serie de esperanzas convencio- un autobiógrafo de «no ser sincero» o de algo peorsi se
nales solamente con sus portadas:«<The Autobiography of le encuentra en una distorsión premeditada. Por otra parte,
Alice B. Tokler, por GertrudeStein», y «Everybody's Auto- cuando Clifford Irving afirmó ser solo el editor de una
biography, por Gertrude Stein». autobiografía de Howard Hughes, habiendo escrito de he-
Una exposición más elaborada y finamente enhebra- cho él mismo el manuscrito sin contacto o autorización
da sobre la flexibilidad y variedad de la autobiografía in- de Hughes, se le condenóa prisión por fraude literario.”
glesa durante los cuatro últimossiglos, como se ejemplifica Aunque ampliamente centradas en las responsabilida-
en los trabajos de John Bunyan, James Bosweil, Thomas des del autor, estas reglas crean también los derechos de
de Quincey y Vladimir Nabokov, será el objeto de los los lectores de la autobiografía y estipulan el alcance legí-
capítulos siguientes. La diversidad de estos trabajos debe- timo delas esperanzas que se les conceden. Desde luego,
ría por sí misma ser suficiente para demostrar que no
n:hay en otro sentido, los lectores entienden el acto como algo
una forma intrínsecamente autobiográfica. Pero deben ha- que ellos también podrían representar, y este es parte
cerse generalizaciones
Iamitadasdlel as dimensiones
IA

de su poder sobre la aparentemente pasiva imaginación de


de la acción que son comunesa estas autobiografías, y que la audiencia. El lector de una autobiografíatiene el dere-
parecen formarel centro de nuestra noción de las funcio- cho a intentar adecuarel texto a sus expectativas, o a que-
nes que un texto autobiográfico debe representar. Estas Jarse cuando encuentra algo que parece pragmáticamente
generalizaciones pueden ser establecidas en forma de re- ininteligible; lo cual no quiere decir que no pueda modi-
glas que debe satisfacer un texto y el contexto que rodea ficar las expectativas mediante el acto de leer o descubrir
-a cualquier trabajo que vaya a «considerarse como» auto- nuevas maneras de inteligibilidad. Pero el «descubrimien-
biografía.”* De hecho, debemos tener algún tipo de co- to» y la «modificación» ocurren solo cuando la atención
nocimiento sobre el orden delas reglas que explica nuestra está ya comprometida y es responsable de lo que encuen-
habilidad para reconocer que algo está mal, o que resulta tra; sin nuestro tácito conocimiento del (los) papel(es) que
paradójico en un título como Everybody's Autobiography. se nos asigna en el acto no podría haber tal compromiso
o responsabilidad.
Regla n.? 1, Un autobiógrafo representa un doble pa- Puede parecer que he sido demasiado prudente conlas
pel. Él es el origen de la temática y la fuente para la es- reglas que he propuesto, y admito que realmente he sido
tructura que se encontrará en su texto: 4) El autor exige cauta, tanto porlas razones que he citado antes como por
responsabilidad individual para la creación y ordenación otras que todavía se han de formular. Pero, aunque pocas
de su texto; b) el individuo que se ejemplifica en la orga- en número,e incluso autoevidentes en su superficie, estas
nización del texto pretende compartir la identidad de un reglas tienen consecuencias dramáticas tanto para los lec-
individuo al cual se hacereferencia a través de la temática tores como para los escritores del género. La regla n? 1,
del texto; c) la existencia de este individuo, independien- ; por ejemplo, necesita que alguna identidad compartida
te del texto en sí mismo, se presupone que es susceptible ligue autor, narrador y personaje a la vez; por vaga, por
de apropiarse de procedimientos de verificación pública. grande que sea la tensión o disparidad, la relación en sí
Regla n.? 2, Se afirma quela información y hechosre- ' mismaes ineludible. La naturaleza del hombre o mujer
latados en conexión con el autobiógrafo han sido, son, que escribe, la postura y voz adoptadas dentro del texto,
o tienen el potencial para ser el caso: 4) bajo convencio- ' y las características de la caracterización que emerge de-
nes existentes, se hace un llamamiento al valor de la ver- ben converger, para modificarse o incluso contradecirse
dad de lo que el autobiógrafo relata —no importa cuán : recíprocamente ya que todas están dentro del ámbito es-
difícil ese valor de la verdad pudiera ser para averiguarsi pecífico del acto autobiográfico. Además, la forma en la
el relato trata experiencias privadas u ocasiones pública- cual estos diferentes aspectos del acto se funden finalmente
mente observables—; b) se espera que la audiencia acepte : es, por definición, la de la personalidad, un yo, una iden-
estos relatos como verdaderos, y es libre de «comprobar-: tidad; debe tener, como Blake diría, una «cara humana»,
los» o intentar desacreditarlos. si el autor o el lector son en último término responsables
Regla n.2 3. Silo que se relata puede desacreditarse o de imponerla. Hay muchas estrategias para tratar esta im-
no, si puede volverse a formular o no de algún modo más plicación del acto, y pueden conmovernos o estremecer-
generalmente aceptable desde otro punto de vista, el auto- ' nos, enriquecer o empobrecer nuestro sentido de la
biógrafo da a entender que cree en lo que afirma. condición humana.* Si los resultados no son siempre
igualmente admirables, no son de ningún modo autobio-
Cualquiera y cada unade estas reglas puede que sean gráficos —algo que los críticos prescriptivos están a veces
y son ocasionalmenterotas. Pero lo quees vital para crear poco dispuestos a admitir—. Debido al hecho de que toda
la fuerza elocucionaria del texto es que el autor dé a en- la vida e identidad extratextual del autobiógrafo es poten-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 67
ESTUDIOS Actosliterarios

cialmente relevante al acto, las omisiones son inevitables. cho de que la presunción queel autobiógrafo hace acerca
Noes quetodas las omisiones se consideren como ausen- de la naturaleza de su audiencia también está bajo el es-
cias tanto para el autor como para su audiencia; algunos crutinio de esa audiencia. A partir de la forma en que un
aspectos de la identidad puede que parezcan totalmente autobiógrafo imagina y manipula a sus lectores, se nos per-
irrelevantes. Dependiendo de sus propósitos y la natura- mite trazar conclusiones sobre su modo habitual de inte-
leza de la audiencia que él imagina, el autobiógrafo en- racción con los demás. Y la identidad, comoel psiquiatra
contrará que diferentes aspectos de sí mismo retroceden R.D. Laing ha señalado, se compone no solo de actos de
a unos antecedentes de lo que puede darse como supues- autopercepción, sino por «percepciones del otro» también:
to. (Una nueva o inesperada audiencia puede, desde lue-
go, experimentar estos elementos «tipificados» como [...] la autoidentidad (Yo mirándome a míse constituye no
espacios premeditados o psicológicamente reveladores.)? solo por nuestra visión de nosotros mismos, sino también
Haydiferencias no solo en lo que se incluye o excluye por nuestro mirar a los demás, mirarnos a nosotros y nues-
del acto autobiográfico —tanto de la temática como de tra reconstitución de y alteración de estas visiones de otros
la postura de la narrativa—, sino también en cómoel acto sobre nosotros; incluso si una visión de mí es rechazada,lle-
se relaciona con cualquier otra cosa que el autor o los ga a ser incorporada en su forma rechazada como una parte
de mi autoidentidad. Mi autoidentidad se convierte en mi
lectores puedan conocer sobre la vida. Para algunos auto-
visión de mí que reconozco como la negación de la visión
biógrafos, por ejemplo, el acto puede ser experimentado de mi de otra persona. Así, yo me convierto en un mí que
como una consciente simplificación de sí mismo, impo- está siendo percibido erróneamente por otra persona. Esto
niendo una coherencia más personalmente satisfactoria puede convertirse en un aspecto vital de mi visión de mí mis-
o más retóricamente efectiva. Otros autobiógrafos podrían mo (e. g., «Soy una persona a la que nadie comprendereal.
lograr esta simplificación sin quererlo intencionadamen- mente»). **
te, en cuyo caso la simplicidad yace en los ojos del lector.
Unautobiógrafo puede actuar para rebatir su carácter pú- Alleer las Confessions de Jean-Jacques Rousseau, por
blico mediante una apología o para sustentarlo en la for- ejemplo, somos plenamente conscientes de cómo gran par-
ma de (lo que ahora se llama) una memoria. Algunas te de la identidad del autobiógrafo está ligada con la no-
autobiografías han sido incluso escritas para lograr una ción del «ser malentendido», tanto por los antiguos amigos
identidad o notoriedad reconocida públicamente (aten- como porsu audiencia inmediata. (Las cosas que atribu-
diendo a nuevas responsabilidades y complicaciones que ye a esta última, de hecho, arrojan una luz paradójica so-
surgen a raíz de vivir la vida de uno eternamente después bre cualquier cosa que pueda decir acerca de los primeros.)
y solo «como personaje»). Estas estrategias, como aque- Pero un autobiógrafo no necesita ser tan explícito como
llas usadas para tratar los múltiples hilos de identidad in- Rousseau en el tratamiento de su audiencia para que no-
volucrados en el acto autobiográfico, son variadas, y todas sotros reconozcamos las suposiciones que él no puede evi-
y cada una deellas igualmente legítimas. Todo lo que las tar hacer acerca de ella. De la misma manera quelas partes
reglas para el acto proporcionan es un campo en el cual de la identidad del actor pueden ser tratadas de irrelevan-
se entiende que tiene lugar la tarea del autoimaginarse y tes o mediocres, los aspectos de la identidad colectiva o
la autoevaluación, identificando cualquier cosa que tenga individual de la audiencia pueden ser más o menos nega-
lugar como una forma de autoevaluación. Como lectores dos caballerosamente. Esto puede reflejarse en los intere-
somos conscientes de esto, y así, la cantidad y el tipo de ses o las actitudes que el texto intenta satisfacer, e incluso
revelación, la forma y las expresiones de intención que en lo que el autor espera que sus lectores encuentren fa-
encontramos, se convierten en imprescindibles para nues- miliar. Estas suposiciones se convierten, desde luego, en
tra lectura de un texto autobiográfico. algo especialmente visible cuando la audiencia imagina-
Otro punto de atención para los lectores de una auto- da porel autor no es la que le lee; pero puede que noso-
biografía es la preparación y el proceso de narración en tros resistamos la identidad introducida en nosotros
el texto. Desde luego, cualquier acto sofisticado de lectu- incluso poralguien que nos conoce del todo demasiado
ra requerirá prestar alguna atención a estos aspectos del bien. Realmente, puede que nos convirtamos en particu-
trabajo, pero en la autobiografía está estipulado que la pre- larmente sensibles a la forma en que somostratados cuan-
sentación estructural del texto sea una demostración de do este es el caso. Hay en todo esto un simbolismo moral
algunas de las capacidades y hábitos del hombre acerca o, al menossocial, del que las reglas del acto biográfico
del cual se está leyendo. La manera en que el autobiógra- nos hacen ser conscientes, aunque de forma tácita.
fo ha preparado su texto es, por lo tanto, considerada como Pero las reglas, como las he formulado antes, dejan de-
un «ejemplo» de su epistemología y destreza personal. liberadamente mucho porespecificar. Áparte de afirmar
Debidoa las reglas, no hay manera de que el autobiógra- que algunas partes de la temática deben concernira la iden-
fo pueda evadir la responsabilidad personal por la forma tidad del autor, no he puesto ninguna restricción más
de su trabajo —incluso las elecciones convencionales re- sobre la temática, ni incluso para estipular si la autobio-
flejan su identidad individual quizá como un hombre de grafía debe concernir al hombre «interno» o al «exter-
poca necesidad o talento para la originalidad—. Una im- no», o dedicar más tiempoa la delineación del yo que a
plicación incluso más complicada de estas reglas es el he- otros. Estas reglas, muy generales, ideadas para reflejar las

68 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

implicaciones compartidas por las autobiografía de dis- E y R», que, junto con la didáctica, una voz autorizada
tintas comunidadesliterarias y por casos ampliamentese- y guía que exhortara a los perplejos, serían valores auto-
paradosen el tiempo, no especifican (ni lo pueden hacer) máticamente asociados al acto autobiográfico. Ya he re-
resultados tales como qué cantidad de una vida debe re- marcado la manera en que los apologistas definen su acto
presentar una autobiografía, o hasta qué grado la temáti- con respecto a otro de las dimensiones de Searle —«las
ca debe concernir al pasado del autobiógrafo, más que a diferentes maneras en que un acto hablado se relaciona
su presente o futuro. He evitado dar cualquier regla gene- conel resto de la conversación» (o, en este caso, la publi-
ral sobre la naturaleza de la relación que el autobiógrafo cidad de antecedente)—. Uno puede imaginar lamentacio-
debe establecer con su yo representado —elegíaco, cróni- nes autobiográficas, autobiografías de intención, con
co, claro, confuso—, porquelimitarlo, como subclasificar grados convencionales de incertidumbre, en cualquiera de
el acto de esta manera, me parece artificial, y porque creo los contextos o propósitos, intereses o capacidades, pues
que no pueden hacerse distinciones más delicadassin re- unacultura trata encarecidamente de asociarse con sus ins-
ferencia a contextos literarios mucho menos amplios. Si tituciones literarias. Incluso las siete «continuas de fuer-
nuestra tarea es lograr distinciones genéricas vivas, y no za elocucionaria» sugeridas por Searle están lejos de acabar
simplemente «apilar los libros en grupos», entonces de- con todas las dimensiones que son antropológicamente
bemos buscar más especificaciones posteriores en la rela- posibles. Y, como un acto entre todos aquellos que los
ción entre el autobiógrafo y la audiencia; por ejemplo, seres humanos gustarían de realizar a través del lenguaje
en el contexto donde emergen y dentro de la comuni- y su literatura, la autobiografía podría simplementelle-
dad literaria que les da vida. Las definiciones de lo que gar a ser obsoleta si sus características definitorias, tales
es apropiado para el acto autobiográfico nunca son abso- comola identidad individual, cesaran de ser importantes
lutas: deben ser creadas y sustentadas. Las reglas que he para úna cultura en particular. Como Wittgenstein dijo
esquematizado simplemente reflejan distinciones impor- en uno de sus primerosrelatos de lo que mástarde llega-
tantes que han sobrevivido y que continúan siendo ob- ría a ser conocido como acción elocucionaria: «¿Pero
servadas. cuántos tipos de oración hay? ¿Digamospreguntas, afirma-
Enlos siguientes capítulos, buscaré un lenguaje que ciones y de mandato? —Hay incontables diferentes tipos
cubra los aspectos más sutiles y transitorios de la auto- de uso de lo que llamamos símbolos, palabras, 'oraciones.
biografía, así como estas áreas de consenso. Uno puede Y esta multiplicidad no es algo establecido, dado de una
empezar esta búsqueda de manera provechosa, creo yo, vez para siempre, sino que nuevostipos de lenguaje, nue-
partiendo de las observaciones hechas por John Searle so- vos juegos del lenguaje, comosi dijeramos, salen la luz,
bre las dimensiones que entran usualmente en la acción y otros se tornan obsoletos y se olvidan».
elocucionaria. La evolución de cualquier acto literario es, tomando
prestado el término que utiliza Freud, «demasiado deter-
minado». Las presiones sobre los autobiógrafos proceden
Primero, y más importante, está el propósito del acto (la
diferencia, por ejemplo, entre una afirmación y una pregun-
de la cultura en general y, al mismo tiempo, de dominios
ta); en segundo lugar, las posiciones relativas de E (emisor) literarios más restringidos. Debido al lugar que ocupaden-
y (receptor) (la diferencia entre una petición y una orden); tro del sistemaliterario, las modificaciones formales y cam-
en tercer lugar, el grado de compromiso contraído (la dife- bios en el estatus o vitalidad de otros géneros le afectarán
rencia entre una mera expresión de intención y una prome- al final también; un cambio en cualquier parte de un sis-
sa); cuarto, la diferencia en el contenido proposicional (la tema altera la forma del todo. Debido a quelas institu-
diferencia entre prediccionesy relatos); quinto, la diferencia ciones simbólicas y no simbólicas de una cultura están
en la manera en que la proposición se ajusta a los intereses también relacionadas la una con la otra sistemáticamen-
de E y R (la diferencia entre las ostentaciones y los lamen- te, los cambios en cualquiera de las ocupaciones y preo-
tos, entre avisos y predicciones); sexto, los diferentes estados
cupaciones que constituyen un orden social afectarán a
posibles expresados psicológicamente (la diferencia entre una
promesa, que es una expresión de intención, y una afirma- la autobiografía tan necesariamente (si no tan dramática-
ción, que es una expresión de creencia); séptimo,las diferen- mente) como los cataclismos sociales. Pero el reconoci-
tes maneras en las que un acto de habla se relaciona conel mientode la existencia de tales presiones supone un claro
resto de la conversación (la diferencia entre simplementere- y mecánico determinismo. Como toda acción humana,
plicar lo que alguien ha dicho, y objetar lo que ha dicho). la autobiografía es, por lo menos en parte, autodetermi-
nante. Las dimensiones del acto deben ser reconstituidas
Para una comunidad en particular de escritores y lec- cada vez que se representa; y sin estas representaciones
tores, el significado convencional del acto autobiográfico uno solo puede hablar del acto autobiográfico en térmi-
podría incluir implicaciones adicionales en cualquiera o nos potenciales o históricos. Como Robert Weimanafir-
incluso en varias de estas direcciones. Ásl, mientras toda ma ensu crítica del excesivamente optimista esquema de
la autobiografía es potencialmente «ejemplar», podría lle- algunosestructuralismosliterarios: «la historia de la lite-
gar a ser necesariamente así, en cuyo caso se establece- ratura, si se la considera un sistema cambiante de posibi-
rían el «propósito», la «relativa posición de E y R y la lidades creativas, está permanentemente reconstituido
«manera en que la proposiciónse ajusta a los intereses de desde dentro porla actividad social y estética de sus crea-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 69
ESTUDIOS Actosliterarios

dores y receptores: todo el sistema de la langue literaria Woolf de no perder «todo el sentido del significado». Se-
(sus convenciones y perspectivas disponibles, su provisión gún Robert Weiman, «Al nivel de sus decisiones más fun-
de mecanismos temáticos y verbales) se cambia constan- damentales, la historia literaria no tiene incluso elección:
temente y se renueva por la praxis de la creación y recep- si tuviera que juzgar solo el trabajo individual (o unasu-
ción de nuevos trabajos literarios».” cesión de trabajos) como parole, cerían posibles generali-
De hecho, no solo deben considerarse nuevostrabajos zaciones no histórico-sistemáticas, tales como las que
literarios, sino también nuevas formas de leer viejas obras. tratan del género y la sociedad. De forma similar, una
Tanto el lector comoel escritor pueden usar su represen- preocupación con la langue tendería a negar los grandes
tación para modificar las reglas del acto autobiográfico trabajos en sí mismosy a reducir la cualidad constitutiva
de cara a satisfacer sus propias necesidades, aunque pocas de sus contribuciones al crecimiento de la literatura».*
modificaciones serán tomadas e incluso percibidas porla Cada uno de los cuatro autobiógrafos que he elegido
comunidad en general. Cuando se percibe a uno y cuan- estudiar representa un momento en la historia y la pro-
do otros miembros de la comunidad lo usan como ejem- gresiva articulación del acto autobiográfico, aunquesería
plo para modificar sus propias representaciones —la absurdo pretender que cualquier trabajo individual es solo
audiencia pidiendo nuevos trabajos, y nuevos trabajos pi- y adecuadamente «representativo» —que no hay otros
diendo audiencia— llegamosa la evoluciónliteraria en su trabajos igualmente importantes que no pudiera haber es-
forma más inmanente. Ciertamente, algunas culturas y al- cogido, incluso alguno con pretensionesestéticas superio-
gunasliteraturas serán menostolerantes con este tipo de res—. Pero Grace Abounding, el London journal, los
experimentos, y a menudo se llevarán a cabo los más pro- Autobiograpbical Sketches, y Speak, Memory son todostra-
fundos experimentossin ninguna intención revoluciona- bajos destacados en la forma que demuestran las diversas
ria. De los experimentos malogrados nunca tendremos actitudes y esperanzas que rodean el acto autobiográfico
conocimiento; la paradoja de la convención histórica es, en cuatro épocas dela literatura inglesa y americana sepa-
según Merleau-Ponty, que «solo toca de las cosas aquello radas las unas de la otras por intervalos de al menos un
que tienen que pertenece al futuro». «Todos los sistemas siglo. En cada escritor podemos observar cambios en la
simbólicos —percepción, lenguaje, historia— solo se con- familiaridad, la habilidad consciente de adivinar y con-
vierten en lo que fueron, aunque para hacerlo necesitan trolar los fines del acto en el que esta ocupado. Pero estos
ser asumidos por iniciativa humana.»* cuatro escritores han sido también seleccionados debido
Pero Merleau-Ponty nos recuerda que la relación no a la introspección que nos permiten en los sistemaslite-
es meramente entre cualquier representación creativa o crí- rarios y culturales dentro de los cuales trabajan y en tér-
tica en particular y lo que la ha precedido; las representa- minos de los cuales sus actos autobiográficos se definen.
ciones inician la historia, definen las posibilidades de un Cada uno es autor de un trabajo contrastado, un actoli-
futuro «abierto al campo de la investigación». «En el hom- terario que para ese escritor en particular y su comuni-
bre, el pasado no es solo capaz de orientar el futuro o lle- dad toma parte en y da lugar a distinciones importantes
nar el cuadro de referencia para los problemas de una con respecto a la autobiografía. «La cuestión filológica de
persona adulta, sino, más allá de esto, dar inicio a la bús- cómo un texto puede ser interpretado “con propiedad”
queda [...] o a una elaboración indefinida.»Así, cada [...] puede responderse perfectamentesi el texto es tratado
autobiógrafo no solo intenta resolver los problemas acer- en comparación con los antecedentes de otros trabajos que
ca de su propia naturaleza y la naturaleza del acto de auto- el autor pudiera esperar que el público contemporáneo
análisis y autoexhibición en la que está ocupado: también conociera explícita o implícitamente.»* Yo, obviamente,
provoca nuevas preguntas acerca del sujeto, nuevas ambi- no tengo ni suficiente espacio ni tiempo para emitir lo
ciones para comprobar o extender el ámbito de sus ob- que Jauss ha llamado «la mejor respuesta», pero si no pue-
servaciones y la profundidad de su control estético y de do abarcar completamente el acto autobiográfico, puedo
su expresión. al menos extraer lo mejor de las oposiciones, las eleccio-
Nosolo sería perverso, sino imposible, evitar hablar nes, las alteraciones sutiles que estos cuatro autores usan
sobre los cambios en la autobiografía entre Grace Abound- para distinguir su autobiografía de la de un competidor,
ing, de John Bunyan, y Speak, Memory, de Vladimir Na- Para Bunyan,la característica que distingue la autobiografía
bokov; pero sería igualmente perverso e imposible hablar es la realidad. Aunque todos sus escritos están relaciona-
de cambio como algo que ocurre fuera y más allá de las dos con la misma «verdad espiritual», solo su autobiogra-
contribuciones que estos y otros autobiógrafos individua- fía es empírica al mismo tiempo que ejemplar. Pero al
les han hecho. Es por esta razón por lo que dedico un escribir, un siglo más tarde, Boswell ya no encuentra sufi-
capítulo entero al trabajo de cada hombre, así como al ciente la distinción entre «hecho»y «ficción»; una nueva
trabajo de Boswell y De Quincey. Deseo que sea por ahora oposición debe establecerse entre tipos diferentes de he-
evidente que un detallado análisis crítico de cuatro auto- chos: entre el hecho objetivo y la psicología afectiva de
biografías individuales no es una manera de escapar a pro- la observación asociada con la biografía, y el más arbitra-
blemas mayores de la definición genérica e histórica, pero rio y caprichoso reino del hecho subjetivo y la privada
que es, en cambio, la única manera de encarar estos pro- sensibilidad que es el dominio de la autobiografía. Este
blemas permaneciendo, mientras, fieles al principio de reino subjetivo fue en sí mismo subdividido porel si-

70 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

glo XIX, convirtiéndose en el «sujeto trascendental», por racterísticas no solo del marco físico, sino que incluyen
una parte, y el sujeto mundano, individual, por la otra. toda una serie de distinciones culturales por lo que sere-
Así, Thomas de Quincey reserva sus verdades subjetivas fiere a intereses y capacidades, adecuadas relaciones socia-
más profundas y universales para la «prosa apasionada» les y posibles relaciones con el mundo. Los elementos en
de su lírica, y permite a sus Autobiograpbical Sketches re- particular que son sensibles al contexto al que debenres-
flejar entretenidos accidentes de la historia y la sociedad ponder difieren de un lenguaje a otro, pero las dimensio-
que le distinguen superficialmente de otros hombres. En nes de la acción que son importantes para una comunidad
el trabajo de Vladimir Nabokov, tenemos la oportunidad estan incluidas entre ellos. De hecho, ciertas distinciones
de ver una de las más delicadas de todas las distinciones, lingúísticas parecen sobrevivir principalmente porque ayu-
la diferencia entre autobiografía y su parodia. A diferen- dan a definir y comunicar la naturaleza de una acción.
cia de sus predecesores, Nabokov no limita la autobio- Según el sociólogo y lingiiista John Gumperz, «del mis-'
grafía al revelado o incluso descubrimiento de la verdad. mo modo en quela inteligibilidad presupone reglas gra-
Para Nabokov, la autobiografía es viable solo cuando uno maticales subyacentes, la comunicación de la información
reconoce que crea la verdad tanto comola expresa; así, social presuponela existencia de relaciones regulares en-
su burla de la autobiografía en Lolita exponelos engaños tre el uso del lenguaje y la estructura social».%
de la sinceridad y la indulgencia narcisista de la tradición Unopuede, entonces, pedir a cada parte del discurso
confesional. Su propia autobiografía no solo hace gala de cuáles son los centros de su orientación y también cuál
su artificialidad, sino que logra una personalidad casi es la naturaleza de esa orientación: si esto es valorado en
olímpica también, sugiriendo que ningún autobiógrafo términos de proximidad o en cualquiera de las otras va-
debería retratarse a sí mismosin antes llegar a ser cons- riadas escalas de posición que un lenguaje puede propor-
ciente de la gran cantidad de ficción implícita en la idea cionar. Uno también puede preguntar, de formaparticular
de un yo. ante una obra de literatura, qué tipo de coherencia, con-
Pueden también observarse cambios en la forma, y par- sistencia y modelo hay en este proceso de orientación.
ticularmente en la adecuación y legitimidad de las formas ¿Sugiere el lenguaje del texto ambivalencia, indecisión qui-
disponibles, cuando uno se mueve de un autor a otro. Pero, zá, o ambigiiedad de enfoque? ¿Existe un nombre explí-
a pesar del hecho de quela autobiografía surge ahora bajo cito o implícito para la fuerza que lo controla detrás de
el prestado disfraz de la hagiografía, ahora en la formain- las perspectivas que son elegidas? Las actitudes y roles pue-
determinada de un journal, a pesar incluso de cambios más den aparecer gradualmente con el desarrollodel texto, o
fundamentales en su función y en su propósito,el esfuer- puedehaber logros esporádicos, puntos de claridad y oscu-
zo autobiográfico ha perdurado, y puede quela diversi- ridad, que, en cambio, forman un diseño autobiográfico
dad humana sea el secreto de su continuidad. convincente. (Después de todo,las reglas de la autobio-
grafía son tales que podemosleer cualquier texto de for-
masintomática, e incluso delettarnos en nuestra habilidad
Del acto al texto para ver lo que un autor intensamente ocupado en suta-
rea no puede.)
Siempre digo algo que es que lo que estoy ha- Ya sabemos mucho acerca de cómo situarnos en y me-
ciendo[...] no tiene contenido pero quedala for-
ma de la pregunta y la respuesta.
diante el escuchar y el hablar, y a partir de este conoci-
(Gertrude Stein)? miento, una vez que sus bases lingúísticas están articuladas,
podemos proceder a encontrar nuestro camino hacia las
Decir que la autobiografía es un acto más que una forma situaciones que rodean los diversos actos autobiográficos.
resuelve algunas preguntas de la crítica, pero da lugar No puedo proporcionar más que un rudimentario análi-
a otras. Dado un único texto, o incluso un conjunto sis de los elementos del inglés que reflejan y crean nues-
contrastado de textos, ¿cómo puede uno esperar apre- tro sentido de contexto. Pero incluso esto podría ser un
hender sus dimensiones como acción? Las reglas que inicio útil. Unos cuantos elementos pueden formar una
hacen que la formasea dinámica, que atribuyen dirección matriz sobre la cual valores tales como la «autoconcien-
e intención a un diseño textual, son tácitas incluso para cia», la determinacióno la jovialidad del acto autobiográ-
los miembros de la misma comunidad literaria —cuán- fico pueden empezar a medirse. A partir de la distribución
to más invisibles deben ser para los lectores que lo con- y frecuencia de estos índices lingijísticos uno puede efec-
templan tras un intervalo de un siglo o más de diferencia—. tuar juicios sobre el aspecto y aparente fuerza de la aten-
Afortunadamente, queda una vía de entrada parcial en ción de un autobiógrafo, sobre lo que atrae o desvía su
los contextos que se nos han perdido, si somos capa- atención.
ces de seguir ciertas claves inherentes al lenguaje del Debemos empezar con alguna noción de las caracte-
texto. rísticas contextuales que nuestro mapa lingúiístico es ca-
El lenguaje es en sí mismoestático, posicional; refleja paz de reflejar.* Tanto la geografía espacial como la
vividamente y también moldea las situaciones pragmáti- temporal están indicadas, así como los significados socia-
cas. En cada lenguaje hay elementos que responden a les —Navidad, por ejemplo, o casa— que han adquirido.
características en el contexto en el que son utilizados, ca- Luego están los participantes, aquellos que toman parte

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 71
ESTUDIOS Actos literarios

activa o pasivamente, bien como una fuente o como por- de ventaja, Franklin puede contemplarse a sí mismo como
tavoz, remitente o simplementetestigo de los procedimien- una personalidad histórica. Incluso más astutas son las eva-
tos en la comunicación. También está el instrumento o sivas hacia la primera persona en The Education ofHenry
canal de comunicación, un rasgo especialmente importante Adams: «Él lo había esperado; según Hay, incluso estaba
en el caso delos textosliterarios, que a menudo cobra vida satisfecho de ver a su amigo muerto, como todos mori-
autónoma propia. Cualquiera de estas presencias físicas ríamos si pudiéramos, en el punto álgido de la fama, en
puede también establecer una perspectiva desde un pun- nuestra tierra y en el extranjero, universalmente lorados,
to en la memoria, alusión o imaginación. Pero tan im- y manteniendo su poder hasta el final. Uno había visto
portantes como estas características de base son las comola grandeza de muchos emperadores y héroes se di-
relaciones que mantienen entre ellas, las posiciones rela- luía en la más absoluta oscuridad incluso en vida; y aho-
tivas atribuidas a los participantes, la forma en queellos ra, por lo menos, uno no tenía que temer que esto le
se relacionan sucesivamente con sus instrumentos y sus sucediera a su amigo».* Tal lenguaje es apenas sorpren-
marcos de actuación, y la manera en la que perciben los dente para alguien que encontró quela lección principal
roles que deben desempeñar, sus propósitos, y la proba- de las Confessions de Rousseau es una «advertencia contra
bilidad de éxito en un acto particular de comunicación. el Ego».
Lasrelaciones lingiísticamente relevantes incluyen grados El sistema de los pronombres en inglés incluyó anta-
de poder, solidaridad, compromiso, proximidad, novedad, ño una distinción entre thox («vos») y you («asted», «tú»),
certeza, centralización, continuidad y autonomía. Desde que distinguía algo más que simplemente el número de
luego, cualquier hablante individual puede analizar más receptores, indicando también el relativo estatus y fami-
profundamentesu situación y tratarla en términos más su- liaridad del hablante y el receptor. El derechoa dirigirse
tiles que estos. Simplemente he sugerido aquellas caracte- a alguién como ¿hon, iba emparejado a la intimidad o
rísticas y relaciones que están automáticamente codifi- al poder, mientras que yox se extendió para iguales sin
cadas en el lenguaje, y que afectan a cualquier hablante ninguna demanda especial de intimidad. Las mismas
tanto si elige conscientemente o no meditar sobre su si- distinciones continúan siendo importantes en el inglés
tuación. moderno, pero se señalan de otras maneras, mediante el
Unade las elecciones contextualmente más motivadas uso de títulos tales como Mr. o Professor en pertinentes
y obvias en nuestra habla es la que existe entre la prime- combinaciones con nombres, apellidos o diminutivos.*
ra, segunda y tercera «persona». Yo, nosotros y tú son to- Para la autobiografía esto significa que las audiencias pue-
dos ellos términos reservados para los participantes en un den ser tratadas con desdeño o con respeto, y también
acto de comunicación. Hablar en primera personaes iden- se les puede otorgar grados de reconocimiento por su par-
tificarse a uno mismo comola fuente principal de la co- ticipación en el acto, lo que repercutirá en las conclu-
municación, y hacer de este un asunto central de esa siones sobre el carácter del autor. Tampoco necesita el
comunicación. Un hablante o escritor puede también autor tratar a su audiencia como un todo no diferencia-
elegir centrarse sobre un receptor al que va dirigida su co- do; puede que los divida entre nobles y no nobles, en gru-
municación, invocando tu presencia y participación ex- pos hostiles y comprensivos. Considérense las estrategias
plícita. El uso de la tercera persona niega o, por lo menos, adoptadas en el prefacio de sir Thomas Browne en Reli-
trata de irrelevante la conexión entre la participación y gio Medici: «He presentado ahora al mundo una copia
el tema de una discusión; se elimina del principal campo completa y modificada de aquella pieza que fue antes tan
de nuestra acción él (ella, ello y ellos). Sin embargo, hay imperfecta en gran parte y clandestinamente publicada [...]
todavía más distinciones por hacer entre aquellos que par- El queleerá aquella obra y tomará nota de las particula-
ticipan. Uno puede especificar no solo si hay uno o mu- ridades varias y expresiones personales en ella distinguirá
chos emisores o receptores, sino también cualidades menos fácilmente que la intención no era pública; y, siendo un
tangibles, tales como el grado de impersonalidad o idio- ejercicio privado dirigido a mí mismo, lo que se comuni-
sincrasia en la posición «de uno» como hablante. Un autor ca en ella allí era más un memorial de mi persona que
puede elegir incluir o excluir a su audiencia de sus domi- un ejemplo de cualquier otra».** Aquí, la audiencia está,
nios, uniéndose a ella en un comunal nosotros o hacien- a la vez, distante e indefinida, aunque individualizada: una
do su papel individual tan indefinido, a través del uso de colección de potenciales «otros» que conjuntamentefor-.
uno o su variante informal t4, que puede aplicarse a cual- manel «mundo». Browne nose dirige directamente a nin-.
quier persona que pueda compartirlas circunstancias des- guno deestos individuos no especificados, permaneciendo |
critas. La identidad autobiográfica varía considerablemente circunspecto y discreto bajo lo que considera comoel im-
con respecto a todas estas dimensiones. «Bien pudiera ser personal y fundamentalmente intrusivo escrutinio de su
que mis descendientes fueran informadosde que a este pe- «público». .
queño artificio, con la bendición de Dios, su ancestro le Uno puede fácilmente deducir, a partir del extracto de
debió la constante felicidad de su vida, hasta los 79 años, Browne, que la persona gramatical no es el único recurso
edad en la que esto es escrito» (Benjamin Franklin, Auto- para calificar los roles respectivos de escritor y lector. Hay
biography). Al adoptar un punto en el futuro, y una po- infinidad de posibilidades para la referencia e invocación
sición entre su propia posteridad como un punto temporal a través del uso de lo que Bertrand Russell acostumbraba

7 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

llamar «descripciones definidas»: títulos con atención úni- (Narrative of the Life ofFrederick Douglass, an American
ca a uno de los participantes en el contexto comunicati- Slave Written by Himself).? La precisión de la jerarquía
vo. Desde luego, al escoger tales títulos, el autor se ha de la situación que hace Douglass podría, en parte, ser
erigido ya en contra de una forma menosoblicua de refe- debida a un deseo de guiar a su audiencia hacia un lugar
rencia, y esto también entra en el significado del título fuera de la escala usual, exigiendo que él les enumere una
descriptivo que elige: «Nota Bene —El poeta a un punto lista de nombres más familiares. Pero a ningún lector sen-
y medio de estar terriblemente enamorado» (Robert sible podría escapar el orgullo que Douglass siente al ha-
Burns, Journal of the Border Tour).* De la manera en que ceresta precisión; para un hombreal que se le ha negado
se etiqueta a sí mismo, Burns revela no solo su alegre iro- el conocimiento de su fecha de nacimiento y de su paren-
nía con respecto a su postura como autor, sino también tesco, un lugar de nacimiento se convierte en una mora-
algo de la función de su Journal, que es el diario de un da tanto espiritual comofísica, y el conocimiento deeste,
poeta y no unlibro de viajes. La selección de títulos, por en una fuente de autocontrol.
lo tanto, refleja muchosobrela situación autobiográfica, Además del uso de etiquetas y señales, tenemos tam-
su propósito y su audiencia implícita, así como acerca del bién varias categorías de adverbios y verbos «deícticos»
papel del autor y su relación con el material. Todasestas a través de los que manipulamos y reflejamos relaciones
características de la situación se convierten en criterios para espaciales. Dependiendo del punto de referencia escogi-
escoger títulos que son relevantes y reconocibles. do podemos situarnos a nosotros mismos como bere
(«aquí») o there («allí»), en base a nuestra proximidad a
Lo que damosa entender por reconocimiento significa que aquel punto, y también situar this («este») o that («aquel»)
el receptor puede llevar a cabo operaciones en el nombre, objeto en base a su relativa proximidad. Las preposiciones,
categorizarlo, encontrar como miembro de quéclase está sien- como los adverbios, pueden tener un punto de referencia
do usado, otorgarle conocimiento al que referirse, detectar implícito situado en el contexto comunicativo, como cuan-
cuáles de sus atributos son relevantes en el contexto, etc. La do uno dice «está detrás del árbol» (lt is bebind tbe tree),
selección del término «adecuado», y el hecho de escuchar siendola dirección una función de un punto de vista dado
un término como adecuado, parece involucrar sensibilidad y no el del árbol mismo»* El punto de vista puede tam-
a los respectivos posicionamientos de los participantes y re-
bién determinarsi hay dos o tres dimensiones, si uno está
ferente (que puede cambiar en el transcurso de la interacción);
a la composición de los participantes de la interacción, y el at (un punto en el plano) o in («dentro») de la casa. Fi-
conocimiento del mundo visto por miembros que se orga- nalmente, hay grupos de verbos que también reflejan
nizan por categorías de pertenencia [...] y al tópico o activi- una orientación implícita, parejas como go («im») ycome
dad llevado a cabo en la conversación en ese punto de su («venir»), o depart («partir»), y arrive («llegar»), por
transcurso. ejemplo.**
Los que hablan y escriben inglés puedenelegir situar-
Unopodría, en principio, examinar cada elección de se ellos mismos en el espacio, pero están obligados a dar
una palabra comosi fuera sensible en este paso hacia las su posición en el tiempo. A cada frase completa se le exi-
suposiciones que se hacen sobrela situación comunicati- ge una inflexión temporal, midiéndose la proximidad de
va, pero las suposiciones son mucho másclaras cuando un acontecimiento o estado en relación a lo que «ahora»
un autor lucha abiertamente para hacer que una cosa sea está sucediendo en el contexto de comunicación real o pro-
identificable a los ojos de su audiencia. Cuando, por ejem- yectado. La escala está de hecho bastante limitada, ya que
plo, él espera que ellos sean capaces de responder al he- todo lo queel tiempo verbal puede realmente medir son
cho de llamarlos por su nombre: «¿Puede darse el caso las distinciones absolutas entre la cualidad past («pasado»)
de que el público dé por supuesto que cualquier cosa es- o nonpast («no pasado») de los acontecimientos. Según
crita por un escritor profesionalsea eo ¿pso falso? El escri- John Lyons, «la razón es que, mientras el tiempo pasado
tor profesional es quizá considerado como un “cuentista”, se refiere típicamente al before-now (“antes de ahora””) el
como un niño que ha caído en aquel hábito y que es me- no pasadono está restringido a lo que es contemporáneo
cánicamente reñido por sus padres incluso cuando asegura al tiempo de la actuación: es usado para frases ““atempo-
que esta vez está diciendo la verdad» (Mary McCarthy, rales” o “eternas” (“El sol sale por el este”, etc.), y en
Memories ofa Catholic Girlhood)* Aunque McCarthy ri- muchas frases que se refieren al futuro (“después de
diculiza la xenofobia y la condescendencia de este masivo ahora”)».*%
público lector, continúa asumiendo que hay distinciones Complementando esta dicotomía temporal básica, es-
fundamentales entre ella misma y su propia audiencia de tán los adverbios y los sintagmas preposicionales, que pue-
lectores. Parece que no hay colegas escritores entre su pú- denser utilizados para especificar el tiempo de presente
blico y que sus creencias colectivas son tan extrañasa ella no limitado de antemano, y dándole, por ejemplo, lectu-
como lo son sus costumbres miméticas para su público. ras de presente habitual o futuro como «ella se marcha
«Nací en Tuckhoe, cerca de Hillsborough, y a unas doce mañana». Algunos grupos de adverbios de tiempo
millas de Easton, en el condado de Talbot, Maryland. —tales como mañana, hoy, y ayer, o abora y entonces— se
No tengo conocimiento exacto de mi edad, al no haber organizan alrededor de puntos de orientación contextua-
visto nunca ningún registro auténtico que la contenga» les, y son así similares al tiempo verbal y a los adverbios

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 73
ESTUDIOS Actos literarios

de lugar en su funcionamiento. Todavía se añaden otras modo como dando un punto de referencia bien en el tiem-
dimensiones a la medida del tiempo medianteel sistema po o en el juicio del hablante».
inglés del aspecto. El aspecto «perfectivo» se usa habitual- La modalidad no solo califica la probabilidad de un
mente para algo empezado en el pasado pero no comple- acontecimiento, sino que también refleja el grado de cer-
tado entonces, un estado que todavía continúa y que teza y la naturaleza del compromiso expresamente reali-
todavía conserva su relevancia.” (Un pasado perfectivo zado porel hablante. Él puede, por ejemplo, mostrar sus
indica, por consiguiente, una acción iniciada antes, pero reservas respecto a su propia capacidad: «No puedo decir
que continúa más allá de un punto de referencia que ya si mis primeros recuerdos vuelven a la orilla este u oeste
es pasado, como en «ella se había marchado cuando yo del fangoso y lento Río de la Plata, a Montevideo, donde
llegué».) El aspecto «progresivo», que también puede ser pasé largas y ociosas vacaciones enla villa de mi tío Fran-
pasado o presente, indica una acción que está en progreso cisco Haedo, o a Buenos Aires» (Jorge Luis Borges, Un
(«ella se estaba marchando cuando yo llegué»), un proce- ensayo autobiográfico)! Puede indicar que la fuerza de su
so que rodea por completo e incluye dentro de su ámbito afirmación va a ser moderada, que él está solo relativa-
propio, al que excede, lo que hemoselegido como nuestro mente en lo cierto o incluso bastante inseguro de su in-
punto de referencia. La impresión que tenemosde densi- formación. «Debemos de habernos trasladado al suburbio
dad y riqueza en nuestro sistema temporal es principal- de Palermo bastante pronto» (Borges, p. 135). «En la pá-
mente un producto deesta habilidad para escoger nuestros gina que cierra aquel libro, se me habla acerca de un hom-
puntos de referencia, y en cualquier uso autobiográfico bre que parte para hacer un dibujo del universo. Tras
de la gramática del tiempo debemos, como afirma Robin muchos años, ha cubierto una pared blanca con imáge-
Lakoff, «considerar no solo los elementos presentes en la nes[...] solo para averiguar en el momento de la muerte
superficie de la oración y el tiempo de actuación, sino que ha dibujado algo parecido a su propia cara. Puede que
también el punto de vista del emisor[...] la elección del este sea el caso de todo libro; es ciertamente el caso de es-
tiempo se basa en parte en el factor subjetivo de cómo te libro en particular» (Borges, p. 180). Según su juicio
el emisorse siente a sí mismo en relación con los aconte- —olo queatribuye a su audiencia o su cultura—,el escri-
cimientos».5 tor puede distinguir entre una contingencia moral o lógi-
Así, podemoscalibrar en cierta medida cómo se sien- ca como opuesta a la necesidad: «A mi edad, uno debería
te el hablante ante el acontecimiento reflejado en las lí- ser consciente de sus propios límites y este conocimiento
neas que concluyen la autobiografía de Bertrand Russell: podría hacerle feliz» (Borges, p. 185).
«Esta ha sido mi vida. La he encontrado merecedora de La modalidad es, así, un importante recurso lingiiísti-
vivirla, y gustosamente la viviría otra vez si se me diera co, que permite a un autor suavizar su posición y delimi-
la oportunidad».Nuestro conocimiento de tiempo y tar sus responsabilidades. Muchas de sus modificaciones
aspecto nos explica cómo interpretar la oración de Rus- reflejarán sus anticipaciones, las respuestas procedentes de
sell, cómo ver la relevancia epistemológica que sus pasa- sus lectores que ya oye e intenta encontrar a través de ad-
das experiencias continúan teniendo para él. Si Russell misiones, conciliaciones y reafirmaciones claras. «Quizá
hubiera escogido otro punto de referencia —el texto im- estas páginas están más dirigidas a los pobres estudian-
preso, más que el hombre que lo escribe— y su conclu- tes. En cuanto al resto de mis lectores, aceptarán tales
sión pudiera tener otras implicaciones, su vida podría fragmentos como se les presentan o confío en que nin-
habersido vista comoeternamente presente más que como guno ensanchará las costuras al ponerse el abrigo ya que
lo que «hasido». puede que le haga buen servicio a quien le queda bien»
Pero, al leer a Russell, somos claramente conscientes (H.D. Thoreau, Walden).2 Como se puede ver en este
de la contingencia y del estado de esperanza de la oración pasaje, las capacidades, intenciones y obligaciones pueden
final, reflejando su proposición únicamente sus deseos y también ser atribuidas a una audiencia. Un autor puede
no su esperanza o creencia de que volverá a vivir. Aquí restringir a sus lectores a los papeles que «deben» repre-
reconocemos otro tipo de medición incluido en el len- sentar, o exhortarles para que se esfuercen diciéndoles lo
guaje, un trazado de lo que pudiéramos llamar, grosso que «pueden» representar. Sobre todo, sus predicciones
modo, «grados de posibilidad». Entre las figuras que po- y la certeza con la que las hace nos dicen mucho de sus
nen en marcha nuestro reconocimiento se incluyen el propias interacciones, su forma de manejar sus relaciones,
complementadorsi, el verbo conjugado era o estaba y el y cómo y dónde deposita cuidadosamente su confianza.
auxiliar utilizado para formar el condicional. Todas estas Mientrasla fuerza del llamado subjuntivo, de los con-
figuras son parte del disperso sistema del «modo»de nues- dicionales y de las afirmaciones contrarias al hecho es ob-
tro lenguaje conformado porellas y por los adverbios con via, incluso las exclamaciones implican algo de la fuerza
las que están funcionalmente relacionadas, tales comocier- con la que el hablante sostiene o se atreve a dar su opi-
tamente y posiblemente. El hecho de que algunos de estos nión. El énfasis refleja la distancia de lo normal, siendo
mismos auxiliares y adverbios sirvan para medir el tiem- «la normalidad» definida a su vez según las esperanzas del
po ilustra la puntualización de M.A.K. Halliday de que el escritor o del lector. Por ejemplo, en Praeteria de J. Rus-
lenguaje puede «relacionar lo que se está diciendo con kin: «¡El bosque negro! ¡La caída de Schaffhausen! ¡La
el “hablante-ahora”, tanto permitiendo las opciones de cadena de los Alpes! ¡Están a nuestro alcance para el

74 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

domingo! ¡Qué domingo, en lugar del habitual Walworth ya saben. Hace suposiciones acerca de su ignorancia y
y los campos de Dulwisch!».% necesidad, y, de hecho, acerca de su deseo de ser cono-
Ruskin expone la profundidad y la tendencia de sus cedores de algún acontecimiento. Como tributo a su
entusiasmos, así como su suposición de que los estánda- sofisticación, un autor puede elegir, por el contrario, rea-
res para la excitación y el aburrimiento serán comparti- lizar una pregunta retórica si la información es demasia-
dos porel lector. Pero es en el modo gramatical, más que do básica para relatarla sin implicaciones ofensivas. Para
en la modalidad, donde vemos la dimensión interperso- los autobiógrafos en particular, el requisito de que la sus-
nal de la comunicación aprehendida o manipulada más tancia de un relato sea tanto desconocida comorelevante
directamente. Tanto el imperativo comoel interrogativo a los intereses de una audiencia ha demostrado ser un pro-
son signos de que el autor llega a la audiencia, una llama- blema. Especialmente en las primeras etapas del género,
da activa de ayuda para resolver una necesidad o una in- los autobiógrafos han sentido la necesidad de defenderse
certidumbre. Las órdenes y los ruegos tambiénreflejan contra los ataques a la novedad y necesidad de su autoex-
los atributos de las personas involucradas, en lo que se hibición. Por ejemplo, en Life ofBenvenuto Cellini: «To-
refiere a sus derechos relativos y deberes, aunque el po- dos los hombres, no importa de qué clase sean, que han
der puedeser reivindicado y la responsabilidad impuesta hecho algo de excelente, o que puede verdaderamente ase-
por medio de la invocación de otras características de mejarse a esto, deberían, si son personas honestas y vera-
la situación. Uno puede, por ejemplo, ordenar en nom- ces, descubrir su vida con su propia mano»;” y en las
bre de un principio cuando el propio estatus de uno no Confessions de Rousseau : «Yo estoy hechoadiferencia de
fuera suficiente. Si la situación interpersonal es obvia, cualquier otro que nunca haya conocido; incluso me aven-
y tanto el poder del hablante comola necesidad y la fa- turaré a decir que soy como nadie en el mundo entero.
cilidad de la respuesta deseada son autoevidentes, puede Puede que no sea mejor, pero por lo menossoy diferen-
que haya sustituciones en el modo; uno podría, en este te». Mientras Rousseau hace hincapié en el hecho de
caso, efectuar una orden simplemente manifestando una que el suyo es un relato que su audiencia no podría haber
necesidad o cuestionando las acciones de su interlocu- adivinado ni incluso a partir de sus propios actos de in-
tor.5* Pero incluso en estos casos derivados la invitación trospección, Cellini pone énfasis en el deber que le ha
a responder permanece y el, a menudo escondido, li- sido impuesto como un hombre ejemplar porla «gracia»
gazón de un autor con su audiencia sale a la luz por de la excelencia. Incluso en los autobiógrafos contempo-
completo. ráneos, que trabajan dentro de unatradición establecida,
pueden a menudo encontrarse vestigios de la misma pos-
¡Piensa en esto! ¿Fue todo para acabar en una oficina so- tura polémica. En My Life and Times, de H. Miller, por
bre montonesde ceniza, con el salón de Podsnap cerca y un ejemplo: «Todo el mundo piensa que tiene que saber lo
comité Whig repartiendo cava a los ricos y margarina a los que hago, cómo es mi vida, qué ha sido, etc. En cierto
pobres en proporciones lo suficientemente convenientes para modo, estoy completamente disgustado, refundiendo to-
contentar a todos los hombres, aunque el placer de los ojos dos los datos sobre mi propia vida o proyectos futuros[...]
se marchara del mundo, y el lugar de Homero fuera ocupa-
do por Huxley? Aunasí, creedme, en mi corazón, cuando
de cierta forma, a veces me siento víctima de mi propia
meforcé a mí mismo a mirar hacia el futuro, eso es lo que creación». Miller, a diferencia de Cellini, no se siente
vi (W. Morris, How I became a Socialist).% glorificado, sino víctima de la fama; su autobiografía no
está escrita como homenaje a la naturaleza pública de vir-
Morris dirige a su audiencia mediante el poder de su tud, sino desde la postura de sumisión molesta a la curio-
pasión más que por cualquier condiciónliteral que pue- sidad pública.
da poseer —el papel que asigna a sus lectores es el mismo Además de reflejar las relaciones interpersonales, el
papel que una vez se asignara a sí mismo—. Ellos «son modo ejerce también, desde luego, una presión sobre
forzados a mirar» como él lo fue antaño. Esta conjunción cómo recogemos una información, particularmente en su
de la audiencia y de por lo menos un aspecto del autor, estatus ontológico. El modo establece condiciones sobre
aunquelejano en el pasado, mitiga un tono demasiado im- cuándo y cómo una proposición puede verificarse, los im-
perioso. El lector es un comprensivo igual a lo largo del perativos que afectan por definición a los estados de los
intercambio, un participante completo a cuya compren- hechos que no existen todavía, y las preguntas que plan-
sión y creencia Morris puede apelar. tean dudas.” Puede parecer que los autores a veces utili-
Mientras estamos acostumbrados a ver la dimensión zan el modo impropiamente, como hace Morris cuando
interpersonal de imperativos y preguntas, los valores prag- pregunta (ver arriba) acerca de acontecimientos mucho
máticos del modo indicativo acostumbran a ser mucho después de que sus propias dudas hayan sido resueltas. En
menosfáciles de distinguir. Pero este modo refleja tam- tales casos, el autor está simplemente alterando su marco
bién las relaciones entre un autor y una audiencia, ya que, de referencia y adoptando una cierta posición ventajosa,
según el filósofo Paul Grice, «se asume que no dirá tanto tanto la del ambiguo yo comola del lector, o la de alguna
como considera que sea relevante a los intereses de la otra persona imaginaria. «Un acontecimiento particular-
audiencia de uno».% Al relatar algo a sus lectores, un mente frecuente en prosa es el caso en que alguna pre-
autor delimita así el radio de acción de lo que claramente gunta tal como “¿Qué se va a hacer ahora?” introduce

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 75
ESTUDIOS Actos literarios

las deliberaciones internas del héroeo el relato de sus ac- elige para su acto, bien sean verbos o nombres y adjetivos
ciones —siendo esta tanto una pregunta que se hace el derivados de verbos «representativos», dicen mucho acer-
autor como una que el héroe se plantea a sí mismo ante ca de la naturaleza de su acto; incluso la frecuencia con
unasituación difícil [...] es el autor el que da un paso ade- la cual estos términos aparecen puede ser importante para
lante, pero lo hace en nombre de su héroe, parece hablar determinar la autoconciencia del texto. Los términos no
por él».? literales usados para representar y describir un acto auto-
El contexto de la comunicación es, pues, complicado biográfico son una fuente literaria de importancia similar;
y recursivo; un acto del habla puede encerrar otro acto, pueden variar desde términos simples como pintar, visio-
verbal o mental, que tenga su propio contexto inmedia- nar o recordar —prestados de otro acto o disciplina—Ñ,hasta
to, y el contexto implícito puede variar cuandoel hablante: las más exageradamente extendidas metáforas: «Dentro de
común permite diferentes grados y diferentes tipos de auto- los bosquecillos de la Caballería, yo invoco a las amantes
nomía a las palabras que relata. Mediante el uso del dis- del pastor» (W. Wordsworth, The Prelude).??
curso directo, y separandoel estilo indirecto de su propio Hay implicaciones para el estatus del acto en las mis-
discurso por medio de comillas, el escritor pretende trans- mísimas categorías gramaticales que un autobiógrafo usa.
mitir el discurso original sin interferencias, reproducien- Más que acentuar su responsabilidad individual por me-
do ambas cosas, la forma y el contenido (dentro de los dio de la selección de nombres representativos tales como
límites convencionales) de las palabras del otro hablante: narrador, él puede centrar toda la atención en el proceso
¿Llama a los bomberos”, gritó Mrs. Prothero mientras del acto en sí mismo, usando nominalizaciones y oracio-
hacia sonarel gong» (Dylan Thomas, A child's Christmas nes pasivas en las que no se necesita especificar ningún
in Wales).?? El discurso indirecto permite una mayordis- agente. «Parece comosi el tiempo no hubiera sido creado
torsión del material del que se da cuenta. El habla implí- todavía, ya que todos los pensamientos conectados con
cita ha sido totalmente asimilada, sin comillas ni cambios la emoción y el lugar están sin ordenar» (William Butler
de tiempo que lo hagan resaltar como un acto autóno- Yeats, Autobiography).?*
mo: «En verdad el humo salía a raudales del corredor, La elección entre verbos representativos y otras cate-
y el gong estaba bombeando y Mrs. Prothero anunciaba gorías gramaticales, adjetivos por ejemplo, es también una
la ruina como un pregonero de Pompeya» (Thomas,p. 21). elección entre si se deben o no enfatizar sobre las dimen-
Al utilizar un relato indirecto, el escritor indica que siones temporales del acto, para verlo como perfectivo o
lo que él transmite no es el acto de habla original, sino copresente, como un hecho o como un proceso en mar-
su propio análisis de ese acto. Su análisis puede resaltar cha. Con respecto a cualquier verbo representativo, hay
tanto el fondo comola forma del discurso que reprodu- también casos sintácticos asociados —agente, instrumen-
ce; puede simplemente parafrasear el mensaje, o, como to, beneficiario, locativo y paciente— que pueden distri-
Thomashace, retratar el modo en que es expresado. En- buirse entre un autor y sus lectores en gran variedad de
tre los polos de lo indirecto y directo se encuentra el «dis- formas.” «Llamar a la puerta del pasado fue, en una pa-
curso casi-directo», una variación del estilo indirecto que labra, verlo abierto a mí de forma bastante amplia —ver
puede carecer de los signos formales del discurso directo, el mundo por dentro empezar a “componerse” con su
tales como las comillas, al mismo tiempo que todavía pre- propia elegancia» (H. James, A Small Boy and Otbers).?*
serva algo de la dicción y gramática del material original. Eneste caso, James cambiael papel tradicional del autor-
El juego ambiguo entre el análisis y el relato facilita la como-agente por el de un experimentador, relegándose sí
ironía y la parodia: «Y las madres advertían ruidosamen- mismoa la posición del que meramente observa el acto de
te a sus orgullosos -as y sonrosados-as hijos e hijas que la composición. De forma similar, un autobiógrafo pue-
pusieran aquella medusa en el suelo» (Thomas, Holiday de elegir entre «contarles» algo a sus lectores, «describién-
Memory).7* El autor puede también usar el marco de su dolo» para ellos como sus beneficiarios, o incluso cons-
cita para sugerir una lectura del material que cita o enfa- truyéndolesla localización o el propósito al cual él dirige
tizar un aspecto particular de éste. Thomas nos quierete- el acto. Cambiando su punto de vista, el autor puedeele-
ner escuchando a las madres «advirtiendo ruidosamente» gir, en cambio, tratar a la audiencia como el agente del
y también viendo el humo quese les escapa a las familias acto de lectura, e incluso dar un comentario extenso sobre
. quemadas por el sol en su propia situación. la forma que sus lectores representan o deberían repre-
Pero los nombres dados a estos actos de estilo indirecto sentar sus propios papeles en el acto autobiográfico.
—gritar y advertir, anunciar y decir— pueden ser usados Pero todos los verbos, no simplemente los dela varie-
con esta mismafacilidad para nombrarel acto en el que el dad representativa, tiene casos asociados. Mucha informa-
autor mismo está ocupado. Estos términos son los que ción acerca del papel de cualquier persona, entidad u
Austin ha llamado «representativos», en el sentido de objeto en una acción se comunica a través de su posición
que uno puede usarlos no solo para describir, sino, de he- en formassintácticas repetidas y esta información es in-
cho, para representar un acto elocucionario en las circuns- cluso más importante cuando consideramos cómo un
tancias adecuadas. Para la literatura, estos términos autobiógrafo proyecta su propio sentido de sí mismo como
incluyen no solo prometer y disculparse, sino también na- actor: «Me muelen lentamente sobre la inflexible muela
rrar, crear y describir. Los tipos de términos que un autor del dolor físico» (The Diary ofAlice James)? Además de

76 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Actos literarios

percibirse a sí misma como unavíctima, Alice James hace elimina cualquier necesidad de referirse al hombre respon-
también de su victimismo el tema y sujeto de sus refle- sable de la «clasificación».
xiones. Las posiciones, el ordenamiento secuencial de las Unopodría ir másallá, notando cómo el cambio está
diferentes categorías en una oración, también tienen sus asociado con los cambios en la audiencia, y cómo la im-
implicaciones y permiten a un autorfijar la atención ha- personalidad surge cuando Mailer se enfrenta, no a «sus
cia una categoría o desviarla de ella. Aquí la posición fi- lectores», sino a un implacable «especialista». Uno debe-
nal de la oración, que está característicamente reservada ría también notar, sin embargo, que en ninguno de estos
para la información principal o calificativa, está ocupa- casos deja Mailer el refugio de su indentidad comoautor.
da por el lugar del victimismo.*% Vemos la ambientación, Pero estos y otros refinamientos de interpretación deben
pero no el agente de su dolor. esperar al análisis más exhaustivo en los siguientes cuatro
Incluso una cosa tan sencilla como la colocación física capítulos. Aquí me limito a esbozar las posibilidades de
de las palabras en las oraciones puede, por consiguiente, la acción y de los elementos del lenguaje que marcan su
decirnos algo acerca de la formay la dinámicade la autoe- trayectoria.
valuación, y puede reflejar también la intensidad de la Hasta este punto me he dedicado a las potencialidades
autopreocupación. Los encabezamientos de las oraciones —su realización debe buscarse en autobiógrafos individua-
son los puntos de integración; los elementos que aparecen les, en el trabajo de Bunyan y Boswell, Nabokov y De
aquí unen la cadena y convierten las frases en texto. La Quincey, y desde luego de muchos otros. Pero lo que de-
conjunción,la elipse, los paralelismos léxicos y gramatica- seo haber demostrado es que las elecciones que dan ca-
les son recursos adicionales para la cohesión y la coherencia. rácter a un acto y que proporcionan a cada autobiógrafo,
Uno puede preguntarse cómo son usados estos recursos «cogido en el acto», su propia y tenue personalidad son
en el texto, el tipo y alcance e la integración textual.*! En también en alguna medida universales, Un autobiógrafo
la autobiobrafía, a uno le gustaría especialmente saber puede habitar un mundo aparentemente privado, pero es
cuanto en ella depende de la intercesión del autor; del un mundodel cual, al escribir, no puede darnos una llave.
autor; sus propias intrusiones a posteriori en la sustancia
de los hechos. ¿Tiene su vida, su yo, una continuidad, lógica
o temporal, sin sus interpretaciones impuestas?% ¿Es su
autobiografía una sombra que depende de su vida y su yo, NOTAS
o tiene autonomía propia? Considérense los siguientes dos 1. Citado en Quentin Bell, Virginia Woolf: a Biography, Nueva York,
párrafos de Advertisementsfor Myself, de Norman Mailer: Harcourt Brace Jovanovich, 1972, p. 173m.
2. Alastair Fowler, «The Life and Death of Literary Forms», New
Literary Forms (invierno 1971), 201.
El autor, llevado por un admirable deseo de complacer 3. Traducido por Rew Warner, Nueva York, New American Library,
a sus lectores, ha añadido también una serie de anuncios im- 1963, pp. 24-25.
presos en negrita, que rodean a todos estos escritos, con sus 4. Roy Pascal, Design and Truth in Autobiogralry, Cambridge (Mass.),
gustos, preferencias, apologías, orgullos y confesiones oca- Harvard Univ. Press, 1960, pp. 148, 158 y 160.
sionales del momento. Como muchosotros fraudes litera- 5. Entrevista realizada por Simona Morini, «Nabokov talks about
rios, se ha sabido que el escritor en una ocasión leyó el his Travels», Vogue (15 abr. 1972), 77.
Prefacio de un libro en lugar de un libro, y recordando esta 6. Vladimir Nabokov, Speake, Memory: an Autobiography Revised, Nue-
experiencia, intentó hacer más legibles los anuncios que el va York, G.P Putnam's Sons, 1967, pp. 101-102.
resto de las páginas. 7. Ibíd., p. 58.
8. Glory, trad. de Dimitri Nabokov en colaboración con el autor,
Ya que tal método es discursivo, y este es un momento Nueva York, McGraw Hill, 1971, p. 3.
en que muchos controlan ferozmente su distraída atención, 9. John Addington Symonds, introducción a The Life ofBenvenuto
se ofrece una Segunda Tabla de Contenidos para satisfacer Cellini written by Himself (ed. y trad. de J.A. Symonds), Nueva York,
al especialista. Aquí todas las historias cortas, novelas cor- Brentano's, 1906, p. 44, :
tas, poemas, anuncios, artículos, ensayos, artículos periodís- 10. Las categorías sintácticas son también funcionales, desde luego.
ticos, y otros clasificados según su categoría formal.* Debeasignarse un valor sintáctico a las señales físicas sobre una pá-
gina, o a los sonidos en la atmósfera por parte de los hablantes de la
lengua; la forma acústica o literal no determina, ni siquiera refleja de
Ambospárrafos son, obviamente, el trabajo de un es- forma precisa y unidireccional, el valor que se le asigna dentro delsiste-
critor altamente consciente de su texto; en verdad, el de- ma lingiiístico, como los lingiiistas, desde Saussure, siempre han reco-
sorden de la autorreferencia textual los hace casi opacos. nocido. La sintaxis existe en cuanto hay una serie de reglas o criterios
Pero hay también diferencias entre la integración de uno compartidos para evaluar una forma dada como ejemplo de un cierto
morfema o una particular «estructura profunda». La relación muchos-
y otro. En el primero, cada frase parece estar suspendida uno de forma y función es la base para el modelo generativo-transfor-
sobre el autor: ese fraude literario, aquel escritor y aquel macional del lenguaje, que reconocela sinonimiasintáctica de «estruc-
él, con los que arremete al principio de cada oración y turas superficiales» dispares.
que sirven como punto de cualquier nueva salida.El se- 11. Cfr. J.L. Austin, How to do Things with Words, Nueva York, Ox-
ford Univ. Press, 1968; PE. Strawson, «Intention and Convention in
gundopárrafo, sin embargo, suprime cualquier mención
Speech Acts», Philosophical Review, 73 (oct. 1964), 439-460; 1d., «Phrase
al autor. Es el «método» y la aparentemente autopropul- et Acte de Parole»(trad. de Paul Gochet), Langages, 17 (mar. 1970), 19-
sora energía organizadora del mismo texto lo que halle- 33; JR. Searle, Speech Acts: an Essay in the Philosophy ofLanguage, Cam-
gado a ser el tema. La oración pasiva final, por ejemplo, bridge, Cambridge Univ. Press, 1969.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 77
ESTUDIOS Actosliterarios

12. Puede que la misma literatura sea un tipo superordinante de ac- o «del horizonte de la familiaridad y preconocimiento típico», en va-
ción elocucionaria y, así pues, uno de los tipos que forman el «lenguaje rios de sus trabajos recopilados por Maurice Natanson bajo eltítulo de
común». Para un interesante estudio del surgimiento dela «literatura» The Problem ofSocial Reality, La Haya, Martinus Nijhoff, 1962. Véase
como unacategoría, y de las diversas funciones que le han sido atribui- en particular «Common Sense and Scientific Interpretation of Human
das desde entonces, véase Henryk Markiewicz; «The Limits of Litera- Action», pp. 7-10, y «Concept and Theory Formation in the Social
ture», New Literary History, 4 (otoño 1972), 5-14. _ Sciences», pp. 59-60.
13. Searle, ob. cit., p. 66. 33. Nelson Goodmanpresenta un análisis de la distinción entre es-
14. Maurice Merleau-Ponty, «Institution in Personal and Public His- tas relaciones ejemplares o «ejemplificatorias» como distintas de la re-
tory», en Themes from the Lectures at the College de France, 1952-1960 presentación en The languages ofArt, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1968,
(trad. de John O”Neill), Evanston (111.), Northwestern Univ. Press, 1970, pp. 52-53. Jean Starobinsky desarrolla esta aproximación a la autobio-
p. 40. grafía en su ensayo «The Style of Autobiography», en Seymour Chat-
15. Searle, ob. cit., p. 66. man (ed.), Literary Style: A Symposium, Londres, Oxford Univ. Press,
16. Giinter Bornkamm habla de los recursos retóricos de la historia 1971, 285-296.
antigua en su estudio de la historia del Nuevo Testamento en Paul(trad. 34. Laing, H. Phillipson, y A.R.Lee, Interpersonal Perception, Lon-
de D. M. G.Stalker), Nueva York, Harper and Row, 1971, p. XX. Véase dres, Tavistock, 1966, p. 56.
también el tratamiento que hace Rol ' + Lakoff de estas convenciones 35. Searle, ob. cit., p. 70.
en «Tense and its Relation to Participants», Language, 46, 4 (1970), 36. Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigation(trad. de Gem
846-847. Anscombe), Oxford, Basil Blackwell, 1967, p. 11.
17. The Oxford Annotated Bible: Revisited Standard Version (ed. de 37. Robert Weimann, «French Structuralism and Literary History:
Herbert G. May y Bruce M. Metzger), Nueva York, Oxford Univ. Press, Some Critiques and Reconsiderations», New Literary History, 4, 3 (1973),
1962, p. 656. También sobre este tema, véase Georg Misch, A History p. 63.
ofAutobiograpby in Antiquity (trad. con EN. Dickes), Londres, Rout- 38. Maurice Merleau-Ponty, «Materials for a Theory of History», en
ledge and Kegan Paul, 1950, vol. 1. Themes from the Lectures..., cit., pp. 29-30.
18 Misch, ob.cit., vol. 1, pp. 16-17, menciona la influencia de los 39. Véase Signs, cit., p. 59; para una posterior exposición del «cam-
juicios en la antigua Atenas sobre «autobiografías» de sofistas y platóni- po de investigación» y la caracterización de la historia como una bús-
cos, particularmente la de Isócrates. queda: Merleau-Ponty, «Institution in History», en Themes..., cit., p. 41.
19. Maurice Merleau-Ponty, Signs (trad. de Richard C. McClearly, 40. Weimann, ob. cit., p. 63.
Evanston (UL), Northwestern Univ. Press, 1964, p. 42. 41. Jauss, ob. cit., pp. 18-19.
20. Misch, ob. cit., vol. 1, pp. 5-8. 42. The Geograpbical History ofAmerica, Nueva York, Vintage, 1973,
21. Margaret Bottrall, Every man a Phoenix: Studies in Seventeenth p. 235.
Century Biography, Londres, John Murray, 1958, p. 161. 43. John Gumperz, «The Speech Community», en International Ency
22. Juriz Tynjanov, «Onliterary Evolution»(trad. de C.A. Luplow), en clopaedia ofthe Social Sciencies, Nueva York, MacMillan, 1968, 381-386;
Ladislav Matejka y Krystyna Pomorska (eds.), Readings in Russian Poetics: reed. en Pier Paolo Giglioli (ed.) Language and Social Context, Harmonds-
Formalist and Structuralist Views, Cambridge (Mass.), MIT Press, 1971, p. 69. worth (Middlesex), Penguin Books, 1972, 220. Para un tratamiento más
23. Ibíd., pp. 68 y 70. completo de estos temas véase William Labov, «The Study of Language
24. Comoafirma Tynjanov, «La diferenciación de un tipo interrela- in its Social Context», Studium Generale, 23 (1970), 66-84; y Dell Hymes,
cionado lleva a, o mejor, está conectado con la diferenciación de otro Foundations in Sociolinguistics: An Ethnographic Approach, Filadelfia,
tipo interrelacionado»(p. 71). Univ. of Pennsylvania Press, 1974; compartiendo ambostrabajos la creen-
25. Ibíd., p. 69. cia de que los fenómenoslingiiísticos no pueden ser comprendidos sin
26. Fowler ha hecho hincapié en el mismo punto en su estudio de información etnográfica.
las formas literarias, aunque él reserva el término género solo para las 44. Véase Hymes, ob. cit., pp. 45-66, y Roman Jakobson, con quien
etapas más tempranas del desarrollo y prefiere rebautizar a las etapas Hymesreconoce su deuda, en T. Sebeok (ed.), «Concluding Statement:
más tardías como modos. Para su instructivo modelo de tres fases, véase Linguistics and Poetics», en Style in Language, Cambridge (Mass.), MIT
especialmente las páginas 212-214. Press, 1960, 350-373.
27. L.D. Lerner, «Puritanism and the Spiritual Autobiography», Hib- 45. Nueva York, Rinehart, 1948, p. 91.
bert Journal, 55, 4 (1957), 373-386. 46. Boston, Houghton Mifflin, 1918, p. 504,
28. He adaptado libremente el sistema de reglas del acto del habla 47. Roger Brown y Marguerite Ford, «Address in American English»,
para el uso del lenguaje común de Searle, pp. 54-71 y 66-67. en D. Hymes(ed.), Language in Culture and Society, Nueva York, Har-
29. El infructuoso intento de Irving recibió mucha publicidad en per and Row, 1964, 235-244; Style..., cit., 253-276.
la prensa americana, particularmente en Time, «Fabulous Hoax of Clif- 48. Frank L. Huntley (ed.), Nueva York, Appleton-Century-Crofts,
ford Irving» (21 feb. 1972), 12 y 17. 1965, pp. 1-2.
30. Hans Robert Jauss, «Literary History as a Challenge to Literary 49. Selected Poetry and Prose (ed. de Robert D. Thornton), Boston,
Theory», New Literary History, 1 (1970), 7-38, cita la obra de G. Buck: Houghton Mifflin, 1966, p. 190. .
Lernen und Erfabrung, Stuttgart, 1967, p. 56, en esta conexión: «el co- 50. Véase E.A.Schegloff, «Notes on a Conversational Practice: For-
nocimiento previo [...] es en sí mismo un elemento de experiencia y mulating Place», Language and Social Context, pp. 110 y 130.
. [...] hace posible que cualquier cosa nueva con la que nos encontramos 51. Nueva York, Berkeley Medallion Books, 1963, p. 9.
puedaser leída, como si dijéramos, en algún contexto de experiencia». 52. Boston, Anti-Slavery Office, 1845; reed. en Garden City, Dou-
El tratamiento que hace Jauss de la recepción como un factor en la his- bleday, 1963, p. 1.
toria literaria y en la teoría literaria da pie a muchas preguntas contro- 53. Geoffrey N. Leech, Toward a Semantic Description of English,
vertidas sobre la relación entre el «horizonte previo de expectativas» y Bloomington, Indiana Univ. Press, 1969, p. 306.
los ajustes que posteriormente lleva a caboel lector. 54, Charles J. Fillmore, «Deictic Categories in the Semantics of
31. Recientemente se han llevado a cabo varios interesantes estudios “Come”, Foundations of Language, 2 (1966), 219-227.
sobreeste aspecto de la autobiografía, incluyendo el trabajo de Francis 55. John Lyons, Introduction to Theoretical Linguistics, Cambridge,
Hart: «Notes for an Anatomy of Modern Autobiography», New Liter- CUP, 1969,p. 306.
ary History, 1, 3 (1970), 485-511; también el trabajo de William L. Ho- 56. James D. McCawley, «Tense and Time Reference in English», en
warth: «Some principles of Autobiography», New Literary History, 5, Charles J. Fillmore y D. Terrence Langendoen (ed.), Studies in Linguis-
2 (1974), 363-382; y de James Olney, Metapbors of Self: the Meaning of tic semantics, Nueva York, Holt, Rinehart 8z Winston, 1971, pp. 103
Autobiography, Princeton, Princeton Univ. Press, 1972. y 111-112 afirma queel tiempo debería ser considerado como una pro-
32. Alfred Schutz extiende el concepto de Husserl de la «tipicalidad», nominalización de tales adverbios temporales.

78 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

57. Ibíd., pp. 104-105; y también Robin Lakoff, «Tense and Its LR. Titunik), en Readings in Russians Poetics, Cambridge, MIT Press,
Relation to Participants», Language, 46, 4 (1970), p. 844. Mi trata- 1971, p. 172. Estoy en deuda conel trabajo seminal de Volosinov a lo
miento del tiempo y del aspecto debe muchoa estos estudios, así como largo del tratamiento dela cita.
a Lyons. 72. Quite early one morning, Nueva York, New Directions, 1954,
58. Lakoff, ob. cit., p. 841. p. 34. :
59. The Autobiography ofBertrand Russell, Nueva York, Little Brown, 73. «El mensaje del autor, al incorporar el otro mensaje, pone en
1967; Nueva York, Bantam Books, 1968, vol. 1, p. 4. juego normassintácticas, estilísticas y composicionales para su asimila-
60. M.A.K. Halliday, «Functional Diversity in Language», Fonnda- ción parcial», según Volosinow, ob. cit., pp. 149.
tions of Language, 6 (1970), pp. 325 y 342. 74. Quite Early One Morning,cit., p. 34.
61. The Aleph and Other Stories: 1933-1969 (ed. y trad. de Norman 75. Libro n? 1, en Carlos Baker (ed.): The Prelude: Selected
Thomas di Giovanni en colaboración con el autor), Nueva York, E.P. Poems and Sonnets, Nueva York, Holt, Rinehart 87 Winston, 1966,
Duton, 1970; reed. en Nueva York, Bantam Books, 1971, p. 135. Las p. 208.
citas posteriores corresponden a esta edición. 76. Nueva York, MacMillan, 1916; reed. en 1965, p. 1.
62. Sherman Paul (ed.), Boston, Houghton Mifflin, 1957, p. 1. 77. Aquí y a lo largo de mi estudio del sujeto me he basado en la
63. The Genius fo Jobn Ruskin (ed. de John D. Rosenberg), Boston, teoría de «la gramática del caso» desarrollada por Charles Fillmore, en
Houghton Mifflin, 1963, p. 496. particular en su: «Subjects, Speakers and Roles», Working Papers in Lin-
64. Labov, ob. cit., pp. 79-82; y J.R. Searle: Speech Acts: An Essay in guistics: Obio State University, 4 (1970), 31-63.
tbe Philosophy of Language, Cambridge, CUP, 1969, pp. 66-68. 78. Nueva York, Charles Scribner's Sons, 1913; reed. en 1964,
65. Selected Writings and Designs (ed. de Asa Briggs), Hardmonds- p. 2.
worth (Middlesex), Penguin Books, 1962, p. 36. 79. Leon Edel (ed.), Nueva York, Dodd, Mead, 1934; reed. en 1964,
66. Esta es la formulación dadaal «principio cooperativo» de Grice p. 232.
en David Gordon y George Lakoff, «Conversational Postulates», en Pa- 80. Halliday, «Functional Diversity», junto con otro ensayo, «Lan-
persfrom the Seventh Regional Meeting: Chicago Linguistic Society (abril guage Structure and Languaje Function», en John Lyons(ed.), New Hor-
1971), p. 68. izons in Linguistics, Hardmondsworth (Middlesex), Penguin Books, 1970,
67. John Addington Symonds, introducción a The Life ofBenvena- pp. 162-164.
to Cellini..., cit., p. 71. 81. Halliday, «Functional Diversity», cit.; y Ruquaiya Hasan, «Gram-
63. J.M. Cohen (trad.), Hardmondsworth (Middlesex), Penguin matical Cohesion in Spoken and Written English: Part One», en Pro-
Books, 1954, p. 17. gramme in Linguistics and English Teaching, trabajo n? 7, Londres,
69. Nueva York, Playboy Press, 1971, pp. 10-11. Communications Research Centre, University College / Longmans, 1968;
70. Según Searle, «la fuerza elocucionaria que indica un recurso opera ambos describen la «función textual» en el lenguaje.
en una expresión de predicado neutral para determinar un cierto modo 82. Tzvetan Todorov habla de «el encadenamiento de un texto» en
en el cual se plantea la cuestión sobre la verdad del predicado con res- estos términos en «Poétique», en Francois Wahl (ed.), Quiest-ce que le
pecto al objeto referido por la expresión del sujeto» (p. 122). structuralisme, Paris, Seuil, 1968, pp. 97-166.
71. VAN. Volosinov, «Reported Speech»(trad. de Ladislva Matejka e 83. Nueva York, G.P. Putnanys Sons, 1959; reed. en 1966, p. V.

Autoinvención se nos presenta a un Poulou sin billete, condición que


ejemplifica su falta inicial de identidad justificada, su sen-
en la autobiografía: tido alienado de exclusión del cerrado sistemade la reali-
el momento del lenguaje* dad preexistente —la solidez del tipo Simonnot de otros
egos— en la cual él ha nacido. Enla narrativa que sigue,
el chico invierte la balanza del poder adquiriendoel bi-
llete —identidad, papel y mandato— queel ejercicio del
Paul John Eakin lenguaje puede conferir. Se acoge a un modelo heroico
del yo literario, convirtiéndose en un demiurgo con po-
der ilimitado para integrar la realidad en palabras. A pe-
sar de la subsiguiente no confirmación de los sueños de
En The Words, Jean-Paul Sartre presenta las dos visiones autonomia del niño por parte del adulto Sartre, una no
opuestas de la naturaleza del yo y de su relación con el confirmación que deja al autobiógrafo sin billete al final,
lenguaje que han constituido el principal tema de debate se utiliza el ardid ontológico de la autobiografía tradicio-
entre los teóricos de la autobiografía durante estos últi- nal de forma ejemplar en el mito de la creación del chico,
mos años: ¿es el yo autónomo y trascendente, o es con- y se vuelve a utilizar en la reconstrucción que hace el auto-
tingente y provisional, dependiente del lenguaje y de otros biógrafo de sus sueños de infancia: el yo existe —«Aquí
factores para su propia existencia? En la fábula del tren falta alguien. Es Sartre» (p. 72)= y este crea el mundo
a través del lenguaje: «Durante siglos, en Aurillac, ocio-
sos montones de blancura habían estado suplicando unos
* Del capítulo IV de la obra de Paul John Eakin, Fictions in Autobiography. Stu-
contornos definidos, un significado; yo haría monumen-
dies in the Art ofSelfInvention, Princetory New Jersey, Princeton Unversity Press,
1985, pp. 181-201. Trad. de Eduard Ribau Font y Antónia Ferrá Mir. tos reales con ellos. Comoterrorista que era, solo estaba

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ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

preocupado porsu ser: yo lo crearía medianteel lengua- cault, Lacan, Vico, Kierkegaard, Nietzsche y Freud po-
Je» (p. 114). nen derelieve una mismalección, que «el yo ya no puede
Cuandose trata de determinar las posiciones relativas ser durante más tiempoel autor de su propio discurso más
al yo y al lenguaje en el orden delser, los estudiosos de la de lo que al productor de un texto se le puede denominar
autobiografía se alinean de forma diversa, algunos de autor —esto es el generador— de su escrito». En una cita
parte del niño consu billete, otros de parte del adulto sin característica y provocativa de The Will to Power, Sprin-
este. Cuando un yo habla, y de forma especial en el dis- er subraya el punto de vista radical de Nietzsche de que
curso autobiográfico, ¿es su lenguaje en efecto un discur- «el “sujeto” no es algo dado,es[...] la ficción de que mu-
so original, un testimonio válido por sí mismo de la chos estados similares en nosotros son el efecto de un sus-
unicidad del yo? ¿O es tal discurso siempre fatalmente de- trato: pero somos nosotros los que creamos en primer
rivativo, como cuando Poulou finge plagiar el lenguaje lugar la “similitud” de estos estados».? En cambio,a pe-
de la tribu? Cualquiera que sea el caso en la realidad de sar de la «bravura» de la negación «francesa» de la reali-
la biografía, las autobiografíase Mary McCarthy, Henry dad del yo, Olney no va a perder la confianza en la
James y Sartre, como hemosvisto, revelan la parte de fic- autobiografía, y nos recuerda que lo que «todavía preo-
ción en el yo y en su historia en el lenguaje que ellossi- cupaa estos escépticos es el yo y su conciencia o conoci-
túan frente al mundo. En todos estos tres casos, el acto miento».!
autobiográfico es presentado, no de forma deliberada, sino Janet Varner Gunn,por su parte, entiende la amenaza
como el último ejemplo de una práctica establecida de hacia la autobiografía no como proveniente de la izquier-
autoinvención que se relaciona con un grupo determinado da (para decirlo de algun modo) en cualquier (nueva, «fran-
de circunstancias biográficas; la condición de huérfano de cesa») deconstrucción del yo, sino más bien como
Sartre y McCarthy, la crisis adolescente de confianza proveniente de la derecha, en la hipóstasis tradicional car-
desencadenada en James debido a la elección de su voca- tesiana (vieja, «francesa» otra vez) del yo privilegiado y
ción. Se mantiene, pues, que la naturaleza ficticia de la trascendente, «absoluto, inefable e imperecedero», «más
identidad del yo es un hecho biográfico. Más tarde, Sar- allá de lo que alcanza el lenguaje». Este yo dela «clásica
tre desestabiliza la mismísima idea de la narrativa auto- teoría autobiográfica» —una rúbrica en la que incluye los
biográfica cuando demuestra, incluso cuandola utiliza, nombres de Wilhelm Dilthey, Georg Misch, Georges
que la dinámicade la retrospección está fundamentada en Gusdorf y Olney— es, desde su punto de vista, «anti
la ilusión. autobiográfico», ya que «se puede decir que este yo no
Con. los mismos autobiógrafos señalando el camino, tiene ningún tipo de pasado: nunca fue, simplementees».
no es de extrañar que el estatus ontológico del yo en la Según Gunn,el yo es «el yo que se manifiesta [...] que
autobiografía se haya convertido en el foco central de aten- habla, que vive en el tiempo», y su misión es formular
ción para los teóricos de esta durante estos últimos años. una «poética de la experiencia» para rescatar a la auto-
Se hallevado a cabo un debate crítico considerablemente biografía de su cuarentena en «algunaestéril esquina fuera
apasionado, ya que por lo menos algunos de los comen- de la cultura», llevándola de nuevo a una plena participa-
taristas implicados creen que el futuro de la autobiogra- ción en la vida en el tiempo, que es la única vida que co-
fía misma está en juego.! La naturaleza exacta de la nocemos. A pesar de la excesiva simplificación de los
amenazaa la vida del género se percibe, sin embargo, de puntos de vista de Olney y Gusdorf sobrela relación en-
diversas maneras. En su juicioso examen de la literatura tre el yo y la cultura, una reducción que se podría corregir
teórica y crítica contemporánea sobre la autobiografía, The leyendo Tell me Africa, de Olney (1974), y La déconverte
Autobiograpby and the Cultural Moment, James Olney de soi, de Gusdorf (1948), resulta instructiva la interpre-
contempla —creo que con una cierta carga irónica— la tación por parte de Gunndela relación entre el yo y el
posibilidad de que los críticos estructuralistas, postestruc- lenguaje. «El yo, entonces» —escribe—, se manifiesta,
turalistas y deconstructivistas de clara inspiración france- no se distorsiona, por medio del lenguaje.»* Sprinker,
sa consigan disolver «el yo en un texto y luego el texto por otra parte, resume su estudio sobre la textualización
en aire diáfano», reduciendo el discurso de la autobiogra- del yo moderno concluyendo que «el yo se constituye por
fía a «un mero tartamudeo», y el discurso de la crítica un discurso que este nunca domina completamente».!
dedicada a ella, a «un balbuceo sobre el tartamudeo».? El Para explorar estos puntos de vista opuestos sobre el yo,
incisivo ensayo de Michael Sprinker, con un título apro- sobre el lenguaje y sobre la relación entre ambos en la
piadamente apocalíptico, Fictions of the Self: the End of autobiografía, nos centraremos en los trabajos represen-
Autobiograpby, ofrece una buena ilustración del desafío tativos de los años setenta, Metaphors ofthe Self: the Mean-
«francés» a la teoría y práctica de la autobiografía. Sprin- ing ofAutobiography, de James Olney (1972), y un ensayo
ker sostiene la tesis de que «la metamorfosis gradual más reciente de Paul de Man, «Autobiographyas deface-
de un individuo con clara identidad personal hacia un ment» (1979).
signo, una cifra, una imagen ya no identificable clara y
positivamente como, “esta misma persona”es «una ca-
racterística perturbadora y omnipresente en la cultura
moderna». Todas las lecturas que hace Sprinker de Fou-

80 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

1. El discurso autobiográfico: metáforas del yo, ble como unacara». Siguiendola pista del trato que Words-
o el lenguaje de la privación worth da a esta «ficción de la voz desde más alla de la
tumba», que apoya la mimada idea del poeta de queel
En el capítulo primero traté del papel determinante de epitafio (y por extensión, la autobiografía) como «un dis-
la referencia en el reconocimiento de cualquier texto como curso de la auto-restauración» que se mantiene al hacer
autobiográfico, siendo, por supuesto,la referencia princi- frente a la muerte, De Man repara en el curioso y repeti-
pal la identidad explícitamente postulada entre el perso- do consejo de Wordsworthen contra del uso de la proso-
naje principal y el narrador en el texto, por una parte, y popeya. Interpreta las aparentes contradicciones en la
el autor del texto, por la otra.” Es precisamente esa de- actitud de Wordsworth hacia la prosopopeya como una
mandade la narrativa de ser una versión de la propia vida manifestación de su (probablemente inconsciente) reco-
del autor anclada en hechos biográficos verificables lo que nocimiento de que el lenguaje de la restauración que él
hace queel lector distinga una autobiografía de otros ti- representaría es, paradójicamente, un lenguaje de la pri-
pos de textos a los que esta se parece en otros aspectos. vación. De Man concluye: «Hasta el punto de queel len-
: Paul de Man, en su ensayo sobre el discurso autobiográfi- guaje es figura (o metáfora o prosopopeya) es realmente
co, plantea un ataque frontal basado en la presunción de no la cosa misma, sino la representación, la imagen de
que la autobiografía pertenece «a un modo más simple la cosa, y, comotal, es silencioso, mudo como las imáge-
de referencialidad» de este tipo, que «parece depender de nes[...] En la medida en que, en la escritura, dependemos
hechosreales y potencialmente verificables de una mane- de este lenguaje, todos somos como el Dalesmanen la Ex-
ra menos ambivalente que la ficción». cursión, sordos y mudos —nosilenciosos, lo que implica-
¿Pero estamos tan seguros de que la autobiografía de- ría la posible manifestación del sonido a nuestra voluntad,
pendedela referencia, como un fotógrafo depende de su sino silenciosos como una imagen, es decir, eternamente
tema o un cuadro realista de su modelo? Asumimos que privados de voz y condenados a ser mudos».
la vida produce la autobiografía como un acto produce La destrucción del discurso autobiográfico es ahora
sus consecuencias, pero no podemos sugerir, con igual jus- completa; despojada de la ilusión de la referencia, la auto-
ticia, que el proyecto autobiográfico puede producir en biografía vuelve una vez mása inscribirse en la cárcel del
sí mismo la vida y que cualquier cosa que el autor haga lenguaje. «La muerte es el nombre cambiado de un predi-
está, de hecho, dirigida por las demandastécnicas del auto- camento lingúístico, y la restauración de la mortalidad en
rretrato y, por lo tanto, determinada en todos sus aspec- la autobiografía(laprosopopeyade la voz ydel nombre
tos por los recursos de su medio. Y como sucede quela privaydesfigura hasta el punto preciso en que restaura.»”
mimesis asumida aquí como operativa es un modode fi- Como ocurre con Sartre y con otros muchosteóricos y
guración entre otros, ¿determinael referente a la figura, practicantes del género, la muerte preside, para De Man,
o es justamenteal revés: es la ilusión dela referencia, no la casa de la autobiografía.
una correlación de la estructura de la figura, es decir, ya En Metaphors ofSelf, James Olney propone una pers-
noclara y simplemente un referente en absoluto, sino algo pectiva radicalmente diferente de la representación retó-
más parecido la ficción que entonces, sin embargo, ad- rica del yo en la autobiografía. Seguramente su válida
quiere a su vez un grado de producción referencial? presunción sobre la parte de ficción en el conocimiento
Enla epistemología de De Man, la aspiración de la humano,tanto del yo como del mundo,se parece a la opi-
autobiografía de moverse más allá de su propio texto ha- nión de De Man sobre «el momento especular que es parte
cia un conocimiento del yo y su mundo, se funda en la de todo entendimiento».Olney escribe: «el hombre ex-
ilusión, ya que «el modelo especulativo de la cognición», plora el universo continuamente en busca de leyes y for-
en el cual, «el autor se declara a sí mismoel sujeto de su mas que no sean de su propia creación, pero lo que
propio entendimiento», «no es ante todo unasituación finalmente encuentra siempre es su propia cara: una espe-
o un hecho que puedalocalizarse en una historia, sino cie de omnipresente, ineludible hombre-en-la-luna que, si
[...] la manifestación, al nivel del referente, de una estruc- quiere, puede reconocer como propia su imagen enel es-
tura lingiiística». La base referencial de la autobiografía pejo». Elsignificado es una invención especificamente hu-
es, pues, inherentemente inestable, una ilusión produci- mana, impuesta a nuestra experiencia, ya que «en lo dado,
da porla estructura retórica del lenguaje. Amboscríticos ya sea realidad externa o conciencia interna, no hay nada
(e. g., Philippe Lejeune) y autobiógrafos (e. g., Words- a lo que pueda llamarse significado: el mundo no signifi-
worth) intentan en vano «escapar» de las constricciones ca nada; tampoco la conciencia per se».!
del lenguaje; su «reinscripción»? dentro del sistema tex- Para Olney, el tropo dominante de la autobiografía es
tual es necesaria e inevitable. la metáfora, un término que en su uso amplio incluye to-
Examinando el Essays on Epitaphs de Wordsworth,a das «las teorías y ecuaciones satisfactorias emocionalmente,
fin de ilustrar la interpretación que hace el poeta del fra- las producidas por el orden y las productoras del mismo»,
caso de todo discurso autobiográfico, De Manse centra en «todas las concepciones e imágenes del mundo, modelos
la figura de la prosopopeya, el tropo dominante tanto e hipótesis, mitos y cosmologías[...] mediante los cuales
en el epitafio comoen la autobiografía, «mediante el cual la solitaria conciencia subjetiva da Órdenes, no solo sí
el nombre de uno[...] se hace tan inteligible y memora- misma sino también a toda aquella realidad objetiva que

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 81
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

es capaz de formalizar y controlar». Incluso el punto de cambio es la transferencia de agente que realiza De Man
vista deconstructivo de De Man sobre la autobiografía del autor al mismo texto, que «aconseja», «construye» y
como «desfiguración», por ejemplo, sería tal metáfora —por así sucesivamente (los Essays «hablan» y «piden elocuen-
implicación, además, una metáfora del yo; incluso su me- temente»: la prosopopeya es contagiosa). Lo que emerge de
tódica disconformidad con las ideas recibidas sobre el or- la austera teoría del lenguaje de De Man es la creencia
den del discurso autobiográfico puede ser interpretada de que «nosotros estamos privados de[...] la formay el
como un ejemplo característico de la «imaginación meta- sentido de un mundo accesible solo en la formaprivativa
forizante» de Olney, un intento en este caso de crear un del entendimiento».Para Olney, por otra parte, el len-
conocimiento de la verdadera naturaleza del lenguaje. Se- guaje no es un modo de privación, sino un instrumento
gún Olney, el lenguaje es un teatro de posibilidad, no una de posibilidad para ser puesto al servicio de la autodefini-
privación, a través del cual tanto el autor comoel lector ción. El yo, como nosotros lo conocemosen la autobio-
de la autobiografía se mueven hacia un conocimiento grafía, se convierte realmente en un ser a través del
—aunque mediado— del yo.” Juzgar el estatus ontológi- lenguaje, efectivamente, como su concepto de la metáfo-
co del yo está «fuera de lugar cuando uno habla de la crea- ra del yo sugiere, pero Olney celebra al hombre como «un
ción metafórica en la autobiografía y en la poesía». La gran creador de forma impulsado para siempre a buscar
definición de Olney del yo es experimental y operacional: el orden en sí mismo y a darlo al universo». Para Olney,el
ejercicio del discurso autobiográfico se ha de valorar
El yo se expresa a sí mismo mediante las metáforas que con el mismo ánimo con que Sócrates se acerca a su mito
él'crea y proyecta, y lo conocemos a través de estas metáfo-
del paraiso terrenal en el Phaedo: «esta u otra muy pareci-
ras; pero no existió como existe ahora y como es ahora antes
de crear sus metáforas. No vemos ni tocamosel yo, pero ve-
da a esta es una exposición verdadera sobre nuestras al-
mos y tocamos sus metáforas: y así nosotros «conocemos» mas y sobre su futuro habitáculo[...] esta, creo, es una
el yo, actividad o agente, representado en la metáfora y la contienda razonable y una creencia por la que vale la pena
metaforización.* arriesgarse; se trata de un riesgo noble». El comentario
de Olneya este episodio puede considerarse comola ré-
De nuevo,la anatomía que presenta De Man de «des- plica a la cruda visión del hombre por parte de De Man
figuración», claramente diseñada para ilustrar un entendi- como «eternamente privado de voz y condenado a la mu-
miento del discurso autobiográfico completamente diferente dez»: «Si estamos de acuerdo con todos los filósofos, cien-
e incluso antitético, parece confirmar curiosamente la me- tíficos y artistas que nos dicen que el orden y el significado
diación de la imaginación metaforizante como Olney la son de importancia primordial, entonces este deseo de
describe. Así, De Man identifica las «figuras de la priva- creer y este riesgo que corremosal mantenerla fe en nues-
ción», los «hombres lisiados, cuerpos ahogados, mendigos tras propias creaciones no solo es “noble” sino también
ciegos» que aparecen una y otra vez en la obra de Words- intrínsecamente humano».”
worth con perturbadora frecuencia, como «figuras del yo La invocación que hace Olney de Platón aquíes indi-
poético de Wordsworth».** Detective retórico de ejemplar cativa del terreno fundamental de la creencia que divide
meticulosidad, De Man escudriña el «sistema de metáfo- las dos visiones del yo, del lenguaje, y de su interrelación
ras» del poeta, para leer entre líneas un retrato psicológico en el discurso autobiográfico que he estado describiendo.
del yo, desvelando la ambivalencia de Wordsworth hacia Es cierto, además, que ningún llamamiento a la experien-
la parte oculta del lenguaje, su insistente, si bien latente, cia de escribir autobiografía va a resolver la cuestión on-;;
«amenaza» de muerte. Recordemos que la conclusión de tológica de la prioridad del yo o del lenguaje en el orden'
De Manes una demostración de la naturaleza privativa del del ser, aunque vale la pena hacer notar que la práctica '
lenguaje, a pesar de lo elocuentemente que, tanto el análi- de escribir sobre el yo tiende a llevar a los autobiógrafos,
sis de De Man comoel de Wordsworth, lo hacen hablar. como hemosvisto, a entender el yo que ellos pretenden
Nose trata, sin embargo, de destruir la deconstruc- expresar necesariamente como un producto de la autoin-
ción del discurso autobiográfico. Tanto si la práctica de vención. Hablando de la búsqueda autobiográfica del yo,
De Man corrobora su teoría como si no la corrobora, Mary McCarthyse expresó de esta manera: «Es absoluta-
el punto de vista que él expone sobre el discurso de la mente inútil buscarlo, no lo encontrarás, pero es posible
autobiografía en particular y sobre el lenguaje en general crearlo de alguna manera».* La crítica de De Mana la
contradice la concepción tradicional de la autobiografía asunción familiar del discurso autobiográfico sugiere que
comoteatro de la autoexpresión, el autoconocimientoy su base aparentementereferencial alberga, para empezar,
elautodescubrimiento. Segúnél, la balanza del poderen la ilusión de que hay tal cosa comoel yo, y de que el len-
relación
la entre el yo y el lenguaje en la autobiografía guaje que sigue después es lo suficientemente transparen-
se decanta de forma decisiva hacia el lado del lenguaje: te como para expresarlo. Es decir, que la naturaleza
el escritor es como fue escrito por el discurso que lo uti- especulativa del discurso autobiográfico tiende a poner
liza; el yo es desplazado por el texto, con el resultado de el yo comola causa del lenguaje, más que comosu efecto
queel retrato del yo se eclipsa, suplantado porel conoci- más profundo." Si se puede decir que la metáfora del yo
miento del tropo de autorreferencia y su función estruc- es en último término solo una metáfora, ¿deberíamos,
tural en un sistema retórico.Una consecuencia de este abandonarla autobiografía considerándola un ejercicio de

82 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

autodecepción (si es que el yo puede ser defraudado)? Yo adquisición del lenguaje, como también en los relatos
sugeriría que la respuesta más apropiadaa esta visión per- previsiblemente mássencillos de la prehistoria filogenéti-
turbadora no es que debamos lamentar la percepción erró- ca; en ambos las ficciones —científicas o de otro tipo—
nea implicada, sino que deberíamos conformarnos con son necesariamente considerables. Así Paul de Man nos
el poder del lenguaje para crear una de las ilusiones hu- recuerda que, tanto el Essay on the Origin of Languages
manas más perdurables: si el discurso autobiográfico nos de Jean-Jacques Rousseau, como el comentario que de esta
alienta a situar el yo antes que el lenguaje, el carro antes obra hace Jacques Derrida en De la grammatologie, son
queel caballo, el hecho de nuestra resolución a hacerlo narraciones «pseudo-históricas» en las que el argumento
así sugiere que el poder del lenguaje para forjar el yo no sobre los orígenes se revela con la apariencia de «un pro-
solo es eficaz, sino que incluso sustenta la vida, y es nece- ceso histórico consecutivo» para propósitos retóricos.%
sario para desarrollar la vida humana tal como la conoce- Deformasimilar, Benveniste repudia «como pura ficción»
mos. Una creencia como esta me parece intrínseca a la «ese concepto ingenuo de un período primordial en el que
realización del acto autobigráfico. La alternativa, tal y un hombre completo descubrió a otro, igualmente com-
comoestá expresada por Sprinker y De Man,es claramen- pleto, y en el que entre los dos, poco a poco, crearonel
te mutilante. Aunque no veo la manera de decidirse defi- lenguaje»; «podrá puede volverse al hombre separado del
nitivamente entre estos puntos de vista en conflicto sobre lenguaje y jamás le hallaremos inventándolo».? Jean La-
la relación entre el yo y el lenguaje en la autobiografía, planche va al centro de la cuestión cuando formula su-
entiendo que algo se puede aclarar sobre este temaa par- cintamente el problema epistemológico planteado por
tir de un examen del pensamiento sobre el estatus onto- cualquier reconstrucción hipotética de los orígenes: «nun-
lógico del yo, como entidad y como concepto. Debemos, ca tenemos a muestra disposición nada más que lo que es
pues, volver a los mismos autobiógrafos. observable actualmente. El constitutivo se reconstruye a
partir del constituido o, en cualquier caso, a partir de un
proceso constitutivo que no es principal sino derivado;
2. Los orígenes del yo: «ego es el que dice ego» y eso, desde luego, es el impasse definitivo en toda bús-
queda de los orígenes».?
Se ha tendido a polarizar gran parte de la controversia so- A pesar de la tendencia privativa de estas críticas de
bre el estatus ontológico del yo en la autobiografía en una Benveniste, De Man y Laplanche,la investigación cientí-
serie de posiciones a favor del yo-antes-del-lenguaje o a fica de los orígenes en muchos campos —la geología, la
favor de un lenguaje-antes-del-yo, mientras que los trata- paleontología, la cosmogonía— nunca ha estado más viva
mientos contemporáneos más prometedores sugieren que que en este momento, y es inevitable que los estudiosos
el yo y el lenguaje están mutuamente implicados en un del yo debanintentar situar sus investigaciones en el con-
único e interdependiente sistema de comportamiento sim- texto superior de la evolución humana. Karl R. Popper
bólico. Parece existir una tendencia a dirigir las grandes es uno de estos estudiosos, y en su colaboración másre-
preguntas —el origen del yo, del lenguaje, de la sociedad— ciente con John C. Eccles, The Selfand its Brain (1977),
hacia la reducción de la compleja realidad a una simplici- otorga un papel privilegiado y determinante al lenguaje
dad del tipo «o esto, /o lo otro», sin duda una preferencia en la aparición gradual del yo humano y la creación de
instintiva por una única causa como la más poderosa for- la cultura humana: «Yo conjeturo que solo un ser huma-
made explicación. Sin embargo, para comprender «la con- no capaz de hablar puede reflejarse a sí mismo». Esa tra-
dición del hombre en el lenguaje», Émile Benveniste vés del lenguaje y del desarrollo de la imaginación en el
advierte que debemos abandonar«las viejas antinomias lenguaje como el hombre consigue la dimensión autorre-
del “yo” y “el otro”, del individuo y la sociedad». flexiva de la concienciación que distingue su vida mental
Es una dualidad ilegítima y errónea la reducción a un de la experiencia consciente de otros animales: «Es decir,
único término primordial, ya sea este Único término el solo si podemos imaginarnos como cuerpos que actúan
yo, que debe establecerse en la propia conciencia del indi- y como cuerpos que actúan inspirados de algún modo por
viduo a fin de llegar a ser accesible a la del prójimo, o la mente, es decir, por nosotros mismos, solo entonces,
bien sea, porel contrario,la sociedad, que existiera como por medio de todaesta reflexión [...] podemos hablar real-
una totalidad antes que el individuo, y de la cual el indi- mente de un yo». Popper opina, de acuerdo con esto, que
viduo podría solo desligarse gradualmente, en proporción la invención del lenguaje es presumiblemente el más an-
a su adquisición de la autoconciencia. Es en una realidad tiguo de los grandes logros de la humanidad, «el más pro-
dialéctica que incorpore los dos términos y los defina por fundamente arraigado en nuestra estructura genética»,
mutua relación donde se descubre la base lingúística de encabezando una lista que también incluye «el uso de he-
la subjetividad.% rramientas artificiales para hacer otros artefactos; el uso
Hacemosbien, de acuerdo con esto, en advertir desde del fuego como herramienta, el descubrimiento de la con-
el principio la naturaleza problemática de cualquier in- ciencia del yo y de otros yoes y el conocimiento de que
dagación sobre los orígenes humanos. Curiosamente,el todos tenemos que morir». Tanto el descubrimiento del
desarrollo ontogenético permanece como oculto en al- yo comoel descubrimiento de la muerte, razona Popper,
gunas de sus fases más importantes, especialmente la dependen de la invención del lenguaje, aunque, a Juzgar

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 83
ESTUDIOS Autoinvención en ta autobiografía

porlos recientes hallazgos arqueológicos sobre las costum- conlos artefactos y otros objetos de su alrededor». «Todo
bres funerarias del hombre de Neanderthal, parece ser que esto —concluye—,está profundamente relacionado con la
el conocimiento de la muerte es muy antiguo y que tam- adquisición del habla.»”
bién ha ejercido una influencia recíproca en el desarrollo La conexión entre el desarrollo del lenguaje y el des-
de la autoconciencia en el hombre.? Resulta sugerente el arrollo de la autoconciencia, sugerida por Popper y Ben-
hecho de que los conceptos del yo y de la muerte, que veniste, e implícita en gran parte de las investigaciones
coinciden en gran manera en la teoría y en la práctica del sobre el desarrollo del niño, ha sido sistemáticamente in-
discurso autobiográfico, como hemosvisto, estén ligados vestigada por David Bleich en su último libro Subjective
en la visión de Popper sobre la evolución humana, de- Criticism (1978). Basándose en el trabajo de Ernst Cassi-
terminada igualmente por el ejercicio de la capacidad rer y Susanne Langer, que proponela formación de sím-
humanapara el lenguaje. Si adoptamos una perspectiva bolos como la base de cualquier conocimiento y arte
darwiniana, Popper supone que «fue el naciente lenguaje humano, y que otorga al lenguaje «un estatus especial en
humanoel quecreó la presión de la selección bajo la cual el conjunto de las formas simbólicas», Bleich argumenta
surgió el córtex cerebral y, con él, la conciencia humana quela investigación del lenguaje contienela llave para en-
del yo».? tender la motivación para la actividad simbólica que crea,
Cuando pasamosde las especulaciones sombrías de la no solo la cultura humana, sino también el yo: «[...] el
prehistoria filogenética a la inmediatez comparativa de lenguaje es el recurso y el medio de nuestra característica
la psicología evolutiva, nuevamente la adquisición del len- autoconciencia humana». La originalidad de la actitud de
guaje representa el hecho decisivo en la historia ontoge- Bleich hacia la actividad simbólica reside en su intento
nética del individuo humano. Apenas nos sorprende si de relacionar el desarrollo cognitivo y afectivo para con-
estamos preparados para aceptar, con Benveniste, que «es ceptualizar «la aparición del pensamiento figurativo en
literalmente cierto que la base de la subjetividad está en términos de motivación».
el ejercicio del lenguaje». Benveniste define la «subjetivi- Así, mientras la mayoría de las recientes investigacio-
dad» como «la capacidad del hablante de proponersea sí nes sobreel lenguaje del niño, bajo la influencia de Noam
mismo comosujeto», «la unidad psíquica que trasciende Chomsky, estudian la estructura a expensas de los aspec-
la totalidad de las experiencias reales que agrupa y permi- tos semánticos o expresivos de los ejemplos tomados del
te la permanencia de la conciencia». Continúa, argumen- lenguaje, Bleich enfatiza que el hecho de que el niño dé
tando que esta «subjetividad» es «solo la aparición en el nombresa los objetos «está casi siempre ligado a una ex-
ser de una propiedad fundamental del lenguaje»; «ego es periencia de interacción social»: «el niño aprende a nom-
el que dice ego»”* (yo añadiría que el corolario de este brar las cosas de alguien (normalmente de la madre).
punto de vista es que sin habla no puede haber yo; esta Inspirándonos en recientes estudios sobre «las especiales
es una proposición que suscriben muchos autobiógrafos atenciones pre-verbales del niño hacia la aparición y
—Maxine Hongkingston, Hellen Keller, Saul Friedlán- desaparición de objetos y personas, y su desarrollo de es-
der—, como veremos). Esto no quiere decir que el len- quemas de denominación sensomotores en coordinación
guaje sea el único o incluso el modo más temprano de con la figura madre», él plantea la explicación al hecho
autorreferencia, sino que es el más importante. Joseph de que el niño consiga simultanear el lenguaje y el auto-
Church, por ejemplo, resumiendo la evidencia detres ela- conocimiento como sigue: «El motivo para este desarro-
boradas historias sobre la vida de niños desde su nacimien- llo es un cúmulo de circunstancias, cognitivas y afectivas,
to hasta la edad de dos años, nota que «se comportan en las que el sentido del niño de pérdida tanto de objetos
reflexivamente, hacia sí mismos, desde temprana edad».? particulares y de personas, como de un sentido del bien-
Conel advenimiento del lenguaje, sin embargo,la gradual estar, ya no puede ser manejado por más tiempopor cual.
aparición del yo se acelera. No es cuestión de que el len- quier medio sensomotor, y todas las fuentes de concien-
guaje esté dotando al ahora mudo yo con la capacidad para cia posibles para los seres humanostienen finalmente que
la autoexpresión, sino, posiblemente, de que el lenguaje ser activadas».*!
constituye el yo en su mismísima estructura. Quizá el pun- Reservando para una posterior exposición el análisis
_to de vista más radical de la relación entre el lenguaje y que hace Bleich del caso de Helen Keller como manifes-
el sujeto es la creencia por parte de Jacques Lacan de queel tación de que «la capacidad para el lenguaje sintáctico
lenguaje crea lo inconsciente, abriendo una dimensión y para la autoconciencia son partes de un mismo acto
completamente nueva de la personalidad humana.” Karl de crecimiento», me gustaría enfatizar aquí su razona-
Popper capta el impulso anticartesiano, antikantiano de miento, a fin de conectar el advenimiento de la autocon-
tales especulaciones en tanto se interesan porel yo, cuan- ciencia y la adquisición del lenguaje y el pensamiento
do enfatiza su sentido del yo como algo emergente, más representado: «solo porque el yo se ha convertido tanto
que como una entidad pura o absoluta, determinada por en sujeto como en objeto puede un objeto ser una expe-
la experiencia intersubjetiva. Está deseoso de otorgar al riencia y un concepto»; por el contrario, «sin lenguaje,
recién nacido «una tendencia a desarrollarse para ser una noes posible distinguir entre la conciencia y la autocon-
persona consciente de sí misma»; pero este desarrollo del ciencia». Merece la pena notar que el informe ontogené-
yo.es contingente y en interacción con «los otros yoes y tico de Bleich sobre la motivación para la adquisición

84 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

simultánea del lenguaje y de la autoconciencia coincide tas y materialistas, en la controversia «cuerpo-mente» en-
con las especulaciones filogenéticas de Poppertratadas an- tre interaccionistas y epifenomenalistas, y en las actuales
teriormente. Siguiendo una abierta perspectiva darwinia- investigaciones sobre la «identidad personal». Curtosa-
na, amplía el concepto de «motivo», con el fin de que este mente, la creencia en la existencia del yo no conlleva ne-
venga a significar el principio que organiza todo compor- cesariamente la creencia en el valor del individuo, que es
tamiento animal: «parte de la teleología adaptacional de la premisa, ¿pso facto, de la autobiografía tal comola co-
las cosas vivas». Repetido en términos evolutivos, «la ad- nocemos hoy.
quisición del lenguaje y el pensamiento representado trans- ¿Cuáles son, entonces, los orígenes de la idea del yo
forma el hecho de perseguir un fin (propio de todos los que la escritura y la lectura de la autobiografía presupo-
comportamientos) en el órgano de la conciencia».* nen? A la luz de la decisiva importanciaatribuida a la ex-
La adquisición del lenguaje, en el análisis de Bleich, periencia interpersonal del otro en las especulaciones
emerge como una actividad central para la experiencia in- ontogenéticas y filogenéticas sobre el yo que hemos con-
terpersonal, quees el sine qua non del yo. En este énfasis siderado, sería razonable esperar que los modelos cultu-
en la dimensión afectiva y social de la naciente autocon- rales de la personalidad humana determinaran la historia
ciencia, su pensamiento concuerda con el entendimiento del yo como idea. Los historiadores de la autobiografía,
freudiano de este proceso, especialmente con el hincapié sin embargo, han tardado en centrarse en esta profundi-
que hace Erik Erikson en la confianza de base que existe zación, a pesar de que fue anunciada hace unos veinticin-
entre el niño lactante y la madre comoel fundamento para co años en un ensayo brillante y verdaderamente seminal
la identidad humana. De modo parecido, Popper es- de Georges Gusdorf, que James Olney justamente consi-
cribe que «una conciencia del yo empieza a desarrollarse dera como el precursor de la teoría y crítica de la auto-
a través de la mediación de otras personas: del mismo biografía de nuestro tiempo.* Lo que Gusdorf propuso
modo que aprendemosa vernos a nosotros mismos en un en Conditions and Limits ofAutobiography (1956) parece
espejo, el niño se hace consciente de sí mismo graciasa bastante simple, pero es radical en las implicaciones so-
la reflexión en un espejo, en la conciencia que otros tie- bre la idea del yo: es decir, que la autobiografía no es un
nen de él».** En efecto, Lacan sugiere que en el momen- fenómeno universal, y que «el conocimiento consciente
to en que el niño se mira a sí mismoen el espejo (le stade de la singularidad de cada individuo» que la autobiogra-
du mirotr) asistimosa la fase inicial de la ontogénesis del fía asume «es el producto tardío de una específica civili-
yo, al mismísimo amanecerdel yo: «Esta asunción jubilo- zación». Gusdorf nos recuerda que en la vida de las
sa de su propia imagen especular por parte del niño en llamadas sociedades primitivas el individuo existe, no
la fase infans, todavía inmerso en su incapacidad motora comodistinto de, sino como una función de la comuni-
y en su dependencia materna, parecían manifestar en una dad; de forma similar, las «estructuras míticas» de «civilt-
situación ejemplar la matriz simbólica, en la que el yo se zaciones más avanzadas» generalmente se circunscriben
mantiene en una forma primordial antes de ser objetiva- en «teorlas de repetición eterna» que fomentan una «in-
do enla dialéctica de la identificación con el otro y antes consciencia de personalidad» y una falta comparativa de
de queel lenguaje le devuelva, en lo universal, su función interés en el fenómeno pasajero de la vida individual. Por
como sujeto».A pesar de los elaborados estudios sobre contraste, cuando la humanidad entra en la fase histórica
el comportamiento humano en los dos primeros años de que se inicia con el despertar de la revolución copernicana,
vida, sin embargo, el conocimiento de la conciencia del cambia la noción de que su desarrollo está «alineado[...] a
niño en este periodo previo al lenguaje es, con toda pro- los grandes ciclos cósmicos», por la moderna visión ca-
babilidad y en el mejor de los casos, problemático. Lois racterísticamente occidental de que está «embarcada en una
Bloom observa que «uno no puede conocer la mente de aventura autónoma». Gusdorf enlaza la aparición de la
un niño con algo preciso que le acerque a la certeza o a autobiografía con este cambio espiritual: «el hombre que
la convicción».* se preocupa por hablar de sí mismo sabe que el presente
Si tanto las consideraciones ontogenéticas comolas f1 difiere del pasado y que no se repetirá en el futuro».”
logenéticas que he dado son correctas, el origen del yo El único trabajo que conozco sobre este tema hace cier-
como centro reflexivo de la subjetividad humanaesta en- tamente justicia a la amplia perspectiva antropológica que
lazado de modo inextricable a la actividad del lenguaje. Gusdorf impone; se trata de 7] me Africa: An Approach
La historia del yo sería, entonces, coextensiva conel mis- to African Literature, de Olney (1973). A partir de la
mo discurso y con las instituciones de la cultura huma- concepción de Gusdorf de la autobiografía como unfe-
na. Si distinguimos, en cambio, entre el yo comoalgo que nómeno marcadamente occidental, la misma idea de la
existe, una entidad, y el yo como concepto o idea, sus orí- autobiografía africana parece paradójica, y así es. Si refle-
genes parecen ser tanto históricamente limitados como xionamos, por ejemplo, sobre la audiencia implícita de
culturalmente específicos. La idea del yo, desde luego, ha Lenfant noir (1953) de Camara Laye, la naturaleza pro-
estado presente durante mucho tiempo,y sería posible afir- blemática y transcultural de su discurso autobiográfico
mar que su definición ha constituido una preocupación queda clara. En Francia y en francés, Laye compone un
principal de la filosofía occidental desde la Antigijedad, relato sobre su infancia en Guinea, deteniéndose con es-
apareciendo de diversos modos en el debate entre idealis- pecial detalle en los ritos de circuncisión de su iniciación

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 85
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

a la madurez y la participación como adulto en la vida bre mi mano. ¡Aquella palabra viva despertó mi alma,
de su tribu. Claramente, la fascinante y detallada revela- le dio luz, esperanza, alegría, la liberó! Quedaban toda-
ción por parte de Laye de las ceremoniasreferidas no está vía barreras, es cierto, pero barreras que con el tiempo
dirigida a los miembros de su propia comunidadtribal, ya caerían.
que sería evidentemente gratuito recordarles algo que »Dejé la casa de la fuente impaciente por aprender.
ya saben (además de ser una transgresión del secreto otor- Cada cosa tenía un nombre, y cada nombre daba a luz
gado a los iniciados). Como Olney manifiesta, «el efecto un nuevo pensamiento. Mientras volvíamosa la casa cada
de tal ritual comunal en toda África [es] el de fusio- objeto que tocaba parecía estremecerse de vitalidad. Era
nar la identidad individual con la identidad del grupo porque veía todo con la extraña, nueva visión que había
para que la parte represente la totalidad, la totalidad aparecido en mí. Al entrar por la puerta, me acordé de
esté personificada y encarnada en la parte y la inmortali- la muñeca que había roto. Adiviné el camino haciala chi-
dad lineal de cada uno esté asegurada en el nacimiento, meneay recogí los trozos. Intenté en vano unirlos de nue-
reencarnación y perpetuación del espíritu común».*! En vo. Entonces mis ojos se llenaron de lágrimas ya que me
el caso del hombre tribal, con sus institucionesrituales, di cuenta de lo que había hecho, y por primera vez sentí
la misma idea de una autobiografía, que Gusdorf inter- arrepentimiento y tristeza.
preta como una manifestación del «deseo del hombre oc- »Aprendí una gran cantidad de palabras nuevas aquel
cidental de perdurar en la memoria de los hombres»,? día. No me acuerdo de todas ellas; pero sé que madre, pa-
sería necesariamente un trabajo de supererogación. La his- dre, hermana, profesor estaban entre ellas —palabras que
toria de Laye es, pues, a la vez la de un observador desde iban a hacer que el mundohiciera eclosión para mi “como
fuera y desde dentro: el pasado rememorado presenta en la vara de Aarón, llenándose de flores”. Hubiera sido di-
efecto la reciprocidad de su propia identidad con la del fícil encontrar un niño más feliz que yo mientras yacía
grupo;testifica sú separación de esta comunidaden el pre- en mi cunaal final de aquel día lleno de eventos y vivía
sente. La sencilla trama de Lenfant noir, comosugiere el todala alegría que me había traído y por primera vez an-
sutil análisis de Olney, es una bella estructura de unión helaba la venida de un nuevo día.»**
y separación, partida y retorno, con la dosis justa de ten- La eclosión de la energía generativa puesta en movi-
sión. La narrativa de Laye y la historia de la autobiogra- miento porel fluir del agua procedente del caño colorea
fía africana de Olney proporcionan una vasta evidencia el lenguaje de la totalidad del pasaje con unaserie de imá-
de la veracidad de la visión de Gusdorf sobre la práctica de genes del nacimiento y los principios. En esta primera
la autobiografía como ligada a la cultura, limitada en el versión del decisivo cambio en su vida, Keller enfatiza
espacio y en el tiempo. con bastante naturalidad su nuevo logro, explícito en-
tendimiento del concepto del lenguaje («todo tenía un
nombre») mientras su relatada e igualmente decisiva
3. El momento del lenguaje adquisición del concepto del yo permanece implícita, aun-
que igualmente importante, en el pasaje («Aquella pala-
Los escritos de Helen Keller ofrecen una rara, posible- bra viva despertó mi alma»; «me di cuenta de lo que había
mente única, explicación en la literatura autobiográfica hecho, y por primera vez sentí arrepentimiento y triste-
de la aparición del yo, que, según las teorías del des- za»). Merece la pena señalar, además, que la lista que da
arrollo humano que hemosvisto, se produce en el momen- de las nuevas palabras que aprendió aquel día está exclusi-
to en que se adquiere el lenguaje. En circunstancias nor- vamente formada por personas.*
males, este momento se revela gradualmente durante un En versiones posteriores del episodio de la casa de la
extenso período de tiempo, que se cree empieza alre- fuente, Keller enfatiza las radicales consecuencias para el
dedor de los dieciocho meses; en el caso de Keller esto sentido de su identidad y su reconocimiento del yo a me-
aconteció por el fuerte impacto de un gran descubrimiento dida que un concepto se hace explícito. Así, en The world
el 5de abril de 1887, cuando tenía seis años y medio. Pre- I live in (1908), ella lucha por reproducir, por medio del
viamente, la irreflexiva niña había dominado un peque- lenguaje, una manera de ser que preceda al lenguaje y a
ño vocabulario de palabras formadas usando los dedos, cualquier sentido del yo: «Antes de que mi profesora vi-
deletreadas en su mano por su profesora Anne Sullivan, niera a mí, no sabía que yo soy. Vivía en un mundo que
que le sirvió meramente como un mecanismo para ob- no lo era. No puedo esperar describir adecuadamente
tener más fácilmente lo que quería.* Sobre la celebra- aquel inconsciente, tiempo aún consciente de nada. No
da experiencia de la casa de la fuente, en que miss Sullivan sabía que no sabía nada o que vivía o actuaba o deseaba.
puso una de las manos de Helen bajo el caño del agua Notenía ni voluntad ni intelecto. Era arrastrada hacia los
y deletreó en la otra la palabra agua, Keller escribió objetos y actos por una especie de ciego ímpetu natural.
en The Story ofmy Life (1902): «De repente sentí una vaga Tenía una mente que me causaba enfado, satisfacción, de-
consciencia como de algo olvidado —la emoción del seo. Estos dos hechos llevaron a los que me rodeaban a
pensamientorestituido—, y de alguna manera el misterio suponer que deseaba y pensaba. Puedo recordar todo esto,
del lenguaje me fue revelado. Supe entonces que a-g-4-4 no porque supiera que era así, sino porque tengo memo-
significaba aquel algo maravilloso y fresco que fluía so- ria táctil».

86 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

Solo después del acontecimiento de la:casa de la fuen- está en sus orígenes tan profundamente implicado en la
te, logró una comprensión conceptual del yo y del len- aparición del lenguaje, entonces deberlamos estar prepa-
guaje, cada uno unido inseparablemente al otro: «Cuando rados para considerar la verosimilitud de la recreación del
aprendí el significado de yo y míy descubrí que yo era yo en el lenguaje del discurso autobiográfico. Si el yo es
algo, empecéa pensar. Entonces la conciencia existió por por sí mismo una especie de metáfora, entonces debería-
primera vez en mí», y de nuevo «la idea —la que da la mosestar dispuestos a aceptar metáforas del yo en la auto-
identidad y continuidad a la experiencia— vino a mi exis- biografía como consustanciales en un grado importante
tencia dormida y despierta al mismo tiempo con el des- con la realidad que se presume que encarnan, unareali-
pertar de la autoconciencia. Antes de ese momento mi dad profundamente lingúiística, si no en la mismísima es-
mente estaba en un estado anárquico donde se amonto- tructura de su ser, por lo menos en la cualidad de los
naban sensacionessin significado y si el pensamiento exis- conocimientos del mismo que podemosesperar conseguir.
tió, era vago e inconsecuente, no se puede hablar de él».% Desde esta perspectiva,la escritura de la autobiografía
Muchosaños después, en su biografía de Anne Sulli- emerge como un análogo simbólico del caminar juntos
van, Teacher (1955), Keller intentó una vez más iluminar del individuoy el lenguaje que marca el origen del auto-
la doble oscuridad de sus primeros años, «un inconscien- conocimiento; ambos son intentos, comosi dijéramos, de
te aunque consciente intervalo de la no personalidad», pero pronunciar el nombre del yo; esta es la idea que quiero
tuvo que referirse a su yo sin nombre en tercera persona desarrollar en el resto de este trabajo. El nombrar fue la
como «fantasma». Solo tras su experiencia divisoria del llave para el autodescubrimiento de Keller en la casa de
5 de abril de 1887, empieza, y con ella su profesora, como la fuente, como Anne Sullivan entendió cuando escribió
un individuo con un nombre: «de la casa de la fuente sa- sobre este hecho: «Ella [Helen] ha aprendido que todotie-
lían dos seres embelesados llamándose el uno al otro He- ne un nombre».* En este momento de su propio inicio
len y profesora». Si aceptamos el testimonio de Keller, el en el lenguaje, Keller vuelve a representar el descubrimien-
episodio de la casa de la fuente confirma las especulacio- to que Susanne Langer identifica como el punto decisivo
nes ontogenéticas analizadas en la sección anterior: el yo en el desarrollo filogenético de la capacidad del hombre
(«mi alma») emerge en presencia del lenguaje (a-g-u-4) y para la formación de símbolos, «ya que la noción de dar
del otro («profesora»). Como Keller afirmó en Eacber, a algo un nombre es la más vasta idea generativa que ja-
«con la adquisición del habla pasé de la fase infantil del más se haya concebido».% Las consecuencias de este paso
crecimiento mental a mi identidad como ego separado, para el origen del yo experimentado por Keller son esta-
consciente y, hasta cierto punto, autodeterminado».? blecidas por David Bleich comosigue: «Nosotros no pen-
La actuación de Keller en el episodio de la casa de la samos en una cosa sin un nombre o un nombre sin una
fuente es comparable al acto autobiográfico en tres aspec- cosa; esa es la naturaleza del autoconocimiento huma-
tos, que el momento central del pasaje original sitúa en no».* Si Langer y Bleich se sienten atraídos por la sin-
una configuración sugestiva: es un acto de la memoria («de gular experiencia de Keller en la casa de la fuente porque
repente sentí [...] la emoción del pensamiento restituido»); parece que sirve para resaltar al atributo más distintivo
es un acto del lenguaje en el que la experiencia se transfor- y específico de la especie humana, su capacidad de for-
ma en símbolo («ella deletreó en la otra [mano] la pala- mar símbolos, yo mesiento atraído porella más específi-
bra agua [...] toda mi atención se centró en el movimiento camente por ser un ejemplo dramático de la génesis del
de sus dedos»); y es una constitución del yo («aquella pa- yo, una prefiguración en este sentido de la dinámica sim-
labra viva despertó mi alma»). La yuxtaposición del yo bólica del acto autobiográfico,
y el lenguaje en el pasaje ilumina la naturaleza del víncu- Dosespecificaciones están establecidas aquí en lo que
lo entre ellos, que el yo tiene un nombre o, como Keller se refiere a mi uso del caso Keller como un análogo de
más tarde parafraseó, «yo aprendí [...] que yo era algo». este tipo. Primero, al dar tanta importancia al momento
Para desarrollar el paralelismo entre la adquisición del len- de la adquisición del lenguaje como al momento del origen
guaje y el hecho de escribir una autobiografía que yo quie- del yo, no estoy sugiriendo que la experiencia pre-lingiiís-
ro investigar aquí, podemosdecir que se constata a través tica del individuoesté falta de significación autobiográfi-
de la autobiografía que «somos lo que hemos aprendido». ca, ni que ésta sea tan inaccesible como pudiéramospensar.
Hay quienes argumentan en contra de la posibilidad de La misma Keller, por ejemplo, llama la atención sobre la
la autobiografía, porque creen que el yo es, por defini- evidencia de lo queella denomina «memoria táctil», dis-
ción, trascendente e inefable y, por consiguiente, reacio tinguiéndola del conocimiento consciente, rememorada
a cualquier intento de reproducir su naturaleza en el len- cuandorelata sus recuerdos de su vida antes de Anne Sul-
guaje. Las investigaciones sobre la ontología del yo, en livan y la casa de la fuente. El psicoanálisis más atrevido
cambio, como idea y como entidad, sugieren la íntima ha mostrado procedimientos para la reconstrucción de mo-
interdependencia entre capacidades para el lenguaje y ca- mentos decisivos de la experiencia infantil, como en la
pacidades para la conciencia reflexiva, como hemosvisto. recuperación de Freud de la «escena primera» de «el caos
(La famosa afirmación de Lacan «el inconsciente está es- de los indicios de la memoria inconsciente del soñador»*
tructurado como un lenguaje»,* llenaría completamen- en el singular caso del «hombre lobo». Como consecuen-
te el vacío entre el lenguaje y la personalidad.) Si el yo cia, autobiógrafos (Conrad Aiken, Michel Leiris) y críti-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 87
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

cos post-freudianos (John Sturrock y Philippe Lejeune), represión beneficiosa, un dique saludable contra el ímpe-
como hemos visto en el tercer capítulo, han intentado tu de retrospección que, si fuera liberado, podría empe-
aprovisionarse en el psicoanálisis del material y las técni- zar la búsqueda de los orígenes del ser másallá del umbral
cas necesarias para una explicación más comprensible de de la nada. En el caso de Nabokov, esta amenaza de la
la historia de la vida que la que nos proporcionanlosre- no existencia que se hace visible en la pantalla transfor-
cursos convencionales que nos brinda la memoria la es- mael «flamante cochecito de bebé», que pronto será suyo,
tructura narrativa. Las limitaciones de la memoria en «un ataúd»; es «comosi, en el curso inverso de los acon-
consciente, desde luego, son aquí decisivas. Langer, en tecimientos, sus mismisimos huesos se hubieran desinte-
primer lugar, está preparada para aceptar «el período grado». El acto autobiográfico, que celebra el mundo en
de aprendizaje del lenguaje» como «el lapso de tiempo que el cual él existe, se convierte así en el remedio soberano
ninguno de nosotros recuerda», mientras afirma que «se para resistir el impulso que se dirige hacia la muerte del
suele pensar que la concepción del yo marcael inicio de la «curso inverso de los acontecimientos», generando pala-
memoria real», % bras que cubranla vulnerabilidad de los huesos con la car-
La historia de la vida del individuo en su fase inicial ne de la consciencia, y así, a la oscuridad del «abismo
de desarrollo, el pre-lenguaje, el pre-yo, presenta al auto- pre-natal» Nabokov yuxtapone la rememorada luz de su
biógrafo unos problemas análogosal reto de la pre-historia «primer destello de completa conciencia» en un día de
de la humanidad. Queda por demostrarsi el psicoanálisis verano de agosto de 1903, cuando tenía 4 años: «Había
servirá al autobiógrafo como base para la nueva arquelo- aprendido los números y más o menosa hablar a una edad
logía del yo, si los sueños y la libre asociación pueden muy temprana, pero si el conocimiento interior de que yo
suministrarle los cimientos para fechar (como porel pro- era yo y de que mis padres eran mis padres parece que
cedimiento del carbono) los acontecimientos más tempra- quedó establecido más tarde, cuando fue directamente aso-
nos de la experiencia infantil.55 En segundo lugar, en ciado el descubrimiento de su edad en relación con la mía.
cuanto se refiere al calendario normativo del desarrollo Juzgando por la inmensa luz solar que, cuando pienso en
infantil, debemos recordar que la adquisición del lengua- aquella revelación, invade inmediatamente mi memoria
je por parte de Keller ocurre fuera de fase y a una edad con puntos lobulados del sol a través de sombras super-
significativamente mucho mayor. El consciente recono- puestas de verde follaje, la ocasión puede haber sido el
cimiento conceptual del yo de uno comoel yo propio, cumpleaños de mi madre, a finales de verano en el cam-
no necesariamente va a coinidir con la adquisición del len- po, y yo había hecho preguntas y había enjuiciado las res-
guaje, como parece haber sucedido en su caso. (El lenguaje puestas recibidas. "Todo esto es como debería ser, según
crea el potencial para este hecho fundamentalde la con- la teoría de la recapitulación, el principio de la concien-
ciencia; le permite tener lugar, pero sería difícil demos- cia reflexiva en el cerebro de nuestro ancestro más remo-
trar que funciona como una causa.) Porel contrario, la to, debe de haber coincidido seguramente con el amanecer
literatura autobiográfica sugiere que esta experiencia, en del sentido del tiempo».
cuanto que es recordada, ocurre en una fecha considera- El yo y la autobiografía empezaron, pues, no con el
blemente más tardía. nacimiento ni incluso con el aprendizaje de «números y
Vladimir Nabokov, en su notorio y franco desprecio habla» sino con «el conocimiento interno de que yo era
porla interpretación freudianade la fase inicial de la his- No en este sentido la experiencia constituye «un segun-
toria de la vida («pequeños embriones implacables espian- o bautismo».%
do[...] la vida amorosa de sus padres»), fecha el verdadero La creencia de Nabokov en la naturaleza representati-
comienzo de su autobiografía (o de la de cualquiera) en va de esta experiencia original de la conciencia —su ilus-
el momento en que el niño reconce conscientemente la tración de «la teoría de la recapitulación»— es compartida
naturaleza reflexiva de su conciencia, su existencia como por Jean-Paul Sartre, que declara en su estudio Baudelaire
un yo. El valor de este momento —y del acto autobiográ- (1947) que «cada uno en su infancia ha sido capaz de ob-
fico que lo conmemora— deriva del punto de vista de Na- servar la accidental y conmovedora aparición [fortuita et
bokov sobre la identidad humana como un baluarte bouleversante] de la conciencia del yo».” Citando los
designado para desviar el miedo elemental del niño la ejemplos de tales experiencias proporcionadas por Sartre
no existencia (en esto, Nabokov está más cerca de Erik- (los casos de André Gide, María le Hardouin y Richard
son y de la tradición freudiana de lo que él quisiera reco- Hughes), Herbert Spiegelberg argumenta que estas «ex-
nocer). La autobiografía de Nabokov, Speak, Memory periencias yo-soy-yo» no son ni idiosincrásicas ni infre-
(1951, 1966) empieza precisamente con una evocación de cuentes, e intenta proporcionar una base empírica para
este miedo, el «pánico» que experimentó como «un jo- lo que él considera una normativa y una categoría de la
ven cronófobo» cuando, mirando «unas películas caseras experiencia ampliamente extendida, «particularmente agu-
que habían sido filmadas unas semanas antes de su naci- da en la infancia pero de ningún modorestringidaa ella».
miento», fue testigo de un mundo en el que «él no exis- Los lectores de la autobiografía pueden fácilmente pro-
tía».-A la luz de tal miedo, que Nabokov (como Erikson) porcionar evidencia adicional para apoyar la visión de
considera común en la infancia, sería posible observar el Spiegelberg (se podría decir que la pesadilla de James en
vacío característico de nuestros primeros años como una la Gallerie d'Apollon representa una variación del pa-

88 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

radigma básico), pero sería difícil equiparar la intensidad mandar de uno el despliegue de la habilidad de abrazar,
y la claridad del ejemplo inicial de Spiegelberg, un frag- asumir, los atributos y actividades propios de uno —que
mento autobiográfico de Jean Paul Richter: «Nunca olvi- es justamente el tipo de manifestación queel lenguaje hace
daré lo que jamás le he revelado a nadie, el fenómeno que posible».*”
acompaña al nacimiento de mi conciencia del yo [Selbst- La lógica ampliación de esta visión es explorada en
bewusstsein] y del que puedo especificar tanto el lugar Autobiographical Acts (1976), donde, como ya argumenté
como el tiempo. Una mañana, cuando era niño, estaba en el capítulo primero, Bruss aboga por un acercamiento
de pie en el portal mirando el montón de leña que había a la autobiografía basándose en el modelo del acto del ha-
a mi izquierda, cuandola visión interior “yo soy un yo” bla. Si, siguiendo a John R. Searle, Bruss puede concep-
[ich bin ein ich] apareció delante de mí como un rayo pro- tualizar la autobiografía como una forma de elocución,
cedente del cielo y desde entonces está conmigo de una entonces puede proponer, y de hecho propone, que es una
manera muy clara; en aquel momento miego [ich] se ha- tarea del crítico de la autobiografía, trabajando a partir
bía visto a sí mismo por primera vez y para siempre. Uno de claves lingiiísticas o registros incluidos en el texto, para
apenas puede imaginarse que en este caso se trata de en- reconstruir el contexto del habla original y conseguir así
gaños de la memoria, ya que ningún relato de otra perso- una llave del mundo privado del autobiógrafo. Ligado a
na podría contar todos los detalles del tal acontecimiento, la teoría del acto del habla de la que este programacrítico
que únicamente tuvo lugar en lo más íntimo del hom- se deriva, encontramoscierto optimismo fundamental so-
bre, y cuya novedad había permitido que permanecieran bre las posibilidades del lenguaje como medio de comu-
tales concomitancias cotidianas», nicación, un optimismo claramente expresado en este
Los preliminares hallazgos de Spiegelberg, basados en análisis que hace Searle sobre el acto del habla: «Al ha-
cuestionarios realizados por estudiantes, le llevaron a creer blar intento comunicar ciertas cosas al que me escucha
que la «experiencia yo-soy-yo» es «—por lo menos hasta mediante el reconocimiento por parte de este último de
cierto punto— uno de los hechos fundamentales de la exis- que mi intención es justamente comunicar aquellas co-
tencia humana». Spiegelberg distingue esta experiencia de sas. Logro el efecto deseado en el receptor mediante su
la «normal salida hacia fuera de nuestra yo-conciencia»,* reconocimiento de que mi intención es lograr aquel efec-
y es, según creo, un orden de experiencia de segundo ni- to, y tan pronto como el receptor identifica lo que yo
vel, una experiencia autoconsciente de la autoconciencia, intento conseguir, esto generalmente se consigue. Él
explícita (ich bin ein Ich) mientras que la naturalezare- comprende lo que digo tan pronto como reconoce mi in-
flexiva de la conciencia emergiendo con, y capacitada por, tención al decir lo que digo comola intención de decir
la adquisición del lenguaje está implícita de manera ca- aquella cosa»,
racterística. Si aceptamosla escritura de la autobiografía como una
En el diseño del desarrollo que he estado esbozando, especie de habla y si postulamos que la «intención» de
a partir de la adquisición del lenguaje y la experiencia del un texto así es comunicar la naturaleza del yo del autor
«yo-soy-yo», el acto autobiográfico (si sucede) surgiría (el «efecto»), entonces puede que consideremosla posibi-
como un tercer y culminante momento enla historia de lidad de que la autobiografía, como el habla, pueda pro-
la autodefinición. Como en el primer momento, se trata porcionar un medio en el cual, tanto para el autobiógrafo
de un caminar juntos del yo y el lenguaje; como en el como para su lector, el yo pudiera aprehenderse en su pre-
segundo, se caracteriza por una doble reflexión, una sencia viva.
autoconciencia autoconsciente. Es probable que el texto Esto, desde luego, sería asignar a la autobiografía una
de una autobiografía recapitule el segundo momento como capacidad ideal para la autoexpresión, y hay poca proba-
un contenido, mientras el hacer el texto represente el bilidad de su puesta en práctica en cualquier ejemplo en
primer momento como una estructura. Estos tres mo- particular. Como T.S, Eliot nos recuerda en su propia
mentos generan una constitución del yo, y el lenguaje, autobiografía espiritual, The Four Quartets, «la palabras
si no me equivoco, no es meramente un conducto para se esfuerzan, se agrietan y a veces, se rompen, bajo el peso
tal autoconocimiento, sino una determinación integrante [...».9 Para una ilustración de lo que pudiera asemejarse
de este, al momento de presencia viva en la autobiografía, pode-
Nadie ha exploradola relación entre el yo y el lengua- mos centrarnos en el ampliamente conocido punto álgi-
je en la autobiografía con mayor perspicacia que Eliza- do de la parte inicial de Song ofMyself, de W. Whitman,
beth Bruss, que identifica el yo y la autobiografía como al instante cuandoel «yo»invita «a tu alma» a «gandulear
estructuras lingiísticas homólogas:«[...] la estructura de conmigo sobre la hierba». En las líneas precedentes, el poe-
la autobiografía, una historia que es a la vez de y acerca ta busca distinguir la identidad del «yo yo mismo» sepa-
del mismo individuo, se hace eco y refuerza una estruc- rada de la mezcla de experiencia y sensación: «Lejos de
tura ya implícita en nuestro lenguaje, una estructura empujones y trajines aparece lo que yo soy». Entonces,
que tambiénes (no accidentalmente) muy similar a lo que la invitación al alma inicia un intento de penetrar en la
acostumbramos a tomar comola estructura misma dela realidad fundamental del yo, empezando por una invoca-
autoconciencia: la capacidad de saber y a la vez de ser aque- ción al habla, pero alcanzando una cierta realidad inma-
llo que unosabe[...] Realmente el ser un «yo» parece de- nente de estar en el corazón del lenguaje:

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 89.


ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

Aclara tu garganta como una forma del acto del habla: en estos ejemplos, la
no me hacen falta palabras, ni música, ni rimas, práctica y la teoría de la autobiografía reflejan lo que Jac-
[ni costumbres, ni conferencias, aunque sean las mejores, ques Derrida ha identificado como una tendencia habi-
solo quiero el susurro y el murmullo de tu voz modulada. tual en la epistemología occidental a privilegiar al habla
como fundamento de nuestro conocimiento dela reali-
La dimensiónreferencial del lenguaje es aquí rechaza- dad. El análisis de Derrida de este fenómeno, en Dela
da; las palabras no representan nada; son simplemente so- grammatologie, formula la dinámica del encuentro entre
nido, el zumbido de la «voz», de la vida como un proceso el yo y el lenguaje como sigue: «No es casual que el pen-
vivo.2 A medida que este momento de la aprehensión samiento de ser, comoel pensamientode este trascenden-
del ser se revela y se profundiza, el acto del habla se con- tal significado, se manifieste sobre todo en la voz: en un
vierte en una atrevida metáfora para una experiencia de lenguaje de palabras [mots] [...] Es la única experiencia del
autocomunión que toma la forma de una uniónfísica y significado que se produce a sí mismo de forma espontá-
sexual del yo consigo mismo: «Recuerdo como, antaño, nea, desde dentro del yo, y sin embargo, como concepto
yacimos en una transparente mañana de verano, cómore- significado, en el elemento de la idealidad y de la univer-
clinaste tu cabeza sobre mis caderas y te giraste lentamen- salidad.[...] Dentro de la conclusión de esta experiencia,
te hacia mí y me desabrochaste la camisa a la altura del se vive la palabra [mot] como la unidad fundamental e
pecho, y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón des- indescomponibledel significado y de la voz, del concep-
nudo, y te estiraste hasta tocar mi barba y abrazar mis to y de unasustancia transparente de expresión. Esta ex-
pies». periencia se considera en grado mayor de pureza —y al
Enesta epifania, el lenguaje y la carne forman parte mismo tiempo en la condición de su posibilidad— como
de la transparencia del momento, y el yo se revela en su la experiencia del ser».S5
totalidad, desde «el desnudo corazón» en su mismo cen- Este noes el lugar para ensayar los complicados pro-
tro, hasta la «barba» y los «pies» en su circunferencia. Esta blemas metafísicos planteados por el cartesiano cogito y
extraordinaria meditación sobre el yo concluye con unas porla reducción trascendental de Husserl, Heidegger y los
líneas que afirman el conocimiento trascendente de ser fenomenalistas, momentosclave en la filosofía occidental
que se ha alcanzado: «Rápidamente crece y se esparce a de la presencia, que es lo que Derrida proyecta destruir.
mi alrededor la paz y conocimiento que contienen todo La versión reducida de Jonathan Culler del elaborado ar-
el argumento de la tierra».% gumento de Derrida sobre el lugar que ocupa el habla en
El sacramento de la presencia que Whitman celebra nuestra metafísica será suficiente para sugerir hasta don-
aquí, la presencia del yo para sí mismo,es el proyecto fun- de la teoría y la práctica de la autobiografía (también,
—N9wOR

damental de toda su poesía, un proyecto sustentado por como hemosvisto, un fenómeno propiode la cultura oc-
su creencia en el poderdel lenguaje para efectuar una tran- cidental) se han visto influidas por un estilo similar de
substanciación de la realidad. En este pasaje de encarna- pensamiento: «El momento del habla puede desempeñar
ción, el «zumbido» de la voz se convierte en «lengua» este tipo de papel porque parece ser el único punto o ins-
interior; recíprocamente, la arraigada creencia en la me- tante en que la forma y el significado están presentes a
diación de un arte orgánico pudo hacer afirmar a Whit- la vez. Las palabras escritas pueden ser señales físicas que
man quela carne podía volverse palabra también. Así, en un lector debe interpretar y vivificar, proporcionandosig-
el prefacio a su primera edición de Leaves ofGrass (1855), nificados que él considere apropiados pero que no pare-
pudo aconsejar al lector, que para Whitman es siempre cen ser dados en las propias palabras. Pero cuando hablo,
una metáfora del yo, que «leyera estas hojas al aire libre mis palabras no son objetos externos materiales que pri-
cada estación de cada año de su vida» hasta el punto de mero escucho y luego interpreto. En el momento de la
que «tu misma carne será un gran poema». Y en ¡Hasta articulación, mis palabras parecen significados o signifi-
/
pronto!, Whitman ofrece su versión más radical de su fi- cantes transparentes coextensivos con mi pensamiento; en
losofía orgánica de la presencia, en la que el poeta y su el momento del habla la conciencia parece presente para
lector, el yo y el otro, trascienden incluso la inmediatez sí misma. Los conceptosse presentan a sí mismosdirecta-
del lenguaje para lograr una unión más perfecta: mente, como significados que mis palabras expresarán para
otros. La voz parece ser la manifestación directa del pen-
Camarada, esto no es un libro, samiento y, así, el punto de encuentro de lo físico y lo
el que lo toca, toca a un hombre, inteligible, del cuerpo y del alma, de lo empírico y de
(ses de noche? ¿estamos los dos solos? lo trascendental, el fuera y el dentro, etc. Esto es lo que
eres tú quien me tiene, y yo te tengo a ti, Derrida llamael sistema de s'entendre parler, de escuchar y
salto desde las páginas hasta tus brazos, a la vez entenderse hablando: mis palabras me dan acceso
la muerte me reclama). **
directo e inmediato a mis pensamientos, y esta forma de
autopresencia, este circuito de autoentendimiento, se toma
La invocación que hace W. Whitman del «zumbido» como modelo para la comunicación en general —en lo que
de la «voz» como la avenida hacia la total autocómunión; consiste la verdadera comunicación cuando no hay difi-
la concepción de Elizabeth Bruss del acto autobiográfico cultades externas o ningún tipo de interferencias».%

90 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

El deseo de presencia que el momento del habla pro- gieren, nos encontramos frecuentemente con un orden es-
mete conseguir (y por extensión, el deseo por experimen- pecial de la experiencia en la vida misma que, para el
tar la autopresencia a la que la autobiografía aspira) es, autobiógrafo, está inseparablemente unida al descubrimien-
para Derrida, imposible de llevar a cabo, ya que el habla to e invención de la identidad. Además, estos actos auto-
(realmente una forma de escribir) y el escribir que la re- definidos pueden ser reconstituidos mientras la narración
fleja están, «siempre ya», rayando en la realidad del ser. autobiográfica se está escribiendo. Esto quiere decir que,
Esta es la sobria lección de su deconstrucción, y la luz durante el proceso de composición autobiográfica, las cua-
de tal conocimiento parece haber contribuido a que Bruss lidades de estos prototípicos actos autobiográficos pueden
reconsiderara su idea de la autobiografía como una forma ser expresadas de nuevo con las cualidades del acto de re-
de acción elocucionaria que podría facilitar el acceso al cordar comoalgo distinto o añadido al contenido sustan-
habla original del yo. En su ensayo sobre el cine, del cual tivo de la experiencia recordada. El autobiógrafo puede,
he hecho menciónantes, habla, en una especie de nostál- incluso, verse impulsado a sugerir en la narrativa completa
gica retrospectiva, sobre el «viejo autoconocimiento» y los quetal reconstitución ha tenido lugar. Así, el acto de com-
«viejos autoengaños» de «la autobiografía clásica». Citando posición puede concebirse com un término que media
a Derrida, enfatiza su modificado sentido de la limitación en la aventura autobiográfica, volviendo sobre el pasado,
fundamental de cualquier texto autobiográfico que su es- no solamente para reconquistar, sino para repetir los rit-
tudio sobre el fracaso de la autobiografía y el cine le ha mos psicológicos de la formación de la identidad, y ex-
enseñado: «un efecto potencial del cine es “deconstruir” tenderse el futuro para fijar la estructura de esta identidad
la preocupación autobiográfica de plasmar el yo sobre pa- en una existencia permanente hecha a sí misma y como
pel, demostrando el engaño de una subjetividad, que in- texto literario. Estas afirmaciones sirven para compren-
tenta estar “presente a sí misma hasta la médula” en la der la escritura de la autobiografía, no meramente como
mismaescritura que es la marca de su propia ausencia».” el recuerdo pasivo y diáfano de un ya terminado yo, sino
Incluso si aceptamos el análisis de Derrida de la pre- más bien como una fase integral, y a menudo decisiva,
misa equivocada de la metafísica de la presencia, como del drama de la autodefinición.%
parece que aquí lo hace Bruss, no es de ningún modo el Porrazones obvias sería difícil probar la verdad de esta
caso (como Derrida mismo sugiere cuando planteael sis- tesis acerca del acto autobiográfico, ya que la evidencia
tema de s'entendre parler comola base de la autopresencia) biográfica de lugar que ocupa una autobiografía en la vida
que, psicológicamente hablando, la conciencia reflexiva del autor es probable que venga principalmente de la auto-
—el sentido que el yo tiene de sí mismo como de yo— biografía misma. Cualquiera de los esquemas de comporta-
sea más viva y más inmediata en el momento del habla. miento sugeridos porel texto que unen el acto presente
Hasta este punto hay, pues, una plausibilidad experien- de la composición con los hechos del pasado que recons-
cial hacia el modelo del acto de hablar del acto autobio- truye estarían sujetos a la acusación de que son conexiones
gráfico, y también es verdad que la circunstancias de la válidas sólo para sí mismo, retroactivamente impuestas en
elaboración de algunas autobiografías —pienso en el dic- el recuerdo de la historia de la vida, con el interés de pro-
tado(e. g., Henry James) o las variantes del «como dicho ducir unarelación ordenada y unificada de conciencia para
a» (e. g., Malcom X)— promueven una concepción de la fines estéticos, psicológicos o de otra índole. En anteriores *-
autobiografía como un tipo de habla. Además, como he- capítulos yo mismo he proporcionado considerables evi-
mosvisto, es posible contemplar el acto autobiográfico dencias para apoyar esta acusación. Una de las lecciones
comola fase culminante en una historia de autoconcien- principales que aprendemosde la autobiografía de Mary
cia que se origina con la adquisición del lenguaje. Sin McCarthy es que la verdad autobiográfica no es un con-
embargo, de ninguna manera es verdad que todos los tenido fijo, sino que evoluciona, y mi lectura de la autobio-
autobiógrafos conciban el acto autobiográfico de esta ma- grafía de James demuestra hasta qué punto los materiales
nera, aunque las formulaciones alternativas resultan ser de la historia de la vida están libremente formados por
a menudo el equivalente metafórico del habla, como ve- la memoria y la imaginación para servir a las necesidades
remos en los casos de Frank Conroy y Alfred Kazin. Ade- de la conciencia actual. Es, sin embargo, cierto que los
más, cuando ellos situan el acto autobiográfico en una mismos autobiógrafos, cuando eligen dramatizar y comen-
historia ontogenética de autodesarrollo, tienden a unirlo, tar el acto de la composición, con frecuencia proponen
como hace Nabokov, no al período de la adquisición del el proceso creativo mismo como si fuera, fundamental-
lenguaje (que a menudo elude del todo la memoria), sino mente, una mímesis de los ritmos de la vida que ellosre-
a las experiencias claves de la variedad «yo-soy-yo» en la crean. De este modo, ampliando el punto de vista de James
infancia y la adolescencia. Olney, deberíamos hablar de la aventura autobiográ-
Asimismo, sin abandonar la genuina profundización fica como doblemente metafórica: el acto autobiográfico,
del modelo del acto del habla, me gustaría proponer una comoel texto que produce, sería una metáfora del yo.*
concepción más global del acto autobiográfico, como Las autobiografías de Alfred Kazin y Frank Conroy ilus-
una reconstitución y como unaextensión de fases anterio- tran esta visión del acto autobiográfico como una consti-
res de la formaciónde la identidad. Comola búsqueda de tución de antiguos modos de formación de la identidad.
Spiegelberg y el testimonio de muchos autobiógrafos su- Esta construcción del acto autobiográfico, desde luego, no

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 91
ESTUDIOS Autoinvención en la autobiografía

excluye la posibilidad de que haya otros tipos de motiva- la autobiografía, debido a todas sus variaciones locales de diseño reti-
ción en juego; debería reconocerse, sin embargo, como una cencia, como expresiva al menos de una realidad subyacente y común
prominente, y quizá la principal, forma de motivación. —unyo queexiste independientemente de cualquier estilo particular de
expresión y lógicamente anterior a todos los génerosliterarios e incluso
al lenguaje mismo». Continúa, sugiriéndonosla concepción alternativa
y anticartesiana de la relación entre el yo y la autobiografía como sigue:
«Tal vez la subjetividad toma forma por y en su lenguaje antes que usan-
NOTAS doel lenguaje como un “vehículo” para expresar su propio ser trascen-
dente» (en Autobiograpby, p. 298).
1. Argumentando quela autobiografía es un producto de las condi- 20. Benveniste, Problems in General Linguistics (trad. de Mary Eli-
ciones y presunciones culturales, Elizabeth Bruss especula que «la auto- zabeth Meek), Coral Gables, Univ. of Miami Press, 1971, p. 225.
biografía podría solamente llegar a ser obsoleta si sus características 21. De Man, Blindness and Insight, p. 137.
definitorias, tales como la identidad individual, cesaran de ser impor- 22. Benveniste, ob. cit., p. 224.
tantes para una cultura en particular» (Autobiograpical Acts: The Chang 23. Life and Death in Psychoanalysis (trad. de Jeffrey Mehlman), Bal-
ing Situation ofa Literary Genre, Baltimore, John Hopkins Univ. Press, timore, John Hopkins Univ. Press, 1976, pp. 128-129.
1976, p. 15). 24, Jacques Lacan escribe que «el primer símbolo en el que recono-
2. Olney, «Autobiography and the Cultural Moment», en James Ol. cemos la humanidad en su vestigios más rudimentarioses la sepultura»
ney (ed.), Autobiography: Essays and Theoretical and Critical, Princeton, (Écrits, trad. de Alan Sheridan, Londres, Tavistock, 1977, p. 104).
Princeton Univ. Press, 1980, pp. 22 y 23, De aquí en adelante me referi- 25. Popper, The Self and ¡ts Brain, Nueva York, Springer, 1977,
ré a esta obra como Autobiography. pp. 144, 553, 153 y 30. Eccles está de acuerdo con la visión de Popper
3. Sprinker, en Antobiography, pp. 322, 325, 333 y 334. de la conexión entre el conocimiento de la muerte y el conocimiento
4. Olney, «Cultural Moment», en Autobiography, p. 23. del yo (pp. 453-454).
5. Autobiography: Toward a Poetics ofExperience, Filadelfia, Univ. of 26. Benveniste, ob. cit., pp. 226 y 224.
Pennsylvania Press, 1982, pp. 8, 9, 25, 19 y 9-10. Aunqueel énfasis prin- 27. Three Babies: Biographies ofCognitive Development, Nueva York,
cipal de Gunnsesitúa en el «yo que se manifiesta», ella también sugiere Random, 1966, p. 291.
que «el yo que se manifiesta» representa solo un comienzo, un punto 28. Véase Malcom Bowie, «Jacques Lacan», en John Sturrock(ed.),
de partida en la búsqueda del yo: «solo apartándose del mundo inter- Structuralism and Since: From Lévi-Stranss to Derrida, 1979; reed. en Nue-
subjetivo “donde ya uno está” puede uno alcanzarel yo: desde los bios va York, Oxford University Press, 1981, p. 126.
a los autos; desde los amtos, sin embargo,al solipsismo»(p. 22). Por lo que 29. Popper, ob. cit., pp. 111 y 49.
hace a la presentación que hace Gunn de sus diferencias con Olney y 30. Bleich, Subjetive Criticism, Baltimore, John Hopkins Univ. Press,
Gusdorf, pienso que su punto de vista está mucho más cerca de su pro- 1978, pp. 43, 44 y 50.
pia noción de una poética de la experiencia de lo que ella parece sospechar. 31. Ibíd., pp. 50 y 53.
6. Sprinker, en Autobiography, p. 342. 32. Ibíd,, pp. 53, 61, 53 y 64.
7. Véase Lejeune, Le pacte autobiographique, París, Seuil, 1975, pp. 1346.
33. Véase, e. g., Erikson, YoungMan Luther: A Study in Psychoanalysis
8. De Man,«Autobiography as De-Facement», MLN,94 (1979), 920-
and History, 1958, reed en Nueva York, Norton, 1962, pp. 117-118.
921, 923, 921, 922 y 923.
34. Popper, ob. cit., p. 110.
9. Ibíd., 926, 927, 925 y 930.
35. Lacan, ob. cit., p. 2.
10. Ibíd., 922.
36. Cita en Bleich, ob. cit., p. 45.
11. Olney, Metaphors ofSelf: The Meaning ofAutobiograpby, Prince-
ton, Princeton Univ. Press, 1972, pp. 4 y 30.
37. Véase e. g., «Historical Comments on the Mind-Body Problem»,
12. En un ensayo sobre Tolstoi, Olney presenta su perspectiva me- en Popper, ob.cit., pp. 148-208; John Perry (ed.), Personal Identity, Ber-
tafórica sobre el arte como sigue: «La metáfora compuesta del trabajo keley, Univ. of California Press, 1975; y Amelie Oksenberg Rorty(ed.),
es una imagen que representa una expresión de la personalidad de su The Identities of Persons, Berkeley, Univ. of California Press, 1976.
creador y delsignificado de su vida» («Experience, Metaphor and Mean- 38. Olney, «Cultural Moment», en Autobiograpby, pp. 8-9.
ing: “the Death of Ivan Illych3, Journal ofAesthetics and Art Criticism, 39. Gusdorf, «Conditions and Limits of Autobiography», en Auto-
31 [1972], 106). biography, pp. 29, 30, 31 y 30.
13. Olney, Metaphors, pp. 30, 31 y 34, 40. Para la explicación de Olney sobrela interpretación entre su pro-
14, De Man, «De-Facement», pp. 924, 925 y 928. pio trabajo y el de Gusdorf, véase «Cultural Moment», en Autobiography,
15. En Blindness and Insight: Essays in the Rethoric ofContemporary pp. 10-11.
Criticism, Nueva York, Oxford University Press, 1971, De Man escri- 41. Tell me Africa: An Approach to African Literature, Princeton, Prin-
be: «[...] se deduce de la naturaleza retórica del lenguaje literario que ceton Univ. Press, 1973, p. 67.
la función cognitiva reside en el lenguaje y no en el sujeto» (p. 137). 42. Gusdorf, «Conditions and Limits», en Autobiography, p. 31.
16. De Man, «De-Facement», pp. 928, 925, 928 y 930. 43. Keller, The World 1 Live In, Nueva York, Century, 1908, p. 116.
17. Olney, Metaphors, pp. 17 y 18. En el último capítulo de The Rbi- 44. Keller, The Story ofMy Life, 1905; reed. en Nueva York, Double-
zome and the Flower: the Perennial Pbilosopby —Yeats and Junk, Berke- day, 1954, pp. 36-37.
- ley, Univ. of California Press, 1980, Olney se preguntasi la construcción 45. El relato que hace Anne Sullivan de los hechos en la casa de la
desistemas por parte del hombre no es meramente una deseada proyec- fuente, en unacarta escrita el mismo día, confirma el aparejamiento de
ción de su necesidad de orden. La respuesta que él da viene en forma los conceptos ligados de lenguaje y persona: «Ella deletreó agua varias
de credo: «Todas las variedades del sistema —tanto si son filosóficas, psi- veces. Entonces se tiró al suelo y preguntó por su nombre y señaló a
cológicas, teológicas, cosmológicas, estéticas, musicales o poéticas— son la bomba del agua y al enrejado y girándose de repente me preguntó
todas, por su orden estructural, imitaciones jerárquicas de la armonía mi nombre. Yo deletreé profesora» (Story, p. 257). Véase el análisis de
reinante que es el principio creativo detrás y a lo largo del universo» Bleich del lugar que ocupa la muñeca en el contexto del episodio de la
(p. 363). Véase también Paul John Eakin, Rev. de Rhizome, Criticism, fuente en su totalidad (en Bleich, ob. cit., pp. 58-61). Su tratamiento de
22 (1980), 394-396. Keller creó mi interés en sus autobiografías.
18. «The Art of Fiction XXVI: Mary McCarthy», Paris Review, 46. Keller, World, pp. 113-114, 117 y 159-160.
27 (1962), 94. 47. Keller, Teacher: Anne Sullivan Macy; A Tribute by the Fosterchild
19. En «Eyefor l: Making and Unmaking Autobiography in Film», ofHer Mind, Garden City (NY), Doubleday, 1955, pp. 121, 37 ss., 40 y 63.
Elizabeth Bruss nos da una atractiva formulación de la tradicional con- 48. Citado en Sturrock, Stracturalism and Since, p. 125.
cepción trascendentalista de la autobiografía: ¿Tenemos tendencia a tomar 49. Keller, Story, p. 256.

92 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

50.. Langer, Philosophy in a. New Key, 2? ed., 1951; reed. en Nueva Coma, pp. 717 y 505. La fe de Whitman-en el lenguaje:como ins-
York, New American Library [c.1951], p. 126. truménto para la autoexpresión fue, sin embargo, seriamente desafiada
51. Bleich, ob. cit., p. 61. por su experiencia personal de la pérdida, y el tono optimista de «Song
52. Cfr. Langer, ob. cit., pp. 34 y 62-63; y Bleich, ob.cit., pp. 53-63. of Myself» fue seguido cuatro años después por la negra desesperación
53. «From the story of an Infantile Neurosis» (1918), reed. en Phi- de «As I Ebb'd with the Ocean of Life» (1859). Aquí el «bárbaro grito»
lip Rieff (ed.), Three Case Histories, Nueva York, McMillan, 1963, p. 221. del omnipotente yo se ha convertido en «todos aquellos chismes cuyos
54. Langer, ob. cit., p. 111. ecos recaen sobre mí». De «Song of Myself», «Crossing Brooklyn Ferry»,
55. Véase mi explicación de la relación entre el psicoanálisis y la auto- y los otros poemas autobiográficos escritos en la cumbre de su autocon-
biografía en el capítulo tercero. fianza, el hablante de «As I Ebb'd» observa: «[...] ante todos mis poemas
56. Nabokov, Speak, Memory: An Autobiography Revisited, Nueva arrogantes el real yo permanece todavía intacto, anónimo,y, en conjun-
York, Putnam's, 1966, pp. 20, 19, 22 y 21. to, inalcanzable»(p. 254).
57. Cita de Herbert Spiegelberg en «On the “Lam-me” Experience 65. De la grammatologie, París, Minuit, 1967. Citado de su traduc-
in Childhood and Adolescence», Psychologia: An International Journal ción inglesa Of Grammatology, Baltimore, Johns Hopkins Univ. Press,
OfPsychology in the Orient, 4 (1961), 136. 1976, p. 20.
58. Spiegelberg, ob. cit., 135, 146, 135. 66. «Jacques Derrida», en Sturrok: Structuralism andSince, pp. 169-170.
59. Bruss, «Eye for l», en Autobiograpby, p. 301. 67. Bruss: «Eye for l», en Autobiograpby, pp. 318 y 317.
60. Speech Acts in the Philosophy ofLanguage, Cambridge, Cambridge 68. Para un estudio más amplio del concepto del yo completo, véase
Univ. Press, 1969, p. 43. Ross Miller, «Autobiography as Fact and Fiction: Franklin Adams, Mal.
61. The Complete Poems and Plays: 1909-1950, Nueva York, Harcourt, com X», Centennial Review, 16 (1972), 221-232; y Paul John Eakin,
1952, p. 121. «Malcom X and the Limits of Autobiography», Criticism, 18 (1976), 230-
62. Para otro ejemplo del momento de la presencia en la auto- 242; reed. en Autobiography, 181-193.
biografía, véase mi tratamiento en el capítulo segundo de las expe- 69. Véase Olney, Metaphors, pp. 38-45, para el concepto de Olney
riencias de Henry James de «comprender» el «zumbido» de la rea- de «el doble autobiográfico», para el que «el proceso autobiográfico no
lidad. existe a partir del hecho, sino que es una parte y una manifestación de
63. Whitman, Leaves of Grass (ed. de Sculley Bradley y Harold W. lo vivo, y no solo unaparte sino, en su recuerdo y totalidad simbólica,
Blodgett), 1956; reed. en Nueva York, Norton, 1973, pp. 32-33. el todo de lo vivo» (p. 40).

Hacia una poética de la recuerda Virginia Woolf: «Sea cual fuere su uso en las socie-
dades civilizadas, los espejos son imprescindibles para toda
autobiografía de mujeres* acción violenta y heroica».? Puesto que es precisamente la
captura de dicha «acción violenta y heroica» lo que cons-
tituye, metafóricamente hablando, la actividad textual de
la autobiografía, tanto el guión de la vida comola inscrip-
ción autobiográfica de la mujer se convierten en el espejo
Sidonie Smith ante el que la historia del hombre asume sus privilegios.
La autobiografía, o, para ser más exacta, los trabajos
escritos por hombres que se han asociado en bloque con
Autobiografía: el texto generado”* la «autobiografía formal», se convierten así en uno más
de los discursos culturales que aseguran y textualizan las
Las corrientes culturales del Renacimiento y la Reforma definiciones patriarcales de la mujer comoel «otro»,a tra-
promovieron el surgimiento de la autobiografía como ex- vés de las cuales el hombre descubre y perfecciona su pro-
presión diferenciada de la potencialidad humana, es de- pia forma. Al privilegiar al yo autónomo o metafísico
cir, promovieron un nuevo discurso y un hombre nuevo. como agente de sus propios logros, y al situarlo con fre-
Sin embargo, la misma definición de este hombre nuevo cuencia en posición de antagonista respecto al mundo,la
reafirma una definición fundamentalmente conservado- «autobiografía»? promueve una concepción del ser huma-
ra de la mujer. Esta sigue siendo el espejo ante el cual él no que valora la unidad individual y la separación, a la
puede«asegurarse dey [...] reconfortarse a sí mismorespec- vez que devalúa la interdependencia personal y comuni-
to a las mismas estructuras que lo definen».! Como nos taria.* El yo de tal concepción se basa en la identifica-
ción masculina, y en el sistema patriarcal de Occidente
se deriva de las tempranas relaciones del niño con la ma-
* Artículo traducido por Reyes Lázaro. Esla traducción de las páginas 39-59 del
libro de Sidonie Smith, A Poetics of Women's Autobiography. Marginality and the Fic- dre, como sugieren tanto la teoría psicoanalítica clásica
tion ofSelfRepresentation, Bloomington, Indiana University Press,11987.
1987. Agradece. comola revisionista. Según teóricas estadounidenses como
mosa Indiana University Press la concesión del permiso para realizareatraducción.
Nancy Chodorow, la insistencia y la resistencia surgen del
** Engendered text significa a la vez «texto generado», en su sentido literal, rechazo temprano de la madre por parte del hijo, por me-
y «texto sexuado», en el sentido de texto cuya generación depende de una ideolo-
gía genérico-sexual (gender ideology) que implica una visión determinada del hom- dio del cual este establece un sentido impermeable de sí
bre y la mujer. [N. del T] y entra en el reino fálico del poder, habitado —y, por tan-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 93
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

to, valorado— por hombres. Para las feministas francesas, drocéntrico, incluida la misma autobiografía, para reprimir
el reconocimiento de la madre como un otro contra el lo femenino y suprimir la voz de la mujer, pone de mani-
cual el niño se define es inherente a la estructura misma fiesto un miedo y desconfianza profundoshacia el poder
del lenguaje, pues la entrada en el reino simbólico del signo de esta, el cual, reprimido y suprimido,sigue cuestionan-
da acceso al pequeño a la ley del padre, la cual codifica do las cómodas afirmaciones del control masculinos!
las diferencias sexuales en las jerarquías de significación, porque lamujerha hablado, «robando» el género e in-
incluyendo las jerarquías binarias masculino-femenino, tentando,
demodo,misma
repres ntarse sí
cuerpo-alma, activo-pasivo. Aunque las tradiciones femi- guirsiendo una mera representación del hombre.” Las
nistas norteamericana y francesa difieren en su descrip- mujeres han hecho esto porque no son solamente signos
ción del proceso, coinciden, sin embargo, en afirmar que quesirven de medio del intercambio que subyace al or-
la etapa edípica culmina en el rechazo del reino femeni- den fálico, sino también proveedoras de signos y, como
no de la necesidad biológica y las relaciones afectivas, en tales, suministradoras y absorbedoras de todos los discur-
favor del orden y la autoridad fálicos. El mundo domés- sos dominantes.*
tico se relega, en favor de las aventuras de la vida pública Además, la ideología patriarcal, como toda ideología,
y la autoridad del logos. Además, al tiempo que rechaza no se puedesistematizar completamente. Aquejada de sus
a su madre y laesfera doméstica asociada conella, el pe- propias contradicciones, se fractura en direcciones hete-
queño, como sugiere Chodorow, debe también negar en rogéneas. Dicha heterogeneidad explica por qué la mujer
su interior el amor quesiente y la identificación con ella, fue el sujeto de una tremenda actividad discursiva du-
negación que logra «reprimiendo todo lo que considera rante la Edad Media y el Renacimiento, especialmente
femenino dentro desí y, lo que es fundamental, denigran- durante los siglos XIV y XV, cuando el debate sobre la
do y devaluando e lo que considera femenino en el «querella de las mujeres» intensificó los discursos en pug*
mundo exterior»./Por medio de la represión de la mu- na que denostaban o idealizaban a la mujer. El concepto
jer, interna y externamente, el niño reprime lo quela cul- de mujer circulaba en el discurso precisamente porque
tura patriarcal define como femenino: la ausencia, el el de hombre estaba cambiando radicalmente; como la mu-
silencio, la vulnerabilidad, la inmanencia, la interpenetra- jer hace de espejo ante el que el hombre ve reflejada su
ción, lo no-logocéntrico, lo impredecible, lo infantil,.El propia imagen, la mujer se vio necesariamente sometida
niño se convierte, de este modo, en hombre. Este fenó- a escrutinio.? Durante los primeros años de este debate,
menoexplica por qué, desde cierto puntode vista, la mu- en tratados y poemas, como el Roman de la rose (comen-
jer funciona simbólicamente como el inconsciente del zado por Guillaume de Lorris y completado por Jean de
hombre. Meun), se mantenía la autoridad del hombre para llevar
La «autobiografía» entonceses, en último término, una a caboel escrutinio. Sin embargo, con el tiempo, las mu-
afirmación de la llegada a y de la inserción en el orden jeres respondieron a la querelle. De hecho, la hegemonía
del falo. El mito de los orígenes, actualizado en las pági- de la ideología genérico-sexual durante el Renacimiento
nas del texto autobiográfico, declara la primacía de la des- estalló y se desestabilizó por sus propias inconsistencias
cendencia por línea paterna y, con ella, el discurso internas. Envalentonada y fortalecida por la nueva ideo-
androcéntrico. El padre legitima la autoridad del autobió- logía del hombre, Christine de Pisan tomó la pluma, vi-
grafo al dar nombre al niño. Sin embargo, según la no- vió de sus escritos y defendió la plena humanidad de la
ción liberal del yo que motiva la autobiografía, solo el mujer frente a sus detractores. Como señala Joan Kelly-
autobiógrafo puede investir su nombre con nuevo poder Gadol: «La teoría feminista surgió en el siglo XV, en es-
e interpretarlo para el público. En el proceso debe borrar trecha asociación y como reacción a la nueva cultura se-
la huella de la línea materna, suprimiendo el nombredela cular del estado moderno europeo. Emergió como voz
madre y toda la subjetividad femenina que no haya sido de unas mujeres cultas que veían a la mujer condenada
previamente mediada porla representación masculina. Por y oprimida por una cultura que, a la vez, dio a la mujer
medio dela represión de la mujer dentro y fuera desí, poder para hablar en defensa propia».
el autobiógrafo ejerce poder sobre el lado incontrolable Cualquier mujer del Renacimiento o de la baja Edad
e innombradode la experiencia humana:lo fluido, inme- Media, especialmente la culta y educada, se encontraría
diato, contingente, irracional; en resumen, lo semiótico. entre dos discursos: el del hombre del nuevo poder y el
Sin embargo, una presencia silenciada, el inconsciente fe- del hombre ilegítimo. Se vería influenciada: simultánea-
menino reprimido por el logos masculino, siempre ame- mente, por un lado, por las corrientes teológicas, filosófi-
naza con irrumpir en el orden narrativo y desestabilizar cas, científicas, socioeconómicas, políticas y literarias que
la ficción de identidad que el autobiógrafo inscribe. motivaron a los individuos a tomar la pluma y escribir
La alteración del orden del texto autobiográfico mas- sus vidas, y, por otro, por aquellas fuerzas dentro de su
culino por el femenino es paralela a la alteración de la tra- cultura que definían de formaestrecha la identidad apro-
Adición literaria masculina por el texto de la mujer. La piada de las mujeres y condenaban la narración de su vida
mujer está inmersa en su subjetividad propia, a pesar de * al silencio público. Suspendida entre dichas categorías cul-
la eficiencia con quela cultura patriarcal ha intentado su- turales de la identidad masculina y femenina, descubriría
primirla. De hecho, la presión que ejerce el discurso an- quelos límites entre los géneros eran relativamente fluidos

94 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

y se abriría paso entre esos espacios movedizos deideolo- llegar a.un compromiso dedoble identificación con las
gía y subjetividad, con mayor o menor grado de confor- narrativas paterna y materna afecta a la estructura,las es-
midad y resistencia. trategias retóricas y las preocupaciones temáticas de cada
La mayor parte de las mujeres de la época mantuvie- texto individual, por otro lado, en un panoramacultural
ron el silencio público requerido. No escribieron auto- más amplio, la presencia de la voz femenina perturba
- biografías. Algunas resolvieron el conflicto escribiendo potencialmente el discurso androcéntrico. No importa'
cartas de amateur, diarios y anotaciones, escribiendo sus el nivel de compromiso que la autobiógrafa asume en su
propias historias, pero de una forma más decorosa, al esfuerzo por autorrepresentarse: el mismo acto de asumir
confinar su expresión al dominio domésticd;"!btras, es- el poder de autoexponerse públicamente cuestiona las
-

cribiendo las biografías de sus maridos, pero hablando de ideas y normas del orden fálico y representa una forma!
si mismas indirecta, no explícitamente, y perpetuando, por de desorden, un tipo de herejía que pone al descubierto:
tanto, la genealogía del hombre. Pero otras mujeres, como un deseo femenino transgresivo. Al robar palabras del
ya venían haciendo desde Safo, prefirieron presentar en lenguaje, la mujer se conoce y se nombra, apropiándose
público sus vidas. El mismo hecho de que las mujeres del poder de autocreación que la cultura patriarcal ha
empezarana escribir autobiografías al tiempo que emer- depositado históricamente en las plumas de los hom-
gía el género —de hecho nos han legado ejemplos tem- bres. Al hacerlo, cuestiona el derecho de paternidad: la
pranos de autobiografía continental europea, inglesa y autoridad adánica de la cultura de crear a la mujer y
norteamericana en los relatos de las vidas de santa Teresa de nombrarla luego según las ficciones del discurso pa-
' de Ávila y madame Guyon, en el The Book ofMargery triarcal. Por lo tanto, la autorrepresentación pública de
: Kempe, las Revelations de dame Julian de Norwich, en la mujer se convierte en una «narmciónherética», como
, A True Relation de la duquesa de Newcastle, y la Vida de llama Lucy Snowe a su historia, en Villette, de Charlotte
Anne Bradstreet— es sorprendente, desconcertante e in- Bronté.
: finitamente interesante. Sus textos, y todas las autobio- En consecuencia, las contribuciones de la mujer al gé-
|' grafías de mujeres que les han seguido, dan testimonio de nero autobiográfico se han considerado tradicionalmen-
¿ la realidad de que, a pesar de la represión textual de la te como tipos diversos de contaminación, obras ilegítimas,
mujer en que se apoya el orden fálico, aquella ha deci- amenazas al mismo canon autobiográfico; sus trabajos se
dido escribir la historia de su vida, obligando así a que tachan de anómalos y se estudian en capítulos aparte o
surja significado, y con él autoridad autobiográfica, a al final de capítulos, o bien se los silencia o alaba en tan-
partir del silencio cultural. Sintiendo el deseo de generar to en cuanto imiten modelos masculinos y perfeccionen,
representación, y no de seguir siendo su mero objeto, por tanto, la imagen del hombre. Quizá la ausencia de
la mujer ha buscado «salir de entre bastidores y ade- mujeres, con la posible excepción de dos o tres, de cual-
lantarse, aunque sea por breves instantes, al centro de la quier discusión de historiografía y poética revela una
escena». 1? tensión inherente a la relación entre las posibilidades
Sin embargo, quien se adelanta al centro de la escena genérico-literarias y lo genérico-sexual. Tal vez las muje-
no es un hombre; este es el quid de su situación. No es res deban ser borradas de la gran tradición de la autobio-
que la mujer salga de entre bastidores, sino que viene de grafía, porque es precisamente esta tachadura la que define
un espacio que está más allá de los bastidores del orden dicha tradición. Dar entrada y privilegiar a las mujeres
patriarcal y sus textualizaciones. Es la suya una entrada», supondría erosionar la noción misma de creatividad ar-
extremadamente precaria; su actuación es potencialmen- | tística e intelectual en la autobiografía, entendida como
te precaria, porque actúafrente a una audiencia de la que aquello de lo que la mujer no habla. Por esta razón,
ella espera que la lea como mujer. Su misma opción de y como suplemento a este estudio de autobiografía fe-
interpretar su vida y revelar su experiencia. en público es /| menina, desearía que se explorase la relación del hom-
.
señal de que ha transgredido las expectativas culturales./ bre con la autobiografía, y que se releyera la tradición
En sus enunciados su propia vozestá hechizada y hechi- masculina poniendo especial atención en la represión de
za, pues el lenguaje del que se ha apropiado ha sido el la mujer y en la ideología del individualismo. Pues no
instrumento de su represión. Al ocupar ese espacio escé- basta con perturbar el tranquilo recinto del canon pre-
nico, se Sitúa en el punto de colisión entre dos universos valente de los textos autobiográficos insistiendo en otor-
del discurso que han servido para engendrarla: el discur- gar autoridad a las voces femeninas, sino que también hay
so del hombre / ser humano, y el de la mujer. Lo «especí- que releer —y, por tanto, criticar— la base sobre la que
fico de la visión retrospectiva femenina», por usar la se alza la autoridad autobiográfica masculina.'* Es decir,
expresión de Nancy K. Miller, reside en la forma de con- tenemos que cuestionar las ficciones del poder y las mis-
geniar los dos universos que informan el acto de leer en mas fuentes de autoconocimiento que la «autobiografía»
la mujer: reside en la lucha de la mujer para generar la privilegia. ;
verdad de su propio significado desde dentro de ella mis-
ma y contra una sentencia que la ha condenado a cierto
tipo de ficcionalidad.*?
Si bien, por un lado, la lucha de la autobiógrafa por

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 95
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

Historias de mujer y formas diversas de generar 1) Los modos en que la posición de la autobiógrafa
la autorrepresentación* como mujer afecta al proyecto autobiográfico, y las cua-
tro marcas de ficcionalidad que lo caracterizan:las ficcio-
Aunquela opresión de la mujer es de hecho nes de la memoria, del yo, del lector imaginario, y de la
una realidad material, una cuestión de materni- historia.
dad, trabajo doméstico, discriminación laboral
y desigualdad salarial, no puede reducirse a es-
2) Las formas en que la autobiógrafa establece la auto-
tos factores: es también una cuestión de ideolo- ridad discursiva para interpretarse públicamente dentro
gía sexual, de las formas en que los hombres y de una cultura patriarcal y de un género androcéntrico,
las mujeres se imaginan a sí mismos y al otro los cuales han escrito historias de mujer. porella, y, por
en unasociedad dominada por el hombre, de per- tanto, la han ficcionalizado y silenciado eficazmente.
cepciones y comportamientos que van desde lo
brutalmente explícito a lo profundamente in- 3) La relación entre dicha autoridad literaria con su
consciente. sexualidad, y su presencia o ausencia como sujeto de
"TERRY EAGLETON,
su historia.
Literary Theory
Estos tres fenómenos marcan el texto de su vida. Sin
Durante los últimos quinientos años, la autobiografía ha embargo, como yo no considero el yo de la autobiografía
asumido una posición central en la vida personaly litera- como una esencia dada a priori, una presencia espontá-
ria de Occidente, precisamente por hacer el papel de uno nea y por tanto «verdadera», sino una «ficción» cultural
de esos contratos genéricos que reproducen la línea de des- y lingilística constituida a través de procesos narrativos y
cendencia paterna y sus correspondientes ideologías de ideologías históricas de la identidad, quiero dar cabida
genérico-sexuales. Las mujeres que no cuestionan dichas a la influencia contextual de fenómenoshistóricos toman-
ideologías y las limitaciones que estas imponen sobreel do en consideración modelos comunales de la identidad,
guión apropiado de la vida de una mujer, su inscripción es decir, aquellos intertextos que conformanla autointer-
textual y su voz, no escriben autobiografías. Silenciadas pretación del autobiógrafo.!
culturalmente, permanecen sentenciadas a muerte en las La autobiógrafa combina aspectos —descriptivos, im-
ficciones en que son inscritas.Tal vez escribanautobio- presionistas, dramáticos, analíticos— de la experiencia re-
gráficamente, eligiendo otros lenguajes de autoescritura: cordada, a medida que construye una narración que
cartas, diarios, cuadernos de anotaciones, biografía... Aun promete, a la vez, capturar los detalles de la experiencia
así, sus historias permanecen privadas; y su formade con- personal y fundir su interpretación para la posteridad den-
tar, aunquepersistente, enmudecida porla cultura in em- tro de un molde intemporal e idealizado.** En tanto que
bargo, como ya se ha dicho, siempre ha habido mujeres esfuerzo por recuperar y crear, por explorar la posibili-
que cruzaron la frontera entre la expresión privada y la dad de recapturar y redescribir el pasado, la autobiografía
pública, dejando al descubierto su deseo de ejercer el po- conlleva la conciencia simultánea de que la aventura se
der de la autointerpretación autobiográfica, del mismo ve continuamente afectada por las consideraciones cam-
modo que en su vida dejaron al descubierto su deseo de biantes del momento presente. Por ejemplo, la autobió-
participación pública. Tales mujeres se acercan al territo- grafa se tiene que apoyar en algún tipo de huella del
rio autobiográfico desde su posición de hablantes en los pasado, un recuerdo; sin embargo, la memoriaes, en últi-
márgenesdel discurso, Alhacerlo, se ven obligadasaman-. mo término, una historia —y, por lo tanto, un discurso—
tener una compleja postura hacia lossupuestosgenéricos sobre la experiencia originaria, de modo que recuperar
de la narración autobiográfica.. el pasado no es hipostasiar fundamentosfirmes u oríge-
Enla breve exposición teórica que sigue, esquematizo nes absolutos, sino, más bien, una interpretación de la ex-
una poética de la autobiografía femenina. Confío en que periencia anterior, que ni se puede separar del filtro de
este marco teórico iluminelas interrelaciones entre lo tex- la experiencia posterior, ni se puede articular sin estruc-
tual y lo sexual que existen en la autobiografía femenina turas lingiiísticas y narrativas. Como resultado, la auto-
en general, aunque mantengo que en lo específico se apli- biografía es tanto el proceso comoel producto de asignar
ca solo a textos de la tradición angloamericana, y reconoz- significado a una serie de experiencias, después de ocurri-
co que, aun con dicha salvedad habrá excepciones a mi das, por medio del énfasis,layuxtaposición, el comenta-
argumento. Sin embargo, en mi opinión, y espero que tam- rio la omisión.” El juego que consiste en buscar, elegir
bién en la de quien lee, el esfuerzo se justifica en la medi- y descartar palabras e historias que sugieren, se aproxi-
da en que intenta relacionar entre sí una masa informe de man, pero nunca recapturan del todo el pasado, es lo que
fenómenos, a la vez que los sitúa cultural y textualmente. Elizabeth W. Bruss denomina «el acto autobiográfico»:
Estos son, pues, los fenómenos que esta exposición pre- una interpretación de la vida que reviste de una coheren-
tende iluminar: ciaysignificado, tal vez no evidentes antes del propio acto
dela escritura, al propio yo y al pasado.!* En último tér-
minodiré, para apretar más las tuercas y hacer saltar ca-
* Engendering selfrepresentation en inglés, que significa a la vez «generación
de la autorrepresentación» y relación entre el género sexual y las formas de esa tegorías demasiado cómodas, que la visión «diferida» es
autorrepresentación. un proceso «ficticio» en el cual la autobiógrafa cuenta

96 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

constantemente, no «la» historia, sino «una»historia, y lo subjetividad es desplazada por una o múltiples repre-
hace de «este» modo determinado, y no de otro, El lector sentaciones textuales. Cuando Hart exponeel fenómeno,
o lectora permiten al autobiógrafo crear su propia ficción, usa la frase «la paradoja de la continuidad en la discon-
a sabiendas de que es, como dice Francis R. Hart, bien tinuidad», sugiriendo que «el acceso efectivo a un yo
una «invención inductiva», bien una «creación intencio- recordado o sus “versiones”? comienza con una discon-
nal», puesto que cada vida contiene en su seno múltiples tinuidad de la identidad o de la existencia que permi-
discursos sobre discursos, múltiples historias de histo- te que los yos anteriores se vean como realidades sepa-
rias. Por lo tanto, el esfuerzo de la autobiógrafa por radas».” Renza sugiere que se produce «un divorcio
capturar y dar forma al decurso de su vida es problemáti- entre el ser que escribe y su textualización».?* El desdo-
co en sus orígenes, Al tratar de relatar la historia que quiere blamiento del yo en unyo narrador y un yo narrado,
contar de sí misma, es seducida a participar en una aven- junto con la fragmentación del yo narrado en múltiples
tura, tentadora pero elusiva, que la convierte tanto en crea- posturas enunciativas, marcan el proceso autobiográfico
dora como en creación, en escritora como en objeto de como artefacto retórico y la firma autorial como mito-
la escritura. El mismo lenguaje que utiliza para nombrar- grafía2
se, a la vez, la reviste de poder y la corrompe, pues las Precisamente debido a que la autorrepresentación es
palabras no pueden capturar el sentido pleno de la exis- discursivamente compleja y ambigua, en la escena de la
tencia, y las narracionesestallan en múltiples direcciones escritura el artificio de la literatura lleva a cabo «un em-
por sí mismas. bargo radical» de la vida real.?9/El yo, aparentemente fa-
(No quiere esto decir que el contrato autobiográfico, miltar, se convierte en otro, enun extraño; y la dirección
ese complejo conjunto de intenciones y expectativas que que toma el embargo, es decir, la forma que toman las
unen al autobiógrafo con el lector o lectora, sea tan flui- estrategias narrativas y dramáticas de la autobiógrafa, re-
do como el que liga al lector y al escritor de ficción. Las vela más sobre el momento presente de su autoexperien-
ficciones de la autobiógrafa están siempre mediadas por cia que sobre su pasado, aunque, desde luego, también nos
s

una identidad histórica con intenciones, si no pretensio- informe de este? Básicamente, revela el modo en que la
nes, especificas de interpretar el significado de su expe- autobiógrafa se Sitúa a sí misma y a su historia en rela-
riencia vivida. La «poca fiabilidad» de la autobiografía es, ción a las ideologías culturales y a los modelos de identi-
como señala Hart con tanto acierto, «una condición ine- dad. Pero no es cierto, aunque así lo parezca, que los
co

vitable, no una opción retórica».Por lo tanto, precisa patrones ficticios que sirven de modelos para el guión,
Hart sutilmente, la respuesta de nuestra imaginacióna la los personajes y las posturas enunciativas de la autorre-
autobiografía ni es ni debe ser tan libre comola que da- presentación sean ilimitados. Cuando examina su vida úni-
mosa la ficción. En la autobiografía, el lector o lectora, ca e intenta constituirse en sujeto femenino por medio
aunque reconocen que la poca fiabilidad es inevitable, su- del discurso, la autobiógrafa rememora su pasado y refle-
primen dicho reconocimiento en un tenaz esfuerzo por xiona sobre su identidad usando ciertas figuras interpre-
esperar una «verdad» de algún tipo. La naturaleza de tal tativas (que podríamos llamar tropos, mitos o metáforas)
verdad debe entenderse como la lucha de una personahis- Dichas figuras o modelos son siempre lingiísticos y es-
tórica, y no de ficción, por comprender y reconciliarse tán motivados por expectativas culturales, hábitosy siste-
con su propio pasado, lucha que da como resultado la ver- mas interpretativos que ejercen presión sobre la escritora
balización de la confrontación entre el presente narrati- en la escena de la escritura.?% Los códigos culturales de
vo y el pasado narrado, entre las presiones psicológicas significación, las figuras de verosimilitud, reflejan histo-
del discurso y las presiones narrativas de la historia. La rias privilegiadas y tipos de personajes que la cultura do-
«verdad» que pueda surgir reside, no tanto en la corres- minante, a través de su discurso, denomina«reales» y, por
pondenciaentre la palabra y el pasado, como en la forma lo tanto, «legibles».” Paradójicamente,tales figuras litera-
que toman diversas intenciones autoriales: memoria, apo- rias «idealizadas» e «ideologizadas» se convierten en «los
logía, confesión.)?! instrumentos con los cuales las autobiógrafas se singula-
Puesto que la autobiógrafa nunca puede capturar la ple- rizan, por medio de la recreación, la revisión y la inver-
nitud de su subjetividad ni entender el alcance de su ex- sión». Precisamente, debido a que «todo sujeto, todo
periencia, el yo narrativo se convierte en unser de ficción. actor y todo yo es la articulación de una intersubjetivi-
De hecho, como señala Louis A. Renza: «El autobiógra- dad estructurada dentro y alrededor de los discursos de
fo no puede dejar de notar que omite hechos de una vida que dispone en cada momento», la autointerpretación
cuya totalidad y complejidad constantementese le esca- emerge retóricamente de la interacción de la autobiógra-
pan; y más aun cuando el discurso le presiona para que fa con las ficciones de la identidad.
los ordene».? La autobiógrafa
S Pp participa
p en una especie
p de YA Básicamente, el yo inscrito en la autobiografía se cons-
A
mascarada, y crea una representación icónica de identi- | tituye a través de las voces polifónicas del discurso, como
dad continua que representa, o más bien se presenta, ante 1 arguye convincentemente Mikhail Bakhtin cuando cues-
4

su subjetividad a medida quela escritora habla de este yo) tiona la mayor parte del discurso filosófico y psicológico
en vez de aquel. Puede hasta crear varias versiones de sí occidental sobre la identidad. Escribe Bakhtin:
misma que, tal vez, incluso compitan, a medida que su

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 97
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

El ser social está rodeado de fenómenos ideológicos, de Además,la ideología del género ha reificado nociones;
objetos-signo de tipos y categorías diversos: por palabras en esencialistas de la identidad «masculina» y «femenina» para
las múltiples formas de su producción (sonidos, escritura, grabar en piedra la diferencia entre los sexos: «Postular que
etc.), enunciados científicos, creencias y símbolosreligiosos, todas las mujeres son necesariamente femeninas y todos
obras de arte y demás. En su totalidad constituyen el am- los hombres necesariamente masculinos es precisamente
biente ideológico, que atenaza como un firme anillo al
la jugada que permite a los poderes patriarcales definir,
hombre, La conciencia del hombrevive y se desarrolla en este
medio. La conciencia humana nunca se pone en contacto
no la feminidad, sino a todas las mujeres como margina-
directo con la existencia, sino a través del medio ideológico les al orden simbólico y a la sociedad».” Al esencializar
circundante [...] De hecho,la conciencia individual solo puede las diferencias entre lo masculino y lo femenino, al mis-
constituirse en conciencia al realizarse en las formas del me- mo tiempo que esencializan la idea de un yo autónomo
dio ideológico que le son propias: en el lenguaje, en el gesto y unitario,las ideologías patriarcales del género aseguran
convencional, en la imagen artística, en el mito, etcétera.* la autoridad y prioridad del discurso falogocéntrico, pues-
to que, como señala Elizabeth L. Berg, «lo que sitúa a uno
A través del concepto imaginación dialógica, Bakhtin en la jerarquía de los sexos es la doble jugada de, por una
desplaza la ideología esencialista del individualismo, que parte, reificar una diversidad de rasgos al caracterizarlos
convierte al yo en un átomo privado un centro unificado como masculino o femenino y, por otra, esencializar di-
y único que se puede aislar de la sociedad y «representar» cha determinación».*
en la autobiografía. A la vez producto y conductor de una Dado que la autobiografía tradicional ha funciona-
variedad de discursos que estructuran las formas de hablar do como una de las formas y lenguajes que sostienen
sobre el yo, cada aucobiografía «está constituida como una la diferencia sexual, la mujer que escribe autobiografía
Jerarquía de lenguajes, siendo cada uno de ellos un tipo de se ve doblemente alienada al participar en el contrato
ideología verbalizada».* Por tanto, las mismas formas y el autobiográfico. Precisamente porque enfila su relato des-
lenguaje de las historias culturales de la identidad están «po- de la perspectiva de quien habla desde los márgenes del
bladas —superpobladas— de intenciones ajenas», en el senti- discurso autobiográfico y, por lo tanto, de alguien que a
do de que son portadoras de las expectativas culturales y la vez pertenece a la cultura dominante y está marginada
los sistemas de interpretación a través de lós cuales una cul- de ella, la autobiógrafa incorpora a su proyecto unarela-
tura patentiza su esfuerzo por entender y hace que pervi- ción con su lector particularmente conflictiva. Como la
va su poder de nombrar el mundo, a sí misma y a otros.** autobiografía es una expresión pública, ella habla ante y
1 significado culturalmente asignado a las diferencias ¡ para el «hombre». Estando al corriente de la manera en
de sexo, es decir, la ideología del género, siempre ha sido ' que se ha aderezado a las mujeres para su presentación
un, si no el sistema ideológico fundamental para interpre- en público y del precio que pagan por descubrir pública-
tar y entender la identidad individual y la dinámica so- mente su yo, la autobiógrafa revela en su postura como
cial. Las estructuras genéricas de la literatura y, entre : hablante y en su estructura narrativa que es consciente
ellas, los lenguajes de la autorrepresentación y examen que : de las posibles lecturas a que será sometida por parte de
constituyen la autobiografía, se apoyan en la ideología del ¿un público que tiene en sus manossu reputación. Nancy
género y la reinscriben. Sin embargo tal ideología y las : Miller señala: «las autobiógrafas saben que se las lee como
historias que la perpetúan han sido creadas hasta hace muy - mujeres»? Se dan cuenta de que una declaración o una
poco desde discursos falocéntricos, escritos, comosi dijé- historia reciben diferentes interpretaciones ideológicas se-
ramos, por hombres que se favorecían a sí mismosy eri- ¿gún se las atribuya a un hombre o a una mujer. Por lo
gían a la mujer comoel espejo simbólico ante el que verse tanto, la autobiógrafa, al menos hasta el siglo XX, se diri-
reflejados. De hecho, «la mujer no es un simple otro ge a su lector «ficticio» comosi «él» fuera el representan-
en el sentido de algo desconocido [para el hombre] sino te delorden,dominante, el árbitro de la ideología del
que es un otro íntimamenterelacionado con él en cuanto desu uistoriasde identidad. En tanto que «ár-
: géneroy
imagen de lo que él no es y, por tanto, un recordato- bitro»,este «silencioso» socio del contrato autobiográfico
rio esencial de lo que es».* Para que se sostenga la idea asume ciertos privilegios de poder, porque, como sugiere
del hombre como lo que no es mujer, el espejo debe ¡ Michel Foucault, el recinto de la confesión o autoexposi-
permanecer intacto; su superficie suave y artificial no : ción invierte dramáticamente las convenciones de la di-
debe resquebrajarse. Por consiguiente, la principal de las ¡ námica del poder: el que se mantieneen silencio y escucha
intenciones ideológicas inherentes a las formas y al len- ' ejerce poder sobre quien habla.**
guaje es el deseo por parte de la cultura de nombrar y man- Porlo tanto, la autobiógrafa, al contar su historia, pro-
tener la diferencia entre la subjetividad masculina y la yecta constantemente sobre su lector expectativas cultu-
femenina y, en consecuencia, las posibilidades respectivas ralmente generadas respecto a los aspectos relevantes de
de autorrepresentación del hombre y la mujer. Por eso, los relatos autobiográficos, a las orientaciones narrativas
la mujer ha permanecido culturalmente silenciada, se le preferidas para la autoexposición y a las bases sobre las
ha negado autoridad, y, lo que es más grave, la autoridad que se puede establecer la autoridad literaria y mantener
de nombrar sus propios deseos y nombrarse a sí misma. la reputación. A menudo,al proyectar una multiplicidad
La mujer no ha sido ni representada ni representable. de lectores con expectativas variadas, responde con una

98 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
A

ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

compleja voz doble, una frágil heteroglosia propia que pro- la clase trabajadora, el embrollo de modelos masculinos
voca explosivos diálogos conel lector y estrategias narra- y femeninos al que tiene que hacer frente es aún más com-
tivas. Agudamentesensible a las expectativas de sus lectores plicado. En este caso, las ideologías de raza y clase, a ve-
y a sus propios deseos en conflicto, ella trata de estable- ces incluso de nacionalidad, se entrecruzan y confunden
cer un equilibrio, que a veces resulta elegante, a veces pre- con las de género. Comoresultado, está doble o triple-
cario, entre las expectativas anticipadas de sus lectores y mente sujeta a las representaciones de otros, envuelta una
las maniobras autoriales que a ellas responden. La auto- y otra vez en historias que reflejan y promueven ciertas
biógrafa revela particularmente el grado de autoconscien- formas de identidad identificadas con raza, clase y nacio-
cia de su posición como mujer que escribe dentro de un nalidad, además de las de sexo. En cada una queda mar-
género androcéntrico en los pasajes dramáticos de su tex- ginada, pues se encuentra relegada a los márgenes del
to, en los que habla directamente al lector delproceso de discurso, expulsada siempre del centro de poder dentro
construcción de la historia de su vida. Porlo tanto, siem- de la cultura en la que habita. El hombre, ya sea miem-
pre está absorta en un diálogo con su lector, el «otro» a bro de la cultura dominante o de una subcultura oprimida,
través del cual se esfuerza por identificarse y justificar su mantiene la autoridad de nombrar a «su» mujer. Dentro
decisión de escribir sobre sí misma en un género que per- de su marginalidad duplicada, y a veces triplicada, la auto-
tenece al hombre. biógrafa tiene que lograr equilibrar a veces cuatro grupos
Tal atención al lector exacerba su relación con un gé- de historias, todas escritas sobre ella más que por ella.*%
nero que ya viene caracterizado por una fijeza elusiva. La” Además, su falta de presencia, su incapacidad de ser re-
autobiógrafa lucha con propósitos y posiciones en con- presentada, la presionan de forma aún más imperativa,si
flicto, y así se desliza de una ficción de autorrepresenta- bien elusiva; y su posición en tanto que hablante frente
ción a otra a medida que presta atención a dos historias: a una audiencia se vuelve todavía más precaria.
las dobles figuras de la identidad que existen dentro de Las ideologías culturales encierran paradojas. Aunque
la ideología del género. Por un lado, se mueve dentro amenazan la hegemonía, son, sin embargo, vulnerables a
de las ficciones de la identidad que constituyen el discur- escapes y fracturas en sus líneas de falla. Las ideologías
so del hombre y que conllevan una visión del poder de de género patriarcales no han silenciado totalmente a la
creación que se arroga la subjetividad masculina. Las mujer. Aunquea las mujeres se les ha relegado a una «po-
mitologías del género identifican los modelos de identi- sición negativa en la cultura», ellas, sin embargo, se han
dad humanos con los masculinosy relacionan la identidad resistido a este «designio», como sugiere Ann RosalindJo-
masculina con las historias culturalmente valoradas. La
==

nes, convirtiéndose en «sujeto(s) dentro del discurso» en


misma autobiografía es una de las formas de la identidad vez de permanecer como «sujeto(s) del discurso».YDes-
que constituyen la idea de hombrey, a la vez, la promue- de su posición marginal, las mujeres han hablado. Han
ven. La autora que elige escribir autobiografía, por tanto, escrito autobiografía pública. Sin embargo, cuando se em-
desenmascara su deseo transgresor de poseer autoridad li- barcan en el proyecto autobiográfico, lo hacen comoin-
teraria y _cultural.** Sin embargo, la historia del hombre trusas. Se convierten en mujeres que escriben una historia
no es exactamente la suya; por eso, su relación con el mo- de hombres; y, puesto que las autobiógrafas no pueden,
delo de la identidad masculina, que otorga poder, es ine- comosugiere Miller que hizo Rousseau, «integrar, en per-
vitablemente problemática. Para complicar más las cosas, 2) fecta conformidad con la economía lingiñística occiden-
7
también debe moverse entre las ficciones de identidad que tal, la masculinidad con la humanidad», se ven envueltas
constituyen la idea de mujer y que estipulan los paráme- en un diálogo dinámico con doshistorias, dos interpreta-
tros de la subjetividad femenina,incluyendo la relación ciones, dos posturas retóricas.$ La confrontación de la
problemática de la mujer conel lenguaje, el deseo, el po- autobiógrafa con dichas estructuras narrativas «maternas»
der y el significado.* Comola ideología de los géneros y «paternas» estructura el relato y la textura dramática de
niega la categoría de historia al guión de la vida de una su autorrepresentación y conforma su relación con el len-
mujer, es decir, la convierte en un espacio silencioso, un guaje, la imagen y el significado. En la autobiografía fe-
hueco en la cultura patriarcal, la mujer ideal se niega en menina se manifiesta, por tanto, una especie de doble
vez de promocionarse, y su historia «natural» no se for- hélice de la imaginación que conduce a una doble voz es-
ma en torno a la vida pública y heroica, sino en torno tructuradora del contenido y la retóricaLas voces del
a la capacidad de respuesta fluida, circunstancial y con- hombre y de la mujer, de Adán y Eva, compiten, se des-
tingente hacia otros que, según la ideología patriarcal, ca- plazan y se subvierten en el juego constante entre una
racteriza la vida de la mujer pero no la autobiografía. apropiación o reconciliación inestable y un rechazo atre- :
Desde ese punto de vista, la mujer carece de la «identidad vido. El juego entre estas tensiones se manifiesta de ma-
autobiográfica» que posee el hombre. Desde ese punto de neras diferentes según el poder imaginativo, el talento
vista, carece de una historia «pública» que contar. La si- artístico, la amplitud de la experiencia de cada autobiógrafa
tuación de la autobiógrafa en dos universos del discurso y el grado de autoconciencia que tenga de su posición den-
explica la poética de la autobiografía femenina y funda- tro de la cultura patriarcal. Además, esta lucha describe '
menta su diferencia. particularmente bien las autobiografías escritas antes del
Además,si la autobiógrafa es una mujer de color o de siglo XX. Durante el siglo, la confrontación se vuelve

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 99
ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

más autorreflexiva y atrevida, como sugiero más tarde. espacios públicos, adaptando y, por tanto, reproducien-
Aunque reconozco que tales confrontaciones toman do el mito de los orígenes paternos y las narraciones que
formas únicas en cada texto, me gustaría, por razones heu- este suscribe. Al perseguir la misma autorrepresentación,
rísticas, explorar en líneas generales una variedad de res- tal vez experimente los excitantes riesgos y honores que
puestas a los dilemas inherentes a las complicaciones acompañan a la consecución de su deseo de tener una his-
textuales de la autobiógrafa. Ofrezco estos patrones como toriapública. Ella asume la postura aventurera del hombre.
hipótesis generales, no como descripciones particulares. Sin embargo, a medida que se apropia de la historia
Sin duda, la textura de todo trabajo concreto es más rica y de la postura enunciativa del hombre representativo, si-
que cualquiera de los patrones generales que aquí trazo; lencia la parte de sí misma quela identifica comohija de
sin embargo, estos proporcionan acercamientos útiles a la su madre. Al reprimir a la madre dentro de ella, da la
comprensión de la compleja travesía a través de las histo- espalda al reino de todo lo domesticado y culturalmente
rias, paternales primero y maternales después, que carac- .desvalido, y borra la huella de la diferencia sexual y el de-
teriza a la narración autobiográfica de la mujer. seo. Josette Féral comenta la obra de LuceIrigaray y Julia
Como género androcéntrico quees, la autobiografía Kristeva, y sugiere que la mujer «no puede asumir esta
exige ser la historia pública de la vida pública. (Incluso identificación con el Padre sin negar su diferencia como
si los autobiógrafos se concentran en la vida de la mente, mujer, a no ser que reprima lo materno dentro de sí».
lo hacen por asumir su importancia pública.) Cuando la Enotras palabras, la autobiógrafa que habla como un hom-
mujer decide dejar atrás un silencio cultural y empren- bre se convierte esencialmente en una «mujer fálica», un
der la autobiografía, decide entrar en la arena pública. Sin producto artificial manufacturado por la maquinaria cul-
embargo, solo puede hablar con autoridad en tanto que tural y lingiiística del discurso androcéntrico. Al recha-
cuente una historia que su audiencia lea. Si responde a zar el reino de la madre por el del padre y su palabra,
las expectativas genéricas de significación en los relatos acepta quele inscriban «en la ley de lo mismo: la misma
autobiográficos, dirigirá la mirada hacia una narrativa en sexualidad, el mismo discurso, la misma economía,la mis-
la que resonaránlas ficciones culturalmente privilegiadas marepresentación, el mismo origen», y permiteasí su pro-
de la identidad masculina. Dicha mirada caracteriza en pia recuperación por el orden simbólico patriarcal.* En
especial a la autobiógrafa que, habiendo alcanzado una la medida en quese alía con unacultura definida en tér-
' reputación pública, moldea su historia de acuerdo con los minos de lo masculino y su ideología de la identidad, gana
' asuntos culturalmente atrayentes, con los ideales de carac- el reconocimiento cultural que le corresponde en tanto
terización y con las actitudes verbales asociadas con la que persona que encarna ideales masculinos, pero a la vez
identidad masculina o «humana». Al elegir hacer eso, se perpetúala falta de poder político, social y textual de ma-
compromete a cumplir un cierto tipo de contrato «patri- dres e hijas. Cuando acepta expresamentelas ficciones so-
lineal». Al trazar o descubrir un patrón de estadios pro- bre la mujer, incluidala historia de su propia inferioridad,
gresivos, la autobiógrafa sugiere que así se ha convertido y la ficción de que el hombre es el ideal más valioso al
en quien es: la infancia quela llevó hacia alguna vocación, que aspirar, ocupa su lugar en la escena, no como Eva,
sus experiencias educativas e intelectuales, su entrada en sino como Adán, y asegura al hombrela legitimidad de
la arena pública, sus éxitos y fracasos, su reflexión sobre las estructuras e historias que este perpetúa para definir-
- dichos logros en años posteriores. Al hacerlo, reproduce se, incluida la autobiografía misma. Escribir una autobio-
la ideología dominante de la identidad masculina, afirman- grafía desde tal postura enunciativa no equivale a liberar
do que«el» individuo, sin importar cuán duramente se a la mujer de las ficciones que la constriñen; de hecho,
: vea constreñido por su sociedad ni lo comprometido que tal vez la hunda aún más profundamente en ellas, puesto
se vea en la lucha, puede reivindicar legítimamente una que promuevela identificación con la misma ideología
- identidad autónomaquerealiza plenamente su potencia- esencialista que convierte la historia de la mujer en una
"lidad única. Es decir, ella abraza la ideología del indivi- historia de silencio, privación de poder y autonegación.
dualismo —con su mito de la presencia y de la autoridad La suya es siempre una rendición compleja y, en últi-
originaria—, asegurando a su lector que las mujeres, y en mo término, precaria, expuesta a elementos subversivos
concreto esta que escribe su vida, pueden anhelar y con- provenientes de dentro y fuera del texto. Aunque su «vida»
: seguir la «humanidad» completa. reproduce los modelos y apoyala jerarquía de valores que
- Enotras palabras, dicha autobiógrafa «se eleva», como constituyen la cultura patriarcal, sigue siendo, sin embar-
qa . . . .
afirma Julia Kristeva, «a la estatura simbólica de su pa- go, la historia de una mujer. No importael nivel de cons-
dre».Al identificarse con el padre y su ley, opta porel ciencia con que rinda homenaje a la vida del hombre ni
el ahínco con que afirme su paternidad narrativa;el testi-
AAKXA

escenario del éxito público que aparentemente estructura


la autobiografía tradicional, y basa la autoridad necesaria monio de vida y texto es susceptible de ser borrado de
A para escribir sobre sí misma en la adaptación de su vida a la historia porquees, por un lado, una historia «no feme-
la de la historia del hombre prototípico. En la medida en nina» y, por otro, meramente la palabra «inferior» de la
quereinscribe el mito originario contenido en el discur- mujer. Además, dejar de lado la feminidad y hablar con
so del hombre, justifica su propia demanda de pertenen- tal autoridad supone arriesgarse a minar los valores y
cia al mundo de las palabras, de los hombres y de los privilegios que puede adquirir como mujer ideal. La ame-

100 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


-ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

naza interior es, sin embargo, potencialmente más peli- plazables siempre —realidad de la cual Margaret Caven-
grosa. La voz silenciada de su sexualidad reprimida y su dish es agudamente consciente cuando afirma, en la
problemática negación de la herencia materna puede res- conclusión de su autobiografía, que ella escribe para que
quebrajar el modelo de identidad definido en términos la distingan de las otras esposas de su marido—. Por lo
masculinos, dejando al descubierto, en los modos narra- tanto, si trata de estructurar su autorrepresentación ba-
tivos y dramáticos y en las imágenes empleadasal relatar sándose en las ficciones de la bondad y la autonegación,
su vida, una historia alternativa y privada que corrige y se queda en silencio, tanto literalmente, puesto que daal
a veces subvierte la versión pública y autorizada de sí mis- mundo un libro que este no se molestará en leer, como
ma. Dicha historia suprimida puede, por su mismosilen- simbólicamente, porque reproduce el papel de la mujer
cio, poner en entredicho las seguridades que ofrece la como mediadora de la vida del hombre, como un signo
historia que la autobiógrafa cree contar. pasivo que debe circular de mano en mano enlas ficcio-:
Además, leída a través de las ficciones culturales rela- nes patriarcales. En sentido literal, no puede escribir auto-
tivas a la subordinación natural de la mujer al hombre, biografía formal.
la autoaserción, autoabsorción y autoexposición manifies- A veces, sin embargo, el discurso falogocéntrico ha per-
tas en la narrativa paterna de la mujer «masculina» son mitido a las mujeres producir poderosos guiones auto-
puestas a la par del mito cultural del narcisismo «natural» biográficos, como los de reina y religiosa. Como
de la mujer. En consecuencia, los riesgos de tener dema- resultado, la autobiógrafa puede comprometerse a cierto
siado aspecto de «mujer masculina», ese «híbrido» anti- tipo de contrato matrilineal, trazando su historia a través
natural que desafía la ideología de la diferencia sexual, son de una serie de poderosas antecesoras. Pero dichas antece-
1 ciertamente grandes, puesto que, al «exponerse en públi- soras son poderosas precisamente porque las historias de
co», la autobiógrafa pone en peligro su reputación,al es- sus vidas han sido bendecidas y santificadas por las autori-
A quiera perseguir la narrativa paterna con su promesa de
tar esta basada en el silencio público. Por mucho que dades masculinas, de modo que la autoridad de la auto-
biógrafa deriva, no de la antecesora, sino de los padres que
poder, por lo tanto, reconoce, a nivel consciente o incons- permitieron a esta producir su importante historia. Las
ciente, que, para ella, como para todo colonizado, la ad- voces masculinas, que reafirman la ideología de la subor-
quisición de poder es tan deseable como amenazante. Su dinación femenina a la autoridad del hombre, pueblan y
narración puede ganarle una fama dudosa; y con ella vie- hechizan su texto. Además, los patriarcas antecesores
nenel aislamiento y la pérdida de amor y aceptación den- declararon válido solo cierto tipo de historia del po-
tro de la cultura que la mantendría en sus ficciones. der femenino: modelos como los de la monja y la reina
En respuesta a tales embrollos, la autobiógrafa puede representaban a mujeres que dejaron atrás todo lo que las
cambiar de terreno en cuanto a la autorrepresentación identificaba como tales y que participaron en un contra-
y responder a expectativas culturales sobre la conducta y to «masculino» o espiritual al sacrificar su cuerpo y de-
forma de hablar adecuadas a la mujer. En este caso, si bien seo femeninos para obtener la palabra del hombre.
se atreve a narrar su historia en el texto, mantiene, al mis- Cualquier autobiógrafa que sigue su modelo revela su
mo tiempo, una alianza con el origen materno al asegu- deseo de escribir una historia de su vida revestida de poder,
rar a su lector y a sí misma queella es realmente una mujer pero basa sus demandas de santidad y poder en asegurar
ideal que encarna las características y representa los pape- al lector que ella ha conseguido escapar de la atracción
les que le han asignadolas ficciones de la cultura patriar- del cuerpo, es decir, de las contaminaciones de la sexuali-
cal. Cuandolas ficciones culturales equiparan la capacidad +, dad femenina,En la medida en que establece su castidad
de respuesta a los otros y el derivar la propia identidad de *' en el texto, én la medida en que reafirma su subordina-
las relaciones con otros, con la«bondad» y «virtud»fe- ción a todos los padres en el texto y por medio del texto,
meninas, entonces la autonegación, la pasividad y la «ti- se le otorga la voz de la autoridad.
midez culturalmente condicionada respecto a la propia En todas las posturas enunciativas examinadas hasta
representación»se sacralizan como cualidades ideales del . ahora, la autoridad para hablar, a la vez, como hombre
eterno femenino.La postura narrativa de humildad que” y como mujer «representativos» deriva de la eliminación
caracteriza tal feminidad ideal, comoel vientre de la mu- de la sexualidad femenina, pues la ficción de la «identifi-
jer de Lutero, esconde todas las faltas, incluida la de la cación con el hombre» exige larepresión de la madre, y
ambición inherente a la arrogancia de escribir su propia la ficción de la «buena mujer» exige la supresión del ero-
historia. Sin embargo,si se conforma por completo a ese tismo femenino, aunque, por supuesto, no la del amor hu-
guión ideal, permanece siempre ligada (su libro, su yo) a milde ni la de la devoción. De hecho, ya abandone lo
sus relaciones con los hombres (y su progenie) y definida femenino en favor de la figura de un yo androcéntrico,
eternamente en relación a un ciclo de vida conectado a ya abrace la figura de la mujer ideal, la autobiógrafa reco-
fenómenosbiológicos y a los usos sociales asignadosa di- noce, a veces explícita, casi siempre implicitamente, un
chos fenómenos: nacimiento, pubertad,soltería, matrimo- desasosiego con respecto a su propio cuerpo y al deseo
nio, parto, menopausia, viudez. Por lo tanto, la historia sexual asociado con él. Además, la bondad de la mujer
de su vida es como la de cualquier otra historia de mujer: siempre viene marcada por su orientación narrativa y
al final, tanto da una protagonista como otra; son reem- dramática hacia el deseo sexual. Así, mientras escribe, de-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 101


ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

clara que tiene autoridad para lanzarse a la autointerpre- a darse cuenta de que la mujer permanece «irrepresenta-
tación, a la vez que intenta protegerse contra las ficciones ble» porque la autobiografía, en tanto que contrato for-
culturales de la pasión femenina y el peligroso deseo se- mal y público, requiere su irrepresentabilidad, ya que no
xual.52 Dada la alianza culturalmente establecida en el deja espacio para el deseo y la identidad femeninos. Lo
discurso occidental entre el habla de la mujer y las fuer- que Christiane Olivier dice del lenguaje caracteriza igual-
zas de la sexualidad desatada, y dadas las exigentes expec- mente a los contratosliterarios: «el sexismo en el lengua-
tativas sobre la bondad femenina que tal asociación je [puede ser] resultado del miedo del hombre a usar las
conlleva, la mujer que desee escribir autobiografía debe, mismas palabras que la mujer, su miedo a encontrarse en
o defender su reputación de mujer buena, o arriesgarse el mismo lugar que la madre».* El androcentrismoy
a perder su reputación intemporal. nérico resume dicha tendencia del lenguaje sexistaW“La
Las complejidades textuales que he bosquejado aquí autobiografía sigue siendo el lugar donde el hombre rei-
con fines metodológicos tienden a caracterizar las auto- vindica su diferencia sexual y su estatus: la autobiografía
biografías escritas por mujeres hasta el siglo XX y ciertas delata el rechazo del hombre a permanecer «en el mismo
subcategorías de autobiografía que todavía siguen apare- lugar que la madre»,
ciendo. Al buscar un compromiso entre las narrativas Por lo tanto, como destaca Carolyn G. Burke en su
paternas y maternas,la autobiógrafa no aborda conscien- análisis del interés primordial del feminismo francés por
temente la ideología genérico-sexual prevalente ni cues- y la relación de la mujer con lo simbólico, «cuando una
tiona la autoridad de la autobiografía eomo un contrato / mujer se trae a sí mismaa la existenciaescribiendo o ha-
genérico,Con el siglo XX y las ambigiiedades y confu- [ blando, se ve forzada a hablar en una especie de lengua
siones del comienzo de la época moderna, sin embargo, | extranjera, un lenguaje con el cual puede no sentirse per-
emergen otras posibilidades autobiográficas para las mu- isonalmente a gusto».%* La incomodidad se deriva de su
jeres, al aparecer relaciones alternativas de la mujer con ventriloquismo cultural, de una asunción de la personali-
la narrativa autobiográfica del hombre. La autobiógrafa dad de otro que requiere quela autobiógrafa hable como
comienza a abordar de forma autoconsciente su identi- un hombre; pues, al hablar como un hombre, tal vez no
dad como mujer dentro de la cultura patriarcal y su rela- pueda reconocer que su experiencia está delineada porel
ción problemática con las figuras de la identidad basadas lenguaje y las ficciones que contextualizan y dan forma
enelgénero. a su texto. Además puede descubrir que ella misma es cóm-
En vez de interpretarse inconscientemente a través de plice, al reproducir las mismas historias culturales que la
las narrativas tanto de hombres como de mujeres privile- han engendrado a ella en la medida en que han reprimi-
giados porel discurso patriarcal, la autobiógrafa confronta do la huella de la madre.
la ideología de género que la ha oprimido, filtrando su Deeste modo,la autobiógrafa puede decidir confron-
experiencia a través del cedazo de las ficciones que dan tar autorreflexivamente el proceso de su propia narrativa
normbre a la mujer y a su experiencia sexual. Empieza por autobiográfica, viéndola en oposición a la heredada de los
tratar de entender su relación problemática con el lenguaje patriarcas. Para esta tarea, hace uso de ideologías «enmu-
y con las narrativas que otros le han enseñado a contar, decidas», generadas y promovidas por mujeres en respuesta
puesto que debe comprender enteramente el poder que a las ideologías prevalentes del grupo dominante. Estas
tiene el discurso falogocéntrico de borrar al sujeto feme- ideologías alternativas son «funciones de la desposesión
nino, confinándolo a las ficciones de dicho discurso, y de- de la mujer y de sus recursos naturales ante dicha despo-
limitando por tanto su acceso a las palabras mismas. Tal sesión», y reconocen las realidades de su experiencia como
vez, como sugieren Elaine Showalter y otras críticas de mujer a la vez particular y universal, e imprimen valor
literatura en lengua inglesa, la autobiógrafa reconoce que tanto a las historias de la mujer como al proceso de na,
no ha gozado de acceso pleno al reino de lo simbólico: rrarlas.5 En vez de usar la misma «frase» del hombre, ola)
tal vez le parezca que «se le han negado los plenos recur- experimenta con otra.
sos del lenguaje y se la ha forzado alsilencio, a los eufe- En busca de la nueva frase, la autobiógrafa traza sus
mismos o a las circunlocuciones» cuando ha tratado de orígenes hasta y a través de la madre, y no en contra de
presentar su versión de la subjetividad femenina.” Por lo ella, cuya presencia se ha suprimido para posibilitar la
tanto, puede tratar de apropiarse del lenguaje de los pa- emergencia del contrato simbólico. A través del espacio
triarcas, y dominarasí todos los recursos queel lenguaje marginado que habitan madres e hijas de carne y hueso,
ponea disposición del hombre, resistiéndose a caer en «el va en busca de la fuente de la reproducción patriarcal de
silencio, el eufemismo o las circunlocuciones» en busca la mujer para descubrir alguna nueva verdad acerca de su
de igual acceso al espacio público. sexualidad. Como«el discurso patriarcal sitúa a la mujer
Sin embargo, la autobiógrafa puede perseguir también fuera de la representación» como «ausencia, negatividad,el
un escenario alternativo de destino lingúístico, según sea continente oscuro o, a lo sumo, hombre inferior», inicial-
su posición política y filosófica respecto a su papel como mente se ve sumida en la confusión de la «auto-irrepre-
mujer dentro del patriarcado. Si lo hace así, algo más co- sentabilidad» de la mujer, puesto que trata de contar
mienza a suceder a medida que la autobiógrafa explora historias que no se han contado antes, que permanecen
; su acceso al lenguaje de la autorrepresentación. Empieza silenciadas dentro del marco ideológico del discurso

102 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


TA

ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

dominante.En respuesta, trata de descubrir un lengua- en las ficciones centrales de la cultura, incluidas las fic-
je apropiado a su propia historia. Con este fin puede «re- ciones de «hombre» y «mujer». O, si no las rechaza, se
pensar» a su madre, como Sandra M. Gilbert y Susan apropia conscientemente de fragmentos de dichas ficcio-
Gubar proponen, para descubrir «el control del lenguaje nes para sus propios fines. Al hacer suyas las posibilidades
porparte de la mujer, en vez del control de la mujer por polifónicas de la identidad, utiliza el contrato autobio-
el lenguaje».” Al rechazar la vieja «lengua» del padre y gráfico de forma que responda más a una experiencia y
de todos los patriarcas quela han sentenciado a muerte, un deseo desligados de las ideologías reinantes de la mas-
puuede, como sugiere Margaret Homans, recordar ydes- culinidad y la feminidad. Y, de esa manera, desestabiliza
puésrevestir desuPropio.significadocomomujerun las nociones sobre la diferencia entre lo masculino y lo
lenguajematerno a travésdel cual explorar una autorre- femenino, convirtiendo la ideología del género en algo
presentación genuinamente ginocéntrica.* A través de elusivo, al confundir en uno los dos miembros de una di-
dicho lenguaje puede desvelar una relación diferente para cotomía.
con el desarrollo psicosexual, que Nancy Chodorow des- En último término, puede transformarse y transfor-
cribe como una relación más atenta a las conexiones per- marlas historias culturales en general, alterando las fron-
sonales entre el yo y el mundo. teras entre los géneros, de modo que no haya ni margen
Para las estudiosas francesas y anglosajonas, dicha len ni centro, puesto que, a medida que experimenta con len-
gua y desarrollo psicosexual alternativos comprenderían guajes alternativos del yo y de la narración, es testigo Jel
lo que Kristeva llama los ritmos pre-edípicos de lo semió-/ hundimiento del mito de la presencia, con su creencia en
tico.* Retornando a una fase en el pasado anterior a la un yo unitario. Una vez su relación con las convenciones
lógica simbólica de oposiciones binarias que insiste en el del con:rato autobiográfico se hs Listanciado de la idez
privilegio y superioridad masculinos, la lengua del deseo de un yo atomizado, individualista y central, la autobió-
femenino —la écriture féminine, de Héléne Cixous; la grafa descentra a todos los que invocan un centro y, en
womanspeak, de Luce Irigaray; la jonissance, de Kristeva— efecto, subvierte el orden patriarcal mismo. En ese mo-
encuentra su voz en alianza conla madre ysuleche, su mento es reencarnación de una nueva «Eva», una mujer
cuerpo, su lenguaje rítmico y sin sentido. En este momen- liberada de la sagrada sentencia de todos los padres, que
to, la posición del sujeto desde la que habla la mujer pue- se niega a obedecerlas prohibiciones de la cultura del pa-
de estar, como la voz de la madre, fuera del tiempo, ser dre con sus historias de la diferencia sexual, incluyendo
plural, fluida, bisexual, des-centrada, no-logocéntrica. Des, la autobiografía. En vez de ello, trata de seguir sus pro-
pués de volver a sus orígenes en la madre y enla silencio- | pios deseos, de romper su retrato, que ve colgado y en-
sa y silenciada «cultura» que comparte con las otras ) marcado en los textos del patriarcado, y de crear el
mujeres, la autobiógrafa descubre una relación diferente/ consciente y el inconsciente de su sexo reclamando la le-
con el narrar como mujer. Aunque las teorías francesas gitimidad y la autoridad de otro tipo de subjetividad. Y es
son problemáticas, puesto que caen en otro tipo de esen- posible que dicha subjetividad nueva venga acompaña-
cialismo, que reifica un destino femenino fuera del tiem- da de un nuevo sistema de valores, un nuevo tipo de ¡len-
po y de la historia, sin embargo intentan desmontar la guaje y forma narrativa; tal vez, incluso, de un nuevo
superioridad complaciente de la ideología patriarcal del discurso, una alternativa a la prevalente ideología del gé-
género. Al promover un discurso alternativo, centrado en nero.
la mujer y definido en tornoa ella, asociado con lo ima-
ginario y subversivo de la lógica fálica de lo simbólico,
se unen a las teorías de las feministas anglosajonas en «pro-
clamar que la mujer es la fuente de la vida, del poder y NOTAS
de la energía».* 1. Josette Féral, «Antigone or the Ironyof the Tribe», Diacritics, 8
La autobiógrafa también confronta otra posibilidad en (sep. 1978), 7. Woolf escribe: «A lo largo de todos estos siglos las muje-
cuanto a la praxis autobiográfica. Al entender y superar, res han hecho de espejos que poseen el poder mágico y delicioso de re-
por un lado, los usos y abusos del lenguaje del padre, que flejar la figura del hombre aumentada al doble» (Virginia Woolf, A Room
of One's Own, Nueva York, Harcourt, Brace 82 World, 1957, p. 35).
la envuelve en las ficciones del esencialismo biológico, o,
2. Woolf, ob. cit., p. 36.
porel otro, de la escritura de una madre que la implica 3. «Autobiografía» entre comillas quiere decir autobiografía tal y como
en otro tipo de esencialismo, la autobiógrafa puede luchar la han escrito los hombres.
porliberarse de la ideología de la autobiografía tradicio- 4. Para una exposición de los modos agencial y comunal de estar en
nal y porliberar a la autobiografía de la ideología del yo el mundo, véase Nancy Chodorow, «Family Structure and FemininePer-
sonality», en Michelle Zimbalist Rosaldo y Louise Lamphere (eds.), Wo-
esencialista a través de la cual se ha constituido histórica- men, Culture and Society, Stanford, Stanford University Press, 1974, 55-58.
mente.Entonces puede desmitificar, para ella misma y Chodorow cita a David Bakan: The Duality ofHuman Existence: Isola-
para su lector o lectora, las poderosas voces de todos esos tion and Communion in Western Man, Boston, Beacon Press, 1966: «He
padres autobiográficos que han transmitido el género y adoptado los términos “agencia” y “comunión” para caracterizar dos
modalidades fundamentales de la existencia de los seres vivos: agencia
su tradición, cuestionando las bases mismassobre las que para la existencia de un organismo como individuo, y comunión para
se funda la ideología de la diferencia entre los sexos. Al la participación del individuo en un organismo más amplio del que for-
hablar desde su posición marginal, se resiste a participar ma parte. La agencia se manifiesta en la autoprotección, autoaserción

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 103


ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

y autoexpansión; la comunión se manifiesta en la sensación de ser uno sucesivo aparece como «The Stanford Conference»). Les agradezcoa las
con otros organismos. La agencia se manifiesta en la formación de sepa- organizadoras del congreso, Susan Groag Bell y Marilyn Yalom,y a mu-
raciones; la comunión en la ausencia de ellas. La agencia se manifiesta chos de los participantes sus estimulantes exposiciones que han enrique-
en el aislamiento,la alienación y la soledad; la comunión en el contac- cido la presente crítica de la autobiografía femenina.
to, la expansividad y la unión. La agencia se manifiesta en el deseo de 16. Avrom Fleishman, Figures ofAutobiography: The Language ofSelf
dominar; la comunión en la cooperación voluntaria. La agencia se ma- Writing in Victorian and Modern England, Berkeley / Los Ángeles, Univ.
nifiesta en la represión del pensamiento, el sentimiento y el impulso; of California Press, 1983, p. 33.
la comunión en la falta y la eliminación de la represión» (p. 15). 17. La breve exposición de la poética de la autobiografía en este pá-
5. Chodorow, ob. cit., p. 50. rrafo y el próximo deriva de Sidonie Smith y Marcus Billson, «Towards
6. Para una discusión provocativa sobre el desorden que constituye a Structuralist Poetics of Autobiography»,trabajo presentado enla reu-
la mujer, véase Carole Pateman: «The Disorder of Women”: Women, nión anual de la Modern Language Association, Houston, diciembre
Love and the Sense of Justice», Ethics, 91 (oct. 1980), 20-34. Véase tam- de 1980.
bién Rosaldo y los siguientes escritos de las feministas francesas: Made- 18. Véase Elizabeth W. Bruss, Autobiographical Acts: The Changing
leine Gagnon, «Body, 1», en Elaine Marks e Isabelle de Courtivron(eds.), Situation of a Literary Genre, Baltimore, Johns Hopkins Univ. Press,
New French Feminisms, Amherst, University of Massachusetts Press, 1980, 1976, pp. 33-92.
p- 179; Héléne Cixous, «The Laugh of the Medusa», trad. Keith Cohen 19. Francis R. Hart, «Notes for an Anatomy of Modern Autobio-
y Paula Cohen, Signs: Journal of Women in Culture and Society, 1 (vera- graphy», New Literary History, 1 (1970), 492.
no 1976), 881. Para una discusión amplia sobre el feminismo francés, 20. Ibíd,, p. 488.
véase Josette Féral, «Antigone or the Irony of the Tribe», Diacritics, 8 21. Para una exploración provocativa de las relaciones entre la escri-
(sep. 1978), 2-14; Ann Rosalind Jones, Writing the Body: Toward an tura del yo,ficción y veracidad, con referencias a Foucault, Lacan, Vico,
Understanding of l'Écritureféminine», Feminist Studies, 7 (verano 1981), Kierkegaard, Nietzsche y Freud, véase Michael Sprinker, «Fictions of
247-263; Michele Richman, «Eroticism in the Patriarchal Order», Dia- the Self: The End of Autobiography», en James Olney (ed.), Autobi-
critics, 6 (primavera 1976), 46-53; Michelle Richman, «Sex and Signs: ography: Essays Theoretical and Critical, Princeton, Princeton Univ. Press,
The Language of French Feminist Criticism», Language and Style, 13 1980, 321-342. Véase también Barrett J. Mandel, «Full of Life Now»,
(1980), 62-80; Barbara Charlesworth Gelpi, (ed.), «French Feminist en ibíd., 49-72; y Louis A. Renza, «The Veto of the Imagination: A Theory
Theory», Signs: Journal of Women in Culture and Society, 7 (otoño 1981), of Autobiography», en ¿bíd., 268-295.
1-86; Eisenstein y Jardine, (eds.), The Future ofDifference; y Julia Kriste- 22. Renza, art. cit., p. 270.
va, Desire in Language:A Semiotic Approach to Literature and Art, trad. 23. Hart, art. cit., p. 500,
Leon S. Roudiez, Alice Jardine y Thomas Gora, Nueva York, Colum- 24. Renza, art. cit., p. 278.
bia Univ. Press, 1980. 25. DomnaC. Stanton, «Autogynography: Is the Subject Different?»
7. El término «robar el lenguaje» viene del título de Alicia Suskin en DomnaC.Stanton (ed.), The Female Autograph, Nueva York, New
Ostriker, Stealing the Language: The Emergence of Women's Poetry in Ame- York Literary Forum, 1984, p. 11.
rica, Boston, Beacon Press, 1986. 26. Para una exposición más extensa sobre la relación problemática
8. Véase Lévi-Strauss, Elementary Structures ofKinship, ed. de Rod- entre la «identidad» y el «discurso» en la autobiografía, véase Paul L.
ney Needham, Boston, Beacon Press, 1969, p. 496; y Sandra M. Gilbert Jay, «Being in the Text: Autobiography and the Problem of the Sub-
y Susan Gubar: «Sexual Linguistics: Gender, Language, Sexuality», New ject», Modern Language Notes, 97 (dic. 1982), 1.045-1.063.
Literary History, 16 (primavera 1985), 516. 27. Tanto Renza como Mandel enfatizan la prioridad del yo presen-
9. Alice Jardine, Gynesis: Configurations of Woman and Modernity, te en la autobiografía, oponiéndola a la del yo pasado.
Ithaca, Cornell University Press, 1985, p. 93. 28. Véase E.H. Gombrich, Art 8 Illusion: A Study in the Psychology
10. Joan Kelly-Gadol, «Early Feminist Theory and the Querelle des ofPictorial Representation, Nueva York, Pantheon, 1960. Todavía con-
Fernmes, 1400-1789», Signs: Journal of Women in Culture and Society, sidero que el análisis de Gombrich anticipa provocativamente posterio-
8 (otoño 1982), 5. Citado también en Jardine, ob. cit., p. 95. res variaciones deconstruccionistas de algunos de sus temas.
11. Aunque la educación de las mujeres en particular, y su estatus 29. Para una exposición dela relación entre la «doxa socialmentees-
dentró de la cultura en general, las excluían dela esfera del discurso lite- tablecida» y la legibilidad de los argumentos de las novelas de mujeres,
rario, con su prerrequisito de aprendizaje previo de la tradición retórica véase Nancy K. Miller: «Emphasis Added: Plots and Plausibilities in
clásica, sin embargo podían practicar una actividad que después se po- Women's Fiction», PMLA, 96 (ene. 1981), 36-48.
pularizó en el siglo XVII, la escritura amateur de cartas. Como señala 30. Fleishman, ob. cit., p. 49.
Donovan, los manuales de correspondencia del siglo «proporcionaban 31. Sprinker, art. cit., p. 325.
a los corresponsales modelos de cartas y del estilo que debían usar en 32. PN. Medvedev y M. Bakhtin, The Formal Method in Literary Scho-
situaciones típicas. Dados esos modelos no era necesario ya recibir una larship: A Critical Introduction to Sociological Poetics, trad. de Albert
OS

formación retórica formal para escribir con una prosa aceptable,si bien J. Wehrle, Baltimore, Goucher College Series, 1978, p. 14.
informal» (p. 210). Comola escritura de cartas, la escritura autobiográ- 33. Wayne Booth, «Freedom of Interpretation: Bakhtin and the Cha-
fica podía permanecer a nivel privado, orientada a la familia, y ser, por llenge of Feminist Criticism», Critical Inquiry, 9 (sep. 1982), 51.
lo tanto, una forma de actividad literaria igualmente aceptable para las 34. Mikhail Bakhtin, The Dialogic Imagination, trad. de Caryl Emer-
mujeres, puesto que se la consideraba convencionalmente femenina; por son y Michael Holquist, Austin, Univ. of Texas Press, 1981, p. 294.
supuesto, siempre que la obra en sí no se publicara ni intentara entrar 35. Para un cuestionamientoincisivo de la idea de que el género es
en circulación. esencial a la identidad, véase Elizabeth L. Berg, «Iconoclastic Moments:
12. Nancy K. Miller,Women is Autobiography in France: For a Reading the Sonnetsfor Helene, Writing the Portuguese Letters», en Nancy
Dialectics of Identification», en Sally McConnell-Ginet, Ruth Borker K, Miller (ed.), The Poetics ofGender, Nueva York, Columbia Univ. Press,
y Nelly Furman (eds.), Women and Language in Literature and Society, 1986, pp. 219-220.
Nueva York, Praeger, 1980, p. 266. 36. Terry Eagleton, Literary Theory: An Introduction, Minneapolis,
13. Ibíd., p. 260, Univ. of Minnesota Press, 1982, p. 132.
14. Para una exposición provocativa sobre la autoridad canónica, véase 37. Toril Moi, Sexual/Textual Politics: Feminist Literary Theory, Lon-
Christine Froula, When Eve Reads Milton: Undoing the Canonical Eco- dres, Methuen, 1985, p. 166. En este pasaje, Moi está comentando la teoría
nomy», Critical Inquiry, 10 (dic. 1983), 321-347. de Julia Kristeva. ”
15. En un congreso reciente se reunieron académicosde diversas dis- 38. Berg, art. cit., p. 220.
ciplinas para discutir las interrelaciones entre género, texto y contexto 39. Nancy K. Miller, Women's Autobiography in France: For a Dia-
en la escritura autobiográfica: «Autobiography and Biography: Gender, lectics of Identification», cit., p. 262.
Text and Context», Stanford University, 11-13 de abril de 1986 (en lo 40. Véase Michel Foucault, The History ofSexuality, vol. 1, An Intro-

104 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Poética de la autobiografía de mujeres

duction, Nueva York, Pantheon, 1978, pp. 61-62. Le agradezco a Susan the Women's Movement», Signs: Journal of Women in Culture and So-
Hardy Aiken el haber señalado esto; cfr. Susan Hardy Aiken, «Caprice ciety, 3 (verano 1978), p. 844.
defemme enceinte: Isak Dinesen and the Conceptions of Feminist Cri- 55. Gilbert y Gubar, «Sexual Linguistics», cit., p. 531.
ticism», trabajo presentado en la reunión anual de la Modern Language 56. Moi(ob cit., pp. 133-134) está parafraseando aquí la teoría de Luce
Association Washington DC, diciembre de 1984. Trigaray. Para una exposición de la «temática del lenguaje» que muestra
41. Para otra aproximación a la temática de la autobiografía femeni- el estatus problemático de la mujer como hablante dentro del discurso
na, véase Albert. E. Stone, Autobiographical Occasions and Original Acts, hegemónico de la cultura dominante, véase Homans,art. cit., pp. 186-
Filadelfia, Univ. of Pennsylvania Press, 1982, cap. 6. Stone se centra en 205. Este ensayo es particularmente significativo porque Homanstrata
el análisis «de los estratos sucesivos de una falsa identidad social» en las
obras de mujeres estadounidenses. Según él, «el adquirir una nueva
de salvar las distancias entre las tradiciones feministas francesa y anglo-
americana, centrando su atención en «la ambigiiedad que conlleva /
conciencia de que el propio cuerpo y la propia mente son partes de la representación de lo irrepresentable», como «un caso en el que los
una entidad diferenciada,el salir de casa y dedicarse a ocupaciones in- presupuestos franceses y los angloamericanos son igualmente correctos;
dependientes son actitudes y acciones que responden a las necesida- pero solo si se consideran juntos» (p. 205). Para las implicaciones de úna.
des especiales, secretas y a menudo apenas percibidas de una mujer» incorporación de las teorías del dialogismo de Mikhail Bakbhtin a la te-
(p. 225). mática del género, véase Patricia S. Yaeger: «““Because a Fire Was in My
42. «La diferencia sexual —que es a la vez biológica, psicológica y Head”: Eudora Welty and the Dialogic Imagination», PMLA, 99 (octu-
relativa a la producción— es traducida por y a la vez traduce una dife- bre 1984), 955-973.
rencia en la relación de los sujetos hacia el contrato simbólico que es 57. Gilbert y Gubar, «Sexual Linguistics», cit., p. 527.
el contrato social; una diferencia, por lo tanto, en cuantoa la relación 58. Margaret Homans, Bearing the Word: Language and Female Ex-
conel poder, el lenguaje y el significado» (Julia Kristeva: Women's Time», perience in Nineteenth-Century Women's Writing, Chicago, University
Signs: Journal of Women in Culture and Society, 7 [otoño 1981], 21). of Chicago Press, 1986, pp. 1-29.
43. Para una exposición dela relación entre la conciencia del género 59. Nancy Chodorow, The Reproduction ofMothering: Psychoanaly-
y las de raza y nacionalidad en la ficción de novelistas contemporáneas, sis and the Sociology of Gender, Berkeley / Los Ángeles, Univ. of Cali-
véase Margaret Homans, «Her Very Own Howl”. The Ambiguities of fornia Press, 1978, p. 169.
Representation in Recent Women's Fiction», Signs: Journal of Women 60. Para una variedad de discusiones sobre la jomissance materna, su
in Culture and Society, 9 (invierno 1983), 186-205, esp. 197-205. Para una relación con lo semiótico y las posibilidades de una écriture féminine,
discusión dela relación entre lo que Elaine Showalter llama, vía Shirley véase Julia Kristeva, Desire in Language: A Semiotic Approach to Litera-
y Edwin Ardener, culturas dominantes y silenciadas, concretamente sobre ture and Art, trad. de Leon S. Roudiez, Alice Jardine y Thomas Gora,
la posibilidad de situar a las mujeres en más de una cultura silenciada, Nueva York, Columbia Univ. Press, 1980; Héléne Cixous, «The Laugh
véase Elaine Showalter, «Feminist Criticism in the Wilderness», Criti- of the Medusa», trad. de Keith Cohen y Paula Cohen, Signs: Journal
cal Inquiry, 8 (invierno 1981), 197-205, esp. 202-203. of Women in Culture and Society, 1 (verano 1976), 875-893; Féral, art.
44. Ann Rosalind Jones, «Surprising Fame: Renaissance Gender Ideo- cit.; Michelle Richman, «Eroticism in the Patriarchal Order», Diacri-
logies and Women's Lyric», en The Poetics of Gender, cit., p. 79. tics, 6 (primavera 1976), 46-53; Michelle Richman, «Sex and Signs: The
45. Miller, «Women's Autobiography in France», cit., p. 267. Language of French Feminist Criticism», Language and Style, 13 (1980),
46. Muchacrítica literaria feminista reciente ha explorado esta lec- 62-80; Ann Rosalind Jones, «Writing the Body: Toward an Understand-
tura de la doble voz en las obras de mujeres, especialmente en la ficción. ing of PÉcriture féminine», Feminist Studies, 7 (verano 1981), 247-263;
Véase Showalter, art. cit., p. 204; Miller, «Emphasis Added»,cit.; y San- Donna C.Stanton, «Language and Revolution: The Franco-American
dra M. Gilbert y Susan Gubar, The Madwomanin the Attic: The Woman Disconnection», en Hester Eisenstein y Alice Jardine (eds.), The Future
Writer and the Nineteentb-Century Literary Imagination, New Haven, ofDifference, Boston, G.K. Hall, 1980, pp. 73-87; Domna C. Stanton,
Yale Univ. Press, 1979. «Difference on Trial: A Critique of the Maternal Metaphore in Cixous,
47. Julia Kristeva, About Chinese Women, trad. de Anita Barrows, Irigaray and Kristeva», en The Poetics of Gender, cit., pp. 157-182; Jane
Londres, Boyars, 1977, p. 28. Gallop y Carolyn G. Burke, «Psychoanalysis and Feminism in Fran-
48. Josette Féral, «Antigone or the Irony of the Tribe», Diacritics, ce», en The Future of Difference, cit., pp. 106-121; Christiane Makward,
8 (otoño 1978), p. 4. «To Be or Notto Be... A Feminist Speaker», en ¿bíd., pp. 95-105; finalmen-
49. Féral, art. cit., pp. 6-7. te, Elaine Marks e Isabelle de Courtivron,(eds.), New French Feminisms,
50. Gilbert y Gubar, Madwoman,cit., p. 50. Ambherst, Univ. of Massachusetts Press, 1980. Para un artículo-reseña
51. Para una exposición del problema central de madame Lafayette, acerca dela literatura sobre madres e hijas, véase Marianne Hirsch: «Mo-
quien intenta simultáneamente «afirmar su poder y proteger su perso- thers and Daughters», Signs: Journal of Women in Culture and Society,
na» de las ficciones de la pasión femenina, véase Joan DeJean, «Lafayet- 7 (verano 1981), 200-222. Tanto Miller («Emphasis Added»,cit., p. 37)
te's Ellipses: The Privileges of Anonimity», PMLA, 99 (octubre 1984), como Showalter (art. cit., p. 186) aluden al estatus provisional y prome-
884-902, esp. 887. La autobiógrafa tiene que hacer frente a este proble- tedor de la écriture féminine.
ma aún más intensamente que la novelista. 61. Moi, ob. cit., p. 105.
52. Showalter, art. cit., p. 193. 62. Le estoy particularmente agradecida a Julia Watson, cuya ponencia
53, Christiane Olivier, Les Enfants de Jocaste, París, Denoél/Gon- «The Theory of Autobiography: Challenges from the Margin», presen-
thier, 1980, p. 143; citado en una traducción de Elyse Blankley, en San- tada en la conferencia de Stanford, me hizo repensar varias secciones
dra M. Gilbert y Susan Gubar, «Sexual Linguistics: Gender, Language, de este capítulo; también a Caren Kaplan, cuya agudacrítica de mi pro-
Sexuality», New Literary History, 16 (primavera 1985), p. 535. pia ponencia me obligó a reformar y poner distinto énfasis en partes
54. Carolyn G. Burke, «Report from Paris: Women's Writing and de este mismo capítulo.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 105


ESTUDIOS No-autobiografías de mujeres «privilegiadas»

No-autobiografías da con la religión o la preferencia sexual, se produce por


igual en todas las razas y las clases. En este ensayo voy
de mujeres «privilegiadas»: a analizar los particulares efectos del patriarcadosobre mu-
jeres «privilegiadas», efectos que, a diferencia del abuso
Inglaterra y América físico, no comparten con mujeres de otras razas y clases.
del Norte* Siempre se puede decir que es trivial lamentarse por
la condición de las mujeres privilegiadas mientras masas
de mujeres desprovistas de privilegios sufren grandes in-
jurias en los Estados Unidos y en otros lugares. Hooks
Carolyn G. Heilbrun
dice que Friedan «no les contó a sus lectoras si era más
satisfactorio ser doncella, babysitter, obrera, empleada o
prostituta que ama de casa de una clase ociosa». La cues-
tión quetal pregunta deja abierta es si la «mujer de clase
Escribo, nosin cierta turbación, sobre «un grupo selecto
ociosa» puede o no exigir a la sociedad reivindicaciones
de mujeres con educación universitaria, casadas, blancas
y de clase media o alta», para usar la descripción de Bell X_que atañan universalmente a todas las mujeres.
Hooks en su ensayo «Black Women: Shaping Feminist
Dehecho, voy a sugerir que las especiales circunstan-
cias de estas «mujeres privilegiadas» las han convertido
Theory», publicado en 1984. De hecho,si es acertada la
en fuentes particularmente probables del surgimiento de
sugerencia de Hooks de que hasta ahora se ha considera-
una nueva conciencia femenina. ¿Quién,si noellas, tiene
do, miópicamente, que el movimiento feminista se preocu-
el tiempo y el dinero necesarios para producir tales ideas
pa exclusivamente por «amas de casa que, aburridas de su
y poner en práctica tales audacias? No podemosolvidar,
ocio, del hogar, de los niños y de la compra de productos,
además, que las teorías y descubrimientos de Freud se apo-
querían más de la vida»,! el presente volumen da tes-
yaron en gran medida en dichas mujeres, sus quejas, sín-
timonio de que el estudio de la autobiografía femenina,
tomas y silencios; todo reforzado por el uso que Freud
comootras formas de crítica feminista, ni puede ignorar
hizo de las mismas para apoyar sus androcéntricas teorías.
ni, por otro lado, centrarse exclusivamente en el grupo
Tanto Florence Nightingale, nacida treinta y cinco años
de mujeres «de educación universitaria, de clase media
antes que Freud, como Beatrice Webb, dos años después
o alta».
de él, podrían haber sido sus pacientes si hubieran sido
Nadie más fácil de ridiculizar que la mujer «privile-
judías austríacas de su generación. Las quejas de las muje-
giada». Ante la existencia de mujeres que se mueren de
hambre, que no pueden cuidar a sus hijos, que son victi- res «privilegiadas», tanto si han sido registradas por Frie-
dan o Freud como por las propias mujeres, yacen en el
masdel racismo y de la indiferencia pública, la propia voz
suena hueca al defender ese «más» deseado. por mujeres
centro mismo de la opresión femenina: incluyen el abu-
que no sufren ninguna de esas aflicciones. Recuerdo viva- so sexual y las miserias de un hambre que no esfísica y
que puede ser sentida por mujeres de todas razas y clases.
mente a una mujer negra que, en los primeros días del
En su libro The Female Malady, Elaine Showalter cita
feminismo, anunció en una conferencia que ella no que-
a Florence Nightingale: «No tener alimento para nues-
ría dejar su cocina, sino «las de ustedes». Este comenta-
rio, que era tan metafórico en su caso como lo habría sido tras cabezas, para nuestro corazón O para nuestras act1vi-
dades, ¿es que eso no representa nada? Si carecemos de
en el mío, fue, sin embargo, acertado, y nos hizo callar
comida para el cuerpo, ¡cómo pedimos a gritos ayuda,
a todas, al igual que sigue haciendo callar a las que abo-
gan por el «rescate» de las mujeres que están, aunque sue-
de qué manera se entera el mundo entero!... Pero supon-
gamos que alguien pusiera un anuncio en el Times, “Pensa-
ne increible, «esclavizadas» por la riqueza. Hooks acusa
miento muere de hambre” o “Actividad moral muere de
a Betty Friedan de convertir «su demanda y la de muje-
res blancas comoella en sinónimo de una condición que hambre”, ¡cómo miraría la gente!, ¡cómo se reiría, asom-
brada!». La misma Showalter usa después el lenguaje del
afecta a toda mujer norteamericana». La diversidad de este
volumen, por lo tanto, da testimonio de la ratificación
hambre: «Sin duda, el “aspecto de hambre” que Savage
de dichoerror, lo cual no quiere decir que la operación vioen las caras de pacientes femeninas neurasténicasre-
de rescate que Eriedan inició no fuera necesaria. Si revisa-
velaba el ansia de algo más que comida. Las nerviosas mu-
jeresfin de siécle se morían por obtener una vida más plena
mos las autobiografías de mujeres inglesas y norteameri-
que la que su sociedad les ofrecía, tenían hambre deli-
canas del siglo XX anteriores a Friedan, descubrimos que
la opresión y la carencia de voz se dan juntas tanto entre bertad para actuar y tomar decisiones reales».?
las privilegiadas como entre las oprimidas porsu raza y Friedan denominó a la angustia de estas mujeres «el
problema que no tiene nombre», puesto que de eso exac-
su clase. La opresión patriarcal interactúa con raza y cla-
tamente se trata. El racismo, el clasismo, el elitismo, el
se, y la violencia masculina, comola opresión relaciona-
hambre, todos tienen nombre. Las mujeres deben mante-
nerse particularmente alertas ante los problemas sin nom-
* Traducción de Reyes Lázaro del artículo «Non-Autobiographies of “Privi-
leged” Women: England and America», en Bella Brodzki y Celeste Schenck (eds.),
bre: son problemas aún menos reconocidos porel lenguaje
Life/Lines, Ithaca, Cornell University Press, 1988, pp. 62-76. masculino que la mayoría de ellos. Tal vez haya llegado
YAA

106 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS No-autobiografías de mujeres «privilegiadas»

la hora de que podamos examinar de nuevo las vidas de a una falsificación de hombre».” Esas eran las únicas al-
las mujeres «privilegiadas», sin miedo de ser acusadas ternativas. Cuando se puso a escribir su autobiografía, solo
de elitistas, clasistas o racistas. tenía a su disposición modelos de autobiografías masculi-
Virginia Woolf tenía clara conciencia de las diferencias nas. Nord ha puesto de relieve que «solo las novelistas del
entre su clase y la de las mujeres trabajadoras. Elizabeth siglo XIX, en especial Charlotte Bronté y George Eliot,
Meese señala el comentario de Woolf en Three Guineas: pudieron identificar, interpretar y resolver, de manera más
«Mientras tanto, habría que saber lo que piensan el hom- o menos trágica o desafortunada, los conflictos que de-
bre o la mujer auténticamente nacidosen la clase trabaja- terminaron y conformaron sus propias vidas y las de las
dora sobre los jovencitos indolentes de la clase educada de otras mujeres[...] Y para la mayoría de las mujeres am-
que adoptan la causa de los trabajadores sin porello sacri- biciosas y triunfadoras del siglo XIX, la resolución del
ficar su capital de clase media, ni compartir la experiencia conflicto y el descubrimiento satisfactorio de su iden-.
de la clase obrera». Meese añade: «La habilidad de Woolf tidad sexual y espiritual se mantuvieron dolorosamente
para reconocersin idealismosla diferencia entre su vida elusivos y, por lo tanto, prácticamente imposibles de
y la de la mujer trabajadora, así como su valor personal describir».$ Lo que sí quedaba claro respecto a dicha '
para pronunciarse contra la dominación, le ganaron el res- «identidad» era que se basaba en el reconocimiento por
peto reconocido y duradero de Tillie Olsen».* Desgracia- parte de la mujer de una ambición y un talento masculi-
damente, no le ganaron el de la mayoría de las mujeres nos aprisionados en un cuerpo femenino, o en una fuerte
inglesas, incluidas las feministas británicas contemporá- sensación de poder y sexualidad femeninos atrapados en
neas. Por ejemplo, en 1982 no se celebró en Inglaterra el un destino de mujer. En el siglo XX, después de Freud,
centenario del nacimiento de Virginia Woolf, mientras los el reconocimientode este hecho llegó a ser tan inquie-
irlandeses celebraron con entusiasmoel de Joyce el mismo tante que no se podía ni afirmar. Woolf, como sus ante-
año. A Woolf se le consideraba demasiado aristocrática, cesoras victorianas, lo encarnaría en ficción, pero no en
demasiado decadente, visión tradicional que data, como autobiografía en cuanto tal.
mínimo, del tiempo de Queenie Leavis. Este desprecio a La razón por la que las mujeres «privilegiadas» no han
las mujeres privilegiadas, tanto si reconocen que su expe- escrito autobiografías y han tenido, de hecho, tan poco
riencia difiere de la de las mujeres de clase trabajadora poder en medio de su privilegio no es solo, como sugiere
comosi no, no ha contribuido en nada a la causa del fe- Jane Miller y creen muchas feministas, que a tales muje-
minismo. Cora Kaplan, escribiendo sobrela relación entre res se las ha «subordinado a los hombres, han estado li-
el feminismo y el «más amplio proyecto socialista femi- mitadas a lo que ellos les han permitido hacer, [y] han
nista», teme que se privilegie el género (sexual) «aislado sido engañadas por medio de lo que sus hombres pudie-
de otras formas de determinación social».* El problema ran ofrecerles como protección, amor y valores»? sino
es que la opresión del género, en todas sus más penosas que, como Woolf escribió en Three Guineas, «si todas las
ramificaciones, solo se puedeversi se la aísla de otras for- hijas de los hombres educados hicieran huelga mañana no
mas de opresión social no específicas de las mujeres. Por se pondría en peligro nadaesencial ni para la vida ni para
ejemplo, Alice Walker, en The Color Purple, ha mostrado la actividad guerrera de la comunidad. Nuestra clase es la
que lo que Christine Froula denominó la «seducción de más débil del estado. No tenemos arma alguna para ha- ,
la hija» se produce por igual en todas las clases y razas, cer valer nuestra voluntad».'" No es de extrañar que ta- N
del sur de los Estados Unidos a la consulta de Freud. les mujeres no hayan podido escribir autobiografías: el
Sin embargo, afirmar, como lo hace Kaplan, que las propio género las excluía de la práctica de tal arte. /
mujeres «privilegiadas» «temen sobre todo la pérdida de Si hablamos de la autobiografía en los términos de|
su posición social», aunque fuera cierto, es meramente des- Georges Gusdorf, como expresión de un «interés caracte-
cribir su tipo peculiar de prisión.* /A Virginia Woolf y rístico del hombre occidental», es razonable afirmar que
Dorothy Sayers siempre se las condena (como Kaplan a no hanexistido autobiografías femeninas hasta la última
la primera) por esnobs, por pertenecera la elite, palabra década, más o menos. Gusdorf añade: «El hombre que
inevitablemente negativa/Sin embargo, como ha puesto se recrea en delinear de tal modo su propia imagen se cree
de relieve Lee Edwards/Woolf y Sayers «hablan de y a) merecedor de un interés especial. Cada uno de nosotros
unaelite, una escuadra heroica, una clase de mujeres edu- tiende a pensar que ocupa el centro de un espaciovital:
cadas cuya educación inteligencia les exige elegir y en] cuento para algo, mi existencia tiene significado para el
tender su elección y sus consecuencias».! /! mundo, y mi muerte lo dejará incompleto [...] el autor
Hay una ruptura profundaentre las autobiografías de de una autobiografía [...] se mira a sí mismo en su existir
mujeres «privilegiadas» nacidas en la era victoriana y las y halla placer en ser mirado; se cita en calidad de testigo
del siglo XX; las victorianas encontraron, si no un nom- de sí mismoy cita a otros comotestigos de lo que hay en
bre, sí una descripción general de su condición. Deborah él de irreemplazable». En tiempos anteriores, señala Gus-
Epstein Nord ha expuesto el dilema victoriano de la auto- dorf, en los períodos y lugares donde«la singularidad de
biografía femenina con lucidez excepcional. La reputación cada vida individual» no había evolucionado todavía, no
de Webb ha sufrido porque no se le respondió como a existía la autobiografía. Describe así, sin advertirlo,la exis-
un individuo, sino como a una «mujer fracasada o como tencia de la mujer tal y como ha venido sucediendo hasta

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 107


ESTUDIOS No-autobiografías de mujeres «privilegiadas»

anteayer, ciertamente hasta mucho después del período Ni Canaán ni, por otro lado, la pesadilla, en el caso
en que los hombres encontraron su «singularidad». Gus- de las mujeres privilegiadas blancas, eran remotamente
dorf prosigue: «A través de casi toda la historia humana, palpables; tampoco habían sido descritas con palabrasre-
el individuo no se contraponea los otros; no siente que conocibles y reconocidas universalmente. Ningunaalter-
existe aparte de los otros, mucho menos contra ellos. La nativa social a su opresión apenas percibida se presentaba
unidad fundamental no es nuncael ser aislado». Y añade: a la imaginación de las mujeres: ¿cómo podía haberlo he-
«Porlo tanto, cada hombre se presenta representando un cho? Hoy, transcurridas dos décadas desde el inicio del
papel», no como «individuo». movimiento feminista, todavía no se ha presentadoclara-
Norequiere una gran imaginación (a pesar de lo cual mente. ¿Puede una identificar en público su propia «pesa-
no se le ocurrió a Gusdorf) darse cuenta de quetales ob- dilla» cuando esa misma pesadilla venía siendo señalada
servaciones explican la escasez, hasta hace muy poco, de claramente durante milenios como lo absolutamente desea-
la autobiografía femenina dentro de la tradición occiden- í” ble, de hecho comoel destino ideal de la mujer? Ni siquie-
£

tal que él describía. La singularidad en la mujer no era ra aquellas mujeres que, a millones, sufrieron depresiones
algo de lo que esta pudiera vanagloriarse. Incluso en el indefinibles en calidad de esposas, o, en menor número,
siglo XX, antes del actual movimiento feminista, las mu- sufrieron un claro desprecio por solteronas, profesionales
Jeres poseían solamente lo que Patricia Spacks ha llama- . y revolucionarias, se atrevieron a expresar, aun ante sí mis-
do «identidades escondidas». La frase con la que Gusdorf A mas, que deseaban un destino totalmente diferente.
describe la curiosidad del autobiógrafo, a saber, «el asom- A las mujeres privilegiadas solo les quedaba una tra-
bro que experimenta ante el misterio de su propio desti- ma, aunque más tarde la hemos llamado de maneras va-
á no»,* solo ha sido una posibilidad abierta a las mujeres riadas: la tramaerótica, la trama del matrimonio,la trama
x, privilegiadas de occidente en los últimos quince años. romántica, todas las cuales terminaban, como ha señala-
En Norteamérica los críticos se han molestado en ha- do Nancy Miller, en matrimonio o muerte: argumentos
blar de la autobiografía femenina solo a partir de 1980, y, eufóricos o disfóricos. Cambian las etiquetas; el resulta-
aun así, en tono más bien inseguro. De hecho,las mujeres do es el mismo. Las palabras de Henry James en Retrato
empezaron a entrar de refilón en los estudios de autobio- de una dama bastan para expresar la historia de las vidas de
grafía, de la misma manera que infiltraron las facultades mujeres: «Era inteligente y generosa, poseía una hermosa
universitarias, y, al igual que en la universidad, ya había naturaleza libre, pero ¿qué iba a hacer con su vida? Esta
habido en la autobiografía un «hombre honorífico» o pregunta era fuera de lo común porque en el caso de la
«mujer para cubrir el expediente»: Gertrud Stein. Aparte mayoría de las mujeres no se presentaba la ocasión de pre-
de que estaba obviamente cualificadael de que guntarla siquiera. La mayoría no hacía nada en absoluto
su autobiografía se insertaba dentro de las normas masculi- con su vida; esperaba, en actitud pasiva y con más o me-
nas de destino, su modo indirecto de discurso (la obra fue nos gracia, a que se le cruzara en el camino un hombre
presentada bajo el título de The Autobiography ofAlice B, y la adornara con un destino».'* Y, por lo que sabemos,
Zoklas) sin duda proporcionaba un ángulo cómodoy «lite- a Isabel Archer, a pesar de su inteligencia y generosidad,
rario» desde el que abordarla. La colección recopilada por le proporciona su destino un hombre. ¿Quéotro tipo de
James Olney, Autobiography: Essays Theoretical and Criti- historia podría darse?
cal, publicada en 1980, incluía solo un ensayo sobre la En un libro publicado en 1972, James Olney dio por
autobiografía de mujeres (reeditado en este volumen); en sentado quela autobiografía es un género masculino. Es-
este caso, sobre cuatro mujeres de antes de 1700, a quienes cribió: «La autobiografía nos parece repleta de significa-
su autor, Mary Mason, llamó «prototipos tempranos».9 do porque conlleva una toma de conciencia creciente, a
Dichas mujeres dialogaban con Dios; manifestaban, por través de la comprensión de otra vida en otro tiempo y
tanto, virtudes cristianas, «algo excelente en la mujer». lugar, de nuestra propia naturaleza y de lo que comparti-
Para las mujeres, en especial para las «privilegiadas», mos conla naturaleza humana». A Olney le interesa, según
la opresión no es el hecho determinante. Como ha de- expresa a continuación, «por qué escriben autobiografías
mostrado Arnold Rampersad, la cosa cambia totalmente los hombres y las han escrito durante siglos».Nose le
en el caso de los negros americanos: «Dudo que ningún ocurrió que la mitad de la raza humana no compartía «la
género domine en exclusiva una cultura tan fuertemente condición humana»tal como él la describía. La «condi-
como la autobiografía domina la expresión literaria de los ción» de las mujeres era más femenina que humana,y ape-
afroamericanos». Si bien las autobiografías de autores ne- nas descrita o reconocida.
gros no han sido tan individualistas comolas de los blan- Albert Stone, en un comentario a la afirmación de Ro-
cos norteamericanos, todas llevan la marca de formar parte senblatt de que los negros no necesitaron inventarse una
de «una larga marcha histórica hacia Canaán».** Para la pesadilla, añade: «La autobiografía de los negros recrea ví-
conciencia de la gente negra, Canaán era un lugar o con- vidamente los lazos que unen la identidad individual con
dición definible. Roger Rosenblatt lo ha expresado con la comunidad inmediata y con un mundo más amplio de
brillante concisión: «Ningún autor negro norteamerica- lectores simpatizantes y de compañeros en el género hu-
no ha sentido jamás la necesidad de inventarse una pesa- mano en general».!* Para las mujeres no existían tales la-
dilla: para expresar sus ideas». zos que recrear: su Única «comunidad inmediata» eran sus

108 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS No-autobiografías de mujeres «privilegiadas»

familias o vecinos, a quienes no podían expresar fácilmente mada por Dios o por Cristo a servir en causas espiritua-
dudas sobre su condición; sobre todo, a las mujeres seles les más elevadas de lo que puede imaginar su propio po-
había aconsejado, y ellas lo habían internalizado, que no bre espíritu, y ser, de este modo, autorizada por esa
poseyeran una «identidad singular», sino solo una auto- llamada espiritual para realizar logros de ningún otro
negación porla que siempre antepusieran las necesidades de. modo excusables en mujer alguna. Por este motivo, Elo-
los demása las suyas. Carecían de lectores simpatizantes, rence Nightingale, que deseaba desesperadamente encon-
al menosde lectores fácilmente identificables, y las muje- trar una ocupación a la medida de su talento, oyó cuatro
res eran inevitablemente «otras» frente a esa «comunidad veces la voz de Dios, que la llamaba a su servicio. Pero,
de los seres humanos» a la que Olney y todo el mundo si bien las autobiografías de tipo espiritual producian a
denominan simplemente «los hombres». los hombres una satisfacción personal que se derivaba de
Sin embargo, si bien la falta de una comunidad o sus logros espirituales, esto no ocurría en el caso de las
audiencia para la historia apenas esbozada de la vida de mujeres. Mary Mason escribe lo siguiente: «En ninguna
la mujer dificultaba el desarrollo de la autobiografía fe- autobiografía de mujer encontramos los patronesestable-
menina, la internalización de los arquetipos patriarcales cidos por los dos autobiógrafos prototípicos, san Agustín
por parte de las mujeres operaba de forma aún más inten- y Rousseau; paralelamente, los autobiógrafos nunca imi-
sa. Por ello, como dice Spacks al escribir sobre las auto- tan los arquetipos de Julian, Margery Kempe, Margaret
biografías femeninas del siglo XVII, una fantasía de Cavendish y Anne Bradstreet». Por el contrario,«el auto-
fortaleza femenina, aun en el caso de que se lograra, «se descubrimiento de la identidad femenina parece implicar
transformaba misteriosamente en una nueva confesión de la aceptación de la presencia real y el reconocimiento de
inadecuación». Añade Spacks: «La naturaleza de las iden- otra conciencia, y el surgimiento de la identidad femeni-
tidades pública y privada, es para las mujeres, en ciertos na está ligado a la identificación de un cierto «otro».% La
aspectos, lo opuesto de lo que es para los hombres. El ros- identidad está enraizada enla relación hacia el otro elegi-
tro del hombre se vuelve hacia el mundo[...] encarna tí- do. Sin tal relación, las mujeres no se sentían capaces de
picamente su fuerza», mientras que, para las mujeres, los escribir abiertamente acerca de sí mismas; incluso conella,
únicos modelos aceptables «tienen que ver con el autoen- todavía no se sentían con derecho a que se les reconocie-
gaño y la entrega».!” ra el mérito por sus logros, espirituales o de otro tipo.
Cuando Spacks publicó «Selves in Hiding», cuatro años Ya bien entradoel siglo XX, a las mujeres todavía les,
más tarde, ya habla extendido sus observaciones sobre >) era imposible admitir en sus relatos autobiográficos su pro- Ñ
condición de desventaja autobiográfica de las mujeres a/ pio éxito, admitir su ambición, reconocer que el éxito no |
nuestro siglo.2 Spacks analiza las autobiografías de Em- se debía ni a la suerte ni era resultado de los esfuerzos y /
meline Pankhurst, Dorothy Day, Emma Goldman, Elea- la generosidad de otros. En un estudio de las mujeres de /
nor Roosevelt y Golda Meir, cada una profundamente éxito de la era progresiva en los Estados Unidos (mujeres
radical y responsable de actos y conceptos revoluciona- nacidas entre 1855 y 1865), Jill Conway ha comentado
rios, y en posesión de un grado de poder personal poco la aridez narrativa con la que aquellas describieron sus ex-
usual, tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, citantes vidas.?* Sus cartas y diarios son, generalmente, di-
señala: «a pesar de que todas estas autoras están acredita- ferentes, y reflejan las ambiciones y desengañosdela esfera
das por logros significativos, a veces increíbles, el tema pública; en sus autobiografías publicadas se presentan
de los logrosFAA ez domina sus narrativas [...] De pe comointuitivas, maternales, pasivas, pero nunca como em-
cho —añade Spacks— se olvidan de poner énfasis en su | prendedoras, a pesar de la evidencia contraria de sus
propia importancia hasta un grado asombroso, a pesar de triunfos.
escribir dentro de un género que implica autoaserción y | La autobiografía de Jane Addams, señala Conway, es
autoexhibición». Las mujeres aceptan totalmente la cul- / sentimental y pasiva: su causa la encontróa ella, en vez
pa por cualquier fracaso en sus vidas, pero se achican a” de ser al contrario; no así en sus cartas, donde se hace cargo
la hora de reconocer, o bien que persiguieron activamen- del negocio familiar y lucha por lo que le corresponde.
te las responsabilidades que finalmente llegarían a contraer, Según su autobiografía, el dinero para construir Hull Hou-
o bien que fueron ambiciosas de algún modo. Day, por se le cayó del cielo; su correspondencia revela la verdad.
ejemplo, posee lo que Spacks denomina «una clara con- Conway descubre el mismo patrón en las autobiogra-
ciencia de identidad; pero lucha continuamente para des- fías de Ida Tarbell y de Charlotte Perkins Gilman. La voz
prenderse de ella». Todas estas autobiografías «explotan de las cartas es radicalmente distinta de la de la auto-
unaretórica de la incertidumbre».?! En todasellas, ade- biografía. Todas las autobiografías comienzan de modo
más, el dolor de la vida es silenciado de la misma manera confesional y, excepto en el caso de Gilman, narran los
queel éxito, comosi las mujeres solo estuvieran seguras encuentros con la que ha de convertirse en la tarea de sus
de una cosa: la necesidad de negar tanto el éxito como vidas comosi ocurriera por casualidad: tal caracterización
el sufrimiento. era, invariablemente, bastante falsa. Cada mujer se lanzó
Todas las autobiografías modernas citadas, observa a buscar su propiatareavital, pero el único guión dispo-
Spacks, «representan una variante femeninade la grantra- nible para la vida de las mujeres insistía en que era la
dición de la autobiografía espiritual».Una debe ser lla- tarea la que las descubría y perseguía, como si de un

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 109


ESTUDIOS No-autobiografías de mujeres «privilegiadas»

convencional enamorado romántico se tratara. Como se- única fotógrafa en un grupo de fotógrafos; solía decir:
ñala Conway, no existe un modelo para la mujer que cuen- «Mira, yo soy fotógrafo, no una mujer fotógrafa». Murió
ta una narrativa política. No existen etapas de la carrera huérfana de apoyo femenino.
reconocibles en tal vida, al contrario que en el caso del Conway demuestra que las únicas secciones animadas
hombre, ni tampoco tienen las mujeres un tono de voz de las autobiografías que comenta son los recuentos de
con el que hablar con autoridad. Natalie Davis ha dicho la infancia. Para las niñas, la infancia es a menudola épo-
V que, hasta el siglo XVII, las mujeres solo podían hablar ca más libre y feliz, Spacks ha escrito lo siguiente: «Para
| con autoridad de la familia y dela religión. Dichas muje- las mujeres la madurez —el matrimonio o la soltería— im-
res carecían de modelos a seguir en sus vidas, y tampoco plicaba unarelativa pérdida de identidad. A diferencia de
podían convertirse ellas mismas en inspiradoras y maes- los hombres, por lo tanto, las mujeres volvían sus ojos
tras, puesto que no decían la verdad sobre sus vidas. con cariño hacia la libertad relativa y el poder de que go-
Ida Tarbell, por ejemplo, una de las descubridoras de zaron durante su infancia y juventud».? No es solo que
escándalos más famosas, autoz. de la historia de la Stan- durante la infancia se permitía a las niñas jugar con los
dard Oil Company, nos informa que descubrió el tema niños con unalibertad que eliminarían las posteriores res-
«por casualidad», y, como demuestra Conway, otorga a tricciones a la actividad femenina, sino que también el
otros el mérito de su trabajo. Sus cartas niegan por com- relato de la infancia estaba libre de algún modode las te-
pleto esta casualidad. Conway piensa que, cuandoestas rribles ansiedades a las que inducían las ambiciones y con-
autobiografías expresan ira, no la usan creativamente, como frontacionesdelamujeradulta. Se nota, sin embargo, que,
los autores negros. Mostrar su ira ha sido siempre un obs- en The Autobiography ofAlice B. Toklas, Stein no narra
,táculo para el progreso personal de la mujer. Sobre todo, su infancia, pero cuenta logros verdaderos de su madurez.
f en las vidas de las mujeres victorianas y postvictorianas, El libro reciente de Eudora Welty One Writer's Begin-
la vida pública y la privada no se pueden conectar, al con- ning, una encantadora y popular recreación de su infan-
trario que en las narrativas masculinas. Estas mujeres no cia, por otro lado, ejemplifica bellamente este patrón.
Í pueden, porlo tanto, escribir vidas ejemplares; no se atre- Comohabilísima escritora quees, justamente famosa desde
1, ven a ofrecerse como modelos, sino solo como excepcio- hace tiempo por su habilidad para evocar el dolor y el
Nes2quieneseldestinooel azar hanelegido. conflicto al narrar sucesos en apariencia ordinarios, Welty
Conway demuestra que, para estas mujeres, lo más im- consigue sugerir la angustia de sus padres; nunca mencio-
(posible de expresar en sus autobiografías es su amor por na su propio sufrimiento ni hecho alguno que pudiera
otras. Jane Addams amaba a su compañera de universi- provocar el recuerdo del mismo. Escribe que «de entre
dad y odiaba a su madrastra, pero nada de esto podía ex- todas mis emociones más fuertes, la ira es la menos res-
presarse/Laley tácita de que las mujeres que «llegan a la ponsable de parte alguna de mi trabajo. No escribo por-
cumbre» no se deben identificar como mujeres ni atre- que sienta ira». Posteriormente ha rechazado su ira de
verse a molestar a los hombres autoidentificándose como juventud por considerarla «pura vanidad. De adolescente
mujeres sirve para borrar del registro su amor y apoyo no hacía más que dar portazos y hacer la maleta. Monta-
mutuos. 81 miramos, más o menos al azar, las biografías ba muchas escenas».2 Pero ya no nombra más esas explo-
de dos mujeres de éxito, encontraremos que Fanny Holtz- siones deira.
mann, abogada de éxito notable en los años de entre- Welty era, sin duda, lo mismo que Charlotte Bronté
guerras, cuando la mayoría de las mujeres se había rendido y George Eliot, una niña feúcha. También lo era Cathe-
a la domesticidad, y Diane Arbus, fotógrafa extraordina- rine Drinker Bowen, quien escribió: «A veces me pregunto
riamente original que se quitó la vida en 1971, dos años por qué las mujeres no escriben más a menudo sobrela
antes de cumplir los cincuenta, se disocian de otras mu- condición de ser fea. Es una cosa que marca a una mujer,
jeres, según informan sus biógrafos, o se niegan a ser casi desde que tiene conciencia [...] Toda chica que no es
identificadas como mujeres. El biógrafo de Holtzmann, guapa sabe instintivamente que pertenece a un grupo sub-
Edward Berkman,cita su respuesta a una pregunta sobre privilegiado, para salir del cual tendrá que ser quizá más
las dificultades que había podido encontrar en un mun- lista, fuerte y despiadada de lo que quisiera».? Bowen
do de hombres: «Me preocupo mucho de pasar desaper- añade que muchas mujeres triunfadoras (y casadas) le han
- cibida; mi oficina del Colegio de Abogados se parece a contado lo mismo, y que muchas de ellas llegaron a ser
cualquier otro bufete, no a un tocador de señoras. Mis em- hermosas en su madurez. Sin embargo,al igual que Welty,
pleados son todos hombres. He descubierto que si yo doy la mayoría de las mujeres no escriben sobre esto, ni ha-
porsentada la igualdad mis clientes y otros abogados me cen la observación de que el no haber sido un objeto se-
aceptan de ese modo».* Esta es una exposición, breve xual por naturaleza durante su juventud acaso haya sido
dondelas haya, de la actitud de una «hombre honorario». una suerte. La infancia puede ser un tiempo muy feliz,
La biógrafa de Arbus, Patricia Boswórth, nos informa de pero, incluso del modo en quela recuerda una escritora
lo siguiente: «Aunque había muchas fotógrafas excelentes como Welty, no se analizan su ansiedad e infelicidad. El
en los años sesenta Diane no se asociaba conellas. A ex- deseo de recordar solo lo bueno tal vez no esté del todo
cepción de Lisette Model, nunca buscó ni el consejo ni desconectado de las conclusiones finales de Freud, quien
la amistad de otras fotógrafas».2 Arbus era a menudo la aseguraba que los recuerdos de agresiones sexuales en la

110 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS No-autobiogratías de mujeres «privilegiadas»

infancia eran meras fantasías de las mujeres que los con- por lo tanto, verse sometidas a un «test de realidad». Ni
taban: las mismas pacientes pueden haber conspirado con siquiera una autobiógrafa tan poco «femenina» comoSi-
Freud en el deseo de absolver de toda crueldad a los padres. mone de Beauvoir es, como observa Alice Schwartzer, una
En 1962, Lillian Smith, una novelista blanca revolu- persona «particularmente introspectiva».% Pero, ni aun-
cionaria del sur de los Estados Unidos, analizó las razo- que De Beauvoir hubiese sido capaz de verse a sí misma
nes porlas que ninguna mujer había «escrito todavía una como comprometida en una profunda lucha femenina,
gran autobiografía». Stone cita sus palabras: «Las mujeres en vez de como un individuo superdotado queeligió re-
no se atreven a contar la verdad sobre sí mismas, pues eso chazar el destino común de las mujeres, su exposición no
podría cambiarla psicología masculina radicalmente. Así habría cambiado el cuadro general, ya que, como ha ob-
que —para pisar sobre seguro— las mujeres han conspira- servado Cynthia Pomerleau, «en tanto que las mujeres es-
do para mantener sus secretos». Smith estaba en lo cier- taban dispuestas a operar dentro del sistema de la
to, pero tal vez se le escapó el miedo máximo de las subyugación femenina, considerar su excelencia como tas-
mujeres, el cual no era el asalto de la verdad sobre la psi- gos individuales de excepción en cuanto a valor o inteli-
cología masculina, sino el grado en que las mujeres han gencia no amenazabael tejido social y tal vez incluso lo
internalizado los «hechos» que les dicta dicha psicología reforzaba». Pomerleau añade que, sin conciencia de clase
masculina. Por consiguiente, cuando Albert E. Stone afir- y con pocas amigas, las mujeres que registraban sus pro-
ma, en Autobiographical Occasions and Original Acts, que pios logros expresaban rápidamente su reserva sobre las
ha habido un notable incremento en la producción de demás, y los hombres fomentaban rápidamente dicha se-
autobiografías escritas por mujeres norteamericanas des- paración. Señala el ejemplo clásico de Swift, quien dijo
de 1962, no se da cuenta, tal vez por galantería, de que que nunca había conocido «a una mujer tolerable que sin-
el número es más notable que la calidad, el valor o la ori- tiera afecto por su propio sexo».%*
ginalidad de las autobiografías. Las dos mujeres que Stone De hecho, efectivamente, todas las biógrafas tempra-
escoge como ejemplos de la autobiografía femenina de nas de Beatrice Webb y Virginia Woolf señalaban su recí-
esta época son Margaret Mead y Anaís Nin, ejemplos proca antipatía e ignoraban sus semejanzas: esta es una
deplorables por muchos motivos. Los diarios de Nin son, respuesta automática cuandose trata de mujeres «privile-
por supuesto, diarios, y no «autobiografía» en absoluto. giadas». Sin embargo, sus semejanzas son importantes y
Tampocose ha librado Nin de exponer ideas sobrela fe- notables. Ambas mujeres tuvieron problemas cuando de-
minidad dictadas desde una perspectiva masculina, inclu- cidieron casarse. Las dos se casaron con hombres de clase
so cuando se rebela contra los valores y límites adscritos inferior a la suya: Leonard Woolf era judío; Sidney Webb,
a dichas cualidades. Igualmente, como escribió Betty Erie- de clase media baja. Ambas mujeres también compartían
dan en 1963 sobre la autobiografía de Mead, Blackberry la creencia en el derecho al suicidio. Woolf escribió a Bea-
Winter, esta confirmó todos los prejuicios freudianosde la trice Webb: «Quería decirle, pero no meatrevía, lo que
épocacon su «glorificación de la función sexual femenino». me gustaron sus opiniones sobre la posible justificación
Aunque, añade Friedan, «Quienes encontraron confirma- del suicidio. Habiéndolo intentado yo también por los
ción en la obra de ella de sus propios prejuicios y miedos que consideraba los mejores motivos[...] la acusación con-
inconfesados ignoraron no solo la complejidad del conjun- vencional de cobardía y pecado siempre hasido irritante.
to de su obra sino también el ejemplo de su compleja Por ello me alegré de lo que dijo Ud.».*
vida».*! De manera similar, Helene Deutsch, principal res- El uso que hace Webb del modelo masculino o de con-
ponsable del desarrollo de las teorías freudianas sobre el versión en su autobiografía escondía muchos de sus de-
masoquismo femenino y de los peligros que acarreaban la seos ocultos, al igual que su propia construcción de la
actividad intelectual y el éxito de la mujer, ignoró por com- historia de su vida. Woolf no escribió nunca una auto-
pleto su experiencia propia de mujer profesional con éxito biografía. De hecho, no está claro que una mujer privile-
cuando dictó la ley para las miembros de su sexo. giada de la época de Woolf pudiera haberse permitido
Norman Holland ha escrito que «la diferencia básica escribir una autobiografía honesta. Eso no sucedería por
entre nuestra experiencia de la ficción y la de la no-ficción primera vez en 1962, fecha que marca la línea divisoria
radica en la diferente cantidad de test de realidad que cada señalada por Stone, sino considerablemente más tarde.
una demanda de nosotros».* Sin embargo, en este caso, Los notables recuentos autobiográficos a que me re-
como en el de tantos otros de afirmaciones que provie- fiero han sido, además, envueltos en otras formas y géne-
nen del establecimiento masculino, exactamente lo con- ros, nuevos en su mayoría. Adrienne Rich, Maxine
trario se aplica a las mujeres. Es probable que la cantidad Kumin, May Sarton y Anne Sexton han producidolas pri-
de «test de realidad» que las mujeres aplicaban a la no- meras autobiografías reales escritas por mujeres «privile-
ficción, es decir, a las autobiografías de mujeres, fuera mu- giadas», pero no forman directamente parte del género de
cho menorquela que aplicaban a la ficción por y acerca la autobiografía.Tan solo recientemente, en el notable
de mujeres, precisamente porque las autobiografías les con- ensayo de Adrienne Rich «Split at the Root», una mujer
firmaban en las actitudes patriarcales por ellas internali- ha producido finalmente una autobiografía estremecedo-
zadas y eran, por lo tanto, «reales», mientras que algunas ramente honesta que no se hace pasar por otro género.
obras de ficción cuestionaban dichas actitudes y podían, Sin embargo, lo que sigue siendo verdad, tanto de di-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 111


ESTUDIOS No-autobiogratfías de mujeres «privilegiadas»

chas nuevas formas de autobiografía femenina como de 4. Cora Kaplan, «Pandora's Box: Subjectivity, Class and Sexuality
las no-autobiografías de mujeres anteriores «privilegiadas», in Socialist Feminist Criticism», en Gayle Greéne y Coppelia Kahn (eds.),
Making a Difference: Feminist Literary Criticism, Nueva York, Methuen,
es que, en el caso de ambas generaciones, solo después de 1985, pp. 147-148.
la juventud las mujeres empezaron a escribir las primeras 5. Ibíd., p. 165.
autobiografías en las que no se expresaban en clave sino 6. Edwards Lee, Psyche as Hero: Female Heroism and Fictional Form,
claramente. De hecho, Virginia Woolf escribió «A Sense Middletown (Conn.), Wesleyan University Press, 1984, p. 295.
7. Deborah Epstein Nord, The Apprenticeship ofBeatrice Webb, Am-
of the Past», su primer esbozo autobiográfico totalmente herst, University of Massachusetts Press, 1985, p. 8.
abierto, durante los últimos meses de su vida; Quentin 8. Ibíd., pp. 58-59.
Bell no lo había visto cuando publicó su biografía sobre 9. Jane Miller, Women Writing About Men, Nueva York, Pantheon,
ella. Es una obra enormemente honesta y, como a menu- 1986, p. 234.
10. Virginia Woolf, Three Guineas, Nueva York, Harcourt, Brace and
do ocurre con tales rememoraciones, no fue creída. Para
World, 1938, p. 16.
poner solo un ejemplo, Ellen Moers consideró que los 11. Georges Gusdorf, «Conditions and Limits of Autobiography»,
recuerdos de Woolf sobre agresiones sexuales en su infan- en James Olney (ed.), Autobiography: Essays Theoretical and Critical, Prin-
cia eran probablemente fantasías. Lo importante, sin em- ceton, Princeton University Press, 1980, pp. 29-30.
bargo, es que, exhausta como estaba y viviendo en un país 12. Ibíd., p. 29.
13. Mary G. Mason: «The Other Voice: Autobiographies of Women
que temía ser invadido, Woolf escribió su primera auto- Writers», en Bella Brodzki y Celeste Schenk (eds.), Life/Lines: Theoriz-
biografía franca y, aun así, solo para amigos íntimos del ing Women's Autobiography, Ithaca/Londres, Cornell University Press,
Club Memoir. Andabacerca de los sesenta. La poetisa nor- 1988, pp. 19-44,
teamericana Maxine Kumin no empezó a escribir poesía 14. Arnold Rampersad, «Biography, Autobiography, and Afro-
American Culture», Yale Review, 73, 1 (1983), 12 y 14.
«como mujer» hasta ser de mediana edad; su prosa auto-
15. Roger Rosenblatt, «Black Autobiography: Life as the Death
biográfica vino aún más tarde. En 1975, a la edad de cin- Weapon», en Autobiograpby, cit., p. 171.
cuenta años, declaró en una entrevista: «En realidad, no - 16. Henry James, The Portrait ofa Lady, Nueva York, Norton, 1975, p. 64.
empecé a ser capaz de escribir poesía de mujer hasta que 17. James Olney, Metapbors ofSelf, Princeton, Princeton University
mis hijas, digamos, me concienciaron [...] A mí me pro- Press, 1972, p. VI.
18. Albert E. Stone, introducción a The American Autobiography:
gramaron para seguir cierto tipo de vida, lo cual equiva- A Collection of Critical Essays, Englewood Cliffs (NJ.), Prentice Hall,
lía a obtener un título universitario, casarme y tener una 1981, p. 4.
familia[...] Llegué a la poesía como a una tabla de salva- 19. Patricia Meyer Spacks, Imagining a Self, Cambridge, Harvard Uni-
ción, ya que estaba tan miserablemente insatisfecha y me versity Press, 1976, p. 59.
20. Patricia Meyer Spacks, «Selves in Hiding», en Estelle C. Jelinek
sentía tan culpable de mi insatisfacción».Y
(ed.), Women's Autobiograpby: Essays in Criticism, Bloomington, India-
«Estaba tan miserablemente insatisfecha y me sentía na University Press, 1980, pp. 112-132.
tan culpable de mi insatisfacción.» He aquíla frase que 21. Spacks, «Selves in Hiding», pp. 113-114.
mejor describe a esas mujeres «privilegiadas» que sienten, 22. Patricia Meyer Spacks, «Stages of Self: Notes on Autobiography
lo mismo que Bell Hooks siente respecto a ellas, que no and the Life Cycle», en The American Autobiography, cit., p. 48.
23. Mason, art. cit.
tienen derecho a sentirse descontentas. Sin embargo,el 24. Jill Kerr Conway, «Convention versus Self-Revelation: Five Types
análisis de dicha insatisfacción, de dicha «hambre», tal vez of Autobiography by Womenof the Progressive Er» (ponencia presen-
nos diga tanto acerca del desnutrido destino femenino tada el 13 de junio de 1983, en Project on Women and Social Change,
como las explicaciones del sufrimiento producido por Smith College, Northampton, Massachusetts).
25. Edward D. Berkman, The Lady and the Law: The Remarkable Story
otras formas de opresión más duras y obvias. Dejar cons- ofFanny Holtzmann, Boston, Little Brown, 1976, p. 361.
tancia pública de su ambición privada es siempre difícil 26. Patricia Bosworth, Diane Arbus: A Biography, Nueva York, Al-
para las mujeres; si una puede hablar por un grupo opri- fred A. Knopf, 1984, p. 208.
mido o despreciado, ese hecho la anima más fácilmente 27. Spacks, «Stages of Self», cit., p. 48.
a tomar la pluma de la autorrevelación. Esta afirmación 28. Eudora Welty, One Writers Beginnings, Cambridge, Harvard Uni-
versity Press, 1984, p. 38.
no trata de «ungir» a la mujer «privilegiada» conel estig- 29. Catherine Drinker Bowen, Family Portrait, Boston, Little Brown,
ma del sufrimiento. Más bien quiere sugerir que el mis- 1970, pp. 127-128.
mo hecho del «privilegio» ha impedido a las mujeres que 30. Albert E. Stone, Autobiographical Ocassions and Original Acts,
supuestamente lo «disfrutan» reconocer y dejar constan- Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1982, p. 194.
31. Betty Friedan, The Feminine Mystique, Nueva York, WWW. Nor-
cia de su propia y profunda insatisfacción. ton, 1963, p. 137.
32. Norman Holland, «Prose and Minds: A Psychoanalytic Approach
to Non+fiction», citado en Stone, Autobiographical Occasions, cit., p. 320.
33. Alice Schwarzer, After tbe Second Sex, trad. de Marianne Howarth,
Nueva York, Pantheon, 1984, p. 20.
NOTAS 34, Cynthia Pomerleau, ¿[he Emergenceof Women's Autobiography
in England», en Women's Autobiograpby, cit., pp. 24-34.
1. Bell Hooks, Feminist Theory: From Margin to Center, Boston, South 35. Virginia Woolf, Letters, ed. de Nigel Nicolson, Londres, Hogarth
End Press, 1984, p. 1. Press, 1978, vol. 4, p. 305.
2. Elaine Showalter, The Female Malady: Women, Madness, and English 36. Carolyn G. Heilbrun, «Women's Autobiographical Writing; New
Culture, 1830-1980, Nueva York, Pantheon, 1985, pp. 128-144. Prose Forms», Prose Studies, 8, 2 (1985), 20-27.
3. Elizabeth A. Meese, Crossing the Double Cross: The Practice ofFemin- 37. Maxine Kumin, 70 Make a Prairie, Ann Arbor, University of
¿st Criticism, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1986, p. 107. Michigan Press, 1979, p. 305.

112 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS La autobiografía como desfiguración

La autobiografía como cífico parece ser una excepción a la norma,y, además,las


obras mismas parecen solaparse con géneros vecinos o in-
desfiguración* cluso incompatibles; y tal vez el detalle más revelador sea
que, mientras las discusiones genéricas pueden tener un
gran valor heurísitico en casos como el de la tragedia o
Paul de Man el de la novela, resultan terriblemente estériles en el caso
de la autobiografía.
Otro intento recurrente de circunscribir la autobiogra-
fía, ciertamente más fructífero que las clasificaciones ge-
La teoría de la autobiografía está plagada por una serie néricas, aunque tampoco resuelva nada,trata de establecer
recurrente de interrogantes y acercamientosque no son una distinción entre autobiografía y ficción. La autobio-
simplemente falsos, en el sentido de resultar forzados o grafía parece depender de hechos potencialmente reales
aberrantes, sino que son limitadores, por asumir presu- y verificables de manera menos ambivalente que la fic-
puestos acerca del discurso autobiográfico que son de ción. Parece pertenecer a un modo dereferencialidad, de
hecho muy problemáticos. Tales teorías se ven constante- representación y de diégesis más simple que el de la fic-
mente obstaculizadas, con monotonía esperable, por una ción. Puede contener numerosos sueños y fantasmas, pero

A
serie de problemas que les son inherentes. Dado queel estas desviaciones de la realidad están enclavadas en un
concepto de género designa una función estética y una sujeto cuya identidad viene definida por la incontestable
función histórica, lo que está en juego es no solo la dis-
|
legilibilidad de su nombre propio: el narrador de las Con- *
tancia que protege al autor autobiográfico de su experien- Í fesiones de Rousseau parece estar definido por el nombre
cia, sino también la posible convergencia de estética e |Z y por la firma de Rousseau de manera más universal, se-
historia. La inversión que entra en juego en tal conver- gún admite el propio Rousseau, que en el caso de su no-
gencia, especialmente cuando se trata de la autobiografía, velaJulie. Pero ¿estamos tan seguros de que la autobiografía
es considerable. Al convertir la autobiografía en un géne- depende de un referente, como una fotografía depende de
ro, se la eleva por encima de la categoría literaria del mero su tema o un cuadro (realista) depende de su modelo? Asu
reportaje, la crónica o la memoria, y se le hace un sitio, mimos que la vida produce la autobiografía como un
aunque modesto, entre las jerarquías canónicas de los gé- acto produce sus consecuencias, pero ¿no podemos suge-
nerosliterarios mayores. Esto implica cierto embarazo,ya rir, con igual justicia, que tal vez el proyecto autobio-
que, comparada conla tragedia, la épica o la poesía lírica, gráfico determina la vida, y que lo que el escritor hace
la autobiografía siempre parece deshonrosa y autocompla- está, de hecho, gobernado por los requisitos técnicos del
ciente de una manera que puede ser sintomática de su in- autorretrato, y está,por lotanto,determinado,en.todos

|
compatibilidad con la dignidad monumental de los valores susaspectos, por los recursosde su medio? Y, puesto que
estéticos. Cualquiera que sea el motivo de esta situación, la mimesis que se asume como operante en la autobiogra-
la autobiografía empeora las cosas al responder pobremen- fía es un modo de figuración entre otros, ¿es el referente

CH
te a este ascenso de categoría. Los intentos de definir la quien determina la figura o al revés? ¿Noseráquela
autobiografía como género parecen venirse abajo entre pre- ilusión referencial proviene de la estructura de la figura,
guntas ociosas y sin respuesta. ¿Puede haber autobiogra- es decir, que no hay clara y simplemente un referente en
fía antes del siglo XVII, o es un fenómeno especificamente absoluto, sino algo similar a una ficción, la cual, sin em-
prerromántico y romántico? Los historiadores del géne- bargo,adquiere a su vez cierto grado de productividad re-
ro tienden a afirmar lo último, lo cual plantea inmediata- ferencial? En una nota a pie de página en su exposición l
mente la cuestión del elemento autobiográfico en las de la figuración en Proust, Gérard Genette plantea la cues-
Confesiones de san Agustín, cuestión que, a pesar de cier- tión de manera muy correcta, cuando señala unaarticu-
tos aguerridos esfuerzos recientes, está lejos de ser resuel- lación especialmente acertada que Proust establece entre
ta. ¿Puede escribirse una autobiografía en verso? Incluso dos modelos de figuración que hacen uso de imágenes de
algunos de los más recientes teóricos de la autobiografía flores y de insectos al describir el encuentro entre Char-
niegan categóricamente esa posibilidad, aunque sin espe- lus y Jupien. Este es un efecto de lo que Genette llama
cificar sus razones. De esta manera, resultaría irrelevante una concomitancia (cronometración perfecta), acerca de
AN) considerar The Prelude de Wordsworth en el contexto del la cual resulta imposible decir si se trata de un hecho o
estudio de la autobiografía, exclusión quea cualquier in- de unaficción, ya que, afirma Genette, «basta [...] situar-
vestigador de tradición inglesa le parecerá injustificable. se fuera del texto (ante él) para poder decir también que
Empírica y teóricamente,la autobiografía no se presta fá- la concomitancia ha sido preparada para producir la me-
cilmente a definiciones teóricas, pues cada ejemplo espe- táfora. Solo en el caso de una situación que se supone
le viene impuesta al autor porla historia o la tradición,
* Traducción de Ángel G. Loureiro. «Autobiography As De-Facement» fue y que es por lo tanto noficticia [...] se le impone al mis-
publicado originalmente en Modern Language Notes, 94 (1979), 919-930, y reim- mo tiempo al lector la hipótesis de una causalidad ge-
preso en su libro The Rhetoric ofRomanticism, Nueva York, Columbia Univer-
sity Press, 1984, pp. 67-81. Agradecemos a Johns Hopkins University Press su nética en la que la metonimia es la causay la metáfora
permiso para traducir y publicar este artículo. el efecto, y no una causalidad teleológica en la que la

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 113


ESTUDIOS La autobiografía como desfiguración

metáfora es el fin y la metonimia los medios(y así, según llegar a ser) de todo sistema textual conformado por sus-
esta otra causalidad, la metáfora sería la causa y la meto- tituciones tropológicas.
nimia el efecto), estructura que es siempre posible en el Las autobiografías, a través de su insistencia temática
caso de una ficción hipotéticamente pura. No hace falta en el sujeto, el nombre propio, la memoria, el nacimien-
decir que en el caso de Proust todo ejemplo tomado de to, el eros y la muerte, y en la doblez de la especularidad,
la Recherche puede promover, a este nivel, un debate infi- declaran abiertamente su constitución cognitiva y tropo-
nito entre una lectura de esa obra comoficción y unalec- lógica, pero se muestran también ansiosas de escapar a las
tura como autobiografía. Pero tal vezconvienequedarse coerciones impuestas por ese sistema. Los escritores de
en medio de este torniquete».! autobiografías, al igual que los que escriben sobre auto-
Parece, entonces, que la distinción entre ficción y auto- biografías, están obsesionados por la necesidad de despla-
biografía no es una polaridad o/o, sino que es indecidible. zarse de la cognición a la resolución y a la acción, de la
Pero, ¿es posible permanecer, como Genette lo quiere, den- autoridad especulativa a la autoridad política y legal. Phi-
tro de una situación indecidible? Como puede atestiguar lippe Lejeuns, por ejemplo, cuya obra despliega con mi-
cualquiera que haya quedado atrapado alguna vez en una nuciosi ejemplar todos los acercamientos a la
puerta giratoria, esa experiencia es realmente de lo más autobiografía, insiste obcecadamente —y llamo obcecada
incómodo, y mucho más en este caso, dado que este tor- a esta insistencia porque no parece estar fundada ni en
niquete es capaz de sufrir una aceleración infinita, y, de argumento ni en evidencia— en que la identidad dela auto-
hecho, no es sucesivo sino simultáneo. Un sistema de di- biografía no es solo representacional y cognitiva, sino con-
ferenciación basado en dos elementos que, en palabras de tractual, basada, no en tropos, sino en actos de habla. El
Wordsworth, «no es ningunode ellos, y es ambosa la vez», nombre en la página del título no es el nombre propio
no es probablemente correcto. de un sujeto capaz de autoconocimiento y entendimien-
La autobiografía, entonces, no es un género o un modo, to, sino la firma que da al contrato autoridad legal, aun-
/sino una figura de lectura y de entendimiento que se da, que no le da en absoluto autoridad epistemológica. El
/“hasta cieñopunto,en todo texto. El momento autobiográ- hecho de que Lejeune use «nombre propio» y «firma» de
fico tienelugarcomounaalineación entrelosdossujetos manera intercambiable apunta, al mismo tiempo, a la con-
implicados en el proceso de lectura, en el cual se determi- fusión y a la complejidad del problema, puesto que, al
nan mutuamente por una sustituciónreflexiva mutua. La igual que le resulta imposible permanecer en el sistema
estructura implica tanto diferenciación como similitud, tropológico del nombre, y de la misma manera en que
puesto que ambos dependen de un intercambio sustituti- se ve forzado a desplazarse de la identidad ontológica a
vo que constituye al sujeto. Esta estructura especular está la promesa contractual, tan pronto comola función per-
interiorizada en todo textoqueel autor sedeclara formativa queda afirmada es reinscrita inmediatamente en
sujetodesupropio entendimiento, pero esto meramente constreñimientos cognitivos. De ser figura especular del
hace explícita la reivindicación de autor-idad que tiene lu- autor, el lector se convierte en juez, en poder policial en-
gar siempre que se dice que un texto es de alguien y se cargado de verificar la autenticidad de la firma y la con-
asume que es inteligible precisamente por esa mismara- sistencia del comportamientodel firmante, el punto hasta
A
zón. Lo que equivale a decir que todo libro con una pági- el que respeta o deja de respetar el acuerdo contractual
Vna titularinteligible es, hasta cierto punto, autobiográfico. que ha firmado. Al principio la autoridad trascendental
Pero, justo en el momento en. que parece que afirma- tenía que ser compartida entre el autor y el lector o, lo

N mos que todo texto es autobiográfico, deberíamos decir


que, por la misma razón, ninguno lo es o lo puedeser.
Las dificultades de definición genérica que afectan el es-
que es lo mismo, entre el autor del texto y el autor en
el texto que lleva su nombre; pero ahora la pareja especu-
lar ha sido reemplazada por la firma de un único sujeto,
tudio de la autobiografía repiten una inestabilidad con- que ya nose repliega sobre sí mismo en un entendimien-
sustancial que desmorona el modelo tan pronto comoéste to especular. Pero el modo de lectura de Lejeune, al igual
quedaestablecido. La metáfora de la puerta giratoria que que sus elaboraciones teóricas, muestra que la actitud del
da Genette nos ayuda a comprenderla razón de ese fraca- lectorhacia este «sujeto» contractual (el cual ya no es, de
so, pues apunta acertadamente al movimiento giratorio hecho, un sujeto en absoluto) toma de nuevo un carácter
de los tropos y confirma que el momento especular no de autoridad trascendental que le permite convertirse en
es primordialmente una situación o un acontecimiento juez del autobiografiado. La estructura especular ha sido
que puede ser localizado en una historia, sino que es la desplazada, pero no superada, y entramos de nuevo en un
manifestación, a nivel del referente, de una estructura lin- sistema de tropos en el momento mismo en que preten-
gúística. El momento especularinherente a todo acto de díamos haberlo abandonado. El estudiode la autobiogra-
entendimientorevelalaestructuratropológicaquesub- fía está aprisionado en este doble desplazamiento, en la
yacetodaccognición, incluido el conocimiento de uno necesidad de escapar de la tropología del sujeto y la igual-
mismo.Elinterés dela autobiografía, porlo tanto, no ra- mente inevitable reinscripción deesta necesidad en un mo-
dica en que ofrezca un conocimiento veraz de uno mis- delo especularde conocimiento. Propongo ilustraresta
mo —no lo hace— sino en que demuestra de manera abstracción conla lectura de un texto autobiográfico ejem-
sorprendente la imposibilidad de totalización (es decir, de plar: los Essays upon Epitaphs, de Wordsworth.?

114 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS La autobiografía como desfiguración

Consideraré no solo el primero de estos tres ensa- de Wordsworth. Revelan la dimensión autobiográfica que
yos (que Wordsworth también incluyó, como una nota, todos estos textos tienen en común. ¿Cómo debemosin-
al libro VII de la Excursion), sino la secuencia de tres terpretar esta preocupación casi obsesiva por la mutila-
ensayos consecutivos, escritos presumiblemente en 1819, ción, que se da o menudo como pérdida de uno de los
que aparecieron en The Friend. No se necesitan extensas sentidos, como ceguera, sordera o como,en la palabra clave
consideraciones para poner de relieve los componentes del Niño de Winander, mudez? Y a esta pregunta se
autobiográficos de un texto que, de manera compulsiva, sumael tener que decidir en qué medida se puede creer
pasa de ser un ensayo sobre epitafios a ser él mismo en la pretensión de la compensación o restauración que
un epitafio y, más específicamente, la propia inscripción sigue a tal mutilación. Esta pregunta tiene que ver tam-
monumental o autobiografía del autor. En esos ensayos bién conla relación entre estas escenas y otros episodios
aparecen citados numerosos epitafios tomados de diver- del Prelude en los que también se dan conmociones e
sas fuentes, tanto de libros ordinarios del estilo de Ancient interrupciones, pero en un ambiente de tal sublimidad que
Funeral Monuments, de John Weever, que data de 1631, la privación ya no se presenta de un modo tan claro. Pero
como de obrasliterarias elevadas escritas por Gray o Pope. esto nos llevaría lejos del tema de este trabajo; me limita-
Pero Wordsworth acaba con una cita tomada de su pro- ré a sugerir la relevancia que tienen los Essays upon Ep1-
pia obra, un pasaje de la Excursion inspirado en el epita- tapbs para el tema más amplio del discurso auvobiográfico)
fio y la vida de un tal Thomas Holme. Cuenta, con el como discurso de autorrestauración. .
lenguaje más sobrio, la historia de un hombre sordo que La pretensión de restauración frente a la muerte, que
compensa su defecto sustituyendo los sonidos de la natu- Wordsworth reivindica en los Essays upon Epitapbs, se
raleza por la lectura de libros. apoya en un sistema consistente de pensamiento, metáfo-
La trama general de la historia, estratégicamente colo- ras y ficción, anunciado al comienzo del primer ensayo
cada como la conclusión ejemplar de un texto a su vez y desarrollado a lo largo de toda la obra. Es un sistema
ejemplar, resulta familiar a los lectores de The Prelude. Esa de mediaciones que convierte la distancia radical de la opo-
trama nos habla de un discurso que pervive a pesar de sición 0/o en un proceso que facilita el movimiento de
una privación, que puede ser un defecto de nacimien- un extremo al otro a través de una serie de transforma-
to, como en el caso que nos ocupa, o que puede manifes- ciones que dejan intacta la negatividad de la relación
tarse como una conmociónsúbita, a veces catastrófica y (o falta de relación) inicial. Por medio de ese sistema nos
otra veces aparentementetrivial. La conmoción interrumpe movemos,sin compromiso, desde la muerte o la vida a la
un estado de cosas hasta entonces relativamente estable. vida y la muerte. El patetismo existencial del texto sur-
Pensemosen pasajes tan famosos del Prelude como el him- ge del asentimiento puro al poder de la mortalidad: no
no al niño recién nacido del Libro II («Bendito sea el niño podemos decir que en Wordsworth se dé una simplifica-
infante...») que cuenta como se manifiesta «el primer / ción del tipo de la negación de la negación. El texto esta-
Espíritu poético de nuestra vida humana». Se establece blece una secuencia de mediaciones entre términos
unasituación de intercambio y de diálogo, la cual es inte- incompatibles —ciudad y naturaleza, paganismo y cris-
rrumpidasin aviso cuando«el sostén de mi afecto se des- tianismo, particular y general, cuerpo y tumba— que
vaneció», para ser restaurada luego al decirnos que «... el se relacionan bajo un principio general según el cual
edificio se mantuvo en pie, como sostenido / Por su pro- «origen y tendencia son nociones inseparablemente co-
pio espíritu» (II. 294-96). O pensemos en el hombre aho- rrelativas». Nietzsche afirmará lo contrario de manera
gado del libro V, que «en medio de la hermosa escena / exactamente simétrica en la Genealogía de la moral —«ori-
de árboles, colinas y agua, surgió de pronto / de las pro- gen y tendencia (Zweck) [son] dos problemas que no
fundidades, con su rostro cadavérico, sombra espectral / están, y no debenestar, unidos»—, y los historiadores del
de terror» (vv. 470-473); Wordsworth nos cuenta que el romanticismo y del post-romanticismo no han tenido mu-
niño dé nueve años, edad que él tenía cuando esto ocu- chas dificultades en usar el sistema de esta simetría para
rrió, halló consuelo en la idea de que ya se había en- unir este origen (Wordsworth) con esta tendencia (Nietz-
contrado con escenas semejantes en los libros. Y pen- sche) en un itinerario histórico continuo. El mismo iti-
semos sobre todo en el episodio, igualmente famoso, del nerario, la misma imagen del camino, aparece en el texto
Niño de Winander, que precede casi inmediatamente a como«las vivas y conmovedoras analogías de la vida como
esta escena. Hay numerosos ecos verbales que ligan el pa- camino», que se ve interrumpido por la muerte. La gran
saje citado de la Excursion —que cierra los Essays upon metáfora que abarca todo este sistema es la del sol en mo-
Epitaphs— con la historia del niño cuyo placer mímico vimiento: «Al igual que viajando sobre el orbe de este pla-
se ve interrumpido por unsilencio súbito que prefigura neta en dirección hacia las regiones por dondeel sol se
su propia muerte y la restauración que le seguirá. Como pone somos conducidos poco a poco a la zona por don-
se sabe, este es el episodio que, como variante temprana, de nos hemos acostumbrado a verlo surgir en su salida;
sirve de evidencia a la hipótesis de que estas figuras de pri- y al igual que un viaje hacia el este (lugar de nacimiento,
vación, de hombres mutilados, de cuerpos ahogados, de en nuestra imaginación, de la mañana) conduce en últi-
mendigos ciegos, o de niños a punto de morirse, que apa- ma instancia a la región donde vemos por última vez al
recen en el Prelude, son figuras del propio yo poético sol cuando se oculta, de la misma manera el Alma con-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 115


ESTUDIOS La autobiografía como desfiguración

templativa, viajando en la dirección de la mortalidad, avan- peya (asociada con los nombres de Milton y Shakespeare)
za hacia el país de la vida eterna; y esperemos que así sobre la antítesis (asociada con el nombre de Pope). En
continúe explorando esas rutas felices, hasta que sea de- términos de estilo y dicción narrativa, la prosopopeya es
vuelta de nuevo, para su beneficio, a la tierra de las cosas también el arte de la transición delicada (algo más fácil
transitorias, de las penas y las lágrimas». En este sistema de llevar a cabo en la autobiografía que en la narrativa épi-
de metáforas, el sol es más que un mero objeto natural, ca). Las transformaciones graduales tienen lugar de tal ma-
aunque, comotal, tiene suficiente poder para dominar so- nera que «sentimientos que en principio parecen opuestos
bre una cadena de imágenes que pueden representar el tra- muestran tener una conexión diferente y más fina quela
bajo de un hombre con la figura de un árbol, hecho del contraste». Laestilística de los epitafios está muy ale-
de troncos y ramas, y el lenguaje como semejanteal «po- Jada de la «antítesis no significante» de la sátira; aquella
der de la gravedad o al aire que respiramos»(p. 154), la procede por medio de desplazamientos suaves, por me-
parusía de la luz. Producido porel tropo dela luz,el sol, dio de, dice Wordsworth, «gradación delicada o transición
además de ser una figura de la naturaleza, se convierte en sutil a otra cualidad semejante, análoga», «que se circuns-
una figura de conocimiento, en el emblema de aquello cribe al círculo de cualidades que se agrupan armoniosa-
a lo que el tercer ensayo se refiere como «la mente que mente». La metáfora y la prosopopeya se conjugan para
goza de soberanía absoluta sobre sí misma». Conocimiento producir un pathos temático dotado de unadicción sutil-
y mente implican lenguaje y dan cuenta de la relación que mente diferenciada. Ese pathos alcanza en Wordsworth
se establece entre el sol y el texto del epitafio: el epitafio, el triunfo de una narrativa autobiográfica que se asien-
dice Wordsworth, «está abierto al día; el sol contempla ta en una verdadera dialéctica, la cual constituye, al mis-
a la piedra, y las lluvias del cielo se abaten contra ella». mo tiempo, el sistema de tropos más abarcador imagi-
El sol se convierte en el ojo que lee el texto del epita- nable.
fio. Y el ensayo nos dice en qué consiste el texto, por me- Sin embargo, a pesar de la perfecta clausura de ese sis-
dio de unacita en que Milton se refiere a Shakespeare: tema,el texto contiene elementos que amenazan no solo
«¿Quénecesidad tienes de un testigo tan insignificante para su equilibrio, sino también su principio de producción.
tu nombre». En el caso de poetas como Shakespeare, Ya hemos visto que el nombre, sea el del autor o el de
Milton o Wordsworth mismo, el epitafio puede consis- un lugar, es el eslabón esencial en la cadena. Pero énel
tir solamente en lo que este último llama «el nombre sorprendente pasaje que ilustra la unidad de origen y des-
desnudo»(p. 133), tal como lo lee el ojo del sol. En ese tino por medio de la metáfora del río que fluye, Words-
momento puede decirse que el «lenguaje de la piedra worth insiste en que, mientrasel sentidoliteral dela figura
inanimada» adquiere una «voz» porla cual se establece un muerta puede ser en verdad, como en el poema de Mil-
equilibrio entre la piedra parlante y el sol vidente. El siste- ton sobre Shakespeare, un nombre, «una imagen tomada
mapasa del sol al ojo y, de ahí, al lenguaje, como nombre de un mapa o de un objetoreal de la naturaleza»,«el espí-
y como voz. Podemosidentificar esta figura que completa ritu [...] [por su parte] debe haber sido también inevita-
la metáfora central del sol y que cierra así el espectro tro- blemente —receptáculo sin límites ni dimensiones— nó
pológico engendrado porelsol: es la figura de la prosopo- menorque el infinito». La oposición entre lo literal y lo
peya, la ficción de un apóstrofe a una entidad ausente, figural funciona aquí por analogía con la oposición entre
muerta _o sin_voz, por la cual se le confiere el poder de el nombre y lo sin nombre, aunque todo el razonamien-
la palabra y se establece la posibilidad de que esta entidad to pretenda superar esta oposición misma.
pueda replicar. La voz asume una boca, y un ojo, y final- La cita de Milton resulta singular también en otro as-
mente una cara, en una cadena que queda de manifiesto pecto. Omite seis líneas del original, lo cual, si bien es
en la etimología del nombre del tropo, prosopon poien [sic]:* legítimo, resulta revelador con respecto a otra anomalía
conferir una máscara o un rostro(prosopor). La prosopo- del texto más misteriosa. La figura dominante en el dis
peyaes el tropo de la autobiografía, y, por su mediación, curso epitáfico o autobiográfico es, como hemos visto,|
un nombre, como en el poema de Milton, resulta tan inteli-
“ gible y memorable como unrostro. Nuestro tema se ocupa
la prosopopeya, la ficciónde la-voz-másallá-dela-tumba: |
una piedra sin palabras grabadas dejaría al sol suspendido
del conferir y el despojar de máscaras, del otorgar y defor- en la nada. Sin embargo, en varios momentosde los tres
_Inarrostros, defaguras, de figuración y de desfiguración** ensayos, Wordsworth nos pone en guardia continuamen-
Desde un puntode vista retórico, los Essays upon Epi- te contra el uso de la prosopopeya, contra la convención
taphs son un tratado sobre la superioridad de la prosopo- del «Sta Viator» dirigida por la persona ausente al viajero
en el caminode la vida. Tales figuras quiásmicas, por las
* Debería decir «prosopon poiein» [N, del 7] que se entrecruzan las condiciones de muerte y vida con
** Eloriginal dice así: «Our topic deals vith the giving and taking away of atributos del habla y del silencio, son, nos dice Words-
faces, with face and deface, figure, figuration and disfiguration». Es unafrase que 4

resulta difícil de traducir por los múltiples sentidos quetienen algunas de sus pa- worth, «demasiado patéticas y transitorias»; crítica cu-
labras: face es rostro, pero también, como verbo, es «enfrentarse a»; deface puede yas palabras resultan sorprendentes, ya que la dirección
significar «ensuciar» (una fachada, por ejemplo) o «deformar un rostro»; figure
es figura retórica, pero también figura, forma y, comoverbo, «figurarse»; figura en que se encaminael consuelo es la de lo transitorio, y
A

tion apunta al conjunto de figuras retóricas, pero en el contexto de este ensayo porque el ensayo, como ocurre en el epitafio que Gray
adquiere también el sentido de «pensar, figurarse». [N. del T] escribió para Ms. Clark, aspira al patetismo del «mármol

116 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS La autobiografía como destiguración

silencioso» que llora. En todos los momentos en que se proponen de manera elocuente un lenguaje lúcido de re-
discute la prosopopeya —y eso sucede al menostres veces—, poso, tranquilidad y serenidad. Pero si, con todo derecho,
el razonamiento nunca es concluyente. Wordsworth afirma nos preguntamos cuál de esos dos lenguajes, el de la agre-
que «representar [a los muertos] hablando por medio de su sión o el del reposo, predomina en ese texto, resalta con
lápida» es una «tierna ficción», una «interpolación de som- claridad que los ensayos contienen partes de extensión con-
bras que une armoniosamente el mundo delos vivos y el de siderable que son antitéticos y agresivos de la manera más
los muertos[...)»: en otras palabras, lo mismo que la temá- abierta. «No puedo sufrir que ningún individuo, por muy
tica y el estilo del tema autobiográfico tienen como obje- altos y merecidos que sean los honores a él conferidos por
tivo. Sin embargo, en el párrafo siguiente se nos dice que, mis compatriotas, se interponga en mi camino»; esta re-
frente a la modalidad que hace hablar a los muertos, «la ferencia a Pope, junto con muchas otras a él también di-
modalidad en la que los sobrevivientes hablan en persona rigidas, es cualquier cosa menosdelicada. Wordsworthestá
me parece mucho máspreferible», ya que «excluye la fic- suficientemente molesto por la discrepancia —se trata de
ción en la quese asienta la otra modalidad»(p. 132). Words- una discrepancia, pues no hay razón alguna para no ocu-
worth critica a Gray y Milton por usar figuras derivadas parse de Pope con la misma generosidad dialéctica otor-
de la prosopopeya. Y en ese momento se deja entreverla gada a la muerte— comopara generar un copioso discurso
amenaza de un conflicto lógico mucho más profundo. de autojustificación que se prolonga en un apéndice
Los versos del soneto de Milton que Wordsworth omite excesivamente redundante. Sin embargo, los términos más
nos ofrecen una manera de dar cuenta de esa amenaza. violentos son reservados no para Alexander Pope sino para
Enlos seis versos omitidos, Milton habla de la carga que el lenguaje mismo. Cierto mal uso del lenguaje es denun-
representa la «facilidad para escribir» que tenía Shakespeare ciado de manera más fuerte: «Las palabras son un instru-
para los que solamente «de manera laboriosa pueden pro- mento con demasiada capacidad para producir el bien o
ducir su arte». Dice a continuación: el mal como para quese las trate con ligereza: dominan
nuestros pensamientos en mayor medida que cualquier
Pues nuestra fantasía ensimismada, potencia exterior. Si las palabras no son[...] una encarna-
en mármol nos convierte al concebir? ción del pensamiento sino solo su ropaje, entonces cons-
tituyen un mal don, similar a esas vestimentas envenenadas
Isabel MacCaffrey parafrasea de la siguiente manera es- de las que hablan las historias de tiempos supersticiosos,
tos versos difíciles: «nuestra imaginación se sale de noso- que tenían el poder de consumiry hacer enloquecera la
tros al extasiarse, dejando atrás nuestros cuerpossin alma, víctima quese las ponía. El lenguaje,si no se le defiende,
comoestatuas». «Nos convierte en mármol», en los Es- se le mima y se le deja en paz, comoa la fuerza dela gra-
says upon Epitaphs, no puede dejar de evocar la amenaza vedad o al aire que respiramos, se convierte en un con-
latente que habita en la prosopopeya,es decir, que al ha- traespíritu [...]» (p. 154). ¿Qué caracteristica del lenguaje
cer hablar a los muertos, la estructua simétrica del tropo es condenada con tanta severidad? La distinción entreel
"implica que, de la misma manera, los vivos se queden mu- bien puroy el mal radical descansa en la distinción entre
dos, helados en su propia muerte. La conjetura del «De- el pensamiento encarnado y «un ropaje del pensamien-
tente, viajero» adquiere así una connotación siniestra, que to», dos nociones que verdaderamente parecen «tener una
no solo prefigura nuestra mortalidad, sino que represen- conexión diferente y más fina que la del contraste». De
ta una entrada real en el reino helado de la muerte. Po- Quincey se centró en esta distinción, y la interpretó como
dría aducirse que Wordsworth tenía una conciencia lo un modo de oponerlas figuras convincentesa las arbitra-
suficientemente lúcida de esta amenaza comopara justi- rias. Pero, a diferencia de los pensamientos por ellas re-
ficar la inscripción de esta en el sistema cognitivo y solar presentadas,la carne y la vestimentatienen, al menos, una
de autoconocimiento especular que subyace a sus ensayos, propiedad en común: su visibilidad, su accesibilidad a los
y que los avisos contra el uso de la prosopopeya son es- sentidos. Un poco antes en el mismopasaje, Wordsworth
tratégicos y didácticos más quereales. Él sabe quela «ex- caracteriza, de manera similar, el tipo correcto de len-
clusión» de la voz ficticia, que él propone, y su sustitu- guaje como el que es «no lo que el ropaje es al cuerpo,
ción por la voz real de los vivos, reintroduce de hecho sino lo que el cuerpo es al alma» (p. 154). La secuencia
la prosopopeya a través de la ficción del apóstrofe. De ropaje-cuerpo-alma es una cadena metafórica de perfecta
todas maneras, el hecho de aserciónesté hecha a consistencia: la vestimenta es la parte visible del cuerpo
través de omisiones y contradiccionesjustifica la sospecha. de la misma manera que el cuerpoes la parte visible del
La mayor inconsistencia del texto, la cual es también alma. El lenguaje denunciado con tanta violencia es el len-A,
fuente de su considerable importancia teórica, se da de guaje de la metáfora, de la prosopopeya y de los tropos, +
una manera diferente pero relacionada con la que acaba- el lenguaje solar de la cognición que hace a lo desconocido )
mos de mencionar. Los Essays se expresan con fuerza con- accesible a la mente y a los sentidos. El lenguaje de los <
tra el lenguaje antitético de la sátira y de la invectiva, y tropos (que es el lenguaje especular de la autobiografía)
es realmente comoel cuerpo,el cual es como las vestidu- |
ras, pueses el velo del alma comoel ropaje es el velo pro- /
* ¿Then thou our fancy of itself bereaving / Dost make us marble with too
much conceiving.» [N. del T] tector del cuerpo. ¿Cómo este velo inofensivo puede '

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 117


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

hacerse de repente tan mortal y violento como la túnica a voluntad propia, sino silenciosos como una imagen,eter-
envenenada de Jasón o de Neso? namente privados de voz y condenados a la mudez. No
La túnica de Neso, causa de la muerte violenta de Hér- resulta, así, sorprendente que el Dalesman sienta tanta in-
cules, como narra Sófocles en las Traquinias, le fue dada clinación por los libros y encuentre en ellos tanto con-
por su esposa Deyanira con la esperanza de volver a suelo, puesto que, para él, el mundo exterior ha sido
ganar el afecto del que pronto se vería privada. Supues- siempre un libro, una serie de tropos sin voz. En cuanto

ls
tamente, debía restaurar el amor perdido, pero la restau- entendemosquela función retórica de la prosopopeya con-
ración resultó una privación peor, la pérdida de la vida siste en dar voz o rostro por medio del lenguaje, compren-
y de los sentidos. El pasaje de la Excursion con que con- demos también que de lo que estamos privados no es de
cluyen los Essays narra una historia similar, aunque sin vida, sino de la forma y elsentidodeunmundo que.solo
llegar al final. La mudezdel «gentil Dalesman», protago- noses accesible a través de la vía despojadora delentendi-
nista del relato, encuentra un equivalente exterior, a tra- miento. La muerte es un nombre que damos a un apuro
vés de un entrecruzamiento consistente, en la mudez de lingúístico, y la restauración de la vida mortal por medio
la naturaleza, de la cual se dice que, incluso en plenator- de la autobiografía (la prosopopeya del nombre y de la
menta, es «silenciosa como un cuadro». En la medida en voz) desposee y desfigura en la misma medida en queres-
que el lenguaje es figura (o metáfora, o prosopopeya), es taura. La autobiografía vela una desfiguración de la men-
realmente no la cosa misma, sino su representación, la ima- te por ella misma causada.
gen de la cosa, y, comotal, es silencioso, mudo como las
imágenes lo son. len uaje COmo_tropo, roduce siem-
pre privación,essiempredespojador. Wordsworth dice
NOTAS
que el lenguaje perverso —y todo lenguajelo es, incluido
su propio lenguaje de restauración— funciona «sin pausa 1. Gérard Genette, Figures, III, París, Seuil, 1972, p. 50.
y sin ruido» (p. 154). En la medida en que, en la escritura, 2. Véase una edición crítica de estos ensayos en W.J.B, Owen y Jane
dependemosde este lenguaje, todos somos, como el Da- Worthington Smyser (eds.), The prose Works of William Wordsworth, Ox-
ford, Clarendon, 1974. Los númerosde las páginas citadas en este artícu-
lesman en la Excursion, sordos y mudos; no silencio- lo corresponden a Owen(ed.), Wordsworth Literary Criticism, Londres,
sos, lo cual implicaría la posible manifestación del sonido Routledge 8 Kegan Paul, 1974.

Ficciones del «yo»: sado a transformarse en una especie de presencia ubicua


que surge inesperadamente y de forma periódica en luga-
el final de la autobiografía* res inverosímiles:

Algunos creen que los fragmentos de Slothrop se han


Michael Sprinker convertido en personas con consistencia propia. De ser esto
así, no hay forma de saber qué parte de la población actual
de La Zonahasurgido dela dispersión original. Se presume
la existencia de una última fotografía suya en el único
Seul ce qui ressemble différe, seules les
álbum publicado por The Fool, un grupo inglés de rock. En
différences se ressemblent.
ella, siete músicos posan, con la misma actitud arrogante
GILLES DELEUZE que en sus comienzos caracterizaba a los Rolling Stones,
cerca del lugar en el que había estallado una bomba, en
A photographis a secret abouta secret. el este de la ciudad, o al sur del río... No hay forma de
The moreit tells you, the less you know.
saber cuál de los rostros corresponde a Slothrop: la única
DIANE ÁRBUS posible referencia se encuentra en los títulos de crédito:
«Armónica y kazoo —un amigo».!
Haciael final de Gravity Rainbow (La gravedad del arco Este pasaje es un ejemplo de una característica per-
tris), se relata como, por causas inexplicables, TyroneSlo- turbadora siempre presente en la cultura moderna: la
throp, el supuesto héroe de la obra, parece haberse des- gradual metamorfosis de un individuo, que posee una iden-
compuesto en incontables fragmentos que se encuentran tidad personal e inequívoca, en un signo, unacifra, una
dispersos por toda la Europa de posguerra. De una iden- imagen que ya no se puede identificar claramente como
tidad individual, la de un soldado americano más, ha pa- la de «una persona concreta». Hace algunos años, la cul-
tura popular americana atravesó una breve crisis al ha-
* Traducción de Ana M. Dotras. cerse público que Paul McCartney, componente de los

118 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

Beatles, había muerto hacía algunos años y que, desde Foucault reflexiona y pone en cuestión principalmen-
entonces, había sido sustituido en el grupo por el gana- te la legitimación y proliferación del discurso científico,
dor de un concurso de tipos parecidos físicamente a él. el cual en su forma más pura no tieñe un sujeto de
El escándalo fue olvidado sin mayores contratiemposal autoridad ya que su verdadera meta es suprimir al su-
cabo de unos meses debido probablemente al hecho de jeto del texto y reemplazarlo a él (¿o a ello?) con un dis-
que «Paul McCartney» había dejado de tener significado curso descriptivo de lo que es, los resultados de un
como individuo y se había convertido, para cualquiera que experimento, una hipótesis o algún aspecto del mundo
no fuera su mujer o su hijo, en una simple voz y rostro. empírico. Pero, como Foucault se apresura a señalar, esta
Con tal de que voz y rostro fueran esencialmente los ausencia de sujeto-autoridad en el texto es también y de
mismos poco importaba que aquél fuera el verdadero la misma forma característica de discursos no científicos
McCartney o un impostor. De hecho, la idea del impos- como puedenser los de la literatura, la filosofía, la psi-
tor tenía pocarelevancia en este caso puesto que lo único cología y la historia. Las novelas, poemas, obras de tea-
que importaba era la música que los Beatles producían tro, textos filosóficos, ensayos de psicología experimental
y, a este respecto, no había nadie que estuviera dispuesto o libros históricos, todas las formas de discurso de la
a discutir la posibilidad de una disminución en la ca- vida intelectual moderna, circulan con bastante inde-
lidad de la misma desde el supuesto fallecimiento de pendencia respecto a la personalidad e incluso a la au-
McCartney. toridad del escritor mismo (dos de los ejemplos más
Un problema idéntico surge cuando se pretende ha- evidentes son el plagio y la reproducción fotográfica mo-
blar del «autor de Gravity's Rainbow». A excepción del derna). Para la mayoría del público lector el autor de una
hecho de que su nombre haya aparecido junto al título obra tiene solo una tenue forma de existencia: es la
de tres novelas, algunos relatos y, por lo menos, también firma que añade a la obra, un nombre en la página del
un ensayo publicado en el New York Magazine, muy poco título.?
o casi nada se sabe de la vida, apariencia física o parade- El concepto de autor comopresencia subjetiva que ori-
ro de Thomas Pynchon durante la década pasada. Un gina y es, por tanto, responsable de un discurso o una obra
anonimato tan estudiado tiene que dar lugar necesaria- ha vuelto a ser recientemente objeto de un riguroso aná-
mente a comentarios especulativos comoel realizado por lisis crítico, especialmente en Francia. Una gran parte de
John Batchelor quien recientemente ha publicado un ar- la obra de Foucault, comenzando por los capítulos fina-
tículo en el Soho News en el que afirma que Thomas les de Les motset les choses (Las palabras y las cosas), cons-
Pynchon es un fraude, que su nombre no es más que tituye un ataque directo tanto contra la soberanía del autor
el seudónimo que J.D. Salinger utilizó a finales de la dé- individual sobre un texto o discurso como contra todos
cada de los cincuenta al retirarse y así continuar su ca- los valores antropológicos consiguientes que se encuen-
rrera de escritor desde el anonimato. ¿Quién es Thomas tran implícitos en esa valoración superior del sujeto indi-
Pynchon? Esta pregunta, aparentemente trivial, ocul- vidual.* Durante los últimos diez años, Roland Barthes,
ta un complejo conjunto de problemas relacionados en- Jacques Derrida y el grupo Tel Quel han producido sin
tre sí en torno a cuestiones como son el concepto de cesar un torrente de escritos que tienen como deno-
autor (o de la autoridad en sí misma), las formas en que minador común el esfuerzo de establecer la primacía
los textos son construidos, así como las nociones de con- de lo que Jean Thibaudeau ha venido a llamar el «yo
ciencia, del yo, de la personalidad o de la individualidad textual, no subjetivo» comoel originador o productorde
como categorías que se pueden aplicar a los autores de un discurso.?
textos. Entre las figuras más relevantes que estimularon el des-
¿Qué es un autor? El reciente ensayo de Michel Fou- arrollo de este movimiento en la vida intelectual france-
cault sobre este tema pone de relieve algunas de las cues- sa contemporánea se encuentra Jacques Lacan, cuyo
tiones cruciales que la noción de autor plantea a la crítica «regreso a Ereud», anunciado en el Discourse de Rome en
literaria. Foucault argumenta, de forma convincente, como 1953 y elaborado en sus seminarios en los años siguien-
el concepto de autor comosujeto, como aquel que auto- tes, negaba de forma tajante y repetidamente la trans-
riza o da autoridad y que es responsable de un texto, es, parencia del cogito cartesiano (y otras formulaciones
comparativamente, de reciente invención y, comotal, pue- relacionadas con éste como son el «moi» sartriano o
de no ser útil o ser, incluso, insostenible: «Al final se lle- el «percipio» de Husserl y Merleau Ponty). Para Lacan,el
ga a la conclusión de que el nombre del autor no hace sujeto no puede ejercer nunca la soberanía sobre sí mis-
referencia a una persona real sino que éste excedeloslí- mo sino que únicamente puede surgir en el discurso in-
mites de los textos, los organiza, y revela su modo de ser tersubjetivo con el Otro: «La condición del sujeto S
o, por lo menos, los caracteriza. Aunque señala claramente (neurótico o psicótico) depende de lo que se encuentra
la existencia de determinados textos también hace referen- sin revelar en el Otro A. Lo quese revela aquí está articu-
cía a su estatus dentro de una sociedad y una cultura [...] lado como un discurso (el inconscientees el discurso del
La función del autor es, entonces, característica de un Otro), siendo Freudel primero en intentar definir la sin-
mododeexistencia, de un modo de circulación y opera- taxis de aquellos fragmentos del mismo. Un discurso cu-
ción de ciertos discursos dentro de una sociedad».? yos fragmentos nos llegan en determinados momentos

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 119


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

privilegiados, como son los sueños, los deslices verbales dencia respecto a otras obras. En este mismolibro se en-
o de la pluma, o los flashes del ingenio».* En síntesis, el cuentran los problemas y contradicciones inherentes a los
yo no puede llegar a ser autor de su propio discurso en conceptos de autor y del yo. El relato de Vico se caracte-
mayor medida de lo que cada productor de un texto pue- riza, aunque a este respecto no sea único entre las auto-
de ser llamado autor, esto es, originador, de su propia obra. biografías, por el hecho de que el propio Vico se refiera
«Escribir», como acertadamente ha señalado Barthes, pue- a sí mismo en tercera persona. De esta forma logra dis-
de ser concebido como un verbo intransitivo con un su- tanciarse de sí mismo como autor respecto al héroe
jeto impersonal tal y como lo hace la expresión idiomática protagonista de su narración permitiendo que su perso-
francesa «il pleut».” Todo texto es consecuencia dela ar- nalidad, su yo, emerja en el mismo acto de escribir su
ticulación de relaciones entre textos, el producto de la Autobiografía. Lo que, por lo menos parcialmente, se pro-
intertextualidad, un tejido formado por lo que ha sido pone Vico,es distinguirse y distanciarse de la figura do-
producido de forma discontinua en otros lugares. Cada minante de Descartes cuyo Discurso del método es el
sujeto, cada autor, cada yo, es la articulación de la inter- principal modelo que utiliza para su propio texto. Vico
subjetividad estructurada en y alrededor de los discursos desconfiaba profundamente del cogito cartestano que, en
disponibles en cualquier momento del tiempo. Dentro del aquella época, se tomaba como punto de partida dela re-
contexto de esta crítica del sujeto es donde la investiga- flexión de todo pensamiento sobre el origen de la con-
ción de la autobiografía considerada como una especie par- ciencia subjetiva. Así, una de las metas de Vico en su
ticular de escritura puede ser abordada de una forma más Autobiografía era contradecir ese aspecto subjetivo del dua-
fructífera. lismo cartesiano:
La historia de la palabra autobiografía en sí misma pone
de relieve la problemática del autor. El surgimiento de esta No fingiremos aquí, tal y como Descartes astutamente
palabra a finales del siglo XVIII (la OED atribuye a Sout- hizo respecto al método de sus estudios y cuya verdadera y
simple intención era la de exaltar su propia filosofía y mate-
hey su primer uso en 1809; Pierre Larousse considera que máticas y, consiguientemente, degradar todos aquellos estu-
la formafrancesa se deriva del inglés; a Herder se le cita dios que forman parte de la erudición humanay divina. Por
comoel creador de la Selbstbiographie alemana) coincide el contrario, con la franqueza propia de un historiador, rela-
con el comienzo de lo que Michel Foucault ha denomi- taremos sencillamente y paso por paso el proceso completo
nado «el sueño antropológico» en la cultura occidental, de los estudios de Vico, considerando que deben darse a co-
Tanto la autobiografía como el concepto del autor como nocer las verdaderas y naturales causas de su particular des-
sujeto-soberano sobre el discurso son productos del mis- arrollo como hombrede letras.'
mo «episteme». Hacia finales del siglo XVIII había obras
que en la actualidad serían catalogadas como autobiogra- Segúnreivindica el propio Vico, la historia de su evo-
fías pero que en su momentos fueron denominadas con- lución intelectual no es tanto la historia de su persona
fesiones, memorias o diarios íntimos. Cuandose le pidió comola del conjunto de obras que hicieron de él un «hom-
a Vico queescribiera su autobiografía lo hizo bajo el títu- bre de letras». Este libro es, para una mayor exactitud,la
lo de «La vida de Giambattista Vico contada porél mis- historia del origen y desarrollo de la Nueva Ciencia (New
mo». En el párrafo inicial de sus Confesiones Rousseau Science). Así, en su Autobiografía comentae intenta Justi-
afirmaba estar inaugurando un nueva especie de escritu- ficar ese texto, a cuya creación creía Vico que estaba diri-
ra: «He empezado una obra que no tiene precedente y gida toda su vida. Este aspecto de la Autobiografía se
cuya realización no tiene imitador posible. Propongo mos- encuentra de forma más pronunciada aún en la «Conti-
trar ante mis mortales amigos un nuevo hombre en toda nuación del autor» (1731) en la que Vico da respuesta a
la verdad de su naturaleza; y este hombre seré yo mis- las críticas de la primera edición de la Nueva Ciencia
mo».* Los historiadores de la autobiografía con frecuen- (1725): «Sin embargo, [Vico] bendecía todas esas adversi-
cia se han hecho eco de la característica y egotística dades como ocasiones para sentarse en su mesa de traba-
afirmación de Rousseau a quien le han atribuido la inau- jo, su ciudadela inexpugnable, para meditar y escribir
guración del género en su forma moderna? Lo que, den- futuras obras a las que solía denominar «nobles actos de
tro de estas afirmaciones generalizadoras, sigue siendo venganza contra sus detractores» y que finalmentele lle-
acertado es afirmar la creación misma de la autobiografía varían al descubrimiento de la Nueva Ciencia. Una vez
como un género literario en las mismas condicioneshis- escrita su obra comenzó a disfrutar de la vida, del honor
tóricas que hicieron surgir los conceptos de sujeto, yo y y de la libertad, considerándose a sí mismo más afortu-
autor como soberanías independientes. No obstante, pro- nado que Sócrates».!! Las obras de Vico, en especial la
bablemente no sea Rousseau el único candidato que pue- Nueva Ciencia y la Autobiografía, fueron generadas a partir
deser considerado como padre de la autobiografía. Vico de otros textos: las obras de autores de posición contraria
también podría serlo. (Descartes, Lucrecio y sus críticos venecianos o napolita-
Aligual que otras obras suyas la Autobiografía de Vico nos contemporáneos), las obras en las que Vico afirma
es un texto sobre textos, un libro que se origina en otros haberse inspirado (Bacon, Platón, Tácito y Grocio) y las
discursos, una obra original que, sin embargo, no puede obras que el propio Vico había escrito previamente (So-
reclamar su originalidad entendida ésta como la indepen- bre el método de estudio de nuestro tiempo, La sabiduría

120 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


- ESTUDIOS Ficciones del «yo»

más antigua de los italianos, «La nueva ciencia en forma ensayo: «Seul ce qui ressemble différe, seules les dif
negativa», la primera edición de la Nueva Ciencia y la férences se ressemblent».!* Los propios textos de Vico
Autobiografía; las dos últimas deben ser leídas juntas y pueden ser vistos, entonces, como repeticiones de obras
en conjunción con las siguientes ediciones de la Nueva previas, las suyas propias o las de otros, aunque sólo en
Ciencia). Tal y como el propio Vico comentaen la Auto- el sentido de que cada repetición constituye una articula-
biografía, su vida es una larga serie de revisiones de textos ción única e individual del patrón. Cada texto repite otros
previamente escritos cuya culminaciónes la Nueva Cien- textos al producir diferencia. La repetición es una función
cía, obra que tuvo tres ediciones (cada una consistía de la memoria entendidaen el sentido especial en quela
en la versión revisada de la anterior) durante la vida del usa Vico: «La memoria tiene tres aspectos diferentes: 1) el
autor. de memoria en sí misma cuando recuerda cosas; 2) el de
La relación de Vico con sus precursores (incluyendo imaginación cuando las altera o imita; 3) el de invención
a aquellos de los que tenía una opinión favorable) es com- cuando les da un nuevo giro o las pone en una disposi-
pleja debido a la creencia de queél era, en palabras que ción y relación apropiadas».” La Autobiografía y la Nue-
atribuye a su amigo Caloprese, «el autodidacta o maestro va Ciencia de Vico son productos de la memoria en los
de sí mismo». En la Autobiografía se esfuerza en refle- tres sentidos de este término. Estas obras se asemejan en-
jar su independencia respecto a otros pensadores así como tre sí y a las obras de las que se derivan solo el hecho de
en afirmarla originalidad de su pensamiento al presentar diferir de ellas.
sus obras como el producto de una única intención auto- El hecho dequela repetición y la memoria se encuen-
rial. Afirma, por ejemplo, que en su vida no tuvo men- tren, sin duda alguna, entre las categorías más significati-
tor que le guiara, a excepción de las luces de su propia vas de la autobiografía, es algo que Kierkegaard, más que
inteligencia: «Vico bendecía la buena fortuna de no tener ningún otro pensador, sabía bien. Su libro Repetición
maestro en cuyas palabras tuviera que creer ciegamente (1843) es un estudio crítico de las semejanzas y diferen-
y se sentía muy agradecido hacia los bosques que solía cias entre recuerdo y repetición expresadas de una for-
recorrer en los cuales, guiado por su propio genio,él ha- ma que más tarde Freud iba a hacer famosa,la historia
bía seguido el curso principal de sus estudios sin proble- del caso. En el párrafo que abre esta obra, Constantine
mas de prejuicios sectarios».* Incluso Bacon, a quien Constantius, seudónimo del autor, define la relación en-
Vico nombra como uno de los cuatro autores de los que tre recuerdo y repetición de una forma decididamente
partió para llegar a los principios implícitos en la Nueva «vichiana»: «La repetición y el recuerdo responden al mis-
Ciencia, carece de inmunidad en aquellos momentos en mo movimiento sólo que en direcciones opuestas por
los que Vico busca liberarse de las trabas de toda influen- cuanto lo que ha sido recordado ha sido una repetición
cia intelectual: «Y su leve satisfacción ante los intentos del hacia atrás, mientras que la repetición propiamente dicha
libro de Bacon derastrear la sabiduría de los antiguos en es un recuerdo hacia adelante».!* La defensa, por parte de
la fábulas de los poetas fue una señal de la fuente a partir Kierkegaard, de lo instantáneo, lo momentáneo o todo
de la que Vico, también en sus últimas obras, buscabare- lo que tienda a romperla unidad en oposición al concep-
cuperar principios de la poesía diferentes de aquellos que to hegeliano de mediación es bien conocida. Como Cons-
tanto griegos y latinos como otros desde entonces han tantius afirma más adelante, la paradoja de la repetición
aceptado hasta ahora».'* A lo largo de toda su Autobio- reside en la confirmación simultánea de semejanza y
grafía Vico reafirma su originalidad, su unicidad y su auto- diferencia: «La dialéctica de la repetición es sencilla por
ridad comosi viera su propia evolución intelectuala la cuanto lo repetido ya ha tenido lugar previamente, o de
luz de un probado aforismo en la Nueva Ciencia: «[...] otra forma no podría ser repetido, siendo precisamente
para lograr el propósito de esta investigación, debemos el hecho de haber tenido ya lugar lo que da a la repeti-
partir de la consideración de que no hay libros en el ción su carácter de novedad. Cuando los griegos decían
mundo».'5 que todo conocimiento era recuerdo, estaban afirman-
La paradójica originalidad que Vico asegura tener de- do precisamente que todo había tenido lugar ya antes;
pende de su famosa teoría de la historia sobre la que se cuando se dice que la vida es unarepetición se está afir-
explaya en repetidas ocasiones en su Nueva Ciencia. Para mando que lo que vuelve a existir ahora es lo que ya ha
Vico, la historia es repetición, es una fluctuaciónsin fin sido».”
de «corsi» y «recorsi» que se repiten de una forma ligera- La repetición es lo que el innominado joven, infruc-
mente diferente. Cada época de lo que Vico denominahis- tuosamente enamorado, anhela, y también lo que consi-
toria gentil recapitula el paso del hombre desde el gue, aunquedifícilmente de la forma en que lo esperaba.
barbarismoa la civilización y posteriormente a la deca- Su carta final a Constantius revela la dialéctica que el li-
dencia, aunque siempre con diferencias que marcan el ca- bro examina en el sobrecogedor anuncio de que la mujer
rácter individual de cada una deellas, produciendo de esta queel joven ha abandonado se ha casado conotro. El in-
forma y al mismo tiempo unarepetición del patrón uni- nominado amante ha logrado su repetición, aunque con
versal. Este problemático concepto de repetición es cui- un giro interesante, de la misma forma que Job «doble-
dadosa y nítidamente captado por Deleuze en el pasaje mente restaurado»tenía todo lo que había perdido: «Lo
de su Logique du sens citado al principio del presente único que Job no recibió por duplicado fueron sus hijos

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 121


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

puesto que la vida humana no es algo que pueda ser du- mente desea la pérdida y recuperación del objeto de pa-
plicado. En ese caso solamente es posible la repetición es- sión (Isaac, la joven o Regina). Este incomprensible
piritual aunque en la vida temporal ésta nunca es tan movimiento del espíritu motiva los discursos de Silentio
perfecta como en la eternidad que sí es la verdadera repe- y de Constantius (hecho que ambosafirman) de la mis-
tición».% Aunque aparentemente el joven lo ha perdido ma forma que mueve al propio Kierkegaard a crear estos
todo, intima o espiritualmente puede ser recuperado. La dos seudónimos del autor debido a la tensión de su pro-
única forma en que el joven puede recuperar a la joven pia vida espiritual.
es interiormente, al crear una discontinuidad al perderla Haciael final de Repetición, Constantius llamala aten-
o al establecer las diferencias en su relación externa. Como ción hacia el contenido ficticio de su obra al confesar que
Constantius había puntualizado anteriormente: «Sin duda ha imaginadola figura del joven para ilustrar el excepcio-
alguna, no es la posesión en sentido estricto o el conteni- nal caso del poeta. El joven representa unafigura ideal
do que produce el desarrollo de esta situación lo que a sobre la que Constantius puede ejercer sus investigacio-.
él le preocupa: lo que a él le preocupa es el retorno, con- nes psicológicas. Constantius confiesa: «[...] cada una
cebido en un sentido puramente formal[...] La mujer no de mis palabras o bien es un ventriloquismo o bien es
es una realidad en sí sino el reflejo de los movimientos pronunciada con referencia a él». No obstante, la rela-
dentro de sí mismo y de las causas que los motivan».” ción establecida no es simplemente la de marioneta y
Larepetición es un extraño tipo de movimiento metalép- * maestro ya que Constantius ha sido creado como escri-
tico del espíritu en el que dos condiciones que aparente- tor solamente en relación al joven: «Mi personalidad es
mente no son semejantes se vuelven equivalentes en una una presuposición psicológicamente necesaria para hacerle
relación de diferencia temporal. Al contrario que el re- suglr».%
cuerdo, que «comienza con la pérdida»,?la repetición es La existencia de Constantius y la del joven se consti-
una plenitud, el redescubrimiento de lo que el recuerdo tuyen mutuamente puesto que cada uno repite las pala-
ha perdido por medio del desplazamiento del objeto re- bras del otro aunque de forma diferente. Las cartas que
cordado a un orden intemporal: «la eterninad, que es la supuestamente escribe el joven deben haber sido compues-
verdadera repetición». tas por el propio Constantius, tal y comolas palabras que
No obstante lo que este texto lleva a cabo es algo más Constantius escribe deben haber tenido su origen en las
que una lúcida exposición de un concepto problemáti- palabras y acciones del joven. Si se aceptael relato de Cons-
co. Repetición, al igual que la obra que le acompaña Te- tantius, el texto de Repetición, crea dentro de sí mismo
mor y temblor (ambostextos fueron publicados el mismo una intersubjetividad en la que dos personajes imagina-
día), es además una autobiografía encubierta, el intento rios hablan entre sí repitiendo cada uno lo que el otro
por parte de Kierkegaard de explicar tanto ante sí mis- no ha dicho.”
mo como ante Regina Olsen las razones por las cuales El mismo Kierkegaard, quien aparentemente no se en-
se ha visto obligado a romper su compromiso. Ámbos cuentra implicado en el diálogo entre los dos personajes
libros contienen imaginativos recuentos de los principa- del libro (su nombre no aparece en la edición original),
les acontecimientos de la relación romántica mantenida; no puede ser, sin embargo, omitido de la discusión. El
en Temor y temblor a través de la recreación del sacrifi- hecho de queél sea «el autor, así lo llamaría la gente» de
cio de Abraham e Isaac y en Repetición a través de la Repetición y de todas las otras obras con seudónimosserá
narración ficticia de las relaciones entre Constantius y posteriormente admitido por Kierkegaard en una nota pu-
una joven desconocida. Aunque en apariencia los dosli- blicada en el apéndice de su Concluding Unscientific Poste
bros no podían ser más disímiles, interiormente su pare- Script (Apéndice de conclusiones no científicas) (1846) ter-
cido es preciso. Johannes de Silentio, el narrador de Temor minando de ese modo con su «seudonimidad o polinimi-
y temblor, procede, por medio de los comentarios y re- dad». Continuaría sosteniendo, sin embargo, que las
flexión sobre la historia de Abraham e Isaac, de la mis- palabras pronunciadas en estas obras no eran suyas sino
ma forma que Constantius quien toma como tema de de los autores seudónimos y que las opiniones e ideas
su discurso la relación entre los dos jóvenes amantes. Ám- expresadas por estas personas imaginarias eran entera-
bos se sitúan al margen de las relaciones intersubjetivas mentede ellas: «En las obras firmadas con seudónimo no
frente a las que se encuentran de la misma forma que hay ni una sola palabra que sea mía, no formo parte de
Kierkegaard asume la posición de observador neutral con las mismas a no ser comotercera persona, no poseo nin-
respecto a las relaciones representadas figurativamente tan- gún conocimiento de su significado excepto comolector
to por los amantes como por Abraham e Ísaac. En y no tengo ni la más remota relación particular con
ambos casos, Kierkegaard ha representado de forma ellas»,2
encubierta su relación con Regina, a quien hasacrifica- Kierkegaard se niega aquí a asumir la responsabilidad
do pero a quien espera recuperar tal y como desean ha- tradicional como autor del texto poniendo en cuestión,
cer Abraham, respecto a Isaac, y el joven, respecto a su de esta forma, las nociones convencionales de autor y de
amante. Lo que fascina a Kierkegaard y a sus falsos na- texto, del yo y de discurso. El «yo» que escribe estas frases
rradores es la dialéctica interna de Abraham, del joven es un sujeto totalmente diferente de Johannes Climacus,
o del mismo Kierkegaard, una dialéctica que simultánea- de Johannes de Silentio, de Víctor Eremita así como de

122 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

todos los otros autores cuyos nombres firmaban la serie La voluntad de poder vino a existir, asumiendo así un lu-
de obras que surgieron de la prolífica pluma de Kierke- gar en la práctica discursiva que los lectores posteriores
gaard durante los tres años previos. A pesar de que Kier- han venido a denominar nietzscheana. Afirmar lo dicho
kegaard es, hasta cierto punto, el responsable total de las anteriormente es repetir la esencia misma de La voluntad
obras escritas bajo seudónimo solo logra la autoridad so- de poder.
bre estos textos bajo determinadas condiciones, por me- Como Foucault ha señalado, la cuestión fundamental
dio de una forma de intersubjetividad generada de la en Nietzsche es: «¿Quién habla». Sin embargo,el análi-
confrontación entre el discurso del autor seudónimo y sis que hace Foucault del discurso de Nietzsche es insufi-
las respuestas interpretativas (silenciosas en su mayor parte) ciente para su texto fundamental, La voluntad de poder,
hechas por el propio Kierkegaard comolector de ese dis- obra en la que esta cuestión es planteada de una forma
curso. Encierto sentido, Kierkegaard, al escribir estas obras forzada y paradójica. Según Foucault «Nietzsche llevó al
bajo seudónimo, no es en absoluto un sujeto sino quees, extremo la cuestión de quién es el que habla aunque se
másbien, una multiplicidad de sujetos que constituye, en vio forzado, en última instancia, al incluirse a sí mismo
las relaciones intersubjetivas que cada acto de lectura crea en dicha cuestión y basarla en sí mismo comosujeto que
entre ellos, una figura de autoridad cuya presencia/ausen- habla y pregunta: Ecce homo».” En contraste con esta
cia podría ser designada como «Kierkegaard». No obstan- interpretación, que se basa en el Ecce homo como auto-
te, hay que tener cuidado de distinguir esta figura de la biografía confesada, se pueden presentar las siguientes ob-
del otro Kierkegaard, el que firma El concepto de la iro- servaciones realizadas por el propio Nietzsche: «El sujeto
nía, los Discursos edificantes y las numerosas obras escri- noes algo dado, es algo añadido, inventado y proyectado
tas entre 1846 y su muerte en 1855. Así, Kierkegaard tras lo que hay»; «el sujeto es la ficción de que muchos
también se encuentra, como el más radical partidario de estados similares en nosotros son el efecto de un substra-
la «verdad como subjetividad», entre aquellos que máscrí- to: pero somos nosotros los que primero creamosla ““se-
ticamente cuestionan la autoridad del sujeto sobre su mejanza” entre estos estados; lo importante no es tanto
discurso. En relación a este aspecto el discurso kierkegaar- su semejanza comoel hecho de que nosotros los modifi-
diano se asemeja profundamenteal texto nietzscheano de quemos y los hagamos similares; las distinciones entre
La voluntad de poder. “sujeto”, “objeto” y “atributo” son, entonces, invencio-
A pesar de quela crítica más actual de la obra de Nietz- nes que se imponen de forma esquemática sobre hechos
sche se esfuerza por delimitar y circunscribir la impor- manifiestos. La observación fundamentalmente falsa es
tancia de La voluntad de poder, este texto sigue siendo uno aquella según la cual es uno mismo el que hace algo, el
de los más interesantes y significativos de este autor.” que sufre, el que posee algo o tiene una cualidad deter-
Comotexto, plantea, en su propio modo de producción minada»,%
y en numerosas observaciones dentro de sus mismoslí- En La voluntad de poder, no es el propio Nietzsche
mites, la cuestión de los principios fundamentales de la «el sujeto que habla y plantea interrogantes» puesto que
autoridad sobre el discurso. Este libro, como se sabe, fue tales sujetos, como se afirma en el texto, no existen más
publicado por primera vez por la hermana de Nietzsche, que de una formaficticia. El que piensa, organiza y escri-
Elisabeth Fórster-Nietzsche, al año siguiente de la muer- be el texto ante nosotros no es un sujeto sino algo imper-
te de éste y está compuesto por una colección de fragmen- sonal que se sitúa más allá de la autoridad y del control
tos tardíos y por notas escritas entre 1883 y 1888. El orden de cualquier individuo. Es la voluntad de poder: «Todas
de los diferentes fragmentos y la autenticidad de algunos de las intenciones, metas, o significados son solo modos de
ellos se ha venido discutiendo desde hace tiempo. Aun- expresión y metamorfosis de una voluntad que es inhe-
que lo quesí está claro es que en algún momento Nietz- rente a todo acontecimiento: la voluntad de poder».*
sche quiso publicar un libro conel título de La voluntad Nietzsche elimina la autoridad del sujeto al presentarla
de poder, no es posible confirmar queese libro sea el mis- como un engaño, como la mera expresión figurativa de
mo que, durante los últimos setenta y cinco años, ha es- una actividad condicionada:«([...] lo que exijo es) que se
tado circulando bajo el mismo título. La autoridad de debería devolver el agente a la acción una vez que se hu-
Nietzsche sobre La voluntad de poder es una cuestión pro- biera extraído de ésta y vaciado así la acción; que se debe-
blemática. No es posible determinar la responsabilidad ría devolver a la acción el hecho de hacer algo, la meta
de Nietzsche por su contenido, su circulación y por la o la intención después de haberlas extraído artificialmen-
influencia que ejerció en toda una generación de pensa- te de la acción y, por lo tanto, haber vaciado la acción».
dores alemanes por cuanto nunca autorizó su publicación Si partimos de que la autobiografía puede ser descrita
ni siquiera en el «sentido jurídico y literario» porel que como la indagación del yo dentro de su propia historia,
Kierkegaard asumió la responsabilidad de obras suyas pu- la indagación de un sujeto por él mismo, entonces Nietz-
blicadas bajo seudónimo. No obstante, es obvio que sche expresa la más temida advertencia que se le puede
«alguien»escribió La voluntad de poder, o tal vez sería más hacer a un texto autobiográfico: «El peligro de la indaga-
correcto decir que (la serie de fragmentos,el libro, el tex- ción directa del sujeto sobre sí mismo y del autorreflejo
to) fue escrito y que simplemente, por medio de determi- del espíritu que subyace en ella reside en el hecho de que
nados procedimientos y modos conocidos de publicación, puede ser útil e importante para que unorealice una in-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 123


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

terpretación falsa de sí mismo».*” En el presente siglo na- empleaba el propio Freud en el análisis del discurso de
die ha tomado esta advertencia más en serio que el pro- los neuróticos.” Hacer que Freud se vuelva sobre sí mis-
pio Freud. mo es descubrir un discurso atrapado por su propia dis-
Todos los conceptos centrales en Freud, la represión, cursividad, o, dicho de otra forma, es descubrir en Freud
el inconsciente, el narcisismo, el fenómeno de la contra- un impulso neurótico por poner al descubierto los secre-
transferencia, son profundamente nietzscheanos(y scho- tos y los mecanismos de la neurosis. No es injusto, pues,
penhauerianos) en el modo en que cuestionan el estatus sugerir que el pasaje más arriba citado se parece extraor-
ontológico del sujeto. Freud era plenamente consciente dinariamente a una descripción de la forma en que opera
de la deuda contraída con Nietzsche y Schopenhauer aun- el inconsciente en la vida mental y, a la inversa y de
que intentó negarla: «El alto grado en que el psicoanálisis formaextraordinaria, una descripción de las técnicas em-
coincide con la filosofía de Schopenhauer[...] no encuen- pleadas por el analista para interpretar los síntomas y los
tra su punto de referencia en el conocimiento de sus en- sueños de sus pacientes. Al presentar este relato de su
señanzas puesto que leí a Schopenhauer bastante tarde en vida, el discurso de Freud no tiene un estatus ni más(ni
mi vida. Por otra parte, durante mucho tiempo evité la menos) privilegiado que el del discurso de un neurótico
lectura de Nietzsche, que es otro de los filósofos cuyos en una entrevista psicoanalítica y así se pone de manifies-
aciertos e intuiciones a menudo concuerdan de unafor- to en un pasaje del Postcript (1935) del Estudio autobio-
ma asombrosa con los hallazgos más laboriosos del psi- gráfico:
coanálisis; me preocupaba menos la cuestión de mis
posibles predecesores que el hecho de tener la mente tran- Y en este momento me será permitido interrumpir estas
quila».* Sin embargo, al contrario de lo que el propio notas autobiográficas. El público no tiene derecho a saber
Freud afirma, estuvo constantemente (se podría inclu- más de mis asuntos personales, de mis luchas, decepciones
so decir, sin ser injusto, patológicamente) preocupado y éxitos. Además y en todo caso, he sido másabierto y fran-
por la cuestión de sus predecesores. Tanto en su Estudio co en algunas de mis obras (como La interpretación de los
sueños y La psicopatología de la vida de cada día) de lo que
Autobiográfico (1925) como en otra obra más temprana,
normalmente son aquellas personas que describen su vida
Historia del Movimiento Psicoanalítico (1914), la ansiedad para sus contemporáneoso para la posterioridad sin haber
con la que Freud afirmaba su originalidad, su completa recibido un excesivo agradecimiento porello, por lo que, des-
responsabilidad y autoridad sobre las doctrinas del psi- de mi experiencia, no puedo recomendarle a nadie que siga
coanálisis, es evidente en todo momento. Las frases con mi ejemplo.*
las que inicia su última obra son igualmente significati-
vas: «Nadie ha de sorprenderse porel carácter subjetivo Comoun paciente neurótico, Freud se resiste a la in-
de la contribución que a la historia del movimiento psi- trusión del lector al calificar como parte de sus «asuntos
coanalítico me propongo hacer aquí, ni tampoco es pre- personales» las nuevas cuestiones que éste plantea. No
ciso que nadie se sorprenda por la parte que yo juego en obstante, le da al lector al mismo tiempo la informa-
él pues el psicoanálisis es mi creación».Freud, que ac- ción fundamental y necesaria para que éste continúe sus
túa aquí comola figura del padre tirano, marginaba a indagaciones al indicarle que examine otros textos suyos.
Adler y a Jung al situarlos en una zona de oscuridad psi- Freud remite al lector curioso a La interpretación de
cológica situada más allá de las fronteras del psicoaná- los sueños, su verdadera autobiografía y el texto clave
lisis, mientras que, al mismo tiempo, se defendía a sí en cualquier discusión sobre la escritura autobiográfi-
mismo de aquellos ataques por los que se aseguraba que ca. Freud reconoce, de esta forma, el lugar central que
sus ideas eran un plagio de las de una variedad de autores La interpretación de los sueños ocupa tanto en su propia
contemporáneos como podían ser Charcot, Breuer, Pop- vida como en el conjunto de su trabajo psicoanalítico.
per-Lynkeus y Janet. A salvo de los peligros que repre- En el prefacio a la segunda edición de esta obra (1908)
sentaban los apóstatas y del que suponía una crítica afirma: «(Por cuanto) este libro tiene una significación
desfavorable situada al margen del movimiento del psi- subjetiva nueva para mí personalmente, una significa-
coanálisis, Freud valoraba sus logros con una falsa mo- ción que solo comprendí después de haberlo comple-
destia: tado». Años más tarde, en el prefacio de la tercera
edición en inglés juzgaba su trabajo como «el descu-
Mirando hacia atrás, y viendo la labor realizada consti- brimiento de mayor valor entre los que he tenido la for-
tuida por el conjunto de todas las obras de mi vida, puedo tuna de hacer. Intuiciones como ésta le caen en suerte
decir quesi he creado muchos principios también he recha- a uno una sola vez en la vida».Este libro es, enton-
zado muchas sugerencias. Algo ha de salir de ellas en el fu-
ces, tanto una autobiografía como el fundamento de to-
turo aunque nos es posible afirmar si será mucho o poco.
Sin embargo, espero haber abierto camino para un avance dos los escritos teóricos de Freud. La autobiografía y la
importante del conocimiento.* teoría se hacen frente en la producción del texto; la vida
y el pensamiento son, de hecho, producidas al escribir.
Como Lacan y otros han mostrado, el enfoque más La única forma que posibilita en entedimiento de lo an-
apropiado en el estudio del discurso freudiano sería aquel terior es la interpretación misma de La interpretación de
que le aplicara las mismas técnicas de interpretación que los sueños.

124 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

El famoso sueño de «La inyección de Irma» es un buen tercambiaron Fliess y Freud que coincide con el período
punto de partida. Freud lo ofrece a modo de caso mode- en que escribió La interpretación de los sueños. En una obra
lo o ejemplar del método de la interpretación de los sue- anterior, Proyecto de una Psicología Científica (1895) Freud,
ños que él ha descubierto. Al presentar su propia vida refiriéndose al sueño de «la inyección de Irma» al expli-
mental a examen le exige al lector una participación más car los mecanismos de desplazamiento del sueño, men-
profunda en el proceso interpretativo: «Y ahora debo pe- ciona a un «amigo» (identificado en una nota a pie de
dirle al lector que, durante un período de tiempo, haga página con el editor de Standard Edition) a quien se ha
suyos mis intereses, y que se sumerja, junto a mí, en los referido en el análisis de una parte del sueño como «aquel
detalles más insignificantes de mi vida pues nuestro inte- que ha conocido todos mis trabajos durante el período
rés en los significados ocultos de los sueños nos obliga de su gestación así como yo he conocido los suyos».* El
de forma perentoria a realizar una transferencia de este amigo es, por supuesto, Fliess, a quien Freud escribió una
tipo».*! Como paciente y analista, Freud crea, por me- carta el 12 de junio de 1890 (a propósito de una visita a
dio de la complicidad del lector, un discurso intersubjeti- Bellevue, lugar en el que Freud había soñado «La inyec-
vo en el que el texto del sueño y su interpretación ción de Irma»):
constituyen uno de los elementos y la respuesta del lec-
tor el otro. La simple dialéctica entre el paciente que ha- Supones quealgún día habrá una placa de mármol en mi
bla y el analista que le escucha se funde en un discurso casa con la siguiente inscripción:
unívoco pronunciado por Freud para ventaja de los lec-
tores a los cuales se les ha inducido a creer que, por un EN ESTA CASA, EL 24 DE JULIO DE 1895
momento, estaban recibiendo un visión privilegiada de EL SECRETO DE LOS SUENOSLE FUE REVELADO
la vida mental del maestro. Esa ilusión es breve. Freud in- AL DOCTOR SIGMUND FREUD
terrumpe repentinamente la entrevista en su punto cul-
En este momento lo veo poco probable. Pero cuando leo
minante al descubrir, en su propio sueño, el motivo de
los últimos libros de psicología (la segunda edición del Analy-
la venganza: se der Empfindunge de Mach, el Aufbau der Seele de Kroell,
etc.), que tienen objetivos similares al de mi trabajo, y veo
Novoya hacer creer que he conseguido poner comple- lo que aportan sobre los sueños, me siento tan embelesado
tamente al descubierto el significado de este sueño o que su como el enano del cuento de hadas porque «la princesa no
interpretación no tiene laguna alguna. Podría dedicarle más lo sabe».*%
tiempo, extraer más información de él y discutir problemas
nuevossuscitados por el mismo. Yo mismosé de dónde par- Una mayor información adicional: el sueño jugó un
tir para seguir nuevas direcciones de pensamiento perocier-
papel decisivo en el descubrimiento del mecanismo de
tas consideraciones que surgen en todos mis propios sueños
me impiden seguir con el trabajo interpretativo. Si alguien
los sueños de Freud y está ligado a su amistad con Fliess,
se sintiera tentado, ante mis reservas, a expresar una conde-
Freud, que se permite mantener una postura infantil so-
na precipitada, le sugeriría que intentara hacer el experimento bre su descubrimiento del «secreto de los sueños» no nos
de ser más sincero de lo que lo soy yo. Por el momento me ofrece, sin embargo, ninguna clave para comprender el
siento satisfecho del logro conseguido en este nuevo y par- secreto de sus reservas. En La interpretación de los sueños
ticular conocimiento. Freud vuelve más adelante sobre ese sueño para ana-
lizar en mayor profundidad lo que él mismo ha venido
Por «reserva» se podría leer más acertadamente aquí a denominar como los grupos de asociaciones «Otto» y
«resistencia». Esta resistencia tiene también lugar en el caso «Wilhem» que son, respectivamente, las imágenes de opo-
de la histeria de Dora a quien Freud trató poco después de nentes hostiles y de amigos comprensivos.$ Aunque
haber escrito este pasaje y cuyo análisis interrumpió jus- aporta más explicaciones acerca del sueño no ofrece una
to en el momento en que iba a descubrir la verdad. En explicación en mayor profundidad del origen del sueño,
una inverosímil transferencia de responsabilidades echala limitándose a repetir la interpretación anteriormente ofre-
culpa de esa interrupción al lector el cual, según asegura cida que se limitaba a afirmar que el contenido compen-
el propio Freud, no está dispuesto a «hacer el experimen- saba ciertos sentimientos de insuficiencia. Este sueño.se
to de ser tan sincero como yo». Así, el texto de Freud se convierte en una de las piedras de toque de esta obra de
encuentra ante una situación sin salida provocada por un Freud y también, con gran diferencia respecto al resto,
paciente reacio y un analista inepto, representando, de uno de los que con mayor frecuencia se cita en el libro.
esta forma, el mismo proceso de represión que busca es- Sin embargo, en ninguna parte lleva la interpretación de
clarecer. este sueño más allá del punto en el que la había dejado
El lector curioso puede por supuesto acudir, al igual cuando interrumpió bruscamente su análisis inicial. En
queel analista con inventiva (sabiamente representado por la lectura de este texto de Freud, «La inyección de Irma»
el propio Freuden el análisis de Dora), en busca de infor- se convierte en un centro de resistencia e ininterpretabi-
mación a otros lugares: otros sueños narrados por Freud lidad, algo que el propio Freud denominaba «punto
en La interpretación de los sueños, otras obras de Freudy, central»:
ante todo, puede recurrir a la correspondencia que in-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 125


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

Incluso en aquellos sueños que han sido analizados en solución de un problema a un capítulo posterior(el lec-
profundidad hay siempre un pasaje que queda sin esclare- tor puede seguir este aspecto del libro apoyándose en las
cer. Ello se debe a que, durante el proceso de interpretación, cuidadosas notas contrarreferenciales en la Standard Edi-
nos volvemos conscientes de que existe un lío de sueños-pen tion) como, por ejemplo, en el primer capítulo cuando
samientos que no puede ser desenmarañado,el cual, por otra
surge la discusión sobre las fuentes y los estímulos de los
parte y en cualquier caso, nada añade a nuestro entendimiento
sueños dentro del problema de los sueños típicos: «Más
del contenido del sueño. Este es el punto central del sueño,
el lugar desde el que sitúa dentro de lo desconocido. Los tarde tendré la ocasión de volver sobre la cuestión de los
sueños-pensamientos a los que nos dirige la interpretación sueños típicos y sus orígenes».*! Esta cuestión es, efecti-
no pueden tener, por la misma naturaleza de las cosas, fina- vamente, tratada más extensamente en el capítulo 5. Tam-
les indefinidos. Tienen que ramificarse en diferentes direc- bién sucede lo mismoenel caso de la distorsión del sueño
ciones dentro de la compleja red de nuestro mundo de (que solo puede ser entendido en el contexto de la es-
pensamientos. En algún momento preciso, esta confusión se tructura de todo el aparato mental), respecto al que
encuentra tan particularmente cerrada que el sueño-deseo cre- Freud indica que tendrá que «posponer(la discusión de
ce, como un champiñón se desarrolla a partir de su myce- este tema) hasta otra fase posterior del estudio». Con
lium.* frecuencia el texto suele prometer más de lo que puede
ofrecer: «Los sueños de ansiedad son sueños de conteni-
El punto de origen del sueño-deseo marca un límite, do sexual, la libido que le corresponde a este conte-
ese momento en el que la interpretación se vuelve sobre nido se ha transformado en ansiedad». Como indica
sí misma para reconstruir los mismossignificados que ya una nota del editor a pie de página esta «afirmación» no
habían sido descubiertos siguiendo la pista del curso de está «fundamentada» más adelante en el libro, aunque
meandrosdel sueño-deseo de vuelta a su origen (el punto Freud vuelve al tema de los sueños de ansiedad sin resol-
central) a través de diversas trayéctorias. A lo largo de La ver los problemas que surgen de ellos y forman parte
interpretación de los sueños, Freud repite de diversas for- de su teoría.
mas el fenómeno del sueño como un texto estructurado Así, el texto de Freud constituye una compleja red de
por múltiples capas de repetición y diferencia. Cuando conceptos, motivos e imágenes que se repiten, sin lle-
se enfrenta ante dos interpretaciones del mismo sueño gar a resolver, los problemas teóricos que él atribuye
aparentemente contradictorias, como a menudo suce- al trabajo del sueño. Así como la metáfora del viaje do-
de, Freud afirma que «las dos interpretaciones no son mina gran parte de la discusión sobre el trabajo de la
mutuamente contradictorias sino que ambas cubren un interpretación de sueños, la misma metáfora controla
mismo ámbito; ambas son un buen ejemplo del hecho la presentación de la estructura del propio texto de
de quelos sueñostienen por lo general, al igual que otras Freud:
estructuras psicopatológicas, más de un significado».*
En otras-ocasiones apela a información que no está pre- Cuandoel análisis del sueño de la inyección de Irma nos
sente en el sueño mismo: «Pude [darle una interpretación mostraba que un sueño puede suponerla satisfacción de un
al sueño] debido a que previamente conocía la historia deseo, nuestro interés, en principio, se encontraba totalmente
del soñador en cuestión». Como textos, los sueños pre- absorbido por la cuestión de si nosotros habíamos encon-
sentan un modelo de intertextualidad en el que la inter- trado una característica universal de los sueños por lo que
hasta el momento presente hemos suprimido nuestra curio-
pretación depende de la habilidad de articular la estructura
sidad hacia otros problemas científicos que pudieran haber
inscrita compuesta por la yuxtaposición de textos que
surgido durante el trabajo de interpretación. Después de ha-
difieren entre sí. De ahí que Freud apruebe las afirma- ber seguido esta trayectoria hasta este punto, podemos vol-
ciones de James Sully en una nota a pie de página aña- ver ahora sobre nuestros pasos y elegir otro punto de partida
dida a La interpretación de los sueños en 1914: «Como para nuestras divagaciones a través de los problemas de la
si de un palimpsesto se tratara, el sueño, bajo unos ca- vida de los sueños: hasta el momento presente podemosde-
racteres superficiales sin valor, revela los indicios de una jar a un lado el tema del deseo satisfecho, aunque estemos
vieja y preciosa comunicación».** Sobreimposición, con- lejos de haberlo agotado.**
tigilidad, yuxtaposición y repetición son los rasgos ca-
racterísticos del modelo textual que Freud crea en La El texto de Freud representa el mismo proceso que des-
interpretación de los sueños. Estas son, sin embargo, las mis- cribe al seguir y volver a seguir las mismas trayectorias
mas técnicas que constituyen La interpretación de los de su propio discurso. Por otra parte, según los pasajes
sueños. citados anteriormente, desde los del Postcript de 1935 a
Si la interpretación de los sueños vuelve una y otra su Estudio autobiográfico hasta los del prefacio de La in-
vez al mismo punto, el punto central del sueño, es posi- terpretación de los sueños, muestran que es este texto el cen-
ble afirmar que La interpretación de los sueños vuelve una tro de todos los temas más significativos de su trabajo
y otra vez al mismo nudo dela ininterpretabilidad (y en- posterior. Al igual que el sueño de «La inyección de Irma»,
tre ellos el sueño de «La inyección de Irma») lo que siem- que constituye un tipo de punto central del sueño en el
pre crea cierta desorientación sobre el significado del texto. núcleo del texto de Freud, La interpretación de los sueños
El discurso de Freud suele bastante a menudo diferir la se encuentra en el núcleo de la obra de Freud como un

126 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

«nudo de pensamientos», un punto en el que «el enredo» NOTAS


del discurso freudiano se encuentra «particularmente ce-
rrado». La interpretación de los sueños produce la misma 1. Thomas Pynchon, Gravity's Rainbow, Nueva York, 1973, p. 742,
2. Michel Foucault, «What is an Author». Traducción de James
resistencia que se identifica, dentro de la misma obra, con Venit, Partisan Revier, 42 (1975), p. 608. Foucault afirma que el con-
la esencia de todos los sueños, más aún, con la de toda cepto de autor como «personareal», que considera a éste como un su-
actividad mental. Como texto, constituye el punto central jeto activo y responsable moral del texto, surgió en la civilización
de toda la obra de Freud al que todaslas interpretaciones occidental «a finales del siglo dieciocho y principios del diecinueve»
como resultado de determinadas responsabilidades económicas y so-
del discurso freudiano deben volver inevitablemente una
ciales relacionadas con la producción y difusión de textos: «Los tex-
y otra vez. tos, los libros, los discursos empezaron realmente a tener autores (que
El discurso teórico de Freud presenta, de esta manera, no fueran personajes míticos o figuras santificadas o santificantes) hasta
una pauta ejemplar de la teoría general sobre la autobio- aquel punto en el que el autor podía ser castigado. Históricamente, el
grafía que ha sido estudiada en este ensayo a través de discurso era una demostración cargada de riesgos antes de convertir-
se en un artículo incluido en la circulación general de la propiedad»
la lectura de determinados textos de Vico, Kierkegaard (p. 608).
y Nietzsche. De la misma forma que Freud establece un 3. Como ha mostrado Jacques Derrida, la firma contiene inheren-
límite mas allá del cual la interpretación no puede llegar tes a sí misma ciertas ambigiiedades. Véase su ensayo «Signatures, Event,
y al cual la interpretación vuelve siempre para confir- Context»; traducción de Jeffrey Mehlman y Samuel Weber, Glyph, 1
marse a sí misma, la autobiografía, la indagación del yo (1977), pp. 172-196; véase especialmente la nota añadida al párrafo final
en la que Derrida llamala atención hacia su propia firma (reproducida
en su propio origen e historia, se encuentra circunscrita fotográficamente en la página) como una firma falsificada. El problema
siempre a las limitaciones impuestas por la escritura, es también tratado, aunque de una forma amena y divertida, por Hugh
por la producción de un texto. Vico, Kierkegaard y Kennerdentro de su estudio de la «estética de la simulación» en su obra
Nietzsche, todos ellos, sostienen que el yo está consti- The Counterjeiters: A Historical Comedy, 1968 (reimpresión editada por
Garden City, Nueva York, 1973).
tuido por un discurso que nunca llega a ser dominado.
4. Véanse The Order of Things: An Archaeology ofthe Human Scien-
Freud reafirma esta opinión y vislumbra los mecanismos ces, traducción de Les mots et les choses, Nueva York, 1973, pp. 303-387;
que producen ese discurso: desplazamiento, condensación, The Archaeology ofKnowledge, traducción de A.M. Sheridan Smith, Nueva
visión secundaria, todos los mecanismos del trabajo del York, 1976, Lordre du discourse. En el ensayo «An Ethics of Languages»
sueño. Al llevar a cabo el estudio de estos mecanismos de Edward Said, publicado en Diacritics, 4 (1974), pp. 28-27; se encuen-
tra una excelente discusión sobre la concepción del texto, del archivo,
se acerca a las fronteras del yo, al punto en el queel dis- y del cambio en el concepto de autor de Foucault. La obra teórica más
curso de los sueños roza el inconsciente y lo que descu- reciente de Said, Beginnings: Intention and Method, Nueva York, 1975;
bre es la existencia previa y permanente del yo y que y «Orientalism», artículo publicado en Georgia Review, 31 (1977), 162-
cada sueño, cada lapsus de la lengua o error en la memo- 206, muestra la clara huella de las cuestiones en torno a la producción
ria, cada flash de ingenio que ilustra un discurso ante- y difusión del discurso planteadas por Foucault.
5. Véanse las obras de Roland Barthes, Sade, Fourier, Loyola, traduc-
rior, es un texto elaborado hace tiempo que domina todos ción de Richard Miller, Nueva York, 1974, y The Pleasure of the Tex,
los momentos posteriores del hacer textual. Pero lo que traducción de Richard Miller, Nueva York, 1975; las obras de Jacques
también descubre es que su creación maestra, el incons- Derrida Lécriture et la dijférence, Paris, 1967, Of Grammatology, traduc-
ciente, está cambiando continuamente; cada sueño, cada ción de Gayatri Chakravorti Spivak, Baltimore y Londres, 1976, y Théorie
d'ensemble, París, 1968. Esta última obra es una colección de ensayos
lapsus de la lengua, cada agudeza altera en cierta medida
realizados por un grupo de autores asociados al 7el Quel en la década
la configuración del inconsciente. Al igual que la teoría de los sesenta que incluye a Barthes, Derrida, Foucáult, Thibaudeau y
de la historia de Vico, la teoría del inconsciente de Freud Phillip Sollers. La frase que he tomado de Thibaudeau pertenece a su
descansa en el concepto de repetición que concibe a ésta ensayo «Le roman comme autobiographie» que forma parte de esta co-
como la producción de la diferencia en la generación de lección (p. 214).
6. Véase la obra de Jacques Lacan, The Language ofthe Self. The Func-
un texto. La escritura de un texto autobiográfico es un tion of Language in Psychoanalysis, traducción de Anthony Wilden,
acto similar al de producir una diferencia por medio de Baltimore y Londres, 1968, p. 107. La importancia de Lacan en el pen-
la repetición. Así como la interpretación de los sueños samiento contemporáneo francés es sabiamente discutida por el traduc-
vuelve una y otra vez al punto central del sueño, la auto- tor en la introducción a este volumen. Lainsistencia de Lacan en relación
biografía debe volver permanentemente al elusivo cen- a la función constitutiva de las relaciones intersubjetivas en la forma-
ción del sujeto se encuentra acertadamente resumida en un comentario
tro del yo que se encuentra enterrado en el inconsciente, sobrela falsa concepción de la objetividad del discurso científico: «Ce
y ello solo para descubrir queya estaba allí desde el co- qu'il faut dire, c'est que le je de ce choix nait ailleurs qu'a lá oú le dis-
mienzo. El origen yel final de la autobiografía conver- cours s'énonce, précisément chez celui qui Pécoute». Lacan, «La mé-
gen en el mismo acto de escribir y así lo demuestra taphore du sujet», en Écrits, París, 1966, p. 892.
7. Barthes, «Io Write: An Intransitive Verb», en The Structuralist Con»
lúcidamente Proust al final de Le temps retrouvé puesto
troversy: The Languages ofCriticism and the Sciences ofMan, edición de Ri-
que ningún texto autobiográfico puede llegar a ser excep- chard Macksey y Eugenio Donato, Baltimore y Londres, 1972, pp. 134-145.
to dentro de los límites de la escritura donde los con- 8. The Confessions ofJean-Jacques Roussear, traducción de W. Conyng-
ceptos de sujeto, yo, y autor se confunden en el acto de ham Mallory, Nueva York, 1928, p. 3.
producción del texto. 9. Véase, por ejemplo, Lautobiographie en France, París, 1971, de
Philippe Lejeune. Sin embargo, recientemente Lejeune ha modifica-
do esta formulación en cierta medida. Véase su artículo «Autobiographie
et histoire littéraire» en Revue d'historie littéraire de la France, 75 (1975),
903-936.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 127


ESTUDIOS Ficciones del «yo»

10. The Autobiography ofGiambattista Vico, traducción de Max Ha- mente dela dificultad encontrada en Les mots et les choses al atribuir nom-
rold Fisch y Thomas Goddard Bergin, Ithaca, 1944, p. 113. bres propios (Buffon, Cuvier, Ricardo, Marx, Darwin)a «ciertas prácti-
11. 1bíd., p. 200. cas discursivas», p. 603.
12. Ibíd., p. 136. 30. Nietszche, The Will to Power, pp. 267, 269 y 294.
13. Ibíd., p. 133. 31. 1bíd., p. 356.
14. Ibíd., p. 153. 32. Ibíd. Corchetes en el texto.
15. The New Science ofGiambattista Vico, traducción de Thomas God- 33. Ibíd., p. 272.
dard Bergin y Max Harold Fisch, Ithaca, 1948, p. 85. 34. Sigmund Freud, An Authobiograpbical Study, en The Standard
16. Gilles Deleuze, Logique du sens, París, 1969, p. 302. Como Edward Edition ofthe Complete Psychological Works ofSigmund Freud, 24 vols,,
Said ha señalado, en la teoría de la historia de Vico «el estatus de la re- traducción de James Strachey, Londres, 1953, vol. 20, pp. 59-60.
petición es epistemológicamenteincierto», «On Repetition», en The Lit- 35. Standard Edition, vol. 14, p. 7.
erature of Fact: Selected Papers from. the English Institute, Nueva York, 36. Ibíd., vol. 20, p. 70.
ed. Angus Fletcher, 1976, p. 138. Ambos, Vico y Deleuze (y por la mis- 37. Véanse, por ejemplo, los artículos de Derrida, «Freud and the
macuestión Nietzsche cuando imaginael eterno retorno) intentan en- Scene of Writing», traducido por Jeffrey Mehlman, en French Freud,
frentarse á la paradójica condición de la recurrencia en la realidad: «a pp. 73-117; Jeffrey Mehlman, «How to Read Freud on Jokes: The Critic
saber, que el retorno de lo mismo no puede contar como cambiohistó- as Schadchen» en New Literary Criticism, 6 (1975), 439-461; y Héléne
rico, mientras que las teorías del progreso histórico no pueden abarcar Cixous, «Fiction and its Phantoms: A Reading of Ereud's Das Unbeim-
las típicas (por lo menos para Vico) y manifiestas repeticiones provi- liche (The Uncanny)», traducción de Robert Dennomé, New Literary
denciales de los patrones universales de la conducta humana». «El esta- History, 7 (1976), 526-548.
tus dela repetición» es «epistemológicamente incierto» en parte porque 38. Freud, Standard..., ob. cit., vol. 20, p. 73.
la percepción de la recurrencia es siempre un acto retrospectivo ordena- 39. Ibíd., vol. 4, p. XXVL.
do por poderes anticipatorios, 40. Ibíd,, p. XXXI.
17. Vico, New Science, p. 280. 41. Ibíd., pp. 105-106.
18. Soren Kierkegaard, Repetition: An Essay in Experimental Psycho- 42. Ibíd., pp. 120-121.
logy, 1941, traducción de Walter Lowrie (reimpresión, Nueva York, Evans- 43. Ibíd., p. 116. Este pasaje del Project se encuentra en la obra
ton y Londres, 1964, p. 33). de Freud The Origins ofPsychoanalysis: Letters to Wilhem Fliess, Drafis
19. Ibíd., p. 52. and Notes, 1887-1902, edición de Marie Bonaparte, Anna Freud y Ernst
20. Ibíd., p. 126. Kris, traducción de Eric Mosbacher y James Strachey, Nueva York, 1954,
21. Ibíd., pp. 88-89. p. 403.
22. Ibíd., p. 39. 44. The Origins of Psychoanalysis, p. 322.
23. Ibíd., p. 134. 45. Freud, Standard..., ob. cit., vol. 4, pp. 294-295.
24. Ibíd., p. 137. 46. Ibíd., vol. 5, p. 525.
25. Esta situación se corresponde, con toda exactitud, con la defini- 47. Ibíd., vol. 4, p. 149.
ción de Lacan de la entrevista psicoanalítica. Véase The Language ofthe 48. Ibíd., p. 152.
Self, pp. 3-87, y en otras partes del libro, y también el «Seminar on the 49. Ibíd., p. 135.
Purloined Letter», traducción de Jeffrey Mehlman, en French Freud: Struc- 50. Edward Said discute de forma sobresaliente el lugar deLa inter-
tural Studies in Psychoanalysis, Yale French Studies, 48 (1972), 38-72 y pretación de los sueños en la historia y teoría de la narrativa occidental,
en otras partes del libro. argumentando queel texto de Freud sustituye «las convenciones genea-
26. Kierkegaard, Concluding Unscientific Postscript to the Philosophical lógicas, jerárquicas y consecutivas» de la novela clásica del siglo dieci-
Fragments, traducción de David E Swenson y Walter Lowrie, Princeton, nueve por una estructura narrativa basada en una teoría de la
1941, p. 551. interpretación «en la que las diferentes afirmaciones se encuentran dis-
27. Véase, por ejemplo, la «Introducción del editor» en The Will to persas pero cuyas posiciones pueden ser determinadas solo en relación
Power, traducción Walter Kaufmann y R.J. Hollingdale, Nueva York, 1967.- a otras (no todas) afirmaciones», Beginnings: Intention and Method,
28. Kierkegaard, Concluding Unscientific Postscript, p. 552. pp. 163, 169. Para Said, La interpretación de los sueños presenta un mo-
29. Foucault, The Order of Things, pp. 305-306. Para ser justos con delo de interpretación textual al crear el texto al que tal modelo puede
Foucault se debería decir que él es perfectamente consciente de la ambi- ser aplicado.
giiedad del concepto de autoridad en relación a (todos) los textos de Nietz- 51. Freud, Standard..., ob. cit., vol. 4, p. 38.
sche, y ello a pesar del aparente paso en falso que se encuentra en el 52. Ibíd., p. 144.
pasaje citado. El problema es estudiado en The Archaeology of Know- 53. Ibíd., p. 162.
ledge, p. 24, y en What is an Author?». En este último trata explícita- 54. Ibíd., p. 144.

128 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

Autografía: gura el proyecto autográfico. Al mismo tiempo, sin em-


bargo, y este es el límite de la concepciónidealista de la
pensadorfirmado autobiografía, lo desestabiliza y lo condenaal desastre: par-
tiendo de la figuralidad elemental de la vida, de la vida
(Nietzsche y Derrida)

Ez,
como prosopopeya,la distinción entre la autobiografía y
la ficción se hace, como dice Paul de Man, indecidible
(«Autobiography», p. 70): y ello es así desde la necesidad
Alberto Moreiras* de figuralidad en la base de una y otra operación. La figu-
ralidad, una vez puesta en marcha, es irreprimible.
La pregunta pertinente es entonces: ¿qué hacer de la
figuralidad autobiográfica, y de forma particular, de la fi-
El artículo se centra en «Autobiograpbie de Nietzsche» deJac- guralidad más propiamente suya, la figuralidad de la ex-
ques Derrida para intentar probar la importancia de la doc-
trina nietzscheana del Eterno Retorno de lo Mismo en la periencia personal, única, intransferible: la figuralidad del
totalidad del proyecto filosófico de la deconstrucción. Aho- nombre propio? ¿Cuál es su juego en la autobiografía? El
ra bien, en la interpretación derrideana la doctrina del proyecto autobiográfico es y ha sido siempre interesante
Eterno Retorno es primariamente consecuencia del recono- porque tiene que ver con la inscripción de una unicidad |
cimiento de la necesaria inversión autobiográfica en toda en el código general de la lengua.
forma deescritura. Así, la deconstrucción se muestra antes De Mandescribe el discurso autobiográfico como un
que nada como reflexión sobre la autografía en la escritura discurso de autorrestauración («Autobiography»,p. 74). En
teórica. Tal hecho no solamente modifica la consideración la medida en quelo es, entra en el universo discursivo
del estatus de toda teoría y de toda escritura teórica dentro de de la autobiografía una instancia extralingúística: su lími-
la tradición filosófica. También determina la posibilidad te. Tal instancia puede ser definida como la negatividad
de pensamiento en el campo dela teoría de la autobiogra-
fía. El artículo concluye refiriendo a la posibilidad de des-
misma implícita en la figuralidad del lenguaje: el otro lado
arrollo de una teoría del duelo sobre la base de lo anterior. del lenguaje, la presión de lo real. A esa presión responde
la pulsión de escritura, que hace de la autobiografía no
tan solo autorrestauración, sino sobrevivencia. En ambas
nocionesestá registrado el pensamiento de que la presión
de lo real es amenazante, porque instaura una falta que
Desde el punto de vista de su posibilidad llamada tras- el sujeto debe cubrir para no perecer en su reclamo. La
cendental, la lógica de la autobiografía se fundaría en un falta de sujeto es deuda del sujeto: lo que el sujeto adeuda
momento de radical reflexividad. Según la concepción a la presión de lo real es su muerte. «La muerte es el nom-
idealista, la empresa autobiográfica está condicionada por bre desplazado de un conflicto lingiiístico, y la restaura-
una teleología de la autopresencia en la que lo buscado ción de la mortalidad en la autobiografía (la prosopopeya
es la coincidencia del sujeto consigo mismo mediante una de la voz y de la muerte) priva y desfigura en la precisa
doble representación: representación de vida en escritu- medida en que restaura» («Autobiography» p. 81). A la
ra, pero también representación de escritura en vida. Para indecidibilidad de la inscripción autográfica añade De
que la vida —la vida propia— pueda representarse en es- Man, pues, cierta indecibilidad. La autobiografía es inde-
- critura, está supuesto quela escritura comosistemade re- cible porque la falta es, en un sentido fuerte, su hecho
presentación encuentra una analogía estructural del lado sustancial. La unicidad que debe inscribirse en el código
de la vida, que permite que esta se abra al registro auto- general no se tiene de antemano.Estees el riesgo y el te-
gráfico. rror de la experiencia autográfica: en ella se juega el nom-
Se postula entonces una representabilidad generaliza- bre propio sobre la base de su posibilidad más propia, es
da de la vida, que se debe tomar comola figura funda- decir, su imposibilidad, su impresencia.
mental de la empresa autobiográfica. El tropo de la A tal falta, que reclama en su negatividad toda in-
representabilidad deriva de la representabilidad como fun- versión de conciencia, le llama Roland Barthes, en La
damento del tropo: el lenguaje representa porque tiene chambre claire, el punctum: lugar de duelo, presión de
fuerza figural, porque puede postular equivalencias me- autorrestauración y sobrevivencia, herida a la que respon-
diante la cópula y la aserción apofántica, medianteel es dela escritura en un sentido general, también como afecto
y el como o el en cuanto. La figuralidad es la condición y autoinscripción en toda representación contemplada. En
de posibilidad de la reflexividad. La cópula, como espejo, «Les morts de Roland Barthes», Derrida llega a sugerir que
asegura la repetición del mundo en la representación; ase- el punctum, ya entendido como lugar de una «irreempla-
zable singularidad» para cada cual (p. 295), es decir, en-
tendido como lugar del nombre propio, donde el nombre
* Alberto Moreiras es actualmente profesor de literatura hispánica en la Uni- propioes originalmente ex-apropiado, es el lugar de una
versidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.). Haescrito Interpretación y diferencia
«reserva esencial» (p. 298) que induce la cadena metoní-
(1991) y diversos artículos sobre teoría literaria y literatura española y latinoame-
ricana. Está preparando un segundo libro sobre la función del duelo en la rela- mica, y así motiva el lenguaje. El sujeto está en falta: de
ción cultural entre Europa y América Latina. ahí la importancia de la práctica de la prosopopeya, en

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 129


ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

el sentido de permitir que los muertos nos hablen tanto constructiva de la metafísica, que no se autoconcibe sino
como de permitir, prosopopeya invertida, nuestra inte- como continuación de la empresa de pensamiento here-
rrogación del punctum como lugar de la muerte: «¿No dada de la tradición filosófica, depende para su posibili-
es ridículo, ingenuo, y sencillamente infantil presentar- dad misma de lo que Derrida ha llamado «otro estilo de
se delante de un muerto para pedirle su perdón? ¿Hay autobiografía». Este estilo otro, que toma radicalmente en
algún sentido en eso? ¿A menos que eso sea el origen del consideración los elementos que en la escritura inscriben
sentido mismo?» (p. 283). Para una práctica no-trascen- lo figural e incontrolable, haría saltar «la unidad del nom-
dental de autobiografía, el problema no.es la indecidibi- bre y de la firma» —entendida esta unidad comosinóni-
lidad entre ficción y verdad, sino la mera decibilidad mo de autoconsciencia trascendental— fijándose en los
del nombre propio, como nombre único y únicamente acontecimientos textuales que restan olvidados por el es-
heredado. tilo del pensar metafísico, esencial, cautivado en el deber
El punctum es el lugar de «la ciencia imposible del de pensar el logos como totalidad de los entes («Interpret-
ser único»(p. 284), el lugar del «idioma», desde donde lo ing», p 13). El logos, en el sentido etimológico tratado
que llamaréla inscripción autográfica organiza toda prác- por Heidegger de «colecta» y «recolección», está desde He-
tica de escritura, y aun de lectura, como práctica bio- ráclito prendido en la comprensión del Uno y lo Mis-
tanatográfica.? Lo que sigue es un intento por mostrar mo.? Que la unidad se haya interpretado en la historia
cómo este lugar puntual de la inscripción del sujeto no de la ontología en el sentido de totalidad de los entes,y,
solo moviliza la teoría de la autobiografía en Derrida, sino así, como nombre del ser de los entes, obedece sin duda
que también irradia hasta afectar el proyecto filosófico mis- a una necesidad del pensamiento cuya época puede mos-
mo de la deconstrucción. La deconstrucción, como vere- trarse consumada en el de Nietzsche, y en particular en
mos, aparecerá estrechamente vinculada al pensamiento su doctrina del eterno retorno de lo mismo. Heidegger
nietzscheano del eterno retorno de lo mismo. Sin entrar mostró esta doctrina como acabamiento y consumación
en una explicación crítica de este pensamiento en todas de la metafísica, y así como apertura a una nueva ley del
sus implicaciones, por falta de espacio para ello, este en- pensamiento.!
sayo presupone cierta familiaridad con la historia de sus Enla «Lettre á un ami japonais», precisando algunos
interpretaciones y explicitará una toma de partido frente sentidos del término deconstrucción, Derrida remite a su
a ella.? Lo que quiero es establecer hasta qué punto el carácter aproximadamente autográfico: «todo ““aconteci-
eterno retorno marca la posibilidad autobiográfica en miento” deconstructivo permanece singular o, de todos
Nietzsche y en Derrida, y también mostrar, o empezar modos, lo más cercano posible a algo así como un acto
a mostrar, cómoel eterno retorno abre el campo filosófi- idiomático o una firma»(p. 391). En el mismo texto de-
co de la deconstrucción. El propósito fundamental de este clara: «una de las principales cosas de lo que se llama en
artículo es exegético, en la medida en que no pretendo mis textos “deconstrucción” es precisamente la delimita-
descubrir nada que no esté implícito en el pensamiento ción de la ontología y, sobre todo, de la tercera persona
de Derrida. del presente de indicativo: S es P» (p. 392). La función
Antes de entrar en el análisis parcial de «Otobiogra- copulativa, que organiza e instituye el pensar filosófico
phie de Nietzsche», que será el centro de este ensayo, va- desde la pregunta inaugural por el predicado de un suje-
rias consideraciones de carácter preliminar me permitirán to, «¿qué es...?», estaría delimitada porla singularidad del
enlazar el tema autográfico con el proyecto general de la acontecimiento de inscripción cuyacifra en la firma ame-
deconstrucción como operación filosófica.* naza la estabilidad epistemológica de toda relación de
sujeto y predicado. La firma, digamos, interviene. El acto
autográfico, lejos de ser un mero acto neutral dentro de
II la representación, solicita, en el sentido de «conmover»
(solus citare), toda representación. Y así la autografía cues-
Señalar simplemente que la deconstrucción entraña una tiona, o desmiente, la estructura axiomática de la me-
crítica de la autobiografía es tan engañoso comola pro- tafísica, constituida en torno al deseo de unidad en la
posición contraria, según la cual todo movimiento decons- cópula.
tructivo supone una inversión autográfica. En cierto Ecce Homo,la autobiografía de Nietzsche, alcanza, por
sentido, la deconstrucción, como incisión en la historia este razonamiento, un estatuto muy peculiar en la histo-
dela filosofía, parte de un cierto fracaso de la posibilidad ria del pensamiento filosófico y en la historia de la des-
autográfica, porque parte del fracaso de la filosofía mo- trucción del pensamiento filosófico. Que «la biografía, la
derna, centrada en el estudio del fenómenode la autorre- autobiografía, la escena y los poderes del nombre propio,
flexividad: la autorreflexividad, en su límite, sería la total de los nombres propios, las firmas, y demás» («Interpret-
inscripción de la conciencia, sin pérdida ni residuo, en el ing», p. 3) hayan tenido en la historia de la metafísica un
sistema general de lenguaje/pensamiento. Pero en otro sen- estatuto de secundariedad y hayan ocupado una posición
tido, precisamente porque la metafísica llega a su culmi- inesencial, remite a la necesidad de una pregunta para la
nación en el Saber absoluto hegeliano, que se entiende que Nietzsche será el lugar historial:
como sublimación del sujeto autoconsciente,la crítica de-

130 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

Además de Kierkegaard, ¿no fue Nietzsche uno de los a una fuerte negatividad que previene o deshace toda pa-
pocos grandes pensadores que multiplicó sus nombres y jugó rada prematura en el orden del discurso teórico, y que en
con firmas, identidades y máscaras? ¿Que se nombró a sí mis- particular impide la universalización de cualquier concep-
mo más de una vez con varios nombres? ¿Y qué si eso fuera to privilegiado en términos de presencia. Pero esos mismos
el corazón del asunto, la cosa, el Streitfall [lugar de disputa]
indecidibles también impiden la mera universalización
de su pensamiento? [p. 12].
de la supuesta ausencia de fundamento del pensar (su
La disputa de Derrida es con ciertos aspectosde la in- Abgrund). Los indecidibles o, para usar un término pues-
terpretación heideggeriana de Nietzsche como último pen- to en circulación por Gasché con buena fortuna, las
sador de la metafísica y de la unidad de la metafísica. infraestructuras (147-156 y ss.), son preontológicas, en el
Heidegger afirma en Nietzsche que Ecce Homo no es una sentido de que sirven para organizar y dar razóndela re-
autobiografía, sino la culminación de la modernidad oc- lación entre presencia y ausencia en toda operación filo-
cidental, en el sentido de que lleva la metafísica de la sub- sófica, y por lo tanto de todoslos filosofemas constituidos
jetividad a su acabamiento y consumación,e implica, por sobrela línea jerárquica de mayor o menor presencia, una
lo tanto, que Ecce Homosería la representación de una línea, que desde Parménides, determinala historia de la
totalidad y de la consumación de esa totalidad. Para De- ontología.
rrida, sin embargo, la historia es otra. La interpretación En este carácter de dar razón, logon didonai, reside por
heideggeriana solo puede sostenerse desde cierto concepto supuesto la mayor problematicidad de la deconstrucción
de representación, que Derrida demuestra ya amenazado como tal: su positividad digamos tachada, dado que da
en la misma lógica de la autobiografía nietzscheana.? razón de la posibilidad de la filosofía precisamente en el
Antes de ver tal destrucción, sin embargo, y con el pro- movimiento de demostración de que todo «dar razón» está
pósito de aclarar el sentido de la crítica derrideana al con- cazado en la necesidad de interrogar su propia infraestruc-
cepto metafísico de representación, conviene prestar tura. Esto llevará a Derrida a investigar la in-constitución
atención a un malentendido común sobre el proyecto de- de la ley en general, y de la ley del pensamiento en parti-
constructivo. Se piensa a veces que la deconstrucción cular. «La deconstrucción es la ley. Es una afirmación, y
es el procedimiento mediante el cual las polaridades la afirmación está del lado de la ley» (Women», p. 197).
que constituyen la forma privilegiada de pensamiento El pensarde la ley afecta radicalmente la exploración de-
metafísico —lo sensible y lo inteligible, lo concreto y rrideanade la autobiografía de Nietzsche, entendida como
lo abstracto, el error y la verdad, por citar algunas— reflexión sobre la ley del pensar. En un sentido semejan-
son sometidas a una crítica cuya principal función es te, y de hecho dependiente, puede decir Jean-Luc Nancy
la de desmantelar el fundamento de su diferencia. Según que Ecce Homo, por confrontar radicalmente «la imposi-
esta concepción, la crítica deconstructiva al concepto de bilidad de adscribir a la humanidad o al pensamiento hu-
autobiografía no tendría más que demostrar la indecidi- manocualquier acto de Selbsthesinnung que no le negase
bilidad entre autobiografía y ficción para tener éxito. O al- al mismo tiempo toda base, todo apoyo, todo fundamen-
ternativamente, se supone que la demostración de que to y todo selbst a tal Selbstbesinnung», precisamente por
la representación está necesariamente constituida sobrela eso acaba dejándonos «el primer “ser humanodecente”»,
radical irrepresentabilidad de lo real bastaría para relegar con este adjetivo, anstándig, aludiendo a la Redlichkeit,
el proyecto autográfico al limbo de la ilusión. Pero am- «probidad», nietzscheana(p. 74). En la probidadse for-
bas versiones de tal operación crítica son totalmente in- mula unareferencia radical a la ley del pensar que, bien
suficientes, entendida, está más allá de toda posición ética,
En primerlugar, la deconstrucción no es una simple
disolución del fundamento de los opuestos. Esto es ya lo
que Hegel condenaba como neutralización romántica, TI
para darle contestación en su filosofía especulativa, en la
que la disolución de opuestos era el paso necesario y siem- Hayleyes, dice Derrida en «Otobiographie», que regulan
pre ya supuesto para el logro de una síntesis que llevaría la frontera o el borde entre el nombre propio, la firma
a una más profunda fundamentación.? Si la deconstruc- de un filósofo, y el lugar de sus filosofemas: entre el cuer-
ción es una incisión en la historia dela filosofía, lo es en po textual y el cuerpo biográfico de una producción
el sentido de que toma en cuenta la solución hegeliana (pp. 16-17). Las leyes son en parte de naturaleza económica:
para ver en ella su propia ceguera. La operación decons- se presentan en primer lugar bajo la apariencia de una deu-
tructiva es efectiva al nivel de crítica de la síntesis especu- da, Nietzsche sabe cuando escribe su autobiografía que
lativa, no al mero nivel de crítica de la inestabilidad por «viv[e] bajo [su] propio crédito». Nadie lo conoce, sospe-
mutua implicación entre tesis y antítesis. cha que su existencia es todavía «un prejuicio», aún debe
En segundo lugar, la deconstrucción no se entiende probarla, y por eso siente «una obligación», la de decir:
como mera exploración de la negatividad del pensamien- «¡Escuchadme! Soy tal y cual. Sobre todo no me confun-
to. Es cierto que los a veces llamados «indecidibles» en dáis con otro» (p. 511). Su deber, en cuanto tal, supone
la escritura de Derrida —temastales comó traza, gramma, el pago de una deuda, la respuesta a esa deuda que se ha
dijférance, pharmakon, parergon, glas, etcétera— apuntan dado a sí mismoal dejarse vivir «bajo su propio crédito»;

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 131


ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

porque otros no conocen el valor específico de lo que se cierre del oído del cofirmante, y de la modalidad de su
halla bajo su nombre, escondido en su firma. grado (oreja pequeña, oreja grande, oreja institucional, ore-
En el exergo situado entre el prefacio y el principio ja libre, etc.). La estructura del otro heterográfico está quizá
propiamente dicho de Ecce Homo, Nietzsche identifica la más claramente expresada en la respuesta de Derrida a una
deuda quepaga con el relato de su vida: el «don»del últi- intervención de Pierre Jacques: «Cuando [Nietzsche] se
mocuarto del año 1887, que incluye parte de Zaratustra, escribe a sí mismose escribe al otro infinitamente alejado
Elcrepúsculo de los ídolos y El Anticristo. «¿Cómo no iba que se supone deba reenviarle su firma. No hayrelación
a estarle reconocido a toda mi vida? —Y así me conté mi consigo mismo que noesté obligada a diferirse, pasando
vida» (p. 515). Derrida nota esa reflexividad del acto de por el otro, y bajo la forma precisamente del eterno re-
contar, contarse la vida a uno mismo, comoel rasgo dis- torno» (Loreille, p. 120). El eterno retorno está aquí en-
tintivo del «auto» en la biografía nietzscheana («Otobio- tendido desde la fórmula nietzscheana amor fati, como
graphie», p. 25). mecanismo de afirmación y aceptación absoluta. Pero
Contarse la vida a uno mismo como forma de pagar Derrida recoge, sin discutirlo explícitamente, quetal afir-
una deuda de vida: la autobiografía está así inscrita en la mación es la afirmación a algo, un don, que viene forzo-
deuda de vida. La vida no es inmediatamente presente, samente desde lo distante, el lugar del otro:
autopresente, y el mecanismo autográfico tiende a con-
trarrestar esa falta, a pagar esa deuda. Lo hace postulan- Amolo que vivo y deseo lo queviene, estoy agradecido
do, en el caso de Nietzsche, un remitente y un destinatario y deseo que eso revenga eternamente, deseo que lo que me
que son aparentemente el mismo: «me conté mi vida». llega me llegue, me revenga eternamente. Cuando [Nietzsche]
Pero ¿qué implica esa mismidad de remitente y destinata- se escribe a sí mismo, no hay presencia inmediata alguna de
rio en la inscripción autográfica? Antes que nada, la cons- sí mismo a sí mismo, hay la necesidad de este desvío por el
tatación de una diferencia previa, en la que radica el otro bajo la forma del retorno eterno de lo afirmado [p. 120].
problema de la firma. La firma es lo que tiende a cubrir
la separación entre remitente y destinatario cuando am- Esta es la temática del doble sí que Derrida ha desa-
bos están unidos por la mismidad del nombre propio. La rrollado en otros lugares: el sí es siempre unsí al sí, por-
firma es, entonces, la marca del retorno de la identidad que el primer sí no es inmediatamente presente, sino
de lo mismo, La autobiografía nietzscheana inscribe desde diferido por la constitución misma de su posibilidad.
su exergo la problematicidad del eterno retorno. Es, digamos, el asentimiento a un envío a cuya recepción
Dos consecuencias: la primera,la firmaes en síel sig- hay que asentir previamente.
no,o la traza, de una diferencia antes que de una identi-
dad; la segunda, la firma solo retornará a la identidad en Nohay ninguna diferencia desde este punto de vista, no
el momento de su recepción porel destinatario. En este hay distinción posible si ustedes quieren, entre la carta que
sentido, la autobiografía no puede ser otra cosa que hete- yo escribo a cualquier otro y la carta que me envío a mi mis-
robiografía, dado que está escrita por el otro. Pero,ala mo.Laestructura es la misma; en esta estructura común ha-
vez este «otro», es una anticipación de lo mismo. bría ciertamente todavía una diferencia[...] Pero es una «sub»-
-En la mesa redonda que siguió a la presentación de diferencia. La estructura fundamental del envío es la misma
«Otobiographie» en Montreal, y cuya transcripción es par- [pp. 120-121].
te de los documentos contenidos en Loreille de l'autre, De-
rrida contesta a una pregunta de Christie McDonald sobre El don que Nietzsche recibe —un don del otro— le
el «género» del yo autobiográfico dela siguiente manera: lleva a otorgarse un crédito, una credibilidad que, sin em-
bargo, debe pagar con la inversión autobiográfica. Esta
La firma de Nietzsche no toma lugar en el momento en
que escribe, y él lo dice claramente, tomará lugar póstuma-
inversión es, en primer lugar, inversión porque invierte
mentesegún el crédito infinito que él se ha abierto, cuando al sujeto de la escritura haciéndolo constituido porla ne-
el otro venga a firmar con él, a hacer alianza conél, y para cesidad de cubrir la deuda,la falta, impuesta porel otro.
eso, a entenderlo [F'entendre, entenderlo y oírlo], Y para en- La deudaestá abierta por un crédito que vienede la pro-
tenderlo, hace falta tener la oreja fina. Dicho de otra mane- ducción dada y que lleva a Nietzsche a darse a sí mismo
ra, es la oreja del otro la que firma[...] Es la oreja del otro una firma como forma de asegurar el pago: la idea funda-
la que me dice, y la que constituyeel autos de mi autobio- mental bajo la que se produce la inscripción autográfica de
grafía [p. 71]. Nietzsche empieza a circular. El eterno retorno hace
Pero no hay que apresurarse a entender en este otro de la firma una necesidad de autoproducción como res-
un otro meramente empírico. El otro es de naturaleza es- puesta al «don», y de «don» como consecuencia dela he-
tructural; una estructura peculiar, ciertamente, que incluye teroproducción. Deuda y crédito se encuentran en el lugar
en sí la inscripción de la muerte del uno,y que así es tam- de la firma: «me conté mi vida». El dondela vida lleva
bién tanatográfica, y no solamente biográfica; una estruc- a la necesidad de recontarla vida, de reafirmarla, para que
tura que, comotoda la segunda parte de «Otobiographie», revenga eternamente: la afirmación es así siempre doble,
se esfuerza en demostrar, está constituida de parte a parte puesto que el primersí, la aceptación del don, requiere
por fuerzas políticas, dado que dependede la apertura y/o el segundosí, la afirmación de tal aceptación. No hay sí

132 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


NN ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

sin sí. No hay uno sin otro. En «Womenin the Beehive» turas que dan ley al pensamiento. El caso de Nietzsche
se dice «recibir un don en el sentido nietzscheano es de- permite a Derrida determinar la inscripción auto-
cir “quiero que empiece otra vez”, que suceda otra vez, heterográfica como algo, hasta Nietzsche, no ciertamente
no que reproduzca[...] El “sí” del don debe ser repetible ausente —los comentarios de Eugene Vance sobre las Con-
desde el comienzo» (p. 203). Pero ese sí tiene la estruc- fesiones de san Agustín en pp. 111-115 de Loreille lo
tura de una firma contractual, de una alianza que, al pro- muestran—, sino inaudito en la historia de la filosofía: en
ducir por primera vez la relación heterográfica, y al la medida en que inaudito, requiere el desarrollo de una
producirse por primera vez en ella, engendra y es engen- nueva modalidad de oído.'* La otobiographie es la auto-
drada porla ley: «Es por el don por lo quela ley se pro- biografía que escucha dentro de sí la inscripción autográ-
duce» (p. 200). fica, y que concibe el desarrollo de la firma como
Digamos que, en cierto sentido, el segundo sí da ra- radicalmente implicado en «el problema paradójico del
zón del primero, pero solo porqueel primersí da razón borde»(p. 63): borde entre corpusfilosófico y cuerpobio-
del segundo. La vida de Nietzsche está coimplicada en su gráfico, borde entre sí y sí.
obra, y viceversa. Ambas no son idénticas, en el sentido Esta es la ley del borde autográfico: la vida y la obra
de queel recuento de la vida no coincide sin más con la no aparecen ya más como meras posiciones en contraste
elaboración de la obra. Pero Ecce Homo, en cuanto inter- mutuo y mutua determinación. La vida no puede deter-
vención autobiográfica, es la señal de un retorno selecti- minarse por referencia a la obra, igual que la obra no es
vo de vida en obra y de obra en vida, cuya lógica obedece la alteridad de la vida. La obra está radicalmente marcada
a una ley no comprensible por la determinación metafí- por la autografía, incluso en los casos en que la obra se
sica del «dar razón». autopostula como un intento de vencimiento y derrota,
de reducción, de lo autográfico en la escritura. Pero esto
La dificultad, el riesgo del gesto que yo esbozo aquí, es
no es decir que toda obra es meramente idiomática, y que
una vez más relacionar la firma autobiográfica, de la cual
se espera siempre que sea idiomática, singular, aventurera,
su idiomaticidad hace de ella un avatar relativo al con-
etc., a algo tan esencial como el eterno retorno [«Otobio- junto de circunstancias «empíricas» que determinan la vida
graphie», p. 64]. del pensador. Al contrario, la ley, o la estructura, de la
inscripción autográfica inscribe una doble exigencia,se-
El concepto tradicional de representación llevaría a mejante a la que Claude Lévesque, en un texto también
pensar quela autobiografía nietzscheana debería trazarse recogido en Loreille de l'autre, reconoce en el nombre
sobre la posibilidad de que la escritura de Nietzsche indu- propio:
jera una repetición simple, ya mimética, ya interpreta-
tiva, de un itinerario vital concluyente en el pensamiento De unlado, una exigencia de intraducibilidad y deilegi-
que para Nietzsche llegó a ser el hecho crucial de su exis- bilidad, comosi el nombre propio no fuera sino referencia
tencia: el eterno retorno de lo mismo. Pero las cosas se pura, fuera de Ja significación, fuera del lenguaje, y, de otro
complican, su complicación, digamos, se dobla, cuando lado, una exigéficia de traducibilidad y de legibilidad, como
el pensamiento del eterno retorno, en cuantotal, se pos- si el nombre propio fuera asimilable al nombre común, a
tula como lo precisamente no exterior a la escritura bio- todo vocablo tomado en un nivel lingilístico y genealógico,
gráfica. donde el sentido contamina ya el sinsentido y donde el nom-
bre común absorbe de alguna manera lo propio expropián-
En cuanto filosofema, entendido todavía a la manera
dolo [p. 125].%
heideggeriana como «último nombre del ser de los en-
tes», el eterno retorno tiene un estatuto único, del que Podría bien decirse que esta doble exigencia del nom-
precisamente depende su importancia decisiva para la po- bre propio, de la idiomaticidad de lo propio en el texto
sibilidad de un estilo otro de autobiografía, que sería tam- de pensamiento, es la doble exigencia del eterno retor-
bién un estilo otro de pensarfilosófico: el eterno retorno no. La firma en Nietzsche tiene una curiosa necesidad
no es otra cosa que la inscripción auto-heterográfica en a-idiomática, porque está impuesta por la verdad dada,
todo acontecimiento de pensamiento; o mejor dicho, el «don», de la experiencia filosófica, y no solamente
empiéza por ser eso. La ley del pensamiento en Nietz- alucinada, del eterno retorno de lo mismo. En cuanto
sche aparece, así, como la ley del borde autográfico. a-Idiomática,la firma en Nietzsche está forzosamente di-
A partir de eso, la inscripción autográfica de Nietz- ferida, y solo retrospectivamente puede ser entendida,
sche no es ya un acto de representación. Antes bien, con- cuandoretorne en el destinatario que hará de la primera,
denaal abismo, arroja sobre la falta de fundamento toda e imposible, idiomaticidad una experiencia común.
posible representación autobiográfica: «la firma individual, Nietzsche es el pensador que quiere firmar, porque en
la firma de un nombre propio, si quieren, desde el mo- su obra no hay cuestión de pensar, como parecería que-
mento en queestá atravesada por el motivo del eternore- rer Hegel que pensáramos, que...
torno, ya no es más simplemente una empiricidad fundada
sobre otra cosa que ella misma»(p. 65). [...] en tanto que filósofo [...] y en tanto que enseñante, en
El terreno está preparado para pasar a establecerla ins- el fondo[...] no solamentees posible, sin pérdida, que su fir-
cripción auto-heterográfica como otra de las infraestruc- ma o su nombre propio desaparezcan, caigan fuera del siste-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 133


ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

ma, sino que eso es incluso necesario, en su propio sistema, de constitución autónomadela firma, porque la firma
porque esa será la prueba de la verdad y de la autonomía depende siempre de lo firmado y no es meramente exte-
del sistema [p. 79].
rior, ni meramente interior, a ello. Dejando al margen las
implicaciones de esta posición para una teoría de la auto-
Derrida ha demostrado en Glas que Hegel también fir- biografía —pero esta posición no es una mera «posición»,
ma, advirtiendo por otra parte que esa demostración «su- sino antes bien la expresión de las condiciones de posibi-
pone una reelaboración de toda la problemática de lo lidad de toda posición con respecto de la autografía—, su
biográfico en filosofía» («Otobiographie»p. 79). A la in- importancia deriva, a mi juicio, de cómo afecta a la gene-
versa, es precisamente la instancia del eterno retorno la ralidad de la escritura teórica.
que impide que en Nietzschela firma se consolide; y ello Tras Ecce Homo, y en particular tras la interpretación
no solo atendiendo a lo que vengo exponiendo sobrela derrideana de Ecce Homo, puede decirse que toda escritu-
heterología de la inscripción autobiográfica, sino, más pre- ra, tanto autográfica comoteórica, no puede ya sustraer-
cisamente, atendiendo a la temática nietzscheana de la do- se a la necesidad de inscribir en sí el imperativo implicado
ble identidad paterno-materna, de la doble herencia de en las palabras de Nietzsche ya parcialmente citadas:
vida y de muerte, cuyo análisis constituye una parte im-
portante del ensayo de Derrida, pero que aquí no puedo
Bajo estas circunstancias hay una obligación, contra la que
más que mencionar.* en el fondose rebelan mis hábitos, y todavía más el orgullo
El pensamiento del eterno retorno borra toda posibi- de mis instintos, que es la de declarar: ¡Escuchadmel Pues soy
lidad de estabilidad en la firma, igual que borra toda po- tal y tal. Sobre todo, no me confundáis con otro [p. 511].
sibilidad de fundamentación metafísica de lo biográfico:
«El eterno retorno convoca siempre diferencias de fuer- Las circunstancias a las que Nietzsche responde son
zas que no se dejan quizá pensar a partir delser, a partir cabalmente las que imponen la deuda del no-reconoci-
del par esencia-existencia, a partir de las grandes estructu- miento por parte del otro (no me reconoces,y, por lo tan-
ras metafísicas con las que Heidegger querría relacionar- to, me obligas a decirte quién soy). Nietzsche quiere decir
las» (p. 65). En el lugar delser, permanece la noción de quién es porque el otro no reconoce su unicidad, y por
«máquina programatriz, que engendra el texto del que es lo tanto, la cita recuenta la doble exigencia de intentar
parte en la medida en que[...] la parte es más grande queel la inscripción del nombre único (ya sin embargo siem-
todo»(p. 60): lógica de la infraestructura. En Ecce Homo, pre multiplicado, o doblado: «tal y tal») en el momento
el exergo es el lugar de tal máquina: ni dentro ni fuera en que el nombre único se pierde por obra de la deu-
del texto «propiamente» dicho, el exergo vincula vida y da esencial que obliga a su repetición. La escritura es así
producción filosófica bajo la figura de un don que,sin el síntoma de una compulsión de repetición en la que
embargo, otorga deuda. 'Tal es la poderosa máquina tex- lo único repite su pérdida en un esfuerzo desastroso por
tual, que «en un conjunto dado[...] programaa la vez los conjurarla. La misma cita de Nietzsche, comola totali-
movimientos de las dos fuerzas contrarias y que los apa- dad de Ecce Homo, deben entenderse como un momento
reja, los conjuga, los casa como la vida la muerte [sic)> más de ese proceso inacabable de repetición. El nombre
(pp. 44-45). propio no quiere solamente inscribirse en el momento
Tal máquina, tal inscripción programática en el ori- «propiamente» autobiográfico, sino que, al contrario, el
gen, no es ya una máquina «en el sentido clásicamente momento «propiamente» autobiográfico no es sino la
filosófico» (p. 45), porque no se ajusta al imperativo de cifra de un proceso generalizado de heterografía en el co-
logon didonai, dar razón. No produce ni constituye el tex- razón dela escritura. Y el eterno retorno, en cuanto doc-
to, sino que antes bien lo programa remitiendo a la im- trina filosófica, y en cuanto apertura a algo que trascien-
posibilidad de su producción, de su constitución, en el de toda doctrina y todo hecho doctrinal como nombre
sentido de que ningún texto es posible si debe ser auto- propio o como propiedad del pensamiento, es la cifra
producido, autoconstituyente. Tales son las implicaciones de la inscripción heterográfica en el corazón del pensa-
del motivo del eterno retorno en la génesis autobiográfi- miento,
ca nietzscheana. Hemosvisto la escritura autobiográfica como un in-
tento de restauración, o sobrevivencia del sujeto al duelo
por su falta. Toda escritura, y aquí habría que retomar
IV la dialéctica especulativa y su voluntad de inscripción to-
talizadora, inscribe la muerte, y, por lo tanto, el momen-
La inscripción auto-heterográfica es la infraestructura del to vacío en que la totalización se hace imposible. La ley
proceso autobiográfico. La versión trascendental de la del pensamientoes, así, el paso a la heterografía: el paso
autobiografía —según la cual la vida es representable en a la inscripción del otro en el uno. Con ello el nombre
escritura más o menos perfectamente, atendiendo al gra- propio se abre a la comunidad del nombre, en el mismo
do de autorreflexividad alcanzada, toda vez que la auto- momento en que pretende conjurarla.
rreflexividad funciona y puede funcionar como una «Todo lo que yo escribo es terriblemente autobiográ-
reducción delo figural— fracasa porque no hay posibilidad fico», dice Derrida («Otobiographie»,p. 99). Lévesque se

134 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


ESTUDIOS Autografía (Nietzsche y Derrida)

pregunta: ¿por qué «terriblemente»? En esa afirmación del 3. Deentre la amplia bibliografía, citaré, como más relevantes para
terror hay una afirmación del exceso, que implica, dice mí, a Granier, Klossowski, Deleuze y Blanchot (Le pas), además de al
Lévesque, «un pasaje en el límite» (p. 100). El pasaje es Nietzsche de Heidegger.
4. Este artículo podría haber procedido para estudiar el mismo tema
hacia cierto «afuera», y consumala entrada de la escritu- en Derrida de diversas maneras. Sabe mal haber tenido que prescindir
ra en el lugar del desastre, del desbordamiento. El pensa- del estudio de la relación derrideana con el tema heideggeriano de Ereignis
miento queda desvinculado: en su lugar se instaura un (véase Éperons, pp. 88-102, como un posible comienzo). Sobre la temá-
secreto. Pero el secreto no guarda nada, excepto que guar- tica específicamente autobiográfica, la totalidad de La carte postale, y en
especial «““Speculer”” —sur Freud», que por su parte remitiría a otros
da nada, el lugar de la desaparición, de la pérdida del textos de Derrida sobre psicoanálisis, en particular a «Freud et la scéne
pensamiento. pu
La escritura
AA
es duelo porla pérdida
o
del pen- de Pécriture». Sobre la firma, además de esos lugares y de Glas, véase
samiento. ¿Cómo conciliar esta conclusión con el hecho Signéponge, «Women in the Beehive», los trabajos recogidos en Limited
de que Nietzsche presenta en Ecce Homoel eterno retor- Inc y «Ulysse gramophone». Pero también extraordinariamente relevantes
no como doctrina de la más absoluta afirmación de lo para el tema general de la autografía son los escritos de Derrida sobre
traducción: por ejemplo, «Survivre», «Des tours de Babel», «Deux mots
que hay?% pour Joyce», y la segunda parte de Loreille de l'autre.
Afirmar el duelo, querer el duelo, ¿no supone abrir 5. «Logos», en Vortráge, vol. 3, pp. 4-26. Véase también Rand, y p. 438
el propio trabajo, abrir el propio cuerpo, a un «duelo de de su artículo para referencias a otros lugares en la obra de Heidegger
duelo» dondela heterografía resulta finalmente recupera- donde se tematiza la noción de logos.
6. El lugar más relevante es la segunda parte de Nietzsche: «El eterno
da para el signo de una ley afirmativa, en una afirmación
retorno de lo mismo». Pero conviene también remitir a la parte sépti-
de la ley? En el coloquio que siguió a la presentación de ma, «La determinación onto-historial del nihilismo». .
su última conferencia pública, Paul de Man definió de la 7. Véase «Interpreting», pp. 8-9. Las reflexiones de Heidegger sobre
siguiente manera el nihilismo: «Entiendan por nihilismo «el fundamento propio quela filosofía se da a sí misma», y por lo tanto
cierta clase de conciencia crítica que no les permitirá ha- sobre aquello quela filosofía re-presenta, están al principio de la prime-
ra parte, «La voluntad de poder como arte», y también dispersas en otros
cer ciertas proposiciones afirmativas cuando esas propo- lugares del libro. La crítica más sostenida a la ii nterpretación heidegge-
siciones afirmativas van contra la manera en que las cosas riana de Nietzsche, en Éperons. Derrida deconstruye el concepto de «re-
son» («Conclusions»,p. 104). La concienciacrítica, bajo presentación» explícitamente en «Envoi».
eS,-Sprofundamen- 8. Cfr. Gasché, pp. 136-142, y en general el capítulo «Deconstructi-
ve Methodology» de su libro (pp. 121-176), donde hay varias referencias
te afirmativa,porq ¡guelaleydeelascosas, o la manera a la noción de logon didonai.
que
en esaley.se aparece a un pensamiento noparalizado 9. Derrida ha escrito ampliamente sobre la ley. Aparte de pp. 151-
porlanecesidaddereconcilia: propiolímite.El 154 de Loreille, conviene remitir a «La loi du genre», «Préjugés», y «Ad-
duelo del pensamiento es amor másallá de la muerte del miration pour Nelson Mandela». En Women in the Beehive», se esta-
pensamiento. Amorceloso: el intento porinscribir en el blece también la conexión explícita entre firma y ley (p. 200).
10. Esaes la posición fundamental de Nancy tal como yola entien-
campo del pensamiento la firma del pensador, hacer de do. Véase sin embargo,la estrecha asociación que establece entre la pro-
todo lo que se hace algo «terriblemente autobiográfico», bidad nierzscheana y el imperativo categórico de Kant (pp. 80-86). Nancy
no es solo dejar que la firma inscriba, sino también de- está cerca de Derrida en su atención a la ley del pensar como aquello
jarse firmado en la voluntad de una monstruosa expro- que marca la constitución del sujeto de la escritura.
11. Viene desarrollándose desde textos como «Lastructure, le signe
piación.
et le jeu». Pero véase especialmente Ulysse gramopbone.
12. «Un philosophe inoui» es el título de una de las secciones de
la contribución de Sarah Kofman a Écarts (pp. 121-132). Kofman habla
también de la necesidad de desarrollo de una tercera oreja, que no es,
NOTAS sin embargo, una oreja sintética en el sentido dialéctico.
13. Una amplia parte de la «Table ronde sur la traduction», cuya trans-
1. Que la posibilidad más propia de algo sea también su imposibili- cripción es parte de Loreille, se dedica a la exposición de esta temática.
dad fue establecido por Martin Heidegger en Sen und Zeit, en especial Sobre traducción, véase en particular «Deux mots pour Joyce» y «Des
en las secciones donde se exponen las nociones de autenticidad, ser-para-la tours de Babel». Sobre relación entre traducción y filosofía, en particu-
muerte, llamada de la conciencia, y ser culpable/deudor (sec. 51-59). lar Loreille, pp. 154-166.
Demostrarlo implicaría una amplia labor de exégesis. Baste decir, en 14. La doble herencia en Nietzsche es la que viene de su madre y
el contexto de este trabajo, que estas secciones de Sein und Zeit son de su padre. Cfr. Ecce Homo, p.516, y «Otobiographie», p. 29 y ss. La
particularmente importantes para el pensamiento de Jacques Derrida. temática es crucial para Derrida por la importancia del «parricidio» como
La noción, por ejemplo, de «voz de la conciencia», criticada en Dela antilogocentrismo en su pensamiento. Cfr. «La pharmacie de Platon».
grammatologie por su cierto «logocentrismo»(ver esp. parte 1, cap. 1), En «Otobiographie», la doble herencia es lo que precisamente llama a
determina esencialmente las posteriores reflexiones derrideanas sobreel una posibilidad y a un sistema «otros» de enseñanza de la filosofía:
pp. 33-56.
«nombre secreto» y sobre la escritura como apertura a la «idiomatici-
dad». Por citar solo algunos de los lugares relevantes: en cierto sentido, 15. «[...] el pensamiento del Eterno Retorno, la más alta fórmula de
la totalidad de Glas; pp. 139-154 de L'oreille; «Ja, o en la estacada», asentimiento que se haya jamás alcanzado» (Ecce Homo, p. 574). Sobre
pp. 112-113, dondese dan otras referencias; véase también David, p. 73. desastre, véase Blanchot: Lécriture. Cfr. también Derrida, «Pas» y «Sur-
La primera parte de Ronell está dedicada casi en su totalidad a una ex- vivre», en Parages. Sobre duelo, que es un tema importante en Glas, en
ploración de la «voz de la conciencia» heideggeriana entendida desde especial hacia el final, véase también «Fors», y los comentarios en «Ja»,
Derrida. Cfr. también Weber, sobre «deuda». p. 111, donde se explica la noción de «duelo de duelo».
2. Sobrela lectura: «Con tal de que no nos atengamos a un referen-
cialismo ingenuo y “realista”, la relación a algún tipo de referente úni-
co e irreemplazable nos interesa y anima nuestras lecturas más sabias
y estudiadas» (Derrida: «Les morts» p. 299).

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 135


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142 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


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Memorias y autobiografías transformaciones. Así lo expresa el diplomático Gaspar


de Mestanza ensus Memorias, cuando escribe:
en España (siglos XIX y XX)
Si se me pregunta cuál ha sido la transformación más gran-
de a que heasistido, no vacilaré en afirmar que la aconteci-
Anna Caballé* da en lo que va de siglo XIX —¡y no antes, conste!— respecto
al radio de individualización concedido al hombre. Reconoz-
co quela expresión es abstrusa, pedante y nada afortunada,
pero no encuentro otra. Todo será que me esfuerce un poco
en aclararla.?
1. El memorialismo decimonónico
Se trata de un fenómenode largo alcance, no exclusi-
En otras ocasiones he analizado ya la abundancia e inten-
vamente español, con rasgos comunes en todoel domi-
sidad de los escritos autobiográficos a lo largo del si- nio europeo y americano: rasgos apoyados en la pasión
glo XIX, período convulso, como sabemos, tanto desde
por el documentalismo y la historicidad (no en vano al
un punto de vista histórico-político comoliterario.? De siglo XIX se le ha calificado comoel siglo de la Historia)
modo que noes de extrañar ese incremento espectacular: que conformaronel tipo de hombre característico del si-
sus autores forman parte de la «generación del Ochocien- glo. Veámoslo con algún detalle.
tos», espectadora excepcional de profundas transformacio-
En primerlugar, a lo largo del Ochocientos, la prosa
nes políticas, sociales, científicas, etc. En lo fundamental
adquiere un nuevo vigor, tomandola política como guía
e indispensable para la vida ordinaria y de relación, el
de sus inspiraciones: tanto los asuntos públicos comolas
Ochocientos conoce la última palabra (al menos, así lo transformaciones políticas constituyen la materia medu-
experimentan cuantosnos lo relatan): del candil a la bom- lar de libros y folletos, y ocupan los primeros lugares en
billa eléctrica, del carro y de la tartana al aeroplano, de el interés de la sociedad lectora. Pero el tema que nos ocupa
la plumade avea la estilográfica y la máquina de escribir. es el de subrayar la óptica centralista con que se describen
Los inventos y avances se sucedena lo largo del siglo XIX
y analizan los acontecimientos: Madrid es el epicentro de
y son tantos que bien pueden eclipsar los de los cin-
casi todos los relatos autobiográficos, la mayoría de ellos
cuenta siglos anteriores, y son motivo, junto a las nuevas
a medio camino entra la literatura de costumbres inspira-
exigencias políticas, del despliegue testimonial de cuan-
da en la realidad ambiental y un sentimiento indudable
tos asistieron más o menosactivamente a tan abundantes de autosatisfacción, que conduce, por ejemplo, a enfati-
zar los hechos de la Independencia o el espíritu liberal
* Anna Caballé (Barcelona, 1954) es profesora de Literatura Española en la
gaditano. .
Universidad de Barcelona. Ha publicado un estudio sobre La vida y obra de Panli- Asimismo, decíamos, tienen particular aceptación en
no Masip (1987), ediciones de La tía Tula y Amor y pedagogía de Miguel de Una- toda Europa las obras que constituyen reminiscencias y
muno y numerosos trabajos sobre temas de su especialidad: la literatura
autobiográfica. Actualmente prepara el capítulo sobre «memorias y autobiogra-
recuerdos de hechos recientes. O bien que se apoyan en
fías en el XIX», que se incluirá en la Historia dela literatura española, en varios cualquiera de las formas del relato testimonial: libros de
volúmenes, de la editorial Espasa Calpe. viajes, descripción de las propias experiencias (campañas
La preparación de este trabajo ha sido posible gracias a una subvenciónde la
Dirección General de Investigación Científica y Técnica (DGICYT), proyecto militares, el presidio, los exiliospolíticos...). En Italia, por
n? P589-0047, ejemplo, sobresale de un modo especial la obra de Maxi-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 143


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (S. xix y xx)

mo d'Azeglio titulada 7 Miei Ricordi (1867), libro sólido des, dentro de las cuales pasan los acontecimientos), todo el
y sugestivo que parece inspirado en el pensamiento ex- que ha sentido dentro de sí o la pereza de obrar o la insu-
presado por el autor después de 1861: «Ahora que Italia ficiencia de producir cosas dignas de ser por otros escritas,
está ya hecha, necesitamos hacer a los italianos».? Del ha asido de una pluma y ha exclamado: «—Yo, que no hago
nada, escribiré lo que hacen los demás; escribiré lo que so-
mismo año son las Confessioni de un Ottuagenario, de Hi-
bre ellos pienso, y hasta escribiré lo que yo hago, cuando
pólito Nievo, donde el autor quiere demostrar, mediante no hago nada». De aquí [...] ese torrente sin dique de memo-
un ejemplo concreto, que el sentimiento de nacionalidad rias de la contemporánea, del contemporáneo, del ayuda de
italiana brotó, llegó a la madurez y se manifestó entre los cámara, del médico, del barbero, del portero, de la mujer,
últimos años del siglo XVI y la primera mitad del XIX. del padre, del hijo, del hermano, del sobrino y de los amigos
Nopuede decirse, sin embargo, que estas obras,al igual y de los enemigos del hombre que ha hecho, que ha soñado,
que sus homólogas españolas, concedan libre espacio al que ha intrigado, que ha mandado algo; memorias de su co-
relato de la propia individualidad. Será que apretaban de- cinero, de su repostero, de su querida y de su viuda acerca
masiado las cuestiones públicas para que estos memoria- de la manera que tienen los hombres grandes de ponerse la
listas cedieran a la presión de lo personal. Puede ser, corbata, de salir a paseo, de dormir, de estar despiertos; me-
además, que en esta época dominara la creencia de que morias de los que le han visto a todas horas, y de los que
no le han visto a ninguna.?
este tipo de obras contribuía a sentar las reglas que de-
bían gobernar el porvenir: por tanto, debía subrayarse su Nihil sub sole novum:el texto de Larra es de una sor-
ejemplaridad, su carácter, con la tesis ituminista de la us- prendente modernidad, y parece inspirado en aconteci-
tración delineada por Voltaire y, antes, por Francis Bacon mientos de ahora mismo, cuando la moda por «lo
en Novum Organum: el relato (auto)biográfico como autobiográfico» obliga a las editoriales a lanzar al merca-
ejemplo de virtudes; y así, lo más íntimo, lo más espon- do toda clase de refritos. Para Fígaro, el exceso testimonial
táneo, las anécdotas picantes o los hechos contradictorios supone incluso un obstáculo para la historia (muy lejos,
debían suprimirse, seleccionándose para el público cuan- pues, de su presunta y socorrida utilidad), en la medida
to en una vida pudiera calificarse de grande y digno y se en que exige una labor de desbrozo, a fin de aventar con-
maánifestara en consonancia con el mundo de los valores venientemente el grano de la paja. Y así lo expresa en el
y los convencionalismossociales. De manera que los des- siguiente pasaje:
lices estarán de más, por lo general, a no ser los políticos
o aquellos que, por haber trascendido a la opinión públi- Entonces necesitaba [se refiere a la historia] de la linterna
ca, forzarán una explicación que los justifique o pueda de Diógenes para buscar un hombre y un dato, y ahora ne-
desmentirlos. Un caso extremo de justificación es el de cesita de todas las linternas del buen gusto y del sano crite-
Manuel Godoy, el cual, desde su exilio en París, vive ob- rio para desechar hombres y datos. Voces por un lado con
sesionado por la repercusión que puedan tener en Espa- una relación, voces por el otro con la contraria; multitud
ña sus Memoriasy el juicio que de él mismo puedan llegar de folletos y memorias, supuestos materiales para la Histo-
a formarse las nuevas generaciones. ria, y en realidad verdaderos albañales que corren hacia un
río para perderse en él, ensuciándole y entrabando su curso,
y solo por azar algún limpio manantial que le tributa su pu-
Su grande escozor —referirá Mor de Fuentes al hablar del
ra y cristalina corriente.
destierro de Godoy, hacia 1834, en su Bosquejillo— consiste
er lo mucho quese le sindica y acrimina por su saña impla-
Comoyase ha dicho, Larra escribe este artículo des-
cable con Saavedra y Jovellanos, los ídolos de la nación, y
parece quiere sincerarse con la necesidad que tuvo de resguar-
pués de haber leído las Memorias de Manuel Godoy, apa-
darse de unos enemigos que trataban de exterminarlo a todo recidas aquel mismo año de 1836, y a las que no escatimará
trance. No hará poco si acierta a despejar esta incógnita. Allá los elogios. Pero, sin comentar, por el momento,el atrac-
veremos.* tivo que para el género ofrece la obra de Godoy (proba-
blementeescrita al dictado, lo que minimiza la cuestión
No hay duda de que el oportunismo constituirá otro del estilo comentada por Menéndez Pelayo), modelo
móvil importante en la redacción de los escritos autobio- en el futuro de otras justificaciones políticas (por ejem-
gráficos, como observa Larra en un artículo dedicado plo, las Memorias de José Nicolás Azara, publicadas en
precisamente a las Memorias de Godoy(y fechado en sep- 1847, siguen en todo la pauta proporcionada por las Me-
tiembre de 1836) donde, con su característica mordacidad, morias apologéticas del Príncipe de la Paz); sin comentar-
escribe: lo, pues, contrastemos el juicio de Larra, distante y
negativo en lo esencial, respecto al género, con la opinión
[...] la invención de la imprenta a la disposición de todo que sigue:
el mundo ha sido un puerto contra el naufragio para clases
y generaciones enteras: hecha industria lucrativa, todo el que En España se echan de menos las Cartas y las Memorias,
no hatenido otro oficio, todo el que se ha creído con ojos que tan fructuosamente sirven en otras naciones como ex-
para ver, con oídos para oír, todo el que se ha figurado tener planación o complemento dela historia [...] Con menosgra-
las cualidades de testigo (cualidades más difíciles de poseer vedad y con menos cadenas retóricas, las Memorias y las
de lo que parece para no ser testigo a la manera de las pare- Cartas atienden más a la realidad sencilla de las cosas, e indi-

144 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

vidualizando los hechos y refiriendo interesantes pormeno- recuerdos haciéndolos pasar por una rotativa. Impresos en
res, dan a la narración más carácter novelesco o dramático. el alma, ¿qué impresión más indeleble?
Tanto o más que de mí, hablaré de los demás.*
Esel juicio del marqués de Valmar, en un artículo pu-
blicado por la Revista Contemporánea en 1881, a propó- Es una opinión interesante, porque resume, en eljui-
sito de la aparición de las celebérrimas Memorias de un cio aparentemente negativo de Estévanez sobre los libros
setentón. ¿En qué quedamos? Abunda en Españaeste gé- de memorias, la retórica más frecuentada (si así fuera en
nero, o no. Las opinionesreflejan actitudes enfrentadas: verdad, ¿a qué respondería escribir uno?). Pero también
entusiasmo y reticencia ante unos textos que carecen de refleja esa incapacidad para la autorrevelación, una pesa-
estatuto propio, y, aun anulando la oposición ficción - no dilla, y no exagero, en todos los autobiógrafos españoles.
ficción sobre la que se asientan, su mérito artístico no suele Tal como manifiesta Mesonero Romanosal comienzo de
radicar en la cantidad (o calidad) de la informaciónfacili- sus Memorias:
tada. Si bien suele apoyarse en esa creencia el memoria-
Pero el escollo verdaderamente formidable con que tro-
lista del pasado siglo, que considera esencial en su relato
pieza el autor de esta narración histórico-anecdótica; el obs-
evocar los hechos que dejaron alguna huella decisiva en táculo material que acorta y amenguael vuelo de su pluma,
su vida o en la de sus contemporáneos. es la necesidad imprescindible, fatal, en que se encuentra de
Hay que advertir que en el siglo XIX no se conocen hablar en nombre propio, y haber de combinar en cierto
todavía las diferencias, propias dela crítica literaria actual, modo los sucesos extraños que relata con su propia modes-
entre unos subgéneros y otros: memorias, justificaciones, tísima biografía.
manifiestos, etc., son términos que se usan indistintamente
y con una pretensión fundamental: la de relatar externa- El resultado es que, tanto Estévanez como Mesonero,
mente los hechos más importantes de una vida o de una de acuerdo con el criterio expuesto, omitirán en susli-
etapa histórica. En este sentido, pues, son textos que per- bros todo lo concerniente a su vida personal, lo que in-
tenecen plenamente al dominio literario del yo, puesto que dudablemente implica una severa amputación de lo
en ellos el narrador se adentra en sí mismo a la búsqueda autobiográfico. Y son asimismo el exponente de cuantos
de recuerdos y experiencias pretéritas: el objeto inmedia- en el siglo XIX trivializan el alcance artístico de la litera-
to de su empresa no está en el mundo exterior, sino en tura digamos que confesional, pese a practicarla ellos mis-
su intimidad, o en su cerebro, es decir, en la propia vida mos,sin intuir su valor simbólico, es decir,la fascinación
pasada, que se quiere re-vivir mediante el recuerdo. Pero que sobre la sociedad ejercerá, más adelante, el mito del
el tipo básico de recuerdos que constituyen el material yo. De modo que, de forma muy sucinta, tenemos dibu-
autobiográfico decimonónico es el de los recuerdos tras- jados los dos rostros de la moneda: anverso yreverso de
cendentes, aquellos cuyo objeto es exterior a la conscien- una praxis autobiográfica ambigua, porque, si bien se des-
cia que los recuerda, según la definición acertadísima de arrollará intensamente en el XIX, acusará la rigidez ideo-
Manuel Granell.” Estamos todavía lejos de las posibilida- lógica y estética imperante.
des interpretativas que permitirán los avances freudianos, Nuestros memorialistas del pasado siglo considerarán
por ejemplo, en lo relativo al análisis del subsconsciente, esencial en sus relatos evocar los hechos históricos, acon-
y cuya influencia resultará extraordinaria en la literatura tecimientos o personas que de algún modotrascendieron
contemporánea, autobiográfica o no. el simple existir (y pasar), que influyeron en su presente o
En resumen, el memorialismo decimonónico cumple, bien ocasionaron consecuencias de interés en su futuro
ingenuamente, una funciónsocial, esto es, quiere resultar o en el de sus contemporáneos: se trata de los recuerdos
provechoso. Y ello explica los notorios vacíos que lo ca- trascendentes a los que nosreferíamos másarriba. (Sin em-
racterizan en todolo referente a la más estricta individua- bargo, el ser mediocre y sin relieve, intrabistórico en tér-
lidad, superflua desde esta perspectiva utilitaria. En la minos unamunianos, de tan escaso predicamento entre
primera entrega de sus Memorias (1899), Nicolás Estéva- nuestros memorialistas, gozará de una dedicación creciente *
nez advertirá a sus lectores de lo que sigue: en la novela, de Fernán Caballero en adelante.) José Ma-
ría Sanromá, reputado orador en su tiempo y autor de
Ya sé, ya sé que las Memorias constituyen un género an- unas Memorias (1886), admite en el prólogo a las suyas
ticuado y cursi; por eso las mías son fragmentarias. De lo la limitación que, indudablemente, supone el cederla pa-
malo, poco. labra a los otros, y por eso mismo escribe:
Y ni aun fragmentos publicaría de mis Memorias si fue-
ran exclusivamente personales. ¿Qué le importan a nadie los Los que no tenemostalla para escribir verdaderas Memo-
viajes que uno haya hecho,ni las novias que tuvo en la mo- rias, tenemosel derecho indisputable de certificar la talla de
cedad, ni los cuentos que le contaba su venerable abuela? los demás. Tanto mejor para ellos, si acertamos: tanto peor
A estos pormenores íntimos se reducen a veces las Memorias para nosotros, si no lo hemos conseguido.”
de los que cultivan este género de literatura.
Por mi parte, omitiré cuanto sea personalísimo; guarda- Y ésta será, en efecto, la alternativa contemplada por
ré para mí solo todo lo concerniente a mi familia, a mi in- los memorialistas del siglo pasado: erigirse en cronistas
fancia, a mis amores, que profanaría mis más augustos o testimonios de una época y de unos acontecimientos.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 145


DOCUMENTACIÓN . Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

Enese caso, el protagonismo de quien tomala pluma, con Cansado de ir, como quien dice, a la zaga de la Historia
frecuencia un personaje de segunda fila, suele ser míni- en los capítulos anteriores, porque así lo requería la mag-
mo y se mantiene entre las bambalinas de un escenario nitud de los acontecimientos durante los seis años de la
en el que abundará la entrada y salida de personajes céle- guerra de la Independencia, permitido me sea reposar algún
bres y de cuyo trato, en ocasiones, alardeará el autor. De tanto de aquella narración histórico-anecdótica, para trazar
ese modo puede responderse a la curiosidad de una clase en el presente un episodio que, aunque puramente personal
y de índole doméstica, tiene relación con aquella época
social, la burguesía, que se contenta con un conocimien-
[1967, 53].
to superficial de los asuntos públicos.
De modoque las obras que venimos analizando cons- Y, en efecto, a continuación se nosrelata un viaje fa-
tituyen una entidad mixta discurso-historia,Y en la cual militar, de Madrid a Salamanca, en medio de las molestias
la personalidad central del autobiografiado se integra en y dificultades que tal cosa suponía en agosto de 1813, re-
los diversos sucesos del relato. El proyecto autobiográfi- cién terminada la guerra contra los franceses. Es un capí-
co se confunde conel historiográfico, y buen ejemplo de tulo breve, un ¿ntermezzo, al que seguirá de nuevo el hilo
esa fusión/confusión la tenemos en las Memorias de un histórico: esta vez la evocación de las Cortes de Madrid
setentón, de Mesonero Romanos. y el vergonzoso regreso de Fernando VII (Ramón de Me-
El hecho de que las Memorias de un setentón se inicien sonero contaba por entonces 10 años).
en marzo de 1808, es decir, en los prolegómenos del le-
Enla segunda parte de las Memoriasasistimos a un giro
vantamiento popular del 2 de mayo, ya es revelador del previsible de la narración: a medida que transcurren los
propósito fundamental, consciente o inconsciente, de
años, el interés del escritor va centrándose en la vida lite-
quien las escribe: hacer discurrir su vida con la historia raria, los estrenos teatrales, el furor romántico: serán los
de los abundantes sucesos notables de que Mesonero Ro- nuevos protagonistas del relato. Con la muerte de Fer-
manosfue testigo, y con el estado de la opinión pública nando VII (ocurrida en 1833), cesa por completo la preo-
en materia política y social. El resultado es que el someti- cupación de Mesonero por la historia. Aunque lo que
miento del escritor al discurso histórico es absoluto, y ello ocurre es que la pluma del cronista sólo se siente firme
va, naturalmente, en detrimento de las Memorias como en la evocación del pasado lejano, y nada peligroso, di-
género (relativamente) autónomo desde un punto devis-
cho sea de paso. En cambio, decae cuando se trata de
ta literario; pues su objeto viene a coincidir con el objeto
enfrentarse al presente de la escritura, que rehúye, aban-
de la historia, o sea, dar cuenta de los hechos que han donando las Memorias al llegar a 1850 (después de haber
tenido trascendencia. Hechos que son narrados porel me-
aceptado Mesonero una concejalía del Ayuntamiento de
morialista desde una perspectiva personal, de mayor co- Madrid):
lorido y vivacidad que el frío y desangelado relato
histórico, pero ajenos al esfuerzo de un hombre porer-
[...] al llegar a este último período, en que, a par de un
guir su personalidad. Por otra parte, Mesonero no com- nuevo reinado se inauguraba la completa y radical variación
prende quela presión de la historia exige el subjetivismo en la marchahistórica del país y su cultura, y a medida que
fluctuante de quien a ella se ha visto sometido de algún se iba acercando el objetivo de estos bosquejos humorísticos
modo. [?], entrando ya en el dominio de la generación actual, que
En los primeros sucesos evocados minuciosamente por conmigo los presenció, sentí flaquear la memoria, titubear
Mesonero,éste cuenta cuatro años de edad (pues nace en el entendimiento y abandonarme del todo al todo la volun-
Madrid, en 1803); circunstancia por la que puede presu- tad [1967, 229].
mirse que dichos sucesos escapan al simpleregistro y, desde
Varias son las posibles explicaciones al retraimiento de
luego, a la comprensión de su esforzado cronista. Aun-
Mesonero. En primer lugar, ese rasgo característico de la
que no dudemosde su justeza y veracidad, en general, pues
senectud por el cual se recuerdan con mayornitidez los he-
es evidente —lo resulta para el lector— la especial sensibi-
lidad del Curioso Parlante para el detalle y la descripción chosdel pasado; el temor del memorialista a deslizarse por
las tierras resbaladizas del presente inmediato, siempre mo-
del carácter y las costumbres de la sociedad de su tiempo
(como él mismo reconoce en sus Memorias). Sin embar- vible y pasajero y todavía no bien definido; o bien por-
que, tratándose de sucesos coetáneos, ya descritos y
go, en el caso que nos ocupa,tales detalles y acontecimien-
tos se los debieron de proporcionar sus mayores; a lo que comentados por la prensa periódica, ¿qué interés pueden
ofrecer al probable comprador de la obra?
debe añadirse la sólida formación histórica que, con el
La perspectiva narrativa sostenida a lo largo de las Me-
tiempo, adquiriría Mesonero.
morias es la de evocar los sucesos que «pasaron la vista»
El celebrado autor de Manual de Madrid, descripción
de la Corte y de la Villa, es consciente de estar invadien- del propio Mesonero (como él mismo proponeen la In-
do de continuo el dominio de la historia. Y así, son fre-
troducción, verdadera preceptiva del género):
cuentes, a comienzo de capítulo, las disculpas y los pre-
Su ya oxidada pluma[la del autor] solo puede brindar
textos para proseguir con dicha práctica hasta el final
hoy con prosaica y descarnada narración de hechos ciertos
de la obra. Por ejemplo, al principiar el capítulo VII,es- y positivos, con retratos fotográficos de hombres «de verdad»,
cribe: quele fue dado observar en su larga vida contemplativa, có-

146 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

modamente sentado en amigable correspondencia con los todas ellas predomina la voluntad de objetividad y unta-
personajes de acción, escondido tras los bastidores de la es- lante entre cronista y sentimental que convierte estas obras
cena [1967, 1]. en documentos de innegable valor historiográfico, pero
relativo desde un punto de vista estrictamente literario.
Es el criterio naturalista de quien vivió de la pluma
Prentea ellas, se alzan las memorias justificativas, es-
(como Zorrilla) apoyado en la fidelidad a la realidad como
critas prioritariamente con la pretensión de explicar la pro-
opción estética, lo que comporta evidentes limitaciones
pia conducta política, con frecuencia puesta en entredicho
de espacio y tiempo. Los hechos a los que se refiere Me-
por acontecimientos posteriores: desde la Memoria de Jo-
sonero son siemprerelativos a un espacio geográfico que
vellanos en defensa de la Junta Central a las posteriores
le es de sobra conocido: Madrid. A ello habrá que añadir
Memorias del siniestro Escoiquiz, la Exposición de Ceva-
la afloración constante de su costumbrismo, patente en el
llos, la Memoria conjunta de Azanza y O'Farrill, las de
acopio de coplas populares y canciones, así como en
Godoy, Alcalá Galiano, los hermanos Fernández de Cór-
el intento de captar fundamentalmentelo pintoresco, sin
doba, Espoz y Mina,o las del alcalde de Roa (en Burgos),
meterse a investigar los móviles a que pudiera obedecer
personaje tristemente célebre en su tiempo por haberlle-
dicho pintoresquismo superficial. Como bien señalara
vado a cabo la ejecución de Juan Martínez Díez, el Empe-
Azorín,*! Mesonero representa la sociedad burguesa de-
cinado. A ellas deben añadirse las Memorias históricas sobre
cimonónica, práctica, metódica, escrupulosa y tremenda-
Fernando VII, obra anónima (aunque los Ocios de españo-
mente aburrida.
les emigradosla atribuyan a José Joaquín de Mora) publi-
Pero la obra no tiene continuidad ni coherencia inter-
cada en inglés en 1824 (el original español no llegó a
na; no es más que una colección de estampas que fácil-
editarse nunca), y que, junto a la biografía del monarca,
mente recuerdan al castizo autor de las Escenas matritenses
expone el estado político de la España- contemporánea.
(debido, tal vez, a la inicial publicación de los capítulos
Vicente Llorens concede cierta importancia también las
en la revista La Ilustración Española y Americana). En este
Memorias del general Mina, ya mencionado,libro publica-
sentido, es frecuente el detalle arqueológico o la noticia
do póstumamente por su viuda. En realidad, él es autor
curiosa, aunque esta abundancia de referencias no se acom-
de un Breve extracto de su vida (Londres, 1825), fragmen-
pañe de una indagación acerca de su sentido (que es lo
to de las memorias que no llegó a terminar y, según pare-
que cuenta, al fin y al cabo). "Todo son «inspirados dra-
ce, concluyó su mujer, doña Juana de Vega; autora más
mas», «elegantes plumas» y «acendrados patriotismos»;
adelante de unas memorias propias, comocondesa de Es-
nadaquerevele al lector actual la complejidad de la natu-
poz y Mina, que no carecen de interés anecdótico, aun-
raleza humana, el policromismo de su diversidad.
quese refieran a los años —de 1841 a 1843— más anodinos
Es insustancial, por ejemplo, el fugaz episodio en que
de la vida política española. El subtítulo de la obra reza:
se narra la últimavisita de Larra al domicilio de Mesone-
«Apuntes para la Historia del tiempo que ocupélos des-
ro, Justamente unas horas antes de que aquel llevara a cabo
tinos de Aya de S.M. y A.R. y Camarera Mayor de Pala-
su triste acción, el 13 de febrero de 1837. El breve recuerdo
cio, escritos inmediatamente después de mi renuncia».2
de la visita se pierde en frases ocasionales y la superficiali-
Acierta Miguel Artola al subrayar que, en este último
dad de la retórica convencional, para terminar comosigue:
grupo de obras, el personal interés de sus autores obliga-
[...] pero en ninguna de sus palabras pude vislumbrar la
rá a presentar las cosas desde una perspectiva parcial y
más leve preocupación extraña, y hubiérale instado, como poco fiable para el historiador, aunque sumamente inte-
otros días, a quedarse a almorzar conmigosi ya no lo hubie- resante para el lector que quiera constatar las múltiples
ra hecho, por ser pasada la hora [1967, 218]. estrategias que pueden adoptarse en la manipulación de
la propia imagen. Veamos, por ejemplo, lo que dice An-
Que me perdone don Ramónsi pongo en duda su «pe- tonio Alcalá Galiano en el prólogo a sus Memorias (pu-
netrante» capacidad de observación, cuando todo parece blicadas póstumamente por su hijo en 1886), y repareel
indicar que los últimos días de Larra transcurrieron para lector en la prosopopeya que gasta don Antonio:
el escritor en pleno desorden emocional.
Queel narradorfuera testigo de los hechos que narra Razón hay para que se defienda un hombre a quien agra-
(o los viviera de cerca), o bien interviniera más o menos vian, para que se sincere un sujeto al cual hacen cargos com-
decisivamente en su evolución, determina los dos grupos pletamente¡injustos muchos, abultados otros, y unos pocos,
fundamentales de memorias que cabe advertir en el amasi- si justos, de los que admiten disculpa; y por eso procuraré
jo autobiográfico decimonónico, aspecto ya considerado refutar calumniosas acusaciones, desvanecer errados supues-
por el profesor Miguel Artola en su estudio preliminar a tos, vociferar flaquezas cuando en mí las conozca, ya se trate
las Memorias de tiempos de Fernando VII (1957, VI y ss). de lo presente, ya de lo pasado, reducir a sus verdaderas di-
mensiones culpas que, siendo veniales, han sido pintadas o
Así, tenemos en primer lugar las memorias impulsadas por
son tenidas por gravísimas, todo ello sin darme por menos
el afán de sus autores en dejar a la posteridad testimonio falible ahora que lo he sido antes, convencido de lo posible
de un tiempo excepcional. En este apartado figurarán las de ser nuevo yerro el que estimo desengaño, pero con inten-
del marqués de Ayerbe, el Bosquejillo de Mor de Fuentes, ción sana y con lisura, no mereciendo censura severa si me
las Memorias de Sanromá, de Mesonero Romanos, etc. En engaña o descamina el celo de mi propia honra.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 147


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (5. xix y xx)

De modoque, frente a la voluntaria auto-eliminación (Huesca), aunque consta que fue bautizado el 11 de junio
del autor en el primer grupo de Memorias a que nos he- de 1762, y que muere en su pueblo natal el 4 de diciem-
mosreferido (figura que pasa a un discreto segundo pla- bre de 1848, ignorado de todos y de forma miserable. Sa-
node la narración), sobresale la radical afirmación de éste bemos que vivió en Madrid y en París («salí de casa el
como centro indiscutible de los sucesos evocados. Sin em- 6 de agosto de 1833»), después de abandonar la Marina
bargo, y en general, son obras que carecen de pretensio- en 1800 (un episodio muy oscurecido en su autobiogra-
nesliterarias, y, reducidas a una simple relación de hechos, fía), hasta que la falta de recursos le obligó a regresar. Vi-
no permiten un tratamiento de su valor artístico, virá entonces en Barcelona pobremente, y es en esta ciudad
A los dos grupos mencionados, yo añadiría un tercer donde se decide a escribir su propia biografía literaria, ini-
grupo de textos autobiográficos de marcado interés ideo- ciada en la Universidad de Zaragoza, con muchosreparos
lógico o literario y que, porello, se alejan de las preten- hacia esta institución por parte de nuestro escritor:
siones perseguidas en las obras de apartados anteriores.
Su propósito recae en el ámbito de una másestricta indi- Por mi instinto, más poderoso y atinado que la piara de
vidualidad, aunque no por ello se olviden de reclamarel los catedráticos y demás escolares, miré siempre con asco
juicio de la posteridad. Es el caso de la Vida literaria de mortal aquellas insensateces, y mi cerebro, de continuo do-
Joaquín Lorenzo Villanueva (publicada en Londres en liente y voluntarioso, desechó la ponzoña y salió en tres años
1825); también de la autobiografía de Blanco White, The absolutamente virgen de los asaltos de la barbarie [1943, 10].
Life of the Rev. Joseph Blanco White, written by himself
(Londres, 1845), con muchos puntos de contacto respec- Enparecidos términos expondría Blanco White sus jui-
to de la anterior, pues nos hallamos ante hombres ator- cios acerca de la educación que se recibía en España:
mentados por el «problema religioso», como lo estará
asimismo el krausista Fernando de Castro, autor de una El provecho que una inteligencia juvenil puede sacar de
Memoria testamentaria (Madrid, 1874) —algún día habrá los estudios académicos en España es escaso. Esperar un sis-
que estudiar el alcance autobiográfico de los testamentos—=, tema racional de educación allí donde la Inquisición está cons-
tantemente al acecho para mantenerla inteligencia dentro
o, posteriormente, Unamuno. Incluyo aquí los Recuerdos
de los límites de la Iglesia de Roma, con su hueste de teólo-
del tiempo viejo, de Zorrilla, a mi entender la mejor na- gos, ha puesto a su progreso, equivaldría a ignorar del todo
rración autobiográfica del siglo XIX. el carácter de nuestra religión.
Desde luego, también en estos autores hallamosla ne-
cesidad de justificarse, de salir al paso de calumnias, de El Bosquejillo es un texto breve y apretado (si lo com-
corregir supuestos malentendidos o bien de paliar las reac- paramos con las longitudes habituales a que nos tienen
ciones suscitadas por la obra que antes se aplaudió (Zo- acostumbrados los memorialistas), que se lee con gran fa-
rrilla, Echegaray...), pero todo ello posee una connotación cilidad pese a la densidad de los hechos evocados, y en
personal o ideológica (no estrictamente política, por tan- el que se advierte el carácter fuerte e independiente del
to), en dondese juega la propia identidad, y que tiene que aragonés, quien, por otra parte, mostró desde muy peque-
ver con la pervivencia de una imagen interiorizada queel ño una fuerte inclinación al estudio: Mor asegura que a
sujeto siente sometida. En resumen, toda exposición au- los 10 años tradujo del castellano al latín los tres prime-
tobiográfica puede leerse como una memoriajustificati- ros libros de la Conquista de Méjico, de Solís.
va, pues siempre supone, en el fondo, una reivindicación Azorín será el primero en rescatar la figura olvidada
o apología de uno mismo,y esto es así incluso en casos en de este oscense contrario al movimiento romántico (Mor
que parecería que la imagen que los demás tienen de uno lo denominará «romantismo»), e inquieto: véanse sus Lec-
es del máximo valor y que, por tanto, no valdría la pena turas españolas (1912), donde habla de Mor de Fuentes,
retocar. Pero lo que importa destacar es el carácter estruc- centrándose en lo que es la mayor singularidad del Bos-
tural y organizativo, o bien secundario y ocasional, que quejillo, esto es, su prosa vivaz y despejada, de fraseo cor-
tal justificación adquiere en los memoriales del siglo XIX to y directo, muy alejada, pues, del estilo desmañado y
(también del XX; pero, como dijo Kipling, eso forma parte retórico a que el lector de la época estaba acostumbrado.
de otra historia). Las estrecheces económicas fueron una constante en
la vida de Mor de Fuentes, en parte debido a su empeño
en vivir dela literatura, y en parte por las costumbresfo-
El «Bosquejillo» de Mor de Fuentes rales aragonesas, a causa de las cuales el futuro editor de
El Patriota se vio desposeído de la herencia familiar, que
El Bosquejillo de su vida y escritos, de José Mor de Fuentes pasaria integra a manos del primogénito y, después, a su
(editado en Barcelona, en 1836, por el famoso librero An- viuda. Razón,esta última, por la cual Mor debió inter-
tonio Bergnes), es el primero de los relatos autobiográ- poner ante su cuñada una demandade alimentos que, sin
ficos escritos sin voluntad apologética ni justificativa embargo, no alcanzó lo suficiente (según nos dice el pro-
de conductas públicas, al que seguirán, en 1842, los «Ar- pio escritor en su autobiografía). Como de costumbre,las
tículos autobiográficos» del poeta José Somoza Muñoz. informaciones en este y otros sentidos son escasas y am-
Desconocemos la fecha de su nacimiento en Monzón biguas, aunquedejen traslucir una profunda inquietud de

148 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (Ss. xix y Xx)

ánimo y unespíritu indomable. Véase el siguiente pasaje, grarían modificar la imagen pública que de él se tenía. Re-
referido hacia 1823, viviendo Mor de Fuentes de nuevo léase el texto, ya citado, de Mor de Fuentes.
en Monzón, huyendo de las persecuciones políticas: Como siempre, nuestro escritor se queda en el umbral
del juicio explícito, tal vez a caush de su actitud de obser-
Avasallada la nación [el autor se refiere a la invasión de vador móvil de los acontecimientos relacionados con la
las tropas francesas al mando del duque de Angulema] y ve- invasión de los franceses: no colaboró con ellos, pero tam-
nido a Zaragoza, un sayón de Policía acongojó sobremanera poco se comprometió con las fuerzas fieles a Fernan-
y trastornó todo el pueblo, pero al menos en mi lugar dis- do VIL
frutaba sosiego; empecé a padecer suma flojedad de nervios, Por otra parte, hace observaciones curiosísimas sobre
con calambres incesantes, con especialidad por la noche, y este la literatura y las costumbres parisinas. Sorprenden, por
achaquillo, junto con mis perpetuos y tristísimos desvelos, me ejemplo, sus comentarios acerca del paseo que conduce
puso en la necesidad de pasar a Bañeras de Bigorra para tomar
a los Inválidos, al anochecer (paraje muy frecuentado por
aguas marciales, o de hierro, que son esencialmente tónicas
y provechosas [1943, 67; la cursiva es nuestra]. el escritor), en los que no escatima vituperios y adjetivos
ofensivos hacia ciertas mujeres, a las que denomina, en-
Esa «flojedad de nervios», así como los constantes apu- tre otras cosas, «profesoras declaradas de la vileza». La opl-
ros económicos por parte del autor de La Serafina (su no- nión de Mor de Fuentes sobre el sexo femenino es
velita más celebrada), nos recuerdan a Zorrilla, a Rubén plenamente dieciochesca, por no calificarla de antedilu-
Darío, a Eugenio Noel... pues todos ellos, en sus volú- viana, y asoma en el texto prácticamente sin querer:
menes autobiográficos, reflejarán de qué manera las es-
trecheces pueden mellar el ánimo de un hombre. [...] nadie ignora que la prenda fundamental de toda mu-
Buenaparte del Bosquejillo rememora la estancia en Pa- jer es el recato, sin el cual viene a ser un monstruo; pero mu-
rís de nuestro escritor: una crónica curiosa de la vida pa- chísimas de las enganchadoras pasaron poreste noviciado [el
risina, de sus costumbres y ambientes, que lleva a Azorín autorse refiere a los colegios, donde según él debían preser-
a comparar estos pasajes pintorescos con los posteriores var a las muchachas «de todo asomo vicioso»] y ahora son
Recuerdos de viaje por Francia y Bélgica de Mesonero Ro- la hez de la sociedad[...] ¡Cuán fragililla es la naturaleza hu-
mana, y en especial la femenina! [1943, 115].
manos. También Emilio Castelar es autor de Un año en
París y unos Recuerdos de Italia que podrían cotejarse con
los ya mencionados. Lo cierto es que existe un notable Mor de Fuentes tuvo que dejar París con gran dolor
vacío en nuestra historia literaria, y es la necesidad de un de su alma. Haciendo escala en diversos parajes de Fran-
recuento exhaustivo de los «libros de viajes» que jalonan cia, fue a parar a Barcelona, donde concluye la autobio-
la literatura española moderna y contemporánea,sin que grafía. Los datos posteriores a esta fecha de 1836 nos los
podamos precisar por el momento su alcance artístico. suministra Leopoldo Augusto de Cueto: nuestro autor vio
No obstante, a menudo la ocasión del viaje va más allá declinar su estrella en Barcelona, donde vivió días difíci-
de la crónica testimonial y se transforma en un vehículo les y precarios. Para ayudarle, el editor Bergnes publicó
indirecto de expresión de la propia individualidad: por algunoslibros suyos. Mor, completamente pobre, marchó
ejemplo, en las impagables cartas Desde mi celda publica- a su pueblo natal, donde un sastre convecino suyole re-
das por G.A. Bécquer en la sección de «Variedades» de cogió por caridad en un desván de su propiedad. Allí mu-
El Contemporáneo (1864). rió, abandonado por sus paisanos. Por lo visto, las
Volviendo a nuestro escritor, sin duda Azorín sentía- contrariedades de su vida fueron agriando con los años
se más próximodel estilo de Mor de Fuentes, por ser este su carácter, de natural extrovertido.
unaespecie de precursor del impresionismoliterario. De-
licioso, por ejemplo, su relato de un encuentro frustrado
con cierta damafrancesa apellidada Dauriat. El caso es que La «Vida» de Blanco White
Mor de Fuentes tuvo la ocurrencia de dedicar unos ver-
sos, en francés, a la mencionada dama, que no conocía, A pesar de estar escrita en inglés no se puede pasar por
pero de la que había leído su cuadernito sobre educación alto la importancia de la autobiografía del sevillano José
que le impresionó vivamente. Los versos llegaron a cono- María Blanco White (Sevilla, 1775 - Liverpool, 1841) en
cimiento de madame Dauriat, quien manifestó deseos de la literatura española, puesto que tal es la orientación
conocer a nuestro autor. Las ilusiones de Mor de Fuentes y el sentido de su obra. Conel título The Life ofthe Reve-
sobre este encuentro pueden explicarse por el aislamien- rendJoseph Blanco White, Written by himselfwith portions
to amoroso en que vivía; sin embargo, se le apareció una of his correspondance (Londres, 1845, 3 vols.), el manus-
dama añeja, de tez verdiahumada, ojos invisibles y cuer- crito original contiene la narración de su vida en España
po descarnado, cuya visión provocó una rápida huida del e Inglaterra, de 1775 a 1826.
fogoso poeta. !* La autobiografía está escrita en forma de unalarga carta
Personaje inevitable en el París de aquellos días (hacia personal dirigida a su amigo el arzobispo Whately, fecha-
1834) era el solitario y desvalido Manuel Godoy, obsesio- da en Oxford el 9 de enero de 1830 y concluida el 7 de
nado con la redacción de sus Memorias que, confiaba, lo- abril de 1832. Una nota final asegura que revisó el ma-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 149


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (Ss. xix y xx)

nuscrito unos meses antes de morir. El procedimiento de Joven eclesiástico español», intercalada en la carta MI); en
recurrir a una especie de interlocutor interno, al que se la breve introducción autobiográfica a Thepoor mans pre-
refieren los hechos de la vida de uno, es frecuente en las servative against Popery; en «La despedida del autor de las
narraciones autobiográficas, pues presupone un interés ob- Variedades a los hispanoamericanos», e incluso en su «Ele-
Jetivo, y no meramente narcisista, y además proporciona gía a don Manuel José Quintana»(escrita entre 1805 y
a quien las escribe un modo sencillo de adentrarse en la 1808), en la que hallamos una sólida base autobiográfica
tarea, siempre tensa, de hablar de sí mismo: también Zo- y confesional sobre la cual se construye el poemadirigi-
rrilla se acogerá a la técnica epistolar para iniciar su rela- do a un amigo. También enel prefacio a sus Observations
to autobiográfico. on Heresy and Orthodoxy (Liverpool, 1835) habla Blanco
Sin embargo, centrándonos en Blanco White, salvo el de sí mismo, centrándose en explicar los motivos por los
carácter de carta que le confiere el encabezamiento de la cuales se separa de la Iglesia anglicana. De modo que Blan-
narración («Mi querido amigo») y alguna que otra refe- ' co no deja de volver sobre su pasado una y otra vez, aña-
rencia al destinatario, el texto puede considerarse una diendo nuevas precisiones a lo ya expuesto «con una
auténtica autobiografía, testimonio inapreciable, además, escrupulosidad contigua a la obsesión si no a la verdadera
del costoso proceso de su desconversiónreligiosa y atri- mania», según palabras de Juan Goytisolo en su admira-
bulado paradigma de la duda. José María Blanco y Cres- ble «Presentación crítica» de una antología de la obra in-
po era hijo de irlandeses que, al instalarse en España, glesa de White. Es obvio que la excelente formación
tradujeron a Blanco su apellido White, y acabaron por unir religiosa adquirida por nuestro escritor en sus años mo-
las dos formas. Su madre era andaluza. Fue un escolar bri- zos, su profundo conocimiento de la confesión religiosa,
llante, se ordenó joven y pronto llegó a ser canónigo ma- determinará la exquisitez que demuestra en su voluntad
glstral. de autorreflexión, una vez abandonada la práctica de la
Precisamente, el punto de inflexión en la vida de Blan- fe católica. Ahora será una confesión erga omnes, que im-
co White lo hallamos en 1802, poco después de que ob- plicará asimismo explicar lo que (socialmente) no puede
tuviera la magistralía en la Capilla Real de San Fernando o no debe explicarse; así, implicará un acto psíquico de
(Sevilla) (su relato de los ejercicios del concurso-oposición mayor envergadura quela simple confidencia autobiográ-
a que tuvo que someterse no tiene desperdicio). Es decir, fica o plática confesional, puesto que conllevará el esfuer-
cuando nuestro autor se halla al alcance de promociones zo de otros actos: el que se confiesa como lo hace Blanco
másaltas: no solo vierte su intimidad (en la medida en queello era
tolerable en el siglo XIX), sino que también juzga(¡y
¿Quién hubiera podido pensar que en estas circunstan- cómo!), refiere, aprecia, critica... Y se expone a ser juzga-
cias y Justamente cuando yo estaba más seria y concienzu- do, criticado, referido, etc., convirtiéndose, de ese modo,
damente dedicado a'los deberes de mi profesión, una en objeto de otros discursos (como así ocurrió).
tempestad moral e intelectual iba a descargar sobre mi espí- Ello explica la precaución y minuciosidad de su ator-
ritu e iba a barrer todas las ideas religiosas que tan hábilmente mentado vuelco confesional. Porque hablamos, induda-
me habían inculcado durante tantos años, tormenta, además,
blemente, de un hombre atormentado, y, en este sentido,
que iba a hacerme odiosa la misma idea de recibir más ho-
nores y emolumentosde la Iglesia y a no poder soportar la acierta plenamente Vicente Llorens al subrayarla insatis-
permanencia en mi país? Sin embargo, esto es lo que suce- facción como rasgo permanente en la vida de Blanco pues
dió. a pesar de mis esfuerzos por resistir [1988, 152]. en ese sentimiento, que supone unatensión constante, ha-
llamosel elemento decisivo de una conciencia que se con-
No caben dudas acerca del impacto de esta crisis reli- fiesa en relación con la vida vivida, y sobre la que pesa,
giosa en el ánimo de Blanco, que supondrá la ruptura decíamos, la incertidumbre: el doctor Whately decía que
definitiva con la Iglesia católica, su familia y su patria en cualquier momento iba a descolgarse con un libro para
(después de haber engendrado un hijo y escribir un poe- declarar sus vacilaciones entre ser deísta o ateo, cuáquero,
ma —medio heroico, medio cómico— sobre el morbo gá- swedenborgiano o papista.**
lico). Es razonable que toda ruptura (y mássi es del signo En cierto modo, nos recuerda a Mor de Fuentes, otro
de la presente) necesite también de composiciones psico- ser insatisfecho, pues ni uno ni otro consiguen hallar la
lógicas, y nadie como Blanco White se preocupó tanto tranquilidad en ninguna de las moradas que buscan suce-
en su tiempo por hacerllegar a sus amigosla relación de sivamente. Claro que la inquietud de Blanco White pare-
todos los hechos importantes relacionados con él: ce ser de índole moral y religiosa, mientras que la del
zaragozano es más doméstica y, en algún sentido, intelec-
[...] a fin de que puedan refutar las calumnias y tergiver- tual. Pero la lección que ofrecen al mundo es común y
saciones de mis enemigosel día en que yo no pueda hacerlo nos afecta a todos, pues tiene que ver con la existencia
[1972, 101]. del individuo cuando éste se encuentra sometido a im-
pulsos contradictorios: el resultado no conduce (no suele
Pues lo hace, no solo en su Vida, sino también en al- hacerlo) a verdad alguna, y al hombre que sufre de esta
gunas de sus Letters from Spain (por ejemplo, en la «Me- irreconciliable dualidad no le cabe sino soportar su an-
moria sobre la formación del carácter y opiniones de un gustia; y tal vez buscar algún culpable. Para Blanco, éste

150 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

es sin lugar a dudas la Iglesia: primero su denuncia feroz níareligiosa de mi país al consentimiento y silencio, me exas-
atañe exclusivamente a la Iglesia católica; después la an- peró hasta el fondo del alma [1972, 161].
glicana recibirá los dardos de Blanco con la misma viru-
lencia, y, en el límite, su lucha encarnizada será contra Debióde ser una historia muy triste para Blanco, pues,
cualquier forma de ortodoxia: poco después de tomar su hermana los hábitos defini-
tivos en uno de los conventos más severos de Sevilla, se
El dogma de un juez infalible —escribe— es la fuente agravaron las perturbaciones mentales de esta última
auténtica del fanatismo y quien quiera que crea de verdad ocasionadas por una extrema sensibilidad, y Blanco tuvo
en él es necesaria y conscientemente un perseguidor. 16 que soportar el sufrimiento de asistirla en el confesiona-
rio, «en donde le administraba los mezquinos consuelos
Y, verdaderamente,el relato autobiográfico de Blanco que me confería el sistema al que con tanta crueldad fue
es conmovedor, al presentar ante el lector los elementos, inmolada» (1972, 164).
el sustrato vivido a partir del cual germinó el embrión Claro que Blanco ejerce el derecho
. de todo autobió-
de su apartamiento e indignación frente a toda noción de grafo, que es el de omitir (o incluso falsificar) los hechos
ortodoxia. Comodice Goytisolo, otro heterodoxo, en su que no convienen; de acuerdo conlos criterios utilitaris-
presentación antes citada: tas y mojigatos que dominaban la escritura del siglo XIX.
Quiere ello decir que en la Vida del ex clérigo no leere-
[...] la autobiografía [de Blanco] nos expone los porme- mos nada que haga referencia al hijo que tuvo de una es-
nores del período que debía transformar al joven capellán pañola con la que noestaba casado, antes de partir hacia
magistral de la Capilla Real en un enemigo encarnizado del Inglaterra; circunstancia que fue aprovechada posterior-
catolicismo [1972, 22]. mente por Bartolomé José Gallardo, Menéndez Pelayo y
otros para desacreditarlo y ofrecer este dato como causa
Y, en efecto, esta es la intención fundamental del ex- de su expatriación y conversión al anglicanismo. Vicente
patriado sevillano al redactar los tres volúmenes de su Llorens ha puesto, con el tiempo, un clarificador punto
Vida. Y sus palabras, el relato de sus experiencias, toda- final a esta espinosa cuestión:
vía resuenan en el ánimo de cualquier español de media-
na edad: el sufrimiento angustioso de la confesión, los La persona con quien tuvorelación se llamaba Magdale-
sentimientos de culpabilidad, la represión familiar que le na Esquaya, y el hijo nació el 7 de enero de 1809, cúando
lleva a mantener sus ideas al abrigo de todos durante años... el padre, a consecuencia de la invasión napoleónica, sé en-
Aunque de nuevo topemos con la acostumbrada impene- contraba ya en Sevilla, Blanco solo tuvo noticia de su exis-
trabilidad. Pues, si bien Blanco busca un culpablea la si- tencia en Inglaterra, hacia septiembre de 1812,al restablecerse
las comunicaciones con Madrid, después de liberada la ciu-
tuación de servidumbre física y mental a la que se vio
dad, porel ejército de Wellington. No lo desamparó enton-
sometido hasta los 27 años (cuando decide huir de Espa- ces, ni tampoco a la madre. Fernando fue llevado a Londres
ña), ¿porqué no responsabilizar también a sus padres de en 1813, y su padre lo hizo educar en Francia, Suiza e Ingla-
una excesiva severidad en su educación? O bien, de su corta terra. A Magdalena, mujer pobre y enferma, la ayudó eco-
visión en lo referido a la felicidad de sus hijos, pues todos nómicamente hasta su muerte en 1816.
ellos se vieron sometidos a la misma presión religiosa.
Nada de esto ocurre; los juicios de Blanco son firmes en Es lógico suponer que cuando Blanco empieza a re-
los elogios, especialmente con la madre, a la que nuestro dactar su Vida en 1830, no quiere perjudicar a su hijo,
escritor idolatra. El único y ligero reproche a su madre entonces oficial del ejército inglés en la India, de modo
lo hallamos en el pasaje que sigue: queevita mencionar explícitamente este hecho de su vida.
Lo más que hallamos es una velada y breve referencia a
[...] siendo [su madre], no obstante, una persona de grandes aquella situación en el pasaje que sigue:
aptitudes naturales, debía de haber deseado a veces algo me-
nos opresivo y sombrío queel sistema que le imponían los No obstante, este sufrimiento [Blanco se refiere a su inca-
teólogos de su Iglesia [1972, 1051. pacidad para disimular las dudas de su condición eclesiástica]
habríasido insignificante comparado con el que estaría conde-
La gota que colma el vaso de la desdicha de Blanco nadoa sobrellevar cuando un afecto desgraciado me condenara
es la decisión (en 1802) de su hermana menor de hacerse a amar a escondidas y disimular unos sentimientos que, aun-
que inocentes en sí mismos, una execrable superstición había
monja (su otra hermana había profesado varios años an-
pervertido y envenenado. Con esas fuentes de angustia inter-
tes, y murió porestas fechas) na, el mundo no podía ofrecerme ninguna compensación.

[...] ver a una joven afectuosa y tan estrechamente rela- Ahora bien ¿por qué escribe BW. en inglés si su texto
cionada conmigo —que habría podido ser mi compañera de va dirigido esencialmente a la sociedad española?
existencia, si hubiera querido permanecer soltera— empuja-
da porla superstición al sacrificio de sí misma; percibir las Cuandolos emigrados liberales llegaron a Londres en 1823
artimañas con que fanáticos e hipócritas despreciables se apli- —escribe Vicente Llorens— Blanco White llevaba residien-
caron a taparle los oídos contra mí, y ser forzado porla tira- do en Inglaterra desde 1810. Estos años que Blanco había

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 151


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

dedicado a su reeducación literaria en un deliberado es- el uso, valores agotados, repertorios de frases hechas, epíte-
fuerzo por asimilarse la lengua y el pensamiento ingle- tos, relumbrantes y vacíos, y un largo etcétera de agosta-
ses, coinciden no solo con el florecimiento de la literatura miento idiomático del que tan solo algunos escritores
romántica inglesa [...] sino con una nueva era de la crítica podránliberarse: Larra, Blanco... La lengua del siglo XIX
literaria [...] y la penetración de las ideas románticas ger-
mánicas.?”
es una lengua retórica que fue inflándose y contra la que
hubo que luchar hasta encontrar un verbo más simplifi-
Aquí está una de las razones que empujan a Blan- cado, vuelto a su legítimo sentido y capaz de recuperar
co a formar parte de aquel preciado grupo de escritores aquello que algunos llaman tensionalidad textual. O, en
capaces de alternar o sustituir su lengua materna por otra términos tradicionales, originalidad, es decir, imprevisi-
lengua de cultura en su obra de creación. Blanco notie- bilidad (aunque hoy todo el mundo sepa que la tersura
ne mayores dificultades en ese proceso de asimilación lin- de un texto literario reside en la dialéctica común-original).
gilística y cultural señalado por Llorens, pues su familia Entre los memorialistas del siglo XIX solo se concibe se-
paterna procedía de Irlanda, aunque habíanse estable- guir la tradición de esa damade los espejos queesla retó-
cido en Sevilla como comerciantes, y el futuro escritor rica, según la prosa practicada por los grandes maestros:
y canónigo muy pronto tuvo ocasión de aprender los desde fray Luis de Granada hasta el admiradísimo Quin-
primeros rudimentos de la que para él fue su segunda tana, pasando por Meléndez Valdés.
lengua: No compartimos la explicación de Blanco, también
suscrita por Juan Goytisolo, de que esa falta de flexibili-
dad es «derivada de la gran longitud de la mayor parte de
Mi aprendizaje fue severo. En cuanto pude escribir con
facilidad, me vi.obligado a copiar la correspondencia de la
las palabras, la escasa variedad de las terminaciones y lo
casa. Por esta época, había aprendido suficientementeel in- abultado de los adverbios».?! Sobre la cuestión de la lar-
glés para hablarlo con cierta soltura con los cuatro o cinco gueza de nuestra palabras, Blanco insistirá años más tar-
dependientes irlandeses con los que pasaba la mayor parte de, analizando el fenómeno desde varias perspectivas: la
del día [1972, 103]. variedad de terminaciones castellanas (lo que justifica el
empleo de la rima asonante en la métrica española), la
Como, por lo visto, las labores administrativas de la abundancia de palabras tónicas, la rigidez de nuestras
casa se hacían -en inglés, el conocimiento de dicho idio- partículas, etc. Desde luego,el inglés ha sido, y sigue sien-
ma por parte de Blanco, copiando cartas, no hizo sino do, un modelo en lo queserefiere a la adaptación a las nue-
mejorar. De modo que,al llegar a Londres, el ex canóni- vas necesidades idiomáticas —las del siglo XIX o las de aho-
go español se halla en un medio lingiiístico familiar, del ra mismo—, pues ha reducido al máximolas partículas, ha
quetan solo le cabrá extraer mayores sutilezas expresivas. eliminado los acentos y ha agilizado cuanto ha podido
Es, pues, un deseo de integración en la nueva comunidad la construcción sintáctica. Sin embargo, no cabe decir
que le acoge el que le lleva a escribir en su lengua; como lo mismo del francés, cuyos recursos de flexibilidad, es-
lo será también el que, nada más llegar, se convierta al tructura y silabación son parecidos a los del español, y
anglicanismo, fenómeno muy bien estudiado por Vicen- eso no fue obstáculo en el pasado para que su prosa se
te Llorens en un magnífico ensayo sobre el tema.% A lo agilizara en mayor medida que la nuestra.
que hay que añadir una evidente afinidad con la lengua Más atinado está Blanco White cuandotrata de la exi-
y la cultura inglesas que su expatriación le permite mani- gua libertad de pensamiento que lastra gran número de
festar libremente. nuestras composiciones poéticas. A ello puede añadirse
En la autobiografía de Blanco se aprecia bien, además, el academicismo lingúiístico de la época y el prestigio de
su nivel de auto-exigencia, que le lleva a posturas radica- un estilo elevado y ampuloso que desembocóenel acar-
les: ¡cuántos en su lugar mantuvieron los honoresecle- tonamiento de buena parte de la poesía de Meléndez y
slásticos pese a ser en materias de religión decididos sus epígonos:
incrédulos! A él, por temperamento,le resulta difícil de-
senvolverse en un medio hipócrita, y más, desde luego,
Los poetas castellanos —repara Blanco— rara vez dicen
comportarse él mismo comotal: es más bien un radical
lo que quieren sino lo que pueden: la métrica italiana y una
que se emplea a fondo en todo lo que hace. Y su nuevo concepción falsa del lenguaje poético —que les conduce a
destino le supone una identificación total con la socie- tocar tan solo los temas ya tratados por otros poetas— redu-
dad inglesa. cen el ámbito de su pensamiento y expresión. De ahí que
A ello hay que añadir un reproche de Blanco respecto sus obras, aun cuando suenen agradablemente al oído, pa-
a nuestra lengua que es sumamente interesante, y es el de rezcan repeticiones unas de otras y el lector no lleguea esta-
quecarece de suficiente flexibilidad para expresar un pen- blecer la correspondencia entre lo que el poeta dice y lo que
samiento innovador, En este momento echamosen falta siente.2
un estudio sobre esta cuestión que tanto afecta a la evolu-
ción de nuestras letras en el pasado siglo, porque, efecti- Mutatis mutandi, lo dicho por Blanco para la poesía
vamente, el desarrollo de la prosa en España conlleva un vale también para la prosa (sobre todo la más intelectual)
sinfín de arcaísmos residuales, de ideas empobrecidas por de su época, que, entre tanto y tan exuberantefollaje, avan-

152 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

za a duras penas. Es un tema apasionante que merecería su oscura y prácticamente desconocida vida privada, de
mayor detenimiento, pero nos desvía del camino que sim- la que algo nos dice Conrado Solsona,al final de una bre-
plemente queríamos insinuar sumándonosa lo dicho ya ve antología castelarina publicada en 1899, a raíz de la
por Juan Goytisolo en este sentido: la modernidad, en muerte del tribuno y a fin de recoger fondos para el monu-
los varios aspectos señalados de lengua y pensamiento, de mento que se emplazó luego en el paseo de la Castellana.
la autobiografía de Blanco, capaz de reparar críticamente Su vida íntima, comenta Solsona, fue el desorden perma-
en los obstáculos que impedían hacer avanzar a la socie- nente, porquela realidad es que Castelar vivió sometido
dad española de su tiempo. a las exigencias de sí mismo como personaje: político, ora-
dor, antiguo catedrático de Historia, y, por encima de
todo, escritor. De estas exigencias se resintió, que duda
La tercera persona de Emilio Castelar cabe, la privacidad de nuestro hombre, que, pese a hablar
de sí mismo con tanta frecuencia, mantiene sobre esta
Unos pocos años antes de que Mesonero Romanosdeci- cuestión el mayor recato. Retengamos, sin embargo, un
diera evocar la vida española de primeros de siglo, Emilio aspecto importante de la biografía de Castelar, y es el amor
Castelar escribió —suponemos que por encargo y desti- que sintió por su madre, doña María Antonia Ripoll, a
nado a alguna publicación periódica española o ameri- la que debe, según cuenta en la Autobiografía, el nacimien-
cana— un texto autobiográfico, que más tarde servirá de to de su formación intelectual:
presentación de sus obras, en 1922.2 Su prologuista, Án-
gel Pulido, fecha el relato, que consta de cincuenta y dos Su madre le hacia leer horas y horas seguidas, habiéndo-
cuartillas manuscritas, hacia 1870. Y, en efecto, el texto le infundido tal afición a la lectura, que ha sido necesaria
debió de redactarse después del proceso revolucionario de la edad que hoy tiene, la posición que hoy goza, para quitar-
1868: Castelar, diputado entonces por Zaragoza, tuvo una le la manía de leer hasta por las calles.%
ocasión magnífica para desplegar los mejores recursos de
su apasionada elocuencia en defensa de la República (aun- El relieve concedido a la madre es un rasgo común a
que la moción se perdiera por 71 votos contra 214 a favor la mayor parte de las autobiografías, y, por tanto, nada
de un gobierno monárquico), y a ello alude veladamente más lejos que considerarlo como una singularidad del ora-
al final de su relato: dor gaditano; pero en este caso parece alcanzar una im-
portancia decisiva en la futura vida sentimental de muestro
hombre. Recordemos el episodio relatado por su amigo
Y, sin embargo, ninguno de los triunfos, de los aplausos
que ha alcanzado, le han ensoberbecido. Modesto, modestí-'
Guarner:
simo, pasa su vida entera entregado al estudio y al trabajo,
dispuesto a combatir por la libertad y la República, sin es- Enamoróse Castelar —que frisaba en los veintisiete años—
perar a más premio quela satisfacción de la conciencia [1922, de una su prima llamada Benita Guijarro, moza de singular
L, cxxvml. hermosura y elegancia, que camarista era en palacio de la
infanta Isabel. Comenzaron aquellos amores sin advertir de
ello a doña María Antonia Ripoll, quien, al enterarse de tal
Ni el mejor exégeta de Castelar podría superar los en-
noviazgo, a sus espaldas concertado, tomólo a mal por con-
comios y la autocomplacencia que dimanadel breve pa-
siderarlo como desaire a la madre inferido, oponiéndose en
saje citado. Pero, en fin, lo cierto es que en la Autobiografía consecuencia a que tales relaciones continuaran. Tras des-
del orador, el lector puede apreciar sin dificultades los ras- avenencias familiares, causadas por aquellos amores, cayó en-
gos más característicos de esta indiscutible personalidad: ferma la madre de Castelar; hubieron de multiplicarse los
la falta de espíritu crítico, la elocuencia, la laboriosidad cuidadosa la anciana señora y fueron disminuyendo los aho-
y una indiscutible maestría en el manejo del hipérbaton y rros de la casa, que llegó a situación bien apurada. Cuando,
el párrafo largo. comotriste desenlace, falleció doña María Antonia, en una
El texto a que nos referimos pudo haber sido el em- tarde desapacible del invierno de 1859, Castelar sintió el re-
brión de unas más sólidas memorias que, sin embargo, mordimiento de su proceder ligero, y con amarga pena llo-
ró en arrepentimiento cuando la madre ya no podía perdonar
Castelar no llegó a escribir, pues murió prematuramente
al hijo arrepentido. Desde entonces quedaron rotas aquellas
envejecido, en mayo de 1899, a los 67 años.
relaciones con expiación por su comportamiento, y ol-
El relato, que comprende desde su nacimiento hasta vidó a aquella mujer, con la que no volvió a reanudar sus
una fecha imprecisa que puedesituarse, decíamos,en tor- amores, a pesar de los deseos y consejos de familiares y
no a la proclamación de la República, se centra exclusiva- amigos.*
mente en algunos datos externos: el amorfilial, los apuros
económicos familiares, pese a proceder de holgada posi- No parece Castelar hallarse a la altura de las circuns-
ción,el orgullo de Castelar por mantener a los suyos con tancias en este lamentable episodio de su vida, pero igno-
el fruto de sus publicaciones, el éxito de sus intervencio- ramos los pormenores y consecuencias del mismo, de
nes públicas, la persecución política,* y... poco más. Lo modoquees preferible seguir con el púdico veló que han
cierto es que contrasta la torrencial vida pública del ilus- venido manteniendo sus biógrafos.
tre republicano, a la que se entregó fervorosamente, con Para Bruno Vercier, autor de un interesante trabajo so-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 153


DOCUMENTACIÓN: Memorias y autobiografías en España (S. xix y xx)

bre la autobiografía,” esta, como la gimnasia o el pati- en una carta de pésame). Por ello no debe extrañarnos
naje artístico, comporta todo un programa de figuras im- su fácil y natural entusiasmo al hablar de sus escritos. Por
puestas, verdadera retórica de unidades textuales, como ejemplo, leamos el siguiente pasaje donde se refiere a uno
son el mito del primer recuerdo o la mitificación de la de sus innumerables escritos:
madre; ambos, aspectos fundamentales del llamadorela-
to de infancia, pasaje inevitable de toda autobiografía. Por Publicó después la primera parte de un poema en prosa,
lo quese refiere a la idealización de la figura de la madre, titulado «La Redención del Esclavo», cuya numerosíisima edi-
cabe advertir el sometimiento de la mayoría de los auto- ción se agotó en pocos días. El plan de la obra es, como su
biógrafos a los modelos descriptivos más convencionales, título indica, presentar en la historia las sucesivas transfor-
esto es, hermosura, abnegación, laboriosidad, fernineidad, maciones de la plebe, de la democracia, desde el paria anti-
etc., evitando así la expresión espontánea de los impulsos guo hasta el ciudadano moderno. Las páginas más bellas que
más íntimos del propio yo respecto a ella, a través de me- hansalido de la pluma de Emilio Castelar se encuentran en
canismos inconscientes o cadenas de asociación capaces esas obras verdadero monumento de estilo y de lenguaje
de definir, en su singularidad, el funcionamiento de una [1922, CXXII-CXXIV].
personalidad ya formada; aunque ello resulte impensable
en un memorialista del siglo XIX. Sea comosea, la devo- Como muy bien dice Benjamín Jarnés en su magnífi-
ción de Castelar por su madre es evidente aun para el lec- ca biografía de Castelar, uno no puedeevitar el sonreírse
tor menos atento de su Autobiografía, y podría explicar, ante este tipo de juicios, que rebasan toda medida ordina-
tal vez por su componente edípico, la imposibilidad del ria de la vanidad humana. Porque, además, nuestro ora-
escritor de evolucionar en su madurez hacia otras relacio- dor se equivocó de medio a medio en el pronóstico de
nes, fijándolo psicológicamente en un estadio narcisista. su fama: de alguno de sus discursos llegó a decir que sería
Veamosesta cuestión con más detalle. la inagotable fuente donde las próximas generaciones acu-
Si fuera forzoso señalar un rasgo característico de dirían a beber ideas políticas; cuando lo cierto es queel
la Autobiografía de Castelar, no dudaríamos en subrayar la influjo de la prosa castelarina fue mínimo en la orienta-
utilización de la tercera persona para su relato: no es nada ción de la prosa castellana de los últimos lustros delsi-
frecuente, aunque dispongamos de precedentes. Por ejem- glo XIX, que culminará en el modernismo. Y no porfalta
plo, en los «Artículos autobiográficos» de José Somoza de plasticidad, pues el discurso literario de Castelar es la
Muñoz, hallamos una «Noticia autobiográfica» de cierta más diligente aplicación del Tratado del padre Lamy (1675),
extensión (no breve y sucinta comola de Feijoo, por ejem- dondese presenta a la «palabra» como «pintura de nues-
plo) redactada ya en tercera persona,sl bien de forma muy tros pensamientos».
escueta. Ante cierto pasaje de su Autobiografía que no oso re-
En general, el procedimiento de hablar de uno mismo producir aquí, exclama Jarnés justificadamente:
en tercera personaresulta forzado al lector, y supone una «No conozco otro caso de tan desaforado narcisis-
maniobra psicológica de mayor alcance que una simple mo».” Porque, en efecto, la autoestima de Castelar no
sustitución de pronombres: desde implicar un inmenso tiene parangón en los escritos autobiográficos españo-
orgullo por parte de quien escribe, hasta unarelativa hu- les de ninguna época. Por ello, es lógico suponer que,
mildad. (En la mayoría de las autobiografías religiosas, el cuando esto escribe, Castelar no se ha hecho cargo toda-
autobiógrafo se refiere a sí mismo como un «servidor de vía de la Presidencia de la República, que acabará con su
Dios». Y una práctica de transposición gramatical muy triste defenestración en las Cortes, el 3 de enero de 1874.
frecuente hoy día es la de hablar de uno mismoa la manera A partir de ese momento, el que fuera presidente de la
de César, como si deseáramos todos mantenernos aleja- nación será un desencantado de la causa política, que,
dos de nosotros mismos. El procedimiento tiene caracte- no obstante, seguirá combatiendo por la legitimidad de
res retóricos que, bajo la apariencia de una presunta la República y empeñándose en acuñar nuevas y relu-
objetividad por parte de quien habla, encierran una auto- cientes frases para contemplarse en ellas como en menu-
suficiencia estrepitosa.) En cualquier caso, la técnica im- dos espejos... El aplaudido orador no comprendió que,
plica por parte del narrador situar el personaje fuera de con su muerte, a la prosa española solo le cabía desha-
sí, a una cierta distancia: el análisis del mismo queda,fic- cerse de aquella cascada de brillantes figuras para seguir
ticiamente, sometido al juicio de la historia, o de Dios; adelante.
pero, sea como fuere, el narrador enfrentado con el per-
sonaje asumesu valía trascendente, su idiosincrasia. Aun-
que en el siglo XX tal procedimiento consigue efectos Las memorias de Zorrilla: una carta al padre
de distanciamiento o de ironía, o bien refleja problemas de
identidad; todos, en fin, efectos muy alejados del propó- Porlas mismas fechas de Mesonero, aproximadamente,el
sito de Castelar al recurrir a la tercera persona. Porque poeta y dramaturgo José Zorrilla emprende la redacción
Castelar estaba convencido de su gloria literaria («no hay de sus memorias: Recuerdos del tiempo viejo, publicadas
momento en la vida que no me hable de la inmortalidad», en primer lugar comoartículos sueltos en los «Lunes» de
escribe ingenuamente a su amigo el marqués de Grijalba El Imparcial, a partir del 6 de octubre de 1879, y poco

154 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (Ss. xix y xx)

después editadas en Barcelona, a raíz de una estancia de Ese vago clamor que rasga el viento
algo menos de un año del escritor en esta ciudad. Los mo- es el son funeral de una campana...
tivos de su proyecto quedan bien explicados en el prólo- Vano remedio del postrer lamento
go, dondese refieren los apuros económicos en medio de de un cadáver sombrío y macilento,
que en sucio polvo dormirá mañana
los cuales vive el escritor. Porque en junio de 1878, cuan-
do Zorrilla cuenta 64 años, el Gobiernole retira la mo-
desta pensión quele tenía asignada a través de los Lugares ... ya lograron impresionara los asistentes. Fue la «puesta
de largo» del poeta, un momento decisivo que sirve de
Píos Españoles de Roma (un momio lo llamaban), sumien-
do al poeta vallisoletano en el mayor desconcierto moral
pórtico a las memorias. Y a partir del cual Zorrilla tejerá
y destejerá, no siempre ordenadamente, los recuerdos de
y anímico. Aunque no porello debemos caer en la tram-
otro tiempo, del tiempo viejo, escritos en forma epistolar
pa de ver a Zorrilla como una víctima de la ingratitud de
y dirigidos al también poeta José Velarde (objeto asimis-
sus semejantes, pues sus apuros constantes en materia
mo de la dedicatoria con que se abre el Libro).
de dinero se deben más al propio temperamento del poe-
Nicomedes Pastor Díaz y Donoso Cortés serán los pri-
ta que a culpas ajenas. Emilia Pardo Bazán, en su cumpli-
do estudio del escritor (publicado en La Lectura, en 1909),
meros valedores del poeta, al que ofrecen las páginas de
El Porvenir, a las que sucederán las de El Español y un
lo resume perfectamente:
largo etcétera. Porque, desde la memorable lectura fúne-
bre, Zorrilla se encontró lanzado, con trabajo en la pren-
A juzgar por noticias que el mismo poeta nos da, encon-
sa y amigo de toda la pléyadeliteraria.
tró en su camino, a cada paso, gente delicada y generosa, y
nadie con menor razón pudo ser pesimista: le sobraron ami- La historia personal de Zorrilla es idónea para excitar
gos buenos[...] Pero nada podía colmar el hoyo siempre abier- la curiosidad en torno a su biografía: hombre profunda-
to por su prodigalidad imprevisora: sin vicios, sin lujos, sin mente inseguro, ingenuo, sentimental y falto por com-
"dilatada familia, sin nada que explique la sangría suelta, aparte pleto de sentido práctico, suscitó simpatías y envidias
de las deudas paternas que tuvo que pagar, Zorrilla vivió y en mayor grado que cualquier otro poeta. A los enconos
murió en el ahogo incesante, crónico y público, y no nos que despertó, el propio escritor admite en sus Memorias
hubiese sorprendido verle un día, arrimado a una esquina, haber contribuido con actitudes poco responsables (por
tendiendo la mano y murmurandoalgo equivalente a lo que no decir, extemporáneas), que no deben verse, sin em-
murmurabael juglar de la Edad Media: Dade al de Villasan- bargo, como fruto de una intención de ofender, sino
dino. más bien consecuencia de esos raptos emocionales que tan-
El caso de Zorrilla es verdaderamente singular, pues to le caracterizaron. Por ejemplo, cuando, después de de-
ber parte de su famaa las inspiraciones románticas sobre
comoescritor sobrevive a la escuela poética de la que pro-
la ciudad de Toledo, se le ocurrió escribir la siguiente
cede —i. e. el romanticismo, de vida efímera en España—
estrofa:
y demuestra una absoluta incapacidad para integrarse en
el proceso literario que conduce al naturalismo, con lo
que deberásufrir las actitudes irreconciliables respecto a Hoy solo tiene el gigantesco nombre,
su obra de las jóvenes generaciones. Cuando regresó a Es- parodia con que cubre su vergúenza:
parodia vil en que adivina el hombre
paña en 1866, al cabo de doce años de ausencia, es un poeta lo que Toledo la opulenta fue.
olvidado, en el sentido de que deberá enfrentarse a su Tiene un templo sumido en una hondura,
propia fama póstuma como superviviente de un roman- dos puentes y entre ruinas y blasones
ticismo trasnochado. El público sigue recordando y aplau- un alcázar sentado en una altura
diendo sus versos de otro tiempo, del tiempo viejo como y un pueblo imbécil que vegeta al pie.
él mismo reconoce, y de ello vivirá todavía un cuarto de
siglo (pues muere en 1893), pero su trayectoria literaria «¿Por qué llamé yo imbécil al pueblo de Toledo?», se
ha concluido, concluyó mucho antes de su partida a Mé- interroga Zorrilla en sus Recuerdos.* Pues porque Tole-
xico. Ello, unido a su carácter inconsecuente (aunque ge- do fue y sigue siendo un pueblo netamente tradicional
nial), y a otros motivos que ya veremos, explican la y apegado a prácticas religiosas y de costumbres consue-
convicción de declassé que experimentó Zorrilla durante tudinarias, mientras que nuestro poeta quería dárselas de
toda su vida. El modo en queel poeta vallisoletano, a los incrédulo y volteriano (para arrepentirse inmediatamen-
19 años, se dio a conocer al mundodelas letras es ya un te después, claro). Lo mismo le ocurrió con Larra: pese
tópico en la historia literaria española: ocurrió la tarde a haber sido Fígaro el origen involuntario de su celebri-
«fría y nebulosa» del 15 de febrero de 1837, en el cemen- dad, con el tiempo Zorrilla evocará la ocasión del siguiente
terio de Fuencarral, cuando todo el Madrid artístico se modo: :
congregaba en torno al féretro de Larra, adornado con
una corona de laurel. De pronto, un muchacho descono- Nací como una planta corrompida
cido, «delgado, pálido, de larga cabellera y expresivos ojos», al borde de la tumba de un malvado,
leyó emocionadamente una poesía, cuyos primeros y mi primer cantar fue a un suicida;
Versos... ¡jagúero fue, por Dios, bien desdichado!

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 155


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

«¿Concibe V., Sr. Velarde, un ente más ingrato ni más del padre, de manera que evitará firmemente sostener cual-
imbécil?», se pregunta de nuevo nuestro atribulado poe- quier idea política que pudiera comprometerle y exacer-
ta, consciente de la májadería en que ha incurrido. Lo cier- bar las iras familiares (luego, alejarle todavía más de su
to es que son pequeñas muestras de insensatez, casi ansiado cariño y reconocimiento). Por la misma razón,
inexplicables en quien depende de la aceptaciónde los lec- por temor a su padre, Zorrilla abrazará el tradicionalis-
tores, pues así ocurre con laliteratura del siglo XIX, cada moliterario más retrógrado, según se desprende de los Re-
vez más: lo esencial será que las opiniones y sentimientos cuerdos (véase p. 231).
del escritor coincidan con los del público.
Sin embargo, Zorrilla no tiene reparos en mostrar Noheescrito —confesará el poeta— unasola letra al pro-
al público su fragilidad, salpicándola con continuas greso ni a los adelantos de la revolución, no hay en mis li-
descalificaciones de sí mismo, unidas, por otra parte, a una bros una sola aspiración al porvenir. Yo me he hecho así
vanidad infantil. En verdad, las memorias del escritor famoso,yo, hijo de la revolución, arrastrado por mi carácter
vallisoletano resultan un caso extremo, y único, de ten- hacia el progreso, porque no he tenido más ambición, más
objeto más gloria que parecer hijo de mi padre y probarel
dencia al autoempequeñecimiento, hasta llegar a la nuli-
respeto en que le tengo [...].
ficación de sí mismo y de su obra,” porque...
Su auto-valoración, comose ve, depende del padre más
[...] más me va a honrar después de mi muerte, la sinceri- que de ninguna otra cosa, como un éxito externo, por
dad con que reconozco la escasa valía y los defectos de mis ejemplo. Sin embargo, fue un esfuerzo inútil, pues el pa-
obras, que el haberlas escrito [1881, 121].
dre de Zorrilla, verdadero energúmeno en lo quese refie-
re a su vida familiar, nunca reconoció el mérito de este
Y no se piense que ello es una estrategia psicológica
y murió sin apenas recibirlo en casa.
destinada a conmoveral lector, sino que responde a mo-
Parece claro que el rechazo final de su obra, las cons-
tivaciones profundas de su personalidad, relacionadas con
tantes depreciaciones de su talento, tienen que ver con la
un complejo de Edipo negativo y mal resuelto en la ma-
inutilidad de los esfuerzos llevados a cabo: Zorrilla vive
durez del escritor: la cuestión la tratamos en un trabajo
y escribe en contra de sus propias convicciones (nadafir-
reciente,* pero puede resumirse en la siguiente frase, ex-
mes, por otra parte) y en contra del espíritu lúcido de al-
traída de sus Recuerdos:
gunos de sus contemporáneos, a los que el poeta admiró;
solo por ganarse la admiración y el respeto paternos. Al
Mi idea fija —nos descubre Zorrilla— era hacer famo-
no conseguirlos, y la muerte de don José Zorrilla Caba-
so el nombre de mi padre, para que este, volviéndome
a abrir sus brazos, me volviera a recibir para morir jun- llero dobla la hoja definitiva del episodio familiar, Zorri-
tos en nuestra casa solariega de Castilla; única ambición lla percibe lo absurdo de la lucha manteniday, porello,
mía y único bien que Dios no ha querido concederme se desprecia a sí mismo. Los juicios negativos hacia su obra
[1881, 123]. constituyen una respuesta inconsciente de rechazo a lo
que el padre representó.** Prueba de ello es la crisis de
El padre de Zorrilla, don José Zorrilla Caballero, era abatimiento quesufre el poeta a raíz del fallecimiento de su
un carlista convencido, antiguo superintendente general padre —ocurrido en octubre de 1849—, y de la que, en
de Policía (de 1827 a 1830) y hombre de tratado rígido cierto modo, no se recuperará nunca: su última obra,
(fue el primer magistrado depuesto a causa de la influen- Traidor, inconfeso y mártir, data precisamente de 1849,
cia liberal de la reina Cristina), que se verá obligado a exi-
liarse con el infante don Carlos, hasta que, pasadosseis Tras el estreno de Traidor, inconfeso y mártir (el 3 de marzo
años, decide solicitar a la reina Isabel II permiso para vol- de 1849) se abre un largo paréntesis después del cual apenas
ver a España, en vista de que casi todos los de su partido, hay nada considerable en el teatro de Zorrilla
acogiéndose a las amnistías, lo han hecho ya. A élse re-
fiere a menudo nuestro poeta en los Recuerdos, de mane- escribe Ricardo Senabre.*
ra discreta pero entreabriendo siempre el tormento que ¿Por qué motivo el corazónde este anciano de 64 años,
le causaba su actitud: que redacta en Barcelona sus Recuerdos para poder subsis-
tir, sangra desde los 17, cuando el objeto de tantos sufri-
Mi padre era el último eslabón entero de la rota cadena mientos ni siquiera se percató de ellos? Es unasituación
de la época realista,la cifra viviente, el recuerdo personifica- que recuerda extraordinariamente la que, cuarenta años
do del formulista absolutismo, el buen estudiante ergotista más tarde, llevará a Franz Kafka a escribir su conocida
de las Universidades de sotana y manteo [1881, 225]. Carta al padre, en la que, al margen de su carácter entre
catártico y literario, el escritor checo ofrece la llave maes-
La obsesión del escritor será, pues, demostrarle que su tra de sus escritos y también de lo que fueron sus angus-
fama (consolidada ya cuando Zorrilla cuenta 24 años, con tiosas preocupacionesvitales. Zorrilla carece de la astucia
el estreno de la segunda parte de El zapatero y el rey) la intelectual de Kafka para planteartan cruda y minuciosa-
debe solo al trabajo y la estima del público, y no los mente la cuestión, pero en ambosescritores hallamos la
favores de un partido contrario a las opiniones políticas misma sensación de nulidad (sensaciónfértil, en otro sen-

156 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (Ss. xix y Xxx)

tido) que para el autor de La metamorfosis es un «produc- Se trata de los Recuerdos de un anciano (Madrid, 1878)
to múltiple» del influjo paterno. «En ocasiones —escribe y las Memorias (Madrid, 1886, 2 vols.), de las que proce-
Kafka— me imagino el mapamundi extendido y tú [refi- den aquellos (razón por la cual vamos a sobreseer en lo
riéndose al padre] acostado sobre él de punta a punta».* posible el comentario de los primeros). Las Memorias fue-
Es una imagen estremecedora que refleja algo del pode- ron pensadas y escritas entre 1847 y 1849. Sin embargo,
río físico, no solo moral, que Kafka reconoce en su pro- los Recuerdos se escribieron más tarde, y fueron publica-
genitor, en lo que coincide con Zorrilla: los dos escritores dos por entregas en vida del autor, entre 1862 y 1864,
deberán enfrentarse al contraste entre su propia endeblez en la revista La América, que entonces dirigía Eduardo
personal, su mala salud y su aspecto escuálido, y la cons- Asquerino. Y es probable que el motivoinicial de la vo-
titución vigorosa de los respectivos padres, lo que acen- luntad testimonial que animó a don Antonio en esos Re-
tuará la prepotencia y dominio de estos últimos sobre cuerdos radicara en su deseo de volver sobre el episodio
aquellos. político más atrevido de que fuera responsable: me refie-
En fin. Las relaciones de Zorrilla con sus padres, como ro a su iniciativa (tomada el 11 de junio de 1823) de sus-
las de Kafka, fueron una combinación de dependencia psi- pender al Rey de sus funciones —se le declaró loco— para
cológica y soledad moral (ambivalencia muy característi- verificar el traslado del Gobierno a Cádiz ante el peli-
ca del hijo único, agravada si éste debe luchar además con groso avance de las tropas del duque de Angulema (los
un entorno familiar cerrado y opresor), que sumieron al llamados cien mil hijos de san Luis). El hecho de que el
escritor en el mayor desconcierto emocional, sin que im- periódico Las Novedades publicara el 11 de junio de 1862
portaran los años transcurridos. El resultado final será una una copia del Diario de las Cortes de aquella histórica
melancolía frenética en el autor de Don Juan Tenorio, me- sesión de igual fecha de 1823, parece ser que movió a
lancolía causada por la pérdida del padre y un ánimoes- Alcalá Galiano a escribir el primero de sus artículos en
cindido entre el sentimiento de extrañeza, de separación La América. Después, ya se sabe que los recuerdos son
respecto de sí mismo y de los otros (esa especie de Dop- como las cerezas, unos tiran irremediablemente de otros.
pelgánger, según definió Jean Paul Richter la tendencia a Alcalá Galiano falleció en Madrid en 1865, a los 75 años
expresar diferentes facetas de una misma personalidad), de edad, de un modo repentino: sufrió un ataque de apo-
y un sentimiento alternativo, subterráneo, de intimidad plejía, en pleno consejo de ministros, del que no se re-
definitivamente perturbada. cuperó; al cabo de una vida agitada por el continuo
Por último, nos queda constatar una vez más lossi- sobresalto de la emigración política y otras razones que
lencios notables en las memorias de Zorrilla. Por ejem- iremos viendo. Tal vez hablamos del orador más afama-
plo, en todo lo concerniente a su vida amorosa, de la que do de la segunda generación constitucional que restauró
solo esporádicamente brotan referencias anecdóticas y su- la legislación gaditana (aunque Alcalá no fuera, en aquel
perficiales, eso es, poco esclarecedoras para comprender tiempo, de 1820 a 1823, doceañista, y sí un liberal con-
las lagunas existentes respecto de sus dos matrimonios. No vencido).
pueden sorprendernostales omisiones, pues son moneda Como siempre que nos enfrentamos a un texto auto-
de uso corriente en el período que tratamos: cuando los biográfico no publicado en vida de su autor —merefiero
textos autobiográficos se fundan exclusivamente en «lo vis- a las Memorias—, ignoramos hasta qué punto la obra que
to y lo vivido», concepción de la verdad histórica que no finalmente se edita responde a la voluntad del finado (la
alcanza todavía a vislumbrar el sentido de una explora- única posibilidad es contrastar el texto original, si es que
ción íntima y lo interpreta como debilidad. Así, Zorrilla puede disponerse de él, con el editado). Según se desprende
pliega velas cada vez que el relato se orienta al modo en de las palabras preliminares de su hijo, éste asumió tan
que las experiencias fueron vividas: solo la tarea del ordenamiento cronológico de la obra,así
comola necesidad de subsanar algunas incorrecciones gra-
Abreviemoseste relato, sobre el cual deseo pasar como maticales cometidas por el escribiente que tomó, aldic-
sobre ascuas, Mis memorias son demasiado personales para tado pareceser, la relación de los sucesos evocados por
inspirar interés, y demasiado íntimas para ser reveladas en el memorialista, sin que luego los apuntes fueran revisa-
vida: temo además que parezcan comezón de hablar de mí dos por este último. Y ello en parte, pues, según afirma
mismo, cuando siento un profundísimo anhelo y tengo el hijo de Galiano, el manuscrito está redactado en dos
perentoria necesidad de desaparecer de la escena literaria letras, la del autor y la de su secretario. Lo que siempre
(1881, 54]. complica las dificultades inherentes a todo original inaca-
Sin comentarios. bado.
Las Memorias de Alcalá Galiano son prolijas y narran
con todo lujo de detalles las circunstancias de su vida hasta
Las confesiones de Alcalá Galiano 1824. De ahí en adelante, hasta 1850, restan simplemente
unos apuntes, que debían de ser parte del proyectado ter-
La dos obras autobiográficas por las que, hoy día, es co- cer tomo de sus Memorias, y que se publican como apén-
nocido este diputado gaditano fueron publicadas póstu- dice del segundo tomo de la obra, junto a otros textos
mamente por su hijo, también Antonio Alcalá Galiano. poéticos y biográficos de valor. Algunas de las circuns-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 157


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (S. xix y xx)

tancias de su vida, reflejadas en las Memorias, son bastan- so en la masonería; la definitiva separación de su espo-
te novelescas, como todo lo relacionado con su vida amo- sa, o su etapa de vida libertina por la que también sería
rosa y sentimental. Pues el célebre orador se casó muy célebre en Madrid. Sobre su iniciación en la famosa y an-
joven, en plena minoría de edad, y en secreto. La situa- tigua sociedad secreta, asegura Galiano que sus reuniones
ción recuerda en algo la de Emilio Castelar: también Al- a principios de siglo tenían poco influjo:
calá Galiano sentía profunda admiración y estima por su
madre, circunstancia que no debería ni mencionarse, por Aún estaba mirado el ser de ellas como semiprueba de
ser lo natural, y que sin embargo adquiere más relevancia adhesión a la causa de los franceses, los cuales las protegían
de la habitual por el notable dominio que esta última ejer- y extendían en los lugares ocupados por sus tropas. Movió-
cía sobre aquel (de ahí, el paralelismo con Castelar). Has- mea ser de ella asegurárseme que esto me atraería grandes
ta tal punto que nuestro joven no se atreve a confesarle la ventajas viajando, porque encontraría hermanos en todos los
países del mundo [1886, 1, 356].
intensidad de sus primeros amores —intuidos, no obstan-
te, por la madre—, y llegará a contraer matrimonio sin
su permiso. Es una decisión quele aleja de la tomada en Sin embargo, apostilla el autor que, en España, de
situación similar por Emilio Castelar, pero que, en el caso aquella sociedad se creía mucho más en lo malo y en lo
que nos ocupa, supondrá una fuente inagotable de tirante- bueno de sus efectos de lo que esta verdaderamente me-
ces y angustias. Así relata el momento de su paso decisivo: recía.
Su primer nombramiento importante fue el de se-
Juntéme con mi novia que me esperaba, pasamos juntos
cretario de la embajada española en Suecia, a los 24 años
a la parroquia, y celebróse la ceremonia nupcial, compren- (razón por la cual, según hemos visto, unos días antes
dida la velación, quedando yo ligado con pesada e indisolu- de partir se integra en la masonería gaditana). Su es-
ble cadena. Volvíme pronto a casa desesperado. Así, el día tancia, primero en Londres y después en Estocolmo (sobre
de mi boda con una mujer a la cual amaba, lejos de ser para 1813-1814), se le hace insufrible por razones de salud y
_mí alegre, fue de los peores de mivida, faltándome todaslas de una penosísima enfermedad en la piel que le acon-
r . . L

circunstancias que hacen dulces semejantes momentos [1886, goja sobremanera; de modo que decide solicitar una
L, 2121. licencia para regresar a España. Su vuelta, no obstante,
no estará exenta de calamidades, pues, al poco de llegar,
El lector podrá apreciar, por el tono, que Galiano se descubre la infidelidad de su esposa, de la que se divor-
ve forzado por la familia de la novia, y por esta misma, o
ciará:
a dar el paso matrimonial, del que no está convencido por-
que conocela oposición materna al mismo. De modo que
Tuve una prueba de la mayor desgracia que puede suce-
no se lo dirá a su madre hasta mucho después, y de nue-
der a un marido, y era horrible, atroz, convincente, y aun
vo forzado por las circunstancias: hasta ese momento Al- pública puedo decir, porque a todos los de mi casa estuvo
calá Galiano seguirá viviendo en la casa familiar y visitará patente mi afrenta. Yo solo la ignoré por cuatro días. Mi ma-
a la que es ya su mujer en su domicilio. La situación, dre la sabía y ninguna providencia daba, temerosa de dar con
relatada episódicamente y con elocuencia, constituye ella un golpe cruel a misalud[...] Casi no pude tenerme en
el más fácil atractivo de estas Memorias que, sin dejar de pie al recibir tal golpe; pero corrí a mi casa, de la cual me
considerar como fundamental la vida externa del polífti- había alejado muy poco. Viéronme entrar, conocieron en
co y escritor, atienden a los propios sucesos personales, lo demudado de mi semblante que algún grave pesar traía,
ricos en peripecias y descalabros. Y que tratará de justi- nosiendo difícil adivinar cuál podría ser; me rodearon, me
ficar: preguntaron, dije algo, noté confusión en los rostros al res-
ponderme, y seguro ya de la verdad de la narración del cria-
do, corrí a coger mi espada, y llegué a asirla, determinando
En mi persona como en muchas, y más que en casi to- furioso ir al aposento, algo lejano, donde estaba la culpada,
das, el hombre político ha salido en gran manera del hom- resuelto a lavar mi ofensa en su sangre, como en mi sen-
bre privado. Mirando por otro lado las cosas, tiene mi vida tir lo requería mi honor en la inaudita gravedad de aquel
lances crueles. No los hay en la más singular novela. No pue- caso.
do, sin embargo, contarlos todos especificadamente: y con
quitarles algo los despojaré de gran parte de lo que tienen
La hermana de Galiano, mientras tanto, había acu-
de entretenidos y dramáticos. Tal vez así me haré blanco,
y, lo que es más, blanco justo de opuestas reconvenciones, dido al cuarto de su mujer advirtiéndola del peligro,
habiendo quien me culpe de pesado y necio por hablar al y aconsejándole que huyera, a lo que esta primero se
público de insulsas anécdotas personales, y quien me vitu- negó;
pere de traspasar en mis revelaciones las leyes del decoro en
lo relativo a mi familia y hasta a mi propia persona [1886, [...] pero repitiendo mi hermana que lo llegado a mi no-
L, 340]. ticia era lo que mal podía ocultarse con un necio fingimien-
to, hubo de aceptar mi mujer el consejo quese le daba, y
Y, efectivamente, pasa como de puntillas por los aconte- huyó precipitadamente, sin que haya yo vuelto a verla, sino
cimientos personales más polémicos o dolorosos de aquella de lejos, en más de quince años que duró después su vida
época, aunque sin dejar de afrontarlos. Como su ingre- [1886,1, 387].

158 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (Ss. xix y Xx)

Elrelato revistetintes calderonianos,.aunque lasangre Su. entrega a-la causaliberaltiene que ver también con
nunca llegue al río. Al poco tiempo de este penoso suce- el fallecimiento de su madre, pues esta era unarealista con-
so murió su madre, el 17 de septiembre de 1815, diez años vencida y frenó en lo que pudo las simpatías de su hijo
después de que falleciera su padre, el notable marino don porla causa liberal. Pero a su muerte, Alcalá Galiano co-
Dionisio Alcalá Galiano, en la batalla de Trafalgar.? Será laborará cada vez más activamente en la oposición alré-
un hecho decisivo en el futuro profesional de Alcalá Ga- gimen absolutista de Fernando VII, hasta intervenir de
liano, de acuerdo en esto con la cita que entresacábamos formadirecta y decisiva en la sublevación de Riego, de la
másarriba: en algunos hombres, más que en otros,las cir- que se da cumplida cuenta en las Memorias y que sirve
cunstancias de su vida privada influyen poderosamente de broche final al primer tomo.
en la organización de su vida pública. Tal vez sea cues- Enel segundo tomo,los acontecimientos políticos sub-
tión de sensibilidad. Lo cierto es que a la falta del domi- siguientes, en los que descollará su fama de tribuno en
nio ejercido por la madre se une su dolorosa soledad y las manifestaciones que se congregaban en el café de la
un desastroso desenlace de la herencia familiar; todo ello Fontana de Oro, tienen un protagonismo decisivo:
le conduce primero a pensar en el suicidio —según
escribe—, y, después, a una vida libertina que encara va- Mitriunfo primero mellevó a buscarlos continuos, y a
lientemente en sus Memorias: conseguirlos también, de suerte que en breve el salón de la
Fontana fue el centro de mi gloria, y la piedra angular de
mi poder en cierto grado [1886, II, 94].
Abracé, pues, otro remedio poco mejor para distraerme
de mis penas; remedio por el cual he llevado aún más que Como es sabido, Galiano pasó, en 1836, de las filas
el merecido castigo, quedando sujeto por todo el discurso liberales a las conservadoras:
de mi vida a negras calumnias, fundadas en hechos muy abul-
tados, aun considerando la época en que tenía algo de cier- Como muchos otros de sus compañeros de emigración
to, y en tiempos posteriores supuestos de todo punto. Me —escribe Vicente Llorens—, Alcalá Galiano fue con los años
entregué a una vida desordenaday licenciosa. Privado de las un converso, un arrepentido, o mejor un desengañado del
relaciones que pueden tenerse con las mujeres, ya por mica- liberalismo de su juventud.*?
lidad de casado, aunque divorciado, ya por no prometerme mi
presencia triunfos amorosos, ya por estar persuadido de Es unacircunstancia que no se trata en sus Memorias,
mi fatal estrella, me di al trato de las mujeres de mala vida, por apartarse del período cronológico que'abarcan,pero,
haciendo deello gala con desvergiienza, y sacando de mi mala por la brusquedad con que se hizo, levantó, en su mo-
práctica una teoría en la apología del vicio, con lo cual ha-
mento, todo tipo de comentarios. También se lo repro-
cía harto más daño que mis compañeros de desorden, meros
libertinos por rutina, y en quienes fomenté, así como en otros
cha Llorens, quien considera al Galiano de los años veinte
desperté, malas inclinaciones, persuadiendo por regla a ha- mucho más lúcido y convincente que el Galiano mode-
cer lo que unos ejecutaban por costumbre, y otros se prepa- rado y acomodaticio de su última época. Indudablemen-
raban a copiar solo como mal ejemplo [1886, 1, 401]. te, las Memorias se resienten de este giro brusco de timón,
y sus juicios políticos no tienen la dureza de los expresa-
El pasaje es ciertamente confesional e inculpatorio, y dos durante la emigración; en la medida en que, desde una
recuerda los motivos expuestos por san Agustín, al co- postura política moderada, debe referirse a una fe contra-
mienzo del segundo libro de sus Confesiones, cuando dice: ria de la que parecía estar convencido. Sin embargo, el jui-
«Quiero traer a la memoria mis fealdades pasadas y las cio de Llorens es en este sentido excesivamente crítico a
torpezas carnales que causaron la corrupción de mi mi entender, cuando escribe:
alma».* Salvando cuantas distancias quieran salvarse, am-
bos autobiógrafos pretenden, con sus respectivosrelatos, [...] el Alcalá Galiano de la Westminster Review parece
paliar los efectos de su anterior conducta: en primer lu- otro, y era otro en efecto; un revolucionario sin demagogia
ni retórica, tan apasionado como clarividente, perspicaz, cer-
gar, declarándola; y en segundo, considerándola un he-
tero en sus juicios, y decidido a decir su verdad.
cho del pasado, contemplado desde la conversión y la
iniciación de una nueva vida. Luego, en sus Memorias, según Llorens, se olvida de
En el caso que nos ocupa, esta vida de libertinaje a la todoesto, dispuesto a buscar el asentimiento de todos. Eso
quese refiere el autor va acompañada de una dedicación es cierto en parte: no lo es, por ejemplo, en sus críticas
más intensa a la política y a la masonería (pues era en las al conde de la Bisbal, formuladas en la emigración y sos-
sociedades masónicas donde más intensamente se conju- tenidas después en las Memorias; o bien en su juicio seve-
raba contra el gobierno absolutista): ro del Viaje a las Cortes, de Joaquín Lorenzo Villanueva,
publicado póstumamente, y del que dice:
En efecto, en 1817 ya existía una vasta en toda España
[Galiano se refiere a la red de conjuraciones]: yo tardé poco En verdadlatal obrilla no solo rebaja, y no poco, el mé-
en ser miembro de los más activos y diligentes en el cuerpo rito del autor, y en este el del hombre, por más de un título,
gigante que se extendía por toda la Península, pronto a obrar sino que bien meditada apoca y aun humilla al concepto de las
allí en donde se presentase la ocasión. La sociedad masónica Cortes de 1810, pintando con fidelidad prolija muchos de
era la forma que la conjuración había vestido [1886, 1, 410]. sus yerros y flaquezas. Muchas citas podrían hacerse en abono

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 159


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (S. xix y xx)

de la censura severa, pero justa y acaso oportuna, que acaba haberresuelto previamente su identidad profesional: con
aquí de hacerse de tan pobre y mal pensado libro [1878, 464]. lo que los ejemplos serán mínimos. Es curioso cómo lo
íntimo, tan problemático en general para los hombres del
Por otra parte, hay que tener en cuenta la diferencia siglo XIX, solo puede abordarse, tratándose de mujeres,
de edad entre unas publicaciones y otras. Con los años, desde un yo público, instalado y reconocido socialmen-
Galiano pierde, y es natural, el ardor propio de la ju- te. De lo contrario, ¿a quién podía interesarle? Recorde-
ventud.
mos cómose ignora la publicación, en 1884, de la obra
En las orillas del Sar, de Rosalía de Castro. Nadie habló
entonces del libro, nadie reparó en la importancia de es-
Los «Apuntes autobiográficos» de Emilia Pardo Bazán tos versos reveladores de Rosalía, editados en Madrid, un
año antes de su muerte («¿Por qué me ha concedido el
El término autobiografía es de origen reciente. Se trata de cielo una tan terca, tal fiel memoria?», se preguntarála
un neologismo que se incorpora, más o menos rápidamen- poeta gallega, aunque nuncallegara a revelar los entresi-
te según las lenguas, al vocabulario técnico de la crítica Jos de la misma).
literaria bien entrado el siglo XIX. Hasta entonces, y to- Y si eso ocurre con la literatura de creación, ni que
davía más tarde, en Españaera todavía frecuente el sucin- decir tiene lo que pudo ocurrir con otras manifestacio-
to vida (santa Teresa, Torres Villarroel...), o bien el uso nes más intelectuales de la individualidad. Y de ello se-
generalizado del vocablo memorias, con las variantes ya
rán conscientes las escritoras de la época: Gertrudis Gómez
mencionadas hasta aquí. de Avellaneda (autora de unas cartas autobiográficas, es-
El cultismo empezó a frecuentarse en inglés, hacia critas en julio de 1839 y dirigidas a su gran amor, Ignacio
1800.Sin embargo, ingleses y alemanes dan la impre- de Cepeda), Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Con-
sión de disputarse sus registros más tempranos.* Sea cepción Arenal, Fernán Caballero, Emilia Pardo Bazán...
comosea, a partir de mediados del siglo XIX, los ingleses todas experimentaron en sus propias carnes, y de un modo
y norteamericanos pueden (y suelen) enorgullecerse de u otro, la opresión cultural a la que estaba sometida la
disponer de una estimable producción autobiográfica apa- mujer en el siglo XIX:
recida originalmente con el título de autobiografía (Dis-
raeli, Franklin...). En cambio, el vocablo en cuestión tuvo
Apenas pueden los hombres —escribirá doña Emilia— for-
unos comienzos más difíciles en la lengua francesa,* marse idea de lo difícil que es para una mujer adquirir cultu-
y, por lo que se refiere a la española, ignoramosla fecha ra autodidacta y llenar los claros de su educación.**
exacta de su penetración en nuestro país. Y así, en el Dic-
cionario Critico Etimológico de Corominas, no encontra- Para concluir asegurando que, mientras para el varón
mos mayor información: todo son ventajas, para la mujer todo son obstáculos. En
este sentido, no parece fuera de lugar hablar de la «litera-
[...] no se indican especialmente el origen de las voces tura escrita por mujeres». Porque, a pesar de las bromas
de creación reciente formadas mediante la unión de este fáciles (Borges decía preferir la literatura escrita «por ar-
prefijo (avtós) con palabras conocidas, tales como autobio-
grafía. quitectos»), las dificultades que la mujer del siglo XIX halló
para acceder a los bienes culturales de la sociedad de su
En cuanto a biografía, Corominasla sitúa en el segun- tiempo mediatizaron, sin duda alguna, su capacidad de
do cuarto del siglo XIX, y el adjetivo autobiográfico lo fe- creación: el fantasma del marimacho, por ejemplo, tan
cha en 1828. cruelmente expuesto en la sátira de José Vargas Ponce don-
Ental contexto, es interesante resaltar que Emilia Par- de describe a su «mujer ideal»:
do Bazán utiliza, creo que por primera vez, dicho térmi-
no en el subtítulo a su primera novela: Pascual López. ¿De nada ha de hacer gala? —Sí, de juicio.
Autobiografía de un estudiante de Medicina (1879). Es más ¿No ha de tomar noticias? —De sus eras.
que probable la influencia dela literatura anglosajona en ¿Jamás ha de leer? —No por oficio.
¿No podrá disputar? —Nunca de veras.
el uso reiterado que del término hace la escritora gallega
¿No es virtud el valor? —En ellas, vicio.
—solía presumir, además, de amplios conocimientos de ¿Cuáles son sus faenas? —Las caseras.
las letras inglesas: «un poco por su incurable srobismo y Que no bay manjar que cause más empacho
un mucho por su certera intuición».* Y la primera edi- que mujer transformada en marimacho.%
ción de Los pazos de Ulloa (Barcelona, Daniel Cortezo,
1886) irá precedida de unos «Apuntes autobiográficos» que Qué duda cabe de que las octavas de Vargas Ponce, la
le fueron solicitados por sus editores, un pocoal estilo anterior vale como ejemplo, expresan una opinión ma-
de las ediciones francesas de la época, y en los que centra- yoritaria entre los hombres de esta época. Y es de supo-
remos nuestra atención. l ner que el fantasma del marimacho, de la mujerleída y
Sin embargo, antes de entrar en ellos hay que decir, sabionda, debía de mellar en los espíritus femeninos más
rotundamente, que en el siglo XIX no encontramos mu- fuertes.
jeres que escriban su autobiografía, o sus memorias, sin Doña Juana de Vega, más tarde condesa de Espoz y

160. SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

Mina —otra gallega y amiga de Concepción Arenal—, se escriben en la Granja de Meirás, en septiembre de 1886,
autora de unas Memorias, por no calificar todo lo escrito y con la expresa voluntad porparte de la autora de ilumi-
de ciclo autobiográfico, pues son diversos volúmenes, de nar facetas desconocidas de su vida comoliterata (y ello
paternidad dudosa algunos de ellos. Sus Memorias están da una idea al lector de las limitaciones reales de estos
escritas desde su doble vertiente de viuda de un general, «Apuntes», pues son parcos en datos íntimos que desta-
cuyo prestigio ha sido ya reconocido, y de aya de la in- quen algo que no sea su faceta literaria). Así, después de
fanta en la corte de Isabel II (se publicaron en Madrid, hacer algunas consideraciones de alcance general sobreel
en 1910). Solo consolidado su estatuto social se atreve a género (como que en España no es frecuentado, quetie-
emprender una tarea autobiográfica que se centrará ex- ne un valor enorme para los futuros investigadores, etc.),
clusivamente en su doble papel de esposa del amado ge- se adentra en el relato con su «primer recuerdo literario».
neral Mina y aya de la Corte Real. No vamosa entrar aquí en lo artificial que puede resultar
A Concepción Arenal nos consta que le reclamaron rastrear los primeros recuerdosde la infancia, todavía más
repetidamente(también su hijo Fernando) detalles sobre si se trata de «recuerdos literarios». Pero doña Emilia lo
su vida privada; que redactara unas notas autobiográficas fecha connitidez a los siete años, a propósito de unos ver-
(al estilo de las que escribiría doña Emilia). A todo ello sos quedice haberescrito sobre «la terminacióndela gue-
contesta Concepción Arenal con la poesía que sigue, único rra de África», cuando por La Coruñadesfilan las tropas
documento autobiográfico de una mujer que destruyósis- queregresan victoriosas de la campaña de Marruecos. La
temáticamente todo rastro de su interesante personalidad, niña, en lugar de sacudir un pañuelo desde un balcón, se
no queriendodejar a la posteridad más que su pensamiento refugia en su habitación para escribir algo así como unas
filosófico en sus obras. El poema: quintillas en honorde los héroes. Lo que da idea del ca-
rácter indomable y entusiasta de la futura escritora. Aun-
Y a ese pueblo, que pasa indiferente, que, como hemos dicho, no hay en sus «Apuntes» alusiones
¿qué le importa la vida de una oscura mujer? a sus estados de ánimo, al proceso de su vida o hechos
Si piensa, si delira; si reza o si blasfema; independientes de su carrera de escritora, de su texto auto-
si llora de amargura o de placer.
biográfico se deduce un cierto aislamiento en su niñez;
Si fuego inextinguible la ilumina o la quema.
Si dicen «Está loca» o ensalzan su razón.
fácilmente comprensible si tenemos en cuenta queera hija
Si llanto o hiel destila su herido corazón. única y de posición muy elevada.
Mi vida ¿a quién importa? ¿Quién soy? El segundo acontecimiento memorablees el hallazgo
Una hoja caída que un día barrerá el huracán. de una biblioteca en una casa solariega quesus padres al-
¿A qué grabar un nombre en esa pobre hoja? quilaron temporalmente con muebles, mientras reforma-
Polwo escrito en el polvo, recuerdo que el olvido borrará. ban su Torre de Miraflores:
Mi vida ¿a quién importa?
Es la luz y del caos la terrible oscuridad,
el triunfo y la derrota, la calma y la tormenta, Era yo de esos niños que leen cuanto cae por banda, has-
ta los cucuruchosde especias y los papeles de rosquillas; de
la miserable nada, la inmensa eternidad.
Es ignorado arroyo que corre sin aves que la canten, esos niños que se pasan el día quietecitos en un rincón cuan-
sin flores que regar, es luchando entre rocas do se les da un libro, y a veces tienen ojeras y bizcan leve-
arrollador torrente mente a causa del esfuerzo impuesto a un nervio óptico
endeble todavía.?
que el germen de sus iras lleva al mar.
Es nardo y rosas acento de cariño,
es la primera risa en los labios de un niño; Y, en efecto, de dar crédito a los textos autobiográfi-
es la erupción primera del cráter de un volcán, cos de la época, se leía mucho y vorazmente durante la
sobre la nieve eterna la voz del huracán. niñez: libros, por otra parte, poco adaptados a la mente
La voz que nadie escucha, perdida en el vacío, infantil, con lo que el esfuerzo intelectual debía de ser
la hiel del odio, el néctar del amor, considerable. Recordemos lo que escribía Mor de Fuen-
la plegaria del mártir, el grito del impío,
tes: a los diez años, poco más o menos, su lectura preferi-
la cólera del fuerte, del débil el dolor.
da era la Conquista de Méjico, de Antonio de Solís (que
Sacrificio inmenso que inmola y no redime,
candente hierro que la verdad imprime, se atreverá a verter en latín). Algo parecido le ocurre a
lucha a muerte, sin testigos, sin luz. doña Emilia: «[...] he perdido la cuenta de las vueltas que
Esta es la vida indefinible, extraña, di a la Conquista de Méjico, del elegante Solís».** También
que a nadie en este mundo le importa descifrar. *6 nos dice cómo a la edad de ocho o nueve años era capaz
de recitar capítulos enteros del Quijote «sin omitir punto
Losversos, comotales, acusan el talante reflexivo y ra- ni tilde». Los ejemplos de su afición por la lectura conti-
zonado de doña Concha, pero son estrofas amargas, aun- núan, y, aunque deben tomarse conlegítima precaución,
que de final cerrado, que insinúan un temperamento revelan el talento indudablemente precoz de la futura no-
fogoso, bien que sometido, como sabemos, a una férrea velista, a la que nadie puso trabas en proseguir con su afi-
disciplina vital. ción: la Biblia, Plutarco, Cervantes, la llíada, letrillas de
Los «Apuntes autobiográficos» de Emilia Pardo Bazán Quevedo... Tan solo se le vedaban las obras de los román-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 161


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

ticos franceses: Víctor Hugo, Dumas, Sue, George Sand, -Desdeeste, oasis te escribo, lector, amigo incógnito, que
con lo cual es de suponer que tales autores encendieron con tanta paciencia me has oído narrar mis recuerdos del tiem-
en el ánimo de la niña una irresistible curiosidad. Con po nuevo, y a quien guarde Dios.**
mucha gracia refiere la escritora la ocasión que tuvo,cier-
to día, en casa de una amiga y cuando contaba unostrece
o catorce años, de acceder a las novelas prohibidas, cuya 2. La autobiografía contemporánea en España
lectura paralizó temporalmente la capacidad inventiva de (hasta 1975)
doña Emilia, que quedó anonadadaante la fabulosa ima-
ginación que exigía escribir una auténtica novela, como Las obras autobiográficas cuyo ámbito de evocación se cen-
Nuestra Señora de París. tra en el siglo XIX son bastantes más de las reseñadas has-
«Tres acontecimientos en mi vida siguieron muyde cer- ta aquí. Muchas de ellas se publican a partir de 1900 y
ca. Me vestí de largo, me casé y estalló la revolución de hasta 1939: Luis Taboada, Juan Valero de Tornos, el di-
1868.»* Así, como de pasada y situando el acontecimien- plomático Augusto Conte, Santiago Ramón y Cajal, Emi-
to —nosé si irónicamente— entre dos noticias, mencio- lio Alcalá Galiano, Vicente Medina, Eugenio de Aviraneta
na la escritora su matrimonio a la edad de 16 años con (descubierto y recreado después por Pío Baroja), Manuel
un pariente de la familia, José Quiroga. Lafrase, recubierta Ciges Aparicio, Francisco Flores, Benito Pérez Galdós,
desilencios (¿fue un matrimonio por amor?, ¿cómo ocu- Luis Ruiz Contreras, Enrique Menéndez Pelayo, Julio Ce-
rrió?, ¿se arrepentiria?) impide el franqueo de toda re- jador, Eduardo Gutiérrez Gamero, Federico Urales, Mi-
velación personal, por mínima que esta sea, Por un guel de Unamuno, Armando Palacios Valdés, la infanta
tiempo,la joven recién casada vivió plenamente su nueva Eulalia de Borbón, Julio Nombela...
situación: Analizar la evolución del corpus autobiográfico en este
periodo sigue siendo unatarea crítica pendiente. Sin em-
Mi congénito amor a las letras padeció largo eclipse, bargo, adelantemos que se mantiene la convencionalidad
obscurecido entre las distracciones que ofrecía Madrid a expresiva dominante enel siglo anterior, así como la im-
la recién casada de dieciséis años, que salía de una vida portancia concedida al hecho externo, objetivamente com-
austera, limitada al trato de familia y amigos breves, al probable, frente al sentido íntimo de la individualidad.
bullicio cortesano y a la sociedad elegante de entonces Larevista Alma Española publicará a partir de su tercer
que aunque dispersa y mermada por la revolución, no número (22 de noviembre de 1903) una sección titu-
parecia menos brillante a quien no la conocía de anti- lada «Juventud triunfante. Autobiografías» (anunciada ya
guo.% en su primera entrega), en la que colaborarán escritores
todavía jóvenes como Maeztu, Valle-Inclán, Alejandro
Sin embargo, esa construcción ficticia de su vida a base Sawa, y también los hermanos Álvarez Quintero, Lacé-
de fiestas y vida social se va desmoronando, y el sustrato lebre serie de autobiografías —cuya idea recogerán, años
intelectual firme y cultivado en la infancia por doña Emi- después, las revistas Destino o, más recientemente, Triun-
lia aflora de nuevo. No sabemos,a juzgar por sus «Apun- fo (en su última etapa)— aparece de manera irregular en
tes», qué ocurrió en su matrimonio (que acabó en una las páginas centrales de la revista, y se inicia con Azorín,
discreta separación de los cónyuges), pero el renacer de por entonces aún J]. Martínez Ruiz. El escritor levantino
sus antiguas aficiones parece que fue paralelo al derrum- es, por tratarse del primero, en cierto modoel responsa-
be sentimental del matrimonio y al vacío experimentado ble del tono de la sección, más próximaal autorretrato,
por la futura escritora: la fuerza de las cosas, en expre- a la descripción estática y al lirismo que al relato auto-
sión muy apreciada por la novelista, no le dejó otra biográfico propiamente dicho. Valle-Inclán, por ejemplo,
opción. A partir de aquí, la oiremos hablar de literatura, adoptará en su escrito una postura afectada de vejez y des-
solo y exclusivamente de literatura. Porque si parca es en engaño:
detalles sobre su vida personal, preñada de ausencias y
omisiones en los «Apuntes», no omite detalle que pueda Hoy, marchitas ya las juveniles flores y moribundosto-
relacionarse con su formación de literata, sus opinio- dos los entusiasmos, divierto penas y desengaños comentando
nes y las ediciones de sus primeras obras... hasta llegar las Memorias amables que empezó a escribir en la emigra-
a Los pazos de Ulloa y su segunda parte, La madre Natu- .z : / £
ción mi noble tío el marqués de Bradomín.
1252

raleza. Doña Emilia pinta calva la ocasión de recordarel


refrán «dime de qué presumes y te diré de qué careces». Y centra su relato pseudo autobiográfico en un nove-
Pero supongo que, tratándose de una mujer, y de fama, lesco episodio ocurrido en su juventud.
tampoco era cosa de dar tres cuartos al pregonero. Sus Unade las aportaciones más interesantes y que sobre-
«Apuntes» concluyen con un guiño al lector de Zorri- sale por la modernidad de su planteamiento esla del sevi-
lla, de quien la escritora gallega era profunda admiradora, llano Alejandro Sawa, pues se presenta ante el lector como
y cuyos Recuerdos del tiempo viejo influyen, sin duda, un espíritu enajenado. «Yo soy el otro»es la frase de Rim-
en la confección de las memorias literarias de Pardo baud queestructura la descripción que de sí mismo efec-
Bazán: túa Sawa:

162 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (Ss. xix y Xx)

Yo soy el otro: quiero decir, alguien que no soy yo mis- sentido de la unidad y el humor solapado. Concierta co-
mo. ¿Que esto es un galimatías? me explicaré. Yo soy por quetería, afirma el célebre autor de La Coguito:
dentro un hombre radicalmente distinto a comoquisiera ser,
y por fuera, en mi vida de relación, en mis manifestaciones
Enla calle Cuatro Santos, de Cartagena, población que
externas, la caricatura, no siempre gallarda, de mí mismo.
hallará el arrojado viandante que surque la provincia de Mur-
Soy un hombre enamorado de vivir, y que ordinariamente
cia, por tren, a pie o aeroplano, nací el 5 de Octubre del año
está triste. Suenan campanas en mi interior llamando a la
de sonrisas de 1883.5
práctica de todos los cultos, y me muestro generalmente
escéptico. Con frecuencia mis oraciones íntimas, que lenta-
mente yo a mí mismo me susurro, rematan en blasfemias Sin embargo nació en 1880...
que,al salir de mi boca, revientan con estruendo. Yo soy el Resulta difícil sintetizar en unas pocas páginasel desa-
otro. rrollo de la autobiografía a partir de 1939 y hasta 1975,
cuando España se vio irremediablemente partida en dos
El escritor modernista profundiza en esa dolorosa es- mitades, en un principio irreconciliables.
cisión entre lo interior y lo exterior: Lo cierto es que la publicación de obras autobiográfi-
cas aumenta progresivamente en nuestro país a medida que
[...] He nacido en Sevilla, va ya para cuarenta años, y me avanza el desgaste del régimen de Franco y se. recupera
he criado en Málaga. Mis primeros tiempos de vida madri- la vida cultural, fatalmente condicionada,claro es, porel
leña fueron estupendos de vulgaridad —¿por qué no he de exilio intelectual que se produce al finalizar la contienda,
decirlo?— y de grandeza. Un día de invierno en que Pi y y cuya importancia quedó,justa o injustamente, cifrada
Margall me ungió con su diestra reverenda, concediéndome
en aquel verso de León Felipe: «nos hemosllevado la can-
la jerarquía intelectual, me quedé a dormir en el hueco de
una escalera por no encontrar sitio menos agresivo en que ción». El hecho de que España haya vivido su historiare-
cobijarme. Sé muchas cosas del país Miseria; pero creo que no ciente (república, guerra civil, consecuencias de la guerra
habría de sentirme completamente extranjero viajando por civil, dictadura, democracia) con la mayor intensidad fa-
las inmensidades estrelladas. vorece la voluntad de análisis y reflexión sobre lo aconte-
Véomevestido con un ropón negro de orfandad cuando cido, ya fuere desde una perspectiva personal o colectiva
recuerdo aquel período; pero yo llevaba por dentro mis ga- (será el caso de escritores como Manuel Vázquez Montal-
las. Eso me basta para mitigar el horror de algunas rememo- bán, Francisco Umbral, Carmen Martín Gaite, Fernan-
raciones [...].5* do Fernán Gómez, etc.). .
Intentaré agrupar las obras autobiográficas publicadas
La gloria del artista, nos viene a decir Sawa, es solida-
en la península en dos apartados:
ria de su desgracia y marginación. La sección concluye
en marzo de 1904, poco antes del cierre definitivo de la
1. Aquellas que, pese a publicarse a partir de 1939, man-
revista. La última entrega corresponde a los hermanos Ál- tienen unaescritura intemporal y estilizada, evitando cual-
varez Quintero —«Autobiografía. Juventud... y adelante»—
quier referencia a las condiciones de la sociedad española
quienes escriben, como fuera su costumbre, 4 deux y en
de la posguerra. Se trata, pues, de autobiografías y me-
tono optimista y desenfadado, algo prolijo en la expre-
morias estrechamente personales, que rehúyen el compro-
sión y de escaso contenido autobiográfico.
miso político con el presente. El difícil presente de los años
La demanda de textos autobiográficos a escritores es-
cuarenta o cincuenta. Es el caso de las memorias de Pío
pañoles alcanza para publicar, hacia 1920, un librito an-
Baroja, Desde la última vuelta al camino, cuyos primeros
tológico que recoge diversas autobiografías en prosa y en
volúmenes se publican en 1944 (del mismo año data la
verso. Aunqueel proyecto inicial preveía cuatro series, fi-
autobiografía de José Moreno Villa: Vida en claro) y que
nalmente solo llegó a publicarse la primera de las cuatro,
despiertan, de inmediato, la mayor expectación (p. e., el
y en ella colaboraron Joaquín Belda, "Tomás Luceño, Luis número 13 de La Estafeta Literaria [25-1X-1944] dedica sus
Ruiz Contreras, Luis Esteso, J. López Silva, Manuel del
páginas centrales a sondear a conocidos escritores de la
Palacio, José Estrañi, etc. Se trata de textos ligeros (3 o época acerca de la importancia de las memorias barojia-
4 páginas, a lo sumo), uniformes en el tono, escritos me-
nas, tanto literaria como histórica o documental. Y las
dio en serio, medio en broma...
opiniones de los encuestados oscilan: algunos comenta-
rios, como los de Alfredo Marquerie, Ángel María Pas-
[...] Para que las generaciones venideras se enteren de quién
cual y Ruiz Contreras, son de una extremada virulencia
fui yo y de lo que hice en este mundo, así como también
de mi psicología, de mi fisonomía, de mi antropología, de
y ponen de manifiesto la franca animosidad que los alen-
mi filosofía, de mi fantasía y de mi mala suerte en la Lote- taba. Otros, como César González Ruano, reparten su jui-
ría, escribo mi autobiografía[...] cio; este último las califica de «descuidadas, insistentes, casi
comineras», pero de un valor literario indiscutible. Azo-
se mofa Estrañi al iniciar su corto relato, fechado en San- rín las encuentra muy estimables, etc. Comocolofón al
tander, en 1916.% En todos se da la imprescindible iden- cuestionario planteado, la revista incluía la pregunta:
tidad autor/narrador/personaje, y del conjunto destacamos «¿Qué dice usted de lo que Baroja dice de su esposo»,
el brevísimo texto de Joaquín Belda, digamos que por su dirigida a las viudas de Villaespesa y de Maeztu, presun-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 163


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix Y Xx)

tamente agraviadas por los comentarios vertidos por el teraciones, la sintaxis elíptica, el distanciamiento y la
novelista en sus memorias). ironía.
Imposible, sin embargo, hablar de las memorias de Ba- Miguel Mihura es autor de unas Memorias (1948), es-
roja como de una obra unitaria y homogénea: de hecho, critas asimismo en primera persona. Hubieran podido
conforman un «texto-rio» que discurre apacible y arbi- constituir una pieza clave en la reconstrucción de la vida
trariamente por los meandros de una memoria oscilante cultural y literaria de los años cuarenta y del propio
en su capacidad de penetración y, en definitiva, de elabo- Mihura: un autor, como se sabe, reacio a las clarifica-
ración artística. La escritura de la mayor parte de los ca- ciones racionales y que hizo de la ambigiiedad un elemen-
pítulos se funda en una acumulación no orientada de to sustancial de su teatro. Pero no lo son. Estamos ante
hechos y acontecimientos —que, por otra parte, se reto- un libro divertido, disparatado, irónico en ocasiones,
man y reformulan en repetidas ocasiones lo largo delos desmitificador y, en general, de una comicidad tan absur-
siete volúmenes—. A través de ellos, y de opiniones, jui- da como característica del que fuera cofundador de La
cios sobre lecturas, pasajes de algunas de sus novelas, ju- Ametralladora o La Codorniz; y que alcanza también a
gosas anécdotas, etc., emerge por condensaciónestética, los intelectuales de su tiempo: cualquier ocasión es bue-
por sedimentación de los distintos tramos del camino,di- na para satirizar actitudes y comportamientos. Veamos:
ríamos, de seguir con la imagen del texto-río, el sujeto bio-
gráfico, el escritor Pío Baroja. En casa de mitío había grandes reunionesliterarias, pues
Azorín es responsable de dos ciclos autobiográficos se- entonces todo el mundo tenía la costumbre de leer sus cosas
parados en el tiempo por algo menos de cuarenta años. en público para contrastar sus valores. Si, por ejemplo, un
El primero está integrado por los libros: La voluntad señor escribía en un papel la palabra «cometa» en seguida
(1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pe- invitaba a varios amigos a la lectura, para que le diesen su
queño filósofo (1904). Con ellos enlazan los titulados Va- opinión.”
lencia (1941), Madrid (1941), París (1945) y Memorias
inmemoriales (1946). Con este último, acaso el másrele- La intención de Mihura es siempre la de vacunar al
vante, se cierra el ciclo autobiográfico azoriniano. Para público o lector contra el tópico, el mal humor, la frase
componerlo, el escritor alicantino procede del mismo hecha, el lugar común. De acuerdo con este criterio, el
modo que lo hace con el resto de su obra: poniendo en escritor propone un discurso dudoso irreal, basado en
primer plano lo que él, de acuerdo con su personalesté- una especie de atomización de los significados lingiiísti-
tica, considera esencial, y omitiendo todo aquello que no cos: «Hoy por la mañana he cumplido sesenta y dos años,
se lo parece (que es mucho). De manera que no puede y ahora, porla tarde, tengo sesenta y cuatro. ¡Cómo pasa
afirmarse que Azorín sea autor de una autobiografía ca- el tiempo, demonio![...] ¡Qué velocidad! ¡Qué vérti-
bal y. unitaria, rica en detalles menudos y largas explica- gol».5 Acaso los capítulos de mayor interés sean los úl-
ciones, pero sí que fue siempre biógrafo de sí mismo en timos, aquellos en los que Mihura hace una apasionada
aquello que de mássignificativo y perdurable tuvo su exis- defensa de La Codorniz y de su perfil humorístico: un hu-
tencia, esto es, una sensibilidad excepcional. morlibre, sin etiquetas ni más objetivo que el de hacer-
En septiembre de 1941, Miguel Villalonga escribía nos salir, un instante, de nosotros mismos.
una carta a Juan Bonet, desde Bunyola, anunciándole En 1951 aparece un libro deslumbrante: Mi medio st-
la primicia de su autobiografía «en agravio —dirá— de glo se confiesa a medias, del poeta, periodista... escritor que
mis reproches»: «Cual una bestia sagrada / está el pobre siempre fue César González Ruano. Lamentablemente,
paralítico / y su numen analítico / no le sirve para nada». no puedo extenderme en la descripción de la obra y en
La redacción de la misma iba a prolongarse hasta 1946, la compleja posición de su autor respecto ella: su forma
año de su muerte, y se publica un año después por quien de flirtear con la autobiografía es similar a la sostenida
fuera algo más que un editor para muchos escritores: me por otrosescritores (pienso en Ramón Gómezdela Ser-
refiero a José Janés. La Autobiografía póstuma de Miguel na y en Francisco Umbral, fundamentalmente). Por un
Villalonga es un inventario de episodios, narrados en pri- lado, los tres hombres —polígrafos impenitentes— son
mera persona, sin orden riguroso y, en cierto modo, de autores de relatos autobiográficos elaborados en la madu-
lectura independiente, a lo largo de los cuales el escritor rez; relatos que pueden sorprendera los lectores que es-
balear trata, estilizándolos, aspectos y circunstancias de peraban hallar en ellos una totalización explícita de sus
su mundovital ya caduco (que es también el de su her- vidas, asumidas convencionalmente en el marco genérico
mano, pues en la obra aparece constantemente Lorenzo, de la autobiografía, pues son narraciones ambiguas, sus-
escrito así, con grafía castellana; y también la tía Rosa pendidas, con explosiones inesperadas de lirismo y una
de Ribera, simbolizada en la figura de doña Obdulia de perspectiva móvil y cambiante que llega a fascinar. Por
Montcada en Mort de dama). El hecho de que la narra- otro lado, sus libros no estrictamente autobiográficosre-
ción, cuyo ámbito de evocaciónse cierra en 1934, tuviera zuman,en general, memorialismo y afán de confesión al
un primer destino periodístico pienso que condicionó convertir las verdades de sus vidas en la mentira de su obra,
su estructura argumental, que se apoya, sin embargo, en en contra del procedimiento literario habitual. En resu-
una prosa inconfundible, marcada porlas frecuentes ali- men, en los tres escritores la vocación literaria se mani-

164 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

fiesta como una forma de higiene, una especie de «purga» constante de los libros de memorias. Porque la memoria
que les permite a la vez cumplir con un destino marcado por aumenta el sentido de la propia limitación y contribuye
la facilidad expresiva y desembarazarse de sí mismos: «Ya al desvalimiento del hombre: solo ella es capaz de clavar
estoy escrito», solía afirmar González Ruanoa última hora en carne viva la irrecuperabilidad de lo vivido. Por todo
de la mañana, desde su mesa del Teide o del Café Gijón. ello, quien tiene memoria, sufre.
Estar situado en un altozano del tiempo o bienlejos La rosa se lee sin dificultad, aunqueel relato se inte-
de lo que se ama,esto es, la vejez o el destierro, constitu- rrumpe al cumplir el niño Camilo los siete años. Es, pues,
yen los móviles habituales que dan pie a un libro auto- un relato de infancia en el que se echa de menos una ma-
biográfico, es decir, al melancólico juego de poner en pie, yor densidad intelectual, motivo, tal vez, de que el libro
en un esfuerzo que podríamos llamar de desesperación no alcanzara el éxito apetecido. Destaquemos,sin embar-
tranquila, un montón de fantasmas y de oxidadas expe- go, un delicioso «Intermedio en el que se habla delas reac-
riencias. Hay que rescatarlas para abordar una formalite- ciones defensivas del niño, del adolescente y del joven
raria que exige el apoyo agridulce y desrealizado del CJ.C.», que, en parte, compensael vacío de interpretación
recuerdo. El propósito es, decíamos, reconstruir en el tiem- en el que se mueve el resto de la obra.
po, en los espacios de la memoria, en el complejo yo, una De 1960 y 1961 data la publicación de los primeros
vida. Acaso la intención resida en asistir a la última repre- fragmentos de las memorias generacionales de Rafael
sentación de la comedia. O así lo parece en las memorias Cansinos-Assens: «Recuerdos de una vida literaria», en el
de Jacinto Benavente: Recuerdos y olvidos (1958). El dra- Índice de Artes y Letras. No obstante, para la edición defi-
maturgo falleció en Madrid en 1954, pero su redacción nitiva de la obra, en 3 volúmenes, hay que esperar hastá
data de 1937, cuando se vivían días azarosos y, en el caso 1982 (cuando aparece el primer tomo de La novela de un
de Benavente, de animadversión con el entorno. En el pró- literato). Se trata de la crónica viva, literalmente extraor-
logo se anuncia unaestructura tripartita de las memorias, dinaria, de los años comprendidos entre los albores del
que, finalmente, estas no tendrán. En la primera parte (la modernismoy el estallido de la guerra, y si bien Cansi-
de mayorinterés) se cubre el período de 1866 a 1886, es nos escribe la oscura novela en que consistió suvida, tal
decir, sus primeros veinte años. El segundo y último ca- vida recibe a lo largo de la obra una importante acota-
pítulo (1885-1901) es breve y superficial (carece de un cie- ción: es, en todo momento, la vida de unliterato, y no
rre apropiado, aunque ignoramosla razón), y se abre con hay más.
las dudas del escritor sobre la conveniencia de continuar
sus memorias: clausurada una etapa feliz, en adelante, los Aunque Maeztu no es político, ni hombre de mundo,
recuerdos carecen de sentido: ni ha hecho libros, ni obras de teatro, no hay periódico
en España que no se haya ocupado de su nombre; todos[...]
Miverdad hasido siempre aquel niño que ha ido siem- le han escarnecido y ensalzado. Pero la solución de esta an-
pre conmigo y ha sido mi evasión y mi refugio siempre que títesis y tesis es la que da el protagonista; Maeztu no existe;
he podido jugar al escondite en mi vida, para volver a ser es una boya desamarrada que flota en todos los mares, y se
el que hubiera querido ser siempre. acerca a todas las costas conocidas, para alejarse después de
todas ellas. ,
Otro proyecto autobiográfico a medio camino será el Aproximaos a su aspecto carnal. ¿Es eso un hombre? Un
de Camilo José Cela, autor de un primer (y único, por día os parecerá viejo, joven al siguiente; ahora cansado, lue-
el momento) libro, La rosa (1959), que debía integrarse en go fuerte. Sus facciones se componen y descomponen con
las proyectadas memorias del escritor, tituladas genérica- brusca rapidez. El paso de una idea por su frente abate su
rostro hasta la angustia o lo anima hasta la exaltación. 'Su
mente: La cucaña. Las páginas de La rosa se ofrecieron, an- semblante se mueve como si fuera a deshacerse, o se sume
tes de su estampa editorial, en entregas periodísticas en pétreafijeza, indiferente al mundo externo. Habladle de
semanales en el Correo Literario, y, cuando las escribe, Cela proyectos, de planes para lo futuro; hacedle entrever el ca-
cuenta con una edad inusual en la autobiografía contem- mino que conduce a unabrillante posición en cualquier ramo
poránea: 34 años. Y, frente a la voluptuosidad que acos- social, y Maeztu probablemente os mirará satisfecho; se le
tumbran a experimentar los autobiógrafos, el escritor iluminará la cara, como se ilumina una decoración enel tea-
gallego mantiene ante el recuerdo una actitud escéptica: tro. Su fantasía comenzará a revolotear en torno a vuestra
idea, y esta saldrá de sus labios más precisa, más brillante,
No; recordar no es volver a vivir: es todo lo contrario. más coloreada. A los pocos momentos os mirará con gran-
Ninguna vida deleita con su recuerdo. Alguna puede emo- des ojos miopes y apagados. Aquella idea se ha disuelto en
cionar. Alguna otra puede llenarnos de nostálgica poesía. Pero la vorágine de las suyas propias; acaso resucitará meses des-
todas las vidas, incluso aquellas que pudieran parecernos más pués en un artículo y hasta provocará polémicas, pero lo que
bellas y rectilíneas, están henchidas de desgracia, están deco- en ella había de aliciente y de estímulo se habrá desva-
radas con el muerto papel pintado de la renunciación.% necido.**

Y, en efecto, recordar es hacer propia la ley fatal de Maeztu cuenta tan solo veintinueve años cuando es-
la conformidad, prosigue Cela, es repetir aquello de «a cribe su feroz autorretrato. Y me pregunto qué lector no
lo hecho, pecho», que muy bien pudiera ser la amarga . experimenta una cierta curiosidad ante un hombre que

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 165


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

se muestra tan consciente de los rasgos de carácter que le Triste confesión, que no se corresponde con el tono
llevan a su propia destrucción. Será muchodespués de su audaz del libro.
muerte, en 1962, cuando Editora Nacional publica un vo- Para muchos, el mejor libro que Ramón Gómez de
lumen antológico, titulado precisamente Autobiografía, la Serna escribiera en su exilio bonaerense es, precisamente,
que reúne los textos de mayor contenido autobiográfico su Automoribundia, publicada por primera vez en 1948
del escritor alavés, alguno de los cuales (como el citado) (Buenos Aires) y reeditada en España en 1974. No es, ni
es del mayor interés para el análisis de la perspectiva auto- mucho menos,el único libro autobiográfico de su autor:
biográfica. La nota dominante de todos ellos es la ideali- a lo largo de su vidatejió alrededor suyo un denso espa-
zación de-la infancia: el fin de esa etapa supone para el cio autobiográfico, de plena afirmación personal, mediante
ensayista español el comienzo de su deterioro que con- la fórmula por él denominada «ramonismo». En la mis-
cluirá con la muerte. malínea de Automoribundia, más radicales tal vez, se ha-
De 1961 a 1968 data la publicación de los dos volúme- llarán Nuevas páginas de mi vida (1957) y el Diario
nes del Diario íntimo de Eugenio Noel, subtitulado La póstumo (1972). Pero con el primero de ellos llega para
novela de la vida de un hombre. De nuevo estamos ante el célebre madrileño la hora de enfrentarse con el propio
una obra póstuma (Eugenio Noelfalleció en abril de 1936) destino y la destilación de los valores:
e inacabada, en la que se combinan los pasajes elabo-
rados confragmentos del diario que acompañabasiem-
Haber llegado a la autobiografía no es nada bueno, por-
pre al escritor y duro combatiente de la fiesta taurina. que supone que estamos de alguna manera al final, y ya he-
Desde un punto de vistaliterario, es de mayor interés el mosperdidola esperanza de ser otro, de no tener comienzo,
primer volumen, en especial los capítulos dedicados a su y por lo tanto, de no tenerfin, ese milagro al que se aspira
pobrísima infancia y juventud, con descripciones admi- " por el poder, por la gloria o por el amor.%
rables. Después, ese tono empieza a languidecer, y tanto
Noel como el lector de su Diario se encuentran atrapa- Ramón Gómez de la Serna no ha cumplido todavía
dos en la noria obsesiva y roma de las estrecheces coti- los sesenta años cuandoeso escribe, pero lo cierto es que el
dianas. desarraigo del exilio fue una experiencia insuperable para
Eduardo Zamacois ha cumplido noventa y un años el escritor: lejos de Madrid, de Pombo... su desasosiego
cuando Alfredo Herrero se interesa por sus memorias: Un no hace sino aumentar. Y Ramón ofrece al lector su me-
hombre que se va... (1964). La lectura de la obra congracia moria dolorida, y anclada en Madrid, en Pombo. A veces
inmediatamente al lector con los modosde la literatura en forma de greguería: «Hay que colorear conel ¡adiós!
galante, de intenso cultivo en las primeras décadas de nues- todo lo que se mira y se ve»; o bien: «La noche enel últi-
tro siglo, y -a cuyo auge y popularidad tanto contribuyó mo rincón de su oscuridad está zurciendo los calcetines
el propio Zamacois. Y su exaltado erotismo convierte el negros de su luto». Tan cerca se siente el escritor del for-
libro en un producto singular y, desde luego, alejado de zoso diálogo con la nada.%%
la tónica común en la España franquista, que suele velar Y llegamos, en mi opinión, a la mejor obra memoria-
la expresión de la sexualidad y todo cuanto puedareferir- lística del siglo XX español, hasta lo que conozco, porser,
se a la vida amorosa real del autobiógrafo, más allá de idea- a un tiempo, la más creativa, original y penetrante de cuan-
lismos y líricos escarceos. De modo que no estamos ante tas se han escrito por autores peninsulares: Los pasos con-
unas memorias convencionales, sino ante una larga auto- tados, del literato y periodista Andrés García de la Barga
biografía amorosa en la que se descubre el carácter, im- y Gómez de la Serna, comúnmente conocido por Cor-
predecible, de Zamacois: fantasioso, independiente, tan pus Barga. Y el título citado es el nombre genérico de una
presto al interés como al olvido, desprendido, inconstan- tetralogía, compuesta por los libros siguientes: Mi fami-
te y azuzado siempre por aquel volebat amare que tanto lia (1963), Puerilidades burguesas (1965), Las delicias (1968,
mortificó a san Agustín. El escritor cubano lo resumeasí, pero censurado) y Los galgos verdugos (1973). La obra es
próximoel final del libro: difícil de encasillar en cualquier intento de periodización
debido a los avatares sufridos hasta su publicación defini-
Cercana ya la hora en que he de subir «al último tren», tiva y completa, en 1979. Bien, completa en lo posible,
de nada muy grave me acuso. Fui un espectador ingenuo de porque Corpus Barga murió en-Lima (agosto de 1975)
la vida, Me han gustado las mujeres, los viajes y los libros; cuando preparaba la redacción de los dos últimos volú-
los tres grandes recursos de que el hombre dispone para menes de sus memorias, que debíantitularse: El siglo nuevo
evadirse, incluso de sí mismo; pero, por bondadoso —la
y Midiccionario (libro, este último, concebido de un modo
bondad es un suicidio lento— solo a intervalos breves lo
conseguí. Quien ama no se ama, y para que la gente no ad-
diferente al convencional en unas memorias: en lugar de
virtiese que he vivido muy distintamente a como había de- seguir el orden cronológico o temático, el relato debía es-
seado vivir, he sonreído siempre. Nunca fui completamente tructurarse, cristalizar, en torno a personas o aconteci-
dichoso. Y lo que es harto peor: que, no obstante haber an- mientos... El diccionario, en fin, de una vida). A lo largo
tepuesto el bienestar ajeno al mío, jamás he podido hacer de su anclaje peruano, Corpus Barga consagra buena par-
feliz a nadie. te de su tiempoa escribir la crónica, excepcional crónica,
del Madrid de principios de siglo, entrecruzada con los

166 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (S. xix y Xx)

hitos más significativos de su etapa de formación (como Quiero empezar otra novela este verano[...] que se titu-
siempre, es de lamentar que a Corpus Barga no le alcan- lará, «La muerte de un adolescente» y es una historia de mi
zara para revivir su época de madurez). A pesar de su cos- adolescencia[...] Voy a. intentar en este libro una visión má-
mopolitismoviajero, la retina del escritor, ya establecido gica y lírica de la infancia y la adolescencia, sin psicologis-
mo, pero también sin excesos de lenguaje. La magia y la lírica
en Lima, se centrará en captar la fecunda visión de un
la dará lo que se cuenta, no el estilo. Mi idea es desrealizar.
mundo ido. Por ello, no debe sorprendernos que, desde AJlí donde la vida se queda corta prolongarla con la fan-
la lejana ciudad, gustara de repetir: «si pudiera, volvería tasía.S
a España». De hecho, sus memorias son la mejor prueba
de que ahí estaba con su tremenda imaginación. La novela salió finalmente con un título más comer-
Uno de los rasgos inconfundibles de Los pasos con- cial: Memorias de un niño de derechas (1972); pero en la
tados es su estilo: salta a la vista la especial textura de su mismalínea, mágica y testimonial a un tiempo, de dichas
escritura, apretada y desprovista casi de puntuación y memorias figuran: Si hubiésemos sabido que el amor era
espacios en blanco (el párrafo largo y corrido es el que eso (1969), Retrato de un joven malvado (1973), La noche
parece adaptarse mejor a su pretensión de ofrecercrista- que llegué al café Gijón (1977), El hijo de Greta Garbo
lizacionesirisadas del pasado). Para compensar la solidez (1977) y también Mortal y rosa (1975), un relato muy per-
de tal condensación, Corpus Barga añade unos subtítu- sonal, casi descarnado, que merecesituarse entre sus ma-
los laterales a la caja del texto que constituyen todo un yores logros literarios. Desde la obligada perspectiva
acierto. Sin embargo, a medida que avanza la escritura intertextual que impone la obra umbraliana, La noche que
autobiográfica (esto es, a partir del tercer volumen) las llegué al café Gijón es, en mi opinión, su mejorlibro auto-
memorias de Barga van deslizándose insensiblemente ha- biográfico aunque queda fuera de los límites impuestos
cia la ficción: ya no se trata de presentar el recuerdo, en este artículo. De su producción anterior a 1975, desta-
sino de que este se presente a sí mismo a través de dis- caría el ya mencionado Memorias de un niño de derechas,
tintas técnicas de acercamiento y aprehensión de la me- uno de los mayores éxitos de ventas del escritor, que evo-
moría. ca los años de la guerra y siguientes en dos ciudades espa-
Rosa Chacel, autora de una meditación abierta sobre ñolas: Valladolid y Madrid, o sea los dos centros de la
la confesión y sus consecuencias literarias, publica en 1972 elipse viajera trazada por Umbral. La memoria de un tiem-
una primera, y única por el momento, entrega autobio- po y unos lugares, de acciones y personajes, pasa por el
gráfica (al margen de sus diarios: Alcancía. Ida y Vuelta) filtro artificioso de la imaginación y el oficio de escribir.
titulada Desde el amanecer y centrada en los primeros Asimismo, los recuerdos y olvidosque la habitan se han
y decisivos 10 años de su vida. Sin embargo, no es un re- visto sometidos a un proceso selectivo, depurador, orien-
lato de infancia, ni tampoco pareceel inicio de un pro- tado voluntariamentea la mitificación del pasado. Un pa-
yecto de más largo aliento: se trata, fundamentalmente, sado que explica nuestro presente, y del cual Umbralofrece
del testimonio de una lucha infatigable por la autoafir- una lectura en profundidad, mediante el recurso a los «mi-
mación, de modo que su autobiografía suponela tentativa crofragmentos»: cada uno de ellos está escrito de un ti-
de reconstrucción de tal lucha, mantenida, o sentida, rón, y consta de un arranque o «flechazo» temático
por la escritora durante su infancia, y resuelta para siem- —evocación lírica por acumulación de impresiones, aso-
pre (¿para siempre?) al llegar Rosa Chacel a cierta edad, ciaciones u objetos; la intromisión del yo que reasume lo
los 10 años, cuando el pulso sostenido contra su in- evocado; reflexiones, observaciones ingeniosas, pastiches,
fancia, que quiere decir contra su ser infantil, tiene un coloquialismos con carácter de inciso— y de un cierre con
vencedor indiscutible. En ese contexto no tendría sen- una frase lírica en anticlímax (no hay diálogo en Memo-
tido, o el sentido sería otro muy distinto, prolongar la na- rias de un niño de derechas, comono lo suele haber en
rración. la mayor parte de su obra).
Pero ¿qué retiene la memoria del escritor de aquellos
2. Y llega el momentodereferirse al segundo apartado añosdifíciles de la posguerra? Pues de todo. Vivos se man-
de nuestra clasificación, con un escritor que hasido y si- tienen la mayoría de los lugares, seres y objetos que con-
gue siendo maestro en la novelación de la memoria, has- formaban la vida cotidiana de entonces: las colas para el
ta el punto de forzar una determinada óptica lectora y pan, para el aceite, para la leche; las madrinas de guerra;
crítica ante su obra, pues, para comprenderla, hay que los realquilados; el estraperlo; las vidas de santos; la ropa
considerar la profunda interacción entre experiencia (bio- del Auxilio Social; el piojo verde; la propina de los do-
gráfica) y escritura, pasado y presente, imaginación y mingos; Irene Dunne; el Coyote; los primeros guateques...:
memoria, intimidad e historia. O bien, lo que es lo mis-
mo, aceptar la confusión de géneros como unarealidad Enel guateque se hicieron realidad por primera vez mu-
textual: los libros de Umbral rechazan las etiquetas: auto- chas cosas que hablamos entrevisto y dudado durante siglos
biografía, memorialismo y creación verbal confluyen en de infancia. En aquellos butacones usados, que olían a la fa-
un único, ininterrumpido y consciente acto de escritura milia de la casa, a un padre de nicotina y una madre delejía,
singular. En una carta a Francisco Ynduráin, escribía descansamos nosotros de las andanzas de tantos años (dos o
Umbral: tres) detrás de la mujer.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 167


DOCUMENTACIÓN + Memorias y autobiografías en España (s. xix y xx)

3. Epilogo —<esa canción, ese paisaje, aquel rostro— es inmanente y nos pertenece por
completo. Podemos recordar indistintamente la canción,el paisaje, el
rostro, o bien la emoción suscitada por éstos. En amboscasos, el recuer-
Llegamosa 1975: porfalta de espacio han quedado desaten- do es inmanente al sujeto que recuerda, aunque el objeto representado
didos otros proyectos autobiográficos de alcance muy es trascendente en el primer caso (y característico del memorialista del
desigual: los de Salvador de Madariaga, Manuel Azaña, siglo XIX), e inmanente en el segundo.
Sebastián Juan Arbd,la condesa de Campo Alange, José 8. N.E., Mis memorias, Madrid, Tebas, 1975, 2 vols., p. 15.
9. J.M. Sanromá, Mis Memorias, Madrid, 1887, p. 2.
Ruiz Castillo Basala, José Luis L. Aranguren, Alberto In- 10. Cfr. Jean Starobinsky, «El progreso del intérprete», en Psicoaná-
súa, Juan Gil-Albert, Ignacio Agustí y algunos más. Sin lisis y literatura, Madrid, Taurus, 1970, p. 69.
embargo, no quiero pasar por alto la publicación —en 11. Azorín, Lecturas Españolas (1912), en O.C., vol. Hl, Madrid, Agui-
1975, año crucial para la historia de España— de dos vo- lar, 1947, pp. 598-601.
lúmenes de memorias decisivos: La arboleda perdida, de 12. Véase Vicente Llorens, Liberales y románticos. Una emigración
española en Inglaterra (1823-1834) (1954), Madrid, Castalia, 1979, en es-
Rafael Alberti (y de la cual existe una primera edición pecial pp. 187 y ss., dedicadas a «Biografías y Memorias».
bonaerense, en 1959), y Los añas de penitencia, de Carlos 13. ]J.M.BWY,, Letters from Spain, by Don Leucadio Doblado, Londres,
Barral. En ambos casos nos hallamos ante el comienzo Henry Colburn, 1822, pp. 109-110.
deproyectos autobiográficos de mayor envergadura (en 14. Cfr. Bosquejillo, Madrid, Atlas, 1943, p. 101.
especial, el magnífico ciclo memorialístico que ha desa- 15. Véaseel reciente estudio del profesor Martin Murphy, Blanco Whi-
te. Selfbanished Spaniard, New Haven / Londres, Yale University Press,
rrollado Barral en entregas sucesivas). El escritor catalán, 1989.
con Umbral, fue pionero en centrar su propósito auto- 16. Cita extraída de la introducción de Juan Goytisolo a la Obra in-
biográfico en la reconstrucción del pasado inmediato desde glesa de Blanco White, Buenos Aires, Formentor, 1972, p. 54.
una perspectiva antifranquista y comprometida. Los tiem- 17. Véase BW., Antología de obras en español, introducción, selec-
ción y notas de Vicente Llorens, Barcelona, Labor, 1971, p. 22,
pos, definitivamente, eran otros.
18. Obra inglesa, ob. cit., pp. 160-161.
En amboslibros —el de Alberti, el de Barral— se di- 19. V. Llorens, Liberales y románticos, ob. cit., p. 385.
bujan nítidamente los perfiles de una «razón biográfica», 20. «Jovellanos y Blanco», en Literatura, historia, política, Madrid,
deudora de las experiencias propias y ajenas, y conscien- Revista de Occidente, 1967, pp. 167-185.
te de su particularidad. En ningún caso pretenden impo- 21. Véase Letters from Spain, ob. cit.
22. Véase Variedades, 1, p. 150.
ner su razón a otros, sino más bien dar constancia de lo 23. Emilio Castelar, Obras escogidas, 7 vols., Madrid, Librería de San
que han vivido, a veces superado y dejado atrás, y que Martín, 1922, vol. 1: Autobiografía y discursos inéditos, prólogo de Án-
se mantiene permanentemente en la memoria (descomu- gel Pulido.
nal la de Alberti, másselectiva la de Barral). El estilo de 24. Pues E.C.publicó un artículo, «El rasgo» (en su periódico La De-
amboslibros es, cada uno a su modo,insuperable; el tono, mocracia, el 25 de noviembre de 1864) que partirá en dos su biografía.
Endichoartículo criticaba briosamente la cesión de bienes que Isabel II
a menudo desenfadado y provocador; y están sobrados había hecho del Patrimonio Real al Ministerio de Hacienda para hacer
de talento. ¿Pueden hacerse mayores elogios de un libro? frente a una posible bancarrota económica. A raíz del artículo, Castelar
fue separado de la cátedra, lo que motivó unaairada reacción estudian-
til conocida como «la noche de San Daniel». El asunto se complicó has-
ta quedar involucrados en él un gran número de profesores,
NOTAS 25. E.C., ob. cit., p. CXVIL
26. Cita extraída del volumen que Benjamín Jarnés dedicó al orador,
1: Véase «Tradición y contexto en el memorialismo decimonónico», Castelar. Hombre del Sinaí, Madrid, Espasa Calpe, 1971, pp. 77-78.
en Félix Menchacatorre (ed.), Ensayos de Literatura Europea e Hispanoa- 27. Bruno Vercier, «Le mythe du premier souvenir: Pierre Loti, Mi-
mericana, Universidad del País Vasco, 1990, pp. 53-59. Y la comunica- chel Leiris», R.H.L.E (París) (1975), 1.029-1.040.
ción presentada en Brown Tradición y contexto en el memorialismo 28. J. Somoza Muñoz, Obras en prosa y en verso (1842), con notas
hispanoamericano decimonónico (ILI, junio de 1990) (en prensa). y estudio preliminar de J.R. Lomba y Pedraja, Madrid, Imprenta de la
2. Cita extraída de J. Ortega y Gasset, Prólogo para alemanes, Ma- Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1904. Fue amigo de Melén-
drid, Revista de Occidente, 1974, p. 113. Ortega dedicó varios artículos dez Valdés, el poeta, en general, más admirado porlos literatos españo-
(publicados en La Nación de Buenos Aires (1936-1937) a las Memorias les de la época. Y de él hace Somoza un retrato entrañable (véase «Una
del diplomático Gaspar de Mestanza. Los pasajes reproducidos por Or- mirada en redondo[...] a los sesenta y dos años», pp. 8-16, donde cuenta
tega son muy interesantes, pero, hastala fecha, no he conseguido locali- por qué nollegó a casarse y el mal ejemplo que supuso, para él, el infor-
zarlas. tunado matrimonio de Meléndez).
3. Véase Cesare Segre, «Laliteratura del Risorgimento y de tiempos 29. B.]., Castelar. Hombre del Sinaí, ob. cit., p. 34.
posteriores», en Historia del mundo en la Edad Moderna, XX, Barcelo- 30. Emilia Pardo Bazán, «Zorrilla. El hombre», en O.C. vol. III, Ma-
na, Sopena, 1914, p. 270. drid, Aguilar, 1973, p. 1.478.
4. ]. Morde Fuentes, Bosquejillo de su vida y escritos, Madrid, Atlas, 31. J.Z., Recuerdos del tiempo viejo, Barcelona, 1881, p. 52.
1943, p. 110. 32. Por ejemplo, en el capítulo XVII, donde relata las vicisitudes
5. M.J. de Larra, «Memorias originales del Príncipe de la Paz», ed. de su Don Juan Tenorio, estrenado en marzo de 1844. Y molesto en par-
Clásicos Castellanos, pp. 246-248. te por no pertenecerle la propiedad de la obra (y, portanto, no poder
6. Ibid. beneficiarse a su gusto del éxito empresarial de la mismaa lo largo de
7. Manuel Granell, en su Antología de diarios íntimos llevada a cabo los años), y desbordado también por su celebridad, repara Zorrilla en
con Antonio Dorta (Barcelona, Labor, 1963), propone unaclasificación todos aquellos pasajes del Don Juan reprochables por una u otra razón:
de los recuerdos que atiende al ámbito del objeto: según ésta, el objeto la impertinencia de lasfloridas décimas dirigidas a doña Inés; el mal uso
recordado puede ser exterior o interior al sujeto que recuerda. Unacan- quese hace de la unidad de tiempo;la falta de carácter de su protagonis-
ción, un paisaje, otro rostro, son algo exterior a nosotros, realidades que ta, etc. Hasta escribir aquellas famosas redondillas sobre su obra, leídas
nos trascienden, pero la emoción que pueden despertar en nosotros en el Teatro Español, en 1880, y que concluyen: «Y si en el pueblo le

168 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Memorias y autobiografías en España (s. xix-y xx)

hallé / y en españolle escribí / y su autor el pueblo fue... / ¿Por qué 45. José Vargas y Ponce, «Proclama de un solterón»(1808). Referen-
me aplaudís a mí?» (1881, 180). cia y texto extraídos del ensayo de Juan Ignacio Ferreras: Los orígenes
33. Anna Caballé, «Exabruptos y realidades en la lengua del roman- de la novela decimonónica (1800-1830), Madrid, Taurus, 1973, p. 53. Un
ticismo español. (El vocabulario poético de Zorrilla)», en Actas del ] Con- libro reciente de Susan Kirkpatrick, Las Románticas. Escritoras y subjeti-
greso Internacional de Historia de la Lengua Española (Cáceres, 30 de marzo vidad en España, 1835-1850, Madrid, Cátedra / Universidad de Valéncia
- 4 de abril de 1987), Madrid, Arco/Libros, 1988. / Instituto de la Mujer, 1991, ayudaa clarificar la posición de la mujer
34, Enla siguiente cita, cuando ningunea su ingente labor (escri- en la tradición literaria durante el período romántico.
ta, eso sí, a raptos de inspiración), se delata el resentimiento del poeta: 46. Extraido de Elvira Martín, Tres mujeres gallegas del siglo XTX, Bar-
«[...] yo gané mucha fama con dos o tres afortunadas obras, y llegué a celona, Aedos, 1962, pp. 83-84.
la vejez comola cigarra de la fábula. Pero en mis famosas obras se revela 47. E.PB., ob. cit., p. 702.
la insensatez del muchacho falto de mundo y de ciencia, exento de todo 48. Ibíd., p. 703.
sentido práctico, y jamás apoyado en principio fijo alguno»(ob.cit., p. 51). 49. Ibíd., p. 706.
35. En su introducción a Traidor, inconfeso y mártiz Madrid, Cáte- 50. Ibíd., 1d.
dra, 1976, p. 21. 51. Ibíd., p. 732.
36. Franz Kafka, Carta al padre (1919). Cito por la edición de Ma- 52. R. del Valle-Inclán, «Juventud militante. Autobiografía», Alma
drid, Akal, 1981, p. 93. Española, 8 (27 dic. 1903), p- 7.
37. Y que fue motivo de estimables composiciones a él dedicadas por 53. Sin embargo,el escritor gallego mantuvo siempre una actitud abier-
Quintana, Mor de Fuentes, Secundino Salamanca... hasta llegar a Galdós. ta y de simpatía hacia el género autobiográfico: léanse, por ejemplo, sus
38. San Agustín, Confesiones, Lib. U, Madrid, Espasa-Calpe, p. 43. opinionesal respecto en Sonata de invierno (p. 169 en la ed. de Espasa
39. Vicente Llorens, Liberales y románticos, ob. cit., p. 352. Calpe, col. Austral).
40. El Oxford English Dictionary menciona al poeta Southey como 54. Alejandro Sawa, «Juventud triunfante. Autobiografía», Alma Es-
uno de los primeros en utilizar la palabra con la acepción actual. En pañola, 9 (3 ene. 1904), 10-11.
1828, Thomas Carlyle usa el término en un contexto similar: «¿Qué 55. Autobiografíade escritores y poetas españoles, Madrid, Biblioteca
no daríamos —se pregunta Carlyle— porla autobiografía de Shakespea- de Autores Célebres, s.£., pp. 36-39.
re»(en Quaterly Review; «Carlyle Misc.», 1 (1857), 154). Otro registro 56. Ibíd., pp. 52-53.
interesante del Oxford anota el término aplicado a la geología, pues re- 57. Miguel Mihura, Mis memorias (1948), Barcelona, Mascarón (col.
produceel siguiente párrafo de B. Powell: «Como ha dicho sir C. Lyell de humor La Mandíbula Batiente), 1981, p. 46.
en feliz expresión,es la “autobiografía de la Tierra”»(¿bíd., 1859, B. Po- 58. Ibíd., p. 7.
well Ord. Nat. 252, Geology). Sin duda, Powell se refiere a los Princi- 59. Jacinto Benavente, Recuerdos y olvidos (Memorias), en O. C., vol.
ples ofGeology de sir Charles Lyell: un libro de considerable importancia XI, Madrid, Aguilar, 1958, p. 804.
para la historia de la ciencia, pues el geólogo inglés componela historia 60. La cucaña. Memorias de Camilo José Cela. Tranco primero: Infan-
de la Tierra demostrando que su edad es superior a la expresada en el cia dorada, pubertad siniestra, primera juventud, Libro primero, La rosa,
Génesis. Barcelona, Destino, 1959, p. 9 (cito por lale edición posterior de Áncora
41. Pues,si bien Georges Gusdorf encuentra la palabra autobiografía y Delfín, 1979).
bajo la pluma de Frederic Schlegel en un fragmento publicado en el Athe- 61. El artículo, titulado «Juventud menguante», se incluye en el
náum en 1798, añadiendo Gusdorf que el contexto parece indicar que volumen antológico Autobiografía, ed. de Vicente Marrero, Madrid,
nosetrata, en esta fecha, de un neologismo, el Supplement to the Oxford Editora Nacional, 1962, con el título «Autorretrato de edad crítica»
English Dictionary (vol. 1) cita un temprano e interesante texto, de 1797, (pp. 21-29).
en el cual se califica peyorativamente el uso de dicha palabra: «No es 62. Eduardo Zamacois, Un hombre quese va... (Memorias), Barcelo-
muy común en inglés emplear palabras híbridas, mitad sajonas, mitad na, AHR, 1964, pp. 44-45.
griegas: por ello autobiografía hubiera parecido pedante». Si interesa el 63. Ramón Gómez de la Serna, Automoribundia, Buenos Aires,
tema, véase el artículo de Jacques Voisine: «Naissance et évolution du Sudamericana, 1948, p. 11 (cito por la edición de Guadarrama, 1974,
terme littéraire autobiographie», en La Littérature comparée en Europe 2 vols.).
orientale, Budapest, Akademiai Kiadó, 1963, 278-286. 64. El hispanista Guy Mercadier ha estudiado recientementeel poli-
42, Véase también Georges May, La autobiografía (1979), México, FCE, morfismo autobiográfico en dos textos de Ramón (Coloquio de Aix-
1982. en-Provence, diciembre de 1990).
43. ].C. Mainer, La Edad de Plata. Ensayo de interpretación de un pro- 65. Citado por Francisco Ynduráin en su artículo: «Umbral, su en-
ceso cultural, Madrid, Cátedra, 1981, p. 65. torno y la creación poética», El País, «Libros» (13 mar. 1983), 3
44. E.P.B., «Apuntes autobiográficos» (1886), en O.C., vol. III, Ma- 66. Francisco Umbral, Memorias de un niño de derechas, Barcelona,
drid, Aguilar, 1973, p. 711. Destino, 1972, p. 132.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 169


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

Panoramadela literatura pañoles en estos últimos años.? Varias razones podían


darse para explicarlo: la mayor libertad de expresión,el
autobiográfica en España deseo de los escritores de incursionar en un terreno un
tanto novedoso en nuestra literatura —pero de tanta tra-
(1975-1991) dición en la inglesa, la francesa, etc.— y el empuje de las
editoriales, que han encontrado en el ámbito un terreno
muy abonado para sus intereses (comerciales, fundamen-
José Romera Castillo* talmente).*
Quisiera presentar, a continuación, una nóminaselecta
de textos, referidos a autobiografías y memorias? —algo
apuntaré también sobre diarios,* dejando para otra oca-
La escritura autobiográfica —con sus diversas manifesta- sión los otros subgéneros—” escritos por españoles que
ciones: autobiografías, memorias, diarios, epistolarios, etc— han destacado en diversos ámbitos, —no solo en el
ba tenido un gran caldo de cultivo en España en los últi- literario—, en el espacio cronológico reseñadoen el títu-
mos años. Varias son las causas que podrían citarse para ex- lo, con el fin de proporcionar una guía de lectura —en
plicar semejante eclosión: La mayor libertad de expresión, modo alguno exhaustiva—a los interesados en el tema.
una vez eliminada la dictadura franquista; el deseo de los
escritores de incursionar por terreros en cierto modo no muy
practicados en la literatura escrita en la lengua de Cervantes; La España peregrina se manifiesta
el negocio editorial que ha visto en este tipo de escritura un
buen filón de ganancias; el individualismo y el voyerismo Varios han sido los escritores, arrojados por la contienda
que impera en nuestra sociedad actual; etc. Fruto deesteflo-
recimiento es la abundante bibliografía que en este muy com- fuera de Españatras la guerra (in)civil, que han plasmado
pleto estado de la cuestión se pormenoriza, al examinarlas sus vivencias en interesantes volúmenes de confesiones.
producciones delos escritores (tanto de la España peregrina Rafael Alberti? uno de los decanos de las letras españo-
comodel interior), artistas (pintores, músicos, cineastas, ac- las, ha reunido en La arboleda perdida —título tomado
tores, arquitectos, etc.), políticos —tirios y troyanos, filóso- de un lugar de retama muy melancólico de El Puerto de
fos, humoristas. y componentes de otras profesiones. Con este Santa María, su ciudad natal— varias entregas de sus re-
tipo de escritura, además de realizar sus cultivadores un ejer- cuerdos autobiográficos. La primera (R. Alberti, 1975),
cicio de catarsis, se amplía el espectro de la literatura espa- publicada por vez primera en España muy tardíamente,
ñola, así comose ofrece con estos recuerdos —y olvidos— abarca los años comprendidos entre 1902 y 1931, fecha
un arsenal interesantísimo para conocer la historia —y la
del advenimiento de la segunda República y de la apari-
intrabistoria— de los últimos años de la compleja realidad
española. ción de María Teresa León en su vida. La segunda (R. Al-
berti, 1987), comprende el período que va de 1931 a
1987, fecha del regreso a España del poeta tras un dilatado
Uno de los años más trascendentales de la historia re- exilio. La tercera entrega —de la que se están publican-
ciente de España fue 1975. Tras la muerte de Francisco do algunosanticipos en la edición dominical de El País—
Franco, ocurrida el 20 de noviembre del citado año, un tiene una particularidad que la diferencia de las anterio-
vetusto y resquebrajado sistema político se desmoronaba, res: en lugar de seguir un orden cronológico —como era
y en su lugarse iniciaba la construcción paulatina de otro más o menos habitual en las anteriores—, la escritura es
de corte más democrático. Como consecuencia de este unreflejo espontáneo de la memoria. Alberti, como poeta
cambio, los españoles, en general, y los escritores, en par- de y en la calle, proporciona en La arboleda perdida unas
ticular, iban a poder opinar tanto sobre lo que pasaba a claves interesantísimas sobre su actividad creadora,la li-
su alrededor como sobre sí mismos. De ahí que lo auto- teratura de la época y el entorno político y cultural de
biográfico germinara con inusitada fuerza. Rotas las mor- nuestro siglo XX.!?
dazas impuestas por la censura, algunos destacados Otro exiliado, Francisco Ayala,'* gran novelista y crí-
personajes pondrían en letra impresa recuerdos (y olvidos) tico literario, en Recuerdos y olvidos,'* —de igual título
de sus vidas, insertas en el contexto de la España del que las memorias de Jacinto Benavente—, ha dejado testi-
siglo XX. monio de un pletórica vida. La obra se ha publicado en
Pese a que el citado género! se había cultivado en Es- dos entregas sucesivas. En la primera (E. Ayala, 1982), el
paña anteriormentea la guerra civil —aunque no con no escritor recogía dos etapas de su trayectoria vital: «Del pa-
demasiada profusión—, durante el franquismo, en gene- raiso al destierro» —que abarca desde su nacimiento en Gra-
ral, se le dedicó escasísima atención —noasí en la España nada hasta la guerra civil— trata de la familia, traslado a
peregrina—, por condicionamientos obvios.? Madrid, años de estudiante en la universidad, primeros
No cabe la menor duda de quela escritura autobio- escarceos del escritor a la sombra de Ortega y la Revista
gráfica —con sus diversas manifestaciones: autobiografías, de Occidente, estancia alemana, visión de la guerra civil
memorias, diarios, epistolarios y relatos autobiográficos desde el puesto diplomático de Praga, y última fase de la
de ficción— ha florecido con vigoroso auge entre los es- España republicana; y «El exilio», donde muestra su pe-

170 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

regrinar por Argentina, Brasil y Puerto Rico. En la se- cultivado explícitamente en Desde el amanecer? en don-
gunda entrega (F. Ayala, 1988), el escritor recopila las dos de describe su infancia hasta los diez años. Pues bien, la
partes anteriores, y añade una más, «Retornos», en la que escritora vallisoletana ha culminado la tarea autobiográ-
da cuenta de su estancia en diversas universidades de Es- fica en un bello diario, Alcancía. Ida y Alcancía. Vuelta?
tados Unidos (Rutgers, Bryn Mawr, Nueva York, Cali- (R. Chacel, 1982), en el que hace un repaso, tanto de
fornia y Chicago) y de sus esporádicas venidas a España, su vida, desde 1940 hasta 1981, como dela relación con su
desde 1960, hasta instalarse definitivamente a vivir aquí. marido —conocido pintor, del que escribió una biografía
Los testimonios sobre destacados escritores (como Una- tan ligada a la suya, Timoteo Pérez Rubio y sus retratos del
muno, Azorín, Ortega, García Lorca, Ramón Gómez de jardín—% y de la época, con un criterio bastante crítico
la Serna, Borges, etc.) o figuras de la política (Azaña, Juan y con una gran agilidad de estilo.
Negrín, José Antonio Primo de Rivera, Enrique Tierno Deotra intelectual muy importante del exilio, María
Galván, etc.) dotan al volumen, además de las vivencias Zambrano —fallecida en febrero de 1991— se han reedi-
del escritor, de interesantes evocaciones de la vida litera- tado el ensayo sobre La confesión: género literario (Zam-
ria, cultural y política de unos años importantes dela his- brano, 1988); los Dos relatos autobiográficos (Zambrano,
toria cercana de España.!'5 1981), incluidos, luego, en Delirio y destino* (Zambra-
Juan Gil-Albert,* que volvía a España en 1947, deja- no, 1989), y una serie de apuntes autobiográficos, a medio
ba huellas de su yo en diversos libros ensayístico-narrati- caminoentre la novela testimonial y el ensayo, escritos en
vos, como, por ejemplo, Concierto en mi menor,” La La Habana a primeros de los años cincuenta, en donde,
trama inextricable,8 Los días están contados,” Valentín” a partir de hechos importantes de su vida —como el co-
—con unaarticulación novelística más evidente—, Memo- nocimiento de Ortega, Lorca o Juan Ramón,el final de
rabilia,? Razonamiento inagotable con una carta final? la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República,la
Breviarium vitae. Últimos apuntes al borde del abismo, % guerra civil, etc.— la autora de La agonía de Europa hace
Cartas a un amigo?* la antología poética Fuentes de la unas trascendentesreflexionesfilosóficas sobre la colecti-
constancia,etc., hasta llegar a Tobeyo, o del Amor. Ho- vidad española en la que se halla inserta.*
menaje a México. Pero es en Crónica general” (1974) Asimismo, de la escritora y militante feminista María
—con dos partes: «Urbi et orbe» y «Un verano en la Tu- Martínez Sierra* (1989) —María de la O Lejárraga, espo-
rena»— dondeel escritor valenciano, comocronista fiel, sa de Gregorio Martínez Sierra—, Alda Blanco ha reedi-
nos muestra con gran intensidad lá «constancia del vivir», tado una interesante autobiografía.
así como rasgos de su escritura y del tiempo que le ha
tocado vivir.
Se han editado, también, las memorias de Salvador de Los escritores de posguerra se confiesan
Madariaga (1974); las crónicas periodísticas del escritor ga-
llego Alfonso Daniel Rodríguez Castelao” (1977, 1986); Pasando ya al ámbito de los creadores más cercanos en
los testimonios de Ramón Otero Pedrayo (1986), que na- el tiempo, empezaré citando el nombre de Carlos Barral
rra su amistad con Castelao; así como una edición facsímil (nacido en Barcelona en 1928 y muerto el 12 de diciem-
de la primera edición del diario de José Moreno Villa” bre de 1989),** quien no se podía imaginar que al inten-
(1989), sobre la estancia del poeta y pintor malagueño en tar explicar su poesía comenzaba a escribir un ciclo
Nueva York. De Juan Larrea? (1990), Pere Gimferrer ha autobiográfico importante, compuesto por tres entregas.
publicado unaselección, hasta ahora inédita, del diario de La primera, Años de penitencia* (Barral, 1975) —en edi-
anotaciones del período 1926-1932; y de Rafael Dieste ciones posterioresse restituirían las partes mutiladas por
(1983), M. Aznar, en un heterogéneo volumen, ha recopi- la censura en la primera edición—, abarca los años de
lado cartas, notas, ensayos, críticas y homenajes, que algo infancia y juventud; la segunda, Los años sin excusa'
tienen que ver —aunque sea poco— con lo que tratamos. (Barral, 1978), comprende el período que va de 1950
En este sintético panorama que estamos trazando, es a 1962, dando cuenta de sus inicios como escritor y edi-
necesario traer a colación los nombres de unas significa- tor, así como de la labor dinamizadora dela cultura espa-
tivas intelectuales. Citar a Rosa Chacel es ineludible por ñola en la etapa restrictiva del franquismo; y la tercera,
varias razones. Ánte todo, porquela escritora vallisoleta- Cuando las horas veloces” (Barral, 1988) —obra ganado-
na, en La confesión” (Chacel, 1971), dedicó un trabajo ra del I Premio Comillas de Biografía, Autobiografía y
teórico al género, en el que, siguiendo a Ortega, examina Memorias— se detiene en los años que van de 1962 hasta
algunos libros importantes de confesiones (como los de 1982, fecha en la queel escritor, tras abandonar la empre-
san Agustín, Rousseau y Kierkegaard). Después, porque sa editorial —fue director de Seix Barral y Barral Editores—,
su novelística, desde Estación. Ida y vuelta,” pasando por se inserta en el terreno político al ser elegido senador por
Teresa, Memorias de Leticia Valle,** hasta llegar a la tri- el PSOF.* Conestas tres entregas del autor de Penúlti-
logía compuesta por,Barrio de Maravillas? —(re)creación mos castigos? —novela en la que uno de los personajes
del barrio madrileño en el que vivió su adolescencia—, tiene el mismo nombre y apellido que el autor, según
Acrópolis% y Ciencias naturales” está impregnada de auto- apuntamos anteriormente en una nota—,el lector tiene
biografismo. Y, finalmente, porque el género había sido ante sus manos un panorama muy interesante para cono-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 171


DOCUMENTACIÓN Li ura autobiográfica en España (1975-1991)

cer y penetrar mejor en los entresijos de tres décadas de en la España de los cuarenta», así como algunas pincela-
vida cultural bajo el franquismoy sobre la etapa dela tran- das de su relación con Ignacio Aldecoa (C.E. de Ory,
sición española a la democracia.% 1984); de Ricardo Molina* (1990) se edita una selección
Por. su parte, Juan Goytisolo, que ha dejado unarecia del diario que este miembro destacado del grupo poético
presencia de su yo en sus entregas novelísticas —muy Cántico fue escribiendo entre 1937 y 1946; Luis Felipe
especialmente en Señas de identidad,* Reivindicación del Vivanco** (1983) proporciona en su diario un panorama
conde don Julián,* Juan sin tierra? y Paisajes después de de los años 1946 a 1975; Ramón de Garciasol (1991), en
la batalla—%* ha escrito, hasta el momento, dos volúme- otro voluminoso diario, recoge sus experiencias; del dia-
nes autobiográficos, que generaronal salir a la luz pú- rio de Jaime Gil de Biedma” (1991) se recupera abundan-
blica una fuerte polémica. En el primero, Coto vedado” te material inédito; Pere Gimferrer% (1980) ofrece otro
(J. Goytisolo, 1985), pone de manifiesto, de una manera interesante dietario, que abarca los años 1979 y 1980; Se-
descarnada, vivencias personales de su infancia y juven- bastián Juan Arbó (1982) recopila los testimonios de un
tud, el exilio voluntario en París y el encuentro del sur hombre de la ciudad; Ramón Carnicer (1983) ofrece par-
español como lugar utópico, sin faltar referencias al con- te de sus memorias; Francisco Umbral” (1990) novela
texto político tanto de España como de Cuba, país al unas memorias de la transición; Terenci Moix% (1990)
que un abuelo suyo estuvo ligado con negocios azuca- cuenta parte de su infancia y primera juventud, domina-
reros. El libro,% cruel consigo mismo y con su entor- das porel cine —realidad y fantasía en juego sorprenden-
no, originó una agria polémica con su hermano Luis Goy- te—; Martín Vigil (1989) deja constancia de los avatares
tisolo, quien acusó a Juan de «autoagresión», señalando de su infancia y juventud, al igual que Luis Antonio de
que, por más queeste «se autolesione echándosetierra y Villena“ (1982); Antonio Colinas (1990) rememora, bre-
más tierra encima, el lector no verá en ello pruebaal- vemente, en un número monográfico de la revista An-
guna de una mayor sinceridad».” En el segundo, En los tbropos dedicado al poeta, su experiencia personal de
reinos de taifa (Goytisolo, 1986), el autor sigue el hilo escritura; y Salvador Pániker (1985, 1988) —ingeniero,fi-
confesional, y, partiendo del destierro voluntario a París lósofo y escritor— realiza «un ajuste de cuentas con la obs-
en 1956, con bocetos de sus relaciones con algunos es- cenidad del efímero existir», y, en el segundo libro de
critores (Genet, Sartre, Simone de Beauvoir, Marguerite memorias, da cuenta de treinta años de su vida en diver-
Duras, W. Faulkner, E. Hemingway, S. Beckett, etc.) y sos escenarios de España, la India y el mundo. Los perto-
políticos comprometidos (Jorge Semprún, E Claudín, distas y escritores César González-Ruano (1979), que
etc.); narra su vida con Monique Lange; ataca virulen- realiza una crónica de medio siglo de su existencia, y Emi-
tamente al comunismo de Cuba y de la URSS,así como lio Romero (1985), que pinta un peculiar retrato de su
a la revista Libre de la que había sido colaborador, ade- vida y de los personajes de toda calaña con los que le tocó
más de dar cuenta de sus múltiples viajes por España. Juan lidiar, han dejado huellas de su existencia y de sus circuns-
Goytisolo se quita la careta y, con una valentía inaudita, tancias.
abreel telón del escenario de su vida para mostrar intimi- Por su parte, Antonio Muñoz Molina (1986); Miguel
dades inconfesables —la referida a la experiencia sexual con Sánchez-Ostiz” (1986); José Luis García Martín”! (1989);
su abuelo cuando era pequeño, por ejemplo, es asom- José Carlos Llop”? (1990), Juan Manuel Bonet”(1990),
brosa—, dando estos dos relatos el sello indeleble de una Andrés Trapiello (1990), así como los catalanes Joan Puig
confesión particularísima a la que los receptores de esta ¡ Ferrater (1975) y Alex Susanna”* (1988), han trazadore-
modalidad literaria no estaban acostumbrados en los la- tazos de su vida en interesantes diarios.
res españoles. Asimismo, varias escritoras se han mostrado particu-
Se han rescatado textos autobiográficos de algunos es- larmente inclinadas a las confidencias.?* Además de las
critores —más o menoslejanos en el tiempo— comolos anteriormente señaladas, habría que traer a colación los
de J. M. Blanco White (1975); los dos tomos memorialís- nombres de la académica Carmen Conde” (1986), que
ticos de Rafael Cansinos-Assens* (1982-1985); la autobio- recopila, en tres volúmenes, un conjunto heterogéneo de
grafía de Benjamín Jarnés (1988). De Llorens Villalonga fragmentos autobiográficos, tanto de su infancia —pasada
(1988) se traducen Falses memories de Salvador Orlan, en Cartagena y Melilla— como del tiempo dela guerra
unas «memorias perfectamente auténticas escritas como civil; Elena Soriano” (1985), que ofrece el testimonio de
si fueran falsas»; y de su hermano, Miguel Villalonga* una madre ante el problema de un hijo drogadicto; Mer-
(1983), se reedita una autobiografía, cuya primera edición cedes Fórmica?3 (1982), que describe sus primeros años
se realizó en 1947, y de la que habían aparecido algunos en el sur de España; Mercedes Salisachs (1981), que reali-
fragmentos en La Estafeta Literaria. za un análisis de parte de su vida; Carmen Martín
Otros escritores han cultivado el género.* Así, por Gaite” (1989), que recrea pasajes de su infancia; Montse-
ejemplo, Miguel Delibes” (1988, 1989, 1990), proporcio- rrat Roig (1985), que da testimonios de su existencia; al
na el testimonio de una vida amante de la naturaleza, así igual que María Campo Alange” (1983), escritora y en-
como transmite vivencias y sentimientos en una especie sayista de temas femeninos. Un lugar destacado merece
de conversación afable; Carlos Edmundo de Ory (1975), Clara Janés?! (1990), cuya obra poética y novelística?” está
ofrece en su diario «la crónica de un creador [maldito] impregnada de autobiografismo, y que, en Jardín y labe-

172 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

rinto,* plasma en dos fragmentos autobiográficos un in- —escrito primero en inglés y luego en castellano—, de su
teresante retazo de su existencia. estancia en Cuba; Pilar Valderrama” (1981), quien se des-
Por su parte Gabriel Celaya** (1980) —fallecido en cubre públicamente como la Guiomar machadiana, y de
abril de 1991— escribe un tipo muy peculiar de literatura quien se publican las cartas de Antonio Machado (1990)
memorialística. Lo que señalaba el escritor sobre Tén- dirigidas a ella; Josefina Manresa (1989), que rememora
tativas se puede hacer extensivo a otras obras suyas del su vida con Miguel Hernández; y el relato de Felicidad
género: no es un libro de «memorias más o menos Blanch (1977), esposa del poeta Leopoldo Panero.”
confesionales, desde luego; ni tampoco una novela[...] Lo Para un pasado más cercano, habría que acudir a las
que yo pretendía era resolver mis experiencias personales memorias literarias de Charles David Ley (1981), que, aun-
en figuras arquetípicas, y —trascendiendo el yo— crear mi- que extranjero, proporciona curiosos datos del ámbito cul-
tos en los que mi vida accidental y una Metahistoria, que tural español entre 1943 y 1952; al pequeño panorama
en realidad era para mí una Historia de la Cultura, se fun- —recopilación de cuatro artículos publicados con ante-
dieran».35 rioridad— que el novelista Juan Benet” (1987) ha traza-
Podríamos seguir cuantificando los apuntes o fragmen- do de la vida cultural de Madrid hacia 1950; al diario de
tos breves autobiográficos que algunos escritores, como José Luis Cano” (1986), verdadero arsenal informativo
por ejemplo Antonio Buero Vallejo (1987), Carlos Bou- para conocer la intrahistoria del mundo poético español
soño (1987), etc., han ido dejando de sí mismos. Como y la gran influencia que Vicente Aleixandre —el nombre
también los testimonios que los escritores han trazado en dela calle donde vivía el escritor sirve para rotular las con-
reportajes, entrevistas, etc. Eso nos llevaría muy lejos, y versaciones con el poeta— ejerció sobre él; a los recuer-
queda fuera del objetivo propuesto. Citaré, para terminar dos del crítico y editor José María Castellet” (1988), que
este epigrafe, la recopilación de María Charles (1989), en tanto influencia ha tenido en las letras españolas de los
la que varios autores españoles (E. Savater, E. Mendoza, últimos veinticinco años, plasmados én forma de memo-
E. Trías, V. Molina Foix,etc.), al preguntarles sobre la re- rias; y a los apuntes del periodista y crítico literario Dá-
lación con sus padres, se refieren, ineludiblemente, a su maso Santos (1987). o
propia existencia.

Otros ámbitos artísticos


Contexto cultural
Creadores de otras parcelas del arte también han produ-
Para conocer el mundo cultural en general, y el literario cido literatura testimonial. En el campodela pintura, des-
en particular, será preciso acudir a las recuperaciones de taca la ampliada revisión de los escritos autobiográficos
las impresiones y recuerdos del periodista del siglo XIX de Salvador Dalf* (1983) —aparecidos en 1964, por vez
Julio Nombela** (1976), colaborador de La Ilustración Es- primera—, unos fragmentos de memorias que abarcan des-
pañola y Americana; a las memorias del profesor de dere- de 1952 hasta 1964, en los que se hace una descripción
cho Adolfo Posada (1983), para profundizar en la historia irónica de algunos personajes coetáneos, así como pro-
cultural y literaria de la España de las primeras décadas porciona parte de su teoría artística; el libro de Antoni
del siglo XX; a los siete cuadernillos del diario —todavía Tapies (1983), en dondeel catalán realiza una historia de
inéditos, por haber sido descubiertos recientemente,del su yo y de su trayectoria pictórica; y el minidiario de otro
gran humanista del 98, historiador del arte y miembro importante pintor, Ramón Gaya Núñez (1984).2
de la Institución Libre de Enseñanza, Manuel Bartolomé Varios han sido los músicos que han tratado sobre sí
Cossío,” escritos durante su estancia como estudiante en mismos. Dos compositores importantes han cultivado lo
el colegio San Clemente de Bolonia, hacia 1880; y a las autobiográfico: Xavier Montsalvatge (1988), nacido en Ge-
semblanzas y recuerdos de Alberto Jiménez Fraud (1989), rona en 1912 y uno de los mejores músicos españoles de
director de la Residencia de Estudiantes durante más de este siglo, y el vasco Pablo Sorozábal (1986), muy conoci-
veinte años, escritos desde el exilio, en Inglaterra, de tan- do como compositor de zarzuelas. El cantante J. Ca-
ta importancia para conocer la vida cultural española an- rreras (1989) nos ha dejado también una interesante
terior a la guerra civil. Como también, para adentrarse autobiografía. Asimismo, habría que citar los escritos de
mejor en el conocimiento de la generación del 27, resul- este género relacionados con la música, como son los de
tan muy útiles las memorias, narradas por J.M. Moreiro, Victoria Kamhi (1986), la mujer de Joaquín Rodrigo, el
de Santiago Ontañón** (1988), hombre muy relaciona- creador de El concierto de Aranjuez; y el volumen cuarto
do con el mundo del teatro, en las que, a través de las —aunquesea el escrito primeramente— de las memorias
semblanzas de casi medio millar de personajes ilustres, de Jesús Aguirre (1988), duque de Alba, sobre su paso
se dibuja un panorama de más de medio siglo de cul- por la Dirección General de Música, del Ministerio de
tura. Cultura.
Son interesantes además los textos de Zenobia Cam- En el mundo cinematográfico y teatral, han escri-
prubí?(1986, 1991), por narrar su vida con Juan Ramón to memorias el director Luis Buñuel” (1982), en unas
Jiménez y dar cuenta, en la primera entrega de su diario, conversaciones con el periodista Jean-Claude Carriére, al

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DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

igual que las de Francisco Regueiro (1989) con Carlos Bar- vital y política: Dolores Ibárruri Gómez (1984, 1985), la
báchano; el documento sobre Berlanga, de Antonio Gómez Pasionaria, destacada dirigente comunista, ha trazado un
Rufo (1990) —en modo alguno unas memorias, pero im- documento tanto personal como del entorno político-
pregnadode autobiografismo—; las memorias del hispano- social de los años cruciales que le tocó vivir, fijándose en
cubano Néstor Almendros* (1990), destacado director de el primer volumen, muy especialmente, en los años que
fotografía en diferentes obras cinematográficas —ganador van de 1939 a 1977; de otra comunista, Soledad Real, Con-
de un Óscar por Díasdelcielo, de Terrence Malick,y cola- suelo García (1982) ha narrado sus vivencias; la dirigente
borador, entre otros, de los cineastas Francois Truffaut y anaquista Federica Montseny (1987) ha dejadoel testimo-
Eric Rohmer—; las interesantes memorias del director-actor nio personal de una agitada vida sindical; y la periodista
Fernando Fernán-Gómez” (1990); y las confesiones me- Carlota O'Neill (1979) plasmó sus vivencias de la guerra
morialísticas de la actriz María Asquerino (1987).1% civil española, durante los años 1936 a 1940, en Melilla. 10
Dos conocidos arquitectos catalanes nos handejado tes- En el bando franquista destacan los testimoniosdel ge-
timonios de sus actividades. Oriol Bohigas (1989), con neral Emilio Mola (1977), de Francisco Franco Salgado-
unas memorias redactadas en formade diario, en las que, Araujo (1976, 1977), y de Carlos Iniesta Cano (1984); así
a través de hechos acaecidos en 1987 y 1988, mediante como de los políticos Ramón Serrano Suñer (1977), cu-
la técnica del lash-back, hace un recorrido por aconteci- fiado y ministro de Franco, José Utrera Molina*% (1989),
mientos importantes de su vida. Por su parte, Ricardo Bo- Mariano Navarro Rubio (1991), ministro de Hacienda en-
fill (1989), en unas conversaciones con Jean-Louis André tre 1957 y 1965, y Laureano López Rodó!”(1990, 1991),
—al estilo de Buñuel o el arquitecto Georges Candilis—, que pasa revista a un cuarto de siglo de vida política espa-
repasa su trayectoria vital.1 ñola, hasta llegar al primer gobierno de la Monarquía,
en la primera entrega, fijándose en los años 1966 a 1969 en
la segunda. Por su parte, Alfonso de Borbón Dampierre
El mundo dela política (1990), duque de Cádiz y yerno de Franco, escribió, ori-
ginariamente en francés, unas curiosas memorias. !%
Ante todo, destacan las recuperaciones autobiográficas de Para conocer mejor los entresijos de la transición es-
personajes relacionados con un pasado más o menosleja- pañola de la dictadura a la democracia —aunquesu radio
no, como son los escritos del estadista conservador Fran- de acciónsea, a veces, el de la vida de los autores—, ade-
cisco Cámbóy Batlle (1987), jefe del Partido Regionalista más de la sentimental crónica de Manuel Vázquez Mon-
Catalán, muerto en Buenos Aires en 1947, sacados a la talbán (1985), conviene leer los escritos memorialísticos
luz tras recuperar España sus libertades; los testimonios de distintos políticos que representan diversas ideologías.
- del conde de Romanones(1975); Vicente Marco Medina Ahí están, por ejemplo, las memorias de los comunistas
(1975), sobre las conspiraciones contra la Dictadura; y de Santiago Carrillo (1983), secretario general, por entonces,
Dámaso Berenguer (1975), sobre el período de la Monar- del PCE; y Marcelino Camacho!” (1990), secretario ge-
quía a la República; las memorias de ManuelPortela Va- neral durante muchos años de Comisiones Obreras, cuyo
lladares (1988), figura destacada del centrismo político segundo título evoca al de las memorias de Pablo Neru-
español y presidente del Consejo de Ministros en la se- da. Comotanbién, los escritos memorialísticos de Josep
gunda República, escritas en el exilio, desde la localidad Tarradellas (1989) —muerto en 1988—, presidente de la
francesa de Chátel Guyon de Port Vendres; los testimo- Generalidad de Cataluña desde 1977 a 1980; Manuel Era-
nios de otro presidente de la República, Niceto Alcalá- ga Iribarne (1980, 1987), ministro con Franco y destaca-
Zamora (1977); los apuntes memorialísticos del escritor do dirigente de la derecha en la democracia, cuyo segundo
y político Manuel Azaña!” (1990), que había comenza- título evoca al de la famosa obra de Marcel Proust; José
do a redactar en julio de 1931; los recuerdos del sevillano María de Areilza'" (1975, 1977), conde de Motrico y mi-
Diego Martínez Barrio'” (1983), presidente interino de nistro de Asuntos Exteriores del primer gobierno de la
la República (del 7 de abril al 10 de mayo de 1936) e inte- Monarquía; Alfonso Armada(1983), coparticipe del frus-
grante del Frente Popular, muerto en París en 1962; los tado golpe de Estado de 1981; Enrique Tierno Galván
testimonios del ministro socialista y periodista Indalecio (1981), fundador del Partido Socialista Popular (PSP) y,
Prieto'* (1990); las memorias del luchador Enrique Lís- luego, alcalde de Madrid;'" así como las memorias de Al-
ter (1977); los tres volúmenes de las memorias del desta- fonso Osorio (1976, 1980), José Manuel Otero Novas
cado dirigente comunista gallego Santiago Álvarez (1985, (1987), y Rodolfo Martín Villa (1984), ministros en esta
1986, 1988); los relatos de Emilio González López (1987, época; hasta llegaral polémico volumen de Leopoldo Cal-
1990),diputado republicano, y Joan BenaigesSeigí (1990), vo Sotelo!? (1990), ministro y presidente del Gobierno
un músico soldado, en los que han testimoniado sus vi- con la Unión de Centro Democrático (1981-1982).1%
vencias de la guerra civil; así como los volúmenes de José Fernando Morán'* (1990) abre la serie de testimonios
María Varela Rendueles (1982), gobernador rebelde de Se- de la era socialista, al dar cuenta de su paso por el Minis-
villa en los años de la guerra civil; y Enrique Esquivias terio de Asuntos Exteriores desde 1982 —fechadela lle-
Franco (1984), un testimonio político del otro bando. gada al poder de los socialistas— hasta su destitución en
Varias mujeres han reflexionado sobre su trayectoria julio de 1985.

174 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


LE
DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

* Habría que reseñar aparte, por sussingularidad, los..re- dico —también:escritor— dialoga consigo mismo sobre
latos de los antiguos falangistas —arrepentidos, luego— problemasde la vida contemporáneaen la primera entre-
Dionisio Ridruejo** (1976) —publicados, con anteriori- ga; así como el novelista José Luis Olaizola recoge, en la
dad, en la revista Destino, más algunas cartas, declaracio- segunda, las impresiones de este hombre polifacético dos
nes, etc.— y Pedro Laín Entralgo*** (1976, 1990). meses antes de morir de cáncer de páncreas. Enrique Gon-
Relacionados también con este ámbito, están los escri- zález Duro”(1989) cuenta la experiencia piloto de dejar
tos autobiográficos del republicano A.C. Márquez Tor- en libertad a los dementes en el manicomio de Los Pra-
nero (1979); el testimonio de José Fernández Sánchez dos de Jaén, desde 1980 a 1983.
(1988), que narra sus vivencias en Rusia, donde fuelleva- Enel ámbito periodístico —además de algunos nom-
do a la edad de 12 años, volviendo a Españaa los 71; los bres anteriormente citados—, habría que reseñar los es-
diarios del también republicano Eulalio Ferrer"? (1988), critos de Chumy Chúmez (1988), que narra el proceso
refugiado en Francia, y fundador después del Museo Ico- posoperatorio de unaperitonitis aguda con el objetivo úl-
nográfico de Don Quijote en Guanajuato (México); y del timo de hacer un canto general a la vida;'? Lluís Racio-
exiliado catalán Ramón Moral Querol(1979); las memo- nero (1988), que ofrece una visión no tan edulcorada de
rias de Maurici Serrahima (1978); la autobiografía en co- California, tenida por muchos como un lugar edénico;
mic de Carlos Giménez (1982), sobre su experiencia Cristina de Areilza (1983), proporciona un canto a la vida
infantil en los hogares de Auxilio Social; los testimonios y un testimonio de rebeldía de una mujer periodista arre-
del diplomático Emilio Garrigues'* (1989); el utópico re- batada pronto por la enfermedad; y Alfonso Rojo López
lato del sacerdote y senadorcatalán en la transición Lluís (1991), quien ha dejado constancia de su presencia como
M. Xirinacs (1976); el terrible documento de Javier único corresponsal español en la capital iraquí, desde el
Rupérez!” (1991), secuestrado por la organización terro- jueves 17 de enero al viernes 8 de marzo de 1991, en la
rista ETA político-militar, en noviembre de 1978; y las guerra del Golfo Pérsico.28
terribles confesiones del ex terrorista, miembro de los Asimismo, el humorista José Luis Coll (1985) haplas-
GRAPO,Félix Novales!? (1989). mado retazos de su existencia.
Tampoco han faltado escritos memorialísticos con. el
único fin de dar rentabilidad económica a autores y edi-
Otros memoriales tores. Así, por ejemplo, las memorias que algunos famo-
sos —con el auxilio de algún periodista—!2 han ido
En este epígrafe me referiré a una serie de relatos auto- publicando en revistas de las llamadas «del corazón»; como
biográficos pertenecientes a diversos ámbitos científicos, también las descarnadas y poco galantes memorias del ex
religiosos o profesionales. En el área de la filosofía, Julián boxeador Espartaco Santoni (1990); y el insólito —y pi-
Marías?! (1988, 19894, 1989b) examinó su vida, desde caresco— testimonio de Juan Guerra González**(1990),
1914 a 1951, en el primer tomo de sus memorias; des- hermano del ex vicepresidente del Gobierno, Alfonso
de 1951 a 1975, en el segundo; y desde 1975 a 1989, en Guerra, enriquecido de la nochea la mañana bajo la som-
el tercero. En el campo de la historia y la economía, bra del podersocialista, quien da cuenta, en un oportu:
Claudio Sánchez Albornoz (1979) hizo un repaso de su nista opúsculo, de parte de su «modélica» vida. Así como
vida y de su(s) entorno(s); y Ramón Carande (1982) dejó los recuerdosdel célebre cocinero Cándido Flórez Valero
unosinteresantes testimonios. En el ámbito dela lingiiís- (1987), Cándido; etc.
tica, Manuel Alvar!” (1982) plasmó sus experiencias
dialectales por la amplia geografía española e hispanoa-
mericana. Para terminar...
Por lo que respecta al mundodel libro, se han reedita-
do las memorias de José Ruiz-Castillo Basala!” (1986) Como se puede colegir de este panorama —incompleto,
—aparecidas en 1972—, en las que relata la aventura de quizá— que, por vez primera, se hace de estos años —al-
Biblioteca Nueva, fundada en 1917; las confesiones del «bi- guna referencia se escapa del este período cronológico
bliógrafo», Jorge Ordaz?* (1989); así como las memorias elegido—,el género autobiográfico ha ido teniendo cada
—recogidas por su nieta, Paloma Ulacia Altolaguirre— de vez más importancia en España. Abrir el corazón y con-
Concha Méndez!”(1990), poetisa e importante editora fesar verdades —o lo que cada uno quiera— es claro sínto-
—junto con Manuel Altolaguirre— de la generación del 27. ma de libertad, una libertad de escritura que resulta de
Enel plano religioso, el cardenal Vicente Enrique y tanto interés para conocer el hondón de las personas. Ade-
Tarancón (1984), que tanta importancia tuvo en el pro- más, lo autobiográfico es claro señuelo literario en algu-
ceso de la transición española a la democracia, cuenta su nas obras y, también, unarica fuente de información para
experiencia durante la República y la guerra civil, hasta profundizar en las circunstancias en las que sus autores
su nombramiento como obispo en 1945; y Narciso Xifra se insertan.
Riera (1990) narra su experiencia de monje en Montserrat.
Enel ámbito de la psiquiatría, destacan los escritos de
Juan Antonio Vallejo-Nájera (1989, 1990), en donde el mé-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 175


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

NOTAS Sánchez, José María López Piñero, José Luis Abellán, Mariano Yela, José
A. González Casanova, Luis Rosales, Jorge Sabater Pi, Josep Martorell,
1. Cfr., como bibliografía fundamental, los trabajos —entre otros— Salvador Giner, Francisco Rodríguez Adrados, Manuel Martín Serrano,
de Ph. Lejeune (1975): Le pacte autobiographique, París, Seuil; id. (1980): Joaquín Yarza, Miguel Siguán, José Ferrater Mora, Nicolás Caparrós,
Je est un autre, París, Seuil; íd. (1986): Moi aussi, París, Seuil; y G. May Adolfo Sánchez Vázquez, Raimundo Panikdar, Andrés Ortiz-Osés, Luis
(1982): La autobiografía, México, FCE. Me ocupé del tema en «La li- Gómez Mesa, Manuel García Pelayo, Elías Díaz, José Alsina Clota, Fer-
teratura, signo autobiográfico. El escritor, signo referencial de su es- nando Montero Moliner, Gonzalo Torrente Ballester, José Alcina Franch,
critura», en José Romera Castillo (ed.), La literatura como signo, Madrid, Ramón Sarró, María Zambrano, Manuel Andújar, Carlos Bousoño, Ma-
Playor, 1981, pp. 13-56. Véase, asimismo, de A. Caballé, «Aspectos de la nuel Vázquez Abeledo, Carlos París, Antonio Buero Vallejo, José Luis
literatura autobiográfica en España», Scriptura (Lérida), 2 (1986), 39-49; L. Aranguren (selección de textos autobiográficos), Antoni M. Badia i
y «Figuras de la autobiografía», Revista de Occidente, 74-75 (1987), Margarit, José Sanmartín, Ernesto Giménez Caballero, Rosa Chacel, Mi-
103-119. guel Cruz Hernández, Félix Carrasquer, Martín de Riquer, Adela Cor-
2. Sobre el cultivo de lo autobiográfico en España conviene consul- tina, EsperanzaGuisán, Ángel Crespo, Ramón de Garciasol, Luis Gil,
tar las Actas de los tres Coloquios Internacionales, organizados por Sergio Rábade, Ángel González, Juan Gil-Albert (selección de textos auto-
G. Mercadier, LAutobiographie dans le monde hispanique; LAutobiographie biográficos), Miguel Batllori, Jesús Ibáñez, Manuel Mantero, Juan Ver-
en Espagne y Écrire sur soi en Espagne: modeles et écarts (publicados en net, Carlos Gurméndez, Carlos Castilla del Pino y Enrique Rivera de
Aix-en-Provence, Université de Provence, 1980, 1982 y 1988, respecti- Ventosa.
vamente). También me ocupé del tema en la comunicación presentada En los Suplementos Anthropos se publican las memorias de José Pei-
en el X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Barce- rats Valls y se reproducen textos autobiográficos de María Zambrano
lona, agosto de 1989), «Literatura autobiográfica en España: apuntes y de Ernesto Giménez Caballero.
bibliográficos sobre los últimos años» (en prensa). Trabajo que se com- 6. La revista, que edita la Casa Municipal de Cultura de Valladolid,
plementa con el que aquí realizo. El Grupo de estudio de la imagen Un Ángel Más 7-8 (otoño 1989), además del artículo de María Zambra-
de Francia en las letras hispánicas celebró, en La Casa de Velázquez de no «Eldiario de otro», contiene textos autobiográficos de escritores ex-
Madrid (23-24 de noviembre de 1989), un Coloquio Internacional so- tranjeros (Kierkegaard, Camus, Anna G. Dostoievskaia, Sofía Tolstoi,
bre «España y Francia. Imágenes recíprocas en textos autobiográficos». ylos poetas Gerald M. Hopkins, Jiri Orten y Sylvia Plath) y españoles
Asimismo, la Revista de Occidente ha dedicado un número monográfi- (Ángel Crespo, Clara Janés, José Jiménez Lozano, Rosa Chacel, Andrés
co a La Memoria (100, sep. 1989), con contribuciones de U. Eco, A. García Sánchez Robayna, lidefonso Rodríguez, José Ángel Valente y José Mi-
Calvo, G.H. Mead, -R. Ramos, 1 Gómez de Liaño, C. García Gual, guel Ullán).
A. García Berrio, M. Perniola y Octavio Paz. 7. Sería también muy conveniente detenerse en analizar la presen-
3. Y, por ende, su estudio. Por-ejemplo, además de lo citado en la cia del yo en los relatos autobiográficos de ficción, como, por ejemplo,
nota anterior, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo organizó en la novelística de Francisco Umbral, en general: Memorias de 4n niño
un curso, «El arte de la memoria», bajo la dirección de José María Cas- de derechas (Barcelona, Destino, 1972); Diario de un snob (Barcelona, Des-
tellet y J.E Yvars; en su sede valenciana, del 11 al 15 de septiembre de tino, 1973); muy especialmente en El hijo de Greta Garbo (Barcelona,
1989, con la participación anunciada de Claudio Magris, José Luis L. Destino, 1982; véase la reseña de Gonzalo Navajas en Anales de Litera-
Aranguren, J.M. Castellet, Carlos Barral, Salvador Pániker, Joan Fus- tura Española Contemporánea, VIH [1983], 202-205); etc.; la novela en
ter, Vicente Molina Foix, Tahar Ben Jelloun, D. B. Marshall y J. Gil castellano de Jorge Semprún Autobiografía de Federico Sánchez (Barce-
de Biedma. Asimismo, en el verano del citado año, entre la surtida flora lona, Planeta, 1977; véase Marta Segarra Montaner, «Repercusión del
de cursosestivales, el Instituto Universitario Ortega y Gasset, en cola- exilio en la obra literaria de Jorge Semprún», 1616, VVI [1988-1989],
boración con la Comunidad de Madrid, organizó uno conel título, 61-64); o más concretamente en la novela de Carlos Barral, Penúltimos
«Autobiografía, ficción, memoria(s) en la prosa narrativa del grupo castigos (Barcelona, Seix Barral, 1983) —a la que me referiré posterior-
generacional de 1950», en el que varios críticos trataron de dichos as- mente—,en la que aparece un personaje con el mismo nombrey apelli-
pectos en obras de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma,Juan y Luis Goy- do que los del autor. En la obra de María Teresa León —que había
tisolo, y Carmen Martín Gaite; contando, además, con la colaboración publicado con anterior el libro de recuerdos Memoria de la melancolía
de los escritores Juan Benet, Ángel González, Juan García Hortelano, (Buenos Aires, Losada, 1970; reedición en Barcelona, Círculo de Lecto-
Manuel Vázquez Montalbán y Jorge Semprún;la delfilósofo José Luis res, 1987)— Juego limpio (Barcelona, Seix Barral, 1987; habiéndose pu-
L. Aranguren; y la de los críticos José María Castellet y Carlos Castilla blicado la primera edición en Buenos Aires, Goyanarte, 1959), sobre la
del Pino, entre otros. En 1991, del 12 al 16 de agosto, en la sede santan- que afirmó R. Alberti, el compañero de la escritora, que era «su obra
derina de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, se impartió más viva y original, paralela a esta mi Arboleda perdida» («En México
un curso sobre «Escribir la memoria», bajo la dirección del escritor chi- D.F», El País-Domingo (8 feb. 1987), 18. Véase, además, las reseñas de
leno Jorge Edwards. JJ. Fernández Delgado, «Juego limpio de María Teresa León: realidad
4. Enel reportaje de María José Obiol —«La vida entre líneas. Boom y poesía», Ínsula, 495 (1988), 11, y Pedro Antonio Urbina, en Reseña,
editorial de memorias, biografías, autobiografías, diarios y cartas», El 175 (1987), 36; el interesante estudio de Gregorio Torres Nebrera, La
País-Libros (29 abr. 1990), 1-2, además de dar cuenta de las novedades obra literaria de M* Teresa León (Autobiografía, biografías, novelas (Cá-
editoriales del género, se traen a colación unas interesantes opiniones ceres, Universidad de Extremadura, 1987); el volumen general María Te-
del sociólogo Enrique Gil Calvo sobre el incremento del boom auto- resa León (Valladolid, Junta de Castilla y León, 1987); y el artículo de
biográfico en España: la prioridad del yo antes que la clase social y el María Teresa Pochat, «María Teresa León, memoria del recuerdo del exi-
Estado; lafeminización del público lector, etc., para terminar apostillando lio», Cuadernos Hispanoamericanos, 473-474 (1989), 135-142. Asimismo
que, en el fondo, estamos ante una especie de «santoral laico seculariza- Aline, condesa de Romanones, en La espía que vestía de rojo (Barce-
do. Son vidas ejemplares que se toman como manuales de lucha por lona, Ediciones B, 1987), bajo el pseudónimo de Tigre, proporciona
el éxito». un documento de excepción del mundode los espías en España duran-
5. La revista Antbropos dedica sus números a personalidades relevantes te la segunda guerra mundial. El tema merecería un estudio en pro-
en los diferentes ámbitos de la cultura. Habitualmente publica una auto- fundidad.
biografía intelectual del autor correpondiente en la sección «Autoper- 8. Dejo para otra ocasión el estudio de las numerosísimas traduccio-
cepción intelectual de un proceso histórico». nes del género que se están publicando en España en estos últimosaños.
Desde 1981 hasta el momento presente han aparecido en ella las si- 9. El poeta gaditano ha dejado también huellas autobiográficas —por
guientes autobiografías de autores españoles: no adentrarnos en su creación poética como, por ejemplo, Versos sueltos
Faustino Cordón, Antoni Jutglar, Ramón Tamames, Juan David Gar- de cada día (Barcelona, Seix Barral, 1982), presentados como una espe-
cía Bacca, Claudio Esteva Fabregat, Horacio Capel, José Manuel Rodrí- cie de diario— en Imagen primera de... 1940-1944 (Buenos Aires, Losa-
guez Delgado, Emilio Lledó, Víctor García Hoz, Alfonso E. Pérez da, 1942 —1945, 22 ed.—; reeditada en Madrid, Turner, 1975) —unaserie

176 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

de retratos, como los de Vicente Aleixandre en Los encuentros (Madrid, periencia creadora: El tiempo y yo, de Francisco Ayala», Poesía del 27
Guadarrama, 1958)— Vida bilingúe de un refugiado español en Francia, (Zaragoza), 3 (1989), 29-31.
Coplas de Juan Panadero (Madrid, Mayoría, 1977, 2 vols.); y —por citar 16. Véase Obra poética completa, Valencia, Institución Alfonso el Mag-
un ejemplo más— «Lafamilia», en De un momento a otro. Poesía e histo- nánimo, 1981, 3 vols., y Obra completa en prosa, Valencia, Institución
ria (México, Fábula, 1935; con reedición en Madrid, Europa-América, Alfonso el Magnánimo, 1982-1984, varios vols.; el estudio introducto-
1937). En su obra de teatro Fermín Galán (1930), sobre la actitud del rio de Pedro J. de la Peña a la antología poética Juan Gil-Albert, Ma-
intelectual ante la revolución y el proletariado, también se pueden en- drid, Júcar, 1981; y, por citar un ejemplo más, el trabajo de Gerardo
contrar materiales autobiográficos que Robert Marrast (Aspects du théa Irles, «fuan Gil-Albert: las confesiones de un hijo del siglo», Revista del
tre de Rafael Alberti, París, Societé d'Édition d'Enseignement Supérieur, JEA 40 (1983).
1967) rastrea en La arboleda perdida; y Gregorio Torres Nebrera (El tea- 17. Valencia, La Caña Gris, 1964.
tro de RafaelAlberti, Madrid, SGEL, 1982) en Una historia de Ibiza. Véase, 18. Valencia, edición del autor, 1968. Un conjunto de poesías, ensa-
además, Manuel Bayo, «Alberti por Alberti», Primer Acto, 150 (1952), 7-19. yos, memorias, etc. Véase José Olivio Jiménez, «Juan Gil-Albert en su
10. El texto, que abarcaba hasta 1917, se había publicado por vez pri- Tama inextricable», Ínsula, 274 (1969), 4
mera en México (La arboleda perdida [libro primero de memorias] y otras 19. Barcelona, Tusquets, 1974 (contiene, además, Viscontiniana; A pro-
prosas [«Una historia en Ibiza», «La miliciana del Tajo» y «Las palmeras pósito del arte, Ortega y Gasset y otras cuestiones patrias; y Genio y figu-
se hielan»], México, Séneca, s. a. [1942)); texto «que no pasa de un cona- ra). Las referencias autobiográficas son más intensas en Viscontiniana
to de memorias», según José Moreno Villa («Autobiografías y memorias y Los días están contados.
de españoles en el siglo XX», en su obra, Los autores como actores y otros 20. Barcelona, La Gaya Ciencia, 1974 (reedición en Madrid, Akal,
interesesliterarios de acá y de allá, México, Fondo de Cultura Económi- 1984).
ca, 1976 —12 ed., 1951— 79-101; p: 79 la cita). Posteriormente, sobre 21. Barcelona, Tusquets, 1975 (contiene, además, Concierto en mi me-
una edición más ampliada, que abarca hasta 1931, La arboleda perdida. nor, No salir de mi asombro y La trama inextricable).
Libros 1 y 1 de memorias —aparecida en Buenos Aires, General Fabril 22. Madrid, Caballo Griego para la Poesía, 1979.
Editora, 1959la editoral Seix Barral la publicó por vez primera en 23. Alcoy, CAAM,1979. Véase además Fin de Siglo (Jerez. de la Fron-
España. Para esta obra véase, entre otros, el trabajo de J.A. Fortes, «Los tera), 6-7 (1983), 36-39.
árboles perdidos de la arboleda», en VV. AA., Eternidad yacente. Estu- 24. Valencia, Pre-Textos, 1987 (introducción de L. Maristany).
dios sobre la obra de RafaelAlberti (Granada, Universidad, 1985, pp. 44-65). 25. Madrid, Cátedra, 1984 (edición de José Carlos Rovira).
11. Con ocasión de recibir el premio Castiglione, en Sicilia, el poe- 26. Tobeyo «es al mismo tiempo autobiografía y ensayo, o dicho de
ta, en un encuentro con Piero Ostellino, director de 1 Corriere della otro modo, ensayo motivado por la necesidad de explicar y trascender
Sera, se comprometió a publicar, por entregas, esta segunda parte de me- lo biográfico, lo cual es una de las características más definitorias de la
morias. Dos meses más tarde aparecían en español. Veamos lo que nos obra en prosa de su autor», según señala Guillermo Carnero,«Juan Gil-
dice Alberti al respecto: «Empecé a publicar el primer capítulo para este Albert: Autobiografía y meditación», Ínsula, 527 (1990), 23.
segundo [volumen] el domingo 11 de noviembre de 1984, un mes antes 27. Reedición en 1981 y 1983. Véase las reseñas de Leopoldo Azan-
de cumplir mis 82 años. Y fue El País, la mano de su gran director, Juan cot en La Estafeta Literaria (15 ene. 1975); Marcos-Ricardo Barnatán:
Luis Cebrián, la que abrió las hojas del periódico a estas hojas errantes «Juan Gil-Albert, la memoria perfecta y serenada», Pueblo (5 mar. 1975);
de mi vida» (La arboleda perdida. Segunda parte, Barcelona, Círculo de José de la Colina, «Juan Gil-Albert: Crónica general», Plural (México)
Lectores, 1988, p. 324). Esta edición presenta una reimpresión enriquecida (jun. 1975); Luis Suñén, «Juan Gil-Albert: la estética, la moral y la me-
de la obra con textos manuscritos, veintisiete dibujos del poeta, un ín- moria», El País-Libros (15 mayo 1983), 1 y 7; y el trabajo más general
dice autobiográfico y unas páginas del poeta y crítico Luis García de Manuel Aznar Soler, «El existir medita su memoria.-Juan Gil.Albert»,
Montero, editor de las Obras completas del escritor gaditano (Madrid, Camp de lArpa, 97 (1982), 47-53.
Aguilar, 1988, 3 vols. de poesía). Cír. J.A. Ugalde, «Todas las caras de 28. Xesús Alonso Montero ha editado de Castelao (1982) las dos ver-
la vida. La moda autobiográfica se extiende por España», El País-Libros siones (Do meu diario y Diario 1921), la privada, y la pública —versión
(6 de mar. 1988), EII (trabajo en el que se tienen en cuenta, además resumida y más cautelosa que apareció en la revista Nos—, que abarca
delas referencias a Alberti, otras obras del género de Markthan, A. Bur- del 26 de enero al 10 de octubre de 1921, en el tomotercero de sus obras
gess, R. Frases, G. Simenon, Madame du Deffand, E.M. Cioran y completas, junto con otros escritos (As cruces de pedra na Bretaña).
E. Caneti). 29. El texto fue publicado por vez primera en Málaga, Imprenta Sur,
12. Enel 11? Festival Internacional de Teatro de Madrid, se puso 1927. Sobre la obra cumbre del género de Moreno Villa, Vida en claro.
en escena, en el Teatro María Guerrero, durante los días 20-23 de marzo Autobiografía (México, El Colegio de México, 1944), véase los trabajos,
de 1991, la adaptación teatral de Rafael Alberti Entre las ramas de la entre otros, de José María Bermejo, «Vida en claro de un retraído: José
arboleda perdida, interpretada por José Luis Pellicena, bajo la dirección Moreno Villa», Cradernos Hispanoamericanos, 331 (1978), 115-125; María
de José Luis Alonso. José Chamorro, «Sobre la autobiografía Vida en claro», Poesía del 27,
13. Elescritor granadino ha dejado marcas de existencia en su nove- 2 (1988), 36-38; así como los de Manuel Alberca, «La estrategia vital (A
lística. Véase, por ejemplo, el estudio de Alberto Álvarez Sanagustín, propósito de Vida en claro)», y Pura Serrano Acosta y José A. Fortes,
«La autobiografía: Lectura de Díasfelices», en Semiología de la narración: «Las escrituras del exilio (Moreno Villa y Vida en claro)», en Cristóbal
El discurso literario de E Ayala, Oviedo, Universidad, 1981,, Pp» 149-153. Cuevas (ed.), José Moreno Villa en el contexto del 27, Barcelona, Antbro-
14. Cfr., entre otras, las reseñas de José Luis Cano en Ínsula, 424 pos (1989), 235-242 y 243-254, respectivamente.
(1982), 8-9; la aparecida en El País (16 mayo 1982); Franco Meregalli, 30. Véase la edición de Enrique Cordero de Ciria y Juan Manuel
en Rassegna Iberistica, 15 (1982), 54-56; Sol Burguete, en Nueva Estafeta, Díaz de Guereñu, Juan Larrea: Cartas a Gerardo Diego 1916-1980, San
53 (1983), 99; Aña Salado, en Los Cuadernos del Norte, 18 (1983), 94; Sebastián, Mundáiz, 1986.
Luis Suñén, «La memoria narrativa de Francisco Ayala», El País-Libros 31. Véase J. Domingo, «Sobre Confesiones», Ínsula, 311 (1971), 4
(3 jul. 1983), 1; y Paco Marín, en Quimera, 81 (1988), 70. Rafael Lapesa 32. Madrid, Ulises, 1930 (reeditada en Madrid, Cátedra, 1989, edi-
ha realizado un interesante estudio de la obra, «A propósito de Recuer- ción de Shirley Mangini).
dos y olvidos de Francisco Ayala», en De Ayala a Ayala. Estudios litera- 33. Buenos Aires, Nuevo Romance, 1941 (reeditada en Madrid, Mon-
rios y estilísticos, Madrid, Istmo, 1988, 333-340. Por su parte, han dedicado dadori, 1991). Cfr. Eunice Myers, «Zéresa, Rosa Chacel's Novel of Exile
reseñas a la parte referida a El exilio: Jaime Siles, «Sentimiento y razón and Alienation», Monografic Review /Revista Monográfica (Odessa, Te-
de Francisco Ayala», Ínsula, 442 (1983), 4; Franco Meregalli, en Rasseg- xas), II (1986), 151-158.
na Iberistica, 17 (1983), 80-81; y A[ntonio] Blanch], en Reseña, 148 (1984), 34. Buenos Aires, Emecé, 1945 (con varias reediciones). Cfr. Aurora
11. Véase, además, Rosario Hiriart: Conversaciones con Francisco Ayala, Egido, «Los espacios del tiempo en Memorias de Leticia Valle», Revista
Madrid, Espasa Calpe, 1982. de Literatura, 86 (1981), 107-131; así comoel trabajo —en el que se estu-
15. Véase Asunción Rayo Gruss, «La evocación del sujeto en la ex- día esta obra junto a las de Ana María Matute, Primera memoria (Pre-

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DOCUMENTACIÓN. Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

mio Nadal, 1959; Barcelona, Destino, 1984, 42 ed.) y Francisco Um- es un arte difícil»; así como las reseñas de Rafael Conte, «La leyenda
bral, El hijo de Greta Garbo (ob. cit.)— de Antonio Garrido, «Sobreel de Faetón. El triunfo de la memoria personal», El País-Libros, (4 dic.
relato interrumpido», Revista de Literatura, 100 (1988), 349-385. 1988), L-HL, Fernando Valls, en Quimera, 86 (1989), 66; y la pequeñare-
35. Barcelona, Seix Barral, 1976 (con varias reediciones). censión de Juan Cruz, «Barral», El País-Libros (27 nov. 1988), X1.
36. Barcelona, Seix Barral, 1984. 48. Barral inició, poco antes de morir, la redacción del cuarto volu-
37. Barcelona, Seix Barral, 1988. Cír. la reseña de Rafael Conte en men de sus vivencias, que la prensa denominó Memorias de la infancia,
El País-Libros (24 de jul. 1988), 1 y 11. La Obra completa de la autora aunqueel escritor, que no se había decidido porel rótulo dellibro, ano-
se está publicando en Valladolid, Centro de Creación y Estudios Jorge tó tres posibles títulos: Escrito bajo hipnosis, Retóricas de la infancia y
Guillén de la Diputación Provincial, 1989, vol. 1. Carta del abuelo. La obra tendría cinco capítulos —de los que solo re-
38. Madrid, Revista de Occidente, 1972. Cfr. Aurora Egido, «Desde dactó dos (Barral, 1990)— y se centraría en su infancia más lejana, abar-
el amanecer. La memoria omnisciente de Rosa Chacel», Cuadernos His- cando «desde principios de los añostreinta, en los que el autor-niño
panoamericanos, 390 (1981), 645-661. Además, en algunos de sus prólo- contaba entre cinco y seis años —con sus recuerdos familiares, hogares
gos —como en el de Versos probibidos— escritora ha dejado un retrato y ambientes— hasta la época inmediatamente anterior a la guerra civil»,
de sí misma, Véase, por ejemplo, «Pasar y quedar», La Vanguardia (7 como constata Julia García Rafolls, «Carlos Barral: la obra inacabada»,
sep. 1977) (reproducido aparte en Málaga, Centro Cultural de la Gene- Ínsula, 523-524 (1990), 29.
ración del 27, 1990, con pequeño prólogo de José María Prieto). 49. Véase la reseña de Cristóbal Sarrias, en Reseña, 149 (1984), 8-9.
- 39, Véase las reseñas de Rafael Conte, «La realidad de una escritora 50. Véase «Débat avec Carlos Barral. Introduction de Monique de
intelectual», El País-Libros (30 ene. 1983), 4; Clara Janés: «Diario de una Lope», en Écrire sur soi en Espagne: modeles et écarts, ob. cit., 241-253.
escritora», Nueva Estafeta, 53 (1983), 90-92; A. Rodríguez, «Los diarios Traducido por Yvonne Hortet, «Debate con Carlos Barral», Revista
de Rosa Chacel», Cuadernos Hispanoamericanos, 399 (1983), 145-147; de Occidente, 110-111 (1990), 148-160. También en el mismo número de
R.Saladrigas, «Rosa Chacel entrela ida y la vuelta», La Vanguardia (10 la citada revista, Jaime Gil de Biedma, «Doce cartas a Carlos Barral y
mar. 1983); Milagros Sánchez Arnosi, «Conversación con Rosa Chacel notas sobre poesía», 185-230,
en torno a Alcancía», y Ana Salado, «Rosa Chacel: Alcancía», Ínsula, 51. Barcelona, Seix Barral, 1976 (12 ed., 1966). Cfr. Volker Roloff,
437 (1983), 11 (para los dos trabajos). Véase, además, Luis Suñén, «Rosa «Probleme der modernen Autobiographie am Beispiel von J. Goytiso-
Chacel: memoria y estilo», Quimera 84 (1988), 22-29; Julián Marías, «Rosa lo, Señas de identidad», Ibero Romanica, 27-28 (1988), 79-100.
Chacel: la memoria como invención», La Vanguardia (20 nov. 1987), 52. Barcelona, Seix Barral, 1976 (12 ed., 1970).
5; así como A. Rodríguez (ed.), «Memoria, narrativa y poética de las 53. Barcelona, Seix Barral, 1975.
presencias; poesías, relatos, novelas y ensayos», Suplementos Anthropos, 54. Barcelona, Montesinos, 1982. Véase al respecto Linda Gould Le-
8 (1988); y el número monográfico, «Rosa Chacel: la obra literaria, ex- vine, «¿Cómose lee a Juan Goytisolo leyendo a Juan Goytisolo», en
presión genealógica del eros», Anthropos, 85 (1988). Manuel Ruiz Lagos(ed.), Escritos sobre Juan Goytisolo, Almería, Insti-
40. Madrid, Cátedra, 1980. tuto de Estudios Almerienses, 1988, pp. 3-12.
41. Cfr. la reseña aparecida en El País-Libros (5 feb. 1989), 1 y IE; así 55. Véase las reseñas de Rafael Conte, «Juan Goytisolo desciende a
como José AntonioUgalde, «Modos de subjetivización en María Zam- los infiernos», El País-Libros (3 feb. 1985), 3; y Antonio Blanch, en Rese-
brano: No ser apenas», Íasula, 509 (1989), 11-12; y Amparo Amorós, ña, 155, 8-9; así comoel estudio de Sixto Plaza, «Coto vedado ¿autobio-
«Mismidad y ajenitud en Delirio y destino, de María Zambrano», Ínsu- grafía o novela», en S. Neumeister (ed.), Actas del IX Congreso de
la, 509, 13-14. la Asociación Internacional de Hispanistas, Francfort, Vervuert, 1989,
42. Véase ahora María Zambrano: «El diario de otro», Un Ángel Más vol. II, pp. 345-350.
(Valladolid), 7-8 (1990). Así como la entrevista de Amalia Iglesias con 56. En la presentación dellibro, el escritor afirmaba: «Los españoles
la escritora en Pérgola (Bilbao), 22 (1990). habían resuelto la ausencia de un género comoéste [el autobiográfico]
43. La primera edición apareció en Buenos Aires, Losada, 1952. Ma- en el sacramento de la confesión. Para mí esto [Coto vedado] no es una
ría de la O Lejárraga escribió, además, la biografía de su marido, Grego- confesión, es solo un libre examen de conciencia [...] Coto vedado
rio Martínez Sierra, Gregorio y yo, México, Biografías Gandesa, 1953. es un libro que lo debe todo a España y nada a la tradición litera-
Véase Patricia W. O'Connor, Gregorio y María Martínez Sierra, Madrid, ria española [...] En él se aborda un género que no ha sido cultiva-
García Verdugo, 1987, trad. de Juan García Puente. do en este país, salvo excepciones, y que sí ha tenido numerosos y
44. Es curioso queel escritor, el día 4 de diciembre de 1989, pocos magníficos ejemplos en las literaturas francesa e inglesa», El País (31 ene.
días antes de morir, daba una conferencia en la Casa de Cultura de Al 1985), 27.
mansa (Albacete) sobre «Literatura y memoria», en la que se refería a 57. La polémica se inició con la publicación en el mismo número
la experiencia personal como géneroliterario y a la incidencia de la me- del diario madrileño El País (30 jun. 1985), 2, del suplemento «La Cul-
moria en el acto creativo. tura», de los artículos de Luis Goytisolo, «Acotaciones», y de Juan Goy-
45. Se ha hecho una nueva edición (Barral, 1990), en la que se incor- tisolo, «Las dos memorias». Luis volvió sobre el tema en «Más sobre
poran,al inicio, dos capítulos pertenecientes a unas Memorias de infan- ““Acotaciones”. Dos equívocos», El País-Libros (21 jul. 1985), 6. Los artí-
cia, que Barral estaba escribiendo antes de su muerte. El capítulo primero, culos de Luis Goytisolo están recogidos en Investigaciones y conjeturas
«Memorias de mi infancia», apareció en Barcarola, 33 (1990), 73-78. Véase de Claudio Mendoza, Barcelona, Anagrama, 1985, 77-117. Véase asimis-
la reseña del libro hecha por Dolors Oller, «Carlos Barral, porsí mis- moel artículo relacionado con el tema de Ramón Pinyol-Balasch, «El
mo. Se publican capítulos inéditos de las memorias de infancia del es- tercero en discordia», El País (17 jul. 1985).
critor», El País-Libros (25 nov. 1990), 9. Juan Marsé, en un artículo 58. El primer volumen abarca los años 1882 a 1914, y el segundo,
conmemonativo del año de la muerte de Barral y Gil de Biedma —Verano el periodo de 1914 a 1923. Véase las reseñas del primer tomo de Andrés
del 89», El País (6 ene. 1991), 27— afirmabaal respecto: «Por aquellos Trapiello en El País-Libros (20 mar. 1983), 4; y Jorge Campos, «Rafael
días [julio-agosto de 1989] Carlos trabajaba en los primeros capítulos de Cansinos-Ássens y sus memorias», Ínsula, 440-441 (1983), 16-17.
lo que tenían que ser sus memorias de infancia, y solía hablarnos de 59. Según Rafael Conte, «La saga de los Villalonga o la creación de
las lecturas que le estimulaban y de otro proyecto momentáneamente un mundo», El País-Libros (18 oct. 1983), 1.
aparcado, una novela, Recuerdo cuán delicadamente exponía a la consi- 60. Véase la reseña de Rafael Conte sobre la obra de M. Villalonga,
deración de Jaime determinados recovecos de la memoria infantil que Autobiografía, citada en la nota anterior.
a él se le antojaban espejismos, ensoñaciones tal vez del subconsciente, 61. Las referencias a las manifestaciones autobiográficas en diversos
deseos frustrados o remotas adherencias de anhelos ajenos o de vidas novelistas serían interminables. Por ejemplo, sobre Gonzalo Torrente
imaginadas». Ballester —que merecería un estudio pormenorizadoal respecto, véa-
46. Véase la reseña deLuis Izquierdo, «Carlos Barral y sus Años sin se las interesantes observaciones de Darío Villanueva,«El autobiografis-
excusa», Ínsula, 379 (1978), 1 y 5. mo de Gonzalo Torrente Ballester», Ínsula, 444-445 (1983), 1 y 26
47. Cír. la entrevista de Ana M? Moix con el escritor, «El tiempo (referidas a Dafne y ensueños, Barcelona, Destino, 1982).

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"DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

62. Un capítulo de Mi vida al aire libre salió como libro en una co- 76. La escritora había publicado, con anterioridad, Empezando la vida,
lección infantil, bajo el título de Mi querida bicicleta (Valladolid, Mi- Memorias de una infancia en Marruecos (1914-1920), Tetuán, Al-Mutamid,
ñón, 1988). Cfr. las reseñas de la obra de Rafael Conte, «Delibes al aire 1955. s
libre», El País-Libros (29 oct. 1989), IX; y Francisco Ynduráin, «Delibes 77. Véase la reseña de Cristóbal Sarrias en Reseña, 164 (1986), 38.
al aire libre», Saber / Leer, 33 (1990), 3; así como las entrevistas con el 78. Véase la reseña de Eduardo Haro Tecglen, «La nostalgia del sur»,
autor del Diario de un cazador, de Feliciano Delgado, «Miguel Delibes. El País-Libros (2 ene. 1983), 1.
Diario de un escritor sin ilusión», El País Semanal, 665 (7 ene. 1990), 79. La obra novelística de Martín Gaite —Fragmentos de interior, Entre
20-23; y Javier Carrasco, «Conversación con Miguel Delibes», Barcaro- visillos, etc— está cargada de autobiografismo. Véase, por ejemplo, Joan
la, 33 (1990), 121-125. Sobre la segunda entrega, Pegar la hebra, véase Lipman Brown, «One autobiography, twice told: Martín Gaite's Entre
la reseña de José Carlos Rosales, «La naturaleza y la memoria», El País- visillos and El cuarto de atrás», Hispanic Journal (Indiana), VI (1986),
Libros (11 sep. 1990), 2. Así como, para las dos obras, Víctor García de 69-77; Jean S. Chitenden: «El cuarto de atrás as Autobiography», Letras
la Concha, «Miguel Delibes, “a la llana”», Ínsula, 523 (1990), 23 y 25. Femeninas (Beaumont, Texas), XI (1986), 78-84; y Miguel R. Ruiz-Avilés,
63. Véase la reseña de José Luis Cano, «Diario íntimo de Ricardo «El cuarto de atrás: Diferentes vistas según diferentes “horizontes de ex-
Molina», Ínsula, 525 (1990), 8. periencias” y “horizontes de expectativas”», en Selected Proceedings...
64. Véase la reseña de José Luis Cano en Ínsula, 447 (1983), 8-9. El Mid-America Conference, Lincoln, Society of Spanish and Spanish-
escritor había hecho incursiones en el género en Lecciones para el hijo America Studies, 1986, pp. 147-158. Otro tanto ocurre con algunos en-
(Madrid, Aguilar, 1961), y Me llamo Luis Felipe Vivanco (Madrid, Agui- sayos como Usos amorosos de la postguerra española, Barcelona, Anagra-
lar, 1964). ma, 1987,
65. La primera versión, incompleta, apareció conel título de Diario 80. La condesa, autora de La mujer en España. Cien añosde su histo-
del artista seriamente enfermo, Barcelona, Lumen, 1974. Un año después ria (Madrid, Aguilar, 1964), había dejado, anteriormente, parte de sus
de su muerte (8 de enero de 1990), la mismaeditorial publicó la versión recuerdos en Mi niñez y su mundo (Madrid, Revista de Occidente, 1964;
completa del diario, Retrato del artista en 1956 —título que evoca a El editado, posteriormente, con introducción y notas de María de Salas de
retrato del artista adolescente, de James Joyce—, dividido en tres partes: Larrazábal, en Madrid, Castalia / Instituto de la Mujer, 1990).
la primera, «Las islas de Circe», comprende los cinco meses de la estan- 81. Cfr. las entrevistas con la escritora con motivo de la publicación
cia del poeta en Filipinas; la segunda, trata de un «Informesobre la ad- de Jardín y laberinto, de Isabel Martínez Moreno, «Clara Janés: “Hoy
ministración general de Filipinas»; y la tercera, «De regreso a Itaca», se nadie cree en la ficción””», El Mundo / Libros (6 mayo 1990), 2; y Hele-
centra en Barcelona y la Nava de la Asunción, donde estuvo recluido na Moreno: «Clara Janés. Poetisa», El Independiente (13 jun. 1990), 38.
por una enfermedad pulmonar(parte, con leves retoques, editada en Bar- 82. Poemarios: Las estrellas vencidas (Madrid, Agora, 1964); Límite
celona, Lumen, 1974). El diario El País publicó un adelanto a partir del humano (Madrid, Oriens, 1973); En busca de Cordelia y Poemas ruma-
31 de diciembre de 1990. Véase el reportaje-reseña de Xavier Moret, «Re- nos (Salamanca, Álamo, 1975); Antología personal (1959-1979) (Madrid,
trato de Gil de Biedma en 1956», El País (30 dic. 1990), 21; la reseña Rialp-Adonais, 1979); Libro de alienaciones (Madrid, Ayuso, 1930); Eros
de Juan Carlos Suñén: «Estar vivo un instante. Jaime Gil de Biedma, (Madrid, Hiperión, 1981); Vivir (Madrid, Hiperión, 1983); Fósiles
dueño sirviente de su propia historia», El País-Libros (17 feb. 1991), (Barcelona, ZIP, 1984); Kampa (Madrid, Hiperión, 1986); Lapidario
1 y 7; y la entrevista de J. Canales, «Jaime Gil de Biedma,el fin de un (Madrid, Hiperión, 1988); y Creciente fértil (Madrid, Hiperión, 1989).
cansancio», El Urogallo, 44-45 (1990), 9-10. Novelas: La noche de Abel Michel (Madrid, La Novela Popular, 1965);
66. Reseña en Ínsula, 451 (1984), 24, Desintegración (Madrid, Júcar, 1969) y Los caballos del sueño (Barcelona,
67. Cfr. las reseñas, entre otras, de Eduardo Haro Tecglen, «El en- Anagrama, 1989). Apuntaré también que, en 1972, obtuvo el Premio
tierro de una utopía», El País-Libros (1 abr. 1990), 6; y Ramón Bello Ciudad de Barcelona de Ensayo porla biografía La vida callada de Fede-
Serrano, «Y Tierno Galván ascendió a los cielos», Barcarola, 33 (1990), rico Mompou (Barcelona, Ariel, 1975). Asimismo encontramos marcas
189-190. Además de sus relatos autobiográficos de ficción —antes autobiográficas en sus libros de ensayo Aprender a envejecer (Madrid,
mencionados—, Umbral ha dejado marcas de su existencia en múltiples Mundo Cristiano, 1973) y Cartas a Adriana (Madrid, SARPE, 1976),
series de entregas periodísticas (por ejemplo, en La elipse, publicada en y en el de viajes Sendas de Rumanía (Madrid, Debate, 1990).
El País, en 1984, en forma de diario). La obra de este autor, desde esta 83. Cír. las reflexiones de Clara Janés sobre su obra, con motivo de
perspectiva, merecería un pormenorizado estudio. la publicación del libro «Transparencias», Los-Libros de El Sol (27 julio
68. El peso de la paja —nombre de una plaza barcelonesa— es el títu- 1990), 2. Así comolas reseñas de Rosa Chacel: «Elevación final», Diario
lo genérico de las memorias de Terenci Moix. Constan, en principio, 16 / Libros (3 mayo 1990), IX; J. L. Martín Nogales, «Memorias de in-
de cuatro partes: El cine de los sábados —la primera entrega publicada, fancia y adolescencia», El Mundo-Libros (6 mayo 1990), 3; Salustiano
con prólogo de Pere Gimferrer—; La edad de un sueño «pop», El misterio Martín, «Jardín y laberinto. Fragmentos de autobiografía», Reseña, 207
del amor y Entrada de artistas. Asimismo, Terenci Moix ha plasmado (1990), 46-47 —una versión breve del trabajo anterior: «Fragmento de
vivencias en el libro de viajes Terenci del Nilo. Viaje sentimental a Egipto autobiografía», El Independiente-Libros (24 mayo 1990), 8—; José Anto-
(Barcelona, Plaza y Janés, 1983), aparecido, en 1970, en catalán. nio Ugalde, «Un viaje curativo», ElPaís-Libros (9 sep. 1990), 4; y Julio-
69. Reseña de Rafael Conte en El País-Libros (19 dic. 1982), 5. José Rodríguez Sánchez, «Jardín y laberinto, de Clara Janés», Rey Lagar-
70. Las obras de Muñoz Molina y Sánchez-Ostiz tienen un carácter to, 6 (1990), 2.
misceláneo. 84. Gabriel Celaya ha incursionado en el género en diversos escri-
71. Véase la reseña conjunta de Enrique Murillo: «Palabras meno- tos, que van desde Tentativas (Madrid, Adán, 1946); Penúltimas tentati-
res. Renaceel interés por el género diarístico», El País-Libros (3 mar. vas (Madrid, Arión, 1960); la antología de poesía preparada por.el mismo
1991), 6, que versa, además, sobre los diarios deJosé Carlos Llop y Juan escritor, Itinerario poético (Madrid, Cátedra, 1975); hasta llegar a Memo-
Manuel Bonet. rias inmemoriales (1980) —véase la reseña de Jean Cross Newman, en
72. Ibíd. La colección Port-Royal, de Guillermo Canals Ed., anuncia la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, VIT(1984), 305-306—,en las
publicación de nuevos volúmenes de Miguel Sánchez-Ostiz y Juan Perucho. que incorpora íntegramente Penúltimas tentativas. Celaya había anun-
73. Ibid. ciado la publicación de unos Suplementos autobiográficos, que la muerte
74. Véase la reseña de José Muñoz Millanes, «Quadern venecia, de le impidió llevar a cabo.
Alex Susanna», Ínsula, 527 (1990), 23-24, 85. ltinerario poético, ob. cit., p. 17.
75. Véase el interesante estudio de Geraldine C. Nichols, Escribir, 86. Cfr. Marta Palenque, Gusto poético y difusión literaria en el Rea-
espacio propio: Laforet, Matute, Moix, Tusquets, Riera y Roig por sí mis- lismo español. «La Ilustración Española y Americana» (1869-1905), Sevi-
mas, Minneapolis, Institute for the Study of Ideologies and Literature, lla, Alfar, 1990, 23-24. .
1989; y, entre otros estudios, el de Janer W. Díaz, «The Autobiographical 87. Véase Pedro Sorela, «Los cuadernos del maestro. Hallados siete
Element in the Works of Ana M2 Matute», Kentucky Romance Quar- manuscritos desconocidos del joven Manuel Bartolomé Cossio», El País
terly, 15 (1968), 139-148. (7 abr. 1991), 23-24.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 179


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

-88; Véase la entrega de La arboleda perdida de Rafael Alberti, «San- *“Cherif, de Santos Juliá, «Inéditos para expertos. Se publican nuevos tex-
tiago Ontañón», El País (7 mayo 1989), 11; y Fernando Fernán-Gómez: tos de Manuel Azaña», El País-Libros (16 dic. 1990), 9; y el reportaje
«Unos pocos amigos verdaderos», El País-Semanal (9 abr. 1989), 4. de José Fernández-Cormenzana, «Expolio de la memoria», El País(24
89. Sobre Diario, 1, Cuba (1937-1939), con traducción, introducción feb. 1991), 26-27. Las Memorias íntimas de Azaña, debidamente expur-
y notas de Graciela Palau de Nemes, véase la reseña de Andrés Trapie- gadas y manipuladas, se habían editado, con anotaciones del periodista
llo, «El porqué de la sed. Los amargos diarios escritos por Zenobia a Joaquín Arrarás —jefe de los servicios de propaganda de los militares
la sombra de Juan Ramón Jiménez», El Pats-Libros (16 jun. 1991), 4. rebeldes—, en Madrid, Ediciones Españolas, 1939; aunque, con anterio-
90. Véase José Luis Cano, «Las “memorias” de Pilar Valderrama», ridad, parte de los cuadernos aparecieron en 18 entregas, con manipula-
Ínsula, 424 (1982), 8-9; y la reseña aparecida en Camp de l'Arpa, 97 ción manifiesta, en ABC de Sevilla, entre agosto y noviembre de 1937,
(1982), 57. como unaclara «arma de guerra», según Ricardo de la Cierva, Enrique
91. El espacio del género podría ser ampliado si tuviésemos en cuenta de Rivas ha editado también de Manuel Azaña y Cipriano de Rivas Che-
escritos aparecidos en publicaciones periódicas, sobre todo los que, en rif, Cartas, 1917-1935 (inéditas), Valencia, Pre-Textos, 1990.
mayor o menor medida, contienen referencias autobiográficas. Tal es 103. Véase las reseñas de Santos Juliá, «Historia personal de una
el caso, por ejemplo, de las recolecciones periodísticas de Antonio Gala, desavenencia» y Mercedes Cabrera, «La reconstrucción de los recuerdos
Texto y pretexto (Madrid, Sedmay, 1977), Charlas con Troylo (Madrid, Es- de La República», El País-Libros (8 abr. 1984), 4.
pasa Calpe, 1983), En propia mano (Madrid, Espasa Calpe, 1983), Cua- 104. La editorial Planeta ha publicado diversas obras de Indalecio
derno de la Dama de otoño (Madrid, El País, 1985), Dedicado a Tobías Prieto: Entresijos de la guerra de España; Cómo y por quésalí del Ministe-
(Barcelona, Planeta, 1988); La soledad sonora (Barcelona, Planeta, 1991); rio de Defensa Nacional; Cartas a un escultor; y Epistolario Prieto-Negrín.
y Á quien conmigo va, cuya primera entrega apareció en El País-Semanal 105. Véase Adoración Perpén Rueda y Vicente Moga Romero, «Car-
(24 feb. 1991), 114; las numerosísimas colaboraciones de Francisco Um- lota O'Neill: una mujer en la guerra de España», Aldaba (Melilla), 15
bral en distintos periódicos y revistas; y —porcitar un botón de mues- (1990), 65-82.
tra más— el volumen de Félix Grande, Elogio de la libertad, Madrid, 106. Cfr. la reseña de Rafael Fraguas, «Contra el futuro», El País-
Espasa Calpe, 1984. Libros (3 sep. 1989), VI
92. Véase la reseña de Cristóbal Sarrias, en Reseña, 178 (1987), 51- 107. Véase la reseña de Rafael Fraguas, «Testigo singular», El País-
52. La novelística de Benet también está impregnada de autobiografis- Libros (3 jun. 1990), 11
mo. Véase al respecto el estudio de Kathleen M. Vernos, «El lenguaje 108. Véase Fernando Jáuregui, «Las zonas de sombra del franquis-
de la memoria en la narrativa española contemporánea», en S. Neumeister mo», El País-Libros (25 mar. 1984), 12. La editorial Planeta ha publica-
(ed.), Actas del 1 Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, do, asimismo,testimonios existenciales de Pilar Primo de Rivera, Jaime
Francfort, Vervuert, 1989, vol. IL, 429-437, que versa sobre Volverás a Milans del Bosch, San Martín, etc.
región y Una meditación. 109. Véase la reseña de Carmen Parra, «Un metalúrgico para la his-
93. Véase las reseñas de Antonio Blanch en Reseña, 167 (1986), 53- toria. Las memorias de Marcelino Camacho», El País-Libros (25 nov.
54; y Francisco Ynduráin, en Saber/Leer, 3 (1987), 6-7. José Luis Cano 1990), 8.
editó una selección del Epistolario de Vicente Aleixandre (Madrid, Alian- 110. Véase, además, otros escritos de José María de Areilza, Memo-
za, 1986), con prólogo y notas. rias exteriores (Barcelona, Planeta, 1984) y Crónica de libertad, 1965-1975
94. Cír. las reseñas de Rafael Conte, «Los casos de un testigo», El (Barcelona, Planeta, 1985), en gran parte tefidos de autobiografismo.
País-Libros (17 jul. 1988), ll; y Gabriel Alfaya, en El Urogallo, 27-28 (1988), 111. Véase Francisco Umbral (1990).
76-77. 112. Véase la reseña de Javier Pradera, «Distancia, memoria y olvi-
95. La primera edición apareció en Barcelona, Caralt, 1964 (trad. de do», El País-Libros (17 jun. 1990), 5
José Rovira). 113. Sobrela proliferación de escritos memorialísticos de los políti-
96. Pablo Picasso, en uno de sus escritos, El entierro del Conde de cos de estos últimos años —publicados «más que para recordar, para que
Orgaz, dejó una mezcla de espectáculo y de diario íntimo. Véase ade- los recuerden»—, véase la columna de Federico Jiménez Losantos, «Tes-
más, la edición bilingúe de sus Écrits (París, Gallimard, 1989). El pintor tamento lector», Diario 16 (10 feb. 1984), 3.
Eduardo Arroyo, con el título de Sardinas en aceite (1989), ha publica- 114. Véase la reseña de Javier Pradera, «El carácter y el destino. Pri-
do un diario, en París, según Inmaculada de la Fuente, «Eduardo Arro- meras memorias de un ex ministro socialista», El País-Libros (11 nov.
yo», El País-Domingo (8 oct. 1989), 32. 1990), 5.
97. Véase las reseñas de ]. Ignacio Velázquez en Ínsula, 430 (1982), 115. Dionisio Ridruejo había publicado un diario poético sobre su
12; así como la aparecida en El País-Libros (20 jun. 1982), 3. estancia en la División Azul: Cuadernos de Rusia (1941-1942), Barcelo-
98. Esta tercera edición se amplía con referencias las siete películas na, Planeta, 1978. Manuel A. Penella realizó la edición crítica en Ma-
realizadas desde la anterior entrega, da cuenta de su experiencia, tanto drid, Castalia, 1981, pp. 71-145.
en el cine publicitario comoen la dirección de documentales —Conducta 116. Hay una nueva edición de Descargo de conciencia (1930-1960),
impropia (1984) y Nadie escucha (1988)—añade algunas reflexiones acerca Madrid, Alianza, 1990. Reseña de Reyes Mate, «Mano a mano con la
dela represión cubana, y vierte algunas opiniones sobre el cineasta Truf- culpa», El País-Libros (18 mar. 1990), 7. Véase, además, Francisco Vega
faut. Díaz, «Al cumplirse diez años de Descargo de conciencia», y Olegario
99. Unaentrega apareció en El País-Semanal (8 abr. 1990), 74-82. Véase González de Cardedal, «Encanto, memoria, esperanza», Cuadernos His-
la reseña de José García Nieto en ABC Literario (12 mayo 1990), TH. panoamericanos, 446-447 (1987), 127-132 y 183-194, respectivamente.
Asimismo, E Fernán-Gómez, Impresiones y depresiones (Barcelona, Pla- 117. Cfr. la reseña de Carlos Gurméndez, «De un círculo a otro. Me-
neta, 1987) —además de otras contribuciones periodísticas (El País- morias de un republicano refugiado en Francia», El País-Libros (29 ene.
Semanal, por ejemplo)— deja significativas huellas de su existencia, 1989), VII.
100. El famoso cineasta Pedro Almodóvar (1991), en «Relleno» 118. Véase la reseña de Fernando Schwartz, «Épocas propias», El País-
—segundaparte de su libro derelatos breves (Patty Diphusa y otros textos—, Libros (17 dic. 1989), 5; y Antonio García Berrio, «Las memorias diplo-
se autorretrata, fragmentariamente, sin disfraces. Véase Ramón de Espa- máticas de un observador», Saber/Leer, 40 (1990), 6-7.
ña, «Españoles famosos. Los meneos de don Camilo y Patty Diphusa», 119. Véase la reseña de Rafael Fraguas, «Memoria de un superviviente.
El PaísLibros (14 abr. 1991), 2 Javier Rupérez rememora su secuestro», El País-Libros (7 abr. 1991), 8
101. Véase la reseña conjunta de las dos obras de los creadores cata- 120. Véasela reseña de Javier Pradera, «Los hijos del odio», El País-
lanes de Luis Fernández Galiano, «Vidas de arquitectos», El País-Libros Libros (2 jul. 1989), X.
(28 ene. 1990), 6. 121. Véase, sobre el tomo 1 de las memorias de Julián Marías, las
102. Véase Enrique de Rivas, Comentarios y notas a «Apuntes de me- reseñas de Juan Marichal, «El imperativo de la continuidad», El País-
moria» y cartas. de Manuel Azaña, Valencia, Pre“Textos, 1990; así como Libros (15 ene. 1989), V; y Carlos Seco Serrano en Saber/Leer, 27
la reseña sobre la obra del político republicano y la del hijo de Rivas (1989), 3; así comoel trabajo de conjunto de Mario Parajón, «Experien-

180 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


DOCUMENTACIÓN Literatura autobiográfica en España (1975-1991)

cia personal de Marías», en VV. 'AA., Homenaje a Julián Marías, Ma- 1936 - abril 1937 - diciembre 1937 y Cartas 1938, 1939, 1940 (ed. de
drid, Espasa Calpe, 1984, pp. 515-521. Enrique de Rivas), Valencia, Pre"Textos.
122. Cfr. la reseña de José Romera Castillo en /nsula, 431 (1982), 8-9. BADIA 1 MARGARIT, A.M. (1988): «Ensayo de una autobiografía», An-
123. Las memorias habían aparecido primeramente en Madrid, Re- thropos, 81, 13-34.
vista de Occidente, 1972. BARRAL, C. (1975): Años de penitencia, Memorias, [, Madrid, Alianza
124. Véase las reseñas de Justo Navarro, en El Urogallo, 37 (1989), (nueva edición [1990], ampliada con dos capítulos, dedicados a «Me-
42-43, y Francisco Solano, en Reseña, 199 (1983), 38. morias de mi infancia», Barcelona, Tusquets).
125. Véase la reseña de José Carlos Rosales, «Unavida libre», El País- — (1978): Los años sin excusa, Memorias, 1, Barcelona, Seix Barral (ree
Libros (10 mar. 1991), 2. dición en Madrid, Alianza, 1982).
126. Cfr. la reseña de Jesús Ibáñez, «Cajas de Pandora», El País-Libros — (1988): Cuando las horas veloces, Barcelona, Tusquets.
(10 dic. 1989), 5 — (1990): Memorias de mi infancia, Barcarola (dos capítulos de la obra
127. El periodista Vicente Verdú, en Días sinfumar (Barcelona, Ana- póstuma e inacabada; véase nueva edición de Años de penitencia).
grama, 1989), ha realizado un diario-ensayo de un ex fumador, basado BATLLORI, M. (1990): «Entrevista acumulativa: la experiencia vital e in-
en su experiencia personal, sobre los significados del fumar y su aban- vestigadora de M. Batllori», Anthropos, 112, 11-17.
dono. BENAIGESSEIGÍ, ]. (1990): Vivencias de un músico soldado en la guerra
128. La lista de escritos autobiográficos podría seguir. Citaré algu- civil (1938-1939), Argentona, Aixernador.
nos nombres, de diversos ámbitos profesionales, como los de Rafael Brines BENET, ]. (1987): Otoño en Madrid hacia 1950, Madrid, Alianza.
Llorente (1990), Andrés Costafreda Montoliu (1990), Adrián Espí Val- BERENGUER FUsTÉ, D. (1975): De la Monarquía a la República (pról. de
dés (1990), Miquel Espinosa Folch (1990), Francisco Fernández del Rie- José Manuel Cuenca), Madrid, Giner. .
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Postius (1990), Joaquín Torres García (1990) y Pedro Baret (1983). BLANCO WHITE, J.M. (1975): Autobiografía (ed. de A. Garnica), Sevi-
129. Comoes el caso, por ejemplo, de Gregorio Huertas, que hace lla, Universidad.
contar su vida al cantante Julio Iglesias (1983); Tico Medina, redactor BoriLL, R. (1989): Espaces d'une vie (con Jean-Luis André), París, Édi-
de las memorias de la famosa cantaora Lola Flores (1990); y Pedro Eru- tions Odile Jacob.
tos Guío, que narra las peripecias vitales de Antonio Ruiz Soler (1990), BOHIGAS,O.(1989): Combat d'incerteses. Dietari de records, Barcelona,
el célebre bailarín Antonio. Edicions 62 (Desde los años inciertos. Dietario de recuerdos, Trad. de
130. Cfr. la reseña de Javier Pradera, «Filosofía de la miseria. Un re- Joaquín Jordá, Barcelona, Anagrama, 1991).
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29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 181


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134 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29


Correspondea Dilthey, a finales del siglo pasado, el
elevar la autobiografía a un nivel de radical
preeminencia al postular su gran importancia para la
comprensión histórica. Fue el que dio, por vez primera,
enormerelieve a la autobiografía, nacida como mera
rama dela biografía, al entenderla como una forma
esencial de comprensión de los principios organizativos
de la experiencia, de nuestros modos deinterpretación de
la realidad histórica en que vivimos.
James Olney ha señalado que el estudio de la
autobiografía se desarrolla históricamente en tres
etapas: el autos, el bios y la grafé. Desde Dilthey hasta
aproximadamente los años cincuenta, el énfasis recae
en el bios, aunque sigue manteniendo gran vitalidad en
EEUU, como puede verse en los trabajos de Karl
Weintraub. George Gusdorf abre las puertas a la etapa
del autos con su artículo de 1956. Dentro de ella hay
diferentes tendencias a las que corresponden los
trabajos de Philippe Lejeune y Elizabeth Bruss, por un
lado, y Paul John Eakin, por otro. Sidonie Smith plantea,
pero no desarrolla, el tema central de la grafé; mientras
que con Paul de Manseentra delleno en esta etapa.
Michael Sprinker también orienta su investigación hacia
el texto. Los artículos de Carolyn G. Heilbrun y Alberto
Moreiras completan los «Estudios» aquí presentados.
El apartado de «Documentación»lo realizan Ángel
G. Loureiro, Anna Caballé y José Romero Castillo.
Ambassecciones están precedidas por una completa
introducción elaborada por Angel G. Loureiro, que
también es el coordinador del número.

20029

977113020800

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