UNA RAZON PARA
SONREIR
Relate seleccionade pant formar parte de la aneologia de cuentos Los
Hletraddss. Antologia avalada por el Ministerio de Cultura,
0¥6, da verdad, estaba muerte
Rewards que cuando pequeio no pensabet que terminaba asin
—ALDO NOVE; Supensootinda—
0 parecia posible que un ser humano oliera tan mal, pero
ahi estaba Fabian, entrando enla sala de juntas. La mirada
vacta delos enajenados yuna sonrisa pervetsa, Todos lo mizaron,
extrafiadas no solo por su expresidn, sino par el hecho de que
hacia casi dos meses que Fabidn no trabajaba alli, El recién le
gado observd por un segunda cada par de ojos, provocando un
estremecimiento que recorié la espalda de todos los presentes
Gon la misma sontisa perversa se dirigié a la ventana, la abrié
con parsimonia y se lanaé. Once pisos 7 unos azantas segundos
lo saparaban del sudo, El impacto dejd a Pabin contorsionado
de cualquier manera, Sus partes, esparcidas alo largo de varios
metros dela avenida séptima, Se escucharon unos gritos furtives,los antomeéwviles se detuvieron en seco, alguna persona no pudo
contener el vérnito, La sonrisa, ahora sin dientes, se negé a desa-
parecer, induso perduré cuando unas horas después el cuerpo de
Fabian, transformado en un siniestra rompecabezas, reposaba en
una mesa en medicina legal yla chidad habia reeuperado su ritmo
normal, Una macabra broma del universe.
Una hora antes, Fabidn salié desu apartamento situado en al
centro. Los poeos vecines que lo vieron salir sintieron un. atisbo
dealivio al notar que, por fin, tras varias sernanas, Fabidn se habia
bafiado, Bajé las escaleras y caminé por la calle 19, saludando
y sonrienda a todo aquel que lo miraba, Al llegar a la avenida
séptima tome un bus, pagé con un billete de veinte mil que, por
mera casualidad, encontré en el pantalén, No recibid el cambio.
El conductor lo miré alos ojos, inerédulo, dispuesto a insistir en
dare a Fabian su dinero, perolo que vie fueron dos hoyos n=
gros que lo asustaron hasta los huesos, a punto estuvo de perder
el control del vehiculo. Prefirid, y esto seria algo que siempre se
recriminaria, romper el billete en cuatro pedazos y lanzarlos por
la ventana,
Habia varias sillas vacias, pero Fabién permanecié de pie en
la parte trasera del bus, justo al lado de una sefiorade unos cin-
cuenta afios ¥, sin poder evitarlo, se cagd, Justo ahi, Ya estaba
acostumbrada a esas cosas, se le than de las manos, eran inevita-
bles, La sefiora nolo miré, pero cuando advirtid su presencia, se
levantdé de su asiento y se bajé del bus. Ni siquiera habia notado
la mierda que salia de los pantalones de Fabidn. Tardé varios se
gundos en caer enla cuenta de que se sncontraba todavia a varias
calles desu destino y, aun asi, la extrafia certeza de que algo malo
se cernia sobre ella la mantuvo paralizada en la esquina duramte
varios minutos, hasta que, a cuenta gotas, la sensacién se fue di-
luyendo, Un par de horas después habla olvidado el incidente.
-a7-La gente percibid el rancio olor que desprend{a ahora Fae
bidn, pero nadie dijo nada, no se atrevieron, todos prociraron
mantenerse en silencio y mirar hacta otro lado
Fabidn se bajé del bus justo enfrente del edificio de once
plantas. El guardia de seguridad lo vio, psro algo le impidié pre
guntarle adénde iba, Fabidn subié al ascensor, causanda la mani-
fiesta incomodidad de todas las dems pasajeros. Sebajé en ladl-
tima planta y se detuvo frente al elevador durante unos instantes,
parecia estar decidienda algo. La sala de juntas estaba flanqueada
por paredes de cristal y como si fueraun acuerdo implicito, todas
miraron al recién Negado. Este los observé a su ves, con la mano
en la puerta, listo para entrar, sin decit nada, Fue una mujer la
que se atrevid a hablar:
—Fablén, ;qué haces aqui? —dijo, sin ser muy consclente
del temblor de su vos.
Fabian entré.
Tres horas antes de lanzarse por la ventana, Fabidn observa-
ba, asqueado, los caddveres. En el apartamento reinsba un acre
olor a muerte, La sangre en los cuerpos estaba coagulada, y al-
gunas moscas empezaban a rondarlos. Sintid arcadas, pero en su
estémago no habia nada, Recon de improviso todo lo sucedida
antes de dormirse, La confusién dio paso a una profunda ira,
Odiaba a Aquiles. De manera visceral, sin atenuantes. Esehijo de
lagran puta era el responsable detodo ese caos, detoda esa muer
te y putrefaccién. Tena que acsbar con la obra de testro, era ne-
cesario, urgente, Un inesperado sostego lo invadié aaando toméd
esa decisidn. Se dirigié al bafio. Pasdé por encima del cadaver de
su hermana menor. Prefirié no mirarla muy de cerea. Tenia muy
claro lo que ibaa encontrarse, Se duché, quitindoselas costras de
mugre y sangre. Se vistid lo mejor que pudo. Antes de salir desu
casa se mird al espejo. No estaba solo,
—Hela —dijo Aquiles, conuna expresién burlona que atizd
mis el fuego del interior de Fabidn.
itd.—Hola —respondié dl, bajando la mirada, intentando con-
trolar la sonrisa involuntaria que se dibujaba en su rostro,
Unos dias antes de suicidarse, Fabidn se encontraba semtade
enun cémado sillén enlasala desu casa. El frio que hacia dentro
dela vivienda helaba los huesos, Su hermana menor, Wiviana, lo
miraba con grimas en los ojos, producto de la preacupacién ¥
del miedo, Su ex esposa, Laura, la que, sthausta ante le ausencia
mental de Fablin, lo habla dejado tres meses antes y ala que sin
amaba con todo su ser, sostenia un trémulo cmeifijo entre sus
manos, El padre Harper, con su sotana negra y una Biblia, lo
miraba alos ojos, recitando una oracién en latin,
Fabién sentfa s Aquiles en toda su dimensién. Se revelvia
dentro de él, traaindo y ofendido. Su propia boca pronunciaba
unas palabras en algin lenguaje alvidada. Resonaban dentro de
su cabeza y rebotaban en las paredes de au erdneo. Entendia a
medias lo qua significaban y agradecia vagamente no entenderlas
del toda, Eran, a todas luces, aterradoras. Por fin, el padre Har
per que no estaba preparado para lo que estaba pasando, pues
estaba convencida de que todas las posesiones eran, on realidad,
enfermedades mentales, poderosas sugestiones, se animé a lanzar
al primer golpe directa a Aquiles:
—Dinos tu nombre, por al poder de Dios Tod opaderoso,
El telo ordena
—Aquiles, ya se los dije—respondié Aquiles a través de Fae
bisn,
El padre Harper insistié, necestaba que dijera su nombre
verdadero, era lo primero que explicaba el manual de demono
logia y exorcismna que habia estado estudianda durante afios. Na
tenia mucha experiencia, pero tenia claro que eso seria el primer
sintoma de debilidad.
—)Dinos tu nombre, Dios Todopoderoso te lo ordena!
—; Dios? —pregunté Aquiles conla vor de un nifio de doce
-a8-afios, ;Cud] Dios?, ;el mismo que te vio, Padrecito, cuando ro
baste la mitad de las limornas del mes pasado para comprar al
televisor de plasma que tienes en tu habracién!, pese Dios?
E] sara no pudo evitar dar un respingo, pero continud, sabia
que no podia parar
—Tu nombre, ahora mismo. Fl telo ordena
— Hablas del que te estaba viendo cuando ayer —volvid al
ataque Aquiles—, als luz del sirio pascual, te masturbabas con la
fore de la sefiora Pérez? —Aquiles sonrié con la boca de Fabidn,
regodedndose en su propia maldad,
—Tu nombre —repitid al sacerdote, simulando una tran-
quilidad que nosentia, intentando deseifrar cdmo era posible que
Fabidn supiera esas cosas—. ;Tu Nombre!
—Araxiel! —grité Fabian, con una vor gutural— Me llamo
Araxicl, manada de cerdos,yatodomsted esl esaconsejoquerrecento
daslasoracionesquesepanporquemisefiordosestdesperando — y —
se-le—ha — ce- a— gua- la — bo — ca. —De los labios de
Fabidn esourrié un espeso hilo de baba y sangre, al iris de sus ojos
desaparacid,
‘Ni al mismo Fabidn estaba preparada para lo que siguid, El
emcifijo de Laura terminé atravesanda su pecho y destrozando al
instante su corazén. Wiviana vold por la sala, dos, tres veces. El
ltimo golpe contra la pared hizo que su cabeza estallara desde
dentro, provocando un sonido que a Fabién le records un huevo
emido cayenda al suelo, El padre Harper pudo ver tado l espec-
téailo, paralizado por un miedo que no crefa posible y seguro de
que no galdria indemne de aquella masacre. Aquiles, farioso por
haber sido obligado a revelar su nombre, lalevanté con los brazos
de Fabian y, ayudandose de una columna, partié al sacerdote por
la mitad, como un nifie que parte una galleta,
—Cuando quieras lo intentamos de nuevo —dijo Aquiles,
Fabidn no respondid, Gamindé de vuelta a la silla, se sentd,
observ’ por ultima ves en su vida al cielo nocturno y, tranquila
te.como nolo habia estado en mucho tiempo, cerré los ojos, Dur-
mié durante mds de sesenta horas.
Tres afios antes de tomar la decisién de morir, Fabidn se en-
eontraba en la cispide de su vida. Un trabajo en una multina-
cional con un sueldo de ensuefic, una novia ala que amaba con
tanta intensidad que rayaba lo cursiy un futuro prometedar Esa
mafiana se levantd con la sensacién de que serfa un gran dia, Le
propondria matrimonio a Laura, Estaba seguro de su respues-
ta, Se estaba aferando ouando sintié algo raro en el ouello, una
punzada, solo eso, Luego, una especie de opresidm en al pecha,
Guando se estaba vistiendo, estas sensaciones habian desparecido,
Salié desu casa, convencida de que seria un gran dia, «La vida es
buena, pensd, con una estupida sonrisa en los labios.