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Psicología Social y Trabajo Social

A continuación, se exponen las concepciones, bases teóricas y empíricas de la disciplina más relacionada,
con el desarrollo profesional de un/a Trabajador/a Social. Por supuesto, la Psicología Social, la cual se
ocupa del estudio de numerosos procesos básicos y aplicados, así como los tópicos más interesantes
para la formación de Trabajadores Sociales.

La Psicología Social se centra en el estudio de los procesos que posibilitan la inserción de las personas
en la sociedad, como, por ejemplo, la cultura, las actitudes, los grupos y las relaciones intergrupales, los
prejuicios y la aculturación, el conflicto, la conducta de ayuda, la conducta prosocial y el altruismo, la
agresión, el género, o la salud, entre otros.

Todos o la mayoría de estos procesos interesan a muchas ciencias sociales, desde la Economía a la
Historia, pasando por la Sociología, la Ciencia Política y la Antropología, entre otras, pero en Psicología
Social se analizan desde una perspectiva peculiar. Así lo apunta la definición clásica de la disciplina de
G. W. Allport 968): «intento de comprender y explicar cómo el pensamiento, el sentimiento y la conducta
de las personas individuales resultan influidas por la presencia real, imaginada o implícita de otras
personas». Esta definición enfatiza el vínculo que une a las personas entre sí dentro del contexto social
y afirma que las personas se influyen mutuamente y que sus procesos psicológicos individuales son un
producto de sus relaciones con las otras personas con las que interactúan. Aclara, al mismo tiempo, que
esa interacción no se limita a lo físico, ya que también puede ser imaginada y hasta simbólica.

La Psicología Social dedica un amplio espacio a argumentar la naturaleza aplicada de la Psicología Social
que se concreta en cuatro desarrollos, cada uno de ellos asociado a un autor concreto: la investigación-
acción, la triada «teoría, investigación y práctica», la Tecnología Social y la Psicología Social Aplicable.
Se considera que es la Intervención Social el resultado más directo de la colaboración entre la Psicología
Social y el Trabajo Social.

El Trabajo Social se vincula a los procesos de cambio social, los cuales han sido muy profundos y
acelerados en las sociedades contemporáneas. El trabajo Social adquiere protagonismo cuando se
generan desajustes y necesidades que afectan a los individuos y a los grupos, su objetivo es contribuir al
desarrollo del bienestar social, la salud y la calidad de vida. Se define como una profesión que «promueve
el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la promoción
de la libertad de la población para incrementar el bienestar, mediante la utilización de teorías sobre el
comportamiento humano y los sistemas sociales, el trabajo social interviene en los puntos en los que las
personas interactúan con su entorno»

La actual Psicología Social dispone de un amplio y variado conjunto de conocimientos sobre los procesos
psicosociales, es decir, sobre los procesos mencionados en un párrafo anterior (cultura, actitudes, grupos
y relaciones intergrupales, prejuicio y aculturación, conflicto, conducta de ayuda, conducta prosocial y
altruismo, agresión, género, salud) analizados desde la perspectiva explicitada en su definición. Esos
conocimientos se han ido generando por medio de esfuerzos fundamentalmente de teoría e investigación,
pero también de aplicación.

La Psicología Social, aunque se tiende a pensar que es una empresa intelectual de búsqueda de
conocimiento, se olvida que surgió para responder a una demanda social. Numerosos autores, entre los
que destacan Jones (1985) y Zajonc (1967), han mostrado que la Psicología Social apareció, con perfiles
que anticipan los que tiene en la actualidad, en las últimas décadas del siglo XIX, cuando la sociedad
europea y, en general, la occidental, estaban sometidas a fuertes cambios y conflictos que ponían en
entredicho la organización social existente. En ese periodo se intensificó la búsqueda de explicaciones
que pudieran dar sentido a una situación que se caracterizaba por la inestabilidad objetiva y la experiencia
subjetiva de pérdida de significado, y en el que ni las explicaciones tradicionales (teológicas, fisiológicas
o jurídicas) ni las relativamente nuevas explicaciones biológicas resultaban ya satisfactorias.

Por tanto, la Psicología Social surgió vinculada estrechamente a un determinado contexto histórico con el
objetivo de ofrecer respuestas a los principales interrogantes que se planteaban. De aquí su «vocación
aplicada». Dicho de otra manera, generar conocimiento a través de la teoría e investigación es un paso
fundamental, pero no el último, ya que ese conocimiento ha de ser aplicado, ha de convertirse en algo
práctico para poder contribuir de manera eficaz a promover el bienestar de los seres humanos. Fue así
en el despegue de la disciplina y es así en la actualidad.

La psicología social aplicada


Un trabajo reciente de Expósito (2005) muestra que la Psicología Social tiene una vertiente aplicada. Ya
desde los inicios de la disciplina se constatan intentos de utilización del conocimiento psicosocial para
impulsar el cambio social. Algunos, sobre todo los más antiguos, resultan, desde nuestra perspectiva
actual, algo desfasados, pero presentan ya elementos apreciables y un decidido afán por aplicar a los
problemas sociales un enfoque psicosocial. En la década de los treinta del pasado siglo, Lewin dio un
impulso definitivo a las aplicaciones psicosociales, se creó la «Sociedad para el Estudio Psicológico de
los Problemas sociales», que todavía hoy sigue operativa, los psicólogos sociales estadounidenses
contribuyeron al esfuerzo bélico de la II Guerra Mundial y, tras un breve periodo de estancamiento, las
aplicaciones volvieron con fuerza a partir de 1970.

La investigación-acción
La investigación-acción se asocia a la figura de Lewin (1946, 1948, 1978). Este autor cree que es un error
que la teoría y la aplicación psicosociales caminen de forma independiente. Propone como solución para
establecer una ligazón entre ellas el concepto de investigación-acción, que Expósito (2005) define de la
manera siguiente:
En la «Action Research» (investigación-acción), «la adquisición del conocimiento se concibe como
inseparable de su aplicación para el cambio social. Lewin propuso un modelo que conjugaba la
investigación social y la acción social. Dicho modelo se traduce en un proceso cíclico de planificación,
acción y evaluación de los resultados de investigación, en el que tanto la acción social como la
investigación que evalúa a dicha acción pueden suministrar información útil para reformular la teoría”.
En resumen, la investigación-acción consta de tres fases: planificación, actuación y evaluación.
En la primera de ellas, o planificación, juegan un papel muy importante los conocimientos teóricos y de
investigación ya existentes. Es decir, el psicólogo social que se embarca en una investigación-acción no
parte de cero. Ahora bien, en la fase de planificación también se tiene que prestar atención a las
informaciones que se obtienen del estudio de la realidad social sobre la que se va a intervenir.
La fase segunda, o actuación, es la propiamente activa de este proceso de investigación-acción.
En la evaluación es preciso calibrar hasta qué punto se han conseguido los objetivos perseguidos con la
actuación y también en qué medida los conocimientos de partida de la planificación resultaron útiles y
adecuados, así como el grado en que necesitan ser modificados.
Por ello, Nouvilas (2007), que la investigación-acción tiene lugar «dentro de ciclos recurrentes de
planificación, actuación y evaluación».
La investigación-acción propuesta por Lewin dio lugar a una variante denominada «participativa». Esta
surge también del trabajo con grupos del mismo Lewin (véase López-Cánabas y Chacón, 1997) y tiene
una versión latinoamericana (Cancian, 1993; Freire, 1970; Maguire, 1 987).

La triada «teoría, investigación y práctica»


El punto de partida de Fisher (1982) es que la teoría, la investigación y la práctica comparten algo que las
unifica por encima y más allá de sus diferencias: su carácter psicosocial. Por eso, como señala Nouvilas
(2007), estos tres elementos «se relacionan y retroalimentan dentro de un mismo campo». En concreto,
la investigación psicosocial se realiza en el laboratorio y en situaciones naturales, y se realiza a partir de
las hipótesis que surgen de la teoría. Existe, pues, una estrecha conexión entre teoría e investigación.
Por su parte, la práctica, que combina diversas aproximaciones, como «la investigación social, la
investigación-acción, la investigación evaluativa y el desarrollo de programas» (Nouvilas, 2007) se nutre
de los conocimientos anteriores de teoría e investigación, si bien, a la vez, contribuye con nuevos
conocimientos que se generan en la confrontación con los problemas que tienen lugar en los contextos de
aplicación.

Tecnología Social
Es una aportación que goza de gran aceptación entre algunos psicólogos sociales y se remonta al trabajo
de Varela (1975), autor que la define de esta forma: «la actividad que permite diseñar soluciones a los
problemas sociales combinando hallazgos derivados de diferentes áreas de las ciencias sociales» (véase
Nouvilas, 2007). Varela enfatiza la oposición entre tecnología social e investigación. La primera se centra
en el problema la segunda en conceptos y variables. En la tecnología social se busca un objetivo global
y para ello el proceso de trabajo se encamina a conseguir síntesis de muchos conocimientos diferentes,
mientras que la investigación se interesa más por el análisis y por aislar las relaciones entre variables.
Otras diferencias de importancia son las siguientes: la tecnología social es pragmática y utiliza todas las
teorías y hallazgos de investigación que considera que le pueden ser de utilidad, las combina según su
aportación al problema a resolver y no se preocupa por generalizar los resultados de su trabajo sino, más
bien, de que es tos sirvan para resolver el problema al que se enfrenta.
La aportación de dos importantes autoras de Psicología Social, Mayo y La France (1980) consta de tres
elementos fundamentales que se relacionan entre sí de forma cíclica: la «calidad de vida», la
«construcción del conocimiento» y la «utilización e intervención» (véase Nouvilas, 2007).
En primer lugar, estas autoras prefieren hablar de «calidad de vida» en lugar de problemas sociales. Ello
da un giro positivo a su aportación y permite una aproximación basada en la prevención.
En segundo lugar, con su concepto de «construcción del conocimiento» llaman la atención sobre la
importancia que tiene para la Psicología Social la capacidad de predecir la conducta, para lo que es
fundamental tener en cuenta el contexto en el que ocurre. Ello permite la introducción de variables
«macro», es decir, estructurales y contextuales.
En tercer lugar, la «utilización e intervención» es el objetivo final del modelo. Es un proceso complejo que
incluye, al menos, los siguientes elementos: la comunicación entre los psicólogos sociales y las personas
o grupos que solicitan o son el blanco de la intervención, el establecimiento de las relaciones adecuadas
con esas personas o grupos, y el cuándo y el cómo de la intervención.
Pero, sin duda, lo más interesante y atractivo del planteamiento de Mayo y La France es su idea de que
los tres elementos anteriores se relacionan entre sí de forma cíclica con la ayuda de los denominados
«adaptadores». Así, se puede pasar de la calidad de vida a la construcción del conocimiento por medio
de una actividad que estas autoras llaman de «formulación del problema y elección del método». De la
construcción del conocimiento a la utilización-intervención se pasa con la ayuda del «análisis del y la
definición del rol», mientras el ciclo se cierra con el paso de la utilización-intervención a la calidad de vida
por medio de la «interpretación y evaluación».

Considérese lo que sucede en un equipo de trabajo en el que coinciden personas de dos culturas
diferentes, una individualista y otra colectivista. Al intentar realizar conjuntamente una tarea, los
individualistas tenderán a tomar la iniciativa y a controlar la interacción. Por su parte, los colectivistas les
cederán su tiempo de intervención como muestra de deferencia. Pero de esta forma no es probable que
la tarea llegue a buen puerto, ya que el desequilibrio en la interacción dará lugar a desconfianza dentro
del grupo. Unos, los individualistas, pensarán que la pasividad de los otros es producto de desinterés o
incapacidad. Los colectivistas, en cambio, creerán que el monopolio del tiempo por parte de los
individualistas refleja su carácter arrogante.
Por tanto, superar las barreras culturales en equipos corno el descrito es una importante dificultad. Hay
que comenzar por convencer a los miembros de estos equipos de que la desconfianza mutua surge de la
diferente procedencia cultural, no de diferencias de personalidad, conocimiento, dedicación o interés.
Sólo sobre la base de este convencimiento será posible elaborar pautas de colaboración de carácter
innovador capaces de superar las barreras culturales.
Los intentos de mejorar las relaciones entre culturas, habituales, por ejemplo, en la integración de los
inmigrantes en la sociedad de acogida, o en la formación de equipos de trabajo compuestos por personas
de culturas diferentes, exigen instrumentos desarrollados en la propia cultura. Sería un error pensar que
los instrumentos desarrollados en una cultura van a servir para realizar estudios en culturas notablemente
diferentes. Es lo que se conoce corno «clic impuesto».

OBJETIVOS PROFESIONALES DEL ÁREA SOCIAL


Al ser la interacción permanente persona medio un presupuesto de partida del trabajo social, el objetivo
general de éste es el estudio de las relaciones que establecen las personas en su contexto social,
especialmente en los grupos y las instituciones sociales, para pasar luego a realizar las posteriores
intervenciones necesarias para que tales relaciones sean satisfactorias. Ese objetivo general se desglosa
en cuatro más específicos:
1.- Contribuir a disminuir la desigualdad e injusticia social y facilitar la integración social de los grupos de
personas marginadas.

2.- Promover el aprendizaje de destrezas a personas, grupos, organizaciones y comunidades para que
se enfrenten a su marginación y a quien la provoca.

3.- Mejorar el bienestar, la capacidad para resolver problemas de las personas individuales, grupos,
organizaciones y comunidades que lo necesiten.

4.- Informar sobre las oportunidades y desarrollar las destrezas emocionales, intelectuales y sociales
necesarias para poder aprovecharlas.

Estos objetivos se logran por medio de la intervención directa o indirecta del trabajador social. La primera
ocurre cuando existe contacto personal entre el profesional y la persona, familia o grupo. La segunda,
cuando incluye actividades de análisis, planificación, evaluación, coordinación y supervisión.

Dado que las relaciones en las que están implicadas las personas son muy numerosas y de distinta
naturaleza, y que, además, tienen lugar en contextos muy diferentes, es de esperar que la actividad
profesional de los trabajadores sociales tenga que llevarse a cabo en diversas áreas y dentro de ámbitos
distintos, por ejemplo, en la administración pública, en las asociaciones no gubernamentales, en
fundaciones, en federaciones, en organismos internacionales, en universidades y en otras muchas
organizaciones sociales.

Se dice que el trabajador social realiza una labor «asistencial» cuando se preocupa por la detección y
análisis de las necesidades sociales y por facilitar el acceso a los recursos a todos aquellos que lo
necesitan. Su labor es de «prevención» cuando intenta anticiparse a la reproducción de la marginalidad,
la exclusión social, la pobreza y la vulnerabilidad social. También interviene en «promoción y educación»
cuando ayuda a las personas y grupos sociales a hacer uso de las oportunidades que están a su alcance,
en «mediación y arbitraje), en aquellas ocasiones en que intenta resolver conflictos que afectan a las
familias y grupos sociales en las relaciones y en su entorno social. Otras labores importantes son las
siguientes: «rehabilitación», lo que significa que, se promueve el bienestar y la Integración social de las
personas y colectivos que se encuentran en desventaja social; «planificación, análisis de procesos
sociales y necesidades y evaluación», que consiste en conocer y analizar los procesos sociales y las
necesidades para diseñar y ejecutar planes, programas y proyectos sociales; «gerencia y administración»,
lo que implica organizar, dirigir y coordinar los servicios sociales e «investigación y docencia», ya que se
espera del trabajador social que aumente su conocimiento de la realidad social mediante la investigación
y que ponga dicho conocimiento a disposición de otros profesionales.

El ámbito más habitual de la labor profesional del trabajador social son los Servicios Sociales, pero no el
único. Están también el ámbito de la salud, la educación, justicia, empleo, urbanismo y empresa, medio
ambiente, voluntariado, cultura y tiempo libre. En estos ámbitos, los trabajadores sociales deben realizar
sus intervenciones de forma coordinada y complementando a otros profesionales, como psicólogos y
educadores sociales, así como a otros agentes sociales.
La labor del trabajador social en un área específica: la comunicación empática y afectiva, en la que existen
numerosas posibilidades de actuación, puede potenciarse con el conocimiento de la teoría, la
investigación y la práctica psicosocial.

El papel del trabajador social en el establecimiento de pautas de salud y, en general, en la atención social
a las personas en los contextos de salud puede ser muy activo, puesto que estos profesionales ofrecen
apoyo no sólo a los usuarios sino también a la familia y al resto de los profesionales. Esto se aprecia de
una manera clara en la actuación de los trabajadores sociales para la mejora del cumplimiento terapéutico.

Varios autores que se han preocupado de analizar las relaciones entre Psicología y Trabajo Social indican:
Breakwell (1982) afirma que el recurso a estrategias psicosociales permite al trabajador social realizar
diagnósticos de las situaciones y predecir qué tipo de decisiones tomar y cuáles son las consecuencias
que pueden derivarse de ello. Añade que la psicología realiza una importante contribución a la formación
y al adiestramiento de los trabajadores sociales, como parte integrante de su cualificación profesional, con
lo que contribuye a su construcción del marco teórico y al ajuste de su perfil profesional a las demandas
sociales.

Por su parte, Fernández y hondón (2003, p. 206) afirman que: «la Psicología Social es la especialidad
más aplicada al trabajo social por su marcado carácter operativo y social y por compartir muchos espacios
comunes, algunos de ellos de suma importancia, como la optimización de los recursos tanto personales
o psicológicos como sociales, el desarrollo, la comunicación humana, las relaciones infra e intergrupales,
el estudio de los elementos que configuran la construcción del mundo social (cognición, atribución,
actitudes) y, en definitiva, la potenciación de las capacidades individuales, grupales y comunitarias como
las estrategias metodológicas que fundamentan la acción social».

Es decir, estos autores se muestran de acuerdo con Breakwell y reconocen que la Psicología facilita, en
buena medida, al Trabajo social la base teórica y conceptual para la intervención social, al tiempo que
aprovecha los conocimientos teóricos desarrollados en torno a las actitudes y al análisis de
comportamientos. Concluyen que ello le permite realizar una mejor aproximación a su objeto de
intervención y a los comportamientos de las personas.

Para Ares (1995), la aportación de la Psicología Social a la formación de los trabajadores sociales
descansa en la utilidad práctica de sus conocimientos. La profesión de Trabajo Social tiene una importante
implantación social en un proceso continuo de autoredefinición. En el estudio realizado por Conde (2003),
con estudiantes universitarios de trabajo social sobre su rol profesional, se pone de manifiesto una
perspectiva del trabajador social como mediador; lejos de entenderse como un simple gestor
administrativo o informador consejero. Esta orientación concuerda con la idea de una profesión que ha
de articular sus esfuerzos, recursos e informaciones para la resolución de problemas.

Junto a las razones anteriores, de naturaleza fundamentalmente intelectual, conviene señalar que el Libro
Blanco del Título de Grado en Trabajo Social, a la hora de destacar las características comunes de los
programas de formación en su búsqueda del perfil formativo idóneo para el Trabajador Social, afirma que,
además de una preparación teórica y práctica específica en trabajo social, es necesaria una formación
básica en ciencias sociales aplicadas, psicología y derecho.
Hay también razones históricas: para los propios trabajadores sociales es claro que la Psicología ha tenido
una gran influencia en el Trabajo Social. De hecho, gran parte de los modelos de intervención usados en
Trabajo Social proceden de fa Psicología. Es la Psicología la que desde sus teorías ha proporcionado un
marco conceptual y elementos para el análisis del comportamiento individual y social. Y dentro de la
Psicología, es el análisis psicosocial de la realidad el que facilita el conocimiento previo de los procesos
que están sucediendo, para pasar a estudiar sus alteraciones y realizar las intervenciones que permitan
un cambio hacia situaciones más favorables.

La investigación psicosocial es capaz de generar estrategias que ayudan a mejorar una de las cuestiones
que más preocupan en Trabajo Social: las relaciones entre los grupos. En esencia, se trata de influir sobre
el proceso de categorización y de modificarlo. Hay tres formas fundamentales de hacerlo. Una de ellas
consiste en dar relevancia a la individualidad de la persona: es la des categorización. Otra es hacer
consciente a la persona de su pertenencia a un grupo supraordenado, es decir, que engloba tanto a su
propio grupo como al grupo opuesto: es la recategorización. Y todavía, en muchas ocasiones, se puede
hacer consciente a la persona de su pertenencia a los dos grupos: es la categorización cruzada. Esta
última sólo puede darse cuando realmente existe esa pertenencia común.

El trabajador social es un mediador para la resolución de los problemas psicosociales y combina la


perspectiva de los problemas de los individuos con las estructuras y las políticas sociales (Ahearn, 1999).
Este papel de mediador pone de relieve la importancia de las habilidades y de las competencias sociales
que son necesarias para el desempeño de su rol profesional. De hecho, los estudiantes de Trabajo Social
muestran una mayor sensibilidad social y más sentido crítico social que los estudiantes de otras carreras
(Gorri, 2006).
Sánchez Vidal y Morales (2002, p. 17) definen la intervención social «corno una acción intencionada para
cambiar una situación, que según ciertos criterios (necesidad, riesgo de conflicto daño, depreciación
ambiental, entre otros) se considera intolerable o suficientemente alejada de unas pautas ideales de
funcionamiento y relación social (libertad, justicia social, sostenibilidad y similares) como para necesitar
corrección en una dirección marcada por unos objetivos». Hablamos de una acción intencionada en
cuanto al agente que interviene, pero desde el sujeto/grupo objeto de la intervención no siempre es así,
puesto que puede, efectivamente, corno señalan estos autores, haber pedido la ayuda o puede haberse
producido de forma impositiva ante una determinada situación social que, según las normas y valores
sociales, es identificada como un problema social.

CONCLUSIONES
La Psicología Social realiza diferentes aportaciones al Trabajo Social desde los conocimientos generados
en sus teorías, investigaciones y prácticas. A partir de ellos se pueden realizar las intervenciones sociales
que demanda la sociedad.

Existen, por tanto, numerosas bases para la colaboración entre Psicología Social y Trabajo Social. El
carácter aplicado de la primera encuentra en el segundo un terreno donde fructificas. Por su parte, el
Trabajo Social puede contribuir en gran medida al progreso del conocimiento psicosocial, ya que se centra
en los mismos procesos que preocupan centralmente a la Psicología Social.

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