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Principio de Seguridad Jurídica.

La seguridad jurídica, es un concepto abstracto en el cual se vinculan relaciones entre

sujetos y autoridades en una comunidad política interna con la finalidad de establecer reglas

procedimentales sujetas a normas jurídicas; Es un principio reconocido y fundamentado en el

artículo ochenta y dos de la Constitución de la República del Ecuador, “El derecho a la

seguridad jurídica se fundamenta en el respeto a la Constitución y en la existencia de normas

jurídicas previas, claras, públicas y aplicadas por las autoridades competentes” (Constitución

de la República del Ecuador, art. 82, 2008), en virtud del texto Constitucional se determina que

la seguridad jurídica es un pilar sobre el cual se asentará la confianza de la ciudadanía sobre

las actuaciones y los actos emanados de los poderes públicos. Por otro lado, la doctrina

internacional define este principio como:

Aquello que garantiza la certeza del derecho; Es la ausencia de incertidumbre

en la ciudadanía acerca de la aplicabilidad y regulación del derecho positivo,

que es conocer aquello que está permitido o prohibido, y las sanciones previstas

en caso de incumplimiento. (Cabello Fernández, 2021, pp 2.).

Sin embargo, no solamente se caracteriza por las delimitaciones de las estructuras

procedimentales o los análisis de funcionamientos jurídicos democráticos de una normativa

jurídica que funcionan como “reglas del juego” de un ordenamiento legislativo nacional. En

este sentido, la Corte Constitucional se promulgó en cuanto el alcance de la seguridad jurídica,

en la sentencia N.º 045-15-SEP-CC, manifestando lo siguiente:

[…] La seguridad jurídica implica la confiabilidad en el orden jurídico y la

sujeción de todos los poderes del Estado a la Constitución y a la ley, como

salvaguarda para evitar que las personas, pueblos y colectivos sean víctimas del

cometimiento de arbitrariedades.
Esta salvaguarda explica la estrecha relación con el derecho a la tutela

judicial, pues cuando se respete lo establecido en la Constitución y la ley, se

podrá garantizar el acceso a una justicia efectiva imparcial y expedita. (Corte

Constitucional del Ecuador, 2015).

Por lo que se puede concluir que, el principio de seguridad jurídica consiste en la

expectativa razonable de las personas respecto a las consecuencias de los actos propios y de

ajenos en relación a la aplicación del Derecho, con la finalidad de tener certeza respecto a una

aplicación de la normativa acorde a la Constitución o demás normas que formen parte del

ordenamiento jurídico que estén determinadas previamente, siendo claras y públicas.

Bien jurídico protegido.

Dentro de los enunciados normativos de la legislación ecuatoriana no existe una

definición concreta de lo que se conoce como bien jurídico protegido, por lo que se recurre de

esta forma a una definición proporcionada por el tratadista argentino Mariano Kierszenbaum,

quien esencialmente la define como un interés vital que adquiere reconocimiento jurídico

(Kierszenbaum, 2009), esto quiere decir que, cuando se habla de bien jurídico no hace alusión

a la ley, sino el interés principal que se encuentra positivizado en la norma; y este recurso es

aplicado en las diferentes ramas que abarca la materia del derecho.

Por ejemplo, en el Ámbito Constitucional, el artículo sesenta y seis, en su numeral

veintisiete reconoce y garantiza “El derecho a vivir en un ambiente sano, ecológicamente

equilibrado, libre de contaminación y en armonía con la naturaleza” (Constitución de la

República, art. 66, 2008), el bien jurídico es la vida digna, no la existencia del artículo en la

Constitución de la República del Ecuador citado previamente o en sus subsiguientes.

Otro ejemplo, en el Ámbito Penal, el artículo ciento noventa y seis del Código Orgánico

Integral Penal estipula que Hurto es, “La persona que, sin ejercer violencia, amenaza o

intimidación en la persona o fuerza en las cosas, se apodere ilegítimamente de cosa mueble


ajena, será sancionada con pena privativa de libertad de seis meses a dos años […]” (Código

Orgánico Integral Penal, art. 196, 2014), el bien jurídico es la propiedad de la víctima del sujeto

pasivo, porque será la lesión a este por la que se imputará la conducta. En otras palabras, el

bien jurídico protegido es ese algo tangible o intangible, que se considera valioso, tanto así que

posea una garantía legal que trae efectos jurídicos en caso de ser quebrantada.

Es importante destacar que dentro de las diferentes tesis de derecho penal se suele

vincular de forma directa a, los bienes jurídicos, con la finalidad del derecho penal, siendo este

criterio erróneo. Pues, Günter Jakobs señala que:

El derecho penal garantiza la vigencia de la norma, no la protección de bienes

jurídicos, por lo que no es posible ordenar al ordenamiento penal en un esquema

tan sencillo, bien versus moral, pues los bienes presentan determinadas

condiciones de supervivencia sin las cuales no pueden ser usados y también

habría que proteger esas condiciones de subsistencia. (Jakobs, 2002).

Luego de la explicación, se entiende que el derecho penal no protege los bienes jurídicos, sino

que estos pertenecen al individuo; y es él quien decide respecto de cómo dispondrá de aquél.

Mientras se diferencie adecuadamente aptitud de disponer y aptitud de destrucción.

¿Qué es el delito?

Etimológicamente, delito deriva del latín delinquere, que significa abandonar, apartarse

del buen camino, alejarse del sendero señalado por la ley. (Santillán Delgado, Robles Cardoso,

& García Rosas, 2018),

En un sentido Jurídico, el delito o, Infracción penal en la legislación ecuatoriana, se

define en el artículo dieciocho del Código Orgánico Integral Penal, “Es la conducta típica,

antijurídica y culpable […]” (Código Orgánico Integral Penal, art. 18, 2014).

La concepción normativa ecuatoriana reconoce los elementos constitutivos del delito;

En la definición del artículo se señala la oración, es la conducta, pero no se señala, la voluntad,


en la realización de una conducta, Lo que daría pie a que toda acción, de toda clase se adecúe

a un tipo penal.

Sin embargo, esto se ve respondido y complementado en el artículo veintidós del

Código Orgánico Integral Penal, “Son penalmente relevantes las acciones u omisiones que

ponen en peligro o producen resultados lesivos, descriptibles y demostrables. No se podrá

sancionar a una persona por cuestiones de identidad, peligrosidad o características personales”

(Código Orgánico Integral Penal, art. 22, 2014), en complementación a la incertidumbre de la

definición ut supra, quedan descartadas las conductas que no son conducidas por la voluntad,

como las conductas por fuerza irresistible, acto reflejo o situaciones ajenas a lo patológico. Por

ejemplo, acciones realizadas en estado de sueño, sonambulismo, hipnotismo. En estos

supuestos de hecho, no existe conducta, por tanto, no hay delito. La otra parte de la definición

señala la oración, típica, antijurídica y culpable, nombrando los elementos del delito.

Lo típico, es todo acto o comportamiento que se adecua a un tipo penal, si no existe

esta adecuación no hay delito o, dicho de otra manera, la conducta no constituye una acción

punible;

Lo antijurídico, es una contraposición al derecho y a su norma jurídica, es la lesión o

poner en peligro un bien jurídico protegido, en este sentido, existen también excepciones, y un

acto típicamente antijurídico puede dejar de serlo mediante causas de exclusión de la acción,

como, por ejemplo, El estado de necesidad aplicado en una Legítima Defensa; La Obediencia

Jerárquica o por el cumplimiento de un Mandato legal o Ley.

El cometimiento de un delito se puede presentar de dos formas, dolosos o culposos. Los

primeros son aquellos que se comenten intencionadamente, de forma deliberada y con

consciencia, a sabiendas de las consecuencias perjudiciales con terceros; Los segundos, por lo

tanto, son aquellas conductas en la que esté ausente el dolo y el origen de su cometimiento esté

ligado a la imprudencia o negligencia, sin la intención de ocasionar un daño.


Delitos en contra de la propiedad.

La definición de, propiedad, en material Civil y Penal son sustancialmente idénticas,

siendo un término que recae en los bienes muebles e inmuebles; los bienes muebles son

aquellas cosas inanimadas que pueden ser desplazadas a otro lugar aplicando una fuerza

externa, en este grupo entra también, los animales, que se desplazan por sí mismos, pero se

clasifican en un grupo denominado semovientes. Mientras que, los bienes inmuebles son

aquellas cosas que no se pueden transportar de un punto a otro, como, por ejemplo, una casa.

El Código Civil Ecuatoriano, en el enunciado normativo número quinientos noventa y

nueve establece que:

El dominio, que se llama también propiedad, es el derecho real en una cosa

corporal, para gozar y disponer de ella, conforme a las disposiciones de las leyes

y respetando el derecho ajeno, sea individual o social. La propiedad separada

del goce de la cosa, se llama mera o nuda propiedad. (Código Civil, art. 599,

2015).

Los delitos contra la fe pública están estrechamente relacionados con la propiedad,

puesto que estos suponen conductas punibles de sumo interés en la medida en que los

instrumentos cuya autenticidad y veracidad tutela el derecho penal, tales como la moneda, los

sellos, los efectos oficiales y, en especial, la fiabilidad de documentos. Por ejemplo, en el delito

de falsificación de documentos y firmas el análisis del bien jurídico protegido se mantiene en

constante desarrollo por el continuo avance de la tecnología; con la aplicabilidad de firmas

electrónicas, situación que la concepción del concepto de un documento se ha ido promulgando

hacia los de tipo electrónico, incluyéndolos como parte de la legislación.

Fe proporcionada al igual en documentos físicos a digitales, el Código Orgánico

Integral Penal, en el artículo trescientos veintiocho define la Falsificación y el uso de

documento falso como:


La persona que falsifique, destruya o adultere modificando los efectos o sentido

de los documentos públicos, privados, timbres o sellos nacionales, establecidos por la

Ley para la debida constancia de actos de relevancia jurídica, será sancionada con pena

privativa de libertad de cinco a siete años, cuando se trate de documentos privados la

pena será de tres a cinco años. El uso de estos documentos falsos, será sancionado con

las mismas penas previstas en cada caso. (Código Orgánico Integral Penal, art. 328,

2014).

Con base en esta apreciación, la doctrina presenta dos escenarios teóricos al momento

de analizar el bien jurídico protegido en la falsedad documental. Por un lado, la concepción

publicístico-normativa de la fe pública, “es la certeza atribuida a determinados objetos con la

garantía de genuidad y veracidad” (Villacampa Estiarte, 1998). Mientras, la concepción

psicológico-naturalista, se concibe como “sinónimo de una real posición psicológica de la

colectividad llevada a atribuir genuidad y veracidad a determinados valores” (Villacampa

Estiarte, 1998).

En conclusión, el primer escenario, visión objetiva, es determinar que un documento

está investido de fe pública porque así lo dice la Ley, y eso lo establece el Ordenamiento

Jurídico cuando el documento se emana de un fedatario público o, el otro escenario de visión

subjetiva, considera que la fe pública se la otorga a un determinado documento, la intervención

de un determinado tipo de funcionario, establecida la Ley.

Otro tipo penal que se ve inmerso con la propiedad, es el delito de Estafa, el cual

consiste básicamente en un fraude que se despliega una actividad engañosa que induce en error

a una persona, quien, en virtud de ese error, realiza una prestación que resulta perjudicial para

su patrimonio. El tratadista argentino Héctor Rojas Pellerano, define a la estafa como, “la

disposición patrimonial perjudicial, producida por error, el cual ha sido logrado mediante el

engaño del sujeto activo, tendiente a obtener un beneficio indebido” (Rojas Pellerano, 1983).
Este mismo tratadista, señala que el delito de estafa tiene que reunir tres elementos para

que se consuma; los cuales, se describen a continuación:

Primero, el perjuicio patrimonial, que tiene por definición el recibir un daño en

el aspecto económico; puede consistir en cualquier acto que afecte el patrimonio o el

derecho de propiedad de la víctima. Es el primer elemento del delito de estafa pues, si

no existe perjuicio, no existe estafa.

Segundo, el engaño, es el punto central de la estafa, son el conjunto de medios

que inducen al error a la víctima; se emplea la sistematización del ardid, que es todo

artificio o medio empleado mañosamente para el logro de algún intento. Con la

finalidad de simular un hecho falso o disimular uno verdadero; y engaño es la falta de

verdad en lo que se dice, se piensa o se hace creer, es dar a una mentira a apariencia de

verdad.

Tercero, el error, es el falso conocimiento que la víctima cree saber, pero en

realidad sabe erróneamente. Así como los medios fraudulentos deben inducir al error,

este a su vez, debe provocar en la víctima la determinación de entregar la cosa al

estafador. (Rojas Pellerano, 1983).

Elementos del delito.

La tipicidad consiste en la adecuación de la conducta a un tipo penal, este último es el

que describe la conducta que se adecúa a una pena. Existen dos tipos penales, dolosos y

culposos.

Los tipos dolosos se caracterizan por describir una conducta que coincide con todos los

elementos constitutivos del tipo penal, admitiendo diferentes tipos de grados según su

participación. Mientras que, los tipos culposos se caracterizan por describir a una conducta

cuya finalidad no coincide con la realización de todos los elementos constitutivos del tipo

penal, pero viola un deber de cuidado determinado en la producción del resultado típico.
Manifestado en el artículo veinticinco del Código Orgánico Integral Penal, el cual

establece que la Tipicidad, son “Los tipos penales describen los elementos de las conductas

penalmente relevantes”. (Código Orgánico Integral Penal, art.25, 2014)

La antijuricidad consiste en la contradicción de la conducta típica con el ordenamiento

jurídico. Esto conlleva la afectación de un bien jurídico protegido ya sea por daño o lesión,

peligro o perturbación, básicamente en delitos de resultado y de tentativa. El artículo

veintinueve del Código Orgánico Integral Penal manifiesta “para que la conducta penalmente

relevante sea antijurídica deberá amenazar o lesionar, sin justa causa, un bien jurídico protegido

por este Código”. (Código Orgánico Integral Penal, art.29, 2014)

La culpabilidad es un juicio de valor que define la personalidad del autor con relación

a las exigencias del derecho, este principio tiene dos manifestaciones: uno, a nivel de tipicidad,

según el cual el resultado no se le puede ser adjudicado al autor por lo menos a título de culpa,

dos, a nivel de culpa, del cual no existe responsabilidad penal si el derecho no le puede exigir

al autor las condiciones y circunstancias de su conducta ajustado a derecho. El artículo treinta

y cuatro del Código Orgánico Integral Penal señala “Para que una persona sea considerada

responsable penalmente deberá ser imputable y actuar con conocimiento de la antijuridicidad

de su conducta”. (Código Orgánico Integral Penal, art. 34, 2014)


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