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¿Estamos ante el fin de la escuela?

Transformaciones tecnológicas y pedagógicas en la pospandemia

En medio de los impactos devastadores de la pandemia de COVID-19, uno de los efectos


más notables fue el cierre masivo de escuelas a nivel global, afectando a más de 1.200
millones de estudiantes. Aunque la duración de estos cierres varió según el país, esta
situación inédita planteó interrogantes sobre la esencia de la institución escolar y sus
métodos de organización. Surgieron reflexiones acerca de los elementos fundamentales de
la educación, la necesidad de presencia física en un edificio escolar y las posibilidades de
aprendizaje más allá de los currículos tradicionales.
Estas cuestiones no surgieron únicamente con la pandemia, sino que ya existían desde
hace décadas. En 1967, Marshall McLuhan y George B. Leonard presentaron una visión de
una escuela del futuro que trascendía las barreras físicas y promovía un aprendizaje
integral, diverso y profundo. McLuhan criticaba la escuela de su época como un sistema
obsoleto que fragmentaba y especializaba el conocimiento, proponiendo una experiencia
educativa más integradora y comprometida.
A pesar del tiempo transcurrido, la visión de McLuhan no se ha materializado plenamente
en la estructura educativa actual. Aunque los ideales pedagógicos contemporáneos abrazan
la autonomía, la exploración y la creación, las aulas con horarios y currículos disciplinarios
siguen predominando. A pesar de ello, las políticas educativas actuales buscan formas más
interdisciplinarias y experiencias educativas más enriquecedoras.
La crítica a la escuela como institución rígida y autoritaria ha ganado fuerza en el discurso
actual, cuestionando su relevancia y democracia. Sin embargo, la pandemia llevó a un
experimento global al cerrar las escuelas y explorar otras formas de educación. Aunque se
especuló sobre el auge del aprendizaje en línea y el declive de la escuela presencial,
muchas críticas antiescolares han perdido fuerza tras la pandemia. La movilización por la
reapertura de las escuelas resaltó su importancia en la sociedad, y se reconoció que las
interacciones presenciales y los espacios escolares aún son valiosos.
En este contexto, la pregunta sobre si la escuela está en declive y qué instituciones
educativas podrían reemplazarla adquiere relevancia. A pesar de las transformaciones, la
escuela sigue siendo crucial en la educación y en la formación de la cultura. Aunque la
pandemia cuestionó la necesidad de la presencia física, las desigualdades y la necesidad
de interacciones humanas destacaron la importancia de la escuela.
La pandemia puso de manifiesto la importancia y la complejidad de la institución escolar en
un mundo cada vez más digital. Aunque persisten desafíos y críticas, la escuela sigue
siendo un actor fundamental en la formación educativa y cultural de las generaciones
futuras.

Los aportes de la perspectiva de los medios para pensar la escuela


El artículo se sumerge en la referencia a McLuhan como un punto de partida significativo
para abordar la discusión en torno a la posible extinción de la institución escolar. Se destaca
la relevancia de McLuhan, un influyente filósofo de la comunicación del siglo XX, y se
resalta cómo su legado está siendo continuamente reexaminado. Sus ideas ofrecen un
punto de encuentro entre la historia educativa y la dimensión mediática y cultural, lo que
enriquece las reflexiones sobre la educación contemporánea.
Históricamente, el análisis de la escolarización ha sido abordado desde perspectivas
político-sociales e históricas de las ideas, debatiéndose entre visiones que ven la educación
como un motor de inclusión y desarrollo cultural, o como un instrumento de control y
dominación social. No obstante, en los últimos años ha surgido un cambio en la percepción
de la escolarización. Ahora se presta más atención a la materialidad de los espacios
educativos y a las complejas interacciones entre actores humanos y no humanos que
intervienen en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Este enfoque, influenciado por
figuras como Latour, destaca cómo los elementos tecnológicos y materiales han dejado de
ser meros trasfondos para convertirse en elementos centrales de análisis.
El artículo explora específicamente la perspectiva de la arqueología de los medios y la
historia material del saber. Estos enfoques conceptualizan los medios como una suerte de
infraestructura cultural que trasciende los aparatos técnicos para abarcar también los
protocolos, las prácticas sociales y culturales que se despliegan alrededor de estas
tecnologías. Los medios, en este sentido, actúan como intermediarios que traducen
significados a través del tiempo y el espacio, utilizando registros visuales, auditivos,
verbales y manuales. Estas perspectivas rescatan la importancia que McLuhan otorgó a los
medios, pero la llevan en nuevas direcciones, considerando la evolución de las tecnologías
y los cambios en las relaciones que configuran.
Dada la marcada digitalización actual, con la penetración creciente de los nuevos medios
digitales en diversos ámbitos de la experiencia humana, se destacan dos cambios clave.
Por un lado, se ha establecido una economía del tiempo caracterizada por su rapidez y
brevedad, coordinando una amplia gama de actividades humanas y no humanas. Por otro
lado, la codificación y datificación de las actividades sociales se ha convertido en un
intermediario central para la interacción humana. Esto se ejemplifica en la distinción entre la
conexión humana basada en compartir y la conectividad automatizada que se basa en el
uso de datos por parte de empresas tecnológicas para alimentar prácticas digitales.
Los medios conectivos, en la actualidad, están profundamente entrelazados en el tejido
social y ejercen un gran poder en la formación de asuntos públicos y en las interacciones
íntimas. La perspectiva de los medios como ensamblajes sociotécnicos, propuesta por van
Dijck, subraya la interacción entre artefactos tecnológicos y acciones humanas, destacando
la dimensión técnica y social que estos entornos crean.
En el contexto de estas transformaciones, se revisa cómo los ecosistemas mediáticos han
evolucionado. Si McLuhan pensaba en la televisión y la incipiente computadora, hoy la
comparación se establece con los smartphones. Datos de Statista resaltan la omnipresencia
de los dispositivos móviles y su papel central en el ecosistema mediático actual. Las
características como la conexión constante, la realidad aumentada y la geolocalización han
consolidado su dominio en este ámbito.
La influencia de los medios digitales no se limita al ámbito tecnológico, sino que también
remodela las nociones de conocimiento y autoridad. La infraestructura de los medios
digitales ha contribuido a la emergencia de nuevas formas de conocimiento, planteando
interrogantes sobre cómo estos medios influyen en la producción y percepción del
conocimiento. Se señala cómo los medios dejan su impronta en los conocimientos que
contribuyen a generar, siendo ejemplificado en el formato de los libros y en las plataformas
de búsqueda basadas en algoritmos.
El avance hacia una cultura mediática digital ha dado lugar a desafíos, incluida la
preponderancia de la eficiencia y la viralidad en la valoración del conocimiento, en lugar de
la precisión y veracidad. La mediación de algoritmos en la búsqueda de información ha
generado una transferencia de prácticas cognitivas y de conocimiento hacia las plataformas
digitales, lo que puede llevar a una marginación de modos alternativos de saber y a la
uniformización de la cultura. La creciente dependencia de estas plataformas ha llevado a
una concentración del control corporativo y una disminución de la influencia pública.

Las escuelas como ecosistema de medios


Para considerar el enfoque mediático en el contexto escolar, es valioso retomar las ideas de
McLuhan, quien fue uno de los primeros en contemplar la escuela como parte de los medios
de comunicación. McLuhan criticó la naturaleza limitada y estructurada del sistema
educativo, comparándolo con una forma de información "empaquetada" y finita. Sugirió que
la escuela debería seguir el modelo comunicacional de la televisión y la computadora para
crear un espacio de diálogo y descubrimiento. Esta visión propugnaba una educación más
cercana al entretenimiento y a la comunicación en un entorno arquitectónico flexible
(McLuhan, 1960b).
Aunque se critica la perspectiva de McLuhan por su carácter sexista y racista, es destacable
que su concepto de educación futura estaba basado en un retorno a una sociedad
prealfabética más integrada con la naturaleza, lo cual guarda similitudes con la visión de los
medios digitales actuales. Estos también promueven la inmediatez, la revelación emocional
y la desconfianza hacia las instituciones culturales.
En la década de 1960, arquitectos influidos por McLuhan diseñaron escuelas basadas en su
filosofía, como centros de aprendizaje móviles en vehículos y cápsulas individuales con
conexiones a una computadora central. Aunque la computadora personal se inventó en
1981, estas visiones prefiguraban la influencia de los medios digitales en la educación.
Sin embargo, en la realidad actual, la escuela contiene tanto elementos "antiguos" como
"nuevos", y la infraestructura de medios es cada vez más compleja. Analizar la escuela
desde la perspectiva mediática implica comprender su interrelación y redes como un
sistema interconectado en lugar de conjuntos aislados y autónomos.
La visión de la escuela como un espacio poroso y precario, planteada por Nespor, la
considera como un nodo en una red de prácticas que se extienden más allá de sus límites.
Esta porosidad se evidencia en las diversas conexiones con las familias, las comunidades
locales, las autoridades educativas y las tecnologías. Los medios digitales, especialmente
los de grandes corporaciones tecnológicas, también han influenciado la educación,
estableciendo conexiones que trascienden las fronteras estatales y vinculando la práctica
escolar con el capitalismo de plataformas.
Esta porosidad también se refleja en la relación con el conocimiento. La escuela no se limita
al edificio ni al horario, ya que el modo escolar puede acompañar a los individuos en su vida
cotidiana y forma de interactuar con el mundo. La infraestructura de medios, en este
contexto, se presenta como dinámica y susceptible de cambios a medida que nuevos
artefactos y prácticas se integran en la educación.
Sin embargo, estas dinámicas están marcadas por relaciones de poder. Algunos elementos
en la red escolar son más influyentes que otros, lo que puede debilitar la influencia de la
escuela en la sociedad actual. La percepción de la escuela como una institución menos
relevante puede erosionar su impacto fuera del entorno escolar y desdibujar su
especificidad. En resumen, el enfoque mediático permite comprender la complejidad de las
interacciones y conexiones que definen la educación contemporánea, influenciada por
medios digitales y desafiada por cambios en la sociedad y la tecnología.

Las redes sociotécnicas de las escuelas en la pospandemia: un ejercicio de


mapeo
Durante la pandemia y en las etapas de reapertura de las escuelas, los ensambles
sociotécnicos de las instituciones educativas experimentaron transformaciones
significativas. El cierre de los edificios escolares llevó a la necesidad de adaptarse a
situaciones heterogéneas y desiguales. En este contexto, se llevaron a cabo ejercicios de
mapeo por parte de docentes argentinos de distintos niveles educativos como parte de un
curso de actualización docente. Estos mapas visuales fueron utilizados para analizar las
transformaciones sociotécnicas de las escuelas durante la pandemia y en la pospandemia.
Los mapas mostraron diferentes patrones de conexiones y escenarios. En uno de los
mapas, realizado por una profesora de escuela primaria con formación en artes escénicas,
se representaba la organización espacial desde el Ministerio de Educación hasta los
hogares. Se visualizaba una complejidad heterogénea de espacios y dispositivos, con
conexiones que involucraban diferentes niveles socioeconómicos y plataformas
tecnológicas. Este mapa enfatizaba la adaptación creativa de los docentes a esta situación,
así como los desafíos y el riesgo de fragmentación.
En otro mapa, realizado como un collage horizontal, se resaltaba la presencia de la
computadora personal y la palabra "clase". Este diagrama evidenciaba la superposición de
elementos y la importancia de lo digital en el proceso educativo. Las conexiones eran
presentadas a través de símbolos y términos como "sincrónico" y "asincrónico", junto con
logos de plataformas y programas.
Otro diagrama representaba la escuela como un ensamble sociotécnico distribuido en
distintos espacios: en casa, en "la escuela" y a través de dispositivos digitales como el
celular. Se destacaba la intensificación del trabajo docente y la adaptación a condiciones
materiales precarias.
En un cuarto mapa, el aula se presentaba como un espacio híper-visible y conectado, con la
transmisión en directo desde el espacio doméstico y las aulas híbridas. Las relaciones de
comunicación no fluían de manera continua, y las flechas representaban cortes y tensiones
en la comunicación. Los dispositivos digitales y las plataformas tecnológicas tenían un papel
protagonista en este ensamble.
En general, estos mapas resaltan la complejidad de las transformaciones tecnológicas y
pedagógicas en las escuelas durante la pandemia y la pospandemia. Se observa una mayor
dependencia de los medios digitales y una mayor visibilidad y control de lo que sucede en el
aula. A pesar de los esfuerzos de adaptación por parte de los docentes, los ensambles
sociotécnicos de las escuelas se volvieron más complejos y fragmentados. Estos mapas
proporcionan una visión valiosa de cómo las instituciones educativas se han adaptado a las
nuevas realidades tecnológicas y pedagógicas, así como los desafíos y tensiones que han
surgido en este proceso.

Conclusiones
El texto busca problematizar la hipótesis del fin de la escuela planteada hace décadas por
McLuhan y otros comunicadores y educadores. En lugar de ver a la escuela y a los medios
como conjuntos separados, se enfoca en analizar sus interconexiones y cruces en un
ecosistema de medios. Se retoma la idea de Nespor de considerar la escuela como un
ensamble precario y poroso en este contexto.
Los mapas elaborados por docentes muestran cómo la escuela ha tenido que reorganizarse
en la pospandemia, adoptando formas de trabajo híbridas y alternancia entre grupos
presenciales y virtuales. Estos mapas destacan la sobrecarga de trabajo de los docentes y
cómo la noción de "clase" y "escuela" se ha expandido en formas inesperadas. Los
dispositivos digitales como celulares y netbooks tienen un papel protagónico en estos
nuevos entornos, al igual que las grandes plataformas digitales como Google y WhatsApp,
que dejan una marca en las concepciones de conocimiento.
En contraste con la visión de McLuhan sobre una "escuela de 1989" con flujos armoniosos,
estos mapas muestran la fragmentación de la escuela en varios espacios, lo cual ha
aumentado la carga de trabajo de los docentes. La exploración y la indagación se han
reducido a buscar información, y la visión de un mundo urbano o la exploración natural en el
aprendizaje se ha disminuido en estas nuevas configuraciones.
Un elemento común en estos mapas es la dificultad de reconocer a la escuela en estas
nuevas formas. La tarea de conectar espacios y plataformas recae en los docentes
agotados, mientras que la infancia y las familias se vuelven menos visibles en detrimento de
las plataformas digitales.
El texto concluye planteando la incertidumbre sobre el futuro de la educación después de la
pandemia y destaca la importancia de considerar los límites y los aportes de la escuela en
un ecosistema de medios en constante cambio. En lugar de celebrar el discurso del fin de la
escuela, se sugiere considerar la posibilidad de engendrar una escuela que reconozca y
valore sus límites en este nuevo entorno mediático.

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