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Me gusta ser INUIET 7 (y odio a lasf histéricas) Por Leila Guerriero - ttustraciones de Julian de Narvéez Pocas veces el cliché que hablaba del sexo débil ha padecido palizas como la presente. La autora no ser feminista, pero su manera de ser mujer implica una cierta militancia irrenunciable. nda mi padre me llamé y me explicé lode la semillita, acaricindome la cabeza como si me estuviera dando el pésame. Entendi esto: entendi que el hombre metia un bra- zo adentro de la mujer —no me pregun- ten por dénde—,y que con los dedos—que en mi imagina- cin tomaban la forma de una tenaza que tenia mi abuelo Elias— plantaba una semilla, El procedimiento me pareci6 hhumillante y quirdirgico, pero enseguida vi que habia solu- Yo voy a hacer al revés, le voy a meter una semilla aun hombre. —No. {Por qué? —Porque no. “Porque si” y “porque no” eran dos respuestas con mu- cho rating en casa, pero después de esta explicacién botani- ca mi eduucacién sexual tuvo todavia otro capitulo. Eran las, cinco dela tarde de un aiio en el que tuve siete aos, Volvia casa caminando con Paola, una compafiera de colegio, y el _gritollegé como un baldazo: dos varones de séptimo grado, desde la vereda opuesta, Paola se arrebol6. Le pregunté qué queria decir lo que nos habjan gritado, y me mintié que no, sabia, Paré a tomar la leche en casa de mi abuela Any y dis- —Abue, gqué quiere decir “las vamos ac —Quiere decir que te quieren tocar. Es algo que te ha- cen Jos varones. Es muy feo, A los siete aiios, entonces, estaba segura de cuatro cosas acerca del sexo: a) que consistfa en la introduccién de una semilla;b) que eso probablemente se Hamara coger —yo era intuitiva—; ©) que se hacia eon las manos 0 con tenazas, y 4) que era algo muy feo que hacian los varones y que las mujeres, probablemente, padecfamos. Poras, Enaw topas purs, Las que atendian al sodero.en bata, las rubias, las viejas que no usaban enagua. Si caminabas moviendo cl culo, eras puta. Si volvias a tu casa después de las once de la noche, eras puta. Puta era la que iba al col con las ufias pintadas, puta la divorciada y puta la hija de la divorcinda, En Junin, provincia de Buenos Aires, la ciudad donde vivi hasta mis 17, la vida era complicada si nacfas varén: hhabéa demasiadas opciones. Pero si nacias mujer era facil, ‘Tenias que tomar una sola decisién: eras casta oeras puta. Y sietas como yo—estudiosa, clase media, hija de padres res- Lal petables—, se descontaba que puta no, y que te ibasa casar con cl himen enterito, si era posible con tu primer novio. Ahora ten: g0 37, vivoen Buenos Aires des- de los 18, comparto casa con SI caminabas _ Diego hace gy me piden que es- moviendo el «riba sobre lo que me hace mu- jer. Lo que me ancla del lado slay eras Da obra dels come Se xe Sivolvias ata 1 guca)noquieroescribir unos casa después de pirrafos que pudieran someter- Jas once, eras scaltitulo"Me gusta ser mujer", puta. Puta era la _yb)queser mujeren Junin fue que iba al cole- i ssPrendacecaa lover giocon las uiias Heaucallempesdtalo- Your pintadas, puta un dechado: 11 aititos, moralis- Ja divorciada yt, recatada, Mis padres no me puta la hija dela _¢sivban wsar tacos altos, ni po- divorciada, i" cors ai maquillaje, Mi madre me promocionaba como si yo me mantuviera alejada de Jas tentaciones por voluntad y no por prohibicién. 4 —Ay, qué geande que esti —decfan sus amigas, y ma completaba madura pa Madura querfa decir que yo no contradeeta sus drdenes Ia edad que tiene. y que, por lo tanto, nadie me habia besado ni tocado y que, aunque a escondidas leyera la Justine del buen marqués y ‘me agarrara bruta calentura, las cosas segufan bien porque nadie se enteraba. La inocencia iba primero, y no importa ba mucho si era real o fingida: importaba lo que estaba a la vista, Y To que estaba a la vista era yo, tan cast. Ex sexo pnowria stds antenazas que el hombre de la bolsa. Entonces, era mejor no averiguar y mantenerlo lejos, Fue asi hasta mis 90 to afios, cuando le pedi explicaciones a una amiga mayor. Me explicis todo, ya. No, me da vergiie Aci habia algo interesante. Le ofreci mi juego de mesa preferido a cambio d gunas precisiones, nos encerramos ‘en mi cuato y me explicé. Me dio impresién, Sobre todo lo, del pito, Suponia que esa cosa parecida a un tornillo, que sélo haba visto en los bebés 0 en mi hermano menorisimo, tenia que adquirir una consistencia casi metilica. El pito pas6 a ser un arma amenazante y escondida. En un baldio. cercano a la escuela las paredes estaban repletas de unos di bujos como aviones con alas desplegadas y grandes soles, “oblongos con pestafias (unos sexos que ahora se me ocurren, dos no se terradores), pero los aviones y los soles pe parecian a nada que yo guard: -a bajo la bombacha © que adivinara detrés de las braguetas que husmeaba con discre- cién, Tenfa miles de duda pero pinico de compartirlas con mis amigas, Es que en mi pueblo todas éramos virgenes pudorosas hasta el casamiento. Todas. Yo era capaz. de ma- tar por esta conviccién. Asi era yo. Boba, No crefa en Dios pero confiaba en El Himen, Mr anttan stavon, la que me explied los rudimentos del sexo, tuvo cuatro hijos, Cinco aftos después de casarse de estu dio y empleo para mudarse a un pueblo de dos mil habitan tes donde su marido habia encontrado un trabajo que lo conformaba. Nosé en qué pensé mientras se mataba, No sé por quése lo que pensé cuando la vi en su eajén: que habia que tener cuidado, Que después de todo, a formula perfec ta de la felicidad (hijos, marido, la casita con césped) pod no ser la férmula perfecta de la felicidad. Pero yo eta joven, estaba rabiosa, se habia muerto mi amiga y el mundo me debfa una. De todos modos, me man- tuve alerta, Es Noctis pe Mares. Diego lava lechuga. Yo corto cebollas, pico tomates, controlo una salsa, Abrimos un vino. Despué de comer, cruza sus cubiertos y me dice que qué bien coci no. Que soy rebuena ama de casa. Ahora —mucha confian: za y afios juntos— sélo finjo que me enojo y él, que me inge que se sorprende con mi cefio fruncido. Sabe que me gusta cocinar y tener la casa ordenada, pero sabe, también, que imagino el infierno bajo la forma de las ta reas del hogar como ocupacién obligatoria y excluyente, ‘Tenemos cuentas separadas, casa compartida y responsabi- lidades iguales. En fin: casi. Porque si bien no hay nada que sea tarea exclusiva de Diego, sacar la ropa del tendedero tas-hago-yo-no-lashace-nadie”. A Diego, simplemente, no Jeimporta ver la ropa colgada durante meses, y yo prefiero aque las medias y los ealzones no me arruinen la vista del haleén, de modo que una vez por semana me transformo en hi mamé, que volvia del fondo con w parva de siba nas oliendo a sol, y junto la ropa recién lavada, Cada tanto me eanso y revoleo mi derecho la igualdad, entonces Diego lal dice con ternura in”, dobla un par de re eras y ala semana otra vez: ahi gordita, voy yo, juntando broches por el baleén. También soy laencarga- da de la seecién “Comidas dif- tiles” (Diego cs del Club del - MADURA que- Bifecito a la Plancha, sile toca “4a decix que yo cocinar). Sillegotardeacasa,so- No contradecia brecl pido desiertodelame- gus 6rdenes y 7 on, eontae que, por tanto, mndio. Stes Diego clquelleg, adie me habia tarde, de guacamole para arri- besadoni tocado bu, habré detodo. Antes pensa--y que, aunque a baqueestascosas—elorden.lt egeondidas leye- Gible—tenanquercramace. 72 1aJustine del ta sensibilidad femenina en la Puen marqués y que, por cierto, mecuestacreer: Te agarrara bru- tengoamigos varonesqueviven ta calentura, las solos y sus casas son tan agrada. cosas seguian bien porque na- die se enteraba. bles como lam jor que yo. Prefiero creer que son sintomas —visibles— de mi ‘educacién de buen partido: pro- lija, impita y ordenada. Cosas que aprendi de mi madre perfumar la casa con cascarita de naranja, sacar las feazadas al sol. Cosas que, confieso, me gustan. Pero también traté de ensefiarme otras que no me gusta ron tanto, Ew 1979 vo 81 soRana EN compartir mi vida con un hom- bre, pero tenia 12 afos y supongo que mi madre habré pen- sadlo que era momento de hablar, por primera y nica vez, de mujer a mujer. —Nena, vos ya Si, bés lo de la menstruacién, gno? 10 ya sabia, Me recordé, entonces, lo que ella ereéa, au ra sol o hiciera gimnasia, miré que la me bafiara, toma- tri, la chica de la lesquiina, se metié en esos dias en un rfo cordobés y le dio tremenda hemorragia. Y de tampones. Pero el mismfsimo dia de mi primera menstruacién me imi clase de guitarra, jas de hecatombe. No di una ducha de dos horas y me fui atenta a posibles dolores, hemor pasé nada, Dea poco subi a apuesta. En esos dias hacia mas -gimnasia, corria mas, saltaba mas alto. Mi cuerpo respondia con orgullo. NingGn espasmo. Ningdn flujo imparable. Al poco tiempo descubri que los tampones no estaban contrain- dicados para chicas virgenes. Después lor menstrual (no pods tomar aspirinas porque te morias desangeada, habia que comer remolacha porque te h: lees, elamplio fol- sang! as pastillas para los dolores menstruales te daban incer) empez6 a parecerme muy ajeno. Me gust mens- truae, Aunque en el barrio era una enfermedad que habia «que soportar con diserecién (la mam de u lavaba las manos cuando menstruaba: se las repasaba con tun trapo hiimedo, no fuera cosa...) empecé a mencionar el Me indispuse —tiraba, a la hora del almuerzo—. Ay. Me duele un ovario. Mi padre se compadecfa en silencio, mama clamaba por ba "2Qi jo?”, pero nadie se animaba a hacerme callar. Una mujer discrecién y mi hermanito pregun dijo, qué di- 'menstruante era, antes que nada, una persona inimputable —ziTaneo!? 2iVos!? Pregunté mi madre en el teléfono le parecié espantoso, iE Mi amiga Mariana dice que probablemente tratar de ex- mnsica de viejos, qué decadente! plicarle a mi madre por qué por estos dias Diego y yo esta- mos aprendiendo bailar el tango seria como que dentro de ‘cuarenta afios un grupo de personas de treinta y pico inten- tara explicarnas a nosotras por qué ellos se untan los si his. Es probable, De todas modos, Diego y yo estamos aprendiendo a bailar el dos para escuchar a Menudo y Los tango, y nos gusta, y juro que no sé por qué todos en las clases se sienten obligados a subra con una sontisita so- carrona cualquier alusin al machismo tanguero, pero na- die que yo conozea se altera con la publicidad televisiva del pan lactal en rebanadas Bimbo. Pan Bimbo, toma unozen un recinto repleto de hombres, una mujer se tapa la corredura de la medlia antes de levan- tarse y caminar a sala traviesa; otra muchacha, esta vez en ‘una obra en construccién, habla por su celular mientras, ma~ ternalmente, le ealza el casco a un obrero que no lo lleva puesto, Escena final: una mujer les sirve rebanadas de pan Bimboa sushijos. Una vozen off —de hombre— dice: “Las mujeres cambiaron, pero siguen siendo mujeres” Yo no soy una “mujer en rebanadas Bimbo”. A mf no van a darme permiso para hacer lo que quiero siempre y cuando cumpla con el sacrosanto fin reproductive. Si le pido a Diego que mencione siete diferencias entre hombres y mujeres dice *Ninguna’, y después dice “ tetas” y después dice “No, tampoco”, pero todos mis amigos estén convencidos de que una madre es mis importante du- rante los primeros afios de vida de un crio que un padre rte de la teta, digamos, -queé te parece a vos que al chico? —pregunto. Cuentos chinos, digo yo, Excusas para cargarlesa las chi- cas todo el sambenito de la erianza. Prucben, si son hom bres, pedir una licencia de tres mesesen el trabajo para criar Una larga earcajada seri lo que reciban No. Eso. nadie le parece sexista. Pero el tango. ah, sefio~ ressel tango si El tango es la fuente de todos nuestros males, Un fa rt Hate, ust pepazo de piel responsable de tanto esciindalo, dej6 de parecerme importante. Habfa lefdo tan to sobre sexo —en los libros que no me dejaban leer, en revistas que se suponia que no leia—que podria haber dado clases en un burdel, virgen y todo como era. Sabia que Ia pérdida de la virginidad era un rito de pasaje del que los hombres se sentian responsables y al que las mujeres le te- nian pavor. Decidi que no iba a permitir que nadie cargara con la responsabilidad de haber finiquitado el parchecito. No dité ni cémo ni cudndo, pero no hubo sangre. No hubo dolor. El no sedio cuenta y para mi no tuvo la menor importan: cia, Fue como yo queria. Sigo pensando que las mujeres cary: mos con dlemasiadas funciones y Grganos sobrevaluados. La vir~ ginidad, la menopausia,la mens- UN Dia el hi- 5 i men, ese pedazo de piel respon- sable de tanto escandalo, dejé de parecerme importante. Ha- bia leido tanto sobre sexo que podria haber da- do clases en un burdel, virgen y todo como era. varios. Y, claro, el embarazo. Nunea quise tener hijos. Nunca me conmovid la idea de parir. Todavia me divierte el asombro que producen las pal bras “no quiero”: hay quienes claboran un consuelo (*Bueno, yate van a dar ganas”), ensayan sospechas ("No podré y dice que no quiere”) 0 se enojan (“No podés ir en contra del instinto ‘materno”). Mi caso es mas sim- ple, Noquiero. Nunca quise. No tengo ganas. Ni siquiera pienso cen ¢s0 torlos los dias, Diria que ni siquiera pienso en eso, Br oFtcio ME Ltevé a nactx entrevistas con madres solte- ras, casaclas, divorciadas, adolescentes. Todas recitan que los 3 dif cio que hace una madre es no poder estar con ellos tanto, hijos te hacen olvidar Itaes, que el nico sacif como quisiera, Tanto consenso en el lugar comtin termina por no querer decir nada y despierta sospechas de sentimien- tos algo mis bajos,inconfesables. Nunca me conmovié el parto con padre al lado, ni entiendo Ta saeralizacién de las embarazadas que vuelven, por obra y gracia de la hincha- ~én,aser nenas nexpertas receptoras de todo tipo de conse- jos: “comé yogur, come lentes, toms calcio, tom leche”. 2A ninguna le incomoda esa condici6n de caballo de Troya, de envase sobre el que todos tienen derecho? Hace poco una amiga, embarazada, se quejaba porque su obsttra la obliga- baa hacerse decenas de andlisis que ella crea innecesrios, Me hace perder un montén de tiempo. Los médicos piensan que sos una persona que esti en su casa tomando licwados de vitamina y esperando que nazca el baby. Las salas de espera estin repletas de embarazadas leyendo el Pane Ti, abuevdas,resignadas, y vos mirando el reloj por- que a las once tenés una entrevista con el presidente de la primera aseguradora del pais por un juicio millonari. Mi amiga es abogada. Los hijos, creo, son un tema sobredimensionado. No todo cl mundo necesita tenerfos. No ereo que haya mucho mis que decir al respecto. A tos 18 ste aun. Burnos Auris para estudiar una carre- ra universitaria, Tenfa vocacién para las matemiticas, el cine y las letras, pero estudié Turismo. Todavia me pregunto por ‘qué. Cinco afios después obruve al mismo tiempo un titulo, de licenciada ‘una confusién tan grande como el iceberg, aque hundiéal Titanic, Mis padres no se mosteaban dispucs- tos a mantenerme, y ahora que ya no estudiaba tenia dos opciones: trabajar o casarme y ser una seflora en relacién de dependencia. Tenfa un novio, pero prefeei buscar empleo. Consegui un trabajo de nueve a cinco en una agencia de viajes. A los seis meses decid que habia estudiado la carrera cequivocada y que me deprimia venderles viajes los dems: la que tenia que viajar era yo. Ademis, queria escribir. Renuneié Bue mi ctapa de caida libre sin paracaidas en La Vida Real y l aterrizaje easi me mata. Tenfa 21 afos creo que cenloquect seguiun empleo de a en Cacharel, i tres tapados, me { miserable desde hora del almuerzo y me escapé sin reclamar ga- J rnancias, Esa mism: naentréa trabajar en una Sptica y el duc for encantador, me dijo: “Hija, vos ests para otra Decidi que tenia ra- zon, hice mis valijas, co rré mi departamento y volvi a Junin, donde ter miné siendo cajera de un autoservicio. Me concen- traba en dar bien el vuel- to,le ponfa precioa la mer caderia y no podia parar de preguntarme *;Para esto naei?”, En mis ratos libres eseribia euentos y pensaba que todos debian sentirse destinados a algo mds importante pero te- nian que conformarse con marcar latas de tomates: yo no tenia por qué ser la excepcidn. [La Vina Rent. Ra UNA pesapitta, Entonces hice mi gesto hheroico de la década: volvé por un par de dias a Buenos Ai resy,sin conocer a nadie del mundo periodistico, dejé unos cuentos cortos en la recepeidn de Péigina/ra a nombre de Jorge Lanata. Tenia esperanzas de que los publicaran en el suplemento Verano/1. Dos sentanas después, paps me des- pertaba a gritos porque en el Pagina de ese dia habsan publi- cado uno de mis relatos en la contra pa, donde solfan fir- mar Juan Gelman y Osvaldo Soriano, Llamé y me pasaron an Martin. A los tres o cuatro meses, y sin saber quién era yo, el hombre me con el mismisimo, Fue como hablar con ofrecié trabajo en Péginalz0. Acepté, claro. Me recibié en su ficina y me dijo: “Anda y defendéte como puedas, Por lo dems, y en cualquier mbit, cuando te cierren las puertas secs: tiralas abajo a patadas”. Desde ese dia no lo ‘alguna excepeién impersonal que no cuenta. Fl oficio no fue Fiil al principio. Para ese mundito intelec tual yorno dejaba de ser la chiruza timida que lega~ ba del interior; el paracai- dista gaucho. Alguien so bre quien pesaban todo tipo de sospechas: por qué estaba ahi, a quién cono- fa, hija de quién era, es Pero pia a sueldo de c fuera mujer era un dletalle: daba igual. Siem- -E pre hay alguien que supo- ne que se gané el derecho a entrar en tu cama por pagarte el café de miqui- ra del pasillo, perc son ripios muy menores. En lo que verdaderamen- te cuenta, el mundo labo: ral se dividié para mf en ‘notas que me interesan” y “notas que no estoy dis- 1°, Por lode- mis, hice lo que me ense~ puestaah: jiaron en la inica clase de periodismo que recibi en i vida: me defiendo co- so puedo y pateo hasta que se caen las puertas que no se abren, Pero ni entonces ni ahora cref que esta fuera una for~ mula s6lo apta para mujeres. Tovos tearos HEcHo cosas de las que nos arrepentimos. Yo, ‘una vez, eserib un articulo sobre mujeres en el rock. Cuan~ do llamé para proponerle una entrevista, Celeste Carballo, sin conocerme y por teléfono, grit6 que periodistas como yo, hhacian que la mtisica hecha por mujeres continuara siendo ivisica de gueto, que nunea iba a participar en una nota tan miserable y que, ademas, me instaba a que renunciara ya rismo ala redacci y publica $n de semejante engendro, Noe hice caso. Encontré muchas bajistas, eantantes y gui- tarristas que te ado a bastante para decir acerca del co ‘machista del Mundo Rock. La nota se publied, y yo no tardé ‘mucho tiempo en entender que me ha a equivacado y que a Dama Celeste tenia razén, Nunca mis hice eso: retratar mujeres en simbitos varoniles como una novedad de zoo. Hi Jas mujeres del rock fue una. formas muy sutiles de discriminar, Mi nota sobre La Prtirnoya ERA pivERTiDs, artificiosa y se butlaba de su pro- pia compulsién al consumo de ropa y horas de peluqueria, Era un mujerén, ladina y astuta, sabia Ma NIEGo A Hi To que queria y sims pe aia fo que'na teala con afeies agregar mi fir amps, Porseramigns,nopo- maal pie de diamosser misdistinas.Ellaera tanta revista _uncantoalengatoy yo,de chica, femenina que 'sbinqvrioserunconboy pur Mlefine elas "tnermés pertenencia que mi : caballo; manicura, pedicura y cos- mujeres como esos seres a los met6loga son tres deidades que ignoro y a las que ella les dedica- que la depi ba semanal pleitesia, La dejé de ciém les duele, la‘ cvsndose poo sta. Un din menstraaci6n 1 vercémome quiero, fu Jes molesta y NO. y me esperaba condos vaso de encuentran vino,mediapizzay una teta,ven- placer mas gran- dada, en cada mano. de que reunirse — —T% toes —pidis Yo toqué, por no despreciasla entre ellas para _, hablar de “cosas jo de chicas” . menino siempre me pone tensa, Quiero decir que no estoy acostumbrada a tocar mujeres, peroaquella noche sonrei, e toqué un poco las tetas y mien- tras mordia una porcién de muzza dije: —M No la vimas las tetas, supongo, la alejaron de mi para mumm lindas. mn lindas. Te quedaron mumm acercarla més. los hombres y a la peluqueria—, pero toda- la me provoca cierta ternura ese despliegue consciente de Frivolidad. Enesae icin de la coqueteria veoalgoana- crénico, muy inocente y casi travesti. Algo de lo que soy incapaz. pero a lo que, alguna vez, me gustaria jugar. Diga. mos, por un dia. Digamos, mejor, por un par Sow Las sieve pr La Tanne de un jueves de principios de julio y el taxista tiene el dial clavado en Radio 10, Chiche Gel blung, el conductor, conversa con Gabriela Ache, Ia actriz, y Gabriela Acher sostiene que el desencuentro de los sexos surge porque en el amor las mujeres necesitan tiempo mien- tras los hombres andan apurados. Que is mujeres quere- mos ternura y ellos slo un poco de apretuje. Que ahora los hombres soportan una mirada critica y, pobres tipos,se ten disminuidos, Ellas estin arrasadoras y ellos asustados, y por eso hay tantas mujeres solas. (Que me perdonen bien perdonada, pero suena a lode perdedor. El mundo masculino no es ormado por un grupo de ‘otras definiciones funcionan bien solamente en el Reino del Lugar Comiin, ese lugar atravesado por chistes burdos don- de los hombres siempre son desconsiderados y las mujeres histéricas. Y yo no, Me niego a agregar mi firma al pie de tanta revista femenina que define a las mujeres como esos scresallos quela depilacién les duele,la menstruacién les mo- lesta y no encuentran placer ellas para hablar cle “cosas de chicas”. No me siento parte de ese continente femenino formado por compradoras com is grande que reunirse entre pulsivas,fbicas al ginecdlogo, temerosas de los afios, nece- sitadas de palabras deamor después del sexo, No pienso que Jos hombres son todos iguales, ni que ya no hay hombres, ni quiero ni quise casarme, ni espero que me abran puertas. No. ‘Me enervan las revistas femeninas que proponen cien ma- neras distintas de ierle creer a él que tuviste un orgasmo FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Maestria en Filosofia Lrmenasert inerso newest. dscusion | Y producin de atiuosespecaizados Memoria Progreso Historia -Representacibn + Cassaidad- Miquiras-Soberaniay poder Bllera SS Dirigida a filésofos y pensadores de todas las disciplinas Inscripciones abiertas las para que te proponga casamiento sin que ta. Yo no sé qué es lo que hace mujera una mujer, sero sé que esas cosas no te hacen més mujer: s6lo te trans- oman en tna persona desagradable, Denaxre aSos at pasano de chica pueblerina fue una mo. lest y pensé que una buena forma de aplastar esa educa- cin prejuiciosa era jugar, sin prudencia, a todos los juegos aque la gran ciudad —y el mundo—me pusieran por delan- te, Asi aterricé borracha en sillones no siempre conocidos, tuve amores buenos, malos amigos, amigos sensacionales, amigas descontroladas. Hice mucho, dormi poco, y un dia paré No me lev tanto tiempo darme cuenta de que en mi canasta pueblerina quedaban unas cuantas cosas agrada bles. Todavia hoy tejo bufandas al crochet, y conserve con orgullo mi lado salvaje que me dice que, si me lo voy a comer, lo puedo matar sin remordimiento, Con Diego aprendi otras costs. A necesitar poco, a ser auistea y, sobre todo, a viajar de un modo en que a mi me gustaria que fuera la vida, siem. pre. Lenta, amenazadora, a ve- ces incémoda, extrema: un ani- al de lujo, Hace rato que su- pongo que las cosas que impor- tan —la bravura, la serenidad, la conciencia de la precariedad Mz GusTA recordar ese momento: el universo deteni- do enun instan- te feroz y Diego yyo bajando la montaiia, en- vueltos en un silencio respe- tuoso. Dos caba- eros conser- vando la calma, fingiendo que no, aunque tuviéramos panico. del mundo, a hidalguia, la dig niidad, la eleganeia y el coraje— ‘no son patrimonio exclusive de mujeres ni de hombres, y en esos viajes puedo ser valiente, noble y serena, Como la vez de la tor- ‘menta. Era una tormenta en Ja ‘montavia,en un pais lejano. Llu: via a mares y una niebla empeo- rada por el humo de la quema Diego y yo viajabamos en ca- mioneta por la frontera entre dos paises: Myanmar y Tailan- dia, Eleaminoera cornisa,un ja bin, En una curva inclinada con precipicio al fondo la camione- ta se descontrol6, Diego pudo frenaea centimetros del barran- co, pero sabiamos que, cuando pusiera un pie sobre el embra- ‘gue, la camioneta podia resbalar y mafiana serfamos tapa de diario, llanto de familias 0, con suerte, carne de hospital Pero no dijimos nada. -Ponete el cinturén —masticé alguno de los dos. Diego puso primera, solt6 el embrague, la camioneta se sacudié como un yacaré y empezé a bajar, a resbalar, a ba- jar, a resbalar, Cuando llegamos al Ilano, ni él ni yo dijimos nada. Nos pusimos ropa seca, y seguimos viaje sin otro co- mentario que una puteada diluida porque nos agarraria la noche, Llegamos a una ciudad, conseguimos un hotel y nos dormimos, rofiosos y sin cenar. Siél tuvo miedo, yo no lo sé Si yo tuve miedo, él no lo sabe. Me gusta recordar ese mo- mento: el universo detenido en un instante feroz y Diego y yobajando la montafa, muds, envueltos en un silencio res- petuoso, Dos caballeros conservando la calma. Fingiendo, que no, aunque tuviéramos pinico. Nos queremos, también, Planeta (una recopilacién de relatos de mujeres viajeas, realizada Ex nt tanno El camino de las damas, de Eaitor por Christian Kupehik), hay un capfculo en el que Karen Blixen —o Isak Dinesen—, la aristocratiea danesa que vi vi6 en Kenia, asegura que a lo largo de su vida tes frases le La primera es una senteneia latina Un romano necesita navegar hasta Cartago pero la tri- placin se nega a embarear porque el mar se presenta pe- ligroso: “Entonces, cuenta Blixen, ef romano les dijo: Es nnecesatio navegar, no es necesario vivir’. Me parecié muy acertada la idea, porque mientras naveguemos, estamos Vi La siguiente es una frase en francés inch-Flutton: Je repon deray, Significa que uno puede responder y es responsable tiguo, descubierta cen elescuudo de armas de la familia por lo que hace. Pero la tercera, dice la dama, es la mejor. La tetcera es st. frase favorita. “Hace tiempo, en un puerto lejano y sin mo: tivo aparente, me quedé observando un barco que se aleja~ ba, En un momento el barco comenz6 a hundirse yen el medio de esa situacién tragica se me revel6 su nombre: Pourquoi pas? Por qué no. Desde entonces, esa expresin se ued conmigo. Cuando la gente Io inico que hace es pre- 6, por que? nis atinado preguntar ¢Por que n guntar ;Por qué, por q a mime parece mucho Me gustaria que en mi escudo —o en mi tumba— eseri- bieran alguna de estas frases Seria mejor, claro, si pudieran escribir las tres. 9

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