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6.1. ORIGEN
La palabra hipnosis tiene su origen etimológico en el idioma griego. Hipno, del griego Hypnos,
proviene de la mitología griega en la que suponía la “personificación del sueño”, mientras que el
sufijo -sis significa “acción, proceso o resultado de algo”.
La hipnosis hace uso del trance con el objetivo de sanar a una persona, ya sea de forma física o
espiritual. Esta práctica se realiza desde hace muchísimos años. Los sacerdotes, brujos o
curanderos se dedicaban a analizar a los individuos y diagnosticarles sus males a través del
trance:
También se inducía a los afectados a estados alterados de consciencia con el fin de expulsar los
espíritus causantes de la enfermedad y recuperar el equilibrio psicofísico. Para ello, se usaban
cánticos, rezos y gestos ceremoniales.
De hecho, Hipócrates, considerado el padre de la medicina, sostenía la idea de que el cerebro era
capaz de controlar el cuerpo y sus emociones, así como también el estado de salud o de
enfermedad de la persona.
Por tanto, ya existía desde hacía años la concepción de que la inducción o el trance podían ser
útiles en el tratamiento de una enfermedad. Se partía de una mirada holística, que
comprende al ser humano como una totalidad en la que la mente es capaz de afectar al cuerpo y
viceversa.
El médico y astrólogo suizo Paracelso fue el primero en definir la hipnosis mediante una teoría en
la que entendía que los trastornos nerviosos se originaban por el desequilibrio de un flujo celestial
que circulaba por el organismo humano y animal (astrum in corpore).
Las doctrinas de Paracelso sentaron unas primeras bases de la hipnosis moderna, que surgiría
hace unos 250 años, cuando el médico y filósofo austríaco Franz Anton Mesmer presentó la teoría
sobre el magnetismo animal, que sostenía que los efectos magnéticos procedían de un fluido muy
sutil procedente de los planetas.
Mesmer y sus técnicas fueron cogiendo fama, dado que conseguía curar a los pacientes que
acudían a él. La alta sociedad parisina empezó a hacer uso de su método, hasta que el rey Luís
XVI nombró una comisión de investigación con el objetivo de estudiar la eficacia de los fenómenos
descritos por dicho médico.
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Sin embargo, la leyenda de dichas técnicas seguía extendiéndose, debido a que contaba con un
alto grado de curiosidad en la sociedad. El marqués Puységur, discípulo de Mesmer, fue el
encargado de continuar con la teoría presentada por su maestro, bajo el nombre de
“sonambulismo artificial”.
Así, Puységur sostenía la idea de que los efectos de la hipnosis implicaban un suave
adormecimiento en la persona. Posteriormente, el médico James Braid fue el primero en utilizar la
palabra hipnosis el año 1841, derivada del griego hypnos que tenía como significado sueño, tal
y como se ha observado anteriormente.
Braid entendía la hipnosis como un estado de sueño artificial que se lograba a través de la
fijación de la mirada, así como mediante la concentración en la voz del hipnotizador.
Durante el siglo XIX, la hipnosis fue evolucionando de la mano de varios autores y científicos que
desarrollaron su teoría y metodología. Destaca, por ejemplo, Sigmund Freud, el padre del
psicoanálisis, que consideraba que los recuerdos reprimidos por los pacientes se podían activar
mediante la hipnosis.
El siglo XX también fue clave para el desarrollo de la técnica hipnótica, la cual contó con
personajes como Johannes Heinrich Schultz, que creó el método de autohipnosis, o Milton
Erickson, que determinó una corriente naturalista.
Por otro lado, la British Psychological Society, define la hipnosis como una interacción en la que el
hipnotizador intenta influir en las percepciones, sentimientos, pensamientos o conductas de los
individuos. Para ello, se hace uso de ideas o imágenes en la que los sujetos se concentran y
experimentan una serie de efectos concretos.
Asimismo, y según varios autores, la hipnosis se sustenta sobre tres constructos diferentes,
pero esenciales para el desarrollo de la técnica:
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● Experiencia subjetiva. El paciente efectúa una experiencia subjetiva, ya que la vive él
mismo y puede estar condicionada por el ciclo vital en el que se encuentre. Por tanto, las
experiencias, aprendizajes y otras variables personales o contextuales afectan al individuo y,
por ende, a los resultados extraídos por la práctica hipnótica.
La hipnosis es una disciplina que se sustenta sobre diferentes bases, que se han ido construyendo
desde sus inicios. Costa (2011) destaca los siguientes fundamentos sobre la hipnosis, igual de
importantes que los constructos mencionados anteriormente:
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● Teoría socio-psicológica del rol. Theodore Sarbin determinó en 1950 esta teoría sobre la
base de que terapeuta y paciente aceptan unos roles recíprocos con los que siguen un guion
no explícito. Cabe destacar, que interpretar el rol no significa estar fingiendo ser ese rol. Es
decir, la persona que toma el rol de individuo hipnotizado no finge ser hipnotizado, sino que el
paciente cree en las sensaciones que experimenta debido a la experiencia hipnótica. En esta
teoría, tienen una especial importancia:
● los conocimientos de los participantes sobre la situación hipnótica en la que se
encuentran;
● las percepciones sobre el rol, las expectativas y las habilidades imaginativas;
● las características que guían el modo en el que se representa el rol.
● Teoría cognitivo-comportamental. Theodore X. Barber determinó durante los años sesenta
y setenta del siglo XX que las actitudes, expectativas y motivaciones de los individuos tienen
una influencia en las respuestas hipnóticas.
● Teoría neodisociativa. Esta teoría, desarrollada por Hilgard en 1977, sostiene la idea de que
“existen sistemas cognitivos múltiples, o estructuras cognitivas organizadas jerárquicamente
que están, hasta cierto punto, bajo el control de un ‘ego-ejecutivo’. El ego-ejecutivo o la
estructura de ‘control central’ es responsable de planificar y supervisar las funciones de la
personalidad”. La hipnosis permite una disociación del individuo en cuanto a su figura de
“ego-ejecutivo”, permitiendo, temporalmente, que la persona abra su mente y visualice
nuevas concepciones que no podrían aparecer si no fuera por dicha disociación.
● Teoría socio-psicológica. El profesional Nicholas P. Spanos amplía la teoría del rol que había
establecido Sarbin y la teoría cognitivo-comportamental de Barber. Así, Spanos se centra en
los procesos socio-psicológicos, como son, por ejemplo, las expectativas o la conducta de una
persona. En 1971 Spanos determinó que los pacientes experimentan las “fantasías dirigidas a
un objetivo”, que son acciones involuntarias que acompañan a la respuesta en una sugestión
o estímulo en concreto. En otras palabras, la forma en cómo interprete el individuo la
sugestión tiene una influencia directa en la superación o no de dicha sugestión.
● Teoría de la expectativa de respuesta. Esta teoría, desarrollada por Irving Kirsh, entiende
que las expectativas tienen una relación directa en las respuestas involuntarias de los
individuos. Así, Kirsch “sostiene que, como los placebos, la hipnosis provoca efectos al
cambiar las expectativas de los clientes, pero, a diferencia del placebo, no requiere del
engaño para ser eficaz”. Es decir, para que la hipnosis funcione necesita que los pacientes
cuenten con una serie de expectativas que pretendan cumplir en cuanto a sus experiencias y
conductas.
● Teoría del set de respuesta. Es una teoría que sostiene que cualquier acción que realiza
una persona, ya sea nueva o rutinaria, planificada o improvisada, se inicia de forma
automática e inconsciente. “Las acciones están preparadas para la activación automática por
los sets de respuestas que incluyen esquemas (ejemplo: estructuras de conocimiento), o
guiones de conductas, planes, intenciones y expectativas. Las expectativas y las intenciones
son estados temporales de disposición a responder de una forma particular a un estímulo
particular (ejemplo: sugestiones hipnóticas) bajo condiciones particulares”.
● Trance superficial o leve. Este tipo de trance se manifiesta en el individuo con parpadeos y
movimientos oculares, así como dilataciones en las pupilas, acompañados por respiraciones
enlentecidas y rigidez en algunas zonas de la cara como los párpados, los labios y las
extremidades. La expresión facial también puede ser más pálida de lo normal. Asimismo, la
concepción del tiempo puede verse afectada o distorsionada, por lo que el individuo puede
percibir el tiempo acortado o alargado.
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● Trance medio. En este nivel, se origina una economía de los movimientos, debido a que los
pacientes pueden sentir embotamiento o pesadez. La frecuencia cardíaca y respiratoria y la
tensión arterial disminuyen. El cuerpo puede experimentar una cierta inmovilidad, ya sea en
una parte o en su totalidad. Aparecen movimientos involuntarios e ilusiones espontáneas, así
como hay tendencia a la disociación, es decir, a que el paciente se vea desde fuera, se
distancie de él mismo.
● Trance profundo o sonambúlico. Es el trance menos común y frecuente, ya que
corresponde al nivel más alto. En este se pueden experimentar alucinaciones, tanto positivas
como negativas, y sentir adormecimiento del cuerpo o de alguna de sus partes. Algunos
estudios han establecido que también se puede dar la xenoglosia, que tiene que ver con que
el paciente hable lenguas extranjeras que son desconocidas por él, aunque su clarividencia es
complicada, debido a que es un fenómeno muy extraordinario.
Por otro lado, el trance hipnótico también conlleva a las respuestas ideodinámicas, que tienen
una gran importancia y consisten en la transformación de un pensamiento. Destacan las
siguientes:
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Para poder comprender qué es la hipnosis, también se debe saber qué no es. Por tanto, en este
apartado se desmentirán, de la mano de William W. Hewitt (2002), algunos de los mitos que se
asocian a esta técnica:
El terapeuta es una persona sin ningún poder paranormal o mágico. Es un individuo normal y
corriente que utiliza el mecanismo de la sugestión para conseguir las metas esperadas por el
hipnotizado.
El paciente no realiza nada en contra de su voluntad. Primero porque para ser hipnotizado
necesita de su propia cooperación con el terapeuta y segundo porque durante la hipnosis puede
rechazar cualquier sugestión que no desee.
Totalmente falso. De hecho, es posible hipnotizar prácticamente a cualquier persona que lo desee,
excepto a algunos individuos que no se consigue por razones desconocidas. El tipo de mente
puede afectar en el tiempo en el que se tarda en llegar a la hipnotización, generalmente, las
personas que son más inteligentes suelen hipnotizarse antes. No obstante, cualquier persona
puede ser hipnotizada, excepto en pequeños casos concretos.
El estado hipnótico no es eterno y puede detenerse de forma sencilla, así que es imposible
alargarlo durante mucho tiempo.
No es cierto, en cualquier nivel de la hipnosis se pueden conseguir unos buenos resultados, tanto
para el paciente como para el hipnotizador.
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2011):
1. Ley de la atención sostenida. Una persona tiende a realizar una acción en base a una idea
que ha focalizado su atención.
2. Ley del efecto inverso. Un individuo tarda más tiempo en lograr un objetivo si piensa que
no es capaz de hacerlo. Esto se puede dar en el trance hipnótico, porque el paciente se puede
poner nervioso pensando que no va a ser capaz de lograrlo y, entonces, es más complicado
que sea sugestionado.
3. Ley del afecto dominante. Las emociones fuertes dominan las emociones débiles y las
reemplazan. La sugestión será más efectiva si está relacionada con una emoción.
4. Ley de prioridad en el tiempo. Ante dos sugestiones contrarias, suele tener más poder en
la persona la primera que se ha realizado. Por ejemplo, si a una persona se le dice primero
que tiene mal aspecto y después que tiene buen aspecto, la primera idea es la que
predomina.
5. Ley de prioridad de profundidad. Cuando se dan dos sugestiones contrarias, la que tiene
un trance más profundo asociada es la que tiende a cumplirse más fácilmente.
6. Ley de prioridad de penetración. Cuanta mayor estabilidad y permanencia de la
sugestión, mayor será su efectividad. Así, en el caso de dos sugestiones antagónicas
prevalecería la que tiene una mayor penetración (estabilidad y permanencia).
Por tanto, en la comunicación hipnótica tienen importancia tanto la comunicación verbal como
la no verbal, por lo que el terapeuta debe cuidar cada una de ellas para que la relación con el
paciente sea lo más efectiva posible.
Por tanto, el lenguaje hipnótico tiene un claro objetivo: originar un cambio en el paciente, que
es lo que lo diferencia de la mera retórica. Por este motivo, el terapeuta debe cuidar el lenguaje
hipnótico para conseguir dicho cambio.
Los elementos que se deben tener en cuenta en la comunicación sugestiva verbal son los
siguientes (Costa, 2011):
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El metamodelo inverso de Milton Erickson sostiene que el lenguaje debe ser indeterminado
para que el paciente cuente con más libertad a la hora de suplir las omisiones con su experiencia
interna.
Por ejemplo, el metamodelo inverso de Milton utilizaría el siguiente enunciado "cuando cierre sus
ojos, tal vez pueda imaginar un paisaje rústico bajo un cielo hermoso, en aquella hora del día tan
apetecible para usted".
Este enunciado posibilita una serie de omisiones que el paciente puede rellenar mediante su
experiencia e imaginación. Es decir, en el paisaje puede haber un prado o una montaña, el cielo
puede estar nublado o soleado, el momento puede ser por la mañana o por la tarde, etcétera.
Por tanto, el paciente no se ve influenciado por las experiencias o preferencias del hipnotizador,
sino que es él mismo el que deja a su mente imaginar las omisiones del relato según su pura
creatividad y experiencia.
El metamodelo inverso de Milton también tiene en cuenta las nominalizaciones, las palabras
intangibles de aspectos que no se pueden tocar ni medir, que se logran a base de convertir un
verbo en un sustantivo abstracto.
Otro recurso que se puede observar en el metamodelo inverso de Milton es el uso de conectores.
Estos son útiles para enlazar dos afirmaciones cuando entre ellas hay una relación de
causa-efecto. Se pueden diferenciar tres niveles de conectores:
● Conector débil: se utilizan conjunciones, como la “y”, para unir dos enunciados que no
tienen relación entre sí. “Está escuchando mi voz y todo su cuerpo se relaja”.
● Conector medio: los enunciados se vinculan por una conexión temporal, por lo que utilizan
expresiones como mientras, a medida que, durante o cuando, entre muchas otras. “Mientras
respira profundamente, siente que va relajándose más”.
● Conector fuerte: los conectores empleados comportan una relación de causalidad, aunque
no exista. Se utilizan conceptos como hace que, permite que, causa o aumenta, entre muchos
otros. “Sus manos se unen, y eso permite que profundice más en su trance”.
Por otro lado, también se deben tener en cuenta las presuposiciones, que son aquellas
afirmaciones que ayudan a que el paciente no se cuestione su propia existencia.
● Falsa opción: se ofrecen dos posibilidades utilizando la conjunción “o”. “¿Prefiere relajarse
en el sillón o en la camilla?” El terapeuta presupone que el paciente va a relajarse.
● Adverbios de tiempo: se utilizan términos como durante, cuando, previamente, antes,
después, etc. “Antes de que entre en hipnosis quisiera hacerle una pregunta”. Se está
presuponiendo que va a entrar en hipnosis.
● Numerales ordinales: expresan orden y se encuentran términos como primero, segundo,
tercero, cuarto, etc. “Me pregunto qué dedo se va a mover primero”. El terapeuta da por
hecho que la persona moverá algún dedo.
Erickson también utiliza un patrón basado en dar órdenes indirectas. Son muy útiles porque
consiguen ciertas respuestas, aunque no se han pedido abiertamente. Se pueden dar mediante los
siguientes casos:
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● Órdenes incorporadas: se incorporan instrucciones a una orden que se entiende por si sola.
Se daría cuando el terapeuta dice “Permita que su cuerpo se relaje”, en vez de ordenar de
forma directa “Relájese”.
● Subrayado análogo: se da énfasis a la orden mediante el uso de elementos de
comunicación no verbal, como el tono que se utiliza o la mirada con la que se acompaña.
Sería el caso del siguiente enunciado: “Sus párpados peeeesaaaaan”. El terapeuta alarga las
vocales de pesan y la entona con una voz pesada y cansada, de forma grave y lenta. El
paciente cerrará los ojos de forma pesada porque las palabras y la entonación de ellas se lo
“ordenan”.
● Ambigüedad fonológica: en este caso se utilizan palabras que suenan de forma parecida y
se subrayan analógicamente. Sería el caso de la oración “Y sabes a ojos cerrados que con el
abrazo de un amigo se levanta tu ánimo”, que se podría interpretar como “A ojos cerrados, el
brazo se levanta”.
6.5.1.2. Redundancias
Las redundancias se pueden entender como una armonía musical y como una repetición de la
oración. Son muy útiles en la técnica hipnótica cuando se realizan de forma sutil. Un ejemplo de
cómo hacer uso de las redundancias podría ser utilizando siempre la misma metáfora que se ha
pactado con el paciente.
Otra forma de redundancia es cuando el hipnotizador parafrasea las ideas que ha expresado el
paciente. Esto permite corroborar que ambos se están entendido perfectamente y motiva al
hipnotizado a realizar un cambio o a subrayar las ideas que puedan ser mejorables.
Las preguntas estratégicas tienen como objetivo que las respuestas que emita el paciente le
sirvan para descubrir, por él mismo, nuevos puntos de vista sobre sus creencias, ideas,
percepciones o pensamientos. Esto implica que el paciente se sienta el protagonista de sus
propios cambios.
En otras palabras, a través de preguntas estratégicas, que tienen una respuesta calculada por el
terapeuta, se conduce al sujeto a un lugar diferente, creado mediante sus propias deducciones y
no solamente por las instrucciones dadas.
El lenguaje evocador consiste en que el hipnotizador envíe, mediante el lenguaje, ideas que
recuerden en el paciente una serie de imágenes que hagan surgir en él el objetivo deseado.
Un ejemplo de ello podría darse cuando el paciente se encuentra nervioso porque piensa que no
se podrá relajar, el terapeuta en vez de decirle que se relaje, puede optar por enviarle imágenes
que le evoquen a la relajación. Seguramente, este método le será más efectivo para conseguir
calmarse y relajarse.
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sino los gestos, las miradas o el tono de voz. Es un tipo de comunicación capaz de ofrecer
muchísima información y que se debe tener en cuenta en las sesiones hipnóticas.
En la hipnosis, la comunicación no verbal se puede dar por la mímica facial o por la mirada; por el
lenguaje corporal, es decir, por la postura del cuerpo o por los gestos que hace el terapeuta; y por
el tono de voz empleado. En los siguientes subapartados se concretan sus particularidades.
La mímica facial o las expresiones faciales tienen un gran impacto en los seres humanos, ya
desde que son pequeños. Un gesto, una mirada o una sonrisa dotan de mucha información al
receptor, ya que incluso es capaz de observar si existe una concordancia entre “lo que se dice” y
“lo que se hace”.
Por tanto, es importante que exista una coherencia en aquello que el hipnotizador dice y hace,
dado que, si no la hay, el paciente podría perder la confianza en él y sería mucho más complicado
llevar a cabo las sesiones.
Dentro de la expresión facial también se incluye la mirada. Tiene un gran impacto entre dos
personas, porque puede dar seguridad o quebrarla, aportar confianza o miedo, mostrar
satisfacción o rechazo:
En el lenguaje hipnótico se debe mantener una mirada afable, directa pero no inquisitiva, acorde
con el mensaje que se quiere transmitir. Solamente en caso de querer enfatizar ciertas palabras o
conceptos se puede fijar la mirada en el paciente, para reforzar y dar importancia al mensaje.
La proxémica estudia el uso que dan las personas a su espacio personal, al espacio que rodea su
cuerpo, en el establecimiento de grupos. Mide la distancia que guarda un individuo respecto a los
demás y analiza cómo varía en función de la edad, del sexo o de la cultura, así como de las
situaciones.
Edward T. Hall, citado por Costa (2001), propuso cuatro formas diferentes de proxémica,
aunque se centró en el estilo estadounidense, por lo que en algunos lugares pueden contar con
mayores o menores distancias personales. Estas son las siguientes:
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● Íntimo. Es el espacio más cercano entre las personas, por lo que recibe el nombre de íntimo.
Se da entre las personas que tienen un vínculo muy estrecho, como son la pareja o los hijos.
El espacio suele ir desde el medio metro hasta el espacio nulo.
Dentro de la proxémica también se incluyen otros elementos, como son los gestos, las miradas y
el contacto físico, que interrelacionan entre ellos. Por ejemplo, cuando el espacio es menor, la
intensidad de las miradas y de los gestos suele ser mayor.
La prosodia corresponde al estudio de los elementos que tienen relación con la expresión oral,
como son el tono de voz, la melodía, el énfasis o las pausas, entre otros elementos.
Las palabras no tienen poder por sí solas, sino que van acompañadas de la expresión y el tono que
se emplea. Por este motivo, la prosodia cuenta con una gran relevancia. Una misma palabra con
tonos distintos puede hacer variar totalmente la carga y el efecto del lenguaje. Lo mismo sucede
con los silencios o las pausas.
En la terapia hipnótica, se acostumbra a utilizar un tono de voz monótono, dado que conlleva a la
tranquilidad, a la calma y a la relajación. Lo mismo sucede con el volumen, que suele ser bajo. Las
pausas también son muy útiles para generar sosiego en el paciente.
Por tanto, lenguaje verbal y no verbal deben estar en concordancia en todo momento. Esta
sincronización constituye una herramienta muy eficaz para la creación de un estado de sugestión
y de influencia idóneo para practicar la hipnosis.
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crónicos, para abordar trastornos de ansiedad y síntomas psicosomáticos, y para disminuir
la aprensión ante procesos que producen ansiedad o dolor cuando el paciente se tiene que
someter a una intervención quirúrgica, odontológica u obstétrica.
El paciente es la figura central de la hipnosis, por lo que debe cooperar activamente. Por tanto, se
recomienda que sea él mismo el que decida acudir a la consulta por voluntad propia.
En el primer encuentro con el paciente, Costa (2011) recomienda que el terapeuta explore y
examine las principales preocupaciones y temores del paciente, así como su estado de salud, su
situación laboral o social y sus relaciones familiares. La recopilación de información servirá para
entender al paciente y permitirá marcar unos objetivos claros y realistas.
Las sesiones hipnóticas se estructuran en cuatro fases concretas que se deben llevar a cabo
para conseguir los resultados deseados. Estas son las siguientes (Costa, 2011):
● inducción al trance;
● profundización;
● reformulación del problema;
● reorientación o salida.
En los siguientes subapartados se muestran las particularidades de cada una de las fases
nombradas.
En esta etapa, el paciente puede tomar una posición paralela a la de su conciencia, aunque no
pierde el conocimiento de quién es y de dónde se encuentra. En otras palabras, la persona es
capaz de tomar distancia de él mismo para observarse desde fuera y centrarse en su
inconsciencia, y así encontrar nuevas respuestas.
Existen múltiples técnicas para inducir a un paciente al trance. Las más frecuentes, tal y como
establece la profesional Esther Costa (2011), se pueden realizar con la ayuda del hipnotizador o de
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manera individual y autónoma, y son las siguientes:
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6.6.1.2. Profundización
Las técnicas de relajación también pueden ser muy útiles para esta fase del proceso y sirven como
enlace entre la inducción inicial y la reformulación del problema que se realizará en la siguiente
etapa.
La reformulación del problema es un factor clave, ya que es la etapa que permite el cambio
terapéutico. La reformulación origina el reencuadre cognitivo y las disociaciones. En este estadio
se producen los denominados insights que tienen como significado “darse cuenta”.
Es decir, son auténticas catarsis emocionales que liberan la tensión contenida del paciente y
reubican sus sentimientos tras atravesar sentimientos de rabia, de dolor, de tristeza, de ira, de
desprecio, etcétera.
Finalmente, y como último paso, se realiza la reorientación o la salida. Este paso consiste en
que el terapeuta acompañe al paciente a la vuelta a la normalidad de su conciencia y abandone el
trance hipnótico.
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También toman importancia las órdenes post-hipnóticas y las propuestas de tareas. Las
primeras corresponden a las acciones que debe realizar el paciente de forma literal al finalizar la
sesión, siempre que no supongan una infracción en su código ético.
Es el caso, por ejemplo, de cuando el terapeuta le dice al paciente: "a partir de hoy, cada vez que
se siente en este sillón entrará en un estado de trance fácilmente, logrando progresivamente unos
niveles mayores de bienestar".
Por otro lado, las tareas son ejercicios que el cliente debe llevar a cabo en su casa para potenciar
su actitud proactiva y facilitar la consecución de las metas predispuestas.
La hipnosis, tal y como se ha comentado anteriormente, es una técnica que se aplica clínicamente
para mejorar el estado del paciente y disminuir el dolor que puede sentir. Varios estudios
corroboran su eficacia empírica en distintos tipos de dolor (Mendoza, Lamas y Capafons, 2010).
Asimismo, la hipnosis se puede aplicar en la medicina, por ejemplo, para aliviar la ansiedad que
pueden provocar las intervenciones quirúrgicas en los pacientes. Es decir, enseña a los pacientes
a afrontar de una forma diferente las operaciones a las que se deben someter.
La hipnosis también puede ser útil en casos de trastornos respiratorios, por ejemplo, en el
tratamiento de los síntomas del asma o en las obstrucciones de las vías respiratorias.
Por otro lado, varios estudios también han demostrado que la hipnosis es favorable en
condiciones dermatológicas, como puede ser ante eccemas, ictiosis, verrugas y psoriasis.
Aunque la hipnosis es muy útil para reducir el dolor de las personas y para tratar algunos casos
como los ahora comentados, también lo es para tratar situaciones cognitivas y conductuales.
En otras palabras, se puede hacer uso de esta técnica para cambiar hábitos perjudiciales para la
salud, como la adicción al tabaco o al alcohol.
También se aconseja su práctica ante la ansiedad y la depresión, dado que comporta un mayor
control sobre ambas. No obstante, la eficacia depende de cada persona y de su caso en concreto.
Así pues, lo que para un individuo puede ser muy útil, para otro puede no serlo.
La hipnosis ericksoniana es una terapia que requiere el esfuerzo del cliente para conseguir una
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mayor satisfacción y permitir unos resultados beneficiosos a largo plazo.
Erickson entendía la terapia como una forma de reducir el sufrimiento y el dolor que una persona
experimenta. No obstante, a pesar de que Erickson les podía ayudar u orientar a esforzarse para
conseguir sus logros, eran los mismos pacientes los que debían descubrir sus propias estrategias
para superar la dificultad que experimentaban en sus vidas.
El hecho de que sean los propios pacientes los que encuentren la solución o el camino para
erradicar un problema también implica un aumento de su autoestima. Cuando el cliente integra la
solución que aplica, suele pensar que ha nacido de él.
En esta misma línea, la hipnosis ericksoniana no busca el origen del problema, sino que se centra
en encontrar una solución, mediante la motivación y el uso de los propios recursos del
individuo. En un primer momento, este enfoque fue muy novedoso porque contradecía el modelo
freudiano.
La esperanza también constituye una de las bases de la hipnosis ericksoniana. De hecho, sin
esperanza o voluntad de cambio no tendría sentido llevar a cabo la terapia. Por ese motivo,
Erickson remarcaba la importancia de que los terapeutas transmitieran esa voluntad de cambio a
sus pacientes.
Por otro lado, Erickson defendía un protocolo hipnótico mucho más naturalista, contrario a los
inicios de la técnica hipnótica, que tenía tanta fama en aquellos momentos. Así, el protocolo
consideraba que no era necesario un trance profundo, sino una buena relajación de la persona
que permitiera actuar a nivel inconsciente, aunque siguiera consciente.
Erickson también introdujo seis estrategias esenciales que se debían tener en cuenta en su
protocolo de hipnosis ericksoniana. Estas estrategias son las siguientes:
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RESUMEN
● La palabra hipnosis tiene su origen etimológico en el idioma griego. Hipno, del griego Hypnos,
proviene de la mitología griega en la que suponía la “personificación del sueño”, mientras que
el sufijo -sis significa “acción, proceso o resultado de algo”.
● La hipnosis hace uso del trance con el objetivo de sanar a una persona, ya sea de forma física
o espiritual. El trance puede ser superficial o leve, medio y profundo o sonambúlico.
● La hipnosis se puede definir como una interacción en la que el hipnotizador intenta influir en
las percepciones, sentimientos, pensamientos o conductas de los individuos.
● La práctica hipnótica se fundamenta sobre tres constructos que son la comunicación, el estado
de funcionamiento mental y la experiencia subjetiva.
● Las teorías más relevantes de la hipnosis son:
● la teoría socio-psicológica del rol;
● la teoría cognitivo-comportamental;
● la teoría neodisociativa;
● la teoría socio-psicológica;
● la teoría de la expectativa de respuesta;
● la teoría del set de respuesta.
● La sugestión consiste en la comunicación que transmite verbalmente el hipnotizador al
paciente para desarrollar su imaginación y, de esta forma, provocar un cambio en su manera
de actuar, sentir o pensar. La sugestión se rige por las siguientes leyes:
● ley de la atención sostenida;
● ley del efecto inverso;
● ley del afecto dominante;
● ley de la prioridad en el tiempo;
● ley de prioridad de profundidad;
● ley de prioridad de penetración.
● El lenguaje hipnótico tiene especial relevancia en las sesiones hipnóticas, ya que permite
sugestionar con la palabra, aunque no se debe abusar de ella. Asimismo, el terapeuta también
influye mediante el tono de su voz o a través de su gestualidad corporal. Es decir, toman
importancia la comunicación verbal y la no verbal.
● La comunicación verbal permite al terapeuta guiar a su cliente e inducirle sugestiones
hipnóticas. No debe confrontar sus opiniones, sino posicionarse en un estado de no juicio. En
la comunicación verbal se tienen en cuenta: el metamodelo inverso de Milton, las
redundancias, las preguntas estratégicas y el lenguaje evocador.
● La comunicación no verbal es aquella que no utiliza la palabra o el lenguaje para comunicarse,
sino los gestos, las miradas o el tono de voz. Es un tipo de comunicación capaz de ofrecer
muchísima información y que se debe tener en cuenta en las sesiones hipnóticas. Se puede
dar por: mímica facial y mirada, proxémica y lenguaje corporal o prosodia y tono de voz.
● La hipnosis sigue una serie de fases para llevar a cabo la sesión. Sus etapas son la inducción
al trance, la profundización, la reformulación del problema y la reorientación o salida.
● La hipnosis ericksoniana es una terapia que requiere del esfuerzo del cliente para conseguir
los resultados deseados. No busca el origen del problema, sino que se centra en encontrar una
solución a este, mediante la motivación y el uso de los propios recursos del individuo. Es decir,
son los propios pacientes los que buscan un camino para solventar el problema.
AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.
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1. Nombra los tres constructos diferentes en los que se sustenta la hipnosis.
2. Explica la teoría socio-psicológica del rol.
3. ¿En qué consiste el trance profundo o sonambúlico?
4. Menciona los elementos que se deben tener en cuenta en la comunicación verbal cuando se
realiza una sesión de hipnosis.
5. Según Edward T. Hall, ¿cuántas formas de proxémica existen? ¿En qué consiste cada una?
6. Define la profundización.
7. Indica las estrategias esenciales que determinó Milton Erickson para la hipnosis ericksoniana.
SOLUCIONARIO
1. Nombra los tres constructos diferentes en los que se sustenta la hipnosis.
Los tres constructos en los que se sustenta la hipnosis son la comunicación, el estado de
funcionamiento mental y la experiencia subjetiva.
La teoría socio-psicológica del rol fue desarrollada por Theodore Sarbin y se basa en que el
terapeuta y el paciente aceptan unos roles recíprocos con los que siguen un guion no explícito.
Cabe destacar, que interpretar el rol no significa estar fingiendo ser ese rol. Es decir, la persona
que toma el rol de individuo hipnotizado no finge ser hipnotizado, sino que el paciente cree en las
sensaciones que experimenta debido a la experiencia hipnótica.
Se deben tener en cuenta el metamodelo inverso de Milton, las redundancias, las preguntas
estratégicas y el lenguaje evocador.
5. Según Edward T. Hall, ¿cuántas formas de proxémica existen? ¿En qué consiste cada
una?
Existen, según Edward T. Hall, cuatro formas diferentes de proxémica, que son:
● Público. Este tipo de espacio es el que se da en conferencias y actos en los que se encuentran
personas desconocidas entre sí. La distancia entre los asistentes suele superar los 3 metros.
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● Social. Corresponde al espacio que se establece con las personas que se encuentran en la
vida cotidiana, por ejemplo, con los del trabajo, el vecindario o los comercios. Suele situarse
alrededor de 1 metro o 1 metro y medio.
● Personal. Es el espacio que se concede entre personas que comparten relaciones cercanas,
como con los familiares y los amigos. El espacio es más reducido que los anteriores, incluso si
se alargan las manos se pueden tocar. Por tanto, la distancia se sitúa entre 50 o 60
centímetros.
● Íntimo. Es el espacio más cercano entre las personas, por lo que recibe el nombre de íntimo.
Se da entre las personas que tienen un vínculo muy estrecho, como son la pareja o los hijos.
El espacio suele ir desde el medio metro hasta el espacio nulo.
6. Define la profundización.
7. Indica las estrategias esenciales que determinó Milton Erickson para la hipnosis
ericksoniana.
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