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FAMILIARES
10.1. ORIGEN
Las constelaciones familiares (CF) tienen su origen a principios de los ochenta del siglo XX,
de la mano del filósofo, teólogo y pedagogo alemán Bert Hellinger. En esa época ya existía el
convencimiento de que un individuo está influenciado por su familia, especialmente por sus
padres, y por su entorno social.
Este enfoque entiende que la familia y sus relaciones conforman un punto de partida y origen
de los problemas afectivos, relacionales o de enfermedades que puede padecer una persona.
No obstante, Hellinger no se propuso crear un método o una técnica, sino que avanzaba en las
investigaciones y observaciones con el objetivo de ayudar a las personas. Cabe destacar que es
una teoría muy influenciada por la dinámica de grupos, el análisis transaccional, la fenomenología,
la Gestalt y la hipnosis.
Levita (2016) determina que las constelaciones familiares se pueden aplicar como una filosofía
de vida:
Esto se debe a que tiene la capacidad de explicar y mostrar con tanta claridad las
razones por las que somos como somos, y nos relacionamos como lo hacemos, y
abren una nueva mirada de la que ya no es posible salir ni volver. Se trata entonces
de una manera de mirar completamente novedosa. Y esa diferencia, que convierte a
las CF en una solución eficaz a todo cuanto acontece en la existencia de las personas,
radica en que responden a una mirada sistémica y fenomenológica.
Es decir, las constelaciones familiares destacan por dos características imprescindibles. Por una
parte, son sistémicas y, por otra, fenomenológicas. Se consideran sistémicas porque se centran
en el sistema familiar.
El profesional Peter Bourquin (2007) determina que el sistema “está formado por partes que están
interrelacionadas, de forma que cada una cumple una misión para otra. Es un conjunto de
elementos en interacción dinámica, que relacionados entre sí contribuyen a un determinado
objetivo”.
Por tanto, en un sistema se comprenden los elementos como una totalidad y no solo como una
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parte, dado que se relacionan entre ellas. En otras palabras, un individuo nace dentro de un
sistema familiar del que forma parte y participa (Bourquin, 2007; Vargas y Giraldo, 2012).
Cabe destacar que, no se puede no formar parte de este sistema familiar, dado que todo el mundo
necesita de un padre y una madre para existir, es biológicamente necesario de hecho, por lo que
implica que exista un sistema familiar: padre-madre-hijo.
El sistema familiar implica que exista una influencia entre los diferentes miembros que lo
conforman. Lo mismo sucede con las diferentes generaciones que se van sucediendo, dado que
influencian a sus descendientes.
Los sistemas se desarrollan como una red de redes, es decir, todos los miembros del sistema
están vinculados entre ellos y son inseparables. Las redes son circulares y se retroalimentan, así,
lo que afecta a un miembro del sistema tiene repercusión en otro. Por este motivo, una sola causa
puede producir múltiples efectos.
Las autoras Carmen Cecilia Vargas y Mónica Giraldo (2012) y el psicólogo Carlos Bernués (2020)
establecen las siguientes características que comparten todos los sistemas:
● Unicidad. Cada sistema es único y, por tanto, todos cuentan con una serie de peculiaridades
que los definen, identifican, cohesionan y consolidan.
● Componente. Corresponde a un elemento que forma parte del sistema. Por ejemplo, un hijo,
un padre o un abuelo. Los componentes del sistema interaccionan entre ellos.
● Pertenencia. En una unidad sistémica, todo componente forma parte de algo mayor. Un hijo
y un padre pertenecen a un sistema familiar mayor, en el que se pueden incluir los abuelos,
primos, etcétera.
● Totalidad. Las partes del sistema no se excluyen, sino que forman un conjunto. La totalidad
también implica que exista un enfoque holístico, que defiende la unión de los elementos
indivisibles.
● Coherencia. Cada sistema cuenta con una relación lógica de sus componentes, es decir, de
una coherencia con las conexiones existentes.
● Complejidad. Los sistemas también son complejos porque cuentan con muchos elementos
que se entrelazan entre sí, así como con múltiples vínculos.
● Apertura y límites. Traspasar los límites puede tener consecuencias, incluso cuando solo ha
sido una persona del sistema la que lo ha hecho. Es decir, el sistema diferencia lo que se
encuentra dentro y fuera de él.
● Historicidad. Los sistemas se ven afectados por la historia, dado que les dota de un origen y
de una evolución. Por ejemplo, en un sistema familiar primero se conoce la pareja, después se
casan y seguidamente tienen un hijo, que les marcará de por vida.
● Orden. Cada sistema cuenta con una organización particular y perfecta que determina el
rango de cada elemento que lo conforma. El orden también implica una jerarquía, es decir,
ciertos componentes tienen más poder que otros. Los padres van antes que los hijos en la
jerarquía. Asimismo, los sistemas se van equilibrando constantemente entre el orden y el
desorden.
● Causalidad circular. Los componentes del sistema actúan de forma interdependiente, es
decir, lo que afecta a un elemento también lo hace al resto. Por tanto, la actividad de un
componente también es causa y resultado de otro y, consecuentemente, son fenómenos
sucesivos.
Por otra parte, se definen las constelaciones familiares de forma fenomenológica, es decir,
teniendo en cuenta su funcionamiento, los fenómenos que ocurren y el modo en el que se
desarrollan (Levita, 2016).
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En otras palabras, la fenomenología incluye los hechos y la conciencia como aspectos
interrelacionados. Por tanto, cuando se hace referencia a un fenómeno o hecho, también se
encuentra implícita la conciencia, y viceversa.
Cabe destacar que los sistemas humanos se rigen por el equilibrio de dos fuerzas opuestas que
son la estabilidad (homeostasis) y el crecimiento (morfogénesis). Ambas son necesarias para el
desarrollo de los sistemas.
Las constelaciones familiares se plantean unos objetivos, tanto para una persona como para todo
el sistema. La profesora Belem Medina (2008) destaca los siguientes:
● solucionar los conflictos que se puedan dar entre los miembros del sistema como, por
ejemplo, en la pareja, los padres, los hijos o los hermanos, entre otros;
● comprender y aceptar la enfermedad con un origen sistémico como un primer paso hacia una
posible sanación;
● equilibrar los sistemas familiares, tanto de forma social como organizacional;
● enfrentarse al miedo a la muerte y a las separaciones que se pueden dar en el sistema
familiar;
● clarificar y diferenciar los sentimientos hacia otros individuos;
● entender que las acciones siempre llevan implícitas consecuencias;
● recuperar el equilibrio que sustenta el sistema familiar;
● alcanzar la paz interior de cada miembro que conforma el sistema familiar.
Los sistemas familiares también están condicionados por una serie de subdivisiones o subsistemas
en los que se organiza la familia. Cada individuo desempeñará un rol diferente dependiendo del
subsistema familiar en el que se encuentre (Vargas y Giraldo, 2012).
Las personas que se encuentran en el subsistema conyugal toman la decisión de ceder una parte
de su individualidad en pro del proyecto común de vida, es decir, de formar una familia. Por tanto,
este subsistema se erige sobre la base del equilibrio de la relación.
Cuando nace el primer hijo de la pareja se origina el subsistema parental, que está constituido
por los padres. En dicho estadio, los progenitores deben aprender a diferenciar la autoridad con
sus hijos para poderlos formar en situaciones de poder desigual.
En algunas familias, los padres tienen más de un hijo, lo que implica que aparezca el subsistema
fraterno o filial. Es decir, los hermanos aprenden, desde pequeños, a relacionarse con sus
iguales y, sobre todo, a negociar, cooperar y competir.
Los tres subsistemas nombrados son los más comunes dentro del sistema familiar. No obstante,
los integrantes de la familia también mantienen contacto y se relacionan con otras personas que
no forman parte de la familia pero que les influyen.
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que interaccionan con la familia. Se incluyen, por tanto, el colegio, el trabajo, los amigos, los
antepasados, etcétera. “Las interacciones que se originan en dichos ámbitos ayudan a enriquecer
el sistema familiar y contribuyen a su crecimiento.
Cualquier sistema se ve afectado por una serie de reglas que lo organizan y lo caracterizan,
también denominadas como Órdenes del Amor. Estas son, las siguientes:
● Primera: cada miembro de la familia forma parte de la familia. “Si un miembro queda
excluido en una generación, será incluido por otro miembro de la siguiente generación. Este
es el origen de las repeticiones de destinos en familias. Un miembro posterior retoma un
asunto pendiente. De forma inconsciente se identifica con la persona excluida y acaba
reviviendo y repitiendo su destino”. Es decir, aunque un miembro de la familia haya sido
excluido, que puede haber sido a causa de su muerte, por ejemplo, este se incorporará de
nuevo, posteriormente, mediante un descendiente.
● Segunda: existe un orden y una jerarquía en la familia. El tiempo es un factor clave en
la familia, es decir, quién ha venido antes y quién después. Por ejemplo, los padres son más
grandes que los hijos o un hombre y una mujer primero son pareja y después padres. En otras
palabras, las familias se rigen por un orden. No obstante, en algunos casos el orden varía,
dado que se ve alterado por un nuevo sistema familiar. Por ejemplo, una pareja tiene un hijo
que cuando se hace mayor conoce a una mujer y empiezan una relación. Este individuo debe
de tener como prioridad a la mujer y no a sus padres, aunque la mujer haya venido después,
dado que la relación con su mujer conformará un nuevo sistema familiar que tiene
supremacía por encima de los padres.
● Tercera: compensación adecuada. Para que el sistema pueda sobrevivir, existe una
interacción en la que hay un dar y tomar constante que se sustenta sobre el amor. No
obstante, dicha interacción es diferente dependiendo de la relación en cuestión, por ejemplo,
entre padres e hijos o entre parejas. En el caso de las primeras, los padres siempre dan y los
hijos siempre toman, mientras que en las parejas el dar y tomar está más equilibrado.
Asimismo, las generaciones van dando a las siguientes que van tomando de ellas.
La organización del sistema, en ocasiones, va en contra de los Órdenes del Amor. En estas
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situaciones, cuando un individuo ha atentado contra el amor y el orden del sistema, empiezan a
surgir una serie de bloqueos en forma de malestar físico, emocional y mental. Estos desequilibrios
reciben el nombre de Implicaciones Sistémicas.
Las Implicaciones Sistémicas aparecen por el intento del sistema de autorregularse para conseguir
su equilibrio. Afectan de forma colectiva a todos los integrantes del sistema familiar.
Por este motivo, cuando los Órdenes del Amor se ven alterados, es necesario restablecer el orden
del sistema. De no ser así, los bloqueos y las Implicaciones Sistémicas pueden permanecer en el
tiempo y manifestarse de generación en generación.
Es decir, es posible que un descendiente del sistema asuma los sentimientos, actitudes y/o roles
de la vida de un ancestro. Asimismo, las Implicaciones Sistémicas se pueden clasificar en dos
grandes tipos que, a su vez, cuentan con varios subtipos (Medina, 2008):
El Movimiento Sistémico hace referencia a los movimientos que realiza un individuo o paciente.
Son relevantes porque en ellos se puede observar información valiosa acerca de lo que sucede en
su sistema familiar.
En otras palabras, los Movimientos Sistémicos “son una herramienta rápida y fluida de orden y
reconciliación sobre un hecho concreto que permite observar dinámicas internas que no se
perciben a simple vista, pero que son origen de conflictos y desorden en las relaciones” (Vargas y
Giraldo, 2012).
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Cabe destacar que los Movimientos Sistémicos no tienen que ver únicamente con los movimientos
físicos de la persona, sino también con los internos, que permiten observar su desorden. Así pues,
existen distintos tipos de Movimientos Sistémicos.
En el análisis sistémico pueden aparecer los patrones familiares de las personas que lo componen.
Estos son conductas que se repiten generación tras generación, habitualmente de una manera
inconsciente. Por tanto, es posible que las personas respondan a unas creencias, normas y
lealtades que son herencia del sistema familiar en el que se encuentran.
La psicoterapeuta Esther Luis (2012) señala que los patrones familiares pueden afectar a los
individuos desde tres perspectivas, las cuales se presentan a continuación:
● Relación intergeneracional. Son los vínculos que se efectúan entre una generación y la
siguiente, por ejemplo, de padres a hijos.
● Relación transgeneracional. Corresponden a los vínculos de diversas generaciones entre
sí, que no tienen por qué ir concadenadas. Es el caso de los abuelos y los nietos.
● Relación intrageneracional. Tiene que ver con los vínculos que se forman dentro de una
misma generación, entre iguales. Se da entre hermanos, por ejemplo.
10.3.1. Vínculos
Los vínculos son aquellos lazos que se forman entre los diferentes miembros de la familia. Tal y
como se ha podido observar, los vínculos se pueden apreciar de muchas formas e influyen en las
creencias, valores y peculiaridades de los individuos que conforman la familia.
Según Vargas y Giraldo (2012), la vinculación entre los individuos del sistema se puede dar de tres
formas distintas:
● sexualidad;
● intercambio;
● violencia.
La sexualidad es un vínculo muy importante porque es capaz de crear vida. Por tanto, es más
relevante que el vínculo del intercambio y que el de la violencia. El vínculo de la pareja se
consolida y se fortalece cuando conciben a su hijo. Están vinculados por la sexualidad los
siguientes miembros de la familia:
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● hijos y padres;
● los hermanos de los padres, los abuelos, los bisabuelos, etcétera;
● parejas anteriores de padres y abuelos, porque hicieron espacio a la pareja actual o posterior.
El intercambio hace referencia a dar y tomar. A través de él, se crean obligaciones y vínculos
mutuos, que se hacen evidentes cuando el sistema recibe el beneficio que no puede compensar o
cuando ese beneficio significa un sufrimiento para quien lo otorga.
Por tanto, el intercambio puede ser amoroso, laboral, de pareja o de amistad, entre muchos otros.
La energía, la manera de relacionarse y la naturaleza del vínculo son distintas en cada tipo de
intercambio existente.
La violencia afecta al sistema familiar, aunque solo la haya recibido una persona. Por ejemplo, si
un miembro de la familia muere asesinado, los demás están vinculados tanto con la víctima como
con su perpetrador.
Los miembros que forman parte del sistema familiar toman y dan con otros individuos con los
que mantienen relación. Lo ideal es que las personas encuentren un equilibrio entre el tomar y el
dar.
El primer momento en el que una persona toma es el momento de su nacimiento. Recibe la vida,
sin haberlo hecho no podría existir. A partir de ese instante, el sujeto empieza a dar y a recibir,
estableciendo vínculos de intercambio.
La compensación tiene en cuenta este equilibrio, es decir, tiene como objetivo que exista un
tomar y un dar equilibrado. Los vínculos se verán fortalecidos o debilitados, dependiendo de la
manera en que se dé la compensación (Vargas y Giraldo, 2012):
El desarrollo individual de las personas tiene una especial relación con las pautas sistémicas del
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funcionamiento de la familia. El objetivo del sistema familiar es proporcionar las condiciones
necesarias para transmitir y mantener la vida, así como ordenarla según estas condiciones.
En otras palabras, el ciclo de vida de una persona y el sistema familiar están relacionados, dado
que el sistema familiar modificará su estructura a medida que el sujeto vaya creciendo. Esta
relación desemboca en la importancia de los lugares en la familia (Bernués, 2020):
Las diferentes etapas por las que puede pasar un individuo durante su ciclo de vida se explicarán
detalladamente, juntamente con sus particularidades más características, en los siguientes
subapartados.
No obstante, a pesar de que la pareja ha sido fundamental en la concepción del niño, la madre
ocupa un lugar más relevante para el pequeño, dado que es la que se ocupa de la gestación los
nueve primeros meses de vida del bebé.
El nacimiento del infante comporta, a su vez, una modificación en la estructura familiar, dado que
crea tres nuevos lugares en el sistema: padre, madre e hijo. Asimismo, la jerarquía del sistema
varía y se centra en el nuevo núcleo de la familia, el niño.
Cuando el niño nace, el feto se ha convertido en una forma de vida viable que implica la
activación de los patrones de maternidad y paternidad. Por tanto, se produce una modificación en
el sistema familiar.
Los dos primeros años de vida, el niño necesitará a sus padres constantemente para realizar sus
acciones. A partir de los dos y hasta los seis u ocho años, el pequeño realizará un proceso de
autonomía, en la que será capaz de establecer relación con el ambiente y el entorno que lo rodea
y consigo mismo.
A partir de los ocho años, el pequeño inicia una nueva etapa que tiene como objetivo cubrir la
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necesidad de crear vínculos propios. Esta necesidad se articula en base a dos aspectos:
Es decir, el pequeño quiere expresar sus pensamientos, sensaciones y emociones y poder unir
nuevos miembros al sistema familiar. Estas necesidades son producto de la autonomía que
empieza a experimentar el infante durante esta etapa.
La figura del padre toma importancia en este ciclo. También empiezan a influenciar en el niño
algunos factores externos al sistema familiar, que hasta ese momento no habían tenido
relevancia. Es el caso, por ejemplo, de la escuela.
Por otro lado, el autor Carlos Bernués (2020) determina que en esta etapa los hijos y las hijas se
desarrollan de forma distinta:
Cuando, tanto el hijo como la hija, alcanza la adolescencia, cada vez cuenta con una autonomía
mayor. Ensaya la responsabilidad fuera del contexto familiar, como puede ser con los amigos o
con las relaciones de pareja. Entonces, toma una postura responsable hacia ellos, pero no lo hace
con sus padres, porque separa los contextos.
A partir de ese momento, el adolescente inicia unos ensayos sobre una futura formación de un
sistema propio. Para ello, pone en duda la figura de sus padres, aunque todavía dependa de ellos.
Se considera pareja cuando dos individuos adultos establecen una relación humana, estable en el
tiempo, en la que se incluyen tres niveles: sexualidad, amor y proyecto. Estos tres aspectos se
combinan de forma única en cada pareja y, con el tiempo y las circunstancias, pueden cambiar.
La sexualidad tiene que ver con la interacción placentera de un cuerpo con otro. Es un dar y
recibir a través del cuerpo. Generalmente, existe un mayor involucramiento en las relaciones
sexuales cuando hay un objetivo de procreación.
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Por otro lado, existe el amor, que corresponde a la experimentación que tienen las personas
sobre la relación. Es decir, el amor es la percepción subjetiva de la unidad en cualquier
experiencia vivida. Es lo que el sujeto siente por el todo.
Finalmente, el proyecto tiene que ver con la posibilidad de construcción de un sistema propio.
Los individuos suelen perseguir el proyecto porque aporta orden en el sistema familiar. Por tanto,
se entiende como todas aquellas interacciones o conductas de los miembros de la pareja que
establezcan unas pautas para el futuro.
La quinta etapa aparece cuando el individuo decide tener un hijo, comportando así la crianza. El
reciente elemento del sistema, el hijo, implica que tomen un nuevo lugar en él, adquiriendo así la
figura del padre y la madre.
Existen dos factores clave que influencian en la etapa de la cianza: el sexo y el orden de
nacimiento de los hijos. Las hijas acostumbran a verse más influenciadas por las dinámicas de
las madres, mientras que los hijos más por las dinámicas de los padres.
El orden de nacimiento del niño también tiene especial relevancia. Generalmente, el hermano
mayor puede verse impulsado a tomar el lugar del padre ante la ausencia de este.
Asimismo, los hermanos también comparten un vínculo entre iguales, lo que les permite un
desarrollo e interacción diferentes que con otros miembros de la familia.
Bernués (2020) también destaca la importancia del proceso de crianza como un momento en el
que los padres deben centrar su atención en los hijos. Por tanto, debe existir una interacción entre
padres e hijos que sea sana, en la que los progenitores no los utilicen para sus fines individuales.
Una vez que los hijos son autónomos, o cuando ya no es posible concebirlos, el individuo toma una
posición de presencia. Es decir, todas sus necesidades básicas de vinculación se han ido
cumpliendo (autonomía, sexualidad, gestación, etc.), por lo que solo le queda esperar a la salida
del sistema.
Generalmente, este lugar en el sistema familiar lo ocupan los abuelos, que se encargan de
transmitir los patrones transgeneracionales vividos desde un punto de vista individual. Por tanto,
es una etapa en la que se reflexiona sobre las experiencias que se han vivido a lo largo de la vida.
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10.4. TERAPIA
La terapia de las constelaciones familiares acostumbra a realizarse en grupo. Las personas que
participan en ella tienen como objetivo superar un problema en concreto que consiga hacer
desaparecer el malestar psicológico que experimentan.
RESUMEN
● Las constelaciones familiares tienen su origen a principios de los ochenta del siglo XX, de la
mano del filósofo, teólogo y pedagogo alemán Bert Hellinger.
● Las constelaciones familiares suponen una terapia familiar sistémica que comprende que las
conductas de un individuo están muy influenciadas por sus sistema familiar.
● El sistema está formado por partes que están interrelacionadas, de forma que cada una
cumple una misión para otra. Es un conjunto de elementos en interacción dinámica, que
relacionados entre sí contribuyen a un determinado objetivo. Los sistemas humanos se rigen
por la estabilidad y el crecimiento.
● Los sistemas comparten una serie de características comunes que son la unicidad, el
componente, la pertenencia, la totalidad, la coherencia, la complejidad, la apertura y los
límites, la historicidad, el orden y la causalidad circular.
● Los subsistemas del sistema familiar son el conyugal, el parental y el fraterno o filial.
● Los Órdenes del Amor son unas reglas que influyen en los sistemas familiares. Destacan tres:
cada miembro de la familia forma parte de la familia, existe un orden y una jerarquía en la
familia y la compensación adecuada.
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● Se denominan Implicaciones Sistémicas a una serie de bloqueos que se dan cuando el
individuo ha atentado contra el amor y el orden del sistema. Se pueden clasificar en dos
subtipos: la arrogación y la compensación negativa.
● El Movimiento Sistémico hace referencia a los movimientos que realiza un individuo o
paciente. Son relevantes porque en ellos se puede observar información valiosa acerca de lo
que sucede en su sistema familiar.
● Los patrones familiares son conductas que se repiten generación tras generación,
habitualmente de una manera inconsciente. Por tanto, es posible que las personas respondan
a unas creencias, normas y lealtades que son una herencia del sistema familiar en el que se
encuentran.
● Los vínculos son aquellos lazos que se forman entre los diferentes miembros de la familia. Se
pueden establecer vínculos mediante la sexualidad, el intercambio o la violencia.
● La compensación tiene en cuenta el tomar y dar que existe entre los miembros que forman
parte del sistema familiar. Puede ser positiva, neutra o negativa.
● El ciclo de vida de una persona y el sistema familiar están relacionados, dado que el sistema
familiar modificará su estructura a medida que el sujeto vaya creciendo. Se pueden
diferenciar las etapas de gestación, autonomía, prospección y sexualidad, pareja, crianza y
presencia y retirada.
AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.
SOLUCIONARIO
1. Nombra las características que comparten todos los sistemas.
Las características que comparten todos los sistemas son la unicidad, el componente, la
pertenencia, la totalidad, la coherencia, la complejidad, la apertura y los límites, la historicidad, el
orden y la causalidad circular.
2. Indica cuáles son los subsistemas que se pueden dar en el sistema familiar.
Los subsistemas que se pueden dar son el conyugal, el parental y el fraterno o filial.
La segunda regla de los Órdenes del Amor establece que existe un orden y una jerarquía en la
familia. El tiempo es un factor clave en la familia, es decir, quién ha venido antes y quién después.
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Por ejemplo, los padres son más grandes que los hijos o un hombre y una mujer primero son
pareja y después padres. En otras palabras, las familias se rigen por un orden.
4. ¿Cuáles son los miembros que pueden estar vinculados por la sexualidad?
● hijos y padres;
● los hermanos de los padres, los abuelos, los bisabuelos, etcétera;
● parejas anteriores de padres y abuelos, porque hicieron espacio a la pareja actual o posterior.
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