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Estado

del arte

BARTHES, R. O. L. A. N. D. (1980). LA CÁMARA


LUCIDA. NOTA SOBRE LA FOTOGRAFÍA.
PAIDÓS.
La foto inalcanzable
En la necesidad de clasificar a la fotografía
encontramos que se distribuye tres conceptos:
empíricas, retoricas y estéticas. Todos estos fuera del
objeto, sin relación a su esencia.
Lo que la Fotografía reproduce al infinito únicamente ha
tenido lugar una sola vez: la Fotografía repite
mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse
existencialmente.
Una fotografía se encuentra siempre en el límite de este
gesto. (Barthes, 1980. Pág. 31).
Por otra parte, Bathers se cuestiona: ¿Por qué escoger
(fotografiar) tal objeto, tal instante y no otro? Es por
ello lo inalcanzable, pues no hay razón para marcar una
circunstancia en concreto, asi que para este acceda a la
dignidad de una lengua se convierte en un signo.
SOLORZANO ARIZA, A. U. G. U. S. T. O., TORO
TAMAYO, L. U. I. S. C. A. R. L. O. S., & VALLEJO
ECHEVARRIA, J. U. A. N. C. A. M. I. L. O. (2017,
ENERO - ABRIL). MEMORIA FOTOGRÁFICA: LA
IMAGEN COMO RECUERDO Y DOCUMENTO
HISTÓRICO. INTERAMERICANA DE
BIBLOTECNOLOGIA,

El recuerdo en la imagen
Un objeto fotografiado no es más que la huella dejada por la
desaparición de todo el resto.
La foto no es una imagen en tiempo real. Conserva el momento
del negativo, ese ligero desfase que permite que la imagen
exista antes de que el mundo o el objeto desaparezcan. La foto
preserva el momento de la desaparición, y por tanto el encanto
de lo real como de una vida anterior; el silencio de la foto.
Arrancado del contexto atronador del mundo real. Sean cuales
sean la violencia, la velocidad y el ruido que lo rodean, la foto
devuelve el objeto a la inmovilidad y al silencio.
La imagen fotográfica es irreparable, tan irreparable como el
estado de las cosas en un momento determinado. Todo
retoque, todo arrepentimiento, así como toda puesta en escena,
tiene un carácter abominablemente estético. La soledad del
sujeto fotográfico en el espacio y el tiempo es correlativo a la
soledad del objeto y a su silencio. Lo que se fotografía bien es
lo que ha encontrado su identidad de carácter, es decir, que ya
no necesita del deseo del otro.
Se dice que siempre hay un instante fotográfico que captar en
el que el ser más banal entrega su identidad secreta.
PEÑA, N. O. E. M. I. (2014, 9 MAYO). LA FOTOGRAFÍA
COMO IMAGEN SENSORIAL. RECUERDOS
INVISIBLES PARA UNA INTERPRETACIÓN VISUAL.
TERCIOCRECIENTE, 5.

La búsqueda de imágenes que simbolizan nuestros recuerdos.


En esta parte del texto nos recuerda el concepto de “aventura”
que para Barthes en “La cámara lucida”, se trata de esa
atracción que provoca agitación interior, al observar ese objeto
fotográfico.
Sin embargo, aquí no se interesa por esta idea de aventura, si no
en estas imágenes que pueden provocar sensaciones que
aportar un valor concreto a la fotografía. Llegando a la
conclusión que aquellas imágenes que mayormente interesan
al publico proceden de su álbum de recuerdos, imágenes que
conectan con sus vidas y les trasladan mentalmente a un
espacio y tiempo concretos.
Cada recuerdo es una experiencia contextualizada en un
espacio y tiempo. Y con esta idea plantea que sucedería si en
lugar de contemplar fotografías que conectan con imágenes
del recuerdo, buscáramos en los recuerdos grabados en
nuestra memoria imágenes que las representaran.
El hecho de volver a los recuerdos significa situarnos en su
contexto en otro tiempo, volver a transitar por esos lugares en
los que la memoria encapsuló.
Nuestra visita a los lugares de nuestros recuerdos nos hace
experimentar de manera consciente ese espacio y buscar
aquellas sensaciones que contribuyan a dar una forma visual a
nuestros pensamientos.
BOURRIAUD, N. I. C. O. L. A. S. (2008). ESTETICA
RELACIONAL (2.A ED.). ADRIANA HIDALGO.

La obra de arte como intersticio social


La posibilidad de un arte relacional, un arte que tomaría como
horizonte teórico la esfera de las interacciones humanas y su
contexto social, más que la afirmación de un espacio simbólico
autónomo y privado, da cuenta de un cambio radical de los
objetivos estéticos, culturales y políticos puestos en juego por
el arte moderno.
Dicho de otra manera, no se puede considerar a la obra
contemporánea como un espacio por recorrer (donde el
"visitante" es un coleccionista).
La obra se presenta ahora como una duración por
experimentar, como una apertura posible hacia un intercambio
ilimitado. Este es una forma de arte que parte de la
intersubjetividad, y tiene por tema central el "estar-junto", el
encuentro entre observador y cuadro, la elaboración colectiva
del sentido.
Por otra parte, en una exposición, aunque se trate de formas
inertes, la posibilidad de una discusión inmediata surge en los
dos sentidos: percibo, comento, me muevo en un único y mismo
espacio.

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