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Jaid Black - La Elegida
Jaid Black - La Elegida
CONTENIDO
Prólogo ........................................................................................................................... 3
Epílogo ......................................................................................................................... 63
PRÓLOGO
Wai Ashley despertó jadeando. Cubierta en sudor frío, sus oscuros pezones
No era la primera vez que había tenido esa visión. Lo que era más, había
Jack Elliot.
Wai suspiró. “Estas siendo ridícula”, suspiró. Él no quería nada de ella porque él
Necesitaba meter esa información dentro de su dura cabeza de una vez por todas.
Él no era real. Era una alucinación nocturna, nada más y nada menos.
Una parte de ella deseaba que Jack fuera algo más que un espejismo en una noche
fría y solitaria. Todos estos años soñando con él y sabía tan poco, aunque lo que sí sabía
Fuerte. Alto. Bronceado. Puro músculo. Cabello largo de color castaño claro con
inventados de un hombre ficticio. Había decidido hacía ya mucho tiempo que Jack era
El único problema con esa teoría era que Jack…bueno, él había estado con Wai
desde la cuna hasta su madurez como mujer. Cálido, protector y casi paternal, desde la
murmurado palabras de consuelo que ella no había comprendido pero que de alguna
Jack Elliot había sido su luz en las horas más oscuras de su infancia, su protector
mental. El borracho que Wai tenía por padre podía golpear su cuerpo, pero no llegaba
nunca a tocar su mente. La madre podía azotarla hasta dejarle el cuerpo hecho un solo
Cuando ella había llegado a la pubertad, Jack había cambiado sutilmente. Seguía
demandaba una atención total…y una obediencia absoluta. Parecía como si él hubiera
esperado a que ella creciera para poder, así, reclamarla como su posesión.
Más de una vez desde que había llegado a la adolescencia, se había despertado de
un violento orgasmo cortesía del mítico Jack, tal como esa noche. Él la dejaba jadeando y
gimiendo, retorciéndose bajo sus manos conocedoras mientras ella rogaba que la
acariciara.
Deseaba poder detener los sueños sobre él completamente. Gracias a Jack y sus
sesiones amatorias en el reino del sueño, ningún hombre real había alguna vez podido
comparársele.
Acostada, Wai se cubrió con las mantas. No había tiempo que perder con el
hombre mítico que su cerebro había bautizado Jack Elliot. Ella necesitaba dormir.
Mañana era el gran día. Había esperado por este momento desde que había decidido ir a
quiebre en su profesión.
“Vete, Jack”, le susurró a las paredes, al aire. Siempre estaba sola. ¿Cómo podría
Wai dejó escapar un suspiro cansado y agotado. “Déjame ir” Ella cerró los ojos
con determinación. “Ya no soy una pequeña niña asustada. Es hora de dejarme libre,
Jack”
*****
El Mayor Jack Elliot sacudía frenéticamente su verga larga y ancha con la mano
izquierda. Tenía los ojos fuertemente cerrados y los dientes trabados. Gotas de sudor
resbaladiza de ella.
Sabía que no debía tocarse a sí mismo de esa manera. Los predicadores decían
que Dios lo prohibía. Decían que él iría al infierno por desperdiciar su semilla fuera del
cuerpo de una mujer. Pero ella estaba siempre allí, su bruja intoxicante. Desde que podía
recordar estar tan erecto, el cuerpo imaginario de ella le había implorado a él hacerle
Carajo. Jack había hecho cosas mucho peores en su vida, cosas en nombre de la
libertad de sus compatriotas del dominio de Gran Bretaña y su rey, cosas peores que
derramar su semilla.
Bombeó su vara más fuerte, sin piedad, la vena yugular sobresaliendo y los
músculos tensos con el esfuerzo. Acabó con un gruñido bajo, su verga sacudiéndose en
la mano, las venas del brazo abultadas mientras la crema se volcaba con fuerza sobre su
vientre.
Dulce Jesús.
Ella era india. Una lenape, suponía él. No sabía su nombre, pero ese rostro lo
Cabello largo, negro como la noche. Ojos marrón claro. Espesas pestañas negras
que remarcaban unos ojos con un kohl natural que hubiera puesto celosa a la legendaria
recuperado de la última batalla contra los hombres del Rey Jorge y sin embargo esa
mí?’”
Silencio.
Jack respiró hondo y exhaló lentamente. Sus ojos azules miraron sin parpadear el
techo de la carpa de piel de animal en la que estaba, como si éste tuviera todas las
Durante años había soñado con ella. Al principio, se le aparecía por las noches
como una criatura, un bebé. Él solía abrazarla fuerte, acunando el cuerpecito lloroso en
sus sueños, hasta que ella se dormía. A través de los años, ella había pasado de bebé a
criatura a…
Sensual como el pecado, una mujer exóticamente bella. Sus sueños habían dejado
de ser altruistas a esa altura. Eran cada vez más carnales, en cada aparición que ella
Jack sentía que tenía derecho. Aquí, en la realidad, no había más que sangre,
muerte y guerra. No poseía más que las botas en sus pies y las ropas sobre el cuerpo. Sin
embargo, en sus sueños, esa mujer le pertenecía. Él no sabía su nombre, pero ella
Con un suspiro, guardó su pene casi rígido dentro del doblez de sus pantalones.
Poniéndose de costado, cerró los ojos y decidió dormir. En lo posible, sin que ella lo
despertara.
CAPÍTULO UNO
“Esto es ridículo”, se dijo Wai. Entrecerró los ojos, tratando de ver a través de la
es perfecto”
sabía cuán lejos estaba su destino, ya que se estaba volviendo muy difícil leer los
Tenía que ser a su jefe Greg a quién se le ocurriera darle un cliente que resultaba
casi imposible de hallar. Lo tenía preparado desde el principio para Wai, por razones
Columbus, Carolina del Norte, en unos pocos meses y mudarse a un pez gordo, de
aguas más profundas. Es decir, ella había puesto el ojo en Manhattan, y en convertirse
la “Gran Manzana”. En otro momento, hubiera discutido con Greg por encargarle una
tarea casi imposible como la que tenía entre manos, pero Wai imaginó que si podía
que fuera, y conseguiría que este pequeño pueblito de Ohio tuviera su lugar en el mapa.
Así era ella, terca hasta la médula. Una vez que se imponía una meta, se rompía
el trasero para obtenerla. Fue lo mismo cuando a los dieciocho años, una edad
Mudarse a los Estados Unidos sola había sido difícil visto con humor, y
terriblemente aterrador visto sin humor, pero lo había hecho, y había prosperado. Los
obstáculo en principio, pero la cultura sí. Podía hablar inglés, pero ella era maori… uno
de los pueblos indígenas de su país de origen. Una india neozelandesa, por decirlo de
algún modo.
Si había algo en lo que Wai era buena, eso era en derribar barreras culturales.
Había sido bendecida con una sonrisa cálida y acogedora que mostraba la sinceridad y
felicidad que había permanecido en ella a pesar de las difíciles circunstancias de su vida.
Pero mayormente, reflexionó Wai, lo que ella sí era, era ser conversadora. Nunca
sin palabras, era capaz de hacer sentir a cualquier persona cómoda junto a ella. Su
naturaleza parlanchina la había ayudado tanto o más que los ojos y la sonrisa que había
Sin importar lo que costara, decidió Wai, enfilando con el auto de alquilar hacia la
primera salida que pudo ver, lograría llevar a cabo esta asignación. Si había podido
sobreponerse a una infancia menos que idílica y podido crear una vida nueva en una
Aún si eso implicaba hacer de la mierda de vaca, el maíz y las ropas Amish una
vogue.
impermeable naranja brillante cerca del extremo de la salida que había tomado. Detuvo
el auto junto a él para pedirle información sobre la hostería donde tenía reservada una
habitación.
“Imposible”, gritó el panzón oficial, su voz fuerte para dejarse oír por encima de
ya se ha rebalsado!”
Mierda.
“¿Que debería hacer?” Se preguntó Wai. “No soy de por aquí. ¿Hay algún motel
cerca?”
El oficial inclinó la cabeza al tiempo que señalaba un camino que Wai apenas si
podía ver. “¡Vaya hacia el este!”, gritó el agente. “Encontrará un pequeño motel hacia la
derecha a más o menos cinco millas por el camino. ¡No es nada demasiado elegante,
Para esa altura, esas palabras sonaban como música en sus oídos. “¡Bárbaro!”,
gritó por sobre el ruido del diluvio, “¡Gracias!”. Regalándole una sonrisa rápida, Wai
escudriñó hacia adelante, y trató de seguir tan rápido y tan seguro como era posible por
El clima era irreal. Nunca antes había visto caer la lluvia con tanta fuerza desde el
cielo como ocurría en los campos de Ohio. Lo último que necesitaba era quedar atrapada
Cinco millas más adelante, hizo justamente eso. Wai dejó escapar un suspiro de
alivio al leer las palabras HOSTERÍA ZEISBERGER. El letrero era viejo y ruinoso, las
luces de neón apenas si funcionaban, pero se las ingenió para verlo y se internó por el
Bienvenidas sean.
*****
Era difícil digerir comida de gourmet, ¿Pero digerir comida casera? Frijoles fritos,
pan casero fresco con manteca de manzana, puré de patatas cremoso, pavo, pollo,
salsa… y, pensó con quejido, una porción de la mejor tarta de cerezas ‘a la made’ que
hubiera probado. Su panza se sentía tan llena que temió estar a punto de explotar.
Acostándose sobre la espalda con un suspiro, Wai clavó la vista en el techo. Tenía
la mente en blanco y los oídos adaptados al sonido de la lluvia que caía incesante. El
diluvio no había terminado, pero podía darse cuenta que tenía menos fuerza. Gracias a
lluvia habría cesado para cuando ella despertara. Luego podría regresar a su asunto de
encontrar Millersburg.
*****
“Jack…”
Wai se sentó sobresaltada en la cama con baldaquín, los claros ojos marrones
Había deseado que desapareciera hacía casi un año, y él lo había hecho. No había
tenido sueños del hombre mítico desde esa noche en que le pidió que la dejara. Hubo
Wai había deseado entonces lo que deseaba ahora, continuar con su vida sin Jack.
Sin embargo, un año más tarde, recuerdos vívidos de su amante de ensueño le impedían
alcanzar esa meta. Los recuerdos no volvían siempre, pero tendían a aparecer cada vez
Y ese mismo hecho era lo que hacía la nueva visión tan preocupante. Había
trabajado duro para olvidarlo, muy duro. Sin embargo, él había encontrado la manera
de volver.
Esta vez, el sueño no era como los anteriores. Jack no había estado haciéndole el
amor. Había estado enojado con ella, la emoción casi atemorizante por la intensidad. Él
“¡Basta!” Wai se retó a través de los dientes apretados. Deslizó dos manos
existe. Jack Elliot no existe” Cerró fuertemente los ojos y repitió el mantra una y otra
vez.
“Vete”, suplicó, su respiración trabada en el pecho. “Por favor, Jack… déjame ir”
CAPÍTULO DOS
Wai le regaló al Sr. Zeisberger una sonrisa dormida mientras él charlaba con ella
acompañando el desayuno de la Sra. Zeisberger. Después del sueño que había tenido
sobre Jack la noche anterior, dormir había sido imposible. Había temido volver a
dormir, ya que estaba empezando a creer que algo dentro de su mente estaba fallando.
Wai le sonrió al Sr. Zeisberger. Era una pregunta que le hacían cada vez que tenía
neozelandés. “Es más fácil llamarme ‘Wai’ como hace todo el mundo”
Él parpadeó. “Entendido. Cuéntame más acerca del pueblo maori” Tragó el suero
de leche antes de apoyar la taza en la mesa. “La señora y yo nunca hemos salido de
Ohio”
“Sí lo hemos hecho, querido”, se les unió su esposa desde la cocina. “Hemos
“Oh, cierto” El esposo frunció el entrecejo. “Pero eso no cuenta porque es aquí
Ella sonrió al hombre. Una vez que la Sra. Zeisberger se les unió, Wai pasó los
tierra nativa, y contestando todas y cada una de las preguntas. Cuando la comida
hago las maletas y vuelvo a la carretera. ¡Oh! ¿Me podrían indicar el camino hacia
Millersburg?”
“Me temo que viajar hacia algún lado es imposible”, le contestó el hombre.
mayor era tan agradable como uno pudiera desear, pero Jack…
Necesitaba escapar. En todos los años en que lo había soñado, nunca lo había
sentido más cercano o más real que la pasada noche. La necesidad de abandonar este
lugar era tan desesperada que podía notarse. Hasta sus anfitriones podían verlo.
“Si es dinero lo que te preocupa, querida”, dijo la Sra. Zeisberger, “no te hagas
problemas por eso. Puedes quedarte aquí sin cargo hasta que los caminos sean
transitables”
problema”
“¿Entonces…?”
No había manera de explicarles lo que le ocurría sin sonar como una loca. Decir
que estaba desesperada no alcanzaba para describir su estado -tenía- que irse. Ahora.
“Tan sólo estaba ansiosa de comenzar con mi nueva asignación, nada más”, les mintió.
Cruzó los dedos sobre la falda mientras les contaba sobre la agencia publicitaria para la
que trabajaba. “Pero imagino que visitar un pueblo amish tendrá que esperar”
“Nosotros también tenemos unos cuantos amish alrededor del pueblo”, comentó
el hombre. Se rascó los restos de cabello canoso que aún tenía en la cabeza. “No
demasiados, honestamente, pero dado que la mayoría de ellos viven igual y se visten
Wai no sabía si largarse a llorar o a reír. Sonaba como si tuviera el trabajo listo
para ella. Se conformó con resoplar antes de preguntar si había algo para hacer en el
área en la que estaba, llamada Nueva Filadelfia, de acuerdo a lo que le habían dicho.
“Lo fundó mi abuelo”, dijo con orgullo el Sr. Zeisberger. “Bueno, sería mejor
decir un antepasado mío hace unos doscientos y pico de años. Su nombre era David
“Entre los residentes lo tuvo” El anciano levantó un poco sus pantalones mientras
que había que forzar a los indios a pensar como él. Si venían, tenían que hacerlo
voluntariamente. Las únicas reglas que tenía eran, no guerra, no pintura de guerra y no
“El problema fue”, suspiró la Sra. Zeisberger, “el abuelo se negó a tomar partido
predicaba”
“Por eso, los británicos y los americanos sospechaban que ayudaba al bando
antepasado y los otros colonos abandonaron Schoenbrunn ya que temían por sus vidas”
Una cierta sensación de tristeza se apoderó de Wai, sin saber el por qué. Estaban
hablando de gente que había estado muerta por más de doscientos años. “Eso es
“Dios sabe que he vivido para ver demasiadas. Y nunca una agradable”
“Sí”, murmuró Wai, “supongo que no” Se quedó callada durante un rato y luego
preguntó, “¿Dijo que el pueblo estaba cerca?” Una curiosidad como nunca antes había
estómago. Debido a razones que no entendía, sentía como si ella tuviera que ver ese
lugar. “Imagino que las ruinas todavía se ven. ¿Se encuentran a una distancia corta?”
“Me arriesgaría a llevarte, pero no creo que sirviera de mucho. La cosa es”, explicó, “las
líneas telefónicas están caídas, así que no hay forma en me puedas avisar cuando estés
Su esposa hizo un sonido de duda. “No me parece que sea una buena idea. ¿Qué
harías si el único camino que no está inundado queda bajo el agua? Dudo mucho que
Schoenbrunn sin importar cuán feo se pusiera el tiempo. Algo en el lugar la llamaba, y
apenas si sabía el nombre del mismo. Sin mencionar que era la mejor excusa para
escaparse de Jack.
“Si comienza a llover nuevamente, me vuelvo” Wai les regaló una sonrisa de
*****
No estaba saliendo bien. Más cerca estaba Wai del antiguo pueblo, más fuertes
resonaban los pensamientos sobre Jack en su cerebro. Y ahora que estaba aquí, parada
en la recepción…
qué sentía que Jack estaba, de algún modo, atado a este sitio? ¿Por qué sudaba con el
Wai levantó la cabeza rápidamente. Había olvidado que la única empleada del
extrañeza, inclinó la cabeza con educación y sonrió a la adolescente. “Me sorprende que
“Abrimos cada día desde el Día de Remembranza hasta el Día del Trabajo” La
rubia joven y bonita hizo un globo con la goma de mascar y lo explotó. “Incluido el día
cuando, empujó los billetes tan profundo como lo permitió el bolsillo de su solero.
vienen contingentes de escolares. Dado que no hay visitas escolares hoy, sencillamente
sale por esa puerta y explora usted sola. Mi nombre es Julie. En caso de que necesite
algo”
“Gracias, Julie” La voz de Wai sonó ronca aún para sus oídos, así que se aclaró la
Wai caminó tranquila hacia las puertas dobles que daban al pueblo. Se detuvo en
mitad de un paso, su visión periférica atrapada por un retrato muy antiguo que estaba
Wai alzó la mirada. Con una sencilla camisa blanca bajo una sofisticada chaqueta
negra de la época, el canoso misionero habría lucido muy austero si no fuera por la
bondad de sus ojos. Tenía los mismos ojos que su nieto. “Así que usted es el antepasado
Wai deslizó dos dedos sobre la inscripción de bronce. Sintió que el retrato la
atraía físicamente.¿Por qué me siento tan atraída hacia usted y este lugar? Esto es más que
extraño.
“Sí” Wai se puso una sonrisa sobre el rostro mientras inclinaba la cabeza hacia la
joven. Por razones desconocidas, sentía que el pulso estaba por estallarle. Quizá se
Sal de aquí. ¡Pasa las puertas, respira aire fresco, y te sentirás bien!
Su mirada volvió a las puertas dobles. Por suerte, había elegido un vestido de
algodón con breteles cruzados, teñido en el estilo batik, que había comprado en
vacaciones, ya que la humedad se hacía sentir después de la lluvia. Dios sabía que ya se
sentía acalorada.
mientras enfilaba hacia las puertas dobles. Puedes hacerlo. ¡Deja de actuar como una idiota!
Con los orificios de la nariz dilatados, Wai aspiró una vez más con fuerza, y luego
CAPÍTULO TRES
Dejó escapar el aire con una risita. Las puertas se cerraron con fuerza.
El corazón de Wai había estado latiendo como si hubiera temido encontrarse con
King Kong, pero todo lo que halló fue un pueblo tranquilo, vacío, de la época de la
Era una colonia hermosa. Le provocaba algo, una emoción indefinida, pero ese
“calle”. Al usar sandalias, sus pies se empaparon inmediatamente con una combinación
de barro y pasto húmedo por el rocío. Pero a ella no le importó. Se sentía demasiado
Al llegar a la primera cabaña, Wai quiso saber que había dentro. Entrecerró los
ojos mientras cruzaba la pequeña puerta, le llevó un momento adaptar la vista a la semi-
El interior era simple y arcaico. En el medio del antiguo hogar había una
para batir manteca junto con grandes calderos para cocinar. Hacia la izquierda se
hallaba el dormitorio, una pequeña cama de paja cubierta con pieles de animales. Toda
abandonada. Una paz inmediata la embargó. La cabaña olía a pasto, polvo y naturaleza.
La cabaña olía…bien.
A punto de abandonar el lugar pequeño y oscuro, con el rabillo del ojo percibió
algo extraño en la esquina más alejada. Con el ceño fruncido, se dirigió hacia donde
¿Qué diablos…?
arcilla seca, había un pedacito de tela. Se inclinó para poder verlo mejor. Ella se paralizó.
Recogiendo el trozo de tela vieja, que realmente se veía como si tuviera más de
doscientos años, lo miró con una expresión surrealista. Teñido batik. El pedazo de tela
había sido teñido al batik. Y lo más extraño, era una copia perfecta aunque decolorada,
de los colores que tenía su vestido de breteles cruzados que estaba usando: amarillo,
Wai expiró fuertemente. No tenía una idea clara de que diablos estaba pasando,
pero las cosas se estaban poniendo cada vez más raras. Arrojando el pedazo de tela al
suelo, corrió fuera de la cabaña, y jadeando para respirar, se apoyó contra la pared.
Era tan sólo una coincidencia. ¡Relájate! Te has sentido extraña desde el regreso de Jack y
Se repitió el mantra unas cuantas veces hasta que el corazón comenzó a latir de
modo más normal. Siguiendo con su paseo a través del pueblo abandonado, Wai se
recordó que no era la única mujer que había estado de vacaciones en Jamaica y que se
había comprado un souvenir en la forma de un vestido teñido al batik 1. Era obvio que a
alguien se le había roto el vestido en esa cabaña y los cuidadores del pueblo histórico no
lo habían visto. Las cabañas estaban a oscuras. No notar un pequeño pedazo de tela
velas, la cabaña de un herrero, y unos pocos hogares sin mayores características que
Para cuando llegó a la escuela de sólo una sala, espaciosa, Wai se sentía una vez
más ella misma. Echando un vistazo en derredor, sonrió al posar la vista sobre un
cuadro que colgaba sobre la pared izquierda. “Hans pintó eso”, dijo con nostalgia.
“Hans Benedict.”
1 El batik es una de las varias "técnicas de teñido por reserva" (Ikat; Tie Dye; Plangit; Bandhana; Shibori). Es
utilizado para colorear tejidos y consiste en aplicar capas de cera sobre las regiones que no se desean teñir (zonas
reservadas), fijándose las anilinas en aquellas zonas no reservadas. Este proceso se puede repetir tantas veces como se
desee, lo que permite sobreponer colores, logrando con ello una muy rica variedad de matices. La propiedad que
tiene la cera de resquebrajarse una vez endurecida, permite que en el posterior teñido se dibujen líneas quebradas o
"craqueladas". Este "craquelado" constituye el sello diferenciador de esta técnica de teñido de otras similares como el
shibori, por ejemplo, que no se trabaja con cera y sus líneas las debe a amarres o finos pliegues en la tela. La técnica
del batik está extendida en países como la India, Sri Lanka, Irán y Tailandia pero donde es más popular es en
Indonesia y Malasia. La isla de Java en Indonesia es famosa por sus batiks. El batik indonesio fue inscrito en 2009
sobre la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la
Unesco.
Ella pestañeó. Acercándose hacia el sitio donde colgaba la pintura con una escena
sufrir un ataque de histeria. Pero ella sabía que no era así. Cada fibra de su cuerpo le
decía que Hans Benedict no había sido nunca un pintor famoso. Había sido tan solo un
escolar.
Salió corriendo de la escuela, y siguió tan rápido como le daban las piernas. Su
pulso latía descontrolado y sentía el corazón golpear contra sus pechos. La hierba
empapada y el barro salpicaban sus pantorrillas, se escurrían entre los dedos de los pies.
Jadeando por el esfuerzo, le llevó un momento darse cuenta hacia dónde había corrido,
En el medio de un cementerio.
treinta lápidas. No eran lápidas modernas, lisas, hechas en mármol, sino trozos de
piedra cortados toscamente, apoyadas sobre sí mismas. Leyó la primera inscripción que
vio.
Aquí yace Sarah, hija de Elizabeth y Samuel. Nacida en 1772. Desaparecida de esta tierra
en 1773.
Wai pestañeó varias veces seguido, tratando de evitar las lágrimas. Sarah no
había tenido más de un año cuando había muerto. Miró la lápida siguiente.
Aquí yace Samuel, esposo de Elizabeth y padre de Sarah y Hans. Nacido en 1751.
La tristeza la envolvió. Sufría por Hans, sentía su dolor como si ella hubiera
Wai cerró sus ojos durante un momento, apoyando su mano temblorosa sobre su
hacia dos tumbas que yacían separadas de las demás. Como si estuviera en trance,
lentamente caminó hacia donde estaban las lápidas. No quería verlas, pero sentía como
Aquí yace Puawai, esposa de Jack. Fecha de nacimiento desconocida. Partió desde esta
tierra en 1776.
siguiente tumba.
Aquí yace Jack, esposo de Puawai. Nacido en 1747. Desaparecido de esta tierra en 1776.
“Oh Dios mío”, murmuró Wai, sintiendo como la piel de gallina le cubría todo el
cuerpo. Sabía que iba a desmayarse. A ciegas tanteó buscando algo, cualquier cosa a la
era real.
lápida de Jack. Gimiendo ante el dolor que pareció partirle el cráneo, los ojos de Wai se
CAPÍTULO CUATRO
Gimió, los párpados tratando de abrirse. La cabeza le latía, las rodillas se sentían
lastimadas.
“¿Está herida?”
¿Dónde estoy?
¿Mi idioma?
sintió que la náusea la embargaba. Gimiendo, Wai se abrazó la panza, encogiendo las
piernas debajo de ella. Wai entrecerró los ojos, tratando de distinguir los rostros de los
“No”. Wai luchó con su vista, abriendo y cerrando los ojos hasta que pudo ver
algo más que simples siluetas. Cuando por fin sus ojos comenzaron a distinguir, miró
La niña, de alrededor de diez años, usaba un sencillo vestido azul con un delantal
blanco cubriendo la mayor parte de él. Su cabello, largo y rubio, estaba recogido en un
niño, de no más de doce años, tenía el cabello castaño que le llegaba a los hombros y lo
tenía recogido con una tira de cuero en la nuca. Usaba una camisa blanca bajo una
atuendo.
Wai pestañeó. Echó un vistazo en derredor y notó que ya no estaba sentada frente
a una tumba. Había unas diez o doce lápidas en el cementerio, y absolutamente nada
Tragando con fuerza, Wai miró hacia la recepción. No podía verlo. Todo lo que
veía era gente por el camino, todos cuidando los campos o caminando por ahí, todos con
“Creí que no había viajes escolares programados para hoy” Esta gente debía estar
usando ropas de época, actores voluntarios que montaban actuaciones coloniales para
“¿Julie?”, preguntó la pequeña. Ella frunció el ceño. “¿Se siente bien, señorita?
“¡No!”
“No se asuste”, dijo Hans rápidamente. “Dicen que la vieja Annie es una bruja,
pero nosotros sabemos que no. El predicador dice que ella es una buena mujer cristiana.
estoy?”
Más miraba alrededor y menos familiar le parecía el entorno. Donde antes estaba
el camino de pasto que pasaba en medio del pueblo, había ahora una calle de tierra
Parándose lentamente, miró a los niños. Hans observó las piernas desnudas y
luego los pezones que empujaban contra el solero de algodón. Se sonrojó y quitó la
vista.
“Ursa”, la reconvino Hans, más acalorado que antes. “Los indios son así. No
“Los indios somos así de inteligentes, gracias” Wai frunció el entrecejo. “Te estás
luego dijo, “¿Por qué no vamos a ver al predicador juntos, señorita? Él le dará algo de
Algo no estaba bien. Algo se sentía raro. A saber, el hecho de que estos niños se veían
demasiado auténticos para su gusto. El deseo de huir era sobrecogedor. “Tengo que
Forzándose a caminar, Wai ignoró a los niños y empezó a avanzar a los tumbos
hacia la entrada de Schoenbrunn. Sus claros ojos marrones se agrandaron cuando siguió
sin ver la recepción.¿Qué esta ocurriendo? ¡Que alguien me despierte de esta pesadilla!
Oyó que los niños la seguían, pero los ignoró. Hombres y mujeres, tanto blancos
como indios, detenían lo que estaban haciendo y la miraban pasar, sus bocas abiertas
“Nunca he visto un vestido tribal como ese”, masculló una mujer lenape.
Comenzó a caminar más rápido. Notó que Hans y Ursa corrían delante de ella,
pero no les prestó atención. Se movía tan rápido como podía por el camino de tierra,
mayor detrás de ellos. Estaba vestido de los pies a la cabeza en blanco y negro, sus
prendas similares a las de Hans. ¿Era acaso el predicador del que hablaron los niños?
“No tema, señorita”, dijo el hombre con gentileza, dirigiéndose hacia ella. Su
inglés tenía un fuerte acento, como si proviniera de Europa del este. Se calmó al ver que
Él se acercó. Más cerca aún. Cuando ella y el predicador se miraron a los ojos, el
Los ojos azules apenas si se abrieron un poco más. “¿Sabe mi nombre? ¿Vino aquí
“Tengo que irme”, jadeó Wai, alejándose de él. Su mirada observó desesperada
los rostros en la multitud que los empezaba a rodear, antes de posarse nuevamente
Lo que fuera que David Zeisberger había estado a punto de decir quedó en el
aire. Salió corriendo hacia donde la recepción debería estar, sus brazos sacudiéndose de
tierra, y luego sólo había un bosque verde. Corriendo tan rápido como sus pies la
*****
El Mayor Jack Elliot detuvo su cabalgadura. Juraría que había visto a una
La muchacha corrió hacia un árbol más grande y se escondió tras él. Sus ojos
azules se entrecerraron. Tenía que ser una lenape. Los blancos nunca se vestían… así. La
prenda delatora era tan escasa como para ser obscena. Con vergüenza, reconoció que
Estos días, nunca se sabía a quién apoyaban los indios. Ella podía ser amiga o
enemiga. Demonios, en cuanto a eso, estos días no se podía estar seguro de que los
vecinos de la zona fueran amigos o enemigos. Como la gente que vivía en Schoenbrunn;
muchos soldados del continente creían que el misionero y sus seguidores eran
Jack no sabía de algún americano o simpatizante del rey que enviara a una
cuales no había estado con una mujer en meses, si acaso habían estado. Especialmente,
no David Zeisberger. Si había algo de lo que Jack estaba seguro acerca de las actitudes
Jack inclinó la cabeza y observó a la joven esconderse tras otro árbol. Estaba
tratando de alejarse de él tanto como le fuera posible sin ser vista. Él dudaba que ella
supiera que había sido vista; ella hubiera huido si así fuera.
El Mayor Ellit se había alejado del campamento totalmente solo. Se había ido
después de avisarles a sus hombres que quería una oportunidad más para hablar con
Otro movimiento.
galope hacia la joven india. Contra viento y marea averiguaría quién era ella y que es lo
ver al jinete a caballo. Había estado corriendo y caminando por tres horas al menos; lo
Y ahora otro hombre con ropa de época. Sólo que éste en particular vestía como
un soldado…
castaño claro. No podía distinguir demasiados detalles del rostro a esa distancia, pero
los rasgos se veían bronceados. Usaba un sacón azul adornado con docenas de botones
brillantes que le bajaba hasta el muslo. Pantalones de montar ajustados en color marrón
por debajo del saco y botas hasta la rodilla negras completaban el conjunto.
A pesar de lo recargado de la vestimenta para esta época del año, Wai no tuvo
problema en distinguir cuan musculoso y poderoso era el cuerpo debajo. Esos bíceps se
tensaban debajo del saco cada vez que él hacía el más mínimo movimiento.
Inspirando profundo, Wai se obligó a calmar sus nervios tensos y los dientes que
escapar.
todo lo que ella creía que era verdad, había viajado hacia el pasado en guerra en Ohio.
“¡Esto no está pasando realmente!” Sencillamente no puedo creer que esto sea real.
pasara nada, pero ella no era tan ingenua. Se daba cuenta por la manera en que
inclinaba la cabeza, y luego como se le tensaron los músculos debajo de ese ajustado
Con el corazón galopando, Wai se dirigió a toda velocidad hacia el punto desde
donde venía. Trató de ignorar el aterrorizante grito del soldado al azuzar a su caballo y
determinación en el rostro del jinete. Podía asegurar que estaba lista, se notaba en los
Girando el cuello hacia adelante, los ojos de Wai se abrieron asustados al darse
cuenta que estaba por estrellar su cabeza contra un árbol. Peor aún, iba demasiado
rápido para poder esquivarlo. Gritó fuerte al golpearlo, y luego respiró con jadeos al
caer al suelo.
Mareada y con náuseas, sabía que se desmayaría. Lo último que Wai vio antes de
rendirse al dolor cegador fue un rostro demasiado familiar inclinándose sobre ella.
cuerpo.
Después de buscarle el pulso, Jack alzó a la joven lenape y se quedó mirando ese
Ella.
La mujer con la que había fantaseado años. La mujer que él había llegado a creer
que era tan solo producto de su imaginación sexual. Habría reconocido este rostro, este
Sus ojos marrón claro rodeados por las pestañas negro profundo. La manera en que ella
jadeaba en sus fantasías nocturnas cuando él embestía dentro de esa estrecha, húmeda y
resbaladiza…
recordándose que éste no era el lugar ni el momento para tener pensamientos carnales y
distancia a caballo, y que llevarla allí inconsciente era casi imposible sin causarle más
Y luego descubriría, de una vez por todas, quién era ella y qué diablos estaba
ocurriendo.
CAPÍTULO CINCO
Ella había estado mayormente dormida durante tres días, pero Jack había visto
estaba recuperándose. Había estado consciente unos momentos, lo cual era un buen
signo. Sonriéndole a través de esos sensuales ojos almendrados, lo había mirado por
unos momentos, y le había susurrado con su acento ronco y sus pestañas agitándose,
Esos momentos estaban ocurriendo cada vez más seguido. No parecía estar
lúcida la mitad del tiempo, y sin embargo Jack había obtenido cierta información de ella.
conversación que habían mantenido temprano esa mañana, una conversación que ella
“¿Quién eres?” Murmuró Jack, los ojos mirando ardientes ese rostro, los pechos apenas
“Sabes que me llamo Puawai, pero prefiero Wai” Ella sonrió. “Oh Jack…”. Ella se estiró
para alcanzar el rostro de él y deslizar una mano sobre la barba en su mandíbula. “¿Eres real?”,
Silencio.
“Jack”, susurró ella, “Tuve un sueño muy extraño. Viajaba hacia atrás en el tiempo más
de doscientos años” La voz se volvía distante, leve, mientras se le cerraban los ojos. “Estaba en tu
espalda.
¿Viajar a través del tiempo? ¿Era posible eso? ¿O ella tan solo mascullaba
tonterías incoherentes?
la ayudaría a recuperarse, no deseando confesar a sí mismo que tan sólo quería verla
desnuda. Todos estos años soñando con ella, ahora sabría verdaderamente cómo era su
cuerpo.
Haciéndola flotar sobre el agua fría, Jack inspiró profundo y luego dejó escapar el
aliento. Esos pechos eran tan grandes, redondos y suaves como en sus sueños, los
pezones duros y marrones se alzaban por sobre esas almohadillas de un marrón más
Su mirada descendió por el cuerpo. Primero miró el vientre que lucía tan lascivo
como adorable, y luego bajó hacia el montículo triangular cubierto con bucles negros
Decidió averiguarlo.
Con la verga tan dura que dolía, Jack apretó los dientes mientras deslizaba la
fragante barra de jabón silvestre sobre los pechos y el vientre de Wai. Después de
generar espuma, arrojó el jabón por sobre su hombro y masajeó el área de los pechos.
Sintió su vena yugular hincharse ante el roce de los pezones maduros sobre la
palma de su callosa mano. Casi se acaba ahí mismo en el río al bajar más la mano,
dejando deslizar sus dedos jabonosos por el triángulo de bucles negros que se sentía tan
sedoso como se veía. Ella gimió un poquito, un sonido suave y velado, mientras los
dedos se introducían entre los muslos y restregaban el pequeño capullo de piel que
había allí.
Esto era lo que él quería. Esto era lo que su mente le había estado diciendo que
un país sobre otro para obtener la independencia para este último, éste, un país cuyo
código moral ya no sabía si compartía. Había pasado la mayor parte de su vida adulta
en la batalla; el sistema de valores pacífico con el que había crecido no funcionaba para
Pero Jack había cumplido con su deber. Un deber en el que ni su mismo padre
creía.
Masajeó ese clítoris más fuerte, con más ímpetu, observando a través de los ojos
endurecía más con cada uno de los suaves quejidos de ella, el deseo de aparearse con la
animal antes de que terminara tomándola. No podría vivir consigo mismo si forzaba a
“Jack”, susurró Wai. Sus pestañas se abrieron suavemente. “Oh, Dios, Jack … He
La respiración de él era tan pesada que le sorprendió poder hablar. “No sabes lo
Con los brazos alrededor del cuello de él, colgando de él, ella dio dos pasos
vacilantes. “Rechacé a todos los otros hombres. No quise estar con otros hombres, salvo
contigo”
Dulce Jesús. La mujer que lo había perseguido en sueños durante más años de los
que recordaba era virgen. No sabía cuánto más podría soportar. Un gesto más de
“Jack”, murmuró ella. Su lengua rosada se asomó, buscando la boca ansiosa de él.
“Hm.”
“Jack”, dijo en tono velado ella, separando su boca de la de él. Le costaba respirar
Dios santísimo.
Jack tocó los grandes y suaves pechos mientras se ubicaba entre los muslos de
Wai. La mirada marrón claro se encontró con la azul, brillando con fuerza animal.
“Esto no está ocurriendo realmente”, jadeó Wai mientras él deslizaba los pulgares
sobre los pezones endurecidos. “Pero desearía que fuera real. He estado enamorada de
ti toda mi vida”
Los orificios nasales de él se agrandaron. Sabía como se sentía ella. Justo ahora
dentro de ella con una embestida poderosa. Ella gritó, los ojos enormes, pero no se
separó de él.
“Haré que se sienta increíble en un minuto”, dijo él con voz ronca. No había
estado tan terriblemente duro en toda su vida. “Quédate quieta hasta que tu cuerpo
Pareció una eternidad hasta que los músculos se le relajaron y la tensión los
huellas sobre la de ella mientras la verga, inmóvil, latía dentro de Wai. Esas manos
estaban en todas partes, pero mayormente parecían obsesionadas con sus pechos. Toda
su vida él había soñado con esta mujer, este momento, y finalmente, había llegado.
La mandíbula de Jack se endureció al oír las lascivas palabras. Él alzó los pechos
juntos y los sostuvo para su boca ansiosa. La lengua se dirigió hacia uno de los duros
pezones y casi se acaba ahí mismo al oír el gemido de Wai. Introdujo el pezón en su
enloquecido esos pezones, primero uno y luego el otro, hasta que ella terminó jadeando
ella. La verga se sacudió, amenazando con volcar su simiente, pero apretó los dientes y
“Jack”
Santo Cielo, se la sentía tan bien. La concha era tan ajustada, resbaladiza y
“Wai”
Jack dijo su nombre entre dientes mientras aumentaba el ritmo de las embestidas.
Quería que este momento durara para toda la vida. Quería disfrutar de la carne jugosa y
te dejaré ir”
Las tetas se sacudían entre ellos con cada empujón, aumentando el hambre de
Jack hasta el infinito. Diez uñas arañaron su culo de acero, clavándose en la carne y los
Jack gemía mientras la cogía, su mente yendo a mil, pensando como haría para
con dureza, con fuerza, entrando y saliendo de su concha, marcándola como propia con
cada embestida.
No la dejaría ir. Nunca. De una u otra manera, ella siempre sería suya.
“Tu concha se siente tan bien”, dijo él con voz ronca. “Me perteneces, Wai”
Todo el cuerpo de Jack se endureció sobre ella mientras él sentía que estaba por
“Wai”, gruñó él, aún cogiéndola, hundiéndose en ella hasta que su verga se relajó.
tanto en su vida como quería a esa mujer. Aún la amenaza de que los americanos
perdieran ante los hombres del rey no era nada ante el pensamiento de que podían
Para muchos, estas emociones intensas no tendrían sentido. Para Jack, eran
totalmente lógicas.
Había pasado toda su vida soñando con esta mujer india. Había estado ahí con él,
lo había consolado durante las horas más oscuras del combate, había sonreído con él en
las victorias de la vida. Siempre con él. Una presencia segura en un mundo inseguro.
Aparentemente, sus exigencias habían sido más intensas de lo que Jack había creído,
porque aquí estaba ella; esta vez mucho más que una aparición. Y sin embargo…
“No deberíamos haber estado juntos. Podrías quedar embarazada” Los orificios
la expresión herida de Wai, recordándose que una cosa era desear a una mujer… y otra
totalmente distinta poder tenerla. Eso iba a demandar algo de trabajo, y una terrible
Wai estaba tan sorprendida que apenas podía pensar, mucho menos moverse o
hablar. Cuando Jack le hacía el amor, había tratado de convencerse que todavía estaba
inconsciente, que todavía soñaba. Esa creencia le había permitido disfrutar el momento,
El dolor lascerante que había sentido al entrar Jack en su cuerpo había sido para
Wai el primer signo de que esta vez el acto amoroso no era una fantasía. El punto
decisivo había venido en la forma de una angustia profunda cuando el único hombre
que había amado alguna vez, la única persona que le importó aparte de sí misma, le
El Jack de sus sueños nunca le hubiera dicho algo así. Wai cerró los ojos
“Vete”, dijo con dificultad ella, quitando su mano de las de él. Entre la contusión
que todavía la afectaba y el sexo que acababan de compartir, Wai se sentía tan débil
como una gatita recién nacida, pero se negaba a mostrarlo. “Puedo cuidar de mi misma”
más profundo del río. Necesitaba quitarse el barro y la suciedad que se le habían
Limpio y vestido, Jack observó como Wai, desnuda, salía del río y se dirigía a
buscar su mínimo vestido; el que tenía todos esos colores complicadamente tejidos en la
tela. Ella no lo miró, ni siquiera una vez, y a él le dolía más de lo que podía decir con
palabras.
haberle hecho el amor, aunque seguramente ella ahora sí se arrepentía de haberlo hecho
con él. Tampoco quería que ella lo abandonara… pero no quería darle esperanzas de un
pasarla ella con enojo por sobre su cabeza. El estar enojada debe darle fuerza mayor,
La mirada azul se detuvo en los papeles que sostenía en las manos. Algunos eran
verdes, otros verdes con tinta color rosado. Los papeles lucían como…moneda
extranjera de alguna clase, un tipo de moneda que él nunca había visto. ¿Acaso los
indios ahora hacían su propio dinero? De ser así, era de una calidad mucho más fina que
del billete se veía una casa palaciega y las palabras “Veinte dólares” y “En Dios
confiamos” Sobre eso había algo tan perturbador que Jack se heló. Claras como el día, se
Con el pulso acelerado, Jack dio vuelta el billete. Había un retrato de un hombre
llamado Jackson, emblemas por todo el papel, y una fecha de emisión que le provocó
podía ser real. Ella no podía ser real. El año era 1776, no 2004. “Santísimo Dios”
*****
pero ella no tenía nada que decir. Ella sentía que estaba enloqueciendo lentamente. Wai
había sido llamada más de doscientos años al pasado por Jack, para que él sencillamente
la rechazara.
Ahora, todo lo que Wai quería hacer era hallar la manera de volver al hogar. Con
decisión, se dijo que finalmente podría vivir una vida normal. No la perseguirían las
¿Cómo pudiste tratarme así?,¡ Maldito bastardo! ¿No sabes que has sido la única
constante en mi vida?
Despreciada.
“Te amo, Wai”, murmuró Jack, sorprendiéndola. “Te he amado toda mi vida” Él
no la miraba, así que ella le estudió el rostro, el perfil decidido. Sorpresa, alegría y dolor
asaltaron al mismo tiempo sus sentidos. “No te des por vencida en cuanto a nosotros.
No todavía”
“Jack…”
rostro de ella y lo alzó. Los orificios nasales de él se dilataron. “No comprendo esta
unión entre nosotros, pero estarías mintiendo si dices que no la sientes tú también.”
Wai tragó con dificultad debido al nudo de emoción que sentía en su garganta.
“No te des por vencida en cuanto a mí” Le soltó la barbilla. “Todavía no”
CAPÍTULO SEIS
recientemente construido que los habitantes del pueblo le habían regalado a Wai, y
luego hacia el hombre con quién necesitaba hablar. “Ahora, por favor”
Había tanta tensión, sino más, entre Zeisberger y Jack como la había entre él y
Wai, pero iba a dedicar sus energías a un encuentro por vez. Lo siguió dentro de la
El predicador volvió el rostro hacia Jack. Se quedó quieto. Sus ojos recorrieron el
uniforme de soldado de Jack y luego suspiró profundamente. “Me temo que nos hemos
Tantas cosas entre ellos, tantos recuerdos, tanto buenos como malos. Los
recuerdos felices de la infancia, los dolorosos por la brecha que se había instalado entre
ellos.
Esta guerra había hecho que Jack olvidara su crianza pacifista, y mucho más.
como parecía ahora, había tenido que ser una hermosa mujer india, la mujer en la que él
había pensado toda esa mañana, la que le hiciera darse cuenta de qué era lo
Jack cerró brevemente los ojos y suspiró. Apretó los dientes ante el tono no tan
suave con el que su padre había remarcado Elliot. “Era importante para usted que el
nombre Zeisberger no se manchara con sangre y guerra”, dijo con voz ronca. “Lo
nombre en su lugar”
Silencio.
cuántos años más viviría este hombre, pero no quería que este distanciamiento siguiera
entre ellos. No podría perdonárselo si las cosas llegaban a ese punto. Y si él moría en
nombre de la Revolución, Jack se dio cuenta que su padre no podría seguir viviendo en
paz, sabiendo que él y su único hijo apenas si se habían dirigido la palabra en años.
“Tenía razón, señor”, murmuró Jack, abriendo esos ojos azules tan parecidos a los
de su padre para mirarlo. La guerra no estaba bien. El fin no justificaba los medios.
Estaba cansado de ver cómo sus amigos morían lentamente, solos. “Estaba equivocado.
Estoy listo para aceptarlo. No se cómo enmendar los errores que he cometido, pero
regresar al hogar”, dijo en voz baja y emocionada, “pero los americanos me ejecutaran
por traición si abandono el campo de batalla. Antes de que eso ocurra, necesito saber
que usted me ha perdonado. Y también necesito que me prometa que siempre cuidará
de Puawai”
¿Eran acaso lágrimas lo que veía en los ojos de su padre? Le dolía ver a ese fuerte
hombre tan débil. Si había algo que David Zeisberger no era, era débil. Era irónico que
siendo un pacifista, fuera el hombre más fuerte que Jack había conocido.
Los brazos, todavía fuertes a pesar de la edad, abrazaron a Jack. Éste cerró los
también.
Había extrañado tanto a este hombre, mucho más de lo que las palabras o las
siento muchísimo”
“Mi hijo pródigo”, susurró David de una manera tal que las lágrimas brotaron de
los ojos de Jack. “Estoy muy feliz de que hayas vuelto al hogar”
*****
A pesar de sentirse herida y confundida por las acciones de Jack, Wai tenía un
límite a lo que podía permanecer enojada. Él tenía razón, había un lazo entre ellos.
Había estado entre ellos desde su nacimiento, era tan fuerte que la había llamado a
Jack había estado ausente por una semana. Lo extrañaba tanto que sentía dolor.
No tenía idea hacia dónde había ido él o cuándo regresaría, y cada vez que le
preguntaba a David Zeisberger, todo lo que él le decía era que Jack regresaría.
Era todo lo que Wai quería. Durante siete días, se preguntó si quería permanecer
alguna. Extrañaría la conveniencia de comprar por Internet, el buen humor que sentía
cuando iba a un centro de compras, pero todo eso dejaba de ser importante si pensaba
en perder a Jack.
Seguía sintiendo igual, a pesar de que sabía que estaba destinada a morir aquí…
pronto. Wai recordó las lápidas que había visto antes de abandonar el siglo XXI, la que
decía que ella había muerto en este año, 1776. Para su sorpresa, eso ya no le importaba.
Aún una semana de hacer el amor con Jack, la única persona que la había acunado
durante su vida tormentosa, le significaba más que vivir muchos años sin él en el siglo
Durante su soledad auto impuesta, Wai pasaba la mayor parte del tiempo
quería intentar con la pintura y ella había aceptado, más que nada por el aburrimiento,
Durante siete días había hablado solamente con David y Hans. Hans había estado
en su cabaña varias veces para charlar y pintar cuadros con ella; un pasatiempo en el
cual el niño era mucho mejor de lo que ella podía llegar a ser. Hoy Hans se veía triste.
abierta cuando pintaban juntos de modo que nadie pudiera acusarlo de acciones
incorrectas. Hans se obligó a sonreír. “Tan solo quería estar seguro que se sentía feliz en
días. “No eres una molestia”, le aseguró ella, señalando una tosca silla de pino junto a la
“Es mi padre”, suspiró Hans, sentándose junto a ella cerca del pequeño hogar.
Pasó las manos sobre sus pantalones. “Cada día que pasa, se enferma más. Temo que no
Wai cerró los ojos al oír sus palabras. No, Samuel no viviría mucho tiempo más.
favorito de tu padre?
Hans pensó durante un momento. “La estrella de Belén” Hans sonrió. “A papá
siempre le gustó que los ángeles le enviaran la noticia del nacimiento de Cristo a los
pastores, los más humildes de todos, antes que a los ricos reyes”
golpearse la cabeza y luego despertar doscientos años antes le provocó un escalofrío que
hicieras un cuadro especialmente para él. ¿Por qué no pintas la imagen como la ves en
tu cabeza?”
Los ojos de Wai eran gentiles y bondadosos. “Has tenido mucho en qué pensar”
Hans comenzó a pintar y Wai comenzó a pensar. Lo único que odiaba de toda esa
situación era saber lo que iba a pasar de antemano. Su amiguito perdería a su padre;
Samuel moriría pronto. Suspiró, aceptando que su destino era ser el apoyo de Hans y
*****
entrelazadas con las de ellos, consolándolos de la única manera en que sabía hacerlo.
Elizabeth era fuerte y orgullosa, pero la tristeza estaba grabada en sus ojos hundidos.
Usando un vestido y un bonete blancos con una pañoleta negra, sus hombros parecían
encogerse. Wai rezaba para que la viuda pudiera dormir esa noche; había pasado
“Gracias por ser tan amable con mi hijo”, dijo suavemente Elizabeth después que
Wai sonrió con suavidad. “¿Le gustó el cuadro que Hans pintó especialmente
para él?”
controlarse. “Samuel estaba muy orgulloso”, agregó con un temblor. “Me pidió incluso
que la colgara en la escuela así todos los niños pueden verla y recordar que Dios nos
ama a todos”
Wai cerró los ojos al oír las palabras de Elizabeth. Y así, otro destino que se
cumplía.
Regresa pronto a mí, Jack. Nuestro tiempo se acaba. Quiero pasar cada momento
contigo…
“Si necesitas algo”, le dijo en voz baja Wai a Elizabeth, “cualquier cosa…sabes
Hans”
CAPÍTULO SIETE
usaba en secreto para dormir, Wai lo tiró por sobre su cabeza al piso de tierra. Se negaba
a dormir en los camisones de algodón demasiado calurosos que se ponían las mujeres
de la colonia cada noche. Esta noche se negaba a dormir con cualquier tipo de prenda.
Un suave crujido despertó totalmente a Wai. Supo que la puerta se había abierto,
pero no sabía quién había entrado. Estaba demasiado oscuro para ver algo.
regresado!
observaba a Jack prender una vela de cera de abejas. Sus senos subían y bajaban con su
respiración dificultosa. No sabía cuánto tiempo les quedaba, que día era en el que
La luz de la vela ensombrecía el rostro cincelado, pero no tanto como para que
ella no pudiera ver esos ojos azules. Ardían. Wai observó como los párpados se
entrecerraban al mirarla.
“Sí”
“Muy sensual”
algunas cosas de las que debía ocuparme. Tenía que inventar una pista falsa que fuera
porqué se había ido; sencillamente la alegraba que estuviera de regreso. Quería que él le
Wai no dijo las palabras, sólo las pensó, las sintió con cada onza de su cuerpo. El
Siempre se veía así en sus sueños cuando quería cogerla. Era así en la realidad también.
“La única razón por la que te tomo así”, susurró con la voz enronquecida,
quitándose los pantalones y liberando su erección, “es porque nos casaremos mañana”
“No más charla”, dijo ella, la desesperación tiñendo su voz. “Tan solo estemos
juntos, Jack”
“Ay, Dios.Wai”
lo chupaba. Su cabeza avanzada y retrocedía, cada vez más rápido al tiempo que su
boca lo tomaba más adentro. El sonido de la boca succionando la carne prieta resonaba
en la cabaña. El gruñido bajo que nacía en la garganta de Jack le indicó todo lo que
en la lengua. Lo había sentido así miles de veces en sus fantasías. Por fin lo sentía así en
la realidad.
Ella siguió chupando. Jack gruñó, incapaz de soportar esa tortura. “Voy a acabar
“Dulce Jesús”, jadeó él, empujándola contra la cama. “Espero más de esto luego,
Wai sonrió mientras caía sobre su espalda y separaba las piernas. “Quiero estar
Una ceja castaño claro se elevó. “Bárbaro. Date vuelta”, le pidió él. “He
fantaseado con tu culo sensual meneándose mientras te monto por demasiados años”
Wai obedeció de inmediato, tan deseosa de hacer el amor como él. Dándose
cuenta que no había espacio en la cama para sostener ambos cuerpos en esta posición,
Wai se puso en cuatro patas y alzó su trasero en el aire para él. Sintió que la
“Eres la mujer más sensual del mundo”, dijo Jack entre dientes, apoyando la
cabeza de su verga en el ano de ella. “¿Me dejarás que te boga por este orificio cuando
profundo, soltó las redondeadas nalgas y hundió las manos en la carne de las caderas.
Jack entró en su cuerpo con un gemido, hundiéndose hasta lo más profundo. “Me
encanta tu concha, Wai”, dijo con voz ronca, entrando y saliendo de ella. “Siempre la he
amado. Es mía ”
ser poseída de todas las maneras posibles por este hombre. Ella era suya. Ella siempre
había sido suya. Su cuerpo, su corazón, su alma; todo lo que ella tenía para dar le
pertenecía.
Los orificios de la nariz se le dilataron y las venas del cuello estaban hinchadas.
“¿Así?”, le preguntó con arrogancia, hundiéndose una y otra vez en ella. La bombeó sin
piedad, marcándola con cada embestida de su cuerpo. La carne golpeaba contra carne,
Sus tetas se sacudían debajo de ella con cada una de sus embestidas, así como los
cachetes del culo también se movían cada vez que sus carnes se chocaban. La
largo e intenso, impulsando sus caderas hacia él mientras Jack se hundía una y otra vez
en esa concha.
“Me acabo”, murmuró Jack. Wai pudo oír su respiración acelerarse, sintió los
Jack acabó con un grito fuerte, sus propias caderas pistoneando hacia atrás y
hacia delante como un hombre obsesionado. Wai sintió la leche caliente chorreando
Pasó un rato hasta que la respiración de ambos volvió a un ritmo normal. Tan
pronto como se relajó, Jack se dejó caer sobre la espalda de Wai, y la cama de paja se
Desde abajo de él, Wai se contoneó hasta quedar de espaldas, y luego lo invitó a
acomodarse entre sus brazos, ambos sobre el suelo sucio. La sonrisa de Wai fue
luminosa.
“Creo que hemos establecido el record del mejor sexo”, dijo ella entre risas.
*****
El padre de Jack casó a Jack y Puawai Zeisberger en la cabaña del mayor de los
Más tarde, los cinco se dirigieron hacia el cementerio, y Wai entendió el por qué.
Ella se quedó muy quieta cuando se detuvieron ante dos lápidas extrañamente
conocidas. “¿Qué diablos…?” Allí, tan claras como el agua, estaban las dos lápidas de
tosca piedra que había visto antes de viajar al pasado, la suya y la de Jack.
Jack le apretó la mano. “Es la única manera, mi amor. Tenemos que irnos de
aquí”
“Regresarán algún día a esta zona pronto”, prometió su suegro con sus ojos
Wai se sentía tan asombrada y aliviada, que sólo pudo sonreír. Había pensado
que el tiempo que tenía con su marido era limitado. Ni en su más alocado y maravilloso
sueño se le hubiera ocurrido que ella y Jack fingirían sus muertes y abandonarían
Schoenbrunn.
Su tiempo juntos ya no era limitado. De hecho, era infinito. ¡Podrían tener hijos, y
Arrojándose a los brazos de Jack, Wai lo abrazó con fuerza. Él era el hombre de
sus sueños y ahora, el hombre de su realidad. Las lágrimas se acumularon en sus ojos,
lágrimas que brillaron pero no se derramaron. “Lo amo tanto, Jack Elliot Zeisberger”,
La sonrisa de él era tierna, posesiva. El abrazo también. Todo lo que Jack era con
ella. “Y te amo” La abrazó más fuerte, susurrando en su oído para que solamente ella
pudiera oírlo. “Gracias por venir a través del tiempo a buscarme”, le dijo suavecito. Él
sonrió cuando el cuerpo de ella se tensó, él sabía ahora el secreto de ella. “Te he estado
EPÍLOGO
LA ACTUALIDAD
cabaña. “La última vez que la vi”, dijo la adolescente, “ella había salido de la recepción y
ciudad”
Julie hizo un globo con su chicle. “Sí” Ella frunció el ceño. “Aunque su auto
“Era tan sólo uno alquilado. Igualmente, le pediré al Comisario Rogers que
investigue un poco”
Después que Julie partió, el Sr. y la Sra. Zeisberger se sonrieron. Y luego, con las
el Sr. Zeisberger dejó escapar el aliento audiblemente. “Bien, Jack”, dijo con orgullo,
“Hice lo que me pediste y me aseguré que la Abuela encontrara la manera de llegar a ti”
como yo a su edad?”
El Sr. Zeisberger pestañeó. “Vamos, Mattie Mae, sabes que no hay nadie más
FIN
Nota de la autora
Ohio. Más que un sitio histórico, Schoenbrunn (que significa “hermosa primavera”) es
también un recordatorio donde gente de diferentes culturas puede vivir y amar juntos y