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Composición
Como en la predicación, el autor se dirige a su auditorio (hermanos) con
frecuencia para marcar el inicio de un nuevo desarrollo (1,16.19; 2,1.5.15; 3,1; 4,11;
5,7.12.19). La variedad de los temas tratados, la relativa autonomía de cada uno de los
pequeños párrafos, hace difícil establecer un verdadero plan. Teniendo en cuenta las
palabras clave, podemos proponer la siguiente disposición:
Saludo inicial: 1,1
Soportar las pruebas 1,2-18
El rol providencial de la prueba 1,2-11
Dios no tienta a nadie 1,12-18
Poner en práctica la palabra de Dios que se escucha 1,19-27
La verdadera religión: exigencias de la fe 2,1-13
La fe y las obras 2,14-26
Grandeza y límites de la palabra humana 3,1-12
La verdadera y falsa sabiduría 3,13-18
1
Lo que impide la vida comunitaria 4,1-12
La enseñanza de Jesús
La enseñanza de Jesús según la tradición de Mateo forma la base principal de
las exhortaciones de Santiago. No se trata de citas directas, sino de un parecido tal que
se debe pensar que Santiago disponía de una colección de las palabras del Señor.
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Los puntos clave
-Los pobres
Aparecen como heredderos del grupo de los anawim del que se habla tan
frecuentemente en el salterio. Son objeto de elección divina (2,5) y deben cultivar la
humildad y la dulzura (4,6). Frente a ellos, los ricos aparecen ante todo como deseosos
de hacer buenos negocios (4,13-17). Santiago critica vivamente el honor que les está
reservado en las celebraciones litúrgicas (2,1-4). No podemos decir si son judíos o
paganos, pero los ricos oprimen a los fieles (2,7; 5,6). Explotan sin vergüenza a sus
trabajadores 5,1-6. Hay en esta carta una base de reflexión para el cristianismo “social”
(1,27).
-Cristo
Jesús es ante todo el Señor que ha dado los principios de la auténtica sabiduría
(1,5; 3,17). Si las alusiones a sus palabras son múltiples, ninguna está introducida, sin
embargo, por la fórmula “Jesús decía”. Curiosamente, ni la muerte ni la resurrección
de Jesús son mencionadas, Santiago espera el retorno parusía del Señor 5,7-8, y exhorta
a los fieles a no desanimarse en su esperanza. La vida cristiana no es posible más que
en un clima de oración. Numerosos son los desarrollos que le conciernen 1,5-7; 3,9;
5,13-18. Se retendrá la importancia dada a la unción de aceite para los enfermos.
Fecha y lugar
Faltan indicios para fijar la fecha y el lugar de esta carta. Las exhortaciones
morales que contiene son en gran medida intemporales. La ausencia de toda alusión al
templo de Jerusalén no basta para concluir que la carta ha sido escrita después del año
70. Pero la controversia contra las deformaciones de la teología de Pablo suponen un
cierto tiempo.
3
El interés de la carta de Santiago es que manifiesta la continuidad con las
corrientes sapienciales en las comunidades cristianas y el impacto de las instrucciones
de Jesús en la vida concreta de los fieles.
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El relato de su martirio tiene también un tono legendario. Los judíos prohíben a
Santiago que haga que el pueblo se vuelva creyente en Cristo. Él proclama desde el
pináculo del Templo: “¿Por qué me interrogáis acerca del Hijo del Hombre? Está
sentado en el cielo a la derecha del poder, y vendrá sobre las nubes del cielo”. Muchos
se convencieron y glorificaron el testimonio de Santiago diciendo “Hosanna al Hijo de
David”. Santiago entonces fue lapidado y lo remataron con un bastonazo (HE II, XXIII,
13,18).
Prólogo 1,1-18
Saludo inicial: 1,1
-Inicia al modo habitual de las cartas de la época: Emisor, destinatario, saludo.
A diferencia de la mayoría de las cartas de Pablo que tienen un saludo ya rico de
contenido teológico, este inicio es conciso. Santiago se presenta como servidor de Dios
al modo tradicional. Añade: “y del Señor Jesús Cristo”. El servicio a Dios pasa por la
adhesión a Cristo
-Como en 1 Pe 1,1: los destinatarios pertenecen a las 12 tribus de la
Diáspora/dispersión. La vieja organización tribal de Israel es sólo un recuerdo. Pero la
restauración de las 12 tribus es parte de las esperanzas del porvenir. En 1 Pe los
verdaderos destinatarios son en su mayoría paganos convertidos. Aquí puede pensarse
en judíos convertidos, pero el tono general de la epístola manifiesta que Santiago
contempla una audiencia más larga.
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-“Perfecto” (teleios), se vincula a la formulación de Mt 5,48: Sed
perfectos como vuestro padre celestial es perfecto. La perfección va unida a la
simplicidad de corazón, es decir, la fidelidad sin fisuras
-Holokleros, es un término que refuerza la idea: “íntegro, entero en
su perseverancia”.
Rezar para obtener la sabiduría 1,5-8
-La oración tiene un lugar importante en esta epístola.
-Lo primero es pedir la sabiduría, don de Dios por excelencia 1,17, cuya
naturaleza será presentada en 3,13-18. Hoy se diría que es necesario pedir a Dios su
gracia para poder resistir a la prueba.
-Si Dios pone a prueba a los justos Gn 22,1; Dt 8,2, ¿no será por tanto culpable
de sus faltas eventuales?¿Diremos entonces que Dios nos tienta? Son preguntas
actuales en razón misma de la formulación de la sexta petición del Padre Nuestro: “No
nos introduzcas en la tentación” καὶ μὴ εἰσενέγκῃς ἡμᾶς εἰς πειρασμόν, (Mt 6,13).
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Santiago aporta una clarificación precisa en el empleo de los términos Ya el judaísmo
había visto el problema. Según 2 Sam 24,11, es el Señor mismo quien ha incitado a
David a censar al pueblo. Pero según 1 Cro 21,12, es Satán. En el libro de los Jubileos,
17,7, que reescribe de modo edificante la historia de los patriarcas, “el príncipe
Mastema juega el rol de Satan para provocar que Dios someta a Abraham a la prueba,
según el mismo escenario que el libro de Job.
-La causa de la tentación es interior al hombre: los rabinos hablan del mal
instinto, que reside en el corazón, sin suprimir su libertad. Santiago emplea aquí el
término de deseo, concupiscencia epithumia, en un sentido amplio. No se trata sólo de
malos deseos, en el sentido sexual dado habitualmente a la expresión, sino más bien de
esta aspiración a determinar por uno mismo el bien y el mal. Refiriéndose a Gn 3, Pablo
dirá: Yo habría ignorado la ἐπιθυμία (la mala inclinación, el mal deseo), si la ley no me
hubiera dicho “No desearás οὐκ ἐπιθυμήσεις”, Rm 7,7. Pero, a diferencia de Pablo, que
se atreve a introducir una crítica a la Ley, Santiago se mantiene en el punto de vista de
la tradición Si 15,11-20, según la cual, la Ley, correctamente vivida, conduce a la
santidad (v. 25).
-Mucho más allá de los astros brilla la luz de la Palabra de Dios, (salmo 19).
Por su palabra, comparada a una siembra, v. 21, cf. Mt 13,19-23, Dios nos ha
engendrado a la vida verdadera, como “primicias” del mundo nuevo que él quiere
realizar. Para Pablo, el Cristo es, él mismo, “primicia “ de los resucitados (1 Cor 15,20)
1
2Sam. 24:1 ¶ De nuevo ardió la ira del Señor contra los israelitas, e incitó a David
contra ellos diciéndole: — Vete y haz el censo de Israel y de Judá
2
1Chr. 21:1 ¶ Se levantó Satán contra Israel e incitó a David para que hiciera el censo
de Israel.
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-La condenación de la cólera es un lugar común de la moral (Prov 15,1; Ef
4,26.31; Col 3,8). Se puede pensar aquí en una dimensión más específica —el celo por
la ley— tan característico de la piedad judía (Flp 3,6) puede degenerar en agresividad
contra aquellos que no comparten el mismo ideal. De modo manifiesto, Santiago
conocía el peligro de estos maestros (3,1), tan prontos a juzgar a los demás. Siguiendo
a Jesús, Santiago condena la cólera, incluso la inspirada por motivos religiosos (Mt
5,22). Al contrario, “la dulzura” es la disposición requerida para que la palabra de Dios
produzca fruto.
-La comparación del espejo sirve para estigmatizar la inconstancia del hombre
que se contenta en lanzar una mirada distraída, y olvida poner en práctica lo que le ha
sido enseñado. Siguiendo la comparación, San Agustín nos invita a mirarnos en el
espejo de la Escritura: “es un espejo, lo que te ha sido propuesto en este texto: mira si
tú eres quien él anuncia. Si no lo eres aún, gime para serlo. El espejo te hará conocer
tu rostro” (Enarrationes in Ps 103,1-4).
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1. La verdadera religión: exigencias de la fe 2,1-13
-El saludo “hermanos míos” indica que pasamos a un nuevo desarrollo, igual
que en 2,14, el de la relación entre ricos y pobres. Tiene como clímax la proclamación
de la ley real, regia: “amarás a tu prójimo como a tí mismo” v. 8. La consecuencia es
que la fe en Cristo, el Señor de la Gloria, no admite diferencias, acepciones, entre
personas.
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La mención de la Ley en v. 8 provoca otro desarrollo sobre la necesidad de una
observancia integral. La Ley es tomada aquí como un todo. La violación de un precepto
significa que quien lo hace se considera a sí mismo como si estuviera por encima de la
Ley. El culpable se convierte en un transgresor, en el sentido fuerte del término. El
punto de vista de Santiago es como el de la enseñanza judía tradicional. Se pone en
riesgo de provocar el escrúpulo y el desánimo. ¿El justo, no peca siete veces al días
Prov 24,16)? Se subraya, sin embargo, que Santiago elige ejemplos particularmente
graves: el adulterio y la muerte, y que, al final, se refiere a una “ley de libertad” (v. 12
cf. 1,25). La expresión, sorprendente en la pluma de un judeo cristiano, evoca un tema
muy conocido por la filosofía estoica: la realeza del sabio, el único que es realmente
libre. Filón de Alejandría ha desarrollado ampliamente este tema (Quod Omnis probus,
59).
3
Gal. 2:14 Pero, en cuanto vi que no andaban rectamente según la verdad del Evangelio, le
dije a Cefas delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como un gentil y no como un judío, ¿cómo
es que les obligas a los gentiles a judaizarse?» Gal. 2:15 Nosotros somos judíos por nacimiento; no
somos pecadores procedentes de los gentiles. Gal. 2:16 Y sin embargo, como sabemos que el hombre
no es justificado por las obras de la Ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, también nosotros
hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley, ya
que por las obras de la Ley ningún hombre será justificado.
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-La fe mencionada en la pregunta retórica de v. 14 está en oposición a la
práctica. Se diría es que es un “tener”, una forma de riqueza espiritual de la cual hace
acopio el creyente. Se está muy lejos de la “obediencia de la de” de la cual habla Pablo
Rm 1,5. Para establecer su tesis sobre la necesidad de la práctica, Santiago recurre a
unas imágenes extraídas de la vida corriente, antes de apoyarse en los ejemplos
proporcionados por la Escritura. La insistencia en las “obras” no se refiere a las
obligaciones específicas de la Ley judía, como la pureza de los alimentos, la
circuncisión, el sabbat, sino a los actos fundamentales de la caridad (cf. Mt 25,35-36;
1 Jn 3,17). Así se manifiesta el mismo deseo pastoral que en 1,21-22: es necesario
aplicar la palabra para que ella salve. Si no, la fe está “muerta”. El rechazo del amor
concreto no atañe pues sólo a la vida psíquica del prójimo en grave dificultad, sino que
entraña la muerte espiritual del egoísta.
Poniendo toda la vida del fiel bajo el signo de la fe, Pablo nunca ha separado la
adhesión al Cristo salvador de una fe que anime la conducta del hombre. Tras haber
invitado a los Gálatas a una auténtica libertad, Pablo concluía que lo que importa, en
definitiva, es “la fe que actúa en la caridad” (Ga 5,6).
Santiago no quiere disminuir el rol de la fe, por lo que recurre a una doble
expresión: por un lado la fe coopera con las obras, lo que muestra que la fe va antes.
Por otro lado, obtiene su perfección del cumplimiento de las obras, por lo que ella va
11
detrás. Notemos que el verbo “cumplir” (teleiow) es de la misma raíz que el término
“perfecto” (teleios” de v. 1.4).
12
Nuevas comparaciones manifiestan que la lengua no debe ya servir a fines
contrarios. La mención de la higuera y de la viña recuerda un paso del sermón de la
montaña Mt 7,16
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Una última máxima concluye el desarrollo v. 18. La lectura palabra a palabra
es oscura. “El fruto de la justicia está sembrado en la paz para quienes hacen la paz”.
Un texto de Isaías parece subyacente: “el fruto de la justicia será la paz. La justicia
producirá la calma, la seguridad para siempre Is 32,17. A los artesanos de la paz Jesús
les asegura que ellos son llamados “hijos de Dios” Mt 5,9. Una insistencia semejante
en las disposiciones pacíficas, producidas por la sabiduría, don de Dios, cierra este
desarrollo sobre los peligros de la lengua. Como Santiago permanece silencioso casi
totalmente acerca de la actividad del Espíritu Santo, ¿es posible que el atribuyera a la
sabiduría los efectos que otros autores del Nuevo Testamento atribuyen al Espíritu, don
por excelencia del Padre a aquellos que se lo piden Lc 11,13?
Al empuje para decidirse por el amor de Dios sigue una reflexión acerca de la
actitud de Dios hacia el hombre: como tiene una pasión celosa por su criatura, Dios se
opone a los orgullosos y da su gracia a los humildes. Para justificar su pensamiento
Santiago recurre a una cita cuya proveniencia exacta se desconoce. Por otro lado, el
texto es oscuro. Según la traducción litúrgica, “Dios vela celosamente sobre el espíritu
que ha hecho habitar en nosotros”. Algunos entienden “ El alma que (Dios) ha hecho
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habitar en nosotros desea con celo”. En este caso, la cita vendría a apoyar la
constatación de las luchas incesantes por el dinero. Pero, ¿tiene necesidad de reforzar
una constatación tal mediante la autoridad de la Escritura? Por el contrario, se
comprende muy bien que Santiago quiera justificar su afirmación contra los
“adúlteros” evocando el celo apasionado de Dios, en el sentido de que Dios quiere ser
servido él sólo, excluyéndose a los falsos dioses (Ex 20,5; 34,14). Aunque no está la
palabra “celo” la idea sí lo está.
En dos estrofas paralelas Santiago afronta con vigor a los mercantes y a los
ricos que explotan sin vergüenza a los pobres.
En primer lugar se denuncia a los mercaderes que hacen grandes proyectos para
enriquecerse. La Pax romana les favorece, como se ve en Ap 18, y contribuye a
acrecentar el foso entre los ricos y los pobres. Esta condena parece extraña a quien
considera que el espíritu de emprendedor es necesario para asegurar el desarrollo de un
país y el pleno empleo. Santiago no se pone evidentemente en el plano de la economía
política. Es el orgullo lo que él denuncia, esa suficiencia que empuja a reflexionar sobre
la fragilidad de toda vida Lc 12,16-21, y a remitirse a Dios de modo confiado.
La segunda condenación, introducida también ella mediante un vigoroso “
“ahora bien”, es aún más viva. Es un eco del “Ay de vosotros los ricos”, de Lc 6,24, y
evoca el gran día del Juicio. Jesús invitó a adquirir el verdadero tesoro que ni la termita
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ni el orín pueden roer Mt 6,20. Por el contrario, el oro mal adquirido se volverá en
contra y arruinará la carne de los culpables.
El v. 4 da el motivo de esta severa condenación: grandes propietarios, los ricos
no han dado cada día el salario a los jornaleros que emplean Lev 19,13; Dt 24,14-15.
Acumulando iniquidad, los ricos provocan la muerte del justo. El singular tiene un
valor colectivo. Santiago denuncia así las “estructuras de muerte” que acaban por hacer
perecer a los pobres por el hambre o la desesperanza. Solemne puesta en guardia que
es necesario actualizar en cada época, según las situaciones particulares.
Epílogo 5,7-20
Ánimo, porque la venida del Señor está cerca 5,7-12
Tras la severa condena de los ricos, regresan las exhortaciones a la comunidad.
“Perseverad”, vuelve a decir Santiago 1,3; 5,11, porque el retorno del Señor está cerca.
¿De qué Señor (kyrios) se trata? En el judaísmo se esperaba la venida de Dios como
juez al final de los tiempo. Así, el Libro de Henoc citado por Judas 14. Parece preferible
dejar a la “Parusía del Señor” su sentido más habitual en el Nuevo Testamento, es decir,
el retorno del Cristo al final de los tiempos Mt 24,3.27; 1 Cor 15,23; 1 Tes 4,15. Hay
una correspondencia general, en este sentido, entre Santiago y la tradición de los logia
en Mateo, para la cual el Juez que viene no es otro que el Cristo Mt 25,31-46.
Al ejemplo clásico del labrador se añaden los ejemplos de los profetas y de Job.
Curiosamente, es el único pasaje del Nuevo Testamento que evoca la heroica paciencia
del patriarca en la prueba, una paciencia largamente desarrollada en el “Testamento de
Job”, un apócrifo judío del s. I dC.
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Se sabe que Jesús reaccionó contra esta mentalidad cf. Jn 9,2-3, bien anclada en el
mundo antiguo 1 Cor 11,30.
La confesión mutua de los pecados es atestiguada en la Didajé, como un rito de
preparación para la asamblea litúrgica. ¿Cómo ser atendido por el Señor, sin una
reconciliación anterior, marcada por el reconocimiento de las faltas? “Reuníos el día
dominical del Señor, fraccionad el pan y dad gracias ras haber confesado vuestros
pecados, para que vuestro sacrificio sea puro. Pero quien tenga una diferencia con su
compañero, no debe unirse a vosotros, sólo aquellos que se han reconciliado, para no
profanar vuestro sacrificio (Didaché 14,1-2)”
El final comporta una alusión a Prov 10,12 acerca del amor que obtiene el
perdón de los pecados (1 Pe 4,8). Así Santiago acaba un escrito que ha podido parecer
a muchas miradas un texto rudo y austero. La ausencia de cualquier saludo al final
muestra que el mensaje de Santiago no revela un género epistolar normal, sino el
género de los escritos de la sabiduría.
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