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Huellas. Invitación Al Pensamiemto de Jacques Derrida
Huellas. Invitación Al Pensamiemto de Jacques Derrida
G. J. Castro
Resumen
Palabras Claves
Abstract
The purpose of this article is to invite to the philosophical thought of Jacques Derrida.
In view of the complexity that the study of his work represents, it is pertinent to point out the
capital concepts that allow the reader to understand and/or assimilate the theoretical
background necessary to accompany his texts. Such concepts are exposed by Derrida in the
primordial stage of his work. For this reason, the article is limited exclusively to the key
concepts of that stage. And although the conceptual structure of his philosophy does not have
an origin, it will be necessary to establish a starting point that allows us to follow the trail of
the original trace.
Key Words
A) Introducción
Casi veinte años han transcurrido tras el deceso del filósofo Jacques Derrida. Pero la
cada vez mayor traducción de sus textos ponen de manifiesto la actualidad de sus temas y la
necesidad de construir nuevos espacios que revitalicen el debate filosófico. Su concepto más
célebre, la “deconstrucción”, ha traspasado los umbrales filosóficos y académicos para
instaurarse en el vocabulario cotidiano. Según Miguel Morey (2015), filósofo español y
catedrático en la Universidad de Barcelona, Derrida nació en el municipio de El-Biar, uno de
los suburbios del valiato de Argel en julio de 1930. Años más tarde, se trasladó a París para
continuar con su formación académica. Posteriormente, en 1956, viajó a la Universidad de
Harvard (Cambridge) como parte de una agregaduría en filosofía. (p.84) Sin embargo, su
éxito no llegaría hasta la década de los años setenta durante el movimiento analítico del
leguaje conocido como el “giro lingüístico”.
premisas, lo que se pone bajo escrutinio son los fundamentos mismos de la metafísica
occidental. (pp.89-90)
B) Signo
Una de las mayores dificultades al elaborar un artículo -con fines pedagógicos- sobre
la obra de Jacques Derrida, es precisamente la cuestión del inicio. ¿Existe una huella
originaria que señale el rumbo a seguir? ¿Cómo establecer un punto de partida si Derrida
mismo no comienza por el inicio? El profesor y filósofo norteamericano Geoffrey
Bennington señala sobre Derrida:
Decidido a hacer un trabajo sobre “La idealidad del objeto literario”, que es
un tema completamente marginal para la filosofía en sus grandes líneas de tradición,
se entretiene con los problema del signo y del sentido para hallar que la filosofía no
sale de ellos. Empezar por el signo es ya comenzar por lo secundario, es ya dar un
rodeo. Según la lógica de la lógica (del logos), el signo es signo de alguna cosa,
ocupa el lugar de la cosa en su ausencia, la representa en espera de su regreso.
(Bennington y Derrida, 1994, p.47)
signo, sustituir la terminología de concepto e imagen acústica empleadas por Saussure, por
“significado” y “significante” respectivamente. (p.92-93) El significante remite a la palabra
o imagen acústica; el significado a la entidad o concepto.
Derrida comprende que la lingüística le brindó siempre más importancia a la voz que
a la escritura y, a través de un movimiento deconstructivo, buscará invertir el orden
establecido. Para el filósofo nacido en el valiato de Argel, “en el sistema de diferencias que
constituye la lengua, todo significante funciona con referencia a otros significantes, sin que
conduzca nunca a un significado” (Bennington y Derrida, 1994, p.56). En ese sentido, el
significado es el producto de diferencias. Esa primera deconstrucción -como veremos con
mayor detenimiento más adelante-, considera como primario u originario aquello que la
metafísica estima como secundario, sacudiendo de ese modo los cimientos metafísicos
occidentales logocéntricos y fonocéntricos.
C) Diferencia
Si ningún elemento del sistema posee identidad sino por su diferencia respecto
a los demás, cada elemento está marcado por todos aquellos que no son él: es decir,
lleva su huella. (…) Estas huellas no son lo que cierta lingüística denomina rasgos
distintivos, sino sólo las huellas de la ausencia del otro “elemento” que, por otro
lado, no está ausente en el sentido de “presente en otro lugar”, sino formado, él
también, por huellas. Ningún elemento está jamás presente en ninguna parte (ni
simplemente ausente), no hay más que huellas. (p.95)
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D) Metafísica De La Presencia
clarificar dicho concepto, se empleará a modo de ejemplo la historia del regalo hecho por el
dios “Zeus” al Rey “Zamus”, extraída del texto “La farmacia de Platón”:
Sócrates: ¡Pues bien!, he oído contar que vivió junto a Naucratis, en Egipto,
una de las antiguas divinidades de allá, aquélla cuyo emblema sagrado es el ave que
allí llaman, como sabes, el Ibis, y que el nombre del dios era Zeuz. Fue él, pues, el
primero que descubrió la ciencia del número con el cálculo, la geometría y la
astronomía, y también el trictrac y los dados y, entérate, los caracteres de la escritura
(grammata). Y por otra parte, en aquella época, reinaba en todo Egipto Zamus, cuya
residencia era esa ciudad del país alto que los griegos llaman Tebas de Egipto, y cuyo
dios es llamado por ellos Ámmón. Zeuz, habiendo ido a verle, le mostró sus artes:
¡Es preciso, le dijo, comunicarlas a los demás egipcios! Pero el otro le preguntó cuál
podía ser la utilidad de cada una de ellas, y, según sus explicaciones, según que las
consideraba buenas o malas, pronunciaba ora una reprobación, ora un elogio.
Numerosas fueron pues las reflexiones que acerca de cada arte, se dice que Zamus
Hizo a Zeuz en uno y otro sentido: ¡No acabaríamos nunca de detallarlas! Pero,
llegado el momento de tratar de los caracteres de la escritura: “He aquí, oh rey, dijo
Zeuz, un conocimiento (to macema) que tendrá como efecto hacer a los egipcios más
instruidos y más capaces de acordarse (sofóterus kai mnemonikóterus): la memoria
así como la instrucción han hallado su remedio (fármacon). (Derrida, 1968, pp.110-
111)
E) Escritura
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¿Qué es, pues, la escritura? Como fue señalado anteriormente, Derrida cuestiona el
análisis sobre la escritura expuesto por Rousseau. Según Derrida (1971), “Rousseau condena
la escritura como destrucción de la presencia y como enfermedad del habla” (p.182). En el
“Ensayo sobre el origen de las lenguas”, según lo escrito por Rousseau (2010):
Uno comunica sus sentimientos cuando habla, y sus ideas cuando escribe. Al
escribir se ve uno obligado a tomar todas las palabras en su sentido común; pero
quien habla varía las acepciones con los tonos, las determina a placer; menos
preocupado por ser claro, da más a la fuerza; y no es posible que una lengua que se
escribe conserve durante mucho tiempo la vivacidad de la que sólo es hablada. Se
escriben las voces y no los sonidos; ahora bien, en una lengua acentuada, son los
sonidos, los acentos, las inflexiones de toda especie, los que constituyen la energía
mayor del lenguaje y hacen que una frase, por lo demás común, solamente resulte
adecuada por el lugar en que se halla. Los medios que se emplean para remplazar a
éste extienden, prolongan la lengua escrita y, al pasar de los libros al discurso,
debilitan la palabra misma. (p.20)
La crítica del lenguaje formulada por Derrida en “De la gramatología” hace vacilar
los fundamentos de la metafísica occidental. Para Rousseau, según sostiene Derrida (1971),
“las lenguas están hechas para ser habladas, la escritura no sirve más que de suplemento al
habla (…) así, el arte de escribir no es sino una representación mediata del pensamiento”
(p.185). El autor de “El contrato social”, coloca la escritura en una posición de
subordinación y la presenta como mediadora entre habla y pensamiento. Considera el habla
como expresión natural para traducir el pensamiento y la escritura como una simple añadido.
(Ibit) No obstante, Derrida deconstruye la idea de la supuesta supremacía de la voz sobre la
escritura. Invierte la precaria posición de la escritura que pasa por ves primera al escenario
principal. Se rasga el velo que oculta la red estructural previa que inscribe al lenguaje y ejerce
poder, al tiempo que el edificio de la tradición metafísica occidental se desmorona.
“No hay fuera del texto”. Quizá sea la frase más significativa del filósofo Jacques
Derrida. Pero, ¿qué quiere decir Derrida cuando señala “no haber” fuera del texto? ¿Hay
acaso un afuera del texto? ¿O todo lo que pensamos, hacemos o hablamos nos inscribe ya en
un lenguaje previo? (Sztajnszrajber, 2018, p.254) Recapitulemos. Si la escritura o
archiescritura es previa a la voz, sin duda hay un lenguaje originario. ¿No será que estamos
atravesados por estructuras semánticas que nos condicionan?
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De nuevo. “No hay fuera del texto”. ¿Quiere decir esto que no existe realidad fuera
del lenguaje? Es innegable que existe una realidad fuera del texto. Lo sabemos porque
habitamos una realidad material. Percibimos el olor y el tono policromático de los jardines,
escuchamos el canto matutino y melódico del ruiseñor o sentimos el calor corporal de la
caricia que nos hace temblar. Pero siempre que queremos referirnos a la realidad debemos
recurrir al lenguaje. No podemos escapar de la gramática. (Sztajnszrajber, 2018, p.256)
G) Deconstrucción
Llegados a este punto, resulta conveniente para nuestra empresa realizar algunas
observaciones finales sobre el término deconstrucción. Más allá de lo planteado
anteriormente, aún quedan detalles por resolver. Un aviso importante nos llega del Doctor y
académico de la Universidad Nacional de Costa Rica, Diego Soto Morera (2022):
H) Conclusiones
Las huellas filosóficas no son más que invitaciones a proseguir el sendero que una
vez transitara Jacques Derrida. Su obra suele ser dividida en dos grandes etapas. Una etapa
inicial o deconstructivista marcada por el análisis del lenguaje, y una etapa posterior que
muestra a un Derrida maduro, reflexionando sobre la otredad y temas aporéticos.
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Bibliografía
Rousseau, J. (2010). Ensayo sobre el origen de las lenguas. México, D.F. Fondo de
Cultura Económica.
Soto, D. (2022). Vivir juntas. Cohabitación en Jacques Derrida. San José. Editorial
Arlequín.