Los maravillosos cambios en la educación que emergen de la pandemia por el Covid-19. El título de este texto se deriva de la frase usada por el profesor Hugo Zemelman1 en la conferencia ¨Los docentes protagonistas en los procesos educativos¨ donde citó: Cuando el hombre se encuentra con la montaña surge lo maravilloso. Seguro en su momento se refería a alguna crisis económica mundial por su mención del sistema financiero, pero esta misma cita refleja la compleja situación que vive la humanidad en este 2020. Una emergencia que ha puesto a temblar a los sectores de la salud, la economía, las Industrias, las finanzas y por supuesto la educación. La pandemia del 2020 es la montaña qué hará surgir en la educación maravillosos cambios. Sin duda esta situación ha generado un despertar agresivo de un sueño al que estábamos acostumbrados, seguramente no era el mejor, pero ya vivíamos en ese modelo educativo tradicional, en su mayoría, la escuela como un centro de experiencia diaria, el maestro como el líder autoritario, planeador y evaluador, el estudiante seguidor de instrucciones, tomador de nota, de poco opinión y en generalmente, programado por un horario y salón de clase. Este era más o menos el panorama pre pandemia al que nos acostumbramos, sin embargo, de un día para otro las puertas de las escuelas físicas cerraron y nos despertamos asustados, impresionados y angustiados por lo que podría seguir o lo que podría llegar a detenerse. Pese a esto, y como lo menciona el profesor Zemelman en la misma conferencia, el hombre es un ser con capacidad de asombro, de inventar y de constante adaptación. Los gobiernos y sus sistemas educativos han encontrado la manera de adaptarse a la situación, confirmando que a pesar de todo la educación no puede detenerse, demostrando así el valor de las escuelas para la sociedad. El confinamiento ha impedido la relación en la escuela, pero no la educación, que como lo menciona Liliana Mejía2: la educación hace que una sociedad se estructure, y aún en tiempos de pandemia esta estructura no puede pararse. Esta situación ha traído y traerá cambios importantes en la forma, el modo y las experiencias de enseñar y aprender, y algunas ya han comenzado a surgir. Inicialmente el término de formación debe generar el maravilloso cambio que le corresponde, y se podría definir a partir de las siguientes preguntas: ¿Para qué sociedad estamos formando? ¿Qué tipo de hombre necesita la sociedad luego de superar una pandemia como la del coronavirus? Estamos seguro que la sociedad no será la misma que antes por eso el currículo como texto mediador, el PEI, los enfoques, los modelos, las metodologías e incluso la práctica de aula ahora deben apuntar a una nueva sociedad, la cual necesita individuos reflexivos, críticos y dispuestos a solucionar problemas y plantear ideas para sobrellevar las dificultades que seguramente seguirán en el 2021. Estos elementos y la formación deben eliminar el interés por simplemente entrenar humanos como lo citó el profesor Zemelman: humanos que hacen, sin saber lo que hacen. Un currículo y una escuela que fortalezca a un hombre que sepa hacer y sepa porque, como y para que hacer. Es decir, un hombre educado y formado que conozca su realidad y esté dispuesto a trabajar, crear y reflexionar para mejorar dicha realidad. Los actores principales, no siendo los únicos, estudiante y profesor ya han sacado lo maravilloso de cada uno para también adaptarse a esta nueva forma de educación. El estudiante por su parte ha ganado cierta autonomía para decidir el orden, el lugar y la hora para hacer los deberes planeados aun por el maestro, quien por su lado ha tenido que reinventarse, ensayar y superarse en la forma de enseñar. Esta situación ha hecho despertar algunos maestros qué año tras año contaban con la planeación, incluso en su memoria, la cual en esta situación no les ha servido de mucho, pues la nueva estructura demanda actividades planeadas para que el estudiante pueda desarrollarla en casa. La emergencia los ha llevado a despertar y salir de su zona de Confort para empezar a usar herramientas tecnológicas que quizás se habían rehusado a utilizar. En cuanto al enfoque sin dudas la sociedad requiere que en su mayoría se desarrollen enfoques pedagógicos interestructurantes, ya que esta nueva escuela seguramente recibirá un estudiante autónomo, decidido y consciente de que es él el principal protagonista de su aprendizaje, para lo cual el papel del maestro tomará lugar como un coordinador del proceso, pero su perfil y habilidades deben regirse bajo la perspectiva reflexiva para efectivamente poder despertar reflexión en los aprendices críticos que necesita la sociedad de hoy en día. En cuanto a las tendencias debería semejarse a la tendencia tecnológica3 donde suele tenerse una planificación rigurosa y una claridad en los objetivos alcanzar, y el aprendizaje sea una situación activa en la que el alumno efectivamente asimila los significados de los conceptos, y además que pueda realizar una evaluación objetiva del progreso de los estudiantes. Evidentemente el proceso de enseñanza aprendizaje ha sido el cambio más perceptible, la distancia física afortunadamente ha logrado ser reducida por la implementación de herramientas tecnológicas, las cuales hace ya un buen tiempo habían tratado de ingresar a las aulas pero por algo de recelo no se había posicionado de la forma que ahora se encuentra. La tecnología llegó para quedarse en la escuela y hacer que docentes ensayen sus beneficios, prueben su eficacia, pero esta desafortunadamente saca a flote desigualdades que la escuela minimizaba. Esto teniendo en cuenta que el trabajo en casa depende de la disposición de ciertas herramientas cómo celulares, computadores, la conectividad, la habilidad para el manejo de las herramientas y plataformas, el apoyo, el tiempo, el lugar, entre otros. Por último y no menos importante la pandemia ha sacado a relucir el maravilloso papel de unos importantes actores de nuestras escuelas, pero que en algunos casos se ha mantenido al margen dejando que sea el estudiante quién explore y el docente quién guíe, y son los padres de familia. Muchos de ellos han sacado su mejor versión, su paciencia y han pasado al pizarrón para darse cuenta y comprobar lo complejo de la labor docente. Asertivamente muchos han demostrado poder dar el apoyo que sus hijos necesitan, aun estando en la escuela cotidiana. Ese acompañamiento genera en los estudiantes la confianza para hablar de temas académicos y generar ideas a partir de ellos, teniendo en cuenta que en casa siempre tendrán menos temor a equivocarse y más confianza para expresar su opinión sin pensar en la burla de los compañeros o a caer en errores al expresarse. La coyuntura mundial causada por el Covid-19 ha sido una gran montaña que la educación y toda la humanidad se ha encontrado de frente para hacer surgir maravillosos cambios en nuestra vida, la cual puede llegar a ser la mejor oportunidad para transformarnos hacia ese ideal educativo, que deje de lado la escuela tradicional, sumisa y arcaica, para dar paso a una escuela liberadora de individuos, que en realidad forme para una sociedad llena de necesidades y problemas por solucionar.
1 Zemelman, Hugo. Conferencia ¨Los docentes protagonistas en los procesos educativos¨.
Consultada en https://www.youtube.com/watch?v=bdhPq6pj84A. 2008. 2 Mejía, Liliana. Educación y Formación Integral. 3 Porlán, Rafael. Constructivismo y Escuela.